SEMINARIO

¿INTOLERANTES Y DISCRIMINADORES?
DIÁLOGO ACADÉMICO Y SOCIAL
PRIMERA PARTE

27 DE AGOSTO DE 1998

DIVISIÓN DE ORGANIZACIONES SOCIALES

MINISTERIO SECRETARÍA GENERAL DE GOBIERNO
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SUMARIO

INTRODUCCIÓN

PRESENTACIÓN DEL SEMINARIO

Daniel Farcas
Director de la División de Organizaciones Sociales

DISCURSO INAUGURAL
Jorge Arrate
Ministro Secretario General de Gobierno

PRIMER PANEL:
TOLERANCIA Y NO-DISCRIMINACIÓN. UNA MIRADA MULTIDISCIPLINARIA.

PONENCIAS
Ricardo Israel
Director del Instituto de Ciencia Política, Universidad de Chile

Jaime Aymerich
Profesor del Departamento de Sociología, Universidad de Chile

Domingo Asún
Coordinador de Investigación, Escuela de Psicología, Universidad Diego Portales

Irma Palma
Profesora Escuela de Psicología, Universidad de Chile

Manuel Canales
Profesor del Departamento de Sociología, Universidad de Chile

Humberto Giannini
Profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile

PREGUNTAS, COMENTARIOS Y RESPUESTAS.

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SEGUNDO PANEL:
MINORÍAS ETNICAS Y RELIGIOSAS.

PRESENTACIÓN
José Soto
Subdirector de la División de Organizaciones Sociales

PONENCIAS
Alfredo Chipana
Representante de la Asociación Aymara Inti-Marka

Arturo Chacón
Profesor del Departamento de Sociología, Universidad de Chile

Manuel Painiqueo
Representante de la Organización Mapuche Folil Che Aflallei

Shmuel Sztenhendler
Presidente de la Asociación Rabínica de América Latina

PREGUNTAS, COMENTARIOS Y RESPUESTAS.

TERCER PANEL:
MINORIAS SEXUALES, DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO Y DISCAPACIDAD.

PRESENTACIÓN
Francisco Estévez
Director de la Fundación IDEAS

PONENCIAS
Marco Ruiz
Representante del Movimiento de Liberación homosexual, MOVILH

Francisca Pérez
Vicepresidenta de la Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada

Gabriel Salinas
Sociólogo

PREGUNTAS, COMENTARIOS Y RESPUESTAS.

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Director de la División de Organizaciones Sociales

Daniel Farcas Guendelman

PRESENTACIÓN

Muy buenos días a todos. Señor Ministro
Secretario General de Gobierno,
autoridades de la Universidad de Chile,
señores académicos, señores y señoras
representantes de la Federación
Metropolitana de Uniones Comunales,
señores y señoras dirigentes sociales y
representantes de las organizaciones de la
sociedad civil, estimados invitados. Es
para mí, motivo de profunda satisfacción,
el tener la oportunidad de presentar e
inaugurar este Seminario, que se propone
como un espacio donde puedan dialogar
los y las representantes del ámbito estatal,
académico y social.
Quisiera en primer lugar manifestar, que
me resulta especialmente grato poder
saludar al Ministro Secretario General de
Gobierno, don Jorge Arrate Mac Niven,
cuya presencia aquí demuestra la
importancia, que los temas de este
Seminario, tienen en la agenda del
Gobierno del Presidente Frei.
Asimismo, saludo cordialmente a los
representantes del Departamento de
Sociología de la Universidad de Chile, de
la Fundación IDEAS, de la Cátedra de
Filosofía de la UNESCO, de la Escuela
de Psicología de la Universidad Diego
Portales, y al Director del Instituto de
Ciencias Políticas de la Universidad de
Chile, quienes han concurrido con sus
esfuerzos para permitir la realización de
este Seminario.
Saludo en forma especial, a los y las
dirigentes sociales que hoy día se han
hecho presentes, demostrando
responsabilidad e interés frente a las
temáticas que convocan a este diálogo
entre la academia, el Estado y el mundo
social y comunitario.
Seguramente, para muchos de los

presentes resulte familiar hablar sobre la
intolerancia y la discriminación. Son
temas que algunos de ustedes han
estudiado o vivido muy de cerca. En ese
sentido, vuestra presencia en este espacio
es una manera de renovar el compromiso
que tenemos con las personas que son
víctimas de actitudes y conductas
intolerantes y discriminatorias en nuestra
sociedad.
Y son muchas las personas que por una o
otra razón son discriminadas en nuestro
país. En el quehacer diario de la División
de Organizaciones Sociales, en el trabajo
con los distintos colectivos sociales,
somos testigos de la intolerancia y la
discriminación de personas e instituciones
hacia los y las jóvenes en general, por su
pelo largo, por su forma de vestir o de
expresarse; hacia las y los adultos
mayores, que son impedidos de seguir
aportando con su experiencia a la
sociedad; hacia los y las dirigentes
sociales, estigmatizados y discriminados
en general por su condición
socioeconómica.
En la División de Organizaciones
Sociales realizamos un permanente
esfuerzo para informar, y hacer partícipes
de los programas sociales
gubernamentales, a todas y todos aquellos
que por diversas razones son marginados
o discriminados. Ejemplos de lo anterior
han sido, la incorporación de la
traducción simultánea para la población
sordomuda en las distintas Jornadas de
Gobierno en Terreno, las Escuelas de
Rock y los distintos programas de apoyo
a los jóvenes en su diferencia, y la
coordinación, no exenta de problemas, de
la oferta pública para las barras del fútbol.
Con todo, a pesar de la constatación de
las múltiples formas de intolerancia y
discriminación presentes en la sociedad,
5
los temas de este Seminario son de
desarrollo reciente en nuestro país. Su
emergencia hoy en la agenda pública,
remite a debates y polémicas no resueltas,
donde aún falta mucho por discutir y
consensuar. Si bien es cierto el país se ha
desarrollado en importantes áreas, aún
resta mucho por hacer en materias
culturales y de normativas regulatorias de
la convivencia social. Porque es
alarmante que, como lo señala el profesor
Canales en el Informe y Análisis de la
Primera Encuesta sobre Intolerancia y
Discriminación de agosto de 1996, “la
diversidad sociocultural sigue siendo un
antivalor para un segmento de
proporciones decisivas entre las personas
consultadas”, y que “la intolerancia a la
diversidad como ejercicio de la libertad,
alcanza en algunos casos el rango de
mayoría clara”.
Lo anterior significa que, entre nosotros,
sigue pendiente una respuesta
satisfactoria para la pregunta relativa al
contenido social y cultural de la
democracia actual y futura. Porque como
plantea Touraine, “en ausencia de
cualquier contenido nuevo la democracia
se degrada en libertad de consumo, en
supermercado político”. Ante la pérdida
de sentido, hay que apelar a una
democracia que se defina por el respeto a
la diversidad y a la libertad en el más
amplio abanico de espacios y situaciones.
En este sentido, la democracia no sólo
reconoce al ser humano como un
individuo libre, también lo reconoce
como perteneciente a determinadas
colectividades sociales, económicas o
culturales.
Ya no nos puede bastar con la democracia
formal, centrada en el ejercicio
procedimental, pues, si verdaderamente
esperamos desarrollarnos como personas,
como colectivos sociales y culturales, y

como nación, debemos aprender a que tenemos como país en materias de
aprender de lo diverso.
El Seminario que inauguramos es una
oportunidad para que empezar a esbozar
las alternativas y caminos que debemos
recorrer en la profundización
democrática. Caminos para aproximarse a
un sentido amplio de colectividad desde
nuestra diversidad y diferencias. Caminos
que extiendan al compromiso de los
ciudadanos y las ciudadanas con las
innumerables tareas pendientes que nos
plantea el desarrollo de Chile.
Se trata de una oportunidad para
conversar sobre la tolerancia y la no-
discriminación, para compartir sentidos y
experiencias que provienen desde el
mundo académico, desde el de las
organizaciones sociales y desde el mundo
de las instituciones del Estado. Se trata de
una oportunidad para responder algunas
preguntas: ¿Cuáles son en nuestro país las
áreas sensibles de la intolerancia y la
discriminación?. ¿Cuáles son los déficits
6
discriminación e intolerancia?. ¿Cuál es
la línea que separa la tolerancia del
indiferentismo o de la complacencia?.
¿En qué momento o respecto de qué
temas se debe ser tolerante y en cuáles
no?. ¿Cuál es el papel del Estado en estas
materias?. ¿Cómo articular el discurso de
las instituciones con la conversación
social relativa a los temas denominados
valóricos?.
Sin duda la lista de interrogantes es
mucho mayor. Rescatamos, desde ahora,
la posibilidad de afrontar la existencia de
estos dilemas. El camino de la
conversación y el intercambio de
visiones, juicios y experiencias es un
modo de hacerlo. Nos sentiremos
satisfechos si este Seminario logra aportar
a una cada vez más pública discusión,
sobre estas cuestiones que tocan tan
profundamente la democracia que
estamos construyendo.
Muchas Gracias.
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Ministro Secretario General de Gobierno

Jorge Arrate Mac Niven

DISCURSO INAUGURAL

Amigas y amigos. Recordaba mis experiencias en el

En primer lugar, quiero celebrar que mi
primer contacto directo con el trabajo de
la División de Organizaciones Sociales,
desde que asumí el Ministerio Secretaría
General de Gobierno, sea la realización
de este seminario. Porque el tema que
convoca marca una de las preocupaciones
fundamentales de cualquier gobierno
democrático, más aún en el Chile actual.
Ministerio de Educación. Allí recibí mi
primer curso de postgrado. Sin tratar de
hacer una enumeración taxativa, lo que
sería muy largo, recuerdo la oficina de
censura cinematográfica en el noveno
piso del Ministerio; censura que está
establecida en la Constitución y que es
una forma de intolerancia. Por ello, el
Gobierno presentó el año recién pasado
un proyecto de reforma para suprimirla.

Mientras oía a Daniel Farcas, recordaba
algunas de mis propias experiencias
personales. No soy un especialista en
estos temas, pero tengo la especialidad
que nos da, a cada uno de nosotros, haber
vivido. Y haber vivido en Chile, es un
doctorando en materias de intolerancia y
discriminación. Creo que estamos
reunidos aquí un conjunto de doctores.
Recuerdo hechos cotidianos del mundo de
la educación. Recuerdo a las adolescentes
embarazadas, cuando se les impedía
graduarse porque era vergonzoso para los
establecimientos una ceremonia con
alumnas que terminaban sus estudios con
evidente estado de embarazo. Recuerdo
las dificultades para llevar adelante una
política de educación sexual en nuestro
sistema educacional.

Recuerdo el caso del muchacho de pelo
largo, y de aquel otro con un aro en la
oreja, que fueron expulsados de sus
respectivos establecimientos e impedidos
de dar sus exámenes, en circunstancias
que en la televisión vemos y aplaudimos
todos los días a ídolos de la música y el
deporte con el pelo largo y aros.
Enfrentamos en consecuencia, no sólo la
discriminación, no sólo la intolerancia,
sino también otra de las características de
nuestra sociedad, el doble standard.
Puedo recordar lo difícil que fue que los
pueblos originarios pudieran tener
educación en sus propias lenguas. La
situación desmedrada que vivían en el
sistema educacional los niños con
discapacidad. El sexismo en el lenguaje
que todavía permea nuestra enseñanza, y
que es expresión de la feroz
discriminación que afecta a las mujeres.
Después tuve como segundo curso, mi
experiencia en el Ministerio del Trabajo.
Creo que hay pocas áreas donde se
perciban con más fuerza los fenómenos
de la intolerancia y la discriminación.
Basta mirar los avisos económicos del día
domingo, de oferta de empleo, y los
requisitos que se imponen para su
cumplimiento. Una vez más, las
discriminaciones de género, que se
expresan en que las mujeres en Chile
ganan aproximadamente un tercio menos
que los hombres en un empleo igual,
situación que se agrava cuanto más alta es
la calificación y el puesto que ocupan las
mujeres. La discriminación burda para
contratar a una mujer, cuando se les pide
un test para demostrar que no está
embarazada. Tenemos un proyecto de ley
en tercer trámite constitucional que
prohibe y sanciona a quien exija tal
examen a una mujer para ser contratada o
promovida. La discriminación entre una
mujer soltera y una casada, entre una
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casada con hijos y una casada sin hijos,
entre la casada con hijos con madre o
suegra viva y la casada con hijos pero sin
madre o suegra viva que le pueda cuidar
los niños, la discriminación entre la
casada y la separada, la discriminación
entre una madre soltera jefa de hogar y
quien no lo es.
El mundo del trabajo es un conjunto
enorme de discriminaciones, que se
sobreponen a la gran discriminación
económica y social que existe en la base
de una sociedad con una distribución del
ingreso tan desigual como la nuestra, con
demonios interiores y con prejuicios
sociales tan largamente acendrados,
probablemente desde nuestros orígenes
como nación.
Yo traía algunas notas escritas, pero creo
que no agregan mucho a lo planteado por
Daniel Farcas sobre el propósito de este
seminario. Quisiera sólo detenerme en
señalar cuán contradictoria resulta la
discriminación. Tenemos que
desenmascararla, tenemos que poner el
énfasis en develar su nociva existencia en
miles de momentos y espacios cotidianos.
Esta es una lucha que no se gana por
knock out, y es por lo tanto una lucha de
largo aliento. Una sociedad sin
discriminación es una utopía, pero hay
que intentar acercarse a ella. Y una de las
cosas que hay que hacer es
desenmascarar. Por ejemplo, un país
donde según los estudios y encuestas se
discrimina a los que no son rubios y que,
por lo mismo, discrimina a la mayoría, un
país que se discrimina a sí mismo. Lo que
quiere decir, que unos grupos pequeños
de personas imponen una hegemonía en
el modo ser, en la manera de pensar, con
cosas tan absurdas como preferir a
mujeres rubias y no morenas para un
trabajo.

Creo que hay que dar una batalla que es
de todos los días, en todos los ámbitos.
Luchar para que en Chile no haya censura
cinematográfica, para que haya libertad
de creación artística, para que la
intolerancia no se manifieste en nuestros
medios de comunicación, para que
nuestro sistema educacional ofrezca a los
niños y niñas, a los jóvenes y las jóvenes,
las mismas oportunidades. Tenemos que
propender a sancionar las
discriminaciones por edad, las de clase
social, las de género, las de lugar de
residencia que se dan muy fuertes en el
mercado de trabajo. Cuando se busca
trabajo, se coloca esperanzado un número
de teléfono en el curriculum. Pero todos
sabemos, que si ese número corresponde
y se identifica con alguna de las comunas
más populares de Santiago, lo más
probable es que no se obtenga el trabajo.
Entonces, se recurre a pedir un número
prestado a un amigo que vive en una
comuna no tan popular, para que el que
va a contratar no se dé cuenta que uno
vive en una comuna pobre. Y esto es
9
indigno y cruel. Además de ser un país
con altos índices de pobreza, se sanciona
al que es pobre, obligándolo a esconder
su pobreza.
Una de las grandes luchas que tenemos
por delante tiene que ver con la
indiferencia y la apatía, que se han
manifestado en sociedades democráticas
avanzadas y que comienzan a expresarse
en Chile. Y esta tiene que ver, entre otras
razones, con la falta de grandes
motivaciones para participar. Esta lucha
contra la discriminación, es una gran
motivación, porque está estrechamente
relacionada con los objetivos de igualdad,
de tolerancia y de libertad que son
propios de toda democracia.
Le deseo a este seminario mucho éxito, y
espero que sus conclusiones y debates
participativos sean una contribución para
hacer de Chile un país más tolerante y
menos discriminador.
Muchas Gracias.
 10

PRIMER PANEL
TOLERANCIA Y NO-DISCRIMINACIÓN. UNA MIRADA
MULTIDISCIPLINARIA.

Director del Instituto de Ciencia Política, Universidad de Chile
Ricardo Israel
Quisiera, en primer lugar, referirme a la
experiencia que hemos tenido al enfrentar
el tema de la discriminación étnica y
racial.
Me cuento entre aquellos que creen que
en Chile la sociedad civil en débil, lo que
se expresa en el hecho de que la gente
siempre espere que las soluciones y las
propuestas deban provenir de las
autoridades. Sostengo, contrariamente,
que en las sociedades democráticas las
propuestas pueden provenir de múltiples
actores, incluyendo la universidad pública
que considero tiene un deber al respecto.
En consecuencia, en el Instituto de
Ciencia Política, hemos diseñado un
conjunto de proyectos para enfrentar el
tema del fortalecimiento de la sociedad
democrática. Nos hemos propuesto
entregar todos los años un proyecto de ley
en temas que consideramos no están
siendo abordados, o lo son de manera
contradictoria con los propósitos
democráticos. Así lo hicimos, y
11
desgraciadamente no corrió la suerte que
deseábamos, con el tema del control de
los servicios de inteligencia. Hoy estamos
enfrentando un tema que nos parece
también oportuno, que es el que en Chile
no existe ninguna legislación que obligue
a hacer pública la información pública,
esto es, la desclasificación de los
materiales secretos.
Nosotros no quisimos abordar en un
principio el tema de la discriminación
étnica y racial en particular. Partimos
abordando el tema de la discriminación
en su conjunto. Y lo enfrentamos de dos
maneras, como creemos que se debiera
legislar, en conjunto con los especialistas
y en conjunto con los afectados.
Desarrollamos múltiples reuniones con
especialistas de múltiples disciplinas que
han estudiado el tema. Y reconociendo
que existen muchas expresiones de la
discriminación, entrelazadas, la acotamos
a la discriminación étnica y racial.

Convocamos en segundo lugar a los
afectados, a las comunidades de los
pueblos originarios más representativos
en términos numéricos, que estaban
registrados por la CONADI, y también a
las comunidades de inmigrantes para ver
si sus experiencias eran semejantes,
partiendo de la base del conocido caso de
la ciudadana coreana que fue impedida de
entrar a un sauna.
El resultado de estas reuniones fue el
Proyecto de Ley sobre Discriminación
Racial y Étnica1, que les voy a relatar.
Cualquier necesidad de legislar sobre el
tema me la ha reafirmado lo que ocurrió
en este país durante el mundial de fútbol.
Me impresionó, me preocupó y me
asustó, la reacción masiva de la gente, de
dirigentes políticos, de los editoriales de
los diarios, de los canales de televisión,
que tienen directorios detrás de ellos,
frente a un error referil común en los
estadios. Creo que este país ha
retrocedido mucho en materias de
diversidad y tolerancia. Yo me eduqué en
la provincia de Los Ángeles, en la década
del 50, en un liceo público, y creo que el
país era mucho más abierto que hoy.
Lo otro que me preocupó durante este
proyecto es, la falsa, percepción de que
poner estos temas en el tapete destruye la
unidad nacional. Hay una actitud
generalizada en este sentido en medios
muy influyentes y, además, existe la
percepción de que este es un país
homogéneo.
Voy a ir ahora a los fundamentos del
proyecto. Existe un sistema universal de
protección de los derechos humanos, y
por eso fue muy pertinente que al inicio
se ligara este Seminario con la
1
Véase, “Proyecto de Ley sobre Discriminación Racial y Étnica”, Boletín N° 2142-17, Cámara de Diputados,
Chile, 1998.
12
celebración de los 50 años de la
Declaración Universal de los Derechos
Humanos. Estos instrumentos
internacionales de protección de los
derechos humanos, surgidos en la
posguerra de una experiencia histórica de
discriminación y genocidio racial,
contienen una serie de obligaciones que
contraen los Estados miembros de las
Naciones Unidas en torno a la protección
de los derechos de las minorías étnicas,
raciales y religiosas.
Lo sorprendente, es que aunque no lo ha
reflejado en su actitud, y en su legislación
positiva, en Chile está vigente desde 1976
el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, el cual establece en su
artículo 27, que los Estados deben
asegurar a las minorías étnicas, religiosas
o lingüísticas su derecho a tener su propia
vida cultural, a profesar su propia religión
y a ampliar su propio idioma. Me
atrevería a anticipar que el hecho de que
el Estado chileno sea signatario de este
tratado, significa que el caso Ralco, por
mucha resolución administrativa que
tenga en nuestros tribunales, no va a
desaparecer.
La Convención para la Prevención y
Sanción del Delito de Genocidio, que está
en vigor desde 1951, define en su artículo
2° como genocidio, un conjunto de actos
perpetrados con la intención de destruir
total o parcialmente a un grupo nacional,
étnico, racial o religioso y establece la
obligación de que exista una sanción.
La Convención Internacional sobre la
Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación Racial vigente en Chile
desde 1971, define la discriminación
racial, determina las obligaciones que

poseen los Estados en ese campo y
establece un Comité para su eliminación.
Esta Convención, define el concepto de
discriminación racial, como toda
distinción, exclusión, restricción o
preferencia basada en motivos de raza,
color, linaje u origen nacional o étnico
que tenga por objeto o por resultado
anular o menoscabar el reconocimiento,
goce o ejercicio, en condiciones de
igualdad de los derechos humanos y
libertades fundamentales. Su artículo 2°,
letra d, establece la obligación para los
Estados de prohibir y hacer cesar por
todos los medios apropiados, la
discriminación racial practicada por
personas, grupos u organizaciones.
En el terreno más específico y relativo a
las poblaciones indígenas, la Conferencia
de la Organización Internacional del
Trabajo aprobó el Convenio 169 en junio
de 1989, que se denomina Convenio
sobre Pueblos Indígenas y Tribales en
Países Independientes. Este convenio
reconoce el derecho de los pueblos
indígenas a mantener y fortalecer sus
identidades, lengua y religiones, dentro
del marco de los Estados en que viven.
En cuanto a la normativa nacional, y esto
lo menciono como ejemplo de las muchas
cosas que existen en Chile y que no se
cumplen a pesar de estar establecidas, la
Constitución Política de la República
tiene diversas disposiciones que podrían
ser aplicadas a las situaciones de
discriminación racial o étnica. El artículo
5°, inciso 2°, establece como limitación al
ejercicio de la soberanía el respeto de los
derechos esenciales emanados de la
naturaleza humana. Expresamente
sostiene que es deber del Estado respetar
y promover los derechos consagrados en
tratados internacionales vigentes en Chile.
13
El artículo primero, inciso primero de la
Constitución, sostiene que los hombres
nacen libres e iguales en dignidad y
derechos. El artículo 19, número 2,
preceptúa que ni la ley ni autoridad
alguna pueden establecer diferencias
arbitrarias, dejando a los tribunales el rol
de determinar cuáles diferencias asumen
tal carácter.
Hay disposiciones aplicables a la
discriminación racial en el ámbito de la
Ley de Abusos de Publicidad, en la Ley
Indígena y en la Ley de Protección al
Consumidor. El artículo 18, de la Ley N°
16.643, sobre abuso de publicidad,
penaliza a quienes a través de cualquier
medio de difusión realizan publicaciones
o transmisiones que conciten el odio, la
hostilidad o el menosprecio respecto de
personas o colectividades, en razón de su
raza o religión, con multa de seis a doce
ingresos mínimos.
La actual Ley Indígena, en el artículo 8°
dice, se considera falta la discriminación
manifiesta e intencionada en contra de los
indígenas en razón de su origen y cultura,
y establece una multa de cinco a diez
ingresos mínimos.
La Ley de Protección al Consumidor,
establece el derecho a no ser discriminado
arbitrariamente por ningún motivo por los
proveedores de bienes y servicios. El
artículo 15° establece, que los sistemas de
seguridad y vigilancia existentes en los
establecimientos comerciales están
obligados a respetar la dignidad y
derechos de las personas. Y esto no se
cumple en ninguna parte.
El problema en Chile, es la inexistencia
de una figura penal que tipifique el
racismo como tal. La legislación
existente, o es demasiado concreta, o es
demasiado elevada; no apunta a penalizar

los actos de racismo o discriminación en
sí. El ejemplo más claro es el caso de
ciudadana coreana, que fue penalizado en
su condición de consumidora, y no como
lo que era, un abierto caso de
discriminación. Los mismos Jueces de
Policía Local no se explican el hecho de
que exista una disposición como la del
artículo 8° en la Ley Indígena, que es
inaplicable, porque al no estar tipificado
el delito como tal, no tienen otra
alternativa, por mucho que sea ofensiva la
expresión que se utilice contra alguien, y
eso pasa todo los días, que tratarla como
riña entre vecinos, y no se enfrenta el
tema de fondo que son las ofensas contra
chilenos integrantes de las etnias
originarias.
Nosotros consideramos que los actos
discriminatorios contra las personas
deben ser tipificados como delitos, y que
se debe establecer penas corporales para
quienes incurran en ellos, por la
necesidad de otorgar a las minorías
étnicas la misma protección que la ley
concede a bienes jurídicos equivalentes.
Incluso, en nuestra propuesta, pedimos
que en el Código Penal se dé el mismo
castigo que el artículo 418 asigna a los
autores de injurias leves.
Por supuesto queremos que estas
modificaciones legales tengan un
resultado práctico. La propuesta final se
le entregó al ministro de MIDEPLAN,
por entonces don Roberto Pizarro, y
formalmente al presidente de la Cámara
de Diputados y al presidente del Senado.
El presidente de la Cámara de Diputados
don Gutemberg Martínez, ingresó la
propuesta como proyecto en trámite al
debate parlamentario. Como nuestra
intención es que tenga el apoyo necesario,
y en definitiva sea aprobado, además de
convencer a quienes no están convencidos
para que se penalice el racismo y la
14
discriminación como delito, y que se
castigue como en la mayor parte de los
países desarrollados y democráticos del
mundo, propusimos al final un
anteproyecto de ley con sólo tres
artículos. Creemos aquí que lo mejor es
enemigo de lo bueno, que la intención de
incorporar todas las formas de
discriminación aseguraba su fracaso
como proyecto. Por lo tanto, nos
propusimos reformar lo hoy día existente,
para asegurar posibilidades de éxito, para
tipificar el delito de racismo que no
existe, y asegurar la pena
correspondiente.
Propusimos agregar al Código Penal el
siguiente artículo, comisión de actos de
odio o violencia contra determinadas
personas, que no existe: Artículo 431 bis.-
El que cometa actos de discriminación, de
violencia moral o física, o de
menosprecio contra una o más personas
en razón de su raza, su religión, o su
origen nacional o étnico, será castigado
con la pena de reclusión menor en su
grado mínimo y multa de seis a doce
ingresos mínimos. Además, estimamos
que culturalmente en Chile, por el
carácter legalista de este país, el hecho de
que exista una sanción establecida en la
ley y en el código, acarrea consigo una
sanción moral que ayuda a enfrentar la
discriminación en el plano de la cultura y
la educación.
Y el artículo 2°: Reemplázase el artículo
18 de la Ley N° 16.643, la Ley Indígena,
por el siguiente: Los que por cualquier
medio realizaren publicaciones o
transmisiones que conciten el odio, la
hostilidad o el menosprecio respecto de
personas o colectividades en razón de su
raza, religión u origen nacional o étnico,
serán penados con reclusión menor en su
grado mínimo y multa de seis a doce
ingresos mínimos. Chile está bastante

atrasado al respecto, en comparación no
sólo a los países europeos sino también
con la mayoría de los países
latinoamericanos.
Y el último artículo. Reemplázase el
artículo 8° de la Ley N° 19.253 por el
siguiente: Se considerará un simple delito
la comisión de actos discriminatorios
manifiestos en contra de los indígenas, en
razón de su origen y cultura. El que
Profesor Departamento de Sociología, Universidad de Chile
Jaime Aymerich
En el contexto de este Seminario, quisiera
proponer dos temas de discusión: la
definición y características del fenómeno
racista y algunos de los resultados de la
encuesta sobre la intolerancia y la
discriminación que realizamos en el
Departamento de Sociología de la
Universidad de Chile por encargo de la
Fundación Ideas2.
Hace algunos años, los cientistas sociales
pensaban que los procesos de
modernización social, el desarrollo de la
industrialización, de la urbanización y los
cambios sociales, creaban condiciones
favorables para la declinación de la
segregación y las modificaciones del
prejuicio étnico o racista. Sin embargo,
hoy, estas tendencias se han invertido, o
al menos, son puestas en discusión por la
globalización mundial y la crisis de la
modernidad.
2
Ver, Fundación Ideas, “Primera Encuesta Intolerancia y Discriminación. Informe y Análisis”, Fundación
Ideas, Departamento de Sociología Universidad de Chile (Unidad Consultora), Santiago, agosto 1997.
15
incurriere en dicha conducta será
sancionado con reclusión menor en su
grado mínimo y multa de seis a doce
ingresos mínimos. Y esto porque creemos
que la garantía que hoy día existe en las
legislaciones o acuerdos internacionales,
tal como han sido redactados, es incapaz
de proteger a la gente que se supone que
debe proteger.
Muchas Gracias.
Por una parte, la globalización mundial,
con su intercambio de hombres,
mercancías y mensajes, acelerado por
revoluciones en los medios de transporte,
ha entrañado procesos de
homogeneización, de uniformidad, de
crisis en las orientaciones de sentido, y
con ello, problemas de amenaza a las
identidades de los grupos culturales,
étnicos, religiosos, de manera tal que la
mundialización va acompañada de
reequilibrios étnicos, particularizados y
singularizados.
Por otra parte, la crisis de la modernidad,
tanto en su dimensión cultural, esto es,
crisis de las ideas de razón y progreso,
como en su dimensión social, esto es,
crisis del rol estructurante del conflicto
social, arrastran a las sociedades a
problemas de identificación comunitaria.
Ambos procesos, globalización y crisis de
la modernidad, en algunas de sus

variantes, favorecen hoy la reemergencia
del racismo.
Desigualdad y diferencia en el
fenómeno racista.
Cuando realizamos el estudio acerca de la
intolerancia y la discriminación,
referimos la primera a la disposición
cultural favorable al rechazo de la
diversidad sociocultural de la diferencia
y, la segunda, al trato desigual de alter
atendiendo a criterios externos al ámbito
de responsabilidad de los individuos, tales
como etnia, clase, religión.
En el fenómeno racista, como sinónimo
de rechazo y exclusión de alter, diferencia
y desigualdad se articulan de un modo
unitario. Lo diferente, en una acepción
restringida, significa que en el actor
racista esté presente la representación
subjetiva de un vínculo entre el atributo o
el patrimonio físico y genético de un
individuo o un grupo, y sus características
intelectuales, morales y culturales. A su
vez, en una percepción más amplia, lo
diferente es atribuido a características
puramente etno-culturales, tales como la
lengua, religión, costumbres e historia.
Mas, el sólo rechazo a lo diferente es una
condición necesaria, pero no suficiente,
para dar forma al comportamiento racista,
toda vez que para tipificar dicho
comportamiento debe confluir en el actor
la representación de una desigualdad, de
una jerarquía superior/inferior, bien/mal.
Si bien desigualdad y diferencia articulan
unitariamente el fenómeno racista, varios
autores distinguen, de una manera ideal
típica, entre un racismo que pone énfasis
en la desigualdad y otro que lo hace en la
diferencia.
El racismo de la desigualdad.
16
Este tipo de racismo se encuentra
asociado a la división de la sociedad en
clases sociales y sus modalidades de
estratificación social. Supone, en su
génesis, un sistema de dominación y
explotación imperial y/o colonial que
legitime, funde y justifique las relaciones
sociales de desigualdad de los grupos
étnicos insertos en los estratos bajos y
marginales de la sociedad.
Las legitimaciones de este racismo se
fundamentan en un enfoque universalista:
la existencia de una raza universal
dominante, llamada a ocupar posiciones
privilegiadas en las jerarquías sociales de
dominación.
Hay una asincronía entre la emergencia
del fenómeno racista, que muchos autores
datan en 1492, y su fundación intelectual
en el siglo XVIII por el conde de
Boulanvilliers, y más tarde, sobre todo,
por el conde Gobineau. En su ensayo
sobre la desigualdad de las razas
humanas, posiciona la idea de raza a la
escala de la historia universal, señalando
que las desigualdades sociales
estamentales son expresiones de las
desigualdades naturales entre las razas.
Su visión del devenir histórico es
pesimista, en la medida que la Revolución
Francesa abrió el camino al desarrollo de
la idea de la democracia, de la igualdad y
con ella, al bastardamiento de las razas y
al fatal hundimiento de la cultura.
Para el darwinismo social, no se trata de
la defensa de los privilegios feudales de
raza, sino del predominio de las razas
europeas, germánicas, frente a las razas
de color y a los instintos religiosos
inferiores de la raza semita. En su
perspectiva histórica es optimista, pues
cree que es posible intervenir en el caos
de los pueblos, derivado de la idea de
igualdad, por medio de la regeneración de

las razas, posibilitada por el desarrollo
científico y por medidas de higiene y
profilaxis, exterminio.
El racismo de la desigualdad genera
prejuicios de raza fuertemente imbricados
con los prejuicios de clase. En ciertas
áreas geográficas de sociedades
emergentes de la conquista y dominación
colonial -Estados Unidos y Sudáfrica-, ha
predominado el llamado prejuicio de raza,
construcción sociocultural que, siguiendo
la regla de hipofiliación, considera negro
a todo aquel por cuyas venas corra una
gota de sangre negra. Este es un prejuicio
muy fuerte que se ha manifestado en
medidas institucionales y desigual, sino como lo opuesto,
consuetudinarias que favorecen la
discriminación y la explotación. En
América Latina, donde la conquista y la
dominación colonial tienen rasgos
diferentes, el prejuicio de color es
predominante. Este prejuicio responde a
la idea de que mientras más oscura es una
persona, mayores posibilidades habrá de
que sea un obrero, le falte educación y,
sobre todo, sea pobre.
El prejuicio de clase no depende del
problema de las razas, pero en América
Latina suele estar vinculado al de color,
en la medida de que en estas sociedades
la división por clases corresponde en gran
parte a la división por etnias o por razas.
En la región, los grupos subordinados en
la jerarquía política y social, sea por la
conquista y dominación colonial, por la
importación de mano de obra esclava
durante la sociedad colonial y
postcolonial, o por procesos de
colonialismo interno, son las
comunidades indígenas y las poblaciones
negras, ambas constitutivas del
componente no-occidental y no-europeo
de las naciones-estado latinoamericanas.
17
El racismo de la diferencia.
Ningún comportamiento racista puede
efectuarse si no es haciendo referencia a
una comunidad de pertenencia, en donde
raza va asociado a otros referentes
identitarios, como nación, religión y
etnia, entre otros. Tanto el racismo de la
desigualdad, como el de la diferencia,
recurren a una comunidad de pertenencia,
pero lo que singulariza al racismo de la
diferencia es el imperativo categórico de
la preservación de la identidad de grupo.
La diferencia o la identidad del grupo es
lo absoluto que se opone a lo otro. No se
trata de una relación a alter en cuanto
incomunicable e inconmensurable, lo
puro frente a lo impuro, la diferencia
total.
El racismo diferencialista no significa
aquí relaciones de dominio y explotación,
sino distanciamiento, exclusión y, en
último término, exterminio, limpiezas
étnicas. El referente histórico que se
aproxima más a su caracterización es el
Nacional Socialismo, el cual integrando
raza a la acción comunitaria nacional
alemana, propone la solución final al
problema judío en una lectura racial del
antiguo antisemitismo religioso.
Este aspecto diferencialista es lo que
tiende a caracterizar la reemergencia del
racismo en Europa Occidental,
fundándose, sin embargo, en
legitimaciones muy distintas a las del
Nacional Socialismo. Por una parte,
rechaza todo universalismo, entre otros, el
de la existencia de una raza universal
llamada a la dominación y, por otro,
afirma los derechos de las diversidades,
esta vez no de razas sino de las etnias o
culturas, reinterpretándolas en un
relativismo cultural absoluto. Así, la
identidad y la homogeneidad etno-
cultural europea reclaman su derecho a la

existencia y a sus espacios vitales
amenazados por la sociedad multicultural
y multiracial emergente, por la pérdida de
las tradiciones y el olvido de los orígenes.
Los derechos de los pueblos contra los
derechos del hombre.
Minorías indígenas y prejuicio étnico.
Las minorías en el Censo de 1992.
Según el Censo de 1992, que incluyó una
pregunta sobre autodeterminación a
determinados grupos étnicos (mapuche,
aymara y rapa nui), el total de los
mayores de catorce años que se identificó
con estas etnias alcanzó a 10,33%, esto
es, alrededor de un millón de personas. Si
a esta suma se le agregan los menores de
catorce años, se llega a un millón
doscientas mil personas. De estas cifras,
el 93% son mapuches, un 5% aymara y
un 2% rapa nui. De este conjunto, un 80%
declaró vivir en ciudades.
Los datos censales muestran que en la
Región Metropolitana, las comunas
pobres concentran una alta proporción de
población indígena. La misma fuente
indica que, según categorías
ocupacionales, en dicha población los
hombres indígenas se inscriben
preferentemente en “trabajadores por
cuenta propia” y “asalariados”, y las
mujeres en la categoría de “servicio
doméstico”. Asimismo, si se la considera
por grupos ocupacionales, se observa un
alto porcentaje de “trabajadores no
calificados” y “oficiales operarios”, con
una tasa de desempleo mayor que el
promedio. En suma, se trata de un
conjunto de indicadores que testimonian
la difícil inserción urbana y social de
estas etnias.
El prejuicio étnico indígena.
18
En la elaboración de la encuesta sobre
intolerancia y discriminación, con un
universo de 1.394 encuestados, se
consideraron las siguientes categorías
para medir prejuicios con relación a los
indígenas: 1) “Totalmente de acuerdo”, 2)
“Muy de acuerdo”, 3) “Un poco de
acuerdo”, 4) “Un poco en desacuerdo”, 5)
“Muy en desacuerdo”, 6) “Totalmente en
desacuerdo”.
Los entrevistados debían elegir una de
estas categorías frente a cada una de las
siguientes afirmaciones: 1) Chile es un
país más desarrollado que los países
vecinos pues hay menos indígenas, 2) Los
indígenas chilenos fueron un pueblo
grande pero en la actualidad la mayoría
son flojos.
Las respuestas a estas dos frases,
dicotomizando en acuerdo y desacuerdo,
las respuestas favorables, es decir,
discriminatorias, son un 28% y 26%
respectivamente. No hay grandes
variaciones en estas respuestas
indicadoras de prejuicios étnicos, sin
embargo, tienden a desarrollarse más en
grupos altos y medios, aunque
aumentando en intensidad en los grupos
medios y bajos. También, esta opinión
está más presente en grupos que se
autoidentifican con la derecha política,
estudiantes y personas con educación
técnica.
Estas respuestas tienden a tener una
menor presencia en grupos de bajos
recursos socioeconómicos, con
autoidentificaciones en el centro y la
izquierda política, en trabajadores, en
grupos que tienen formación universitaria
y en católicos.
La lectura interpretativa de estos
indicadores de comportamiento parece
indicar la presencia de un racismo de la

desigualdad que sigue los lineamentos de
la estratificación social. Asimismo,
muestran que la ruptura en la variación
del prejuicio étnico, estaría dada por su
presencia mayor en los grupos altos y
medios, y su valor menor en los grupos
bajos.
Es interesante resaltar en estos resultados,
que consideraciones de orden racial
pueden estar influyendo en las
variaciones de las respuestas, en la
medida que la mayoría de las clases bajas
exhiben rasgos indígenas reconocibles.
De este hecho, grupos medios y altos que
están convencidos de la inferioridad de
los indígenas y de la asociación del
progreso y el desarrollo con la presencia
dominante de la raza blanca, pueden
sentirse tentados a distanciarse de los
grupos bajos y, en el caso de grupos
mestizos en ascenso social, a valorar más
el componente “puro” que el “impuro”.
El prejuicio antisemita.
El ítem propuesto fue: “No se debe dar
trabajo de responsabilidad a los judíos
pues no se puede confiar totalmente en
ellos”. Esta frase remite los grupos judíos
al estereotipo “los judíos son peligrosos”,
y es particularmente severa y grave por el
grado de violencia discriminatoria que
implica.
Los que se declararon francamente de
acuerdo y levemente de acuerdo fueron
un 21%, y los de mayor intensidad un
10%.
Estas respuestas se distribuyen sin
grandes variaciones, sin embargo, están
más presentes en los jubilados, en las
personas con educación básica, en los
cristianos, evangélicos, sectores bajos, y
en los que se declaran sin posición
política. Y está menos presente en los que
19
tienen religión minoritaria, personas con
formación universitaria, no creyentes,
sectores medios y altos, identificados con
la izquierda y con la derecha, y jóvenes.
Aquí la interpretación apunta a un
racismo de la diferencia, sin adquirir un
referente racial, sino más bien fundándose
en el antiguo antisemitismo de carácter
religioso; de allí que no sea
particularmente intenso. Es un racismo
imaginario y simbólico, toda vez que los
grupos judíos son muy minoritarios y de
escasa visibilidad, por lo que parece
necesario indagar sus fundaciones en las
culturas religiosas dominantes.
Tanto el análisis y la interpretación de las
respuestas a estas frases o sentencias,
como respecto de otras que no hemos
incluido aquí, sobre el color de piel y los
grupos negros, dan testimonio de
identificaciones y disposiciones
favorables hacia prejuicios etno-racistas,
que probablemente hubiésemos
encontrado aún más acentuados si se
hubiera preguntado por la emigración
reciente, principalmente latinoamericana
y asiática, respecto de la cual se han
manifestado acciones racistas difusas y
particularizadas. A manera de conclusión
provisional, podríamos reconocer y
caracterizar la existencia de prejuicios
étnicos acompañados de diversas
manifestaciones difusas y diseminadas de
segregación y discriminación, así como la
presencia de un racismo claramente
manifestado o afirmado de manera
espontánea y fragmentada.
No obstante la presencia de esquemas
institucionalizados de agresión en la
cultura prevaleciente, las manifestaciones
de racismo, no encuentran un principio de
unificación y de acción por la vía de
agentes políticos.

La ausencia de una ley que sancione la
discriminación y las manifestaciones
racistas como un delito, contribuye,
ciertamente, a la permisividad de este tipo
de acciones.
Estas respuestas, indicadores de
prejuicios étnicos y racistas, llevan a la
pregunta de si existen antecedentes
histórico-culturales de construcción de
identidad nacional etnocéntricas, que
contribuyan al desarrollo de prejuicios de
esta índole. Mi impresión es que hay
elementos en la propia estructura social,
en la cultura nacional, en la historia, que
tienden a favorecer este tipo de prejuicios.
En relación con el racismo de la
desigualdad, que parece ser el más
significativo, y como hipótesis de
investigación, me atrevo a proponer tres
momentos constitutivos de estos
prejuicios. Un primer momento de
génesis de la sociedad colonial, que se
estructura sobre la base de una división
social del trabajo, en la cual los grupos
funcionales son grupos particularizados
étnicos. Los indígenas son campesinos,
mano de obra semiesclava. Los negros
son esclavos; los mestizos y ladinos son
comerciantes; y los que ocupan las
posiciones directivas en la economía, el
poder y la cultura, son blancos. De esta
manera se asocia lo blanco a la riqueza y
el honor social. En la Colonia se vendía
certificados de blancura, para aquellos
20
mestizos que hubieran adquirido un cierto
rango o status social. Habría entonces, un
primer momento de una constelación
originaria del prejuicio étnico de la
desigualdad.
A excepción de la condición de
esclavitud, que no fue significativa en el
período colonial en Chile, el orden social
de la Colonia persistió en la estructura
agraria y en las pautas de dominación
oligárquica, después de la independencia
política.
El segundo momento tendría que ver con
la agregación a esta constelación
originaria, de ciertas ideas de la elite
intelectual del siglo XIX y de los grupos
gobernantes, que sitúan la nación
emergente como país europeo y en la
perspectiva de la modernización social.
Básicamente significa la adopción de un
evolucionismo unilineal, blanco y
occidental, que considera a las culturas
indígenas como obstáculos para el
desarrollo.
El tercer momento tendría que ver con la
institucionalización de esta cultura de la
desigualdad en las prácticas estatales,
particularmente en las políticas de
inmigración que tenían como objetivo el
“blanqueamiento de la raza”.
Gracias.
 21

Profesora Escuela de Psicología, Universidad de Chile

Irma Palma

Al comenzar mi presentación, quisiera estar dispuesta a presentarse lisa y

comentar una dificultad para llevar a cabo
el ejercicio o la tarea que se propone este
Seminario: el examen de nuestras
intolerancias3.
Parece ciertamente difícil vernos a
nosotros mismos como intolerantes,
reconocernos en nuestra capacidad de
producir y participar de la discriminación
en contra de otros. La experiencia parece
resultar menos difícil cuando somos
víctimas de la discriminación de otros. La
experiencia de discriminación de la cual
participamos tiende a encubrirse.
En el último tiempo, la sociedad chilena
ha sido, descubierta, en su capacidad de
intolerancia y discriminación. Tales
fenómenos no son nuevos en nuestra
historia. Lo nuevo en esta oportunidad,
parece estar en el hecho de que la
sociedad, por alguna razón, no parece
llanamente como intolerante y
discriminadora. Los niveles y tipos de
intolerancia cotidianamente presentes en
las prácticas, emociones y discursos
aparecen contradictorios con las imágenes
sociales de modernidad -en la que aspiran
a representarse algunos grupos sociales-,
o en aquella concepción de democracia
como pluralidad.
Como hemos sido convocados a mirar
nuestras intolerancias, por cuanto la
sociedad chilena no será más democrática
si no avanza en el reconocimiento y
corrección de sus discriminaciones,
quiero centrarme en explorar algunos de
los elementos que permiten encubrir la
discriminación y nos impiden vernos a
nosotros mismos como intolerantes y
discriminadores.

3
Hay una discusión en la cual no creo francamente estar en condiciones de participar, la que resulta central en
este debate, y que corresponde al uso del concepto de tolerancia.

Centraré mis reflexiones en un ámbito
particular: el de la sexualidad, y más
específicamente, en el fenómeno de la
homofobia, esto es, el rechazo a las
personas que aman y se erotizan con otras
personas de su mismo sexo.
Creo que de niña siempre vi, cuando me
miraba en el espejo, a una niña
evangélica, mientras que muchas otras
niñas, católicas, debieron verse a sí
mismas sólo como niñas. Ellas no
debieron ver aquello que define a una
mayoría social, su condición de
pertenencia a una mayoría católica. Yo en
cambio, no pude sustraerme de mi
condición de minoría social, a verme
como evangélica.
Estas formas de vivir las identidades, las
de ellas y la mía en la niñez, se conectan
con el fenómeno que un investigador
norteamericano, Michael Kimmel, ha
descrito en relación con las identidades
hegemónicas: su invisibilidad. Para una
mayoría social, aquella diferencia que la
constituye en tal, se oculta como
particularidad y pasa a representar la
totalidad. En esta perspectiva, un hombre
homosexual probablemente no deje de
mirarse a sí mismo, permanentemente,
como homosexual, mientras que un
heterosexual sólo se verá a sí mismo
como un hombre.
Hasta aquí, habíamos reconocido que con
frecuencia las minorías son socialmente
invisibilizadas. En la mirada de las
mayorías, los vagabundos, las lesbianas,
los indígenas, etc., parecen no existir,
existen más allá de la frontera de la
integración. Pero en la relación entre
grupos minoritarios y mayoritarios, las
identidades hegemónicas también pueden
ocultarse e invisibilizarse.
En el fenómeno de la homofobia,
entendido como rechazo de una mayoría
22
social a una minoría en función de sus
formas de amar, erotizarse y practicar la
sexualidad, convergen mayoría y norma,
en este caso, como norma científica.
Durante gran parte de este siglo,
prevaleció en el campo de la ciencia la
teoría de la perversión, que fijó una
frontera, rígida, entre una llamada
sexualidad normal y otra denominada
patológica. La heterosexualidad fue
erigida en norma absoluta de la
sexualidad humana. Todo lo que quedara
fuera de ella fue definido como patología.
Ahora bien, esta teoría de la perversión se
ha debilitado substantivamente en las
últimas décadas. A ello han contribuido
una cierta capacidad de autocrítica de la
propia ciencia, así como un conjunto de
transformaciones de la cultura
promovidas en buena parte por los
movimientos sociales. En efecto, una
participación importante han tenido los
movimientos feministas, de gays y de
lesbianas, en la crisis de los modelos y
métodos de investigación predominantes
en el campo científico y en el surgimiento
de nuevas perspectivas para la
comprensión de la sexualidad humana.
Richard Parker sostiene que tales
movimientos sociales, han contribuido a
una redefinición de los términos más
básicos de la agenda de investigación, así
como en la relación dialéctica entre
investigación social y acción política.
Otro autor, Jeffrey Weeks, sostiene en el
mismo sentido, que estos movimientos,
feministas, de gays y de lesbianas, junto a
otros movimientos sexuales radicales,
transformaron en la década de los setenta
los términos del debate sobre la
sexualidad, al incluir en él conceptos
claves tales como: poder, diversidad y
elección. Ello significó modificar la
noción de sexualidad natural,

biológicamente dada, hacia una noción de
sexualidad moldeada a través de
complejas relaciones de poder; modificó
así mismo la noción de sexualidad única,
para la cual las relaciones entre prácticas
e identidades son unas, y respecto de las
cuales otras prácticas e identidades
resultan antinaturales y desviadas, hacia
la compresión de la diversidad de
posibilidades de relaciones e actualidad, las llamadas por Foucault
introduciendo la noción de elección
personal de las prácticas sexuales.
La noción misma de sexualidad ha sido
sometida a una revisión desde los años
setenta. En la actualidad los enfoques
biomédicos se encuentran sometidos a
una fuerte critica, y han surgido desde las
ciencias sociales enfoques que conciben
la sexualidad humana como un producto
altamente específico de nuestras
relaciones sociales, mucho más que una
consecuencia universal de nuestra
biología común. Weeks plantea: “Las
posibilidades eróticas del animal humano,
su capacidad de ternura y placer, nunca
pueden ser expresadas
“espontáneamente”, sin transformaciones
muy complejas; se organizan en una
intrincada red de creencias, conceptos y
actividades sociales, en una historia
compleja y cambiante”.
La experiencia subjetiva de la vida sexual
es un producto de los significados
simbólicos intersubjetivos, asociados con
la sexualidad en diferentes situaciones
sociales y culturales. Por ello, dice
Weeks: “La sexualidad es una experiencia
histórica y personal a la vez”. Por tanto,
lo que tiene sentido es poner atención
preferente a la naturaleza intersubjetiva
de los significados sexuales, sus
cualidades colectivas y comparativas, no
como propiedad de los individuos
aislados, sino como sujetos integrados
23
dentro del contexto de distintas y diversas
culturas sexuales.
Notable resulta, en mi opinión, la
construcción de identidades sociales
sobre la base de la sexualidad.
Ciertamente, las orientaciones y prácticas
diversas son parte de una histórica y
variable configuración del deseo. En la
sexualidades periféricas, la
homosexualidad masculina y femenina, el
travestismo, etc., han llegado a construir
identidades y comunidades particulares
de sujetos.
Y lo anterior es consistente con el hecho
de que la sexualidad en la actualidad está
sometida en la vida personal a una alta
reflexividad, es decir, se la concibe y
experimenta como sujeta a un proceso de
autoconstrucción personal, de
autodefinición de los sujetos.
Las identidades personales son cada vez
menos el producto de construcciones
psicológicas; son, por el contrario,
construcciones sociales que producen
identidades personales y colectivas. Así
se construye una persona homosexual,
según una configuración histórica y
social.
Por cierto, lo anterior no resulta fácil ni
para las personas y comunidades
homosexuales ni para la mayoría
heterosexual. A continuación
examinaremos algunas de las dificultades.
En primer lugar, se construye una noción
de persona homosexual en momentos en
que las nociones de femineidad y
masculinidad contenidos en la figura de
persona heterosexual entra fuertemente en
crisis, a propósito de los avances en los
estudios de género, de los estudios sobre
masculinidad, de los cambios de los

patrones de nupcialidad y fecundidad,
etc.; y la construcción en este escenario
implica la renuncia a su propia
diversidad, volviéndose poco inclusiva y
estableciendo sus propias fronteras
internas.
Recuerdo que en los años setenta, la
representación social de los
homosexuales estaba basada en la imagen
de “una loca”, de un hombre a medio
camino entre un verdadero hombre y una
mujer, cuya identidad aparecía
inconfundible e inocultable. Tal
representación se ha modificado en
nuestros días, la imagen social es la de
alguien común, confundible con cualquier
otro. Pero tal imagen deja fuera,
naturalmente, a quienes se ajustan al
estereotipo de persona homosexual:
travestistas, transexuales, trangeneristas y
demás sexualidades.
Lo que se ha producido entonces, es sólo
un proceso de normalización desde el
punto de vista de la sociedad, de una de
las posibilidades: la homosexualidad
“decente” en su forma pública o “innata”
en la explicación de su origen. Las demás,
continúan en el rechazo y la exclusión
social.
La intolerancia puede y se construye aquí,
sobre la base de fijar el exceso. Se
justifica así misma, la intolerancia, por el
exceso del otro, la no-discreción. Ya no
son todas las personas pertenecientes al
mundo homosexual objeto de
discriminación, sino aquellas que
“exceden” lo aceptable, el buen sentido,
el buen gusto, el sentido común; los
homosexuales que no transgredan los
límites de las buenas costumbres serán
integrados, o más bien, permanecerán en
la frontera de la integración social. Los
otros en tanto, serán responsabilizados de
haberse puesto a sí mismos fuera de los
24
límites de lo tolerable, y por ello,
continuarán siendo marginados.
En segundo lugar, los fenómenos de
autodefinición individuales son más
intensos, más logrados, cuando se
vinculan a la posibilidad de lograr
identidades colectivas y no sólo hacen
referencia a la experiencia personal. En
psicología se afirma que una persona
homosexual experimenta un proceso
denominado coming out, que va desde los
primeros sentimientos homosexuales
hasta decidirse a desarrollar un estilo de
vida concordante con tales sentimientos.
Mientras más se vincule dicho proceso,
de carácter personal, con la identificación
y pertenencia a una comunidad gay, más
intensa será la autodefinición, y las
conductas se ajustarán, también, más
fuertemente a la cultura de tal comunidad.
En tercer lugar, habría que decir que lo
anterior tiene el efecto de aumentar la
diferenciación, y probablemente las
influencias en la sociedad. Las prácticas e
identidades antes patológicas, tienden
ahora a constituirse como subculturas en
torno a la sexualidad, expresadas en la
proliferación en el mercado de servicios
sofisticados y diversificados destinados a
las comunidades homosexuales. Michael
Pollak sostenía a fines de los setenta, que
la lógica de la maximización del placer
que orienta en la opinión a la
homosexualidad, sería seguida por los
heterosexuales, una vez que la sexualidad
se libere de su ancestral conexión con la
reproducción.
Para terminar quisiera referirme
brevemente al cómo se nos hacen
evidentes las intolerancias. Esto, en
general, sucede cuando las víctimas nos
hacen verlas intensamente, cuando el
efecto de las intolerancias sobre las
víctimas es brutal y sentimos que nos

deshumanizamos si no las miramos. En
un primer momento entonces, son las
víctimas las que denuncian la intolerancia
sobre el conjunto de la sociedad. Mientras
no vemos a las víctimas, no vemos
nuestra intolerancia.
No ha sido sencillo constituir a los
colectivos homosexuales en víctimas de
la discriminación social; la emergencia
del SIDA ha significado por ejemplo,
reconocerlos como objeto de caridad,
pero también ha posibilitado la
reelaboración de la homosexualidad como
una amenaza y ha vehiculizado mayor
intolerancia.
En Chile, según un estudio que hizo
Gabriel Guajardo, la sociedad entiende
que hay un cambio que se orienta hacia
una mayor apertura. Lo conecta con algo
de afuera, que tiene que ver con la
modernidad, y que impulsa un cambio en
la sociedad chilena. En alguna parte se
dice que una sociedad que aspira a ser
moderna debe incorporar la diversidad.
Sin embargo, persiste un conjunto de
25
intolerancias: en la legislación, en las
prácticas y en el imaginario. Los
sentimientos son ambivalentes. Los
padres, por ejemplo, entienden la
necesidad de una apertura cultural hacia
el fenómeno de la diversidad sexual, sin
embargo, temen por los efectos que una
cultura más abierta en lo sexual pueda
tener en sus hijos.
Finalmente, no debemos olvidar, que la
obtención de derechos y el ejercicio de
los mismos, es siempre el resultado de
una lucha, de una conquista. Y el
desarrollo y avance de los derechos de las
personas y los colectivos requiere de la
sensibilización del conjunto, o de
segmentos cada vez más amplios de la
sociedad. Lo que ocurrirá más
probablemente por la vía de una
modificación del trato general a las
diferencias entre unos y otros en la
sociedad, en diversos planos de la
realidad, y por una revisión social de las
nociones de sexualidad involucradas.
Gracias.

Coordinador de Investigación, Escuela de Psicología, Universidad Diego Portales
Domingo Asún
La psicología social se caracteriza por
contar con una serie de modelos y teorías
que nos permiten realizar una importante
contribución al análisis de la realidad
social. En este caso, el área de estudio a la
cual se pretende contribuir en el análisis,
es la referida a la existencia y mantención
de una serie de injusticias presentes en
nuestra sociedad, en cuanto a amplias
diferencias de derechos y oportunidades
entre las personas. Frente a esta situación
surgen una serie de preguntas: ¿Cómo es
que estas injusticias no sólo se mantienen
en nuestra sociedad, sino que parecen
aumentar cada vez más?, ¿Qué
mecanismos psicológicos entran en juego
en esta aceptación, abierta o por omisión,
de las injusticias sociales?, ¿Tiene la
psicología, y sobre todos la psicología
social, algo que decir al respecto?.
Una respuesta que puede surgir de sentido
común es que las personas en realidad no
se preocupan por la justicia, es un tema
que no les interesa, lo que no permite
profundizar mucho en el análisis. Otra
perspectiva es la que otorga la Teoría de
las Creencias en un Mundo Justo,
26
desarrollada por Melvin Lerner a partir
del año 1965. Sus planteamientos se
pueden resumir en lo siguiente: no es que
las personas sean indiferentes con la
injusticia, por el contrario, la justicia es
un tema sumamente relevante; lo que
sucede es que las personas no ven la
injusticia.
¿A qué se refiere este no ver la
injusticia?. La Creencia en un Mundo
Justo consiste en creer que todas las
personas “obtienen lo que se merecen”.
La teoría señala que esta creencia es
fundamental para que las personas
mantengan una sensación de control sobre
el medio, y la esperanza en el futuro. Por
lo tanto, las situaciones en las que las
personas no obtiene lo que se merecen,
que son situaciones de injusticia, son
amenazantes para las personas que creen
en un mundo justo.
Dada la importancia de esta creencia, se
plantea que frente a situaciones injustas, o
donde surge una víctima, las personas
intentarán a toda costa restablecer la
justicia. Una forma de hacerlo es

compensar personalmente a la víctima, lo
cual no es posible en la mayoría de las
situaciones. Otra forma es convencerse
que la víctima realmente merece su
destino, es responsable por él; en el caso
de un destino negativo entonces, se
tendería a culpar a la víctima. Ante la
presencia de personas desfavorecidas se
buscarán las causas o responsabilidades
individuales para su situación,
manteniendo así la visión de mundo como
un lugar justo o perfecto, donde cada cual
obtiene lo que se merece.
Desde el punto de la psicología
cognoscitiva es una explicación
fundamental a la ideología de la clase
media norteamericana, esto es, la gente
tiene lo que se merece, todos están en el
lugar en el que deberían estar. Por lo tanto
tiene que ver con la idea de que todo lo
que tenga esfuerzo tendrá la debida
recompensa, todo lo que signifique no-
esfuerzo no tendrá recompensa, el
hombre se hace así mismo en la medida
en que se toman las oportunidades y se
desarrollan. Hay una idea fuerte de
individualismo y de sociedad de
oportunidades. Los que están en el peor
lugar, es porque no hicieron el esfuerzo,
no sudaron lo suficiente. Es un sesgo
cognoscitivo muy importante para
generar un tipo de orden social.
Sobre la base de esta teoría se han
desarrollado una gran cantidad de
investigaciones que relacionan las
Creencias en un Mundo Justo, con
actitudes negativas hacia las personas
catalogadas como víctimas o en situación
desfavorecida, lo que ha encontrado
importante evidencia empírica en el
extranjero.
4
Todos los aspectos tratados por el profesor Asún en el Seminario, hacen referencia a la investigación:
“Creencias en a Justicia en el Mundo: Un Estudio Preliminar en Relación a Actitudes de Intolerancia y
Discriminación”, Castillo, Juan, Asún, Domingo.
27
Nosotros desarrollamos una
investigación4, de cuyos resultados daré
cuenta brevemente, que se sitúa en este
ámbito, en el estudio de la relación entre
las Creencias en un Mundo Justo y
actitudes hacia las personas en diversas
situaciones que se pueden catalogar como
desfavorecidas; se consideran, además,
las actitudes negativas más generalizadas
y que se pasan a través de una serie de
temas; estas actitudes son las de
Intolerancia y Discriminación.
De acuerdo con lo anterior, se plantearon
dos objetivos centrales para esta
investigación: a) Conocer y analizar las
relaciones entre las Creencias en un
Mundo Justo y actitudes de Intolerancia y
Discriminación; b) Conocer y analizar las
relaciones entre las Creencias en un
Mundo Justo y actitudes sociales
negativas hacia categorías sociales
desfavorecidas organizadas en torno a
temas específicos.
Con esta investigación se introduce en
nuestro país el tema de las Creencias en
un Mundo Justo como una teoría que
posee variados ámbitos de investigación,
particularmente en relación con actitudes
hacia personas desfavorecidas, lo cual
permite realizar un análisis desde la
psicología social en el área de la
mantención de las injusticias sociales.
También aporta en la necesaria
actualización de los conocimientos en
psicología social.
Nos inquietaba, en términos prácticos,
que la situación más difícil para el que
cree que el mundo es justo es enfrentarse
a la víctima, tener evidencia de que hay
una víctima y no tener ninguna
posibilidad de compensar o desarrollar

una solución. Si esta es la situación más
amenazante, toda posibilidad de
intervención desarrollada por la
psicología en torno a la categorización
prejuiciosa intergrupal, tiene que ver con
el contacto directo; la situación de los
profesores que aceptan niños
discapacitados tiene que ver con el
entrenamiento, la sensibilización, la
progresiva aceptación de un niño
diferente en el aula regular; pero si es la
situación más amenazante difícilmente se
podría progresar, porque va a tender a
rechazarla.
Todos estamos de acuerdo, que los niños
que llamamos normales deben estar en
una misma aula con los niños que
llamamos discapacitados. Pero si
preguntamos si pondría a su niño en un
jardín infantil donde el educador de
párvulos sea homosexual, la gente no lo
acepta. O las personas que deciden que
están comprometidas con procesos de
integración, y se pregunta cómo vivirían
la experiencia de salir a comer con una
persona de 80 centímetros, también tienen
dificultades.
Una situación que nos parece que aquí es
relevante, es que hay un proceso
actitudinal, en las personas que tienden a
concebir el mundo como justo y casi
perfecto, que se llama proceso de
derogación de la víctima. Si vivo en un
lugar aparentemente justo con
oportunidades, y hay otra parte del mundo
en donde no hay oportunidades y no es
justo, entonces tengo que hacer algo para
seguir pensando que el conjunto del
mundo es justo. Más allá de pensar que
algunos viven en una situación difícil
pero se lo tienen merecido, por
características, atributos o conductas,
tengo que hacer una derogación de las
características de esas personas.
28
Es en este contexto que surge la
importancia de estudiar las actitudes de
intolerancia y discriminación, ya que
dicen relación con las consecuencias
políticas y sociales de las Creencias en un
Mundo Justo. Ambos conceptos se
pueden definir de la siguiente manera:
Por discriminación entendemos: una
actitud que promueve o acepta realizar
distinciones que implican dar trato de
inferioridad o restringir los derechos de
algunas personas, sobre la base de su
pertenencia a categorías sociales o
naturales. Esta actitud se relacionaría con
el derogar a la víctima, por lo tanto, sería
esperable mayor actitud de
discriminación por quienes mantengan
una mayor Creencia en un Mundo Justo.
En cuanto a la Intolerancia, es un
concepto que guarda una estrecha
relación con el conservadurismo. Se
refiere a una actitud que implica negar o
restringir la posibilidad de expresar
opiniones y creencias, sostener valores y
actuar conductas diferentes a las que
consideramos adecuadas desde algún
punto de vista. En este sentido, se
relacionaría con las Creencias en un
Mundo Justo, por su apoyo al orden
establecido, orden justo, y evitar las
amenazas a que sea alterado.
Lo que nosotros hicimos en este estudio
preliminar fue poner al día los
instrumentos de escala para medir estas
creencias en el Mundo Justo, y
relacionarlas con el estudio desarrollado
en 1996 por la Unidad Consultora del
Departamento de Sociología de la
Universidad de Chile sobre Intolerancia y

Discriminación5. Nos interesaba ver el
proceso de derogación con relación a
alguna de las situaciones específicas de
ese estudio.
Hicimos un diseño, que resultó coherente
con el modelo de los estudios de la
sicología social norteamericana, que basa
y prueba la mayor de su trabajo empírico
en estudiantes universitarios. Nosotros
trabajamos con la población de pregrado
de la Universidad Católica de Valparaíso.
Se seleccionó una muestra significativa
del total de alumnos, 376 sujetos, y
calificamos los instrumentos. Los
indicadores matemáticos y estadísticos
mostraron que los instrumentos andaban
bien, tenían una confiabilidad aceptable.
Medimos una serie de puntuaciones de
actitudes en torno a temas específicos:
Etnocentrismo, Religión, Etnia,
Discriminación Social, Homosexualidad,
Aborto, Drogas, Presos, Género, Jóvenes,
Libertades Públicas, Familia,
Discapacitados.
Cuales son las conclusiones que podemos
establecer aquí, que no son en lo absoluto
generalizables; podrían sólo ser
generalizables a la Universidad donde
aplicamos el instrumento pero no al
conjunto de la sociedad.
Hay un predominio en esta población
universitaria, que puntúa alto en la
creencia de que el mundo en que vivimos
es justo. Si uno revisa el informe del
PNUD, paradoja de la modernización,
algunos datos podrían ser coherentes
desde el punto de vista de idea de país y
variables que conducen el país; parece ser
que el 80% de los chilenos están de
acuerdo con que este es el país que
5
Véase, Fundación Ideas, “Primera Encuesta Intolerancia y Discriminación. Informe y Análisis”, op. cit.
29
querían. La Creencia en un Mundo Justo,
puntúa más alto en ingeniería civil y
comercial. Puntúa menos alto en trabajo
social y en pedagogía; en esta última
predomina la percepción de que el mundo
es tremendamente injusto.
Hay puntajes altos en intolerancia.
Pareciera ser que la población, mientras
más piensa que Chile es un lugar justo,
tiende a manifestar actitudes más
intolerantes en una serie de temas, tienden
a restringir la posibilidad de la diferencia.
Cualquier expresión de diferencia
pareciera señalar un cuestionamiento al
orden establecido, que se asume como
justo.
La discriminación parece ser menor, en
comparación a la intolerancia. No hay una
promoción de conductas y tratos de
inferioridad sobre la base de pertenencia
de ciertas categorías. Si hay una alta
restricción a la expresión de la diferencia.
Una explicación que nosotros nos damos,
es que la actitud de discriminación puede
surgir en situaciones de mayor amenaza
para quienes creen que el mundo es justo.
Lo que importa hoy día es mantener el
orden, lo que llamaríamos desde la
política, gobernabilidad, estabilidad,
desarrollo de la empresa privada.
¿Dónde encontramos las mayores
puntuaciones negativas, a propósito de
este seminario?: en las categorías de
etnia, discriminación social, género,
libertades públicas, familia y
discapacidad. Como temas emergentes
aparecen drogadictos y presos. Es decir
que, quienes creen en un mundo justo en
esta muestra, tienen actitudes negativas
hacia las minorías étnicas,
fundamentalmente indígenas, judíos y
negros; actitudes negativas hacia las
 30

personas en situaciones de pobreza, sobre por el hecho de que las personas creen en
todo con atribuciones de responsabilidad un mundo justo. El contexto en que esta
sobre su situación; tienden a apoyar el rol creencia debe ser estudiada, es como
tradicional de la mujer discriminado mecanismo o forma de funcionamiento
principalmente su participación en el psicológico que es promovido por algunas
ámbito laboral; tienen actitudes que situaciones, por ejemplo una educación
restringen la libertad de expresión conservadora y autoritaria, y que ayuda a
apoyando situaciones de censura; tienen legitimar un orden social injusto, o como
actitudes negativas hacia el diría Martín-Baró, un desorden ordenado.
cuestionamiento de la familia o aspectos Cumple en el fondo, una función de
de la vida familiar como el divorcio o los legitimación, de soporte ideológico para
derechos de los hijos ilegítimos, y tienen la mantención de determinadas injusticias
actitudes negativas hacia las personas con sociales.
discapacidad.
Gracias.
Hemos escuchado en el último tiempo
como los medios de comunicación
construyen estas situaciones. No es en lo
absoluto anodino que cada vez que la
mayor parte de la prensa toca el uso de
sustancias declaradas ilegítimas, lo que
pone es un rostro cadavérico y un brazo
inyectándose. Eso no es gratuito, ni es la
situación más corriente en el país. Una de
las pocas frases inteligentes en el tema de
la construcción social, de la
diferenciación, de cómo se construye un
otro diferente pero inferior, es lo que dice
un joven de la Garra Blanca: “si sus
familias no pudieron impedir que fueran
drogodependientes porque nos vienen a
pedir a nosotros que los saquemos de esa
situación”. Lo que en general se hace es
convertirlos en amenaza, ponerlos en una
situación de la cual no se les puede sacar
y por lo tanto lo que queda es ver cual es
el espesor de las murallas donde los
vamos a mandar a vivir.

Finalmente, se debe anotar, que todo lo

dicho no debiera llevarnos a la
psicologización de las situaciones de
injusticia. La Creencia en un Mundo Justo
no da cuenta del origen de las
desigualdades e injusticias sociales. Las
personas pobres, en tanto grupo
desfavorecido, no llegaron a tal condición

Profesor del Departamento de Sociología, Universidad de Chile
Manuel Canales
Propongo, que en la base de la
discriminación y de la intolerancia, se
encuentran el principio de la norma y la
perspectiva de la mayoría. Ocurre, y este
es el punto que origina mi reflexión, que
en la intolerancia y en la discriminación
asistimos a una visión que se asemeja a la
cámara oscura, donde aparece la minoría
discriminada o aparece la transgresión,
pero no aparece la mayoría que la está
mirando, ni aparece la norma desde la
cual esa transgresión es tal.
La propuesta es entonces, mirar a la
mayoría y no a la minoría. Es la mayoría
la que produce a la minoría. Y la minoría
sólo es objeto de esa visión, como
minoría, no como diferencia. Lo mismo
ocurre respecto de la transgresión o de la
diferencia; propongo mirar a la norma,
desde la cual se produce a la diferencia.
Tengo la impresión que tanto la norma
como la mayoría, se producen junto con
las minorías que objetivan y con las
prácticas que objetan. Hay una mayoría
cuando un conjunto ha sido capaz de
31
producir otro conjunto al que mira como
inferior. Hay transgresión cuando un
conjunto ha logrado erigir una práctica en
norma, respecto de la cual las demás
resultan aberrantes o extrañas.
Lo que hay que discutir entonces, es la
mirada de la mayoría, el mirar como
mayoría, el hablar como mayoría; y
discutir la norma como principio de
constitución de sociabilidad. Se sigue
aquí, que la intolerancia y la
discriminación son constitutivas de un
tipo de sociabilidad que necesita
reflejarse fuera de sí, en lo que objeta,
como el otro sin marca o marcado como
minoría.
Ahora bien, ¿cuándo una mayoría es tal?.
Cuando no puede verse así misma,
directamente, sino reflejada en otro al que
objetivó como una minoría; o
simplemente cuando decide verse en lo

otro, en lo que no tiene género, lo
degenerado, lo raro, lo perverso.
La discriminación y la intolerancia son
dos modos en que la mayoría se
representa como distinguida, y la norma
se proclama como autoridad o deber.
Gracias a la discriminación es que
podemos erigirnos en mayoría, y gracias a
la transgresión es que la norma sale
fortalecida. No hay nada más fortalecedor
de la norma que los escándalos. El
escándalo propicia, o permite, la
aparición de todas las voces que en la
vida cotidiana no es necesario decir, o
que incluso no parece conveniente decir.
Cuando hay escándalo en cambio se
puede repetir, casi literalmente, la norma
que ha sido transgredida.
Quien habla como mayoría -y ese es el
punto, habría que dejar de hablar como
mayoría-, lo hace hacia abajo, no hay otra
forma de hablar como mayoría. Habla
hacia los humildes, que viene de humus,
que significa tierra. Quien habla como
minoría en cambio, lo hace hacia arriba,
esa es la queja.
A mi entender, no es dentro de esta
conversación de minorías y mayorías, de
humillaciones y humildades, donde la
discriminación y la intolerancia puedan
ser removidas. Antes bien, creo que es ese
tipo de comunicación la que consolida la
condición mayoritaria y minoritaria.
Ocurre que en el gesto, o en el acto
discriminador o intolerante, la
subjetividad opera como mayoría, y
normativamente. Pero lo hace a través de
la objetivación del otro, ve inferioridad; o
a través de la objeción de lo otro, ve
escándalo. Por eso, como decía Irma
Palma, la mayoría no se ve así misma
nunca como mayoría, se ve simplemente
como lo que es. La mayoría no se
32
nombra, la mayoría es la que nombra, es
la que mira. Las minorías son las
nombradas.
Este proceso de autoproducción de la
mayoría y de la norma en la
discriminación y la intolerancia, podemos
observarla en dos fenómenos cercanos,
que a simple vista parecen ligados pero
que a mi entender si lo están. En los
programas estelares de televisión, ustedes
los habrán visto, se invita con frecuencia
a “personajes populares”. Aquello simula
un reconocimiento, una integración. Pero
es de hecho una discriminación flagrante.
Nunca se invita a personajes de clase
media o de clase alta en la misma calidad.
Aquellas personas de clase media o alta
que van a estos programas lo hacen en su
calidad de profesionales, por alguna
cualidad personal, religiosa, política, o
por cualquier otro argumento de
autoridad.
En cambio, aquellos que son invitados
como representantes típicos de lo popular
lo que hacen es proporcionar la imagen
que la mayoría quiere tener de sí misma
reflejada inversamente como lo que no es.
En la presencia del personaje popular, por
definición típico, y como típico entonces
sin fuerza porque ya no es original sino
seriado, generalmente sin nombre ya que
tienen más bien sobrenombres, porque
están haciendo un papel como un actor o
un cómico.
La mayoría que se solaza en la
integración de la diferencia inferior, pero
que al mismo tiempo se reconoce como
mayoría. No somos él, ni somos como él,
pero hay que verlo para sentirnos
distintos.
En el caso de los reportajes en
profundidad o al desnudo de la noticia,
los llamados reality show, ocurre un

equivalente en el plano de la transgresión
y de la intolerancia. En estas crónicas al
desnudo, que rozan lo obsceno
precisamente, en la idea de mostrar lo que
no se pude mostrar, de ver más de lo que
toleramos con los ojos, se hiperinforma
sobre la transgresión para configurar lo
perverso, donde la sola construcción
social de esa perversión, lo que hace es
mostrar la plenitud de la norma. Es tal la
distancia que configura el cuadro
retratado en la crónica al desnudo que el
observado se siente a este lado de la
frontera de lo normal.
Es el juego en definitiva de mayorías y
minorías, de normalidades y extrañezas lo
que debiéramos discutir. Tenemos una
sociabilidad constituida sobre esos
principios. Y son esos principios los que
producen a mi juicio intolerancia y
discriminación, ósea, minorías y irreversibilidad del discurso. No hay un
transgresiones.
En ambos casos, tanto en el del personaje
popular que va a la televisión
representando el papel, como en estas
crónicas al desnudo, la discriminación y
la intolerancia trabajan como aplicación
de perspectiva que construye mayoría y
normalidad. El autoritarismo, como
normativismo que persigue la diferencia,
y la discriminación que instaura la
diferencia como la relación de
superior/inferior, desarrollan estas
perspectivas.
¿Es posible un a sociabilidad no
constituida desde el enfoque de mayoría y
no constituida desde el principio de la
norma?. No esta claro que pueda haberla,
no conozco casos. Pero creo que es una
búsqueda que hay que hacer. No parece
ser una sociedad como esta la que logre
resolver lo que discursivamente niega
pero que prácticamente reproduce. En
este sentido, proponemos que la búsqueda
33
puede ir en la dirección que han venido
ensayando tanto los movimientos sociales
como las intervenciones socioculturales.
En ambos casos, lo que se pone es una
modalidad inédita de construcción social,
en la que se suspende la voz de la
mayoría, y de la propia minoría como tal,
y se suspende el normativismo, los juicios
morales objetivos o externos al sujeto.
En las JOCAS, por ejemplo, pero no sólo
en ellas, no habla una mayoría, porque no
se habla hacia abajo sino que hacia el
lado, y no se habla sólo preguntando, las
mayorías son las que hacen las preguntas.
No habla en ellas una minoría, nadie allí
habla hacia arriba, y no sólo se responde,
las minorías son las responsables, las que
deben una respuesta. En este tipo de
conversaciones se suspende la jerárquica
arriba y un abajo, y un derecho de
preguntas separado de un deber de
respuestas. Incluso, se suspende el propio
principio del monólogo y se acepta la
inestabilidad constitutiva del diálogo. Se
acepta el equivoco o la ambivalencia y se
reflexiona la certidumbre. Discurso que
no es de mayoría comienza a ser una
conversación que no centra nunca
completamente ni se resuelve en un
consenso. En cambio, ocurre como una
comunicación continua en que la verdad
se va cambiando junto con los
participantes. Por eso requiere reflexión,
si no hay mayoría el sujeto regresa como
soberano y responsable ante sí y ante sus
otros, todos iguales en valor cuando ya no
hay minorías.
Igualmente, puede decirse que en tales
intervenciones y movimientos sociales,
no se habla desde la norma ni desde la
transgresión. Se habla por y desde la
diversidad personal y colectiva. No se
habla ni desde ni hacia un centro, se

acepta la pluriformidad y el
multicentramiento, de modo que el orden
se hace circular sin operar como un
modelo que señala lo real, lo normal y
bueno, de lo extraño.
Voy a poner como imagen, del tipo de
sociabilidad que a mi entender no
propicia ni intolerancia ni discriminación
vinculado a este tipo de conversaciones.
Analicemos la diferencia entre una
conversación y un desfile, que son dos
buenos modelos. En una conversación, el
orden se capta sólo desde adentro. Quien
llega a una buena conversación, es decir,
donde se intercambian los lugares de
habla y escucha, pregunta y respuesta, no
puede entenderla sino desde adentro. No
hay modo de entender lo que habla sino
metiéndose en la conversación, se capta
en el transcurso del propio conversar, hay
que hacerse uno de ellos. La conversación
para no ser repetición monosilábica
supone pura articulación de diversidad.
En la conversación son todos diversos, y
cuando hay repetidos alguien está de más.
Las conversaciones no son un consenso,
son un juego de diversos que comienzan a
tejer, como a danzar, esa diversidad.
Por lo tanto no hay modo de marcar allí,
sino posteriormente, desde afuera por
ejemplo, quien está en la norma y quien
está en lo raro.
Imaginemos un desfile en cambio, o un
regimiento, o cualquier lugar que trabaje
con uniforme. Donde hay uniforme, el
orden se ve desde afuera. Si llego a un
desfile donde todos van marchando, me
pongo afuera para ver quien se desvía, y
lo sé inmediatamente, y sólo puedo ver
desviación o rectitud.
Esos son los dos modelos de sociabilidad
que discierno. El primero que trabaja con
34
la articulación de diversidades, el
segundo que trabaja con la norma. El
primero que se mira desde adentro y no
soporta la mirada desde afuera, el
segundo que no puede ser mirado desde
adentro, en el desfile uno marcha y no ve
el conjunto, y nunca puedes ser sino
acatamiento o transgresión de la norma.
Tengo la impresión de que en esa
búsqueda de formas conversacionales o
dialógicas, en que el principio de
mayoría, el modo de hablar de la mayoría,
lo mismo que el de la minoría, el
principio de la norma o el escándalo de la
transgresión, quedan suspendidos. No sé
cuál es su potencia, hasta donde podemos
llegar con ello, pero creo que constituyen
una búsqueda de sociabilidad que no
necesita de minorías ni de transgresores.
La nuestra todavía los sigue necesitando y
por eso los va a seguir produciendo. Un
día mirará una minoría, la construirá,
luego aquella se integrará y mirará otra.
Pero como mayoría que no es capaz de
mirarse a sí misma y necesita
reencontrarse fuera de sí, nunca faltará
quien haga la diferencia propicia para
reconocernos.

Profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile
Humberto Giannini
Ustedes aceptaran la diferencia. Yo me
pongo en una diferencia, en el sentido en
que tengo serios problemas con la
tolerancia. No quisiera que me tomaran
por un discriminador, no tengo problemas
con ese concepto, pero cuando se trata de
la tolerancia me cuesta mucho mostrarme
a favor sin poner unos cuantos peros.
En nuestros días la práctica de la
tolerancia parece una condición esencial
para la paz entre los individuos, los
pueblos y los grupos humanos. Hay pues,
razones, aunque diversas de las que tuvo
la Edad de las Luces, para ensalzarla. Y la
primera dificultad que se le presenta al
hombre de hoy es la de poder evaluar
cuándo y hasta qué grado se trata de un
virtud y cuándo se hace ella misma
intolerable. Que quede de manifiesto así
de partida, que ya estamos renunciando a
pensarla como una virtud incondicional.
Sobre todo si recordamos nuestra propia
experiencia lingüística del término,
asociado más bien a situaciones en que
35
domina el sentimiento de resignación y de
aguante.
Antes de intentar un replanteo positivo de
la tolerancia, quisiera mostrar de modo
sucinto, las paradojas y desencantos con
que se encuentra el hombre (*) de
nuestros días para proclamar con un
mínimo de entusiasmo que la tolerancia
es una virtud universal, recomendable
éticamente a todos, y en toda ocasión,
incluso en una dictadura, como es
recomendable la justicia, en el campo de
las virtudes éticas, y el amor, en el campo
de las virtudes teologales. Recomendables
siempre, inderogable.
Una primera paradoja, dicha al azar: si
por virtud se entiende el poder que
hacemos crecer en nosotros a fin de
volvernos mejores, humanamente
mejores, entonces, nos será muy difícil
llamar virtuoso a aquel que ha aprendido
a soportar a los otros; simplemente a
soportarlos. Difícil imaginar que por el
hecho de soportarlos potencie sus propias
posibilidades. Se diría, más bien que, al

reprimirlas y sofocarlas, se maltrata así
mismo. De lo que resulta que, en términos
clásicos, y aquí Nietzsche no tendría
objeción que hacer, es más un vicio y una
impotencia, y no una virtud.
Otra paradoja: si escudado en el fácil
precepto de vivir cada cual a su amaño,
alguien permite que los otros, incluso los
más próximos -el prójimo-, se debatan en
el error, en la ignorancia, en el vicio, este
tolerar, este dejar hacer, no es más que
insensibilidad por la suerte ajena. El peor
de los vicios, el más sórdido.
Otra más: supongamos que
repentinamente enfrentamos una situación
intolerable, objetivamente intolerable.
Entonces, que alguien nos pida ser
tolerantes con ella, es como si nos pidiera
hacernos cómplices del mal. Porque,
evidentemente tolerar el mal es
objetivamente un mal. Y de esto resulta,
si somos consecuentes, que la tolerancia
cabe sólo para las cosas tolerables, para lo
liviano e inesencial.
Podríamos proponer otras paradojas, pero
cerremos la serie con esta última. Que sea
una virtud liviana, insignificante, parece
resultar también de este hecho palmario:
si una sociedad responde a la intolerancia
ajena con actos de intolerancia, negará
inmediatamente la seriedad de su discurso
y la universalidad del bien que dice
defender. Si, al contrario, tolera la
intolerancia de algunos de sus
ciudadanos, no hay duda alguna de que
esa sociedad será desmantelada, arrasada,
por la minoría intolerante. Lo documenta
la historia. Preguntémonos honradamente,
¿qué virtud es, entonces, aquella incapaz
de defenderse a sí misma, esto es, de
defender el bien en que cree?.
36
Nos queda ahora la tarea de disolver estas
paradojas -si es que esto es posible-, a fin
de salvar un bien que, a pesar de todo, a
muchos nos parece consustancial a la
vida.
Por lo que quisiera preguntar en lo que
sigue, en qué sentido y cuánto la
tolerancia puede llegar a ser una virtud y
no simple expresión de insensibilidad y
descompromiso.
Por otra parte, y llegará el momento de
dilucidarlo, esta búsqueda me parece una
magnífica ocasión para meditar sobre la
condición última de la ética, sobre su
sentido y justificación.
Pues si la idea popular de tolerancia
connota, como pareciera connotar,
estados tales como los de paciencia y
resignación, o en último caso, de
insensibilidad, estamos frente a un lado
espurio de esta virtud armada sobre un
deber ser opresivo, que recae sobre la
triste economía del aguante. Estado
represivo que, más que dejarnos ver la
dignidad propia de la tolerancia, si es que
la tiene, nos la estaría escondiendo.
Pienso pues, que el examen que vamos a
emprender no es una mala ocasión para
formularnos algunas preguntas sobre la
experiencia ética que hemos heredado de
la cultura iluminista, la que ensalzó sin
reservas, pero muy unilateralmente
también, este concepto crucial de la
tolerancia.
Nuestro proyecto inmediato será el
siguiente: indagar bajo qué condiciones se
podría considerar a la tolerancia como
una de esas cualidades que potencian la
vida humana, que la dignifican. En una
palabra, bajo qué condiciones es una
virtud.

Para lo cual intentaremos levantar,
suprimir, si esto resulta posible, aquel
estado represivo6 que constituye, esa es
nuestra hipótesis, el agregado deformante,
no virtuoso, de la tolerancia. En otras
palabras: levantar el estado de sitio del
deber ser, a fin de que nos muestre el
lugar propio, el terreno en que la
tolerancia corresponde a una potencia de
la vida (que a su vez puede ser potenciada
como virtud).
La pregunta es ésta: ¿Qué es lo que
permanece si suprimimos de la tolerancia
la imposición represiva y atomizante que
hace de ella un remedo de virtud, un mero
aguante de los otros?.
Lo que debería quedar es una
disponibilidad, grande o pequeña, un
poder ser en estado salvaje, en estado de
pureza. Es decir, la capacidad real que
tiene cualquier sistema, trátese de un
organismo viviente, de un sistema
económico, de una sociedad política -o
del flujo mismo de la conciencia en
cuanto sistema de “ideas que se tienen”,
recuerdos, hábitos mentales, sentimientos,
prejuicios-, para entrar en comunicación
con una realidad externa a ellos.
Algo positivo empieza pues, a mostrarse
en el horizonte de nuestro problema. La
tolerancia como capacidad intrínseca de
recepción. Algo positivo pero complejo.
Porque la idea de recepción, facilísima de
intuir, no se deja apresar tan fácilmente
en conceptos.
Digamos, por ahora, que un acto
receptivo, realmente receptivo, va
acompañado o seguido por una
reordenación interna de la unidad que
recibe o acoge. No hay tolerancia si yo no
6
Marcuse ha escrito justamente sobre esto. Ver, “Critique de la tolerance pure”, Didier, París, 1969.
37
reordeno mi manera de ver, si no, es pura
hipocresía.
Y justamente a la unidad del receptor, a
ese ser organizado capaz de acogida y
hospedaje, a lo que podemos llamar, sin
más, sistema.
Dicho de un modo elemental: sistema es
un conjunto de elementos cuya
interdependencia y cuyo sometimiento a
ciertos principios vinculantes, hacen de
tales elementos algo uno, una identidad
orgánica, histórica, síquica.
Y aquí cabe hacer una distinción medular
para nuestros fines: que hay sistemas que
son esencialmente abiertos, los
organismos vivientes por ejemplo. O la
ciencia como ideal. Una ciencia puede ser
conmovida en sus cimientos por algo que
hasta el momento parecía extraño a ella o
era desconocido por ella, y que ahora
viene a falsificar sus principios
constitutivos y su modo habitual de
abordar las cosas. Conmovida, pero no
despedazada por aquella verdad que la
conmueve. Y esto es lo que Husserl, me
parece, caracterizaba paradójicamente
como “lo más sólido y confiable en una
ciencia”: su capacidad de “hacer crisis”.
Recordaremos más adelante esta
capacidad que asociamos a la virtud,
propiamente a la riesgosa virtud de la
tolerancia.
Imaginemos ahora al otro extremo, el
ejemplo sencillo de un mini sistema
absolutamente cerrado. Un sistema en que
cada individuo queda definido
exclusivamente por los movimientos que
le son permitidos por ley y dentro de un
espacio impenetrable a todo acontecer
externo.

¿Puede darse un sistema así?. De hecho
todos conocemos uno: el ajedrez, sistema
absolutamente cerrado a cuanto no es él
mismo. Pero, para hacerle justicia, habría
que agregar que se trata de un sistema
cerrado inofensivo, por cuanto no
pretende decir como son las cosas del
mundo externo a él, ni decidir sobre ellas
ni imponer leyes ni reglas más allá de su
pequeño espacio de exclusividades.
La intolerancia en cambio, es propia de
los sistemas cerrados llamados
“devoradores”. Aquellos que están
armados de tal manera que toda
pretensión de falsificar alguna de sus
afirmaciones o de rozar críticamente
alguno de sus principios, está condenada
de antemano a ser devorada por una
explicación descalificadora con la que el
sistema responde a cualquier censura. Es
lo que sucedía, en el orden teórico, con el
psicoanálisis más extremo: rozar sus
juicios con alguna reserva fue por mucho
tiempo hacerse de inmediato candidato al
manicomio. En el orden práctico político
sobran los ejemplos (en nuestros días el
sistema liberal es intolerante, toda critica
la absorbe y la devora). Por ahora nos
basta subrayar cómo un sistema cerrado
se vuelve degenerativo e internamente
violento, sofocado por su pobre identidad.
Por el contrario: es la elasticidad ganada
en el ejercicio de la convivencia, la
capacidad de dar y recibir, a la que
llamamos tolerancia. Y es ésta la que
puede, humanamente, llegar a ser una
virtud.
Pero, ya lo advertíamos, este concepto de
receptividad, de apertura, es difícil, y
nada tiene que ver con el hecho de
“dejarse contener” propio del espacio
inerte de una bodega. En primer término,
7
Levinas, Manuel, “Totalidad e infinito”, Editorial Sígueme, Barcelona, 1977, pp. 173.
38
es esencial la idea de unidad. El receptor
es uno, esto es, una estructura de ser
identificable, subsistente entre otras. Y la
idea de sistema no apuntaba sino a eso.
Volvamos un momento a esa idea: un
sistema es receptivo, abierto, cuando
permite que algo externo ingrese a él,
comunicándole algo de su propia virtud,
de su propia eficacia, de su propia
naturaleza. Cuando, por decirlo así, al
interior de su propio dominio
domiciliario, hace espacio a lo otro, a lo
que le era extraño y externo, sin perder
por ello su propia unidad de ser. Sin
perder su identidad.
Estas consideraciones me han sugerido
una expresión bastante feliz, a mi
parecer7. La de hospitalidad. La
conciencia es hospitalaria tanto cuando
acoge lo extraño, como también, y en esto
se diferencia de la hospitalidad
domiciliaria, cuando “suelta”, cuando
“deja ir” lo que tenía como suyo: lo que
solía llamar sus propias ideas, lo que
llamaba “sus principios intransables”.
Dejarlos ir hasta el extremo de conmover
la vieja identidad, la identidad de Saulo.
Capacidad de mutación, de crisis, como la
que recordábamos a propósito de la
ciencia. Sin perdida de la unidad de sí.
Tal vez sea ya el momento de que
meditemos sobre esta antigua y noble
“institución” de los pueblos: la de la
hospitalidad con el perseguido, con el
peregrino, con el viajero, con el hijo
pródigo; y que examinemos hasta que
grado es legítimo analogarla con el
ejercicio de una tolerancia virtuosa. No
tortuosa.
Es admirable comprobar cómo algunas
palabras que usamos ganan su espacio en

la cotidiana, larga, oscura, confrontación
con otras palabras, disputándose palmo a
palmo zonas de significación y, por lo
tanto, trozos de realidad. Y esto sucede de
modo espectacular, me parece, con el
término de “hospitalidad”.
Como sabemos, la palabra clave viene del
latín arcaico: de “hostis”. Por un largo
período “hostis” significó tanto
“huésped” como “enemigo”. Imaginemos
cual sería el conflicto de fijación que tuvo
este término entre significados a tal punto
antagónicos.
Se ha querido explicar, digámoslo así, la
tolerancia del término para albergar cosas
distintas, por el hecho de que tanto el
huésped como el enemigo son
extranjeros.
Uno de los más insignes lingüistas
contemporáneos, Emile Benveniste, ha
afirmado que esta explicación resulta
demasiado “sumaria y global”8, y que no
señala el punto preciso que daría cause a
la ambigüedad.
Según esto parece haber un estrato
lingüístico más hondo que daría cabida a
los significados en pugna. Y este es el
significado de “igualdad”. “Hostio”,
“hostire” era propiamente “igualar en
derecho”. De esta noticia arguye
Benveniste, se deduce que “hostis” no era
simplemente el extranjero ni el enemigo.
A diferencia del viadante, que atraviesa
los límites del territorio, hostis era el
extranjero al que se le llegan a reconocer
iguales derechos de los que goza el
ciudadano romano. En fin, se refiere a
aquel que está en igualdad y en
reciprocidad de derechos, que es el
fundamento de la institución de la
8
Benveniste, Emile, “Vocabulario de las instituciones Indoeuropeas”, Taurus, Madrid, 1983, pp. 61.
9
Assimilatio, igualación entre lo diverso.
39
hospitalidad. Pero, agreguemos por
nuestra cuenta, esta misma forma de
hospitalidad es causa a al menos ocasión
de hostilidad y xenofobia.
Era preciso anotar estos contrastes
subterráneos porque la institución de la
hospitalidad, como la llama Benveniste,
desde aquella conflictiva formación
lingüística, apunta a una de las
acepciones, tal vez la más reprimida, del
término tolerancia que ahora nos ocupa.
Aptitud de recepción, de acogida.
Cabe que nos preguntemos pues, la
margen del empleo metafórico de los
términos, ¿cual es el parentesco real entre
hospitalidad y tolerancia?.
La capacidad de sintonía-recepción; de
sintonía-asimilación9, es un hecho, un
rasgo esencial de los sistemas vivientes,
uno de los aspectos más asombrosos de la
comunicación universal. Pero, este rasgo
de la naturaleza, es lo que define al
Hombre (*) un poco abstracta pero
esencialmente como animal racional.
Racional lo es sólo el Hombre (*), en
cuanto su inteligencia es receptiva,
hospitalaria de lo inteligible que hay en
las cosas, es decir, de lo uno y esencial
que hay en lo múltiple y disperso. Esta
apertura es el punto de partida que hace
posible y legítimo el anhelo de llegar a
ser la gozosa potenciación de sí mismo.
“De llegar a ser lo que uno es”.
Así, la hospitalidad, tanto la de abrir
nuestra casa, como la de abrir nuestro
espíritu, es por cierto una virtud. Y si la
tolerancia es una virtud, lo es por ser el
acto más pleno, más humano de esa
receptividad.

Quisiera expresar en pocas palabras por
qué este acto acogedor, propio de la
humanidad del Hombre (*) es
dignificante para la vida personal
colectiva.
Si dar algo, si la generosidad, es una
virtud, el darse a sí mismo es la máxima
expresión de la entrega; allí donde la
eticidad de un acto toca lo sublime.
Porque se pueden entregar hasta la toga y
el báculo después de haberse desprendido
de todo. Sin embargo, se pueden dar
justamente para mantener una distancia
infinita entre quien da y quien recibe, la
distancia de la gratitud. Darse a sí, en
cambio, eso es definitivo y absoluto.
Ahora bien, la hospitalidad representa una
de las manifestaciones más plenas del
darse a sí mismo. Y no creo que haya que
detenerse mucho para justificar que es así.
El punto crucial de éste: no se dice
hospitalario respecto de cualquier acto
sino con aquello que es como el primer
límite, el lugar de entrada a la intimidad.
La casa, que es lo que se abre y se ofrece,
es, por una parte, como la inmediata
segregación protectora de nuestra
intimidad en el espacio cerrado,
organizado, de nuestros dominios (el
domicilio del dominus). Por otra parte, es
el lugar del recogimiento desde lo otro,
desde la dispersión de lo público e
inesperado. El lugar de reunificación
diaria de sí.
Abrir el domicilio es exponer la intimidad
propia a la intimidad del extranjero y a lo
otro desconocido que puede traer oculta
aquella otra intimidad.
¿Por qué, entonces, hablamos de virtud y
no más bien, de imprudencia, de la más
osada y criticable de las imprudencias?,
10
Conocido el pensamiento medieval Ignoti, nulla cupido.
40
¿y por qué hablamos de potenciar nuestro
ser, cuando podemos estar a punto de
perderlo?.
Hay aquí un grueso asunto que elucidar a
propósito de la institución de la
hospitalidad en el mundo antiguo y,
especialmente medieval, y que acaso dé
alguna respuesta a esta nueva inquietud
nuestra.
Decíamos: no se es hospitalario con
cualquier cosa. Muy cierto. Pero,
tampoco la institución de la hospitalidad
se traduce en dar lugar y asilo al
desconocido en cuanto desconocido10.
El acoger es un acto más bien gozoso. Y
esto no hay que olvidarlo o tenerlo como
un rasgo secundario. Quien abre su puerta
cree saber que acoge a un ser digno de
amor, a un ser amable en sí, y digno de
protección, si es perseguido o ha sufrido
despojo en el camino. La idea de
hospitalidad es inseparable de la idea de
prójimo; aquel que está próximo pero en
el sentido de que su vida me concierne.
Por eso, el acoger propio de la tolerancia
es un acto que trasciende incluso la
hospitalidad domiciliaria. Pues tiene que
ver, ante todo, con esa capacidad de
acogida que define la humanidad del
Hombre (*): la compresión.
Y es aquí donde empieza estrictamente la
línea divisoria entre tolerancia y aguante.
Volvamos pues, a la proposición de
partida.
Si eliminamos el elemento represivo
propio del aguante, la tolerancia, ahora
como recepción, es acogida del otro, de lo
extraño, pero -y este “pero” es
importantísimo-, en cuanto extraño viene

a mí como un bien. O como una
proposición de bien, que por su propia
naturaleza quiere expandirse, llegar hasta
mí.
Lo que, en último término, habría que
examinar, y ya lo hemos anunciado, es de
qué manera el Hombre (*) llega a poseer
del modo más humano, esa virtud de la
receptividad.
Humana capacidad de acogida lo es y no
metafóricamente el acto de entender. Es
curioso: la lengua francesa nombra con
un mismo término (entendre) tanto el acto
de oír como el que nosotros llamamos
propiamente entender.
Y es que resulta que el primero es como
la condición inmediata del segundo; hay
que oír lo que el extranjero dice; ser “todo
oídos”, si queremos comprender lo que
dice o lo que la realidad misma nos está
diciendo desde su propia profundidad. A
este escuchar se refería Heráclio como lo
más propio del sabio.
Este oír escuchando, esta disponibilidad
para el otro, es el vestíbulo de la
hospitalidad. Un presente no cronológico,
sino esencialmente ético. Un don. Y es
aquí mismo donde se inaugura el acto de
comprender, como manifestación del otro
en mi propio dominio.
Comprender es posibilitar en mi,
simplemente dejar manifestarse, la
posibilidad ajena. Significa probar hasta
qué punto estas ideas que he venido
llamando “mías” eran mías, hasta qué
punto están adheridas a la piel y “toleran”
la proposición o el hecho que,
repentinamente viene a redimensionarlas.
Capacidad de crisis o, como decía
Unamuno, agonía de la fe.
41
Lo incomprensible no es lo absolutamente
cerrado a nuestra inteligencia pura, como
lo sería para un inexperto una complicada
ecuación matemática. Incomprensible es
aquello que, concebido, no nos cabe en la
cabeza que alguien lo pueda afirmar o
hacer. Lo incomprensible -en cierta
medida importante: lo intolerable-, tiene
que ver con lo que no vemos cómo podría
ser alguna vez una posibilidad nuestra. Es
el territorio de las intolerancias reales (y
de la tolerancia como mero aguante del
otro).
La posibilidad de hacer de la experiencia
ajena una posibilidad nuestra, este es un
hecho que sólo puede ocurrir en un
proceso dialógico continuo, veraz, en el
que cualquier individuo llegue a ser
interlocutor válido. Un sujeto. El diálogo
es el lugar propio y adecuado en el que el
Hombre (*) puede ejercitar la virtud de
hacer espacio en su intimidad al
argumento ajeno, potenciando así la vida
comunitaria; la esfera de los bienes
compartidos.
Para resumir: sólo como disponibilidad
para escuchar al otro (entendre), con el
riesgo de crisis que esto supone siempre,
la tolerancia es una virtud, una potencia
solidaria con la vida. Potencia que,
ejercitada es compatible más con el gozo
que con el dolor; más cercana al bien que
se anhela que al bien que simplemente, y
ya no sabemos por qué, se debe al
extranjero, al otro, al vecino.
Esta proposición está muy cerca de lo que
dijera Spinoza respecto de la felicidad: la

felicidad no es el premio de la virtud sino
la virtud misma11.
COMENTARIOS Y PREGUNTAS DEL PÚBLICO
P: Observación público asistente: “Que
lastima que esa propuesta que ustedes
hacen a las autoridades esté limitada sólo
a lo religioso y a lo étnico. Pienso que
hay otras discriminaciones que también
son importantes y que debieran estar
incluidas, como por ejemplo las
discriminaciones a la diversidad de la
sexualidad. En Chile los homosexuales,
las lesbianas y los travestíes también son
discriminados, y existen leyes que son
tremendamente antiguas, inoperantes y
aberrantes.
R Israel: Si, yo estoy de acuerdo, pero
como lo decía, la opción nuestra después
de escuchar a los especialistas y a los
políticos, fue centrarnos en un solo
aspecto porque incluir esa y muchas otras
formas de discriminación que existen en
el país aseguraba el fracaso de cualquier
iniciativa. Nos limitamos solo a este
aspecto reconociendo que la capacidad de
discriminación de este país es infinita y
abismante.
P: Mujer:
Quisiera que hicieran un comentario
sobre lo que pasa con las personas que
trabajamos con grupos discriminados o
minoritarios acerca de lo que se produce
con el tiempo en cuanto a discriminación
positiva con esos grupos, que un es un
problema que uno enfrenta frente a los
otros grupos de trabajo. La pregunta es
para cualquiera de los panelistas, quiero
un comentario sobre eso.
R: Palma:
A ver si entiendo tu pregunta. Se me
ocurren dos posibilidades. Una en
11
Spinoza, Ética V, prop. XLII.
42
relación a la constitución de la
discriminación positiva en el campo
político en las sociedades actuales, tengo
la impresión que en ese plano los
derechos a la diversidad no están
asegurados, los derechos son conquistas
sociales, los derechos surgen de tensiones
en la sociedad, y creo que la
discriminación positiva puede ser vista
como parte de una conquista. Es
compleja, uno puede evaluar si
efectivamente es la manera en que la
sociedad debiera recoger la diversidad.
Creo que es un paso interesante en ese
proceso. Ahora, cómo es que en la
minoría o en las identidades sexuadas
como la homosexualidad pudieran
expresarse en ese plano, no me resulta
sencillo en este momento. En la sociedad
chilena, la discusión que enfrentamos,
que tiene que ver básicamente con la
despenalización de la condición
homosexual, está lejos de la discusión que
están haciendo otras sociedades, que
están discutiendo la paternidad en la
condición homosexual, el engendrar en la
condición homosexual de las mujeres, etc.
Estamos lejos de ese tipo de discusiones y
en particular de cómo estas minorías
asumen un trato que les asegure
integración en el plano político de la
sociedad.
Por otro lado, pienso que en ámbito en el
que tu trabajas, específicamente en SIDA,
creo que hay una tensión entre comunidad
gay y asunción del problema del SIDA,
una relación que no ha sido sencilla. Las
luchas en el plano de las reivindicaciones,
como minoría que busca derechos, se han
visto tensionadas por las luchas en otros

planos. Creo que cuando surge el SIDA,
efectivamente tiende a debilitar la causa
homosexual, y no es casual que ese
contexto el mayor reforzamiento de los
derechos de los grupos homosexuales
haya vuelto al plano de la ciencia
estrictamente, en términos del
reforzamiento de todas las teorías más
constitucionales sobre la homosexualidad,
porque el SIDA tiende a producir un
retroceso en eso. Creo que la articulación
entre demanda y lucha y en tanto
movimiento homosexual no ha sido
sencilla en el país.
P: Hombre:
Yo soy dirigente social y tengo
ascendencia indígena, de la cual estoy
muy orgulloso. ¿Quién es responsable de
que los indígenas vayan cada día más
hacia abajo, es el capitalismo, es la
publicidad?. ¿Por qué nunca se han
destacado los valores indígenas?. Usted
vea las películas, ¿quien se acuerda de la
inteligencia de Lautaro, del valor de
Caupolicán o Galvarino?, nadie lo resalta.
Yo soy Mapuche, soy descendiente de
Diaguita. La problemática es, ¿es o no es
la sociedad responsable de que las etnias
indígenas vayan cada día más hacia
abajo?. Alguien dijo por ahí en su
disertación que las mayorías solo ven a
las víctimas cuando hay el holocausto
judío por ejemplo, y yo me pregunto, sin
ser antisemita, ¿qué responsabilidad
tuvieron los judíos para que Hitler tuviera
la convocatoria que tuvo y matara a 6
millones?, ¿no fueron los mismos judíos?,
¿no fuimos tan consecuentes con los
judíos, para que sean hoy como son los
judíos con los árabes?. En cuanto a la
discriminación de los emigrantes, algo se
habló sobre la ciudadana coreana aquí, yo
lo lamenté, me dió rabia, pero nadie dice
nada, ahora, de los coreanos emigrantes
que están en Patronato y que tratan a
nuestros obreros como las tristes, ¿cuando
43
tenemos que ser tolerantes y cuando no?.
En cuanto a la homosexualidad, me
importa un rábano, porque en la relación
hombre-hombre y en la relación mujer-
mujer no hay descendencia, por eso no
me preocupa, ellos son dueños de hacer lo
que ellos quieran, he dicho.
Aplausos prolongados
R: Aymerich:
Sobre la discriminación respecto a los
indígenas y quien es responsable: aquí no
se trata solamente de decir que grupo es
responsable, sino centrarse en las
características que hacen que los
prejuicios étnicos estén presentes. Hacia
referencia en mi intervención a elementos
de razalización que existen en el discurso
de la identidad nacional chilena. Creo que
ahí hay que buscar los elementos, que
tienen su articulación originaria en la
estratificación social colonial que se
impone por la conquista y la dominación,
y que instaura una relación entre
funciones económico-sociales y
características étnicas. Ahí hay un origen
que está en la base de la discriminación
étnica. Un segundo punto es la
conformación del ethos cultural de los
estratos dominantes en la sociedad
chilena, que vienen por una parte de la
persistencia de la situación colonial en
términos sociales, con el patrimonialismo
como sistema de poder, y en la fusión que
existe entre ese patrón oligárquico con las
nuevas elites de la modernidad en Chile,
que creen que el desarrollo y el progreso
están asociados a una evolución unilineal
y unilateral de la civilización occidental.
Esa asociación civilización-desarrollo la
identifica con grupos blancos y nación
homogénea. Y en ese discurso hay una
cierta esquizofrenia, al presentar a la
sociedad chilena como una sociedad
blanca y homogénea, representante de la
civilización, del desarrollo y del progreso.

De ahí entonces, que el lado “oscuro” sea
reprimido en términos de la cultura.
Respecto del problema del antisemitismo
quiero responder brevemente. El
responsable en la situación alemana es el
nacionalsocialismo y su máximo
representante Adolfo Hitler. Este es un
tema altamente investigado, incluido el
rol personal de Hitler. Se trata de una
situación de crisis de la sociedad alemana,
después de la derrota y humillación tras la
Primera Guerra, que sufre fuertemente la
crisis económica del 30, es una sociedad
que está en un estado de “comunidad
emocional” sujeta muy fuertemente a la
influencia de los llamados líderes
carismáticos. Y aquí entra el rol personal
de Hitler, el cual, según los biógrafos, no
creía en el problema judío, sino que
simplemente fue una fabricación cínica e
instrumental, la creación de un chivo
expiatorio, para movilizar la comunidad
emocional alemana. Por eso respondo,
¿de quien es la responsabilidad central?,
Del nacionalsocialismo y de Hitler.
R: Codinas:
Antes de responder desde el punto de
vista personal quiero hacer una breve
explicación. Siempre los conflictos
sociales van a tener distintas vertientes
para ser analizados. En este panel se han
visto desde un punto de vista sociológico.
Pero mis respuestas pueden ser muy
distintas por que yo soy cientista político.
Yo creo que si existen responsabilidades
respecto de la situación indígena, y yo las
catalogo como responsabilidades de
ambas partes, tanto de los grupos
indígenas como de los que han ostentando
(detentado) el poder varias décadas (por
años).
Lo que sucede es que las leyes indígenas
y todo lo que se ha hecho en torno a las
comunidades indígenas ha sido
44
principalmente en el ámbito territorial,
nunca se ha abordado desde un punto de
vista sociológico o cultural. Por ejemplo,
la Ley Indígena tiene algunos artículos
que son muy generales y que establecen
que la CONADI debe velar por el
resguardo de la cultura indígena, pero eso
es muy general, en cambio cuando se
refiere al tema territorial lo aborda con
una perspectiva distinta y así y todo
existen los problemas que vemos hoy día.
Porque digo que son responsabilidades
compartidas: el hecho de que se le haya
dado un trato territorial constantemente a
las poblaciones indígenas también refleja
las demandas que ellos han hecho
constantemente. Segundo, yo creo que el
Gobierno principalmente, ha sido
virtuoso, en el sentido de encarar el tema
con una legislación que intentó abordar
de una u otra forma, más globalmente, el
problema que sufrían las comunidades.
Porque anteriormente no había sido
abordado de esa manera. Por lo tanto
tampoco, estoy de acuerdo con las
personas que le dan toda la
responsabilidad al Gobierno, porque el
Gobierno de Patricio Aylwin promulgó la
Ley 19.253 en la cual intentó introducir
varios acápites relacionados con distintos
temas que los afectaban. Por lo tanto la
responsabilidad creo que es
absolutamente compartida.
Ahora en temas más específicos creo que
existe un problema de política pública,
relacionada con la asignación de recursos
para cierto tipo de actividades. Por
ejemplo, hace tiempo atrás hubo un
problema con los mineros del carbón,
siendo que en Chile existe
aproximadamente un millón de indígenas,
anualmente reciben aproximadamente 8
mil millones de pesos, ese el presupuesto
de la CONADI del año 96, eso ¿qué
significa?, Que a un millón de personas se

le entregó una cantidad ínfima de
recursos comparada con la que se le
entregó a varios miles, porque a las
personas vinculadas al carbón se les
entregó 21 mil millones de pesos.
Entonces, el tratamiento que se produjo
fue dispar, evidentemente dispar, porque
la situación indígena refleja que existen
condiciones de pobreza y de marginalidad
tremendas. El 30% aproximadamente de
las mujeres de origen mapuche son
asesoras del hogar.
También existe otro problema con la
política pública existente actualmente que
es que la mayor cantidad de recursos
tiende a concentrarse en zonas que son
rurales, por ejemplo, las becas indígenas
se asignan principalmente en las
proximidades de Temuco, siendo que en
Santiago se concentra casi el 50% de toda
la población indígena y que también tiene
condiciones de pobreza. Eso hace que los
indígenas en zonas urbanas se sientan aún
más discriminados inclusive por las
personas que debieran velar porque no
fueran discriminados.
Tercero, hay también un problema de
legitimidad. Actualmente lo que podemos
ver con la CONADI, es que existen 8
consejeros que son elegidos por las
comunidades y 9 que de una u otra forma
son elegidos por el Gobierno. Por lo
tanto, a la hora que la CONADI tenga que
representar intereses indígenas no va a ser
así, porque con los votos no hay mayoría
para las comunidades indígenas. Por lo
tanto, ¿la CONADI está hecha para
representar intereses indígenas o está
hecha para institucionalizar un tipo de
relación con las comunidades indígenas?.
Si se trata de institucionalizar un tipo de
relación para eso está el Ministro, ¿para
qué creamos una organización para que
satisfaga necesidades de ciertos grupos si
no es así?.
45
R: Palma:
Sólo quiero expresar mi asombro por el
aplauso que surgió en esta sala después de
la última pregunta. No lo comprendo.
Creo que tiene que ver justamente con
nuestras dificultades para vernos como
intolerantes en cuestiones muy
sustantivas. Creo que necesitamos un
gran examen de nuestras propias
dificultades para vivir sin un recurso a la
discriminación permanente. A veces,
podemos tener más unas situaciones de
discriminación y solidarizamos con unas
víctimas. Sin embargo, es posible que en
otros momentos podamos estar a favor de
la discriminación.
Creo que es clave, no por rigidez, sino
por consistencia, poder avanzar en
erradicar el conjunto de discriminaciones
que hay en la vida social. Pienso que
tenemos una enorme experiencia de
autoritarismo que pesa. A ratos miramos
el mundo por una ventana y nos queda a
oscuras todo el resto de la pieza. Nos pasa
a todos, me pasa muchas veces en mi
experiencia cotidiana. Pero creo que es
sustantivo reconocer esas situaciones,
someterlas a examen y a modificación.
R: Codinas:
Perdón, lo que pasa es que en la
intervención anterior dije muchos de los
datos que entregan la responsabilidad al
Gobierno, pero se me olvidó decir los
datos que entregan la responsabilidad a
las comunidades indígenas. Por ejemplo,
cuando nosotros invitamos a
aproximadamente 35 comunidades
indígenas para que concurrieran a
exponernos su situación, llegaron
solamente 4, la primera vez. O sea, si
están enfrentando un problema y se les
entrega una instancia de participación que
la aprovechen. Segundo, uno de los
problemas que existía en el Ministerio de

Educación para poder crear escuelas que
entregaran educación bilingüe, no era que
el Ministerio no lo quisiera hacer, sino
que por ejemplo la comunidad mapuche
no se había puesto de acuerdo en un
grafemario, en un vocabulario propio que
se pudiera enseñar, un vocabulario único.
Era casi plasmar una educación bilingüe
imposible de hacer porque eran casi 7
lenguajes distintos, porque existen
distintas formas de comunicación entre
ellos mismos. Entonces también hay
responsabilidad de los indígenas, estas
son sólo algunas, hay muchas más.
P: Hombre:
Yo quisiera aclarar que no soy antisemita,
yo sólo pregunté qué hacen ahora los
judíos con los árabes, quienes son
víctimas ahora.
P: Mujer:
Al sociólogo Manuel Canales. De
acuerdo con lo que usted ha estudiado,
¿cómo se ve Chile asimismo y cómo se
muestra en su imagen de país frente a la
discriminación?
R: Canales:
Voy a responder muy brevemente
también con relación a la conversación
anterior. Cuando se pregunta quién tiene
la responsabilidad, en esta manera casi
judicial de entender donde está la culpa y
quién es el inocente, y sobre todo en estos
expedientes de responsabilidades
compartidas, me siento interesado por una
cuestión personal. En este país uno tiene
que ser blanco y resulta que obviamente
uno no es blanco. ¿Dónde están los
indígenas?, esa es la pregunta. A lo mejor
la discontinuidad no es total, nosotros
somos parte del problema.
A mí me interesa que se resuelva el
problema indígena porque me interesa
asumirme como mestizo. Poder
46
reconocerse, no en esta negación en que
debo pensarme como blanco frente a un
indígena, donde no termino por
identificar la frontera, y es más, pregunto
quién está tan interesado en hacer esta
frontera absolutamente vertical.
Veo a nuestra sociedad fuertemente
orientada por el principio de la norma.
Andamos buscando aberraciones,
andamos viendo perversiones donde
reconocernos. La droga y el delito por
ejemplo, son los últimos dos expedientes
donde uno ve a una sociedad
absolutamente reflejada fuera de sí. Nadie
sabe mayormente de la droga pero el no a
la droga es fortísimo, porque nos
constituimos en ese no. O esta imagen de
alarma pública frente a la delincuencia, se
anda viendo delincuentes en todas partes,
estamos muy alarmados, en parte por la
delincuencia, en parte por las alarmas que
hemos puesto para los delincuentes, y en
ese sentido mi impresión es que más allá
de alguna inseguridad ciudadana real, lo
que se juega es discriminación e
intolerancia. Creo que cuando se habla de
delincuencia se está hablando
metafóricamente de los sectores
populares. Lo que se juega es una
mayoría buena, aunque sean menos en
número, que quiere, más que protegerse
del otro, reconocerse como distinto al
otro. Y esto es igual para los indígenas.
Las minorías y las conductas desviadas,
para utilizar el término normalista,
atestiguan lo que planteo, están ahí para
eso. Es tal nuestra debilidad interior como
comunidad, por así decirlo, que actuamos
a la manera de los condominios, poniendo
rejas, para impedir el contacto, y no
somos capaces de tener una textura
interior como las antiguas comunidades
que se protegían por ser densas. En los
condominios no hay conversaciones
interiores como las había en las

comunidades; las comunidades no
necesitaban rejas; los condominios, sin
forma interior, sólo tienen una forma
exterior, esa forma exterior que es la
frontera es un modo de marcar una
identidad que no puede reconocerse sino
fuera de sí, en lo que queda fuera.
Por eso produciremos siempre
marginados, menores, desviados,
indígenas, cualquiera sea el otro que ande
por ahí debilitado como para objetarlo u
objetivarlo.
P: Hombre:
Yo tengo dos reflexiones. La primera,
tiene que ver con una cierta sospecha con
el discurso de la tolerancia, la diversidad
y la libertad en el contexto de la
modernidad. Porque la modernidad tiene
una perversión que la define, no cumple
lo que promete, desde la Revolución
Francesa y la instauración del terror,
pasando por la Revolución Rusa en el año
17 que terminó en Stalin, la década del 30
y la llegada de Hitler. Todos los intentos
de liberación han terminado en lo que
pretendían no ser. En Chile hay ejemplos
muy claros. Entonces, uno llega a
reflexionar sobre unos discursos que
muchas veces pretender ser algo pero que
en la acción terminan siendo lo contrario.
Y esto me gustaría que lo comentara el
profesor Giannini.
La segunda reflexión tiene que ver con el
matador Salas. A todos los triunfadores
del fútbol, Caszely, Zamorano, Valdés se
le han puesto sobrenombres, o se les
dicen los dos nombres. Pero a Marcelo
Salas se le dice Marcelo Salas Melinao,
se le dicen los dos apellidos. Los medios
de comunicación empiezan,
aparentemente, a ensalzar su segundo
apellido. Pero ese reforzamiento parece
mostrar mas bien una cierta
discriminación, una cierta intolerancia. Y
47
esto me gustaría que lo comentaran los
sociólogos.
R: Giannini:
Es muy difícil la pregunta. Yo diría que
efectivamente, ha sido una comprobación
histórica, que la defensa de un valor lleva
siempre el surgimiento de un contravalor
que también parece ser un valor. Incluso
en la Revolución Francesa a la idea de
igualdad se le opone la idea de libertad,
con la cual el liberalismo más cerrado va
a ser el dominante.
En la idea misma de tolerancia, parece
haber un no obnubilarse con un sólo
valor. Parece que en la vida los valores no
son íntegros. Si no consideramos en la luz
la sombra, estamos realmente en el eterno
del fanatismo. La tolerancia tiene que ver
con la ideologización tremenda que hay
en ciertos períodos históricos, que no nos
dejan ver al otro lado de la moneda.
Tolerancia también significa mirar la
contraluz.
Le encuentro mucha razón, en el sentido
de que la historia parece marchar así,
saltando de un contrario a otro.
R: Canales:
Ciertamente en el caso de Salas es
sospechoso que se remarque lo que no se
hace con otros jugadores de fútbol, no se
dice que los otros segundos apellidos son
españoles o de cualquier parte. Cada vez
que alguien habla de más, efectivamente
revela el mal de ojo, de estar buscando
una diferencia que más que estar siendo
acogida con hospitalidad es lo contrario.
Me gustaría relacionar el concepto del
profesor Giannini de la hospitalidad con
el concepto de diálogo. La hospitalidad es
un modo de acoger la diferencia, en el
intercambio, en el juego de coexistir en la
diversidad, de cambiarse papeles, de
aprender, como quien cambia su esquema

para poder absorber lo que antes no
lograbas ver, absorber al nuevo modo
tuyo.
En Italia se hizo mucha noticia de este
asunto, de su segundo apellido, de lo que
simbolizaba. Y esto de simbolizar tanto el
asunto es de un ojo que anda buscando
donde hacer la diferencia, y de absorberlo
mercantilmente a mi entender, más que de
integrar una diversidad. Porque
finalmente lo mapuche no parece ser tan
pertinente en un juego de fútbol, que es
más bien. De lo cual Salas es
completamente inocente. Lo mismo pasa
con los judíos y otros grupos, son
cubiertos y descubiertos por un
observador que quiere encontrar un otro
al que cargarle o un heroísmo simbólico,
con el que pague la culpa de haberle
dañado, o responsabilidades en la propia
agresión de que son objeto.
P: Hombre:
(Dirigente Unidad Vecinal Nº 11 San
Joaquín)
Mi pregunta al señor Codinas. Usted
como cientista político ha tratado el
problema religioso que hoy día se está
desarrollando. Un problema complejo
donde la Iglesia Católica es “tolerante”
con la Iglesia Evangélica, pero vamos a
ver si mañana es tolerante o va a
presionar para que cambien. La Iglesia
Evangélica está tratando de cambiar la
ley, donde las Iglesias tengan una misma
participación. Y no sé si eso será positivo,
o si va a llevar a consecuencias
lamentables, como con Martín Lutero.
Al señor de la norma. Dentro de sus
ideas, ¿es bueno que una minoría cambie
el juicio y el pensamiento de una
mayoría?, En el caso de los homosexuales
por ejemplo, quieren que los miremos
como personas, como iguales, ¿pueden
48
ellos cambiar la manera de pensar del
resto?.
R: Canales:
La pregunta es cuál es el derecho de una
mayoría de constituirse en tal. El
movimiento homosexual tiene que dar su
lucha, pero la mayoría tiene que
preguntarse sobre sí misma también.
¿Tiene derecho una mayoría a constituirse
en esa mirada de mayoría, o debe
interpretarse?, ¿por qué nos preocupan
tanto los homosexuales?, ese el punto.
Nos preocupan para discriminarlos.
Y como me dijo el señor de la norma,
utilizando ese título nobiliario, los declaro
a todos en la norma.
R: Codinas:
En primer lugar yo soy uruguayo. Y en
Uruguay iba a una escuela pública donde
no se me pasaba religión, aprendí a estar
con judíos, protestantes, etc. Aquí aprendí
las diferencias que hacen algunos como
no entrar la Universidad Católica porque
es pontificia. Lo único que puedo decir es
que el tema es bien conflictivo. Hay una
lucha de poder e influencia sobre la
sociedad, y eso lamentablemente es así.
P: Mujer:
Quiero dirigirme al caballero de la
normalidad, por un tema que me preocupa
bastante. Si bien es cierto yo comparto los
modelos de sociedad que tu postulas, me
incomoda un poco el hecho de basar la
discriminación en un tema de mayoría y
minorías. La mujer chilena es mayoría y
es brutalmente discriminada. Entonces el
tema no pasa por cuantos somos, sino que
pasa por lo que somos. Yo creo que la
discriminación no pasa porque seamos
una minoría distinta, creo que parte de un
grupo de personas se siente con la
prerrogativa de deshumanizar, de
cambiarle la categoría ontológica de ser

humano a alguien por una característica
determinada, convertirlos en comunistas,
en indígenas, para de esa manera
insensibilizarse y poder desocializarlos,
alejarlos de la vida social; ahí tenemos
una discriminación que no pasa por el
tema de mayorías y minorías.
R: Canales:
Espero que sea la última vez que me
dicen señor de la norma, porque lleva a
engaños. Estoy de acuerdo con usted,
aquí hay una cuestión más bien
terminológica. Cuando digo de mayorías
o minorías no estoy hablando en términos
cuantitativos sino en términos
cualitativos. Mayoría tiene que ver con la
magistratura, mayoría no son los más en
número sino los que tienen más poder. La
mayoría norteamericana por ejemplo, esa
formula blanca, anglosajona y historias.
protestante, no son necesariamente la
mayoría cuantitativa, son el modelo
aspirado, el que se impone. Y en ese
sentido las mujeres son minoría, en el
sentido en que son tratadas, y a veces
internamente, asumidas como tal. Tiene
que ver con el modo en que se establece
una relación de dominio.
Todo, por una sencilla razón, la mayoría
es una sola y las minorías son muy
diversas, y eso es así porque son
constituidas por la mayoría. Torpe
49
mayoría aquella que constituye una solo
minoría, rápidamente pierde.
P: Hombre:
Quisiera agradecer el lenguaje de dos de
los panelistas, que me parece más
accesible a una minoría, que no tiene
acceso a un lenguaje, a unos conceptos y
a unos nombres cuyo manejo implica
estar dentro del sistema y en la cultura
dominante. Quiero agradecer las
ponencias que me parecen sentidas,
vividas. Valoro las cosas por su nombre y
las cosas con sus causas. Y ya es tiempo,
la vida es corta. Ya no hicimos la
revolución y tal vez no la hagamos nunca,
pero hay que dar pasos en nuestras
propias vidas, en nuestras propias
Creo que hay que hablar de
culpabilidades, y hay que hablar de un
Gobierno responsable, que margina y
prohibe la libertad de los homosexuales.
Segundo, hay que culpar a la Iglesia
Católica que ha dominado, y que ha
manejado a la cultura chilena. Creo que
hay que culpar a un Pinochet que hasta el
día de hoy sigue manejando hilos.
Aplausos
 50

SEGUNDO PANEL
ETNIAS Y MINORÍAS RELIGIOSAS

SOTO:

La pregunta de ¿Intolerantes y Discriminadores? que tiene como norte el presente

seminario, mirado desde el punto de vista de las organizaciones sociales, debería generar
nuevas destrezas sociales que permitan a nivel de los dirigentes, comprender conductas
sociales y prácticas, y apreciar como su labor puede ser un factor para aproximarse a dichos
problemas, y abrir nuevas pistas en su comprensión y solución.

De este modo, estimamos, que las principales afirmaciones señaladas en la mañana de hoy,
desde el campo de las investigaciones sociales, no sólo nos aportan cifras o las hipótesis
indagadas, sino que nos posibilita principalmente abrir un diálogo social tendiente a generar
condiciones a nivel de los dirigentes de la necesidad de aprender a comprender dichas
problemáticas y como ellas posibilitan nuevas formas de organizaciones más democráticas
y libertarias.

Lo cierto es que desde los temas asociados a la intolerancia y a las formas de

discriminación existente, o por existir en la sociedad chilena, podemos reconocer que es
posible en nuestras conductas y actividades tener siempre presente algunas nociones
básicas desde las cuales se señale un sentido pedagógico de lo que hacemos.

Como División de Organizaciones Sociales, estimamos, por tanto, que cada una de las
acciones son tributarias de aquel marco mínimo y común que la humanidad adoptó hace 50
años, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 30 situaciones que hablan de
grandes y pequeñas luchas, de encuentro de culturas y principios diferentes, pero que a
partir de los flagelos y negaciones los pueblos del mundo han constituido como un ideal.

Este panel, busca abrir en este seminario un espacio de conversación y de encuentro, de

poner en común los modos como han realizado sus acciones, diferentes actores, en este
caso provenientes de minorías étnicas y religiosas, y de la búsqueda de nuevas formas de
acentuar la promesa del ideal democrático, la libertad como tributaria de la dignidad de la
persona humana.

Presento entonces a don Alfredo Chipana, presidente de la Asociación Aymara de Santiago,

a don Manuel Painequeo que es integrante Flolilche Aflallei que es una organización
mapuche de Santiago.
 51

CHIPANA:
Agradezco la posibilidad de intervenir en este foro.
Frente a la pregunta de ¿intolerantes y discriminadores?, desde una visión indígena,
particularmente desde mi condición de aymara, la respuesta es categórica y afirmativa. Ya
no se discute esta situación, frente a tanto hecho concreto cómo se puede discutir si somos
o no intolerantes y discriminadores frente al mundo indígena. Es más, nosotros postulamos
que existe un resentimiento de orden racial hacia los indígenas que acompaña a la
discriminación y que es diferente de una simple discriminación negativa.

Esta mentalidad discriminadora y racista está muy arraigada en la sociedad chilena. Voy a
dar un ejemplo palmario: cuando se juega un partido de fútbol con equipos de países como
Perú y Bolivia, el estadio entero grita indios seguido de cuanto garabato existe. Y se puede
ver en los medios de comunicación y en organizaciones sociales, incluso en autoridades;
traigo a colación las expresiones del almirante Merino quien se refirió a los bolivianos
como auquénidos metamorfoseados; o la alcaldesa de Providencia durante la dictadura
Carmen Grez que dice: yo no soy partidaria del aborto ni aunque mi hija o mi nieta sea
violada por un negro; al chino Ríos le preguntan sobre su origen indígena y él contesta de
manera muy agresiva demostrando una actitud anti-indígena.

Y vean la actitud racista, violenta, de los medios de comunicación frente a un cobro de un

arbitro de Niger, se le pedía a la gente que lo insultara y agrediera su foto. Programas
infantiles como Cachureos, donde se entregan valores de formación a los niños, en el cual
hacen un sketch donde invitan a almorzar a representantes de distintas naciones, hasta ahí
iba bien, entró un alemán, un español, con trajes típicos y finalmente entró un negro, que
era caníbal y se los venía a comer a todos. En diferentes medios, ustedes habrán visto a
Adrián y Los Dados Negros; Adrián es aymara argentino de la zona de Jujui, y los medios
lo han encasillado como el símbolo de la fealdad, y hoy día en los colegios cuando un niño
tiene rasgos indígenas le dicen Adrián, mofándose, en una asociación entre fealdad e
indígenas.

Estas son las formas en que se deja entrar el mundo indígena a la televisión, pero el
verdadero mundo indígena no puede entrar, está proscrito en la televisión; si se quiere
representar a los indígenas se contrata actores que no tienen rasgos indígenas; alguien dirá:
pero si no hay actores mapuches. Y si los hay, y buenos.

Entonces, los invito a hacerse un autoanálisis. Públicamente algunos dirán yo no soy

discriminador, yo soy tolerante. Pero actos conscientes e inconscientes, en lo cotidiano,
apuntan en otra dirección. Quien no ha dicho la frase: ya le salió el indio.
 52

Esta discriminación del mundo indígena engendra una serie de prejuicios de orden racial y
de clase; si se es indígena se es clase baja, porque los indígenas son flojos, incultos. Su
cultura, su lenguaje, sus tradiciones no tienen ninguna validez ni cabida en este sistema.

Todo, tiene su origen en la estructura del pensamiento occidental, conformado por los
pensamientos griego, romano, cristiano y germano. Un pensamiento occicentrista, que se
arroga el derecho de ser guiar el curso de la historia, un pensamiento excluyente, todas las
culturas deben seguir el mismo curso, si no, son atrasados, incultos, incivilizados, son
bárbaros, palabra inventada por los romanos para referirse a los que estaban fuera de los
límites de su imperio.

Esta forma de pensar ha creado una confusión; sus defectos, sus prejuicios no se divulgan,
o son camuflados, o son valorizados. Hay muchos períodos históricos de franca barbarie en
occidente, donde la guerra constituía la función de la vida, donde las personas debían
buscar un protector para tener paz social, pero se enseña en los colegios que fueron etapas
justificables, se valorizan. Y esta mentalidad se transporta al llamado Nuevo Mundo, y aquí
lo bárbaros, los incivilizados somos los indígenas. Somos subvalorados, y algún sacerdote
justificará las matanzas de indígenas diciendo que no se peca cuando se mata a unos seres
que no son humanos.

Este pensamiento estructura la sociedad en una pirámide donde en la cúspide está el

hombre blanco, occidental, y en la base los indígenas y los negros. El desarrollo y el
progreso son asociados con Europa, con occidente, y el atraso con los indígenas.
Dicotomizan la realidad en civilizado-incivilizado, civilización-barbarie.

Veamos lo que dicen y como justifican esto los grandes pensadores del mundo occidental.
Por ejemplo, Lizarraga, refiriéndose a los mapuches dice que, “es un pueblo sin ley, sin rey,
sin honra, sin vergüenza”. Kant, dice que “el pueblo de los americanos no es susceptible de
forma alguna de civilización, no sienten amor y por eso no son fecundos. Las razas
americanas representan escalafón más bajo de la humanidad”. Schoppenhaguer dice, “el
mestizo es de una naturaleza pútrida, toda América está podrida”. Hegel dice de los
indígenas americanos, “que cosa cabe esperar de gente tan mal coloreada, en una tierra
deficiente e imprecisa, nada bueno ciertamente; sus rudimentarias civilizaciones tenían que
desaparecer necesariamente a la llegada de la incomparable civilización europea”.
 53

CHACÓN:
Se me solicitó que hiciera unos comentarios respecto de la legislación sobre cultos que se
está discutiendo por estos días en el Senado de la República. Pero antes de eso debo hacer
algunos alcances de carácter histórico.

En la investigación que realizó la Universidad de Chile nos encontramos con algunas

sorpresas. Hay, en términos de la carga valórica de discriminación e intolerancia, una
actitud considerada riesgosa en cuanto a lo religioso. No es un problema latente, tampoco
preocupante, ni alarmante. Es un problema de riesgo social (Nombre de la investigación,
interpretaciones y términos correctos). Y esa intolerancia riesgosa debiera llevarnos a
meditar sobre lo que está pasando en el campo religioso en la sociedad chilena; en esta
misma sesión se manifestó una preocupación en tal sentido.

Históricamente en Chile los creyentes de otras confesiones distintas de Católica Romana, y

los no creyentes, han tenido dificultades para convivir con la mayoría. Durante el período
colonial funcionó el Tribunal de la Inquisición, para juzgar a los “luteranos”, que no eran
tales pero que aparecen así en los textos de la época, que se atrevieran a aparecer por estos
lados. Con la declaración de la independencia hay unos intentos de crear mejores
condiciones de convivencia religiosa; José Miguel Carrera, en el proyecto de Constitución
de 1812, trató de borrar el término “romana” de la religión oficial, sin éxito; O’Higgins
buscó, también sin éxito, generara una migración de familias protestantes a Chile. Esta
situación de exclusividad de la Iglesia Católica se prolongó hasta mediados del siglo
pasado, cuando comienzan a asentarse los ingleses anglicanos, principalmente en
Valparaíso y en los puertos, y los alemanes de religión luterana en el sur del país. Pero si
bien estos migrantes mantuvieron su religión, tenían el compromiso de no realizar
proselitismo religioso.

El problema, en el campo evangélico, comienza a presentarse con la llegada de los

misioneros norteamericanos, congresionalistas, Bautistas y metodistas, también a mediados
del siglo pasado, que trataron de desarrollar el evangelio en la sociedad chilena en idioma
español. Conocida es la polémica de David Trombud con el Arzobispo en Valparaíso, a
través de los diarios, tratando de establecer en Chile condiciones legales que permitieran el
ejercicio de la fe evangélica. Finalmente en el gobierno de Pérez en 1865 se enmendó la
Constitución de 1933 para permitir que los evangélicos pudieran construir templos; sin
embargo, debían hacerlo colocando una pandereta por delante que no permitiera su visión
pública Y este acuerdo se logró con la promesa de los evangélicos de no atentar ni contra
la moral, ni contra el patriotismo. Y esto último es interesante porque en la encuesta que
comentamos, el 60% de los encuestados acepta que los judíos y los evangélicos son tan
 54

chilenos como los católicos, pero hay un 40% que no acepta esta situación expresamente,
hay un problema concreto de aceptación de la diferencia.

Hoy nos encontramos con la discusión de una ley sobre la igualdad de las organizaciones
religiosas en Chile. Esta proyecto viene a cumplir con un acuerdo establecido en el Código
Civil de hace 150 años atrás. En él, se establecía la exigencia de que se elaborara una
legislación específica para las organizaciones religiosas. Andrés Bello habló en este cuerpo
legal de “las Iglesias en Chile”. La legislación la comenzó a tramitar el gobierno de
Aylwin, lleva más de 6 años en el parlamento, ha ido y venido, se ha formulado y
reformulado, fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados el año recién
pasado, el Senado aprobó por unanimidad la idea de legislar, pasó a comisiones, y en
septiembre del año pasado se entrabó el proceso.

Por más de un año, el proyecto ha estado en la Comisión de Legislación y Justicia del

Senado, porque no se ha llegado a acuerdo respecto a ciertos términos que favorecerían “a
las minorías en desmedro de la mayoría”. De que se trata simplemente, es de intentar
igualar frente al Estado a todas las organizaciones religiosas del país. Hoy cuando, además,
presenciamos la llegada a Chile de personas que profesan la religión musulmana, el
budismo y el hinduismo, formándose un abanico plural de necesidades religiosas.

Lo que esperamos es que, con esta legislación, se puedan cubrir las necesidades de todas las
posiciones de las personas que creen, y también de las personas que no creen. Pero se ha
entrabado por la discusión de un término que los legisladores creen que es importante
aclarar. Dice el proyecto que se respetará la legislación que lo precede “en aquello que le es
propio”, ese fue el acuerdo inicial. Pero el Vaticano ha desarrollado un lobby para cambiar
la palabra “propio”, y dejar en su lugar la frase “aquello que le es privativo”. ¿Y qué
diferencia hay?. Si dice “aquello que le es propio” significaría que cada organización
religiosa podría tener la forma que considere, sin que eso se pueda impugnar. Si dice
“privativo” aparece un elemento de exclusión, lo que es privativo no es derecho de otros.
La Iglesia Católica está reclamando para sí aspectos de la vida social chilena, que serían
privativos de ella, que nadie más podría participar de aquello que es de ella. Un ejemplo de
esto sería que la Iglesia Evangélica quisiera tener capellanes en las Fuerzas Armadas, esto
sería privativo de la Iglesia Católica.

En esta situación nos encontramos. Esperamos, y aquí hago una oración, para que el
proyecto sea aprobado sin esta modificación, de manera que en Chile gocemos por fin con
una libertad de religión como base para otras libertades.
 55

PAINEQUEO:
Mai Mai Compuché, compuramona. Buenas tardes a todos.

Los mapuches entendemos la discriminación como ese menosprecio con que nos mira la
sociedad no indígena, y la intolerancia como esa prepotencia y arbitrariedad con que nos
trata, especialmente las instituciones.

Consideramos que esta situación tiene raíces históricas. Existen dos concepciones de vida,
dos cosmovisiones diferentes. Una, el occicentrismo que llega al continente en el siglo XV,
de organización piramidal y verticalista, de transmisión del conocimiento a través de la
escritura, con una mirada exterior sobre la belleza que tienen las personas blancas, rubias,
de ojos azules, de un trato inhumano con los ancianos. La otra, la indígena, principalmente
la mapuche, donde la organización social es horizontal como reflejo de la naturaleza, donde
la transmisión del conocimiento es oral, donde la belleza pasa por la bondad y la capacidad
de las personas, por sus virtudes. En definitiva, un choque de dos sistemas culturales.

Hoy vivimos en un Estado que sigue siendo eurocentrista. El sistema educacional es

diseñado unilateralmente por la sociedad no indígena, lo mismo que el sistema de salud, el
sistema jurídico. Por ejemplo, en los litigios que se producen en las comunidades de
Temuco, Valdivia y Osorno, jamás hay un traductor para que los mapuches se puedan
expresar correctamente, porque aunque la mayoría sabemos el idioma español, no es fácil
expresarse frente a los jueces.

Y el ejemplo más claro se presenta en la educación formal, donde los niños mapuches no
sólo son discriminados por sus compañeros sino también por los propios profesores, porque
no saben pronunciar bien las palabras o tienen acento mapuche, o por sus características
físicas. Y esto produce deserción del sistema escolar y traumas como la baja autoestima,
que provocan alcoholismo, la drogadicción y la marginalidad, o el rechazo a su propia
gente.

La mayoría de los mapuches que llegan a Santiago, aunque tengan una profesión, somos
discriminados por nuestra apariencia, por nuestro acento, y nos dicen venga mañana y nos
contratan. Se nos posterga la hora en la atención medica, sobre todo en ciudades chicas
donde nos miran con recelo.
 56

Y esto se ve agravado en la dictadura. Cuando a Pinochet se le preguntó si iba a adherir al

convenio 169 de la OIT , dijo que no correspondía hablar de ese tema porque acá no habían
indígenas, acá éramos todos chilenos.

El mismo hecho de que acá no se reconozca el idioma mapuche como tal, como idioma, y
sólo se considere un dialecto. Pero nosotros creemos que es un idioma porque no le hemos
pedido prestado a nadie ninguna palabra.

En lo religioso también somos discriminados. El Papa cuando vino a Temuco habló de la

necesidad de respetar la cultura mapuche, sin embargo, la Iglesia Católica insiste en seguir
catequizando a los mapuches. O sea, que esa defensa de los derechos humanos a la que
refiere el Papa no incluye los derechos religiosos, que para nosotros es lo esencial, lo que
permite la proyección de nuestro pueblo y nuestra cultura, de la misma forma que el
territorio.

En el servicio militar se considera al joven mapuche como fuerte pero si no sabe hacer algo
es tildado inmediatamente de indio.

La discriminación la sentimos más fuerte desde la gente de clase baja; ellos no tienen a
quien discriminar, entonces, el último es el mapuche, y le dicen todo lo que han aprendido
en la escuela, que es gente salvaje, que no tiene capacidad.

Pero esto puede cambiar, con estos mismos foros, donde la gente indígena y no indígena se
vaya dando cuenta que es necesario dialogar, conversar sobre esto, que es necesario romper
esa incomunicación histórica entre estas culturas distintas.
 57

SAMUEL:
Cuando me traté de imaginar cómo nos íbamos a encontrar acá, y cuál era la expectativa de
ustedes, más que la mía, pensé en un cuento. Una persona que estaba en la playa de pronto
ve una sombra gigantesca que se le venía encima, y esa sombra lo hacia empequeñecerse
porque le producía miedo. Sin embargo, a medida que se acercaba más la sombra, se hacia
más pequeña. Finalmente, la sombra se convirtió en otro ser humano que estaba frente a él.
La sombra lo asustaba, creaba prejuicios y preocupación, pero cuando se acercó, y la
persona dejó que se acercara, y no se escapó, y no se puso a la defensiva, encontró a otra
persona frente a sí.

Creo que ese parte del problema en que nosotros vivimos. Todos hemos sido creados a
imagen y semejanza, pero algunos, incluso en nombre de la fe, crean sombras, crean
diferencias y desigualdades; y eso lastima, eso descoloca.

Me tocó participar en la comisión que asesoraba a la presidencia mejicana cuando se dictó

la ley de cultos, y fui testigo de las mismas cosas que se han dicho aquí, que cuando hay
odio, cuando hay intolerancia, lo que finalmente es autofobia, la parte de uno mismo que no
soportamos.

Cuando está uno en un café, o cuando escucha conversaciones en el micro, me molesta

terriblemente que las personas le digan a otra: “no seas judío”. ¿Sabrá esa persona a cuanta
gente está lastimando?.

¿Han visto cómo la prensa chilena nos trata?; se ocupan y preocupan de señalar nuestra
condición. El trágico accidente del viernes pasado fue rotulado: “cuatro jóvenes judíos
mueren”, y yo no he visto nunca que se diga: “tres asaltantes católicos...”. Se dice: “un
prestamista judío”, pero no se dice “banquero agnóstico”, eso no lo vi aún. Nadie dice nada
respeto a esto, parece ser parte del vocabulario normal.

Me ha tocado tantas veces escuchar calificativos sobre nosotros los judíos. Y nosotros
tenemos la sangre tan roja como cualquiera, reímos y lloramos, y sufrimos, y nos
angustiamos igual que todos, que sudamos la gota gorda igual que todos, que aportamos al
desarrollo de la nación igual que todos; que tenemos gente buena y timadores, gente de
distintas clases y posiciones igual que los demás. Nos hacen sentir distintos.
 58

¿Qué quiere decir eso de ustedes los judíos?. Los odios y las intolerancias son pura
ignorancia. Hay una parte de la educación cívica ausente en nuestras escuelas y
universidades. Y el problema no es seguir llorando, sino saber que vamos a hacer después,
cuando las leyes no pasen una comisión, cuando en los programas de educación se
mantenga una sola visión.

Esto que hemos hecho ahora es buen ejercicio intelectual. Pero si queremos cambiar algo,
cada uno de nosotros se tiene que proponer, no mucho, hablar con 10 personas, hablarle
sobre lo que significa pertenecer a una etnia indígena, sobre lo que significa ser judío, para
conocernos, para darnos cuenta que tenemos muchas más cosas en común, para darnos
cuenta que todos somos humanos. Porque dejamos de ver el reflejo de la chispa divina que
todos tenemos, no hay nadie que no la tenga porque es bajo, gordo o flaco.

Hagamos el ejercicio de cerrar los ojos y pensar, pensar que ahora somos todos mapuches,
que ahora somos todos negros, que ahora somos todos judíos y alguien entra a esta sala y
nos dice judío tal por cual, ¿qué nos pasaría?.

¿Debemos hablar de tolerancia o de pluralismo?, ¿tu me toleras, sólo me toleras?, ¿de qué
manera?. Pluralismo es igualdad de derechos.

Quiero cerrar con otro cuentito. Los discípulos le dijeron al rabino: en el sótano está tan
oscuro que nos da miedo bajar. El rabino les dijo: bajen y ahuyenten la oscuridad a patadas.
Bajaron todos y empezaron a dar patadas. Después de una hora llegaron agotados, mucho
ejercicio pero la oscuridad seguía ahí. Y dijeron: rabino no se fue la oscuridad, ¿qué
hacemos?, y el rabino dijo: bajen y grítenle, y ellos bajaron y le gritaron, y no pasó nada.
Entonces el rabino les dijo: ahora les voy a dar una vela a cada uno; tu enciende la primera
vela y ayúdale al siguiente a prender la suya. Y luego el rabino les preguntó qué pasó
queridos discípulos. El primero dijo: donde yo estaba se fue la oscuridad, y cuando encendí
la vela del otro se fue la oscuridad de alrededor de él; y así sucesivamente fuimos
ahuyentando la oscuridad.

Cada uno de nosotros puede llevar la luz a los otros, crear conciencia. La discriminación y
la intolerancia nos demuestran que no somos un país en camino del primer mundo, mientras
exista esta imposibilidad de aceptarnos, mal vamos a desarrollarnos.
 59

COMENTARIOS Y PREGUNTAS DEL PÚBLICO

SEGUNDO PANEL

P: Hombre:
A don Arturo Chacón. ¿Ustedes han tomado las providencias en caso de que se promulgue
la ley, y que ésta no sea al final un arma de doble filo, que se transforme en un libertinaje
de cultos y lleguen religiones que nada tienen que ver con el cristianismo?

P: Hombre:
Yo sólo quiero felicitar al rabino por su metodología, que me parece muy cercana a la de
Jesucristo en el sentido de los cuentos y las parábolas, que tanto llegan al alma, no son
conceptos, son sentimientos.

P: Hombre:
Una pregunta para Alfredo y para Manuel. En Chile se están implementando algunos
proyectos pilotos de educación intercultural bilingüe. En Iquique se está desarrollando una
escuela y en Temuco ya hay 20 años de experiencia. Me gustaría que me dijeran cuáles
creen ustedes que son las áreas más importantes a desarrollar, con profesionales que
trabajan con el mundo indígena, ¿cuáles serían las áreas de desarrollo para profesionales
interculturales?.

Y una pregunta para el profesor Chacón. ¿Hay acuerdos en torno a los procesos de
evangelización que se están viviendo en el mundo indígena, desde la religión evangélica?.
Porque suceden prácticas muy parecidas a la que implementó la Iglesia Católica durante la
Colonia, en términos de negar totalmente la religiosidad mapuche.

P: Mujer:
A Manuel. ¿De que manera enfrentan la deserción de los niños del sistema educacional?.

P: Mujer:
Mundialmente hay dos formas de ser en la vida, hay dos seres humanos, los feos y los
buenos. Quiero que me explique eso y también que me explique otras dos palabras, lo
bueno y lo malo. También quiero que expliquen que significa ser acomplejado o apocado,
porque veo que en algunos países la gente no es acomplejada, en cambio aquí encuentran
que todo lo que tienen es malo.
 60

P: Hombre:
Sobre el discurso de Manuel tengo algunas dudas. Por lo que escuche se trata de un
discurso indianista, en el cual hay dos cosmovisiones diametralmente opuestas, donde un
polo que sería el mapuche, representa lo positivo, y el otro lo negativo. Y la segunda
pregunta, si tu no haz considerado que los valores de igualdad ante el derecho y de
tolerancia son también valores occidentales.

P: Mujer:
Para el rabino. Me gustaría que desarrollara un poco más la idea de la discriminación en el
discurso periodístico, el contraste de la experiencia chilena con otros países, ¿en qué
medida aumenta, favorece y legitima la discriminación?.

Y otra pregunta para Alfredo: ¿qué opinión te merece el tratamiento que la prensa ha dado a
la migración peruana hacia Chile?

P: Mujer:
Yo pertenezco a una red de organizaciones sociales de la población La Legua, una
población bastante descalificada. Pero quiero decirte a ti como mapuche que en la
población hay varios mapuches, pero yo he sentido que ustedes a nosotros tampoco nos dan
participación, nosotros tratamos de acercarnos a ustedes con esto de las tierras para poder
apoyarlos y nos dijeron que no. Igual con la Iglesia Evangélica, hemos tratado de
acercarnos a ustedes y nos han dicho que no, nos han negado ese derecho. Todos hemos
sentido discriminación, nosotros por vivir en La Legua, yo por ser separada, pero en este
caso puntual hemos sentido de ustedes poca integración, no hemos sentido que nos dejen
llegar. Tu dijiste algo que me quedó grabado: “los chilenos”, y a lo mejor yo tengo tus
rasgos pero me siento chilena y mapuche, yo no siento que estoy en otro lado, es mi tierra y
es mi país, toda tu tierra también es mi tierra.

Aplausos

P: Hombre:
Yo tengo dos preguntas. Primero para la persona peruana o aymara. Este foro ha sido muy
interesante, pero por qué tu trataste de chilenos a nosotros los blancos, además ustedes
siempre tienen la costumbre de decir el huinca. Eso me mueve a decir que aquí no existe ni
la tolerancia.

Para el rabino y el pastor evangélico. Yo me pregunto si la religión no es una sola, ¿no

habría que ver estas sectas que han llegado que no son nada más que grupos de
comerciantes?, grupos de gentes que por la radio o la televisión tratan de usar el nombre de
Dios para su bolsillo.

Aplausos

R: Chacón:
Respecto de la aparición de otras religiones quisiera decir que con ello está en juego la
libertad. Si nosotros creemos en la libertad como principio de organización de la sociedad
 61

tenemos que correr el riesgo. No podemos pedir que el Estado proteja a los creyentes de los
no creyentes, o a ciertos creyentes de otros creyentes. El Estado no está para eso. Depende
de cada organización religiosa ver cómo se relaciona con las otras y con la sociedad en su
conjunto. Hay un principio que en Chile no acariciamos con pasión, somos un país que le
tiene miedo a la libertad. Cuando empecemos a discutir las cosas nos vamos a dar cuenta
que es así, que nuestra cultura es autoritaria, lo que ha impedido que la gente le tome el
gusto a la libertad. En este escenario autoritario a los más se puede ser rebelde, pero se
termina siendo tan autoritario al final como aquellos que se desafió al principio.

En Chile se trató de legislar sobre el satanismo por ejemplo. Pero el satanismo siempre va a
aparecer donde esté presente la fe, no hay que hacerse problemas, porque son expresiones
en contra del que cree, no en contra de Dios.

Respecto de la evangelización del mundo indígena habría que decir que es un problema de
500 años en el continente. ¿Qué diferencias hay entre las Iglesias?, creo que ninguna. Hay
Iglesias Evangélicas que han tratado de hacer trabajos en mapudungún (revisar), que le han
dado al pueblo mapuche la posibilidad de organizarse en torno a sus usanzas. Pero no han
resultado, y habría que ver por qué han fracasado estas iniciativas y otras, como las
escuelas religiosas bilingües

Yo tengo orígenes quechuas, la cultura que nació en Tiahuanaco, tengo conciencia ello, que
es lo que no hay en esta parte de la América andina. Debiera incorporarse este bagaje
cultural en los colegios, porque la gente que no la conoce cojea. Tenemos que saber quienes
somos, hay 90 lenguas vivas en este continente, nosotros no sabemos ni los nombres. Lo
que tenemos en este contexto es una compañía de soledades, cada uno vive en su propia
soledad, no somos capaces de compenetrarnos los unos de los otros, no nos conocemos y
estamos unos al lado de los otros.

R: Painequeo:
Para quien preguntaba por la educación intercultural: Yo creo que una de las principales
preocupaciones en ese sentido, es tratar de comprender la cosmovisión mapuche.
Reconocer sus implicancias en nuestras vidas de mapuches para poder generar una
educación intercultural y bilingüe y no una imposición cultural.

Respecto de cómo enfrentamos la deserción escolar de los niños mapuches, habría que
decir que las iniciativas se reducen a microproyectos de seguimiento, porque los recursos
para esto son pocos o casi nulos. Hay organizaciones mapuches que trabajan con los niños
para superar los complejos que se van formando en la escuela de educación formal. Pero se
avanza poco porque es un problema de voluntad política para asignar recursos, desde el
Ministerio.

Con relación al indianismo que habría guiado mi comentario. Yo creo que lo esencial es la
defensa de la dignidad humana, y cuando vemos dos sistemas opuestos, en la práctica, uno
avasallando al otro, no sé si es indianismo.

La discriminación de los mapuches hacia los no mapuches en la población es porque no nos

entendemos. Nosotros decimos chilenos a los otros, para identificarnos como mapuches,
 62

que significa gente de la tierra, que tiene una concepción distinta de la vida, una percepción
de la propiedad distinta, un idioma distinto, una religiosidad distinta. Chileno es una
palabra ambigua para nosotros. La señorita que preguntaba decía que se siente tan mapuche
como nosotros y otra gente lo dice, pero no saben nuestro idioma, no conocen la religión
mapuche, no conocen como nos vestimos y por qué de cierto color, no tienen idea, eso no
es mestizaje cultural.

Yo creo que se debe abordar el tema de las diferencias culturales en la compresión de las
culturas, en la diversidad, donde exista un Estado que reconozca la existencia de diversas
naciones o pueblos al interior de la sociedad chilena. A eso apuntamos, por eso nos interesa
participar en estos foros, para que conozcan lo que pensamos, porque no lo conocen.

R: Samuel:
Yo creo, y concuerdo con Arturo, que el problema de las sectas tiene que ver con una
actitud madura de la sociedad. No se puede legislar sólo para prohibir. La cuestión
dependerá de la profundidad con que hagamos nosotros nuestras cosas.

Los medios de comunicación forman, informan y deforman. Con respecto a las etnias y a
las minorías religiosas puedo decir, responsablemente, que se dedican fundamentalmente a
deformar. Tampoco hay comprensión, ni intención de entender, ni de hacer participar. En
este mundo de vorágine, de estrés, de correr, ya no hay tiempo ni para conocer al vecino,
nadie sabe y no le interesa saber qué le pasa al del lado. Hay algo que está fallando en
general. Todos pasamos horas conectados a los medios de comunicación, por eso debieran
tener la obligación de informar y de formar para entendernos.

R: Alfredo:
Respecto de mi calidad de peruano: el pueblo aymara desciende de las grandes culturas
andinas, que hoy están separadas por cuatro muros; hay aymaras en Chile, en Bolivia, en
Argentina y en Perú. Mi cédula de identidad indica que tengo un vinculo jurídico con el
Estado chileno. Pero ante todo soy aymara.

Creo que si no derribamos la visión occicentrista, el pensamiento etnocentrista muy

arraigado en la sociedad chilena, no vamos a tener la posibilidad de construir una sociedad
multicultural, como la que nosotros proponemos. Nosotros proponemos que nos dejen ser
como somos. Desde nuestra historia, desde nuestra filosofía, desde nuestra visión,
queremos proponer un modelo de vida alternativo, pero no se lo queremos imponer a nadie.
Tampoco queremos que nos impongan nada.

Al principio hacía la reflexión de sí efectivamente somos tolerantes, y las preguntas dicen

lo contrario. Un hermano preguntó sobre las religiones diciendo: “no se correrá el riego de
que entren otras religiones que nada tienen que ver con el cristianismo”, ¿eso es tolerancia?.
El hermano rabino señalaba que todos somos creados a imagen y semejanza, que somos
todos hijos de Dios, ¿es tolerancia eso si yo tengo otra concepción, si mi pueblo tiene otra
visión, otra espiritualidad?. Hoy nuestras comunidades son invadidas por Iglesias
Evangélicas, que son como las campañas políticas, hay afiches, traducciones aymaras de la
biblia, y hay presiones que se expresan en textos de la biblia que dicen que si no adhiere al
 63

cristianismo el mundo se va acabar, y el indígena no entiende eso, se asusta, ¿eso es

tolerancia?.

Pero observo que hay tolerancias distintas, nosotros proponemos tolerancia máxima, que se
respete al otro como es, que se nos respete el sistema de vida, que haya igualdad, nadie es
superior, nadie es inferior, yo respeto al otro, el otro me respeta. Aquí hay una tolerancia
condicionada: tú eres indígena, puedes tocar tu cultrún, pero tienes que ser católico.

Nosotros postulamos una sociedad multicultural, de negros, de indígenas, de amarillos. Que

entendamos que el mundo es diverso como la geografía, como nuestro propio país, con
desiertos y hielos, que ha engendrado gente diversa, que habla distinto. Queremos construir
la unidad sobre la base de la diversidad, que todos los pensamientos tengan el mismo nivel.
Por favor, permítannos a los indígenas reivindicar nuestra propia historia que ha sido
alevosamente tergiversada para justificar el arrasamiento de territorios.

Nosotros vemos la educación bilingüe como un parche. Hay colegios bilingües pero de
orden católico, usted puede hablar su idioma nos dicen pero tiene que ser católico, o
evangélico.

Quiero terminar hermanos diciendo como Tupac Yupanqui: un pueblo que oprime a otro no
puede ser libre.
 64

TERCER PANEL
MINORIAS SEXUALES, DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO Y DISCAPACIDAD

ESTÉVEZ:
Quisiera como director de la Fundación Ideas, agradecer a quienes han hecho posible la
realización de este seminario cuya organización ha recaído en la División de
Organizaciones Sociales.

Quisiera a modo de motivación, referirme a algunos antecedentes que entrega la encuesta

de intolerancia y discriminación en Chile, sobre la temática de sexualidad, género y
discapacidad. Como ustedes saben, esta encuesta se realizó el año pasado, y entregó
respuestas y indicativas de la carga valórica de discriminación e intolerancia en Chile
respecto de un conjunto de ítems, pero de manera especial sobre la temática de este panel.

Según la tabla de carga valórica de discriminación e intolerancia construida a partir de esta

encuesta, el tema donde se expresa la mayor carga de intolerancia y discriminación en
Chile es el tema de la homosexualidad. Lejos, comparado con cualquier otro ítem, es el
tema donde se manifiesta la mayor intolerancia.

Un tema intermedio donde se manifiesta la intolerancia y la discriminación es el tema de

género, y el tema, donde, según quienes responden la encuesta, se manifiesta de un modo
menor la intolerancia y la discriminación, es la discapacidad.

Es preciso entender bien estos datos, una lectura lineal de los resultados de esta encuesta
puede llevarnos a confusiones. Digamos en primer lugar, que la carga de discriminación e
intolerancia que esta encuesta mide, lo hace de un modo diferente a como normalmente
trabajan las encuesta de opinión pública respecto de los candidatos políticos o de productos
comerciales. Esta encuesta tiene que medirse con relación a otras situaciones de
discriminación en otros países. Existe una franja de referencia que es la siguiente: cuando el
índice de discriminación e intolerancia se encuentra sobre el 11% es preocupante, sobre el
21% es alarmante, sobre el 31% es riesgozo, sobre el 41% es peligroso y sobre el 51% es
gravísimo.
 65

Pues bien, en le tema de homosexualidad, la carga de intolerancia y discriminación se eleva

a la cifra de 60.2%, lo que es gravísimo. En el tema de género 33.9% y en el tema de
discapacidad 20.7%.

Ahora, quisiera exponer brevemente, algunas hipótesis que expliquen estas diferencias tan
notables. Las personas que trabajan han estudiado el tema de la discapacidad y
fundamentalmente quienes sufren de manera evidente la discriminación por discapacidad,
señalan que los grados de discriminación son mucho mayores que lo que la encuesta dice.

¿Cómo se explica este caso?. Nosotros pensamos que junto a la estructura valórica de cada
encuestado, que se moviliza cuando le preguntan por cada una de las proposiciones que
están señaladas, opera paralelamente, siempre, lo que se llama: el clima dominante de
opinión pública, que es lo que la sociedad está pensando sobre el tema, y que actúa como
una presión sobre las personas. Cuando uno responde una encuesta, no lo hace sólo
revisando su conciencia, también responde mirando lo que pasa en la sociedad respecto del
tema.

Pues bien, en el tema de discapacidad, existe hoy un discurso social que hace difícil
pronunciarse a favor de conductas discriminatorias hacia las personas discapacitadas. La
discriminación por discapacidad opera igualmente, pero las personas no quieren reconocer
explícitamente que pueden discriminar por discapacidad. Y este es un dato relevante; hay
una contradicción entre lo que la sociedad está diciendo sobre el tema y lo que sucede
realmente. El discurso público sobre el tema de la discapacidad es de no-discriminación; sin
embargo, las conductas privadas respecto de la discapacidad son discriminatorias.

En el tema de la homosexualidad ocurre, en mi opinión, exactamente lo contrario. El

discurso público y social es más discriminador, que el discurso privado. Es decir, hoy la
sociedad, legitima la discriminación para personas que se reconocen homosexuales, no
castiga la homofobia, más bien la alienta y promueve, a diferencia decíamos, de lo que
ocurre con la discapacidad. Pero este conservadurismo de la conciencia pública respecto de
la homosexualidad es mucho mayor que como conciencias individuales.

El tema de género creo que se ubica en una posición intermedia, porque el movimiento de
género, que viene luchando por la igualdad de oportunidades y denunciando la
discriminación, ha logrado victorias significativas, y hoy es mucho más difícil sostener un
discurso de discriminación de género que antes. Sigue habiendo, sin embargo, niveles altos
de discriminación. Pero el discurso que la sociedad está dispuesta a aceptar sobre
discriminación de género, es menos permisivo de lo que existía hace un par de años atrás.

En consecuencia, estamos en presencia de un mundo de subjetividades, donde el tema de la

discriminación se mueve no sólo en el nivel de las percepciones que objetivamente podrían
existir, sino fundamentalmente a través del cómo las conciencias individuales y colectivas
responde a las situaciones de discriminación y de intolerancia.
 66

RUÍZ:

No puedo dejar de decir, antes de leer mi exposición, que estas instancias de discusión son
contradictorias. Este seminario se llama Diálogo Académico y Social, y, sin embargo, los
académicos se fueron, y lo social sigue estando al final de cada jornada. Bueno, es la
realidad; pero no hay que asumirla, más bien no hay que dejar pasar la oportunidad de
cuestionarla, de rebatirla.

En la mañana de hoy, Irma Palma manifestó su incomprensión a los aplausos frente a una
intervención que aceptaba la discriminación a la homosexualidad. Yo me sumo a la
molestia.

Agradecemos a los organizadores de este Foro la oportunidad que se nos ofrece para
entregar nuestra opinión acerca de conceptos tan importantes a considerar, en un momento
en que el fortalecimiento de las instituciones democráticas se hace imprescindible. Por ello,
nuestra participación, en esta oportunidad, tendrá un carácter crítico, en la perspectiva de
esclarecer aun más nuestras posiciones e intenciones ante la tarea de socavar la base de los
prejuicios y la discriminación.

La bipolaridad aparente reflejada entre discriminación y tolerancia, es una muestra de lo

que a nuestro constituye la paradoja de los oprimidos. Es decir, pretendiendo liberarnos de
ciertas cadenas que nos mantienen anclados a las categorías de la desigualdad, elevamos un
discurso que difícilmente nos esclarece acerca de lo que realmente deseamos, para
continuar finalmente atados como siempre.

Creemos en todo caso, que la tolerancia, parece ser el objetivo perseguido por quienes,
sensibles ante el desarrollo de un sistema y una cultura discriminadora e irrespetuosa de la
dignidad humana, se ven reflejados en los sujetos y sujetas que están más allá de lo
permitido, o más allá de lo reconocido por nuestra sociedad, e intentan modificar dichas
estructuras. Sin embargo, debemos decir que lo que llama la atención es que quienes están
objetiva y conscientemente sometidos a la marginación difícilmente reclaman para sí la
tolerancia. Más bien parece ser una demanda de los unos para los otros.
 67

Difícilmente los indígenas reclaman la tolerancia por sí y para sí. Tampoco lo hacemos los
homosexuales, ni tampoco pretendemos hacerlo. No es difícil, sin embargo, escuchar a
muchas personas reclamar tolerancia para los discapacitados, los ciegos, las mujeres, los
drogadictos, los homosexuales, los cero positivo, en fin, para todos los marginados y
rechazados por la sociedad.

La dificultad encontrada en el simbolismo del lenguaje nos lleva a describir que el

significado de la tolerancia nada tiene que ver con lo que realmente deseamos quienes por
siglos hemos sido objeto de la marginación. Ciertamente, no sólo hemos descubierto, sino
que sentimos en nuestro cuerpo, que la tolerancia implica una cierta fuerza coactiva, una
presión por hacer que lo incomprendido deba ser integrado a la cotidianeidad de quien no
desea dicha integración.

Discriminar es tratar de la misma forma lo que no es igual o tratar en forma distinta lo que
debe ser tratado en forma igualitaria. En definitiva es negar lo que no podemos aceptar.
Tolerar significa simplemente dejar que las cosas pasen porque no las comprendemos o no
sabemos como funcionan y no las podemos modificar.

Al contraponer la discriminación con la tolerancia, estamos diciendo que no vamos a

discriminar en forma activa. Lo haremos en forma pasiva. El opuesto entonces de
discriminar no es tolerar. Tolerar es aguantar, o aceptar manteniendo los dientes apretados.
Tolerar es simplemente postergar la discriminación. Tolerar es discriminar en potencia.
Hoy no discriminaremos, mañana si; hoy toleramos, mañana rechazamos.

Si aspiramos a resolver o enfrentar las situaciones de discriminación que cotidianamente

nos amenazan, es necesario antes, hacer un intento de compresión del fenómeno que nos
molesta o nos incomoda. Descubrir por qué nos incomoda, cuál ha sido la forma de
entender la realidad que hemos aprendido y de que manera hemos sido formados para
enfrentar esta realidad.

La tolerancia es lo opuesto a la resistencia, ambos conceptos están el rechazo y la

aceptación. Justo al medio de todo se encuentra la indiferencia, como otra forma de
negación. La indiferencia niega la existencia misma de lo que no aceptamos, y por ello
puede confundirse con la aceptación.

La tolerancia, como dice Maturana, es una negación postergada. Podemos positivizar esta
afirmación diciendo que la tolerancia es una aceptación suspendida. Pero en definitiva la
tolerancia no es aceptación.

Si queremos terminar con la discriminación debemos proponernos el cambio de las

conciencias respecto a nosotros mismos. Es una cuestión de autovaloración que va desde lo
individual hasta lo colectivo. Quizá sea más fácil persuadir a nuestra sociedad de ser más
tolerante frente a la homosexualidad que decirle que sea coherente con su propia historia.
Pero eso está por verse, porque es lo mismo que decir “por favor, no rechace a los
homosexuales hoy día”. De alguna manera, los propios homosexuales sentimos que cuando
se apela a que seamos tolerados, se está apelando a que la sociedad nos haga un favor,
cuando en realidad lo que se quiere es que la sociedad se haga una autocrítica respecto a la
 68

forma en que ha percibido históricamente a los homosexuales y la forma humillante e

indigna a la cual se nos ha expuesto.

El discurso de la tolerancia es un discurso paternalista, que no implica una autocrítica. Al

contrario, ésta es negada, simplemente, con el gesto de impotencia frente a lo que no sé
aceptar ni tampoco rechazar, porque se supone de existencia modificable en un futuro
desconocido.

Es muy parecido a cuando se habla de la reconciliación. Se espera que los familiares de los
Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos, miren hacia el futuro, olviden el pasado,
lo que es coherente con la idea de no revisar nuestra propia historia para corregir los errores
que como sociedad hemos cometido, porque duele darnos cuenta de lo equivocados que
estuvimos. Efectivamente, nuestra sociedad es tolerante con la injusticia. Pero los detenidos
desaparecidos, los ejecutados, los homosexuales, los pobres y los marginados de nuestra
sociedad son las víctimas de la injusticia. No podemos pedir tolerancia para ellos. Debemos
pedir justicia, aceptando su existencia y corrigiendo nuestros errores.

Nuestra dignidad exige la aceptación. Los homosexuales aceptamos a la heterosexualidad,

porque la comprendemos, así como la comprende la sociedad y no intentamos modificarla.
Es parte de la naturaleza humana y parte también del repertorio de conductas y formas con
las cuales los seres humanos nos relacionamos. No nos sentimos amenazados por la
mayoría que representa, porque estamos seguros de lo que somos.

La sociedad se siente amenazada por la conducta sexual de una minoría, y, sin embargo, la
homosexualidad no es más una forma de relacionarnos en un plano muy específico de las
vivencias humanas. Nada tiene, que pueda ser comprendido de manera distinta que el resto
de las conductas o comportamientos sexuales de los seres humanos o de los seres vivos.

Pero la sociedad se niega ese ejercicio de reconocimiento igualitario a las conductas porque
tiene temor a reconocerse en esa minoría rechazada, ni quiere reconocer que la rechaza
injustificadamente, quizás debido a intereses que se ocultan en los púlpitos de las
catedrales.

Decir discriminación y tolerancia puede ser una trampa impuesta por nuestra propia
ignorancia. No es lo que las minorías sexuales esperamos. Quizás sea lo que la sociedad sea
capaz de hacer para no tener que mirarse el ombligo y reconocer, que la homosexualidad,
es parte de su propia naturaleza. Del mismo modo, miramos con sospecha al individuo
tolerante, porque en el fondo su actitud no deja de ser homofóbica, y la homofobia implica
una negación a sí mismo, una autorepresión que se contiene por la fuerza del discurso y la
presión externa. No por autodeterminación, sino por interés o por temor.

En estos días el parlamento ha realizado un gesto tolerante al aprobar la despenalización de

las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. No porque las haya aceptado
finalmente, en un gesto de reconocimiento de su ignorancia respecto de la sexualidad
humana, sino simplemente porque no las puede castigar, está impotente frente a lo que ellos
consideran un acto inaceptable.
 69

Una sociedad integrada requiere la aceptación. Buscamos la integración de la sociedad y no

nuestra integración a la sociedad. Ello implica, necesariamente, un ejercicio de reeducación
de los individuos y de la sociedad en su conjunto. Reeducar para nosotros implica un
proceso de aprendizaje acerca de cada uno de nosotros mismos. Implica dejar de mirar con
“objetividad” los fenómenos externos, reconociendo que estamos implicados en ellos y que,
al hablar sobre lo que le pasa a los demás, estamos hablando de nosotros mismos.
Solamente en estos términos podremos sentir la necesidad de integrarnos en un proceso de
construcción de nuevas relaciones en una nueva sociedad.

Hemos tenido que responder preguntas idiotas tales como si los homosexuales nacemos así
o nos hacemos. Y lo peor es que tenemos que tener respuestas idiotas como conejillos
enjaulados. Esa pregunta implica una enorme ignorancia de la sexualidad. ¿Cómo es
posible entonces que en nuestra sociedad los periodistas, educadores, médicos, sicólogos,
orientadores familiares, curas, monjas y muchos otros estudiosos de los fenómenos
sociales, puedan hablar de la sexualidad humana si ni siquiera han sabido dar respuesta al
origen de su propia sexualidad?. Y si no existe interés en conocer la propia sexualidad de
los heterosexuales, ¿por qué han de tener interés en conocer la nuestra?. Entonces, a
nosotros nos surgen dudas acerca de la intención tolerante de los investigadores, porque
sentimos que no tenemos que ser explicados ni tenemos que dar explicaciones. Tenemos
que ser simplemente comprendidos y aceptados. Inútil ha sido pretender cambiar nuestra
naturaleza y basta solo eso para darse cuenta.

La homofobia se manifiesta de múltiples maneras. Las más de las veces con un rechazo
categórico a la homosexualidad, y otras muchas, mediante un acercamiento tolerante,
quizás más dispuesto al entendimiento, pero en general manteniendo reservas y barreras
culturales que se sostienen por largo tiempo negándose a comprender y aceptar el
fenómeno rechazado.

Estas actitudes, sin duda muchas veces bien intencionadas, merecen de todos modos nuestra
fraternal crítica y observación. ¿Queremos promover la tolerancia?.

Debemos situar el debate en otro espacio y tiempo, analizar lo que decimos, y determinar si
lo que deseamos es mantener la negación de nosotros mismos. No nos cabe duda, que cada
uno de los chilenos y chilenas formamos parte de alguna minoría discriminada, gordos y
gordas, morenos y morenas, chicos y chicas, pelados y peladas. Y la paradoja mencionada
al comienzo es que siendo personas discriminadas no nos damos cuenta que seguimos
discriminando al no ser capaces de mirarnos el ombligo y desde allí establecer el término
adecuado que andamos buscando. ¿Quieren los pelados y peladas ser tolerados o
aceptados?.
 70

PÉREZ:

Me gustaría reflexionar con ustedes acerca de la categoría de género, y de su relación con el

movimiento feminista. Resalto el término feminismo, para dejar claro que no son
equivalentes, género y feminismo. Es que hay una historia. A principios de siglo un grupo
de mujeres llegó a votar en San Felipe. En la mesa de votación les dijeron que no podían
hacerlo, a lo que las mujeres replicaron que la Constitución decía que era derecho de todos
los ciudadanos. Las personas de la mesa de votación se vieron así enfrentadas a la situación
sin salida, de que quienes las requerían eran ciudadanos, en un sentido, en el de que no son
nombradas de manera especial en la Constitución, pero ciudadanas para los efectos de un
derecho que no pueden ejercer.

Esa es la primera situación que, en Chile y en otras partes del mundo, hace que las mujeres
se enfrenten con un doble estándar que es muy complicado. Por una parte pareciera, que la
ley, la ciencia, el saber, el derecho, el arte, hablaran del ser humano, en general. Sin
embargo, cuando ese ser humano accede a los derechos o a los privilegios, por una
operación automática, queda convertido en un ser masculino. Entonces surge el llamado
feminismo de la igualdad. Es decir, la protesta de las mujeres por la igualdad de acceso a
los derechos que le son vedados; y se generan una serie de movimientos feministas de
reivindicaciones de las mujeres, como el movimiento sufragista que lucha por el derecho a
voto, o el movimiento de mujeres obreras que luchan por condiciones justas de trabajo. Un
feminismo que busca la igualdad, así sea dentro de los marcos establecidos por el sistema.

Este feminismo de la igualdad, comienza con el tiempo, a encontrarse con unos tropiezos
significativos, como el hecho de pedir la igualdad en un derecho en el que no se cree
totalmente o que no se ha cuestionado, por ejemplo, pedir el acceso al trabajo y un salario
equivalente al de los hombres cuando no se ha cuestionado un sistema de explotación, que
es aún más severo con las mujeres.

Surge luego entonces, el feminismo de la desigualdad, el que no aspira sólo a lograr la

igualdad dentro de un sistema establecido, una igualdad con el referente masculino, sino
que aspira a cambiara las relaciones de ese sistema en su conjunto, apelando, recogiendo y
reconociendo las cuestiones propias de las mujeres. Por ejemplo, cuando las mujeres se dan
 71

cuenta que el conjunto de las relaciones de vida cotidiana está fuera del derecho, y queda
librado a la suerte de cada una y, sin embargo, esa vida cotidiana, a veces, puede
representar la muerte. Se legisla respecto a salarios, se legisla respecto al voto, pero nadie
dice nada cuando una mujer es violada por su padre o cuando un hombre mata a una mujer
en su casa. Hay todo un mundo, precisamente donde las mujeres han desarrollado la parte
más importante de su vida por siglos, que queda desprotegido del derecho que han
construido los hombres.

Las mujeres dicen entonces, tenemos que considerar la diferencia, de nuestras vidas, e
incorporar esa diferencia a la política; surge así, el feminismo de la diferencia. Hay que
cambiar un sistema de convivencia entre hombres y mujeres, y hay que cambiar la lógica
con que hasta ahora hemos pensado las cosas.

Sin embargo, este feminismo también se encuentra con un límite. Y es que en algún sentido
esta tendencia puede llevar a un mundo alternativo, distinto, pero quizás con la misma
pretensión de totalidad que el otro. El clisé, débil como tal, de que el feminismo es la otra
cara del machismo, tiene aquí algo de profundidad; apunta a que no se puede cambiar una
lógica única y universal que manda de una manera para todos, por otra de las mismas
características, un mandato por otro, un derecho por otro.

Así surge lo que se ha llamado el feminismo de la deconstrucción, o sea, aquel que ya no se

plantea una cosa o la otra, sino que dice que el problema es que la diferencia a partir de la
cual las mujeres han sido discriminadas, no significa nada en realidad. Ese racionamiento
es el que lleva a la elaboración del concepto de género. Entendemos por género la
elaboración que hace una cultura, de la diferencia de los cuerpos entre un hombre y una
mujer.

Si observamos la historia de la humanidad nos daremos cuenta que, las maneras en que se
ha hecho el género son muy distintas. Hay culturas donde ocurren las cuestiones más
descabelladas a nuestros ojos, como que los hombres sienten los dolores del parto. No hay
una forma de hacer el género, de hacer lo masculino y lo femenino. Hay infinitas formas
que dependen de variados factores.

Esto implica que género, diferencia sexual, masculino y femenino, hombre y mujer, son en
algún sentido, palabras que no significan nada. Sin embargo, son palabras que necesitamos
para poder vivir todos los días. Porque nadie puede permanecer en silencio frente a la
pregunta ¿qué soy?, ¿soy hombre, soy mujer?, algo soy. Pero si alguien pide que lleve a
fondo esa afirmación y que encuentre una razón última para sostener esa afirmación, no
tengo nada de que agarrarme. Eso es el género, esa es la diferencia sexual, eso es ser
hombre o ser mujer. Nada en algún sentido, pero imprescindible en otro sentido.

Esta complicación de que la diferencia sexual sea todo y nada, es lo que hace que la cultura
y la sociedad se organice en torno, y no pueda prescindir de administrar y legalizar, la
diferencia sexual. En las culturas más arcaicas, la primera ley, tiene que ver con la
administración de la sexualidad, quienes se pueden casar y con quienes y con quienes está
prohibido casarse. Las culturas más antiguas se basan en la regulación de la sexualidad y el
intercambio sexual entre las personas. Y esto sigue absolutamente vigente hasta hoy, nadie
 72

puede simplemente vivir su sexualidad, sino que la sexualidad de cada uno se encuentra,
explícita o implícitamente, sujeta a miles de leyes. No es casual, por ejemplo, que en
nuestros país, sacudido por un quiebre cultural tan profundo como el ocurrido durante la
dictadura, los llamados temas emergentes, es decir, los temas con los cuales tratamos hacer
país de nuevo, terminen apuntando a lo sexual. Hay algo en lo sexual que necesitamos
permanentemente observar, mirar, legislar y administrar.

En este punto me quisiera conectar con el problema de la discriminación y de la tolerancia,

haciéndome absolutamente eco de la intervención de Marco, en el sentido de cómo se nos
plantea ahí una ilusión de alternativa.

Ser diferente sexualmente significa nada y significa todo. Nadie puede olvidarse de su
diferencia, pero en ninguna parte hay algo que le diga definitivamente que significa esa
diferencia. Por eso se discrimina. Discriminar es trazar los bordes que distinguen una cosa
de otra, autoritariamente. Por eso el psiquiátrico y el cementerio están juntos en nuestra
sociedad, porque trazan el borde de la locura y la muerte, y nos permiten a nosotros, del
otro lado, sentirnos vivos y cuerdos.

La sexualidad y la discriminación sobre sexualidad son eso, es poder decir ahí están los
otros, y tener la ilusión de que hay algo me dice quién soy yo, discriminando al otro.

La tolerancia es otra manera de estar en un problema con la diferencia, de no tener como

inscribir la diferencia. La tolerancia es no tener cómo abrir un espacio para la diferencia, es
la dictadura del consenso, la ilusión de que no hay cosas en conflicto, en tensión, que nos
separan, como efectivamente ocurre cada vez que hay diferencia, es decir, siempre.
 73

SALINAS:

Muchas gracias a los organizadores por permitir que tenga lugar esta conversación, en
donde se puede salir de este ronroneo tan somnífero que ha impregnado a la sociedad
chilena hace ya varios años. Es grato encontrarse, de tanto en tanto, no para seguir
confrontando vanalidades sino para decir cosas con sinceridad y que tienen que ver con la
dignidad de las personas.

Por ser el último en exponer me beneficio de una suerte de renta de situación, porque gran
parte de las cosas que quería, o se me ocurría decir, ya han sido dichas de mejor manera.
Me limitaré, por tanto, a exponer dos o tres ejemplos que apunten a desarrollar y
consolidar, que creo es lo vale pena, el consenso en torno a la dignidad humana.

En el tema de la discapacidad pareciera ser que la discriminación es menos grave, de lo que

ocurre con otros sectores de la sociedad que son discriminados. Pero esto no es un asunto
de grados más o grados menos. Esto es un problema fundamental y urgente, hay en esto
algo de riesgo social.

Nuestra sociedad vive no tan sólo una convalecencia, que ojalá sea eso, una convalecencia
de un enrome traumatismo, sino también una enorme incomunicación. Es una sociedad
donde se discrimina, por muchas razones; y esto grave, porque compromete no sólo la
moral, no sólo la ética, no sólo el prestigio de un país, la imagen de un país, sino
fundamentalmente porque compromete nuestra sobrevivencia. Una sociedad que discrimina
a las personas porque nacieron con un cromosoma más o un cromosoma menos, porque
nacieron con un problema mental o sufrieron la amputación de alguno de sus miembros; y
las encierra en instituciones que no conoce la mayoría de la población; una sociedad que
oculta, que lo permite en silencio y no tiene el coraje de mostrarlo mientras se gastan
millones en programas que anestesian el espíritu crítico de la gente a través de la televisión;
una sociedad donde se han tenido que librar una gran batalla para que pueda hablarse de la
discapacidad.

En este país los canales de televisión se negaron hasta hace poco a aceptar que se
subtitulase, en lenguaje de señas, para los sordomudos las noticias. Cuando estas cosas
 74

ocurren, sin reacción, puede ocurrir cualquier cosa en la sociedad.

En Chile, alrededor del 10% son discapacitados, según un censo que no es muy preciso en
este sentido. Esta discapacidad está repartida en todos los estratos sociales, pero podemos
entender que cuando la discapacidad se da cita en los barrios pobres la situación se agrava.

¿Qué dificulta la compresión del problema de la discapacidad?, además de que existan en

este país problemas genéricos tan graves como el de la pobreza. Hay sin duda problemas de
lenguaje, la gente prefiere ocultar, consciente o inconscientemente; se usan términos que no
ayudan a esclarecer, a poner en evidencia el problema de la discapacidad. Se usan
eufemismos y tecnicismos como invidente o no vidente, para la señora del barrio sigue
siendo el cieguito de la esquina, que al final transforman a la persona que sufre la
discapacidad en otra persona, en otro.

El lenguaje construye realidad, y el lenguaje que habla de la discapacidad es técnico porque

responde a una concepción dominante biomédica. Se habla de las personas con nombres
que desde punto de vista médico pueden ser correctos, pero cuando estos nombres
trascienden a la opinión pública, y se dice que sería importante un programa de
rehabilitación para personas que sufren de paraparecia espástica, se esta distanciando a la
gente de una realidad, se está aislando a la gente que sufre de un problema. La gente que
sufre de una dolencia es un ciudadano como todos nosotros, volvamos a un sentido más
trivial, retornar el problema de la discapacidad a un problema de ciudadanía.

Si es un derecho de todo ciudadano ir a la escuela, hagámoslo cumplir para todos, sabiendo

que un niño con síndrome de down jamás resolverá una ecuación de segundo grado. A
veces, en el mejor de los casos, los profesores quieren recibir a un niño con problemas en la
escuela, pero no saben que hacer, no saben cómo resolver problemas tan pedestres como el
de la niñita que quiere hacer pipí y anda en silla de ruedas, en una escuela donde para ir al
baño hay que subir escaleras, y entonces no la aceptan en la escuela.

Y volviendo al lenguaje, hay que decir las cosas más claramente. Las personas que tienen
un detrimento que les impide desarrollar una vida independiente son medidas en su déficit,
se mide el porcentaje de discapacidad, el coeficiente de esto o lo otro. Y lo importante no es
medir los déficit, sino considerar las necesidades que se derivan de eso, a causa de tal
discapacidad necesitan tales condiciones. Los niños ciegos no son más malos o más buenos,
lo que importa es lo que necesitan para desarrollarse como los demás, necesitan para poder
acceder a la enseñanza unas herramientas no visuales.

Sobre las necesidades podemos actuar, más que sobre las discapacidades que a veces son
irreversibles, no sobre los déficit. Esto es una cuestión de política. El Gobierno dictó una
ley el año 94 donde se compromete a satisfacer las necesidades de las personas con
discapacidad.

Como nos importa, no tan sólo los índices macroeconómicos, no tan sólo la competitividad
de nuestros productos en los mercados externos, sino que vivir como ciudadanos dentro de
un clima con mayor respeto mutuo, debemos volcar estos problemas hacia la vida de todos
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los días, en los lugares donde nos encontramos todos los días, en la escuela, en el trabajo,
en el barrio, para poder cambiar nuestra manera de relacionarnos.

Habrá cambiado algo en nuestra sociedad cuando nos refiramos los unos a los otros como
personas, cuando podamos decir yo soy alguien que riega las raíces de todo lo que crece,
cuando no nos refiramos los otros anteponiendo que son homosexuales, negros, ciegos o
mapuche.

PREGUNTAS Y OBSERVACIONES DEL PÚBLICO

TERCER PANEL

P: Hombre:
¿Qué le diría usted a una persona que no se siente hombre en toda la extensión de la
palabra, y en sentido contrario a una mujer que siente hombre?

P: Mujer:
La Morada está quizá, en una etapa más sofisticada respecto de la problemática de la mujer,
pero en qué está aportando La Morada y otras instituciones de mujeres para la cotidianeidad
de la mujer, cuando en lo cotidiano estamos enfrentadas a situaciones de dominio, de
pasarnos a llevar, y yo creo que esa es una etapa primera para autovalorarse, para entender
que somos seres humanos iguales y así desenvolvernos en la sociedad.

P: Mujer:
¿Usted cree que las mujeres deberíamos ser iguales a los hombres, en los derechos y en
todo?.

P: Hombre:
Yo quisiera decirle con todo respeto, porque usted dijo que nosotros no sabemos qué
somos, ¿cómo le gustaría que le llamaran a usted, Francisca o Francisco?.

P: Mujer:
Yo soy mamá, tengo un niño varón y una niña mujer, y además mi primera profesión es de
profesora, no he hecho clases eso sí, y siempre me ha preocupado esto de cómo ir teniendo
igualdades como mujer, como profesional, además asumiendo roles de mamá, de esposa, de
compañera, de amiga, etc., ¿qué pasa con la formación de los hijos, en esta sociedad?, que
queremos hacerla integrativa para todos. Porque efectivamente en el discurso podemos
tener un discurso verbal, y podemos decir toleramos y no discriminamos, ¿pero qué pasa en
lo privado que hoy día es la familia por ejemplo, qué pasa con los roles que uno tiene como
mujer y como madre?.

P: Trasvestie:
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Hola, mi nombre es Claudia, pertenezco al movimiento unificado de minorías sexuales, y

me gustaría decir algo. Yo soy travesti, y siempre existe la necesidad de responder qué eres,
siempre en blanco y negro, siempre hay dos opciones, pocas veces encontramos la
posibilidad de hablar desde otras posiciones. Yo siento que para el caballero debe ser difícil
entender que no importa si eres blanco o negro, que tú eres. No tiene porque ser importante
lo que tú eres para todo el mundo, tal vez lo sea para tu pareja. Yo encontré fantástico lo
que dijiste respecto de que no existe tal hombre, tal mujer. Que el hombre tenga que ser así
y la mujer asá es tan falsa, no nos permite descubrir en nosotros mismos que hay, que de
tanto femenino o masculino hay, y disfrutar positivamente eso. Yo quiero sentirme cada día
más libre y entender a todos los seres humanos. Lo que pasó hoy día ha abierto
posibilidades, y me gustaría estar ahí exponiendo.

P: Hombre:
Una pregunta sobre eso que se la ha llamado movimientos sociales. Creo que es super
importante que quienes nos sentimos afectados por la sociedad y el sistema, nos vayamos
agrupando y seamos capaces de modificar las condiciones que impiden que nos podamos
sentir realizados. Con respecto al tema que se ha ido desarrollando en la actualidad, el tema
género, también es necesario irlo incorporando a las luchas o a las tareas que se proponen
los movimientos sociales, para abordar sus demandas. Cuando los sindicatos luchan por los
salarios por ejemplo, debieran ir incorporando este temita, el tema género, ¿se te ocurre
cómo ir integrándolo sin que sea también una cosa impuesta?.

R: Pérez:
Le respondo al señor que preguntaba cómo quería que me llamaran. Le cuento que no
siempre me han llamado Francisca; mientras estudiaba filosofía, que parece ser una
cuestión tan de hombres a través de la historia, un día que entregaban las pruebas el
profesor preguntó: ¿quién es Francisco Pérez?, porque era una buena prueba, y parece que
él se imaginaba que en ese curso eran los hombres los que hacían buenas pruebas.

Cuando me refería al cómo la diferencia se puede convertir en nada, no hacía referencia a

lo que uno quiere o puede hacer. Conocí una persona con la cual he trabado una amistad,
tiene nombre de hombre, es travesti. Él me decía hace unos días: yo soy mujer, tengo
cuerpo de mujer. ¿Cómo que tienes cuerpo de mujer?, le pregunté. A lo que me respondió:
porque el cuerpo se crea con la imaginación, yo me imagino que tengo un cuerpo de mujer
y me muevo de tal forma que este cuerpo va tomando forma de mujer. Sin embargo, cuando
hablo de esa persona tiendo a hablar de él, porque tiene nombre de hombre. En el lenguaje
existen nombres de hombre y de mujer, y a veces no todos cabemos en esos nombres. Más
aún, en rigor, nadie cabe totalmente bien en su nombre, y eso es una complicación para la
vida que no terminamos de resolver. Qué hacemos con esa complicación: discriminamos,
como una de las maneras de resolver autoritariamente el problema, o armamos un consenso
que no se sostiene por ninguna parte que es otra forma autoritaria de resolver.

¿Qué tiene que ver todo esto con la vida concreta de las mujeres, con aquellas que mueren
en abortos clandestinos, que mueren producto de la violencia doméstica o de la pobreza?.
Para tratar de hacer algo hay que comprender la complejidad del problema. El problema de
la discriminación hacia las mujeres no se resuelve con la consigna de la igualdad, porque
ésta es la igualación con el sujeto hombre, blanco, heterosexual, con recursos, con poder,
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porque es por otro lado la igualdad en las condiciones miserables de trabajo, y puede ser,
por tanto, participar en términos cómplices de un sistema que es autoritario y violento
fundamentalmente con las mujeres. Cambiar la vida cotidiana tiene que ver con la valentía
de pensar a largo plazo. A veces no es prudente poner todos los temas sobre la mesa, a
veces es preferible replegarse y esperar, para entender la complejidad de los problemas y
las trampas que éstos te ponen. ¿Qué hace La Morada por las mujeres?: comparte las
reflexiones sobre el cotidiano, para entender las cosas de otra manera, lo que siempre
significa hacer las cosas de otra manera.

La Morada, y a propósito de los movimientos sociales, trata de entender la política de

manera distinta de lo que hoy es, de la economía de los votos por los cuales se pelea en
otras partes. Las miles de personas jóvenes que hoy no inscriben también hacen política, el
silencio puede ser un acto potente de política, de no-complicidad con un sistema
excluyente.

Una ultima observación respecto de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. No

siempre ser considerada de la misma forma, ser nombrada de la misma forma, tiene un
efecto liberados. La justicia pasa a veces por ejercicio de cierta desigualdad. La igualdad no
es siempre lo más justo, sobre todo cuando nosotras debemos igualarnos a un estereotipo
que no creamos.

P: Hombre:
Yo he sido homosexual, y creo que Marco no refleja el pensamiento mayoritario de los
homosexuales de este país. El habla con muchos conocimientos, pero yo creo que el medio
de los homosexuales está muy retrasado, que comparte espacios donde no se conversa de
esto, que asiste a espacios donde se vivencian las cosas diarias, que asiste a espacios de
enganche con alguien. Creo que en general no hay una madurez en asumir la condición, y
también por otro lado una gran promiscuidad, por necesidad de amor, de cariño, de ternura,
que lleva a problemáticas psicopáticas, neuróticas, de SIDA, etc. Hay tanta prostitución,
tengo amigos ricos que se aprovechan de homosexuales más pobres, tengo amigos pobres
que se buscan a una pareja rica, y conozco jóvenes de Cerro Navia que son exportados
porque tienen un pene grande. Pienso que no tenemos espacios de reflexión para encontrar
nuestra propia identidad de personas, nos cuesta asumir la afectividad y más bien se
vivencia la genitalidad de las relaciones. Las parejas de homosexuales no son duraderas
porque somos seres diferentes, somos seres muy calientes. Una pareja dura un año, un par
de meses y luego viene otro y otro; y esto puede ser también una problemática
heterosexual, podría hablarles de mi experiencia heterosexual pero no es el caso. Estoy
tratando de decir que la problemática de los homosexuales no se ha planteado aquí,
nuevamente se ha intelectualizado desde una elite, que tiene ONG, fondos de Suiza, que se
dividen, que no se dividen, que hacen discursos, que sacan un libro con cuentos eróticos
para que los homosexuales se masturben, pero que no tienen un fondo, que hablan de los
muebles Luis XV y yo me cago en eso.

P: Hombre:
Pareciera, que cuando comenzó este seminario el problema era la tolerancia y la
discriminación de diversas minorías en relación a una mayoría nacional. Pero conforme se
han desarrollado las distintas presentaciones, el problema es que en Chile hay un vasto
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sistema de discriminaciones, religiosas, étnicas, sexuales, y las diferencias en este país son
interpretadas como formas de inferioridad son descalificas. De esta manera entonces, la
mayoría de la sociedad chilena sufrimos distintas formas de discriminación por las fuentes
más diversas. La pregunta es ¿qué tipo de referente puede tener una sociedad como la
nuestra, un referente compartido?, Y parece ser que la respuesta es la ciudadanía. A partir
de eso el problema parece desplazarse a la manera de cómo la sociedad civil realiza
procesos de democratización cultural y social, y no lo de estos 10 años que ha sido
democratización política, y el desarrollo de la ciudadanía parece ser el único camino donde
todas las personas puedan ser libres e iguales.

P: Mujer:
Mi nombre es Soledad Latrop, pertenezco al Movimiento Unificado de Minorías Sexuales.
Una reflexión más que una pregunta. También creo que la reflexión debe hacerse desde la
ciudadanía, pero hay que tener nuevamente cuidado con el lenguaje que es la forma en que
nos relacionamos. Concuerdo con lo que planteaba Marco, no hablar más de tolerancia, lo
que necesitamos es aceptación. Las diferencias no son motivo para que yo invente una
categoría ontológica diferente. Que una persona tenga una orientación sexual diferente, no
significa que se pueda inventar la categoría “maricas” y pueda discriminarlo. Lo que
significa, es que hay una diferencia con la cual yo debo convivir. No puedo seguir
asumiendo la tolerancia como la máxima respuesta que puede dar la sociedad a la
diferencia. Hablemos de aceptación; somos personas, con derechos, más allá de cualquier
diferencia que nos separe.

P: Hombre:
Para Marco. En Estados Unidos existen lugares donde se reúne la comunidad gay o los
homosexuales. Hace algunos años eran muy populares esos barrios donde pasaba este tipo
de relaciones. Pero con el tiempo esto ha ido disminuyendo. ¿Entonces, en qué fracasaron
ellos, si el forma de ser de ellos o en que no supieron entregar una buena perspectiva de su
sexualidad?

P: Mujer:
Mi nombre es Juana Albornoz, soy Pastora Evangélica. La verdad de las cosas es que yo
quiero hacer una reflexión en torno a la homosexualidad. Yo creo que gran parte de lo que
aquí se ha dicho, respecto a lo que debieran hacer estas personas, pasa por una reflexión
interna. ¿Qué hemos hecho nosotros con estas personas que las hemos considerado siempre
diferentes?. Yo creo que tenemos el gran desafío de humillarnos un poco, mejor dicho,
humildemente reconocer que nosotros hemos hecho de ellos unos payasos, que los hemos
herido, que los hemos humillado.

Yo hoy día entiendo. He sufrido doble discriminación para llegar a ser Pastora. Llegar a ser
Pastora ha sido un gran desafío, pero también, luchar por la igualdad, porque todos tengan
los mismos derechos, por los derechos humanos.

Es bueno que se organicen, son pasos para un futuro donde las personas tengan otras
formas de expresión. Siempre se les ha tratado mal, los chistes en televisión por ejemplo. O
lo que pasa con los niños en el colegio, que se les trata mal cuando no tienen la misma
capacidad física que los otros, no pensamos que esté mal alimentado, se dice que es débil
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porque es mariquita. Todas esas creo yo van a ir cambiando.

Así que todo lo que se ha dicho aquí, sobre si se organizan o no, que debe ser de una u otra
forma, mejor nos preguntamos qué hemos hecho nosotros para que haya otro tipo de
organización de nuestros hermanos. Porque yo los considero mis hermanos, yo los amo,
porque ellos nacieron así, y en la medida que aceptemos esa realidad, vamos a ir avanzando
en el tema de la no-discriminación en nuestro país.

P: Mujer:
Mi nombre es Dolly Quijada. Yo quería decir que todos los seres humanos nacen, no con
un cien por ciento de masculinidad, ni con un cien por ciento de feminidad. Por lo tanto, en
todas las sociedades, en todos los estratos sociales, en todos los países del mundo, existen
estas formas biológicas. Por lo tanto, siempre, desde que el mundo es mundo, y desde que
la humanidad existe, ha habido estos homosexuales. Lo que a mí me llama la atención, es
que todo es quizá, producto de que los seres humanos no somos auténticos. En la medida en
que seamos auténticos vamos a conquistar espacios más dignos en la sociedad. Por
ejemplo, una pareja homosexual, que siempre se habla del hombre y no de la mujer
homosexual. ¿Por qué las parejas se ocultan, por la sociedad, nosotros somos los
culpables?.

R: Marco:
Hace muy poco estuve en un encuentro en la Universidad de Chile sobre la ciudadanía o el
Tercer Sector. Hay cosas que me parecen sospechosas. Me pregunto de qué ciudadanos
estamos hablando. Porque yo tengo una sexualidad distinta, y a pesar de los largos alegatos
para ver si seguía reprimiendo o no, me considero dentro de los ciudadanos de segunda.

Yo no conozco Estados Unidos, y no sé si me gustaría estar allá. Yo vivo como cualquier

otro ciudadano, tengo mi compañero, me encuentro con el vecino cuando barro la calle, me
encuentro con los “pendejos” jugando en la calle. En lo cotidiano, eso para mi tiene mucho
más valor que vivir en un ghetto como el de San Francisco.

Contestando un poco la pregunta de la señora. Nosotros no nos ocultamos. Además,

vivimos en un barrio que tiene toda una connotación cultural, la calle Maipú. Nosotros
decimos: ayer era la calle de las putas, y que me perdonen las compañeras trabajadoras
sexuales, y hoy día es la calle de los maricones; casi todos vivimos ahí. El alcalde nos saca
de un lado y se le llena otro, ojalá no este por ahí el alcalde. Uno en lo cotidiano va
socializando con el resto. Pero esto es también una cuestión personal. Yo no le puedo pedir
a los que tienen mi misma orientación sexual, hombres o mujeres, que vivan como yo vivo.
Yo no represento a la mayoría. Con el trabajo que he hecho en estos años, me he dado
cuenta que no hay que se pueda imponer. Recuerdo aquí un poema de Pedro Lebemel (¿)
que dice, que los compañeros no se fijaban durante la dictadura, de nuestra voz
amariconada cuando gritábamos y va a caer, sin embargo, esos mismos compañeros de
izquierda, hoy día se arrancan de nosotros.

No pretendemos intelectualizar las vivencias particulares y lo que significa la orientación

sexual. Todavía tenemos muchas incógnitas, muchas preguntas, hay mucho que construir.
Por eso dije al comienzo de mi intervención, que pena que no estén los académicos. Porque
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me hubiese gustado compartir estas miradas con Canales, con Giannini, para ver si hay
cosas en común.

P: Hombre:
Al señor no vidente. Quisiera decirle una cosa, cuando a usted le enseñaron el braile (*ver)
en el colegio, antes de eso, algún amigo o compañero vidente le llamo a usted ciego, ¿se
sintió apocado?.

R: Gabriel:
Respecto de mi caso particular, y acerca de la discriminación de la cual yo hubiese podido
ser objeto, yo temo decepcionarlos un poco. No siento haber sido discriminado, o mejor
dicho, la discriminación de la que he sido objeto fue tan estúpida, tan elemental, tan
insostenible, que más que discriminación yo hablaría de torpeza. Un ejemplo. Llegué del
extranjero hace un par de años y quise abrir una cuenta en el banco, en Europa había tenido.
No me dijeron que no directamente, sino que comenzaron a estirar los trámites. Después me
entero que en Chile existe una disposición no escrita, según la cual no se les daba cuenta
corriente a los ciegos. Las explicaciones de esto, van desde la buena voluntad de un
funcionario que cree que no vamos a poder distinguir los billetes o que alguien nos va a
escribir una cifra en el cheque, hasta quienes creen que todos los ciegos son como los que
ustedes ven vendiendo en la calle, porque son sospechosos de ser insolventes. Además, hay
una enorme discriminación social hacia los ciegos, pero nadie se atreve a decir eso.

Bueno, la cosa es que yo apele al banco. Y me hicieron mostrar mis títulos universitarios.
Se los mostré, aunque no entendieron mucho porque todos estaban en otras lenguas. Me
dieron una cuenta en el banco.

Quisiera decir aquí lo siguiente. Hace dos años atrás, en una respetable institución
republicana, la Contraloría General de la República de Chile, hubo un concurso para
abogados. Y se presentó un muchacho ciego, excelente abogado recién titulado de la
Universidad Católica. Le dijeron, usted podrá ser abogado, pero usted no. A lo que replicó:
pero cómo no, el concurso dice que hay que tener tal y cual requisito y yo los tengo. Agrega
el joven: por favor llame al jefe. Y cuando éste llega, le dice: mire señor, hay una ley, la
número tal, que dice no es posible que exista una discriminación por cuestiones de
discapacidad, así es que, en virtud de los principios de igualdad de oportunidades yo exijo
pasar el examen para entrar a la Contraloría General de la República. ¿Así?, le dice el
funcionario, ¿en igualdad de condiciones?. Entonces, agrega, aquí tiene la prueba, en media
hora más vengo a buscar el examen. Le entregó una hoja impresa en tinta. Y no fue objeto
de ninguna sanción.

Termino con una anécdota. Que revela otra forma posible de enfrentar las cosas. Que
demuestra que no hay que esperar una ley que promulgue los cambios; son los cambios que
tienen que ocurrir en nuestro cotidianeidad, en nuestra mentalidad. Una amiga, en mi casa,
me preguntó quién había hecho las estanterías. Le contesté que yo. Ella dijo no, cómo los
ibas a hacer tu. Otras personas que estaban allí se sintieron incómodas y de dijeron ¿tú
crees que Gabriel es incapaz de hacerlo?. Ella dijo entonces, no pienso eso, es que como los
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sociólogos son tan malos para estas cosas, para trabajar con las manos. Yo creo que por ahí
pueden ir cambiando las cosas.