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3.

EL TEATRO EUROPEO MODERNO: SHAKESPEARE MOLIÈRE


1. El teatro de los siglos XVI y XVII
Durante la Edad Media, las representaciones teatrales habían tenido un carácter preferentemente
religioso, pues estaban centradas en textos inspirados en asuntos relativos a la fe cristiana, cuya
principal finalidad era ofrecer a los espectadores un acercamiento a la religión de forma atractiva y
didáctica. Así, por ejemplo, se puede hablar de obras relacionadas con temas navideños (como el
conocido texto español que lleva por título Auto de los Reyes Magos), la Pasión de Cristo, los
milagros, los misterios del Antiguo y del Nuevo Testamento y las hagiografías (vidas de santos). En
el siglo XV, el teatro presentaba dos grandes tendencias. Por un lado, una tendencia popular, con
espectáculos como las conocidas danzas de la muerte, algunas de cuyas muestras ya se encontraban
en la Francia de finales del siglo XIV. En las danzas, un personaje alegórico, que simbolizaba a la
muerte, invitaba a bailar a personas de diferente condición social, con la intención de ejemplificar el
poder igualatorio de la muerte.
También se podría adscribir a esta vertiente popular una serie de piezas cómicas que basaban buena
parte de sus argumentos en farsas y comedias de enredo, como las del dramaturgo español Lope de
Rueda, que eran representadas por actores ambulantes. De otro lado, había una tendencia culta,
representada por la llamada comedia humanística, que estaba inspirada en tragedias y comedias
clásicas. Se trata de piezas dialogadas en prosa, en muchos casos destinadas a la lectura, pero que,
cuando se representaban, solía hacerse en las cortes y en los salones de la nobleza. Un ejemplo de
esta comedia humanística sería el de La Celestina. A finales del siglo XVI, estas dos tendencias se
funden en una sola. Es la época de los llamados teatros nacionales, así llamados porque cada uno de
los países aporta al teatro las características propias de la época y de dicho país. Por tanto, se puede
hablar, entre otros, de un teatro inglés, un teatro francés y un teatro español, cuyos máximos
representantes serían Shakespeare, Molière y Lope de Vega, respectivamente. El teatro se convierte
en un verdadero espectáculo de masas en el que tienen cabida los temas que resultaban del interés y
del agrado de los espectadores. Del mismo modo, se habilitan espacios adecuados para las
representaciones, separando a las mujeres de los hombres, por cuestiones relativas a la moralidad, y
se crean compañías de teatro estables.
a en el siglo XVII, el teatro europeo evoluciona en direcciones opuestas: • Un teatro más popular,
de estilo barroco, en el que se rompe con la regla de las tres unidades -lugar, tiempo y acción- y se
mezcla la tragedia y la comedia. Los mejores ejemplos de este tipo de teatro lo ofrecen Inglaterra y
España. 31
• Un teatro más culto, de estilo neoclásico, que se da en Francia, y en el que se respetan las tres
unidades y no se mezclan tragedia y comedia. • Además de estas dos grandes tendencias del teatro
europeo, en Italia se desarrolla un tipo de teatro de marcado carácter popular, muy del agrado del
público, que se conoce con el nombre de Comedia del Arte.
2. La Comedia del Arte
Se llama así a un tipo de teatro que triunfa en Italia durante los siglos XVI y XVII y en el que
adquiere un relevante papel la temática relacionada con los enredos de tipo amoroso, con
argumentos cargados de malentendidos, confusiones, secuestros, bromas y humor.
Los rasgos más característicos de la Comedia del Arte son los siguientes: • Falta de diálogos
escritos. Los actores disponían de unos breves esquemas, a modo de guión, que les permitían
improvisar y adaptarse a las características del público que en cada momento asistía a las
representaciones. • Uso de un lenguaje de marcado carácter coloquial, lo que daba a este teatro un
tono más directo y popular.
• La naturaleza dinámica de las representaciones permitía la presencia de enredos, raptos, golpes,
peleas, carreras, etc., todo lo cual resultaba muy del agrado del público asistente.
• Presencia de personajes arquetípicos, caracterizados por utilizar unos rasgos concretos, tanto en su
comportamiento y lenguaje como en el vestuario y el maquillaje. Este tipo de personajes se pueden
clasificar en tres grandes grupos: a) Los criados. Se suele tratar de campesinos que se han
trasladado a las ciudades para buscar trabajo y vencer el hambre. El más famoso de estos criados es
Arlequín, un personaje astuto, torpe, hambriento y enamoradizo, que va vestido con un traje de
rombos y una máscara de cuero negro.
La enamorada de Arlequín se llama Colombina. Es una mujer que despierta las pasiones de los
amos, aunque ella se burla de sus intentos de cortejarla.
Otro personaje muy habitual es Polichinela, un criado melancólico, chismoso y, en ocasiones,
satírico, que lleva un traje blanco y tiene una careta con nariz aguileña y una gran joroba. b) Los
amos. Suelen ser acomodados padres de familia, preocupados por el bienestar de sus hijos. Entre los
amos destacan los siguientes tipos: Pantaleón, que es un rico comerciante veneciano, vestido con
una gran capa negra y ropa roja. Tiene una larga barba y le gusta coquetear con las muchachas
jóvenes. Representa al sector económico. La figura del Capitán responde al tipo de miles gloriosus
clásico: es un militar bravucón y fanfarrón, que presume de su valentía y amenaza con echar mano
de su espada, aunque, en realidad, es un cobarde que enseguida se amedrenta.
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El Doctor representa al sector intelectual de la población. Es un hombre barrigón y ridículo, que
aparenta tener muchos conocimientos, pero que es un ignorante.
c) Los enamorados. Se trata de los hijos de Pantaleón y del Doctor. Son jóvenes que se tienen amor
mutuo y puro y que desean casarse. Tienen nombres tan sonoros como Rosana y Florindo o
Angélica y Fabricio.
3. El teatro inglés: Shakespeare
William Shakespeare (1564-1616) es considerado el iniciador del teatro inglés moderno,
coincidiendo con el llamado periodo isabelino, que toma su nombre del reinado de Isabel I de
Inglaterra. Además, Shakespeare es una de las más grandes figuras de la literatura universal, junto
con su contemporáneo Miguel de Cervantes. Shakespeare nació en Stratford-on-Avon, en el seno de
una familia humilde. Su padre era carnicero y su hijo William trabajó en ese oficio desde muy
joven. Posteriormente, trabajaría como maestro de escuela, escribano de un procurador y como
actor.
En 1589 escribió su primera obra dramática, Pericles, y un año más tarde comenzó la trilogía
Enrique VI. En 1607, el rey le encomendó la dirección del teatro Black-Friars y una participación
en las ganancias del teatro Globe Teatre, el más importante de Londres. Aun así, algunas de sus
obras tuvieron problemas con la censura, lo que dificultó su publicación y su estreno en los teatros.
En 1613 se retiró a su casa de Stratford-on-Avon, con serios problemas económicos, y allí vivió
hasta su muerte, retirado ya de la actividad literaria. En la época de Shakespeare, Inglaterra
experimenta una gran transformación política, económica, social, ideológica y religiosa, en gran
parte debida al enfrentamiento entre el catolicismo y el protestantismo. Por lo que al teatro se
refiere, es a finales del siglo XVI cuando se consolida un género de marcado carácter popular, que
tiene algunas influencias de la comedia del arte italiana, unidas al reflejo de la historia y la tradición
nacional, y cuyo máximo exponente es William Shakespeare, junto con otros autores menos
conocidos, como Thomas Kyd, autor de La tragedia española, y Cristopher Marlowe, autor de La
trágica historia del doctor Fausto, que sirvió de modelo a Goethe para su Fausto. Las funciones
teatrales comenzaban en las primeras horas de la tarde y se prolongaban hasta el anochecer. Se
representaban en edificios de forma poligonal, con un patio central, alrededor del cual había dos o
tres pisos con galerías. La escenografía era bastante sencilla y las compañías de actores estaban
formadas únicamente por hombres, pues las mujeres no podían actuar en el teatro. Respecto de las
características del teatro shakespeariano, podemos señalar las siguientes:
• En sus obras, Shakespeare mantiene los cinco actos del teatro clásico. • Suele mezclar la prosa y el
verso, con lo que consigue fusionar lo dramático y lo lírico. Además, en cuanto al verso, emplea la
polimetría y, también, el verso blanco.
• Mezcla elementos cómicos y elementos trágicos. • Rompe con la regla de las tres unidades.
• Cuida mucho el estilo y logra una gran perfección técnica. 33
• Otro rasgo muy propio de su teatro es la creación de caracteres, presentando unos personajes
dotados de gran humanidad, en los que se aprecia un estudio psicológico de las pasiones y
emociones más características del ser humano. En este sentido, merece destacarse la figura del
clown o gracioso. En la actualidad, se conservan treinta y siete obras teatrales de Shakespeare, cuya
clasificación más conocida es la siguiente:
• Dramas históricos. Tienen como tema fundamental la lucha por el poder y presentan personajes
muy bien definidos desde el punto de vista humano. Unos dramas están basados en la historia
inglesa, como es el caso de Ricardo III y Enrique IV. En esta última obra aparece el personaje de
Falstaff, que presenta muchos rasgos parecidos a los del personaje cervantino de Sancho Panza.
Otros dramas se inspiran en la historia antigua, como sucede con Julio César o Antonio y Cleopatra.
• Comedias. Se caracterizan por los temas de enredo y por el análisis de los sentimientos humanos
que presentan los personajes protagonistas. En este apartado destacan La fierecilla domada, El
sueño de una noche de verano, La tempestad y El mercader de Venecia.
• Tragedias. Constituyen la parte más importante de la dramaturgia shakespeariana. En ellas, su
autor realiza un profundo análisis de las pasiones humanas, llegando a convertir a algunos de sus
protagonistas en verdaderos arquetipos o modelos de dichas pasiones. Tal es el caso, por ejemplo,
de Romeo y Julieta, prototipos de los amantes apasionados con final funesto; Hamlet, símbolo de la
duda y la melancolía; Otelo, que representa el poder destructivo de los celos; Macbeth, símbolo de
la ambición de poder y el remordimiento, y El rey Lear, en donde se ejemplifica la traición filial.
4. El teatro francés
En Francia, el teatro se desarrolló de forma más tardía que en países como Inglaterra y España. Por
ello, su esplendor tiene lugar durante la segunda mitad del siglo XVII, coincidiendo con el decidido
apoyo de la familia real francesa, especialmente del rey Luis XIV. Dicho apoyo se reflejó en el
hecho de que los monarcas eran los encargados de sostener económicamente los teatros y a las
compañías teatrales. De ahí que los espectáculos representados en la corte no gozaran del carácter
popular que caracterizaba al teatro inglés y español. En este sentido, las compañías teatrales
escenificaban aquellas obras que eran del agrado de los cortesanos, sobre todo, tragedias, y dotaban
a sus interpretaciones de una gran puesta en escena: música, bailes, etc.
De otro lado, la Academia Francesa -institución fundada en 1634, con la intención de velar por el
correcto uso de la lengua francesa y favorecer las creaciones literarias- estableció las normas del
buen gusto, entre las cuales se hallaba el acatamiento de las reglas clásicas. Esta circunstancia
favoreció notablemente que el teatro francés se ajustara a los gustos y las normas del
Neoclasicismo. 34
Por consiguiente, a diferencia de lo que sucedió con el teatro inglés y español, en el teatro francés se
guarda la regla de las tres unidades, se separa lo trágico de lo cómico, y se defiende la norma del
buen gusto, también llamado decoro poético. Como consecuencia de lo anterior, se busca la
contención de los sentimientos y las pasiones y se respeta el principio de verosimilitud. Igualmente,
se considera que la literatura, en general, y el teatro, en particular, han de tener un marcado carácter
utilitario. De ahí su finalidad didáctica, moralizadora y satírica.
4.1.
La tragedia: Corneille y Racine
El género más cultivado en el teatro francés fue la tragedia, siguiendo las normas de quien es
considerado su iniciador: Pierre Corneille (1606-1684), autor de importantes tragedias en las que se
unen el gusto por los temas históricos y el estudio de la personalidad psicológica de sus
protagonistas.
En sus obras se pueden destacar las siguientes características: • Predominio de los argumentos
basados en la antigüedad clásica, preferentemente romanos. Así, en su obra Horacio, se basa en un
texto de Tito Livio para desarrollar la virtud del patriotismo. En Cinna, inspirada en Séneca, se
exalta la clemencia.
• Igualmente, toca temas pertenecientes a la historia y la literatura española. El ejemplo más
conocido es el de su obra El Cid, inspirada en Las mocedades del Cid, del dramaturgo español
Guillén de Castro. Corneille representa el drama que se origina cuando Rodrigo Díaz mata en duelo
al padre de Jimena, para vengar el honor de su anciano padre, quien había sido deshonrado por el de
Jimena.
• Personajes dotados de un fuerte carácter y que se debaten entre el cumplimiento del deber y sus
intereses o inclinaciones personales. Uno de los mejores ejemplos lo ofrece el personaje del Cid,
quien ha de elegir entre cumplir con el deber de vengar el honor de su padre y el amor que profesa a
Jimena. Posteriormente, ésta también se debatirá entre el amor que siente por Rodrigo y su deseo de
vengar la muerte de su padre.
• Sus protagonistas suelen estar marcados por el influjo de su destino. • Respeto a las reglas
clásicas.
• Gran perfección técnica, con escenas de gran intensidad dramática y profundo lirismo.
Pero, sin duda, el esplendor de la tragedia francesa se debe a Jean Racine (1639- 1699). Seguidor
del modelo establecido por Corneille, Racine dota a sus obras de una gran austeridad en las
acciones, en el lenguaje y en la puesta en escena, para centrarse, fundamentalmente, en el análisis
psicológico de sus personajes, los cuales están profundamente marcados por sus dramas y pasiones
personales. Como características propias de su teatro podemos señalar las siguientes: •
Protagonistas con un carácter débil, lo que les hace sucumbir ante sus propias pasiones.
• Acción casi inexistente y presencia de largos monólogos de los personajes. • Creación de grandes
personajes femeninos.
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• Escenografía muy sencilla y austera. A veces sólo aparecen unos pocos muebles en el escenario.
• Intenso lirismo de sus obras, fundamentado tanto en los dramas que viven los personajes como en
el perfecto uso del verso.
• Lenguaje y estilo sobrio, aunque muy cuidado.
Entre sus obras, destacan algunas basadas en temas de la literatura griega (Andrómaca, Ifigenia,
Fedra), en temas romanos (Berenice, Británico) y en temas bíblicos (Esther).
4.2.
La comedia: Molière
Jean Baptiste Poquelin (1622-1673), conocido con el pseudónimo de Molière, es el creador de la
comedia francesa. Hombre de sólida formación clásica, gracias a sus estudios en un colegio de
jesuitas, abandonó la carrera de Derecho, con veinte años, para dedicarse al teatro y formar parte de
una compañía ambulante de actores, de la que posteriormente llegaría a ser director. Precisamente,
adoptó el pseudónimo Molière a raíz de su incorporación a la compañía, con la intención de no
deshonrar el apellido familiar.
Tras recorrer gran parte del territorio francés, en 1658 se instaló en París, en donde su compañía
gozó de la protección del rey Luis XIV y puso en escena las obras que Molière escribía. Algunas de
ellas gozaron de gran éxito, aunque otras fracasaron, en ocasiones más por las envidias y las intrigas
de algunos nobles y eclesiásticos que por la escasa calidad de dichas obras.
Murió el 17 de febrero de 1673, tras sentirse enfermo, mientras representaba en escena el papel de
Argan, de El enfermo imaginario. En su teatro se unen los temas procedentes del teatro grecolatino,
de la tradición medieval, de la Comedia del Arte, del teatro español y, sobre todo, de la sociedad
francesa contemporánea suya.
Molière fue autor de farsas y comedias en las que muestra sus grandes dotes para la comicidad y
para la sátira de los vicios de su época. Una comicidad y una sátira puestas al servicio de las que
para él eran la grandes finalidades del teatro: enseñar y divertir. De ahí que gran parte de los temas
desarrollados estén relacionados con la educación, la familia, la situación de las mujeres y,
fundamentalmente, la hipocresía de los seres humanos. Pero, al mismo tiempo, se sirve de todos los
recursos que le permiten el lenguaje, los gestos y las situaciones dramáticas para hacer reír a los
espectadores. Por tanto, su teatro se caracteriza, entre otros aspectos, por la finalidad didáctica y
moralizante de sus obras, así como por la creación de grandes tipos y caracteres humanos, a los que
define a través de sus vicios y defectos. Tal es el caso de algunas de sus más conocidas obras:
• Las preciosas ridículas, en la que censura a dos jóvenes damas pedantes que rechazan a unos
buenos pretendientes para dejarse conquistar por unos criados. • Tartufo, en la que critica la
hipocresía religiosa de los beatos. • El misántropo, en la que plantea el tema del hombre que se
aparta del trato con los demás.
• El médico a palos, donde critica a los médicos ignorantes y sin vocación. • El burgués
gentilhombre, una sátira de los nuevos ricos. • El avaro, en donde satiriza la avaricia.
• El enfermo imaginario, una crítica de la hipocondría. 36
5. El teatro español
En España, durante el siglo XVI, merecen destacarse los intentos frustrados de Cervantes (1547-
1616) por triunfar como dramaturgo, con unas obras muy en la línea del teatro clásico, cuyas
mejores muestras son El trato de Argel y la Numancia. Aunque, tras el triunfo cosechado por Lope
de Vega con su teatro barroco, Cervantes compuso sus Ocho comedias y ocho entremeses nuevos
(1615), en las que incorporaba elementos propios del teatro de Lope, tampoco logró alcanzar el
éxito deseado. No obstante, hay que señalar que los ocho entremeses representan unas auténticas
joyas de este género teatral.
Será en el siglo XVII cuando el teatro español alcance un esplendor inigualable, coincidiendo con el
llamado Siglo de Oro de nuestra literatura y con la aparición de ese “Fénix de los ingenios” llamado
Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635) y su Arte nuevo de hacer comedias, un breve texto escrito
en endecasílabos blancos que Lope había utilizado para dar una conferencia en Madrid y que se
incorporó a su edición de las Rimas, en 1609.
5.1.
El teatro de Lope de Vega
En su Arte nuevo de hacer comedias, presenta Lope su concepción de lo que debe ser el teatro
llevado a la escena, comenzando por la afirmación tajante de que escribe siguiendo “el arte que
inventaron los que el vulgar aplauso pretendieron”. En síntesis, las novedades aportadas por Lope
de Vega serían las siguientes: • Defensa de la libertad en la elección de los temas y de la variedad de
los mismos.
• Mezcla de lo trágico y de lo cómico, para favorecer la composición de tragicomedias.
• División de la obra en tres actos, coincidiendo con la presentación del tema (“el caso”), el nudo
(“enlace de sucesos”) y el desenlace. De tal manera que, en el segundo acto, todo se complica y se
enreda, para así facilitar un desenlace sorprendente a partir de la mitad del tercer acto.
• Ruptura de la regla de las tres unidades en lo que se refiere al espacio y el tiempo. En cambio,
existe un mayor respeto a la unidad de acción, aun cuando es frecuente que, en torno al tema
central, aparezcan otros temas secundarios. • Teatro escrito en verso, utilizando la polimetría, de
modo que las estrofas se ajusten a las situaciones. Por ejemplo, las décimas son buenas para quejas;
el soneto está bien para los que esperan conseguir algo; el romance y las octavas se emplean para el
relato de los hechos; los tercetos se reservan para asuntos graves; las redondillas para asuntos
amorosos, etc. • Gran importancia del tema de la honra y de aquellos otros relacionados con la
virtud, como suele ocurrir con el tema amoroso.
• Creación de unos personajes-tipo que suelen tener, casi siempre, unas mismas características. Así,
por ejemplo, aparece un galán enamorado, de carácter noble y valiente; una dama, objeto del amor
del galán; un elemento perteneciente a la nobleza o al poder (comendador, caballero, etc.), que
abusa del pueblo o violenta el honor de la dama; el rey, encargado de administrar justicia y de
castigar al poderoso, etc.
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• Especial mención merece la aparición de la figura del gracioso, incluso en aquellas obras que
puedan tener un contenido más trágico. El papel del gracioso suele estar encomendado a un criado
que hace burla de las situaciones más dramáticas y del lenguaje empleado por su amo. El paralelo
femenino de la figura del gracioso corresponde a la criada de la dama, aunque ella suele tener
menor protagonismo que el gracioso.
• Uso de un lenguaje que se adapte a los personajes y las situaciones vividas por esto. De este modo
se favorece el llamado principio de verosimilitud. Una de las diversas clasificaciones realizadas
sobre el teatro de Lope de Vega agrupa sus obras en cinco grandes apartados:
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Comedias religiosas. Con asuntos del Antiguo y Nuevo Testamentos, vidas de santos y leyendas
religiosas: El nacimiento de Cristo, El divino africano, La buena guarda.
Comedias mitológicas, de historia antigua y de historia extranjera: El laberinto de Creta, El esclavo
de Roma, El marqués de Mantua. Comedias de historia y leyendas españolas. En este apartado se
incluyen algunas de sus más reconocidas obras: Peribáñez y el Comendador de Ocaña, El caballero
de Olmedo, Fuenteovejuna o El mejor alcalde, el rey. Comedias de enredo y de costumbres. Se
centran en el tema del amor, con asuntos relacionados con los celos, las intrigas y rivalidades
amorosas, etc.: El perro del hortelano, La dama boda o El villano en su rincón. Comedias de asunto
novelesco, lírico y pastoril: La Arcadia. 5.2.
Calderón de la Barca
Pedro Calderón de la Barca (1600-1680) es el otro gran dramaturgo del teatro clásico español.
Sacerdote y capellán de los Reyes Nuevos de Toledo, su quehacer literario estuvo dedicado a la
producción teatral.
A diferencia de Lope, quien solía improvisar demasiado y presumía de haber llegado a escribir una
obra teatral en menos de veinticuatro horas, Calderón representa al escritor que cuida al máximo la
técnica, selecciona los temas a tratar y ofrece un lenguaje muy elaborado, con mezcla de elementos
conceptistas y culteranos. Por otra parte, en su teatro hay una mayor tendencia a la intensificación
de los elementos líricos, filosóficos y simbólicos, lo que le lleva a elaborar un estudio muy profundo
de los personajes principales, algunos de los cuales se han convertido en personajes universales,
como Segismundo, el protagonista de La vida es sueño, o Pedro Crespo, el protagonista de El
alcalde de Zalamea.
En su teatro hay un mayor respeto hacia la unidad de acción, lo que hace que las obras se
estructuren, generalmente, en torno a un tema central y a un personaje que destaca fuertemente
sobre el resto.
Sus obras se suelen agrupar en los siguientes apartados: • Dramas de historia y leyenda española: El
alcalde de Zalamea. • Dramas de honor y celos: El médico de su honra, El pintor de su deshonra. •
Dramas de capa y espada: La dama duende, Casa con dos puertas mala es de guardar.
• Dramas religiosos: El mágico prodigioso.
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• Dramas fantásticos y mitológicos: La hija del aire. • Dramas filosóficos: La vida es sueño.
Igualmente, Calderón de la Barca destaca como autor de autos sacramentales. Se trata de obras
escritas en un acto, de carácter alegórico y simbólico y que tienen temas diversos, relacionados con
la religión (La cena del rey Baltasar), la mitología (Los encantos de la culpa) o la filosofía (El gran
teatro del mundo). 5.3.
Tirso de Molina
Uno de los más prestigiosos seguidores del teatro de Lope es el fraile Gabriel Téllez (1580-1648),
conocido con el pseudónimo de Tirso de Molina. En sus obras es frecuente la crítica a la nobleza, a
la que considera poco virtuosa. Así, en La prudencia en la mujer ataca directamente a la aristocracia
que se ha enriquecido con la compra de tierras y presenta, como modelo contrapuesto, el de una
mujer prudente, que es doña María de Molina, la madre del rey Fernando IV. Otras conocidas obras
suyas son El condenado por desconfiado, El vergonzoso en palacio, Don Gil de las calzas verdes y,
sobre todo, El burlador de Sevilla y convidado de piedra.
En esta última, Tirso de Molina reúne dos leyendas populares: la del burlador de mujeres y la del
hombre que invita a cenar a una calavera. A ella nos referimos más extensamente en el tema
dedicado al mito de don Juan. En su teatro destaca el empleo del humor, muchas veces logrado
gracias a los juegos de palabras y al lenguaje de estilo culterano. Igualmente, hay que resaltar la
creación de unos personajes que acaban convirtiéndose en símbolos de una determinada actitud. De
este modo, María de Molina representa a la prudencia; don Juan, al burlador, y Mireno, al
vergonzoso.

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