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LIBRO ARQUEOLOGÍA

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ORGANIZACIÓN DE LOS TERRITORIOS

Hispania Citerior Tarraconense.

La Tarraconense corresponde a una de las tres provincias resultado de la organización augustea del 27 a.C. Sin
embargo, su creación se data en el año 197 a.C.

La capital de la provincia se instaló desde momentos tempranos en unas de las ciudades con mayor tradición
de la presencia romana en la Península: Tarraco, si bien hay quien mantiene la existencia de una pugna por la
capitalidad entre Tarraco y Carthago Nova. Desde época augustea, era la sede de la Tarraconensis,
Caesaraugustanus y el Cluniensis. Estos tres conventus se concentraban en la superficie del sector norte dada
a la necesidad de un mayor control de estas tierras recién conquistadas.

Con Augusto y la pacificación de los territorios hispanos queda, por tanto, definida esta provincia al frente de
la cual se encontraba un legatus Augusti pro preatore. Durante su gobierno, se llevará a cabo una serie de
alteraciones en las fronteras iniciales que deben ser puestas en relación con el interés del emperador por
asumir bajo su control directo los distritos meridionales del área Castulo-Sisapo. Entre las modificaciones
realizadas se encuentra asimismo la anexión de la Gallaecia y la Asturia. Cabe mencionar la provincia
Transduriana por la que muchos especialistas se inclinan a considerarla como una división autónoma en el
momento temprano de la configuración territorial de la Tarraconense.

La división provincial se mantendrá así durante un largo tiempo, no siendo objeto de modificaciones de entidad
hasta el siglo III d.C. Será a lo largo de la centuria cuando de la antigua Tarraconense se despejen la Gallaecia,
la Carthaginense y la Ballaerica.

Hispania Ulterior Baetica.

La provincia de la Bética tal y como queda constituida en época de Augusto ocupaba gran parte del sur
peninsular. Por el oeste, el límite con la Lusitania lo constituía el rio Anas, por el norte, Emérita Augusta y
Metellinum. Mayor dificultades para su definición plantea el confín oriental: tras una primera reforma iniciada
en el 27 a.C., la organización definitiva fue trazada en el 13 a.C. de acuerdo con unos límites que quedaron
mantenidos hasta tiempos de Diocleciano. Fue entonces cuando dos zonas de importante valor económico
fueron escindidos para la Tarraconense.

De hecho, la gestión de la cesión de la Baetica fue una de las concesiones que Augusto tuvo que otorgar al
Senado por su apoyo en el ascenso del poder. Frente a la Tarraconense y a la Lusitania, se trataba de una
provincia desmilitarizada que pagaba sus tributos al Senado. Al frente de ellas se encontraba un preconsul.

Hispania Ulterior Lusitania.

Una vez escindidos de la Baetica, el área ocupada por la futura provincia sufrió una serie de modificaciones.
De esa forma, por el norte del Duero se convertirá en su frontera natural cediendo los territorios de Gallaecia.
Los límites oriental y meridional son más difusos: desde el Durius hasta enlazar con el rio Anas. Era a partir del
último de estos cursos fluviales donde se establecía el confín con la Baetica. Es también a partir de este
momento en adelante cuando queda dividida en conventus administrativos: el Scallabitanus, el Emeritensis y
el Pacensis.

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VÍAS DE COMUNICACIÓN

Hispania Citerior Tarraconense.

Con el avance de la conquista, se desarrolló una red de calzadas que fue ampliándose con el fin de poner en
contacto los nuevos núcleos de población y el acceso a los recursos. Entre ellos también se contaban
numerosos centros ya existentes previamente. Así, por ejemplo, con la reorganización augustea, se refuerza
Tarraco estableciéndose las comunicaciones con nuevas colonias de Caesaragusta y Barcino. Fue fundamental
la vía encargada de comunicar Hispania meridional con los distritos mineros del noroeste a través de Emerita
Augusta que recibió el nombre de Vía de la Plata.

En lo que respecta a las comunicaciones marítimas, la Tarraconense ofrecía un frente costero al Mediterráneo
por lo que ahí se situaron algunos de los principales puestos de Hispania como el de Emporiae o Carthago
Nova. El de Carthago fue durante un largo tiempo uno de los más prósperos del Mediterráneo. También el de
Tarraco fue importante pero con una función militar. Otros puertos importantes serían el de Ilchi o Portus
Ilicitanus.

A su vez, buena parte de las costas cantábrica y atlántica pasará de ser un territorio prácticamente desconocido
a quedar vertebrado dentro del espacio marítimo. La intensificación del comercio marítimo en época Flavia
servirá de importante revulsivo para el crecimiento y desarrollo de muchos enclaves ya existentes y, a partir
de aquí, adquirirán un definitivo papel comercial tanto de exploración de recursos mineros locales como los
productos que llegaban procedentes de la Meseta o Valle del Ebro.

Hispania Ulterior Baetica.

En el panorama de las comunicaciones béticas destacarán los cursos fluviales. Algunos eran navegables hasta
núcleos situados a muchos kilómetros al interior. La actividad dinámica fluvial ha dado lugar a importantes
cambios con respecto a la antigua topografía que hoy dificultan la identificación de las áreas portuarias. Escasos
restos del puerto han sido identificados en Corduba.

Interesantes evidencias han sido documentadas en la vecina Hispalis, permitiendo identificar al recorrido al
interior del casco histórico del antiguo meando del río. De este modo, en las inmediaciones de la catedral, la
investigación sitúa un área portuaria y comercial. Algunos puestos conocidos serían el de Gades, Malaca, entre
otros.

A lo citado anteriormente debe unirse las vías terrestres. En este caso, de la Vía Augusta, atravesaba Andalucía
hacia el sureste por el que ascendía hasta la frontera natural de los Pirineos. Vía de la Plata conectaba con la
Lusitania. También mencionar el uso de puentes, muchos de ellos perdidos o enmarcados bajo estructuras
posteriores que servían para salvar tanto grandes ríos como arroyos menores.

Hispania Ulterior Lusitania.

Una de las prioridades de Roma fue establecer una red de comunicaciones en Lusitania que, a su vez, se
conectaran con la Tarraconense y la Bética. En la actualidad, se conservan algunos tramos de las antiguas
calzadas y puentes como el de Alcántara. En relación con lo anterior, en ocasiones se encontrarán monumentos
de carácter honorífico marcados por un programa ideológico y la plasmación de su territorio.

Como medio de comunicación, fueron fundamentales los cursos fluviales, largos y caudalosos con
desembocadura en el Atlántico como el Duero, Tajo o Guadiana. A parte de esto, también se desarrolló las vías
terrestres (Vía de la Plata). Por otro lado, la violencia de las aguas atlánticas y el efecto de las mareas hizo que
faltaran en sus costas grandes puertos de entidad, esas fueron las razones por las que se llegaron a establecer
enclaves en los cursos bajos de los ríos.

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EL CONTROL MILITAR Y LAS FRONTERAS.

Hispania Citerior Tarraconense.

El largo proceso de conquista así como la relativa inestabilidad de las fronteras establecidas en el centro-norte
de la Península por las fuerzas romanas propició que los territorios de la luego provincia Tarraconense contaran
con presencia militar de forma ininterrumpida. La acusada atomización de la población en resistencia a la
penetración romana hizo necesario su mantenimiento constante durante toda la República.

Si bien tras para la ocupación y pacificación de estas regiones septentrionales fue movilizado un contingente
de siete legiones, una vez que los territorios pasaron definitivamente a control de Roma, Augusta limitó su
presencia a tres, establecidas en puntos concretos creando una suerte de cordón protector. Estos contingentes
no solamente tenían como objetivo velar por el territorio recién conquistado, sino que además eran solamente
para el establecimiento de la infraestructura necesaria para permitir una adecuada explotación de los recrusos
y el control fiscal. Este fue el objetivo de los primeros asentamientos urbanos como Asturica Augusta. Más
tarde, con la mayor consolidación de las formas de organización romanas, esta presencia militar se redujo aún
más debido también a la creciente inestabilidad en el limes renano que obligó a desplazar allí contingentes.

Desde el punto de vista arqueológico, en cualquier caso, es escasa la información que se posee acerca de los
campamentos republicanos. Entre ellos se encontraban los de Tarraco, Ampurias o Almenara, fundamentales
enclaves en los primeros estadios de la conquista, o las posteriores de Numancia y Renievlas, instalados con
motivo de las guerras celtíberas.

La transformación en ciudades de los antiguos campamentos militares no fue un fenómeno ni generalizado ni


automático, sino que parece haber respondido a una política selectiva. Ya en momentos tempranos se
promocionó en núcleo civil Asturica, mientras que otros se mantuvieron como asentamientos militares de
forma coetánea a la consolidación plena del fenómeno urbano en las regiones del norte y noroeste peninsular.

Hispania Ulterior Baetica.

Toda esta red de comunicaciones fue fundamental para el traslado y circulación de las tropas que se
enfrentaron en el curso de la Segunda Guerra Púnica. Cierta herencia de esta presencia militar estará presente
en las plantas, de tipo campamental, de algunas de las fundaciones más antiguas como Italica o Corduba. Como
ya se ha señalado, la Bética se caracterizó a partir de época imperial por ser una provincia pacífica, pacificada
y desmilitarizada.

No presentó durante la mayor parte del Imperio fronteras conflictivas ni inestables que precisaran de una
presencia militar continua. No obstante, las fuentes transmiten diferentes incursiones de mauri, pueblos
procedentes del norte de África.

Hispania Ulterior Lusitania.

Desde los primeros momentos de la conquista, las vías de comunicación fueron asimismo fundamentales para
facilitar el movimiento de tropas y contingentes militares. De entonces, en época tardorrepublicana, constan
evidencias de campamentos romanos.

La Lusitania, no obstante, en lo que a su ocupación militar se refiere, fue desde la reorganización territorial
llevada a cabo por Augusto, una provincia inermis, es decir, carente de tropas en el territorio. Como ocurrió en
otras partes de la península, el reclutamiento de contingentes lusitanos como tropas auxiliares del ejército
romano. De interpretación más controvertida, pero con obvio fines defensivos tal y como dejan ver las
características estructurales como Castelo da Lousa. De hecho, se encuentra en un área escenario de continuos
enfrentamientos hasta su definitiva conquista por Roma.

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EXPLOTACIÓN DE LOS RECURSOS.

Hispania Citerior Tarraconese.

Uno de los principales potenciales de la Península Ibérica era la riqueza mineral. La minería contribuyó al
desarrollo de la metalurgia del hierro, metal necesario para la elaboración del instrumental empleado en la
agricultura, actividades artesanales o la propia extracción del mineral.

En Tarraco quedaron incluidas los principales distritos mineros una vez conquistada las tierras de cántabros y
astures. Más aún, a las anteriores, se sumó también la rica región de Sierra Morena con distritos metalíferos
como los de Castulo y Sisapo. De ellas se extraía plomo, plata, cinabrio, cobre, otro etc. A su vez, del entorno
de Carthago Nova se obtenía galena argentífera y plomo.

A pesar de que estas minas eran de propiedad imperial, su explotación era concedida a particulares. Estos
podían ser de agrupaciones o familias que tenían poder político de la ciudad.

Pero, sin duda, una de las principales regiones mineras fue la ya aludida del noroeste peninsular. En ella, en
época romana, se beneficiaba tanto en minar excavadas como en placeres fluviales. Frente a lo ocurrido en
otros sectores como La Unión o Almadén, explotados prácticamente hasta nuestros días, un amplio sector del
distrito minero del noroeste fue abandonado ya en época antigua.

En estas áreas han podido reconstruirse las diferentes fases del proceso de extracción del oro, así como la
organización del territorio y el poblamiento en torno a ellas. Han sido identificadas tanto una serie de núcleos
indígenas (de donde procedía la mano de obra) como instalaciones destinadas a los representantes de la
administración romana encargados de la gestión de la explotación (contaban también con el apoyo del
ejército).

En Tarraco también se identifican numerosas canteras de piedra que fueron susceptibles de ser utilizados en
la construcción de muchas ciudades romanas y, en ocasiones, se observa una difusión en los mercados
regionales. Cabe mencionar que el acceso a estos materiales de importación eran costeros, sobre todo, para
aquellas poblaciones alejadas de la costa o de los ríos navegables. En ocasiones, se mezclaban materiales.
Mencionar también un material procedente de estas tierras: lapis speculasis (yeso) extraído en las
proximidades de Segóbiga.

Pero, sin duda, entre los principales recursos de la provincia se encontraban los derivados de la riqueza
agrícola. Desde finales del siglo II a.C. comienza a llegar a la Península grandes cantidades de vino, destacando
su presencia en la costa catalana, valle del Ebro y Baleares. Esto fomentó la pronta producción de vinos locales,
incluso hay evidencias desde época prerromana. También tenemos información de establecimientos
encargados de la elaboración de ánforas encargadas de transportar el vino.

Más limitadas parece haber sido la producción de aceite debido a las poco favorables condiciones climáticas
en la provincia. Sin embargo, las actuales provincias de Murcia y Alicante acaparan los escasos testimonios de
almanzaras. No obstante, en áreas más septentrionales se han documentado ejemplares de variantes de
ánfora alearia.

Por último y dada a la amplia fachada litoral tanto al Mediterráneo como el Atlántico, no es de extrañar la
importancia de la actividad pesquera. Instalaciones para la producción de salazones se han documentado en
diferentes puntos como Carthago Nova, Tarraco o Saguntum.

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Hispania Ulterior Baetica.

De la zona de la actual Linares se obtenía galena argentífera; mercurio, cinabrio y plomo de las minas de Sisapo
(ambas incluidas en Tarraco en época de Augusto). Hierro era extraído de las canteras de Riotinto, en las
estribaciones de Sierra Morena. En diferentes puntos de la provincia se extraía también cobre, oro y plomo.
En cuanto a la explotación de las minas, no existían grandes sociedades que gozaban del usufructo de las minas,
en cambio, predominaban las pequeñas concesiones.

En la Bética, además, se han identificado canteras de piedra. Incluso algunas investigaciones están poniendo
en relieve una más amplia difusión de algunos materiales béticos incluso todo apunta que podrían haber
trascendido las fronteras llegando incluso a ciudades del norte de África. Por esto mismo, es la motivación de
muchos autores en decir que se produjo una inclusión a nivel imperial.

No menos importante fue el potencial agrícola. Tradicionalmente, se han puesto en relieve las explotaciones
concentradas en las comarcas del valle del Guadalquivir y en áreas de Corduba, Astigi e Hispalis. Algunos
estudios hablan de la práctica extensiva de una agricultura oleícola en las zonas de Málaga Jaén. En un segundo
momento, con el aumento de la producción de aceite, se dará una independencia y especialización de los
alfares fundamentales para las comunicaciones como para el suministro del agua necesaria en estas
instalaciones.

En el entorno directo de las ciudades también se ubican las industrias necesarias para el abastecimiento de
materiales de construcción. Ejemplo de esto lo encontramos bajo la actual sede del Parlamento de Andalucía.

Para valorar la trascendencia y alcance de mercados béticos es preciso tener en cuenta los contactos que en
todo momento unieron a la provincia con los territorios del Norte de África. Durante el altoimperio, la
monarquía Mauritania se encontraba en relaciones con Gades, Malaca y Carthago Nova. Incluso en las
hispanias parece haber controlado algunas de las rutas vecinas a lo largo de los siglos I y II d.C. Estas estrechas
relaciones comerciales deberían ser entendidas en un clima de notable sintonía cultural incluso en el
establecimiento de vínculos entre familias oligárquicas de ambos territorios.

Cabe mencionar también el uso de la moneda. Las primeras emisiones presentes se dan en áreas púnicas
incluso en época de Tiberio se empleaban las mismas. En torno a la Segunda Guerra Púnica es cuando aparecen
las más antiguas emisiones en ámbito ibérico (con fines militares). A comienzos del siglo II a.C. Roma dará
libertad a los territorios de la Ulterior para acuñar moneda.

Hispania Ulterior Lusitania.

Sin duda, la diferente naturaleza de los suelos y ubicación de los relieves fue decisiva para la distribución y
explotación en los recursos en la Lusitania. Los suelos graníticos eran poco propicios para la agricultura, siendo
la ganadería un importante pilar para la economía. Sin embargo, la Lusitania contaba con ciertas ciudades en
las cuales se podría practicar la agricultura como Sellium.

Las zonas más ricas eran las costeras en las que se contaba con una ubicación propicia para dar salida por el
mar a los productos. Evidencias de industrias de salazones se han documentado en asentamientos secundarios
como los de Traía.

Además, también destacó la explotación de recursos mineros y las minas eran muy frecuente cedidas por el
Estado a particulares o sociedades para su explotación. A su vez, en la construcción se emplearon
mayoritariamente piedras locales siendo protagonista el granito, muy abundante en la Lusitania, además de la
marmota rosada y grises.

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ESTRATEGIAS DE POBLAMIENTO Y URBANIZACIÓN DE LOS TERRITORIOS.

Hispania Citerior Tarraconense.

La política romana adoptó los sistemas organizativos previos. Aquí se encontraban zonas intensamente
pobladas con ciudades privilegiadas de primer orden con muchos elementos culturales propios como era el
gran caso de gran parte de la coste mediterránea (Tarraco o Carthago Nova); otras siendo coloniae o municipio
(Clunia) en las que se encargaban de organizar el territorio caracterizado por el mantenimiento de las unidades
organizativas de tradición indígena; otras responden a una política de colonización agrícola (Palma).

En lo que respecta a Saguntum, gracias a los restos arqueológicos, los niveles más antiguos son los
documentados en el sector del Castillo, que datan del siglo II a.C. Hoy sabemos que junto con el área Gran Vell
se situó el puerto de Arse-Saguntum, con una cronología V a.C. y VI a.C., se mantuvo como ciudad federada
hasta el momento que fue promocionada a municipium.

Emporiom tuvo su origen una suerte de doble dipolis: primero de la comunidad indígena con respecto a los
griegos focenses y después de la fusión ya consolidada con la nueva población romana hasta la definitiva
conversión en los siglos II y I a.C.

Tarraco recibirá de los núcleos de la Meseta Central y Norte procedía de antiguos asentamientos ibéricos y
celtíberos, muchos abandonaron sus asentamientos situados en altura para situarse en llano respondiendo al
programa augusteo de control del territorio. Esto se puede apreciar en Segóbriga.

En el noroeste observamos fases más antiguas de ocupación, como Bracara Augusta, que responde a un
asentamiento con gran porcentaje de población indígena. Con la pacificación de los territorios, se leva a cabo
una importante reestructuración de la zona. El avance de las investigaciones en ciudades como Astorga, entre
otros, ha permitido individualizar muchos de los elementos identificados como testimonios de la introducción
y difusión de las costumbres y modas de vida romanos.

Hispania Ulterior Baetica.

La abundancia de ciudades darán el salto cualitativo en el siglo I a.C. cuando en muchos núcleos urbano se
inserten los importantes programas monumentalizadores. Si bien durante la etapa republicana buen numero
de ellos se mantuvieron, será con las primeras deductiones en municipio o colonia, bajo César y Augusto,
cuando sean fruto de transformaciones de mayor alcance. En cualquier caso, recientes lecturas permiten
constatar un mantenimiento de las instituciones y de la organización de los núcleos urbanos prerromanos más
prolongado de lo que hasta entonces se defendía.

Con anterioridad, la Bética era una zona densamente poblada. A su vez, el sur peninsular, presentaba un rico
panorama cultural que influyó en la personalidad de muchas ciudades, entre ellas destacamos Malaca.
Corduba fue una de las ciudades más prósperas y, a través de lo que está aportando la arqueología, está más
próxima al modelo cultural de Roma.

En Gades, las investigaciones han arrojado los cambios sufridos en la ciudad. De otras ciudades fenicias, Sexs
pasó a ser municipio de derecho latino con César, mientras que Malaca, Baria y Abdera no lo adquirieron hasta
los Flavios.

En Hispalis contamos con los datos que hagan justicia a la ciudad romana. Los elementos de juicio se reducen
a niveles arqueológicos reutilizados en momentos posteriores que hablan de la entidad de los edificios a los
que pertenecen.

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Hispania Ulterior Lusitania.

En la Lusitania, Roma encontró grandes desarrollos en cuanto a pueblos prerromanos se refiere. No obstante,
en otros puntos de la Lusitania encontramos numerosos poblados promocionados por Roma.

El caso de Coninbriga, posee importantes fases de ocupación desde el Bronce Final, origen de una serie de
dispolis tuvieron ciudades como Metellinum, formadas por un asentamiento indígena. El núcleo romano fue
creado por un punto elevado sobre una colina controlando el paso de un río.

Otras ciudades como Sellium o Scallabis, se consolidarían como núcleos de cauces fluviales, a su vez, en puntos
intermedios de importantes vías de comunicación. Ciudades en principio peregrinae asumieron estatutos
privilegiados en diferentes momentos; las más antiguas quizá en reconocimiento de su posición y apoyo
durante la fase de conquista y avance romano, el salto cualitativo se produce con la iniciativa de César.

Fue necesaria la fundación de núcleos urbanos que respondías a la necesidad de controlar los territorios. De
este modo, el objetivo de la fundación de la capital, Emerita Augusta, fue el control del río. Desde un principio,
la funcionalidad de la capital parece haber sido más civil que militar, se trataba de un enclave estratégico para
la defensa del Valle del Guadiana.

No obstante, como ocurrió en otras ciudades de nueva planta, parece posible que el establecimiento hubiera
respondido a una suerte de sinecismo, en la medida en la que a los ciudadanos romanos de la deductio se
unieron comunicaciones del entorno. No siempre será fácil determinar el estatuto jurídico de las ciudades, así
como establecer el momento en el cual fueron promocionales.

En un buen número de ocasiones el desarrollo de un importante y extensivo programa de monumentalización


puede estar asociado a la recepción de cuando no cambio de estatuto en cuestión. Dicho fenómeno se
reconoce en algunas ciudades como Emerita Augusta.

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EL VALOR DE LAS MURALLAS.

Hispania Citerior Tarraconense.

En diferentes ciudades de la Tarraconense se conservan algunas de las más antiguas estructuras defensivas
urbanas de la Península Ibérica. Tal es el caso de Tarraco donde parece poder afirmarse que el primer recinto
murario romano levantado en piedra documentado a lo largo en grandes rasgos de su trazado. Esta primera
estructura defensiva se habría levantado a finales del siglo III, comienzos del II a.C. En un momento que se sitúa
entre el tercer cuarto del II a.C., se levanta la segunda muralla que supondrá una importante ampliación del
área urbana.

De enorme interés resulta la muralla romana republicana de Tossal de Mauises. Levantada a finales del siglo II,
comienzos del I a.C., apenas parece haber variado con respecto al perímetro amurallado de la ciudad bárquida
previa. Poco después, se erige el complejo de la puerta oriental: en interés por acumular elementos de defensa
en el sector más débil se concentran un potente bastión, una torre de base maciza y un tramo curvilíneo de lo
propia muralla.

En el año 100 a.C., se levantan las murallas de Emporiae, parte de la nueva planificación de la ciudad
republicana.

La existencia de las de Carthago Nova, levantadas en torno a los años 40-20 a.C., ha sido bien constatada a
través de la epigrafía, que ilustra su carácter evergética destinada a sufragar diferentes tramos así como
algunos de sus torres y puertas. No obstante, parece bastante probable que se hubiera mantenido en uso la
potente muralla púnica.

En Ilici, se levanta una nueva muralla en época augustea; no obstante, ya con anterioridad, la ciudad
protohistórica habría contado con diferentes estructuras defensivas.

Muy posteriores son algunas de las más célebres murallas de las ciudades del noroeste. En Asturica Augustea,
poseyeron ya encintado desde época altoimperial y, en época tardía, se levantó una nueva muralla. A este
momento pertenecen también estructuras defensivas cada vez mayor conocidas como Bracara Augustea etc.
Este amurallamiento generalizado del norte está asociado al papel de vigilancia y protección del transporte de
determinados productos destinados al límite del Imperio Romano.

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Hispania Ulterior Baetica.

En la ciudad de Corduba han sido documentados los restos de una muralla, en torno del segundo cuarto del
siglo II a.C., de torres al menos semicurculares, con una superficie encerrada de 47 hectáreas y fue en parte
reaprovechada en las posteriores amurallamientos de la ciudad.

De características semejantes podría ser el de la Itálica. Excavaciones recientes han sacado a la luz los restos
de otra muralla de tiempos republicanos. Se trata de una potente obra con núcleos macizos de adobes y
paramentos interiores y exteriores de piedra.

Toda una serie de ciudades béticas adquirirá en diferentes momentos de su historia un estatuto privilegiado.
Esto en muchas ocasiones propiciará importantes cambios en las trazas urbanas que afectará a las murallas.

De la antigua ciudad de Carmona, levantada en un área en la que se ha documentado ocupación desde el


Bronce, su aspecto actual responde a numerosas refracciones y reformas. Parece incluso, en la parte occidental
de la ciudad, la más desprotegida, habría contado con un sistema defensivo de foros.

En buen estado de conservación se encuentra la muralla de Baelo Claudia con tres torres y tres puertas
flanqueadas por cuerpos rectangulares. Este encintado han sido reconocidas algunas fases: primero de época
augustea en el que se asocia al momento en que la ciudad adquirió el derecho romano y, posteriormente,
reconstruida con su estatuto de municipium.

Menos se conoce de la muralla de Ilipa. Aparecerán restos de murallas en Malaca, Carteia o Munigua. Con
respecto a la última, parece poder darse en algunos sectores de la ciudad.

Hispania Ulterior Lusitania.

Las murallas de Pax Iulia contaban con puertas y torres exteriores tal y como evidenciaba la documentación
epigráfica. Otras ciudades con importantes fases augusteas como Emerita Augusta o Coninmbriga contaron
con murallas. En la primera, las excavaciones han aportado interesantes datos por las cuales se han reconocido
pequeños portillos o accesos menores a los que confluían decumanos secundarios para el acceso peatonal,
mientras que otros de mayor entidad se localizaban en diferentes puntos de la ciudad.

La Lusitania también se verá afectada por el supuesto fenómeno de amurallamiento entre finales del siglo III y
comienzos del IV, siendo Conimbriga el único caso documentado. Investigaciones más recientes hacen hincapié
en su valor para la protección de las rutas de transporte y distribución de los productos destinados a los límites
germano y británico.

Como ocurre de forma generalizada en toda la Península, las ciudades de nueva planta suelen caracterizarse
por un esquema octogonal. De hecho, en la centuarización cabe identificar un fuerte componente ideológico:
anunciaba la ciudad y era un modo de plasmar el dominio de Roma sobre los territorios, ejemplo de esto: Pax
Iulia o Emerita Augusta.

A diferencia de lo citado anteriormente, en Misobriga o Coninbriga, muestran la herencia del trazado previo.
En ellas no solamente algunas de las nuevas insulae adquieren forma trapezoidal, sino que incluso se respetan
algunos de los barrios indígenas.

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LOS ESPACIOS PÚBLICOS: LA ADMINISTRACIÓN Y EL CULTO.

Hispania Citerior Tarraconense.

En el caso de la Tarraco o Valentia, la ubicación del foro se supone en el mismo lugar que luego ocupará el
imperial de la colonia. En la primera de ellas ha sido recientemente documentado el pódium de un templo
levantado sobre un edificio previo. Interesante información poseemos de la ciudad de Valentia. Las principales
evidencias se encuentran en el foro, sobre el que posteriormente se edificó el altoimperial y un edificio termal
en sus proximidades.

Construcciones semejantes se reconocen en Caesaraugusta, en las proximidades del rio así como en el casco
urbano de la actual Lleida. A su vez, en la antigua Neapolis de Ampurias se documentaron tres ejemplos
próstiles que datan de la segunda mitad del siglo II a.C. El espacio intramuros de Emporiae se organiza en
insulae 2x1 actus, quedando el espacio central destinado al foro, el cual poseía un templo elevado sobre podio.
En Saguntum, se conversan los restos de un antiguo edificio republicano de culto. En Carthago Nova, tras la
floriente etapa púnica de la ciudad, no será hasta finales de época republicana cuando comience a observarse
una nueva sistematización de las principales áreas públicas, en la plaza del foro se levantó un templo al que se
accedía por escaleras laterales. Otro importante edificio de culto del que se tiene noticia en la ciudad es el
dedicado a Esculapio.

En lo que a espacios forenses y de representación de época altoimperial se refiere, cabe insistir en el bien
conocido ejemplo de Tarraco, asumirá los elementos políticos y administrativos. La investigación realizada
coincide en situar el foro al pie de la ladera y allí ha sido documentada la basílica y, en el lado opuesto de la
basílica se encuentra un espacio identificado como Aedes Augusti, fue también, muy probable, en el foro de la
colonia donde esta erigió en honor a Augusto. En sus proximidades del sector oriental se suponía también
situado el templo dedicado al emperador.

En el caso de Bilbilis, el principal complejo monumental está formado por el foro, el teatro y una de las puertas
a la ciudad, con un acusado sentido jerárquico aprovechando las enormes posibilidades de al topografía del
área. El conjunto se compone de una gran plaza porticada en forma de Pi, con templo central y la basílica
cerrando uno de sus lados largos. Hay que destacar las excavaciones bajo la catedral de Zaragoza, la antigua
Caesaraugusta, en el que se ha documentado un área pública y un supuesto capitolio y el foro está situado de
manera escenográfica sobre el rio.

Otros elementos de modelos augusteos sugieren un gran programa y manifiesto de grupos escultóricos y
alusiones epigráficas. En Carthago Nova, los recientes trabajos arqueológicos han sacado a la luz un importante
edificio conocido como Insula I, que se encontraría en un sector público de la ciudad. En las inmediaciones del
foro ha sido identificado un edificio destinado a la celebración de banquetes, conocido como Insula II. También
hay que mencionar los espacios forenses del interior peninsular, especialmente los de Segóbriga en el cual
encontramos la presencia de una inscripción monumental en letras de bronce que nos informa de la presencia
del foro y del aspecto urbano.

En la Mesta Norte encontramos una gran referencia en Clunia, Asturica Augusta y Bracara Augusta. En Clunia
destacamos la basílica y los espacios públicos, en Asturica Augusta se ha documentado un foro de grandes
dimensiones y en Bracara Augusta, en época flavia, se verá los procesos de monumentalización del espacio
forense.

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Hispania Ulterior Baetica.

Se aprecia el modelo de referencia de la ciudad de Roma, además, las aglomeraciones urbanas se constituyen
en fundamentales foros de competencia social. Corduba, Italica o Malaca serán buenos ejemplos de estos
esquemas urbanísticos. En Malaca, sobre un promontorio se planta la ubicación de una posible área pública.

En época Julio-Claudia se planifica en Corduba un complejo monumental distribuido en terrazas. Pudo haber
asumido las funciones políticas y administrativas propias de la capital de provincia, en la parte superior se
instala un templo, quizá de culto imperial. Se encontraba situado al interior de una plaza porticada. El conocido
como foro colonial imperial se superpondrá a la antigua plaza republicana. En época de Tiberio, al foro de la
ciudad se le anexiona por el sur el que ha sido denominado como fórum noum.

Un buen conocimiento se posee de los centros cívicos de Baelo Claudia y Munigua, favorecido por el hecho de
que no han sido objeto de activa ocupación posteriores. En el caso de Baelo Claudia, se planifica un diáfono
foro, su esquema responde al bien tipificado de fines de época republicana en el que se concentran espacios
y edificios propios de la vida política y comercial.

La ciudad de Munigua constituye uno de los mejores ejemplos urbanos más monumentales de la Bética. La
ciudad se dispone a un complejo sistema de terrazas, en el sector más alto se encuentra el santuario. El foro,
consiste en una plaza porticada cuadrangular, al interior de la cual se levanta un templo sobre podio, entre los
edificios públicos ha creído reconocerse la basílica y el posible tabularium.

El foro de Carteia se identifica con una gran explanada ligeramente elevada con respecto al acceso a la ciudad.
En la Granada romana, los principales edificios públicos de la ciudad altoimperial se dispusieron en terrazas
artificiales.

Hispania Ulterior Lusitania.

A diferencia de las ciudades de la Tarraconense y la Bética, cuyo centro neurálgico era el foro, en la Lusitania
encontramos ciertas controversias: la sistematización de acuerdo a una tipología a la romana de las plazas
forenses se asociaba a la adopción de un estatuto jurídico privilegio; la investigación ha demostrado que no
sería necesariamente así, siendo la Conimbriga la mejor exponente a ello.

En la Lusitania, los foros conocidos muestras esquemas típicamente imperiales. En ellos, el edificio de culto al
emperador cobra gran protagonismo, siendo incluido dentro de amplias zonas porticadas en forma de Pi. En
lo que a edificios de culto se refiere, parece haberse identificado una común manera de hacer. En estos
elementos, cabe destacar el empleo generalizado de piedras locales. Otra característica será el empleo de
marmoras de importación.

En Emerita Augusta, la estrecha colaboración de instituciones esta dando como resultado un importante
conocimiento cuantitativo y cualitativo en lo que al conocimiento de la realidad antigua se refiere, hoy se
reconocen grandes plazas públicas. Los restos del foro corresponden al pódium de un templo hexástilo y de
cella transversal.

El templo de Ebora, en el cual encontramos la presencia de un templo similar al de Diana. Conimbriga se


destaca como un caso especialmente paradigmático en la medida en la que ofrece cuantiosa información de
las que fueron sus principales fases constructivos. El foro se configura como una plazas porticada.

Aparecen también en la Lusitania restos de monumentos honoríficos como los tenidos por arcos de Mérida y
Bobadela. Aparecen otros arcos como el de Myrtilis.

14
OTROS ÁMBITOS DE LA VIDA SOCIAL: LUGARES PARA EL ESPECTÁCULO.

Hispania Citerior Tarraconense.

Los primeros teatros levantados coincidirán con los proyectos de monumentalización augustea de las ciudades.
Ello se debe a su papel en la imagen urbana que trataba de impulsarse, a lo que se une su protagonismo en la
ideología del nuevo poder.

No obstante, aquí también se documenta la participación en la construcción de las aristocracias locales las
cuales conseguían: ganar el favor de sus ciudadanos a la vez que manifestar su apoyo incondicional al nuevo
régimen.

Los diferentes edificios para el espectáculo formaron parte, en muchas ocasiones, de complejas escenografías
urbanas. Entre los ejemplos más paradigmáticos se encuentra el de Tarraco. Posición privilegiada ocupan
también los teatros de Bilbilis y Saguntum.

Excavaciones recientes han permitido exhumar y poner en valor en buena parte de su superficie el teatro de
Caesaraugusta. La obra fue comenzada bajo Tiberio, formando parte de un proyecto más amplio en el que
también incluían jardines y termas públicas. En tiempos de flavios, el teatro sufrirá una reforma. El teatro de
Tarraco, bastante maltratado, para dar solución a las diferentes incógnitas, se han llevado a cabo recientes
investigaciones arqueológicas en su solar.

Investigaciones en curso de la ciudad de Clunia están permitiendo asimismo una mejor caracterización del
teatro. La construcción del de Segóbriga se sitúa entra los años 40 y 70 d.C. de forma coetánea al anfiteatro.
Ambos se encuentran extramuros flanqueando una de las puertas de acceso a la ciudad. Menos conocidas son
las estructuras de los edificios teatrales de Pallentia, Orca y Mago.

Menos numerosos son los anfiteatros y circos documentados en la Tarraconense. Solo la capital de la provincia
contó con los tres edificios. En Carthago Nova, el teatro y el anfiteatro se encuentran situados a ambos lados
de la ladera. Durante los años 80, se excavó el circo de la ciudad de Toletum. En el circo de Saguntum, nuevos
trabajos han permitido un mejor conocimiento de sus estructuras.

Hispania Ulterior Baetica.

En la Baetica, los edificios de espectáculo contarán con un importante protagonismo, no solamente desde el
punto de vista de su valor como piezas monumentales en el paisaje urbano, sino también por su papel en el
desarrollo de la vida cívica. Parece cada vez más claro que, para una adecuada identificación del fenómeno de
construcción se debe recurrir a otros elementos de juicio, tales como su carácter de vehículos y símbolos de
romanización, así como su participación en mecanismos de propaganda dinástica. Pocas son las ciudades en
las que hasta el momento han sido documentados de forma contemporáneos los tres edificios. De nuevo, tan
solo contamos con el caso exclusivo de la capital provincial: Corduba.

Datación augustea ha aportado el registro arqueológico para la construcción de los teatros de Malaca, Italica
y Corduba. En los dos primeros se han conservado inscripciones monumentales que dejaban constancia de la
dedicación de ambos edificios por magistrados municipales. En el caso italiciense, estos se encuentran
relacionados directamente al culto imperial.

El de Corduba, comenzó a ser excavado en el año 1994. Formó parte del programa augusteo de
monumentalización de la ciudad y la solución al graderío con el teatro de Marcelo, que la habría servido como
referente especialmente en la articulación de la fachada. Hoy sabemos que las gradas conservadas no son otra
cosa que parte de una escalera de tendencia que permitía la comunicación entre dos de las plataformas. Al
parecer, en el tercer cuarto del siglo III el edificio quedó dañado por un seísmo, comenzando así una larga fase
de abandono y de expolio.

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En Corduba, tras haberse propuesto en un principio la existencia de un anfiteatro en las proximidades del
teatro. El edificio ha sido recientemente localizado a las afueras de la ciudad con una datación de fines del siglo
III y comienzos del IV. Fue construido extramuros y, para su ubicación, se aprovechó una hondada natural del
área por lo que su fachada se encuentra parcialmente apoyada sobre el terreno.

En peor estado de conservación se encuentra el anfiteatro de Carmo, de graderío excavado en gran parte en
la roca y en el que parece poder identificarse la existencia de un espacio de culto a la diosa Nemesis. Del de
Astigi, levantado extramuros, ha sido excavado tan solo un sector reducido de las gradas. Poco sabemos del
anfiteatro de Gades.

Por último, ciro tan solo se conoce el de Corduba. No carece de interés el hecho de que este circo parezca
haber sido desmantelado ya a fines del siglo II, cuando todavía estaba por llegar el momento de gran auge de
las carreras de carros tanto en Hispania como en todo el Imperio, a lo que se une la existencia de ciertas
referencias epigráficas en la ciudad que sugieren el funcionamiento de otro. Se ha planteado asimismo la
existencia en Italica de un circo a partir de un dibujo.

Hispania Ulterior Lusitania.

Emerita Augusta se trata del único ejemplo con presencia de teatro, anfiteatro y circo. Para los dos primeros,
ambos fueron construidos con motivo de la iniciativa de monumentalización de la nueva ciudad, si bien
ligeramente escalonados en el tiempo y con un desarrollo edilicio más complejo de lo que la tradición científica
ha reconstruido. Así, por ejemplo, son aun difíciles de interpretar las relaciones entre estos edificios y el
encintado de la ciudad. A la espera de los resultados de las investigaciones en curso, se plantea que el teatro
fuera levantado en un terreno de origen extramuros mientras que el anfiteatro habría sido erigido pocos años
después. Ya en época tiberio-claudiana se construyó el circo. En cualquier caso, la investigación ha avanzado
en lo que respecta a la adecuada valoración del papel jugado fundamentalmente por el teatro como
instrumentos de la ideología imperial. Así parece haberse puesto de manifiesto en el aula de culto imperial
ubicada en la porticus post scaerram.

En la ciudad de Metellinum, se construyó un pequeño teatro. El de Olispo, fue objeto de una temprana reforma
ya en tiempos de Nerón. Sus restos se identifican en las proximidades de la catedral actual, en un área en la
que también recientes investigaciones proponen la localización del foro municipal.

Anfiteatros se conocen en las ciudades de Bobade, Conimbriga, Ebora y Capera. Salvo el primero de ellos, los
otros dos últimos son todavía mal conocidos.

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LA IMPORTANCIA DEL AGUA: ABASTECIMIENTO Y DISFRUTE DE LOS RECURSOS HÍDRICOS.

Hispania Citerior Tarraconense.

Con el trazado de la trama urbana, iba parejo algo tan importante como la infraestructura de canalizaciones y
drenaje. Hasta los centros urbanos llegaba el agua captada en diferentes manantiales naturales e incluso presas
artificiales como las de augusto-tiberiana de la que partía un canal que abastecía el entorno agrícola y,
posiblemente, a la región de Beligion. Fuentes y puntos de destino estaban unidos por kilómetros de
acueductos que se resolvían por medio de arcuationes superpuestas como el acueducto de Segovia. Podemos
destacar además el acueducto de Tiermes, el monumento del Molinete en Cartagena o los restos excavados
en Valentia.

Estos sistemas conllevaban además la instalación de fuentes públicas, como el de Tarraco, con surtidores en
forma de cabezas de león que aprovechaba las aguas de un manantial natural. Mayor complejidad presentaban
algunos edificios conocidos como “ninfeos” como el documentado también en Tarraco o el de Valentia.

El abastecimiento continuo del agua era asimismo fundamental para el funcionamiento de los edificios
termales. No son muchas las termas identificadas hasta la fecha en ámbitos urbanos de la Tarraconense. De
época republicana se documentan en Valencia, termas situadas próximos al foro. También de época
republicana son las de Baetulo, Ampurias y Azaila.

Dentro de los conjuntos termales de época imperial, ponemos de manifiesto el de Lucentum o Bilbilis. Las
primeras carecen de sistema de hypocaustum. A su vez, las bilbilitanas fueron decoradas en una segunda fase.
Podemos destacar los complejos termales de Ilici, en concreto dos, el occidental que se caracteriza por tener
un muro de cerramiento reforzado por torres, y las orientales, se conoce una notatio de grandes dimensiones
bien conservados. Bien conocidas serán también las termas de Clunia, de las que se conservan dos conjuntos
independientes conocidos como Los Arcos I y II.

Hispania Ulterior Baetica.

En Italica encontramos los ramales del acueducto procedente de Fuentes de Tejada que finalizaba en una
interesante estructura considerada tradicionalmente como castellum aquare. Desde él se distribuían las aguas
a diferentes puntos de la ciudad. Corduba necesitará asimismo nuevas acometidas de agua a fin de dotarse de
un abastecimiento hídrico estable, como la conocida Aqua Augusta. Posteriormente, se construirá el Aqua
Nova Dominiciana Augusta y tiempo después se construirá el Aqua Nova Dominiciana Augusta para reforzar el
anterior. De la monumental red urbana de canalizaciones subterráneas que discurría bajo la ciudad de Asido,
se conservan más de 30 metros practicables en su recorrido. De muchos de los acueductos que se encargaban
de llevar las aguas hasta los centros urbanos han quedado numerosos testimonios en el registro arqueológico.

En cuanto a los establecimientos termales de la Baetica, las documentadas bajo el teatro romano de Malaca.
las de Baelo Claudia y Munigua se encuentran entre las de carácter público mejor conocidas. Establecimientos
termales se documentan también en Itálica, donde se reconocen las conocidas termas menores y mayores. En
la entidad de Carmo, intervenciones urbanas también han identificado restos de edificios termales: uno de
ellos parece que pudo estar en funcionamiento entre los siglos I y III d.C. Excavado también el complejo termal
en Carteia en las cuales permite identificar varias fases constructivas a partir de finales del siglo I d.C.

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Hispania Ulterior Lusitania.

A partir de las termas documentadas en las diferentes ciudades lusitanas se puede reconstruir una compleja
evolución de este tipo de establecimientos cuya estructura fue adaptándose a las modas y necesidades. De
época augustea, destacan las termas de Conimbriga que sobre ellas se superpone un nuevo edificio. Otro
conjunto termal se había construido en época Flavia, coincidiendo con la monumentalización de la ciudad y de
la adquisición del estatuto provincial.

Se reconoce un establecimiento termal en la zona norte en las proximidades de Cartellum. En otro ciudad de
fuerte impronta indígena fue Mirobriga, están presentes termas públicas que demuestran la aculturación y,
además, parecen estar situadas un tanto aisladas de las principales áreas de la ciudad. Esto ha hecho pensar
en su construcción para una nueva área residencial.

Augusta Emerita, a pesar de su importancia como capital provincial, tan solo contaban muy escasas referencias
a edificios termales. Otras como las de Pax Iulia o Ebora, aún todavía de interpretación controvertida a la espera
de nuevos avances en la investigación.

18
LA COMUNIDAD FUERA DE LA CIUDAD: LOS SANTUARIOS EXTRAURBANOS.

Hispania Citerior Tarraconense.

Propio del mismo ambiente geográfico-cultural y con un también importantísimo protagonismo ritual de las
aguas es en enclave en Bracara Augusta, santuario dedicado a los dioses Tongo y Nabia. Ambas divinidades
parecen vinculadas al culto a las aguas. Carente de elementos internos de datación, la factura sugiere su
instalación poco después de la fundación de la ciudad, en el siglo I d.C. En cualquier caso, denota el peso de
los cultos prerromanos en una ciudad creada ex novo por la administración romana así como la creciente
integración en dicho sistema de las familias indígenas.

A rituales complejos de tipo mistérico se asocia el conocido santuario de Panoias, especialmente significativo
no sólo por la propia entidad de los restos y la singularidad de los mismos, sino también más aún por el
conjunto epigráfico en él conservados. Los elementos más sobresalientes son tres grandes bloques graníticos.
En ellos excavaron escaleras, canales, piletas, elementos propios de un recorrido y una liturgia muy concretos,
que incluirían tanto sacrificios cruentos como rituales de purificación. A través de las inscripciones se
reconstruye el establecimiento del culto y de las propias instalaciones por un senador romano.

Aunque no exclusivos de ella, en diferentes puntos de la provincia Tarraconense se han documentado otros
santuarios extraurbanos, de nuevo, con importantes connotaciones territoriales, en la medida que sirvieron
como catalizadores para la cohesión de comunidades más o menos dispersas. Muy frecuentemente tendrían
origen en espacios de culto prerromanos que ahora se monumentalizarán con mayor o menos entidad, de
manos, en muchas ocasiones, de complejos fenómenos de interpretatio, destacando su función como
instrumentos de integración cultural. El esquema básico al que suelen ajustarse puede mostrar claras raíces
centro itálicas; consiste en una estructura in antis con fachada dístila o tetrástila, con frecuente empleo del
jónico como orden de fachada, aunque suelen carecer de pódium. Tal es el caso de los edificios del Cerro de
los Santos, La Luz o la Encarnación en Caravaca de la Cruz.

Hispania Ulterior Lusitania.

En el complejo contexto sincrético entre las antiguas divinidades indígenas y las nuevas romanas que ahora se
asimilan cabe también traer aquí algunos significativos espacios de culto de carácter extraurbano. Su
localización al margen de los núcleos urbanos cabe sin duda ser explicada debido a la fosilización de antiguos
cultos, en buena parte de los casos vinculados a fenómenos de la naturaleza presentes en manantiales,
bosques sagrados etc.

En Lusitania, no serán menos interesantes los de carácter rural; en ocasiones se encontrarán estrechamente
vinculados a un entorno natural sacralizado cuando no hay asentamientos de carácter doméstico,
especialmente en momentos más tardíos. Así, los cultos que tuvieron mayor relevancia en el área Lusitana
fueron los de Ataecina y Endovélico. Ambos poseen origen prerromano de raíz céltica. El culto a Ataecina,
parece haber tenido como centro Turobriga, lugar que habría que relacionar con un santuario o centro de culto
destinado a la diosa. En lo que respecta a Endovélico, tampoco han sido documentados arqueológicamente
restos del posible lugar de culto, si bien se conservan numerosas inscripciones votivas. La concentración de
estas lleva a situarlo en Säo Miguel da Mota, manantial que fue muy probablemente objeto de culto en época
prerromana, a pesar de no haber sido non constatado. Existen, además, otros ejemplos en Lusitania de culto
asociados a la naturaleza, en bosques y campos, muchos de ellos en clara alusión a la fertilidad de la tierra. En
buena parte de los casos se trata de divinidades plenamente romanas.

En la misma línea y, a pesar de tratarse de un fenómeno del que se documentan ejemplos en todo el territorio
peninsular, el culto a las aguas y a las divinidades acuáticas parece haber estado especialmente difundido en
los territorios lusitanos.

19
La sacralización de las aguas vendrá dada por su valor como símbolo de purificación, regeneración y fertilidad,
así como en directa relación con sus propiedades salutíferas, dando lugar a un grupo con personalidad propia,
los cultos termales. Estos, si bien en buena parte de las ocasiones se ven favorecidos por la naturaleza geológica
de los suelos, presentan una importante concentración en una amplia región del noroeste hispano, lo que lleva
a asociar la predilección por estas prácticas, ajenos por completo a la posterior organización administrativa
romana. Tal es el caso de los llamados Baños de Montemayor. Podría identificarse como un santuario de
carácter extraurbano. En el mismo entorno se encuentran también los manantiales de El Salugral y Valdelazura,
con vestigios de las antiguas estructuras romanas. Sin datos arqueológicos que permitan constatarlo, existen,
no obstante, numerosos ejemplos de pequeñas ermitas asociadas a manantiales naturales y que, en algunos
casos, conservan incluso la advocación a Santa Marina o Fuente Santa.

Al parecer, vinculados también al culto a las aguas son los particularísimos edificios sacros presentes en villas
bajoimperiales al sur de la provincia. Nos referimos a los denominados templos de galería de Säo Cucufate,
Milreu y el peor conocido de la Quinta de Marim. Los dos últimos, construidos en torno a mediados de la cuarta
centuria, han llevado a identificarlos como lugares de culto asociados a divinidades acuáticas. Se caracterizan
por una cella absidada sobre elevada con respecto al conjunto de la construcción, rodeada al exterior por una
galería o períbolos que, en el caso de Milreu, se resuelve con una sucesión de arcos sustentados por
columnillas. Desafortunadamente, no existen por el momento propuestas convincentes para la interpretación
funcional de estos espacios de estructura y decoración tan singulares. De igual forma, parecen poder haber
sido reutilizados como iglesias en época paleocristiana y visigoda, hecho que, no obstante, tan sólo ha sido
documentado con seguridad en el caso de Milreu.

20
VIVIENDAS EN ÁMBITO URBANO

Hispania Citerrior Tarraconense.

A pesar de la enorme superficie de la provincia, es proporcionalmente poco lo que aún sabemos sobre la
arquitectura doméstica en las ciudades de la Tarraconense.

En la Hispania Tarraconensis conservamos numerosos y muy valiosos ejemplos de viviendas en ámbito urbano
ya desde las primeras etapas de la presencia romana en estos territorios. Por ello, es posible reconocer una
cierta evolución en su estructura, en buena medida influida también por el peso de la arquitectura doméstica
previa.

En ambiente doméstico se deja ver desde fechas tempranas la llegada de influencias itálicas. De esta forma,
como fósiles directores de ello, destacan opus signinum en primer lugar en ciudades como Emporiae o Tarraco.
A su vez, desde el segundo tercio del siglo I a.C., en el valle del Ebro se con centran algunos de los ejemplos
más antiguos de arquitectura doméstica romana en ambiente urbano, así ocurre en la Colonia Lepida Celsa.

En Levante se suman también otras evidencias de estructuras domésticas de época tardorrepublicana en


ciudadades como Valentia o Baetulo. Un importante aumento ha protagonizado asimis mo el conocimiento de
la arquitectura doméstica de Carthago Noua, pareja a una dinámica arqueología urbana. En el estado actual
de la investigación se han reconocido diferentes áreas residenciales: en el sector oriental. También en los
últimos años de manos de la cxpansión del área urbana de la Cartagena actual,

Ya al interior de la Meseta, en Clunia la mayor parte de las casas fueron ya excavadas en diferentes momentos
del siglo XX y no siempre ha resultado fácil identificar su estructura y organización interna.

En el noroeste peninsular y buena parte de la cornisa cantábrica y la Meseta norte, al margen de estas ciudades
principales, centros administrativos, puede hablarse de la continuidad, durante largo tiempo, de las formas de
hábitat prerromanas, tal y como se pone de manifiesto en los castros con fases romanas o, incluso, creados de
nueva planta en este ambiente. Las técnicas constructivas apenas permiten establecer distinciones, ya que se
siguen empleando los mismos materiales dispuestos en aparejos semejantes, si bien la introducción paulatina
de una serie de elementos, así como la creciente especialización de los espacios y, por supuesto, los materiales
recuperados en las excavación de sus niveles de uso y habitación, permiten identificar este nuevo ambiente
cultural.

Hispania Ulterior Baetica.

Encontramos los restos de viviendas más antiguos en Córdoba (mediados del siglo II a.C) con un trazado
ortogonal y, características de las propias va a ser las construcciones turdetanas con un zócalo de canto rodado,
alzados de adove, pavimentos de tierra y decoración de pintura pariental.

A partir del siglo I a.C. se produce la incorporación de sillares de caliza en alzadas con pavimentos de opus
signinum y decoraciones en la pared. En época Flavia, comienza a documentarse la ocupación del espacio
extramuros.

Encontramos en la Bética casos menos convencionales como, por ejemplo, dommus de ampliación adrianea
italicense y, sin embargo, cuando la vivienda romana llegue a provincias occidentales lo hará con
incorporaciones del ámbito helenístico.

21
Hispania Ulterior Lusitania.

Conimbriga es el caso más paradigmatico, a esto se debe por las domus excavadas ya que ofrecen muchísima
información teniendo su máximo esplendor en la segunda mitad del siglo II d.C.

Excavaciones también las encontramos en Emerita Augusta en las que proporcionan información sobre la
evolución arquitectónica de las domus romanas hispanas así como de la organización de los espacios
domésticos. Encontramos viviendas de planta cuadrangular con patio central porticado y una progresiva
transformación de las antiguas parcelas homogéneas hacia casas más irregulares adaptadas y transformadas
de acuerdo con las necesidades.

Por último, mencionar las domus suburbanas que, tras su abandono, se usaron para enterramientos.

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VILLAE DE ÉPOCA ALTO IMPERIAL EN ÁMBITO SUBURBANO

Hispania Citerior Tarraconense.

El mundo rural romano, en buena medida, debe ser entendido como extensión de la vida urbana. la tuera
como lugar de esparcimiento y evasión, las propiedades en el campo estaban estrechamente ligadas a las
ciudades y a los modos de vida que se desarrollaban en ellas. En tiempos republicanos y altoimperiales la
explotación económica extensiva de los territorios hispanos implicará la instalación de toda una serie de
enclaves destinados a su gestión y explotación, en su mayor parte de carácter privado o cedidos por la
administración a particulares.

De esta forma, ya desde momentos tempranos, consta la instalación de villae para la explotación de fértiles
vegas agrícolas fundamentalmente en el litoral levantino. Estas propiedades en ocasiones presentan lujosas
áreas residenciales para los propietarios, partes urbanas que ganarán gran entidad en los casos con
continuidad hasta época tardía, no obstante, con reestructuraciones de mayor o menor alcance.

Ya desde los primeros momentos cabe destacar la Villa de Torre Llauder (Barcelona), cuya ocupación inicial se
sitúa a mediados del siglo la.C., momento en el que se tiene constancia del funcionamiento de un horno para
la fabricación de ánforas.

Para el noreste y el área levantina, la generalización del modelo de explotación de tipo villa, vinculado a la
producción vitivinícola, parece poder ponerse en relación con un repliegue de la producción al ámbito regional,
que cabe situar a partir del siglo II. Con anterioridad, en la fase de expansión augustea previa no faltarán
complejos industriales rurales especializados carentes de residencias asociadas, a pesar de que la tradición
bibliográfica tienda a identificarlos de forma simplista como villae. Han sido asimismo documentadas
residencias costeras con fondeaderos privados, piletas de salazones e incluso, como la de Els Ametllers, en
Tossa de Mar (Girona).

Pero no solamente el mundo agrícola necesitaba de instalaciones y residencias desde las que controlar la
producción y exportación de materias primas. Así, destaca el caso de la región minera de Las Médulas, donde
han sido documentados dos grandes complejos residenciales.

Hispania Ulterior Lusitania.

Si el elemento más significativo de la sociedad romana tue su carácter urbano y la materialización de éste en
ciudades, no es menos cierto que su base económica era eminentemente agrícola. De esta forma era
fundamental la organización del territorium en torno a los núcleos urbanos, así como el excedente destinado
a la exportación y al pago de impuestos. Bien conocidos son, por ejemplo, los de Pax lulia o la propia Augusta
Emerita.

Gran parte de la información recopilada durante décadas se debe a valiosas campañas de prospección de
metodología más o menos tradicional, a las que hoy se unen renovadas técnicas de análisis y lectura de los
vestigios no siempre reconocibles a través de una mera observación directa de los territorios. De ahí, por
ejemplo, el peso en la investigación tradicional del fenómeno de la ruralización tardía; hoy sabemos que buena
parte de las grandes propiedades rurales de este momento que han podido ser excavadas, como Abicada o
Centum Cellas poseen importantes fases altoimperiales reformadas posteriormente de acuerdo a las nuevas
modas y necesidades.

Propiedades agrícolas de época altoimperial para la explotación de los recursos del campo y sus industrias
derivadas, tales como la producción de vino y aceite, se han reconocido en los yacimientos de Torre Águila que
Todo parece indicar que se trató de una producción de autoabastecimiento y comercialización en mercados

23
vecinos, nunca de mayor alcance. En determinados casos, a las labores agrícolas se unió la explotación de otros
recursos locales.

Son muchos los establecimientos rurales cuya funcionalidad y naturaleza son difíciles de insertar en las
clasificaciones y tipologías tradicionales, en buena medida, tan artificiales. Esto ha hecho que, con frecuencia,
hayan quedado incluidos, de forma algo simplista, en ese gran cajón de sastre que son las villae. Entre ellos se
encuentran, no obstante, asentamientos de funcionalidad muy concreta de carácter estrictamente rustico y/o
fructuario, como los presentes en Monroy o La Sevillana.

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RURALIZACIÓN TARDÍA Y GRANDES PROPIEDADES AGRÍCOLAS.

Hispania Citerior Tarraconense.

La creciente ruralización de época tardía y su materialización en forma de grandes y suntuosas propiedades y


se pone de manifiesto en algunas villas de la Tarraconense, objeto, en algunos casos, de décadas de
excavaciones arqueológicas. Frente a momentos previos en los que el papel fundamental de la organización
socioeconómica será desempeñado por las ciudades, ahora estos asentamientos rurales asumirán importantes
funciones tal y como deja ver la estructura fortificada de muchos de ellos y la referencia a la existencia de
ejércitos privados encargados de defender las propiedades.

En estas villae como las de La Olmeda (Palencia), Carranque (Illescas, Toledo) o Quintana del Marco (León). En
estas villae como las de La Olmeda (Palencia), Carranque (Illescas, Toledo) o Quintana del Marco (León), por
citar algunos de los ejemplos más significativos y conocidos, se observa el interés por parte de sus propietarios
de mantener un status y unas formas de vida de acuerdo a su rango y posición económica, obtenida
mayoritariamente de la explotación de los recursos agropecuarios. De esta forma y, a pesar de la considerable
reducción sufrida por el comercio mediterráneo a gran escala en este momento, seguirán haciendo uso de
elementos suntuosos, muchas veces exóticos, como símbolos de su rango, tales como mosaicos, objetos
metálicos, marfiles o esculturas. La villa tardorromana entendida como centro de poder se pone asimismo de
manifiesto en su organización interna, con estancias para el invierno, de representación, patios etc. elementos
que, en muchas ocasiones, buscarán más la ostentación y el prestigio que una conciencia cultural real.

La villa de Veranes (Gijón), siglos IV y V; ha sido objeto de excavaciones en los últimos años y en la actualidad
lo es también de un proyecto encargado de caracterizar su fundus. En la actual provincia de Valladolid destacan
las villae de Almenara de Adaja y El Prado.

Pero sin duda alguna entre las más conocida se encuentran en La Olmeda y Quintanilla de la Cueza. Si bien en
un primer momento llamaron la atención de los investigadores por sus mosaicos, excavaciones desarrolladas
durante décadas han permitido sacar a la luz buena parte de sus complejas estructuras, posibilitando una
mejor caracterización del fenómeno socioeconómico del que formaron parte estas grandes residencias tardías.
La Olmeda es uno de los mejores ejemplos de esquema doméstico fuertemente simétrico

Hispania Ulterior Baetica.

A su vez, en las fértiles tierras de la Bética es de suponer la existencia de numerosos establecimientos, como
de toda una serie de enclaves rurales con muy diferentes funcionalidad y entidad estructural.

Como ya se ha señalado anteriormente, especialmente notorio es el caso de los valles del Guadiana, Genil y
Guadalquivir y su dedicación extensiva a la producción de aceite. Prospecciones intensivas en la zona han
permitido identificar buen número de instalaciones de estas características. Esto, en muchas ocasiones,
dificulta la obtención de datos susceptibles de permitir la reconstrucción en planta de los inmuebles así como
su organización y distribución. Del mismo modo, el registro material no siempre posibilita distinguir las
construcciones altoimperiales sin solución de continuidad hasta época tardía de las construidas ex novo en
este momento, como pueda ser el caso de la recientemente excavada de La Estación.

En Almedinilla, Córdoba, fue excavada a fines de los años ochenta. A pesar de su carácter eminentemente
agrícola, contó, como buena parte de los establecimientos de estas características, con un área residencial o
parte urbana, la exportación al campo del modelo de casa urbana. En ella pudo además constatarse el gusto
de sus propietarios por los elementos suntuarios imbuida profundamente de caracteres helenísticos.

25
Hispania Ulterior Lusitania.

las transformaciones sufridas por buen número de estas propiedades con fases que arrancan del altoimperio
dificultan la caracterización de sus fases primigenias de construcción. Especial auge alcanzan es. tas
instalaciones a fines del siglo III y durante toda la cuarta centuria, tal y como se ha puesto de manifiesto en las
de Milreu, São Cucufate, San Miguel de Odrinhas (Sintra), La Cocosa.

Mucho se ha discutido, no obstante, sobre la intencionalidad ideológica y las especiales formas de vida que se
esconden tras la elección de programas y objetos, tales como las escenas representadas en los mosaicos o los
conjuntos escultóricos recuperados, destacando el de Quinta das Longas.

Desde el punto de vista estructural estas villa presentan complejos y caprichosos desarrollos en planta; en la
de Rabaçal éste adopta forma octogonal. Característicos del mismo va a ser la inclusión de balnae (con sistemas
de calefactado).

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ESPACIOS PARA LA VIDA Y LA MUERTE.

Hispania Citerior Tarraconense.

La investigación en torno al mundo funerario se ha centrado, fundamentalmente, en la identificación y


caracterización de restos monumentales.

Buena parte de las novedades de los últimos años proceden del área levantina, como las obtenidas en la
necrópolis de cremación del Pueblo Nuevo de Villajoyosa (Alicante), siglos II y IV a.C., destaca la presencia en
los ajuares de urnas. No faltan, en cualquier caso, otros ejemplos en diferentes puntos de la luego Tarraconense
de ambientes funerarios que, partiendo de la Edad del Hierro, llegan a tiempos romanos, como pueda ser la
necrópolis de Daroca-La Umbría (Zaragoza), con una amplia cronología entre los siglos VI y I a.C.

No obstante, y como se ha visto más arriba para otros aspectos como pueda ser la arquitectura doméstica,
también en lo que respecta al mundo funerario los primeros ejemplos de penetración de usos itálicos se
producen en la costa noreste y el Valle del Ebro; ello se explica, nuevamente, de manos de la llegada de
poblaciones de este origen encargadas de la explotación de estas fértiles tierras agrícolas. De hecho, en la
provincia de Girona se encuentra el que ha sido considerado el monumento funerario romano más antiguo de
la Península, el de Malla, de en torno al 100 a.C. Paradigmático es también el panorama ofrecido por las
necrópolis emporitana que presentan amplias secuencias sin solución de continuidad desde época griega hasta
la antigüedad tardía.

El rito más difundido en estas necrópolis emporitanas altoimperiales será el de cremación. Son, por tanto,
bastante simples. Más al sur cabe citar otro importante foco, el de Carthago Nova, en esta ocasión asociado a
la explotación minera del área.

En la difusión de los enterramientos monumentales, especialmente ya en época imperial, será preciso tener
en cuenta el avance de la municipalización: las nuevas élites urbanas ya que encontrarán en ellos un modo de
enfatizar su inclusión en el nuevo orden. De este modo, se observará un proceso de monumentalización de los
ambientes fune rarios paralelo al de las ciudades, de manos del crecimiento del poder adquisitivo de sus
habitantes y de la consolidación de nuevos mecanismos de autorrepresentación ciudadana.

en el conjunto de enterramientos tarraconenses cabe destacar una serie de tipologías que agrupan a los
ejemplos más notables. Entre ellas se encuentra la de los identificados como turriformes, estas estructuras se
vinculan a la tradición helenístico-oriental llegada a la Península por diferentes medios y vías. La Torre Ciega
de Cartagena se encuentra entre ellos y se caracteriza por ser uno de los escasos ejemplos peninsulares con
Ampurias y Celsa. Otra tipología que cuenta con interesantes ejemplos entre los sepulcros monumentales
tarraconenses es la constituida por los enterramientos conocidos en forma de templo que parecen alcanzar su
apogeo en época Flavia.

Para finalizar, cabe mencionar que muchos se encuentran descontextualizados, por lo que resulta complejo
reconstruir su ambiente funerario. Podemos encontrar, además, altares funerarios estando estos difundidos
por toda la Península Ibérica. A causa de la ruralización, las necrópolis estarán más asociadas a grandes
propiedades y, por último, a partir del siglo III y por el cristianismo, empiezan a surgir las iglesias y, en torno a
las mismas, empezarán a construirse las áreas cementeriales.

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Hispania Ulterior Baetica.

En lo que al mundo de los muertos se refiere, los datos arqueológicos obtenidos en las necrópolis béticas
resultan de gran interés. Las creencias religiosas y por ex tensión, son los aspectos culturales en los que se
observa un mayor conservadurismo con un claro sustrato cultural previo.

De hecho, algunos autores defienden incluso que la normalización ritual observada en las necrópolis del
mediodía peninsular no se habría producido hasta la extensión mayoritaria de la inhumación en el curso del
siglo II d.C. Tal es el caso de algunas de las necrópolis de Castulo, Gades, Corduba etc. Además de numerosas
tumbas hipogeicas, con una o varias cámaras, muchas de ellas con decoración pintada que, ocasionalmente,
se encontraban rematadas con túmulos artificiales.

Mayor dificultad de interpretación presentan tipologías como la formada por las diferentes variantes de
monumentos turriformes. Hallazgos, en su mayor parte descontextualizados, de piezas arquitectónicas tales
como sillares de esquina, elementos moldurados o frisos, es preciso aludir a algunos conjuntos escultóricos
adscritos a ambientes funerarios, entre los que destacan las series de frisos de Osuna. Corresponden a
diferentes momentos de los siglos II y I a.C. Se trata de más que probables representaciones de juegos
funerarios de carácter ritual, propios del ambiente helenístico tan arraigado en la Península ya con anterioridad
a la llegada de los romanos y muchos de cuyos elementos fueron hechos propios por los pueblos ibéricos.

De hecho, en la capital de la provincia se materializan también, a partir de época augustea, la prosperidad y


consolidación de ciertas familias y grupos sociales, protagonistas a su vez de la vida pública y responsables en
buena medida de la monumentalización de la urbe. Propio del paisaje urbano romano, en torno a las
principales vías de Corduba comienzan a surgir las primeras necrópolis documentadas hasta la fecha, de fines
de la república, comienzos del Imperio.

Hispania Ulterior Lusitania.

Por un lado, en Lusitania no se observan grandes diferencias con respecto al resto del Imperio, esto se debe a
que las prácticas funerarias fueron un aspecto regulado por la ley y que, en muchos aspectos tendieron a
homogeneizarlas. Frente a ello, por otro lado, será el mundo de las creencias, por lo que se destacará como un
interesante medio en el que identificar la perduración o asimilación de prácticas de origen prerromano.

En la capital lusitana, en algunas zonas se observa una alternancia cuando no una convivencia en el uso de
espacios domésticos, fabriles e industriales y de necrópolis, como pueda ser el conocido como sector del Disco,
entre el anfiteatro y el circo.

Por tanto, como en el resto del Imperio, encontraremos una evolución temporal más o menos homogénea en
el rito de enterramiento, predominando, según los casos, la inhumación o la cremación. De esta forma cabe
destacar como característicos del ámbito funerario lusitano, aunque con otros focos importantes en la
Península como pueda ser Barcino, los enterramientos en cupa.

Existirá en la Lusitania ejemplos de diferentes elementos monumentales que se van a asociar más a la
cremación e inhumación, además de la existencia de sarcófagos marmóreos. Por otro lado, la provincia lusitana
se va a caracterizar por ausencia de sepulcros monumentales encontrándonos enterramientos más sencillos y
mucho más numerosos.

En las áreas cementeriales urbanas, encontramos una disposición a lo largo de las principales vías que salían
de las ciudades. Los registros más completos los podemos encontrar en Augusta Emerita y, para finales del
siglo II y siglo III, encontramos unas criptas subterráneas por el aumento del rito de inhumación.

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VIDA COTIDIANA Y SOCIEDAD A TRAVÉS DE LA CULTURA MATERIAL.

Hispania Citerior Tarraconense.

En la Tarraconense no se ha estudiado mucho, por lo que requiere mucha más investigación. Pero, sin embargo,
encontramos que en la misma hay mucha influencia de las regiones centroitálicas. Encontramos la existencia
de mosaicos pero que, los mismos, carecen de contextos arqueológicos (como puede ser el caso de los
conjuntos de Astorga).

El teatro de Tarraco encontramos dos retratos de los príncipes julio-claudios los cuales nos indicen a pensar
que podrían tener un significado de propaganda dinástica y, en cuanto a la escultura, encontramos un auge
sobre todo entre los flavios y antoninos.

A partir del siglo III, se presencia una atomización de estilos perdiéndose la universalidad y, para terminar, en
cuanto a la cerámica, se ve el sincretismo entre modas traídas y tradiciones previas.

Hispania Ulterior Baetica.

El panorama indígena va a contar con un gran protagonismo. Encontramos grandes importaciones de la capital
o las obras realizadas en suelo provincial por artistas metropolitanos con claros intereses propagandísticos y,
en cuanto a los elementos decorativos, podemos ver multitud de factores como el funcionamiento de talleres
foráneos itinerantes, circulación de cartones, importaciones de piezas y la combinación de una misma obra
por artesanos locales y forñaneos.

Encontramos claros ejemplos de estatuaria de carácter ideal que las mismas procedían de Itálica o el conjunto
que lo localizamos en Corduba que, a las representaciones de divinidades se suman los retratos imperiales
como, por ejemplo, la escultura de Trajano. Hay retratos privados, producidos en serie de talleres, una
actividad junto al auge del proceso monumentalizador de las ciudades.

Los conjuntos musivos se caracterizan por la originalidad bética y, la rápida adopción de la policrommia frente
a la sobriedad en momentos coetáneos en la Península Itálica.

Las producciones cerámicas, encontramos la terra sigillata hispánica y, a esto, cabe añadir el fenómeno
generalizado en todas las provincias de la imitación local de importaciones fundamentalmente itálicas. Por
ultimo mencionar la producción masiva de ánforas.

Hispania Ulterior Lusitania.

Cuando existe desconocimiento del contexto, se focaliza la atención en valores artísticos y estilísticos.
Encontramos retratos imperiales, pero no surge una pregunta: ¿eran elementos en mercados regionales o
procedían de herencias familiares.

Existencia de importantes investigaciones en el aula del culto imperial de la porticus post scaenam del teatro
de Mérida con esculturas en su contexto original y los mosaicos en Lusitania remiten a una cultura plenamente
romana. La concentración de los mismo se produce en la zona meridional de la provincia con alusiones a temas
religiosos.

Por último, encontramos producciones cerámicas con un alto grado de estandarización de vajilla romana con
barnices negros y sigillatas.

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