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CFN MONTERREY, discipulDO PERSONAL Y ECLESIAL

DISCIPULADO PERSONAL Y
ECLESIAL
PASTOR: RUBEN HERNÁNDEZ

ALUMNA: ELIA DOMINGUEZ


RODRIGUEZ

MATRICULA: AB22M036
CFN MONTERREY, discipulDO PERSONAL Y ECLESIAL

Monterrey, Nuevo león a 15 de junio del 2023

¿Qué es un discípulo de Cristo?

Un discípulo es un alumno, un aprendiz y seguidor de Jesucristo que aprende de


EL, con el propósito de enseñar a otro. Para discipular a un nuevo creyente se
debe tener en cuenta que es una labor personal que requiere una búsqueda
minuciosa, entregada y direccionada por el espíritu de Dios para llevar un proceso
de delegación de trabajo a aquellos que califiquen para ser buenos discípulos de
Cristo. Por lo tanto, debemos considerar las tres marcas que distinguen a los
verdaderos discípulos según las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo; como
primer punto observemos que el verdadero discípulo debe permanecer en la
palabra de Dios, la invitación de Jesús es “si permaneciereis en mi palabra seréis
verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y os hará libres (Sn. Jn.
8:31-32), para permanecer en ella se necesita leerla, claramente expresa
apocalipsis 1:3 “Bienaventurado el que lee, oye y guarda las palabras de esta
profecía”; necesario es que la conozca (Biblia) para ello hay que estudiarla (2°.
Timoteo 2:15), memorizarla se vuelve importante dice en san juan 14;21 “el que
tiene mis mandamientos y los guarda” esto implica atesorarlos, guardarlos en el
corazón y mente (memorizándolos), pero no es suficiente debemos meditar en ella
de día y de noche como lo dice el salmo 1:1-3 porque hay una bienaventuranza en
esta labor, para finalizar hablando verdades bíblicas como lo describe Josué 1:8
“nunca se apartará de tu boca este libro de la ley”. Una segunda marca es el
AMOR ya que debe amar a los demás, así como Cristo nos ama, se expresará
con el deseo y la acción de bendecir y beneficiar a otros con todo lo que soy y con
todo lo que tengo aun cuando eso pueda representar un sacrificio para mí mismo
descrito en San Juan 13:34-35 y el apóstol Pedro nos recuerda en su primera
carta capítulo 4:8 “tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá,
multitud de pecados”. Por último, la tercera marca de un verdadero discípulo es
que lleva mucho fruto, en San Juan 15:5-8 dice “En esto es glorificado mi Padre,
en que llevéis mucho fruto y seáis así mis discípulos”. Ahora bien, no debemos
dejar de resaltar las características de un verdadero discípulo porque lo
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distinguirán de aquellos que solo se convierten pero no perseveran; la primera es


que cree en San Juan 2:11 dice que sus discípulos creyeron en Él, segundo hay
una renuncia voluntaria, donde se decide obedecer y seguir a Jesús en San Mateo
16:24 “ si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y
sígame”, tercero se consagra amando al cuerpo de Cristo (hebreos 10:24-25),
cuarto predica el evangelio (Sn. Mr. 16:15), quinto escudriña, oye, hace,
permanece y enseña la palabra (Sn. Jn. 5:9, Hch. 17:11, Lc 6:47-48), sexto ora y
ayuna (1°. Ts. 5:17, Mt. 6:16.18, Mt. 26:40-41), séptimo sirve con humildad (Lc.
22:24-27), octavo alaba a Dios, y decimo sabe testificar de Cristo (Hch. 1:8, 2°.
Tim. 1:8).

¿CÓMO HACER UN DISCIPULO?: Mencionare primero que la labor de Cristo


descrita en San Marcos 3:14 lleva un doble propósito; “para que estuviesen con él”
y “para enviarlos”; tomando esto como base se desarrollara el principio de la
asociación que incluye un interés e interrelación entre el discípulo y su
discipulador. Estar con ellos implica mantener esa cercanía, aunque implique
sacrificio, paciencia y tiempo, involucra la integración de varias disciplinas hacia
los nuevos creyentes mediante un proceso: los ganamos para cristo
(evangelizamos), los integramos a la iglesia (la consolidación), los discipulamos
(los entrenamos), los enviamos (los discípulos haciendo nuevos discípulos). Las
áreas a cuidar son básicamente cinco: uno es ayudar al nuevo creyente a recibir la
seguridad de la salvación que incluye la aceptación de parte de Dios, lo que nos
indica que se forma la identidad y responsabilidad en él; dos ayudar al creyente a
desarrollar una vida devocional coherente; tres ayudar a comprender los
elementos básicos de la vida cristiana abundante, que son la oración y la lectura
de la palabra; cuatro ayudar a integrarse en la vida de tu iglesia local y cinco
ayudarlo a aprender a compartir de su fe con otros. Cuando la relación con el
discípulo se desarrolla adecuadamente se asemeja a la de un Padre- Hijo, donde
se procura el bienestar espiritual y el crecimiento del nuevo creyente, a través de
una amistad estrecha (involucrándose lo más posible), una atmosfera de interés
genuino y amoroso (lo más honesto que pueda), una relación girando alrededor de
Cristo, mantenerse firme (lográndolo con paciencia y perseverancia), invierta
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tiempo juntos (consume tiempo y energía), el enfoque para su desarrollo debe ser
emocional, físico, social y no solo espiritual, presta atención a lo que el discípulo
habla y expresa, además de ser un líder también procure ser un amigo.

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