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La frase “no hay un solo ladrillo en la ciudad que no esté mezclado con la
sangre de un esclavo”, refiere al usufructo de las riquezas de América y la
mano de obra de África por parte de los europeos, que permitió consolidar
ciudades como Liverpool y Bristol en Inglaterra. Eric Williams ofrece los
pormenores en su texto Capitalismo y esclavitud. Allí revela con ironía cómo se
han generado argumentos para sustentar la explotación y la discriminación de
un grupo humano sobre otro, utilizando como base leyes injustas, creadas a la
medida. Williams lo ejemplifica con esta interrogante: ¿qué permitía “… tanta
licencia como para afirmar que una forma de comercio es ilegal cuando la
costumbre inmemorial y varias actas del Parlamento, lo han ratificado y
sancionado?”.
La categoría del racismo es empleada para justificar que unos seres son
inferiores y otros superiores. De ese modo los primeros pueden ser tratados
como objetos y utilizados como mercancía por los segundos. Walter Mignolo
señala que “El racismo no es una cuestión de piel sino de control del
conocimiento que clasifica y jerarquiza”. Un ejemplo de lo anterior es la teoría
biologicista, que sostenía la primacía y el privilegio del color blanco sobre la piel
negra, que esgrimió estudios científicos para justificar la discriminación, la
explotación y el mantenimiento del sistema esclavista. Esas ideas se fueron
trasladando a categorías que suavizan y naturalizan los contextos, pero que
conllevan la aceptación por parte de quienes los utilizan de ser seres inferiores:
el mestizaje, la cultura, por mencionar los de uso cotidiano, reproducen la
modernidad como sistema civilizatorio, con el sello indeleble del
agradecimiento a los seres superiores por su benevolencia y permitir la
coexistencia.
Por otra parte, aunque Segato parte de Quijano imprime diferencias a sus
percepciones de raza, dándole vida propia con la característica de
independiente, argumentando su aspecto histórico (que lo tiene), cambiante y
“móvil”, así como el económico, que conllevaron a derivaciones en formaciones
de racialidad o alteridad. La raza es colocada como eje central que explica
todo, lo que diluye la comprensión de la modernidad, por cuanto no se trata de
subdividir cuántas razas pudieran encontrarse en diferentes fronteras o
contextos, ya que simplemente serían expresiones de la misma, que cual
reflejo de la modernidad es una y múltiple, y se manifiesta en formas disímiles
de acuerdo a los contextos socio-históricos, lo que equivale a particularidades,
no siendo por esto otra raza.
Huellas en el imaginario
04142318835
–Así es…