La adquisición de empresas, parcial o total, se produce cuando compramos
capital social de otra compañía. En función del porcentaje adquirido tendremos
un diferente nivel de control. El control no siempre depende del porcentaje estricto que tengamos, sino de los pactos entre socios, que pueden modificar los niveles de quórum necesarios para según qué decisiones. Los socios podrían pactar que para nombrar un nuevo consejo de administración sea necesario una mayoría reforzada del 60%. Cada vez son más frecuentes los pactos por los que se protege a los socios minoritarios.
Las acciones adquiridas a cambio de un dinero o bienes pasan a ser parte
de nuestro activo y a partir de ahí tendremos todos los derechos como socios de esa empresa, tanto derechos políticos para tomar decisiones, como derechos económicos, para recibir dividendos cuando así se decida. No entramos aquí en aspectos de consideración de grupo, consolidación fiscal, etc.
Cuando adquirimos otra empresa estamos detrayendo recursos de nuestro
negocio principal y debe estar justificado por la existencia de una sinergia y por la consecución de mayor ventaja competitiva.
Si para hacerla compra empleamos una parte importante de deuda, la operación
se denomina adquisición apalancada, en inglés leveraged buy-out (LBO). El efecto en nuestro balance es la aparición de deuda en el pasivo y las acciones de la nueva empresa en el activo.
Una variación de la anterior es la adquisición apalancada de una empresa por
parte del equipo directivo, denominada en inglés management buy-out (MBO). En este caso, una mueva sociedad participada por el equipo directivo, actuando como vehículo de inversión, se endeuda para comprar la empresa. Una vez comprada se fusionan las dos empresas y el resultado es que tenemos la misma empresa con la deuda usada en su adquisición.
Si la empresa a adquirir es cotizada, la adquisición ha de hacerse por una
oferta pública de adquisición (OPA), que tendrá la consideración de hostil si no se cuenta con el beneplácito de la empresa a comprar.