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El vínculo de los humanos con los perros data de hace miles de años.

Una relación que


progresivamente se ha afianzado a tal punto que los perros se han convertido en los más fieles
compañeros de los seres humanos.

Lamentablemente, no todos los perros tienen propietarios responsables y por ello no tienen otro
recurso que encontrar refugio en el entorno urbano, donde encuentran un espacio donde
refugiarse y alimentarse, no sin pasar todo tipo de penurias (maltratos, enfermedades, hambre
y atropellamientos, entre otras).

Los perros callejeros son aquellos que no tienen un hogar, o que perteneciendo a uno, pasan la
totalidad o parte del día fuera de su casa, ya sea por la falta de los debidos cuidados de sus
propietarios, abandono o por haber nacido en la calle.

En términos generales, la problemática de los perros en situación de calle, tiene que ver con
factores socioeconómicos y culturales que tienen su origen en una insuficiente educación
ciudadana y en una deficiente legislación sobre el tema.

Perros en situación de calle hay en casi todos los países desde hace mucho tiempo. Holanda
fue el primer país en lograr la meta de no tener perros sin propietarios en las calles.

Holanda decidió tomar medidas cuando el problema desbordaba las calles. Resulta que en el
siglo XIX, la cantidad de perros que había en sus calles era una de las mayores de Europa. Era
común que todas las familias tuvieran perros. Las de clase alta los tenía con pedigrí y los de
menos nivel adquisitivo tenían canes de trabajo.

Tanta población canina trajo como consecuencia un brote de rabia entre la población, que,
sumado a las escasas medidas higiénicas de la época, se convirtió en una de las principales
causas de mortalidad de la zona.

Tras esa situación por temor la población comenzó a abandonar sus mascotas y las calles se
llenaron de animales.

La población de perros callejeros y los problemas que ello conlleva aumentó tanto que el
Gobierno decidió asumir el control del problema: introdujo una ley de protección animal y
aprobó la ley de salud y bienestar animal para prohibir el abandono y garantizar que los
propietarios les brinden a sus animales los cuidados pertinentes y no abusaran de ellos. Quien
no cumple con la ley, debe cumplir tres años de prisión y pagar una multa de US$ 20.000.

A su vez, el Gobierno asumió los costos de las castraciones y organizó campañas de


castración masivas para esterilizar a las mascotas de forma gratuita. El 70 % de la población
canina fue esterilizada.
Creo que en esta discusión hay varias aristas, una es la sociológica, la de la responsabilidad
social y la de los afectos.
En lo sociológico es difícil entender cómo una persona que se va de vacaciones deja a su perro
dentro de su departamento, esperando que alguien venga solamente a darle de comer y
demás; o va a la playa, alquila una hermosa casa, le da de comer a un perro, creando un
vínculo afectivo, y después se va, a lo mejor dejándolo atado o encerrado o simplemente
abandonándolo en la calle. Eso es sociológicamente inaceptable.

Tenemos que considerar también la responsabilidad social del que adopta un animal, y quisiera
comentar un caso que me conmovió, que me movió a decir: qué responsabilidad y que afecto
tiene esta persona. En dos o tres oportunidades he visto un matrimonio de cartoneros llevar
una perrita con su cría arriba del carrito, parar cada tanto, hacer bajar a la perra, darles de
comer. Cuando le pregunté a la señora porqué llevaba la perra con su cría en el carrito, me
contestó: “Porque yo la recogí preñada”. He vuelto a ver a ese matrimonio con sus perritos,
siguen llevando los cachorritos en una canasta. No es solamente educación, también hay una
gran parte de humanidad en cada uno de nosotros.

El otro problema que veo es el sicológico. Aquellas personas que adoptan en estos días de
aislamiento un animal porque se sienten solas; y me pongo a pensar, cuando esta situación
termine, cuando se retorne al ritmo habitual de trabajo ¿cómo se va a sentir ese perro o gato
que estuvo haciéndole compañía, que estuvo constantemente con esa persona en su casa?
Seguramente se va a sentir abandonado.

Veo pocos perros en la calle en mi barrio, y por lo que he consultado lo mismo sucede en
varios barrios de la ciudad de Buenos Aires; desconozco la situación en el conurbano. Veo, sin
embargo, gente que duerme en la calle, o que está en situación de calle, y tiene su perro a su
lado.

El problema de los perros en situación de calle y abandono es muy complejo. ¿Qué nos pasa a
los seres humanos, que nos pasa que tomamos algo y después lo despreciamos? Como
indiqué al principio creo que este tema se puede enfocar desde distintas disciplinas,
justificándose un tratamiento amplio, interdisciplinario, invitando a otras áreas de la ciencia.

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