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Enzo Balvin Meza

2 “B”
Felipe Manta
Comidas:
Debes probar estas comidas en este mes de Octubre:
El señor de los milagros:
La imagen original del Cristo fue pintada por la mano del hombre y se tiene registro
de su existencia en 1651 en Pachacamilla según Rubén Vargas Ugarte.
Posteriormente fueron añadidas las imágenes de Dios Padre, María y María
Magdalena.3 Se le atribuye como Cristo Moreno debido a que, entre sus creyentes,
predominaba la gente de piel negra, además, el lienzo que recorre las calles, réplica
del muro, el Cristo durante varias décadas tenía una tez morena. La tragedia de 1655
El 13 de noviembre de 1655 a las 14:45 horas, tuvo lugar un terremoto que
estremeció Lima y Callao, lo que ocasionó el derrumbe de templos, casonas y las
viviendas más frágiles, y dejó miles de víctimas mortales y damnificados. Sin
embargo, se notó que la pared simple de adobe donde se encontró una
representación de Cristo permaneció intacta.4 Desde entonces, se realizaron
reuniones para venerar la imagen los viernes por la noche. Con el tiempo, se fue
incrementando la peregrinación. Muchas veces se produjeron hechos de índole
distinta a las prácticas religiosas. Viendo con malos ojos todos estos hechos el
párroco de San Sebastián, José de Mena, hace de conocimiento al entonces virrey
Conde de Lemos, Pedro Antonio Fernández de Castro, que intervenga como
autoridad, para que prohibiese las reuniones y que diera la orden irrevocable de
borrar al Cristo, ya que, según su criterio, estaba fuera de los cultos religiosos.3 El
Virrey trasladó la solicitud a la máxima autoridad eclesiástica que era en ese
momento el provisor y vicario general Esteban de Ibarra, por haber fallecido el
Arzobispo Pedro de Villagómez. Este envió el 4 de septiembre al sitio al promotor
fiscal del Arzobispado José Lara y Galván, Laureano de Mena y el Notario Juan de
Uría, quienes verificaron la existencia de la imagen del Cristo Crucificado, una
concurrencia de unas doscientas personas que entonaron el salmo miserere «Tibi soli
peccavi» y la presencia del sacristán de la Parroquia de San Marcelo, José de
Robledillo, a quien José Lara le llamó la atención de autorizar con su presencia tal tipo
de reuniones, se armó un tumulto en que los congregados en el lugar rodearon a los
representantes eclesiásticos que se vieron obligados a abandonar el lugar. Esteban
Ibarra dictaminó que se prohibiesen tales reuniones y que se borrase la imagen, por
lo cual entre el 6 y el 13 de septiembre de 1671, y se constituyó al lugar un comité
especial dispuesto por el promotor fiscal del Arzobispado José Lara y Galán, un
notario, posiblemente el mismo Juan de Uría, un pintor indígena de brocha gorda y el
capitán de la guardia del virrey, Pedro Balcázar, escoltado por dos escuadras de
soldados para el caso que se produjese desmanes por la cantidad de curiosos y
vecinos que rodeaban el lugar. El primero en intentarlo fue un pintor que al momento
de subir por la escalera hacia la imagen comenzó a sentir temblores y escalofríos,
teniendo que ser atendido, intentó de nuevo proseguir con su tarea, pero al subir
otra vez, fue tal su impresión que bajó rápidamente y se alejó asustado del lugar sin
concretar el encargo. El segundo hombre, se acercó a la imagen, pero algo vio en ella
que le hizo desistir de raspar la imagen. El tercero, fue un soldado real de ánimo más
templado, este subió, pero bajó rápidamente explicando luego que cuando estuvo
frente a la imagen, vio que esta se ponía más bella y que la corona de espinas se
tornaba verde. Ante la insistencia de las autoridades por borrar la imagen, la gente
manifestó su disgusto y comenzó a proferir grandes voces. En vista de lo cual el virrey
y el vicario Ibarra decidieron revocar la orden, siendo el mismo quien autorizó su
culto. Luego de una visita del virrey y su esposa, dispusieron se levante una ermita
provisional. El 14 de septiembre de 1671 se celebraría la primera misa oficial en la
ermita.

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