Está en la página 1de 22

La Encargada.

— ¿Recuerdas la pequeña mansión fuera de los límites de la ciudad?

—…

—Sí. Bueno, resulta que la bodega estaba intacta. Tomé unas cuantas cajas de tu vino
de Burdeos favorito.

—…

—Eso es una exageración, no bebo mucho. Trabajo duro todo el día.

—…

— ¿Por qué dirías eso?

— ¿Cuándo se supone que ocurrirá? Este… apocalipsis.

—No puedo decirte una hora exacta, pero… por lo que sé, nos quedan cuatro días.

— ¿Por qué no dijiste algo antes?

—No hubiese importado.

—Claro que sí. Podíamos ayudarte a detenerlos juntos.

—Para que conste, ya lo intentaron.

— ¿A qué te refieres?

—Los encontré a todos ustedes. Sus cuerpos.

— ¿Morimos?

—Horriblemente. Estaban juntos, intentando detener al que acaba con el mundo.

— ¿Cómo sabes eso?

—Tenías esto aferrado a tu mano cuando te encontré. Debiste haberlo arrancado de su


cabeza antes de morir.

— ¿La cabeza de quién?


—Como dije, no sé.

—Tiene un número de serie atrás. Crees que podrías…

—No, es inútil. Es tan solo otro trozo de vidrio.

—Pedazo de mierda. ¿Tienes idea de lo que hiciste? No, déjame… ¡Quítame de


encima tus manos de simio!

—Puedo hacer esto todo el tiempo que lleve calmarte.

—Bueno.

—Ahora, ¿nos dices de qué hablabas?

—Cinco ha estado ocupado desde que volvió. Estuvo en medio del tiroteo en
Griddy’s, y luego en Gimble Brothers luego de que atacaran la academia, buscándolo.

—Nada de lo cual es de tu incumbencia.

—Lo es ahora. Acaban de matar a mi amiga.

— ¿Quiénes son, Cinco?

—Trabajan para mi antigua jefa. Una mujer llamada La Encargada. Ella los envió
para detenerme. Y tan pronto la amiga de Diego se puso en su camino, pues, presa
fácil.

—Y ahora son mi presa fácil. Me encargaré de que paguen.

—Sería un error, Diego. Han matado a gente más peligrosa que tú.

—Ya veremos.

Griddy’s.

— ¿Antigua jefa? ¿De qué se trata, Cinco? Y no me vengas con que “no es de mi
incumbencia”, ¿está bien?

—Es una larga historia.

— ¿Quién demonios eres?


—Estoy aquí para ayudar.

—Dime por qué no debería poner una bala en tu cabeza ahora.

—Porque… si lo hicieras, no escucharías la oferta que estoy a punto de hacer. Lo que


sería trágico dadas tus… circunstancias actuales. Trabajo para una organización
llamada La Comisión. Nos encargamos de la preservación del continuo temporal a
través de la manipulación y eliminación.

—No entiendo.

—A veces las personas toman decisiones que alteran el tiempo. Libre albedrío…
Mejor no sigo. Cuando eso ocurre, despachamos a uno de nuestros agentes para…
eliminar la amenaza. No, no, no, no. Me malinterpretas. No eres un objetivo. Eres un
recluta. He venido a ofrecerte trabajo, Número Cinco. Te hemos estado observando
por mucho tiempo. Y pensamos que tienes mucho potencial. Tus habilidades de
supervivencia te hacen una celebridad para la sede. Eso y tu habilidad de saltar por el
tiempo.

— ¿Dices que yo… podría salir de aquí? ¿Volver?

—A cambio de cinco años de servicio. Una vez que tu contrato se acabe, puedes
retirarte al lugar y al tiempo que decidas con un plan de pensión.

—Si puedes alterar el tiempo, ¿por qué no hacer que esto nunca acurra?

—Temo que eso es imposible. Verás, todo esto, se suponía que iba a pasar.

—Eso es una locura, ¿el fin de todo?

—No todo. Solo el fin de… algo. Entonces, ¿tenemos un acuerdo?

—Me convirtieron en el instrumento perfecto de rehabilitación del tiempo continuo.


O correcciones, como les llaman. Yo no era el único, había otros como yo. Seres
fuera de tiempo, fracturados extraídos de las vidas que conocían. No sé cómo llegaron
ahí. Pero sí sé que nadie era tan bueno como yo.

—La emisora del área de Dallas, Ft. Worth, trae una descripción especial de la
llegada del presidente John F. Kennedy. Y la multitud grita por el presidente de los
Estados Unidos. Miles de personas corren con locura para poder ver al presidente
mientras él y su primera dama parten de Love Field. El auto presidencial se va. El
presidente y la primera dama van hacia el centro de Dallas, donde… miles podrían ya
estar en las calles…

—Ellos no se dieron cuenta, pero yo pasaba el tiempo tratando de descifrar la


ecuación correcta. Para regresar. Si lograba regresar, sabía que podía detener el
apocalipsis. Salvar al mundo.

—La policía de Dallas está presente… haciendo un excelente trabajo controlando a la


multitud junto con un contingente de los Texas Rangers.

—Así que rompí mi contrato.

— ¿Qué es?

—Parece una anomalía temporal.

— ¡Fuera del camino!

— ¿Qué estás haciendo? ¡Espera! ¡Espera!

— ¡Todos, atrás mío!

—El disparo parece haber venido de un montículo de hierba en la calle…

— ¡Dios mío! ¡Le dispararon al presidente!

—El presidente Kennedy está muerto. Es oficial, el presidente ha muerto.

—Entonces… ¿eras un sicario?

—Sí.

—Tenías un código, ¿cierto? No solo matabas a cualquiera.

—Sin código. Mataba a quien se metiera con la linea temporal.

— ¿Qué hay de los inocentes?

—Era la única manera de volver aquí.

—Pero eso es asesinato.


—Jesús, Luther. Madura. Ya no somos niños. No existen los tipos buenos o los tipos
malos. Solo hay gente viviendo sus vidas. Pero cuando el mundo se acabe, toda esa
gente morirá, incluyendo nuestra familia. El tiempo lo cambia todo.

—No está aquí.

—Quizás el drogadicto lo tomó.

—No me digas. ¿Tienes otra cosa brillante que quieras decir?

—Sí, tengo unas cuantas.

Urgente.

—“Violación de código 6870-4A, viaje no autorizado a 1968, explicación requerida”.

—Mierda, el drogadicto. ¿Qué cree que es esto? ¿Una agencia de viajes? Maldita sea.

—Si no recuperamos el maletín pronto, nos jodimos.

—No lo estaríamos si siguieras el protocolo y lo llevaras contigo.

—Quizás si tú lo llevaras de vez en cuando no estaríamos así. Mi fisioterapeuta no lo


paga el seguro y no me oyes quejándome.

—Así que estás sufriendo en silencio.

— ¿Podemos evitar esto?

—Bueno. Necesitamos volver a su casa y encontrar al drogadicto.

— ¿Hablas en serio? Apenas salimos vivos la última vez.

—No podemos hasta saber con qué lidiamos. Investigaré a la familia mientras buscas
al drogadicto. Recuperemos el maletín.

—Bueno.

—Hola.

—Buenos días. Oye, bonita bufanda. ¿Estás usando maquillaje?

—Solo un poco. Maldición.


— ¿Qué ocurre?

—Ayer se acabaron mis medicinas. Guardo unas en la envase de mantequilla, pero


ahora solo hay mantequilla.

—Bueno, te traje una sorpresa. Un bomboloni de la panadería Petrola. Como cuando


éramos niñas.

—Qué linda. Lo guardaré para después de verme con Leonard.

—Ayer fueron flores, desayuno esta mañana… sí que van rápido.

—Sí, ¿qué tiene de malo?

— ¿Qué tan bien lo conoces?

—Suficiente como para ir a desayunar, si eso preguntas.

—Es solo que… después de ayer… Tengo un mal presentimiento.

—Allison. No te he visto en 12 años, ¿y de pronto me das consejos de citas?

—Sigo siendo tu hermana y estoy preocupada por ti… y por él.

— ¿Qué te preocupa?

—Leonard parecía perfectamente encantador, atento. Perfecto, en realidad. Pero he


vivido suficiente para saber que cuando algo parece perfecto es cualquier cosa menos
eso.

—Como una mujer que ha basado toda su vida en rumores. Algunas personas hablan
con la verdad.

— ¡Vanya!

—Hola. ¿Qué?

—Nada. Te ves feliz.

—Honestamente, me siento mejor que nunca.

— ¿Sí?
—Es loco. He tomado esta medicina desde… Ni lo recuerdo. Y se me acabó ayer y
me siento genial.

—Si te sientes mejor sin ella, ¿por qué tomarla? Hablando de medicinas, te traje una
taza de café.

—Allison vino temprano y me trajo uno. Creo que estoy bien.

—Ustedes dos están pasando tiempo de calidad juntas.

—Algo así. No nos hemos visto en años. Desde que regresó, ha estado… tratando de
ser la hermana mayor. Aunque tenemos la misma edad.

— ¿Sí?

—Sí, nacimos el mismo día.

—Ah, cierto. Cierto. La… cuestión de Umbrella. Olvidé eso. Debió haber sido raro.

—No tienes idea. Ningún cumpleañero, ninguna cumpleañera, todos al mismo


tiempo. ¿Puedes imaginar compartir tu cumpleaños con seis famosos imbéciles que
saben que son mejor que tú?

—No puedo.

—Quizás tomaré algo de café.

— ¿Sabes? Creo que no le agrado mucho a tu hermana.

—No, es… Solo no cree que sea capaz de hacer mis propias decisiones.

—Puede tener razón. Acabas de ponerle sal a tu café.

—Mierda. Perdón. Disculpa. Tengo mucho en la cabeza. Recibí una llamada


temprano… Harán audiciones para el primer violín de mi orquesta.

—Espera, ¿qué pasó con…? ¿Qué pasó con la otra chica?

—No sé, desapareció.

—Qué bien. Son buenas noticias. Tienes la oportunidad.


—No. No estoy lista para eso.

—Vanya. Eres una violinista increíble. Ya me enseñaste como tocar Frere Jacques en
menos de una hora. Eso es impresionante. Te digo, si tú… crees en ti misma para
variar, solo una vez, cosas grandiosas te pasarán.

—Dave. Dave. Dave. ¡Dave!

— ¿Estás bien?

—Sí, solo fue… una noche larga.

—Más de una, por lo que veo.

—Sí.

—No recuerdo las placas.

—Sí, pertenecían a un amigo.

— ¿Qué hay del nuevo tatuaje?

—No recuerdo habérmelo hecho. Como dije, fue una larga noche.

—Lo hiciste, ¿no es así?

— ¿De qué hablas?

—Sabes que reconozco los síntomas, Klaus.

— ¿Síntomas de qué?

—Desfase horario. Comezón en el cuerpo. El dolor de cabeza que se siente como si


alguien puso algodón en tu nariz hasta tu cerebro. ¿Me hablarás de eso?

—Tus amigos, cuando interrumpieron en la casa y no te encontraron, me tomaron


como rehén.

—Y a cambio robaste su maletín.

—Sí. Pensé que tenía dinero o que podía venderlo, ya sabes, como sea. Y luego lo
abrí.
— ¿Y qué pasó? ¿Dónde estabas? ¿O debería decir “cuando”?

— ¿Cuál es la diferencia?

— ¿Cuál es la…? ¿Cuánto tiempo te fuiste?

—Casi un año.

— ¿Un año? ¿Sabes qué significa eso?

—Sí, soy diez meses más viejo.

—No, esto no es un chiste, Klaus. Hazel y Cha-Cha harán lo que sea para conseguir
el maletín. ¿Dónde está ahora?

—No existe. Lo destruí.

— ¿Qué demonios pensabas?

— ¿Qué te importa?

— ¿Qué me importa? Lo necesitaba, idiota, para poder regresar. Comenzar de nuevo.

—Solo…

— ¿Adónde vas?

—Se acabó la interrogación. Solo… vete.

—Diego, debes dejarme manejar esto. No puedes…

—Te encanta decirme lo que puedo y no puedo hacer. Quizás para variar solo intenta
las cosas a mi manera.

— ¿Qué pasó aquí?

—Te ves muy mal.

—Muchas gracias. ¿A dónde vas?

—No.

— ¿Qué?
—No te llevaré.

—Vamos, sabes que no sé conducir.

—No me…

—Bien, genial. Buscaré mis cosas. Dos minutos.

Biblioteca Pública Argyle.

Peabody acepta Premio a Orgullo Cívico.

Sr. Peabody celebra su Cumpleaños número 100.

—Salud.

—Gracias.

Extra Ordinaria.

Boda de Peabody/Bengfort.

Artesanos locales subastan piezas para recaudación.

L. Peabody 147 Murillo Street.

—Tiempo sin verte.

—Bueno, sí que estás ocupada hoy.

—El especial del martes. Las rellenas están a mitad de precio. Si no las vendemos
para la medianoche se endurecen como discos de hockey. Entonces, ¿qué te traigo?

—Es una buena pregunta. Glaseadas: de confianza, simple. El chocolate es rico y


sensual. Con jalea: grandes beneficios, mayor potencial para decepcionar. No sé qué
hacer. Creo que me sentaré aquí y… lo pensaré

—Pues, será mejor que lo pienses rápido porque estoy a punto de ir a almorzar.

—Podría comer.
— ¿Estás bien? Vaya, qué milagro. Mi hermano Klaus está callado. La última vez
que lo estuviste teníamos 12. Corriste con los tacones de Grace, te caíste y te rompiste
la mandíbula. ¿Cuánto tiempo estuvo cerrada?

—Ocho semanas.

—Ocho gloriosas semanas de dicha.

—Oye… Déjame aquí.

— ¿Seguro que estás bien?

Veteranos de Guerras Extranjeras.

—Hola, Dave. Dave. ¡Dave! ¡Dave! Solo vete, por favor.

—No hasta que hables conmigo.

— ¿Es una amenaza? ¿Me estás amenazando?

—Oigan, chicos. ¿Este bar? Es solo para veteranos.

—Soy veterano.

— ¿De verdad? ¿Dónde serviste?

—No te incumbe.

—Qué agallas de venir y fingir que eres de nosotros.

—Tengo derecho a estar aquí, al igual que tú, ¡imbécil!

—Tranquilo, soldado. Mi hermano ha tomado mucho. Vamos a dejarlo así. Nos


iremos por nuestro camino.

—Bueno.

—Gracias. Klaus…

—Siempre y cuando te disculpes.

—Está bien. Disculpe. Él también. Todo lo hacemos. Entonces, ¿estamos bien?


—Quiero escuchar que lo diga.

—Oye, solo intento…

—No, no. Tiene razón, Diego. Tiene razón. Me gustaría disculparme… porque tú…
¡estás privando a un pueblo de su idiota local!

—Esto es lindo.

—Sí. Mis amigos viven aquí. Soy una twitcher.

— ¿Qué es eso? ¿Algo de drogas?

—No. Es como nos llamamos los observadores de aves. Ahí hay un chupasavia de
vientre rojo. Parece que es algo tímido con las chicas. Vaya, mira ahí. Esa es… una
reinita de Kirtland, también conocida como… chipe de Kirtland, muy rara.

—Así que tú solo… ¿te sientas aquí y… las ves? ¿No les disparas ni nada?

—Nunca. Solo… Me gusta lo libre que son, siempre en el momento. Comen cuando
tienen hambre, cuando están cansadas hacen nidos, cuando están calientes…

—El secreto de la vida. Cosas simples. Nosotros complicamos todo.

—Así es.

—Solía disfrutar de mi vida. Se trata de trabajo, en realidad. Últimamente, yo… me


encuentro siguiendo la marea y estoy fuera 52 semanas al año, sin un lugar al que
llamar “hogar”.

—Debe ser tan difícil no estar en un lugar lo suficiente para estar cómodo. Extrañaría
mi cama.

—Ni siquiera tengo cama.

—Eso es muy triste. Todos deberían tener un nido al que volar cuando están
cansados.

— ¿Qué hay de ti? Supongo que no quieres pasar el resto de tu vida vendiendo dónuts
a gente como yo.

—He estado guardando un nido para mudarme al campo. Tendré un jardín de


vegetales y quizás hasta abra mi propia pastelería y experimente con dónuts veganos.
—Es un bonito plan.

—Sí. Otro año más y habré ahorrado lo suficiente para ir.

—Quizás deberías… adelantar tus planes.

— ¿De verdad? ¿Por qué?

—La vida es corta. El futuro no viene con garantías. Quieres algo en la vida, debes ir
por ello. Sí.

Griddy’s.

—Eres un hablador.

—Vaya. Qué revelación tan impactante, Diego.

—Todo es un chiste para ti, ¿no? ¿Podrías parar? ¿Por qué pones esta mierda en tu
cuerpo? Mira esto. Mi cuerpo es un templo. La mierda que haces es debilidad.

—Vaya, hermoso. Pues, la debilidad se siente tan bien.

— ¿Qué ocurre contigo?

— ¡No me golpees, imbécil!

—No me digas que todo está bien porque te vi ahí. ¡Llorabas como un bebé!

—Porque perdí a alguien. Perdí a alguien. La única… La única persona que he amado
más que a mí mismo. Salud.

—Tienes más suerte que la mayoría. Cuando pierdes a alguien, al menos tú puedes…
verlo cuando quieras. Es nuestro tipo.

—Oye, conozco a ese tipo.

— ¿Cómo es posible que sepas que…?

—Él y una dama muy furiosa me torturaron. Apenas salí vivo.

—Debemos ir por este tipo.


—Bien, creo que tengo algo, Dolores. Es débil, pero prometedor.

— ¿A quién le hablas? ¿Qué es todo esto?

—Probabilidades.

— ¿Probabilidades de qué?

—La muerte de quién salvaría al mundo. Lo he reducido a cuatro.

— ¿Una de estas cuatro personas causa el apocalipsis?

—No, digo que su muerte podría prevenirlo.

—No entiendo.

—El tiempo es caprichoso, Luther. La más pequeña alteración de eventos puede


llevar a resultados muy distintos en el continuo temporal. El efecto mariposa. Lo que
debo hacer es encontrar a las personas con la mayor probabilidad de tener impacto en
la linea temporal, donde sea que estén, y matarlos.

—Milton Greene. ¿Quién es? ¿Un terrorista o algo?

—Creo que es jardinero.

—No hablas en serio. Esto es una locura, Cinco. ¿De dónde sacaste eso?

—La habitación de papá. Creo que lo usó para dispararle a un rinoceronte. Es similar
al modelo que usé en el trabajo. Ajustado a los hombros y altamente confiable.

—Pero no puedes… este tipo, Milton, es un hombre inocente.

—Es matemática básica. Su muerte podría salvar las vidas de millones. Si no hiciera
nada, estaría muerto en cuatro días. El apocalipsis no perdonará a nadie.

—Esto no es lo que hacemos.

—Nosotros no haremos nada.

—Yo lo haré.

—No dejaré que mates a inocentes. No importa a cuántos salves.


—Buena suerte deteniéndome.

—No vas a ningún lugar.

—Suéltala.

—Baja el arma. No matarás a nadie hoy. Sé que es importante para ti. No me hagas
hacer esto. Es ella o el arma. Tú decides. Puedo hacer esto todo el día. Sé que aún
eres una buena persona, Cinco. De otro modo no habrías arriesgado todo volviendo
aquí para salvarnos. Pero ya no estás solo.

—Hay una manera. Pero es casi imposible.

— ¿Más imposible que lo que te trajo aquí?

—Hola.

—Hola. ¿Puedo pasar?

—Perdón pero debo ensayar.

—Sé que no querrás escuchar esto, pero… fui a la biblioteca a investigar a Leonard.

— ¿Qué? ¿Por qué harías eso?

—Vanya, hay registros de todo. Si me buscas, hay kilómetros…

—Eres de las personas más famosas del mundo.

—Bueno. Mal ejemplo. El caso es que debe haber alguna clase de registro sobre él.
Pero solo hallé una foto y su nombre en la guía. Es como si no existiera…

—Increíble. Tratas de hallar algo malo sobre un tipo que me gusta. ¿Por qué?

—He tenido mi buena cantidad de acosadores y cretinos. No confío en él.

—No, no confías en mí.

— ¿Qué? No.

—No se trata de ti. Y por primera vez alguien piensa que soy especial.

—Solo me preocupo por ti.


—No eres mi madre. Preocúpate por tu hija.

—Eso no es justo.

—Quiero que te vayas.

—Individuales en lugar de dobles. ¿Qué sigue? ¿Colchonetas?

— ¿Cuál es la diferencia? Nos quedaremos solo otra noche.

—Es fácil para ti decirlo. He ido a toda casa de empeño de la ciudad buscando un
maletín. Tú estuviste en la biblioteca.

—Al menos sé algo sobre esa familia que puede ayudar. Es como un manual de la
familia Hargreeves. Déjame decirte, son un desastre total. Número Cinco puede viajar
por el tiempo sin maletín, pero no tan bien. El grandote vivió en la luna por unos
cuantos años. El drogadicto puede conjurar a los muertos, lo cual explica por qué
sabía sobre la rusa muerta. Y el idiota de la máscara puede curvar cualquier cosa,
normalmente cuchillos.

—Él es quien debería preocuparnos ahora.

— ¿Por qué?

—Porque está abajo, detrás de un camión de helados.

—Bingo.

—Sí sabes que matar a estas personas no te hará sentir mejor.

—Sí, pero cuando acabe, voy a dormir como un bebé.

—Seguro que sí.

—Recepcionista.

—Es de Cinco.

— ¿Cómo nos encontró?

—Era uno de nosotros, conoce los protocolos. Dice que tiene el maletín y quiere
organizar una reunión. Vamos, llegaremos tarde.
— ¿Qué hay de nuestros amigos de afuera? No queremos que nos sigan. Manila,
1902.

—Vamos con la hielera.

—Quédate en el auto.

— ¿De qué hablas? El tipo me torturó.

—Tengo un plan.

— ¿Cuál es el plan exactamente, grandote?

—Te dije que esperaras en el auto.

—Sí, pero también dijiste que lamer una batería de 9 voltios me haría crecer los
pelos.

—Teníamos ocho años. Por una vez en tu vida, necesito que me escuches. ¿Está bien?
Vuelve al auto. Si no salgo en dos minutos significa que probablemente estoy muerto.
Si eso pasa, busca ayuda, ¿sí?

—Sí. De acuerdo. Está bien. ¿Ves? Solías pensar que era un idiota.

—Aún pienso que eres un idiota. Se escapan.

—De nada. Mierda.

—Sube al auto.

— ¿Es parte de tu plan maestro?

—Cállate.

— ¿Cuál era tu nombre?

—Vanya.

—Más alto, por favor.

—Vanya Hargreeves.
—Bien. Pues…

—Sabes, nunca lo disfruté.

— ¿Qué?

—Matar. Digo, era bueno en mi trabajo y me enorgullecía. Pero nunca me dio placer.
Fueron todos esos años solo. La soledad puede hacerle cosas raras a la mente.

—Te fuiste por tanto tiempo. Solo pase cuatros años en la luna, pero eso fue más que
suficiente. Es el estar solo lo que te acaba. ¿Crees que se lo creerán?

—Bueno, lo que sí sé es que están desesperados. Es como un policía perdiendo su


arma. Si la comisión se entera, estarán en problemas. Sin mencionar que estarán
atrapados aquí hasta que lo recuperen.

—Me lo quedaré. Por si vienen tras de ti.

—Bueno, Luther. Pero ten cuidado. Digo, yo he… He vivido una larga vida, pero…
tú aún sigues siendo joven. Toda una vida por delante. No la desperdicies. Aquí
vamos.

—Si todo esto sale mal, hazme un favor y dile a Dolores que lo siento. ¿Las máscaras
eran necesarias?

— ¿Dónde está, niño?

—Vaya, así es como comenzarás. ¿Saben? Podemos regresar al auto y terminar por
hoy.

—No llegarás a la mitad del camino.

—Quizás. Pero estoy seguro que descubrieron en su última incursión, que mi


hermano no es un gigante común.

—Tiene razón, dejaste caer un candelabro sobre él, se levantó.

—Al momento que lo mates, habrá destruído tu preciado maletín.

—A nosotros también, ¿cierto? ¿Cómo nos ayudamos?

—Necesito que contacten a su superior para poder charlar con ella. Cara a cara.
— ¿Sobre qué?

—No creo que eso les incumba.

—Solo no le digas sobre el maletín.

—Suena justo.

— ¿Qué pasa ahora?

—Ahora esperamos.

— ¿Es ella?

— ¿Qué demonios hace él aquí?

— ¡Más rápido!

— ¡Whee!

— ¡Es una trampa!

—Es un buen truco, ¿no? Hola, Cinco. Te ves bien, considerando todo.

—Es bueno verte de nuevo.

—Se siente como si nos conocimos ayer. Claro, eras un poco más viejo entonces.
Felicidades en la regresión de edad, por cierto. Muy inteligente. Nos despistó.

—Bueno, me gustaría tomar crédito. Solo calculé mal las proyecciones de la


dilatación del tiempo y… bueno, ya sabes. Aquí estoy.

—Sabes que tus esfuerzos son en vano. Así que por qué no me dices lo que realmente
quieres.

—Quiero que le pongas un alto.

—Te das cuenta que lo que pides es casi imposible, hasta para mí. Lo que debe ser,
debe ser, es nuestra raison d’etre.

— ¿Sí? ¿Qué hay de la supervivencia como raison?


—Solo seré reemplazada. No soy nada más que… una pieza en una máquina. Esta
fantasía que has alimentado sobre usar a tu familia para detener el apocalipsis. Es solo
eso, una fantasía. Debo decir, estamos bastante impresionados con tu iniciativa, tu…
determinación, es verdaderamente, algo notable. Por lo cual queremos ofrecerte una
nueva posición en la Comisión en administración.

— ¿Qué dijiste?

—Trabaja con nosotros. Sabes que es donde perteneces.

—Eso no funcionó la última vez.

—Pero no estarías en la división de correcciones por mucho más. Estoy hablando


de… la sede central. Tendrías el mejor plan de salud y pensión y un fin a este
incesante viaje. Eres un profesional distinguido en… pantalones cortos. Tenemos la
tecnología para revertir el proceso. Digo, no puedes ser feliz así.

—No estoy buscando felicidad.

—Todos buscamos felicidad. Podemos hacer que pase. Podemos hacer que… seas tú
mismo otra vez.

— ¿Qué hay de mi familia?

— ¿Qué hay de ellos?

—Quiero que sobrevivan.

— ¿Todos ellos?

—Sí, todos ellos.

—Bueno, veré lo que puedo hacer. ¿Tenemos un trato?

—Una cosa.

— ¿Cinco? ¡Cinco! ¡Vengan por él!

—Espera. Mis zapatos molestan.

— ¿Qué diablos hacen ustedes aquí?

—Mierda.
—Entren al carro.

— ¡Luther, arranca!

— ¡Vamos!

— ¡Mierda!

—Hola. ¿Cómo te fue?

— ¿Honestamente?

—Sí.

—Fue increíble. Nunca antes había tocado sin mi medicina así que estaba nerviosa.
Pero, no sé, fue como… si me impulsara… una fuerza invisible.

—Como una experiencia extracorporal.

—Sí, algo así. Es solo que yo… Sentí todo completamente, más profundamente. Y
me lo dieron.

— ¿Qué?

—El primer violín.

— ¿En serio? ¡Dios mío! ¡Felicidades! Estoy tan feliz por ti. Después de todo lo que
has pasado. Mereces esto.

—Nadie ha creído así en mí.

—Vanya. Vanya. Es tu momento.

— ¿Cómo te sientes?

—Bien.

— ¿Recuerdas lo que pasó?

—Sí.

— ¿Y entiendes que los niños nunca pueden saberlo?


—Entiendo.

—Bien.

También podría gustarte