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Tomado de: GONZÁLEZ SÁNCHEZ, Ignacio· (eCt.).
Teoría social, margin'alidad urbana y Estado penal.
Madrid, Dykinson, 2012.

LA TORMENTA GLOBAL DE LA LEY Y EL ORDEN:


SOBRE NEOLmERALISMO Y CASTIGO 1

A principios de la década de los 90, el nuevo alcalde


republicano de la Ciudad de Nueva York, Rudolph Giuliani,
lanzó una campaña política de «tolerancia cero» orientada
a los desórdenes callejeros y los delincuentes de poca mon-
ta, encarnados por el infame limpiacristales de coches
[«squeegee man»]. Nueva York pronto se convirtió en un
escaparate planetario de una aproximación agresiva a la
aplicación de la ley que, a pesar de sus extravagantes costes
y la ausencia de conexión con el descenso de la delincuen-
cia, llegó a ser admirada e imitada por otras ciudades de
Estados Unidos y de Europa Occidental. En mi libro Las
cárceles de la miseria, publicado por primera vez en 1999,
rastreo la incubación y la internacionalización de los esló-
ganes (<<lacárcel funciona»), teorías (<<ventanas rotas»), y
medidas (tales como un encarcelamiento expansivo, senten-
cias de un cumplimiento mínimo obligatorio [«mandatory
minimum sentences»], el interNamiento en campos de entre-
namiento al modo militar [«bootcamps»] y toques de queda
para los jóvenes [({youth curfews»]) que componen este nue-
vo «sentido común» punitivo, creado para contener la des-
igualdad y la marginalidad urbana en.la metrópolis. Lo que
encuentro es que una red de think tanks conservadores de la
era Reagan, liderados por el Manhattan Institute, los crea-·
ron com<?una a.J¡:maensu cruzada para desmantelar el Esta-
do del bienestar y, como consecuencia, criminalizar la 1. SIGUIÉNDOLE EL RASTRO A LA TORMENTA DE LA
pobreza frente a la situación de ampliación de la desigual- «LEY Y EL ORDEN» ALREDEDOR DEL MUNDO
dad económica y de la inseguridad social difusa. Rastreo su
importación y exportación a través de políticos entusiasma- Las cárceles de la miseria despliega las herramientas de la
dos con la visión neoliberal, los principales medios de ciencia social para involucrase, y afrontar, un debate público de
comunicación y los institutos de políticas pro-mercado que primera importancia social en los países occidentales. El tema
han proliferado rápidamente a través de la Unión Europea, del debate es el papel creciente de la prisión y el giro punitivo de la
y particularmente en la Gran Bretaña de Tony Blair. Tam- política penal discernibles en la mayoría de las sociedades avan-
bién muestro cómo académicos de cada país ayudaron a zadas a lo largo de las dos últimas décadas del siglo XX y hasta
infiltrar técnicas estadounidenses de penalización en sus nuestros días. El blanco inicial fueron Francia y sus vecinos,
países disfrazándolas con una apariencia académica. Mi como ávidos importadores de las categorías, los eslóganes y las
afirmación principal vincula la restructuración neoliberal medidas de control del delito elaborados durante la década de
.., con el castigo: el «consenso Washington» sobre la desregu- 1990 en los Estados Unidos como vehículos para el paso históri-
V Ilación económica y la reducción de las prestaciones sociales co de ese país de la gestión basada en la seguridad social a la
administración penal de la marginalidad urbana. La meta era
se extendió para abarcar un control punitivo de la delin-
cuencia, ya que la «mano invisible» del mercado necesita y eludir los discursos políticos y mediáticos dominantes que pro-
requiere la presencia del «puño de hierro» del Estado penal. mueven la difusión de esta nueva doxa punitiva y alertar a los
~
En este artículo reflexioñO sobre la recepción intemacio- estudiosos, los líderes CÍvicosy la ciudadanía interesada de Euro-
rial de Las cárceles de la miseria, que la vio traducirse rápida- pa sobre los dudosos resortes de esa difusión, así como acerca de
mente a 20 idiomas 2, como revelador de los desarrollos los calamitosos peligros políticos y consecuencias sociales del
penales en las sociedades avanzadas durante la última déca- crecimiento y la glorificación del sector penal del Estado. Cuando
da, Muestro que la tormenta global de la «ley y el orden» escribí este libro, no esperaba aventurarme más profundamente
inspirada por los Estados Unidos, y que el libro detectó en en lo que por entonces era para mí un nuevo y desconocido terre-
1999, ha seguido haciendo estragos a lo largo y ancho. De no de investigación. Había incorporado el aparato de la justicia
penal a mi marco analítico debido a su portentoso crecimiento y
hecho, se ha extendido de países del Primer mundo a países
del Segundo y ha modificado la política del castigo y sus su agresivo despliegue alrededor de un gueto negro en vías de
implosión en los Estados Unidos-luego del reflujo del movimien-
programas a lo largo del planeta de formas que nadie previó,
to por los derechos civiles, y me hacía el firme propósito de vol-
y que se hubiesen creído impensables hace unos quince
ver a los problemas de la desigualdad urbana y la dominación
años. Extiendo el análisis del rol de los think tanks en la
etnorraciaP. Pero dos circunstancias inesperadas me incitaron a
difusión de la penalidad al estilo estadounidense a Latino-
seguir con esta línea de investigación y activismo intelectual.
américa (10 que yo llamo el «efecto Giulani»). También ela-
boro y reviso el modelo original del vínculo entre neolibera-
lismo y penalidad punitiva, llevándolo al análisis de la
_3 A partir de la lógica de la polarización urbana desde abajo en los Estados
construcción del Estado en la era de la inseguridad social Urudos y Europa, sondea~a en LOlc Wacquant, Urban Outcasts: A Comparative
desarrollado en mi libro Castigar a los pobres. ~clOlogy of Advanced Margir¡ality, Cambridge, Polity Press, 2008 [traducción espa-
nola: Los Condenados de la C2udad. Cueto, periferias, Estado. Buenos Aires; Mexico,
Madrid: Siglo XXI, 2007). Describo los vínculos analíticos entre mis incursiones en
la relega~ió~ urbana y la penalízación en «The body, the ghetto, and the penal sta-
te», Qualltatlve SoclOlogy, 32(1), marzo de 2009, pp. 101-129 [traducción española:
El prim~ de esos hechos es la inusitada recepción del ria de la edición original de Las cárceles de 'la miseria a través
libro, en un principio en Francia y luego en los países que se de esferas de debate y fronteras nacionales puede ayudarnos a
apresuraron a traducirlo, cruzando las fronteras que separan la discernir mejor la apuesta de la discusión intelectual y las
erudición científica, la militancia ciudadana y la construcción luchas políticas a las que se vincula, que no incumbe tanto al
de políticas. El segundo es el hecho de que la tesis dual expues- crimen y el castigo como a la reingeniería del Estado para pro-
ta enél-a sa1?er,que un nuevo «sentido común punitivo» for- mover y luego responder a las condiciones económicas y socio-
jado en los Estados Unidos como parte del ataque contra el morales que se alían bajo el neoliberalismo hegemónico.
Estado del bienestar cruza rápidamente el Atlántico para rami- Desde el inicio, el libro cruzó las fronteras entre las esferas
ficarse a través de Europa occidental, y que esta diseminación académica, periodística y civil. En Francia, Las cárceles de la
no es una respuesta interna a la incidencia y el perfil cambian- miSeria se lanzó literalmente desde el corazón de la institución
tes del delito sino un retoño de la difusión externa del proyecto carcelaria: en una gris y fría tarde de noviembre de 1999, pre-
neoliberal- tuvo una espectacular convalidación prima facie senté los frutos de mis investigaciones en vivo por Canalweb y
cuando Las cárceles de la miseria se publicó en una docena de Télé La Santé, el canal de televisión interno dirigido por los
lenguas a los pocos años de su presentación. Esta apasionada reclusos de la prisión de La Santé, en París, y luego volví a deba-
reacción extranjera me brindó la oportunidad de viajar por tres tirlos hasta bien entrada la noche con todo el personal y los
continentes para someter a una prueba práctica la pertinencia reclutas de la escuela nacional de formación de guardias correc-
de sus argumentos. Y esa prueba me permitió verificar que la cionales en su atestada cafetería de las afueras de la ciudad.
popularidad global del «modelo neoyorquino» de actividad de Transcurridas algunas semanas, la discusión se amplió a medios
la policía, encarnado por su antiguo jefe William Bratton y el importantes de comunicación y a ámbitos académicos y mili-
alcalde que lo había contratado (y despedido), Rudolph Giulia- tantes tan diversos como la École Normale Supérieure de París
ni, es en rigor la punta del iceberg de una reformulación más y la feria anual de Lutte Ouvriere [Lucha Obrera], un partido
amplia de la autoridad pública, un elemento de una corriente trotskista; la Maison des Sciences de l'Homme de Nantes y un
más vasta de transferencia transnacional de políticas que abar- - débat de bar organizado por los verdes en Lyon; el Centro Nacio-
ca la reorganización flexible del mercado laboral de bajos sala- nal de Investigaciones Científicas y la École de la magistrature
rios y la recomposición restrictiva de las prestaciones sociales (academia francesa para la formación de los jueces), y reunio-
en programas asistenciales de trabajo [workfareJ de acuerdo nes públicas a lo largo y lo ancho del país, patrocinadas por
con el patrón provisto por los Estados Unidos posfordistas y entidades tan variadas como Les Amis du Monde Diplomatique,
poskeynesianos4• Un repaso selectivo de la meteórica trayecto- Amnistía Internacional, Attac, la Liga de los Derechos del Hom-
bre, Raisons d'agír, Genepi (una agrupación estudiantil nacional
que desarrolla programas de enseñanza en las cárceles), univer-
«El cuerpo, el gueto y el Estado penal», Apuntes de investigación del CECYP, 16-17, sidades locales y asociaciones barriales, diversos partidos polí-
junio de 2010]. Una versión abreviada se puede encontrar en este mismo volumen. ticos y una de las principales logias masónicas francesas. Un
4 El impulso diferencial hacia la desregulación de los mercados laborales
en las naciones posindustriales se analiza en Thomas P. Boje (comp.), Post- mitin público sobre «La penal~;zación de la pobreza», celebrado
, l:r,J
Industrial Labour Markets: Profiles of North America and Scandinavia, Londres,
Routledge, 1993; Gosta Esping-Andersen y Marino Regini (comps.), Why Deregu-
late Labor Markets?, Oxford, Oxford University Press, 2000, y Max Koch, Roads
to Post-Fordism: Labour Markets and Social Structures in Europe, Aldershot, Ash· in International Perspective, Londres, Policy Press, 2001; Jamie Peck, Workfare
gate, 2006. La difusión y adaptación de los «programas asistenciales de trabajo» States, Nueva York, Guilford Press, 2001, y Joel Handler, Social Citizenship and
de inspiración norteamericana a otras sociedades avanzadas se describen en Workfare in the United States and Western Europe: The Paradox of Inclusion, Cam-
Heather Trickey e Ivar Loedemel (comps.), An Offer You Can't Refuse: Workfare bridge, Cambridge University Press, 2004.
a lo largo de,todo'un día en la Maison des syndicats de mi ciu- zamiento de Prisi5es da miséria, auspiciado por el Instituto
dad natal de Montpellier en mayo de 2000, es un buen ejemplo Carioca de Criminología y el programa de derecho penq.l de la
de ese espíritu de discusión franca y vigorosa, ya que reunió a Universidad Candido Mendes~ consistió en un debate con el
especialistas en ciencias sociales, abogados y magistrados con ministro de justicia y un ex 'gobernador del estado de Río de
activistas y representantes sindicales pertenecientes a las ramas Janeiro y fue cubierto por los principales diarios nacionales
de la educación, la salud, el bienestar social, la justicia juvenil y (tal vez intrigados por el título que yo había dado a mi alocu-
la actividad penitenciaria del Estados. Pronto Las cárceles de la ción: «¿La burguesía brasileña desea reinstaurar una
miseria cono.ció una adaptación teatral (puesta en escena en los dictadura?» 6).
Rencontres de la Cartoucherie en junio de 2001); sus argumen- Bastó que pasaran unas pocas semanas para que la tesis del
tos se incluyeron en filmes documentales, y partes de su texto se libro fuera mencionada por periodistas, especialistas y aboga-
incorporaron a antologías académicas, fanzines libertario s y dos, así como citada en un fallo de la Corte Suprema. En Gre-
publicaciones oficiales. Por añadidura, la Organización Interna- cia, la publicación de la obra fue la base de una conferencia de
cional del Trabajo me solicitó que lo presentara en el Foro 2000 dos días coauspiciada por la embajada de Francia en Atenas y
de las Naciones Unidas en Ginebra, donde representantes de titulada «El Estado penal en los Estados Unidos, Francia y
varios países me instaron a viajar a su tierra para iniciar allí la Grecia», que reunió a especialistas en ciencias sociales, juris-
discusión política. tas, historiadores, funcionarios judiciales y un amplio surtido
Fue difícil declinar esas invitaciones cuando, al cabo de de reporteros. En Dinamarca, una asociación progresista de
algunos meses, el libro se tradujo y publicó en media docena trabajadores sociales patrocinó la publicación de De fattiges
de países, desencadenando un diluvio de llamadas de universi- fcengsel como munición erudita para resistir la deriva burocrá-
dades, centros de derechos huma:q.os, gobiernos de ciudades y tica hacia la supervisión punitiva de los pobres por parte de su
regiones y toda una gama de organizaciones profesionales y profesión. En Turquía, con anterioridad a su lanzamiento en
políticas ávidas por debatir sus implicaciones en naciones tan una edición legal, el libro circuló por conducto de la escuela
alejadas y disímiles como Italia y Ecuador, Canadá y Hungría - para directores policiales del país en una traducción no auto-
o Finlandia_y Japón (al día de hoy, ya se ha editado en dieci- rizada realizada por un comisario, que lo había leído mientras
nueve idiomas). En la península Ibérica, Las cárceles de la mise- estudiaba sociología en Francia, hasta que se publicó una edi-
ria se tradujo rápidamente no sólo al español sino también al ción legal.
catalán, el gallego y el portugués. En Bulgaria, mi traductor fue Con todo, fue la visita que hice a la Árgentina en abril de
invitado a exponer los argumentos del libro en la televisión 2000 la que reveló con mayor claridad en qué llaga sociopolí-
nacional, dado que yo no podía viajar a Sofía. En Brasil, ellan- tica había puesto el dedo con mi libro. Era la primera vez que

5 Como resultado de este mitin se publicó un libro muy leído y utilizado 6 Lo'ic Wacquant, «Towards a dictatorship over the poor? Notes on the
por los activistas de la justicia en Francia: Gilles Sainati y Laurent Bonelli penalization ofpoverty in Brazih>, Punishment & Society, 5(2), abril de 2003, pp.
(comps.), La Machine ti punir. Pratique et discours sécuritaires, París, L'Esprit 197-205. Se encontrará un análisis más ~xhaustivo de las modalidades e impli-
frappeur, 2001. Entre las ampliaciones y actualizaciones del diagnóstico de la caciones distintivas de la contención pub.itiva como política contra la pobreza en
penalización de la pobreza en Francia bajo el influjo de los planes de estilo nor- los países latinoamericanos en LOlcWacquant, «The militarízation of urban mar-
teamericano, propuesto en Las cárceles de la miseria, se cuentan Gilles Sainati y ginality: lessons from the Brazilian metropolis», International Political Sociology,
Ulrich Schalchli, La Décadence sécuritaire, París, La Fabrique, 2007; Laurent 1(2), inviemo de 2008, pp. 56-74, publicado por primera vez en portugués con el \ V
Bonelli, La France a peur. Une histoire sociale de l'insécurité, París, La Découverte, título de «Amilitaríza<;:ao da marginalidade urbana: li<;:6esda metrópole brasilei-
2008, y Laurent Mucchielli (comp.), La Frénésie sécuritaire. Retour ti l'ordre et ra», Discursos Sediciosos: Crime, Direito e Sociedatie (Río de Janeiro), 15-16, oto-
nouveau controle social, París, La Découverte, 2008. ño de 2007, pp. 203-220.
pisaba ese país; no tenía un conocimiento previo de su poli- de manera más significativa, de izquierda 7, rivalizaban para
cía, su justicia y sus instituciones y tradiciones penitenciarias; importar los últimos métodos norteamericanos de imposición
sin embargo, era como si hubiera formulado un marco analí- de la ley, presentados como la panacea para curar la violencia
tico especialmente destinado a captar y esclarecer los sucesos urbana y un surtido de dislocaciones, mientras que los escépti-
que por entonces vivían los argentinos. Al aterrizar en Buenos cos y críticos de esos métodos buscabanfrenéticamente argu-
Aires en los tramos finales de una caldeada campaña electoral mentos teóricos, datos empíricos y cortafuego s cívicos con los
municipal, en la que los candidatos tanto de la izquierda cuales obstaculizar la adopción de la contención punitiva como
como de la derecha habían hecho del combate contra el delito técnica generalizada para el manejo de la inseguridad social
con métodos de inspiración norteamericana su máxima prio- galopante.
ridad, apenas un mes después de que el apóstol global de la
«tolerancia cero», William Bratton, hubiera viajado allí a pre-
dicar su evangelio policial, quedé atrapado en el ojo de una 2. SONDEANDO EL «CONSENSO WASHINGTON»
tormenta intelectual, política y mediática. En diez días, di SOBRE LA LUCHA CONTRA EL DELITO
veintinueve charlas ante audiencias académicas y militantes,
participé en consultas con funcionarios oficiales y expertos La acelerada difusión internacional de Las cárceles de la
jurídicos y brindé entrevistas a todo el espectro del periodis- miseria se convirtió en un experimento no planificado sobre la
mo impreso, televisivo y radial. Hacia el final de la semana, política del conocimiento científico social. Se reveló así que, si
comenzaron a detenerme en las calles de Buenos Aires tran- bien yo había apuntado mis perspectivas analíticas al núcleo de
seúntes ansiosos por hacerme más preguntas acerca de Las la Unión Europea, el modelo del vínculo entre la neoliberaliza-
cárceles de la miseria. ción y la penalidad punitiva esbozado en ei libro era aún más
Con esta recapitulación no pretendo de ningún modo suge- pertinente para la periferia del Vi~jo Mundo atrapada en los
rir que la recepción extranjera de Las cárceles de la miseria es dolores de la conversión postsoviética y para'los países del
una justa medida p'e sus méritos analíticos; antes bien, quiero Segundo Mundo cargados con una historia de autoritarismo,
dar una idea de la amplia difusión y la pasión febril que el una concepción jerárquica de la ciudadanía y una pobreza
masiva basada en pronunciadas y crecientes desigualdades
fenómeno descrito por el libro suscita en los campos político,
sociales y cuya penalización es una garantía segura de conse-
periodístico e intelectual de las sociedades del Primer y el
cuencias calamitosas.
Segundo Mundo. A través del planeta, en efecto, ha bramado
Desde ese punto de vista, las sociedades de América Latina
~a tormenta de «ley y orden» que ha transformado el debate
que se habían embarcado en una precoz experimentación con
y las políticas públicas sobre el delito y el castigo de una mane-
ra que ningún observador de la escena penal podría haber pre-
visto diez o doce años atrás. La razón subyacente al infrecuen-
7 Una sola indicación más sobre Argentina: el principal volante de campa-
te engouement internacional por el libro fue la misma que en ñ~ del candidato de ~entro izquierda Aní?al Ibarra, «Buenos Aires, un compro-
Francia: en todos esos países, los mantras de la actitud policial mISOde todos», poma la lucha con,tra el delito a la cabeza de sus promesas a los
votantes: «El compromiso de Ibarra-Felgueras con la seguridad: vamos a termi-
de «tolerancia cero» y «la cárcel funciona», celebrados por los nar con el miedo y a combatir el delito con la ley en la mano». Luego de mi
funcionarios estadounidenses y exhibidos por el dúo Giuliani- aparición en la televisión nacional para discutir Las cárceles de la miseria, los
Bratton como la causa del descenso aparentemente milagroso candidatos peronistas me preguntaron, por intermedio de mi editor, si estaba
dispuesto a presentarme junto a ellos en una conferencia de prensa para respal-
del delito en Nueva York, eran exaltados por los funcionarios dar su denuncia táctica del compromiso de Ibarra con la mano dura [en español
locales. En todas partes, los políticos, tanto de derecha como, en el original. (N. del T.)]
la desregulación económica radical (es decir, una nueva regu- máticas, sino que también hay una serie común de soluciones
laciÓn a favor de las empresas multinacionales) y caído luego punitivas -la ampliación de las facultades y prerrogativas poli-
bajo la tutela de las organizaciones financieras internacionales o ciales relacionadas sobre .tqdQ con los delitos callejeros y las
que imponen dogmas monetaristas, ofrecían el terreno más infracciones ligadas a las drógasi la aceleración y el endureci-
propicio para la adopción de versiones duras del populismo miento de los procesos judiciales, la expansión de las cárceles
penal y la importación de las estratagemas norteamericanas en con características de depósito y la normalización de la «pena:-
la lucha contra el delito. Para decido de manera concisa: las lidad de emergencia» aplicada de manera diferencial a través
¡ elites dominantes de las naciOnes seducidas -y a posteriori del espacio social y físico 10_ inspiradas o legitimadas por cura-
~ \11 transformadas- por los «Chicago Boys» de Milton Friedman lotodos procedentes de los Estados Unidos, gracias a la diligente
en la década de 1970 estaban condenadas a prendarse de los acción emprendida en el extranjero por diplomáticos y organis-
¡l «New York Boys}} de Rudy Giuliani en la década de los noventa, mos judiciales norteamericanos, las actividades con blancos
11 cuando llegó la hora de ocuparse de las consecuencias ramifi- específicos de las usinas de ideas del mismo origen y sus alia-
. cadas de la reestructuración neoliberal y enfrentar la inestabi- dos locales y la voracidad de los políticos de otros países por
lidad social endémica y los candentes desórdenes urbanos sus- lemas y medidas de imposición de la ley envueltos en el maná
estadounidense 11.
citados por la reforma del mercado en el fondo de una
estructura. de clases dualista. No es una casualidad que Chile, Tanto en el hemisferio sur como en Europa occidental, el
que fue el primero en adherir a las políticas dictadas por los papel de los think tanks ha sido central en la difusión de una
«money dóctors» de la Universidad de Chicag08 y no tardó en penalidad agresiva «made in USA}). En la década de 1990 el
Manhattan Institute fue'Ía punta de lanza de una exitosa c~m-
llegar a ser el máximo encarcelador del continente, haya expe-
paña transatlántica para modificar los parámetros de las polí-
rimentado un alza de su índice' de detenidos de 155 cada
ticas británicas en materia de pobreza, bienestar social y delito.
100.000 en 1992 a 240 cada 100.000 en 2004, mientras que el
Una década después, elaboró el Inter-American Policy Exchan-
índice de Brasil saltó de 74 a 183 y el de Argentina de 63 a 140
ge (IAPE), un programa concebido para exportar sus estrate-
(Uruguay se sitúa en una posición intermedia, con un brusco
gias predilectas de lucha contra el delita' a América Latina, r
ascenso de 97 a 220)9. En todo el continente ~o
sólo se percibe
como parte de un paquete de políticas neoliberales que incluía I
un agudo temor público a un delito urbanoulcerante, que ha
«distritos mejorados con destino a las empresas», reforma 1
crecido en función de las disparidades socioeconómicas tras el
. retorno al régimen democrático y el deserl'tendimiento del
escolar por medio de bonos y rendición de cuentas burocrática, I
disminución del gobierno y privatización. Sus principales,
Estado en materia social, así como una intensa preocupación
enviados no eran otros que William Bratton en persona, su ex
política por el manejo de los territorios y las categorías proble-
asistente en la Policía de Nueva York, William Andrews, y Geor-
ge Kelling, el célebre coinventor de la «teoría de la ventana
8 Juan Gabriel Valdés, Pinochet's Economists: The Chicago School in Chile,
Cambridge, Cambridge University Press, 1984 [traducción española: La escuela
de Chicago.: operación Chile, Buenos Aires, Grupo Editorial Zeta, 1989]. 10 En el caso colombiano, se encontrará una ilustración en Manuel ItuITa!- r \' /
9 Todas las cifras provienen de International Center for Prison Studies, de, «Emergency penality and authoritarian liberalism: recent trends in Colom- \..-/
World Prison Brie{, Londres, King's College, 2007. Véase también Fernando Salla bian criminal policy», Theoretical Criminology, 12(3),2008, pp. 377-397.
y Paula Rodriguez Ballesteros, con la colaboración de OIga Espinoza, Fernando 11 Ethan A. Nadelmann, Cops across Borders: The Internationalization of
Martínez y Paula Litvachky, «Democracy, human rights, and prisQn conditions U.S. Criminal Law Enforcement, University Park, Pennsylvania State University
in South America», trabajo presentado en el Núcleo de Estudos da Violencia, Press, 1994, es una hábil disección de la confluencia de la política exterior y las
Universidad de San Pablo, 2008. normas y metas de la justicia penal en los Estados Unidos, que es de larga data.
rota». Estos misioneros de «la ley y el orden» viajaron al sur nómico) pequeño y la severa aplicación de la ley (para los deli-
para reunirse con los jefes policiales y alcaldes de las grandes tos cometidos por las clases bajas). Este evangelismo político
ciudades, pero también con gobernadores, miembros del gabi- , ha «producido toda una generación» de «políticos [latinoame-
nete y presidentes. Respaldados por la oficina permanente del ricanos] para quienes el Manhattan Institute es el equivalente n
IAPE en Santiago de Chile, hacen propaganda a través de think de un Vaticano ideológico» 13, Y sacrosanta su concepción duall i e
tanks locales de derecha, 'delegaciones d~ la Cámara Americana d.elpal?el de~~stado: laissez-faire y facilitador eñla cima, rntr:u-II
de Comercio en cada uno de los países y organizaciones empre- SIVOe I~abihtante en el fondo. Estos políticos están interesa- f
sarias yauspiciantes adinerados, dictando conferencias, propo- dos en Imponer la ley de manera inflexible y expandir el encar- \
niendo sesiones de consultas sobre políticas e incluso partici- celamiento par~ proteger las calles y refrenar el desorden que
pando en concentraciones cívicas: Kelling pronunció una· vez perturba sus CIUdades; pese a la corrupción galopante de la I
un comentado discurso en Buenos Aires ante alrededor de diez policía, la bancarrota procesal de los juzgados penales y \
mil argentinos reunidos en el Luna Park para protestar contra
la escalada delictiva 12. Cuando es necesario, el IAPE elude el
nivel nacional y trabaja con opositores regionales o municipa-
la cruel brutalidad de cárceles y penitenciarías en sus países, lo
cual asegura que las estrategias de mano dura 14 se traduzcan de
ordinario en un miedo cada vez más grande al delito, en violen-
'Ir~
les al gobierno central para promover sus remedios policiales y cia y en <~ladetención y el castigo extralegales por delitos 1
a favor del mercado. Así sucede en Venezuela, donde el presi- menores, mcluyendo la ocupación al estilo militar yel castigo I
dente izquierdista Rugo Chávez desea combatir el delito por colectivo de barrios enteros» 15.
medio de la reducción de la pobreza y la desigualdad, mientras Dn elemento notable: el magnetismo de la penalidad al esti-
que sus adversarios políticos, como el alcalde de Caracas, com- lo norteamericano y los réditos políticos que esta promete son
parten la concepción del Manhattan Institute de que la respon- tan grandes, que dirigentes elegidos de toda América Latina no
sabilidad del delito recae en los delincuentes y la misión de dejan de insistir en la adopción de respuestas punitivas al deli-
eliminados corresponde exclusivamente a las fuerzas del to en las calles aun cuando partidos de izquierda hayan subido
orden. al poder y transformado la región en «un epicentro de disenso
El Manhattan Institute traduce al español y al portugués sus con respecto a las ideas neoliberales y resistencia a la domina-
informes, normativas políticas y artículos publicados en los ción económica y política norteamericana» 16. La situación tie-
medios y los difunde entre los formadores de opinión de toda ne una buena ilustración en Andrés Manuel López Obrador, el
América del Sur. También lleva grupos de funcionarios latinoa- alcalde progresista de la ciudad de México, y su firma ceremo-
mericanos a Nueva York, donde estos hacen visitas de campo, nial de un contrato de cuatro millones y medio de dólares
asisten a sesiones de capacitación y se someten a un adoctrina- (aportados por un consorcio de empresarios locales encabeza-
miento intensivo sobre las virtudes del gobierno (social y eco-

13 Anthony DePalma, «The Arnei-icas court a group that chan"ed New


Yorb, The New York Times, 11 de noviembre de 2002. "'
12 Entre los aliados sudamericanos del Manhattan Institute se cuentan el 14 En español en el original. (N. del T.)
Instituto Liberal, la Fundac;áo Victor Civita y la Fundac;áo Getúlio Vargas en 15 ,Ll!cía Dammert y Mary Fran T. Malone, «Does it take a village? Policing
Brasil; el Instituto Libertad y Desarrollo y la Fundación Paz Ciudadana en Chile, strateg:¡es and fear of crime in Latín Arnerica», Latín American Politics and Socie-
y la Fundación Libertad en la Argentina. William Bratton y William Andrews, ty, 48(4), 2006, pp. 27-51. Se encontrará una ilustración brasileña en Juliana
«Driving out the crime wave: the police methods that worked in New York City Resende, Opera(:ao Rio: relato de urna guerra brasileira, San Pablo: Página Aberta,
can work in Latín Arnerica», Time, 23 de julio de 2001, expresan una fe ciega en 1995;.véase además el laureado documental de José Padilha, Tropa de elite (2007).
la posibilidad de un traslado directo de la «tolerancia cero», a pesar de las enor- 16 Eric Hershberg y Fred Rosen, Latín America after Neoliberalism: Turning
mes diferencias sociales, polfticas y burocráticas entre los dos subcontínentes. the Tide in the Twenty-First Century?, Nueva York, New Press, 2006,.p. 432.
dos por el hombre más rico de América Latina, Carlos Slim VVashington» sobre des.regulación económica y retracción de
Herú) con la empresa consultora Giuliani Partners para aplicar la asistencia social se ha extendido pc¡ra
abarcar el control puni-
su poción mágica de la «tolerancia cero» a la capital mexicana, , tiyo del delito en s:lave pomográfica y gerencialÍsta, a medida
a despecho de la patente impropiedad de su paquete estándar que la «mano invisible» del mercado activa el «puño de hie-
de medidas sobre el terreno 17. Un ejemplo: los esfuerzos por rro» del Estado penaL La coincidencia de su patrón geográfico
erradicar a los vendedores callejeros y los limpiadores de para- y temporal de propagación corrobora mi tesis central de que
brisas (en su mayor parte niños) mediante una intervención el ascenso repentino al primer plano y la exaltación de la poli-
policial frecuente están condenados al fracaso por la sencilla cía, los tribunales y las prisiones en las sociedades del Primer
razón de que quienes se dedican a esas actividades son decenas y el Segundo Mundos en las dos últimas décadas son un ele-
de miles y tienen un papel central en la economía informal de mento esencial de la revolución neoliberaL Cuando y donde
la ciudad, y por lo tanto en la reproducción de los hogares de esta avanza sin obstáculos, la desregulación del mercado labo-
clase baja cuyo apoyo electoral es crucial para López Obrador. ral de bajos salarios exige la reformulación restrictiva de la
No hace falta mencionar, además, que los propios policías asistencia social para imponer el trabajo precario al proleta-
mexicanos se consagran con ahínco a todo tipo de comercios riado posindustriaL A su vez, ambas cosas suscitan la activa- ¡I-
informales, legales e ilegales, necesarios para complementar ción y la expansión del sector penal del Estado, en primer'
sus salarios de hambre. Pero no importa: en México, al igual lugar para truncar y contener las dislocaciones urbanas causa- ,
que en Marsella o Milán, no es tan esencial adoptar estrategias das por la dífusí6il de ~a inseguridad social en los peldaño~ 1
realistas para reducir el delito como e:¿cenificar la resolución de más baj.os de lajerarquía espacial y de clase, y, en segundo II
\Jj il
(l , ~

las autoridades de atacarlo frontalmente, como una reafirma- lugar, para devolver legitimidad a dirigentes políticos desacre-
ción ritual de la fortaleza del gobernante. ditados por su aceptación o adhesión a la impotencia del I
La r~acción intemacional suscitada por Las cárceles de la Leviatán en los frentes social y económico 19. Por el contrario,
miseria y lo acaecido en materia de justicia penal durante la donde la neoliberalización ha chocado con trabas en el campo
última década en países tan distintos como Suecia, Francia, - del empleo y las prestaciones sociales, el impulso a la penali-
España y México, han confirmado no sólo que la brattonmanía zación se embotado o desviado, como lo indican por ejemplo
(casi) se ha globalizado, sino que la propagación de la «tole- la obstinada sordera de los países nórdicos a los cantos de
rancia cero» participa de un tráfico intemacional más amplio sirena de la «tolerancia cero» (no obstante el mayor celo mos-
de fórmulas políticas que engloban gobiemo del mercado, reti- trado en la última década para sancionar las transgresiones
rada social y expansión penal 18. En efecto, el «consenso de relacionadas con el narcotráfjcQ y la ingesta de alcohol de los
conductores de vehículos)20 y el
resultante estancamiento o

17 Jordi Puis Lorpard, «Robocop in Mexico City», NACLA: Repon on the


Americas, 37(2), septiembre-octubre de 2003. En Tim Weiner, «Mexico City jour- -ty, 8(2), abril de 200p, pp. 183-201, YDiane E. Davis, «El factor Giuliani: delin- r ~ ) (
nal: enter consultant Giuliani, bis fee preceding him», The Ne:w York Times, 16 de cuencia, la 'cero tolerancia' en el trabajo policíaco y la transformación de la 1 U (
enero de 2003, se hallará una breve descripción del «torbellino de treinta y seis ·esfera pública en el centro de la ciudad de México», E;studios Sociológicos, 25, 1 ¡
horas de calles ruines y suites elegantes» vivido en México por «el asesor para la 2007, pp. 639-641.
lucha contra el delito mejor pagado del mundo». . 19 LoJCWacguant, «Ordering insecurity: social polarization and the puniti-
18 Henrik Tham, «Law and order as a leftist project? Thé case of Sweden.>, ve ufosurge>~,~dical Philosophy Review, 11(1), primavera de 2008, pp. 9-,27.
Pl1-nishment & Society, 3(3), septiembre de 2001, pp. 409-426; Laurent Muccbie- Un mdicador: a lo largo de toda una década, el Journal of Scand!navian
lli, «Le 'nouveau management de la sécurité' a l'épreuve: délinquance et activité Studies in Criminology and Crime Prevention no contiene una sola referencia a
policiere sous le ministere Sarkozy (2002-2007)>>,Champ pénal, 5, 2008; Juanjo William Bratton o Rudolph Giuliani y sólo menciona once veces la «tolerancia
Medina-Ariza, «The politics of crime in Spain, 1978-2004», Ptfnishment & Socie- _ cero», siempre para señalar que el concepto es inaplicable al ámbito-nórdico.
--- ,
modesto incremento de su población penitenciaria, a pesar de reverberaciones culturales a través del espacio 'social. En el mOde-!'
que la preocupación y a angustia motivadas por el delito han lo bosquejado en el presente libro (y revisado en publicaciones I v
crecido entre los escanCtinavos. 'ulteriores), el giro punitivo de la política pública, aplicado tanto ¡.
a la asistencia social como a la justicia penal, participa de un
« proyecto político que responde a la insegUridad social en aumen-
3.. LECCIONES DE LOS VIAJES Y LOS AFANES to y sus efectos desestabilizadores en los peldaños más bajos del
DE LA PENALIDAD NEOLlliERAL orden social y espacial. Este proyecto implica la reorganización
y el redespliegue del Estado para apuntalar mecanismos proce-
Por consiguiente, Las cárceles de la miseria sostiene la necesi- dentes del mercado y disciplinar al nuevo proletariado posindus- ,
dad de complementar -más aún, suplir-los modelos evoluti- triaI, a la vez que se limit~ las perturbaciones internas genera- v
vos que han dominado los debates recientes sobre el cambio das por la fragmentación del movimiento obrero, la retirada de
penal en las sociedades avanzadas por medio de un análisis - lós planes de protección social y la sacudida correlativa de la
discontinuista y difusionista que explore }a circulación de los dis- jerarquía étnica establecida (etnorracial en los Estados Unidos,
cursos, normas y políticas punitivas elaboradas en los Estados etnonacional en Europa occidental y una mezcla de ambas en
Unidos como elementos constituyentes del gobierno neoliberal América Latina)22. Pero el armado del nuevo Leviatán también
de desigualdad social y marginalidad urbana. En la visión de deja ver las influencias externas de operadores políticos y
Jock Young de la «sociedad excluyente» y en la descripción que emprendedores-intelectuales comprometidos en una campaña
hace David Garland de la «cultura del control», así como en las multifacética de marketing ideológico a través de las fronteras
últimas concepciones eliasianas, neodurkheimianas y neo- nacionales en cuestiones de capital y trabajo, bienestar social e
foucaultianas de la penalidad21, los'cambios contemporáneos en imposición de la ley. Aun cuando el neoliberalismo sea desde su
la re configuración política del delito y el castigo son la resultan- inicio una formación multisituada, policéntrica y geográfica-
te del ingreso a una etapa sacie tal -la modernidad tardía, la pos- mente despareja 23, en el cambio de siglo esa campaña para
modernidad, la sociedad del riesgcr- y surgen de manera endóge- reformular desde arriba el nexo triádico del Estado, el mercado
na en respuesta a la creciente ins;guridad delictiva y sus y la ciudadanía tuvo un centro neurálgico ubicado en los Esta-
11
dos Unidos, un anillo interno de países colaboradores que actua-
ban como estaciones repetidoras (Inglaterra en Europa occiden-
21 Jock Young, The Exclusive Society: Social Exclusion, Crime, and Differen- tal y Chile en América del Sur) y una banda externa de
ce in Late Modernity, Londres, Sage, 1999 [traducción española: La sociedad sociedades señaladas con fines de infiltración y conquista.
«excluyente»: exclusión sociol, delito y diferencia en la modernidad tardía, Madrid,
Marcial Pons, 2003], y The Vertigo of Late Modernity, Londres, Sage, 2007; David El contraste teórico entre la concepción del cambio penal pro-
Garland, The Culture ofControl: Crime and Social Order in Contemporary Society, puesto por los partidarios de la transición a la modernidad tardía
Chícago, University of Chícago Press, 2001 [traducción española: La cultura del o posmodernidad y el modelo esbozado en Las cárceles de la mise-
control: crimen y orden social en la sociedad contemporánea, Barcelona, Gedisa,
2005]; John Pratt, Punishment and Civilization: Penal Tolerance and Intolerance ria puede sintetizarse en el cuadr:o presentado a continuación.
in Modern Society, Londres, Sage, 2002 [traducción española: Castigo y civiliza-
ción: una lectura crítica sobre las prisiones y los regímenes carcelarios, Barcelona,
Geclisa, 2006]; Hans Boutellier, The Safety Utopia: Contemporary Discontent and
Desire as to Crime and Punishment, Dordrecht, Kluwer Academic Publishers, ZZ LOlc Wacquant, «Crafting the neoliberal state: workfare, prisonfare, and
2004; P~t O'Malley (comp.), Crime and the Risk Society, Aldershot, Ashgate, 1998, social insecurity», Theoretical Criminology, 14(1), primavera de 2010 [traducción \
y JOl1atfian Sunon, GOverning through Crime: How the War on Crime Transformed español: «Forjando el Estado Neoliberal,» Pensar (Rosario), Primavera 2011], I~
Amencan Democracy and Created a Culture of Fear, Nueva York, Oxford Univer- 23 Jamie Peck y Nikolas Theodore, «Variegated capitahsm», Progress in
sity Press, 2007. Human Geography, 31(6), 2007, pp. 731-772.
Para los primeros, el crecimiento de la punitividad es una Con valiosas pero escasas excepciones, los estudiosos nor-
formación cultural ilustrativa de dilemas societales que respon- teamericanos del castigo ha~norado las ramificaciones forá-
den a tendencias y patrones delictivos; para el segundo, la res- . neas de los planes policiales, judiciales y carcelario s forjados
tricción concomitante de las políticas de bienestar social y la por los Estados Unidos en reacción a la ruptura del pacto for-

O I expansión de la prisión marcan el pasaje de la gestión social a


la gestión penal de la marginalidad urbana. Ese pasaje es parte
dista keynesiano y el derrumbe del gueto negro, cuando no las
han negad024• Sin embargo, la consideración de esa propaga-
integrante de la re configuración del Estado con el fin de promo- ción a través de las fronteras, que ha llevado a las costas euro-
ver la desregulación económica y contener las consecuencias de peas no sólo la tolerancia cero en el accionar policial sino tam-
la difusión de la inseguridad social en el fondo de las escalas bié~ los toques de queda nocturnos para los jóvenes y el
de clase, etnicidad y lugar. Hay zonas de superposición entre monitoreo electrónico, los programas intensivos de encarcela-
estos dos enfoques, en particular su rechazo compartido a las miento e internación en campos de entrenamiento al modo
perspectivas criminológicas estrechamente concentradas en el militar con anterioridad al juicio [boot camps and pretrial
par delito y castigo, su deseo de vincular este último a las carac- «shock incarceration»], la negociación de la pena y las senten-
teristicas más generales de las sociedades contemporáneas y su cias mínimas obligatorias, los registros de agresores sexuales
atención a la dimensión cultural de la penalidad. No obstante, es y la comparecencia de jóvenes en tribunales para adultos, es
útil hacer hincapié en sus diferencias, sobre todo en el papel que clave para dilucidar la analítica y la polítíca de la penalidad
I[ atribuyen a la cuestión de la pobreza, la hegemonía internacio- neoliberal. En primer lugar, revela las conexiones directas f
I nal y los operadores transnacionales en la reforma del discurso entre la desregulación del mercado, el cercenamiento de las ii 0J
11 y la acción penales en los umbrales del nuevo siglo. prestacio~es sociales y la expansión penal, al echar luz sobre 11
su difusión conjunta o secuencial a través de los países. Es I1
Young, Garland, revelador, por ejemplo, que el Reino Unido adoptara ante todo
Pratt,Simon la política de imposición de la flexibilidad laboral y luego el
Etapa societal: modernidad Proyecto político: neoli- proyecto de los programas asistenciales de trabajo obligatorio,
tardía, posmodernidad, beralismo como recon- en los que los Estados Unidos tuvieron un papel precursor,
sociedad del riesgo versión del Estado antes de importar de este último país el lenguaje y los progra-
Endógeno: evolución Mixto: evolución y difu- mas agresivos de control del delito, adecuados para dramati-
sión (operadores trans-
nacionales)
Inseguridad delictiva: inci- Inseguridad social: frag- 24 En el momento mismo de auge de la difusión transatlántica de las cate-
dencia y patrones de los mentación del movi- gorias y políticas penales norteamericanas, Tonry escribía que «los Estados Uni-
delitos miento obrero y sus con- dos en particular no son ni un importador exitoso ni un exportadór influyente»
secuencias de medidas de combate contra el delito; y sostenía que algunos «países de Euro-
pa occidental se movilizan para emular innovaciones aparentemente eficaces de
Políticas penales y cultura Combinación de progra- otros lugares del continente, pero parecen en extremo impermeables a la influen-
del delito y el control mas asistenciales de tra- cia norteamericana». Véase Michael Tonry, «Symbol, substance, and severity in
bajo y régimen carcela- Western penal policies», Punishment & Society, 3(4), octubre de 2001, pp. 517-
536; cita en p. 519. Un panorama general de los recientes estudios de las ciencias
rio
sociales sobre el «Estado penitenciario» en los Estados Unidos mantiene un
Peldaños inferiores de caracteristico silencio acerca de las ramificaciones exteriores de las transforma-
las escalas étnicas, espe- ciones norteamericanas: Marie Gottschalk, «Hiding in plain sight: American
cial y de clase politics and the carceral state», Annual Review of Political Science, 11, 2008,
pp. 235-260.
zar el renacimiento de la inflexibilidad moral yla severidad nes), nacionales e internacionales, de manera tal que la explora-
penal de las autoridades25• ción de la «tolerancia ce <'. Y«la cárcel funciona» representa un
En segundo lugar, la exploración de la circulación interna- .camino fructífero para diseccionar los procesos de selección y
cional de las fórmulas penales estadounidenses nos ayuda a traducción de las nociones y medidas penales a través de juris-
evitar la trampa conceptual del excepcionalismo norteamerica- dicciones y niveles de gobierno, que suelen pasar inadvertido s o
no, así como las nebulosas disquisiciones sobre la «moderni- se omite analizar dentro de un país determinado. También pr~-
dad tardía», al apuntar a los mecanismos propulsores del cre- pone nuevas ideas sobre la fabricación de la vulgata neoliberal
cimiento del Estado penal -o los obstáculos y vectores imperante, que ha transformado en todas partes los debates
institucionales de resistencia a este, según sea el caso- en un políticos gracias a la difusión planetaria de los conceptos e
espectro de sociedades sometidas al mismo tropismo político I inquietudes populares de los planificadores de políticas y estu-
económico. Ese examen nos invita a concebir el ascenso del diosos norteamericanos: al exportar sus teorías y políticas pena-
Estado penal en los Estados Unidos no como un caso idiosin- les, los Estados Unidos se autoconstituyen como el barómetro
crásico, sino como un caso particularmente virulento, debido a del control pragmático del delito alrededor del mundo y legiti-
una multitud de factores que se combinan para facilitar, acele- man efectivamente su visión de la imposición de la ley mediante
rar e intensificar la contención punitiva de la inseguridad la universalización de sus particularidades27. El rastreo de la
social en esa sociedad: entre ellos, la fragmentación del campo difusión a través de las fronteras de las consignas y medidas
b~ocrático, la fuerza del individualismo moral que sostiene el penales de fabricación norteamericana también planté~ en for-
principio mántrico de la «responsabilidad individual», la degra- ma aguda,la cuestión de las bases sociales y culturales de la
dación generalizada del trabajo, los altos niveles de segrega- r~sistencia política a la punitividad: ¿cómo ~elas arreglaron Ale-
ción tanto étnica como de clase y la preponderancia y rigidez mania y los países escandinavos en Europa Occidental, Canadá
de la división racial en virtud de las cuales los negros dé clase en América del Norte y el Japón en el Este de Asia para mante-
baja que residen en las zonas marginales de las ciudades 'son el nerse impermeables o reticentes al llamado a la intensificación
blanco propicio de las campañas convergentes de reducción de - del castigo y la expansión del encarcelamiento? ¿Se trata simple-
las prestaciones sociales y escalada pena126• mente de que han avanzado menos por el camino de la desregu-
Para terminar, hay una relación circular y retroactiva entre la lación económica, la disparidad de clases yel empobrecimiento
innovación y la emulación políticas locales (ciudades o regio- urbano, o de que están:rezagados en la transición de la vigilancia
social a la vigilancia penal de la pobreza? ¿O exhiben combina-
ciones específicas de control social próximo, valores culturales,
25 Desmond King y Mark Wickham-Jones, «From Clinton toBlair: the organización burocrática, autoridad experta y compromiso cívi-
Democratic (Party) origins of welfare to work», Political Quarterly, 70(1), diciem- co con la inclusión, que les permiten desviar las presiones ten-
bre de 1999, pp. 62-74; Jamie Peck y Nikolas Theodore, «Exporting workfare/
importing welfare-to-work: exploring the politics of third way policy transfen>, dientes a aumentar los índices de encarcelamiento, aun cuando
Political Geography, 20(4), mayo de 2001, pp. 427-460, YTrevor Jones y Tim New-
burn, «Learning from Unc1e Sam? Exploring U.S. inflUences on British crime
control policy», Governance: An International Journal of Policy, 15(1), enero de
2002, pp. 97-119. 27 No es un azar que los Estados Unidos hayan exportado al mismo tiempo
26 LOlCWacquant, «Racial stigma in the making of the punitive state», en sus nociones populares del delito, y las políticas vinculadas a este, junto con la
'\ Glenn C. Loury et al., Race, Incarceration, and American Values, Cambridge (Mas- ,«tolerancia cero», la pobreza junto con el cuento de la <<infrac1ase»,y la raza
sachusetts) [traducción español: «Estigma racial en la construcción del estado definida por la (hipo)descendencia: véase Pierre Bourdieu y LOlcWacquant, «Gn
, punitivo norteamericano,» Astrolabio, nueva época (Cordoba), 5, Primavera 2011, the cunning of imperialist reason», Theory, Culture, and Society, 16(1), febrero de
pp. 146-159.], MIT Press, 2008, pp. 59-70, YDeadly Symbiosis: Race and the Rise 1999 (1998), pp. 41-57 [traducción española: Las argucias de la razón imperialis-
of the Penal State, Cambridge, Polity Press, 2012. ta, Barcelona, Paidós, 2001].
\

sus políticas penales adquieran rasgos de mayor diligencia y nario mundial y los convoca a incorporar el-ámbito penal a su
severidad y se aparten de la rehabilitación, tal y como lo ilustra campo de incumbencia, jUll con las políticas económicas y de
la trayectoria reciente del Japón?28 . bienestar, y prestar atención al papel impulsor desempeñado
En su carácter de primer estudio con las dimensiones de un por las usinas de ideas y las disciplinas y los académicos espe-
libro de la difusión transnacional de la penalidad al estilo nor- cializados no autónomos en las peregrinaciones internaciona-
teamericano a fines del siglo xx, Las cárceles de la miseria anti- les de las fórmulas de políticas públicas 30.
cipó el florecimiento del campo de la «transferencia de políti- Los vifljes de Las cárceles deja miseria a través de las fronteras
cas» policiales y judiciales 29.Como tal, e¿ un aporte indirecto a nacionales, a semejanza del recorrido de la ola punitiva que el
la investigación sobre la globalización del delito y la justicia libro sigue alrededor del mundo, me enseñaron que ia difusión de
desde el lado del castigo, pero un aporte que va a contrapelo de la penalidad neoliberal no sólo está más avanzada, sino que es
los estudios de la globalización, habida cuenta de su insistencia / más diversificada y compleja de lo que en él se muestra. Así como
en que lo que aparenta ser una deriva ciega y benigna hacia la hay variedades de capitalismo, hay muchos senderos a lo largo del
convergencia planetaria, presuntamente fomentada por la uni- camino hacia el gobierno del mercado y, por tanto, muchas rutas
ficación tecnológica y cultural de la comunidad política mun- posibles a la penalización de la pobreza. La penalización adopta
dial, es en realidad un proceso estratificado de norteamericani- una multiplicidad de formas, no limitadas al encarcelamiento; se
zación diferencial y difractada, propiciado por las actividades filtra y actúa con diversos efectos en los diferentes subsectores de
estratégicas de redes jerárquicas de administradores estatales, los aparatos policiales, judiciales y penitenciarios; se extiende a
promotores ideológicos y comercializadores académicos en los través de distintos ámbitos políticos y se entremete en la provisión
Estados Unidos y los países de recepción. El libro también se de otros bienes públicos, como la atención de la salud, la asisten-
dirige a los estudiosos de la migráción de políticas en el esce- cia infantil y la vivienda, y por lo común suscita r~ticencias, a
menudo tropieza con resistencias Y'a veces provoca vigorosos
contraataques3!. Por otra parte, los componentes materiales y dis-
28 David T. Johnson, «Crirne and punishment in contemporary Japan», Crime cursivos de la política penal pueden llegar a desconectarse y hacer
and Justice: A Review of Research, 36, 2007, pp. 371-423. Veánse, entre otras mues- su jornada por separado, con el resultado de una acentuación
tras de una literatura no muy abundante pero en crecimiento dedicada a la diver-
gencia y la diversificación penales en las sociedades avanzadas, J9hn Pratt, «Scan- hiperbólicade la misión simbólica de castigo como vehículo para
dinavian exceptionalism in an era of penal excess. Part 1: The nature and roots of la categorización y el trazado de límites. Todo lo cual exigía corre-
Scandinavian exceptionalism», British Jouma1 of Criminology, 48, 2008, pp. 119-
gir y elaborar el modelo rudimentario del nexo entre neoliberalis-
137, Y «Part TI:Does Scandinavian exceptionalism have a future?», British Joumal
of Criminology, 48, 2008, pp. 275-292; Dietrich Oberwittler y Sven Hofer; «Crirne mo y penalidad punitiva esbozado en Las cárceles de la miseria.
and justice in Germany: an analysis of recent trends and research», European
Joumal ofCriminology, 2(4), 2005, pp. 465-508; Anthony N. Doob y Cheryl Marie
Webster, «Countering punitiveness: understanding stability in Canada's imprison-
ment rate», Law & Society Review, 40(2), 2006, pp. 325-368; Mick Cavadino y 30 Una reseña autorizada de la investigación social sobre la difusión trans-
James Dignan, Penal System: A Comparative Approach, Londres, Sage, 2006, y nacional de políticas públicas no dice una palabra acerca del crimen y el castigo
Nicola Lacey, The Prisoners' Dilemma: Political Economy and Punishment in Con- y contiene una sola mención de las usinas de ideas. Véase Frank Dobbin, Beth
temporary Democracies, Cambridge, Cambridge University Press, 2008. Simmons y Geoffrey Garrett, «The global diffusion of public policies: social
29 Véanse, en especial, Tin'Newburn y Richard Sparks (comps.), Criminal construction, coercion, competition, or leaming?», Annual Review of Sociology,
Justice and Political Cultures: National and International Dimensions of Crime 33. 1997, pp. 449-472.
Control, Londres, Willan, 2004; Trevor Jones y Tim Newburn, Policy Transfer and 31 En John Muncie, «The 'punitive turn' in juvenile justice: cultures of control
Criminal Justice, Londres, Open University Press, 2006; John Muncie y Barry and rights compliance in Western Europe and the USA», Youth Justice, 8(2), 2008,
Goldson (comps.), Comparative Youth Justice, Londres, Sage, 2006, y Peter pp. 107-121, el lector hallará una provocativa descripción, de las influencias norte-
Andreas y Ethan Nadelmann, Policing the Globe: Criminalization and Crime Con- americanas e internacionales en las tendencias y reacciones recientes a la «repena-
trol in Intemationa1 Relations, Nueva York, Oxford University Press, 2006. lización» de la delincuencia juvenil, que saca a la luz la existencia de esa mixtura.
Esa es la tarea emprendida en Castigar a los pobres: el gobier- Los afanes contemporáneo de la penalidad 'resultan participar
no neolibera! de la inseguridad sociaP2. Este libro se aparta de los de una reingeniena y una n~masculinización más generales del
parámetros convencionales de la economía política del castigo .Estado que han tomado obso1eta la separación convencional tra-
al incorporar las transformaciones en materia de asistencia zada en ámbitos académicos y políticos entre asistencia social y
social y justicia penal a un único marco teórico igualmente aten- delito. La policía, los tribunales y la prisión no son simples
to a los momentos instrumentales y expresivos de la política implementos técnicos por medio de los cuales las autoridades
pública. En él se despliega el concepto de «campo burocrático» responden al delito -tal cual lo presenta la concepción de sen-
de Pierre Bourdieu para mostrar que los cambios ocurridos a lo tido común consagrada por el derecho y la crimino10gía-, sino
largo de los últimos veinticinco años en las políticas sociales y capacidades políticas fundamentales por cuyo conducto el
penales de las sociedades avanzadas están recíprocamente vin- Leviatán produce y administra a la vez la desigualdad, la margi-
culados33; que los urticantes «programas asistenciales d~ traba- / nalidad y la identidad ... así como da a significar la soberanía.
jo» y el generoso «régimen carcelario» [«pnsonfare» ] constituyen Con esta idea se pone de relieve la necesidad de elaborar una
un solo artificio organizacional para disciplinar y vigilar a los sociología política del retorno del Estado penal al primer plano
pobres de acuerdo con una filosofía de conductismo moral, y de la escena histórica a comienzos del siglo XXI, un proyecto
-\\
-0-- que Un sistema penal expansivo y costoso no es una mera conse- intelectual para el cual Las cárceles de la miseria es tanto un pre-
-/v cuencia J~l neolibenllismo' -=--Comose sostiene en Las cárceles de, , ludio como una invitación 35.
la miseria- sino un componente esencial del propio Estado neo-
liberal. La implementación de una policía diligente, tribunáles
severos y prisiones más grandes no constituye una violación del
neoliberalismo ni una desviación con respecto a él; al contrario:
es su vehículo indispensable, habida cuenta de que el Estado se Este artículo se basa en el postfacio a la edición ampliada
I apoya en la penalización como técnica para manejar la prolife- de Las cárceles de la miseria (traducido al completo por Hora-
1 ración de la pobreza urbana y la marginalidad social que él mis- cio Pons). El trabajo original se benefició del apoyo de una
mo genera al desregular la economía y reducir la protección en beca de la MacArthur Foundation, el inigualable estímulo inte-
materia de bienestar social. Contra la concepción económica lectual de Pierre Bourdieu, y de la generosidad profesional de
tenue del neoliberalismo como el gobierno del mercado, que es colegas que trabajaban en Criminología y Penología en institu-
parte de la ideología neoliberal, propongo una especificación ciones de investigación de tres continentes. Una beca Alfonse
rr sociológica densa del neoliberalismo realmente existente, que Fletcher facilitó las revisiones del libro, así como la prepara-
Ii articula cuatro lógicas institucionales: mercantilización, progra- ción de este artículo.
I1 mas asistencia1es de trabajo bajo vigilancia, un Estado penal
¡j proactivo y el tropo cultural de la «responsabilidad individual»34.
¡ .

32 LOICWacquant, Punishing the Poor: The Neoliberal Government of Social


Insecurity, Durham (Carolina del Norte), Duke University Press, 2009 [traduc-
ción española: Castigar a los pobres: el gobierno neoliberal de la inseguridad social,
\ Barcelona, Gedisa, 2010].
\j I 33 Pierre Bourdieu, «Rethinking the State: On the Genesis and Structure of 35 Se complementa con el análisis del nexo dinámico entre di~sión etnora-
~ the Bureaucratic Field», Sociological Theory 12, no. 1 (Primavera 1994): 1-19. ci~ y penalización propuesto en LOlcWacquant, Deadly Symbiosis: Race and, the
]4 Wacquant, «Crafting the Neoliberal State». Rzse of the Penal State (Cambridge: Polity Press, 2012).

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