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GEBARA, lYone' Intuiciones


ecofeministas- EngaYo Para

1^

¿UN DIOS DIFEREI{TE?

La propuesta de pensar la religión, y particularmente el cristianis-


mo, a partir de la perspectiva de la biodiversidad, encuentra mu-
cha resistencia por parte de los representantes de la tradición teo-
lógica patrrarcal vigente en nuestro medio, y es rápidamente
repudiada como no ortodoxa, es decir, como no conforme al rec-
to pensar teológico. Y no sólo eso, sino que se teme que el contac-
to con novedades contempo¡áneas como el feminismo, provoque
Ia disolución de la tradición que alimentó tantos siglos. El feminis-
mo, por su parte, no encuentra dicen muchos teólogos-
-según
un respaldo suficiente en los textos considerados normativos, y
son muchas las dificultades para que sus reivindicaciones sean aco-
gidas.

LA TRASCENDENCIA EN BUSCA DE NUEVA IDENTIDAD

La perspectiva ecofeminista se enfrenta a una vieja tradición a


partir de la cual Dios es un ser no c¡eado y distinto de todas las
criaruras. Su realidad es atemporal y racionalmente independiente
de la nuestra, que es dependiente, relativa y marcada por la
temporalidad. El pensamiento teológico tradicional está marcado
por la autonomía del Creador en relación a las criaturas y, con-
secuentemente, afirma la irreductible alteridad que existe entre

J
t
133
I NTU ICI ON E5 EC O FE I"'1 IN I STAS

ellos. Y es a partir de esa aiteri.dad desde donde se afirma la


designios relati.vos al mundo y
t na de Dios ,v sus misteriosos
a seres humano-q. Esa tensiól creallva entre la erístencia cie
Dios y de las criatutas, es ol
tiva de la teología tradici 1'
teológico depende de esa
sentido, ProPoner un camb
el ptso debajo
qrr. f.r.'r" rr"di.ió.r cristiana. Esto da pavof y mueve
i. lo, pies, y por eso puede ser combatido como una nueva
herelía.
L^ .rít r^ de la teología feminista y ecológrca a la te ología
patriarcal comienza por la ne-cesidad de Dio
ilo¿o, dentro de ia ?ragilidad de nuestr El
partida de ese otro mods ds "decir" o
>> a

personal-y
basado en nuestra experiencia actual. La experiencia
para la
colectiva compartida se torna un referencial importante
explicitación d valores en 1os cuales cree
nos, queremos ar de Dios o de ese miste
r--!
y a partir de nuestra existencia situada
^irir,
;.;;..i"r'que hoy llevamos en nosotros/as. Hablarasí de nuestra
experien.ia. es t I en serio aquello Que vivimos, como Se
,"-O en serio la eriencia de z quellas y aqueilos que nos prece-
convic-
dieron en los caminos de la historia alimentando nuestras
:S.
de Dios
ciones. iY qué es lo que nuestra experiencia. nos dice
ese misterio fundanr. .r, el cual existimos
o de esa realidad pri
ra y última que sustenta la vida?

Lo que ya no podemos decir sobre Dios

vía negativa
La experiencia teológica ecofeminista comienza por la
consagrado por los místicos antiguos- o sea pof aque-
-camino
Itro que nuestra experiencia personal y comunitaria
ya no puede
ya
decir más de Dios en términos a solutos. Nuestla experiencia
no nos permite captar este mlsterio como una realidad totalmente
)- áirti.,t" d. .,orotros/as, como
de
;;;
ruptura o discontinuidad total entte n
En
el fondo, lo Poco que caPtamos de sa
partir de.nuestro, H]¡¡1it.r, de nuestra corporeidad cuiturafunente

131
,

¿UN DIOS DIFERENTE?

l1a situada. Y cuando capramos algo de é1 y lo expresamos, no lo


Loy hacemos como algo fuera de nosotros/as, aunque tampoco 1o re-
Lde duzcamos a nosotros/as.
)ec- Si este misterio está en nosotros/as ,v más allá de nosotros/as,
icio ya no lo sentimos como todopoderoso, como señor, como juez
lrto último, ni siquiera como padre creador. Desde el punto de vista de
elio la experiencia feminista, esas imágenes evocan figuras dominado-
)aJo ras de tipo marcadamente masculino y jerárquico, que modelaron
reva la divinidad a su propia imagen y semejanzal. Esas imágenes se
situaban en un universo cultural dualista en el cual las no-respues-
rgía tas siempre tenían una respuesta en Dios. Ese universo marcado
)fro por ia oposición entre el cuerpo y el espíritu situaba a Dios del
rde lado del espíritu y nos llevaba, en consecuencia, ai desprecio de
está nuestros cuerpos para aseme]arnos a la perfección divina" Esto fue
aly particularmente opresivo para las mujeres a lo largo de la historia
'a Ia del cristianismo.
iml- Desde el punto de vista de la ecología, la imagen patriarcal de
elve Dios siempre se presentaba como dominadora de ia naturaleza2.
.as y Eir otros términos, la natural eza parecía estar sometida a Dios, y
tstra por eso entregada por Dios aI hombre para que él la sometiese a su
ose propio dominio. El ser humano masculino era el preferido enrre
ece- todas las criaturas, ei que más se asemejabaa Dios, el que más se
lvlc- aproximaba a su ser creador. Esto desarrolló en el cristianismo
;, de una espiritualidad antropocéntrica y androcéntrica, centrada casi
ime- exclusivamente en el ser humano varón. La natur alezar los otros
seres vivos, la comple jatramabiológica en la cual vivimos, estaban
al servicio del hombre.
Hoy los conocimientos científicos, y sobre todo nuesrra expe-
riencia de mujeres, nos dicen algo diferente. Sin duda hay en lo
que captamos puntos de encuentro con otras tradiciones cristianas
rtlva menos difundidas en Occidente, pero tiene también algo de pro-
que- pio, de nuestro, de contextual.
rede
',a ya
e nte

ode
r. En 1. Sallie Mc Fague, lv[odelos de Dios: teología pard una era ecológica y nu-
osa clear, Sal Terrae, Santander, 1994.
ente 2. Sallie Mc Fague, The body of God: an ecologycal theol , Fortress Press,
Minneapolis, 1993.

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I NTU IC I ON ES E CO FE i\4 I N I STAS

{Jna inmersión en el misterio de la uida

liuestra experiencia nos revela caue estamos inmersas/os en <(un no


sé qué", en un algo en e1 cual somos y existimos con todo 1o que
existe. Y esta existencia se expresa a1 mismo tiempo en la diferen-
cia entre 1os seres y en la interdependencia entre ellos. Esto nos
abre hacia una trascendencia no limitada a un ser situado por
encima de nosotros/as mismos/as fuera del tiempo y
-habitando
del espacio, aunque en ellos se manifieste- sino hacia Lrna tras-
cendencia piuridimensional y hasta ambivalente. Todos, hombres
v mujeres, estarnos envueltos, atravesados, entrecortados, tejidos
en eila. Estamos tocados, movidos e interpelados personalmente
por ella. Pero trascendencia no sería en este sentido un ser úrnico,
distinto e independiente, sino la realidad úr1tima, aquelio que es,
en el cual estarnos en diferentes y distintas dimensiones no capta-
bles totaknente por la razón humana. La trascendencia no es ver-
tical como nos habituaron a imaginar, sino vertical, horizontal,
circular, en espiral.
La trascendencia es esa inmersión en ei propio rnisterio de la
vida v de ia cual podernos decir apenas algo provisorio a partir de
nuestra experiencia temporal. Es esa falta de respuesta a la cues-
tión de los orígenes y dei fin, es ese estar suspendido/a con incier-
,!b
tas certezas, vivenciando la novedad de cada instante. La trascen-
':
dencia es esa sensación de pertenecer a algo mayor mayor-
-bien
cuyos contornos poco conocemos ,v que no sabemos expresar.
Creo que por ahí pasa un discurso más filosófico sobre 1a expe-
riencia humana de la trascendencia, que es también experiencia de
belleza, de la grandiosidad de la naturaleza, de sus relaciones e
interdepende ncias.
Me gusta expresar la trascenclencia en su dimensión estética
hablando de Ia belleza qrie nos extasía en contacto con tantos
seres y situaciones. Pero la trascendencia guarda también una di-
mensión éttca, que es experimentada en las situaciones en que
accedemos a ubicar el bien común por encima de nuestros intere-
ses individualistas, en las múrltiples situaciones en que la vida es
expuesta en favor de otras vidas.
La trascendencia es igualmente experimentada en las relacio-
nes de amor y odio, de ternura y solidaridad, de construcción y
de strucción. Esta afirmación parece conrrariar la tradición legada

41/
lJb
¿UN DIOS DIFERENTE¿

a Occidente, que privrlegia la noción de trascendencia solamente


en relación al bien. En ella Dios y el supremo bien se identifican.
se decía. Dios es luz, amor, justicia.
.o
"En Dios no hay oscuridades>))
1L Dios es la erpresión de todos los valores dichos de forma absoluta.
1- Por eso la tradición siempre mantuvo una lucha pala colocar el
)S mal fuera de la trascendencia divina, como ,.nada", como no ser
)r en oposición al ser o al bien. Hoy ya no podemos hablar del ma1
v como ,,nada, o como ausencia del bien. No es así como io expe-
S- rimentamos, no es así como lo sentimos. En esa lógica, e1 bien
CS sería la ausencia de1 mal. Esta lógica pretende la eliminación del
-J5 polo que se opone al bien. Pero ino hay otros caminos? Nuestra
te vida actual ino nos está diciendo algo diferente? Creo que sí. Pof
O, eso quiero abrir y ensanchar nuestra pelcepción de la trascenden-
)St cia hacia nuestras experiencias del mal, del sufrimiento, de la
a- injusticia.
)f-
11, El mal que fios trasciende

la El mal nos tlasciende en cierta forma, como lc hace el bien. Ei mal


de nos estremece por su irracionaliclad, por Su capacidad de enredar-
ls- Se en nosottos/as y enredarnos en SuS trampas. Experimentamos la
)r' trascendencia de1 mal ante la muerte de los inocentes, 1os grupos
)n- torturados injustamente, los hambrientos que mueren por millares
a causa de la miseria. Erperimentamos la trascendencia de1 mal en
lf. los genocidios ofganiza:dos, en las cámaras de gas, en la acción de
)e- los violadores, en la destrucción iucrativa de los bosques. Experi-
de mentamos la trascendencia del mal en la erclusión de las mujeres
)L cle los plrestos de decisrón en la política como en las igle-
-tanto
sias- en la muerte de los/as niños/as que deambulan por las calies,
lCa en la eliminación de los mendigos sin identidad social, en la mal-
Ios dad que experimentamos en nosotros/as mismos/as. No hay re,s-
di- puestas convincentes para esas experiencias de malignidad. Por
[Lle más que hablemos de las causas sociales, pefmanece siempre esa
re- especie de imprevisibilidad de los comportamientos humanos que
CS nos hace nadar en la incertidumbre. Por eso, nuestfa experiencia
también nos lleva a afirmar la trascendencia del mal, que comba-
:io- timos y con el cual nos debatimos.
ny Dios, ese misterio en el cual eristimos y somos, ese misterio
rda en nosotros/as y más allá de nosotros/as, es el nombre de 1o in-

137
INTU CIONES ECOFEMiNISTAS

comprensible, de lo no descifrable por la ciencia, de 1o imprevisi-


ble o malo- que nos l1ega como algo esperado o ines-
-bueno
perado.
Dios es trascendencia incluvendo bien v mal, no como dos
principios separados, sino como expresiones necesarias de un mis-
mo misterio en el cual eristimos. Afirmar esto es, en cierta forma,
ir más allá de los limitados juicios morales que hacemcs, a pesar de
que debamos hacerlos. Alirmar esto es dar espacio para que el
misteno último sea simplemente mat or que lo humano.
En esa mezcla existencial, cada yez qrle pronunciamos el nom-
bre de Dios 1o hacernos buscando nuestro bien y el bien cle nues-
tros/as prójimos/as. Así nuestro clamor por el misterio último es
un clamor por el bien. al menos por aquello que juzgamos bueno
para nosotros/as en cada momento. Esa experiencia personaliza el
misterio írltimo en nosotros/as sin reducirlo a nuestra imagen y
semejanza.
Hablar de biodiversidad de la religión exige enronces que se
explicite a Dios a partir de otras referencias y otras coherencias.
Exige tambrén 1a con ivencia entre varias palabras sobre el miste-
no último sin que necesariamente se excluyan unas a otras. La
biodiversidad religiosa significa abrirse hacia el respeto a la expre-
sión plural de nuestras convicciones y, consecuentemente, aceptar
el desafío de educarnos para la difeiencia.
Para muchas personas 1a imagen de Dios el discurso pro-
visorio sobre Dios- que el ecofeminismo vehicula-o es poco preci-
sa, demasiado abierta, demasiado inclusiva; para otras no da segu-
ridad, y para otras esa imagen parece estar lejos de las tracliciones
culturales ladnoamericanas. Incluso hay personas que la ven en
contradicción con algunas afirmaciones dogmáticas del c¡istianis-
mo tradicional. Mi objetivo no es ei de presentar un estudio for-
mal sobre esta cuestión. r\{e gustaría apenas plantearla de una
manera simple a fin de ptovocar la reflexión3.

Una uisión más abarcante

La reflexión teológica ecofeminista no pretende imponer una nue-


va imagen de Dios ni negar 1as tradiciones pasadas y presentes. No

3. Ivone Gebara, camo a, corca vtspira pelas dguas puras (en preparación).

138
¿UN DIOS DIFERENTE?

¡1S1- somos una nueva religión ni pretendemos lundar o imponer nue-


luJ- vas creencias. Nuestra pretensión crítica se basa en nuestra convic-
ción acerca de la interdependencia de los conocimientos con 1as
dos acciones humanas t- con todos los seres. A partir de ahí afirmamos
nis- que las creencias religiosas tienen que ver con la salvaguarda de la
ffi2, naturaleza, con el respeto debido a cada ser humano en su origina-
rde lidad y en su semejanza a todos los otros seres. A partir de ahí
3el afirmamos que 1as nociones sobre Dios tienen consecuencias sobre
nuestros comportamientos cotidianos. En términos concretos, esto
)m- significa afirmar que algunas creencias religiosas favorecen una
-1es-
visión más holística y más relacional de los dife¡entes seres vivos,
tes en tanto otras privilegian 1a superioridad del ser humano masculi-
eno no, de :una taza) de una etnia.
;a el En ese sentido la perspectiva ecofeminista podría constituirse
)ny en un referencial a partir dei cual analizar algunas estructuras
fundantes de las religiones vigentes en nuestro medio. En térmi-
ese nos concretos podríamos verificar en qué medida esta o aquella
.i ^ ^
_t ¿t5. estructura o creencia religiosa favorecen la exclusión o la desigual-
sie- dad entre mujeres y hombres, )'en qué medida sitúan a la natura-
,La Ieza como campo u objeto de conquista del ser humano. y aun
más, la perspectiva ecofeminista podría ser de fundamental a¡ruda
Pre-
ptaf en el esfu erzo por recuperar valores y símbolos igualitarios y eco-
lógicos en las diferentes religiones- que el sistema
patriarcal-presentes
vigente aliena o encubre. Finalmente podríamos decir
lro-
'eci- que la perspectiva ecofeminista propone una nueva conciencia
rgu- cultural, diferente de aquella presente en los patrones tradiciona-
)nes les. Esta nueva conciencia exige relaciones de mayor interdepen-
ien dencia, relacionalidad y solidaridad que ei poder competitivo; for-
.n1s- mas más comunitarias e igualitarias que 1as estructuras jerárquicas
for- y anónimas. Por eso erige el trabajo y la cooperación de personas
una y grupos que han descubierto que es imposible vivir sin que todos/
as nosotros/as cuidemos de la misma Trama Vital en la cual exis-
timos y somos. Exige, por consiguiente, renuncias de todos/as en
favor de la vida y del bienestar comunitario. Erige una ética fun-
dada no sólo en el amor al prójimo humano, sino también en el
.Lue- amor a la Tierra, nuestra patria común. Esta ética incluye no sólo
No el cuidado directo de 1os seres humanos que vemos, sino del con-
junto del ecosistema qlre no siempre percibimos.
Me gustatía, en ese conrexto, recordar la contribución de Ri-
ón).

B9
I NTUICIO N ES ECOFE14.INISTAS

gobefta N1enchú, indígena qurché de Guatemaia, premio Nobel de


IaPaz en 1992. Elia dice en una narración recogida por Elisabeth
Burgos:

Para nosotros el agua es algo sagrado, ,r nosotros tenemos esa


creencia desde pequeños, y no cesarernos jamás de pensar que el
agua es algo sagrado y puro.
Nosotros tenemos también la tierra. Nuestros padres nos cii-
cen: nniños, la tierra es madre de los seres humanos porque es
ella que nos alimenta" [...]
También decimos ai sol: ..Corazón del cielo, usted debe, como
nuestra madre, darnos calor y luz sobre nuestros anirnaies, sobre
nllestro maí2, nuestro pan, nuestras hrerbas > paf a que ellos crez-
can y para que nosotros tus criaturas podamos comerra,

La formulación de esas creencias revela una dimensión de co-


munión entre todos los seres vivos y corresponde a una tradición
iatinoamericana anterior a la dominación colonial. En esta forrna
3: de hablar aparece una comprensión más comunitaria e interde-
pendiente de los procesos vitales, una comunidad donde animales,
plantas y humanos viven en un mismo cicio de crecimiento y
muerte.
+* H"y, pues, un pertenecef a la Tierra,v a1 So1, un respeto a las
fuerzas de la naturaleza como parte de una comprensión de la
vicia, a partrr de la cual todos los seres están iigados por una misma
paternidad y maternidad. Se trata de una creencia que nace de la
experiencia milenaria de vida de un pueblo, gue fue gradualmente
destruida por la presencia de los colonizadores y de los neocoloni-
zadores de nuestro siglo, que siguen conquistando la tierra y sus
habitantes buscando el lucro de una minoría.
Hoy la relación con la Tierra/tierra no siempre se torna es-
pacio para el desarrollo de creencias holísticas y armónicas. En los
diferentes países de América Latina y muy particularmente en el
Brasil, la relación con la tierra ha sido en ios últimos siglos ex-
tremadamente conflictiva. Ejércitos de hombres y mujeres del
campo son expulsados de sus tierras, otíos permanecen errantes
a la búsqueda de un lugar donde establecerse. Algunos están en

4. Elisabeth Burgos, Me llarno Rigoberta Lfenchú y así me nació la conciencia,


Siglo XXI, .lvféxico, 1.989, pp.80-82.

t40
a

¿uN Dlos DIFERENTE¿

l^
LlC organizaciones de lucha, como los miembros del Movimiento de
)th los Sin Tierra. Esta lucha no siempre es propicia para el desarrollo
de una espiritualidad de mayor comunión con el ecosistema,
aunque se haga por amor a la tierra y a la propra vida. Sin duda
esa ese contexto conflictivo en que vivimos favorece en cierto modo
:ei el desarrollo de 1as reiigiones de estmctura jerárquica. Incluso
aquellas que sostienen contenidos y discursos igualitarios, siguen
di- reproduciendo este tipo de estructllras. lvfuchas veces hay una
:eS cooptación de Dios como el "Dios de 1os pobreso, que se opone
al Dios-ídolo de 1os ricos. E1 Dios de los pobres es el propietario
mo
de la tierra que está siendo continuamente robada y envenenada
bre
'ez- por el Dios-ídolo. Y así e1 maniqueísmo de ciertas creencias
tradicionales se sigue reproduciendo, incluso en la tentativa de
favorecer a los pobres. Hay, pues, una lucha ideoiógica compren-
sible en e1 interior de las creencias religiosas. Y en ese contexto
co-
el Dios que viene en auxiiio de "los sin tierra,,, de ,,los sin techor,
ión
es un Dios con imagen humana, con características guerreras, que
'ma
toma claro partido por los pobres. Dios hace la política de los
de-
pobres. Un Dios a imagen y semejanza de las necesidades inme-
les,
diatas de aquellos y aquellas que claman por su ayuda. En las
oy luchas de algunos de esos grupos se utilizan muchas veces perso-
najes de la Biblia como fierza legitimadora: Abraham que parte
r las
en busca de la tierra prometida, Moisés que sale con su pueblo
ela de la tierra de esclavitud, Judtt que es capaz de matar al opresor
3ma
de su pueblo, aparecen como símbolos justificadores de las accio-
ela nes presentes. Sin negar el valor de estas interpretaciones, sobre
lnte
todo en contextos de conflicto como los vividos en América Latina,
onl-
tenemos que señalar igualmente sus límites. Y el gran límite, a mi
SLTS
modo de ver, es que no logran abrirse a un análisis crítico de los
conceptos teológicos que utilizan. Subyace en casi todos sus dis-
r es-
i los "cursos el tema de la guerra santa de Dios contra los torturadores
y opresores de los pobres. Si bien esta perspectiva mueve a una
el
'n dinámica de iucha siempre con victorias garanttzadas-,
ex- -no
provoca también los sentin-lientos más diversos en relación a Dios,
del
según los resultados obtenidos.
ntes
nen

?ncffi,

I4t
IN TU ICJO N ES EC O FE M IN ISTAS

(Jn sentido mris amplio de camurtidaC

En 1a perspectiva de captar la interdependencia entre la cultura'


las creencias y la organización económica de un grllpo' el ecofemi-
ntsmo pfopone su reflexión y aprende de olras. Sabemos,, por
ejempló, que la teología de la liberación en América Latina, desde
el inicio de su elaboración en los años setenta, insistió en ia nece-
sidad de aprender con ios pobres las cosas de la fe. La Perspectiva
ecofeminista, acentuando ese enfoque, introduce una dimensión
que incluye no sólo a 1as rnujeres, sino también la escucha miste -
.or" de todos los elementos vitales, la atención al ecosistema. Nos
abrimos hacia un sentido más amplio de comunidad -la comuni-
clad vital- que pretencie superar las formas de aiienación genera-
das por el dualismo jerárquico'
iQué se puede aprender sobre Dios, sobre este misterio pri-
mero y último, sobre esta realidad que nos sustenta. al hablar de
ecofeminismo?, iqué revelaciones captamos de esa reaiidad de la
;' cual poco sabemos y aun así siempre balbucearnos su nombre ?,
iqué teo-logía o conocimiento sobre Dios puede sef captado en
-.dio del mundo de los pobres?, ipor qué estepor interés especial
el mundo de
por el mundo de los pobres Y, en nlrestfo caso)
las mujeres pobres?
El interés por el mundo de los pobres se sitúa en la línea de las
convicciones profundas de la tradición cristiana primitiva. Se cons-
tata que los desposeídos, así como todos los grupos y pelsonas
marginadas, revelan más que otlos el carácter contradictorio y
destructivo de nuestras acciones. Es en los/as pobres y en el ecosis-
tema que aparecen hoy las señales más evidentes de destrucción,
fruto de las acciones humanas. Por eso, ellos/ellas y 1a Tierra de-
ben ser los criterios a partir de los cuales basar las propuestas c1e
cambio.
Esta opción es Llna convicción cultivada) una elección cle
vida, una opción de fe en el sentido de aceptar luchar para
establecer la vida a partil de ios más d¿biles, de las víctimas
primeras del sistema de exclusión que crece cada día. Esto sig-
.tifi"" el rechazo de todas las ideologías seristas' racistas, de
'todos los regímene s totaiitarios qtle buscan proteger una elite en
detrimento de aquellos/as considerados impuros/as, inútiles,
marginales, de segunda o tercera categoría. No se trata de un

142
¿UN DloS Df FERENTEI

purismo ético, sino de las opciones hechas al interior de los


ambiguos procesos humanos, en favor de una convivencia que
salvaguarde 1a vida de las mayorías.
La llamada opción por los pobres se desarrolló particularmen-
te en América Latina en los años setenta del siglo xx. No se trata
sólo de una convicción relígiosa cristiana, sino en primer lugar de
una convicción humanista a partt de la cual algunas personas son
capaces de priorizar e1 bien común y no el de individuos aislados.
La perspectiva ecofeminista asume estas mismas convicciones in-
troduciendo la opción por las mujeres, por la naturaleza, por el
ecosistema, por 1a Tierra que es nuestro suelo y nuestro cuerpo. Se
ensancha así el contenido de ia opción por los pobres en la consi-
deración de nuevos sujetos y nuevos elementos. Sin dejar de lado
el análisis de las condiciones económicas y sociales, el ecofeminis-
mo engloba la dimensión feminista v ecológica de nuestra existen-
cia. Hace también aparecer los 1ímites de una opción de c1ase, en
la medida en que ella encubre la problemática de género o de los
) conflictos étnicos o raciales.
I
i
-
EL DIOS DE TODOS LOS DIAS

En Ia convivencia con grupos de base percibo hasta qué punto la


S
palabra teología está ausente del vocabulario popular. No se habla
de teología como ciencia sobre Dios, no se hace te oría. Se vive a
v
i- Dios en la difícil cotidianidad de la existencia. Un Dios que no es
l) varón ni mujer, de derecha ni de izquierda, de los libertadores ni
)- de los opresores, sino simplemente un grito que sustenta en medio
ie de otros gritos, de 1as voces, cantos y lamentos de cada día. Un
grito sin contenido preciso 4 primera vista, pero que de pronto se
Ie torna concreto como explicitación de una ausencia o de una nece-
'a sidad.
1S
(t-
5 Una limosna, por el amor de Dios.
1e Una ayuda, por el amor de Dios.
ln Un pan, por eI amor de Dios.
lSt
tn

I43
I NTU IC I ON ES EC O FE I"] I N I STAS

Dios como limosna, como aYuda, como pan. Dios pidiendo en


mí, suplicante en los/as otros/as. Dios comida, Dios carencia, sin
omnipotencia ni ciencia.

Si Dios quiere) encuentro trabajo.


Si Dios quiere) me voy a comprar una casa-
Si Dios quiere, consigo un buen compañero-

Dios como trabajo, como casa, corno pareja. Dios queriendo


mi querer. Yo haciendo querer a Dios 1o que yo quiero) como un
único y mismo querer. Y cuando Dios quiere 1o que quiero tengo
oportunidad de ser agraciada, de obtener 1o que aspiro o, al
menos, de tener fuerzas pafa esPerar su realizactón. La Realidad
últirnu parece asumir mi precaria realidad, quiebra mi soledad,
grita, suspira y busca conmigo.

Gracias a Dios llovió en el campo.


Gracias a Dios eI maiz brotó.
Gracias a Dios el ganado no rnurió.
Gracias a Dios estoy curada.

Dios como lluvia, como maiz, como ganado sobreviviente,


como curación. Dios sobreviviendo en mi sobrevivencia. Dios en
1a llanura, en 1a montaña, en el campo, en el asfalto, en mi cuerpo.
Dios suspiro, lleno de deseo, de sueño, de esperanza- Dios res-
piración, aspiración, expiración, con-spiración. Dios ausencia, pre-
sencia, Consuelo, lamento, revuelta, venganz4 acción de gracias.
Nosotros/as Dios, Dios Nosotros/as, Con Nosotros/as..- en el
cielo, en la tierra, en el cosmos, en el misterio infinito, en la gran
aventura de la vida, de la muerte .
Dios más al1á de las religiones y Dios en la Religión, es decir,
en la ligazón de todo con todo, de toclas con todos. Dios Energía
atravesando misteriosamente todo lo qr"re existe. Dios no con una
voluntad, sino con voluntades. Dios no con un proyecto, sino con
muchos. Dios no con un rostro, sino con miles- Dios no con una
voz, sino con mil voces afinadas, desafinadas, sofocadas, desatina-
das, desesperadas, consoladas, tiernas, apasionadas...
Dios Vida en la vida y en la muerte, en la dura suerte de cada
día. Dios deslumbramiento, desdoblamiento, encantamiento,
atracción, silencio, gemido, clamor, nostalgia, misterio mayor.

144
¿UN DIOS D]FERENTE?

Dros justicia, compasión, pasión,, paz. Dios más allá clel discur-
so, mezclado al discurso. Dios de mii nombres y Dios innombra_
l
bie. Dros en todo y más allá de rodo.
A partir de esre hablar deso¡de nado sobre Dios, inspiracio por
e1 clamor cotidiano de los pobres, se esboza la
intuición ecofemr_
nista cle lo divino atravesando todo 1o que eriste, Este habla¡
descrdenado revela la imposibilidacl de los discursos absolutos
sobre Dios ,v de la acept:rción de las religiones patriarcales en sll
o
afán de imponer sus te orías sobre Dios o á;.,r.-ri"s a las diferenres
n icieologías.
o
La lectilra ecofeminista de este proceso de reierencia religiosa
r1
en la vicia cotidiana, se inscribe en una postura epistemológiJa
c de
apertura a mr:ltiplicidad de erperiencias v expiesiones sobre el
l. misterio mayor qr-re comírnrnenre llamamos Dios. cada una en{a-
tiza una aprehensión particr-llar, Lrna intuición conte,xrralizada, r-rna
percepción limitada. cada una revela algo de esa Trama vital a la
ci-ra1todos/as pertenecemos.
En el ecofeminismo no se trata de un Dios diferente, sino cle
una aprehensión diferente de aquello que somos, que reclipera
nlrestra igual dignidad v nuestro pertenecer común a ia misma
u) Trama Vital.
,II En esta aprehensión revaiorizamos nuestra experiencia con-
O, creta de sufrimientos, alegrías, frustracrones y esperanzas. por eso,
S- a partir de la perspectiva ecofeminista, .ro elucrbramos sobre
un
Dios diferenre . Queremos ayudar a las personas a clar crédito a sus
LS. propias experiencias v a acoger sus vidas como núrcle os generado-
e1 res de fuerze v de cambio" No queremos h.rbla¡ de un Dios dife-
IN rente, sino cle una patria común, de la Tierra, rnadre patria de
todos los vivientes) a partir de la cual la rnutrnplicidad irrumpe, la
Lf, combinación de colores y sonidos se vuelve y el corazón hLr-
;14 mano alcanza la capacidad de vibrar al ritmo^it,- del universo.
1,1 Hoy algo nuevo aconteciendo en este final de siglo en meclio
)n del gran desencanto en el que vive la mavoría de 1a pobiación de
aa América Latina. E1 desorden mundial comienza lenta y penosa-
a- mente a permitir que aparezcan aqr,rí y alláposibiiidades cle nuevos
caminos. El misterio mayor continúa emitiendo señales de espe_
Ca ranze. Aírn no es demasiado tarde par¿l com¡.nzaÍ o recome nzar
e
rO, ser feliz. Pero la felicidad concebida no como un modelo preesta-
blecido, sin ninguna ambigüedad, como una especie de beatitud

lAa
T'T. -,
INTU IC IO N ES E CO F E II IN IS TAS

monótona más allá de nuestra historia; sino la felicidad como


ansia de todos los seres humanos, como derecho y deber de buscar
su integridad en el respeto a los diferentes,caminos.

DIOS, T!,II ESPERANZA

Es ertraño y al mismo tiempo común unir a Dios con ia esperanza.


Esperanza ora concreta, ora vaga, así como Dios. Una de las ense-
ianzas que guardo con cariño de la tradición cristiana es una frase
repetida en la Biblia y en los escrítos espirituales de hombres y
mr,rjeres de diferentes tiempos y lugares: "Dios es mi esperanza',.
Como dice tan bien Adéiia Prado en "El rostro de Dios es como
las avispas":

Queremos ser felices. Felices como los flagelados por la inunda-


ción, que perdieron todo y se dicen unos a otros en 1os alojamien-
tos: <Gracias a Dios, ipodía ser peor!15.

uDios es mi esperanza)> es una afirmación con significativa


carga de interpretación patriarcal, eue muchas teólogas feministas
siguen sosteniendo y que está 11ena de sentido para mí. A pesar de
la ambigüedad cuitural de la palabra Dios, e11a es aún válida por el
simple hecho de que su contenido hoy está marcado por la impre-
cisión. Y esa imprecisión es ne cesaria para expresar la sorpresa, la
admiración y la confianza ante esa realidad maraviilosa, misteriosa
y paradojal en la cual vivimos. La imprecisión es aquí bendición y
libertad.
Decir Dios es no absolutizar ningún carnino, ni siquiera 1os
caminos de la justicia, la verdad, 1a solidaridad. Decir Dios es decir
el sí o el no, 1o negativo y 1o positivo, la vida y la muerte como
caras de un mismo rostro. Decir Dios es decir el Todo con límites
y el Todo sin límites, el Todo a partir de las figuraciones humanas
y fuera de ellas.
Dios es esta realidad siempre mayor, la esperanza siempre
más grande que todas nuestras expectativas. Decir Dios es afir-

5. Adélia Prado, nA face de Deus é vespas', enPoesia rettnida, Sicrliano, Sáo


Paulo, 1991.

146
,

¿uN Dtos DTFERENTEI

mar la posibilidad de caminos abiertos, es apostar a 1o impre-


visible aun cuando 1o que esperábamos ya no tenga condiciones
de realizalse.
Decii que Dios es mi esperanza nLiestra esperanza-
es
decir que nuestra confianza no está-o
en los ,.car¡os, caballos v
caballeros'r, gue no está en 1os ejércitos ni en las armas de guerra.
Es decir, que nuestra ú1tima esperanza no está en 1os partidos, los
sindicatos, los Estados, las iglesias', la ciencia. Aunque necesitamos
de estas mediaciones, e1las no tienen la última palabra sobre el
sentido de la vida. Como si e1 sentido reposase más allá de ellas
nuestra frágil eristencia tal vez- pero también en <un no
-en
sé qué" en el cual existimos. Como si quisiéramos afirmar sende-
ros, pistas, callecitas) como caminos posibles, pero ninguna como
único camíno. Decir Dios es decir mil caminos, mi1 apuestas, mi1
esperanzas, mil gritos ,v mii srlencios.
Decir que Dics es nuestra esperanza es afirmar qr-re todo 1o
que es hecho poi nosotros/as no puede ser edificado en nuestro
señor o nuestra señora, en nuestro maestro o nuestro verdugo. A
pesar de que estc¡ suceda en nuestra historra cotidiana, decii Dios
1
es mi esperanza es abrir una brecha contra el imperialismo de
l nuestras obras sobre nosotros/as mismos/as.
-
Dios es rni esperanza siempre mayor porque de todos lados
i irrumpe alguna esperanza, aunque no sea la esperada. Eila puede
surgir de 1os animales, de 1os vegetales, del so1, de la luna, de las
I estrellas, de la brisa suave o de la tempestad. Ella puede emerger
.I
de lo imprevisto cle un tren que perdemos, de un poema de amor,
de un encuentro, de una mirada, de una sonrisa, de nna manifes-
tación es¡-rdiantii. El1a puede nacer de los desechos, de los recuer-
S
dos de 1a madre muerta, de 1a nostalgia por quien está lejos. En la
r 1ínea de i¿r captación de 1a esperanza, observar ios acasos los
) -o
aparentes acasos- de la vida,, es absolutamente impresion¿lnte y
S
conmovedor. De pronto, sin ser esperada, la esperanza Llega y
S
súbitamente se va para volver de otro modo, desafiante) provoca-
dora, en e1 cuerpo a cuerpo de la vida y de ia muerte .
e
Siempre hav un mañana, aunqlie yo individualmente ya no
esté por aquí, aunque yo no haya tenido hijos ni haya plantado un
¿irbol. "Dios es mi esperanza" significa qr-re mi respons:rbilidad
personal en el proceso histórico tiene su lugar. Pero este proceso
es mucho mayor y mucho más complejo que mis simples análisis:

r47
-*.rysP

INTU IC IO N ES EC O FEM IN ISTAS

tiene mil y un actores/as y no puedo tener la pretensión de ser 1a


única ni la que presenta la mejor salida.
Dios es mi esperanza porque esta verdad diferente de todas las
verdades me habita v relativiza mis proyectos, mis juicios, mis corfi:
portamientos, a veces demasiado cerrados. Y del interior mismo dei
abismo que vive en mí, continúo balbuceando oDios es mi esperan-
za".Y este suspiro) una vez más, sustenta misteriosamente la vida,
alimenta la mecha que continúa encendida después de ver tanto su-
frimiento y destrucción, como si una voz mezclada en mi carne su-
surrase sin cesar <continúa esperando contra toda esperanza>.
Adélia Prado, teóloga poeta poeta teóloga- me inspira
una vez más en esa mezcla de Dios-o con la vida, de la vida en Dios,
de Dios en la Vida.

Mas es de noche, cuando el alma vigila


y un ojo, que no el del cuerpo, espía.
iDios! Clamo en 1o oscuro,
iOh Dios, Drosl
-tVas no soy yo quien llama
.s Él -ir-o quien se llama
con mi boca de miedo.
El fondo del río se precipita.
Mis hijos, mis hijos,
s el hombre que me escogió,
yo yo yo
qué sol más cruel en el centro de esta oscuridad:
nmadre, guarda la cena para mí".
Ni la tierra toda cubre esta mudez,
ni el mar, ni Dios que me trata
como si yo fuera divina.
El no es 1o que dicen,
grita, convoca a la locura,
hurta de mí las delicias
que en los sueños concede:
los peces dentro de la roca,
primero de vidrio,
después vivos, trémulos,
de la madre cristal pendientes,
de la madre amatista.
La boca está seca, es sed.
Él quiere agua, yo bebo,

I48
-v
-=-

iuN Dtos DTFERENTEI

quiere orinar, me levanro,


sin ropa ando en la casa,
ten piedad de mí.
La humillación me postra,
media noche, mitad de la vida, cuiminación de la vicia.
La cueva, la madre, el gran misterio es Dios
y fcrcejea por nacer de mi carne6.

Qne así sea parr rní, para tí, para todas/os.

6. Aciélia Prado, oNigredo", ibid. pp.33.+-33i,

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