Está en la página 1de 2

El concepto de mimesis

EUGENIO TRIAS 30 DIC 1981

Tras Meditación sobre el poder y El artista y la ciudad, donde reflexionaba sobre la creación, Trías se
encuentra ahora elaborando un libro referido al acto creador en todos los dominios y en donde se
destruye el concepto, cuasi divino, de originalidad. Nada es original, nada es nuevo, afirma, sino mimesis,
«imitación de la realidad».

Desde Platón y Aristóteles hasta Auerbach y Girard, el término mimesis se halla en el


corazón mismo de toda reflexión estética. Pero ya desde las Cartas sobre la educación
estética del hombre, de Schiller, se sabe que al plantear el problema estético con un
mínimo de profundidad estamos abordando el problema antropológico mismo. Se impone,
por tanto, profundizar en la idea de mimesis, idea clave para entender no sólo el arte y su
dialéctica, sino, en general, todo proceso de humanización, toda « formación», culturación,
cultivo o Bildung.

Idea pedagógica por excelencia en tanto, mimesis habla del nexo que vincula al hijo con el
padre, al discípulo con el maestro, al oficial con el maestro artesano, al aprendiz con el
consagrado, al principiante con el indiscutible. Idea temporal por excelencia que nos
explicita la naturaleza de la historia en lo que tiene de cambio o relevo dinámico de
generaciones o épocas. Es la mimesis lo que asegura una continuidad en el relevo
generacional. Es así mismo el nudo focal que discrimina, o permite discriminar, según
cómo se produce el anudamiento, entre mera imitación u obediencia a una autoridad
constituida y consagrada, y repetición creadora en donde la lección aprendida actúa como
pauta de suscitación y sugerencia respecto a la expresión del propio estilo. Propongo,
pues, traducir interpretativamente el término griego mimesis, mimesis en
sentido propio, con el término repetición creadora. O mejor, recreación, término multívoco
y de gran expresividad en castellano.

La mimesis no lo es «de la realidad», si bien en ciertas épocas o estilos se entiende por


esta idea un interés de la atención orientado hacia «la realidad». Pero ello se debe a que,
entonces, logra emanciparse esa supuesta «realidad» de sobrecodificaciones teológicas o
filosófico-idealistas que condenan la mimesis del artista a producir la «copia de una copia»
o a reproducir una Imago Dei. Puede existir, en efecto, un estilo que entronice la razón
observante como punto de miras privilegiado a la «naturaleza» como objeto de
reproducción.

Entonces el maestro enseñará al discípulo a contemplar, con ojos abiertos, la entraña


sajada y diseccionada del objeto, la estructura compleja de los cuerpos humanos, de los
cráneos, la anatomía de animales en reposo o en movimiento, como premisa educativa
previa a toda expresión pictórica o escultórica, en vez de adiestrarle en las convenciones
iconográficas suministradas por libros sagrados tomados como indiscutible autoridad, con
el fin de restablecer, desde esas premisas, en el cuadro o en la escultura, una piadosa
imagen de la naturaleza, imagen y criatura de la divinidad.
El término mimesis, tomado como «imitación de la realidad», puede servir para mostrar,
como hace Auerbach (Mimesis) respecto a la historia de la literatura occidental, las
variaciones en la selección de aspectos relevantes de la «realidad» que pueden verse
desde Homero y Moisés hasta Virginia Wolf. Pero la idea de mimesis que aquí propongo
pone el énfasis en la dimensión histórico-generacional y dinámica del término.

A través de esa idea intento, en un libro que preparo y que condensa esbozos ya dados en
libros míos anteriores (Meditación sobre el poder, El artista y la ciudad), una reflexión
ceñida sobre el acto creador en todos los dominios, reflexión que me impone sustituir el
término acrítico y teológico de creación por el más mundano e íntimamente de recreación.

Con ello queda destruida esa secularización bastarda del acto creador divino que fomenta,
como pauta estética primaria inconsciente, la idea, ya trivial, de originalidad. Y bien, nada
es original, nada es nuevo bajo el sol, si bien todo puede ser renovado: el todo mismo
acaso, a través del eterno retorno de un mismo impulso creador. Que, sin embargo, insiste
cada vez de forma diferenciada, variada.

Eugenio Trías es filósofo.

También podría gustarte