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ATES INVITACION A LA FILOSOFIA 2 E HOMERO A SOCR Wes & fof ite u-3 con des Ba elat=na/]\i D eh } y) | a a a a a re Socrates "5 dedicado, en efecto, su vida a comprobar qué valen discursos, 0 sea, qué valen hombres en tanto que creyentes de ciertos discur- sos. Una empresa semejante no puede ni siquiera concebirse como posible mas que si de hecho existen vias 0 métodos determinados, fijos, no arbitrarios ni azarosos, mediante los cuales se lleva a efecto la comprobacién. Si no hubiera procedimientos generales, repetibles, clasificables, no habria manera de saber probar el valor de las creencias. Sécrates da culto a Apolo gracias a que ha apren- gido (ha descubierto) la ciencia de los discursos (que se diria en griego logiké techne, ars logica). Enseguida veremos que el méto- do descubierto por Sécrates consiste, para empezar, en que un dis- curso se comprueba confrontandolo con otro u otros. Confrontar discursos es, en griego, dialogar. La preposicion dia significa la idea de a través, de un lado al otro. Un dialogo es, muy literalmen- te, un entrecruzar discursos, un hacer que concurran como en com- bate y se entrelacen unos a otros y se derriben o sostengan. La ciencia que Sécrates realmente posey6, y que se convirtié en su Dios, fue llamada por esto muy pronto no di- nombre hubo de esperar un siglo, hasta ser la estoica), sino dialégica, que en griego se Ms fat del proceso, en un instante espe- ‘dice que Sécrates exclamé que de la condicién humana vivir el hombre [38a]. No debajo del nivel de la vivir su vida otras palabras, que de cierto mini- hecho mismo de a Apologia'de Sé- jo en Atenas no 180 El tercer concepto de la filosofia breciéndonos como se empobrecid Sécrates, y quién sabe si situan- donos en el punto de mira de peligros y tiros como los que acecha- ron y alcanzaron a Socrates, Pero el socratico, el fildsofo, pretende, en realidad, que no sélo no hay hombre que deje de entender la po- sibilidad de la existencia filosofica, sino, ademas, que tampoco hay un hombre a quien no le guste la idea de dedicarse a ella. Y, sin em- bargo, la realidad cotidiana ensefia que, aunque fuera verdad esta maravillosa pretension de Sécrates, también es innegable que los hombres nos detenemos al muy poco de empezar el trabajo filos6- fico. gCémo es posible que sea tan corta, por lo comtin, la seduc- cidn de la filosofia, cuando en ella se trata del auténtico cuidado de nosotros mismos y de nuestros prdjimos? d) Cémo se comprueba un discurso, 0 sea, a un hombre Pasemos a ver en detalle de qué forma concreta se realiza la prueba de los hombres, o sea, de los discursos que seriamente sos- tienen los hombres, sobre todo con sus elocuentes acciones coti- dianas. Del modo mas general, un discurso se pone a prueba confron- tandolo con otro discurso. Sécrates se refiere en multiples ocasio- nes a una segunda comprobacién de las tesis en que cada cual con- siste: la prueba por la via de los actos. Distingue, pues, el élenchos logoi y el élenchos ergoi (ergoi es el dativo instrumental de la pa- labra que significa obra o acto; cf., por ejemplo, ya Apologia, 17 b). Ya veremos luego qué se debe pensar de esta distincién. Hacia lo que nos orienta es, desde luego, a cosas tales como que el hecho mismo de aparecer ante el tribunal, en vez de huir de Atenas, 0 el hecho de beber el veneno en la carcel, son otras tantas acciones muy probablemente enderezadas a corroborar la posicién, el discurso de un hombre —en estos ejemplos extremos, el discurso en el que esen- cialmente consiste un hombre-. Pero observemos primero cémo el didlogo sirve para poner a prueba el valor de las opiniones de alguien. El didlogo se inicia en el instante en el que un interlocutor es apelado por la pregunta que otro le dirige. En realidad, siempre que Proponemos explicitamente una tesis, una firme opinion nuestra, hh, 104 Eltercer concepto de la filosofig Je que se conociera a si mismo, En real 4 reconocer los limites humanos, a Tenunciar de antemang zarlos como quien desea temerariamente igualarse q Un aig? he Para poder afianzarse, al modo de Socrates, en ta Verdad no oe creida, sino evidenciada, de que la sabiduria humana apen: ne da comparada con la del Dios, es del todo Preciso cong, mismo y conocer los fondos tiltimos de la sabiduria que soran los demas hombres. Como hemos visto con cierto certeza de que no hay técnica de la excelencia human efectivamente, el conocimiento de si mismo en un senti damente asertivo, Y No tan sdlo interrogativo, Socrates pregunta incesantemente, es verdad; pero también Io eS que no podria negarse a res terrogan. De hecho, lidad, esta exhortacign, lo Wiza ate. detalle, la @ Supone, ido decigi. mo cido antes lo bastante como para haber Y, sobre todo, ges que el proceder de certezas que atin no hemos tomado en mos hablar, manteniendo Por nuestra tuacién cuanto podamos, de que Séc bien él una resis interrogativa? Si Socrates actiia como lo hace 4 preguntar sobre la excelencia-, universal, segin la cual la accion ~Puesto que ya se ha cono- descubierto su ignorancia. Socrates no Supone algunas Consideracién? ;No deberia. Parte lo paraddjico de la si rates es, en cierto modo, tam- —si se limita fundamentalmente » No escapa él tampoco a la regla €s ya una tesis (y la tesis, una ac- sicin a éstas Hega al punto d nuestro punto de partida, es Socrates 195 siento que cabe esperar de un hombre do posibilidad alguna para sostener g acerca del ser del hombre. Por consiguiente, mi propia hipotesis cion de Sécrates y de la filosofia que él e1 filosofo fue él mismo un discurso que in Jos limites de las capacidades humanas, tencia del fildsofo es una corroboracién, Ja posible verdad de la hipdtesis que la gui sélo se halla que nada la refuta, aunque si en otro lugar, si con mayores fuerzas logicas e imaginativas, no ocurrira al fin la refutaci6n, el filésofo continta manteniéndola co- mo verdadera hipotesis suya. En realidad, la Posicién del filésofo respecto de la hipstesis siempre en proceso de verifi icacién en que él] mismo consiste, es extraordinariamente delicada y compleja. No se puede decir que él sepa, en el sentido perfecto de esta palabra, la verdad que, sin embargo, él esta al mismo tiempo siendo. Su pro- pia ignorancia es, justamente, su certeza, dado que todo lo que ha- ce se basa realmente en la hipétesis en cuestidn, pero todo eso que hace sirve al trabajo de la autorrefutacién. En otras palabras: si S6- crates no creyera con absoluta seriedad en su hipdtesis constante- mente abierta ¢ investigada, no obraria en nada tal como de hecho lo ‘ q existencia se vuelva pura pregunta, tiene que gativamente!— que preguntar sin tregua es, jus- or de vivir, o quiz el tnico que verdadera- ‘lencia del hombre no se posee, pues, co- sees a Ee ae disponible n «técnico»; sino con la inestabilidad y a de una ereencia aiin no refutada, desde la que ante todo ordena mante- que afirma que no ha halla- Ue existe la ciencig técnica global para la interpreta- ncarna consiste en que el Ment6 autorrefutarse hasta Cada instante de la exis- siempre insuficiente, de ia toda entera. Como tan falte saber si en el futuro, ta. con toda la claridad desea- ogativa que ha llegado a s y la vitalidad de la fi- ; se halla refutacion, pero des- senan con él ~ya solo por Se | 10 EL PENSAMIENTO DE SOCRATES | su propia mente con el tema de la obra, Pero cosa enteramente distinta el asegurar que él, ded cientemente, nos ofrece sus propios rasgos en Re } pretendido retrato de Sécrates.12 De acuerdo con el Fedén, Por consiguiente, ¢| efecto inmediato que produjo en Sécrates su descu. brimiento de que Anaxagoras dogmatizaba acerca de la Naturaleza en la misma forma arbitraria que sus precursores, fue el llevarlo a forjar un nuevo métedo para la investigacién de la verdad. Si no podemos descubrir la verdad acerca de las cosas por la observacion directa de las cosas mismas, po» — demos intentar hacerlo examinando las afirmacio- nes 0 teorias (logoi), que damos acerca de ellas. La aparente forma indirecta del procedimiento es la razon de que Sécrates lo menosprecie humoristica- mente, Ilamandolo “obra de aficionado”. Desde luego, en realidad, sostiene que esto nos proporcio- na nuestra sola y unica probabilidad de adquirir un conocimiento genuino. El procedimiento que des- cribe es precisamente el que, como vemos tanto por Jenofonte® como por Platén, lamaba dialéctico, nombre que significa propiamente el método de conversacién”, El pensamiento que explica el uso eontate nombre es que la verdad tiene que ser al vada por la fuerza del didlogo, o debate, que 12 seta ik Bren retratista pone siempre algo propio a Glace a nate ée un artista inferior, el retrato oe da a quienes retrata su propia nariz © Un . 9) cath deaeaile de cierta extensién en los Recuerdas (IVs hizo “mag dine iemPlos sobre la manera en que Sécrates Jenofonte, Jo jens?” # 108 que se asociaban con él. Sega Y expresay sy oo° instandolos a pensar con toda precisié 4 Pensamiento de manera inteligible, EL PENSAMIENTO DE SOCRATES 131 ede ser Ilevado a cabo entre dos = noua . H bién dentro del corazén de un solo gi Bake indo su alma se pregunta a si misma y res- Laie sus propias interrogaciones. La verdad ee fe puede ser descubierta por la mera obserya- ibn de los “hechos”, puede hacerse surgir en la confrontacién critica de las interpretaciones Tivales de ellos. Se logra, cuando se logra, como conclu- sion de un debate, Este método de confrontacién de “argumentos” © “teorias” rivales es el tema de las burlas ingenio- sas y malignas de Aristé anes en Las nubes, Prota- goras habia dicho tambié ven, aunque en sentido muy diferente, que “existen dos argumentos acerca de todo”, dos Aspectos en cada caso defensa eficaz que él ensefaba el “caso mas débil” Parecerja e] peor al tes 132 [EL PENSAMIENTO DE SOCRATES rece verdadera- La Hama su hipdtesis inicial, y pasa a preguntarse a si mismo “qué debe seguirse si esto se admite”; €S decir, pasa @ deducir sus consecuen- discutible la verdad de la cias. Siendo por ahora in hipdtesis jnicial, todo cuanto se deduzca de ella se acepta asimismo como verdad, yatcdCRCUL na nenon en conflicto con ella como falso. De esta suerte, lo que el método da por supuesto €s simplemente que la verdad es un sistema coherente, y que no hay nada que pueda ser verdadero st esta en conflicto con un principio verdadero. Debemos sefialar, na- turalmente, que ¢ rincipio, que Sécrates ] supuesto pr llama su hipotesis, no es considerado como hipoté- tico en el sentido de ser una “pura suposicién”. Sécrates lo considera como punto de partida de un argumento porque lo supone verdadero, 0 porque es terreno comun a élyasu interlocutor. Por otra parte, no se trata de presentarlo como verdad final evidente por si misma. Puede ser puesta en duda, y en ese caso necesita ser defendida presentandola como consecuencia de alguna . hipotesis mas defini- tiva y menos discutible. La regla importante de este método es que la pregunta: equé consecuencias Se deducen de la hipdtesis?, y la pregunta: ¢es tesis misma verdaders pee das. En tanto oa Ce ac a TESTE GE if re ocupemos de Ja primera acer POOH Cue CEE la hipotests misma ree iscutible, De é pees el método atribuido a Sécrates enderonsroumdoinucids|n cock principio, el unico tlic, hasta nuestros oe ie en la teorfa cien- ey directo de los fisic ontraste entre el pro- SoMny telemsétadovde “ectiidteo oe ae nada estudiar las cosas en las 134 EL VENSAMIENTO DE SOCRATES que Platon aparentemente haga referirse a P; ras, sin explicacién adicional, al método de ise guna proposicién como una hipotesis que no rita ponerse en duda —en tanto que nos oon . de descubrir sus consecuencias—, como algo na cularmente caracteristico de Sécrates, en un didlogo que simula haberse celebrado antes del nacimiento del propio Platén.1¢ Es mds, podemos ver de dén- de ha derivado Sécrates probablemente la idea de La deduccién rigurosa de las conse- ra el método peculiar este método. cuencias de una hipdotesis e' del famoso Zenén de Elea, si bien eran las hipdtesis de sus contrincantes las que trataba de esa manera, a fin de desacreditarlos, demostrando que lleva- ban a consecuencias imposibles, como se le hace ex plicar ante el joven Sécrates en el Parménides de Plat6n.?* Hasta este punto, muchos estudiantes escrupu- losos de las pruebas, si no todos, estarian proba- blemente de acuerdo con nosotros. La mayoria se negara a dar el paso siguiente, aceptando como ver- dad fundamental, de acuerdo con Jos hechos, Jo ‘on del Fedon dice después acerca le de la hipdtesis particular adoptada nsamiento. Esta, se que la marraci ja naturaleza por Socrates como base de su pe! dice, no ¢s otra cosa que la famosa “Teoria de las Ideas”, y cominmente se admite sin pruebas, 0 sin mas pruebas que unas cuantas expresiones ambi- guas de Arist6teles, que esa doctrina fue descubiert@ M6 Protdgoras, g5s€. La palabra hipdtesis no € usada la tesis agul; pero Protagoras propone a Socrates discutir Ge que ej bien es placer “en tu forma habitual”, deducle! ous commecuencias 19 Parménides, shoe

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