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Buenas noches, directivos, profesores, autoridades presentes, familiares, amigos y

un afectuoso saludo a todo aquel que sienta la felicidad absoluta al cumplir con
nosotros este gran logro. Principalmente nos hemos reunido por el motivo de
celebración al compartir con alegría el fin de una etapa en nuestra vida, un periodo
más de enseñanza en nuestro largo camino; pero no el único, porque cada paso
en nuestra existencia nos brinda el mejor aprendizaje.
Tengo el honor de dirigirme a ustedes con entusiasmo y alegría, de modo que
puedo decir que todo nuestro esfuerzo brindó su fruto.
Vivimos en una sociedad en constante cambio y eso nos exige estar preparados
para afrontarlos. La Formación Profesional es en estos momentos una de las
mejores herramientas para conseguir avanzar con los cambios, nos permite
desarrollar una actividad laboral proporcionando las competencias profesionales
necesarias para desempeñarla. Además facilita la adaptación a las modificaciones
tecnológicas y organizativas que caracterizan el mercado de trabajo y contribuye
al desarrollo personal y profesional. Una sociedad cambiante requiere que todos
asumamos la importancia y la necesidad de dar valor a la Formación Profesional.
La vida debe ser una continua educación. El mundo sigue girando, queramos o
no, así que lo mejor para nuestros intereses, tanto personales como profesionales,
es apostar por la formación continua como vía para permanecer actualizados y
preparados para las nuevas circunstancias.
La formación nos aporta conocimientos, pero también habilidades sociales (como
proactividad, empatía, compromiso, autocrítica, tolerancia), capacitándonos para
interactuar con nuestro entorno con una actitud más positiva. Promoviendo de esta
forma, la existencia de un fuerte vínculo entre capacitación e incremento de la
confianza y la autoestima, lo que contribuye a la inserción de la persona en la
sociedad.
La formación es indispensable en la eficiencia al desarrollar cada trabajo. En
nuestro caso son nuestros formadores, incansables y luchadores, quienes no solo
se limitaron a cumplir sus deberes, además nos brindaron conocimiento, pasión
por la labor ejercida, experiencia; pero sobre todo tuvimos la fortuna y el honor de
poder contar con una mano incondicional y confiable.
¿Qué más podemos pedir? ¡Gracias formadores!

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