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Las Siete Cosas Que Te Roban El Gozo Superando Los Obstáculos Hacia
Las Siete Cosas Que Te Roban El Gozo Superando Los Obstáculos Hacia
Es maravilloso tener gozo en la vida. ¿Se fija que dije en la vida, no por la
vida? Es posible que deseemos ver cambios en nuestras circunstancias sin
permitir que las mismas nos hagan sentir desdicha o derrota. El gozo hace
que las circunstancias menos deseables se tornen más tolerables.
Por muchos años no gocé de mi vida, aún siendo cristiana, aunque lo
quería; entonces le pedí a Dios que me ayudara a cambiar. En este libro
comparto las verdades bíblicas por las cuales aprendí a tener gozo todos los
días. Mi propósito al escribir es abrir los ojos de su entendimiento tocante al
poder del gozo, cómo conseguir el gozo y cómo mantenerlo.
El gozo puede variar en su intensidad, desde un deleite tranquilo, hasta
una alegría extrema. Se relaciona muy de cerca con nuestras expectativas
(lo que pensamos y creemos). Una definición de gozo es: “Sentimiento de
placer originado generalmente por una viva satisfacción o por la esperanza
de obtener cosas halagüeñas y apetecibles”1. En otras palabras, nuestro
gozo se verá afectado por cuanto esperemos que nos sucedan cosas buenas.
El gozo también se relaciona muy de cerca con la fuerza. Muchas
personas faltan fuerza porque buscan el gozo del mundo, en lugar de buscar
el gozo del Señor.
La Palabra de Dios dice: “… no os entristezcáis, porque el gozo de
Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10). El gozo que da el Señor no
depende de las circunstancias naturales. La Palabra de Dios nos enseña
sobre el gozo de la salvación (estando alegres porque somos cristianos)2 y
sobre el gozo que nos trae Su Palabra y Su Presencia.
El salmista David escribió: “Me mostrarás la senda de la vida: Hartura
de alegrías hay con tu rostro; Deleites en tu diestra para siempre” (Salmos
16:11). El profeta Jeremías dijo: “Halláronse tus palabras, y yo las comí; y
tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón…” (Jeremías
15:16). El apóstol Pablo nos dice: “Gozaos en el Señor siempre. Otra vez
digo: ¡Que os gocéis!” (Filipenses 4:4).
A través de toda la Biblia, de principio a fin, se nos anima a estar
gozosos. En Proverbios 17:22 se nos dice: “El corazón alegre produce
buena disposición.” En mi opinión, si las personas tuvieran más gozo,
probablemente se enfermarían mucho menos. Yo creo que el gozo hace
mucho más que simplemente hacernos sentir bien; fortalece nuestro
testimonio y mejora nuestro semblante, nuestra salud y la calidad de nuestra
vida.
Sin embargo, este no es un libro que habla sólo del gozo, la alegría y
salud; también habla sobre la fuerza. El gozo del Señor es nuestra fortaleza;
es nuestro poder para ganar, y nuestro enemigo, Satanás, lo sabe.
Satanás es experto en robarnos, pero nuestras posesiones no son su
objetivo principal: es nuestro gozo. Constantemente intenta robar nuestro
gozo porque él sabe que si perdemos nuestro gozo, perdemos nuestra
fortaleza, y esto le da una gran ventaja sobre nosotros. Nuestro gozo es su
blanco principal. Él quiere traer cosas desalentadoras a nuestra vida y así
hacernos creer que la vida consiste sólo en desilusiones.
Antes, en mi vida sólo sentía desaliento. Cuando era más joven, era una
persona muy sombría. Habiendo experimentado mucho dolor y daño
emocional, la vida era dolorosa, sin alegría y muy seria para mí. Parecía que
cargaba con algo muy pesado siempre. Fue necesario aprender que podía
gozar de la vida y ser una persona sin preocupaciones, alegre y gozosa.
Tardé años en aprender lo que compartiré con usted por medio de este
libro. Mi deseo es que al revelarle estas verdades, podrá aumentar su gozo y
así evitar los años de trastorno que muchos pasamos antes de aprender
cómo conseguir el gozo y cómo mantenerlo.
Recuerde: para tener fuerza contra Satanás, es necesario mantener su
gozo.
GOCE DE LA VIDA
No tenemos que permitir que el diablo nos prive de nuestro gozo. Sin
importar lo que pueda estar sucediendo en nuestra vida, necesitamos estar
lo más alegre posible ya que entonces contaremos con la fuerza para
enfrentar lo que venga hacia nosotros.
Una de las maneras que podremos mantener nuestro gozo es al no
exagerar las cosas pequeñas y mejor olvidarlas. Por ejemplo, quizá alguien
nos ofendió, pero enfadarnos nos robará nuestro gozo; lo mejor es olvidarlo
enseguida.
—Pero no fue correcto lo que hicieron,—dirá usted.
Todos le hemos hecho algo incorrecto a alguien en algún momento de
nuestra vida. Al hacer eso, ¿qué necesitábamos? Necesitábamos un poco de
misericordia. ¿Qué queríamos que la persona agredida hiciera por nosotros?
Queríamos que nos perdonara. Esto significa que debemos sembrar lo que
queremos cosechar.3
No sólo debemos perdonar a otras personas, sino también debemos
perdonarnos a nosotros mismos. Aprender a no ser tan duros con nosotros y
con otras personas es esencial. ¿Por qué? Porque la severidad y falta de
perdón nos roban el gozo.
Para mí, es muy importante que usted goce de su vida. Por eso, en este
libro compartiré con usted siete cosas que roban el gozo y lo que usted
puede hacer para detener a Satanás, el “roba gozo,” de robar su gozo.
También quiero compartir con usted algunos cambios que puede efectuar la
manera que usted enfrenta las situaciones (si es que usted necesita ayuda en
esa área); de otro modo, en cada momento usted le estará dando su gozo al
enemigo.
¿Le gustaría ser más alegre? ¿Quiere gozar plenamente de su vida cada
día? Yo sí. Yo quiero disfrutar cada día de mi vida. No quiero gozar sólo
esporádicamente de mi vida o sólo cuando todo va bien. Aún cuando estoy
en medio de un gran problema, quiero gozar de la vida. Quiero disfrutar la
vida mientras Dios me esté cambiando. Quiero disfrutar la vida mientras Él
obra a mi favor. Quiero disfrutar la vida mientras veo crecer mi ministerio.
Al igual que usted, quiero gozar plenamente la vida, cada parte de ella,
cada día. Y he descubierto que no lo lograré si no he decidido hacerlo.
Contamos con sólo una vida para vivir, y todos tenemos el derecho de
disfrutarla. Pero las obras de la carne son una de las principales cosas que
pueden estorbar eso. Las obras de la carne son nuestros intentos de hacer
aquello que le pertenece a Dios hacer.
Intentar hacer lo que sólo Dios puede hacer siempre nos llevará a la
frustración. Si confiamos que Dios hará lo que sólo Él puede hacer,
encontraremos gozo porque “lo que es imposible para los hombres, es
posible para Dios” (Lucas 18:27).
Jesús dijo: “Bástate mi gracia; porque mi potencia en la fiaqueza se
perfecciona” (2 Corintios 12:9).
Llegamos a frustrarnos al procurar por medio de obras una vida que
Dios diseñó y planeó que se recibiera por medio de gracia. La gracia es el
poder de Dios para suplir nuestras necesidades y resolver nuestros
problemas.1
Viví una vida frustrada, complicada y sin gozo por muchos años antes de
buscar a Dios seriamente para las res puestas a mi falta de gozo y paz. Al
encontrarme con algún problema o necesidad, procuraba ayudarme a mí
misma y resolver todo a mi manera, y esto nunca produjo los resultados
deseados. La Palabra de Dios, junto con mi experiencia personal, me han
enseñado cómo evitar la frustración que producen las obras de la carne:
pedirle ayuda a Dios.
PERMITA QUE DIOS LE AYUDE
Todos hemos sido culpables, en ocasiones, de querer resolver nuestros
problemas en lugar de confiar en Dios para resolverlos. No es una señal de
debilidad el reconocer que no nos podemos ayudar a nosotros mismos, es la
verdad. Jesús dijo: “… sin mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).
Puede ser que se sienta frustrado, desanimado y descontento
simplemente porque usted intenta arreglar algo que no puede cambiar.
Probablemente usted intenta componer algo que sólo Dios puede arreglar.
Quizá se quiere deshacer de alguna situación con la que ya no quiere lidiar.
Si se parece a la mayoría de las personas, usted se preocupará, desesperará
y desgastará hasta que pueda reconocer que sólo Dios puede removerla por
usted.
Quizá haya algo que usted desea y se está esforzando mucho por
conseguir, sin embargo nada le da el resultado deseado, y esto le desanima.
Si ésa es su situación, lo único que puede hacer es dejar de luchar y esperar
en Dios. Y mientras está esperando que Dios le resuelva su situación, le
animo a que disfrute la espera. Eso puede que sea difícil porque se requiere
de paciencia, pero la recompensa final es maravillosa. Honramos a Dios al
esperar en Él, y la Biblia nos dice que la persona que honra a Dios será
honrada por Él.2
En Marcos 9:23, Jesús dice que todas las cosas son posibles para aquel
que cree, no para aquel que tiene una buena idea y un gran plan y propone
hacerlo funcionar.
Porque escrito está que Abraham tuvo dos hijos; uno de la sierva,
el otro de la libre. Pero el de la sierva nació según la carne, pero
el de la libre, por la promesa. Las cuales cosas son dichas por una
alegoría, porque estas mujeres son los dos pactos; el uno
ciertamente del monte Sinaí, el cual engendró para servidumbre,
que es Agar. (Gálatas 4:22–24)
Por medio del estudio de los capítulos 11 hasta 21 de Génesis, sabemos
que Sara representa el otro pacto que se menciona en estos versículos.4 Ella
es la mujer que debió esperar la promesa de Dios y así recibir un hijo
nacido de manera sobrenatural.
Más adelante en este libro, repasaremos cómo Sara, en un momento
dado, se cansó de esperar la promesa de Dios, intentó implementar su
propio plan y terminó en un lío. Pero Dios fue fiel a Su promesa, y ella
pudo comprobar que cuando esperamos y confiamos en Dios, Él llevará a
cabo aquello por lo que estamos creyendo o pidiendo, sin importar cuánto
tiempo se requiera.
Podemos vivir tratando de hacer todo por nuestra cuenta, o podemos
vivir confiando en Dios. Podemos intentar hacer las cosas, o podemos creer
que Dios las hará. Es nuestra la decisión.
Si su deseo es librarse de presiones, entonces escogerá abrir su vida a
Dios en lugar de hacer todo por sí mismo, en su propio tiempo, a su propia
manera, según su propio plan. Si escoge abrirse a Dios, ore de la siguiente
manera:
¿Puede ver lo que sucedió aquí? Sara pensó formular un plan para
presenciar el cumplimiento de la promesa de Dios. Si hemos estado
esperando mucho tiempo por algo, la mayoría de nosotros somos igual a
ella. Decimos: Ah, ya sé lo que puedo hacer. Y, al igual que Sara,
pretendemos acelerar el proceso. Sin embargo, lo único que logramos es
alargar el tiempo de espera.
Yo entiendo que Sara deseaba ansiosamente un hijo, pero cuando parecía
que no se cumpliría la promesa de Dios, los siguientes versículos nos
muestran cómo accionó y la necedad de dichas acciones:
Ahora, es obvio que cualquier mujer que diera a su sierva para ser
esposa de su marido sencillamente no está pensando prudentemente.
¿Se fijan que Agar luego tuvo una mala actitud? Antes de estar encinta,
era una sierva sumisa. Pero en cuanto vio que esperaba el hijo de Abraham,
se sintió superior a Sara. Como consecuencia, trató a Sara con desprecio y
sin respeto.
Sin lugar a duda, eran personas muy parecidas a nosotros.
Entonces comenzaron los problemas. Al ver Sara la actitud despectiva
de Agar hacia ella, culpó a Abraham. Aunque había sido idea de ella y
había convencido a su marido, de pronto todos los problemas con Agar eran
culpa de él.
En Génesis 16:6 leemos: “Y respondió Abram a Sarai: he aquí, tu sierva
está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca.”
En pocas palabras, Abraham estaba diciendo: “No tengo nada que ver en
este problema. No es mi lío; es tuyo. Tú trata con él.”
¿No es parecido a lo que sucedió en el Jardín del Edén cuando Adán y
Eva desobedecieron a Dios comiendo del fruto prohibido?10 ¿No culpó
Adán a Eva por tentarle a comer, y no culpó Eva a la serpiente por tentarle a
comer? Nadie quería tomar la responsabilidad por sus decisiones.
¿No reaccionamos igual cuando hacemos un desastre de nuestra vida?
Al caer en las obras de la carne, creamos un gran lío que tiene que ser
arreglado. En seguida culpamos a otra persona. En muchas ocasiones, al
igual que Eva, decimos que el diablo tiene toda la culpa.
Antes de que aprendiera a hacerme responsable por mis propias acciones
y las consecuencias que acarreaban, yo culpaba al diablo por todo lo malo
que sucedía en mi vida. Lo reprendía hasta cansarme y de todos modos no
me dejaba en paz.
Constantemente me encontraba diciendo: “Te reprendo Satanás. Te
reprendo. ¡Aléjate, diablo! Te reprendo.”
Sin embargo, por más que le echaba la culpa a Satanás y reprendía al
diablo, seguía con el mismo problema. Si eso describe su situación, puede
ser que la causa de su problema es un “Ismael.”
Habían pasado casi veinte años desde la primera vez que Dios le había
prometido un hijo a Abraham y a Sara. Durante todo ese tiempo, Abraham
y su familia habían cuidado y criado a Ismael.
Ismael era un hombre de guerra y toda su vida se encontró en algún
conflicto u otro. Agar y Sara tuvieron conflicto, y Abraham se encontraba
en medio de él. Estoy segura que no fue un tiempo agradable para ninguno
de ellos. Aunque la Biblia no lo narra, es fácil imaginar cómo fue la casa de
Abraham durante esta época. A estas alturas, Abraham y Sara se
preguntaban donde estaba el hijo que Dios les había prometido.
Seguramente no entendían porqué se tardaba tanto Dios en cumplirles Su
promesa.
Creo que tuvieron que esperar veinte años debido a que nació Ismael. Si
no se hubieran desesperado y formulado su propio plan, creo que el
nacimiento de Isaac hubiera sucedido mucho antes.
Así como Abraham y Sara, una vez que hemos dado a luz a Ismael,
pasamos años cuidando de él. Una vez que hemos complicado nuestra vida,
es tardado arreglar todo de nuevo.
¿Nunca se ha metido en un problema del que se tardó más en salir que
en entrar? ¿Ha hecho cosas en su vida que desea no haber hecho?
La mayoría de nosotros sí, y cada acción es seguida por consecuencias.
Si usted está lidiando con las consecuencias de un Ismael, no significa que
Dios no le quiere bendecir. Pero las consecuencias quizá retrasen el poder
recibir lo mejor de Dios para su vida.
LA RISA DE FE
Abraham sabía que era viejo, y él conocía la condición estéril de Sara, sin
embargo él le creyó a Dios:
Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara
como había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en
su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. Y llamó Abraham
el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.
(Génesis 21:1–3)
Isaac trajo risa a las vidas de sus padres porque él era el cumplimiento
de la obra de Dios.
Puedo entender eso. Sin la ayuda de Dios, es imposible pararme frente a
las personas para ministrarles la Palabra de Dios. Es un milagro que tenga
este ministerio debido al desastre que era cuando Dios habló a mi corazón
hace tantos años. Y me hace reír. Pasé tantos años con la frente fruncida y
estando triste siempre a causa de las obras de la carne. Ahora tengo una
sonrisa en mi boca la mayoría del tiempo.
Las obras que no funcionan le robarán su gozo. La promesa de Dios le
causará reír. Es una obra de la carne tratar de hacer algo para acelerar la
llegada de la promesa de Dios, y este roba-gozo le dejará desanimado y sin
fruto. Es suya la decisión. ¿Qué escogerá?
En el próximo capítulo veremos cómo luchar contra las obras de la carne
al ser guiados por el Espíritu.
TRES
El Guarda-gozo #1: Ser guiado por el Espíritu
¡Vamos ahora! Los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad,
y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no
sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida?
Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y
luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: si el
Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. (Santiago
4:13–15)
Dios tiene un plan global para el cuerpo de Cristo, pero también tiene un
plan diario para cada creyente. Así como Dios tiene un plan para cada uno
de nosotros, también tiene un plan para cada reunión hecha en Su nombre.
Dios no quiere que sólo cantemos algunos coros al reunirnos; Él quiere
que le alabemos y adoremos. Durante ese tiempo de alabanza y adoración,
Él desea ministrar a las necesidades de las personas y romper de sobre su
vida el yugo de servidumbre. Dios desea liberar a las personas de las manos
de Satanás y removerlas de las puertas del infierno.
No funciona el seguir las obras muertas en lugar de proseguir el plan
vivo de Dios. Él no unge la tradición; Él unge a aquellos que viven en
íntima relación con Él. Si usted está cooperando con el Espíritu Santo,
nadie detendrá la obra que Dios quiere hacer a través de usted. Dios hará
funcionar Su plan. Si usted tiene un llamado de Dios sobre su vida, no se
tiene que preocupar si hará o no aquello para lo que Dios le ha apartado.
Hace muchos años, antes de entender lo que le estoy enseñando, yo era
fuerte de voluntad, obstinada y tomaba decisiones rápidamente. Tenía un
llamado sobre mi vida, y podía sentir muy dentro de mi espíritu lo que Dios
quería que hiciera. Sentía lo que Dios quería, pero no tenía ni la menor idea
de cómo llegaría de un punto a otro, entonces comencé a formular un plan.
Pero Dios me dijo: “Joyce, te crees tan lista. Crees saber todo. Tienes tu
planecito y piensas saber exactamente lo que haré y cómo lo haré, pero
déjame decirte algo: no sabes ni la mitad de lo que piensas saber.”
Dios trajo a mi mente esta escritura: “Reconócelo en todos tus caminos,
y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a
Jehová, y apártate del mal…” (Proverbios 3:6–7).
Es tan fácil comenzar a formular un plan en lugar de esperar que Dios le
dé Su plan. Después hacemos de nuestro plan la regla sin reconocer a Dios.
Pero el proverbio dice que debemos reconocer a Dios en todos nuestros
caminos, y esto deberá incluir todos nuestros planes.
Reconocer a Dios requiere de tiempo. Reconocer significa: “Ver que una
persona o cosa es cierta, determinada; Confesar, admitir como cierto;
Declarar oficialmente la legitimidad de alguien o de algo; Agradecer.”1
Para reconocer a Dios, es necesario tomar una pausa suficiente para orar.
Tenemos que preguntarle: “Dios, ¿es importante esto o aquello? O ¿qué
piensas de esto o aquello?” Y luego debemos espera Su respuesta.
Al esperar, la unción para cumplir Su plan llegará. Él nos dirigirá hacia
dónde debamos caminar. Si mantiene su plan ante el Señor, debe estar
dispuesto a que Él cambie cualquier cosa en cualquier momento. Si hace
esto, su camino siempre será el indicado y será prosperado.
RECONOZCA A DIOS
Tengo un lugar especial donde me gusta orar cada mañana. Es el primer
lugar a donde llego, y es de suma importancia para mí pasar tiempo con
Dios. Pero aún la oración puede llegar a ser una obra de la carne si oro sólo
por hábito en lugar de buscar sinceramente la dirección de Dios.
Nos perderemos de una relación íntima con el Señor si hacemos de la
oración una obra de la carne, como decir: “Bueno, voy a orar por quince
minutos, voy a leer la Palabra por veinte minutos, voy a orar en el Espíritu
por cinco minutos,2 y confesaré la Palabra por diez minutos y así habré
cumplido con mi obligación.”
Sabemos que somos guiados por el Espíritu cuando deseamos orar,
cuando anhelamos estudiar la Palabra y cuando queremos recibir la
disciplina del Señor. Encontramos el verdadero gozo cuando sentimos el
toque de Dios sobre nuestros planes. La Biblia dice: “Y les daré un corazón,
y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de
en medio de su carne, y les daré un corazón de carne…” (Ezequiel 11:19).
Ser dirigido por el Espíritu Santo mantiene nuestro gozo y significa que
usted vivirá una vida justa, libre de las obras infructuosas de la carne. No
permita que por intentar organizar su propia vida se le robe el gozo. Permita
que Dios unja Su plan para usted al confiar en Él.
En el próximo capítulo, le mostraré cómo puede ser robado su gozo por
seguir muchas reglas exteriores con la idea de guardar su propia rectitud
ante Dios. Y después de aprender el principio siguiente para guardar su
gozo ya no tendrá que colocar recordatorios por toda su casa que digan:
“No chismee. No critique. No busque los errores. No se queje.” Dios
escribirá Sus leyes sobre su corazón, y ya no necesitará recordatorios para
mantener su gozo.
CUATRO
El Roba-gozo #2: El legalismo religioso
El Señor dice:
Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era
ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos
decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy.
Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? Respondió él
y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó lo
ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la
vista.
Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? Él dijo: No sé. Llevaron
ante los fariseos al que había sido ciego.
Y era el día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le
había abierto los ojos. (Juan 9:8–14)
Los fariseos estaban en contra de Jesús, aunque era mandado por Dios y
hacía bien en todos lados. Eran gobernados por reglamentos, leyes y
costumbres, así que se molestaron al descubrir que Jesús se había atrevido a
sanar a un hombre en el día de reposo. No habían encontrado con qué
acusar a Jesús, hasta ese punto. Pero, en su opinión, en el día de reposo no
se hacía ningún trabajo, ni el de Dios.
En muchas áreas de nuestra vida, también gobiernan los reglamentos,
hasta en nuestras experiencias espirituales, y pueden afectar tanto positiva
como negativamente nuestra vida. Mientras las reglas y leyes son
inherentemente buenas, algunas personas, como los fariseos, se preocupan
tanto en guardarlas que no pueden disfrutar realmente a Dios, ni su vida.
Hubo un tiempo en el cual la relación de una persona con Dios se basaba
en un cuerpo estricto de normas. En el Antiguo Testamento leemos sobre un
pacto de obras llamado el Antiguo Pacto. Las personas tenían que seguir la
ley bajo este pacto. Al cometer errores, era necesario hacer sacrificios para
recibir perdón. Eran tantas las leyes que la gente no podía cumplirlas todas.
Jesús vino a establecer un pacto de gracia. Bajo este Nuevo Pacto, se nos
ha dado el hermoso don de la gracia2 por medio del sacrificio de Jesús en la
cruz. Ahora nuestra salvación y relación con Él no se basan en guardar
ciertas leyes.3 Podemos gozar de una relación personal con Jesús, sin luchar
por hacer lo correcto. Lo que nos toca es creer, depender de Él y actuar
sobre lo que Él nos ha mandado.
El hombre que había padecido ceguera toda su vida y ahora había sido
sanado, seguramente se sentía muy feliz. Me imagino que sus preguntas le
parecieron una necedad. Todo este interrogatorio probablemente le estaba
robando su gozo.
El reglamento inventado por los fariseos los cegó y no vieron que Jesús
era el Hijo de Dios. Y continuaron con sus preguntas para comprobar que
eso no era cierto.
Como dice en Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible (El
comentario sobre la Biblia entera por Matthew Henry): “Uno esperaría que
un milagro tal como el hecho por Cristo al sanar al hombre ciego hubiera
confirmado Su reputación, y silenciado y avergonzado toda oposición, pero
tuvo el efecto contrario; en lugar de ser aceptado como profeta, él es
acusado de ser criminal.”4
Una actitud legalista y analítica complica todo. Las personas se llenan
de orgullo y son ciegas a la verdad, aún cuando la tienen delante de sus
ojos, como lo ilustra este relato:
Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por
cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que
Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso
dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.
Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y
le dijeron; Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es
pecador. Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una
cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. (Juan 9:22–25)
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada
por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos
en la esperanza de la gloria de Dios. (Romanos 5:1–2)
Recuerde que Dios dio la ley para hacernos ver qué mal estábamos sin Él.
La Palabra dice: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8).
Todos hemos pecado, pero por Su gracia, Dios nos dará el poder para
perder el deseo de continuar pecando. Él nos limpiará del anhelo por el
pecado, como está escrito: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan
1:9).
El difícil admitir abiertamente que hemos pecado, pero como nos lo
explica el verso nueve, si confesamos nuestros pecados al Señor, Él nos
limpiará de todo aquello que no está de acuerdo a Su plan para nosotros. La
confesión de nuestros pecados a Dios rompe su poder sobre nosotros y nos
libera para gozar de la libertad en Cristo todos los días de nuestra vida.
Aún puedo recordar el gozo que llegó a mi alma cuando pude entender
esta verdad. Primera Juan 2:1 dice: “Hijitos míos, estas cosas os escribo
para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con
el Padre, a Jesucristo el justo.” Mi interpretación de lo que está diciendo
Juan es: “Les escribo este libro entero para que no pequen, pero si acaso
pecan, no se preocupen demasiado. No lo hagan más grande de lo que es.
Lleven su pecado a Jesús. Admitan sus debilidades. Admitan que son
humanos. Admitan sus imperfecciones.”
Cuando confesamos nuestros pecados a Dios, Él nos cambia desde
adentro hacia fuera. Él cambia nuestros deseos para que queramos lo que Él
desea. “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan
8:36).
Hay un balance entre auto-disciplinarnos y no estar bajo ataduras de
reglas hechas por nosotros mismos. Obviamente, los mandatos de Dios son
para obedecerse. Pero cuando podemos seguir un deseo divino en nuestro
corazón de hacer lo bueno, ya no estamos siendo llevados por la letra de la
ley. Si Jesús es nuestro Señor y Salvador, obedecer a Dios es el deseo de
nuestro corazón y la obediencia nos trae mucho gozo. Muchas personas
quieren seguir complaciendo a Dios obedeciendo una lista de reglas de lo
que deben y no deben hacer. Sin embargo, muchas de las reglas que
observan no provienen de la Palabra de Dios, sino de los ritos religiosos de
los hombres.
Si seguimos el liderazgo del Espíritu Santo, sabremos exactamente
cómo complacer a Dios, porque Él pondrá el deseo en nuestro corazón de
hacer lo que Él haría.
¿CUÁLES LEYES HA HECHO PARA USTED MISMO?
Tiempo atrás, hice una ley de la limpieza de mi casa. Sí creo que debemos
mantener limpio nuestro hogar, y debemos cuidar lo que Dios nos da, pero
en ese punto de mi vida yo estaba fuera de balance. De hecho, estaba muy
mal ya que mucha de mi autoestima se nutría de cómo se veían las cosas
que me rodeaban. Quería que mi casa estuviera absolutamente perfecta
porque así pensé que nadie me podría encontrar alguna falta.
Yo limpiaba toda mi casa desde arriba hasta abajo cada día de mi vida.
Aspiraba, sacudía, abrillantaba los espejos y barría los pisos.
En una ocasión, algunos amigos me invitaron a salir. Yo quería
acompañarles, pero la ley que me había impuesto me impedía seguir mi
corazón. Después estaba resentida con mis amigos porque se la estaban
pasando bien sin mí; hasta llegué a criticarles. No era libre para seguir el
liderazgo del Espíritu Santo.
Sin ningún tipo de disciplina, la vida no es balanceada. Si dejamos a un
lado el trabajo cada vez que alguien quiere que hagamos algo, nunca
estarían limpias nuestras casas. Así que, debemos disciplinarnos con
equilibrio para atender las cosas necesarias.
Es bueno ser disciplinado, pero no es bueno ser legalista. Era bueno que
yo limpiara mi casa, pero si alguien me extendía una invitación y yo tenía
paz al respecto, debería haber contado con la libertad de seguir mi corazón.
Debería haber sentido la libertad suficiente como para decir: “Este trabajo
puede esperar hasta mañana para poder estar con mis amigos.”
Pasé mucha agonía y tormento a causa del legalismo. Temía hacer casi
cualquier cosa. Tenía temor de ser libre. Temía seguir la dirección del
Espíritu Santo. Temía cometer un error y no oír la voz de Dios. Me sentía
segura al seguir las reglas; pero también siempre me sentía condenada.
El problema con la ley es que es perfecta. La ley es precisamente lo que
haría Dios, es un cuadro de quién es Él, y lo que Él quiere que nosotros
hagamos también. Como la ley es perfecta, por esa razón no la podemos
guardar, porque no somos perfectos en nuestras acciones. Es imposible
lograr obedecer todas las reglas y las normas prescritas por la ley. Dios no
nos dio la ley con la expectativa de que pudiéramos cumplirla. Nos la dio
para hacernos ver cuánta necesidad tenemos de un Salvador que nos puede
rescatar de nuestra inhabilidad de cumplir Sus leyes.
Si intentamos agradar a Dios cumpliendo la ley, nos volvemos
orgullosos si lo logramos, pero entonces pecamos al juzgar a todos aquellos
que no están cumpliendo la ley como nosotros. En el momento de reconocer
nuestro pecado, llega de nuevo la condenación. Finalmente, aprendemos
que seguir el reglamento no nos produce gozo.
“YO LO CREO”
Antes yo era una persona tan complicada. Mi manera de ver y hacer las
cosas era tan complicada que me robaba de disfrutar cualquier cosa.
Decimos que vivimos en una sociedad compleja, pero yo creo que
nosotros somos los que nos complicamos, y hacemos la vida difícil. No
creo que la vida sea complicada; pienso que la manera de que la vemos es
lo complicado. No debe ser difícil servir a Dios, sin embargo nosotros
somos los que lo hacemos complicado.
Piense cómo un niño ve la vida de una manera tan sencilla y sin
complicaciones. Algo que parecen tener en común todos los niños es esto:
Se van a divertir si es posible. No tienen preocupaciones. Y creen lo que se
les dice. La confianza es parte de su naturaleza al menos que hayan tenido
alguna experiencia que les enseñara lo contrario.
Jesús quiere que crezcamos y maduremos en nuestro comportamiento,
pero también desea que mantengamos una actitud de confianza y
dependencia en Él.3 Recuerde, Él nos dijo en Juan 3:16: “Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en Èl cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”(NKJV, cursivas
mías). Lo único que quiere escuchar es “yo lo creo.”
Creer simplifica la vida. Libera el gozo y nos permite disfrutar la vida
mientras Dios se encarga de nuestras circunstancias.
Como ya vimos, Dios le relató a Abraham una extraña historia de un
hijo que le daría a los cien años de edad y cuando su esposa ya no podía
tener hijos. Abraham no se complicó tratando de entender todo.
Simplemente le creyó a Dios. De hecho, fue tan grande su creencia que se
rió, era divertido, lo disfrutó.
Usted debe comenzar a hacer lo mismo si desea tener gozo:
sencillamente creerle a Dios.
Cuando Dios le dice algo a su corazón, o cuando lee algo en la Biblia,
usted debería decir: “Lo creo. Si Dios dice que me prosperará, lo creo.4 Si
Él dice que si siembro, segaré,5 lo creo. Si me dice que debo perdonar a mis
enemigos, 6 aunque no tenga mucho sentido para mí, lo creo, y en lugar de
ir a golpearles, haré lo que Él dice. Si Él dice que debo orar por mis
enemigos,7 lo creo, y lo haré. Si Él dice que ‘llame las cosas que no son
como si fuesen’,8 lo creo, y lo haré.”
HAGA TODO COMO DIOS INDICA
Las instrucciones que Jesús le dio a Pedro en el siguiente pasaje quizá no
tenían mucho sentido para él en lo natural, pero Pedro hizo lo que el Señor
había dicho, y recibió lo que probablemente fue la pesca más grande de su
carrera como pescador:
Una vez que haya dejado atrás el mundo natural, y ya no sea guiado por sus
pensamientos, sentimientos y emociones, puede hacer la transición al lugar
donde simplemente hace lo que el Señor dice.
Recuerde lo que Jesús le dijo al hombre que había nacido ciego en el
capítulo nueve de Juan: “Permíteme ponerte lodo en los ojos, y ve a lavarte
al estanque de Siloé.” El hombre lo hizo, y regresó viendo. Le sorprenderá
lo que Dios puede hacer por usted si simplemente hace lo que Él manda.
Yo creo que Dios tiene planeada su victoria, pero tiene que confiar en Él.
Tiene que creer. Tiene que hacer las cosas a Su manera, aunque no tenga
mucho sentido para usted.
MANTENGA LA SENCILLEZ
¿Nunca le ha pasado que invita a alguien a su casa, pero no disfruta su
visita? ¿Por qué? ¿Sería porque, como en la ilustración de Marta, hizo de
aquel tiempo de comunión algo que no debió ser?
Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer
llamada Marta le recibió en su casa. Ésta tenía una hermana que
se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su
palabra.
Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y
acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me
deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada
estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María
ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. (Lucas
10:38–42)
MANTENGA SENCILLA SU FE
En el Antiguo Testamento, los israelitas con frecuencia decían: “Jehová
nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4).2 Y siempre me
preguntaba porque hacían tanto énfasis en el hecho de que Dios es Uno.
Fue entonces que me di cuenta que los paganos fueron engañados al
creer que existía un dios para cada cosa. ¿Se imagina qué complicado debe
haber sido eso? Para encargar un hijo, hablaban con la diosa de la fertilidad.
Para hacer crecer sus cosechas, hablaban con el dios de la cosecha. Y todos
los dioses pedían un sacrificio, una ofrenda distinta para sanidad, paz, o lo
que fuera que la gente necesitara.
Deben haber estado muy ocupados corriendo de un ídolo a otro. Por eso
eran tan buenas nuevas cuando el único Dios verdadero se reveló a sí
mismo y dijo: “Yo lo tengo todo, cualquier cosa que necesites puedes venir
a Mí.”
El Señor nuestro Dios es Uno.
La palabra sencilla significa: “De un sólo elemento. Simple, fácil. Poco
complicado.”3 La palabra puro significa: “Que no está mezclado con
ninguna otra cosa.”4
Cualquiera que sea mi necesidad, puedo llegar con el Dios sencillo y
puro. Si necesito paz, si necesito justicia, si necesito esperanza, si necesito
gozo, si necesito sanidad, si necesito dinero, si necesito ayuda, cualquiera
que sea mi necesidad, simplemente llego con el Dios único y puro. Eso sí
que es sencillo. Eso me libra de la complicación. El Señor nuestro Dios, Él
es Uno.
El mensaje que trajo Jesús de vida gozosa y abundante es para nosotros
en el siglo veintiuno. Dios no planeó que la vida fuera tan complicada como
es hoy en día. Como dijo Pablo: “Me preocupo por ustedes, que van a
perder la sencillez de Cristo.” Simplemente debemos saber quiénes somos
en Cristo. Debemos saber que Dios tiene un plan individual para cada uno
de nosotros.
Estoy convencida de que Satanás usa el espíritu de religiosidad contra la
iglesia más que cualquier otra cosa para apagar el poder de Dios. La
religión le enseña a llevar a cabo muchas tareas como leer la Biblia, orar,
confesar la Palabra, ayunar, memorizar cantos espirituales y hacer buenas
obras. Justo cuando piensa que tiene todo bajo control, el diablo le pone
otro requisito.
Decida ya no vivir así. Yo intenté hacer todas las cosas que según yo,
agradaban a Dios, pero Él no pedía que hiciera la mayoría de ellas. Sólo
estaba siguiendo a otras personas; pensaba que debía hacer todo lo que ellas
hacían porque estaban recibiendo bendiciones. Seguir a las personas en
lugar de seguir a Dios, es otra arma que el diablo usa para distraernos del
plan sencillo que Él tiene para nuestra vida. Yo vivía bajo la tiranía de los
“tengo” y “debo” que yo me había impuesto.
Un espíritu religioso trae consigo el legalismo en lugar de la libertad. La
religión trata solamente de lo que nosotros podemos hacer; el cristianismo
se trata de lo que Jesús ya ha hecho. La vida se complica cuando pensamos
que siempre tenemos que estar haciendo algo.
—¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer?—
Las personas siempre le dicen eso a Dios.—¿Qué quieres que yo haga,
Dios? ¿Qué quieres que yo haga?—
Él quiere que usted crea en la obra que Jesús ya ha consumado, pero el
diablo seguirá gritando en su oído:—“Bueno, ¿qué harás tú? ¿Qué harás
tú?”—Podemos llenar tanto nuestra vida tratando de pensar cómo agradar a
Dios que podemos dejar de disfrutar lo que Él nos ha dado.
Jesús nos enseñó que ser llenos de gozo es sencillo. Él dijo: “Pedid (y
siga pidiendo), y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan
16:24). Si usted quiere tener gozo en su vida, simplemente pídaselo a Dios.
OCHO
El Roba-gozo #4: El razonamiento excesivo
REPOSE SU MENTE
En la Escritura encontramos la clave para tener gozo en la vida cada día:
“No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal;
porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos” (Proverbios
3:7–8).
Tiene que dejar a un lado el deseo de razonar todo y dejar de ser sabio
en su propia opinión. Recuerde también que debe reconocer a Dios en todos
sus caminos, confiando que Él guiará sus pasos. Nadie cuenta con la
inteligencia suficiente como para descubrir la razón de todo en la vida.
Gracias a Dios que no tenemos que hacerlo. Lo único que nos corresponde
es apartarnos del mal y esto será medicina para nuestros nervios. El
apartarnos significa que tomaremos decisiones correctas en obediencia a la
Palabra de Dios.
¿Está usted diciendo: “Estoy muy nervioso, necesito una consejería?”
Lo que realmente le hace falta es dejar de razonar y comenzar a descansar.
Imagínese cuánto cambiaría su vida si pusiera a descansar su mente.
Estoy aprendiendo a no preocuparme, pero tengo muchas
responsabilidades y de repente mi mente comienza a razonar demasiado.
Cuando eso ocurre, procuro tomarme un descanso para que mi mente se
pueda aquietar de nuevo. Una de mis actividades preferidas es sentarme un
par de horas a ver una buena película, o un filme de los años cuarenta o
cincuenta, algo que sé que va a estar sano. La razón por la que me gusta
hacer eso es porque el lado razonador de mi mente se apaga. También me
gusta ver alguna revista o catálogo. Esto me ayuda a desenchufar mi mente
de todo lo demás.
Es bueno hacer algo que nos ayude a descansar la mente de vez en
cuando.
Si su mente nunca se apaga, y constantemente está pensando y buscando
soluciones, debe permitir que el Espíritu Santo haga una obra en usted para
aquietar y tranquilizar su mente. Si tiene algún problema que no puede
resolver, en lugar de razonar tanto, tómese el tiempo para orar así: “Señor,
no puedo solucionar esto. No tengo la respuesta. No sé qué hacer. No
entiendo lo que estás haciendo en esta situación, pero confiaré en Tí.”
Eso es lo que hizo el pueblo de Dios al darse cuenta de que estaban
indefensos ante sus enemigos y no encontraban la solución a su situación.
Su rey oró a Dios: “Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande
multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos
nuestros ojos” (2 Crónicas 20:12).
Más adelante, en el versículo 17, el Señor les dice: “No habrá para qué
peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de
Jehová con vosotros” (cursivas mías).
Sólo tiene dos opciones en la vida. Puede intentar hacer todo por usted
mismo, o puede permitir que Dios lo haga por usted. Si va a permitir que
Dios lo haga, no tiene que pensar en el problema todo el día, tratando de
entenderlo y solucionarlo.
Vimos en el pasaje de Proverbios 3:7–8 que al permitir que Dios tenga
completo control de nuestra vida, nuestra salud se ve afectada de una
manera positiva. Yo creo que ese pasaje nos habla de nuestra salud entera.
Descansar en Dios en vez de indagar y averiguar todo, producirá salud en
nosotros, en nuestro espíritu, alma y cuerpo.
APÓYESE EN DIOS
En el siguiente pasaje, Jesús nos dice que debemos producir fruto, pero
también nos recuerda que separados de Él, no podemos hacer que el fruto se
produzca. Es interesante notar que Él no dice que dar fruto depende del
conocimiento humano.
Conforme crecía Jesús, aunque María sabía que el Señor le había dicho
que Él sería el Salvador de Su pueblo, ella realmente no entendía todo, así
como los discípulos de Jesús no entendían todo lo que Él les enseñaba.10
Yo no creo que tenga algo de malo meditar sobre algunas cosas en
nuestro corazón, como lo hizo María. En muchas ocasiones, al estar
meditando sobre algo es cuando Dios nos da alguna revelación o
entendimiento. Ahora, una cosa es la meditación; y otra cosa es la
preocupación.
Yo creo que la meditación es, en un sentido, como la oración. Estamos
diciendo: “Señor, no sé lo que significa esto. No lo entiendo del todo.
Necesito algo de dirección.” Eso es muy distinto a tratar de solucionar todo.
Quizá se pregunte cómo puede saber que ha cruzado la línea.
En cuanto se sienta confundido, ha dejado de meditar y ahora está
razonando excesivamente. Recuerde este indicador. Es un indicador muy
bueno que Dios me mostró a mí.
LA CONFUSIÓN NO ES DE DIOS
Estaba en una reunión en Kansas City, y el Señor puso en mi corazón
preguntar a los presentes cuántos se encontraban confundidos. Había
alrededor de 300 personas en la reunión, y según lo que pude ver, 298 de
ellas alzaron la mano. Y mi marido era uno de los dos que no alzaron la
mano.
Le puedo decir que Dave nunca ha sentido confusión porque no se
preocupa. No intenta averiguar nada. No le interesa saber todas las
respuestas porque confía en Dios.
Cuando usted confía en Dios, puede relajarse y disfrutar la vida. “…
pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (1 Corintios 14:33). No
tiene que vivir siempre preocupado y averiguando cómo resolver todos sus
problemas.
Recuerde todas las cosas por las que se ha preocupado en su vida y
cómo resultaron. Eso debería ayudarle a ver que la preocupación y el
razonamiento es malgastar tiempo y energía.
Tengo cuatro hijos adultos. Me sorprende recordar todo lo que pasé con
ellos mientras crecían, cuando no tenían buenas calificaciones en la escuela,
cuando me citaban en la oficina del director, cuando el vecino se quejaba de
ellos, cuando parecía que nunca querrían trabajar o hacer algo que valiese la
pena, o que nunca lograrían administrar bien sus finanzas.
Pensaba: ¿Cómo se enfrentarán a la vida cuando ya no estén conmigo?
Ni siquiera pueden administrar su mesada.
Una de mis hijas nunca podía mantener limpio nada y todo se le perdía.
Al entrar por la puerta de la casa, de inmediato, Laura dejaba caer su abrigo,
sus zapatos y sus llaves. Dejaba un caminito por toda la casa de las cosas
que iba dejando. Sin embargo, su meta en la vida era ser una esposa y
madre.
Yo pensaba: Quieres ser una esposa y una madre, y ¿cada mañana
tienes que salir de la casa usando una pala?
Yo me enojaba, le gritaba, y nada tenía el menor efecto en ella. No la
cambié en lo más mínimo.
Hoy en día es una mujer con sus propios hijos, y somos muy buenas
amigas. Siempre hacemos actividades juntas. Y cuida muy bien su casa. De
hecho, ella alcanzó sus metas. ¡Imagínese! Dios la ayudó.
Y luego tengo a Sandra, la hija que ahora trabaja conmigo en el
ministerio. De pequeña, me volvía loca porque era tan perfeccionista. Por
ejemplo, ella se sentaba en su recámara para hacer su tarea. Si cometía un
error, arrugaba su papel, lo tiraba a la basura, y comenzaba de nuevo. Con
ella, cada cabello tenía que estar en su lugar, y eso realmente me irritaba.
Una hija me molestaba porque no hacía nada, y la otra me irritaba
porque hacía todo.
Y luego está nuestro hijo menor, el hombre adulto que sigue siendo el
nene, el más pequeño. Cuando mi hijo salió de la preparatoria me emocioné
muchísimo. Sentía que había salido de la prisión. No le animé a inscribirse
a la universidad porque no le gustaba estudiar y no lo hacía muy bien, tanto
que Dave y yo tuvimos que contratarle maestros privados.
Recuerdo haber pensado: ¿Qué hará este hijo para ganarse la vida? Sin
embargo en todo momento, Dios tenía un plan.
Nos dimos cuenta que nuestro hijo aprende haciendo. Después de
graduarse de la preparatoria se vino a trabajar con nosotros, y en poco
tiempo, llegó a ser el encargado del departamento de los medios de
comunicación. A cada rato le digo a Dave: “¿Puedes creer que él está
haciendo esto?”
Estoy compartiendo estas historias con usted para ayudarle a entender
que sus hijos no están en este momento en el lugar donde terminarán.
Preocuparse por ellos sólo apoya el problema; no apoya la solución.
¿Fue usted tremendo de joven? Sin embargo, hoy está leyendo este libro,
buscando a Dios con todo su corazón. Así que, hay esperanza para sus
hijos.
Deje de preocuparse. Deje de complicarse la vida tratando de solucionar
todo. Simplemente admita que usted no sabe, que no puede, que necesita a
Dios. Y siga adelante con su vida, y disfrútela mientras Dios le vaya dando
las respuestas.
Ore y confíe en Dios, y Él le mostrará lo que debe hacer en el momento
indicado. Le mostrará porque Él no es un Dios que les falla a sus hijos.11 Él
es un Dios de fidelidad,12 y Él nunca nos defrauda.
Si quiere vencer al Roba-gozo del razonamiento excesivo, confíe en que
Dios puede encargarse muy bien de todo lo que le concierne. El próximo
Guarda-gozo le ayudará a crecer en esa confianza.
NUEVE
El Guarda-gozo #4: Estar seguro en Dios
Esta frase de “en Él” o “en Cristo,” se repite a través de todo el Nuevo
Testamento. Significa poner toda nuestra fe, toda nuestra confianza, toda
nuestra dependencia en Él.
La Palabra también dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te
apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él
enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5–6). Cuando quitamos nuestra
mirada de nuestra propia habilidad, podemos confiar en Él para cualquier
cosa que necesitemos.
Confiamos en Cristo para nuestro gozo.
Confiamos en Él para nuestra paz.
Nuestra esperanza está en Él.
No hay ninguna necesidad de razonar en exceso o averiguar el cómo o
cuándo de la resolución de nuestros problemas porque todo lo que
necesitamos está en Él.
Pablo está diciendo: “Bueno, todo aquello que tenía, este registro de
buenas obras, tantos años siguiendo la ley, todo ha sido inútil. Considero
todo como pérdida en comparación al invaluable privilegio de conocer a
Cristo Jesús y de llegar a tener una relación más profunda e íntima con Él.”
Si nuestro deseo es tener esta clase de justicia, la cuál sólo Cristo puede
atribuirnos, es necesario olvidar todas las razones por las que pudiéramos
merecer el favor de Dios a causa de nuestro comportamiento. Aunque
todavía debemos esforzarnos por hacer las cosas bien, no es para ganar el
amor de Dios porque Él ya nos ama. Sin embargo, nuestras oraciones son
contestadas a causa de la justicia de Cristo, no por nuestra propia justicia
ante Dios.
Yo no viajo de ciudad en ciudad predicando el evangelio para ganar
favor con Dios. Puedo seguir organizando conferencias hasta que regrese
Jesús; puedo trabajar, trabajar, trabajar, y salir en la televisión en todo el
mundo, pero no soy mejor que otros ante los ojos de Dios. Servir en la
manera que sirvo no me hace ganar más que cualquier otra persona en la
iglesia, mientras ella también siga la voluntad de Dios para su vida.
Estoy desarrollando este trabajo porque se me ha dado el don para
realizarlo; cuento con la gracia para hacerlo, y lo único que requiere Dios
de mí es que haga aquello para lo que Él me ha dado la gracia. Y lo único
que requiere de usted es que haga lo que Él le ha dado la gracia para hacer.
En mi vida personal procuro vivir de la misma manera que le digo a
todo mundo que debe vivir. No quiero decir una cosa y vivir otra. Sin
embargo, yo sé que mi justicia no se produce al vivir mi vida lo mejor que
pueda o por ser predicadora. Mi justicia está solamente en Cristo, y ninguna
cantidad de buenas obras o buen comportamiento me hará recta ante Dios.
La ley es perfecta y santa. Para ganarnos la justicia necesaria para orar
confiadamente, tendríamos que guardar cada punto de la ley de Dios, y
nunca cometer ningún error, ya que al romper una sola regla, somos
culpables de desobedecerla toda.2
Nunca alcanzaremos rectitud ante Dios por obediencia a la ley. Hacemos
lo correcto porque amamos a Dios, pero no hacemos lo correcto para
ganarnos el amor de Dios. Él nos amó aún antes de ser salvos. La ley existe
para ayudarnos a vivir una vida buena; debemos usar la ley para
disciplinarnos, pero no lograremos ganar el favor de Dios por obedecerla.
Nuestro favor con Dios se basa solamente en nuestra dependencia y
confianza en Cristo.
Lo que Pablo quería decir a las personas es que él contaba con todas las
ventajas que alguien pudiera tener. Tenía todo para confiar en sus méritos,
pero él sabía que las obras de la carne no le daban favor con Dios. Una
justicia propia no es lo que necesitamos; nunca lograremos ganarnos la
gracia del favor de Dios. La rectitud para estar ante Dios viene por medio
de Jesucristo.
La esperanza de Pablo debe ser la nuestra:
… a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la
participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él
en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de
entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea
perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo
cual fui también asido por Cristo Jesús. (Filipenses 3:10–12).
DESCANSE EN DIOS
En lugar de tener mucha confianza en nosotros mismos, necesitamos
aprender a descansar en Dios. Diariamente, nuestra oración debería ser:
“Dios, Te necesito en todo lo que hago. Separado de Tí, no puedo hacer
nada.”
Siempre dependo de Dios para decirme cuál mensaje debo compartir en
mis reuniones, pero en ocasiones parece que no puedo oír Su voz. He
aprendido a relajarme y confiar en Él en vez de preocuparme o ponerme
ansiosa. En fe, admito que Él no me está mostrando qué hacer, y sé que no
recibiré soluciones por medio de las obras de la carne. Así que dejo de
pensar en eso por un tiempo y espero a que Dios me muestre en Su tiempo.
Se requiere de fe para dejar de planear cada detalle. He aprendido a dejar el
asunto y hacer otra cosa mientras espero la voz de Dios.
Con frecuencia, al estar descansando, de pronto recibo de parte de Dios
la respuesta a mi pregunta. En diez minutos puedo recibir el bosquejo
completo de lo que Dios quiere que comparta. ¡Qué fácil y llena de gozo es
la vida cuando dependemos de Dios! Sería fácil quedarme despierta casi
toda la noche tratando de diseñar el plan perfecto, pero carecería de poder si
Dios no estuviera en él. Cuando Dios nos muestra el camino, es sencillo y
fácil.
Dios sostiene el universo entero. Dios sostiene al mundo entero con el
poder de Su Palabra. Si Él puede sostener todo eso, seguramente también
podrá sostener nuestra vida. El Salmo 103:12–14 dice:
Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros
nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, se
compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra
condición; se acuerda de que somos polvo.
NO SE ENOJE, ALÉGRESE
¿Nunca ha pensado qué difícil sería estar enojado y gozoso al mismo
tiempo? Usted va a estar, ya sea alegre, o enojado.
El enojo es una pasión que incomoda a las personas cuando se habla de
él. De hecho, es una de nuestras pasiones más fuertes, comienza con un
sentimiento y luego se manifiesta en palabras y acciones. Todos
experimentamos el enojo, y a veces nos enojamos con facilidad y rapidez,
pero sentir enojo no es el pecado, lo que hacemos con el enojo es lo
importante.
Dios no nos dice que no nos enojemos, pero sí nos dice lo que debemos
hacer con el coraje.
Efesios 4:26 nos muestra qué importante es el no permanecer enojados:
“Airaos, pero no pequéis…” ¿Qué significa eso? Primero significa que al
experimentar la emoción del enojo, no debe actuar en base a sus
sentimientos. No se deje llevar o motivar por ellos. No diga ni haga lo que
le gustaría en ese momento porque eso le acarreará más problemas.
Quizá esté pensando: pero no lo puedo evitar; estoy enojado.
Es importante entender algo sobre las emociones: Lo que sube, tiene que
bajar. Las emociones son cambiantes, y lo que hoy le molesta, mañana será
otra historia. Espere a que sus emociones se apacigüen un poco y después
decida lo que hará.
Dave tiene una filosofía que siempre me decía cuando me enojaba. Solía
pensar que era una locura; pero ahora entiendo. Él me decía: “¿Por qué
quieres estar enojada conmigo? La semana próxima estarás hablando
conmigo como si nada hubiera pasado. Así que, ¿por qué no comenzar a
hacerlo desde ahora?”
Era verdad.
Su filosofía es: “Si la semana próxima serás amable conmigo, ¿por qué
malgastar los dos o tres días que estarás enojada? Seamos amables desde
ahora.”
¿Por qué no podía hacer eso? Porque me sentía enojada, y actuaba sobre
mis sentimientos, pero después de unos días los sentimientos cambiaban.
¿ESTÁ ESCUCHANDO?
Se supone que todos debemos escuchar más de lo que hablamos. De otra
manera, tendríamos dos bocas y una sola oreja. Nos veríamos muy cómicos
así ¿no cree?
El siguiente pasaje contiene una lección para nosotros: “Por esto, mis
amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo
para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago
1:19–20). Dios nos está diciendo en estos versículos que debemos escuchar
más de lo que hablamos. Dice: “No te ofendas rápidamente, y que tu enojo
tarde mucho en encenderse, porque ni la ofensa ni el enojo promueven Mi
justicia.”4
Si usted se enoja rápidamente, puede hacer algo al respecto. Lea todo el
material sobre el enojo que pueda encontrar (Como muchas personas sufren
por causa de este Roba-gozo, he incluido una lista de libros recomendados
sobre el tema al final del libro).5 Si es necesario, ore y ayune para
conquistar ese enojo. Si no puede dominar y controlar su propio espíritu,
nunca podrá gozar su vida.
Padre, yo pido por las personas que están leyendo este libro que
luchan con la ira, que se ofenden fácilmente o que se enojan con
frecuencia.
Cuando se enojan, no saben cómo soltarlo rápidamente. Pido,
Señor, que hagas una obra poderosa en ellos. Pido que escuchen
Tu voz al hablar a su corazón diciendo: “Aprende en esta área.
Toma la victoria en esta área.”
Padre, yo sé que Tú tienes cosas grandes y maravillosas que
deseas hacer en sus vidas, a través de ellos y por ellos. Sin
embargo, esta área necesita ser resuelta y arreglada.
Te doy gracias Señor, por romper esta atadura del enojo fuera
de control y por darles tu gracia y misericordia. Lo pido en el
nombre de Jesús. Amén.
Isaías 61:1 dice que Jesús fue ungido para predicar las buenas nuevas a
los abatidos, para vendar a los quebrantados de corazón, para publicar
libertad a los cautivos espirituales, y para abrir la prisión y los ojos de los
presos. Esto significa que Jesús ha abierto la puerta de la prisión de la falta
de perdón. La falta de perdón no le atará más. Jesús no sólo le abre la
puerta, sino también abre sus ojos para que pueda ver su libertad.
Algunas puertas de prisiones han estado abiertas por años, pero los
creyentes siguen sentados dentro de su celda porque no perciben que están
abiertas. No han comprendido su libertad en Cristo. Asegúrese de que usted
no sea unos de eso cautivos.
No es ningún accidente que usted esté leyendo este libro. Jesús le está
abriendo los ojos para que vea que ha quedado libre de lo que le podía robar
su gozo. La Palabra de Dios es la llave que abre la puerta de cualquier
prisión en la que se encuentre. No sea adicto a estar siempre en contra suya.
Suéltelo. No sea adicto a la culpa y la condena. No se sancione por algo que
Dios ya le ha perdonado.
Jesús le dijo a Pablo que Su propósito al llamarlo para predicar el
evangelio era “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las
tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por
la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”
(Hechos 26:18, cursivas mías).
Jesús vino para abrir nuestros ojos y así sacarnos de la oscuridad a la
luz. La Biblia no dice que ganemos el perdón, ni tampoco que lo
obtengamos, dice que lo recibamos.
Este propósito fue la razón por la que Jesús dijo en la cruz:
“¡Consumado es!” No hay otro sacrificio que se puede hacer por nuestro
gozo. No podemos añadir nuestro sacrificio al Suyo. Su sacrificio fue
perfecto. Ha sido terminado, completado ahora, sólo nos queda recibir la
provisión de Dios, como lo explican los siguientes pasajes de la Escritura:
PERDONE A DIOS
La tercera Persona a la que debe perdonar es Dios. Quizá le suene tan raro
como me sonó a mí la primera vez que escuché a alguien que pedía oración
porque no podía perdonar a Dios, pero las personas pueden permitir el
crecimiento de la amargura y el resentimiento hacia Dios, especialmente si
han experimentado muchas desilusiones en su vida.
Las personas culpan a Dios por su infelicidad, y el diablo quiere que
usted culpe a Dios si no es feliz. Él quiere crear una separación entre Dios y
usted para que pierda su gozo.
En algunas ocasiones, las personas intentan obtener las cosas que desean
de parte de Dios imitando lo que han visto que otras personas hacen. Y
después se enojan porque no les contesta de la manera que esperaban que lo
hiciera. Al imitar las acciones de otros, están haciendo algo que Dios no les
mandó hacer a ellos. No se enoje con Dios por no bendecir algo que Él no
le mandó hacer. Y no culpe a Dios por las cosas que el diablo ha traído a su
vida. Si usted tiene una falta de perdón en su corazón para Dios, entréguelo
a Él y suéltelo.
Dios no le defraudará si espera con fe oír una palabra personal de parte
de Él, una palabra “rhema.”3 Romanos 10:17 nos enseña: “Así que la fe es
por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”
Si usted busca tener gozo en la vida, tiene que creer que Dios es bueno y
que Él recompensa a los que diligentemente le buscan.4
Su vida se llenará de gozo cuando deje de demandar razones del porqué
le suceden cosas malas. Yo le pregunté a Dios durante años por qué mi
niñez había sido llena de abuso. Me preguntaba por qué Dios no había
intervenido. ¿Por qué no hizo algo para detener el abuso si Él es tan grande
y poderoso?
Tenía una mala actitud, una actitud que me hacía pensar que todos me
debían algo. Y no pude tener una buena relación con nadie hasta que la
verdad de la Palabra de Dios me liberó de la necesidad de encontrar las
respuestas a mis preguntas. Empecé a hacer cosas a la manera de Dios y Él
mismo fue mi recompensa.
Dios quiere bendecir a cada persona. Dios está bendiciendo mi vida. Él
está haciendo algunas cosas grandes y poderosas, y las estoy disfrutando.
Sin importar lo que usted esté pasando ahora, o cuánto le pueda doler, no
culpe a Dios. No siempre entenderá lo que está sucediendo, pero Dios es
perfecto. Él es bueno, y Él tiene la razón. Las faltas y los errores son
causados por el hombre, o instigados por el diablo.
Si usted ha sentido coraje con Dios, le animo a que se lo entregue a Él.
Puede sonar raro, porque nosotros siempre le estamos pidiendo perdón a
Dios, pero haga esta sencilla oración: “Dios, Te perdono. Mis problemas no
son por culpa Tuya. Tú eres mi respuesta.”
Por supuesto que Dios no necesita nuestro perdón, pero usted quizá
necesite perdonar.
Mi fe en Dios pasó una prueba muy severa en 1989 cuando se me
detectó cáncer. Había ido para una revisión normal, y nunca esperé que se
me diera semejante reporte. Dos semanas más tarde, me encontraba en el
hospital donde recibí una intervención quirúrgica.
Llegó a mí la tentación de amargarme. Quería razonar con Dios, decirle
que yo no merecía esto. Quería recordarle que yo trabajaba para Él. ¿No se
acordaba de mí?
En ocasiones, queremos decirle a Dios todas las cosas buenas que hemos
hecho, pero Dios me instruyó en lo que Él deseaba oír de mi boca durante
ese tiempo. Él dijo: “Lo único que quiero oírte decir es: ‘Yo Te amo. Sé que
Tú me amas. Confío en Tí. Dios es bueno. Éste es el día que ha hecho el
Señor. Me regocijaré y alegraré en Él’.”
Por supuesto que Dios me ayudó a salir del cáncer. He experimentado la
victoria, y todo está de maravilla nuevamente. Si me hubiera amargado con
Dios, estoy plenamente convencida de que no estaría en el ministerio el día
de hoy.
El diablo quiere que le eche la culpa a Dios por sus problemas, pero no
lo haga. La falta de perdón es como ingerir veneno y esperar a que muera su
enemigo. Sea libre, perdone a todos los que le han lastimado desde hace
años hasta el día más reciente. Decida perdonar a todos, perdónese a usted
mismo, y perdone a Dios. Y después olvídese de eso, reciba y abrace el
gozo del Señor en su vida.
OLVÍDESE Y GÓCESE
La palabra olvidar significa: “Perder el recuerdo de una cosa; desatender
intencionalmente, voltearse; no pensar en una cosa.”5
Cuando Dios nos dice que debemos olvidar lo que queda atrás, no creo
que quiera decir que no vamos a poder recordar; creo que Él nos está
animando a escoger deliberadamente no recordar.
El olvidar es una decisión. La Biblia dice que debemos escoger recordar
las mejores cosas de la vida: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es
verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo
lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza,
en esto pensad” (Filipenses 4:8). Dios nos está diciendo, en otras palabras,
que esto es lo que nos traerá gozo.
Olvidar heridas pasadas es no volver a mencionarlas. Quiere decir que
no las tomamos en cuenta ni las recordamos. Cuando Dave y yo
discutíamos, ¡yo le recordaba algo que me había lastimado el primer año de
nuestro matrimonio!
Él me miraba y decía: “¿Cómo puedes recordar todo eso?”
No era difícil recordar. ¡Lo meditaba mientras lavaba la loza y la ropa!
Lo ensayaba. Justo como la madre que estaba guardando la lista de las
ofensas de su hijo, yo mantenía cuentas muy detalladas también. Al entrar
Dave y yo en el campo de batalla, no tenía que ir a buscar mi enojo, estaba
a la mano, listo. Tenía surcos, impresiones en mi cerebro por tanto tiempo
que pasaba reviviendo mi ira.
Si queremos vivir en gozo, es necesario que no nos preocupemos por las
ofensas del pasado. Pablo enseñó:
Puede ser que usted siente que no puede dejar de pensar en lo que le
causa ira, pero puede decidir dejar de pensar en lo que le causa ira. La
Biblia nos manda que debemos derribar todas las imaginaciones altivas que
se levanten contra el conocimiento de Dios.6
El tener mala cara por todas las cosas que le han hecho puede llegar a
ser una adicción, pero también puede pedirle a Dios que le ayude. Él le dará
el poder para pensar en todas las cosas que traerán beneficio y bendición a
su vida.
Recordar las heridas del pasado no le beneficiará; los malos recuerdos
no le ayudarán a vivir una vida gozosa. Tiene que proponerse formar el
hábito de pensar en las promesas de Dios y no en las cosas malas.
Decida perdonar. Reconozca y acepte que hay personas en su vida que
tienen que ser perdonadas vez tras vez, muchas veces al día.
Sentirá gozo al perdonar las ofensas imprudentes causadas por los
demás y también al perdonar a las personas cuyas personalidades le irritan y
molestan.
Aun sentirá gozo cuando usted esté dispuesto a perdonar a alguien siete
veces por la misma ofensa.7
Siempre habrá personas en su vida que le darán oportunidad de sentirse
ofendido. Aunque nadie le esté mintiendo, o robando, siempre habrá
conductores imprudentes, clientes descorteses, y aquellas personas que se
meten a la fila, y todos ellos le darán nuevas oportunidades cada día de
sentir el gozo que trae consigo el perdón.
Si su deseo es caminar en gozo, tendrá que caminar en perdón. El
Espíritu Santo le dará el poder para disfrutar la vida.8 Si realmente desea
que el gozo abunde, entonces perdone a sus enemigos. Jesús dijo:
Nunca se compare con otra persona porque abre la puerta a la codicia, los
celos y la envidia. Este es uno de los mandamientos de Dios: “No
codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su
siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”
(Éxodo 20:17).
Codiciar lo que otros tienen es una de las principales razones por la que
las personas pierden su gozo. Dios quiere que sus hijos aprendan a amar sus
propias casas, sus propias parejas, sus propios dones y habilidades, sus
propias posiciones y posesiones, no las de otra persona.
“Quisiera tener su vida.”
“Quisiera tener su auto.”
“Quisiera tener sus hijos.”
“Quisiera tener talento musical para ser líder de alabanza y viajar con un
ministerio importante.”
“Quisiera tener una posición de liderazgo para ser el jefe.”
¿Significa el mandamiento entonces, que es malo desear las mismas
cosas que otras personas tienen? No, no hay nada de malo con eso, pero
nunca debemos desear lo que otra persona tiene hasta el extremo de tenerle
envidia o celos. Estas emociones negativas envenenan nuestra propia vida e
impiden que podamos gozar de buenas relaciones con los demás.
Trato de evitar ver a las personas y pensar algo como: Ay, cómo me
gustaría verme como ella. Me gustaría tener el cabello como ella. Mi
cabello es muy delgadito y lacio. Me lo corto cada dos semanas para
mantener mi estilo corto porque parece ser el estilo que mejor se acopla a
mi cabello. Le pongo tintes y lo decoloro, y le echo todo cuanto pueda
encontrar, espuma, fijador y spray.
La mayor de mis hijas, Laura, tiene mucho cabello. Mientras crecía, se
levantaba de mañana y se arreglaba el cabello con simplemente agacharse y
pasar los dedos por su cabello, y lucía precioso. La menor de mis hijas,
Sandra, y yo nos peinábamos con spray, estirando y gritando, pero Laura no
tenía que hacer nada de eso para que su pelo luciera hermoso.
Nosotras las mujeres, a veces vemos las modelos que salen en las
revistas y nos sentimos celosas y envidiosas por su apariencia, pero la
mayoría de esas mujeres no se ven así naturalmente.
Usted puede estar en desacuerdo y decir: “Ah pero sí se ven así. Son
fotografías verdaderas de ellas.”
Me parecen muy bellas estas modelos, pero no es un secreto que las
revistas retocan las fotos cuando es necesario. Y gran cantidad de las
modelos son adolescentes con la piel que parece leche y miel y una figura
de jovencita, pero después de haber dado a luz unos cuantos hijos, una
mujer, normalmente, no luce así.
Cuando llega uno a mi edad, el cuerpo ya no tiene la misma firmeza y
aunque la cirugía, quizá, puede arreglar algunas cosas, no todas tienen
remedio.
Así que, nos quedamos viendo a aquellas muchachas bellas y jóvenes de
las portadas, y nos sentimos viejas, feas, gordas, y arrugadas. Nos sentimos
tan mal que si no nos cuidamos, comenzamos a pensar: Cómo quisiera
verme así. Detesto a esas modelos.
Encontramos esa clase de envidia en la historia de José y su túnica, un
regalo especial de su padre amoroso, Israel.1 La túnica era muy hermosa, y
todos los hermanos de José se pusieron celosos. De hecho, la Biblia dice
que lo odiaron tanto a causa de su túnica, que tramaron matarle, pero luego
decidieron venderlo como esclavo. Se podría decir que ese es un resultado
extremo de los celos, pero nos sirve para recordar lo peligrosos que pueden
ser.
Le animo a que deje de compararse con otras personas en cuanto a su
apariencia, la posición que ocupa, o cualquier otra cosa que ellos puedan
tener que usted no tiene. Las comparaciones sólo estorban la obra de Dios
en su vida.
AME SU VIDA
Este es el problema: La codicia, los celos, y la envidia no es simplemente
decir: “Me gustaría tener el cabello como ella,” o “Me gustaría poder bajar
de peso tan fácilmente como aquella persona.” Estas emociones negativas
pueden causar que usted no ame a la persona que posee lo que usted desea.
Dios coloca dones en las personas para beneficiar a otros: “Mas todas
estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo particularmente a
cada uno como quiere” (1 Corintios 12:11). Dios comenzó a mostrarme,
años atrás, que Él pone un don en alguien para que me puedan ministrar a
mí, si me pongo celosa o envidiosa por causa del don de la otra persona, no
podré recibir ningún beneficio de él.
La única manera que recibiremos lo que Dios ha puesto en otros para
nuestro beneficio es reconociendo que nosotros no lo tenemos y
probablemente nunca lo tendremos. Dios ha dotado a ciertos individuos y
los ha traído a nuestra vida para que compartan sus dones con nosotros y
para que nosotros podamos compartir los nuestros con ellos. Así es como el
cuerpo de Cristo funciona en armonía para bendecirse los unos a los otros.
Permítame darle un ejemplo. Quizá usted puede coser, y su vecina puede
hornear. Quizá usted no puede guisar sin que se le queme la comida, y su
vecina no puede ni dar una puntada. En vez de tenerse envidia y celos a
causa de los dones de la otra, las dos pueden apreciar el hecho de que Dios
puso a alguien en su vida con el don que la otra no tiene para que se
complementen.
No tiene que ser codicioso, celoso, o envidioso de los demás. Dios
quiere que usted sepa que es único y Él tiene un plan individualizado,
especializado para usted.2 Así que aprenda a amar su vida.
NO JUZGUE
Tenerle celos a alguien por lo que tienen nos lleva a juzgarles, algo que la
Palabra claramente nos enseña que es malo: “No juzguéis, para que no seáis
juzgados” (Mateo 7:1). El juzgar tiene su raíz en el orgullo; produce
chismes y toda clase de males, y es un problema muy grande entre los
creyentes de hoy. La Biblia habla mucho sobre el juzgar a otros. Cuando
juzgamos a alguien por lo que posee, sus casas, sus carros, sus joyas, su
ropa, normalmente no es por lo que ellos tienen, sino porque no estamos
contentos con lo que nosotros tenemos.
Por ejemplo, si siento envidia por el carro que trae alguien, entonces en
realidad estamos diciendo: “No estoy contenta con mi carro, y quiero el
tuyo.”
En una ocasión, me regalaron un auto nuevo. Ahora, la mayoría de las
personas que me vieron manejando ese carro no sabían que me lo habían
regalado. Era un auto deportivo, y es la clase de cosa por la que un
predicador puede ser fácilmente juzgado.
Puede ser que usted diga: “Quisiera que alguien me regalara a mí un
carro.”
Tengo que confesar, ha habido momentos cuando, al escuchar de la
bendición que otra persona recibe, yo pienso: ¿Cuándo me sucederá eso a
mí? Cuando entra ese pensamiento en mi mente, de inmediato abro mi boca
y digo: “Estoy muy contenta por ellos, si Dios lo puede hacer para ellos, Él
lo puede hacer para mí también.”
En lugar de sentir descontento, celos o envidia cuando Dios bendice a
alguien con algo que nos gustaría tener, podemos alegrarnos con ellos y
permitir que su bendición nos dé ánimo, creyendo que lo que Dios hizo para
ellos, Él puede hacerlo también para nosotros.
Envidiar las bendiciones que recibe otra persona estorbará la llegada de
sus propias bendiciones. Antes de permitirse envidiar las bendiciones de
otros, hágase estas preguntas:
Si usted ora algo semejante a esto cada día, estoy segura de que Dios no
permitirá que usted se salga de Su voluntad. No nos podemos guardar en Su
voluntad sin la ayuda de Dios; la carne es demasiado fuerte. Dios sabe
cómo guiarnos si se lo permitimos.
Cuando al principio aprendí qué tan importante es caminar en la
voluntad de Dios, me preocupaba mi carácter tan fuerte. Mi preocupación
era que sin importar cuánto quisiera seguir a Dios, nunca podría caminar en
Su perfecta voluntad. Dios me mostró que si seguía orando y confiando en
Él, Él se encargaría del resto. Si comenzara a salirme del camino, Él se
aseguraría de que me metiera de nuevo. Con frecuencia le decía a Dios que
no quería que me permitiera hacer ninguna cosa que no se alineara con Su
voluntad.
La Palabra no nos dice específicamente en cuanto a muchas cosas si son
o no lo mejor que Dios tiene para nosotros. Si me encuentro pidiendo por
algo que no se encuentra en la Palabra de Dios, simplemente le digo:
“Señor, quiero esto. Estoy orando por esto, pero quiero Tu voluntad antes
que la mía. Así que, Señor, si no es el tiempo, o si lo que estoy pidiendo no
es realmente lo que Tú deseas para mí, entonces, por favor, no me lo des.”
Oro de esa manera ahora porque lo intenté a mi manera y no me trajo
gozo.
Jesús es el autor y consumador de nuestra fe,2 pero
tenemos que saber que no se ve obligado a terminar algo que no está
dentro de Su plan para nuestra vida. Comenzamos con obras de la carne,
como si nos fuéramos de pesca, pero no tiene caso enojarnos con Dios
porque no bendice algo que nunca fue idea Suya. Es mejor aprender a
esperar y escuchar lo que nos está diciendo, y luego simplemente
obedecerle.
Nos podemos dejar llevar por la emoción del momento, como lo
hicieron los amigos de Pedro, y lanzarnos a algo aparentemente grandioso,
pero nos robará nuestro gozo y nos cansará si la presencia y el poder de
Dios no están allí para bendecirlo.
“Pedro y los muchachos no pescaron nada en toda la noche.” ¡Qué
lección! Cuando nos vamos por nuestro propio lado, eso es exactamente lo
que pescamos, ¡nada! Sin embargo los siguientes versículos nos enseñan
qué importante es oír y obedecer al Señor:
TENGA EQUILIBRIO
Dios desea que tengamos contentamiento, venga lo que venga. Estaba
meditando sobre este secreto para tener gozo cuando el Señor me mostró
que mantenemos nuestro equilibrio sintiendo mucha gratitud durante los
tiempos buenos y mucha confianza durante los tiempos de prueba. Son
importantes y necesitamos de ambos.
Primera Pedro 5:7–8 dice:
¿DE dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No
son de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros
miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no
podéis alcanzar; combatís y guerreáis, y no tenéis lo que deseáis,
porque no pedís. (Santiago 4:1–2)
Creo que lo que Santiago está diciendo es: “Siempre está frustrado
porque se esfuerza por suplir aquello que desea por sus propias fuerzas.
Nunca lo obtendrá de esa manera. Solamente terminará odiando a la gente y
teniendo malas relaciones con todos porque quiere lo que ellos tienen.”
Con una sola frase, Santiago resumió la situación entera: “No tienes
porque no pides.” Sencillamente, estaba refiriéndose a cómo intentamos
obtener todo por nuestra fuerza en lugar de pedírselo a Dios.3
Puede ser que esté pensando: Yo sí le he pedido cosas a Dios; solo que
Él no me las ha dado.
Si le ha pedido algo a Dios, y Él no se lo ha dado, puede ser por una
variedad de razones. Puede ser porque, o no es Su voluntad, o no es Su
tiempo, o puede ser que Él tiene algo mejor para usted, pero no tiene la
suficiente madurez espiritual como para pedirlo. Cualquiera que sea la
razón, nunca es porque Él no desea derramar sobre usted bendiciones.
Usted es hijo de Dios, y Él le ama. Él es un Dios bueno y sólo hace lo
bueno,4 y Él quiere hacer por usted mucho más de lo que usted se pueda
imaginar.5 Sin embargo, le ama demasiado como para darle cosas dañinas.
Él le ama demasiado como para darle cosas que, a final de cuentas, le harán
más carnal o quizá hasta puedan arrastrarle al pecado porque no puede con
ellas.
Si usted es padre, y ama a sus hijos, ¿le daría las llaves del auto a uno de
ellos estando demasiado joven para conducirlo? Por supuesto que no,
porque usted sabe que puede haber un accidente y se puede lastimar tanto él
como otras personas. Dios es igual con Sus hijos. Porque nos ama, Él no
nos dará algo si no contamos con la madurez suficiente para controlarlo.
Muchas personas usan la manipulación y formas de ser del mundo para
obtener cosas que no deberían tener, y son esas mismas cosas las que
terminan arruinándoles.
He descubierto que el secreto del contentamiento es que al pedirle a
Dios una cosa, si es lo correcto, Él lo hará en el tiempo preciso; si no está
bien, Él hará algo mucho mejor de lo que yo le pedí.
REVISE SU ACTITUD
Yo estoy de acuerdo con tratar bien a mis empleados. Siento que si les trato
bien, ellos querrán trabajar para mí. Por ejemplo, si los remunero bien, no
se irán a buscar otro trabajo.
Por lo mismo que soy buena con mis empleados, casi nunca tengo
problema con alguien que trabaja conmigo. La contienda es algo que no
toleramos en nuestra organización porque destruye la unción.
La Palabra dice: “Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y
autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a
nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda
mansedumbre para con todos los hombres” (Tito 3:1–2).
Recuerdo una ocasión en la que tuve que hablar con un empleado que
estaba causando problemas. Finalmente le dije a esta persona: “Creo que en
realidad el problema es que yo soy la jefa y tú no. Quieres serlo, pero nunca
serás el jefe en esta organización. Así que, cambia tus acciones y sométete a
la autoridad aquí, o tendrás que buscar empleo en algún otro lugar porque
éste no es tu ministerio, y no te encargarás de él.” Después de eso, la
persona rápidamente se tranquilizó.
Si usted no está en una posición de liderazgo en su trabajo o en su
iglesia, necesita mantener una buena actitud hacia los que sí están. Para
Dios, la actitud del corazón es todo. Podemos cumplir con lo que el jefe nos
pide con muchas quejas y murmuraciones a sus espaldas, pero si hacemos
eso no somos la clase de empleados que la Biblia nos manda ser. Por un
tiempo, esta actitud no nos perjudicará, pero no recibiremos nuestra
recompensa.6
Nuestra recompensa llega por obediencia al llamado específico que Dios
ha puesto sobre nuestra vida, no por intentar ser como otra persona o por
tener grandes acontecimientos según el criterio del mundo. Dios premia a
aquellos que viven una vida de obediencia.7 Si simplemente hacemos lo
que el Señor está pidiendo de nosotros y somos las personas que Él creó,
Sus recompensas nos perseguirán, literalmente, y llenarán nuestra vida.
Dijo más Moisés a Coré: Oíd ahora, hijos de Leví: ¿Os es poco
que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de
Israel, acercándoos a él para que ministréis en el servicio del
tabernáculo de Jehová, y estéis delante de la congregación para
ministrarles, y que te hizo acercar a ti, y a todos tus hermanos los
hijos de Leví contigo? ¿Procuráis también el sacerdocio?
(Números 16:8–10)
El gozo es una de las armas más poderosas que podemos usar contra el
diablo. Sus malas intenciones son destruir nuestra vida, pero el gozo es una
fuente de poder que Dios nos ha provisto para interrumpir el plan de
Satanás.1
Por medio del gozo, obtenemos la victoria sobre los problemas, los
cuales el diablo nos dirá que son imposibles de derrotar y podremos hacer
cosas que las personas nunca creyeron posible que pudiéramos hacer.
Seremos derrotados sólo si perdemos nuestro gozo. La Biblia dice que
debemos “estar siempre gozosos” (1 Tesalonicenses 5:16).
Satanás quiere que esté decaído porque sabe que si pierde usted su gozo,
perderá su fuerza, y si pierde su fuerza, él podrá hacer lo que quiera con
usted. El Señor le quiere levantar,2 y Él lo hace a través del gozo del Señor,
que es fuerza para usted.3
No es de Dios estar siempre triste. Matthew Henry´s Concise
Commentary on the Whole Bible (El comentario conciso sobre la Biblia
entera por Matthew Henry) describe la vida cristiana como “una vida de
gozo constante.”4 Estoy segura de que disfrutar de la vida de esa manera es
un regalo de Dios.5 Si no cree que la voluntad de Dios sea que usted
disfrute de su vida, entonces nunca lo hará. Creer libera el gozo.
No crecí en una atmósfera feliz. Me hicieron sentir como si me lo pasara
bien, era incorrecto. Por eso, siempre me sentía infeliz. Trabajé mucho y era
una persona responsable, pero realmente no gocé de mi vida.
Satanás me robó muchas cosas a causa de mi ignorancia de la Palabra de
Dios. A causa de mi falta de conocimiento espiritual, Satanás me engañó
por un tiempo y me robó la vida victoriosa y llena de gozo que Jesús ya
había provisto en Su plan para mí. Ahora vivo una vida llena de gozo
porque el Señor me ayudó a aprender los principios que compartí con usted
en este libro.
La próxima vez que sienta que ha perdido su gozo, le animo a sacar este
libro porque creo que encontrará la razón de su pérdida y cómo podrá
renovar su gozo en estas páginas. Hemos estudiado siete cosas que Satanás
usa para robar nuestro gozo y cómo triunfar sobre ellas. El gozo es un fruto
del Espíritu que mora dentro del corazón de cada creyente. Sin embargo, es
liberado sólo por medio de la decisión de no permitir que las circunstancias
adversas gobiernen nuestras actitudes emocionales y mentales.
Venga lo que venga a su vida, recuerde esto: Usted tiene la habilidad de
liberar y mantener el gozo en su vida, y Satanás no puede hacer nada para
detenerle cuando su corazón está lleno de gozo.
Escrituras sobre cómo mantener su
gozo
Le animo a leer los siguientes pasajes de las Escrituras, medite sobre ellos,
y confiéselos regularmente con fe y confianza. Yo creo que le ayudarán a
resistir todo ataque que el enemigo, Satanás, pueda enviar contra usted.
Armado con la Palabra de Dios y con las verdades que se encuentran en
este libro, usted podrá hacer algo impresionante por sí mismo: avivar su
gozo y a la vez evitar las siete cosas que se lo pueden robar.
ESTAD, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres,
y no volváis otra vez a ser presos de servidumbre.
—Gálatas 5:1
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír,
tardo para hablar, tardio para airarse; porque la ira del hombre no
obra la justicia de Dios.
—Santiago 1:19–20
Padre,
De tal manera amaste al mundo, que diste Tu Hijo unigénito para morir
por nuestros pecados, para que todo aquel que cree en Él no se pierda pero
tenga vida eterna.
Tu Palabra dice que somos salvos por gracia, y esto por fe, como regalo
de Tí. No hay nada que nosotros podemos hacer para merecer la salvación.
Yo creo y confieso con mi boca que Cristo Jesús es Tu Hijo, y el
Salvador del mundo. Yo creo que Él murió en la cruz por mí y llevó todos
mis pecados, pagando el precio por ellos. Yo creo en mi corazón que
levantaste a Jesús de entre los muertos.
Te pido perdón por mis pecados. Yo confieso que Jesús es mi Señor.
Según Tu Palabra, ¡ahora soy salvo y pasaré toda la eternidad contigo!
Gracias Padre. ¡Estoy muy agradecido! En el nombre de Jesús, amén.
INTRODUCCIÓN
¡Puede tener gozo cada día!
1. El Pequeño Larousse Ilustrado. SPES editorial, S:L: Barcelona. 2002.
“gozo.”
3. “Que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que
siembra para su carne, de la carne segara corrupción; mas el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” (Gálatas 6:7–8).
4. Hablo con más detalle de este tema en mi libro: Enjoying Where You Are
on the Way to Where You Are Going (Disfrutando dónde se encuentra en el
camino a donde se dirige).
CAPÍTULO UNO
Dos Opciones: ¿Las obras o la gracia?
1. “Mas Él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da
gracia a los humildes.” (Santiago 4:6).
2. “Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos
en poco.” (1 Samuel 2:30)
3. “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación,
inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías,
cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo
he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de
Dios.”(Gálatas 5:19–21)
5. Hablo con más detalle sobre el tema del matrimonio en mi libro Help Me
—I’m Married! (Ayúdeme ¡estoy casado!).
CAPÍTULO DOS
El Roba-gozo #1: Las obras de la carne
1. “Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y
verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de
Jehová que recorren toda la tierra.”(Zacarías 4:10) “Y su señor le dijo:
Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor.”(Mateo 25:21)
9. “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea
difícil para mí?”(Jeremías 32:27)
10. Véase Génesis 3:1–13. La culpabilidad comienza en el verso 13:
“Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La
serpiente me engañó, y comí.”
CAPÍTULO TRES
El Guarda-gozo #1: Ser guiado por el Espíritu
CAPÍTULO CUATRO
El Roba-gozo #2: El legalismo religioso
5. “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea
firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino
también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos
nosotros.” (Romanos 4:16)
6. “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10)
CAPÍTULO CINCO
El Guarda-gozo #2: Ser libre en Cristo
1. “¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que no
obedecieron?” (Hebreos 3:18)
2. “ESTAD, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no
volváis otra vez a ser presos en el yugo de servidumbre.” (Gálatas 5:1)
CAPÍTULO SEIS
El Roba-gozo #3: Complicando asuntos sencillos
1. “El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus
pasos” (Proverbios 16:9). “De Jehová son los pasos del hombre; ¿Cómo,
pues, entenderá el hombre su camino?” (Proverbios 20:24). “Conozco, oh
Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina
es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23).
CAPÍTULO SIETE
El Guarda-gozo #3: No se complique
4. ibid.
CAPÍTULO OCHO
El Roba-gozo #4: El razonamiento excesivo
1. “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío
y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche” (Génesis 8:22); “Pero
esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el
que siembra generosamente, generosamente también segará” (2 Corintios
9:6).
3. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los
que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la
carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.” (Romanos
8:5–6)
6. “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa
en nosotros.” (Efesios 3:20)
12. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel
es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que
dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar” (1 Corintios 10:13); “Fiel es el que os llama, el cual también lo
hará” (1 Tesalonicenses 5:24); “Mantengamos firme, sin fluctuar, la
profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” (Hebreos
10:23)
CAPÍTULO NUEVE
El Guarda-gozo #4: Estar seguro en Dios
5. Si desea aprender más sobre cómo tratar con el enojo, puede pedir mi
serie de casetes llamado: How to Handle and Deal with Anger (Cómo tratar
y lidiar con el enojo) por medio de mi página en el Internet, llamando, o
escribiendo a mis oficinas.
8. “Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad
porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro
Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.”
(Nehemías 8:10)
12. Robert Andrews, Mary Biggs, and Michal Seidel, et al., The Columbia
World of Quotations (El mundo de citas Colombia) (New York: Columbia
University Press, 1996), s.v. “Alexander Pope,”
http://www.bartleby.com/66/9/44909.html.
13. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han
sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos
llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que
hay en el mundo a causa de la concupiscencia.” (2 Pedro 1:3–4)
14. “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí
mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del
Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”
(Hechos 20:24)
CAPÍTULO ONCE
El Guarda-gozo #5: Sea pronto para perdonar
8. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de
los ejércitos.” (Zacarías 4:6)
CAPÍTULO DOCE
El Roba-gozo #6: Celos y envidia
1. “Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque le había tenido
en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus
hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le
aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.” (Génesis 37:3–4)
3. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28)
7. “Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y
ante los hombres.” (Hechos 24:16)
CAPÍTULO CATORCE
El Roba-gozo #7: El descontento habitual
CAPÍTULO QUINCE
El Guarda-gozo #7: Tenga contentamiento
5. “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa
en nosotros.” (Efesios 3:20)
CAPÍTULO DECISEIS
Puede vivir una vida de gozo
1. “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10)
2. “Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta
mi cabeza.” (Salmo 3:3)
3. “Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad
porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro
Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.”
(Nehemías 8:10)
Por favor incluye su testimonio de la ayuda que usted recibió de este libro
cuando escribe. Sus pedidos para oraciones son bienvenidos.
EMPEZANDO
TU DÍA BIEN
Muchos Cristianos están de acuerdo que comenzar el día buscando al Señor
da una perspectiva positiva y un sentido de paz que lleva a un mejor día y
finalmente a una mejor vida. Ahora, Joyce Meyer facilita a los lectores con
esta guia diaria para acercarse más al Señor cada mañana del año. Los
temas en estos 365 devociones incluyen las claves para disfrutar al máximo
cada día, cómo equilibrar los extremos, cómo actuar con disciplina y
dominio propio la felicidad, cómo vivir sin miedo, y mucho más. A través
de estos pensamientos inspiracionales, los lectores serán inyectados cada
mañana con nueva esperanza y ánimo por vida. Nunca más querrán salir de
casa sin antes buscar al Señor.
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Bienvenido
Nota de la autora
Introducción: ¡Puede tener gozo cada día!
UNO: Dos opciones: ¿Las obras o la gracia?
DOS: El Roba-gozo #1: Las obras de la carne
TRES: El Guarda-gozo #1: Ser guiado por el Espíritu
CUATRO: El Roba-gozo #2: El legalismo religioso
CINCO: El Guarda-gozo #2: Ser libre en Cristo
SEIS: El Roba-gozo #3: Complicando asuntos sencillos
SIETE: El Guarda-gozo #3: No se complique
OCHO: El Roba-gozo #4: El razonamiento excesivo
NUEVE: El Guarda-gozo #4: Estar seguro en Dios
DIEZ: El Roba-gozo #5: El enojo impío
ONCE: El Guarda-gozo #5: Sea pronto para perdonar
DOCE: El Roba-gozo #6: Celos y envidia
TRECE: El Guarda-gozo #6: Sea bendecido sobreabundantemente
CATORCE: El Roba-gozo #7: El descontento habitual
QUINCE: El Guarda-gozo #7: Tenga contentamiento
DECISÉIS: Puede vivir una vida de gozo
Escrituras sobre cómo mantenersu gozo
Oración para tener una relación personal con el Señor
Notas
Empezando Tu Día Bien
Sobre la autora
Otros libros de Joyce Meyer
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Sobre la autora
Y de David Meyer
Life Lines
* Si usted nunca ha pedido que Jesús venga a vivir en su corazón pero le
gustaría confesarle como su Salvador, hay una oración que puede hacer al
final de este libro.
* Guía de estudio disponible para este título
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FaithWords
Hachette Book Group
237 Park Avenue
New York, NY 10017
ISBN: 978-1-455-50297-4
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