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Protocolo de la sesión 6. Espacio social.

Jhoan Felipe Jaramillo Garces - José Luis Burbano Daza


En términos generales, se ha sostenido que el concepto y entendimiento del espacio se han basado en una
perspectiva empirista. ¿Qué implica exactamente esta perspectiva empirista del espacio? En esencia, supone que
el espacio es una realidad existente y neutral. Se concibe como una entidad continua en la que los elementos
simplemente se superponen, casi como un plano físico. Esta perspectiva establece una relación fundamental
entre lo que podríamos denominar "el continente", que sería el espacio en sí mismo, y el "contenido", que
engloba todos los elementos ubicados en dicho espacio.
Por ejemplo, los geógrafos tienden a visualizar el espacio como áreas delimitadas espacialmente, que pueden
manifestarse como regiones, países, departamentos, municipios y demás. Además, la ubicación de la industria
puede entenderse como una forma de disponer elementos en un espacio específico. Asimismo, se debe tener en
cuenta la movilidad de estos elementos, ya que existen relaciones interregionales, es decir, los elementos se
trasladan entre diferentes espacios. Dentro de estos espacios, existen puntos centrales que conforman un plano
homogéneo e isotópico. A partir de esta noción, surgen teorías en el ámbito de la geografía económica, como las
propuestas por Cristales, Lorsch y otros.
Sin embargo, en este punto se plantea una crítica a la perspectiva empirista, formulada por Lipietz. Según su
argumento, la primacía recae en las relaciones y estructuras sociales, lo que lleva a concebir el espacio como un
conjunto de estas relaciones. Se entiende el espacio como una amalgama de tres elementos: el espacio social, el
espacio físico y la territorialidad. Estos tres componentes deben coexistir para que podamos hablar
genuinamente de espacio; la ausencia de cualquiera de ellos impide la existencia del espacio como tal. En otras
palabras, el espacio se conforma mediante estas relaciones y estructuras sociales, junto con un modo de
producción dominante y una territorialidad específica.
Para ilustrar esta idea, el profesor recurre a una analogía con el juego de ajedrez. Así como en el ajedrez es
necesario tener las piezas, el tablero y un jugador que guíe el desarrollo del juego para que exista una partida de
ajedrez, de manera análoga, el espacio requiere la coexistencia de estos tres elementos mencionados para su
existencia y comprensión adecuadas.
Críticas afines a las de Leipzig, encontramos la de Henri Lefebvre, él desafió la noción convencional de espacio
al argumentar que este no puede ser simplemente considerado como un contenedor pasivo. En lugar de ello,
propuso que el espacio está inextricablemente vinculado a las relaciones sociales y económicas que lo
conforman. Para Lefebvre, el espacio no es un mero escenario inerte, sino un producto social y político en
constante evolución. Sostenía que las estructuras espaciales reflejan y perpetúan las relaciones de poder y
desigualdad que existen en la sociedad. En otras palabras, el espacio no es neutral, sino que se convierte en un
campo de batalla donde las fuerzas sociales y políticas compiten por el control y la configuración de ese
espacio. Esta perspectiva crítica de Lefebvre resalta cómo la organización del espacio tiene implicaciones
profundas en la vida de las personas y puede ser utilizada como una herramienta para ejercer el poder y
mantener la desigualdad.
Por su parte, Michel Foucault llevó a cabo una crítica igualmente profunda y provocativa del concepto de
espacio. Foucault argumentó que el espacio no debe ser considerado como una entidad estática y absoluta, sino
más bien como una construcción social en constante cambio. Para él, el espacio es una manifestación de las
relaciones de poder y control en una sociedad dada. Foucault exploró cómo las instituciones y las prácticas
sociales influyen en la organización y la regulación del espacio. Desde su perspectiva, la arquitectura, la
planificación urbana y otras formas de ordenamiento espacial son herramientas mediante las cuales se ejerce el
poder y se controla a la población. Esto significa que el espacio es un campo de lucha y resistencia donde se
negocian y se imponen relaciones de poder. En resumen, Foucault desafió la concepción tradicional del espacio
como algo fijo y absoluto al demostrar cómo es una construcción dinámica y una herramienta clave para
entender las dinámicas de poder en la sociedad.
Bibliografía
Foucault, M. (1997). Los espacios otros. Astrágalo: Cultura de la Arquitectura y la Ciudad, 7, 83-
91. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2611573
Lefebvre, H., & Lorea, I. M. (2013). La producción del espacio. colección Entrelineas. Extraído de:
https://istoriamundial.files.wordpress.com/2016/06/henri-lefebvre-la-produccion-del-espacio.pdf
Lipietz, A. (1977). El capital y su espacio. Siglo XXI Ediciones. Extraído de:
http://lipietz.net/IMG/article_PDF/article_683.pdf

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