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En este sentido Heráclito actúa como el dios que habla por boca de la Sibila
délfica que, según sus propias palabras, “ni dice ni oculta, sino da señales”. A ello
se añade una búsqueda de la paradoja, nos muestra pues como un autor literario
que domina a la perfección los recursos del arte y que encadena cadenas de
sentido, para construir un universo ordenado.
Estas características de su modo de expresión, produjeron incomprensión,
desinterés por parte de sus continuadores.
Los llamados Heraclíteos a lo que sabemos quedaron muy por debajo de su genio.
Platón y Aristóteles lo citan poco y mal.
Platón es culpable de haber legado a la posteridad dos frases de Heráclito. Las
únicas que el hombre culto no especialista atribuye:
Todo fluye
Y no nos podemos bañar dos ves en el mismo río.
Que resultan ser ambas tan deformadas.
Aristóteles, sólo lo entiende como una prolongación más del pensamiento de corte
milesio.
Más tarde serán los estoicos los que contribuirán a distorsionar su pensamiento,
que por cierto ha arrastrado a muchos de sus intérpretes modernos.
La tradición demográfica, elaborada más sobre las versiones de los discípulos de
Aristóteles y de las estoicas que sobre la fuente genuina, ya que sirve más de
confusión que de ayuda.
Lo más curioso es que el naufragio de su obra; los que han salvado más restos,
han sido, los Padres de la Iglesia que lo citaron para combatir a la herejía y
desviados de la fe. Esta situación provoca un cumulo de problemas al estudioso
moderno; digamos, filológicos, que son tres:
1. El de la autenticidad, ya que con toda claridad se han atribuido a Heráclito
fragmentos que no son suyos.
2. El de la dificultad, crea la falta de rigor en las citas características de los
autores antiguos. Con frecuencia no sabemos dónde acaba la cita y donde
comienza la paráfrasis.
3. El de la ordenación, en cuanto a los fragmentos conservados.
Fragmentos de Heráclito:
El fragmento 1 sería el proemio de la obra, denominada “logos”, (cosa que se dice,
relato, discurso).
El problema es que logos es para Heráclito mucho más que eso; es un concepto
crucial, que, como tal, puede ser oído por sus oyentes y al parecer no
comprendido. Logos es por tanto una explicación lingüística. De ahí la traducción
“razón”, que refleja pálidamente el logos original, pero que tiene en nuestra lengua
esta triple connotación lingüística, aritmética y lógica.
La paradoja consiste, para el filósofo, en que la gente no logra percibirla
“escuchando sin entender”, “no entienden las cosas con que se topan, ni pese
haberlas aprendido las conocen”.
Heráclito se considera en posesión de la clave para comprender al mundo y
señala el método para conocerla:
Descomponer cada parte y examinar luego la relación que hay entre
ellas.
A lo cual fracasa en su intento de probar la verdad. La ignorancia humana impide
comprender la naturaleza de la realidad. En vez de hacerlo, imaginan y conjeturan
y “a ellos le parece” que conocen.
Como la razón está presente en toda la realidad y sus manifestaciones son
aprehensibles (que se puede comprender), es bueno que, para conocerla, veamos
y oigamos, lo que es preferible, otra cosa que el filósofo no nos dice cuál es, pero
que quizás sea la especulación de corte temático al gusto de los pitagóricos.
Quizás en el fragmento 6 (El sol es nuevo cada día) se refiera con la frase “Los
ojos son testigos más exactos que los oídos”.
Ahora bien, aunque la razón es aprehensible, no lo es en forma directa. Ello
explica que Heráclito se refiera a la verdadera naturaleza como algo que gusta de
ocultarse como una ensambladura invisible que se esconden tras la multitud que
conforman la ensambladura visible.
Ante esta situación, el filósofo debe, tener voluntad de creer y confianza en el
éxito.
Recuérdese la famosa sentencia délfica “conócete a ti mismo”, ya que también
dentro de uno mismo se manifiesta esta razón. Estos rasgos distinguen la
verdadera sabiduría de una falsa sabiduría acumulativa, pero que, en quienes la
practican sin ir más allá, queda incompleta y hueca. Según Heráclito es esta la
sabiduría hueca que han practicado los autores reputados.
Una errónea cita de este pasaje por parte de Platón en el crátilo 402 “dice
Heráclito que todo fluye y nada permanece, ya semejándolo a la corriente de un
río, dice que no podrías entrar dos veces en el mismo río”
Un tercer grupo de contrarios son una por su mutua convertibilidad,
porque el uno se convierte en otro y viceversa. Los ejemplos son
vida/muerte, despierto/dormir, joven/viejo.
Por cierto, que el primer par y el tercero, no en principio mutuamente convertibles,
pero sin duda Heráclito se basa aquí en determinas creencias que le permiten
hacer tales afirmaciones.
En el fragmento 43 se critica a Hesíodo por distinguir separadamente a Día y
Noche, cuando ambos son sólo dos fases de una misma entidad, el día de 24
horas. Los contrarios no son uno porque no sería nada uno de ellos ni valorables
ni concebible siquiera sin el otro. Así ocurre con la enfermedad y salud.
El fragmento 47, difícil de interpretar. Sobre la condición de mortalidad y la de
inmortalidad, se requerían mutuamente.
El fragmento 48 juega tres pares de opuesto: luz/oscuridad, muerto/vivo,
dormido/despierto. La razón de su unidad es que hay lugar de encuentro entre
cada uno de ellos.
En cuanto al fragmento 59, niega la idea, sostenida por ejemplo por Hesíodo en su
poema Trabajos y días, de que hay días nefastos y favorables: al ser todos
producto del mismo tipo de procesos físicos, cualquier día es igual a cualquier
otro.