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No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré,

siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.


Isaías 41:10

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de ustedes, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal,
para darles el fin que esperan.
Jeremías 29:11

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de
bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Jeremías 29:11

Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa.
Hebreos 10:23

Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no
se fatigarán, caminarán y no se cansarán. Isaías 40:31

Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas;
cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. Isaías 43:2

El que los llama es fiel, y así lo hará. 1 Tesalonicenses 5:24

Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Mateo 7:7

Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su
pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus
mandamientos. Deuteronomio 7:9

Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con
él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20

Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que
promete ni lleva a cabo lo que dice? Números 23:19

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él
no se pierda, sino que tenga vida eterna. San Juan 3:16

Pues aunque el ejercicio físico trae algún provecho, la piedad es útil para todo, ya que incluye
una promesa no solo para la vida presente, sino también para la venidera. 1 Timoteo 4:8

El que salga vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida, sino
que reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. Apocalipsis 3:5

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