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i Lite HISTORIA ei HS ee a Jag (it g By Rss ! Introduccién | En2017, en el décimo parlamento de los nifios que se celebré en la Cama- ra de Diputados, Axel Yair Valencia Albarran, representante del estado de hoy vengo a hablar de este derecho Morelos, expresé desde la tribuni que me gusta mucho, el derecho a jugar”. & k | Hoy en nuestra vida —continué— ya no podemos disfrutar ese derecho, por- i: que ya no podemos, porque tenemos miedo de la inseguridad. Ya no pode- | mos salir a jugar en nuestra privada con otros amigos o simplemente salir a caminar en nuestra ciudad, o ir a jugar a un parque, ya no podemos porque tenemos miedo, Tenemos algo que nosotros queremos expresar, hay mucha gente mala, gente mala que nos puede dafiar, nos puede secuestrar, nos pue- de hacer muchas cosas, pero nosotros los nifios debemos de hacer este dere- cho, porque los nifios debemos de ser libres, que ya no haya mas inseguridad. Yya, gracias." Cuando las nifias, los nifios y los adolescentes mexicanos perdieron la li- bertad para circular seguros y solos por la calle? gCuéles fueron las causas y los agentes que limitaron su autonomia en el espacio piblico? 4 Los casos de secuestros narrados por la prensa sirvieron ademas para divulgar estereotipos sobre la extranjeria, incitar al publico a buscar justicia por propia mano, reproducir las ideas tradi- cionales de la maternidad, crear nuevas ansiedades en torno al cuidado de los nifios e insistir en su posicién vulnerable ante la dinamica urbana, coartando su autonomia y su derecho a la ciudad. Cultivar el miedo supone una forma de control, de ejercicio del poder y de dominio sobre el otro; es una forma de violencia simbélica. Para David L. Altheide, el miedo es un elemento clave en la creacién de “la so- ciedad del riesgo” organizada en torno a la comunicacién y orientada a la vigilancia, el control y la prevenci6n de riesgos, en la que nifios y nifias serian un objetivo importante de tales esfuerzos.** En la medida en que INTRODUCCION + 15 Escaneado con CamScanner eel “espacio corporal” y el “espacio jedo colabor6é con el fortalecimiento de aque- del miedo co enere espaciO privado y espacio publi- o Ia idea de que un nuevo orden ee ee one co, asi como con dria mayor seguridad para las infancias. El mie familia nuclear— supone''? ‘6n masiva, sumado a la caren- doctor a .. ona proteceid de la infancia, se decan- iti abli tiva’ ; ‘ ia de politicas publicas efect la . 6 en a favor de la exclusion de las comunidades infantiles del espacio publico y su replegamiento al espacio privado, considerado como indni stabilidad y seguridad. . coal ae Altheide, ‘os esfuerzos de control social siempre son mis ficiles de justificar si afirman proteger ala infancia de riesgos en expansién.* Mientras que en paises como Estados Unidos ° Canada el miedo fue disefiado para condicionar los cuerpos de nifios y nifias, y sus reflejos para poder evaluar el riesgo y aprender a reaccionar ante el peli- gro de manera segura, educarlos civicamente y desarrollar independen- cia, autonomia y responsabilidad, asi como las competencias necesarias para manejarse con seguridad en las calles,2? en México el miedo se uti- lizé para limitar su presencia en el espacio publico, para depositar la res- ponsabilidad estatal de la proteccién y el cuidado de la nifiez en padres y madres, y no implicé iniciativas para ayudarlos a construirse como suje- tos auténomos, independientes y capaces de sobrevivir ante los retos que planteaba la moderna vida urbana. El Estado mexicano, constituido en el siglo xx como el administrador del espacio ptiblico, poco hizo para ga- rantizar la autonomia infantil en Ja ciudad.2° Los avances que traeria el siglo xx en la defensa de los derechos de a infnca y su transformacién, a finales de siglo, en el reconocimien- 0s y nifias como sujetos de derech 6ji fas cho, paraddjic i ala par de su pérdida de ind a vi endenci: , cién de las ideas que defen Ai ncia y de autonomia, de la acentua- i imites entr' Jas emociones median los limites jal”?7 el discurso Ho tle division anhelada por las élite: En este libro . concentro mi mi pacio de anilisis, i mirada en la ciudad de Méxi eateries Por ser el eje en el] que s, éxico como es: or ausledades en torno al secuestro de nig earn las mas gran- Por ser donde sucedieron d © nifios, nifias y adolescentes, y los de los ¢; asos de mayo: ae r alcance mediatico 16 * RoBacHicos Escaneado con CamScanner abordados en el tercer y el cuarto capitulos—, que se tradujeron en transformaciones normativas y en tema de varias producciones de las in- dustrias culturales. La ciudad de México provocaba miedo a propios y ex- trafios. Ademis de temer el secuestro infantil, los habitantes de la capital y de otras ciudades del pais tenian miedo a las enfermedades, a la falta de trabajo, al desamor, ala noche y a la sensualidad, a la pérdida de una mo- ralidad familiar, a los nuevos comportamientos juveniles. Para quienes tenian hijos, el miedo mis intenso era a perderlos, verlos atacados por en- fermedades o atropellados por automéviles*. EL ROBACHICOS El robachicos,3 un mexicanismo con el que se designé al secuestrador de nifios, encarna quizés el miedo mas profundo del ser humano: la desapa- ricién de los hijos. La figura atraviesa tradiciones similes en varias cultu- ras. Personajes andlogos —el coco, el cucuy, el cuco, el hombre del costal, - el hombre del saco, el sacamantecas, el bogeyman— asoman en leyendas orales y narraciones clasicas, y en una literatura infantil poblada de pa- dres devoradores, ogros, ogresas y brujas.** La costumbre tradicional de asustar a los nifios mediante un personaje mis- terioso se extiende por toda la regién extremefia, Europa e Hispanoaméri- ca. El nombre del asustador varia segin las regiones y las localidades. Inclu- s0 en una misma poblacién puede recibir denominaciones muy diferentes. En Puerto de Santa Cruz se recurre al “bobo”, a “camufia’, al “hombre del saco”, al “tio del sebo", al “pobre’, al “médico”, ala “bruja coruja’,a la “pantaruja” ya otros personajes variopintos que las nodrizas crean en un momento determi- nado y que van recogiendo a los nifios que no se duermen o se portan mal. (..] Se encuentra el coco en cancioneros del siglo xvi7 Los robachicos son personajes que permiten la catarsis de las emociones asociadas al miedo de la desaparicién de los nifios** y conllevan prescrip- ciones emocionales de obediencia, de comportamientos correctos y una formacién emocional en torno al miedo y a la culpa. Las historias de los robachicos han pasado de generacién en generacién, mas por su utilidad como forma de disciplinamiento que por su veracidad, especialmente en momentos histéricos en los que el énfasis en la obediencia infantil ha sido un componente central de Ja crianza. Peter Stearns ubica la ctispide RVTRODUCCION ¢ 17 Escaneado con CamScanner andoen Estados Unidos la disciplina a vital. Luego los padres se concentra- js ; asada en el miedo era unc de las emociones negativas, como el enojo, e| ientas-? miedo, la angustia, con otras aes 10. xx, por lo que la periodizacién Eltézmino robachicos Na-M jo] siglo. El periédico El Mundo decia a de extelibroarranc oa It ae alarmante la frecuencia con que se finales de1896: "ya es verdaders das las clases sociales sean arran- estan dando casos de que los nifios de todas | oe pe cados de sus hogares para llevar luego una vida de desgracia | ignominia’. Luego de hablar de la calidad camaleénica de los pccueeee lores, sujetos capaces de no infundir “sospechas de ninguna especie’, se hacia una di- recta asociacién de los robachicos con los mendigos, que podian estar dis- frazados o no, pero que asi se acercaban a las victimas. El diario narraba el caso de Maria de los Dolores, hija de un acaudalado caballero michoa- cano a la que una chica de 18 afios, vestida de mendiga, intenté secues- trar en el patio de una casa. “{Mucho cuidado con los mendigos robadores de nifios!”, concluia la nota.° La asociacién entre robachicos y mendigos a Sere Castel recuerda como las sociedades preindustria- ; origen de los riesgos siempre en el exterior de las comu- apes eso la figura del vagabundo, “el individuo desafiliado por ex- cia’, movilizé “una cantidad extraordinaria de medidas de caracter ‘omo representacién de alteridad, fue siem- te amenazador”.* La palabra robachicos aparecer nto Puesto, “roba-chicos", pero we 4 inicialmente como un término com- Aunque su aparicién puede Pronto se lexicalizara, perdiendo el guion.”” los robachicos on eee Situarse en los albores del ei oo s en México fue 1945. Fu res del siglo xx, el afio de nt © entonces cuando el vocablo al- °s se referird asi a ese afio: eUando logs a gn Fanta carpas ambulantes, ha de seF a ma necesari vent si nce ca de los bets “sario de estas casas quietaS as y las aba; icos, tan épo- MOS Ja; é los ale, Puntual como la ép0 Ss le TOs di i eae 38 * noBacitcos ‘Meti debao de la carne nit? Proximos a las Escaneado con CamScanner José Emilio Pacheco escribiré también sobre ese momento en “Tenga para que se entretenga”: Otro periddico sostuvo que hipnotizaron a Olga y la hicieron creer que habia visto lo que cont6, En realidad, el nifio fue victima de una banda de “robachi- cos”, (El término, traducido literalmente de kidnappers, se puso de moda en aquellos afios por el gran ntimero de secuestros que hubo en México durante Ja segunda Guerra Mundial.) Los bandidos no tardarian en pedir rescate o en mutilar a Rafael para obligarlo a la mendicidad.* 1945 fue el afio del secuestro del nifio Fernando Bohigas, un caso seguido minuciosamente por policias y periodistas. La noticia, difundida en va- rios paises del mundo, dio a conocer internacionalmente el término roba- chicos como una creacién mexicana. Si los secuestros infantiles, como ha estudiado Paula Fass, se influyen unos a otros histéricamente, dejan resi- duos de expectativas acerca del crimen, patrones de comportamiento de los padres, de la policia, de los criminales, de las leyes y las organizacio- nes dedicadas a los nifios, asi como distintas formas de entender los peli- gros para la infancia,** podemos entender el de Bohigas —que estudio en este libro— como un caso culturalmente resonante. En el otofio de 1945 habia terminado finalmente la segunda Guerra Mundial. En México eran los tiempos del llamado “milagro mexicano” econémico y del ascenso de las clases medias y, dentro de ellas, del mode- lo de familia nuclear. La prensa mexicana se obsesionaria con hacer sen- tir que la ciudad de México, esa que recibe a los més famosos artistas de Hollywood pero en la que se reprimen las manifestaciones de los traba- jadores organizados, engulle a sus habitantes més pequenios haciéndolos desaparecer en las fauces del monstruo moderno de grandes avenidas por las que circulan miles de peligrosos automéviles, donde constantemente se crean nuevas calles y se derrumban edificios antiguos. A la ciudad de México de Jos afios cuarenta llega gente nueva todo el tiempo, provenien- te de estados de la repiblica o del extranjero, que ocupa los nuevos hote- les de ciudades como Cuernavaca o Acapulco. Mientras tanto, la vida os- Gilonte de la modernidad citadina ocurre entre las barriadas pobres, con calles sin asfalto ni drenaje, o en las modernas colonias ya iluminadas por los faroles, Son tantos los cambios y han sucedido con rapidez, que quiza por eso provocan temor y acrecientan la sensacién de inseguridad y ries- go. Hay una suerte de caldo de cultivo para el surgimiento de nuevas an- siedades paternas: las familias se empequehecen, las mujeres salen cada INTRODUCCION ¢ 19 Escaneado con CamScanner los espacios habitaciona. s en favor de la protec. dos los medios. En joméstico I os discurso Q nut C «nan por to 7 m SY ge diseminan P ‘ Tes concentran fo de Ja infanci se dis media encarnard lo que el nue- cién y el cuidad clase de los valores deseables, i lear a familia nuclear TT mento a ; ai emisiony al He entre 10 privado y 10 piblicg vo régimen 2 a divis “institucion pri 7 ae ‘jnstitucion prima- como la obediencia a dela familia co onal” el a osferas antagonica izacién pe! iy - como esferas antag’ Ta folicidad y 4a realizaciOn P' 4 1 tia en la busqueda de la i6n, los separados papeles de " re . ‘ A nnio monogimico con el fin de = elamor al trabajo, la fe en Dios.‘ Ese géneto patriarcales y autoritay"0> cia colectiva el gran miedoa ‘a en la concien , es el momento en el que se aloj ndi Katz, no serd en la esfe- i como escribe Ci é ios robachicos. De ese modo, s : tz, no eared sino en la relacién entre infancia y espacio publico, donde los discursos de miedo exhibiran los desplazamientos et el desarto- Ilo desigual, el estrechamiento de la libertad, la pérdida de autonomia y e deterioro de la vida cotidiana de los nifios." El secuestro es un delito definido por la apropiacién del cuerpo del otro; es un acto que podriamos calificar de canibal, corporeizado, “me- diante el cual el otro perece como voluntad auténoma’."? El gran coco parece ser esa ciudad canibal que se traga a los nifios, a la que hay que reconocer dia con dia porque siempre aparecen nuevos comercios, bares, cabarets, cines; nuevos personajes: pachucos, cinturitas, ruleteros, chofe- res, cabareteras; espacios y sujetos que se convertiran en “protagonistas distinguidos de la nota roja’>° El vertiginoso proceso de urbanizacién agudiea tes Tiesgos ace aes reconfigura y los resignifica; trae con- igo su propio saco Ileno de miedos, que la prensa y los demas medios de comunicacié imi sacion y entretenimiento aprovechan para ofrecer a los citadinos ese context, econocer a simple sign pen On artistas del “de Pe vista: de dia mendigos, escri- be José Emilio Pacheco, noche un millonario elegantisimo”. Su figura era polifactica, por lo que nalos ficcionaliza agi.” P&T ue publi an en el mercado, en el qui- sit C0." El escritor Agustin Cade- 20 * RoBACHIcos Escaneado con CamScanner Gracias a su ubicuidad, el Coco acechaba en todos lox rincones oscuros: en Ja vyivienda que se derrumbaba Jentamente a la entrada del edificio y que ya no se podia rentar, en las azoteas, en los roperos. De noche, sus dominios se ex- tendian a ln vieja escalera de piedra y al patio del fondo, donde se tendfa la os aition podia ser conjurado, ya fuera jedos la sefial ropa, Por supuesto, en cualquiera de « apretando los ojos 0, en los casos més graves, haciendo con low d dela cruz, Pero donde sf era sefor ubsoluto era en la calle, Las calles le perte- neefan por completo, En ocasiones, si no andaba muy ocupado comiendo ni- fos, atendfa un puesto de tiliches en Gorreo Mayor. Era desobligado, como mi pa a la pobre de la Co- padre, y le gustaba empinar el codo. Ya borracho, le p catriz, Esto me lo conté mi hermana, que nunca le tuvo miedo, Cuando creci- mos fue la primera en dejar de creer en el Coco. Los robachicos son actores criminales, pero también representaciones del miedo construidas para los niftos y sobre los nifios. Oscilan entre una préctica criminal (el secuestro) y una priictica cultural (miedos construi- dos por los adultos mediante diversas producciones culturales) para con- trolar y someter a la infancia. El robachicos producia un miedo que ter~ miné integrindose a las experiencias, a las pricticas de maternidad y paternidad, y a los discursos para reducir las andanzas de los nifios en la ciudad, Los casos criminales y el relato que de ellos hicieron los medios de co- municacién y entretenimiento fueron provocando “cambios de la con- ducta y en los patrones de convivencia social al limitar la circulacién, disfrute y permanencia en los espacios piblicos urbanos"®* Como figu- ra del miedo, el robachicos encarnaba una “experiencia individualmente experimentada, socialmente construida y culturalmente compartida”4 No s6lo acrecenté la sensacién de desconfianza hacia los extratios, sino que mostré también la fragmentacién de las relaciones y los vinculos socia- Jes aparejados a la vida urbana, la incapacidad del gobierno para garanti- zar la seguridad de los habitantes del pafs, los sentimientos de vulnerabi- lidad de Jos citadinos y las nuevas relaciones de los nifios y las nifias con el espacio publico. Si bien en los primeros afios de ln década de los sesenta las noticias de los robachicos se redujeron, el secuestro infantil, como todos sabemos hoy, no se detuvo, En el primer afio de su aparicidn, la revista de nota roja Alarmat aseguré de manera triunfalista que la época de los secuestrado- res de nifios y niftas estaba “superada” y que s6lo “ocasionalmente hacen "98 su aparicién las y los robuchicos"** Probablemente lo que disminuyé fue INTRODUCCION ¢ a1 Escaneado con CamScanner e tema. Situacion que los pro- para realizar peliculas en las esicano aprover dos en comedias de enredos y hu- os (1967) 68 vViruta y Capulina. Sin 6 la nota roja capitalina: el secues- fue encontrado en Ja casa de la tro del pequeno jo despues, Juego de meses de investigacién desu familia ia década de los sesenta, la : aos de | ta los primeros afios ve . nos hast P | panico social, las re- ibid iti n que atizo e

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