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NOTAS AL CAPÍTULO XX
(A) Si se comparan los relatos que de la muerte de Pedro de Orsua hacen
el Bachiller Vázquez y Pedrarias de Almesto con el trazado por el Padre
Aguado, fácilmente se advierten notables diferencias, lo cual confirma el
aserto de que el docto franciscano, si bien tuvo á la vista uno de los dos
manuscritos, no los copió, sino que rectificó en unos puntos esas versiones
y las completó en otros.
Vázquez dice que Orsua estaba solo, acostado en su cama, y Pedrarias
afirma que «se hallaba hablando con su amigo, que se decía Pedrarias de
Almesto, echados en sus camas, cerca el uno del otro». Añade Pedrarias que
él echó mano á la espada para defender al Gobernador, y así estuvo un rato,
luchando con todos, «hasta que le amenazaron que diese las armas y no le
matarían». También dice que el primero que hirió á Orsua fué Juan Alonso
de la Bandera.
Según el Padre Aguado, Orsua estaba con un paje suyo, llamado Lira, y
los primeros que entraron, y, por tanto, los primeros que debieron herir al
Gobernador, fueron Alonso de Montoya y Cristóbal Hernández de Chaves.
Pedrarias escribe también que Martín Pérez, al matar al teniente general
Don Juan de Vargas, mató también al soldado de este mismo nombre; pero
fray Pedro de Aguado dice que «lo lastimó muy mal», y así debió ser,
porque el mencionado soldado sigue figurando en sucesos posteriores.
Vázquez omite todo esto.
CAPITULO VEYNTE Y UNO
Que trata de lo que toda la noche hicieron despues de auer muerto a su
Gouernador y a su theniente.
Junta, pues, toda la gente del canpo en casa del difunto para hazer las
osequias, juntos los dos cuerpos muertos, mandaron los omicidas que
dentro en la casa en el buhio del Gouernador, se les hiziese vn hoyo para
que pues auian sido conpañeros en la uida lo fuesen en la muerte, y los
echasen alli juntos[A]. Los sufraxios que por ellos hicieron fue nonbrar
luego por su general a Don Fernando de Guzman, y por su Maese de
Campo a Lope de Aguirre, no curando por entonzes de hazer mas officiales
por la mucha ocupacion que pensauan tener en matar los amigos y
panyaguados del Gouernador y su theniente, a los quales, con toda
diligencia, desarmaron, y quyriendo hazer dellos lo que de su
Gouernador[264], el Don Hernando de Guzman que ya tenia titulo de
general, no lo consintio, y rrecelandose los traidores que los muertos no
rresucitaran a tomar uerganza con mano y confederacion y liga de algunos
amigos suyos o de otros soldados, mandaron que, so pena de la uida,
ninguno hablase quedo sino altas e yntelexibles vozes, de suerte que de lo
que hablasen no se pudiesen colexir cosa alguna de lo que hellos temian.
Algunos soldados se descuidaron de cunplir este preceto, hablando vnos
con otros algo mas vajo de lo questaua mandado, pusieron en detrimento
sus uidas, y quisieron matallos, sino por ser personas de quien no se
presumia que hablauan cosa en deseruicio de la comunidad, les perdonaron,
y temiendose no ouiese aquella noche algun mal rrecaudo, y porque no
tuuiessen lugar ningunos soldados de comunicar algo contra hellos, no
consintieron que ninguno sse fuese aquella noche de alli, mas antes uelando
y con sus armas en las manos los hicieron estar toda aquella noche en
esquadron, jatandose y alauandose de lo hecho; y porquestas osequias no
quedasen sin ofrenda, mandaron con mucha liberalidad sacar cierto vino
que el Gouernador traia para decir misa, y como honbres que no pretendian
oyrla, lo rrepartieron todo entre todos, asi capitanes como soldados, para
que con mas constanca y amistad pasasen la noche.
NOTAS AL CAPÍTULO XXI
[A] Pedrarias de Almesto dice: «Ciertos negros, que eran del
Gobernador, por mandado de Doña Inés, hicieron un hoyo grande y
enterraron al Gobernador y su Teniente Don Juan de Vargas, juntos, y los
traidores se estuvieron hasta la mañana en escuadrón.»
CAPITULO VEINTE Y DOS
Que trata de la persona de Pedro de Orsua, y de algunas propiedades nobles
de su persona, y de otras cossas que le levantaron.
Ssera bien que antes que entremos en contar de los amotinados
omecidas, demos conclusion a la istoria del gouernador Pedro de Horsua,
que Dios aya, contando su naturaleza y persona y algunas propiedades que
tenia.
Hera natural Pedro de Horsua del rrio[265] de Nauarra, de un pueblo
llamado Orsua, junto a Panplona, y tenido por cauallero de ssolar conocido,
señor de la Casa de Orsua, de donde el tomo el apellido; y a la sazon que lo
mataron seria de hedad de treinta y cinco años. Hera de mediana
dispusicion; algo delicado de mienbros, aunque vien propocionados para el
tamaño de su perssona; tenia la cara alegre, blanca y de muy buen parescer,
la barua taheña, vien puesta y poblada, y mediante la buena porpocion[266]
que en su cuerpo tenia, hera tenido por jentil honbre. Tenia muy buena
platica y conuersacion. Hera afable, y muy conpañero con sus soldados, con
lo qual atraia a si la gente y soldados. Hera en estremo polido y preciauase
dello y de traher bien puesto lo que se uestia, y asi le lucia mucho. Hera
mas misericordioso que justiciero, y preciauase mas de desimular con los
soldados y moderar los castigos que merecian, conmutandolos en cosas
leues y onestas, que no castigallos con rrigor. Siruio sienpre a su Rrei y
señor con toda legalidad y lealtad, de suerte que jamas se presumio del que
le pasase por pensamiento hazer cosa que no deuiese contra el seruicio del
Rrey. Era astuto, injenioso en las cosas de la guerra; curo sienpre estoruar y
euitar que no se hiciesen demasiadas crueldades a los yndios, antes
procuraua buenos medios[267], y con dadiuas atrahellos a su amistad y
conformidad; fue sienpre muy querido y amado en las conquistas en que
andubo, de los ssoldados, por los muchos terminos de mucha crianza que
con todos usaua, tanto que nunca se hallo auer dicho palabra descomedida
ni desonesta a ninguno; como se a dicho, al que muy gran pena merecia le
daua vn leue castigo. Hera liberal en el dar, y mucho mas en el ofrezer si
tenia nezesidad de jente. Turole la jurisdicion de su gouerno y jornada tres
meses y seis dias, porque se enuarco en su astillero a los ueinte y seis de
Septiembre[268] de mil y quinientos y sesenta. Mataronle sus soldados el
primer dia de Henero de mill y quinientos y sesenta y uno.
La gente y soldados que con el salieron de Piru a la ynfelize jornada, o
algunos de hellos, por descargar a ssi o a los culpados[269] de la mucha pena
que todos merezen por la traicion que con ssu Gouernador vsaron,
procuraron poner en el muchas objeciones, en especial las que en el capitulo
veinte y uno se dixeron y otras muchas que despues aca añadian, diziendo
que a la sazon que le mataron estaua tan mudado de lo que antes solia ser,
que los que de mucho tiempo le auian conocido y entonces le ueian
decir[270] y afirmauan que no hera posible ser el general Pedro de Orsua,
antigua alauanza de soldados, porque se avia echo soueruio, auariento,
cobdicioso, mal quisto, sobrado en el hablar, descuidado en el governar, y
otras cosas desta suerte, y con todas estas objeciones que en el ponen, nunca
an ssauido dezir ni declarar ningun agrauio ni sinjusticia que a persona
particular en toda esta jornada hiziese, antes, como se ha dicho, ser en todo
moderado y modesto, y solo hizo justicia de aquellos que mataron a su
theniente Pedro Rramiro, corregidor de Santa Cruz de los Motilones, en lo
qual gano muy gran honra y credito con todo el Piru y con el Uirey y
Audiencia, y quitando todos de si la sospecha que contra el thenian, no le
llamauan sino Pedro Leal, por lo cual se ynfiere ser claro, ser todas falsas
estas objeciones y faltas que contra el se pusieron, y levantarlas, como se ha
dicho, algunos soldados, por rrelevarse de alguna culpa y pena de la mucha
que merezen. Tanuien se uerifica ser falsas estas ojeciones en que hen ellos
no ay soldados de quantos con el Gouernador salieron de Piru en este
disparate que conforme vno con otro, antes ay muchos mas que afirman lo
contrario, y solos los que por auer sido culpados en esta rreuelion andan
algo desasosegados, porque la justicia los pretende desterrar de las Indias,
como su Magestad justa y santamente lo manda, dizen las objeciones dichas
contra el Gouernador.
Vna cosa pueden decir con gran rrazon contra el Gouernador, y esta es
auer sido demasiado de confiado y no auer gouernado con la cautela que
para con semejantes soldados se devia husar; porque si el no pensara que
todos no heran tan leales como el, el hiciera lo que algunos amigos
lescriuieron, que echase fuera a los que le mataron, y an[271] despues vbo
quien le aconsejo que los matase e hiziese justicia dellos, el qual, si lo
hiziera y sino confiara tanto como confio, su muerte de aquella suerte
ebitara.
Todas las demas muertes que desde la suya en adelante sucedieron,
aunque algunos an querido afirmar que fue premision diuina, por los
pronosticos que della obieron, que en algunas partes de lo arriua escrito se
an dicho, y por lo que paso cinco dias antes que lo matasen, que un
Comendador de la Horden de San Joan, llamado Juan Gomez de Gueuara,
muy amigo de Pedro de Orsua, persona anciana y de gran credito y uerdad,
el qual andandose paseando a buen rrato de la noche, por junto a la puerta
de su buhio, questaua mas zercano al buhio del Gouernador, en el pueblo
primero de Machifaro, donde auia las muchas tortugas, por rrespeto de la
mucha calor que en aquel pueblo hazia, vio pasar por junto o detras del
buhio del Gouernador vn bulto mediano, del qual salio vna boz no muy
rrecia y no conocida que dixo «Pedro de Horsua, gouernador de Megua[272]
y del Dorado, Dios te perdone», y aguijando el Comendador hazia donde
auia visto el bulto y oydo la uoz, nunca pudo hallar rrastro de quien fuese ni
que de la boz pudiese colegir que hera de honbre; y puesto en grande
admiracion el Comendador desto que auia oydo, lo trato y comunico con
algunos amigos suyos y del Gouernador, entre los quales se coligio que por
respeto destar en aquella sazon malo el Gouernador, podria ser aquella
enfermedad fin de sus dias, y porque dello no rreciuiese alguna particular
pesadunbre el Gouernador, de que se le agrauasse mas la enfermedad, nunca
osaron dezirselo; de lo qual y de lo arriua dicho, se a querido colegir por
algunos, como es dicho, que por muchas maneras pudo tener noticia el
Gouernador o auisso para mirar por si, y sienpre las mas vezes se le oculto e
otras no hizo casso dello; y dando conclusion con esto a la jornada y vida
del Gouernador Pedro de Orsua, comenzaremos a dezir de las guerras y
discordias que entre si tuuieron todos los del motin, y como se mataron
vnos a otros, y dentro de un año se consumieron con crueles muertes y otros
estragos que hicieron.
CAPITULO VEINTE Y TRES
De lo que los amotinados hizieron despues que amanecio y ouieron muerto
a su Gouernador Pedro de Horsua y a su alguacil mayor Don Joan de
Bargas.
Pasada la noche en que los amotinadores auian muerto a su Gouernador,
la qual gastaron en las cosas ya dichas, y en atraher a si amigos y dar a
entender que por la utilidad y prouecho de todos y por rredemir vejaciones
lo auian justamente muerto, venida la mañana, que era el segundo dia de
Henero, comenzaron a dar horden en como aquellos caualleros del motin
que tan señalado servicio auian echo a su Rey, fuesen en algo rremunerados
con los honrrosos cargos que para el buen gouierno y conseruacion de
aquella armada se auian de nonbrar, y asi confirmaron el nonbramiento que
tenian echo de general en Don Hernando de Guzman y de maese de campo,
Lope de Aguirre; y pasando adelante con sus tiranicas comisiones, y
haziendose hellos mesmos assi propios las mercedes de los cargos, eligieron
por capitan de la guardia a Juan Alonso de Lauandera, y por capitanes de
infanteria a Lorenco Salduendo y Cristoual Hernandez y a Miguel Sserrano
de Cazeres, y por capitan de a cauallo Alonso de Montoya, y Alonso de
Uillena por alferez general, y por alguazil mayor del canpo a Pedro de
Miranda, mulato, y por pagador mayor a Pedro Fernandez[273], dejando sin
cargos a Martin Perez y a Joan de Bargas, prometiendoles y haziendoles
grandes ofertas, que serian rremunerados y gratificados muy en breue, y que
se ternia muy particular quenta con sus personas, porque no pareciese que
entre si solos rrepartian y consumian los oficios; y por gratificar algunos las
voluntades que avian tenido, ya que en la hobra no se auian hallado, y para
prendar a otros que heran muy enparentados de amigos, procuraron
acrecentar otros oficios, como fue capitan de la mar, el qual dieron a un
Seuastian Gomez, piloto portugues, y otros dos capitanes de ynfanteria que
dieron al comendador Juan Gomez de Quevara y a Pedro Alonso Galeas, y
un capitan de municion, el qual hizieron Alonso Enrriquez de Orellana, y
almirante de la mar a vn Miguel Bonedo, los quales, viendo que no les
aprouechaua nada dezir otra cosa, antes hera poner en gran rriesgo sus
uidas, acetaron los cargos, con la uoluntad que Dios saue.
Nombraron tambien por justicia mayor del canpo a un Diego de
Balcazar, el qual, con el amor y lealtad que tenia a su Rey, o como honbre
de poca espirienza, dijo al tiempo que le entregaron la bara, que la tomaua
en nombre del Rrey Don Felipe, nuestro señor, publicamente, que lo oyeron
todos, y como entonces no estaban los principales amotinadores conformes
en lo que se deuia hazer, porque auia uarias opiniones y pareceres, como
adelante se dira, no oso nadie señalarse en rresponder al Diego de Balcazar,
y sintiendo en sus corazones algunos lo que Dios saue, desimularon con el
por entonzes, aunque despues le dieron por ello la muerte y le quitaron el
cargo, como adelante se dira.
En este tiempo, Sancho Pizarro, a quien el gouernador Pedro de Horsua
auia ynuiado a descubrir, no auia benido, ni sauia lo que en el canpo pasaua,
y temendose los amotinadores que no tuuiese auisso Sancho Pizarro de lo
sucedido y quisiese mostrarse contra hellos con la jente que tenia y auia
lleuado, pusieron luego yncontinente espias en el camino por donde auia de
uenir, para que ninguno pudiese yr a dar auisso y asi uino dende a dos dias
de como mataron a Pedro de Horsua, el qual nunca supo lo sucedido asta
que entro en el canpo, y los mesmos amotinadores le dieron rrelacion de lo
que auian hecho y de lo mucho que auia ynportado a todos, y quan en
conformidad de todo el campo, el qual como honbre sagaz, finxio auer sido
muy azertado y auerse holgado dello, lo cual uisto por los amotinadores,
finxiendo auer tenido muy particular quenta con su persona, le dieron cargo
de sarjento mayor del canpo, y el lo hazepto y rrindio las gracias por ello.
Lo queste caudillo descubrio en los dias que andubo fuera del canpo,
fueron dos poblecuelos sin jente, en unas montañas faltas de comida y
llenas de soledad.