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RESILIENCIA 1 '""'- I!

'"
Michel Manciaux La resiliencia: resistir y rehacerse
(comp.)

Boris Cyrulnik El encantamiento del mundo


Indómito y entrañable
Stefan Vanistendael La felicidad es posible
y Jacques Lecomte Despertar en niños maltratados la El hijo que vino de fuera
confianza en sí mismos: Construir la
resiliencia
'"
Tim Guénard Más fuerte que el odio José Angel Giménez Alvira
Cómo escapar de un destino fatal y
convertirse en un hombre feliz a pesar de la
desgracia Presentación de Jorge Barudy y prólogo de
Andrés Ortiz-Osés
Boris Cyrulnik Los patitos feos
La resiliencia: una infancia infeliz no
determina la vida

Boris Cyrulnik El murmullo de los fantasmas


Volver a la vida después de un trauma

B. Cyrulnik, El realismo de la esperanza


S. Tomkiewicz Testimonios de experiencias y otros
y otros profesionales en torno a la resiliencia

Boris Cyrulnik Bajo el signo del vínculo

Boris Cyrulnik El amor que nos cura

Boris Cyrulnik Del gesto a la palabra


La apología de la comunicación
en los seres vivos
(sigue en la página 205) gedj~
«Ad modum curriculi»

Las biografías históricas aportan muchos datos y permiten situar­


nos en un perfil determinado: social, psicológico, temporal, etc.,
pero en realidad ¿qué dicen de nosotros? Las y~!.9:~<!era~Jtig~ªf~ª.s,
creo yo, son las p,erso,D.ªles, las que nos descr!b~n por .d~lJJrQs:des­
v~lan nuestros anhelQf?, sentimientos, exp.~.ct.ativas, temores, y ,ale­
g!!as. Esta biografía es la que quedará patente, seguramente sin que
yo me lo proponga, a lo largo de estas páginas, lo que permitirá al
lector tomar posición y entender por qué pasó lo que pasó e incluso,
cómo podían haber sucedido las cosas de otra manera si no hubiéra­
mos actuado como se refleja en este relato.
Quede claro pues que aquí no vamos a contemplar una serie de
hechos presentados cronológicamente. N o van a ser unas memorias
al uso ni una crónica minuciosa de la realidad, sino un relato que
brota del corazón, del recuerdo parcial, desordenado y nada objeti­
vo. No obstante espero que sirva para entender y comprender mejor
algo tan complejo y poco conocido como es la adopción de un niño.
A pesar de todo, como entiendo que muchas cosas se pueden inter­
pretar mejor cuando aparecen algunos datos históricos, sin que sirva
de precedente irán a continuación unos breves datos de nuestra fami­
lia que os permitan situar la historia que a continuación os contamos.
Esta historia no podría darse sin unos padres, José Ángel y Car­
men y por supuesto sin un hijo Toni. Aunque la convivencia co­
mienza en 1988 hay, naturalmente, unos precedentes sin los cuales,
con toda seguridad, no se hubiera realizado este encuentro en un
determinado momento y lugar.

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Los padres

Carmen y yo nos conocimos en Temel el año 1978, curiosamente el


año que nació Toni, en un curso para docentes universitarios que
organizó la Universidad de Zaragoza, donde yo era profesor. Me
encargué de coordinar las sesiones de Psicología de Grupos, mi es­
pécialidad académica, en la que me había formado durante mis años
de estudiante de psicología por universidades centroeuropeas. Allí
estaba Carmen como participante activa, pedagoga y profesora por
entonces de la Escuela de Formación del Profesorado de Teruel. Fue
nuestro primer encuentro en el que, si alguien nos hubiera dicho
que diez años más tarde íbamos a adoptar a un niño como pareja,
nos hubiera resultado difícil de creer. Pero así es la vida y esta nos
llevó a seguir colaborando en temas profesionales, a estar en contac­
to por cuestiones académicas que condujeron a una fructífera rela­
ción profesional que acabó siendo también personal, con la conse­
cuencia feliz de nuestro matrimonio el año 1983.
En 1984, realizamos desde la Universidad de Zaragoza, a peti­
ción de la Diputación Provincial, un estudio sobre la situación de la
infancia atendida por esta institución. Pasé a formar parte del equi­
po que se creó para estudiar la situación y hacer propuestas de me­
jora. Todo aquello condujo a que, tras el estudio realizado, se nos
pidiera que pusiéramos en marcha el nuevo plan, lo que supuso
para mí dejar la universidad e integrarme en el equipo de la Diputa­
ción Provincial. Desde entonces he trabajado en programas y pro­
yectos de atención a la infancia, especialmente en el campo de la
adopción y el acogimiento familiar, hasta hoy en que vislumbrando

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ya el fin de mi carrera profesional, me dedico desde el Gobierno Au­
tónomo al diseño y puesta en marcha de programas de formación
para familias adoptantes y acogedoras, planes de postadopción, co­
operación internacional y temas adyacentes.
Carmen tiene también una coherente línea profesional; siempre
dedicada a la docencia e investigación, primero como maestra, tuvo
su primer destino como tal a los 18 años, y posteriormente como
docente universitaria, siempre en la Universidad de Zaragoza de
Nuestro hijo
cuya Facultad de Educación es hoy profesora. Está desde siempre
muy involucrada en el diseño y puesta en marcha de programas so­
ciales, de voluntariado y cooperación internacional, especialmente
con universidades e instituciones latinoamericanas. Su línea de in­ Toni había nacido en el seno de una familia marcada por el conflic­
vestigación y trabajo se ha centrado fundamentalmente en la Peda­ to. Su madre nunca pudo atenderle ni hacerse cargo de él. Ni siquie­
gogía Social y ha sido impulsora de múltiples proyectos docentes en ra era capaz de atenderse a sí misma ... Jamás llegó a saber quién era
esa línea. su padre y solo tiene recuerdos imprecisos de los sucesivos compa­
Pero ante todo somos una familia que ha tenido la inesperada e ñeros que entraban y salían en la vida de su madre.
inmensa fortuna de vivir una experiencia de desarrollo y construc­ Creció entre malos tratos, de mano en mano, sin referencias esta­
ción familiares dentro de la adopción, que dejó de ser un tema pro­ bles y sin permanecer en un mismo domicilio más allá de unas sema­
fesional en nuestros «curricula», para convertirse en nuestra propia nas. Recibió palizas y agresiones de todo tipo. Vagaba por la calle
vida. Esta parte y no la anterior, es la que justifica este libro, como ya con un perrillo como único compañero y a los 4 años había experi­
he dicho, escrito desde el corazón y la vivencia cotidiana de nuestra mentado ya la dureza de la vida, el desamor, el abandono, la enfer­
paternidad. medad y varios accidentes, entre ellos un grave atropello cuando an­
Ha supuesto para mí un auténtico placer el sentirme liberado de daba solo y perdido en medio del tráfico con una vieja bicicleta.
tener que elaborar un manual o un escrito científico para aventurar­ Nadie se hizo cargo de él, nadie le regaló una palabra amable,
me por las vivencias y experiencias ancladas en zonas pocas veces nadie fue capaz de comprender su soledad y su miedo que se com­
antes exploradas en mi vida profesional y que resultan increíble­
pensaban con un cQ!!}.Eºx!ª_m!o~to ar.[Qgante y agresivo como único
mente ricas y también profundas. Después de escribir tantas cosas mecanismo de defensa. Eso le creaba todavía más problemas en sus
«serias» he llegado a la conclusión que la historia de Toni es lo más relaciones con las personas que lo cuidaban, con otros niños, con los
serio que he hecho en mi vida, a pesar de que ha sido elaborada sin adultos de su entorno y por supuesto en el ámbito escolar donde era
tener la mesa llena de documentos, referencias bibliográficas, citas, considerado «un niño imposible». Su expediente académico refleja­
fichas, Google y buscadores ni nada por el estilo, como siempre era ba múltiples cambios de colegio en poco tiempo y era otra muestra
habitual... Un portátil, unas breves notas, escritas a vuelapluma du­
más de su trágica infancia que nadie fue cap~z de. abordar a esar de r
rante los últimos años, mis recuerdos y yo ... en cualquier momento
y lugar. ¡Parece increíble la riqueza de datos que contiene el «archi­
su abundante sintomatología... J /\
f.;.> f.l{{.(f.lJ',o\{ ~ :;o,((\.. O¡', \ •
Por no tener algo propio no tenía ni datos personales. Estaba re­
,vo interno» de cada ser humano!...
gistrado fuera de plazo en el Registro Civil, es decir, nadie se ocupó
de fijar por escrito su nacimiento y su identi~ad hasta que se encar­
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gó de ello alguna instancia oficial dentro de la rutina administrati­
va. Pero los datos que allí se reflejan son imprecisos y poco consis­
tentes para servirle como constatación de su identidad. Todavía hoy
no hemos logrado encontrar su partida de bautismo (había algún
indicio de que había sido bautizado) ni ning~_otr9 ~O~~!!!~!lto que
rud~!.ª,,ªport'!mº~_ªlg:unªP!sta :.~~~e su _~iogra#a.:_
No había informes médicos, ni constancia de atención sanitaria, El inicio de nuestra convivencia
ni certificados de vacunaciones... No tenemos historia fotográfica de
su primera infancia. Nada de nada. ~"yida rota, indocumentaº-ª.,
-----_
sin consistencia, sin cariño,
..-
sin afectos, sin datos, sin
..,---- .. !dentidad de.fi­
nida, sin un origen claro, sin una referencia mínimamente coherente
; d;~~ familia. Solamente ~P!ºches.a sU~~,ºrp.l2-9~t'!rnie.nÍO, a su agre­ Sería difícil señalar en qué momento comenzamos a ser conscien­
sividad, a sus pésimos modales y a su lamentable rendimiento esco­ tes de las consecuencias que iban a tener las dificultades que nues­
lar... ¡qué ironía! tro hijo arrastraba con él. Pero lo cierto es que Toni quiso dejar
Dentro de todo este caos había una pequeña lucecita, un recl!.er­ muy claro, desde el principio de nuestra vida en común, que no
~o amable queJ;l!a~9.SLsomo ~ tesor~~.ª~i~n~e -tó-;;i~_S1! viqa: una nos lo iba a poner fácil. Su relación inicial con nosotros fue muy
~ermana aJgQ_mayor.qu~_~I le Jii0l.. en algún momento, muesq~ conflictiva, podríamos llamarla de amor y odio, una dualidad que
c~riño Y- ~!~~~jón. Fue su Qnica referencia afectiva de la infancia y ~l si a nosotros nos sorprendía, a él le provocaba un sufrimiento per­
~Q.I~cl!erdQ.. qu~._!!!~f!~.!,o vivo Y__f!Ítido .~ur~~!~~~_ mal~ manente. Nosotros al menos podíamos atisbar las razones de su
v~IDJillltil. Ha sido la única persona de su familia biológica a la comportamiento, pero _él no alcanzaba, a entenderse a sí mismo:
que ha querido buscar, a la que encontró con nuestra ayuda algunos por una parte deseaba querernos, complacernos y convivir en paz,
años después y con la que todavía hoy mantiene una buena rela­ pero por otro lado sentía la permanente necesidad de destruir la
ción. convivencia con enfrentamientos muy duros, una intransigencia
Su caso acabó siendo denunciado ante las autoridades. Fue pro­ que le provocaba mucha ansiedad y unas tremendas crisis de agre­
tegido y tutelado por el Servicio de Protección de Menores e inter­ sividad que, en un principio no supimos interpretar adecuada­
nado en una residencia infantil en 1985 cuando ya tenía 7 años. Des­ mente.
de ese momento perdió todo contacto con su familia biológica y no Aceptaba de salida las normas, aunque inmediatamente comen­
ha vuelto nunca a ver a su madre. zaba a criticarlas e incumplirlas. Era inteligente y rápido en sus ra­
zonamientos. No resultaba nada fácil tratar de convencerle de cual­
quier cosa. Por otra parte tampoco era esa la cuestión. Él no estaba
dispuesto a aceptar sin más nuestro modo de vida y lo manifestaba
muy claramente, indicándonos que tenía unas costumbres muy
arraigadas que no iban a resultar fáciles de modificar. Naturalmente
nos estamos refiriendo a cuestiones que le suponían un esfuerzo,
porque en aquellos otros campos en los que su vida cambiaba a me­
jor, sin exigencias, no se planteaba la mínima dificultad. Es más, nos

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sorprendía la rapidez con que se acomodaba a lo que dimos en lla­ tumbres y sus hábitos. Teníamos que ayudarle y orientarle en esos
mar «los --valores
~ .. ,"".-
~"
de la clase
.....
'~''''''-- .. media».
... ,,,,­ -,. ~"_.,-,,,,,,,,,,, ,-
momentos de confusión y desconcierto en los que, no lo vamos a
Por lo general Toni se mostraba abierto, comunicativo, decidido, negar, también nos encontrábamos involucrados. Pero nosotros éra­
alegre y emprendedor, mientras no se produjera ninguna situación mos los adultos y él demandaba desesperadamente nuestra ayuda y
que le contrariara mínimamente. En décimas de segundo se con­ nuestra comprensión. No podíamos fallarle. j Demasiados rechazos
vertía en un ser egoísta, violento, agresivo y descontrolado, capaz había sufrido ya en su vida!
de cualquier cosa. Estas transformaciones nos asustaban. Era una Entendimos que había que ponerle desde el primer momento
especie de Doctor Jekill y Mister Hyde, que presentaba, sin transi­ unos límites claros y bien definidos. Y mantenemos firmes en ellos.
ción y sin motivación aparentes, comportamientos totalmente con­ Además tenía todo nuestro afecto y respondíamos sin dudarlo a sus
trarios. Podía pasar de ser encantador, razonable, divertido y cari­ necesidades de atención, de mimos y de ternura... Pero los límites
ñoso a convertirse en una mezcla, como decíamos nosotros, «entre eran intoca~es. Sin dramatismo, sin dudas, con absoluta firmez~
el muñeco diabólico y la niña del exorcista»: cambiaba su expre­ con ~entido del humor, q1!~I}-º!1ca estuvo ausente en nuestra rel~.:
sión, su mirada se llenaba de odio, comenzaba a balbucear insultos ción y con la suficiente flexi~ilida~,Eara ~'? caer en una actitud rígi­
y disparates mil. Era como si perdiese la razón y se llevaba por de­ da ~e, a}~ lar.ga, hubiera resultado ins_g?!~nible. ­
lante todo lo que encontraba a su paso. Había, sencillamente, que Desde ese encuadre decidimos abordar la educación de nuestro
reducirlo con fuerza porque su descontrol en esos momentos no hijo, siendo muy conscientes de que arrastraba una mochila dema­
tenía medida. siado grande y pesada para cargarla él solo. Su inestable vida ante­
Esto, que con el paso de los años se fue extinguiendo lentamente, rior no le había permitido elaborar más que mecanismos de subsis­
duró demasiado tiempo y pertenece a los recuerdos más duros que tencia inmediata. Carecía de toda visión de futuro, era incapaz de
tenemos de nuestra convivencia, porque era expresión palpable y pensar en nada que pudiera ocurrir más allá de los próximos cinco
cotidiana del terrible sufrimiento que nuestro hijo arrastraba con él minutos y necesitaba imperiosamente satisfacer sus deseos con in­
desde sus primeros años de existencia. mediatez. Cualquier negativa o contrariedad, por pequeñas que
Pero lo tuvimos muy claro desde el primer momento: no podía­ fueran, eran interpretadas como un rechazo y desencadenaban,
mos cruzarnos de brazos. Algo teníamos que hacer y lo prioritario como ya hemos dicho, una desmedida reacción de violencia: ame­
no podía ser otra cosa que encauzar aquel torrente desbordado que nazas, insultos, gritos, agresiones, destrucción de objetos yescánda­
era nuestro hijo. En su vida anterior había carecido de toda conten­ lo permanente. _~!! ,Jºl~r_ªncia a la frustración era, sencillamente,
ción. Él era el director y ejecutor de su propio destino y como es na­ ~~ lo lllismo q~e ~~, ~ªp~~iºª~L4~ autocontrol.
tural, su voluntad trataba de imponerse ante cualquier circunstan­ r~!ls~b_~_g!!e los mec~ni_~~os c!e la violencia e intimidaciól)
cia. Se defendía literalmente con uñas y dientes para salirse siempre iba a"poder con n<?~gtro,~: .. Y se equivocó, como más tarde hubo de
con la suya. Pero tampoco podíamos olvidar que era un niño y ade­ reconocer.
más un niño herido, profundamente infeliz, desorientado, ávido de Tenía también un Qespiste monumental ~º-l?re !~ que significaba
cariño y atención, que empezaba a tener sensaciones nuevas, a ini­ :p~rtenecer a llI!.~J.!!~1ia~,Su deseo de t~~~~!,~,padres, largamente
ciar una vida distinta en la que se sentía muy inseguro. Los mecanis­ manifestado por él, ~ra l.!:P- deseo, idgªU~,ª~g9 y con pº~,a c,?nsistencia.
mos de relación las habilidades había desarrollado hasta en­ En su fantasía de familia ideal, aparecían los padres como unos «Re­
._-~------­

t~r:!~~~ p_Gl.[~ no servían nada. Tenía.~ue encontrar y~Mª..gºs?~J?-~rmanentes, como aquellas personas iban a,E!~­
nuevas referencia~, nuevos c0J!l.Rº!"~mientos, debía variar sus cos­ ~~~r todº-f? sl:lª-_~aptishº.~, iban a estar pendIeñtes· de él en todo mo­

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mento para responder inmediatamente a cualquier d~.~da por quier alimento que se ponía delante de él, comía con la boca abierta
~rbitrariaJl!!.e_~e~a fue:r:_ª: Su idea de «ser hijo», por tanto, era la de y haciendo mucho ruido, no sabía limpiarse después de utilizar el
convertirse en un «tiranuelo» que, con un simple gesto iba a poner baño, por supuesto nunca tiraba de la cadena en el WC, no se cepi­
en marcha todos los mecanismos necesarios para la inmediata satis­ llaba jamás los dientes, no se bañaba ni se duchaba, no tenía ningún
facción de sus más insospechadas ocurrencias. Era evidente que, si hábito de orden ni organización, al quitarse la ropa la tiraba al suelo,
nosotros teníamos que aprender a ser padres de un niño con un his­ no acababa de distinguir conceptos básicos como hoy y mañana, ho­
torial tan complicado, él iba a tener que aprender a ser hijo en un ras del día, semanas y meses.
entorno familiar en el que el trabajo, el esfuerzo, la constancia yel lloraba nunca. Era duro como_~~_Ri~9.ra. En las circunstan­
establecimiento de objetivos a corto, medio y largo plazo, eran el cias en las que cualquier niño hubiera derramado unas lágrimas,
pan de cada día. La batalla estaba servida... y en ella Toni partía con Toni apretaba los dientes y ponía una cara capaz de intimidar al más
un serio hándicap que había que tener muy en cuenta, ya que su valiente. Parecía que f!º-~~ntía el dolor físico. Volvía del colegio lle­
adaptación a esta nueva realidad se antojaba demasiado complica­ no de magulladuras y heridci;C:ontinuamente sufría pequeños acci­
da para una psicología como la que él había desarrollado a lo largo dentes, se daba golpes, iba siempre lleno de moraduras y nunc~._~e
de su corta, pero intensa vida. quejaba de nada, lo cual nO~~~l!':braba Ynos aSl.!~!~l?~"ªJa _y-~~. Pa­
Otro tema que ocupaba nuestra atención era su~ón escolar. recía' que SJLº-l!lQ~a) º~_Jºl~!_ancia al qolo.r estab~ muy por encima
Toni era un niño prácticamente analfabeto a sus 10 años cumplidos. ft~l ~e cualquier ser humano.
Leía con muchas dificultades pero no entendía nada. Escribía fatal, ~lorab.a nada las cosas que tenía o se le regqlaban. Las desea­
con una caligrafía prácticamente ilegible y peor aún cuando tenía ba SQ!l.Y.eh.emenciª y cuando l~~ conseguía¡ la~ destr~íac la.s.escon­
que expresarse por sí mismo. Su lenguaje era también muy pobre, día..Q.S.encillal!l~~!e.~e ~lvidaba de ellas. Destrozaba la ropa, el mate­
incorrecto gramaticalmente, utilizando una jerga capaz de sacar los rial escolar, los objetos de uso cotidiano, los muebles y no digamos
colores a cualquiera, en cuanto abría la boca. Qué decir de las mate­ los objetos ornamentales de casa que en unos meses o desaparecie­
rias que componían el «curriculum escolar» ... Su esc~!!za9ón es­ ron o se destruyeron en su mayoría. Desaparecían también de modo
!ª\JaJº!~~~des~Q.~trol~~ y_S!:L~p!lJ.P9rtamiento en ese ámbito sorprendente los alimentos del frigorífico que guardaba en los ar­
era lamentable e inadaptado por compJeto. Había vj.e!tado multitud marios y cajones de su habitación y cualquier moneda o billete que
~é~~o~egios y su Iibro~~~~i~r;r~ t;~!!s'? ~u~o de un vergonz~ hubiera asequible en cualquier parte de la casa. A su vez aparecían
y venir, suponemos que dependiendo de las veleidades de vida de objetos desconocidos provenientes del colegio, de otros niños y de
su madre que, como ya hemos señalado, nunca se ocupó de él y lo cualquier lugar que visitásemos con él, cuando no de la calle. Se en­
iba dejando de mano en mano, lo que también suponía, parece ser, contraba continuamente monedas, en cuanto nos descuidábamos
ir de colegio en colegio, atendiendo l~ necesidad~s de los adultos revisaba los cubos de basura propios y ajenos. Tenía una especial
q~e 12..9!!dé!bans_~~.~~.~~s verd_~deras necesida~e~Ld~_~~­ percepción para detectar cosas abandonadas, tiradas en la calle o en
~~tªgQ._ cualquier lugar, cosas que siempre recogía y traía a casa. Llegamos a
Eran tales y tan profundos los déficits que aportaba, que abarcar­ tener un pequeño y horrible museo kítch con los objetos más vario­
los todos a la vez se presumía una tarea imposible de acometer. Por pintos e insospechados que, en su momento, hubo que tirar, con la
citar algunos: no sabía dormir en una cama normal y aparecía todas absoluta resistencia de nuestro hijo.
las mañanas en suelo, no tenía hábitos de higiene, no sabía comer Tenía una sorprendente habilidad para acomod,!r las circunstan­
con cubiertos, utilizaba las manos y devoraba con ansiedad cual­ ,cias a sus intereses, no dudando en defender las cosas más inverosÍ­

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miles para prevenir cualquier problema. Al principio nos sorpren­ había nada que reprocharle ya que ~!Jº hª~~_4e l~_~ica}orma que
~
dió el descaro con el que mentía y defendía sus afirmaciones aunque sabía, si bien teníamos muy claro que eran conductas a modifiCar
tuviéramos la certeza y las pruebas de lo contrario... Luego descu­ con inmediatez.
brimos que él mi§.~o se creía sus propi~s ~~ntiras y que era su fan­ También llamaba la atención !~re~Q~!~~d de que hacía gala en
~~~!a desp()rq,ada la .9ue le llevaba a hacer interpretaciones de cada algunos momentos la absoluta e inocencia que mostra­
situación y a at~r~rse a ellas, ba en otros. ~ra ll1}_p~rmanente contraste de actitudes contrarias,
~~~...!!).entiras eran una expresión más de su intento desesperado tan exagerado, q?e nos desconc.erta1?.?l_'".
de acomodarse a una forma de normalidad y de sentirse adaptado. ~~L~~~!.~~...!:!!~~~~·_L!!.:~~C~~o:.s:~,:a~",s. que no menciono por no aburrir al
Con ellas trataba de tapar su realidad y era su manera de no sentir­ lector, h-ªpJªSl!!~_atª~J!rJ-ª~, pero nopC?díamos hacerl~..~5?!l.. !gºª.ª a la
se demasiado desplazado de la nueva situación en que se encon­ y:g.?:.. Hubiera sido una misión imposible y probablemente infruc- .
traba. tuosa. Eran_l}ábi!9~.!!'uy arr~!gacl9s, fruto de ®ª.. d.~§-ªJ,ª-!!~i9np~r- ~
~~~conocía totalmente los códigos del respe.!o a l~s demás, a los m~neI1:te, adquiridos a lo largo de diez años de n~gVg~:n~ia-}cfAlta ~
adultos y muy especialmente a los padres, cosa lógica por otra par­ -.de aprendizajes de .tod() tipo. Así que hubo que el~gtr. hacerlo de. -­
te, porque no los había tenido nunca. Utilizaba para relacionarse !lna .en una, máximo de dos en dos y s~empre "l!nªf?- detrás delJogro
con nosotros el sistema comunicativo que había aprendido en la ca­ ~_~Jas anterior_~s, planteando un programa ~Ja!go plazo, para in­
lle para estar en contacto con sus «amiguetes», que eran sus perso­ tentar un P!Oc~SO reeducatlvo que no estoy seguro haya finalizado
nas más queridas. Consecuentemente nos trataba como «colegui­ todavía...
Has», intentando hacernos cómplices de sus pillerías e insinuaciones, Frente a todo este cúmulo de necesidades abiertas, aportaba un
siempre picantes y subidas de tono", No era raro al principio que a encanto personal innegable. Era un seductor nato. Ade~ásdeser
Carmen le diera palmadas en el trasero o a mí me tirase la mano al muy guapo y bien plantado, era un niño muy atractivo físicamente,
«paquete» como forma espontánea de saludo y de contacto. Cuando tenía una especial habilidª~tpar.~J~~~~el~~i0!1:es humanas. Encandi­
nos cruzábamos por la calle con alguna chica que a él le llamaba la laba a cuantos lo conocían. Sabía utilizar la palabra adecuada con
atención, empezaba a darme golpes en el brazo, a mirarme movien­ cada persona. Era simpático, agradable, dicharachero ... un auténti­
do las cejas, gesto que dominaba completamente y a decirme al co encantador de serpientes. Con su medio e incorrecto lenguaje
oído: «Mira papá que tía, ¡qué tetas tiene!», o cosas por el estilo, in­ sabía hacerse entender y tenía detalles con la gente que a nosotros
tentando que Carmen no se enterase, porque aquello eran «cosas de nos asombraban. Todo lo contrario que en casa, donde era hosco,
hombres», como él decía. antipático, gruñón, a menudo desagradable cuando no violento y
~día co~sciente y permanentemente nº,estra intimidac.:L ju­ agresivo.
gando a espiamos, haciendo comentarios, preguntas e insinua­ Pero eso no se lo creía nadie. El a~!ge deJ'~~ursos..Eerso!!.é!!~~ que
ciones siempre con segundas, terceras y cuartas intenciones ... No desplegaba en cualquier situación en la que había presencia de ex­
admitía ningún tipo de actitud cariñosa entre nosotros y nos repro­ traños hacía increíble, por principio, cualquiera de nuestros relatos
chaba airadamente cualquier gesto espontáneo que tuviéramos ante de la vida cotidiana con Nadie nos creía y todos apostaban por
él en este sentido. Sus expresiones eran desaforadamente machistas, Toni... ¡Éramos los malos de la película! Eso que en aquellos mo­
ordinarias y muy poco apropiadas en su manifestación y en sus for­ mentos llegó a preocupamos, perdió toda su fuerza, a pesar de que
mas para un niño de 10 años, aunque coherentes, suponíamos, con la situación se repetía continuamente. Tuv~!!!-~~__9.ue_!!~c~~~!1:_~pr.en-
el modo de vida que había llevado hasta ese momento. Por tanto no _ ......::-....d___e_ indif~re~ªª_l?ºEql!~_~!. n~ h~P!ér.ª!!}º_~_!!e2iad~ª._.Q_~~~~sp~-

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r~s__~_.~~~!!~~?,os ~0m.:<? pªci~~~y~_ed~.lcadores de. ~~estro .pe­ sie~pre d~spo_~~J~s.Y hacer ver a nuestros hijos que, pase lo que
queño y q.1..l~rido «monstruo». pase, cuando nos necesiten, ahí nos van a encontrar. Para los adop­
Ha sido un recorrido muy largo, lleno de sorpresas y dificulta­ tados este es un mensaje vital ya que sus vidas se mueven en la in­
des, pero día a día i!Jan crecie~~o la complicidad, el afecto y el cari­ certidumbre, la duda, la inseguridad y el eterno temor a ser abando­
(, ~~'- creándose entre nosotros una vinculación que hacía más sólida nados de nuevo.
nuestra unión y nos empujaba a continuar con una tarea de cons­
trucción familiar que, como hemos podido comentar años después
con nuestro hijo, no flaqueó en ningún momento. Quiero decir con
esto que nosotros no tuvimos jamás la tentación de pensar que nos
habíamos equivocado, que no íbamos a poder sacar adelante una em­
presa tan complicada y, por supuesto, jamás pasó por nuestra cabe­
za la idea de abandonar. Este es uno de los pilares fundamentales
que consideramos se deben tener muy claros al iniciar una convi­
vencia de este tipo: pase lo que pase, suceda lo que suceda, salgan
las cosas como salgan, vamos a ir hacia delante. Aquí ni se tira la
toalla, ni se mira nunca para atrás. Es una decisión irreversible.~~
pat~rnid~4. es un cªminº~sjnJ·!~lºrnQ:.
Nuestro hijo Toni nos ha repetido muchas veces, ahora que ya es
adulto, que la clave de ~~~~~:e~!Q~_diªcil está en la resis­
te~~!~~!:}os_pa~~~~y así lo expresa a cuantos le preguntan sobre las
circunstancias de su adopción, en las jornadas o reuniones sobre el
tema en las que ha participado. Insiste asimismo en que su .l!!ªyQr
temor fue siempre que, en una de sus múltiples salidas d~ .tºD-º_P:tl­
di~ramos rendirnos y 4ecir aquellocie j hasta aquí hemo§ llt}gªdQ/. Él
era consciente de las dificultades que estaba creando y que alguna
de ellas, desde su punto de vista, era de tal calibre que hubiera justi­
ficado un abandono. Ahora, con la perspectiva del tiempo, nos co­
menta cómo él mismo se sorprendía de nuestro aguante y que eso
era lo que le animaba a seguir adelante tras sus momentos de caos y
confusión. La resistenc!ª-.~.e susp~dres significaba para él la Illayor
.ID!.!~s~a de ªmor y aceptación.
Esto nos ha hecho reflexionar mucho y nos ha ayudado a com­
prender alguno de los misterios de la adopción, especialmente so­
bre las formas tan peculiares que tienen nuestros hijos de entender y
recibir el cariño.
Todo esto quiere decir, en definitiva, que los padres debemos es­

40 41
~

La llegada a casa

Se nos había advertido que Toni venía en un estado anímico lamen­


ta~le, debido al fracaso de un anterior acogimiento preadoptivo que
no llegó a buen fin. La familia que estaba dispuesta a adoptarlo se
vio superada por el comportamiento y problemática del niño. Tras
dos meses en su casa decidieron dar por terminado el proceso.
Regresó, completamente hundido, a la residencia infantil en
que había estado anteriormente, porque su relación con los educa­
dores era muy buena y se pensó que podrían ayudarle a superar esa
difícil situación. Pero la cosa se complicó con la llegada del verano
en que los educadores debían tomar sus vacaciones y en la residen­
cia comenzaba el «baile» de sustitutos, que condenaba al niño a en­
contrarse con un importante défic!t de atención y _s_in ____::..:.::::::::=~~,.",,__,,_.
__un_.a
sólida que le ayudase a ~ntel!del' y ~labº!é!r_~4~~!:l_'lª~~~~!~}~qu~.
te habí~_~!!.~~di~l seguía reclamando unos padres y deseaba in­
corporarse a una familia, por lo que se decidió adelantar un nuevo
acogimiento, sin esperar al inicio del siguiente curso, aun teniendo
en cuenta que no era el mejor momento para reiniciar un proceso de
convivencia familiar.
En estas condiciones llegó Toni a nuestra casa: muy triste, des­
confiado, expectante y temiendo que aquello, una vez más, no dura­
se. No eran las mejores condiciones para empezar una convivencia,
pero esa era la realidad a la que había que hacer frente. Nosotros
éramos conscientes del reto que teníamos por delante. Conocíamos
perfectamente las circunstancias del niño, su historial y las dificulta­
des que, con toda seguridad, se iban a plantear antes o después.

43
Pero estábamos fuertes y no teníamos miedo. Era un reto que afron­ anterior acogimiento y nos habíamos visto un par de veces a lo largo
tábamos con decisión y entusiasmo, si bien es cierto que luego la del proceso. Para él yo era una persona amiga, con la que ya había
realidad superó ampliamente las expectativas ... tenido relación, había compartido confidencias y conocía algo de su
Toni llegó a casa a última hora de una cálida tarde de agosto de historia. Ese fue un elemento que ayudó a que el primer encuentro
1988. Estábamos esperándolo y habíamos decidido que la trabaja­ se relajase un poquito y le permitiera estar más tranquilo. Al menos
dora social lo trajera a esa hora porque así podía despedirse de to­ llegaba a una casa donde no todos eran desconocidos. Había un
dos sus compañeros de residencia, algunos de los cuales regresaban principio de ~omplicidad que nos vino muy bien para que el aterri­
esa tarde de un campamento de verano. Además al día siguiente se zaje en su nueva familia fuera suave y agradable. Habíamos conse­
incorporaban los educadores sustitutos de la residencia y era im­ guido superar razonablemente bien la primera prueba.
portante que la despedida la hicieran los que él consideraba sus
educadores de referencia, Manolo e Isabel, que dejarían en Toni una
En reflexiones posteriores no está de más imaginar lo que supone
para un niño un momento como ese. Qué impresiones y sentimien­
,
profunda huella de por vida. Todavía hoy los recuerda con cariño y tos ~ebe provocar a un ser humano, indefenso, sin mucha capaci­
admiración, no habiendo llegado nunca a perder el contacto con dad para asumir y entender lo que está pasando en su vida. De re­
ellos. pente, te llevan a una casa y te dicen: «A partir de hoy vas a vivir con
Nunca olvidaré la primera impresión al abrir la puerta: unos ojos estas personas y este va a ser tu hogar». Por mucho que él haya soli­
grandes, negros, llenos de tristeza y miedo que asomaban detrás de citado una familia y por muchas sesiones de preparación que sesu­
un en0fl!l~~l~~he marrón al que se agarraba con todas sus fuerzas. dos profesionales hayan tenido con él, debe ser un momento terrible
Era en aquel momento su seguro, su escondite y su baluarte. Era su en el que se agolpan en tu mente un montón de preguntas, sobre
forma de hacer frente a una situación tan embarazosa para todos. todo cuando tu vida hasta ese momento ha sido un ir y venir de
Era un niño muy guapo, algo bajito para la edad que tenía y muy casa en casa, de residencia en residencia, de psicólogo en psicólogo,
expresivo en sus gestos y actitudes. Nos miraba con curiosidad y ~~~ nadie te haya explicado con claridad el Eorqué de tu itine­
reserva, tratando de aparentar normalidad, pero se le veía nervioso .
rancia, por qué-ñaalet~-Uev~ con hJf~-mili~;-porqi{~ ~!'.~iP~iadp
y alterado. En aquel momento se ponía en nuestras manos una vida ~~~.elf~·y-~por 9ué-~~ra'-te -yás-~ vi~ir-~~;unos desc~!l0ci~<?~ con_la
que se resumía en un niño muy asustado, agarrado desesperada­ pretensió~".~~.~~ se conviertan en unps nuevos padre~: '
- -
mente a un peluche de tamaño natural que le había regalado un fut­ Aparentemente a Toni se le habían explicado las cosas y parecía
bolista del Real Zaragoza, en una visita de Navidades a la residencia haberlas asumido en su cabeza, pero la realidad nos hizo ir descu­
infantil en que vivía, una pequeña bolsa con algo de ropa y un par briendo que el proceso de adaptación al acogimiento iba a ser mu­
de juguetes. Eso era todo lo que tenía y allí estaba ante nosotros. cho más largo de lo que habíamos imaginado, porque Toni era un
Pero sobre todo nos impresionó ~.?'E~~iº~,.4~ tri§..t~~_a. Parecía un niño excesivamente maltratado por las situaciones anteriores que
niño atemorizado, como si hubiera venido forzado a algo que él no había vivido. En realidad descubrimos que, aunque se le había pre­
deseaba, cuando la realidad era todo lo contrario. De repente su cara parado para dar el paso, no entendía nada de nada y que el verda­
cambió y pasó a una expresión de asombro, acompañada de su pri­ dero aprendizaje de lo que estaba sucediendo en su vida lo tenía
mera sonrisa: ¡yo a ti te conozco .. .!, dijo mirándome a la cara... Esa que hacer con nosotros, enterito, de principio a fin. Y también des­
era la sorpresa que durante todo el día le habían prometido. Iba a ir cubrimos que eso es lo que debe suceder. Que un niño, solo puede
a una casa en la que esperaba algo que no se podía ni imaginar. tener una comprensión razonable de lo que le está pasando en un
Toni me conocía, naturalmente, porque yo había gestionado su ent~~D ~l q~e se encuentre ~~e~!~y' en el que, aparte de buena

44 45
"""l1lI

información, h~yª_~~lim~ afectivo de cariño y comp!:~~ión que le perspectiva del tiempo, nos reímos de aquello y nos asombramos de
permita tener confianza para ir expresando y preguntando. Yeso lo «pardillos» que éramos. ¡Cómo podíamos querer en cinco minutos
necesita mucho, mucho tiempo. No se puede acelerar un proceso de a alguien a quien acabábamos de conocerLo El cariño nace del cono­
ese tipo. cimiento profundo, del contacto, de la interc~l!l!?J...Q
Pero no todo el peso de la dificultad había que ponerlo en el niño. y e~ cl.!~~!j.2.~_9-~~~rlli?0' No sepu:.~~~~e!~~yis~r. y 1!ay ql!~ aceptar
También nosotros necesitábamos un tiempo para acomodarnos a la los sentimientos ~q~e .u!}QJi~!1:gfº1}!9:er~<:~pi~p.~E.~._~!?:l'p:~~r a cam­
nueva situación. Yo tuve conciencia real de ese hecho a la media biarlos.
hora de tener a Toni con nosotros. Una vez superado el momento de La realidad nos hizo ver que fue necesario_.que . pasara <:llgún
la llegada, hechas las presentaciones y ya solos en casa, constaté con tiempo para que empezáramos a q~~t:erle q.~ ver9.';ld, >~, sentiI'1!0s sus
horror que todas las segutidades que tenía sobre el acogimiento se padres 'y a estar totalmente involucrados en una vida que, de mo­
derrumbaban como un castillo de naipes. No me hizo falta más que mento, nos era completamente ajena. Pero a él le pasó lo mismo, por
el tiempo que tardó Toni en empezar a correr por la casa, a meterse los mismos motivos. Hoy sabemos que no hay que asustarse de que
por todas las habitaciones, empezar a preguntar una y otra cosa, to­ eso ocurra, que es lo normal y que ~~~¿:EQ!!!~J]~ar la c:;.ºEY1Y~n.:E~~
mando posesión del espacio con una naturalidad que me aterrorizó. ~_i!:!_e~p~~!a.~.~~~~ ~~~~9-.iatª-~, d~L~JQ.?iq!}_~~J~~gos _~~E!iciales, es­
De repente tuve la sensación de que había metido en mi casa a un trellitas refulgentes y música de violines de fondo... La realidad de
extraño, un desconocido, por el que no tenía ningún sentimiento ni la vida es muy diferente. To~~ ".~~~~2.!~~!~, pº~º.ª P9co, paso a paso,
apego y que invadía mi intimidad sin ningún tipo de consideración. y de repente, un día te encuentras en una nube sin saber cómo ni por
Me di cuenta también de que no le quería y que como esto no cam­ qué. Y es que, sencillamente, los seres humanos, funcionamos así...
biase, no iba a poder quererlo. Lo malo era que yo no tenía ni idea en Puedo asegurar que esa vivencia que acabo de relatar pertenece a
ese momento de qué es lo que tenía que cambiar y en qué dirección uno de los momentos más angustiosos y difíciles que Carmen y yo
debería hacerlo ... Con lo cual el futuro inmediato que se presentaba hemos pasado en nuestras vidas. Todavía resuena en mí de forma
era más que comprometido. nítida, pero también he de decir que es un flash, un momento, pero
Esta sensación se reforzó cuando, ya solos Carmen y yo, una vez de tal intensidad que se hace inolvidable. Y además creo que debe
que habíamos cenado y dejado al niño en su cama, constatamos que ser así. He podido constatar a lo largo de los años, en mis conversa­
los sentimientos que teníamos eran semejantes, que a los dos nos ciones con familias adoptivas y acogedoras, que casi todas han pa­
pasaba lo mismo y que casi, casi estábamos en situación de pánico... sado por momentos semejantes, en lo que parece ser un «noviciado»
¡Socorro!... Pero sabíamos que nadie iba a escuchar ese grito deses­ inevitable del acogimiento y la adopción.
perado. Y además nos hubiera dado mucha vergüenza el que al­
guien lo hubiera oído en ese momento que, aparentemente debía ser
de tanta felicidad ...
_-___.. _..._a...~_s~r humano no es E.u_eda impTovisa!.:. Los
sentimientos son descamados, reales y contradicen en muchas oca­
siones lo que la buena racionalidad, la lógica y lo políticamente co­
rrecto exigirían de un ciudadano de bien. Carmen y yo constatamos
que, tras dos horas de convivencia con Toni, no le queríamos ni te­
níamos ningún sentimiento hacia él. Yeso nos asustó. Ahora, con la

46 47
Primer día, primer susto ...

. No es mi intención hacer un relato minucioso, ni un diario de nues­


tra adopción. Insisto, como señalé antes, que se trata más de trans­
cribir impresiones, sensaciones y sentimientos que de hacer una
crónica directa de lo ocurrido. Por eso los comentarios que vaya ha­
ciendo reflejarán el peso emocional que tuvieron para nosotros los
hechos que se comenten. Y como los primeros días de estancia de To­
ni en nuestra casa fueron muy intensos, quedarán reflejados de ma­
nera especial, por encima de otras épocas que no serán ni siquiera
comentadas o se pasará por ellas de puntillas. Sirva este comentario
para explicar por qué nos detenemos especialmente en esta primera
fase de nuestra convivencia.
Entre las cuestiones que habíamos preparado para la llegada de
Toni, estaba su habitación. En nuestra casa no había un espacio para
niños y tuvimos que adecuar uno ante la inminencia de su llegada.
Pero, como Toni tenía 10 años, pensamos que había que dejar un
margen para que la personalización del espacio la decidiese él mis­
mo, de acuerdo a sus gustos y necesidades. Fue una buena decisión
por lo que ahora voy a explicar.
Aquella primera noche creo que dormimos más bien poco. Está­
bamos demasiado impresionados por la llegada de Toni y las pri­
meras sensaciones que nos había producido su incorporación a
nuestra casa. Toni cenó mucho y rápido. Después de hacer la vigési­
ma inspección a la casa, de tomar posesión de su habitación y su
cuarto de baño -¿un cuarto de baño solo para mí...?-, de sometemos
a un nuevo y exhaustivo interrogatorio y de contarnos sus planes

49
para los próximos días, planes, por cierto, alucinantes en los que no­ meter en la cama. Misión imposible. Toni no sabía, no quería o no po­
sotros solo contábamos como financiadores de un montón de activi­ día dormir en una cama normal y optaba decididamente, de modo
dades propias del hijo de «Rockefeller», se acostó y se durmió en inconsciente, por dormir cada noche en el suelo. Él mismo no sabía
cinco minutos. Los nervios y las emociones del día acabaron por explicar por qué pasaba aquello, pero el comportamiento se repetía
rendirle en cuanto apagamos la luz de su habitación. Todo lo con­ sistemáticamente y además no afectaba a su descanso porque dor­
trario que nosotrOs. Estábamos aturdidos, asustados y expectantes mía como un lirón. De hecho cada mañana era incapaz de recordar
sobre cómo iba a afectar a nuestra vida cotidiana la presencia de las tres o cuatro veces que lo habíamos vuelto a meter en la cama a lo
aquel torbellino, de aquel pequeñajo que, en solo un par de horas, largo de la noche. Esfuerzo inútil. Aquel comportamiento no se co­
ya había desplegado ante nuestros ojos un catálogo de intenciones rregía y no parecía, como creímos en un principio, ser fruto exclusi­
realmente sorprendente. Nosotros, por el contrario, estábamos su­ vamente de la circunstancia del cambio de casa. Así que habría que
midos en un pequeño caos, preguntándonos qué pasaría mañana, tomar alguna medida para proteger su descanso y también el nues­
primer día en que nuestra familia pasaba de dos a tres miembros. tro porque pasábamos las noches en vela, yendo y viniendo a su
A las diez de la mañana pensamos que ya era hora de levantar a habitación.
Tom para comenzar el nuevo día. Abrimos la puerta de la habita­ Optamos por aceptar el hecho consumado. Toni iba a necesitar
ción y nos llevamos la primera sorpresa yel primer susto. ¡Toni no un tiempo para acostumbrarse a dormir en la cama. Como por otra
estaba allí! La cama estaba vacía y el niño había desaparecido. Inme­ parte su sueño era profundo y descansaba adecuadamente, lo que
diatamente comprobamos que tampoco estaba en el baño ni en nin­ teníamos que hacer era reestructurar la organización del dormitorio
guna de las demás habitaciones de la casa. Constatamos que no ha­ para acomodarlo a las peculiares necesidades que el niño presenta­
bía salido por la puerta porque estaba cerrada con llave y el pestillo ba. En este sentido nos vino bien el haber dejado la habitación sin
echado por dentro. Tampoco podía haber salido por las ventanas ya terminar de organizar, esperando que Toni diera los últimos toques
que al ser una planta baja con jardín, estaban provistas de rejas como de acuerdo a sus gustos. Pero el toque que había que dar en este
elemento de seguridad. Volvimos a mirar en su cuarto y a revisar la caso era de otra índole y muy probablemente poco ortodoxo respec­
casa... nada de nada, no estaba. Comenzábamos la primera jornada to a lo que la normalidad vigente exigía, aunque teníamos que acos­
con un gran susto en el cuerpo, posiblemente como antecedente de tumbrarnos pues circunstancias como esa iban a presentarse fre­
lo que se nos avecinaba en un futuro próximo ... cuentemente a partir de ahora en nuestra casa y no podíamos
Después de dar vueltas y vueltas, de mirar una y otra vez por to­ andarnos con remilgos a la hora de buscar soluciones. Comenzaba
dos los rincones de la casa y de habemos tragado un susto impor­ pues una emocionante época en la que lo imprevisible, lo hetero­
tante, Tom apareció debajo de la cama de su habitación, que estaba doxo y lo sorprendente iba a formar parte consustancial de nuestra
colocada contra la pared, hecho un ovillo en el rincón más inaccesi­ vida, hasta ahora tan organizada y tan previsible. La cosa prome­
ble. Poco menos que invisible... ¡No se nos había ocurrido mirar allí! tía... y ahora desde la perspectiva del tiempo puedo decir que pro­
Lo sacamos como pudimos entre los dos y se despertó sobresaltado, metió abundantemente...
desorientado y desconcertado. Había dormido prácticamente toda Una vez tomada la decisión, en dos días nos pusimos manos a la
la noche en el suelo. obra y quedó todo terminado: desapareció la cama normal. Apare­
El hecho se repitió durante los siguientes días, pero ahora ya no ció una nueva cama que era un somier sobre el suelo y un colchón
pasaba toda la noche en el suelo porque nosotros, aproximadamen­ sobre él. El suelo fue cubierto en su totalidad con una gruesa mo­
te cada hora, dábamos una vuelta por la habitación y lo volvíamos a queta de lana que resultaba acogedora y cálida si se quería dormir

50 51
sobre ella y añadimos a todo esto un saco-pijama de dormir del que plantearse cada momento un montón de cosas y a sustitUIr la certe­
el interesado no se podía escabullir fácilmente. Extendimos por el za por una actitud expectante y abierta. La adopción es una aventura
suelo varios cojines de colores y de distintos tamaños, mullidos y para aventureros. Aquellos que busquen seguridades, estrategias u
texturas. Mesa y sillón de estudio adquirieron formas redondeadas, organización y mantengan expectativas cerradas o limitadas, que se
sin esquinas para evitar golpes que pudieran tener consecuencias. abstengan. Van a entrar en un terreno que no es para ellos y van a
Con esta equipación convivió Toni hasta que poco a poco y con el sufrir y hacer sufrir mucho.
paso de los años se acostumbró a dormir en una cama normal. ¿Lo Toni nos confrontaba cada día con nuestra realidad y nos ofrecía
consiguió? Aparentemente sí, aunque hace unos días, su compañera puntos de vista que no hubiéramos podido ni sospechar. Las evi­
nos confesaba que pasa las noches moviéndose como una lagartija, dencias de nuestra cultura burguesa de clase media eran puestas en
siempre al borde de la cama y a punto de caerse de ella... ¿Habrá cuestión cada vez que nuestro hijo sometía a crítica, muchas veces
aprendido realmente a dormir en una cama normal o volvería con perfectamente razonada, nuestras opiniones o costumbres. Él pro­
sumo gusto a dormir en el suelo? ha reeducado o solamente lo venía de otra cultura, con otros valores que estaban perfectamente
he~.9J? .ºQIne§ikado? No estoy seguro ... intemalizados y que, con sus virtudes y defectos, eran los que le ha­
Pero nos hubiéramos dado con un canto en los dientes si su pecu­ bían servido para sobrevivir en un mundo en el que nosotros hubié­
liar forma de dormir hubiera sido el único comportamiento distinto semos durado dos días ...
que nos obligó a plantearnos y replanteamos las, hasta entonces, in­ y sin embargo él estaba allí, vivo, observador, receptivo como
tocables certezas y evidencias de nuestra vida. una esponja, retador y dispuesto a adaptarse a nuestra vida, pero
La llegada de Toni supuso una revolución porque nos hizo,~ vendiendo muy caros cada una de las actitudes y valores a los que
tionar el sen_~_qS>_E~__~~,~has de J!!!g~~rutinª§: Todo lo que consi­ hubiera de renunciar. Además también tuvimos muy claro que!1~
deramos _~viq~.llJe y que, como tal, e~.!~_ mecanizª-q,(), no ~s_g~n~l'al­ podíamos exigirle a él (l1.~e llevase todo el peso del cambio y la adap­
mente QbjetQ_ de_r~fl~)(lº:n!"Realizamos al cabo del día cantidad de tación. Fuimos conscientes de que nosotros teníamos también mu­
acciones de forma mecánica e inconsciente que no se cuestionan y chas cosas que modificar, con lo cual se iba a establecer en nuestra
son resultado de años y años de repetitivas costumbres. Toni nos casa un pro~~so c!~_~!.~nC!~aje mu~o~xkg.º-b..~~ V'lª_en el que las
obligó a realizar una minuciosa y constante revisión de nuestra rea­ dos partes debíamos prepararnos para entrar en una fase desconoci­
lidad cotidiana, que acabó siendo una revisión en profqndidad d_~ da de inesperadas consecuencias. ¿Se puede tener en la vida una
nuestro Il,!ggO de _yiYlr.y de algunos de ios-Y~~01::~~ que hasta ese mo­ oportunidad más interesante que esta? Tomamos rápidamente con­
tilentohabían orientado nües'tra vida. ciencia de que, frente al miedo que produce lo desconocido, se abría
La adopción va mucho más allá de educar y criar a un hijo. Las cir­ para nosotros la expectativa de iniciar nuevas vías de experiencia y
cunstancias que la rodean suponen un cambio radical de vida y una conocimiento que, además, íbamos a construir junto a nuestro hijo,
nueva orientación que pasa por encima de certidumbres y creen­ y él iba a ser parte fundamental de este nuevo futuro. Y también tu­
':
cias. ~E~~_~~~~~~j~!~~~~.1.t4_ª9., la comodidad, las expectativas, yes vimos muy claro desde ese momento que se trataba de nuestra pro­
,"
-~ capaz de sacar lo mejor y lo peor que hay en cada uno de nosotros. pia vida y no de algo ajeno, sobrevenido o circunstancial.
."
Por eso creo que sería un error plantearse la adopción como un fin o
un objetivo en sí misma. Una actitud así conduciría a una inevitable
frustración. La adopción es una aventura en la que la incertidum­
bre, la sorpresa y lo imprevisto están a la orden del día. Obliga a re­

52 53
Psicólogo y pedagoga, ¿pareja ideal
para adoptar?

Introduzco aquí esta cuestión porque nos ha sido planteada conti­


nuamente, siempre dando por hecho que, teniendo esas profesio­
nes, partíamos con ventaja a la hora de querer, educar, orientar y
sacar adelante en la vida a un niño tan complicado como Toni.
La respuesta dependería de muchos matices y puntos de vista,
pero si se me pide una respuesta global, me atrevería a decir que en
principio es un «no» rotundo.
Recuerdo haber escuchado de niño una vez a mi padre algo que
vendría muy bien al caso. Comentaba con unos amigos: «Antes de
casarme no tenía hijos, pero tenía un montón de teorías sobre su
educación. Después de diez años de casado, tengo ocho hijos y nin­
guna teoría». Bueno, pues algo así podríamos decir nosotros.
Ser padres es mucho más que aplicar cuatro teorías psicopedagó­
gicas y esperar el milagroso resultado. Ser padres es querer, prote­
ger, mimar, poner límites, educar, acompañar, servir de sparring,
aconsejar, ordenar, crear un ámbito cálido de convivencia, sugerir,
castigar, orientar, animar, empujar, consolar, servir de modelo,
cuestionar, asentir, disentir, comprender, perdonar, resistir, resistir i

y resistir ..., la lista podría ser interminable. Todo esto depende más
de actitudes y sensibilidades personales que de teorías escritas en
libros. Naturalmente que la profesión puede ayudar en la medida
en que uno intemaliza algunos de sus contenidos, los personaliza y
los incorpora a su bagaje personal. También nos pudo ayudar algo a
la hora de elaborar estrategias o aplicar alguna técnica ... poco más
Tont consciente de la profesión de sus padres, utilizaba esta con

55
frecuencia para reprochamos talo cual acción. Ante cualquier cosa
que no era de su agrado solía decirme airado y retador: «¿Y tú eres
psicólogo? ¡Vaya psicólogo de m... !». Yo sistemáticamente siempre
le respondía: «¡No soy tu psicólogo, soy tu padre! ¡No lo olvides
nunca!». Quizás ahí se resume de manera clara y contundente la res­
puesta a la pregunta que planteábamos al principio. Una cosa es ser
psicólogo o pedagogo y otra muy distinta ser padre o madre... Relaciones con el entorno: familia
Nuestras carreras y profesiones no nos libraron de ninguno de
los momentos de zozobra, duda o temor que puede tener cualquier extensa y amigos
padre o madre y, desde luego, tuvimos que agudizar mucho nuestro
ingenio para dar respuesta a las sorprendentes situaciones en que
nos colocaba nuestro hijo. Tantas y tantas noches, al quedamos so­ Una familia es mucho más que un padre y una madre. Una familia
los, nos planteábamos Carmen y yo cómo podíamos hacer frente a incluye hermanos, abuelos, tíos, sobrinos, parientes más o menos
talo cual comportamiento, a esta o aquella demanda y tomábamos cercanos y lejanos, incluye también un círculo amplio de relacio­
decisiones con el porcentaje de duda e inseguridad sobre su oportu­ nes: amigos, conocidos, compañeros de trabajo, círculos del tiem­
nidad, como podría hacer cualquier padre y madre. Fuimos apren­ po libre, relaciones formales, relaciones esporádicas de tipo profe­
diendo de nuestra propia experiencia y de la interacción diaria con sional, vacacional, etc. Una familia comprende también un espacio
nuestro hijo. Aprendimos con errores y aciertos. Probablemente la geográfico, un entorno ciudadano urbano o rural. Incluye también
psicología y la pedagogía andaban jugando algún papel en el tras­ costumbres, expectativas, valores, conductas, aceptaciones y re­
fondo de nuestra cotidianeidad y en nuestras actitudes inconscien­ chazos, filias y fobias, aficiones, pasado y futuro, temores, respe­
tes, pero por sí solas no hicieron milagros, lo puedo asegurar. tos e irreverencias, certezas, dudas, afirmaciones y negaciones,
cauces y caminos, orientaciones, rechazos, secretos, códigos, com­
promisos, fidelidades, miedos, temores, puntos de vista... ¡Casi
nada!
En ese conglomerado social recibimos a nuestros hijos adoptivos.
Les abrimos la puerta de nuestra vida y sin darnos cuenta los agita­
mos desde el primer día en la coctelera de nuestra realidad y de re- '.
pente nos sorprende que se mareen...
Los estudios e investigaciones realizados sobre la adopción seña­
lan que los adoptantes en general se encuentran en las clases medias
de los distintos países. Ese sector, mayoritario en la sociedad, tiene
unos valores muy definidos que son los que, en definitiva, van a
compartir con los nuevos hijos que se incorporan a las familias por
vía de la adopción. Estos valores incluyen expectativas que de modo
inconsciente, en la mayoría de los casos, se van a trasladar a los
adoptados con el legítimo convencimiento de que, dando una res­

56 57
-.

puesta adf'C'uada a las mismas, se conseguirán los objetivos sociali­ a entender esta interpretación tan violenta y tan ofensiva para nues­
/.ddore:-'t' Integradores que deseamos para nuestra familia. Este dis­ tras .buenas intenciones.
CUf"O tIene una lógica aplastante, es convincente y bastante fácil de Nuestra realidad cotidiana no ofrece a nuestros hijos adoptados,
comprender si estuviésemos planteando situaciones de plena nor­ en primera instancia, la cercanía que necesitan. Entre ellos y noso­
malidad... tros hay dema~i~5!() !ll.!dQs demasiados elen::Lelltos.-que.~djstraen
Pero en el caso de la adopción, quienes se van a incorporar a La y ~os separan. Ellos v~~en de la nada, de la carencia, deJ anhelo, del
familia son, por lo general, niños muy dañados, con graves heridas caos, del descontrol y nosotros les ofrecemC?,s abundan~ia, orden,
afectivas, con múltiples síndromes producidos por el abandono y clarividencia, organizac:;ión, conocimientos, seguridad y control...
provenientes de clases sociales no solamente desfavorecidas, sino Ellos buscan desde el desconcierto y nosotros les brindamos nuestro
profundamente marginales. Esto es algo que ningún adoptante de­ concierto. Necesitamos tiempo para armonizar nuestras sintonías y
bería perder de vista en su horizonte cotidiano. Nuestros hijos tam­ hacerlas vibrar en la misma onda sin olvidar que nuestra afinación,
bién a~~stran_.~u hist~ia y s~~~~<;lón sociológic-ª.:. Por pura lógi­ de momento, no es música adecuada a su sensibilidad. ¿Solo ellQs
-_.-­
ca, de salida, no pueden compartir nuestros valores, no los aceptan, deben cambiar de illlda1
no les gustan, probablemente los rechazan y les va a costar mucho Nuestra orquesta es muy amplia y está muy bien entrenada. Lle­
impregnarse de la nueva realidad que aparece ante sus ojos. Como vamos muchos años de experiencia, tocando juntos y nos suena
no lo pueden expresar clara y racionalmente, como nosotros sabe­ muy bien. Es fácil que, en principio, no veamos ninguna necesidad
mos hacerlo, lo harán a través de sus comportamientos. de cambiar ni una sola nota ...
Nuestro orden, pulcritud, respeto por las normas, limpieza, pre­ Este símil que acabo de dibujar refleja de un modo más o menos
visión y seguridad provocan en ellos un rechazo frontal que se va a fidedigno lo que pasa con la llegada de un hijo adoptivo a nuestro
manifestar de una u otra forma. Estemos atentos. Toni nos decía en hogar. Sus impresiones y reacciones no dependen de nuestras inten­
una ocasión algo parecido a: «Cuando empecé a conocer a la fami­ ciones que damos por hecho son siempre buenas. Tampoco depen­
lia y a vuestros amigos, todos tan estupendos, tan elegantes, tan den de lo que nosotros, padres y por tanto elementos primarios de
intelectuales, tan guapos y tan pijos, por una parte me quedaba ob­ la relación queremos ofrecerles. Todo nuestro entorno juega un pa­
nubilado y por otra me entraban ganas de salir corriendo y no pa­ pel importantísimo y todos los mensajes que este entorno emite lle­
rar hasta llegar a Madrid ... ». Esa es la primera impresión que les gan a nuestros hijos brutal y directamente, queramos o no. La adap­
causamos: algo parecido a una pandilla de exhibicionistas, pavo­ tación que les proponemos no es solamente una relación directa y
neándose sin recato delante de un pobrecito y exótico niño al que cerrada connp~Q!ros,"~ino que les imponeDlos un estilo de vida pri­
vamos a introducir en nuestra sociedad por las buenas o por las vada y social, un conjunto armónico o no de relaciones familiares,
malas. modelos de aprendizaje, parentescos que ~!los no pueden elegir,
Nosotros, ciertamente, no queríamos transmitirle esa imagen a amigos, conocidos ..., cientos de caras nuevas que los observan e inte­
nuestro hijo y siempre tratamos de aparecer sencillos, próximos, rrogan con curiosidad, que les hablan, les dicen, les ofrecen, les pro­
asequibLes y abiertos a sus necesidades pero la E!!mera pe!,cepci§n
I vocan, les invitan a entrar en su mundo, ,!!liles de estím~los de todo
que é1 obtuvo fue la de unos narci~q~ pJ;:epotentes, exhi!Jie!!9-0 orgu­ tipo reclaman su atención... ¡una locura!
llosos su felicidad y su bienestar, ~arcando las distflnciª,s_y.J;,eñalan­ Sin quererlo nos convertimos en protagonistas excesivos de la
do descaradamente las fronteras entre una y otra clase. Pongámo­ tuación y ~~!l.!2- !l1ás ofrec~mº§' a ._n~~s~tt..o.fLhüºsJ mª!3 lQs asusta­
nos en su lugar porque solo desde esa posición puede que lleguemos
1 mos. Saturamos ~n un momento sus capacidades de asimilación.

58 59
Todo esto lo hacemos sin damos cuenta, sin hacer nada extraordina­ para que pudiéramos saber qué necesitaba y esperaba de nosotros.
rio, sin ser conscientes de Lo que cada día se mueve a nuestro alrede­ También nos ayudó a regular las relaciones con el contexto familiar
dor, porque estamos acostumbrados a ello. Es nuestra vida. y social. Nos fue dando respuestas de distinto tipo con las que nos
Nuestros hijos J2rovienen de entornos marginalc::s donde, a la po­ indicaba cuándo nos estábamos acelerando demasiado y de qué
breza material y falta de recursos, se añade la carencia de estímulos manera le iban impactando los distintos escenarios en que se iba
sensoriales y psicológicos. No han tenido nunca nada, pero sobre realizando nuestra convivencia diaria. Porque no deberíamos olvi­
todo han carecido de proximidad, afe(;w, lazos sólid~s, co!!l~­ dar que todo lo que para nosotros es evidente y cotidiano, para ellos
ción, cercanía ~e ~~~;~ hUIl1;an~s, y de r~pente se le~_vigngJodo enci­ es extraordinario y novedoso.
ma .y se asu~~é!ll. No están entJ~aqQs. Necesitan tiempo y una Aún no se había apegado a sus nuevos padres, cuando ya empe­
aproximación tranquila, reposada y paulatina a nuestro mundo. zamos a presentarle a la familia, amigos, vecinos y conocidos. Noso­
N osotros como padres somos los que debemos ofrecer y dirigir este tros solo temamos que acostumbramos a una nueva persona en
aterrizaje, aclarando, explicando, disculpando y admitiendo que no nuestra vida, pero él tenía que aguantar cada día la presencia de un
todas las reacciones de nuestros hijos serán como a nosotros nos sinnúmero de nuevas caras que, por unas u otras circunstancias, te­
gustaría. Necesitan tener un campo de acción que no ~,chace de pl~ nían algo que ver con nosotros y a los que nos veíamos obligados a
no todas sus costumbres, hábitos, valores y conductas. Su autoesti­
~ ... ",.~-.-.- . ' ~ ""-.. "" ..... -"+ ..... _ - ­
dar explicaciones de su presencia en nuestra casa. Otras veces era él
~~ se s~stenta sobr.eJg élq~ptació.D__de su &iw,!ción ~al como es y ~e­ el que debía presentarse y no sabía muy bien cómo hacerlo: quería a
~~de de que ellos sientan que los queremos c.~~~9~~ la vez mantener su dignidad y no meter la pata ante sus nuevos pa­
solamente como proyecto de fu~u!o asimiladq a.. nues,yo? .v~ dres... ¡Difícil papeleta en una situación como la suya!
circunstancias,-Aquí los padres adoptivos hemos de hacer una pro­ La primera dificultad para Toni fue poner nombre a cada una de
funda reflexión porque en ello va nuestra paternidad y nuestra cre­ las partes del grupo social ante el que se encontraba y luego dotar
dibilidad. ¿Los aceptamos a ellos aquí y ahora, confirmando su vida de significado a cada uno de los nombres que iba aprendiendo. Era
y su realidad? ¿O solamente estamos dispuestos a quererlos cuando como reconstruir una familia en la ficción e ir haciéndola realidad
se acomoden a nosotros y hayamos completado nuestra buena obra poco a poco, en la medida en que iba estableciendo y reforzando re­
de misioneros de la clase media? La respuesta racional a esta pre­ laciones. Este es un proceso lento y nada fácil, sobre todo si se tienen
gunta es obvia, pero ellos percibirán ajustadamente nuestras verda­ en cuenta las analogías que se establecían en la mente de Toni con su
deras reacciones y sentimientos y se vincularán a nosotros en la me­ pasado. Cada peón que situaba en el tablero del nuevo ajedrez, tenía
dida que se sientan interpretados y queridos como ellos necesitan su correspondencia en el viejo juego de su vida anterior, pero carga­
para sacar adelante sus vidas y sus expectativas. Su propia capaci­ do de afectos de uno u otro tipo, por lo que los nuevos poseedores
dad de resiliencia les indicará, cómo, cuándo y de quién pueden de los roles nacían con una carga afectiva de la que no eran respon­
fiarse. sables. Comprender eso no fue fácil para todos, especialmente para
Toni nos fue orientando, casi sin que nos diésemos cuenta, sobre aquellos cuya ubicación afectiva en el corazón de Toni no se corres­
la forma en que él quería incorporarse a nuestra vida. Lo hizo deli­ pondía con lo que le estaban ofreciendo en la actualidad, sino que
cadamente unas veces y violentamente cuando no nos enterábamos tenía relación con las vivencias anteriores del muchacho.
o no aceptábamos sus propuestas. Echando una mirada retrospecti­ Asimilar el significado de palabras cotidianas de denominación
va al pasado uno va descubriendo la cantidad de indicaciones que habitual de parentesco tenía siempre el peligro de su corresponden­
nuestro hijo nos iba dejando y las pistas tan útiles que nos ofrecía cia anterior: «papá» era una nueva experiencia, inexistente antes;

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«mamá» era la señora maltratadora que le abandonó; ~<abuelo, abue­ dencia, como se puede observar. Nosotros nos quedamos helados.
la» eran los que se lavaron las manos cuando fue retirado de su fa­ A partir de aquel día, cada vez que veía a la hija de los vecinos, se
milia y no hicieron nada por él; «tío y tía» tenían connotaciones muy sonreía pícaramente, nos guiñaba el ojo, seguía con su repertorio de
negativas, asociadas a comportamientos socialmente rechazables, gestos y nos daba codazos... ¡Eso para empezar a llevarse bien con
«primo y prima» eran aquellos afortunados que se habían librado los vecinos del piso de alIado!...
de la quema y observaban desde un lugar privilegiado, sin hacer Todas sus observaciones sobre las personas que iba conociendo
nada, cómo la vida de Toni se convertía en una pesadilla. Solamente eran del calibre de lo que acabo de mencionar, por tanto, cada vez
«hermana» tenía una acepción marcadamente positiva porque tenía que entrábamos en relación con alguien estábamos al acecho espe­
relación con la única persona que a lo largo de su vida le brindó rando la ocurrencia que, con toda seguridad, le iba a pasar por la
afecto, cariño y protección. Curiosamente la única figura que no iba cabeza a nuestro hijo. Le observábamos atentamente y en cuanto la
a tener una correspondencia en su vida actual... A partir de ahí «co­ sonrisa picarona aparecía en su cara nos poníamos a temblar ... ¡Bo­
legio» significaba lugar de tortura e incomprensión, «casa» era un chorno seguro! ¡Él no se cortaba nunca!
lugar inexistente, vaCÍo de contenido y consistencia, «padres» ¿qué Tampoco eran mejores las intervenciones que tenía cuando que­
es eso?, «vida familiar» se asemeja a foro de lucha y conflictos, «con­ ría hacer gala ante alguien de sus conocimientos y competencias,
vivencia» significa pelea a muerte, «día» es un indeterminado tiem­ cosa por otra parte muy normal si tenemos en cuenta que en las reu­
po de carencia, hambre y sufrimiento, «amigos» son compañeros de niones tanto de amigos como de familiares, no era difícil que mu­
callejeo, robos y gamberradas, «entorno» es ámbito de delincuencia chas conversaciones derivaran hacia temas profesionales o acadé­
y corrupción, «personas», posibles víctimas ... No voy a seguir. Des­ micos, estudios de los hijos, etc. Él estaba siempre muy atento y en
de aquí seguro que es fácil para cada uno elaborar su propio mapa cuanto tenía la menor ocasión nos ofrecía perlas como la siguiente.
de correspondencias... Pasado el primer verano y antes de iniciar el curso escolar, cuando
ya llevaba un par de meses con nosotros decidimos hacer una pe­
queña fiesta con familiares y amigos Íntimos a modo de presenta­
¿Qué reacciones se pueden esperar de una persona que observa la ción en sociedad de nuestro hijo. A todos ellos los había ido cono­
vida desde semejante perspectiva? Es fácil imaginárselo. Si además ciendo individualmente durante ese tiempo, en el que habíamos
esta persona es un niño, espontáneo y carente de la olínima censura intentado no atosigarle con la presentación de mucha gente. Fuimos
expresiva, los resultados son espectaculares. Unas de las primeras haciéndolo poco a poco, favoreciendo fundamentalmente su vincu­
personas a las que lo presentamos fue a nuestros vecinos del piso de lación con nosotros en primer lugar.
al lado con los que nos unía una buena relación. Le saludaron ama­ Creímos que ya era el momento oportuno de incluirlo en una
blemente y le dijeron que le presentarían a su hija Sabrina, una niña reunión familiar de las que solíamos hacer varias al año. Él estaba
de su edad, en ese momento ausente. En cuanto oyó el nombre co­ muy excitado y expectante por tener la ocasión de tener a toda la
menzó a reírse y a hacer gestos inadecuados, diciendo: «¡Jo, Sabrina, familia junta, siendo muy consciente de que iba a ser objeto de
la de las tetas gordas!», haciendo relación a una cantante italiana del atención principaL Todo fue muy bien y transcurrió con absoluta
mismo nombre, que en aquella época revolucionaba a los españoles normalidad. N os sentamos a comer y al final las conversaciones se
con su físico exuberante ... Nuestros vecinos no pudieron evitar es­ centraron en temas ante los que él se debía sentir incómodo, cuan­
bozar una forzada sonrisa que mostraba educadamente su desagra­ do se vio en la obligación de intervenir ante todos demostrando
do ante la ocurrencia de nuestro querido hijo, carente de toda pru­ sus conocimientos y lo hizo lanzándome la siguiente pregunta:

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«Papá, ¿tú sabes hacerle el puente a un coche?». «¡Tierra, trága­ des tuvieran nada de especial. En todo caso, como él percibía que
me!», me dije para mis adentros ... Se produjo un silencio expectante provocaba sonrisas, cuando no carcajadas, le servían de refuerzo
y le contesté: «Alguna idea tengo, pero nunca lo he hecho ... ». En­ para crecerse y conseguir que la siguiente fuese todavía más sona­
tonces Toni nos explicó a todos con gran precisión y maestría cómo da...
se ejecutaba esa operación, haciendo diferenciaciones por tipos y Pero la presión del entorno era muy fuerte, o al menos él lo perci­
modelos de coches, indicando cómo resolver los problemas que se bía así. Detrás de sus ocurrencias, de su deseo de llamar la atención
podían presentar, etc., etc. Yo le dije, intentando cerrar la conversa­ y de sus puestas en escena había un terrible miedo a no ser aceptado
ción: «Ciertamente Toni, es una información muy útil por si algún o a ser despreciado por el hecho de ser distinto. Elaboraba con preci­
día perdemos La llave del coche ... ». Pero en vez de callarse me re­ sión cada situación, cada frase y cada actitud que observaba en los
plicó diciendo: «Sí, pero para eso hay que abrir antes la puerta y si demás y sacaba sus consecuencias, muchas veces equivocadas pe­
no tenemos llave ...», y siguió explicando con todo Lujo de detalles ro de una lógica aplastante. Aprendimos en aquellos momentos a no
cómo se abre una puerta de coche, qué herramientas son necesa­ despreciar ninguna de sus observaciones, por muy disparatadas
rias para hacerlo, qué marcas de vehículos presentan mayores difi­ que nos parecieran, ya que eran expresión de sus sentimientos y sus
cultades y qué posturas y actitudes hay que tomar para que nadie temores más profundos. Era algo incontrolable por lo que iba a te­
se dé cuenta de que estamos intentando reventar un coche... Una ner que pasar y a lo que se tendría que acostumbrar. En ese terreno
lección magistral, propia del mejor experto en robo de automóvi­ solo podíamos ayudarle reforzando su capacidad de comprensión y
Les. Nos dejó a todos atónitos y no pude evitar ver la cara de «ca­ su autoestima. Mucho de lo que le sucedía por influencia del entor­
chondeo» que pusieron algunos de nuestros invitados junto a la no estaba casi siempre fuera de nuestro control.
cara de susto que tenían otros ... ¿Ya sabes lo que te has metido en Un día nos preguntó a bocajarro: «Yo soy la oveja negra de la fa­
casa?, preguntaron después unos y otros ... Naturalmente que sa­ milia, ¿verdad?». Nosotros le respondimos: «¡Cómo se te ocurre de­
bíamos quién era Toni, posiblemente no con la precisión que sus cir eso! ¿No has visto cómo te quieren todos y cómo te tratan? Eres
actuaciones nos iban enseñando, pero lo teníamos muy claro: era uno más». «Ya -respondió él-, pero todos tenéis títulos universita­
ante todo un niño, profundamente herido" que necesitaba imperio­ rios, los primos están en la universidad y pronto los tendrán. Yo soy
samente el cariño y el afecto de una familia y que iba a necesitar el único de la familia que no tiene estudios ...»
mucho tiempo antes de tener comportamientos compatibles con Esto es un ejemplo claro de la presión que el entorno familiar, sin
«nuestra» normalidad. Lo que Toni hizo aquel día fue sencilla­ pretenderlo, ejercía sobre Toni y cómo se veía incapaz de alcanzar el
mente reivindicar su competencia ante nosotros" intentar demos­ nivel que él consideraba necesario para ser miembro de pleno dere­
tramos que é1 también tenía conocimientos y que servía para algo. cho de esta familia. De poco sirvieron las explicaciones y ánimos
En definitiva hizo lo mismo que nosotros hicimos ante él, sin dar­ que te dimos en aquel momento. Estábamos ante un hecho estadísti­
nos cuenta ... co incontrovertible que pesó y sigue pesando todavía hoy en su áni­
Cuando luego, en privado, intentábamos hacerle ver que, a ve­ mo, porque la realidad confirmó que, con el tiempo, la «brecha cul­
ces, no era prudente contar determinadas cosas, que podían herir o tural» se fue haciendo más grande y sus pronósticos se cumplieron
chocar a la gente y que hay ocasiones en las que es mejor callarse que inexorablemente. Hoy su relación con toda la familia es excelente,
hablar demasiado, no entendía nada de nada y nos miraba asom­ pero realmente el nivel de vida y los horizontes profesionales suyos
brado como diciendo ¡qué gente tan rara! Naturalmente nunca tuvo y de sus primos son radicalmente distintos.
conciencia de que las situaciones que provocaba con sus genialida­ Hemos de señalar que en lo fundamental, tanto nuestra familia

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como nuestros círculos próximo y extenso de relaciones recibieron y tener la sensación de disponer de un nuevo ámbito familiar, perfec­
aceptaron muy bien a nuestro hijo. No hubo reticencias ni rechazos tamente estructurado, con tíos, primos, abuelos por ambas partes e
y Toni fue muy bien acogido a pesar de las dificultades evidentes incluso bisabuelos en el pueblo. Esta nueva situación le hacía muy
que sus comportamientos y actuaciones provocaban. No obstante él feliz porque por primera vez en su vida se sentía miembro de una
siempre trató de adaptarse lo más posible a las expectativas sociales familia. Le hacía mucha gracia e incluso disfrutaba haciéndonos
y como era muy abierto, comunicativo y expresivo solía caer bien, lo preguntas y tratando de establecer el parentesco con cada nueva
cual fue una ventaja para su adaptación. Hemos de reconocer que, persona a la que conocía. Quería ser primo y sobrino de todo el
con contadas excepciones, sus comportamientos conflictivos y vio­ mundo y cuando la cosa se complicaba un poco decía: «Bueno, yo te
lentos se provocaban en casa, con nosotros y en lugares de convi­ llamaré tío, ¿te parece bien?». Y ¿a quién no iba a parecerle bien una
vencia habitual como el colegio o los grupos de tiempo libre a los propuesta tan espontánea y simpática? De esta manera se sintió
que pertenecía. En otros lugares se cuidaba muy bien de que su ima­ familiar no solo de nuestros parientes, sino de todos los amigos y
gen externa quedase al margen de toda sospecha y solamente nues­ conocidos, a muchos de los cuales todavía hoy sigue considerando
tros círculos íntimos de relación fueron ocasionalmente testigos de parte de su familia...
las dificultades que presentaba Toni en los ámbitos de vida cotidia­ Sería una temeridad acceder a la adopción sin considerar todo
na. En las relaciones sociales esporádicas era un auténtico triunfa­ el peso y la influencia que van a tener en su desarrollo los sistemas
dor. sociales que nos rodean, para bien y para mal. Nuestros hijos
Poco a poco fue asimilando las características de nuestra fami­ adoptados se incorporan a un conjunto social muy estructurado
lia en la que tuvo un amplio círculo de referencias. Por mi parte que, caso de no ser acogedor, podría dificultar mucho incluso la
somos ocho hermanos con todas sus extensiones y repartidos por realización de nuestra propia paternidad. Es como hemos dicho,
toda la península. Por parte de Carmen tuvimos la inmensa suerte algo inevitable y que se escapa a nuestro control. No podemos va­
de contar con un entorno familiar rural que ayudó a Toni por en­ cunar ni aislar a nuestros hijos frente a las reacciones del entorno.
cima de 10 que hubiéramos podido imaginar. Las relaciones en un Conocerlas y contar con ellas es una buena manera de promover
pueblo son mucho más cercanas y espontáneas, contando ade­ su adaptación y su independencia. Deben incorporarse poco a
más, con la ventaja de que por la proximidad de la convivencia, poco, fijando aprendizajes y conocimientos hasta que sean capaces
los lazos familiares son muy estrechos y se amplían hasta térmi­ de desarrollar afectos. Es entonces cuando su sensación de bienes­
nos inimaginables para los que procedemos del ámbito urbano. A tar alcanza sus mayores límites: se sienten normales, queridos, va­
mí, por ejemplo, me viene justito para conocer a algunos primos lorados y sobre todo, defendidos dentro del parapeto familiar.
hermanos y basta. N o tengo relación ni conozco a ningún primo Algo verdaderamente insólito para estos niños procedentes de
segundo, ni a parientes más o menos cercanos de mis padres. Sin ambientes poco estructurados en los que nunca se sintieron sufi­
embargo por parte de Carmen, además de] núcleo familiar prima­ cientemente integrados, aceptados y protegidos. Aprenden tam­
rio: padres, abuelos y hermano, existía y existe una magnífica bién a identificarse con un grupo, sentirse miembros de una co­
proximidad con todo tipo de parientes, cercanos y lejanos. Las re­ lectividad y a comprender las inmensas ventajas que tiene la
laciones son cotidianas, familiares y entrañables con todos ellos. convivencia entre personas que se entienden y se quieren. Apren­
Es una amplísima red muy asequible y alcanzable pero, sobre den a distinguir entre «amigos y enemigos», a establecer distintos
todo, muy acogedora. tipos de proximidad con distintas personas. Su aprendizaje se ex­
Todo este entorno recibió muy bien a Toni y pronto comenzó a tiende a algo tan fundamental como dar, recibir y compartír, no

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solamente objetos materiales, sino afectos y sentimientos, apren­
den a confiar, a prestar y solicitar ayuda y también, por último,
aprenden algo tan fundamental como es resistir las presiones so­
ciales y a mantener su independencia dentro de un colectivo hu­
mano con el que se sienten identificados.

La extrema violencia
y agresividad de Toni

Estábamos avisados ... ¡Aquel niño era una bomba de relojería! Era
muy violento y agresivo. Vale, nos damos por enterados. Pero en el
fondo nos pasó como a todos los padres adoptivos. Pensamos que,
bien, de acuerdo, el niño será así como dicen, pero seguro que con
nosotros se porta de otra manera. Seguro que el cambio de hogar,
etc., etc., actúa de manera beneficiosa para él y no va a manifestar
esa violencia en nuestra casa. Lo vamos a tratar muy bien yeso se
tendrá que notar de alguna manera. Además, ¡qué caramba! ahí es­
tamos nosotros para neutralizar inmediatamente cualquier compor­
tamiento inadecuado. Por otra parte tampoco parece que un chiqui­
llo tan pequeñico y aparentemente majete, pueda ser tan violento
como nos han dicho. En definitiva se trata de un niño... Seguro que
han exagerado para curarse en salud.
y de esta manera la primera crisis nos pilló en la luna. Todo lo
que nos habían dicho se quedaba corto ante la demostración de po­
derío que hizo Toni, supongo que para avisarnos y dejar clara cons­
tancia de lo que se nos venía encima.
Unos padres nunca esperan que su hijo sea violento. Todo lo más
que piensas es que puede tener carácter irascible, pero ya se sabe
cómo son los niños ... Bueno, pues Toni superaba todo lo que la ima­
ginación más desbordada pudiera imaginar. Sus ataques de ira eran
impresionantes y desencadenaban una violencia desmedida. Se
transformaba su cara, cambiaba su mirada y se daba una increíble
mutación de su actitud física y corporal. Parecía que dejaba de ser
niño y se convertía en una especie de ser distinto, que no tenía nada

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