Las estrategias que dejan tiempo de lectura en silencio en el aula que
tienen éxito tienden a tener ciertos elementos en común: Sabemos que los estudiantes necesitan al menos un período de 20 minutos para introducirse en la lectura, por tanto los tiempos de lectura deberían ser por un tiempo superior a los 20 minutos. Los alumnos deben elegir libremente aquello que leen. La libertad de elección es enormemente importante para la motivación , ¿cuál debería ser el papel del docente? el de guía recomendar libros, aconsejar, pero sin obligar, cuidar que a disposición de los alumnos hay una diversidad de materiales y de temáticas. El docente debería conocer las lecturas y a sus alumnos y poder recomendar lecturas. Los alumnos deben tener fácil acceso a una cantidad importante y variada de lecturas; la biblioteca de aula es importantísima. Fomentar el sentimiento de comunidad lectora: discusiones sobre libros, clubs de lectura, recomendaciones entre estudiantes. Durante los tiempos de lectura el docente debe tener un papel activo: contestando preguntas, ayudando a elegir, hablando sobre aquello que han leído, leyendo sus propios libros.
Lectura en el aula por placer: las recompensas
Queremos que el niño/a lea y queremos que asocie la lectura con una experiencia positiva ¿Qué solemos hacer para incentivar la lectura? trabajamos sobre sistemas de recompensas.
Carnets de lectura, diplomas al mejor lector, lectómetros etc. son
sistemas de recompensas que sabemos que funcionan al menos a corto plazo, si conseguimos dar con una recompensa que sea significativa para el niño/a a corto plazo leerá. Parémonos a pensar en lo que realmente nos interesa, lo que buscamos con la lectura por placer es generar actitudes positivas hacia la lectura , la pregunta es ¿cuándo dejemos de ofrecer la recompensa será la actitud de los niños/as hacia la lectura más positiva que antes? Hay mucha investigación acerca del uso de recompensas en el entorno escolar y sus consecuencias… voy a citar un experimento clásico hecho en una clase de preescolar. Un día aparecieron en el aula una serie de atractivos rotuladores de colores , en el juego libre se constató que los niños eligieron entre otras muchas actividades el uso de los rotuladores. Unas semanas más tarde y de manera individual se fue llamando a los niños a unos se les ofreció un certificado del “buen artista” si dibujaba con los rotuladores y a otros se les ofreció la oportunidad de dibujar con los rotuladores pero sin certificado. Unas semanas más tarde los rotuladores aparecieron de nuevo en el aula. ¿Qué ocurrió? Los niños que habían recibido el certificado mostraron mucho menos interés en los rotuladores que quiénes no lo habían recibido. La recompensa había sido contraproducente: había hecho que a los niños les gustaran menos los rotuladores. La interpretación del estudio se basa en cómo pensaron los niños sobre su propia conducta . Los niños que habían obtenido la recompensa probablemente pensaron ” Dibujé con los rotuladores porque me ofrecieron una recompensa; ahora que no hay recompensa ¿por qué voy hacerlo?”. Si volvemos al caso de la lectura hay que tener en cuenta que los sistemas de fomento lector tienen este peligro, que se lea sólo por rellenar el carnet del lector, o ganar al compañero en el lectómetro ó por obtener el certificado; pero ello no implicará de manera directa el fomento de actitudes positivas hacia la lectura.