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Monica B. Cragnolini Derrida, un pensador del resto 7 (Fle Cotes " il Cragnolini, Ménica B. Derrida, un pensador del resto - 1a ed. - Buenos Aires : Ediciones La Cebra, 2007. 160 p. ; 20x14 cm. ISBN 978-987-22884-4-0 1. Filosofia Contemporanea. I. Titulo CDD 190 © Ménica B. Cragnolini 2007 © Ediciones La Cebra 2007 edicioneslacebra@gmail.com www.edicioneslacebra.com.ar Imagen de tapa “Draco”, British Library, Harley MS 3244, Folio 59r Este libro se terminé de imprimir en el mes de junio de 2007 en Edigraf S.A, Delgado 834 (1426), Buenos Aires, Argentina Queda hecho el depésito que dispone la ley 11.723 1. Derrida: deconstruccién y pensar en las “fisuras” La “obra” derridiana 2Qué es lo que hace de un pensamiento filoséfico una “obra”? {Un conjunto de ideas articuladas entre si que pretenden dar cuenta de los “temas” propios del filosofar? ,O el mismo ejercicio del filosofar es “obra”, en un sentido cercano a la “desobra” blanchotiana, que no busca “producir” ~pensamientos, ideas, sistemas— sino que es exposi- cidn de ese “temblor” que es el pensar mismo? La obra de Derrida no puede ser caracterizada como sistematica en el sentido habitual del término (entendiendo por “sistema” una “totalidad de conocimientos ordenada segiin principios”, de acuerdo ala clasica definicién kantiana), sino que podria ser considerada un SHERTORLSPERONSTOMESITD de lo que su propio pensamiento plantea: la deconstruccién. Ante su obra, CAReRpiencaon continuo desplazamiento de las significaciones: precisamente es el ideal del libro como unidad de sentido lo que esta puesto en cuestién. Mas que de sistema o de obras, entonces, se podria hablar de 6pera> Estos ejercicios de escritura abarcan tematicas a veces un tanto extrarias a la filosofia en el sentido tradicional-académico de la mis- ma: no sélo porque Derrida se demore en ambitos como la pintura, la arquitectura, el psicoanilisis, la poesia; sino también porque el estilo de su obra genera una cierta desazén, si se intenta enmarcar a dicha obra -de acuerdo a una teoria de los géneros literarios que los piensa como sectores diferenciados y con sus propias reglas- en algtin géne- ro en particular. Se podria decir que |. Frente a la filosofia que se cree duefia del saber, y clemento determinador de las jerarquias de los di- versos saberes, el gesto deconstructivo —que sefiala que la filosofia es u Derrida, un pensador del resto un género literario mas-, apunta a desedimentar esa imagen de reina de las ciencias o dadora del sentido de todos los demas saberes, que por siglos se le ha atribuido. Por ello, sefiala Derrida que siempre “se escribe a dos manos”, en un juego doble por el cual se respeta, por un lado, el juego de los conceptos pero, por el otro, se lo desplaza, se lo lleva hasta su no-pertinencia desde su pertenencia misma al edificio metafisico, se lo desliza hasta su extincidn y su clausura. Formado en el marco de la fenomenologia, las primeras obras de Derrida se relacionan con este ambito: la “Introduccién” a El origen de la geometria de Husserl (1962), y La v0z y el fendmeno (1967). En esta época publica De la gramatologia, al igual que los escritos recogidos en La escritura y la diferencia (ambas obras de 1967), don idea acerca | mo. A partir de la formulacién del deconstruccionismo, numeros obras representan “ejercicios” deconstruccionistas: La diseminacién (1972), Mérgenes de la filosofia (1972), Glas (1974), Espolones. Los estilos de Nietzsche (1976), La tarjeta postal. De Sécrates a Freud y més allé (1980), Signéponge (1983), Memorias para Paul de Man (1986), Schibboleth, para Paul Celan (1986), Parages (1986), Psyché. Invenciones del otro (1987), Dar el tiempo. La moneda falsa (1991), Politicas de la amistad (1994), Espectros de Marx (1993), Mal de archivo (1995), Demeure. Maurice Blanchot (1998), Dar la muerte (1999), Béliers (2003), entre otras. ‘Muchas veces se ha ubicado el pensamiento de Derrida en las filas del estructuralismo, en virtud de su colaboracién con el grupo Tel Quel. Sin embargo, si bien se ha ocupado de temas propios del estructuralismo (temas tratados por Althusser, Lacan, Lévi-Strauss) su pensamiento apunta a un Ambito distinto tant como de la metafisica de la que éste es subsidiario, asi como de toda Ja metafisica occidental. El estructuralismo es el tipo de pensamiento preponderante en a época en que Derrida inicia su labor filoséfica. Frente a las formas filoséficas que destacaban la importancia del sujeto o del individuo (existencialismo) 0 de la historia (las recepciones de Ia filosofia he- geliana de Kojéve y de Hyppolite), el estructuralismo privilegia la nocién de estructura. La utilizacin de la estructura como unidad de is 2 Derrida: deconstruccién y pensar en las “fisuras” andlisis representa un atender a las leyes de los sistemas, mas que a los elementos aislados, a la interdependencia de las partes, mas que a las partes separadas. El modelo de andlisis utilizado es el que pro- porciona la lingiiistica: en la medida en que los diferentes ambitos de Ja cultura pueden ser pensados como sistemas de signos, la lengua resulta ser el paradigma para el andlisis de las ciencias humanas. Es desde los aportes de Ferdinand de Saussure que se clabora esta no- cién de la lengua como sistema de signos que se caracterizan en vir- tud de sus diferencias. significante-significado, a partir de su diferencia con los otros signos del sistema de la lengua. Derrida retoma esta idea de diferencia pen- sada desde el lenguaje, pero agrega a la misma los matices de la idea de diferencia heideggeriana entre ser y ente, ademas de su propia perspectiva de la différance (con “a”)!. Otra caracteristica del ambiente intelectual en la Francia de los afios ‘60 se relaciona con la importancia concedida a los “maestros de la sospecha”, que son releidos desde distintas perspectivas, in- cluida la estructuralista. Freud, Nietzsche y Marx son denominados “maestros de la sospecha” -en la caracterizacién que hace Ricoeur, retomando la idea nietzscheana del dolor como “maestro de la sos- pecha"-, en SRGHGTESGAELETOSSEERARa que aplican SOTO que se presenta como “real” 0 “verdadero”. Como indica Nietzsche, Ia filosoffa critica debe mirar el otro lado del tapiz, para ver qué dedos Io han tejido y qué hilos y nudos lo componen. Frente a ese tapiz del mundo capitalista y sus modos de produccién, Marx descubre los in- tereses de clase; “por detras” del mundo del ordenamiento racional, Freud accede al ambito del inconciente; en los “grandes valores” y los “sublimes ideales”, Nietzsche descubre la historia del nihilismo y la configuracién de las fuerzas en la voluntad de poder. Estos tres “autores ~y las relecturas de los mismos desde cl estructuralismo~ es- tn muy presents eh el pencamiento de Det, En est eno, si se torna ineludible para el a z 8. 3 é &. a 8 8 8 e 3 5 = ER 1 La nocién de différance con “a” apunta, frente a la idea de diferencia (diffrence), a destacar tun matiz que se percibe en la escritura (la “a” en lugar de la “e"), pero que pasa inadvertido para la escucha de la voz. 13 Derrida, un pensador del resto pensar contemporaneo, y no sélo desde Freud y Lacan, sino también desde el pasaje por temas que suponen una critica a ciertos aspectos de sus posiciones, en la medida en que las mismas pueden ser incluidas dentro de la historia de la metafisica de la presencia, en otras palabras, del pensar occidental’, La historia de la metafisica occidental La caracterizacién del pensar occidental que realiza Derrida sefia~ la, desde los términos mismos, las improntas nietzscheana y heideg- geriana en su pensamiento. Cuando la historia del pensar occidental es caracterizada como “logofonocentrismo” y “falologocentrismo” se escuchan, en su resonancia, los términos de monotono-tefsmo (Nietzsche) y ontoteologia (Heidegger). Pero se escucha més: se escu- cha la voz de la voz (phoné) y se avizora la presencia del falo. El enfrentamiento con la historia de la metafisica implica armas © estrategias de combate: en el caso de Nietzsche, ese arma es la des- truccién. La filosofia del martillo se presenta como el modo de ter- minar de aniquilar lo que ocupa el lugar del origen dador de sentido para todo lo que es: Dios. Cuando Nietzsche caracteriza la historia de Occidente desde el término nihilismo (como nihilismo decadente)* esta indicando que aquel principio primero o arkhé que se erige como determinador del sentido ultimo para toda la realidad, generalmen- te es pensado como principio supremo (Dios), y que es nada (nihil) desde su mismo inicio, ya que representa una negacién ~desde la inmutabilidad y la permanencia (Monotono-teismo)= del devenir y de lo vital. La frase “Dios ha muerto” indica la pérdida de sentido y valor de los mundos trascendentes, basados en la idea de un Dios como causa rectora y jerarquizadora de todos los ambitos de la realidad, del conocimiento y de la moral. Pero las sombras de Dios (el estado, la raz6n, la historia) estan sefialando que es necesario “destruir a golpes 2 Para este tema, véase mas adelante “Derrida y el psicoandlisis", pp. 71-78 3 Para la caracterizacién de los distintos tipos de nihilismo en Nietzsche, véase mi Nietzsche, camino y demora, Buenos Aires, EUDEBA, 1998, Biblos, 2003, u Derrida: deconstruccién y pensar en las “fisuras” de martillo” todo lo que queda de las mismas. Por ello, la actitud del espiritu libre es la labor destructiva, que consiste en lo que en el inicio de Humano, demasiado humano es calificado como “analisis quimico”, y que se emparenta con la labor genealdgica que tiende a mostrar que aquellos grandes origenes que se presentan como sagrados son, en realidad, insignificantes. Nietzsche pone el acento en el cardcter “pro- ducido” del fundamento de la realidad (arkhé): el hombre “olvida” que él ha sido el creador del mismo, lo ubica en un mundo trascen- dente y termina arrodillandose ante él, convirtiéndolo en principio determinador de normas y pautas de accién y de pensamiento, Heidegger, por su parte, denomina “ontoteologia” a esa historia de la metafisica en la que, cada vez que es planteada la pregunta por el ser, se responde a la misma con un “ente supremo” (Theés), y su método de “destruccién de la historia de la metafisica” se une al “paso atrds” para buscar el origen de ese olvido, que confunde el ser con el ente. Esta historia ontoteolégica tiene un punto clave en el inicio de la modernidad, con la “metafisica de la subjetividad” que piensa al hombre como sujeto cerrado en si mismo frente a un mundo considerado como objeto. Objeto, para el hombre moderno, es aquello que coloca frente a si mismo en posicién de tal, aquello que recorta de la realidad para investigar y estudiar, y aquello, entonces, de lo cual dispone. En la metafisica de la subjetividad el fundamento se ubica en el subjectum, en el ego que, en la medida en que conoce la realidad, la domina y la convierte en lo disponible para si. Esta disponibilidad del mundo para el sujeto, esta transformacién del mundo todo en imagen para un sujeto cognoscente, hallaré su expresién mas acabada en la tecnociencia contempordnea, que transforma la realidad toda en “fon- do disponible” para un hombre que explota y extrae recursos de la naturaleza convertida en una suerte de gran “estacidn de servicio”, 4 Véase FNietsche, Menselices Allaumensehlches | §1, KSA2, p.23 (Las obras de Nietzsche se citan segiin las Siniliche Werke. Kritische Studienausgate in 15 Biden, -abreviadas como KSA~Hrsg von G, Coll unc M. Montinari Berlin, Walter de Gruyter/Deutsche Taschenbuch Verlag, 1980). 5 Para este tema, véanse de M. Heidegger, “Die Zeit des Weltbildes”, en Hotzwee, Frankfurt 2M, V. Klosterman, 1950, y “Gelassenheit, on Gelasseneit,Reden und andere Zeugnisse eines Lebensweges, GA, Band 16, 2000 (se cta por M. Heidegger, Gesamtausgale -GA-, Frankfurt a M, V. Klosterman). 15 Derrida, un pensador del resto A esta caracterizacién del pensar occidental realizada por Nietzsche y Heidegger, Ja del flo significant’, y utiliza los términos “logofonocentrismo” y Y” para referirse a esa historia del pensamiento, y el concepto de “deconstruccionismo” para indicar el modo de enfrenta- miento con la misma. Las formas de enfrentarse a la historia de la metafisica son diver- sas: “superacién”, “mas alla”, “inversién”, “subversién” son algunos de los nombres para esos modos diferentes. El se presenta, combinando algunas de estas formas, como un habitar las estructuras de la metafisica para mostrar las fisuras de las mismas. Una conviccién guia a este pensamiento: no se puede, por simple de- creto, ir mas alld de la metafisica, tampoco se puede plantear la simple inversién de los términos o la simple destruccién del binarismo que caracteriza a la metafisica. isa estructura doble y de oposicién de la metafisica, que implica un fuerte binarismo de los conceptos (cuya clara sistematizacién ya fuera realizada por Platén, con sus dos mun- dos que significan una tabla de doble entrada para caracterizar el ém- bito de lo real, las ideas, la luz, el bien, la voz; frente a lo engaftoso, lo sensible, la oscuridad, el mal, la escritura)’ no puede ser superada por una simple inversin, que significaria repetir el dualismo en términos contrarios, ni por una destruccién del binarismo que significara la afirmacién de un monismo. La deconstruccién se propone algo diferente, en un ejercicio del pensar que supone, mas que intentar “fugarse” de la metafisica, " permanecer en ella, realizando un trabajo que implique horadarla desde sus mismas estructuras. Algo que Nietzsche, con la figura del filésofo topo, ya se habia propuesto. La tarea nietzscheana_ consis- te en el andlisis de la cultura, de sus presupuestos y fundamentos, con el objeto de llevar hasta el estallido ciertos conceptos y términos 6 Agrega también la cuestién de la “carne”, pero aqut la dejamos de lado ya que la misma nos llevaria a un largo trayecto por el tema de la soberanta y otras cuestiones politica. 7 En este sentido, Platén sistematiza en alguna medida la tabla de doble entrada de los pitagéricos, que dividia la realidad en lo femenino, pasivo, oscuro, ete, frente a lo masculino, activo, claro, 16 Derrida: deconstruccién y pensar en las “fisuras” que rigen el pensar de Occidente y la vida de los hombres: “origen”, “verdad”, “bien”, “mal”, son algunos de esos conceptos sometidos a la tarea destructiva, a los golpes de martillo que intentan mostrar de qué manera los mismos se conforman como un tejido, como una tela de arafia que se coloca sobre la vida, y que acaba por vampirizarla, transformando en algo muerto todo lo que cae en su red. En sus obras, criticas, Nietzsche realiza esta tarea haciendo un uso ficcional de los conceptos: argumenta y contrargumenta, utiliza los mismos y dife- rentes argumentos para derrumbar los ideales sublimes que rigen la vida del hombre occidental. Esta tarea de utilizacién de los mismos conceptos termina, por redundancia, provocando el estallido de los mismos. Existe en Nietzsche una suerte de tendencia a llevar hasta el limite el pensamiento para que alli, en el limite, muestre sus fisuras, sus grietas. En este sentido, la tarea critica que realiza su filosofia no apunta a una simple inversién, como sefialan algunas interpretacio- nes (el mundo de los instintos frente al mundo de la razén, el mundo de las apariencias frente al mundo de los fundamentos), ni a una mera destruccién del binarismo, a favor de un monismo (la vida como sus- tancia fundante, como sefialan algunas interpretaciones vitalistas). La filosofia critica de Nietzsche puede ser caracterizada como subversiva, no invierte ni revierte, sino que horada las bases mismas del sistema del pensar binario, apunta a aquello que se pretende su fundamento: la arkhé primera, el basamento en torno al cual se constituye el saber. Del mismo modo, el pensar deconstruccionista no apunta a ir “mas alla”, sino a una permanencia “que horade”: es desde “dentro” del edificio de la metafisica que se debe trabajar. Este es el trabajo del pensamiento en las grietas y en las fisuras, que ya se realiza en el lenguaje mismo. El término “logofonocentrismo” sefiala el matiz de la voz presente en esa historia de la “metafisica de la presencia’, como también la caracterizé Heidegger. El fonocentrismo esta indicando que en la his- toria del pensamiento existe un privilegio concedido a la voz frente a Ja escritura. La voz ha sido considerada como una expresidn directa del len + guaje,en la misma medida, la escritura ha sido signada con el estigma v7 Derrida, un pensador del resto de lo derivado y de la materialidad. Si pensamos el logocentrismo desde la I6gica binaria que se hace patente en el pensamiento platéni- co (sensible/inteligible, opinién/conocimiento, engafio/verdad), la es- critura se halla del lado oscuro y engafioso de la tabla, en la medida en que representa una materializacién de la voz. Derrida remite al mito de la escritura que Platén indica en el Fedro®: la escritura fue un regalo de Theuth, hijo de Amén, al rey egipcio Thamus. Cuando Theuth pre- senta sus inventos al rey, le indica que la escritura es un “farmaco” de la memoria. Pero el rey (que es voz que habla, jefe de familia y origen del I6gos) no tiene necesidad de la escritura, y a misma se transforma més que en un regalo, en un peligro: puede provocar el olvido de la memoria, puede dispersar la palabra lejos de su origen, y en este sentido, resulta cuestionadora del poder mismo del padre. Se esta po niendo en juego aqui ese doble caracter del término “pharmakon”, que significa tanto veneno cuanto remedio: mientras que Theuth conside- ra que la escritura pued cardcter de un veneno (y no sélo para la memoria). Por otro lado, todo férmaco representa un desplazamiento con respecto a la vida “natu- ral’: es una forma de enfrentar el mal por desplazamiento o irritacién. Del mismo modo, la escritura es contraria a la vida, en tanto supone un desplazamiento (de la voz, de la presencia, de la palabra proferida, del dador de sentido): bajo la excusa de suplir la memoria, permite que el que la utiliza sea mas olvidadizo. Desde el punto de vista del poder que el rey detenta, esta escritura (que puede llegar a ser propiedad de todos) significa un cuestiona- miento de la autoridad presente en el habla viva del soberano, rey, padre y légos. Como indica Sécrates, las palabras escritas son mudas estén muertas~ y, por otra parte, el escrito esté a disposicién de cual- quiera, sabio o ignorante, y necesitarfa la voz del padre, del autor, para defenderlo, pero en la medida de la ausencia del mismo en la escritura, esto no es posible. La escritura, entonces, dispersa la palabra viva, la disemina con respecto al padre, ese falo que se erige como nificante tiltimo de todos los significados posibles (falocentrismo).. ervir como remedio, para Thamus tiene el 8 Véase J. Derrida, “La pharmacie de Platon", en La dissémtination, Paris, Seu, 1972. 18 Derrida: deconstruccién y pensar en las “fisuras” La condena de la escritura por parte de Thamus es el rechazo de un modo de escritura frente a otro: cuando el rey rechaza el invento como nocivo, no se refiere al tipo de escritura que realizan sus escri- bas, escritura que retiene y transcribe la palabra viva, sino a la escri- tura que desplaza, difiere, aleja esta palabra. Hay una simiente buena, la que produce, y otra estéril, la malgastada, la que comporta el riesgo de la diseminacién. Al comparar esta tiltima escritura con la pintura, Sécrates da cuenta del cardcter subversivo de la misma, de su poder de cuestionar el poder de la pélis, en tanto alejamiento del orden real, y en virtud de su cardcter de simulacro y méscara, frente a lo real. Este doble aspecto del farmaco, veneno y remedio, es lo que indica el “doble” en la filosofia, en tanto término “indecidible” que escapa ala logica binaria. Frente al lugar marginal o negativo en que ha sido colocada la escritura, la gramatologia se presenta como una ciencia general de la escritura que “hace temblar” el pensamiento occidental’. Es aqui que aparece el pensamiento de la huella y la différance. Saussure recalca este elemento de diferencia en la lengua: la misma es un sistema de ignificaciones cuyo valor se halla en la diferencia entre los elementos. Todo elemento reenvia a otro, con lo que desaparece, para Derrida, la nocién de huella primera: no hay una huella primigenia, un origen, sino un continuo desplazamiento. Con el pensamiento de la huella, el concepto de origen vacila y resulta tachado. La desaparicién 0 tachadura del origen en la nocién de huella, unida a la desaparicién del téles, supone la posibilidad de una légica excursiva, diferente, que no se define desde estructuras centradas ni desde la identidad. Por eso la gramatologia es una ciencia del origen tachado, de la différance. Con este tiltimo término (que “suena” igual que différence, pero se escribe distinto), Derrida intenta indicar el ca- racter de espaciamiento y temporizacién, que supone que en el origen no hay un ser pleno, como ha pensado toda la historia de la metafisica de la presencia. La différance es lo que no se hace presente, porque hace posible la presentacién de lo presente. A veces, pareciera que la forma de hacer referencia a la misma supone una caracterizacién desde la 9 Véase J, Derrida, De la grammatologie, Paris, Minuit, 1967. 19 Derrida, un pensador del resto teologia negativa: no es, no es un ser presente, no existe. Sin embargo, esto no posibilita una reapropiacidn teoldgica (u ontoteolégica) del tema de la différance, porque ella es la que abre el espacio en el que la ontoteologia se produce y, en este sentido, también la excede™. El verbo “diferir”, en latin differre, tiene dos sentidos principa- les: por un lado, diferir es temporizar, recurrir a una temporizacién (como, por ejemplo, cuando se habla de “diferir” un deseo). Por otro Jado, diferir implica también no ser otro, ser discernible. La palabra différance, con “a” apunta a compensar la pérdida del sentido de temporizacién y también de espaciamiento presentes en la nocién de diferencia. Este doble sentido de espaciamiento y temporizacin pone en cuestién la idea de presencia, como asi también la de su opuesto, la de falta, y permite preguntarse por el limite que obliga a pensar el ser en términos de presencia y ausencia. La différance es la que produce las diferencias de la lengua entendida como sistema de diferencias, por ello es origen no pleno, no simple, de alli que el mismo nombre de “origen” (que en la historia del logocentrismo supone plenitud y simplicidad) ya no le convenga. Siguiendo -una vez. mas- a Saussure, la lengua esta pensada no como el “producto” de un sujeto hablante, sino que el sujeto es “fun- cién” de Ia lengua: se conforma como sujeto hablante en la lengua misma, no de manera previa a ella. Esto supone una critica de la meta- fisica que concibe al sujeto como presente a sf (autoconciencia) de ma- nera previa a la lengua. La conciencia implica la presencia a sf mismo: precisamente el deconstruccionismo, como solicitacién del edificio de la metafisica, pone en cuestidn esta nocién misma de presencia pre- sente a si de manera previa, y lo hace desde la idea de différance. La critica a la lingiiistica en este punto se relaciona con el modo en que la misma i cado. I SAGGISIGRIAEAUEL (a idealida 10 £1 problema de las “reapropiaciones ontoteolégicas" de las nociones de la deconstruccién cs enfrentado por Derrida en “Comment ne pas parler. Dénégations” en Psyche. Inventions de autre I, Paris, Galilée, 2003, pp. 145-200, trad, de P. Penalver en AAVY, J. Derrida, Cémo no hablar y otros textos, Revista Anthropos, Suplementos, Barcelona, Anthropos, 1989, pp. 3-29. 20 Derrida: deconstruccién y pensar en las “fisuras” rialidad). Si bien Saussure indicé el caracter arbitrario de la asigna- cién de significado al significante, mantuvo la teoria de que el signo es, unificador de esos dos modos heterogéneos en la significacién. Toda a metafisica ha mantenido el cardcter unificador del signo, asi como la teorfa del cardcter independiente del mundo de los significados, y en este sentido, la lingiiistica estructural, de algtin modo, se sigue apoyando en estas ideas propias de la metafisica de la presencia. Frente a la importancia concedida a la presencia en todo el logo- centrismo, Derrida indica la necesidad de la ausencia y la diferencia: para que exista significacién, la presencia del significado ha de estar “diferida’. La historia de la lengua es una historia de huellas y dife- rencias, en la que la palabra plena no existe, como tampoco esa coinci- dencia entre decir y querer decir, que es la ilusién del légos. La escritura es la que organiza el juego de referencias significantes que hace posible el lenguaje: por ello, “la escritura incluye al lengua- je”. La “archiescritura” aparece como previa a las oposiciones de la metafisica: de alli la “gramatologia” como ciencia del origen tachado y de la huella no originaria. La deconstruccién Para Derrida, no se puede ir “mas alla” de la historia de la metafi- sica por un simple decreto: en este sentido, el deconstruccionismo se mantiene en el mismo terreno de esa historia. Elldééonstruccionismo aoe solicitacién (en el sentido etimolégico de “hacer temblar”) ‘que permitira que dichas estructuras muestren sus “fisuras’, La deconstruccién no consiste ni en una destruccién de las estructuras binarias (que plantearia un monismo metafisico) ni en una inversion de dichas estructuras (que repetiria “al revés” ese dualismo). Es cierto que la tarea de wupone, en algiin momen- to la inversién: al prestar atencién a lo que la metafisica tradicional colocé al margen, al costado, como suplemento, prélogo, agregado, la escritura se descentra, se disloca. Esta dislocacién permite que se desedimente el valor de conceptos fundamentales de la metafisica: 21 Derrida, un pensador del resto presencia, verdad, origen, autoridad. En el lenguaje mismo, estos ele- mentos de dislocacién estan dados en los indecidibles, esas unidades de simulacro que escapan a la ldgica binaria, no inclinandose por ninguno de los dos opuestos, y que se hallan, mas bien, en estado de oscilacién: suplemento, phérmakon, himen, huella, son ejemplos de tales indecidibles. Estos elementos que habitan la metafisica la desor- ganizan, la resisten, y son los indicios de las fisuras antes indicadas. La caracterizacién realizada del deconstruccionismo puede dar la idea de que se trata de un método: lo es y no lo es. Mas bien, es una estrategia sin finalidad, un situarse en la inseguridad, como lo habia planteado el pensamiento de Nietzsche, un ubicarse en las mismas estructuras de la metafisica que “ya” se estan deconstruyendo, Esta deconstruccién la muestran los indecidibles, esos términos de la len- gua que hacen patentes las fisuras de la misma, porque suponen una imposibilidad de decisién por alguno de los elementos de los pares de opuestos. Si la oposicién verdadero-falso est suspendida, lo mismo ocurre con forma-fondo, en lo que atafie a la cuestin de los estilos en la escri- tura, Asf{ como en muchas figuras de los grabados de Escher el fondo se torna forma y la forma, fondo, dependiendo de la perspectiva en que se los mire, de la misma manera, suspendida la decisién por lo verdadero-falso, el contenido no tiene por qué arrogarse ningtin lugar especial en el Ambito de la escritura. De alli esos juegos derridianos, en los que lo marginal, lo suplementario, lo no importante, pasa a ocupar un lugar diverso, no por mera inversién, sino ejercitando la inversién como uno de los modos de la mostracidn de la poca impor tancia de las jerarquias de los opuestos. Como sefiala Derrida en La diseminacién, se trata de la textura del texto, pero no de bordar sobre ella, sino de seguir los hilos de la misma, Porque en ultima instancia la deconstruccién no es un método que se impone o propone, sino que es algo que acontece en la lengua misma. 2 Derrida: deconstruccién y pensar en las “fisuras” Elejercicio de ln diferencia Se ha indicado cémo, siguiendo las huellas nietzscheanas y heide- ggerianas, Derrida interpreta la historia del pensamiento occidental como historia logocéntrica, utilizando los términos “logofalocentris mo” y “fonocentrismo”, y sefiala la importancia de la différance. Segiin Derrida, Heidegger “nombra” la différance, intenta deter- minarla como diferencia entre la presencia y lo presente, o entre ser y ente; mientras que Nietzsche la “ejercita”, la pone en practica en la diversidad de los estilos: poema, aforismo, argumentacién... Para Derrida, Nietzsche no es un filésofo que utiliza imagenes diferentes en esos juegos de estilo, ya que su pensamiento no tiene como “con tenido” la diferencia, sino que la pone en practica al ejercitarse como tal pensamiento. Nietzsche mantiene en la escritura “puntos de fuga” para que no exista esa reabsorcién de los pensamientos en el sistema, en cambio Heidegger habita la casa del ser, personifica al lenguaje. La escritura de Heidegger es un “habitar” y una “morada’, la de Nietzsche es una estrategia, una flecha, Para Derrida, Heidegger se mueve en una linea demasiado “recuperativa”, tan apropiativa en este caso, del sentido del ser- como es apropiativa-de la disponibilidad del ente en la obje- tualidad- la voluntad tecnocientifica. En Nietzsche, por el contrario, existe desapropiacién, en la medida en que se excluye todo proyecto de ser como recuperacién de un sentido del mismo!, Derrida trata de escribir en el espacio en que se plantea la cuestién del decir y del querer-decir, y est presente en su pensamiento tam- bién ese “arriesgarse a no querer decir nada’, para que ningtin centro teolégico se erija como autoridad que ordena el movimiento de las diferencias. Por ello cada concepto es transportado en una cadena de notas, de citas, y por ello lo que estaba en el margen o en el centro es dislocado, ubicado en otro lugar, desplazado, Mas all de la polisemia en Nietzsche, polisemia que significa multiplicar los estilos, no sélo en la escritura en el sentido habitual, sino también en esas otras formas 11 Fsta es Ia idea de resto, véase cl diltimo texto de este volumen, “Fl resto, entre Nietzsche y Derrida”, pp. 137-156, Derrida, un pensador del resto de escritura que son la danza y la risa, también habria que indicar la diseminacién, la dispersién del sentido con respecto al sentido origi- nario. Retomando esta apuesta nietzscheana, el ejercicio de escritura de Derrida es una continua diseminacién con respecto a todo sentido, en ese arriesgarse a “no querer decir nada’. La “filosofia que se escribe” intenta romper con la voz-que-se-oye-hablar del ldgos padre y dador de sentido, desplazando y diseminando el sentido. Este desplaza~ miento, a veces, se muestra “graficamente’—por ejemplo en Glas, 0 en “Timpano”- en una dislocacién de las oposiciones centro/periferia, dentro/fuera, arriba/abajo. El lector que se enfrenta con miltiples textos y fragmentos en un mismo libro realiza el ejercicio mismo del cuestionamiento de esa unidad del libro como unidad de sentido, y “deconstruye” en tanto participa en la escritura. Por otro lado, el au- tor, con su nombre propio, se “pierde” y disemina con respecto a todo principio de identidad que suponga una cierta autoria del texto. Esto implica que el deconstruccionismo, en tanto entendible como estrategia, es estrategia de escritura y de lectura: en un mismo gesto ““desdoblado” se escribe y se lee. En ese gesto doble, los injertos inter- textuales, la significacién siempre plural, la equivocidad, el juego de la différance, estan sefialando que toda practica de lectura carece de fin. Por ello, el deconstruccionismo puede ser considerado como uno de los modos del “vivir peligrosamente” nietrscheano: riesgo del no decir nada, riesgo de la diseminacién, riesgo de la desapropiacién del propio nombre. Para algunos criticos, todos estos riesgos no son més que “juegos de palabras”. Tomando una expresién del propio Derrida, tal vez se deberia decir que son “fuegos de palabras’: un consumir los signos hasta las cenizas, un dislocar la integridad de la voz, en una ceremo- nia alegre, y, a la ver, irreverente y cruel 12 Para esta expresién, véase entrevista a J, Derrida de L. Finas, en La Quinzaine Littraire, nov. 1972, trad. de C. de Peretti, “Tener ofdo para la filosofia", en EI tiempo de una tess: Deconstruccin e implicaciones conceptuales, Barcelona Proyecto A Ediciones, 1997, pp. 39-47. Esta iclea del juego-fuego es la que se patentiza en la importancia concedida a la cuestién, de las cenizas en diversos textos de Derrida, véanse entre otros, Schibboleth, Pour Paul Celan, Paris, Galilée, 1986 (trad. Schibboleth Para Paul Celan, trad. J. Pérez de Tudela, Madrid, Arena Libros, 2002), y Feu la cendv, Paris, des Femmes, 1987. 24 4, Una ontologia asediada por fantasmas: el juego de la memoria y la espera en Derrida Deconstruccién y hantologie Al caracterizar la deconstruccién, Derrida sefiala las deudas de la misma con el trabajo realizado por tres pensadores como Nietzsche, Heidegger y Benjamin. Los tres son, para Derrida, pensadores de la fidelidad y de la repeticién, pero, al mismo tiempo, del tres una afirmacién con respecto al porvenir, que se patentiza en la tematica del mesianismo en Benjamin; en el “privilegio” concedido al éxtasis futuro en Heidegger; y en la filosofia de la mafiana de Nietzsche, en ese futuro delineado por el anuncio del ultrahombre. Frente a la destruccién nietzscheana de la historia del pensamiento occidental (que supone una filosofia del martillo que acabe con las sombras de Dios); frente a la Destruktion heideggeriana, como “paso atras” (con una fuerte impronta de la rememoracién), y frente al “cardcter destructivo” de Benjamin, que siente amor por los caminos “que pasan entre las ruinas”; Derrida plantea la deconstruccién como “solicitacién” del edificio de la metafisica, Este edificio adolece de “fisuras”: por ello el medium de la deconstruccién lo constituyen los “indecidibles”, esas unidades de simulacro que, encontrandose “entre” las oposiciones binarias, hacen patente que la lengua “ya” se est deconstruyendo, Desde la idea de una légica del “ni/ni”, estas falsas unidades verbales “hacen temblar” ese edificio construido en torno a una arkhé y basado en el binarismo conceptual. smo y de la destruccién’. Asimismo, existe en los 1 R. Beardsworth, “Nietzsche and the machine. Interview with Jacques Derrida”, en Journal of Nietzsche Studies, U.K,, Issue 7, Spring 1994, pp. 7-6. 49 Derrida, un pensador del resto Junto a la deconstruccién, aparece la nocién de “hantologie” (‘fantologia’)? u “ontologia asediada por fantasmas”. “El fantasma es lo que da que pensar”, sefiala Derrida, ya que es un muerto que no muere jamas, que siempre esta por aparecer y por (re) aparecer. Los fantasmas: herencia y porvenir Los fantasmas? vienen tanto del pasado (¥. gr, el espectro del padre de Hamlet) como del porvenir. Figura paradigmitica de este segundo tipo de fantasma es el que asedia Europa (Gespenst) en el decir de Marx en el Manifiesto Comunista, y ante el cual los poderes se unen en la conjura, Por ello, la “fantologia”, en tanto relacionada con los fantasmas del pasado y con los del porvenir, alude a un doble juego de memoria y espera, que se hace visible en la relacién con el otro, y que no es, en manera alguna, dialectizable. Un académico tradicional -un erudito- no cree en fantasmas: lo real y lo no-real, lo vivo y lo no-vivo son separaciones que no pueden ser salvadas. Como sefiala Derrida, lo que acontece mas alla de estas oposiciones pertenece, para el estudioso, al ambito de la literatura y la ficcién. Sin embargo, convivimos con fantasmas, ya que siempre vivimos “entre la vida y la muerte”. Existe asimismo una condicién fantasmatica de la lengua: en la misma, ciertos elementos operan al modo de los fantasmas. gCémo opera un fantasma? El fantasma resiste a la ontologizacién: a diferencia del muerto, que esta situado y ubicado en un lugar preciso, el fantasma transita entre umbrales, entre la vida y la muerte. No habita, no reside, sino que asedia (hanter). El fantasma desafia la légica de la presencia (en las figuras de los atin no nacidos y los ya muertos) y de la identificacién. Tanto en Hamlet 2 El término “hanfolegie” es traducido por “fantologia” en J. Derrida, Espectros de Marx. EL Estado de la deuda el trabajo del dueloy a nucea internacional, trad. J. M.Alarc6n y C. de Peretti Madrid, Teotta, 1995, vase Nota de los T. de p.24, El verbo “hanter” se utiliza especialmente para referirse ala “frecuentacién” o “asedio” de las almas de los muertos con respecto a un lugar. 3 Para una caracterizacién de la "Iigica fantasmal” de Derrida, véase S. Margel, “Les ddénominations orphiques de la survivance. Derrida et la question du pire", en M-L. Mallet (Gin), Liasimal autobiographique. Autour de jacques Derrida, ed. ct, pp. 441-468. 50

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