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PAISAJe
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Cristóbal Gnecco
som ete el patrim onio al dom inio de la ley? No solo som os sujetos de un
am plio y totalizante fetichism o de la ley sino que llevam os el fetichism o,
com o ley, al patrim onio. El agente de esta operación es la pretensión
nacionalista, el deseo de un com portamiento previsible modelado desde
los agentes del Estado. El patrim onio no se discute; se regula. La
regulación (legal) establece los térm inos del trato. Esta vigilancia es parte
del control sobre el erotism o interestam ental, una operación colonial que
tiene larga historia y, aparentem ente, largo destino. La regulación del
trato con el patrim onio se vuelve un asunto meram ente técnico: define
quién lo puede encontrar (el arqueólogo en la excavación; el historiador en
el archivo); quién m aquillarlo (el restaurador); quien exhibirlo (el
m useógrafo); quién vigilarlo (la policía, algunos funcionarios de agencias
estatales); quién proteger los derechos hum anistas (los agentes
transnacionales). Este reduccionism o técnico no es operativo sino
ideológico. Lleva al silencio, a la ceguera, a no escuchar. El patrim onio
investido de carácter técnico no quiere discutir, evita ser discutido. Tem e y
rechaza el desafío a su sentido unívoco; no perm ite que se discuta su
constitución y su destino.
J esús Martín (20 0 0 ) señaló una coincidencia no azarosa: el fenóm eno que
llam ó boom de la m em oria ocurre junto al fin del ethos de la modernidad;
su obsesión instrum ental con el pasado concluyó al m ism o tiem po que su
fundam ento utópico. La tradición y la teleología son narrativas devaluadas
cuya exaltación se condena como un anacronismo que se opone a la
hibridación tem poral y al presentismo, porque im pide solucionar el
problem a del cam bio sin convertir las propiedades intrínsecas de un
objeto en relaciones. No se trata de una aporía sino de una tensión
constitutiva que resuelve el m ercado. Martín (20 0 0 : 40 -46) señaló dos
asuntos fundam entales. Uno surge de la constatación: “[…] lo que corre el
riesgo de desaparecer es el pasado como continuación de la experiencia
[…] el horizonte histórico m ínim o que hace posible el diálogo entre
generaciones y la lectura/ traducción entre tradiciones”. El otro de la
acción: “Todo lo cual está exigiéndonos una nueva noción de tiem po,
correlato de una m em oria activa, activadora del pasado [...] [porque] un
pasado que ha perdido la coherencia organizativa de una historia se
convierte, por com pleto, en un espacio patrim onial”. El enfrentam iento
del espacio patrim onial contra la coherencia organizativa es equivalente a
la lucha retórica entre naturalización e historización, así com o la
invocación del pasado vaciada de su capacidad transform ativa es un
anuncio contem poráneo. Por eso necesitam os la historia: para
desnaturalizar tanto horror naturalizado, para escandalizarnos de tanto
escándalo norm al. Puesto que la m odernidad fue un gran aparato de
norm alización y la posm odernidad, su continuidad descarnada, la
capacidad transformativa afana el historicismo, precisa la desnaturalización.
ArtEncuentro / Museo Chileno de Arte Precolom bino
Patrim o n io im p u gn ad o
Lo calizació n
ArtEncuentro / Museo Chileno de Arte Precolom bino
Nada de lo que he dicho quiere decir que el sentido otorgado a las cosas y
a los paisajes (anim adas y anim ados en algunas cosm ologías) no sea
im portante, incluso urgente. No quiere decir que no se deba cuidar, tanto
com o la tierra cuida de nosotros. Quiere decir que el sentido patrim onial
esconde tanto com o revela, silencia tanto com o dice. Está centrado en el
Estado (o en las agencias que hacen su papel) y en el m ercado. Está
centrado en una certeza ecum énica que pregunta (sin ingenuidad): ¿cóm o
podría alguien, en plenitud de sus sentidos, rechazar la oferta generosa de
la patrim onialización, sobre todo cuando viene vestida de hum anism o
trascendente?; ¿cóm o podría rechazar la bendición del desarrollo? Pero la
ola mundial de patrimonialización no es inevitable. Conscientes de que
sus resultados han sido un desastre para los habitantes nativos, varias
com unidades escapan al lecho de la autenticidad patrim onial y se oponen
al asunto con el argumento (nada desdeñable y suficientemente probado)
de que la suma de m ales será m ucho m ás abundante que la de bienes. 7
7) Cusco (Silverm an 20 0 6) y la Quebrada
de Hum ahuaca (Bergesio & Montial 20 0 8) El patrimonio es demasiado paternal, demasiado androcéntrico, demasiado
son buen ejem plo: la especulación
inm obiliaria arrincona a los antiguos discurso de Estado y de expertos. El verticalismo policivo y disciplinario
propietarios y el turism o los funcionaliza parece haber contaminado para siempre a la palabra, haberla conducido por
com o proveedores artesanales y com o parte un camino que muchos no reconocen. A veces los creadores de los golems
del paisaje autén tico que los turistas buscan reconocían – con ternura, con horror– que los homúnculos que crearon se
para exotizar su experiencia del afuera.
habían apartado del plan original (ese azar es el origen de las historias sobre
Frankenstein). Borges retrató el asunto en uno de sus poemas más bellos:
bien que las sirenas del turism o han atraído a m ás de un Ulises incauto y
que lo han sacrificado a los dioses en el altar del mercado; sin em bargo,
ese reconocim iento no se refleja en sus criterios de selección cultural para
inclusión en la lista de patrim onio m undial. Esos criterios son
disciplinarios, características casi m ensurables que un com ité de expertos
puede aceptar o rechazar.8 Esos criterios no consultan ni m iden los
8) Esos criterios son: “Representar una im pactos de la patrim onialización sobre la gente, sobre sus form as de
obra m aestra del genio creativo hum ano; relación con otros seres y con el territorio, sobre su integridad de vida y
testim oniar un im portante intercam bio de
valores hum anos a lo largo de un período sobre su equilibrio con el cosm os. La diferencia entre un objeto, como
de tiem po o dentro de un área cultural del hallazgo aislado, y un sitio que puede entrar a la lista de UNESCO es la
m undo, en el desarrollo de la arquitectura o narrativa que le otorga sentido, un asunto herm enéutico que bien puede
tecnología, artes m onum entales, urbanism o no reducirse al pasado sino a la vida actual y a las expectativas que
o diseño paisajístico; aportar un testim onio
único o al m enos excepcional de una llam am os futuro. Esa herm enéutica de la vida, esa interpretación para
tradición cultural o de una civilización vivir, pide un lugar: el extrem ism o refrescante que no quiere ser un ruido
existente o ya desaparecida; ofrecer un pasajero, una incom odidad en el paisaje.
ejem plo em inente de un tipo de edificio,
conjunto arquitectónico o tecnológico o
paisaje, que ilustre una etapa sign ificativa
de la historia hum ana; ser un ejem plo Re fe re n cias
em inente de una tradición de asen tam iento
hum ano, utilización del m ar o de la tierra, BERGESIO, L. & J . MONTIAL, 20 0 8. Patrim onialización de la Quebrada
que sea representativa de una cultura (o
culturas), o de la interacción hum ana con el de Hum ahuaca: identidad, turism o y después… Ponencia presentada en
m edio am biente especialm ente cuando este Encuentro Pre-Alas, Universidad Nacional del Nordeste, Corrientes.
se vuelva vuln erable frente al im pacto de
cam bios irreversibles; estar directa o BOLÍVAR, S., 1969 [1813]. Carta de J amaica. En Escritos políticos, pp. 61-
tangiblem ente asociado con eventos o
tradiciones vivas, con ideas, o con 84. Madrid: Alianza Editorial.
creencias, con trabajos artísticos y literarios
de destacada significación universal. (El CÉSAIRE, A., 1998 [1953]. Discurso sobre el colonialism o. Madrid: Akal.
com ité considera que este criterio debe
estar preferentem ente acom pañado de
otros criterios); contener fenóm en os CHAKRABARTY, D., 20 0 7. Provincializing Europe: postcolonial thought
naturales superlativos o áreas de and historical difference. Princeton: Princeton University Press.
excepcional belleza natural e im portancia
estética; ser uno de los ejem plos CLIFFORD, J . & G. MARCUS (Eds.), 1986. W riting culture: the poetics
representativos de im portantes etapas de la
historia de la tierra, incluyen do testim onios and politics of ethnography . Berkeley: University of California Press.
de la vida, procesos geológicos creadores de
form as geológicas o características COJ TI, A., 20 0 6. Maya archaeology and the political and cultural identity
geom órficas o fisiográficas significativas; of contem porary m aya in Guatem ala. Archaeologies 2 (1): 8-19. Adelaide:
ser uno de los ejem plos em in entes de
procesos ecológicos y biológicos en el curso World Archaeological Congress.
de la evolución de los ecosistem as; contener
los hábitats naturales m ás representativos y GEERTZ, C., 1992. La interpretación de las culturas. Barcelona: Gedisa.
m ás im portantes para la conservación de la
biodiversidad, incluyen do aquellos que
contienen especies am enazadas de GOSDEN, C., 20 0 1. Potscolonial archaeology. Issues of culture, identity,
destacado valor universal desde el punto de and knowledge. En Archaeological Theory Today , I. Hodder, Ed., pp. 241-
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