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Capítulo 5.
Capítulo 5.
—…
—Sí. Bueno, resulta que la bodega estaba intacta. Tomé unas cuantas cajas de tu vino
de Burdeos favorito.
—…
—…
—No puedo decirte una hora exacta, pero… por lo que sé, nos quedan cuatro días.
— ¿A qué te refieres?
— ¿Morimos?
—Bueno.
—Cinco ha estado ocupado desde que volvió. Estuvo en medio del tiroteo en
Griddy’s, y luego en Gimble Brothers luego de que atacaran la academia, buscándolo.
—Trabajan para mi antigua jefa. Una mujer llamada La Encargada. Ella los envió
para detenerme. Y tan pronto la amiga de Diego se puso en su camino, pues, presa
fácil.
—Sería un error, Diego. Han matado a gente más peligrosa que tú.
—Ya veremos.
Griddy’s.
— ¿Antigua jefa? ¿De qué se trata, Cinco? Y no me vengas con que “no es de mi
incumbencia”, ¿está bien?
—No entiendo.
—A veces las personas toman decisiones que alteran el tiempo. Libre albedrío…
Mejor no sigo. Cuando eso ocurre, despachamos a uno de nuestros agentes para…
eliminar la amenaza. No, no, no, no. Me malinterpretas. No eres un objetivo. Eres un
recluta. He venido a ofrecerte trabajo, Número Cinco. Te hemos estado observando
por mucho tiempo. Y pensamos que tienes mucho potencial. Tus habilidades de
supervivencia te hacen una celebridad para la sede. Eso y tu habilidad de saltar por el
tiempo.
—A cambio de cinco años de servicio. Una vez que tu contrato se acabe, puedes
retirarte al lugar y al tiempo que decidas con un plan de pensión.
—Si puedes alterar el tiempo, ¿por qué no hacer que esto nunca acurra?
—Temo que eso es imposible. Verás, todo esto, se suponía que iba a pasar.
—La emisora del área de Dallas, Ft. Worth, trae una descripción especial de la
llegada del presidente John F. Kennedy. Y la multitud grita por el presidente de los
Estados Unidos. Miles de personas corren con locura para poder ver al presidente
mientras él y su primera dama parten de Love Field. El auto presidencial se va. El
presidente y la primera dama van hacia el centro de Dallas, donde… miles podrían ya
estar en las calles…
— ¿Qué es?
—Sí.
Urgente.
—Mierda, el drogadicto. ¿Qué cree que es esto? ¿Una agencia de viajes? Maldita sea.
—No podemos hasta saber con qué lidiamos. Investigaré a la familia mientras buscas
al drogadicto. Recuperemos el maletín.
—Bueno.
—Hola.
— ¿Qué te preocupa?
—Como una mujer que ha basado toda su vida en rumores. Algunas personas hablan
con la verdad.
— ¡Vanya!
—Hola. ¿Qué?
— ¿Sí?
—Es loco. He tomado esta medicina desde… Ni lo recuerdo. Y se me acabó ayer y
me siento genial.
—Si te sientes mejor sin ella, ¿por qué tomarla? Hablando de medicinas, te traje una
taza de café.
—Algo así. No nos hemos visto en años. Desde que regresó, ha estado… tratando de
ser la hermana mayor. Aunque tenemos la misma edad.
— ¿Sí?
—Ah, cierto. Cierto. La… cuestión de Umbrella. Olvidé eso. Debió haber sido raro.
—No puedo.
—No, es… Solo no cree que sea capaz de hacer mis propias decisiones.
—Vanya. Eres una violinista increíble. Ya me enseñaste como tocar Frere Jacques en
menos de una hora. Eso es impresionante. Te digo, si tú… crees en ti misma para
variar, solo una vez, cosas grandiosas te pasarán.
— ¿Estás bien?
—Sí.
—No recuerdo habérmelo hecho. Como dije, fue una larga noche.
— ¿Síntomas de qué?
—Sí. Pensé que tenía dinero o que podía venderlo, ya sabes, como sea. Y luego lo
abrí.
— ¿Y qué pasó? ¿Dónde estabas? ¿O debería decir “cuando”?
— ¿Cuál es la diferencia?
—Casi un año.
—No, esto no es un chiste, Klaus. Hazel y Cha-Cha harán lo que sea para conseguir
el maletín. ¿Dónde está ahora?
— ¿Qué te importa?
—Solo…
— ¿Adónde vas?
—Te encanta decirme lo que puedo y no puedo hacer. Quizás para variar solo intenta
las cosas a mi manera.
—No.
— ¿Qué?
—No te llevaré.
—No me…
—Salud.
—Gracias.
Extra Ordinaria.
Boda de Peabody/Bengfort.
—El especial del martes. Las rellenas están a mitad de precio. Si no las vendemos
para la medianoche se endurecen como discos de hockey. Entonces, ¿qué te traigo?
—Pues, será mejor que lo pienses rápido porque estoy a punto de ir a almorzar.
—Podría comer.
— ¿Estás bien? Vaya, qué milagro. Mi hermano Klaus está callado. La última vez
que lo estuviste teníamos 12. Corriste con los tacones de Grace, te caíste y te rompiste
la mandíbula. ¿Cuánto tiempo estuvo cerrada?
—Ocho semanas.
—Soy veterano.
—No te incumbe.
—Bueno.
—Gracias. Klaus…
—No, no. Tiene razón, Diego. Tiene razón. Me gustaría disculparme… porque tú…
¡estás privando a un pueblo de su idiota local!
—Esto es lindo.
—No. Es como nos llamamos los observadores de aves. Ahí hay un chupasavia de
vientre rojo. Parece que es algo tímido con las chicas. Vaya, mira ahí. Esa es… una
reinita de Kirtland, también conocida como… chipe de Kirtland, muy rara.
—Así que tú solo… ¿te sientas aquí y… las ves? ¿No les disparas ni nada?
—Nunca. Solo… Me gusta lo libre que son, siempre en el momento. Comen cuando
tienen hambre, cuando están cansadas hacen nidos, cuando están calientes…
—Así es.
—Debe ser tan difícil no estar en un lugar lo suficiente para estar cómodo. Extrañaría
mi cama.
—Eso es muy triste. Todos deberían tener un nido al que volar cuando están
cansados.
— ¿Qué hay de ti? Supongo que no quieres pasar el resto de tu vida vendiendo dónuts
a gente como yo.
—La vida es corta. El futuro no viene con garantías. Quieres algo en la vida, debes ir
por ello. Sí.
Griddy’s.
—Eres un hablador.
—Todo es un chiste para ti, ¿no? ¿Podrías parar? ¿Por qué pones esta mierda en tu
cuerpo? Mira esto. Mi cuerpo es un templo. La mierda que haces es debilidad.
—No me digas que todo está bien porque te vi ahí. ¡Llorabas como un bebé!
—Porque perdí a alguien. Perdí a alguien. La única… La única persona que he amado
más que a mí mismo. Salud.
—Tienes más suerte que la mayoría. Cuando pierdes a alguien, al menos tú puedes…
verlo cuando quieras. Es nuestro tipo.
—Probabilidades.
— ¿Probabilidades de qué?
—No entiendo.
—No hablas en serio. Esto es una locura, Cinco. ¿De dónde sacaste eso?
—La habitación de papá. Creo que lo usó para dispararle a un rinoceronte. Es similar
al modelo que usé en el trabajo. Ajustado a los hombros y altamente confiable.
—Es matemática básica. Su muerte podría salvar las vidas de millones. Si no hiciera
nada, estaría muerto en cuatro días. El apocalipsis no perdonará a nadie.
—Yo lo haré.
—Suéltala.
—Baja el arma. No matarás a nadie hoy. Sé que es importante para ti. No me hagas
hacer esto. Es ella o el arma. Tú decides. Puedo hacer esto todo el día. Sé que aún
eres una buena persona, Cinco. De otro modo no habrías arriesgado todo volviendo
aquí para salvarnos. Pero ya no estás solo.
—Hola.
—Sé que no querrás escuchar esto, pero… fui a la biblioteca a investigar a Leonard.
—Bueno. Mal ejemplo. El caso es que debe haber alguna clase de registro sobre él.
Pero solo hallé una foto y su nombre en la guía. Es como si no existiera…
—Increíble. Tratas de hallar algo malo sobre un tipo que me gusta. ¿Por qué?
— ¿Qué? No.
—No se trata de ti. Y por primera vez alguien piensa que soy especial.
—Eso no es justo.
—Es fácil para ti decirlo. He ido a toda casa de empeño de la ciudad buscando un
maletín. Tú estuviste en la biblioteca.
—Al menos sé algo sobre esa familia que puede ayudar. Es como un manual de la
familia Hargreeves. Déjame decirte, son un desastre total. Número Cinco puede viajar
por el tiempo sin maletín, pero no tan bien. El grandote vivió en la luna por unos
cuantos años. El drogadicto puede conjurar a los muertos, lo cual explica por qué
sabía sobre la rusa muerta. Y el idiota de la máscara puede curvar cualquier cosa,
normalmente cuchillos.
— ¿Por qué?
—Bingo.
—Recepcionista.
—Es de Cinco.
—Era uno de nosotros, conoce los protocolos. Dice que tiene el maletín y quiere
organizar una reunión. Vamos, llegaremos tarde.
— ¿Qué hay de nuestros amigos de afuera? No queremos que nos sigan. Manila,
1902.
—Quédate en el auto.
—Tengo un plan.
—Sí, pero también dijiste que lamer una batería de 9 voltios me haría crecer los
pelos.
—Teníamos ocho años. Por una vez en tu vida, necesito que me escuches. ¿Está bien?
Vuelve al auto. Si no salgo en dos minutos significa que probablemente estoy muerto.
Si eso pasa, busca ayuda, ¿sí?
—Sí. De acuerdo. Está bien. ¿Ves? Solías pensar que era un idiota.
—Sube al auto.
—Cállate.
—Vanya.
—Vanya Hargreeves.
—Bien. Pues…
— ¿Qué?
—Matar. Digo, era bueno en mi trabajo y me enorgullecía. Pero nunca me dio placer.
Fueron todos esos años solo. La soledad puede hacerle cosas raras a la mente.
—Te fuiste por tanto tiempo. Solo pase cuatros años en la luna, pero eso fue más que
suficiente. Es el estar solo lo que te acaba. ¿Crees que se lo creerán?
—Bueno, Luther. Pero ten cuidado. Digo, yo he… He vivido una larga vida, pero…
tú aún sigues siendo joven. Toda una vida por delante. No la desperdicies. Aquí
vamos.
—Si todo esto sale mal, hazme un favor y dile a Dolores que lo siento. ¿Las máscaras
eran necesarias?
—Vaya, así es como comenzarás. ¿Saben? Podemos regresar al auto y terminar por
hoy.
—Necesito que contacten a su superior para poder charlar con ella. Cara a cara.
— ¿Sobre qué?
—Suena justo.
—Ahora esperamos.
— ¿Es ella?
— ¡Más rápido!
— ¡Whee!
—Es un buen truco, ¿no? Hola, Cinco. Te ves bien, considerando todo.
—Se siente como si nos conocimos ayer. Claro, eras un poco más viejo entonces.
Felicidades en la regresión de edad, por cierto. Muy inteligente. Nos despistó.
—Sabes que tus esfuerzos son en vano. Así que por qué no me dices lo que realmente
quieres.
—Te das cuenta que lo que pides es casi imposible, hasta para mí. Lo que debe ser,
debe ser, es nuestra raison d’etre.
— ¿Qué dijiste?
—Todos buscamos felicidad. Podemos hacer que pase. Podemos hacer que… seas tú
mismo otra vez.
— ¿Todos ellos?
—Una cosa.
—Mierda.
—Entren al carro.
— ¡Luther, arranca!
— ¡Vamos!
— ¡Mierda!
— ¿Honestamente?
—Sí.
—Fue increíble. Nunca antes había tocado sin mi medicina así que estaba nerviosa.
Pero, no sé, fue como… si me impulsara… una fuerza invisible.
—Sí, algo así. Es solo que yo… Sentí todo completamente, más profundamente. Y
me lo dieron.
— ¿Qué?
— ¿En serio? ¡Dios mío! ¡Felicidades! Estoy tan feliz por ti. Después de todo lo que
has pasado. Mereces esto.
— ¿Cómo te sientes?
—Bien.
—Sí.
—Bien.