Está en la página 1de 11

El Ultimo di?a de la Creacio?

n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 5

EL ÚLTIMO DÍA DE LA CREACIÓN

WOLFGANG JESCHKE

Prólogo de Frank Schätzing

Nueva edición revisada


El Ultimo di?a de la Creacio?n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 6

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la
cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún
medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin la auto-
rización escrita de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual.

Título original:Der Letzte Tag Der Schöpfung


Traducción: Ilana Marx

© 2005 Wolfgang Jeschke. Reservados todos los derechos


© 2005 Wilhelm Heyne Verlag, Munchen. A division of Verlagsgruppe Random GmbH,
München, Germany.www.randomhouse.de
© 2008 ViaMagna 2004 S.L. Editorial ViaMagna. Reservados todos los derechos.
© 2008 Ilana Marx por la traducción. Reservados todos los derechos.

Este libro ha sido negociado por Ute Körner Literary Agency, S.L., Barcelona – www.uklitag.com

Primera edición: Septiembre 2008


ISBN: 978-84-92431-34-2

Depósito Legal: M-36033-2008

Impresión: Brosmac S.L.

Impreso en España / Printed in Spain

Editorial VíaMagna
Avenida Diagonal 640, 6ª Planta
Barcelona 08017
www.editorialviamagna.com
email: editorial@editorialviamagna.com
El Ultimo di?a de la Creacio?n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 7

Prólogo de Frank Schätzing

Cuando me ofrecieron escribir el prólogo para la


novela de Wolfgang Jeschke El último día de la creación, mi
primera reacción fue de pura sorpresa. Recordaba el título,
aunque no la había leído. En aquel entonces representaba,
junto a las obras de Stanislaw Lem, Ray Bradbury y algunos
otros, una categoría de ciencia ficción denominada, de un
modo algo forzoso, «seria».
¿Pero no había pasado ya un cuarto de siglo desde
entonces? ¡Santa galaxia! ¿Qué plan siniestro tenía la edito-
rial? ¿Querrían transportarme tal vez de vuelta al año 1981?
El género está lleno de historias de viajes en el tiempo (el que
ha leído su Planck y conoce lo suficiente la cosmografía de los
universos paralelos sabe que, si no se anda con cuidado, uno
puede encontrarse dando volteretas por las épocas). O sea,
que me invitarían a tomar café, me escanearían en secreto,
me desharían en moléculas y enviarían mis instrucciones de
construcción a principios de los años ochenta en algún uni-
verso paralelo, con la esperanza de que allí me juntaran nue-
vamente según la leyes cuánticas y conformasen un Frank
Schätzing completo y dispuesto a jurar por cualquier cosa
que es él mismo.
Al mismo tiempo quedé nostálgicamente conmovido.
Wolfgang Jeschke era entonces para nosotros como el Obi-

7
El Ultimo di?a de la Creacio?n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 8

WOLFGANG JESCHKE

Wan Kenobi de la ciencia-ficción alemana, y gozaba de gran


respeto. Cuando yo era un adolescente devoraba historias del
futuro como un agujero negro; la masa de las páginas y
tomos absorbidos es probable que ascienda a varias toneladas, y
continuamente volvía a aparecer el simpático señor con la
barba. Jeschke tenía un olfato finísimo para los autores, publi-
có algunas de las mejores antologías de todos los tiempos y
permitió que su fantasía describiera piruetas sobre futuros
lugares tan virtuosamente que el suplemento cultural le
dedicaba artículos largos y reflexivos. Entonces decidí que
algún día también escribiría ciencia ficción y se la ofrecería a
Wolfgang Jeschke, ¿a quién sino? Sin embargo, en cierto
modo el agujero negro se tragó a sí mismo. Después de haber
llegado a conocer a cientos de extraterrestres y de haber com-
prendido que es más bien difícil encontrar las agujas en el
pajar del género, perdí el interés por la ciencia-ficción clásica
y me dediqué al arte contemporáneo del asesinato, el cual,
como se sabe desde Ágata Christie, rinde mucho.
Encontrarme frente a Jeschke otra vez realmente hizo
que el tiempo volviera hacia atrás. Claro que me sentí honra-
do. Me tranquilizó el saber que de ninguna manera tenían la
intención de dividirme en las partículas elementales, sino que
iban a realizar una elegante nueva edición de El último día de
la creación, lo cual me pareció adecuado. Como ya dije, en su
momento no había llegado a leer el libro, pero que el autor
tenía el derecho de estar en el Olimpo de la raza de los viajes
espaciales estaba tan claro como el agua, de eso no se podía
dudar en absoluto. ¡Por supuesto que escribiría un prólogo!
Tendría el placer de meterme en la imagen futura de
los años tempranos, cuando creíamos seriamente que la tri-
pulación del veloz crucero espacial Orión, con sus peinados
de moda del milagro económico y las pinzas en la cintura del
uniforme de Eva Pflug representaban al tercer milenio. Mi
entusiasmo fue aún mayor cuando resultó que El último día
de la creación se trataba realmente de una historia de viajes

8
El Ultimo di?a de la Creacio?n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 9

EL ÚLTIMO DÍA DE LA CREACIÓN

a través del tiempo. Todo fanático de la ciencia ficción decen-


te de los inicios ama a H.G. Wells y a su máquina del tiempo,
pero en realidad la cosa se puso verdaderamente bien cuando
diversos autores modificaron de tal manera el Segundo
Principio de la Termodinámica que los viajes en el tiempo se
pusieron de moda. En la segunda mitad del siglo XX uno via-
jaba físicamente a Mallorca o al Adria, pero en realidad uno
descansaba en el futuro lejano o en la Edad Media, o mejor
aún, de pronto en el Paleozoico, y por supuesto no cogía el
avión, sino que se lanzaba sobre singularidades, se metía por
ranuras del tiempo y apretaba botones que producían hermo-
sas señales intermitentes. Las historias de viajes a través del
tiempo, lamentablemente es necesario decirlo, se han conver-
tido en la perdición placentera de la ciencia ficción. Eran las
que divertían más, pero lo hacían casi en su totalidad gracias
al incumplimiento consecuente de las leyes naturales, sin ser
enturbiadas por cualquier conocimiento objetivo de la física
(lo principal era que la ruta de viaje fuera la correcta).
Por fin leí entonces El último día de la creación, con
apenas treinta años de retraso, de un tirón, sin poder dormir.
Fuera lo que fuera lo que yo esperara, la visión inocente
sobre el mundo de la anything-goes-generation, manchas
por la edad en el papel, un patinado «que sería si», y las ya
mencionadas violaciones de la física, no me encontré con
nada de eso. Que un cuento que fue escrito hace tanto tiem-
po presente referencias actuales, eso todavía puedo imagi-
narlo. Sin embargo, que se lea como si hubiera sido escrito
ahora hace que uno se frote los ojos. Intento imaginar qué
me hubiera parecido la novela si hubiera caído en mis manos
al ser publicada, y de inmediato quedé encantado de habér-
mela perdido entonces. Con este viaje de sentido oculto
sucede como con algunos Bordeaux, que cuánto más tiempo
se dejan quietos. ¡Y El último día de la creación es hoy día
sin duda aún mejor que a comienzos de los años ochenta!
¡Es grandioso!

9
El Ultimo di?a de la Creacio?n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 10

WOLFGANG JESCHKE

Especialmente ante el trasfondo de la administración


Bush, la historia de aventuras de Jeschke adquiere un subto-
no amargamente irónico que comenta precisamente de forma
profética la política unilateral de una potencia mundial empe-
ñada en obtener recursos. La idea del robo de petróleo pues-
ta en escena de forma muy divertida (¡uno debe leerlo sin
falta para saber si tiene éxito!) es al mismo tiempo la crónica
de una intervención de la más pura inocencia militar, carica-
turizando la posición neocolonialista de autoproclamados
protectores de la libertad y la locura del deseo de control de
una humanidad que cada vez está más atrás con respecto a su
desarrollo tecnológico. El que las condiciones marco de
Jeschke para un viaje en el tiempo sean creíbles (de todas for-
mas son tentadoras) no es lo importante en este caso. El viaje,
de la forma tan interesante en que está contado, es simple-
mente un vehículo de la dramaturgia, se toma mucho menos
en serio de lo que uno cree durante mucho tiempo.
De hecho, es aquí dónde se encuentra el encanto espe-
cial de la forma de contar de Jeschke: atravesado por una fina
burla, el género toma distancia hacia sí mismo, toma el pelo
de refilón a la fe ciega en la técnica de los políticos y milita-
res, y echa una mirada, cariñosamente irónica y al mismo
tiempo amargamente cruel, sobre el inteligente hombre-
mono, sobre cómo reina despóticamente en las frágiles rami-
ficaciones de su árbol genealógico. Que en el libro un repre-
sentante del siglo XX copule con una antecesora peluda de los
tiempos primitivos no es casual. La escena, relatada por uno
de los protagonistas, pertenece a las miniaturas muchas veces
de pocas frases que hacen de la novela de Jeschke un verda-
dero placer. En el fondo de un Mediterráneo aún inexistente,
además de granadas atómicas, sobre todo se distribuyen indi-
rectas, de manera que a uno le duelen las costillas, a menudo
a causa de la risa reprimida. En otra parte un hombre-mono
es ejecutado de acuerdo a las reglas de los militares, aunque
en realidad no ha hecho nada, excepto morderle la garganta a

10
El Ultimo di?a de la Creacio?n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 11

EL ÚLTIMO DÍA DE LA CREACIÓN

un rival. Hasta el último momento el inculpado no tiene idea


de qué tenía de malo el hacerlo. Jeschke muestra continua-
mente piezas de este tipo: mono desenmascara a mono, u
hombre a hombre (según lo que uno prefiera).
Al final la ciencia se conduce a sí misma ad absurdum;
el sueño audaz de dominar el tiempo demuestra ser un calle-
jón sin salida, y los héroes son dejados a la suerte de su mera
existencia como seres humanos. Entre batallas nucleares,
canibalismo y un empobrecimiento creciente, en medio de
una guerra totalmente desprovista de sentido que tiene lugar
cinco millones de años antes de nuestra época sin tener en
cuenta Convenciones de Ginebra y otras cargas parecidas, se
desarrolla algo así como una nueva humanidad. Todo el
esfuerzo por enviar tropas y material a los tiempos primiti-
vos encuentra su fruto atómico en la destrucción tan conoci-
da del medio-ambiente. Así, mediante la manipulación del
pasado, el futuro pierde toda validez (también puede decirse
que el trabajo se deshace de quienes lo hacen simplemente al
ser realizado). Lo que queda son viajeros a través del tiempo
que cambian sus ilusiones por el simple reconocimiento de
que un poco de amistad y un amanecer en África probable-
mente sea lo máximo que los hombres puedan alcanzar. Y de
hecho, en esa idea, se crea así o no, hay algo consolador.
Tanto desde el punto de vista del lenguaje como de la
dramaturgia, El último día de la creación ofrece entreteni-
miento del mejor. Hasta el showdown, Jeschke pasa todos los
registros de la gran novela de aventuras, y aquí, sólo aquí,
surge algo así como la nostalgia, cuando la comunidad de vara-
dos repentinamente hace pensar en películas como Doce en el
Patíbulo o El vuelo del Fénix, en hombres sudados que, bajo el
sol ardiente, deben realizar lo imposible. Ahí están entonces
todos reunidos (John Wayne, Lino Ventura, John Huston y Lee
Marvin), totalmente asombrados respecto a quién les jugó la
broma con la estúpida máquina del tiempo, mientras van a la
búsqueda de los indios, nazis y otros lumpen. Así El último día

11
El Ultimo di?a de la Creacio?n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 12

de la creación es en el folletín, ciencia ficción, una epopeya


sobre la guerra y un western, todo en uno, y se declara parti-
daria de todos, sin perder jamás la perspectiva externa, algo así
como cuando papá se pone de parte de sus hijos: orgulloso, a
veces divertido y siempre con comprensión.
Wolfgang Jeschke, que de 1973 a 2001 fue editor de la
serie Heyne SF, recibió varios premios por sus novelas y
cuentos. Recibió varias veces el renombrado Premio Kurd-
Lasswitz, entre otras cosas por esta novela, y por último por
Das Geschmeide (Las alhajas), como mejor cuento corto, en
2004. Sin duda forma parte de los más nobles y sabios de su
profesión (muchos opinan que es el mejor autor alemán de
ciencia- ficción), hecho que también quedará demostrado por
su última obra visionaria: Das Cusanus Spiel (El juego
Cusanus). Una vez más, el satírico y humanista que reside en
él observa por encima del borde del plato de la historia de
forma tan interesante que de ninguna manera deben esperar-
se veinticinco años para leerlo. Por el otro lado, Das Cusanus
Spiel probablemente vuelva a ser un Bordeaux tan especial
como El último día de la creación, es decir, cada año mejor.
¡Qué se le va a hacer… un Jeschke siempre está a
punto para ser bebido!

Frank Schätzing escribe novela policíaca y novela his-


tórica. Con su último libro publicado, el thriller científico Der
Schwarm (El enjambre) arrasó en las listas de best sellers.
El Ultimo di?a de la Creacio?n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 13

EL ÚLTIMO DÍA DE LA CREACIÓN

Y fue la tarde y fue la mañana del quinto día.

Entonces dijo Dios: «Produzca la tierra seres vivientes


según su especie: ganado, reptiles y animales de la tierra,
según su especie». Y fue así. Hizo Dios los animales de la
tierra según su especie, el ganado según su especie y los rep-
tiles de la tierra según su especie. Y vio Dios que esto era
bueno. Entonces dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza…»

Génesis 1, 23-26
El Ultimo di?a de la Creacio?n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 15

Introducción

En 1959, Steve Stanley tenía 16 años. Había pasado su


infancia en París y Roma, donde su padre era representante
de un consorcio farmacéutico estadounidense en el extranjero.
Cuando regresó a los Estados Unidos asistió a la Universidad
en Springfield, Ohio, y quiso estudiar construcción aeronáuti-
ca y convertirse en piloto. Después del examen se presentó
ante las Fuerzas Aéreas.
En 1959, los servicios secretos estadounidenses encon-
traron en los alrededores del Mediterráneo occidental ciertos
vestigios que hacían referencia a un proyecto que podía
modificar radicalmente la realidad tal como la conocemos.
En 1968, Steve Stanley, a sus 25 años de edad, era uno
de los mejores pilotos de las Fuerzas Aéreas estadounidenses.
En 1968, bajo gran secreto y con las medidas de segu-
ridad más estrictas, en los Estados Unidos se comenzó a pre-
parar un proyecto que la Marina estadounidense planeaba
realizar en colaboración con la NASA y que resultaría único
en la historia de la humanidad. En 1977, Steve Stanley, que
contaba ya 34 años de edad, trabajaba como piloto de pruebas
en Rockwell. Perdió su puesto cuando el Presidente Carter
tomó la decisión de que el B-1 no debía ser fabricado en serie.
Como resultado, Steve Stanley se presentó en la NASA, que
buscaba pilotos experimentados para los vuelos planificados
del Shuttle.

15
El Ultimo di?a de la Creacio?n15-07-08:El Último día de la Creación 17/7/08 09:10 Página 16

En 1977, el proyecto secreto de la NASA/Fuerzas Aéreas


ya estaba en pleno funcionamiento, aun cuando algunos de los
científicos participantes ya venían advirtiendo desde hacía
mucho tiempo sobre las consecuencias previstas. En ese momen-
to, todos los que estaban al tanto del proyecto tenían claro que no
todo estaba marchando de acuerdo a los planes. Los militares de-
secharon las advertencias y forzaron el proyecto con todos los
medios a su disposición, aun cuando entre tanto incluso a
los legos les llamó la atención que en la zona del mar al oeste de
las Bermudas sucedían cosas extrañas. A la CIA no le venía mal
todo ese cúmulo de especulaciones respecto al así llamado
Triángulo de las Bermudas, y sin duda alguna aportó lo suyo para
alentar los oscuros rumores, de manera que a ningún científico
se le ocurriera ocuparse en serio de los extraños fenómenos.
Poco después apareció el nombre de Steve Stanley
entre los nombres de los candidatos finalistas para participar
en el proyecto secreto. La lista mencionaba a especialistas de
algunos ámbitos de la ciencia, la tecnología y la logística, así
como a ex combatientes; todos cumplían con determinados
requisitos muy específicos.
En ese momento, Steve Stanley aún no podía saber lo
que se requería de él, al igual que todos los que figuraban en
la lista del jefe de proyecto, el almirante William W. Francis.
Ninguno de ellos tenía ni la más mínima idea de que sus
vidas tomarían un rumbo muy diferente al que hubieran
imaginado en sus sueños más temerarios. Habían sido elegi-
dos para entrar en el paraíso, pero no sería del Génesis de lo
que serían testigos, sino del Apocalipsis.
Un día, Steve Stanley desapareció sin dejar huella, y
con él la mayoría de aquellas personas cuyos nombres figu-
raban en la lista.
¿Sin dejar huella?
Dejaron huella.
Sólo que era extremadamente difícil reconocerlas, y
aún mucho más difícil interpretarlas… especialmente para
aquellos que no eran sus contemporáneos.

También podría gustarte