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¡SORPRESA, SORPRESA!

(Zacarías y la sorpresa de Dios)

TEXTO: Lucas 1: 5-25, 57-64


1) ¡Déjate sorprender! Puedo creer que la mano de Dios está en acción en mi vida
cuando hago lo que tengo que hacer.
a. Clave: puedes estar viviendo la vida cotidiana, a diario, con las cosas que pasan
todos los días, las rutinas, pero a veces, estás siendo objeto de la providencia de
Dios, o la soberanía de Dios, que está armando un rompecabezas que él tiene en
su corazón, y que tiene que ver con su Reino y con algo que quiere hacer en ti y a
través de ti. No dejes que la rutina ahogue la expectativa de que Dios hoy puede
manifestarse.
b. Puedes llegar a tener una vida tan “normal” que te pierdes lo extraordinario de
Dios.

2) Reconozco que hay un peligro: abandonar mi vida del Espíritu, mi vida de fe y


convertirla en una vida simplemente religiosa.
a. Zacarías (y nosotros también) está listo para el ritual religioso, para su quehacer
diario, pero en su programa no está un ángel.
b. Dios hace un milagro en la vida cotidiana y no lo leemos como un milagro, y nos
perdemos lo que Dios tiene para nosotros.
c. En la vida de un Zacarías nosotros tenemos el control, todo está programado, la
vida organizada, cada día está establecido, es esperable lo que sucederá cada día
y semana.
d. En la vida del Espíritu, Dios tiene el control, Dios siempre nos sorprende, Dios
interrumpe mi vida cotidiana.
e. ¡Cuidado con la vida piadosa que se resigna a lo normal, a lo esperable! Cuidado
con la falta de expectativa y la falta de asombro ante Dios, porque eso nos puede
matar la fe.
o Hablar con Dios sin esperar que él hable conmigo es religión.
o Cantar a Dios sin esperar que él se manifieste, es religión.
o Pedir, sin esperar respuesta, es religión.

3) Yo también puedo ser Zacarías, por eso debo aprender que:


a. Zacarías y la oración. Cuando oro puedo tener la certeza que Dios me
contestará. Dios no se olvida de mi oración. No hay oración que se haga
vieja. Mi copa de oración se convertirá en copa de acción (Ap 8:3-4). Mi oración es
valiosa e importante porque se cruza con el plan de Dios y él actúa, y mi oración
me cambia a mí: Dios me madura, me fortalece, me transforma mientras
permanezco orando/esperando en fe.
b. Zacarías y el servicio fiel. Cuando sirvo, sin importar las circunstancias, puedo
tener la esperanza de que Dios se manifestará. Dios tiene un plan que va a
cumplir en tu vida, si permanezco sirviendo fiel.
c. Zacarías y la duda. Cuando Dios me hable, debo tener la actitud de fe, y Dios me
recompensará. Cuando creo en sus promesas firmemente, Dios acabará con
épocas de silencio en mi vida.
Hay una lucha interna en Zacarías entre realidades, que también es la nuestra.
Hay una realidad natural: no tengo hijos y ya soy viejo, pero hay otra realidad: una
palabra profética, una promesa. La realidad natural quiere aplastar la otra realidad,
la de Dios: tu enfermedad, tu situación económica, tu crisis personal, te están
diciendo: Dios ya se olvidó, pero de repente viene un ángel, una palabra de fe para
ti, un tiempo en el que Dios habla a tu corazón y todo cambia.
d. Zacarías y su conducta. Ser irreprensible en mi conducta no me exime de ser
irreprensible en la fe. Zacarías siendo irreprensible en su conducta se quedó
mudo por no creer. El foco de nuestra vida no debe estar puesto en la conducta,
sino en la fe.
e. Zacarías y la transmisión de la fe. Zacarías profetizó sobre su hijo y le puso un
nombre nuevo, que marcaba un nuevo tiempo, Juan, conforme lo que Dios le
profetizó. Si me mantengo fiel, Dios me hará algo nuevo en mí y en familia.
Cuando alguien se encuentra con Dios, algo muy bueno a pasar en la siguiente
generación. Mi encuentro con Dios va a marcar a otra generación.

f. Voy a tener EXPECTATIVA: hoy Dios se acuerda de mí. Voy a cantar alabanzas
y un cántico nuevo. La incredulidad nos deja mudos, pero la fe nos pone a
componer y cantar alabanzas, que sólo es manifestar lo que Dios hizo, hace y
hará.
Finalmente, esa es la última sorpresa de Dios, aquel que pensó que Dios se
había olvidado, tenía el nombre de Zacarías que significa “Dios se acordó”. Sin
duda alguna Dios también se acuerda de ti hoy.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR EN EL GRUPO PEQUEÑO. Repasando el mensaje


de forma aplicada.
1. Cuéntanos alguna vez en la que recibieses una sorpresa en tu vida totalmente
inesperada. ¿Qué pasó? ¿Cómo reaccionaste?
2. ¿Qué aprendiste de esta situación que vivió Zacarías? Cita una cosa, la que más te
impactó o enseñó.
3. ¿Notas en tu vida la lucha entre la vida religiosa y la vida del Espíritu? ¿Cómo
podemos darle mayor parte a la vida del Espíritu en nuestra propia vida?
4. Cuéntanos en qué estás sirviendo en la iglesia de forma fiel. Si no lo haces ¿en qué
eres bueno, competente en lo que puedas involucrarte sirviendo a Dios y al prójimo?
5. ¿Te ha hablado alguna vez Dios? Si lo ha hecho, dinos de qué manera, cómo
reaccionaste, qué hiciste. Si no ha hecho ¿será que no le has escuchado?
6. Hay alguna promesa de parte de Dios que estés esperando su cumplimento, ¿o crees
que ya no se cumplirá? ¿Qué podrías hacer para seguir creyendo en que Dios la
cumplirá?
7. ¿En qué ocasión tuviste, o tal vez tengas, una lucha entre lo que decía la realidad
natural y la realidad espiritual en tu vida? ¿Qué pasó?
8. ¿Por qué debemos enforcarnos más en la fe que en la conducta? ¿significa eso que
podemos hacer lo que nos dé la gana?
9. ¿Qué es lo que crees que Dios quiere hacer nuevo en ti? También te lo puedes
plantear de otra manera: si tú fueses Dios ¿qué harías nuevo en ti?

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