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¡Hace calor! ¡Hace frío! Por momentos parece contradictorio, pero no lo es. Las dos
afirmaciones van de la mano este 21 de diciembre, donde en el hemisferio sur comenzó
el día con más luz del año (solsticio de verano), mientras que en el hemisferio norte se
vive la noche más larga del año (solsticio de invierno).
La imagen habla por sí sola: en una parte del mundo el principal objetivo es ponerse al
resguardo del frío, en la otra suenan las campanas del agua y la playa. Este año 2020,
además, marcado por la pandemia, una terrible experiencia compartida tanto en el norte
como en el sur del planeta.
Pero más allá de todo, en ambos hemisferios hay algo por demás compartido en esta época
del año: la Navidad. ¡Felicidades en este tiempo tan especial! De qué lado estés ya poco
importa.
Oración.
Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros corazones para que
podamos regalarle a otros el amor que Tu nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con
nuestra vida tu abundante misericordia.
Que junto con tus Ángeles y Arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén
Guía: Concede, Señor todopoderoso, que hoy brille para nosotros y todas las familias del
mundo, la luz de tu Palabra.
Guía: “No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para
todo el pueblo; porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo
el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en
un pesebre. Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales,
alabando a Dios y diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los
hombres en quienes EL se complace…”
Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se
empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador
de Siria Quirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José
desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén,
por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que
estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del
alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en
un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno
durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los
envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio
una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David,
un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño
envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y de pronto se juntó con el Ángel una
multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace». Palabra del Señor.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión.
A lo largo de las reflexiones del Adviento, hemos
ido considerando este importante elemento de
reflexión al que nos invita la Navidad.
hombres necesitamos de este Dios, interioridad de nuestra vida, plenitud de ser, totalidad
de amor.
Jesús es el hijo de Dios, porque es su don, el fruto de su amor. Pero también es el fruto
de la tierra, el don de la humanidad, la expresión de un profundo amor yacente en una
mujer. Así María, en esta noche, con ese amor delicado, íntimo y total, bien expresa lo
que debe ser la comunidad cristiana: receptora del Espíritu, dadora de vida.
Celebrar Navidad es colocar en el centro de nuestro interés una sola cosa: el amor. El hijo
de este amor es Jesús. Poco importa quiénes son sus padres. Poco importa de dónde viene
ese hombre o aquella mujer... Navidad nos enseña que todo hombre y toda mujer son
expresión de amor y llamada al amor.
Oración final – Todos: Hoy la Virgen da a luz al Trascendente. Y la tierra ofrece una
cueva al inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos caminan con la
estrella; porque ha nacido por nosotros, niño pequeñito, el Dios de antes de los siglos.
Amén