La filosofía como “amor a la sabiduría” es entendida a lo largo de los siglos como
una ciencia y un arte para acercarse al conocimiento, producirlo y legarlo (compartirlo) a la humanidad. Es una ciencia porque tiene un objeto-sujeto de estudio y aplica diversos métodos para acercarse, aproximarse a esa realidad o fenómeno de estudio. La pregunta que muchos se hacen en el ámbito académico y fuera de él es, ¿Para qué sirve la Filosofía? Este será también el interrogante que guiará nuestra conversación en esta actividad preparada para celebrar el día internacional de la filosofía. Para dar respuesta a este interrogante es necesario entender la diferencia entre los conceptos sabiduría y ciencia; esta diferencia se encuentra expresada en la concepción de algunos pensadores al definir la filosofía como asombro, maravilla al contemplar la naturaleza que lleva a trascender los límites de la inteligencia que les impulsa a querer buscar más allá de lo físico (metafísica), de lo natural, de lo alcanzable por los sentidos, de lo experimentable (ciencia). Para ello nos apoyaremos en pensadores como Aristóteles, Platón, Heidegger, Husserl, Ratzinger, Juan Pablo II, Dussel, entre otros. En definitiva, la filosofía sirve para pensar (como sostiene Ibar Varas), y este pensamiento se hace desde la cultura y realidad concreto del pensador. Por tanto, hoy todos estamos invitados a seguir haciendo filosofía desde nuestra realidad Latinoamérica, concretamente venezolana, Larense. Por ello, las universidades deben seguir con las puertas abiertas a la enseñanza y aprendizaje de la filosofía; para nutrirse del pensamiento creador, innovador, complejo y actualizador que ésta le ofrece en todas las áreas del conocimiento, especialmente, en la búsqueda constante por ofrecer una educación de calidad, como instrumento de desarrollo y progreso integral de nuestra sociedad.