Está en la página 1de 215
BIBLIOTECA ARTIGAS COLECCION de CLASICOS URUGUAYOS VOLUMEN 208 IDEA VILARINO DE LA POESIA Y LOS POETAS MONTEVIDEO 2018 Minisrerio DE EDUCACION Y CULTURA BIBLIOTECA ARTIGAS Art, 14 de la Ley de 10 de agosio de 1950 COMISION EDITORA Dra. Marfa Juuia MuXioz Ministra de Educacién y Cultura Lic. ALICIA Casas DE BARRAN Directora del Archivo General de la Nacién Lic. EsTHER ParLos Directora de la Biblioteca Nacional Mas. Anprés AzPIRoz Director del Museo Histérico Nacional CoLEcciON DE CLAsiCos URUGUAYOS: DR. WILFREDO PENCO Director Honorario Vol. 208 Tea ViLaniRo DE LAPOESIA Y LOS POETAS Cuidado de la edicién: ‘Ava Inés LaRRE BORGES y ROSANA PEVERONI A2 [444. dos IDEA VILARINO DE LA POESIA Y LOS POETAS Recopilacién y prologo de ANA INEs LARRE BORGES Montevideo 2018 L. Sot. 108 Marcha se produjo en 1974— y prohibié autores y artistas. Muchos intelectuales marcharon al exilio; Idea eligié quedarse. Alejada de la docencia, pasé largas temporadas en su casa de la playa en el balneario Las Toscas y vivié el «insilio» junto a un joven profesor de Filosofia que habia sido su alumno, Jorge Liberati, con quien se casd, Trabajé en traducciones de Shakespeare para editoriales argentinas y preparé manuales de literatura en una coleccién que dirigia Liberati: Los sal- mos (1974), Literatura biblica (1976), Rubén Dario (1979). Escribié el prélogo para el volumen sobre Julio Herrera y Reissig de la coleccién ‘Ayacucho que Angel Rama dirigia en Venezuela. Trabajé.intensamente ¢n sus ritmos. En 1980 publicé No, donde reunié poemas muy breves de distintas épocas. Restaurada la democracia en 1985, Idea se integré a la redacci6n del semanario Brecha, fundado por periodistas de la antigua Marcha, yy regres6 a la docencia en el Departamento de Literatura Uruguaya de ia Facultad de Humanidades y Ciencias. Empezé un periodo de viajes Y reconocimientos. En 1988 se le otorgé el Gran Premio José Enrique Rod6 por el conjunto de su obra. Viajéinvitada a Francia, Chile, Suecia, Cuba, Espaiia, Argentina, Peri. Recibié la medalla Haydée Santamaria de Cuba (1994) y la medalla Gabriela Mistral de Chile (1996). En 1997 se estrend Jdea, un video de Mario Jacob. Obtuvo el Morosoli de Oro ée la Fundacién Lolita Rubial (2005) y el premio a la trayectoriainte- leotual dela Cémara del Libro en Uruguay (2006). La consagracién se reflej6 también en su bibliografia: en 1994 se hab{a publicado Poesia 1945-1990, que tecuperaba poemas anteriores a su primer libro y fue antecedente de su Poesia completa editada en 2002, bajo su supervi- sién, En 2004 publicé Ultima antologia y en diciembre de 2007 se pu- blicé con su colaboracién el libro album Jdea: la vida escrita, en el que por primera vez dio a conocer fragmentos de su diario intimo. ‘Al morir, en abril de 2009, Idea Vilariffo, que a pesar de estas mu- chas distinciones no tuvo ninguno de los grandes premios de la len- gua que sin duda merecia, ya era considerada una de las mayores vo- ces de la poesia hispanoamericana, Fue velada en Ia Universidad de la Repiblica, Péstumamente su obra en prosa crecié con la edicién de su Diario de juventud (2013), La masa sonora del poema (2016), y con este libro que retine lo que pensé y escribié De la poesia y los poetas.” DE LA POESIA Y LOS POETAS PROLOGO Idea de la poesia «La poesia es para m{ una forma de ser, de mi ser. Todo lo demés de mi vida son accidentes. Pude ser profesora 0 no. Sola o no. Musica o no. Traductora de Shakespeare o no. Estudiosa de l2 prosodia 0 no. Todas las cosas que amé y que realicé en la medida que pude. La poesia no fue ac- cidental. Mi poesia soy yo». Asi respondia, al final de su vida, Idea Vilarifio a una pregunta de Elena Poniatowska.' La poesta como destino fue en su caso una certeza tem- prana que ella reconocié siempre como un legado de su Leandro Vilarifio (1892-1944) fue un hombre culto, autodidacta, un poeta inédito y un anarquista que dio a sus cinco hijos la originalidad de sus nombres —Alma, Idea, Azul, Poema, Numen— y alenté sus inclinaciones attisticas. Idea recordé muchas veces que crecieron escuchindolo recitar sus poemas y los de sus poetas predilectos en las sobremesas familiares. «Le pediamos que dijese nuestros favoritos, Julio Herrera: “Junio, el tey més blanco, blanco néctar bebe / bebe blanca nieve: nieve blanca harina...”. ;Almafuerte! Dario: “El olimpico cisne de nieve. “Margarita, esta linda la mar...”. A los diez afios ya me sabia de memoria el larguisimo Los 1 Elena Poniatowska, «La suplicanten, en Idea, La vida escrita, edicion de Ana Inés Larre Borges. Montevideo, Academia Nacional de Letras, Cal y Canto, p. 131. var PR6LOGo motivos del lobo»? A los veinte, ilustré con acuatelas y encuaderné amorosamente una antologia de Julio Herrera y Reissig que atin guarda su dedicatoria: «A papé que me ensefié a querer a Reissig - 8/3/1941». Tenia veinticuatro cuando murié su padre, el 4 de diciembre de 1944, unos meses antes de que ella publicase La suplicante, su primer libro. En 1953 reunié una seleccién de sus poemas en Poesia 1915-1925, el iinico titulo de Leandro Vilarifio, Asu memoria escribié un poema breve y casi secreto, «a L.V.», pero lo ubieé en su Poesia completa junto a los que cedicé a Dario y Baudelaire. Ahi estabas estis estards siempre mirando qué inmévil distraido. Siempre. Mientras yo esté. Es un poema que tiene el laconismo de sus tiltimos versos, escritos bajo el lema de aquel memorable «nom- brar alcanzay.* No explica al padre ni lo dice, solo nos hace testigos de un secreto entre los dos que, desde su reticencia, proclama la intimidad de un amor filial, su pa- radoja de ser un sentimiento absoluto y saberse fugaz. Al 2. «Blamor y la muerte esas certezas», entrevista de Mario Benedetti, Mar- cha, 29 de octubre de 1971, Reproducide en La vida escrita, pp. 60-67. 3. Leandro Vilaritio, Poesia 1915-1925. Edicién numerada impresa en Ros- gal, la misma imprenta de la revista Mimero; bajo ese sell ealieron Por aire sucto (1950) y Nocturnos (1955). 4 ednitil decir més / nombrar alcanza» es el tltimo, brevisimo, poema de No y el que Idea decidié que fuese el que cierra su Poesia completa, vin PROLoGo escribirlo, por obra de la poesfa que los une y que Idea no nombra, Leandro, el padre y el poeta, queda a salvo del olvido. En el momento de presentar este libro que reine lo que Idea Vilarifio escribié sobre la poesia y los poetas, la evocacién del padre era necesaria; Leandro no solo trans- mitid a su hija el amor por la poesia, sino una idea de lo que la poesia es y debe ser: «Mi padre era un buen poeta y gran conocedor de formas y de ritmos. Y tal vez el mejor lector de poemas que conoci: hacfa oir también cl sonido, los acentos. Ambas condiciones fueron una buena escuela desde tempranon. Recordaba con admiracién que su pa- dre fuera capaz de reconocer un soneto sin necesidad de ver la disposicién espacial de los versos en la pagina, su aptitud para identificar las diversas formas poéticas por la miisica del verso. Esos principios fundaron en la hija una teoria perdurable, que desarrollé mediante el estudio y la investigacién. Tuvo clara conciencia de que la poesia es artificio, y eso la impulsé a conquistar un conocimiento tedrico y técnico que comparece en cada uno de los textos que componen este libro hecho de piezas dispares y de va- ria extensién —desde la ambicién del ensayo a la concisa ficha— en las que Vilarifio esgrime un saber seguro y ri- guroso y es implacable en sus juicios, pero tiene la ducti- lidad y hospitalidad para celebrar, en autores imprevistos, en poéticas que no comparte, y aun en medio del fragor de la polémica, el hallazgo feliz en que el canto se produce. «Quise saber qué pasaba con los versos. Perdi mucho tiempo leyendo acerca de séficos y anapésticos, de rimas femeninas y masculinas. Luego di con [Pius] Servien y su método y, aunque él mismo no lo habia desarrollado, fue lo que yo estaba buscando. Permite un estudio de los IK PROLOGO ritmos casi infinito y para mi apasionante. Es lo que sé ha- cer mejom, rememoraba en 2004. El Diario que llevé per- mite datar esa biisqueda. En la entrada del 25 de mayo de 1947 —sus 26 afios— anota: «Pius Servien: Les Rythmes comme introduction physique a l’esthétiquen. Va a conti- nuar leyéndolo y a adoptar su método. Nunca abandoné el estudio de lo que familiarmente llamaba «mis ritmos» y, aunque no alcanzé a escribir el compendio de quinientas paginas que una vez proyecté, publicé periédicamente sus trabajos y reunié, ya definitivamente a principios de los afios noventa, sus estudios en un libro, La masa sonora del poema, que no logré publicar en vida $ En 1947, un mes después de que anota en su Diario su encuentro con Ia teoria de Servien, publica su primer ar- ticulo de critica literaria sobre un poeta que va a estar en- tre sus entusiasmos duraderos; «Los Nocturnos de Parra del Riego» salié en el primer niimero de Clinamen, una revista juvenil de_su generacién en Ja que Idea participé activamente. Otras resefias del periodo —sobre Brémond, Cressot, Pfeiffer— testimonian su bisqueda tedrica. En 1951, la aplicacién del método Servien se materializa en «Grupos simétricos en la poesia de Antonio Machado»,” que inaugura el trabajo sobre los ritmos que la ocuparé 5. Se publicé péstumamente: La masa sonora del poema, con edicién y ‘prOlogo de Ignacio Bajter. Montevideo, Biblioteca Nacional, 2016, 6 No incluido en este volumen que, en su lugar, recoge la conferencia que Vilarifo pronuncié sobre el peruano en Lima en 1991, «Los noctumos de Parra del Riego», que se publicé en Clinamen, atio 1, n.* 1, 1947, puede consultarse en linea en el sitio Andforas. Publicaciones periédicas-revistas: bup://anaforas fic.edusty/jspui/bandle/123456789/57 (Consulta: 2.62018). 7. Se publicd en Mimero, ato 3, n.* 15-16-17, julio-diciembre 1951, pp. 348-355. Machado es uno de los tres poetas estudiados en La masa sonora del poema, ob.cit., 2016. PROLOGO hasta el fin de su vida y siempre reivindicé como su porte intelectual més serio y valioso. En 1952, un comprensivo articulo sobre Servien y Ia «ciencia de Ia poesia» prueba que ha asimilado bien sus ideas y ha sabido trasladarlas al verso espaiiol. Ese arduo ejercicio no estuvo disociado de la critica literaria en un sentido mas clasico y general. Todas sus lecturas estin impregnadas de aquel cientificismo, aun- que atienden ademés a otros factores: los motivos, las ac- titudes, influencias, temperamentos, modas, tradiciones, recepcion, etcétera. Idea escribe desde la intuicién del artista y la perspectiva del poeta y, como sefiala Gwen Kirkpatrick a propésito de sus ensayos sobre Herrera y Reissig, «exhibe el saber de una ejecutanten y su critica «no deja de ser una conversacién entre pares».* Idea en- carné en ese sentido la figura del «critico practicante», una categoria alertada por T. S. Eliot que se puso en circu- lacién en los afios de emergencia intelectual de su genera cién, aunque su coincidencia con los postulados teéricos de Eliot va mucho més alla de esa etiqueta. El titulo elegi- do para este volumen de Clasicos Uruguayos describe con sencilla exactitud su contenido, pero no evita evocar esa afinidad. Un libro fundamental de ensayos de Eliot llevé el titulo de On poetry and poets? 8 Gwen Kirkpatrick: «El oido absoluto: el arte nunca es sencillon, Revista de {a Biblioteca Nacional — Idea, Montevideo, ao VI, n.° 9, 2014, pp. 209-221. 9. TS. Eliot: On poetry and poets (Faber and Faber, Londres, 1957) retine conferencias dictadas en la década del cuarenta. Tuvo pronta traduccién al espafiol, Sobre la poesia y los poetas, traducido pot Marfa Raquel Bengolea, Buenos Aires, Sur, 1959. Las citas corresponden a esta ediciOn. Muchos e los textos —«Funcién social de la poesia», «La misica de la poesian, «@Qué ¢s un clisico?», «Poesia y dramay— tuvieron difusién previa a la edicién en libro. PROLOGO, Thomas Stearns Eliot gané el premio Nobel de Literatura en 1948, lo que incrementé su difusién y mul- tiplicé una influencia que ya era considerable en el Rio de la Plata a través de las madrugadoras advertencias de Borges y del trabajo difusor de Sur. La incidencia del Eliot ensayista fue grande entre los principales escrito- res hispanoamericanos. Borges y Octavio Paz son claros ejemplos de su ascendiente." En Uruguay, las paginas de Marcha guardan las huellas de una influencia que dividié aguas en la emergente generacién del 45. En 1948, afio en que le dan el Nobel, su presencia es constante y sus culto- res pasionales. Si, con motivo del premio, se le dedica una amplia cobertura (sobre su poes{a, Rodriguez Monegal, acompafiado de la traduccién de «Los hombres huecos» por Carlos Real de Aztia y Einar Barfod; sobre su trayec- toria intelectual, Carlos Ramela)," Eliot era, desde tiem- po atras, un autor frecuentado. Fue precisamente Ramela quien llev6 adelante una campafia eliotiana en el semana- rio. A comienzos de ese afio habia publicado un contun- dente articulo sobre los ensayos de Los poetas metafisicos editados por Emecé en 1944, y en la introduccién denun- ciaba «el extraiio silencio critico que disimulé en nuestro pais la publicacién de los ensayos».!? La carta de un lec- tor que firma «Juan Cristébal» obligaria al propio Ramela 10. Rosario Peyrou relevé Ia influencia de Eliot en estos y otros escritores en: «Eliot como eritico: La modestia del gaton, E! Pats Cultural, n.° 164, Montevideo, 23 de diciembre de 1992. http:/letras-uruguay.espaciolatino, com/aas/eliot/como_critico.htm (Consulta: 20.6.2018). 11 _ «Lt poesia de T. 8. Eliot» por Emir Rodriguez Monegal; «Significado de T. S. Eliob» por Carlos Ramela y la citada traduccién de «Los hombres huecos», Marca, aflo X, n.° 454, 12 de noviembre de 1948, pp. 14, 15 y 16. 12. Carlos Ramela, «Los ensayos de T. S. Eliot», Marcha, af X, n° 420, 12 de marzo de 1948, pp. 14-15. xt PROLOGO a ser menos oblicuo en su defensa de Eliot. La polémica pasaba en cierta medida por lo ideolégico en el escena- tio mayor de la Guerra Fria. Ramela se hizo eco de un «Ataque comunista a Eliot y Dos Passos» en el Congreso Mundial de Intelectuales para la Paz celebrado ese afio. La adscripcién ideolégica comparecia también en las mu- chas notas que se dedicaban a Pablo Neruda quien afiliado al Partido Comunista chileno desde 1945, habia asumido una militancia que lo llevé al exilio y lo convirtié en figu- ra polémica a nivel continental. De algiin modo, los dos grandes poetas encarnaron arquetipos en los que se reco- nocian y disputaban los dos emblematicos grupos del 45 —los liicidos y los entrafiavivistas—, aunque en las pagi- nas de Marcha ambos fueron celebrados y defendidos de manera ecudnime." Las pasiones encontradas acerca de estos poetas, asi como la agitada polémica sobre las gene- taciones, que poco interesé a Vilarifio, y la discusién, tan americana, que enfrentaba cosmopolitismo y nacionalis- mo (asociada también ya con Borges), son de esos aiios.'* 13 Lo de la «defensay tiene en ambos casos que ver con cataqueso ideo- légicos y estétcos. Sirva de ejemplo que en la misma pagina en que sale el articulo de Ramela sobre «Los ensayos de T. S. Eliot» hay un recuadro, que firma CM.A., que responde a las acusaciones a Neruda por su hermetismo (entre otros poemas se menciona la segunda estrofa de la «Oda a Federico Garefa Lorca») aparecicas bajo el seudénimo de Plinioen la prensa uruguaya. 14 Las polémicas en tomo a la generacién, incluidas las carts de lector de Marcha, pueden leerse cronolégicamente ordenadas en «Polémica sobre Ia nueva generacién literaria en Uruguay (1947-1948)», Revistas culturales del Rio de la Plata, Pablo Rocca editor, CSIC-EBO, Montevideo, 2009, pp. 129- 171, En 1957, una discusi6n radial entre Rodriguez Monegal, Angel Rama y Carlos Real de Aza, que se hard célebre, vuelve sobre estas polarizaciones: «Bivasién y arraigo en Borges y Neruda» se publicé en a Revista Nacional de la que se hizo una separata, Montevideo, octubre-diciembre 1959. xi PROLOGO En el primer mimero de la revista Niimero,'* en marzo de 1949, se publicé la traduccién de Crimen en la catedral que Vilarifio y Rodriguez Monegal habian hecho para la puesta de Teatro del Pueblo con direccién de Manuel Dominguez Santamaria." Idea conocia la poesia de Eliot desde al menos 1945, cuando registra en su Diario la lectura de «Miércoles de ceniza»; dos afios més tarde cita y teflexiona a partir deun verso del poema «East Cooken», de Four quartets: «Poetry does not matter. Eliot. Es tan loco asi. No me interesa vivir, y vivo. Ya no me importa fandamentalmente la poesta y es lo tinico que domino, y sé hacer y puedo hacer. Lo demas tampoco» (Diario, junio de 1947). En cambio, no he encontrado registro de su lectura de los ensayos de Eliot, aunque su huella es evidente. Podria afirmarse incluso que el eje de su ejercicio critico y su coherencia esté en su affin por dar respuesta a las mismas dos preguntas que Eliot propuso cn 1932 en la primera de sus conferencias de Harvard: ;Qué es la poesia? y ,Es 15 Fundada por Idea junto con Emir Rodriguez Monegal y Manuel Claps, ‘Niimero fue una revista atenta y afin a Sur y tuvo un parecido perfil cos- ‘mopolita. Nacié de la escisién y cieme de Clinamen y ayudé a delinear Ia identidad de los distintos grupos de la generacién del 45. Idea fue eritica activa, especialmente durante la primera época (1949 a 1955), durante la que, con algunas concesiones a Sarandy Cabrera, monopolizé la critica de ‘poesia con la publicacién frecuente de sus poemas y de resefias y articulos de andlisis y teoria 16 Julia Ortiz estudia la traduccién de Murder in the Cathedral de Vila- rillo y Rodriguez Monegal en una investigacién minuciosa y profunda de la recepeién de Eliot en el dmbito rioplatense: «Précticas traductoras en el Rio de la Plata: el caso T. S. Eliot, Revistas culturales del Rio de la Plata, Didilogos y tensiones (1945-1960), Pablo Rocca editor, Montevideo, CSIC, 2012, pp. 85-108. PROLOGO este un buen poema?!” El rechazo de Idea al verso libre, una verdadera cruzada contra lo que Ilamé «la plaga» del versolibrismo, tiene también una filiacién en el Eliot temprano de «Reflections on vers libre» (1917), que el critico retoma y amplifica en «The music of poetry», una conferencia de 1942.'* Afirma en el primero que lo que se Ilama verso libre «no existe», que no es siquiera una «escuela» ni un grupo de teorias, ni ha sido tampoco pretexto para una discusién; en cambio declara que vers libre «is a battle cry of freedom, and there is no freedom in art». Un grito de batalla, entonces, clamando por una libertad que es imposible porque no hay libertad en el arte, Catorce afios més tarde se reafirma en que «el verso nunca es libre». Idea hard suyas estas formulaciones hasta hacer de ellas su lema, su doxa. Vale detenerse en sa resistencia compartida al verso libre que, todo indica, fue una batalla perdida, una derro- ta en la que Ja poesia, o una forma de concebir la poe- sfa que hizo a la centralidad indiscutida del género hasta la segunda mitad del siglo XX, mut6 o abdicé de su po- der, Alcanza leer hoy esos ensayos para sentir esa pérdida © por lo menos medir el desplazamiento ocurrido. En su conferencia de 1942, Eliot ampliaba sus argumentos: [...] ningin verso es libre para quien quiere hacer una obra grande, Nadie mejor que yo sabe que bajo el nom- bre de verso libre se ha escrito muchisima prosa mala; aunque me ¢s indiferente que haya sido mala prosa o mal 17 TS. Eliot, Funcién de la poesia y funcién de la critica (1933). Prélogo yy traduccién de Jaime Gil de Biedma, Barcelona, Seix Barral, 1968, p. 30. 18 «Lamiisica de Ia poesian, en traduccién temprans del libro que integra Sobre la poesia y los poetas, traduccién de Maria Raquel Bengolea, Colec- ciGn Grandes Ensayistas, Buenos Aires, Sur, 1957 pp. 19-33. xv PROLOGO verso, o mal verso en uno u otro estilo. Pero solo un mal poeta puede aclamar el verso libre como una liberaciéa de la forma, («La poesia de la miisican, De la poesia y os poetas: 31-32) Idea se refirié en términos parecidos a Io que consi- deré las falsas libertades del verso libre. Su condena mas drastica est quizé en Conocimiento de Dario, un libro de madurez, publicado en 1988, en el que por momen- tos recobra el estilo desafiante de su juventud para decre- tar acremente que «la plaga se desata hacia 1920». Luego explicitaria: Digo que el versolibrismo fue una plaga porque, con el pretexto del «verso libre», gentes que no fueron poetas escribieron kilémetros de prosa cortada que, entre otros ‘empobrecimientos, contribuyé a la pérdida del lector de poesia.!? Quisiera retener dos cosas que Idea suma en su ma- durez al tema del versolibrismo: la fecha, 1920, que his- toriza el proceso, y una consecuencia que la perspectiva histérica le permite constatar: la pérdida de los lectores. La resistencia al versolibrismo no es el tinico rastro que de las ideas de Eliot podemos encontrar en la poé- tica de Vilarifio, La teoria de que un poema puede sur- gir no de una idea, sino de una cadencia, de un ritmo, est4 también en Eliot. En las conclusiones de La masa sonora... Vilariio le reconoce a Eliot la formulacién més 19. Entrevista de Jorge Albistur, quien en 1994 la interroga sobre lo expre- sado en Conocimiento de Dario. Se publicé por primera vez, con el titulo «Entre la pasidn y el escepticismo: Partida en dos», en Idea, La vida escrita (2007), pp. 20-35. PR6LOGO extrema de esa tesis que otros compartieron: «I know that a poem, or a passage of a poem, may tend to realise itself first as a particular rhythm before it reaches expression in words, and this rhythm may bring to birth the idea and the imagen.” Y estén ademés las coincidencias més generales en cuanto al rigor de la critica, y esté el ejercicio de la traduc- cién del teatro en verso que aprendié en Eliot y continué y resolvié con maestria en tantas piezas de Shakespeare y de los eldsicos; pero, a pesar de todo esto, seria inexacto ver a Idea Vilarifio como una discipula aplicada del criti- co inglés. Més justo cs constatar una situacién que actu sobre las artes en general y que prendié en distintos pai- ses y contextos donde se operé una revisidn y se vivid un fermental momento de activacién del arte y de la critica. La reivindicacién del arte a partir de una revuelta de la forma, el reclamo del rigor de la ciencia para las artes o la vuelta a la obra y el rechazo del biografismo y la sociolo- gia fueron las banderas que en muchos sitios se levanta~ ron al unisono. Contempordneos de Eliot, los formalistas rusos (Viktor Shklovski publicé su manifiesto «El arte como ar- tificio» en 1917, el mismo afio de «Reflections on the vers libre» de Eliot) crearon, en contacto con la vanguardia y con la revolucién, una critica centrada en la obra que ha quedado vinculada al nacimiento de la teoria literaria 20 «Sé que un poems, o un fragmento de pooms, puede iniciarse a partir de un ritmo antes de que alcance a expresarse en palabras y que este ritmo puede dar nacimiento a le idea y la imagen». Llema Ia atencién que lo con- vogue, auaque en el inglés original, por medio de una cita secundaria de Ia edicién espafiola de un libro de Stephen Ullman, Lenguaje y estilo, de 1973, cuando fue traducido y publicado por Sur en Sobre la poesia y los poetas, en 1957. PrOLoGo que dominé el siglo XX. En el medio siglo uruguayo, esas ideas ya habian hecho su trabajo a través de diversos nexos y filiaciones, bajo la poderosa influencia de Paul Valéry pero también en el contacto con el magisterio de Joaquin Torres Garcfa, como plantea Ignacio Bajter cuan- do investiga los estudios prosédicos de Idea. Ya en las pa- ginas de Clinamen, Torres Garcia es una presencia impor- tante que trasciende el dominio de las artes plasticas y, en poesia, Valéry es un antidoto a las «facilidades» de la liri- ca, «Lirismo y facilidad» titulé el poeta argentino Carlos Mastronardi un articulo que publica un nimero antes de que Idea impugne el «Concurso de sonetos cervantinos» y que tiene su misma actitud inconformista y de denun- cia2! En 1951, en el mismo ejemplar de Nimero en que Idea publica su primer trabajo sobre los ritmos dedicado a Antonio Machado y resefia el ensayo fenomenolégico de Pfeiffer sobre la poesia, se publica un anilisis formal del Soneto X de Garcilaso por José Enrique Etcheverry, que insta a olvidar todo contexto histérico y biografico para trabajar la estructura del poema; también una crénica so- bre «Situacién de Schénberg en la misica modema», de Mauricio Maidanik. De hecho, todo Niimero participa en el gran movimiento que propicia la autonomia en las artes y la ciencia de Ja critica. En una definicion retrospectiva de la orientacién de la revista, al iniciar esta su segun- da época, sus hacedores declaran que «estuvo marcada por un lema —Critica y Poesia— en que ambas palabras abarcaban una misma forma esencial de creaci6n, a la vez poética y analiticay.” 21 Clinamen, n° 3, Montevideo, 1948, pp. 37-40. 22. «Prélogom sin firma pero con el tono y Ins ideas de Emir Rodriguez Monegal, en Niimero, 2* época, afio 1, n° 1, 1963. XxvIt PROLOGO Las definiciones acerca de la poesia que dejé Idea Vilarifio son expresién de esa acumulacién y ese apren- dizaje: Idea aprendi6 tempranamente con Servien, como demuestra el articulo que le dedicé en 1952, que «el rit- mo es la puerta secreta a la poesia», y esa leccidn definié su credo. «Un poema es un franco hecho sonoro —soni- dos, timbres, estructuras, ritmos—. O no es», declaraba en 1994.8 En 1971 habia respondido con similar radica- lidad a Mario Benedetti respecto al ritmo: «En un poema puede faltar todo lo demas; hasta puede, en determinados juegos, faltar el sentido; nunca el ritmo. Es esencial: por éLalgo es 0 no liricon.2* Esta exigencia de que la poesia debe construir un «ob- jeto sonoro» se cumple ejemplarmente en los versos que escribid, pero también fundamenta todas sus reflexiones tedricas y todo lo que escribié sobre otros poetas. En los escritos aqui reunidos esa idea matriz se sostiene inaltera- ble. Defendié el lirismo, el ritmo, la idea de que la poesia es lo opuesto al caos. Eso no Je impidié reconocer arte y belleza en formas heterodoxas de algunos poetas, pero ubicé esos hallazgos fuera de los limites de la poesia. Es el caso «ejemplar» del ensayo que dedica a Nicanor Parra. «La narracién no es la negacién de la poesia lirica. Es simplemente otro género», argumenta ante la aparicion de Poemas y Antipoemas, que coment6 «en tiempo reab», 23 En entreviste de Jorge Albistur (1994) ya citada, la respuesta completa lee: «Mis “certidumbres esenciales", como decis, son més bien exigencias ‘sine qua non: un poema lirico éebe decir algo; si es posible, una sola cosa. Un poema es un franco hecho sonoro —sonidos, timbres, estructuras, mos—, Ono es. 24 Mario Benedetti, «El amor y Ia mverte, esas certezas», Marcha, Mon- tevideo, 29 de octubre de 1971. Se reprodujo en Idea. La vida escrita, Montevideo, Academia Nacional de Letras, Cal y Canto, 2007, pp. 60-67. xix PROLOGO: antes de que la atencién de todos viese en el chileno al ini- ciador de un futuro posnerudiano. Quizés haya visto antes que otros la amenaza de un «fin de la poesia», la desapa- ricién de una forma de lirismo que no solo se consideré la forma mis alta entre las letras en la modernidad, sino que tuvo una presencia social importante en buena parte del siglo XX, cuando los poetas eran figuras de fama conti- nental, y componer, leer y traficar versos era una préctica difundida en las vidas comunes de hombres y mujeres. El Diario de juventud de Idea ilustra bien ese ambiente espi- ritual donde la poesia en sus distintos niveles circula y flu- ye, y los grandes poctas son escuchados todavia por todos los hombres. En el caso de Nicanor Parra, Idea denuncié una actitud «vergonzante» que debilita la poesia, ya que «empieza por avergonzarse de sus sentimientos [...] y ter- mina por avergonzarse de la poesia». ,Defendia acaso una causa anacrénica o presintié una pérdida que otros no vie- ron y fue precursora en advertir una muerte de la poesia asociada a otras muertes anunciadas en el arte —y en la historia— hacia el fin del milenio? En «El ritmo y otros aspectos de Idea Vilarifio en la critica dura», Ignacio Bajter relaciona aquel diagndsti- co desencantado y aquella cruzada con el magisterio de ‘Torres Garcia: «Idea Vilarifio lee bajo el rigor geomeétrico y constructivo de la prédica de Torres Garcia». Si pare- ce evidente que Torres e Idea compartieron la postulacién de un arte —pictérico 0 poético— como estructura, or- den, construccién y numero, desde la perspectiva que nos da la posmodernidad, es posible sumar otra afinidad en la 25 En Revista de la Biblioteca Nacional, n° p.8l. , Idea, Montevideo, 2014, PRO! actitud radical con que ambos buscaron conocer la verdad de su arte, sus reglas, sus limites y, sobre todo, cmo, con una conciencia alerta y una visién adelantada a su tiempo, previeron su incierto y amenazado porvenir.® Vilarifio no participé en la polémica en torno a la pos- modernidad que se dio en los afios ochenta y noventa, pero advirtié entonces —e incluso antes— que la poesia estaba perdiendo su capacidad de comunicar y, con ella, su protagonismo en la vida de los hombres. En un ensayo tardio, escrito en ocasién de los ochenta afios de la muer-« te de Herrera y Reissig, toca este asunto. Se pregunta si Herrera habia reunido los atributos de lo que se conside- ra un gran poeta. Su respuesta fue que «fue un poeta de poetas» al que le falté el otro ptiblico y que su poesia, magnifica, no tenia la aptitud de «servir al hombre que no es poeta cuando su dolor, su alegria o su flaqueza necesi- tan palabras»27 Al momento de discutir el valor del poe- ta, naturalmente se produce un desplazamiento que busca medir el valor de la poesia. Que esta reflexién se haya dado sobre quicn fue uno de los poetas a los que sintié mas fntimamente cercanos, da la dimensién de la comple- ja lucidez de la reflexién que sobre la poesia sostuvo Idea Vilarifio. Esa riqueza y profundidad se despliega en los articulos que forman este libro. Notaba Nora Avaro que, en la evolucién de sus estu- dios prosédicos, la traslaci6n de versos a bocetos ritmicos 26 A Juan FI6 pertenece la idea de la conciencia precoz que tuvo Torres ‘Garcfa de un fn de la pintura. Aunque desprovista de su claborada argumen- tacién, corresponde dar crédito de su teoria, 27 Este articulo, que forma parte de este volumen, se publicé por primera vez.en Marcha, Montevideo, e131 de diciembre de 1954, p. 18. XXI PROLOGO se mimetiza con la notacién musical." La imagen es po- derosa, porque la metifora es verdadera: la poesia fue siempre para Idea, como para Verlaine y Dario, misica. Ena generacién critica EI nombre alternativo a la generacién del 45, como se sabe, rinde tributo a la actitud intransigente y al rigor intelectual que esgrimieron los jévenes del medio siglo uruguayo, contra una cultura que juzgaron autosatisfe- cha, burocratica, conservadora. El peso de los dos gran- des criticos de la generacién, Emir Rodriguez Monegal y Angel Rama, consagrados por la sucesiva direccion de las paginas literarias de Marcha, acabé por arrogarles la exclusividad de ese reivindicado perfil, aunque, cuando se miran de cerca las publicaciones del periodo, el rigor y Ja exigencia se muestran repartidos generosamente entre un activo grupo de intelectuales que ejercieron la critica con temperamentos disimiles y en varias disciplinas. Las trampas de a memoria han damnificado todavia més a algunas mujeres que hicieron critica con destaque pero cuya tarea quedé soslayada hasta Jo invisible. Es el caso de Idea Vilarifio e Ida Vitale —«las dos I» como las Ila- mé Angel Rama—. Coincidian, ademas de en sus inicia- les, en su vocacién por la poesia y la critica. Hacia fines de los afios sesenta y comienzos de los setenta, cuando se inicia la historizacién de la Generacién del 45 a manos de los mismos intelectuales que la integraron, la valora- cign y el lugar que se asigna a las poetas incurre en una 28 Nora Avaro, «Notas para una poeta en formacién», Revista de la Biblio- teca Nacional, n.°9, 2014, p. 117. XxIL PROLOGO injusticia que irénicamente se apoya.en el reconocimiento de su poesia. En el fasciculo de Capitulo OrientaP® dedicado a «Los criticos del 45» se destina a Vilarifio apenas dos Iineas que reconocen la «amplia informacién y seguridad anali- tica» en dos trabajos: Wulio Herrera y Reissig: seis afios de poesia», de 1950, y Grupos simétricos en poesia, pu- blicado por la Universidad de la Republica en 1958. En la misma coleccién, pero.en el fasciculo «Los poetas del 45», Enrique Fierro declara sin atenuantes que Vilarifio significd «la aparicién de una voz nueva e implacable lla- mada a convertirse en una de las de més alto nivel en el Ambito de la poesfa hispano-americana». El justo aprecio de su poesia opacaba la tarea critica. En los afios de la irrupcién generacional, sin embargo, no dejé de llamar la atencién no solo la idoneidad, sino la gran audacia y hasta la célera de esta desafiante «an- gry young woman», un perfil que parece haber quedado enterrado en las péginas de Clinamen. En esa revista fun- dada por Manuel Claps, Angel Rama e Ida Vitale, Idea e Ida compartieron la critica poética con parejo escripulo sobre consagrados y debutantes. Ida escribié sobre Luis Cernuda, Liber Falco, Denis Molina, comenté «La esta- cién totaly, de Juan Ramén Jiménez, y escribié también sobre Felisberto Herndndez. Idea —no enumero los ar- ticulos que estén a la vista— exhibe en sus resefias una 29 Esta Historia ilustrada de Ia literatura uruguaya» en fasciculos, réplica de la que hizo antes sobre literatura argentina el Centro Editor de América Latina, fue dirigida por Carlos Maggi, Carlos Martinez Moreno y Carlos Real de Azia, y se publicé en 1968 y 1969. Colaboraron muchos integran- tes del 45 y también varios eriticos y escritores de Ia entonces emergente generacién del sesenta. PréLoco actitud mas desafiante y se revela incluso como una agi- tadora. En enero de 1948 publica una feroz interpelacién a las paginas de Marcha dirigidas por Emir Rodriguez Monegal, a propésito de un «Concurso de sonetos cer- vantinos». El anacronismo de la convocatoria da pie a una pieza antoldgica que muestra a la joven poeta como una temible contendiente: Han de existir causas por las cuales la poesfa ha llega- do a ser entre nosotros una indigna tarea vergonzante. No es solo un hecho local el de que la poesia cada vez importe menos; no la poesia que offecen las cosas ni el sentido poético del hombre ni el interés intelectual de los intelectuales por ella. Lo que esté desmedrado es el gé- nero, la poesia como género. Es un hecho general. Pero ‘en otras partes hay poetas ain, En cambio nuestra poesia, la argentina también, estén miserablemente estancadas, metidas en un pantano del que nadie hace nada por sa- lir. Pobre poesia provinciana, sin originalidad, sin fuer- za, vegeta sin que aparezca para vivificarla ningin poeta ‘verdadero, ningun intenso, ningiin nuevo, ningtin deses- perado, ningin revolucionario, Nadie sabe cantar, nadie tiene mensaje...2° El concurso fue un buen pretexto para discutir la situa- cién de la poesia y para denunciar la linguida, provincia- na situacién rioplatense. Mas alla de si la postracién era © no cierta, y cuanto, la voz de Idea tuvo, aun bajo el seu- dénimo, el poder de sacudir el ambiente literario. Es una voz que pide rienda y que sabe poner en palabras la pa- sién y la belleza que reclama su implacable alegato. Sabe 30 Con el titulo de «Concurso de sonetos cervantinosn, fue publicado bajo {el seudénimo de Elena Rojas en Clinamen, Montevideo, atoll, n° 4, enero de 1948, pp. 40-41. El texto completo se publica en este volumen, xxIV PréLoGo. también esgrimir el arte de la injuria con lidico deleite, en la mejor tradicién de los polemistas del 900. Afios des- pués, en La generacién critica, al referirse a los peligros de la politizacién para el arte, Angel Rama todavia pare- ce recordar aquella irrupcién de Idea cuando anuncia que siempre «habré nuevas Ideas Vilarifios cantando el amor, la destruccién, la muerte, pidiendo la recuperacién pura y plena de la palabra poétican.® La aventura de Clinamen duré solo dos afios y cinco numeros, pero fue intensa. Alli, entre 1947 y 1948, se dio la discusién sobre la identidad generacional, se forjé un agudo sentido de pertenencia, se consolidaron las figuras de la generacién, se perfilaron liderazgos y se gesté la ri- validad entre grupos y personalidades. Idea vivi6 con en- tusiasmo su intervencién en el medio intelectual. En junio de 1947 anota en su Diario las repercusiones de sus art{- culos en la prensa argentina y lo que le dice Emilio Oribe: «Quién iba a decir. Estaba alli tan suave, escribiendo ver- sos, y ahora resulta una critica de fama continental». Fue un salto importante a la discusién publica y, a la vez, un proceso de aprendizaje y cristalizacién. Fueron también afios de una intensidad emocional dolorosa y fermental en su vida, cuando se suceden sin respiro las muertes tempra- nas de padre, madre, hermano y cuando ella vive los amo- res dificiles —Oribe, Claps, el inicio del vinculo con Juan Carlos Onetti—. Todo eso se produce junto a su integra- cién a una generacién pujante y a la creacién de una obra. ALa suplicante, su primera plaquette, de 1945, siguieron Cielo cielo en 1947, Paraiso perdido, editado por Niimero en 1949, y, en el mismo sello, Por aire sucio, de 1950. En 31 Angel Rama, La generacién critica, Montevideo, Area, 1972, p. 86. xxv PROLOGO las mismas paginas que alojaron sus articulos publicé los poemas que iba escribiendo. Y asi como ella reseiié a los nuevos poetas, otros comentaron sus libros. En Clinamen, el poeta jujefio Jorge Calvetti se ocupé de Cielo cielo para reprocharle duramente su experimentalismo «porque la redundancia no es poesfa, el asindeton no es poesia, el juego verbal no es poesian; en cambio, dice, extrafia la poesia «sincera, serena y suntuosa» de La suplicante.* Alafio siguiente, Benedetti incurre en un reproche simi- lar al comentar poemas aparecidos en Niimero —«Poema con esperanza», «Los cielos» y «Paraiso perdido»—, en os que detecta «una poesia desorientadora y extrafiamen- te musical» y resiente «el caético verbalismo» que «per- judica el verdadero fondo postico de su obra». Tal vez estas objeciones hayan tocado a la autora, pero no a su prestigio cn ascenso. La inmensa influencia de Rodriguez Monegal la colocé muy pronto en un lugar de privilegio dentro del nuevo canon de la literatura uruguaya. Apenas unos meses después de la polémica por los sonetos cer- vantinos, Rodriguez Monegal, que no acostumbraba es- cribir sobre poesia, le dedica una pagina encomiistica en Marcha —«Sobre la poesia de Idear—, donde la valora como «poeta de raiz, capaz de organizar severas estructu- ras pero capaz, ademas, de ofrecer, en total desmudez, su ardiente voz» 32 Jorge Calvetti, «Cielo cielo —Idea, Montevideo 1947», Clinamen, n° 5, mayo-junio 1948, pp. 49-50. 33 Marcha, afio XI, n.° 493, en seccién Revistas Nacionales, 2 de setiem- bre, 1949, p. 22. 34 «Sobre la poesia de Idea» se publicé en Marcha, Montevideo, afio X,n.° 458, 10.12.1948, p. 14. Para una revisién exhaustiva de este proceso ver Ali- cia Torres, «Emir Rodriguez Monegal, atfice de la entrada de Idea Vilarifio al canon literario nacionaln, Revista de la Biblioteca Nacional: Idea, época XXVI PROLOGO En ese rico y vulnerable contexto se escribieron gran parte de los articulos que aqui se recopilan. Sus intere- ses —ya definidos a sus 26 afios— disefian lo que serd la carrera critica de Idea Vilarifio. Hay aprendizaje, pero no hay tanteos. Lo que escribe en esa etapa de «critica mili- tante» marca la linea del pensamiento y las preocupacio- nes de la autora, y decide un elenco de poetas que, con pocas variaciones, perduraré en el tiempo. Idea se con- centré desde el inicio casi exclusivamente en la critica de poesia; fue excepcional que se ocupara de otros géneros. Escribe sobre poesia, resefia poemarios y libros de teo- ria; muy ocasionalmente, alguna nota sobre teatro, y est atenta —como todos entonces— al dominio existencialis- ta: resefia a Sartre, traduce a Simone de Beauvoir. Idea parecié no sentir demasiado aprecio por sus pri- meros articulos en Clinamen y los dejé fuera en el momen- to de reunir su labor critica, Entre Clinamen y Numero no hubo un intervalo de tiempo significativo y tampoco cam- bios perceptibles en el criterio de la joven critica, pero si se advierte una diferencia en el tono, que deja caer la indignacién, se aplaca y, sin abandonar su cuota de iro- nia, clige una prosa més apolinca. La integracién a este libro de varios de aquellos escritos inaugurales ha sido 3,affo 6,n.° 9, 2014, pp.295-316. Cumple consignar que Rodriguez. Mone- Bal estuvo menos confiado sobre su poder legitimador. Al menos segtin este testimonio: «Un articulo sobre Joyce era leido y discutido; uno sobre Idea Vilarifio (como el que aparecié en Marcha en 1948) pasaba inadvertido, 0 solo lo discutian, sotto voce, las otras poetisasy. Prélogo a Literatura uru- guaya del medio siglo, Montevideo, Alf, 1965. 35 En Clinamen reseha La Nausée y La Putain Respectuese: «Dos libros de Jean-Paul Sartre», afio I, n.° 2, mayo-junio 1947, pp. 68-69. Su primera colaboracién en Marcha es una traduccién de Simone de Beauvoir, «Norte américa al dfa», publicada en tres entregas el 11, 18 y 25 de marzo de 1949. XXVII PROLOGO una desobediencia razonada. Desde la perspectiva actual, la lectura de esos articulos no solo resulta clave para en- tender a la gran poeta, sino que aporta —junto a observa- ciones inteligentes que hubiese sido una pena perder— el Ticido diagnéstico de un «estado de poesiay —no mera- mente local— que fue crucial en la evolucién del género. El seguimiento diacrénico de sus intervenciones cri- ticas, que por razones que se justifican en el «Criterio de edicién» no se refleja en el indice de este libro, dota al mapa de sus intereses y preocupaciones de un itinerario y un devenir, En la adversa critica que dedicé a Cielo cielo, Calvetti da una clave para comprender también ese ca- mino. Tal vez queriendo atenuar la dureza de su juicio, el reseflista reconoce que el cambio que lo decepciona tie ne valor porque sefiala una busqueda: «Idea no descan- say, dice, «Se busca». La busqueda define bien la diver- sa actividad intelectual que Vilarific emprende al tiempo que escribe sus poemas. Ha adoptado de las ensefianzas de Servien la necesidlad de una «filosofia de la existencia lirica», un compromiso con su arte que abarca y conduce toda su vida. El esfuerzo involucra todo su ser, como tes- timonia su Diario, y se despliega en tareas como la criti- a, la traduccién, el estudio de la prosodia y de la teoria, ademas de la escritura. Idea habia considerado en su primera juventud seguir otras vocaciones: la ciencia y la misica fueron opciones, pero una vez que decanté por la poesia todo lo que hace esté destinado al perfeccionamiento de su arte y a eso se entrega. La traduccién —merece, creo, considerarse con algin detenimiento— fue una disciplina que ensay6 de diversos modos: la traduccién de otros poetas, la traduccién en verso del teatro, las traducciones XXVIII PROLOGO| de ensayos sobre la poesfa que publicé en revistas y que cumplian la doble finalidad del aprendizaje personal y la difusi6n de ideas. En 1953 traduce «Villon y Verlainen, de Valéry, que, segtin aclara en una nota, no habfa sido incluido en la edicién de Gallimard de Varieté. En las traducciones literarias, Idea se pone deliberadamente a pmueba y elige textos que impliquen una dificultad. Fue el caso de los sonetos de Raymond Queneau que, «venidos directamente del Barrio Latino en las valijas de Vilarifion —dice Beatriz Vegh—, se publicaron en Niimero en 1955 aun antes de que apareciesen en libro en francés. Queneau Ie habia advertido que sus sonetos eran «intraducibles»; ella recogié el desafio y vencié con maestria. Volvié a Queneau en otras dos oportunidades; en la ultima, cuarenta afios después de los sonetos, tuvo el gusto de repetir la hazafia con «Ejercicios de estilo». La traduccion de teatro, inaugurada con Crimen en la Catedral, se va a continuar después con Shakespeare y los clasicos. Eliot, que escribié teatro en verso y lo defendié tedricamente en el convencimiento de que «en el escenario, la prosa es tan attificial como el verso; o, a la inversa, el verso puede ser tan natural como la prosa»,2” lamentaba su desaparicion, Era ya una practica traductora en desuso en la que Idea persisti6 solitaria y por la que los espectadores y lectores 36 Beatriz Vegh repara en las tres incursiones de Vilarito como traductora ‘de Queneau —la segunda, en 1973, fue El rapto de /caro— y centra su and- lisis en la «Oda»: «Ejercicios de estilo y teduccién, Idea Vilarifio-Raymond Queneau». Revista de la Biblioteca Nacional, Montevideo, época 3, afio 4, nt 6-7; Palabras sitiadas, Montevideo, 2012, pp. 223-238. bitp://biblio- tecadigital.bibna.gub.uy:8080,jspui/handle/123456789/30514 (Consulta: 721.2018). 37 T. S. Eliot, «Poesia y drama» en Sobre la poesia y los pocias, ob. cit, p71. XXIX PROLOGO hispanohablantes especialmente en el Rio de la Plata— ‘Te debemos Ia milagrosa conquista de la naturalidad y la poesia en Shakespeare. Estas pruebas de virtuosismo fueron buscadas por Idea, quien, con espiritu secretamente oulipiano, encon- tr6 siempre. un gran deleite en cualquier aventura de la palabra y del ritmo. También la creacién de canciones, de letras que le pedian los cantores del canto popular en la década del sesenta, fue una tarea grata ademas de un com- promiso revolucionario. Tenia una intuicién de la miisica, del ritmo, un don; no es extrafio que su ejecucién de estas pricticas, sometida a requisitos especificos y multiplica- das exigencias, viniese a coincidir con su teoria del orden, con la liberadora no-libertad del arte. La critica de poesta que retine este libro es parte de una bisqueda quic tuvo ademas otras formas de investiga- cién paralelas como fueron su trabajo sobre el tango y sus publicaciones para la ensefianza de la literatura. En 1955, Idea publicé en Marcha su primer articulo sobre las letras de tango, interesada por la poesia que puede encontrarse en ese género popular que tanto sintid y quiso y'sobre el que seguiria escribiendo y publicando.** Su trabajo sobre literatura biblica que preparé como guia para los cursos de literatura en la ensefianza media tuvo una motivacién similar: descubrir lo que hay de «literatura» en los textos religiosos. En manuales que escribié sobre poetas y en los 38 «El tango y sus letras», Marcha, aito XVI, n.° 769, 24.6.1955, pp. 21~ Ittpi/anaforas.fic.edu.uy/jspuishandle/123456789/2675. En libro publica: Las letras de tango, Buenos Aires, Schapite, 1965 (del que dio un adelanto en Nimero) El tango, que publicé en dos fascfculos en Capitulo Argentino, Buenos Aires, Sedal, 1981, se reeditaré con el mismo titulo en Montevideo, en Cal y Canto, 1993 y, comregido, en 2014. XXX PROLOGO apuntes para sus clases en la Universidad, hay valicsos andlisis de poemas que constituyen también una fuente. Fueron otros caminos para una misma bisqueda y hoy guardan la proinesa de otras posibles revelaciones. De la poesia y los poetas sigue fiel al criterio —aunque de un modo, més magndnimo— que ‘tuvo la autora cuando pen- so en una publicacién de su obra ensayistica. Retine los eicritos que Idea Vilarifio pensé y publicé buscando en- tender la poesia y los poetas sin fines ulteriores, sin pro- pésitos diddcticos ni econdmicos, y esa intencionalidad define su territorio y marca una frontera, aunque de limi- tes difusos. Postular que estos textos fueron escritos por el deseo de entender la condicién de un arte explica, mejor que cualquier otra variable, las modulaciones de una voz cri- tica, los paréntesis aparentes o reales de su ejercicio, los nombres reiterados y las omisiones. En esa suma aportan también un sentido los proyectos que Vilarifio no alcan- z6 a realizar: la biografia de Herrera-y Reissig que pla- ne6 junto con Rodriguez Monegal, el libro sobre Charles Baudelaire, su deseo de hacer otro sobre Delmira. Al fin, todo lo que est en este volumen y Io que quedé afuera y Jo que lo trasciende acaba por definir su destino de poeta. Julio Herrera y Reissig: poemas comentados (1978), Rubén Dario: poesia (1979), Literatura biblica: El antiguo testamento (1976), Los salmas (1974-1977 aumentads). En la Revista de 1a Biblioteca Nacional, n.° 9, ya citads, se rescat6 una clase dedicada a «Visién», pp. 197-206. También accesible en linea. XXXI PROLOGO La lectora Admitida esa unidad, aceptemos que este libro tiene sus especificidades y propone una perspectiva. Pone en primer plano a la lectora de poesia, que es el revés de la trama de la poeta. ,Cémo lee Idea? Acaso sea mas senci- lo empezar por decir qué lee. Este volumen viene a con- firmar la idea bastante consensuada de que Vilarifio leyé concentradamente y en profundidad a un grupo selecto de poetas: Dario y otros grandes poetas del Modernismo, los uruguayos del 900, con privilegio de Julio Herrera y Delmira Agustini, y los espafioles del 98 y del 27, con afi- nidades contundentes en Antonio Machado, Juan Ramén Jiménez y Pedro Salinas. Tuvo una inclinacién amorosa por poetas de vidas breves, como Delmira, Laforgue, José Asuncién Silva, Herrera y Reissig, y por los mas cerca- nos Humberto Megget y Juan Parra del Riego, a los que promovié y edité.” Profesé una secreta parcialidad por la intensidad fugaz de los que mueren en plena juventud. «Este hombre de tan breve vida, este poeta de tan corto plazo», dice en el ensayo que abre este libro, para medir lo que fue y pudo haber sido Julio Herrera y Reissig y vuelve a conmoverse, cada vez, ante los poetas a los que les falté tiempo. La intensidad efimera fue valorada en sus ‘poemas, en el amor, en su vida, frente a la vergilenza de durar, un sentimiento existencialista que la hermand a Onetti. De Juan Cunha, que fue longevo, prefirié «el 40 A Humberto Megget lo edité a su muerte: Nuevo sol partido, Monte- video, Namero, 1952, y lo reedité en Nuevo sel partido y otros poemas, Montevideo, Banda Oriental, 1965. De Juan Parra del Riego hizo la selec- cig y estudio para Nocturno y otras paemas, Montevideo, 7 Poetas Hispa- noamericanos, 1965. XXXII PROLOGO primer Cunha», Este también breve corpus le basté para seguir pensando en la condicién del arte de la poesia. ‘Los nombres no son el tinico itinerario para seguir y medir su obra critica, que’ como dice Rodriguez Monegal en Literatura uruguaya del medio siglo, fue corta. Del corpus —doblemente breve— puede desplegarse un pen- samiento y, seguramente, una teoria. Hay preocupaciones, obsesiones, como el verso libre, que atraviesan las distin- tas piezas que componen el libro, y hay motivos a los que regresa. Es posible, por ejemplo, leer transversalmente una se- rie sobre el soneto que inicia la diatriba al «Concurso de sonetos cervantinos» de Marcha. Después de decretar su caducidad y argumentar que cada época tiene sus temas y sus formas y que el soneto «no alcanza para el alma del hombre actual», Idea vuelve una y otra vez sobre el asun- to. No se va a desdecir de sus fundamentos, pero resulta evidente que la formalista que es se siente atraida por el artificio dificil y riesgoso de la composicién. En el mismo niimero de la revista en que publica su anatema y se bur- la del concurso cervantino, escribe una resefia en la que reprocha a un autor de sonctos que en sus composiciones las partes se han vuelto intercambiables y se puede «co- menzar por los cuartetos de un pocma y terminar con los tercetos de otro». Son, acusa, «sonetos que no progresan» y por eso «hasta los tercetos pueden ser invertidosy.’ En 1955, al comentar Los delirios, de Clara Silva, vuelve a plantear el problema de la vigencia del soneto, pero reco- noce que las exigencias de la forma han tenido un efecto 41 «La llama oscura, Alejandro Arias, La Plata, 1946, Clinamen, afio 2, n.'4, p. 42, Firma Ola O. Fabre. No esté recogido en este volumen. XXXII Prévoco benéfico para la autora y que su poesia gané en concen- tracién. Otra experiencia es observar como lee Idea el soneto en los poetas que admira. Celebra que Julio Herrera, «que bien podria haberse quedado «instalado revolucionariamente en el “verso libre”, haya preferido la menor libertad [y] las’ més dificiles imposiciones», entre las que destaca «el soneto tenso y poblado». Idea no es menos incisiva cuando elogia que cuando critica. En este juicio, resulta deliciosamente desafiante el momento en que desliza, como al pasar, el pérfido oximoron que hace del instalarse revolucionariamente en la vanguardia una opeién conservadora. Los adjetivos que elige para los sonetos revierten lo que “de anquilosado pudiera quedar adosado a Ia forma soneto. «Tenso y poblado» es un hallazgo y una ofrenda. Angel Rama sabia por qué le encargé a Idea el ensayo sobre Herrera y Reissig para la Biblioteca Ayacucho que abre este volumen: «Es un hermoso ensayo lo que se pide, algo que sca (permitamonos esta desmesura) definitivo y sea la obra de unescritor que contempla a otro escriton».? Al mismo tiempo que celebré los sonetos de Julio Herrera, Idea comprendié que Delmira habia nevesita- do pasar por alto el soneto o perturbarlo hasta su limite. Cuando escribe sobre Los cdlices vacios dice que, des- pués de su aprendizaje de las convenciones de la poesia modernista, ‘Ilega el momento en que a Delmira lo que «ands le importa es decir, expresarse. Si eso cabe en un soneto, bien. Sino, se queda en los dos cuartetos, combina 42 Carta desde Caracas, fechada el 15 de junio de 1976. Archivo Angel Rama (privado), Ref. 76/257. XxxxIV PROLOGO estrofas diferentes, cambia de ritmo, rima 0 no, mezcla 0 interpola sus figuras». dea supo que el arte estaba més alla de la destreza y la artesania, y que un poeta no es quien domina una técni- cay cumple con la forma, sino quien puede hacer que esa forma diga lo que necesita ser ditho. Un critico poeta, y es este el caso, escribe sobre otros poetas més alld de lo que previamente sabe. Gwen Kirkpatrick, que la mira escribir desde esa perspectiva, destaca con asombro sus grandes intuiciones. Como la que le hace ver que cuando en un poema de Herrera «anochece» o «cae la noche», cuando ocurre un ocaso, el poema cambia. ‘Acaso esta sea la razén por la que un espiritu intransi- gente como fue Idea Vilarifio tenga tanta apertura 0 inclu- so sorprenda por le ambivalencia frecuente de sus juicios. ‘Aunque nunca es ecléctica y casi siempre es implacable, raramente resuelve su opinién en una condena 0 en una glorificacién. Tampoco siente la obligacién de concluir en una sintesis valorativa. Tal vez pasa que, aun cuando se propone ser clara, aun cuando le importa ser justa, Idea no escribe ni para el piblico, ni para los poetas, ni para sf, escribe para la poesia 0, mejor, por Ia poesia. Y no es que la sublime: la busca, la persigue, la encuentra y vuelve a perderla y a buscarla. Hay una definicién de Agamben que explica este trinsito: «La poesia es aquello que regresa la escritura hacia el lugar de la ilegibilidad de donde pro- viene, a donde ella sigue dirigiéndosen. Tal vez por eso 43. Ver Los cilices vacios» eneste volumen. 44 Giorgio Agamben, «A quién se dirige la poesia». Traduccién de Gerar- do Muttoz y Pablo Dominguez Galbraithen. Infrapolitical Deconstruction. hetps://infrapolitica.com/2015/04/22/a-quicn-se~dirige-la-pocsia-giorgio- agamben/ (Consulta: 203/2018). PréLoco Baudelaire» el lector siente que accede, mds que a un juicio critico, a una confidencia, Esa cercania explica el tenor de los poemas que dedicé a Baudelaire y a Dario, pero no se explica fécilmente a si misma si no es por la comunién en la poesia: un asunto entre pares. En el articulo que dedica a Juan Ramén Jiménez es- cribe sobre el arte después de la madurez, cuando el poe- ta ha aprendido y domina ya lo que quiere decir sobre el mundo: «en ese tramo de poesia que sucede a la hermosa madurez, puede decirlo todo con palabras definitivas y dejarlo ya para siempre: “todo claro y nombrado con su nombre”. Resulta imposible no recordar el breve impe- rativo «nombrar aleanza» que Idea hizo suyo y puso al final de su Poesia completa, resumen no solo de la vida escrita, sino de la vida. La relacién con los «nuevos» poetas espafioles tie ne otras aristas y otro interés, Idea descree que la poe- sia’ pueda crecer en la arrasada Espafia franquista, y su compromiso con los que perdieron la guerra se trasluce de un modo oblicuo en sus resefias. Oblicuo porque el compromiso con sus ideales no es menos grande que el que tuvo con Ia poesia. En alguna ocasién explica el va- cfo de Espafia; otras veces, como quien tira una piedra, lanza un exabrupto que no condesciende a argumentar. Dice en 1950 sobre los dibujos que ilustran un poemario que son «ii cién bastarda del bastardo Dali». Y ahi lo deja. Se trata de su reseiia de «La casa encendida», de Luis Rosales. Un afio antes, Rosales habfa sido acusado enLa Habana de «asesino de Federico» en ocasién de la gira por Hispanoamérica que hizo junto con Leopoldo XXXVI PréLoco Panero.”* Ese era el contexto y el 4nimo general fren- te a los que eran recibidos como emisarios del régimen de Franco. En la resefia que escribe Idea, esa hostilidad asoma en el desdén que manifiesta por el «cdndido deis- mo, casi beateria» del «catélico». Pero lo que rechaza en el libro del granadino no es politico, sino una inflexién ‘confesional y narrativa, inadmisible en su concepto de poesia. Lo que anotamos ya, pero que aqui ella expli éa: «La dureza de juicio que convota La casa encendi- da deriva en todo momento de la intencién de leerlo y criticarlo como poesia». Cree que pudo haber sido una buena novela. Més ejemplar ain es, en este sentido, su lectura de la poesia de Carlos Bousofio. Observa la voluptuosidad ex- tretha de esa «poesia mistica» por la que manifiesta cierta aversién, aunque reconoce que, més alli de lo que pu- dieran ser objeciones extraliterarias, «es en esa cuerda, y forzindola al m4ximo, donde Bousofio consigue su mejor poesia», No estaba en el horizonte critico de entonces la posibilidad de una lectura queer o la sospecha de que el arrebato mistico pudiese ser enmascaramiento de pasio- nes que no osan decir su nombre en una sociedad repre- siva. Esa prescindencia, esa falta, hace mas compleja € interesante Ia lectura, porque, a pesar'de todo, Idea reco- noce, y solo a partir de la poesia, que es «indudable que el resultado es fuerte». También lo es, leida a mas de medio siglo, su resefia. 46 Ver Joaquin Juan PeBalva, «Tres variaciones sobre el tema de la casa, Leopoldo Panero, Luis Rosales y Dulce Marla Loynaz», 2002, https:// rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/6029/1/ASN_03_07.pdf. (Consulta: 217772018). PROLOGO. Idea, que tan hicida fue para ver la poesia de los otros, dijo no saber explicar y no se refirié nunca a los mecanismos ni al sentido de sus versos. Ese movimiento y esa biisqueda hacen que los arti- culos dialoguen entre si, entre las Ideas que los escri- bieron y sus tiempos histéricos, entre sus razones y sus lecturas, y eso hace posible recorrer este libro como si se tratase de un, élbum familiar. En el nivel més Ilano, da una posibilidad de que la historia y el mundo com- parezcan. En el prélogo a la poesia de Megget evaliia el desamparo cultural al que se enfrentd su generacién y enumera todo lo que habia que repudiar: «el gacelismo, la complacencia, la reciprocidad de elogios, las pala- bras poéticas a priori, el vicio del soncto». Su visién y su balance conviven en esta compilacién con los eseri- tos de aquel tiempo, las palabras que recuerdan con las que hicieron la tarea. En 1965 Idea evoca la vida cul- tural montevideana en torno a la Plaza Libertad en los desvalidos aunque fermentales afios cuarenta, cuando «ese trabajo no oficial, no reconocido, oscura y fervo- rosamente, se iba haciendo». Entre poetas Otra dimensién del tiempo se experimenta al enfren- tarse a las criticas hechas «en tiempo real». Ocurre, en la discusién de la antipoesia de Nicanor Parra, ya referida, 0 ante la reseiia de Los versos del capitan, de Pablo Neruda. Idea comenta la primera edicién, que fue «anénima». Naturalmente sospecha del pretendido autor incégnito, pero en esa idea de anonimato encuentra la clave de ese libro y de toda poesia amatoria. «{Quiénes fuimos? ,Qué PR6LOGO importa?», los versos de «La carta en el camino» explican larazén del discurso amoroso, cuando anuncian que Megara un dia en que un hombre y una mujer, iguales aa nosotros, tocarn este amor, y atin tendrd fuerza para quemar las manos que lo toquen. Es el destino de los versos del capitin, de los de Delmira, de los de Idea Vilarifio, también «une amorosa». Hay en estas lecturas de los grandes poetas una intimidad inconfesa que asoma por debajo de la austeridad discursiva y siempre racional de su critica. En algunos casos —Salinas, Jiménez (asi los llama), también en Neruda—, la intimidad viene de lejos, de las tempranas lecturas de su padre; luego, en los afios de juventud, pudo cumplirse a través del encuentro personal: y la correspondencia, del trabajo compartido en revistas y ediciones y que, -en algunos casos, se consumé, en el acto més privado, al enviarles sus poemas.*’ Eso no explica, sin embargo, la intimidad que también manifiesta en relacién a Dario, a Julio Herrera, a Baudelaire. Cuando Idea observa que «la nocién de pecado es mas desaprensiva [en.Julio Herrera] que en 45 La visita de Juan Ramén Jiménez en 1948'y la de Pablo Neruds en 1952, de Ias que han quedado dos fotografias memorables. Con Salinas el ‘illogo fue por carta; a él le exvib Paraiso perdido (1949). Sobre la co- respondencia con Salinas ver: Maria de los Angeles GonzAle2,’ «Recep- cig e incidencia de Pedro Salinas en la Generacién del 45», Boletin de la Academia Nacional de Letras, Montevideo, n.° 11, 2002. bttps://es scribd. com/document/370129781/Recepcion-de-la-poesia-de-Pedro-Salinas-en- Uniguay . XXXVI PréLoco : —-———_—_——er Do cerca y de lejos Algunos de los articulos reunidos fueron publicados en una seccién de la revista Numero que llevé el nombre de «Taller», categoria que describe bien el acercamiento de Vilarifio a los poemas de otros. Idea tuvo vocacién y dominio del «close reading» que en la década del cuarenta impuso en e! mundo anglosajén el New Criticism y qué, por la misma época, cambié en Uruguay la manera de ensefiar literatura segiin el método francés de la explicacién de textos. En Idea era, ademis, atributo del metier y artesania de poeta. En el estudio titulado «Los versos de Paco», un escrito tardio de 1987, escucha la prosa de los cuentos de Espinola y detecta los escondidos versos, sus ritmos, sus disimuladas rimas. Ya en el primer articulo que publicé —«Los Noctumos de Parra del Riego», de 1948—su atencién va de un poema a otro, de un verso a otro, de un hemistiquio al siguiente, atenta a la funci6n que juega cada palabra y cada sonido. Rescato su comentario novicio y lozano de estos versos de Parra del Riego: «Borracho solitario que aprieta su botella/ Yo aprieto por las calles mi corazén. Yo siento». «Borracho» no es més que una palabra desusada en poesia, pero «borracho solitario que aprieta su botella», ya es una vivencia, Cuando agrega «yo aprieto por las calles mi corazén, Yo siento», se cumple la transmutacién poética. «Borracho» ya no es una palabra de ninguna clase, esté sacrificada, sometida a eso que quiso decir el poeta y que la trasciende, Esa actitud, forjada en su entrenamiento de lectora, preanuncia la critica desde el archivo, el trabajo con los PRéLoco manuscritos y el estudio sobre los ritmos que sobrevendran en el futuro y que le permitirén en sus ensayos mayores mirar mas de cerca atin al poema en su materialidad sonora y leer en el trazo de los borradores la génesis y el trayecto de las palabras. Idea era también capaz de mirar la poesia —no ‘diré «de lejos», que simula un elogio vago— «a distancia», «en perspectivay. Tuvo conciencia histérica también para la literatura y, aunque no frecuenté el panorama ni fue entusiasta de la teoria de las generaciones como otros criticos del: 45, supo reconocer el peso de las circunstancias en el ejercicio de la literatura. Es sensible alcondicionamiento que impone la mera cronologia como ocurrié a‘ los poetas de Hispanoamérica que vinieron después del Modemismo. Sabe preguntarse por qué una guerra civil vivida a conciencia y seguida por un destierro imeversible no provocé en la poesia de Pedro Salinas una ruptura y también postular que el fracaso de Vicente Aleixandre pueda explicarse por la indiferencia con que siguiéd entonando los mismos versos cuando el mundo alrededor se derrumbaba. No sintié, sin embargo, ninguna afinidad por los condicionamientos 0 las categorias de género, ni por la Hamada «poesia femenina» ni por las lecturas feministas de la literatura. El desganado prdlogo que escribié «a demanda» de los editores para la Antologia poética de mujeres hispanoamericanas evidencia la tensién que sostuvo con la critica de género en la literatura. Es casi un antiprélogo que testimonia una posicién tedrica firme aunque técita. Una pieza sobre todo performitica, elocuente en lo que calla y que demandaré, un dia, su interpretacién. PROLOGO Acaso esa resistencia no sea ajena al empefio que puso en reconocer el valor de los poetas para enfrentar los deberes que se les imponen, las categorias a las que se pretende obligarlos, las circunstancias hostiles a la creacién y aun las facilidades que los amenazan. Defenderse —en mas de una ocasién usa ese verbo— de contingencias, paramos, influencias, y del silencio hostil. Reconoce al joven Megget que supo librarse «de Neruda y de Lorca, de los surrealistas y de Valéry» y, a la vez, del «apagado panorama lirico» del Uruguay de los cuarenta; y honrd al joven Laforgue, que pudo escribir poesia después de Verlaine, de Mallarmé, de Rimbaud, de Lautréamont. Idea discrimina qué corresponde a la individualidad de un poeta y qué a las ideas y las supersticiones de su tiempo. Y cuando, se trata de poetas del pasado, la descu- brimos conocedora de las grandes tradiciones nacionales, regionales, epocales; discernir en presente, sin la ayuda de la perspectiva que da el tiempo, es un desafio arriesgado que Idea asumié. Advirtié que Nicanor Parra, su estricto contemporineo, habia «sorteado muchos de los peligros que acechan a los poetas sudamericanos: la divagacién, el fotmalismo y.el intelectualismo, el vicio de las metdforas yel del adjetivo por el adjetivo, y, el més dificil y més cer- cano, el influjo de Pablo Neruda». En este caso, cede a la tentacidn.de usar su diagnéstico como recurso para avan- zar en suandlisis y continda:, «Como también ha querido sortear a cierto poeta patético y roméntico que se lama Nicanor Parra...». Al medir a los poetas, Idea descubre la poesia, Cuando juzga el prosaismo de Parra, deriva a las fronteras genéri- cas y a lo que solo la poesia puede expresar. Cuando sope- sa las acusaciones de exotismo que se le hacen a Herrera XL PROLOGO y Reissig, piensa que no es pecado grave porque «tal vez toda la poesia sea un exotismo de la expresién con las mismas motivaciones de evasi6n, insatisfaccién del len- guaje corriente».47 Creo.por eso que, més allé de un instrumento para estudiar a la gran poeta Idea Vilarifio o'para entender a los poetas sobre los que escribe, es en esas iluminacio- nes donde esti lo mAs valioso y fecundo de estos textos recobrados.. Ana Inés Larre Borges 47 qdulio Herrera y Reissig: seis aflos de poesia», Numero, ao 2,n.° 6-7-8, 1950, pp. 118-161. Compilado en este libro. XL CRITERIO DE EDICION A fines de la década del ochenta del siglo pasado, Idea Vilarifio pensé en reunir sus trabajos de critica literaria en un volumen, De aquel proyecto quedé en el archivo que hoy se custodia en la Biblioteca ‘Nacional un borrador dactilografiado y un indice que han sido Ia base de este volumen de Clésicos Uruguayos.! De la poesia y las poetas incluye todos los articulos seleccionados por Idea, pero suma otras que ella habia desestimado. El tiempo —y la muerte de la autora— cembiaron el sentido de la publicacién. Al interés. por lo que Idea Vilarifio dice sobre otros poetas, se suma lo que estos escritos dicen sobre su figura intelectual ¢ iluminan su obra. Reunir un rmuterial disperso en publicaciones periédicas y ponerlo a disposicién de investigadores, poetas y piiblico interesado ya justificaba el proyec- to. EI trabajo fue lento porque no pude disponer de Is coleccion de im- presos de la poeta. Faltaba en el archivo y desconozco cud! ha sido su destino. Muchos articulos tuvieron que ser recuperados de las revistas y semanarios en los que sabemos que colaboré. El criterio de seleccién fue amplio, aunque no exhaustivo. El propésito fue recuperar todo lo que Idea publicé sobre poesta. Los escasos escritos ajenos al género, 1 Bajo el titulo general de «Julio Herrera y Reissig y otros poeta, el bo- rmador sigue el indice que ordena: (1) Julio Herrera y Reissig: Prologo a la edicién de Ayacucho; y las fichas del Diccionario de Literatura Uruguaya «dlerrera y Reissign, «Los peregrinos de piedra» y «La Revista»; [2] Delmi- ra: «Una amorose», «Delmira Agustinin y «Los edlices vacios» (fichas del Diccionario); (3] Jules Laforgue; [4] Parma del Riego: «Pasién deun poeta»; [5] [Francisco] Espinola: «Los versos de Pacon; (6} [Baldomero] Fernéndez, ‘Moreno; [7] Juan Gelman; [8] Pedro Salinas: «La poesia de Pedro Salinas»; [9] [Vicente] Aleixandre: «Un gran poeta fracasidon; (10] Juan Ramén Ji- ‘ménez: «J.R.J.»; (11] Juan Cunha: «Un libro de Juan Cunha; [12] [Hum- berto] Megget; [13] Nicanor [Parra]: «El ejemplo de Nicanor Parra»; [14] Vicente Basso Maglio; [15] Carlos Maeso Togncchi; [16] El viejo Pancho: «dlosé Alonso y Trelles». El borredor es fotocopia de textos en su mayoria ‘mecanografiados por la autora, pero incluye algunos articulos fotocopiados depublicaciones. No incluye a todos los poetas del indice y summa 132 hojas- carta foliadas. Presenta muy escasas cortecciones olégrafas. Coleccién IV. Carpeta Ensayos. Archivo Literaio, Biblioteca Nacional, xLIV ‘como sus reserias sobre la narrativa y el teatro de Sartre, fueron exclui- dos, pero no dudé en inchuir, en cambio, un articulo sobre las Lettres de Rodez de Artaud, ya que trata de la correspondencia de un poeta. Se prescindié de los primeros estudios sobre Parra del Riego y Humberto ‘Megget que fueron retomados en ensayos ms maduros, pero fue algo ims dificil dejar fuera un estudio sobre la métrica en Jorge Manrique que no tuvo una ulterioridad impresa. Asi se hizo, ya que a pesar de su {mportancia, los trabajos de prosodia pertenecen a otra zona del discur- so acerca de la poesia que tuvo su conclusién en La masa sonora del ‘poema.? Excepcional ha sido 1a omisién de un texto por su escaso inte- ‘és. Todas estas ausencias estén consignadas en notas a pie de pagina, cen el prologo y el cuerpo del libro, con Ia orientacién necesaria para su consulta, facilitada hoy por el acceso digital a las fuentes. En sentido inverso, fueron revisados y cotejados los articulos que refieren a un mismo poeta para prevenir reiteraciones. Era el peligro que corria Julio Herrera y Reissig, sobre quien Idea escribié a lo largo de su vida en formatos diversos y en fechas distantes. Extraordinariamente, cada uno de estos textos, con alguna salvedad parcial de reiteracién, ‘examina un asunto diferente y todos se combinan en una imagen que solo obliga a lamentar que no haya escrito el libro que alguna vez pea- 86 dedicarle. El orden en que csté organizado el material requiere alguna aclaracién, El criterio es ecléctico pero razonado. El ordenamiento esttvo condicionado por los atributos del material y por el deseo de ‘organizarlo como un libro que no olvide el placer de la lectura. La primera parte —la mds extensa y concurrida— la ocupan los poetas tunuguayos 0 integrados a nuestra tradicién, como el francouruguayo Jules Laforgue y el peruano Parra del Riego. El orden acata la cronologia de los poetas pero consiente alguna licencia, coincidiendo en esto con el criterio que propone Idea en el citado borrador. Ast, aunque Laforgue antecede a Herrera y Reissig, el libro empieza por este, en fidelidad ala 2 A diferencia del caso de Antonio Machado, sobre el que Idea publicé ‘«Grupos simétrices en la poesia de Antonio Machado» (Niimero, n.* 3, 1951; pp. 15-17) y es estudiado en la edicién cefinitiva de La masa so- ‘nora del poema, ¢Las irregularidades del pie quebrado en tas Coplas de ‘Jorge Manriquen se publicé tnicamente en Asir, n.° 39, Mercedes, 1959; pp. 49-53, Disponible en internet: hitp://anaforas fic.edu.uy/ispui/hand- e/123456789/4083, xLV Idea Vilariio nacié en Montevideo el 18 de agosto de 1920 y murié, en la misma ciudad, el 28 de abril de 2009. Crecié, junto a sus hermanos, en un hogarculto de clase media, Su padre, Leandro Vilarifi poeta y anarquista, dio a sus cinco hijos —Alma, Idea, Azul, Poema, ‘Numen—una educacién artista. Desde los seis aflos todos estudiaron, isica; Idea, piano hasta que se decidi6 por el violin. Estudié pintura, asistia con frecuencia al teatro y a conciertos, y compuso versos antes de saber escribir. Tenfs nueve afios cuando gané un coneurso escolar y vio publicado su primer poema. La armonia de ese mundo se quebré dolorosamente con una serie de muertes tempranas en la familia. En 1940 murié su madre, Josefina Romani, en 1944 su padre, y un alo después, a los veintittés afios, su hermano Azul. Idea debié ponerse 4 trabajar. En 1944 ingres6, por mediacién de Emilio Oribe, a la Sala de Bellas Artes en la Biblioteca Pedagégica, lo que le permitié pasar a vivir sola como haria durante gran parte de su vida. También inicié entonces su carrera en Ia docencia de literatura, que ejercié primero en la enseflanza media, luego en el nivel preuniversitario en 1 entonces prestigioso Instituto Alftedo Vésquez Acevedo (IAVA) y, ya tardiamente, durante 1988 y 1989, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la Repiblica. En 1945, afio que dio nombre a su generacién, publicd La supli- cante, una plaquette de cinco poemas, su primer titulo. A fines de la década del cuarenta, se integré a diversos proyectos de su generacién: colaboré asiduamente en la revista Clinamen (1947-1948) junto con Angel Rama, Ida Vitale y Manuel Claps; inicié sus colaboraciones en las paginas literarias de Marcha ditigidas por Emir Rodriguez Monegal y funds, junto con este y Manuel Claps —pronto se sumaria Mario Benedetti—, Nimero, donde se ocup6 primordialmente de la critica de poesia. En 1948 publics Cielo, cielo, su libro més experimental; en 1949, Paraiso perdido; y en 1950, Por aire sucio. Conocié a Juan Carlos Onett, radicado por entonces en Buenos Aires, con quien inicié una relacién sentimental y una correspondencia que sostendrian has- ta el final de sus vidas. En 1954 viaj6 a Europa, donde recibié la edi- ci6n de Los adioses que Onetti le dedic6. En Paris intent6, sin éxito, un XLVI ‘encuentro con Pius Servien, cuya teoria de los ritmos estudiaba desde hhacis tiempo; conocié a Raymond Queneau, a quien tradujo en verso y prosa, yal artista Michel Sima, quien le tomé la fotografia que terminé por convertirse en su imagen oficial. En 1955 publicé Nocturnos, con el que alcanz6 su plenitud postica; ese fio renuncié a Marcha después de que su director, Carlos Quijano, censurase Ia publicacién de un poema, en razén del verso «un pafiue- Jo con sangre semen légrimas». En 1957 publicé Poemas de amor Continué publicando toda su obra bajo estos titulos, a los que en 1966 sum5 Pobre mundo, en cl que incluye los duros poemas politicos y los de comunién y armonia con la naturaleza. En adelante fue sumando poemas a es0s tres titulos de acuerdo con su motivo o tema; en ocasio- nes modificé algin poema o lo suprimié, alguna vez cambié un titulo 0 alteré el orden en que aparecen los poemas. Organiz6 su obra de modo ‘muy consciente. En 1963 le otorgaron e! Premio Municipal por la edi- cin ampliada de Poemas de amor y lo techazé por disentit con la for- ma de integracién de los jurados oficiales. En la década del seseata, en medio de la conmocién que produjo la revolucién cubana en toda América Latina y de la polarizacién ideols- ‘gica que se dio en un Uruguay en crisis, intensificé su militancia poli- tica. Escribié letras para las grandes figuras de la «cancién de protes- ta» —Los Olimarefios, Daniel Vigliett, Alfredo Zitarrosa—, algunas de las cuales se transformaron en verdaderos himnos revolucionarios. En 1967 viajé por primera vez a Cuba y, a su regreso, volvié a colaborar con Marcha «por razones politicas». Ante la muerte del Che escribié ‘el poema «Digo que no murié». Fueron aflos de efervescencia cultural y politica que se manifestaba en especticulos de teatro y de misica, ‘ciclos de cine, auge de las editoriales independientes. Idea participé activamente, Publicé Las letras de tango, ta primera de varias publi- caciones que hizo sobre ese género popular en las dos orillas del Plata. Sus traducciones de Shakespeare —en verso— para el teatro recibieron premios. Prepar6 una Anfologia de la violencia que fue requisada por las fuerzas represivas en Buenos Aires. En 1973 el golpe de Estado en Uruguay dio comienzo ala larga no- che de la dictadura que acabé con las libertades politicas y sindicales, cencarcelé a miles de ciudadanos, destituy6 a cantidad de profesores y funcionarios piiblicos, intervino la Universidad de la Repiblica, impu- sola censura de la prensa opositora —e! cierre definitivo del semanario XLIX importancia que tuvo para la autora, que pens6 titular el volumen «uli Herrera y Reissig y otros poetas». Por similar afinidad, a Herrera lo sigue Delmira Agustini. Al final de esa serie, alterando lo estrictamente cronolégico, cierra Francisco Espinola, un narrador a quien la autora redescubre en los versos de su prosa como oculto poeta. La segunda parte reiine textos que hablan sobre poesia y no estin relacionados con un pocta en particular, esté formada por piczas meno- res y su ubicacién es casi geogrifica, una frontera entre los uruguayos ylos poetas de otras tierras. La abre la desafiante denuncia al Concurso de sonetos cervantinos organizado por Marcha en 1948, con la que una ‘muy joven Idea Vilarifio irrumpié en el campo literario del medio siglo (célebre por sus fragmentos, es justo datla a conocer completa). Siguen resefias sobre algunos de los teéricos que le interesaron o irritaron, entre los que se destaca la que dedica a Pius Servien, su maestro. Son todos articulos tempranos de la década del cuarenta, salvo el iltimo, que ¢s un texto de la vejez, el prélogo para la Antologia poética de mujeres hispa- rnoamericanas, que evidencia la tensién sorda que Tdea sostuvo con la critica de género en Ia literatura. ‘La tercera parte retine escritos sobre algunos de los poetas de la len- {gua que més interesaron a Idea Vilarifio. Con la excepeién del dedicado 8 Baldomero Fernéndez Moreno, cuya extensién cumple requerimien- tos profesionales, los textos més ambiciosos son los que escribié sobre sus poetas queridos: Juan Ramén Jiménez y Pedro Salinas, aunque tal vvez los més fermentales sean los que se originaron en la necesidad de polemizar: «Aleixandre: un gran poeta fracasado» y «El ejemplo de Nicanor Parra», que se interrogan sobre los grandes asuntos de la poe- sia, A pesar de la flagrante asimetria, no se quiso renunciar a los cer- teros hallazgos que destellan en las brevisimas resefias que publicé de modo més puntual y aleatorio. El orden de presentacién tiende a la cro- nologia, busca en la alternancia el equilibrio de los diversos formatos y ‘concede su lugar a cierto simbolismo. Gelman, que fue su tiltimo gran admirado, cierra el volumen, Para la fijacion del texto se cotejé —en los casos en que correspon- dia— la copia mecanografiada con los articules publicados, y se actua- liz6 la ortografia y el estilo de las citas, De la poesia y los poetas compila toda la critica significetiva que Idea Vilarifio publicé sobre esos asuntos, pero como se avisa en el prd- logo, no agota todo lo que pensé 0 escribié sobre el género, En los XLVI manuales que prepar6 y publicé para la enselanza de la literatura, fen los cursos que dict6 en la Universidad de la Repiblica y que han sido y pueden ser recuperados de sus apuntes, en las anotaciones de su diario personal, en algunas cartas que escribié a sus colegas poctas y tal vez nunca envid, hay también un pensamiento sobre la poesia. En Conocimiento de Dario, esa refiexién se profundiza y sistematiza. En ‘otros ensayos se expande, Bs el caso de los libros que dedicé al tango ‘en $ucesivas ediciones —Las letras de tango, El tango cantado, El tan- ‘go— en las que se empefia en descubrir y analizar la poesia que puede haber en esa expresién popular, y es también el caso de sus estudios sobre la Biblia, en los que busca qué y cudnta poesia —es decir, cudnta literatura— puede haber en los textos religiosos. Son promesas alenta- doras de que habré nuevas oportunidades para seguir escucharido a una poeta que no cesé de reflexionar sobre su arte. XLVI De LA POBSIA ¥ LOS POBTAS JULIO HERRERA Y REISSIG* Este hombre de tan breve vida, este poeta de tan cor- to plazo, esta personalidad de una sola y clara pieza, este escritor que parece meterse en tan francas categorias, este Julio Herrera y Reissig es casi un desconocido. Se dice que su poca y opaca vida transcurrié sin ma- yores avatares en el pobre Montevideo de fines, de prin- cipios de siglo, protegida, al margen de la politica, de las guerras ciyiles, de la pobreza. No habria sido mas que un simpatico mufieco grande y rubio, que no vivid, que fue poco mds que su agradable presencia, que no sufrid, que no fue desgarrado; que padecié, sf, como correspondia, su cuota de hostilidad e incomprensién provincianas. Se dirla que, pese a vivir sin trabajar, a arremeter vio- lentamente contra las acendradas convicciones politicas de su gente, no padecié serios conflictos; que, pese a su hija natural y a los varios nombres de mujer que se vincu- an con el suyo, no tuvo vida sexual ni amorosa, salvo una novia juvenil y, luego, el noviazgo y la boda a los treinta y tres afios con Julieta. Se diria que no conocid casi més que las paredes de, su hoger, que la calle Sarandi ala hora del paseo, que algunas tardes en el café de los intelectua~ les, el Polo Bamba. El resto es poco mas: el colegio, dos © Prologo a Poesia completa y prosa selecta, de Julio Herrera y Reissig, volumen 46 de la Biblioteca Ayacucho, dirigida por Angel Rams, cuidado del texto de Alicia Migdal, Caracas, 1979. G8) Ines Vitarisio afios de trabajo en la Aduana y otros dos en la Inspeccién Nacional de Instruccién Primaria; unos meses en las ta- reas del censo de Buenos Aires; dos breves estadias lejos de la capital —una en Salto y otra en Minas— que habrian enriquecido sus paisajes. Eso seria todo: para la beateria 0 para el reproche. Pero nadie es tan sencillo. La verdad es que nunca se escribié la biografia que merecia esta primera figura de las letras uruguayas y ame- ticanas. Y tal vez nunca se escriba cabalmente, porque amigos devotos y familiares carifiosos fabri¢aron una es- tampa calida, iluminada y edulcorada, descartando cuanto pareéia conflictual o censurable. Y, después, para hacer la cosa definitiva, se fueron ruriendo. Ni la obra de Herrera ni la mayor parte de sus cartas—a menudo literarias y ex- cesivas— parecen servir para desmentirlos. Quienes ¢s- cribieron sus esquemiticas biografias no tenian los instru- mentos ni el método necesarios; no hubo quien sumara el talento y la paciencia para rchacer al hombre a partir de las falseadas memorias, de algunos recuerdos disidentes, de lo que el mismo Herrera escribié sobre si, de sus cartas, y de lo poco que dice y todo lo que no dice én sus versos, consumando una biografia existencial, profunda e intima- mente coherente. Lo cierto es que asi no pudo ser, que no se puede ser tan artista y tan vacio, tan poco interesante. Parece impo- sible que no dején huellas el salto familiar de las esferas de gobiemo al llano y, més tarde, de la riqueza a la pobreza; que no marquen Ja invalidez y la muerte de un hermano adolescente, la locura de otro, el que le era més allegado, la muerte del padre. No es posible vivir en plena juventud con el tiempo contado; en intimidad con la muerte, roban- do dias, en esa alianza de juventud y muerte, de amor y (4) De LA POESIA Y LOS POETAS A Posh LOS Oe muerte, de ambicion y muerte, y ser, para usar una expre- sién suya, nada mds que un.«loco tindo». ‘A dosafios de su muerte, dice Dario:' «Como sucede en casos semejantes, su historia me ha Ilegado vestida de su leyenda», Pero hace suya la leyenda y afirma que Herrera vivi6 out of the world, que fue una especie de Beau-au- bois-dormant, y hace suyas también las palabras de otro uruguayo, Juan José de Soiza Reilly, que Jo definiera como «el poeta més raro, el lirico més triste, el pecador mas esteta, el jilguero de sangre mis azul, el loco mas ardiente, més fogoso, mis bueno y mas encantador que haya tenido el Plata». Es lindo creérselo, y muchos lo habrén visto asi, ono hubiera despertado tantas y tan rendidas devociones. Pero tal vez no fue tan asi. Y lo cierto es que no podemos hacer mucha fe a Soiza Reilly, porque tampoco era cierta la aficién de Julio Herrera las drogas, leyenda que Dario también compra y que Soiza Reilly, de buena o mala fe, se eneargé de propagar, con la complicidad evidente del poeta, en un articulo que publieé en Buenos Aires y que ilustré con fotos en las que este parece estar inyectandose morfina y entregado a sus efectos. ‘Tampoco se puede aceptar como bueno su pregona~ do dandismo. Deslumbrado el joven poeta por la figura de Roberto de las Carreras, incorpora, entre otras cosas —y gozoso, aduefiéndose de una forma més de distanciar- se de la aldea—, ademés de unos pocos desplantes famo- sos, cierto médico refinamiento en el vestir, algunas no- vedades que parecen haber escandalizado a los paseantes de la calle Serandi que, por otra parte, se escandalizaban T En Ia conferencia que dictd en Montevideo en 1912, «Julio Herrera y Reissigy, en Diario del Plata, Montevideo, 25 de marzo de 1912 {5} con poco. EI mismo detalla: «unas polainas, un frac, 0 una corbatay. El dandismo modela la vida entera de un hombre; es una disciplina exigente y total que no se li- mita a una corbata blanca o a unos guantes de piel de Suecia. Y aun en ese retaceado terreno, Herrera no podia ir muy lejos; no tenia dinero. Su padre le daba lo necesa- rio para locomocién y para cigarrillos, y leg6 a financiar- le La Revista, pero no parece haber sido un prédigo ni un Creso. La hermane de Julio? disculpa su escasa biblioteca por aquella carencia. Y, por sobre todo, a Herrera le falté la verdadera decisién, la terrible voluntad del dandy. Vaya dandy recibiendo en camiseta, tomando mate amargo y guitarreando de ofdo en un altillo descascarado. O permi- tiendo, o haciendo que le tomaran las fotos que publicd Soiza Reilly en una habitacién y una cama desordenadas, de nuevo en camiseta y exhibiendo ea el suelo una prosai- a palangana. Las fotos ni siquiera lo dejan pasar por un exquisito o un linguido o un maldito decadente. Por lo de- més, la que acompafiaba a las fotos fue una solitaria afir- macién considerada unénimemente una mistificacién del poeta, que blandia la jeringa —en realidad solo empleada para calmar sus terribles ataques de taquicardia para fingir un vicio de moda y, una vez mis, épater le bourgeois—. Tal vez sea posible, desde ya, rectificar también algo que importa més. Una y otra vez, y no siempre con éni- mo peyorativo, se le muestra viviendo out of the world —como dijera Dario—, como un nefelibata, un ignorante de la realidad y del pais en que vivia, que no tomé parte ni partido. Pero no fue asi: conoci6, tomé partido. Y el 2 Herminia Herrera y Reissig, Julio Herrera y Reissig. Grandeza en el in- Sortunio. Amerindia, Montevideo, 1943, 6 De La Poesia ¥ Los més dificil. Es mds, lo tomé en circunétancias nacionales y familiares que lo hacfan casi imposible para alguien en su situacién. Y lo hizo publicamente, cerrindose puertas y posibilidades. No era un acto heroico: as consecuencias no le preocupaban demasiado (aunque después se quejara retéricamente) porque parecia dispuesto a vivir siempre como un hijo, pero si estaba revelando lixcidez y valentia. El, de familia colorada, nieto y sobrino de prohombres, incrustado en una de las facciones dirigentes de su parti- do, 086 denegar de su divisa roja y hacer la denuncia ‘del partidismo sin ideas, «despreocupado de un porvenir ge- neraby que caracterizaba a las dos colectividades opues- tas —blancos y colorados— que sé dividian el corazén de la repiiblica. En dias de ceguera partidista, de odios acérrimos, de guerras civiles, se atreve a publicar en 1902 la carta que dirigiera a su amigo Carlos Oneto y Viana, bajo el titulo de «Epilogo wagneriano a “La politica de fusién”», en la que denuncia las gloriosas batallas como una siniestra gimnasia propia de salvajes, y a los glorio- sos caudillos como caducos figurones que scfiorean sobre un campo de muerte, y en la que barre los suelos con los partidos vacios, retrégrados y anacrénicos.* ‘A menudo se cita una frase de ese folleto como prue- ba del desinterés de Herrera por la problemética nacio- nal, pero ella dice mis bien lo contrario; su actitud displi- cente es de repulsa por el despreciable espectéculo que el 3 Florencio Sanchez, el gran dramaturgo uruguayo de la misma generaciGa, {que luché en las guerras civiles junto a los «blancos», incure en sus Cartas de un flojo en el mismo razonado desdén. Coinci¢en en fo esencial, pese a {que sus experiencias fueron tan opuestas. Herrera conocié muy de cerea y pordentro los avatares de la politica nacional, mientras que Sénchez hizo su ‘experiencia en el campo de batalla m Tea ViLARIRO escenario politico le ofrece: «[...] me arrebujo en mi des- dén por todo 4o de mi pais, y [...] desperezndome en los matorrales de la indiferencia, miro, sonriente y complaci- do, los sucesos, las polémicas, los volatines de lamaroma, el galope de la tropa ptinica por Ids Ilanuras presupuesti- voras, el tiempo que huye cantando, los acuerdos electo- rales, las fusiones y las escisiones...». Hace extensivos a todo el pais los caracteres conservadores, reaccionarios, oscurantistas: «{...] los uruguayos se mofan hasta caerse de hilaridad cuando se les habla de las doctrinas sociales, del anarquismo cientifico, de las nuevas inducciones de la psicologia, de las ciencias econémicas, de la socializa- cidn, del problema del trabajo». La lucidez le alcanza para registrar otros fenémenos que considetaba derivados de esa misma actitud y que por entonces no nos inquietaban mucho: «A eso se debe que las diplomacias hayan des- membrado el territorio cuantas veces lo han querido [...]. Confesémoslo: los extranjeros, desde la oficina de una empresa de Ferrocarriles 0 de Aguas Corrientes, 0 des- de el gabinete de las diplomacias en Buenos Aires 0 en el Janeiro, han comerciado con la infelicidad, con el cardcter primitivo de los uruguayos cual si.lo hicieran con salvajes a quienes por Ia frusleria se Jes toman valores considera- bles en oro y piedras preciosas...». «Es un anarquista», decian las gentes sensatas. Y algo de eso habia y podria rastrearse en sus prosas —nunca en sus versos—, y no era inslito ni excepcional. Todo lo, contrario: entre las mezclas ideoldgicas que las edito- riales francesas y espafiolas arrojaban sobre los jévenes lectores del Plata —Nietzsche, Kropotkin,-France, Marx, Schopenhauer, Guyau, Bakunin, Renan, Reclus—, una de las que prendieron mejor fue el anarquismo. «Por aquellos (8) DE LA POESIA ¥ LOS POETAS afios toda la mocedad inquieta de Montevideo sentiamos el anarquismo», diria hace algunos afios Emilio Frugoni.* «ramos jévenes revolucionarios», afirmaba Alberto Zum Felde,’ y, refiriéndose al famoso discurso «contra la sociedad burguesa» que pronuncié en el entierro de Julio Herrera, aclara: «No olvide usted que yo, ademas de ser un joven lirico, era anarquistax. También pronunciaban discursos de esa tendencia en el «Centro de estudios so- ciales» Rafael Barrett, Florencio Sénchez y hasta el pro- pio Roberto de las Carreras. Y para entonces hacia déca- das que los obreros de origen europeo habian constituido —en 1875— la primera central sindical, de predominan- cia anarquista, que habfa logrado conquistas importantes hacia fines del siglo XIX. Por otra parte, esa fue la ideolo- gia que prefirieron los decadentes europeos y que hereda- ron algunos de los simbolistas. No se trata de que Herrera tuviese’ una ideologia politica coherente ni una minima miilitancia; en el Epilogo wagneriano se muestra mucho mis atraido por los Principios de Sociologia de Spencer que por otra cosa, Pero son evidentes sus simpatias y, para sus vecinos de aquel pequefio Montevideo, serfa un anar- quista. O un loco. Su poesfa, tan escasamente confesional, no ayuda a co- nocerlo, ni siquiera—o menos aiin— cuando parece serlo mas; Los pargues abandonados, sentimentales y erdticos, en ningiin momento refiejan el frenético deseo, la avidez que denuncian las cartas a Julieta. En ninguna parte, salvo en un hemistiquio de «Elocuencia suprema», aparece el 4 Carlos Machado, La historia de los orientales, Montevideo, Banca Oriental, 1973. 5 Arturo Sergio Visea, Conversando con Zum Felde, Montevideo, Bibliote- cca Nacional, Departamento de Investigaciones, 1959. 9] IDeA VILARINO sentimiento de la fugacidad de la vida, Ia espina de la vida breve que, si bien no son epocales, asomaron, a su tiem- po, en Darfo y que hubieran estado més que justificados en Herrera. Tal vez fue asi porque, pese a estat bailando en la cuerda floja, casi nunca lo abandonaba su buen hu- mor de hombre y de,poeta; o porque, en una dicotomia muy de época, discriminaba vida.de poesfa ¢ integraba en el pocma solo aquellos materiales que, escindidos de la vida, cupieran en su organizacién. Hasta tal punto que, cuando dice «amo y soy un moribundo», no sabemos si se refiere a su verdadera y agénica situacién o si solo esta cumpliendo con la décima. Noticias de sus ultimos dias parecen ir més alld, revelando que a este vital le importa- ba més la poesia que la vida. Sc estaba muriendo y se pre- ocupaba por la puesta a punto de la «Berceuse blanca»; no escribié que se morfa, traté de terminar el poema que tenfa entre manos. No dijo al final a su hermano Teodoro «no quiero morirmen; le dijo «no quiero morirme asi, sin haber hecho nada». No solo despistan sus poemas y sus cartas; también engafian algunos de sus famosos gestos que no fueron muy. suyos. Como cuando, deslumbrado por la perfecta figura de desdén que componia Roberto de las Carreras, feitera no solo sus afectaciones de dandismo sino también sus desplantes —en los que nunca igualaré la soltura y el genio para la befa y el vituperio de su amigo—; de ahi sus publicitados Decretos y su carta al ministro Antonio Bachini, que tardaba en darle empleo, pasatiempos satis- factorios y divertidos pero vanos, porque no parecen ha- ber salido de las paredes de la Torre hasta después de su muerte, para pasar a realzar su médica historia. (10) De LA POESIA ¥ LOS POETAS Ni siquiera explica, razona o teoriza el vuelco que lo lleva, de un dia para el otro, a dejar por ahi el cadaver del romanticismo; simplemente lo deja, y comienza de nue vo, asumiendo ese recomenzar como un nacimiento. Asi Jo cuenta en un pasaje de Lirica invernal: ‘Queréis saber de mi amistad primera? —Pues bien: fue ‘con la muerte. Mi vocacién por el arte se me reveld de un golpe frente a esa enlutada. Y también, a qué ocultar- Jo, mi vocacién por la vida. Por esos tiempos enfermé, ignoro si en broma; mi lecho bailaba el cake-walk. La ciencia dijo: no salva, no puede salvar. Tiene un corazén absurdo, metaférico, que no es humano. Como lo ois, fa- talmente desarrollado el érgano del amor... me moria... jcosa inaudita! Precisaron veinte médicos Ia hora.exacta de este gran acontecimiento, La prensa se incliné ensa- yando una oracién Réquiem, iinica vez que me embria~ {26 de elogios, por lo que siento, en verdad, no hallarme enfermo a estas horas. Todo era lagrimas en torno mio, Enternecido, después de todo, yo también lloré mi irre- parable pérdida. {Oh!, qué mafiana aquella en que mi corazén, como tuna bestia salvaje, comenz6 a correr hacis el jardin de Atropos. Paroxismal, taquicdrdico, legué en mi cabalgadura de tres patas al peristilo de la mansién finebre. Oh, ven —me dijo abriéndose de lujuria, la dama tétri- ca—. Yo te esperaba jsoy tuya! Pero al verla sin dientes, tan angulosa, me volvi fumando un cigarrillo. Los médicos, al verme sano, me cumplimentaron con rencor; no se conformaban con mi mejoria. Es légico, Yo hubiera debido morir. Eso era lo cientifico, lo serio. ‘Mi resurreccién, en cambio, fue lo literario, lo paradojal, o enfermo. ay)

También podría gustarte