Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Unidad Zayas Novela Corta
Unidad Zayas Novela Corta
Claudia Gronemann
Liminidad y transgresión: una reflexión sobre el concepto de autoría de Zayas y Sotomayor
Zayas forma parte de las autoras del siglo de oro que comparte carencia bibliográfica con autoras/es
de su época. Su cultura literaria y erudición se manifiestan en su obra, pero parecen excesivamente
extraordinarias para una mujer de la temprana E. Moderna, la cual quedo normalmente excluida del sector
de la educación y de los círculos literarios, del publico y del mercado del libro. Lo que caracteriza su
presencia oscura. Hay quienes propagan su no existencia; tres referencias importantes que datan de su
autoría:
1. Una obra compuesta por dos colecciones de novela, firmadas de manera ostensiva, muy
significativo y, tratándose de la escritura de mujeres, partes no publicadas indicio de la problemática de
publicar bajo un nombre femenino.
2. el enorme éxito, también económico, de ambas novelas, lo que implica una manifestación
temprana del autor moderno: se sirve conscientemente del mercado, de sus mecanismos a pesar que el
proceso de la institucionalización de la literatura, mas tarde, dejo fuera a las mujeres que escribían,
relegándolas a la esfera doméstica.
3. las declaraciones ajenas sobre la autora y los panegíricos en la que aparece constantemente
mencionada por autores famosos.
Nos estamos enfrentando justamente al umbral de la posición del autor entre texto y fuera de texto.
Liminidad de la posición del autor para poder analizar las transgresiones permanentes del límite heurístico
entre el autor empírico y su inscripción textual. Dos puntos de referencia histórica: la base hermenéutica del
concepto de la intención, que entendió el trabajo del autor como voluntad de una persona en su contexto
sociohistórico y la critica estructuralista, en favor de una exclusión del sujeto del autor del análisis.
Fenómeno de la autoría femenina basando en la teoría de Foucault (autor como principio fundacional del
texto y movimiento oscilante, imposible de detener): problematizar la base epistemológica para describir la
posición del autor por los procedimientos narrativos y retóricos en relación con los factores extratextuales
históricos y socioeconómicos como la producción y la recepción.
Ambigüedad textual vs reconstrucción de una autora: Se atribuye a la literatura zayesca un temple
afectivo personal. En esta perspectiva se crea una autora como ideologema, a la que se dejan subsumir de
manera jerárquica los aspectos textuales polifacéticos. Tanto la perspectiva del feminismo como la del
realismo, que funciona de la misma manera, produce un paréntesis para poder vencer o dominar la
ambigüedad del texto literario hasta llegar a deshacerse completamente de su polifonía. Otro problema
consiste en la construcción de una diferencia sexual de la creación literaria y la reducción de la capacidad
femenina de dar una imagen fiel de la realidad social de las mujeres de la época o representar un ejemplo de
las condiciones sociales bajo las cuales viven. Conceder a la mujer per se, el privilegio de poder describir de
manera favorecida esta realidad desemboca en su exclusión del mundo literario privándola de toda
capacidad estética. La competencia femenina se encuentra fundamentalmente cortada de originalidad
literaria. Sexualización y especialización de la función-autor. La intención del autor como categoría
dirigente de la interpretación del texto literario se establece solo con el concepto socioeconómico del autor
en el horizonte de una literatura institucionalizada. En el caso de la existencia de informaciones biográficas
sobre Zayas, un anacronismo analizar su discurso de manera referencial como reflejo empírico de la mujer
del siglo de oro y las condiciones sociohistóricas bajo las cuales escribió.
Resulta problemático afirmar a la autora en primer lugar por el nombre propio en base al principio
patriarcal del nombre del padre, del hombre de letras y, más tarde, sus derechos de autor, de las que
quedaron excluidas la mayoría de las mujeres. El estatus histórico de la mujer como autora-sin-nombre se
consolido aún más en el contexto de la ascensión del autor moderno y su derecho de propiedad en las
condiciones socioeconómicas específicas del momento. Se concibe cada vez mas como un ser con
naturaleza y con cuerpo propio y diferenciada por su sexo, no tenia acceso a la concepción idealista del
sujeto, a la que se refiere el nombre propio del autor. En ambas fases (pre y post barroco), las
especificidades sexuales y textuales tienen un efecto importante en la literatura, pero se efectúan de manera
diferente con respecto a la epistemología.
La referencia del autor, en el caso de Zayas, se hace a través de las múltiples voces de creadoras/es,
de las mascaras discursivas y las técnicas literarias. En este contexto se puede hablar, de una estrategia
trasmedial en la medida en que la autora se revela a través de los cuerpos femeninos, las voces tanto
femeninas como masculinas, y una oralidad fingida literariamente.
La puesta en escena y la construcción de la autoría en María de Zayas: tanto el precepto del silencio,
válido para las mujeres en la historia cristiana, como la exclusión de toda manifestación autorizada
caracterizo de manera fundamental su relación con la escritura y con la cultura del libro. En el momento de
escribir y publicar, es decir de situarse en posición despreciada de una mujer pública, ruptura de tabú, de
manera que se desarrollaron técnicas sexualmente especificas de justificar la escritura. De esto se sirve
Zayas para escenificar su autoría a través de una escritura que procede a la recodificación de diferentes
discursos y tópicos.
a. que una mujer tenga despejo, la ionización del topos humilitatis: En el prólogo Zayas se sirve del tópico
de la humildad, indispensable para cumplir el precepto del decorum y justificar un texto de pluma femenina.
Al mismo tiempo ironiza con el tópico mediante la proclamación del ingenio y no solo introduce una
ambigüedad, sino que pone al descubierto el procedimiento de hacer prólogos por medio de un discurso
hipócrita. Utiliza su sexo al servicio de la debida captatio benevolentiae (acción de buscar algo,
benevolencia), pero rechaza su fundamento, el discurso tradicional de una inferioridad femenina. Habla en
tercera persona para marcar el recato, pero su recurso al ingenio tanto masculino como femenino deja
reconocer una incompatibilidad de lo enunciado.
b. darle la estampa; el nacimiento del autor moderno: con la intención de publicar su texto, su transgresión
como mujer del umbral público, pero cubre su deseo de participar en la competición literaria y su conciencia
de la mercancía del libro con el postulado de autenticidad. Seria erróneo interpretar las figuras femeninas del
sarao como representantes de la cultura femenina bajo la perspectiva de una supuesta realidad sociocultural.
Las figuras femeninas se revelan mas bien mascaras discursivas de la autora. De este modo, podemos situar
la temática del engaño-desengaño al nivel de la novela y como reflejo de la puesta en escena del discurso en
la medida en que la historia del marco descubre el carácter ilusorio de toda ficción. El lenguaje falso tiene
también una función clave para la estructura de las novelas en la medida en que palabras, cartas, y poemas
transmiten sentimientos falsos y mentiras que dan lugar al engaño que cambiara luego la situación de los
protagonistas.
c. el argumento del ingenio: en el prólogo emprende una recodificación del concepto de ingenio, que se
refiere a la condición literaria de producir a partir del talento y de un don natural a diferencia de la noción de
arte, el cual concibe la producción poética por medio del conocimiento de preceptos y normas tanto
lingüísticas como literarias. Zayas retoma este argumento del genero renacentista de la apología del sexo
femenino que defiende su excelencia frente al hombre. Por un lado, recurren al concepto del alma como
sustancia divina, justificado la creación como reflejo del creador de la obra divina. Por otro lado, recurren al
discurso científico de la antigüedad, la teoría de los temperamentos y humores corporales de Aristóteles y
Galeno, para invertir sus conclusiones y justificar la capacidad intelectual femenina. Zayas se refiere al
humanista Huarte de San Juan en el que discute las diferencias en el ingenio humano y priva a las mujeres
de la condición fisiológica para el entendimiento con el argumento de la patología humoral: la compostura
del cerebro de la mujer, no la hace capaz de mucho ingenio ni de mucha sabiduría. La autora rechaza el
argumento y remite a la educación sexualmente especifica como causa de la diferencia: si dieran libros
podrían ser tan aptas para los puestos y para las cátedras como los hombres. Y usa los preceptos de Huarte
diciendo que por ser de natural más frías son más agudas por consistir en humedad el entendimiento. La
afirmación del intelecto femenino y la necesidad de que la mujer sea discreta en relación con la protección
del honor se encuentra ilustrada por diferentes novelas en las cuales solo el saber de las normas vuelve a la
mujer en garante del honor masculino.
d. El catalogo de mujeres: Para justificarse como mujer culta y autora, enumera los ejemplos de mujeres
conocidas que escribieron en la Antigüedad y crea una línea de tradición femenina en la que inscribe su
propia actividad literaria. Vemos significativa la ausencia de un discurso religioso del cual la autora no se
sirve por temor a la censura. Esos ejemplos, ilustran el procedimiento de una reescritura de diferentes
componentes discursivos, ilustran como se manifiesta la autora y constituye su autoridad femenina: no
recurre a referencias extratextuales, sino que se justifica únicamente por la vía indirecta de diferentes
modelos de argumentación, que retoma para recodificarlos.
Como autora que no tenia acceso a los géneros mas prestigiosos, se sirve del genero de la novela
como forma codificada de manera diferente, incluso despreciada, para poder presentar un tema en publico y
justificar al mismo tiempo su posición de autora, Efectúa una escritura entrecruzada, pero transmite por
medio de esa forma, y causa efecto en el público, sus pretensiones literarias. El combate de los sexos como
núcleo de sus novelas se puede interpretar en relación con el concepto de autoría femenina como pretexto en
la medida en que María de Zayas utiliza un tema moral para justificar su intervención en el circulo literario,
para camuflar un homenaje al entretenimiento del publico parecido al de Lope, para competir con los
colegas masculinos, para participar de manera desapercibida en el mercado del libro y dejar circular sus
ficciones novelísticas.
Cuerpos impropios: Algunos de los críticos de Zayas, consideran su obra como precursora de la novela
gótica. Marcia Welles observa que, a diferencia de las Novelas, lo grotesco se intensifica en los Desengaños
donde aparecen descripciones de cuerpos femeninos mutilados o desintegrados. Se pone énfasis en la
creación de la norma a partir de la corporalidad e impulsada por los tratados del comportamiento. Elaboro la
idea del “cuerpo impropio” a partir de las ideas de polución y peligro como trasgresión del orden propuestas
por la antropóloga Mary Douglas. Aunque este cuerpo impropio, pareciera compartir elementos del cuerpo
grotesco de Bajtín, los cuerpos que aparecen en las novelas de Zayas carecen de la exuberancia, de la risa
paródica y de la exageración del cuerpo grotesco rabelesiano. Pero responden a la interpretación de cuerpo
grotesco en oposición del cuerpo clásico, constituyen necesariamente una referencia al cuerpo normativo, a
modo de transgresión. Se trata de cuerpos impropios porque no corresponden a las normas de lo apropiado
de acuerdo con los manuales del comportamiento social adscrito a la mujer, pero, además, como cuerpo
femenino en una sociedad que tiene como norma al hombre, están destinados a la impropiedad, a no
corresponder nunca al modelo. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la tendencia del Barroco a lo
grotesco, o como mínimo a la descripción grafica de la realidad tiene su inspiración en la novela
hagiográfica. Zayas incorporara en su obra alusiones relativas a las lecturas de sus lectores. Lo grotesco no
es solo un efecto estilístico, sino que supone y requiere la transgresión del código moral. Las fuerzas
transgresoras de la obra de Zayas responden no solo a otras obras literarias sino también a instituciones
dominantes y la ideología de la realidad política e histórica.
Si observamos el cuerpo desde la perspectiva del proceso civilizador descrito en la introducción, hay
que notar que, en una época en que el cambio de actitud respecto al cuerpo y la desnudez creaba una actitud
de extremo pudor respecto al cuerpo, la normalización, la homogeneización. De este modo, si la ironía que
caracterizaba a las novelas de Zayas consiste en un proceso de desmitificación y de manipulación de
definiciones culturales de la mujer tanto a nivel estético e intelectual como ético, el cuerpo grotesco en
Zayas es un cuerpo impropio que debe entenderse en relación con la norma y el riesgo que supone el
excederla.
La mujer normativa: al tiempo que se publicaban los manuales de conducta que pretendían regular el cuerpo
social, se fue regulando el cuerpo femenino. Las obras de Zayas pueden leerse como una respuesta critica a
las prescripciones. Sin duda, el control del cuerpo femenino en España se elabora a lo largo de los siglos
XVI y XVII por medio de la creación de la mujer normativa, modelo de comportamiento de genero que se
divulga por medio de los tratados en defensa de la mujer y el matrimonio. En la creación del estado
moderno, se precisa articular una estructura social de modo estricto que regule todas las relaciones,
especialmente las relaciones entre los sexos, y donde el poder social este en manos de los hombres y de ahí
que se cree la mujer normativa. Cristina Enríquez de Salamanca resalta la base cristiana de este desequilibrio
social que concede al hombre autoridad divina mientras que la mujer queda en un rol fijo: falta de equilibrio
entre los sexos. A medida que vaya progresando la sociedad, o sea, no vaya avanzando el proceso civilizador
propuesto, a medida que las normas de comportamiento vayan introduciendo la idea de vergüenza y que los
seres humanos a su vez sean capaces de auto disciplinarse en las relaciones con sus semejantes, se ira
equilibrando el poder social entre los sexos. Se teme la emergente independencia femenina que se concibe
como polución o peligro y por ello se insiste en su regulación. El cuerpo impropio e incontrolable elaborado
por Zayas en sus novelas es transgresor, si se tiene presente la homogeneidad que pretende el intento de
normalización de la mujer en la época. (ejemplo, La más infame venganza cuando Carlos envenena a camila
porque ha sido violada: Zayas recalca la posibilidad de subjetividad femenina independientemente de las
condiciones corporales).
El cuerpo de la mujer paso a representar el prototipo de la sociedad, el Estado moderno y la ciudad.
La mujer normativa, podía legar a convertirse en el emblema del contenedor perfecto e impermeable y, en el
mapa de la integridad del estado. La pureza de la mujer (integridad), falta de artificiosidad y el deseo de
honrar la obra del creador, pasaría a representar la pureza del Estado español de la contrarreforma. El cuerpo
impropio de Camila resultaría ineficaz como modelo de una pureza e integridad que debía reflejarse en la
apariencia externa. La preocupación por los orificios del cuerpo femenino, y la consiguiente asociación a
puertas y ventanas abiertas, es simbólica de la preocupación social por las entradas y salidas, dado que la
transgresión de las fronteras esta ligada a la transformación social, los márgenes son peligrosos y los
orificios especialmente vulnerables.
A la normativización femenina contribuye la Iglesia que en la edad media desacreditaba el
matrimonio y promovía la castidad y la vida célibe como modo de adquirir santidad, comienza a interesarse
por la mujer casada y a escribir tratados sobre la formación de la mujer dentro del matrimonio. La iglesia se
va adentrando en la regulación del ámbito civil contribuyendo a la divinización del monarca doméstico. Fray
Luis de León señala el estado matrimonial como realidad santificada por Dios, capaz de llevar a la santidad
a quien la vive con perfección. La perfecta casada, puede resultar útil como norma de la subjetividad
femenina por ser eclécticas. Coincidiendo con los tratados del comportamiento, señalan el rol de la virtud
como medio de superar la naturaleza y hay que recordar que, por difícil que sea alcanzar la virtud, es mas
alcanzable que el ideal de mujer como María. La perfecta alcanza la categoría de obra clásica en la
expresión del ideal de mujer dentro del matrimonio. Fray Luis ejemplifica y transmite como ninguno el ideal
de mujer propio de la época que le corresponde vivir, intenta regular todas las esferas de la vida de la mujer,
la mujer que se entiende como normativa y que Zayas se ocupa de cuestionar. La mujer normativa, escomo
el cuerpo clásico de Bajtín, con el cuerpo cerrado, la boca cerrada y encerrada en casa. El cuerpo cerrado
para Fray Luis es sinónimo de castidad y es indesligable de la idea de casa cerrada. Y relacionada esta la
idea de medida, necesidad de controlar lo incontrolable, porque el cuerpo femenino es por naturaleza,
grotesco y necesita una constante vigilancia dado que puede salirse de si mismo y transgredir sus propios
límites. Carecen de autocontrol, al contrario que los hombres, quienes son la norma de comportamiento.
La idea de la boca cerrada, aparece representada como la necesidad de que la mujer esté callada, lo
cual es también signo de castidad. Fray Luis justifica este argumento de acuerdo a la “naturaleza”, ya que no
se la hizo para el estudio de ciencias ni para negocios de dificultades, solo para oficio simple y doméstico.
Estos tratados señalan la importancia del habla como reflejo del comportamiento, de la delicadeza y
refinamiento del ser discreto. Por consiguiente, si la perfecta mujer propuesta se caracteriza por su falta de
habla, no tiene como objeto dirigirse a la mujer sino al hombre, quien participa de la vida pública. El hecho
de hacerlos sujeto de discurso en la novela, responde contra la prescripción del silencio, el marco narrativo
de Zayas es concebido como un espacio utópico en el que la mujer es dotada de voz t presencia que se le
niega en la sociedad patriarcal. La voz es liberadora en las novelas mismas y signo de la afirmación de la
identidad femenina.
Salvador Montesa
Los personajes, la caracterización y su contexto ideológico-social
Individualidad y tipificación: La creación de personajes en las Novelas y los Desengaños es, desde el punto
de vista del análisis psicológico, realmente pobre. Muestra más interés por el mundo interior y gusta dar las
motivaciones que mueven a sus protagonistas. Incluso abundan los monólogos en voz alta para describirnos
sus procedimientos internos, miedos, incertidumbres, esperanzas y deseos. Cuando se detiene sobre este
punto cierta critica elabora sus conclusiones. Serian necesario matizar con mayor precisión en que consiste
esa tendencia al análisis psicológico de sus personajes y no dejarse influir por una mal disimulada
admiración que nos lleve a exagerar méritos inexistentes. Si analizamos las novelas en su conjunto,
sorprende efectivamente la penetración con que ha sabido descubrir y describir ciertos procesos anímicos.
No se pueden negar esos atisbos psicológicos. En esta confusión creo que reside el antagonismo entre dos
corrientes de crítica: los que están dentro de la línea sicologista y los que defienden una línea tipologista. El
análisis anímico gira única y exclusivamente en torno al mundo erótico-amoroso. Van siendo tratados los
contrapuestos sentimientos y actitudes que el amor provoca. El inicio del amor, la duda, la esperanza, los
celos, la angustia del abandono, la pasión carnal, etc. Son como ella los describe. Nos ofrece mas el
panorama interno de la autora que el de ninguno de los personajes. La descripción de un universo interior
dividido a lo largo de las 20 narraciones, los aciertos que alcanza al desnudar ante nuestros ojos las
inclinaciones y apetencias de las almas, no forzosamente deben conducirnos a afirmar que haya conseguido
unos caracteres particulares.
Aunque en ocasiones nos deslumbre con la veracidad de las complejas experiencias psíquicas de
determinado personaje, le falta luego una razonable continuidad al tratar del comportamiento que tales
motivaciones provocarían. Las criaturas pierden su coherencia interna al romperse el principio de
causalidad, se separan del mundo de los entes posibles y quedan reducidos a tipos y carecen de esa fuerza
intima que los haría desenvolverse por derroteros independientes de la voluntad de la autora. Las
inquietudes, inhibiciones o pulsiones definen única y exclusivamente el alma de la autora y no, el mundo
particular del personaje y por ello caen en una insalvable monotonía que resta verosimilitud al relato y
perfección artística a la composición.
Le falto capacidad o decisión para romper con los moldes tradicionales, que no supo crear
individualidades y que se mantuvo cómoda en la línea tipificadora, más manejable y más funcional cuando
lo que se pretende es desarrollar una tesis ideológica previa (esto se diría si ella hubiera visto la posibilidad
de una novela de corte psicológico). Al carecer de vida propia, los personajes se mueven siempre por
caminos prefijados independientemente de las acciones en que se vean involucrados. Las criaturas zayescas
carecen de memoria, son monolíticas desde el primer momento e incapaces de ser afectadas por los sucesos,
positivos o negativos que puedan sufrir, son así porque encarnan la verdad más que la realidad.
Desde otra perspectiva, es importante repetir que los personajes, carentes de entidad propia,
funcionan como elementos sustentantes de una teoría. Sirven en tanto y cuanto a través de ellos la tesis
definida pueda llegar a los destinatarios. Complicar su mundo interno haría que el lector quedara
excesivamente prendido sin trascenderlo a lo que es lo fundamental. El personaje no debe ser un obstáculo,
ha de ser un escalón por el que se pasa sin prestarle atención, sin percibir que es necesario para llegar arriba.
La manera de lograrlo es despersonificándolos, homogeneizándolos al máximo con todos los que tienen la
misma función para crear una categoría. El lector no se ve forzado a un esfuerzo intelectual para situarlo en
un contexto. Volvemos al problema de la alienación y la masificación cultural, a través de los personajes se
destruyen las defensas criticas del individuo receptor y se le obliga a vivir y a aceptar como propias
experiencias presentadas.
Podríamos objetar la dificultad que entraña una identificación de los lectores con los personajes si
tenemos en cuenta que muchos de los receptores no pertenecían al status socioeconómico de los
protagonistas de las novelas. La identificación se da siempre, la necesidad de proyectar las propias
necesidades de potencia que no encuentran realización en la vida ordinaria hacia un héroe que posea en
grado superior las posibilidades que a el se le niegan. Si el lector encuentra en los ejemplos concretos de
comportamiento y se siente impulsado a copiarlo en los limites de su realidad personal, es porque
previamente ese héroe ha encarnado los valores con los que comulga, a los que aspira. Para un lector/a
vulgar del siglo XVII debía ser altamente gratificante el contemplar las aventuras y desventuras de las
nobles heroínas de las novelas, porque incluso los desgraciados desenlaces tenían su poder estimulante, no
precisamente de origen catártico.
Por un lado, el aspecto positivo de los relatos, con la presentación de un mundo de lujos y riquezas,
lejos de provocar envidia y despecho, les hacia vivir en un ambiente deseado, pues siempre las clases
elevadas y su entorno son el espejo donde se miran las sociedades culturalmente inferiores. Mas importancia
tiene el aspecto negativo, ya que el hecho de ver sufrir atrozmente a las mujeres nobles ofrece a las lectoras
una compensación fuertemente inhibidora.
Los protagonistas: se atiende a las formulas rituales empleadas desde antiguo. El esquema convencional
seguido con machacante uniformidad siempre que desea ensalzar a un personaje es atribuirle las tres notas
caracterizadoras especificas de contenido: hermosura, nobleza, virtud viril y riqueza. Los seres adornados
con estas normas son raros caprichos de la naturaleza que se esmera conformándolos con especial cuidado.
En el mundo de los protagonistas serán presentados enumerando estos rasgos: hermosura, nobleza, hacienda,
virtud, discreción. La carencia de uno de ellos es generalmente la causa de la desgracia. Y cuando quiera
rebajar a alguien bastara con presentarnos el negativo de este retrato. No son sus acciones las que lo van a
definir ante los ojos del lector, la acción se ira acomodando a los moldes previamente establecidos: le resta
causalidad y realismo. Si fueran seres de carne y hueso, si entremezclaran en su vida el bien y el mal, si
fueran capaces de evolución y perdieran el carácter monolítico, difícilmente serian reconocibles como
símbolos y su funcionalidad. El alcance e intención de las novelas no puede permitir esa flexibilidad
constructiva o correrían el riesgo de perder su sentido. Lo que llama la atención de ellos es que nunca
aparecen como seres aislados, es fundamental el entorno familiar. Se fija la atención en el origen, el linaje,
los apellidos. La primera y más importante nota es la nobleza, porque en el fondo, y según ideas de época, es
la fuente de los otros dones. El noble es el único capaz de acciones elevadas y el amor. Podrá luego ser
presentado como inconstante o cruel, pero su sangre le capacita para vivir la plenitud de ese sentimiento.
Utiliza todos los ardides para lograr el amor de una dama, pero su único fin es poseerla. Junto a la nobleza,
la riqueza es el primer atributo que la acompaña. Destacar la fundamental importancia que tiene a lo largo de
las novelas el tema económico como caracterizador de los personajes.
En una sociedad de crisis económica que se atienda primordialmente a lo que cuestan las cosas, su
valor en dinero. Desde la perspectiva de la autora, también ella encarna los anhelos de la riqueza. Los nobles
de las novelas aparecen continuamente en necesidad del dinero porque representa la única posibilidad de
destacar en las urbes populosas. El ansia de riqueza es común a todas las clases sociales. La diferencia entre
nobles y plebeyos es que estos la buscan como un fin en si misma, como algo que les de seguridad en el
inestable momento que les ha tocado vivir. Para aquellos, la riqueza es un medio. Los seres elevados
aprecian el dinero en cuanto que poseyéndolo pueden gastarlo, pueden regalar, puede comprar y ser
generosos. Un noble no magnánimo es una contradicción, solo puede ser magnánimo el rico. La
preocupación por la fortuna aparece reiteradamente. Es la primera preocupación de la dama que huye de la
casa paterna o del caballero que emprende un viaje: recoger joyas y dinero. En la hora de la muerte la
preocupación por el dinero es paralela a la religiosa, después de hablar de los auxilios espirituales nos detalla
a quien ira la herencia.
Tercer rasgo definidor que se refiere al físico. Ellos y ellas están dotados de una belleza superior. No
se nos va a dar ninguna nota concreta que nos permita trazar un ideal masculino o femenino. Rarísima vez
aparece un rasgo distintivo que nos acerque a la individualidad del personaje. Pura y simplemente porque
esta individualidad no interesa. Ni desglosa la tópica belleza en los tópicos componentes que para un
barroco constituían la perfección formal, esto porque en lo particular no es significativo, no tiene valor
funcional el que los ojos sean de una u otra manera o que el cabello tenga tal o cual color y textura, la
hermosura es genérica y funciona en si misma. Despersonalizar y estandarizar a los personajes. La
hermosura es una cualidad connatural de la nobleza. Tanto o mas que la riqueza. En sus aspectos mas
externos, todos gozan de nobleza, riqueza y belleza y Zayas penetra en la descripción de sus cualidades
internas que afectan al espíritu en sus aspectos moral e intelectual: virtud y discreción. Estos son los rasgos
que permiten las variantes, la división del mundo novelesco en buenos y malos y la conflictividad
consiguiente al enfrentarse ambos bandos. La virtud (castidad) es don particular de la mujer y el varón
carece de ella. El hombre debe vencer la castidad y de ello vendrá la tragedia. Las heroínas son presentadas
como modelos, pero solo de forma parcial, nos muestra el fallo de cada una para que sirva de enseñanza. La
autora tiene cuidado de evitar que la derrota de la mujer dignifique al varón. El clamor de Zayas se eleva
siempre reclamando que el comportamiento masculino responda, al igual que la riqueza y la hermosura, a la
exigencia interna de su nobleza. En la descripción de la dama se mienta la virtud, mientras que en las de los
caballeros o se elude o se niega.
Situación social de la mujer en los siglos de oro: aunque en el siglo XVI se produjo cierto avance en la
consideración social de la mujer, el concilio de Trento se encargo de sistematizar todo un entramado
jurídico-teológico que consagraba el matrimonio, junto con la reclusión en el convento, como la única salida
admisible para la mujer. Se considero la institución matrimonial como un contrato y una obligación por el
que cada conyugue debía y pagaba con su cuerpo al otro siempre que fuera un empleo legitimo y no contra
natura. Incluso los erasmistas más avanzados defendieron la obediencia y sujeción de la esposa hacia el
marido. Proponían que se la respetase y a la vez pedía paciencia si el marido no se comportaba de manera
adecuada. Nunca quite la razón al marido delante de la esposa. La situación del otro lado era algo así:
promover a la mujer repugna la naturaleza, fue hecha para servir y obedecer al hombre; ella es del hombre
mientras que él no es de ella.
Durante el siglo XVI se construyó un sistema ideológico que contribuyo a subordinar, enclaustrar y
mediatizar todo tipo de actividad que pudiera desarrollar una mujer. También se observa en el mundo del
trabajo, el cual se penaliza siendo considerado deshonesto e infame; solo se enseñaba costura en los
pensionados de las jóvenes aristócratas. Son pertenecientes a un sexo socialmente inferior y devaluado, la
mujer, sin embargo, debía seguir trabajando en su entorno doméstico. Únicamente se le concedía derecho a
cierta instrucción que le permitiese encargarse personalmente de la educación de sus hijos. Estas
limitaciones anulaban todo estibo de independencia y asfixiaban cualquier iniciativa personal que intentase
liberar a la mujer de la dominación. Pero, a pesar de los obstáculos, hubo mujeres en los siglos XVI y XVII
que no se conformaron e intentaron corregir y superar estas limitaciones.
La mujer y el amor cortés: la visión de los poetas del siglo de oro de la mujer estaba condicionada. Es una
concordancia con la mentalidad de la época expuesta. Las mujeres eran percibidas diferentes y no del todo
comprensibles, no del todo previsibles y no del todo controlables. El amor cortes, es un amor convencional
que lleva implícito el fracaso de la pasión, el tormento y la separación de los amantes. Los poetas ven en su
amada la encarnación de las supremas virtudes, la exaltan hasta limiten inimaginables y se consagran a ella,
aunque los rechace, hasta el fin de sus días. La imagen que se nos presenta de la mujer amada, la cual
inevitablemente debe rechazar al que la pretende, genera un problema, que, si muestra interés y accede, este
la despreciará. Un caso es el de Lope de Vega quien ha tenido una vida amorosa bastante intensa hecho que
desmiente su petrarquismo, increpa en varias ocasiones a su amada de turno por el olvido, llegando a afirmar
que ésta es la actitud esperable de un ser de doble naturaleza: a veces ángel, a veces arpía. Sorprende
advertir que ninguno de nuestros poetas mostro interés por reflejar los sentimientos de la persona amada. Da
la impresión de que la utilizan como referente al que le atribuyen serie de virtudes, luego nos cuentan lo
tristes que están y lo mal que lo pasan ante un ser gélido y distante.
Las voces de la resistencia: Nelkel se refiere a un grupo privilegiado y minoritario al que se le señala como
características fundamentales el estudio de lenguas clásicas y el afán de escribir que las llevo a expresar en
verso los pensamientos y sensaciones refinados por la cultura. En algunos casos solo pudieron realizar esta
aspiración recurriendo a la solución conventual que significaba la independencia intelectual que a veces no
les era posible alcanzar en otras esferas sociales. Sor Juana, sistematiza un manifiesto de rebeldía intelectual
ante una situación injusta: reivindica el derecho de las mujeres a la cultura, ironiza sobre los que creen que
solo pueden realizar filosofías de cocina y señala como única aspiración su afán por el conocimiento. María
de Zayas, reivindico también el derecho de la mujer a la cultura; no fue tan avanzada en cuestiones como la
libertad para escoger marido hecho por el cual se le considera feminista conservadora. Llaman la atención
las distintas categorizaciones que hace la autora de los hombres, que los presenta como ingratos inconstantes
e inestables que desprecian a su amada una vez poseída. En el desengaño cuarto, cuando nos muestra el
sadismo conyugal: el marido sospechando por unos chismes, la esclaviza sometiéndola a todo tipo de
vejaciones, solo al final descubre su error y la mujer ya ha muerto, esto muestra la crueldad e inconsciencia
de los hombres.
Algunos de los principios configuradores de su teoría feminista, condena ciertos arrebatos por
consecuencias sociales. Advierte a su auditorio de los peligros de estas situaciones. La alternativa que
propone para controlar el deseo sexual que hace perder el entendimiento y la razón, se apoya en una
modificación de las costumbres de la época. Los maridos deben prestar mas atención a sus esposas y deben
ser comprensivos, de esta manera es innecesaria la infidelidad al disminuir la oferta y la demanda. Estas
propuestas tienen mas efectividad cuando las mujeres españolas no se casen con extranjeros. Si bien es
cierto que la ideología conservadora de Zayas apoyada en una mentalidad aristocrática, no le permitió llegar
tan lejos como Sor Juana, no podemos dejar de lado la rebeldía de una mujer que disculpaba con gracejo la
posible mediocridad de su producción novelística, aludiendo a su condición femenina.
Conclusión: no se puede destacar la absoluta coherencia entre la mentalidad de la épica y la visión
deformante que la mayoría de los poetas tuvieron de sus respectivas amadas a las que solo concedieron la
igualdad en el plano sentimental, considerando que en el resto de los casos debían quedar subordinadas.
Algunas voces disidentes denunciaron la contradicción del amor cortes y la profunda hipocresía de una
sociedad que idealizaba, deificaba y a su vez marginaba a un sector bastante importante de la población.
La representación de las mujeres en los discursos eclesiásticos, jurídico y científico: los hitos mas
significativos de la construcción del genero sexual que proviene de los discursos eclesiástico, jurídico y
científico los analizamos dada la influencia que los discursos tuvieron sobre la literatura de la época. La
premisa de la supuesta superioridad de los varones respecto de las mujeres se mantiene inalterable, pues
sirve de base y fundamento a todas las demás, de tal manera que las demás proposiciones se presentan como
sus corolarios naturales y como tales no necesitan de demostración ulterior. Una vez aceptada la
superioridad masculina, el dominio de los varones sobre las mujeres no necesita justificación, ya que entra
dentro del orden natural y divino que los seres superiores manden y los inferiores obedezcan. En el discurso
eclesiástico, la superioridad del varón se remonta a la interpretación de la historia de la creación divina de la
raza humana: el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, y la mujer solo fue creada a imagen del
hombre y para su ayuda. Consecuencia ineludible es la inferioridad espiritual de la mujer, siempre mas
tendente a las flaquezas y debilidades de la carne y por ello también mas lujuriosa. Es incumbencia del
marido dominar a su mujer, aconsejarla y guiarla y obligación de esta obedecerle y serle sumisa. De ahí que
la maternidad dentro del matrimonio sea a su juicio la principal función de la mujer, salvo que haya optado
por guardar la virginidad, estado considerado superior, pues el matrimonio es un remedio a la
concupiscencia de quienes no pueden contenerse. El matrimonio es una institución fundamental para el
control de la mujer, pues gracias a ella el marido puede ejercer dominio sobre ella y protegerla mediante su
guía de sí misma y de sus bajas tendencias. Mientras a los varones se les relaciona con la razón (mens) y se
les otorga la primacía del entendimiento y de la palabra, por lo que su actividad se extiende a los ámbitos
publico y privado, a las mujeres se les relaciona con la sensualidad (sensus) y se les limita el espacio de
acción al ámbito doméstico, más reducido, aunque sin parangón con lo que hoy entendemos por tal. Las
mujeres deberán depender de los varones. Los primeros se agrupan de acuerdo a principios sociales,
económicos y profesionales, las mujeres se agrupan en términos de su relación con los hombres y se dividen
en doncellas, casadas o viudas, por una parte, y religiosas por otra. El objetivo de los fieles cristianos,
hombres y mujeres es la salvación por lo que su comportamiento debe ajustarse y ser armónico con su
presunta naturaleza y quienes cometan pecados, se arriesgan a la condenación eterna en la vida y a la
marginación social en la presente. A través de la predicación, de la administración de los sacramentos y de la
producción cultural, artística y literaria, los eclesiásticos intentan inculcar en los fieles el temor de Dios y la
obligación de seguir sus mandamientos. La persuasión se procura unas veces con promesas de felicidad
eterna y otras con amenazas de eternas torturas. La iglesia intenta implementar su misión de guía y maestra
en el camino de la salvación, camino que pasa por la aceptación de las premisas que constituyen los
paradigmas genéricos de hombres y mujeres. No deja de ser instructivo el hecho de que nunca este discurso
llego a tener un éxito completo. Observamos la resistencia, especialmente de las mujeres a creer y a actuar
en consonancia a ellos. Gran numero de mujeres que integran movimientos heréticos y contestatarios
medievales en la insistencia machacona del discurso ortodoxo, reacio a dejar cualquier cabo suelto que pinga
en peligro sus premisas. El monopolio del discurso eclesiástico siguió en manos de una minoría de varones
que mantenía su situación de privilegio y a la vez cementaban la complicidad implícita de muchos otros,
pues estos obtenían así una confirmación de su superioridad sobre las mujeres.
Los discursos jurídico y científico construcción de los géneros masculino y femenino ya
mencionados e intentan minimizar las diferencias que surgen en otros aspectos debido a la necesidad de
permanecer en la ortodoxia cristiana. Así, el discurso jurídico complementa y refuerza la supuesta
superioridad del genero masculino mediante unas disposiciones legales que limitan la capacidad de acción
de las mujeres y las someten a la autoridad legal de los varones. En este discurso se prima la importancia de
la mujer casada sobre la doncella, de tal manera que los fueros le confieren mayores privilegios. El énfasis
de la importancia del matrimonio se pone en alianzas políticas y en las ventajas económicas que procura, por
lo que se concibe como un contrato entre familias en el que las mujeres son meros objetos de intercambio
entre los varones. Se distingue del discurso eclesiástico en el hecho de que la guarda de la castidad se exige
solo de la mujer y únicamente como medio para asegurar la legitimidad del linaje del varón, por lo que esta
institución no tiene la meta de evitar la fornicación. Igualmente, la sexualidad femenina fuera del
matrimonio solamente se castiga cuando contraviene los intereses de los padres, mientras que la soltera que
se casa sin permiso paterno es marginada socialmente y castigada con la perdida de la herencia, su unión no
marital con un hombre que conviene a los planes paternos es alentada por la familia y admitida por su
comunidad en todos los niveles sociales, incluso en los mas altos, como atestiguan las uniones legitimas de
reyes y nobles y la alta posición que alcanzan sus bastardos y bastardas. La supeditación de la castidad de la
mujer a otros valores se ve también claramente en la legislación que pertiene a las viudas. Por lo que una
conducta tachada de deshonesta les hace perder la custodia de los hijos, y también la pierden al contraer
segundas nupcias. Esto no ocurre en el caso de los viudos, pues como varones conservan siempre el derecho
de administrar los bienes de sus hijos.
El discurso científico, a veces diciente del resto. Da la superioridad del varón y lo toma como norma
de perfección, y da como consecuencia la declaración mas o menos irónica de la imperfección física de la
mujer, su inferioridad humoral (más fría y húmeda) e intelectual, sino que también manifiesta en la
afirmación de que las mujeres contribuyen en menor medida que los varones a la creación de las criaturas.
Los hombres engendran a sus hijos y las mujeres solo los paren. Esto justifica que las madres tengan menos
derechos sobre los hijos que los padres. Además, el temperamento de las mujeres lleva a los médicos a
concluir que son mas proclives a la unión carnal, mas libidinosas, puesto que buscan naturalmente en el
varón el calor que les falta y por tanto siempre desean unirse a él. Consideran la sexualidad como parte de la
higiene corporal y recomiendan su ejercicio atemperado a hombres y mujeres. El coito se debe practicar
preferentemente dentro del matrimonio. Enumera distintas posturas coitales para condenarlas como
antinaturales.
Hay bastantes elementos comunes en los discursos eclesiásticos, jurídico y científico. Las
coincidencias esenciales se deben a que los autores, promotores y difusores de estos discursos a lo largo de
todo el periodo medieval son fundamentalmente clérigos, es decir, hombres letrados que bien se integran en
los estamentos nobiliario y eclesiástico. El silencio de las mujeres es igualmente clamoroso. El monopolio
del varón en la plasmación de estos discursos es esencial, no así su difusión. Necesitan de la colaboración de
las propias mujeres, por medio de la persuasión. Rodos los discursos y disposiciones legales están
encaminados a prohibir y castigar cualquier atisbo de independencia femenina. En la institución del
matrimonio es donde se establece el aprendizaje y reparto de papeles y funciones entre hombres y mujeres y
por tanto la casa es el lugar donde se origina el sometimiento de éstas.
Al examinar una literatura fundamentalmente culta y letrada, los paradigmas femeninos, y también
los masculinos, serán perfectamente homologables a los ya mencionados. Otras variables pueden resultar del
examen de la literatura llamada de tipo tradicional, como son la lirica no cortesana y el romancero, aparecen
elementos que discrepan de los discursos arriba señalados.
Representaciones femeninas en la narrativa medieval de los siglos XII y XIV: escasos son los textos
literarios medievales en los que los personajes femeninos tengan el papel protagonista, salvo en el género
hagiográfico cuando se narra la vida de una santa. Ello no quiere decir que las mujeres estén ausentes de
otros géneros literarios o que su función en ellos sea desdeñable. Las mujeres tienen un papel importante en
las crónicas, en la épico-legendaria y en la cuentística, en la narrativa sentimental e incluso en la poesía
lirica cancioneril, genero este en el que su presencia es evocada por el poeta, pero sin concederle la palabra.
Las mujeres de la clase nobiliaria poseían libros, a veces bibliotecas e incluso escribían. Sobre su papel de
lectoras encontramos testimonios en los mismos textos literarios, especialmente en la ficción sentimental.
Las ausencias son significativas; los silencios o fugaces menciones tienen interés especial en la
historiografía porque nos indican de manera clara la concepción que los historiadores tenían de las mujeres y
la función a la que se las destinaba en sus crónicas.
Carmen Solana Segura
Las heroínas de las Novelas amorosas y ejemplares de Zayas frente al modelo femenino
humanista.
María de Zayas desde sus Novelas amorosas y ejemplares muestra al lector barroco un tipo de mujer
emancipada que poco tiene en común con el que se propugna desde el humanismo. La libertad de acción, el
componente erótico explicito y la impunidad de las mismas ante el adulterio o el asesinato que cometen,
podrían considerarse como una transgresión en la jerarquía tradicional entre esposo y esposa, y en general el
patriarcado que marca su época.
La autora combate las posturas misóginas que aumentaron con la contrarreforma. Para conseguir
mayor libertad de acción no dudan en disfrazarse, pues desde su interpretación de varón pueden correr
múltiples aventuras y penalidades. Zayas no duda en mostrar una sexualidad explicita. Alude a una dudosa
ejemplaridad si tenemos en cuenta la ética con la que actúan algunas protagonistas y los finales felices que la
autora les otorga. Sus novelas son advertencias, pero ahora sobre todo dirigidas a las mujeres. Sus novelas
contienen enseñanzas, no ya religiosas o morales, sino sociales y profanas. La originalidad de Zayas radica
en mostrar el erotismo femenino. La viuda (prevenido engañado) subvierte el papel activo del hombre en la
sexualidad. También hallamos mujeres que declaran abiertamente su pasión como la hechicera lucrecia, que
se disputa los favores sexuales con su oponente femenina. Las protagonistas autónomas de las Novelas
manifiestan sus inquietudes y deseos, algo que estaba excluido en la novela tradicional. El hecho de
encontrar felicidad en el segundo matrimonio supone en cierta forma un descrédito de este sacramento y que
el ultimo parece destinado a borrar la huella de las imperfecciones del primero. El marco que ofrecen las
Novelas al estar alejado de la realidad política y social de la España del momento permite esas licencias en
sus protagonistas. El papel de la mujer quedaba relegado al plano domestico y esto conlleva la anulación
cultural. Zayas luchara para que su obra literaria no caiga en el menosprecio por el hecho de ser la autora
una mujer. La mujer se concibe como objeto portador de la honra destinado al matrimonio. No obstante, la
apología del matrimonio que llevan a cabo los humanistas parece parodiada en ciertas protagonistas de las
Novelas porque en la mayoría de los casos el vinculo matrimonial no las hace inmunes a las traiciones y a la
inestabilidad socioeconómica. Muchas veces es en el segundo matrimonio donde se cumplen las
expectativas. En la burlada Aminta tras haber sido abandonada y deshonrada decide vengarse porque piensa
que con la muerte de una sola mujer se restauran las honras de tantos hombres. Pero es ella misma la que
impartirá la justicia, renunciando así al recurso de la restauración de la honra mediante la figura masculina.
La conducta que desde los textos humanistas se pregonaba para la mujer casada distaba mucho del
comportamiento de las heroínas de Zayas. Pedro Lujan explica en voz de Doroctea las virtudes y actitudes
que deben tener las doncellas que van a casarse y parece que la práctica de la conversación no esta
descartada dentro de lo que se suponía correcto: no debe ninguna mujer tener estrecha conversación con el
extraño, mas aun ni con el primo ni pariente muy cercano. Si la dama ya se ha casado, puede visitar a otras
mujeres, pero nunca a hombres. En la fuerza del amor, la hermosura de Laura le sirve de reclamo para atraer
a don Diego y con el tendrá relaciones sexuales antes del matrimonio. Mas tarde éste se olvida de esta
porque se enamora de Nise y ella reflexionara sobre la condición de ser mujer y la necesidad de casarse. Las
discusiones entre los conyugues eran otro punto que preocupaba en la literatura de la época. No hay un arma
mejor para evitar las discusiones que la obediencia ciega, por ello que una mujer ha de hacer es ser
obediente a su marido, hacer todo lo que él mandare porque muy justo cosa es que la mujer obedezca a sus
maridos.
Fray Antonio de Guevara advierte sobre los prejuicios acerca de las mujeres con carácter y dignidad:
el hombre maldecirá el día que con ella se caso y blasfemara el primero en el que le habló. Juan Luis Vives
acota la libertad femenina apelando a las leyes: los maridos deben atender a muchos negocios; la mujer no
mas que a uno: su castidad. El exilio de la mujer del discurso cultural y de la responsabilidad pedagógica, un
exilio que será definido con mayor claridad después del Concilio de Trento. Zayas responde a estas
injusticias del patriarcado mostrándonos en la fuerza del amor una escena del maltrato con la que se eleva el
cuerpo femenino a una dimensión hagiográfico. El cuerpo femenino, golpeado, mutilado y sangriento, se
convierte en tropo de la resistencia al patriarcado. En un ámbito que preconiza la sumisión, el recato y la
guarda de la honra por parte de las mujeres era imprescindible mantener las apariencias. Así la honra de
todos ellos depende de sola la mujer, por manera que no hay mas honra dentro de una cada en cuanto es la
mujer honrada, la que es muy honesta en el vivir y muy recatada en el hablar. Las protagonistas zayescas
presentan transgresiones en clave de reescritura de algunos motivos y tópicos como sostiene Albers, pero lo
cierto es que en el ámbito patriarcal en el que ven la luz destacar por sus actuaciones autónomas, la libre
expresión de sus deseos y ciertas conductas varoniles. Sin embargo, en lugar de quedar ensombrecidas por
los adulterios o vicisitudes amorosas salen engrandecidas por su capacidad de determinación y la
restauración del honor por si mismas.