Está en la página 1de 6

Tratativas contractuales

ARTICULO 990.- Libertad de negociación. Las partes son libres para promover tratativas dirigidas
a la formación del contrato, y para abandonarlas en cualquier momento.

ARTICULO 991.- Deber de buena fe. Durante las tratativas preliminares, y aunque no se haya
formulado una oferta, las partes deben obrar de buena fe para no frustrarlas injustificadamente. El
incumplimiento de este deber genera la responsabilidad de resarcir el daño que sufra el afectado por
haber confiado, sin su culpa, en la celebración del contrato.

ARTICULO 992.- Deber de confidencialidad. Si durante las negociaciones, una de las partes facilita
a la otra una información con carácter confidencial, el que la recibió tiene el deber de no revelarla y
de no usarla inapropiadamente en su propio interés. La parte que incumple este deber queda obligada
a reparar el daño sufrido por la otra y, si ha obtenido una ventaja indebida de la información
confidencial, queda obligada a indemnizar a la otra parte en la medida de su propio enriquecimiento.

Contratos de consumo

CAPITULO 1

Relación de consumo

ARTICULO 1092.- Relación de consumo. Consumidor. Relación de consumo es el vínculo jurídico


entre un proveedor y un consumidor. Se considera consumidor a la persona humana o jurídica que
adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios como destinatario final , en
beneficio propio o de su grupo familiar o social.

Queda equiparado al consumidor quien, sin ser parte de una relación de consumo como
consecuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios, en forma gratuita u onerosa,
como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social.

ARTICULO 1093.- Contrato de consumo. Contrato de consumo es el celebrado entre un consumidor


o usuario final con una persona humana o jurídica que actúe profesional u ocasionalmente o con una
empresa productora de bienes o prestadora de servicios, pública o privada , que tenga por objeto la
adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por parte de los consumidores o usuarios, para su
uso privado, familiar o social.

Todas ellas, pueden sistematizarse del siguiente modo:


a) De acuerdo a sus especies principales, podrán ser onerosas o gratuitas, en este último caso, en la medida en que
tengan como propósito –mediato o inmediato– una relación de consumo. La cuestión adquiere relevancia frente a la
proliferación de estrategias de comercialización fundadas en liberalidades sólo aparentes (v.gr., do- naciones conexas a
negocios de consumo) .En este ámbito se sitúan también las fianzas de negocios de consumo –v.gr., saldo deudor de
tarjetas de crédito, préstamos personales, contratos de leasing, contratos de locación sobre cosas muebles, etc..
b) De conformidad con su objeto mediato, referidas a cosas muebles –incluso usadas–; inmuebles (18); derechos y
prestaciones de servicios. En este ámbito, caben los servicios propiamente dichos, los turísticos y de medicina prepaga, las
operaciones financieras, de crédito y de inversión (19), etcétera.

CONTRATO DE CONSUMO Y PRINCIPIOS INFORMADORES


ARTICULO 1094.- Interpretación y prelación normativa. Las normas que regulan las relaciones de
consumo deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el principio de protección del
consumidor y el de acceso al consumo sustentable.

En caso de duda sobre la interpretación de este Código o las leyes especiales, prevalece la más
favorable al consumidor.
El código nos brinda 3 principios para la interpretación y aplicación de la normativa de esta materia.

 El principio de protección del consumidor


 El acceso al consumo sustentables
 Y el “Indubio pro consumidor” o un “favor debilis”: en caso de duda sobre la interpretación prevalece la más
favorable al consumidor
“I. La regla ‘favor debitoris’ es un precepto residual, que debe ser entendido en el sentido de protección de la parte más
débil en un contrato.
II. En caso de que en el con- trato no exista una parte notoriamente más débil, la interpretación debe favorecer la mayor
equivalencia de las contraprestaciones”.
Estos criterios encuentran hoy variadas expresiones. Así, el art. 987 del nuevo Código –aplicable a los con- tratos por
adhesión a cláusulas generales predispuestas– dispone que las cláusulas ambiguas se interpretan en sentido contrario a la
parte predisponente. Por su parte, el último párrafo del art. 3º de la ley 24.240 –en sintonía con el art. 1095 del Código
Civil y Comercial unificado–, dispone que “(e)n caso de duda, se estará siempre a la interpretación más favorable para
el consumidor”. De este modo, se formula una distinción que reconoce la doctrina más avanzada entre las reglas “contra
proferentem” y “favor consumidor”, dado que esta última constituye una versión más avanzada y protectoria que la
primera, toda vez que beneficia a los consumidores, en todos los contratos –predispuestos o negociados–, y tanto en
las cláusulas claras como en las contradictorias
En cuanto al “principio de acceso al consumo sustentable” se destaca que actúa como el reverso del “principio de
protección del consumidor”, desde que exige que la satisfacción de las necesidades humanas no afecte al medio
ambiente. Como bien lo señala Gabriel Stiglitz. e
trata de un axioma universal, que fija la agenda principal del Derecho del Consumidor, ceñida de modo intenso a la del
Derecho Ambiental, y en- caminada al mejoramiento de la calidad de vida individual y colectiva (30). Al soporte
constitucional que brindan a dicho principio los arts. 42 y 43 de la Constitución Nacional, se adiciona ahora –en sintonía
con otras experiencias del Derecho Comparado–, el ya citado art. 1094, que entronca con las facultades reconocidas a la
autoridad nacional de aplicación en el inc. a) del art. 43 de la ley 24.240, en cuanto dispone que ella pue- de “…elaborar
políticas tendientes a la defensa del consumidor o usuario a favor de un consumo sustentable con protección del medio
ambiente e intervenir en su instrumentación mediante el dictado de las resoluciones pertinentes”

ARTICULO 1095.- Interpretación del contrato de consumo. El contrato se interpreta en el sentido


más favorable para el consumidor. Cuando existen dudas sobre los alcances de su obligación, se
adopta la que sea menos gravosa.
b) Los principios generales y su actuación en los contratos de consumo. La libertad contractual: límites. Eficacia
vinculante y relativa
1) La buena fe (art. 9º) y el abuso de derecho (art. 10) se constituyen en fundamento de múltiples instituciones
tipificadas en el nuevo régimen, o en límites a su ejercicio, sean aplicables a todos los contratos, o sólo a los contratos de
consumo. En el primer grupo (contratos en general), la buena fe objetiva –lealtad o probidad– informa al iter contractual
(art. 961); a los deberes precontractuales (arts. 991 y 992); a la suspensión del contrato (art. 1031); y a su tutela preventiva
(art. 1032). La buena fe subjetiva sustenta la obligatoriedad de la oferta (art. 974), y la interpretación conforme al
principio de confianza (art. 1067). El abuso de derecho opera sobre la configuración del incumplimiento como
presupuesto de la resolución por incumplimiento (arts. 1084 y 1088).
Por su parte, en los contratos de consumo, la buena fe objetiva es el soporte último del deber de información y del
criterio de fijación de competencia en los contratos celebrados fuera de los establecimientos comerciales y a distancia (art.
1109). En tanto, el abuso del derecho, se reconoce en ocasión de las prácticas abusivas (arts. 1096 y ss.); en la
publicidad abusiva (art. 1101, inc. c]); y en la situación jurídica abusiva (art. 1120), entre otras figuras.
2) La libertad contractual y su correlato lógico de la fuerza vinculante exigen una consideración de mayor
complejidad. Es interesante reseñar que el principio aparece inicialmente consagrado en ocasión del tipo general, y en
diversas normas de importancia. Así, la primera parte del art. 958 dispone que “las partes son libres para celebrar un
contrato y determinar su contenido”, y en idéntico tramo del artículo siguiente se afirma que “todo contrato válidamente
celebrado es obligatorio para las partes”. Luego en reglas posteriores se ratifican dichos axiomas, como por ejemplo en
el art. 990, que acepta que “las partes son libres para promover tratativas dirigidas a la formación del contrato, y para
abandonarlas en cualquier momento”.
Sin embargo, el mismo Código se encarga de explicitar en sintonía con la realidad socioeconómica actual– que la libertad
de contratar no es absoluta, y que debe sujetarse a los “…los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y
las buenas costumbres” (art. 958, in fine) y que “su contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de
partes o en los supuestos en que la ley lo prevé” (art. 959, última parte). De ello se desprende que “los jueces no tienen
facultades para modificar las estipulaciones de los contratos, excepto que sea a pedido de una de las partes cuando lo
autoriza la ley, o de oficio cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden público” (art. 960).
En ese contexto, resulta difícil desconocer que aun en la tipificación del modelo general de contrato se acepta una fuerte
morigeración del vínculo obligatorio, lo cual se expresa en el reconocimiento de la renegociación de los contratos de
duración (art. 1011); en la frustración del fin (art. 1090), y en la imprevisión (art. 1091).
Mención especial requiere el régimen de cláusulas abusivas en los contratos por adhesión a condiciones generales de
contratación (arts. 984 y ss.), desde que, va de suyo, que, a través de dicho instrumento, se acepta explícitamente que el
consentimiento no siempre alcanza para validar el contenido predeterminado del acuerdo
Es de ponderar también que, de modo concomi- tante, el reformador se haya ocupado de evitar la vulneración de la
libertad de contratar del consumidor, al disponer que “están prohibidas las prácticas que limitan la libertad de contratar
del consumidor, en especial, las que subordinan la provisión de productos o servicios a la adquisición simultánea de
otros, y otras similares que persigan el mismo objetivo” (art. 1099).

ARTICULO 1099.- Libertad de contratar. Están prohibidas las prácticas que limitan la libertad de
contratar del consumidor, en especial, las que subordinan la provisión de productos o servicios a la
adquisición simultánea de otros, y otras similares que persigan el mismo objetivo.
3) El lógico recorte de la eficacia vinculante tensiona también sobre la eficacia relativa. Siempre se ha reconocido la
filiación entre ambos principios. No es de extrañar, por tanto, que la flexibilización del primero se proyecte sobre el
segundo, más aún en el contexto de globalización y complejidad de la trama negocial contemporánea. Debido a ello, al
menos la relación de principio y excepción existente entre la eficacia relativa y la conexidad, aparece puesta en entredicho
en el ámbito de los contratos de consumo
En síntesis, la nueva “Teoría general del contrato” contiene un fuerte reclamo de equilibrio con miras a la protección de
los débiles, lo que se ve acentuado en el campo de los contratos de consumo
EL DIÁLOGO PROPUESTO ENTRE EL CONTRATO POR ADHESIÓN Y EL DE CONSUMO EN TORNO AL
RÉGIMEN DE CLÁUSULAS ABUSIVAS
En este último campo sobresalen los lazos marcados entre los “contratos por adhesión” y los “con- tratos de consumo”. El
legislador no ha querido dejar dudas al respecto, desde que metodológicamente la tipificación de las cláusulas abusivas en
los primeros resulta aplicable a los segundos, conforme lo previsto en el art. 1117, el que dispone: “Se aplican en este
Capítulo [contratos de consumo] lo dispuesto por las leyes especiales y los arts. 985, 986, 987 y 988, existan o no
cláusulas generales predispuestas por una de las partes”.
A ello ha contribuido el hecho de que los límites expresados por el nuevo Código, en gran medida ya estaban expuestos en
la Ley Defensa del Consumidor, que tiene por no convenidas a las cláusulas que “limitan la responsabilidad por daños”
y que invierten “la carga de la prueba en perjuicio del consumidor ”, además de establecer como estándares de
descalificación a la “desnaturalización de las obligaciones de las partes” y a la “renuncia o restricción de los derechos
del consumidor o ampliación de los derechos de la contraparte” .

ARTICULO 1117.- Normas aplicables. Se aplican en este Capítulo lo dispuesto por las leyes
especiales y los artículos 985, 986, 987 y 988, existan o no cláusulas generales predispuestas por una
de las partes.

ARTICULO 984.- Definición. El contrato por adhesión es aquel mediante el cual uno de los
contratantes adhiere a cláusulas generales predispuestas unilateralmente, por la otra parte o por un
tercero, sin que el adherente haya participado en su redacción.

ARTICULO 985.- Requisitos. Las cláusulas generales predispuestas deben ser comprensibles y
autosuficientes.

La redacción debe ser clara, completa y fácilmente legible.

Se tienen por no convenidas aquellas que efectúan un reenvío a textos o documentos que no se
facilitan a la contraparte del predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato.

La presente disposición es aplicable a la contratación telefónica, electrónica o similares.

ARTICULO 986.- Cláusulas particulares. Las cláusulas particulares son aquellas que, negociadas
individualmente, amplían, limitan, suprimen o interpretan una cláusula general. En caso de
incompatibilidad entre cláusulas generales y particulares, prevalecen estas últimas.

ARTICULO 987.- Interpretación. Las cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes se
interpretan en sentido contrario a la parte predisponente.

ARTICULO 988.- Cláusulas abusivas. En los contratos previstos en esta sección, se deben tener por
no escritas:

a) las cláusulas que desnaturalizan las obligaciones del predisponente;

b) las que importan renuncia o restricción a los derechos del adherente, o amplían derechos del
predisponente que resultan de normas supletorias;

c) las que, por su contenido, redacción o presentación, no son razonablemente previsibles.


LAS REGLAS GENERALES Y SU IMPACTO SOBRE LOS CONTRATOS DE CONSUMO

a) Las normas sobre conexidad


El Código Civil y Comercial, no sólo ha definido y caracterizado a la conexidad contractual (art. 1073), sino que también
ha disciplinado algunos de sus efectos más usuales. De ellos da cuenta el proyectado art. 1075, a cuyo servicio se coloca
la regla hermenéutica del art. 1074. En este trabajo nos abocaremos a algunas consecuencias jurídicas de la conexidad
contractual en los contratos de consumo

ARTICULO 1073.- Definición. Hay conexidad cuando dos o más contratos autónomos se hallan
vinculados entre sí por una finalidad económica común previamente establecida, de modo que uno de
ellos ha sido determinante del otro para el logro del resultado perseguido. Esta finalidad puede ser
establecida por la ley, expresamente pactada, o derivada de la interpretación, conforme con lo que se
dispone en el artículo 1074.
ARTICULO 1074.- Interpretación. Los contratos conexos deben ser interpretados los unos por medio
de los otros, atribuyéndoles el sentido apropiado que surge del grupo de contratos, su función
económica y el resultado perseguido.

ARTICULO 1075.- Efectos. Según las circunstancias, probada la conexidad, un contratante puede
oponer las excepciones de incumplimiento total, parcial o defectuoso, aún frente a la inejecución de
obligaciones ajenas a su contrato. Atendiendo al principio de la conservación, la misma regla se
aplica cuando la extinción de uno de los contratos produce la frustración de la finalidad económica
común.
Cuando el sistema de contratos conexos se sitúe dentro del marco de una relación de consumo (v.gr., círculos de ahorro
previo, tarjeta de créditos, leasing, etc.), el contrato que une al consumidor con el sistema o grupo deberá ser interpretado
considerando las reglas hermenéuticas propias de los contratos de consumo (art. 1095 y art. 37, ley 24.240), que mandan a
interpretar a favor del consumidor; y en caso de duda, por la liberación de sus obligaciones.
2) El Código unificado regula a la suspensión del contrato (arts. 1031 y 1032), a la que constituye en el hilo conductor
dentro del cual se explican sus diferentes variantes, dentro de las cuales se reconocen a la excepción de incumplimiento, a
la excepción de caducidad y a la paralización derivada de la previsibilidad del incumplimiento de la contraparte. Luego,
en el ámbito específico de la conexidad contractual, dispone que “según las circunstancias, probada la conexidad, un
contratante puede oponer las excepciones de incumplimiento total, parcial o defectuoso, aun frente a la inejecución de
obligaciones ajenas a su contrato” (art. 1075, párr. 1º). (No cumplir el contrato por el incumplimiento del contrato
conexos)
La situación que aquí se trata es diferente, des- de que tales defensas se admiten en el marco de una pluralidad de
contratos, lo que contribuye a difuminar la idea. Por tal razón, el soporte de esta construcción conceptual debe partir de la
razón última sobre la que se apoyan dichas excepciones, que no es otra que la “buena fe objetiva”, en cuanto debe
presuponerse que las partes de los diferentes contratos vinculados han querido que sus respectivos intercambios queden
condiciona- dos al programa global de prestaciones, dado que no resulta acorde a dicho principio que una par- te requiera
el cumplimiento de su prestación con indiferencia de las contingencias que resulten de los contratos conexos. De este
modo, se buscan evitar los excesos a los que puede llevar la perspectiva “aislacionista” del contrato
Ello explica la primera parte del texto del art. 1075, que reenvía a las “circunstancias” del caso. No hay duda de que cada
operación jurídica global o grupo de contratos –expresión está a la que alude el art. 1074– aportará los matices que
justifiquen la procedencia o no de las excepciones
Finalmente, y aunque la norma especial (artículo 1075, primera parte) alude a excepciones, nada empecé a que sean
ejercidas por vía de acción, de acuerdo con lo previsto en el art. 1031.
3) Nuestra doctrina ha admitido la dificultad de sentar una regla general en materia de ineficacia de los contratos conexos.
Así, se ha dicho que “no existe un principio que predique la transferibilidad o intransferibilidad de los efectos de las
nulidades entre los contratos conexos. En modelos simples de conexidad, en la generalidad de los casos, la nulidad de
uno de los contratos producirá la ineficacia de los demás ; más en sistemas contractuales complejos la nulidad de
alguno, en principio, no incidirá sobre la eficacia de los demás”
Con esta lógica, se afirma que, a priori, la nulidad de uno de los vínculos de la red no habrá de expandirse hacia los
restantes, salvo que el vicio recaiga sobre uno de los elementos esenciales vinculados. Lo mismo acontece respecto de
la rescisión y la resolución
Sin embargo, la resolución por frustración de la finalidad supracontractual presenta matices diferentes. Así, en el segundo
párrafo del art. 1075 del Código unificado, se dice que “atendiendo al principio de conservación, la misma regla se apli-
ca cuando la extinción de uno de los contratos produce la frustración de la finalidad económica

Extracto del art 36 La eficacia del contrato en el que se prevea que un tercero otorgue un crédito de
financiación quedará condicionada a la efectiva obtención del mismo. En caso de no otorgamiento
del crédito, la operación se resolverá sin costo alguno para el consumidor, debiendo en su caso
restituírsele las sumas que, con carácter de entrega de contado, anticipo y gastos éste hubiere
efectuado.
b) El régimen de vicios ocultos y redhibitorios
El Capítulo 9 de la “Teoría general del contrato” sobre “Efectos” contiene la Sección 4ª, que dedica a la regulación de la
obligación de sanea- miento, la que divide en tres parágrafos: el primero contiene las disposiciones generales que rigen el
instituto, mientras que el segundo y el tercero se ocupan del tratamiento particular de la garantía por evicción y la garantía
por vicios ocultos, respectivamente. La obligación de saneamiento se regula como un género comprensivo tanto de la
garantía por evicción como de la garantía por defectos ocultos, dando cuenta también de una ampliación de sus efectos en
razón de que reconoce al acreedor un abanico de acciones más diversas, que procuran conservar el vínculo a través de la
subsanación del defecto y con la debida reparación de los perjuicios que hubiere sufrido el adquirente. La sistematización
elegida contiene reglas generales comunes para ambos institutos, simplificándose de manera notable el régimen, al tiempo
que se consagran soluciones más acordes con las problemáticas y necesidades que plantea la realidad negocial
contemporánea
Cambios en el sistema de los vicios apartir del CCyC
1) La derogación implícita del art. 18 de la ley 24.240 relativo a los vicios redhibitorios, no ha supuesto disminuir los
derechos reconocidos al consumidor en tanto el Código unificado consagra reglas equivalentes o de mayor protección.
Entre esas normas, sobresale el art. 1039 que dispone:

“El acreedor de la obligación de sanea-miento tiene derecho a optar entre:

a) reclamar el saneamiento del título o la subsanación de los vicios;

b) reclamar un bien equivalente, si es fungible;

c) declarar la resolución del contrato, excepto en los casos previstos por los artículos 1050 y 1057”.
2) Se restringen las cláusulas exonerativas o limitativas de la responsabilidad “si el enajenante actúa profesionalmente en
la actividad a la que corresponde la enajenación, a menos que el adquirente también se desempeñe profesionalmente en
esa actividad” (art. 1038, inc. b])
3) Se logra una mayor certeza en lo que concierne a la consagración de plazos de caducidad, y se reordenan los de
prescripción

También podría gustarte