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José ayudó a interpretar los sueños de dos presos reales, predijo correctamente que uno sería liberado y el otro ejecutado. El copero liberado prometió mencionar a José ante el faraón pero no lo hizo. Dos años después, el faraón tuvo sueños preocupantes y nadie podía interpretarlos excepto José, quien fue llamado de la prisión.
José ayudó a interpretar los sueños de dos presos reales, predijo correctamente que uno sería liberado y el otro ejecutado. El copero liberado prometió mencionar a José ante el faraón pero no lo hizo. Dos años después, el faraón tuvo sueños preocupantes y nadie podía interpretarlos excepto José, quien fue llamado de la prisión.
José ayudó a interpretar los sueños de dos presos reales, predijo correctamente que uno sería liberado y el otro ejecutado. El copero liberado prometió mencionar a José ante el faraón pero no lo hizo. Dos años después, el faraón tuvo sueños preocupantes y nadie podía interpretarlos excepto José, quien fue llamado de la prisión.
la prisión, la integridad de su vida diaria, y su simpatía hacia los
que estaban en dificultad y congoja, lo que le abrió paso hacia la prosperidad y los honores futuros. Cada rayo de luz que derramamos sobre los demás se refleja sobre nosotros mismos. Toda palabra bondadosa y compasiva que se diga a los angustiados, todo acto que tienda a aliviar a los oprimidos, y toda dádiva que se otorgue a los necesitados, si son impulsados por motivos sanos, resultarán en [219] bendiciones para el dador. El panadero principal y el primer copero del rey habían sido encerrados en la prisión por alguna ofensa que habían cometido, y fueron puestos bajo el cuidado de José. Una mañana, observando que parecían muy tristes, bondadosamente les preguntó el motivo y le dijeron que cada uno había tenido un sueño extraordinario, cuyo significado anhelaban conocer. “¿No son de Dios las declaraciones? Contádmelo ahora,” dijo José. Cuando cada uno relató su sueño, José les hizo saber su significado: Dentro de tres días el jefe de los coperos había de ser reintegrado a su puesto, y había de poner la copa en las manos de Faraón como antes, pero el principal de los panaderos sería muerto por orden del rey. En ambos casos, el acontecimiento ocurrió tal como lo predijo. El copero del rey había expresado la más profunda gratitud a José, tanto por la feliz interpretación de su sueño como por otros muchos actos de bondadosa atención; y José, refiriéndose en forma muy conmovedora a su propio encarcelamiento injusto, le imploró que en compensación presentara su caso ante el rey. “Acuérdate, pues, de mí para contigo—dijo—cuando tuvieres ese bien, y ruégote que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa: porque hurtado he sido de la tierra de los Hebreos; y tampoco he hecho aquí porqué me hubiesen de poner en la cárcel.” El principal de los coperos vió su sueño cumplido en todo detalle; pero cuando fué reintegrado al favor real, ya no se acordó de su benefactor. Durante dos años más, José permaneció preso. La esperanza que se había encendido en su corazón se desvaneció poco a poco, y a todas las otras tribulaciones se agregó el amargo aguijón de la ingratitud. Pero una mano divina estaba por abrir las puertas de la prisión. El rey de Egipto tuvo una noche dos sueños que, por lo visto, in- dicaban el mismo acontecimiento, y parecían anunciar alguna gran