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16.

“A ver si todavía te fusilan…”

Mientras viajan en el colectivo, los prisioneros de Florida se preguntan por qué los llevan.
Gavino sabe, pero guarda silencio. Llegan a la Unidad Regional de Policía de San Martín. A las
0.11 del 10 de junio de 1956, la Radio del Estado reanuda su transmisión, sorpresivamente. Por
unos 20 minutos transmite música ligera. “Es el primer indicio oficial de que algo serio ocurre
en el país”.

A la casa de Florida llegan dos personas más, en busca de un amigo: Julio Troxler y Reinaldo
Benavídez. Troxler, cuenta que ha trabajado de oficial de policía y que sabe cómo tratar con
ellos; Benavídez dice que “va a sucederle algo increíble, algo que aun ubicado en esa noche de
singulares aventuras y experiencias, parece arrancado de una exuberante novela”.

Troxler conoce al sargento que los intercede y que les avisa que tiene la orden de llevarlos. En
este momento, ninguno de los dos sospecha nada grave y por eso no reaccionan, pero más
adelante obrarán con una determinación sorprendente.

A las 0.32, la Radio del Estado interrumpe la música y transmite en cadena nacional el anuncio
de dos decretos: declara en vigencia la ley marcial en todo el territorio de la Nación y pone en
conocimiento su reglamentación. Troxler se encuentra con otro conocido, un comisario que
acaba de escuchar el anuncio y que, bromeando, le dice: “a ver si todavía te fusilan”.

17. “Pónganse contentos”

A las 0.45 bajan a los prisioneros del colectivo. Los llevan a una oficina de la Unidad Regional
San Martín. Se preguntan perplejos por qué los tienen allí, sin encontrar respuesta. Mario Brión
piensa en su esposa, que debe estar preocupada porque él nunca llega tan tarde a su casa.
Garibotti se lamenta de haberle hecho caso a su amigo Carranza. Este recuerda las palabras de
su mujer, que le pedía que se entregue, y piensa que ya es hora de entregarse, porque “matar
no lo van a matar, por unos panfletos y unas conversaciones”.

Un oficial les pregunta si son detenidos políticos y les dice que se pongan contentos, porque
estalló la revolución y ya no tienen comunicación con La Plata. Del combate que se da en esta
ciudad, en este capitulo también se destaca la participación de Juan Carlos Longoni, un policía
que defiende al gobierno, implacable durante toda la noche, y que después será dejado
cesante por respaldar las denuncias que el doctor Doglia realiza sobre este caso de los
prisioneros de la Unidad Regional San Martín.

18. “Calma y confianza”

Es la 1.45 de la mañana. La ley marcial ha sido propalada varias veces. Hace 15 minutos se
difundió un comunicado de la Vicepresidencia de la Nación, firmado por Rojas, que notifica lo
que está ocurriendo y que le pide a la población “tener calma y confianza en la fuerza y
consolidación de la Revolución Libertadora” . Los prisioneros se enteran y empiezan a temer.
Gavino pregunta a qué hora salió la ley marcial y se alivia al enterarse que se promulgó
después de su detención. Pero Mario Brión dice en voz alta: “a ver si todavía nos matan…”
Todos hablan al mismo tiempo, preocupados, hasta que dos guardias armados imponen
silencio. Mientras tanto, el sargento Díaz ronca despreocupado.

19. Que nadie se equivoque…

Rodolfo Rodríguez Moreno, el inspector mayor de la Unidad Regional San Martín, se pregunta
por qué le tienen que caer a él estos “pobres diablos” (78). Tiene un mal presentimiento, atado
como está a la “desgracia”. En más de una ocasión le ha tocado estar envuelto en situaciones
complicadas, de accidentes “infortunados” en los que él es inocente. “Pero el desastre lo
sigue” . Aquella noche lo acompaña el comisario Cuello.

Los detenidos empiezan a ser llamados en tandas para ser interrogados. A Livraga le preguntan
si sabía algo de la revolución, si había visto antes unos brazaletes con la insignia P.V. (Perón
Vuelve) y si un revólver que allí tenían le pertenece. A todo responde que no, y cuenta por qué
se hallaba en el departamento de Florida.

Gavino se pone de acuerdo con Carranza para declarar lo mismo: que son simpatizantes
peronistas, que presumían que iba a haber un levantamiento y que fueron a escuchar la noticia
por radio. Mientras tanto, a Troxler y a Benavídez los tienen separados, en otra dependencia. A
estos les dicen que los mandan a La Plata.

A las 2.53 de la mañana sale en cadena nacional una difusión del vicepresidente Rojas, en el
que anuncia que se está dominando el levantamiento. Luego dice: “Que nadie se equivoque La
Revolución Libertadora cumplirá inexorablemente sus fines” . Una hora después, el combate
continúa.

Los detenidos tiritan de frío en la Unidad Regional de San Martín. Desde las 3 de la madrugada
el termómetro marca 0 grados. Entonces los llaman de nuevo, de a uno. Les quitan dinero,
relojes, llaves, documentos y otras pertenencias; a cambio les dan un recibo de lo confiscado.
Se torna evidente que no piensan soltarlos.

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