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HOMILIA PARA MISA DE GRADUACIÓN DE PRIMARIA

Queridos alumnos:

Hoy es un día muy especial, terminan una etapa más, la primaria, para iniciar
una nueva, una etapa llena de retos y sueños. La primaria ha dejado en ustedes
muchos recuerdos y amistades, ha dejado el cariño de sus maestros a quienes
agradecemos hoy todo su esfuerzo y dedicación en la educación escolapia de
cada uno de ustedes, el compartir en las canchas de futbol, los encuentros en
los retiros, en los pasillos y espacios de esta su casa la fray. Ahora, estoy
seguro que muchos de ustedes empiezan con los temores sobre la secundaria,
sobre todo, las tareas, algunos piensan que será muy difícil o que no van a
poder. Chicos, inicien una nueva etapa retándose ustedes mismos, no se den
por derrotados antes de empezar. Sueñen a lo grande, pero no sueños ligeros,
sino sueños profundos. Quiero para reflexionar en esto compartir una historia
con ustedes, es una historia que, en lo personal, me gustó mucho, y hoy se las
quiero compartir, presten mucha atención.

Un niño se encontró un día delante de una tienda cuyo rótulo decía: SE


VENDEN SUEÑOS. Lleno de curiosidad, sin pensarlo dos veces, entró en la
tienda. Vaya desilusión. La tienda estaba vacía, ni mostrador, ni cajas ni
estanterías… Nada de nada. Estaba a punto de marcharse cuando por arte de
los sueños, apareció una Hada que le preguntó:

— ¿Deseas algo? — Hola. No, no. O sí, bueno, no sé… Es que he leído lo que
ponía en el rótulo, pero veo que andan en remodelación.

— No, no —le sonrió el Hada— es que los sueños los tenemos en el interior.
No paran quietos, apenas alguien abre la puerta y ya quieren echar a volar.
Te voy a enseñar los tipos de sueños que tenemos a ver si te gusta alguno y te
lo llevas. En esta bolsa tengo medio kilo de sueños con jaqueca. Sí, no pongas
esa cara, la gente me los quita de las manos… Y sueñan y sueñan con grandes
momentos, ser famoso, tener cosas, triunfar en la vida… pero cuando
despiertan tienen un dolor de cabeza que no se aguantan de pie. En esta bolsa
hay un kilo y medio de sueños con agallas. Estos los compran los chicos
buenos, pero al final estos sueños revolucionarios se reducen a poca cosa,
una moto, la última moda del mercado, o el último teléfono celular. En esta
bolsa hay dos kilos de sueños light, sueños sin azúcar, sin conservantes, pero
también sin locura, sin juventud, sin vida… muy flojitos, no llevan a ningún
sitio. Finalmente, esta última bolsa contiene tres kilos de sueños marineros.
Los que compran estos sueños se pasan la vida navegando por internet, sin
levantarse de la silla y sin despegar la vista del ordenador, viviendo la vida
de los demás, pero sin tener vida propia. Tengo otros muchos, pero…

— ¿Y cuál es el sueño más grande que tiene, aquel que usted considere más
importante? —le preguntó el niño.

— ¿El sueño más grande? No creo que te interese, pero te lo voy a decir: el
sueño más grande es el sueño de Dios. — ¿El sueño de Dios? ¿Y cómo es?
¿Cuánto pesa? ¿Me lo podría mostrar?
El hada se le acercó y le dijo al oído -El sueño de Dios debe pesar unos 35
kilos.

— ¡Qué casualidad! —dijo el niño— lo mismo que yo.

— ¿En serio? —sonrió el hada—. ¿Sabes? Es que el sueño de Dios eres


precisamente, tú.

En esta vida todos tenemos sueños, pregúntate un momento, ¿cuál es tu más


grande sueño? Pero no sueños ligeros: tener cosas, ser rico, ser más que los
demás, todo eso nos lo pueden quitar. Pregúntate, ¿cuáles son en realidad tus
sueños, tus deseos más profundos? ¿No serán acaso amar y ser amado? ¿Qué
tus papás compartan tiempo de calidad contigo? ¿Ser feliz? Recordemos que
hay cosas que nos dan alegrías pasajeras y otras alegrías de larga duración.
Nuestros sueños o deseos profundos reflejan en nosotros algo más grande,
algo en nosotros que aspira a alegrías de larga duración. ¿Y esto, por qué?
Porque tú, yo, todos nosotros, somos el sueño de Dios, somos un pensamiento
de Dios, un latido de su corazón. Ustedes están hechos para grandes cosas,
Dios sueña para ustedes que sean santos, que sean hombres y mujeres de bien
que cambien el mundo. Que sean felices al encontentar la sabiduría, pues esta
es más rentable que la plata y más provechosa que el oro, es más preciada que
las perlas, todas las joyas no se le pueden comparar.
En los años que llevo trabajando con niños y jóvenes, me he dado cuenta de
que para preadolescentes como ustedes es fácil burlarse, es fácil reírse de los
demás, hablarse de manera ruda y agresiva, gritar de manera exagerada, comer
sin medida y por ansiedad, dormir poco por navegar en internet. Chicos, si
ustedes han pasado por estas pequeñas cosas deben darse cuenta que poco a
poco irán empequeñeciendo su capacidad de soñar a lo grande. Si cada uno de
ustedes se siente el sueño de Dios deberá también sentir que mi compañero,
mi compañera es también un sueño de Dios, está llamado a grandes cosas y
por ello merece mi respeto. No se acostumbren a faltarse al respeto, a tener un
trato agresivo, no los juzgo, pero aprendan a preguntarse, ¿mi modo de actuar
es el mejor? ¿Lo que digo o hago ayuda a mi compañero, compañera a ser
mejor, a cumplir el sueño de Dios en ella? Sepan que todos los que formamos
parte de la fray, junto con sus papás y demás familiares, queremos ayudarles a
cumplir el sueño de Dios en cada uno de ustedes. No se sientan solos, siempre
habrá quien les acompañe y eviten conformarse con las cosas del mundo, pues
están llamados a seguir a Jesús y a buscar un tesoro en el cielo.

Queridos papás, requerimos de todo su apoyo en la formación de estos


preadolescentes que están próximos a iniciar su secundaria. Somos nosotros,
los adultos, los que debemos abrirles espacios para soñar, darles seguridades
que les permitan tener los pies en la tierra y los ojos en el cielo. Tenemos un
contexto social retador, pero el amor debe ser más grande que nuestros
temores y limitaciones para poderlos guiar por el camino del bien y de la
verdad. Papás escuchen a sus hijos, maestros acompañen a sus alumnos,
cuestionémoslos, ayudémoslos a soñar en grande, a no conformarse, a ponerse
retos, confiemos en ellos, propongámosles mejores contenidos que consumir
en la red y, sobre todo, mejores ejemplos con nuestras vidas, conversaciones y
acciones.

Que Dios los bendiga en su misión de ser padres y maestros y a ustedes,


chicos, que Dios y San José de Calasanz los acompañen en esta nueva etapa.
Los queremos en la Fray, cuenten con nosotros.

En hora buena generación 2017-2023

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