Está en la página 1de 192

Nota de la autora

Una de mis pasiones es ayudar a las personas a disfrutar su vida. Estoy


segura que esto se debe, en parte, a que malgasté muchos años de la mía sin
disfrutarla. De hecho, el ambiente en el que crecí me infundía sentimientos
de culpa si disfrutaba algo. Me convertí en una persona que trabajaba
demasiado y me sentía responsable por todo, equivocadamente. La Palabra
de Dios me ha liberado y mi deseo es ayudar a otras personas a encontrar
las mismas verdades que yo descubrí.
Jesús ciertamente no murió por nosotros para que siguié-ramos sin gozo
y abatidos. Él dijo en Juan 10:10 que vino para que tuviéramos vida y
disfrutáramos de ella. ¡Imagínese! ¡Jesús quiere que disfrutemos la vida!
Existen muchas cosas que pueden robar nuestro gozo. En este libro
hablaremos de siete de ellas. Estudiaremos lo que roba el gozo y lo que
retiene el gozo en cada área.
Por ejemplo, las obras de la carne; en otras palabras, nuestro esfuerzo al
intentar hacer el trabajo de Dios, esto representa un problema muy grande
para muchas personas, especialmente las que se encuentran arraigadas en
principios donde la aceptación se basa en el trabajo. Al igual que muchas
personas, yo sólo sentía aceptación de parte de otros, especialmente de mi
padre, al trabajar bien. Los errores y las faltas no se toleraban, ni se tenía
misericordia. Era necesario ganarse cualquier beneficio o bondad.
Caí en la trampa de “ganarme” la vida y de “trabajar” por todo. Al
convertirme en creyente de Jesucristo y entrar en una relación con Dios
Padre, aprendí por medio del estudio bíblico que Dios deseaba tener
cuidado de mí. Era difícil soltar todo y permitir que Dios fuese Dios en mi
vida. No sabía cómo apoyarme en Él, entonces constantemente batallaba y
me sentía frustrada.
Dios no permitirá el éxito de nada en nuestra vida sin que primero
confiemos en Él. Jesús dijo en Juan 15:5 que separados de Él, no podemos
hacer nada.
La gracia es la habilidad de Dios, Su fuerza y capacidad, llegando a
nosotros gratuitamente para ayudarnos a hacer con facilidad lo que nunca
podríamos hacer en nuestra propia fuerza. Las obras de la carne se tienen
que dejar a un lado para poder recibir la gracia. Donde existen obras de la
carne, no existe el gozo. La frustración, la lucha y la confusión no son la
voluntad de Dios. En las páginas de este libro encontrará ayuda para todas
estas condiciones.
La envidia, el descontento, el razonamiento y muchas cosas más pueden
robar nuestro gozo, pero gracias a Dios que Él nos enseña cómo
mantenerlo. Satanás es un ladrón, pero Jesús murió para traer la
restauración completa de todo lo que el hombre ha perdido a causa del
enemigo.
En años pasados, gasté mucho tiempo aprendiendo a gozar de mi vida.
La palabra clave es mi vida. Aprendí a no desear la vida de otra persona,
sino a disfrutar la mía. No ha sido fácil hacer esa transición, tampoco digo
que no sigo aprendiendo, pero una cosa sí sé, y es que la voluntad de Dios
es que todos gocemos de la vida que Él ha provisto. El gozo del Señor es
nuestra fuerza. Tenemos que tomar la decisión de gozar la vida diaria.
Gozar de la vida no significa que siempre está pasando algo
emocionante; simplemente significa que tenemos que aprender a disfrutar
las cosas pequeñas de todos los días. La mayor parte de la vida es ordinaria,
pero Dios nos ha dado un poder sobrenatural para vivir la vida diaria de una
manera extraordinaria.
Dios es Vida, y si no gozamos de la vida, por ende no gozamos de Él. Él
vino para que nosotros pudiéramos tener y disfrutar la vida hasta lo
máximo. Aprendamos y tomemos acción para lograr ser testigos del poder
de Dios que está disponible para todos. Sí, se requiere del poder de Dios
para gozar de la vida, porque no siempre es fácil. Suceden muchas cosas no
planeadas y algunas de ellas son difíciles. Todos hemos tenido encuentros
con personas difíciles de tratar y situaciones deplorables, sin embargo Jesús
dijo: “En el mundo tendréis aflicción: mas confiad, yo he vencido al
mundo” (véase Juan 16:33). La alegría y el gozo son armas de batalla, y la
tristeza nos debilita, pero como dije anteriormente, el gozo nos fortalece.
Mi oración es que este libro cambie su vida y conforme usted sea
inspirado por y con el gozo del Señor, usted también inspire a otros.
¡Compartamos las buenas nuevas que el servir a Jesús es una buena cosa!
Sonría y ríase… eso causa que usted y todos a su alrededor se sientan
mejor.
—Joyce Meyer
INTRODUCCIÓN

¡Puede tener gozo cada día!

Es maravilloso tener gozo en la vida. ¿Se fija que dije en la vida, no por la
vida? Es posible que deseemos ver cambios en nuestras circunstancias sin
permitir que las mismas nos hagan sentir desdicha o derrota. El gozo hace
que las circunstancias menos deseables se tornen más tolerables.
Por muchos años no gocé de mi vida, aún siendo cristiana, aunque lo
quería; entonces le pedí a Dios que me ayudara a cambiar. En este libro
comparto las verdades bíblicas por las cuales aprendí a tener gozo todos los
días. Mi propósito al escribir es abrir los ojos de su entendimiento tocante al
poder del gozo, cómo conseguir el gozo y cómo mantenerlo.
El gozo puede variar en su intensidad, desde un deleite tranquilo, hasta
una alegría extrema. Se relaciona muy de cerca con nuestras expectativas
(lo que pensamos y creemos). Una definición de gozo es: “Sentimiento de
placer originado generalmente por una viva satisfacción o por la esperanza
de obtener cosas halagüeñas y apetecibles”1. En otras palabras, nuestro
gozo se verá afectado por cuanto esperemos que nos sucedan cosas buenas.
El gozo también se relaciona muy de cerca con la fuerza. Muchas
personas faltan fuerza porque buscan el gozo del mundo, en lugar de buscar
el gozo del Señor.
La Palabra de Dios dice: “… no os entristezcáis, porque el gozo de
Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10). El gozo que da el Señor no
depende de las circunstancias naturales. La Palabra de Dios nos enseña
sobre el gozo de la salvación (estando alegres porque somos cristianos)2 y
sobre el gozo que nos trae Su Palabra y Su Presencia.
El salmista David escribió: “Me mostrarás la senda de la vida: Hartura
de alegrías hay con tu rostro; Deleites en tu diestra para siempre” (Salmos
16:11). El profeta Jeremías dijo: “Halláronse tus palabras, y yo las comí; y
tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón…” (Jeremías
15:16). El apóstol Pablo nos dice: “Gozaos en el Señor siempre. Otra vez
digo: ¡Que os gocéis!” (Filipenses 4:4).
A través de toda la Biblia, de principio a fin, se nos anima a estar
gozosos. En Proverbios 17:22 se nos dice: “El corazón alegre produce
buena disposición.” En mi opinión, si las personas tuvieran más gozo,
probablemente se enfermarían mucho menos. Yo creo que el gozo hace
mucho más que simplemente hacernos sentir bien; fortalece nuestro
testimonio y mejora nuestro semblante, nuestra salud y la calidad de nuestra
vida.
Sin embargo, este no es un libro que habla sólo del gozo, la alegría y
salud; también habla sobre la fuerza. El gozo del Señor es nuestra fortaleza;
es nuestro poder para ganar, y nuestro enemigo, Satanás, lo sabe.
Satanás es experto en robarnos, pero nuestras posesiones no son su
objetivo principal: es nuestro gozo. Constantemente intenta robar nuestro
gozo porque él sabe que si perdemos nuestro gozo, perdemos nuestra
fortaleza, y esto le da una gran ventaja sobre nosotros. Nuestro gozo es su
blanco principal. Él quiere traer cosas desalentadoras a nuestra vida y así
hacernos creer que la vida consiste sólo en desilusiones.
Antes, en mi vida sólo sentía desaliento. Cuando era más joven, era una
persona muy sombría. Habiendo experimentado mucho dolor y daño
emocional, la vida era dolorosa, sin alegría y muy seria para mí. Parecía que
cargaba con algo muy pesado siempre. Fue necesario aprender que podía
gozar de la vida y ser una persona sin preocupaciones, alegre y gozosa.
Tardé años en aprender lo que compartiré con usted por medio de este
libro. Mi deseo es que al revelarle estas verdades, podrá aumentar su gozo y
así evitar los años de trastorno que muchos pasamos antes de aprender
cómo conseguir el gozo y cómo mantenerlo.
Recuerde: para tener fuerza contra Satanás, es necesario mantener su
gozo.
GOCE DE LA VIDA
No tenemos que permitir que el diablo nos prive de nuestro gozo. Sin
importar lo que pueda estar sucediendo en nuestra vida, necesitamos estar
lo más alegre posible ya que entonces contaremos con la fuerza para
enfrentar lo que venga hacia nosotros.
Una de las maneras que podremos mantener nuestro gozo es al no
exagerar las cosas pequeñas y mejor olvidarlas. Por ejemplo, quizá alguien
nos ofendió, pero enfadarnos nos robará nuestro gozo; lo mejor es olvidarlo
enseguida.
—Pero no fue correcto lo que hicieron,—dirá usted.
Todos le hemos hecho algo incorrecto a alguien en algún momento de
nuestra vida. Al hacer eso, ¿qué necesitábamos? Necesitábamos un poco de
misericordia. ¿Qué queríamos que la persona agredida hiciera por nosotros?
Queríamos que nos perdonara. Esto significa que debemos sembrar lo que
queremos cosechar.3
No sólo debemos perdonar a otras personas, sino también debemos
perdonarnos a nosotros mismos. Aprender a no ser tan duros con nosotros y
con otras personas es esencial. ¿Por qué? Porque la severidad y falta de
perdón nos roban el gozo.
Para mí, es muy importante que usted goce de su vida. Por eso, en este
libro compartiré con usted siete cosas que roban el gozo y lo que usted
puede hacer para detener a Satanás, el “roba gozo,” de robar su gozo.
También quiero compartir con usted algunos cambios que puede efectuar la
manera que usted enfrenta las situaciones (si es que usted necesita ayuda en
esa área); de otro modo, en cada momento usted le estará dando su gozo al
enemigo.
¿Le gustaría ser más alegre? ¿Quiere gozar plenamente de su vida cada
día? Yo sí. Yo quiero disfrutar cada día de mi vida. No quiero gozar sólo
esporádicamente de mi vida o sólo cuando todo va bien. Aún cuando estoy
en medio de un gran problema, quiero gozar de la vida. Quiero disfrutar la
vida mientras Dios me esté cambiando. Quiero disfrutar la vida mientras Él
obra a mi favor. Quiero disfrutar la vida mientras veo crecer mi ministerio.
Al igual que usted, quiero gozar plenamente la vida, cada parte de ella,
cada día. Y he descubierto que no lo lograré si no he decidido hacerlo.

EL GOZO ES UNA DECISIÓN


El salmista David dice: “Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y
alegraremos en él” (Salmos 118:24). Estoy convencida que él hacía una
declaración, y la establecía no sólo para él sino para cuantos le escuchaban.
Tener gozo no se trata de un sentimiento; se trata de una decisión.
Podemos declarar:—Dios me ha dado este día, y si Él ha decidido que me
permitirá respirar un día más, entonces lo disfrutaré.
Jesús dijo: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan
10:10).
Jesús murió para darle vida abundante y para gozarla se requiere de una
decisión, no de una circunstancia. Decida estar alegre en el lugar que se
encuentre y disfrutar la vida que tiene ahora mismo rumbo a su destino
final.4 Tome la firme decisión de gozar de su jornada.
Puede comenzar hablando estas palabras: “Disfrutaré mi vida.” Ahora
dígalo con más ganas y convicción: “¡Disfrutaré mi vida!”
Sería bueno establecer esa idea en su mente cada mañana al despertar,
antes de levantarse de su cama, le animo que declare en voz alta: “¡Yo
disfrutaré este día! ¡Aprovecharé cada oportunidad que me ofrezca este día!
¡Estoy tomando autoridad sobre el diablo, el ladrón del gozo, aún antes de
que él intente venir contra mí! ¡He decidido que hoy mantendré mi gozo!”
Quiero ayudarlo lo más posible a disfrutar plenamente su vida. En el
primer capítulo del libro, compararemos el fruto de trabajar para conseguir
lo que queremos, con el fruto de simplemente confiar en la gracia de Dios
para darnos lo mejor que Él tiene para nosotros.
Después le mostraré siete cosas que le roban el gozo y alegría que Dios
desea que disfrutemos. Al ver cada cosa que le roba el gozo (obras de la
carne, legalismo, complicando eventos sencillos, razonamiento excesivo,
enojo, envidia y descontento), también le mostraré algo práctico que le
ayudará a mantener su gozo y evitar que el diablo le robe su paz.
Antes de aprender estos principios de la Palabra de Dios para conservar
el gozo que compartiré con usted, el diablo tuvo éxito en robar mi gozo y la
habilidad de gozar de mi vida. Mi oración es que las verdades libertadoras
de este libro no sólo le prevendrán de hacer lo mismo en su vida, sino que
también lo llevarán a usted a lugares de gozo jamás experimentados y así el
diablo saldrá perdiendo y no usted.
UNO
Dos opciones: ¿Las obras o la gracia?

Contamos con sólo una vida para vivir, y todos tenemos el derecho de
disfrutarla. Pero las obras de la carne son una de las principales cosas que
pueden estorbar eso. Las obras de la carne son nuestros intentos de hacer
aquello que le pertenece a Dios hacer.
Intentar hacer lo que sólo Dios puede hacer siempre nos llevará a la
frustración. Si confiamos que Dios hará lo que sólo Él puede hacer,
encontraremos gozo porque “lo que es imposible para los hombres, es
posible para Dios” (Lucas 18:27).
Jesús dijo: “Bástate mi gracia; porque mi potencia en la fiaqueza se
perfecciona” (2 Corintios 12:9).
Llegamos a frustrarnos al procurar por medio de obras una vida que
Dios diseñó y planeó que se recibiera por medio de gracia. La gracia es el
poder de Dios para suplir nuestras necesidades y resolver nuestros
problemas.1
Viví una vida frustrada, complicada y sin gozo por muchos años antes de
buscar a Dios seriamente para las res puestas a mi falta de gozo y paz. Al
encontrarme con algún problema o necesidad, procuraba ayudarme a mí
misma y resolver todo a mi manera, y esto nunca produjo los resultados
deseados. La Palabra de Dios, junto con mi experiencia personal, me han
enseñado cómo evitar la frustración que producen las obras de la carne:
pedirle ayuda a Dios.
PERMITA QUE DIOS LE AYUDE
Todos hemos sido culpables, en ocasiones, de querer resolver nuestros
problemas en lugar de confiar en Dios para resolverlos. No es una señal de
debilidad el reconocer que no nos podemos ayudar a nosotros mismos, es la
verdad. Jesús dijo: “… sin mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).
Puede ser que se sienta frustrado, desanimado y descontento
simplemente porque usted intenta arreglar algo que no puede cambiar.
Probablemente usted intenta componer algo que sólo Dios puede arreglar.
Quizá se quiere deshacer de alguna situación con la que ya no quiere lidiar.
Si se parece a la mayoría de las personas, usted se preocupará, desesperará
y desgastará hasta que pueda reconocer que sólo Dios puede removerla por
usted.
Quizá haya algo que usted desea y se está esforzando mucho por
conseguir, sin embargo nada le da el resultado deseado, y esto le desanima.
Si ésa es su situación, lo único que puede hacer es dejar de luchar y esperar
en Dios. Y mientras está esperando que Dios le resuelva su situación, le
animo a que disfrute la espera. Eso puede que sea difícil porque se requiere
de paciencia, pero la recompensa final es maravillosa. Honramos a Dios al
esperar en Él, y la Biblia nos dice que la persona que honra a Dios será
honrada por Él.2

DÉJELO EN LAS MANOS DE DIOS


Supongamos, por ejemplo, que usted siente que desea contraer matrimonio
y no puede esperar más, entonces usted decide encontrar la pareja ideal en
lugar de esperar que Dios se la dé.
Sería cometer un grave error casarse con la persona equivocada
simplemente por desesperación. Qué mejor esperar hasta que Dios le traiga
su pareja.
Es posible que sea casado(a) y está pensando: Yo quiero que mi pareja
cambie. Ya no puedo soportar a mi pareja.
Usted no puede cambiar a su pareja; sólo Dios puede. Pero Dios no
puede intervenir en su vida cuando usted está luchando y tratando de hacer
la obra por sí mismo. Dios se mueve cuando confiamos en Él. Entonces, yo
le sugiero que ore, ponga sus cargas sobre el Señor, no intervenga en la
situación, confíe en Dios y disfrute su vida.
Quizá no es una situación matrimonial la que desea cambiar. Para usted
podría ser el deseo de que sus hijos cambien, o quiere más dinero, o anhela
un trabajo nuevo.
Todos tenemos alguna situación que nos gustaría ver mejorar. Desear el
cambio es simplemente parte de la vida.
Siempre anhelará que alguna parte de su vida sea diferente o cambie.
Así que, si desea una vida placentera, tarde o temprano tendrá que dejar de
luchar para cambiarla.
En muchas ocasiones mi lucha fue intentar cambiar a mi esposo, intentar
cambiar a mis hijos, intentar cambiarme a mí misma, sin embargo cada
intento terminaba en el fracaso. Quizá luché más por cambiarme a mí
misma que en cambiar a cualquier otra persona o cosa.
La verdad es que, en realidad, usted no se puede cambiar. Sólo le puede
decir a Dios que desea cambiar y que está dispuesto a ello. Sólo puede abrir
su vida a Él cada día por medio de la oración y dejar lo demás a Él.
Pida la ayuda de Dios haciendo esta oración:

Señor, obra en mí y cámbiame. Sé que yo no puedo hacerlo. Yo sé


que no puedo lograr que suceda, y no me corresponde hacerlo.
Pero yo quiero que Tú lo hagas, Señor, porque estoy convencido
que sólo Tú puedes hacerlo como debe ser.

En Marcos 9:23, Jesús dice que todas las cosas son posibles para aquel
que cree, no para aquel que tiene una buena idea y un gran plan y propone
hacerlo funcionar.

LAS OBRAS QUE NO FUNCIONAN


La Palabra nos enseña que el pueblo de Dios cavó cisternas que no podían
contener agua: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí,
fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no
retienen agua” (Jeremías 2:13). Yo sé lo que es trabajar con esmero sin ver
ningún resultado. He pasado muchos años de mi vida cavando cisternas
vacías como éstas, y créame, es agotador.
Usted quizá esté cavando un pozo en este momento, tratando de cambiar
alguna persona o situación. Puede ser su proyecto personal. Siguiendo su
propio plan, procurando conseguir resultados con su propia fuerza y
habilidad. Si es así, no funcionará si no ha incluido a Dios en sus planes.
En muchas ocasiones, formulamos un plan y después pedimos a Dios
que lo haga funcionar. Dios quiere que primero oremos, pidiéndole Su plan.
Al tenerlo, Dios quiere que confiemos en Él para llevarlo a cabo.
La actividad que nace de nuestra carne en realidad detiene la
manifestación de Dios en nuestra vida. La Biblia describe esta clase de
actividad como “obras de la carne.”3 Yo les llamo “obras que no
funcionan.” Ésta no es la manera de vivir la vida que Dios ha preparado
para nosotros.

DOS MANERAS DE VIVIR


Podemos vivir como esclavos a la ley, o como herederos de la promesa de
gracia. El siguiente pasaje presenta las dos maneras de las que usted y yo
podemos decidir vivir:

Porque escrito está que Abraham tuvo dos hijos; uno de la sierva,
el otro de la libre. Pero el de la sierva nació según la carne, pero
el de la libre, por la promesa. Las cuales cosas son dichas por una
alegoría, porque estas mujeres son los dos pactos; el uno
ciertamente del monte Sinaí, el cual engendró para servidumbre,
que es Agar. (Gálatas 4:22–24)
Por medio del estudio de los capítulos 11 hasta 21 de Génesis, sabemos
que Sara representa el otro pacto que se menciona en estos versículos.4 Ella
es la mujer que debió esperar la promesa de Dios y así recibir un hijo
nacido de manera sobrenatural.
Más adelante en este libro, repasaremos cómo Sara, en un momento
dado, se cansó de esperar la promesa de Dios, intentó implementar su
propio plan y terminó en un lío. Pero Dios fue fiel a Su promesa, y ella
pudo comprobar que cuando esperamos y confiamos en Dios, Él llevará a
cabo aquello por lo que estamos creyendo o pidiendo, sin importar cuánto
tiempo se requiera.
Podemos vivir tratando de hacer todo por nuestra cuenta, o podemos
vivir confiando en Dios. Podemos intentar hacer las cosas, o podemos creer
que Dios las hará. Es nuestra la decisión.
Si su deseo es librarse de presiones, entonces escogerá abrir su vida a
Dios en lugar de hacer todo por sí mismo, en su propio tiempo, a su propia
manera, según su propio plan. Si escoge abrirse a Dios, ore de la siguiente
manera:

Señor, cualquiera que sea mi deseo para la vida, si Tú no lo


deseas, yo no lo quiero. Si Tú quieres que lo tenga, te lo pido y
creo que me lo darás en el tiempo que Tú decidas, de la manera
que Tú escojas, según Tu plan divino.

He adoptado esta nueva manera de pensar en mi propia vida. Ésta es mi


oración cada día: Señor, no haré ninguna cosa al menos que Tú me muestres
qué es lo que quieres que haga.
Estoy convencida de que si usted le pide a Dios esta clase de dirección,
cosas tremendas sucederán en su vida.

NO TRABAJE PARA CAMBIAR A OTROS


Como dije anteriormente, trabajé largo y arduamente para cambiar a mi
marido, pero en realidad nunca funcionó. De hecho, empeoró la situación
ya que las personas se rebelan al saber que alguien intenta reconstruirles.
Las personas desean contar con la libertad de ser quienes son. A todos
nos gusta algo de libertad. A nadie le agrada soportar juicio y crítica de
alguien que constantemente quiere cambiarlo.
Por fin, Dave y yo hicimos un acuerdo: dejaríamos de intentar
cambiarnos el uno al otro, para lograr hacer funcionar nuestro matrimonio.
De hecho, la intención de Dios es que los hombres y las mujeres sean
diferentes. La idea es edificar el uno al otro en las áreas débiles, pero
nuestro deber no es cambiar nuestras diferencias. Convivimos con el
propósito de animarnos a ser todo lo que Dios tiene planeado para nosotros.
Si Dios le ha dado una pareja que parece ser muy diferente a usted, lo
más probable es que Él lo hizo porque su pareja cuenta con algún don o
habilidad que a usted le hace falta. Juntos se complementan en sus áreas
fuertes y se ayudan en sus áreas débiles.5
—Pero mi pareja me vuelve loco(a),—dirá usted.
Bueno, lo más seguro es que usted también vuelve loco(a) a su pareja.
Muchas parejas se divorcian hoy en día porque dicen que no son
compatibles. Pero la verdad es que eso es lo más normal, no existen dos
personas en todo el mundo que son cien por ciento compatibles.
La Palabra nos dice: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24). Al leer
en la Biblia que un hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y serán una sola carne suena muy fácil. Lo de dejar y unirse no es lo
difícil. Los problemas surgen con lo de serán una sola carne.
Ahora puedo decir que Dave y yo hemos llegado a ser una sola carne.
Pero no era nada fácil en el principio. Yo trataba de cambiarlo a él, él
trataba de cambiarme a mí, y terminábamos con toda clase de problemas.
Dave era tranquilo y no se preocupaba por nada; para él todo siempre
estaba perfectamente bien. Yo siempre me estaba preocupando por todo.
Por ejemplo, yo me encontraría en la cocina sumando el dinero que
teníamos y sumando lo que debíamos y siempre debíamos más de lo que
teníamos. Mientras yo estaba metida en la cocina preocupándome, Dave se
encontraba en la sala jugando con los niños. Eso me enojaba ya que yo
quería que él se viniera a la cocina a preocuparse conmigo.
Yo le preguntaba cómo era posible que él se estuviera divirtiendo
mientras yo cargaba con todo.
—Tú no tienes que cargar con eso; nadie te dijo que lo tenías que hacer,
—él decía. –Nosotros diezmamos, ofrendamos. Estamos haciendo lo que
Dios nos ha mandado hacer. Dios tiene cuidado de nosotros. No te
preocupes. Vente a jugar con nosotros.
Pero no, yo me tenía que preocupar. Tenía que buscar la manera de
conseguir el dinero para pagar nuestras cuentas. Yo decía: “Bueno, si Dios
nos lo va a dar, ¿a quién usará para darnos el dinero y cómo nos lo hará
llegar?, y ¿cuándo llegará?” Quizá usted pueda reconocer estos síntomas de
la preocupación en usted mismo:
“¿Por qué, Dios, por qué?”
“¿Cuándo, Dios, cuándo?”
“¿Cómo, Dios, cómo?”
“¿Quién, Dios, quién?”
Yo quería respuestas. No quería confiar; yo quería saber. Yo quería ver
todo el plano extendido ante mí, porque no sabía realmente cómo confiar en
Dios.

¿ESTÉ INQUIETO O REPOSANDO?


La Biblia nos enseña que los que creen en Dios entran en Su reposo. Es una
manera de analizar si usted realmente está viviendo en fe, o si simplemente
se encuentra teniendo fe. Al entrar en un lugar de fe, entra en el descanso de
Dios: “Empero entramos en el reposo los que hemos creído” (Hebreos 4:3).
El reposo es libertad del razonamiento excesivo, la lucha, el temor, la
inquietud, la preocupación y la frustración que se manifiestan a causa de
querer hacer lo que sólo Dios puede hacer. El reposo de Dios no es dejar
toda actividad física, sino descansar confiadamente en medio de todo lo que
está sucediendo en la vida. Es un reposo del alma en el que la mente, la
voluntad y las emociones están tranquilas y en paz.
Puede reposar en Dios porque sabe que Él cuidará de usted y suplirá su
necesidad. No sabe cómo ni cuándo, y realmente no le importa porque está
gozando de la vida que tiene en este momento mientras Dios resuelve su
problema.
Dios desea que vivamos de esta manera. Pero para lograr esta clase de
vida, es necesario que “crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan” (Hebreos 11:6).
Dave y yo somos muy diferentes, sin embargo, hemos aprendido a vivir
en armonía. Hemos aprendido a respetar nuestras diferencias. Trabajamos
juntos en tantos proyectos que es preciso que confiemos en Dios.
¿Qué de usted? ¿Cómo quiere vivir? ¿Quiere vivir con las promesas de
Dios, o quiere vivir con la lucha?
Yo estoy convencida de que usted está leyendo este libro por designio de
Dios para que usted tome una decisión sobre cómo quiere vivir el resto de
su vida. Si se encuentra cansado, le animo a que entre en el reposo de Dios.
Le animo a que deje a un lado sus intentos de controlar cada situación y
cada persona a su alrededor y simplemente permita que Dios haga lo que
sólo Él puede hacer por usted.
Dios le quiere ayudar, sin importar lo que esté enfrentando.
Después de la muerte de Jesús en la cruz por nuestros pecados, Su
resurrección y ascensión al cielo, Dios mandó al Espíritu Santo para tener
íntima comunión con nosotros. Si usted ha invitado a Jesús a su corazón,*
el Espíritu Santo es su Ayudador, y Él está listo para darle ánimo y ayuda.6
Esto significa que nunca más tendrá que enfrentar a solas sus problemas.
He aprendido que aunque me meta en problemas por mi propia falta de
sabiduría o por desobediencia, no tengo que enfrentarlo sola. Puedo llegar a
Dios para recibir ayuda, y Él no me defraudará.
En el próximo capítulo, veremos a dos personas de la Biblia que
descubrieron por sí mismas que la obra de la carne roba el gozo.
DOS
El Roba-gozo #1: Las obras de la carne

Los siguientes versículos comienzan a narrar la historia de Abraham y


Sara, quienes por las obras de su carne, complicaron la promesa de gozo
que se les había dado:

Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en


visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu
galardón será sobremanera grande.
Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así
que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese Damasceno
Eliezer?
Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he
aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.
Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará
éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.
Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las
estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.
Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. (Génesis 15:1–
6)

Esta historia me inspira mucho. Dios le dice a Abraham: “Te bendeciré.”


Y Abraham le responde: “Señor, ¿qué me podrías dar si no deseo nada? Si
no tengo un hijo, no tendré a quién heredárselo de todos modos.”
Podemos captar el clamor del corazón de Abraham en este pasaje. Él
está diciendo: “Señor, no me importa qué más me puedas dar; lo que
realmente deseo es un hijo. Por favor dame un heredero.”
Lo que Abraham realmente deseaba era un hijo. Para usted puede ser
alguna otra cosa. Quizá usted está diciendo: “Señor, no me importa lo que
me des porque nada me puede hacer feliz si no cambias mi matrimonio. Por
favor dame un matrimonio feliz.”
Por mucho tiempo a mí no me importaba lo que Dios hacía por mí si mi
ministerio no iba a crecer, si no iba a ver realizado mi sueño.
Entré de lleno en las obras de la carne tratando de hacer de mi ministerio
lo que es hoy en día; pero sin importar lo que hiciera o qué tan duro
trabajara, de todas formas se mantenía demasiado pequeño. No me
agradaba lo pequeño; yo deseaba algo grande. Leí en la Biblia que uno no
debe menospreciar estos pequeños comienzos,1 pero de todos modos los
menospreciaba. En ocasiones me sentía tan frustrada que pensaba: Señor,
haz que crezca mi ministerio o ¡permite que se muera!
¿Usted siente un llamado al ministerio? Si es así, ¿usted está pasando
por lo que yo experimenté? ¿Siente que Dios lo ha colocado en algún lugar
y se ha olvidado de usted? ¿Tiene alguna visión y sueño grande, y nada o
poco está sucediendo?
Dios sí deseaba usarme en el ministerio, pero antes de poder hacerlo, Él
tenía que cambiarme. Contaba con el don ministerial de enseñanza, pero no
contaba con la fuerza de carácter o fruto duradero del Espíritu.
En la Biblia se describe el fruto del Espíritu como amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre (humildad) y templanza.2
Los dones ministeriales son dados,3 pero el fruto se cultiva. Para producir
fruto, es necesario pasar por las luchas que probarán nuestra fe.
Pablo animó a los creyentes a regocijarse en medio de las tribulaciones
con estas palabras:

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las


tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la
paciencia, prueba; y la prueba, esperanza… (Romanos 5:3–4,
cursivas mías)
Dios había puesto el don en mí; podía predicar y enseñar al igual que
hoy desde años atrás. Sin embargo, Dios no me permitía ministrar en todo
el mundo como lo hago hoy en día porque hubiera causado mucho daño. No
contaba con la madurez de carácter, y no poseía el fruto de Su Espíritu.
Cuando se sale en la televisión a nivel mundial como yo, en todas partes
las personas le reconocen. Entonces he aprendido que más vale vivir lo que
predico y no hablar por hablar o lastimaré a muchas personas. No basta con
decirles lo que manda la Palabra de Dios, debo practicarlo también. Debo
ser un ejemplo. Dios tuvo que hacer una obra muy grande dentro de mí
antes de poder hacer algo a través de mí. Tuvo que desarrollar el fruto del
Espíritu en mí, y eso es madurez de carácter.
No cuento con el tiempo ni el espacio para contarle todo lo que la
muchacha confundida, abusada, airada, amargada y resentida que yo era
tuvo que pasar para llegar a ser la persona que soy hoy en día. Sí puedo
decirle que regué el camino con muchas lágrimas, pero valió la pena. Vale
la pena oírme, no sólo porque haya predicado algún mensaje o escrito algún
libro, sino porque yo he vivido lo que estoy enseñando.
Al escribir, estoy compartiendo una parte de mi vida. He comprobado
que las obras de la carne no funcionan. Yo no podía hacer crecer mi
ministerio, y Dios no permitió que creciera hasta que pude decir, con
sinceridad: “Señor, me gustaría ver crecer mi ministerio, pero si nunca
crece, soy feliz contigo.”
Si llegamos a desear algo hasta el punto de no poder ser felices sin eso,
ya no es un deseo normal. Ha llegado a ser codicia. Si alguna cosa llega a
ser de más importancia para nosotros que Dios, Él no nos lo dará.

“¿Y QUÉ SI NUNCA LO CONSIGO?”


Podemos apreciar en las siguientes escrituras, como Dios estaba probando
la fe de Abraham al decirle que debía sacrificar a su amado hijo Isaac (el
heredero que Dios le había dado después de esperar tantos años):
Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y
le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
Y dijo: toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y
vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de
los montes que yo te diré.
Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y
tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña
para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
(Génesis 22:1–3)

Estoy convencida de que Dios también probaba las prioridades de


Abraham. Seguramente, Isaac había llegado a ser muy importante para
Abraham, así que Dios probó a Abraham para ver si le rendiría a Isaac en fe
y obediencia.4 Al ver la disponibilidad de Abraham, Dios proveyó un
carnero para el holocausto en lugar de su hijo Isaac.5
Recuerde que todos pasamos por pruebas. Y así como en el caso de
Abraham, son para probar, comprobar y desarrollar nuestra fe.6 Una de las
pruebas que yo tuve que enfrentar fue: “¿Y qué si nunca tengo el ministerio
que tanto he soñado? ¿Qué tal si jamás me toca ministrar a más de
cincuenta personas a la vez? ¿Podré ser feliz y seguir amando a Dios?”
¿Qué de usted? Si nunca recibe aquello por lo que está creyendo, ¿podrá
seguir amando a Dios y ser feliz?
Tiene que llegar al lugar de ser feliz sin aquello por lo que está
creyendo, o nunca lo recibirá.
Quizá usted desea casarse. ¿Qué pasará si nunca se casa? ¿Aún así
puede ser feliz?
Quizá desea que cierta persona de su familia cambie. ¿Qué pasará si ese
individuo nunca cambia? ¿Puede ser feliz a pesar de ello?
Quizá usted desea ganar más dinero. ¿Y qué si nunca tiene más dinero
del que tiene ahora? ¿Puede ser feliz?
Si no recibe lo que usted desea o quiere, ¿aún podrá amar a Dios?
¿Seguirá sirviendo a Dios todos los días de su vida? ¿O sólo quiere recibir
algo de Él? Poca es la distancia entre el egoísmo y el desinterés; y siempre
debemos estar bien seguros de qué lado nos encontramos.
Dios desea que tenga abundantes bendiciones, pero hay algo que tiene
que hacer para recibirlas: ¡Mantener a Dios en primer lugar en su vida! Si
buscamos primero el reino de Dios, todas estas cosas nos serán añadidas
(véase Mateo 6:33). Si pone a Dios en primer lugar en su vida, no le
importa todo lo que pueda tener, porque Él le ama y quiere bendecir su vida
radicalmente. Él se deleita en la prosperidad de sus hijos.7
Es triste que la cantidad de personas a las que Dios puede bendecir
radicalmente sea tan pequeña. Son aquellas que mantienen en primer lugar
a Dios. Es difícil para algunos de nosotros hacer eso debido a que en cuanto
comienzan a fluir las bendiciones, de pronto todo es más importante que
Dios. Por eso debemos tener mucho cuidado en esta área.

“¿POR QUÉ SE ESPERA TANTO TIEMPO DIOS?”


Disfruto mucho lo que Dios me permite hacer en el ministerio, pero procuro
que mi autoestima no se relacione muy de cerca con ello. La razón de esto
es que si algún día ya no puedo hacerlo, no quiero que mi gozo se termine.
Me gustaría seguir disfrutando mi vida. Quiero saber que sigo siendo
alguien de valor.
Cuando Dios le dijo a Abraham que le iba a bendecir, Abraham le
respondió: “Está bien, pero lo que realmente quiero es un hijo.”
Dios le respondió: “Te daré lo que pides,” pero no se lo dio de
inmediato. La Palabra dice: “Y era Abraham de cien años cuando nació
Isaac su hijo” (Génesis 21:5). En realidad, pasaron veinte años desde el
momento en que Dios le hace la promesa hasta el momento del nacimiento
de su hijo. De hecho, Abraham ya era viejo cuando recibió por primera vez
la promesa de un hijo.
Para cuando Abraham engendró aquel hijo, su esposa ya había pasado la
menopausia. Su vientre era estéril. Así que Abraham y Sara no sólo tenían
una petición, también necesitaban un milagro.
¿No se le hace interesante que algunas veces, cuando le pide algo a
Dios, Él permite que pase tanto tiempo que la única manera de recibir
aquello que pide es por medio de un milagro? ¿Por qué hace Dios eso?
Porque le gusta “mostrar su poder a favor de los que tienen corazón
perfecto para con él” (2 Crónicas 16:9).
Cuando Marta y María mandaron llamar a Jesús para orar por su
hermano Lázaro, que se encontraba muy grave, ¿por qué se esperó dos días
más, hasta que Lázaro había muerto y había sido sepultado, antes de llegar
y levantarle de entre los muertos?8 Era porque Jesús ya sabía lo que haría
por Lázaro.
Si algo ha muerto, un sueño, un deseo, una necesidad, a Dios no le
importa qué tan muerto esté. Él puede resucitarlo en Su tiempo porque
nuestro Dios es un Dios maravilloso. No hay nada demasiado difícil para
Él.9 Por esta razón nunca tiene prisa y al parecer, se espera en muchas
ocasiones hasta cuando sólo un milagro funcionará.

“¿QUÉ PUEDO HACER PARA ACELERAR EL PROCESO?”


Sara y Abraham se habían cansado de esperar su hijo prometido cuando a
Sara se le ocurrió algo:

Sarai, mujer de Abram, no le daba hijos; y ella tenía una sierva


egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya
ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues
a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego
de Sarai. (Génesis 16:1–2)

¿Puede ver lo que sucedió aquí? Sara pensó formular un plan para
presenciar el cumplimiento de la promesa de Dios. Si hemos estado
esperando mucho tiempo por algo, la mayoría de nosotros somos igual a
ella. Decimos: Ah, ya sé lo que puedo hacer. Y, al igual que Sara,
pretendemos acelerar el proceso. Sin embargo, lo único que logramos es
alargar el tiempo de espera.
Yo entiendo que Sara deseaba ansiosamente un hijo, pero cuando parecía
que no se cumpliría la promesa de Dios, los siguientes versículos nos
muestran cómo accionó y la necedad de dichas acciones:

Y Sarai, mujer de Abram, tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo


de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y
la dio por mujer a Abraham su marido.
Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había
concebido, miraba con desprecio a su señora.
Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di
mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio;
juzgue Jehová entre tú y yo. (Génesis 16:3–5)

Ahora, es obvio que cualquier mujer que diera a su sierva para ser
esposa de su marido sencillamente no está pensando prudentemente.
¿Se fijan que Agar luego tuvo una mala actitud? Antes de estar encinta,
era una sierva sumisa. Pero en cuanto vio que esperaba el hijo de Abraham,
se sintió superior a Sara. Como consecuencia, trató a Sara con desprecio y
sin respeto.
Sin lugar a duda, eran personas muy parecidas a nosotros.
Entonces comenzaron los problemas. Al ver Sara la actitud despectiva
de Agar hacia ella, culpó a Abraham. Aunque había sido idea de ella y
había convencido a su marido, de pronto todos los problemas con Agar eran
culpa de él.
En Génesis 16:6 leemos: “Y respondió Abram a Sarai: he aquí, tu sierva
está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca.”
En pocas palabras, Abraham estaba diciendo: “No tengo nada que ver en
este problema. No es mi lío; es tuyo. Tú trata con él.”
¿No es parecido a lo que sucedió en el Jardín del Edén cuando Adán y
Eva desobedecieron a Dios comiendo del fruto prohibido?10 ¿No culpó
Adán a Eva por tentarle a comer, y no culpó Eva a la serpiente por tentarle a
comer? Nadie quería tomar la responsabilidad por sus decisiones.
¿No reaccionamos igual cuando hacemos un desastre de nuestra vida?
Al caer en las obras de la carne, creamos un gran lío que tiene que ser
arreglado. En seguida culpamos a otra persona. En muchas ocasiones, al
igual que Eva, decimos que el diablo tiene toda la culpa.
Antes de que aprendiera a hacerme responsable por mis propias acciones
y las consecuencias que acarreaban, yo culpaba al diablo por todo lo malo
que sucedía en mi vida. Lo reprendía hasta cansarme y de todos modos no
me dejaba en paz.
Constantemente me encontraba diciendo: “Te reprendo Satanás. Te
reprendo. ¡Aléjate, diablo! Te reprendo.”
Sin embargo, por más que le echaba la culpa a Satanás y reprendía al
diablo, seguía con el mismo problema. Si eso describe su situación, puede
ser que la causa de su problema es un “Ismael.”

¿SE ENCUENTRA CUIDANDO A UN ISMAEL?


Dios prometió multiplicar la descendencia de Abraham y hacer de él el
padre de muchas naciones aún después del nacimiento de Ismael, el hijo
que tuvo de Agar:

Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció


Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de
mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te
multiplicaré en gran manera.
Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él,
diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de
muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram,
sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre
de muchedumbre de gentes. (Génesis 17:1–5)

Habían pasado casi veinte años desde la primera vez que Dios le había
prometido un hijo a Abraham y a Sara. Durante todo ese tiempo, Abraham
y su familia habían cuidado y criado a Ismael.
Ismael era un hombre de guerra y toda su vida se encontró en algún
conflicto u otro. Agar y Sara tuvieron conflicto, y Abraham se encontraba
en medio de él. Estoy segura que no fue un tiempo agradable para ninguno
de ellos. Aunque la Biblia no lo narra, es fácil imaginar cómo fue la casa de
Abraham durante esta época. A estas alturas, Abraham y Sara se
preguntaban donde estaba el hijo que Dios les había prometido.
Seguramente no entendían porqué se tardaba tanto Dios en cumplirles Su
promesa.
Creo que tuvieron que esperar veinte años debido a que nació Ismael. Si
no se hubieran desesperado y formulado su propio plan, creo que el
nacimiento de Isaac hubiera sucedido mucho antes.
Así como Abraham y Sara, una vez que hemos dado a luz a Ismael,
pasamos años cuidando de él. Una vez que hemos complicado nuestra vida,
es tardado arreglar todo de nuevo.
¿Nunca se ha metido en un problema del que se tardó más en salir que
en entrar? ¿Ha hecho cosas en su vida que desea no haber hecho?
La mayoría de nosotros sí, y cada acción es seguida por consecuencias.
Si usted está lidiando con las consecuencias de un Ismael, no significa que
Dios no le quiere bendecir. Pero las consecuencias quizá retrasen el poder
recibir lo mejor de Dios para su vida.

¿LA RISA DE FE O DUDA?


Dios hizo de Sara la madre de naciones así como había hecho de Abraham
el padre de muchas naciones:

Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás


Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré
de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones,
reyes de pueblos vendrán de ella.
Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió…
(Génesis 17:15–17)

Sara ya había pasado por el cambio de la vida y era vieja y


probablemente arrugada; quizá no se parecía en nada a una princesa. Sin
embargo, Dios le dijo a Abraham: Desde ahora en adelante llamarás a tu
esposa princesa. Estoy convencida que esto ayudó a Sara a verse como Dios
la veía y le facilitó ejercer su fe y recibir de Dios.
Cuando Dios le dijo a Abraham que él tendría un hijo con Sara en su
vejez, Abraham se rió, pero no fue una risa de duda; fue una risa de fe.11
En el capítulo 18 de Génesis, el Señor le dice a Abraham que Sara le
daría un hijo dentro del próximo año. La fe de Sara quizá había sido
afectada por los años de espera, y al oír las palabras de Dios para Abraham,
ella también se rió. Pero la risa de ella no fue una de fe; fue una risa de
duda.12 Sara necesitaba ser animada y fortalecida en su fe.
Cuando aprendamos a vivir bajo el pacto de la promesa, como lo hizo
Abraham, también podremos tener la risa de fe. El fin de todo es que si
usted desea tener risa y gozo en su vida, tiene que dejar de vivir según las
obras de la carne y comenzar a vivir según las promesas de Dios. Ya no
intente hacer las cosas por sí mismo. Dígale a Dios lo que desea, crea lo que
Su Palabra dice al respecto y permita que Él lo haga.
¿Cómo puede saber si está en las obras de la carne?
En cuanto comienza a batallar y trata de producir algún resultado, y
luego se desanima porque no sucede, está en las obras de la carne. Por
ejemplo, usted puede decir: “Pedí un ascenso en el trabajo, y no lo recibí.
Reprendí a Satanás y me enfadé con la persona que ascendieron porque ella
no lo merecía, y yo sí.”
Quizá la razón por la que no recibió el ascenso fue por su actitud.
Muchas veces, nuestra actitud hacia las circunstancias nos puede detener de
recibir las bendiciones que Dios desea darnos.
A Dios le preocupa mucho más cambiar nuestras actitudes que
ascendernos. Salmos 75:6–7 nos dice que la verdadera promoción viene de
parte de Dios. Llegar al punto de gozarse con otras personas que están
recibiendo bendición le llevará a las bendiciones que Dios tiene para usted.

LA RISA DE FE
Abraham sabía que era viejo, y él conocía la condición estéril de Sara, sin
embargo él le creyó a Dios:

Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de


muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu
descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo,
que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la
esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad,
de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a
Dios… (Romanos 4:18–20)

Al oír Abraham la promesa de Dios, se rió. Le dio gusto reconocer que


Dios podía hacer algo que era imposible:

Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara
como había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en
su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. Y llamó Abraham
el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.
(Génesis 21:1–3)

Isaac trajo risa a las vidas de sus padres porque él era el cumplimiento
de la obra de Dios.
Puedo entender eso. Sin la ayuda de Dios, es imposible pararme frente a
las personas para ministrarles la Palabra de Dios. Es un milagro que tenga
este ministerio debido al desastre que era cuando Dios habló a mi corazón
hace tantos años. Y me hace reír. Pasé tantos años con la frente fruncida y
estando triste siempre a causa de las obras de la carne. Ahora tengo una
sonrisa en mi boca la mayoría del tiempo.
Las obras que no funcionan le robarán su gozo. La promesa de Dios le
causará reír. Es una obra de la carne tratar de hacer algo para acelerar la
llegada de la promesa de Dios, y este roba-gozo le dejará desanimado y sin
fruto. Es suya la decisión. ¿Qué escogerá?
En el próximo capítulo veremos cómo luchar contra las obras de la carne
al ser guiados por el Espíritu.
TRES
El Guarda-gozo #1: Ser guiado por el Espíritu

Una de las maneras más efectivas de mantener o guardar nuestro gozo es


permitir que el Espíritu Santo nos muestre por dónde debemos andar. Si
primero oramos, pidiendo que Dios nos muestre Su plan, nunca nos llevará
a una obra de la carne. Al contrario, Su Santo Espíritu nos impulsa, guía y
lleva gentilmente a un lugar de gozo; nunca nos manipulará ni controlará. Si
tenemos la determinación de seguir nuestras propias normas y rituales,
podemos pasar por alto la suave voz del Espíritu Santo y perder el gozo que
Dios tiene para nosotros. Si nos encontramos atados a nuestras normas y
rituales, podemos perdernos de la tierna guía del Espíritu Santo y así
desperdiciar el gozo que Dios ha designado que tengamos (vease 2 Cor.
3:17).
Dios tiene un plan específico para cada uno de nuestros días. A Dios le
importa cada día que vivimos, y Su designio para nosotros es bueno. En mi
opinión, es bueno contar con un plan y trabajar con él. Si las personas no
tienen ninguna clase de plan, nunca hacen nada.
No funciona no tener dirección ni enfoque. No sería muy prudente que
yo me presentara ante un público sin algún plan, o aparecerme y decir: “Voy
a permitir que el Espíritu Santo me guíe.” Medito sobre lo que voy a decir,
¡porque a nadie le gusta pararse a hablar sin nada que decir!
Sería una necedad llegar a mis conferencias o enseñanzas sin haber
preparado un mensaje o estudiado la Palabra. Sin embargo, si me encuentro
de visita en algún lugar y me invitan inesperadamente a compartir algo,
entonces puedo confiar que Dios me guiará y me usará, dándome algo
relevante para la ocasión. En los dos instantes, con o sin un plan, he
aprendido a decir: “Ahora Dios, ¿qué deseas que yo diga? ¿Qué quieres que
yo haga?”

BUSQUE LA DIRECCIÓN DE DIOS


El gozo llega al buscar la dirección de Dios, y no nuestra propia dirección o
camino. Es tan importante aprender a obedecer a Dios y seguir la dirección
que Él nos indica. Si Dios nos dirige a dar vuelta a mano derecha o
izquierda, nuestro entrenamiento debe ser tal que estemos dispuestos a dejar
nuestros planes en el instante que sintamos que Dios nos está dirigiendo.
Dios le guiará si usted ha hecho su parte en planear, pero tenga la
disposición de dejar a un lado su plan si Él le lleva por otro lado. Existe un
delicado equilibrio entre accionar sobre su plan, pero también confiar que
Dios lo dirija por medio de Su perfecto plan. Al momento de sentir que a su
plan le falta gracia (poder), debe buscar la dirección de Dios.
El Señor reveló a través del profeta Zacarías que Él haría una gran obra
en la vida de Su pueblo diciendo: “No con ejército, ni con fuerza, sino con
mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Dios prometió que “él sacará
la primera piedra con aclamaciones de, Gracia, gracia a ella” (Zacarías 4:6–
7).
La gracia es la habilidad del Espíritu Santo para hacer funcionar algo
que sería o muy dificultoso o aún imposible para nosotros sin Su ayuda.
Intentar hacer cualquier cosa sin esa gracia será difícil, laborioso y muy
frustrante.
Muchas personas que han sido llamadas a hacer algo no saben
aprovechar la gracia de Dios; por consiguiente, batallan toda su vida
haciendo algo cuando a Dios le place hacer que todo nos salga fácilmente.
Sólo tenemos que buscar Su gracia.
Es necesario aprender a ser sensibles a la unción de Dios. Por ejemplo,
nosotros planeamos cantar ciertos cantos en nuestras conferencias, pero si
sentimos que no hay unción, el director de alabanza nos guía en música
relevante a lo que Dios está haciendo ese día. Hace un excelente trabajo al
seguir la dirección de Dios. Si no tuviera esa disponibilidad de dejar a un
lado sus planes, no podría llevar a la gente hasta la presencia de Dios. Para
andar en Su presencia, es imperativo que le demos al Espíritu Santo acceso
completo.
Al estudiar la Palabra preparando un mensaje, me sorprende cómo Dios
me ayuda a escoger el mensaje indicado para cada sesión. Al estudiar y
prepararme, quizá prepare cinco mensajes para una conferencia, pero no sé
exactamente cuál compartiré el jueves por la noche, cuál el viernes por la
mañana, o cuál el viernes por la noche. He aprendido a esperar que Dios me
dirija en Su plan. He aprendido a sentir cuál mensaje es el indicado para las
personas que hayan venido a ser ministradas. Lo que no sea indicado para
una sesión quizá sea perfecto para la mañana siguiente.
En ocasiones, al estudiar un mensaje que pienso usar para una plenaria
de apertura, puedo sentir que no es el correcto y comparto otro mensaje.
Pero quizá me siento dirigida a compartir ese mensaje el día siguiente.
Hemos aprendido que no es tan importante lo que usted haga sino la unción
de Dios sobre sus actividades. Y no es para decir que ciertos mensajes o
cantos no son ungidos; quizá sencillamente no son parte del plan Dios para
cierto tiempo.
Nuestra obediencia al plan de Dios llevará a las personas a Su presencia.
Debemos entender que cuando Dios unge nuestras actividades, hallamos
gozo en el Espíritu Santo.
En una ocasión durante una reunión, comencé a leer el Salmo 91 e
inesperadamente prediqué todo el mensaje de ese pasaje. Eso sucedió hace
algunos años, pero las personas todavía piden la grabación porque Dios
decidió ungir ese mensaje en ese momento.
Un plan con demasiada rigidez puede apagar el mover de Dios. Por
ejemplo, si restringimos la cantidad asignada de minutos para cada
segmento de una conferencia, podríamos terminar con algo seco y muerto.
Es necesario saber cómo darle lugar al Espíritu Santo.
Dios podría darnos un plan antes de la reunión y ungirlo, pero no
siempre hace eso. A veces pienso que Dios oculta Su plan simplemente para
mantenernos “caminando sobre el agua.” Al no estar tan preparados,
dependemos más de Él. De esta manera, nuestro enfoque es Él y no nuestro
propio plan.
Muchas de mis experiencias en el ministerio son ejemplos de cómo Dios
nos dirige en los negocios o trabajos que Él nos ha dado. Cuando Dios nos
manda hacer algo, Su intención es que accionemos, no es el momento de ir
en búsqueda de nuestro plan. Y después de haber accionado, Dios nos
revelará Su plan. ¿Pero sabe cómo nos lo revela? Un paso a la vez.
Nosotros queremos ver el plano de los siguientes veinte años antes de salir
y hacer algo. Pero Dios no obra así, y nunca encontraremos gozo si
pensamos que es necesario saber todo antes de tomar el primer paso en la
dirección que Él nos está mostrando.
No es para decir que Dios nunca nos muestra el cuadro completo,
porque en ocasiones sí lo hace. Pero todo lo que hagamos con Dios y para
Dios y por medio de Dios tiene que hacerse por fe o no tiene ningún valor.
La Biblia dice que sin fe es imposible agradar a Dios. Dios desea
impactar nuestra vida, pero es necesario que dejemos a un lado nuestra
manera de hacer las cosas y le permitamos actuar. Yo no estoy hablando de
hacerlo una sola vez; seguir la dirección de Dios debe ser un estilo continuo
de vida.
“El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus
pasos” (Proverbios 16:9). Puede ser que Dios nos dirija a hacer algo de
cierto modo por veinte años, pero luego puede dejar de usar ese método de
obrar a través de nosotros. Por inercia, podríamos seguir cargando con toda
clase de huesos muertos porque no queremos dejar algo con lo que Dios ya
ha terminado. Sugiero que entendamos que Dios quizá quiere que hagamos
otra cosa.

ESTÉ DISPUESTO A HACER CAMBIOS


Es posible que Dios le lleve a hacer algo con cierto grupo de personas cada
miércoles por la mañana por cinco años. A usted le puede gustar mucho y
cree que es algo maravilloso, pero de repente, parece haberse secado y
muerto, y usted se pregunta cuál es su problema. Continúa haciendo lo
mismo, pero ya no siente gozo al hacerlo. Si no tiene cuidado, llegará a ser
un “busca-errores,” una persona descontenta.
Probablemente una de las cosas más difíciles para algunas personas es
dejar de hacer algo que han hecho por mucho tiempo. No me refiero
solamente a programas de la iglesia, pero cuando nos acostumbramos a
cierta manera de hacer las cosas puede ser difícil permitir que el Señor nos
lleve a una nueva y mejor manera de hacerlas.
Podría decir que a mí no me place hacer lo mismo por demasiado
tiempo. Por ejemplo, en mi ropa no me gusta verme igual siempre. Pero en
otras áreas no soy así ¡podría ser feliz con el mismo peinado hasta que
regrese el Señor!
Si hacemos lo mismo de la misma manera por demasiado tiempo,
entonces simplemente se vuelve algo viejo y desabrido, y pierde su valor.
Una de las lecciones que he aprendido del Espíritu Santo es que si seguimos
Su dirección, todo será fresco. La vida no se vuelve algo desabrido al seguir
al Señor. El Espíritu Santo nos llevará a cambiar algunas cosas simplemente
para mantener nuestro enfoque y atención sobre Él. Dios quizá le lleve
simplemente a cambiar su ruta del trabajo a casa. Quizá le enseñe un árbol
nuevo o algo hermoso camino a su hogar.
No siga haciendo todo de la misma manera si ya no siente gozo al
hacerlo. Perderá su gozo si no está dispuesto a salirse del barco. Si ya ha
perdido su gozo, Dios puede estar tratando con usted sobre unos cambios
necesarios.
Quizá se esté diciendo: “¿Y qué si me hundo?”
Dios, en mi opinión, lo ha llevado a leer este libro para animarle a tomar
un paso de fe y hacer lo que Dios le ha estado mostrando. Él desea restaurar
su gozo.
La Palabra dice: “Del hombre son las disposiciones del corazón; mas de
Jehová es la respuesta de la lengua” (Proverbios 16:1). En ocasiones los líos
más grandes se provocan por nuestros planes de lo que haremos o diremos a
las personas.
No se encierre tanto en sus planes hasta el punto de impedir que Dios
hable a, o a través de usted. Como dice una escritura muy interesante:
“Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino; ni del
hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23). En otras
palabras, no contamos con suficiente inteligencia como para gobernar
nuestra propia vida.
HAGA DESCANSAR SU MENTE
¿Piensa mucho? ¿Siempre se preocupa por hacer todo bien? La Palabra
dice: “Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo
de Jehová permanecerá” (Proverbios 19:21).
Es posible que algunas personas no piensen lo suficiente, pero Dios no
quiere que llenemos nuestra cabeza planeando obras de la carne que no son
parte de Su designio. Él quiere que busquemos Su rostro y encontremos Su
propósito para nuestra vida.
Antes que aprendiera a dejar de razonar todo por adelantado, mi mente
parecía una autopista. Yo quería tener el control haciendo todo lo que sabía
que era lo correcto, pero aprendí que en realidad no andamos con Dios en fe
a menos que confiemos en Él para dirigirnos en cada uno de nuestros pasos.
La Palabra dice: “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6).
Tenemos que confiar en Dios. A Dios le agrada que confiemos en Él.
Confiar en Dios requiere de quedarnos con preguntas sin respuesta. Si
sabemos todo, no es necesaria la confianza en Dios.
Yo sé cuáles son mis planes para hoy, y en general sé lo que estaré
haciendo lo que resta del año. Pero, ¿quién de nosotros puede decir, con
completa seguridad, que sabemos hacia donde se dirige nuestra vida?
Santiago enfatizó la importancia de ser guiados por el Espíritu cuando
escribió:

¡Vamos ahora! Los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad,
y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no
sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida?
Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y
luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: si el
Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. (Santiago
4:13–15)

TODO SE TRATA DE EQUILIBRIO


Hay que ser balanceados cuando se trata de planear, pero creo que algunas
personas necesitan ser liberados de la planificación excesiva. La Biblia
dice: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Ya lo
dije: es bueno tener un plan, pero si el plan se vuelve una obra de la carne,
robará nuestro gozo.
Una de las maneras que sé que estoy planeando en exceso es si mi plan
comienza a ser una carga para mí. Si me siento cansada de mucho pensar,
me doy cuenta que necesito abrir mi mente para aprender algo nuevo de
parte de Dios. Cuando Él nos guía, nos mantenemos renovados en todo
momento.
Todo tiene que ver con equilibrio. Aún el ministerio no exige que
estemos avanzando y luchando siempre. Dios desea que disfrutemos lo que
estamos haciendo. Cristo murió para que tuviéramos vida abundante, una
vida buena con todo y algo de placer. No murió para que pudiéramos
trabajar arduamente siempre. Estoy convencida que existe la manera de
cumplir con la tarea que Dios nos ha dado, y al mismo tiempo experimentar
gozo extremo y radical. Dios dijo: “Porque yo sé los pensamientos que
tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal,
para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11).
La Palabra también nos habla del plan que Dios tiene para el mundo:

… dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su


beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir
todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de
los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en
la tierra. (Efesios 1:9–10)

Dios tiene un plan global para el cuerpo de Cristo, pero también tiene un
plan diario para cada creyente. Así como Dios tiene un plan para cada uno
de nosotros, también tiene un plan para cada reunión hecha en Su nombre.
Dios no quiere que sólo cantemos algunos coros al reunirnos; Él quiere
que le alabemos y adoremos. Durante ese tiempo de alabanza y adoración,
Él desea ministrar a las necesidades de las personas y romper de sobre su
vida el yugo de servidumbre. Dios desea liberar a las personas de las manos
de Satanás y removerlas de las puertas del infierno.
No funciona el seguir las obras muertas en lugar de proseguir el plan
vivo de Dios. Él no unge la tradición; Él unge a aquellos que viven en
íntima relación con Él. Si usted está cooperando con el Espíritu Santo,
nadie detendrá la obra que Dios quiere hacer a través de usted. Dios hará
funcionar Su plan. Si usted tiene un llamado de Dios sobre su vida, no se
tiene que preocupar si hará o no aquello para lo que Dios le ha apartado.
Hace muchos años, antes de entender lo que le estoy enseñando, yo era
fuerte de voluntad, obstinada y tomaba decisiones rápidamente. Tenía un
llamado sobre mi vida, y podía sentir muy dentro de mi espíritu lo que Dios
quería que hiciera. Sentía lo que Dios quería, pero no tenía ni la menor idea
de cómo llegaría de un punto a otro, entonces comencé a formular un plan.
Pero Dios me dijo: “Joyce, te crees tan lista. Crees saber todo. Tienes tu
planecito y piensas saber exactamente lo que haré y cómo lo haré, pero
déjame decirte algo: no sabes ni la mitad de lo que piensas saber.”
Dios trajo a mi mente esta escritura: “Reconócelo en todos tus caminos,
y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a
Jehová, y apártate del mal…” (Proverbios 3:6–7).
Es tan fácil comenzar a formular un plan en lugar de esperar que Dios le
dé Su plan. Después hacemos de nuestro plan la regla sin reconocer a Dios.
Pero el proverbio dice que debemos reconocer a Dios en todos nuestros
caminos, y esto deberá incluir todos nuestros planes.
Reconocer a Dios requiere de tiempo. Reconocer significa: “Ver que una
persona o cosa es cierta, determinada; Confesar, admitir como cierto;
Declarar oficialmente la legitimidad de alguien o de algo; Agradecer.”1
Para reconocer a Dios, es necesario tomar una pausa suficiente para orar.
Tenemos que preguntarle: “Dios, ¿es importante esto o aquello? O ¿qué
piensas de esto o aquello?” Y luego debemos espera Su respuesta.
Al esperar, la unción para cumplir Su plan llegará. Él nos dirigirá hacia
dónde debamos caminar. Si mantiene su plan ante el Señor, debe estar
dispuesto a que Él cambie cualquier cosa en cualquier momento. Si hace
esto, su camino siempre será el indicado y será prosperado.
RECONOZCA A DIOS
Tengo un lugar especial donde me gusta orar cada mañana. Es el primer
lugar a donde llego, y es de suma importancia para mí pasar tiempo con
Dios. Pero aún la oración puede llegar a ser una obra de la carne si oro sólo
por hábito en lugar de buscar sinceramente la dirección de Dios.
Nos perderemos de una relación íntima con el Señor si hacemos de la
oración una obra de la carne, como decir: “Bueno, voy a orar por quince
minutos, voy a leer la Palabra por veinte minutos, voy a orar en el Espíritu
por cinco minutos,2 y confesaré la Palabra por diez minutos y así habré
cumplido con mi obligación.”
Sabemos que somos guiados por el Espíritu cuando deseamos orar,
cuando anhelamos estudiar la Palabra y cuando queremos recibir la
disciplina del Señor. Encontramos el verdadero gozo cuando sentimos el
toque de Dios sobre nuestros planes. La Biblia dice: “Y les daré un corazón,
y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de
en medio de su carne, y les daré un corazón de carne…” (Ezequiel 11:19).
Ser dirigido por el Espíritu Santo mantiene nuestro gozo y significa que
usted vivirá una vida justa, libre de las obras infructuosas de la carne. No
permita que por intentar organizar su propia vida se le robe el gozo. Permita
que Dios unja Su plan para usted al confiar en Él.
En el próximo capítulo, le mostraré cómo puede ser robado su gozo por
seguir muchas reglas exteriores con la idea de guardar su propia rectitud
ante Dios. Y después de aprender el principio siguiente para guardar su
gozo ya no tendrá que colocar recordatorios por toda su casa que digan:
“No chismee. No critique. No busque los errores. No se queje.” Dios
escribirá Sus leyes sobre su corazón, y ya no necesitará recordatorios para
mantener su gozo.
CUATRO
El Roba-gozo #2: El legalismo religioso

El Señor dice:

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de


vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os
daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi
Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis
preceptos, y los pongáis por obra. (Ezequiel 36:26–27, cursivas
mías)

Si usted pasa tiempo reconociendo a Dios y buscando Su plan para su


vida, Él causará, por medio de Su Espíritu, que camine en obediencia a Su
ley y le llevará a tener gozo. Pero su gozo será robado si se apoya en seguir
un reglamento estricto para sentirse justo o recto ante los ojos de Dios.
Aún para el discípulo Pedro fue difícil entender que somos justificados
ante Dios por la fe solamente, no por seguir un reglamento legalista
religioso. Pedro frecuentaba abiertamente a los gentiles, pero después,
cuando llegaron los religiosos de Jerusalén predicando que los gentiles
debían circuncidarse, se separó de ellos. Pablo confrontó a Pedro por su
hipocresía y escribió al respecto en su carta a los gálatas:

Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad


del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío,
vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los
gentiles a judaizar? Nosotros, judíos de nacimiento, y no
pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es
justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo,
nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados
por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las
obras de la ley nadie será justificado. (Gálatas 2:14–16)

Personas legalistas, como los fariseos de los tiempos de Jesús, se


encuentran atadas a sus propias obras en lugar de reposar en la obra de
Jesús. No tienen gozo; y no soportan ver que otros lo tenga. Son personas
religiosas, sin vida, que no soportan nada feliz.
De hecho, las personas legalistas piensan que es pecaminoso ser feliz.
Para ellas es malo reírse en la iglesia. Está bien desde su punto de vista,
juntarse para llorar y lamentar, pero no para reírse y pasársela bien.
Años atrás, yo me encontraba en las ataduras del legalismo de mis obras,
en lugar de descansar en la obra de Jesús, y esas ataduras me detenían de
salirme de mí misma. Siempre me examinaba, y me condenaba o felicitaba
según mi desempeño. Me era imposible hacer cualquier cosa sin sentir
culpabilidad. Si disfrutaba algo, me sentía culpable y mal. Si oraba, me
sentía mal por no haber orado más tiempo. Si no me encontraba trabajando
a todas horas, me sentía culpable. Me sentía mal cada vez que el fruto del
Espíritu no operaba perfectamente bien en mi vida.
Las personas legalistas se atan a un reglamento religioso de su propia
hechura, imposible de cumplir. Es posible crear una regla de cualquier cosa,
aún de algo bueno como leer la Biblia u orar. Es bueno tener disciplina en
estas áreas, pero las expectativas legalistas se deben evitar. Debemos
disfrutar la presencia de Dios en lugar de vivir tratando de obtener Su
aprobación.
Los fariseos operaban bajo el legalismo; para ellos, nada podía ser
gozoso, como logramos ver en el relato de la sanidad que Jesús otorgó al
hombre que nació ciego:

Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le


preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o
sus padres, para que haya nacido ciego?
Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para
que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer
las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche
viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el
mundo, luz soy del mundo.
Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó
con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el
estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se
lavó, y regresó viendo. (Juan 9:1–7)

¡Éste era un método poco ortodoxo de tratar la ceguera! Para algunas


personas es extraña la idea de imponer manos sobre alguien para pedir por
su sanidad o para recibir la llenura del Espíritu Santo.1 ¿Qué pensarían de
escupir como una forma de ministrarle a alguien, así como Jesús lo hizo en
este pasaje?
¿Pero se fija qué sencillo fue? El ciego hizo lo que Jesús le había
mandado, aunque Sus instrucciones parecían ser un poco extrañas. Quizá el
hombre pensó: ¿De qué me servirá que unten de lodo mis ojos y lavarlos en
un estanque de agua? Lo importante es que regresó viendo después de haber
hecho lo que se le mandó.
La obediencia a las instrucciones personales del Señor, en muchas
ocasiones en la Biblia, es lo que desata un milagro. Por ejemplo, en el
capítulo dos de Juan, algunos siervos en una boda obedecieron al Señor y
recibieron milagrosamente más vino para servir a los invitados. La madre
de Jesús les había dicho a los siervos: “Haced todo lo que os dijere” (v. 5).
Así que llenaron de agua algunas vasijas, como lo mandó Jesús, y Jesús
hizo Su primer milagro: el agua se convirtió en vino.
Yo creo que si usted y yo simplemente obedecemos lo que el Señor nos
ha mandado hacer en nuestro corazón y en Su Palabra, nosotros también
recibiremos un milagro trascendental.
EL LEGALISMO CAUSA PROBLEMAS
Ser dirigidos sólo por las reglas de la religión producirá en muchos una
ceguera a los milagros que Dios hace cada día, así como los fariseos no
lograron ver la misericordia de Dios en esta historia:

Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era
ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos
decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy.
Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? Respondió él
y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó lo
ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la
vista.
Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? Él dijo: No sé. Llevaron
ante los fariseos al que había sido ciego.
Y era el día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le
había abierto los ojos. (Juan 9:8–14)

Los fariseos estaban en contra de Jesús, aunque era mandado por Dios y
hacía bien en todos lados. Eran gobernados por reglamentos, leyes y
costumbres, así que se molestaron al descubrir que Jesús se había atrevido a
sanar a un hombre en el día de reposo. No habían encontrado con qué
acusar a Jesús, hasta ese punto. Pero, en su opinión, en el día de reposo no
se hacía ningún trabajo, ni el de Dios.
En muchas áreas de nuestra vida, también gobiernan los reglamentos,
hasta en nuestras experiencias espirituales, y pueden afectar tanto positiva
como negativamente nuestra vida. Mientras las reglas y leyes son
inherentemente buenas, algunas personas, como los fariseos, se preocupan
tanto en guardarlas que no pueden disfrutar realmente a Dios, ni su vida.
Hubo un tiempo en el cual la relación de una persona con Dios se basaba
en un cuerpo estricto de normas. En el Antiguo Testamento leemos sobre un
pacto de obras llamado el Antiguo Pacto. Las personas tenían que seguir la
ley bajo este pacto. Al cometer errores, era necesario hacer sacrificios para
recibir perdón. Eran tantas las leyes que la gente no podía cumplirlas todas.
Jesús vino a establecer un pacto de gracia. Bajo este Nuevo Pacto, se nos
ha dado el hermoso don de la gracia2 por medio del sacrificio de Jesús en la
cruz. Ahora nuestra salvación y relación con Él no se basan en guardar
ciertas leyes.3 Podemos gozar de una relación personal con Jesús, sin luchar
por hacer lo correcto. Lo que nos toca es creer, depender de Él y actuar
sobre lo que Él nos ha mandado.

EL LEGALISMO SE PIERDE DE LOS MILAGROS


En los siguientes versos, vea cómo el legalismo no permitió que los fariseos
pudieran simplemente recibir lo increíble del milagro que Jesús había
hecho:

Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había


recibido la vista. Él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me
lavé, y veo. Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre
no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros
decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y
había disensión entre ellos.
Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te
abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. Pero los judíos no creían
que él había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del
que había recibido la vista… (Juan 9:15–18)

¿Se fija cómo tuvieron que analizar, desglosar, y tratar de razonar el


evento milagroso? Después hablaremos del razonamiento, pero querer
entender todo, es algo que nos roba el gozo, que nos incita a escuchar
nuestra mente en lugar de escuchar nuestro corazón.
¿Usted intenta analizar todo? ¿Usted quiere entender todo? ¿Usted
espera que todo esté en su lugar? Los fariseos sí. Se preocupaban tanto por
razonar, por tratar de obedecer los reglamentos y las leyes que caían en las
obras de la carne, y no tenían tiempo de estar alegres o simplemente
descansar en Dios, disfrutando de la vida que Él les había dado. Y ellos
esperaban que todos hicieran lo mismo.

EL LEGALISMO COMPLICA TODO


Los fariseos legalistas se fijaron más en un reglamento desobedecido que en
el gozo del hombre que había sido liberado:

…y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que


vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?
Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es
nuestro hijo, y que nació ciego; pero cómo vea ahora, no lo
sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo
sabemos. Edad tiene; preguntadle a él; él hablará por sí mismo.
(Juan 9:19–21)

El hombre que había padecido ceguera toda su vida y ahora había sido
sanado, seguramente se sentía muy feliz. Me imagino que sus preguntas le
parecieron una necedad. Todo este interrogatorio probablemente le estaba
robando su gozo.
El reglamento inventado por los fariseos los cegó y no vieron que Jesús
era el Hijo de Dios. Y continuaron con sus preguntas para comprobar que
eso no era cierto.
Como dice en Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible (El
comentario sobre la Biblia entera por Matthew Henry): “Uno esperaría que
un milagro tal como el hecho por Cristo al sanar al hombre ciego hubiera
confirmado Su reputación, y silenciado y avergonzado toda oposición, pero
tuvo el efecto contrario; en lugar de ser aceptado como profeta, él es
acusado de ser criminal.”4
Una actitud legalista y analítica complica todo. Las personas se llenan
de orgullo y son ciegas a la verdad, aún cuando la tienen delante de sus
ojos, como lo ilustra este relato:
Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por
cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que
Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso
dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.
Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y
le dijeron; Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es
pecador. Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una
cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. (Juan 9:22–25)

Yo no puedo explicar doctrinalmente todo lo que el Señor ha hecho en


mi vida, al igual que el hombre ciego de este pasaje no pudo explicar su
sanidad. No cuento con la educación suficiente como para usar toda la
terminología correcta para describir lo que me ha sucedido. Pero una cosa
sé: Antes mi vida era un desastre, y ahora ha sido cambiada.

CAMBIE SU MANERA DE PENSAR


Al comienzo de mi caminar cristiano, siempre intentaba arreglar y cambiar
todo sola. Sin embargo, muchos de los cambios que he visto en mi vida
comenzaron en el momento que por fin reconocí que sólo Dios podía lograr
aquellos cambios.
En aquel día, me encontraba sentada en la presencia de Dios, llorando y
diciéndole: “Si Tú no me cambias, Señor, nunca seré diferente, porque yo
he hecho todo por cambiar. He usado todo mi conocimiento. He seguido
cada fórmula. He reprendido a cada demonio. He ayunado. He orado. He
llorado. He rogado y suplicado. Y nada me ha funcionado. Así que, Señor,
tendrás que aceptarme tal y como soy, o tendré que quedarme en esta
condición para siempre. Tú tendrás que hacer la obra, o jamás lograré ser
diferente. Yo me doy por vencida.”
Al terminar mi discurso, el Espíritu Santo habló a mi corazón estas
palabras: “Qué bueno. Finalmente Yo puedo hacer algo.”
Por fin había llegado al punto en que no me importaba si crecía o no, mi
ministerio. Sólo buscaba un poco de tranquilidad y paz. Por fin había
llegado al punto en que no me importaba si Dave y mis hijos cambiaban, o
no. Sólo quería algo de paz. Por fin reconocí que tendría que dejar de tratar
de cambiar cada cosa y persona alrededor de mí, incluyéndome a mí, y
permitir que Dios se encargara de todo para encontrar paz.
Nunca disfrutará la promesa de vida nueva5 por el sacrificio de Jesús, si
no cambia su forma de pensar. No se trata de lo que usted puede hacer, se
trata de lo que Jesús ya hizo por usted.
Encarar todos los retos de la vida cotidiana, puede hacerle caer en obras
humanas, y ésas le roban su paz, gozo, respeto por sí mismo y confianza.
Las obras son una trampa donde siempre se lucha por ser mejor, para así
sentirse mejor. Pero si intenta hacer las cosas por sí mismo, no logrará
efectuar los cambios positivos que anhela.

LIBERTAD DEL LEGALISMO


El siguiente pasaje de la Escritura contiene un increíble mensaje
confirmando que sólo la justificación por la fe, no por las obras, traerá gozo
a nuestra vida:

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada
por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos
en la esperanza de la gloria de Dios. (Romanos 5:1–2)

No es el plan de Dios que, como sus hijos, vivamos con ataduras de


legalismo ni con cualquier otra atadura. Deberíamos estar experimentando
la gloriosa libertad y la liberadora redención, para disfrutar todo lo que Dios
nos ha dado por medio de Su Hijo, Jesús.
Pero Satanás nos quiere robar de disfrutar nuestra vida. Nos acusa, nos
condena y nos pone sentimientos de inseguridad porque sabe que no
podemos gozar de la vida si tenemos pensamientos negativos hacia nuestra
persona. Gracias a Dios que podemos ser libres de su trampa y comenzar a
disfrutar nuestra libertad y redención compradas por la sangre de Jesús.
En Juan 8:31–32 se nos explica nuestro derecho a libertad en Jesús: “Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”; y de nuevo
en el versículo 36: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente
libres.”
¿Está disfrutando su libertad espiritual en Jesús o está sacrificando su
gozo porque se encuentra atrapado en una manera de pensar legalista y
rígida, creyendo que usted tiene que hacer todo? Si vive una vida rígida y
legalista, no será una vida agradable. Yo sé. Llegó el momento que tuve que
reconocer que yo era legalista y rígida, y aunque emocionalmente esta
verdad fue difícil para mi, Dios la usó para librarme.
Jesús vino para darnos vida y para que la disfrutemos al máximo, y que
rebose.6 Tener un estilo de vida legalista nos llevará a las obras y esfuerzos
vacíos que harán que vivamos en desánimo. Recuerde que en Dios no hay
ataduras ni cargas. Su reglamento (Su manera de hacer las cosas) trae
libertad y satisfacción.
Tener sentimientos de condena y culpabilidad no es tener libertad. Sentir
angustia mental y emocional no es tener libertad. Estar triste y deprimido no
es tener libertad.
¿Ha llegado usted al punto de estar cansado de tratar de regir al mundo?
¿Está dispuesto a rendirse y pedirle ayuda a Dios? De ser así, haga esta
oración:

Señor, estoy cansado de ser legalista y complicado. Sólo deseo


tener algo de paz y poder disfrutar mi vida. Así que, Señor, pon
en mí el deseo de hacer lo que es recto ante tus ojos. Si Tú no lo
haces, entonces no se hará. Pongo mi confianza en Tí.

Le animo a hacer a un lado las limitaciones y la derrota que trae el


legalismo, y haga su mejor esfuerzo, empezando ahora mismo a disfrutar la
vida de libertad que Dios de antemano preparó para nosotros por medio de
Jesús, en lugar de perder su gozo a causa de reglas legalistas hechas por
usted. El próximo Guarda-gozo le mostrará cómo hallar la libertad para
vivir en justicia, paz y gozo7 mientras que Dios se encarga de todo lo
demás.
CINCO
El Guarda-gozo #2: Ser libre en Cristo

El salmista David escribió: “He aquí yo he anhelado tus mandamientos;


vivifícame en tu justicia. Guardaré tu ley siempre, para siempre y
eternamente. Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos”
(Salmos 119:40, 44–45).
Si verdaderamente ama la Palabra de Dios, si la escucha, la recibe y la
obedece, andará en libertad y tranquilidad. En otras palabras, la vida no será
difícil, desalentadora ni ardua. Su gozo será completo cuando crea las
promesas de Dios para su vida y obedezca Sus mandamientos.
La Biblia nos enseña que aquellos que desobedecieron las instrucciones
de Dios, y no escucharon Su Palabra no entraron en el descanso que Él les
ofrecía.1 Así que si se siente desanimado o enfadado, o si ha perdido su paz
y su gozo, hágase esta pregunta: ¿Estoy creyendo la Palabra de Dios?
La única manera de no batallar más, es creyendo la Palabra de Dios y
obedeciendo todo lo que Jesús ponga en su corazón para hacer. El creer en
la Palabra de Dios nos libra de luchar para que descansamos en las
promesas de Dios. La Palabra dice: “Pero los que hemos creído entramos en
el reposo…” (Hebreos 4:3).
Si sus pensamientos se han vuelto negativos y está lleno de duda, es
porque ha dejado de oír, recibir y obedecer la Palabra de Dios. En cuanto
crea la Palabra de Dios, su gozo regresará y estará en paz nuevamente. Y
ese lugar de descanso en Él es donde Dios quiere que esté cada día de su
vida.
LA LEY NO TIENE PODER
El propósito de la ley de Dios es refrenar la tendencia al mal que reside en
la humanidad caída. Sin embargo, es ineficaz en sí, ya que no regula el
comportamiento del hombre. En otras palabras, la ley no tiene el poder para
hacer que las personas quieran obedecerla.
Pablo explicó que somos hechos justos para con Dios sencillamente
creyendo en Cristo:

… ya que por las obras de la ley ningún ser humano será


justificado delante de él; porque por medio de la ley es el
conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha
manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los
profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para
todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto
todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención
que es en Cristo Jesús. (Romanos 3:20–24)

Al leer esto, sabemos que la función verdadera de la ley es hacernos ver


nuestro pecado y tomar conciencia de nuestra necesidad de un Salvador. La
ley sólo sirve como guía para mostrarnos la justicia de Cristo porque Él
cumplió toda la ley.
De hecho, la ley aumenta nuestra inclinación al pecado. La Palabra dice:
“Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase…” (Romanos 5:20).
Por ejemplo, si usted tiende a comer demasiado chocolate, y quiere ser
libre de la costumbre de comerlo, hace para sí una ley: “Ya no debo comer
chocolate. No puedo comer chocolate. Nunca más comeré chocolate.”
Hasta logra convencerse de que comer chocolate es un pecado para usted.
Esta regla impuesta por usted no le libra del deseo de comer chocolate;
¡al parecer aumenta su problema! Ahora, siempre está pensando en el
chocolate. Tiene pensamientos sobre el chocolate desde el amanecer hasta
la puesta del sol.
Tarde o temprano, comenzará a comer chocolate a escondidas porque ya
le contó a todo mundo que nunca más comerá chocolate. No puede comerse
el chocolate ante las personas, entonces se esconde para comer su
chocolate. Ahora siente mucha culpa porque ha sido un pecador a
escondidas.
Si usted sabe de lo que estoy hablando, entonces usted conoce el dolor
que viene al estar “bajo la Ley” en lugar de ser libre en Cristo. Gracias a
Dios que no es un pecado comer chocolate, pero si fuera así y confesáramos
aquel pecado al Señor, el Espíritu Santo nos daría la gracia para
deshacernos de nuestro deseo de comerlo y gozaríamos de la libertad sobre
ese pecado.
Nuevos creyentes, tal vez inmaduros en su fe y débiles en su
conocimiento de la Palabra de Dios, muchas veces tratan de usar las leyes
de Dios para controlar sus pasiones. Pero conforme van madurando y
aprendiendo a dirigir su atención al liderazgo del Espíritu Santo, Él los hace
libres del deseo de pecar.

LA GRACIA CAMBIA NUESTROS DESEOS


Pablo explicó que la gracia de Dios es el poder para ser libres de la
tentación y del mal. Él escribió:

… mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que


así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine
por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
(Romanos 5:20–21)

Recuerde que Dios dio la ley para hacernos ver qué mal estábamos sin Él.
La Palabra dice: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8).
Todos hemos pecado, pero por Su gracia, Dios nos dará el poder para
perder el deseo de continuar pecando. Él nos limpiará del anhelo por el
pecado, como está escrito: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan
1:9).
El difícil admitir abiertamente que hemos pecado, pero como nos lo
explica el verso nueve, si confesamos nuestros pecados al Señor, Él nos
limpiará de todo aquello que no está de acuerdo a Su plan para nosotros. La
confesión de nuestros pecados a Dios rompe su poder sobre nosotros y nos
libera para gozar de la libertad en Cristo todos los días de nuestra vida.
Aún puedo recordar el gozo que llegó a mi alma cuando pude entender
esta verdad. Primera Juan 2:1 dice: “Hijitos míos, estas cosas os escribo
para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con
el Padre, a Jesucristo el justo.” Mi interpretación de lo que está diciendo
Juan es: “Les escribo este libro entero para que no pequen, pero si acaso
pecan, no se preocupen demasiado. No lo hagan más grande de lo que es.
Lleven su pecado a Jesús. Admitan sus debilidades. Admitan que son
humanos. Admitan sus imperfecciones.”
Cuando confesamos nuestros pecados a Dios, Él nos cambia desde
adentro hacia fuera. Él cambia nuestros deseos para que queramos lo que Él
desea. “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan
8:36).
Hay un balance entre auto-disciplinarnos y no estar bajo ataduras de
reglas hechas por nosotros mismos. Obviamente, los mandatos de Dios son
para obedecerse. Pero cuando podemos seguir un deseo divino en nuestro
corazón de hacer lo bueno, ya no estamos siendo llevados por la letra de la
ley. Si Jesús es nuestro Señor y Salvador, obedecer a Dios es el deseo de
nuestro corazón y la obediencia nos trae mucho gozo. Muchas personas
quieren seguir complaciendo a Dios obedeciendo una lista de reglas de lo
que deben y no deben hacer. Sin embargo, muchas de las reglas que
observan no provienen de la Palabra de Dios, sino de los ritos religiosos de
los hombres.
Si seguimos el liderazgo del Espíritu Santo, sabremos exactamente
cómo complacer a Dios, porque Él pondrá el deseo en nuestro corazón de
hacer lo que Él haría.
¿CUÁLES LEYES HA HECHO PARA USTED MISMO?
Tiempo atrás, hice una ley de la limpieza de mi casa. Sí creo que debemos
mantener limpio nuestro hogar, y debemos cuidar lo que Dios nos da, pero
en ese punto de mi vida yo estaba fuera de balance. De hecho, estaba muy
mal ya que mucha de mi autoestima se nutría de cómo se veían las cosas
que me rodeaban. Quería que mi casa estuviera absolutamente perfecta
porque así pensé que nadie me podría encontrar alguna falta.
Yo limpiaba toda mi casa desde arriba hasta abajo cada día de mi vida.
Aspiraba, sacudía, abrillantaba los espejos y barría los pisos.
En una ocasión, algunos amigos me invitaron a salir. Yo quería
acompañarles, pero la ley que me había impuesto me impedía seguir mi
corazón. Después estaba resentida con mis amigos porque se la estaban
pasando bien sin mí; hasta llegué a criticarles. No era libre para seguir el
liderazgo del Espíritu Santo.
Sin ningún tipo de disciplina, la vida no es balanceada. Si dejamos a un
lado el trabajo cada vez que alguien quiere que hagamos algo, nunca
estarían limpias nuestras casas. Así que, debemos disciplinarnos con
equilibrio para atender las cosas necesarias.
Es bueno ser disciplinado, pero no es bueno ser legalista. Era bueno que
yo limpiara mi casa, pero si alguien me extendía una invitación y yo tenía
paz al respecto, debería haber contado con la libertad de seguir mi corazón.
Debería haber sentido la libertad suficiente como para decir: “Este trabajo
puede esperar hasta mañana para poder estar con mis amigos.”
Pasé mucha agonía y tormento a causa del legalismo. Temía hacer casi
cualquier cosa. Tenía temor de ser libre. Temía seguir la dirección del
Espíritu Santo. Temía cometer un error y no oír la voz de Dios. Me sentía
segura al seguir las reglas; pero también siempre me sentía condenada.
El problema con la ley es que es perfecta. La ley es precisamente lo que
haría Dios, es un cuadro de quién es Él, y lo que Él quiere que nosotros
hagamos también. Como la ley es perfecta, por esa razón no la podemos
guardar, porque no somos perfectos en nuestras acciones. Es imposible
lograr obedecer todas las reglas y las normas prescritas por la ley. Dios no
nos dio la ley con la expectativa de que pudiéramos cumplirla. Nos la dio
para hacernos ver cuánta necesidad tenemos de un Salvador que nos puede
rescatar de nuestra inhabilidad de cumplir Sus leyes.
Si intentamos agradar a Dios cumpliendo la ley, nos volvemos
orgullosos si lo logramos, pero entonces pecamos al juzgar a todos aquellos
que no están cumpliendo la ley como nosotros. En el momento de reconocer
nuestro pecado, llega de nuevo la condenación. Finalmente, aprendemos
que seguir el reglamento no nos produce gozo.

CONFÍE EN EL LIDERAZGO DEL ESPÍRITU SANTO


El gozo viene en seguir un corazón que ha sido justificado por Dios. Yo
recuerdo cuando mis deseos comenzaron a cambiar y a alinearse con el
deseo de Dios para mí. Al principio me preguntaba qué andaba mal
conmigo porque ya no quería hacer ciertas cosas. Después me di cuenta que
Dios había cambiado mis deseos.
En una ocasión leí que nosotros como creyentes somos como barcos que
Dios quiere poner sobre el agua para navegar hacia donde nos lleven el
viento y las olas. El agua representa la libertad que tenemos en Dios, y el
viento simboliza el Espíritu Santo. Como nuevos creyentes, estamos
anclados en el puerto porque ese es el único lugar donde podemos evitar el
naufragio hasta que aprendamos a seguirle. Cuando aprendemos a seguir los
impulsos internos del Espíritu Santo, podemos ser liberados para navegar
los océanos de la vida bajo Su liderazgo sin temor a perdernos.
La guía del Señor nunca contradice las leyes que ha decretado. Cuando
somos nuevos creyentes seguimos las leyes de Dios como las declara en Su
Palabra, al llegar a más madurez desarrollamos la habilidad de ser guiados,
dirigidos por el Espíritu del Dios viviente.
Pablo lo explica:

Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en


esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y
nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la
ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto
sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo,
el cual clama: ¡Abba, Padre! (Gálatas 4:3–6)

Cuando mora el Espíritu de Dios dentro de usted, la ley de Dios está


escrita en su corazón. Ya no tiene necesidad de memorizar la ley porque
puede seguir la dirección del Espíritu Santo, y Él le llevará en la dirección
correcta.
Algunas personas se sienten mucho más seguras siguiendo la ley que
siguiendo la dirección y guía del Espíritu. Piensan que todo está bien si
están siguiendo un plan que todos los demás están siguiendo. Pero, al ser
guiados por el Espíritu, puede ser que sean llevados en una dirección
distinta a la de todos los demás. Necesitarán fe para dejar la seguridad del
grupo porque Dios no dirige a cada persona de igual manera en todo.
No es posible seguir la dirección del Espíritu Santo simplemente
obedeciendo leyes, reglas y normas. La ley es nuestro maestro, pero no es
nuestro amo. Para lograr una vida tranquila y llena de gozo, es preciso que
aprendamos a seguir, con mucha oración, la dirección del Espíritu Santo.

ORE SOBRE TODO


Me sería imposible decirle ahora cuánto oro durante el día. Realmente no
sé. Simplemente platico con Dios durante todo el día. Platico con Él
mientras me arreglo el pelo. Platico con Él a la media noche. Le cuento
todo a Él. Le hablo de las cosas pequeñas. Le hablo de las cosas
importantes. Y platicar con Él siempre trae gozo a mi vida.
Antes, al saber de diferentes problemas y situaciones por las que
pasaban otras personas me proponía orar por ellas. En muy poco tiempo,
acumulaba muchísimas cosas por las que debía orar. Ahora, en cuanto
escucho que alguien tiene una necesidad, me detengo a orar en ese mismo
momento.
La oración debe ser como la respiración, una parte natural de nuestra
vida. Estamos en comunión constante con Dios y así Él nos puede dirigir al
camino que debemos tomar. Esto es lo que decía Pablo al escribir “Orad sin
cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Esto no significa que nos iremos a sentar en
algún rincón para concentrarnos exclusivamente en desarrollar un programa
formal de oración todo el día. Significa que vivimos una vida de oración.
Una de las señales más grandes de madurez espiritual es tener fe para
salir y hacer lo que Dios le dirija a hacer, aunque nadie más parezca estar
haciéndolo. Quizá Dios le llevó a participar en una cierta área de ministerio
desde años atrás, pero ahora está sintiendo el deseo de extenderse en una
nueva área de servicio. Quizá Dios lo había ungido para dirigir un estudio
bíblico o para trabajar en cierto lugar. En algún tiempo, pudiera haber sido
fácil hacer eso, pero ahora le parece algo más difícil. Es posible que ya haya
terminado con lo que Dios quería que hiciera en aquel lugar.
Cuando lo que está haciendo ya no le trae gozo, cuando ya no tiene
chispa para usted, ésa es una fuerte indicación de que Dios ha terminado
con lo que estaba obrando por medio de usted.
La oración le ayudará a saber si Dios lo está llevando a hacer cambios.
Cuando usted piensa: Estoy batallando con esto ahora. Ya no me ministra;
ya no me trae gozo, entonces debe pedirle a Dios que le lleve a dónde Él
quiere que esté.
Cuando Dios unge su vida, es fácil y llena de gozo. Jesús dijo: “Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil,
y ligera mi carga” (Mateo 11:29–30).
Algunas personas ya no tienen gozo porque tratan de hacer cosas para
las que ya no tienen la unción de Dios. Es como si estuvieran montados en
un caballo muerto. El “caballo” tiene siete años muerto, pero siguen arriba
tratando de hacer que los lleve a dónde antes los llevaba.
Cuando ya no se está moviendo el caballo, ¡es tiempo de desmontar!
Tenga el denuedo y el coraje de decir: “Hice las cosas de cierta manera por
mucho tiempo, pero Dios me está llevando en otra dirección ahora. Creo
que Dios me está llevando a hacer esto o aquello, y voy a seguir el
liderazgo del Espíritu Santo.”
HAY GOZO EN SEGUIR A DIOS
Necesitamos ser libres del legalismo tradicional para ver lo nuevo que Dios
quiere que hagamos. Las personas que se sienten condenadas por no
obedecer las normas, se encuentran en un estado de desilusión con ellos
mismos y por lo tanto no disfrutan su relación con Dios.
Se me hace que la mayoría de nosotros nos podemos identificar con la
oración que alguien compartió conmigo: “Amado Señor, hasta el momento,
he hecho todo bien hoy. No he chismeado. No me he airado. No he sido
ávaro, malhumorado, desagradable, egoísta ni inmoderado; y Dios, estoy
muy contento por ello. Solo que en unos momentos tendré que salir de la
cama, y de ahí en adelante, ¡probablemente necesitaré mucha más ayuda!”
Creo que muchos creyentes piensan que Dios no está contento con ellos,
que está enfadado y que deben esforzarse más para ser aceptados por Él.
Quieren una lista de deberes que los hará ser aprobados por Dios. Al final
del día, quieren recibir buenas notas por su buen comportamiento. Si logran
conseguir una estrellita en su gráfica y sentirse bien con ellos mismos,
entonces sentirán que Dios está complacido con ellos.
Sin embargo, Dios no quiere que vivamos de esa manera. Él quiere que
dependamos de Él y que seamos guiados por el Espíritu Santo. La Palabra
de Dios claramente dice: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y
qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y
humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8).
Él desea llevarnos a hacer cosas que son buenas para nosotros, como
pasar tiempo con Él, pero no es Su deseo que hagamos de nuestra vida
devocional una ley. En cuanto hagamos de nuestro deseo de seguir a Dios
una ley, toda nuestra relación con Él depende entonces de la obediencia a
esa ley en lugar de depender de nuestra obediencia a Su voz y Su Palabra.
Si está cansado de seguir un reglamento para agradar a Dios, y está listo
para confiar en la gracia de Dios para tener gozo cada día de su vida, le
animo a que reconozca su necesidad de la ayuda de Dios haciendo esta
oración:
Señor, quiero hacer todo exactamente como Jesús lo haría, pero
la triste realidad es que entre más planes hago para ser mejor, me
comporto peor. No puedo hacer lo correcto, lo bueno sin Tú
poder. Necesito que me ayudes. Quiero que este día yo sea
guiado, dirigido por Tu Espíritu. Quiero que se haga Tu voluntad,
no la mía. Quiero hacer todo lo que me mandes hacer.

Conforme vaya madurando en su relación con Dios, vivirá menos


gobernado por normas y reglas, y seguirá más los deseos de su corazón.
Conforme vaya aprendiendo más de la Palabra, se dará cuenta de que Sus
deseos llenan su corazón de gozo. Dios quiere que usted conozca Su
corazón lo suficiente para que pueda seguir el impulso, dirección y guía del
Espíritu Santo.
Una vez que es libre en Cristo, manténgase firme en su libertad y no se
deje atrapar por el roba-gozo del legalismo, que es el yugo de esclavitud
que ha dejado.2 Dios lo quiere traer a un nuevo lugar lleno de libertad para
seguir su corazón porque allí es donde mora Su ley.
Dios también le dará variedad y dirección porque usted ya no querrá
abusar de su libertad conforme hace lo que Dios le dice. Entonces Dios le
dejará salir del muelle y podrá navegar en el océano y fluirá en el gozo del
Espíritu Santo.
SEIS
El Roba-gozo #3: Complicando asuntos sencillos

La tendencia a complicar todo es otra cosa que le robará su gozo. Pablo


escribió: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva,
vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad
a Cristo” (2 Corintios 11:3).
Aprenda a mantener su vida lo más sencilla posible. Como dije
anteriormente, está muy bien tener un plan para su vida y para sus
actividades cotidianas, pero manténgase abierto al plan de Dios en caso que
Él tenga una dirección diferente para usted.1 Podemos ocultar o estorbar el
plan de Dios si seguimos nuestros deseos y planes carnales con el deseo de
hacernos aceptables a Dios sin pedirle consejo a Él.
El plan de Dios es en realidad tan sencillo que muchas veces pasa
desapercibido. Buscamos algo más complicado, algo más laborioso, algo
que creemos necesario para agradar a Dios.
Jesús nos ha dicho lo que debemos hacer para comenzar a seguir el plan
de Dios: ¡Creer!2 Mi vida es un ejemplo de la increíble habilidad de Dios
para cumplir Su propósito en nuestra vida, sin importar lo improbable que
parezca, cuando simplemente creemos.

“YO LO CREO”
Antes yo era una persona tan complicada. Mi manera de ver y hacer las
cosas era tan complicada que me robaba de disfrutar cualquier cosa.
Decimos que vivimos en una sociedad compleja, pero yo creo que
nosotros somos los que nos complicamos, y hacemos la vida difícil. No
creo que la vida sea complicada; pienso que la manera de que la vemos es
lo complicado. No debe ser difícil servir a Dios, sin embargo nosotros
somos los que lo hacemos complicado.
Piense cómo un niño ve la vida de una manera tan sencilla y sin
complicaciones. Algo que parecen tener en común todos los niños es esto:
Se van a divertir si es posible. No tienen preocupaciones. Y creen lo que se
les dice. La confianza es parte de su naturaleza al menos que hayan tenido
alguna experiencia que les enseñara lo contrario.
Jesús quiere que crezcamos y maduremos en nuestro comportamiento,
pero también desea que mantengamos una actitud de confianza y
dependencia en Él.3 Recuerde, Él nos dijo en Juan 3:16: “Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en Èl cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”(NKJV, cursivas
mías). Lo único que quiere escuchar es “yo lo creo.”
Creer simplifica la vida. Libera el gozo y nos permite disfrutar la vida
mientras Dios se encarga de nuestras circunstancias.
Como ya vimos, Dios le relató a Abraham una extraña historia de un
hijo que le daría a los cien años de edad y cuando su esposa ya no podía
tener hijos. Abraham no se complicó tratando de entender todo.
Simplemente le creyó a Dios. De hecho, fue tan grande su creencia que se
rió, era divertido, lo disfrutó.
Usted debe comenzar a hacer lo mismo si desea tener gozo:
sencillamente creerle a Dios.
Cuando Dios le dice algo a su corazón, o cuando lee algo en la Biblia,
usted debería decir: “Lo creo. Si Dios dice que me prosperará, lo creo.4 Si
Él dice que si siembro, segaré,5 lo creo. Si me dice que debo perdonar a mis
enemigos, 6 aunque no tenga mucho sentido para mí, lo creo, y en lugar de
ir a golpearles, haré lo que Él dice. Si Él dice que debo orar por mis
enemigos,7 lo creo, y lo haré. Si Él dice que ‘llame las cosas que no son
como si fuesen’,8 lo creo, y lo haré.”
HAGA TODO COMO DIOS INDICA
Las instrucciones que Jesús le dio a Pedro en el siguiente pasaje quizá no
tenían mucho sentido para él en lo natural, pero Pedro hizo lo que el Señor
había dicho, y recibió lo que probablemente fue la pesca más grande de su
carrera como pescador:

Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y


echad vuestras redes para pescar.
Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos
estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra
echaré la red.
Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su
red se rompía. (Lucas 5:4–6, cursivas mías)

Una vez que haya dejado atrás el mundo natural, y ya no sea guiado por sus
pensamientos, sentimientos y emociones, puede hacer la transición al lugar
donde simplemente hace lo que el Señor dice.
Recuerde lo que Jesús le dijo al hombre que había nacido ciego en el
capítulo nueve de Juan: “Permíteme ponerte lodo en los ojos, y ve a lavarte
al estanque de Siloé.” El hombre lo hizo, y regresó viendo. Le sorprenderá
lo que Dios puede hacer por usted si simplemente hace lo que Él manda.
Yo creo que Dios tiene planeada su victoria, pero tiene que confiar en Él.
Tiene que creer. Tiene que hacer las cosas a Su manera, aunque no tenga
mucho sentido para usted.

MANTENGA LA SENCILLEZ
¿Nunca le ha pasado que invita a alguien a su casa, pero no disfruta su
visita? ¿Por qué? ¿Sería porque, como en la ilustración de Marta, hizo de
aquel tiempo de comunión algo que no debió ser?
Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer
llamada Marta le recibió en su casa. Ésta tenía una hermana que
se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su
palabra.
Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y
acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me
deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada
estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María
ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. (Lucas
10:38–42)

A la mayoría de nosotros nos gusta tener invitados de vez en cuando para


convivir con ellos. Pero si hay gente en nuestra casa, es bueno disfrutarlo.
Me he fijado que las personas complicadas, como Marta en este pasaje y
como yo, nos cansamos rápidamente porque tendemos a hacer las cosas
más difíciles de lo que son. Déjeme darle un ejemplo personal.
Hace años, yo podía invitar un grupo de amigos a mi casa después de la
reunión el domingo. Les decía: “Vengan a mi casa. Haremos una comida
sencilla y tendremos un tiempo agradable de convivencia”
Ellos decían: “Está bien, iremos; suena divertido.”
Bueno, me sentía bien. Parecía ser algo sencillo y lo podía hacer sin
ningún problema.
Sin embargo, yo no lo podía dejar solo así. La comida se volvía un
banquete. De repente, comenzaba a pensar en las doce personas que no
había invitado y me preocupaba de que se enfadaran conmigo si se
enteraban que había hecho una comida. Y rápidamente todo se salía de
control.
Ahora, eran dieciocho los invitados. Teníamos que comprar más sillas,
que no podíamos pagar, había que pintar, encerar los pisos, cortar el césped
y poner algunas flores.
Y de pronto, una sencilla reunión con algunos amigos se volvía una
pesadilla, todo porque yo tenía el “complejo de Marta.” Es lo que quise
explicar antes cuando dije que no podía disfrutar la vida porque yo era
demasiado complicada. A final de cuentas, terminaba enfadada con todos
los de mi casa porque trabajaba demasiado para preparar la fiesta. Pronto,
hasta me molestaba con mis invitados y pensaba: No sé porqué tienen que
venir estas personas a mi casa.
Llegaba el sábado y Dave se iba a jugar golf. Así que yo me enfadaba
con él porque se iba a jugar y yo tenía que quedarme a preparar todo para la
gran fiesta del día siguiente.
¿Por qué no podía hacer algo sencillo? Tenía un deseo pagano de
impresionar a todo mundo. Sí tenía un problema, pero era el que yo había
creado. Tenía que aprender a ser más como María y menos como Marta. En
lugar de estar preocupada y desesperada, tenía que aprender a simplificar
mis planes, no ser tan formal, ¡disfrutar de la vida!
¿Me permite decirle algo con todo el amor del mundo? Si usted tiene
problemas en su vida, es posible que sean el resultado de sus propias
acciones. Quizá está haciendo muy complicado algo que podría ser sencillo,
divertido, fácil y no muy costoso. Y luego se enoja con todo el mundo
porque se encuentra frustrado. Está frustrado porque no está haciendo lo
que al principio tenía en su corazón; en vez de eso, ha salido algo que usted
complicó demasiado.
Vivir una vida complicada le robará su gozo. La sencillez le traerá poder
y paz.
Puede ser algo difícil de lograr, pero es posible aprender la manera
sencilla de hacer las cosas. Comienza al aceptar la sencillez que nos
pertenece en Cristo Jesús. Eso significa dejar de batallar y luchar, y
simplemente apoyarse y depender de Él. El próximo guarda-gozo le
mostrará que la sencillez significa confianza en Dios. La confianza produce
paz y gozo, así como las bendiciones de Dios,9 y esa es la clave para poder
disfrutar cada día de su vida.
SIETE
El Guarda-gozo #3: No se complique

¿Siente que su vida todavía es demasiado complicada? Yo estoy


convencida de que Satanás se esfuerza mucho por complicársela para
robarle el gozo, pero Dios quiere que ame y disfrute la vida. Me gustaría
compartir algunos principios más que pueden abrir la puerta a nuevos
niveles de gozo para usted.
Jesús dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará,
y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia” (Juan 10:9–10).
Yo creo que necesitamos esforzarnos por simplemente disfrutar a Jesús
cada día que Dios nos da. Si confiamos en Él, el gozo sobreabundará
radicalmente en nuestra vida.

NO SE PREOCUPE POR LO QUE PIENSAN LOS DEMÁS


Hace años pude ver que no me gustaba mi trabajo porque me preocupaba lo
que pensaban los demás en cuanto a mi ministerio. Finalmente, decidí que
si iba a dar cada día de mi vida a predicar el evangelio lo iba a disfrutar. Me
di cuenta que no podía gozar las reuniones si sólo me estaba preocupando
por lo que pensaban de mí las personas. No disfrutaría mi trabajo si mi meta
era la de mantener felices a todos.
Tenía que ser libre de los enredos producidos por los pensamientos
complicados. Sólo debía enfocarme al trabajo que Dios me había ungido
para hacer.
Usted también tiene que ser libre si desea gozar la vida. Nunca logrará
encontrar el gozo si no entiende el poder de la sencillez.
Estoy convencida de que Satanás siempre está buscando la manera de
complicar todo lo que nos concierne. Quiere distraernos con confusión y
complicación para que no podamos gozar las bendiciones de Dios. Satanás
no quiere que disfrutemos nada, ni siquiera una sencilla comida con
nuestros amigos, quiere asegurarse de que trabajemos en exceso y nos
fatiguemos a tal grado como para nunca más volver a invitar a nuestros
amigos a comer.
Las personas hacen lo mismo en navidad. Se endeudan muchísimo
comprando regalos porque temen lo que dirán los demás si no les regalan
algo. Si en realidad no cuenta con el dinero, simplemente diga que no tiene
para comprar regalos este año. La verdad es sencilla.
La vida se nos complica cuando tratamos de ocultar o ignorar la verdad.
Y la gran mayoría de las personas no se molestan con alguien por ser
honesto y decir la verdad. Habrá algunas cuantas que quizá se ofendan. Tal
vez aún habrá algunas que piensan que debió endeudarse para darles algo
que nunca iban a utilizar, pero las personas así se enojarán con usted por
algo de todos modos, así que más vale simplificar su vida siendo veraz.

NO ACUMULE DEMASIADAS COSAS


¿Nunca ha pensado en la cantidad de cosas que creemos que es necesario
tener para ser felices y en las que realmente son necesarias para vivir? Dave
y yo hemos tenido que pasar tanto tiempo viviendo en cuartos de hotel
cuando viajamos por nuestro ministerio, que he aprendido a escoger lo que
realmente necesito y todo cabe en unas pocas maletas. Aunque algunas
personas se ríen de mi porque consideran que cargo mucho equipaje, la
verdad es que dejo muchas cosas en mi casa, y eso significa que puedo vivir
sin ellas. Es sorprendente lo poco que realmente necesitamos. Aunque hay
muchas pertenencias de las que yo pensaba que no podía prescindir, vivo
sin ellas el 60 por ciento del tiempo debido a mis viajes, y no las necesito.
Algunos de nosotros tenemos tantas cosas que ni caben en nuestra casa.
Cuando reconocí la necesidad de simplificarme la vida, cada vez que veía
alguna cosa bonita que se me antojaba comprar, me recordaba a mi misma
que pronto sería solo otra cosa más que tendría que sacudir en mi casa.
Simplifique su casa. No deje que se acumulen tantas cosas como para
hacerle decir al entrar por su puerta: ¿Quién puede vivir con tanto
desorden? Si se está quejando de cómo vive, haga algo al respecto.
Simplificar su vida cotidiana le traerá gozo transformador.
Para algunas personas es complicado decidir a dónde irán a cenar. No
vaya a crear más confusión haciéndose las preguntas de ¿Iremos acá? o
¿iremos allá? Yo podía realmente complicar esta decisión si no tenía
cuidado, porque a mi me gusta el café de cierto lugar, la ensalada de otro, y
la pasta también de otro. Y algunos días realmente se me antoja todo lo
mejor, pero tengo que escoger un lugar solamente.
La indecisión complica la vida. Aprenda a tomar decisiones en cuanto a
actividades sencillas. Simplemente haga algo. Tome la decisión y siga
gustosamente su vida.
Quizá esta parte del libro no es muy profunda, pero aprender a vivir de
una manera sencilla es algo poderoso. De hecho, al estar aprendiendo
nuevos hábitos o costumbres, pídale a Dios que le recuerde la manera
sencilla de hacer las cosas.

NO INTENTE HACER DEMASIADO


Si desea vivir una vida menos complicada, tal vez va a tener que
simplificarla no haciendo tanto. La mayoría de las personas que se
encuentran frustradas y apuradas se debe a que programan demasiadas
actividades en su horario.
Yo renegaba y me quejaba porque mi agenda estaba muy saturada, y
decía:” ¿Cómo puede alguien hacer todo esto? Nunca tengo tiempo para
descansar. Nunca puedo tener vacaciones.” Un día Dios me dijo: “Tú eres la
que organiza tu agenda. Nadie te obliga a hacer todo eso. Si no quieres
hacerlo, entonces no lo hagas.”
Si usted no quiere hacer todo lo que tiene programado, yo le sugiero que
se tome el tiempo de sentarse a hacer una lista de todo lo que está haciendo
y lo que quiere hacer. Luego vea cuáles eventos son los que no están dando
fruto y táchelos de su lista. Lo más probable es que encontrará varias
actividades que ya no son productivas en su vida porque Dios ya terminó
con esa tarea para usted desde hace tiempo. Y como usted sigue haciéndolo,
quizá no cuenta con el tiempo para hacer otras cosas como orar y pasar
tiempo con el Señor.
No incluya tantas actividades en su horario como para hacerse sentir que
su vida es un desorden porque está yendo de un compromiso a otro sin
parar. Haga algo al respecto. Usted está demasiado ocupado si nunca tiene
tiempo para descansar. Está demasiado atareado si nunca tiene tiempo para
reír o divertirse.
Dios me dijo: “Tú eres la única que puede hacer algo para remediar el
hecho de que estás demasiado ocupada. Yo no te obligo a hacer todo eso.”
Aprenda a decir no a algunas cosas. Ensaye diciendo: “¡No!” Es una
palabra muy sencilla, y entre más la dice, más fácil es decirla.
Aprenda a decir sí a lo que es realmente importante. No esté como
Marta, ansioso y complicado por tantas cosas. Escoja lo mejor de la vida, y
tome el tiempo para disfrutar los momentos importantes.
Antes de simplificar mi vida, nunca contaba con el tiempo para disfrutar
mi hogar. Nunca gozaba a mis hijos. Los amaba, pero nunca me proponía
disfrutar simplemente estar con ellos. Me encontraba demasiado ocupada
haciendo otras cosas que parecían ser más importantes que jugar con mis
hijos.
Pase tiempo con su familia. Pase tiempo con su pareja, con sus hijos, sus
nietos. Pase tiempo con amigos. Deléitese en Dios. Muchas personas se
sienten demasiado ocupadas hasta para salir a caminar un poco. Tómese
unos momentos para ver algo de Su creación.
Simplificar la vida es un principio, probablemente uno de los más
importantes, y debemos comprenderlo porque Satanás quiere robar nuestro
tiempo. El roba su gozo haciendo que usted esté demasiado ocupado como
para gozar todo lo que Dios le ha dado. Tome tiempo para reír. Tome
tiempo para disfrutar su vida.
SIMPLEMENTE CONFÍE EN DIOS
No se vaya a complicar la vida queriendo entender qué sucede con los
amigos y miembros de su familia que no están de acuerdo con usted en
todo. Después de muchos años de matrimonio, todavía no entiendo del todo
a Dave, pero pude experimentar gozo cuando simplemente dejé de tratar de
entender porqué le gusta ver deportes y jugar tanto al golf.
No puede verdaderamente amar a alguien, hasta que deja de tratar de
rehacerlo y encuentra gozo en quien es. Mi vida se hizo sencilla cuando por
fin acepté que no podía cambiar a Dave.
Dios puede cambiar a alguien si así lo desea, y si no lo hace, es porque
Él no quiere. Entonces es mejor confiar en Dios. La confianza es sencilla.
Echar nuestra carga y ansiedad sobre Él es sencillo.
El mensaje de la Biblia es muy sencillo: Ame a Dios y ame a los demás.
El evangelio es sencillo: Jesús nos ama, esto lo sabemos. ¿Por qué?
Porque la Biblia nos lo dice.
Aún el plan de salvación es sencillo: Jesús murió por nosotros. Él pagó
el precio por nuestro pecado. ¿Cómo podría ser más sencillo?
Es sorprendente como puede cambiar su vida y traerle gozo un mensaje
tan sencillo y fácil de entender.
La Biblia nos dice en Primera Corintios 1:21 que Dios escogió cambiar
el mundo por medio de la locura de la predicación.1 La palabra locura
usada en este versículo es definida en la concordancia de Strong como la
“tontería,” por ejemplo, algo absurdo. En ocasiones parece algo loco o
absurdo que Dios nos ha hecho posible predicar el evangelio a dos terceras
partes del mundo cada día cuando pudo haber escogido otras formas de
revelar Su plan de salvación. Sin embargo, Él escogió ungir la sencilla
predicación de Su Palabra para salvar y liberar a las personas.
Los creyentes de Corinto trataron de complicar el evangelio, así como
las personas lo quieren hacer hoy en día. Segunda Corintios 11:3 dice:
“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros
sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a
Cristo.”
Lo que está diciendo Pablo es esto: “Temo que si no son muy
cuidadosos, Satanás los engañará, sus mentes serán corrompidas, y perderán
la sencillez, que es su herencia en Cristo Jesús.”
Jesús puede simplificar su vida. Satanás quiere complicarla, pero Dios
no es el autor de la confusión. La Biblia cuenta algo de la preocupación de
Pablo así: “Pero temo que, así como la serpiente engañó a Eva con su
astucia, sus mentes puedan ser corrompidas y seducidas hasta no manifestar
ya más, una sincera, pura y completa devoción a Cristo” (2 Corintios 11:3).
Existen tantas personas en la iglesia que no están sirviendo a Dios con
toda su vida, ni con todo su corazón. Sus vidas son un desastre porque
tienen un pie en el reino y un pie en el mundo.
No hay cosa más sencilla que ser de un solo corazón y una sola mente en
nuestra entrega a Dios. Si pretende vivir una doble vida; si pretende ser
“abierto” con un grupo de amigos y después religioso con sus amigos de la
iglesia, pronto sentirá que se está desgarrando porque tiene doble ánimo;
está caminando en dos direcciones opuestas. La Biblia dice que debemos
servir a Dios con completa devoción. Eso significa que usted puede decir:
“Yo sirvo a Dios con todo mi corazón. Esto es lo único que hago: vivo para
servir a Cristo.”
Hace años, fuimos a un viaje de misiones con un amigo nuestro que es
un misionero, y al regresar me dijo esto: “¿Te diste cuenta que durante todo
el viaje no dejaste de hablar de Jesús y de la Palabra?”
Yo le dije: “No, no me había dado cuenta de eso, pero no me disculpo
por ello.” Me ocupo tanto en predicar el evangelio, que no me percato de
que siempre hablo de lo mismo. Nuestra familia entera trabaja en el
ministerio y se nos dificulta no hablar de asuntos relacionados con el
ministerio cuando nos reunimos. Amamos nuestro trabajo y estamos
completamente comprometidos con él.
No es para decir que es malo hablar de otras cosas si son buenas. Lo que
quiero decir es que la vida es dulce si sencillamente servimos a Dios.
Dios no es el segundo lugar. Muchas personas quieren poner en segundo
lugar su compromiso de servir a Dios, sin perder el primer lugar al recibir
de Sus bendiciones. Debemos meternos de lleno a servir a Dios. No
debemos dividir nuestra vida viviendo la mitad del tiempo mundanos y la
otra mitad santos. No debemos reírnos de las bromas sucias en el trabajo,
tampoco chismear del jefe, ni pasar tiempo con personas que nos pueden
corromper. Debemos tomar la decisión de servir a Dios con todo nuestro
corazón.
Las personas comprometidas pueden vivir una vida sencilla porque se
dirigen hacia una sola dirección, hacia Dios.

MANTENGA SENCILLA SU FE
En el Antiguo Testamento, los israelitas con frecuencia decían: “Jehová
nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4).2 Y siempre me
preguntaba porque hacían tanto énfasis en el hecho de que Dios es Uno.
Fue entonces que me di cuenta que los paganos fueron engañados al
creer que existía un dios para cada cosa. ¿Se imagina qué complicado debe
haber sido eso? Para encargar un hijo, hablaban con la diosa de la fertilidad.
Para hacer crecer sus cosechas, hablaban con el dios de la cosecha. Y todos
los dioses pedían un sacrificio, una ofrenda distinta para sanidad, paz, o lo
que fuera que la gente necesitara.
Deben haber estado muy ocupados corriendo de un ídolo a otro. Por eso
eran tan buenas nuevas cuando el único Dios verdadero se reveló a sí
mismo y dijo: “Yo lo tengo todo, cualquier cosa que necesites puedes venir
a Mí.”
El Señor nuestro Dios es Uno.
La palabra sencilla significa: “De un sólo elemento. Simple, fácil. Poco
complicado.”3 La palabra puro significa: “Que no está mezclado con
ninguna otra cosa.”4
Cualquiera que sea mi necesidad, puedo llegar con el Dios sencillo y
puro. Si necesito paz, si necesito justicia, si necesito esperanza, si necesito
gozo, si necesito sanidad, si necesito dinero, si necesito ayuda, cualquiera
que sea mi necesidad, simplemente llego con el Dios único y puro. Eso sí
que es sencillo. Eso me libra de la complicación. El Señor nuestro Dios, Él
es Uno.
El mensaje que trajo Jesús de vida gozosa y abundante es para nosotros
en el siglo veintiuno. Dios no planeó que la vida fuera tan complicada como
es hoy en día. Como dijo Pablo: “Me preocupo por ustedes, que van a
perder la sencillez de Cristo.” Simplemente debemos saber quiénes somos
en Cristo. Debemos saber que Dios tiene un plan individual para cada uno
de nosotros.
Estoy convencida de que Satanás usa el espíritu de religiosidad contra la
iglesia más que cualquier otra cosa para apagar el poder de Dios. La
religión le enseña a llevar a cabo muchas tareas como leer la Biblia, orar,
confesar la Palabra, ayunar, memorizar cantos espirituales y hacer buenas
obras. Justo cuando piensa que tiene todo bajo control, el diablo le pone
otro requisito.
Decida ya no vivir así. Yo intenté hacer todas las cosas que según yo,
agradaban a Dios, pero Él no pedía que hiciera la mayoría de ellas. Sólo
estaba siguiendo a otras personas; pensaba que debía hacer todo lo que ellas
hacían porque estaban recibiendo bendiciones. Seguir a las personas en
lugar de seguir a Dios, es otra arma que el diablo usa para distraernos del
plan sencillo que Él tiene para nuestra vida. Yo vivía bajo la tiranía de los
“tengo” y “debo” que yo me había impuesto.
Un espíritu religioso trae consigo el legalismo en lugar de la libertad. La
religión trata solamente de lo que nosotros podemos hacer; el cristianismo
se trata de lo que Jesús ya ha hecho. La vida se complica cuando pensamos
que siempre tenemos que estar haciendo algo.
—¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer?—
Las personas siempre le dicen eso a Dios.—¿Qué quieres que yo haga,
Dios? ¿Qué quieres que yo haga?—
Él quiere que usted crea en la obra que Jesús ya ha consumado, pero el
diablo seguirá gritando en su oído:—“Bueno, ¿qué harás tú? ¿Qué harás
tú?”—Podemos llenar tanto nuestra vida tratando de pensar cómo agradar a
Dios que podemos dejar de disfrutar lo que Él nos ha dado.

SÓLO PREGÚNTELE A DIOS


Sólo ore y pregúntele a Dios: “¿Cómo puedo simplificar mi vida? Señor,
¿qué estoy haciendo que está complicando tanto mi existencia?”
Deje de culpar al diablo por todo y tome un poco de responsabilidad por
su propia vida. Dios le mostrará algunas maneras de simplificarla, pero
también tiene que estar dispuesto a obedecer. Pídale a Dios que le muestre
las áreas de su vida que usted ha complicado y que pudieran ser más fáciles;
y regrese a la sencillez.
Un día me estaba arreglando, y aunque Dios me ha bendecido con
mucha ropa bonita, era uno de esos días en el que me parecía que nada
estaba bien. Escogía un conjunto y lo regresaba. Después escogía otra cosa
y la regresaba también. No me gustaba ningún atuendo cuando me veía en
el espejo. Comenzaba a frustrarme.
El Espíritu Santo me dijo: “Joyce, hazlo sencillo. Pon algo sobre tu
cuerpo y vete.”
¡Es posible llegar al extremo de hacer de la complicación un estilo de
vida de manera que no nos podamos ni vestir sin una intervención divina!
Pídale a Dios que le revele las áreas de indecisión que pueden estar
haciendo su vida difícil, y luego ponga en acción el Guarda-gozo de no
complicar las cosas para simplificar su vida.

MANTENGA SENCILLAS SUS ORACIONES


Al decir: “Simplifique su vida de oración,” no estoy diciendo que no debe
orar frecuentemente. La Biblia nos dice que debemos “orar sin cesar” (1
Tesalonicenses 5:17). Necesita orar muy seguido, y debe orar todo el
tiempo que tenga la unción sobre usted para orar.
Lo que quiero decir es que puede complicar su vida de oración hasta el
punto de ser algo insoportable si siempre quiere usar palabras muy
elocuentes. No trate de impresionar a Dios. Sólo hable con Él como habla
con su amigo; dígale la realidad de las situaciones. Sea sincero y veraz. No
trate de ser muy religioso. Él sabe qué necesita aún antes de pedírselo.5
Santiago nos enseña que no tenemos lo que deseamos porque no se lo
estamos pidiendo a Dios:
Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis
alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis,
porque no pedís. (Santiago 4:2)

Jesús nos enseñó que ser llenos de gozo es sencillo. Él dijo: “Pedid (y
siga pidiendo), y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan
16:24). Si usted quiere tener gozo en su vida, simplemente pídaselo a Dios.
OCHO
El Roba-gozo #4: El razonamiento excesivo

Junto con las obras de la carne, el legalismo, y la sobre-complicación, el


razonamiento excesivo es otro elemento que roba nuestro gozo. El
razonamiento es cuando intentamos saber el “por qué” o el “cómo” de algo.
Cuando razonamos en exceso, nuestras mentes giran vez tras vez alrededor
del problema que queremos entender y esto provoca un torbellino de
preocupación y confusión.
Si desea tener gozo, tiene que dejar de tratar de entender todo. Debe
dejar de rumiar sus problemas. Tiene que dejar de buscar ansiosamente la
respuesta a su situación tratando de descubrir lo que debería hacer al
respecto.
Recuerdo una ocasión en la que Dave y yo discutimos. Dave es tranquilo
y supera las cosas rápidamente, pero yo siempre quiero investigar el porqué
de nuestras discusiones aún después de que se han resuelto. A mí me gusta
saber el porqué de las cosas que suceden.
Si usted es como yo era, no disfrutará su vida porque existen demasiadas
cosas que nunca logrará entender. Tiene que aprender a soltar. Dios sabe el
porqué de las cosas, pero usted no tiene que saber. Usted puede tomar la
decisión de seguir adelante sin conocer todos los detalles. Si Dios quiere
decirle, Él le dirá, pero no se vuelva loco indagando el porqué.
Aquella noche, después de nuestra discusión, para Dave ya se había
arreglado todo. Nos reconciliamos y nos dimos un beso, él se fue a acostar
y se durmió, pero yo me metí a mi oficina para rumiar sobre el porqué.
Había decidido determinar la razón de nuestra discusión. Oré: “Dios,
necesito entender qué pasa cuando hacemos esto, porque no quiero que esto
siga sucediendo. Y lo voy a averiguar. ¿Por qué, Dios, por qué? ¿Qué hice
mal? ¿Qué hizo él mal? ¿Por qué tiene que pasar esto?”
Sólo me estaba frustrando más. No estaba escuchando la voz de Dios.
No estaba recibiendo ninguna respuesta. Mi frustración sólo aumentaba, y
finalmente clamé: “Señor, ¿qué haré? ¿Qué puedo hacer?”
Y el Espíritu Santo me dijo: “¿Por qué no te vas a dormir?” Dios me
estaba mostrando que debía evitar el razonamiento excesivo en mi vida.
Cuando Jesús vio que Sus discípulos estaban tratando de resolver lo que
iban a hacer porque se les había olvidado llevar pan para alimentar a la
multitud, les dijo: “¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca
fe…?” (Mateo 16:8).
Yo pasé muchos años intentando resolver mis propios problemas y
finalmente descubrí que no es la voluntad de Dios que yo haga eso. Lo
único que lograron mis esfuerzos fue frustrarme más y hacerme una persona
más egoísta y egocéntrica. Mi enfoque era yo misma y esperaba que los
demás también enfocaran su atención en mí, que ellos hicieran por mi lo
que solo Dios podía hacer.
El Salmo 37:3 contiene una maravillosa clave para resolver los
problemas: “Confía en Jehová, y haz el bien.” Hacer el bien para otros es
una semilla que podemos sembrar, y confiar en Dios que esa es la manera
en que cosecharemos lo que plantamos.1
Otra cosa que la Biblia nos enseña a hacer cuando pasamos por algún
problema es animarnos.2 En Juan 16:33, Jesús dice: “Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; mas
confiad, yo he vencido al mundo.”
Si nos la pasamos averiguando, razonando y preguntándole a Dios el
porqué y el cuándo, es porque queremos saber todo ahora mismo y así no
tendremos que confiar en Dios. No queremos ninguna sorpresa; nos gusta
tener el control porque tenemos miedo de que las cosas no salgan como
nosotros quisiéramos. Este deseo abrumador de saber, por lo general
produce una sola cosa: una mente agobiada por el razonamiento excesivo.
“¿Por qué, Dios, por qué?” y “¿Cuándo, Dios, cuándo?” son dos
preguntas que nos mantendrán desanimados y nos estorbarán para disfrutar
la vida por la que Jesús murió para darnos. En muchas ocasiones, no
entendemos lo que Dios está haciendo, pero de eso se trata la confianza.
Nadie dijo que tenemos que entender todo. Nuestra satisfacción y
tranquilidad deben provenir de conocer al que sí sabe y entiende. Debemos
aprender a confiar en Dios, y no confiar en nosotros mismos.

¿ESTÁ CONFIANDO O SE ESTÁ PREOCUPANDO?


Muchas veces cuando decimos que estamos confiando en Dios, nuestra
mente se está preocupando. Nuestro deber es confiar en el Señor no sólo
con el corazón, sino también con la mente, como lo confirma este pasaje:

Fíate, apóyate, confía en Jehová de todo tu corazón y de toda tu


mente, y no te apoyes en tu propia prudencia y entendimiento.
Admítelo y reconócelo en todos tus caminos, y él dirigirá y
enderezará tus veredas. (Proverbios 3:5–6)

¿Qué le permite hacer a su mente cuando enfrenta algún problema?


¿Intenta averiguar todo, en vez de dejarlo en las capaces manos de Dios?
Existe la mente carnal, que piensa equivocadamente basándose en sus
propios pensamientos y razonamientos. Y existe la mente del Espíritu,3 que
es la manera correcta de pensar basada en la Palabra de Dios y la guía
interior del Espíritu Santo. La frustración, confusión y ansiedad son el
resultado de una mente carnal operando. El gozo es el producto del Espíritu
y de seguir su guía en oración y comunión con Dios.
Si usted opera en la mente espiritual, usted tendrá “la paz de Dios que
pasa todo entendimiento,”4 y el “gozo inexpresable” y será “lleno de
gloria”5 justo en medio de terribles pruebas y tribulaciones.
La paz que sobrepasa todo entendimiento y el gozo inexpresable no
tienen ningún sentido. En otras palabras, al contar con esta clase de paz y
gozo en su interior, estará contento sin ninguna razón aparente. Esté feliz
simplemente porque sabe que Dios es, y que El es poderoso para dirigir y
hacer recta y llana su vereda de una manera mucho más abundante de lo
que puede pensar o pedir.6
No tiene que tratar de cambiarse a sí mismo ni a otros, y eso le produce
alegría. No se tiene que preocupar por el mañana, y eso lo hace feliz.
Tampoco tiene que preocuparse por ayer, y eso también le produce alegría.
No tiene que saber cómo hacer todo, y eso también lo hace feliz.
Lo único que necesita es conocer a Aquel que conoce todo.
Si intenta averiguar y saber todo terminará exhausto, pero si confía en
Dios para las respuestas, podrá entrar en Su reposo.

REPOSE SU MENTE
En la Escritura encontramos la clave para tener gozo en la vida cada día:
“No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal;
porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos” (Proverbios
3:7–8).
Tiene que dejar a un lado el deseo de razonar todo y dejar de ser sabio
en su propia opinión. Recuerde también que debe reconocer a Dios en todos
sus caminos, confiando que Él guiará sus pasos. Nadie cuenta con la
inteligencia suficiente como para descubrir la razón de todo en la vida.
Gracias a Dios que no tenemos que hacerlo. Lo único que nos corresponde
es apartarnos del mal y esto será medicina para nuestros nervios. El
apartarnos significa que tomaremos decisiones correctas en obediencia a la
Palabra de Dios.
¿Está usted diciendo: “Estoy muy nervioso, necesito una consejería?”
Lo que realmente le hace falta es dejar de razonar y comenzar a descansar.
Imagínese cuánto cambiaría su vida si pusiera a descansar su mente.
Estoy aprendiendo a no preocuparme, pero tengo muchas
responsabilidades y de repente mi mente comienza a razonar demasiado.
Cuando eso ocurre, procuro tomarme un descanso para que mi mente se
pueda aquietar de nuevo. Una de mis actividades preferidas es sentarme un
par de horas a ver una buena película, o un filme de los años cuarenta o
cincuenta, algo que sé que va a estar sano. La razón por la que me gusta
hacer eso es porque el lado razonador de mi mente se apaga. También me
gusta ver alguna revista o catálogo. Esto me ayuda a desenchufar mi mente
de todo lo demás.
Es bueno hacer algo que nos ayude a descansar la mente de vez en
cuando.
Si su mente nunca se apaga, y constantemente está pensando y buscando
soluciones, debe permitir que el Espíritu Santo haga una obra en usted para
aquietar y tranquilizar su mente. Si tiene algún problema que no puede
resolver, en lugar de razonar tanto, tómese el tiempo para orar así: “Señor,
no puedo solucionar esto. No tengo la respuesta. No sé qué hacer. No
entiendo lo que estás haciendo en esta situación, pero confiaré en Tí.”
Eso es lo que hizo el pueblo de Dios al darse cuenta de que estaban
indefensos ante sus enemigos y no encontraban la solución a su situación.
Su rey oró a Dios: “Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande
multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos
nuestros ojos” (2 Crónicas 20:12).
Más adelante, en el versículo 17, el Señor les dice: “No habrá para qué
peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de
Jehová con vosotros” (cursivas mías).
Sólo tiene dos opciones en la vida. Puede intentar hacer todo por usted
mismo, o puede permitir que Dios lo haga por usted. Si va a permitir que
Dios lo haga, no tiene que pensar en el problema todo el día, tratando de
entenderlo y solucionarlo.
Vimos en el pasaje de Proverbios 3:7–8 que al permitir que Dios tenga
completo control de nuestra vida, nuestra salud se ve afectada de una
manera positiva. Yo creo que ese pasaje nos habla de nuestra salud entera.
Descansar en Dios en vez de indagar y averiguar todo, producirá salud en
nosotros, en nuestro espíritu, alma y cuerpo.

APÓYESE EN DIOS
En el siguiente pasaje, Jesús nos dice que debemos producir fruto, pero
también nos recuerda que separados de Él, no podemos hacer que el fruto se
produzca. Es interesante notar que Él no dice que dar fruto depende del
conocimiento humano.

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede


llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho
fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan 15:4–5)

El apóstol Pablo era un hombre inteligente y tenía mucho conocimiento.


Era fariseo de fariseos, docto, educado, y antes de su conversión sobre el
camino a Damasco,7 estaba muy orgulloso de sus conocimientos.
¿No es interesante que algunas veces mientras más conocimiento tienen
las personas, se hacen más orgullosas?
En 1 Corintios 8:1, Pablo dice que el conocimiento envanece, pero el
amor edifica. Si supiéramos todo lo que nos gustaría saber, no
descansaríamos en Dios porque seríamos demasiado orgullosos como para
pensar que Él nos hace falta.
Recuerde que el Señor dijo: “Separados de mí… nada podéis hacer.”
Podría decirlo de otra manera: “Separados de mí, no permitiré que hagas
ninguna cosa.” Nuestro Dios es un Dios celoso.8 Él quiere tomar el primer
lugar en nuestra vida. Él quiere que nos apoyemos en Él, que lo
necesitemos. Por esa razón nos creó no solo con áreas fuertes sino también
con algunas áreas débiles. Él sabía que si no teníamos algunas debilidades e
inhabilidades, si nunca conociéramos el fracaso, nunca tendríamos la
necesidad de llegar con Él para algo.
Nunca llegaremos a ser completamente “perfectos” porque si lo
fuéramos, no necesitaríamos a Dios.
Yo estoy desesperada por Dios. Yo sé que si Dios no llega a mi rescate,
no puedo hacer nada que tenga valor o sentido.
El Salmo 127:1 dice: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan
los que la edifican…” Se fija que no dice que no pueden edificarla. Dice
que trabajarán en vano, o sea que no beneficiará a los que la edifican.
Nunca llegará a nada. Nunca producirá la paz y el gozo tan anhelados.
Según las Notas de Barnes (Barnes’ Notes), el versículo uno se refiere a
“depender completamente de Dios para el éxito”9 en cualquier cosa que
emprendamos.
Aun si hubiera logrado que mi ministerio creciera, cosa que no logré,
gracias a Dios, Él no hubiera permitido que fuera verdaderamente
edificado. Nunca hubiera bendecido realmente ni hecho bien a nadie.
El fin de todo es: Si Dios no está en algo, no funcionará.
Pablo cambió de ser alguien que pensaba saberlo todo en alguien que,
como dice el siguiente versículo, se había propuesto no saber, no conocer
nada más que a Cristo y a Él crucificado: “Pues me propuse no saber entre
vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Corintios
2:2). Creo que lo que Pablo decía era: “Lo único que conozco es la persona
de Jesús. Él murió por mí, resucitó de entre los muertos y tiene el control de
todo. Él está encargado; yo no. Él está a mi favor, y no necesito saber
ninguna otra cosa.”
Imagínese toda la frustración que se ahorraría si tan sólo dejara de
preocuparse y de averiguar todo y se propusiera conocer sólo a Jesús, así
como Pablo.

¿ESTÁ USTED MEDITANDO O SE ESTÁ PREOCUPANDO?


Puede ser que esté pensando: “Pero tampoco debemos ser ignorantes, sin
saber lo que está sucediendo.”
Estoy de acuerdo. Veremos en el siguiente pasaje que cuando el ángel se
le apareció a María y le habló sobre concebir y dar a luz al Mesías
prometido, ella meditó, o pensó, sobre ello:

Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado


gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás
a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Éste será grande, y
será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de
David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y
su reino no tendrá fin.
Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase
conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.
Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su
corazón. (Lucas 1:30–33, 38; 2:19)

Conforme crecía Jesús, aunque María sabía que el Señor le había dicho
que Él sería el Salvador de Su pueblo, ella realmente no entendía todo, así
como los discípulos de Jesús no entendían todo lo que Él les enseñaba.10
Yo no creo que tenga algo de malo meditar sobre algunas cosas en
nuestro corazón, como lo hizo María. En muchas ocasiones, al estar
meditando sobre algo es cuando Dios nos da alguna revelación o
entendimiento. Ahora, una cosa es la meditación; y otra cosa es la
preocupación.
Yo creo que la meditación es, en un sentido, como la oración. Estamos
diciendo: “Señor, no sé lo que significa esto. No lo entiendo del todo.
Necesito algo de dirección.” Eso es muy distinto a tratar de solucionar todo.
Quizá se pregunte cómo puede saber que ha cruzado la línea.
En cuanto se sienta confundido, ha dejado de meditar y ahora está
razonando excesivamente. Recuerde este indicador. Es un indicador muy
bueno que Dios me mostró a mí.

LA CONFUSIÓN NO ES DE DIOS
Estaba en una reunión en Kansas City, y el Señor puso en mi corazón
preguntar a los presentes cuántos se encontraban confundidos. Había
alrededor de 300 personas en la reunión, y según lo que pude ver, 298 de
ellas alzaron la mano. Y mi marido era uno de los dos que no alzaron la
mano.
Le puedo decir que Dave nunca ha sentido confusión porque no se
preocupa. No intenta averiguar nada. No le interesa saber todas las
respuestas porque confía en Dios.
Cuando usted confía en Dios, puede relajarse y disfrutar la vida. “…
pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (1 Corintios 14:33). No
tiene que vivir siempre preocupado y averiguando cómo resolver todos sus
problemas.
Recuerde todas las cosas por las que se ha preocupado en su vida y
cómo resultaron. Eso debería ayudarle a ver que la preocupación y el
razonamiento es malgastar tiempo y energía.
Tengo cuatro hijos adultos. Me sorprende recordar todo lo que pasé con
ellos mientras crecían, cuando no tenían buenas calificaciones en la escuela,
cuando me citaban en la oficina del director, cuando el vecino se quejaba de
ellos, cuando parecía que nunca querrían trabajar o hacer algo que valiese la
pena, o que nunca lograrían administrar bien sus finanzas.
Pensaba: ¿Cómo se enfrentarán a la vida cuando ya no estén conmigo?
Ni siquiera pueden administrar su mesada.
Una de mis hijas nunca podía mantener limpio nada y todo se le perdía.
Al entrar por la puerta de la casa, de inmediato, Laura dejaba caer su abrigo,
sus zapatos y sus llaves. Dejaba un caminito por toda la casa de las cosas
que iba dejando. Sin embargo, su meta en la vida era ser una esposa y
madre.
Yo pensaba: Quieres ser una esposa y una madre, y ¿cada mañana
tienes que salir de la casa usando una pala?
Yo me enojaba, le gritaba, y nada tenía el menor efecto en ella. No la
cambié en lo más mínimo.
Hoy en día es una mujer con sus propios hijos, y somos muy buenas
amigas. Siempre hacemos actividades juntas. Y cuida muy bien su casa. De
hecho, ella alcanzó sus metas. ¡Imagínese! Dios la ayudó.
Y luego tengo a Sandra, la hija que ahora trabaja conmigo en el
ministerio. De pequeña, me volvía loca porque era tan perfeccionista. Por
ejemplo, ella se sentaba en su recámara para hacer su tarea. Si cometía un
error, arrugaba su papel, lo tiraba a la basura, y comenzaba de nuevo. Con
ella, cada cabello tenía que estar en su lugar, y eso realmente me irritaba.
Una hija me molestaba porque no hacía nada, y la otra me irritaba
porque hacía todo.
Y luego está nuestro hijo menor, el hombre adulto que sigue siendo el
nene, el más pequeño. Cuando mi hijo salió de la preparatoria me emocioné
muchísimo. Sentía que había salido de la prisión. No le animé a inscribirse
a la universidad porque no le gustaba estudiar y no lo hacía muy bien, tanto
que Dave y yo tuvimos que contratarle maestros privados.
Recuerdo haber pensado: ¿Qué hará este hijo para ganarse la vida? Sin
embargo en todo momento, Dios tenía un plan.
Nos dimos cuenta que nuestro hijo aprende haciendo. Después de
graduarse de la preparatoria se vino a trabajar con nosotros, y en poco
tiempo, llegó a ser el encargado del departamento de los medios de
comunicación. A cada rato le digo a Dave: “¿Puedes creer que él está
haciendo esto?”
Estoy compartiendo estas historias con usted para ayudarle a entender
que sus hijos no están en este momento en el lugar donde terminarán.
Preocuparse por ellos sólo apoya el problema; no apoya la solución.
¿Fue usted tremendo de joven? Sin embargo, hoy está leyendo este libro,
buscando a Dios con todo su corazón. Así que, hay esperanza para sus
hijos.
Deje de preocuparse. Deje de complicarse la vida tratando de solucionar
todo. Simplemente admita que usted no sabe, que no puede, que necesita a
Dios. Y siga adelante con su vida, y disfrútela mientras Dios le vaya dando
las respuestas.
Ore y confíe en Dios, y Él le mostrará lo que debe hacer en el momento
indicado. Le mostrará porque Él no es un Dios que les falla a sus hijos.11 Él
es un Dios de fidelidad,12 y Él nunca nos defrauda.
Si quiere vencer al Roba-gozo del razonamiento excesivo, confíe en que
Dios puede encargarse muy bien de todo lo que le concierne. El próximo
Guarda-gozo le ayudará a crecer en esa confianza.
NUEVE
El Guarda-gozo #4: Estar seguro en Dios

Usted guardará su gozo si se mantiene confiado y seguro de quién es usted


en Cristo. Así su confianza estará en Él, y no en su propia habilidad de
entender todo lo que está sucediendo.
El apóstol Pablo nos dijo que no pusiéramos nuestra esperanza en
nuestra propia habilidad, sino en Cristo. Él escribió: “Porque nosotros
somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos
en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Filipenses 3:3).
Toma mucho tiempo llegar al punto en el que toda nuestra confianza está
en Cristo y no en nosotros mismos, pero por fin, yo puedo decir que mi
gozo no viene por sentirme bien respecto a mí misma, ni por quién soy, ni
por lo que uso, ni por mis dones naturales. Mi gozo viene porque he
aprendido a poner mis ojos en Cristo y sé que puedo hacer cualquier cosa
que Él me pida, lo que Él me lleve a hacer, porque Él me dará la fuerza para
llevarlo a cabo.
¿Sabe que dondequiera que se encuentre en su vida, Dios le da la gracia
para estar allí? Si Él ha pedido que esté allí, Él le proveerá de la gracia
necesaria. Así que, Pablo en realidad está diciendo: “Ponemos nuestra
confianza en Cristo. No en nuestras propias habilidades.” Al poner nuestra
confianza en nosotros mismos, nos hacemos necios porque nuestra carne es
débil, debemos estar completamente dependientes de la habilidad de Dios
para guiarnos en el camino que debemos tomar.
Pablo escribió:
… y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por
la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios
por la fe. (Filipenses 3:9)

Esta frase de “en Él” o “en Cristo,” se repite a través de todo el Nuevo
Testamento. Significa poner toda nuestra fe, toda nuestra confianza, toda
nuestra dependencia en Él.
La Palabra también dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te
apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él
enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5–6). Cuando quitamos nuestra
mirada de nuestra propia habilidad, podemos confiar en Él para cualquier
cosa que necesitemos.
Confiamos en Cristo para nuestro gozo.
Confiamos en Él para nuestra paz.
Nuestra esperanza está en Él.
No hay ninguna necesidad de razonar en exceso o averiguar el cómo o
cuándo de la resolución de nuestros problemas porque todo lo que
necesitamos está en Él.

NUESTRA SEGURIDAD ESTÁ EN CRISTO


A todos nos gusta hacer algo bien. Todos buscamos tener una buena
reputación por nuestro buen comportamiento, pero nuestra seguridad no
está en nuestra propia justicia.
La Biblia nos habla de dos tipos de justicia. Existe la justicia que uno
recibe por seguir la ley o por hacer buenas obras, esa es la confianza que
por naturaleza tratamos de obtener, pero existe otra justicia obtenida por la
gracia, no por nuestras obras. Es la justicia por medio de Cristo.
Pablo dijo que él deseaba encontrarse y ser conocido como en Cristo, no
teniendo su propia justicia, sino la justicia que solamente Cristo da y
atribuye. Él entendía que Dios se encargaría de todo lo concerniente a él
porque era recto delante de Dios a través de Cristo en él.
En otras palabras, no es necesario sentir que Dios siempre está enfadado
con nosotros a causa de nuestras debilidades y errores. Podemos llegar
confiadamente ante el trono de Dios, ya que tenemos el derecho de estar
ante Él por medio de nuestra relación con Jesús. Nuestras necesidades
pueden ser suplidas mientras estamos en el proceso de crecimiento
espiritual.
Aunque no entendemos todos los sucesos alrededor nuestro, podemos
orar con confianza. Aún cuando hacemos algo necio, nos podemos
arrepentir y pedirle a Dios que nos ayude. Podemos orar:

Señor, yo sé que me encuentro en este lío por mi culpa. No le


puedo echar la culpa a nadie más que a mí mismo, Señor, pero yo
estoy seguro que soy Tu hijo y que mi justicia no es por mi
comportamiento perfecto, sino que mi justicia ante Ti está en
Cristo. Estoy llegando con confianza ante Tu trono, y estoy
pidiéndote que me ayudes a salir de esta situación en el nombre
de Jesús. Amén.

Yo sufrí muchos años tratando de ganarme el derecho de orar


confiadamente, y luego aprendí que no debemos poner nuestra confianza en
nuestra propia carne.
Pablo también aclaró que debemos evitar el razonamiento excesivo
sobre nuestra propia justicia. Dijo que si alguno tenía el derecho de jactarse
por seguir la ley para ser justo ante Dios, él tenía más derecho que
cualquiera.1
Pablo hizo todo lo que sabía hacer para seguir la ley de Dios, y fue tan
celoso que persiguió a aquellos que no cumplieron con los estándares de
justicia, pero después Pablo dijo: “… habiendo yo sido antes blasfemo,
perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por
ignorancia, en incredulidad” (1 Timoteo 1:13).
La fe de Pablo para orar con denuedo fue el resultado de entender que su
confianza estaba solamente en Cristo. Él entendía las palabras de Isaías, que
“todas nuestras justicias son como trapo de inmundicia… y nuestras
maldades nos llevaron como el viento” (Isaías 64:6).
Una vez que entendió quién era en Cristo, Pablo dijo:

Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la


excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor
del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a
Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es
por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de
Dios por la fe… (Filipenses 3:8–9)

Pablo está diciendo: “Bueno, todo aquello que tenía, este registro de
buenas obras, tantos años siguiendo la ley, todo ha sido inútil. Considero
todo como pérdida en comparación al invaluable privilegio de conocer a
Cristo Jesús y de llegar a tener una relación más profunda e íntima con Él.”
Si nuestro deseo es tener esta clase de justicia, la cuál sólo Cristo puede
atribuirnos, es necesario olvidar todas las razones por las que pudiéramos
merecer el favor de Dios a causa de nuestro comportamiento. Aunque
todavía debemos esforzarnos por hacer las cosas bien, no es para ganar el
amor de Dios porque Él ya nos ama. Sin embargo, nuestras oraciones son
contestadas a causa de la justicia de Cristo, no por nuestra propia justicia
ante Dios.
Yo no viajo de ciudad en ciudad predicando el evangelio para ganar
favor con Dios. Puedo seguir organizando conferencias hasta que regrese
Jesús; puedo trabajar, trabajar, trabajar, y salir en la televisión en todo el
mundo, pero no soy mejor que otros ante los ojos de Dios. Servir en la
manera que sirvo no me hace ganar más que cualquier otra persona en la
iglesia, mientras ella también siga la voluntad de Dios para su vida.
Estoy desarrollando este trabajo porque se me ha dado el don para
realizarlo; cuento con la gracia para hacerlo, y lo único que requiere Dios
de mí es que haga aquello para lo que Él me ha dado la gracia. Y lo único
que requiere de usted es que haga lo que Él le ha dado la gracia para hacer.
En mi vida personal procuro vivir de la misma manera que le digo a
todo mundo que debe vivir. No quiero decir una cosa y vivir otra. Sin
embargo, yo sé que mi justicia no se produce al vivir mi vida lo mejor que
pueda o por ser predicadora. Mi justicia está solamente en Cristo, y ninguna
cantidad de buenas obras o buen comportamiento me hará recta ante Dios.
La ley es perfecta y santa. Para ganarnos la justicia necesaria para orar
confiadamente, tendríamos que guardar cada punto de la ley de Dios, y
nunca cometer ningún error, ya que al romper una sola regla, somos
culpables de desobedecerla toda.2
Nunca alcanzaremos rectitud ante Dios por obediencia a la ley. Hacemos
lo correcto porque amamos a Dios, pero no hacemos lo correcto para
ganarnos el amor de Dios. Él nos amó aún antes de ser salvos. La ley existe
para ayudarnos a vivir una vida buena; debemos usar la ley para
disciplinarnos, pero no lograremos ganar el favor de Dios por obedecerla.
Nuestro favor con Dios se basa solamente en nuestra dependencia y
confianza en Cristo.

LA RESPUESTA ESTÁ EN CRISTO


Pablo explicó la hermosa seguridad que tenemos al poner nuestra fe en
Cristo. Escribió: “… os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de
la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de
Él” (Colosenses 1:21b-22, cursivas mías). Nuestro gozo se encuentra en
Cristo, y ésa es la confianza que Dios quiere que tengamos cada día.
Hay que cuidarnos de pensar secretamente que el favor de Dios se basa
en nuestro buen comportamiento. Al tomar una actitud de fariseísmo,
comenzamos a creer que merecemos algo de parte de Dios. Después,
cuando llegan las pruebas y dificultades a nuestra vida pensamos: “Bueno,
¿y cómo permitió esto Dios después de haberle servido fielmente por tantos
años?”
¿Puede ver cómo esto nos puede alejar del gozo? Si muy dentro,
secretamente creemos ser merecedores de algo de parte de Dios que no
estamos recibiendo, nos llenaremos de resentimiento y ya no iremos
confiadamente ante Él. Al contrario, caemos en el razonamiento excesivo,
queriendo indagar el porqué de la pérdida de todas nuestras bendiciones.
Las bendiciones no se pierden, son robadas; la Palabra dice claramente
que el diablo es un ladrón que viene a robarnos. Logramos mantener
nuestro gozo a pesar de cualquier pérdida porque estamos confiados en la
promesa que Dios nos ha dado de que Él va a cuidarnos. Podemos
permanecer gozosos porque sabemos que no perdemos la provisión de Dios
por alguna imperfección nuestra. Somos justos en Cristo, y Él nunca pierde
Su rectitud ante Dios, que es a nuestro favor. Hebreos 4:14–15 lo explica:

Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote que traspasó los


cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado
en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (Cursivas
mías)

Ya que nuestra fe está en nuestro Sumo Sacerdote, Jesús, y no en una


falsa esperanza de que merezcamos algo de parte de Dios, debemos buscar,
perseguir las bendiciones de Dios por medio de la oración audaz. Hebreos
4:16–5:1 nos indica:

Acerquémonos, pues, confiadamente ante el trono de la gracia,


para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro. Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los
hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se
refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados.
(Cursivas mías)

Lo que Pablo quería decir a las personas es que él contaba con todas las
ventajas que alguien pudiera tener. Tenía todo para confiar en sus méritos,
pero él sabía que las obras de la carne no le daban favor con Dios. Una
justicia propia no es lo que necesitamos; nunca lograremos ganarnos la
gracia del favor de Dios. La rectitud para estar ante Dios viene por medio
de Jesucristo.
La esperanza de Pablo debe ser la nuestra:
… a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la
participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él
en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de
entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea
perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo
cual fui también asido por Cristo Jesús. (Filipenses 3:10–12).

DESCANSE EN DIOS
En lugar de tener mucha confianza en nosotros mismos, necesitamos
aprender a descansar en Dios. Diariamente, nuestra oración debería ser:
“Dios, Te necesito en todo lo que hago. Separado de Tí, no puedo hacer
nada.”
Siempre dependo de Dios para decirme cuál mensaje debo compartir en
mis reuniones, pero en ocasiones parece que no puedo oír Su voz. He
aprendido a relajarme y confiar en Él en vez de preocuparme o ponerme
ansiosa. En fe, admito que Él no me está mostrando qué hacer, y sé que no
recibiré soluciones por medio de las obras de la carne. Así que dejo de
pensar en eso por un tiempo y espero a que Dios me muestre en Su tiempo.
Se requiere de fe para dejar de planear cada detalle. He aprendido a dejar el
asunto y hacer otra cosa mientras espero la voz de Dios.
Con frecuencia, al estar descansando, de pronto recibo de parte de Dios
la respuesta a mi pregunta. En diez minutos puedo recibir el bosquejo
completo de lo que Dios quiere que comparta. ¡Qué fácil y llena de gozo es
la vida cuando dependemos de Dios! Sería fácil quedarme despierta casi
toda la noche tratando de diseñar el plan perfecto, pero carecería de poder si
Dios no estuviera en él. Cuando Dios nos muestra el camino, es sencillo y
fácil.
Dios sostiene el universo entero. Dios sostiene al mundo entero con el
poder de Su Palabra. Si Él puede sostener todo eso, seguramente también
podrá sostener nuestra vida. El Salmo 103:12–14 dice:
Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros
nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, se
compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra
condición; se acuerda de que somos polvo.

Dios aleja todo lo que produce injusticia (nuestras transgresiones) de


nosotros, tan lejos como está el este del oeste. ¿Qué tan lejos está el este del
oeste? ¡Muy lejos!
Dios conoce cuáles son nuestras debilidades, y recuerda que somos sólo
polvo. Nosotros nos presionamos mucho más de lo que Dios jamás nos
presionaría.
Cuando mi hijo estaba pequeño quiso hacer algo para mí. Llenó un plato
hondo de agua y se salió al patio. Pronto regresó y me dijo: “Mami, te lavé
las ventanas.” En el patio había agua por todas partes. Él estaba empapado.
Las ventanas estaban embarradas, pero lo hizo porque me ama.
En una ocasión, Dios me recordó lo que mi hijo había hecho. Él dijo:
“¿Recuerdas lo que hiciste después? Mandaste a tu hijo a que se lavara, y
después fuiste y limpiaste todo mientras él no te veía.” Dios me mostró que
Él hace lo mismo con nosotros.
Dios está consciente de nuestras imperfecciones, y Él recibe lo que
hacemos por amor a Él. Él nos cubrirá, limpiará nuestro tiradero, y lo
esconderá para que ni cuenta nos demos de qué tan desastroso fue aquello.
Hace esto porque estamos en Cristo, Cristo está en Él, y Él está en nosotros.
Jesús lo explicó de esta manera:

No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el


mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo,
vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que
yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. (Juan
14:18–20, cursivas mías)

Si Dios le pregunta: “¿Por qué debo permitirte entrar al cielo?,” la única


respuesta correcta es: “Porque estoy en Cristo.” Si Dios le pregunta: “¿Por
qué debo contestar tus peticiones?,” la respuesta correcta es: “Porque estoy
en Cristo.” Si Dios le pregunta: “¿Por qué debo ayudarte?,” la respuesta
correcta es: “Porque estoy en Cristo.”
Jesús desea que lleguemos sin temor, con confianza y osadía al Padre
buscando misericordia por nuestras faltas y gracia para cada necesidad que
tenemos. Él comprende nuestras debilidades y faltas. Él sabe que no
manifestaremos perfección cada día, pero podemos pedirle perdón a Dios
por los errores que cometemos y después llegar confiadamente ante el trono
de gracia para pedirle por nuestras necesidades.

PIDA PARA QUE SU GOZO SEA CUMPLIDO


Jesús dijo: “Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y
recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:24, cursivas
mías).
No tengo duda que hay personas que no están recibiendo todo lo que
Dios tiene para ellas porque no se lo están pidiendo confiadamente. Hacen
sus peticiones débilmente y sin fe. Me ha tocado hablar con personas que, al
pedir oración, dicen: “¿Está bien si pido por dos cosas?” Me entristece su
inseguridad porque Jesús nos dijo claramente que debemos pedir para que
nuestro gozo fuera cumplido, lleno, completo.
Orar confiada y audazmente es decir: “Dios, no me iré de aquí, y estaré
todo el día, todos los días. Voy a pedirte por todo lo que Tú sabes que tengo
necesidad, y por todo lo que Tú deseas darme. No por avaricia, pero estoy
aprendiendo a ser tan audaz como Tú nos enseñaste.”
Yo deseo tener todo lo que Dios desea darme espiritual, emocional,
financiera, física y mentalmente. Seguro que no pido eso porque pienso
merecerlo. Yo sé lo que soy, y sé lo que no soy, pero también sé quién es Él,
y sé que mi confianza no está en mí; está en Él.
Mi gozo no proviene de las cosas que Dios me da, sino de amar
íntimamente a Dios y saber que Él quiere que dependa completamente de Él
para todas mis necesidades. Yo sé que cada día hago lo mejor que puedo, y
no seré robada. Recibiré todo por lo que Jesús murió para darme.
Por ejemplo, hace algunos años hice una oración muy audaz en fe. Dije:
“Dios, Te estoy pidiendo que pueda ayudar a cada persona sobre la faz de la
tierra.”
Mi mente decía: Eso es una locura. Pero seguí orando por lo mismo, y
nuestro ministerio televisivo se ha expandido muchísimo desde entonces.
Ha sido una mega-expansión; uno de los canales que añadimos incrementó
nuestra cobertura a seiscientos millones de personas en la India.
No sé cómo el Señor me permitirá ayudar a cada persona sobre la faz de
la tierra, pero prefiero pedir algo grandísimo y recibir sólo una parte que
pedir algo pequeño y recibirlo todo. La Biblia nos dice que no tenemos
porque no pedimos.3
Practique este Guarda-gozo de confiar en Dios al enfrentar nuevas
pruebas. La próxima vez que sea tentado a turbarse recuerde que el
razonamiento excesivo le robará el gozo.
No permita que las pruebas le tienten a preocuparse en exceso buscando
la solución a ellas. Santiago dijo: “Hermanos míos, tened por sumo gozo
cuando os halléis en diversas pruebas” (1:2). Él explicó que las
adversidades comprueban nuestra fe y hacen resaltar nuestra resistencia,
perseverancia y paciencia.
También dijo que permitiéramos que las pruebas tuvieran su obra
completa en nosotros y le pidiéramos a Dios sabiduría. Santiago dijo que
Dios le dará sabiduría sin reprocharle o recordarle sus faltas.
Sea audaz (y seguro en Dios) al orar; no sea de doble ánimo al pedirle
Sus bendiciones. No piense: ¿Habré sido lo suficientemente justo y recto
para recibir la respuesta de Dios a mi petición? Sólo pida lo que necesita,
confiadamente y en fe, sin titubear ni dudar, sabiendo que su justicia se
encuentra en Cristo.
En el versículo doce del primer capítulo, Santiago escribe:
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya
resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los
que le aman.” O sea, las pruebas no necesitan un razonamiento excesivo, el
cuál nos roba nuestro gozo. Podemos saber con seguridad que las pruebas
no llegan porque somos injustos. Las pruebas producen oportunidades de
recibir la corona de victoria, así que téngalas por sumo gozo.
En el próximo capítulo compartiré con usted lo que he aprendido sobre
el Roba-gozo del enojo y cómo controlarlo. Espero que usted pueda
reconocer si usted tiene un problema con el enojo y si es así, que estudie el
siguiente Guarda-gozo y confíe en que Dios le ayude a superarlo.
DIEZ
El Roba-gozo #5: El enojo impío

Con mucha frecuencia, el enojo se caracteriza por sentimientos muy fuertes


de disgusto, indignación, hostilidad, ira y venganza. En muchas ocasiones
el enojo es la manera de expresar que estamos insatisfechos con la vida. Es
un fruto que proviene de raíces echadas a perder, y roba nuestro gozo.
Algunas raíces que llevan al enojo son la inseguridad, el temor a
enfrentar algo o a alguien, y un sentimiento de ser controlado por un trabajo
o por otras personas y sus problemas. Una de las raíces principales del
enojo proviene con frecuencia de la familia. Las personas con este
problema provienen de familias irritables porque aprenden su ejemplo y
adquieren el mismo comportamiento en su propia vida, y después lo
transmiten a sus hijos.
Si usted tiene enojo en su corazón o en su hogar, no se sienta bajo
condenación. Siempre habrá por qué enojarse. De hecho, Dios nos ha dado
la capacidad de sentir enojo por una razón.
Cuando se mantiene un equilibrio, la emoción del enojo tiene un
propósito bueno. Si no pudiéramos sentir enojo, nunca sabríamos cuando
alguien nos está maltratando. Ése es el propósito del enojo. Al igual que el
dolor, su propósito es advertirnos que algo anda mal.
Nuestro trabajo no es deshacernos del enojo, sino aprender a manejarlo.
La Palabra nos enseña cómo tratar correctamente con esta emoción:
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo…”
(Efesios 4:26).
Somos una familia muy unida, y disfrutamos nuestra amistad y el estar
juntos, pero no siempre fue así. En el pasado, había enojo y pleitos,
amargura y falta de perdón entre nosotros. Gracias a Dios, hace tiempo que
aprendimos a controlar y a tratar estas emociones negativas, y el resultado
han sido las tremendas bendiciones recibidas de parte de Dios.
Si usted quiere gozar las cosas grandes y poderosas que Dios tiene para
usted, necesita llegar a la raíz de su enojo y tratar con él. Dios desea darle
bendiciones pero el enojo abre la puerta al diablo para impedirlas, y le
obstruye para que usted no cumpla la voluntad de Dios en su vida.1

NO SE ENOJE, ALÉGRESE
¿Nunca ha pensado qué difícil sería estar enojado y gozoso al mismo
tiempo? Usted va a estar, ya sea alegre, o enojado.
El enojo es una pasión que incomoda a las personas cuando se habla de
él. De hecho, es una de nuestras pasiones más fuertes, comienza con un
sentimiento y luego se manifiesta en palabras y acciones. Todos
experimentamos el enojo, y a veces nos enojamos con facilidad y rapidez,
pero sentir enojo no es el pecado, lo que hacemos con el enojo es lo
importante.
Dios no nos dice que no nos enojemos, pero sí nos dice lo que debemos
hacer con el coraje.
Efesios 4:26 nos muestra qué importante es el no permanecer enojados:
“Airaos, pero no pequéis…” ¿Qué significa eso? Primero significa que al
experimentar la emoción del enojo, no debe actuar en base a sus
sentimientos. No se deje llevar o motivar por ellos. No diga ni haga lo que
le gustaría en ese momento porque eso le acarreará más problemas.
Quizá esté pensando: pero no lo puedo evitar; estoy enojado.
Es importante entender algo sobre las emociones: Lo que sube, tiene que
bajar. Las emociones son cambiantes, y lo que hoy le molesta, mañana será
otra historia. Espere a que sus emociones se apacigüen un poco y después
decida lo que hará.
Dave tiene una filosofía que siempre me decía cuando me enojaba. Solía
pensar que era una locura; pero ahora entiendo. Él me decía: “¿Por qué
quieres estar enojada conmigo? La semana próxima estarás hablando
conmigo como si nada hubiera pasado. Así que, ¿por qué no comenzar a
hacerlo desde ahora?”
Era verdad.
Su filosofía es: “Si la semana próxima serás amable conmigo, ¿por qué
malgastar los dos o tres días que estarás enojada? Seamos amables desde
ahora.”
¿Por qué no podía hacer eso? Porque me sentía enojada, y actuaba sobre
mis sentimientos, pero después de unos días los sentimientos cambiaban.

DIOS ES NUESTRO VINDICADOR


Las personas se enojan legítimamente por la injusticia, pero tenemos que
aprender que Dios es nuestro Vindicador.2 Si intentamos defendernos, eso
sólo nos causará más dolor del que ya tenemos.
Puedo testificar que esto es verdad. Yo sufrí abuso sexual por muchos
años y aguanté muchas otras injusticias. Yo estaba enojada, amargada y
resentida. Tenía una mala actitud y no podía mantener buenas relaciones.
Mis intentos de vindicarme sólo continuaban arruinando mi vida, pero por
fin entregué mi caso completamente al Señor, Él trajo una increíble
recompensa a mi vida por el dolor de mi pasado. La Palabra fue verdad para
mí: “En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os alabarán
en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán
perpetuo gozo” (Isaías 61:7).
Si usted y yo podemos aprender a airarnos sin pecar, entonces
permitiremos que aquello que nos hizo enojar construya el carácter de Dios
dentro de nosotros.
Estoy completamente segura de que existen algunas cosas que le
provocan ira a Dios, sin embargo, Él no actúa sobre Su enojo. Por eso Él
nos dice: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro
enojo…” (Efesios 4:26).
Ahora, no sé qué piensa usted, pero me alegro de que este versículo se
encuentre en la Biblia, porque nos ayuda a madurar dándonos un parámetro
en el asunto del enojo: Deje el enojo antes de irse a dormir. Existe sólo un
problema: ¿Qué hacemos si nos enojamos mucho justo antes de irnos a
dormir? Si nos enojamos en la mañana, al menos tenemos todo el día para
contentarnos, pero si nos enojamos antes de irnos a dormir, rápidamente
tenemos que tomar una decisión.
¿Por qué nos hará tanto daño irnos a dormir enojados? Yo creo que es
porque, al estar dormidos, aquello que nos hizo enojar tiene tiempo para
arraigarse en nosotros, pero la Palabra dice: “… ni deis lugar al diablo”
(Efesios 4:27). Esta escritura nos dice lo que sucede si no nos contentamos
antes de ir a dormir: Abre la puerta al diablo; le da un lugar a Satanás. Y
una vez teniendo un lugar en nuestra vida, puede hacerse una fortaleza.
Todo enojo, sin importar su causa, tiene el mismo efecto en nuestra vida.
Nos turba causando un sentimiento de presión en nosotros. Es una manera
en que Satanás nos engaña y así perdemos nuestro gozo. Guardar muy
dentro el enojo, y fingir que no existe es peligroso para nuestra salud.
Normalmente no afecta a la persona con la que nos enojamos; sólo nos
lastima a nosotros.
Se puede preguntar: Bueno, y si estoy enojado, ¿qué debo hacer al
respecto?
¡Supérelo!
Piense en todas las personas que usted ha hecho enojar. Piense en algo
agradable y alegre. Permita que su alegría supere su coraje. Permita que su
gozo sea mayor que su tristeza.
Quizá esté pensando: Para usted es fácil decir eso, pero no se encuentra
en mi situación.
A la mejor no me encuentro en su situación, pero usted tampoco se
encuentra en la mía. Si usted quiere vivir una vida llena de gozo y victoria,
tendrá que vivirla en base a su decisión y no a su emoción.
En Deuteronomio 30:19 el Señor nos dice: “… os he puesto delante la
vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida…”
Usted escoge la vida al rehusar airarse. Tome responsabilidad por su enojo
y aprenda a tratar con él, debe procesarlo y resolverlo, y eso le traerá
descanso de la presión.
HABLE CON USTED MISMO
Una de las maneras como puede superar el estar enojado es hablando
consigo mismo. Puede hablar con usted mismo para enojarse o puede hablar
consigo para no hacerlo.
Por ejemplo, el esposo de una mujer hace algo que lastima sus
emociones, entonces ella habla consigo misma palabras como:
“Simplemente estoy harta de que él me trate de esta manera. No creo que
sea justo. Yo hago todo para él, y él no hace nada para mí. Nunca me ayuda
aquí en la casa. Nunca se acuerda de mi cumpleaños ni de nuestro
aniversario de bodas. Nunca piensa en nadie más que él mismo. Se acabó.
Estoy cansada de él. Si piensa que seguiré soportándolo, ¡está equivocado!”
Después de poco, ella está verdaderamente enojada. Y puede ser que la
ofensa en sí, fue algo insignificante.
¿Alguna vez se ha hablado a usted mismo para alimentar su enojo
cuando alguien lo maltrató o fue descortés con usted o le hizo algo que no
le gustó? También puede hablar con usted mismo para no enojarse cuando
eso sucede. Apártese de aquello que lo está haciendo enojar por unos
momentos y hable consigo mismo de una manera distinta.
Puede decirse: “Ahora, cálmate. Esto sólo es el diablo que te quiere
turbar. No le abras la puerta. Hay mucho en riesgo aquí. No te vayas a
enojar, luego pierdes el control y dirás muchas cosas de las que después te
arrepentirás. Considera de dónde viene esto.”
Recuerde que Satanás es la fuente de su enojo, él es el enemigo, no una
persona.3
Efesios 5:15–17 nos enseña que debemos vivir con propósito, y
debemos aprovechar cada oportunidad de asirnos a la voluntad del Señor
para nosotros. La Palabra dice: “… sed llenos del Espíritu, hablando entre
vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y
alabando al Señor en vuestros corazones…” (Efesios 5:18–19). Creo que
todos nosotros debemos predicarnos a nosotros mismos de vez en cuando.
Yo me tengo que alejar al sentir que estoy en una situación que me está
airando, especialmente si es algo que no me concierne. Digo dentro de mí:
“Sabes, Joyce, esto no es algo que te importa. ¿Por qué no dejarlo? Lo que
aquellas personas hacen no es asunto tuyo.”
Aprenda a hablarse a sí mismo de esa manera. Aprenda a decirse: “No te
importa, ni te corresponde.”

¿ESTÁ ESCUCHANDO?
Se supone que todos debemos escuchar más de lo que hablamos. De otra
manera, tendríamos dos bocas y una sola oreja. Nos veríamos muy cómicos
así ¿no cree?
El siguiente pasaje contiene una lección para nosotros: “Por esto, mis
amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo
para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago
1:19–20). Dios nos está diciendo en estos versículos que debemos escuchar
más de lo que hablamos. Dice: “No te ofendas rápidamente, y que tu enojo
tarde mucho en encenderse, porque ni la ofensa ni el enojo promueven Mi
justicia.”4
Si usted se enoja rápidamente, puede hacer algo al respecto. Lea todo el
material sobre el enojo que pueda encontrar (Como muchas personas sufren
por causa de este Roba-gozo, he incluido una lista de libros recomendados
sobre el tema al final del libro).5 Si es necesario, ore y ayune para
conquistar ese enojo. Si no puede dominar y controlar su propio espíritu,
nunca podrá gozar su vida.

TOME CONTROL SOBRE SU ENOJO


“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su
espíritu, que el que toma una ciudad” (Proverbios 16:32). Este versículo
ilustra muy bien el poder que hay en dominar nuestro enojo. Para lograrlo,
es necesario controlar nuestra boca y nuestros pensamientos. Tenemos que
aprender a dominar nuestras pasiones, nuestras emociones y nuestro enojo.
Dios nos ha dado dominio propio.
Muchas personas ni siquiera saben que tienen esa opción. Cuando
comencé a estudiar la Biblia, yo tampoco sabía que era una opción. Yo
pensaba que mis sentimientos dictaban mis acciones. Cuando me airaba,
simplemente esperaba hasta que la emoción se apaciguara en lugar de no
permitir que me controlara y me robara el gozo. En ocasiones, tardaba días
en bajar mi enojo, y otras veces, semanas.
Ahora puedo decidir contentarme y dejar de estar enojada. Puedo
hablarme a mí misma, y puedo orar y pedirle ayuda a Dios, para que me dé
gracia y fortaleza.6
No debemos permitir que el enojo detenga el poder de Dios en nuestra
vida.
Como creyentes, contamos con el poder de Dios para caminar en el fruto
del Espíritu,7 amar al difícil de amar, perdonar a los que nos han lastimado,
y mantener la estabilidad sin importar nuestra circunstancia. Con Su ayuda,
podemos tomar la decisión de hacer lo correcto. Cuando hacemos lo
correcto, llegarán muchas cosas buenas a nuestra vida. La acción correcta
produce buen fruto. Una acción incorrecta produce mal fruto. Nuestro enojo
no produce la justicia que Dios desea, pero controlar nuestro enojo sí.

SEA COMO DIOS


¿Usted cree que Dios se encuentra en el cielo airado, llorando y deprimido?
No, esa no es la naturaleza de Dios. Dios está gozoso. Él es fuerte porque
está gozoso. Y la Biblia nos enseña que el gozo del Señor es nuestra
fortaleza.8
Otro principio que nos enseña la Biblia es que debemos ser imitadores
de Dios.9 Así que, como sea Dios, así debemos ser nosotros. El libro Clarke
´s Commentary (Comentario de Clarke) describe de la siguiente manera a
Dios: “Santo, justo, sabio, bueno y perfecto,” y añade “así debe ser el alma
que provino de Él.”10
Nos podemos dar una idea acertada de los atributos de Dios al ver de
cerca el siguiente pasaje:

Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande


en misericordia. No contenderá para siempre, ni para siempre
guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras
iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su
misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente
del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. (Salmo
103:8–12)

Fíjese de nuevo en el versículo 8: “Misericordioso y clemente es Jehová;


lento para la ira, y grande en misericordia.”
Si usted se enoja con alguien por alguna injusticia, una manera de
superarlo es que imite a Dios y escoja mostrar misericordia a la persona.
Sólo piense: Te daré algo que No mereces. Soltaré lo que me hiciste. Te
bendeciré, y en el proceso me bendeciré a mí mismo también.
Mostrar misericordia a las personas es sabio porque con frecuencia a
nosotros nos hace falta que nos muestren misericordia. Recuerde que si
sembramos misericordia, segaremos misericordia.11
Hace tiempo meditaba sobre esta frase secular: “Errar es humano,
perdonar es divino.”12 Ese dicho es tan cierto. Es de Dios poder soltar,
perdonar una ofensa. El perdonar es una habilidad que tiene Dios, y Él nos
brinda la misma habilidad si decidimos operar en ella.
El Salmo 103:9 continúa diciendo: “No contenderá para siempre, ni para
siempre guardará el enojo.” Aquí logramos ver que aun Dios experimenta la
ira santa, el enojo por causa del pecado, la injusticia, la rebelión. ¿No le da
gusto que, aunque lo hagamos enojar, Él no se queda enojado? Dios quiere
que seamos así. Él espera que demos a otros lo que recibimos de Su parte.
Dios nunca espera que demos algo que no nos ha dado antes, pero lo que
nos da, Él espera que lo demos.
Dios le da perdón, y Él espera que usted dé perdón. Él le muestra
misericordia, y Él espera que usted se la regale a otras personas. Él no se
queda enojado con usted, y Él espera que tampoco usted se quede enojado
con otros. Él es lento para airarse, y Él espera que usted también sea lento
para airarse.
Usted y yo podemos ser como Dios porque Su carácter está en
nosotros.13 Es importante creer eso, de otra forma, el diablo inyectará sus
pensamientos a nuestra mente: No puedes ser como Dios. No puedes ser
misericordioso y afable, lento para airarte, grande en misericordia y amor.
No puedes perdonar.
Por eso es tan importante leer nuestra Biblia y llenarnos constantemente
de la Palabra. Puedo decir por experiencia propia que la Palabra de Dios
cambia a las personas porque a mí me ha cambiado por completo, y hará lo
mismo por usted, pero es necesario aprender a aplicarla en nuestra vida
diaria. De otra manera escucharemos al diablo, creeremos sus mentiras, y
pensaremos: Es verdad. No puedo ser así; sólo Dios puede ser así, no es
posible que alguien sea así. No puedo evitar ser una persona airada. No es
culpa mía ser contencioso, quedarme enojado y guardar rencor. No es mi
culpa que sienta coraje y resentimiento hacia las personas.
Sí puede hacer algo al respecto. Pensar de esa manera es una excusa y
nos mantiene atados. Esas maneras equivocadas de pensar pueden causar
que fallemos en terminar gozosos nuestra carrera14. Es verdad que el enojo
contaminará nuestro gozo si no tratamos con él. El enojo es una emoción
negativa que respira muerte en dondequiera que se le permite permanecer,
pero podemos recibir ayuda de parte de Dios por Su Hijo, Jesús, y Su
Palabra, y ser completamente liberados.

SEA LIBERADO DEL ENOJO


Considere los siguientes versículos: “Deja la ira, y desecha el enojo; no te
excites en manera alguna a hacer lo malo. Porque los malignos serán
destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra” (Salmo
37:8–9).
Si usted piensa que tal vez tiene mal carácter ó que se enoja fácil y
rápidamente sin importar lo que cause su enojo, yo lo animo a enfrentarlo,
tome su responsabilidad y trátelo adecuadamente comenzando con oración.
De hecho, siento que el Señor quiere que tome un momento para hacer
una oración por usted para que el enojo no destruya el plan maravilloso que
Él tiene para su vida. Oremos:

Padre, yo pido por las personas que están leyendo este libro que
luchan con la ira, que se ofenden fácilmente o que se enojan con
frecuencia.
Cuando se enojan, no saben cómo soltarlo rápidamente. Pido,
Señor, que hagas una obra poderosa en ellos. Pido que escuchen
Tu voz al hablar a su corazón diciendo: “Aprende en esta área.
Toma la victoria en esta área.”
Padre, yo sé que Tú tienes cosas grandes y maravillosas que
deseas hacer en sus vidas, a través de ellos y por ellos. Sin
embargo, esta área necesita ser resuelta y arreglada.
Te doy gracias Señor, por romper esta atadura del enojo fuera
de control y por darles tu gracia y misericordia. Lo pido en el
nombre de Jesús. Amén.

Una vez que el Roba-gozo del enojo ha sido confrontado en su vida,


llene su corazón de perdón para aquellos que le han ofendido. El próximo
capítulo será para animarle con lo que Dios tiene que decir sobre el Guarda-
gozo del perdón.
ONCE
El Guarda-gozo #5: Sea pronto para perdonar

El gozo es restaurado en su vida cuando aprende a perdonar y a olvidar, y


estas dos virtudes van de la mano. Dios nos dice que Él perdona nuestros
pecados y los pone tan lejos como el este está del oeste,1 y Él nunca más
los recuerda.2
Con frecuencia, intentamos perdonar a las personas, sin embargo, el
perdón no puede completar su obra redentora porque nosotros queremos
recordar lo que nos hicieron. Continuamos hablando y pensando en eso.
Recordar una ofensa pasada abre de nuevo la herida y alimenta el enojo; el
enojo, a su vez, alimenta la falta de perdón.
Una mujer compartió conmigo en una ocasión una lección que Dios le
enseñó por medio de perdonar a su hijo. Su hijo la había desilusionado y
lastimado de muchas formas y, siendo una mujer de Dios, ella llegó al punto
donde sabía que debía perdonarle, y llegó el día cuando se sintió capaz de
hacerlo.
Estaba tan orgullosa de ella misma por perdonarle que le escribió una
carta, describiéndole todas las cosas por las que lo había perdonado.
También les contó a sus amigos y a otras personas todas las cosas por las
que lo había perdonado. Y seguía recordando todas las cosas que había
soltado en cuanto a él.
Un día, mientras pensaba en su hijo y todas las cosas que le había
perdonado, el Señor la llevó a leer 1 Corintios.
Al leer el capítulo 13, el capítulo conocido como “El capítulo del amor,”
llegó al versículo 5, que dice “no guarda rencor” o sea que no tome en
cuenta lo malo que se le ha hecho.
El Señor le dijo: “Eres de las mejores contadoras que conozco.”
Creo que la mayoría de nosotros somos culpables de tener cuentas muy
extensas de las ofensas que hemos sufrido; pero si queremos que el gozo
opere en nuestra vida, tenemos que aprender a perdonar y olvidar. El perdón
necesita ser un estilo de vida. ¿Por qué necesitamos perdonar a otras
personas? Porque nuestra fe no funcionará si no lo hacemos. Terminamos
sufriendo si no perdonamos. Nos hacemos miserables cuando guardamos
rencor.
También debemos perdonar a otros por obediencia a Dios. Si no
perdonamos, la falta de perdón estorbará nuestra comunión con Él, y eso
estorba nuestro crecimiento espiritual. Aparte de eso (como si no fuera
suficiente), la falta de perdón es suciedad espiritual; es como traer tierra y
lodo en nuestro espíritu.
Antes que nada, definitivamente necesitamos perdonar a las personas
que nos han lastimado. Es importante que no dejemos que la amargura, el
resentimiento, y la falta de perdón se acumulen en nuestro interior. También
debemos perdonar a las personas que nos lastimaron mucho en el pasado, y
necesitamos perdonar a las personas que nos lastiman cada día.
De hecho, si ha perdido su gozo a causa de la falta de perdón, le
recomiendo que comience a perdonar ahora mismo. Haga una lista de
personas a las que debe perdonar. Pídale al Señor que le de el poder para
perdonar a estas personas, y después suéltelo y olvídelo.

PERDÓNESE A USTED MISMO


En segundo lugar, quizá tenga que perdonarse a usted mismo. De recién
convertida, yo le rogaba a Dios que me perdonara por la misma cosa cada
noche. Y una noche, el Señor me habló: “Joyce, Yo te perdoné la primera
vez que Me lo pediste. Necesitas perdonarte a ti misma.”
Piénselo. Dios nos perdona desde la primera vez que le pedimos perdón,
pero necesitamos recibirlo.
Yo sé que algunas personas que leen este libro sufrieron de abuso en el
pasado. Algunos de los que leen este libro quizá han abusado de otros en
algún momento. Las personas que han sido maltratadas comúnmente se
convierten en los que maltratan a otros. Es posible que usted se encuentre
en uno o ambos lados de esta clase de dolor. Si usted está guardando falta
de perdón hacia usted mismo o alguna otra persona, perderá el gozo que
Dios quiere que tenga. ¡Suelte aquello!
Muchas de las mujeres que llegan a mis reuniones, o que escuchan mis
mensajes en la radio o por televisión, confiesan que se han hecho abortos.
Muchas han estado en la prostitución en el pasado. Otras personas han
estado involucradas en alguna clase de perversión sexual o adulterio.
Algunas tuvieron relaciones sexuales antes de casarse con la persona que
ahora es su pareja, otras quedaron embarazadas antes de casarse, y ahora se
ven afectados sus matrimonios porque todavía no se han perdonado a ellas
mismas ni a su pareja.
Si usted se encuentra en cualquiera de estas situaciones, o en alguna
similar, no me sorprendería saber que usted ya le ha pedido perdón a Dios
muchísimas veces. Sin embargo usted todavía no tiene gozo porque no se
perdona a usted mismo. Mi reto para usted es que se perdone y que reciba
aquel perdón que le ha pedido a Dios todo este tiempo. Tómelo. Le está
pidiendo a Dios que le dé algo que Él desea darle. Ahora, tómelo.
Muchos individuos resisten el perdón diciendo: “No lo merezco.” ¡Claro
que no merecemos nada de lo que Dios nos da! De una vez debemos dejar
muy claro que no tenemos manera alguna de merecer las bendiciones de
Dios. ¡Pero la gracia es gratis!

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de


vosotros, pues es don de Dios. (Efesios 2:8)

Muchas personas no se perdonan a ellos mismos porque sienten que han


defraudado a Dios. Mi propio marido se sentía así hace muchos años. Él
goza de una fuerte, poderosa relación con Dios, pero en una época no la
tomaba tan en serio como debió haberlo hecho. Durante ese tiempo, tuvo
una experiencia devastadora que le hizo pensar que la presencia de Dios se
había ido de su vida. Después pasó por un tiempo de culpa y condenación
porque sentía que estaba recibiendo un castigo por haber defraudado a Dios.
Fue una lucha muy difícil para él.
Finalmente, se encontraba en una clase bíblica en la que el pastor
enseñaba sobre la culpa y la condenación. Al saber que Dios no le
condenaba, Dave se perdonó a él mismo y fue liberado de la culpa que
sentía. Una vez que había sido sanado y restaurado, Dave comenzó a ir
hacia adelante en todo lo que Dios tenía planeado para él.

SIGA ADELANTE CON DIOS


No puede seguir adelante con Dios si insiste en cargar en su contra todo lo
que ha hecho en el pasado. La única manera que puede avanzar es dejando
lo que quedó atrás.
No podemos comprar la libertad de la culpa. No podemos comprar el
perdón con obras de justicia, aunque eso intentamos. Si nos comportamos
malamente, sentimos que ni siquiera podemos orar hasta que hagamos
algunas cosas para quedar bien con Dios.
Sin embargo, los sentimientos de culpa no compran el perdón.
La culpa es una manera carnal de tratar de pagar el perdón. Las personas
piensan que si se sienten lo suficientemente mal por algo que hicieron,
pueden ganarse el perdón. Algunas personas tratan tanto de pagar por sus
pecados por medio de la culpa que aun rehúsan gozar la vida.
Así era yo por mucho tiempo. Cuando todo no estaba perfecto, no me
permitía sentir gusto o placer. Pensaba que era necesario ganarme y merecer
el gozo, pero aprendí que no podía comprar el perdón castigándome con el
autorechazo.
Vale la pena regocijarnos por lo que dice Isaías 55:1. Dice así: “A todos
los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad
y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.”
Puede ser que usted tiene sed de perdón. Dios invita a todo aquel que
tiene sed a venir a Sus aguas. Todo aquel que tiene hambre puede venir y
comer en Su mesa. La Escritura anterior se trata de aquellos que no tienen
la manera de comprar lo que necesitan de Dios, y eso incluiría a cada uno
de nosotros.
¿Cuál es el precio de recibir bendiciones de Dios? Todo lo que nos hace
falta está a nuestro alcance simplemente con rendirnos para recibir la
bendición. Me encanta eso.
Simplemente decida perdonarse, y siga adelante con los planes de Dios.
Para ser liberado de la prisión emocional del enojo y la falta de perdón, le
animo a que haga esta oración:

Bueno, Dios, me rindo a Tí. Ya no intentaré ganarme Tu bondad.


Recibiré Tu bendición y lo que no merezco.
Recibo Tu perdón por mis pecados, mis errores, y mis faltas.
Así como Tú me has perdonado, también perdonaré a los que me
han lastimado, no porque merecen ser perdonados, sino porque
Tu gracia fluye en mi vida y a través de ella.
Pido que bendigas a aquellos que me han lastimado para que
ellos también, lleguen a experimentar el gozo de Tu perdón.
Amén.

Isaías 61:1 dice que Jesús fue ungido para predicar las buenas nuevas a
los abatidos, para vendar a los quebrantados de corazón, para publicar
libertad a los cautivos espirituales, y para abrir la prisión y los ojos de los
presos. Esto significa que Jesús ha abierto la puerta de la prisión de la falta
de perdón. La falta de perdón no le atará más. Jesús no sólo le abre la
puerta, sino también abre sus ojos para que pueda ver su libertad.
Algunas puertas de prisiones han estado abiertas por años, pero los
creyentes siguen sentados dentro de su celda porque no perciben que están
abiertas. No han comprendido su libertad en Cristo. Asegúrese de que usted
no sea unos de eso cautivos.
No es ningún accidente que usted esté leyendo este libro. Jesús le está
abriendo los ojos para que vea que ha quedado libre de lo que le podía robar
su gozo. La Palabra de Dios es la llave que abre la puerta de cualquier
prisión en la que se encuentre. No sea adicto a estar siempre en contra suya.
Suéltelo. No sea adicto a la culpa y la condena. No se sancione por algo que
Dios ya le ha perdonado.
Jesús le dijo a Pablo que Su propósito al llamarlo para predicar el
evangelio era “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las
tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por
la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”
(Hechos 26:18, cursivas mías).
Jesús vino para abrir nuestros ojos y así sacarnos de la oscuridad a la
luz. La Biblia no dice que ganemos el perdón, ni tampoco que lo
obtengamos, dice que lo recibamos.
Este propósito fue la razón por la que Jesús dijo en la cruz:
“¡Consumado es!” No hay otro sacrificio que se puede hacer por nuestro
gozo. No podemos añadir nuestro sacrificio al Suyo. Su sacrificio fue
perfecto. Ha sido terminado, completado ahora, sólo nos queda recibir la
provisión de Dios, como lo explican los siguientes pasajes de la Escritura:

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su


nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. (Juan
1:12, cursivas mías).
Porque todo lo que Dios crío es bueno, y nada hay que
desechar, tomándose con hacimiento de gracias. (1 Timoteo
4:4)
Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de
malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la
cual puede salvar vuestras almas. (Santiago 1:21)

Necesitamos aprender a recibir.

PERDONE A DIOS
La tercera Persona a la que debe perdonar es Dios. Quizá le suene tan raro
como me sonó a mí la primera vez que escuché a alguien que pedía oración
porque no podía perdonar a Dios, pero las personas pueden permitir el
crecimiento de la amargura y el resentimiento hacia Dios, especialmente si
han experimentado muchas desilusiones en su vida.
Las personas culpan a Dios por su infelicidad, y el diablo quiere que
usted culpe a Dios si no es feliz. Él quiere crear una separación entre Dios y
usted para que pierda su gozo.
En algunas ocasiones, las personas intentan obtener las cosas que desean
de parte de Dios imitando lo que han visto que otras personas hacen. Y
después se enojan porque no les contesta de la manera que esperaban que lo
hiciera. Al imitar las acciones de otros, están haciendo algo que Dios no les
mandó hacer a ellos. No se enoje con Dios por no bendecir algo que Él no
le mandó hacer. Y no culpe a Dios por las cosas que el diablo ha traído a su
vida. Si usted tiene una falta de perdón en su corazón para Dios, entréguelo
a Él y suéltelo.
Dios no le defraudará si espera con fe oír una palabra personal de parte
de Él, una palabra “rhema.”3 Romanos 10:17 nos enseña: “Así que la fe es
por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”
Si usted busca tener gozo en la vida, tiene que creer que Dios es bueno y
que Él recompensa a los que diligentemente le buscan.4
Su vida se llenará de gozo cuando deje de demandar razones del porqué
le suceden cosas malas. Yo le pregunté a Dios durante años por qué mi
niñez había sido llena de abuso. Me preguntaba por qué Dios no había
intervenido. ¿Por qué no hizo algo para detener el abuso si Él es tan grande
y poderoso?
Tenía una mala actitud, una actitud que me hacía pensar que todos me
debían algo. Y no pude tener una buena relación con nadie hasta que la
verdad de la Palabra de Dios me liberó de la necesidad de encontrar las
respuestas a mis preguntas. Empecé a hacer cosas a la manera de Dios y Él
mismo fue mi recompensa.
Dios quiere bendecir a cada persona. Dios está bendiciendo mi vida. Él
está haciendo algunas cosas grandes y poderosas, y las estoy disfrutando.
Sin importar lo que usted esté pasando ahora, o cuánto le pueda doler, no
culpe a Dios. No siempre entenderá lo que está sucediendo, pero Dios es
perfecto. Él es bueno, y Él tiene la razón. Las faltas y los errores son
causados por el hombre, o instigados por el diablo.
Si usted ha sentido coraje con Dios, le animo a que se lo entregue a Él.
Puede sonar raro, porque nosotros siempre le estamos pidiendo perdón a
Dios, pero haga esta sencilla oración: “Dios, Te perdono. Mis problemas no
son por culpa Tuya. Tú eres mi respuesta.”
Por supuesto que Dios no necesita nuestro perdón, pero usted quizá
necesite perdonar.
Mi fe en Dios pasó una prueba muy severa en 1989 cuando se me
detectó cáncer. Había ido para una revisión normal, y nunca esperé que se
me diera semejante reporte. Dos semanas más tarde, me encontraba en el
hospital donde recibí una intervención quirúrgica.
Llegó a mí la tentación de amargarme. Quería razonar con Dios, decirle
que yo no merecía esto. Quería recordarle que yo trabajaba para Él. ¿No se
acordaba de mí?
En ocasiones, queremos decirle a Dios todas las cosas buenas que hemos
hecho, pero Dios me instruyó en lo que Él deseaba oír de mi boca durante
ese tiempo. Él dijo: “Lo único que quiero oírte decir es: ‘Yo Te amo. Sé que
Tú me amas. Confío en Tí. Dios es bueno. Éste es el día que ha hecho el
Señor. Me regocijaré y alegraré en Él’.”
Por supuesto que Dios me ayudó a salir del cáncer. He experimentado la
victoria, y todo está de maravilla nuevamente. Si me hubiera amargado con
Dios, estoy plenamente convencida de que no estaría en el ministerio el día
de hoy.
El diablo quiere que le eche la culpa a Dios por sus problemas, pero no
lo haga. La falta de perdón es como ingerir veneno y esperar a que muera su
enemigo. Sea libre, perdone a todos los que le han lastimado desde hace
años hasta el día más reciente. Decida perdonar a todos, perdónese a usted
mismo, y perdone a Dios. Y después olvídese de eso, reciba y abrace el
gozo del Señor en su vida.

OLVÍDESE Y GÓCESE
La palabra olvidar significa: “Perder el recuerdo de una cosa; desatender
intencionalmente, voltearse; no pensar en una cosa.”5
Cuando Dios nos dice que debemos olvidar lo que queda atrás, no creo
que quiera decir que no vamos a poder recordar; creo que Él nos está
animando a escoger deliberadamente no recordar.
El olvidar es una decisión. La Biblia dice que debemos escoger recordar
las mejores cosas de la vida: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es
verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo
lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza,
en esto pensad” (Filipenses 4:8). Dios nos está diciendo, en otras palabras,
que esto es lo que nos traerá gozo.
Olvidar heridas pasadas es no volver a mencionarlas. Quiere decir que
no las tomamos en cuenta ni las recordamos. Cuando Dave y yo
discutíamos, ¡yo le recordaba algo que me había lastimado el primer año de
nuestro matrimonio!
Él me miraba y decía: “¿Cómo puedes recordar todo eso?”
No era difícil recordar. ¡Lo meditaba mientras lavaba la loza y la ropa!
Lo ensayaba. Justo como la madre que estaba guardando la lista de las
ofensas de su hijo, yo mantenía cuentas muy detalladas también. Al entrar
Dave y yo en el campo de batalla, no tenía que ir a buscar mi enojo, estaba
a la mano, listo. Tenía surcos, impresiones en mi cerebro por tanto tiempo
que pasaba reviviendo mi ira.
Si queremos vivir en gozo, es necesario que no nos preocupemos por las
ofensas del pasado. Pablo enseñó:

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una


cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio
del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses
3:13–14, cursivas mías)

Puede ser que usted siente que no puede dejar de pensar en lo que le
causa ira, pero puede decidir dejar de pensar en lo que le causa ira. La
Biblia nos manda que debemos derribar todas las imaginaciones altivas que
se levanten contra el conocimiento de Dios.6
El tener mala cara por todas las cosas que le han hecho puede llegar a
ser una adicción, pero también puede pedirle a Dios que le ayude. Él le dará
el poder para pensar en todas las cosas que traerán beneficio y bendición a
su vida.
Recordar las heridas del pasado no le beneficiará; los malos recuerdos
no le ayudarán a vivir una vida gozosa. Tiene que proponerse formar el
hábito de pensar en las promesas de Dios y no en las cosas malas.
Decida perdonar. Reconozca y acepte que hay personas en su vida que
tienen que ser perdonadas vez tras vez, muchas veces al día.
Sentirá gozo al perdonar las ofensas imprudentes causadas por los
demás y también al perdonar a las personas cuyas personalidades le irritan y
molestan.
Aun sentirá gozo cuando usted esté dispuesto a perdonar a alguien siete
veces por la misma ofensa.7
Siempre habrá personas en su vida que le darán oportunidad de sentirse
ofendido. Aunque nadie le esté mintiendo, o robando, siempre habrá
conductores imprudentes, clientes descorteses, y aquellas personas que se
meten a la fila, y todos ellos le darán nuevas oportunidades cada día de
sentir el gozo que trae consigo el perdón.
Si su deseo es caminar en gozo, tendrá que caminar en perdón. El
Espíritu Santo le dará el poder para disfrutar la vida.8 Si realmente desea
que el gozo abunde, entonces perdone a sus enemigos. Jesús dijo:

Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos,


haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os
maldicen, y orad por los que os calumnian. (Lucas 6:27–28)

SEA UNA PERSONA DEL PRESENTE


Tome la decisión de ser una persona que vive cada día en el gozo del Señor.
No viva en el pasado. Aun las cosas buenas del pasado en ocasiones pueden
obstruir nuestra habilidad de recibir las cosas buenas de hoy si vivimos
demasiado tiempo en ellas. Sea una persona que vive para gozar del
presente, ahora mismo.
Dios quiere que tenga gozo porque suceden cosas grandes y poderosas
en la vida de los que creen. Nunca ha habido, ni nunca habrá, un día igual o
paralelo a éste. Ayer se ha ido para siempre, se ha perdido en las sombras
del pasado. El mañana aun no ha llegado. Entonces, viva al máximo este
día. Sea una persona del presente, llena del gozo del Señor.
A estas alturas deberá sentirse bien preparado para mantener y guardar
su gozo cuando llegue el enemigo a robárselo. El próximo capítulo le
mostrará porqué el Robagozo de los celos también tiene que ser derrotado.
DOCE
El Roba-gozo #6: Celos y envidia

Nunca se compare con otra persona porque abre la puerta a la codicia, los
celos y la envidia. Este es uno de los mandamientos de Dios: “No
codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su
siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”
(Éxodo 20:17).
Codiciar lo que otros tienen es una de las principales razones por la que
las personas pierden su gozo. Dios quiere que sus hijos aprendan a amar sus
propias casas, sus propias parejas, sus propios dones y habilidades, sus
propias posiciones y posesiones, no las de otra persona.
“Quisiera tener su vida.”
“Quisiera tener su auto.”
“Quisiera tener sus hijos.”
“Quisiera tener talento musical para ser líder de alabanza y viajar con un
ministerio importante.”
“Quisiera tener una posición de liderazgo para ser el jefe.”
¿Significa el mandamiento entonces, que es malo desear las mismas
cosas que otras personas tienen? No, no hay nada de malo con eso, pero
nunca debemos desear lo que otra persona tiene hasta el extremo de tenerle
envidia o celos. Estas emociones negativas envenenan nuestra propia vida e
impiden que podamos gozar de buenas relaciones con los demás.
Trato de evitar ver a las personas y pensar algo como: Ay, cómo me
gustaría verme como ella. Me gustaría tener el cabello como ella. Mi
cabello es muy delgadito y lacio. Me lo corto cada dos semanas para
mantener mi estilo corto porque parece ser el estilo que mejor se acopla a
mi cabello. Le pongo tintes y lo decoloro, y le echo todo cuanto pueda
encontrar, espuma, fijador y spray.
La mayor de mis hijas, Laura, tiene mucho cabello. Mientras crecía, se
levantaba de mañana y se arreglaba el cabello con simplemente agacharse y
pasar los dedos por su cabello, y lucía precioso. La menor de mis hijas,
Sandra, y yo nos peinábamos con spray, estirando y gritando, pero Laura no
tenía que hacer nada de eso para que su pelo luciera hermoso.
Nosotras las mujeres, a veces vemos las modelos que salen en las
revistas y nos sentimos celosas y envidiosas por su apariencia, pero la
mayoría de esas mujeres no se ven así naturalmente.
Usted puede estar en desacuerdo y decir: “Ah pero sí se ven así. Son
fotografías verdaderas de ellas.”
Me parecen muy bellas estas modelos, pero no es un secreto que las
revistas retocan las fotos cuando es necesario. Y gran cantidad de las
modelos son adolescentes con la piel que parece leche y miel y una figura
de jovencita, pero después de haber dado a luz unos cuantos hijos, una
mujer, normalmente, no luce así.
Cuando llega uno a mi edad, el cuerpo ya no tiene la misma firmeza y
aunque la cirugía, quizá, puede arreglar algunas cosas, no todas tienen
remedio.
Así que, nos quedamos viendo a aquellas muchachas bellas y jóvenes de
las portadas, y nos sentimos viejas, feas, gordas, y arrugadas. Nos sentimos
tan mal que si no nos cuidamos, comenzamos a pensar: Cómo quisiera
verme así. Detesto a esas modelos.
Encontramos esa clase de envidia en la historia de José y su túnica, un
regalo especial de su padre amoroso, Israel.1 La túnica era muy hermosa, y
todos los hermanos de José se pusieron celosos. De hecho, la Biblia dice
que lo odiaron tanto a causa de su túnica, que tramaron matarle, pero luego
decidieron venderlo como esclavo. Se podría decir que ese es un resultado
extremo de los celos, pero nos sirve para recordar lo peligrosos que pueden
ser.
Le animo a que deje de compararse con otras personas en cuanto a su
apariencia, la posición que ocupa, o cualquier otra cosa que ellos puedan
tener que usted no tiene. Las comparaciones sólo estorban la obra de Dios
en su vida.

AME SU VIDA
Este es el problema: La codicia, los celos, y la envidia no es simplemente
decir: “Me gustaría tener el cabello como ella,” o “Me gustaría poder bajar
de peso tan fácilmente como aquella persona.” Estas emociones negativas
pueden causar que usted no ame a la persona que posee lo que usted desea.
Dios coloca dones en las personas para beneficiar a otros: “Mas todas
estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo particularmente a
cada uno como quiere” (1 Corintios 12:11). Dios comenzó a mostrarme,
años atrás, que Él pone un don en alguien para que me puedan ministrar a
mí, si me pongo celosa o envidiosa por causa del don de la otra persona, no
podré recibir ningún beneficio de él.
La única manera que recibiremos lo que Dios ha puesto en otros para
nuestro beneficio es reconociendo que nosotros no lo tenemos y
probablemente nunca lo tendremos. Dios ha dotado a ciertos individuos y
los ha traído a nuestra vida para que compartan sus dones con nosotros y
para que nosotros podamos compartir los nuestros con ellos. Así es como el
cuerpo de Cristo funciona en armonía para bendecirse los unos a los otros.
Permítame darle un ejemplo. Quizá usted puede coser, y su vecina puede
hornear. Quizá usted no puede guisar sin que se le queme la comida, y su
vecina no puede ni dar una puntada. En vez de tenerse envidia y celos a
causa de los dones de la otra, las dos pueden apreciar el hecho de que Dios
puso a alguien en su vida con el don que la otra no tiene para que se
complementen.
No tiene que ser codicioso, celoso, o envidioso de los demás. Dios
quiere que usted sepa que es único y Él tiene un plan individualizado,
especializado para usted.2 Así que aprenda a amar su vida.
NO JUZGUE
Tenerle celos a alguien por lo que tienen nos lleva a juzgarles, algo que la
Palabra claramente nos enseña que es malo: “No juzguéis, para que no seáis
juzgados” (Mateo 7:1). El juzgar tiene su raíz en el orgullo; produce
chismes y toda clase de males, y es un problema muy grande entre los
creyentes de hoy. La Biblia habla mucho sobre el juzgar a otros. Cuando
juzgamos a alguien por lo que posee, sus casas, sus carros, sus joyas, su
ropa, normalmente no es por lo que ellos tienen, sino porque no estamos
contentos con lo que nosotros tenemos.
Por ejemplo, si siento envidia por el carro que trae alguien, entonces en
realidad estamos diciendo: “No estoy contenta con mi carro, y quiero el
tuyo.”
En una ocasión, me regalaron un auto nuevo. Ahora, la mayoría de las
personas que me vieron manejando ese carro no sabían que me lo habían
regalado. Era un auto deportivo, y es la clase de cosa por la que un
predicador puede ser fácilmente juzgado.
Puede ser que usted diga: “Quisiera que alguien me regalara a mí un
carro.”
Tengo que confesar, ha habido momentos cuando, al escuchar de la
bendición que otra persona recibe, yo pienso: ¿Cuándo me sucederá eso a
mí? Cuando entra ese pensamiento en mi mente, de inmediato abro mi boca
y digo: “Estoy muy contenta por ellos, si Dios lo puede hacer para ellos, Él
lo puede hacer para mí también.”
En lugar de sentir descontento, celos o envidia cuando Dios bendice a
alguien con algo que nos gustaría tener, podemos alegrarnos con ellos y
permitir que su bendición nos dé ánimo, creyendo que lo que Dios hizo para
ellos, Él puede hacerlo también para nosotros.
Envidiar las bendiciones que recibe otra persona estorbará la llegada de
sus propias bendiciones. Antes de permitirse envidiar las bendiciones de
otros, hágase estas preguntas:

¿Qué tan duro estoy dispuesto a trabajar para obtener


aquello?
¿Qué clase de sacrificios estoy dispuesto a hacer?
¿Qué estoy dispuesto a hacer para dar mi vida para ayudar a
alguien así como lo hizo aquella persona?
¿Cuántas semillas estoy dispuesto a sembrar?
¿Estoy dispuesto a regalar lo que Dios me pida que regale?
¿Cuánto tengo aun en mi poder que Dios me dijo desde hace
tiempo que regalara?

Siempre queremos lo que otras personas tienen, pero no queremos hacer


lo que ellos hicieron para obtenerlo. Si vemos el carro de alguien y lo
juzgamos por poseerlo, quizá digamos: “No creo que él o ella debería tener
ese auto; no creo que sea un buen testimonio.”
¿Podría ser que el problema no es tanto el que tenga el carro sino el que
nosotros no lo tenemos? Si estuviéramos manejando uno igual ¿todavía
tendríamos un problema con que la persona lo tenga?
Imagínese que vemos un artículo de ropa que trae alguien y decimos:
“Reconozco ese artículo, y yo sé lo que pagaron por él. No creo que esté
bien eso. No creo que deban pagar tanto dinero por su ropa.”
Si tuviéramos uno igual ¿nos importaría que vistieran eso? ¿Nos
importaría que alguien tuviera un abrigo de pieles si nosotros tuviéramos
uno? ¿Nos importaría que portaran un anillo de diamantes si nosotros
también portáramos uno? ¿Nos importaría que vivan en una casa grande si
nosotros también viviéramos en una?
Si somos honestos, en la mayoría de los casos, la causa del problema de
juzgar a los demás es porque nosotros no estamos contentos con lo que Dios
nos está dando. Pienso que Dios toma esa clase de actitud en nosotros como
algo personal, porque si estamos descontentos con lo que tenemos, en
realidad estamos insinuando que no estamos satisfechos con lo que Él está
haciendo en nuestra vida.
Quizá usted pregunta: “Pero, ¿no se supone que debo anhelar más de lo
que tengo ahora?”
Sí, pero puede orar y pedirle a Dios lo que desea.
Sin embargo, tiene que confiar en Él y esperar el tiempo cuando Él
decida dárselo.
Yo he deseado muchas cosas mucho antes de obtenerlas. Al mirar atrás,
me doy cuenta de que es muy bueno que Dios no me haya dado aquellas
cosas cuando se las pedí porque no eran lo que necesitaba en ese momento.
La envidia y los celos nos llevarán a perseguir cosas que Dios nos dará
en Su tiempo, si es Su voluntad que las tengamos. Luchar para cambiar
nuestra situación o circunstancia sólo robará nuestro gozo.
¿Quiere tener gozo y bendición en extremo?
En el momento de sentir celos o envidia, sea honesto con Dios y pídale
Su ayuda para vivir libre de esas emociones. Después, cambie los
sentimientos de celos por las promesas de la Palabra de Dios, y confíe que
Él llevará a cabo Su perfecto plan en su vida hasta que vea el resultado. El
próximo Guarda-gozo le mostrará cómo ser bendecido de tal manera que no
querrá ninguna otra vida más que la suya.
TRECE
El Guarda-gozo #6: Sea bendecido
sobreabundantemente

Usted no será tentado a codiciar las pertenencias de otra persona si


simplemente obedece lo que el Señor le diga que haga. ¡La obediencia
causará que usted sea radical y sobreabundantemente bendecido! Si usted se
deleita en Dios, Él le dará los deseos de su corazón, justo como lo promete
la Escritura:

Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de


tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él
hará.
Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con
motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace
maldades.
Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en
Jehová, ellos heredarán la tierra. (Salmo 37:4–5, 7, 9)

Si usted desea bendiciones sobreabundantes, tendrá que aprender a mostrar


obediencia radical a lo que el Señor le mande hacer.
Para obedecer a Dios, es necesario saber cómo oírle. Comparto
enseñanzas extensas sobre este tema en mi libro How to Hear from God
(Cómo oír a Dios), porque saber oír la voz de Dios es esencial para poder
experimentar verdadero gozo, repetiré algunos de los fundamentos de este
importante principio de la fe.
Antes de explicar lo que quiero decir con oír de Dios, permítame ilustrar
lo que sucede cuando no le oímos. La siguiente historia muestra cómo nos
podemos cansar y perder nuestro gozo cuando seguimos nuestro propio
camino, cumpliendo nuestros propios deseos:

Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a Sus discípulos


junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: estaban
juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de
Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus
discípulos.
Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos
nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y
aquella noche no pescaron nada. (Juan 21:1–3, cursivas mías)

¿Nunca ha escuchado una sugerencia que le parece buena, y sus


emociones saltan de entusiasmo con el deseo de participar? Quizá usted
dice: “¡Voy a pescar contigo!” No estoy diciendo que es necesario tener una
palabra de Dios cada vez que hacemos algo, pero la Biblia dice que
debemos reconocer a Dios en todos nuestros caminos, y Él nos mostrará
claramente el camino que debemos tomar.1
Reconocer a Dios básicamente quiere decir que nos importa lo que Él
piensa. Se supone que vivimos nuestra vida de una manera que se nota
nuestro deseo de complacer a Dios con cada una de nuestras acciones.
Debemos someter nuestra voluntad a Dios cada día. Si quiere experimentar
gozo, pienso que ésta debe ser una petición diaria:

Dios, no quiero hacer ninguna cosa sin Tí hoy. Si comienzo a


hacer algo que no es Tu voluntad, quiero que Tú me adviertas al
respecto. Permíteme sentir una duda, un freno en mi corazón si lo
que estoy por hacer no es de acuerdo con Tu perfecta voluntad.
No quiero Tu voluntad permisiva, no quiero estar fuera de Tu
voluntad, sólo quiero Tu perfecta voluntad en mi vida.
Ayúdame a no ser obstinado, testarudo, o duro de corazón. Ya
tuve suficiente de mi propia voluntad. Ya sé por experiencia que si
hago lo que quiero y no es lo que Tú quieres, no sale bien para
mí, Dios. Así que, estoy dispuesto a seguirte, sólo hazme claro el
camino, por favor.

Si usted ora algo semejante a esto cada día, estoy segura de que Dios no
permitirá que usted se salga de Su voluntad. No nos podemos guardar en Su
voluntad sin la ayuda de Dios; la carne es demasiado fuerte. Dios sabe
cómo guiarnos si se lo permitimos.
Cuando al principio aprendí qué tan importante es caminar en la
voluntad de Dios, me preocupaba mi carácter tan fuerte. Mi preocupación
era que sin importar cuánto quisiera seguir a Dios, nunca podría caminar en
Su perfecta voluntad. Dios me mostró que si seguía orando y confiando en
Él, Él se encargaría del resto. Si comenzara a salirme del camino, Él se
aseguraría de que me metiera de nuevo. Con frecuencia le decía a Dios que
no quería que me permitiera hacer ninguna cosa que no se alineara con Su
voluntad.
La Palabra no nos dice específicamente en cuanto a muchas cosas si son
o no lo mejor que Dios tiene para nosotros. Si me encuentro pidiendo por
algo que no se encuentra en la Palabra de Dios, simplemente le digo:
“Señor, quiero esto. Estoy orando por esto, pero quiero Tu voluntad antes
que la mía. Así que, Señor, si no es el tiempo, o si lo que estoy pidiendo no
es realmente lo que Tú deseas para mí, entonces, por favor, no me lo des.”
Oro de esa manera ahora porque lo intenté a mi manera y no me trajo
gozo.
Jesús es el autor y consumador de nuestra fe,2 pero
tenemos que saber que no se ve obligado a terminar algo que no está
dentro de Su plan para nuestra vida. Comenzamos con obras de la carne,
como si nos fuéramos de pesca, pero no tiene caso enojarnos con Dios
porque no bendice algo que nunca fue idea Suya. Es mejor aprender a
esperar y escuchar lo que nos está diciendo, y luego simplemente
obedecerle.
Nos podemos dejar llevar por la emoción del momento, como lo
hicieron los amigos de Pedro, y lanzarnos a algo aparentemente grandioso,
pero nos robará nuestro gozo y nos cansará si la presencia y el poder de
Dios no están allí para bendecirlo.
“Pedro y los muchachos no pescaron nada en toda la noche.” ¡Qué
lección! Cuando nos vamos por nuestro propio lado, eso es exactamente lo
que pescamos, ¡nada! Sin embargo los siguientes versículos nos enseñan
qué importante es oír y obedecer al Señor:

Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas


los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis
algo de comer? Le respondieron: No.
Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis.
Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad
de peces. (Juan 21:4–6)

Pescar fuera de la voluntad de Dios es el equivalente a pescar del lado


equivocado de la barca.
Quizá usted ha estado luchando, batallando y trabajando para hacer que
algo suceda; tratando de hacer funcionar un plan, tratando de cambiar las
cosas, tratando de cambiarse a usted mismo, tratando de hacer que arranque
su ministerio o que crezca su ministerio, tratando de conseguir más dinero,
tratando de ser sanado, tratando de cambiar o encontrar una pareja. Si usted
ha estado trabajando, trabajando y trabajando sin ningún resultado, puede
ser que Dios le esté preguntando: “¿Has pescado algo?”
Si se encuentra cansado después de toda su labor, quizá Dios le está
diciendo que está pescando del lado equivocado de la barca. Quizá está
fuera del tiempo de Dios o quizá está por completo fuera de Su voluntad.
Si ha perdido su gozo, le sugiero que rinda su voluntad a Dios, porque
Él quiere bendecir su vida de manera sobreabundante. Comience a orar:
“Señor, hágase Tu voluntad y no la mía.”

DISPÓNGASE A OBEDECER A DIOS


Obedecer a Dios puede llevarle a hacer algo que no quiere. Tendrá que
confiar que la obediencia le llevará al gozo, porque Dios siempre quiere lo
mejor para usted.3
Jesús le preguntó a Simón Pedro: “Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas más
que éstos? Le respondió: Sí, Señor; Tú sabes que Te amo. Él le dijo:
Apacienta Mis corderos” (Juan 21:15).
Si amamos a Jesús, el final de todo es que estamos para hacer cosas
buenas para otros. Jesús le preguntó tres veces a Pedro si le amaba, y cada
vez Jesús dijo: “Si Me amas, cuida a los que Me siguen.”
En Juan 21:18, Jesús le dijo a Pedro: “De cierto, de cierto te digo:
Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya
seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no
quieras.” Dios me retó con esta Escritura al mostrarme que cuando somos
nuevos creyentes, tenemos nuestros propios planes y andamos en nuestros
propios caminos, y conforme nos rendimos a Dios para verdaderamente
seguirle, nos pedirá que hagamos cosas que no queremos hacer al principio.
Sin embargo, si verdaderamente le amamos, permitiremos que Él haga Su
voluntad en nuestra vida.4
¿Se encuentra en un lugar ahora en el que Dios le está pidiendo hacer
algo que no quiere hacer? Le animo fuertemente a someterse a Él; depende
su gozo de ello.
Yo pienso que nuestra obediencia a Él se relaciona directamente con
cuánto le amamos. Conforme crece nuestro amor por Jesús, nuestra
obediencia es más radical. Hoy en día estoy más radicalmente enamorada
de Jesús que cuando comencé en el ministerio. Mi amor por el Señor crece
así como ha crecido a través de los años mi amor por Dave. Ciertamente
amo mucho más a Dave ahora que el día de nuestra boda, y yo sé que mi
amor por él continuará profundizándose.
Yo pienso que conforme obedecemos más a Dios, le amaremos más, y la
obediencia traerá consigo tanta bendición tan increíble que nuestro amor
por Él crecerá más y más. Conforme va creciendo nuestro amor, nuestro
gozo abundará.
Es mi experiencia que entre más amo a Jesús, más dominio propio tengo
en mi vida. Cuando tengo más domino propio es más fácil decir “No” a los
deseos egoístas y “Sí” a Dios, porque “el amor de Cristo nos constriñe” (2
Corintios 5:14).
Conforme nuestro amor por Dios crece, no vamos a querer ofenderle.
No vamos a querer ofender al Espíritu Santo. Lo único que vamos a querer
hacer es lo que Dios quiere que hagamos, y por la obediencia recibiremos
gran gozo.

PUES que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros


también estad armados del mismo pensamiento: que el que ha
padecido en la carne cesó de pecado; Para que ya el tiempo que
queda en la carne, viva, no a las concupiscencias de los hombres,
sino a la voluntad de Dios. (1 Pedro 4:1–2)

Dios le quiere hablar, pero no le servirá a Él de nada si usted no está


dispuesto a obedecerle. Es posible que su carne sufra al obedecer a Dios,
pero no caminará en la voluntad de Dios hasta que rinda el hacer todo a su
manera y permita que Dios lo lleve al lugar que Él sabe que es el mejor para
usted.
Ármese con la manera de pensar que dice: Prefiero sufrir que fallar en
no complacer y agradar a Dios. Si se rinde a Él, nunca más desobedecerá a
Dios intencionalmente.

ESTÉ DISPUESTO A OÍR LA VOZ DE DIOS


Ya que está dispuesto a obedecer a Dios, debe aprender a oír Sus
instrucciones. Desde el principio, Dios ha conversado con Su pueblo. Adán
y Eva escucharon la voz de Dios en la tarde de cada día.5 En el libro de
Apocalipsis, vemos que Juan escuchó la voz de Dios estando en la isla de
Patmos.
Saulo, que se convirtió en Pablo, escuchó la voz del Señor estando en el
camino a Damasco:
Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y Él dijo: ¿Quién eres,
Señor? Y Él dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa es
dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo:
Señor, ¿qué quieres que haga? Y el Señor le dice: Levántate y
entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer. (Hechos
9:4–6)

Lo maravilloso es que Saulo respondió de inmediato: “¡Señor! ¿Qué


quieres que yo haga?” Por eso Dios debe haberlo escogido a Saulo para
traernos una revelación de la gracia. Dios escogió a uno de los peores
pecadores que existían para mostrarnos lo que la gracia verdaderamente es.
Saulo perseguía a los cristianos cuando escuchó por primera vez la voz de
Dios; pero lo bueno de Saulo es que pronto llegó la corrección de Jesús a él,
y se sometió a ella.
Entonces, ¿cómo oímos la voz de Dios?

DIOS NOS HABLA POR MEDIO DE SU PALABRA


Lo primero que debe hacer si quiere oír la voz de Dios (Su rhema) es
estudiar Su Palabra escrita (Su logos).6 No importando la manera que Dios
le hable, siempre estará de acuerdo con Su Palabra escrita.
Entre más conocimiento tenga de la Palabra logos (escrita), más puede
hablarle Dios una palabra rhema (personal) cuando lo necesite. De esta
manera, Él puede hablar a su corazón trayendo a su memoria versículos
específicos que hablen a su necesidad. O, al estar leyendo la Palabra, Dios
le alumbra un pasaje y lo comprende en relación a su situación. Esta es una
manera común de cómo Dios puede hablarle.
La Biblia dice que la fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios.
En The Amplified Bible, Romanos 10:17 dice: “Así que la fe viene por oír
[lo hablado], y lo que se oye viene por medio de la predicación [el mensaje
que llegó por la boca] de Cristo [el Mesías]” (Romanos 10:17).
Un día, estaba en un avión sintiéndome lastimada por una situación en la
que me habían tratado injustamente. Me sentía triste por ello, pero abrí mi
Biblia, y de inmediato mi vista cayó sobre Zacarías 9:12: “Volveos a la
fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os
restauraré el doble.”
Mi fe subió a un nivel más alto al leer eso. Yo sabía que Dios me estaba
diciendo que si no perdía la esperanza, y mantenía la actitud correcta, algún
día el Señor me devolvería el “doble” de lo que se me había restado en esa
situación. Y he visto el cumplimiento de esa promesa, sin lugar a dudas.
Sucedió sólo un año después, casi exacto, que Dios hizo algo increíble para
bendecirme.
Si quiere oír la voz de Dios, le animo a amar la Palabra escrita. Pase
tiempo leyéndola y guardándola en su corazón. Después, cuando Dios le
muestre una Escritura, así como lo hizo conmigo, usted sabrá que es el
Espíritu Santo que le dice: “Ten, esto es para ti.”
Cuando la Escritura cobra vida para usted y le encuentra un nuevo
significado, no lo deje ir, porque Dios le está hablando a usted. Cuando las
respuestas le llegan directamente de Dios, su fe le ayudará a sobrellevar
cualquier prueba que pueda estar enfrentando.

LA VOZ AUDIBLE DE DIOS


Existe la voz audible de Dios, pero no nos habla de esa manera muy
frecuentemente. Se hace referencia a la voz audible de Dios en Daniel 4:31,
y otra vez en Mateo 3:17 cuando se bautizó Jesús. Hay personas que dan
testimonio de haber oído la voz audible de Dios, y yo la he escuchado
algunas veces en mi vida.
Dios habla de esta manera pocas veces, sin embargo está ansioso de
hablarnos de muchas maneras más. Creo que es importante explicar que en
la mayoría de los casos cuando los cristianos dicen: “Dios me dijo…,” se
están refiriendo a que Dios les habla a su corazón.
Primera Reyes 19:12 nos narra la ocasión en la que Elías necesitaba oír
algo de parte de Dios. Dios no le habló a través del terremoto ni del fuego,
sino por medio de un silbido apacible y delicado. Existen muchas voces en
este mundo, pero la voz de Dios siempre llega de acuerdo a Su Palabra. Su
voz está llena de sabiduría y sentido común, y lo deja a uno lleno de paz.
Dios habla a través de intervenciones sobrenaturales. En mi libro How to
Hear from God (Cómo oír de Dios), comparto algunos ejemplos de cómo
Dios usa en ocasiones las profecías, los sueños, y las visiones para hablar a
Su pueblo.
Yo he tenido algunos sueños durante mi vida que creo que eran
proféticos, pero la mayoría de mis sueños no son mensajes de parte de Dios.
Si un sueño viene de Dios, creo que de inmediato sabrá lo que le quiere
mostrar, o recibirá la interpretación de él.
Por ejemplo, al principiar este ministerio, tuve un sueño en el que iba
conduciendo en una fila de autos cuando repentinamente muchos
comenzaron a desviarse y se estacionaron al lado del camino para evitar un
puente que estaba sumergido en el agua.
Al despertar, sentí la voz suave, apacible de Dios que me decía: “Joyce,
emprenderás una nueva jornada. Habrá momentos cuando el camino por
delante parece ser inseguro y peligroso, y te sentirás un poco insegura.”
Continuó: “Siempre habrá lugares en el camino para estacionarte. Siempre
podrás encontrar dónde dar la vuelta, pero Yo estoy buscando a alguien que
siga hasta el fin y haga lo que Yo le mande.”
Cuando llegaron a mí las luchas y se pusieron difíciles las cosas, recordé
cómo Dios me había advertido desde el principio que sería tentada a parar.
Saber que Dios me había mostrado por adelantado lo que enfrentaría me dio
la fuerza que necesitaba para enfrentar los momentos difíciles. Saber que
Dios estaba conmigo me llenaba de gozo.
Estoy agradecida por las profecías y los sueños que han confirmado
aquellas cosas que Dios me estaba mostrando, pero también advierto a las
personas que no deben buscar las profecías dadas por otras personas.
Busque a Dios y Él le hablará de la manera que Él decida hablarle.
Y si alguien dice que Dios le dijo algo acerca de usted, nunca debemos
tratar de que suceda lo que dijeron que acontecería. Una profecía que viene
por otra persona deberá concordar con lo que tengamos en nuestro corazón;
deberá ir de acuerdo con lo que Dios nos ha estado hablando
personalmente. Deberá confirmar algo que Dios ya nos haya revelado por
otros medios.
He visto como las personas se pueden meter en horribles líos porque
toman decisiones basadas en lo que otras personas piensan que Dios les dijo
respecto a ellas. Si alguien nos da una profecía, debemos considerar
cuidadosamente la confiabilidad de quien dice que oyó algo de Dios para
nosotros, y debemos aprender a oír de Dios nosotros mismos.
En otras palabras, no deje su trabajo porque alguien le dice que cree que
usted irá de misionero o a la escuela bíblica, a menos que usted sepa que
Dios le dijo eso. Perderá prontamente su gozo si corre de lugar en lugar sin
escuchar la voz de Dios por usted mismo.
La mayoría del tiempo, Dios habla por medio de un “testigo interno,” o
un impulso de Su Espíritu, en nuestro corazón. Romanos 7:6 explica: “Mas
ahora estamos libres de la ley, habiendo muerto a aquella en la cual
estábamos sujetos, para que sirvamos en novedad de Espíritu y no en vejez
de la letra” (cursivas mías). Estos impulsos y nuestra conciencia nos dicen
cuando algo no está bien. Como dijo Pablo: “VERDAD digo en Cristo, no
miento, dandome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo…”
(Romanos 9:1, cursivas mías).
Recuerde que la obediencia a la voz de Dios no es siempre algo cómodo.
Es posible que sienta que Dios le está llevando a pedir perdón a alguien que
prefiere ignorar. Puede ser que Él le diga que regale algo con lo que quisiera
quedarse. Yo sé de esto porque en muchas ocasiones Él me ha retado a
regalar cosas. El gozo que vino al obedecerle siempre ha sido mayor que
cualquier placer que pude haber sentido al guardar algo para mí.
Quizá no está seguro si es Dios el que realmente le está hablando, y no
lo sabrá hasta que haga lo que está mandándole hacer. Si Dios es el que le
está diciendo algo, sentirá gozo al obedecerle. Él le guiará por medio de su
conciencia y le guardará en completa y perfecta paz.

TÓMESE EL TIEMPO DE ESTAR QUIETO


Tiene que estar dispuesto a equivocarse en el proceso de aprender a
reconocer la voz de Dios, o nunca sabrá lo que Dios realmente puede hacer
a través de usted. También es necesario que busque tiempos para
simplemente estar quieto para oír la voz de Dios guiándole.
Una vida ocupada, precipitada, frenética y estresada hace muy difícil oír
a Dios.
Encuentre un lugar para estar quieto ante Dios. Póngase a solas con Él y
dígale que necesita y quiere que le enseñe a oír Su voz. Pídale que le diga lo
que tiene planeado para su vida. Pregúntele qué quiere que usted haga.
Pídale que le muestre las cosas que está haciendo ahora y que ya no desea
que haga.
Preséntese ante Dios, y escuche. Aun si no escucha algo de parte de Él,
usted le honrará con buscarlo. Él promete que si lo busca, lo encontrará,
recibirá una Palabra de parte de Dios.
Una mujer contó que había pasado muchas horas orando y tratando de
oír y recibir una Palabra de Dios. Nunca le habló ni una sola palabra. Dos
días después, mientras atravesaba su cocina, Dios le habló mientras
extendía la mano para abrir la puerta del refrigerador. Le dio una respuesta
muy clara a lo que había pedido anteriormente. Ella preguntó: “¿Por qué no
me contestó antes?”
Sinceramente no sé por qué en ocasiones Dios escoge esperar, pero sí sé
que si lo buscamos diligentemente, si le mostramos que deseamos Su
voluntad, Él nos hablará. Y para oír Su voz tenemos que pasar tiempo
escuchando. “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este
es el camino, andad por él…” (Isaías 30:21). Quizá no será en el tiempo que
queramos, pero Dios hablará a nosotros y nos mostrará el camino que
debemos tomar.
Dios le guiará por medio de un conocimiento interior, por el sentido
común, por la sabiduría y por la paz. Conforme espera recibir las respuestas
de parte de Dios, asegúrese de su obediencia a Él para mantener una
conciencia limpia.7 No tendrá gozo si usted sabe que Dios le dio alguna
indicación y usted no la ha obedecido.8 Sin embargo, si sigue la voz de
Dios, recibirá bendiciones sobreabundantes y radicales.
Aunque usted haya sido grandemente bendecido, si permite que el
hábito del descontento tenga lugar en su vida, usted perderá su gozo. Los
próximos dos capítulos le mostrarán lo que la Palabra de Dios dice sobre
encontrar el contentamiento duradero.
CATORCE
El Roba-gozo #7: El descontento habitual

A todos nosotros nos aflige de vez en cuando el estar descontentos, pero


debemos evitar que esto suceda habitualmente. Un espíritu insatisfecho nos
roba el gozo y nos ciega de lo que Dios quiere enseñarnos.
Siempre habrá sucesos que quisiéramos que pasen en nuestra vida, pero
podemos aprender a disfrutar el lugar en donde nos encontramos mientras
vayamos camino a donde nos dirigimos.
La vida está llena de cimas y valles. Pasamos por tiempos en los que nos
sentimos las personas más bendecidas del mundo y estamos tan
agradecidos, pero si lo buscamos, siempre encontraremos algo que nos robe
el contentamiento, y de repente estaremos de mal humor nuevamente.
Mientras continuemos con el hábito del descontento, el Señor nos seguirá
repitiendo el mismo mensaje, que el contentamiento es la voluntad de Dios
para nosotros:

Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará


vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
(Filipenses 4:7)

Estoy convencida de que es posible tener contentamiento, sin importar


nuestra fortuna en la vida, y la insatisfacción puede llegar a ser un mal
hábito si no buscamos agresivamente el gozo.
EVITE LAS CAUSAS DEL DESCONTENTO
Podemos llegar a estar descontentos con el tiempo de Dios cuando nosotros
tenemos prisa y Dios no. Y podemos estar descontentos con nosotros
mismos; siempre queremos ser algo que no somos o ser como alguien que
conocemos.
Es importante aprender a estar contento con usted mismo porque si no se
aprueba a sí mismo, nunca aprobará a otra persona. No puede darle a
alguien lo que usted no tiene. Además, nunca será libre de usted mismo,
siempre estará consigo mismo. Si está descontento con usted mismo, piense
la vida de miseria que le espera.
Si decimos amar a Dios, nunca deberíamos querer hacer nada para
insultarle ni para apagar Su Espíritu; sin embargo creo que nuestro
descontento habitual es un insulto al Señor. Cuando estamos descontentos e
insatisfechos y lo mostramos por medio de nuestra murmuración y quejas,
estamos insultando al Señor. Él nos dice: “Yo estoy encargado de tu vida,
tengo un plan muy bueno para ti, y estoy obrando todo para tu bien. Mis
caminos están por encima de tus caminos. Mis pensamientos son mayores
que tus pensamientos. Quizá no entiendas lo que estoy haciendo, pero
confía en Mí.”
Él quiere que le mostremos nuestra confianza. Y confiar en Dios es dejar
de buscar razones para estar descontento.

DISFRUTE LOS BENEFICIOS DE DIOS


El reino de Dios ofrece beneficios. Uno de ellos es el privilegio de tener
contentamiento y satisfacción aun cuando cada circunstancia de nuestra
vida no es necesariamente de nuestro agrado.
Primera Timoteo 6:6–8 dice:

Empero grande granjería es la piedad con contentamiento. Porque


nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos contentos seamos
con esto.

No conozco a muchas personas que estén satisfechas con comida y ropa


solamente. La mayoría de nosotros contamos por lo menos con eso, sin
embargo hay mucho descontento en las personas. Esto no significa que Dios
está diciendo que la comida y la ropa es todo lo que debemos tener, pero sí
está diciendo que las necesidades básicas de la vida deben ser suficientes
para tenernos contentos.
Me ha tocado predicar en países donde la gente vive en verdadera
pobreza. No puedo creer cuando recuerdo cómo viven algunas personas,
sobre tierra y sin agua potable. Tienen hambre y visten trapos sucios.
De vez en cuando es bueno experimentar algo así para recordarnos que
no es necesario tener mucho para disfrutar de los beneficios del
contentamiento y la satisfacción. Parece ser que el Espíritu Santo tiene que
darnos una afinación para mantenernos en el camino del contentamiento.
Considere lo negativo del descontento. El resentimiento habitual lleva a
una vida insatisfecha. Sentimientos y demostraciones constantes de
descontento pueden causar angustia en usted y en las personas que le
conocen. Estar satisfecho, le producirá gozo; el descontento sólo le trae
tormento y angustia.
Es fácil (pero necio) molestarnos por algo por lo cual no podemos hacer
nada. Aunque normalmente por eso nos molestamos, por algo que queda
fuera de nuestro control. Nos gustaría ser “Espíritu Santo” en pequeño para
intentar hacer lo que sólo Dios puede hacer. Nos gusta arreglar las cosas a
nuestra satisfacción instantánea.
Queremos arreglar a nuestros hijos; queremos arreglar a las personas
con las que trabajamos y a aquellas que no nos tratan bien. Queremos
componer a todo el mundo, dar indicaciones a todos, y que ellos se pongan
de acuerdo con nuestras instrucciones y las cumplan.
Sin embargo, al final de todo, existen muchas cosas que sólo Dios puede
arreglar.
SEA GOZOSO HOY
En todo este proceso, debemos aprender a tener contentamiento mientras
vayamos por el camino hacia donde nos dirigimos. De otra manera, nos
perderemos de mucho del gozo que se supone deberá ser un beneficio del
reino. Nunca podremos vivir de nuevo este día. Una vez que ha pasado, se
ha ido para siempre. Si no aprendemos a disfrutar este día, nunca tendremos
una segunda oportunidad de disfrutarlo.
Con razón el rey David nos mandó en su salmo: “Éste es el día que hizo
Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él” (Salmo 118:24).
Me puedo imaginar que al despertar aquel día, David no se sentía muy
alegre. Pienso que cuando vemos declaraciones positivas como ésta en la
Biblia, estamos viendo evidencia de personas que se sentían igual que
nosotros nos sentimos la mayoría del tiempo, y tuvieron que tomar la
decisión de decir en fe lo que harían, sin considerar sus sentimientos.
Este día que ha hecho el Señor es algo que Dios le ha dado, es otro día
para vivir y respirar. ¿Qué hará con él? ¿Se alegrará y gozará? Para hacer
eso, quizá tendrá que decirse: “¡Sí, me regocijaré en este día que hizo el
Señor!”
El lado positivo del contentamiento es muy atrayente. Significa estar
satisfecho o resignado a su circunstancia. No es para decir que tiene que
aceptar lo que está sucediendo en su vida. No significa que nunca querrá un
cambio. Creo que significa que debemos disfrutar el lugar donde nos
encontramos mientras nos dirigimos a otro lugar.
Por supuesto que tenemos áreas que queremos ver mejorar en nuestra
vida, en nuestras finanzas, en el mundo y las personas que nos rodean, pero
mientras esperaba días mejores, el apóstol Pablo dijo que él había
aprendido a tener contentamiento. Él escribió:

Sé estar humillado, y sé tener abundancia; en todo y por todo


estoy enseñado, así para hartura como para tener hambre, así para
tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:12–13, cursivas mías)
Al igual que Pablo, podemos aprender a estar tan satisfechos al punto
que nada nos estorbará. Todavía podemos desear el cambio, pero podemos
aprender a estar contentos teniendo mucho o poco. Sin importar nuestro
estado, Cristo nos puede dar el poder que nos prepara para cualquier cosa.
Si nunca encontramos contentamiento con “lo poco,” Dios no nos podrá
ascender a “lo mucho.”
No sé cuánto tiempo tardó Pablo en aprender el contentamiento. No sé
cuántas vueltas le tuvo que dar a la montaña antes de aprender que Cristo es
suficiente para todas sus necesidades, siendo rico o pobre, pero de alguna
manera, finalmente aprendió a estar contento, y nosotros también podemos
aprender.
Los problemas llegan en los días en que no queremos tener problemas.
Nunca planeamos tener un problema, pero sí debemos prepararnos para su
llegada, porque, mientras nos encontremos de este lado del cielo, los
problemas llegarán.
El contentamiento no llegará por sí solo a nosotros; tenemos que ir por
él. Tendremos que aprender a tomar decisiones que tienen como resultado el
contentamiento.
En la Nueva Versión Internacional de la Biblia en inglés, el mensaje de
Pablo es traducido como:

No digo esto porque esté en necesidad, porque he aprendido a


estar contento cualquiera que sean las circunstancias. Yo sé lo que
es tener necesidad, y yo sé lo que es tener abundancia. He
aprendido el secreto de tener contentamiento en todas y cada una
de las situaciones, ya sea bien alimentado o hambriento, viviendo
en abundancia o con necesidad. Puedo hacer todo a través de
Aquél que me da fortaleza. (Filipenses 4:11–13, cursivas mías)

SOPORTE LAS PRUEBAS DEL CONTENTAMIENTO


Pablo dijo que él había aprendido el secreto del contentamiento. En cada
situación enfrentada por él, ya fuera bien alimentado o con hambre, tenía
fuerza para enfrentarlas todas en Cristo, quien lo fortalecía. Estaba
preparado para todo y era capaz de enfrentar todo por medio de Jesús, quien
infundía poder interno a Pablo.
El versículo anterior se ha utilizado fuera de su contexto en tantas
ocasiones que hemos perdido el verdadero poder de su mensaje. La gente
cita: “Todo lo puedo hacer,” y ¡des pués se desilusionan al comprobar que
no pueden hacer lo que ellos querían!
Por ejemplo, no puede tener un ministerio mundial por el simple hecho
de desearlo mucho. Dios tiene que poner un llamado sobre usted y darle los
dones para ello. Existen dones de gracia en las vidas de las personas, y
nadie puede ir más allá del llamado de Dios sobre nuestra vida. Cada uno de
nosotros puede cumplir con lo que Dios nos ha llamado a hacer, y allí es
donde encontraremos gozo y contentamiento.
No podemos decir: “Haré lo que usted hace, porque todo lo puedo con
Cristo quien me fortalece.” Le prometo que no importa cuánto quiera
hacerlo, de todos modos no puedo dirigir la alabanza. ¡No tengo un don
para hacer eso!
En el principio de mi ministerio, pensaba que sería muy bueno si pudiera
predicar y cantar. Hasta compré una guitarra pero pronto me di cuenta que
mis dedos estaban muy cortos para alcanzar los acordes. Quizá algunas
personas con las manos chicas como yo sí logran tocar la guitarra, pero yo
no lograba hacer funcionar mis dedos.
Nunca aprendí a leer música, y ¡nadie sabe con qué notas canto! Así
que, aunque diga que puedo hacer todas las cosas con Cristo quien me
fortalece, todavía no puedo guiarle a un lugar de adoración con mis cantos.
No tengo ese don, pero he aprendido a estar contenta con los dones que sí
tengo y disfrutar de los dones que Dios ha puesto en otros para
beneficiarme.
Pablo estaba diciendo en este verso que el secreto del contentamiento es
que del conocimiento que tenemos a través de Cristo podremos soportar lo
que necesitemos soportar. Podremos estar alegres cuando nuestras
circunstancias no sean buenas, y podremos demostrar humildad cuando las
circunstancias sean buenas. Es importante poder hacer las dos cosas.
Las finanzas pueden ser una parte importante en el contentamiento de
alguien. Dios me dijo que las personas tienen que pasar dos pruebas con
referencia al dinero. Dijo que una prueba es cómo nos comportamos cuando
sí tenemos dinero, y la otra es cómo nos comportamos cuando no lo
tenemos. Algunas personas demuestran una mala actitud cuando no tienen
dinero, pero otras la demuestran cuando sí lo tienen, si es que permiten que
el dinero les haga sentir que son mejores que todos los demás.
Pablo dijo que aprendió a estar satisfecho con sus circunstancias, sin
importar lo que estaba sucediendo. Su gozo no se hallaba en bendiciones
materiales. Esta es una clave importante para mantener su gozo ya que,
mientras nos encontremos en esta tierra, enfrentaremos siempre una mezcla
de cosas que sí nos agradan y otras que no. Estaremos rodeados de un grupo
diverso de personas: unas que nos hacen sentir bien y otras que son difíciles
de soportar.

TENGA EQUILIBRIO
Dios desea que tengamos contentamiento, venga lo que venga. Estaba
meditando sobre este secreto para tener gozo cuando el Señor me mostró
que mantenemos nuestro equilibrio sintiendo mucha gratitud durante los
tiempos buenos y mucha confianza durante los tiempos de prueba. Son
importantes y necesitamos de ambos.
Primera Pedro 5:7–8 dice:

Echando toda vuestra solicitud en Él, porque Él tiene cuidado de


vosotros. Sed templados y velad; porque vuestro adversario el
diablo, cual león rugiente, anda buscando a quien devore.

Tendemos a desequilibrarnos, y cuando todo va bien en nuestra vida,


tendemos a ser complacientes. Si son malas nuestras actitudes, Dios nos
corregirá. No contaríamos con la habilidad de mantener la actitud correcta
si toda nuestra vida saliera exactamente como quisiéramos siempre. Pronto
tendríamos orgullo y pensaríamos que las bendiciones llegan por ser muy
“espirituales.”
Al encontrarnos repentinamente en un gran lío, nos damos cuenta que
nuestra necesidad de Dios es grande. Balanceamos nuestras bendiciones
con la humildad y la oración: “Oh, Dios, te necesito. Dios, no soy nada sin
Tí. Dios, si Tú no me ayudas, no sé qué voy a hacer.”
Hace poco tuve una cirugía menor pero terminé con muchas
complicaciones serias. Sufrí con dolor y varios otros síntomas no muy
agradables por muchos días. Rápidamente, mi compasión por los enfermos
aumentó bastante, y me comprometí a orar por ellos con más frecuencia.
También pude ver qué necias habían sido mis quejas previas. Lo único
que quería era la desaparición de mi dolor y sufrimiento; ninguna otra cosa
cobraba la importancia necesaria para una queja. La mayoría de las cosas
por las que nos quejamos son pequeñas cuando las consideramos en un
cuadro completo. Mi prueba me preparó para vivir los tiempos de bendición
con más compasión y agradecimiento.
Cuando llega algo a mí que no me agrada, he aprendido a orar: “Dios,
no me agrada esto, pero de alguna manera debe hacerme falta, y sé que
obrará para mi bien. Ahora no parece que así será, pero creo que en algún
momento obrará para mi bien. Y en algún momento en el futuro formará
parte del plan que Tú tienes para mi vida.”
Creer en el plan universal de Dios para su bien le ayudará a mantener su
contentamiento. Su plan es no tan sólo para bendecir, sino también para
enseñarle a pasar por situaciones con la actitud correcta y para ayudarle a
crecer espiritualmente.
Dios desea más que simples bendiciones para nosotros. Él quiere que
maduremos y busquemos la santidad y consagración necesarias para vivir el
estilo de vida de sacrificio que nos da el poder para ser lo que Dios quiere
que seamos. Cuando tiene equilibrio, se olvida de usted mismo y se
convierte en una bendición a otras personas, entonces experimentará
verdadero gozo. El gozo que produce el ser una bendición es mayor que el
de recibir una bendición.

LOS TIEMPOS DE PRUEBA PASAN


Cuando enfrento una dificultad, digo entre mí: “Esto no puede durar para
siempre. Esto, también, pasará.”
Probablemente usted puede recordar su vida y ver tantos tiempos
difíciles que ha sobrellevado aunque en el momento de encontrarse en ellos
habrá pensado que no podría soportar la prueba un día más. El diablo
probablemente le tentó cada cinco minutos a creer que la prueba duraría
para siempre.
Al considerar en cuántas ocasiones ya ha logrado llegar al otro lado del
dolor, puede confiar en que llegará de nuevo con Cristo, quien le fortalece.
Y, estando del otro lado de las pruebas, podrá ver cómo Dios hace de
aquellas experiencias algo bueno para su vida.
Si usted ha estado en un problema por seis meses o más, puede parecer
que su problema ha durado una eternidad, pero nuestros años aquí sobre la
tierra son como una gotita de nada en comparación a la eternidad.
Pablo sabía que los tiempos de pruebas pasan. Es difícil cuando está
pasando por pruebas, pero Pablo aprendió a fijar sus ojos en el galardón del
cielo y confiar que Dios lo estaba preparando para que Su gloria fuera
revelada en su vida.

Porque lo que al presente es momentáneo y leve de nuestra


tribulación nos obra un sobremanera alto y eterno peso de gloria;
No mirando nosotros a las cosas que se ven, sino a las que no se
ven; porque las cosas que se ven son temporales, mas las que no
se ven son eternas. (2 Corintios 4:17–18, cursivas mías)

Cuando esté tentado a estar descontento, recuerde: “Esto, también,


pasará.” Sin importar qué tan mala parezca su situación actualmente, Dios
le ama. Nunca se vaya a soltar de la verdad: Dios le ama, sin importar lo
que pueda estar pasando en su vida. Puede tener la confianza de que todo
será para su bien porque ama a Dios.1
Las personas con verdaderos problemas son aquellas que no conocen a
Jesús. Enfrentan problemas válidos porque no tienen esperanza.
Como creyentes, somos más que vencedores porque Jesús está
caminando con nosotros a través de nuestros problemas. Su peor día con
Jesús será mejor que su mejor día sin Él.
Haga la decisión de estar contento, satisfecho. Aun cuando yo
enfrentaba el cáncer, Dios me dijo: “Joyce, varias veces al día, quiero que
me digas: Dios, yo sé que Tú me amas. Confío en Tí. Yo sé que esto obrará
para tu bien. Todas las cosas nos ayudan a bien.”
Repetí tanto esas palabras que al despertar de los efectos de la anestesia,
me dijeron que estaba diciendo: “Todas las cosas nos ayudan a bien para los
que aman a Dios y son llamados según Su propósito. Todas las cosas nos
ayudan a bien para los que aman a Dios y son llamados según Su
propósito.” Y aquí estoy, años después, viva, sana y sirviendo a Dios.
¿Se imagina cómo se enoja el diablo cuando él ha hecho su mejor
esfuerzo para desanimarnos y nosotros seguimos llenos de gozo? Sin
importar lo que él haga, aun podremos decir: “Te amo, Dios. Confío en Tí,
y sé que esto obrará para mi bien.”

PASE TIEMPO EN LA PRESENCIA DE DIOS


Las puertas al contentamiento y la satisfacción se pueden mantener abiertas
por medio de pensar y hablar lo correcto, y pasar tiempo con Dios. Dios no
permitirá que esté satisfecho y contento sin Él.
Todos tenemos un vacío de la forma de Dios, y no podemos comprar
algo para llenarlo. Lo único que puede saciar ese anhelo es Dios mismo.
Una oración no será suficiente. Tenemos que mantenerlo cada día. La Biblia
dice: “… sed llenos del Espíritu [Santo]” (Efesios 5:18).
Pasé muchos años intentando encontrar tiempo para Dios en mi día.
Finalmente, Dios me dijo que acomodara mi horario alrededor de Él, en
lugar de tratar de acomodar a Dios en mi horario.
El contentamiento se encuentra en la presencia del Señor.2 Los Salmos
proclaman la plenitud de gozo que se encuentra en la presencia de Dios:
“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo;
delicias a tu diestra para siempre” (Salmos 16:11). Me encanta el Salmo
17:15: “Yo en justicia, veré tu rostro; seré saciado cuando despertare a tu
semejanza” (cursivas mías).
Encontraremos completa satisfacción cuando despertemos y estemos
contemplando Su persona y teniendo dulce comunión con Él. Cuando Dios
llega a tener el primer lugar en nuestra vida, hasta el punto de ser nuestro
primer pensamiento en las mañanas al despertar, experimentaremos una
profundidad de gozo que ningún demonio nos podrá robar.
Si usted desea romper el control que tiene sobre usted el descontento
habitual, le animo a hacer esta oración:

Padre, en el nombre de Jesús, tomo autoridad sobre el espíritu de


descontento y la insatisfacción. Tomo autoridad sobre las
murmuraciones y las quejas, y reprendo a los espíritus malignos
que traen estas cosas a mi vida.
Pido la unción del Espíritu Santo sobre mi mente y mis
emociones. Lléname con Tu Espíritu Santo, con una actitud de
agradecimiento por lo que Tú has hecho en mi vida y así no
tendrá lugar el descontento en mis pensamientos.
Padre, no me dejes desviarme del camino que me lleva al gozo
que hay en Tí. ¡Amén!

Como pudimos aprender con este Roba-gozo, el descontento nos roba de


poder disfrutar de los muchos beneficios disponibles para el creyente, pero
el próximo Guarda-gozo le mostrará que el contentamiento es algo que
todos podemos aprender a retener a pesar de nuestras circunstancias.
QUINCE
El Guarda-gozo #7: Tenga contentamiento

El estar contento es decidir estar satisfecho, alegre con lo que ya posee,


pero estoy convencida de que la mayoría de la gente no está
verdaderamente contenta. Los incrédulos ciertamente no están contentos,
aunque no lo admitan, pero es realmente triste ver cuántos creyentes no han
aprendido a tener verdadero contentamiento en sus circunstancias.
Me pregunto cuántas personas pueden decir honestamente: “Estoy feliz
con mi vida. Amo a mi pareja y mi familia. Me agrada mi trabajo. Estoy
contento con mi casa y mi automóvil. Hay cosas que deseo de parte de
Dios, pero puedo esperar, contento, hasta que Él las haga en Su tiempo. No
codicio ninguna cosa de mi vecino. No le tengo celos ni envidia a nadie por
lo que tenga. Si Dios les dio algo a ellos, entonces mi deseo es que ellos lo
disfruten.”
La Palabra dice: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con
lo que tenéis ahora” (Hebreos 13:5). Estoy segura de que Dios nos prueba
en esta área. Y si no hemos superado Su prueba de “estoy-feliz-por-tí-
porque-has-sido-bendecido,” nunca tendremos más de lo que poseemos en
este momento.
Sí, es verdad que Dios desea nuestra prosperidad en todo;1 Él quiere que
las personas vean Su bondad y cómo cuida tan bien de nosotros, pero
debemos desear más a Dios de lo que deseamos Sus bendiciones. Así que,
Él nos prueba para comprobar si esto es verdad antes de mandar más
bendiciones materiales a nuestra vida.
Hay momentos cuando Dios nos permite ver a alguien que tiene
exactamente lo que nosotros deseamos, simplemente para ver si pasamos la
prueba. Dios me hacía esa clase de cosa a cada rato, y de principio no
entendía lo que estaba sucediendo. He aprendido por la experiencia.
La experiencia es tan valiosa. Una de las cosas que suceden, al haberla
superado, es que se puede mirar atrás y ver que graciosas fueron algunas de
las circunstancias en las cuales Dios le permitió ser probado. Si usted lucha
contra esas experiencias y reprende al diablo y trata de huir de ellas, nunca
le podrán servir de nada. Para recibir lo que desea de Dios, tiene que
aprobar las pruebas.
Mi hija Sandra compartió una exhortación sobre el perdón en una
ocasión. Platicó una situación en la que un individuo la había maltratado y
como era injusto que sufriera de esa manera. Se le olvidó que unos seis
meses antes de que ocurriera este evento, ella me había dicho: “Mamá, este
año estoy creyendo que andaré en amor con cada persona con la que tenga
contacto, sin importar qué tan difíciles sean de amar.”
Ahora, al hacer una petición semejante a esta, más vale que se abroche
el cinturón porque lo más probable es que será probado.
Muchas oraciones que hacemos se oyen muy “espirituales” como: “Oh,
Dios, quiero andar en amor. Quiero vivir una vida de sacrificio. Te rindo
todo a Tí. Haz lo que quieras conmigo.” Después, al encontrarnos en una
prueba que tiene como propósito desarrollar estas características en nuestra
vida, nos preguntamos qué está pasando.
Recuerde que si no quiere pasar por esta clase de pruebas, no pida este
tipo de atributos, especialmente la paciencia. Una traducción griega de la
palabra paciencia indica que es un fruto del Espíritu que se desarrolla por
medio de la prueba, tribulación.2 No se produce de ninguna otra manera.
¿Cómo podemos aprender a ser pacientes si nunca tenemos que soportar
algo que no queremos soportar, aguantar a alguien desagradable, o pasar por
algo que no queremos pasar?

EL VALOR DEL CONTENTAMIENTO


La Biblia nos enseña que debemos estar contentos, cualquiera que sea
nuestra circunstancia. Pablo escribió: “No lo digo en razón de indigencia,
pues he aprendido a contentarme con lo que tengo” (Filipenses 4:11).
El como estar contentos es algo que debemos aprender. Puede tomar
bastante tiempo, pero puede comenzar con una confesión positiva. Aun si
no es verdad en este momento, diga: “Estoy contento, satisfecho.”
Es placentero simplemente decirlo, ¿verdad?
Si continúa diciendo que está contento cada día, le será de gran
beneficio y bendición. Puede ser que ahora no lo reconozca, pero el estar
contento vale más que todas las posesiones materiales que usted pudiera
acumular durante toda una vida. No vale nada lo que tiene o lo que obtendrá
si no siente contentamiento en su interior.
A esto se refería el apóstol Pablo cuando escribió estas palabras de 1
Timoteo 6:6: “Empero grande granjería es la piedad con contentamiento.”
Recuerde que en Filipenses 4:11–12, Pablo nos habla de la necesidad de
aprender a contentarse. Normalmente, aprendemos a contentarnos cuando,
después de haber vivido una vida de descontentamiento, decimos: “Señor,
no quiero vivir más de esta manera. Obtener esto o aquello no vale la pena.
No quiero sentirme miserable ya más. Dame sólo lo que Tú quieres que
tenga, porque al menos que Tú me lo des, no lo quiero. De ahora en
adelante, no me compararé con nadie. No sentiré celos de nadie. No me
pondré celoso de otras personas en la iglesia. No sentiré celos por las
personas que sean ascendidas en el trabajo. No sentiré envidia de nadie. No
quiero poseer lo que otros tienen. Señor, sólo quiero lo que Tú deseas que
tenga.”
El único camino a la paz y la alegría es decirle a Dios que sólo quiere lo
que Él tiene para usted.
¿Qué nos hace estar descontentos? Ver algo que queremos, casi siempre
lo que otra persona tiene, y tratar de conseguirlo por nuestra propia fuerza
en lugar de confiar en Dios para que haga lo que se requiera en nuestra
vida. Se lo puedo comprobar con la Palabra de Dios.

EL SECRETO DEL CONTENTAMIENTO


¿Qué nos está diciendo Santiago en el próximo pasaje?

¿DE dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No
son de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros
miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no
podéis alcanzar; combatís y guerreáis, y no tenéis lo que deseáis,
porque no pedís. (Santiago 4:1–2)

Creo que lo que Santiago está diciendo es: “Siempre está frustrado
porque se esfuerza por suplir aquello que desea por sus propias fuerzas.
Nunca lo obtendrá de esa manera. Solamente terminará odiando a la gente y
teniendo malas relaciones con todos porque quiere lo que ellos tienen.”
Con una sola frase, Santiago resumió la situación entera: “No tienes
porque no pides.” Sencillamente, estaba refiriéndose a cómo intentamos
obtener todo por nuestra fuerza en lugar de pedírselo a Dios.3
Puede ser que esté pensando: Yo sí le he pedido cosas a Dios; solo que
Él no me las ha dado.
Si le ha pedido algo a Dios, y Él no se lo ha dado, puede ser por una
variedad de razones. Puede ser porque, o no es Su voluntad, o no es Su
tiempo, o puede ser que Él tiene algo mejor para usted, pero no tiene la
suficiente madurez espiritual como para pedirlo. Cualquiera que sea la
razón, nunca es porque Él no desea derramar sobre usted bendiciones.
Usted es hijo de Dios, y Él le ama. Él es un Dios bueno y sólo hace lo
bueno,4 y Él quiere hacer por usted mucho más de lo que usted se pueda
imaginar.5 Sin embargo, le ama demasiado como para darle cosas dañinas.
Él le ama demasiado como para darle cosas que, a final de cuentas, le harán
más carnal o quizá hasta puedan arrastrarle al pecado porque no puede con
ellas.
Si usted es padre, y ama a sus hijos, ¿le daría las llaves del auto a uno de
ellos estando demasiado joven para conducirlo? Por supuesto que no,
porque usted sabe que puede haber un accidente y se puede lastimar tanto él
como otras personas. Dios es igual con Sus hijos. Porque nos ama, Él no
nos dará algo si no contamos con la madurez suficiente para controlarlo.
Muchas personas usan la manipulación y formas de ser del mundo para
obtener cosas que no deberían tener, y son esas mismas cosas las que
terminan arruinándoles.
He descubierto que el secreto del contentamiento es que al pedirle a
Dios una cosa, si es lo correcto, Él lo hará en el tiempo preciso; si no está
bien, Él hará algo mucho mejor de lo que yo le pedí.

ACEPTE LA DECISIÓN DE DIOS


Los pleitos, los celos, la envidia, el resentimiento, el descontento, todas
estas cosas cierran la puerta a recibir lo que usted desea.
Es provechoso estar feliz con otros cuando reciben bendiciones. Si
puede superar esa prueba, verá llegar a su vida las bendiciones de Dios.
Si se goza con otra persona que es ascendida en el trabajo, en la iglesia,
o en cualquier otro lugar le ayudará a disfrutar de la buena vida que Dios
quiere darle.
En el próximo pasaje, vemos 250 de los líderes principales de los
israelitas que estaban tan celosos de la posición de Moisés como el hombre
que Dios había escogido para que fuera su líder, que se levantaron en su
contra.

Coré hijo de Izar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram


hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron
gente, y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta
varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los
del consejo, varones de renombre. Y se juntaron contra Moisés y
Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la
congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está
Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la
congregación de Jehová? (Números 16:1–3)
Moisés había sido escogido por Dios. Él no se escogió solo; Dios lo
escogió. Sin embargo, esos hombres llegaron a Moisés diciendo: “¿Quién te
crees, diciéndonos lo que tenemos que hacer? Todos los israelitas somos
santos, cada uno de nosotros. ¿Por qué te levantas sobre nosotros?”
En realidad los hombres no estaban enojados porque Moisés fuera el
líder; estaban enojados porque ellos no lo eran. Querían la posición que
ocupaba Moisés, por eso no lo querían. Le tenían celos, por eso no lo
amaban. Le tenían envidia, entonces no le podían aceptar como su líder.
Muchas personas hoy en día no quieren a sus jefes. Tiene que ser el jefe
para entender que no todos lo querrán siempre cuando se encuentra en una
posición de liderazgo. No importa lo que haga o qué clase de decisión tome,
alguien no lo va a querer. Siempre habrá la persona que se queje y cause
problemas.
Una razón muy grande por la que las personas no quieren a sus jefes es
sencilla: Ellos quieren ser los jefes porque piensan que pueden hacer un
mejor trabajo.
De hecho, Satanás puede usar a alguien así para estorbar y destruir a una
persona que se encuentra en una posición de liderazgo. Lo he visto en mi
propia vida.

REVISE SU ACTITUD
Yo estoy de acuerdo con tratar bien a mis empleados. Siento que si les trato
bien, ellos querrán trabajar para mí. Por ejemplo, si los remunero bien, no
se irán a buscar otro trabajo.
Por lo mismo que soy buena con mis empleados, casi nunca tengo
problema con alguien que trabaja conmigo. La contienda es algo que no
toleramos en nuestra organización porque destruye la unción.
La Palabra dice: “Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y
autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a
nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda
mansedumbre para con todos los hombres” (Tito 3:1–2).
Recuerdo una ocasión en la que tuve que hablar con un empleado que
estaba causando problemas. Finalmente le dije a esta persona: “Creo que en
realidad el problema es que yo soy la jefa y tú no. Quieres serlo, pero nunca
serás el jefe en esta organización. Así que, cambia tus acciones y sométete a
la autoridad aquí, o tendrás que buscar empleo en algún otro lugar porque
éste no es tu ministerio, y no te encargarás de él.” Después de eso, la
persona rápidamente se tranquilizó.
Si usted no está en una posición de liderazgo en su trabajo o en su
iglesia, necesita mantener una buena actitud hacia los que sí están. Para
Dios, la actitud del corazón es todo. Podemos cumplir con lo que el jefe nos
pide con muchas quejas y murmuraciones a sus espaldas, pero si hacemos
eso no somos la clase de empleados que la Biblia nos manda ser. Por un
tiempo, esta actitud no nos perjudicará, pero no recibiremos nuestra
recompensa.6
Nuestra recompensa llega por obediencia al llamado específico que Dios
ha puesto sobre nuestra vida, no por intentar ser como otra persona o por
tener grandes acontecimientos según el criterio del mundo. Dios premia a
aquellos que viven una vida de obediencia.7 Si simplemente hacemos lo
que el Señor está pidiendo de nosotros y somos las personas que Él creó,
Sus recompensas nos perseguirán, literalmente, y llenarán nuestra vida.

SEA USTED MISMO


Moisés era un hombre muy inteligente. Él sabía cuál era el problema de
estas personas. ¿Usted lo discierne? No estaban contentos con sus trabajos:

Dijo más Moisés a Coré: Oíd ahora, hijos de Leví: ¿Os es poco
que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de
Israel, acercándoos a él para que ministréis en el servicio del
tabernáculo de Jehová, y estéis delante de la congregación para
ministrarles, y que te hizo acercar a ti, y a todos tus hermanos los
hijos de Leví contigo? ¿Procuráis también el sacerdocio?
(Números 16:8–10)

Los levitas llenaban las importantes posiciones de guardianes y los que


cuidaban del tabernáculo,8 sin embargo, como vemos en este pasaje,
pensaban que era una tarea demasiado insignificante para ellos. Así que, se
quejaron con Moisés: “La única cosa que hacemos es cuidar el templo,
Moisés, mientras tú tomas todas las decisiones. ¿Quién te crees, estando
sobre todo?”
¿Sabe lo que sucedió? El siguiente día, Coré, Datán, Abinarám y sus
familias, y los 250 líderes se reunieron con Moisés y Aarón a la entrada del
tabernáculo. De repente se abrió la tierra y Coré, Datán, Abinarám y sus
familias, y todas sus pertenencias cayeron al abismo. Después, la tierra se
cerró sobre ellos. Entonces cayó fuego de parte del Señor y destruyó a los
250 hombres.9
La misma clase de situación ocurrió con la hermana de Moisés, Miriam
y su hermano Aarón. En Números 12:1 se registró que se levantaron en
contra de Moisés porque no les agradaba la esposa que había escogido: “Y
HABLARON María y Aarón contra Moisés a causa de la mujer Ethiope
que había tomado, porque él había tomado mujer Ethiope.”
En el próximo versículo leemos: “Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha
hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová.”
En otras palabras, estaban diciendo: “Moisés, ¿crees que eres el único que
puede oír la voz de Dios?”
Así que no era solamente la mujer que había escogido Moisés para su
esposa lo que les molestaba. Lo que más les molestaba era que querían estar
en control, encargados, pero Moisés era el jefe, y esto no les agradaba.
¿Sabe lo que le pasó a Miriam? Le dio lepra.10
Me pregunto cuántas personas tienen alguna clase de lepra
(representativo de cualquier tipo de problema) y viven descontentos
simplemente porque son celosos o envidiosos de otras personas. No
entienden que cada uno de nosotros es un individuo ante Dios y que Dios
tiene un plan individual para cada uno de nosotros.
Debido a mi trasfondo, tenía muchas debilidades en el área de aceptarme
y ser yo misma. Siempre me comparaba con otras personas, celosa de ellas
y de sus posesiones y habilidades. No podía ser yo misma; quería
mantenerme a la par con todos los demás.
Muchas veces llegué a sentirme presionada y frustrada porque estaba
operando fuera del rango de mis dones y llamado. Cuando finalmente pude
ver que no podía hacer nada a menos que Dios lo ordenara y me ungiera
para hacerlo, pude relajarme y decir: “Soy quien soy. No puedo ser ninguna
otra cosa sin la ayuda de Dios. Voy a concentrarme en ser el mejor yo que
puedo ser.”
Dios nos ha hecho únicos.11 Él le creó personalmente y le dio dones,
talentos y habilidades. Piénselo: No existe otra persona en el mundo
exactamente como usted. Eso significa que lo que puede ser lo mejor para
una persona no necesariamente lo es para usted.
Así que, cuando es tentado a decirle a Dios: “Cómo quisiera parecerme a
otra persona,” o “Cómo quisiera hacer esto o aquello como ellos,” no lo
diga. Esté satisfecho, contento con cómo lo hizo Dios. Recuerde que él lo
hizo exactamente como Él quiere que sea. Si quiere ser como otra persona,
se perderá de la vida tan maravillosa que Dios tiene planeada especialmente
para usted.
Muchas personas piensan que tienen que ser lo que otra persona es. Esa
clase de pensamiento le robará su gozo, y no será culpa de nadie más que de
usted. No tenemos que comparar ninguna parte de nuestra vida a la de otra
persona. Ser la persona que Dios creó es lo que se nos requiere.
Sentí tanta libertad cuando por fin descubrí que no tenía que ser como
otra persona. Antes de ello, pensaba que debería ser como mi esposo, quien
tiene muchas cualidades extraordinarias. Pensaba que tenía que ser como la
esposa de mi pastor, y la vecina, y la hermana de la iglesia que parece tener
todo bajo control.
El salmista escribió: “En verdad que me he comportado y acallado mi
alma como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi
alma” (Salmos 131:2). Estar satisfecho y contento con usted mismo es una
clave muy importante para disfrutar de su vida.
EL GOZO DE ESTAR SATISFECHO
Puede experimentar gozo cada día sintiendo satisfacción con lo que tiene y
hace. No es necesario que usted desee tener lo que otros tienen o desee
hacer lo que ellos hacen. No tiene que ser el jefe, o verse diferente o vivir
diferente. Siempre recuerde que si tuviera la vida de otra persona, no sólo
tendría lo bueno sino también lo malo de ella.
Usted puede encontrar gozo y decir: “… será saciada mi alma” (Salmo
63:5). Si usted ha estado luchando en esta área, contrólese y diga: “Estoy
feliz con lo que Dios está haciendo en mi vida. No quiero tener lo que otra
persona tiene porque probablemente no podría con ello si lo tuviera. Sólo
quiero tener lo que Dios quiere que tenga. Le pediré por las cosas que deseo
y confiaré que Él me las dará, pero sólo si es lo bueno y cuando sea el
tiempo indicado para tenerlas. Entonces lograré tener paz y gozo.”
Haga la decisión de dejar de estar insatisfecho por lo que no tiene y dele
a Dios lo que sí tiene. Si es creyente, tiene cosas maravillosas dentro de
usted. Puede alegrar a alguien, llevar a alguien a los pies de Jesús, y animar,
edificar y exhortar a los que están a su alrededor. Puede usar sus dones y
talentos para servir a Dios.
Cualquiera que sea su situación, tome la decisión de confiar en Dios y
tener paz y contentamiento. Aunque tenga muchos deseos de hacer lo que
otra persona está haciendo, o de tener lo que ellos tienen, no lo logrará a
menos que sea la voluntad de Dios y Él le dé el poder de hacerlo. Quizá Él
tenga otro plan para usted. Si puede aceptar esta verdad, podrá recibir
grandes recompensas como felicidad personal y contentamiento y éstos
llegan por la seguridad de estar en la voluntad de Dios y disfrutar las
bendiciones materiales que Él le da de acuerdo a las promesas que se
encuentran en Su Palabra.
Dios le ama y Su designio para usted es lo mejor. El verdadero gozo y
contentamiento son el resultado de vivir dentro de los parámetros de lo que
Él le ha llamado y dotado para hacer. El contentamiento y el gozo se
producen cuando no intenta hacer cosas que no son Su voluntad para usted,
y por consiguiente, no van de acuerdo con los dones y habilidades que Él le
ha dado. Eso no es ser negativo; es tener sabiduría divina.
Esté contento con la persona maravillosa que Dios le ha hecho, y el
nivel de su gozo verá un aumento dramático.
DECISÉIS
Puede vivir una vida de gozo

El gozo es una de las armas más poderosas que podemos usar contra el
diablo. Sus malas intenciones son destruir nuestra vida, pero el gozo es una
fuente de poder que Dios nos ha provisto para interrumpir el plan de
Satanás.1
Por medio del gozo, obtenemos la victoria sobre los problemas, los
cuales el diablo nos dirá que son imposibles de derrotar y podremos hacer
cosas que las personas nunca creyeron posible que pudiéramos hacer.
Seremos derrotados sólo si perdemos nuestro gozo. La Biblia dice que
debemos “estar siempre gozosos” (1 Tesalonicenses 5:16).
Satanás quiere que esté decaído porque sabe que si pierde usted su gozo,
perderá su fuerza, y si pierde su fuerza, él podrá hacer lo que quiera con
usted. El Señor le quiere levantar,2 y Él lo hace a través del gozo del Señor,
que es fuerza para usted.3
No es de Dios estar siempre triste. Matthew Henry´s Concise
Commentary on the Whole Bible (El comentario conciso sobre la Biblia
entera por Matthew Henry) describe la vida cristiana como “una vida de
gozo constante.”4 Estoy segura de que disfrutar de la vida de esa manera es
un regalo de Dios.5 Si no cree que la voluntad de Dios sea que usted
disfrute de su vida, entonces nunca lo hará. Creer libera el gozo.
No crecí en una atmósfera feliz. Me hicieron sentir como si me lo pasara
bien, era incorrecto. Por eso, siempre me sentía infeliz. Trabajé mucho y era
una persona responsable, pero realmente no gocé de mi vida.
Satanás me robó muchas cosas a causa de mi ignorancia de la Palabra de
Dios. A causa de mi falta de conocimiento espiritual, Satanás me engañó
por un tiempo y me robó la vida victoriosa y llena de gozo que Jesús ya
había provisto en Su plan para mí. Ahora vivo una vida llena de gozo
porque el Señor me ayudó a aprender los principios que compartí con usted
en este libro.
La próxima vez que sienta que ha perdido su gozo, le animo a sacar este
libro porque creo que encontrará la razón de su pérdida y cómo podrá
renovar su gozo en estas páginas. Hemos estudiado siete cosas que Satanás
usa para robar nuestro gozo y cómo triunfar sobre ellas. El gozo es un fruto
del Espíritu que mora dentro del corazón de cada creyente. Sin embargo, es
liberado sólo por medio de la decisión de no permitir que las circunstancias
adversas gobiernen nuestras actitudes emocionales y mentales.
Venga lo que venga a su vida, recuerde esto: Usted tiene la habilidad de
liberar y mantener el gozo en su vida, y Satanás no puede hacer nada para
detenerle cuando su corazón está lleno de gozo.
Escrituras sobre cómo mantener su
gozo

Le animo a leer los siguientes pasajes de las Escrituras, medite sobre ellos,
y confiéselos regularmente con fe y confianza. Yo creo que le ayudarán a
resistir todo ataque que el enemigo, Satanás, pueda enviar contra usted.
Armado con la Palabra de Dios y con las verdades que se encuentran en
este libro, usted podrá hacer algo impresionante por sí mismo: avivar su
gozo y a la vez evitar las siete cosas que se lo pueden robar.

No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.


—Nehemías 8:10

El corazón alegre constituye buen remedio.


—Proverbios 17:22

Gozaos en el Señor siempre. Otra vez digo: Que os gocéis.


—Filipenses 4:4

El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir; yo he


venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
—Juan 10:10

Empero entramos en el resposo los que hemos creído.


—Hebreos 4:3

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el


mundo tendréis aflicción; mas confiad, yo he vencido al mundo.
—Juan 16:33

ESTAD, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres,
y no volváis otra vez a ser presos de servidumbre.
—Gálatas 5:1

El cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo


pacto, no de la letra, mas del espíritu; porque la letra mata, mas el
espíritu vivifica.
—2 Corintios 3:6

La ley de Jehová es perfecta, que vuelve el alma; El testimonio de


Jehová, fiel, que hace sabio al pequeño.
—Salmos 19:7

Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva,


vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera
fidelidad a Cristo.
—2 Corintios 11:3

Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia,


que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana,
sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo.
—2 Corintios 1:12

Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te estribes en tu


prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus
veredas. No seas sabio en tu opinión; Teme a Jehová, y apártate
del mal; Porque será medicina a tu ombligo, y tuétano a tus
huesos.
—Proverbios 3:5–8

Estad en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar


fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid, así ni vosotros, si no
estuvieréis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
está en mí, y yo en Él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí mí
nada podéis hacer.
—Juan 15:4–5

Porque no me propuse saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo,


y a éste crucificado.
—1 Corintios 2:2

..pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.


—1 Corintios 14:33

Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo ni


deis lugar al diablo.
—Efesios 4:26–27

Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír,
tardo para hablar, tardio para airarse; porque la ira del hombre no
obra la justicia de Dios.
—Santiago 1:19–20

Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se


enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.
—Proverbios 16:32
Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a
hacer lo malo. Porque los malignos serán destruidos, pero los que
esperan en Jehová ellos heredarán la tierra.
—Salmos 37:8–9

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu


prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa
alguna de tu prójimo.
—Éxodo 20:17

No juzguéis, para que no seáis juzgados.


—Mateo 7:1

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis


ahora.
—Hebreos 13:5

No lo digo en razón de indigencia, pues he aprendido a


contentarme con lo que tengo.
—Filipenses 4:11

Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, seamos contentos


con esto.
—1 Timoteo 6:8

En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un


niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma.
—Salmos 131:2

Como de meollo y de grosura será saciada mi alma.


—Salmos 63:5

Estad siempre gozosos.


—1 Tesalonicenses 5:16
Oración para tener una relación
personal con el Señor

Dios quiere que reciba gratuitamente Su don de salvación. Jesús quiere


salvarle y llenarle con el Espíritu Santo. Si usted nunca ha invitado a Jesús,
el Príncipe de Paz, a ser su Señor y Salvador, yo le invito que lo haga ahora.
Haga la siguiente oración, y si en realidad es sincero al hacerlo,
experimentará una nueva vida en Cristo.

Padre,
De tal manera amaste al mundo, que diste Tu Hijo unigénito para morir
por nuestros pecados, para que todo aquel que cree en Él no se pierda pero
tenga vida eterna.
Tu Palabra dice que somos salvos por gracia, y esto por fe, como regalo
de Tí. No hay nada que nosotros podemos hacer para merecer la salvación.
Yo creo y confieso con mi boca que Cristo Jesús es Tu Hijo, y el
Salvador del mundo. Yo creo que Él murió en la cruz por mí y llevó todos
mis pecados, pagando el precio por ellos. Yo creo en mi corazón que
levantaste a Jesús de entre los muertos.
Te pido perdón por mis pecados. Yo confieso que Jesús es mi Señor.
Según Tu Palabra, ¡ahora soy salvo y pasaré toda la eternidad contigo!
Gracias Padre. ¡Estoy muy agradecido! En el nombre de Jesús, amén.

(Lea Juan 3:16; Romanos 10:9–10; 1 Corintios 15:3–4; Efesios 2:8–9; 1


Juan 1:9; 4:14–16; 5:1; 12–13.)
Notas

INTRODUCCIÓN
¡Puede tener gozo cada día!
1. El Pequeño Larousse Ilustrado. SPES editorial, S:L: Barcelona. 2002.
“gozo.”

2. “Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación.” (Isaías 12:3);


“Mi alma se alegrará en mi Dios” (Isaías 61:10); “Y en tu salvación, ¡cómo
se goza!” (Salmo 21:1); “Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble
me sustente.” (Salmo 51:12).

3. “Que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que
siembra para su carne, de la carne segara corrupción; mas el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” (Gálatas 6:7–8).

4. Hablo con más detalle de este tema en mi libro: Enjoying Where You Are
on the Way to Where You Are Going (Disfrutando dónde se encuentra en el
camino a donde se dirige).

CAPÍTULO UNO
Dos Opciones: ¿Las obras o la gracia?
1. “Mas Él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da
gracia a los humildes.” (Santiago 4:6).

2. “Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos
en poco.” (1 Samuel 2:30)
3. “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación,
inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías,
cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo
he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de
Dios.”(Gálatas 5:19–21)

4. “Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.


Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que
había nacido según el Espíritu, así también ahora. Más ¿qué dice la
Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de
la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos
de la esclava, sino de la libre.” (Gálatas 4:28–31)(Véase también Hebreos
8:6–13; 9:1–28; 10:16–22.)

5. Hablo con más detalle sobre el tema del matrimonio en mi libro Help Me
—I’m Married! (Ayúdeme ¡estoy casado!).

6. “Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya; porque si no


me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si fuere, os le enviaré.
(Juan 16:7)

CAPÍTULO DOS
El Roba-gozo #1: Las obras de la carne
1. “Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y
verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de
Jehová que recorren toda la tierra.”(Zacarías 4:10) “Y su señor le dijo:
Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor.”(Mateo 25:21)

2. “Mas el fruto del Espíritu es caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad,


bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
(Gálatas 5:22–23)
3. “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y
hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad
de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.
Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.
Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de
ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro,
dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro el hacer milagros; a otro,
profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de
lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.”(1 Corintios 12:4–10)

4. Comentario bíblico The Wycliffe Bible Commentary, ed. Charles E.


Pfeiffer and Everett F. Harrison, Electronic Database (Moody Press,
copyright ©1962). Todos los derechos reservados.

5. “Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada;


porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu
único.” (Génesis 22:12–13)

6. Comentario bíblico de: Biblesoft’s Jamieson, Fausset and Brown


Commentary, Electronic Database (copyright © 1997 by Biblesoft). Todos
los derechos reservados.

7. “Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, y digan


siempre: Sea exaltado Jehová, que ama la paz de su siervo.” (Salmo 35:27)

8. Véase Juan 11:6–46. Este pasaje cuenta la historia de cuando el amigo de


Jesús, Lázaro, murió. En el verso 15 Jesús explica: “Y huélgome por
vosotros, de no haber estado allí, para que creáis… (cursivas mías).”
“María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies,
diciéndole: Señor, se hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.”
(v.32). “Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”
(v. 40). Entonces Jesús llama a Lázaro de entre los muertos y “muchos de
los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo
Jesús, creyeron en él” (v. 45).

9. “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea
difícil para mí?”(Jeremías 32:27)
10. Véase Génesis 3:1–13. La culpabilidad comienza en el verso 13:
“Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La
serpiente me engañó, y comí.”

11. Comentario bíblico de Biblesoft’s Jamieson, Fausset and Brown


Commentary, s.v. “Genesis 17:17.” Véase también Romanos 4:18–21:
“Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se
fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era
también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (vs. 20–21).

12. Comentario bíblico de Biblesoft’s Jamieson, Fausset and Brown


Commentary, s.v. “Génesis 18:9–15.”

CAPÍTULO TRES
El Guarda-gozo #1: Ser guiado por el Espíritu

1. García-Pelayo y Gross, Ramón. Larousse, diccionario manual ilustrado.


Edit. Larousse, 1997. “reconocer.”

2. “Porque si yo orare en lengua desconocida, mi espíritu ora, mas mi


entendimiento es sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu mas cantaré
también con entendimiento; cantaré con el espíritu mas cantaré también con
el entendimiento.” (1 Corintios 14:14,15) “Orando en todo tiempo con toda
deprecación y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y suplica por todos los santos.” (Efesios 6:18)

CAPÍTULO CUATRO
El Roba-gozo #2: El legalismo religioso

1. “Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y


de disentería; y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las
manos, y le sanó” (Hechos 28:8); “Entonces les impusieron las manos, y
recibían el Espíritu Santo” (Hechos 8:17); “Y en Él estáis cumplidos, el
cual es la cabeza de todo principado y potestad.” (Colosenses 2:10)

2. Recuerde, gracia es el poder de Dios para ayudarnos en las áreas donde


no podemos ayudarnos a nosotros mismos.

3. “Y si por gracia, luego no por las obras; de otra manera la gracia ya no es


gracia.” (Romanos 11:6)

4. Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible: New Modern Edition,


Electronic Database (copyright © 1991 by Hendrickson Publishers, Inc.).
Usado con permiso. Todos los derechos reservados, s.v. “Juan 9:13–34.”

5. “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea
firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino
también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos
nosotros.” (Romanos 4:16)

6. “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10)

7. “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida sino justicia, paz y gozo


en el Espíritu Santo.” (Romanos 14:17)

CAPÍTULO CINCO
El Guarda-gozo #2: Ser libre en Cristo
1. “¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que no
obedecieron?” (Hebreos 3:18)

2. “ESTAD, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no
volváis otra vez a ser presos en el yugo de servidumbre.” (Gálatas 5:1)

CAPÍTULO SEIS
El Roba-gozo #3: Complicando asuntos sencillos

1. “El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus
pasos” (Proverbios 16:9). “De Jehová son los pasos del hombre; ¿Cómo,
pues, entenderá el hombre su camino?” (Proverbios 20:24). “Conozco, oh
Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina
es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23).

2. “Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Marcos


9:23); “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12); “Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

3. “… y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como


niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se
humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” (Mateo
18:3–4)

4. “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal


entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que
has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales
que tú haces, si no está Dios con él.” (Juan 3:1–2)

5. “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará


escasamente; y el que siembre generosamente, generosamente también
segará.” (2 Corintios 9:6)

6. “Porque si perdonáis a los hombre sus ofensas, os perdonará también a


vosotros vuestro Padre celestial.” (Mateo 6:14)

7. “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os


maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y
os persiguen.” (Mateo 5:44)

8. “Como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de


Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no
son, como si fuesen.” (Romanos 4:17)

9. “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová”


(Jeremías 17:7); “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).

CAPÍTULO SIETE
El Guarda-gozo #3: No se complique

1. “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios


mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de
la predicación.” (1 Corintios 1:21)

2. “El Dios de dioses, Jehová, ha hablado, y convocado la tierra, desde el


nacimiento del sol hasta donde se pone” (Salmo 50:1); “¿No tenemos todos
un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos
portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de
nuestros padres?” (Malaquías 2:10).

3. García-Pelayo y Gross, Ramón. Larousse, diccionario manual ilustrado.


Edit. Larousse, 1997.

4. ibid.

5. “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan


que por su palabrería, serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos;
porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros
le pidáis.” (Mateo 6:7–8)

CAPÍTULO OCHO
El Roba-gozo #4: El razonamiento excesivo
1. “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío
y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche” (Génesis 8:22); “Pero
esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el
que siembra generosamente, generosamente también segará” (2 Corintios
9:6).

2. “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo


tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33)

3. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los
que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la
carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.” (Romanos
8:5–6)

4. “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros


corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7)

5. “A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo


veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso.” (1 Pedro 1:8)

6. “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa
en nosotros.” (Efesios 3:20)

7. Véase Hechos 9:3–8: “Repentinamente le rodeó un resplandor de luz del


cielo; y cayendo en tierra, oyó una vez que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué
me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien
tú persigues.” (v. 3–5)

8. “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios,


fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la
tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.” (Éxodo 20:5)

9. Albert Barnes, Barnes’ Notes (Las notas de Barnes), Electronic Database


(copyright © 1997 by Biblesoft). Todos los derechos reservados, s.v.
“Salmo 127:1.”
10. “… y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.
Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos esta parábola. Jesús dijo:
¿También vosotros sois aún sin entendimiento?” (Mateo 15:14–16); “Y les
dijo: ¿Cómo aún no entendéis?” (Marcos 8:21)

11. “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque


Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará… Y
Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no
temas ni te intimides.” (Deuteronomio 31:6,8)

12. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel
es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que
dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar” (1 Corintios 10:13); “Fiel es el que os llama, el cual también lo
hará” (1 Tesalonicenses 5:24); “Mantengamos firme, sin fluctuar, la
profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” (Hebreos
10:23)

CAPÍTULO NUEVE
El Guarda-gozo #4: Estar seguro en Dios

1. “Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa


que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del
linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la
ley, Fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la
justicia que es en la ley, irreprensible.” (Filipenses 3:4–6)

2. “Porque cualquiera que guardare toda la le, pero ofendiere en un punto,


se hace culpable de todos.” (Santiago 2:10)

3. “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar;


combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.”
(Santiago 4:2)
CAPÍTULO DIEZ
El Roba-gozo #5: El enojo impío
1. “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10); “… ni
deis lugar al diablo.” (Efesios 4:27)

2. “Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice


el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.” (Hebreos 10:30)

3. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,


contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios
6:12)

4. La justicia es acción correcta; es saber que está bien con Dios.

5. Si desea aprender más sobre cómo tratar con el enojo, puede pedir mi
serie de casetes llamado: How to Handle and Deal with Anger (Cómo tratar
y lidiar con el enojo) por medio de mi página en el Internet, llamando, o
escribiendo a mis oficinas.

6. “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la


debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2 Corintios
12:9)

7. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,


bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”
(Gálatas 5:22–23); “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois
luz en el Señor; andad como hijos de luz, comprobando lo que es agradable
al Señor” (Efesios 58–10).

8. “Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad
porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro
Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.”
(Nehemías 8:10)

9. “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.” (Efesios 5:1)

10. Adam Clarke, Clarke’s Commentary (El comentario de Clarke),


Electronic Database (copyright © 1996 by Biblesoft). Todos los derechos
reservados, s.v. “Génesis 1:26.”

11. “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán


en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán
a medir.” (Lucas 6:38)

12. Robert Andrews, Mary Biggs, and Michal Seidel, et al., The Columbia
World of Quotations (El mundo de citas Colombia) (New York: Columbia
University Press, 1996), s.v. “Alexander Pope,”
http://www.bartleby.com/66/9/44909.html.

13. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han
sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos
llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que
hay en el mundo a causa de la concupiscencia.” (2 Pedro 1:3–4)

14. “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí
mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del
Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”
(Hechos 20:24)

CAPÍTULO ONCE
El Guarda-gozo #5: Sea pronto para perdonar

1. “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros


nuestras rebeliones.” (Salmo 103:12)
2. “Yo, yo soy el que borró tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me
acordaré de tus pecados.” (Isaías 43:25, cursiva de Joyce Meyer)

3. W. E. Vine, An Expository Dictionary of New Testament Words (Un


diccionario enunciativo de palabras del Nuevo Testamento), (Old Tappan
NJ: Fleming H. Revell). (LOGOS y Rhema).

4. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que


se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan.” (Hebreos 11:6)

5. García-Pelayo y Gross, Ramón. Larousse, diccionario manual ilustrado.


Edit. Larousse, 1997.

6. “Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el


conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia
a Cristo.” (2 Corintios 10:5)

7. “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a


mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? (Mateo 18:21)

8. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de
los ejércitos.” (Zacarías 4:6)

CAPÍTULO DOCE
El Roba-gozo #6: Celos y envidia

1. “Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque le había tenido
en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus
hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le
aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.” (Génesis 37:3–4)

2. Ver Jeremías 29:11: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de


vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin
que esperáis.”
CAPÍTULO TRECE
El Guarda-gozo #6: Sea bendecido sobreabundantemente

1. “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.”


(Proverbios 3:6)

2. “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el


gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se
sentó a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2)

3. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28)

4. “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15)

5. “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del


día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios
entre los árboles del huerto.” (Génesis 3:8)

6. Vine, An Expository Dictionary (Un diccionario enunciativo).

7. “Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y
ante los hombres.” (Hechos 24:16)

8. “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo


fuisteis llamados en un solo cuerpo; y ser agradecidos.” (Colosenses 3:15)

CAPÍTULO CATORCE
El Roba-gozo #7: El descontento habitual

1. “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o


persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas
de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó.” (Romanos 8:35–37)
2. “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa
de Jehová todos los días de mi vida.” (Salmo 27:4)

CAPÍTULO QUINCE
El Guarda-gozo #7: Tenga contentamiento

1. “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que


tengas salud, así como prospera tu alma.” (3 Juan 1:2)

2. Vine, An Expository Dictionary, pp. 167–68, s.v. “patience, patient,


patiently, A. Nouns.” Traducido al español “paciencia, paciente,
pacientemente.”

3. The Wycliffe Bible Commentary (El comentario de la Biblia Wycliffe), s.v.


“Santiago 4:2–3.”

4. “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros


hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a
los que le pidan?” (Mateo 7:11)

5. “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa
en nosotros.” (Efesios 3:20)

6. “Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con


sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los
que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón
haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y
no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá
del Señor, sea siervo o sea libre.” (Efesios 6:5–8)

7. “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para


guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy,
también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y
vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de
Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo.
Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la
cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu
artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. Jehová
derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán
contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. Jehová te enviará su
bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano;
y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. Te confirmará Jehová
por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los
mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán
todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti,
y te temerán. Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu
vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que
Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su buen
tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir
toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás
prestado. Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima
solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová
tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te
apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a
siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles.” (Deuteronomio 28:1–14)

8. “Los levitas acamparán alrededor del tabernáculo del testimonio, para


que no haya ira sobre la congregación de los hijos de Israel; y los levitas
tendrán la guarda del tabernáculo del testimonio.” (Números 1:53)

9. “También salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los doscientos


cincuenta hombres que ofrecían el incienso.” (Números 16:35)

10. “Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue. Y la nube


se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve;
y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa. Y dijo Aarón a Moisés:
¡Ah! Señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque
locamente hemos actuado, y hemos pecado. No quede ella ahora como el
que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio
consumida su carne. Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego,
oh Dios, que la sanes ahora. Respondió Jehová a Moisés: Pues si su padre
hubiera escupido en su rostro, ¿no se avergonzaría por siete días? Sea
echada fuera del campamento por siete días, y después volverá a la
congregación. Así María fue echada del campamento siete días; el pueblo
no pasó adelante hasta que se reunió María con ellos.” (Números 12:9–15)

11. “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi


madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy
maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi
cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de
la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas
aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.” (Salmo
139:13–16)

CAPÍTULO DECISEIS
Puede vivir una vida de gozo

1. “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10)

2. “Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta
mi cabeza.” (Salmo 3:3)

3. “Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad
porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro
Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.”
(Nehemías 8:10)

4. Matthew Henry’s Concise Commentary on the Whole Bible (El


comentario conciso de la Biblia entera de Matthew Henry),
http://bible.crosswalk.com/Commentaries/MatthewHenryConcise/mhccon.c
gi?book=1th&chapter=005.%201706,s.v. “1 Tesalonicenses 5:16–22.”

5. “Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da


también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su
trabajo, esto es don de Dios.” (Eclesiastés 5:19)
Para ponerse en contacto con la autora, escriba:
Joyce Meyer Ministries
P. O. Box 655
Fenton, Missouri 63026

o llame: (636) 349–0303


Internet: www.joycemeyer.org

Por favor incluye su testimonio de la ayuda que usted recibió de este libro
cuando escribe. Sus pedidos para oraciones son bienvenidos.

Para ponerse en contacto con el ministerio en Canadá, por favor


escriba:
Joyce Meyer Ministries
Lambeth Box 1300
London, ON N6P 1T5
Canada

o llame: (636) 349–0303

En Autraliia, por favor escriba:


Joyce Meyer Ministries, Inc.
Locked Bag 77
Mansfield Delivery Centre
Queensland 4122
Australia

o llame 07 3349 1200


En Inglaterra, por favor escriba:
Joyce Meyer Ministries, Inc.
P.O. Box 1549
Windsor
SL4 1GT
United Kingdon

o llame (0) 1753-831102


Autora Joyce Meyer ofrece devociones que ayudarán al
lector a buscar a Dios por la mañana y tenerlo cerca durante
todo el día.

EMPEZANDO
TU DÍA BIEN
Muchos Cristianos están de acuerdo que comenzar el día buscando al Señor
da una perspectiva positiva y un sentido de paz que lleva a un mejor día y
finalmente a una mejor vida. Ahora, Joyce Meyer facilita a los lectores con
esta guia diaria para acercarse más al Señor cada mañana del año. Los
temas en estos 365 devociones incluyen las claves para disfrutar al máximo
cada día, cómo equilibrar los extremos, cómo actuar con disciplina y
dominio propio la felicidad, cómo vivir sin miedo, y mucho más. A través
de estos pensamientos inspiracionales, los lectores serán inyectados cada
mañana con nueva esperanza y ánimo por vida. Nunca más querrán salir de
casa sin antes buscar al Señor.
Índice

Portada de la imagen
Bienvenido
Nota de la autora
Introducción: ¡Puede tener gozo cada día!
UNO: Dos opciones: ¿Las obras o la gracia?
DOS: El Roba-gozo #1: Las obras de la carne
TRES: El Guarda-gozo #1: Ser guiado por el Espíritu
CUATRO: El Roba-gozo #2: El legalismo religioso
CINCO: El Guarda-gozo #2: Ser libre en Cristo
SEIS: El Roba-gozo #3: Complicando asuntos sencillos
SIETE: El Guarda-gozo #3: No se complique
OCHO: El Roba-gozo #4: El razonamiento excesivo
NUEVE: El Guarda-gozo #4: Estar seguro en Dios
DIEZ: El Roba-gozo #5: El enojo impío
ONCE: El Guarda-gozo #5: Sea pronto para perdonar
DOCE: El Roba-gozo #6: Celos y envidia
TRECE: El Guarda-gozo #6: Sea bendecido sobreabundantemente
CATORCE: El Roba-gozo #7: El descontento habitual
QUINCE: El Guarda-gozo #7: Tenga contentamiento
DECISÉIS: Puede vivir una vida de gozo
Escrituras sobre cómo mantenersu gozo
Oración para tener una relación personal con el Señor
Notas
Empezando Tu Día Bien
Sobre la autora
Otros libros de Joyce Meyer
Copyright Página
Sobre la autora

Joyce Meyer es una de las más reconocidas maestras de la Biblia en el


mundo. Una autora “bestseller” del New York Times, ha escrito más de
setenta libros, incluyendo Look Great, Feel Great, la serie completa de los
libros de Battlefield of the Mind (El Campo de Batalla de la Mente), y
varios otros títulos. Tambien tiene miles de audio-casetes y una biblioteca
video completa. Sus programas de radio y televisión, Enjoying Everyday
Life®, son vistos y/o escuchados alrededor del mundo, y viaja extensamente
llevando a cabo conferencias de Enjoying Everyday Life. Joyce y su esposo,
Dave, son padres de cuatro hijos adultos y radican en San Louis, Missouri,
en Estados Unidos.
Otros libros de Joyce Meyer

Battlefield of the Mind *


Battlefield of the Mind Devotional
Approval Addiction
Ending Your Day Right
In Pursuit of Peace
The Secret Power of Speaking God’s Word
Seven Things That Steal Your Joy
Starting Your Day Right
Beauty for Ashes Revised Edition
How to Hear from God *
Knowing God Intimately
The Power of Forgiveness
The Power of Determination
The Power of Being Positive
The Secrets of Spiritual Power
The Battle Belongs to the Lord
The Secrets to Exceptional Living
Eight Ways to Keep the Devil Under Your Feet
Teenagers Are People Too!
Filled with the Spirit
Celebration of Simplicity
The Joy of Believing Prayer
Never Lose Heart
Being the Person God Made You to Be
A Leader in the Making
“Good Morning, This Is God!”
Jesus—Name Above All Names
Making Marriage Work
(Previously published as Help Me—I’m Married!)
Reduce Me to Love
Be Healed in Jesus’ Name
How to Succeed at Being Yourself
Weary Warriors, Fainting Saints
Life in the Word Devotional
Be Anxious for Nothing *
Straight Talk Omnibus
Don’t Dread
Managing Your Emotions
Healing the Brokenhearted
Me and My Big Mouth! *
Prepare to Prosper
Do It Afraid!
Expect a Move of God in Your Life… Suddenly!
Enjoying Where You Are on the Way to
Where You Are Going
The Most Important Decision You Will Ever Make
When, God, When?
Why, God, Why?
The Word, The Name, the Blood
Tell Them I Love Them
Peace
The Root of Rejection
If Not for the Grace of God *
Títulos en español
Las Siete Cosas Que Te Roban el Gozo
(Seven Things That Steal Your Joy)
Empezando Tu Día Bien
(Starting Your Day Right)

Y de David Meyer
Life Lines
* Si usted nunca ha pedido que Jesús venga a vivir en su corazón pero le
gustaría confesarle como su Salvador, hay una oración que puede hacer al
final de este libro.
* Guía de estudio disponible para este título
Copyright

Copyright © 2004 by Joyce Meyer


Todos los derechos reservados. Salvo los permisos del U.S. Copyright Act
de 1976, ninguna parte de esta publicación será reproducido, distributido, o
transmitido en cualquier forma or por cualquier manera, ni será almacenado
en cualquier sistema de recuperación de datos, sin el permiso escrito de la
casa editorial.

Las citas bíblicas son tomadas de la version Reina-Valera de 1909 y de


1960.
Copyright © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. Usado con
permiso.

FaithWords
Hachette Book Group
237 Park Avenue
New York, NY 10017

Visit our website at www.HachetteBookGroup.com.


www.twitter.com/faithwords.

First eBook Edition: De febrero 2011

El nombre y colophón de FaithWords son marcas registradas de Hachette


Book Group.

Editor no es responsable de la web (o de su contenido) que no son


propiedad del editor.

ISBN: 978-1-455-50297-4
Comienza la lectura
Tabla de contenidos
Copyright Página

También podría gustarte