Está en la página 1de 11
sto ex N° 58 P. referiria no ser(lo HUMANISTICA, IDENTIDADES Y CONTRAIDENTIDADES EN LA LEGION EXTRANJERA, DE CLARICE LISPECTOR Mariana Libertad Sudrez Universidad Simén Bolfvar PALABRAS CLAVE Autoescritura, identidad, centro/periferia, Clarice Lispector, nomadismo RESUMEN Dado el cardcter emergente de la subjetividad que encarnaba Lispector -una mujer escritora, apétrida, de origen desconocido y sin ningun elemento identitario claro- y la topicalizaci6n recurrente de la rareza y de la extranjeria dentro de sus ficciones, cabe preguntarse cuéles son las tretas que le permitieron a esta escritora su inscripcién dentro de su méquina cultural, su coexistencia con los discursos canénicos y a posibilidad de enunciar y referir subjetividades marginadas, hasta end contrainte en la lin eramjra de Claiee Uses (60-71) el extremo de la negacién, dentro de los mapas que perfilaban las naciones latinoamericanas nacientes. Asimismo, proponemos una lectura en tomo a La legién extranjera, y su diélogo con el posicionamiento politico de la autora que supone el reconocimiento de la arbitrariedad de los elementos identificadores, la permanencia elegida en los espacios periféricos y la resistencia a perfilarse como sujeto concluido. 61 HUMANISTICA sso mm N° 58. KEY WORDS, Center/periphery, identity, selfwriting, Clarice Lispector, nomadism. ABSTRACT Considering the emergent character of the subjectivity that Lispector there was personifying - a woman writer, stateless, of unknown origin and without clear identity's elements- and the recurrent appellant of the rarity and of the alien quality of her fiction, it is possible to reflect around the strategies that allowed her inscription to this woman writer inside her cultural machine, her coexistence with the canonical speeches and the possibility of enunciating and recounting isolated subjectivities, up to 62 the end of the denial, inside the maps that were outlining the Latin-American nascent nations. Likewise, we propose a reading about La legién extranjera, and its dialogue with the political positioning of the authoress who supposes the recognition of the arbitrariness of the identifying elements, the permanency chosen in the peripheral spaces and the resistance to be outlined as concluded subject. etidades ycmtraldentades en Ia len extranjoa, de Cac Lspctor (pp 60-71) 80 xa N? 58 E, misterioso caso de la flor de lis E um nome latino, né, ew ‘proguntei para o mew pai desde quando bavia Lispector na Uerania. Ble disse que ha _generacaes anteriores, Ete suponbo que 0 nome for rolando, rolado, ‘perdendo algumas sfabas ¢ se transformando nessa coisa que ‘parece “LIS NO PEITO", em latim: ‘flor de lis, (Clarice Lispector. Um enigma) EL nombre de Clarice Lispector —un lirio ‘en el pecho, segiin sus propias celucubraciones filol6gicas- lleva consigo tuna puesta en escena, una innegable propuesta de seduccidn y, cuando ‘menos, un desplazamiento. La pregunta “qué 0 qué cosa es Clarice Lispector?", que ha ocupado a la critica y a la historia de la literatura brasilera recurrentemente, es tal vez la mejor demostracién de ello. También constituyen evidencias muy locuaces algunas semblanzas publicadas en la prensa, tales como “Clarice Lispector. Um enigma” (1976) donde no soto aparece un subtitulo que anuncia el proceso de bésqueta del sentido oculto de La escritora, sino que adem, al primer apartado se le da el nombre de “Um Objeto Nao Identificado Das Letras Brasileiras”, antecedido de una referencia a ciertas palabras de la autora; “Tenho varias caras. Uma é quase bonita, outra € quase feia, Som tum o qué? Uim quase tudo?” ‘Tras esta cita, cuya intencién manifesta es presentar las inferrogantes que originaron la escritura de La semblanza ¥ la labor de rasteo que llev6 consigo, se parafrasean unas palabras introductorias que —al menos en las notas biogréficas y los comentarios crfticos aparecidas en publicaciones periddicas— sirve con frecuencia de acceso oficial a la vida de Lispector. Se afirma, entoness yuna vez més, que Clarice naci6 en Tehelchentk-crania, en 1920, aungue en realidad era brasilera, pues lleg6 a Recife a los dos meses de edad y vivid ahi hasta los nueve afios, que cuando se marché a Rio comenzé a trabajar como profesora particular de portugués y que pertenecta 2 una familia muy pobre, de origen judo. Esta insistencia casi mecdinica sobre ts y determinados datos de la vida de Lispector -ademds de resultar altamente sospechosa- puede ser entendida como un gesto desesperado de encontrar “un lugar identitario real” para la autora, A pesar de elo, la critica académica a la que el amparo institucional no hace menos detectivesca— ha tendido a multplicar y ramificar la aparente certeza sobre el dia y el lugar de nacimiento de Clarice (César Aira, por ejemplo, en busca de otras verdades sobre lo origenes de Lispector, sugiere que nacié en el aio 1915, dato que no tendsfa ninguna importancia si no llevara consigo la caida de dos grandes mitos en tomo a la figura de la autora: su precocidad y su Hegada @ América Latina antes de la audguisicién de la lengua. Asimismo, Ja ambigtledad que aacompafia la mayorta de las dectaraciones de la autora en tomo a estas dos creencias ~aunada a lo no dicho, desmentido o refutado al respecto— develan una de las tantas estrategias empleadas por Lispector para escribir(e) desde una perspectiva ofra Con la fachada de irresponsabilidad que le permiten ~ademas de otra serie de gestos que atraviesan su obra la juventud, la extranjerfay, sobre todo, la deeretada ignorancta. Lispector ogra ' su ensayo sobre Sor Juana Inés de la ‘Cruz, Josefina Ludmerextiende esta tendencia, ala negaci6n a “los d@hiles” que emnprenden tun proceso de insripeién dentro de ka ‘maquina cultural, Expecticamente propone: Saber y deci, demuestra Juana, constituyen campas enfrentados para una ‘mujer, toda simultaneidad de esas dos cacciones acarrea resistencia y castigo (Ludiner, 1984: 48) ena ycntradetidades en alg extranora, de Clarice Lieto (60-71), inseribir(se) una gama inagotable de sujetos periféricos, en su literatura, entes al limite de la desaparicién en los mapas nacionales de la recientemente refundada Repiblica del Brasil, Tal ver por es0 mismo, Clarice se ve en le necesidad de reiterar constantemente su irresponsabilidad existencial, al tiempo que emite juicio sobre muchos de los temas que preocupaban al canon caltural latinoamericano de mediacios el siglo XX, tales como: los limites de la nacién, la identidad o 1a onganizacién social de los ciudadanos, En su patticipacién en el espacio piblico, esta eritora también se vale de algunos recursos para justificar sus licencias, centre los més frecuentes estén el uso de la eseritura ficcional como espacio para Ia reflexi6n te6rica, los silencios prolongados en las entrevstas 0 ese “extrafio acento” por demas desconcertante con el que pronuncia sus eseasas palabras. ita particular manera de pronunciar(se), y las contradicciones que acarrea al compararla con su biograffa, ha provocado también una serie de teorfas entre los criticos que alordan la figura de Lispector. Pues si legara a ser certo que, tal y como airman algunos estudiosos de esta autora, Clarice nacié en el afio 20 y dificilmente podia haber adquirido como primera lengua cualquier idioma que 10 fuera el portugués, dado que su Iegada a Brasil se debfa haber poducido antes de contar con tres meses de edad; no obstante, atin quienes refrendan Ia idea de la niia-genio alirman casi consensualmente que la primera lengua de la eseritora debi6 ser bien el yiddish o bien el ruso, hecho «que llev6 a Lispector a "forzar” su escritura al brasilero hora bien, el desconcierto sobre el lugar identitario que cortesponderia a la autora se intensifica, porque Lispector se niega a dar una explicacién racional al corigen de est-_manera otra de hablar el portugués. Con su silencio al respecto, 63 HUMANISTICA Lispector logra cubrir con un velo de misterio su pertenencia a alguna nacién. En la entrevista realizada por ‘Maria Esther Gillio, un afto antes de la muerte de la autora, se dice G: Usted es rusa. I: - Nact en Ucrania, Hegué a Brasil cuando tenéa dos meses. G: - Bstaba pensando en su acento, en las erres. Son muy extrafias, cle tiene del ruso? Aunque parecen francesas, L» Simplemente tengo frenillo, Podria solucionarlo con una operacién bastante simple, pero tengo miedo, Por otra parle, mis erres no me ‘molestan; vivo con ellas desde que act (Gillio, 2002) Las afirmaciones de la eseitora pueden resultar muy interesantes, sobre todo, si se tienen en cuenta dos cosas. En primer lugar, ella dice poder “solucionar” su manera de pronunciar las ertes, con lo ‘cual asume frente a la entrevistadora que la misma consttuye un “problema”; no obstante, casi de inmediato asevera que no lo solucionard porque -por una parte~ le da miedo y, por la otra, lo lleva consign desde que nacié. A partir de aqui podrian desprenderse varias deducciones: al levarlas consigo de manera involuntaria desde su nacimiento, las erres ademés de un problema, para el ott, nunca para s{ misma- constituyen una marca identitaria por elo, es Ligico el temor a perderlas, a someterse a una operacién que las elimine y, al tiempo, la obligue a abandonar su lugar de anomalfa, Por otra parte, la pronunciacién portuguesa de las ertes romperia la dimensién performativa que lleva consigo el habla de Lispector y, en lugar de parecer una eseritora brasilera, esta autora correrfa el peligro de comenzar a serlo, aun cuando Ia extrafla pronunctacién no sea el tinico elemento que pone en duda su “verdadera” nacionalidad. En otras palabras, tanto la presencia de las “erres” como su correecién, debfan koa N° 58 hhacer de la identidad nacional de Clarice un constructo inestable ajeno al espacio dela ley y, por tanto, de la legitimidad pero, dada su inocencia frente al hecho y su no eleecin de la ‘manera de hablar, se le permite a esta esctitora, no s6lo Ta presencia dentro de tas letras brasileras, sino ademas, la re- creacién de uno de los temas centrales de las fabulas de identidad: la disputa entre habla culta/ habla vulgar. Esta dicotomfa refrida de manera directa € indirecta por los modernistas brasileros contempordneos de Lispector, es desplazada por esta autora a los limites del dscurso, espacio donde logrard trastocarla, A su manera otra de hablar el portugués ~vedida por extensi6n a los personajes que apareoen en sus cuentos— Lispector opondré el habla “popular” o “vulgar” y, con ello, situard lo que antes se habfa entendido ‘como un problema que debja ser solucionado, en el lugar de fa norma, para erigir progresivamente la vulgaridad como un modelo a seguir A partir de esta autorrepresentaciGn y del didlogo que establece entre la misma y las ficciones de esta autora, Lispector construiré una imagen particular del inmigrante, opuesta por completo a la que poblaba los imaginarios socioculturales modernistas de 1s aitos cincuenta. En la escritura de esta autora, el forastero no serd el letrado que educa y modifica el habla de los nativos, sino un apéitrida que debe aprender a hablar como los que ~por su manera despreocupada de hablar un idioma- sin duda pertenecen a algiin lugar. La indeterminaci6n del espacio originario de los inmigrantes que apareoen representados en las ficciones de Lispector, junto a la negacién de alguna topologia posible de arraigo para st misma, trae como consecuencia la imposibilidad de pensar en una “lengua materna” tanto de la creadora como de sus personajes, circunstancia que convierte en obvia la arbitrariedad de la idea de nacién, enti contadentiades en a lepin exranjera, de Clarice Lispetr (pp. 60-1) 80 ma N° 58 Por eso, se hace posible que con esa eatrafia manera de hablar se pronuncie insistentemente Ia_afirmacin: “soy brasilera” acompaftada de comentarios rarginales como “nacf en fuga” 0 “soy un casi todo”. Este tipo de sentencias dichas con las erres inexplicables y a través de un rostro claramente ajeno al sujet ideal brasilero, dejan clara la postura nomédica de Lispector, quien por medio de su nacimiento en un 10 ugar hace que cal clasifieacién donde se la quiera encasilar ~como su verdadera nacionalidad, su verdadera religin o su verdadera condici6n socioeconémica- se convierta en un procedimiento sin fundamento 16gico 0 natural alguno y, por dems, elegible Clarice Lispector no tiene lugar de nacimiento, ni edad precisa, ni un acento que la ubique geograficamente, atin més, al momento de ser fotografiada pone en duds la existencia de su cuerpo. Al menos en las fotogeafias que acompaiian sus textos y en sus retratos més conocidos, la autora aparece en planos medios o cerrados y cuando, eventualmente, alguna fotografia aleanza la dimensin de busto de plano americano, Lispector desvia ta mirada hacia su maquina, hacia un objeto fuera del encuadre o hacia el infinito, En otras palabras, las piernas de Ia autora 0 sea, su soporte en La tierra- al igual que su fecha y su lugar de nacitniento, quedan para las especulaciones del espectador. 1a pose ~al igual que otros signos visuales, conscientemente elaborados por Ja autora— es un recurso fundamental para su autoescritura. Tal vez por eso, declara “Felizmente nasci mulher. & vaidosa, Prefiro que saia un born rerato re no jornal do que os elogios”. Pues -a pesar del aparente narcisismo contenido en esta afirmacién, y en la publicacién reiteativa de sus fotograffas— poner “a Ie vista de todos” su imagen, es una de Jas estrategias para la objetivacién, que desemboca en la ereaci6n de una serie de discursos por parte de los lectores/espectadores. Lispector dice, por HUMANISTICA medio de su escritura, e interpela por medio de su imagen para que el Otro la nombre. De alguna manera, las fotograftas, la pose y la mirada al vaefo recuerdan la ausencia de un cuerpo, niegan la presencia de la escritora y su sustancialidad, gesto que al entrar en didlogo con ciertas propuestas teSricas inseras en las ficciones de Lispector, audquieren también un aire enigmitico ayo desenlace se resume en un nuevo esfuerzo explicativo del lector/espectador De agui que resultara casi imposible a los erfticos hablar de la eseritura sin enmarcar a la escritora, igualmente inguietante y con un sentido fragmentatio que pide a gritos ser completado. Pero en tanto que las palabras resultan insuficientes para enfrentar el rosto vacio de Lispector, la autora reflexiona en su fcciones, Por ejemplo, a través del nascador de su novela La hora de la cotrella,Lispector asegura: “Suponho que me entender na o € una questa o de inteligencia e sim de sents, de entrar em contato, Ou toca, ona o toca” (En Porto, 19764) Es decir, el acceso a lo que €5 0 no Clarice Lispector s6lo puede venir dado por Ia experiencia de compartir sensaciones, En otras palabras, Clarice Lispector, esa pose que llega al extremo de la falsedad, ese acento atgpico, esa mirada a un n0 lngar, ese elemento objtivizado, no es susceptible de ser entendido a través de Ia ldgicay la razén, entre otras cosas, porque la dada de haber nacido en fuga, de decidir ser brasilera y conservar ¢l rosto y el acento propio de una europea, la susttucién del cuerpo por la imagen, irregularizan y sabotean cualquier intento de sistematizacién de su vida. Directa o indicectamente, la propuesta recuerda la creacién de cuetpos méquina (Foucault, 1999) fundamentada en la fragmentacién. Ese proceso donde la particién del. cuerpo dena y contradetidades on la ein extanjoa, de Clarice Lispctor (9p 6-71) ayuda a un desarrollo parcial y progresivo de cada segmento, para desembocat en la doma, domesticacién y dominacién del conjunto, que trae como resultado final una méquina al servicio de determinada ideologfa. Sin diuda alguna, este procedimiento podria ser evitado siel cuerpo se resistiera a ser entendido como la unin de unas partes pero también —como es el caso de Lispector- si se hace otro uso de la segmentacién, En su proceso de escritura, Clarice también se autodisecciona, pero al hacerlo convierte su cuerpo en. un elemento indémito ¢ indomable, pues muchos de los fragmentos ~de la cintura hasta los pies, en la mayorfa de las ocasiones- escapan de la fotografa, to que le da una condicién aiin més aérea e insustancial al rosteo. Es deci, la autora, no sélo hace de sf una construceifn imaginaria, sino que dems se vale del montae, de la diseccién que igualmente padecerfa y de la seleoci6n de s6lo una parte a la ver del cuerpo roto, para cuestionar los fundamentos de la representacién bajo los cuales se le quiere enmarcar, Lo ms llamativo de este proceso radica cen la exageracién de las uniones del montaje, en la sobreteatralidad de las caras sin cuerpo de la autora, que permiten ver desde sus fisuras la nada aque hay detrds del rostro, que se complementa con un correlato de su propia construccién imaginaria: la timider y los —también referidos hasta la saciedad- silencios de Lispector. Basta pensar en algunas semblanzas y entrevistas como Nacida en fuga, de Adriana Astutti; Za mujer a la que no le gustaba bablar, de Masia Esther Gilio; o el artculo de Vicente Clua, titulado Clarice Lispector, la palabra rigurosa, donde la tinica afirmacién terminante de la autora consiste en que su manera de comunicacién ideal no es ta palabra. Al contrari, en cada una de Jas interacciones recreadas por los 66 HUMANISTICA criticos, se evidencia que al estar frente a Lispector, ellos dicen sobre ella G: -Vuelvo, entonces, a su necesidad 0 ocacion de dar amor..St lejanta, su natural misterio dificultan seguramente esa posibilidad. La ‘mayor parte de lo que escribe es para Alites, sno cree? L: - Ya no. Durante mucho tempo esrb para pocas personas. Ultimamente soy cada vex més ‘popular. Creo que estey de moda. Hay gente que me imita, 6: “Mujeres? Ls -:Por qué mujeres? G: Su literatura es esencialmente femenina. Pensaba que sobre todo as mujeres se sentirfan inclinadas @ imitarlas Ie Used cree que mis libros no podia hhaberlos escrito un hombre. 6 Como los de Emily Bronte 0 Carson Mc Cullers 0 Katherine Mansfeld. LL Yo también creo eso (Gillio, 2002: y Lispector construiré una imagen particular del inmigrante, opuesta por completo a la que poblaba los imaginarios socioculturales modernistas de los afios cincuenta. En este trabajo en particular, una de las cosas més significatvas radica en que - al momento de despeditse- cuando Lispector nota que la periodista se marcha sin nada que escribir, le hace entrega de un documento donde el Yo de Renato Carneiro Gémer la ha construido: “No olvide llevar el lbro que Jedi, allf encontrard el material para su nota”, finalmente afiade: “Discdlpeme. No me gusta hablar” (En: Gillio, 2002:5). Aseveracién que unida a “s6lo Ja mudez me hace compaita” (En Clua, 2002:1) remite casi de manera inmediata su preferencia por la 180 x N° 58 egacidn. Lispector no niega su gusto por el pronunciamiento, sino que aliema su preferencia por el no cuerpo, la no nacin y la no habla La legién mutante La profunda ironta que lleva a Lispector a entregar una fachada de sf a utilizar tuna méscara conveniente a través de la cual personar para los dstintos oyentes queda en evidencia no s6lo en sus aMirmaciones de/sobre sf misma, sino ademas, en sus textos de ficcién. En el caso particular de La legiGn extranjera (1964), la puesta en escena de la condicién forénea funciona como cimiento de la subjtividad de los personajes, lo que ~al igual que ocurre con el resto de las fieciones de Lispector— permite el dilogo con todos los procedimientos que usa la autora para construirse Podsfa pensarse en una escritura ddramética que le ofrece a la autora —, en consecuencia, a quienes se sitden junto a ells en Ia perieria la posibilidad de devenir a través del texto, To que conwvierte Ia palabra ajena en propia y abre posbilidades de desplazamiento tanto en el espacio fisico, como en el identitario (Deleuze y Guattari, 2000). ‘Todas las historias contenidas en este libro de cuentos giran en tomo a personajes excéntricos, dichos por una voz externa, Ninguno de ellos se traslada hacia lugar alguno de manera voluntaria, tampoco parece buscar nada, a no ser la serie de movimientos y gitos que desencadena a su alrededor. ‘Adin més, al hablar de ellos, las voces que construyen estos textos ~y en ocasiones, la no vor de la misma Lispector- renuncian a cualquier posiblidad narrativa, pues ante la eleccién de sujetosliterarios que no viajan, no permaneoen en el lugar que les ha sido asignado, no dicen, no permiten que se diga sobre ellos, no recuerdan y_ no quieren ser recordados, escritura confiesa —de manera més que dente y conadeniades on apn ecanjoa, de Clarice Lspator (pp. 60-71) sso xa N® 58 que en su marco no Tanto Ophelia, la protagonista del cuento que da titulo al libro; como Lissette, la monita protagonista de icacos”; 0 Almira, la mujer-elefanta de “La solucién’” pueden ser definidas como personajes forfneos, cuya legada ‘un espacio ajeno fue inevitable y, probablemente, irreversible. La presencia de cada uno de estos constructos causa un gran desconcierto y ~contrariamente alo que ocurre en la narrativa tradicional- aunque no ejecuten acciones, ante su inadecuacién en ciertos y determinados espacios, logran desatar un discurso, En una apuesta por el desconcierto, Lispector agrupa estas subjetvidades bajo el apelativo de “legién extranjera”, expresién comtnmente empleada para designar a aquellos soldados que se enrolan voluntariamente en un ejército que no pertenece a su pats, es decir, esta cexpresin es usada ~en su sentido originario— para referir a un grupo de hombres que decide de manera espontdnea defender un frente que no es naturalmente propio, vestir el uniforme y ondear una bandera extranjera por una decisi6n politica o ética, y nunca porque corresponda a su lugar, fecha 0 momento de nacimicnto. Por elo, se puede asumir que desde el titulo, Lispector intenta por medio de estos cuentos subvertir el sentido de las semejanizas. Ni ella, como sujeta social, ni ninguno de los sujetos literarios que circulan por La legién extranjera gozan de una identidad nacional basada en la similitud, No se pareoen a 2 No sea demasiado aventurado relacionat a los extranjeros que habitan esta legién con el grupo de ls escribas de la negacin releridos or José Luis Pardo, en “Bartleby ode la ummanidad” (2000). Con la diferencia de que en estas historias, los “apéstoles” no reproducen la escritura, sino el silencio de Lispector que surte un efecto igualmente desconcertante, HUMANISTICA quienes los rodean y, a pesar de elo, deciden y logean pertenecer a un espacio-tiempo completamente alejado al que naturalmente se le quiso asignar. Clarice Lispector no tiene lugar de nacimiento, ni edad precisa, ni un acento que la ubique geogrdficamente, atin més, al ‘momento de ser fotografiada pone en duda la existencia de su cuerpo. Pero lo més it6nico est en que este grupo de extranjeros que decide no tener en cuenta su rareza, en lugar de parecer uma legi6n —pues Hlegan sin armamentos, voluntad de lucha, ni frente de batalla lucen como participantes de un espectéculo circense de la antigua Roma. Obviamente, por su extrapolacién geogrdfica y temporal, Iejos de ocasionar risa o divertimento, causan un enorme desconcierto, una confesa estupefacei6n que desvia el discurso prescriptivo. Basta pensar en la presentacién de algunos de los personajes principales de esas historias Por ejemplo, en “Los desastres de Sof al hablar del maestro la vou natrativa afirma: I maestro era gordo, grande y silencioso, de bombros contraidos. En lugar de nudo en la garganta, tenia bombros contratdos. Usaba ssaco demasiado corto, anteojos sin aro, con un bilo de oro montado sobre la nariz gruesa y romana. ¥ yo me sentia atraida por él. No ‘amor, sino alvatda por su silencio (En: Lispector, 2001: 153) ‘También se evidencia cuando se refiere a la. mujer protagonista del cuento “La solucién Se lamaba Almira y babta engordado demasiado (...) Olras, amigas de la familia, contaron que Ventas y contraidentdades en la ein extanjea, de CarieLisgctor(pp.60-11) la abuela de Almira, dota Altamiranda, babfa sido una ‘mujer muy rara. Nadie se acordé de que los elefantes, de acuerdo con los estudiosos del asunto, son criaturas extremadamente sensibles, incluso en las gruesas ‘patas (En: Lispector, 2001: 211-213) Otro ejemplo Io constituye Muchachita, la anciana protagonista de “Viaje a Pets6polis” Fra una vieja flaguita que, dulce y abstinada, no parecta comprender que estaba sola en el mundo. Los ojos lagrimeaban siempre, las ‘manos reposaban sobre el vestido negro y opaco, viejo documento de su vida (..) el cuerpo era pequerio, oscuro, aunque ella bubiera sido alta y clara (En: Lispector, 2001: 203) Dos rasgos comunes a esta gama de personajes resultan particularmente lIamativos, afin més si se asume esta escritura como un proceso de autoedificacién de la autora: por una parte la inconciencia de los personajes acerca de sf mismos y de su rareza; por la otra la nulidad de cualquier intento de reduccién de los mismos a través de Ja exclusi6n, la reclusién o la omisién. En otras palabras, dentro de estas historias, la rareza se asume como el comienzo de una forma de subjetividad alternativa que —casi de manera obligada afecta el lenguaje y desplaza ro s6lo los cuerpos sino también las lengua. En estos cuentos, el extranjero integrante de esta legién hace pablico su desarraigo existencial y anuncia su permanencia eterna en un “ tan distante al mundo de los suetos cerados los “yoes” establecidos que acaba por ‘anémalizar a quienes en él habiten, De hecho, el empleo como sinGnimos de los términos: extranjero, desarraigado y animal, es otra de las pocas recurrencias de todos los textos. La relaciin que se establece entre estos tes términos més 67 alli dela sinonimia, se sustenta en un profundo sentimiento de tristeza capaz de desestabilizar a cualquier sujto abjierto al contagio. Por ejemplo, cuando al hablar de Lissette, la monita que protagoniza el ‘cuento “Macacos”, la voz narrativa afm: “Tenia falda, atetes, collar y pulsera de bahiaza. ¥ un aire de inmigrante que atin desembarca con el traje tipico de su tierra”, luego aftade: Al tercer dia estdbamos en el patio de servicio admirando a Lissette y de qué modo era nuestra. “Un poco demasiado suave", pensé con nostalgia de mi gorila. ¥ de repente ‘mi corazin fue respondiendo con mucha dureza: “Pero eso no es dulzura. Esto es muerte” (...) “Lisselle se estd muriendo” (Lispector, 2001: 188) ‘También es sorprendente el euento “TentaciGn”, donde se presenta al persongje principal afirmando con respecto a la protagonista: “Tenfa hipo. Y como sino bastara la claridad de las dos de la tarde, era peliroja” (..) “En ‘una tierra de morenos, ser pelirrojo era 68 una rebelién involuntaria” (Lispector, 2001: 201), y luego pasa a contar que la tnica posibilidad de comunicacién para esta mujer, estuvo en el intereambio con un perto cuyo pelaje era del mismo color. La distancia conceptual que supone el encuentro animal/persona queda anulada por completo por la condicién de extraneza «de ambos personajes, asimismo, el didlogo entre ellos resulta absolutamente intraducible ~al igual que los silencios de la autora para las personas, animales y cosas que tienen el cabello 10 to: 2Qué fue lo que se dijeron? No se sabe. Tan sola se sabe que se comunicaron rdpidamente, porque no habia tiempo. Se sabe también que sin bablar se pedian. Se pedian con urgencia, intrigados, sorprendidos. En medio de tanta vaga imposibilidad y de tanto sol, allé estaba la soluci6n para la chica pelirroja. Y en medio de tantas calles para ser trotadas, de tantos perros mds grandes, de tantos desagies secos, allé estaba una chica, como si fuera carne de su pelirroja carne (Cispector, 2001: 202) Este momento de la historia resulta indispensable para evaluar las palabras posteriores del narrador eon respecto la relacién perro-mujer que ~s6lo en apariencia- acaba con una triste despedida, pues —si bien es cierto que la vor narrativa asegura que el perro se marché sin volver a mirada ni una ver yal ha sido confesada la Incapacidad de los no pelirrojos para comprender su interaccién, por consiguiente, queda abierta la cexplicacién de lo que ocuri6 entre ellos, y ninguna afirmacién puede ser definida ‘como terminante a relacién que establecen los sujetos petiféricos, al margen de un discurso que ni manejan, ni les pertenece hace que -de alguna manera~ la voz narrativa pierda su capacidad de organizacin, clasificacién y_andlisis. Bs decir, los extranjeros, pelirrojos, animales y nostilgicos de Ia legién, se sitian al margen de los imaginarios sociales o culturaes y, por ello, escapan de Jos Ifmites de lo comunicable. dente ycontaldetiades en a leg exrangea, de CarceUspecor(p.60-71) 80 ext N® 58 ‘Aesto se sua que los excéntricos insertos dentro de estas fieciones, al igual que la autora del libro, no hablan Por esa tristeza inexplicable y ancestral que los define, hacen del silencio su morada, se niegan a integrarse en ringuna categoria y dejan al descubierto su sensacién de pérdida. Sin duda, esta rebeldfa de los personajes sin nombre pero con cola, aretes extraiios, sabrepeso 0 un color otro de piel 0 cabello— contiene una serie de atributos en sf, que Lispector asigna en mis de una ocasi6n a la condici6n de extranjeria/tristeza/animalidad. Por ejemplo, en el caso de la protagonista de “Tentaci6n" —ni siguiera por su falta de nombre~ le permite permanecer en el anonimato, al igual que el no decir de la autora, la anomalfa le aporta una visibilidad al personaje que nila falta de un significante primero es capau. de detener. ‘Adeinds, sus elemento de rareza el color del cabello,en el caso det personaje, y las extrafias erres, en el de Ja autora- no son rasgos elegides, sino HUMANISTICA innatos, ireductibles e inevitables. La reflexién més directa de Lispector, dentro de esta ficcién, esta tal vez en el cuento “Bl mensaje”, donde la vor narrativa afirma: ‘Ambos tentan, en verdad, repugnancia por la mayoria de las palabras, lo que distaba de (facilitarles una comunicacién, ya ‘que ellos no babian inventado palabras mejores: se desentendian constantemente, obstinados rivales (x) También les parecta que los otros querian cazarlos no para el sexo, sino para la normalidad. (En: spector, 2001:177) BI confeso rechazo de los personajes por la armonfa basada en las relaciones de similitud y su gusto por la construcci6n identitaria a partir de los malentendidos, refuerzan su condicién de extranjeria. Siempre son necesarias aclaratorias acerca de ellos mismos, puesto que buena parte de las confusiones en toro a su identidad son causadas por inestabilidades constantes ene su discurso, su apariencia y su conducta, Esto, ademés de provocar un desconcierto generalizado, devela el posicionamiento de la autora frente a los discursos homogenizadores Por otra parte, este gesto hace de la propia Clarice Lispector un ser extraiio denteo del canon cultural de su época pues ~en Tugar de desarrollar uno de los tantos Relatos de la Paria o cualquier cotta obra fundacional de la América Latina de los afios cincuenta se dedica a romper cualquier posibilidad de mapeo nacional que niegue la existencia de los rrgenes 0 los condene a desapareoer Al ejecutar ese movimiento contraimaginaria, Lispector pone en evidencia las tensiones contenidas en el canon estético dominante para el momento de su escritura y, asf, abre lugar para el nomadismo y la fuga ‘Al resistirse a hablar, tanto la autora ‘como estos personajes se edifican como ahistéricos, y ~con este movimiento- hacen obvio el carécter puramente simbélico de los recuerdos, por cextensin, del pasado y de cualquier posibilidad de narracién de una historia. Dejan claro entonces, que no puede haber naci6n sin discurso y, por eso rismo, el texto se atraviesa con cierto aire de angustiainevitablemente convertido en una no narracién, Probablemente, el cuento mas expresivo ‘este respecto sea “La quinta historia”, donde se intenta presentar una anéedota tan cotidiana en el discurso modemista como To es el encuentro con la otredad, pero que acaba con un gesto desconcertante: Ia incapacidad del sujeto para tejer un discurso de regulacién, exclusién lo que es atin més grave- Ja imposibilidad de guardar silencio frente a lo que se ve. La narradora de ‘ste cuento comienza afirmando: Ba bistoria podria amarse “las estatuas”, Otro nombre posible es “BL asesinato”, Y también “Como ‘matar cucarachas”. Entonces, baré ‘por lo menos tres historias verdaderas, porque ninguna de cellas desmiente la otra, Aunque una sola serfan mil y una, si me dieran mil y una noches. (Lispector, 2001: 221) Esta breve declaracién de intenciones no sélo imprime en el cuento la difcultad narrativa que posteriormente la * Aunue es altamente probable que al hablar de “Moderismo brasilero” se estén cemmpleando términos excesivamente abarcadores, es importante aclarar que al ‘emplear este trmino ~al igual que cuando hhablamos de eriollitno 0 regionslismo- ‘estamos agrupando bajo los nombres més convencionales, aguellasfcciones donde no slo se propone una organizacién nacional, sino que adem, se presume de dar wn lugar al subalterno, Como dirfa Josefina Ludmer: Desde la literatura gauchesca en adelante, ‘pasando por el indigenismo y los diversos ‘avatares del regionalism, se trata del gesto icici de dar ta palabra al definido por ‘alguna carencia (sin terra, sin escritura), de sacar a la lus st lenguaje particular (198451), 70 HUMANISTICA protagonista confesaré, sino que ademds, se constituye como la insinuacién de que narrar(se) por medio de esta historia —que tiene tantos nombres como posiciones subjetivas la enuncien- explicita la discursivizacién de fo real’ como sinica posibilidad de existencia subjtiva En La legion extranjera, \a puesta en escena de la condicién fordnea funciona como cimiento de la subjetividad de los personajes, lo que permite el dilogo con todos los procedimientos que usa la autora para construirse. Asimismo, la imposbilidad de narrar el encuentro de la protagonista con las ceuearachas, -0, lo que es lo mismo, del sujeto con el otro~ enmarcada en ese esto de violencia que su propia vor califica de “asesinato”, alude de manera ads que ditecta a las fcciones moderistas regionalstas y crillistas, para dejar al descubierto la insuficiencia de los mapas imaginarios. Al mismo tiempo, se plantea en la historia la idea de “retorno” de todo aquello que habia sido excluido durante el proceso de construcein de la naciGn, La metdfora presente en este cuento que parecera apelar de manera més directa estos discursos est implicita en la referencia al ascenso ~0 migracién— de las cucarachas: “La desaniculacin defo imaginario ante la presencia inevitable defo rea, como una constante en as bras de Clarice Lispector ha sido aludido en muchos estos aoerea de su obra. Al respect, Mézgara Russoltopropone que: Abrir una puerta, frefr un buevo, pisar sun ratén muerio en pleno paseo, desencadena un violento proceso de descompasiciin que amenaza la cstabilidad del universo (1989: 88) so aati N* 58 Za verdad es que sélo en abstracto me habia quajado de las cucarachas, que ni meas eran: pertenectan a la planta baja y escalaban las caRtertas de los aadificios hasta nuesro bogar. Silo a la bora de preparar la mezcla fue cuando se volvieron también mias C.JUin vago rencor me habia ‘nvadido, en sentido de ultraje, De dia las cucarachas eran invisbles y nadie creia en el mal secreto que rota wna casa tan tranguila, (Lispector, 2001: 221) La amenaza del ofro generalizado se diluye en esta historia con la sola mencién de su encuentro —frente a frente con el sujto, La primera visi6n reciproca permite que la protagonista se desarticule y busque aquello que tiene reprimido “demasiado hacia dentro” de si, la angusta resultante la leva a construr asideros desesperadamente 5, por ello, acaba por sobrerracionalizar su historia, hasta darle formato de discurso académico: “Leibniz y la trascendencia, del amor en 1a Polinesia”. La inclusi6n de la palabra amor dentro del titulo dela ltima historia ~tal vex la ‘nica que le permite a la protagonista seguir exstiendo en tanto sujto de un discurso— pareciera ser otro de los categ6ricos éticos recurrentes en la relacién sujeto/otredad construida recurrentemente por Lispector. De hecho, la protagonista de “La quinta historia”, a pesar de su confesién de haber elegido “fumigar(se)” el alma, no es capa. de desapareoer ni las huellas, ni los catveres 0 estatuas que la ayudaron a reconocerse. Por eso, no puede evitar que se cuele ~ain en su dtima historia-ta irracionalidad que le hizo volver hacia sf misma, esa relacién afectiva no reducible alos sentimientos y que —a falta de un mejor nombre y en un gesto por demés cuestionador- se concentra en el signficante amor a poca inocencia que articua la escritura de Lspector, una vez mas se hace presente en cl empleo de ese término, No sélo por la referencia indirecta ala proiferacién de emidadesy conraidetdads en la ein extanjora, de Clarice Lspetor (pp 6-71) I I | | sto xox N° 58. Este guifio deconstructor se multiplica en el resto de los textos. La mayorfa de los personajes de La legién extranjera se niega a ser ignorada, En un constante parecer, los extranjeros de Lspector se resisten 2 cualquier proceso de mapeo que los excluya y, por tanto, alas posibles organizaciones nacionales. Otro ejemplo, por demas elocuente, es el cuento “Evolucién de la miopia", donde el personae se defiende del YO interpelador quitindose los anteojos. Ya en el primer parrafo dl cuento se cafirma: En suma, ellos se entendian, los miembros de su familia; y se entendian a costa suya, Fuera de centenderse a costa suya, se desentendian permanentemente, ‘pero como una nueva forma de bailar wna cuadrila: incluso cuando se desentendian, sentia que ‘estaban sometidas a las reglas de ‘un juego, como si bubieran concordado no entenderse (Lispector, 2001: 215) La actitud contestataria de la autora se crvidencia ain més cuando el personaje central decide romper con estos vinculos de comunicacién sélidamente establecidos y elige cambiar algo tan intenunciable como su origen. El chico quiere ser hijo de su prima y entonces, adopta como anclaje identitario “el deseo irelizable”. A partir del encuentro con la pasin, la ruptura con lo hhomogeneidad y la renuncia a la ‘omances fundacionales que circulaban en. Américe latina durante los afios de escritura e La login extranjera, sino porque dems, parecieraaludir a la construccién sitnbélica de los amantes dentro del imaginario occidental, l concepcin de El amante como ese ser que “se apropia de la pasign que €l considera como el secreto esencial de la sipermuer , por consiguiente, se converte en mas-que-un- hombre, en un sGperhombre” (Kristeva 1994: 67). De aquf que no deje de ser irénico que la mujer experimente el amor al hallar cent algo de cucaracha. HUMANISTICA, ldentidad impuesta, el personaje decide ‘ver como miope 0, mejor dicho, no ver: Y¥ fue como si la miopia pasara y é viese claramente el mundo (...)Tal vex fue a partir de entonces que cadquiri6 una costumbre para el resio de la vida: cada vez que la confusion aumentaba y A vela ‘poco, se guitaba los anteojos con el ppretexto de limpiarlos y, sin los lentes, miraba al interlocutor con una fijeza reverberada de ciego. (Lispector, 2001: 220) Con el cierre de este euento, la autora deja abierta una ambigiiedad dificil de solventar: al presentar la miopta ~al ‘gual que otras rarezas~ como una manera ofra de ver, deja de lado elementos que habian sido insritos por escrituras canénicas dentro de la lobalidad nacional y, al negarle la visién al sujeto periférico, le niega también visiilidad. A pesar de ello, hay un detalle que juega un papel fundamental: la desconcertante elecci6n de prefer no ver ‘A presentar la miopfa como un deseo y ‘no como una imposicin , sobre todo, al rechazar el corectivo que podria regresar al personaje a la normalidad, ‘te adquiere la capacidad de hacer frente a cualquier intento de regulacién. A partir de ese momento, el personaje renuncia a la ley del sentido y el miope al igual que la rostifcada autora y el resto de la legiGn consigue demostrar Ja insustancialidad de su imagen y se desplaza para refugiarse en el silencio, Lo no dicho Sin duda, al eseriir(se) como un gran enigma, poseedor de un secreto ilimitado, Clarice Lispector construyé un movimiento legitimador para su propuestaético/estética, que le permits Ja coexistencia con la ligica de las ficciones fundacionales latinoamericanas de mediados del siglo XX A pesar de ell, la postura altamente autodestructiva que acompafiaba a la Hentai y contadentidade en ali exranora, de Clarice specter (40-71) scritora/escritura pareciera seducir la puesta politica de la negociacién ~a atti del reconocimiento de la ctredad- por una divisién ain més clara entre la anomalia y ta posibilidad subjetiva. Pero atin cuando sea interpretado como una apuesta terrorist frente a la righdez ée un campo cultural que no tuvo mas remetio que adverir su presencia, no éeja de haber un movimiento alentador hacia la earezay los raros que logran cireulary, eventualmente, hasta sobrevivir dentro de un espacio que, fracias a una decsién inconsulta, no areciera cortesponderles; sin embargo, yor medio de su autoescrtura y de la «scritura de los cuentas de La legién extranjera, Clarice Lispector deja al cescubierto que, a pesar de su cardeter colectivo, los elementos organizadores de la naci6n —y por extensin, de las subjetividades- no pierdan nunca su cardcteratbitrati y, por tanto, son susceptibles de ser reevaluados, cuestionados y elegids. Finalmente, poiria hablarse de La Legion extranjera —més alld de su evident estética de la rareza- como una ética de la marginalidad que ubica a los sujetos no pertenecientes en el centro de las reflexiones sociales, precisamente en un espacio nacional, recién fundado, conde Ja rebelin ~tanto votuntaria, como involuntaria- resultaria impensable, Se trata pues, de una alternativa frente al poder que més alla ce mostrars, remite a todo lo sepultado or/dentro del sujeto y abre una Tequeia posiblidad si no de inclusién, J menos de reconocimiento del ofr Fecha de Recepei6n: marzo 29 de 2004 Fecha de Aceptaci6n: abril 22 de 2004 71

También podría gustarte