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La leyenda del Rey Blanco y la codicia de los conquistadores españoles

La leyenda del Rey Blanco motivó a los conquistadores españoles para asentarse en la cuenca
del Rio de la Plata, alentando la colonización y conquista de los territorios de la actual
Argentina y Perú por parte de la Corona de España.

Primeras noticias de la leyenda del Rey Blanco


En 1526, Sebastián Gaboto zarpó de España para emular el viaje de Magallanes y El Cano.
Cuando arribó a la Isla de Santa Catarina encontró unos indios guaraníes que habían
participado en la expedición de Alejo García que junto a Solís había llegado hasta cerca de Perú
y habían regresado con un enorme tesoro de piezas de plata.

Los guaraníes le informaron de la leyenda del Rey Blanco, un monarca de un país tan rico en
plata que estaba recubierto en él. Según los mismos indígenas, se podía llegar a las tierras del
Rey Blanco por el ancho río que había descubierto Solís, ya que éste se internaba hacia una
tierra llamada “Sierra de la Plata“.

Explorando el Río de la Plata


Al año siguiente Sebastián Gaboto entró en el estuario del Río de la Plata y estableció una
pequeña fortaleza llamada San Salvador, cerca de la actual ciudad de Carmelo (Uruguay).

Nuevamente encontró a un antiguo participante de las expediciones de Solís, Francisco del


Puerto, que vivía con los charrúas y le confirmó la existencia de un Imperio de Plata, aguas
arriba.

En junio de 1527 Sebastián Gaboto ordenó establecer un fuerte al que llamó Sancti Spiritu,
primer asentamiento europeo en el actual territorio argentino, cerca de la actual ciudad de
Coronda, en la boca del río Carcarañá, en la actual provincia de Santa Fe.

Desde allí organizó tres expediciones, las dos primeras desaparecieron sin dejar rastro, pero la
tercera, comandada por Francisco César, llegó a las tierras de los los henia-kamiare, donde
recogieron piezas de plata provenientes del norte, reforzando la existencia del legendario Rey
Blanco.
Rápidamente se corrió la voz entre los españoles de que existía una montaña llena de metal
plata en el interior del nuevo continente y de boca en boca corrió la voz de que el Rey Blanco
vivía encima de la montaña, que no es que fuese rica en plata, sino que era de plata maciza.
Uno de los hombres de Sebastián Gaboto, Luis Ramírez, escribió a sus padres en 1528:

“… vista la gran riqueza de la tierra, y como junto a la dicha sierra había un rey blanco que traía
vestidos como nosotros, se determinaron de ir allá, por ver lo que era, los cuales fueron y les
enviaron cartas. Y que aún no habían llegado a las minas, más ya habían tenido plática con
unos indios comarcanos a la sierra, y que traían en las cabezas unas coronas de plata y unas
planchas de oro colgadas de los pescuezos y orejas, y ceñidas por cintos…”

La fiebre de la plata
Pronto se hablaba de que los súbditos del Rey Blanco llevaban coronas de plata en la cabeza y
planchas de oro colgadas al cuello. Muchos exploradores españoles fueron deslumbrados por
las constantes noticias que daban los indios sobre la sierra de la plata y del imperio grandioso
que se hallaba hacia occidente.

Finalmente en 1534 el rey de España autorizó a don Pedro de Mendoza a:

“Conquistar y poblar las tierras y provincias que hay en el río de Solís que algunos llaman de la
Plata”.

Con catorce navíos y unos mil doscientos hombres partió la expedición más importante y
numerosa que hubiese salido desde Europa hacia América, justificada por las fabulosas
riquezas que se pretendían conquistar, pero tato ésta como otras expediciones concluyeron en
continuos fracasos.

Potosí: la montaña de Plata

Sin embargo, la codicia al final dio sus frutos, cuando tras la conquista del imperio incaico por
parte de Francisco Pizarro, los conquistadores españoles descubrieron las minas de Colque
Porco en 1543 y en 1545 Juan de Villarroel descubre la “montaña de plata” en el Cerro Rico de
Potosí, mandando al emperador Carlos V en 1547 la increíble suma de 12.000 marcos de plata
y dando por zanjada la leyenda del Rey Blanco.

FUENTE: El Historiador. Revista de Historia

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