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Otra pandemia moderna: la basura eléctrica y electrónica

En el 2019 los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) registraron 53,6 millones de toneladas, esto equivale
a 7.3 kg por persona. Según el informe Global E-Waste Monitor 2020, de la Universidad de Naciones Unidas, los
desperdicios aumentarán a 74,7 millones de toneladas y 9 kg per cápita para 2030.

En el mismo año, América produjo 13,1 millones de toneladas, de las cuales, solo 1,2 millones (9,4 %) tuvieron un
proceso adecuado de recolección y tratamiento, a pesar de contener materiales preciosos como oro, plata, cobre o
platino que podrían aprovecharse.

Destacado: Un hipopótamo pesa aproximadamente 1,8 toneladas. Ahora, imagínese 7,22 millones de hipopótamos. Ese
sería el peso de toda la basura electrónica y eléctrica producida en el continente americano durante un año.

“Desde un cepillo de dientes electrónico hasta una nevera o un automóvil pueden resultar siendo residuos de
dispositivos eléctricos y electrónicos”, explica Sandra Méndez Fajardo, docente e investigadora de la Pontificia
Universidad Javeriana.

¿Por qué contaminan?

La respuesta rápida a esta pregunta es la mala gestión que se les da. Según la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) los RAEE más pequeños, como los teléfonos celulares, pueden acabar en los cubos de basura de las casas y
eliminarse junto a otros residuos domésticos, lo que significa que terminarían en vertederos (como el relleno sanitario
Doña Juana, en Bogotá) o incinerados, sin ninguna infraestructura para la gestión de sustancias tóxicas o el
aprovechamiento de los materiales valiosos.

Por otro lado, los trabajadores del sector informal que se dedican a la reparación manual, renovación o
desmantelamiento, especialmente de grandes electrodomésticos, en ocasiones ejercen sin los estándares técnicos y
ambientales.

“A veces pasa el reciclador en su camioncito diciendo con su megáfono que recibe chatarra y aparatos viejos. Incluso
ofrece subir él mismo por ellos. Muchos no saben cómo desbaratarlos sin liberar las sustancias que son problemáticas.
Por ejemplo, sacan de un televisor lo que es valioso pero no saben que pueden liberar mercurio”, comenta Méndez.

Los problemas de salud

Solo el 17,4 % de los RAEE son recogidos y tratados adecuadamente en el mundo. En estos aparatos pueden encontrarse
hasta 69 elementos químicos, incluidos materiales potencialmente tóxicos como plomo, mercurio, cromo, entre otros.

La investigadora javeriana explica que “el cadmio, por ejemplo, al ser liberado de forma no controlada puede ocasionar
problemas de salud o puede contaminar suelos, aguas e incluso el aire. El primer caso documentado de intoxicación
masiva por cadmio ocurrió en la cuenca del río Jinzü, en Japón, en 1912, también conocido como la enfermedad de
Itai.Itai. La acumulación de esta sustancia ocurrió por el uso de fertilizantes fosforados en las inundaciones de fondo de
cultivos de arroz, principal alimento de la población”.

Otro riesgo es la bioacumulación. Cuando alguna sustancia tóxica llega al mar o a los ríos, los peces la absorben, la
acumulan en sus órganos y después pasan a ser consumidos por comunidades que viven de la pesca o se exportan a
muchos lugares del mundo, puntualiza Méndez.

“Algo similar ocurrió con el mercurio en la Bahía de Minamata, también en Japón. Las actividades industriales
contaminaron el agua de la bahía en donde, por procesos de bioacumulación y bioamplificación, el mercurio pasó de los
peces a los habitantes de la región, al ser estos una de sus bases alimenticias”, añade.

El informe de la Universidad de Naciones Unidas expone que son los niños y quienes trabajan con residuos electrónicos y
eléctricos potencialmente peligrosos los que más riesgo tienen de presentar problemas de salud.
En los niños, según diversos estudios, las principales consecuencias son la disminución del crecimiento, la alteración en
el desarrollo neurológico, afectaciones sobre la función pulmonar, pérdida de audición y coagulación súbita de la sangre.

Por otro lado, quienes manipulan los RAEE se enfrentan a diferentes peligros. Múltiples investigaciones demostraron
que pueden sufrir daños en el ADN , en los niveles de glucosa en la sangre, en la función hepática y en los genitales
masculinos, además de ocasionar problemas en el embarazo.

¿Por qué no hay una mejor gestión?


Según la Universidad de las Naciones Unidas el 82,6 % del destino de los RAEE es incierto. Además, los países de renta
alta exportan de manera ilegal grandes volúmenes de basura bajo la apariencia de productos reutilizados.

“Un ejemplo importante es Ghana. Allá llegan millones de desechos electrónicos etiquetados como equipos de segunda,
que en realidad son residuos. El mayor inconveniente está en las precarias condiciones para su tratamiento, lo que
termina convirtiéndose en contaminación ambiental y fuente de problemas de salud”, explica Sandra Méndez.

¿Cómo deshacerse de estos dispositivos?

Para la docente javeriana lo primero es no arrojar los RAEE en la bolsa negra de los desechos ordinarios o en las canecas
de la casa. En Colombia hay diferentes planes posconsumo para entregar estos aparatos. Existe, por ejemplo,
EcoCómputo, que gestiona residuos tecnológicos. También está Red Verde, que se encarga de recolectar y reciclar
electrodomésticos como lavadoras, hornos microondas, aires acondicionados y neveras que han cumplido su ciclo de
vida.

Además, las pilas que ya no sirven pueden depositarse en uno de los 4558 puntos de recolección de Pilas con el
Ambiente, distribuidos en los 32 departamentos y 384 municipios. En cualquiera de los #PuntoLúmina más cercanos,
presentes en más de 70 ciudades del país, es posible depositar bombillas ahorradoras, fluorescentes o hid (que
contienen mercurio, sodio y haluro metálico).

Los celulares, computadoras y otros electrodomésticos son potenciales contaminantes ambientales cuando no tienen un
buen manejo. Por eso, la recomendación de Sandra Méndez es informarse y llevar los residuos a los diferentes planes
posconsumo que tiene el país.

Para conocer más sobre el sistema de gestión de RAEE en Colombia, incluidas las metas que el país se propuso para el
2035, le recomendamos consultar la Política Nacional para la Gestión Integral de RAEE, publicada por el Ministerio de
Ambiente y Desarrollo Sostenible en Junio de 2017, y cuyo diseño contó con el acompañamiento metodológico de la
profesora Méndez como parte de su tesis doctoral y en el marco de la cooperación de Suiza con Colombia a través del
programa Empresas Sostenibles de Reciclaje (SRI, por sus siglas en inglés)

“También hay que preguntarnos a quién le estamos comprando”, sugiere, y finaliza haciendo hincapié en el hecho de
que fijarse en las etiquetas y sellos verdes de los productos podría garantizar una mejor degradación de los aparatos
luego de que se desechan.

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