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La Primera República de la Nueva Granada, conocida despectivamente como la Patria Boba, fue el
periodo en el cual coexistieron hostilmente las Provincias Unidas de la Nueva Granada y el Estado
Libre de Cundinamarca; el calificativo fue citado la primera vez por Antonio Nariño en uno de sus
artículos publicados en "Los toros de Fucha" de manera sarcástica refiriendo la forma como sus
detractores que percibían su gobierno;123 el término se popularizó posteriormente como una forma de
condena contra la guerra fundacional que hubo entre centralistas y federalistas, la cual se percibe como
el principio de la fragmentación social y política en la naciente república.
Este periodo está comprendido entre la promulgación del Manifiesto del 20 de julio de 1810 y el inicio
del Régimen del Terror en 1816.4 Dicho período estuvo marcado por la división, los conflictos entre
provincias, las guerras internas y el desorden institucional.5 Para controlar la administración de la
república naciente, se recurrió a las Juntas de Gobierno Provinciales, las cuales debían nombrar
representantes para conformar la Suprema Junta, bajo cuya responsabilidad se organizaría el Congreso
encargado de la organización definitiva del Estado.6 De estas Juntas nacieron las Provincias Unidas de
la Nueva Granada y el Estado Libre de Cundinamarca.
Este proceso tuvo paralelismos con el que tuvo lugar al mismo tiempo en las Provincias Unidas del Río
de la Plata, donde cada provincia estableció su autonomía. Es también análogo, en menor medida, a la
conformación de los Estados Unidos de América, la cual no se saldó hasta la guerra de secesión.
Es uno de los momentos con mayor controversia en la historia del país, ya que varios puntos de vista
sugieren que hubo incapacidad de liderazgo o falta de capital humano, lo cual es ciertamente verídico y
se ha usado de manera polémica en la disputa política, enmarcado en una caricatura del pasado que
refleja lo acontecido,7 cabe mencionar, que existe tal controversia ya que este episodio fundacional de
la República de Colombia ocurría en medio de una disputa entre varios bandos con disparidad de
objetivos políticos y diferentes métodos para llevarlos a cabo (Como los contraindependentistas con
apoyo del Virreinato de Nueva Granada y los independentistas sublevados con apoyo del Imperio
Británico) .4
El 9 de abril de 1948 ocurrió en Bogotá el magnicidio del líder político Jorge Eliécer Gaitán, el cual
desencadenó uno de los acontecimientos más violentos e impactantes de la historia de Colombia: el
Bogotazo.
El Bogotazo ocurrió inmediatamente un hombre propinó varios disparos, por la espalda, a Jorge Eliécer
Gaitán. Una vez sucedió, se desencadenaron una serie de disturbios en la capital de Colombia y otras
ciudades del país que dejaron como saldo no sólo la parcial destrucción de la ciudad y centenares de
muertos, sino también décadas y décadas de violencia política en el país.
Por eso, te contamos paso a paso cuáles fueron los antecedentes y cómo se desarrollaron los eventos
hasta el magnicidio y el Bogotazo que surgió de él.
Elecciones de 1946
Durante el primer gobierno de Alberto Lleras Camargo, quien asumió la presidencia después de la
renuncia Alfonso López Pumarejo, el Partido Liberal se dividió entre quienes iban con Gabriel Turbay,
el candidato oficial, y Jorge Eliécer Gaitán, el candidato disidente de su propio partido para las
elecciones del 5 de mayo de 1946.
Con esta fragmentación al interior del Partido Liberal Colombiano, el Partido Conservador logró
concluir con 16 años de presidencias liberales, pues dicha división dio como resultado la victoria del
candidato conservador: Mariano Ospina Pérez.
Con la llegada del Partido Conservador al Gobierno arrecia la violencia política y los militantes
liberales se convierten en carne de cañón de retaliaciones conservadoras.
La marcha denunciaba la creciente violencia ejercida contra simpatizantes del partido liberal por parte
de miembros de la fuerza pública, militantes del Partido Conservador y el Gobierno de Mariano Ospina
Pérez.
Los participantes marcharon portando banderas y crespones negros, y guardando absoluto silencio
como expresión de duelo por las víctimas asesinadas por una supuesta Policía Política, y también como
forma de rechazo a los enfrentamientos protagonizados entre liberales y conservadores en varias
regiones del país como Boyacá, Caldas, Tolima, Valle del Cauca, entre otras.
Al final de dicha manifestación, Gaitán pronunció un discurso conocido como Oración Por La Paz,
dirigido al presidente Ospina Pérez:
“Señor Presidente: Le pedimos cosa sencilla para la cual están de más los discursos. Le pedimos que
cese la persecución de las autoridades y así nos lo pide esta inmensa muchedumbre. Os pedimos
pequeña y grande cosa: que las luchas políticas se desarrollen por cauces de constitucionalidad. Le
pedimos no crea que nuestra tranquilidad, esta impresionante tranquilidad, es cobardía. Nosotros, señor
Presidente, no somos cobardes: somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este
piso sagrado. Pero somos capaces, señor Presidente, de sacrificar nuestras vidas para salvar la
tranquilidad y la paz y la libertad de Colombia....”, dijo, entre muchas otras cosas, Gaitán en su
discurso.
Tres días después, el 18 de marzo, en vista de la consistente inacción del Gobierno frente a la
desmedida violencia política, Gaitán cortó los lazos del liberalismo con el gobierno tras una nueva
masacre en Bucaramanga.
Desde esta época, de acuerdo con cronistas y novelistas del acontecimiento, dos individuos
sospechosos se habían visto unas más de una decena de veces cerca de las oficinas de Gaitán, hecho
que habría despertado sospechas en alguno de los funcionarios del edificio Agustín Nieto, donde se
ubicaba el despacho de Jorge Eliécer Gaitán.
El magnicidio
El 8 de abril de 1948, día previo al de su asesinato, Gaitán resultó victorioso en su última defensa
judicial, y logró la absolución del teniente conservador Jesús María Cortés, un militar acusado del
asesinato del periodista Eudoro Galarza Ossa.
El 9 de abril de 1948, Jorge Eliécer Gaitán se encontraba en su despacho con Plinio Mendoza Neira,
Pedro Eliseo Cruz, Alejandro Vallejo y Jorge Padilla, quienes se dirigieron a almorzar sobre la 1:00 p.
m.
Al llegar a la puerta del edificio Agustín Nieto, ubicado en la carrera séptima con calle 12, un hombre
disparó en varias ocasiones sobre el líder liberal, impactando por la espalda la nuca y el torso del
abogado. Al menos tres balas impactaron el cuerpo de Gaitán.
Pronto, Gaitán fue trasladado a la Clínica Central, donde murió por causa de los balazos que recibió.
Algunos cronistas han señalado que los individuos que habían estado husmeando días atrás en el
edificio fueron vistos momentos antes del atentado. Al ver a Gaitán abandonar la edificación, uno de
ellos le hizo una señal con la cabeza al otro, quien parecía bastante nervioso.
El acompañante del asesino, aparentemente, se esfumó entre la multitud, no sin antes señalarlo ante la
turba enfurecida como el perpetrador del magnicidio, asegurándose así que los ojos del público
enceguecido se dirigieran a él. El nombre de quien accionó el gatillo era Juan Roa Sierra.
Roa Sierra se dio a la huida, pero fracasó en su intento, pues fue atrapado por la policía. Los agentes
intentaron cuidarlo de la turba enfurecida al interior de una droguería aledaña, pero no lograron
contener durante mucho tiempo la furia de los seguidores de Gaitán.
Una vez cayó en manos de la turba, Roa Sierra fue linchado, amarrado con corbatas y arrastrado hasta
la plaza de Bolívar donde su cuerpo sin vida fue abandonado en las escalinatas del Capitolio Nacional.
Y con su cuerpo sin vida también murió la verdad porque no se conocieron los móviles del asesinato, ni
tampoco si había sido ordenado por alguien más.
El Bogotazo
El magnicidio de Gaitán fue la chispa que encendió la bomba de tiempo que se venía aguantando por la
violencia política. Estos hechos llevaron a una revuelta que se extendió a varias poblaciones y capitales
del país en contra del gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez, a quien le exigían la renuncia.
La ciudad fue rápidamente incendiada. Ese día hubo saqueos, y enfrentamientos con todo tipo de armas
entre quienes se enlutaron por el magnicidio y las autoridades del Gobierno.
La violencia por el magnicidio no se concentró solo en la capital, sino también en ciudades como
Zipaquirá, y municipios y regiones con mayorías "gaitanistas" reaccionaron en proporción similar por
el magnicidio. En casos como Barrancabermeja, incluso, algunos pobladores intentaron constituir una
junta de gobierno independiente a la autoridad del gobierno conservador.
El Frente Nacional
Hace 75 años se creó el Frente Nacional, un pacto bipartidista que intentó mitigar la violencia en
Colombia
En 1950 ganó las elecciones presidenciales el político conservador Laureano Gómez. Ante la ola
violencia que no se lograba contener, los militares, con apoyo de los liberales, se hicieron con el poder
en 1953. El 13 de junio de ese año el General Gustavo Rojas Pinilla dio un golpe de estado. Su objetivo
era mitigar el enfrentamiento entre conservadores y liberales, al considerarse una tercera vía política. A
pesar de que durante su mandato se inauguró la televisión, se le otorgó el voto a las mujeres y hubo
grandes avances en la infraestructura del país (se construyeron el Aeropuerto Internacional El Dorado,
el Hospital Militar Central y la calle 26 en Bogotá, por ejemplo), convocar una Asamblea Nacional
Constituyente para ser reelecto en el periodo 1958-1962 precipitó su caída.
Un paro que involucró a las élites de los partidos, los gremios empresariales y la iglesia católica llevó a
que el General renunciara a la presidencia el 10 de mayo de 1957. Sin embargo, nombró una Junta
Militar para que gobernara al país hasta que en 1958 se eligiera, por la vía democrática, a un nuevo
presidente. La Junta Militar, que estaba compuesta por 5 miembros de las Fuerzas Armadas, entregó el
poder al liberal Alberto Lleras Camargo. Sin embargo, ni esta transición fue pacífica ni se retornó tan
rápidamente a una democracia plena. Además de que hubo una sublevación a la Junta Militar por parte
de algunos miembros de la Policía Militar, se creó un acuerdo entre liberales y conservadores que, si
bien estaba motivado para acabar con la violencia, restringió la participación política de otros sectores
de la población.
Acuerdos entre los líderes de los partidos Liberal y Conservador y el nacimiento del Frente Nacional
Desde antes de su renuncia, ante la inconformidad que generaban las políticas de Rojas Pinilla, en 1956
los dirigentes de los Partidos Liberal y Conservador, Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez
respectivamente, se encontraron en la ciudad de Benidorm (España) con el fin de buscar una salida
conjunta a la crisis política de Colombia. Al año siguiente, en la ciudad española de Sitges, los líderes
se reunieron nuevamente y firmaron el pacto que daría origen al Frente Nacional. Se acordó una
coalición bipartidista para la alternancia cuatrienal en el poder de los partidos tradicionales por 12 años
(luego se alargó a 16) y la paridad en los cargos públicos de las ramas ejecutiva, legislativa y judicial.
Según el político liberal Alberto Lleras Camargo, el Frente Nacional era una necesidad para el país:
Asimismo, las reuniones entre los dos líderes fueron de conocimiento público y celebradas por las
multitudes que aspiraban a que hubiera un retorno a la democracia. A continuación se pueden ver
imágenes del apoyo que recibió Lleras Camargo al regresar a Colombia en julio de 1957, después de
firmar el Pacto de Sitges:
El respaldo que se veía en las calles también se vio reflejado en las urnas. Para ratificar lo acordado, se
estableció la necesidad de convocar un plebiscito, el cual fue realizado el primero de diciembre de
1957. Este fue aprobado por una mayoría arrolladora y, de hecho, fueron las elecciones con el nivel
más alto de participación en la historia de Colombia hasta aquel momento.
Los resultados de las elecciones presidenciales pueden dar cuenta de las tensiones que generó el
acuerdo y que se fueron acrecentando con el tiempo. En las de 1958, el liberal Alberto Lleras Camargo
obtuvo cerca de un 80% de los votos en contraposición al 20% que recibió su opositor, el conservador
disidente Jorge Leyva. En 1962 el conservador Guillermo León Valencia ganó con aproximadamente el
62% de los votos totales, pero los candidatos de la oposición, Alfonso López Michelsen (MRL),
Gustavo Rojas Pinilla (ANAPO) y Jorge Leyva (Conservador disidente), lograron cerca del 38%. En
1966, el liberal Carlos Lleras Restrepo consiguió el triunfo con un 63% frente al casi 25% obtenido por
José Jaramillo Giraldo, candidato liberal disidente y de la ANAPO. Sin embargo, la abstención fue alta
en estas dos elecciones, lo cual restó legitimidad al Frente Nacional. Finalmente, en 1970 Misael
Pastrana Borrero logró el mayor porcentaje de votos (41.2%), pero por un margen estrecho: Rojas
Pinilla obtuvo un 39.6% y los conservadores disidentes Belisario Betancur y Evaristo Sourdis un 10.6%
y 8.6% respectivamente. Los resultados fueron tan cercanos, que se habló de un fraude electoral que
derivó en la fundación del Movimiento 19 de abril (M-19), la primera guerrilla urbana de Colombia.
Asimismo, si se suman los porcentajes de los disidentes, se tiene que la mayoría de los votos fueron en
contra del candidato del Frente Nacional.
De tal manera, entonces, si bien el Frente Nacional logró alcanzar la paz entre el Partido Liberal y el
Partido Conservador, no consiguió acabar con el apoyo que muchas personas le daban al General Rojas
Pinilla ni detener la violencia que azotaba al país. De hecho, durante la vigencia del acuerdo se
fundaron guerrillas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) y el Ejército Popular de Liberación (EPL), las cuales, grosso modo,
surgieron ante un descontento generalizado que provenía de tiempo atrás, vinculado no solo con la falta
de participación política sino a la represión militar y la concentración de la tierra en el campo.
Toma de la embajada de la República Dominicana en Colombia
En la acción el M-19 secuestró a 15 diplomáticos de numerosos países que departían en una fiesta
conmemorativa de la independencia de la República Dominicana, el 27 de febrero de 1980. El 25 de
abril de ese año, secuestradores y secuestrados salieron rumbo a Cuba, donde los rehenes fueron
liberados y los guerrilleros permanecieron varios meses.1
Antecedentes
Artículo principal: Conflicto armado interno de Colombia entre 1974-1990
El M-19 había protagonizado varios accionares, aunque su golpe mayor fue el robo de armas del
Cantón Norte en la que los guerrilleros habían hurtado más de 5000 armas. El Ejército Nacional había
desencadenado varios operativos para la recuperación de las armas, provocando la captura de varios de
los altos mandos del M-19 y la represión y violaciones a los Derechos Humanos amparadas por el
Estatuto de Seguridad.
Curiosamente la sede de la embajada (ubicada en la carrera 30 con calle 46) había sido años atrás, a
mediados de los años 50, residencia del expresidente Gustavo Rojas Pinilla. De dicha casa se rumoró
que había un túnel secreto, que jamás se encontró, y donde los guerrilleros planeaban escapar con los
embajadores.23
La toma
Según Rosemberg Pabón, fueron cuatro grupos integrados por cuatro personas cada uno los que
tomaron la embajada:
Éramos cuatro grupos de cuatro, entonces los otros 12 hicieron una especie de herradura (con la forma
de la calle donde se ubicaba la embajada), porque todos los guardaespaldas de los embajadores estaban
afuera. Mis compañeros llegaron vestidos de deportistas (provenientes del campo de fútbol de la
Universidad Nacional que había al lado y donde la Fuerza Pública intentaba controlar los disturbios
habituales de la Universidad.)4
Eran las 12:10 del mediodía. En la Embajada de la República Dominicana en Bogotá se ofrecía una
recepción a un numeroso grupo de diplomáticos, para conmemorar la fiesta nacional de ese país. En
cuestión de segundos, uno de los aparentemente invitados sacó una pistola y disparó al aire. Su nombre,
se sabría después, era Rosemberg Pabón. conocido como Comandante Uno.56
Según declaraciones del mismo Comandante Uno, un día antes del asalto ni él, ni los demás
guerrilleros, conocían el lugar donde estaba localizada la sede de la embajada de la República
Dominicana, a la que fue vestido con saco y corbata, con dos guerrilleros más y armado con una pistola
9 milímetros. Se confundió al ver su reflejo en un espejo, se asustó y fue cuando hizo el disparo.47
El desconocido para los asistentes anunció que se trataba de un asalto y se identificó a sí mismo como
el Comandante Uno. En ese momento, el comando compuesto por 15 guerrilleros tomó la embajada y
neutralizó a los invitados presentes. En caso de un ataque armado: "mataremos a dos de los rehenes
cada 10 minutos...", amenazó el comandante del asalto.1
En el grupo de secuestrados había 16 diplomáticos de alto rango, entre los que figuraban los
embajadores en Colombia de Austria, Brasil, Costa Rica, Egipto, El Salvador, Estados Unidos (Diego
Cortes Asencio), Guatemala, Haití, Israel, México (Ricardo Galán), República Dominicana, Suiza,
Uruguay, Venezuela y el Nuncio apostólico. El embajador soviético evitó ser secuestrado al salir
escasos segundos antes de la entrada de los guerrilleros.8
Exigencias
Inicialmente el M-19 demandó al gobierno del presidente colombiano, Julio César Turbay, que
liberaran de las cárceles a 300 compañeros prisioneros políticos que habían sido arrestados por las
autoridades colombianas en el transcurrir del conflicto armado interno en Colombia y sobre todo por la
violenta represión en consecuencia del robo de armas, como también exigieron al gobierno que pagara
US$ 5 millones de dólares.8
Como una acción humanitaria de los guerrilleros, el vicecónsul de Paraguay (quien estaba herido), un
niño, las esposas presentes de algunos embajadores y las mujeres con cargos de embajadoras fueron
dejados en libertad. Una de las mujeres guerrilleras que asaltaron la embajada y había sido herida en el
tiroteo del asalto inicial con el Ejército Nacional fue atendida por un médico y apareció luego en las
fotos con vendas en la cabeza. En dicho tiroteo el embajador de Venezuela también resultó herido. Un
joven guerrillero murió de un balazo en el ingreso del grupo de asalto.
En una acción temeraria, el embajador uruguayo Fernando Gómez Fynn aprovechó un descuido de los
guerrilleros y escapó de la embajada.9
Negociaciones
El 2 de marzo de 1980, cuatro días después de la toma, el gobierno colombiano autorizó contactos
directos con el comando guerrillero. Como portavoz por el grupo guerrillero M-19 fue asignada
Carmenza Cardona Londoño, La Chiqui; ella se reunió con representantes del gobierno, Ramiro
Zambrano Cárdenas y Camilo Jiménez Villalba. La reunión se llevó a cabo dentro de una camioneta
amarilla que estacionaron frente a la embajada. El embajador mexicano Ricardo Galán estuvo también
presente como testigo y mediador.
El 21 de abril de 1980, una Comisión de Derechos Humanos de la OEA se entrevistó con el presidente
colombiano y miembros de su gabinete, en el que se intercambiaron impresiones sobre la situación de
los derechos humanos en Colombia. El gobernante colombiano planteó el problema creado por la
ocupación de la embajada dominicana y expuso aspectos de las negociaciones llevadas a cabo hasta esa
fecha por delegados del gobierno, expresando que se habían efectuado 16 diálogos entre personeros del
gobierno y los guerrilleros. El presidente solicitó la cooperación de la comisión para ayuda a una
solución jurídica de la toma, lo cual acordaron. Una Comisión Especial de funcionarios diplomáticos de
países que tenían rehenes en la Embajada Dominicana, lideradas por el nuncio apostólico de la Santa
Sede en Argentina, Monseñor Pío Laghi, actuando como delegado del papa Juan Pablo II, visitó a la
comisión en sus oficinas del Hotel Tequendama para intentar alcanzar una solución favorable a la
repercusión internacional.10
La comisión, dentro del mandato de su competencia, aceptó la solicitud autorizada por el gobierno y a
partir del 22 de abril visitó en reiteradas oportunidades la sede de la representación diplomática
tomada; se entrevistó con el presidente Turbay, el entonces Ministro de Relaciones Exteriores Diego
Uribe Vargas y otras autoridades colombianas; y sostuvo sucesivos diálogos con los integrantes del
comando guerrillero y con los rehenes.10 En total, se llevaron a cabo alrededor de 24 reuniones entre
los representantes del gobierno y los representantes del M-19.
Desenlace
Después de 52 días de negociaciones y 61 días de haberse iniciado la toma, el Comandante Uno y los
representantes del gobierno acordaron que dejarían ir al comandante y los guerrilleros junto con los
secuestrados a Cuba el 25 de abril de 1980, pese a que se tenía planeado que las negociaciones y la
toma durasen una semana.11 Una vez en Cuba, los embajadores de los respectivos países serían
dejados en libertad. Se decía que el M-19 también habría recibido un pago por el gobierno colombiano
de uno o dos millones de dólares, aparentemente pagados por el gobierno de Israel.12 Finalmente,
Rossemberg Pabón aceptó que les habían dado US$3 millones de dólares antes de salir hacia Cuba,
pero que habían fallado en el objetivo que era liberar a más de 315 presos políticos que tenía en ese
entonces el gobierno, aunque los presos políticos fueron amnistiados dos años después, durante el
gobierno de Belisario Betancur.13
Rosemberg Pabón permaneció en Cuba hasta marzo de 1980. Regresó al país al frente de una columna
de 80 insurgentes, que desembarcaron por la desembocadura del río Mira en el departamento de
Nariño, al sur del país. Fue capturado junto a Carlos Toledo Plata y juzgado en los meses siguientes en
un Consejo Verbal de guerra. En diciembre de 1982 recobró su libertad, junto a otros dirigentes del M-
19 como efecto de la Ley 35 del gobierno de Belisario Betancur, que decretó la amnistía a más de tres
centenares de presos políticos.14
Como fruto del acuerdo de paz (1990) y dejación de las armas, participó en el proceso de convocatoria
a una Asamblea Nacional Constituyente en 1991, por la cual la guerrilla del M-19 se convirtió en el
partido político Alianza Democrática. Tiempo después, Pabón fue elegido alcalde de Yumbo (Valle del
Cauca), también fue senador suplente de Antonio Navarro Wolf y funcionario del gobierno de Álvaro
Uribe Vélez. Pabón llegó a afirmar públicamente que si el presidente Turbay no hubiera usado los
medios del diálogo como negociación para liberar a los secuestrados, la toma a la embajada de la
República Dominicana hubiera terminado en tragedia y en un escalamiento del conflicto entre el M-19
y el gobierno.
Toma del Palacio de Justicia
La toma del palacio de Justicia, denominada Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre,
fue un asalto perpetrado en Bogotá, Colombia, el miércoles 6 de noviembre de 1985 por un comando
de guerrilleros del Movimiento 19 de abril (M-19) al Palacio de Justicia ubicado en el costado norte de
la plaza de Bolívar, frente a la sede del Congreso y a una cuadra de la Casa de Nariño, la residencia
presidencial. El M-19 mantuvo a cerca de 350 rehenes entre magistrados, consejeros de Estado,
servidores judiciales, empleados y visitantes del Palacio de Justicia.2 Dicha incursión fue seguida de la
reacción de la Policía Nacional y el Ejército Nacional, rodeando el edificio e iniciando una operación
de retoma del mismo que se extendió hasta el jueves 7 de noviembre de 1985.3
Los hechos culminaron 28 horas después.4 dejando un saldo de 101 muertos,5 entre ellos 11
magistrados. 11 personas más también fueron consideradas como desaparecidas al no conocerse su
paradero; número que se reduciría a 6 después de que la Fiscalía General de la Nación anunció en el
2000 que el cadáver de Ana Rosa Castiblanco, empleada de la cafetería que se encontraba
desaparecida, fue hallado en una fosa común;6 el 17 de octubre de 2015 el Instituto de Medicina Legal
anunció la identificación de los restos de Cristina del Pilar Guarín Cortés, Lucy Amparo Oviedo y Luz
Mary Portela.7 En 2017 se anunció que la Fiscalía General de la Nación identificó plenamente los
restos del magistrado auxiliar Emiro Sandoval.8
Por las investigaciones emprendidas por la Fiscalía General de la Nación desde 2005 sobre los civiles
desaparecidos durante la retoma del Palacio por parte del Ejército Nacional y que salieron con vida del
hecho quedando en custodia de la Fuerza Pública, fueron detenidos dos coroneles y el coronel (r) Luis
Alfonso Plazas Vega.9 El coronel (r) Plazas Vega fue condenado en 2010 por la Fiscalía y liberado y
declarado inocente el 16 de diciembre de 2015 por la Corte Suprema de Justicia.1011 El general (r)
Jesús Armando Arias Cabrales fue condenado a 35 años de prisión por la Corte Suprema de Justicia de
Colombia en 2019.12 El coronel (r) Edilberto Sánchez Rubiano, el mayor (r) Óscar William Vásquez, y
los capitanes (r) Luis Fernando Nieto Velandia, Antonio Rubay Jiménez Gómez y Ferney Ulmardín
Causayá Peña fueron condenado a 40 años de prisión por el Tribunal Superior de Bogotá en 2021.13
La toma y retoma han sido calificadas como una masacre por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH).14
Antecedentes y planificación
El M-19 denunciaba que el Ejército Nacional hacía unos meses habían quebrantado un alto el fuego
después de que, según ellos, el gobierno de Belisario Betancur Cuartas incumpliera los Acuerdos de
Corinto, Hobo y Medellín firmados el 24 de agosto de 1984.15 El presidente Belisario Betancur se
había comprometido a lograr la paz con los grupos alzados en armas. En noviembre de 1983 se reunió
en Madrid (España) con los comandantes del M-19, Iván Marino Ospina y Álvaro Fayad, que
constituyó la primera vez que un presidente colombiano en ejercicio se reunía con guerrilleros alzados
en armas.1617 El comandante del Ejército Nacional, Miguel Vega Uribe y el ministro de defensa,
General Fernando Landazábal (destituido en enero de 1984),18 mostraron sus desacuerdos. El
presidente de la comisión de diálogo, Otto Morales Benítez, habló de “enemigos agazapados de la
paz”.19
En 1985 se presentó la Campaña de pie Colombia por el M-19 ante el rompimiento de los acuerdos de
Corinto que comprendió acciones urbanas y políticas en las principales ciudades. El 15 de marzo de
1985 se realizó la marcha de "Desagravio por la paz y la democracia" convocada por el M-19 en
Bogotá;23 en abril se militarizan las ciudades en el aniversario del M-19, en mayo se realiza un
atentado contra Antonio Navarro, en junio sucede la toma de Génova (Quindío),24 La muerte de Iván
Marino Ospina en agosto, en Cali,25 la masacre del Suroriente de Bogotá (por la cual en 1997, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) determinó el asesinato extrajudicial de 11
personas: 10 militantes del M-19 y 1 civil),26 por la Fuerza Pública el 30 de septiembre de 1985 tras el
robo de un camión de leche,2728 en octubre de 1985 se presentó el atentado al general Rafael Samudio
Molina,29 el asalto al Batallón Cisneros en Armenia3031 y se registran enfrentamientos entre la Fuerza
Pública y el M-19 en el Valle del Cauca y Cauca.32
En este encuentro se determinó que la Policía Nacional hiciera un estudio de seguridad del Palacio, el
cual se llevó a cabo entre el 28 de septiembre y el 15 de octubre de este año. Los resultados del mismo
se presentaron en un consejo de gobierno el 17 de octubre. Dos días antes del asalto, la Policía
Nacional retiró la vigilancia asignada al edificio, dejándola en manos de una empresa privada, aunque
advirtió a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado acerca de los planes
del M-19. Un mensaje anónimo había anunciado la toma para el 17 de octubre de 1985, tal como
quedará registrado en un documento33 del comando de las Fuerzas Militares, por lo que se tomaron
medidas especiales de seguridad, retiradas el 1 de noviembre por presunta petición de Alfonso Reyes
Echandía, presidente de la Corte Suprema.34 Por su parte, el coronel Pedro Herrera Miranda de la
Policía dijo que había ordenado recortar la vigilancia del Palacio por orden del presidente de la Corte
Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echandía, declaración que genera muchas dudas, primero porque
el magistrado era de los más amenazados, y segundo porque no era función suya pedir el retiro de la
vigilancia del Palacio, pues los presidentes de las cortes son solo voceros, y para poder sugerir el retiro
de la fuerza pública tenía que haberse reunido con su homólogo del Consejo de Estado. Sin embargo,
según las investigaciones judiciales recientes, desde agosto de 1985 los organismos de inteligencia
colombianos tenían conocimiento del plan del M-19 de atacar el Palacio de Justicia, el Palacio de
Nariño (la residencia presidencial) o el Capitolio Nacional (sede del Congreso).35
Según la Revista Semana el M-19 había decidido realizar la toma del Palacio de Justicia durante la
visita del presidente francés François Mitterrand para darle dinamismo internacional,36 no obstante, el
mismo 17 de octubre, fueron arrestados dos hombres en las inmediaciones del Palacio de Justicia
haciendo planos del edificio. El Palacio de Justicia fue puesto bajo vigilancia militar hasta los primeros
días de noviembre, en que la vigilancia fue retirada y sustituida por vigilantes de una empresa privada
de seguridad. Días antes de la toma, se almacenaron en la cafetería del Palacio Justicia unos 1500
pollos, algo que después levantaría sospechas.37
Conocimiento del Estado
En la investigación adelantada por el Tribunal Especial de Instrucción creado por el decreto 3300 de
1985,38 se evidenció que los organismos de seguridad del Estado y medios de comunicación tenían un
conocimiento previo sobre las acciones del grupo guerrillero del M-19 a las instalaciones donde se
encontraba la sede de la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado.39 Se descubrió, que días
antes de la toma del Palacio de Justicia, el organismo de seguridad del Estado realizó la captura de
algunos integrantes del movimiento subversivo que poseían documentos relacionados con los planes de
la toma. Adicionalmente se recibieron anónimos y advertencias sobre el peligro que estaba corriendo el
poder judicial debido a la coyuntura política que vivía el país en aquel momento. Tanto fue así que
algunos medios de comunicación publicaron esta información antes de que se produjera la catástrofe.
Finalmente se contaba con un sinnúmero de antecedentes de amenazas a los magistrados de la Corte
Suprema de Justicia, especialmente a los miembros de la Sala de Casación Penal y de la Sala
Constitucional.40
Las amenazas las hicieron entre principios y mediados de septiembre de 1985 para coaccionar o
intimidar a los Magistrados y sus familiares entre los que estaba Patiño, para tratar de cambiar sus tesis
y sus votos. Además de Patiño, los magistrados Ricardo Medina Moyano y Manuel Gaona Cruz
informaron a las autoridades de las amenazas el 30 de octubre de 1985. Patiño alcanzó a recibir tres
cartas y dos cintas de audio que recibió por correo. Parte de su declaración detallaba:41
«...Efectivamente, en los últimos meses a partir de los primeros (sic) de septiembre me han llegado
escritos que según los mismos provienen de Los Extraditables, en los cuales se me plantea la
alternativa de apoyar las demandas (tres) que cursan en la Corte Suprema contra la Ley 27 de 1980, por
medio de la cual se aprueba el Tratado de Extradición entre la República de Colombia y los Estados
Unidos de América, suscrito el 14 de septiembre de 1979 o ser asesinado (o secuestrado, según ellos)».
Uno de los mensajes que recibió leía:41
«Nuestra causa. Por eso no aceptamos renuncia, no aceptamos licencias, no aceptamos enfermedades
ficticias, no aceptamos vacaciones sospechosas y apresuradas. Cualquier posición asumida en contra
nuestra, la tomaremos como un reto y como una aceptación a nuestra declaración de guerra... desde la
cárcel ordenaremos tu ejecución y fumigaremos con sangre y con plomo tus más preciados miembros
de familia... si el Tratado de Extradición no cae derrumbaremos la estructura jurídica de la nación... no
estamos jugando, atacamos de sorpresa».42
Los extraditables.
Según versión entregada a la Comisión de la Verdad por Jhon Jairo Velásquez alias ‘Popeye’ del Cartel
del Medellín y de Carlos Castaño,43 supuestamente Pablo Escobar había financiado la toma con 2
millones de dólares.44 Debido a que previamente se hicieron supuestos acuerdos de paz entre Iván
Marino Ospina (Comandante del M-19, abatido en Cali antes de la Toma del Palacio) y Pablo Escobar,
debido a la guerra entre ambos grupos iniciada por el secuestro de Marta Nieves Ochoa (hermana de
los Ochoa) y el surgimiento del Muerte a Secuestradores (MAS) en 1981.4546 Sin embargo antiguos
miembros de la guerrilla niegan cualquier participación por parte de los narcos.4748 En 2020 ante la
Comisión de la Verdad exmilitantes del M-19 como Otty Patiño y Vera Grabe reconocieron que la toma
fue una decisión errada pero que de ninguna manera fue financiada por Escobar, ya que fue un
operativo con objetivos políticos, de acuerdo al contexto político y militar (la Campaña de pie
Colombia por el M-19), la situación financiera del grupo, la falta de armamento pesado en la toma y a
la guerra con el Muerte a Secuestradores (MAS) y el Cartel de Medellín.4950 La existencia de copias
de las solicitudes de extradición en la cancillería y la embajada americana, y de copias de procesos en
otros despachos judiciales, desvirtúa que la quema de expedientes fuera la razón de la operación
guerrillera.5152 Además los magistrados también llevaban procesos judiciales y condenas contra
miembros de las Fuerzas Militares. Cerca de 6000 expedientes se quemaron en la toma.5354 El M-19
no tenía armas antitanque y no llegaron los explosivos según versión de Jaime Castro, entonces
ministro de Gobierno.55
Nota
. LA VANGUARDIA: Chucho y tres más. Dos (Nohora y Pedro) que tendrán vehículo
de retaguardia donde va, además, Rafael.
. EL GRUESO: En el camión, los medios ingenieros. explosivos, intendencia y
la escuadra número 1 del pelotón 2 (Mando: Lucho).
. RETAGUARDIA: Pacho más 3. Más Nohora, Pedro Rafael y la escuadra número 2
del pelotón (Mando: de César).
1.ª LÍNEA DE DEFENSA
Sótano: Chucho, Andrés, William, Marcela, Pedro.
Flanco Norte: Pacho, Roque, Bernardo, Estéban, Mono.
Flanco Oriental: Lázaro, Fabio, Natalia, Diana, Juan.
Apartes de documentos del plan de asalto al Palacio de Justicia encontrados durante un allanamiento a
miembros del M-19.58
6 de noviembre
Momentos previos
Un presunto testigo, exagente de inteligencia, llamado Ricardo Gámez, dijo que días antes de la toma
del Palacio de Justicia, todo el personal de Inteligencia fue acuartelado bajo la advertencia de que algo
iba a ocurrir y ya se había montado un comando operativo en la Casa del Florero. A las 5:30 AM (UTC-
5) horas antes de la toma, él y varios agentes de inteligencia fueron ubicados en la carrera séptima
cerca del parque Santander, a la espera de lo que podría pasar. Dijo además que la operación estaba
siendo coordinada desde la Casa del Florero, a pocos metros del Palacio de Justicia.59
Las unidades del Ejército Nacional que intervendrían en las horas siguientes estaban conformadas por
la XIII Brigada, comandada por el general Jesús Armando Arias Cabrales. Entre sus subordinados
estaba el Jefe del Estado Mayor de la Brigada XIII (B-5), el coronel Luis Carlos Sadovnik. En orden
descendente seguían las unidades B-1, B-2, B-3 y B-4. El coronel Edilberto Sánchez estaba al mando
de la B-2.160
A las 11:00 AM (UTC-5), siete guerrilleros del M-19 ingresaron armados y vestidos de civil al Palacio
de Justicia, aprovechando la poca vigilancia. El grupo era liderado por Alfonso Jacquin, también iba la
guerrillera Irma Franco. Una vez dentro asumieron posiciones en el edificio; dos en la secretaría del
Consejo de Estado, dos en la secretaría de la Sección Tercera del Consejo de Estado, dos en la cafetería
y una mujer en el tercer piso.1
Jacquin hizo una llamada telefónica desde el tercer piso a Luis Otero, que se encontraba en una casa en
el barrio Calvo Sur de Bogotá, en la dirección calle 6a Sur n.º 8 -42 avisándole que ya estaba dentro y
podía proceder. Desde la casa, Otero y otros 27 guerrilleros más se desplazaron en tres vehículos hacia
el edificio del Palacio de Justicia.1
A las 11:30 de la mañana, la Sala Constitucional estaba en sesión, el magistrado Gaona Cruz leía su
ponencia sobre una de las demandas contra el tratado de extradición con los Estados Unidos de
América.61 En la misma sala estaban los magistrados Alfonso Patiño Roselli, presidente de la Sala;
Manuel Gaona Cruz, Carlos Medellín Forero y Ricardo Medina Moyano, además del secretario
Ricardo Correal Murillo. En los despachos estaban los magistrados Fabio Calderón Botero, Alfonso
Reyes Echandía, Pedro Elías Serrano Abadía y Darío Velásquez Gaviria. En la Sala Laboral se
encontraban los magistrados Fanny González Franco, José Eduardo Gnecco Correa y Nemesio
Camacho Rodríguez.61 En otro sector de la Sala Penal estaban los magistrados auxiliares Emiro
Sandoval Huertas y Julio César Andrade, y siete auxiliares judiciales: María Janeth Rozo, Isabel
Méndez de Herrera, María T. Muñoz de Jiménez, María Cristina Herrera Obando, Beatriz Moscoso de
Cediel, Libia Rincón Mora y Nury Gutiérrez de Piñeres de Soto. De los despachos de los magistrados
de la Sala Constitucional estaban las secretarias Lyda Mondol de Palacios, Ruth Zuluaga de Correa y
Rosalía Romero de Díaz. De la Sala Laboral se encontraban en ese piso el magistrado auxiliar Jorge
Alberto Correa Echeverri y los secretarios de los despacho Hermógenes Cortés Nomelín, Cecilia
Concha Arboleda y Ana Lucía Bermúdez de Sánchez.61
En el primer piso estaban la mayoría de empleados del Consejo de Estado y de la Corte Suprema de
Justicia. Se encontraban el administrador de la cafetería, Carlos Augusto Rodríguez Vera, la cajera
Cristina del Pilar Guarín, los meseros Héctor Jaime Beltrán y Bernardo Beltrán, la empleada Gloria
Estela Lizarazo, el chef David Suspes y la empleada Luz Mary Portela. También se encontraban
visitando o para citas la contratista Norma Constanza Esguerra y Gloria Anzola de Lanao. Lucy
Amparo Oviedo esperaba entrevistarse con el magistrado Alfonso Reyes Echandía.1
Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre
Para los guerrilleros del M-19, se trataba de la «Operación Antonio Nariño por los Derechos del
Hombre». La toma comenzó a las 11:30 a. m. (UTC-5) del 6 de noviembre de 1985, cuando 28
guerrilleros del «Comando Iván Marino Ospina», al mando de Luis Otero y Andrés Almarales,
ingresaron fuertemente armados al edificio vestidos de civil. Pocos minutos después empezaron a gritar
consignas y a hacer disparos. Un camión reventó el separador metálico de la portería del parqueadero
que da frente a la carrera octava, seguido por dos vehículos que conducían personas vestidas con
camuflados de las fuerzas militares colombianas y armadas con rifles. Ingresaron por la puerta del
sótano del costado occidental (entrada al estacionamiento del Palacio de Justicia), mientras que un
grupo de guerrilleros se atrincheró en el primer piso y la puerta principal.15 Los primeros en morir
fueron Eulogio Blanco y Gerardo Díaz Arbeláez, vigilantes de la firma Cobasec Ltda., contratista para
labores de vigilancia del Palacio de Justicia. Blanco y Arbeláez no lograron utilizar sus revólveres.62
Durante el ingreso de los guerrilleros, un agente de policía resultó herido. En cerca de media hora los
guerrilleros tomaron el control total del edificio, mientras a las afueras se agolparon refuerzos de la
Policía Nacional y el Ejército Nacional.15 Fueron ubicados en las terrazas de algunos edificios vecinos,
como la Catedral Primada, el Palacio Liévano y la Casa del Florero, con la intención de recuperar el
Palacio.
El gobierno del presidente Betancur decidió no negociar debido a que las circunstancias políticas no
daban para una negociación al momento de la toma. Betancur era acusado por algunos sectores de la
opinión pública de haberle entregado el país a la guerrilla, el M-19 había roto la tregua y culpaban al
gobierno, además de haber realizado un atentado contra el Comandante del Ejército Nacional. Según la
Revista Semana, «el país estaba sumido en un ambiente de desestabilización institucional con una
percepción de un vacío de autoridad».63 Varios analistas consideraban que si Betancur accedía a las
peticiones de los guerrilleros, el gobierno quedaría mal ante la opinión pública nacional e
internacional.64
La entonces ministra de Comunicaciones, Noemí Sanín, ordenó transmitir por televisión un partido de
fútbol entre Millonarios y Unión Magdalena en vez de presentar la situación del Palacio durante parte
de la crisis. Según algunas fuentes, no estaba permitido transmitir la operación de la retoma al Palacio
de Justicia. Las estaciones de radio y algunos noticieros continuaron transmitiendo la información en
directo, sin embargo, nuevamente la ministra volvió a dar la orden de impedir que se siguiera
transmitiendo por radio lo que estaba sucediendo.656667
Después del mediodía, llegaron los primeros vehículos blindados EE-09 Cascavel y Urutú, que fueron
ubicados alrededor del Palacio, sobre la plaza de Bolívar y las carreras Séptima y Octava. El presidente
Belisario Betancur fue informado del hecho.
A la 13:00 (UTC-5), los guerrilleros le dijeron al magistrado Alfonso Reyes Echandía, mantenido como
rehén, que nada le iba a suceder y que lo requerían para negociar. Los guerrilleros del M-19 se
refugiaron en el cuarto piso junto a algunos rehenes, realizaron llamadas telefónicas al Palacio de
Nariño, sede presidencial, y a varios medios de comunicación, para hacer conocer sus exigencias. El
M-19 exigía la publicación en los diarios y la difusión en las cadenas radiales de una proclama;
pidieron la creación en una cadena radial de un espacio diario para la expresión de la oposición y la
presencia del Presidente de la República o su apoderado ante la Corte Suprema de Justicia, para efectos
de hacerle un juicio político.
Minutos más tarde, un grupo de soldados del Batallón Guardia Presidencial entró al Palacio para sacar
los cadáveres de dos vigilantes, mientras un oficial y un suboficial recuperaban la ametralladora del
vehículo blindado Urutú. A las 13:30 (UTC-5), los primeros vehículos blindados ingresaron por el
sótano. A las 13:40, el comandante guerrillero del M-19 Luis Otero se comunicó con algunos medios de
comunicación para confirmar la autoría y el nombre de la toma.
A las 13:55 (UTC-5), un vehículo blindado EE-09 Cascavel rompió la puerta principal del Palacio. A
las 14:00, dos helicópteros dejaron en la azotea del edificio a un grupo de policías del Comando de
Operaciones Especiales de la policía, que también ingresó al Palacio. Otro de los vehículos blindados
Urutú trató de irrumpir en una de las puertas del recinto para rescatar el cadáver del subteniente de la
Policía José Fonseca Villada, asesinado por los guerrilleros al comienzo de la toma, pero debido a la
estrechez de ésta, perdió la metralleta y, por el tiroteo con los guerrilleros del M-19, debió ser retirado.
Dos vehículos blindados ingresaron por la puerta principal y obligaron a los guerrilleros y rehenes a
subir a los pisos superiores, mientras que en la parte posterior del Palacio de Justicia se inició un
incendio. Los combates se intensificaron en el sótano, mientras los subversivos se desplazaban a los
pisos superiores.
Quince minutos después fueron liberados algunos rehenes, trasladados a la Casa del Florero para su
identificación, a excepción de los heridos que fueron llevados a clínicas y hospitales. Luego, a las
14:25, un tercer vehículo blindado ingresaba a la edificación, con soldados del Batallón Guardia
Presidencial y de la Escuela de Artillería, mientras hombres del Grupo Operativo Antiextorsión y
Secuestro (GOAS) de la policía Nacional llegaban por la azotea.
A las 15:00 el presidente Betancur pidió ayuda y consejo a algunos expresidentes, candidatos a la
Presidencia y congresistas, estos primeros concordaban en que era mejor negociar en lugar de retomar
el Palacio. Cinco minutos después, Álvaro Villegas Moreno, presidente del Congreso, hablaba por
teléfono con Reyes Echandía y el magistrado Pedro Elías Serrano, quienes le solicitaron pedirle a
Betancur el cese al fuego. En una segunda conversación, Reyes Echandía le dijo que se encuentra en el
cuarto piso con los guerrilleros, dato confirmado por uno de los subversivos que le quitó el teléfono y
quien comunicó que, de no llegarse a un cese al fuego, nadie iba a salir vivo. A las 15:15 Villegas le
llevó el mensaje a Betancur, quien respondió que no iba a negociar y que no había logrado comunicarse
con Reyes.
A las 16:10, les ordenaron a los soldados que ingresaron por la puerta, buscar rehenes para ayudarles a
salir. Varios estruendos se escucharon desde el sótano y los primeros pisos, lo que llenó de humo el
edificio. Reyes Echandía seguía pidiendo el cese al fuego, secundado por otros magistrados a través de
la radio. A las 16:50, la Cámara de Representantes repudiaba la toma y se declaraba en sesión
permanente.
A las 17:10, Reyes Echandía logró comunicarse con el general Víctor Delgado Mallarino, director
general de la Policía Nacional y amigo suyo. Reyes le pidió que cesaran el fuego porque de no hacerlo
todos iban a morir, a lo que Delgado respondió diciéndole que estaba haciendo lo posible por
rescatarlos y que necesitaba comunicarles a los del M-19 que el gobierno no iba a negociar. Otero y
Delgado hablaron. A las 17:30, el general Jesús Armando Arias Cabrales, comandante del Ejército
Nacional, toma el mando de la operación de rescate.
Una nueva explosión se oyó en el cuarto piso a las 21:30. Las personas que se hallaban allí gritaron
pidiendo el cese al fuego y la presencia de la Cruz Roja. Quince minutos más tarde, los bomberos
llegaban para tratar de sofocar las llamas, pero sus esfuerzos resultaron inútiles mientras el palacio era
consumido. Desde adentro, los del ejército y los magistrados intentaban apagar el incendio con
mangueras de emergencia. Cerca de las 22:00 los bomberos conseguían rescatar a algunas personas que
se hallaban en la azotea, mientras los combates dentro del edificio se hacían más fuertes. Media hora
después, algunos rehenes escondidos en las oficinas eran rescatados por el Ejército hasta el primer piso.
Ellos y dos empleadas del aseo, rescatadas de la azotea por los bomberos, fueron llevados a la Casa del
Florero.
7 de noviembre
A las 7:00 AM (UTC-5) Betancur aceptó dialogar con los subversivos y ordenó al director de la Policía
Nacional Carlos Martínez Sáenz darles el mensaje, Reyes Echandía había logrado comunicarse con
Martínez y este afirmó haber dado la orden de cese al fuego, pero argumentando problemas de
comunicación la orden no se había cumplido. A la 1:30 PM (UTC-5) del 7 de noviembre y a los
empleados Carlos Augusto Rodríguez, administrador de la cafetería del Palacio, y Cristina del Pilar
Guarín, cajera de la cafetería, aparentemente son captados con vida por un vídeo. Al parecer, los dos
fueron llevados a la Casa del Florero, a pocos metros del lugar, pero nunca más se supo de ellos.71 La
orden de Almarales era que los heridos salieran del baño donde estaban sitiados y que salieran algunos
guerrilleros, entre ellos Irma Franco y Clara Elena Enciso.
El consejero de Estado Reynaldo Arciniegas fue liberado por los guerrilleros del M-19, para llevar un
mensaje al presidente Betancur y permita el ingreso de la Cruz Roja y se comience a negociar sin saber
que la orden de cese al fuego no fue cumplida ni dada y al rato sucede una explosión dentro de los
baños. Vega Uribe anuncia que la toma y retoma del Palacio había terminado.
Una vez terminada la retoma, periodistas documentaron cómo había quedado el Palacio mientras que
soldados, policías y miembros de la Defensa Civil sacaban los cadáveres, los cuales fueron llevados por
los castrenses sin que el Instituto de Medicina Legal (órgano estatal autorizado para el levantamiento de
cadáveres) pudiese tener participación. En el baño se dejaron prendas y se sacaron cadáveres
calcinados imposibles de identificar. Esa noche Betancur se dirigió a los colombianos asumiendo su
responsabilidad:
Esa inmensa responsabilidad la asumió el presidente de la República, que para bien o para mal suyo,
estuvo personalmente tomando las decisiones, dando personalmente las órdenes respectivas, tomando
el control absoluto de la situación, de manera que lo que se hizo para encontrar una salida dentro de la
ley fue por cuenta suya, por cuenta del Presidente de la República...
Belisario Betancur en su alocución presidencial.72
Víctimas
El 9 de noviembre a las 5:00 p.m. (UTC-5), el Juzgado 78 de Instrucción Penal Militar (oficio N.º
1324) ordenó llevar 98 cadáveres a una fosa común del Cementerio del Sur de Bogotá.
Magistrados asesinados
De acuerdo con una versión del expresidente de la Corte Suprema de Justicia, Jorge Aníbal Gómez,
integrante de la Comisión de la Verdad, los magistrados habrían muerto de la siguiente manera:73
Alfonso Reyes Echandía. Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Las autoridades le encontraron
una bala, proveniente del Ejército Nacional, que le destrozó el tórax.7374
Fabio Calderón Botero.
Pedro Elías Serrano Abadía.
Darío Velásquez Gaviria.
José Eduardo Gnecco Correa.
Ricardo Medina Moyano.
Alfonso Patiño Roselli.
Carlos Medellín Forero.
Fanny González Franco. Fue la primera mujer magistrada de la Corte Suprema de Justicia.
Manuel Gaona Cruz.
Horacio Montoya Gil. Murió por la explosión de una granada de fragmentación mientras ayudaba al
magistrado Humberto Murcia Ballén.
Magistrados sobrevivientes
Jose Antonio Salazar Cruz.
Hernando Tapias Rocha.
Humberto Murcia Ballén.
Juan Francisco Hernández Sáenz.
Nicolás Pájaro Peñaranda. Oriundo de Cartagena.
Carlos Betancur Jaramillo. Medellinense, presidente del Consejo de Estado.
Antonio José Arciniegas Arciniegas.
Enrique Low Murtra75767778798081
Guerrilleros
Algunos de los guerrilleros involucrados:93949596
Otras víctimas
Gloria Anzola Mora de Lanao. Abogada, trabajaba a pocas cuadras del Palacio. Ingresó como visitante
al parqueadero del Palacio de Justicia, pues su tía, Aydé Anzola, funcionaria del Consejo de Estado, le
prestaba su parqueadero porque no tenía carro.6 El 17 de septiembre de 2019 fue anunciado que sus
restos habían sido identificados por Medicina Legal después de casi 34 años de estar desaparecida.107
Lucy Amparo Oviedo Bonilla de Arias. Oriunda del Tolima, llegó a la cafetería del Palacio de Justicia
pues tenía una cita con el magistrado Alfonso Reyes Echandía para que le entregara una recomendación
de trabajo. Sus restos fueron encontrados el 17 de octubre de 2015 en una fosa común luego de casi 30
años de considerarse desaparecida.88
Gustavo Ernesto Ramírez Riveros. Visitante del Palacio de Justicia.
Marina Isabel Ferrer. Visitante ocasional del Palacio de Justicia.
René Francisco Acuña Jiménez. Transeúnte, muere en la calle.
Otros sobrevivientes
Eduardo Matson
Yolanda Santodomingo
Ambos eran estudiantes de derecho de la Universidad Externado de Colombia. Acudieron al palacio de
justicia a realizar una investigación cuando fueron sorprendidos por el asalto. Ambos logran escapar y
se refugian en el segundo piso hasta ser rescatados por el ejército que los retuvo con el fin de
torturarlos acusándoles de ser parte del M-19. Luego de días de torturas en la DIJIN y en el Batallón
Charry Solano del ejército fueron puestos en libertad aunque amenazados de muerte si delataban las
torturas.108109
Desaparecidos
Aún sigue siendo un misterio el paradero de cuatro empleados de la cafetería, la guerrillera Irma
Franco y, desde 2017, los magistrados Julio Andrade y Jorge Echeverry. Varios críticos han dicho que,
según algunas declaraciones de dos expolicías de la época, los empleados de la cafetería fueron
llevados a la Casa del Florero (edificio histórico aledaño al Palacio de Justicia, que sirvió
temporalmente como base militar) y más tarde trasladados al Cantón Norte (conjunto de edificios
públicos militares ubicado al norte de Bogotá), para ser interrogados, torturados y asesinados.
Posteriormente, según dichas declaraciones, fueron enterrados en fosas comunes ubicadas al sur de
Bogotá. El gobierno colombiano de entonces las rechazó, argumentando que los dos exoficiales de la
policía tenían antecedentes penales.
El 14 de junio de 2007, Caracol Noticias difundió un video110 hallado durante un allanamiento a la
casa del coronel Plazas Vega en el que aparentemente se observa cuando son evacuados con vida del
Palacio de Justicia el administrador de la cafetería, Carlos Augusto Rodríguez, y la cajera Cristina del
Pilar Guarín. Rodríguez se encuentra desaparecido. Plazas fue arrestado el 16 de julio de 2007, acusado
del delito de desaparición forzada agravada.111112
Los militares condenados por las desapariciones han sido: Edilberto Sánchez Rubiano, Óscar William
Vásquez Rodríguez, Antonio Rubay Jiménez Gómez, Luis Fernando Nieto Velandia y Ferney Ulmardín
Causayá Peña. Fueron sentenciados en 2021 a 40 años de cárcel por el Tribunal Superior de Bogotá al
ser encontrados responsables de la desaparición de Irma Franco Pineda, Carlos Augusto Rodríguez
Vera y Bernardo Beltrán Hernández.113
Julio César Andrade Andrade. Era magistrado auxiliar del magistrado Dante Fiorillo. Su supuesto
cadáver había sido sepultado en Barranquilla, de donde era oriundo, en 1985. Una verificación de los
restos solicitada por su hija Diana Isabel Andrade en junio de 2017 reveló que correspondían a los del
empleado de la cafetería Héctor Jaime Beltrán.
Jorge Alberto Echeverry Correa. Magistrado auxiliar. Su supuesto cadáver había sido sepultado en
Manizales. Una verificación de los restos en septiembre de 2017 reveló que correspondían a los del
empleado de la cafetería Bernardo Beltrán.
Carlos Augusto Rodríguez Vera. Administrador de la cafetería.6114
David Suspes Celis. Chef de la cafetería.6
Gloria Estela Lizarazo Figueroa. Encargada del autoservicio de la cafetería.6
Norma Constanza Esguerra Forero. Contratista proveedora de servicios de la cafetería.6
Irma Franco Pineda ("Mariana"). Guerrillera del M-19. Tras la retoma, Franco logró salir viva del
Palacio de Justicia junto a la también guerrillera Clara Helena Enciso camuflándose entre rehenes
liberados y fueron conducidas a la Casa del Florero, donde el Ejército identificaba a rehenes y
coordinaba operaciones de retoma.115116 Enciso se desmayó cuando un militar identificó a Franco y
se la llevó en dirección a la Casa del Florero. Enciso fue montada en una ambulancia y evacuada hacia
el Hospital Militar, pero antes de llegar se despertó y logró convencer a los paramédicos de que la
dejaran en su casa. Posteriormente logró huir a México.115 En la Casa del Florero, Franco fue llevada
al segundo piso donde la retuvieron hasta las 8:30 p.m. (UTC-5). Después fue llevada a las
instalaciones del Comando Operativo de Inteligencia y Contrainteligencia (COICI), a cargo del coronel
Iván Ramírez Quintero, en el barrio San Cristóbal. Franco fue torturada e interrogada dentro de una van
de color café. Al final de la sesión se presume que la mataron o murió. El cuerpo de Franco fue
enterrado en los polígonos del batallón Charry Solano.116 Según un testigo no identificado, los
responsables de la muerte de Franco fueron un sargento de apellidos Garzón Garzón, el capitán Camilo
Pulecio Tovar, el teniente Germán Medina Lobo y los sargentos Gustavo Serrato y Gustavo Arévalo,
los cuales habrían sido condecorados por dichas acciones el 8 de noviembre de 1985.116117
Comisión de la Verdad para el caso del Palacio de Justicia
En 2005 se conformó la Comisión de la Verdad, integrada por los exmagistrados de la Corte Suprema
de Justicia José Roberto Herrera, Jorge Aníbal Gómez y el magistrado de la Corte Constitucional,
Nilson Pinilla. Tras un año de investigación, en noviembre de 2006 entregaron un informe en el que
revelaron que, según versiones del sicario "Popeye", Pablo Escobar les había pagado dos millones de
dólares a los guerrilleros del M-19 por la toma, a fin de presionar a los magistrados de la Sala
Constitucional que debatían la aprobación de la extradición. La Comisión declaró responsables de la
masacre al M-19, al presidente Betancur y al Ejército Nacional de Colombia118
La Comisión también concluyó que el presidente de la época, Belisario Betancur "fue un simple
espectador" de la situación y no logró intervenir directamente en la operación de retoma del palacio por
parte del Ejército Nacional ni en los hechos posteriores, contradiciendo sus palabras dadas en su
alocución en la noche de 7 de noviembre una vez terminada la retoma en la que asumía la
responsabilidad de lo sucedido.
La Comisión de la Verdad consideró que la acción del Ejército Nacional fue desproporcionada y no
buscó salvaguardar la vida de los rehenes.
Los resultados de las últimas investigaciones dejan grandes dudas sobre el origen del fuego en las
instalaciones del Palacio de Justicia. Una hipótesis indica que fue un misil disparado por el Ejército
Nacional el que inició el fuego, mientras que otra apunta a que el misil fue disparado para hacer un
boquete en la pared por donde pudiera salir el humo causado por el incendio.
Después de varios días de huelga los obreros de la zona bananera en el Departamento del Magdalena,
se enfrentaron con el ejército, desplegado allí para evitar alteraciones del orden público y “un golpe de
mano” que tenían planeado los comunistas, organizadores de la huelga, según rezaba la propaganda
difundida por distintos medios de comunicación. Sobra decir que impresos, pues entonces no había de
otros.
¿Qué pretendían los supuestos comunistas al lanzar a los obreros de las bananeras a una huelga que,
desde el primer momento, fue calificada de subversiva por el Gobierno? ¿Qué intentaban subvertir los
obreros de la zona bananera? ¿Acaso estaban formando un ciclón revolucionario bolchevique –como
editorializaban los respetados periódicos conservadores y preconizaban desde los púlpitos los
venerables representantes de Dios en la Tierra—ciclón que barrería con las vidas y haciendas de la
gente de bien?
No podría explicarse, ni menos comprenderse, por qué ocurrió un episodio como la masacre de la Zona
bananera del Magdalena, sin tratar de entender el influjo de un acontecimiento acaecido diez años
antes, la Revolución bolchevique de Rusia, al concluir la primera guerra Mundial, y el establecimiento
de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, primera república socialista en el mundo, que a su
vez produjo el nacimiento de dos corrientes opuestas: la de los que veían por fin materializado el ideal
de la igualdad social y de la justicia verdadera, encarnado en Lenin y sus bolcheviques, la redención de
las clases trabajadoras y la condena definitiva de la explotación del hombre por el hombre; y la de los
que advirtieron en a revolución soviética una amenaza mortal para el orden capitalista, la desaparición
de la propiedad privada y el establecimiento de la horrenda dictadura del proletariado. La primera
corriente ganó muchos adeptos en todo el mundo. Los obreros se organizaron en sindicatos, las huelgas
se extendieron y poco a poco los trabajadores le arrancaron al capital amedrentado concesiones y
derechos con los que, diez años atrás, ni se hubieran atrevido a soñar.
En los albores de la revolución soviética el escritor liberal colombiano Max Grillo había pregonado, a
mediados de 1919, que “los obreros [colombianos] desean formar un nuevo partido que tenga por
programa las grandes reivindicaciones socialistas. El liberalismo, por evolución, puede ser ese partido
socialista”. No eran palabras vanas. Los intelectuales liberales, su clase dirigente, su juventud, se
lanzaron a una en pos del ideal socialista, ya aclamado por Rafael Uribe Uribe mucho antes de la
revolución de octubre de 1917, como un imperativo para el liberalismo. Los patriarcas Baldomero
Sanín Cano, Benjamín Herrera y Max Grillo, y los jóvenes Enrique Olaya Herrera, Alfonso López,
Eduardo Santos, Luis López de Mesa, Eduardo y Agustín Nieto Caballero, Armando Solano, Benjamín
Palacio Uribe, Luis Cano, Enrique Santos, Ricardo Rendón, María Cano, y varios centenares más de la
extraordinaria Pléyade de liberales de la Generación del Centenario que supieron combinar el
pensamiento con la acción, acordaron, al comenzar la década de los veintes, que el propósito sagrado
del Partido Liberal, en su búsqueda del poder, era plasmar la reforma social, y acogieron en su
plataforma no pocos de los postulados del socialismo soviético.
Como es natural el Partido Conservador –en el que militaban personalidades progresistas como José
Vicente Concha, Marco Fidel Suárez, Pedro Nel Ospina o Guillermo Valencia—no podía estar de
acuerdo con las prédicas subversivas del bolcheviquismo, y las combatió sin tregua en el parlamento,
en el Gobierno, en la prensa y en los púlpitos. Para 1928 el liberalismo –todavía minoritario en el
Congreso—había popularizado su acción social y gozaba del fervor de las masas. Los obreros, a los
que el sector más reaccionario del conservatismo calificaba de comunistas, eran fervientes liberales
porque encontraban en los editoriales de la prensa liberal, en los discursos de los jefes del liberalismo,
en la idea de la reforma social, su gran esperanza.
Asustados los jefes conservadores y los jerarcas de la Iglesia --que también eran jefes conservadores, o
mejor, los verdaderos jefes—ante la catástrofe electoral que veían venir para 1930, y la inminente caída
del régimen conservador, adoptaron estrategias desesperadas. Una de ellas fue la presentación de la ley
69, que so pretexto de reglamentar la actividad obrera, buscaba meter en cintura a los sindicatos y
disminuir la capacidad de acción política de las masas liberales “comunistas”. Esta Ley 69, apodada
“Ley heroica” por sus promotores, vedaba que los sindicatos atacaran el derecho de propiedad privada
o desconocieran su legitimidad, les prohibía fomentar la lucha de clases y les desconocía el derecho de
promover huelgas. La divulgación de escritos, carteles y publicaciones que respaldaron los actos
declarados ilicititos por la ley 69, sería sancionada con severidad. En adelante los obreros se convertían
en objeto de aguda vigilancia policial. Sancionó la Ley el Presidente de la República, doctor Miguel
Abadía Méndez, jurista eminente, hombre probo, temeroso de Dios y más temeroso aún de los poderes
terrenales que, tal la United Fruit Company, eran así mismo omnímodos, como lo dijese en alguna
ocasión el doctor Eduardo Santos, Director de El Tiempo.
Huelga y Masacre
Las gestiones entre el sindicato obrero de las bananeras, dirigido por Raúl Eduardo Mahecha, y la
United Fruit Company, también llamada Compañía Frutera de Sevilla, llegaron a su punto culminante
con la aprobación de la Ley Heroica. La United endureció sus posiciones y rechazó de plano el pliego
de los trabajadores, cuyas peticiones principales eran la abolición del sistema de contratistas, el
aumento general de los salarios, el descanso dominical remunerado, la indemnización por accidente y
la construcción de viviendas decorosas para los obreros de la zona bananera. La Frutera de Sevilla
rechazó esas peticiones “subversivas” amparada en la ley 69 de 30 de octubre de 1928 que había
declarado la ilegalidad anticipada de cualquier pretensión obrero que tratara de obtener, mediante
huelgas o cualesquiera otros medios “de fuerza”, concesiones por parte de los patronos. A los
trabajadores de la zona bananera no les quedó otro recurso que ir a la huelga. Los Directivos de la
United movieron enseguida su vasto aparato de influencias en el alto Gobierno, que desplegó un
contingente del ejército, al mando del general Carlos Cortés Vargas, para proteger las propiedades en la
zona bananera, las vidas de los directivos de la United, y el orden público amenazado por “los
comunistas”. La huelga de los trabajadores de la zona comenzó el 12 de noviembre.
Hubo enorme confusión en las primeras versiones. Los despachos periodísticos hablaban en unos caos
de “miles de muertos” y en otros de “unos pocos muertos y heridos”. La pensa liberal destacó el hecho
de que se había disparados osbre obreros inermes que efectuaban una marcha pacífica compuesta por
trabajadores, sus mujeres y sus niños, dato reconocido por el propio general Cortés Vargas, que
justificó el abaleo en el supuesto de que los huelguistas habían puesto de mampara a las mujeres y a los
niños en la creencia absoluta de que el ejército no se atrevería a dispararles y que así los obreros
podrían llegar a salvo a los cuarteles de Ciénaga y apoderarse de ellos.
“No es apropiado todavía llamar revolución, así con esa palabra trascendental que alude al intento de
toma del poder con la violencia, el movimiento de las masas borrascosas del magdalena. Hay una
huelga convertida en revuelta, en una revuelta desastrosa que nosotros no podemos, demás está decirlo,
aprobar explícita o implícitamente y cuyos incidentes, escenas, y complicaciones perjudican ante los
espectadores importantes de esta lucha sangrienta la causa justa de los obreros, el nombre del gobierno,
el prestigio que debe ser intocable de las armas de la republica, y acaso, desgraciadamente, los más
altos intereses del país. Desatada la violencia no es discutible la necesidad de restablecer el orden, y el
gobierno principalmente es el llamado a realizar esa tarea. Pero resta averiguar si no hay medidas
preferibles y más eficaces que las de dedicar la mitad del ejército de la República a la matanza de
trabajadores colombianos a quienes, durante la huelga mantenida hasta hace poco en perfecto orden,
hizo exaltar y enfurecer la presencia provocadora de las tropas movilizadas, la sustitución de
funcionarios civiles por militares, la certidumbre larga, dolorosamente fundamentada de que la United
Fruit Company tiene corrompida y dominada la organización del Estado en el departamento y la
mayoría de los estamentos sociales directivos…”.
No eran acusaciones veniales y a partir de ellas el liberalismo, adalid de los trabajadores colombianos,
asumió el sangriento episodio de las bananeras como el ariete con el que acabaría de derrumbar el muro
del largo reinado conservador; pero era necesario primero aclarar los hechos y las circunstancia, para lo
cual viajó a Ciénaga, y recorrió las poblaciones de Sevilla y Aracataca, el representante liberal Jorge
Eliécer Gaitán.
Gaitán investigó a fondo. Realizó más de un centenar de entrevistas con obreros y pobladores de la
zona, tomó fotografías de cadáveres insepultos y de los destrozos ocasionados en Ciénaga y Sevilla,
que se atribuyeron en principio a los huelguistas y que, según la investigación de Gaitán, fueron
ocasionados, en su mayor parte, por la tropa y por orden de su comandante el general Cortés Vargas.
Armado con una documentación impresionante, regresó Gaitán a Bogotá, y los días 3, 4, 5 y 6 de
septiembre de 1929 suscitó uno de los más intensos e históricos debates que se hayan vivido en el
parlamento colombiano.
¿Qué demostró Gaitán en su debate? Demostró la grave situación de explotación a que eran sometidos
los obreros de la zona bananera por la United Fruit Company; demostró la corruptuela en el
departamento propiciada por esa compañía frutera, que en la práctica gobernaba los destinos del
magdalena; demostró que los trabajadores no habían dado ningún motivo para que se disparara contra
ellos, y probó a todas luces que la represión contra los huelguistas del Magdalena había generado un
genocidio y que el número de trabajadores muertos por las balas oficiales en Ciénaga, Aracataca y
Sevilla alcanzó, por lo menos, a trescientos.
“Ya habéis oído leer [honorables senadores y representantes] la alocución del señor Presidente de la
República. Habéis oído cómo allí se dice, hablando de los obreros, que ellos perpetraron ‘verdaderos
delitos de traición y felonía, porque a trueque de herir al adversario político, no vacilan en atravesar
con su puñal envenenado el corazón amante de la Patria’. Decidle, señores, al taciturno Presidente de la
República que aplique estas palabras no a los obreros, que fueron las víctimas, sino que las aplique a
los militares, a los cuáles él les ha hecho el más inconcebible elogio. Que el señor Presidente de la
República se levante sobre la tumba de los sacrificados para escupir su hiel y su veneno, cuando por
simples sentimientos de humanidad tales vocablos le estaban vedados ante la majestad de la muerte y
del dolor, es cosa que causa ironía y que muestra las lacras de la mentida justicia humana. Y que no
hable el Presidente de la República de hechos políticos, aquí donde sólo hubo por parte de los militares
pecados contra los artículos del Código penal. Y en esa alocución misma habéis leído el elogio férvido,
el elogio ilimitado que el señor presidente hace a quienes sólo merecen el dicterio de los hombres que
tienen en estima los sentimientos esenciales de la bondad”.
“Entremos a analizar un poco la personalidad del señor Cortés Vargas; pero no quiero hacerlo con
conceptos míos; quiero apenas presentar documentos que los demuestren; y quiero hacerlo así porque a
mí no me guía en esto ninguna animadversión contra ese señor; personalmente no me interesa; solo un
deber imprescindible me obliga a demostrar ante vosotros quién era el supremo juzgador y cuáles sus
actuaciones. Y esto tiene grande importancia para el efecto de los procesos. Porque aun cuando haya
gentes ignorantes que piensen que esto es inútil, yo les digo que quienes hemos entregado un poco la
vida a los estudios penales sabemos que un hombre o una corporación no pueden fallar sin antes entrar
en el estudio de la personalidad del juzgador, de la personalidad del sindicado. Leamos ante todo una
carta dirigida por el señor Cortés Vargas a Santa Marta a persona a quien el doctor Eduardo Castro,
conservador, afirma ser agente de la United Fruit Company en el ferrocarril de Santa marta, después de
haber sido expulsado del ejército. Carta en la cual se ultraja al arzobispo primado de Colombia. Y
todavía más, al actual Ministro de Guerra, doctor Rodríguez Diago. Esta carta está rubricada por el
señor juez primero del circuito de Santa Marta, debidamente autenticada ante él y consta aquí también
la certificación de la persona que la facilitó. Esta carta parece que fue dirigida no con carácter privado
sino precisamente para que la conociera todo el mundo en Santa Marta, ya que son numerosas las
personas que allí la leyeron. Se pretendía con ella hacer alarde de la miseria y de la pobreza que
diariamente predica el señor Cortés Vargas”.
A continuación el representante Gaitán leyó “la sensacional carta de Cortés Vargas”, escrita desde
Chapinero el 1º. De julio de 1929 y dirigida al coronel Gabriel de Páramo en Santa Marta. La carta, que
tiene como propósito pedirle al coronel de Páramo que le gestione un puesto con la United a un médico
amigo del general Cortés Vargas (ya ex general), sirve para que su autor se desahogue y haga
menciones desobligantes del arzobispo primado, Ismael Perdomo, y del Ministro de Guerra, además de
mandarle recuerdos a Mr. George, ejecutivo de la United Fruit.
“Como tú sabes muy bien –dice Cortés Vargas en uno de los párrafos de su carta—Rodríguez Diago
está de acuerdo con don Nicolás Dávila, por lo tanto con Robles y Núñez Roca; caído Rengifo ¿quién
defiende el pleito de las bananeras? Nadie, mejor dicho, yo solo. Sabrás que va para esa Arbeláez, el
nuevo director de la Policía, a investigar mis actuaciones en la zona; Rodríguez Diago lo manda para
que se ponga de acuerdo con los villanos de allá. Ahora sí me llevó el diablo, de seguro que allá no
habrá una persona que salga a decir la verdad, no a defenderme, que eso sería pedir mucho”.
Gaitán se limita a apostillar: “… No se lo llevará el diablo, como lo dice, porque bajo el nivel moral de
la política en que nos asfixiamos, no sería extraño que mañana el señor Cortés Vargas fuera el Ministro
de Guerra o el candidato a la presidencia de la República. Si este no fuera el país de los políticos
corrompidos, no sería el diablo el que se llevara al señor Cortés Vargas, sino los guardias del
panóptico”.
El diablo no se llevó al general Cortés Vargas, pero sí al régimen conservador, hundido por los muertos
del 6 de diciembre y del 8 de junio. ESM
La constituyente de 1991
Descripción
La Asamblea Nacional Constituyente es el resultado de una masiva expresión ciudadana que pidió la
redacción de una nueva Constitución en Colombia, en reemplazo de la Constitución de 1886. El 9 de
diciembre de 1990, durante el gobierno de César Gaviria Trujillo, los colombianos votaron para la
conformación democrática del grupo de líderes encargados de discutirla y escribirla. El camino para
llegar a esta Asamblea, se materializó gracias a la exigencia de la ciudadanía ya que la nueva
Constitución fue una realidad gracias a la Séptima papeleta, propuesta originada por un sector de
académicos y líderes sindicalistas, la cual fue fortalecida con el movimiento estudiantil que planteó la
inclusión de un séptimo voto en las elecciones del 11 de marzo de 1990 el cual solicitaría la
convocatoria de una Asamblea Constituyente. La ciudadanía respondió masivamente a la propuesta. De
esta forma, se puede afirmar que el movimiento ciudadano de la Séptima papeleta fue el origen de la
Constitución de 1991, sumado al exitoso proceso de paz con el M-19, el cual tenía como acuerdo una
constituyente.
La constituyente estuvo conformada por 70 miembros, que provenían de diversas corrientes políticas.
Ante la pluralidad de partidos políticos, se decidió elegir una presidencia tripartita, con líderes de los
tres partidos políticos que más obtuvieron votación: El Partido Liberal Colombiano, la Alianza
Democrática M-19 y el Movimiento de Salvación Nacional. De esta forma, la Asamblea contó con la
dirección de Horacio Serpa, Álvaro Gómez Hurtado y Antonio Navarro Wolff. Dicha tarea fue
realizada durante 150 días y fue culminada el 4 de julio de 1991.
Antecedentes
Desde la terminación del Frente Nacional en 1974, se comenzó a plantear en el país la necesidad
de un cambio en la organización de las instituciones. Pero fue desde el Paro Cívico Nacional de
1977, con la oleada de movimientos y paros cívicos que siguieron, y desde la reanimación de la
guerrilla entre 1979 y 1983 y la guerra de los carteles contra el Estado, cuando se convirtió en
asunto urgente darle solución a la crisis que se había configurado.
Entre 1974 y 1984 la idea de recurrir a una Gran Asamblea Constituyente, Democrática, soberana,
de amplia representación, para redefinir el Estado y buscarle salidas a la crisis, se circunscribió a
círculos de intelectuales y a la propaganda de pequeños grupos socialistas. Ni en los Gobiernos ni en
los Congresos de la década se reconoció que era necesario pactar una nueva Constitución, pues se
pensaba en introducir apenas algunas reformas.
A finales de 1987, se volvió a considerar la posibilidad de una vía especial, de excepción para la
reforma del Estado, cuando la administración de Barco planteó la posibilidad de un plebiscito o
referéndum. En enero de 1988, Barco llegó a proponer una papeleta separada que en las elecciones de
mitaca derogara el artículo de la Constitución que prohibía los plebiscitos para darle
así base a un referéndum de cambio constitucional.
La conclusión de esa Mesa de Concertación tiene la importancia histórica de ser el primer documento
suscrito entre los voceros de los partidos, del Gobierno, de organizaciones sociales y de un grupo
insurgente, que recomienda a la Asamblea Constituyente como vía para el cambio institucional y para
formalizar un Tratado de Paz.
La Asamblea Nacional Constituyente de 1991 se llegó a convocar sólo cuando se hizo evidente la
ingobernabilidad y se dio un auténtico levantamiento ciudadano, con el movimiento de la séptima
papeleta, en contra de la violencia y contra la clase política tradicional que había sido en muchas
regiones cooptada por las mafias del narcotráfico.
Consecuencias
Durante los 150 días, los debates fueron intensos y los delegatarios asumieron su trabajo con
responsabilidad. Se sistematizaron más de 150.000 propuestas provenientes de las mesas de
trabajo, seminarios, foros, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Para su
operatividad, se dividieron en cinco comisiones temáticas y cada una de ellas en subcomisiones
para la discusión y acuerdo sobre temas como el Congreso, Justicia y Ministerio Público,
Administración Pública, Derechos Humanos, Partidos Políticos y Oposición, Régimen
departamental, municipal y distrital, Mecanismos de participación, Estado de Sitio, temas
económicos, control fiscal y reforma constitucional.
Al final, se aprobó una Carta Política compuesta por 380 artículos definitivos y 60 transitorios. Con
la cual se procuró hacerle frente a la crisis de gobernabilidad y de legitimidad del Estado.