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...mitologías sin nombre, anuncio de nuestro porvenir...

Es ya una costumbre sacrosanta --que por ningún mo-


tivo deseo violar- iniciar toda reflexión sobre la novela
J. M. DOMENACH, latinoamericana con la cita de un famoso lugar común
Le retour du tragique
de Luis Alberto Sánchez: "Latinoamérica, novela sin
novelistas". No he tenido la paciencia de buscar el con-
texto de esta frase. Pero no es eso lo que importa. "París
es la ciudad luz", "los ingleses son flemáticos", "el me-
xicano enamora a la muerte" o cualquier otro cliché
coloquial, sólo sirve para arrancar de él en busca de lo
que sugiere o esconde a fin de destruir -si ello es po-
sible- el lugar común y sustituirlo por uno nuevo. Des-
. pués de todo, el lugar común es eso, un sitio de encuen-
tro, una posibilidad inicial de diálogo y, como tal, posee
ciertas virtudes que nuestro mundo de esferas aisladas
no debe sacrificar.
Fuentes, Carlos. La nueva novela "¡Se los tragó la selva!", dice la frase final de La V o-
hispanoamericana. Editorial rágine de José Eustasio Rivera. La exclamación es algo
Joaquín Mortiz. México D.F. más que la lápida de Arturo Cova y sus compañeros:
1972. podría ser el comentario a un largo siglo de novelas
latinoamericanas: se los tragó la montaña, se los tragó
la pampa, se los tragó la mina, se los tragó el río. Más
cercana a la geografía que a la literatura, la novela de
Hispanoamérica había Sido descrita por hombres que pa-
\ recían asumir la tradición de los grandes exploradores
del siglo XVI. Los Solís, Grijalva y Cabra! literarios con-
tinuaban, hasta hace pocos años, descubriendo con asom-
bro y terror que el mundo latinoamericano era ante
todo una presencia implacable de selvas y montañas a
una escala inhumana. Heine pudo cantar desde el centro
de su pasión romántica a un Rin domesticado, o Goethe
buscar la paz del espíritu en largas caminatas por los
senderos de los Alpes. ¿Pero quién iba a pensar en la
serenidad del alma recorriendo un río de piranhas y
esperando la flecha envenenada de una tribu de jíbaros
desnudos? ¿Y quién caminaría a su placer por los Andes,
sino un ejército sanmartiniano congelado y hambriento?
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De Melville a Faulkner, la naturaleza en la novela nor- historia y de la literatura, de Bolívar a Sarmiento y de


teamericana es un dilema: ¿cómo conquistarla sin vio- Sarmiento a Gallegos. Y si en la vida social esa pugna
larla? De Turguenev a Chólojov, en la literatura rusa tiende a resolverse en una juridicidad liberal incapaz
es un encuentro: la tierra común es la madre que lava de transformar, por sí sola, las viejas estructuras colonia-
los pecados del orgullo y la soledad. De Rousseau a les, en la literatura se resuelve en un naturalismo, tam-
Mann, en la literatura europea es una caja de resonancia bién de estirpe liberal, más cercano al documento de
personal: en los campos de la Alta Sabaya, como en protesta que a la verdadera creación. ¿Podía ser de otra
las pendientes nevadas de Suiza, los hombres se conocen manera? En todo caso, una literatura no se crea de la
a sí mismos en el contacto con la naturaleza. Pero en noche a la mañana, ni se trasplanta. Más bien, cumple
la novela hispanoamericana, de los relatos gauchescos a una serie de etapas que no pueden quedar pendientes,
El mundo es ancho y ajeno, la naturaleza es sólo la ene- so pena de tener que regresar a ellas con escasa opor-
•\ miga que traga, destruye voluntades, rebaja dignidades tunidad.
y conduce al aniquilamiento. Ella es la protagonista, no La tendencia documental y naturalista de la novela
los hombres eternamente aplastados por su fuerza. Mar- hispanoamericana obedecía a toda esa trama original
cos Vargas no puede competir con "Canaima": son más de nuestra vida: haber llegado a la independencia sin
los poderes impersonales de la naturaleza que todos los verdadera identidad humana, sometidos a una naturaleza
valores que pueda convocar un venezolano aislado. esencialmente extraña que, sin embargo, era el verda-
dero personaje latinoamericano: el conquistador llegó en
busca de los tesoros de la naturaleza, no de la perso-
CIVILIZACIÓN Y BARBARIE nalidad de los hombres, y liberarse, en la segunda década
del siglo XIX, del conquistador, significaba también con-
Y lo que refuerza absolutamente este poder prota- vertir la naturaleza enajenada en naturaleza propia. La
gonista de la naturaleza es que las relaciones personales tragicomedia, claro, consistió en que la independencia
que se dan dentro de ella o en sus márgenes, son acaso sólo superpuso una nueva tiranía a la antigua domina-
más negativas y destructoras que la pura voracidad na- ción: la de las dictaduras militares y las oligarquías
tural. La sucesión de males e injusticias en la novela nativas que ahora convirtieron la explotación humana
' hispanoamericana tradicional hace pensar que, en efecto, y natural en una segunda conquista, librada esta vez,
más vale ser tragado por la selva que sufrir la muerte no contra los aztecas, los quechuas o los caribes, sino
lenta en una sociedad esclavista, cruel y sanguinaria. contra los mexicanos, los peruanos y los venezolanos.
Sólo un drama puede desarrollarse en este medio: el Cortés reencarna en Porfirio Díal, Pizarra en Santa Cruz,
que Sarmiento definió en el subtítulo de Facundo: "Ci- Alonso de Ojeda en Juan Vicente Gómez. Y al lado de
vilización y Barbarie". Un hombre llamado Santos Lu- la naturaleza devoradora, la novela hispanoamericana
zardo se enfrenta a una mujer llamada Doña Bárbara "- crea su segtmdo arquetipo, el dictador a la escala nacio-
y su conflicto, simbolizado en sus nombres, es el de los nal o regional. El tercero sólo podía ser la masa ex-
primeros cien años de la novela y de la sociedad latino- plotada que sufría los rigores tanto de la naturaleza im-
americanas. La permanencia del feudalismo español frente penetrable como del cacique sanguinario.
a las exigencias ilustradas del ánimo liberal de inspira- Pero existe un cuarto factor, el escritor, que invaria-
ción francesa y anglosajona forman el trasfondo de la blemente toma partido por la civilización y contra la
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barbarie, que es el portavoz de quienes no pueden hacerse tinta iracunda. Sarmiento personificó el apogeo de esta
escuchar, que siente que su función exacta consiste en actitud y el propio Gallegos su crisis eventual. El para-
denunciar la injusticia, defender a los explotados y docu- lelo no es subjetivo: es que un intelectual, en el si-
mentar la realidad de su país. Pero al mismo tiempo, el glo XIX, podía afectar los términos simplistas de la
escritor latinoamericano, por el solo hecho de serlo en ecuación civilización-barbarie, del mundo del progreso
una comunidad semifeudal, colonial, iletrada, pertenece contra el mundo del atraso. Vivía en un mundo épico
a una elite. Y su obra es definida en alto grado por un y su respuesta era la epopeya. Pero en el siglo xx, el
sentimiento, mezcla de gratitud y vergüenza, de que debe mismo intelectual debía luchar dentro de una sociedad
pagarle al pueblo el privilegio de ser escritor y de con- mucho más compleja, interna e internacionalmente, don-
vivir con la elite. Pero también por una sospecha, des- de no bastarían las armas de la razón y la moral para
tructiva de múltiples generaciones literarias, de que a imponerse a una situación que había dejado de ser pa-
pesar de todo sólo se dirige, desde el ala liberal de la trimonio regional de una minoría oligárquica opuesta
elite, al ala conservadora de la misma y que ésta escu- a una masa anónima en una república bananera, para
cha sus declaraciones con soberana indiferencia. Final- convertirse en uno de los hechos centrales de nuestro
mente, esa sospecha conduce a una decisión de abandonar tiempo: la revuelta y el ascenso, contradictorios, com-
las letras, o por lo menos compartirlas con la militan- plejos, internacionalizados, del mundo subindustrial. Se
cia política. La novela latinoamericana surgió como la inicia un tránsito del simplismo épico a la complejidad
crónica inmediata de la evidencia que, sin ella, jamás dialéctica, de la seguridad de las respuestas a la impug-
alcanzaría el grado de la concíencia. En países some- nación de las preguntas.
tidos a la oscilación pendular entre la dictadura y la Entre Sarmiento y Gallegos sucede algo fundamental:
anarquía, en los que la única constante ha sido la ex- sin que las estructuras semifeudales sean abolidas o trans-
plotación; en países desprovistos de canales democráticos formadas siquiera, se superpone a ellas una fachada capi-
de expresión, carentes de verdadera información públi- talista, en enorme medida derivada de las relaciones
ca, de parlamentos responsables, asociaciones gremiales entre las viejas oligarquías agrarias y las nuevas em-
independientes o una clase intelectual emancipada, el presas financieras norteamericanas, que lentamente van
novelista individual se vio compelido a ser, simultánea- desplazando hacia las ciudades los centros de influencia
mente, legislador y reportero, revolucionista y pensador. y actividad latinoamericanos. Todos conocen el creci-
Una novela era escrita para que mejorase la suerte del miento desmesurado de Buenos Aires, Sao Paulo, México,
campesino ecuatoriano o del minero boliviano. Caracas, Santiago de Chile y Lima en las últimas déca-
Es esta actitud la que determina otra caractensuca das. Sólo en el caso de México puede decirse que ese
de la novela tradicional en América Latina: el sentimien- fenómeno obedezca a razones nacidas de un movimiento
to populista, cuyo arquetipo bien podría ser el Juan social revolucionario: la quiebra del latifundio, la libe-
Primito imaginado por Rómulo Gallegos, una especie ración física y legal -aunque no siempre económica-
de buen salvaje, hijo natural del pensamiento rousseau- del campesino, la creación de una industria nacional re-
niano que ha alimentado tantas novelas, y tantas consti- querida de mano de obra barata. En el resto de Hispa-
tuciones políticas, del Continente. El papel romántico noamérica, la explosión urbana se debe sobre todo al
que el escritor se atribuye es el de un liberador que desen- sonriente encuentro de la oligarquía local y el imperia-
vaina la pluma y rompe cadenas con la fuerza de la lismo capitalista de los Estados Unidos. Aquélla, por así

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decirlo, diversifica sus actividades y, sin abandonar la estructuras de un país. Y el caráccer dinámico de este
base agraria de un poder que considera otorgado tanto proceso se acentúa porque el pueblo es el actor del drama
por la divinidad como por el derecho de conquista, se aunque éste, al cabo, desemboque en el caudillismo. La
convierte en intermediaria de las actividades mercantiles masa anónima se personaliza y aparece con sus nombres
y financieras modernas. Éste, a fin de intervenir eficaz- -Demetrio Macías, La Pintada, el General Aguirre,
mente en la vida económica de cada país latinoameri- Cahuama, Marcos Ruiz-, con su comida, sus canciones,
cano, requiere no sólo una clase intermediaria dirigente, sus dichos. . . y también con su energía, su confusión
sino toda una serie de servicios en la administración y su venalidad.
pública, el comercio, la publicidad, la gerencia de nego- El pueblo en marcha de Azuela, Guzmán y Muñoz
cios, las industrias extractivas y de transformación, la rompe, quizás a pesar de sus autores, la ficción del popu-
banca, los transportes y aun el espectáculo: Pan y Circo. lismo romántico, la fatalidad de la naturaleza im pene-
General Motors ensambla automóviles, repatria utilida- trable y el arquetipo del cacique bananero, para revelarlos
des y patrocina programas de televisión. como realidades transitorias y estáticas. LoL de abajo,
La sombra del Caudillo y Si me han de matar mañana. .. ,
por encima de sus posibles defectos técnicos y a pesar de
REVOLUCIÓN Y AMBIGÜEDAD su lastre documental, introducen una nota original en la
novela hispanoamericana: introducen la ambisüedad.
A la luz de este doble fenómeno -singularmente Porque en la dinámica revolucionaria los héroes pueden
revolucionario, generalmente económico-- la novela tra- ser villanos y los villanos pueden ser héroes. No sólo
dicional de América Latina aparece como una forma hay origen y permanencia fatal en el origen; hay, por
estática dentro de una sociedad estática. Dar un testi- fin, un destino en movimiento. No sólo hay unas rela-
monio, fabricar un documento sobre la naturaleza o la ciones dictadas fatalmente desde el siglo XVI; hay un
vida social es casi siempre una manera de denunciar tumulto, un sube-y-baja de fortunas, un azar de encuen-
la rigidez de ambas y de exigir un cambio. La novela, tros y pérdidas en el que los seres de ficción, como
de esta manera, se convierte en la contrapartida lite- todos los hombres, viven sus momentos de luz y suc;
raria de la naturaleza inhumana y de las relaciones so- instantes de sombra. En la literatura de la revolución
ciales inhumanas que describe: la novela está capturada mexicana se encuentra esta semilla novelesca: la certeza
en las redes de la realidad inmediata y sólo puede re- heroica se convierte en ambigüedad crítica, la fatalidaJ
flejarla. Esta realidad inmediata exige una lucha para natural en acción contradictoria, el idealismo romántico
ser cambiada y la lucha, a su vez, exige un simplismo en dialéctica irónica.
épico: el hombre explotado, por serlo, es bueno; el que Sin embargo, hay una obligada carencia de perspectiva
explota, también intrínsecamente, es malo. Esta primitiva en la novela mexicana de la revolución. Los temas inme-
galería de héroes y villanos (¿qué literatura no la ha diatos quemaban las manos de los autores y los forzaban
tenido?) sufre un primer cambio cualitativo, significa- a una técnica testimonial que, en gran medida, les impi-
tivamente, en la literatura de la revolución mexicana. dió penetrar en sus propios hallazgos. Había que esperar
Por primera vez en América Latina, se asiste a una ver- a que, en 1947, Agustín Yáñez escribiese la primera
dadera revolución social que no sólo pretende sustituir visión moderna del pasado inmediato de México en Al
a un general por otro, sino transformar radicalmente las filo del ag11a y a que en 1953, al fin, Juan Rulfo proce-
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diese, en Pedro Páramo, a la mitificación de las situa- relación con los problemas que plantea la llamada crisis
ciones, los tipos y el lenguaje del campo mexicano, ce- internacional de la novela. Para Alberto Moravia, por
rrando para siempre -y con llave de oro- la temática ejemplo, la novela ha muerro: sus temas, procedimientos,
documental de la revolución. Rulfo convierte la semilla personajes e intenciones son hoy objeto de una popu-
de Azuela y Guzmán en un árbol seco y desnudo del larización o anexión o banalización en el cine, la tele-
cual cuelgan unos frutos de brillo sombrío: fruros dua- visión, la prensa, el sicoanálisis y la sociología. Moravia
l~s,_ frutos g~melos que han de ser probados si se quiere ha expuesro brillantemente la siguiente tesis: la novela
vtvtr, a sabtendas de que contienen los jugos de la sólo tendría dos grandes círculos tangenciales: el de las
muerte. No sé si se ha advertido el uso sutil que Rulfo costumbres y el de la sicología. Y la novela de mores
hace de los grandes micos universales en Pedro Páramo. habría sido clausurada por Flaubert; la de la psyche
Su arte es tal, que la trasposición no es tal: la imaoina- por Proust y Joyce. El novelista, desnudo en medio
ción mítica renace en el suelo mexicano y cobra,b por de la decadencia de su arte -pareja a la decadencia del
fortuna, un vuelo sin prestigio. Pero ese joven TeJé- mundo burgués que lo nutrió-- sólo podría ser el tes-
u maco que inicia la contra-odisea en busca de su padre tigo de esa decadencia, expresada en su forma final: la
perdido, ese arriero que lleva a Juan Preciado a la otra noia, el tedio, la indiferencia. Al hacerlo, el novelista
orilla, la muerta, de un río de polvo, esa voz de la sería el último héroe del mundo burgués.
madre y amante, Y ocasta-Eurídice, que conduce al hijo y Cabría preguntarse, en primer lugar, si se puede
amante, Edipo-Orfeo, por los caminos del infierno esa identificar rotalmente el género novelesco con la bur-
~areja de hermanos edénicos y adánicos que due;men guesía (por más que el apogeo de la forma narrativa
JUntos en el lodo de la creación para iniciar otra vez la moderna coincida con el de esa clase social) . Longo y
generación humana en el desierto de Comala, esas viejas Apuleyo, Las mil y una noches, Boccacio, Fireozuola, la
virgilianas -Eduviges, Darniana, la Cuarraca-, fantas- narrativa china e hindú, la novela de caballería demues-
mas de fantasmas, fantasmas que contemplan sus propios tran que existe una amplitud mayor. Lo que ha muerto
fantasmas, esa Susana San Juan, Electra al revés, el no es la novela, sino precisamente la forma burguesa de
propio Pedro Páramo, Ulises de piedra y barro. . . codo la novela y su término de referencia, el realismo, que
este trasfondo mítico permite a Juan Rulfo proyectar supone un estilo descriptivo y sicológico de observar a
la ambigüedad humana de un cacique, sus mujeres, sus individuos en relaciones personales y sociales. Pero si el
pistoleros y sus víctimas y, a través de ellos, incorporar realismo burgués ha muerto, secuestrado por los espec-
la temática del campo y la revolución mexicanos a un táculos de masas, la sicología y la sociología, ¿quiere ello
contexto universal. decir que la realidad novelesca ha muerto con él? Inmer-
sos en esta crisis, pero indicando ya el camino para salir
de ella, varios grandes novelistas han demostrado que la
¿HA MUERTO LA NOVELA? muerte del realismo burgués sólo anuncia el advenimiento
de una realidad literaria mucho más poderosa. Esta reali-
La obra de Juan Rulfo no es sólo la máxin1a expre- dad no se expresa en la introspección síquica o en la ilus-
sión que ha logrado hasta ahora la novela mexicana: a tración de las relaciones de clase que, en efecro, han
través de Pedro Páramo, podemos encontrar el hilo que pasado en los países más desarrollados al catppo de las
nos conduce a la nueva novela latinoamericana y a su ciencias sicológicas y sociales. Se expresa, más bien, en la

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capacidad para encontrar y levantar sobre un lenguaje de una escultura de Moore, la textura de una tela de
los mitos y las profecías de una época cuyo verdadero Vieira da Silva, la desesperada violencia de Artaud en
sello no es la dicotomía capitalismo-socialismo, sino una sus ghettos físicos y mentales, los laberintos burocráticos
suma de hechos -fríos, maravillosos, contradictorios, in- de El proceso, el poder solitario de Iván el terrible, la
eluctables, nuevamente libertarios, nuevamente enajenan- escandalosa marginalidad de las películas de Buñuel. Cu-
tes- que realmente están transformando la vida en las riosamente, sólo dos escuelas literarias se han empeñado
sociedades industriales: automatización, electrónica, uso en prolongar la vida del realismo burgués y sus procedi-
pacífico de la energía atómica. De la misma manera mientos: el llamado realismo socialista de la época stali-
que las fórmulas económicas tradicionales del industria- niana y sus derivaciones, que pretendía crear una li-
lismo no pueden resolver los problemas de la revolución teratura revolucionaria con métodos académicos y sólo
tecnológica, el realismo burgués (o si se quiere, el rea- producía solemnes caricaturas, y la antinovela francesa,
lismo industrial, tottt cottrt) no puede proponer las pre- que lleva los procedimientos realistas a su expresión fi-
guntas y respuestas límite de los hombres de hoy. nal: la de un mundo descriptivo de objetos vistos por
. Han sido grandes creadores -pienso en Kafka, en personajes en la etapa sicologista más fragmentada: el
PKasso, en Joyce, en Brecht, en Artaud, en Eisenstein, nouveatt roman francés bien podría llamarse la novela
en Pirandello -quienes han abierto el telón sobre esta del realismo neocapitalista.
nueva realidad, no con el énfasis engañoso del panfle- Habría que pensar, para adivinar el camino que to-
to, sino con el abierto misterio del arte. ¿A qué nueva mará la novela en un mundo que aún no podemos bau-
visión de las formas materiales deben acostumbrarse los tizar, primero en escritores como William Faulkner, Mal-
~om~res? ¿Cómo comprenderán los hombres su propia colm Lowry, Hermann Broch y \Villiam Golding. Todos
tdenudad en un mundo sin las viejas polaridades subje- ellos regresaron a las raíces poéticas de la literatura y a
tivas y objetivas? ¿Qué uso harán los hombres del poder? través del lenguaje y la estructura, y ya no merced a la
¿Qué comunidad podrán integrar los hombres dentro intriga y la sicología, crearon una convención represen-
de la revolución tecnológica? ¿Cuál será el destino de la tativa de la realidad que pretende ser totalizante en
libertad en un mundo que difunde sus promesas pero cuanto inventa una segunda realidad, una realidad para-
impide o pervierte su ejercicio? ¿Qué lugar tienen los lela, finalmente un espacio para lo real, a través de un
valores. humanos del amor, el arte, la personalidad y la mito en el que se puede reconocer tanto la mitad oculta,
comumdad en un mundo regido por una elite tecnocrá- pero no por ello menos verdadera, de la vida, como el
tica especializada y secreta? ¿Será la vida sentimental significado y la unidad del tiempo disperso. En Faulkner,
de Madame Bovary como expresión de la clase media mediante la búsqueda trágica de todo lo m dicho (de
francesa, serán los amores de Swann como expresión la escritura imposible) nace el mito del hombre invicto
de la decadencia de la alta burguesía, será la agónica en la derrota, la violación y el dolor. En Lowry, no son
summa burguesa de Naphta y Settembrini lo que con- las relaciones de clase de Yvonne y el Cónsul lo im-
teste estas preguntas? No. Han sido ya, en gran medida, portante, sino el mito del paraíso perdido y su represen-
los blancos, grises y negros de Guernica, la convención tación trágica y fugaz en el amor. En La muerte de
representativa de El circulo de tiza caucasiano, la totali- Virgilio de Broch, no es la sicología de un poeta agoni-
dad verbal de Finnegans W ake, la identidad de espejos de zante el punto de referencia, sino el mito dt un mundo
Seis persor.ajes en busca de autor, las entrañas vacías mantenido por la palabra: la vida es porque es nombrada
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y vuelta a nombrar. The Spire, de William Golding, es no es estrictamente, sino un mito: el de las tinieblas, la
un Partenón en el que la forma es ya, de inmediato, el perve~sidad, la vergüel_lz_a y los riesgos del triunfo del
contenido, sin necesidad de comentario; el símbolo es adolescente sobre el vieJO, de la pubertad sobre el pa-
el mito y el mito es la verdad verdadera: el hombre triarcado. El propósito explícito del novelista polaco no
es el amo de sus fines y el esclavo de sus medios. es distinto al de los estudios de Lévi-Strauss; nace de la
(Homenaje parentético a dos grandes escritores nor- convicción de que "los hombres se crean entre sí impo-
teamericanos que quizás antes que nadie entendieron niéndose formas, maneras de ser". En Estuche de muerte,
los valores de la mitificación, de la estructura narrativa Susan Sontag apela, asimismo, a categorías . f~rmales:
y de la escritura como vehículo transparente para la míticas del ser y el estar renovables: para defimrse a SI
opacidad del mundo: me refiero a Dashiel Hammett mismo: Diddy prefiere descubrir que es "sano_ y culpa-
y Raymond Chandler). ble" más que "inocente y loco", y Hescer, la c~ega, con-
Hoy, de Witold Gombrowicz a J. M. LeClézio, de cibe su ceguera como . "una espec;:ie de co~~c~?n sobre
!talo Calvino a Susan Sontag, de William Burroughs a los demás: obligar a Diddy a ser ciego t_am_bien ·. Am~s
" Maurice Roche, la novela es mito, lenguaje y estructura. ~ viven un mundo estructural, de lenguaJe nnpos1ble: In-
Y al ser cada uno de estos términos es, simultánea- ternamente, sueñan, y "los sueños nunca se contentan con
mente, los otros dos. La fugacidad de la burguesía se exponer un solo pensamieD:to"; externamen~.e, transfo!-
debió, entre otras cosas, a su incapacidad, en señalado man los tiempos en espac1os y entonces, un espacto
contraste con otras culturas "clásicas" y "primitivas", para puede ser canjeado por otro". _Comparer_nos ese~ estruc-
crear mitos renovables, impedida por la voraz fururidad turación mítica, de dependenCias revertibl~s, circulares,
que fue su sello de origen. Paradójicamente, la necesidad con la simple fururidad lineal de un personaJe de Thomas
mítica ha surgido en Occidente sobre las ruinas de la Mann el escritor Von Aschenbach, al llegar a Yene-
cultura: que negó al mito (¿pero no negó también a su cia y 'a la mue_fte: "Le p~eguntó a su corazón sobri?, Y
gemelo enemigo, la poesía, mal-diciéndola?, ¿quiénes cansado si un nuevo entusiasmo, una nueva preocupaCion,
han sido los herejes, los videntes, los tesoreros de todo una aventura de los sentimientos aún podría escarie re-
lo olvidado por la burguesía sino Blake y Coleridge, servada al ocioso viajero". En Mann hay una ag_on_ía: el
Nerval y Rimbaud, Lautréamont y Holderlin, Breton y futuro se ha cumplido. En Sontag hay un renacnntenc_o :
Péret, Cummings y Char?) Pues, como indica Octavio el presente se está re-presentando y salvando en un ~Ito
Paz, "poemas y mitos coinciden en trasmutar el tiempo que le impide ser pasado o f~turo ~bsolutos: _}a cul-
en una categoría temporal especial, un pasado siempre pable sanidad" del presunto asesmo, D1ddy, y 1~ mocente
futuro y siempre dispuesto a ser presente, a presentarse". locura" de la ciega, Hester, ti~nen lugar, se re-~resentan,
No es fortuito que estas palabras del poeta mexicano en espacios barajables, semeJantes a un labennto s~b­
se den en el contexto de su extraordinario discurso sobre terráneo que contiene, en el presente, a todos los espaCios
Claude Lévi-Strauss: al inventar o recuperar una mitolo- y tiempos imaginables.
gía, la nove\a se acerca cada vez más a la poesía y a la En novelas como Pornografía, Estuche de mtterte, Cos-
antropología; en un sentido profundo, una novela mo- micomiche, Compact, Le Délttge, The Naked Lu:zch,
derna está más cerca de Michaux, de Dumézil, de Artaud la crisis de la novela burguesa ha sido superada. Es Cierto
y de Dumotl que de Marx, Freud o Heidegger. Una no- que en Europa y los Estados Unidos el problema se
vela como Pornografía (La sedttcción) de Gombrowicz plantea con extrema agudeza, tanto porque el fin del
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ciclo de ficción burguesa es paralelo a la agonía de esa que rompen las tradicionales barreras entre el ejerctcto
clase, como porque el desarrollo de los medios de di- narrativo en nuestros países y en Europa o los Estados
fusión y de las disciplinas sicológicas y sociales, efecti- Unidos.
vamente, ha anexado los temas y procedimientos de la
n?~ela. tradicional. He citado a propósito un pasaje sig- LA CONSTITUCIÓN BORGIANA
niftcauvo de La muerte en Venecia: Thomas Mann re-
" presenta la cylminación de la novela burguesa europea, En primer lugar, podría decirse que, hasta hace muy
en el sentido de que es el último gran escritor que poco, el novelista latinoamericano se encontraba con dos
puede convocar, lícitamente, las categorías de su cultura visiones en conflicto. Una, la del artista con aspiración
como categorías universales. Después de Mann, no se universal (pero ésta era una provisional definición del
puede volver a escribir como Mann porque los europeos universalismo, derivada de la creencia en la centralidad
saben que su cultura ya no es central; el poder se des- cultural europea) lo enfrentaba a la necesidad de su-
plaza a los polos excéntricos previstos por Alexis de marse a la perspectiva del futuro a fin de dirigirse a
Tocqueville: los Estados Unidos y Rusia; la conciencia todos los hombres. Otra, la del escritor nacional (pero
-la exigencia de ser- se desplaza a la excentricidad ésta era una definición transitoria también, previa a la
central, sin polo: América latina, Africa y Asia. Pero actual conciencia de la estructura del lenguaje) le hacía
al perder su universalidad a-priori, y a-crítica, el escritor percibir que debía superar varias etapas a fin de integrar
europeo descubre que debe conquistar una nueva uni- una literatura que se dirigiese a los lectores de su comu-
versalidad, esta vez verdaderamente común al quehacér nidad. Dicho de otra manera: la literatura hispanoame-
literario: la universalidad de la imaginación mítica, inse- ricana era escrita en medios sociales que ofrecían como
parable de la universalidad de las estructuras del len- actualidad los temas ya tratados por Balzac, Zola, Tols-
guaje. Madame Bovary sólo pudo ser escrita por un toi, Howells o Dreiser, y ello exponía al escritor a un
francés de la pequeña burguesía del siglo XIX; Porno- provincianismo de fondo y a un anacronismo de forma.
1 grafía pudo haber sido contado por un aborigen de la Por lo contrario, asumir imitativamente el estilo y los
selva amazónica. El mito es renovable; el lenguaje es temas de la vanguardia novelística lo expondría a una
el código dentro del cual tiene lugar la selección de las implacable insignificancia que le haría perder sus lecto-
combinaciones posibles del discurso. Ni la .nacionalidad res nacionales sin ganar un auditorio extranjero.
ni la clase social, al cabo, definen la diferencia entre Detrás de estas actitudes había un sentimiento de lag
Gombrowicz y el posible narrador del mismo mito ini- cultural: el ángel negro del tiempo perdido vuela sobre
ciático en una selva brasileña sino, precisamente, la posi- la cultura latinoamericana y su excitante y pervertido
bilidad de combinar distintamente el discurso. Sólo a proceso de crecimiento, su impaciente devorar de etapas
partir de la universalidad de las estructuras lingüísticas que fueron pausadamente cumplidas en Europa y los
pueden admitirse, a posteriori, los datos excéntricos de Estados Unidos, su tenso matrimonio entre la nostalgia
nacionalidad o clase. y la esperanza. Y también un sentimiento de provincia-
Invoco como prolegómeno esta anotación, a fin de nismo, de aislamiento: Latinoamérica como los Balcanes
regresar a ella una vez que revise, someramente, las de la cultura, en donde las Bosnias-Herzegovinas riva-
diferencias que podrían indicarse en el desarrollo de la lizan con los Montenegros y las Bulgarias desconocen
novela hispanoamericana, antes de señalar las similitrdes a las Serbias.
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Pienso que es más cercano a la verdad entender, en sido practicada por los poetas -basca pensar en Huido-
prirn~ra instancia, e_l, conflicto de la literatura hispano- bro y Vallejo, en Neruda y Paz- mas no por los nove-
amencana en relac10n con ciertas categorías concretas listas documentales. En la literatura de ficción, es Jorge
del quehacer literario o, mejor aún, .como la conquista Luis Borges quien rescata este derecho para crear, a
de esas categorías, tradicionalmente ausentes en nuestra su vez, una narrativa mítica (y su mico es el de un
narrativa: mitificación, alianza de imaginación y critica, segundo mundo que nos nombra, y nos sueña, y a veces
ambigüedad, humor y parodia, personalización. Que, al hasta nos mira ). Borges, además, es el primer g ran
cabo, este haz de categorías culmine en un nuevo sentido narrador plenamente urbano de América Latina. No ha-
de historicidad y de lenguaje es lo que me propongo de- bían faltado los novelistas de la ciudad, de Fernández de
~ostrar e~ las ?ocas dedicadas a Vargas llosa, Carpen- Lizardi a Eduardo Mallea, pasando por Alberto Blest
uer, Garcta Marquez y Corcázar. Pero para llegar a Gana, Manuel Gálvez y Genaro Prieto. Pero se trataba
ellos es preciso cumplir un breve recorrido. siempre de algo excepcional --como en realidad la vida
Indicaba, en la novela de la revolución mexicana y urbana era excepcional en las condiciones de los prime-
de Azuela a Rulfo, un primer acercamiento al rema más ros cien años de nuestra independencia- y a veces se
obvio: el tránsito de la antigua literatura naturalista y tenía la impresión de que todos estos autores eran unos
d?cumental a la nueva novela diversificada, crítica y am- exiliados de la tierra pródiga a la cual, como Ricardo
btg ua. Este proceso lo cumplen, de manera mucho más Güiraldes, habrían de regresar nostálgicamente. El pri-
radical e imaginativa, dos grandes cuentistas uruguayos mer narrador totalmente centrado en la ciudad, hijo de
Horacio Quiroga y Felisberco Hernández y, a un intere~ la urbe que corre por sus venas con palabras, rumores,
santísimo nivel de hun1or y contaminación del lenguaje, silencios y orquestaciones de piedra, pavimento y vidrio,
los argentinos Macedonio Fernández y Roberto Arlt. es Borges. Quien conoce Buenos Aires sabe que el más
Quizás en otra ocasión pueda escribir, con la extensión fantástico vuelo de Borges ha nacido de un patio, de un
que ellos merecen, sobre escos cuatro fundadores de la zaguán o de una esquina de la capital porteña. Pero
modernidad literaria hispanoamericana. Ahora me limi- quien conoce Buenos Aires también sabe que acaso nin-
taré, por s~ valor ejemplar para el orden de estas notas, guna otra ciudad del mundo grita con más fuerza: "¡Ver-
a ~os escmores tan opuestos como Miguel Angel As- balízame!" Una vieja boutade dice que los mexicanos
tunas y Jorge Luis Borges. Asturias se enfrenta al mismo descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los
mundo fatal e impenetrable de la novela tradicional pero rioplatenses de los barcos. Ciudad sin historia, factoría,
lejos de detenerse en el documento opaco, encuen~ra la urbe transitiva, Buenos Aires necesita nombrarse a sí
transparencia en el mito y el lenguaje. Su manera de misma para saber que existe, para inventarse un pasado,
personalizar a los hombres anónimos de Guatemala con- para imaginarse un porvenir: no le basta, como a la
siste en dotarlos de sus micos y su idioma mágico, un Ciudad de México o a Lima, una simple referencia visual
idioma constitutivamente emparentado con el del su- a los signos del prestigio histórico. Tango o Kenningar,
rrealismo. Pero la personalización no sólo consiste en Gardel o Bioy Casares, hachazos de luz de David Viñas
objetivarla, sino en subjetivarla: en este sentido, se revela o maravillosas penumbras de José Bianco, banquetes de
como el derecho del escritor a expresarse personalmente, Leopoldo Marechal y desayunos de Juan José Hernández,
Y no como un mero puente o hilo transmisor de la rea- el lenguaje de los argentinos es una respuesta a la exi- ·
lidad aparente. Esta evidencia, sin embargo, sólo había genci:J. de una ciudad que quiere ser verbalizada para
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afirmar su ser fantasmaL De allí la necedad de los que de las disyuntivas épicas a la complejidad dialéctica
acusan a Borges de ser "extranjerizante" o "europeís- ~el aislamiento frente a la comunidad: los uruguay~s
ta": ¿puede haber algo más argentino que esa •necesidad Juan Carlos Onetti, Carlos Martínez Moreno Y Mano
de llenar verbalmente los vacíos, de acudir a todas las Benedetti, los chilenos José Donoso y Jorge F:dwards, el
bibliotecas del mundo para llenar el libro en blanco de venezolano Adriano González León, los argentmos Ernes-
la Argentina? Pero al hacerlo, Borges, además, enfrenta to Sábato y David Viñas, los mexicanos José Revueltas,
a la totalidad de la lengua castellana con sus carencias Sergio Fernández y Vicente Leñero. Decía _que en el
y, por allí, con su relatividad. Esta prosa deslumbrante, siglo XIX la opción entre civ_ilización y barbane era ~lara
tan fría que quema los labios, es la primera que nos y el radio del debate reduodo, de manera que el m_re-
relaci?na (relative: pariente, prosa de vecindad y parto, lecmal podía tomar una y afectar el otro con relauva
tam~1én), que nos saca de nuestras casillas, que nos sencillez. Más que en la creación artística, era en el
arroJa al mundo y que, al relativizamos, no nos dismi- periodismo y el ensayo donde se libraba la ~acalla: Sar-
nuye, sino que nos constituye. Pues el sentido final de miento, Otero, Ramírez, Del Valle, Lastarna, Rodó. Se
la prosa de Borges -sin la cual no habría, simplemente, trataba, en realidad, de una guerra entre el atraso. feudal
moderna novela hispanoamericana- es atestiguar, prime- y la modernidad propuesta por los paíse; ~nglosaJones Y
ro, que Latinoamérica carece de lenguaje y, por ende, que Francia. Pero al superponerse, en los ulumos c~arenta
debe constituirlo. Para hacerlo, Borges confunde todos años, una fachada capitalista y urbana a .la reahda? de
los géneros, rescata todas las tradiciones, mata todos los Latinoamérica en cierto modo ese conflicto quedo re-
malos hábitos, crea un orden nuevo de exigencia y rigor suelto: en L~a y en Santiago, en Buenos . Aires y Bo-
sobre el cual pueden levantarse la ironía, el humor, el gotá, se estaban viviendo las fo~mas d~ ~a v1da modero~,
juego, sí, pero también una profunda revolución que y si en el interior de cada pa1s. perv1v1a el, mundo sm
equipara la libertad con la imaginación y con ambas cons- nombre de la barbarie, en las cmdades naoa una clase
tituye un nuevo lenguaje latinoamericano que, por puro media, un proletariado, un cinturón infernal 9ue se lla-
contraste, revela la mentira, la sumisión y la falsedad maría favela en Brasil, villamiseria en Argentma, .P~~la­
de lo que tradicionalmente pasaba por "lenguaje" entre ción callampa en Chile, rancho en C~racas. P;mstman
nosotros. La gran ausencia en la prosa de Borges, lo las "Grandes Familias", . pero escondtdas detras de los
sabemos, es de índole crítica. Pero el paso del docu- setos de Hurlingham, detrás de las persianas , del Jockey
mento de denuncia a la síntesis crítica de la sociedad y Club detrás de las sombrillas de Santa Mana del Mar.
la imaginación no hubiese sido posible sin este hecho Las ~alles, en cambio, se verían invadidas, así en el Girón
central, constitutivo, de la prosa borgiana. de la Unión como en Corrientes, en Ahumada como
en la Carrera Séptima, por los inmigrados del campo, l~s
pícaros citadinos, las familias de la n~eva_ clase , m~dta
LA MODERNIDAD ENAJENADA que leerían periódicos de escándalo e h1st~netas comteas,
aspirarían a ser amados por Isabel Sarh o ~urt L~n­
Esa síntesis crítica, más que el simple paso de la no- caster y a vivir en los interiores , y con l?s vesudos dtse-
v~la rural a la novela urbana, es lo que distingue, pre- ñados para Doris Day, escuchanan el dt_a entero por la
osamente, las obras de los escritores más significativos radio jingles comerciales y boleros ~enu_m.entales Y por
de una etapa de tránsito de la tipicidad a la personalidad la noche, con suerte, seguirían las penpeoas de un agente
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de la F. B. I. en Hong-Kong o los sufrimientos de una Benedetti, las ancianas enloquecidas, detrás de las fa-
madre abnegada gracias al milagro diseminado de la chadas del viejo patriciado, de José Donoso, el proleta-
"caja idio~a". ¿Quién no quisiera tener un automóvil riado sentimental y violento de J osé Revueltas, las aven-
nort~amen:,ano ?e, aletas ictiológicas y cardillo nique- turas de una clase media en busca de su definición
lado. ¿9wen de¡ana pasar las efemérides reconfortantes anímica -frágil opacidad, fugaz inteligencia del ser
de 1~ pnmer~ comunión, el baile de quince años, la cere- en Sergio Fernández; delirante fuga de la caricatura y
monia1 nupc~~l con su ~ezcla de Mendelssohn y Pérez el lugar común en Ernesto Sábato- completan este pri-
Prado. ¿Qwen no sabna que el dinero se puede ganar mer cuadro de lo que significa, en América latina, ser
fáci! y rápidamente con un poco de "colmillo", las co- un hombre de la ciudad.
ne~tO~es ad~cuadas y mucha falta de escrúpulos? ¿Quién Y la contradicción se acentuaba porque detrás de la
sena msensible a la posesión de los símbolos que ase- fachada relumbrona de las ciudades permanecían, inmu-
gura~ a los demás que se es alguien: el reloj-pulsera, el tables, la selva y la montaña, con sus indios de carga,
transistor, el cromo del Sagrado Corazón, el refrigerador sus mineros devorados por la silicosis, sus mujeres mas-
au?q~e sea a plazos? ¿Y quién no abreviaría el descu- cando coca; sus niños muertos, sus jóvenes iletrados, sus
brrmiento de su alma pasando del sentimentalismo del prostíbulos verdes. A este mundo habría de regresar, con
confesi~nario a , la angustia del diván siquiátrico? la· singular eficacia, Mario Vargas llosa, para recordarnos
l~1odern1dad habla llegado a Latinoamérica. Y el escritor su persistencia, sí, pero también para transformarlo con
s~ podía felicitarse de ganar con ello un número ere~ una técnica novelesca de antifonías totalizantes.
Clente de lect?res, sólo ad~1litiria con azoro que, expul- Presionado por estas contradicciones, sofocado el sue-
sado de la ehte y sumergido en la pequeña burguesía, ño de la "civilización moderna" por el encuentro del
con!r??tado con la proliferación de la masa urbana, su capitalismo norteamericano y las oligarquías criollas, el
postbihdad de actuar inmediatamente sobre la realidad intelectual de América latina sólo ve la perspectiva
era menos fácil que en los tiempos bucólicos de civili- de la revolución. En las últimas décadas, y sobre todo
z~ci~~ ~~ntr.a barbarie. Pero había algo más: esa "civi- a partir del triunfo y el ejemplo de la revolución cuba-
lJZaClon , le¡os de procurar la felicidad o el sentimiento na, la inteligencia de nuestros países se sitúa, mayorita-
de identidad o .el encuentro con valores comunes, era riamente, en la izquierda. Pero ni el anhelo ni la pluma
.,
una nueva ena¡enaClon, una atomización más profun- del escritor producen por sí mismos la revolución y el
da, una soledad más grave. intelectual queda situado entre una historia que rechaza
. Nadie supo ver esto mejor o antes que el gran nove- y una historia que desea. Y su presencia en un mundo
hs~a ~ruguayo Juan Carlos Onetti, cuyas obras tristes, histórico y personal contradictorio y ambiguo, si lo des-
m1stenosas, entrañables -La vida breve Los adioses Et poja de las ilusiones de una épica natural, si lo conviene
astiUero, ]ttntacadáveres- son las pied:as de funda~ión en un hombre de preguntas angustiosas que no obtienen
de nuestra modernidad enajenada y el más fiel espejo de respuesta en el presente, lo obliga a radicalizar su obra
nuestros h~mbres. "gr~seros ~ tímidos o urgentes", para no sólo en el presente, sino hacia el futuro y hacia el
Jos cuales el ,?esmteres, la diCha sin causa, la aceptación pasado.
?e la soledad son como el conocimiento de "ciudades
tnalcanzables". los, intelectuales-objeto y las mujeres-suje-
to de Carlos Martmez Moreno, los oficinistas de Mario
28 29
Deseo, en este contexto, subrayar la importancia de
los Tres tristes tigres de Cabrera Infante, porque es una
UN NUEVO LENGUAJE novela que nos permite efectuar el tránsito verbal del
pasado al futuro. Cabrera no es sólo el primer maestro
Radical ante su propio pasado, el nuevo escritor lati- latinoamericapo de esa categoría central de _la leng_ua
noamericano emprende una revisión a partir de una evi- inglesa, el pun o calambur; al crear su prop1o Spuntsh
dencia: la falta de un lenguaje. La vieja obligación de language, castiga al castellano con todas las extrañezas
la denuncia se convierte en una elaboración mucho más en las que puede renovarse, reconocerse y contaminarse;
V ardua: la elaboración crítica de todo lo no dicho en pero, al mismo tiempo, destruye la fatal tradición de
nuestra larga historia de mentiras, silencios, retóricas y univocidad de nuestra prosa. Umberto Eco advierte, en
complicidades académicas. Inventar un lenguaje es decir Obra abierta, que el pun es el elemento fundamental
/ todo lo que la historia ha callado. Continente de textos de la ambigüedad en James Joyce (y, podría añadirse,
sagrados, Latinoamérica se siente urgida de una profana- en Lewis Carroll y Vladim,ir Nabokov, los grandes maes-
ción que dé voz a cuatro siglos de lenguaje secuestrado, tros de Cabrera) : dos, tres, diez raíces diferentes se en-
marginal, desconocido. Esta resurrección del lenguaje per- tretejen para hacer, de una sola palabra, un nudo
dido exige una diversidad de exploraciones verbales que, de significados, cada uno de los cuales puede desembocar
hoy por hoy, es uno de los signos de salud de la novela sobre, o unirse a, otros centros de alusiones que también
latinoamericana. El torrente verbal indiscriminado (pero se abren a nuevas constelaciones, a nuevas interpreta-
dominado por una inteligencia total) de Lezama Lima ciones. No es otro el propósito -y el logro-- de Ca-
en Paradiso es, con Rayuela de Cortázar, el ejemplo brera, y es tanto más admirable en cuanto dinamita, con
máximo de esta apertura al discurso. Profanación y con- destreza e ingenio, con auténtico slapstick verbal, todos
taminación de una retórica sagrada (y los libros sagrados, los paquidermos académicos del léxico español, que aquí
nos dice Baudelaire, jamás ríen). Uno de los rasgos queda revelado como un mundus senescit, ligado a una
notables de la creación del verdadero lenguaje latinoame- exégesis canónica, medieval, jerárquica, incapaz de dar
ricano es el humor. Por primera vez, nuestros libros cabida al desorden plurívoco, impertinente, taxinómico,
saben reír: dejan de ser sagrados, acuden a la parodia reversible, imaginativo, de una literatura viva. El salvaje
-La traición de Rita Hayworth de Manuel Puig-, al intento demoledor de Cabrera va a las raíces de un pro- f
calambur gigantesco -Tres tristes tigres de Guillermo blema latinoamericano: nuestro lenguaje ha sido el pro- l\
Cabrera Infante--, a la improvisación picaresca -De dueto de una conquista y de una colonización ininterrum-
perfil de José Agustín-, a la ironía sentimental -Ga- pidas; conquista y colonización cuyo lenguaje revelaba
zapo de Gustavo Sainz-, y a la confabulación verbal un orden jerárquico y opresor. La Contrarreforma destru-
de realidad y representación: dos grandes novelas lati- yó la oportunidad moderna, no sólo para España, sino
noamericanas, De donde son los cantantes de Severo para sus colonias. La nueva novela hispanoamericana se
Sarduy y El lugar sin límites de José Donoso coinciden presenta como una nueva fundación del lenguaje contra
en elegir un escenario teatral, preciso, público -las los prolongamientos calcificados de nuestra falsa y feudal
calles de La Habana, un prostíbulo chileno-- para re- fundación de origen y su lenguaje igualmente falso y
presentar la totalidad de los lenguajes cubanos y chile- anacrónico. Cabrera, Sainz, Agustín y Puig nos indican
nos como una mascarada esencial: la del transvestismo. dos cosas. Primero, que si en América Latina las obras
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literarias se contentasen con reflejar o justificar el orden
establecido, serían anacrónicas: inútiles. Nuestras obras cia y la clausura, para concluir en "la incesante conversión
deben ser de desorden: es decir, de un orcten postble, de la estructura en evento, y de éste en aquélla, en el
contrario al actua:I. Y segundo, que las burguesías de discurso": en el fenómeno mismo del lenguaje. ( la cita
América Latina quisieran una literatura sublimante, que entrecomillada es de Paul Ricoeur, cuyas ideas críticas
las salvase de la vulgaridad y les otorgase un aura sobre la lingüística sigo, a grandes rasgos, en este en-
"esencial", "permanente", inmóvil. Nuestra literatura es sayo) . La gráfica universal del lenguaje puede estable-
verdaderamente revolucionaria en cuanto le niega al or- cerse entre los polos del cambio y la estructura. El cam-
den establecido el léxico que éste quisiera y le opone el bio engloba las categorías del proceso y el habla, de la
lenguaje de la alarma, la renovación, el desorden y el hu- diacronía; la estructura, las del sistema y la lengua, de
mor. El lenguaje, en suma, de la ambigüedad: de la la sincronía. La intersección de rodas estas categorías es la
pluralidad de significados, de la constelación de alusio- palabra, que liga a la diacronía con la sincronía, al ha-
nes: de la apertura. bla con la lengua a través del discurso y al proceso
Pero lo que debe indicarse en seguida es que este con el sistema a través del evento, así como al evento
signo de apertura que se impone al mundo cerrado de y al discurso entre sí.
la tradición y el poder latinoamericanos, coincide con la
única posibilidad de la literatura occidental cuando ésta cambio
se vuelve consciente de haber perdido la universalidad.
La relación de la apertura juega en las dos direcciones: el

·t+ ••---1(!at~bra)
proceso diacronía habla
escritor occidental sólo puede ser central reconociendo
que hoy es excéntrico, y el escritor latinoamericano reco-
nociendo que su excentricidad es hoy central en un mun-
...- -•• d+¡ro
do sin ejes culturales. sistema sincronía lengua
Los latinoamericanos -diría ampliando un acierto de
Octavio Paz- son hoy contemporáneos de todos los estructura
hombres. Y pueden, contradictoria, justa y hasta trági-
camente, ser universales escribiendo con el lenguaje de A reserva de indicar con mayor detalle la integra-
los hombres de Perú, Argentina o México. Porque, ven- ción de una obra particular -La Casa Verde de Mario
cida la universalidad ficticia de ciertas razas, ciertas cla- , Vargas Llosa- en esta totalidad de lenguaje en el si-
ses, ciertas banderas, ciertas naciones, el escritor y el guiente capítulo, quisiera ahora llamar la atención sobre
hombre advierten su común generación de las estructu- otra obra que, significativamente, utiliza estas categorías
ras universales del lenguaje. Tomás Segovia o Edoar- para abordar, con una distancia casi brechtiana, "épica"
do Sanguinetti, Salvador Garmendia o Yukio Mishima, en el sentido ami-aristotélico que el autor de Galileo
Ramón Xirau o Jean-Pierre Faye escriben como sujetos le daba a su teatro, un tema que tradicionalmente hu-
y objetos del lenguaje, a partir de las antinomias uni- biese parecido vedado para un novelista latinoamericano.
versales de lo histórico y lo sistemático, lo eventual y Me refiero a Morirás lejos de José Emilio Pacheco, que
lo virtual, la alocución y el anonimato, la innovación suma dos instancias centrales-excéntricas de la historia
y la institución, la selección y la obligación, la referen- -la destrucción de ] erusalén por las legiones romanas
de Tito y el exterminio de los judíos en los campos de
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co~centración nazis- a una instancia personal de mis- a un futuro que, cada vez más, también será común al
ceno: la de un posible narrador, posiblemente situado nivel de la cultura y de la condición espiritual de todos
e? la banca de una plaza pública en la ciudad de Mé- los hombres, por más que técnica y económicamente
XICo, que posiblemente piensa aquellos eventos o, posi- nuestras deformaciones y aislamientos se acentúen: nues-"-.,.
blemente, es pensado por ellos. El distanciamiento im- tra universalidad nacerá de esta tensión entre el haber
~rsonal, sincrónico, lo obtiene Pacheco recurriendo al cultural y el deber tecnológico, de es~a insoportable ten-
ststema Y a la lengua, en este caso dos series de docu- sión entre las formas de nuestra literatura, nuestro arte,
mentos que asumen el anonimato de un sistema (el sis- nuestro pensamiento, inseparables de la totalidad, y las
tema revelador de la destrucción) y la impersonalidad de-formas de nuestra economía, nuestra política, nuestra
de una lengua, que, aún cuando relata hechos históricos dependencia, separables, fragmentadas. . . . .
les da rango de estructura impermeable a las modali~ En este presente y dentro de las contradiCCiOnes mdt-
dades rebeldes de la actualidad: La guerra de los jtuiíos cadas el escritor latinoamericano toma dos riendas: la
de Josefus y la suma de documentos, testimonios recor- de u~a problemática moral -aunque no moralizante- .
tes ~e periód_icos, e:c., del genocidio hitleriano. Pero, a y la de una problemática estétic~ .-a~nque no estet~­
tra~es de la mstancta de misterio del narrador, Pacheco zante--. La fusión de moral y estetiCa nende a produCir
r~vter~e las estructuras al mundo del cambio; aquí, la una literatura crítica, en el sentido más profundo de la
hlStona no fue: está siendo, es un proceso encarnado palabra: crítica como elaboración antidogmática de ~r,o­
en el habla personal, accidental, de ese narrador sin blemas humanos. Pero esta actitud es ya una proyecoon
rostro, ~uyo discurso. :ecoge . la inmutable sincronía y al futuro que la visión de hoy no percibe con la antigua
la convterte en plasttodad dtacrónica, en evento de la ilusión romántica, sino nuevamente dentro de un cuadro
palabra. Com?. ,B_r~?~~ Pac~eco podría afirmar que su crítico: no como una simple mecánica del desarrollo
nueva novela epica de nmguna manera renuncia a la económico, sino como una compleja urdimbre del des-
e_~oción, ~obre tod~ a em<:><=iones como el amor de la jus- arrollo vital; no como una consagración inmóvil de ca-
ticia, el Impulso ltbertano o la cólera justificada· no tegorías abstractas, sino como una contradicción en m~­
renuncia a ellas para nada, como lo comprueba el hecho vimiento de posibilidades concretas; no como un trat;~t­
de que no se contenta con su presencia pasiva, sino que torio optimismo dogmático, sino como una confrontaoon
trata de fortalecerlas o de evocarlas. La 'actitud crítica' dialéctica permanente, a través de la pa.labra, entre ~1
e_n. la que se intenta colocar al público no puede ser su- cambio y la estructura, entre la renovactón y ~a. ,tradi-
fiCientemente apasionada". (Breche Formprobleme des ción entre el evento y el discurso, entre la v1s1on de
T heaters mit neuem lnhalt) . ' la j~sticia y la visión de la tragedia: entre lo vivido
~ partir de la certeza de esta universalidad del len- y lo real.
guaJe, poden:os hab.lar con. rigor de la contemporanei-
dad del escmor latmoamencano, quien súbitamente es EL AFÁN TOTALI ZANTE DE VARGAS LLOSA
parte de un presente cultural común: desde este nuevo
centro sin centro -semejante a la "espantosa esfera" La visión de la justicia es absoluta; la de la tragedia,
de Pascal, cuyo centro está en todas partes y en nin- ambigua. Es esta presencia de ambas exigencias. ~no
guna parte-- nuestros escritores pueden dirigir sus pre- de los hechos que dan su nuevo tono, su nueva ongma-
guntas no sólo al presente latinoamericano sino también lidad y su nuevo poder a la novela hispanoamericana
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tanto formal como contenutista (para emplear ese mons-
en formación. Novelas como La ciudad y los perros y truoso vocablo de la crítica italiana, y sin admitir que
La Casa Verde poseen la fuerza de enfrentar la realidad semejante distinción, como lo veremos en relación con /'
l~tinoamericana, pero no ya como un hecho regional, el propio Vargas, sea válida), regresa al más tradicional
smo como parte de una vida que afecta a todos los hom- de los temas latinoamericanos -el hombre asediado
bres y que, como la vida de todos los hombres no es por la naturaleza- en La Casa Verde. Señalo, desde
defi~ib~e con sencillez maniquea, sino que re~ela un luego, que semejante retorno es sólo parte de un afán
movJmJento de conflictos ambiguos. totalizador que quisiera medir, doblegar, resistir esa per-
Como Jua? Rulfo en Pedro Páramo, Augusto Roa manencia del trasfondo inhumano de la América Latina
Bastos en HtJO de ?ombre. y Gabriel Garda Márquez con las armas de un lenguaje que lo traspasa en todos
en El coronel no ttene quzen le escriba son escritores los sentidos: La Casa Verde puede servir como el ejem-
que convierten en literatura mítica los temas tradicio- plo supremo de una novela que no existiría fuera del
nale~ de.l hinterland. .La localidad y los personajes, en lenguaje y que, al mismo tiempo, y gracias al lenguaje,
a¡;>anencJa, son los m1smos de las novelas tradicionales. reintegra la permanencia de un mundo inhumano a nues-
Solo que ahora la selva y el río son un telón de fondo tras conciencias y a nuestro lenguaje.
leg~ndario...:._ la naturaleza ha sido asimilada y el pros- "Lima la horrible", diría Sebastián Salazar Bondy. Y
cenJQ ~u an ?omb~es mujeres que no desempeñan un siglo antes, en Moby Dick, Melville: "Y no es ente-
un papel Jlustrauvo, smo que rea ente son totalidades ramente el recuerdo de sus antiguos terremotos, ni la
p~rso?,ales traspasadas por el lenguaje, la historia y la ima- sequedad de sus cielos áridos, que nunca llueven; no
~:pn~cwn. Novelas como El Siglo de las Luces y Rayuela son estas cosas las que hacen de la impasible Lima la
mdJCaz: un gr~d,o ~ún más alto de complejidad. En la ciudad más triste y extraña que se pueda imaginar. Sino
mara~Jllosa dmamJCa de la novela de Carpentier, el que Lima ha tomado el velo blanco, y así se acrecienta
confhcto de Esteban es un nudo de arbitrios en el que el horror de la angustia". No sé si Mario Vargas Llosa
la ~pción política afecta o es afectada por la opción recordó el texto de Melville al redactar La ciudad y tos
erótJCa que afecta o es afectada por la opción moral perros. Pero de su novela se levanta esa tristeza y ese
q.ue afecta o es. afectada po.r la opción política. Los glo- horror qu~ simbolizan apenas las vidas de estos peruanos
nosamente cómJ~o~. personaJ~S de Cortázar también repre- de hoy -los cadetes del Colegio Militar Leoncio Pra-
se~tan un_a amb1guedad antJmaniquea: la Maga y Oli- do: Alberto, el Esclavo, el Jaguar, el Boa, el serrano
veJ.ra, Tall:a y Manú son los primeros seres de la novela Cava, el Rulos; los oficiales: Gamboa, Pitaluga, Huari-
latm~amencana ~ue simplemente existen, son, hacen y na; el coronel-director del plantel; la muchacha Teresa;
se deJan hacer, sm ataduras discursivas al bien o el mal el ladrón Higueras- que, al final de cuentas, viven un
En _La ciuda~ y los perros de Mario Vargas Llosa: drama de todos los hombre~ el de la justicia. -_
una cmdad latmoamericana, Lima, es el escenario de En la prosa oblicua de Vargas ttosa laten, como cora-
otr~ drama de disyuntivas personales: el de las justifi- zones gemelos, dos símbolos: el plantel militar, ese mi-
( cacwnes externa~ . y los motivos internos de un grupo crocosmos que es centro de enseñanza, cuartel y cárcel, y
de c~detes Y. OÍJCJales en una escuela militar para de- la ciudad abierta. Esta polarización afecta y revela, de
nunCJar, casugar, absolver o guardar silencio. El caso inmediato, una estructuración semejante de la vida y
de Varga~ es parti~ularmente interesante. Después de del lenguaje. En el microcosmos, el todo precede a las
haber escmo una prrmera novela de radical modernidad
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partes; en el macrocosmos, esa relación se invierte. En za, cuánta perversidad! ¡Y cuántas trampas en el ca-
el primer caso, el lenguaje está subordinado a las es- mino!" La obra de Gombrowicz gira en torno a esta
truc~uras preví~~· sincrónicas; en el segundo, representa obsesión: madurar significa corromper; el adulto quiere
la libertad caottca de la diacronía. Pero el cuartel es que el adolescente madure a fin de que se corrompa,
sólo la sociedad en miniatura; la sociedad es el cuartel de que participe de la podredumbre del adulto. En la
gigantesco, la prisión social de la que hablaba William obra de Vargas Llosa, los adolescentes, pretendiendo ser \
!3lake.. Los capítulos iniciales de la novela presentan de autónomos y rebeldes, en verdad sacrifican su amena- }
t~edtato esta tensió~: las escapatorias, los juegos sa- zante libertad de juventud parodiando al mundo de los
dtstas, los robos de examenes, el contrabando de cigarros mayores. Pero Vargas va más lejos: los jóvenes están in-
y alcohol, el lenguaje todo de los adolescentes son un ventando el mundo adulto. El adolescente no es ingenuo:
inten.to d~ introducir dentro del plantel la vida libre realmente inventa la realidad, la introduce en el mundo
que tmagman afuera, en la ciudad. de los adultos y, al convertirse él mismo en adulto, sólo
. Se~ li~re es también ser adulto y ser adulto, en la vive esa pálida copia de su imaginación juvenil. La ado-
tmagmaoón del adolescente, es exponerse al peligro y lescencia no se puede conservar; la madurez, no vale la
mostrarse ~uerte. Vargas Llosa, a este nivel, demuestra, pena conservarla. En realidad, los oficiales del colegio
como Mustl en T orless, que el fascismo es un momento son quienes parodian, solemne e inconscientemente, la
f~tal de la adolescencia -su tentación misma-: el fas- vida de los adolescentes. En realidad, los oficiales se han
ctsta adulto prolonga asquerosamente su adolescencia. detenido para siempre en la tentación fascista de la "san-
Encarcelados en el colegio, los muchachos "...sólo escu- gre exaltada". En realidad, unos se han formado a otros:
ch~n sus ~ropias maldiciones y su sangre exaltada que "Creado por la forma, el hombre es creado desde afue-
qwere abnrse paso hacia la luz por las sienes y los ra: vale decir, es deformado, es inauténtico. Ser un
pechos". hombre significa jamás ser uno mismo. El hombre es un
Pero La ciudad y los perros no es un bildungsroman productor constante de forma: la secreta ..." ( Gombro-
en la tradición de Samuel Butler y Thomas Mann (aun- wicz, prefacio a Cosmos). Nos hacen. Hacemos.
que sí posee la distinción de ser en cierto modo un Existe en La ciudad y los perros una maravillosa tras-
bildrmgsroman colectivo). Si bien es la más extraordi- posición del tema en los pasajes que protagoniza una
naria novela de la adolescencia que se ha escrito entre perra, la Malpapeada. El bruto, el compañero silencioso,
nosotros y si es cierto que contiene la línea de desarrollo puede recibir toda la crueldad y toda la ternura secretas,
de las narraciones de la crisis juvenil, La ciudad y los los grandes absolutos que el adolescente trae al mundo.
perros no se detiene en la evidencia del dolor del creci- Crueldad: el Jaguar le pasa a la perra las ladillas que
miento. Su visión es más original y, nuevamente, cercana le pegaron en las pocilgas de Huatica, hasta que a la
a la de Blake: el adolescente es otro, ante sí mismo pobre Malpapeada la dejan "como una bandera pe-
Y ante los demás, y se venga de esta distancia. ¿Cómo? ruana, roja y blanca, blanca y roja, yeso y sangre", de
Para Gombrowicz, que es realmente el maestro moderno tanto andarse frotando contra la pared de la cuadra.
Y extremo. del tema, "cuando es el adulto ( l' Ainé) quien Ternura: "En las noches se me montaba encima y se
forma al J~ven (l~ Cadet), todo va muy bien desde el revolcaba, sin dejarme dormir, hasta que le metía los
punto de vtsta soctal y cultural. Pero si el adulto es so- dedos al cogote y la rascaba un poco. Entonces se que-
metido al adolescente, ¡qué tinieblas!, ¡cuánta vergüen- daba tranquila... ah bandida, eso sí que te gusta, ¿no?,
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ven acá, que te rasque la crisma y la barriguita. Y ahí primario, iniciático- choca con la razón de los oficiales,
mismo se ponía quieta como una piedra pero en mi para los cuales el rito es secundario, derivativo, polí-
mano yo siento que está temblando de gusto ..." tico: el buen nombre del colegio exige que la muerte del
El mundo de La ciudad y los perros es ritual, en el Esclavo sea considerada como un simple accidente. Pero
sentido profundo que a este término atribuye Lévi-Strauss: hay un tercer factor: el teniente Gamboa, para quien la
el rito como el gran juego biológico y social entre los justicia exige una investigación. Alberto, para probar que
vivos y los muertos, entre los jóvenes y los viejos, entre no miente, delata también el contrabando de tabaco y
el mundo animado y el inanimado, entre los amos y alcohol, los robos de cuestionarios, las escapatorias noc-
los siervos. Pero si en su primer nivel la novela de Var- turnas. El juego de la justicia, el juego de la compen-
gas es un rito de iniciación, pronto se convierte en sación, no conoce fin: como una Medusa, cada decisión
un rito de la justicia. Nuevamente, es la Malpapeada la unitaria de la justicia hace saltar dos nuevas serpientes
que nos permite transitar de un tema a otro: "Yo de su propia cabeza: cada afirmación procrea otra ne-
creía que sólo la Malpapeada no dormía pero después gación y una afirmación contraria. El silencio de Alberto
me contaron que todos los perros son igualmente des- es comprado por el terror: se le confronta con los pa-
velados. Al comienzo me daba recelo, también un poco peles pornográficos que hace circular en la escuela. Todo
de susto. Basta que abriera los ojos y ahí mismo la veía, el quinto año es castigado por sus faltas a la disciplina.
mirándome y a veces yo no podía dormir con la idea Todos los muchachos creen que el Jaguar los denunció:
de que la perra se pasaba la noche a mi lado sin bajar atribuyen al jefe ese poder arbitrario de decidir lo justo.
los párpados, eso es algo que pone nervioso a cual- El Jaguar se venga de la delación de Alberto. Los mu-
quiera, que lo estén espiando, aunque sea una perra chachos se vengan de la supuesta delación del Jaguar.
que no comprende las cosas pero a veces parece que El teniente Gamboa, por el pecado de buscar una ver-
comprende." , dad que no puede coexistir con las exigencias gorgónicas
El adolescente es visto, vigilado, y bajo esa mirada de la justicia política, es castigado con el envío a una
de los otros representa la parodia ritual que inventa la remota comandancia amazónica. Las razones políticas
realidad: la trágica realidad paródica y ritual del amor, del Coronel-Director -mantener la reputación del cole-
los celos, la denuncia, las leyes, la compensación. Ri- gio- triunfan sobre todo.
cardo Arana, El Esclavo, muere en unas maniobras de La justicia, al absolver a todos, ha condenado a todos.
los cadetes en campo abierto, con una bala de fusil Pero en realidad, ¿denunció Alberto al Jaguar por amor
en la espalda. ¿Qué cosa compensa Alberto al denun- al Esclavo o porque el Jaguar le quitó el amor de Te-
ciar al Jaguar, el hombre fuerte de la pandilla del resa? ¿Asesinó realmente el Jaguar al Esclavo, como
quinto año, como el asesino del Esclavo? ¿La muerte lo confiesa finalmente a Gamboa, para vengar una de-
del amigo perseguido, burlado y despreciado por todos? nuncia anterior, o sólo quiere asumir el papel terrible
¿Su propio sentimiento de inferioridad frente al J aguar que la justicia y el azar le ofrecieron? ¿Cree Gamboa
fuerte y mandón? En todo caso, al delatar sin pruebas realmente en la justicia, o desempeña, a su vez, un pa-
al Jaguar, Alberto pone en movimiento la ambigüedad pel externo que compense su mala conciencia interna?
de una justicia que sólo puede expresarse en absolutos ¿Cree realmente el Coronel en el valor de la reputación
para ser tal justicia. del plantel, o sólo está asegurando su empleo y eventual
La imaginación del adolescente -su entrega al rito promoción ante el Ministerio de la Guerra?
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. . ' t
Si la visión de la justicia es la de la compensaoon, históricamente, en contra de lo que debe dectrse ¡erar-
en La ciudad y los perros se han cumplido todas las quica, ami-históricamente, define no sólo. una. honda
formas externas de la compensación y sólo ha quedado, oposición dramática de mundos y persona¡es, smo que
silenciosa y escondida, la tragedia de la ambigüedad. Ha establece todo un proceso dinámico: es la acción misma
quedado a salvo la premisa de la justicia: la continuidad de la novela, que acaba por integrar una diacronía po-
entre el pensamiento y la acción. Todos los personajes larizante.
saben que sólo ha quedado una realidad trágica: el abis- Sin embargo, indicaba ya que en La Casa Verde los
mo entre lo que se sabe y lo que se hace. polos no se consumen en sí, no se mantienen aislados:
El rito es el puente entre ambos: la doble ilusión la novela obliga a superar el designio de ghetto, tanto
de permanencia y continuidad. Pero en La Casa Verde, del historicismo como del estructuralismo, toda vez que,
el papel que juega el rito en la anterior novela de para ser, la literatura requiere que el proceso se cone~te
Vargas es asumido por la palabra. Y la palabra es aquí con el sistema, lo afecte, de la misma manera que extge
oscuro centro solar de una novela de antifonías, estereo- la conexión la afección del habla con la lengua. Estos
métrica, que sólo puede ser leída a los niveles múltiples enchufes so~, respectivamente, el evento y el discurso. A
y opuestos de su inmersión totalizante en el lenguaje. través del evento, el sistema, que significativamente es .. ,
No pretendo singularizar a La Casa Verde. Novela-sig- anónimo, se personaliza: yo, tú, él, nosotr~s,, ':stedes
no de la nueva literatura hispanoamericana, sólo comprue- y ellos se apropian del sistema n~ut~o ~ .a-histonco, lo ~
ba, en una fase superior, la posibilidad de someter una tiñen, por así decirlo, de presenoa mdtvl~ual y colec-
novela a la vigencia universal de las estructuras y cam- tiva: no es fortuita la constante recurrenCla de Vargas
bios del lenguaje. Pocas novelas (y, en cambio, casi toda Llosa en La Casa Verde y en Los cachorros, a los pro-
la obra poética latinoamericana) de la fase tradicional nombres alternados con el propósito de convertir el sis-
hubiesen resistido este desafío. Pero, añado, en La Casa tema en evento, al evento en proceso y, por vía de un
Verde las polarizaciones y encuentros del lenguaje son nuevo eve::tto de la palabra, regresar con una doble carga
particularmente ricos, secretos y lúcidos. de cambio al sistema y, así, afectarlo. De la misma ma-
Regresemos por un instante al diagrama de la pági- nera, la lengua a-temporal es afectada y tran~formada
na 3 3 a fin de ofrecérselo, en forma de espejo, a la nove- por un discurso narrativo que recoge y potenoa la va-
la de Vargas. La estructura de La Casa Verde es idéntica a riedad del habla. Es decir: mediante el discurso, el ha-
todo lo que pre-existe a la obra. Esas pre-existencias es- bla, que es acto permanente, afecta al ti~mpo pas~~o
tructurales son de diversos órdenes: una lengua anterior y al tiempo futuro a través de una selec~tón ( elec~10n
a los personajes y a la narración, que se impone a ellos o exclusión de significados) que afecta la tntemporahdad
)
y que, fatalmente, revela la naturaleza inmóvil de un de la lengua, la bombardea con el sentido temporal. de
sistema arcaico y anacrónico: - el ael feudalismo perua- las palabras. Y la palabra es como el, eje ~~la~, la amcu-
no. Sistema y lengua nos· informan sobre una sincronía lación central de todas estas categonas dlSlffiÜes, opues-
ami-histórica de la vida peruana y latinoamericana, es tas y transitorias: los contextos definen la univocidad o
decir, sobre una permanencia de los estados del siste- plurivocidad de las palabras, pero las palabras, a su v~z,
ma. En el polo opuesto, el del cambio, el habla, como expanden, limitan o regulan, según el caso, las re~aoo-
Óposición radical a los polos estructurales, inmóviles, nes plurales entre los signos del sistema y los s1gnos
cobra un rango revolucionario: lo que se dice espontánea, del uso "en el lenguaje.
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( Lévi-Strauss señala que el signo se establece entre la
imagen y el concepto: hace de la primera, significante, patria que he tenido." Andar por el río es una aventura,
y, de la segunda, significado. Novela de imágenes, La un riesgo y una premonición: "¿Siempre vas a estar
Casa Verde polariza sus significantes: su mundo se de un lado a otro por el río?. . . ¿No has pensado que
tiende, como un tenso arco, entre la selva y la ciudad, un día te puedes morir en la lancha?" Pero esta premo-
entre Santa María de Nieva y Piura, entre el convento nición, que en el fondo es un deseo de libertad, no se
y el burdel. Esta polarización de la imagen revierte, cumple; como Bonifacia, ahora llamada la Selvática, ter-
como significado tácito, a la oposición entre estructura y mina en la Casa Verde con mayúsculas, Fuschía también
cambio: Santa María de Nieva es un mundo petrificado, retorna al claustro, a la casa verde con minúsculas: una
jerárquico, antihistórico, "un pueblucho con calatos, mos- choza de la selva donde, baldado, inútil, sin sexo, devo-
qw, os y lluvias que lo pudren todo, comenzando por rado por la lepra y la pestilencia, desdentado, chillón,
las gentes"; Piura es un mundo maleable, horizontaliza- Fuschía, el macho latinoamericano, descubre que sólo
do, histórico: "Las puertas de Castilla y la Mangachería es Fuschía, el bastardo latinoamericano.
están abiertas para los indios que emigran de la sierra Mundo de la bastardía, de los hijos-de-puta: "A las
y llegan a la ciudad hambrientos y atemorizados·, para lavanderas que vuelven del río, a las criadas del barrio
los brujos ·expulsados. de las aldeas por los curas, para los de Buenos Aires que van al Mercado, las atrapan entre
.---mercaderes de baratijas que vienen a tentar fortuna en varios, las tumban sobre la arena, les echan las faldas por
Piura." El signo sincrónico de Santa María es el con- la cara, les abren las piernas, uno tras otro se las tiran
vento; el signo diacrónico de Piura, el burdel. En cierto y huyen. Los piuranos llaman atropellada a la víctima, y
modo, La Casa Verde es la historia de una peregrina- a la operación fusilico, y al vástago resultante lo llaman
ción del convento al burdel. En el camino (y subrayo hijo de atropellada, fusiloquito, siete leches." ¿Quién
en el camino: La Casa Verde no es ajena a la pasión es mi padre?, pregunta sin cesar ] uan Preciado en el
del autor por las novelas de caballería y su dinámica de Pedro Páramo de Rulfo; ¿quién es mi madre?, clama la
correrías, de aventuras, de peregrinaciones seculares) tie- Japonesita en otro burdel, el de José D onoso en El lu-
nen lugar múltiples aventuras del tiempo y el espacio, gar sin límites. Una gran carcajada anónima les contesta,
similares a las aventuras del lenguaje que es la acción a ellos como a los bastardos que pueblan la Casa Verde:
de la novela. Esta peregrinación es idéntica a una con- hijos de atropellada, fusiloquitos, siete leches, madre
taminación -de tiempos, de espacios, de lenguajes y, en puta, padre desconocido. Y sin embargo, el padre t~nía
sentido estricto, de enfermedades sociales y físicas- que un nombre: Pedro Páramo, Don Anselmo el arptsta,
crea un segundo arco de tensión en la obra: del claustro Hernán Cortés, Francisco Pizarra. Y la madre era anó-
al abandono, del seno materno a la desolada bastardía. nima. Pero los bastardos sólo conocen realmente a su
Bonifacia, bastarda, es recogida por las monjas de Santa madre, jamás a su padre: son a-pátridas. En La Casa
María; escapa del convento para casarse con el Sargento V erde como en Cien años de soledad, Pedro Páramo,
Lituma; termina en la Casa Verde, el prostíbulo de El lu~ar sin límites y Los pasos perdidos, la novela lati-
Piura, explotada por el Sargento. Fuschía, bastardo, la- noamericana se ofrece como un nuevo ~pt_Ilso de fu~- r ¡ G;M\
drón y contrabandista, concibe la isla huambisa donde dación, como un regreso al acto de la genes1s para red1- \ t; A
se esconde y desde donde planea sus operaciones como mi~ulpas de la viglacióo original. de la bastardía
un seno materno: "Me parece que la isla es la única fundadora: la conquista de la América española fue un
44 gigantesco atropello, un fusilico descomunal que pobló
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al continente de fusiloquitos, de siete leches, de hijos de es, sin duda, una de las claves de La Casa Verde y de
la chingada. uno de sus más riesgosos y atractivos aspectos: la acepta-
Para fundar de nuevo, Vargas Llosa corrompe, im- ción del melodrama como uno de los ejes de la convi-
placablemente; contamina, saludablemente, todos los ni- vencia latinoamericana. Para decirlo provocativamente:
veles de esta existencia latinoamericana degradada, sig- se podría filmar, con La Casa Verde, una mala película
nificativamente, entre la misa y la parranda. A las jerar- mexicana con Rosa Carmina en el papel de la Selvática,
quías, opone una delirante confusión verbal en la que Julio Aldama como Fuschía, Fernando Soler como el
el pasado es narrado en presente y el presente en pasado; arpista y Arturo de Córdova como el Padre García. Var-
en- laque la coincidencia interna de la situación en la gas Llosa no ha esquivado el problema del "contenido"
escritura, aunque no en el espacio y en el tiempo, asimi- melodrámatico de unas vidas que, de otra manera, no
la, hermana, revela una condición común patibularia y sabrían afirmar su ser. El desamparo, el sentimiento de
bastarda, des-jerarquiza a los hombres polares: el bandido inexistencia que, en el lenguaje, encuentra sus outlets
Fuschía y el probo gobernador don Julio Reátegui; en populares en formas tan variadas como el diminutivo, el
la que las form~u~bales_asu~en indiscriminadamente circunloquio, el caliche o totacho secreto de las barriadas,
todo el caudal sim~l?neo del ha.b~a yergesto., a fi': ae la agresión escatológica y pomo, en la acción se expresa
/ operar esa ruptura de las opos1oones entre camb10 y en la bravuconada, el machismo, la sensiblería, el melo-
estructura: "Tú pasaron cerca y en caballos chúcaros, drama. Rubén Daría lo sabía: sólo un latinoamericano
qué tales locos, van hasta el río, ahora regresan, no pudo acumular la gigantesca y sublime cursilería verbal
tengas miedo chiquito, y ahí su rostro girando, interro- del Responso a la muerte de Paul Verlaine y, al mismo
gando, su ansiedad, el temblor de su boca, sus uñas como tiempo, alcanzar la perfección quevedesca de La fatal.
clavos y su manos por qué, cómo y su respiración junto El derecho de nacer de Félix B. Caignet sigue siendo el
a la tuya. Ahora cálmala, tú yo te explico, Toñita, ya se más fiel espejo de cierta realidad sensible, inmediata, de
fueron, iban tan rápido, no les ví las caras y ella tenaz, la América Latina. Cuando se carece de conciencia trá-~
sedienta, averiguando en la negrura, quién, por qué, gica, de .(azón histórica o de afirmación personal, el
cómo." melodrama las suple: es un sustituto, una imitación, una
Esta totalidad de gesto y lenguaje que nos ofrece Var- ilusión de se;. Vargas Llosa no pasa por alto esta evi-
gas Llosa, sin embargo, no tiene el solo propósito de des- dencia, pero sólo para enfrentarla a cuanto la niega: pre- /
jerarquizar las formas verbales latinoamericanas nivelán- cisamente, a la tragedia, a la razón, a la historia, a la
o olas en una acción común: ésta, finalmente. nos remite personalidad. Hay el momento magnífico en que Pus-
a la más honda y cierta aspiración de personalidad; es chía, ante Aquilino, tiene conciencia de su tragedia: de
el signo de la individualidad intransferible (el "I-Am", que ya "ni siquiera soy hombre". Hay los extraordinarios
diría Faulkner) que pugna por darse a conocer, por es- encuentros secretos de Anselmo y Toñita, espléndido des-
tablecer sus derechos al sueño, la ternura, la presencia cubrimiento mutuo de la personalidad. Y hay el movi-
íntegra, en un mundo que nivela a los hombres con el miento permanente del lenguaje tratando de crear un
~stigma de la bastardía, el fatalismo de la miseria y la im- contexto racional e histórico que, nuevamente, es ven- 1
personalidad de la naturaleza. Como dice el Mono, "a ciclo, o superado, por la conciencia trágica.
uno siempre le gusta descubrir qué secretos, qué costum- Pues estas vidas debatidas y debatibles, tendidas en
bres se traen de sus tierras". Descubrir qué secretos: esta arco entre el convento de Santa María de Nieva y el
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obra. Nunca he ocultado mi desdén por las obras cerra-
prostíbulo de la Mangachería, finalmente descubren que das, de pretendida autosuficiencia y de segura reducción.
ni la selva era la quietud ni la ciudad el movimiento. Son los coágulos --el aviso de muerte-- de la circu-
Una inmovilidad sofocante permea la totalidad del mun- lación cultural. En cambio, me deleita, me vivifica, leer
do peruano, y Vargas Llosa reitera esta imagen en ambas un cuento de Julio Cortázar como si fuese una película
zonas de la polaridad escogida. En la selva, "nubes es- de Alain Jessua o un solo de Coleman Hawkins; leer un
pesas y oscuras, inmóviles sobre las lupunas, vaciaron poema de Octavio Paz como si lo visitase un actor del
agua negra dos días seguidos y toda la isla se convirtió teatro kabuki o como si el poema visitase el templo
en un charco fangoso, la concha en una niebla turbia y de rocas de Gal-Vihare.
muchos pájaros caían muertos a la puerta de la cabaña". La lectura de Alejo Carpentier siempre me ha provo-
En la Casa Vercie de Piura, "un humo inmóvil, trans- cado una visitación fantásmica -al grado de poder leer
parente, flotaba entre el techo y los bailarines, y olía a y escuchar a un tiempo--: la de Edgar Varese. Interpre-
cerveza, humores y tabaco negro". Aquilino siempre va tada a menudo, y con justicia, como una cima del rea-
a estar de un lado a otro por los ríos; la Chunga siem- lismo mágico y barroco hispanoamericano, la obra de
pre va a estar sentada, rigiendo el burdel de su padre. Carpentier no es sólo la cúspide, sino las laderas. Como
Y, como dice el Joven en la asimilación final, personal, toda literatura auténtica, la del gran novelista cubano
de los aparentes opuestos: "Trato igual a todas las cierra y abre, culmina e inaugura, es puerta de un cam-
mujeres. Habitantas o monjas, para mí no hay dife- po a otro: vale tanto lo que dice como lo que predice.
rencia." Pero en Carpentier, uno de nuestros primeros novelistas
Incendiar la Casa Verde es la revolución. Pero el profesionales, esta realización no es puramente intuitiva.
Prostíbulo-Fénix renacerá de sus cenizas y seguirá devo- Obedece a una estructura nada fortuita en la que, como
rando a sus pupilas; las pupilas del convento de la en los Desiertos de Varese, habría que distinguir dos
Madre Angélica seguirán alimentando al prostíbulo de elementos: el grupo instrumental (piano, viento, bron-
la Chunga; serán las pupilas de la Casa Verde. Porque ces, percusiones) y la pista magnética o "sonidos brutos".
dice esta, la novela de Vargas Llosa no es nunca un La "orquesta", en las narraciones de Carpentier, se-
ejercicio planfetario, sino una trágica creación literaria rían esos elementos tradicionales que él lleva a su patente
que, a la pregunta retórica de Reátegui, "¿No quiere culminación. El piano es una intriga levemente modu-
usted que esta tierra sea habitable?", contesta con la to- lada, un hilo que nos conduce, dentro de un tiempo
talidad conflictiva de lo que somos, una totalidad cues- circular, a la búsqueda de un origen que puede ser un
tionada por un lenguaje que ya contiene todas las posi- final: el argumento como encuesta que es peregrinar,
bilidades de lo que podemos ser. remontarse.
Los bronces son esa presencia sensual de la naturaleza, 1
víctima y verdugo de los peregrinos, espejo de agua de
CARPENTIER O LA DOBLE ADIVINACIÓN sus apetencias, selvas de coral y mares de hierba, ciuda-
des que son "gigantescos lampadarios barrocos", hoteles
Existen obras de arte que proporcionan lo que Henry convertidos en cuevas y bosques transformados en cate-
James llamaba "the sense of visitation": obras abiertas drales, Haití, Cuba, Santo Domingo, Venezuela, la Gua-
que no esquivan la contaminación a fin de asegurar la dal u pe. Digo naturaleza, pero los cobres de Carpentier
correspondencia, la "visita" de un fantasma de la propia
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son lugares, los del Caribe, remanso y estertor final de encontrado. De una promesa violada a una nueva anun-
la cultura mediterránea que, en su marejada americana ciación. En Los pasos perdidos, el narrador abandona a
quizás opta, como el brujo Ti-Noel en Et reino de est~ su mujer y a su amante para salir al encuentro, oscw:o
mundo, por la metamorfosis en ave. En Carpentier, na- e inconsciente de Rosario, mujer primigenia, espeJO
tru:a~eza y cultura se unen sólo para transfigurarse, para andrógino de Ía Tellus Mater capaz de engendrar solita-
ad1vmarse en una elaboración mítica del paisaje perdido riamente. En El Siglo de las Luces, Sofía abandona a
entre el caos y el cosmos. Esteban, encarnación de las exigencias puras del ideal
Y los vientos son esos personajes, mujeres atavtcas e revolucionario, para unirse a Víctor Hughes, el pragma-
i~telectuales enajenados, primos solitarios, cadáveres tista que en medio de las contradicciones concreta una
eJemplares, madres ciertas y padres inciertos, terroristas parte mínima del ideal.
acosados, libertadores alegóricos, atambores de la con- Sí y no. Cada génesis, -..~nas_~eja de ser el acto
quista, brujos y cortesanos, esclavos y monarcas negros, inmóvil, el füitde1a creac10n pura, apenas encarna en
mercaderes y revolucionarios, soldados de la "guerra del móvtmíen!_o, convoca un espectroqüe · ¡e muestra el
tiempo" que, sostenidos, localizados en los cobres de la carrííñOde la historia. El apocalipsis es el escudero de la
naturaleza, son arrebatados, capturados por las percusio- gcñesis. Victor Hughes, heraldo de la Revolución Fran-
nes de la historia: descubrimiento y conquista, tiranía y cesa desembarca en el Nuevo Mundo con dos armas: el
resistencia, revolución:- formas de la apetencia y del Dec~eto de Pluvioso del Año II que dicta la libertad
padecimiento, de la peregrinación inconclusa, de la aspi- para los esclavos, y la cuchilla desnuda y filosa de la
ración, que al cabo se integran en la primera visión guillotina: génesis y apocalipsis. "Luciendo todos los
trágica de la novela hispanoamericana. distintivos de su Autoridad, inmóvil, pétreo, con la mano
Donde sólo había -Gallegos, Güiraldes, Rivera, !ca- derecha apoyada en los montantes de la Máquina, Víctor
za- la percepción aislada de esos elementos, hay desde Hughes se había transformado repentir:amente ~n ~na
ahora, en El reino de este mundo, Los pasos perdutos, alegoría. Con la libertad llegaba la pnmera gutllotma
Et acoso, Guerra del tiempo y El Siglo de las Luces, una al Nuevo Mundo." El personaje de Los pasos perdidos
integración orquestada de esa enorme facticidad hispano- remonta el Orinoco hasta sus fuentes paradisiacas, sólo
americana y de los apetitos de justicia y de vida de los para comprobar que cada año, al dividirse las aguas, el
hombres insatisfechos del puro estar, mostrenco, sobre Edén desaparece y, con él, todo paso humano, toda me-
la tierra americana. Exigencias, finalmente, de un movi- moria humana anterior a cada catástrofe puntual. El
miento dialéctico y de una conciencia trágica, ya no de viajero busca la Edad de Oro primigeni~, pero ~sta ya
una declaración sentimental ultrajada. Las novelas de Car- rememora su propia Edad de Oro perdtda. Y sm em-
pentier son dialécticas porque son trágicas, en el sentido bargo, esta anulación del tiempo por el tiempo ~s repe- , /
que Luc;ien Goldman atribuye a Pascal: " .. .la dialéctica tibie p(>rque es mítica y es mítica porque: es eJe~plar,
trágica responde a la vez sí y no a todos los problemas porque es eminentemente presentable. E~ ttempo prlffior-
que propone la vida del hombre y sus relaciones con los dial prefigura el tiempo total. Todo mtto .-toda nove-
demás hombres y con el universo.. ." la- podría titularse, como el excelente hbro de Elena
Sí y no. O más bien, sí con no. A primera vista, las Garro, Los recuerdos del porvenir. Y la obra entera de
estructuras narrativas de Carpentier parecerían tenderse Carpentier es una doble adivinación: a la vez, memoria
de un génesis a otro. De un amor perdido a un amor del futuro y predicción del pasado.
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El personaje de Los pasos perdidos viaja por el río a abandonar a la Revolución traicionada y a Víctor Hu-
hast~ las raíces de la vida, pero no puede encontrarlas ghes. Su misión es distribuir secretamente el Decreto de
--:Jice _~arpende~-.. "pue~ha perdido la puerta de su Pluvioso del Año JI entre los súbditos del Rey de Ho-
existenCia auténtica . Esta referencia nos remite a un landa. Decide arrojar las copias impresas, bien atadas a
tercer tiempo. Alejo ~ar~ntier ha dicho que el arte per- grandes piedras, en las honduras del río. Pero antes, en
tenece, no a. la genesis, m a su apocalipsis gemela, sino el hospital de Paramaribo, asiste a la mutilación de las
a_ la revelaCión. La revelación es el tiempo de la histo- piernas de varios esclavos de la colonia, convictos de in-
na humana. co?ciente, que a su vez posee un centro tento de fuga y cimarronada. Preso de náusea y de
solar de _aspiraCiones: la revolución. Sí y no: tercer tiem- espanto, Esteban sale a distribuir el Decreto libertario
po , ambtguo, ya no inapelable como la gestación o la entre los negros. "Lean esto -les gritó-. Y si no saben
c~tastrofe. ~a. revolución es Víctor Hughes, el oportu- leer, busquen a uno que se los lea." "-
msta, ~1 cimco, el hombre de acción y también el Esteban regresa derrotado a La Habana: "Cuidémonos \_,
se~s~ahsta que, de alguna manera, aun la más terrible, de las palabras demasiado hermosas; de los Mundos
qms1era d~rle cuerpo a sus ideales. La revolución es Es- Mejores creados por las palabras. Nuestra época sucum-
teban, _el JOVen soñador en La Habana del siglo xvm be por un exceso de palabras. No hay más Tierra Pro-
-el Stglo de las Luces- para quien la Idea, nacida de metida que la que el hombre puede encontrar en sí
sus secretas lecturas de Voltaire y de Rousseau es un mismo." Y ahora es Sofía -conocimiento, "gay saber"-
árbol de aire, un mar de luces: para Esteban t~a en- - quien abandona a Esteban para irse a reunir con Víctor
carnación es inferior a la esperanza. "Esteban' se sentía Hughes, nombrado por Bonaparte agente en Cayena.
desc?ncertado ante la increíble servidumbre de una men- Pero en realidad no lo abandona: va a asistir en nombre
te vigorosa y enérgica, pero tan absolutamente politizada de Esteban, por el amor de Esteban, al derrumbe trá-
que rehusaba, el examen crítico de los hechos, negándose gico de Víctor Hughes; por amor a Esteban, para quien
a ve~ las mas flagrantes contradicciones: fiel hasta el el sueño revolucionario es gemelo del sueño de amor
f~natt~mo. . . a los dictámenes del hombre que lo hu- con su prima, Sofía va a ser la amante de Víctor Hu-
btese mvestido de poderes. 'La Revolución --<lijo Víctor ghes. Sí y no: Sofía, sabiduría de la revolución, núcleo
le~tame?t~·.· .- la .R~volución ha dado un objeto a mi de la revelación, amante y enfermera, será quien logre
exist~nCia. Contrad1cc10nes y más contradicciones -mur- mostrar al verdadero Víctor Hughes, no sólo al masón,
~uro, ~steba~-. Y o soñaba con una revolución tan dis- antimasón, jacobino, héroe militar, Agente del Direc-
tinta., ¿~ qmén te manda creer en lo que no era? -pre- torio, Agente del Consulado, sino, detrás de los títulos,
gunto Vtctor-. Una Revolución no se argumenta· se a un hombre que es Ormuz y Arimán, que lo mismo
hace'." · podría reinar sobre las tinieblas que sobre la luz. Víctor
Frente a 1~ -~egurida~. ciega de Víctor, Esteban repre- ha abierto las puertas de Cayena a los curas y aplica el
senta !a ambtg_uedad cnttca. Y cuando Víctor acepta que nuevo decreto, la ley del 30 Florea! del Año X, que
FranCia,_ en vutud de sus principios democráticos, no restablece la esclavitud en las colonias francesas de Amé-
puede eJercer la trata de esclavos, pero sí vender en puer- rica. Pero, en medio de las persecuciones de negros, cae
tos .holandeses los esclavos que hayan sido tomados a abatido por la fiebre que traen a Cayena los esclavos
los mgleses~ Esteban sale a cumplir este último encargo capturados por Napoleón en la batalla de Egipto: " ...el
en la colon1a holandesa de Surinam, dispuesto en seguida médico usó un nuevo remedio que, en París, había ope-
52 53

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rado maravillas en la cura de los ojos aquejados por jornadas de mayo: "¡Vamos allá! ¡Vamos a pelear... por
el Mal Egipcio: la aplicación de lascas de carne de los que se echaron a la calle! ¡Hay que hacer algo! . ..
ternera, fresca y sangrante. 'Pareces un parricida de tra- ¡Algo!"
gedia antigua', dijo Sofía, viendo aquel personaje nuevo Deseo subrayar que El Siglo de las Luces no es una
que, salido de la alcoba donde acababan de curarlo le alegoría que ilustre el destino de las revoluciones. Sabe-
hizo pensar en Edipo. Habían terminado, para ella,' los mos que en un proceso revolucionario sólo una etapa
tiem.po_s_ de la piedad." - - es susceptible de ser reducida a técnica: la manera de
Testigo de la gloria, de las contradicciones y del de- tomar el poder. Pero la transformación de una sociedad
rrumbe de Víctor Hughes, Sofía sólo renuncia a la jamás ha sido o será codificable: cada revolución es irre-
piedad cuando la tragedia se cumple en la muerte. Pero versible e irrepetible y los hombres que la hacen, ilu-
no renuncia al conocimiento. Víctor Hughes ha vivido minados por un sol nocturno, deben inventarlo todo de
para dar fe del abismo trágico entre el anhelo absoluto de nuevo. Si se toma El Siglo de las Lttces como una crónica
la justicia y el uso concreto de la fuerza, de la misma ma- histórica, sólo se refiere a la Revolución Francesa. Pero
nera que Esteban -ahora, lector de Chateaubriand- si no es una alegoría -mera ilustración de verdades
purga en el presidio de Ceuta el destino trágico de los sabidas- sí contiene una simbología -verdadera bús-
hombres perdidos en el abismo entre la esperanza huma- queda de verdades nuevas-. Y esa simbología nos habla
na y la condición humana. Napoleón Bonaparte ha corri- de una conciliación de la justicia y la tragedia. Sí y no:
do el telón sobre el Siglo de las Luces con unas palabras: revolución esta vez, y otra vez, y otra más: la libertad
"Hemos terminado la novela de la Revolución; toca ahora es idéntica a una aspiración permanente, la de hombres
empezar su Historia y considerar tan sólo lo que resulta que viven en la ambigüedad y no la aceptan, sino que
real y posible en la aplicación de sus principios." No mantienen la exigencia de valores humanos absolutos a
obstante, Sofía --el conocimiento conciliador, la fra- sabiendas de que la realidad los niega o los impide. La
ternidad de los opuestos- tenía razón: "Todo resultaba Revolución es la Revelación, es Adivinación que recuer- ¡;
claro. . . la presencia de Víctor era el comienzo de algo da el origen sagrado del tiempo y formula el destino
que se expresaría en vastas cargas de jinetes llaneros, humano del tiempo. La revolución histórica es adivina-
navegaciones por ríos fabulosos, tramontes de cordilleras ción literaria cuando la escritura, como en la obra de
enormes. Nacía una época que cumpliría, en estas tierras, Carpentier, es radicalmente poética: .§Ólo la poesía puede
lo que en la caduca Europa se había malogrado. Esta p.ro_poner a un mismo tiempo múltiples verdades antagó-
vez se jugaría al desbocaire sobre generales, obispos, nicas, una visión realmente dialéctica de la vida.
magistrados y virreyes." Podemos, ahora, regresar a la visitación de la música
Sí: Víctor Hughes, a pesar de todo, trajo la Revolu- de Varese. Porque el adivinar de Carpentier depende, no
ci~n a América, y si esta Revolución fracasaba, el movi- sólo de la orquestación en virtud de la cual el escritor da
miento continuaría, contradictorio, a menudo absurdo tono y serialidad, ritmo y cronocromía -resonancia, en
pero al c~bo humano, como humana, renovada, esperan- suma- a la afonía americana, sino también de esas pis-
zada, sab1a, ayuna de rencor o de derrota, es la excla- tas magnéticas, de esos "sonidos brutos" que, a contra-
mación final de Sofía cuando ella y Esteban salen de su pelo de la instrumentación tradicional, integran una
encierro en el Palacio de Arcos en Madrid para unirse nueva totalidad narrativa en la que la ficción se hace a
a la multitud que se levanta contra los franceses en las sí misma mediante un lenguaje que es reflexión sobre el
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lenguaje. Sin estas pistas magnéticas, las ficciones de Car- Carpentier revoluciona la técnica nar~ativa en l:n~ua es\
pentier podrían haber sido las crónicas y mensajes de la pañola: pasamos de la novela fabncada a pnon a la )
etapa anterior de nuestra novela. novela que se hace a sí misma en su escritura. La for-
Pero sería injusto limitar esta distinción al estrecho maoon musical de Carpentier no es ajena a esta reali-
ámbito de la literatura en lengua española de América. zación de lo real. Recordemos que El acoso se desarrolla
las novelas de Carpentier pertenecen, de pleno derecho, de acuerdo con una pauta externa -la ejecución de la
al movimiento universal de la narrativa. Movimiento de Eroica de Beethoven- que nos remite a una sinfonía
renovación que sustituye la convención crucial, persona- interna -la del personaje acosado- que aún no se cum-
jes-argumento (similar al cruce vertical-horizontal de me- ple, que está en proceso de ser escrita o de ser leída.
lodía y armonía en la música) por una fusi6n en la que Al mismo tiempo que la orquesta tradicional sigue reli-
personajes e intriga desalojan el centro para convertirse giosamente el pentagrama estudiado, la pista magnética
en resistencias a un lenguaje que se desarrolla, a partir le opone, en un tiempo idéntico, el desarrollo imprevi-
de sí mismo, en todas las direcciones de lo real. Así como sible de un destino formulado por y dentro de un len-
/ la música ha ganado el derecho a ser sonido total o la guaJe.
pintura una facultad semejante en el orden visual, la no- Lejano en todo a la improvisación -ya hemos ha-
1 vela reivindica la necesidad evidente de ser ante todCY blado de su profesionalismo- o a la gratuidad -Car-
! escritura, conexión del lenguaje con todos los niveles y pentier sabe que las revoluciones culturales no son ene-
orientaciones, no de la "realidad", sino de "lo real". migas de las revoluciones sociales, sino que ambas se
Carpentier es el primer novelista en lengua española complementan e iluminan- el lenguaje de estas novelas
r
~ que intuye esta radicalización y su corolario: todo len- cumple también la función obsesiva del autor: designar
./ guaje supone una representación, pero el lenguaje de la el mundo anónimo de América, apelar al pájaro y a la
literatura es una representación que se representa. En cordillera, al árbol y a la madrépora. En Carpentier, el
Doña Bárbara} por ejemplo, el lenguaje, en la medida verbo vuelve a ser atribución, y el nombre, fundación.
en que es consciente de sí mismo, aspira a representar Cabría ir más lejos. Rousseau afirmaba que se podía
directamente la realidad: el llano pretende ser realmen- hacer una historia de la libertad y de la esclavitud a
te el llano y Santos luzardo cree que realmente es San- partir del estudio de las lenguas. Semejante proyecto me-
tos Luzardo. Pero el cadáver retrospectivo de Viaje a la recería cumplirse en la América Española, zona fértil
semilla - escojo deliberadamente esta nouvelle de Car- como pocas para proyectar, en la pantalla del idioma, las
pentier- carece de esa ingenuidad primaria: sabe que imágenes de un divorcio profundo entre lo real y sus
sólo representa una representación anterior. Y sabe que sig nos. "Las palabras no se pronuncian en vano", ad-
_su representación actual no existe fuera de la literatura. vierte una cita de pórtico en El Siglo de las Luces. Ni
Como en Cervantes, en Carpentier la palabra es funda- siquiera las palabras vanas. Inmenso acarreo y metamor-
ción del artificio: exigencia, desnivel frente al lector que fosis de los gérmenes y cristalizaciones de nuestra len-
quisiera adormecerse con la fácil seguridad de que lee gua, la obra de Carpentier, como la de muchos músicos
la realidad; exigencia, desafío que obliga al lector a contemporáneos, se sirve de la melodía para ir más allá
penetrar los niveles de lo real que la realidad cotidiana de la melodía: Carpentier aprovecha la retórica para
le niega o vela. trascenderla. En un solo movimiento, que a veces semeja
Gracias a esta representación de la representación, una animación suspendida, el novelista consagra lo c¡ue
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profana y profana lo que consagra. El discurso y el poe-
ma, la clamorosa mentira y el verdadero silencio, se unen
en un solo lenguaje: el de la tensión entre la nostalgia
' uno de los libros más divertidos que se hayan escrito
en América Latina, no agota en esa primera lectura (di-
versión y reconocimiento) sus significados: más bien,
y la esperanza. i éstos exigen una segunda lectura que equivale a la ver-
¿Ha significado otra cosa una lengua que lo mismo ' dadera lectura. Esa exigencia es el secreto medular de
ha dado las cartas de relación de Cortés que la piramidal esta novela rníti~ y simultaneísta: Cien años de soledad
y nocturna poesía de Sor Juana, los decretos monstruo- supone dos lecturas porque supone, también, dos escri-
sos de Rosas que el lúcido humanismo de Lastarria, la turas. La primera lectura coincide con una escritura que
caótica demagogia de Perón que la helada razón de Bar- suponemos cierta: un escritor llamado Gabriel García
. ges? ¿Y qué une todas estas expresiones disímbolas sino Márquez está relatando linealmente, cronológicamente,
el trayecto incumplido de una utopía de fundación, de- la historia de las genealogías de Macando, con hipér-
gradada por una epopeya bastarda que quisiera asumir bole bíblica y rabelaisiana: Aureliano hijo de José Ar-
la promesa utópica si no le impidiese el paso la imagi- cadio hijo de Aureliano hijo de José Arcadio. La segunda
nación que transforma la nostalgia en deseo? Todo es se inicia en el momento de terminar la primera: la cró-
lenguaje en América Latina: el poder y la libertad, nica de Macando ya estaba escrita en los papeles de un
la dominación y la esperanza. Pero si el lenguaje de la taumaturgo gitano, Melquíades, cuya aparición como per-
barbarie desea someternos al determinismo lineal del sonaje, cien años antes, resulta idéntica a su revelación.
tiempo, el lenguaje de la imaginación desea romper esa como narrador, cien años después. En ese instante, su-
fatalidad liberando los espacios simultáneos de lo real. ceden dos cosas: el libro se reinicia, pero esta vez la his-
Ha llegado, quizás, el momento de cambiar la disyuntiva toria cronológica ha sido revelada como una historicidad
de Sarmiento -¿civilización o barbarie?- por la que mítica, simultánea. Digo historicidad y mito: la segunda
Carpentier, y con él los mejores artistas de nuestra parte lectura de Cien años de soledad funde de manera cierta
del mundo, parecen indicarnos: ¿imaginación o barbarie? y fantástica el orden de lo acaecido (la crónica) con el
1
orden de lo probable (la imaginación) de modo que
aquella fatalidad es liberada por este deseo. Cada acto
GARCÍA MÁHQUEZ: LA SEGUND A LECT URA histórico de los Buendía en Macando es como un eje J
veloz en corno al cual giran todas las posibilidades des-
Esta liberación, a través de la imaginación, de los es- conocidas por la crónica externa y que, sin embargo, son
pacios simultáneos de lo real es, para mí, el hecho cen- tan reales como los sueños, los temores, las locuras, las
/ tral de la gran novela de Gabriel García Márquez, Cien imaginaciones de los actores de la historia.
años de soledad. Pues si el enorme éxito latinoamericano Me refería, en las notas sobre Carpentier, al trayecto
de esta obra podría explicarse, a primera vista, por un de una utopía de fundación a una epopeya bastarda que
reflejo inmediato de reconocimiento, su equiparable éxi- la degrada si no interviene la imaginación mítica para J
to internacional nos hace pensar que hay algo más allí interrumpir la fatalidad y recobrar la libertad. Uno de
que el gozoso descubrimiento de una identidad (y aun los aspectos extraordinarios de la novela de García Már-
de varias: ¿quién no ha re-encontrado, en la genealo- quez es que su estructura corresponde a la de esa hi,sto-
gía de Macando, a su abuelita, a su novia, a su hermano, ricidad profunda de la América Española: la tensión
a su nana?) y que Cien años de soledad, sin duda entre Utopía, Epopeya y Mito. El Nuevo Mundo fue
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caocebido como la Utopía. Al perder la ilusión geocén- mera vez a la escritura: les cuelga letreros a los objetos,
trica, destruida por Copér.nico, Europa n~;esitaba crear descubre el conocimiento reflexivo, el que antes conocía
un espacio nuevo que conf~rmase la exce.nslOn del m~~o por adivinación, y se siente obligado a dominar al mun-
conocido. Giuseppe Cocchmra ha sugendo que ~enea do con la ciencia: lo que antes sabía naturalmente ahora
y los aborígenes americanos, antes de ser descubtertos, sólo lo conocerá gracias a la ayuda de mapas, imanes y
fueron inventados. Es decir: fueron deseados, fueron ne- lupas. Los fundadores utópicos eran adivinos; sabían re-
cesitados. América es ante codo la posibilidad renova~a conocer el lenguaje del mundo, oculto pero pre-estable-
de una Arcadia, de un nuevo principio de la histona cido; no tenían necesidad de crear un segundo lenguajy--'
cuyos presupuestos antiguos habían sido destruidos por les bastaba abrirse al lenguaje de lo que era.
la revolución coperniciana. La Utopia de Tomás Moro Michel Foucaulc indica, en Las palabras y las cosas,
que el saber moderno , rompe su anttguo . parentesco con \
encarnó en las fundaciones de los misioneros cristianos,
de la California al Paraguay. Pero este sueño --en el la divinidad -deja de adivinar-. La divinidad supone
fondo, una representación de la inocencia- fue neg~do, signos que le son anteriores. En el conocimiento moder-
de inmediato, por la Epopeya, prueba de la necestdad no, el signo sólo significa dentro del propio conocimiento
histórica. Cortés y Pizarro corrompieron el sueñ? so~e­ y el drama de esta ruptura obliga a buscar afanosamente
tiéndolo a las exigencias abstractas del mandato tmpenal las prolongaciones que puedan volver a comunicarnos
hispánico -Plus Ultra- y a las exigencias concretas con el mundo que nos pre-existe. Foucaulc cica como
de un hambre de voluntad individual: la del homo /aber ejemplos la sensibilidad en Malebranche y la sensación
renacentista. La Utopía, de esta mariera, fue sólo un en Berkeley. Más tarde, y hasta hoy, esos puentes serían
puente ilusorio entre el geocentrismo medieval y el an- la historia y el sicoanálisis.
..... tropocentrismo renacentista. Pero José Arcadio Buendia, al abandonar la adivina-
Me parece que no es un azar q~e las dos primer~s ción por la ciencia, al pasar del conocimiento sagrado ;l 'r 1
,.

partes de Cien años de soledad equtvalgan a esa opost- al ejercicio hipotético, abre las puertas a la segunda parte
ción de origen. La fundación de Macon~o es la fun?~­ de la novela: la Epopeya, transcurso histórico en el
ción de la Utopía: José Arcadio Buendta y su famtlta que la fundación utópica de Macondo es negada por
han peregrinado en la selva, dando vueltas en redondo, la necesidad activa del tiempo lineal. Esta parte transcu-
hasta encontrar, precisamente, el lugar donde fundar la rre, básica y significativamente, entre los tr:inta y dos
nueva Arcadia, la tierra prometida del origen: "Los hom- levantamientos armados del Coronel Aureltano Buen-
bres de la expedición se sintieron abrumados por sus re- día, la fiebre de la explotación del plátano y el aban-
cuerdos más antiguos en aquel paraíso de humedad y dono final de Macondo, la Utopía de fundación explo-
silencio anterior al pecado original". Como la Utopía tada, degradada y al cabo asesinada por ~a Epopeya .de ~a
de Mo;o Macondo es una isla de la imaginación: José historia la actividad, el comercio, el crunen. El dlluv1o
Arcadio ~ree que está rodeada de agua. Y a partir de - el c~tigo- deja detrás de sí un "Macondo olvidado
la isla, José Arcadio inventa al mundo, señala a. las hasta por los pájaros, donde el polvo y el calor se
cosas con el dedo, luego aprende a nombrarlas y, fmal- habían hecho tan tenaces que coscaba trabajo respirar".
mente, a olvidarlas. Pero, hecho significativo, en el mo- Allí quedan los sobrevivientes, Aureliano y Amaranta
mento en que el Buendía fundador se da cuenta de "1~ Úrsula "recluidos por la soledad y el amor y por la so-
infinitas posibilidades del olvido", debe apelar por pn- ledad del amor en una casa donde era casi imposible

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dormir por el estruendo de las hormigas coloradas". En- tentarnos con la historia oficial, documentada; que la
tonces empieza a abrirse el tercer espacio del libro, el historia es, también, todo el Bien y todo el Mal que los
mítico, cuyo carácter _simuliáñeo y renovable no_ será hombres soñaron, imaginaron y desearon para conservarse 1
--mara.aonasta la parrafada final, cuando sepamos que y destruirse. . f\
/ toda esta historia ya estaba escrita por el gitano Mel- Como toda memoria mítica, ah-original, la de Macon-/}1
quíades, el adivino que acompañó a Macando en su fun- d_o es creación y re-creación en un solo instante. El ) .J.
dación y que para mantenerlo vivo debe, sin embargo, ttempo de esta novela es la simultaneidad: sólo lo sabe- 1 < 1·
apelar a la misma treta de José Arcadio Buendía: . la 11:1os. ~n la segunda lectura, y entonces adquieren todo su b L.. !A-' M
escritura. De allí la profunda paradoja de la segunda stgmflcado el hecho original de que un día José Arcadio '
(' lectura de Cien años de soledad: todo era conocido, antes Buendia decida que siempre será lunes de allí en ade-
de que sucediese, por la adivinación sagrada, utópica, lante y el hecho final de que Úrsula diga: "Es como
1
'\ mítica, fundadora, de Melquíades, pero nada será cono- si el tiempo diera vueltas en redondo y hubiéramos
cido si Melquíades no lo consigna mediante la escritura. vuelto al principio". El recuerdo re ite los modelos, las
Como Cervantes, García Márquez establece las fronteras matrice~ del origen, d~ a m1sma maneraque~ un-;-y otra
de la realidad dentro de un libro y las fronteras de un vez, el coronel Buendía fabrica pescaditos de oro que
libro dentro de la realidad. la simbiosis es perfecta. Y vuelve a fundir para volverlos a fabricar para.. · ~
una vez que se realiza, se inicia la lectura mítica de este renacer continuamente, para asegurar con actos rituales,
libro hermoso, alegre, triste, sobre un pueblo que proli- severos;-entrañables, fa penñanencia del cósmos. Se~e- )
fera, inclusivo, partenogenético, con la riqueza de un jante mitificación no es gratuita: los hombres se defien- (
Yoknapatawpha suramericano. den, con la imaginación, del caos circundante, de las sel- )
Como en Faulkner, en García Márquez la novela es vas y los ríos del inmenso, devorador magma surameri- \
autogénesis: toda creación es un hechizo, una -fecUñda- cano. la naturaleza tiene dominios. los hombres tienen
ción andrógina del creador y en consecuencia un mito, demonios. Endiablados, como la raza de los Buendía, fun-
un acto fundamental: la representación del acto de la dadores y usurpadores, creadores y destructores, Sartoris
fundación. Cien años de soledad, al nivel mítico, es ante y Snopes en una sola estirpe.
._ todo una interrogación permanente: ¿Qué sabe Macan- Auténtica revisión de la utopía, la épica y el mito la-
do de sí mismo? Es decir: ¿Qué sabe Macando de su , tinoamericanos, Cien años de soledad domina, demoni-
creación? la novela constituye una respuesta totalizan!e: zándolo, el tiempo muerto de la historiografía a fin de
para saber, Macondo debe contarse toda la historia "real" entrar, metafórica, mítica, simultáneamente, al tiempo
y toda la historia "fictiva", todas las pruebas del no- total del presente. Un galeón español está encallado en
tario y todos los rumores, leyendas, maledicencias, men- la montaña, lós hombres se tatúan el miembro viril, un
tiras piadosas, exageraciones y fábulas que nadie ha furgón lleno de campesinos asesinados por la compañía
escrito, que los viejos han contado a los niños, que las bananera cruza la selva y los cadáveres son arrojados al
comadres han susurrado al cura, que los brujos han in- mar; un abuelo se amarra para siempre a un árbol hasta
vocado en el centro de la noche y que los merolicos han · convertirse en tronco emblemático, chamánico, labrado
representado en el centro de la plaza. la saga de Ma- por la lluvia, el polvo y el viento; llueven flores del
cando y los Buendía incluye la totalidad del pasado cielo; al mismo cielo asciende Remedios, la Bella. En
oral, legendario, para decirnos que no podemos con- cada uno de estos actos de ficción, mueren el tiempo
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positivista de la e_po_R.eya (esto sucedió realmente) y el
tiempo nostálgico de la qtopía. (esto pud.o suceder) y
T
mundo se mantenga, coma, posea, adquiera, merezca,
sueñe y sea. .
nace el tiempo presente absoluto del mtto: esto está ·Niega el miro como insiste Philip Rahv, a la hts-
sucediendo.
<.
roria? '
Sí, a la historia muerta, opresora, f'acuca,
. que
Pero hay algo más simple, más claro y más pro- García Márquez deja atrás para situar, dent~o de un.a no-
fundo a la vez. Lévi-Strauss ha indicado que un sistema vela, el triple encuentro del tiempo lattnoamencano.
mítico tiene por objero establecer relaciones de homolo- Encuentro del pasado vivo, matriz, creador, que es
gía entre las condiciones naturales y las condiciones so- tradición de ruptura y riesgo: cada generación de .l?s
ciales. Y es en este nivel donde Cien años de soledad se Buendía conocerá a un hijo muerto en una revoluClon
conviene en una terrible metáfora del abandono y el -una gesta- que jamás termina. Encuentro del f~t~ro
miedo del hombre sobre la tierra: el abandono y el mie- deseado : el hielo llega por primera vez a la tornda
do de regresar a la naturaleza anónima e inhuma_n~, .el selva de Macondo en medio del asombro ante lo sobre-
terror de engendrar un hijo con cola de cerd? e 1~1~1ar natural: la magia y la utilidad serán inseparables. En-
el regreso al origen absoluto: a la nada. Pare¡a. edemca, cuentro del presente absoluto en el que recorda.I?os y
los primos José Arcadio y Úrsula son peregnnos que deseamos: una novela vivida como la larga crómca de
huyen del mundo original de su pecado y su temor para un stglo de soledad en. Colombia, pero leída como 1~
fundar un segundo paraíso en Macando. Pero la fun- fábula consignada, precariamente, en los papeles pen-
dación --de un pueblo o de un linaje-- supone la re- patéticos de Melquíades. El documento secul~r de. ~acon­
petición del mismo acto de acoplamiento, de aprovec?~­ do son las cuartillas instantáneas de un bru¡o mttomano
miento de incesto con la tierra o con la carne. Levt- que mezcla indisolublemente las rela~iones del orden
Strauss' añade que' el canje matrimonial es un mediati- vivido con las relaciones del orden escmo.
zador entre la naturaleza y la cultura opuestas. El ma- A través de este desdoblamiento, Cien años de sole-
trimonio crea una segunda naturaleza, mediatizada, sobre dad se convierte en el Quijote de la literatura latinoame-
la cual el hombre puede influir. De allí los numerosos ricana. Como el Caballero de la Triste Figura, los hom-
mitos sobre acoplamiento de hombre y animal, de ~~­ bres y mujeres de Macondo sólo pueden acudir a una
trin1onio de mujer y bestia, doble metáfora del dommto novela -esta novela- para comprobar que existen. La
natural y del incesto prohibido, violación y pec.ado que creació.n de un lenguaje novelesco como prueba del ser.
sin embargo son la condición de una sinonimia expre- La novela como acta de nacimiento, como negación de
sada por la palabra yoruba para el matrimonio, que los falsos documentos del estado civil que hasta hace
lo mismo designa a éste que a la comida, la posesión, el poco encubrían nuestra realiqad. Lenguaje-ficción-verdad
mérito, la ganancia y la adquisición. Creo que por aquí contra léxico-oratoria-mentira: Cien afí.os de soledad con-
nos acercamos al más profundo significado de Cien años tra las arrogantes cartas de relación de los .conquista-
de soledad: esta novela es una larga metáfora, prolon- dores contra las incumplidas leyes de Indtas de los
gada en un largo siglo de aconteceres, que sólo des~gna mon;rcas contra las violadas constituciones de los liber-
el acto instantáneo del amor carnal entre el pnmer tadores, ~ontra las humillantes cartas de la alianza para
hombre y la primera mujer, José Arcadio y Úrsula, que el progreso de los opresores. Contra todos l~s te~t?s q.ue
fornican temerosos de que el fruto de su incesto sea un nos disfrazan, un signo novelesco que nos tdenuftca m-
hijo con cola de cerdo, pero que fornican para que el deleblemente, como esas cruces ,del Miércoles de Ceniza
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q_ue ja~ás se borrarán de la~ frentes de los treinta y Nueva disolución de las falsas disyuntivas y polémicas
sJete h1JOS naturales de Aurehano Buendía: cruz de tie- en torno a realismo y fantasía, arte comprometido y arte
rra quemada, negro signo de bautizo y también blanco puro, literatura nacional y literatura cosmopolita, la obra
de_ la rr;uerte para _los fusiles de las dictaduras y las de García Márquez destruye estos a-prioris idiotas para
ohgarqu1as que graCJas a esa cruz de carne reconocerán proclamar, y conquistar, un derecho a la imaginación que,
siempre, y siempre asesinarán, a los hijos rebeldes -bas- ella sí, sabe distinguir entre mistificaciones en las que un
tardos- del patriarca. . pasado muerto quiere pasar por presente vivo y mitifi-
Contra los crímenes invisibles, contra los criminales caciones en las que un presente vivo recupera, también,
anónimos, García Márquez levanta, en nuestro nombre, la vida del pasado. 1

un verbo y un lugar. Bautiza, como el primer Buendía


como Alejo Carpentier, todas las cosas de un continent~
sin nombre. Y crea un lugar. Sitio del mito: Macando. CORTÁZAR: LA CAJA DE PANDORA
Garda Márquez, fabulista, sabe que la presencia se di-
suelv~. sin un sitio (lugar de resistencias) que sea todos Rayuela ha sido saludada por el Times Literary Sup-
los SJtJOs: un lugar que los contenga a todos, que nos plement como "la primer gran novela de la América
contenga a todos: sede del tiempo, consagración de los Española". No sé si esto es estrictamente cierto; lo que
/ tiempos, lugar de cita de la memoria y el deseo presente sí se puede afirmar es que Julio Cortázar, este hombre
c?mún donde todo puede recomenzar: un te~plo, un alto, ojiazul, desgarbado, dueño de una estampa que
hbro. Cien años de soledad reinicia, reactualiza, reordena desmiente su medio siglo, está escribiendo, desde sus ha-
-hace contemporáneos- todos los presentes de una bituales residencias en la Place du Général Beuret en
zona de la imaginación hispanoamericana que durante París y en una granja desvencijada cerca de Saignon
mucho tiempo pareció perdida para las letras, sometida donde la cañería, cuando no se congela, gruñe y pro-
a la pesada tiranía del folklore, del testimonio natura- testa, la prosa narrativa más revolucionaria de la lengua
lista y de la denuncia ingenua. No es la menor de las española. Pero limitar a Cortázar a eso que Phillipe
virtudes de García Márquez que en su obra transforme Sollers llama el "latinocentrismo" sería un grave error.
el mal en belleza y en humor. La mitad negra de la Para el crítico y novelista norteamericano C. D. B.
historia latinoamericana emergía en las viejas novelas de Bryan, escribiendo en T he N ew Republic, Rayuela es "la
Gallegos, Rivera e Icaza como la encarnación de un más poderosa enciclopedia de emociones y visiones que
mal aislado, impenetrable, tremendista, finalmente irri- haya producido la generación internacional de escritores
sorio por ajeno y por definido. García Márquez se da de la posguerra". El lector podrá comprobar la validez de
cuenta de que nuestra historia no es sólo fatal: también, estas afirmaciones a poco que se adentre en uno de los
de. una manera oscura, la hemos deseado. Además, con- más ricos universos de la ficcción contemporánea: el que
VJerte el mal en humor porque, deseado, no es una contiene esta caja de Pandora -juego, ceniza y resu-
abstracción ajena a nuestras vidas: es lo otro, lo que rrección- que es Rayuela.
podemos ver fuera de nosotros pero como parte de nos- Novela latinoamericana, Rayuela lo es porque parti-
otros, reducido a su encuentro irónico, proporcional, aza- cipa de una atmósfera mágica de peregrinación incon-
roso, con nuestras debilidades cotidianas y nuestras repre- clusa. Como decía al hablar de García Márquez, Amé-
sentaciones imaginarias. rica, antes de ser descubierta, ya había sido inventada
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en el sueño de una búsqueda utópica, en la necesidad ver: el peligro absoluto de un hombre libre, un escri-
europea de encontrar un la has) una isla feliz, una ciudad tor, cft1e aice: "Somos como'' yo- quiero verlos, no como
de oro. ¿Es de extrañar que uno de los rasgos más ustedes quieren ser vistos_:. Para lograrlo, Cortázar ha
significativos de la imaginación literaria latinoamericana deoiOO ir más allá de una conciencia que nacía de la des-
sea la aventura en pos del Eldorado -Carpeótier-, del composición de nuestras sociedades apenas constituidas
paraíso patriarcal -Rulfo y García Márquez-, de una y enajenadas en su modernidad: él realiza primero la
identidad original -Asturias- o de una helada mitifi- peregrinación hacia adentro, busca la explosión hacia sí
cación -Borges- que se encuentran más allá de la mismo que, con fortuna, pueda conducirlo a la "supera-
pesadilla histórica y de la esquizofrenia cultural? Eterna- ción" de las figuras. En todo caso, Cortázar no pretende
mente dual, la cultura latinoamericana propone sus imá- comprometer a la sociedad si antes no ha comprometido
genes conflictivas como verdades absolutas. Nostalgia a lo real.

l del buen salvaje y escatología del hombre revoluciona-


rio: Godot-Quetzalcóatl debe regresar a vengar la muerte
de Atahualpa-Cuauhtémoc-Adán. Arraigo provinciano y
Al nivel más aparente, Rayuela ofrece una estructura
y una historia engañosa. La división formal del libro es
triple. La primera parte, "Del lado de allá", es París y
desarraigo cosmopolita: tequila y yerba mate versus cham- la historia del expatriado argentino Horacio Oliveira, que
pagne y Twinings'tea. Individualismo extremo y colecti- al buscar a la mujer amada y desaparecida, La Maga, la
vismo apocalíptico; orgullo anárquico y profundo respeto recuerda y recuerda la vida en común, a un paso indefi-
del poder: Martín Fierro es su propia ley, sí, pero sólo nible del universo "clochard". La segunda, "Del lado
el Señor General, el Señor Cura, el Señor Presidente de acá", es Buenos Aires y el encuentro de Oliveira con
pueden resolver nuestros problemas. Capturada dentro T a lita, la doble de La Maga, cuidadora de gatos en un
de estos absolutos, es una cultura sin humor: no puede circo y posteriormente enfermera en un manicomio. La
verse fuera de sí misma. tercera parte, los "Capítulos prescindibles", reúne un
La fuerza motriz del arte y la literatura contemporá- collage de citas, recortes de periódicos, signos y premo-
neos en América Latina es, como diría Orwell, un "com- niciones que van de lo académico a lo pop.
ing up for air", un inventar la visión plural del tiempo Una "tabla de instrucciones" completa la estructura
y el movimiento, de la vida como azar y variedad, fuera sólo para empezar a transfigurarla: la novela puede ser
de las exigencias monolíticas de la historia y la geo- leída una primera vez de corrido, y una segunda vez
grafía estáticas. Contra aquel mundo viejo Cortázar crea siguiendo la tabla de instrucciones. Pero esta segunda
otro, totalmente inventado, totalmente ficcionalizado que, lectura sólo abre la puerta a una tercera y, sospechamos,
precisamente, es el único que puede hacer significativo al infinito de la verdadera lectura. Cortázar, nos damos
el vacío humano entre los dualismos abstractos de la cuenta, está proponiendo algo más que una narración.
' Argentina en particular y de América Latina en general. Su propósito es agotar todas las formulaciones posibles )
Cortázar colma ese vacío con el accidente la comedia de un libro imposible:_ un libro que suplantara radical- \
el error, la banalidad; con todo lo que no' existe en el' mente a la vida o, mejor, que cogyirtiera nuestra vida
rito sacralizado de la vida latinoamericana. Es un juego, en una vasta lectura de todas las combinaciones de lo
ciertamente; pero un ¿cara-o-cruz? suicida en el que el escrito. Proyecto "increíble", como diría Borges, equi-
autor representa a Latinoamérica con una imagen vio- valente a _imaginar la total negación o el total salva-
lenta, tragicómica, de lo que Latinoamérica no quiere mento del tiempo.
68 69
"¿Encontraría a La Maga?" Las pnmeras palabras de rabia llamarse así, él que nunca había ido más allá del
Rayuela entregan la clave de esa búsqueda inconclusa, Río de la Plata. Talita y Traveler, los reflejos degra-
"increíble", que, cerrada antes de escribir el libro, Oli- dados de La Maga y Oliveira, ofrecen también una vida
veira re-presenta en la ceremonia de la escritura de un de remedo. La bohemia expatriada, el intelectual des-
libro. Porque sólo el libro le permitirá el nuevo en- arreglo de los sentidos de La Maga y Oliveira, Babs y
cuentro con La Maga, esa "concreción de nebulosa", Gregorovius, se convierte, en el contextO nacional, en
ligeramente cándida, ligeramente perversa, continuamente actividad de circo, manicomio y hospital. ¿La caída?
recordada y prevista en un tiempo presente de la litera- ¿La nada? Sí, pero no con la voluntad trágica de una
tura que se convierte en la tercera mtterte del tiempo real. conciencia que contempla el derrumbe de algo. La caí-
Hay tres extinciones en Rayuela: la muerte de la da de Oliveira, es la de un Buster Keaton de la pampa, \
presencia recordada, la muerte de la prefiguración y voluntariamente cómica, bufa, grotesca: es la caída de
la muerte del libro escrito para compensar la ausencia alguien que no tiene dónde caer porque ántes no se ha
de La Maga, la compañera indispensable del juego in- levantado; es la nada del mundo latinoamericano mo-
fantil interrwnpido y desacralizado. Sólo la pareja, pro- derno, confrontado con la nada antes de ser o tener
yecto "increíble" de negación y salvamento, podía negar nada. O, mejor, después de tener sólo un sueño: ¿En-
y salvar la fatalidad del cielo y el infierno en el juego contraría a La Maga? ¿Pero es que alguna vez Oliveira
de la rayuela, trasposición objetiva y lúdica de la roan- conoció a La Maga, o sólo pretende encontrarla con las
dala. Al disolverse la pareja, Oliveira es entregado al palabras que dice Oliveira y escribe Cortázar?
éxodo; a la búsqueda de la "isla final" que represente La ironía del viaje espiritual de Oliveira es que, como
el espacio perdido; a la peregrinación hacia el "kibbutz todo proyecto de ser, nace de una conciencia solitaria
del deseo" en el que se puede vivir --o se puede creer pero no se puede sostener aisladamente, sin los demás,
que se vive-- con los sustitutos de la unidad amorosa sin lo demás. Oliveira intenta todas las alquimias de la
perdida. sustitución. Y cada una le entrega una caricatura seca,
Novela de puentes entre lo perdido y lo recuperable, tragicómica, de su esplendorosa unidad soñada de erotó-
Rayuela se inicia bajo los arcos del Sena y culmina sobre mano cornudo al lado de la compañera deseada y detes-
unos raquíticos tablones que unen las ventanas de una tada, La Maga. En este nivel, los "capítulos prescindibles" )
pensión en Buenos Aires. La odisea de Oliveira lo lleva se vuelven imprescindibles. Morelli, un viejo escritor
de París, el modelo original, a Buenos Aires, la patria fracasado, posible alter ego del autor, es el magister ludi
f~sa. Buenos Aires es la cueva en la que se reflejan las de este mercado de las pulgas de la cultura, de esta
sombras del ser. La realidad de la Argentina es una Porta Porcese de las ideas en la que se acumulan los·
ficción, la autenticidad de la Argentina es su falta de desechos de la razón ("un burdel de vírgenes, si tal
autenticidad, la esencia nacional de la Argentina es la cosa fuera posible") , la sociedad ("este callejón sin
imitación europea: la ciudad de oro, la isla feliz, no es salida al servicio de la Gran Infatuación Idealista-Realis-
más que la sombra de un sueño de fundación. Oliveira ta-Espiritualista-Materialista del Occidente, S. R. L."), la
regresa a Buenos Aires para encontrar a Talita, la doble historia ("puede ser que haya un reino milenario, pero
de La Maga parisina perdida. si alguna vez llegamos a él, ya no se llamará así") y la
Pero la doble de La Maga, por fuerza, está acompa- inteligencia ( ". . .el hecho mismo de estarlo pensando en
ñada del doble de Oliveira: Traveler, al que le daba vez de estarlo viviendo prueba que está mal") . Cortázar
70 71
dicta aquí una verdadera memorabilia de todo lo que no mientras más se crea, más se condena. Sucede en Rayuela
debería llevarse a una isla desierta. lo que, según Lévi-Strauss, define la relación entre el
Pero Oliveira está ya, instalado con masoquista ale- bricolage --el trabajo manual- y el mito: es una rela-
gría, en la isla desierta. Su sueño, La Maga, madona y ción que se queda a medio camino entre los perceptos
amante, no está. No puede contar con la sombra insus- y los conceptos. Los primeros están determinados por la
tancial de la caverna porteña. Sólo le queda lo que situación concreta en que se han dado, mientras que los
arrastra: el basurete racional, los pianos rellenos de burros . segundos exigen que el pensamiento pueda poner, así sea
muertos de Un chien andalou. Oliveira renuncia a las provisionalmente, a los proyectos prácticos entre parén- ,
palabras del basurero ("En guerra con las palabras, en tesis. En virtud de esta tensión entre perceptos y concep-
guerra, todo lo que sea necesario, aunque haya que renun- tos, entre los actos y el lenguaje que al describirlos los
ciar a la inteligencia") a cambio de los actos. Pero los destruye o pone entre paréntesis, entre los actos des-
actos tienen que ser descritos por las palabras del autor, escritos y la vida silenciosa fuera de las marcas del libro,
Julio Cortázar: "La violación del hombre por la palabra, gracias a esta prodigiosa construcción verbal, Rayuela
1 la soberbia venganza del verbo contra su padre, llenaban
\... de amarga desconfianza toda meditación de Oliveira,
es a la prosa en español lo que Ulises a la prosa en "
inglés. t
J L

1
forzado a valerse del propio enemigo para abrirse paso Este encuentro de los actqs y el contra-lenguaje capaz ,
l
hasta un punto en que quizá pudiera licenciarlo y seguir de des-escribirlos, obliga a Oliveira a una "in-conducta", •
-¿cómo y con qué medios, en qué noche blanca o en a un despilfarro de movimientos ajenos al lenguaje que
e qué tenebroso día?- hasta una reconciliación total con- tradicionalmente los ha descrito. El conflicto conduce
sigo mismo y con la realidad que habitaba." rectamente a la burla, la farsa y el absurdo. La broma
(L ( '-
La verdadera integración de Rayuela se inicia con descomunal, digna de Rabelais y de Sterne, se apodera
esta desintegración de las palabras para integrar los actos del libro. El encuentro con la vieja y solitaria pianista
que el novelista deberá describir. Michel Foucault dice que ninfómana, Berthe Trépat, incomparable en la literatura
"Don Quijote lee al mundo para demostrar los libros". (y quizás sólo comparable, en la vida, a los encuentros
Cortázar se propone la operación contraria. Por boca de de Benito Mussolini con la anarquista mahometana Leda
, Morelli, declara su intención de hacer una novela, no Rafanelli, cuyas exclamaciones orgásmicas eran: "¡Lee-
escrita, sino des-escrita. Para des-escribir, Cortázar inven- remos a Nietzsche y el Corán!"). La colocación de los
ta un contra-lenguaje capaz, no ele reemplazar las imá- tablones de ventana a ventana en Buenos Aires, donde
genes, sino de ir más allá de ellas, a las puras coorde- los fracasos de la intención son tantos que el fracaso se
nadas, a las figuras, a las constelaciones de personajes. convierte en el propósito de la acción. La muerte de
"Atrápalas, cógelas del rabo, chillen, putas", dice Octavio Rocamadour, el niño de La Maga, en medio de una orgía
Paz de las palabras: no hace otra cosa Cortázar. A pu- literaria. El descenso a la morgue refrigerada, al hielo
ñetazos, sin aliento, con cargas dislocadas de dinamita abrasador del infierno. La re-escritura y re-ordenación del
conceptual, rítmica, onomatopéyica, neológica, púnica, mundo en los cuadernos del insigne loco uruguayo, don
hace saltar el lenguaje de su propia novela y sobre la Ceferino Piriz, o en los mensajes del no menos ilustre
ruina total vuela -triunfo desintegrado de alas en lla- orate mexicano, el licenciado Juan Cuevas. Son éstas las
mas- el autor, último ángel de este anti-paraíso y ami- claves profundas de Rayuela, de su filiación patafísica,
infierno en que Dios y Demonio son una sola paradoja: de su anclaje en la extrema iluminación surrealista, de
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su perturbado diálogo entre las esfinges bretonianas del del Nietzsche que cada uno puede ser, se encuentra el
humor y del azar. centro de la rayuela, se celebran las bodas del cielo y
/' El lenguaje y la acción marginales se transforman en el infierno y se puede ejercitar la libertad a partir de
(__ el contra-lenguaje y la superación esenciales de la bús- un clamor perpetuo de insuficiencia, de insatisfacción. El
queda de Oliveira. La peregrinación lo conduce al doble viaje ha consistido en ampliar un milímetro la con-
de sí mismo, Traveler. Y ante el doble encarnado sólo ciencia o los sentidos perpetuamente hambrientos de
hay dos respuestas: el asesinato o la locura. De otra más, perpetuamente prisioneros en las cárceles del men_os.
manera, Oliveira deber.ía aceptar que su vida, al no ser "Ya se está", dice Oliveira. A ese estar, el novehsta
singular, carece de valor y de sentido; que otro, que es sólo le da el impulso mortal, el salto hacia la probable_
él, piensa, ama y muere por él y que acaso Oliveira isla del deseo convertido en realidad. El verdader~ .ser )
es sólo el doble de su doble y sólo vive la vida del dop- está en otra parte y el novelista es el profeta que qws1e~a
pelganger. Oliveira intenta entonces el asesinato por el conducirnos fuera del cautiverio del discurso, de la hls-
terror. No un verdadero asesinato, pues matar al doble toria y de la sicología. Pero al hacerlo, el pobre, tiene
sería suicidarse, sino un conato criminal que abra las que empezar de nuevo su peregrinación, escribir de nuevo
puertas de la locura: si uno de los dos enloquece, quizás su novela, pasearse de nuevo por un tiempo que, al ha-
ya no seguirán siendo el mismo. Allí, en el manicomio cerse, es ininteligible y, al entenderse, es invisible. El
y el hospital finales que son el único Icibbutz asegurado pasado - "...el recuerdo lo guarda to~o. y no solamen,te
por el azar, la virtud y la necesidad propias de los Oli- a las Albertinas y a las grandes efemendes del corazon
veiras de este mundo, se puede vivir en el absurdo sin y los riñones.. ." - no sólo es irrepetible: sólo sería, en
justificaciones ni contradicciones. Se puede, allí, creer este caso, objeto de nostalgia; el pasado lo guarda todo,
que los lunáticos Piriz y Cuevas son tan dignos de to- conserva todo lo que, siendo nuestro, no podemos tocar,
marse en cuenta como Platón o Heidegger: ¿qué hacen, ver o vivir otra vez; el pasado es detestable porque
al cabo, sino multiplicar la irrealidad creando por medio ha secuestrado nuestra vida, porque el pasado la posee
de la palabra todo lo que les parece que falta en el y nosotros no; pero, además, esa ausencia nos obliga a
mundo? ¿Y qué ha hecho la novela? ¿Y qué ha hecho creer que nuestra vida pasada no existió; es como si la
el novelista que ha hecho la novela que ha hecho a Oli- muerte nos estuviese mirando dos veces: de frente y des-
veira que ha hecho a -su doble que ha hecho un loco de atrás: "Pero todo eso, el canto de Bessie, el arrullo de \
de Oliveira? Y en medio, sólo unos momentos de ter- Coleman Hawkins, ¿no eran ilusiones y no eran algo )
nura leve, escuchando con los ojos cerrados un disco todavía peor, la ilusión de otras ilusiones, una cadena
de jazz, oyendo "el fragor de la luna apoyando contra vertiginosa hacia atrás, hacia un ..mono ~irándose en el
su oreja la palma de una pequeña mano un poco húmeda agua el primer día del mundo? Un h1¡o con cola de
por el amor o por una taza de té..." ll faut tenter de cerdo.
vivre. El recuerdo nos hace creer que nuestro pasado fue '
Oliveira pertenece a la línea de los imbéciles geniales una ilusión, una muerte en vida, pero como el presente
que, como el peregrino Melmot, poseen órganos que ya que vivimos ha de convertirse fatalmente en pasado, e.s
no soportan su pensamiento; que, de Louis lambert a ya, de hecho, pretérito: " ...cómo .podemos .est~r reun~~
Pierrot le Fou, crean el imprescindible orden de lo pres- dos esta noche si no por un mero JUego de tlus10nes...
cindible. En el manicomio y en el hospital, puerto final "Esta noche fría nos convertirá a todos en necios y
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locos", gime el Rey Lear cuando se da cuenta de que, los, la tendía un poco de lado y la respiraba intermi-
si no tiene otra respuesta para vencer la vejez y la muer- nablemente.. . Ahí. .. está temblando Alderabán, saltan
te, la locura es respuesta suficiente; es, por lo menos, los genes y las constelaciones, todo se resume alfa y
una gesticulación de la vida: no la vida misma, pero omega, coquille, cunt, concha, con, coño, milenio, Ar-
tampoco la misma muerte. Es sorprendente la similitud magedón, terramicina, oh calláte, no empecés allá arriba
de la frase en Cortázar: "cómo podemos estar reunidos tus apariencias despreciables, tus fáciles espejos. Qué
esta noche..." La representación trágica de la vida en silencio tu piel, qué abismos donde ruedan dados de es-
un presente destinado a ser ilusión en el pasado y muer- meralda, cinífices y fénices y cráteres..."
te en el futuro se llama amor y se llama sueño: "Toco La pasión amorosa no puede ser nombrada: es olida,
tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibu- tocada, besada, penetrada, soñada. El sueño, como el
jándola como si saliera de mi mano. . . y me basta ce- amor, es unidad sin palabras: " ...en el sueño. . . en la
rrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago contradicción abolida sin esfuerzo..." Pero el sueño no
nacer cada vez la boca que deseo..." se puede representar en la vigilia: "Hablando de los sue-
Por un instante, la realidad es el deseo y el deseo es ños, nos dimos cuenta casi al mismo tiempo que cierras
la realidad. Pero no basta la idea, ni el sentimiento: el estructuras soñadas serían formas corrientes de la locura
amor es la unidad concreta y fugaz de la materia viva, a poco que continuaran en la vigilia. Soñando nos es
donde ya no se puede pensar en la realidad y el deseo dado ejercitar gratis nuestra aptitud para la locura. Sos-
porque ahora, de verdad, ambos son una sola cosa que pechamos al mismo tiempo que toda locura es un sueño
no admite siquiera el hedonismo de pensar que el deseo que se fija".
ha encontrado su respuesta objetiva: el amor es pasión Termina el acto de amor y lo destruye la palabra.
carnal o no es nada: Termina el acto de soñar y lo destruye la razón. La pa-
"Los perfumes, los himnos órficos... Aquí olés a sar- labra y la razón asesinan la unidad, restablecen la con-
dónica. Aquí a crisoprasio. Aquí, esperá un poco, aquí tradicción. Entonces se escriben novelas con las armas
es como perejil pero apenas, un pedacito perdido en del enemigo: la palabra y la razón. Se escribe Rayuela.
una piel de gamuza. Aquí empezás a oler a vos misma. Gran maestro contemporáneo de la ars combinatoria,
Qué raro, verdad, que una mujer no pueda olerse como Julio Cortázar ha escrito una novela fiel a la convicción
la huele el hombre. Aquí exactamente. No te muevas, profunda del autor: "Aparte de nuest.ros destinos indi-
dejame. Olés a jalea real, a miel en un pote de tabaco, viduales, somos parte de figuras que desconocemos." Con
a algas aunque sea tópico decirlo. Hay tantas algas, La Octavio Paz y Luis Buñuel, Julio Cortázar representa
Maga olía a algas frescas, arrancadas al último vaivén hoy la vanguardia de la contemporaneidad hispanoame-
del mar. A la ola misma. Ciertos días el olor a alga se ricana. Con Paz, comparte la tensión incandescente del
mezclaba con una cadencia más espesa, entonces yo instante como punto supremo de la marea temporal. Con
tenía que apelar a la perversidad -pero era una perver- Buñuel, comparte la visión de la libertad como el aura
sidad paulatina, entendé, un lujo de bulgaróctono, de del deseo permanente, de la insatisfacción desautoriza-
senescal rodeado de obediencia nocturna-, para acercar da y, por ello, revolttcionaria.
los labios a los tuyos, tocar con la lengua esa ligera llama
rosa que titilaba rodeada de sombra, y después, como
hago con vos, le iba apartando muy despacio los mus-
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reau que en vez de una mujer persigue fantasmalmente
a un país, a una cultura y a una esperanza revolucio-
JUAN GOYTISOLO: LA LENGUA COMÚN naria. Alvaro cumple su educación sentimental a lo largo
de una orestiada con triple pasaporte. La primera pieza de
Si Luis Buñuel representa, en el más alto grado, su identidad es el helado documento oficial que describe
nuestro re-encuentro con la verdadera e inmutilable tra- sus señas objetivas, de tercera persona. La segunda, el
dición española, Juan Goytisolo, a su vez, significa el monólogo biográfico de una primera persona: un topo
encuentro de la novela española con la que se escribe en que sale de los sótanos de España para convertirse en
Hispanoamérica. Hay una frase que el propio Buñuel Ícaro de una esperanza que siempre parece al alcance
-hombre de terribles y magníficas obsesiones- acos- de la mano y, al cabo, derretidas las alas por el sol de la
tumbra reiterar en su conversación: "Es preciso que los realidad, en Rastignac que lanza a su ciudad y a su país
españoles aprendan de nuevo a ser rebeldes." Sabemos el desafío, no de la ambición esta vez, sino de la des-
lo que el camino de la rebeldía significa para Buñuel: trucción. Y, finalmente, el pasaporte de la escritura de
no un viaducto pavimentado con programas e iluminado un novelista, alter ego de Alvaro, segunda persona que
por dogmas, sino un oscuro laberinto en la selva. Reco- engloba a las dos anteriores, las contradice y ofrece la
rrerlo es asumir el riesgo de una libertad nueva, es de- posibilidad de una verdadera identidad, totalizante, en
cir: desconocida. la que Alvaro deja de ser ficha literal de la sociedad
Señas de identidad, la novela de tránsito de Juan española o de la sicología individual para hacerse legi-
Goytisolo, obedece en todo a esta concepción. No en bal- ble, ente de un lenguaje que equivale a la realidad
de los gurús personales de Goytisolo son Buñuel y de su posición en el mundo. A través de esta técnica
un poeta secreto, Luis Cernuda, que espera aún ser re- -necesaria, integrada a la vista del lector- el autor nos
conocido en Europa y que en España sólo lo fue al conduce al punto en el que preguntarse ¿Quién es Al-
morir hace pocos años. Como Buñuel en el cine, Cer- var.o? es idéntico a preguntarse c·Qué es España?
nuda representa en la poesía la profanación de todo lo Goytisolo propone que sólo podremos saber qué es
consagrado por la inercia, la culpa o la ilusión espa- España si logramos identificar a este hombre, Alvaro,
ñolas: la realidad y el deseo es el título de su obra idéntico a la estructura abierta y desamparada de una
única y total; título que proclama las dos ausencias de novela. Apertura y desamparo : Señas de identidad, su
la cultura española contemporánea, en la que la reali- personaje, su tema y su autor, se identifican dentro de
dad se confunde con la mistificación y el deseo con la una creación literaria que multiplica y diversifica sus
nostalgia. Ahora, Juan Goytisolo se abre al mismo riesgo propios puntos de vista hasta un grado en el que la con-
con una novela que no es solamente la preparación de clusión es imposible: nada se cierra. Y esta apertura es
su obra maestra, Reivindicación del Conde Don ]ulián, un desamparo porque la escritura de Goytisolo es un
sino, en cierto modo, una crítica de lo que él y su ejemplar suicidio, una violación permanente de lo que
generación han escrito. hasta ahora ha pasado por "lenguaje" en la prosa nove-
Señas de identidad: identidad de España, identidad de lesca española. En cierta forma, Goytisolo utiliza esas
un escritor llamado Goytisolo que conduce en público armas tradicionales para destruirlas. Y su explosión del
su educación literaria y moral e identidad de un perso- "lenguje escrito" de los españoles es la destrucción de
naje llamado Alvaro, miniulises hispánico, Frédéric Mo- una España sagrada, fundada en la posesión de un lé-
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xico pútrido como las tumbas de El Escorial: el léxico radicalmente. Una solemne montaña se convierte en un
de una literatura que, en la feliz expresión de Octavio río tumultuoso que el autor contiene con frágiles repre-
Paz, ha oscilado entre la academia y el café, entre la ora- sas de verso libre narrativo, semejante a una columna
toria y el chisme. de cenizas surgidas del vientre destripado del lenguaje
A la luz de estas páginas cruel y lúcidamente hones- académico, eclesiástico, sentimental, castrense, comercial
tas, la prosa tradicional de España aparece como una y policiaco de España: más que contención, pausa fugaz,
suma de complacencias: con el paisaje, con la nostalgia, apertura inmediata hacia un futuro que sólo puede nacer
con el folklore, con la insularidad, con el romanticismo de la ruina total. (En Don ]ulián, este sentido del flujo
populista, con el nacionalismo y con la supuesta esen- toral de la lengua es aún más pronunciado que en Señas
cia española -hidalguía, honor, flama sagrada, realismo de identidad; los únicos signos de puntuación textual
cazurro-- celosamente reclamada por la derecha y la son la coma y el punto y coma; los únicos tiempos
izguierda tradicionales. Hay que tener presente esta pe- verbales, el presente del indicativo y el gerundio.)
sada herencia para entender hasta qué grado es revolu- De esta manera, Goytisolo emprende la más urgente
cionaria la actual empresa de Goytisolo; hasta qué grado, tarea de la novela española: destruir un lenguaje vie-
en Señas de identidad y sobre todo en Don ]ulián, rei- jo, crear uno nuevo y hacer de la novela el vehículo
vindica el poder crítico de la literatura en España. de esta operación. Su obra se convierte así en el puente
Novelas radicales, Señas de identidad y Don ]tdián que une a dos fenómenos literarios de idéntico signo
van a las raíces, al lenguaje, pero al lenguaje como sin- idiomático aunque de actitud radicalmente opuesta ante
taxis profunda y ya no, como lo exigía la tradición, al ese signo: la novela española y la novela hispanoamerica-
lenguaje como léxico. Al lenguaje como estructura, no na. Carpentier, Cortázar, Vargas Llosa, Sarduy, García
al lenguaje como "buen decir". La implacable intención Márguez, Lezama Lima, Cabrera Infante, Donoso, Sainz,
crítica de Goyrisolo es demostrar la falsedad y corrup- Fernández, Puig han centrado la novela latinoamericana
ción del tradicional lenguaje literario español y demos- en el lenouaje
b
porque para un hispanoamericano,
.
crear
trar en qué medida las instituciones morales, económicas un lenguaje es crear un ser. El hispanoamencano no se
y políticas de España se fundan en la consagración de siente dueño de un lenguaje, sufre un lenguaje ajeno, el
una retórica en la que los valores de la "pureza" y del del conquistador, el del señor, el de las academias. La
"casticismo" justifican una cultura cerrada y un sistema forma habitual con que un señor de la oligarquía pe-
de dependencias y relaciones de sumisión. Más gue del ruana se dirige a un sirviente -"cholo de mierda"-
contrapunto, estas novelas se valen de una fusión per- roba a éste de un lenguaje y de un ser. Las formas del
manente e irónica: se funden y confunden, paródicamen- habla mexicana --el circunloquio respetuoso, el humilde
te, los lenguajes de la descripción lírica y los parees de diminutivo, el agresivo albur- son maneras co~ las gue
la policía secreta; los plúmbeos recortes de la prensa el esclavo secular niega su presencia, la suavtza o la
oficial y los monólogos de la angustia privada; el camp afirma brutalmente porque siente no tenerla. La historia
inconciente de la oratoria hispánica y los surtidores de de América Latina es la de una des-posesión del lengua-
la tradición, de Lope a Machado; el más "brutal" len~ je: poseemos sólo los textos que nos han sido impuestos
guaje popular y el verdaderamente brutal lenguaje de para disfrazar lo real; debemos apropiarnos los con-tex-
la solicitud comercial. Goytisolo contamina todos los ni- tos. Para el español, por lo contrario, el problema no
veles del español escrito y al hacerlo los desjerarquiza es poseer una lengua, sino des-poseerse de ella, renun-

80 81
ciar a ella, hacerse extranjero a su lengua, recobrar un viejas películas de cioemateca -el éxodo de los repu-
desamparo que, de nuevo, convierta a la lenoua en un blicanos por el Perthus en febrero de 1939- y la ve,
desafío . y una exploración, como lo fue pa~a Cervan- hoy, invadida por los turistas europeos que parecen pro-
tes, RoJas o Góngora. Con Goytisolo, el español escrito tagonizar un éxodo a la inversa, como si huyesen de una
en España. deja de ser el lenguaje de los señores para catástrofe secreta en Francia, Alemania o Inglaterra.
revelar~e, tgual que en la América Española, t omo el Alvaro ve a una España que ya no envía capitanes a
lenguaJe de los parias. descubrir y conquistar nuevos mundos, sino obreros que
Rebeldes ante el pasado remoto, Señas de identidad trabajan a cambio de salarios más bajos que el ni~el local
Y D on ]~tlián lo_ son también ante el pasado inmediato en Suiza o Escandinavia, sirvientas que conqutstan el
del propto Goynsolo y de su generación. En un ensayo XVI Arrondissement y mozos de café que colonizan los
ejemplar, el crítico catalán José María Castellet indica restaurantes del Swingin' Londoo. Alvaro ve una España
suscintamente el reproche que Goytisolo desarrolla viva- vista por los izquierdistas extranjeras: una cruzada oca-
mente en sus nuevas novelas: "Los escritores -salvo sional, un motivo para firmar. documentos de protesta:
en su acción cívica- no sólo no habían hecho una hoy, los mineros de Asturias; mañana, los vaqueros de
política eficaz, sino que habían olvidado los medios Patagonia... Álvaro ve la imagen vieja y la imagen ~me­
y los fines de la literatura." Urgente como la necesidad va de España: un mismo. pueblo -Yest~ y una m~ma
de ~ecir tod? lo no-~icho por la historia oficial y los población - sus campesmos- que un dta, hace tremta
m~dtos de mformac10n, generosamente comprometida años se levantaron en armas y un día, hace un año,
e mg~?uamente .t:?aniquea, la literatura de la primera ge- festejaron el encierro de los toros. Mismos protagonis-
neracwn de escntores formada en el desierto cultural tas, misma localidad, pero ¿misma violencia? No: Álvaro
del fascismo confundió el testimonio de su enajenación sabe que levantarse en armas no es lo mismo que fes~e­
dom~stic_a co~ la acción revolucionaria, y otorgó a ésta jar los toros, de la misma manera que la Cuba colomal
una mmmenCla que ninguna objetividad certificaba. Freo- donde la familia de Alvaro construyó su fortuna no es
te a los mitos oficiales de la derecha levantó una nueva sino un sueño infantil para el Alvaro que, al final de
mitología de izquierda : la guerra no' había terminado el Señas de identidad, visita la Cuba revolucionaria, con-
pueblo heroico y oprimido aguardaba su hora, el pre- cluye su educación sentimental y regresa a Barce_l~?a
sente era el pasado. para increpada, desde el Montjuich, con una maldt~ton
Como su amigo Jorge Semprún, Juan Goytisolo afir- gitana: ¿cómo arruinarte, España, si ya .eres una .ruma?
ma que "la gue~re est fioie". O más bien : que aquella Toda la novela le contesta al protagontsta: arrumando
gu~rra ha ,ter_mmado. A espaldas del autoeogaño, una las ruinas mismas. No hace otra cosa Goytisolo en su
soCledad htbnda, lastrada de feudalismo se encamina Don ]ttlián, la más monumental puesta en .duda d~
al capitalismo de consumo: la España odeva se recono- España, su historia y su cultura, que se haya es~r~to.. Aqlll,
cerá a partir de estas realidades ciertas , contradictorias , las ruinas son arruinadas por un regreso, tragteomteo, de
desagradables, y no a partir de las ilusiones periclitadas : todo lo que España ha expulsado para imaginarse pura
esta guerra apenas está comenzando. Alvaro es a la vez y desconocer sus propias opresiones: los musulma~:s,
su t~sti?o y su actor. Como testigo, se ve obligado a los judíos, el erotismo, el baño; y por una expuls10n
mulnpltca~ sus puntos de vista hacia España; como actor, blasfema de todo lo que España ha conservado: una
se ve obltgado a sufrirlos. Alvaro ve a España en las religión formal, un lenguaje hueco, una ridícula tradición
82 83
gestual, una consagración de las apariencias con sacrificio
de las sustancias. La España que va de Séneca a los
editoriales del ABC es ferozmente violada desde los mi- LA PALABRA ENEMIGA
radores de Tánger por un traidor reivindicado, de
la misma manera que, en el magnífico capítulo final, Todo lo dicho indica que la literatura en lengua es-
corona del profundo humor negro de esta obra, el casto pañola ha dejado de escribirse bajo ~ampana neumática ,
niño español es violado y sodomizado por el furibundo y que, finalmente, sólo es comprens1ble como parte. ~e )
musulmán que ocupa el lecho de la abuelita. la realidad sensible y universal de la palabra. Una VleJa
En estas obras, todos nosotros, españoles e hispano- tradición positivista, rampante en América Latina (don-
americanos, hemos de reconocer la quebradiza ruina de de incluso una bandera nacional, la brasileña, ostenta
nuestra propia imagen y de nuestra propia cultura. No el lema comtiano: "Orden y Progreso") y a menudo
es otro el mensaje de esta literatura de exilados que es- disfrazada de su contrario, la gratuidad idealista, concede
criben algunos autores de nuestra lengua común: todos a la palabra una función amable colindante con la bu-
somos contempcráneos porque todos somos excéntricos. fonería: el escritor puede divertir, incluso advertir (los
Perdida la vieja pretensión universalista de la burguesía Condes de Arana entre nosotros, son inofensivamente
europea, todos somos hoy exilados en un mundo sin cen- celebrados) pero 'no puede, llanamente y sin prefijos,
tro. Nuestras ruinas seculares se identifican con un verter. Pero sólo la palabra vertida puede descolorar
mundo que súbitamente se descubre arruinado. Dios ha eso que pasa por "realidad" para mostrarnos ~o real:
muerto y con él su pretenciosa criatura blanca, cristiana, lo que la "realidad" consagrada oculta: la totaltdad es-
burguesa y racionalista. La universalidad consiste hoy en condida o mutilada por la lógica convencional (por no
reconocerse en la ~ntricidad. Si los europeos y los nor- decir: de conveniencia) . La palabra vertida es la pala-
teamericanos han dejado de ser "El Hombre", los lati- bra enemiga: la palabra que no divierte ni advierte sino
noamericanos, los asiáticos y los africanos hemos de- que, quizás, convierte. Es ésta la pal.a~ra que en el
jado de ser "EL Buen Salvaje". Nuestra marginalidad mundo actual sería imposible o que, s1 mtenta hacerse
es idéntica a la que Fidel Castro, Patrice Lumumba y posible, es reprimida. En los últimos .tiempos, un ~­
Ho Chi Minh han impuesto al antiguo centro occiden- presionante número de escritores y arustas han sufr!d.?
tal. El problema es más arduo para un español, sujeto ataques violentos, censura o cárcel: Jean Genet, Mikis
de una cultura europea marginalizada. El español debe, Theodorakis, Régis Debray, Benjamín Spock, Susan .~n­
al mismo tiempo, reintegrarse a Europa e integrarse al tag, Norman Mailer, Leroi Jones, Aleksandr Solyemtzm,
mundo tercero y subdesarrollado. Pero, en ambos casos, Ladislas Mnacko, Fernando Arrabal, José Revueltas, Al-
sólo descubrirá que hoy todos debemos descubrir que berto Ginastera, Harold Pinter, Sinyavsky y Daniel, All~n
somos hombres descubriendo que los demás lo son. En- Ginsoerg, Adam Schaff, Kollakowsky, . Marc.? Belloch10,
tonces, la universalidad se revelará como una búsqueda Jacques Rivette, Pier Paolo Passohm, Julto Le P~c,
común de la libertad nueva, es decir : desconocida. Asu- Heberto Padilla entre otros muchos y para no menclO-
mir ese riesgo es ya, como quiere Buñuel, "aprender nar además de' los individuos, las obras que han sido
de nuevo a ser rebeldes". q u;madas o decomisadas en las aduanas de v~rias ca_Pi-
tales latinoamericanas (las obras de C. W nght M1lls
arrojadas al mar en Lima, una remesa de El rojo y el
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swn y a su encarnac10n craglCa y común: en un mo- )
negro de Stendhal secuestrada en Buenos Aires como mento dado todos los hombres pudieron reconocerse
sospechosa, en virtud del color de su título, de ser pro- en las vidas' de algunos hombres. En los Estados Uni-
paganda marxista, etc.) dos, nada de esto ocurrió. Allí, no se trataba de romper
Aparentemente, la sociedad tecnocrática y de consu- un orden, sino de asegurar la continuidad de una de-
mo presenta un frente homogéneo y absorbe todos los mocracia local que la metrópoli estab.a limit~.n~o. Los
desafíos que se le lanzan. En cambio, en las sociedades revolucionarios norteamericanos no grttaron, Libertad,
que aún no acceden a la abundancia, la heterogeneidad igualdad y fraternidad", "Todo el poder para los soviets",
social, al expresarse, constituiría un desafío directo al "Tierra y libertad". Ellos no eran los hombres q~e n~da
poder más o menos monolítico. Valdría la pena pensar tenían que perder sino sus cadenas. Al contrano, solo
hasta qué grado las situaciones son diversas y en qué dijeron que deseaban ganar un poco más y que. _no pa-
punto recuperan cierta unidad. garían impuestos si no contaban con representac10n a?e-
En los Estados Unidos, por ejemplo, la creciente con- cuada No se trataba de renovar la visión humana, smo
centración del pod~r y la consiguiente desaparición de de obtener ciertas condiciones concretas que beneficia-
auténticas opciones políticas dentro del sistema estable- ran el desarrollo de las trece colonias. La revolución
cido es disimulada por un largo ejercicio de la libertad norteamericana careció de las sombras de un Robespie-
de crítica escrita y hablada. No obstante, Johnson y sus rre o un Stalin; pero también de las iluminaciones de
colaboradores no dudaron en calificar de inconscientes, un Saine-Just o un Lenin.
paniaguados y traidores a los intelectuales que se oponen Sin embargo, el germen de la tragedia estaba ente-
a la aventura vietnamita; y la policía del alcalde Daley rrado en el seno de esa sociedad optimista. Por un
demostró, en el verano de 1968, que la brutalidad poli- lado, el propio optimismo convoca a su contrario: al
ciaca es un hecho universal, practicado indistintamente menor desfallecimiento del éxito fundador, la buena
y con idéntica vesania, por todos los poderes, capitalis- conciencia es fácil presa de la más terrible inquietud.
tas o socialistas, tecnocráticos o subindustrializados. El Por el otro la revolución norteamericana pudo ser or-
status quo norteamericano sigue confiando, sin embargo, denada y ~ptimista porque sólo fue la revolución de
en que la inmensa fuerza niveladora de una sociedad una parte de la nación: la clase dirige?te, productora,
confortable y conformista termine por mojar la pólvora expansionista, de raza blanca. La ~resencta ~e los negro.s
de las palabras rebeldes. ¿No ha sucedido siempre así en la revolución de independenCia la hubtese converti-
en los Estados Unidos? do, posiblemente, en una empresa de otro si?nificado.
La revolución norteamericana fue la única de los tiem- En realidad, la primera revolución norteamencan~ fue
pos modernos que no se instaló en la tragedia. En Fran- un aplazamiento de la revolución total, cuya pr~era
cia, en Rusia, en China, en México, en Cuba, las revolu- batalla se libró hace cien años en la guerra de sec~tón.
ciones significaron ruptura radical de un orden y afir- La segunda fase se inic;ia ahora, a~te nuestr~. muadas
mación, no sólo de un cambio material, sino de una (lo digo en sentido estncto: los asesma~o~ palmeos y ~os
transformación espiritual de los hombres. Las revolucio- motines callejeros son el alimento condtano de la ltve
nes no se hicieron para producir más y mejor, sino television).
< para salvar a los hombres de la enajenación. Y, sobre Los negros revelan que. ~a sociedad de. c??~umo, n.or-
todo, para hacer coincidir la necesidad con la libertad. teamericana también pamctpa de una dtvtston tragKa,
La grandeza de esos movimientos se debe a esta vi-
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por más que toda su retorlCa política, económica, pu- norteamericana indica la ruptura del "sueño americano",
blicitaria y cultural se haya empeñado inútilmente en su degradación en pesadilla grotesca o criminal. La pa-
disimularla. Sólo un escritor norteamericano entendió a labra se ha convertido en la enemiga del poder: Norman
tiempo que una sociedad es irreconocible en el optimismo Mailer, William Styron, Arthur Miller, Susan Sontag,
y sólo universal en la tensión trágica: William Faulk- Robert Lowell, Joan Baez...
ner. Fuera de él, la palabra en los Estados Unidos había La sociedad de consumo europea, al atenuar o disimu-
sido, a lo sumo, reformista. Es decir: el lenguaje tenía lar las oposiciones de clase, convirtió a la política en un
un lugar previsto dentro de la utopía del progreso ili- enorme ejercicio verbal. La lucha "política" (es decir,
mitado. Dreiser y Norris, Lewis y Dos Passos criticaron dentro del orden establecido: elecciones, parlamenco,
las condiciones de trabajo, la moral puritana y la vulga- decisiones del ejecutivo, posición y "oposición") se re-
ridad de la clase media, pero siempre dentro del círculo sumía en el matiz de una frase, en la posesión de un
del optimismo. La legislación obrera y las reformas fis- lema, en la difusión interminable de las palabras conver-
cales, la tolerancia y la fundación de un museo en Wichi- tidas en invitaciones al consumo, en tranquilizadores de
ta se encargarían de ir resolviendo los problemas. las conciencias, en avales de un bienestar ilimitado: nada
Hoy, por primera vez, la palabra posible del escricor os oprime; todo os beneficia; vivimos en el mejor de los
demuestra que las palabras del poder son imposibles. mundos.
No significó otra cosa el credibility gap que acosó a Un mundo en el que todo era verbo, verbo amplifi-
Lyndon Johnson hasta obligarlo a renunciar a la Presi- cado, multiplicado, comunicado sin cesar para dejar de
dencia en beneficio de la continuidad del sistema. El comunicar, cargado de todos los sentidos menos del sen-
hecho es que el jefe de la nación más poderosa del tido mismo: la palabra al servicio del nihilismo estable-
mundo fue corrido de su puesto por los estudiantes, los cido. Todo se convertía en palabras pero la palabra no
intelectuales, los periodistas, los escritores: por hombres estaba en ninguna parte. La irónica reflexión de Ham-
sin más arma que la palabra. Y es que hoy la palabra let encontraba su eco contemporáneo en Beckett: "Ce
no cabe dentro del perpetuado y renovado orden de fun- qui se passe, ce sont des mots". Las palabras son la
dación de los Estados Unidos. Nadie puede recordar el realidad de la sociedad de consumo: todo un sistema
Alamo, el Maine, el Lusitania o Pearl Harbor para jus- se mantiene sobre la utilización del lenguaje. El acto
tificar el asesinato y la destrucción cotidianas en Viet político es lenguaje solamente: la política es lo que
Nam. Ningún "destino manifiesto" convence de que para dicen De Gaulle, Wilson o Franz Josef Strauss. Y la
asegurar la dudosa democracia de los oligarcas de Viet- vida económica, al centrarse en el consumo, depende
nam del Sur haya que borrar a un país del mapa con ·totalmente del lenguaje capaz de convencer al consumidor
napalm y fósforo. Igualmente, nadie puede limitarse a a fin de que, en efecto, consuma. Y capaz, asimismo, de
solicitar una legislación apropiada para resolver el pro- convencerle de que él opta libremente por este o aquel
blema de los negros, que no es un problema de ley sino producto: el mensaje sublimado. Toda palabra que sea
de enajenación y que no es un conflicto de sentimien- anuncio de un acto real, coda palabra que rompa la
tos sino de ser. En estas condiciones, la palabra se vuelve magia del consumo, será la palabra enemiga.
retórica del lado del poder y herética del lado de quie- La fuerza de estas sociedades ha consistido en que in-
nes disienten del poder: niega la posición ortodoxa que cluso esa palabra enemiga era transformada en bien de
le asignaron los Padres Fundadores. La nueva palabra consumo. La rebeldía degeneraba en moda, al rebelde
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se le adulaba, compraba, consagraba; y el iconoclasta ma de la responsabilidad colectiva y, simultáneamente,
terminaba en icono, encarcelado, como un simio detrás lo es ésta de aquélla.
de las rejas del zoológico, tocando la guitarra eléctrica La Unión Soviética y los países de su zona de in-
y agitando la melena frente a los consumidores-domado- fluencia no son, tampoco, el mejor de los mundos y no
res-satisfechos. es preciso ser anticomunista para decirlo. Al contrario:
Pero Beaumarchais y Voltaire también entretuvieron una de las exigencias del socialismo es la de ejercer la
a la aristocracia y quizás mañana se entienda que el len- crítica constante. ¿Cómo puede haber verdadera dialéc-
guaje de Grass y Genet, de Godard y Bellochio, de tica si lo real es identificado únicamente con la tesis?
Beckett y Calvino, de Xenakis y Nono, de Adami y ¿Cómo puede superarse la enajenación si no se admiten
Dubuffet, no ha sido menos efica~ que el de Fígaro y el y combaten las enajenaciones propias del sistema socia-
de Cándido. En todo caso, la sociedad de consumo puede lista? El socialismo nació de una disidencia: el asenti-
adularla en vez de perseguirla, pero sabe que la palabra miento le es mortal. El socialismo opuso la visión de lo
del artista es enemiga, aún cuando su sentido sólo sea real (lo total) a la mentira optimista de la burguesía;
(y basta que tenga un sentido para ser enemiga: la base no puede, sin negarse en el absurdo, caer en la misma
de la sociedad de consumo es la pérdida del sentido a trampa y exigir que los escritores del mundo socialista
fuerza de darle un falso sentido a todo; es la falta de se comporten como escritores del mundo victoriano.
la interrogación sobre el sentido) ése, claro y estricto, La necesidad tampoco coincidió con la libertad en la
que Engels le adjudicó: afirmar y reafirmar que no Unión Soviética. Pero el hecho de haber intentado esa
vivimos en el mejor de los mundos: que ninguna so- reconciliación basta para asegurar la grandeza de la revo-
ciedad representa la culminación de la historia. lución de octubre. La verdadera tiranía de Stalin y de sus
''L'Imagination au Pouvoir": la revolución de la ju- grises herederos consistió en sacrificar de nuevo la liber-
ventud universitaria europea y, concretamente, la revolu- tad a la necesidad en tanto que la propaganda procla-
ción de mayo de 1968 en Francia han consignado que maba lo contrario. La verdadera revolución soviética
el mundo del consumo no es el mejor de los mundos estuvo y está en el pensamiento de quienes comprenden
posibles, que la abundancia no basta, que hay necesi- que el profundo esfuerzo revolucionario por conciliar
dades que la ausencia de necesidad no satisface. Y lo los opuestos históricos tiene que contar con la presencia
han hecho rescatando y actualizando el sentido revolu- de una máscara: la visión trágica que es, a un tiempo,
cionario de las palabras: en las barricadas del Barrio el hecho de la separación y su conciencia. Hecho y con-
Latino no sólo había adoquines y automóviles incen- · ciencia que renuevan la voluntad revolucionaria: no
diados, sino todas las palabras secuestradas: amor, pa- hay paraísos gratuitos.
sión, responsabilidad, creación, fraternidad, autonomía y A medida que las estructuras de consumo se afirmen en
democracia y justicia con un contenido directo, no mere- la URSS, es probable que los escritores dejen de sufrir
/ trizado. Los estudiantes y obreros de Francia le dieron las actuales presiones y empiecen a confrontar problemas
un contenido grave e inmediato a las palabras visiona- similares a los del escritor occidental. Que este proceso
rias y rebeldes de los artistas: el hombre, cada hombre, previsible (toda vez que nada indica que en la Unión
es capaz de definir su propio destino como un artista Soviética habrá un paso sustantivo a la democracia socia-
define, creándola, su propia obra. Y como una obra de lista, sino una asimilación de las estructuras de consumo
arte, la responsabilidad individual es la instancia supre- disfrazadas por la creciente dureza ideológica) se pre-
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sente al mundo como un hecho revolucionario será una envidiable. La de Milis, no debemos olvidarlo, fue trá-
mentira, también previsible, pero aún más inaceptable gica y ejemplar: último escritor perseguido por la cace-
que en Occidente. La palabra no debía ser enemiga en ría de brujas de los años cincuenta, su vida y su muerte
el socialismo. Debía ser la portadora de la libertad fueron el puente hacia la actual disidencia intelectual
frente a la necesidad representada, provisionalmente, en Norteamérica. Pero en 1960, cuando visitó la Es-
por el Estado. De este mutuo desafío puede nacer una cuela de Ciencias Políticas de la Universidad de México,
visión que no sería ni la de la opresión stalinista ni la Milis estaba aún lejos -y sin embargo, tan cerca- del
de la supresión neocapitalista. Los Solyenitzin, los Kolla- encuentro con Cuba que habría de cambiar su vida y
kowsky y los Vancura mantienen viva esa esperanza. Sus atraer sobre su cabeza siempre lúcida y su débil corazón
palabras ofrecen una salida presente para el socialismo: todas las furias del Departamento de Estado, del Comi-
las palabras consideradas enemigas por la tiranía checa té de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Re-
de Novotny dejaron de serlo, en 1968, sin que por ello presentantes y de una comunidad académica cobarde e
Checoslovaquia dejara de ser un país socialista; o, más incapaz de defender a sus mejores hombres. Cuando la
bien, porque gracias a ellas Checoslovaquia empezó a ser respuesta a la palabra -decía entonces Milis- es la
un país plenamente socialista. Pero la actual burocracia prisión y quizás la muerte, esto quiere decir que lo di-
soviética no puede admitir ni que la libertad dialogue cho y lo escrito cuentan. En cambio, en los Estados
críticamente con el Estado, ni que éste pueda ser transi- Unidos de aquella época, dominado por lo que Milis de-
torio a la luz de crecientes iniciativas populares. Los nominaba "che cheerful robots", el escritor disidente co-
obreros, estudiantes e intelectuales checos demostraron rría el peligro de terminar en estrella de la televisión.
que, en un país de plena estructuración colectiva, la pa- En América Latina, con gran anterioridad al invento
labra crítica y libertaria es una necesidad práctica: de otra de la televisión, la realidad ya estaba disfrazada por un
manera, los grupos sociales dentro del socialismo no pue- falso lenguaje. El lenguaje renacentista de la conquista
den comunicarse entre sí, entenderse y practicar la de- oculta el meollo medieval de la empresa colonizadora,
mocracia a todos los niveles: los del Estado, el trabajo, como el de las Leyes de Indias el de la Encomienda. El
el pensamiento y la representación. Sin libertad de pa- lenguaje iluminista de la Independencia esconde la per-
labra en el socialismo, la burocracia no puede conocer manencia feudal, y el lenguaje positivista del liberalismo
ni comentar las iniciativas de una clase obrera comunis- decimonónico la entrega al imperialismo financiero. El
ta, y viceversa. Cuando, en diciembre de 1968, visitamos lenguaje "liberal" de la Alianza para el Progreso, en fin,
Checoslovaquia Julio Cortázar, Gabriel García Márquez disfraza la restructuración de América Latina de acuerdo
y yo, pudimos darnos cuenta de la profunda necesidad con las modalidades de servidumbre que exigen las so-
Je la democracia total en Checoslovaquia y de la fun- ciedades neocapitalistas. No es necesario hablar de Mé-
ción exacta y libre de la palabra en un sistema que, por xico: el lenguaje de la revolución disimula las realidades
primera vez, estaba a punto de realizar el gran sueño del de la contra-revolución. Pero en todos los casos, el ori-
marxismo. Que en nombre del comunismo, la burocracia gen de la superchería es el mismo: un concepto del
y el ejército rusos hayan intentado asesinar ese sueño, mundo como orden vertical, jerárquico, de opciones y
es un crimen y es una tragedia. sanciones de tipo religioso trasladadas impunemente a Y. A v
C. W right Milis nos decía una vez que la suerte del la vida social e intelectual. Quizás, en el principio, el
escritor en ciertos países de América Latina le parecía lenguaje que traducía esa actitud mental no carecía de
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grandeza: era el lenguaje de conquistadores, miSIOneros
y libertadores. En su degradación presente, es la jerga ción, pone en jaque, revolucionariamente, toda una es-
de oradores cursis, políticos semiletrados, agentes de re- tructura económica, política y social fundada en un
laciones públicas, gorilas zafios y burócratas patológicos l~nguaje verticalmente falso. Escribir sobre América La-
llegados, por el milagro de nuestra debilidad e inadver- una., desde América Latina, para América Latina ser
tencia, al poder. La presencia de modos incipientes del t~stl?~ de Am~ric~ .Lat~na en la acción o en el lenguaje
consumo en algunas grandes ciudades latinoamericanás stgntftca ya, stgruftcara cada vez más un hecho re-
ha duplicado este fenómeno: dueños del falso lenguaje vo~ucionari,o: Nuestras sociedades no qui~ren testigos. No
del subdesarrollo, somos también mimos del falso len- qm~ren crmcos. Y cada escritor, como cada revolucio-
guaje del desarrollo. nano, ~s d~ algú~ modo eso: un hombre que ve, es-
La corrupción del lenguaje latinoamericano es tal, que cucha, rm.agma y diCe: un hombre que niega que vivimos
todo acto de lenguaje verdadero es en sí mismo revolu- en el me¡or de los mundos.
cionario. En América Latina, como en ninguna parte del Una de las tesis de la tecnocracia reaccionaria disfra-
mundo, todo escritor auténtico pone en crisis las certi- zada. de "~rogreso" es que el escritor es una especie
dumbres complacientes porque remueve la raíz de algo d~ ?mosauno er: las sociedades modernas: un ser arqueo-
que es anterior a ellas: un lenguaje intocado, increado. lo~tco c~ya r~zo~ de ser. le ha sido arrebatada por la
El lenguaje, de buena o mala gana, nos posee a todos. El amculanon publica y pnvada de los medios de comu-
escritor, simplemente, está más poseído por el lengua- nicación de masas y por la revolución electrónica en
je y esta posesión extrema obliga al lenguaje a desdo- la que el mensaje es idéntico al mensajero, al aparato
blarse, sin perder su unidad, en un espejo comunitario computador.
y otro individual. El escritor y la palabra son la inter- En. , América Latina, carecemos de tecnología. Pero
sección permanente, el cruce de todos los caminos del tambten carecemos de información, en el sentido euro-
lenguaje. A través del escritor y la palabra, el habla se peo o norteamericano de la palabra. Carecemos de me-
hace discurso y el discurso lengua; pero, también, el dios de expresión so~iaL. No tenemos verdaderos parla-
sistema del lenguaje se convierte en evento y el evento ~entos, ver~aderos smdJCatos, verdaderos partidos polí-
en proceso. De esta manera, la literatura asegura la tiCos. Y el eme, la televisión, la radio, son instrumentos
circulación vital que la estructura requiere para no pe- del más deleznable mercantilismo.
trificarse y que el cambio necesita para tener conciencia A?te esta situaci?n, el escritor en nuestros países no
de sí mismo. Ambos movimientos se conjugan de nuevo es ,a¡eno. a determmados desafíos. Su respuesta, acaso,
en uno solo: afirmar en el lenguaje la vigencia de to- ~st~ d~s.ttnada al fracaso; su victoria, es cierto, puede ser
dos los niveles de lo real. ~nst?ntf1Ca.nte. Pero éstas no son razones válidas para la
/ Esta función, la más evidente pero también la más mdtferenna , o el d~s~liento. Y a hemos indicado algunos
compleja de la literatura, es posible con particular inten- de los desaftos tradtclünales para nuestra literatura: nues-
sidad en Hispanoamérica porque nuestro verdadero len- tra historia ha sido más imaginativa que nuestra ficción·
guaje (el que han vislumbrado Daría y Neruda, Reyes el escritor ha debido competir con montañas, ríos, sel:
y Paz, Borges y Huidobro, Vallejo y Lezama Lima, Cor- vas, desiertos de dimensión sobrehumana. ¿Cómo inven-
tázar y Carpentier) está en proceso de descubrirse y de t~r. personajes más fabulosos que Cortés y Pizarra, más
crearse y, en el acto mismo de su descubrimiento y crea- smt~~tros que ~anta An.na o Rosas, más tragicómicos que
TruJ1llo o Battsta? Re-mventar la historia, arrancarla de
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la épica y transformarla en personalidad, humor, len- de mendigos? ¿Será la nuestra una mano tendida en es-
guaje, mito: salvar a los latinoamericanos de la abstrac- pera de los mendrugos de la caridad norteamericana
ción e instalarlos en el reino humano del accidente, la eur?pea Y soviética? ¿Seremos la India del hemisferi~
variedad, la impureza: sólo el escritor, en América Lati- occtdental?
.d ¿Será nuestra economía una simple f.ICC10
· ' n,
mantem a por pura f!lantropía? ¿O seremos capaces de
na, puede hacerlo.
Pero si éstos han sido los desafíos tradicionales, los ordena_r nuestras proptas casas, de revisar profundamente
nuevos retos parecen aún más temibles. ¿En qué clase la noctón_ de "progreso" y de ofrecernos a nosotros mis-
de sociedad va a darse la literatura latinoamericana del mos cammos duros pero viables, modestos pero ciertos
futuro? Los signos son inquietantes. A medio camino en- en todo caso solidarios con la escasa esperanza que no~
tre el feudalismo y la sociedad de consumo, en ambos otorga. el mundo moderno? ¿Y cuál será el sentido, el
casos seguimos viviendo en el colonialismo: si no siem- contentdo, la forma, la exigencia de nuestra literatura
pre somos sociedades atrasadas, en todos los casos somos ~n un ~undo asp ¿Q~é haremos con nuestras palabras?
sociedades deformadas. La politica mundial del poder y (De q~te~e~ seran arrugas y de quiénes enemigas?
la división de esferas de influencia constituye un obstácu- . He ~nststtdo, en estas páginas, sobre la ruptura de la
lo enorme para nuevas revoluciones sociales; una segun- msulandad tradicional de nuestra novela. ¿Se conlleva
da Cuba rompería el equilibrio mundial del poder y sería e~ta tesis c?n 1~ que ac~bo de apuntar? Creo que sí. El
aplastada activameme por los Estados Unidos y abando- fm del reg10nahsmo latmoamericano coincide con el fin
nada pasivamente por la Unión Soviética. El camino ken- del ~niversalismo europeo: todos somos centrales en la
nedysta de la reforma burguesa ha fracasado porque, medtda en que todos somos excéntricos. Un físico nu-
ingenuo e hipócrita a la vez, no podía suscribir la clear británico se parece a un campesino indígena tzotzil
transformación de las estructuras más anacrónicas y más en que ambos han sido marginalizados por el avance
opresivas de América Latina sin atentar contra los tra- astronómico, i?alcanzable, de la tecnología norteameri-
dicionales intereses del imperialismo en nuestras tierras. cana; ambos tgnoran -el campesino mexicano todo
Qtúzás el triste futuro inmediato de América Latina sea e! físico brit~nico mucho- los secretos que hacen po~
el populismo fascista, la dictadura de estirpe peronista stble u~ a~untzaje. Pero ambos representan y centralizan
capaz de realizar algunas reformas a cambio de la su- las asptractones que no pueden ser colmadas por la sim-
presión del impulso revolucionario y de la libertad pú- ple tecnología. Ese carácter inalcanzable de la van-
blica. guardia tecnológica nos obliga a revisar nuestras nocio-
Pero existe una perspectiva mucho más grave: a me- nes sobre el "progreso" y concluir que lo que hoy pasa
dida que se agiganta el foso entre el desarrollo geomé- por ta~ -el modelo norteamericano- no es, no será ya,
trico del mundo tecnocrático y el desarrollo aritmético
no sera nunca --como el agua y las frutas de T ántalo-
de nuestras sociedades ancilares, Latinoamérica se con-
n~est~o. En la imposible carrera hacia un imposible mi-
vierte en un mundo prescindible para el imperialismo.
ra¡<:, mcluso nuestra lengua se vuelve prescindible; no
Tradicionalmente, hemos sido países explotados. Pronto,
ni esto seremos: no será necesario explotamos, porque la sera el ~~tellan~ el habla de ese "progreso"; ame él,
tecnología habrá podido -en gran medida, lo puede nuestro tdtOma solo es una montaña más de chatarra a
ya- sustituir industrialmente nuestros ofrecimientos mo- la vera de la supercarretera, un cementerio de automó-
noproductivos. ¿Seremos, entonces, un vasto continente viles inservibles.
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Pero si los hispanoamericanos somos capaces de crear
nuestro propio modelo del progreso, entonces nuestra
lengua es el único vehículo capaz de dar forma, de pro- ÍNDICE
poner metas, de establecer prioridades, de elaborar críti-
cas para un estilo de vida determinado: de decir todo Civilización y barbarie 10
lo que no pueda decirse de otra manera. Creo que se
escriben y se seguirán escribiendo novelas en Hispano- Revolttción y ambigüedad 14
américa para que, en el momento de ganar esa concien- ¿Ha mtterto la novela? 16
cia, contemos con las armas indispensables para beber el
agua y comer los frutos de nuestra verdadera identidad. La constitución borgiana 23
Entonces esas obras, esos Pasos perdidos, esas Rayuelas, La modernidad enajenada 26
esos Cien años de soledad, esas Casas Verdes, esas Señas
de identidad, esos Jardines de senderos que se bifurcan, Un nuevo lenguaje 30
esos Laberintos de la soledad, esos Cantos generales, apa- El afán totalizante de Vargas Llosa 35
recerán como "las mitologías sin nombre ... anuncio de
nuestro porvenir". Carpentier o la doble adivinación 48
García Márquez: la segmzda lectttra 58
Cortázar: la caja de Pandora 67
Juan G oytisolo: la lengua comtí.n 78
La palabra enemiga 85

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