Está en la página 1de 3

TRAGEDIA DE UN PUEBLO BLANCO

Presentador:
Gabriel Alejandro Hernández Forero

Grado:
902

DOCENTE:
Carlos Alberto Pineda Rendon

Tema:
La crónica

Pereira/ Risaralda
Español
21/09/2021
Era la noche del 13 de noviembre de 1985, una fuerte explosión sacudió la
tierra colombiana. Eran aproximadamente las 9:00 pm, la naturaleza se hizo
sentir. El volcán nevado del Ruíz hizo erupción, fue tan grande que se sintió en
varias partes del territorio colombiano, nadie sabia la magnitud de la situación
hasta unas horas después.
En el humilde pueblo de Armero, Tolima. Un pueblo agricultor, ganadero y
echada para adelante, una noche, en una hora, en un segundo desapareció.
Desaparecieron los sueños, las alegrías, la esperanza de mas de 20 mil
personas que quedaron enterradas en un barro caliente, ese mismo barro
destruyeron la felicidad de todas esas personas. Personas que fueron
olvidadas por el gobierno.
Armero, unas horas antes de aquella tragedia estaba en “paz”, aquel pueblo
vivía asustado porque algo se presentía que iba a pasar, pero nadie le puso
cuidado. El gobierno para no generar pérdidas millonarias en evacuar a todos,
solo prefirió dejarlos en sus casas y decir que nada iba a pasar, que todo era
algo normal, que se podía controlar. Pero ¿quién puede controlar a la
naturaleza?
Muchas personas en esa noche perdieron todo. Casa, comida y hasta sus
familiares, como al sol de hoy, más de 8 mil de personas siguen buscando a
sus familiares.
Hubo un gran caso de una niña de 13 años de edad, atrapada en el lodo,
encima de sus familiares. La esperanza de salir de ese hueco con vida nunca
se perdió, su nombre que hoy no se olvida es Omaira Sánchez, ella como
muchos más quedaron atrapados, pero nunca perdieron la esperanza de salir,
para seguir sus vidas, pero algunos como el caso de Omaira, no lo pudieron
lograr. Ahora en el lugar donde ella falleció, es un lugar donde se siente la
tristeza, pero también paz, muchos la consideran como un santo que cumple
milagros.
En esa noche muchas personas tenían la incertidumbre y la misma pregunta
que me tengo hoy al escribir esta crónica. ¿Por qué los olvidaron?, ¿Por qué
nadie les dijo la verdad?, ¿Por qué los dejaron sufrir? A Betancur y a Iván
duque escobar se les considero como los máximos responsables de lo
sucedido.
A las 6:00 am de aquel trágico día, Carlos Madrigal era un novel piloto de
instrucciones que al sobrevolar Armero tuvo dificultad para entender el
apocalíptico paisaje que divisaba y que lo que veían no era un producto de un
espejismo creado por los instrumentos de su nave, minutos después llamo a
los organismos de socorro para apoyar aquel desierto de muerte y tristeza.
Horas después, llegaron todos los equipos de socorro para ayudar aquel que
estuviera allí, todo un país, se enfocó en ayudar a Armero. Una ayuda que casi
se queda en vano, aquel pueblo donde vivían 29 mil personas, donde las
victimas mortales fueron 20 mil, una cifra aterradora.
Todo un país destrozado, y un gobierno sentado por la noticia. Aquel informe
que se dio en las noticias de las 7:00 am, hizo que el pueblo colombiano
quedase en shock, lo inimaginable, paso. El hermoso pueblo blanco del Tolima,
máxima exportador de almodón del mundo, desapareció. No quedo nada, solo
un desierto de barro, tristeza y miles de personas enterradas allí. Nada se
podía hacer, pedir perdón no se pudo, ayudar no sirvió de mucho, solo quedan
las ganas de llorar al saber que nuestro Armero no queda nada.
El 6 de julio 1986. Siete meses después de la tragedia de Armero, Juan pablo II
pisó suelo tolimense, haciendo una primera escala en Armero. El sumo
pontífice, se arrodillo frente a la cruz que se levanto donde antes era el templo
de Armero y oró por las victimas y sus familiares. Armero fue declarado
camposanto.
Ahora aquel pueblo, lugar donde se respira tención, tristeza e ira por algunos.
Es un pueblo que lucha y seguirá luchando para que el gobierno no los olvide.
No olvide a las víctimas y a sus familias. Esas mismas familias que ahora están
haciendo un museo para recordar los hermoso y bellos tiempos en donde
Armero era un pueblo alegre, que vivía en fiesta, carnavales y disfrutaba de sus
vidas. En donde se iba a reconocer como la capital del Tolima, en donde el
calor hacia que los paseos al rio Lagunilla con ollas, música, bailes y con toda
la familia sin falta se hicieran. En donde en la plaza de toros se veía bailar
joropo, san Juanero, Bambuco. En donde las fiestas de San Juan y San Pedro
de gozaba sin parar.
La tragedia de Armero dejo un desolador panorama de destrucción y perdida,
las vidas perdidas y los sueños truncados quedaron grabados en la memoria
de aquel fatídico día, recordándonos la importancia de la prevención y la
solidaridad en tiempo de adversidad.
Armero marco un antes y un después en la historia de Colombia. A medida que
los sobrevivientes se levantaron entre los escombros, se unieron para
reconstruir sus vidas y su comunidad. Su resiliencia y determinación se
convirtieron en un símbolo de espereza y renovación, recordándonos que
incluso en los momentos más oscuros, el espíritu humano puede encontrar la
fuerza para seguir adelante.

También podría gustarte