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EUROPA, sul A nuestro entender, y al de otros investigadores, el llamado «Clactoniense» no es més que una agrupacin artificial de registros liticos de ocupaciones con di- ferentes cronologfas, funciones y caracteristicas ocupacionales (Ashton et al., 1992a: Ashton ef al., 1994). Aunque en ellas no se dan los bifaces y los hendedores, lo im- portante es que el resto de las caracteristicas técnicas del Modo 2 sf estén represen- tadas. Desde nuestro punto de vista, uno de los rasgos fundamentales del Modo 2 es la utilizacién de unos métodos de explotacién o talla sistematizados, en contraste con la frecuente aleatoriedad de los métodos del Modo 1. Los del Modo 2 son métodos de extraccién de lascas en los que el orden de los levantamientos esta predisefiado y no es aleatorio, el uso de las plataformas de percusién y de lascado esta sistematizado y la secuencia de extracciones suele ser recurrente. Mediante esta ultima caracteristica se consigue un aprovechamiento maximo de la materia prima y una serie de lascas con tamafios y morfologias relativamente predecibles. Tanto en Clacton (Ashton et al., 1992a; Ashton et al., 1994), como en High Lodge (Ashton er al., 1992b), ambos en Inglaterra y correspondientes a un Pleistoceno me- dio avanzado, se utilizaron sisteméticamente unos métodos de talla recurrentes, como es el centropolarizado y el longitudinal. En ambos casos, la técnica estaba estandari- zada al maximo, puesto que se repiten de nticleo a nticleo los mismos gestos, los mis- mos dngulos de lascado y, en general, la misma secuencia operativ Por tanto, Clacton, High Lodge, Swanscombe, Aridos 01, Schéningen y tantos otros yacimientos sélo constituyen ejemplos de la variabilidad intraespecifica del Modo 2. {Existe algtin registro industrial del Pleistoceno medio que corresponda al Modo 1? Desde luego, muy pocos. Uno de ellos parece ser el del yacimiento italiano de Isernia a Pineta (Coltorti er al., e. p.; Verges, 2003). El registro industrial se caracteriza por la ausencia de cualquier instrumento de gran formato y por la abundancia de lascas, mues- cas, denticulados y métodos de talla muy particulares: los pequefios nédulos de silex y caliza son apoyados en un yunque y golpeados con un percutor. Los fragmentos y lascas resultantes son los utilizados directamente o seleccionados para configurar den- ticulados y muescas. Es una forma especial de método bipolar. Desde luego, un fac- tor limitante es la materia prima, que se presenta en forma de pequefios nédulos de silex y caliza de muy mala calidad. Su exfoliacién es desigual y el material se rompe a menudo. Obviamente, la seleccién de la materia prima fue pobre y la biisqueda de buenos materiales a distancias mayores, nula. Ello podria indicar bien que las ocupa- ciones son meramente oportunistas y sin materia prima de calidad al alcance de la mano, bien que estamos tratando con un Modo 1, en una cronologfa suficientemente antigua como para que el Modo 2 no estuviera todavia extendido. Tras la expansién del Modo 2, puede que el Modo 1 siguiera perviviendo en Europa. No obstante, ante los nuevos requisitos de programacién, estandarizacion de métodos y produccién de un instrumental altamente versdtil del Modo 2, el oportu- nismo y la escasa sistemitica del Modo 1 debieron quedar relegados a dos tancias especificas: una tecnologia remanente y una de emergencia. En el primer caso, es de suponer que algunas poblaciones de hominidos de la Europa mesopleistocena no asimilaran en un principio la tecnologia recién venida del Modo 2, cuya adopcién, segtin la hipétesis que se defiende en otros apartados, habria supuesto, ademas, un cambio importante en las estrategias de subsistencia y territo- ireuns- 512 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES ones asistidas con este Modo 2, las primeras habrian ido quedando marginadas hasta su to- tal desaparicién o absorci6n Por tecnologia de emergencia, entendemos que unas poblaciones con Modo 2 recurririan de cuando en cuando a Ia tecnologia arcaica del Modo 1, muy primitiva pero suficientemente operativa en determinadas circunstancias. No se trataria, por tanto, de una vuelta atras tecnolégica, sino més bien de un recurso puntual, fruto de una co- yuntura poco exigente, Unicamente de esta forma, podemos explicarnos la variabilidad interna del Modo 2 europeo durante el Pleistoceno medio. A ello habria que afiadir, para la época entorno. a los 300,000 aiios, el surgimiento de nuevas concepciones tecnolégicas que darian lu- gar al tecnocomplejo del Modo 3. rialidad. Con el tiempo, no obstante, y ante el empuje demografico de las poble 4.16. El Pleistoceno superior. Cambios ecolégicos Pocos son los depésitos de los que podemos extraer informacién paleovegetal para esta época. Asi para la Europa occidental bajo influencia atlantica se dispone del yacimiento de La Grande Pile (Woillard, 1978) y de los del Macizo Central en Francia (Beaulieu & Reille, 1992); mientras que para la Europa mediterrénea contamos con Padul en la Peninsula ibérica (Florschutz et al., 1971; Pons & Reille, 1988), Valle di Castiglione (Follieri er al., 1988) y Lago di Monticchio en la Peninsula itélica (Watts eval., 1996), y Tenaghi Philippon en ta Peninsula balesinica (Wijmstra, 1969). EL PLEISTOCENO SUPERIOR Y ESTADIOS ISOTOPICOS EI Pleistoceno superior se inicia por convenio con el OIS 5 (Riss-Wiirm 0 Eemiense), hace unos 130 ka. El ptimo climaitico de este interglacial se compone de tres fases altamente forestales (Eemiense, St. Germain I y St. Germain II) interrum- pidas por dos fases con menor cobertura arbérea (OIS 5d o Melisey I y Sb o Melisey 11), cuando dominan abedules y coniferas. El maximo térmico se alcanza en el clasico eemiense (OIS Se) con gran desarrollo de los bosques caducifolios (robles, carpe, acebo, avellano, boj, etc.) en la Europa htimeda y de escler6filos con elementos caducifolios (encinas/robles, coscoja, ala- dierna, falsas aladiernas, etc.) en la Europa mediterrénea, Las siguientes etapas forestales (OIS Se y Sa) se caracterizan por ser cada vez menos termofilas hasta llegar al OIS 4 (inicio de la glaciacién Wiirm alpina). Esta in- cipiente fase glacial en zonas bajo influencia atlintica y mediterrinea se distingue por el dominio de prados de gramineas (Burjachs ef al., 1996), mientras que en la Europa central dominan las estepas de artemisias. Al OIS 4 le sucede el 3 de connotaciones mas terméfilas (interestadial) en el seno de la ultima glaciacién. Esta fase se caracteriza por rapidos y abruptos eventos clima- ticos frios y templados (oscilaciones de Dansgaard-Oeschger), que permiten salir a la vegetacién terméfila de sus refugios. La secuencia europea que muestra con mayor re~ solucién estos cambios vegetales es el yacimiento del Paleolitico medio del Abric Romani en Ia Peninsula ibérica, en donde a cada pulsacién templada se expanden tt EUROPA 513 midamente encinas/robles, acebuches, aladiernas, etc., en medio de verdaderos bos- ques de pinos (Burjachs & Julia, 1994) De hace unos 45 ka, al final de estas cortas y abruptas oscilaciones climaticas, se conoce una etapa fria que reduce los pocos bosques europeos a estepas de herba- ceas (artemisias, asteréceas), incluso en dominio mediterréneo. Frio que seré inte- rrumpido por el interestadial de Hengelo, hace unos 40 ka. Esta época de expansién de especies arbéreas, y por ende de bosquecillos, marcara una inflexién dentro del til- timo ciclo glacial (Wiirm). A partir de este momento se observa un descenso de la plu- viometria, hecho que, junto al frfo en general reinante, va a reducir atin mas la cubierta arbérea, Esta reduccidn de Iuvias sera también causa del retroceso y/o estabilizacién de los glaciares, puesto que a partir de ahora tendrén escasa nieve con que alimen- tarse (Jalut ef al., 1992; Seret er al., 1990). Otro dato a afiadir es la extincién en la Peninsula ibérica del carpe (Burjachs, 1994) y de pinos productores de polen del tipo haploxylon (Burjachs & Julia, 1994), del mismo modo que en la Peninsula itélica se observa Ia extincién de Zelkova (Follier et al., 1986), especies arbéreas que actualmente tienen una distribucién més oriental, euroasidtica, Es en el seno de estos cambios ambientales de finales del estadio 3 cuando se produce la transicién entre el Paleolitico medio y superior (Carbonell & Vaquero, 1996). Sucesivas etapas interestadiales (Cottés, 36 ka BP; Arcy, 29 ka; Kesselt, 26 ka; ‘Tursac, 22 ka) serdn cada vez. de connotaciones menos termofilas a medida que nos internamos mis en el OIS 2 (Burjachs & Ranult-Miskovsky, 1992). Es decir, interes- tadiales con menor expansi6n de especies arbéreas, hasta Hegar al maximo glacial de hace unos 18 ka, dominando durante toda esta etapa las estepas de artemisias, asterd- ceas y gramineas. ‘A partir de este momento se inicia la deglaciacién wiirmiense con una amplia variabilidad climatica (Tardiglacial), que permite paso a paso Ia instalacién de la fu- tura vegetaciGn boscosa interglacial del Holoceno (OIS 1). Es en esta época de gran- des cambios ambientales cuando se diversifica la economia de los Ultimos grupos de cazadores-recolectores y se alcanzan altos grados de especializacién en tecnologia li- tica, junto a grupos que siguen utilizando la tecnologia basica del Paleolitico su- perior. Por lo que respecta a la fauna, tal y como ya seftalamos en el apartado dedicado al Pleistoceno medio, debemos remitirnos al capitulo sobre la fauna en el Pleistoceno europeo. 4.17. Homo neanderthalensis. Los descubrimientos historicos Por la importania que tienen los primeros descubrimientos de fOsiles de Homo neanderthalensis y su reconocimiento cientifico, hemos decidido dedicar al tema un pequefio apartado que refleje esta cuestién, Dado que ésta fue la primera especie f6~ sil de hominido en ser descubierta tiene una si ‘on especial, de alguna manera estos descubrimientos ayudaron a cambiar el pensamiento creacionista de la época por otro evolucionista. Siempre la evidencia fosil refuerza o destruye las teorfas dado que se trata de pruebas empiricas. Los colegas que fueron capaces de ver en el marco del evolucionismo las diferencias que habia entre los restos craneales de los hominidos y 514 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES los de nuestra especie establecieron las bases de una antropologfa fisica y evolutiva que ha cambiado la forma de analizar el mundo zoolégico. PRIMEROS DESCUBRIMIENTOS El fésil mas conocido, que da nombre a este grupo de hominidos, fue descubierto de forma casual en agosto de 1856 en la gruta de Feldhofer, cerca de Diisseldorf, en el Valle de Neander (Neander Thal en la ortograffa alemana antigua, Neander Tal en la moderna). Los fésiles fueron entregados al maestro local y aficionado a Ia historia natural Johann Fublrott, que reconocié la importancia que podian tener y se los llevé al anatomista y profesor de la Universidad de Bonn Hermann Schaffhausen, para que realizara un estudio sistematico. Los primeros resultados de este estudio fueron pre- entados ante la Sociedad de Historia Natural de Bonn en 1857. En 1858 Schaffhausen Publics los primeros resultados del estudio sistematico de los fosiles (Schaffhausen, 1858). Segtin Schaffhausen los fésiles pertenecian a un miembro de una antigua tribu que habia ocupado Alemania antes de que legaran los antepasados de los habitantes modernos Durante los afios siguientes la interpretacién de los fésiles del valle de Neander generé cierta polémica. Esta polémica es el reflejo de una época marcada por el en- frentamiento entre los evolucionistas y los antievolucionistas. Recordemos que en 1859 Charles Darwin publicé El origen de las especies, generando un notable debate. Algunos cientificos poco receptivos con las teorfas evolucionistas consideraron que los fésiles de la gruta de Feldhofer eran un caso atipico o patolégico de humano modemo (Virchow, 1872), Pocos investigadores aceptaron la tesis de William King, segiin la cual estos fc siles correspondian a una especie humana extinguida, que debia ser denominada Homo neanderthalensis (King, 1864) Mucho antes de que se descubrieran los f6siles del valle de Neander ya se ha- bian localizado restos del mismo tipo en otros lugares, pero no habjan sido reconoci- dos. El primer descubrimiento de Homo neanderthalensis corresponde a un créneo de un nifio de dos o tres afios, hallado en 1829 en Engis (Bélgica). Algunos afios des- pués, en 1848, se descubrié en la cantera Forbes (Gibraltar) un créneo neandertal cuya relevancia también pas6 desapercibida. Diez afios después de los descubrimientos de Feldhofer, en 1866, el paleonté- logo Edouard Francois Dupont descubrié en la cueva de La Naulette una mandibula humana junto a restos de fauna extinguida. Sin embargo, a pesar de estos descubrimientos, los neandertales no vieron defi- nitivamente reconocido su estatus como miembros de una forma humana extinguida hasta el hallazgo de los fosiles de Spy (Bélgica), en 1886, Los restos humanos de: cubiertos en la cueva de Spy estaban asociados a fauna antigua y a instrumentos I cos, que afios después serian catalogados como musterienses, El anatomista belga Julien Fraipont analizé los restos de Spy y demostré que eran neandertales (Fraipont & Lohest, 1886). A finales del siglo x1x los fésiles de neandertales ya eran generalmente consi- derados como representantes de una especie humana extinguida. Antes de que finali- zara este siglo se produjo otro importante descubrimiento, En 1899 Karl Goganovic- Kramberger encontr6 el primer fésil humano de Krapina, en Croacia. Las excavaciones EUROPA 515 3cm Fic. 4.44, Dibujos del crdneo descubierto en 1856 en el valle de Neander, realizados por Hermann Schaffhausen, publicados en 1858, sistematicas de 1905 proporcionaron la coleccién mas numerosa de fésiles, ademas de fauna y herramientas liticas (Gorjanovic-Kramberger, 1906). Posteriormente, a principios de siglo se efectuaron otros descubrimientos im- portantes en Francia. En 1908 se descubrieron los fosiles de La Chapelle-aux-Saints. En una serie de articulos publicados entre 1908 y 1913 en la revista Annales de Paléontologie, Marcellin Boule sefialé las diferencias morfoldgicas entre los fosiles nean- dertales de La Chapelle-aux-Saints y Homo sapiens e insisti en reconocer a los neandertales como una especie separada de Homo sapiens (Boule, 1911; 1912; 1913). a de los neandertales era demasiado primitiva como para considerarlos antepasados directos de los humanos modemnos. En consecuencia, los neandertales debfan ser relegados a una rama lateral de la evolucion humana. En 1908 también se descubrieron los fésiles de Le Moustier (Dordofia, Francia). El abrigo clasico de Le Moustier habia sido explorado entre 1863 y 1864 por Eduard Lartet y H. Christy, Estos investigadores hallaron la industria litica que dio nombre al «Musteriense». No obstante, los restos humanos no aparecieron en este lugar, sino en 516 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES TaBLA 4.1. Avio del descubrimiento de los fosiles histéricos de Homo neandertalensis Yacimiento Pais Allo ngis Belgica 1829 Forbes Quarry Gibrattar (RU) 1848 Neanderthal Alemania 1856 La Naulette Bélgica 1866 Sipka Rep. Checa 1880 Spy Bélgica 1886 Krapina Croacia 1399 La Chapelle-aux Francia 1908 Le Moustier Francia 1908 Francia 1909 La Quina Francia 1911 Kiik-Koba Crimea (Uerania) 1924 Ehringsdorf Alemania 1925 Devil’s Tower Gibraltar (RU) 1926 Saccopastore Italia 1929 Tabun Israel 1929 Skhul Israel 1931 Teshik-Tash Uzbekistan 1938 Grotta Guatari Talia 1939 el abrigo inferior, situado a poca distancia del anterior. En este abrigo el anticuario suizo O. Hauser descubrié en 1908 fésiles de neandertales que vendié al Museo de Berlin. No muy lejos de Le Moustier, en el abrigo de La Ferrassie (Dordofia, Francia), Denis Peyrony encontré en 1909 fésiles humanos de Homo neanderthalensis. Afortunadamente, en esta ocasi6n los hallazgos se realizaron en el transcurso de ex- cavaciones rigurosas y sisteméticas al contrario de lo ocurrido en 1908 en Le Moustier. Entre los descubrimientos de principio de siglo también destaca el hallazgo de un esqueleto neandertal en 1911, en los niveles arqueolégicos con industria litica mus- teriense del abrigo de La Quina (Charente, Francia) Antes de la Segunda Guerra Mundial se realizaron otros descubrimientos de gran relevancia como por ejemplo los efectuados en los yacimientos de Saccopastore y Grotta Guatari (ambos en Italia). También se asistié al hallazgo de fésiles de Homo neanderthalensis tuera de Europa. En este sentido destacan especialmente las exca- vaciones de los abrigos de ‘Tabun y Skhul en Préximo Oriente. En 1938 gracias al ha~ llazgo de los fosiles de un nifio de esta especie en la cueva de Teshik-Tash (Uzbekistan) se pudo constatar que los neandertales se haban expandido mucho mas alli del Proximo Oriente. 4.18, Especiacién y extension de los neandertales. Serie: La variabilidad técnica importantes. Como ya se explicé en el apartado correspondiente, la aparici6n de los neande! tales estd en relaci6n con los procesos evolutivos que tienen lugar entre las poblacio- EUROPA 517 nes de Homo heidelbergensis a lo largo de la segunda mitad del Pleistoceno medio eu- ropeo. Dichos procesos implicaron la aparicién progresiva de los caracteres neander- tales, de tal manera que a comienzos del Pleistoceno superior (hace unos 130.000 afios) puede decirse que las poblaciones europeas exhiben ya todas las caracteristicas ana~ témicas que definen a los neandertales clasicos. Los neandertales corresponden, por tanto, a una linea evolutiva especificamente europea, aunque su expansién geografica Hegase mas alld de los limites del continente europeo, hasta el Proximo Oriente y Asia Central. PALEOLITICO MEDIO: APARICION Y DESARROLLO. Paralelamente a estos procesos de cardcter biolégico tienen lugar unos cam culturales que dardn origen a lo que se conoce convencionalmente como el Paleolitico medio, entidad en la que tradicionalmente se han venido englobando las industrias de Modo 3 europeas. No obstante, el propio concepto de Paleolitico medio ha sido di cil de definir, sobre todo debido a las dificultades para establecer un criterio demar- cador claro con respecto a los tecnocomplejos del Modo 2, por lo que algunos auto- res se han mostrado en ocasiones partidarios de eliminarlo como entidad con personalidad propia y subsumirlo en un Paleolitico antiguo en el que se incluirian tanto el Paleolitico inferior como el Paleolitico medio (Gamble, 1986). Estas dificultades radican en la utilizacién de criterios estrictamente tecnolégi- cos, como la generalizacién del utillaje sobre lasca y el desarrollo del método Levallois, que tienen una aparicin gradual a lo largo del Pleistoceno medio. Sin embargo, re- cientemente se esta planteando la posibilidad de cargar de contenido al concepto de Paleolitico medio a partir de una serie de fenémenos conductuales que empiezan a ma- nifestarse a finales del Pleistoceno medio y que configuran el modelo de adaptacién cazador-recolector que conocemos en la actualidad, Estas transformaciones, relacio- nadas principalmente con los patrones de asentamiento y organizacién del espacio, permitirian considerar al Paleolitico medio como un estadio definido en la evolucién conductual humana (Rolland, 1999). Parece claro, con los datos disponibles en la actualidad, que las primeras evi- dencias de lo que culturalmente se conoce como Paleolitico medio se remontan al me- nos a los 300-400 ka. Yacimientos como Biache-Saint-Vaast, la Grote Vauffrey, Orgnac, La Chaise, Bolomor o los niveles superiores de la Gran Dolina (TD10) muestran ya, a lo largo del tiltimo tercio del Pleistoceno medio, los sistemas técnicos habituales en el Paleolitico medio, que se generalizaran con el Pleistoceno superior. Estos sistemas se caracterizan por la presencia de métodos de explotacién encaminados a la produc- in sistematica de lascas, mediante procedimientos cuya variabilidad viene definida en general por la dicotomia entre el método Levallois y el discoidal. No obstante, es- tos métodos no agotan la variabilidad del espectro de estrategias de talla desarrolladas durante este periodo. En este sentido, hay que destacar la localizacién de una serie de yacimientos del noroeste de Europa datados en el OIS 5 que se caracterizan por la Presencia de una técnica laminar que, desde el punto de vista de la organizacion volumétrica de los nicleos, es pricticamente idéntica a la documentada posteriormente durante el Paleolitico superior (Revillion, 1995). En la misma linea, algunos conjuntos englobados bajo el término tradicional de Musteriense tipo Quina muestran el desarrollo 518 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES de un método de talla especifico (Bourguignon, 1996), encaminado a la obtencién re- currente de lascas cortas y espesas que facilitan la reconfiguracién progresiva de los artefactos retocados. En cualquier caso, el espacio de variabilidad morfotécnica definido por los mé- todos discoide y Levallois es el que caracteriza a la mayor parte de los conjuntos liti- cos en los que se han Hevado a cabo estudios tecnolégicos. Las caracteristicas de am- bos métodos han sido bien definidas a partir de toda una serie de trabajos realizados desde la década de los ochenta del siglo pasado (Bo&da, 1993; 1994; Peresani, 1998; Van Peer, 1992), Ambos métodos comparten una misma estructuracién volumétrica de los niicleos, concebidos como dos superficies convexas opuestas, separadas por un plano de interseccién. En realidad, pueden considerarse como los dos extremos de una ea de variabilidad, resultado de la aplicaciGn diferencial de procedimientos técni- cos destinados a incrementar el control sobre el proceso de talla y la predeterminacién de las extracciones. El método Levallois se caracteriza por una jerarquizacién de las dos superficies del micleo, actuando una de ellas como superficie de lascado preferencial, mientras que la opuesta sirve principalmente para preparar los planos de percusién. La direc cidn de las extracciones preferenciales, subparalela al plano de interseccién de las dos superficies, permite maximizar el tamaiio de las lascas con relacién al tamajio del niicleo (Schlanger, 1996), al tiempo que el facetado de los talones, a menudo asociado a este método de talla, incrementa la precisién en el punto de percusién. El método Levallois resulta especialmente apropiado, por tanto, cuando hay un interés por con- trolar al maximo la morfologia y/o el tamaito de las extracciones. Las modalidades encaminadas a la produceién de kiminas o puntas son un buen ejemplo del grado de predeterminacién que permite (Boéda, 1994). En cambio, el con- rol sobre el tipo de productos obtenidos se reduce en las estrategias discoidales, que constituyen, sin embargo, un procedimiento muy recurrente y especialmente apropiado para obtener el mayor ntimero de extracciones con un mfnimo gasto en la prepara- cidn de los nticleos en términos de tiempo y materia prima, A diferencia del método Levallois, no sucle haber una jerarquizacién de las superficies de lascado y las ex- tracciones son siempre secantes con respecto al plano de interseccidn. En cualquier caso, la explicacién de la variabilidad de los métodos de talla nos remite a las distin- tas situaciones en las cuales es necesario disponer de artefactos liticos y a los condi- cionantes que el contexto de actividad introduce en los aspectos cuantitativos y cuali- tativos de la produccién litica, Tradicionalmente, se habfa prestado poca atencién a la variabilidad de los mé- todos de reduccién de nticleos. Durante mucho tiempo, la variabilidad de los con- juntos liticos del Paleolitico medio europeo se estructuré basicamente a partir de los artefactos retocados. Dicha variabilidad ha sido objeto histéricamente de un intenso debate en tomo a las causas que la producfan, debate en el que intervenfan también cuestiones relativas a la propia concepeién de los artefactos y a los pro- cesos de formacién de los conjuntos. EI punto de arranque fue la ordenacién de Jos conjuntos liticos del Paleolitico medio realizada durante los afios cuarenta y cin- cuenta por Francois Bordes, quien distinguid una serie de facies en funcién de la existencia o importancia relativa de determinados artefactos (raederas, denticula- dos, puntas, bifaces), ordenados segtin una lista tipoldgica, y de la presencia de la técnica Levallois (Bordes, 1981). Discoide i Levallois Plano de intersecci6n Alp Jerarquizacién de las superfices Supericies no Supeicies Jerbrquizadas Jerarquizades i A i 5 A: Suparicle ge iala 2 BIA BB supartcio de preparacion de las planos de percusion Convexidad Convexidac pretties 5 Conwescaa Feavierda 3 Plano de desprendimiento Plano Secante Plano paralelo er Fic. 4.45, Métodos levallois y discoidal (extraido de Boéda, 1993). 520 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES. La base empfrica de esta ordenacién fueron los yacimientos del Paleolitico me- dio del sudoeste de Francia, desempefiando un papel fundamental algunas grandes secuencias excavadas por el propio Bordes, como Combe Grenal o Pech-de-I’ Azé. Este esquema partia de dos premisas: por un lado, el cardcter discreto de las distintas fa- cies, como entidades bien definidas y sin éreas de solapamiento entre ellas; por otro lado, la intencionalidad en el disefio formal de los artefactos, que serian la materiali- zacién de una imagen ideal existente en 1a mente de los agentes. La explicacién de te patrén de variabilidad se realiz6 en el marco del paradigma hist6rico-cultural do- minante en ese momento. Las facies correspondian a poblaciones culturalmente dife- renciadas, eran el resultado de unas tradiciones técnicas transmitidas entre generacio- nes y, por tanto, un indicador de la identidad étnica de los grupos. La primera oposici6n seria al esquema de Bordes procedié de la Nueva Arqueologia americana y concretamente del trabajo de Lewis R. Binford, quien cuestion6 la ex- plicaci6n a la variabilidad dada por Bordes, aunque no Jos presupuestos empiricos a partir de los cuales se habjan definido las facies ni la concepcién de los artefactos que estaba implicita en ellas (Binford & Binford, 1966). Para Binford, los artefactos esta- ban asociados a actividades especificas y, por lo tanto, las distintas asociaciones de ar- tefactos eran el resultado de variaciones en el tipo de actividades Hevadas a cabo du- rante la formacién de cada conjunto. La causa de la variabilidad serfa mas funcional que cultural y las distintas facies del Paleolitico medio expresarfan no la identidad ét- nica de los grupos, sino las actividades que habfan realizado. Sin embargo, la hipste- sis de Binford no se vio confirmada por los datos, ya que los estudios traceolégicos realizados con posterioridad demostraron la inexistencia de una relacién clara entre la forma y la funcién de los artefactos durante el Paleolitico medio (Beyries, 1987). Los diferentes morfotipos definidos por Bordes mostraban una gran versatilidad, con la Gnica excepcién de los denticulados, que mostraban una tendencia a ser empleados preferemtemente en el trabajo de la madera. Sin embargo, los siguientes estudios sobre la variabilidad de los conjuntos Iiti- cos del Paleolitico medio comenzaron a poner en cuestién no solamente las causas de dicha variabilidad, sino también las dos premisas sobre las que se fundaba la aproxi- macién de Bordes. En primer lugar, los distintos conjuntos no parecfan agruparse en facies de forma discreta, sino que se ordenaban siguiendo una linea de variabilidad continua, definida basicamente por el porcentaje de raederas, que mostraba una co- rrelacién con la proporcién de artefactos retocados en general (Rolland, 1981). En realidad, la variabilidad de los conjuntos podfa sintentizarse a partir de las proporcio- nes de dos clases de artefactos, raederas y denticulados. El incremento en la propor- cidn de artefactos retocados se expresaba en un aumento del porcentaje de raederas, por lo que la variabilidad de los conjuntos reflejaba en buena medida las distintas tasas de transformacién y produccién de artefactos. EI paso siguiente fue cuestionar la idea segtin la cual los distintos morfotipos de la lista tipolégica correspondian a modelos mentales. Segtin Harold L. Dibble, los dis- tintos tipos de raederas diferenciados en la lista de Bordes eran en realidad el resul- tado del grado de reconfiguracién diferencial de los soportes, de tal manera que, a me- dida que un artefacto se iba reconfigurando, pasaba de un tipo a otro (Dibble, 1988). De esta manera, lo que reflejaban los distintos porcentajes de raederas y de distint: clases de raederas era las diferencias en el grado de reduccidn de los artefactos y la intensidad en el aprovechamiento de los recursos liticos. En consecuencia, las causas Fic. 4.46, Artefactos retocados de conjuntos del Paleolitico medio. 522 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCL Fic. 4.47. El modelo de reduccién progresiva segiin H. L. Dibble de la variabilidad de estos conjuntos serfan aquellas que incidieran en esa intensidad de aprovechamiento. De entre los muchos factores que podian influir, la disponibilidad de materias primas y el patrén de asentamiento, definido por las pautas de movilidad y la intensidad/duracién de las ocupaciones empezaron a jugar un papel fundamental (Dibble & Rolland, 1992). Los trabajos de Dibble y Rolland han contribuido a poner el énfasis en los as- pectos contextuales del comportamiento que inciden en los procesos de formacién de los conjuntos liticos. Las modalidades de aprovisionamiento en el marco de los pro- cesos de transporte han sido sefialadas por Steven Kuhn (Kuhn, 1995), a partir del es- ludio de una serie de yacimientos de! Paleolitico medio italiano, como un factor de- terminante en la variabilidad de los conjuntos, que incidirfa incluso en la seleccién de las estrategias de reduccién de nticleos, Las diferencias entre los métodos de talla en cuanto al tipo de productos que pro- porcionan, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo, inciden en la seleccién de métodos distintos dependiendo si los artefactos estén destinados al transporte o a un uso expeditivo en el mismo lugar de produccién. Esta distincién en- tre los artefactos transportados y las asociaciones derivadas de una produccién in situ ha sido puesta de manifiesto también por autores como Jean-Michel Geneste (1988), EUROPA, Liliane Meignen (1988) 0 Alain ‘Turg (1993). Estos trabajos sugieren que algunos ar- tefactos, como las raederas, tienden a ser transportados mas habitualmente en los desplazamientos entre distintos lugares de ocupaci6n, mientras que otros son menos méviles. Lo mismo puede decirse con relaci6n a la seleccién de materias primas o de estrategias de reduccién de micleos. Los materiales mas aptos para la talla y las es- trategias mas exigentes, como el método Levallois, tienden a asociarse a los artefac tos transportados. tas evidencias indican que las caracterfsticas de los conjuntos liticos serin muy distintas dependiendo de si en su formacién predomina la actividad de talla in situ 0 la aportacién de artefactos producidos en otros lugares de ocupacién, En cualquier caso, lo que estos datos sugieren es que la variabilidad de los conjuntos Iiticos en el Paleolitico medio tiene un fuerte componente contextual y, por tanto, no puede redu- cirse a un tinico factor explicativo. 4.19. Neandertales. ‘structura social y desarrollo 0. Cultura y simbolismo Actualmente existe una importante discusién en torno a las estrategias de sub- sistencia y el comportamiento de los neandertales. Los yacimientos europeos y del Oriente Medio que permiten abordar estas cuestiones son numerosos, pero los datos que ofrecen son a menudo muy dispares y no es de extrafiar, por tanto, que surjan in- terpretaciones distintas ¢ incluso contradictorias. Tal variabilidad interpretativa no es s6lo una cuestion metodoldgica, sino que, a nuestro entender, es el reflejo del desarrollo de practicas diversas durante el Paleolitico medio por parte de unas poblaciones hu- manas complejas desde un punto de vista cultural, social y econémico, Durante este periodo se documentan por primera vez algunos de los aspectos que caracterizan el comportamiento culturalmente moderno, al menos si entendemos como tal el obser- vado entre los grupos de cazadores-recolectores contempordneos estudiados por la Etnograffa y la Emoarqueologfa. Algunos de estos elementos son la practica sistema tica de la caza mayor, una compleja organizacién del espacio utilizado y una evidente concepcién de la muerte. NEANDERTALES, OBTENCION DE RECURSOS Y ESTRUCTURA SOCIAL Al igual que los otros hominidos del Pleistoceno, los neandertales basaban su nutricién en la captaci6n de recursos vegetales y animales. Del aprovechamiento de os primeros existen pocos datos. Raras veces se consigue recuperar vestigios vegeta- les en los yacimientos pleistocenos y sélo existen datos directos en lugares con unas propiedades de conservacion muy especiales, como son los yacimientos volednicos de Renania 0 algunos situados al aire libre con medios basicos en Alemania Central (Otte, 1996). En estos sitios se han identificado cascaras de frutos secos, huesos y pepitas de frutas cuya presencia en el lugar se atribuye al consumo humano. En otros lugares la captacién de alimentos vegetales se intuye a partir de los andlisis traceolégicos realizados con los artefactos liticos, los cuales ponen de manifiesto la interaccién con- tinua de los hominidos con materiales de esta naturaleza. Por otro lado, el consumo de productos animales esta atestiguado en los yacimientos por la presencia de huesos 524 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES, de mamiferos junto a instrumentos liticos y hogares. Es frecuente que muchos de es- los restos esqueléticos presenten marcas de corte, fracturas intencionales 0 alteracio- hes térmicas que permiten asociarlos directamente con las actividades humanas. En general, la dieta carmica era més importante entre los neandertales que la ve getal. Los andlisis isotépicos del colégeno de Jos huesos realizados con algunos es- queletos humanos indican que estos hominidos ingerfan grandes cantidades de came. Segtin parece, su nutrici6n era similar a la de los grandes carnivoros, de manera que el consumo de vegetales estaba relegado a un segundo término. En las cuevas de Scladina, Awirs y Bretche-al-Roche, en Bélgica, este tipo de andlisis sugieren que aque- Has comunidades humanas se alimentaban principalmente de macromamiferos pro- Pios de espacios abiertos (Bocherens er al , 1999; Bocherens et al., 2001). Lo mismo ocurre en Marillac, en Francia (Fizet er al., 1995). Para Otte (1996), una dieta muy rica en productos animales esta en relacién con una cuestién climatica y de latitud. Segiin este autor, a medida que los hominidos se alejaron de un contexto ecuatorial o tropical como el africano, donde se podian en- contrar vegetales consumibles priicticamente durante todo el afio, y se introdujeron en ambientes mucho mas frios como el europeo, donde este tipo de recursos eran me- nos abundantes y estaban regidos por unos ritmos estacionales muy marcados, fueron adoptando una dieta cada vez mas Las modalidades de obtencién de los recursos faunisticos han sido, durante las décadas de los afios setenta y ochenta, uno de los temas de debate fundamentales para entender el comportamiento y los modos de vida neandertales. Algunos autores anglosajones, encabezados principalmente por Binford (1968), defendian que los heandertales eran seres con una baja capacidad de previsién a largo plazo y, por tanto, no podian basar sus estrategias de subsistencia en una caza organizada y siste- matica, Fn un intento por ensalzar las cualidades de los hominidos anat6micamente modemos, este grupo de investigadores consideraba que la caza especializada y orga- nizada no se produjo de un modo sistematico hasta la Hegada de Homo sapiens y el inicio del Paleolitico superior (Binford, 1984, 1985, 1988a). Segdn esta tendencia, el carrofieo o la caza oportunista de animales de talla pequefia, como cérvidos 0 ca pridos, fue la fuente habitual de aprovisionamiento de recursos cérnicos durante el Paleolitico medio europeo. Sin embargo también existia la tendencia contraria, es decir, la que manifestaba la existencia entre los neandertales de unas estrategias cinegéticas complejas suficientes como para entrentarse a animales peligrosos y de gran talla tales como uros, bisontes, caballos, rinocerontes e incluso mamuts. Chase (1986, 1987, 1988, 1989) era el prin- cipal representante de esta postura. Para este investigador, la variabilidad faunistica existente en los yacimientos europeos del Paleolitico medio no era consecuencia de una caza oportunista y de un catroneo sistematico, sino que estaba en relacion con el conocimiento que los hominidos tenian de las condiciones paleoecolégicas y paleo- ificas de los distintos enclaves que ocupaban Ambas tendencias partian de una asimilaci6n entre tipo humano y desarrollo tec- noldgico y cultural, Desde este punto de vista era facil establecer una relacién con las dos grandes teorfas que regfan la Paleoantropologia en ese momento y que siguen ha- ciéndolo hoy en dia. En términos generales, las ideas de Chase, las cuales otorgaban una cierta similitud entre los habitos cazadores de los neandertales y de los primeros hominidos anatomicamente modernos, podian relacionarse con la teoria de la «conti- irnica, geog EUROPA 525 nuidad multirregional». Por el contrario, la teorta del «out of Africa» se ajustaba per- fectamente al modelo de Binford, el cual partia de unas diferencias importantes entre ambas especies humanas, sobre todo en lo referente a la obtencién de los grandes mamiferos. El auge experimentado a partir de la década de los noventa de la idea de un otigen africano nico para nuestra especie hizo que muchos investigadores brits nicos adoptasen las ideas de Binford como paradigma (Gamble, 1986; Mellars, 1996; Stringer & Gamble, 1996). De este modo se promovié un ambiente de escepticismo generalizado hacia las ideas de Chase y los que defendfan 1a capacidad cinegética de los neandertales Desde todos los puntos de vista surgian objeciones continuas a los trabajos que abo- gaban por una caza especializada durante el Paleolitico medio, aunque éstos estuvie ran bien fundamentados empiricamente, como los yacimientos de la Cotte de Saint Brelade (Gran Bretaila) para los mamuts y los rinocerontes lanudos (Scott, 1986), Combe Grenal para los renos (Chase, 1986), 1’ Hortus para las cabras (Lumley, 1972), Ja Borde para los uros (Jaubert & Brugal, 1990) (todos ellos en Francia), el yacimiento polaco de Zwolen para los caballos (Gautier, 1989), o el yacimiento hiingaro de Erd para los osos (Gabori Csank, 1968). Otro argumento utilizado para distinguir a los neandertales de los anatémicamente modernos era su escasa relacién con los ambien- tes fluviales 0 marinos. Aunque la captacién de recursos en medios hidricos debié ser habitual en yacimientos del Céucaso (Lioubine & Barychikov, 1984; Otte, 1996), la pesca no fue una actividad frecuente durante el Paleolitico medio europeo. Los luga- Tes que presentan indicios de actividades de este tipo son escasos, Se ha recuperado restos de lapas y de ostras en Terra Amata (Francia) y en yacimientos cantabricos ta- les como Cueva Morin o la Cueva de! Pendo. Tambign en las Cuevas de Gibraltar, con- cretamente en Vanguard Cave, se han recuperado algunas conchas de mejillones y res- tos de focas que seguramente sirvieron de complemento alimenticio a los paleopobladores del lugar (Fernandez Jalvo com. pers.). Actualmente, sin embargo, se tiende cada vez més a desvincular el discurso pa- leoantropoldgico del arqueolégico, es decir, a separar entre evolucién biolégica y cultural. A partir del estudio de varias cuevas italianas, Stiner (1994) propone un cambio sustancial en las estrategias de subsistencia de los neandertales hace 55.000 a Segtin esta investigadora norteamericana, antes de esa cronologia, los hominidos competian habitualmente con los grandes carnfvoros tanto por el espacio como por las presas. El medio mas utilizado para la obtencién de los recursos animales era el carrofieo 0 la caza ocasional de presas pequeiias. Sin embargo, los registros arqueolégicos pos- teriores a los 55.000 afios ponen de manifiesto el desarrollo de s cinegéticas més complejas y eficaces y la competencia con los carnivoros pasa a un segundo plano. Esta hipstesis, no obstante, tiene problemas metodolégicos importantes (Mussi, 1999). Los conjuntos arqueolégicos utilizados fueron excavados en época antigua, cuando era comiin efectuar una seleccién de los restos éseos recogidos en funcién del tamaiio o de criterios de identificabilidad. Gran parte de Ia hipétesis de Stiner se basa en los per- files de representaci6n esquelética, sin tener en cuenta la posibilidad de la seleccién efectuada por los propios excavadores, Recientemente, y también sin entrar a defender ninguna de las dos posturas so- bre la aparicién de los hominidos anatémicamente modernos, los tiltimos trabajos. zooarqueolégicos estén arrancando una linea que mantiene, desde una base empiri cada vez mas amplia, la capacidad cazadora de los hominidos del Paleolitico medio 526 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES de Europa y del Préximo Oriente. Es posible que el punto de inflexién se encuentre en el descubrimiento de algunas lanzas de madera usadas para la caza de caballos en el yacimiento alemdn de Schiningen (Thieme, 1997, 1998). Asi, yacimientos como Le Portel en Francia (Gardeisen, 1999), Salzgitter Lebenstedt en Alemania (Gaudzinski & Roebroeks, 2000) 0 Kobeh Cave en Irak (Marean & Kim, 1998), por citar algunos ejemplos, comienzan a inclinarse cada vez mas por una caza sistematica de animales de gran talla entre los neandertales. En estos yacimientos son frecuentes los ejempla- res adultos, que, junto a unos perfiles de representaciGn esquelética bastante repetiti- vos y la existencia de unos patrones de procesamiento bien sistematizados, indican ac- cesos primarios e inmediatos de los hominidos a los cadiveres. En algunos casos incluso se defiende un elevado grado de especializacién de las técnicas cinegéticas, las cua- les estén dirigidas hacia la aprehensién de uno o dos taxones concretos. De este modo, Jos trabajos actuales tienden a enfrentarse directamente con la antigua concepcién del «nicho neandertal> promovida por Binford (1985) y su defensa de una cierta incapa- cidad de previsién y, en consecuencia, para la organizacién de cacerias sistematicas. Hoy en dia la discusién esta centrada mas en esta capacidad de los neandertales para el desarrollo de cacerias especializadas. Aunque existen yacimientos con una di- reccionalidad muy marcada hacia algunas especies, edades 0 sexos, hay otros que pre- sentan una variabilidad taxonémica muy elevada, Nadie pone en duda que tal varia- bilidad comportamental por lo que se refiere a la captacién de los recursos faunisticos sea consecuencia de una cierta aptitud por parte de los neandertales para desarrollar estrategias distintas adecuadas a cada entorno inmediato. El problema sigue estando en los lugares donde se determina una caza especializada. En estos yacimientos, donde suelen dominar una o dos especies como maximo, los investigadores se cuestionan si realmente hay una direccionalidad de la caza y una seleccién de presas ¢ individuos en el entomo 0, por el contrario, solamente se estdn captando los animales mas abun- dantes en el ecosistema en funcién de las caracteristicas del medio, la estacion del afio, el tipo de ocupacién u otros tipos de condicionantes. En el estado actual de las investigaciones, la pregunta es dificil de responder. Un dato indirecto que puede ayudar a confirmar la existencia de una caza especializada y selectiva es el tipo de procesamiento. Generalmente, los lugares donde los investiga- dores plantean actividades de este tipo suelen ir acompafiados de un transporte y de un tratamiento de los cadaveres muy sistemitico y repetitivo. Estos patrones de pro- cesamiento acostumbran a variar entre yacimientos, lo que sélo da idea de esta varia- bilidad comportamental entre los distintos grupos. La consumicién de los nutrientes de los cadaveres es intensiva, y suele observarse el tratamiento de los huesos al fuego. Algunos autores han Hegado incluso a plantear Ia posibilidad de que se utili- zaran tecnologias relacionadas con la conservacién de la carne 0 el hervido de los huesos. Pero lo importante para entender el comportamiento humano durante este peri odo es que el tratamiento de los recursos faunisticos, y sobre todo el habito de trans portar, implica la existencia de lugares de reunién donde efectuar tales procesamien- tos. Las primeras evidencias claras de la utilizacién de determinados lugares como campamentos residenciales, asociadas al papel central de los hogares como elemen- tos focalizadores de las actividades, corresponden a este momento. Cuevas y abrigos son ocupados con mas frecuencia que en periodos anteriores, aunque en esto hay que tener en cuenta también los procesos erosivos que tuvieron lugar durante el tiltimo in EUROPA, 527 terglaciar y que pudieron haber arrasado los testimonios de ocupaciones del Paleolitico inferior. A menudo, los yacimientos en cueva muestran una alternancia entre las ocupa- ciones por parte de los grupos humanos y de otros carnivoros. En estos contextos es habitual que una parte al menos de los conjuntos faunisticos sea el resultado de las aportaciones realizadas por esos carnivoros. Las ocupaciones humanas suelen corres- ponder a episodios de corta duracién, durante los cuales se Hevaron a cabo un nui- mero limitado de actividades (Brugal & Jaubert, 1991). El cardcter selectivo de los conjuntos liticos, en los que predominan los artefactos transportados habitualmente durante los desplazamientos, es una de las consecuencias de la brevedad de las ocu- paciones, que en general no muestran una ordenacién evidente del espacio. Normalmente se trata de yacimientos con una escasa densidad de artefactos de origen antrépico y que pueden interpretarse como cubiles de carnivoro que registran visitas esporidicas por parte de los hominidos (Villa & Soressi, 2000). Numerosos yacimientos estudiados recientemente han proporcionado niveles ar- queol6gicos atribuidos a ocupaciones de corta duracién (Barton, 2000; Carbonell, 2002; Defleur & Cregut-Bonnoure, 1995). Entre ellos se incluyen no solamente cubiles de carnfvoro con escasa presencia humana, sino también ocupaciones que muestran un caricter residencial con la aparicidn de los espacios domésticos que caracterizan este tipo de ocupaciones. Estos espacios se definen fundamentalmente por la existencia de hogares y de acumulaciones de restos derivados de las actividades realizadas en toro a ellos, entre las que se incluye el procesamiento y consumo de recursos animales y la produccién de artefactos. La reiteracién con que en los tiltimos tiempos se ha do- cumentado este tipo de ocupaciones de corta duracién ha llevado a algunos investiga- dores (Mellars, 1996; Pettitt, 1997) a considerarlas como el modelo de ocupacién de- finitorio de los patrones de asentamiento del Paleolitico medio. Se tratarfa de ocupaciones caracterizadas por una extensién espacial reducida y por una escasa integracién de las Areas ocupadas. Segtin Paul Pettitt, las estrategias espaciales de los neandertales serfan similares a las de los carnivoros no humanos. No obstante, hay datos que sugieren que los patrones ocupacionales del Paleolitico medio fueron ms complejos de lo que plantean estos autores. Algunos yacimientos sugieren la existencia de ocupaciones més prolongadas, de dimensiones espaciales considerables, que implican la interrelacién entre distintas éreas ocupadas, evidenciada a través del transporte de artefactos. Un ejemplo de este tipo de ocupaciones lo pro- porciona el yacimiento del Abric Romani (Capellades, Barcelona), donde se ha do- cumentado una secuencia de niveles arqueolégicos del Paleolitico medio, entre los que se encuentran testimonios de ocupaciones de corta duracién, pero también otros que sugicren asentamientos mas estables, durante los cuales se ocupé un area en tomo a Jos 200 m? (Vaquero, 1999). Uno de los indicadores de estas ocupaciones mas pro- longadas serfa la aparicién de areas de desecho bien definidas, cuyo contenido ar- queolégico contrasta marcadamente con el de las reas de actividad. En cualquier caso, estas evidencias indican que la duracién de las ocupaciones puede ser el factor fun- damental en Ia variabilidad de los patrones de asentamiento del Paleolitico medio y del registro arqueolégico de los yacimientos. Lo que se desprende claramente es la im- portancia de los campamentos residenciales en la caracterizacién de dichos patrones. El concepto de campamento residencial esté indisolublemente asociado al de es- pacio doméstico, el cual tiene un significado social, ya que representa la plasmacién 528 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES en el espacio de las unidades domésticas, las cuales son la unidad constitutiva basica de las bandas de cazadores-recolectores. Los estudios etnoarqueolégicos indican que dichas areas domésticas se traducen materialmente en la presencia de hogares y de acumulaciones de restos producto de las actividades realizadas junto a los hogares. Desde este punto de vista, la identificacién de hogares y de su papel como centros de actividad es fundamental para adjudicar a un lugar de ocupacién la funcién de cam- pamento residencial. El momento de aparicién de las estructuras de combustién en el registro arqueoldgico europeo es una cuestién muy debatida, y de la que ya hemos hablado ampliamente en el capitulo dedicado al fuego (James, 1989; Straus, 1989). Un anilisis critico de las evidencias disponibles sugiere que solamente a partir de fi nales del Pleistoceno medio se puede plantear con garantias un uso doméstico del fuego y un papel jerarquizador de los hogares en la organizacién espacial de las ocupacio- nes. Los hogares més antiguos se localizarfan en yacimientos como Schéningen (Thieme, 1998), Port Pignot (Michel, 1982), Menez Dregan (Monnier et al., 1994), Roche- Géletan (Michel, 1989) y Bilzingsleben (Mania er al., 1999), aunque existen dudas so- bre la cronologia precisa de alguno de ellos y del papel del hogar como elemento fo- calizador de las actividades. Las evidencias mds claras comienzan a proliferar a partir de los 200 ka. Lo que est claro es que durante el Paleolitico medio, y especialmente a partir de los inicios del Pleistoceno superior, la utilizacién del fuego en las ocupaciones esti plenamente adquirida, lo que contribuye a resaltar la significacién del Paleolitico medio como fase en Ta evolucidn conductual humana (Rolland, 1999). Los ejemplos de la presencia de estructuras de combustién en yacimientos del Paleolitico medio europeo son numerosos (Meignen, 1993; Pasté er al., 2000; Rigaud et al., 1995). Se trata en general de hogares planos, realizados sin ningin elemento delimitador de la combustion, aunque se han documentado algunos casos puntuales de estructuras mas complejas, como los hogares rodeados de circulos de piedras encontrados en el yaci- miento portugués de Vilas Ruivas (Raposo & Silva, 1981). La similitud entre las reas domésticas documentadas entre los grupos de cazadores-recolectores actuales y las acumulaciones asociadas a hogares descritas en algunos yacimientos (Vaquero & Past6, 2001) constituye un argumento de peso para afirmar la complejidad social y co- municativa de los neandertales. La construccién de cabaiias, estructuras cubiertas o paravientos también ha sido planteada en algunos casos, aunque algunas de las evidencias necesitan una revision en profundidad. El hallazgo de acumulaciones de bloques ha sido asociado a la pre- sencia de tales estructuras en yacimientos como Cueva Morin (Freeman, 1989), Lazaret (Lumley er al., 1969) 0 Pech de I’Azé I (Bordes, 1954; 1955), aunque en ocasiones no se haya valorado lo suficiente la posibilidad de que esas acumulaciones o lineas de bloques sean el resultado de la limpieza de las dreas de actividad y no de la cons- trucci6n de estructuras. En yacimientos de Europa oriental, como Molodova I o Ripiceni Izvor, se han descrito estructuras construidas con huesos de mamut, anunciando un tipo de construcciones que seran habituales en estas mismas regiones a lo largo del Paleolitico superior (Kozlowski, 1990). Otra evidencia de la complejidad conductual de los neandertales se extrae del estudio de las practicas rituales relacionadas con la muerte. Si exceptuamos el signi- ficado funerario del depésito de restos humanos de la Sima de los Huesos (Sierra de Atapuerca, Burgos) (Carbonell et al., 2003), las primeras evidencias de un enterra- EUROPA, Fig. 4.48, Hogares de yacimientos del Paleolttico medio del Abric Romant miento intencional de los cadaveres se encuentran en yacimientos del Paleolitico m dio correspondientes al Pleistoceno superior. La mayorfa de estos enterramientos fue: ron descubiertos en los primeros decenios del siglo xx, por lo que algunas referencias resultan problemiticas. No obstante, parece dificil negar el caracter intencional de es- tas inhumaciones (una opini6n contraria puede encontrarse en Gargett. 1989, 1999). Todos los enterramientos del Paleolitico medio europeo han sido encontrados en eu vas 0 abrigos; no se ha localizado hasta el momento ningdin enterramiento al aire Ti bre (Defleur, 1993). Pueden diferenciarse dos clases de enterramientos: inhumacio- nes en fosas excavadas y sepulturas bajo acumulaciones de bloques, aunque esta iltimas s6lo se han documentado en un yacimiento (Le Regourdou). La distribucién espacial de las evidencias muestra una concentracién en el sudoeste de Francia. Llama la atenci6n la ausencia de enterramientos neandertales en algunas zonas, como Ja Europa mediterrénea. Esta distribucidn desigual podria expresar diferencias regionales en el tratamiento de los cadveres. La mayor parte de los yacimientos cuentan s6lo con ur La Ferrassie es el tinico yacimiento europeo que registra mas de dos inhumaciones, situaci6n que contrasta con la observada en Préximo Oriente, donde hay varios yaci mientos (Qafzeh, Skhul y Shanidar) en los que se ha localizado un niimero conside- rable de los mismos. La colocacién del cuerpo responde a pautas muy precisas. Las posiciones laterales y flexionadas predominan claramente. En cambio, las extendidas practicamente no est {durante el Paleolitico superior, en el que seré una posicién habitual. Uno de los aspectos mis debatidos es 9 0 dos enterramientes. n representadas, a diferencia cle lo que ocurt 530 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES Fic. 4.50. Negativo de trfpode del Abric Romani. BUROPA, 8 Fic. 4.51. Enterramiento neandertal de Kebara. la existencia en estos enterramientos de ofrendas funerarias u objetos depositados in- tencionalmente junto con el cadaver. Para Chase y Dibble (1987), la mayorfa de las supuestas ofrendas documentadas en el Paleolitico medio europeo, especialmente los artefactos Iiticos y los restos de fauna, serfan objetos incorporados accidentalmente a Jas sepulturas en el momento del enterramiento. Segtin estos autores, s6lo en enterra- mientos correspondientes a humanos anatémicamente modernos se detectarian ele- mentos interpretables como ajuares funerarios, Més discutida atin es la realizacién de rituales funerarios complejos. Algunos autores han planteado, a partir de los huesos de animales asociados a los restos humanos, la prictica de festines funerarios. Asi se han interpretado los restos de oso encontra- dos en el yacimiento de Regourdou, que parecen haber sido consumidos por humanos. 532 HOMINIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES, DE LOS CONTINENTES Otros casos citados en la bibliografia no se han visto corroborados por los estudios Ile- vados a cabo recientemente. Actualmente parece demostrado que el supuesto enterra- miento ritual de Grotta Guattati no responde a una accién intencional por parte de los hominidos, sino que es el resultado de la actividad de las hienas. Otra practica que a veces ha sido relacionada con un tratamiento ritual de los cadaveres es el canibalismo, que ha sido propuesto a partir de los restos encontrados en yacimientos como Krapina © Marillac, aunque el significado ritual de estas evidencias es siempre dificil de de- mostrar. La misma dificultad para encontrar evidencias claras de ajuares funerarios du- rante el Paleolitico medio europeo se encuentra en otros mbitos del comportamiento gnificado simbslico, En algunos yacimientos, como Pech de I'Azé, La Quina © Bocksteinschmiede, se habia sefialado el hallazgo de huesos con perforaciones atri- buidas a la actividad humana y que habrian sido utilizados como elementos de adorno personal (Marshack, 1990). Sin embargo, hay datos que sugieren que dichos restos se- an el resultado, no de la actividad humana, sino de la acci6n de los carnivoros, cuya incidencia es frecuente en muchos yacimientos del Paleolitico medio (D’Errico & Villa, 1997). La misma explicacién se ha dado en el caso de la «flauta» de Divje Babe (D'Errico ef al., 1998a), considerada por algunos como la primera evidencia de ex- Presién musical. Por lo tanto, y a expensas de la valoracién que pueda hacerse de res- tos como el fésil y el fragmento de diente de mamut grabados encontrados en Tata (Hungria), lo cierto es que no hay pruebas contundentes de la existencia de formas de expresién simbélica durante el Paleolitico medio, 0, por lo menos, no hay datos que indiquen que se tratase de un comportamiento lo bastante generalizado como para te- ner consecuencias culturales o sociales signi 4.20. La desaparicién de los neandertales. Hipotesis La extincién del Homo neaderthalensis ha sido y es uno de los elementos de debate seculares en la prehistoria europea. El debate cientifico, sin duda, ha fasci- nado no solamente a los profesionales, sino también a la mayorfa de las personas a las cuales les interesa la problematica de la evolucién humana. Es por este motivo que los interrogates que plantea la extincién de dicha especie se han extendido como una mancha de aceite entre nuestra disciplina; asf vemos cémo a lo largo del si- glo Xx y a inicios del xxt las hipétesis —repetidas renovadas— se van sucediendo © reinterpretando, mientras que Ios datos empiricos que deben permitir contrastar 0 falsear tal o cual hipétesis atin no han sido descubiertos. TipOTeSIS EXPLICATIVAS las lineas siguientes describiremos las hipétesis que se han planteado a lo largo de la historia sobre la desaparicién de los neandertales y, como veremos a con- tinuaci6n, las hay de todo tipo. Empezaremos por las ecolégicas, mas deterministas, que achacan al cambio climitico la desaparicién de esta especie de hominidos; la atribuyen, por tanto, al cambio ecolégico y a la falta de adaptaci6n de esta especie de hominidos a las nuevas condiciones. Uno de sus defensores mas acérrimos es Clive

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