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BIBLIOTECA DELPENSAMIENTO SOCIALISTA CONTRIBUCION A LA CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA KARL MARX Siglo veintiuno editores KARL| CONTRIBUCION MARX] A LA CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA edicién, advertencia y notas a cargo de jorge tula traducci6n de jorge tula le6én mames pedro scaron miguel murmis josé aricé x siglo xxi editores, s.a. de c.v. CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310, MEXICO, D.F. siglo xxi editores, s.a. ‘TUCUMAN 1621, 7N, C1050AAG, BUENOS AIRES, ARGENTINA siglo x x i de espafia editores, s. a. MENENDEZ PIDAL 3 BIS, 28036, MADRID, ESPANA portada de maria oscos primera edicién en espafiol, 1980 novena edicién en espafiol, 2008 © siglo xxi editores, s.a, de c.v. isbn 978- 968-23-0993-9 en coedicién con © siglo xxi de espana editores, s.a. titulo original: zur kritik der politischen okonomie derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico INDICE ADVERTENCIA DEL EDITOR i INTRODUCCION, Por MAURICE DOBB xr CONTRIBUCION A LA CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA 1 PROLOGO 3 seccién primera EL CAPITAL EN GENERAL CAPITULO I. LA MERCANCIA 9 A. CONSIDERACIONES HISTORICAS ACERCA DEL ANALISIS DE LA MERCANC{A 36 CAPITULO II. EL DINERO O LA CIRCULACION SIMPLE 49 1. Medida de los valores 49 BR, TEOR{AS SOBRE LA UNIDAD DE MEDIDA DEL DINERO 62 11, Medio de circulacién 73 a] La metamorfosis de las mercancias 4 b] La circulacién del dinero 85 c] La moneda. El signo de valor 94 1m, El dinero m a] Atesoramiento 114 b] Medio de pago 127 c] Dinero universal 139 tv. Los metales preciosos 44 . TEOR{AS SOBRE EL MEDIO DE CIRCULACION Y SOBRE EL DINERO 149 APENDICES 1] FRAGMENTO DE LA VERSION PRIMITIVA DE LA CONTRIBUCION A LA CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA 183 VALOR INVARIABLE DEL DINERO 185 E] dinero en cuanto dinero 185 Forma de la propiedad 187 {v] 4] FRIEDRICH ENGELS: “LA CONTRIBUCION. A LA CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA DE KARL MARX” I En todos los campos de le ciencia los alemanes han demostrado hace tiempo que valen tanto, y en muchos de ellos mas, que Jas otras naciones civilizadas. No habfa mas que una ciencia que no contase entre sus talentos ningin nombre eleman: la eco- nomfa politica, La razén se alcanza facilmente. La econom{a politica es el anélisis tedrico de la moderna sociedad burguesa y presupone, por tanto, condiciones burguesas desarrolladas, condiciones que después de las guerras de Reforma y las gue- rras campesinas, y sobre todo después de la guerra de los Trein- ta afios, no podian darse en Alemania antes de que pasasen varios siglos, La separacién de Holanda del imperio aleman, aparté a Alemania del comercio mundial y redujo de antema- no su deserrollo industrial a las proporciones més mezquinas, Y, mientras los alemanes se reponian tan fatigosa y lentamente de los estragos de las guerras intestinas, mientras gastaban to- das su energias civicas, que nunca fueron demasiado grandes, en una lucha estéril contra las trabas aduaneras y las necias ordenanzas comerciales que cada principe en miniatura y cada barén del Reich imponia a la industria de sus sibditos; mien. tras las ciudades imperiales languidecian entre la quincalla de los gremios y el patriciado, Holanda, Inglaterra y Francie con- quistaban los primeros puestos en el mercado mundial, estable- cian colonia tras colonia y llevaban la industria manufacturera a su m4ximo apogeo, hasta que, por iltimo, Inglaterra, con la invencién del vapor, que valorizé por fin sus yacimientos de hulla y sus existencias de hierro, se colocé a la cabeza del desarrollo burgués moderno, Mientras hubiese que luchar con- tra restos tan ridfculamente anticuados de la Edad Media como los que hasta 1830 obstruian el progreso material de la bur- guesfa de Alemania, no habia que pensar en que existiese una economfa politica alemana. Hasta la fundacién de la Liga adua- nera,(?6] Jos alemanes no se encontraron en condiciones de po- [333] 334 APENDICES der entender, por lo menos, la economia politica. En efecto, a partir de entonces comienza a importarse la economia inglesa y francesa, en provecho de la burguesia alemana. La gente eru- dita y los burécratas no tardaron en aduefiarse de la materia importada, aderezéndola de un modo que honra precisamente al “espiritu alemén”. De la turbamulta de caballeros de indus- tria, mercaderes, démines y chupatintas metidos a escritores, nacié una literatura econémica alemana que, en punto de in- sipidez, superficialidad, vacuidad, prolijidad y plagio, sdlo puede parangonarse con la novela alemana. Entre la gente de sentido practico se formé en primer término la escuela de los industriales proteccionistas, cuya primera autoridad, List, si- gue siendo lo mejor que ha producido la literatura econdmica burguesa alemana, aunque toda su obra gloriosa esté copiada del francés Ferrier, padre tedrico del sistema continental.[#«"] Frente a esta tendencia, aparecié en la década del cuarenta la escuela librecambista de los comerciantes de las provincias del Baltico, que repetfan balbuceando, con una fe infantil, aunque interesada, los argumentos de los freetraders [partidarios del libre cambio] ingleses. Finalmente, entre los démines y los bu- récratas, a cuyo cargo corria el lado teédrico de esta ciencia, tenemos 4ridos herboristas sin sentido critico, como el sefior Rau, especuladores seudoingeniosos como el sefior Stein, que se dedicaba a traducir las tesis de los extranjeros al lenguaje indigerido de Hegel, o espigadores literaturizantes dentro del campo de la “historia de la cultura”, como el sefior Riehl. De todo esto salieron, por iiltimo, las ciencias camerales,{**] un potaje de yerbajos de toda especie, revuelto con una salsa ecléc- tico-economista, que servia a los opositores para ingresar en los escalafones de la administracién piblica. Mientras, en Alemania, la burguesia, los démines y los buré- cratas se esforzaban por aprenderse de memoria, como dogmas intangibles, y por explicarse un poco los primeros rudimentos de la economia politica anglo-francesa, sali6 a la palestra el partido proletario alemén, Todo el contenido de la teorfa de este partido emanaba del estudio de la economfa politica, y del instante de su advenimiento data también la economfa politica alemana, como ciencia con existencia propia. Esta economfa po- litica alemana se basa sustancialmente en la concepcién mate- rialista de la historia, cuyos rasgos fundamenteles se exponen , concisamente en el prélogo de la obra que comentamos. La par- ENGELS: “La ‘CONTRIBUCION. ..’ DE MARX” 335 te principal de este prélogo !***] se ha publicado ya en Das Volk,?°°) por lo cual nos remitimos a ella. La tesis de que “el modo de produccién, de la vida material condiciona el proceso de la vida social, politica y espiritual en general”, de que to- das las relaciones sociales y estatales, todos los sistemas religio- sos y juridicos, todas las ideas tedricas que brotan en la histo- tia sélo pueden comprenderse cuando se han comprendido las condiciones materiales de vida de la época de que se trata y se ha sabido explicar todo aquello por estas condiciones ma- teriales; esta tesis era un descubrimiento que venfa a revolu- cionar no s6lo la economfa, sino todas las ciencias histéricas (y todas las ciencias que no son naturales son histéricas). “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.” Es una tesis tan sencilla, que por fuerza tenia que ser la evidencia misma, para todo el que no se hallase empantanado en las en- gafiifas idealistas. Pero esto no s6lo encierra consecuencias emi- nentemente revolucionarias para la teorfa, sino también para la practica: “Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las re- laciones de produccién existentes, 0, lo que no es més que la expresién juridica de esto, con las relaciones de propiedad den- tro de las cuales se han desenvyuelto hasta alli. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se con- vierten en trabas suyas. Y se abre asf una época de revolucién social, Al cambiar la base econémica, se revoluciona, mas o me- nos répidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella [...] Las relaciones burguesas de produccién son la tltima forma antagénica del proceso social de produccién; antagénica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un an- tagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de Jos individuos, Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, Jas condiciones materiales para la solucién de este antagonis- mo.” Por tanto, si seguimos desarrollando nuestra tesis materia- lista y la aplicamos a los tiempos actuales, se abre inmediata- mente ante nosotros la perspectiva de una potente revolucién, la revolucién mas potente de todos los tiempos. Pero, mirando las cosas de cerca, vemos también, inmediata- mente, que esta tesis, en apariencia tan sencilla, de que la conciencia del hombre depende de su existencia, y no al revés, 336 APENDICES rechaza de plano, ya en sus primeras consecuencias, todo idea- lismo, aun el mas disimulado. Con ella, quedan negadas todas las ideas tradicionales y acostumbradas acerca de cuanto es ob- jeto de la historia. Toda la manera tradicional de la argumen- tacién politica se viene a tierra; la hidalguia patriética se re- vuelve, indignada, contra esta falta de principios en el modo de ver las cosas. Por eso la nueva concepcién tenia que chocar forzo- samente, no sdlo con los representantes de la burguesia, sino tam- bién con la masa de los socialistas franceses que pretenden sacar al mundo de quicio con su formula magica de liberté, égalité, fraternité. Pero, donde provocé la mayor célera fue entre los yoceadores democraticos vulgares de Alemania. Lo cual no fue obst&culo para que pusiesen una especial predileccién en explo- tar, plagiandolas, las nuevas ideas, si bien con gran confusio- nismo, El desarrollar la concepcién materialista, aunque sélo fuese ala luz de un Gnico ejemplo histérico, era una labor cientffica que habria exigido largos afios de estudio tranquilo, pues es evidente que aqui con simples frases no se resuelve nada, que sélo la existencia de una masa de materiales histéricos, critica- mente cribados y totalmente dominados, puede capacitarnos para la solucién de este problema, La revolucién de febrero lanzé a nuestro partido a la palestra politica, impidiéndole con ello entregarse a empresas puramente cientfficas, No obstante, aque- la concepcién fundamental inspira, une como hilo de engarce, todas las producciones literarias del partido. En todas ellas se demuestra, caso por caso, cémo la accién brota siempre de im- pulsos directamente materiales y no de las frases que la acom- pafian; lejos de ello, las frases politicas y juridicas son otros tantos efectos de los impulsos materiales, ni m&s ni menos que la accién politica y sus resultados. Tras la derrota de Ia revolucién de 1848-1849 legs un mo- mento en que se hizo cada vez mas imposible influir sobre Ale- mania desde el extranjero, y entonces nuestro partido abandond a los demécratas vulgares el campo de los Ifos entre los emigra- dos, nica actividad posible de tales momentos. Mientras aqué- Ilos daban rienda suelta a sus querellas, arafiéndose hoy para abrazarse mafiana, y al dia siguiente volver a lavar delante de todo el mundo sus trapos sucios; mientras recorrian toda Amé- rica mendigando, para armar en seguida un nuevo escdndalo por el reparto del pufiado de monedas reunido, nuestro partido ENGELS: “La ‘CONTRIBUCION. ..’ DE MARK” 337 se alegraba de encontrar otra vez un poco de sosiego para el estudio, Llevaba a los demds la gran ventaja de tener por base teérica una nueva concepcién cientifica del mundo, cuya ela- boracién le daba bastante que hacer, razén suficiente, ya de suyo, para que no pudiese caer nunca tan bajo como los “gran- des hombres” de la emigracién. \ El primer fruto de estos estudios es el libro que tenemos de- ante, pig Un libro como éste no podia limitarse a criticar sin ilacién al- guna capitulos sueltos de la economia, estudiar aisladamente tal o cual problema econémico litigioso. No; este libro tiende desde el primer momento a una sintesis sistematica de todo el conjun- to de la ciencia econémica, a desarrollar de un modo coherente las leyes de la produccién burguesa y del cambio burgués. Y como los economistas no son mas que los intérpretes y los apo- logistas de estas leyes, el desarrollarlas es, al mismo tiempo, ha- cer la critica de toda la literatura econémica, Desde la muerte de Hegel, apenas se habia intentado desarro- Ilar una ciencia en su propia conexién interna. La escuela hege- liana oficial sélo hab{a aprendido de la dialéctica del maestro la manipulacién de los artificios mas sencillos, que aplicaba a diestra y siniestra, y adem4s con una torpeza no pocas veces risible. Para ellos, toda la herencia de Hegel se reducfa a un simple patrén por el cual podian cortarse y construirse todos los temas posibles, y a un indice de palabras y giros que ya no tenian mas misién que colocarse en el momento oportuno, para encubrir con ellos la ausencia de ideas y conocimientos positi- vos. Como decfa un profesor de Bonn, estos hegelianos no sabfan nada de nada, pero podian escribir acerca de todo, Y asi era, en efecto, Sin embargo, pese a su suficiencia, estos sefiores tenjan tanta conciencia de su pequefiez, que rehufan, en cuanto les era posible, los grandes problemas; la vieja ciencia pedan- tesca mantenfa sus posiciones por la superioridad de su saber positivo, Sélo cuando vino Feuerbach y dio el pasaporte al con- cepto especulativo, el hegelianismo fue languideciendo poco a poco, y parecia como si hubiese vuelto a instaurarse en la cien- 338 APENDICES cia el reinado de la vieja metafisica, con sus categorias inmu- tables, : Le cosa tenia su explicacién légica. Al régimen de los dia. docos (84) hegelianos, que se habia perdido en meras frases, si. guid, naturalmente, una época en la que, el contenido positivo de la ciencia volvié a sobrepujar su aspecto formal. Al mismo tiempo, Alemania, congruentemente con el formidable progreso burgués conseguido desde 1848, se lanzaba con una energia ver- daderamente extraordinaria a las ciencias naturales; y, al poner de moda estas ciencias, en las que la tendencia expeculativa t no habia Hegado jamas a adquirir gran importancia, volvié a echa: Taices eenbiéat la vieja manera metafisica de discurrir, hasta caer en Ja extrema vulgaridad de un Wolff. Hegel habia sido olvidado, y se desarrollé el nuevo materialismo naturalista, que apenas se distingue en nada, tedricamente, de aquel del si- glo xvm, y que en la mayor parte de los casos no Te leva mas ventaje que le de poseer un material de ciencias naturales, y principalmente quimico y fisiol6gico, mas abundante. La an- gosta mentelidad filistea de los tiempos prekantianos vuelve a presentérsenos, reproducida hasta la mas extrema vulgaridad, en Biichner y Vogt; y hasta el propio Moleschott, que jura por Feuerbach, se pierde a cada momento, de un modo divertidi- simo, entre las categorias més sencillas. Naturalmente, ad enva- rado penco del sentido comin burgués se detiene perplejo ante Ta zanja que separa la esencia de las cosas de sus manifestacio- nes, la causa del efecto; y, ai uno va a cazar con galgos en los terrenos escabrosos del pensar abstracto, no debe hacerlo a lo- mos de un penco. 4 fees Aqui se planteaba, por tanto, otro problema que, , tenia’ nada que ver con la economfa politica. Con qué método habfa de traterse la ciencia? De un lado estaba la dialéctica hegeliana, bajo la forma completamente abstract, “especulati. va”, en que la dejara Hegel; de otro lado, el método ordinario, que volvia a estar de moda, el método, en su esencia metafisico wolffiano, y del que se servian también los economistas burgue- ses para escribir sus gotdos e incoherentes libros. Este iltimo método habfa sido tan destruido tedricamente por Kant, y sobre todo por Hegel, que sdlo la inercia y la ausencia de otro mé- todo sencillo podian explicar que atin perdurase practicamente. Por otra parte, el método hegeliano era de todo punto inservi- ble en su forma actual. Era un método esencialmente idealista, y ENGELS: “LA ‘CONTRIBUCION. ..’ DE MARX” 339 aqui se trataba de desarrollar una concepcién del mundo més materialista que todes las anteriores. Aquel método arrancaba del pensar puro, y aqui habia que partir de los hechos més tenaces. Un método que, segiin su propia confesién, “partie de la nada, para llegar a la nada, a través de la nada”,{28*) era de todos modos impropio bajo esta forma. Y no obstante, este método era, entre todo el material légico existente, lo tinico que podia ser utilizado. No habia sido criticado, no habie sido superado por nadie; ninguno de los adversarios del gran dia- léctico habfa podido abrir una brecha en su airoso edificio; habia caido en el olvido, porque la escuela hegeliana no supo qué hacer con él. Lo primero era, pues, someter a una critica a fondo el método hegeliano. Lo que ponfa al modo discursivo de Hegel por encima del de todos los demés fildsofos era el formidable sentido histérico que lo animaba. Por muy abstracta e idealista que fuese su forma, el desarrollo de sus ideas marchaba siempre paralelamente con el desarrollo de la historia universal que era, en realidad, sélo la piedra de toque de aquél. Y aunque con ello se invir- tiese y pusiese cabeza abajo la verdadera relacién, la filosofia nutriase toda ella, no obstante, del contenido real; tanto més cuanto que Hegel se distinguia de sus discipulos en que no alardeaba, como éstos, de ignorancia, sino que era una de las cabezas més eruditas de todos los tiempos. Fue el primero que intenté poner de relieve en la historia un proceso de desarrollo, una conexién interna; y por muy peregrinas que hoy nos pa- rezcan muchas cosas de su filosofia de la historia, la grandeza de la concepcién fundamental sigue siendo todavia algo admi- table, lo mismo si comparamos con él a sus predecesores que si nos fijamos en los que después de él se han permitido hacer consideraciones generales acerca de Ja historia. En la Fenome- nologia, en la Estética, en la Historia de la filosofia, en todas partes vemos reflejada esta concepcién grandiosa de la historia, y en todas partes encontramos le materia tratada histéricamen- te, en una determinada conexién con la historia, aunque esta conexién aparezca invertida de un modo abstracto. Esta concepcién de la historia, que hizo época, fue la premisa tedrica directa de la nueva concepcién materialista, y ya esto brindaba también un punto de empalme para el método légico. Si ya desde el punto de vista del “pensar puro”, esta dialéctica olvidada habia conducido a tales resultados, y si ademas habia 340 APENDICES acabado como jugando con toda la légica y la metafisica ante- riores a ella, indudablemente tenia que haber en ella algo més que sofisticada y pedantesca sutileza, Pero, el acometer la criti- ca de este método, empresa que habia hecho y hace todavia recular a toda la filosoffa oficial, no era ninguna pequefiez. Marx era y es el tinico que podia entregarse a la labor de sacar de la Iégica hegeliana la médula que encierra los verda- deros descubrimientos de Hegel en este campo, y de restaurar el método dialéctico despojado de su ropaje idealista, en la sen- cilla desnudez en que aparece como la tinica forma exacta del desarrollo del pensamiento, E] haber elaborado el método en que descansa la critica de la economia politica por Marx es, a nues- tro juicio, un resultado que apenas desmerece en importancia al de la concepcién materialista fundamental. Aun después de descubierto el método, y de acuerdo con él, Ja critica de la economia politica podia acometerse de dos mo- dos: el histérico o el légico. Como en Ja historia, al igual que en su reflejo literario, las cosas se desarrollan también, a gran- des rasgos, desde lo mas simple hasta lo mas complejo, el desa- rrollo histérico de la literatura sobre economia politica brin- daba un hilo natural de engarce para la critica, pues, en tér- minos generales, las categorias econémicas aparecerian aqui por el mismo orden que en su desarrollo légico. Esta forma presen- ta, aparentemente, la ventaja de una mayor claridad, puesto que en ella se sigue el desarrollo real de las cosas, pero en la practica lo tinico que se conseguiria, en el mejor de los casos, seria popularizarla. La historia se desarrolla con frecuencia a saltos y en zigzags, y habria que seguirla asi en toda su tra- yectoria, con Jo cual no s6lo se recogerian muchos materiales de escasa importancia, sino que habrfa que romper muchas ve- ces la ilacién légica. Ademés, la historia de la economia poli- tica no podia escribirse sin la de Ja sociedad burguesa, con lo cual la tarea se haria interminable, ya que faltan todos los tra- bajos preparatorios. Por lo tanto, el tinico método indicado era el légico. Pero éste no es, en realidad, mas que el método his- térico, despojado tinicamente de su forma histérica y de las contingencias perturbadoras. Alli donde comienza esta historia debe comenzar también el proceso discursivo, y el desarrollo ulterior de éste no seré més que la imagen refleja, en forma abstracta y tedricamente consecuente, de la trayectoria histéri- ca; una imagen refleja corregida, pero corregida con arreglo a ENGELS: “LA ‘CONTRIBUCION. ..’ DE MARX” 341 las leyes que brinda la propia trayectoria histérica; y asi, cada factor puede estudiarse en el punto de desarrollo de su plena madurez, en su forma clasica, Con este método, partimos siempre de Ja relacién primera y mas simple que existe histéricamente, de hecho; por tanto, aqui, de la primera relacién econémica con que nos encontramos, Luego, procedemos a analizarla, Ya en el solo hecho de tratarse de una relacién, va implicito que tiene dos lados que se rela: cionan entre si, Cada uno de estos dos lados se estudia separa- damente, de donde luego se desprende su relacién reciproca y su interaccién, Nos encontramos con contradicciones, que re- claman una solucién, Pero, como aqui no seguimos un proceso discursivo abstracto, que se desarrolla exclusivamente en nues- tras cabezas, sino una sucesién real de hechos, ocurridos real y efectivamente en algén tiempo o que siguen ocurriendo toda- via, estas contradicciones se habrian planteado también en la practica y en ella habrén encontrado también, probablemente, su solucién, Y si estudiamos el caracter de esta solucién, vere- mos que se logra creando una nueva relacion, cuyos dos lados Contrapuestos tendremos que desarrollar ahora, y asi sucesiva- mente. La economia politica comienza por la mercancia, por el mo- mento en que se cambian unos productos por otros, ya sea por obra de individuos aislados o de comunidades de tipo primiti- vo. E] producto que entra en el intercambio es una mercancia, Pero lo que le convierte en mercancia es, pura y simplemente, el hecho de que a la cosa, al producto, vaya ligada una relacién entre dos personas o comunidades, la relacién entre el productor y el consumidor, que aqui no se confunden ya en Ja misma per- sona, He aqui un ejemplo de un hecho peculiar que recorre toda la economia politica y ha producido lamentables confusiones en las cabezas de los economistas burgueses. La econom{a no trata de cosas, sino de relaciones entre personas y, en iltima instan- cia, entre clases; si bien estas relaciones van siempre, unidas a cosas y aparecen como cosas, Aunque ya alguno que ‘otro eco- nomista hubiese vislumbrado, en casos aislados, esta conexién, fue Marx quien la descubrié en cuanto a su alcance para toda la economia, simplificando y aclarando con ello hasta tal punto los problemas més dificiles, que hoy hasta los propios econo. mistas burgueses pueden comprenderlos, Si enfocamos la mercancia en sus diversos aspectos —pero la 342 APENDICES mercancia que ha cobrado ya su pleno desarrollo no aquella que comienza a desarrollarse trabajosamente en los actos pri- migenios de trueque entre dos comunidades primitivas—, se nos presenta bajo los dos puntos de vista del valor de uso y del valor de cambio, con lo que entramos inmediatamente en el te- treno del debate econémico. El que desee un ejemplo palmario de cémo el método dialéctico aleman, en su fase actual de desarrollo, esta tan por encima del viejo método metafisico, vulgar y charlatanesco, por lo menos como los ferrocarriles sobre los medios de transporte de la Edad Media, no tiene més que ver, leyendo a Adam Smith o a cualquier otro economista ofi- cial de fama, cudntos suplicios les costaba a estos sefiores el valor de cambio y el valor de uso, cudn dificil se les hacia dis- tinguirlos claramente y concebirlos cada uno de ellos en su pro- pia y peculiar precisién, y comparar luego esto con la clara y sencilla exposicién de Marx. Después de aclarar el valor de uso y el valor de cambio, se estudia la mercancia como unidad directa de ambos, tal como entra en el proceso de cambio. A qué contradicciones da lugar esto, puede verse en las paginas 20 y 21.[°°*] Advertiremos tni- camente que estas contradicciones no tienen tan solo un interés tedrico abstracto, sino que reflejan al mismo tiempo las dificul- tades que surgen de la naturaleza de la relacién de intercambio directo, del simple acto del trueque, y las imposibilidades con que necesariamente tropieza esta primera forma tosca de cam- bio. La solucién de estas imposibilidades se encuentra transfi- tiendo a una mercancia especial —el dinero— la cualidad de representar el valor de cambio de todas las demés mercan- cias. Tras esto, se estudia en el segundo capitulo el dinero o la circulacién simple, a saber: 1] el dinero como medida del valor, determinaéndose en forma mas concreta el valor medido en dinero, el precio; 2] como medio de circulacién, y 3] como uni- dad de ambos conceptos en cuanto dinero real, como represen- tacién de toda la riqueza burguesa material. Con esto, terminan las investigaciones del primer fasciculo, reservandose para el segundo la transformacién del dinero en capital. Vemos, pues, cémo con este método el desenvolvimiento 16- gico no se ve obligado, ni mucho menos, a moverse en el reino de lo puramente abstracto. Por el contrario, necesita ilustrarse con ejemplos histéricos, mantenerse en contacto constante con la realidad. Por eso, estos ejemplos se aducen en gran variedad ENGELS: “La ‘CONTRIBUCION. ..’ DE MARX” 343 y consisten tanto en referencias a la trayectoria histérica real en las diversas etapas del desarrollo de la sociedad como en referencias a la literatura econémica, en las que se sigue, desde el primer paso, la elaboracién de conceptos claros de las rela- ciones econdmicas, La critica de las distintas definiciones, mas © menos unilaterales o confusas, se contiene ya, en lo sustan- cial, en el desarrollo légico y puede resumirse brevemente, 368 NOTAS DEL EDITOR [226] De hecho eso viene a ser la Critica de la economia politica, pu- blicada el afio siguiente. (227] Lo que dard como resultado las Teorias sobre la plusvalia o cuar- to libro de El capital, que no se publicé hasta después de la muerte de Engels, [228] En esos momentos, Marx tenia la intencién de afiadir a la primera entrega del amplio trabajo proyectado, Contribucién a la critica de la economia politica, un capitulo sobre el capital. Mas tarde decidié edi- tar por separado este capitulo en un segundo fasciculo. Las razones de esta decisién las expone en la carta siguiente, Sus investigaciones poste- riores impulsaron a Marx a modificar el plan de conjunto de su obra. En lugar del segundo fasciculo proyectado comenzé a preparar el primer libro de El capital. [22] Recordemos que un pliego, en términos de imprenta, equivale a 16 paginas. [280] Leyendo estas cifras puede medirse el optimismo de Marx. A me- dida que vaya avanzando concretamente en su trabajo, la obra seguird adquiriendo amplitud. (231] Véase la nota [228] de la carta anterior. [282] Los puntos bJ, cl}, dJ, son estudiados en el actual libro tercero. [285] Véase Ja carta anterior. Se trata de El capital en general. (284] Se refiere, una vez mas, a la Contribucién, (285] En realidad, transcurriran ocho afios antes de que sea impreso el libro primero de El capital. {236} Al fin aparece el titulo definitivo de la obra tantas veces aludida en las cartas anteriores. En realidad el titulo completo es Contribucién a la critica de la economia politica. Sélo se publicé este primer fasciculo, [237] Se trata de Ferdinand Lassalle. En otros lugares Marx y Engels le Haman Itzig (diminutivo de Isaac en aleman), término peyorativo apli- cado frecuentemente a los judios. No es necesario precisar que el empleo de este apodo —aun cuando extrafie al lector— no implica en modo al- guno en Marx —que también era judio y autor de La cuestién judia— el menor antisemitismo. Pero sigue siendo una realidad que entre Marx y Engels, por una parte, y Lassalle, por la otra, existfan profundas diver- gencias politicas, Es sabido que Lassalle reclamara la ayuda del estado prusiano para promover las asociaciones cooperativas con las que suefia y que mantendré a este respecto contactos secretos, que no se conocieron hasta mas tarde, con el mismo Bismarck. Marx ignoraba esos contactos, pero s{ conocia las ideas de Lasalle (que éste habia tomado de Buchez) y conocia también sus métodos. En. repetidas ocasiones Lasalle no tuvo reparo en plagiar a Marx y en atribuirse el mérito de tal o cual descubri- miento. En una carta a Kugelmann, Marx sefala que Lassalle llega basta plagiar sus errores. (Marx citaba muchas veces de memoria, alterando no el sentido pero si la letra, y Lassalle repetia la cita inexacta.) No obstante, Marx da las gracias a Lassalle porque a su recomendacién se debié en parte que el editor alemn aceptara Ja Contribucién, pero a medida que pasan los afios y se van revelando los procedimientos y las ideas de Lassalle, el tono se haré cada vez mds duro y més despectivo. [238] Se trata de la obra de Ferdinand Lassalle, Die Philosophie des NOTAS DEL EDITOR 369 Dunklen von Epfesos (La filosofia de Herdclito el oscuro de Efeso], Ber- lin, 1858. [289] En el texto de Lassalle no aparece weit [muy]. (240] En el texto de Lassalle trae Ia palabra niemals, que Marx con- vierte en nie. Pero el sentido no queda modificado. (241] Las cursivas son de Marx, [28] Como en otros casos, se completan los nombres que Marx 0 En- gels sélo consignan con la inicial. [243] O mercantilismo. [244] Se trata de Miseria de la filosofia (1847), en la que Marx opone la teoria de la cantidad de dinero de Ricardo a la “teoria” del dinero de Proudhon. [245] Se refiere a Londres, adonde Marx acababa de regresar tras ha- her visitado a Engels en Manchester. [246] La Liga Aduanera Alemana [Zollverein] fue concertada el 1 de enero de 1834 entre Prusia y una serie de estados alemanes. Austria per- manecié al margen de esta Liga. {247] Sistema Continental: politica prohibitiva contra la importacién de mercancfas inglesas en el continente europeo, seguida por Napoledn I. EI sistema continental fue implantado en 1806 por un decreto de Napo- leén. Acordaron este sistema, aparte de otros paises, Espafia, Napoles, Holanda, y mas tarde Prusia, Dinamarca, Rusia y Austria. (248] Ciclo de ciencias administrativas y econémicas que se ensefiaba en las universidades alemanas. [249] Véase supra. [250] Periédico aleman que se publicaba en Londres entre mayo y agos to de 1859. Marx participé muy activamente en su redaccién, [251] Diadocos: sucesores de Alejaudro de Macedonia, empefiados des- pués de su muerte en una lucha intestina que ocasioné el desmoronamien- to del imperio. [282] Véase Ia Ciencia de la Iégica de Hegel, parte 1, seccién 2. [258] Engels se remite aqui a la edicién alemana de la Contribucién.

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