Está en la página 1de 1

HOJA DE DIÁLOGO (HDD)

Nombre y apellido: Nicolás Salvi


Filiación institucional: Universidad Nacional de Tucumán (UNT) – Universidad de Buenos
Aíres (UBA)
Eje temático elegido: Derecho y Política
Título de la HDD: Kafka: La culpa impuesta y la intrascendencia de la conducta

Franz Kafka es sin dudas uno de los autores de ficción predilectos a la hora de ser analizado
por los juristas. La opresión que marca la pesada burocracia de obras como El Proceso (1925)
y El Castillo (1926) son quizás los principales protagonistas en este ámbito. Sin embargo,
nosotros queremos centrarnos en una novela anterior, con principio y final, llamada “En la
colonia penitenciaria” (1919).
La historia se desarrolla, valga la redundancia, en una colonia penitenciaria. La ubicación no es
clara, aunque da la imagen de una isla tropical. A este peculiar lugar llega un explorador, y a
través de sus ojos extranjeros nos enteramos como funciona el sistema penal local.
En la colonia existe una máquina de tortura y ejecución de sentencia. La misma esta formada
por una cama donde se acuesta de espalda el acusado, y por horas agujas graban en su cuerpo
desnudo la disposición legal que se ha quebrantado. Es el comandante saliente, fanático de este
régimen y sistema, el encargado de explicarle al explorador estas cuestiones mientras
presencian la ejecución de un soldado que se había dormido en su guardia. “Honra a tus
superiores” es la leyenda que toca inscribir en el cuerpo de este infractor.
El comandante da forma a lo que parece un espantoso espectáculo. En su mente todo es muy
claro. Al momento de imputar un delito se impone la culpabilidad en el sujeto, que no conoce
su infracción hasta tanto no es escrita en su cuerpo luego de horas de suplicio. Sus gritos de
dolor muestran como su cuerpo ha sido disciplinado, y como será objeto ahora de prueba y
confesión. Finalizado el tortuoso procedimiento, que no tiene necesidad de ningún derecho de
defensa y que goza de una economía procesal inusitada, el condenado muere y la justicia se ha
hecho.
El comandante desea convencer al explorador de las bondades de este sistema (el cual,
desaparecerá con el nombramiento de un nuevo comandante contrario a la pena capital) en aras
de conseguir un aliado para el mantenimiento del viejo orden. Pero los intentos del funcionario
son infructuosos, en tanto este extranjero parece ver como barbárico este método.
Esto nos lleva a pensar que el explorador viene de una sociedad como la que luego Kafka
describiría en El Proceso. Con intrincados rituales burocráticos que parecen dotar de razón a un
juicio, que como sabemos, parece esquizoide ya que nunca llega a comprenderse la razón del
procesamiento de Josef K.
El autor checo describió el horror físico en la colonia penitenciaria, una pedagogía que se
inscribía en carne y que garantizaba éxito. Pero, así como la maquina en el relato parecía estar
desquebrajándose, el antiguo régimen también lo hacía. El miedo real se viviría luego en El
Proceso, con el peso de un sistema que genera sentencias partiendo de una culpa impuesta a los
sujetos (al igual que En la colonia). Se nos pone no frente a una culpa con componentes éticos
que guían el accionar de los sujetos como podría proponer Kierkegaard, sino mas bien frente a
un mecanismo ideológico de dominación y adoctrinamiento mas cercano a las ideas de
Nietzsche.
Kafka logra poner en duda la dogmática penal, al proponer universos donde la conducta parece
no existir, ser impuesta o no importar en el accionar de justicia. Las leyes son autoritarias y/o
misteriosas. La pedagogía poseería un lugar superior a la axiología en sus sistemas jurídicos.
Lo que queda para discutir es si estamos solo ante casos imaginarios de una abrumadora ficción,
o frente a caricaturas de nuestros propios monstruos judiciales.

También podría gustarte