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Tomado de: GONZÁLEZ SÁNCHEZ, Ignacio· (eCt.).
Teoría social, margin'alidad urbana y Estado penal.
Madrid, Dykinson, 2012.
5 Como resultado de este mitin se publicó un libro muy leído y utilizado 6 Lo'ic Wacquant, «Towards a dictatorship over the poor? Notes on the
por los activistas de la justicia en Francia: Gilles Sainati y Laurent Bonelli penalization ofpoverty in Brazih>, Punishment & Society, 5(2), abril de 2003, pp.
(comps.), La Machine ti punir. Pratique et discours sécuritaires, París, L'Esprit 197-205. Se encontrará un análisis más ~xhaustivo de las modalidades e impli-
frappeur, 2001. Entre las ampliaciones y actualizaciones del diagnóstico de la caciones distintivas de la contención pub.itiva como política contra la pobreza en
penalización de la pobreza en Francia bajo el influjo de los planes de estilo nor- los países latinoamericanos en LOlcWacquant, «The militarízation of urban mar-
teamericano, propuesto en Las cárceles de la miseria, se cuentan Gilles Sainati y ginality: lessons from the Brazilian metropolis», International Political Sociology,
Ulrich Schalchli, La Décadence sécuritaire, París, La Fabrique, 2007; Laurent 1(2), inviemo de 2008, pp. 56-74, publicado por primera vez en portugués con el \ V
Bonelli, La France a peur. Une histoire sociale de l'insécurité, París, La Découverte, título de «Amilitaríza<;:ao da marginalidade urbana: li<;:6esda metrópole brasilei-
2008, y Laurent Mucchielli (comp.), La Frénésie sécuritaire. Retour ti l'ordre et ra», Discursos Sediciosos: Crime, Direito e Sociedatie (Río de Janeiro), 15-16, oto-
nouveau controle social, París, La Découverte, 2008. ño de 2007, pp. 203-220.
pisaba ese país; no tenía un conocimiento previo de su poli- de manera más significativa, de izquierda 7, rivalizaban para
cía, su justicia y sus instituciones y tradiciones penitenciarias; importar los últimos métodos norteamericanos de imposición
sin embargo, era como si hubiera formulado un marco analí- de la ley, presentados como la panacea para curar la violencia
tico especialmente destinado a captar y esclarecer los sucesos urbana y un surtido de dislocaciones, mientras que los escépti-
que por entonces vivían los argentinos. Al aterrizar en Buenos cos y críticos de esos métodos buscabanfrenéticamente argu-
Aires en los tramos finales de una caldeada campaña electoral mentos teóricos, datos empíricos y cortafuego s cívicos con los
municipal, en la que los candidatos tanto de la izquierda cuales obstaculizar la adopción de la contención punitiva como
como de la derecha habían hecho del combate contra el delito técnica generalizada para el manejo de la inseguridad social
con métodos de inspiración norteamericana su máxima prio- galopante.
ridad, apenas un mes después de que el apóstol global de la
«tolerancia cero», William Bratton, hubiera viajado allí a pre-
dicar su evangelio policial, quedé atrapado en el ojo de una 2. SONDEANDO EL «CONSENSO WASHINGTON»
tormenta intelectual, política y mediática. En diez días, di SOBRE LA LUCHA CONTRA EL DELITO
veintinueve charlas ante audiencias académicas y militantes,
participé en consultas con funcionarios oficiales y expertos La acelerada difusión internacional de Las cárceles de la
jurídicos y brindé entrevistas a todo el espectro del periodis- miseria se convirtió en un experimento no planificado sobre la
mo impreso, televisivo y radial. Hacia el final de la semana, política del conocimiento científico social. Se reveló así que, si
comenzaron a detenerme en las calles de Buenos Aires tran- bien yo había apuntado mis perspectivas analíticas al núcleo de
seúntes ansiosos por hacerme más preguntas acerca de Las la Unión Europea, el modelo del vínculo entre la neoliberaliza-
cárceles de la miseria. ción y la penalidad punitiva esbozado en ei libro era aún más
Con esta recapitulación no pretendo de ningún modo suge- pertinente para la periferia del Vi~jo Mundo atrapada en los
rir que la recepción extranjera de Las cárceles de la miseria es dolores de la conversión postsoviética y para'los países del
una justa medida p'e sus méritos analíticos; antes bien, quiero Segundo Mundo cargados con una historia de autoritarismo,
dar una idea de la amplia difusión y la pasión febril que el una concepción jerárquica de la ciudadanía y una pobreza
masiva basada en pronunciadas y crecientes desigualdades
fenómeno descrito por el libro suscita en los campos político,
sociales y cuya penalización es una garantía segura de conse-
periodístico e intelectual de las sociedades del Primer y el
cuencias calamitosas.
Segundo Mundo. A través del planeta, en efecto, ha bramado
Desde ese punto de vista, las sociedades de América Latina
~a tormenta de «ley y orden» que ha transformado el debate
que se habían embarcado en una precoz experimentación con
y las políticas públicas sobre el delito y el castigo de una mane-
ra que ningún observador de la escena penal podría haber pre-
visto diez o doce años atrás. La razón subyacente al infrecuen-
7 Una sola indicación más sobre Argentina: el principal volante de campa-
te engouement internacional por el libro fue la misma que en ñ~ del candidato de ~entro izquierda Aní?al Ibarra, «Buenos Aires, un compro-
Francia: en todos esos países, los mantras de la actitud policial mISOde todos», poma la lucha con,tra el delito a la cabeza de sus promesas a los
votantes: «El compromiso de Ibarra-Felgueras con la seguridad: vamos a termi-
de «tolerancia cero» y «la cárcel funciona», celebrados por los nar con el miedo y a combatir el delito con la ley en la mano». Luego de mi
funcionarios estadounidenses y exhibidos por el dúo Giuliani- aparición en la televisión nacional para discutir Las cárceles de la miseria, los
Bratton como la causa del descenso aparentemente milagroso candidatos peronistas me preguntaron, por intermedio de mi editor, si estaba
dispuesto a presentarme junto a ellos en una conferencia de prensa para respal-
del delito en Nueva York, eran exaltados por los funcionarios dar su denuncia táctica del compromiso de Ibarra con la mano dura [en español
locales. En todas partes, los políticos, tanto de derecha como, en el original. (N. del T.)]
la desregulación económica radical (es decir, una nueva regu- máticas, sino que también hay una serie común de soluciones
laciÓn a favor de las empresas multinacionales) y caído luego punitivas -la ampliación de las facultades y prerrogativas poli-
bajo la tutela de las organizaciones financieras internacionales o ciales relacionadas sobre .tqdQ con los delitos callejeros y las
que imponen dogmas monetaristas, ofrecían el terreno más infracciones ligadas a las drógasi la aceleración y el endureci-
propicio para la adopción de versiones duras del populismo miento de los procesos judiciales, la expansión de las cárceles
penal y la importación de las estratagemas norteamericanas en con características de depósito y la normalización de la «pena:-
la lucha contra el delito. Para decido de manera concisa: las lidad de emergencia» aplicada de manera diferencial a través
¡ elites dominantes de las naciOnes seducidas -y a posteriori del espacio social y físico 10_ inspiradas o legitimadas por cura-
~ \11 transformadas- por los «Chicago Boys» de Milton Friedman lotodos procedentes de los Estados Unidos, gracias a la diligente
en la década de 1970 estaban condenadas a prendarse de los acción emprendida en el extranjero por diplomáticos y organis-
¡l «New York Boys}} de Rudy Giuliani en la década de los noventa, mos judiciales norteamericanos, las actividades con blancos
11 cuando llegó la hora de ocuparse de las consecuencias ramifi- específicos de las usinas de ideas del mismo origen y sus alia-
. cadas de la reestructuración neoliberal y enfrentar la inestabi- dos locales y la voracidad de los políticos de otros países por
lidad social endémica y los candentes desórdenes urbanos sus- lemas y medidas de imposición de la ley envueltos en el maná
estadounidense 11.
citados por la reforma del mercado en el fondo de una
estructura. de clases dualista. No es una casualidad que Chile, Tanto en el hemisferio sur como en Europa occidental, el
que fue el primero en adherir a las políticas dictadas por los papel de los think tanks ha sido central en la difusión de una
«money dóctors» de la Universidad de Chicag08 y no tardó en penalidad agresiva «made in USA}). En la década de 1990 el
Manhattan Institute fue'Ía punta de lanza de una exitosa c~m-
llegar a ser el máximo encarcelador del continente, haya expe-
paña transatlántica para modificar los parámetros de las polí-
rimentado un alza de su índice' de detenidos de 155 cada
ticas británicas en materia de pobreza, bienestar social y delito.
100.000 en 1992 a 240 cada 100.000 en 2004, mientras que el
Una década después, elaboró el Inter-American Policy Exchan-
índice de Brasil saltó de 74 a 183 y el de Argentina de 63 a 140
ge (IAPE), un programa concebido para exportar sus estrate-
(Uruguay se sitúa en una posición intermedia, con un brusco
gias predilectas de lucha contra el delita' a América Latina, r
ascenso de 97 a 220)9. En todo el continente ~o
sólo se percibe
como parte de un paquete de políticas neoliberales que incluía I
un agudo temor público a un delito urbanoulcerante, que ha
«distritos mejorados con destino a las empresas», reforma 1
crecido en función de las disparidades socioeconómicas tras el
. retorno al régimen democrático y el deserl'tendimiento del
escolar por medio de bonos y rendición de cuentas burocrática, I
disminución del gobierno y privatización. Sus principales,
Estado en materia social, así como una intensa preocupación
enviados no eran otros que William Bratton en persona, su ex
política por el manejo de los territorios y las categorías proble-
asistente en la Policía de Nueva York, William Andrews, y Geor-
ge Kelling, el célebre coinventor de la «teoría de la ventana
8 Juan Gabriel Valdés, Pinochet's Economists: The Chicago School in Chile,
Cambridge, Cambridge University Press, 1984 [traducción española: La escuela
de Chicago.: operación Chile, Buenos Aires, Grupo Editorial Zeta, 1989]. 10 En el caso colombiano, se encontrará una ilustración en Manuel ItuITa!- r \' /
9 Todas las cifras provienen de International Center for Prison Studies, de, «Emergency penality and authoritarian liberalism: recent trends in Colom- \..-/
World Prison Brie{, Londres, King's College, 2007. Véase también Fernando Salla bian criminal policy», Theoretical Criminology, 12(3),2008, pp. 377-397.
y Paula Rodriguez Ballesteros, con la colaboración de OIga Espinoza, Fernando 11 Ethan A. Nadelmann, Cops across Borders: The Internationalization of
Martínez y Paula Litvachky, «Democracy, human rights, and prisQn conditions U.S. Criminal Law Enforcement, University Park, Pennsylvania State University
in South America», trabajo presentado en el Núcleo de Estudos da Violencia, Press, 1994, es una hábil disección de la confluencia de la política exterior y las
Universidad de San Pablo, 2008. normas y metas de la justicia penal en los Estados Unidos, que es de larga data.
rota». Estos misioneros de «la ley y el orden» viajaron al sur nómico) pequeño y la severa aplicación de la ley (para los deli-
para reunirse con los jefes policiales y alcaldes de las grandes tos cometidos por las clases bajas). Este evangelismo político
ciudades, pero también con gobernadores, miembros del gabi- , ha «producido toda una generación» de «políticos [latinoame-
nete y presidentes. Respaldados por la oficina permanente del ricanos] para quienes el Manhattan Institute es el equivalente n
IAPE en Santiago de Chile, hacen propaganda a través de think de un Vaticano ideológico» 13, Y sacrosanta su concepción duall i e
tanks locales de derecha, 'delegaciones d~ la Cámara Americana d.elpal?el de~~stado: laissez-faire y facilitador eñla cima, rntr:u-II
de Comercio en cada uno de los países y organizaciones empre- SIVOe I~abihtante en el fondo. Estos políticos están interesa- f
sarias yauspiciantes adinerados, dictando conferencias, propo- dos en Imponer la ley de manera inflexible y expandir el encar- \
niendo sesiones de consultas sobre políticas e incluso partici- celamiento par~ proteger las calles y refrenar el desorden que
pando en concentraciones cívicas: Kelling pronunció una· vez perturba sus CIUdades; pese a la corrupción galopante de la I
un comentado discurso en Buenos Aires ante alrededor de diez policía, la bancarrota procesal de los juzgados penales y \
mil argentinos reunidos en el Luna Park para protestar contra
la escalada delictiva 12. Cuando es necesario, el IAPE elude el
nivel nacional y trabaja con opositores regionales o municipa-
la cruel brutalidad de cárceles y penitenciarías en sus países, lo
cual asegura que las estrategias de mano dura 14 se traduzcan de
ordinario en un miedo cada vez más grande al delito, en violen-
'Ir~
les al gobierno central para promover sus remedios policiales y cia y en <~ladetención y el castigo extralegales por delitos 1
a favor del mercado. Así sucede en Venezuela, donde el presi- menores, mcluyendo la ocupación al estilo militar yel castigo I
dente izquierdista Rugo Chávez desea combatir el delito por colectivo de barrios enteros» 15.
medio de la reducción de la pobreza y la desigualdad, mientras Dn elemento notable: el magnetismo de la penalidad al esti-
que sus adversarios políticos, como el alcalde de Caracas, com- lo norteamericano y los réditos políticos que esta promete son
parten la concepción del Manhattan Institute de que la respon- tan grandes, que dirigentes elegidos de toda América Latina no
sabilidad del delito recae en los delincuentes y la misión de dejan de insistir en la adopción de respuestas punitivas al deli-
eliminados corresponde exclusivamente a las fuerzas del to en las calles aun cuando partidos de izquierda hayan subido
orden. al poder y transformado la región en «un epicentro de disenso
El Manhattan Institute traduce al español y al portugués sus con respecto a las ideas neoliberales y resistencia a la domina-
informes, normativas políticas y artículos publicados en los ción económica y política norteamericana» 16. La situación tie-
medios y los difunde entre los formadores de opinión de toda ne una buena ilustración en Andrés Manuel López Obrador, el
América del Sur. También lleva grupos de funcionarios latinoa- alcalde progresista de la ciudad de México, y su firma ceremo-
mericanos a Nueva York, donde estos hacen visitas de campo, nial de un contrato de cuatro millones y medio de dólares
asisten a sesiones de capacitación y se someten a un adoctrina- (aportados por un consorcio de empresarios locales encabeza-
miento intensivo sobre las virtudes del gobierno (social y eco-
las autoridades de atacarlo frontalmente, como una reafirma- lugar, para devolver legitimidad a dirigentes políticos desacre-
ción ritual de la fortaleza del gobernante. ditados por su aceptación o adhesión a la impotencia del I
La r~acción intemacional suscitada por Las cárceles de la Leviatán en los frentes social y económico 19. Por el contrario,
miseria y lo acaecido en materia de justicia penal durante la donde la neoliberalización ha chocado con trabas en el campo
última década en países tan distintos como Suecia, Francia, - del empleo y las prestaciones sociales, el impulso a la penali-
España y México, han confirmado no sólo que la brattonmanía zación se embotado o desviado, como lo indican por ejemplo
(casi) se ha globalizado, sino que la propagación de la «tole- la obstinada sordera de los países nórdicos a los cantos de
rancia cero» participa de un tráfico intemacional más amplio sirena de la «tolerancia cero» (no obstante el mayor celo mos-
de fórmulas políticas que engloban gobiemo del mercado, reti- trado en la última década para sancionar las transgresiones
rada social y expansión penal 18. En efecto, el «consenso de relacionadas con el narcotráfjcQ y la ingesta de alcohol de los
conductores de vehículos)20 y el
resultante estancamiento o
sus políticas penales adquieran rasgos de mayor diligencia y nario mundial y los convoca a incorporar el-ámbito penal a su
severidad y se aparten de la rehabilitación, tal y como lo ilustra campo de incumbencia, jUll con las políticas económicas y de
la trayectoria reciente del Japón?28 . bienestar, y prestar atención al papel impulsor desempeñado
En su carácter de primer estudio con las dimensiones de un por las usinas de ideas y las disciplinas y los académicos espe-
libro de la difusión transnacional de la penalidad al estilo nor- cializados no autónomos en las peregrinaciones internaciona-
teamericano a fines del siglo xx, Las cárceles de la miseria anti- les de las fórmulas de políticas públicas 30.
cipó el florecimiento del campo de la «transferencia de políti- Los vifljes de Las cárceles deja miseria a través de las fronteras
cas» policiales y judiciales 29.Como tal, e¿ un aporte indirecto a nacionales, a semejanza del recorrido de la ola punitiva que el
la investigación sobre la globalización del delito y la justicia libro sigue alrededor del mundo, me enseñaron que ia difusión de
desde el lado del castigo, pero un aporte que va a contrapelo de la penalidad neoliberal no sólo está más avanzada, sino que es
los estudios de la globalización, habida cuenta de su insistencia / más diversificada y compleja de lo que en él se muestra. Así como
en que lo que aparenta ser una deriva ciega y benigna hacia la hay variedades de capitalismo, hay muchos senderos a lo largo del
convergencia planetaria, presuntamente fomentada por la uni- camino hacia el gobierno del mercado y, por tanto, muchas rutas
ficación tecnológica y cultural de la comunidad política mun- posibles a la penalización de la pobreza. La penalización adopta
dial, es en realidad un proceso estratificado de norteamericani- una multiplicidad de formas, no limitadas al encarcelamiento; se
zación diferencial y difractada, propiciado por las actividades filtra y actúa con diversos efectos en los diferentes subsectores de
estratégicas de redes jerárquicas de administradores estatales, los aparatos policiales, judiciales y penitenciarios; se extiende a
promotores ideológicos y comercializadores académicos en los través de distintos ámbitos políticos y se entremete en la provisión
Estados Unidos y los países de recepción. El libro también se de otros bienes públicos, como la atención de la salud, la asisten-
dirige a los estudiosos de la migráción de políticas en el esce- cia infantil y la vivienda, y por lo común suscita r~ticencias, a
menudo tropieza con resistencias Y'a veces provoca vigorosos
contraataques3!. Por otra parte, los componentes materiales y dis-
28 David T. Johnson, «Crirne and punishment in contemporary Japan», Crime cursivos de la política penal pueden llegar a desconectarse y hacer
and Justice: A Review of Research, 36, 2007, pp. 371-423. Veánse, entre otras mues- su jornada por separado, con el resultado de una acentuación
tras de una literatura no muy abundante pero en crecimiento dedicada a la diver-
gencia y la diversificación penales en las sociedades avanzadas, J9hn Pratt, «Scan- hiperbólicade la misión simbólica de castigo como vehículo para
dinavian exceptionalism in an era of penal excess. Part 1: The nature and roots of la categorización y el trazado de límites. Todo lo cual exigía corre-
Scandinavian exceptionalism», British Jouma1 of Criminology, 48, 2008, pp. 119-
gir y elaborar el modelo rudimentario del nexo entre neoliberalis-
137, Y «Part TI:Does Scandinavian exceptionalism have a future?», British Joumal
of Criminology, 48, 2008, pp. 275-292; Dietrich Oberwittler y Sven Hofer; «Crirne mo y penalidad punitiva esbozado en Las cárceles de la miseria.
and justice in Germany: an analysis of recent trends and research», European
Joumal ofCriminology, 2(4), 2005, pp. 465-508; Anthony N. Doob y Cheryl Marie
Webster, «Countering punitiveness: understanding stability in Canada's imprison-
ment rate», Law & Society Review, 40(2), 2006, pp. 325-368; Mick Cavadino y 30 Una reseña autorizada de la investigación social sobre la difusión trans-
James Dignan, Penal System: A Comparative Approach, Londres, Sage, 2006, y nacional de políticas públicas no dice una palabra acerca del crimen y el castigo
Nicola Lacey, The Prisoners' Dilemma: Political Economy and Punishment in Con- y contiene una sola mención de las usinas de ideas. Véase Frank Dobbin, Beth
temporary Democracies, Cambridge, Cambridge University Press, 2008. Simmons y Geoffrey Garrett, «The global diffusion of public policies: social
29 Véanse, en especial, Tin'Newburn y Richard Sparks (comps.), Criminal construction, coercion, competition, or leaming?», Annual Review of Sociology,
Justice and Political Cultures: National and International Dimensions of Crime 33. 1997, pp. 449-472.
Control, Londres, Willan, 2004; Trevor Jones y Tim Newburn, Policy Transfer and 31 En John Muncie, «The 'punitive turn' in juvenile justice: cultures of control
Criminal Justice, Londres, Open University Press, 2006; John Muncie y Barry and rights compliance in Western Europe and the USA», Youth Justice, 8(2), 2008,
Goldson (comps.), Comparative Youth Justice, Londres, Sage, 2006, y Peter pp. 107-121, el lector hallará una provocativa descripción, de las influencias norte-
Andreas y Ethan Nadelmann, Policing the Globe: Criminalization and Crime Con- americanas e internacionales en las tendencias y reacciones recientes a la «repena-
trol in Intemationa1 Relations, Nueva York, Oxford University Press, 2006. lización» de la delincuencia juvenil, que saca a la luz la existencia de esa mixtura.
Esa es la tarea emprendida en Castigar a los pobres: el gobier- Los afanes contemporáneo de la penalidad 'resultan participar
no neolibera! de la inseguridad sociaP2. Este libro se aparta de los de una reingeniena y una n~masculinización más generales del
parámetros convencionales de la economía política del castigo .Estado que han tomado obso1eta la separación convencional tra-
al incorporar las transformaciones en materia de asistencia zada en ámbitos académicos y políticos entre asistencia social y
social y justicia penal a un único marco teórico igualmente aten- delito. La policía, los tribunales y la prisión no son simples
to a los momentos instrumentales y expresivos de la política implementos técnicos por medio de los cuales las autoridades
pública. En él se despliega el concepto de «campo burocrático» responden al delito -tal cual lo presenta la concepción de sen-
de Pierre Bourdieu para mostrar que los cambios ocurridos a lo tido común consagrada por el derecho y la crimino10gía-, sino
largo de los últimos veinticinco años en las políticas sociales y capacidades políticas fundamentales por cuyo conducto el
penales de las sociedades avanzadas están recíprocamente vin- Leviatán produce y administra a la vez la desigualdad, la margi-
culados33; que los urticantes «programas asistenciales d~ traba- / nalidad y la identidad ... así como da a significar la soberanía.
jo» y el generoso «régimen carcelario» [«pnsonfare» ] constituyen Con esta idea se pone de relieve la necesidad de elaborar una
un solo artificio organizacional para disciplinar y vigilar a los sociología política del retorno del Estado penal al primer plano
pobres de acuerdo con una filosofía de conductismo moral, y de la escena histórica a comienzos del siglo XXI, un proyecto
-\\
-0-- que Un sistema penal expansivo y costoso no es una mera conse- intelectual para el cual Las cárceles de la miseria es tanto un pre-
-/v cuencia J~l neolibenllismo' -=--Comose sostiene en Las cárceles de, , ludio como una invitación 35.
la miseria- sino un componente esencial del propio Estado neo-
liberal. La implementación de una policía diligente, tribunáles
severos y prisiones más grandes no constituye una violación del
neoliberalismo ni una desviación con respecto a él; al contrario:
es su vehículo indispensable, habida cuenta de que el Estado se Este artículo se basa en el postfacio a la edición ampliada
I apoya en la penalización como técnica para manejar la prolife- de Las cárceles de la miseria (traducido al completo por Hora-
1 ración de la pobreza urbana y la marginalidad social que él mis- cio Pons). El trabajo original se benefició del apoyo de una
mo genera al desregular la economía y reducir la protección en beca de la MacArthur Foundation, el inigualable estímulo inte-
materia de bienestar social. Contra la concepción económica lectual de Pierre Bourdieu, y de la generosidad profesional de
tenue del neoliberalismo como el gobierno del mercado, que es colegas que trabajaban en Criminología y Penología en institu-
parte de la ideología neoliberal, propongo una especificación ciones de investigación de tres continentes. Una beca Alfonse
rr sociológica densa del neoliberalismo realmente existente, que Fletcher facilitó las revisiones del libro, así como la prepara-
Ii articula cuatro lógicas institucionales: mercantilización, progra- ción de este artículo.
I1 mas asistencia1es de trabajo bajo vigilancia, un Estado penal
¡j proactivo y el tropo cultural de la «responsabilidad individual»34.
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