Estimados compañeros, familias y cuerpo docente, cordial saludo.
Hoy es un día de fiesta para el Colegio Integrado Madre de la Esperanza. Es la fiesta de despedida de los alumnos de undécimo grado, que logramos cerrar un año escolar con nuestras cabezas en alto. Le damos cierre también a un ciclo en el que disfrutamos la alegría de ser estudiantes y nos caracterizamos por ser aquel grupo guerrero que se hizo escuchar. Pero… que nadie se ponga triste ante esta despedida. Una despedida es necesaria para volver a reencontrarse, y un encuentro se da después de un momento o después de una vida. La palabra despedida no la tomemos como un adiós sino, como un hasta pronto. Esta también será el inicio de otra época en la que nos pedirán esfuerzos cada vez mayores que pronto tendremos que afrontar y entonces, seguramente, nos alegraremos de las existencias de los profesores que hemos tenido y más los momentos especiales y cálidos con su profesor guía que nos tomaron como sus hijos y nos guiaron en este camino de adolescencia; porque esta etapa no ha sido más que la preparación de la que nos tocará vivir a continuación, para unos en sus futuros estudios y para otros en su actividad laboral. Es momento de recordar nuestra vida académica con emoción, pues nuestros recuerdos de ayer durarán toda una vida. Guardaremos los mejores y peores momentos pues todos dejan una huella de enseñanza en cada uno de nosotros. Estoy segura de que si miramos hacia atrás vamos a encontrar muchos más momentos buenos que malos; pues hemos hecho muy buenos amigos, hemos viajado, hemos aprendido y, aquellos que comenzamos en esta institución siempre recodaremos que aquí se transformó aquel niño o niña de 12 años en los jóvenes que somos ahora. Debemos estar muy orgullosos por lo alcanzado. Ahora llegamos a una meta volante, pero no al final del camino. Aún hay largos senderos por recorrer, muchas metas más por lograr, debemos seguir luchando por alcanzar nuestros sueños más preciados y no rendirnos hasta que se hagan realidad.