sto ex N° 58
P. referiria no ser(lo
HUMANISTICA,
IDENTIDADES Y CONTRAIDENTIDADES
EN LA LEGION EXTRANJERA, DE
CLARICE LISPECTOR
Mariana Libertad Sudrez
Universidad Simén Bolfvar
PALABRAS CLAVE
Autoescritura, identidad, centro/periferia, Clarice Lispector, nomadismo
RESUMEN
Dado el cardcter emergente de la subjetividad que
encarnaba Lispector -una mujer escritora, apétrida, de
origen desconocido y sin ningun elemento identitario
claro- y la topicalizaci6n recurrente de la rareza y de la
extranjeria dentro de sus ficciones, cabe preguntarse
cuéles son las tretas que le permitieron a esta escritora
su inscripcién dentro de su méquina cultural, su
coexistencia con los discursos canénicos y a posibilidad
de enunciar y referir subjetividades marginadas, hasta
end contrainte en la lin eramjra de Claiee Uses (60-71)
el extremo de la negacién, dentro de los mapas que
perfilaban las naciones latinoamericanas nacientes.
Asimismo, proponemos una lectura en tomo a La legién
extranjera, y su diélogo con el posicionamiento politico
de la autora que supone el reconocimiento de la
arbitrariedad de los elementos identificadores, la
permanencia elegida en los espacios periféricos y la
resistencia a perfilarse como sujeto concluido.
61HUMANISTICA
sso mm N° 58.
KEY WORDS,
Center/periphery, identity, selfwriting, Clarice Lispector, nomadism.
ABSTRACT
Considering the emergent character of the subjectivity
that Lispector there was personifying - a woman writer,
stateless, of unknown origin and without clear identity's
elements- and the recurrent appellant of the rarity and of
the alien quality of her fiction, it is possible to reflect
around the strategies that allowed her inscription to this
woman writer inside her cultural machine, her coexistence
with the canonical speeches and the possibility of
enunciating and recounting isolated subjectivities, up to
62
the end of the denial, inside the maps that were outlining
the Latin-American nascent nations.
Likewise, we propose a reading about La legién
extranjera, and its dialogue with the political positioning
of the authoress who supposes the recognition of the
arbitrariness of the identifying elements, the permanency
chosen in the peripheral spaces and the resistance to
be outlined as concluded subject.
etidades ycmtraldentades en Ia len extranjoa, de Cac Lspctor (pp 60-71)80 xa N? 58
E, misterioso caso
de la flor de lis
E um nome latino, né, ew
‘proguntei para o mew pai desde
quando bavia Lispector na
Uerania. Ble disse que ha
_generacaes anteriores, Ete suponbo
que 0 nome for rolando, rolado,
‘perdendo algumas sfabas ¢ se
transformando nessa coisa que
‘parece “LIS NO PEITO", em latim:
‘flor de lis,
(Clarice Lispector. Um enigma)
EL nombre de Clarice Lispector —un lirio
‘en el pecho, segiin sus propias
celucubraciones filol6gicas- lleva consigo
tuna puesta en escena, una innegable
propuesta de seduccidn y, cuando
‘menos, un desplazamiento. La pregunta
“qué 0 qué cosa es Clarice Lispector?",
que ha ocupado a la critica y a la
historia de la literatura brasilera
recurrentemente, es tal vez la mejor
demostracién de ello. También
constituyen evidencias muy locuaces
algunas semblanzas publicadas en la
prensa, tales como “Clarice Lispector.
Um enigma” (1976) donde no soto
aparece un subtitulo que anuncia el
proceso de bésqueta del sentido oculto
de La escritora, sino que adem, al
primer apartado se le da el nombre de
“Um Objeto Nao Identificado Das Letras
Brasileiras”, antecedido de una
referencia a ciertas palabras de la
autora; “Tenho varias caras. Uma é
quase bonita, outra € quase feia, Som
tum o qué? Uim quase tudo?”
‘Tras esta cita, cuya intencién manifesta
es presentar las inferrogantes que
originaron la escritura de La semblanza
¥ la labor de rasteo que llev6 consigo, se
parafrasean unas palabras
introductorias que —al menos en las
notas biogréficas y los comentarios
crfticos aparecidas en publicaciones
periddicas— sirve con frecuencia de
acceso oficial a la vida de Lispector. Se
afirma, entoness yuna vez més, que
Clarice naci6 en Tehelchentk-crania,
en 1920, aungue en realidad era
brasilera, pues lleg6 a Recife a los dos
meses de edad y vivid ahi hasta los
nueve afios, que cuando se marché a
Rio comenzé a trabajar como profesora
particular de portugués y que pertenecta
2 una familia muy pobre, de origen
judo.
Esta insistencia casi mecdinica sobre
ts y determinados datos de la vida
de Lispector -ademds de resultar
altamente sospechosa- puede ser
entendida como un gesto desesperado de
encontrar “un lugar identitario real”
para la autora, A pesar de elo, la critica
académica a la que el amparo
institucional no hace menos
detectivesca— ha tendido a multplicar y
ramificar la aparente certeza sobre el dia
y el lugar de nacimiento de Clarice
(César Aira, por ejemplo, en busca de
otras verdades sobre lo origenes de
Lispector, sugiere que nacié en el aio
1915, dato que no tendsfa ninguna
importancia si no llevara consigo la
caida de dos grandes mitos en tomo a la
figura de la autora: su precocidad y su
Hegada @ América Latina antes de la
audguisicién de la lengua.
Asimismo, Ja ambigtledad que
aacompafia la mayorta de las
dectaraciones de la autora en tomo a
estas dos creencias ~aunada a lo no
dicho, desmentido o refutado al
respecto— develan una de las tantas
estrategias empleadas por Lispector para
escribir(e) desde una perspectiva ofra
Con la fachada de irresponsabilidad que
le permiten ~ademas de otra serie de
gestos que atraviesan su obra la
juventud, la extranjerfay, sobre todo, la
deeretada ignorancta. Lispector ogra
' su ensayo sobre Sor Juana Inés de la
‘Cruz, Josefina Ludmerextiende esta tendencia,
ala negaci6n a “los d@hiles” que emnprenden
tun proceso de insripeién dentro de ka
‘maquina cultural, Expecticamente propone:
Saber y deci, demuestra Juana,
constituyen campas enfrentados para una
‘mujer, toda simultaneidad de esas dos
cacciones acarrea resistencia y castigo
(Ludiner, 1984: 48)
ena ycntradetidades en alg extranora, de Clarice Lieto (60-71),
inseribir(se) una gama inagotable de
sujetos periféricos, en su literatura, entes
al limite de la desaparicién en los mapas
nacionales de la recientemente
refundada Repiblica del Brasil,
Tal ver por es0 mismo, Clarice se ve en
le necesidad de reiterar constantemente
su irresponsabilidad existencial, al
tiempo que emite juicio sobre muchos
de los temas que preocupaban al canon
caltural latinoamericano de mediacios
el siglo XX, tales como: los limites de la
nacién, la identidad o 1a onganizacién
social de los ciudadanos, En su
patticipacién en el espacio piblico, esta
eritora también se vale de algunos
recursos para justificar sus licencias,
centre los més frecuentes estén el uso de
la eseritura ficcional como espacio para
Ia reflexi6n te6rica, los silencios
prolongados en las entrevstas 0 ese
“extrafio acento” por demas
desconcertante con el que pronuncia sus
eseasas palabras.
ita particular manera de
pronunciar(se), y las contradicciones
que acarrea al compararla con su
biograffa, ha provocado también una
serie de teorfas entre los criticos que
alordan la figura de Lispector. Pues si
legara a ser certo que, tal y como
airman algunos estudiosos de esta
autora, Clarice nacié en el afio 20 y
dificilmente podia haber adquirido como
primera lengua cualquier idioma que
10 fuera el portugués, dado que su
Iegada a Brasil se debfa haber
poducido antes de contar con tres meses
de edad; no obstante, atin quienes
refrendan Ia idea de la niia-genio
alirman casi consensualmente que la
primera lengua de la eseritora debi6 ser
bien el yiddish o bien el ruso, hecho
«que llev6 a Lispector a "forzar” su
escritura al brasilero
hora bien, el desconcierto sobre el
lugar identitario que cortesponderia a la
autora se intensifica, porque Lispector se
niega a dar una explicacién racional al
corigen de est-_manera otra de hablar el
portugués. Con su silencio al respecto,
63HUMANISTICA
Lispector logra cubrir con un velo de
misterio su pertenencia a alguna
nacién. En la entrevista realizada por
‘Maria Esther Gillio, un afto antes de la
muerte de la autora, se dice
G: Usted es rusa.
I: - Nact en Ucrania, Hegué a Brasil
cuando tenéa dos meses.
G: - Bstaba pensando en su acento, en
las erres. Son muy extrafias, cle
tiene del ruso? Aunque parecen
francesas,
L» Simplemente tengo frenillo, Podria
solucionarlo con una operacién
bastante simple, pero tengo miedo,
Por otra parle, mis erres no me
‘molestan; vivo con ellas desde que
act (Gillio, 2002)
Las afirmaciones de la eseitora pueden
resultar muy interesantes, sobre todo, si
se tienen en cuenta dos cosas. En primer
lugar, ella dice poder “solucionar” su
manera de pronunciar las ertes, con lo
‘cual asume frente a la entrevistadora
que la misma consttuye un
“problema”; no obstante, casi de
inmediato asevera que no lo solucionard
porque -por una parte~ le da miedo y,
por la otra, lo lleva consign desde que
nacié. A partir de aqui podrian
desprenderse varias deducciones: al
levarlas consigo de manera involuntaria
desde su nacimiento, las erres
ademés de un problema, para el ott,
nunca para s{ misma- constituyen una
marca identitaria por elo, es Ligico el
temor a perderlas, a someterse a una
operacién que las elimine y, al tiempo,
la obligue a abandonar su lugar de
anomalfa, Por otra parte, la
pronunciacién portuguesa de las ertes
romperia la dimensién performativa que
lleva consigo el habla de Lispector y, en
lugar de parecer una eseritora brasilera,
esta autora correrfa el peligro de
comenzar a serlo, aun cuando Ia
extrafla pronunctacién no sea el tinico
elemento que pone en duda su
“verdadera” nacionalidad.
En otras palabras, tanto la presencia de
las “erres” como su correecién, debfan
koa N° 58
hhacer de la identidad nacional de
Clarice un constructo inestable ajeno al
espacio dela ley y, por tanto, de la
legitimidad pero, dada su inocencia
frente al hecho y su no eleecin de la
‘manera de hablar, se le permite a esta
esctitora, no s6lo Ta presencia dentro de
tas letras brasileras, sino ademas, la re-
creacién de uno de los temas centrales
de las fabulas de identidad: la disputa
entre habla culta/ habla vulgar.
Esta dicotomfa refrida de manera
directa € indirecta por los modernistas
brasileros contempordneos de Lispector,
es desplazada por esta autora a los
limites del dscurso, espacio donde
logrard trastocarla, A su manera otra de
hablar el portugués ~vedida por
extensi6n a los personajes que apareoen
en sus cuentos— Lispector opondré el
habla “popular” o “vulgar” y, con ello,
situard lo que antes se habfa entendido
‘como un problema que debja ser
solucionado, en el lugar de fa norma,
para erigir progresivamente la
vulgaridad como un modelo
a seguir
A partir de esta autorrepresentaciGn y del
didlogo que establece entre la misma y
las ficciones de esta autora, Lispector
construiré una imagen particular del
inmigrante, opuesta por completo a la
que poblaba los imaginarios
socioculturales modernistas de 1s aitos
cincuenta. En la escritura de esta
autora, el forastero no serd el letrado que
educa y modifica el habla de los nativos,
sino un apéitrida que debe aprender a
hablar como los que ~por su manera
despreocupada de hablar un idioma- sin
duda pertenecen a algiin lugar. La
indeterminaci6n del espacio originario
de los inmigrantes que apareoen
representados en las ficciones de
Lispector, junto a la negacién de alguna
topologia posible de arraigo para st
misma, trae como consecuencia la
imposibilidad de pensar en una “lengua
materna” tanto de la creadora como de
sus personajes, circunstancia que
convierte en obvia la arbitrariedad de la
idea de nacién,
enti contadentiades en a lepin exranjera, de Clarice Lispetr (pp. 60-1)80 ma N° 58
Por eso, se hace posible que con esa
eatrafia manera de hablar se pronuncie
insistentemente Ia_afirmacin: “soy
brasilera” acompaftada de comentarios
rarginales como “nacf en fuga” 0 “soy
un casi todo”. Este tipo de sentencias
dichas con las erres inexplicables y a
través de un rostro claramente ajeno al
sujet ideal brasilero, dejan clara la
postura nomédica de Lispector, quien
por medio de su nacimiento en un 10
ugar hace que cal clasifieacién donde
se la quiera encasilar ~como su
verdadera nacionalidad, su verdadera
religin o su verdadera condici6n
socioeconémica- se convierta en un
procedimiento sin fundamento 16gico 0
natural alguno y, por dems, elegible
Clarice Lispector no tiene lugar de
nacimiento, ni edad precisa, ni un
acento que la ubique geograficamente,
atin més, al momento de ser
fotografiada pone en duds la existencia
de su cuerpo. Al menos en las fotogeafias
que acompaiian sus textos y en sus
retratos més conocidos, la autora
aparece en planos medios o cerrados y
cuando, eventualmente, alguna
fotografia aleanza la dimensin de busto
de plano americano, Lispector desvia
ta mirada hacia su maquina, hacia un
objeto fuera del encuadre o hacia el
infinito, En otras palabras, las piernas de
Ia autora 0 sea, su soporte en La tierra-
al igual que su fecha y su lugar de
nacitniento, quedan para las
especulaciones del espectador.
1a pose ~al igual que otros signos
visuales, conscientemente elaborados por
Ja autora— es un recurso fundamental
para su autoescritura. Tal vez por eso,
declara “Felizmente nasci mulher. &
vaidosa, Prefiro que saia un born rerato
re no jornal do que os elogios”. Pues -a
pesar del aparente narcisismo contenido
en esta afirmacién, y en la publicacién
reiteativa de sus fotograffas— poner “a
Ie vista de todos” su imagen, es una de
Jas estrategias para la objetivacién, que
desemboca en la ereaci6n de una serie
de discursos por parte de los
lectores/espectadores. Lispector dice, por
HUMANISTICA
medio de su escritura, e interpela por
medio de su imagen para que el Otro la
nombre.
De alguna manera, las fotograftas, la
pose y la mirada al vaefo recuerdan la
ausencia de un cuerpo, niegan la
presencia de la escritora y su
sustancialidad, gesto que al entrar en
didlogo con ciertas propuestas teSricas
inseras en las ficciones de Lispector,
audquieren también un aire enigmitico
ayo desenlace se resume en un nuevo
esfuerzo explicativo del lector/espectador
De agui que resultara casi imposible a
los erfticos hablar de la eseritura sin
enmarcar a la escritora, igualmente
inguietante y con un sentido
fragmentatio que pide a gritos ser
completado.
Pero en tanto que las palabras resultan
insuficientes para enfrentar el rosto
vacio de Lispector, la autora reflexiona
en su fcciones, Por ejemplo, a través
del nascador de su novela La hora de la
cotrella,Lispector asegura: “Suponho
que me entender na o € una questa o de
inteligencia e sim de sents, de entrar em
contato, Ou toca, ona o toca” (En
Porto, 19764) Es decir, el acceso a lo
que €5 0 no Clarice Lispector s6lo puede
venir dado por Ia experiencia de
compartir sensaciones,
En otras palabras, Clarice Lispector, esa
pose que llega al extremo de la falsedad,
ese acento atgpico, esa mirada a un n0
lngar, ese elemento objtivizado, no es
susceptible de ser entendido a través de
Ia ldgicay la razén, entre otras cosas,
porque la dada de haber nacido en
fuga, de decidir ser brasilera y conservar
¢l rosto y el acento propio de una
europea, la susttucién del cuerpo por la
imagen, irregularizan y sabotean
cualquier intento de sistematizacién de
su vida.
Directa o indicectamente, la propuesta
recuerda la creacién de cuetpos
méquina (Foucault, 1999)
fundamentada en la fragmentacién. Ese
proceso donde la particién del. cuerpo
dena y contradetidades on la ein extanjoa, de Clarice Lispctor (9p 6-71)ayuda a un desarrollo parcial y
progresivo de cada segmento, para
desembocat en la doma, domesticacién
y dominacién del conjunto, que trae
como resultado final una méquina al
servicio de determinada ideologfa. Sin
diuda alguna, este procedimiento podria
ser evitado siel cuerpo se resistiera a ser
entendido como la unin de unas
partes pero también —como es el caso de
Lispector- si se hace otro uso de la
segmentacién,
En su proceso de escritura, Clarice
también se autodisecciona, pero al
hacerlo convierte su cuerpo en. un
elemento indémito ¢ indomable, pues
muchos de los fragmentos ~de la
cintura hasta los pies, en la mayorfa de
las ocasiones- escapan de la fotografa,
to que le da una condicién aiin més
aérea e insustancial al rosteo. Es deci, la
autora, no sélo hace de sf una
construceifn imaginaria, sino que
dems se vale del montae, de la
diseccién que igualmente padecerfa y de
la seleoci6n de s6lo una parte a la ver
del cuerpo roto, para cuestionar los
fundamentos de la representacién bajo
los cuales se le quiere
enmarcar,
Lo ms llamativo de este proceso radica
cen la exageracién de las uniones del
montaje, en la sobreteatralidad de las
caras sin cuerpo de la autora, que
permiten ver desde sus fisuras la nada
aque hay detrds del rostro, que se
complementa con un correlato de su
propia construccién imaginaria: la
timider y los —también referidos hasta
la saciedad- silencios de Lispector.
Basta pensar en algunas semblanzas y
entrevistas como Nacida en fuga, de
Adriana Astutti; Za mujer a la que no
le gustaba bablar, de Masia Esther
Gilio; o el artculo de Vicente Clua,
titulado Clarice Lispector, la palabra
rigurosa, donde la tinica afirmacién
terminante de la autora consiste en que
su manera de comunicacién ideal no es
ta palabra. Al contrari, en cada una de
Jas interacciones recreadas por los
66
HUMANISTICA
criticos, se evidencia que al estar frente a
Lispector, ellos dicen sobre ella
G: -Vuelvo, entonces, a su necesidad 0
ocacion de dar amor..St lejanta,
su natural misterio dificultan
seguramente esa posibilidad. La
‘mayor parte de lo que escribe es
para Alites, sno cree?
L: - Ya no. Durante mucho tempo
esrb para pocas personas.
Ultimamente soy cada vex més
‘popular. Creo que estey de moda.
Hay gente que me imita,
6: “Mujeres?
Ls -:Por qué mujeres?
G: Su literatura es esencialmente
femenina. Pensaba que sobre todo
as mujeres se sentirfan inclinadas
@ imitarlas
Ie Used cree que mis libros no podia
hhaberlos escrito un hombre.
6 Como los de Emily Bronte 0
Carson Mc Cullers 0 Katherine
Mansfeld.
LL Yo también creo eso (Gillio, 2002:
y
Lispector construiré una imagen
particular del inmigrante, opuesta
por completo a la que poblaba los
imaginarios socioculturales
modernistas de los afios
cincuenta.
En este trabajo en particular, una de las
cosas més significatvas radica en que -
al momento de despeditse- cuando
Lispector nota que la periodista se
marcha sin nada que escribir, le hace
entrega de un documento donde el Yo de
Renato Carneiro Gémer la ha
construido: “No olvide llevar el lbro que
Jedi, allf encontrard el material para su
nota”, finalmente afiade: “Discdlpeme.
No me gusta hablar” (En: Gillio,
2002:5). Aseveracién que unida a “s6lo
Ja mudez me hace compaita” (En
Clua, 2002:1) remite casi de manera
inmediata su preferencia por la
180 x N° 58
egacidn. Lispector no niega su gusto
por el pronunciamiento, sino que aliema
su preferencia por el no cuerpo, la no
nacin y la no habla
La legién mutante
La profunda ironta que lleva a Lispector
a entregar una fachada de sf a utilizar
tuna méscara conveniente a través de la
cual personar para los dstintos oyentes
queda en evidencia no s6lo en sus
aMirmaciones de/sobre sf misma, sino
ademas, en sus textos de ficcién. En el
caso particular de La legiGn extranjera
(1964), la puesta en escena de la
condicién forénea funciona como
cimiento de la subjtividad de los
personajes, lo que ~al igual que ocurre
con el resto de las fieciones de Lispector—
permite el dilogo con todos los
procedimientos que usa la autora para
construirse
Podsfa pensarse en una escritura
ddramética que le ofrece a la autora —,
en consecuencia, a quienes se sitden
junto a ells en Ia perieria la
posibilidad de devenir a través del texto,
To que conwvierte Ia palabra ajena en
propia y abre posbilidades de
desplazamiento tanto en el espacio
fisico, como en el identitario (Deleuze y
Guattari, 2000). ‘Todas las historias
contenidas en este libro de cuentos giran
en tomo a personajes excéntricos, dichos
por una voz externa, Ninguno
de ellos se traslada hacia lugar alguno
de manera voluntaria, tampoco parece
buscar nada, a no ser la serie de
movimientos y gitos que
desencadena a su alrededor.
‘Adin més, al hablar de ellos, las voces
que construyen estos textos ~y en
ocasiones, la no vor de la misma
Lispector- renuncian a cualquier
posiblidad narrativa, pues ante la
eleccién de sujetosliterarios que no
viajan, no permaneoen en el lugar que
les ha sido asignado, no dicen, no
permiten que se diga sobre ellos, no
recuerdan y_ no quieren ser recordados,
escritura confiesa —de manera més que
dente y conadeniades on apn ecanjoa, de Clarice Lspator (pp. 60-71)sso xa N® 58
que en su marco no
Tanto Ophelia, la protagonista del
cuento que da titulo al libro; como
Lissette, la monita protagonista de
icacos”; 0 Almira, la mujer-elefanta
de “La solucién’” pueden ser definidas
como personajes forfneos, cuya legada
‘un espacio ajeno fue inevitable y,
probablemente, irreversible. La presencia
de cada uno de estos constructos causa
un gran desconcierto y ~contrariamente
alo que ocurre en la narrativa
tradicional- aunque no ejecuten
acciones, ante su inadecuacién en
ciertos y determinados espacios, logran
desatar un discurso,
En una apuesta por el desconcierto,
Lispector agrupa estas subjetvidades
bajo el apelativo de “legién extranjera”,
expresién comtnmente empleada para
designar a aquellos soldados que se
enrolan voluntariamente en un ejército
que no pertenece a su pats, es decir, esta
cexpresin es usada ~en su sentido
originario— para referir a un grupo de
hombres que decide de manera
espontdnea defender un frente que no es
naturalmente propio, vestir el uniforme
y ondear una bandera extranjera por
una decisi6n politica o ética, y nunca
porque corresponda a su lugar, fecha 0
momento de nacimicnto.
Por elo, se puede asumir que desde el
titulo, Lispector intenta por medio de
estos cuentos subvertir el sentido de las
semejanizas. Ni ella, como sujeta social,
ni ninguno de los sujetos literarios que
circulan por La legién extranjera
gozan de una identidad nacional
basada en la similitud, No se pareoen a
2 No sea demasiado aventurado relacionat a
los extranjeros que habitan esta legién con el
grupo de ls escribas de la negacin releridos
or José Luis Pardo, en “Bartleby ode la
ummanidad” (2000). Con la diferencia de que
en estas historias, los “apéstoles” no
reproducen la escritura, sino el silencio de
Lispector que surte un efecto igualmente
desconcertante,
HUMANISTICA
quienes los rodean y, a pesar de elo,
deciden y logean pertenecer a un
espacio-tiempo completamente alejado
al que naturalmente se le quiso asignar.
Clarice Lispector no tiene lugar de
nacimiento, ni edad precisa, ni
un acento que la ubique
geogrdficamente, atin més, al
‘momento de ser fotografiada pone
en duda la existencia de su
cuerpo.
Pero lo més it6nico est en que este
grupo de extranjeros que decide no tener
en cuenta su rareza, en lugar de parecer
uma legi6n —pues Hlegan sin
armamentos, voluntad de lucha, ni
frente de batalla lucen como
participantes de un espectéculo circense
de la antigua Roma. Obviamente, por su
extrapolacién geogrdfica y temporal,
Iejos de ocasionar risa o divertimento,
causan un enorme desconcierto, una
confesa estupefacei6n que desvia el
discurso prescriptivo. Basta pensar en la
presentacién de algunos de los
personajes principales de esas historias
Por ejemplo, en “Los desastres de Sof
al hablar del maestro la vou natrativa
afirma:
I maestro era gordo, grande y
silencioso, de bombros contraidos.
En lugar de nudo en la garganta,
tenia bombros contratdos. Usaba
ssaco demasiado corto, anteojos sin
aro, con un bilo de oro montado
sobre la nariz gruesa y romana. ¥
yo me sentia atraida por él. No
‘amor, sino alvatda por su silencio
(En: Lispector, 2001: 153)
‘También se evidencia cuando se refiere a
la. mujer protagonista del cuento “La
solucién
Se lamaba Almira y babta
engordado demasiado (...) Olras,
amigas de la familia, contaron que
Ventas y contraidentdades en la ein extanjea, de CarieLisgctor(pp.60-11)
la abuela de Almira, dota
Altamiranda, babfa sido una
‘mujer muy rara. Nadie se acordé
de que los elefantes, de acuerdo con
los estudiosos del asunto, son
criaturas extremadamente
sensibles, incluso en las gruesas
‘patas (En: Lispector, 2001: 211-213)
Otro ejemplo Io constituye Muchachita,
la anciana protagonista de “Viaje a
Pets6polis”
Fra una vieja flaguita que, dulce y
abstinada, no parecta comprender
que estaba sola en el mundo. Los
ojos lagrimeaban siempre, las
‘manos reposaban sobre el vestido
negro y opaco, viejo documento de
su vida (..) el cuerpo era pequerio,
oscuro, aunque ella bubiera sido
alta y clara (En: Lispector, 2001:
203)
Dos rasgos comunes a esta gama de
personajes resultan particularmente
lIamativos, afin més si se asume esta
escritura como un proceso de
autoedificacién de la autora: por una
parte la inconciencia de los personajes
acerca de sf mismos y de su rareza; por
la otra la nulidad de cualquier intento
de reduccién de los mismos a través de
Ja exclusi6n, la reclusién o la omisién.
En otras palabras, dentro de estas
historias, la rareza se asume como el
comienzo de una forma de subjetividad
alternativa que —casi de manera
obligada afecta el lenguaje y desplaza
ro s6lo los cuerpos sino también las
lengua.
En estos cuentos, el extranjero
integrante de esta legién hace pablico su
desarraigo existencial y anuncia su
permanencia eterna en un “ tan
distante al mundo de los suetos cerados
los “yoes” establecidos que acaba por
‘anémalizar a quienes en él habiten, De
hecho, el empleo como sinGnimos de los
términos: extranjero, desarraigado y
animal, es otra de las pocas recurrencias
de todos los textos. La relaciin que se
establece entre estos tes términos més
67alli dela sinonimia, se sustenta en un
profundo sentimiento de tristeza capaz
de desestabilizar a cualquier sujto
abjierto al contagio.
Por ejemplo, cuando al hablar de
Lissette, la monita que protagoniza el
‘cuento “Macacos”, la voz narrativa
afm: “Tenia falda, atetes, collar y
pulsera de bahiaza. ¥ un aire de
inmigrante que atin desembarca con el
traje tipico de su tierra”, luego aftade:
Al tercer dia estdbamos en el patio
de servicio admirando a Lissette y
de qué modo era nuestra. “Un poco
demasiado suave", pensé con
nostalgia de mi gorila. ¥ de repente
‘mi corazin fue respondiendo con
mucha dureza: “Pero eso no es
dulzura. Esto es muerte” (...)
“Lisselle se estd muriendo”
(Lispector, 2001: 188)
‘También es sorprendente el euento
“TentaciGn”, donde se presenta al
persongje principal afirmando con
respecto a la protagonista: “Tenfa hipo.
Y como sino bastara la claridad de las
dos de la tarde, era peliroja” (..) “En
‘una tierra de morenos, ser pelirrojo era
68
una rebelién involuntaria” (Lispector,
2001: 201), y luego pasa a contar que
la tnica posibilidad de comunicacién
para esta mujer, estuvo en el
intereambio con un perto cuyo pelaje
era del mismo color. La distancia
conceptual que supone el encuentro
animal/persona queda anulada por
completo por la condicién de extraneza
«de ambos personajes, asimismo, el
didlogo entre ellos resulta absolutamente
intraducible ~al igual que los silencios
de la autora para las personas,
animales y cosas que tienen el cabello
10 to:
2Qué fue lo que se dijeron? No se
sabe. Tan sola se sabe que se
comunicaron rdpidamente, porque
no habia tiempo. Se sabe también
que sin bablar se pedian. Se pedian
con urgencia, intrigados,
sorprendidos.
En medio de tanta vaga
imposibilidad y de tanto sol, allé
estaba la soluci6n para la chica
pelirroja. Y en medio de tantas
calles para ser trotadas, de tantos
perros mds grandes, de tantos
desagies secos, allé estaba una
chica, como si fuera carne de su
pelirroja carne
(Cispector, 2001: 202)
Este momento de la historia resulta
indispensable para evaluar las palabras
posteriores del narrador eon respecto la
relacién perro-mujer que ~s6lo en
apariencia- acaba con una triste
despedida, pues —si bien es cierto que la
vor narrativa asegura que el perro se
marché sin volver a mirada ni una
ver yal ha sido confesada la
Incapacidad de los no pelirrojos para
comprender su interaccién, por
consiguiente, queda abierta la
cexplicacién de lo que ocuri6 entre ellos,
y ninguna afirmacién puede ser definida
‘como terminante
a relacién que establecen los sujetos
petiféricos, al margen de un discurso
que ni manejan, ni les pertenece hace
que -de alguna manera~ la voz
narrativa pierda su capacidad de
organizacin, clasificacién y_andlisis. Bs
decir, los extranjeros, pelirrojos,
animales y nostilgicos de Ia legién, se
sitian al margen de los imaginarios
sociales o culturaes y, por ello,
escapan de Jos Ifmites de lo
comunicable.
dente ycontaldetiades en a leg exrangea, de CarceUspecor(p.60-71)80 ext N® 58
‘Aesto se sua que los excéntricos
insertos dentro de estas fieciones, al
igual que la autora del libro, no hablan
Por esa tristeza inexplicable y ancestral
que los define, hacen del silencio su
morada, se niegan a integrarse en
ringuna categoria y dejan al descubierto
su sensacién de pérdida. Sin duda, esta
rebeldfa de los personajes sin nombre
pero con cola, aretes extraiios,
sabrepeso 0 un color otro de piel 0
cabello— contiene una serie de atributos
en sf, que Lispector asigna en mis de
una ocasi6n a la condici6n de
extranjeria/tristeza/animalidad.
Por ejemplo, en el caso de la
protagonista de “Tentaci6n" —ni
siguiera por su falta de nombre~ le
permite permanecer en el anonimato, al
igual que el no decir de la autora, la
anomalfa le aporta una visibilidad al
personaje que nila falta de un
significante primero es capau. de detener.
‘Adeinds, sus elemento de rareza el
color del cabello,en el caso det
personaje, y las extrafias erres, en el de
Ja autora- no son rasgos elegides, sino
HUMANISTICA
innatos, ireductibles e inevitables. La
reflexién més directa de Lispector, dentro
de esta ficcién, esta tal vez en el cuento
“Bl mensaje”, donde la vor narrativa
afirma:
‘Ambos tentan, en verdad,
repugnancia por la mayoria de las
palabras, lo que distaba de
(facilitarles una comunicacién, ya
‘que ellos no babian inventado
palabras mejores: se desentendian
constantemente, obstinados rivales
(x) También les parecta que los
otros querian cazarlos no para el
sexo, sino para la normalidad. (En:
spector, 2001:177)
BI confeso rechazo de los personajes
por la armonfa basada en las
relaciones de similitud y su gusto por la
construcci6n identitaria a partir de los
malentendidos, refuerzan su condicién
de extranjeria. Siempre son necesarias
aclaratorias acerca de ellos mismos,
puesto que buena parte de las
confusiones en toro a su identidad son
causadas por inestabilidades constantes
ene su discurso, su apariencia y su
conducta, Esto, ademés de provocar un
desconcierto generalizado, devela el
posicionamiento de la autora frente a los
discursos homogenizadores
Por otra parte, este gesto hace de la
propia Clarice Lispector un ser extraiio
denteo del canon cultural de su época
pues ~en Tugar de desarrollar uno de los
tantos Relatos de la Paria o cualquier
cotta obra fundacional de la América
Latina de los afios cincuenta se dedica a
romper cualquier posibilidad de mapeo
nacional que niegue la existencia de los
rrgenes 0 los condene a desapareoer
Al ejecutar ese movimiento
contraimaginaria, Lispector pone en
evidencia las tensiones contenidas en el
canon estético dominante para el
momento de su escritura y, asf, abre
lugar para el nomadismo y la fuga
‘Al resistirse a hablar, tanto la autora
‘como estos personajes se edifican como
ahistéricos, y ~con este movimiento-
hacen obvio el carécter puramente
simbélico de los recuerdos, porcextensin, del pasado y de cualquier
posibilidad de narracién de una historia.
Dejan claro entonces, que no puede
haber naci6n sin discurso y, por eso
rismo, el texto se atraviesa con cierto
aire de angustiainevitablemente
convertido en una no narracién,
Probablemente, el cuento mas expresivo
‘este respecto sea “La quinta historia”,
donde se intenta presentar una anéedota
tan cotidiana en el discurso modemista
como To es el encuentro con la otredad,
pero que acaba con un gesto
desconcertante: Ia incapacidad del sujeto
para tejer un discurso de regulacién,
exclusién lo que es atin més grave-
Ja imposibilidad de guardar silencio
frente a lo que se ve. La narradora de
‘ste cuento comienza afirmando:
Ba bistoria podria amarse “las
estatuas”, Otro nombre posible es
“BL asesinato”, Y también “Como
‘matar cucarachas”. Entonces, baré
‘por lo menos tres historias
verdaderas, porque ninguna de
cellas desmiente la otra, Aunque
una sola serfan mil y una, si me
dieran mil y una noches. (Lispector,
2001: 221)
Esta breve declaracién de intenciones no
sélo imprime en el cuento la difcultad
narrativa que posteriormente la
* Aunue es altamente probable que al hablar
de “Moderismo brasilero” se estén
cemmpleando términos excesivamente
abarcadores, es importante aclarar que al
‘emplear este trmino ~al igual que cuando
hhablamos de eriollitno 0 regionslismo-
‘estamos agrupando bajo los nombres més
convencionales, aguellasfcciones donde no
slo se propone una organizacién nacional,
sino que adem, se presume de dar wn lugar
al subalterno, Como dirfa Josefina Ludmer:
Desde la literatura gauchesca en adelante,
‘pasando por el indigenismo y los diversos
‘avatares del regionalism, se trata del gesto
icici de dar ta palabra al definido por
‘alguna carencia (sin terra, sin escritura),
de sacar a la lus st lenguaje particular
(198451),
70
HUMANISTICA
protagonista confesaré, sino que
ademds, se constituye como la
insinuacién de que narrar(se) por
medio de esta historia —que tiene tantos
nombres como posiciones subjetivas la
enuncien- explicita la discursivizacién
de fo real’ como sinica posibilidad de
existencia subjtiva
En La legion extranjera, \a
puesta en escena de la condicién
fordnea funciona como cimiento
de la subjetividad de los
personajes, lo que permite el
dilogo con todos los
procedimientos que usa la autora
para construirse.
Asimismo, la imposbilidad de narrar el
encuentro de la protagonista con las
ceuearachas, -0, lo que es lo mismo, del
sujeto con el otro~ enmarcada en ese
esto de violencia que su propia vor
califica de “asesinato”, alude de manera
ads que ditecta a las fcciones
moderistas regionalstas y crillistas,
para dejar al descubierto la insuficiencia
de los mapas imaginarios. Al mismo
tiempo, se plantea en la historia la idea
de “retorno” de todo aquello que habia
sido excluido durante el proceso de
construcein de la naciGn, La metdfora
presente en este cuento que parecera
apelar de manera més directa estos
discursos est implicita en la referencia
al ascenso ~0 migracién— de las
cucarachas:
“La desaniculacin defo imaginario ante la
presencia inevitable defo rea, como una
constante en as bras de Clarice Lispector ha
sido aludido en muchos estos aoerea de su
obra. Al respect, Mézgara Russoltopropone
que: Abrir una puerta, frefr un buevo, pisar
sun ratén muerio en pleno paseo,
desencadena un violento proceso de
descompasiciin que amenaza la
cstabilidad del universo (1989: 88)
so aati N* 58
Za verdad es que sélo en abstracto me
habia quajado de las cucarachas, que
ni meas eran: pertenectan a la planta
baja y escalaban las caRtertas de los
aadificios hasta nuesro bogar. Silo a la
bora de preparar la mezcla fue
cuando se volvieron también mias
C.JUin vago rencor me habia
‘nvadido, en sentido de ultraje, De dia
las cucarachas eran invisbles y nadie
creia en el mal secreto que rota wna
casa tan tranguila, (Lispector, 2001:
221)
La amenaza del ofro generalizado se
diluye en esta historia con la sola
mencién de su encuentro —frente a
frente con el sujto, La primera visi6n
reciproca permite que la protagonista se
desarticule y busque aquello que tiene
reprimido “demasiado hacia dentro” de
si, la angusta resultante la leva a
construr asideros desesperadamente 5,
por ello, acaba por sobrerracionalizar su
historia, hasta darle formato de discurso
académico: “Leibniz y la trascendencia,
del amor en 1a Polinesia”.
La inclusi6n de la palabra amor dentro
del titulo dela ltima historia ~tal vex la
‘nica que le permite a la protagonista
seguir exstiendo en tanto sujto de un
discurso— pareciera ser otro de los
categ6ricos éticos recurrentes en la
relacién sujeto/otredad construida
recurrentemente por Lispector. De hecho,
la protagonista de “La quinta historia”,
a pesar de su confesién de haber elegido
“fumigar(se)” el alma, no es capa. de
desapareoer ni las huellas, ni los
catveres 0 estatuas que la ayudaron a
reconocerse. Por eso, no puede evitar
que se cuele ~ain en su dtima
historia-ta irracionalidad que le hizo
volver hacia sf misma, esa relacién
afectiva no reducible alos sentimientos
y que —a falta de un mejor nombre y en
un gesto por demés cuestionador- se
concentra en el signficante amor
a poca inocencia que articua la escritura
de Lspector, una vez mas se hace presente en
cl empleo de ese término, No sélo por la
referencia indirecta ala proiferacién de
emidadesy conraidetdads en la ein extanjora, de Clarice Lspetor (pp 6-71)
I
I
|
|sto xox N° 58.
Este guifio deconstructor se multiplica
en el resto de los textos. La mayorfa de
los personajes de La legién extranjera
se niega a ser ignorada, En un constante
parecer, los extranjeros de Lspector se
resisten 2 cualquier proceso de mapeo
que los excluya y, por tanto, alas
posibles organizaciones nacionales. Otro
ejemplo, por demas elocuente, es el
cuento “Evolucién de la miopia", donde
el personae se defiende del YO
interpelador quitindose los anteojos. Ya
en el primer parrafo dl cuento se
cafirma:
En suma, ellos se entendian, los
miembros de su familia; y se
entendian a costa suya, Fuera de
centenderse a costa suya, se
desentendian permanentemente,
‘pero como una nueva forma de
bailar wna cuadrila: incluso
cuando se desentendian, sentia que
‘estaban sometidas a las reglas de
‘un juego, como si bubieran
concordado no entenderse
(Lispector, 2001: 215)
La actitud contestataria de la autora se
crvidencia ain més cuando el personaje
central decide romper con estos vinculos
de comunicacién sélidamente
establecidos y elige cambiar algo tan
intenunciable como su origen. El chico
quiere ser hijo de su prima y entonces,
adopta como anclaje identitario “el
deseo irelizable”. A partir del encuentro
con la pasin, la ruptura con lo
hhomogeneidad y la renuncia a la
‘omances fundacionales que circulaban en.
Américe latina durante los afios de escritura
e La login extranjera, sino porque
dems, parecieraaludir a la construccién
sitnbélica de los amantes dentro del
imaginario occidental, l concepcin de El
amante como ese ser que “se apropia de la
pasign que €l considera como el secreto
esencial de la sipermuer , por
consiguiente, se converte en mas-que-un-
hombre, en un sGperhombre” (Kristeva
1994: 67). De aquf que no deje de ser irénico
que la mujer experimente el amor al hallar
cent algo de cucaracha.
HUMANISTICA,
ldentidad impuesta, el personaje decide
‘ver como miope 0, mejor dicho, no ver:
Y¥ fue como si la miopia pasara y é
viese claramente el mundo (...)Tal
vex fue a partir de entonces que
cadquiri6 una costumbre para el
resio de la vida: cada vez que la
confusion aumentaba y A vela
‘poco, se guitaba los anteojos con el
ppretexto de limpiarlos y, sin los
lentes, miraba al interlocutor con
una fijeza reverberada de ciego.
(Lispector, 2001: 220)
Con el cierre de este euento, la autora
deja abierta una ambigiiedad dificil de
solventar: al presentar la miopta ~al
‘gual que otras rarezas~ como una
manera ofra de ver, deja de lado
elementos que habian sido insritos por
escrituras canénicas dentro de la
lobalidad nacional y, al negarle la
visién al sujeto periférico, le niega
también visiilidad. A pesar de ello, hay
un detalle que juega un papel
fundamental: la desconcertante elecci6n
de prefer no ver
‘A presentar la miopfa como un deseo y
‘no como una imposicin , sobre todo,
al rechazar el corectivo que podria
regresar al personaje a la normalidad,
‘te adquiere la capacidad de hacer
frente a cualquier intento de regulacién.
A partir de ese momento, el personaje
renuncia a la ley del sentido y el miope
al igual que la rostifcada autora y el
resto de la legiGn consigue demostrar
Ja insustancialidad de su imagen y se
desplaza para refugiarse en el silencio,
Lo no dicho
Sin duda, al eseriir(se) como un gran
enigma, poseedor de un secreto
ilimitado, Clarice Lispector construyé un
movimiento legitimador para su
propuestaético/estética, que le permits
Ja coexistencia con la ligica de las
ficciones fundacionales
latinoamericanas de mediados del siglo
XX A pesar de ell, la postura altamente
autodestructiva que acompafiaba a la
Hentai y contadentidade en ali exranora, de Clarice specter (40-71)
scritora/escritura pareciera seducir la
puesta politica de la negociacién ~a
atti del reconocimiento de la
ctredad- por una divisién ain més
clara entre la anomalia y ta posibilidad
subjetiva.
Pero atin cuando sea interpretado como
una apuesta terrorist frente a la righdez
ée un campo cultural que no tuvo mas
remetio que adverir su presencia, no
éeja de haber un movimiento alentador
hacia la earezay los raros que logran
cireulary, eventualmente, hasta
sobrevivir dentro de un espacio que,
fracias a una decsién inconsulta, no
areciera cortesponderles; sin embargo,
yor medio de su autoescrtura y de la
«scritura de los cuentas de La legién
extranjera, Clarice Lispector deja al
cescubierto que, a pesar de su cardeter
colectivo, los elementos organizadores de
la naci6n —y por extensin, de las
subjetividades- no pierdan nunca su
cardcteratbitrati y, por tanto, son
susceptibles de ser reevaluados,
cuestionados y elegids.
Finalmente, poiria hablarse de La
Legion extranjera —més alld de su
evident estética de la rareza- como una
ética de la marginalidad que ubica a los
sujetos no pertenecientes en el centro de
las reflexiones sociales, precisamente en
un espacio nacional, recién fundado,
conde Ja rebelin ~tanto votuntaria,
como involuntaria- resultaria
impensable, Se trata pues, de una
alternativa frente al poder que més alla
ce mostrars, remite a todo lo sepultado
or/dentro del sujeto y abre una
Tequeia posiblidad si no de inclusién,
J menos de reconocimiento del ofr
Fecha de Recepei6n: marzo 29 de 2004
Fecha de Aceptaci6n: abril 22 de 2004
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