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1 LA ESTRUCTURA ONTICA DEL ESTADO. $1. La comunidad estatal Las teorfas sobre el Estado de las mas variadas tendencias parten de que el Estado es una forma de la sociedad. Se mostrar de hecho, como un momento ineludible en su estructura, que los sujetos viven en él y tienen funciones enteramente determinadas en su textura. Por eso, una via de acceso posible cuando se quiere penetrar con la mirada en esa estructura es investigar antes las formas, en principio posibles, de vida comiin de los sujetos en el Estado. Hay que esperar para ver si con ello se puede alcan- zar una caracterizacién exhaustiva de lo que sea el Estado como tal. De ninguna manera puede darse esto por supuesto. @)_E] Estado como formacién social. Su relacién con la masa, la comunidad y la sociedad En oo lugar hemos intentado poner de relieve los tipos posibles de vida comtin de los sujetos!, y aqui podemos engarzar con los resultados obte- nidos. ELtipo social mas baio lo designdbamos como masa, y encontré- bamos como caracteristico de ella quetos individuos pertenccientes ala misma se influyen reciprocamente sin saber nada acerca del influjo que siercen o padecen y sin vivenciar como comin su comportamiento, que en virtud del influjo reciproco puede ser de la misma clase. La masa siem- pre existe solo en tanto que los individuos que la constituyen estan en 1. CE. Beitrige zur philosophischen Begriindung der Psychologie und der Geisteswissen- schaften: Il Abhandlung: Individiuuen und Gemeinschaft, en el volumen V del Jalrbuch fiir Philosophie und phinomenologische Forschung (Ul, § 4) 17 UNA INVESTIGACION SOBRE EL ESTADO contacto actual, y se disgrega tan pronto como ese contacto cesa. No hay aqui ninguna organizacion que sobreviva al estar juntos ni ninguna forma de estar juntos en absoluto que haya llegado a ser objetiva desligada de los individuos. Tales formas objetivas —instituciones estatales en un sentido muy amplio— las encontramos por doquier alli donde hablamos de Fsta- dos; y en la medida en que estan designadas por la estructura del Estado, sino como necesarias, s{al menos como en principio posibles, la masa no puede ser la forma tipica de la vida comtin en el Estado. Naturalmente que esto no excluye que los individuos se encuentren juntos en masa de muchas maneras dentro de un Estado, ni que esto pueda Hegar a ser de importancia decisiva para su configuraci6n factica, A la estructura como tal del Estado no puede uno aproximarse de ningtin modo mas por esta vertiente. Atin desde otro aspecto se puede tornar esto comprensible: gus- ta designarse al Estado como persona, y esto parece indicar que tenemos que buscar su lugar en el reino del espiritus por el contrario, en la estruc- tura de las masas no hemos podido descubrir ninguna funcion espiritual. En contraste con ello encontrabamos a la comunidad espectficamente fundada en Jo espiritual y, por lo demés, distinguida también por lo que ‘la masa le falta: que los individuos conviven en ella sunos con otros» en sentido estricto; ninguno se resuelve en su propio vivenciar, como los individuos que viven en la masa, sino que tiene dados a los otros con él como compaieros de vida y se siente como miembro de la comunidad, la cual por su parte es sujeto de una vida propia, En la vida de comuni dad se constituyen formas consistentes cuyo cumplimiento por distintos individuos puede ser asumido sucesivamente. Tenemos, pues, aqui una _sorganizacién» diferente de los individuos mismos y ellos parecen haber legado con ella mas cerca de la estatalidad. Antes de abordar la pregunta de sien el Estado tenemos ante nosotros un caso especial de organiza- cin de comunidad y qué lo diferencia de formas de otra organizacién comunitaria, vamos a referirnos por propésitos comparativos al tercet tipo principal de sociabilidad: la sociedad. La especificidad de la socie~ dad la vemos en que en ella —por contraste con la comunidad— los in- dividuos son objeto los unos para los otros, pero precisamente objetos no, como en la comunidad, quigtos convivientes. Esto hay que tomarlo, sin embargo, crm grano salis, en la medida en que no se trata de objetos por antonomasia, sino de sujetos objetivados y esta objetivacién presupo- ne el simple tomar-como-sujeto, cual es privativo de la actitud de comu- nidad. Asi es como se puede concebir a la sociedad como transformacién tacional de la comunidad. re das IF dos claramente « nscientes. La comunidad va creciendo, la sociedad es 18 LA ESTRUCTURA ONTICA DEL ESTADO. fundada. cc c ci formas de sociedad son hechas. a Esté entonces la cuestién de qué forma de sociabilidad hemos de atri- buir a la organizacién estatal. Quiero vislumbrar que no se trata de un «o bien..., 0 bien...». Seguramente quien se adhiere a la concepcién del contrato —como la doctrina del Estado dominante en Europa—, esto es, aquel que ve al Estado como_fundado sobre un contrato de los indivi- duos pertenecientes a él, ese tal ha decidido nuestra pregunta a favor de la Sociedad; pues asume un nacimiento puramente racional, una crea- ci6n en virtud de un acto deliberado*. Pero esta teoria pasa por alto cla- ros fendmenos de la formacién de los Estados y de la vida del Estado que de ningiin modo encajan en su esquema. Cuando un linaje de con- quistadores se amalgama con un pueblo sometido en un Fstado (como en todos los Estados germano-romanicos) no se puede o no hay necesi- dad de hablar de un contrato entre los elementos heterogéneos que se ordenan al nuevo Estado. Los vencedores adoptan en fuerza de su su- premacia, que puede pensarse como una relacién comunitaria pura, sin acto formal alguno de sumisién por parte de los vencidos y sin toma de posesidn formal como la que seria exigible para una fundacién de tipo social, el papel rector y todos los derechos y funciones que les placen. Otros los ceden a los subyugados, de nuevo de manera enteramente in- genua, sin alcanzar claridad racional sobre la delimitacin y sin estable- cerlos como derecho en actos deliberativos, De esta manera «ingenua» pueden adoptarse formas jurfdicas existentes e instituciones estatales por el camino de la habituaci6n y devenir componentes de la formacion es- tatal en crecimiento, Por otro lado, existe la posibilidad de la interven- cidn de consideraciones racionales y compromisos libres, o de estipu- laciones unilaterales. Sin embargo, parece que tales actos libres para la fundacién y ulterior desarrollo de Estados solo tienen relevancia cuando tienen en cuenta relaciones comunitarias existentes y en cierto modo las sancionan’, Esto admite acaso una consideracin ms pormenorizada. Pri- mero constatamos esto: los Estados podrian descansar tanto sobre bases comunitarias como sociales. La investigacién detallada podria mostrar 2. Contemplamos aqui Ia teoria del contrato solo como hipstesis acerca del origen Mis adelante se discutira qué otro sentido puede tener y hasta dénde se la puede legitimar. 3. Schleiermacher designa el paso del no-Estado al Estado como el llegar a declararse la costumbre como ley, es decir, el trinsito de la carencia de conciencia a Ia conciencia de la comunidad (Fr. Schleiermacher, Die Lebre vom Staat [La doctrina del Estado}, ed. de Chr. A. Brandis, Berlin, 1845, p. 9). En el curso de nuestra investigacién se pondra de relieve que con ello solo quedan afectados los fundamentos reales de nacimiento del Estado, no su estructura dntica (cf. pp. 71 ss.) 19 UNA INVESTIGACION SOBRE EL ESTADO. que en un grado relativamente elevado de desarrollo estatal siempre se trata de organizacién social (es decir, lo contrario de lo que ensefia la teoria del contrato como hipétesis del origen). Todavia hay que considerar una posibilidad: la de si los individuos no pueden vivir en el Estado sin entrar en conexién unos con otros. Esta posibilidad, sin embargo, solo entra en consideracién cuando se rompe con la concepcién que ve en el Estado una forma de la vida comtin y se ha Ilegado a verlo como algo que reside mas alla, Posponemos, por ello, Ia discusién sobre esto hasta que se nos haya mostrado como necesaria esa incursion. Provisionalmente nos atenemos a la posibilidad ilustrada por la intui- cién empirica de que los Estados pueden crigirse sobre cl fundamento de, una vida de comunidad, esto es, de la comunidad de los individuos que viven en el Estado, frente a otras comunidades, b) La relacién con formaciones sociales supraordenadas, coordinadas y subordinadas. Soberania Las comunidades se diferencian, por una parte, segtin eLniimero.de in- dixiduos que ellas comprenden; luego, segiin la manera como estan an- cladas en los individuos que las fundan; por ultimo, segiin la relacion en que estin con otras comunidades al mismo nivel, coordinadas o subor- dinadas. Empecemos por el tiltimo punto. Hay comunidades infimas en el sentido de que ellas no comprenden en sf ninguna otra més y no estan construidas sobre ninguna otra; estas son la familia en el sentido més es- trecho de la palabra y la relacién de amistad. Pueden ser comprendidas por comunidades mayores (parentela, pueblo, comunidad religiosa y asi por el estilo), eventualmente también separadas por ellas. Ademis, es posible que Ia.conformaci6n especifica de Jas comunidades en cada caso més estrechas Sea influida ampliamente por la estructura de las que las erjuicio de este influjo, permanece intacto su_ca- récter como fans ‘© como alianza de amistad, Para este caradcter es en principio indiferente si tiene lugar una ordenacién en comunidades que Jas comprenden 0 no, Como polo opuesto de estas comunidades estrictas hay que ver una comunidad empicomprensiva de, 3s indi s: pirituales. A ella estén ordenadas todas las otras comunidades, mientras que ella no tiene a ninguna més sobre si. Su conformacién correspondien- te depende del tipo y niimero, y de la multiple relaci6n de intercambio de las comunidades a ella ordenadas. Hasta el punto de que la concien- cia de pertenencia a esta comunidad omnicomprensiva puede estar mis ‘0 menos formada segiin el espiritu de las comunidades més estrechas y la 20 LA ESTRUCTURA ONTICA DEL ESTADO condicién de los individuos pertenecientes a ellas, y la toma de posicién hacia ella puede ser diferente. Pero prescindiendo de estas oscilaciones, existe aquella comunidad suprema al margen de qué otras estén orde- nadas a ella: existe ov toda comunidad estrecha como su fundamento y existe por encima de todas las comunidades estrechas como su amplia- cién potencial que puede devenir actual en cada momento. En la linea entre ambos polos esta la comunidad estatal, Ella comprende otras y a su_vez.¢s comprendida por otras. Pero mientras que las comunidades de las que hasta ahora hemos hablado no fueron tocadas en su caracter es- pecifico por el influjo de las comunidades subordinadas 0 supraordena- das a ellas, agui hay un Ifmite del condicionamiento por otras comuni- dades que no puede ser traspasado si no ha de suprimirse el caracter de la estatalidad. Aristoteles quiere hablar de estatalidad alli donde «una cantidad de personas se ha vinculado en una comunidad de vida para constituir un todo suficiente para sf mismo...»*. Lo que en nuestro con- texto nos interesa en este pasaje es la determinacién de la autosuficien- cia («antarquia»). Ella apunta en la misma direcci6n en la que nosotros buscamos lo especifico de la comunidad estatal. Esta no se deja determi- nar internamente de manera pura por la relacidn reciproca de los indi- viduos que le pertenecen y con el todo que ella comprende, sino que le es privativo el que debe estar delimitada y salvaguardada de cara a fuera para estar determinada en si. Lo que Aristételes quiere decir con su autarquia lo podemos nosotros interpretar tal vez de la mejor forma con el concepto moderno de sobera- nia, Aun cuando ambos, como se destacard, no se pueden igualar. ELEsta- 2 se : v 5 rescritas re ningiin ruc é fuera, él, tral rsona_ individual o de una comunidad supraordenada, coordinada subordina- da, Cuando de dos Estados —por tanto, formaciones comunitarias ori ~Ginalmente ordenadas una junto a ocra— uno Ilega a la situacién de in- terveni en la organizacién del otro y prescribirle leyes (por superioridad militar o econémica o como quicra que sca), entonces la sobcrania del segundo, y con ello su existencia como Estado, esta abolida; esté engar- zado al otro como anexo, tal vez amalgamado con él en un nuevo todo estatal. Imaginemos que la comunidad omnicomprensiva de los espiritus estuviera de tal manera organizada que, debido a su propia plenitud de poder, no les permitiera ya a las comunidades a ella ordenadas ninguna legislacin; en tal caso quedaria suprimida la posibilidad de una forma- 4, Etica nicomaquea, libro V, 1134a. 21 UNA INVESTIGACION SOBRE EL ESTADO cién de Estados y de todos los Estados singulares en interés de un Es- tado universal. Pensemos finalmente que las comunidades ordenadas al —Estada —asociaciones de familias, partidos, gremios y por el estilo— m= vieran la posibilidad de romper desde sf mismas la organizaci6n estaral y modelarla conforme a su propia legalidad. Entonces el Estado estaria disuelto desde dentro, sustituido por la anarquia. Estas iltimas circuns- tancias nos dan mas aclaraciones acerca de la soberania y su importan- cia constitutiva para el Estado como determinaciones iniciales nuestras. Pertenece al Estado de manera inamisible que sus acciones y sus leyes Ie pertenecen a él mismo y no le brotan a ninguna comunidad que esté por debajo de él, junto a él o por encima de él; que en principio todo el derecho vigente en su dominio se remite a él (en qué sentido vale esto, se discutiré en seguida con ms detalle), y todos los actos de la totalidad deben tener en él mismo su punto tiltimo de afluencia. ¥ ademas le per- tenece gue haya en él una fuerza que representa al todo estatal, que es el autor de su organizacién y de todas sus remodelaciones y se preocupa de la observancia de todas las formas estatales por parte de todos los individuos que estén en alguna relacién con ese Estado. Si se ha dicho que la esencia del Estado es poder, ahora vemos qué buen sentido tiene esta frase de la que se ha abusado tanto. Es correcta donde por poder se entiende la ca- pacidad de mantener la legalidad propia del Estado. Qué forma adopte este poder postulado que ha de representar al todo estatal —si su porta- dor es una persona singular, 0 todo el pueblo, o una representacién del pueblo, y si las funciones que le pertenecen (slegislativay, «ejecutiva») estdin reunidas en una mano o separadas—, tal cosa es indiferente en el sentido de que no lesiona al Estado como tal’. Cuando se ha dado a una forma determinada de Estado la preferencia, esto sucedi6 no sobre la base de un claro conocimiento de lo que el Estado es segiin su estructu- ra Ontica, sino desde el punto de vista de un ideal de Estado. Semejante ideal de Estado, sin embargo, no se puede construir libremente, sino que el sentido y la posibilidad del mismo hay que verlos solo como fundados en el conocimiento de lo que el Estado en general es. Debemos investigar ahora en qué sentido el Estado o el poder esta- tal que lo representa debe ser el autor tiltimo de todas sus acciones, asi como de todo el derecho vilido en él, Por lo que concierne a lo primero, 5, De nuevo aqui nos encontramos en sintonfa con Schleiermacher, quien ve el con: traste entre superioridad y sibditos como condicio sine qua non del Estado, y las diferen- cias de la Constitucién orientadas segtin quién cs superioridad y quign sibdito, 0 sca, quién sujeto de la espontaneidad y quién de la receptividad (Pr. Schleiermacher, Anmerkungen [Observaciones}, 20, 23). 22 LA ESTRUCTURA ONTICA DEL ESTADO significa que el Estado tiene poder de dar 6rdenes dentro de su émbito de dominio y, por su parte, no subyace a ningiin otro poder de dar ér- denes. El puede dar a las personas que pertenecen a su Ambito de domi- nio la instruccién de hacer esto o aquello como personas singulares 0 también en su nombre. «Fl puede», es decir, le corresponde a él el dere- cho y en la medida en que estan conectados (de manera que hay que aclarar ulteriormente) poder de dar érdenes e iniciativa legal. El puede prestarse a emprender algo por encargo de personas y asociaciones que pertenecen a su ambito de dominio, o incluso por encargo de otros Es- tados. Pero hace eso por resolucién libre, y a nadie le corresponde un derecho a exigirlo de él mientras no le sea concedido por el Estado que se vincula a si mismo con ello. Asumir en pormenor tales vinculaciones sobre sf no supone ninguna incerrupeién de la soberanfa. Por el contra- rio, si el Estado reconociera por encima de él un poder de dar érdenes, esto serfa el abandono de la soberania y con ello la autoaniquilaci6n. De manera andloga, en el Estado puede haber variados ordenamientos juri- dicos que no han partido de él. Pero estan solo en vigor en la medida en que son permitidos por él. En principio, él puede poner a cada uno fue- ra de juego y tomar en su mano la organizacién completa dentro de su Ambito. Si no hace esto, si deja valer en su ambito algo diferente a lo es- tablecido por él como derecho y, tal vez, reconoce explicitamente el de- recho a establecer derecho a asociaciones o incluso a individuos a él or- denados, esto es una autolinitacién, y no una supresin de la soberania como tal, Existe asimismo una aurolimicacién cuando el Estado reconoce el llamado derecho de geutes, esto es, se liga a ciertas formas determina- das en su comportamiento con otros Estados. Una supresién de la sobera- nia existe solo cuando el poder del Estado, el érgano de la autoconfigura- cién, es limitado por otra voluntad como la estatal. En el instante en que se estableciera sobre los Estados que existen en el presente un poder que desde si pusiera limites a la autoconfiguracién de ellos, quedarfan expolia- dos de su soberanfa. Pero con ello estarfan al mismo tiempo suprimidos como Estados singulares y articulados en la organizacién de un Estado universal que los trasciende. El establecimiento de un poder estatal es un acto mediante el cual él mismo se pone efectivamente. Si se cumple la pretensién, fundada en esta autoposici6n, de que dentro del Ambito ocu pado por él solo ha de valer el derecho establecido y sancionado por él, y ello hace que el Estado entre facticamente en la existencia, tal cosa de~ pende de que sea reconocido y no impugnado por los individuos a los que concierne. $i este reconocimiento o permisién tiene lugar sin mas, 0 si deban aplicarse medios para determinar a los individuos hacia ello, esto es indiferente. De hecho, todo poder estatal habra menester siem- 23 UNA INVESTIGACION SOBRE EL pre de algn medio auxiliar para asentar su posicién y mantenerse en ella, De qué tipo son esos medios auxiliares, esto tampoco es otra vez de especial importancia. Cuando de dos colectividades (como imperio y Es- tado miembro) una regula desde si una parte de sus asuntos pero en lo demas est sujeta a la iniciativa de la otra, entonces surgira la pregunta de cual de ellas es el Estado soberano. La decisién se rige conforme a esto: de qué voluntad depende la limitacin, Si un Estado, por iniciativa propia, ha comisionado a otra colectividad con una parte de sus dere- chos y del poder de dar rdenes en su ambito de poder —y cabalmente de tal forma que él mismo puede desde si ampliar, limitar y hasta anular esta comisién, mientras que sin su cooperacin nada de todo aquello pue- de suceder—, entonces permanece como Estado soberano y no deviene una parte de la otra colectividad. La esfera de dominio de esta no se ex- tiende a su ambito, y ha de tener otro ambito si ha de ser reconocida como Estado, Por el contrario, si un Estado ha renunciado a una parte de sus funciones de forma que —tacita o explicitamente— no esta en su mano recuperarlas y que es asunto de otro lo que le queda confiado, ha dejado de existir como Estado, tal vez se ha puesto fin a si mismo de for- ma completa. Su ambito de dominio esta transferido a otras manos. El hecho de que a la colectividad antes organizada estatalmente le ha que- dado una parte de sus funciones no cambia nada al respecto. $i ambos factores revestidos de funciones estatales dentro de una esfera de domi- nio pueden cambiar el reparto de esas funciones solo en comtin, tal como las han dispuesto en comin, entonces la pregunta por el portador de la soberana es especialmente dificil. Considerar a cada uno por si como soberano es tan poco admisible como atribuir a uno la soberanfa. Si por poder hablar en conereto tomamos como ejemplo el Imperio alemén y sus Estados miembros, entonces no hay —caso de que ninguno ostente la modificacién unilateral de competencias— un Estado soberano. Si los Estados singulares fueran soberanos y hubieran extrafiado de sf ciertas funciones en beneficio del Imperio solamente en virtud del propio dere- cho, entonces aquel habria de ser visto como su comisionado y no como Estado. Si, por el contrario, el Imperio dispusiese libremente del repar- to de las funciones, entonces serfa Estado y los Ilamados Estados miem- bros serfan colectividades revestidas de funciones estatales. Si el Imperio y los Estados miembros solo pueden cambiar juntos el reparto de las fun- ciones, entonces el Imperio articulado de manera determinada es porta- dor de la soberania. Est presente aqut una ligazén interna, de manera semejante a como lo esté en un Estado que declara su Constitucién como inmodificable. Una diferencia entre ambos casos existe solo en la medida en que en un caso se concierta un Estado existente, mientras que en el 24 LA ESTRUCTURA ONTICA DEL ESTADO. otro, por el contrario, un Estado nace de otros y ya en el nacer se liga, esto es, entra en la existencia con esta ligazén. El Imperio acoge en si en el momento de su nacimiento a los Estados que abdican en su favor. Ellos abdican solo de una parte de sus funciones, y esta abdicaci6n es el pre- supuesto que hace posible el establecimiento del Imperio. Hacia fuera la soberania es del todo clara y fuera de dudas. Pero su portador es, en su complejidad, «incredibile quoddam et monstro simile», como von Pu- fendorf lamé al antiguo Imperio®. Y esta monstruosidad es un incentivo para el quebrantamiento del derecho merced al cual podrfa constituirse como soberano un poder estatal configurado «normalmente»: el Impe- rio no ligado ya a ninguna estructura dererminada 0, de nuevo, los Es- tados originales. Cuando dos poderes estatales diferentes que se estable- cen a sf mismos reclaman el mismo dmbito de dominio —lo gue serfa el caso, por ejemplo, si Imperio y Estados miembros quisieran constituirse ambos como Estados de suyo soberanos—, surge una tesitura de equili- brio inestable, pues el cumplimiento de la pretension de uno excluye el de la otra pretension, Aquel de los dos poderes al que se le rinden las circunstancias reales muestra con ello su existencia estatal. Mientras dura el estado de lucha y ninguno puede imponerse no se puede decir Estado ala esfera de dominio en disputa. La existencia del Estado esta, pues, li- gada a que un poder estatal se constituya por si mismo y a que esté re- conocido 0 posea medios para imponer su reconocimiento y castigar la rransgresién de su derecho. Designamos como soberanfa la peculiaridad del poder estaral de que posee el ‘inico derecho de disponer sobre su es- fera de dominio y solamente é] mismo puede limitar el derecho en favor de otros poderes. No podemos, pues, aprobar la teoria que ve la sobe- rania como una cualidad del poder estatal que puede convenirle 0 no’. No tiene ningiin sentido hablar de Estados no soberanos. Esto, mas bien, es solo una expresién que cuadra con una colectividad a la que un Estado ha transferido 0 delegado una parte de sus funciones y que tal vez puede haber sido antes un Estado. 6. Esta caracterizacién, «algo sensacional y semejante a un monstruo», la emplea el bardn Samucl von Pufendorf en su obra De iure naturae et gentiunt (1672) para expresar la difieultad de representarse que dos poderes soberanos puedan fundar y construir uno y el mismo Estado, como habefa pretendido en algiin momento cl antiguo Imperio romano. IN. del T] 7,._Jellinek la sostiene, por ejemplo, en su Allgemeine Staaislehre [Docttina general del Estado] (Heidelberg, 1900), una obra con la que, por lo dems, coincidimos en ciertos puntos y a la que nos adheriremos de varias maneras 8, Esta cuestién controvertida nos ilustea acerca de que en el uso acostumbrado de Ja palabra «Estado» se yuxtaponen entre sf distintas «ideas», Por ella se entiende a veces 25 UNA INVESTIGACION SOBRE EL ESTADO Con las investigaciones llevadas hasta ahora no se ha alcanzado atin una caracterizacin conclusiva de la soberania. Lo ganado se profundi- zard si investigamos las conexiones entre Estado y derecho, De momento empecemos por caracterizar a la comunidad estatal y constatemos, ante todo, una serie de consecuencias para este fin que resultan de la equiva- Tencia entre estatalidad y soberanfa: en tanto que hablamos de una rela- cién de equivalencia damos a entender que a ninguna otra mas que a la comunidad estatal conviene esencialmente soberanfa, Quizé otras pueden tener la libertad de configurarse a si mismas? (por ejemplo, la Iglesia), pero no seran tocadas en su caracter especifico si se les retira esa libertad (como a la Iglesia por manos del Estado). Podemos también decir que las condiciones y relaciones que se fundan en su esencia tal vez. autori- an una sancién mediante leyes (esto es, mediante un derecho positivo), pero no la exigen. Y con la indiferencia respecto a cualquier regulacién juridico-positiva en general resulta la indiferencia respecto a si la legali- dad, donde quiera que esté presente, debe su origen a la colectividad mis- ma cuya vida ella regula o a un poder que esta fuera de ella. c) Estado y pueblo Por lo demés, de la equivalencia entre estatalidad y soberanfa resulta la se~ parabilidad entre comunidad estatal y comunidad popular, que de varias ‘maneras se han tenido por necesariamente vinculadas una a otra cuando no por idénticas. Se tornan separables en el sentido, ante todo, de que la comunidad popular puede seguir existiendo cuando la soberania, y por tanto la estatalidad, esc4 abolida, El pueblo puede permanecer intacto en la peculiaridad de su vida comunitaria cuando por obra de un poder exter- no se le usurpa la posibilidad de vivir segan leyes propias (ejemplo: la des truccidn del Estado polaco no ha abolido la continuidad de existencia del pueblo polaco; tal vez, incluso ha llegado este después a ser nacién una formacién comunitaria de relariva clausura con una cierta organizacién de la vida de los miembros y especialmente de las acciones de conjunto de las que €s eapaz, lo que Ila mabamos una «colectividad». Y, por otro lado, se tiene también a la vista con esa palabra al Estado en nuestro sentido, en cuya estructura la soberanfa constituye el punto central desde el que hay que conecbirlo en su necesidad. Como casan ambas ideas y cémo se puc- de tornar comprensible la contaminacién sobrepuesta aqui, se detallard en otro hugar (cf pp. 55 ss) 9, Asaber, en el sentido de que de hecho son ilimitadas en su autoconfiguracién. Esto es solo posible si no entran en la esfera de dominio de algin Estado, Si més alki de esto también sc han configurado juridicamente como poder soberano, entonces trrmbién son Estados, al margen de lo que quieran ser ademés de eso. 26

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