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IMPERIALISMO DEL SIGLO XIX

Las transformaciones socioeconómicas de la segunda mitad del siglo XIX fomentaron una
expansión imperial muy distinta a la del colonialismo de la época moderna. El nuevo imperialismo
fue el resultado combinado del intenso desarrollo económico de la Segunda Revolución Industrial y
la consolidación de Estados nacionales poderosos, que se sentían superiores al resto de sociedades
pre-industriales.

CAUSAS DEL IMPERIALISMO

La formación de los nuevos imperios se debió a esa extraordinaria y rápida expansión del
poder y de la influencia de los países industrializados en función de varios factores:
Factores económicos: el crecimiento capitalista del último tercio del siglo potenció una
expansión imperial que le permitió controlar colonias que fueran centros suministradores de
materias primas valiosas (caucho, algodón, madera, minerales, etc.); crear mercados reservados para
la inversión de excedentes de capital o para la venta asegurada de los productos industriales de las
metrópolis, y disponer de zonas de emigración preferente para la creciente población europea.
Factores políticos y diplomáticos: los dirigentes y los sectores influyentes de los países
industrializados promovieron la expansión colonial como vehículo de autoafirmación nacional y de
consecución de prestigio exterior; por motivos geoestratégicos de rivalidad con otras potencias
(evitar que otro país ocupara determinado espacio o controlara una ruta marítima); como medio de
protección para garantizar la seguridad de las fronteras y costas o rutas de navegación.
Factores ideológicos y culturales: se creó un clima de opinión culta y popular que
compartían la creencia en la supuesta superioridad de la civilización europea sobre las demás,
siguiendo las ideas del “darwinismo social”, que aprovecharon algunos políticos y gobernantes para
justificar la expansión imperialista por zonas con culturas, etnias o razas que consideraban
“inferiores”; ese sentimiento de ventaja cultural y tecnológica permitió emprender los planes de
conquista con medios novedosos, teniendo en frente una oposición indígena armada con medios
primitivos. Al mismo fin contribuyó la voluntad de expandir las doctrinas religiosas, difusión de
teorías se supremacía blanca, y teorías demográficas de asegurarse un espacio vital para el futuro.

MEDIOS DE LA EXPANSIÓN IMPERIAL

Los medios que hicieron posible la expansión imperialista fueron los avances tecnológicos
derivados de la industrialización. Medios que fueron claves para llevar a cabo la exploración,
conquista y explotación de los nuevos territorios ocupados por las potencias imperialistas:
El barco de vapor: permitió remontar las corrientes de los ríos hacia el interior de los
continentes, hasta entonces inaccesibles, sobre todo gracias a las innovaciones técnicas que estos
barcos poseían.
La industria química: descubrió y produjo los medicamentos necesarios para preservar la
salud de los conquistadores en climas y espacios hasta entonces hostiles. La quinina se convirtió en
el profiláctico idóneo contra la malaria, una enfermedad endémica del África subsahariana, que
había frenado la entrada de europeos dadas sus altas tasas de mortalidad.
La industria armamentística: concedió a los países industrializados una clara ventaja
respecto al armamento antiguo. Así, el rifle de retrocarga y repetición y la ametralladora hicieron
inútil la resistencia de los viejos fusiles de un solo disparo, o los arcos y flechas, que todavía eran el
principal armamento de muchos pueblos indígenas.

EXPANSIÓN IMPERIALISTA: ETAPAS

Penetración y exploración: desde el siglo XV hasta mediados del XVIII los europeos
solamente habían ocupado zonas costeras de África. Una serie de exploradores, geógrafos,
militares, misioneros o simplemente aventureros, se adentraron en los desiertos, selvas y sabanas
africanas. África fue el continente que más interés despertó entre los europeos. Estos primeros
protagonistas abrieron las rutas de entrada y ofrecieron la información geográfica precisa para
conocer el territorio y las poblaciones.
Conquista y dominio social y territorial: se apoyaron en la tecnología y la moderna
industria militar. Sus protagonistas fueron los ejércitos y las armadas, que libraron las batallas para
someter a la población indígena e implantar la pacificación colonial. Algunas guerras en este
sentido fueron las libradas por británicos y el Imperio Chino entre 1839 y 1857, consiguiendo la
cesión de Hong Kong.
Explotación intensiva y desarrollo de las colonias: sus apoyos tecnológicos fueron el
ferrocarril y medios de comunicación. El poder de las colonias estaba en manos de delegados de los
Estados, que administraban el territorio con sus pobladores indígenas. Las empresas explotaban
todos los recursos materiales para integrarlos en el flujo económico de la metrópoli y sus territorios.

TIPOS DE COLONIAS
La relación de las diferentes colonias con las metrópolis determinó diferentes tipos de
dominación colonial:
 Colonias de poblamiento: extensos territorios poco poblados que recogían excedentes
demográficos de la metrópoli.
 Colonias de explotación: surtían de materias primas a la metrópoli, compraban sus
manufacturas, podían ser estratégicas, etc.
• Protectorados: gobierno propio con gobernantes e instituciones autóctonas; sin embargo,
los principales resortes del poder (militar y político) lo tenía la metrópoli: Marruecos o
Argelia.
• Dominios: territorios con cierta autonomía y autogobierno reconocido por la metrópoli;
fueron utilizadas para llevar el excedente de población para ocupar territorios: Canadá,
Nueva Zelanda y Australia.
• Mandatos: colonias entregadas por la Sociedad de Naciones (SDN) a estados fuertes para
tutelarlos, hasta que consiguieran Estados con cierto nivel de madurez para la
independencia.
- Otras colonias
• Concesiones: territorios cedidos por algún país para comerciar (Hong Kong).
• Enclaves estratégicos: zonas de importancia estratégica (Gibraltar, Suez, Panamá, Hawaii).

REPARTO DE ÁFRICA

La conquista y colonización de África durante la segunda mitad del siglo XIX y primeros
años del XX es una de las manifestaciones más visibles del nuevo imperialismo. Antes de 1885
África era la gran desconocida y ocupación europea se ceñía a las zonas costeras. En unos 30 años
pasaron a controlar y dominar todo el continente.
Para imponer cierto orden en el reparto, las potencias europeas se reunieron, gracias a
Bismarck, en la Conferencia de Berlín de 1885, en la que se decidió que la ocupación efectiva del
territorio africano podía dar título de legitimidad a la colonización por parte del país reclamante (es
decir, el país propietario de un territorio no era el que lo descubría, sino el que antes lo ocupara
completamente). También se decidió la libertad de navegación por los grandes ríos africanos.
Los países europeos se apropiaron del continente africano buscando materias primas para su
industria, alimentos para su creciente población y un incremento de su poder mediante la ocupación
de territorios estratégicos, tanto por cuestiones geopolíticas, como por autoafirmación nacional.
Todo ello justificado ideológicamente, desde una supuesta superioridad cultural que permitía la
conquista y la explotación. El proceso de ocupación del continente se desarrolló a gran velocidad;
en apenas unas décadas Francia y Reino Unido se convirtieron en dueñas de la mayor parte del
territorio africano.

GEOGRAFÍA DEL REPARTO AFRICANO

El 90% de África quedó en manos de las potencias europeas. Solo 2 zonas quedaron libres
de ese reparto colonial: Liberia, fundada por colonos americanos retornados a su tierra “prometida”
como hombres libres; y Etiopía (llamada Abisinia), que consiguió frenar la ambición expansionista
italiana desde Eritrea.
Reino Unido intentó dominar las áreas próximas a las rutas marítimas que comunicaban la
metrópoli con su gran colonia de India y sus dominios más alejados. Por eso implantó un
protectorado en Egipto, para dominar el Canal de Suez. Expulsaron a los holandeses de Sudáfrica
en la Guerra de los Bóers. E intentaron establecer una columna continua de colonias en dirección N-
S que uniera con un ferrocarril las zonas de El Cairo-El Cabo.
Francia también tuvo la pretensión de crear una línea continua de ferrocarril para unir sus
colonias africanas desde el Atlántico hasta el Mar Rojo, poniendo en contacto Senegal con Djibuti y
la Somalia francesa, es decir, dirección O-E.
Ambas potencias, Reino Unido y Francia, chocarían en intereses y el conflicto terminarían
alcanzando su punto álgido en 1898 en la llamada “crisis de Fashoda” (Sudán), que se saldó con la
prudente retirada francesa y el reconocimiento de la hegemonía británica.
Sin embargo, Alemania intervino en esta situación, haciéndose con el territorio de la zona
de los Grandes Lagos, del África Oriental Alemana, que cortaba las comunicaciones entre los
territorios británicos, no pudiendo materializar su pretensión. Los alemanes también se hicieron con
el África Suroccidental Alemana y la colonia de Camerún. Aunque llegaron tarde al reparto
imperialista, también intentaron crear un cinturón colonial que uniera sus territorios.
La negativa británica y francesa a ese proyecto germano permitió la instalación o
supervivencia de potencias europeas menores, a modo de estados “tapón”: el Congo, concedido al
rey Leopoldo de Bélgica en 1885; las colonias de Angola y Mozambique a Portugal. Así mismo, la
rivalidad anglo-francesa, posibilitó la expansión colonial de Italia y España, como estados
amortiguadores de esas potencias: el norte de Marruecos, de España, que impedía la rivalidad en el
Estrecho de Gibraltar, y la Libia italiana, que separaba Túnez (francés) y Egipto (británico).

EL IMPERIALISMO EN ASIA

La presencia colonial europea en Asia antes de mediados de siglo era reducida y limitada a
enclaves coloniales costeros. En el área del Pacífico, la presencia era todavía más escasa y dispersa.
Pero la presencia colonial en Asia no fue solo europea, sino que contó con las 2 grandes potencias
industriales de la época: EEUU y Japón.

LOS IMPERIOS EUROPEOS DE ASIA

Reino Unido: tuvo en la India su principal colonia (la joya de la Corona), a partir de los
primeros asentamientos desde el siglo XVII. En 1857 sufrieron un motín sangriento (revuelta de los
Cipayos), y decidieron el control directo del territorio bajo un virrey; después extendieron sus
territorios por el sudeste asiático (Malasia y Singapur), y en los enclaves chinos como Hong Kong.
El otro gran foco imperial británico comprendía Australia y Nueva Zelanda, donde había colonias
de poblamiento de emigrantes británicos desde el siglo XVIII, que pasaron a ser un dominio
británico, con un estatus superior.
Rusia: se expandió fuera de sus áreas europeas, ocupando Alaska (que luego vendieron a los
EEUU en 1867), la zona petrolífera del Cáucaso y todo el territorio de la inmensa Siberia hasta el
Océano Pacífico. La rivalidad con los británicos ocasionó numerosos conflictos, limitados con el
acuerdo de crear Estados “tapón” independientes: Persia (Irán) y Afganistán.
Francia: centró sus afanes imperiales en la zona de la Indochina (Laos, Camboya y
Vietnam), donde estaban presentes desde el siglo XVII; a partir de 1870 fue extendiendo sus
dominios. El riesgo de conflicto entre franceses y británicos por sus deseos de expansión, posibilitó
el mantenimiento de la independencia de Siam como Estado “colchón” entre las colonias
respectivas.
Holanda: inició su presencia en Asia con la ocupación de la isla de Java en 1815; desde
entonces fue ampliando sus dominios por las otras islas de la actual Indonesia.
Alemania: a partir de 1880 ocupó Nueva Guinea Oriental y distintos archipiélagos del
Pacífico (islas Marshall, islas Salomón), y otros archipiélagos comprados a España en 1898 como
las islas Carolinas, Marianas y Palaos.
El Imperio Chino: era un vasto imperio, con una enorme población y una cultura milenaria,
por lo que fue imposible proceder a un reparto colonial entre las potencias imperialistas. Sin
embargo, todas estas potencias colaboraron para arrancar a la administración imperial concesiones
territoriales y derechos económicos y jurídicos, que generaron una profunda hostilidad popular
hacia los extranjeros, y que generó conflictos como las llamadas “Guerras del opio” contra Reino
Unido. Esa hostilidad motivó una sangrienta rebelión en 1900 de los nacionalistas chinos, llamados
“bóxers” por practicar artes marciales similares al boxeo; aunque fue aplastada en una operación
militar por las potencias extranjeras, su extensión y apoyo popular reforzó la idea de que China no
podía ser colonizada ni repartida por ninguna potencia. También precipitó el final del imperio y su
conversión en una república.

LAS NUEVAS POTENCIAS IMPERIALES NO EUROPEAS

Japón: sus objetivos imperialistas fueron China y Corea. Sus motivos eran variados: vivían
en un archipiélago volcánico con escasos recursos materiales y un fuerte crecimiento demográfico
que necesitaba materias primas para abastecer a su población; también necesitaba territorios para
asentar ese excedente demográfico, mercados para vender su productos industriales y colonias para
demostrar su potencia ante países occidentales. Entre 1875 y 1895, tropas japonesas ocuparon las
islas Kuriles (rusas) y la península de Corea. Eso propiciaría la guerra ruso-japonesa de 1905, que
concluyó con la victoria nipona. También se enfrentaron a China con la invasión de Manchuria y la
cesión de la Isla de Formosa (Taiwan).
EEUU: se había expandido hacia el oeste hasta llegar al Pacífico, había comprado Alaska a
los rusos en 1867, y en la guerra contra España se había apoderado de algunos archipiélagos del
Pacífico como las Filipinas y Guam en 1898; también se anexionó Hawaii en el centro del Pacífico
como enclave estratégico. En 1903, bajo la presidencia de Theodore Roosevelt, se impulsó la
política del “big stick” con la que consiguió la secesión de Panamá de Colombia a cambio del
permiso para construir y controlar el Canal de Panamá en 1914.

CONSECUENCIAS DEL IMPERIALISMO

Desde el punto de vista militar causó numerosos conflictos entre los países imperialistas,
que recurrieron a la guerra para zanjar sus diferencias (guerra de los Bóers entre Holanda y Reino
Unido, Fashoda entre Reino Unido y Francia, guerra rosa entre Alemania y Portugal, etc.). También
provocaron múltiples episodios violentos, tanto para imponer el dominio en las colonias, como para
aplastar las rebeliones indígenas.
En el plano económico significó un reajuste de los flujos mercantiles y financieros que
favoreció el desarrollo de los países metropolitanos y la explotación de los recursos materiales y
demográficos de las zonas colonizadas. Implicó cambios en la actividad económica de aquellas
sociedades tradicionales y preindustriales de las colonias, que tuvieron que incorporarse al nuevo
sistema económico internacional en plazos muy breves y bajo condiciones muy duras.
En el orden socio-político, el reparto territorial fracturó sociedades forjadas por vínculos
tribales, creando fronteras artificiales (a conveniencia de la metrópolis) y estimulando conflictos de
poblaciones debido a los diferentes grupos étnicos, culturales o tribales que había dentro de los
nuevos límites territoriales impuestos. También provocó un alto grado de aculturación, en la medida
en que las poblaciones coloniales fueron forzadas a aprender lenguas y costumbres de los
colonizadores como único medio de promoción social, subsistencia económica y acción política
legal. Así mismo, la intensa presión misionera intentó extender el cristianismo por gran parte de los
países dominados, especialmente en África.

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