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1-Avengers
Caminamos de la mano por una calle de poco tránsito. Elijo siempre esa
como preámbulo a la Panamericana, para que surja algún diálogo antes de que
el barullo de la ruta ya no nos deje escucharnos. Siempre sale con alguna duda
de una película o de algún dibujito, pero esta vez me dice que por qué los
papás de sus compañeros parecen papás, y yo parezco un abuelo. Al principio
pienso que puedo asimilar el golpe como un campeón, pero le digo que traiga a
cualquiera de esos papás que yo lo cago a trompadas con una mano atada a la
espalda. No dice nada. Sigue caminando. Cuando empezamos a subir al
puente peatonal para cruzar la ruta me pregunta si alguna vez pensé que yo
podía tener algún superpoder. Como volar, o construir robots. Como Ironman,
dice.
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Lo cierto es que esto de la facturación obligada me abrió los ojos a un
mundo inimaginable. Gracias a la web CUITONLINE descubrí que Fabián, un
peruano al que le dibujo hace como cinco años se llama en realidad Freddy
Genry Salazar Vargas. O que los dos hermanos con los que trabajo, Iván y
Emanuel Carranza se llaman cruzados. Uno es Iván Emanuel y el otro es
Emanuel Iván. Emanuel es el mayor, y son muy cristianos los dos. Siempre
ponen en sus estados versículos del Levítico o de las cartas de Juan a los
Corintios. En mi trabajo parece importante tener un nombre artístico que
funcione como fachada.
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conocemos como toalla. El cilindro gira y las agujas toman los hilos de la torre
principal, que es la que está en la cabecera del plato. En la circunferencia del
plato se disponen otras 4 torres más, que son las que dibujan. Debajo de cada
aguja hay unas piezas largas y dentadas llamadas jacks o selectores. Estos
selectores suben o bajan por el impulso de unas teclas que se activan
electrónicamente a la señal de una plaqueta dispuesta en cada una de esas
torres. Hacen subir la aguja, y esa aguja se lleva un hilo de color. Al llegar a la
torre principal, esa aguja que ya tiene un hilo de color, baja desairando al
entregador de hilo de fondo, y produciendo así la magia de la intarsia.
Pero esas máquinas que hace 30 años fueron la gran novedad, hoy
producen poco y las grandes fábricas se las sacaron de encima para comprar
otras más rápidas, más modernas y más chinas. Las nuevas máquinas
sustituyeron todas esas piezas de acero por plaquetas. Las bobinas por
electroválvulas y las levas por cañitos de goma que llevan aire comprimido. Los
tejedores que conocí en aquellos años ya están cansados y con las piernas
explotadas de várices. Entonces juntan unos pocos pesos y compran esas
viejas Kukjes que ya nadie quiere, y se transforman en sus propios patrones.
Pero el software de esas máquinas, ese cosito que permite que todas esas
piezas se muevan hasta dibujar en una media la cara de Ricardo Fort, solo
funciona en una PC 286 que tenga un sistema operativo CPM84. Y al parecer
yo soy el único que durante 32 años cuidó esa computadora como un tesoro, el
único que logro hacerla sobrevivir al tsunami de versiones de Windows, y
mantenerla siempre lista para abastecer esas 300 Kukjes cagadas que florecen
por todo el conurbano.
Ese podría ser mi superpoder.
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A Juancarlitos su mamá le sirvió de comer arroz con arvejas. En el
primer recuadro, Juarcarlitos observa con detenimiento esas pequeñas esferas
verdes sin mucho ánimo de comerlas. Avanzada la historieta se le ocurre
separarlas y esconderlas en el piso, justo debajo de su silla. Cuando está por
terminar su plato, las arvejas germinan a una velocidad insólita, y crece un tallo
que no para de elevarse hasta llevar a Juancarlitos al espacio exterior, aferrado
a su silla y completamente solo. Ahora Celeste piensa que es demasiado
castigo.
Yo mantuve mis principios y no dejé que Juancarlitos bajé nunca más de
su silla en las cercanías de Andrómeda. La historieta pasó a ser un Mientras
tanto Juancarlitos, una viñeta que aparecía de vez en cuando descolgada en
medio de otra historieta, y en la que el personaje estaba solo, ahí sentado con
cara de aburrido. Con el tiempo le agregué un benteveo con casco de
astronauta que se le posaba en la silla y con el que mantenía algún diálogo
cortito.
Vicente tiene una fiesta en la escuela en la que cada uno tiene que ir
vestido con su color favorito. Elije el rojo. Rojo con amarillo. Me dice que es por
Ironman.
Busco en la web de CUITONLINE. Hay tres personas llamadas Antonio
Stark. Dos andan en los 50 años, el otro es bastante mayor.
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jugó. Dice que prefiere no hablar de eso. Al ratito me pregunta si yo creo que
Ironman podría salvar al mundo. Me quedó pensando. Le digo que no creo.
Que él solo no creo que pueda.
El jueves cuando salgo del gimnasio llueve fuerte, y esta por empezar a
caer granizo. Me refugio en El Apero, una parrillita con pocas mesas que está
sobre la calle principal del pueblo. Un viejo a mi lado me dice que acá el
granizo siempre es chiquito porque de la Ford bombardean las nubes. Dice que
antes él trabajaba sacando bollos, y que cuando caía granizo siempre lo
llamaban. De adentro sale la esposa y corrobora la historia. Que cuando
granizaba todos los chapistas sabían que tenían que ir a la Ford. Y allá iban
con sus herramientas a dejar los autos impecables. Hasta que en 2018 cayeron
unas piedras como huevos, y los agarró con 5 mil autos afuera. Y ahí
decidieron lo de bombardear las nubes.
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Es el día más caluroso del marzo más caluroso de la historia. Bob Limón
llega en su 405 destartalado y vestido de civil. Todas las chicas, incluida
Celeste se enamoran de Bob Limón apenas lo ven. Se acercan a saludarlo
como si fuera el homenajeado. Es una especie de hippie fachero, como
intencionalmente desprolijo. Yo lo ayudo con los bártulos y lo hago pasar al
anexo para que se cambie con tranquilidad. Transpira como loco. Le alcanzo
una botella de agua helada. Cuando aparece en el fondo, vestido de payaso
toda la seducción desaparece. Empieza a remar el show sin que nadie le dé
bola. Cada invitado que hace pasar al frente termina siendo una decepción sin
gracia. Bob Limón suda sangre. En un momento, ya resignado pide un
voluntario. Lo miro a Vicente con cara de, ahora vas a ver mi superpoder y
levanto la mano.
Me tengo que poner peluca y un vestido que me pica por todos lados.
Los zapatos no me entran y me puedo quedar descalzo. Sobre el vestido me
tengo que calzar la camiseta de Messi. Hacer jueguito. Bailar. Hacer una
especie de ballet en el que a cada giro le tiro a Bob Limón un cuchillo falso que
él suma a su ronda de malabares, hasta tener seis cuchillos girando en el aire.
La gente empieza a aplaudir rabiosa. Espalda con espalda, empapados de
sudor, con Bob Limón levantamos el muerto.
Algunos días después. Mi hermana me manda un video que había
grabado durante el show. Era Vicente solo, sentado en una silla, apartado de
todos y riéndose como nunca.
De todas formas, aquella noche antes de dormirse me aclara que odia
los payasos.
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La fiesta la hacemos en el jardín. Temprano al mediodía para que el frío
de la tarde no nos corra. En la semana muchas madres fueron avisando al
grupo que ellas se quedaban por si surgía algún inconveniente con sus hijos.
Celeste se indigna, yo le digo que debe ser una costumbre de por acá.
Nosotros nunca nos quedamos, y por eso no nos enteramos. Dice que no
piensa darles de comer. Yo hago guiso de lentejas, una olla grande, y otra mas
chica para la vegana y el veganito.
Se arman dos islas bastante claras. Los parientes alrededor de la mesa,
las madres bajo los árboles, como poniendo distancia con la comida. Cebando
mates, conversando entre ellas y cada tanto gritándole a los pibes.
Cuando pasan los sanguchitos y llega la hora del guiso decido que me
voy a ganar el cielo. Armo la bandeja con las cazuelitas y encaro para el fondo.
Los parientes se sorprenden, las jefas se maravillan y Celeste se indigna. Le
sirvo a todas con aclaración para la vegana que sonríe feliz, saco la segunda
ronda para la familia y me siento entre ellas. Me preguntan la receta, se
sorprenden de que lo haya hecho yo, se olvidan de los niños, los mates en el
pasto son la cosa más inútil del mundo. No permito que ninguna se niegue a
repetir, la ronda se cierra, van arrimando las sillas y ahora yo estoy adentro. A
Celeste se le pasó la indignación. Cuando cruzamos miradas, por un instante
siento que me mira como miraría a Thor.
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26/08/2023