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DAVID WILLIAMS
Volumen 1
2
O sea:
Advertencia preliminar
El Prólogo de esta obra puede parecer poco científico para alguien no
acostumbrado a usar su hemisferio derecho en la ciencia. Algo que los médicos
que intentamos practicar una medicina más humana hacemos a diario,
intentado equilibrarlo con el uso del hemisferio izquierdo. Practicamos un arte y
una ciencia, como lo dice nuestro juramento hipocrático.
Coincidiendo con los postulados de las Ciencias Cognitivas, no creo que haya
ciencia humana que no necesite de ambos hemisferios. Entre ellas, claro está,
y especialmente, la lingüística y la mitología. La certeza absoluta no existe.
Siempre hay cierto grado de incertidumbre en las ciencias en general y en las
ciencias psicosociales en especial. Pero ni siquiera la Física Cuántica, a
diferencia de la antes tan abstracta Física Clásica, escapa a esta necesidad de
combinar arte y ciencia.
La Introducción, trata en general de las Ciencias Neurocognitivas,
especialmente de la Lingüística Cognitiva, y algo sobre mi método para
estudiar los mitos. Quien lo desee, puede saltear esas páginas, o echar un
vistazo sólo a las pocas dedicadas a la mitología. O comenzar directamente por
el Capítulo 1, Los nombres del Dios-Sol, pues no será en estos primeros
capítulos que se necesitarán demasiados conocimientos sobre estas teorías
modernas.
En cuanto a las clasificaciones étnicas, como explicaré mejor en el texto, los
llamados pueblos primitivos eran el centro u ombligo del mundo, los Hijos del
Sol o de Dios, los Elegidos, los Hijos de la Tierra, etc. y los demás no lo eran.
Se autoclasificaban y clasificaban a los demás. A estos últimos con frecuencia
los ―otrizaban‖ en un sentido que hoy sería entendido como racista, los
consideraban inferiores y los llamaban por heterónimos despectivos. Pretender
lo contrario en base a idealizaciones, y a lo que hoy se considera correcto,
sería ir contra la historia y la antropología y etnología. Se verán ejemplos en el
texto principal.
En cambio no concuerdo con el empleo de las clasificaciones étnicas para
justificar otras ideas lamentablemente aún vigentes: el racismo, los límites entre
países, el nacionalismo extremo, las guerras y el abuso de unas naciones para
con otras, y otras situaciones relacionadas con intereses políticos, económicos,
jurídicos y religiosos. El mundo nos pertenece a todos. Somos todos uno con él
y los unos con los otros.
Poro otro lado, aclaro que el haber escrito en primera persona del singular esta
obra fue una decisición consciente, menos formal tal vez, pero más realista.
Había escrito larguísimas páginas en la primera del plural, y decidí tomarme el
trabajo de corregirlas y pasar los textos a la primera del singular.
Finalmente, hago mía la frase atribuída por muchos a Jorge Luis Borges, y por
unos pocos a Alfonso Reyes: ―Hay que publicar para no seguir corrigiendo‖.
Frase que en realidad debe rastrearse, en su idea general cuando menos,
hasta Erasmo (1466-1536), en cita que traduciré en el Prólogo.
Dicho lo cual dejo al lector que planifique como quiera o como pueda su camino
por esta obra.
5
Volumen 1
Prólogo
de los galeses en la Patagonia, y todo lo que pudiera tener que ver con los
nativos patagónicos era para mí apenas periférico, o eso creía cuando menos.
Fue durante ese mes que mi amigo Fernando Coronato, reconocido geógrafo e
historiador del CENPAT (Centro Nacional Patagónico), hoy disfrutando de un
merecido doctorado obtenido en Francia, me propuso escribir un trabajo sobre
el contacto entre galeses y aborígenes, a los fines de presentarlo en el Primer
Foro Internacional sobre los Galeses en la Patagonia, a realizarse en el
entonces próximo mes de octubre.
interprete como una falta de respeto para con ninguno de ambos. Las palabras
no alcanzan para reconocer todo lo que han hecho por mí… Pero, cuando
caminamos en pos de la inasible verdad, encontramos diálogo, pero también
disensión. De ellos nacen conclusiones distintas, en ocasiones mejores, en
otras no tanto, y, desde luego, no infrecuentemente erróneas.
Anteriormente hubo quienes definieran mi trabajo como positivista. Creo que no
se equivocaban tanto. Fue por eso que, inicialmente, a mí mismo me resultó
extraño este libro, que incluye no solamente aquellas ideas que llegaron a mí
durante las horas de vigilia, horas que esta investigación ha hecho muy largas,
pues me ha quitado el sueño por muchos meses e incluso por años.
Además, las páginas que siguen contienen otro tipo de ideas, incluso
pensamientos que son casi sueños. Y por mucho que a algunos estudiosos
poco familiarizados con las Neurociencias en general y la Lingüística Cognitiva
en particular les suene poco científico, lo cierto es que sin un alma poética no
puede estudiarse realmente lingüística, tanto menos mitología. Lo propio pude
haber dicho sobre la razón sin sueños, sin mitos, sin poesía. Se necesita
imaginación -y mucha- para este trabajo, o nunca podría llegarse al diagnóstico
de la etimología y el significado, pero se la debe tener bien de la rienda, y evitar
que se desboque. Si a veces he tenido también este accidente, ruego se me
disculpe. La intención ha sido siempre que el razonamiento fuera científico.
Como he escrito alguna vez:
pasajes que ellos mismos han abierto entre los arbustos, y cuyo esquema de
conexiones y curvas han olvidado largo tiempo atrás. Deben argumentar,
discutir la ruta a seguir, cada uno oyendo con gran atención y respeto al otro
antes de decidir cada paso.
Nietszche nos deja una imagen semejante en Sobre verdad y mentira en
sentido extramoral:
"No sé lo que el mundo pensará de mis trabajos; pero para mí tengo que
no he sido mas que un niño que se divierte a orillas de la mar y
encuentra ya una piedrecilla tosca, ya una conchita mas agradablemente
variada que las demás, mientras que el gran Océano de la verdad se
extendía inexplorado ante mi vista"
(Isaac Newton, Portada, Revista del Archivo General de Buenos Aires,
dirigida por M. R. Trelles, 1, 1869)
10
Claro está, nada hubiera podido hacer sin mis maestros en los libros. Todos
ellos me brindaron lo básico: la información –la virgen, y la que habían
comenzado a elaborar. Ellos fueron mis guías, casi exclusivamente sólo
literarios, pues poco he hablado sobre estos temas con alguien versado en
ellos.
Las excepciones que justifican dicho ―casi‖ son muy importantes para mí. Ellas
son representadas, por alguna clase a la que he asistido, y algún intercambio
de opiniones y de información que, como he dicho, tuve la suerte de tener con
el Dr. Rodolfo Casamiquela; y por alguna conferencia, conversación personal e
intercambio de correos electrónicos con el Dr. Pedro Viegas Barros, que,
aunque difiriendo con mucha frecuencia con mis ideas, ha tratado a mis
trabajos con gran consideración. A pesar del escaso tiempo que he disfrutado
de la compañía de uno y de otro, ambos me brindaron tres cosas
fundamentales: enseñanzas, respeto y aliento. Y aquí cabe citar la frase de un
autor cuyo nombre y obra eluden a mi memoria:
en pie, y puedo, por fin, descender en paz, iluminado luego de mi largo viaje,
que ha sido para mí un verdadero renacimiento, como el de todo héroe al fin de
su azaroso viaje de pruebas a superar.
Por otro lado, he de adelantar, como puede colegirse del título de esta obra,
que las religiones tehuelches y onas, como aparentemente, también la
mapuche, la yámana y la alakaluf -de estas tres últimas he tenido sólo atisbos
en esta etapa- fueron en su origen prístinamente solares, como creo que
quedará demostrado en este trabajo. Solares, sí, como estoy persuadido de
que lo fue, en su origen, también la religión judeo-cristiano-musulmana. Lo cual
no es una idea exclusiva mía, pero el camino seguido al estudiar la mitología
aborigen me ha permitido convencerme definitivamente de ello, profundizar en
el estudio de las pruebas aportadas por otros autores, y hallar nuevas pistas y
huellas sobre el origen solar de los mitos de dichas tres religiones.
Somos seres solares. Lo somos físicamente porque dependemos del astro
diurno para vivir, como todos los seres vivos de nuestro planeta. Lo somos
espiritualmente, porque reconocemos tal realidad desde nuestro más profundo
inconsciente, y manifestamos tal reconocimiento al mirar hacia arriba, y ver en
el cielo esa luz tan brillante, y adorarla. El sol rige toda nuestra experiencia, y
no sólo porque nos da pautas del paso y la medición del tiempo. Somos entes
visuales, y construimos nuestro concepto de mundo básicamente a partir de la
vista. Tenemos un ciclo regido por el sol, el llamado ciclo circadiano, debido al
giro de la Tierra sobre sí misma. E incluso los ciclos estacionales de nuestra
fisiología dependen de la luz del Sol y del giro de la Tierra a su alrededor. Y
nuestra glándula pineal o epífisis, en cierto sentido bien llamada ―tercer ojo‖ por
algunos, y que alojaba al alma según Descartes, rige nuestros ritmos de vigilia-
sueño y ciertas funciones endócrinas de acuerdo con la mayor o menor
cantidad de luz que llegue a nuestros ojos. Sería un interesante ejercicio
intelectual imaginar nuestra evolución espiritual, nuestra concepción del mundo
y del universo en un hipotético planeta sin sol.
Desde otro punto de vista, una consecuencia que no esperaba cuando
comencé esta obra es el cambio profundo que ha ocurrido en mi propia
espiritualidad a medida que investigaba y escribía. La perspectiva del estudio
de religiones no judeocristianas me ha permitido reflexionar sobre mi propio
sentir religioso. Estos años han sido fundamentales para permitirme madurar
mis ideas y sentimientos con respecto a Dios. Algo semejante le ha ocurrido a
la Dra. Siffredi (2003: 18), quien escribía:
Desde luego, mitos y lenguas pueden ser revitalizados desde los documentos
que los fijaran, si se comienza a narrarlos nuevamente en versiones recreadas
-consciente o inconscientemente. Como ocurre con cualquier mito que se
retome oralmente o por escrito desde su versión literaria, salvo que se lo cite
textualmente. O como sucedió con el idioma hebreo, reavivada como lengua
vernácula luego de casi 2000 años de haber muerto.
He de agregar que pido disculpas al lector por la reiteración de conceptos y
observaciones que se leerán en esta obra. Más allá de que fue escrita a lo
largo de muchos años, entiendo la dificultad de retener en la memoria todo lo
que explico en el trabajo, y a mí mismo me sirve reiterar ideas a los fines de
seguir el hilo de mis propios pensamientos, y de refrescar la memoria del lector.
Finalmente, esta obra conlleva un propósito fundamental, demostrar la
profundidad e importancia del pensamiento de los pueblos tehuelches y onas,
culturas que nos precedieron en cientos, y probablemente, si sus ancestros
fueron quienes dejaron antiquísmos restos arqueológicos, en miles de años
como habitantes de nuestras tierras patagónicas. Ellos tienen aún mucho que
contarnos. Sólo hay que escucharlos con los oídos bien atentos y
contemplarlos con los ojos bien abiertos...
David Williams.
Trelew, Chubut, Patagonia argentina,
13 de septiembre de 2019
13
Introducción
Según dichos autores, estos tres principios son una reacción a los conceptos
sostenidos por las corrientes lingüísticas dominantes en la época en que surgió
la Lingüística Cognitiva, que eran la Gramática Generativa y la Semántica
Truth-conditional o Lógica. Que son posteriores a la Lingüística Histórico-
Comparada, pero que no he mencionado antes por ser esta última
prácticamente la única rama cultivada por los estudiosos de las lenguas
tehuelches y onas.
El primer principio es especialmente una respuesta al principio de la Gramática
Generativa que sostiene que el lenguaje sería una facultad o módulo autónomo
-en realidad, innato- independiente de las restantes facultades cognitivas, las
no lingüísticas.
La aceptación de este primer principio conlleva varios corolarios:
Antes de continuar, nótese que Fauconnier incluye entre los aspectos que
dependen de la conceptualización analógica tanto las capacidades lingüísticas
como las religiosas de los seres humanos. De esto precisamente, en un muy
escueto resumen, trata la presente obra.
El tercer principio, aquel que sostiene que el conocimiento de una lengua surge
de su uso, se opone a la tendencia reduccionista de ambas corrientes ya
mencionadas, que buscan generalizar y abstraer al máximo las
representaciones gramaticales y de significado, y consideran a la semántica
como algo periférico. Es decir, la Lingüística Cognitiva sostiene que las
construcciones semánticas, sintácticas, morfológicas y fonológicas surgen de
nuestro conocimiento de vocalizaciones específicas en situaciones específicas
de utilización -entre otras, creo, las tan vilipendiadas onomatopeyas, cuyo
papel en la génesis de las lenguas apenas comienza a ser reivindicado. Este
proceso inductivo de abstracción y esquematización no falta ni siquiera en las
sutilidades que se encuentran en construcciones gramaticales y significados de
vocablos altamente específicos.
A diferencia de las corrientes que jerarquizan la gramática, a la cual
generalizan y abstraen al extremo, con frecuencia atribuyéndole un carácter
innato, y que relegan a la periferia a los patrones aparentemente idiosincráticos
o anómalos, la Lingüística Cognitiva sostiene que el análisis detallado de las
sutiles variaciones de la estructura sintáctica y la interpretación semántica
produce un modelo de representación gramatical que explica tanto los patrones
de comportamiento lingüístico más generales como los idiosincráticos o
especiales. En semántica, esta orientación ha producido el modelo de Fillmore
de Semántica de la Comprensión y el enfoque dinámico-constructivo de la
categorización de Cruse. En sintáctica, ha producido la Gramática Constructiva,
y el Modelo Basado en el Uso, dedicado especialmente a la morfología y la
fonología.
20
Este autor rescata los nombres de los principales lingüistas cognitivos y sus
contribuciones: Len Talmy con sus ideas sobre figura y fondo; Ronald
Langkaner y sus marcos de gramática cognitiva; las investigaciones de George
Lakoff sobre las metáforas, gestalts5, categorías y prototipos; la semántica de
los marcos de Fillmore y los espacios mentales de Fauconnier. Y termina su
artículo con esta frase: ―Los resultados de la lingüística cognitiva,
especialmente los de la teoría de la metáfora, han sido aplicados a un amplio
rango de fenñmenos lingüísticos‖.
A los fines de esta obra, resta agregar que de todos estos conceptos surge que
debe darse importancia a la semejanza formal de las palabras entre sí más allá
de las reglas fonéticas, que no se cumplen tan rígida ni frecuentemente como
han creído los cultores de la Lingüísica Histórico-Comparada, algo que ha
demostrado Wang (1969) con su identificación de la difusión léxica como
importante mecanismo de cambio fonético de las lenguas. Y que basta que los
conceptos que representan dichas palabras compartan alguna característica
para que dicha semejanza adquiera relevancia y permita pensar en la
probabilidad de que se trate de verdaderos cognados. Sobre todo si dicha
característica es con frecuencia motivo de cognación, todo mediante el
mecanismo de extensión semántica. Es decir, para que se hable de cognados
probables no es necesario que la modificación fonética se atenga a una rígida
regla, pues puede ser un ejemplo de difusión léxica, bastando con la
semejanza fonética, en tanto el concepto representado sea explicable por
extensión semántica. Ya veremos con más detalle estos mecanismos en unos
párrafos.
Pero la Lingüística Cognitiva reconoce sus orígenes en el estudio de una
ciencia asociada, la Psicología Cognitiva. No entraré en más detalles con
respecto a ella, pues, como he dicho, no es el objeto de este volumen constituir
un tratado sobre lingüística cognitiva, sino introducir al lector a ella. Me
dedicaré un poco más general, o sea, aquello que en el caso de este libro nos
interesa: la categorización como la entienden la Psicología y la Lingüística
Cognitivas.
Años más tarde, en una de sus obras sobre el idioma tehuelche, es decir, el
aóniken áish, Outes (1905: 248) escribía:
Este breve párrafo era todo lo que el investigador dedicaba a una observación
interesante, cuyo valor no estaba preparado para comprender -no lo estaba la
Lingüística de su época. Por aquellos años se ignoraba que el motivo de la
homofonía o parofonía de muchas palabras se debe a que son cognadas,
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―licor‖; Fr. Ant. lack, Fr. lac= lago; Ant. Esl. Ecl. loky= pileta, charco,
cisterna; Medio Hol. leken= gotear, filtrar; Nor. Ant. leka=humedecer,
mojar, irrigar, lögr=entrada de mar, agua; Ing. Ant. lacu= arroyo,
pileta, estanque, lagu= inundación marea, agua, extensión del mar,
leccan=humedecer; Ing. lake= lago, leak= goteo, escape, fuga,
filtración (de líquido); Gaél. escocés loch= lago, estanque, etc.
(2) Sct. bhala= esplendor, lustre, término mántrico para dirigirse al Sol;
Gr.: Apolos = dios solar, plutos=luz (arc.), pleumôn= luces (arc.);
Latín phalos= claro, espléndido, politus= limpio, refinado, elegante;
pellucidum= transparente, translúcido; Cast. pulido, pálido, poluto
(contrónimo), pulcro, plata, platino, pelúcida (mebrana); (es)plendor,
(es)pléndido; Inglés: pale= pálido, polite= amable, polished= pulido;
Gal.: plaen= claro, inteligible, comprensible.
Palabras que debieran formar un solo grupo con los siguientes
vocablos relacionados con el agua, sus fuentes, etc.:
Sct. palvala=piscina, estanque, fuente; Toc. plewe=barco; Gr. plein=
navegar - Pelagos/pielagos = mar; Cast. pileta, Pilatos (Poncio),1
piloto, palustre, paludismo, pelágico, pluvial; Ing. pool= pileta. Fr.:
pluie= lluvia; It.: piova= lluvia; Gal. pwll= piscina, estanque, fuente.
―No ocurriñ esto con las demás clases de palabras, como puede
verse por la gran producción de términos sinónimos y poliónimos
que caracteriza a todas las lenguas antiguas: sólo el
empobrecimiento y alteración de la lengua por el uso literario,
pueden reducir a lo preciso la exuberancia de esa vegetación
primitiva, dando un solo sentido a cada voz‖ (p. 48).
Sin embargo, ha sido difícil para los lingüistas aceptar la idea de que, en las
lenguas llamadas primitivas, un concepto pudiera ser expresado por
numerosas palabras. Al respecto dice Suárez (1988: 123):
26
Ante un estímulo, que puede ser visual, acústico, etc., o ante el deseo del
individuo de hablar o escribir, se produciría en el Sistema Semántico la
Conceptualización o activación del significado o concepto relacionado con
dicho estímulo. La activación parece expandirse en dos sentidos: primero, en
forma lateral, sobre significados o conceptos relacionados con el concepto-
objetivo; segundo, de forma vertical, activando en el Léxico Fonológico u
Ortográfico la representación léxica o significante correspondiente, es decir, la
palabra significante del concepto, proceso denominado Lexicalización. El tercer
y último paso en la producción del lenguaje es la activación de los patrones
motores correspondientes para la Articulación o la Escritura de la palabra.15
Volviendo al primer paso o Conceptualización, es bueno reiterar que la
activación lateral alcanzaría a conceptos relacionados semánticamente con el
concepto-objetivo. A su vez, éstos activarían a sus respectivas
representaciones en el Sistema Léxico, de manera que su grado de activación
tanto mayor cuanto más cercana sea su relación con el concepto que se
pretende denominar. Todo lo cual redundaría en apoyo de mis especulaciones,
como veremos.
Así, en cierto sentido, el Sistema Léxico se organizaría como los elementos en
la Teoría de los Prototipos de Rosch, siendo el Término de Nivel Básico el
buscado, y los más inmediatamente relacionados los cohipónimos, y también
se observarían hiperónimos e hipónimos.
En la activación vertical o Lexicalización es importante el concepto de Umbral
Léxico, que depende de la frecuencia de uso. Cuanto más frecuentemente
utilizada sea una palabra, más fácil será de hallar en el Sistema Léxico, por lo
que tendrá un nivel de activación previo mayor que otras palabras menos
frecuentes. Es decir, necesitará menos activación que ellas para ser
seleccionada, su Umbral Léxico será más bajo, por ser menor la barrera que se
opone a su selección. La palabra seleccionada será aquella que tenga mayor
grado de activación final, que es la suma de la activación previa y de la
activación nueva. En general, en un individuo no afásico la palabra
seleccionada será la que corresponde al concepto–objetivo.
Pero, en ocasiones, cuando deseamos expresar un concepto poco frecuente,
ocurre que verbalizamos una palabra de significado aproximado, aunque no
defina exactamente al concepto activado, por tener la palabra finalmente
seleccionada una activación previa mayor, por ser a su vez de uso más
frecuente. Se trata de una parafasia semántica, que ocurre en personas sin
trastornos del lenguaje, aunque es mucho más frecuente en algunos tipos de
afasias, en las que se observa que la palabra seleccionada suele estar
conceptualmente más alejada del objetivo -ej. ―silla‖ por ―mesa‖, ―perro‖ por
―gato‖- pues la lesión se ubica más atrás en el proceso, a nivel del Sistema
Semántico.
Creo que en las mentalidades denominadas ―primitivas‖, los racimos de
conceptos semánticamente relacionados estaban constituidos de manera
diferente que los de las mentalidades llamadas ―modernas‖. En cierto sentido,
eran más amplios, incluían más cantidad de conceptos, incluso varios que
nosotros dudaríamos en catalogar como relacionados semánticamente, o que
directamente no nos parecerían asociados. Las lenguas naturales originales
eran, si se me permite la expresión, más polisémicas que las lenguas actuales.
Pero éstas derivan de aquellas, y conservan rastros de aquella tan amplia
33
polisemia, los suficientes como para que podamos vislumbrar algo de aquella
forma de pensar, no tan distinta de la nuestra al fin y al cabo.
Es así que, si un hombre de aquellas épocas primitivas veía una luz a la
distancia en una noche oscura, posiblemente en su sistema semántico se
activaba el concepto ―luz‖, pero también conceptos cercanos, incluso para
nosotros, como ―fuego‖, ―calor‖, ―brillo‖, ―reflejo‖, ―sol‖, ―luna‖, ―estrella‖, y otros
que no nos parecerían tan cercanos, como ―agua‖, ―aire‖, ―viento‖, ―cielo‖, ―alto‖,
―lejos‖, ―largo‖, ―punta‖, ―extremo‖, ―extremidad‖, ―brote‖, ―flujo‖, ―bicho‖,
―pichón‖, ―cachorro‖, ―cría‖, hijo‖, ―alma‖, ‖sombra‖, ―silueta‖, ―imagen‖, ―flor‖, e
incluso contrónimos como ―oscuro‖, ‖negro‖, ―suelo‖, ―tierra‖, ―abajo‖, etc. No es
éste el espacio para dar ejemplos, pero lo largo de este libro se verán
suficientes de ellos para comprender la relación semántica que existe entre
estos conceptos.16
Por otro lado, sabemos que, como lo adelantara Max Müller, en los idiomas
llamados primitivos existían muchos más sinónimos que en los idiomas
llamados modernos. En este sentido, nuestros idiomas parecen haberse
empobrecido, nuestro universo semántico se ha empequeñecido en un sentido
más que figurado.
Lo importante a los fines de este trabajo es que, al parecer, que cuando se
activa un concepto en el sistema semántico también lo hacen los conceptos
asociados. Además, al activarse en el sistema léxico el significante
correspondiente, también lo hacen lexemas estructuralmente semejantes, que
a su vez son reforzados por el influjo de las representaciones asociadas. Estas
últimas, aunque con menor intensidad que en el caso del concepto central,
también son reforzadas. En especial si la palabra que define al concepto
asociado no sólo es semejante sino cognada con la que corresponde al
concepto central -incluso ambas pueden tener el mismo nombre.
―Por muy poco atraídos que nos sintamos por la poesía, todos
llevamos un poeta adentro de nosotros. El pensamiento figurado
es un hecho real que impregna nuestra vida cotidiana‖
tanto los ―septentrionales‖ como los ―meridionales‖- y los onas eran pueblos
que derivaron de ancestros comunes muy anteriores. O, cuando menos, que
las lenguas que hablaron pertenecen a un tronco común.
Hay quienes dudan del parentesco o suponen que el gënëna a iájich se
desprendió del tronco principal hace tanto tiempo que ya es imposible que se lo
pruebe (cf. Suárez, 1988 [1970]: 87, nota 25). Por su parte, Ferrario (1952: 7)
negó absolutamente que hubiera alguna posibilidad de parentesco chon-
gënëna a iájich, asumiendo que las semejanzas son préstamos lingüísticos o
fenómenos de convergencia.
En cambio, en una lista comparativa de 145 términos, Clairis (Prólogo, en
Casamiquela 1983: 14) halla 10, 27 % de posibles cognados entre el gënëna a
iájich y el aóniken áish, por lo que no descarta un posible parentesco… pero
sólo compara vocablos, no realiza una comparación gramatical. Por su parte,
Viegas Barros (1988, 1991, 1992, 1994 b, 2003, 2005, 2013 Ms.) ha ido
progresivamente convenciéndose de que el parentesco es posible, y ha ido
aumentando las pruebas de dicha semejanza, tanto en cuanto a cognación de
términos como a coincidencias gramaticales y fonológicas. Inicialmente con
cierta prudencia (2005: 152; Ms. 2013: 53-55), acepta que de llegar a
demostrarse el parentesco, el GI sería una lengua externa a las lenguas chon.
Lo cual es cierto: coincido en que el GI no es una lengua chon. Pero luego
Viegas Barros (2015, 1: 59) avanza más en la idea, y asume que el GI
―…parece estar genealógicamente relacionada con las lenguas chon‖. En este
trabajo y en el manuscrito de 2013 que fue su base, además, reconoce como
errónea la crítica de Casamiquela (1965: 18-22) a la comparación de Escalada:
Barceló Castillo y cols. (2011, en Orden, 2012: 6) creen que los protogënëna y
los protochon se separaron de 3000 a 6000 años atrás- sustento arqueológico
del cálculo de Viegas Barros, que supone que podría ser de 5000 años.
En concordancia con mi mencionada cuasi-certeza del parentesco en cuestión,
en un artículo (Willams D., 2008 c) sugería denominar ―prototehuelche‖ a la
lengua madre de estos pueblos, ello en homenaje a la clasificación que en
1949 nos dejara el propio Escalada con su Complejo Tehuelche, como llamaba
al conjunto de las etnias tehuelches y onas. La idea de tal denominación no fue
muy feliz. Al poco tiempo me di cuenta de que resultaba inadecuado, pues
podía llevar a que se olvide que de este proto-idioma descienden no sólo los
idiomas tehuelches sino también los onas.
En consecuencia, en trabajos ulteriores y por poco tiempo, denominé
―protochal‖ a la lengua precursora de la familia lingüística en cuestión. Me
inspiraba en el término ―protochon‖, nombre de la lengua precursora de las
lenguas tehuelches meridionales y onas, que incluyen un término común a
todos, čon= hombre, que llevó criteriosamente a Lehmann-Nitsche (1914) a
denominar ―Grupo lingüístico Tschon‖ al conjunto de las lenguas que dichos
pueblos hablaron.21 Inspirado, también, en las lenguas indoeuropeas, divididas
en satem y centum, según la palabra patrón que en cada grupo significa ―cien‖
(Lehman, 1969: 43), proponía llamar ―protochal‖ a la lengua precursora en
cuestión, de *čal= luz, brillo, agua, etc., término común al günühna a iájich (ej.
čal a čula = Río Negro, wǝtčal= manantial, čalǝ= pescado,22 gǝtčal= pescado,23
iamtřakčalǝ= brillo); aóniken áish (topónimos Chalía y Choele Choel, ver
Williams D., 2008 c y d), téushen (čalua= pescado); shelknam chan
(čalən/čaluen= lluvia, čalət= llama de fuego, čaluetelin= llamarada- incluso te:l y
tehluš= estrella)24 y háush (ej. čalue= lluvia).25
Decía que el nombre que había dado a esta hipotética protolengua era
―protochal‖. Aunque hubiera sido mejor denominarla con el gentilicio que esta
antigua gente seguramente se autoaplicó, ello es imposible, pues el mismo no
se ha conservado. Sin embargo, no hesito en afirmar que debió significar ―hijos
del Sol‖, pues tal creo que es el significado de los autónimos de todos los
hablantes de las lenguas del grupo, como espero demostrar en este volumen y
como ya he sostenido en otros trabajos.
El estudio comparativo realizado por quienes me precedieron en la idea del
parentesco de las lenguas chon con el gënëna a iájich, que en cierta medida he
ampliado, me deja pocas dudas. Tanto los pueblos de origen protochon como
los gënëna a këne y otros pueblos tehuelches septentrionales como,
probablemente, los poyas, hablaban idiomas que tenían un origen común. Ello
habida cuenta de que no existen lenguas ni etnias aisladas, puras, y de que no
dudo de que a lo largo de los siglos los pueblos ken se interculturaron y
metamorfizaron con otras parcialidades aborígenes.
Fue así que había elegido cuando menos una palabra que, con las aceptables
variaciones, hubiera sobrevivido en todas las lenguas que ellos hablaron: *čǝl-
y, en consecuencia, ―pueblos chal‖ denominaba al conjunto de las etnias que
de ellos han derivado. Palabra que deriva de un hipotético protovocablo *čəl=
luz, agua, y que además cumplía con el requisito de significar lo mismo que,
creo, significan los autónimos de todos ellos, y que es directamente cognado
con *šəl= luz en protoona,26 uno de los dos vocablos primarios que, en mi
opinión, entran en el gentilicio de los shelknam (Williams D., 2008 I).
42
muy ínfima porción de las palabras del léxico de cualquiera de las lenguas que
existen o han existido, representar la totalidad y diversidad de los mecanismos
implicados en la génesis y evolución de las palabras? Al menos desde el punto
de vista cognitivo es inaceptable un método tan reduccionista y limitado.
Creo que, si se lo piensa, ni siquiera es aceptable desde el punto de vista de
una bien entendida Lingüística Histórico-Comparada. La computadora es muy
útil, pero no puede reemplazar a la cognición humana -al menos, no todavía.
Ello más allá de, por otro lado, los inevitables sesgos que tiene el cerebro
humano al realizar un análisis, en este caso el de las lenguas.
Reiterando y profundizando ideas ya expresadas, cuanto menos tiempo de
divergencia haya entre dos lenguas, más probable es que se cumplan las
reglas de la Ligüística Histórica y Comparada, pero aún entre dos lenguas que
llevan relativamente poco tiempo separadas hay muchísimas palabras que no
las cumplen. También es posible que cuanto menos difieran los significados de
dos palabras cognadas, tanto más se cumplan dichas reglas. Por lo demás,
con frecuencia se ha soslayado estudiar vocablos arcaicos que ya no existen
como palabras simples, sino que sólo se los halla integrando palabras
compuestas.
Pero veamos algunos ejemplos de alternancia fonética en las lenguas ken que
no cumplen las reglas en cuestión, y cuyo descarte empobrecería la evidente
relación que existe entre dichas palabras. Son sólo algunos ejemplos, que han
de multiplicarse muchas veces para comprender la real dimensión de la
diferencia entre la Língüística Histórico-Comparativa y la Lingüística Cognitiva.
Dimensión que implica, nada menos, el mundo real de la cognición humana y
de cada uno de los elementos que la integran, incluidas desde luego, y muy
especialmente, las lenguas.
Aceptado el riesgo tan bien definido por el genial mitólogo, en este apartado
realizaré una fundamentación de la frecuente alternancia que parece existir en
las lenguas ken entre los fonemas [k], [ˠ], [x], [h], [k], por un lado, y los sonidos
[č], [š], [k‘ȓ], [k‘š], [y], [j] por el otro. Es decir, analizaré las usuales
dentalizaciones de los fonemas palatales y aspirados del primer grupo y
palatalizaciones y aspiraciones de los del segundo, o la coalescencia de dos
fonemas consonánticos en uno solo, fonemas de cuya previa existencia son
testimonio los mencionados [k‘ȓ], palatal-dental, y [x], palatal–aspirado. Aclaro
que esta enumeración no agota las posibilidades de intercambio de fonemas en
estas lenguas, se hallarán más a lo largo de esta obra.
En los últimos casos, el fonema compuesto representa un sonido doble, que
posiblemente sea un rasgo arcaico -la divergencia de un solo fonema en dos
45
parece menos probable- mientras que en los otros casos es un sonido único
representado por un fonema simple. Sería un caso semejante, entre muchos
otros, al de las palabras del castellano ―septiembre‖, ―octubre‖, ―psicología‖,
―psiquiatría‖, convertidas en la evolución dinámica en ―setiembre‖, ―sicología‖,
―siquiatría‖, ―otubre‖- todas palabras aceptadas incluso por la Real Academia
de la Lengua Española. En cierto sentido, estos cambios obedecen a la ―Ley
del menor esfuerzo‖ de Saussure, no exenta de controversia - la discusión
sobre el alcance de la misma no viene al caso en este momento.
El motivo de haber elegido estas alternancias como ejemplo para fundamentar
las conclusiones expuestas en esta obra es, reitero, la alta frecuencia de
vocablos de estas lenguas que las exhiben. Agradezco al Dr. Viegas Barros
(correo electrónico del 3 de mayo de 2014) su sugerencia de fundamentar mis
ideas con respecto a dichos cambios, así como varios ejemplos que revisó y/o
me proporcionó. Ello no implica coincidencia de ideas entre nosotros, pero sí
muestra el sano intercambio que con frecuencia hemos realizado.
Creo que el método de la comparación de las lenguas es muy útil, siempre que
se apliquen dentro del marco extendido proporcionado por la Lingüística
Cognitiva, fundamentalmente aquél que contempla –mejor dicho, que no
descarta- la intervención de los mecanismos, que ya he definido, de la
Extensión Semántica y la Difusión Léxica. Pero vayamos a los ejemplos:
(1) pK *Cǝ(Cǝ)n(ǝ)= fuente de agua, recipiente para o con agua; SCh čo:ǝn/
čowen=laguna, agua, agua de laguna, grueso, hinchado, lleno de agua,
agua llover; šen=balde, balde de cuero (para contener agua), bolsa de
agua, bolsita de vejiga, red para pescar; šiken=río; Mnk
čo:ǝn/čowen=laguna, agua; Tsn <cheguan> y <chigun>=llover (Viedma,
1782), <sehum> (D‘Orbigny), <seeun> (Ameghino)= lluvia; Tsn y/o AA
*šen= fuente de agua, laguna, río;36 AA šewen= topónimo de un río,
sen= un par de vejigas (de agua, ver Schmid), <chein>= pozo
(Mendoza), <chiin> (Lista), [chem/chim] (Moreno)=manantial; kon= río;
protoGI *kǝnǝ= luz, sol, agua; GI əyiken= laguna.37
Como se ve, en estas palabras asumo una alternancia entre los fonemas [č],
[š], [h], [k], y también [y] y [j], incluso [q]- y [ɣ], aunque no en estos ejemplos,
para el sonido inicial. Ello impide conocer cuál era el sonido original en
protoken, por lo que, según convención de Viegas Barros (correo citado)
represento dicho sonido en la protopalabra con el símbolo [C], y lo propio se
aplica a otros ejemplos párrafos más adelante. Creo que aquí intervino el
mecanismo de difusión léxica, que modificó al fonema palatal o aspirado
original para dentalizarlo, o viceversa. Por otro lado, estoy convencido de que,
dentro del mecanismo de difusión léxica, pueden existir regresiones de un
fonema evolucionado a su forma original. Lo cual dificulta aún más conocer
cuál era ésta.
En palabras como el Tsn y/o AA *šen= fuente de agua, laguna; Aa río kon= río
y protoGI *kǝnǝ= luz, sol, agua parece ocurrir una fusión entre la primera
protopalabra *se-, ko- y *kǝ-= luz, agua, representadas fonémicamente por
*Cǝ- en pK, y un sufijo -*(Cǝ)n(ǝ)=fuente de, surge, mana, brota, fluye, etc.38 en
igual protoidioma. Ocurriendo además una lexicalización que lleva a que
muchas palabras derivadas del hipotético *Cǝ(Cǝ)n(ǝ) original hayan adquirido
el significado de la palabra original sin el sufijo, ―agua, luz‖, pero también
46
(2) pk *Cǝ:(Cǝ)n= fuente de luz, cielo, sol, luna; SCh šion=cielo, espejo,
k‘řen= sol, día; k‘sčǝxen = luz, luz prendida, vela para alumbrar,
relampaguear, rayo; pAA *keoken= sol, Dios;40 AA k‘oken= llama
(Schmid); Tsn šewǝn= sol, šewen(on)= luna, keoken= sol, noche
(¿luna?);41 protoGI *kǝn(ǝ)= luz, sol, agua.42
Que resultan cognadas con las ya vistas palabras que nombran a la luz y al
agua, lo que no es casual, siendo el nexo el concepto de ―brote, cría, criatura,
etc‖. Los hombres eran ―(las) criaturas‖. Como la palabra ―gente‖ del castellano
es cognada con ―generar‖, ―gen‖, generación‖, ―progenie‖, etc., y muchas
palabras de otras lenguas indoeuropeas O la palabra ―hombre‖ es cognada con
conceptos que designan a la luz y al agua, además de la tierra generadora
humus, etc.
Como ejemplo, y aunque lo veremos con más profundidad en el último capítulo
de la presente obra, véase la siguiente lista de palabras castellanas y sus
sinónimos en otros idiomas latinos. Al lector se le ocurrirán, sin dudas, otros
ejemplos:
(4) pK *Cǝnǝ-nǝkǝ(n)=(los) hombres, (la) gente (lit. ―hijos del Sol‖);45 Tsn
č(‘)onk=gente;46 AA čoneka=gente, (el/los) hombre(s);47
ɣenk‘enk=paisano (Escalada), genk‘en=paisanos (Suárez en Fernández
Garay y Hernández);48 Mnk hȉnk=hombre,49 hank‘en=persona, gente;50
GI kenaken=gente (Hunziker y Moreno);51 kənəka=soldado, lancero
(Claraz).52
Por motivos que se verán en el resto de esta extensa obra, creo que los
vocablos del cuarto grupo de ejemplos son originalmente compuestos,
formados por dos vocablos simples, y no debidos a la aglutinación 53 de una
palabra raíz con el sufijo –nk. Por otro lado, se puede pensar en una
pérdida de la segunda palabra simple de una supuesta compuesta inicial en
las formas del tercer grupo, a saber, čon del SCh y kǝne del GI en el primer
grupo de ejemplos, más bien creo que eran originalmente una palabra
simple, *Cǝnǝ, sin la adición de la segunda, *nǝke(n). Por lo que ambas
constituirían en realidad cognados parciales del resto. Y serían la misma
palabra que el pK -*(Cǝ)n(ǝ)=fuente de, surge, mana, brota, fluye, etc, pues,
como ocurre con las lenguas indoeuropeas, muchas palabras que significan
―hombre‖ o ―gente‖ surgen de la idea de ―criatura‖, o de otras que comparten
conceptos semánticos como ―cría, cachorro, pichón, hijo, brote, miembro,
rama, generar, crecer, etc‖. Lo veremos a lo largo de la obra y en especial
en el último capítulo de esta obra.
(9) pCh *hořǝ; Mnk <korre>= blanco (Lista); SCh kořé= alba, aurora; 72 AA
oře-, o:ře= ser blanco73
Viegas Barros (correo op.cit.; 2015, 1: 87) considera que los cognados
más probables de estas palabras son, en Tsn, las palabras go:l, gole-ke
(dial. Norte)=ser blanco, y cita el ejemplo de D‘Oribgny, <gulique>=
blanco. Coincido con él, que acepta el cambio [k]↔[g] y [ř]↔[l]. Pero
extiendo la idea a todos las palabras que he mencionado, de manera
que los incluiría en el mismo ejemplo. Creo que los fonemas iniciales de
todas estas palabras se intercambian por difusión léxica, sin que pueda
llegar a saberse cuál era el que corresponde a la protopalabra inicial, y
lo propio ocurre con los fonemas finales [l], [ƚ], [λ], [ř] y [š], y aún [r], [s],
[č], [tS], [tr], [tř], entre otros.
En cambio, opina Viegas Barros (correo citado) sobre estos últimos ejemplos:
―La consonante l en el reflejo Tsh, posiblemente por influencia del antónimo
*p‟ale ‗ser negro‘‖. Mi opinión, insisto, es que es un ejemplo de difusión léxica,
que puede hallarse en palabras cognadas con las mencionadas, como el pK
*houř= luz, fuego, cielo, agua, brillo, emanación, flujo, surgimiento, brote,
extremidad, punta, miembro, largo, altura, etc., y todas las palabras de las
lenguas ken que de ella derivan y que se verán en un capítulo especial, pero
vayan algunos ejemplos:
49
cuenta dicha salvedad, a lo largo de este extenso trabajo, que calculo que se
publicará en varios tomos.
Y así como podemos darle a nuestro estudio de los mitos y de los sueños la
suficiente base científica como para evitar hundirnos en dichas arenas, lo
propio puede hacerse en el estudio de las lenguas naturales, que son, al fin y al
cabo, y como lo son aquellos, una evidente creación del cerebro analógico.
Todo es una inevitable consecuencia de haber sido seres humanos, y no
computadoras, quienes crearon el lenguaje, y de que los lenguajes naturales
no son convenciones, como creía Saussure.
Una vez más, Nietzsche (op. cit.: 235) escribía:
Aóniken áish (AA): es el aonik‘en aiš, llamado aonik‘o aλen por los
últimos hablantes. Llamado también tehuelche. De igual forma creo
haber mostrado que significa ―Hijos del Sol‖ (Williams D 2010 a).
Shelknam chan (SCh): se trata del ona del noroeste o šelknam čan.
Creo haber aportado pruebas suficientes para demostrar que significa
también ―Hijos del Sol‖ (Williams D., 2008 i).
Mánekenkn (Mnk): es el ma:nekenkn u ona sudoriental, hablado por los
mánekenkn, también conocidos por el heterónimo háush que les dieran
los yámana. Dado que no se tiene certeza sobre su autónimo, aunque
creo que mánekenkn lo era, ni sobre su autolinguónimo, utilizaré este
gentilicio para referirme tanto a la parcialidad como al idioma que
hablaron. En uno de los trabajos en cuestión entiendo también haber
fundamentado que significa ―Hijos del Sol‖ (Williams D., 2010 a).
Finalmente, las protolenguas. Las tres más importantes a que haré referencia
serán:
el protochon (pCh), precursora cuando menos de las dos o más lenguas
onas, de las dos o más tehuelches meridionales, y del patagón costero
del siglo XVI –que creo es otra de las tehuelches meridionales, aunque
reúne puntos en común con las onas.
el protogënëna a iájich (pGI), precursora de las dos o más lenguas
tehuelches septentrionales, entre ellas el gënëna a iájich, el poya y el
idioma de la tribu de Chulilaken, que no creo fuera el poya.
el protoken (pK), mi hipotética precursora común de todas las anteriores.
Debo aclarar que, siempre que sea posible, y continuando con una interesante
idea iniciada entre los antropólogos, denominaré a cada lengua y a la etnia que
la hablaba con el linguónimo autoaplicado y el autónimo, pues otras formas
pueden prestarse a confusión. Por ejemplo, aunque en la actualidad se
denomina ―tehuelche‖ a los aónikenk y al idioma aóniken áish que ellos
hablaron, el vocablo resulta inespecífico si uno estudia las denominaciones que
se les aplicaba a las etnias y a las lenguas en otras épocas, y de hecho tanto el
linguónimo como el autónimo fueron originalmente aplicados a otra etnia y a
otra lengua –probablemente autoaplicados, como veremos en un capítulo
especial dedicado a los gentilicios de los aborígenes patagónicos, en un
próximo tomo. Lo propio ocurre con la etnia y la lengua pampas, hoy por uso y
por convención aplicados a los gënëna a këne y a la lengua gënëna a iájich
55
distinto grado de inclusividad‖. Bien que, por otro lado, la autora describe en su
trabajo el mal uso de ambos conceptos, y es muy crítica al respecto.
En la Patagonia tenemos los ejemplos de los alacalufes Orundellico o Jemmy
Button y Elleparu o York Minster para con los yámana a quienes llamaban
―yapoo‖; los aónikenk para con los ―airre‖ o fueguinos (como en el testimonio de
Luisa Pascual en Priegue, 2007: 46 y 131, nota 37). También la menor simpatía
de los gënëna a këne para con los mapuches que para con los aónikenk
(Kalaqapa o José María Cual, en Bórmida y Casamiquela, 1964 [1958-1959], y
los ataques de los onas a los alacalufes (Parker King y Fitz Roy, 1839, II: 206),
y la lucha de los manzaneros con los aónikenk (Escalada, 1949), y numerosos
ejemplos más. Les hacían la guerra, los cautivaban y esclavizaban, y otras
atrocidades.
Aclaro que en esta obra se me verá, a veces tímidamente y sugiriendo, en
otras con vehemencia y afirmando y presentando pruebas contundentes, que
ciertos vocablos no son mapuches, sino tehuelches. No estoy en contra de los
mapuches, pueblo al que admiro por la persistencia de su cultura, en los
muchísimos casos en que ésta es mantenida y continuada desde tiempos
inmemoriales. Los considero tan originarios, no solo de América sino de lo que
hoy se considera el territorio argentino, suelo al que ingresaron y en el que se
instalaron cientos de años antes del nacimiento de la República Argentina. Es
un error muy común creer que entraron al país recién en la década de 1830
con la llegada de Calfucurá. Pero sí considero trágico el invisibilizar a toda una
cultura para destacar a otra, especialmente cuando aunque los tehuelches han
desaparecido, los descendientes de quienes vivieron y cultivaron su cultura se
cuentan por cientos, probablemente por miles. Por respeto a ellos y a sus
antepasados, no puedo hacer otra cosa.
Tampoco creo en la adopción de una identidad y una cultura aborígenes para
colocarlas artificialmente dentro de ciertos límites modernos. Como ocurre con
los mapuches a quienes se adjudica ser solamente chilenos, queriendo hacer
solo argentinos a los tehuelches, que también habitaron parte de lo que hoy es
suelo chileno, baste el ejemplo de la Bahía San Gregorio para demostrarlo, y
no como único sitio. O los charrúas a quienes se adjudica ser solamente
uruguayos, cuando los hubo cuando menos en el actual territorio argentino y,
probablemente, cuando menos también en el paraguayo. O los querandíes, de
quienes se ha querido hacer habitantes no sólo exclusivos de la actual
provincia de Buenos Aires, sino los originarios sensu stricto, cuando hubo
etnias que poblaron en mayor número y tal vez por más tiempo dicho suelo,
como los guaraníes, y otras como los chanáes, los mbeguáes, etc.; y cuando
los querandíes habitaron en mucho mayor número y por más tiempo la actual
provincial de Santa Fe, e incluso el actual territorio de Córdoba, y el noroeste
de la actual provincia de Entre Ríos y hasta el suroeste de Corrientes.91
recomponerse por ser varias las formas en que pudo sonar, algo que ocurre
con mucha más frecuencia de lo que la Lingüística Histórico-comparada en su
versión clásica está dispuesta a reconocer. Además, por lo general el mitónimo
en su versión literaria no irá escrito en cursiva, cuando sí se lo hará con los
mitónimos o palabras escritos en fonética. Lo propio ocurre en el caso de loa
etnónimos, incluso los autónimos.
Por otro lado, como Viegas Barros (2001 y 2005: xx), en el texto utilizo los
signos <, > para encerrar entre ambos a determinadas grafías prefonológicas.
Téngase en cuenta que a lo largo de la presente obra se verán con frecuencia
palabras representadas con signos fonéticos no explicados en este apartado ni
escritas entre los signos <, >. Se trata de aquellos que pertenecen a la era
fonológica pero cuyos autores o recolectores utilizaron otras convenciones,
como en el caso de la Gramática del GI de Casamiquela (1983) en que los
símbolos fueron escogidos por el lingüista Dahl, y otros.
No explicaré cada uno de los símbolos fonéticos empleados en esta obra. Sólo
lo haré con aquellos símbolos especiales, que no representan sonidos de
nuestra lengua. Los signos fonéticos no explicados aquí son a, b, d, e, f, i, l, m,
n, o, p, r, s, t, u, v, todos los cuales representan el mismo sonido que en el
castellano (Cast.) rioplatense. Puede leerse a Viegas Barros (2005: xv-xxi), que
da ejemplos en cada caso, y a quien en general sigo en el uso de los mismos.
Cuando no siga a dicho autor, lo aclararé.
æ Vocal baja anterior, como en el inglés (Ing.) sad=triste, bad=malo.
c Consonante oral africada no retrofleja. Según nota Viegas Barros, es
un fonema del GI, con dos variantes. Una alveolar como en el italiano
(It.) pizza -ocasionalmente representado en épocas prefonológicas con
la z, y épocas prefonológicas y aún fonológicas con los pares
consonánticos tz–se hallará en algunos Casos en mi texto -y ts. Y una
palatal- como el grupo consonántico ch en Cast. Ej. el mitónimo del GI
<dëpëtzual>= Dios, o la palabra ackə=pie en igual idioma.92
č Consonante oral africada palatal, como en el grupo castellano (Cast.)
ch. Ej. el AA čalía=hidrónimo de un río santacruceño y otro
chubutense93/nombre de una raíz comestible, o čelhelon=mariposa,
nombre de la constelación del Orión;94 el SCh čalwe=llama- con su
variante yalwe; el poya čaweλi=Dios Supremo dual (benigno-maligno)95;
el Mpz čel=gualicho.
δ Consonante oral fricativa interdental sonora. Como la consonante
inicial del Ing. the=el (artículo), o como en el grupo consonántico dd en
el latín (Lat.) y el Cast. ―addenda‖ o en el galés eisteddfod. Ej, Mpz
δomo= mujer.
ə Vocal media central. Corresponde a la e muda del francés (Fr.), como
en cher= caro, querido. Ej. la primera vocal del GI kəne= gente.
ɣ Consonante oral fricativa o semiconsonante velar sonora. Como la g
en el Cast. ―pago‖. Ej. la consonante inicial de la primera palabra del
autónimo de los gënëna a këne, propiamente γənəna.
h Consonante oral fricativa laríngea sorda. Es la ―h aspirada‖ del inglés
home= hogar. Ej. la segunda y la cuarta consonantes del mitónimo del
GI kehlahmal= Dios. En algunas palabras del GI en las que va entre dos
vocales, reconoce aparentemente variantes en que suena x, cf.
ahuai/axuai= toldo, casa; ahuakək/axuakək=fuego, etc., lo que explicaría
59
que, para una misma palabra, algunos fonetistas usen uno de los signos
y otros el otro.
ï Vocal alta posterior no redondeada, como la u francesa en tu= tú, vos.
Cf. la tercera vocal del GI anaïkənətən a kenə= Dios Supremo o la
segunda del Mpz antï= sol. Según observa Viegas Barros (2005: xvi) en
ambos idiomas este sonido reconoce una variante ə.
k Consonante oral velar sorda. Corresponde al sonido de la c ante
vocales abiertas en Cast., como en ―casa‖, ―cosa‖, ―culpa‖. Ej. las
consonantes iniciales del AA kaw= toldo, casa y del Mpz kiyən=luna.
ʎ Consonante oral lateral alveolar sonora. Es la ―ll‖ del Esp. de Castilla o
de algunos dialectos del Cast. argentino –Cf. el correntino o el cuyano.
Cf. la segunda consonante del Mpz piʎan= Dios (Supremo); la final del
AA tačwaʎ=mitónimo de un enano maligno y –probablemente- la
segunda del poya čaweʎi=Dios Supremo dual.
ł Consonante oral lateral alveolar o palatal sonora. Es como pronunciar
la l del Cast. con la punta de la lengua algo más persistentemente
apoyada en la cresta alveolar o en el paladar duro, a un tiempo
espirando el aire a los lados. Para un hablante del castellano será más
fácil pensar en pronunciar la h sonora seguida inmediatamente de una l-
es decir, el grupo consonántico [hl] con que con frecuencia se
representaba este sonido en la era prefonológica. Es la ll galesa de la
palabra llan=predio de una capilla o iglesia, o del nombre Llewelyn. Ej la
consonante final del GI ahał o axał=pluma(s), o la segunda en jaławïtr=
cejas. Sin embargo, téngase en cuenta que en algunas de estas
lenguas podría haber un sonido dífono hl, como tal vez ocurra con el
SCh tehlus=planeta o estrella, y otras palabras en ésta y otras lenguas,
pero es algo que aún debo revisar, pues el sonido pudo también ser λ, o
sea teλus, que es en realidad lo más probable.
ŋ Consonante nasal velar sonora. Es una n pronuciada con emisión del
aire por la nariz en lugar de por la boca. Como resulta sonar la n en los
grupos consonánticos ng o nc en Cast., cf. ―angustia‖, ―hangar‖, ―ancla‖,
―enclenque‖. Frecuentemente representada en épocas prefonológicas
con el grupo consonántico ng. Cf. la consonante inicial en el Mdz
ŋenečen=Dios (Supremo), la segunda en paŋi= león, puma, o la
segunda en ȝuŋun=habla, lengua -cf. el topónimo rionegrino-chubutense
Somuncurá, de ȝuŋun kuȓá=piedra que habla.96
ñ Consonante nasal palatal sonora. Es la ñ del Cast. ―ñaña‖, ―peña‖ o
―paño‖. En las lenguas estudiadas en esta obra, sólo presente en el Mpz,
cf. la consonante final de kumpeñ=canción de linaje, o la incial de ñuke=
madre.
φ Consonante oral fricativa bilabial sonora. Para pronunciarla podemos
intentar hacer el sonido intermedio entre una f y una v del Cast., como
en la práctica pronuncian la f muchos de los hablantes de dicha lengua,
labidental en lugar de puramente labial. De las lenguas en juego, sólo
para el Mpz, cf. la consonante incial en φoɹo=hueso o la tercera en
kaλφu=azul.
q Consonante oral velar oclusiva sonora, como pronunciar la k
castellana con la lengua ubicada más posterior, en el paladar blando. 97
Ej. en AA qo:n= abuela, o auqa=mitónimo de una hija del Sol y la Luna;
en GI la consonante inicial qaia a kənə= hijo, joven, qalala= lengua de
60
yo, mi, mío, yaike=fuego; del SCh yalwe=llama -con una variante
arcaica, čalwe; y del Mpz yal= hijo (de mujer), hija (de hombre).
x Consonante oral fricativa velar sorda. Es como una j en el castellano
latinoamericano jamón o jaula. Es posible que en el GI aceptara una
alternancia con la consonante oral fricatíva laríngea sorda h, aunque
aparentemente no cuando era el sonido inicial de la palabra. Cf. GI
xamxam=carancho; SCh pax= pelo de animal.
X Consonante oral fricativa uvular sorda. Se trata de una j pronunciada
posteriormente, en la región uvular. Intermedia con la llamada ―h
aspirada‖ del inglés y otros idiomas. Es como la j en la mayor parte del
Esp. de España. Ej. en GI la primera consonante en Xalekčum y en
aXčəm=mitónimos de una/s deidad/es maligna/s, identificables la una
con la otra; AA Xalešen=Sol (arcaico, conservado sólo en la literatura
oral).
Consonante oral oclusiva laríngea, equivalente al llamado knacklaut o
―ataque duro‖ en la vocal inicial del alemán Apfel=manzana. Cuando al
comenzar la pronunciación de la vocal en cuestión las cuerdas vocales
se separan bruscamente a causa de la presión del aire acumulado bajo
ellas, la vocal se produce con una ligera explosión. El ataque duro
dificulta la ligazón o enlace silábico de la vocal con los sonidos que la
preceden; el ataque suave lo favorece. En idiomas que pronuncian
generalmente con ataque suave sus vocales iniciales, el ataque duro
aparece en casos de énfasis, sobre todo en posición inicial absoluta, en
exclamaciones, interjecciones, imperativos, voces de mando militares, y
en otros casos de dicción enérgica o recalcada. En las lenguas en
estudio puede darse en el caso de la pronunciación de una vocal, y no
necesariamente inicial. Ej GI ga la=miserable, huérfano, pobre,
‗ka hna=bonito o ‗aw e=así, entonces; SCh po n=tía materna o política.
‗ Signo que, anotado luego de una consonante, indica que ésta es
eyectiva.98 Ej en Aa *t‘ču:ř=Alto Dios (arcaico).99
ˊ Signo que, colocado sobre una vocal, representa que la misma es
acentuada, como en español.100
: El signo de los dos puntos representa la segunda mora de una vocal-o,
en el presente trabajo, también de una consonante -que se pronuncia
alargada, como la primera a en el It. casa=casa o la o en cosa= ¿qué?,
cosa, objeto, cuestión, etc. Ej en AA la u de *tčú:ř= Dios Supremo
(arcaico); en SCh su equivalente malignizado y caído šo:řt.
Vignati (1973; 80, nota 11) opina que la diferencia entre fábula y mito es que la
primera es producto de la imaginación, mientras que el segundo es un hecho
histórico que llega transformado. Pensando así, denosta contra Freud, Levi-
Strauss, Jung… dejando puntos suspensivos para expresar que discuerda con
otros autores.
La palabra para denominar a los mitos o, más bien, narraciones religiosas
tehuelches en aóniken áish era <joiwen> = cuentos, tradiciones (Molina, 1967:
152), anotado <joiuen>=leyenda, cuento101 por Echeverría Baleta (2005: 89).
Creo que, en realidad, probablemente deba más bien traducirse como ―historia,
narración verdadera‖, como veremos, pues en el alma de los tehuelches no
parece haber existido el concepto de ―mito‖ en el sentido que le damos
nosotros, aunque desde luego conocían las narraciones ficticias o cuentos,
como bien señala Llarás Samitier (1950: 175). De todas maneras, como
observan Fernández Garay y Hernández (2006: 318), aunque dentro de los
relatos incluidos en la etnoliteratura se encuentra los ―mitos‖ y los ―cuentos‖, la
propia clasificación depende tanto del narrador como del analizador. De hecho,
63
De este planteo surge un primer corolario, y es que no existe una única versión
―correcta‖ del mito. Se trata de un error cometido, por ejemplo, por Llarás
Samitier (1950: 172), Gusinde (2008, 1: 186, nota 19; 206, 207 et passim) y
Siffredi (1968 b: 159, nota 16) -mientras que Lévi-Strauss (1972: 199), que
como mitólogo especializado era muy consciente de esta falacia, escribía:
―El historiador de las religiones ahora está libre para seguir con su
trabajo hermenéutico sobre un símbolo sin tener que preguntarse
cuántos individuos en cierta sociedad, y en qué momento histórico,
entendían todos sus significados e implicaciones‖.
Luego cita a Marcelo Bórmida, quien había escrito algo semejante (Cultura y
ciclos culturales, Ensayo de etnología teorética, Runa, Archivo para las
Ciencias del Hombre, VII, primera parte, 1956) –aunque el texto de Bórmida se
65
Aunque comprendo lo que Bórmida quiso decir y concuerdo con la mayor parte
del texto en supra, y aunque acepto desechar el término ―variante‖ para
referirme a los mitos, creo irreemplazable y muy adecuada la palabra ―versión‖
para definir el relato particular de los mismos por cada narrador, que le da su
66
Para estudiar los mitemas, se comienza por tomar frases cortas que describen
la sucesión de los acontecimientos. Cada una es, en general, una relación
entre un sujeto y un predicado. Pero estas relaciones no tiene valor en forma
aislada, sino cuando constituyen haces de relaciones, y estos haces
combinados entre sí adquieren una función significante, constituyendo un
―mitema‖ o unidad constitutiva del mito. Es decir, parafraseando a la definición
de ―fonema‖ en lingüística, el mitema sería la menor unidad constitutiva del mito
que posee significado.
Esta característica de los mitos, la de poder ser dividida en sus unidades de
sentido más pequeñas para poder interpretarlos, es uno más de los elementos
comunes a los sueños y a los mitos, y es importante, creo, para todo estudioso
de los segundos conocer algo sobre las diferentes teorías sobre el significado
de los primeros.
Aún antes que Lévi-Strauss, lo propio había hecho el creador del psicoanálisis,
Sigmund Freud (1988, 4: 724), al analizar los sueños: ―…es muy ventajoso
67
David Williams
Trelew, Chubut, 14 de septiembre de 2019
69
En referencia a los poyas y puelches del Nahuel Huapi, escribía en el siglo XVII
el padre Mascardi (en De Mendieta, 2005: 145):
Sobre los aónikenk escribía el colono galés William M. Hughes (1927: 67, trad.
mía; 1993: 63):
―El patagñn sñlo tiene nociñn de lo que pasa ante sus ojos. Le es
totalmente desconocida la tradición, la leyenda, datos de los
pueblos menos cultos. Este pueblo no tiene culto ni altares; no
hace ofrenda a lo desconocido ni implora favores de seres
superiores. No tienen, como la jeneralidad de los salvajes, idea de
un principio bueno i otro malo. Apenas si escudriñando su pobre
pensamiento, puede descubrirse en él cierta superstición vaga,
cierto temor indefinido de un ser que suponen capaz de hacerles
daño. Este ser, el único sobrenatural de que ellos hablan, es el
Voliche.‖106
(Enrique Ibar Sierra, 1878: 632, en referencia a los aónikenk).
Todavía un autor del avanzado siglo XX, Vignati, dudaba sobre la existencia de
una religión tehuelche, a pesar de estar leyendo una certera afirmación de
Mendoza, quien había escrito cien años antes: ―En cuanto a la religión,
reconocen a un ser supremo, y tienen respeto a todo lo creado; son muy
afectos al cristianismo‖. A lo que en la nota al pie comentaba Vignati (en
Mendoza, 1965: 60, nota 104):
―Esa creencia en otra vida es, por así decirlo, general en los
americanos; y aunque don Félix de Azara quiera, por lo común,
combatirla con su argumento de que ‗tal naciñn no tiene religiñn‘,
se le podría preguntar por qué los indios que describe entierran,
con sus muertos, provisiones y armas, si no es para que los
acompaðen en la otra vida‖.111
(D‘Orbigny, 1999, II: 315)
Ya veremos que las ideas de los aborígenes no eran tan simples como esto,
cuando estudiemos que para ellos las pertenencias de una persona formaban
parte de ella y debían ser enterrados, destruidos o quemados cuando fallecía.
Pero destaco que el sabio francés no caía en la trampa de considerar
incapaces de pensamiento religioso -es decir, en cierto sentido etnocentrista,
menos humanos- a los nativos que conoció… error que aún hoy en día, en
pleno siglo XXI, se comete con pueblos como los yámana- los mal llamados
yaghanes112- o los alacalufes.113
Confirmando esta idea, dice D‘Orbigny en otra obra:
―1º Que la religión de los Americanos estaba muy lejos de tener por
base, como se ha pensado, el culto del sol y de la luna únicamente‖
―2º Que este último culto sñlo existe, en forma secundaria, en los Incas,
mientras que era completamente desconocido en las otras naciones,
cuya fe tenía por principio más bien la esperanza en el bien de una parte
y el temor en el mal de la otra‖.
Ello más allá de que, por otro lado, la religión inca era primordialmente solar, y
no como afirmaba el naturalista francés, ―en forma secundaria‖.
Discuerdo también con la visión de Bórmida (1965), que critica a los mitólogos
del siglo XIX, que intentaban explicar la causa de la mitología en los fenómenos
naturales:
―Existió una mitología lunar, una mitología solar, por las cuales
cualquier personaje, cualquier episodio era interpretado como una
personificación o como una alusión a la luna, a sus movimientos y
transformaciones. Estos prejuicios son muy peligrosos en el
mitógrafo porque, del mismo modo que la narración bíblica,
pueden invitarlo a torcer o amoldar inconscientemente las
narraciones a sus propias ideas. Por supuesto, cada uno de
nosotros trabaja con un equipo conceptual y muchas veces con
un equipo teórico general. Pero hay que cuidarse de no hacer
jugar este equipo en la faz heurística de la investigación, pues
entonces sería muy posible que encontráramos siempre la
confirmación de nuestra teoría en cualquier mito que fuéramos a
colectar‖.
Antes de proseguir, debo aclarar que el título de este primer capítulo es, si he
de ser estricto, una falacia, pues está destinado a la comprensión de un
concepto ―primitivo‖ por una mente de las llamadas ―modernas‖. 115 En la
mentalidad aborigen, la aclaración Sol-Dios no era necesaria: el sol era
siempre el Sol. Era un dios, y no lo concebían de otra manera.
La permanente falta de penetración de la cultura moderna – con frecuencia tan
autosuficiente, tan soberbia, especialmente en siglos anteriores- ha llevado a
que personas que tenían gran conocimiento de las culturas primitivas, como
Livingstone, dijera con respecto a los hotentotes: ―La confusiñn de ideas (Dios-
Sol) es lñgica y propia de una mente primitiva‖. Es que para la llamada
mentalidad primitiva, el astro no simbolizaba al Alto Dios, sino que lo era
realmente, sin dualidad, como bien lo ha estudiado Eliade a lo largo de su obra.
Como escribía el maestro Borges (1985: 750): ―… quizá no huelgue recordar
que para el pensamiento mágico, o primitivo, los nombres no son símbolos
arbitrarios sino parte vital de lo que definen‖.116 Lo propio afirmaba Bómida en
su seminario La conciencia mítica (Clase N° 1, 18-08-65: 26):
―En primer lugar tenemos que seðalar que los Aonik‘enk propiciaban al
sol y a la luna‖.
"Es muy probable que éste sea el motivo que impulsa a los
habitantes de todas estas regiones a tener la entrada de su
habitación abierta hacia el este; y quizás la disposición de hoy de
los toldos, que muchos atribuyen a una especie de culto por el
astro del día sea más que todo una costumbre de la que, en cierto
modo, se ha desprendido una idea mitológica. Esta costumbre es
el resultado de una primitiva necesidad absoluta, como lo es el
resguardarse contra las asperezas del tiempo. Así, a la larga una
necesidad puede llegar a crear un culto aparente. Muchos
ejemplos pueden citarse en apoyo de esta opinión‖.
Los demás testimonios que aquí presento demuestran el error de Moreno. Pero
cuando menos vemos que la idea le era conocida.
Por su parte, el ya mencionado Hughes (1927: 62; 1993: 60) dice:
Mas, luego (Hughes, 1927: 68 y 69; 1993: 65) también en referencia a los
aónikenk, dice:
―En algún tiempo lejano, muy remoto, además de ellos, había otra
gente en la tierra, que había sido creada por el Sol-dios [...]‖ Dos
cosas nos llaman la atención sobre estas tradiciones. Una es el
nombre de Sol-Dios que le dan al Creador de todas las cosas‖.
―Y a vos que te importan mis cantos? (...) ustedes son los que nos
jodieron y ahora quieren que les contemos nuestras cosas […]
77
Es así que Llarás Samitier (1950: 180 y nota 25), documenta el repudio de los
tehuelches de su época para con el cacique Papón, informante de Lista tres
cuartos de siglo antes, a quien calificaban de ―zorrino‖ por haberle relatado
parte del luego llamado Ciclo de Elal.122 Sin embargo, Llarás Samitier mismo
obtuvo una excelente cosecha de relatos de sus informantes. Siffredi (1995:
174-175) cree también haber reconocido cierta reticencia en sus propios
informantes.
Mediante el secreto que rodeó a su religión, sus narraciones y sus baladas -
estas últimas de las que tan poco se conserva- los pueblos tehuelches
conservaron su último bastión de resistencia ante el avasallamiento. Quién
sabe cuántos tesoros se habrán perdido. En otro contexto espacio-temporal,
otro pueblo sometido, entre tantos, ha resistido la invasión, a través de cuentos
y canciones populares. Es el tema de estudio de Paula Brain (2021), que
investiga fuentes no convencionales para visibilizar la resiliencia del pueblo
irlandés ante la invasión británico-inglesa, recogida en última instancia a través
de narraciones y baladas. Tema aplicable a muchos otros pueblos sometidos
en el mundo, sin dudas.
Los aónikenk tenían además numerosos tabúes que les prohibían nombrar a
sus dioses, o al menos evitaban pronunciar su nombre ante extraños. Dicho
tabú parece haberse mantenido hasta épocas recientes: según comunicación
personal de Celia Priegue a Fernández Garay y Hernández (2006: 350, nota
178), la informante aónikenk Luisa Pascual se negó a decirle a la investigadora
el nombre de su Dios, ―… temía develar ese secreto a los blancos‖. Se llegaba
aún a utilizar numerosos eufemismos o apodos para nominar a las deidades en
la vida cotidiana. Eufemismos o apodos que terminaban por sustuir al nombre
original, pero de manera progresiva, quedando el ente representado por dicho
nombre en el olvido o convirtiéndose en un ser caído, descendido. Lo cual
implicaba que se degradaban bajo la foma de un personaje de cuentos o un
antepasado poco importante, o bien que se malignizaban… es decir, el temor a
pronunciar el nombre de los dioses podría ser parte de la explicación de la
caída de los mismos. Una forma de determinación del mito por la palabra.
Un muy temprano testimonio sobre la adoración del Sol –y de la Luna- por los
patagones es el de Francis Fletcher, capellán de la expedición de Frances
Drake, que describe hechos ocurridos en 1578. Dicho testimonio parece haber
aparecido incompleto en la primera edición, la de 1652, y fue publicado
78
―Es bastante difícil precisar algo sobre la religiñn de estas gentes, sus
creencias sobre la divinidad y la inmortalidad del alma. Es imposible una
80
conversación por señas sobre tales temas. Sería necesario asistir a las
prácticas de su culto interior por conocer al Dios que adoran. Ya hemos
señalado que el jefe Kondo,128 habiendo pasado la noche a bordo,
acostado en la chalupa, se subía de mañana en el saltilllo de popa; y allí,
el rostro vuelto hacia el sol, con un recogimiento que tenía algo de
solemne, agitaba muchas veces, e inclinándose, un ramo de plumas de
avestruz que tenía en la mano. Esta acto, del que yo no he sido testigo,
¿podrá ser visto como una ceremonia de adoraciñn al astro del día?‖.
(D‘Urville, 1841, I: 267, traducción mía del francés).
Y, en otra parte del texto (p. 279, nota 74 correspondiente a la página 151, trad.
y subrayados míos), uno de los tripulantes que acompañaron a D‘Urville, un tal
Marescot, decía:
Sobre los pampas patagónicos –es decir, los gënëna a këne- dice Claraz
(1988: 56; 2008: 72-subrayados míos):
―Cuando viajan por el campo sin hacer camaricu 129, a veces ofrecen a la
madrugada el corazón de una oveja, yegua, etc., al sol, es decir, a su
dios, como sacrificio, o plegaria, para que les sea propicio‖.
Por su parte, Musters (1873: 253, trad. mía del inglés) expresaba con respecto
a los gënëna a këne:
Aunque en cambio, justo es decirlo, escribía sobre los tehuelches - es decir, los
aónikenk:
Es decir que, aunque el viajero inglés no hallaba rastros de adoración del Sol
en los mitos y ritos de los aónikenk, sí los encontraba en aquellos de los
gënëna a këne- y los araucanos. Y sugería un culto a la Luna.
También Gardiner anota:
81
―…no tienen sino una idea muy vaga de un Ser Supremo, para
quien sin embargo tienen dos nombres, en ocasiones
denominándolo Keka-once, y frecuentemente Tchur. Atribuyen
todo lo malo que les ocurre a la influencia de dos espíritus
malignos, que habitan en la luna; mientras que contemplan al sol,
preeminentemente, como la residencia de la Divinidad‖.
Lafone Quevedo (en Márquez Miranda, 1958-1959: 24), por su parte, describía
en su diario íntimo la visita que realizara el 23 de febrero de 1884 al coronel
Daza, que le refiere sobre los ―indios del sur‖, aparentemente los gënëna a
këne, a quienes denomina ―… G‘nake, o algo que suena por el estilo‖:
El galés Jonathan Ceredig Davies (1892: 31, trad. del inglés y subrayados
míos; 2015: 47)134 refería:
El pastor galés Abraham Mathews (1894: 122, trad. mía del galés; 1954: 151)
escribe:
―Nunca pude tener en claro cuál era su idea del Ser Bueno o de
Dios. Hemos oído que algunos de los mejores hombres -los más
sensibles- con frecuencia, lo primero que hacen por la mañana
luego de levantarse, es caer de bruces en dirección al este. Se
colocan un manto sobre la cabeza, y yacen entonces en calma
por algunos minutos, y cuando se levantan, se ven serios y
embelezados, como hombres que hubieran estado en comunidad
con las grandes cosas del espíritu. Si es ésta la forma en que
rinden alguna clase de homenaje al sol, no lo sabemos, pero
presentimos que de algo así se trata. Tal vez consideran al sol
una tan gran bendición, que por tanto presienten que el Ser
Bueno no está lejos de él. Como también dice la Biblia: ‗Dios es la
83
Ya antes, el naturalista suizo Claraz (1988: 130, nota 32, subrayado mío)
observaba en 1865-1866 que el <camarsuc> o <camaricun> era una ―fiesta
anual de cuatro días con sacrificio de animales, a los que arrancan el corazón
mientras aún viven, y lo ofrendan al sol naciente‖.
Moreno (1997; 142) también describe la ceremonia, pero en la ocasión que él
observó en una visita a la tribu de Shayhueque la sangre era ofrendada al cielo
y al arrojarla hacia arriba los participantes quedaban bañados en ella.
El colono Lewis Jones (1898: 122, trad. mía del galés; 1966: 142) dice:
Eluned Morgan (1904: 39, trad. mía del galés; 1991: 41), hija de Lewis Jones,
describe exactamente el mismo rito, que puede haber visto junto a su padre, o
haberlo oído de sus labios, o tomado de su libro -la lectura de otros párrafos
nos hace suponer que lo cierto es esto último:
84
Como para que no queden dudas de que el nombre de <Pilan>, o Pillán, el Alto
Dios mapuche, es en este caso aplicado al Alto Dios tehuelche, seguidamente
se refiere la historia de la Montaña de Dios, mito tehuelche (ver Williams D.
2007 b y 2008 b), refiriendo cómo desde dicha montaña Pillán pobló el mundo
con todo lo que existe, incluso vegetales, animales y piedras. Aprovecho para
señalar que, en un típico ejemplo de desdoblamiento o caída de los Altos
Dioses, Moreno (1997: 132 yu 135) interpretaba que Pillán era el espíritu del
mal. Casamiquela (1964; 178) cita al padre Melchor Martínez, que escribía que
algunos misioneros creían que Pillán era el diablo (Melchor Martínez, 1944:
80).
Discuerdo así con Llarás Samitier (1950: 189, nota 40), quien no cree en la
adoración del sol por los tehuelches, ni en la evolución de dicho culto,
posiblemente, creo, por no haber dicho autor profundizado en el estudio de
estas religiones. Específicamente, atribuye el hecho de los tehuelches
ascendían a los cerros a contemplar el amanecer ―…permaneciendo largo rato
silenciosos, como extasiados en la contemplación del cielo‖ simplemente al
deseo de ―cerciorarse si era verdad que todos los días se derramaba por el
cielo la sangre de la Nube asesinada,137 como decían las tradiciones de sus
mayores. Luego se retiraban a los toldos, para conversar sobre el espectáculo,
mientras comían y tomaban mate‖. Creo que el éxtasis que describe no acepta
85
Por otro lado, hemos observado, sin profundizar en el tema, que los escritos de
Gardiner son contradictorios. En efecto, el malhadado capitán y misionero
sostiene la vaguedad de la idea del Ser Supremo en los aónikenk, pero
profundiza no sólo en la concepción de dicha Divinidad por parte de los
mismos, sino que nos deja no ya uno, sino dos de sus nombres. Mientras que,
en el escrito de 1851, decía inmediatamente antes del párrafo citado, que ―…
en vano procuramos algún vestigio de adoración religiosa; hoy en día no se
ofrecen sacrificios; no se realizan plegarias…‖, en el trabajo de 1842 describía
la citada plegaria al ―supuesto espíritu‖. Es decir, en este caso los nativos no
ocultaban ni la concepción ni los nombres del Ser Supremo, ni tampoco sus
plegarias al mismo, como en cambio harían con frecuencia ante los extraños
desde pocas décadas más tarde. Era Gardiner quien, desde su eurocentrismo
y cristiano-centrismo, era incapaz de ver aquello mismo que estaba
describiendo.
También es interesante es lo escrito por Sánchez Labrador sobre los nativos de
la Pampa y la Patagonia del siglo XVIII:
Pero, por atractivo que sea este párrafo, resulta difícil, no sólo en este
fragmento, sino a lo largo de todo el texto de Sánchez Labrador decidir a qué
parcialidades aborígenes aplica el misionero cada gentilicio en cada caso en
que los menciona, pues por ejemplo unas veces los Huiliches son los
Patagones y otras impresionan ser mapuches y pueblos araucanizados. Es por
ello que, aunque creo que entre las etnias nombradas ha de haber tehuelches,
no coincido del todo con Vignati (en González, 1965, 63, nota 20) en aplicar
esta cita directamente a ellos, y evidentemente es por dicha dificultad en la
identificación que este autor prudentemente omite la parte de la cita en que se
las nombra, y comienza el fragmento que transcribe por la frase ―…solamente
al Sol reconocen por Ser Superior…‖.
Gargaglione (en Casamiquela, 1991 b: 31), cuyos apuntes entonces inéditos
mencionara Escalada (1949: 293, nota 1), recogió de labios de su informante,
doña Emilia Culalt, cuyos abuelos y bisabuelos eran originarios ―de Pillan
Mahuida, T. Neuquén‖,140 el relato de la ―Ceremonia sobre el sol‖: ella dice
expresamente que, aunque ―… individualmente no le rendían ceremonia al sol,
y ni culto‖, en cambio ―…en los ngillatun o camaricum lo hacían ceremonia al
sol, con todos los invitados al gillatun [SIC]‖. Se levantaban antes de la salida
del sol y formaban filas con los rostros vueltos hacia él y lo saludaban con
movimientos de brazos, y luego se arrodillaban para agradecer a Dios‖.141
Aclaro, como lo hace Casamiquela, que Culalt no es ciertamente un apellido
mapuche.
88
―Chao Negnechen,
Padre Dios
ca eimi fachi anthü maita traugleiñ
otra (vez) tú este día ordenas reunión
taiñ mañumtuafiel,
antiguamente agradecer todos
taiñ elumufiel meo ta anthü
antiguamente dado todos–a (exornativo) el sol
feimeo ta com tuhun che ta pelomtulei;
por lo cual (exornativo) toda la gente (exornativo) iluminada
ca fil culiñ
otra todo animal.
Chao Ngenechen,
Padre Dios
Ca eimi tami anthü tañi duam arelei
Otra (vez) tu tuyo sol tu necesidad calentar
Ta com mapu ca huenu,
(exornativo) todo tierra otra cielo
Ca gyen ca guanglen.
Otra luna otra estrella‖.
Nota: he de aclarar que <fachantü>, <fachi antü> es literalmente ―este sol, este
día‖ pero se usa en el sentido del adverbio ―hoy‖ (De Augusta, 1991 b: 187) –y
ver <faciantü>=hoy día en la canción del camaruco entonada por Manquel
(Perea, 1989; 44-45). El vocablo <meo> sería meu=preposición (que se
postpone a su término): a, a casa de, con, de, de casa de, en, en casa de, por,
por causa de. Lo he traducido como la preposición castellana ―a‖. La palabra ta
figura como ―exornativo, de adorno‖ en varios diccionarios, y en la Gramática
de De Augusta (1990: 11), así que aunque no me convence del todo deberé
aceptarlo, al menos por el momento; con frecuencia va antepuesto a los
pronombres posesivos. Viene al caso eimi tami o eimi mi,que es ―tuyo/a/os/as‖
cuando hay contraposición (De Augusta, 1991 b: 390), o sea una comparación
de una cosa con su contraria u oponiendo dos cosas. No deben confundirse
<taiñ>=antiguo, anterior con <tañi>=mío, suyo de él/ella (De Augusta, 1990:
11). Y <gyen> es kïyen= luna.
―Padre Dios
otra (vez) tú hoy ordenas reunirnos
anteriormente agradecerte todos
anteriormente (has) dado a todos el sol
por lo cual toda la gente (está) iluminada
y todos los animales.
Padre Dios
Otra (vez) tu sol tu necesidad calor
(exornativo) todos tierra otra cielo
Otra luna otra estrella‖.
89
En traducción no literal:
―Padre Dios,
otra vez ordenas reunirnos hoy,
todos estamos agradecidos
de que nos hayas dado el sol,
por eso toda la gente está iluminada
y todos los animales.
Padre Dios,
Una vez más tu sol necesita calentar
tanto la tierra como el cielo,
tanto la luna como las estrellas‖.
Traducción que, errores como ha de tener, creo que es algo más fiel que
aquella que nos daba la Sra. Emilia Culalt, o el colector Gargaglione, o el
compilador Casamiquela, que modifican fundamentalmente los dos últimos
versos. Dicha traducción era así (el ordenamiento en versos y los subrayados
me pertenecen):
―Padre Dios,
En este momento estamos reunidos
para darte gracias
por habernos dado el sol.
Por eso todo el género humano está iluminado
y todos los animales
Padre Dios
y también por causa de tu sol
está iluminado todo el universo.
Veremos más sobre este Hijo del Sol. Agregaré, sin entrar en detalles, que el
marewepull era la chicha ritual.
El P. Ottaviano de Nizza (en un manuscrito inédito en De Agusta y Fraunhäusl,
1910: 255-256, subrayados míos) escribía sobre los araucanos:
Una niña machi/adivina se pierde por largo tiempo- horas (Blanco) ó días
(Manquel)
Reaparece de manera milagrosa
Refiere haber recibido un mensaje de epuané ŋenechén (Blanco) o de
Dios (Manquel)
El mensaje consiste en las instrucciones para realizar un camaruco
Entre ellas se incluye la disposición de los restos de los animales
sacrificados: entierro (Blanco) o incineración (Manquel)
antú, y es cognado con el del dios solar inti de los incas. Entre los
investigadores argentinos, Hernández (Ms. 1987: 74-75) ha señalado el
probable arcaico carácter solar de la religión araucana, mediante algunas
pruebas documentales, incluyendo los sermones del padre Valdivia en 1621.
Sin embargo, autores como Durán (2006: 33 y 80) creen que Antï es
―respetado por el pueblo mapuche, pero no querido‖, debido al dañino calor y
sequías que provoca y a que se come las entrañas de sus víctimas, lo que
explicaría el color rojo del amanecer. En cambio, asocia a Cuyén la Luna a la
benignidad, la femineidad, la fertilidad. Sin embargo, en sus recolecciones
literarias y orales (p. 82), llama <Futa Chao Antü>, es decir, ―Gran Padre Sol‖,
al astro.
Como sea, y como suele ocurrir, se ha negado la creencia de los mapuches en
un Ser Superior, baste el ejemplo del P. Martínez, entre tantos, que negaba
que los aborígenes le rindieran culto a Pillán o que tuvieran templos o
sacerdotes –―Ministros‖- a Él dirigidos, o que fuera el Hacedor y Gobernador
del Universo (Melchor Martínez, 1944: 79- 80). Conclusiones obviamente
derivadas de su ferviente deseo de hacer creer que no conocían a Dios y que
era necesario, en consecuencia, catequizarlos, y de la muy frecuente renuencia
de los nativos a hablar de sus dioses con extraños.
Lo cierto es que asistimos así a un continuum que asocia a los dioses
luminosos o brillantes, cuando menos, desde los incas hasta los onas, hallando
muchos términos en Mpz relacionados con el significado ―brillante, blanco,
limpio, luminoso, claro‖, etc., que se asocian a términos semejantes en
quechua. De ellos, rescatamos en quechua iʎa =claridad, transparencia,
esplendor, kiʎa = luna, etc; en Mpz aileɳ = brasa, ale= claridad, alen= alumbrar,
wilən= relumbrante, kiyen/kiyan y variantes= luna, y aún incluso el nombre del
Alto Dios, piʎan (Casamiquela y Aloia, 2007: 182). Hemos visto ejemplos
semejantes de cognación entre el nombre del Alto Dios y elementos luminosos,
en los idiomas tehuelches y en los onas, y los hay sin dudas en los europeos,
comenzando por el propio nombre de Dios y sus cognados directos e
indirectos. Ello imlica un cambio de opinión con respecto a trabajos anteriores
(cf. Casamiquela, 1964: 167 y 168), cuando creía que el nombre de Pillán no
tenía traducción. Aunque mencionaba las ideas del abate Molina, que lo creía
derivado de püllu o pilli= alma, espíritu, no estaba del todo de acuerdo. De los
que no le quedaban dudas es de que Pillan ―… es un alto dios de fisonomía
celeste (atmosférica) inconfundible‖ (p. 173).
Por otro lado, sin entrar en detalles, obsérvese la semejanza de los vocablos
del quechua y MPZ con los de las lenguas ken… algo que no necesariamente
implica parentesco ni préstamos entre las lenguas en cuestión, sino más
probablemente un mecanismo común de origen de estas palabras: la
onomatopeya, que explica la semejanza con el PIE *ïʎa(s)=brillo, luz, y
derivados en las lenguas indoeuropeas, que analizaré someramente en el
último capítulo de este libro, en un próximo tomo
No es el objeto de esta obra estudiar la cosmogonía mapuche, pero haré
ocasionales referencias a la misma. Por lo demás, recordemos, sin profundizar
en ello que Anchimallen- era la esposa del Sol. Es decir, antï-mailen= doncella
del Sol, siendo el cambio de [č] en [t] muy frecuente en esta lengua. Otra teoría
esboza Casamiquela (1964: 205-210), debido a que sigue a Miguel de Olivares,
quien no puede creer que ―no teniendo algún particular respeto al sol, se lo
tengan a la que piensan sea su esposa‖. Es que, precisamente, Olivares, así
94
como otros de los primeros cronistas, no creían –o no podían creer- que los
mapuches adoraran al sol. Pero sin dudas lo hacían, y Anchimallen era sin
dudas la esposa del astro, y por lo tanto una Alta Diosa, probablemente
descendida y malignizada en un genio maléfico, muy bien representado por los
temidos enanos Anchimalleghen. Coñuequir (en Czertock, 1999: 85-86)
describe al anchimallén como un angelito que fue transformado en diablo –con
lo cual revela una profunda meditación sobre el descenso de la entidad-
luminoso como ―un fueguito‖ o ―una linterna‖, ―… no es la luz mala que le dicen,
no…‖, que se acerca a los campamentos, y puede optarse por correrlo a
rebencazos o sogazos, o convidarle vino. Y Mareupuantu era el Hijo del Sol –la
palabra antú se ve al final de su nombre- cuyo mito fue casi olvidado por los
mapuches históricos, documentados por el mismo padre Valdivia (De Augusta,
1991 a: 132) y los padres Olivares y Molina. Para más datos, véase
Casamiquela y Aloia (2007: 178-180) en donde se prueba la decadencia de la
diosa celestial en el enano maligno. Moreno (en Moreno E., 1979: 84,
subrayados míos) dice: ―otro ‗cuco‘ es el ‗Anchimallegen‘ pero éste es tan
formidable que no quieren hablar de él. Lo único que sé es que es grandísimo y
que tiene forma humana‖. Como vemos, al contrario que otros testimonios, lo
hace gigante en lugar de enano, cuando él mismo escribe en otra obra
(Moreno, 1997: 23) ―anchimalleguen o walichus enanos que viven en las
cuevas‖. Durán (2006: 29) asocia, como lo hacen otros autores, a las
anchimallenes con las luces malas.
En apoyo a mi idea de que antiguamente los mapuches identificaban a su Alto
Dios con el Sol, sepamos que tanto Fray Alonso Fernández y Quiroga como
Orélie Antoine de Tounens (en Latcham, 1924: 200 y 614) sostenían que los
araucanos adoraban al Sol. Pueden leerse las pruebas que, aunque con dudas,
aporta Casamiquela (1964: 210-214).
Leamos además lo que escribía Moreno (en Moreno E., 1979: 155, subrayados
míos):
una yegua, arrojar tres veces sangre hacia el Dios [hacia el Sol,
según se entiende de los párrafos anteriores, N. A.], volver aponer
el corazón en su lugar y lanzar el animal entero al agua o al fuego
en sacrificio. A veces los indios se contentaban con colocar al
animal sobre un fogón, hacéndolo cocer en su piel para comerlo
ellos mismos; sólo los huesos eran lanzados de nuevo al fuego
para el festín de la divinidad‖.
Cierto es que entre los tehuelches históricos había ya el Sol –también él-
perdido prestigio, y se estaba olvidando su papel en la creación de los seres
humanos y de los animales. Pero, como espero demostrar, y como ya he
sugerido en un trabajo presentado en el VII Congreso de Historia de la
Patagonia Argentino- Chilena en 2007 (Williams D., 2008 a: 227), se
conservaba su memoria en tal papel bajo los nombres de otros dioses
creadores. Nombres que, de una forma insospechada, probablemente aún para
los mismos informantes, constituían nombres antiguos del Sol-Dios, o
apelativos usados originalmente para ―no usar en vano el nombre de Dios‖, que
terminaron por reemplazar al nombre original, olvidándose incluso su
etimología, y pasando a ser considerados como nombres propios sin
significado.146 Pero, como he dicho, muchos de los entes que portaban tales
nombres adquirieron vida propia, autónoma, y unos cuantos sufrieron un
desdoblamiento y caída para constituir entidades malignas como el Gualicho y
equivalentes, fuera de forma directa, o bajo la de un hijo del Sol. Iremos
acumulando pruebas a lo largo de esta obra. Una opinión semejnate sostienen,
tempranamente, Bórmida y Casamiquela (1964 [1958-1959]: 191) sobre los
gënëna a këne, que asumen que una de las posibilidades que barajan para
explicar la profusión de nombres de las divinidades sea el tabú del nombre
sagrado –otras serían el sincretismo con las religiones araucana y cristiana,
errores de información y la existencia de una arnia no tehuelche ni gënëna a
këna que rápidamente se haya extinguido.
97
Canto al Sol
Yegure kare
Yegure kare du ga
Tal vez correspondiendo šakəl a lo que Casamiquela (1983: 123 y 135) anota
<‗sëqël>, <‗sëkël>=alma, espíritu (sombra), una palabra de la se hallan
diversas variantes en otros vocabularios. Dando šakəl (a) kələ, cuya aparente
traducción sería ―Espíritu blanco‖.
Pero desde que, como veremos por diversas pruebas en este volumen, el
nombre del Alto Dios solar yiškalau es cognado con palabras que nombran a
cuerpos estelares, cf. šəkələ= estrella, šakl=Venus, es muy probable que el
mitónimo fuera un nombre arcaico del propio Sol. De donde šakəl (a) kələ= sol
blanco.
Pero, a su vez, como también se verá, en protogënëna, *kələ/*khlə=luz, sol,
brillo, agua, etc. De donde:
Resultando entonces šakəl-khlə o šakəl (a) khlə=luz brillante tal vez una forma
arcaica en la evolución al mitónimo yiškalau y al vocablo cognado šəkələ=
estrella. Incluso šakəl-khlə es muy semejante a la variante téushen ye:skleke
de la también variante yatSilekia gënëna del mitónimo yiškalau –véase más
adelante el topónimo <зe:skleke:lakaikën>, que ya estudiaremos.
No pudiendo recomponer ni mucho menos traducir la parte final del segundo
verso, <du ga>, aquí suspendo las elucubraciones al respecto.
Había también entre los gënëna a këne un Canto a la Luna, cuyo fragmento
inicial <koyonesw(e)> era lo único que recordaba Liboria Crespo (Casamiquela,
1988: 81; 2004 b: clase del 16/10/2004). La informante traducía esta palabra o
sintagam directamente por ―luna‖, y se me ocurre que pensaba en realidad en
el vocablo Mpz kïyen= luna. Pues, según aclara Casamiquela con toda
honradez, la informante entonaba las canciones ―de oído‖, por fonética, porque
no hablaba la lengua gënëna a iájich. En su clase del 16 de octubre de 2004
(Casamiquela, 2004 b) el investigador interpretaba que podría tratarse de un
vocablo arcaico del GI, ―pues ‗luna‘ es apiújük=amaha=sol de la noche). En mi
opinión, la cosa se aclara si agregamos que su madre Trruúlmani –según
vimos, aparentemente una hablante más eficiente del GI- comenzaba el Canto
a la Luna (según Harrington, Cuaderno Sol de Mayo) de esta manera:
Canto a la Luna
―Gayaned wehade.
Gayaned wehade.
Gayaned wehade.‖
Estos pueblos cumplirían así el precepto luego enunciado por los preanimistas,
entre ellos Jensen, quien sostuvo –en un sentido inverso que el de las ideas
clásicas animistas- que la noción de un Dios creador celestial precedió, en las
culturas cazadoras, a la aparición de la deidades del tipo dema 153 y ésta fue
seguida por el politeísmo (ver Eliade, 1974: 150 y 172-178).
En tal sentido podemos mencionar nuevamente a Castellan, quien en su
monumental estudio El Sol en la mitología del Renacimiento (1966: 70), escribe
citando a Macrobio en sus Saturnales:
Y Castellan nos deja otros nombres griegos del sol: Loxias, Delio, Febo, Fanés,
Licio, Patroos, Nomios, Eleleo, Crisocomas, Sminthio, Carneios, Killaios,
Zumbraios, Filesios, Pitios, Didymeio, Délfico, Líber, etc., explicando el por qué
de cada uno de ellos. Antecedentes de una idea semejante hallamos en F.Max
Müller (1988: 67):
Creo que debe tomarse como la verdadera forma recogida por Wolf la primera,
ya que la segunda parece haber perdido, al imprimirse, los grafemas –nknk-
que aparecen de forma semejante en versiones de otros autores, además de
faltar el signo ―!‖, que el editor explícitamente aclara en la publicación de 1992.
Observa Hernández (Ms. 1987: 38; 1992: 121) que se trata del nombre de la
Luna, y no del del Sol- que terminaría en –en, y no en –on- y descarta un error
de transliteración de Wolf, a quien atribuye. Y creo que con razón, un buen oído
para las lenguas.
Lo cual sería coherente con el espíritu lunar ˂kāāni-gerkin˃/˂kāāni-genkin˃ de
Gardiner. Con la observación de que en la fonética inglesa que éste usaba, la
―i‖ representa un sonido intermedio entre ―i‖ y ―e‖, probablemente ―ǝ‖.
Coherente con la ―o‖ y la ―u‖ que, respectivamente, oyeran Musters y Lehmann-
Nitsche. De donde vuelve a surgir una probable indiferenciación original del
nombre de ambos astros, que terminaría originalmente en –kǝn, sin marca de
género, y luego devendría en el masculino –ken para el Sol y el femenino –kon
para la luna. Pero el nombre original del/los astro/s ha de haber sido
kenəƔenkǝn.
Existe un mito tehuelche que explica la causa por la cual el Sol preside el día y
la Luna la noche. Fue recogido por Casamiquela de labios de la informante
Elina Peralta y es citado por Wilbert y Simoneau (1984: 19) y por Hernández
(Ms. 1987: 39 y 40). En el momento en que se estaban yendo al cielo, ambos
astros estaban discutiendo quién reinaría en qué momento del ciclo circadiano.
Ya veremos en el tercer capítulo cómo los aónikenk incluso ubicaban
geográficamente el sitio terrenal desde el que habrían partido, aunque
discordamos con la ubicación que los investigadores modernos le han dado a
tal sitio. Como fuera, decidieron luchar peso contra peso: quien terminara
encima sería el ganador y reinaría durante el día, quien quedara debajo
perdería e iría de noche. Hubo tres rounds, o dieron tres vueltas sobre el suelo,
al cabo de los cuales el Sol quedó encima de la Luna. Dijo el Sol (traducción
mía del inglés): ―_Yo soy del día y tú eres de la noche‖. A lo que la Luna
respondió: ―_Pero mira cuán malamente me has mutilado. Me rasguñaste la
cara. Me has dejado a la miseria‖. Y añadió: ―_De acuerdo, me voy a quedar
así, después de todo soy una mujer‖.
Una versión de este mito se halla en un manuscrito –aparentemente, una
prueba de edición- que he hallado en la Colección Casamiquela de la Biblioteca
Popular Agustín Álvarez de Trelew, al cual por ser anónimo he titulado Capítulo
XV, el número del capítulo que aparece en el título. Parece haber sido un
capítulo especialmente dedicado a los tehuelches de un libro con muchos otros
capítulos, probablemente dedicado a otras etnias, que fue o que iba a ser
editado por Editorial La Aurora, Doblas 1753, 1424 Buenos Aires. En este
último caso, la informante, que por las coincidencias de los detalles de la
narración podría ser la propia Elina Peralta, decía que el mito le había sido
referido originalmente por su abuela (Cap. XV Ms.: 281).
Se trata de un mito cognado con uno de los que narraban los onas, que
explicaban que la supremacía de los hombres sobre las mujeres en su
sociedad se debió a las consecuencias de una pelea que hubo entre los
integrantes de ambos sexos, en una rebelión de los primeros contra las
segundas -que hasta entonces eran las dominantes- liderada por el Sol. Éste,
como el Sol tehuelche, estaba en la tierra -y era un hombre más. Perdieron las
mujeres y la mayoría fueron muertas. La Luna sobrevivió, o más bien, se
104
Por ej.: no soy el primero en sospechar que tanto las ya estudiadas palabras
castellanas ―dios‖ como ―diablo‖ derivan de un PIE *deiwos= celestial,
resplandesciente, de *diw= resplandescer, relativo al día- de donde también
derivarían el sánscrtio deva, el griego theos y Zeus, el lituano dievas, el galés
Diw, el germano Tiwaz, el latín antiguo deivos y moderno Deus, y el nombre de
Júpiter- en latín, de Ius pater o Dios padre. Pero, ahora sí en mi teoría, ya
veremos como el nombre del diablo- del griego diábolos, a través del bajo latín
*diabolus, que dio diavolo en italiano, diable en francés y sus cognados
indoeuropeos- devil en inglés, Teufel en alemán, diawl en galés, etc- proviene,
creo, de un antiguo pIE que era *deva *bəʎa= hijo de Dios.
Y, en efecto, eso era el Ángel Caído, un hijo de Dios que, como keʎel, el hijo de
Elal para los tehuelches, fracasó en su intento de ocupar el lugar de su padre
como Dios Supremo. Algo en lo cual, en cambio, el propio Elal sí tuvo éxito, al
destronar a su padre nošt‘ex, que no era otro que el mismísimo ko:č, el Creador
del mundo, devenido en Deus otiosus, pero también una Divinidad Asesinada
al estilo de las descriptas por Mircea Eliade. El fracaso en su intento de
reemplazar a su padre en el puesto de Alto Dios motiva que tanto el diablo en
la cultura juedocristiana como keʎel en la tehuelche sean los ―malos‖, con más
poder el primero, con menos el segundo, pero transgresores al fin. Lo propio
ocurre en ocasiones con el padre derrotado: ko:č sólo quedó como Deus
Otiosus, pero su alter ego nošt‘ex, el Alto Dios destronado, se malignizó.
En el caso de la religión judeocristiana, un hijo de Dios, el Diablo, se hizo
demonio, pero el otro, Jesús, aunque no reemplazó a su padre, el propio Dios,
originó la tríada de la Santísima Trinidad, ocupando el trono junto a él, y siendo
ambos dos personas de Dios que se unen a la tercera, el Espíritu Santo, que
son ambos, y los tres son uno solo. Es decir, esta triplicación de Dios aún no ha
llegado al punto de que una de las tres entidades triunfe sobre las otras. La
interpretación actual de la Iglesia y, en especial, el hecho de que la historia
bíblica fue fijada por escrito detuvo la evolución del mito -como las lenguas, los
mitos viven en la oralidad y mueren en la escritura, en el sentido de dejar de
evolucionar, de cambiar -decía, ambos hechos han contribuido a fijarlas en una
sola deidad, aunque al mismo tiempo sean tres. Pero, a su vez, las
inmterpretaciones –orales y escritas- de lo escrito vuelven a modificarlo.
Será blasfema para algunos, pero no hay dudas de que las palabras Domine –
uno de los nombres de Dios en latín- y ―demonio‖ son cognadas, y lo son a su
vez con otras como ―dominar‖, ―domeñar‖, ―domar‖, ―dueño‖, ―don‖, ―doña‖, etc.,
incluso el inglés tame=domar y cognados. También con palabras como demain
en francés y domani en italiano= mañana (adverbio), y cognados en otras
lenguas. Y no es casual que el Domingo o ―día de Domine‖ y cognados en
lenguas romances sea Sunday y cognados en lenguas germánicas: el día del
Sol. Como el lunes o Monday y cognados de ambos lo es el de la Luna. El
demonio y Domine tienen nombres cognados a su vez con el de los daemon
griegos, divinidades menores benignas y/ o malignas o ambas a la vez: las
ninfas (náyades, oréades, nereidas, dríades o hamadríades); los sátiros,
llamados faunos por los romanos, de los cuales el demonio toma su imagen de
cuernos, cola, pezuñas y patas caprinas, así como sus servidores los demonios
menores, equivalentes de los cheleule de Setebos y de los gualichos pequeños
que dependen del mayor; los daimoni angeloi o mensajeros Eros, Thánatos,
Hypnos –mensajeros alados del Amor, la Muerte y el Sueño respectivamente-
107
Lo mismo ocurre en otros idiomas patagónicos, como el GI, en que una de las
palabras para denominar al sol, a‘maha, también da nombre al día (Molina,
1967: 103, 139 y 177; Casamiquela, 1956 b; 1983: 133 y 154); o como el Mpz,
en que antü=sol o día (Harrington, 1946: 251; De Moesbach, 1984: 25; De
Augusta, 1991 a: 8 y 1991 b [1916]: 119 y 358). En SCh tenemos documentado
108
˂kren˃= sol (astro del día), y ˂keren˃= día/˂kerren˃= tiempo, día (Beauvoir,
1915: 41, 47, 126, 155 y 157), que creo que se relacionan con el significado
―brillo‖, como he postulado en mi trabajo de 2007 (Williams D 2008 b), ya
mencionado. Lo analizaremos más adelante.
Otras pruebas, tanto de la realidad del protovocablo *kən(ə)= luz, agua, como
del parentesco entre las lenguas ken es la palabra del GI recogida por Hunziker
(1864 en Outes, 1928: 276), a saber, ˂cengehech˃= luz – a pronunciarse
kenƔexeč, según su grafía alemana. Obvi
amente, se halla emparentada con las palabras del AA ˂kenghnjesh˃=alumbrar
y ˂kengueshk˃= vislumbre de Lista, y ˂kenksh˃ brillar de Beauvoir, y con el
vocablo recogido por Mendoza (1965: 49), ˂keyné˃= espejo, Probablemente,
como he dicho en una nota al pie, cognadas con el vocablo Tsn del siglo XVIII,
recogido por Malaspina y compañeros, <Kenio˃, ˂Kemo˃ o ˂Jeni˃, ˂Keni˃,
˂Jeni˃, ˂Yenia˃= mañana. Es decir, probablemente, mi *ken/*kenə = luz -y,
probablemente, ―sol‖.168
No niego que ˂cengehech˃= luz de Hunziker pudiera ser un préstamo del AA
al GI. Pero no creo que sea así, pues, lo dije, la palabra *kənə= uz interviene
en el gentilicio autoaplicado por los günühna a këne -que significa, como creo
haber demostrado en uno de los trabajos presentados en el XII Congreso de la
SAL y en otro presentado en el VII Encuentro del ILLPAT (Williams D 2010 b y
c), ―hijos o gente del Sol‖, aunque en la evolución habría modificado su
pronunciación y se habría olvidado su etimología.169
De todas maneras, ˂cengehech˃ podría recomponerse también como
kenƔexətř, de *kenƔe= luz, sol, como se verá,170, y *hətř= brota, mana, surge,
etc; o bien resultaría una aglutinación de *kenƔexe-wətř= donde o con lo que se
alumbra o ilumina, alumbrador, iluminador, siendo el sufijo - wətř un sufijo para
indicar ―el instrumento de que uno se sirve para cierta acciñn indicada por el
verbo, o el lugar dñnde‖ (se realiza la acción) según Casamiquela (1983: 45)171.
Por si hubiera alguna duda, es bueno saber que en su ―Vocabulario puelche‖,
es decir, gënëna a iájich, Lehmann-Nische (en Malvestitti y Orden, 2014: 97)
recogió el vocablo <kün-gúnanas‘mal>, que traduce como relumbrar, en
realidad un gerundio, seguramente ―relumbrando‖, como el sufijo –hmal que
reconocemos en la parte final de la palabra lo indica. Palabra que recompongo
como kənƔənanahmal= relumbrando, en donde reconocemos la raíz
kənƔənan(ə), seguramente ―relumbrar‖ o por el estilo, vocablo compuesto sin
dudas, en su primera parte, por el protovocablo *kenƔe.
Por otra parte, existen en AA variantes del nombre del Sol aplicadas a la Luna,
que, como veremos, lingüística y mitológicamente, al principio era considerado
el mismo ser que el sol.172 Lehmann-Nitsche anota algunas:
˂Keingueinken˃/˂keingueincon˃ (Moreno)
˂Cēnicencon˃ (Schmid), a pronunciarse Kenikenkon.
˂Keniguine˃ (Ibar Sierra), es decir, keniƔine
˂Kenguinkon˃ (Roncagli), o sea kenƔinkon
˂Käängünkon˃ (Lehmann-Nitsche), o sea, kǝ:nƔȉnkon.
˂Teenguenkon˃ (Ameghino), vale por te:nƔenkon, en donde la ―t‖ a de ser error
de pluma por ―k‖ men la lectura del manuscrito.
Esta relación etimológica entre los nombres de los elementos celestes y los
conceptos de ―alto, arriba‖, e incluso con los nombres de colores vivos o
luminosos como el rojo, me sorprendieron inicialmente, cuando redactaba el
cuerpo de este capítulo. Ello hasta que me acostumbré a dichas asociaciones,
que son analógicas, en este caso producidas por el mecanismo de extensión o
expansión semántica, que ocurre con gran frecuencia no sólo en los idiomas
ken sino también en los indoeuropeos, y probablemente en otros idiomas del
mundo, si no todos.
En Tsn:
<Shwim>/<Shwinn>/<Shuina>= sol (Malaspina)
<Sòen>= sol (Viedma)- con pronunciación española, šñen.
<Chuina>= sol, día (D‘Orbigny) –a pronunciarse šuəna, pues el autor era
francés.
<Shehuen>= sol (Ameghino)
<Shehuenke>= día (Ameghino)
En AA
<Sheuen>/<Shehuen‘à>= sol (Moreno)180
<Shrehuen>= día (Cox)
Vemos como, una vez más, las palabras para ―sol‖ y para ―día‖ coinciden, pues
los conceptos eran inseparables en la concepción tehuelche, lo mismo que
ocurría con otros pueblos de los llamados primitivos.
En relación con este nombre del sol, el nombre de la luna ha sido recogido en
las siguientes variantes, recopiladas por Lehmann-Nitsche (1914: 253):
En Tsn:
<Chuina> (D‘Orbigny), o sea šuəna, exactamente la misma palabra que para
―sol‖ y ―dìa‖.181
En AA:
<Shreuen> (Cox), la misma palabra que para ―día‖.
<Showan> (Musters)
113
<Shégüenon> (Lista)
<Krewenun> (Milanesio) -<Kreuenun> la transcribió De la Grasserie (1906:
642)
<Krewem‘n> (Beauvoir, 1915: 180)
Vemos que en las formas más antiguas, la del Tsn de D‘Orbigny y las del AA
de Musters y de Lista, la palabra para ―luna‖ era la misma que aquella para el
concepto ―sol‖. En las formas más modernas ya hallamos una palabra que
recomponemos como šewenon, en donde la palabra šewen= sol, recibe como
sufijo la marca feminizante –on. Ignoro si ello se habrá debido al contacto con
europeos, que habrán exigido diferenciar a ambos astros, o si ya la diferencia
existía antes y no había sido notada por los recolectores de los vocabularios.
La semejanza de šewen y variantes= sol en Tsn y en AA con el SCh křen, una
de las formas que Beauvoir documentaba para significar al Sol en dicho idioma,
especialmente con las palabras dejadas por él mismo en AA, <krewèn>=sol,
<krewem‘n>=luna, y la de Milanesio,<Krewenun>= luna, permite suponer que
se relaciona con otras palabras del SCh de Beauvoir (1915: 41 y 126), como
<keren>=día, que es indudablemente no ya un vocablo cognado, sino una
variante de la palabra <kren>= sol. Aclaro que en todas estas palabras la ―r‖
debe pronunciarse fricativa, como en la ―r‖ del norte de nuestro país y del
interior de la Patagonia - es decir, ―ř‖- corroborada indirectamente por Musters
en AA en su traducción de <ááskren>182=estrellas.
Viedma (1780 en De Angelis, 1972: 817) anota en un idioma que se ha
clasificado como Tsn el vocablo <tapasoe>= la luz apagada, en donde <-soe>
ha de ser probablemente *šə-wə=luz/brota, mana, surge, fluye- siendo *šə=luz,
agua y –*wə/–*wən=mana, brota, surge, fluye, ambos vocablos pK que he
descrito en trabajos previos (Williams D, 2008 d y 2011 c)183 y que
estudiaremos asiduamente también a lo largo de este libro. La idea es apoyada
por algunas palabras del SCh documentado por Beauvoir (1915), como
<shehen>=luz prendida; <kschékèn>/<kshöjen>/<kshöhen>=relampaguear;
<kschejn>=vela para alumbrar; <schekin>=lámpara; <yaven>=fogata, lugar de
familia. Todos términos que, aclaremos, literalmente significan también ―lleno
de luz, surge la luz‖, del pK *se=luz, agua + *hen/*xen/*wen=lleno, mana,
brota, surge, etc. -y hay más palabras relacionadas con éstas, como veremos.
Por otra parte, indudablemente todos estos términos se relacionan con el
término shelknam para ―cielo‖, que es šion, sin necesidad de citas -vocablo
este último que, como tal y con una posible variante <shioo>, o sea, šio:, es un
sinónimo para ―espejo‖ (Beauvoir, 1915: 92, 93, 94 y otras). Deduzco que,
también, tanto šewen=sol en Tsn y AA como šion=cielo, espejo en SCh
significan ―lleno de luz, brota la luz‖, una vez más, del pK *še=luz, agua +
*wen/*xen/*ken=brota, mana, surge (ver mis artículos recientemente
mencionados y el resto del presente libro).
Repasemos las palabras para ―día, sol‖ dejadas por Beauvoir en su vocabulario
tehuelche (1915: 188) -es decir, aóniken áish. Se trata de
<kenkrr</<kenkr>/<kren>/<kerenk>/<jenk‘>, todos muy semejantes a los
términos relacionados con el significado ―brillo‖ que ya hemos estudiado –sin ir
más lejos, recordemos <kenksh>= brillar del mismo Beauvoir.
Pero en cuanto a la forma <kren> en particular, creo que se trata de una
contaminación del SCh entre los vocablos del AA del misionero, pues los
grupos aborígenes con los que mantuvo más contacto fueron los shelknam.
114
Nadie más, que yo sepa, documenta esta forma para ―sol‖ en AA -aunque sí
habría una semejante para ―luna‖, que, como vimos, Milanesio anotaba
<krewenun>.
En cambio, en SCh, varios autores documentan <krenn>/<k‘ren>=sol,
<kre>/<kree>=luna (Lehmann- Nietsche, 1914: 253); <krenk><kren>=sol
(Lehmann-Nitsche, Ms. en Malvestitti, 2015: 79); <kren>=sol, <kre>=luna,
<keren>=día184 (Beauvoir, 1915: 47, 126, 139 y 155); <kéren>/<keré>=sol,
<kéré>/<krén>=luna (Borgatello, 1921: 121 y 123), <krren>=sol,
<kre>/<kreeh>=luna (Chapman, 1986: 105).185
Es notable que en una lengua tan cercana al Tsn y al AA como el SCh, el
vocablo marcado no sea la luna, kȓé, sino el sol, kȓen. Ello tiene que ver con
muy antiguas razones mitológico-lingüísticas, pues los shelknam guardaban
memoria de una supremacía lunar sobre la solar, aunque luego la Luna había
caído en desgracia, transformándose en maligna después del triunfo de su
esposo el Sol. Me refiero al mito ona del antiguo matriarcado, en que se
describe una época en la cual las mujeres eran el sexo dominante y su jefa era
una mujer llamada křé, que luego se transformó en la Luna. Situación en la cual
křé -del pK *šǝ/*kšǝ= luz, agua- es el femenino dominante y la forma marcada
es el Sol křen, considerado masculino, aunque, posiblemente, el sufijo –en no
significaba originalmente el sexo masculino, sino el ya mencionado -
*xǝn/*wǝn/*kǝn= brota, mana, surge, fluye.
En cambio, entre los aónikenk, la forma primitiva *šǝ= luz, agua recibió un
sufijo -*wǝn= brota, mana, etc., para componer el vocablo šewen= sol- y
también un hidrónimo homófono y cognado –en realidad, la misma palabra- el
del río Shehuen de la actual provincia de Santa Cruz, cognado a su vez con
varias palabras para ―lluvia‖ en lenguas ken: en Tsn <cheguan> (Viedma),
<sehum> (D‘Orbigny), <seeuen> (Ameghino); en Mnk <shen-mush>186 (L.
Bridges en Lehmann-Nitsche y en Segers); en GI <Clénan>, <chlénan>
(Hunziker), sənΛn/xlənΛn187 (Casamiquela), y otras como
<Keschenahnetenno>=está lloviendo188 (Claraz, 1988: 147, voc. 19); en
Patagón Costero del siglo XVI <theu> (Pigafetta); en AA <teu> y variantes
(autores varios).189 Y hay más cognados compuestos por las dos
protopalabras *čǝ/*šǝ = luz, agua + *hǝn= brota, surge, mana, fluye, entre ellas
el AA <chein>= pozo (Mendoza), <chiin>= manantial (Lista) -es decir, čəin; y
šen= río (informante Martín Platero en Fontana, 1886: 95) y ―laguna‖ (H. L.
Jones, en Dumrauf, 1991: 64); y el SCh šiken=río, šen=balde, bolsa para el
agua; etc.
Todos vocablos también cognados con los ya vistos términos del SCh que
significan ―luz prendida, lámpara, vela, relampaguear, encendida‖, que
podemos asumir constituían eran un único vocablo secundario, šə-xən= luz-
brota, compuesto de los vocablos primarios del pK *šə= luz, agua + *xən=
brota, surge, mana, fluye, fuente de, lleno o hinchado o gordo de, etc. Y,
probablemente, cognados todos con el SCh <tschóoén>=el primer término en
el vocablo <tschóoén uórr>= mar recopilado por Lehmann-Nitsche (en
Malvestitti, 2015: 79)… en donde es posible que las dos palabras sean
sinónimos que significan ―mar‖, o bien que se trate de un sintagma que
signifique ―fuente de agua‖, pues sin dudas <uórr> deriva del pK *houȓ= agua,
luz, ya conocido por nosotros, y precedente de la palabra del ya visto SCh oř=
río, e hidrónimo propio del Río Grande de Tierra del Fuego.
115
En las dos narraciones la informante parece ser la misma, la Sra de Yebes, por
ser a su vez la reiteración de una narración de una tía que vivía en una
estancia y que ya había fallecido, y, especialmente, porque ambos relatos son
casi exactamente igaules, hasta en la estructura de las frases y las palabras
usadas.
En ambos casos, estamos probablemente ante la presencia de un caso más de
salamanca. Al respecto es interesante saber que a través de la frase ―una
cueva de donde sacaban pintura las paisanas‖ que cierra Narración N° 12, la
propia narradora conecta la historia con el relato siguiente, la Narración N° 13,
en donde se describe precisamente una salamanca, palabra que ella reconoce
como de origen ―cristiano‖. Relata que en el lugar hay humo y que los paisanos
–los aónikenk- iban a buscar al wámenk o brujo para que ejerciera su poder
para darlos suerte en las cartas, con las mujeres, para sanar enfermedades, a
través de la mediación para con Dios. La informante explica: ―el que le dijo
cómo curar es dios‖, o sea que al Alto Dios le daba al chamán el el don de
sanar, lo que demuestra una vez más dicha mediación.
Cabe agregar que las autoras (2006: 328) ya habían asociado a la ―Laguna de
la Yegua que Canta‖ y la ―Cueva de la Pintura Negra‖ –la ―Cueva del Sol‖ en el
Capítulo XV- con el ―Meteorito de Kaperr Kaike‖ de Agustina Quilchamal y la
―Colina de Dios de Musters‖.
Volviendo al terma que motiva el apartado, rescatamos así otro nombre del Sol:
*pəik, en el cual reconocemos la palabra <peigé> de Mendoza (1965 [1865-
1866]: 49), <peik> de Beauvoir (1915: 190) y <peikän> de Escalada (1949:
179), todas con el significado de ―día‖ -una vez más, ―Dios‖ y ―día‖ se expresan
con términos cognados, y, en última instancia, ambos remiten a un arcaico
nombre del Sol. Muy probablemente es un vocablo cognado conla palabra del
GI apiuxǝk= sol/luna, especialmente si retiramos en ubicuo prefijo a-/ia-, tan
frecuente en la lengua septentrional. Molina (1967: 114 y 166) nos deja
makopéik=hoy en su mécharnwen - siendo mako= nuevo, todo queda como
―sol nuevo‖= hoy. Sin embargo, también nos deja en una frase (p. 115) la
palabra makopéik= hoy como correspondiente al AA.
Sinonimizamos así *pəš= Dios, el Sol (en su calor) con <peik>=día, es decir,
―sol‖ (en su luz), pues ya vimos que ambos conceptos se expresaban en
general con una única palabra en los idiomas ken. Y confirmamos que ambos
topónimos, <Ashpesh> y <Ashpaik>, son vocablos secundarios, que se
componen de dos términos primarios cada uno, de los cuales el primero es el
mismo: aš, cuyo significado he discutido en el artículo de marras, y lo
repasaremos en el capítulo correspondiente en este libro. Adelanto, sí, que me
ha costado decidir si significa ―recinto, predio, corral‖, o ―colina‖. Pero el primero
me parece más viable, desde que sería cognado con el nombre del toldo
ceremonial iniciático de los aónikenk: apešk, que, como su equivalente gënëna
a këne, ken a áxwai, traduzco como ―Toldo del Sol‖ (Williams D, 2012 c). Lo
cual a su vez apoya mis ideas sobre la etimología de las palabras *peš y
*ken(e), respectivamente, armbas con el significado de ―luz‖, ―sol‖, y apunta al
origen solar de las ceremonias en cuestión. Girgois (1901: 131) llama
<Apeskk> a esta ceremonia con su ―danza de los avestruces‖, en este caso
aplicada a la celebración de un nacimiento.
Creo que a palabra apešk habría sufrido una metátesis a partir de su étimo ašk
pǝš= predio, recinto, corral, toldo del Sol. Se trata de una ceremonia iniciática,
como dije, pero es además una revivencia del pasado ubicada en illo tempore,
120
luego de más asociaciones complicadas termina por asociar todo con la idea
de ―paso‖ o ―pasaje‖, ―ámbito de tránsito… de aquí a allá‖, ―del tras-paso‖. Pero
en seguida descarta tales ideas y pasa a considerar que los tehuelches
bilingües fue la de wekun y no la de <witüf>. Agrega que, según De Augusta
(1966: 263, en mi edición 1991 a: 249), wekun no sólo es ―afuera‖ sino ―para
afuera‖ –también ―por de fuera‖- y afirma que ello ―introduce la necesaria idea
de movimiento‖. LO que lo asociaría al concepto de ―allá, allende‖, incluso el
―Mas Allá‖ en el sentido sacro. Concluye que wekun řuka ha de significar ―toldo
del pasaje, de la transcición, del traspaso‖, lo que enlaza con la idea de ―ritos
de pasaje‖.
Ahoras mis propias ideas, distintas y menos complicadas, creo, y que enlazan y
se condicen con buena parte de las conclusiones de esta obra. Fue en el ya
mencionado estudio de 2007 (Williams D., 2008 b) que creo haber demostrado
que <Áshpesh> significa ―colina de Dios‖ o ―recinto de Dios‖ –más bien ―del
Sol‖. Si bien actualmente he agregado algunas salvedades que podrán leerse
en el capítulo correspondiente en un próximo tomo, la idea básica sigue siendo
la misma. Luego de presentado el trabajo se publicaron los diarios de Llwyd ap
Iwan, que conoció el cerro, al que llama <Ashpaik> (Ap Iwan, 1893-1894 en
Gavirati-Roberts, 2008: 92), lo que viene a confirmar mi teoría, pues como
vimos, peik significa ―día‖ –y, por lo tanto, ―sol‖- en AA. He ampliado con este
aporte lo escrito en 2007 en otro trabajo, El cerro Áshpesh, en 2010 (Williams
D., 2010 i).
Existe un antecedente de nombre mixto aónikenk-gënëna del ―Toldo del Sol‖.
Se trata de lo que Harrington documentó como <ѳpǐchka ájuai>, Casamiquela
(1988: 61), como <apëchëk a ahwai> o <apüchük a ahwaien donde
reconocemos el nombre en AA del toldo ceremonial, apešk> - cf. Suárez
Ɂapečke (Fernández Garay y Hernández, 2006: 141 et passim) - y el sintagma
del GK a ahwai= toldo (de). Harrington mismo lo traduce al Mpz como <wekun
ruka>. En un caso similar, creo que este último no corresponde a la palabra
weku=afuera del Mpz como se ha sostenido, sino que se trataría de uno de los
nombres del Alto Dios solar de los aónikenk, xuek‘en/uek‘ǝn, como ya veremos,
en un sintagma mixto –interlingüístico- con la palabra del Mpz řuka=toldo, casa.
Es decir, sostengo que uek‘ǝn-řuka significaría ―toldo del Sol‖, lo propio que
apešk -que como dije supongo metátesis de ašk pǝš=toldo, predio, corral o
recinto del Sol- y como ken a ahwai=toldo del Sol. Sólo que, evidentemente, los
últimos informantes aónikenk y gënëna a këne conocían las palabras como
nombres propios, sin saber cuál era la etimología. La coincidencia de los tres
nombres del toldo ceremonial, extendido a la propia ceremonia, y de la
traducción que, apoyado en pruebas lingüísticas les atribuyo, debería cuando
menos ser muy sugestiva de que estoy por el buen camino en este sentido. En
cuanto al nombre específico recogido por Gargalione (en Casamiquela, 1991 b:
op. cit.) entre hablantes de mapudzungun para el toldo ceremonial dedicado a
la pubertad de una niña, wekun třipay, el informante lo tradujo como ―salíó
afuera‖, evidentemente de wekun=afuera, para afuera, por de afuera + třipay=
tercera persona del verbo třipan=salir, ir afuera, escapar (De Augusta, 1991 b:
343). Casamiquela (p. 26) lo interpretó en un principio como significando ―toldo
de la sangre afuera‖, ya que se debía a la menarca de una joven. Pero luego se
dedicó a intentar interpretar el significado de wekun.
Resumiendo: tenemos dos nuevos nombres del Sol, uno que lo describe en su
calor, como sostenía Hughes, que es pəš, y otro que aparentemente también lo
122
describe en su luz, que es pəik, la misma palabra que era uno de los sinónimos
para significar ―día‖. Agreguemos que, dada la alternancia en las lenguas ken
entre la ―š‖, la ―č‖, y otras, por un lado, y la ―t‖, por el otro, *pəš sería cognado
con la palabra *pət=brota, mana, surge, fluye -cf. los mencionados vocablos del
SCh, recogidos por Beauvoir con los significados de ―calor, caliente, sudar‖…
todas pasibles de ser recompuestas como pəxet-xen= calor-brota.202
Evidentemente, el papel del Dios Creador solar *peš/*pǝik aparentemente
estaba en vías de ser olvidado en épocas históricas, y reemplazado por se:čo o
Elal. Como veremos más adelante, estos dos últimos entes son uno y el
mismo.
En cuanto al dios celestial ko:č, se había transformado en un deus otiosus -
como ya notara Llarás Samitier (1950: 177: nota 21), seguido por Siffredi (2002:
303). Efectivamente, ya en 1950 Llarás Samitier (p. 177, nota 21) había
observado que ―… el dios creador de los Tehuelche sufre idéntica suerte que
todos los creadores ideados por los demás pueblos: esto es, que pronto se ve
arrinconado en un ‗ciclo viejo‘ de acendrado sabor cosmogñnico, y
reemplazado por una entidad nueva propia del ciclo tesmofñrico‖ […] ―… los
Tehuelche suponían que Kñoch pasñ un largo perído ‗sin hacer nada‘ y que al
llegar a su término su estado de inactividad, tuvo comienzo la creación.
Tenemos, pues, también en la Patagonia, el concepto de deus otiosus‖. Vemos
que, aunque este autor lo aplica sólo al período de inactividad previo a la
Creación, es el primero en catalogar a ko:č como un deus otiosus. Outes (1905:
251), en cambio, no pudo explicar la creencia en una deidad ―buena y que sólo
gobernaba el cielo y sin poder sobre los hombres‖ más que atribuyéndola a la
influencia española.
Es aquí que Wolf (c. 1922, en Hernández, 1992: 132) y Hughes (1927: 69;
1993: 64-65) concurren en nuestra ayuda, al narrar una de las versiones de la
creación: antes de que existieran los hombres actuales, había otra gente en el
mundo, que había sido creada por el Sol-Dios, pero fue destruida por él mismo
mediante un diluvio, por tratarse de gente muy mala, que continuamente
peleaban entre ellos. Cuando bajaron las aguas, creó de nuevo a los seres
humanos y a los animales.203
En la versión recogida por Escalada (1949: 327), no hay tal diluvio, sino que lo
que destruye a los precursores de los humanos actuales es la tierra, que se da
vuelta y los cubre. Además, estos precursores eran ―gente chiquita‖, conocidos
como los <Táchul>, ―vocablo que, por otra parte, se utiliza para designar ―a
cualquier petiso‖‖, agrega Escalada. Estudiaremos con provecho a los táčul
más adelante, pero adelanto que se trata de alter egos del Alto Dios caído tču:ř.
Resulta llamativa la semejanza de este mito con aquél en el que los caballos
vuelven a la tierra en la caverna. Es que en los mitos, como en los sueños, se
producen con frecuencia mecanismos del tipo reversión, en este caso una
simple inversión de lo ocurrido en la creación, una verdadera ―vuelta al seno
materno‖.
Es aquí donde entra el mito recogido por Musters y Escalada, confirmado por
Hughes – dije que el testimonio de este último sobre este punto pierde valor
como original, pues explícitamente conocía el libro de Musters, y su relato es
en esta parte casi una paráfrasis de aquél del inglés. 204 Dicho mito refiere que
la creación tuvo lugar en una caverna en la cúspide de una colina, la que
Musters llama God‘s Hill o Colina de Dios, y Escalada llama <Áshpesh>,
término que he reconstruido como *aš(k) pəš o ―Recinto del Sol (descrito en su
123
calor)‖, o bien, menos probable, como *xašl pəš o ―Colina del Sol‖ (Williams D,
2007 b y 2008 a, op. cit., y ver el capítulo de toponimia de este libro). La
memoria del Sol como creador se había perdido,205 pero a fines de la década
de 1940 aún se conservaba su nombre en la colina en donde había tenido lugar
el suceso.
Estudiaremos más adelante a se:čo, pero sepamos desde ya que creo que su
nombre es en realidad cognado con setřeu= estrella en el mismo idioma AA, y,
probablemente es el mismo ser que Pigafetta documentó, en Patagón Costero
del s. XVI, como <Setebos>- ¿*šet-*xouȓ= brota-luz?- el mismo que otros
autores, creo poder demostrarlo más adelante, han documentado como t‘ču:ȓ,
el <Tchur> de Gardiner, entre los aónikenk; como čəl/tʒual y demás variantes
entre los gënëna a këne y la etnia relacionada de los chulilaken que conociera
Villarino; como el čaueλi de los poyas del siglo XVIII; que entre los onas
corresponde a *šel y šo:rt, el Alto Dios ona y su versión maligna,
respectivamente. Incluso, lo he dicho, parece corresponder el malignizado
enano tačwaʎ de los aónikenk y t‘aču:l de los gënëna a këne. Es decir, luego
del retiro del Dios Creador solar, el mismo fue reemplazado por otro Dios
Creador, que sigue siendo un astro celestial. Ya veremos cómo supongo que
se trata de otra versión del propio Sol, su hijo, y lo identificaré nada menos que
con el héroe Elal.
Queda aparte la versión <siés>=Dios en ―Tehuiliche‖ o Puelche del Sur
recogida por Hale (1846: 646), que ignoro si es mala transliteración de
*čǝl=Dios-Sol del protoGI, o de t‘ču:ř o de se:čo del AA- el <Soychu> de los
pampas del siglo XVIII- o si es un nombre distinto, tal vez cognado con los
otros, que además lo son entre sí. El resto de las palabras de este vocabulario
de Hale pertenecen netamente al GI.
En definitiva, las palabras del AA poxoš=calor, wetše=alba, aurora; del protoAA
*pəš=Sol (en su calor); las del SCh poxotken=calor, sudor, wič=claridad,
claridad de la noche en SCh (Beauvoir, 1915: 72 y 121); las del protoGI
*pətšǝ*/*pətšwə=sol naciente –ver el próximo apartado- serían cognadas las
unas con las otras y con multitud de otras palabras de los idiomas ken, entre
ellas los vocablos pK *pət, *wət y demás variantes= brota, mana, surge, fluye,
crece, se cría, se llena, etc.
Y *pəš=Sol sería un vocablo del protoAA para ―Sol‖, que lo describiría en su
calor principalmente, pues sus cognados en AA y en SCh que comienzan con
―p‖ así lo demuestran, pero en un segundo plano también en su luz, como lo
demuestran sus también cognados en AA y SCh que comienzan con ―w‖, o
aquellos en GI que comienzan con ―p‖ o ―w‖ o ―u‖. Lo que demuestra la
asociación analógica entre el calor y la luz, observable con facilidad también en
las lenguas indoeuropeas, y probablemente en todos los idiomas del mundo de
todas las épocas.
No podría haberlo dicho mejor. Sin embargo, dudo que originalmente Khual
haya significado ―cuello‖ en GI, y mucho menos ―colgante‖ en AA como, aún
explícitamente sabiendo que el onomástico –o apelativo- pertenecía a un
cacique tehuelche septentrional, interpreta Payaguala (en Aguado y Payaguala
2006: 86). Pienso que pudo tratarse de un onomástico cognado con el protoken
*khlə=luz, agua, brillo, brote, etc.. Estudiaremos en profundidad el tema en un
capítulo especial dedicado a los nombres de los caciques. Como curiosidad,
agregaré que según Lehmann-Nitsche (1915-1916: 99, en Malvestitti y Orden,
2014: 73), ―cuello‖ era <yakual en GI. Mientras que Claraz (1988: 151, voc.
338) lo anotaba <Akhoal>. De todas maneras, probablemente, un vocablo
cognado, pues como muchos elementos largos, altos, puntudos, apéndices,
extremidades, etc. se relaciona por extensión semántica con elementos
luminosos, celestes, que brotan, surgen crecen, brillan, etc. Lo veremos en un
capítulo especial dedicado a las puntas y extremidades.
Pero volvamos al nombre del cacique Pichalao, que como vimos, creo que se
tradujo por etimología popular al Mpz como Epu-tripay. ¿Cómo sería la
traducción correcta al Mpz de este onomástico, según Moreno ―El sol, o los
127
Como sea, wišel y variantes son muy semejantes a palabras de lenguas ken
que significan ―alba, aurora, claridad‖, etc. Tales los casos ya vistos del AA
wetse= alba, aurora; el SCh wič= claridad; y el protoGI *pətsə=Sol, de
donde sospecho que wišel pudiera recomponerse como un vocablo pK,
*wəč-*hlə= luz/sol-hijo, o ―Hijo del Sol‖, como casi todos los onomásticos de
caciques tehuelches. Lo que haría al nombre un cognado de *peč-hlə, o
Pichalao. Desde luego, jamás hubiera pensado en esta etimología, de no
129
Entre sus posibles antepasados -¿abuelo o tío?- podría contarse el tal cacique
Kongre, Kondo, Congo o Huisel, que aparece en una acuarela de Goupil, 226
ataviado con coraza y sombrero de cuero (Casamiquela, 1991 a: 79, lám. XIX;
241) y que ya he mencionado en este largo capítulo 1. Sólo que éste era
aónikenk, no gënëna a këne, pero no sería el primer ejemplo de
consanguinidad entre etnias –Sayhueque y sus primos Fóyel e Inacayal son
claros ejemplos. Otro ancestro posible es el cacique Guísel, que conociera
Villarino en 1782 y que deambulaba entre los ríos Colorado y Negro, que
aparentaba ser tehuelche septentrional.
Datos adicionales sobre este cacique pueden leerse en mi serie de ocho
artículos Entretelones y tolderías en El Regional (Williams D, 2003-2005) y en
mi libro homónimo (Williams D, 2007 b y 2011 a).
En cuanto a la patria o territorio de origen de Wišel, no queda claro en los
documentos cuál era. Pero Richard Jones (2002: 103, subrayados míos, y ver
el retrato del cacique en p. 63) dice de él: ―Entre nosotros su nombre era
Whistle, y tenía la costumbre de visitar cada casa del lugar cuando la tribu a la
que pertenecía bajaba de las montañas‖. Y John Daniel Evans (1994: 21-22;
1995: 24, subrayados míos) ubica a Wisel –SIC- en la cordillera, recuperando
una yegua robada a su padre Daniel Evans. Datos indirectos que podrían
lejanamente asociar al cacique con el hábitat de los quirquinchos sobre las
costas y al sur del Limay. Confirmando cuál era la patria de Wišəl, Casamiquela
(1985: 37) nos informa que en 1881 Paillacán, padre de Foyel y emparentado
con Inacayal, fue confirmado como el cacique principal, y entre los
subordinados cita a Kárna, Kahna o Wisel. Pues bien: según Cox, Paillacán
vivía en la confluencia del Limay con el Chimehuin .en la toponimia actual el
Chimehuin desemboca en el Collón Curá y éste termina en el Limay.
130
suerte como ―fortuna‖, pero creo que ello no impide que se aplique a la suerte
como ―destino, sino‖. También Fernández Garay (1997: 74 y 90) documenta la
palabra go:le= suerte entre los últimos hablantes de AA, siendo sus
informantes en este caso Luis Cuaterno y la propia Rosa Vargas, ambos
catalogados por la investigadora (pp. 35 y 36) como ―muy competentes‖ en
tehuelche. Volveré sobre el tema.
Coincido además en la relación que establece Casamiquela entre el
<gole>=camino de la suerte de Rosa Vargas Casamiquela con el <gol aske>
de Corujo, y creo que la palabra <gol>/<gole> puede aplicarse tanto al sol -
descripto en su blancura- como al destino, la suerte, en cuanto a que era el sol-
dios el que la decidía. En tal caso, la palabra de Molina, <gole–terro> sería ―mal
sol=mala suerte‖,242 equivalente a decir en castellano: ―desgracia=falta de
gracia (de Dios)‖, ―los dioses nos son adversos‖.243
No quisiera cerrar este apartado sin dejar ―picando la pelota‖, haciendo notar
que existe una palabra del AA para ―león, puma‖, que es casualmente <gol> y
variantes… ¿casualmente, dijimos? Ya veremos cómo no impresiona ser
casual en absoluto.
y demostrará que sus datos son fiables... así como el análisis de los mitos por
él recogidos y su comparación con los documentados por autores posteriores
descarta la posibilidad sugerida por Vignati (en Schmid, 1964: 108, nota 49) de
que sus escritos sean una reelaboración de los de Lista
La primera parte del vocablo es aparentemente cognada con el pK *hələ= luz, y
con muchos vocablos de las lenguas ken, entre ellos *čələ= luz, agua.248
También es cognada con otro vocablo que el propio Molina anota en su
Mécharnwén: <jalue>= espejo, término que, aclara (p. 106), toma de Carlos
Ameghino, citado a su vez por Lehmann- Nitsche (1914: 258) como <k-jálue>
en el teushen de Ameghino, que interpreto era Xalwe. Y Molina mismo (1967:
148) nos deja también <aluen>= luz de luna249 en AA, cognada sin dudas con
el GI iaksluwə= espejo, y con yiškalau= Dios, ―luz-brota‖ en igual idioma, como
veremos.
Palabras todas emparentadas probablemente con la palabra del SCh para
―llama‖, que es <yálue> (Lothrop, 1928: 217), <ialoé> (Segers en Brinton, 1892:
252); o para ―luz‖, que es <jalve>, <jaalwe> (Tonelli, 1926: Cielo, fenomeni
celeste e meteorologici) o <yahalve> (Beauvoir, 1915: 139). Otra variante es
<chálèt>/<chálete>=llama, y ―grande fogata, llamarada‖ es
<chalvétèton>/<chalvéteton>250 (Beauvoir, 1915: 24, 131 y 139). Todas
palabras a recomponerse como *yəl= luz+ *wǝ/*wǝt=brota, mana, surge, fluye,
etc en pK. Siendo <cholwetelien>/<cholwétèli‘n>251=fuegos o llamaradas de,
llama de fuego (p. 132), lleva el agregado del vocablo xelien/elien=brillante, que
estudiaremos más adelante.
Se trata de la misma palabra que designa al color blanco en SCh, <shool> y
variantes- es decir, šo:l, que ya veremos, y que es cognada con el nombre de
šo:ȓt, el ser maligno del hain (Williams D, 2008 l), y con un sinónimo Mnk para
―fuego‖, que es <só-ol> (Segers en Brinton, 1892: 252)- también šo:l en signos
fonéticos. Estoy convencido de que forma parte del autónimo de los shelknam-
en el cual *šəl= sol, luz integra el significado ―hijos del Sol‖ (Williams D, 2008 l)
y ver el capítulo dedicado a los gentilicios en un próximo tomo) -como todos o
casi todos los autónimos de los pueblos ken, como veremos.
Coherentemente, Chapman (1985: 151-153) escribe sobre šo:ȓt que, como ―…
la espantosa Xalpen…‖, con la cual vive, ―… se presenta en el hain surgiendo
del fuego […] y, a mi juicio, representa el sol, dado que asegura el transcurso
del tiempo diurno del hain. Es también quien controla el poder femenino
nocturno de Luna, que amenaza con reinstalar la tiranía del matriarcado […] En
el lenguaje vernáculo, krren significa a la vez el sol y el día, y Shoort simboliza
a ambos. Como marido de Xalpen (monstruo de la tierra cuya contraparte es el
monstruo del cielo, Luna), personifica al varón intrépido, el gran chamán de
hoowin,252 Krren, quien descubrió el secreto del poder de las mujeres en el hain
femenino; quien dirigió la gran revuelta durante la cual casi todas las mujeres
hoowin fueron masacradas, quien instauró el hain masculino y fundó la
sociedad patriarcal […] Todos los Shoort son manifestaciones de un mismo
símbolo, Sol (Krren), con diferentes atributos‖. A continuación, recuerda que
ocho de los šo:ȓt ―… representan el curso del sol a través de los cielos, desde
el amanecer al ocaso‖. Veremos más sobre este tema en un capítulo especial
dedicado a la mitología ona, en un próximo tomo.
Por otro lado, probablemente *čəl/*yəl y demás variantes y el sufijo *-wǝ
expliquen la palabra del Patagón Costero del siglo XVI de Pigafetta, a saber,
<gialeme</<ghialeme>/<glialeme> (Outes, 1928: 379), que denominaba al
136
*šə - <həl
*t‟č - houȓ
―… con respecto al tema del sexo de los dioses, y ello a partir del
alto dios araucano, interpretado como bisexual, siendo que en
realidad se lo invoca como masculino-femenino por carecer
precisamente de sexo, tengo en marcha una interpretación que
trasciende lo dicho. Para ahondar en ella, invito al lector a un
trabajo especial, destinado a la interpretación ampliada del tema
del arte rupestre patagónico-pampeano (Casamiquela, in litt.): en
estas líneas sólo le digo que ella se basa en la idea de que la
explicitación del sexo femenino (a través del sufijo chüm) suponga
la pre-existencia o realidad de un masculino: para el caso del
gualicho, que precisamente se haya representado así la
asexualidad. Pero el tema es dudoso y todavía no está maduro
para una discusiñn‖.
(Williams D, 2010 h). Se forma por las palabras del protoken *čəl= agua +
*xəlwə= brillante- variante de *xelwen, cognado con el recién visto vocablo del
protoSCh *xelien y en donde en lugar de sufijarse el vocablo -*wən= surge,
brota, mana se sufija su variante -*wə. También es cognada con el GI kelelǝ,
como dijimos, ―mar‖, aunque también ―transparente‖ y ―mariposa.277 La ―u‖ que
sigue a la primera parte del topónimo Chulilao y variantes ha de pronunciarse
―ə‖, pues fue anotada por angloparlantes, comenzando por Falkner, Fitz Roy y
Henry Libanus Jones. Es decir que el topónimo ha de pronunciarse
čəlilao/čəlilau. Es muy posible, incluso, que los autores posteriores a Falkner
tomaran el nombre de su libro, en donde la ―w‖ o ―u‖ final de Chulilaw/Chulilau
pudo ser un error por una ―n‖ en el manuscrito original. Ello dejaría la segunda
parte del topónimo como –ilan, más próximo a nuestro *xelwen, y al ya
estudiado sufijo del protoSCh –elien/-xelien= brillante. Me explayaré sobre el
tema más adelante, aunque algo he adelantado en un artículo sobre estos
topónimos (Williams D, 2010 h). En protoken el étimo del sufijo –elien/-xelien ha
de haber sonado algo así como *xəlwən, como dije, suponiendo que es un
término secundario formado por los vocablos primarios *xəl= luz, brillo, blanco+
*wən= lleno, gordo, hinchado, grueso, pletórico, brota, surge, etc.
Viene al caso reiterar que, como he dicho, en estos idiomas- y también
aparentemente en los indoeuropeos- las palabras que significan ―hijo,
descendiente, generación, etc.‖ derivan de otras que significan ―luz‖,
probablemente el término –elien/-xelien en SCh y su probable precursor
*xəlwən en pK sean cognados con el AA elwən= pichón, cachorro y kaləm=
hijo, ykaləm=(mi) hijo, y por lo tanto con el GI kalfun y variantes= tigre -que
dijimos se identificaba con el ―hijo del Sol‖.
Otras palabras que aparentan ser de la familia son el SCh aln y el Mnk aʎun,
ambas con el significado de ―huevo‖ (Lehmann-Nitsche, 1914: 264). También
hemos dicho que las palabras para ―hombre‖ o ―gente‖ o ―humano‖ son
cognadas con aquellas para ―luz‖, tantos en los idiomas ken como en los
indoeuropeos, y así tenemos en AA los vocablos <alln>= hombre en AA según
Moreno,278 <alln><álün>= hombre (Lehmann-Nitsche, 1903 Ms., en Malvestitti,
2014: 393); <álen>/<aln>/<al-lún>/<alu>/<alnk>/<ahlhal> = hombre según
diferentes autores (Lehmann-Nitsche, 1914: 260)- cf.
Lo que lleva a postular que aλǝn= hombre tuviera en su origen el significado de
―cachorro, pichón, cría, criatura‖. Y, en efecto, lo hallamos conservado en
palabras como el AA <eluwn>= avestruz joven según Schmid (1910 a: 23), y
<élue>=pichón de avestruz (chara), según Ameghino (en Lehmann- Nitsche,
1914: 265) y Escalada (1949: 195), palabra que en Tsn recogiera D‘Orbigny
(1999, II: 319) como <ilhui> = avestruz patudo. Que resultan a su vez cognados
con kalǝm/yikalǝm= (mi) hijo en AA, origen a su vez del nombre de los
―gualichos hijos‖ <Geilum>- es decir, yeilǝm -de Musters y yeklǝn de otros
autores, y de la primera parte eλǝn- del mitónimo eλǝngašǝn, que traduciré
como ―hijo del Sol‖. Me explayaré sobre el tema en el capítulo 2. Una vez más,
un vocablo que significa ―hombre‖ o ―gente‖ derivaría de otro que significa
―brote, emanación, flujo‖ y también ―cría, criatura, cachorro, pichón, hijo‖, en
última instancia todas derivadas de una protopalabra que significaba ―luz, brillo‖
e incluso ―agua‖.
Pero todo esto venía a colación a causa del nombre de la diosa halpen. L.
Bridges (2005: 402 y 497) seguido por Gallardo (1910: 335) asocia a <Jalpen>
con las nubes, y éste último explica así el color blanco de su vestido. Además,
147
en la palabra del mismo idioma (Beauvoir, op. cit.), <otrr-sol> = blanco del ojo,
en donde otř = ojo, y šol = blanco, esta última palabra es claramente una
variante de la misma hol/hal/yal= blanco, y del vocablo del protoken *čəl=
blanco, luz, agua y su variante *šəl, que he postulado que entra en la
composición del autónimo de los shelknam con el significado de ―sol‖.
Agregamos el nombre shelknam del verano, <holpen> según Beauvoir (1915:
30 y 160), que lo traduce también como ―cuando días claros, sereno‖; es la
misma palabra que que anota (p.31) como <hoolpen>= aire bueno, calma.279
Creo que se trata, como en el caso de su cognado el nombre de la diosa
halpen, de una aglutinación de las palabras *hol/*hal = blanco, claro + *pen,
una variante de *wen/*xen, lo que permitiría traducir el nombre del verano
como ―lleno de luz, mucha luz, fuente de luz‖. Como también veremos,
extenderé esta traducción a <zork‘n>, <sorr> y variantes del nombre del verano
en AA. Ello permite, a su vez, relacionar tanto a la caída diosa ona halpen
como al caído dios aónikenk *t‘ču:ř con dicha estación. Y relacionamos a este
último el nombre del esposo de halpen, llamado šo:ȓt, que era <Ksorten> para
Lothrop (1928: 107-108), <Ksort-kain>/<Sorth-kain> para Beauvoir (1915: 47 y
62), <czórtu> para Borgatello280 (1898: 197 en Gusinde, 1982-1991, II: 472).
Y nótese que lagunas de las variantes de los nombres de šo:řt llevan el sufijo –
kain. Aunque pudiera tratarse sólo de la misma palabra hain que nombra a la
ceremonia de pasaje y a la choza ceremonial de los onas, su etimología
pudiera ser otra, pues algunas de las variantes del nombre del verano en AA
llevan el sufijo –k‘n, -ken:
Cox (1863: 252) equipara los vocablos ―sol‖ y ―verano‖ en los idiomas GI, AA y
Mpz, y para el AA nos deja <soorken> para ambos significados. Lo cual apoya
la identidad de *t‘ču:ř tanto con el verano como con el Sol, como he venido
afirmando- y por ende la de halpen con el verano y con la luna. Nótese además
que el nombre del caído dios arcaico de los shelknam, šo:ȓt/šoȓtkən, es
cognado con el nombre del verano en AA, <sorr>/<zork‘n>, y variantes -lo cual
a su vez apoya la idea de la identidad del demonio del hain shelknam con el
caído dios t‘ču:ȓ de los aónikenk. Cuyo nombre, por otro lado, sería a su vez
cognado con el del antiguo dios *šǝl, conservado en el gentilicio de los
shelknam, que creo haber demostrado que significa ―Hijos del Sol‖ (ver
Williams D., 208 I).
Otros nombres de deidades celestes son cognados con los de las estaciones
cálidas y luminosas- cf. <Ush-aamkenk>= Dios en AA, que corresponde al
nombre de la primavera en la misma lengua, yešomken.281
149
una explicación que le pareció racional para justificarla. Más allá de eso,
rescatamos su idea de los múltiples nombres del Sol y de la Luna.
Para demostrar mitológicamente lo que supongo lingüísticamente, es bueno
saber que, según Bórmida y Siffredi (1969-1970 en Casamiquela, 1988: 120),
el nombre de ―el marido de Ajchüm‖ era <Talwulli>. En un artículo (Williams D,
2008 l) he mostrado cómo éste era identificable con t‘ču:ř, el Alto Dios caído de
los aónikenk, a su vez asociable al Sol, y cuyo nombre significa ―luminoso‖. Por
su lado, entre los onas, šo:rt el luminoso era el esposo de halpen la luminosa.
Sus esposas eran respectivamente halpen y agsčen.283 En ambos casos la
entidad dominante es la femenina, en ambos la misma es identificable con la
Luna –como se verá a lo largo de este libro- y este hecho era especialmente
marcado entre los onas, que, en sus mitos, aún recordaban la caída de la
diosa.284
Todos ellos son, así, dioses caídos, y tanto agsčen/aXčəm entre los tehuelches
como halpen y šo:ȓt entre los onas son seres malignos representados por
máscaras- con toda probabilidad, antiguamente <Talwulli> también se
representaba así. He dicho ya que dicho talwuʎi resulta ser el equivalente
maliginizado del Alto Dios čaweʎi de los poyas- con lo que contribuyo a la
demostración de que éstos eran un pueblo tehuelche, como sostenía
Casamiquela, y presento a la vez otro ejemplo de alternancia de ―č‖ con ―t‖.
Veamos otro cuadro:
Creo entonces que todos estos nombres tienen el mismo significado y son
cognados:
kalex-čem (Patagón)
Xales-šen (AA)
alek-čəm (GI)
Xalek-čəm (GI)
ax-čəm (AA)
151
ags-čen (GI)
xál-pen (SCh)
Guali-cho
en 1781 Viedma (en De Angelis, 1972: 815 –816) recogió en téushen los
vocablos <queoquen>= salir el sol y <coquen>= ponerse el sol-
aparentemente la misma palabra. En principio, deduje inicialmente que,
si no se trata de contrónimos o autoantónimos –ver más adelante-
ambos han de significar simplemente ―sol‖.
corroborando la deducción, vi luego que, en 1789 Malaspina y
compañeros recogieron en igual idioma <Kokena> = Sol. Ellos mismos
anotaron <Koken>/<Coguen>= noche (en Outes, 1913: 490, en
Lehmann-Nitsche, 1914 y en Vignati, 1940: 194), y Elizalde anotó
<Coquen>= noche (en Vignati, 1940: 181 y sigs.), que ha de aludir en
realidad a la luna, o al sol del atardecer.
Musters documenta que keoken era el nombre de la sobrina del cacique
Orkeke, hija de Tankelow, todos de etnia aónikenk, y el traductor al
castellano aclara en nota al pie que significa ―salir el sol‖ (Musters, 1873:
62 y 338; y 1997: 82), supongo que tomando el dato de Viedma. Llama
la atención el nombre del mismo cacique Orkeke y variantes, en cuyo
nombre y en el de su sobrina tal vez continuaba la dinastía de los
keoken o Soles, pues tal vez eso signifique la terminación –keke de su
nombre, aunque existen varias variantes de este onomástico Existe el
antecedente de un cacique de nombre Ulquiquenque (Viedma, 1781 en
De Angelis, 1972: 941), que Casamiquela suponía que podía ser el
152
sabemos que parece haber sido un grupo téushen- por su religión, ―…no
pudimos alcanzar jamás otra respuesta sino: Kakenga-Zouguen: Dios o
la Divinidad arriba‖. Sin embargo, agrega poco más adelante: ―Desde
luego no veneran al sol‖… el propio nombre de la Divinidad recolectado
por él lo desmiente. Su compañero de viaje, Antonio Tova Arredondo (en
Sagrado B. y Leiva González, op. cit: 180) expresa: ―Nada hemos podido
indagar sobre la religión de los patagones; es cierto que su retirada al
ponerse el sol, señalándonos hacia aquel astro, puede dar lugar a
algunas conjeturas, pero lo es también que la distancia de dos ó tres
leguas a que se hallaban sus tolderías debe persuadirnos de que éste
era el principal motivo‖.
‗Los tehuelches, todavía, recuerdan que había antes otra raza que
llaman ―keukunk‖, i. e. ―gente de antes‖, derivado de ―k. E-U‖ –antes-de
tiempos remotos‖.
Se trata del documento más antiguo que he hallado en que se cita la palabra,
siendo el segundo el de Hughes. No la he hallado en otros textos de Wolf: ni en
en el trabajo de Hernández ni en otras publicaciones periodísticas ni trabajos
científicos sobre Wolf. Pero efectivamente significa ―gente de los tiempos
antiguos‖, como lo testimonia el propio Hughes (op. cit.), y como cualquier
persona con algún mínimo conocimiento de los vocabularios y gramáticas del
AA puede deducir.
En cuanto a ―k. E-U‖ –antes-de tiempos remotos‖, Wolf (en Hernández, 1992:
132, trad. mía del inglés) la anota como <k!ä-u>, y le da el significado de
―anteriormente‖. Por otro lado, Wilkins (2008: 108, trad. mía del inglés), cita a
Wolf anota que <keunkunk I>- [SIC, ¿tal vez error de edición por <keukunk!>?]
-significaba ―gente que estuvo antes, derivado de ‗k.EU‘, ‗antes, de tiempos
remotos‖. Pero desde que su cita es la de O Jornal, creo que se trata de un
error de imprenta.
Pero repasemos el significado del vocablo. Para Beauvoir (1998: 7; 2005: 95 y
96) <kenko>= antiguo, <kensh>= antes; y k‘ew=antes, k‘ewko=antiguo para
Suárez (en Fernández Garay y Hernández). Moreno (1997: 412) nos deja
<Alnku‘aink>=viejo, en donde aln= hombre, por lo que resta <ku‘aink> de antes,
anciano, viejo (sust.). Schmid (1910 a: 34; b: 34) anotó <ceuco>= antes,
<ceujo>= hace mucho, <cecen>= largo tiempo. Molina (1967: 154) utiliza las
formas <keuj>= antes -seguramente keuk en su forma correcta-
<Ke:uko>=antiguo y <ke:ukocho:nk>= los antepasados –seguramente keukə
155
čonek= gente (de) antes.295 Todos ejemplos en AA. En Tsn, D‘Orbigny (1944:
tabla entre páginas 115 y 116) escribe <kikeken>= viejo (adj.).
Del análisis de las formas presentadas podemos deducir que la frase correcta
que oyeron Wolf y/o Hughes era keuk‘ənk, es decir, literalmente ―los de antes‖,
―anteños‖, si se me permite el neologismo, es decir, ―antiguos‖, desde que
concuerdo con la opinión de Casamiquela (1965: 20) de que el sufijo -enk
significa ―eño, ero‖.296 Pero extiendo su significado al de un sufijo adjetivador
general -cf. los colores en aóniken áish- y no sólo al de sufijo de sustantivos o
verbos adjetivados, como sería el caso de retringirnos a la opinión de dicho
investigador. Es decir, sería ―los antiguos‖ en castellano, desde luego también
traducible como ―los ancianos‖, ―los viejos‖.
Pero se trataría también de un ejemplo de determinación múltiple, pues la
precedente podría ser la traducción más moderna de la palabra: en protoAA – y
en pCh y pK- *xenk/*kenk habría significado ―hombre, persona de sexo
masculino‖ -como se verá en el capítulo dedicado a los gentilicios. Es decir,
keukenk pudo también haber significado ―antes-gente‖, o sea, ―gente de antes‖.
Esta idea será interesante de recordar a la hora de analizar los gentilicios de
los pueblos ken, en un capítulo especial en un próximo tomo- tema sobre el
que ya he informado en una comunicación (Williams D, 2010 a). Pues creo que,
como en todos los gentilicios de estos pueblos, aónikenk no significa ―sureños‖-
una idea moderna que incluso los últimos y transculturados hablantes
sostenían… sino, como creo que significaban todos dichos autónimos, ―hijos
del Sol, gente del Sol‖. Alguien podría interponer la objeción de que, según
Schmid (1910 b: 11), por regla general, en AA el adjetivo generalmente sucedía
al sustantivo que modificaba. A ello responderé que:
Todo esto es así, y es muy probable que no sea casual que el nombre en AA
del cisne, kokn y variantes, sea la causa de que el cisne fuera tenido por un
ancestro, debido su semejanza con la palabra keukenk= antepasado, como
ejemplo de determinación del mito por la palabra. Pero, en última instancia, es
muy propable que estos nombres, kokn en AA y wətkeřo y variantes en GI
pertenezcan etimológicamente a la familia de palabras que significan ―pichón,
cachorro‖, en su acepción de ―criatura‖, que significa tanto ―infante, cachorro‖
como ―animal‖… lo propio ocurriría con el pK *čexə= pájaro, ave, étimo de las
palabras de igual significado en las lenguas ken- ver el topónimo Chubut
(Williams D, 2011b, y más adelante en otro tomo del presente libro) y la nota al
pie de la pa´gina anterior.
Como interesante alternativa, Siffredi (1987) hace del cisne kukn una ―diosa-
cisne‖, que acompaña y ayuda a Elal en varios de los eventos más importantes
de su ciclo. Dice Siffredi:
―luna‖, pues aunque existe huellas mítico-lingüísticas de que tanto el Sol como
la Luna fueron el mismo ser indiferenciado en épocas prehistóricas, en épocas
históricas el primero era fuertemente masculino y la segunda fuertemente
femenina.
Como contraprueba de que, además de nombrar al Sol, la palabra k‘eok‘en
pudo nominar a la luna, están las siguientes palabras de una lengua
relacionada con el AA, el Mnk:
1. SCh křen y Tsn y AA šewen = sol; SCh čon= hombre; AA čonekə= gente
(―hombre/s‖, lit. ―sol-hijo/s‖); SCh čénuke, lit. ―sol-hijo‖, ―hijo del Sol‖, una
suerte de delegado o avatar de kenñš, mitónimo a su vez compuesto de
*ken= luz, sol+ *houř= luz, agua, brota, mana, surge, brilla, ilumina- un
dios evidentemente solar.
2. SCh křé= luna; AA šé= mujer.
3. pK *kənə= luz; protoGI *kənə= luz, GI kənəka= soldado, lancero -lit. ―sol-
hijo‖, o sea ―hijo del Sol‖(ver Williams D. 2010 c y el capítulo de este libro
dedicado a los gentilicios), probable cognado con el AA čoneka=
hombre(s), gente, persona(s), de igual etimología -de *čən= luz, sol,
agua+ *nəkə= hijo, pichón, huevo; SCh y Mnk čon= hombre. Incluso
recordemos que Musters (1873: 75; 197: 93) llama a los manzaneros
con un gentilicio semejante, <Chenna> o ―guerreros‖.309
4. AA šewenon= luna; SCh čey‘n/čeyon= hembra
5. GI třemen=noche, -čəm= marca femenina; protoGI *šəmyen-=
hembra;310 AA čame/sémñen= hembra (Lista, 1998, 2: 172) <tsāmen>=
yegua, hembra de cualquier animal (Schmid, 1910 a: 23);;
6. Mnk hanken= noche, luna; GI yamkank= (mi) mujer, (mi) esposa-
retirando el prefijo ya= pronombre posesivo de primera persona del
singular, queda –amkank= mujer, esposa; yahmok/yahmauk= vieja (Alta
Diosa, Dueña de los Animales); AA uš-aamkenk= Dios, yešomken=
primavera –ješem según Suárez (En Fernández Garay y Hernández); GI
amaha= sol, día.
7. pK *kařwen/*kařxen= Sol (ver el siguiente apartado); AA kařken= mujer;
SCh <karyen>/<kar-yen>= nacer, criar (Beauvoir, 1915: 39 y 143)
162
Fig 1. Foto del cartel de la estación N° 5 de la Zona Arqueológica de Punta Walichu. Por el
autor, 9 de enero de 2020. La sombra del fotógrafo es un accidente.
*k‘-ə-ȓ-wə-n-o-n
k‘-a-ȓ- u- n-o-n
Y, poco más adelante (p. 142), anota que, en la sierra de Curicó o de la China
hay pinturas rupestres del estilo de las grecas. Pero nótese la semejanza del
alto dios postulado por Casamiquela, <kürrü>, <kerre>, <karro>, con mi *kǝřwǝ
o *kǝřwǝn.
Así, aunque ya lo estudiaremos, sépase desde ahora que creo que Casuhati,
es sólo una mapuchización del nombre, más antiguo, *kařwə-ətek = montaña
de *kař-wə, siendo éste el nombre pK del Sol que ya conocemos por haberlo
estudiado en párrafos anteriores. En el topónimo Sierra del Cayru la mitad está
traducido al castellano, mientras que la segunda parte no, probablemente
porque no se conocía a la traducción. Es decir, era la misma ―Montaña de Dios‖
o ―Montaña del Sol‖ que hallamos en otros sitios poblados por tehuelches, sitios
mitológicos de origen, en donde habitaba el Alto Dios.335 El monte <Cassuhati>
era, como hemos visto, y según Sánchez Labrador (1936: 66), el único sitio que
no fue cubierto por las aguas durante el equivalente según ―los Indios
Australes‖ del Diluvio Universal, y de donde habría resurgido la humanidad a
partir de quienes allí se refugiaron. Otra posibilidad, que nada le quita a la idea,
es que <Casu-hati> se recomponga como *kařwə-*wətə= Sol-brota o nace. En
cuanto al nombre Curacó, que nadie discute que significa ―piedra-agua‖ en
Mpz, ha de ser una mapuchización de un antiguo nombre alternativo del lugar,
que pudo ser *kařwə-ke o *kařwə-ken= fuente del Sol, cognado del celeste
*kařwənken= el corral del Sol de los aónikenk. Sería cognado con el nombre de
cerro kař-weřən –el <Carhuer‘n> de Lista. Lo propio parece haber ocurrido con
el topónimo Curumalán o Cura-malal, ubicado cerca de o en el mismo sitio que
el Casuhati336 o Sierra del Cayru. En principio, Cura-malal es traducible del Mpz
como ―Corral de Piedra‖. Pero creo que se trata de una palabra mixta, con un
primer componente tehuelche mapuchizado, Cura- originalmente *kař-wə= Sol
(Dios), y el segundo mapuche, malal, significando el conjunto ―Corral o Predio
de kař-wə‖. Lo propio, creo, habría ocurrido con el topónimo Carhué
bonaerense y su semi-homónimo chubutense, Karwé ngiyeu- kařwe ƞieu- que
no sería originalmente mapuche, como creyó Casamiquela en varios trabajos.
Y con los topónimos bonaerenses Carué, Cayru, etc. Lo discutiremos más
adelante. Pero sépase que, una vez más, Casamiquela (1988: 140) se había
acercado bastante al relacionar al antiguo topónimo surbonaerense <Cayru>
que nomina a una sierra, probablemente la actual Sierra Chica, con palabras
del AA que significan ―blancura, albura‖:
179
Para no ser menos que Beauvoir y que Gallardo, comenzaré aceptando que
haȓw podría aplicarse en su sentido de ―tierra, territorio, país‖. Ello sería muy
coherente para el topónimo del país de los onas. Sigamos por el sufijo ká, que
traduzco como ―lugar‖, fudamentado en mis observaciones sobre los
vocabularios shelknam.340 Es el único fragmento del topónimo sobre el que no
nos quedan dudas, pues creo que tiene un único determinante. No debe
olvidarse, sin embargo, que -ká es también un sufijo diminutivo. Además, es
cierto que ka significa también la preposición ―de‖, pero jamás puede ir
postpuesto a los dos términos que pretende unir, sino entre ellos, por lo que
aquí no correspondería tenerlo en cuenta.
Tendríamos asì traducidas la primera y la última parte del vocablo, restando la
del medio, in. La misma no debiera acarrear demasiados problemas, desde que
conocemos el equivalente de haȓw en AA y en Tsn: se trata de <gueote> (Ibar
Sierra) para el primero y de <jeruan>/<jeruar> (Malaspina), <iruan> (D‘Orbigny)
para el segundo, todos fide Lehmann-Nitsche (1914: 254), aunque él mismo
recoge <guäot>= campo en la misma página, palabra que en otro trabajo
(1922: 40) anota como <gäut>= tierra. Agreguemos el vocablo <yerroen> =
tierra o país de Musters (1873: 338), pues en el vocabulario de Lehmann-
Nitsche el mismo aparece pero se presta a confusión;341 y la palabra
<gheuths>= campo del Vocabulario Tehuelche de Beauvoir (1915:185).
Nótese algo que ya Lehmann-Nitsche había observado, colocando signos de
admiración en sus vocabularios, aunque sin referirse específicamente al tema:
la semejanza de estas variantes para el significado ―tierra‖ con aquelllas de una
de las palabras para ―cerro‖. Éste era era <gueot> (Ibar sierra), <gueut>
(Ameghino), <yeuta> (Moreno), <yirun> = colina, montaña (Schmid) en AA; y
en Tsn era <yrrwanas> (Malaspina), todas según Lehmann-Nitsche (1914:
254). Agregamos en AA las formas <yorri> (Musters, 1873: 338); <yeruen>=
cerros (Mendoza, 1965: 49); y <güent>= cerro (Beauvoir, 1915: 185).
Hay además una sugerencia de Casamiquela (2000: 235) de que <Aiohs>,
<Haiosh>, <A‘ash>, topónimos chubutenses originados en el AA, pudieran
significar ―subir, subida‖, y la propuesta parece confirmada por el vocablo de
igual idioma recogido por Lehmann-Nitsche (1922: 40): <hashl> = sierra; y tal
vez la de Moreno (1997: 409) <cáesh>=monte-ambos posiblemente cognados
con los términos protoken *kəȓ= luz, agua, extremo, extremidad y *houř= luz,
agua, punta- ver otros capítulos de este libro. Ello sugiere que se trata del
mismo término que documentamos en yeřwen y variantes= (mi) tierra, pero sin
el pronombre posesivo inicial ya= mi. Y en los idiomas onas los significantes
para ―cerro‖ son cognados: en SCh tenemos <huarn> (Beauvoir), <árroen>
(Lehmann-Nitsche) y, en Mnk, <gōōrin> (L. Bridges), todos según el mismo
autor alemán (op. cit.). Podemos agregar un sinónimo de Beauvoir (1915: 22,
120 y 142) para ―monte‖, que es <vuarne>, y la palabra
<arruinoto>/<arruinóto>= cerro, monte, montecillo, y aclaro que según él,
<huarne>= montecillo, y no ―monte‖.
Esta relación analógica, generada mediante la extensión semántica, entre los
términos para ―tierra‖ y ―cerro‖ no es exclusiva de los idiomas chon, pues en GI
hallamos <atac>= montaña, cerro, colina, <atec>= tierra (Hunziker, 1864 en
182
Outes, 1928: 256 y sigs.), <atec>= sierra, montaña, país; <atek> = loma
grande, la tierra, el mundo342 (Claraz, 1988: 147, voc. 54 y 55; 149, voc. 223,
224 y 225 y 156, voc. 681), ‗atek/atək= tierra, campo, cerro, montaña343
(Casamiquela, 1983: 129 y 156). Seguramente cognados con el AA <gueut> y
variantes= cerro, montaña, aunque con el agregado del sufijo sustantivador –
ək-, ver más adelante- o de la palabra del pK *eïkə= arriba, alto. La
mencionada relación no es ni siquiera exclusiva de las lenguas ken. 344
Tenemos así dos tipos de palabras que significan ―tierra, campo‖ y ―cerro,
colina‖ en AA y en Tsn:
Así, yeřwen= (mi) tierra en Tsn impresiona cognado de forma directa con
kařwin, la primera parte–o las dos primeras partes, si se quiere ser estricto- de
kařwkinká= Tierra del Fuego en SCh. Por lo que a su vez podríamos
recomponer a este topónimo como kařw= variante de hařw= tierra, vocablo
cognado analógicamente con *houř y variantes = lluvia, trueno, relámpago en
pK, con <wir>/<wich>= luz en SCh346, *xař= luz, sol, brasa, carbón, leña, agua
etc. en pK + *xən/*wən=brota, mana, etc+ -ká= lugar. ―Lugar donde brota la luz‖
sería una posibilidad. De ser ésta la vía correcta, sería coherente con el
nombre que le dieron los expedicionarios de Magallanes a la isla: Tierra del
Fuego- aunque el motivo por el que se le dio tal nombre resulta algo más
terrenal, y desde luego, casualmente coincidente.
La cosa cambia cuando volvemos al topónimo del AA <Carhuer‘n>, recordemos
que le fue traducido a Lista (1998, 2: 335), o fue deducido por él mismo, como
―vetustez‖. Se trata de un un topónimo que recogiera in situ el infatigable
viajero, y que nombra a una cadena montañosa cercana al Payne, en Chile.
183
―Suponen los indios que esa montaða es mucho más antigua que
la cordillera principal, y la razón de esta creencia no deja de ser
interesante: la masa pétrea de los Andes que se presenta sin
asperezas, alisada por los hielos o recubierta por las nieves
eternas, no puede ser contemporánea de la cadena negruzca,
carcomida, desgastada, resquebrajada, como si fuera una ruina
geológica, una reliquia de un mundo desparecido. El tehuelche
tiene, pues, la convicción de que el basalto es más antiguo que el
granito y el gneis‖.
En otro escrito, Fragmento del segundo viaje a los lagos del Payne (Andes
Australes), anota el viajero:
de la tierra eran algo así como arrendatarios que tenían los muertos por una
especie de fideicomiso‖, y en cuanto a los muertos: ―A pesar de haber muerto
hace mucho tiempo, continúan teniendo un gran interés por la tierra en que
nacieron y que antaño poseyeron‖.
Esto explica en parte que los dueños originales de la tierra no comprendan que
ésta pueda ser vendida. Es muy claro e ilustrativo el hermosísimo y tan citado
discurso con que el jefe Seattle respondiera en 1855 al gobernador territorial
Isaac Stevens, que transcribo parcialmente- aunque es sospechoso de ser
falso, y se sabe que ha sido muy reelaborado (Furtwangler, 1997, traducción
mía del inglés, corchetes indican fragmentos no citados):
Un texto lapidario, por cierto, más allá de que, insisto, se sabe que ha sido
modificado por autores con pensamiento moderno, y neoecologista.
Por otro lado, es bueno adelantar que la palabra aóniken áish xoiwen =
leyenda, etc. podría descomponerse como koi= memoria +*wən= brota, mana,
surge, fluye, lleno, hinchado, grueso, y ―mana la memoria, fuente de memoria‖
sería una buena traducción de xoiwen. Pero, en última instancia, koi significaría
también ―luz‖, y la memoria, como el pensamiento, el alma, etc., llevan
nombres derivados de palabras que denominan a la luz, la claridad, el brillo,
etc.355 Ya veremos la importancia de estos conceptos en la traducción que le
daré al gentilicio de los aónikenk.
Además, existe una palabra tal vez relacionada con ho:win= ancestro, época
mítica en SCh y con xoiwen= historia, narración, leyenda en AA. Se trata de la
palabra para expresar ―suegro‖, que es <kawinke> en el norte, y <kawkenei>
en el sur (Tonelli, 1926 d, apartado La tribu y la parentela), y, aunque la
variante de Beauvoir (1915: 155) es <kanken>, siendo <kánkèn‘n>= suegra,
también anota <kakuinken>= suegros. Vocablo a su vez cognado
probablemente con <káukènèn>= yerno (Beauvoir, 1915: 36 y 40). La
188
nombre del antiguo dios solar de los pueblos Ken, origen de palabras como
kȓen= sol en SCh, šewen= sol en AA y en Tsn, y que entra en la composición
del nombre del Corral de las Estrellas, keȓontken de Hughes. Y también de la
palabra a:škȓen= estrellas de Musters- probablemente, en realidad, ―Corral o
recinto del Sol‖, que es lo que han de haberle dicho al viajero inglés cuando
señaló el cielo estrellado.
De manera que la posibilidad más cierta sería, para mí, que <Kubejeken> y
<k‘pekeken> se recompusieran como *kəwəxe-ken y *kəwəke-ken, del pK
*kawəxe/*kawəke= luz, fuego+ *ken= mana, brota, surge, fluye… surge el
fuego o la luz. Siendo kəwəxe/*kəwəke cognado con el SCh xáuke= fuego,
leña, <xuaken-ék>= ilumina (Tonelli, 1926); el GI ahuakək= fuego, el Patagón
<jach> (Pigafetta)- es decir, yak -y el AA yáike= fuego.
Hechas estas observaciones, analizaré a continuación el otro vocablo
documentado por Moreno: <pe‘niekeken>= día. Inicialmente, relacionaba la
primera parte, <pe‘niek->, con la palabra del vocabulario del AA
<c‘benic>/<cwenic> (Schmid, 1910 a: 32 y 42; b: 34 y 35), y del Tsn de
D‘Orbigny, <ganeque>, <gueneque>, todas con el significado de ―alto‖.361
Seguramente todos correspondientes a un protovocablo común a ambos
idiomas, *kvenək= alto, obviamente cognada con las palabras Tsn para ―alto‖
<ganeque>, <gueneque> (D‘Orbigny), <kegaanken> (Ameghino); y para ―largo‖
<gueganeque> (D‘Orbigny) y <hk-gáanken> (Ameghino). Y con el SCh
<kuoi>/kuoi‘n = cerro, cima, monte alto y <kevuóyen>= largo (Beauvoir, 1915:
42 y 138), <kohoiyen>= largo (L. Bridges). De donde <pe‘niekeken>362 podría
corresponder a *kvenək-keoken= alto-sol,363 un buen nombre para ser
traducido con la palabra ―día‖, en contraposición a <k‘pekeken-heisque>=
claridad del día, al parecer referente al amanecer.
Además, *kuenəkeoken= alto-sol, sería cognado con los vocablos del SCh de
Beauvoir (1915: 41) <kéniken>= cenit, punto más alto de la órbita solar,
posiblemente cognado con otra palabra en la misma página, <kének>= día-
que provendrían de un original *kvənə-ken= alto-sol- o, más probablemente,
*kən-eĭk/*kən-eĭken= sol-alto364.
Otra posibilidad, bastante plausible, es que, en protoChon, *kuenək= el Alto, el
de Arriba fuera un eufemismo para llamar al Sol, y ello explicaría que en SCh
una palabra para ―día‖- en estas lenguas equivalente a ―sol‖- sea <kenek>. En
cuyo caso <pe‘niekeken> correspondería a *kwenək-eĭken= Sol- alto365, o a
*kwenək-keken= sol –brota.
En el capítulo dedicado a los puntos cardinales en las lenguas Ken veremos el
nombre del este u oriente o levante en AA:
sería ―sol‖, corrijo este probable error de pluma, quedando la frase como
xaškene-šewenon… aunque hay ejemplos en estas lenguas de aplicación de
un mismo nombre tanto al sol como a la luna.
También podríamos traducir el sintagma <Jaskene-shehuen> como ―Toldo del
Sol‖, pues vemos que la palabra *ašk, una de cuyas traducciones postuladas
antes es ―toldo‖, es usada, como en el <gol aske> de Eliseo Corujo, para
referirse a la puesta del astro. Y, como vimos, Hughes sostiene que las tiendas
del Sol eran dos: la del naciente y la del poniente. O bien en ambos casos la
palabra es ašken= adentro, o sea ―entrada del sol‖… que no parece tan
improbable.
Por otra parte, podemos relacionar la primera forma <Tehenejen‘Sheuen>=
salida del Sol, con las palabras <tenneh‘ken> (Moreno), <ctȇnon> (Schmid),
ambas con el significado de ―noche‖, y sabemos ya que šewen= sol, siendo tal
vez ―el sol en la noche o en la oscuridad‖; una gráfica imagen del sol naciente.
Pero recordemos que para Molina (1967: 159) <tenink>= sol en AA, y que para
Schmid (1910 a: 28) <catece>= mediodía en igual idioma. Lo cual nos lleva a
otro idioma *ken, el GI, en que <cateken> (Hunziker), <catehen> (Claraz),
significa ―sol‖.
Teniendo en cuenta que las dos palabras que signfican ―noche‖, hemos de
sospechar que la original comenzaba con los sonidos ―k‘t‖… es decir,
respectivamente, k‘ten-nejken y k‘tenən, respectivamente. De la misma
manera, si recomponemos <Tehenejen‘Sheuen> como k‘t-xənəxen-šewen, tal
vez podamos buscar una traducción, pues *kət es una variante del ablativo de
flujo:368 *-wXət= emanado, brotado, surgido, nacido de, o lleno, pleno,
rezumante, hinhado, pletórico, fuente de, etc. Caso especial de locativo ablativo
que indica que la palabra modificada es la fuente de algo, o que ese algo es la
fuente de lo que la palabra modificada denomina. Sus variantes son *wət, *hət,
*šət, *ɣət, *pət, *bət, y es cognado en su primera parte con las formas del
protochon *wə, *wən, *pən, *bən, *hən y *xən, de igual significado – veremos
ejemplos en el capítulo dedicado a la Comparación gramatical entre las
lenguas ken, en un próximo tomo.
En cuanto a xənəxen, es evidentemente un vocablo cognado con la palabra
˂xhénen˃/˂xenen˃= hinchar en SCh correspondiente a ˂Xenesh˃ en AA
(Beauvoir, 1915: 73, 135 y 180). Como veremos en el capítulo dedicado a la
comparación gramatical, es frecuente que este tipo de palabras
onomatopéyicas sean iterativas, duplicando el sonido a representar, como
ocurre con muchas onomatopeyas, que imitan un sonido natural repetitivo al
que originalmente nombraban.
El vocablo xənəxen es a su vez cognado con la ya vista segunda parte de
kenɣenkən, -Ɣenken. De manera que <Tehenejen‘Sheuen> se recompondría
como kət-xənəxen-šewen= brota grande o hinchado o turgente o crecido el Sol.
En donde soy yo quien separa artificialmente los conceptos de ―surgir, brotar,
etc‖ de los de ―hinchazón, turgencia, crecimiento‖, pues la expresión kət-
xənəxen era probablemente ya una lexicalización de ambos en uno solo.
Pero existe otra posibilidad: que *xenə sea una variante de *hən, *šən, *čən,
*kən= luz, agua – en realidad, todo aquello que ―fluye, brota, mana, surge, se
hincha, crece, nace, se cría, se reproduce, etc.‖. La prueba está en el vocablo
del GI <cateken >/<catexen> = sol, que, como veremos, creo que se forma de
los vocablos del pK *kət = surge, mana, brota, etc.+ *xən/*kən= luz, fuego…. Es
decir, kət-xən/kət-kən= surge la luz o el sol. 369 Y, desde luego, xən es pasible
197
―Se nota una anomalía en el nombre de las partes del cuerpo, que
comienzan todas por una ―y‖, como Yacaleré, mejillas; Yatitco,
ojos; Yaxyexké, oreja; pero creemos que se debe atribuir esa
particularidad a la contracción del pronombre posesivo, que
interviene en la composiciñn de esos nombres‖.
Claraz agrega que, en el idioma que llama ―pampa‖, es decir, GK: ―ya es sin
duda el pronombre posesivo mi‖. Para resumir, diré que se refiere a que amaha
comienza con ―a‖, y que junto con la variante ya constituyen el ubicuo prefijo a-,
ya- que caracteriza a muchas de las palabras del GI… en realidad sólo en
algunos casos parecería corresponder al pronombre posesivo de primera
persona del singular ya= mi del pK, pues, como demostraremos, este prefijo,
típico del GI, es poligénico. Veremos algo más sobre el tema en el capítulo 3, y,
especialmente, en aquel dedicado a la comparación gramatical entre las
lenguas *ken.
En el caso particular de la palabra que nos ocupa, amaha= sol, el supuesto
prefijo a- parece no ser tal, sino que representaría al sonido inicial h- del
protovocablo *hmahǝ. Haciendo prescindencia del prefijo a-, el resto de la
palabra, -maha es cognado con una larga serie de palabras en todos los
idiomas ken, que derivan de o incluyen un hipotético término pK, a saber,
*hǝmahǝ. Algunos ejemplos (agrego algunas hipótesis etimológicas de varias
de las palabras):
Mánekenkn:
• <ma>= hoy, <mata>= cielo (Hyades –Deniker). Si <mata> no es un
lapsus plumae por un hipotético *maka, tal vez pueda ser
recompuesto como *mahǝ-hətə= luz-brota.
• <makón-auk>= pasado mañana (Beauvoir), de *mahǝ= luz sol+
*kən= surge, brota, mana+ *eïk= arriba, alto o *xaïke= luz.
• <mjeu>= noche, <mjunuk> (L. Bridges), <mánek/manek>= negro
(Tonelli), probables contrónimos de miu= alma (―luminosa‖) y de otros
conceptos relacionados con la luz. Profundizaremos sobre el punto al
estudiar el gentilicio de los mánekenk.
• Agrego el propio gentilicio de los mánekenk, de *mahǝ= sol-dios en
protoMnk+ *xənə= surge, brota, mana, etc.+ xənk= hombres;371 o de
*mahǝ= sol + *nəkə= hijos. Véanse mi presentación inédita (Williams
199
Téushen:
200
Gënëna a iájich:
amaha = día, sol, ya visto
ǝ= cacique. Cf. <gamagen>= jefe (Hunziker); <gamakhia>= ―rico; en
araucano: ulmén‖ (Claraz, 1988: 155, voc. 635); <gamakia>= cacique
(Casamiquela). Derivada de *hmahǝ a kəne= gente o persona del Sol
en la variante de Hunziker; de *hmahǝ a kaia= hijo o pichón del Sol
en las otras dos-cf. <ahmgatsch> de Claraz (1988, voc. 633)=
cacique, el que manda en una toldería, es decir, amaha-gətř= sol-
hijo373, cf. agačka= hijo, a su vez de a-gətř-kwa= funcional-brote
(hijo)-mío. Ver el capítulo dedicado a los títulos y onomásticos de los
caciques.
<Amkünük>= Dios (Harrington)- o sea, amkǝnǝk. Creo que del pK
*xamken= encendido, luminoso-cf. SCh xamken= encender + -ək=
sufijo sustantivador del GI. Menos probablemente amaha a kənəka=
alma del Sol, cf. <kanuká>= alma374 (Milanesio, en De la Grasserie,
1906: 641).
komynká= Lucero de la mañana (Claraz) – del pK *kmǝn= calor,
caliente, luz y un sufijo –-ká de significado a determinar, tal vez
evolutivo del sustantivador –ǝk. El vocablo resultante sería *kmǝnǝk=
luminoso, brillante, caliente.
kememe= mariposa (Claraz)- ya se verá cómo tanto en la mayoría de
los idiomas indoeuropeos como en los ken la palabra ―mariposa‖
sgnificaba originalmente ―bicho de luz‖. También lo expuse en una
presentación (Williams D, 2010 b).
Aóniken áish:
• <Ma>/<maa>= hoy, últimamente, ahora- probablemente del étimo pK
*hǝmahǝ/hmahǝ= sol, día; <mainis>/<mainic>= mañana; <masho>=
actualmente (Schmid)
• <kaime>= encender (Musters);375 <caimshc>, <caim> o <caimud>=
encender el fuego, <haim>= quemar, <Ithemeshco>= Yo enciendo (la
pipa); <Itcaimshco>= yo enciendo un fuego, <Ithaimshco>= yo
quemo (intencionalmente), <Gomo‘m shō>= fuego, pronto
(Schmid).376 Para Molina <kaim>, <kaimené>= quemar,
<kaimenué>= quemó. Según Beauvoir, <Kaimsh>= encender, <Yaike
Kamish>= encender fuego, <yaikekams>= fuego prender. Para
Moreno, <katenehue-kamehue> = olla de barro=, es decir, xatenwe=
con lo que se come377, kaimewe= con lo que se enciende. Según De
la Grasserie, <kmon>= calor.
• <winumkono>= vela, candela (Schmid, 1910 a: 26), en donde
*wən/*wənə= luz en pK, como veremos; restando <–umkono> como
201
Y hay otros posibles cognados por extensión semántica, en los cuales se hace
evidente, una vez más, la relación entre los conceptos de ―luz, fuego, calor‖ con
el de ―agua‖:
Aóniken áish
• <hamen> (Schmid, 1910), <amien> (Mendoza), <amien> (Lista)=
agua cognado con el pK *xamǝn= agua, luz, con el SCh kmon= calor,
abrigo, y con los nombres de la luna y de la noche en Tsn, ya vistos:
<amania>, <manea>, <manée>.
• -<jamien> en <kumjamien>= beber (Schmid) – del pK *kxum= tomar,
absorber y *xamǝn= agua, luz.
Téushen
• <hamonaka>= fuego (Malaspina)- del pK *xamǝn= luz, agua o su
cognado *kmǝn= calor, caliente, luz y *haïkǝ= fuego, luz, y ―fogón‖,
por extensión ―campamento‖, como veremos en otro capítulo.
• <hemihue>= pipa (D‘Oribigny) – probable lapsus calami por heminue,
de *xamǝn= luz y –*we: surge, brota, etc., o su homófono y posible
cognado –we= nomina instrumentii, con lo que (se hace)
• <caman>= beber (Viedma), del mencionado *xamǝn= luz, agua
202
Gënëna a iájich
yamnə= beber – del ubicuo y poligénico prefijo ya- y el pK *xamǝn=
luz, agua.
yamniwe/iamni= río, arroyo, paradero- lo mismo que la palabra
anterior, en el primer ejemplo con el agregado del sufijo –we=
nomina instrumentii, o el pk homófono –we= surge, brota mana.
―Hay en este lugar, que los indios llaman Amakaken, una gran
roca esférica de mármol, con la cual los indios acostumbran a
probar sus fuerzas al levantarla. Casimiro me informó que dicha
roca había estado allí por muchos años, y que la costumbre era
muy antigua. Era tan grande y pesada que apenas pude tomarla
en mis brazos y elevarla a la altura de mis rodillas, pero algunos
de los indios se las arreglaban para elevarla hasta sus hombros‖
(Musters, 1873: 91, trad. mía del inglés).
Moreno (1897: 108 y 109; 2004:144) halló en un sitio llamado <Caperr>- mucho
más al norte- un meteorito de hierro de 114 kg de peso (Torres y cols., 1927:
68)- que he tenido la suerte de ver personalmente en el Museo de Ciencias
203
Como antes que yo lo notaran Fletcher (1909: 41-42), Steffen (1909-1910, II:
524 y 1944-1948, II: 463 y 554, en Rey Balmaceda, 1976: 95), M.M. Radice
(1948, en ídem) y Escalada (1949: 338), en realidad el confundido fue Moreno,
porque nada tienen de semejante, de no ser el gran tamaño y peso, el irregular
meteorito marrón metálico con un objeto esférico y blanco o blanquecino. Por lo
demás, <Amakaken> queda al sur de ―God‘s Hill‖ o Colina de Dios, es decir,
algo al sur del ya visto accidente geográfico conocido como <Áshpesh>
(Agustina Quilchamal, en Escalada) o <Ashpaik> (Ap Iwan), como se ve en el
mapa de Musters mismo, dentro del actual territorio de la provincia de Santa
Cruz. Mientras que el meteorito fue hallado en Kaper kaiken, en el sur de la
actual provincia del Chubut.
Según Steffen (op. cit.), <Amakaken> sería el paradero de Gio o Jillo, en las
mesetas al sur del lago Buenos Aires. Sería interesante buscar al verdadero
<Amakaken>, que por su tamaño y peso es probable que no se haya
degradado aún y que nadie la haya retirado de su sitio. Por otro lado, nótese
cierta semejanza entre el nombre o topónimo <Amakaken> y el mitónimo
Yahmok, nombre de la roca sagrada de los gënëna a këne, que aún se halla en
Yamnagoo.
Agrego además la circunstancia de que Escalada recogió de labios de Agustina
Quilchamal una leyenda asociada al meteorito metálico, que vale la pena
resumir, para, por otro lado, agregar una posibilidad más de traducción del
topónimo <Amakaken>.
Según narrara la anciana Kánokatsmn a Agustina Quilchamal y luego ésta a
Escalada (1949: 327-333), el primer ser humano que salió de la cueva en
<Ashpesh>, fue una mujer, que por lo tanto no tenía padres. Estaba dotada de
poderes sobrenaturales y era ―… señora y dueña de la tierra, de los animales y
plantas que la poblaban‖. Tenía un hijo a quien amaba con locura.
Un día, el Zorro asustó a los demás animales, provocando un desbande
general. Desde entonces, los animales se ditribuyeron por la faz de la tierra, y
lo propio hicieron los humanos que salieron de la cueva tras la poderosa mujer.
Ella los persiguió, y su hijo, deseando alcanzarlos, se convirtió en un bello
potrillo blanco y fue también tras ellos. Ella se transformó a su vez en una
yegua blanca y continuó la persecución. Pero al llegar el muchacho a una
laguna, que Kánokatschmn sostenía era la de <Gootchel aike>, se detuvo ―…
para beber y retozar…‖, y se ahogó. Deseando morir, la madre volvió a su
forma humana y recorrió el desierto alimentándose y bebiendo agua de las
lagunas saladas ―… para acelerar su fin‖. Como éste no llegaba, decidió utilizar
sus poderes mágicos sobre sí misma y, tras una mata de calafate que la
protegía del viento, se transformó en el enorme trozo de roca de hierro, a la
cual Moreno haría transportar al Museo de La Plata. Antes de ello, cantó una
canción que se conservó en la memoria de los tehuelches y que Agustina
entonó a Escalada y que éste e Imbelloni grabaron en un disco mediante un
204
Agrega que ―La traducción, deficiente y provisional, hasta tanto nos sea dado
profundizar en el idioma a que pertenece, sería ésta: ‗Hierro pesado de mi raza,
de mi sangre‘‖ Evidentemente la Sra. Quilchamal no fue capaz de traducírselo
o lo hizo de forma parcial, lo que indica que cantaba de memoria y tal vez de
manera fonética, sin comprender lo que decía. De allí la necesidad de Escalada
de conocer más el idioma para evitar que la traducción siguiera siendo
―deficiente y provisional‖. Otra opción es que es tratara de otra lengua, o de una
forma arcaica de AA.
Sin embargo, el médico militar se atreve a una traducción palabra por palabra:
Las autoras refieren que ninguna de las semi-hablantes de aónikenk que las
ayudaron a desgrabar y traducir los textos documentados por Suárez pudieron
traducir este canto. Lo que no me extraña en absoluto, pues aparentemente no
es aóniken- aísh…
Es que creo reconocer en la última parte del segundo, cuarto y sexto versos, a
saber, -čel Ɂej ke:ja, la última parte de la Cancíon del Jaguar en gënëna a
iájich, jatSi‘le-kja/<yachilekia>/ yachile-kua/yatsülükua. Una canción entonada
fonéticamente a Casamiquela por Liboria Crespo, que no comprendía lo que
cantaba. Tan fonéticamente como probablemente lo hacía Ana Montenegro con
su Cancíon de la Yegua de la Laguna, tal como para facilitar su identificación
he decidido llamarla.
Como veremos más adelante, he recompuesto y traducido, creo, toda la
Canción del Jaguar, y la palabra que nos ocupa hasta aquí ha sido identificada
por mí con yačilekia, una variante de yaleumška/yələmčiké, uno de los nombres
del Alto Dios/Gualicho en GI. Ya veremos la fundamentación de estas
aseveraciones. Pero sépase que la palabra aparece también en un idioma que
podría ser Tsn o como préstamo del GI al mismo, bajo la forma
ye:sleke:=Gualicho en el topónimo ye:sleke:lakaikën= Diablo-bolas-paradero o
―Lugar de las Bolas del Diablo‖, Actual Cañadón Totoras, en estancia La
Angelina, al norte de Rio Gallegos (Molina, 1967: 133, nota 31).
Por su parte, Perea (1989: 4 y 5) recoge de labios de Félix Manquel, viudo de
Agustina Quilchamal, la informante de Escalada, confirma el sitio de la muerte
del hijo, empantando en un menuco en Kaperr-Aike. una versión en
mapudzungun del lamento cantado de la madre, que no parece agregar nada a
lo ya expuesto, pero confirma que ella misma decidiñ que ―tendré que hacerme
palo, o piegra [SIC] me voy a volver‖, ―o me vuelvo monte (leña) o me vuelvo
piegra [SIC]‖ Según creía Manquel, se había transformado en piedra, como
narraba Agustina, aunque en la versión de ella era una roca metálica. La
canción parece ser distinta de aquella en aóniken áish que recogiera Escalada:
El meteorito metálico fue venerado por generaciones por los tehuelches. Los
mismos lo visitaban en el sitio en que había ocurrido la transformación, y,
según Koslowski (manuscrito inédito de 1896, fide Escalada, 1949: 334), se
hallaba en <Káperr kaike>. Refiere Escalada que ―… efectuaban junto a él
ceremonias y festividades religiosas. Llevaban alimentos y efectuaban
206
―Luego del pasaje del río Senguerr, Musters visitó el paraje donde hoy
está la mina de hierro, cobre, óxido de hierro (ocre), que iniciara un
animoso y progresista poblador de la Patagonia, don Casimiro Szlápelis,
La visita se debe a que allí suelen renovar su provisión de piedras para
hacer boleadoras […]. La roca, no muy resistente para las modernas
herramientas, ha de haber ofrecido serios obstáculos a las elementales
‗palas‘ de madera de molle que, con el nombre de táuk, utilizaban
nuestros añnikenk. Táuk ábgomenue, o sea ‗pala para excavar‘, decían
en su idioma. Hoy se conoce este lugar con al voz araucana
Payagniyeo. Payá traduce ‗yas‘. Igual a ‗piedra apopiada para
boleadoras‘, según expresiñn que no queremos comentar ni modificar de
como brotó de los labios aborígenes‖.
Fig. 2. Sketch map from Rio Senguel to Teckel (Musters, 1873: 164) o ―Mapa esquemático del
río Senguel a Teckel‖. Obsérvese la ubicación de Cápel, o Káperr Kaike, pasando al norte de
Applekaik- actual Appeleg/Apeleg.
Lo cierto es que el cerro Katterfeld se halla al sur de la corriente que une los
lagos La Plata y Fontana, exactamente a los 44þ 97‘ lat sur y 71þ57 long. oeste
(Hoja de Ruta zona 8, A.C.A 2003 a), y de él nace en efecto una rama del
Ñireguau, el Ñireguau norte (mapa del Chubut, I.G.M., c.1944-1955). Que tiene
el curso descripto por Moreno si consideramos a la rama principal del Ñireguau
como su continuación directa. Y, en efecto, sobre la costa sur de dicha rama
principal, en la confluencia de tres caminos, se halla marcada en el mapa del
Chubut del I.G. M datable entre 1944 y 1955 la Casa de Richards, el colono del
Chubut mencionado por Moreno -en realidad se marcan tres casas en la
confluencia, y el sitio Casa Richards es una localidad chilena en la comuna de
Aysén.384 Así, deducía que la laguna de Gootchel kaike pudiera ser la actual
Lago Pampa Alta, afluente del Ñiriguau norte a través de una corriente
inconstante, no tan al oeste como la Casa de Richards, sino muy próxima al
210
Fig. 3. Mapa del Chubut (I.G.M., c. 1944-1955). Detalle de la zona en estudio. Se ve el Arroyo
Nireguao norte [SIC], la laguna Coyte, la Laguna Pampa Alta, el río Ñireguao y la Casa de
Richards.
Las variantes del topónimo, una proporcionada por Musters, <Amakaken>; otra
por Moreno, <Emelk‘aiken>; y la tercera por la Expedición Pozzi,385 <Emelk-
aiken>, permiten elucubrar que, si se trataba de una piedra sagrada, ha de
haber sido interpretada como la metamorfosis de un dios o héroe o persona
legendaria. En tal caso, ¿por qué no pensar una vez más en el tan mentado
―Hijo del Sol‖, como las palabras amal *keoken=hijo-sol o incluso aml
k´keoken=hijo del sol lo sugieren? Pero, dado que desconocemos el mito tras
el curioso objeto, dejo por ahora en el aire la propuesta.
Finalmente, he de referirme a ciertas semejanzas que hallo entre la mujer
convertida en el meteorito de Kaperr-aiken en territorio aónikenk en tiempos
históricos, y yahmok, la roca de Yamnagoo, una mujer-gualicho en territorio de
los gënëna a këne en igual período. Agrego las coincidencias con la roca
marmórea de <Amakaken>.
Del texto se deduce que Chalcun y Chocón eran el mismo sitio, algo
corroborado en el diario de Eduardo 0‘Connor, en la entrada del 4 de
noviembre de 1883, que lo llama de las dos maneras (ver Casamiquela, 1998:
128). Sin embargo, se deduce que la primera forma sería un error de
transcripción del manuscrito de la verdadera forma anotada por Moreno, que
sería la segunda. Es probable que O‘Connor, Obligado –al que mencionaré en
unos párrafos- y otros autores se limtaran a darle al lugar el nombre mal
transcripto del texto de Moreno.
Corroborando lo dicho, Moreno mismo (en Moreno E., 1979: 25 y 26) escribía:
"El Limay serpentea caprichoso por el centro del Valle, lamiendo las
rojas y escarpadas barrancas. Sobre una de ellas, en la travesía de las
colinas o bajas serranías de Chocon-Geyu, que cruzamos encontramos
los vestigios de un trágico suceso; había nueve montículos de piedras
sueltas cubiertas de ramas secas que según mis compañeros cubrían
los huesos de toda una familia indígena a la que en viaje, en invierno, los
Picunhes arrebataron sus caballos, Tapados por la nieve murieron de
frío los que la componían, antes de poder llegar al abrigo de los sauces
que se veían al pie del alto barranco [...]. Las barrancas de Chocon-geyu
que Villarino describe diciendo que parecen ruinas de edificios, semejan
en una noche clara, una ciudad edificada con piedra roja, ostentando
cúpulas y torreones fantásticos‖.
Y vuelve a narrar la historia en otra de sus obras (Moreno, s.f.: 23; 1997: 95),
llamando Chocon–geyu [siempre sin acento] a la zona del descubrimiento de
las nueve tumbas, y explayándose sobre el tema de los chenques patagónicos,
a los que denomina cairns patagónicos.
Y aquí surge la pregunta sobre el origen del topónimo, pues si bien tanto
Moreno como Godoy lo traducen como ―muerto de frío‖ y Casamiquela busca
su origen en un fitónimo, el nombre pudo tener que ver con esta roca del
Gualicho y ser un vocablo de una de las lenguas tehuelches septentrionales.
Villarino (en De Angelis, 1972, VIII B: 1041) pasó por allí el 2 de febrero de
1783 y vio unas barrancas que le parecieron semejantes a edificios
214
éste no siguió una única convención para con el sonido a representar con dicha
letra, sino que con ella representó cuando menos tres sonidos distintos.
Veamos:
<x u e k ‘ k e n>
(u) š u e k - k a n (o n)
219
Dice Fernández Garay en nota 286 al pie que Cuaterno ―… emplea el préstamo
espaðol ‗dios‘ para designar a Elal, identificándolo de este modo con el dios
cristiano. En realidad, Elal presenta las características de un héroe civilizador‖,
y a continuación cita el trabajo de Hernández, por entonces manuscrito, que se
publicaría en 2001, describiendo las características de Elal como tal héroe.
Sin embargo, como veremos, Elal realmente fue un dios, como la Dra. Siffredi
llegó a comprender a lo largo de su propia evolución ideológica y espiritual
como estudiosa de este mito. En efecto, partiendo de la perplejidad de la
―confusión‖ que observaba, por parte de sus informantes, entre Elal y el Alto
Dios (Siffredi, 1969-1970: 247 y 248), ―confusión‖ para la que intentaba hallar
explicaciones, llegó en sus trabajos más recientes (Siffredi, 2001: 126; 2003:
16; Siffredi y Matarrese, 2004: 284 y 287) a comprender que Elal fue
efectivamente un Alto Dios- en el tercer capítulo analizaremos en detalle las
citas. En este sentido es interesante el testimonio de Schmid (1964: 50,
subrayado mío), quien dice que ―… entre los patagones existe la creencia en
un Ser Supremo, al que llaman Hela y está casado con la hija del sol‖.
Y leemos en el -para mí- anónimo Capítulo XV (p. 315) que <oshuáamkenk>
era Dios, el dios de los paisanos, que habitaba en una salamanaca al norte y a
donde el aspirante concurría a pedir convertirse en a wámenk o médico. La/el
220
informante dice que ―… ése tiene que ser Elal, que está ahí sí. El dios de los
paisanos le llaman‖.
Decía Rufino Ibáñez (en Bórmida y Siffredi, 1969-1970: 221 y 224):
―Elal es el que hizo todo, fue el que nos hizo a nosotros y nos dijo
cómo teníamos que ser nosotros, los Indios. Los Indios debíamos
ser como Elal que es una cosa mucho más grande que todas las
cosas, como un dios, así teníamos que ser todos los demás
seres‖.
Entre los gënëna a këne Molina (1963, Ms., en Domínguez y Orden, 2021: 11,
Imagen N° 5), recoge de labios de Feliciana Velázquez o Shákteo la ―Canción
de Elëlal‖, para obtener su poder, ―lo tenían como un dios‖:
Tal vez se trate de una deformación de la anterior, lo que sería otra de las
pruebas de la identidad de Elal/elel con el Sol.
221
Una vez más, Elal es identificado con el Alto Dios, y... no debe sorprendernos,
también a su padre se lo asocia al Ser Supremo Ya profundizaremos en la
cuestión.
Por su parte, en un trabajo como única autora, Siffredi (1968 a: 128; 1969-
1970: 257 y sigs.) anota otro nombre del Alto dios tehuelche que vivía ―entre la
luna‖, es decir, ―en la luna‖, y su nombre era ušua, ―literalmente ‗nuestro‘‖,
interpreta. Es cierto que ušua= nosotros. Pero, por iguales causas, dudo de
esta etimología. La palabra original ha de ser *xouř-wə= luz-brota, mana,
surge‖, es decir, se trata de un ser luminoso, como casi todos los dioses
estudiados en este libro.
Insisto en que uš-amkenk/ušuanko nada tiene que ver con el significado
―nuestro padre‖, ―nuestro cacique‖ ―el que nos manda‖, que en una etimología
popular europeizante le atribuyeron los últimos y transculturados hablantes de
AA, y/o los investigadores. El vocablo protoaónikenk y probablemente protoken
ya ha sido recompuesto por mí como *houȓ-amke-nk= luz-encender-
adjetivador, o sea, ―luz encendida‖, y, como en el caso de otros dioses de los
pueblos ken, lo he asociado a una palabra que describe una de las estaciones
luminosas y cálidas del año: en este caso, la primavera, significada en AA con
el vocablo yešomken, palabra en la que distinguimos el prefijo yeš- que
corresponde al prefijo ušu, uš-del nombre del Alto Dios, ambos probablemente
derivados del pK *houȓ= ―luz, agua‖, y también ―brota, fluye, surge, mana,
fuente de‖. Lo cual apoya la idea de que la traducción original de ambos
vocablos –el mitónimo y el nombre de la primavera- se asociarían a las ideas
de ―luz‖ y/o de ―calor‖. Desde luego, se descartan así etimologías de yešomken
que la traducían como ―estación de los huevos‖ y otras- lo veremos en detalle
en un capítulo dedicado al tiempo y al clima de los pueblos ken.
Mientras que el resto de la palabra, -omken en el caso de la estación y –anko/-
amkenk en el del Alto Dios, corresponde a vocablos que indican ―quemar,
fuego‖, probablemente ―luz‖, ya vistas. Recordemos algunas y veamos otras
nuevas:
AA <winumkono>= vela, candela (Schmid, 1910 a:26), <wenumjenwe>=
luz, candil, antorcha (Molina, 1967: 119 y 160), y, entre otros que ya
estudiaremos, incluso probablemente la palabra okmoken= oeste
(Beauvoir, 1915: 189 y 196).
SCh <womken>= quemar, <uonkien>= arder, <wumkench>= encender
fuego, <hamjèn>/<jaukamken> = encender o prender fuego (Beauvoir,
1915: 24, 28, 44, 72, 73, 118 y 127), de xauke = fuego + xamken=
encender
Mnk <kammaká>= quemado (Lista, 1998, 2: 117)
Es decir que hay dos opciones. Una sería que los informantes hayan traducido
―Padre Nuestro‖ literalmente como ušuanko – de ušua= nosotros y anko=
padre, o mejor como uš anko, en donde uš= nuestro, y el sintagma quedó
casualmente semejante a uno de los nombres de Dios en aóniken áish, uš-
amkenk. El otro es que Schmid hubiera oído que llamaban uš-amkenk a su
Dios, y que haya sido el propio misionero el autor de la asimilación a uš-anko=
padre nuestro, lógicamente pareciéndole un excelente nombre para Dios. Sólo
que, como vimos, el mitónimo original, uš-amkenk, no tiene tal significado
europeizado, y como contraprueba tenemos su cognado, el mencionado
yešomken= primavera. Por otro lado, como se ha visto, no resulta ser el únco
caso en que el nombre de un Alto dios es cognado con el de una de las
estaciones luminosas y calidas del año.
Beauvoir (1915: 192 y 197), que trabajó con onas y tehuelches varias décadas
más tarde, transcribe en su libro su propia versión de la frase inicial del
Padrenuestro en aóniken áish. Aunque la misma difiere de la de Schmid, es
interesante saber que él también usa el sintagma <Ussȗanko>= Nuestro
Padre… lo cual nos lleva a preguntarnos si conocía los trabajos de Schmid y
Hunziker; o si el sintagma le fue enseñado por nativos que lo conocían de su
contacto con los misioneros que lo precedieron; o si por casualidad Beauvoir
llegó a asimilar de igual forma que sus predecesores al nombre del Alto dios
aónikenk, uš-amkenk, con su parófono el sintagma ušuanko que, en efecto,
significa ―Padre Nuestro‖ en aóniken áish.
Volviendo al tema que motivó esta digresión, diré que hasta aquí todo
apuntaría a que la ―x‖ del <Xuekken> de Mendoza significaba el sonido ―š‖
mencionado. Tal es la suposición de Casamiquela (1988: 115, nota al pie), que
no traduce el mitónimo pero sí realiza dicha suposición fonética.
La cosa cambia cuando considaremos a uno de los nombres teushen de Dios,
ya estudiado, kubexeken= Dios, recogido por Malaspina y compañeros hacia
1789:
<x ue k ‗ k e n>
<k ube j e k e n>
Esto apuntaría a que en este caso la ―x‖ de Mendoza simbolizaría más bien el
sonido velar aspirado ―x‖ o incluso el oral fricativo retroflejo sordo ―ş‖.
Pero hay más: existe otro nombre del Alto Dios tehuelche: <Uek‘kon>, nombre
de ―el dios del cielo‖ (Feliciana Velázquez, en Siffredi, 1968 b: 152), ―lit. ‗cierto‘,
según propia Siffredi (1969-1970: 247), nombre que también recogieran
Bórmida y Casamiquela, aplicado según el informante Rufino Ibáñez, al Alto
Dios, que vivía ―entre la luna‖ – SIC, por ―dentro de la luna‖. Son al parecer las
informantes Ana Montenegro de Yebes y Margarita Pocón quienes atribuyeron
al nombre de <Oñuk‘en> el significado de ―veraz‖, ―lit. que no miente‖ (Bórmida
y Siffredi, 1969-1970: 233, nota 89). Sin embargo, ―cierto‖ se dice <huek‘sho>
según Moreno (1997: 402), que no es del todo semejante a <Uek‘kon>. De lo
que los autores no se dan cuenta es de la identidad entre ambos entes, el Alto
Dios y el personaje del cuento, a pesar de que la traducción que les dan a sus
nombres es aproximadamente la misma.
En efecto, como notara Casamiquela (1988: 115, nota al pie), el nombre de
uek‘kon resulta llamativamente semejante al nombre de <oñuk‘en>, personaje
sobre el que la anciana Yebes le refirió a Casamiquela (1988: 83) ―que no
223
mentía nunca. ‗Era hombre paisano como nosotros. Peleñ con el ook‘ëmpanë
le chocñ...‘‖.400 Al respecto no hallo la cita de Siffredi que menciona
Casamiquela sobre <Uek‘kon>, pero en el trabajo de Bórmida y Siffredi (1969-
1970: 233) hay una nota al pie (nota 89) en donde se lee: ―La anciana Yebes
da a la voz Oñuk‘en el significado de ‗veraz‘, lit. ‗que no miente‘; Íd. Margarita
Pocón‖. Aunque como puede verse esta traducción corporiza la banalización de
un ser celestial y es una interpretación del tipo ―etimología popular‖ de
informantes transculturados, la idea es usada por Fernández Garay y
Hernández (2006: 330) para apoyar la importancia del personaje que portaba el
nombre.
Es probablemente el mismo Alto Dios que una informante, citada por Siffredi
(1968 b: 152)401 llamaba <Kekko>, y al que describe como ―el dios que está en
el cielo‖. Aunque ciertamente dicho nombre, <Kekko>, se asemeja
notablemente al de mi teórico dios *keoken el Sol, al cual ya he hecho
referencia.
A su vez, como se verá en otro capítulo, este <Uek‘kon> tiene un nombre
llamativamente semejante al de <Wekne>, el amigo fiel de Elal, que, luego de
vencer a un puma y ser herido, se negó a traicionar a su camarada, y que
apareció muerto al día siguiente de la partida definitiva de Elal hacia el este. Ya
lo estudiaremos más profundamente, pero adelantaré que, como el propio Elal-
de quien sería un alter ego- <Wekne> tiene características solares.
Repasemos:
<xu e k ‗ k e n>
<u e k ‗ k o n>
< oñ u k ‘ en>
<w e k n e>
< x u e k ‗ k e n>
h i k e k e n 402
Por otro lado, fuera de las interpretaciones etimológicas que puedan hacerse,
obsérvese la semejanza entre la palabra <Xuekken>= Dios en AA, y su
equivalente en SCh, <Jow‘kon> y variantes- que ha sido traducido de distntas
maneras por otros cronistas e investigadores.
224
Con estas evidencias bastarían para afirmar que la ―x‖ inicial de Mendoza,
contra lo que opinaba Casamiquela, representaba una oral fricativa velar sorda
[x]. Y para ver más pruebas de ello, podemos realizar una comparación interna
entre palabras del vocablo del propio Mendoza. El mismo representaba con
una ―x‖ tanto el mencionado sonido [x] como el de la oral fricativa palatal sorda
[š] en palabras cuya pronunciación conocemos a partir de vocabularios
documentados por otros autores. Para demostrar estos dos sonidos diferentes
de las ―x‖ anotadas por Mendoza, debemos analizar cada término en que
intervienen:
Así, creo que la palabra del vocabulario del AA de Mendoza, <Xuekken>= Dios,
sonaba xuek‘en.
Por otro lado, aunque no hubiera realizado estas comparaciones con otras
palabras del vocabulario de Mendoza, me hubiera bastado con la comparación
con los mitónimos y otros nombres realizada en el primer capítulo de este
tomo.
Recompongo el nombre de Dios rescatado por Mendoza como xuek‘en, que
resulta ser el mismo *keoken = Sol que habíamos recompuesto para el AA y el
Tsn; el mismo <Kubejeken> o kəwəxeken de los téushen; el elusivo xow-k‘on
de los shelknam,404 y el kabahaihen del GI de Claraz. Se trata, en definitiva, de
dioses solares en todos los casos. Ya profundizaremos en la maraña de
asociaciones que en torno a este y otros nombres y apelativos del Alto Dios
ona se han hecho, y agregaremos algunas más.
Por otro lado, obsérvese la semejanza de estos mitónimos con la palabra del
GI de Hunziker para ―cielo‖, que era ahwekna -y <ahoena> según Claraz-,
palabra a la cual, retirando el poligénico prefijo a- de este idioma, nos deja el
vocablo como –hwekna.
Y lo cierto es que este alto dios solar de todas la etnias ken resultaría ser el
mismo ser que wekne, el amigo de Elal, y que el personaje del cuento,
uek‘kon/o:uken/O:ken405… ambos, en mayor o menor grado, héroes solares,
aunque el último con su prestigio como tal disminuido hasta el punto de que, en
tiempos de los informantes del siglo XX, su leyenda se había transformado en
cuento o narración, perdiendo su carácter sagrado. Todo lo cual lleva una vez
más a demostrar el origen común de los mitónimos de todos los pueblos ken.
Aclaremos que hay una variante del teónimo ona xow-kon, que es xow‘n y
formas semejantes. Este teónimo ha sido traducido por un autor (Peyró García,
2005: 327, basado a su vez en Tonelli, 1926 d)406 como significando ―eterno,
antiguo‖- es que, de hecho, hay cognados que significan ―viejo, anciano,
ancestro‖- e interpretado como un nombre inventado por Beauvoir ―y su
escuela en la misión de la Candelaria‖ para denominar a Dios en las lenguas
onas, en las que el autor cree que no había términos para designar a la deidad.
226
modificada sería ‗auhə, ‗ahwu, ‗auha= cielo, arriba (Casamiquela, 1983; 124 y
129), o, mejor aún, ahwekna= cielo de Hunziker (en Outes, 1928: 275 y sigs.),
<ahoena> de Claraz, en donde reconocemos el sufijo –hna, -kna, sustantivador
que creo haber sido el primero en describir, y la palabra <ahoe><auh>= arriba,
encima, superior, (Claraz, 1988: 152 y 155, voc. 663 y 451 y 664), <áuhü>,
<áu‘hü>, <áujü>= arriba, encima (Lehmann-Nitsche, en Malvestiti y Orden,
2014: 56 y 86), ‗aŭhǝ/‗ahuw/‗auha (Casamiquela, 1983: 129). . La palabra se
recompondría como ana-ahwekna-nətən, resultando una aglutinación
anauknətən y la traducción literal sería ―arribeando‖, si se me permite el
neologismo, pero con el lógico significado final de ―arribeño, el de arriba‖. Que
nos lleva a una interesante opción de traducción.
Por su parte, Casamiquela (1983: 127 y 133) anota gamakia/anaŭkǝ‘nhmal a
‗kǝnn/anaŭkǝ‘nǝtǝn a ‗kǝnn= dios supremo, ―dominador de la gente‖, y, para
―cacique‖, nos deja los sinónimos ga‘makia/anaŭkǝ‘nhmal/anaŭkǝ‘nǝtǝn –lit.
―dominador‖, según interpreta otra vez. En otras obras (Bórmida y
Casamiquela, 1964 [1958-1959]: 189; Casamiquela, 1985: 68; Casamiquela,
1988: 90) recoge de labios de José María Cual las mismas palabras,
<anaukünáhmal küna>, que iguala con <anaukünütün küna>, vocablos que
traduce como ―dominador de la gente‖, y que Cual equiparaba a Gamakia, y a
ƞenečen o dios supremo mapuche.409 Agrega una variante proporcionada por
el mismo informante, <anaukünütün áhwu>, que traduce como ―dominador del
cielo‖, equivaliendo según dice al Mpz <wenú rei fuchá>= anciano rey del cielo
y <wenú rei kushé>= anciana reina del cielo. Cual decía que Gamakia era el
―dios Supremo, que reside en el cielo, creador de la gente y del mundo. Todas
las demás divinidades le están subordinadas.Dueño del trueno, de la lluvia, del
arco iris con el que sujeta a la lluvia. Dueño de las almas de los hombres, a las
que retira del cuerpo cuando éstos cometen una mala acción. Castiga a los
malos y a los buenos los conserva en la tierra ‗como conserva uno a un caballo
bueno‘. Raras veces se le ruega directamente y se le ofrecen sacrificios;
generalmente se dirigen a los espíritus de los antepasados para que intercedan
cerca de él. Así se hace en ocasión de un viaje.Durante el Kamaruko se rogaba
directamente a Gamakia, que retira el alma del hombre‖.
Obsérvese que las formas anaŭkǝ‘nǝtǝn a ‗kǝnn, <anaukünütün áhwu>= dios
supremo; y anaŭkǝ‘nǝtǝn, <anaukünütün küna>= cacique corresponden a
<anau kanitan>= Dios, <anau kenitĕne>= rey de Hale, y a <anáuk‘nütün>=
Dios, cielo de Lehmann-Nitsche.
Se trata de un tema que estudiaremos en profundidad al trabajar con las
palabras con el significado de ―cacique, jefe‖- y ―brujo, chamán‖- en un capítulo
especial… pero adelantemos que casi todos los vocablos que significan
―cacique, líder, jefe‖ en estas lenguas, e incluso los onomásticos de los
caciques, significaron ―hijo, cría, cachorro, pichón, brote, emanación, etc., del
Sol‖.
Así, gamakia resultaría haber sido originalmente:
amaha a kaia= pichón del del Sol. Harrington (1946: 258) traducía
<kaya>= nuevo, joven, que yo prefiero traducir como ―pichón, cachorro,
chara, cría, hijo‖. Cf. gayǝ= ñandú, avestruz americano; gayau a kǝne=
gualicho, lit. ―pichón del Sol‖ (teoría propia que desarrollo más adelante).
Milanesio (1917, cuadro entre pp. 6 y 7) nos deja <cayukun>= mozo, es
decir, kaia a kenǝ= persona o gente joven.
229
Para más pruebas y detalles, recomiendo ver el capítulo dedicado a los títulos y
onomásticos de los caciques y brujos o chamanes, en un próximo tomo. Pero la
idea es que el lector comience a comprender que no es casual que tanto dioses
como caciques hayan sido llamados por los mismos o semejantes nombres. Y
que nada tiene que ver la traducción de las palabras que los nombran con la
idea de ―dominar‖, al menos, no como etimología original.
Siendo la religión de los pueblos ken de origen solar, como vengo demostrando
en este trabajo, es muy lógico que, como ocurría con los antiguos egipcios y
con los incas, se considerara a los caciques como ―hijos del Sol‖. Y, como se
irá viendo a lo largo de este libro, lo propio ocurrió con los Dioses Supremos,
en cuyo caso de trata del reemplazo de un Alto Dios padre por otro Alto Dios
hijo- aunque sea difícil de comprender para los cristianos, es muy similar a lo
ocurrido con Jehová y su hijo Cristo.
Volvamos, una vez más, a las palabras con que se inicia este apartado.
anatʃk‘au‘nǝtǝn= juntador
anaŭx‘tʃǝtǝn= raspante-probablemente ―raspador‖ En su ejemplo,
anatǝka‘nǝtǝn‘Ɯpuk= cepillo para madera, en donde reconocemos al
final el vocablo ǝpǝk= madera.
anatǝka‘nǝtǝn= hacer algo-posiblemente ―hacedor‖. En el ejemplo de
Casamiquela, anatǝka‘nǝtǝn ‗iahwak= herrero, en donde reconocemos
‗iahwak= hierro (p. 139).411
230
anan(ǝ)ɣǝnǝnǝtǝn= relámpago.
anaŭkǝ‘nǝtǝn= supuestamente, ―dominador‖ (uno de los apodos de la
deidad). Veremos en unos párrafos mi opinión al respecto.
Hale (en Cooper, 1946: 654) deja la palabra <anau kasítan>= Mal Espíritu, que
Lehmann-Nitsche recoge como <unau kes‘íten>, que Orden y Malvestitti (2014:
56, nota 41) traducen como ―[que lo lleva, que anda llevando]‖. Por mi parte,
salvo que se trate de una mala transcripción de <anau-kanitan>= Dios del
mismo Hale, no me atrevo a intentar una traducción.
Estas palabras, a su vez, sin dudas se relacionan con otro de los sinónimos
rescatados por Lehmann-Nitsche: <anauk‘nás‘emálks‘a>, proporcionado por su
informante Rosario Cantero o Atsaktükáokmüll, y que traduce como ―Dios nos
gobierna‖. Se trata sin dudas de una palabra compuesta que incluye al
sinónimo de anaukǝnǝtǝn a kǝne que viéramos proporcionara Cual a
Casamiquela, <anaukünáhmal küna>. En el cual el sufijo –hmal se halla en
lugar del sufijo –tǝn, lo que confirma que éste es un gerundio convertido en
participio activo según la regla proporcionada por Casamiquela mismo- que
confiesa ignorar cual es la diferencia entre los sufijos –hmal/‘hahmal y –tǝn al
cual ―a veces reemplaza‖ (Casamiquela, 1983: 60). Que la informante haya
incorporado el pronombre ―nos‖ de la segunda persona del plural al traducir la
palabra nos permite suponer que en el vocablo <anauk‘nás‘emálks‘a>, la última
parte, <-ks‘a>, correspondería al pronombre kǝşan= nosotros; kǝşǝn=
nuestro. De manera que, probablemente, el sintagma era, no anaukǝnahmal
kǝşǝn= nuestro Arribeño (Dios), nuestro Altísimo, idea europeizante que ya
hemos descartado, sino anaïkǝnahmal kǝşan, significando ―(El que) nos
arribeando‖, es decir, ―(el que está) arriba nuestro‖. Tal cual el significado, ya
visto, que creo haber demostrado para el teónimo Pemaukel, el Dios Supremo
de los onas, ―Aquél Arriba‖, a quien, no casualmente, Gusinde denominaba
―Aquél-allá-arriba‖ (ver Williams D., 2009 a). En cuanto al tercer sinónimo
dejado por Cual, anaukǝ‘nǝtǝn ahwǝ, en principio sería ―El que celestea arriba,
el arribeño del cielo‖.
En cuanto ahwa‘kǝnǝ, uno de los sinónimos de ―relámpago‖ documentado por
Casamiquela (1983: 60 Y 152), se parece llamativamente a <ahuēkna>, la
palabra para ―cielo‖, registrada por Hunziker (1864, en Outes, 1928: 275 y
sigs.) y a <ahoe><auh>= arriba, encima, superior, <ahoena>= cielo (Claraz,
1988: 152 y 155, voc. 663 y 451 y 664), <áuhü>, <áu‘hü>, <áujü>= arriba,
encima (Lehmann-Nitsche, en Malvestiti y Orden, 2014: 56 y 86),
‗aŭhǝ/‗ahuw/‗auha (Casamiquela, 1983: 129). De donde podríamos deducir
que, como en el caso de <ahuēkna>, <aohena>, la palabra ahwa‘kǝnǝ llevara
el sufijo –hna y se reconstituyera como ahwekna, significando ―luminoso,
iluminante‖, lo propio que su parófono para ―cielo‖ (ver nota al pie Nþ 242 de
este capítulo). Desde luego, auhǝ= cielo, arriba es un ejemplo de extensión
semántica desde la palabra del pK *auhǝ,412 que significaba ―luz, sol‖. Cf.
ahuakǝk= fuego, lit. ―luminoso, iluminador‖, portando el sufijo sustantivador –ek;
y áhuai= toldo- lit. ―luz, fuego‖.
Pero si ahwa‘kǝnǝ está correctamente escrita, la parte final -kǝnǝ no
correspondería al sufijo –hna/-kna, sino a la palabra del pK *kenǝ= luz, agua,
brote, emanación, flujo, brillo, etc. que vengo de mencionar en otra parte. Y
sería auhǝ kenǝ= luz, brillo, fuego, emanación, brote del cielo o de arriba-
231
Creo necesario hacer dos observaciones. La primera, que de ser correctas las
traducciones que deja Molina- ―Espíritu grande‖ y ―Espíritu bueno‖ se hallarían
invertidas la relación entre sustantivo y adjetivo, pues en GI la regla es que este
último suceda al primero.419 La segunda, que aunque -cual significaba ―alma,
aliento, espíritu‖ según Molina (también en p. 86), la palabra –hipotéticamente -
tal vez se pudiera referirse más bien al nombre del Alto Dios, que vemos era
*čəl para la tribu de Chulilaquin.
Además, no hay otra evidencia de que –cual signifique ―espíritu‖- salvo si nos
referimos al Alto Dios- pues ―alma/aliento/espíritu‖ se decía <sékel> según el
mismo Molina- palabra que Casamiquela (1983: 123) anota <sëqël>/<sëkël>
=alma, espíritu, sombra- y Milanesio (en De la Grasserie, 1906: 641) recoge
<kanuka>=alma. Aunque José María Cual, según Harrington (en Cuaderno de
Tapas Blandas, I: 104 y 166 en Casamiquela, 1988: 106) llamaba <yiwulua> al
espíritu… el parecido con <zual>/<shual> no me convence, y se asemeja más
a su equivalente araucano, álwe –en realidad uno de los estadíos por los que
pasa el espíritu al morir.
Tampoco la palabra maip = sombra, alma, figura, que es aónikenk y a la que ya
me he referido en relación con una entidad maligna, se asemeja a
<zual>/<shual>/<tsual>/<chual>. Sin embargo, es cierto que šəkəl podría
reconstruirse como *šə= luz+*kəl= brillo, luz, agua, brote, emanación, flujo,
surgimiento, pichón, cachorro, hijo – ver los topónimos Cholila, Chulilau
(Williams D, 2010 h, y en el segundo tomo de este libro), y el onomástico
Pichalao en el capítulo especial dedicado a caciques, brujos y otras
autoridades.
De donde podría aceptarse una variante šəhəl, de *šə + *həl, de igual
significado, y obviamente cognada con *čəl= Dios (Sol) de los protogënëna – el
–cual/-sual de los gënëna a këne, el -čəl de la tribu de Chulilaquin, y el čaueλi
de los poyas.- con *šəl= Sol (Dios) de los protoshelknam y con t‘ču:ȓ de los
aónikenk. Todos vocablos cognados con infinidad de otros en las lenguas ken,
entre ellos los hidrónimos Choele Choel, Cholila y Chalía- ver Williams D., 2008
d y 2010 h- y el lago llamado <Chali> en shelknam chan (Molina, Ms s.f.: 5).
Entonces, volvamos atrás. El propio Casamiquela (1988: 91 y 95) ha
relacionado, él también–y antes que yo- las palabras <Atgetzual>=el Gran
Espíritu de Hunziker (en Outes, op. cit.) y <Tukutsual>=Dios de Milanesio
(1898) –que corresponde parcialmente al <Dëpëtzual> citado por Molina para
el mismo autor (1915)420 -con el nombre de los <tachual>/<tachul>/<tachuwul>
y con <tchur> de Gardiner, el ―espíritu bueno‖ de los aónikenk que habitaba el
sol. No coincido con él, en cambio, en atribuir los segmentos <atge-> y <tukut->
de ambos nombres al tehuelche septentrinal atǝk = sierra, tierra. También
(Orden, 2012-2017: 34, nota 7) menciona la sospecha de que <Tukutzual> de
Milanesio pueda relacionarse con <tachuwal>.
Sin embargo, Claraz (1988: 149, vocablos 222-225) anota:
ate-kabahaihen
los protoken, ―el Hijo‖, que se convirtió en čeleule entre los patagones,
youlel/yotel –y, probablemente, šotel, como se verá- entre los aónikenk; y
yaulal/čəlil entre los gënëna a këne. Estudiaremos el tema en profunidad en los
capítulos 3 y 4.
Existe otro posible proto-dios de los pueblos ken: *šət, que aunque aún no lo
hemos analizado, podría formar parte de los mitónimos <Setebos> de los
patagones y še:čo de los aónikenk, de su cognado la palabra setȓeu=estrella
del AA, y formar parte del autónimo de los chechehet, que reconstruyo y dejo
aquí como un adelanto: *šət-*hətȓ= Sol-hijo(s), o ―Hijos del Sol‖ (ver el capítulo
dedicado a los gentilicios). Por empezar, *šət, no me quedan dudas, significaba
―brota, mana, surge, fluye, etc.‖ en pK.
Finalizando este apartado, creo interesante transcribir las conclusiones de
Lehmann-Nitsche (1938) sobre el tema, pues su resumen de las fuentes que
mencionan a Setebos es el primero que conozco, y muy completo, pero aclaro
que no coincido con sus conclusiones sobre el significado del -para él,
supuesto- mitónimo:
Insisto para dejarlo claro: citar a este autor no significa que coincida con estas
últimas conclusiones, que creo que carecen totalmente de asidero. En especial,
Setebos era claramente el nombre de la deidad a la cual Pablo, el malhadado
patagón así bautizado por los marinos, pedía ayuda, según se desprende de la
lectura del texto de Pigafetta.
Arms confirma:
Por otro lado, en este libro estoy demostrando que sí hubo adoración del sol,
aunque el mismo como Dios Supremo estaba en vías de ser olvidado,
reemplazado por otro dios, que, sin embargo, resulta ser, él mismo, un astro
luminoso, identificable en última instancia como el sol. Era nada menos que el
propio se:čo, que resulta ser equivalente al <Setebos> de Pigafetta, el mismo
<Tchur> de Gardiner... como demostraré, devenido nada menos que en el
héroe-dios elal.
Recuérdese que ya he mostrado cómo la Luna corresponde también a un ente
caído y malignizado, que era aXčəm entre los gënëna a këne, agsčen entre los
aónikenk y halpen entre los shelknam.
Al respecto agregaré otro testimonio, de la pluma de Moreno (Moreno E., 1979:
102-103), que menciona a un nativo ―hijo de la falda andina‖, que fue herido en
una ―tribu mestiza‖ en la cabeza por las balas de un amigo, ―…disparando tiros
a la luna para asustar al mal espíritu de la noche‖. No queda clara la parcialidad
a que pertenecía la tribu ni el amigo del nativo en cuestión, pero sí evidencia la
ambivalencia de sentimientos por parte de los aborígenes de nuestra Patagonia
para con el astro nocturno, oscilando entre respeto o amor por un lado, y miedo
por el otro, como en este caso.
Como se verá, entre los shelknam la importancia mitológica del astro nocturno
–llamado kȓé - era aún grande, y mantenía un papel relevante en tiempos
históricos, que se equipara al de tiempos prehistóricos entre los tehuelches,
243
šǝn˄n, ƚǝn˄n= lluvia > iašǝn˄nǝ, iaƚǝn˄nǝ= llover. 438 En relación con
uno de los ejemplos de Claraz.
‗paǐxen= cuchillo > japa‘xanǝ= desgarrando a cuchillo, acuchillar.
třǝmǝn= noche > jatřǝ‘mǝnǝ= anochecer, que es un adverbio, pero
aparentemente formado mediante la sustantivación funcional del verbo
´tʃǝt˄n/tʃ˄tan= granizo > jatʃ‘ǝ‘t˄nǝ= granizar.
jahahtřǝ=vivir > jahahtřamnǝ= estar vivo.
‗xǝmxǝm= sudor > ja xǝm‘xǝnǝ = sudar, sentir calor.
ɣǝlaȉna= tarde >jaɣǝlaȉnǝ= atardecer, hacer tarde.
kastřǝk (Casamiquela, 1983: 154), kahtrǝk= seco (José María y Colín
Cual, en Casamiquela, 2000 a: 91)> jakastřanǝ= secar.
atskǝ, jatskǝ=pie > jatsǝts‘kǝnǝ=pisar.
‗aušga=leche > janaušɣǝ=amamantar.
jats‘kǝnǝ= aceptar, agarrar; jatʃ‘kǝnǝ = agarrar; jatş‘kǝnǝ aceptar. En
donde ack/iack= pie, pero resulta ser derivado de una antigua palabra
del pGI que significaba ―mano, pie, extremidad del miembro‖, como se
deduce del número tsamack= 10, lit. ―dos manos‖, véase el capítulo
dedicado a los números de los pueblos ken en un próximo tomo. Se trata
de una palabra por lo demás cognada con la siguiente en esta
enumeración, pues ya he dicho páginas atrás y como veremos en un
capítulo especial en otro tomo, muchas palabras que denominan a
puntas, extremidades, miembros, brotes, son cognadas con otras que
significan ―luz, fuego, sol‖ e incluso ―agua‖, extensión semántica
mediante.
janats‘kǝnǝ, janatʃş‘kǝnǝ= encender en GI. Cf el ya estudiado
protovocablo *ačkǝ= sol, luz, fuego, brote, emanación, flujo, etc en pK.
jan‘kǝnǝ= correr
jaka‘nakǝ, jaka‘nanǝ=andar caminando
jaha‘manǝ= acercarse
jaƚǝƚ‘kǝnǝ= alcanzar, dar alcance
jataʃ‘kǝnǝ= amontonar, apilar
jawutSak‘tǝnǝ=apagar
jaɣǝmgan‘kǝnǝ=apilar
jatatS‘kǝnǝ=apilar
jats‘kǝnǝ, jatsak‘kanǝ= sacar, quitar.
248
Es decir que el sufijo en cuestión, cuya presencia justifico como sufijo típico –
no constante, y tal vez incluso arcaico- por hallarse ausente en las versiones
más modernas de la mayoría de las frases que portan el marcador verbal kǝtʃa,
podría en realidad tener como antecedente a un sufijo verbalizador
independiente del marcador verbal del presente y pretérito de la tercera
persona del singular kǝtʃa-.
Continuando con las fases lunares, viene al caso aquí el estudio de sus
nombres en AA, según Schmid (1910 a: 28):
También está documentado que los shelknam describían las fases lunares
(Beauvoir, 1915: 25, 47, 139):
ta:i = pieles
<ktai>449 para carpa
<taki>
(Lothrop) kto:olsə o
to:lsə = capa
<taki> en de guanaco o
ona del sud guanaquito.451
(mánekenk
) y halé en <hothl>=
ona del cuero
este
(Gallardo,
1910: 365)
<sour>/<so> =
hain= cuero o capa
ceremonia (Beauvoir)
iniciática
de los
shelknam,
y nombre
de la choza
ceremonial
(Chapman,
1986: 124)
Aóniken yáik/yaikǝ y variantes kau= toldo, kak/kake y kai = cuero,
áish casa variantes quillango
šo/šouȓ = cuero
cuero,
capa
Téushen maka/maha/ xuəi olx Šoka
hamonaka y variantes
(pero <se-ak><ze-ak> kaȓo
según D‘Orbigny y
<jach> según
Viedma)
Gënëna a ahuakək axuai əpək alehlək =
iájich =monte, cuero
palo, leña
ɣehtȓəX =
alan= quillango,
madera manto
(Hunziker)
Por otro lado, la palabra yaike= fuego y yaiken= campamento del AA y xauke=
fuego del SCh se forman de dos protopalabras en pK: *xaï= luz, y *kə, *kən=
brota, surge, mana. Se preguntará el lector de dónde obtengo la conclusión de
que xaï= luz es un término para ―luz‖. La respuesta es: del análisis de palabras
en que el nexo es la luz, como en AA aikue= ojo; haiken= ver, mirar (Beauvoir,
1915: 185); <wushkaye>= vamos a ver (Musters, 1873: 340);453 <cēyui>=
looking glass; <ceyui>, <gashaiceno>454 = spy-glass (Schmid, 1910 a: 25 y 27);
en SCh tenemos <aikén>/<ahaikén>/<kaiken>/<haikèn>/<kaisken>/<kaishken>
= ver, mirar, avistar, ojear, observar, saber, conocer, considerar; <thain>,
<haiken>, <kaiker>= saber,455 <kaikson>456= encandilar, deslumbrar (Beauvoir,
1915: 19, 20, 29, 35, 122, 142, 145, 154 y 160); xà:ki= encender el fuego en
SCh, según Viegas Barros (2005: 143).
Nos queda una de las palabras téushen para ―mar‖, que es <augu> (Malaspina
en Outes, 1913: 488 y 489), que –siempre que no se trate de la palabra
española ―agua‖, que pueda haber sido oída y repetida por los aborígenes- no
sólo podría ser recompuesta como hauhe/haue = lleno de agua, brota el agua,
sino que resultaría también cognada con las tehuelches septentrionales
ahuakək = fuego, ahuai = toldo –ver el cuadro precedente- y, lo adelanto,
ahuekna y variantes = arriba, cielo, agəhə y variantes = cabeza, y ahua‘kənə
(?) = relámpago, es decir, ―cielo-luz‖, ―luz del cielo‖.
En cuanto a las palabras para ―cuero‖ y ―quillango‖, resultan de interés, en SCh,
la palabra ta:i = pieles, relacionadas con uno de los sinónimos para toldo,
carpa, casa, es decir, <ktai/<ktay>/<taki> =; probablemente cognadas con el
AA kai = quillango.
Hay una palabra en Tsn antiguo que significa ―Sol, cielo, Dios, que fue recogida
por la expedición Malaspina como <kova> (Outes, 1913: 491). Si no se trata de
una mala transcripción de ko:ša= cielo en Tsn según Ameghino, es una palabra
a explorar en su posible relación con kaw= toldo en AA, a su vez como
sabemos relacionado con palabras que significan ―fuego‖ . Y, curiosamente,
―casa‖ en el mismo idioma Tsn y recogido por los mismos expedicionarios era
<cocha>, que si no es un préstamo del español ―casa‖, nos está mostrando que
era un vocablo tal vez cognado con el mencionado vocablo ko:ša= cielo, que es
ko:č en AA- y ―casa‖ sería en realidad ―fuego, humo‖.
254
―Una de las causas principales del error por que aciertos pueblos
no civilizados se les rehusa el sentimiento religioso , es la falta de
paciencia, de preparación especial y de observación metódica de
muchos viajeros y de Misioneros‖ (SIC, traduccón del francés en
Beauvoir, 1915: 219, citando a Albert Réville, en Religions des
peuples non civilisés)
Aunque no profundizaré sobre el tema por ahora, creo que, así como lo haré
con los dioses solares onas en otro capítulo de este libro, debe continuarse
esta línea de investigación en la cosmogonía y la lingüística de un pueblo no
ken, los káweshkar- tal vez mal llamados alcalufes.
Pues el nombre de su Alto Dios <Chólass> -que así escribe Gusinde (1951:
319) en su fonética alemana lo que seguramente ha de pronunciarse xolaš -
podría significar, como en el caso de los Altos Dioses tehuelches y onas, una
deidad solar. En efecto, xolaš pareciera cognado con los nombres kaweshkar
de elementos luminosos como <kollash>=estrella- <kolasc> para Borgatello
(1921: 123);457 <kalas>/<kala> y variantes=día, mañana; <ollai>/<ola>/<olei>=
fuego; y, tal vez, aunque más lejanamente, con <err>
<élaku>/<arrxaluk>/<arelok> y variantes=sol; <yakapes alok> y variantes= luna;
<alkuaku aluk>= mañana (vocabularios varios en Lehmann- Nitsche, 1921: 50,
51 y 55).
Comentaré que <Yakapes alok>= luna, sin dudas está compuesta de
<yakapetsh> y variantes= blanco (Beauvoir, 1921: 55) + <alok>= sol o luz- o
bien ver. Beauvoir mismo (p.55, nota 4) se da cuenta de ello y escribe con
respecto a la palbra <yakapetsh>= blanco, que es ―Componente de la palabra
que dice. Luna (yakapetsh arle) y que se traduce con: sol blanco, o más bien
astrón blanco, puesto que en varios idiomas primitivos de América, las palabras
para designar ya el sol, ya la luna, son idénticas‖.
Sin tomarme por ahora el trabajo de reconstruir la palabra original, pues son
demasiadas las variantes y no es esta etnia mi objeto de estudio, tomemos las
variantes más semejantes entre sí:
Por su parte, Canclini (2007: 62, trad. mía del inglés) dice sobre los alacalufes:
Espíritus a los que nombra a continuación, pero los dejaré para estudiar en otro
momento.
Respeto muchísimo las opiniones de los doctores Spegazzini e Hyades, que
contactaron directamente a los yámana, y la del Dr. Canclini, autor moderno
muy versado en temas patagónicos, pero he de disentir. Creo que no existe
pueblo en la Tierra que no haya creído en un Ser Superior, y estoy convencido
de que originalmente todas las etnias y culturas eran monoteístas.
La experiencia de la impresión de algunos observadores de que los tehuelches
y los onas no tenían una religión debe hacernos ser muy cuidadosos en esto:
en especial con los káweshkar, tan poco estudiados. Y en el caso de xolaš, su
evidente y ya analizada relación lingüística con la palabra ko٨aš= estrella no
me deja dudas de que ambos son la misma palabra, o cognados muy
cercanos, y de que era un dios luminoso.
El monoteísmo de las llamadas religiones modernas no es una evolución, sino
–cuando menos en muchos casos-una involución, una regresión al
pensamiento religioso antiguo. Y los múltiples dioses que pueblan los mitos de
tantos pueblos no son sino multiplicaciones de dicho Dios único y original -
fenómeno que no debe poco al tabú del nombre, en ocasiones combinado con
el préstamo de nombres y personalidades de dioses de otras etnias que entran
en contacto con el pueblo sujeto del estudio.
Si cuando se investiga no se hallan rastros aparentes de dicho Alto Dios único,
hay que insistir, profundizando tanto como se pueda en el examen no sólo
mitológico, sino también lingüístico, herramienta que, insisto, resulta ser más
importante de lo que actualmente se cree. Afirmación con la que procuro
reivindicar al tan vilipendiado F. Max Müller.
Si aún no se hallan evidencias, entonces hay que pensar que nos hemos
equivocado, o que la evolución cultural, con sus olvidos y sus ―fabulaciones de
relleno‖, ha borrado las huellas de dicho Ser Único. Pero nunca que no ha
existido el concepto de un Ser Superior, y tanto menos atribuir al ser humano la
falta de religión. Sólo la mentalidad llamada ―moderna‖ puede concebir un
mundo sin dioses…
256
sólo deducir excelentes datos con respecto a la lengua cuando estaba vital,
sino deducir aspectos que pertenecen a la lengua agonizante, que no se
podrían conocer sin dicha comparación. Es lo que ha hecho María Emilia
Orden (2012) con el gënëna a iájich en su excelente tesis doctoral, y lo que
resta por hacerse con las restantes lenguas tehuelches y onas. La propia
Orden reconoce en su capítulo V la situación de desgaste de la lengua GI de
los últimos hablantes de la misma, conclusión en la que Malvestitti y Fernández
Garay la apoyan (Prólogo, p. ii).
Con estas observaciones, doy por cerrado este primer capítulo.
258
―Acude luego a la mención de Virgilio para indicar que los diversos atributos
de un solo Dios deben ser considerados como otras tantas divinidades, de
donde se
deduciría que las divinas propiedades del Sol han dado nacimiento a los
dioses…‖
(Castellan, 1966: 70, comentando a Macrobio, Saturnales, Libro I)
De Setebos a taču:l
Contrariamente a la postura adoptada por numerosos pensadores e
investigadores- lo he dicho ya- estoy convencido de que no hay ni ha habido
pueblo que no tenga o haya tenido dioses. Cuando se ha creído que una
cultura no los tenía, ha resultado que, en realidad, los observadores de otra
cultura han sido incapaces de penetrar lo suficiente en las creencias de los
observados como para comprender, no ya tan sólo el concepto religioso, sino
con frecuencia ni siquiera el lenguaje de los últimos.
Cada cultura y cada idioma implica una concepción del mundo o
Weltanschauung diferente, y es difícil para los no iniciados llegar a comprender
la diferencia en dicha concepción que puede aportar cada una de las etnias y
lenguas. Tanto más lo será llegar a conocer el concepto de Dios que poseen
los integrantes de una cultura para los cuales hablar del tema con personas no
iniciadas implica romper un tabú, o cuando menos una falta de respeto para
con la Divinidad. En muchos casos tan sólo mencionar el nombre de Dios-o del
Diablo- es un sacrilegio, cuando menos en situaciones de la vida diaria. ―No
tomarás en vano el nombre de Dios‖ es un mandamiento común a muchas de
las parcialidades humanas.
Hemos visto ya que se atribuyó tanto a los tehuelches como a los onas el
hecho de carecer de religión. Hoy en día parece extraño, no ya sólo para los
investigadores, sino para cualquier lector medianamente informado, que ello
haya podido suceder. Un ejemplo muy actual del mismo problema es el de los
yámanas, a quienes no sólo autores modernos muy respetables-entre ellos,
Canclini (2007: 35)- sino aún personas que han pasado casi toda su vida entre
ellos – cf. los Bridges, padre (1998: 21) e hijo (2005: 77)- atribuyeron una
carencia del concepto de Dios o de preocupación por el mañana y la vida luego
259
1. creo que *čəlilə era el nombre de un arcaico Dios entre los precursores
de los chulila a këne;
2. el nombre de la etnia significaba ―gente de Chulila‖, como se ha
sostenido;
3. pero este nombre no correspondía al topónimo Cholila – que he
postulado antes (Williams D, 2010 h) que significaba ―Río Blanco‖, pero
que hoy creo significa simplemente ―fuente de agua‖, y por ello
denominó a dos lagos, los actuales Cholila y Colhué Huapi, y a dos ríos,
los actuales Chubut y Blanco chubutense;
4. sino que se aplicaba a un dios solar, y significaba ―fuente de luz‖;
5. que el nombre del cacique Chulilaquin también contenía el nombre de
dicho dios solar, como se verá, lo que es sólo una posible prueba de que
dicho cacique pertenecía a dicha etnia;
6. que resulta muy difícil distinguir a este Alto Dios del héroe solar Elal de
los aónikenk-pues éste parece ser no otro que el arcaico dios t‘čuȓ- y de
su versión maligna elel/čel de los gënëna a këne y de los mapuches
cisandinos, y sus alter egos –también malignos o benignos/malignos-
youlel/yotel/šotel/yeklən de los aónikenk, yaulal/čelil de los aónikenk y
čeleule de los patagones, pues éstos últimos son nombres que significan
―hijo(s)‖, siempre cognados con otros que significan ―luz‖, ―sol‖, ―agua‖,
que, como los hijos, son brotes desde un punto de vista analógico o de
la extensión semántica. Sí veremos cómo los últimos parecen ser los
hijos de los primeros, pero la delimitación entre unos y otros es difusa.
De manera que todo el mito de Elal el Hijo y los mitos sucedáneos
pueden ser simplemente un ejemplo de determinación del mito por la
palabra, en que el vocablo original que significaba ―luz, sol‖ podrían
haber dado origen a otros que significaban ―hijo, cría, criatura, pichón,
cachorro‖ (ver Williams, D 2008 k), y en consecuencia al mito de los
―hijos del Sol‖.
Ahora bien: ¿Cuál era el nombre que realmente pronunciaron los patagones?
Estoy de acuerdo con otros investigadores, entre ellos Casamiquela (2007: 35),
en que el nombre de Setebos guarda cierta semejanza con el de Séecho, el
dios creador- que es benigno, y no maligno como el Gualicho. No es una mala
interpretación. Pero desde que, como he dicho, ambos papeles –el del Maligno
y el Benigno- son intercambiables, en lo que se ha llamado un descenso del
dios, pero que considero que debe ser más bien denominado una dualidad, en
un paralelismo con Abraxas, el dios del bien y del mal de los gnósticos
basildeanos de Alejandría.
Entre quienes han investigado los mitos de los aborígenes patagónicos,
Casamiquela (1998: 237) ha expresado antes que yo esta idea: que, más que
un descenso, lo que courrió fue un desdoblamiento del Alto Dios. Sólo que,
creo, los patagones costeros del siglo XVI –y, en realidad, probablemente todos
los pueblos ken- no lo concebían desdoblado, sino como una única deidad
responsable de todo lo que ocurría en el mundo, sin necesidad de aclarar que
ello implica tanto lo malo como lo bueno.
Es por ello que D‘Orbigny (1999, II: 314), dueño de una sagacidad que dejaba
muy atrás los conceptos dominantes en su época, escribe, refiriéndose a los
patagones: ―Como ya lo he dicho, tienen una divinidad que castiga y
recompensa al mismo tiempo‖. Previamente, en efecto (p. 311), había hecho
referencia a que el <Achekenat-kanet> de los patagones – probablemente a
pronunciarse en francés ašəken a kané, y sin dudas correspondiente a agsčəm
a kənə, mitónimo en GI para el gualicho de los puelches y el huecuvú de los
aucas, era ―… sucesivamente genio del mal o genio del bien‖. Y luego (p. 315):
una verdadera dupla de hermanos mellizos- los famosos hermanos míticos. Tal
como Odín y Loki entre los antiguos escandinavos, o como Osiris y Seth en la
religión egipcia. Una dea ubicua en diversas culturas del mundo, siendo en
muchos casos uno de los hermanos el ―Benigno‖ y otro el ―Maligno‖.
Ya he sugerido –nota 55, complementaria con nota 180 en el Capítulo 1 de
esta obra- que, de acuerdo a pruebas mitológicas y lingüísticas, la palabra
―Diablo‖ y sus cognados indoeuropeos significan ―hijo de Dios‖, siendo su
probable étimo indoeuropeo algo así como *dyaeus-*bəʎa= Dios-hijo, ―hijo de
Dios‖… lo que, aunque a los oídos de los cristianos suene a blasfemia, lo haría
hermano de Jesús, el Hijo de Dios explícitamente reconocido. 461 Ampliaré la
idea en otro momento.
mana, surge, fluye, etc‖, y que *čə también significa ―luz, sol‖. Aunque creo que
el significado de la palabra es ―mana la luz, fuente de luz‖, no puedo decir con
certeza cuál de las dos palabras significa ―mana, surge, etc.‖ y cuál significa
―luz, sol‖.
Pero… creo que *šeteuoš es, no la misma palabra, sino un sinónimo casi
exacto, un vocablo secundario compuesto de la misma primera palabra *šət-/
*šətə- = surge, mana, brota, fluye, etc, pero correspondiendo la segunda, -uoš,
al pK *houř= luz. Este último vocablo resulta cognado, como veremos, con
muchas otras palabras en lenguas ken, como el Tsn <hó-orr> = agua (Outes,
1905: 250); y en SCh oȓ/hoȓ= río, y topónimo del Río Grande de Tierra del
Fuego; weř y variantes = espuma, mana, brota; wič y variantes= claridad;
etc.462 Veremos más en un próximo capítulo de otro tomo.
Todo explicable mediante mecanismos de extensión semántica y de difusión
lexical, que trascienden las limitadas y limitantes reglas fonéticas de la
Lingüística Histórico-Comparada, que supone que los lenguajes se comportan
de forma diferente que otras funciones cognitivas, lo cual lleva a postular
étimos que terminan por ser, ellos mismos, una etimología popular. Pecado
este último, no me cansaré de decirlo, del que nadie, ni el lingüista más eximio,
se halla exento. Tanto menos, desde ya, el autor de estas líneas.
Volviendo al Alto Dios en cuestión, para explicarme con respecto a la dualidad
original del mismo, vamos a repasar algunos conceptos con respecto a otra
entidad: se trata del ya mencionado enano <Táchwūwl> o <Táchual>. Es un
mito de los gënëna a këne recogido por Harrington (Cuaderno de tapas
blandas, II: 84, en Casamiquela, 1988: 92). Trata de un enano que en los
cañadones trabajaba las piedras para hacer los gotel o tȓawil, un tipo de bola
de piedra dura, azulada, con glifo ecuatorial, que los tehuelches históricos
parecen haber sido incapaces de fabricar, como lo denota Musters (1871: 166):
Es decir, dice no saber a qué etnia atribuir el mito original, pero no duda
específicamente de que fuera tehuelche meridional.
Desde ya diré que, mediante análisis lingüísticos y mitológicos, la identificación
de la palabra y del mito como de origen aónikenk no da lugar a ninguna duda,
pero bien puede también pertenecer al pasado mítico de los gënëna a këne, y
aún de los misteriosos poyas lacustres de los siglos XVI y XVII.
Profundizaremos en el estudio esta entidad en los próximos párrafos, y
veremos como en realidad es un nombre y una entidad mucho más antigua y
más importante, de un muy arcaico origen protoken.
Gardiner (1842, en Apéndice 4 del libro de Coans, 2007: 252) dice que:
Y dice en 1985:
―Aunque está lejos hoy de ser una alta figura del panteñn
tehuelche, no sería el suyo el primer caso de descenso de figuras
de alta jerarquía producido en pocos siglos‖.
Es asombroso: pienso que ni el propio autor del párrafo precedente sabía cuán
cerca estuvo de la verdad. Pues, lo veremos, *t‘ču:ř es –mejor dicho, fue- una
altísima figura del panteón protoken, en realidad, el mismísimo Dios-Sol, que
descendió, efectivamente ―en pocos siglos‖, pero que se desdobló, y se
mantuvo en las alturas bajo un apelativo, algo que tampoco yo sospechaba
antes de comenzar este trabajo.
En un tercer trabajo, Casamiquela (en Filkenstein y Novella, 2005; 143) dice:
Asociación que reitera en 1988 (p. 192, nota al pie). Recordemos que la
palabra no era desconocida para los gënëna a këne, que, aunque la
reconocían –explícitamente- como de origen aónikenk, la utilizaban, como lo
documenta Claraz con su <yaulal> (1988: 71).
En resumen, creo que la palabra <chélil> nada tendría que ver con la idea de
―girar‖ que sostuvo Casamiquela, así como, tampoco, ninguno de los demás
nombres del Gualicho son pasibles de ser traducidos como ―la giradora‖, como
dice en su teoría central sobre el ente. Veremos más fundamentos al estudiar
el nombre del héroe Elal.
El nombre reconstruido del Dios Supremo protoken quedaría entonces, lo
reitero, como *t‘čǝ:ř- étimo directo del dios t‘ču:ř de los aónikenk, pero también
de sus cognados en las otras lenguas ken. Nunca insistiré bastante en que se
trata de una versión ideal, una protopalabra que surge del análisis de todas las
variantes conocidas, pero con las protopalabras, como con los mitos, no existe
una versión ―correcta‖, sino que las mismas se modifican con el momento
evolutivo de la protolengua en estudio. Reitero también que la ―r‖ final es
fricativa, como la del norte de nuestro país, o como la del interior de la
Patagonia. Intente el lector pronunciar el nombre: t‘čǝ:ř... la fonética resulta casi
idéntica a la de <Setebos> pronunciado a la española: šeteboš y las formas
que he deducido de ella: šeteuoš/šeteuš/šétu:š. Así, una primera impresión
sería la de que tal vez <Setebos> sea sólo una variante de *t‘čǝ:ř. Véase el
paralelismo entre ambos nombres
t / ‟ / č / ǝ: / ř
š/ e / te / bo / š
capitán King hacia los años 1830. Y absolutamente poco confiable es el tardío
testimonio, supuestamente documentado en pleno siglo XX, de Berta Koessler-
Ilg (2000: 45-48 y 141-142).
En efecto, no puede tenerse en cuenta la versión <Zebethos> de Thevet (1575:
906), que la incluye en una frase, ―Zebethos, Zebethos o zadel‖, que traduce
como ―Ayuda, ayuda, mis amigos‖ – en traducción mía, a su vez, del francés- y
que pone en boca de una patagón capturado por una nave española que
supuestamente habría visitado una poco creíble costa patagónica en 1548 ó
1558, Thevet no es coherente ni siquiera en la fecha en su enrevesado texto.
He escrito un libro sobre dicha obra de Thevet, que permanece inédito
(Williams D, 2012 c, Ms.), y creo recomendable a los lingüistas que analicen
todo lo escrito por el cosmógrafo francés sobre el Río de la Plata y la Patagonia
y no sólo sus vocablos teóricamente rioplatense-patagónicos, tomados, con
algunas modificaciones, de la obra de Pigafetta o inventados por él a partir de
la única lengua aborigen sudamericana a la que realmente llegó a conocer, la
tupi.471
En otra obra, Thevet (1584: 656-657) coloca, no ya a <Zebethos>, sino al dios
Setebos como deidad de un cacique rioplatense llamado Paracoussi, que es,
como he dicho en el libro mencionado, ―… un ejemplo de clásico personaje
thevetiano, que aglutina en su persona las características de representantes de
varias etnias diferentes‖. Los detalles pueden leerse en mi manuscrito, pero
sépase que el nombre del cacique pertenece a la lengua timucua, de la
península de Tampa, en Florida, y, aunque se trata de un personaje histórico,
jefe de la tribu de los Mocosos en el siglo XVI, su supuesto nombre no sería tal,
sino la palabra timucua para ―cacique, jefe‖. La vestimenta del personaje como
Thevet lo describe y lo dibuja en el retrato es una combinación de ornamentos
y ropas de los tupis, de los patagones y de los nativos norteamericanos, lo
propio que sus costumbres, combinadas con otras charrúas, dudosamente
querandíes (Williams D., 2012 b y 2020). El nombre dios Setebos es
seguramente tomado del relato de Pigafetta, que Thevet conocía muy bien, y
hasta poseía un ejemplar de su libro, todo subrayado y sobreescrito
(Lestringant, 1991: 101).
En cuanto a <Setevo>/<Setevos>/< Setebos> de la obra de Koessler-Ilg (2000:
45-48 y 141 y 142), que refiere haber oído el nombre sólo ―dos veces, en
narraciones de indígenas muy ancianos‖, uno de ellos, supuestamente, Alfredo
Namuncurá, nieto de Calfucurá, y por lo tanto de origen vorogano. Coincido con
Casamiquela (1988: 94) en que ―toda su obra es sospechosa de plagio y/o
tergiversaciñn‖. El autor dedica un trabajo especial al tema en otra obra
(Casamiquela, en en Quintulaf y Reyes Sosa, 1992: 26, nota 63) advierte que
su trabajo debe leerse ―con cuidado‖. En una tercera obra (Casamiquela y
Aloia, 2007: 13 y 223) agrega: ―Inutilizables, hasta que una revisión total del
texto permita rehabilitarlos parcialmente, los libros de Koessler (1954; 1962),
para los que he denunciado delito de plagio (Casamiquela, 1991) […] he
demostrado en otra parte (Casamiquela, 1991) que sus textos, puestos en boca
de distintos infoirmantes nuequinos, son en mayor medida falsos, imaginados
por ella, y, lo que es peor, en algunos casos directamente plagiados‖.472 Para
ser honesto, el conocimiento que poseo de la mitología mapuche no me
alcanza para decidir sobre ―toda la obra‖, pero sí sobre parte de ella. Tampoco
la citaré más, aunque ella tenga también sus <chauülli>473 y variantes y su
<shechü>,474 que creo toma de lecturas de otros autores. Para concordar
269
―Antes de partir, el jefe, cuyo nombre era Cheleule, dirigió una corta
conferencia a sus súbditos, que de inmediato le respondieron en una
especie de coro o himno devocional, en el cual repitieron la palabra
Setedos [SIC, N. T.], señalando a la vez al cielo con aparente gran
fervoro y reverencia. Terminada la ceremonia, todos remaron hacia la
costa, y se recogieron en sus tiendas en la aldea, que estaba a unos
tres cuartos de milla de la nave‖.
Terribles como fueron los embustes de Morrell, inspiraron a los miembros del
American Board of Commissiomers for Foreign Missions a enviar a los
misioneros Titus Coan y William Arms a la Patagonia. Aunque su misión
fracasó en poco tiempo, dejaron escritos, ahora sí, muy verosímiles sobre los
tehuelches meridionales.
Retomando la idea, por un lado, esta casi total ausencia del nombre de
Setebos en crónicas posteriores ha de deberse a que el nombre era de
pronunciación realmente muy difícil, y fue escrita por Pigafetta y Fletcher de la
mejor manera que pudieron, especialmente en el caso del primero, un italiano
que tenía que representar los sonidos en español -como lo hizo en la mayor
parte de los términos que recogió, auque algunos son evidentemente
transcriptos con grafía italiana (véase Viegas Barros, 1991 a)- lo que pudo
motivar que nadie más, salvo tal vez Fletcher con su <Settaboth>, lo oyera de
tal forma.
Por otro lado, en la desaparición de Setebos ha de haber influido el descenso
de Alto Dios al que se asistió entre 1520 y la primera mitad del siglo XX. Fueron
cuatrocientos años, al final de los cuales el Dios principal al que se invocaba y
se temía había bajado de categoría, y ya era sólo un antepasado desaparecido
de la raza humana para los aónikenk, o un espíritu travieso que moraba en los
cañadones para los gënëna a këne, fabricando trawiles. Antes de eso, lo
270
vemos aún brillar tenuemente hasta el siglo XIX, bajo el nombre de <Tchur> en
los datos recogidos por Gardiner entre los aónikenk, pero ni siquiera es tal su
nombre principal, quedando desplazado por el de <Kek-a-ōnke> – keokenk, el
habitante del Sol, o su hijo. Lo que confirma lo dicho: el <Tchur> de Gardiner
era el Dios-Sol.
Por último, arriesgaré algunas etimologías para el nombre t‘ču:ř:
Además, como dije, existe semejanza fonética entre el nombre del mítico ente
maligno de los onas, <Shoort>/<Ksoorte> y variantes- fonéticamente, šo:ȓt- con
el de *t‘čǝ:ř– e incluso con el de <Seecho>. El papel de šo:ȓt como esposo de
halpen – un ser lunar, como se ha visto y confirmaremos en un capítulo de un
próximo tomo- entre otras cosas favorece la identificación de šo:ȓt con el Sol
que postulara Chapman (1986: 223). Lo que permite suponer que todos son
nombres cognados del mismo dios protochon – incluso protoken si se incluye la
forma <Chauelli> y variantes de los poyas, las palabras <-chua>, <-zual>, <-
tsual><-tzoal>, sufijo de nombres compuestos del Dios Supremo de los gënëna
a këne, y <-chel>, sufijo de aquel de los integrantes de la tribu de Chulilaquin,
que estudiaremos en el capítulo que sigue, muy probable el mismo čel de los
mapuches cisandinos. Apoyan la idea el hecho de ser <Tchur> habitante del
Sol y su nombre principal, <kek-a-once>.
Durante un tiempo usé en mis escritos, y lo publiqué al menos en una ocasión–
cf. ¿Qué significa Choele Choel?, en Tela de Rayón, 18 y 25 de abril de 2008-
un vocablo que parecía apoyar la idea de que t‘ču:ř significa ―luminoso,
brillante‖, que era la palabra aónikenk que recogiera Ibar Sierra (1945, en
Argentina Austral, 1984, 3: 188), <tchōerre> = blanco. Basé en ella una teoría
que luego, por análisis lingüístico-mitológico, resultó ser cierta, la de que *čalə
y variantes= luz en protoken, y también significa ―agua‖ por extensión
semántica. Pero dicha palabra <tchōerre> resultó ser un vocablo fantasma,
creado por un error de impresión, pues en la primera edición de Ibar Sierra
(1878: 623), de la que obtuve un ejemplar en el año 2010, resulta que no existe
tal palabra, sino que corresponde a <tchōcre>= botas, muy conocida ya por
otros vocabularios. Al reeditarse parcialmente el escrito de Ibar Sierra en
Argentina Austral en 1945 y luego en 1984, las líneas de correspondencias
entre vocablos castellanos y sus traducciones tehuelches se corrieron. Y lo
271
evidente que puede tratarse tanto de ta٨u٨i, el esposo de agsčən, como šoř su
padre. También me impresiona significativa la semejanza con el nombre del
espíritu del hain ona, šo:rt, šñ:rtkain y variantes. Repasemos:
Mitos aónikenk
t‘ču:ř, dios solar caído, identificable con Elal, el esposo de t‘elux el
Lucero y diosa lunar olvidada
ta٨wuʎi, esposo de agsčem, demonio nocturno, también identificable
con la Luna
šoȓ, el Tiempo -en realidad, probablemente, *t‘ču:ř, el Sol o Día- esposo
de <Tons>, la Oscuridad- <Tens>, según C. Carminatti y A. M. de Yebes
t'e:nsen (Suárez, en Fernández Garay y Hernández, 2006), que
llamaban so:r al año.
Mitos shelknam
šo:ȓt, identificable con el dios protoshelknam *šəl= Luz (el Sol), era el
esposo de halpen, diosa lunar caída. Creo que šñ:ȓt podría ser cognado
con el vocablo del SCh <chálèt>/<chálete> = llama (Beauvoir, 1915: 24 y
139), es decir, čalet/čaletə, aglutinación de las palabras protoken *čal=
luz + *wət= mana, brota, surge, fluye478- cf. čolwətelin= llamarada, de
čolwet= llama + xélien= brillante; <chalveteton> (Beauvoir), de čalwet=
llama + toxon= grande, gigante, como viéramos en sendas notas en el
Capítulo 1 de este libro.
š o: ř t
ĉa l et
En donde la diferencia principal radica en el sonido ―ř‖, reeplazado por ―l‖, algo
muy frecuente en las lenguas ken. Desde luego, aunque čalet significa ―llama‖,
su significado último es ―brota la luz, fuente de luz‖, y tal es la etimología que
he postulado para šñ:ȓt en el capítulo 1 de este libro.
Pero lo que importa en este momento es que šo:ȓt y su posible étimo *šoȓ-wət=
luz brilla(nte), se traduce tal cual como he traducido ya al nombre de *t‘čǝ:ř y su
postulado étimo *čə-houř= luz brilla(nte). Que resulta ser muy probablemente
cognado con el -tȝual de los gënëna a këne y del –čel de la tribu de Chulilaquin-
que vimos que es, a pesar de su aspecto de vocablo primario, un vocablo
secundario formado por los vocablos *čə-xəl= luz- brota- étimo del vocablo pK
*čəl= luz, fuego, sol, agua, etc
Estoy convencido, además, de la relación de šoř, el mitónimo en AA que
denominaba al Tiempo, con las palabras para ―año‖ y ―verano‖ en el mismo
idioma. En el Tsn de D‘Orbigny (1999, II: 319), el año, de 12 meses de
duración, era <sura>, y, en el de Carlos Ameghino, <zoorra> = verano. En AA,
Lista (1998, 2: 148, 169 y 176) anota <sorr> = año, <zñrk‘n> = verano; Moreno
(1997: 398 y 412) documenta< zorr> para ambos significados; Beauvoir (1998
a: 10 y 12) deja <shor> = año (verano en) y <zorh> = verano. Otras variantes
documentadas, también en AA, son <soorken> (Cox), <zoorre> (Ameghino), y
<torr>/<sñôrkin>/<zñrk‘n> (Lehmann- Nitsche) –todos fide Lehmann-Nitche
(1914: 253). Leeremos algo más sobre el tema al estudiar las estaciones del
año, pero adelantaré que le atribuyo el mismo significado que al nombre de
t‘ču:ř, ―blanco, claro, luminoso, brillante, sereno, despejado‖, pues éstas son
273
c. las palabras *čal/čǝl= luz, agua (pK); tehluš= planeta o estrella (SCh);
tilř y variantes= estrella (SCh); <dalas>= estrella (Mnk);481 <téloe>=
estrella (Tsn) y multitud de palabas cognadas. En cambio, la palabra
<terrke> y variantes= estrella en AA vendría de la aglutinación de la
misma palabra *čǝl, – a su vez ella también secundaria o aglutinada,
como vimos- con el ubicuo sufijo pK *kə/*hə/*wə= mana, brota, surge,
fluye, etc.
a. los dioses <Setebos> (Patagón costero del siglo XVI) y se:čo (AA).
Resulta muy difícil decir cuál fue el nombre original del antiguo Dios Solar de
los pueblos ken: *čelxouř o *šethouř, pues algunos de los mitónimos de ellos
derivados podrían derivar de cualquiera de los dos, como talwuʎi y t‘‘ču:ř. Es
que en la génesis de todos estos nombres implica complejos mecanismos de
modificaciones fonéticas, entre ellos la difusión lexemática, y de etimología
popular aborigen, responsable de numerosas transformaciones de vocablos,
que la hubo en estas lenguas, como en todas las culturas, todos los sitios y
todas las épocas. Un caso especial de transformación de la lengua para
adecuarla a la etimología popular.
Sobre la aparente identidad del antiguo dios solar t‟ču:ř con la princesa
lunar-astral t‟elux
Volviendo al cronista galés Hughes, el mismo sabía de la existencia de t‘elux,
la otra hija del Sol y la Luna, y que era la esposa de Elal – a quien denomina
<Helal>- pero desconocía el nombre de ella, y les adjudicaba a los tehuelches
ser los descendientes de la unión de la pareja. Lo mismo dice Schmid (1964:
50): ―Allí supe que entre los patagones existe la creencia en un Ser Supremo,
al que llaman Hela, y está casado con la hija del sol‖, quien es, obviamente,
nuestra t‘elux. De donde surge que Elal y t‘elux eran también, como t‘ču:ř,
considerados antepasados por los aónikenk, algo explícitamente documentado,
entre otros, por Wolf (1922-1923, en Hernández, 1992: 134), en cuya versión
no había tales hijas del Sol y la Luna, sino que eran ambas esposas del Sol, la
una tehuelche, la otra ona, siendo <Airá-un>el nombre de esta última.
Y aquí conviene recordar el vocablo <Terroch>=luna que recogió Viedma (1781
en De Angelis, 1974, VIII B: 817) en un idioma que hoy se clasifica como
téushen, palabra que Ameghino anota <Teruch>, la misma que <Teroutz> en el
―tehuelche‖ de Cox (todo fide Lehmann- Nitsche, op. cit), de un original que
pudo ser *teř-wəč, que me recuerda tanto a *t‘ču:ř como a t‘élux; al nombre de
la noche, <Ternsh>/<Tons>; y a la palabra <Terken>= estrella.
Hemos visto también que, según Lucas Bridges (2005: 424) los onas
distinguían perfectamente a los planetas de las estrellas, pero les daban a
ambos cuerpos celestes el mismo nombre: tehluš, forma muy semejante a
estas palabras, y, claro, al nombre t‘elux. He dicho ya que creo que dichas
palabras derivan de un posible pCh *čǝl-houř= Luz Brillante. Lo propio que el
nombre de la luna en Tsn y en el tehuelche de Cox,
<Terroch>/<Teruch>/<Teroutz>- que recompongo como teř-wəč, a reconocer
una posible variante, teř-wəř- no por casualidad, como se verá, el nombre de la
abuela de Elal, <Ter-wer> y variantes. Cuyo nombre no significaba
originalmente ―ratón‖ o ―cururo‖, sino que, evidentemente, nombraba a un ser
luminoso, más específicamente lunar: la abuela del héroe solar Elal.
Por otro lado, ambas segundas partes de las palabras en cuestión, *-wəř y *-
wəč= brillo, brillante, resultan cognadas con otras como el SCh wič = claridad
de la noche, weřen= hervir, weyen= brotar, weř= espuma (Beauvoir); con el AA
wetše= la blanca claridad que anuncia el fin de la noche (Llarás Samitier); con
el GI wətř= hervir- y, aparentemente, también ―brotar, manar, surgir, etc.‖; y con
el pCh *hoř= miembro, extremidad, dedo, diente (ver los capítulos dedicados a
las puntas y extremidades y la Comparación Gramatical).492
Además, he señalado la evidente relación entre t‘elux y las demás palabras
para ―estrellas‖: <terke>, <terken> y variantes. La semejanza es mayor en los
nombres para ellas en dos lenguas afines, las onas. En efecto, en SCh,
<tel>/<til‘lr> (Beauvoir, 2005: 80). <t‘ell> (Lehmann-Nische), y <tellu> = estrella
278
forma femenina, la Luna, la guardiana del portal del mundo de los muertos, sea
una variante de setebos... y por lo tanto de t‘ču:ř.
Además, insisto en traer a colación el nombre téushen de la luna,
<Terroch>/<Teruch>/<Teroutz>. La forma ideal que rescato de estas versiones
es teřwəč. Si analizamos con cuidado esta palabra, y la comparamos con el
nombre de t‘ču:ř, veremos este resultado:
t / e / ř / wə / č
t / „ / č / u: / ř
t„ /e / l /u /x <Téluj>
t /„ / č /u /ř <Tchur>
280
š / e / te / u / š <Setebos>
s / e: / č / o <Seecho>
poder máximo: ocuparían así el lugar de sus padres. Esta unidad de ambos
seres luminosos es la misma que se ha sugerido sobre el Sol y la Luna... que
vez son también identificados con t‘ču:ř y t‘elux. No es un error, así, identificar
a su vez a ambos con se:čo, pues este dios es, en diferentes versiones y
momentos del mito, alternativamente un ser solar masculino o un ser lunar
femenino.
En el estudio de los mitos tehuelches y onas, he llegado a la conclusión de que,
con frecuencia –si no siempre- los entes míticos que son pareja, amantes,
esposos, etc., no son en realidad más que desdoblamientos o alter egos de
una misma entidad original. Es lo que creo que ocurre en el caso de t‘ču:ř y de
su esposa t‘elux.
Eliade (1971: 32 y 118) ha llegado a una conclusión semejante estudiando a
los ngadjú dayak de Borneo:
―Puede afirmarse que, para los dayak, cada forma divina contiene
a su contrario en la misma medida en que se contiene a sí misma:
Mahatala también es su propia esposa y vice versa, la culebra de
agua también es el cálao y viceversa [...] ―...para los indonesios, la
síntesis de las polaridades, el ‗tercer término‘, aunque es una
nueva creación con respecto al estadío anterior, el antagonismo
polar, es a su vez una regresión, una vuelta a la situación
primordial, cuando los contrarios coexistían en una totalidad no
diferenciada‖.
No coincido con este último autor, pero, antes que yo, es el propio Eliade quien
difiere con Baumann, y lo sigo en su idea de que la indiferenciación sexual de
los dioses es el estadío original, luego viene una segunda etapa de
diferenciación, que por ciclos vuelve a su estadío original, en la unión sexual de
ambos dioses. Es lo que ocurre cuando Elal se une a t‘elux: allí alcanza el
héroe solar su máximo poder, divinizándose, y puede así abandonar a su
esposa luego del acto sexual. De ser t‘elux la hija el Sol y de la Luna-nada
menos- pasó a ser la esposa deshechada por el nuevo Dios. En nuestra
concepción, como veremos, ella intentaría a su vez recobrar el poder,
entregándoselo a su hijo, con el cual habría cometido incesto. Esta habría sido,
creo, la causa de que Elal los transformara en animales marinos. Es decir,
simbólicamente, los habría matado: tanto la transformación definitiva en otro
ser como el hecho de haberlos enviado al mar son símbolos de la muerte.
Estudiaremos algo más sobre el incesto en los mitos tehuelches al analizar
este mito de transformación de t‘elux y de su hijo. Un hijo que, no casualmente
se llamaba keʎel, nombre cognado con el SCh klal= hijo, pero también pasible
de ser recompuesto como derivando de un antiguo pK *xel-xel= luz- brillo…
una vez más, resulta muy difícil separar a aquellos vocablos que denominan a
los hijos, la cría, la progenie, los cachorros o pichones, de otros que denominan
282
Molina (1967: 102 y 103), quien anota <A:irrekal> = alokulup- es decir, alacaluf-
y que atribuye al téushen y al mécharnwen, respectivamente, los sinónimos
<Awërwërkencho:nk> y <wa:ikërochonk>.
Hago notar que, en SCh, uno de los sinónimos para ―hermanos‖ era <heirr>
(Beauvoir, 1915: 29 y 134), palabra muy semejante a uno de los sinónimos
aónikenk de igual significado, <ash‘ari> (Moreno, 1997: 407) – que podría ser
incluso uš heiř = nuestros hermanos-no olvidar la ―r‖ fricativa, en estos idiomas
las palabras que nombran a los parientes y amigos496, las partes del cuerpo, y
otros términos que implican una muy íntima pertenencia no pueden ser
separadas del pronombre posesivo. Aunque generalmente éste era en
pronombre posesivo de primera persona del singular, no el del plural.
Es interesante tener en cuenta el testimonio del mismo Beauvoir (1915: 199),
entre otros, que escribe que los onas recordaban haber venido desde el
continente, a través del estrecho, que se suma al de Hughes ya mencionado,
en que los tehuelches reconocían en los onas un origen común con ellos.
Es decir que el nombre de <Airaa> pudo significar simplemente ―hermana‖, y el
gentilicio que les aplicaban a sus vecinos del otro lado del estrecho pudo no ser
otra cosa que ―hermanos‖. Con el transcurso de los siglos, como suele ocurrir,
se habrá ido perdiendo el sentido de la palabra, hasta transformarse en un
término peyorativo, que los onas aplicaron a su vez a los alacalufes. Por otra
parte, los alakalufes decían <arri>/<ar‘re>/<yeri> por ―hermano‖ y <uâri> por
―hermano menor‖ (Spegazzini, 1882, I: 46, en Lehmann-Nitsche, 1921: 60), lo
que podría implicar un préstamo del pCh o del SCh al alakaluf o viceversa, o
tratarse de una convergencia casual. No descarto, sin embargo, que se tratara
de un gentilicio autoaplicado por ellos mismos, como veremos al estudiar los
significados de los nombres de las etnias patagónicas. Por otro lado, al estudiar
los términos de parentesco en las lenguas ken haré referencia a un posible
étimo para la palabra <heirr>= hermanos en SCh, que tendría que ver con
vocablos como <yourká>=·hermanos, <yorek>= hermano mayor, mis hermanos
mayores (Beauvoir, 1915: 75 y 134), coincidente con <orek> = hermano mayor
de Tonelli497 (1926 D, apartado La tribu y la parentela). Todos se relacionarían
en última instancia con el vocablo pK *houř= luz, agua, pero también ―flujo,
emanación, surgimiento, brote, nacimiento, etc.‖. Lo propio ocurriría con varios
vocablos indoeuropeos que significan ―hermano‖- incluso la lingüística ortodoxa
acepta que este vocablo del castellano y cognados son a su vez cognados con
vocablos como ―germen‖, ―germinar‖, etc.
Por otro lado, debe tenerse sumo cuidado con muchos de los vocablos
supuestamente tehuelches recogidos por Moreno, pues uno de sus guías y
probable informante sobre el idioma era Chesko o Juan Caballero, un ona que
vivía con los tehuelches. La mencionada palabra <ash‘ari>, es una de las
sospechosas de ser términos fueguinos en la lista de Moreno, como claramente
observa Viegas Barros498 (1999: 6). Además, como notara Cooper (1946: 132),
es interesante recordar que un posible informante de Ramón Lista, que viajó en
una ocasión con Moreno, era un guáicaro, un brujo o curandero conocido como
―el Dr. Enrique‖ o ―Enrique el Fueguino‖, a quien dedica el artículo
Lamentaciones del último guáicaro, que publicara en el diario La Nación el 9 de
abril de 1895 (reproducido en Lista, 1998, II: 249-253).
Por otra parte, creo que los <key-yus> de Falkner eran los mismos que los
<Ai‘rhe> de Lista, los <Irey> de Gardiner (1842 en Coan, 2007: 252), los
<Aérre> de Spegazzini (1884: 226), los <aawrwur> de otros. Basta suponer la
284
Como notara Casamiquela (1988: 82; 1998: 180 y 181; 2000: 142) <Geylum>
parece corresponder a la palabra <ieklon</<yikelum>, que nombra a ciertos
duendes míticos que constituyen una de las formas del gualicho. Pero este
autor (p.86) cree que la ―k‖ está omitida por error en la obra de Musters, ―si se
acepta que escribía de memoria al final de la jornada (y no en todas)‖.
No coincido: se trata, creo, más bien de una variante de la palabra, que se
mantuvo, entre otros términos, en la palabra del AA <eluwn>= avestruz joven
según Schmid (1910 a: 23), y <élue>=pichón de avestruz (chara), según
Ameghino (en Lehmann- Nitsche, 1914: 265) y Escalada (1949: 195), palabra
que en Tsn recogiera D‘Orbigny (1999, II: 319) como <ilhui> = avestruz patudo.
Es un vocablo cognado probablemente con la palabra ykalum= hijo- aquí sí,
con ―k‖- pero cuyo significado original era ―pichón, cachorro, cría, chara, etc.‖
(ver más adelante), conservado en la primera parte del nombre del
<Ellëngassën> de los gënëna a këne- es decir, el eλəngašen-como se verá.
Volviendo a Casamiquela, él interpreta que <Geylum> ha de pronunciarse
yeilon o yilon. Coincido en la pronunciación de la ―g‖ inicial ―a la inglesa‖, pero
en mi opinión, la pronunciación correcta sería yeiləm, pues así suena la ―u‖
inglesa en tal ubicación.
El vocablo incluye el pronombre posesivo y-, apócope de ya = mi, mío, que era
frecuente agregar al referirse a términos de parentesco, en este caso
significando ―mi pichón, mi cría, mi cachorro‖, pero que debe traducirse en
forma no literal como ―pichón, cría, cachorro‖.501
Insisto: creo que la palabra es en realidad yelu:n = (mi) pichón, (mi) cría, (mi)
cachorro, como veremos –y fundamentaré- al estudiar al nombre del elǝngašǝn
y el del héroe-dios Elal y/o de su/s hijo/s, en general demonizados. La forma
con ―k‖ es simplemente una variante de la palabra, y era menos común para la
época en que comenzaron los registros escritos. Ya había sufrido una variación
semántica, del significado de ―(mi) hijo‖ al de ―(mi) pichón, cría, cachorro‖ (ver
Williams D., 2008 k). Desde luego, esto implica que discuerdo también con
Casamiquela en atribuir a los dos últimos fonemas de la palabra
<ieklon</<yikelum> el corresponder al sufijo feminizante –on del AA. Pues
yeklǝn/yekalǝm= (mi) hijo es masculino, requiriendo de la adición del sufijo en
cuestión para feminizarse en el sustantivo marcado yekalǝmon= (mi) hija.
Un testimonio interesante es el de Schmid (1964: 53):
la Sierra del Cocodrilo de Gastre, pero desde afuera, sin haber ingresado
(Williams D., 2009 b). Sólo diré que según me refiriera un informante, Diego
Varela, de Trelew, Chubut, que siempre ha trabajado en los campos
patagónicos, y según se lee en documentos varios, aquél que entra a una
salamanca debe entregar el alma de otra persona, quien morirá en poco
tiempo, o perderá sus propias vida y alma. Según Paillalef (en G. Álvarez,
1963: 637), al menos entre aborígenes neuquinos, el visitante puede
reemplazar esta entrega con el sacrificio de su mejor caballo o sangrías
periódicas autoinfligidas Es interesante deducir de la definición de Claraz que
había espíritus que permitían la entrada y salida sin solicitar dicho tributo.
Como sea, en <Augecucatsch>, o sea auƔəkukač, se reconoce el sufijo –ukač,
que según Orden (2012 b: 52) denotaría posesión y se traduciría como ―dueño‖
Los ejemplos que reúne son:
Y, menos probablemente:
Volviendo a Geylum…
Todo el razonamiento permite descartar la segunda hipótesis de Casamiquela
(1998: 181), que <Geylum> pudiera ser una deformación de <Gehlamal>, que
suponía una transición a través de un teórico vocablo <gehlam>. Y, desde
luego, deja sin efecto el intento de traducción a través del mapudzungun de
Adrian Moyano (2017: 104 y 105), quien, modificando el topónimo a
<Ngeylum>, sostiene que significaría ―pantano‖ o ―humedad‖ en dicha lengua 506
y lo supone prueba de la instalación de los mapuches al sur del Limay antes de
las campañas militares del Estado argentino. Ni niego ni afirmo esto último,
pero sí considero necesario que se sepa que, aunque el vocablo fuera
mapuche-y es evidente que no lo es- un topónimo aislado no puede ser prueba
de ocupación territorial. Sabido es que el mapudzungun era lingua franca
desde décadas antes de la visita de Musters, y que con frecuencia los nativos
traducían los topónimos a ella para que quienes no hablaban las lenguas
tehuelches pudieran comprender sus significados. O bien modificaban el
vocablo tehuelche para asimilarlo a una palabra mapuche. O ambos, como
ocurrió con el propio Geylum, que poco más de una década luego de la visita
del inglés era llamado Collon (Oliveros Escola) o Coyon (Morosini), es decir,
―máscara‖, como veremos más adelante en este capítulo. Como sea, la propia
traducción al mapudzungun del topónimo cierra la demostración de que es una
palabra tehuelche, y de que se aplicaba a una de las formas del gualicho,
llamado koλon por los mapuches cisandinos, y no a nada pantanoso ni
húmedo.507
Apoya la versión de Musters la palabra del Tsn <ja:laman>= hijo /hija (Molina,
1967: 113 y 172), palabra que según la convención del autor ha de
pronunciarse yalaman- variante en la cual también notamos la ausencia de la
―k‖ presente en cambio en ykalǝmon= (mi) hija.
Volviendo al eje de esta discusión, en otra parte, el viajero inglés (1873: 189 y
190, traducción mía del inglés) expresa:
―El pasado de los onas les es incñgnito, no menos que su porvenir; ellos
no tienen esperanza, ni temor para después de esta vida; para ellos no
hay Dios, ni bien, ni mal, ni espíritus que temer, excepto algún fantasma,
que les pueda dañar en esta vida; la muerte es el término de su
existencia, no tienen idea ninguna de una vida espiritual, o del hombre,
compuesto de una alma y un cuerpo‖ (Conferencia de Thomas Bridges
en el Instituto Geográfico Nacional, 1886, en Beauvoir, 1915: 218)
―Durante las largas horas que estuve con ellos en la logia,510 atento a las
exhortaciones de los ancianos, durante los meses que pasé solo en su
compañía, nunca oí una palabra que se relacionara con religión o
adoración de ninguna clase: ninguna promesa de vida futura, ni
esperanza de recompensa o temor de castigo.‖
―Temor a la muerte causada por brujería, sí; temor a ciertos espectros,
(no a los de sus muertos); aún a los espíritus de ciertas montañas; temor
a la muerte, término de la vida; probablemente temor no confesado de lo
desconocido…; pero ningún culto, ninguna plegaria. . ., ni dios, ni diablo.
. .‖.
Más allá del cerradísimo tabú religioso de los onas, Bridges hijo estuvo largo
tiempo en íntimo contacto con ellos, y fue admitido en ceremonias que eran
evidentemente religiosas… sólo su también cerrado entnocentrismo –y
295
Desde luego, <Quezubú> es wekufə, término del Mpz para designar al Maligno.
Muñiz (1826, 210 en Casamiquela, 1988: 30) también se refiere a la multitud de
gualichos: ―Además de los gualichús nacionales y particulares hay otros
encargados de funciones particulares...‖.
D‘Orbigny (1999, II: 316), siempre escueto pero preciso, dice de los aborígenes
de la Patagonia en general: ―Todos, además del dios bueno y malo a la vez,
creen en una multitud de seres malignos que temen mucho‖.
Prichard (2003: 108) escribe sobre el Gualicho que los aborígenes lo
espantaban,
Según Hughes (1927:64; 1993: 61), quien parece parafrasear a Musters, cuyo
texto me consta que conocía:511
―La gente del país ha hecho, en un valle, la forma del barco con
tierra y arbustos, y ha clavado piezas de madera como mástiles, y
han coloreado todos los arbustos con tierra roja; el modelo, según
creo, es para recordar a nuestro barco, pues no pueden guardar
más recuerdos que los producidos por imitación. Se dejó intacta
esta fantasía, sólo yo colgué una o dos sartas de cuentas de ella y
me alejé‖ (Narborough, 1670, en Callander, 1967: 465).
Por otra parte, durante una temprana y poco conocida expedición al Estrecho
de Magallanes, la de Hernando de Gallego, enviada desde Concepción en
Chile por Pedro de Valdivia, que tuvo lugar de fines de 1553 a comienzos de
1554, el mismo escribe que, llegando a la boca oriental: ―Hallamos en la boca
del Estrecho, por la banda del norte, una cruz, la cual tenían los indios muy
enramada‖ (Barros, 1981: 38). Martinic (1995: 323) interpreta que se trata de la
cruz dejada por la expedición de García Jofré de Loaysa en 1526, y cree que,
temiéndola como algo potencialmente dañino, los tehuelches la habían cubierto
de ramas, "... quizá como expresión exorcista‖.512 Creo que en realidad era lo
opuesto. Probablemente, los nativos comprendieron el significado sagrado de
aquel símbolo, por lo demás un objeto extraño y llamativo, y posiblemente las
ramas, si es que no se trataba de otro tipo de elementos como ataditos, hilos y
mantas, serían ofrendas semejantes a las que los poyas y los gënëna a këne le
hacían –respectivamente- a una imagen femenina en roca en la Cordillera y a
la roca-gualicho yahmok en Yamnagoo, a las que cubrían de leña, visitada por
ejemplo por Moreno (1882 b: 28); o a las ofrendas que los últimos colgaban del
más famoso Árbol del Gualicho, un solitario algarrobo en pleno desierto,
cercano a la Salina del Gualicho que visitaran, entre otros, D‘Orbigny, Muñiz,
Darwin, Moreno y Cunninghame Graham. Tanto D‘Orbigny (1999, II: 389) como
Darwin (2009: 87) refieren que el árbol se hallaba rodeado de las osamentas de
los caballos allí sacrificados. D‘Orbigny agrega que también se sacrificaban
caballos antes de cruzar un río, para propiciar al gualicho para permitir a los
viajeros un feliz cruce.
La Directora del Museo Regional de Patagones, Emma Nozzi, proporcionó a
Casamiquela (1988: 29) la ubicación catastral exacta del Árbol del Gualicho,
que en realidad era uno de varios ejemplares sagrados semejantes, como el
llamado Pichi huití o Caldén chico, en el centro-norte de La Pampa (p. 34). O
como aquel visitado por Harrington (1968: 29) en junio de 1914, en camino de
Gangan a Gaiman, pasando por Bajada del Diablo. Entre Ranguileo y Chasicó,
el mencionado autor, vio a la derecha del camino, un árbol- en realidad un gran
arbusto, pues era un molle- del cual colgaban trapitos rojos, uno azul, un
cigarrillo, una caja de fósforos vacía, un tarro de cigarrillos vacío, etc.
Correctamente, interpretó que se trataba de un Árbol del Gualicho. Otro
ejemplo es citado por el Dr. Girgois (1901: 115, también citado en
Casamiquela, 1988: 43) en ―una isla de la Laguna del Monte‖, en el partido de
Guaminí.
Ledesma (1962: 26-27), guiado por integrantes de la parcialidad Millán, ubica
en los mallines de Caviahue de Neuquén cierta piedra ritual a la que se le
habían tributado dentro de una muesca monedas argentinas y chilenas, un
fragmento de cuchara de estaño, botones, hilachas de matras, pequeños
cantos rodados, fósforos, y el autor observó a unos paisanos rodear ritualmente
la roca desde el este y, luego de depositar un fleco de pellón de oveja,
enfrentar con su arreo ovino, ya más confiados, una larga travesía. Álvarez
(1962: 19-20) menciona dos rocas sagradas en Neuquén. La una en Cochicó
una roca que caminaba, sanadora, a la que se le agradecía con ofrendas: la
―piedra encantada de Cochicó‖; la otra una roca cónica en la cúspide del cerro
Pirehueicó, también una ―piedra encantada‖, a la que debía hacérsele ―una
fiestita‖, con cantos y bailes o rezos y una ofrenda comestible, como un pedazo
de pan, queso o harina tostada, para evitar tener dificultades o incluso
298
que creen que todo aquel que trate de ascenderla, aún con el
clima más calmo, verán sus mantos desgarrados en pedazos por
furiosas ráfagas de viento‖.
Si hubiera dudas de que los yəuləl son equivalentes del gualicho, y, creo,
específicamente del yeklon o gualicho enano, posiblemente me acercaré a
disiparlas si –siendo reiterativo- vuelvo al nombre recogido por Pigafetta para
sus ―pequeños diablos‖: čeleulə. La ―č‖ o la ―š‖ representan con frecuencia un
sonido intermedio entre ―š‖ e ―i‖, que en fonética se escribe ―y‖ o incluso ―j‖...
suena algo así como la ―i‖ en ―hierro‖ o ―hierba‖ en español, he = él en inglés,
con ―h‖ sonora pero más chicheante. La palabra restaurada del pCh original
quedaría *yeleulə.
Es decir, creo que, en 1520, ya Pigafetta rescataba su propia variante de
<Yowlel>/<Yowlel> (Musters, 1873: 107, 339 y mapa de pág. 164 y mapa
anexo al libro; mapa de 1872), <Yolil> (Schimd, 1910: 27 en Casamiquela,
2000 a: 127), <Yotell> (Moreno, 1997: 407) o <Yaulal> (Claraz, 1988: 71),
todas las formas estudiadas de otro de los términos documentados más tarde,
en el siglo XIX.
Pasemos al estudio particular de la variante de Moreno: <Yotell>, que forma
parte del término secundario <yotelluamon>=goleta, por él recogido. La he
comparado ya con los términos recogidos por Schimd <yolil>= mástil,
<yolilwamon>= dos mástiles (goleta), <yolil caashe>=tres mástiles (bergantín o
fragata) y por Musters, <youlel>= barco. Desde luego, uno podría suponer que
la ―t‖ de Moreno no es más que una mala transcripción de los que en sus
libretas manuscritas era una ―l‖, y el caso estaría cerrado. Pero se me ha
ocurrido como alternativa que dicha ―t‖ sea sólo expresión de una variante de la
palabra, y que Moreno realmente pudo haber oido la palabra tal cual: yotel.
Me conducen a esta suposición varias pistas:
―Estimado Ernesto:
David‖
305
―Hola, claro siempre que paso por allí la miro, casi nadie le
presta atención, los viejos pobladores que allí vivieron le
llaman "La piedra" y hasta hay quienes se han fotografiado
en ella. Los Shefski me han hablado de "La Piedra", que
hoy está dentro del campo de Suñeda.529 Es una
"sobresaliente" de piedra sobre la base de una pequeña
serranía, que por supuesto está en lo que es el Valle del
Genoa. Los datos sobre este lugar están en mi libro sobre
Gobernador Costa y quizás algo más en el de Río Pico.
Creo que quizás tenga alguna foto de los Shefski en "La
Piedra".
Fig. 6. Piedra Shótel y su relación con la casa de la estancia La Casilda, flia. Zuñeda, y su
predio arbolado. Es la roca puntiaguda que se ve inmediatamente sobre los árboles, sobre la
falda de las colinas. La casa al pie es antigua y coincide con la descripción de Maggiori.
Foto del autor, 05/01/2020.
Desde aquella comunicación con Maggiori, pasé dos veces por la zona, la
primera el 20 de diciembre de 2017, la segunda el 5 de enero de 2020,
lamentablemente sin guía ni documentos que me permitieran identificar el sitio,
ni permiso para entrar a conocerlo si lo hubiera ubicado. Pero el testimonio de
Maggiori y el hecho de que Deodat llamara Punta Piedra al accidente apoyaban
la idea de que es una formación rocosa notable por su forma y/o su altura. En
la segunda ocasión, más documentando con fotos y dibujos de la piedra y la
estancia en donde se ubica, pude indentificarla, y tomarle una foto.
306
Fig. 7. La Formación Piedra Shótel desde el sudoeste del valle del Genoa
(detalle ampliado de una foto panorámica, gentileza de la Dra. María Alejandra Pagani, del
Museo Egidio Feruglio de Trelew).
Es que tenía el problema de que, aunque la roca que originalmente fue así
denominada por los aborígenes, una cercana y enorme masa rocosa recibe su
nombre: la Formación Piedra Shótel, rica en material geológico y
paleontológico, y la primera vez busqué aquella formación sin lograr
identificarla.
Un dato adicional lo proporciona Hans Shulz (2009):
del amuleto yatel mencionado por Payaguala y por Aguado pudieron ser una
variante de youlel- o bien fue mal oído por quienes escribieron dichas palabras,
aunque me inclino por la primera opción.
Es este el momento de evaluar si šotl= flecha, bala puede ser cognado con
yətəl= gualicho. En concordancia con esta idea, he de destacar que algunas
palabras que han sido tomadas por los observadores como significando un
objeto o fenómeno, eran en realidad el nombre del pequeño gualicho que,
según los informantes, habitaba en él o que lo producía. Un ejemplo es el
nombre de los mástiles de los barcos, o de los propios barcos, que, como
vimos, eran <yolil> y variantes, es decir, ―gualichos o demonios pequeños‖. El
caso del <Youlel> de Musters, también estudiado, es semejante, pues fue
interpretado por el inglés como ―buque‖, así como la palabra aglutinada
<yotelluamon> = dos gualichos pequeños, en relación a los dos mástiles de
una goleta, fue interpretada por Moreno como significando directamente
―goleta‖. Y, recordemos, con frecuencia, cuando el brujo curaba a un enfermo,
con frecuencia chupaba el sitio dolorido o afectado, y luego extraía de su propia
boca un elemento al que se atribuía ser la causa del mal: entre ellos se
menciona con cierta frecuencia una punta de flecha… de nombre
¿casualmente convergente, o exactamente la misma palabra? que el que
recibían algunos de los gualichos hijos o menores.
Otro ejemplo excelente es el nombre que, según Harrington (1935 en
Casamiquela, 1998: 70) y Molina (1967: 163) le daban, respectivamente, los
gënëna a këne y los mécharnwé-kenk al ―remolino‖, es decir, <chélil>/<che:lil>,
palabra que, en otros textos, Casamiquela (1977: 107- 108; 1987 a: 78; 1988:
134) escribe <ts‘ëlël>/<tsëlël>/<tsülül>- en 1977 asociaba la palabra
específicamente con los remolinos de viento. El mismo autor (1987 a: 78, nota
al pie) relacionó esta palabra con los čeleule pigafettianos, aunque se desvió
del verdadero significado al intentar buscar la relación entre el ―giro‖ del
remolino y el supuesto significado de ―giradora‖ que le da a la palabra
―gualicho‖. Lo cierto es que no hay evidencias lingüísticas consistentes de que
čel-/čil- se relacione con la idea de ―giro‖, mientras que sí, creo, las hay para
mi idea de que <chélil> no es más que una variante de čeleulə o yeuləl.
Simplemente, al serle señalado un remolino por Harrington–de quien creo que
toma la palabra Molina y positivamente sé que la toma Casamiquela- el
informante ha de haber respondido, a la pregunta sobre qué era eso, que se
trataba de un čeləl, es decir, de un ―gualicho pequeño‖.
Agregaré que no me parece casual, tampoco, la semejanza entre la palabra
čeleulə y variantes= gualicho pequeño y la araucana čel= espantajo, aunque
Casamiquela (1960: 13; 1988: 3; 1998: 71) interpreta como derivada de če =
gente, desde que le da el significado de ―como gente, semejante a gente,
antropomorfo‖. En su clase del 16 de octubre de 2004 (Casamiquela, 2004 b)
dividía el teónimo en <chel>= antropomorfo y <kantu>= parecido a, y dab los
ejemplos de <ülkantun>, de <ül>=música y <kantun>= remedo de –cf. De
Augusta (1991 b: 274) ül=la canción, la poesía. Sin embargo, De Augusta
(1991 a: 20 y b: 151) deja en mapudzungun las palabras čelkantu/čelkənu= el
espantajo, y Erize (1960: 110; 2007, 1: 120 y: 36) anota
<chel>/>chelcantu>/<chelcùnu>= espantajo, pelele en igual idioma.
Pero la figura mitológica del čel es de origen cisandino… de hecho, netamente
tehuelche, y no original de la religión de los mapuches, quienes al cruzar de
este lado de los Andes han de haberla tomado como préstamo cultural. Ya
308
vimos en una anterior nota al pie que yal= hijo/a en Mpz- justamente la
traducción que también le atribuyo a čeleulə, yəlel, Elal, elel… Pero nótese que
el nombre del čel de los mapuches orientales parecería más bien corresponder
al *-čel de la tribu de Chulilaquin y al –tzual de los gënëna a këne.
Es decir, mientras que los ejemplos que doy se asocian, en su etimología, más
bien al significado de ―hijo‖- queriendo decir ―hijo de Dios‖, como se
fundamentará en el próximo capítulo- el čel de los mapuches trasandinos se
asociaría más bien al *t`čǝř protoken, o sea al t‘čuř aónikenk y su alter ego
caído taʎwʎi- que tal vez sea un etnónimo prestado por la mitología poya, el
čaweʎi, mediando un previo mecanismo de caída del Alto Dios; al –čel de la
tribu de Chulilalquin; al *tƷual protogënëna; al suil = sol de los téushen (ver
Malaspina o Bauzá); al čaweʎi poya, al *šel proto-ona (Williams D, 2008 l); al
šo:řt ona… todos relacionados con el significado de ―luminoso, brillante‖. En
definitiva, sabemos que todos se refieren probablemente al propio Sol, o a su
hijo, y es difícil separar los términos que significan ―hijo‖ de aquellos que
significan ―luz‖, como he dicho, pues se trata en última instancia de términos
cognados, entre sí -y con otros que significan ―agua‖.
Mediante el mecanismo conocido como Determinación del Mito por la Palabra,
ello puede haber jugado algún papel en la génesis del mito del Hijo del Sol-
conservado por varias de las etnias estudiadas, pero especialmente por los
shelknam. La traducción de ―muñeca‖ se debe sin dudas a que čel era un alter
ego del koʎoŋ o ―disfrazado, disfraz, máscara, enmascarado‖, ―un palo al que
han tallado una cara‖, según informara Juan Quidel, de Pirrén Mahuida,
Chubut, a Casamiquela (1960: 13; 1988: 3). Este último constituye, una vez
más, un préstamo cultural de los tehuelches a los mapuches orientales. Y creo
que el famoso koʎoŋ es una reinterpretación en Mpz del AA <yicelun> de
Schmid y <yiéklon> de Harrington, ambos derivados un arcaico nombre
aónikenk de la figura, yǝkaləm= (mi) hijo. Lo que nos enseña, por otro lado, que
los informantes mapuches del siglo XX ya habían perdido la veneración y temor
por el koʎoŋ, y, sabiendo que ocasionalmente el gualicho era representado por
un disfraz o máscara, transformaron, en un ejemplo de determinación de la
palabra por el mito- es decir, lo opuesto del mecanismo mencionado antes- al
kalum aónikenk en el koʎoŋ= el Disfrazado o Enmascarado.
El mismo Casamiquela (1960: 13; 1988: 2 y 3) dice que čel es sinónimo, en
Mpz, de koʎoŋ= máscara, enmascarado, disfrazado, y también de elel/elelče,
palabra que interpreta –desde 1960 (p. 13) y 1965 (p. 31, nota 18)-como el
participio del verbo elən = poner, dejar, establecer, instituir, designar y le da
entonces el significado de ―elegido, instituido, designado, consagrado‖, siendo
lógicamente -če = gente, persona, de donde elelče sería ―persona instituida o
designada‖. Significados que no niego – ni estaría en condiciones de hacerlo,
por no conocer demasiado el idioma mapudzungun- pero sostengo que son
reinterpretaciones mapuches de palabras aprendidas de los tehuelches. La
cultura mapuche adaptó todos los onomásticos, mitónimos y topónimos que
pudo a su propio idioma, que se presta sorprendentemente a tal objeto. Tanto
es así que el propio Casamiquela generalmente considerado tan tehuelchista,
suponía en ambas obras citadas, y no sin fudamentos, que <kollon>, <chel> y
<elel> eran vocablos del mapudzungun
Es lo que probablemente ha ocurrido, insisto, con la aplicación de la palabra
koʎoŋ= máscara, el Collón de los mapuches cisandinos, un ejemplo de
etimología popular aborigen, a la palabra del AA kalum= hijo, y el elel o eleche,
309
que no es otro que nuestro conocido Elal o elel, ―el Hijo‖. Tal el significado real
que tienen casi todos los términos que nominan al gualicho, entre ellos Elal, su
hijo kellel, y elengassën= hijo del Sol, como veremos. Y no sólo en los idiomas
ken, sino también en mapudzungun, aún en el dialecto occidental o
transandino, en el cual elel= criatura (De Augusta, 1991 b: 91) y kalun=
envolturas del feto, kaó= el agua o suero que lo circunda (p. 164)- cf. AA
kalum= hijo, hija.
Para completar, obsérvese la semejanza en mapudzungun de las palabras
yaʎ= hijo, hija respecto al padre, el vástago; yaʎ= hija (respecto del padre); y de
yaʎel/yaʎn= la generación, la descendencia (De Augusta, 1991 a: 282 y b: 173
y 185) con respecto al čel que nombra al gualicho entre los mapuches
cisandinos, al Elal de los aónikenk y elel de los gënëna a këne y los mismos
mapuches, y a yilal= (mi) hijo del SCh, y las palabras youlel del AA y yaulal del
GI.531 Algo que dejo como observación, sin afirmar nada al respecto. El análisis
de las relaciones lingüísticas que pudiera haber entre estas palabras y sus
homófonas o parófonas tehuelches - ¿casualidad, préstamos u origen común
de las lenguas?- por el momento supera los límites de estudio que me he
impuesto en esta obra. Pero sí insisto en que muchos de los mitónimos –y los
topónimos- de los mapuches cisandinos parecen adaptaciones de originales
tehuelches, es decir, préstamos y calcos.532 En cuanto a las formas elelče,
čelkənu y čelkantu, podríamos continuar buscando en ellas un étimo en las
lenguas tehuelches- aunque no estoy afirmando que se trate de algo que
realmente haya ocurrido.533
Elucubraciones aparte, con todo lo dicho antes, creo, creo que queda
suficientemente demostrado que los čeleulə de Pigafetta eran los <yóulel> de
Musters, y los <yáulal> de Claraz. Por lo demás, creo que el grafema ―ch‖ de
Pigafetta merece un apartado especial, que coloco a continuación.
<Sachet> (Ed. Da
Mosto)/<Scachet> (Códice 5650) =
pene- tal vez del pK *šǝ= agua,
orina, bosta y *-ket/*-het/*-wet=
surge, mana, brota, etc.
<cathechin><catechin>= cintura En AA kenteken= brazalete, tobillera
(Pigafetta en Outes, 1928: 389).548 (Schmid, 1910 a: 27), <jéntek>=
pulsera (Lista, 1998, 2: 174)
<Oresche>= fosas nasales, ventana oř y variantes= nariz (AA), y *ašk=
de la nariz- a pronunciarse oreške adentro, recinto, reparo, real, corral,
Probablemente de oř= nariz + *ašk= refugio (AA)
dentro, adentro
Or= nariz
Os= olfatear549
<Aschiane>/<Aschame>= olla Tsn <Asquen> (Viedma),
<askn>/<askin>/<asque>
(Malaspina) =olla; AA aškəm= olla
Hay otras palabras de Pigafetta que llevan ―ch‖, para las que no he hallado
correspondencia, sea porque las equivalentes se dicen de manera totalmente
diferente, o porque no han sido anotadas en otros vocabularios. Ellas son:
<perchin>=tobillo;560 <gechel>=cuerpo; <sechey>/<secheg>/<sechegi>/
<sechegh>/<sechegli>=piedra azurita, lapislázuli;561 <cache>= oca;
<terechai>=paño;562 <gechare/ghecare>=raspar;563
<taiche>/<faiche>/<theiche>/<teiche>= rojo:564 y <eschartcacellemy>= joven.565
En cuanto a <Seche>= flecha del Ms. Ambrosiano/Ed. Amoretti no cuenta,
pues es un error, la forma correcta es la de la Ed. de Mosto, <sethe>, como lo
demuestran los cognados en AA, set= flecha, bala, šotel= flecha. Lo propio en
cuanto a la palabra <cho>= corazón anotada en las ediciones Francesa y
Ramuzzio, pues, aunque Viegas Barros le halla un muy plausible cognado en el
Tsn <chu> (D‘Orbigny) y <cho> (Ameghino)= carne, lo cierto es que en los
Manuscritos Ambrosianos de la Edición da Mosto y la Edición Amoretti, la
palabra es escrita, respectivamente, como <tholl> y <tol-> palabra que
corresponde perfectamente al Tsn <tolj> (Ameghino), y al SCh <tol> (Beauvoir),
<doul> (Gallardo)= corazón. De donde surge que la forma <cho> ha de ser un
lapsus calami.
Es todo por ahora con respecto a la forma de pronunciarse los vocabularios
patagones recogidos por Pigafetta.
Pero esto venía al término <cheleule>= diablo pequeño. En este caso, la ―ch‖
de Pigafetta es sin dudas la española, correspondiendo en sus cogandos en
otros idiomas de la familia a la ―y‖ de youlel en AA, yaulal en GI- ambos
nombres alternativos y cognados de sus sinónimos en AA yieklǝn/yeilǝm=
gualicho pequeño, y al SCh yilal= hijo.
En otra obra (Casamiquela., 2000: 204): ―Ya he dicho que es, del mismo modo,
casualmente un segundo apelativo del alto dios‖. Y en otra: ―...ieškalau [...] uno
de los apelativos del ‗gualicho‘...‖ (Casamiquela, 2002: 57).
Se trata del ente al que cataloga, según información de José María Cual, como
―el capataz de los guanacos o animales‖, el ―dueðo del avestruz, del guanaco,
del piche‖- que evidentemente corresponde tan ubicuo Señor de los Animales
de las culturas llamadas primitivas. Recordemos que también yahmok, la
famosa ―Roca-Gualicho‖ de Yamnagoo, el sitio sagrado de los gënëna a këne,
315
Agrego como evidencia para apoyar la idea que hay plantas llamadas en Mpz
<luan mamüll> = arbusto del guanaco, <nawel mamüll> = arbusto del tigre,
<ñamku lawen> = remedio del avestruz, <mara kachu> = pasto o yerba de la
mara, <lloika kachu>= pasto o yerba del pecho colorado, <ngürrü künkün> =
abrojo del zorro, <chinge poñi> = papa del zorrino en Mpz; y <jamjam
akhlühlül> = algarrobo del carancho en GI, entre otras (Casamiquela, 2002: 25
y 26). No veo la razón para no aceptar <choike mamüll>= arbusto del avestruz
como la traducción adecuada. Sin relación, claro, con su nombre en GI, pues
es posible que las dos etnias conocieran la planta antes de contactar la una
con la otra, y le hubieran dado a cada una un nombre diferente, como ocurre
muchas veces. Los nombres de animales que en Mpz llevan estos otros
vegetales me contienen de adjudicarle a čoike mamǝλ ser un fitónimo mixto
protoGI-Mpz. Pero čoike se asemeja notablemente a mi hipotético *čeoke= Sol
(Dios) en protoGI-y, probablemente, en protoAA, en definitiva, probablemente,
en protoken567- como veremos al estudiar el topónimo y fitónimo yaleumšca y
su variante yelǝmčike en el capítulo 3. Especialmente cuando, como se verá,
yiškalau a epǝk significaría ―leña o monte del Sol (Dios)‖ en GI. Desde luego,
ello implicaría un nombre mixto GI-Mpz para el vegetal: *čeuke mamïλ. Por
ahora, son sólo elucubraciones.
A pesar de la existencia de otros vegetales a los que se atribuye ser
pertencientes a un animal determinado, en De Augusta (1991 a: 25) hallamos
<chokë (mamëll)>= gancho arqueado en la punta (=<chokif>). Mientras que
<chokif këlen> sería ―ser o estar arqueado‖; <chokif pralen>, <chokif pran>=
estar arqueado, arquearse hacia arriba, y <trëko>= el ovillo; <trëkoikënuwn>=
acurrucarse (p. 231); <trokë‘ftëkulen>= estar encogido, etc. (p. 235)- en donde
la pronunciación de <trëko> es, obviamente, tȓeko, siendo ―tȓ‖ intercambiable
con ―ch‖-incluso representada por ella. De manera que el <choke (mamëll)>
citado por De Augusta parece referirse a un ―palo arqueado o curvado‖, que no
317
debe confundirse con nuestro <choike mamüll>= palo del ñandú, que traduzco
en forma coherente con la de los otros vegetales que llevan nombres de
animales.
El propio Casamiquela parece haber cambiado de idea, o cuando menos haber
comenzado a tener dudas, pues luego de reafirmar sus dichos en 2002 (27, 57
y 60) sobre la supuesta etimología de ―retorcido‖ para <Yiskalau>, en 2008 ya
no los repite, consignando sencillamente que <iscala>, <iscalau>, <yscalau>
corresponden al <yescala> de Harrington, y que el mismo corresponde al
choiquemamuel o <choique mamüll>.
Y, en otro evidente cambio de idea, y luego de transcribir parte del texto de
Claraz sobre la preferencia del ñandú por comer de la planta en cuestión,
aclara: ―La etimología: choique, ðandú y mamüll, leða o palo, coincidiría con la
anotación de Claraz referida a la palatabilidad de la especie para los
avestruces…‖ (Casamiquela, en su estudio Aspectos Botánicos, anexo a la
segunda edición del libro de Claraz, 2008: 234-235), en referencia al párrafo de
Claraz que he señalado.
Implícitamente, al adoptar la idea de que čoike=ñandú- explícitamente
rechazada tanto en 1988 como en 2002- se desdice de su anterior idea, en la
cual seguía a Harrington de que en realidad el vocablo debía ser choke=
retorcido. Pero en p. 262 vuelve a la carga, al referirse a los vocablos
<uetzesck>= el gajo, <metsoak>/<heschmelac>= gajo de una planta odorífera
(aromática), <uot-gesk>= brote, rama, tallo, <uot/uet>= rama, todos de Claraz,
anota su traducción de <iesskalau> como ―giratorio‖, ―retorcido. Cita una
palabra del vocabulario pampa – es decir, del GI- de Claraz (1988: 154), que
transcribe como <yanaugtagtschauetsch>= andar dando vueltas, que
recompone como <ianaugütgütschawütr>. La palabra transliterada por Claraz
en dos versiones son los vocablos N° 546 y 547, respectivamente
<yanaugtagtschauetsch> y <yahnauketagtschauetsch> algo distintas de la
forma transcripta por Casamiquela, pero que justifica de todas maneras la
recomposición que el investigador hace de la misma como
<ianaugütgütschawütr>. Es importante saber que, a continuación de estos
vocablos, Claraz anota el N° 548, <Tamelona-Yauknaket>= nombre de un
paradero, un gran bajo circular cerca de Tamelen en donde corren a guanacos.
Casamiquela estudia estos topónimos en otra obra (1998: 144 y 159) 568 y dice
que ―corral‖ es <yahnagültaküchawütr> en GI según José María Cual.
Interpreta que debe traducirse como ―cercado, donde o con lo que se encierra o
rodea‖.
Como sea, en su estudio de las plantas mencionadas por Claraz, Casamiquela
toma la palabra en cuestión, <ianaugütgütschawütr>, de donde extrae la forma
<gütgüt>, que compara con <-getaget>, la segunda parte de <Yiscalogetaget>,
y con el final <-khetkhet> -que recompone como <-jütjüt> del nombre de los
manantiales hirvientes que había en el sitio, <Eschkem yanokhetkhet>. Estas
ideas le sirven al investigador para sugerir que las formas mencionadas
podrían tener algo que ver con <ianaugütgütschawütr>= andar dando vueltas-
además de asociarlo a nombres de brotes de plantas.
Todo ello aunque, como se ha visto, veintiocho páginas antes, el mismo autor
(Casamiquela, en Claraz, 2008: 234 y 235) había implícitamente abandonado
su idea de que en <choike mamüll>, nombre mapuche del <isskalau> de los
GK, intervendría la palabra <choke>= retorcido, aceptando la más lógica idea
de que se trata de <choike>= ñandú. Olvida así en 2008 que la palabra
318
Dado que la versión que describe el viaje ―dando vueltas, porque derecho no
podían llegar‖ y la que menciona un vuelo con etapas de descanso por el peso
que portaba el ave son ambas de la Sra. De Yebes, y aunque la informante ―de
cultura paleolítica‖ fuera otra persona, no veo ni siquiera aquí, pruebas del viaje
por el Laberinto.
Tampoco me parece probable, como leemos en otra parte (Casamiquela, 1988:
189) que los giros incompletos, retrocesos e involuciones observados en la
319
más famosa de las danzas del Lonkomeo, la Danza del Avestruz, implique una
representación del Gualicho y del viaje a través del Laberinto. Más bien creo
que se trata de las muy conocidas gambetas del avestruz perseguido por
cazadores o animales de presa, tan bien descriptas por tantos autores, entre
ellos el mismísimo Muñiz (1916 [1848]: 87-88), que describe ―…sus gambetas,
sus tendidas de alas, cambios de rumbos, y astucias‖. Más adelante (p. 188),
Casamiquela descarta que la danza principal fuera la del Avestruz, entre otros
motivos porque los últimos informantes tehuelches hablaban del uso de plumas
de gallo y no de avestruz, en dicha danza. De hecho, ya para fines del siglo XIX
se utilizaban las plumas de dicha ave de corral, según narra Llwyd ap Iwan (en
Gavirati y Roberts, 2008: 77). Pero los testimonios más antiguos- muchos,
básteme citar el de Musters (1873: 81 y lámina ilustrativa entre pp. 96 y 97;
1997: 103, y lámina en p. 101) y el del Dr. Muñiz (en Outes, 1917: 209), éste en
referencia a un toldo preparado para un enfermo y la ceremonia de sanación-
mencionan plumas de avestruz. Incluso tan tarde como 1936, Pozzi (1936:
28)569 publicaba su testimonio del uso de plumas de dicha ave, aunque la
observación pudo haber sido hecha años antes. Lo que ha de haber ocurrido
en los tiempos finales de la cultura tehuelche es que era más fácil, para nativos
confinados en reservas, obtener plumas de gallo de los corrales que de
avestruz en los campos.
Por lo demás, la mayoría de las demás danzas llevan nombre de animales,
como la de la Mara, la del Tero, la del Guanaco y otras, que el propio
Casamiquela menciona en varias páginas del mismo capítulo. Creo que se
trata de danzas destinadas a atraer la caza del animal representado, y, si
alguna relación hay con el Gualicho, la misma correspondería a su asociación
con el/la Señor/a de los Animales, sea éste Gámakia, Gamakiachum,
Ellengassen, Elal, Yahmok o cualquier otro de los ―Dueños o Patrones de los
Animales‖ de los tehuelches. Figura que estudiaremos algo mejor en el próximo
capítulo.
Las figuras de las danzas podrían a su vez haber nacido de la imitación de los
animales que se deseaba cazar, imitación en su origen realizada en el propio
territorio de caza, como lo documentaran entre los patagones los cronistas
Pigafetta, con los chulengos usados como cebo para los guanacos, y Fletcher
con el disfraz de avestruz de los cazadores. Lo cual explicaría, al menos en
parte, que los bailarines del lonkomeo fueran sólo hombres, es decir, los
cazadores. ¿Se trata del origen, de una alternativa, o de una vía común con la
afirmación del patriarcado entre los onas? Espero profundizar en estas ideas
en otro momento, tal vez en otro tomo de esta obra. Pero volveré en este tomo
sobre el tema de la Danza del Avestruz.
He citado el caso de los patagones conocidos en 1579 por Fletcher (1652: 19 y
20; 1854: 45 -traducción mia del inglés) durante el viaje de Drake. El mismo
escribe:
Pero las plumas de avestruz eran parte del atuendo habitual de los patagones
(p. 22):
―Llevan los cabellos muy largos, pero para evitar que los molesten
en sus actividades los recogen con un atado de plumas de
avestruz, usando los mismos rollos junto con los cabellos como
carcaj para su flechas, y como depósito en el cual llevan la mayor
parte de las cosas que transportan consigo‖.571
Volviendo al tema del Laberinto, decía que no concuerdo tampoco con las
pruebas lingüísticas sobre el vocablo<Yéskalau> y variantes. En cambio,
postulo una traducción alternativa. Se me ocurre que, siendo el nombre de un
Alto Dios, descendido o duplicado a una versión maligna, podría tener alguna
relación con los yikelum y variantes, o, mejor aún, que el nombre se refiere a
un ser luminoso, el Sol con seguridad. Veamos mis fundamentos.
En primer lugar, nadie discutirá, creo, la semejanza entre las palabras
<Yéskalau>, el mitónimo en cuestión, y yikelum/iéklǝn, el nombre de los
demonios enanos, que deriva de las palabras ya= mi, mío y kalǝm= hijo, es
decir, ―(mi) hijo‖572. Además, ambas denominan a formas del Gualicho, y el
atributo de <Yéskalau> de ser dueño de los animales – se trata del famoso
Señor o Señora de los Animales, ubicuo en muchas culturas primitivas del
mundo, una figura sobre la cual ya profundizaremos- lo acerca además a otra
forma del Gualicho, el eləngašən, no casualmente, como yikelǝm, uno de los
gualichos hijos.573
En segundo lugar, el término yeškalau comprende una segunda parte, -kalau,
indudablemente semejante al vocablo kələ= blanco del mismo idioma GI. He
demostrado que la mayor parte de los nombres de los altos dioses en las
lenguas ken denominan a seres luminosos: el sol, la luna, los planetas. Y
nótese la semejanza entre yeškalau y las siguientes palabras:
-- šak a l e l ú
(y e) šk a l a u
( i e) š k a l a u
ša k l
Otra posibilidad, que no exploro más porque el razonamiento que haré en unos
párrafos nos disuade de ello, es que yeškalau fuera un préstamo del AA,
resultando ser la propia palabra yikalum= hijo, aplicada al Alto Dios antes de su
caída para convertirse en los iéklon, los gualichos enanos. Es decir que la
segunda parte del mitónimo yeškalau podría ser cognada tanto con kalum= hijo
en AA como con külü= blanco en GI, y con otros cognados de ambos vocablos
en las lenguas ken.
De heho, lo es, pero no de forma directa, pues surge aquí una vez más el
problema de que en las lenguas ken y también en las indoeuropeas, muchas
de las palabras que significan ―hijo, prole, cría, descendencia, etc.‖ son
cognadas con otras que significan ―luz, brillo, claridad, blancura, etc.‖, lo que se
explica por mecanismos de extensión semántica comunes a ambas familias de
lenguas, como espero haber demostrado en trabajos anteriores (Williams D,
2010 b y c) y como veremos más adelante en esta obra.575
Aquí sólo diré que en ambas familias de lenguas, y probablemente en muchas
otras, si no en todos los idiomas del mundo en todas las épocas, la luz se
asocia al concepto de ―manar, brotar, fluir, surgir, etc.‖, que a su vez se asocia
al de ―nacer, crecer, criar, hijo, generación, prole, etc.‖, y las palabras que
nombran a estos conceptos son en estas lenguas cognadas las unas con las
otras. Pero, hecha esta aclaración, reitero que no creo que el nombre de este
Alto Dios sea una modificación de la palabra del AA yikalum.
322
Coincido con Casamiquela en que la quinua o el número 3 nada tienen que ver
aquí, pero <uot> es sin dudas ―brotar, empujar‖, correspondiendo a mi vocablo
del pK *wǝt= fluye, surge, mana, brota, etc. – ver Williams D (2011 a y b, y mi
Comparación gramatical entre las lenguas ken, que irá en un próximo tomo de
323
de 25º Reaumur –es decir, unos 31,25 ºC), mientras que al sol era de 28,75 ºR
–unos 35,9ºC, lo cual demuestra que se trataba de aguas termales, uno más
de los pozos sopladores que he mencionado en una nota al pie N° 114 en este
mismo capítulo. Para los tehuelches, el ruido del burbujeo demostraba el enojo
de agsčən cuando era molestada, y cuando no la miraban, creían que estaba
quieta. Tenían por eso la fuente tapada con piedras, y se molestaron mucho
cuando el explorador metió la mano en el agua, temiendo malas consecuencias
para él y para ellos mismos. También (p. 432) ubica a <Agschem> y a otros
espíritus malignos en los volcanes, entre los cuales menciona al Chaltén, al
que él cometió el sacrilegio de darle el nombre de Fitz Roy, y que los aónikenk
le habían dicho que era una ―montaña huemante‖- hoy sabemos que no es iun
volcán.
En otra obra Moreno (s.f.:26-27) describe el ―terror supersticioso‖ de los nativos
patagónicos al negarse a visitar regiones en donde hubiera fuentes de agua
hirviente, o surgente del tipo géysers.
Claraz (1988: 76-77) describe detalladamente dos fuentes muy semejantes en
yeškalau a ɣetɣet, y vemos que se trata de pozos sopladores.
Por su parte, Llaras Samitier (1950: 197) escribe:
1928: 277 y sigs.)- cuya etimología creo que es <‗iateh= pedo> (p. 148) + el
mismo afijo ɣəɣəma que observamos en <gegematzenn>, aunque en una
hipotética variante *hǝhǝma. Así, ―pedear‖ y ―zorrino‖ en GI se reconstruirían
como iatehema y tehema, respectivamente, y ambos significarían ―brotar el
pedo‖.
La confirmación definitiva de que se trata de ɣəɣəma y no de ɣəɣəna – aunque
esta forma puede ser también correcta, y cognada con el pK *-hen/*-hehen/*-
henhen- nos la da otra palabra: <gegemnan genaneten>= está refusilando
(Claraz, 1988: 147, voc. 48). En la frase reconocemos la palabra de Hunziker
(1864 en Outes, 1928: 277 y sigs.) <gena>/<genanten>= relámpago. Por su
parte, Lehmann-Nitsche (en Malvestitti y Orden, 2014: 58) recogió
<kügümnagüna nütün>= está refucilando. Y Casamiquela (1983: 60 y 152)
anota ananəgə‘nətən=relámpago lit. ―está relampagueando‖;
iana‘gǝne/ahwa‘kǝnǝ> (?)=relámpago- palabras todas en que se reconoce el
vocablo pK *kənə= luz, agua. De manera que en <gegemnan genaneten> de
Claraz y <kügümnagüna nütün> de Lehmann-Nitsche = está refusilando,
<genaneten> o <-güna nütün> sería una verbalización- un gerundio,
reconocible por el sufijo –tǝn (Casamiquela, 1983: 59)- del sustantivo ɣena=
relámpago. Y <gegema>, <kügümna> sería una variante del mencionado
*hǝhǝma= brota, surge, etc. En efecto, el movimiento de las fontanelas de los
recién nacidos humanos pudo ser interpretado como algo que ―surge, brota,
mana‖, en este caso ―crece, se eleva‖.
Posiblemente además estos vocablos serían cognados con <gogo>=huevo
(Hunziker, 1864 en Outes, 1928: 277 y sigs- cuidado pues en p. 276 está mal
escrito como ―hueso‖), <gëgë>=huevo (Casamiquela, 1983: 139), y con el sufijo
*–hehe/-*hehen y demás variantes=brotar, surgir, etc.588
Por otra parte no es imposible que <gegematzenn>/<gēgēmátsum>/<
gügümatsüm> pudiera reconstruirse como ɣəɣəma-šen= brota-fuente de agua,
o ɣəɣəma-čəm= brota el pozo o manantial, siendo čǝm una palabra
atestiguada en el AA <chim> = manantial de Moreno (1997: 408) o <chiin> =
manantial de Lista (1998, 1: 184) y en el Tsn <chëmën> =pozo‖ de Molina
(1967: 134). Todo ello sin necesidad de atribuir a <–tsum> ser el sufijo
feminizante –čəm, como creyera Harrington (op. cit.), seguido por
Casamiquela.589 Otro vocablo interesante que parece incluir la palabra ɣəɣə es
<tsë‘gëgë>= estrella (Casamiquela, 1983: 136), que simplemente reconstruiría
como *če-ɣəɣə= luz-brota.
Finalmente, es interesante saber que Claraz (2008: 211) anotó en una de sus
papeletas en alemán: ―Yahmauc (leyenda del Yahmauc) agua hirviente como
en Lourdes Marstingen‖.590 Se trata de yahmok/yahmauk, un equivalente del
Gualicho, cuyo nombre el propio Claraz traduce en su vocabulario como ―vieja‖,
―dueña del campo‖, ―una especie de gualicho‖. Moreno (1882 b: 28) no nos deja
su nombre, pero explica que era ―un gran fragmento errático, que para los
indios es una anciana y dueña de las rejiones vecinas‖, y que estaba cubierta
de leña y trozos de ponchos. Veremos algo sobre ella más adelante, pero es
interesante saber desde ya que, como a axčǝm y a yiškalau, también se le
atribuía habitar los pozos sopladores.
Con los antecedentes expuestos, creo que hay bastante base para sutentar la
afirmación de que <Yescalogetaget>- es decir, yeškalau a ɣətɣət- no es un
fitónimo, sino un teotopónimo, que debe traducirse como ―(está) brotando o
surgiendo yiškalau‖.
328
confirmada por las formas recogidas por otros autores: <óiue>, <hoiu>, <óyue>,
etc.
A su vez, un sinónimo del Mnk para ―guanaco‖ es <iaushen> (Segers) o
<yaushen> (Lista) –ambas según Lehmann-Nitsche, 1914: 262), que apenas
difieren del SCh yown y variantes= guanaco, y llamativamente semejantes al
vocablo del GI en cuestión: iausə = avestruz. Recordemos que la figura del Alto
Dios entre los GK se asocia a la del ―Dueño de los Guanacos, de los
Avestruces, etc.‖, es decir, al Señor de los Animales de otras culturas del
mundo. Y bien, tal vez en yeškalau la primera parte yeš- sea simplemente
iaǔsë= avestruz, ñandú. Y, a semejanza del nombre del héroe-antihéroe ona
kuányip –cuyo nombre traduciré como ―Cazador de Guanacos, Dueño de los
Guanacos‖- tal vez yeškalau podría significar ―Señor, dueño o Cazador de
Ñandúes. Pero no me convence.
Si alguien dudara de que estas conclusiones son correctas creo que le será
muy útil leer el capítulo referente a la estaciones del año, en donde demostraré
que, así como halpen= Alta Diosa caída de los shelknam y holpen= verano en
SCh, por un lado; y tčur= Alto Dios aónikenk caído de los aónikenk y
šor/šorken= verano, por otro lado, son cognados, lo propio puede decirse de
yeškalau= Alto Dios de los gënëna a këne y del nombre del verano en GI:
yešomken=
primavera
Dios/a yiskalau=Alto t‘ĉuwȓ=Alto halpen=Alta kela=Alta Diosa
Dios597 Dios caído Diosa caída caída598
uša:mkenk
=
Dios
(ša)(kəl)= Venus, Lucero, de *(šə)= luz, agua, brota, surge, mana, fluye+
(kələ)= luz, blanco, brillante, a su vez del pGI *kə-łə/*hə-łə= luz brota, luz
brilla.
(ša)(kələlə)= estrella, de *(šə)+ (kələlə)= brillante, transparente- y
―océano, mar‖- y ―mariposa‖.599
Que pueden una vez más compararse con la palabra ―espejo‖ en GI:
(ia )(kslwe) = espejo (GI)- del ubicuo prefijo ia- o, como en principio
pudiera pensarse, del pK *ieš= luz, brota, surge, mana, fluye 600+
*kələ/*hələ= luz, agua+ -wǝ= brota, surge, mana, fluye. Pero, viendo que
resulta cognado con šakəl= Venus, Lucero, con šakələlə= estrella, y con
yiškalau= Alto Dios, hemos forzosamente de darle la misma etimología.
Que ha de ser *šǝ= luz, agua, surge, brota, mana + kələlə=brillante,
trasparente. Discusión que no tiene sentido, pues en última instancia
*ieš y su probable étimo *houȓ son cognados con *šǝ
Con lo cual cerramos las pruebas: yeškalau era el nombre del Sol, cognado
con el del verano, el del espejo, el de las estrellas, y tal vez el de los espíritus y
el de las almas. Y el Alto Dios era todo esto: una fuente de luz, un cuerpo
celeste luminoso, y un espíritu. Y su nombre significa ―luz brillante- brota‖.
Aunque Casamiquela deja otros ejemplos en GI que hacen difícil oponerse a su
idea, resulta complicado decidir si el sufijo –wə en GI tiene el mismo significado
que –wətř, el nomina instrumentii que denota el instrumento con el que o el
lugar en donde se realiza la acción indicada por la raíz verbal que se sufija.
Para focalizar bien la cuestión, vamos a otros vocablos para ―espejo‖ en otra
lengua ken: <k-jálue> en el Tsn de Ameghino; <kéyoi> y variantes en AA- y
<cēyui> = looking glass; <ceyui>, <gashaiceno>/<gashaicenue> = spy-glass,
telescope para Schmid (1910 a: 25 y 27 y b: 6), que ha incluido en su gramática
del AA ejemplos de palabras terminadas en el sufijo –ue, que ―indica la
herramienta o instrumento con los cuales se realiza la acción expresada por el
verbo‖: <aicue>= ojo de <aiceshk>= mirar, ver; <caumenue>= regla, de
<caumeshc>= marcar, dibujar líneas; <gashaicenue>= vidrio para espiar,
telescopio, de <gashaicheshc>= mirar a través etc. Entre los numerosos
ejemplos que da no incluye a su <cēyui>/<ceyui>= vidrio para mirar o espiar,
posiblemente porque no se dio cuenta de que parece llevar el sufijo en
cuestión.
Lo cierto es que el caso de <k-jálue>= espejo en Tsn podría ser traducido de
igual o semejante manera que el mencionado aikue= ojo en AA, pues *kal/*čal,
etc.= luz –y ―agua‖-en pK, lo que dejaría su etimología en kal-we= para
iluminar. Pero resulta que es cognado con yalue/čalet= llama y čalun= llover,
lluvia en SCh y con čalue= lluvia en Mnk. Idiomas en el que los que no se ha
documentado el sufijo –ue como significante de los nomina instrumentii. En
cambio, sabemos que *–wə/*-wən/*-hən/*-wət es un sufijo que indica la accíón
y efecto de ―brotar, manar, surgir, fluir, etc.‖, de donde todos ellos significarían
―brota la luz‖ o ―brota el agua‖. Y lo mismo sería el Tsn k‘xalue= espejo, o sea,
―brota la luz‖.
En cuanto a la asociación de la planta yiškalau al Alto Dios homónimo, tal vez
se trate de una convergencia casual, facilitada por el hecho de reconocer
ambas palabras igual etimología para su primera parte, yiš-= brota, mana,
surge, brote, tallo, rama, etc. – e incluso tal vez para la segunda, -kalau… pero
las flores del mamuelchoique son amarillas, no blancas. Entonces es posible
que se aplicara el nombre del Dios Supremo a la planta, pues la forma
completa del nombre del vegetal sería yeškalau a əpək= monte o palo de
yeškalau… o sea ―monte o palo de Dios‖. Lo cual indicaría el que yeškalau a
əpək podría ser una de aquellas plantas destinadas a ―curar el daño‖, o a
producirlo, y de allí su asociación con el Dios Supremo. Leemos en
Casamiquela (Proyecto Etnobotánico de la Patagonia, primer informe):
Cierro este largo apartado, a la espera del análisis que haré al estudiar la
coincidencia, en los idiomas ken, de los nombres del verano, y de antiguos
dioses, caídos o no. Ya veremos que lo propio ocurre con las palabras
castellanas ―verano‖ y ―primavera‖, e incluso probablemente ―invierno‖, que
incluyen en su etimología el vocablo del pIE *bhrə= luz, brillo. En resumen:
yiwulua= espíritu
Las variantes del nombre Guetal aike y variantes son muchas, además del
Getolic de Jenkins: Cytolik, Cutolick y Gytolik de Ap Iwan, Guetólik de
Harrington, Laguna Católica de Roa, Kilt aik o Kutl aik de William Meloch
Hughes, Getalaik de Moreno, Getl-aik de Lewis Jones, Catelik de Burmeister,
El Catelik del mapa del Instituto Geográfico Militar de entre 1944 y 1955, etc. El
sitio más occidental corresponde a la actual Bajada del Diablo (Casamiquela,
2000 a: 151), al oeste del arroyo Ranguileo, aproximadamente en donde la
ruta provincial Nº 11 de Las Chapas a Gangan vira bruscamente hacia el oeste:
es el mencionado por Coronato. El otro lugar se encuentra del lado este del
Ranguileo, y corresponde a la actual Laguna Salada, llamada Sychlyn Gytolic
—Laguna Seca Guetolic— por los galeses. Continúo citando mi libro (2008 a y
2011):
Es decir que los dos sitios llamados Getolic encuadran un bajo, el actual Bajo
de la Tierra Colorada, que Coronato supone con lógica que ha de ser el Bajo
de Getolic. En 2008 y 2011 intentaba una primera vía de explicación sobre el
topónimo que ya por entonces me parecía menos válida que la que esbozaba
en segundo lugar. Desde luego, dejaba de lado la poco covincente explicación
de Moreno (1997: 102), que interpretaba que el nombre podría ser una
corrupción de Futalaufquen, o Laguna Grande en araucano. Pero aceptaba la
idea de Casamiquela de que la segunda parte del topónimo es la voz tehuelche
meridional aike, clásicamente traducida como ―paradero‖, y que Casamiquela
interpreta como ―allí es o hay‖, de donde deduce que el topónimo ha de tener
origen tehuelche meridional. No concuerdo con las traducciones que intenta de
la primera parte del topónimo (Casamiquela, 1987 b: 103-105; 1988: 32, nota
***, erróneamente ubicada en el texto; 2000 a: 151-153). Pero sí con su
asociación con el nombre de la Bajada del Diablo. Nota Casamiquela que había
allí dos de las características que justificarían el topónimo: la primera es un
algarrobo o monte tipo Árbol del Gualicho, y pinturas rupestres, atribuidas por
los aoni-kënk al Gualicho. En la mención más antigua que conozco de este
Árbol del Gualicho, Hughes (1927: 65; 1993: 62) confirma la información,
mencionado su presencia en el sitio Kytl-aik de un ―Algorrobo‖ -SIC- un árbol
del gualicho, al que se le dejaban ofrendas en gratitud por haber atravesado sin
inconvenientes la ―larga Travesía carente de agua‖- la llamada Hirlam Ffyrnig o
Hirlam Uffernol, o sea Travesía Feroz o Infernal-. Harrington (1968: 29, op. cit.)
también conoció el lugar y los describe brevemente.
336
Fig. 8. El Gran Bajo de la Tierra Colorada, el Guetolik oriental, visto desde Ffynon yr Allwedd, Kenagn o
Dos Pozos. Foto del autor
trabajo de marras, que lak= bola (perdida) o boleadora. Y para explicar tal
asunción, transcribo textualmente un fragmento de dicho trabajo:
<Castra> (p. 925): paraje con ―buen pasto, mucha agua y leña‖.
Obsérvese la semejanza con los topónimos del GI Castre (Río Negro) y
Gastre (Chubut).
sola, escarpada y alta a manera de una torre, que está separada como
50 varas de una sierra de que es parte‖. Es la peña hoy conocida como
Piedra Clavada. Sólo observaré que, en GI, kə‘xakən= clavado
(Harrington, 1968: 8; Casamiquela, 1983: 129; Casamiquela, 2004 b:
clases del 16/10/2004 y del 30/10/2004), semejante a la primera parte
del topónimo, que podría ser así un equivalente de la Piedra Parada
chubutense. En las clases mencionadas, Casamiquela explicaba que la
Dra. Celia Priegue tuvo oportunidad de examinar el manusrito original de
Viedma en el Archivo General de Indias en Sevilla, y que le dijo que la
palabra original era lo que el investigador transliteraba como
<Küjanüsüs>, siendo, según él, -nüsüs un sufijo de adjetivo -no lo hallo
en su Gramática (1983)- mientras que en ―pampa‖ –o sea GI- <küjü>=
sombrero, en donde la [j] suena como la castellana, ―porque el sombrero
se encaja‖ (idea que toma de Harrington, 1968: op. cit.). Véase el
Cuadro 7 de este tomo, ―Palabras en que la ‗ch‘ se pronuncia como en
español‖, en donde se verán ejemplos de palabras cognadas en otros
idiomas: AA <Cochal>=vincha, n Tsn <cochal>=la cinta, <coja>=el gorro;
SCh hachlh>605/<kochél>/<kocherl>/<kojin>=gorra, sombrero, vincha,
frontal, <horsl>/<orsl>= frente (Beauvoir, 1915: 31, 55, 131 y 132).606
Harrinton (1968) menciona dos topónimos <Chíyie Kujákan Asúwen>=
piedra-metida, encajada-ahí: uno rionegrino, de ubicación variable según
los informantes; otro chubutense, el tan conocido Piedra Parada, entre
Paso del Sapo y Gualjaina. También dice que la montura femenina era
<kujuj> en GI, ―porque la mujer monta a hocajadas‖.
Sobre agščən/aXčəm
Con respecto a agščən para los aónikenk y, posiblemente, los téushen, aXčəm
para los gënëna a këne, y variantes, es un ente mítico y en general maligno. Ya
veremos que se relaciona con otros dos mitos, el de eλəmgašən y el de
kamalaške. A su vez, koʎon, el nombre araucano de axchəm era entre otras
cosas, considerado antepasado, mientras que el eλəngašen era el padre de la
raza según los gënëna a këne, lo cual apoya la identidad entre uno y otro.
Las variantes más conocidas del nombre de agsčen/aXčəm , que buscamos
traducir son:
En günühna a iájich:
342
En aóniken áish
<Agschem> (Moreno, 1882 b: 21; 1997: 253)
<Arhjchen> (Lista, 1998, 2: 137)
<AXshem> (Llarás Samitier, 1950: 198)
<A:gshcemke> (Molina, 1967: 148), palabra que el autor traduce como
―máscara‖, tomando – él o su informante- al mitónimo por el nombre de
la máscara con que se lo representaba. De ser este el camino, el
nombre mapuche del ente, koʎoŋ= disfraz, apoyaría la idea.608 Pero
recuérdese que he propuesto que este último sería en realidad un
préstamo de la palabra aónikenk y téushen iékǝlon, que nominaba a los
hijos del Gualicho, los ―demonios enanos‖, cuyo significado original es
―hijos‖- de ykalum= hijo/s, aunque de significado reinterpretado por los
mapuches cisandinos y asimilado al vocablo del Mpz koʎoŋ.
Obsérvese que de todas las variantes, las de D‘Ornigny y Claraz optan por
escribir el segundo término como –kem/ken, y Molina lo anota –kemk-
obviamente, una adaptación ad hoc de su idea, o la de su informante, de que el
término es un adjetivo-sustantivo que significa ―enmascarado‖, mientras que las
variantes de Moreno, Lista, Llarás Samitier y Casamiquela prefieren las formas
–šem/-šen/-čem/-čen y variantes.
Recordemos lo ya dicho en el primer capítulo, que es equivalente a halpen de
los onas, y que en consecuencia he deducido que el segundo término en
cuestión es una variante de la palabra protoken -*wən/-*xən/-*kən/-šən/-čən, y
demás variantes= lleno, grueso, mana, brota, etc. Si retiramos este segundo
término, el primero nos queda, en las diferentes variantes, de la siguiente
manera:
Este primer término quedaría algo así como agš-.Desde que sostengo que el
primer término del nombre de Xalpen, es decir, Xal- significa ―luz‖, podemos
buscar palabras semejantes en los idiomas ken, y que signifiquen ―luz‖ o los
correspondientes significados derivados de la extensión semántica, que
343
como hemos visto. Es una palabra cognada sin dudas con la mencionada
palabra del SCh, keš= luz.
Y hay una palabra contenida en manuscritos depositados en el Museo
Británico, incluidas en el llamado Códice Add 17 631, aparentemente téushen
(ver Outes, 1913: 246): se trata de <kora>= sol- probablemente, cognada con
mi *houř= luz, agua en pK, y sin dudas, también con el AA ko:č y el Tsn ko:ša,
ambos con el significado de ―cielo‖. Salvo que se trate de un error de quien
tomó las notas de campo, y al señalar al sol, el informante téushen creyera que
preguntaba por el cielo.
En definitiva: opino que el nombre del gualicho nocturno enmascarado
agščen/aXčəm que asustaba a mujeres y a niños y que habitaba en
manantiales hirvientes, identificable en última instancia con la Luna, era
originalmente algo así como *ař-čen, palabra compuesta de dos términos
primitivos, *ař= luz + *čen= brota, mana, surge, lleno, etc. Resulta un vocablo
cognado con el nombre de la diosa lunar caída xalpen de los onas,
reconstruido como *Xal-pen, de *Xal= luz+ *pen= brota, mana, etc., y ambos
cognados con la palabra del AA de Molina (1967: 148), ya citado, <aluen>= luz
de luna- de *al= luz, variante de *ař+ *wen= brota, mana, surge, fluye.
De manera que tanto el nombre de la diosa Xalpen del háin ona como el del
gualicho femenino tehuelche agščen/aXčəm significaban originalmente ―fuente
de luz, brota la luz‖: un nombre bastante lógico para un ser identificado con la
luna. Y una traducción que probablemente jamás hubiéramos logrado de no
haber podido comparar los mitónimos y los mitos de los tehuelches con
aquellos de los onas. Para pruebas de que Xalpen era una representación de la
Luna y de que šo:rt su marido lo era del Sol, puede leerse a Chapman (1986:
223-225), pero profundizaremos sobre el tema en un capítulo especial
dedicado a la mitología y cosmogonía de los onas. Concuerdo con Chapman
(1986: 145) y con Casamiquela (1988: 129), que no coinciden con la idea de
Gusinde (1982-1991, II: 480), quien afirmaba de los espíritus del klóketen:610
―Ajchüm es una cosa que uno, en fin... que hacían ellos, como ser
un espantapájaros por ejemplo. Uno hace una cosa para asustar
a otro; entonces, ése era ajchüm. Ellos lo hacían con cualquier
cosa, así como puede hacerse un palo y ponerle ropa, así,
desconocida, y usted lo hace aparecer en una tarde o en una
noche, así; no en el día. Entonces, para asustar a otro... Y, lo
hacían para dominar ellos, para dominar y hacer creer...‖.
Preguntada si a los chicos se les pega, la informante del anónimo autor del
Capítulo XV (p. 321, subrayados en el original) dijo:
De manera semejante, tal vez los últimos shelknam, los entrevistados por
Gusinde, también estuvieran dejando de creer en la realidad de los personajes
que interpretaban... apoya la idea lo referido por la propia Chapman (1986:
159), quien narra el alborozo de los hombres al revelar al klóketen o iniciando
que šo:řt no era de roca, sino de carne y hueso, y el asombro del muchacho al
quitarse el espíritu la máscara y reconocer al ―actor‖ que lo personificaba. Por
otro lado, las dos principales informantes onas de Chapman, es decir, Lola
Kiepja y Ángela Loij, eran mujeres, quienes por serlo supuestamente debieron
haber desconocido los pormenores de la organización del hain. En cambio,
parecían hallarse muy informadas al respecto… lo que nos deja con dudas
sobre si ello se debió a la aculturación- mejor dicho, transculturación- que les
permitió acceder al conocimiento prohibido, o si la causa fue que las mujeres
siempre conocieron muchos detalles que ritualmente pretendían ignorar.
En cuanto al nombre del espíritu šo:řt del hain, recordemos que algunas
variantes de la palabra shelknam para ―blanco‖ son <soll> (Nordenskjöld,
1897), <csol> (Beauvoir, 1901), ambas en Lehmann- Nitsche (1914: 273),
mientras que Gallardo (1910: 153) nos deja <shool> = blanco purísimo, <shilo>
= menos blanco. Confirmando la suposición, Segers (en Brinton, 1891: 252)
documenta que <só-ol> era el nombre ona –creo que Mnk-del fuego. Ello
347
La descripción que nos hace Moreno (en Moreno, Eduardo, 1979: 105) del
eλəngašən como ―monstruos humanos (Ellemgassem) cubiertos con una
cáscara como los tatús‖ se parece a la que dejara una informante de
Casamiquela, Tomasa Collueque, sobre el koʎoŋ, que es muy ilustrativa.
Según ella, el ente estaba ―forrado con piedra de karwé, pero adentro gente‖...
exactamente como halpen, decripta por Chapman (1986: 179) como teniendo
la parte superior del cuerpo de piedra –el disfraz- y la inferior de carne- las
piernas del ―actor‖. Analicemos en un cuadro las características de cada ente:
Para más datos, ver el cuadro comparativo entre el kani tehuelche y el hain
ona, mal llamado kloketen, que muestra una semejanza que comienza por el
nombre de la ceremonia, en el apartado dedicado a los brujos, adivinos,
médicos y curanderos, en otro capítulo más adelante.
Por otro lado, coincide en varios puntos con características de los entes
anteriores la descripción que hace De Augusta (1991 a: 20 y 21) del čeřufə,
palabra que deletrea como <cheurfe>/<cheurfue>/<cheurpue>, y que traduce
no sólo como el ―fenñmeno ígneo conocido con el nombre de ‗bola de fuego‘‖,
sino también, citando los cuentos recogidos por Rodolfo Lenz, como:
Ahora bien, nadie niega que kon‘a significa ―mozo, mocetón, muchacho‖, y, por
extensión, ―guerrero, soldado‖, sin necesidad de citas. Pero estamos hablando
de ―canciones de máscara‖. Y da la casualidad, o no, de que <küna> es ―el
apellido o linaje‖ (De Augusta, 1991 a: 103), que Casamiquela (1964: 147-148)
intenta asociar etimológicamente con los kəmpeŋ o canciones de linaje. Durán
(2006: 69-70 y 77-78) menciona los ―cuneos‖, pero los caracteriza como cantos
que ―expresan el humor, el dolor, la soledad de esta cultura en adivinanzas y
chistes, y también el refranero‖. Asistimos así una vez a una banalización de lo
sagrado y lo relativo a los antepasados, y observamos que los kəna han
pasado a ser cantos cómicos, tristes, de lamento, incluso refranescos, o
adivinanzas, pero no ya canciones que expresan y motivan el orgullo ancestral.
Como fuera esto último, opino que los dos versos en supra han de
recomponerse como:
―Ajchüm es una cosa que uno, en fin... que hacían ellos, como ser
un espantapájaros por ejemplo. Uno hace una cosa para asustar a
otro; entonces, ése era ajchüm. Ellos lo hacía con cualquier cosa,
así como puede hacerse un palo y ponerle ropa, así, desconocida,
y usted lo hace aparecer en una tarde o en una noche, así; no en
el día. Entonces, para asustar a otro... Y, lo hacían para dominar
ellos, para dominar y hacer creer... El que hacía eso, el que me
acaba de preguntar usted...Góske... Para asustar y así para...; por
ejemplo o cuando moría uno, en unas carpas, en unas tolderías,
entonces él aprovechaba esa ocasión de hacer eso espanta..., en
fin para asustar la otra gente; entonces ésa se iba, dejaba el
campamento...‖.
Por su parte, luego de citar a Falkner, Lehmann- Nitsche (1922, op. cit.)
escribe:
Por su parte, D‘Orbigny (1944: 271; 1999: op. cit.) – que no era ciertamente
ajeno a la obra de Falkner- identifica también a < Achekenat-kanet> y variantes
con el gualichu y wekufǝ. Refiere que era ―sucesivamente genio del mal o genio
del bien‖ y que le atribuían ser causa de todos los males, como muertes o
pérdida de algún objeto, incluso el propio mal comportamiento, pero también
los acontecimientos felices, por los que le debían agradecimiento. Sin embargo,
el mal era más poderoso, ―lo que hace que lo teman más de lo que lo aman, y
todos sus conjuros tienden a impedir que ese genio del mal contraríe sus
deseos‖ - nótese cómo el penetrante genio del francés le permitió no sólo darse
cuenta de la ―dualidad‖ del dios, sino también esbozar una de las causas de su
por entonces inminente futura ―caída‖,621 que se acentuaría en los dos siglos
siguientes. Describe luego una ceremonia de consulta al ―oráculo‖, que no era
otro que el mismo dios bajo otros nombres, y formas de propiciamiento del
mismo, o de combatirlo cuando estaba haciendo el mal. Más adelante (p. 507),
menciona al ―genio maléfico que les envía las enfermedades y la muerte‖ bajo
el nombre de Gualichu o < Arraken>. En mi opinión, lo he dicho, este último
nombre, pronunciado ―a la francesa‖, aʁaken, no es otro que nuestro
conocidísimo agsčen.
Hasta aquí la teoría que sostuve en primer lugar, muy plausible, desde que
cumple con los criterios de diagnóstico mitológico y lingüístico. Hay fuertes
evidencias a favor de esta traducción, en la cual reconstruía el nombre de
<Ájchum>/<Agschen> como axš-ĉon=hombre pintado, de
<ajs>/<haks>/<aghs> y variantes=pintar, marcar, escribir + ĉon=hombre en AA.
Esto le daría a la entidad un origen tehuelche meridional, pues su nombre
provendría de tal idioma. Confirmaría además la idea las palabras de Molina,
<aghshcemke>= máscara en AA y a:skenkens= brujo, adivino en Tsn.
Sin embargo, hoy creo que se trata de un antiguo caso de etimología popular
ya presente entre los mismos aborígenes, que adquirió identidad propia y se
hizo tan lícita entre ellos como si hubiera sido la original. Pero la etimología
primordial y verdadera, creo, yacía oculta tras las capas de olvido y
modificaciones fonológicas consecuentes a la necesidad de adaptar el
mitónimo a su nueva etimología.
Lo que ocurre es que las palabras del AA para ―pintar, marcar, escribir‖, haškǝ
y variantes, ya vistas, son cognadas con aquellas para ―luz‖ e ―iluminar‖, como
el pK *ačkǝ= sol, luz, ya visto en el capítulo anterior, compuesto del vocablo
*ač, variante de *kaš, *kaȓ, *haȓ, *xaš, etc.= luz, agua, y *kǝ/*ken/*kenǝ= brota,
mana, surge, fluye, luz, agua, etc. Es decir, en última instancia los primeros
serían vocablos efectivamente cognados con el nombre de agsčen en AA y
axčǝn en GI, una deidad solar, pero no su étimo.622
Es decir, la etimología popular aborigen, en especial la de los últimos
informantes ya transculturados, semihablantes de las lenguas de sus
ancestros, habría llevado a traducir el nombre de una deidad de origen solar en
decadencia mediante el de la máscara con el que era representada,
casualmente ambos vocablos cognados. Lo cual indica tanto la pérdida del
significado original del mitónimo, como la caída del/de la Alto/a Dios/a
ačkǝ/ačkǝn hasta transformarse en una mera máscara o palo tallado, casi
grotesca o carnavalesca, para asustar en una representación teatral; así como
el olvido, acelerado por la transculturación, de lo sagrado y solemne del rito
representado. Lo propio que ocurriera en Europa y en otras regiones a lo largo
356
<iachëtëkënach>
y-ačətkəkən(ə)-wətř
Lo cual nos deja ačətkəkən(ə) como el vocablo central , muy semejante a los
mitónimos de Falkner, ačkan‘akanač, y de D‘Orbigny, aškena kané, aškelƷá –
kané, aškenak kané y ašquená kané. Entonces:
<iachëtëkënach>
y-ačətəkəkən(ə)-wətř
Lo cual nos lleva al verbo ya visto jatSǝtǝ‘kǝnǝ= pedir, rogar. He dicho ya que
Casamiquela duda del sentido religioso del verbo, siendo que en p. 153 lo
coloca dentro de una serie de sinónimos y con un signo de interrogación, no así
en p. 148. Dicha duda y el signo me hacen pensar que ha tomado dicho verbo
del sustantivo <iachëtëkënach> que le proporcionara Cual, desde que
nguillatún en mapudzungun se traduce como ―rogar, pedir‖.
Tal vez suene extraña para nuestra mentalidad que se verbalice así un
mitónimo –nosotros tenemos ―endiosar‖, pero en el caso que nos ocupa el
significado se desviaría más de aquél del mitónimo. Pero veremos otro ejemplo
en el mitónimo yəkálaskə, posible variante de yíśkalau, verbalizado en la
Canción al Alto Dios o Invocación a Gamákiachum .que veremos más adelante,
dando yayəkálaskkoa y məyəkálaskəkoa. Respectivamente, ―yekálasqueando-
yo‖, ―yekálasquea-me‖, significando ―invocando yo, rogando yo‖ y ―concédeme,
favoréceme, otórgame‖ respectivamente.
Como sea, curiosamente, Casamiquela no hace la asociación de estos
mitónimos con el de axĉəm, e interpreta el término en 1988 (p. 91) como
<a/tskannü-künna/ch> = el perjudicador de la gente, y en 2006 (p. 59) como
<atek a künü-küna> = Dominador de la Tierra.624 En cambio, Lehmann Nitsche
(1922: 39) había hecho una asociación que me parece más lógica, siendo el
primero en sugerir la relación de <achequenat canet> y variantes ―...con
agschem. Espíritu malo entre los patagones de Santa Cruz‖ [...].
En las formas de Falkner y de D‘Orbigny- insisto, que yo sepa, las más
antiguas que se han documentado - el segundo componente del nombre de
axĉəm no lleva los sonidos ―č‖ ni ―š‖, sino ―k‖. Dije que podría simplemente
suponerse que se trata de la palabra del GI këne= gente, persona. Así como,
en agsĉen, –ĉen podría corresponder a ĉon= hombre en AA- en última
instancia, lo veremos, ambas palabras, kənə= gente o persona en GI y ĉon=
hombre en AA y SCH son cognadas. Y derivan de las palabras que veremos a
continuación que significan ―agua, luz‖ en pK. Pues el significado ―hombre‖ se
asocia, mediante el mecanismo de la extensión semántica, al de ―criatura‖, sea
en general, o ―criatura, hijo, pichón, cría de Dios‖, a su vez asociado al de
―brote, generación, descendencia‖, y éste al de ―fluir, manar, brotar‖. Lo propio
358
Creo que no había tal confusión con ―un espíritu de la luz solar‖:
axĉəm/axgsĉən era dicho espíritu… o lo había sido. Era una diosa solar- y
lunar- caída.
En ocasiones, axĉən/axĉəm también puede ser asociada a t‘elux, por ejemplo,
en el mencionado hecho de ser esposa de talwuλi, es decir, de t‘ču:ř de los
aónikenk o čaweλi de los poyas. A su vez, t‘ču:ř es identificable con šoȓ, el
Tiempo, esposo o amante de tons la Oscuridad, a quien a su vez relaciono con
teȓəĉ, la Luna de los téushen. En última instancia, incluso podemos asociar a
teȓəĉ con t‘elux, la esposa de Elal… aunque también con su abuela teřwǝř, ella
también un ser lunar, madre de su padre nošt‘ex, como se verá, que es a su
vez un ser solar/celestial, en última instancia el propio ko:č, el Dios-cielo.
Además axĉəm puede ser tanto identificada con t‘elux/teȓoĉ/tons como con su
esposo elal/elel/t‘ču:ř/šoȓ.628 Y la explicación reside en una regla que ya he
enunciado sobre las parejas de entes míticos: son duplicaciones, mutuamente
complementarias, del mismo ser, o tal vez incluso en su origen indiferenciadas
sexualmente. Una vez entendido esto, se facilita la comprensión de varios
aspectos de la religión tehuelche, de la ona, y, posiblemente, de varias otras en
el mundo.
Por otro lado, no soy el primero en notar esto en la religión tehuelch. Ya
Casamiquela (1983: 105; 1988: 117 y 124) se sorprendía de que tanto el sol
como la luna fueran denominados con un mismo nombre, es decir, <apiuhük>,
agregando en 1983: ―Entiendo que la confusiñn o reemplazo tienen raíces
míticas, ya que ambos entes constituían pareja‖. Y, como estudiaremos al
analizar el Mito del Héroe, el universal, veremos que éste alcanza la plenitud o
Iluminación en el momento en que se une a la Diosa, o a la mujer que la
359
Cuyos primeros componentes, kalex-, Xale-, alek-, ax-, ags- comparten además
semejanza con el primer componente hal- del nombre ente femenino maligno
que domina el hain ona: halpen. Ya vimos cómo en este último mitónimo
traducimos dicha primera parte como ―luz‖. Y, aunque –pen, la segunda parte
de halpen, puede tanto significar ―ser, existir‖ como ―brotar, manar, fluir, etc.‖,
con la segunda acepción tiene varios cognados: *-hen/*-ken/*-wen/*ĉən y *-
he/*-ke/*we, etc., de igual significado. Lo que orienta a que tal era el significado
de –pen.
Lo que puede haber ocurrido es que el nombre protoken de la entidad fuera
*Xalə-wen, *halə-šən,*həȓə-ĉen, y combinaciones y variantes de los tres= brota
la luz.630 Incluso puede ocurrir que el mitónimo patagón <calexchen> significara
originalmente ―brillo del sol‖, ―luz brillante‖ y que luego, en un ejemplo de
determinación del mito por la palabra, se comprendiera como ―hijo del Sol‖ y a
partir de esta nueva etimología surgiera el mito del Hijo del Sol. O, desde que el
360
mito del Hijo del Sol es universal- y es un mito cognado con el del Héroe- de
todas maneras pudo haber sido facilitado por dicha etimología.
Por otro lado, he dicho ya que el mitónimo halpen de los onas parece cognado
con el vocablo alwen= luz de luna del AA de Molina: la ―p‖ es fácilmente
cambiada por la ―b‖, la ―u‖ y la ―w‖, y viceversa, en estos idiomas. También
sería cognado con yalwə= llama en SCh y con xalwə= espejo en Tsn. Aunque
halpen significa, sin dudas, ―brota la luz‖, también pudiera ser ―brota de la luz‖,
―brotado de la luz‖… un excelente equivalente del ―hijo de la Luz o del Sol‖,
como lo eran elal, los čeleule, los youlel/yaulal, aXčəm , alekčəm, e٨engašən,
el Gualicho, los yiekələn, etc.- ya demostraré la etimología de estos mitónimos
en aquellos casos en los que aún no lo he hecho.
Y tenemos otra frase, que ya he analizado, <k‘pekeken-heisque>= claridad del
día (Moreno, 1997: 404), en donde <k‘pekeken> = Sol, día, como ya he
demostrado, que corresponde a <Kubejeken>= Dios (solar) en el Tsn de
Malaspina (en Outes, 1913: 486), de donde deduzco que <heisque>= claridad,
posiblemente el protovocablo *aške/*ačke= luz, brillo, claridad, sol- ya
estudiado.
Se trata probablemente de la misma palabra que interviene en la génesis del
vocablo recogido en 1865 por Mendoza (1965: 49) <Axtionken>= de mañana,
en donde –ken es un sufijo que puede corresponder al conocido pK *–ken=
brota, mana, surge, fluye, descripto por mí, o al caso gramatical –ken, sufijo
sustantivador descripto por Ferrario (1955: 193-194). Caso este último que, en
una de mis comunicaciones en el XII Congreso de la SAL en Mendoza
(Williams D, 2010 a) y en la que realicé en el VII Congreso de Difusión de
Proyectos de Invetigación del ILLPAT (Williams D, 2010 c) he denominado
provisoriamente ―Caso locativo de situación, de destino y temporal (en tal lugar
o época, a, hacia)‖, y que creo cognado -y de igual función- con el sufijo –hna/-
kna del GI y su equivalente -ká del SCh. -v.g. casi todos los nombres de los
puntos cardinales y las estaciones del año llevan el sufijo -hna en GI y -ken en
AA.631
Cualquiera de ambos sufijos es aplicable aquí, y hasta es posible que en
realidad tengan un origen común. No profundizaré en este punto por ahora,
pero sépase que es posible dicha relación, debida a la existencia del
mecanismo de extensión semántica. Lo cierto es que si retiramos el sufijo en
cuestión, -ken= brota, surge o ―en tal lugar o época‖, nos queda axtion-632- para
indicar que el momento o época es ―la mañana‖… una palabra nuevamente
muy semejante a agsĉən/axĉəm. En donde la ―t‖ escuchada por Mendoza pudo
ser perfectamente una ―č‖, o bien ser un ejemplo de difusión lexical, facilitada,
tal vez, por el olvido del significado del primer componente de la palabra, tal
vez lexicalizada y habiéndose perdido la etimología original.633
Surge nuevamente la posibilidad, que ya he analizado antes, de que
agsĉən/axĉəm fuera un antiguo nombre del Sol, cognado con kalexčem,
Xalešen, alekčum y, también, con Gualicho. En tal caso, uno de los nombres
del Alto Dios shelknam, šion-hašká y variantes- véase el capítulo dedicado a la
mitología ona- podría traducirse simplemente como ―Luz del Cielo‖, de šion=
cielo en SCh, cognado con kȓen= sol en igual idioma, con šewen= Sol en AA y
Tsn, etc. + *haš= luz –y―agua‖ y ―arriba‖- en pK, + -ká= el mencionado
sustantivador en SCh.
En resumen: agsĉən/axĉəm sería un mitónimo formado por dos términos. El
segundo de ellos sería *-hen/*-ken=brota, mana, surge o *-šen/-*ken=luz, sol; el
361
Sobre koλoŋ
Ya me he referido a koλoŋ, el ser enmascarado o de rostro tallado en madera,
que aparece de noche y asusta a mujeres y niños, identificable con axĉəm-
hemos visto que Harrington documentó una sinonimia entre ambos.
Como dije, a primera vista, la palabra parece ser netamente mapuche: en
efecto, en De Moesbach (1984: 53) hallamos <colón>/<colong>, que define
como ―… disfrazado. Una especie de ―toni‖ en ciertas fiestas mapuches. Los
disfraces más usuales consistían en plumajes de aves y cabezas de zorros o
de gatos monteses‖. De Augusta (1991 a: 92, b: 122) anota koloŋ/kolloŋ=el
disfrazado (adj. y sust.), kolon/koloŋn=disfrazarse- mientras que ―máscara‖ era
364
Este topónimo es una excelente prueba de que el origen del mito del ko٨on
cisandino es el del yieklən/yíkaləm= (mi) hijo del AA- cognado con el topónimo
<Geylum> de Musters - a pronunciarse probablemente yeiləm, cognado directo
con el AA elu:n= pichón, chara, charabón, aunque con el agregado del
pronombre personal ya= mi, significando (mi) pichón, (mi) cría, como se ha
visto.
Desde luego, no pretendo con esto afirmar que, en cambio, el ko٨on de los
mapuches transandinos tenga su origen en el yeklǝn tehuelche… En el actual
territorio de la Argentina, en cambio, se trata probablemente de un sincretismo
de religiones. Pero en general, el ko٨on mapuche oriental no es hoy en día
más que una máscara, aunque desde luego se le adjudican poderes- mágicos
o sanadores, por ejemplo, lo que implica que en su momento quien la usaba se
transformaba en el ser sagrado representado. También eran usadas para jugar
al palin o chueca.
366
Creo que dicho sincretismo fue en gran parte favorecido por la semejanza de
las palabras yieklən/yikaləm y variantes, casualmente entidades que se
representaban con máscaras, disfraces o tallas en madera, con el nombre y
significado religioso de los ko٨on o máscaras mapuches. Pero, evidentemente,
en el mito del ko٨on de este lado de los Andes se conserva más bien el mito de
los yieklən/yikaləm de los tehuelches.
Alto Dios. La otra entidad, sólo benigna, sin injerencia más que en el cielo, es
reconocible como ko:ĉ, el cielo y dios creador retirado. Es decir que en una
época tan temprana, Viedma reconoce ya la existencia del Deus Otiosus.
Hay otro documento que recoge datos sobre el tema. Aunque cita entre sus
fuentes a D‘Orbigny, y podemos suponer que de él toma algo de la información,
el resto proviene, según dice, de otros cronistas, como F. Fernández, Paz
Soldán640 y otros. Se trata del Diccionario Enciclopédico Hispano Americano
(1887-1911, en Llarás Samitier, 1950: 172):
los pueblos ken y con los nombres genéricos y onomásticos de los caciques
tehuelches, como se verá.
Así, pienso que <Camalasque> pudiera ser un término secundario, formado por
dos vocablos primarios: kamal- por un lado y *aške por el otro. Desde luego,
busco en el primer caso palabras que signifiquen ―hijo‖ en las lenguas ken, y
que se asemejen a éstas. Y no necesitamos ir muy lejos: kamal- se parece
demasiado a las palabras del AA <yahamel>= hijo según Cox (1863: 262)- en
donde ya= mi, mío y hamel= hijo; <amel>= niño, bebé (Schmid, 1910 a: 21);
<hamel>= chico (Lista, 1998, 1: 183); <amel>= hijo/s (Hunziker, 1861, en
Outes, 1928 b: 368; y en Ferrario, 1955: 186 y 190); <aml>= niño pequeño
(Beauvoir, 1915: 84); y <amel>= criatura (Outes, 1905: 248, tomando el
vocablo de Hunziker; y Molina, 1967: 124 y 148, explícitamente citando a
Schmid).641
De manera que nos queda por solucionar la etimología de –asque, la segunda
parte del nombre Camalasque. Primero, digamos que podemos asociarla a -
<exchem>/<-excheni>/<ipcheni>/<-ipecheni>, la segunda parte del nombre del
Sol entre los patagones costeros del siglo XVI de Pigafetta,
<Calexchem>/<Calexcheni>/<Calipcheni>/<Calipecheni>. Segunda parte que,
lo he dicho en el Capítulo 1, suena muy semejante al nombre de agsčem.
Desde luego, se puede deducir que tanto <Camalasque> como <Calexchem> y
variantes sean un mismo vocablo, metátesis ―l‖-―m‖ de por medio, y que ambos
significarían, simplemente, ―hijo de *aĉke‖. Y la prueba está en que los
vocablos kalum= hijo en AA, calemi= joven en el Patagón de Pigafetta, kalem=
pichón recién salido del cascarón en SCh642 (Beauvoir, 1915: 35 y 149) por un
lado, y los ya mencionados <yahamel>, <hamel> y <amel> por el otro, parecen
ser cognados, y haber sufrido la metátesis que motivaría que los dos mitónimos
compuestos por ambos grupos de palabras también la lleven. Y
*ašk/*aškǝ/*aĉke, lo sabemos desde el primer capítulo, significa ―claridad (del
sol)‖, mientras que hay un mitónimo cognado, también estudiado hace unos
párrafos, que es axĉən, una deidad solar- lunar.643
Recomponemos así el mitónimo <Camalasque> recogido por Viedma entre los
téushen del siglo XVIII como hamel-*aĉke= Hijo del Sol (en su claridad o brillo).
Nada tiene que ver con el nombre en GI- y, como préstamo, en AA- de los
brujos o <calamelouts> y variantes, que ya veremos en un capítulo especial
dedicado a caciques y brujos que resulta recomponerse como kəlahmal a wətȓ=
el que trae a kəłahmal, el que hace surgir o brotar a Dios, o, menos
probablemente, ―brote o hijo de Dios‖. Bien explica Casamiquela (1985: 66) el
papel del chamán, a quien atribuye un papel central en la invocación o
propiciamiento del Alto Dios, aunque traduce erróneamente la palabra que lo
nombra. Pero, correctamente, la cataloga como de origen tehuelche
septentrional, es decir, como proveniente de GI, y explica que en AA constituye
un préstamo. Cree que <kalmelache> era la palabra en AA. En realidad,
<calmelache> es la forma en que transliteró D‘Orbigny (1944: 275; 1959: 277;
1999, II: 507) la palabra del ―puelche‖, es decir, GI. En la misma lengua, se
trata de los cirujanos o <Calmelautsch>, los machis o curanderos o
<Khalmeloatsch> de los pampas –tehuelches septentrionales- de Claraz
(1988: 149 y 157, voc. 227 y 750); los <kilma:nchel>/<kilmla:nchel> de Molina
(1967: 93 y 181). Los aónikenk lo llamaban <Calamelouts> según Schmid
(1910 a: 27; 1964: 50).
369
Entonces, y debe quedar bien claro, nada tiene que ver esta palabra,
netamente originada en el gënëna a ájich, con el <Camalasque> de los téushen
conocidos por Viedma, aunque la asociación ha sido sugerida por Cooper
(1946: 168) y aceptada por otros autores, como Martinic Berós (2007: 162, nota
21). Ni tampoco deriva, al menos, no directamente, de la palabra kǝlǝ= blanco
en GI,644 por más que los brujos se pintaran de tal color, como creía Harrington
(en Vignati, a su vez en Schmid, 1964: 209-210, nota 53; Casamiquela, 1985:
66; Casamiquela y col, 1991: 14)
Por su parte, Francisco Muñiz (1917, en Navarro Floria, 1999: 31), tomando
datos entre 1822 y antes de 1830 en Carmen de Patagones y otras partes del
sur de la actual provincia de Buenos Aires, dice:
que significan ―hijo‖ o ―hijo del Sol‖, lo que me tentó a traducir de igual manera
el nombre de estos ídolos de madera, con un éxito que no deja de
sorprenderme.
De paso, me entero de quién eran hijos los yeklən, pregunta que me hacía al
comenzar a estudiar a estas entidades. Ahora puedo afirmar que lo eran, nada
menos, que de axĉen, la deidad solar-lunar, hijo/a a su vez de tənš, la
oscuridad, la noche. Y del Gualicho mayor en todas sus formas, de quien
dependían como gaulichos pequeños, menores, o ―hijos‖. En el trabajo de
Bórmida y Siffredi (p. 236) leemos que Ana Montenegro de Yebes, informante
aónikenk, narraba el mito de las yiekǝlon, mujeres fantasma que ―Tienen su
Patrona, que es el Ajchum, y ella está casada con Tállwlli, que es el que manda
a todos ellos‖. En esta versión confirmamos que las yiekǝlon o gualichos
menores, en este caso femeninos, dependían de agsčǝm, gualicho mayor
también femenino. Y ésta, y en consecuencia sus subordinadas, dependían a
su vez de t‘aλu:λi, es decir, de t‘ču:ř, Alto Dios luego caído, a quien los poyas
llamaban čaweλi.
Apoya estas interpretaciones mi idea de que ko٨on= máscara impresiona ser,
como se ha visto, una mapuchización de una palabra del AA, kaləm= hijo. Y
aquí es donde, una vez más, entra mi asociación entre <Camalasque>, y el
ko٨on: el primero era una figura tallada en madera, el segundo ―un palo al que
han tallado una cara‖.
En tercer lugar, recordaremos aquí otros varios testimonios. El primero es el de
Francisco Javier de Viana, en su Diario del Viaje explorador de las corbetas
espaðolas ―Descubierta‖ y ―Atrevida‖ en los aðos de 1789 a 1791 (1958: 84;
1849 en Auza, 1977: 87-88), quien, al narrar su visita a Puerto Deseado,
escribe:
―Parece que son idñlatras, pues se les vio que un figurñn de una
fragata Inglesa perdida la tenían envuelto (SIC) en ponchos, y
quando lo descubrían en raras ocasiones, mataban una
Yegua‖.646
371
El tercer testimonio pertenece a la misma expedición (Ms. 343, Doc. 13, Museo
Naval de Madrid, en Priegue, 1971: 20):
Una variante de este testimonio se halla en otro manuscrito (Ms. 12, Doc. 5, p.
32, puntuación y otografía tal cual el original):
Malaspina mismo (en Sagredo Baeza. y Leiva González, 2004: 229) dice:
―Peña sostenía, por lo que había notado en otras ocasiones, que eran
idólatras, ofreciendo particularmente su adoración a algunos troncos
informes‖.
de ídolos antropomorfos data de períodos muy antiguos. Sin ir más lejos, entre
aborígenes de otra etnia, el čeȓufe, la famosa piedra figura antropomorfa de
piedra (Casamiquela, 1988: 121) que guardaba Calfucurá ha de haber sido
algo semejante, aunque aquí es difícil determinar cuánto hay de sincretismo de
creencias transandinas y cisandinas, y cuánto es inherente a la psique humana
en general. Incluso existe cierta semejanza entre la palabra patagona
<čeleule> y la mapuche ĉeȓuvə- pero no creo realmente que se trate de
palabras relacionadas.
Sin embargo, para la época de Borgatello ya no había ídolos entre los
tehuelches, o los mantenían ocultos a la vista de los europeos. En efecto, dice
el sacerdote (1921: 26, traducción mía del italiano): ―No poseen ídolos de
ninguna especie‖.
En 1834, Arms y Coan (en Coan, 2007: 201) observaban:
Y es aquí que puede también aplicarse una cita temprana, escrita por Pigafetta
al relatar sus experiencias con Pablo, como bautizaron los marinos de
Magallanes al infeliz Patagón que capturaron: ―un día que le mostré la cruz y
que la besé delante de él, me dijo por señas que Setebos entraría en mi cuerpo
haciéndome reventar‖.652 ¿Identificaba Pablo a la cruz con un <Camalasque>,
o sólo es que ya había comprendido que la misma era un símbolo religioso
para los europeos? Nunca lo sabremos: lo cierto es que el pobre Patagón,
―cuando se sintiñ en las postrimerías de su enfermedad, pidiñ la cruz, la besñ y
nos rogñ que le bautizáramos, poniéndole el nombre de Pablo‖.
Dudo realmente de una conversión tan profunda de un hombre prisionero de
hombres extraños de una cultura desconocida y que ni siquiera hablaba el
idioma de los cristianos, sino que se comunicaba con ellos por señas. Más bien
creo que, sintiéndose morir, habrá pedido alivio a <Setebos> por medio del
<Camalasque> de aquellos extraños hombres pálidos y pequeños, causantes
de su desgracia. Desde luego, a su vez los cristianos europeizaron su
interpretación del cuadro, y limpiaron sus conciencias bautizando al pobre
diablo, de cuya muerte eran responsables.
Por último, ha de notarse que Girgois (1901: 276, acentuación y errores de
gramática en el original) anota:
Llama la atención que escriba <Cheleule> con la misma grafía que Pigafetta,
pero es interesante que su descripción es semejante a la de los
<Camalasque>.
―... fue poco después de las seis, cuando llegñ el momento fatal,
aunque la marea comenzaba a elevarla, su primer movimiento fue
asentarse: los costados cedieron, y se hundió de popa en aguas
profundas; todo lo cual ocurriñ en el espacio de un minuto‖.
(Gower, 1813 [1803]: 270).
Fig. 9. Bomba de agua hallada en el pecio de la Swift, Se cerre que la inscripción ¡G. R.3 1769‖
indica el nombre del Rey Jorge III (George Rex 3) y la fecha de trabajos de mantenimiento de
la nave. Foto del autor, enero de 2020.
Entre el naufragio de la Swift y las ceremonias de adoración del mascarón de
proa mencionados por De la Peña transcurrieron unos 19 años. Aunque no es
imposible que el piloto refiriera hechos observados durante la expedición de
Viedma, de la que también había tomado parte en 1780. Ya vimos que Viedma
hizo referencia a la preferencia de los nativos por los mascarones de proa o las
aletas de popa para representar sus <Camalasque>. Lo que no es probable es
que se tratara del mismo elemento que María llamaba ―mi Cristo‖, pues éste
era pequeño según vimos.
Es una pena que no se haya conservado un dibujo o esquema del mascarón de
proa de la HMS Swift, y aunque se conservan los planos originales de 1763 de
la nave, no se incluye en ellos dicho mascarón.
Fig. 11. Planos originales de la HMS Swift (1763). Junto con su gemela la HMS Vulture (1763,
desmantelada 1771) constituyen las dos únicas corbetas de la clase Swift. Royal Museum
Greenwich Art Collection. SWIFT 1763 RMG J4840.jpg
379
Pero podemos tener una idea mirando los planos de su compañera la corbeta
HMS Tamar o Tamer, que data de 1758.
Fig. 12. . Plano original de la HMS Tamar o Tamer (1758). En realidad, el plano de su clase,
que incluyó al modelo de la misma, HMS Favourite (1757), que da nombre a la clase (Favourite
Class) y al HMS Flora (cancelado en 1762, no llegó a construirse). Tomado del sitio del Royal
Museum of Greenwich (RMG J4303.png).
Fig. 13. Detalle del plano anterior, para que pueda apreciarse mejor el mascarón de proa del
modelo HMS Favourite, clase a la que pertenecía HMS Tamar. Desde luego, el deterioro
producido por la acción del agua salada y el paso del tiempo pudieron hacer que un mascarón
semejante perdiera su pintura y se despuliera y la imagen desdibujada resultante parecer una
cabeza y tronco de un hombre yacente.
380
Las máscaras y muñecas y su relación con las formas del Gualicho y los
gualichos pequeños.
Aquí puede aplicarse una cita de Schmid (1964: 48):
Una cita muy interesante. Muy difícil hubiera sido que los aborígenes
abandonaran rápidamente su idea con respecto a las muñecas, a las que
asociaban a las tallas antropomórficas que ellos usaban y a las cuales atribuían
un poder benigno, curativo en la época de Viedma y en la de Parker King –
esto último sólo un cuarto de siglo antes.654 Evidentemente, para la segunda
mitad del siglo XIX se profundizaba el descenso de los <Camalasque>,
seguramente iniciado tiempo atrás, haciéndose paralela a la de otros entes que
originalmente tenían capacidad de hacer tanto el bien como el mal, pero que
hacia el fin de su caída terminaba por acentuarse la fase maligna de su poder.
Entre los aónikenk, por otra parte, Elal no descendió tanto. Quedó en general
como un héroe mítico, o incluso se mantuvo en las alturas, conservando uno de
sus nombres originales, še:čo y aún adquiriendo caracteres comunes con ko:č-
que en definitiva, como veremos, era su padre. Sin embargo, como se verá, no
382
La cita apoya, además, la asociación que he hecho entre elel y koλon, y entre
ambos y los yeklǝn y yeilǝm, todos términos que derivan, según creo haber
demostrado, de palabras ken que significan ―hijo‖- cf. yilal= (mi) hijo, klal= hijo
en SCh y kaləm/ykaləm= hijo/(mi) hijo en AA, ya mencionadas. Siendo yeklən
en i opinión, la verdadera fuente etimológica del nombre del ko٨on cisandino y
mitológica de su leyenda. Y, desde luego, traigo a colación una vez más la
asociación con el e٨əngašən y variantes.
Por otro lado, no es tan simple la cosa. Es real esta costumbre de los
mapuches, la de hablar con rodeos de ciertas cosas que producen reverencia,
temor o vergüenza, que hoy en día persiste en la campiña patagónica como
una broma, referente a ciertos comestibles que pueden asociarse a órganos
genitales masculinos, como los huevos o los chorizos, que son llamados
respectivamente ―productos de la concubina del cantor de la madrugada‖-
lexicalizado con frecuencia como ―productos‖- y ―atados con hilo‖, y de otras
formas, para no mencionar los nombres correctos, que motivan suspiros, ayes,
risas y frases socarronas entre los demás. Tal como yo mismo lo he
experimentado –y sufrido- durante mi adolescencia, durante los asados de
campo o en las chacras, cuando iba a trabajar con mi padre.
Pero la costumbre era típica ya de los tehuelches, que dejaron de llamar a t‘ču:ř
por su nombre, para apodarlo con diversos apelativos que se han estudiado y
aún se estudiarán en esta obra. Lo propio hicieron los onas con su deidad
principal, de manera que la costumbre parece ser antiquísima, incluso datable
hasta los protoken, y, en definitiva, probablemente, es común a toda la
humanidad.Sin ir más lejos, nosotros mismos tenemos ciertos tabúes
lingüísticos, y llamamos a Dios con apelativos, aunque muchos están ya
legitimizados por el uso: ―el Altísimo‖, ―el de Arriba‖, ―el Todopoderoso‖, ―el
Señor‖, incluso algunos menos respetuosos como ―el Barbudo‖. Es significativo,
especialmente, que los mapuches pampeano-patagónicos evitaran llamar al
tigre por su nombre –pues el mismo es un animal sagrado, el símbolo de Elal,
en definitiva, del Dios-Sol, o al menos del hijo que lo reemplazó, como creo
poder demostrar en el presente libro.
Por su parte, luego de exponer los testimonios de King y de Gervaize, Martinič
(1995: 319 y 320) duda de la opinión de Outes (1905: 251 y 252) y de
Casamiquela (1958: 300) sobre la extensión del totemismo hasta tiempos
relativamente recientes. Agrega: ―...en verdad los antecedentes de que se
dispone para sostener tal asunto no son del todo suficientes ni esclarecedores
como para ser convincentes en dicho sentido‖.
Coincido: es que el totemismo, si se obvia la actual caída en desgracia de
todas las teorías sobre este supuesto sistema generalizado y generalizable de
creencias, debe ser bien definido. Como hace el propio Martinič, que toma citas
del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, y así
para él el totemismo es un ―...sistema de creencias y organizaciñn de tribu
basado en el tñtem‖, siendo éste definido ―en primera acepciñn, como un
384
incluso uno para el bien y otro para el mal, y a la adoración o culto a ídolos
artificiales. Es como si algún extraterrestre llegara a nuestra época y juzgara a
la religión católica sólo por su adoración a ídolos artificiales: cristos, santos,
vírgenes, beatos, etc. -incluso reliquias o supuestas reliquias- y no tuviera en
cuenta la doctrina que hablaba de un único Dios que prohibía la adoración de
imágenes o ídolos -acto que en un acto de aparente regresión religiosa, los
hebreos ejercieron al adorar a su becerro de oro (Éxodo, 32).
Otra asociación interesante surge aquí: recordemos que los čeleule, como
denominó Pigafetta a los yəulel, variantes de yeklən, eran los ―diablos
pequeños‖, mientras que <Setebos> –el čauəλi de los poyas, el t‘ču:ř aónikenk,
el *tzual gënëna y el čəl de la tribu de Chulilaquin- era el ―diablo grande‖. No
casualmente, recordemos, según Bórmida y Siffredi (1969-1970 en
Casamiquela, 1988: 120), agsĉən en su versión femenina, estaba casada con
<Talwulli>, que identifico con t‘ču:ř. He ya aclarado que agsĉən podía ser
masculino o femenino, si bien en general era lo segundo. Ello no quita la
posibilidad de que entre los gënëna a këne axčǝm se feminizara y convirtiera la
―n‖ final en ―m‖, por una suerte de etimología popular, que habría transformado
en el sufijo femenino –ĉəm la terminación del mitónimo. Ejemplo de
determinación de la palabra por el mito. Incluso es posible que el continuo
intercambio entre ambas etnias haya ido transformando al ente en femenino
también entre los tehuelches del sur, e incluso en algunas variantes adquirió en
AA también la ―m‖ final. Pero, por lo demás, la identificación de agsĉən/axčǝm
como ser lunar es la causa de que sea más frecuentemente femenino que
masculino.
Siempre teniendo en cuenta que en los mitos la lógica puede no ser aplicable,
podemos especular con la idea de que si axĉən es la patrona de las yiékelon o
mujeres fantasma, puede ser la madre de los <iéklon>... o sea, de los
<cheleule>/ <yóulel>/<yaulal>. De donde el padre ha de ser su esposo
<Talwulli>, quien resulta ser nada menos que equivalente a <Setebos>, el
―diablo grande‖ de Pigafetta.
Insito en que debe dejarse de lado es la idea, tan difundida, de que el Alto Dios
<Chahuelli> -y variantes- de los poyas corresponde lingüística y
mitológicamente a los <cheleule> o diablos pequeños de los Patagones. Ello no
es del todo exacto: la correpondencia mitológica es cierta, aunque indirecta,
pero no lo es la lingüística, pues <Chahuelli> y <cheleule> son palabras
diferentes. <Chahuelli> corresponde al <Setebos> de Pigafetta, al <Tchur> de
Gardiner, el <Shorr> o ―el Tiempo‖ de Llarás Samitier, el <Tallwulli> de Siffredi,
el <Soychu> de Falkner y Sánchez Labrador- anotado <Soucha> en Of the
Patagonians, de Thomas Pennant-656 el <Séecho>657 de tantos autores, el
<Tzual> o <Siés> de los gënëna a këne, el <Shóort> y variantes de los onas.
Una entidad solar que, entre los tehuelches, cayó para transformarse en la
―gente chiquita‖ <táchul> (Escalada) o <ta:chuel> (Molina) de los aónikenk y en
los enanos <Táchwūwl> o <Táchhual> de los gënëna a këne (Harrington).
En cuanto a los <cheleule>, por más semejanza fonética y cercanía de
concepto mitológico que compartan con los enanos mencionados- pues, como
ellos, provienen de un Alto Dios caído y multiplicado- son fonéticamente y
mitológicamante asociados a los <Youlel>/<Yaulal>/<iéklon>/<geilum>, ―los
hijos‖. Su nombre deriva, en última instancia, no del nombre de *t‘ču:ř, sino de
un apelativo del mismo ente, que en protoken era aproximadamente *yəlal=
(mi) hijo, que dio nombre al elal de los aónikenk, al elel de los gënëna a këne y
386
En cambio, Borgatello (1921: 26), sostiene que <Maipè> era el Dios bueno, en
oposición al genio del mal que era <Gualice> (gualiče, con pronunciación
italiana), a quien páginas más adelante (p. 28 y 30) denomina <Gualicio>-es
decir, gualičio.
José Luis Pérez (1943, en Llarás Samitier, 1950: 179) dice que <Máip> es el
dios de los vientos. El propio Llarás Samitier sostiene que es ―el portador de
inquietudes espirituales y de la mala suerte‖. Agrega que cuando <NñshteΧ> se
enteró de que su hijo iba a ser más poderoso que él, vio a Máip que ―llegñ
arrastrándose entre los matorrales y sopló su aliento helado sobre un pajarito
posado en una rama. El ave cayñ muerto y NñshteΧ pensñ que podía asesinar
a la nube.‖ Y añade (p. 181) que maipə es el responsable del aletargamiento de
<Terr-werr> el roedor –y abuela de Elal- en ciertos pasajes del mito, por
haberle soplado encima, al confundirlo con un pajarito.
Según los informantes de Siffredi (1968 a: 129; 1969-1970: 253 y 254), Máip es
casi siempre maligno, ―designa a todas las potencias adversas sin
particularizar‖, pero según Velázquez podía ser ―portador de la buena suerte‖, y
según Yebes, había un Máip en la Cordillera, maligno, y otro en la Pampa,
benigno. Todos los informantes de la autora- la Sra. de Mercerat, Ataliva
Murga, la Sra. de Velázquez, Lorenzo Yebes, Antonio Yebes, Teresa Pacual,
Mariano y Rufino Ibáñez coincidieron en que era la sombra, espíritu o fantasma
de un muerto, pero según Teresa Pascual era bueno o malo según lo hubiera
sido la persona a que el <máip> perteneciera. Recalca ncomo constante la
dualidad maligno-benigno de Máip, con preponderancia de la fase maligna.
Agregan que maipə puede asumir las formas más variadas, sin tener ninguna
específica:
Fernández Garay (1997: 103, nota 51) dice que sus informantes identificaban a
maiP (según su transcripción fonética) con el gualicho. ―Se ha documentado
también con el significado de visión o aparición, sombra, fantasma, espíritu, y
finalmente fotografía‖. Su informante María Manchado le explicó que el maiP se
deseprende de una persona cunado ésta muere.
Priegue (2006: 85-86) observa:
los mehn de los onas. Sin embargo, Moreno documenta <Allnk‘maip> = figura
en tehuelche meridional siendo evidentemente la ―figura humana‖, pues en su
propio vocabulario – coherente con otros - aparece <Alen>, <Aln> y <Alnk> con
el significado de ―hombre‖ (Moreno, 1997: 406 y 407).662 De donde alən k‘
maipə sería ―figura o silueta de hombre‖.
Con respecto a este tema, casi es innecesario aclarar que en estas culturas -
como en muchísimas de las denominadas primitivas en todo el mundo- el alma,
el espíritu, la figura, el retrato, el reflejo, etc., y aún la talla son denominados
con el mismo vocablo que nombra a la sombra (ver por ejemplo Lévy-Bruhl,
1986: 107-132). De manera que, con esta evidencia, reivindico lo dicho por
Beauvoir, y traduzco máipə como ―sombra, espíritu, etc.‖
Siffredi (1969-70: 253) escribe:
Ya Molina anotaba en 1967 (p. 140, nota 37): ―Observemos que para sombra
utilizan el mismo vocablo que para indicar el alma, el espíritu. Es decir, aquello
que no se puede palpar‖.
Casamiquela (1987 a: 21) realizó una observación semejante, para el GK: ―No
olvidemos que en tehuelche septentrional actual ―sombra‖ y ―espíritu‖ son una
misma palabra‖. En efecto, en el diccionario de su Gramática (1983: 123 y 135)
anota ―alma, espíritu (sombra)‖ = <‗sëqël>, <‗sëkël>, palabra de la que pueden
hallarse variantes en otros vocabularios. Y recuérdese que esta palabra resulta
cognada con el nombre del Lucero en GI: <Shakl> según Molina, y el de las
estrellas, <shakalelú> y variantes en dicha lengua, lo que refuerza la idea de la
asociación entre los conceptos de ―espíritu, alma‖ y los de ―luz‖-664 además de
que tanto para los onas como para los tehuelches las estrellas eran las almas
de sus antepasados.
Lo propio dice Gallardo (1910: 325 y 327) de los shelknam:
¿Y <Kelénken>?
He dicho algo sobre maipə. Vamos ahora a su gemelo, <Kelénken>. Según
Llarás Samitier (1950: 190) era ―la representaciñn de la peste y la desgracia‖.
Ha de corresponder a uno de los Espíritus del Mal mencionados por Lista
(1998, 2: 137), <Kerónkeken>:
La identificación es apoyada por mencionar Lista a otros tres Espíritus del Mal:
<Maipe>, <Arhjchen> y <Huendáunke>. Repásese lo estudiado en el primer
capítulo sobre <Kerónkeken> y variantes.
Recordemos que <Kelénken> y <Máip> habían nacido al mismo tiempo, y eran
producto de la unión de <Tons> la Oscuridad y de <Shorr> el Tiempo. Apunto
también que identifico al nombre de <Tons> la Oscuridad con el vocablo AA
tənš= noche y, como ya hemos dicho, probablemente con <Térroch>/<Terush>
y variantes, nombres de la Noche y de la Luna, que a su vez identifico con
t‘elux el Lucero, la esposa de Elal. Agregaré que ya he asociado a šoȓ con el
t‘ču:ř o setəwȓ -<Setebos> de Pigafetta-o se:ĉo tehuelche y con el šo:ȓt ona. Y
remato la idea con el adelanto de que, como demostraré, t‘ču:ř/setəwȓ/se:ĉo era
nada menos que el propio elal, por otro lado a todas luces un héroe solar, es
decir, el propio Sol.
Los árboles genealógicos de los seres mitológicos son complicados de
comprender, simplemente porque los mitos, como los sueños, no son lógicos,
sino analógicos. Recuérdese que he dicho ya que el nombre de la abuela de
Elal, el ratón o cuis teȓ-weȓ, es a su vez identificable con el nombre téushen y
aóniken áish arcaico de la luna: <Térroch>/<Terush> y variantes – es decir, teȓ-
wəĉ. Y he mencionado que tənš la Oscuridad era madre de los cinco
demonios, entre ellos nošt‘ex, que a su vez era padre de Elal: ¡de donde resulta
que teȓ-weȓ era abuela paterna de Elal! 665 Y, por otro lado, siendo šoȓ
identificable con t‘ĉu:ȓ, y éste con Elal… ¡entonces Elal es su propio abuelo! Lo
cual podría explicarse por la forma tehuelche de herencia de los nombres,
según la cual los nietos recibían el nombre- y por lo tanto el alma- de sus
abuelos, y los sobrinos de sus tíos. En este sentido, el nieto que llevaba el
nombre de su abuelo era realmente su propio abuelo. Esta aparente paradoja
ha de haber resultado así muy lógica para la mente tehuelche. Pero además se
trata de que estos son linajes solares y lunares: el Sol es padre y abuelo
paterno del Sol, y lo propio ocurre con la Luna.
390
día/keřen= tiempo, día (págs. 41, 47, 126, 155 y 157)- vocablos todos que creo
asociados al significado ―brillo‖, como postulaba en mi trabajo de 2007, ya
mencionado y repasado en el capítulo anterior, y con el vocablo <kerrontken>=
corral de las estrellas, paraíso, ya estudiado en el capítulo 1 de este libro.
Resulta lógico que los hijos predilectos de la Claridad šoȓ y de la Oscuridad
tǝnš fueran la Sombra-maipə y la Luz o Brillo-kəȓənken.
Podemos así ir más lejos, y adelantar que, si los vocablos maipə en AA y
mahai en SCh son cognados, como es aparente y como sospechaba Beauvoir
(1915: 180), su étimo pudo ser, en pCh, la palabra *mah-wə= luz-brota. Y si
como parece el vocablo más conocido <mehn> y variantes = sombra, alma,
figura en SCh es también cognado con ellas, su étimo sería un vocablo del pCh
cognado con *mah-wə, vocablo que recompongo como *mah-hən, de
*mah=luz+ *hen= brota, surge, mana, fluye, etc. ―Brote de la luz‖ sería un buen
nombre para la sombra, y explicaría parcialmente la contronimia resultante,
siendo el significado ―alma‖ consecuencia de una obvia extensión semántica.
Si es éste el camino, entonces también serían cognados con los vocablos del
Mnk <ma>= hoy, <mata>= cielo (Hyades –Deniker), <makón-auk>= pasado
mañana (Beauvoir), del pK *mah= luz+ *ken= surge, brota, mana+ *eȉk= arriba,
alto; los contrónimos <mjeu>= noche, <mjunuk> (L. Bridges),
<mánek>/<manek>= negro (Tonelli); e incluso <miû>= alma (Beauvoir, 1915:
172). Pueden ser cognadas palabras de otros idiomas que significan
conceptos relacionados con la luz, como el Mnk <kammaká>= quemado (Lista);
el GI amaha= Sol, día; el Tsn <amania>= Luna, <manea/manee>= noche y
<maka>= fuego; y ejemplos varios que estudiaremos luego.
En cierto sentido, maipǝ y kelenken resultan ser potencias duales, ambas con
una fase maligna y otra benigna. Se trata probablemente, en mitología
comparada, de una versión de los famosos gemelos míticos, ubicuos en las
culturas sudamericanas y en muchas euroasiáticas, africanas y otras. En este
caso, son los hijos del dios solar t‘ču:ř y la Oscuridad tǝns- es decir, en última
instancia, del ego original de Elal y de telux, identificable con la diosa lunar y
con la Noche.
Serían equivalentes de Castor y Pólux, los dióscuros o Geminii grecolatinos,
hijos de Zeus y de Leda -según algunas etimologías dioskouroi significaría
―hijos de Zeus‖ en griego antiguo. Pólux era inmortal y Castor no, pero cuando
el primero intercedió ante Zeus por su hermano, el dios les concedió a ambos
convivir alternadamente como inmortales en el Olimpo o como mortales en el
Hades. Y cuando menos uno de dichos dióscuros, Pólux -polideukes en griego-
lleva un nombre cognado con palabras con significados relacionados con lo
―luminoso, brillante, transparente, pulido, pálido, etc.‖, y con su contrónimo
―poluto‖- aunque no es la etimología más aceptada del mitónimo, como
veremos en el último capítulo de esta obra. Sería en consecencia equivalente
del k‘elenk‘en de los tehuelches.
De manera que, en cambio, posiblemente, Castor se relacione con palabras
que indican ―oscuridad, noche, etc.‖- o incluso, como hijo de Zeus, el nombre
de este dióscuro pudo también relacionarse con los significados de ―luminoso,
brillante, claro‖- cf. Lat. castitas, castitatis= pureza. Lo cual implica que los
significados originales de ambos nombres fueran ambiguos ―luminoso/oscuro‖ o
―casto, puro/poluto, impuro‖, como contrónimos.
Comparten muchos rasgos con los dioses gemelos védicos conocidos como los
Asvins, Ashvins o Ashuins, dioses luminosos hijos del dios celestial Dyaus-
392
Es decir, la unión sexual del Sol y de la Luna es imitada por tənš, que envuelve
a la Tierra, y al parecer tiene relaciones sexuales con šoȓ el Tiempo- -no
casualmente de nombre cognado con el de tčuř, el arcaico dios solar tehuelche
y con el de la deidad solar caída del hain ona, šo:řt.
Por otro lado, ya lo hemos visto, en los mitos las parejas son un solo ser, cada
sexo es sólo un alter ego del otro, y ello se manifiesta en la unión, el regreso al
ser único. Como ejemplo puedo agregar que Eliade (1971: 135, nota 51)
menciona que, según Baumann, entre muchos de los pueblos indonesios, el
nombre del Ser Supremo está formado por la combinación de los nombres ―Sol
Luna ―o ―Padre Madre‖. Sabemos que entre los onas el nombre del Sol y de la
Luna son semejantes, respectivamente kȓən= surge la luz, fuente de luz, etc. y
kȓə= luz;673 y lo propio ocurre en günühna a iájich, en que ambos astros son
denominados apiuhǝk y variantes –algo que dejaba perplejo a Casamiquela
(1983: 105). Los téushen llamaban šewen al sol y šewenon a la luna.674 No es
395
necesario insistir más en la identidad de un astro con el otro, más allá de que
en en algunos de los ejemplos uno de los astros lleva un nombre marcado para
distinguirlo del otro. Elemento marcador que, probablemente, se agregó en la
evolución de las palabras y los mitos, cuando ya ambos cuerpos celestes eran
deidades luminosas distintas.
En apoyo a la identificación entre la tierra o el polvo, y la noche o la oscuridad -
y la niebla, nubes, vapor, gas, ventosidades, lluvia, etc.- veamos algunas
palabras de idiomas ken:
dividimos en unos pocos mitemas a este relato, vemos que se parece mucho a
la pelea de Elal con su padre, con el brujo Tkaur y variantes, con la ballena, y a
la lucha de Okópan con O‘okpe, etc. El mar, el lago, el barranco, etc. son
representados aquí por la olla, que se entiende era para hervir en agua a quien
allí era arrojado. La muerte en el agua era ignominiosa para los tehuelches, y
de allí su temor al mar, desde luego en relación con los mitos sobre el Diluvio
que veremos en un capítulo especial.
Estoy convencido de que go:š, la ballena, y <Gosg-e>, el ser gigantesco y
monstruoso que ella fuera antes de entrar al mar, llevan nombres cognados.
Además, Llarás Samitier (1950: 193) menciona a los dos hermanos que atacan
a Elal cuando llega al cerro Chalten: <Kókeshke> el Frío y <Shíe> la Nieve -
ayudados por <Máip>, el viento asesino, quien, como vimos, es uno de los
espíritus malignos, hijos de tənš, la noche. Me parece muy notable la
semejanza entre los nombres de <Kókeshke> y <Shíe> y el del gigante en
cuestión. En efecto, <Kókeshke> se parece a <Gosg-e>, la versión de Lista, y
<Shíe> a <Gosye>, la versión de Llarás Samitier. Y ―viento‖ era xošn en AA y
kəšen en Tsn, mientras que xoš=nieve, escarcha, granizo y xošikən=invierno
en Sch. De donde resulta que los cuatro nombres guardan semejanza entre sí-
y con los términos AA y Tsn para ―cielo‖ y ―viento‖ y aquellos del Sch para ―frío‖
y conceptos relacionados. Me explayaré sobre el tema al estudiar los nombres
del clima entre los tehuelches.
Además, no podemos dejar de relacionar a <Goshg-e>/<Gosye> con un
personaje, mencionado a Casamiquela (1988: 50) por Rufino Ibáñez, su
informante de Camusu Aike, Santa Cruz. Se trataba de ―un brujo‖, ―un
tehuelche meridional de alta estatura, de nombre Góske, sindicado como autor
de varios daños a personas‖, y que el informante relaciona con axĉəm y con los
enmascarados que se disfrazaban para asustar a otros. Es que, como el lector
podrá ver, es frecuente en los mitos, leyendas y relatos religiosos de todos los
pueblos y épocas, que los seres malignos, frecuentemente dioses caídos, se
transformen en monstruos al caer o malignizarse: con frecuencia, dichos
monstruos son gigantes o enanos. Es el caso de gošxe, alter ego del padre de
Elal, un ser divino malignizado.
Coherentemente, Campbell sostiene que los ogros y otros monstruos de
cuentos y mitos son figuras paternas. Devenidas monstruos mediante el triunfo
de sus hijos. Algo que se cumple en el caso de varios de los monstruos con los
que peleó Elal: es decir, nošt‘ex/t‘kauȓ y gošˠǝ, cuando menos, eran su padre y
alter egos de éste. Pero, en cambio, šintalken parece un alter ego del hijo de
Elal, que, aunque semejante físicamente a su padre, se vuelve monstruoso en
la memoria de los tehuelches, en realidad por ser el derrotado. Pero representa
a su abuelo, el padre de Elal… aunque en otras partes del mito, el hijo de Elal
representa a su propia madre, t‘elux, o cuando menos, con ella se alía en el
destino de castigo y de muerte -una muerte simbólica, pero muerte al fin.
Esta transformación en seres temibles de los dioses caídos en desgracia es
universal, y Fromm (1972: 161), en concordancia con Freud y Bachofen, dice,
al analizar el Fausto de Goethe:
Esta idea explica el terror de los onas ante la Luna, perdedora en la lucha con
su marido, y ante su alter ego, Halpen. También que en ciertos testimonios
tehuelches el Mal Espíritu se ubicara en la Luna, además del terror que les
producía un ser lunar como agsčem/axčǝm. Pues, como veremos en los
próximos dos capítulos, también los mitos tehuelches conservan huellas del
conflicto entre Sol y Luna. Lo propio con el caso del Gualicho y sus hijos, los
gualichos menores, los yeklǝn, yeilǝm y youlel aónikenk, los čeleule patagones
y los čelil/yaulal/elel gënëna…etc, etc. Que aparentemente representan al
fracasado hijo de Elal, que intentó reemplazar a su padre, como analizaremos
también en los dos siguientes capítulos.
Incluso puede ocurrir, como en algunos casos, que el ser malignizado no haya
perdido la batalla o la pugna por la supremacía con otro ser divino, vencedor y
por lo tanto benigno… sino con uno de sus propios alter egos. O, más aún, que
no haya memoria entre los hombres, de tal batalla o pugna. Como los casos de
taču:l y los táčul, y de talu:λi, malignos alter egos del t‘ču:ř aónikenk o čaweλi
poya, incluso del šo:řt ona. Un dios olvidado bajo tales nombres, pero
sobreviviente entre los aónikenk bajo la forma de se:čo el/la Dios/a Creador/a y
guardiana del paraíso, y del héroe solar y Dios Creador Elal.
Recordemos que Casimiro, tehuelche del sur, había sido criado en Patagones
por el francés Francisco Fourmartin, alias Bivois, de donde el nativo recibió su
apellido Biguá, y ello explica que no respetara el tabú ancestral.
También Schmid (1964: 177) dice, refiriéndose a los aónikenk: ―Nunca comen
pescado, así sea el mejor salmón, pero sí ostras y mejillones como variación‖-
lo cual es interesante, pues los mariscos bivalvos quedaban, al parecer, fuera
del tabú.
Coan (2007: 50-51) refiere lo propio:
También Gervaise (en D‘Urville, 1842, 1; 278) dice que los tehuelches que
conoció comían mariscos.
Por su parte, Girgois (1901: 276) dice sobre los tehuelches, en cita parcial de
Lista:
consumían, explicando que cuando se hallaban en la costa del mar las mujeres
y los niños recogían lapas y mejillones. Pero agrega: ―…pero raramente
obtienen pescado o lobos marinos‖. Lo que me hace preguntarme si alguna vez
realmente los obtendrían, en cuyo caso el tabú observado por cronistas
posteriores aún no ha de haber estado vigente.
Bourne (1853: 147, traducción mía del inglés; 2006: 79) 682 observaba en 1843
sobre los nativos que lo tenían prisionero:
―El jefe dijo que él ni su gente gustaban de las ostras, pero que
otros indios las comían. No le gustaba el pescado de ninguna
clase; ningún pez tenía grasa suficiente para ellos. Ninguno de
estos indios comía pescado‖.
El jesuita Matías Strobel escribe sobre los pampas de su época, en carta del 3
de octubre de 1740 (en Sánchez Labrador, 1936: 228, nota 88 de Furlong
Cardiff):
―Los Indios Australes no los comen, y entre ellos corre esta fábula,
que los Puercos antes eran hombres muy perversos, lo quales por
su excesiva maldad se convirtieron en cerdos‖.
que habrían, como los otáridos, violado un tabú y por ello fueron castigados
mediante su transformación en pecaríes y/o cerdos.
En cambio, varios autores documentan el consumo de pescado entre los
tehuelches septentrionales, entre ellos Claraz. José María Cual no parecía
mostrar repugnancia ante el pescado y les dijo a Bórmida y Casamiquela (1964
[1958-1959]: 165) que las razones por la cual su etnia no consumía peces de
mar o de río era ―… la lejanía del mar y la ausencia de aguas dulces que
proporcionaran peces en el área de su grupo‖.
Además de que estos tabúes entroncan con los de otras religiones del mundo,
hemos de recordar que en la meseta patagónica no se hallaba con facilidad
ninguno de ambos animales –no había cerdos, aunque probablemente sí
tapires, y los únicos peces eran los de ríos y arroyos- y, además, que ambos
tienen un aroma y gusto fuertes, al que los aborígenes cazadores no estarían
acostumbrados.683 No hallo razón para las dudas de Vignati (en Schmid, 1964:
197, nota 24) con respecto a la cita de Lista.
Sin embargo, recordemos que, según Lista, cuando Elal cambia de nombre,
entre otras cosas vive en una choza de ramas y, además de cazar, come
pescado. Estas dos acciones me recuerdan no sólo a las costumbres de
algunos de los habitantes de Tierra del Fuego -cf. yámana y alakalufes- sino a
los aborígenes hallados por los enviados de Alcazaba, en el momento de
encontrar el actual Río Chico del Chubut: aquellos hombres vivían en ―bohíos‖,
o sea, chozas de ramas.684 En cuanto a éstas, Casamiquela (1985: 14) supone
que se trata de una supervivencia de la costumbre de un sutrato étnico más
antiguo. En este sentido, opino que, aunque en un momento de la evolución de
la historia de un pueblo puede clasificárselo según sus usos y costumbres, es
discutible clasificar a los pueblos descartando características que no
pertenecen al modelo supuestamente fijo de características que poseyeron. La
cultura es evolutiva, al menos mientras está viva, y desde luego si deja de
evolucionar es porque ha muerto. Y el extremo actual de no clasificar a los
pueblos es también erróneo: los propios pueblos y culturas se autoclasifican,
dándose incluso un autónimo, y clasifican a otros, considerándolos distintos,
incluso frecuentemente inferiores, y dándoles un heterónimo. Volveremos sobre
el punto en el capítulo 3 de esta obra.
En lo que respecta al consumo de animales de mar, existen evidencias
arqueológicas de que pueblos prototuelches- o, tal vez, pre-tehuelches-
consumían profusión de pescados y mariscos. Aquí adquiere relevancia la
observación de Escalada (1951:10 y 12), que en inmediaciones de los lagos
Colhué Huapi y Musters y del mencionado río Chico halló restos arqueológicos
que incluían pesas para pesca y enterratorios en islotes de los lagos. ―Ha de
haber habido allí en tiempos remotos un pueblo pescador‖. También hace
referencia a pueblos paleolíticos costeros que consumían, ―… preferentemente,
peces, moluscos, lobos marinos, etc‖. También se han recolectado pesas de
pesca en el lago Colhue Huapi -nuevamente- y en la aledaña Laguna de la
Flecha por investigadores modernos (Moreno y cols., 2015; Reyes y Peralta G.,
2013); en los sitios Arroyo Verde, Rincón de Elizalde, Playa Galván, San
Román, Punta Norte, La Armonía 1, Las Lisas , El Progreso, Los Abanicos,
Estación 8, Estación 14 y Caleta Valdés (Gómez Otero, 2006: páginas varias);
y un antiguo anzuelo de madera fue hallado entre los cachiyuyos en la
Península Valdés (Gómez Otero, 1996). Todos hallazgos realizados en la
provincia del Chubut.
405
Por su parte, Fletcher (1652: 24, traducción mía del inglés), el cronista de
Drake, narra varias situaciones del encuentro que tuvieron con los patagones
en 1578. Entre otros datos, nos deja el siguiente:
Puede que así fuera, pero no informa haber observado directamente que eran
los nativos los autores de tal acto, por lo que debe tomarse el dato con
precaución.
El sacrificio de la ballena
El mito de la ballena al que hice referencia es muy semejante a aquél de los
aborígenes australianos, el del gigante antropomorfo Lumaluma (Eliade, 1992:
108), que era a la vez una ballena -la dualidad o incluso pluralidad de todos los
seres, que pueden simultáneamente ser varios a la vez, es típica de la llamada
mentalidad primitiva, según lo analizara muy bien Lévy-Bruhl (1986) en varios
párrafos.
Este gigante-ballena:
Leemos además a María Clara Álvarez (2009: 43, subrayados míos), que
exploró el mismo sitio Calera:
Agrega Bórmida que del análisis de todas las versiones obtenidas pueden
extraerse ciertas constantes y construir una narración tipo, que no deja de ser
una abstracción del estudioso, que no implica que realmente haya existido tal
versión. Como es equivocado el concepto de variante del relato, pues ello
implicaría la existencia de un original. Que no existe. Bórmida descarta además
la palabra ―versión‖ -que yo prefiero seguir usando- y afirma que todos los
409
relatos de una misma historia deben ser usados, ―pues todas son legítimas y
todas son auténticas‖. Se refiere (p. 41) al frecuente problema de la traducción
del relato del idioma original al del recolector, tanto en cuanto a la selección de
las palabras como de los conceptos que muchas veces no puden traducirse, o
bien el nativo o el recolector son incapaces de realizar dicha traducción del
idioma del narrador al del recolector. Más adelante (p. 43) agrega, en una frase
que podría justificar los denuestos de algunos autores contra las versiones del
mito de Elal dejadas por Lista: ―Es lógico que ciertas redacciones con palabras
o giros a veces poéticos y propios de nuestro idioma literario no puedan ser
tomados como veraces‖. Y da como ejemplo la asimiliación bíblica por parte de
misioneros que no sean a la vez etnólogos profesionales.
Continuando con las relaciones, en SCh ―ballena‖ se dice <ochin>, <hochin>
(Beauvoir, 1915: 45, 54,115, 160), y ―viento‖ es <shenü>, <shenrr>, pero
―aliento‖ se dice <kojen>/<koojin>... palabra sin dudas relacionada con el
nombre tehuelche meridional del viento, <joshen> y variantes, y el del frío,
<koshen> y variantes. Y entonces comprendemos la relación que une a
<Kókeshke> el Frío y a su hermano y alter ego <Shíe> la Nieve con el gigante
gošxe y al animal en que se transformó, go:š la ballena. Es que todas estas
palabras y las que he mencionado en SCh provienen probablemente de una
palabra en pCh que significaba ―viento, aliento, soplo‖, vocablo sin dudas
onomatopéyico. Y aquí cobran interés renovado las palabras ―ballena‖ en
castellano y ―whale‖ en inglés -y, tal vez, squalus en latín689- pues entre las
teorías que tratan de establecer el origen indoeuropeo común de ambas
palabras, están aquellas que las hacen derivadas del griego bállein= lanzar ,
por el surtidor de vapor que lanza el animal al exhalar, o del griego falaina y
latín balaena= hinchada, a su vez, se dice, derivadas de la raíz indoeuropea
bhel= soplar, hincharse - cf. Ing. blow= soplar, etc. De manera que, tanto en los
idiomas indoeuropeos como en aquellos chon, el nombre de la ballena parece
ser descriptivo de su facultad de soplar, de expeler un chorro de aire.690 Asumo
que la ―s‖ de <Góos>/<Go-os> es africada: algo así como go:š –lo que aumenta
la semejanza con el viento xošen, el cielo ko:ĉ y con el gigante gošxe.
No ha de ser casual que, para los shelknam, precisamente el viento y la ballena
fueran pareja, y padres de Taiyin, el picaflor, llamado
<shiunutkam>/<shyünûtkam>= hijo/hija del viento, ―por su modo de volar‖,
según Beauvoir (1915: 61 y 147); tal vez el sonido de las alas de la avecilla les
recordara el sonido del viento y el resoplido de la ballena.691 Lo cierto es que el
nombre del ave parece estar formado por las palabras šenȉ/šenȓ = viento + kam
= hija, <yakkam>/<yetkam>= mi hija (mi parto), hijas mías; <itam>=hijas
mujeres (p. 134, 142 y 160)... de donde recompongo el nombre del colibrí como
šenȉ-ytkam= viento-hija, y le adjudico así sexo femenino.692
De paso digamos que las palabras del SCh <hochin>= ballena y <hochin>
/<hoch‘n>/<kokchin>= sal (Beauvoir, 1915: 154) son términos cognados, en
donde reconocemos <hoch>/<horr> - cognados con *houȓ= blanco, brillante,
transparente, aire, agua, etc. + *xen= lleno, hinchado, grueso, mana, brota,
fluye. Probablemente también con el AA Ɂočén=nena (Fernández Garay y
Hernández, 2006), en el sentido de ―cría o criatura, criar‖, es decir, ―brotar,
surgir, generar‖. De aquí podemos deducir que <jechan> y variantes en AA y
xətřΛn en GI, ambos con el significado de ―sal‖ tienen el mismo origen y
significado.693 Lo propio ocurre en las lenguas indoeuropeas, cf. Lat. sol, solis=
sol, cognado con sal, salis= sal; Gr. Helios= dios del Sol, cognado con hals=
410
sal; Gal. haul= sol, cognado con halen= sal; etc. Ampliaré información en el
último capítulo de esta obra.
Otra palabra del SCh que tal vez sea cognada y de igual significado es <wuisn>
y variantes= perro (Beauvoir, 1915: 148), cognada con su equivalente en AA
<wachin> y variantes (Lehmann-Nitsche, 1914: 263) y con el GI <pichen>.694
Es decir que tanto la ballena como el perro pudieron recibir el nombre del
sonido del soplido que produce el mamífero marino y el que emite el perro al
husmear.
La idea de la relación entre el gigante gošxe y la ballena go:š por un lado y el
Dios celeste ko:ĉ por el otro se refuerza cuando se analiza la semejanza entre
dichos tres nombres y el del alter ego del padre de Elal, <Tkaur>/<Takaurr>-
cuya ―rr‖ también ha de ser fricativa, es decir, t‘kauȓ, lo que explica la doble ―r‖
con que en ocasiones se lo ha escrito. Salvo por la ―t‖ inicial, este mitónimo se
asemeja notablemente a los otros tres nombres.
Por otro lado, el ciclo se cierra perfectamente, pues al fin y al cabo nošt‘ex se
come a Elal, como intentara al nacer éste. Pero lo hace bajo la forma de su otro
yo, gošxe, y aunque previamente Elal debió transformarse en tábano. Así,
gošxe termina lo que no pudo completar nošt‘ex cuando el héroe era recién
nacido. Sin embargo, en el acto de devorar a Elal, que hubiera significado su
triunfo sobre su hijo de pequeño, el monstruo que devora al héroe ya mayor
rubrica su propia perdición.
¿Qué significa t‘kauȓ? La palabra es muy semejante a <jaursh>= puma en AA
(Schmid, 1910 b: 14), lo que no me sorprende, pues veremos más adelante
que se identificaba a Elal, a su padre y a su hijo con los grandes felinos. Pero
más bien creo que <jaursh>= puma en AA podría ser cognado con el SCh
<joor> = niño (varón), <jorr>/<ohr>/<okr> = género masculino de los animales,
<orrhé>= macho, (Beauvoir, 1915: 50 y 56). Es decir, como ocurre en otros
casos, los felinos reciben un nombre cognado con otras palabra que significa
―pichón, cría, cachorro‖, en este caso, ―cachorro macho‖.
Explorando otro camino, siempre me ha llamado la atención la semejanza de la
terminación de los nombres de muchos de los entes míticos tehuelches y onas.
Veámoslas:
ko:ĉ............................-o:ĉ (tehuelche)
t‘ču:ř .................... -uȓ (tehuelche)
t‘kauȓ......................-uȓ (tehuelche)
t‘elux..........................-ux (tehuelche)
kenoš…………………-oš (ona)
Obsérvese que se trata en todos los casos de dioses solares o celestiales –al
menos originalmente. Tal vez no sería demasiado descabellado pretender que
sus nombres tuvieran –como creo haberlo demostrado en el caso individual de
t`ĉu:ȓ- alguna relación con las ideas de ―blanco, luminoso, brillante‖. Y, en
efecto, todas estas terminaciones corresponen en SCh a las palabras oȓ=río,
houȓ=lluvia, <honrr>=relámpago, <oner=rayo> (Beauvoir, 1915: 31, 139 y 152)
– estas dos últimas son aún más semejantes si aceptáramos un error de pluma
de ―n‖ en lugar de ―u‖. Todas derivarían del pk *houȓ=agua, luz. En los primeros
casos una idea asociada a la de ―agua‖, en los dos últimos a fenómenos
luminosos, y todas cognadas, creo, mediante la difusión léxica, con *hǝl, *šǝl,
*čǝl, *xǝl, *šǝȓ, *čǝȓ, *xǝř, etc. = luz, brillo, claridad, blancura, y demás términos
411
relacionados en todos los idiomas derivados del pK. Además, se trata de la raíz
de uno de los sinónimos para ―blanco‖ en AA, pues la palabra completa es
oȓenk y variantes (Lehmann-Nitsche, 1914: 273), en donde se reconoce la
mencionada raíz, (h)oȓe-, y el sufijo adjetivante -nk... de donde deducimos
fácilmente que orrenk significaba originalmente ―luminoso, brillante, claro‖, de
*(h)oȓe=luz, brillo, claridad + el mencionado sufijo adjetivante.
Continuando con la idea, veamos las primeras partes de cada nombre:
ko:ĉ............................ko- (tehuelche)
t‘ču:ř .................... t‘ĉu- (tehuelche)
t‘kauȓ......................t‘ka- (tehuelche)
t‘elux..........................t‘el- (tehuelche)
keno:š…………………ken- (ona)
Se trata en todos los casos de términos que pueden asociarse a la misma idea
de ―luz, brillo, brote‖, con el agregado del sufijo *-wəȓ, *-houř, de igual
significado.
Shelknam
planetas, estrellas= <tehlus> (Bridges, 2005: 424)
estrellas: <tellu> (Lista), <tillrr> (Nordenskjöld), <t‘ella> (Lehmann-Nitsche),
<tell>, <tillr> (Beauvoir), todos según Lehmann-Nitsche (1914: 254)
Mánekenkn o háus
estrellas= <dalas> (Bridges en Escalada, 1949: 180), <tala> (Viegas
Barros, 2005: 50).
Gënëna a iájich
charabón, Cruz del Sur= <téloe> (Molina, 1967: 183)
estrella, estrellas = <tzekeléle>/<tzekelele> (Claraz, 1988: 149, voc. 175);
<shakalelú> (Milanesio, en Molina, 1967: 163) o <tjaralelu> (Milanesio en
De la Grasserie, 1906: 642); <ts‘a‘qalël>/<tsëqalël>695 (Casamiquela,1983:
136), probalemente relacionadas con el vocablo <a tsakia>=
resplandeciente (voc. 859 de Claraz, 1988: 158).
Lucero, Venus: <shakl> (Molina, 1967: 183), palabra muy similar a las
anteriores.
Téushen
Estrella: <téloe> (Lehmann- Nitsche, 1914: 254). Se trata de la misma
palabra que vimos en el GI de Molina, con igual significado. Puede que
éste la tomara de Lehmann-Nitsche, o que fuera un préstamo, o una
palabra persistente de, en ambos idiomas, del pK.
Luna: teȓuĉ, de *təȓ= luz+*wəĉ, variante de *wəȓ= brota, surge, mana, fluye.
Cf. SCh <wich>=claridad de la noche, AA wetše= alba, aurora, y demás
cognados vistos en el capítulo 1.
Aóniken áish:
teȓke, teȓken y variantes= estrella (2005: 50). En donde teȓ- sería variante
de *ĉəȓ= luz, agua.
Es paradigmático el ejemplo del nombre de la abuela de Elal, <Terr-werr> y
variantes. Reconozco en su nombre la misma estructura ya analizada, en
donde *teȓ =luz, variante de *ĉəȓ y *ĉəl; y wəȓ = brota, surge, mana, fluye. Es
más, como ya adelanté en una nota al pie, su nombre parece el mismo que
la palabra téushen para ―luna‖, ya vista: <Terroch> (Viedma), <Teruch>
(Ameghino), <Teroutz> (Cox), todos según Lehmann- Nitsche, 1914: 253),
que recomponía como təȓwəĉ. Es decir que la abuela de Elal era, como él
mismo, un ser luminoso -¡la Luna! Es entonces identificable con tǝnš, la
oscuridad, casualmente madre de nošt‘ex, el padre de Elal. Y, como he
adelantado, para mi sorpresa, teȓ-wəȓ resulta ser así, no la madre de la
nube teo, sino del propio nošt‘ex. Es decir que teȓ-wəȓ, abuela de Elal,
¡habría salvado a a su nieto de las garras de su propio hijo! Sin embargo,
Ana Montenegro de Yebes (en Bórmida y Siffredi, 1969-1970: 314)
interpretaba lo que todos hemos pensado siempre: que ―la Térrguerr‖ era la
madre de Teo. Lo que deja abierta la posibilidad que también se plantea
con Elal y su esposa t‘elux: que nost‘ex y Teo fueran hermanos, también
ellos… posiblemente, otra generación de seres celestiales, respectivamente
solar y lunar. Pero no deseo profundizar tanto en este análisis por el
momento.
¿Y cómo fue que la luna/la noche terminó siendo un simple ratón o cururo?
¿Se trata solamente de un mito de transformación, o hay algo más? Fuera de
que en los mitos todo es posible, se me ocurre que la palabra prototehuelche
414
GI kawarš= sirena, tal vez de *kə= luz, agua, aire+ *wəȓ= brota, surge,
mana, fluye= ―brota (del) agua‖, o ―brota el aire o aliento‖. En otra obra
(Williams D, 2007: 203, nota 29) he dicho que Lewis Jones (1898: 59)
menciona el topónimo <Arwats>, que Tegai Roberts, traductora del
capítulo del galés al castellano, identifica en nota al pie con Punta Ninfas
(Jones L, 1966: 192, nota 1 al pie), pero que el propio Lewis Jones dice
más adelante (p. 58) que es Bahía Cracker.700 En el mapa anexo en la
415
Cabe aquí recordar también que Bórmida y Siffredi han señalado que el
gigantismo y la conformación pétrea de o:kǝmpanǝ –figura que ya
estudiaremos- permiten relacionarlo con el cañadón y/o con la ballena. De
donde deduzco que la ballena y el cañadón, eran aparentemente un único
monstruo, una especie de ser mixto, el cañadón-ballena. Y esto demuestra una
vez más la mencionada determinación del mito por la palabra.
416
representante del mismo se vestía con una piel de jaguar, y, como veremos,
que los nombres de los grandes felinos en las lenguas ken significan en
general ―hijo del Sol‖. Como Elal, que era el Hijo del Sol, su nombre
significando ―el Hijo‖ (Williams D, 2008 k).
Discutir, e intentar distinguir, en qué casos la ingesta de carne de un gran felino
era un revivir ritual de la muerte de Elal, y en cuáles lo era de la muerte de su
hijo, es harina de otro costal. Por lo demás, creo que ambos episodios se
hallaban confundidos en la mente de quienes vivían las culturas tehuelches, y
para cualquier investigador sería difícil separar uno del otro.
Lo que abre una posibilidad más: que el lobo marino, animal en que se
transformó el hijo de elal –keΛel- pudo ser en algún momento remoto el animal
consumido ritualmente. Lo que permitiría, como anfibio que puede interpretarse
que es el lobo marino, un paso intermedio entre el consumo ritual de la ballena,
que representa a ko:č y es, en rasgos generales, un animal marino, hacia el
consumo ritual de los grandes felinos, eminentemente terrestres y
representantes de Elal y de su hijo, y ambos verdaderos Hijos del Sol. Pero no
hay dudas de que ko:č, bien que en épocas históricas devenido un dios
celestial y ocioso -el propio Cielo- pertenece a la dinastía de los dioses solares,
y fue en un momento muy remoto el propio Sol, el Alto Dios.
En unas páginas, en otro contexto, propondré que incluso el avestruz
americano pudo haber sido en algún momento el animal objeto del banquete
ritual.
Continuemos estudiando estos ritos.
He subrayado el párrafo que describe la vestimenta del Elel con pieles de tigre.
Recordemos que el ―tigre‖- es decir, el yaguareté, mientras que el ―león‖ es el
puma- era un animal sagrado, asociado al Sol, y que he postulado era el animal
sacrificado en los ritos de pasaje, antes de que fuera reemplazado por equinos,
ausentes de las pampas antes del siglo XVI.
Es evidente que, en épocas anteriores, el yaguareté extendía su hábitat hasta
la actual provincia de La Pampa y zona norte de la Patagonia y posiblemente
aún más al sur. Desde el siglo XVI ha habido encuentros o avistamientos de
jaguares –―tigres‖- al sur del Río Colorado (ver Lehmann-Nitsche, 1908).
Incluso tan al sur como en el Estrecho de Magallanes, en donde Sarmiento de
Gamboa (1768: 241) refiere en 1580 que ―Vídose rastros de tigres y de leones‖-
aunque no refiere un avistaje directo de los mismos. El capitán John Byron
refiere que el cirujano de a bordo le disparó a un tigre el 27 de noviembre de
1764, que tuvo fuerzas aún para luchar con un perro, y que el 29 se vio ―un
gran tigre‖ más. Antes la carne de guanacos cazados por los marineros había
sido comida por tigres (Hawkesworth, 1775, I: 16 y 18). Isaac Morris (2004: 98-
99) y compañeros tuvieron sendos encuentros con ―un tigre‖ en 1741 y con ―un
león‖ –al que abatieron y usaron como alimento- en la Patagonia, en tierras
meridionales del actual Chile. Norma Díaz (2010) menciona varios testimonios
históricos -incluso los de Sarmiento de Gamboa y Byron- destacando de entre
ellos los relatos de Mac Douall, integrante de la primera expedición del Beagle
en 1826 y 1827 al mando del capitán Pringle Stokes, que vio un jaguar en Cabo
Buen Tiempo, Santa Cruz, en el sitio que Stokes llamó Monte Tigre; Mogg,
expedicionario del segundo viaje del Beagle al mando de Fitz Roy vio un jaguar
en las costas del este del Estrecho de Magallanes en 1828; y Víctor de Rochas,
cirujano de la Marina Francesa, avistó un jaguar en las costas magallánicas en
su viaje de 1856-1859. Casamiquela (1998: 31-32) cita varios testimonios
históricos tardíos de fines del siglo XIX de jaguares vistos en o entre los Ríos
Colorado y Negro.
Preciso es reconocer, como nota Díaz (2010: 28), que los registros históricos
no describen al jaguar como abundante en la Patagonia austral, mientras que,
en cambio -citando a O‘Connor, 1884, en Bibar, 1966- parecen haber pululado
en las proximidades del Lago Nahuel Huapi y en la misma latitud del territorio
chileno hasta fines del siglo XIX. La investigadora agrega pruebas
palentológicas de la presencia, hace unos 11 000 años, de Panthera onça
mesembrina, un jaguar fósil, en la Patagonia meridional, un animal que pudo
haber sido conocido por los antecesores de los tehuelches. Y agrega pruebas
toponímicas, bien que, como ella misma observa, la abundancia de los mismos
pudo deberse a ―la importancia simbólica del jaguar para los nativos que
419
Sánchez Labrador alrededor de medio siglo antes. Creo que vale la pena
transcribir dicha descripción:
―Cuando una moza menstrúa por la primera vez, arman dos ranchitos a
distancia de doce o quince pasos el uno del otro; en uno colocan [a] la
paciente muy envuelta en jergas y ponchos, en el otro se siente un indio
joven muy adornado, a quien dan el título de rey. Su Majestad tiene en la
mano un arreador o chicote largo, y en la otra un par de bolas. Entre los
dos ranchitos encienden una fogata, alrededor de la cual bailan indios y
chinas. Cuando alguno o alguna lo ejecuta mal, el rey le da latigazos, y
si dispara la bolea a riesgo de quebrarle las piernas, lo que ha sucedido
algunas veces. El padre de la pacienta hace el gasto del convite, que
consiste en carne de yegua y de oveja, y aguardiente y yerba si los
tiene. Si tiene posibles,711 dura esta función algunos días, y la llaman
función de la sangre‖ (Muñiz, 1917, en Navarro Floria, 1999: 30).
También Outes (1917: 205, a su vez en Casamiquela, 1988: 58) cita a Muñiz
en su descripción de esta ceremonia. Se trata de una verdadera Fiesta del Elel,
semejante a la descrita alrededor de medio siglo antes por Sánchez Labrador.
Obsérvese cómo se conecta el personaje central de la fiesta, el elel, con koλoŋ
y axčǝm, con el e٨əngašən y <Ookpe>/<Okepün> y variantes: en todos los
casos es un enmascarado, un disfrazado, o un monstruo; ladrón de niños, e
incluso ladrón o enemigo de mujeres. Ello los asocia además al hain de los
onas, como lo ha observado Casamiquela.
Esta ―Fiesta del Elel‖ ha de haber sido lo que Claraz (1988: 159, voc. 892)
llamó ―Helet= fiesta durante la cual no se debe reir: por ej. cuando se perfora la
oreja de un hijo de un gran cacique712 o la fiesta del ―vaacunn‖ (en arac.
Gueicurehuenn)‖. Desde luego, <vaacunn> es wekun, de wekun ɹuka y
<Gueicurehuenn> es ngueicurehuen (De Moesbach en Coña, 2000: 343, nota
2), es decir ŋeikurewe(n) la ceremonia iniciática de una machi, cuando se
consagra como tal y toma posesión ritual de su rewe o jurisdicción religiosa,
representada por uno o más elementos vegetales -ya ampliaremos el concepto.
Erize (1960: 285-286) dedica largos párrafos a describir esta ceremonia, casi
todo su texto resulta una cita transcripta de la obra de Housse de 1960. 713 en
En un escrito de cierto informante anónimo de Gargaglione (en Casamiquela,
1988: 60; 2001 b: 25 y 26) se llama <huecun tripay> a la ceremonia de
iniciación a la pubertad de las jóvenes, y la describe con detalles que, a pesar
de ser obtenidos de un informante hablante de mapudzungun, permiten
identificarla, como hace el propio Casamiquela, con el <apüchük a ahwai> de
los gënëna a këne. Como ya vimos en el Capítulo 1 de este tomo, dicho autor
realiza un complejo razonamiento (pp- 25-28; y Casamiquela, 2004 b, clases
del 16/10/2004 y del 30/10/2004) a partir de la palabra del Mpz wekun= afuera,
y termina por concluir que equivale a la palabra apəčək en el sintagma del GI
apəčək a ahwai, e introduciendo un elemento que translitera como
apsütrük=abra, portezuelo, termina por deducir que el sintagma en cuestión
significa ―Toldo del pasaje, de la transición, del traspaso‖.
En cuanto a <Helet>, es evidentemente un error de pluma por Helel= Elel. Se
trata de un ―actor‖, en el sentido que le da Chapman (1986: 145 y 146) al
vocablo: el representante o ―lugarteniente‖ del Elel no cree ya estar actuando
como tal, sino que ―es‖ el Elel propiamente. El estudio de Mircea Eliade sobre
421
el tema en general en varias de sus obras muestra cómo, durante los ritos, se
sale del tiempo profano, ingresando en un tiempo sagrado o mítico, illo tempore
-es decir, ―Aquel Tiempo‖- durante el cual los ―actores‖ reiteran en carne y
hueso los acontecimientos del pasado mítico. No representan, sino que son y
reviven lo narrado.
Por su parte, dos siglos más tarde que Sánchez Labrador, Harrington (carta a
Vignati, 25 de marzo de 1963, en notas de Vignati en Schmid, 1964: 209 –210,
y en Casamiquela, 1988: 69-70) anotaba:
Con el nombre <kan ajuai> Harrington se refiere sólo al baile masculino que
formaba parte del ritual de paso conocido como kən a áxwai, recibiendo el
nombre de la mencionada choza ceremonial. En castellano se ha llamado
―Baile del Avestruz‖- evidenciando claramente que formaba parte de un ritual
de cazadores, discutiré el tema más adelante en este mismo capítulo. Por su
parte, al incorporarse la ceremonia al ŋilλatun mapuche, recibió el nombre
mapudzungun de lonkomeu.715 Se trata de un claro caso de sincretismo
religioso. Hay puntos comunes de los ritos de pasaje tehuelches con los
ŋiλatun o camarucos mapuches, como el sacrificio de animales -generalmente
equinos en el caso de los primeros, ovinos o caprinos en el de los segundos-
cierto heliocentrismo que poco a poco fue suavizándose y desapareciendo; la
fila de lanzas, cañas o ramas como elemento muy importante del ritual; y la
prohibición de reir o sonreir durante la ceremonia,716 y varios otros. Ignoro en
qué medida el sincretismo religioso a que he hecho referencia es responsable
de todas o alguna de dichas coincidencias, y en qué medida son comunes a
muchos ritos iniciáticos o de pasaje. En parte esta ignorancia se debe a que me
falta profundizar muchísmo en la cultura mapuche en general y en el estudio
del nguillatún en particular.
El Baile del Avestruz o lonkomeu fue sostenido largo tiempo por tehuelches y
luego por tehuelches mapuchizados y adoptado por mapuches, con
modificaciones debidas al sincretismo cultural y religioso y al paso a través de
las generaciones, que incluso parece haber llevado a la incorporación de bailes
que parecen imitar a otros animales, además del avestruz.
El řewe descripto entre los mapuches cisandinos desde fines del siglo XIX
hasta nuestros tiempos es en general una fila de lanzas, en tiempos modernos
reemplazado por una de cañas colihue. Sigue siendo el centro sagrado de las
ceremonias religiosas. Se trata del símbolo de un concepto dinámico y difícil de
comprender, explorado por Casamiquela y Aloia (2007: 70-75), que además
citan párrafos descriptivos de numerosos autores cis y transandinos. En
palabras de De Moesbach en el libro de Pascual Coña (2000: 343, nota 2), el
řewe representa el distrito jurisdiccional de la machi, al que llama machicazgo o
jurisdicción religiosa. Éste concepto es representado por objetos materiales de
origen vegetal, de los cuales había dos tipos según De Moesbach, quien los
describe, siguiendo el texto de Coña, aplicados al ngueicurehuen, ŋeikurewe(n)
o ceremonia de iniciación de una machi:717
Vemos que la fila de lanzas del toldo ceremonial que los tehuelches veían en el
cielo era lo que en la astronomía occidental es el cuerpo del escorpión. En la
interpretación de Gianpalmo (2007: 84 y 90) la cola del Escorpión representa
directamente la curva dibujada en el cielo por el toldo visto de frente. El
testimonio de Claraz, en cambio, indicaría que la cola dibuja el toldo visto
desde arriba, con la boca representada por el sector cóncavo de la curva
mirando hacia el este -en realidad, hacia el noreste- y que el cuerpo, como lo
expresa él mismo, es la fila de lanzas. Me he refierido a esta constelación en
una conferencia inédita (Williams D, 2012 c). Veremos más en un capítulo
especial dedicado a ―El cielo entre los tehuelches‖ en un próximo tomo
Fila de lanzas
Volviendo a las ceremonias de pasaje que nos ocupan, vemos que para la
época de Harrington ya se permitía la participación de niños, bien que
prepúberes, y de niñas, pero las mujeres adultas no bailaban. Los testimonios
más antiguos sobre la ceremonia entre los tehuelches, e incluso algunos
autores posteriores, colocan sólo hombres adultos entre los danzarines.
Además, la solemnidad descripta por Harrington coincide con la descripción del
Helet –recuérdese la fiesta del Elel entre los pampas del siglo XVIII- de Claraz:
―fiesta durante la cual no se debe reir‖.718 Las danzas en cuestión son
sagradas, mal que le pese a Vignati (1966: 43-44 y nota 27), que escribe:
Fig. 13. La danza de la choza ceremonial, la ―casa bonita‖ (Musters, 1873: 97).
Obsérvense la danza masculina, el medio toldo con el fuego adelante y al centro, la bandera en
el poste central, los tocados de plumas de avestruz, los cascabeles en bandana y las mujeres
que parecen estar cantando o recitando.
tehuelches quedó representada por los toldos para el personaje central y para
quien realizaba el pasaje. ´
Vignati no deja de sorprendernos. A pesar de tantas lecturas como tenía, de la
existencia de las ceremonias de iniciación en la Patagonia continental no
conocía más que el trabajo de Escalada. En su trabajo de 1967 (pp. 85 y 86)
decía:
Lamento no saber lo suficiente del idioma alemán como para seguir leyendo el
texto en cuestión, pues es un trabajo largo y tedioso. Dejo a otros la inquietud
de traducir el texto de ésta y otras obras de Gusinde aún no trasladadas al
castellano.
Lo cierto es que este tipo de ceremonias, de existencia harto comprobada por
una amplia bibliografía patagónica, fue muy bien estudiado por Eliade (1992: 53
y 86; 2001: 35 y 36), bien que en la Patagonia se dedicó a las ceremonias
insulares, incluyéndolas entre las que denomina ―ceremonias de renovación
periódica del mundo‖, destinadas a reiterar la cosmogonía, o, como se
desprende del texto, otros capítulos de los mitos. Los elementos que dicho
autor describe en una ceremonia arquetípica son:
por halpen, para luego volver a la vida –o renacer. De allí tal vez el nombre
del hain, probablemente de la mencionada palabra <haiyen>= matriz-
aunque he dicho en nota al pie que si la palabra es cognada con el nombre
del kani o kan a áhuai de los gënëna a këne, entonces inicialmente
significaría ―Sol‖.
Volviendo a Eliade (2001: 35), agreguemos que cita a Sir George James
Frazer en La rama Dorada, parte iv, El chivo emisario. Allí leemos que
cuando la ceremonia es anual y se practica en el Año Nuevo -cuya fecha
varía con cada cultura- ocurre la ―ceremonia de expulsión anual de los
demonios, pecados y enfermedades‖. Hay ayunos, abluciones y
purificaciones; extinción y reanimación ritual del fuego; ―expulsión de los
‗demonios‘ por medio de ruidos, gritos, golpes (en el interior de las
habitaciones), seguida de la persecución de aquéllos, acompañada de un
gran estrépito, a través del pueblo‖, incluso la expulsión de un ‗chivo
emisario‘, representado por un animal o un hombre. Esta parte recuerda al
detalle las ―corridas del gualicho‖ de los tehuelches, que tanto
impresionaban y frecuentemente molestaban a los cronistas y viajeros,
pero que eran realizadas con frecuencia no ya anual, sino más que diaria
durante períodos de desgracia, y no -cuando menos no exclusivamente-
durante la ceremonia de la ―casa bonita‖. Entre los relatos puede leerse
uno tan antiguo como el escrito en el siglo XVIII por Sánchez Labrador
(1936: 74-75).
Son frecuentes los combates ceremoniales, orgías colectivas o
procesiones de enmascarados: sobre estas últimas, tanto el kan áhuai
como el hain abundan en ejemplos, por lo que no necesito entrar en
detalles. Sólo notaré que, incluso en el lonkomeo tehuelche, además de las
pinturas faciales y corporales, los danzarines ingresaban embozados, y
recién cuando eran reconocidos dejaban caer el poncho o quillango que los
cubría (cf. Casamiquela, 1988: 187, entre otros documentos). Las orgías
entre pueblos tehuelches y onas están representadas más bien por la
comida en abundancia en ambos casos que por ritos sexuales, al menos
hasta donde los documentos permiten vislumbrarlo. En cuanto a los
combates rituales, Sánchez Labrador (p. 70) es, que sepa yo, el único que
los menciona entre los tehuelches, durante las Fiestas del Elel, en las que
éste les ordena: ―... que formen su campò de guerra, peleando unos con
otros‖. Pero varios cronistas describen escenas de lucha entre los hombres
en el hain ona.
En muchos casos se cree que las almas de los muertos se acercan a las
habitaciones de los vivos durante estas ceremonias. Éstos los reciben
respetuosamente y los colman de homenajes, para acompañarlos luego en
procesión a los límites del pueblo, o echarlos. Esto justifica lo dicho por
Casamiquela (1988: 188), que cree que los bailarines en el kan áhuai son
espíritus de antepasados. En el hain ona las visitas de los espíritus son
manifiestas, tanto es así que Chapman (1986: 132) aclara que para entrar
y salir de la choza ceremonial utilizaban el sendero que por su cielo de
procedencia les correspondía. Por otro lado, recordemos que se está
reviviendo la cosmogonía, o cuando menos el ciclo heroico, y que tanto elal
entre los tehuelches como halpen entre los onas pueden ser considerados
Antepasados Míticos.
431
dedicado a la memoria de Doña María (p. 116) que el mismo fue entregado por
su hermana Luisa Cañuqueo a la promotora de dicho libro, Antonia Ñanco. Una
foto ilustra el momento de la entrega del sagrado objeto. Estoy feliz, pues está
en mejores manos que las mías.
En octubre de 2013, horas antes de que Dominga falleciera, tuve el honor de
que una de sus nietas, que me había escuchado en ocasiones pronunciar
algunas palabras sueltas de mapudzungun con su abuela -en general
traducciones de onomásticos- y fue testigo de mi interés en el tema del
camaruco, me pidiera recitarle por Wahtsapp unas palabras de despedida en
mapudzungun. Hesité, pero ante su insistencia, lo hice como pude, recitando
un texto de Pascual Coña (2000: 464), que grabé en un audio para que se lo
hiciera escuchar en su lecho de muerte:
María Epul de Cañuqueo falleció a edad muy avanzada (Ñanco y cols., 2006:
15) el 16 de septiembre de 1960. Como ese año estuvo enferma, es muy
probable que el camaruco cuyas fotos pueden verse en las figs. 12 y 13 de esta
obra, el de 1959, haya sido el último celebrado en Cerro Negro. Como prueba
adicional, es interesante saber que el camaruco de Cerro Negro era bienal,
pues se alternaba con el de El Chacay, conducido por Zenobio Jaramillo,
nacido Catrilaf728, un gran amigo de Doña María (testimonio de Francisco
Zenobio Urquiola, nieto de Jaramillo, en Ñanco y cols., 2006: 72). En teoría,
entonces, el de 1960 debió haberse realizado en El Chacay. Ignoro si se llevó a
cabo, pero aparentemente no, pues por el testimonio de otra nieta de Jaramillo
(Emiliana Jaramillo, en Ñanco y cols., 2006: 62) sabemos que, desde la muerte
de Doña María, Jaramillo se desanimó y no volvió a realizar un camaruco en El
Chacay. Ello aunque ella lo había curado de una dolencia con la condición de
que de por vida llevara a cabo la ceremonia.
Fig. 14. Camaruco de 1959 en Cerro Negro, unos 50-60 km al sur de Pampa de Agnia, Chubut.
Foto de autor anónimo, atención de la Sra. Dominga Cañuqueo. Se ve a la derecha del lector el
rewe, en este cas lanzas o palos plantados en el suelo, con una bandera en el centro y al
frente. La participación femenina es central y el toldo ceremonial está representado por un
parapeto o mampara de cuero para protección de las ancianas encargadas del canto sagrado
(Casamiquela, 1964: 84 y 86), lo que marca el sincretismo y evolución del rito. Las dos jóvenes
detrás del parapeto serían las kallfümallén o piwichén femeninas, y tal vez los dos personajes
frente al rewe sean los masculinos. La mancha de la esquina inferior izquierda pertenece a la
foto original.
434
Fig. 15. Grupo de hombres que tomaron parte del camaruco de Cerro Negro, 1959. Foto de
autor anónimo. Atención de la Sra. Dominga Cañuqueo. Las partes borrosas corresponden al
original. Tal vez alguien pueda aún identificar a alguno de quienes posaron aquella vez.
Fig. 16. Grupo de mujeres y niños que tomaron parte del mismo camaruco. La foto original es
una copia muy borrosa de otra foto. Aquí se halla editada pero no se logra una total claridad.
Tengo idea de quién pudiera ser Doña María, pero prefiero no intentar identificarla.
435
El <Ellëngassën> (eλəngašən)
Estudiaremos ahora otra figura mítica, clásica de los gënëna a këne, por haber
sido en general su recuerdo recogido de labios de informantes de ese origen.
Ya veremos, sin embargo, cómo se trata de un nombre que pudo ser
originalmente aónikenk, o, cuando menos, protoken.
La descripción más antigua a la que he accedido es la de Claraz (1988: 82,
nota al pie), que, en 1865-1866, describe al ente como un animal, la que
denomina <Elemgassen>, parecido al hombre, pero muy grande:
Más adelante, Claraz agrega otros datos, al visitar una de las cuevas del
elǝngašǝn, que estaba derruida y no se veían restos de pintura en ella, pero sí
se notaba que el camino que pasaba por abajo había sido abandonado,
aparentemente a causa del ente. Si se pasaba por allí, especialmente si era de
noche, el monstruo arrojaba piedras. Por eso se había hecho otro camino que
transcurría por arriba, evitando al <Elemgassen>. Se ha interpretado de otros
testimonios (ver Casamiquela, 1988) que los restos del caparazón han de ser
restos de gliptodontes o animales afines, que seguramente, Manzana había
visto en los cañadones.
No muchos años más tarde, en 1875-1876, Moreno (1882 b: 34; 1979: 128-
129) también menciona al <Ellegassen> (1882) o <Elengassen> (1979) -la
forma de escribir el nombre me hace sospechar que conocía los escritos de
Claraz. Además había tenido comunicaci´pon, personal o esctita, con el
naturalista suizo, pues escribe en carta a su padre desde Bahía Blanca el 6 de
octubre de 1875: ―Éste es un paraje que ningún hijo del país medianamnete
instruido ha visitado. Claráz [SIC, nota del autor] es el solo hombre de ciencia
que lo ha visto y me dice que es interesante‖. Quien sería el reconocido perito
describe en el paraje conocido como <Maitck> ciertas cuevas con restos de
habitación humana, incluso con:
Descripción que nuevamente me hace sospechar que tal vez Moreno tomaba
datos de Claraz.
Aún en otro trabajo (Moreno, 1890: 49) escribe:
Lehmann- Nitsche (1922: 37) refiere también haber oído hablar del ente entre
los puelches –es decir, los tehuelches septentrionales. Lo llama <el-
lüngassüm> y dice de él:
―Dicen que era un animal muy grande, de cuero muy duro como
una cáscara. ¡Quién sabe dónde habrá vivido, son cuentos de los
antiguos! Dicen que ha vivido en Guáyauájuai, casa del hualichu‖.
733
[…] ―según otra versiñn por mí recogida, E. es una vieja que
vive en una cueva adornada con pinturas; anda haciendo ruido
437
Una de las últimas referencias de un informante confiable sobre este ente fue
recogida por Bórmida y Casamiquela (1964 [1958-1959]: 190), de labios de J.
M. Cual, que describía al ələngaśəm como un
traducción‖, aunque luego, como con otros entes, da por sentado que las
sílabas finales del nombre corresponden al sufijo feminizante septentrional -
tsəm/-ĉəm.
Hasta donde sé, el primer investigador en presentar tal idea fue Lehmann-
Nitsche (1922: 37)- y Casamiquela (1960: 13) lo reconoce- pues su trabajo
sobre el <el-lüngassüm> continúa así: ―Respecto a las palabras indias, debo
agregar aquí que áhuai significa ―casa‖, guáyau, ―espíritu‖. Y finalmente, agrega
el investigador alemán:
Ya volveremos sobre este jugoso texto del investigador alemán, para comentar
un par de puntos, y comprender cuán cerca estuvo de lo que creo que es la
verdad. Por su parte, René Casamiquela (1997: 111, nota 3) asocia al
<Elüngassën>, no ya con el elel septentrional, sino con el héroe-Dios
meridional Elal- creo que estos dos últimos podrían ser, respectivamente, hijo y
padre. Pero debe distinguirse al Elel de los pampas de Dobrizhoffer del siglo
XVIII, que sí puede identificarse con el Elal aónikenk, del elel de los tehuelches
septentrionales y mapuches cisandinos, identificable más bien con los
gualichos enanos, como los ya tan mencionados youlel, yaulal, yéilum, čel,
čelǝl, etc. de los septentrionales, los iéklǝn de los meridionales y los čeleule de
los patagones costeros del siglo XVI. Es decir, en todo caso, con los hijos
pequeños del dios solar, incluido el hijo de Elal.
En el mencionado trabajo de 1960 (p. 13) decía Casamiquela:
Nótese que lo que vengo diciendo sobre la idea de un Alto Dios bisexual y a la
vez benigno/maligno es documentado a ambos lados de la cordillera. Es más,
creo que se aplica a todas las religiones, cuando menos en sus etapas
iniciales, incluso a las judeo-cristianas.
Casamiquela (1988: 75) cree que ha habido una simple extensión de atributos
de uno a otro ente. Incluso el hecho de ser Elal el autor del arco y de la flecha y
el ser taĉu:l fabricante de bolas de boleadora lo inspira a asociarlos, pensando
correctamente en que ―es un rasgo adjudicable a la deidad originaria‖. Si estoy
en lo cierto al suponer que t‘ču:ř y Elal son dos nombres del mismo ente,
entonces, por un momento, Casamiquela estuvo a un paso de la verdad.
En mi opinión, no hay tal ―extensión de atributos‖, sino que se trata del mismo
ser, en todo caso multiplicado en sus propios hijos, y a lo sumo con adquisición
por parte del eλəngašən de nuevas características que fueron extendidas al
elel, como las de ser dueño o autor de las pinturas rupestres, o robar niños y
mujeres. Moreno (1997: 366 y 367), al visitar las pinturas rupestres en Punta
Walichu, a orillas del Lago Argentino, describía de oídas cavernas habitadas
por malos espíritus en donde había figuras de las cuales eran autores.
Menciona algunas cerca del Río Negro, de las sierras de San Antonio, de
Maquinchao; otras frente a los toldos de Shayhuque en Caleufú, en donde
habitaban walichus y tenían paredes pintadas; y otras en la falda del
Quetropillán. Evidentemente, tal es la causa de que le diera el nombre de
Punta Walichu al sitio.
Por otro lado, vemos que no erraba Casamiquela (1988: 110) cuando dedujo
que <ülüngasüm> y <gamakiatsüm> son ―una misma y única deidad,
simplemente desdoblada‖. Es que el primero es ―Hijo del Sol‖, y el segundo
―Hija del Sol‖, de (a)maxa a gayə-ĉəm, o sea amaxa= sol + a= conectivo +
gayə= hijo + -ĉəm= feminizante… creo que es el único caso en el cual
realmente la parte final -ĉəm de un mitónimo tehuelche corresponde a dicho
sufijo femenino, y ello sólo debido a que es la contraparte femenina de
<gamakia>, es decir, (a)maxa a gaiə.
En un párrafo anterior (p. 90), Casamiquela cita a José María Cual, que le
habría mencionado a un ente llamado <ihna sátrü> o ―viejo del sur‖, que
dependía de gámakia. Sin dudas, ihna es ―sur‖ en GI. En cuanto a ―viejo‖, se
decía <ictza>= viejo (D‘Orbigny, 1944: cuadro entre páginas 115 y 116),
<sātra>= viejo, grande (Hale, 1846: 654); <yakmoe>= viejo; <arsatkhre>=
anciano, grande (Hunziker, 1864 en Otes, 1928: 279 y sigs.); <yahmoc>= vieja,
<schaatsch>= viejo (Claraz, 1988: 66, 152 y 153, voc. 385, 386 y 523);
<sa:ch>= viejo (Molina, 1967: 183); <‗satrrë> /<‘sa?trrë>, <iah‘maŭk> =
anciana, vieja, viejo, anciano (Casamiquela, 1983: 123 y 158).
Es decir, rescatamos las variantes <ictza>/<arsatkhre>/<schaatsch>/<sa:ch>/
<‗satrrë>/<‘sa?trrë>, que podrían corresponder al <sátrü> de Cual... que
recompongo como a satȓə= viejo, anciano.
Pero se me ocurre que, aunque tenemos el diagnóstico lingüístico, no hay un
correspondiente diagnóstico mitológico. Es decir, no sé de ningún ente
meridional que fuera llamado ―el viejo‖, cuando sí existía un mito sobre ―la vieja‖
entre los septentrionales (ver Claraz, 1988: 66), y mucho menos sé de un dios
meridional subordinado a uno septentrional. Es así que me atrevo a proponer
que Cual había oído nombrar al dios se:ĉo meridional, del cual
probablememente poco y nada sabía. Su semejanza con la palabra
septentrional para ―viejo‖ y la influencia de la existencia del mito septentrional
de ―la vieja‖ lo hicieron probablemente llamarlo satȓə y anteponerle el
modificador ihna, para explicar que se:ĉo era un dios meridional, es decir, de
los aónikenk. Desde luego, con etnocentrismo comprensible, atribuyó a se:ĉo
444
Sobre γəhłamal
<Gehlamal> es uno de los sinónimos de koλon, según el informante Juan
Velázquez, y sinónimo también según él de čel, de elel y del milodón
(Casamiquela, 1988: 12) – es decir, del eλəngašən. Harrington, como vimos, lo
documentó como <guíslahmal> (carta del 14 de febrero de 1947 a Vignati, en
Vignati, 1973: 84, nota 14, op. cit.).
Según José María Cual, fide Casamiquela (1960: 18; 1998: 194 y en Blanco,
1992; 62), se trata también de un topónimo, el nombre tehuelche septentrional
del actual paraje Mencué, en la provincia del Río Negro. El investigador traduce
a ambos términos como ―hombreante‖, y los identifica con la figura de piedra de
un monstruo ladrón de niños que habría en la zona, que tendría una criatura
sobre sus hombros. La deducción que realiza es que se trata de la misma
figura que el <ook‘umpanü> de los aónikenk, entidad a la que estudiaremos en
seguida.
En un trabajo anterior, este investigador ya hacía una breve referencia a que
meƞkú= hombros sería la traducción en Mpz del GI <gehlamal> -aclarando
entre paréntesis ―la g es fuerte‖- que tendría según interpretaba el mismo
significado, y concluía: ―Seguramente la configuración de algún bloque de toba,
que semeja una persona en hombros de otra, ha dado origen al nombre y a la
leyenda‖.
En su vocabulario GI, el mismo autor (1983: 139) nos deja <ia‘gehlë>=
hombrear, estar hombreando, aunque anota <a‘bëtë> para ―hombro‖… por lo
que tengo motivos para creer que la primera de las dos palabras es una
traducción influida por la de <mencué>. Lo cierto es que, fuera del testimonio
aislado recogido por Casamiquela, no hallo la traducción ―hombreante‖ en otros
documentos. Desde luego, este hecho no bastaría, por sí solo, para descartar
la traducción de Casamiquela.
En cambio, recordemos que ya hemos visto la palabra <kën^khla‘hamal>,
literalmente ―alumbrante‖, en tehuelche septentrional, según Casamiquela
(1983: 142). Ya dije que debemos retirar el sufijo hamal, que actúa como
gerundio (p. 60), en cuyo caso la traducción correcta sería ―alumbrando‖-
quedándonos <kën^khla->, que deduzco es una aglutinación de <kënë>= cosa
(p. 131)+ <khlë>/<akhlë>= brillo, luz, reflejo. O bien, *kənə podría corresponder
a la palabra del pK y del protoGI que ya conocemos desde el primer capítulo,
que traduzco como ―sol, luz‖- y ―agua‖. Para mí, <kën^khla‘hamal>, sería,
literalmente, kənə a kłə–hamal = ―cosa alumbrante, brillante, reflejante‖, o ―luz
alumbrante, brillante, reflejante‖. De donde <Gehlamal> sería simplemente
khlə–hamal =―alumbrante, Iluminante‖… lo cual, una vez más, concordaría con
el carácter solar que atribuyo al Alto Dios de todos los pueblos tehuelches y
onas.
446
Según la narradora, el ataque fue realizado por mujeres por hallarse los
hombres de caza.746 El relato continúa con una breve descripción de la batalla,
en que golpeaban al monstruo en todos lados con los palos de la carpa, y
durante la cual el mismo gritaba o hablaba, diciendo: ―‘Münook‘ümpan(ü)‖,
448
Era de piedra, se formó por la unión de dos muñecas de piedra que eran
juguetes de niños.
Raptor de mujeres, a las que mantenía prisioneras y convertía en sus
amantes, luego de matar a sus maridos.
Enorme fuerza física que le permitía arrancar árboles de cuajo para
comer los hongos de sus raíces.
Invulnerable, excepto en las plantas de los pies que eran como las
humanas –o sea, también tiene la muerte en los pies.
Una vez se enfermó por haberse clavado una espina en una planta del
pie. Las mujeres agrandaron la lesión con leznas, le clavaron una
451
En la composición del nombre del ente parece entrar aquel del Alto Dios de los
yámana, a quien Gusinde (1922: 430 y sigs., 1951: 320) llama <Watawineiwa>,
que corresponde al <wātawīnaiw-a> o <wātawīnaiw-ön> del Dicionario
Yámana-Inglés de Thomas Bridges (1933: 632, trad. mía), traducido por éste
como ―El Antiguo que nunca cambia. Un termino muy bien aplicado a Dios,
indicativo de su eternidad e inmutabilidad‖; dando otras traducciones del
vocablo como ―un largo tiempo, durante un largo tiempo, por un largo tiempo‖.
Pocos párrafos más adelante el mismo Bridges anota en la misma entrada ―w.-
a= un largo tiempo, que dura un largo tiempo, por un largo tiempo‖. En cuanto a
la primera parte del nombre <sinulu->, está muy posiblemente relacionado con
el ente llamado <syunnǔ>, que T. Bridges (p. 385, trad. mía) describe como ―Un
ente tradicional mitad piedra y mitad hombre de estatura y fuerza gigantescos
que por ser de piedra no podía ser muerto, y sin embargo fue finalmente
aniquilado por umǡara‖.750
Aparentemente es otra versión de la muerte del mostruo, que también leemos
en páginas de Alejandro Cañas Pinochet (en Plath, 1983: 416-417):
Por su parte, la ―patrona‖ de las t‘ĉoion se fue a vivir con <Oóuk‘en>, como
veremos, también identificable con Elal... alter ego de t‘ču:ȓ, antiguo alto Dios
solar. Es decir, en la práctica, se convirtió en su esposa. Como ya sabemos
que <Oñuk‘en> no es otro que el dios solar uek‘on, devenido en un personaje
de cuento- véase el Capítulo 1- todo el razonamiento cierra a la perfección.
La posibilidad que más me atrae es que t‘ĉoion sea una palabra arcaica que
significaba ―hembra/s‖. Es decir que el mitónimo podría ser cognado con el
vocablo ĉeyon= hembra en SCh. En tal caso, estaríamos asistiendo, una vez
más, a la conservación en el vocabulario del SCh de una palabra arcaica del
pCh, mantenida en AA sólo como mitónimo. Como los onomásticos y los
topónimos, los mitónimos suelen conservar vocablos arcaicos, ya perdidos en
la lengua, como en el caso de Elal -cf. SCh yilal= (mi) hijo; el de nošt‘ex -cf.
SCh kȓənahəteh= Sol mayor; y Teo la Nube, madre de Elal- cf. SCh teo= nube.
Dicha palabra ĉeyon del SCh es a su vez tal vez cognada con el AA
<chame>/<sémóen>= hembra (Lista, 1998, 2: 172) y <tsāmen>= yegua,
hembra de cualquier animal (Schmid, 1910 a: 23); con el sufijo feminizante –
ĉəm en GI; y probablemente el AA še= mujer- idea a profundizar en el capítulo
dedicado a las relaciones de parentesco, que nos traerán muchas sorpresas
también. De forma que, postulo, t‘ĉoion significaría ―hembras‖.755 La variante
proporcionada por el/la informante del anónimo autor del Capítulo XV (pp. 311-
313), <chóoion> - es decir, probablemente, č‘o:ion- es aún más parecida al
mencionado vocablo ĉeyon= hembra del SCh.
Obsérvese que las t‘ĉoion y las yiékǝlon y sus patronas con los respectivos
esposos son mitos equivalentes –¿se me permite el neologismo ―mitos
cognados‖?- originados en aquél de Elal/t‘ču:ř y su antecesor patagón Setebos
-šeteu:š- y sus múltiples hijitos, los yekǝlǝn, youlel, yaulal o čeleule. No
casualmente las primeras vivían en cuevas, a su vez uno de los sitios
predilectos de los yeklǝn.
Y, dado que conocemos la forma bajo la que Echeverría Baleta recogió el
nombre de las yiékǝlon- dijimos, kaȓken yiekǝlǝn, ―mujeres yiekǝlǝn‖ - podemos
asumir con cierto derecho que, en efecto, el nombre de sus equivalentes las
tĉoion proviene de una lexicalización y posterior modificación- ésta motivada en
parte por el olvido del significado original de la palabra- de la palabra čeyon=
hembra. Lexicalización que, en un sintagma originalmente binomial, implica la
pérdida de uno de los dos vocablos, cuyo significado es asumido por el otro,
que no pierde el propio, sino que reúne ambos. Dicho sintagma binomial pudo
ser, en este caso, yeklǝn-čeyon, es decir, ―gualichos-hembra‖. O tal vez,
čeyon-yeklǝn: aquí la palabra modificadora, que actúa como adjetivo, sería
čeyon. Aunque en AA en general el adjetivo va postpuesto, he dicho ya que en
los mitónimos, y por lo tanto en los nombres de los personajes de cuentos que
de ellos derivan, puede que la regla no se respete, además de que ya he
señalado que en AA arcaico pudo ser una regla con frecuentes excepciones.
En cambio, en el sintagma binomial documentado por Echeverría Baleta,
kaȓken yiekǝlǝn, el modificador –sustantivo adjetivado en este caso- parece ser
kaȓken= mujeres, pues sin dudas los sujetos de que hablamos son los yiekǝlǝn.
Lo cual, por otro lado, apoyaría que el otro sintagma era čeyon-yeklǝn, es decir,
el modificador precediendo al sujeto, la segunda opción
Desde luego, esto implica que no concuerdo con la idea de Casamiquela
(1988: 121), que intenta buscar la etimología del nombre de las t‘čoion
comparando con la palabra <ch‘ois>= vacuno para la señora Muñoz de Sosa o
456
Por otro lado, aclararé algo: no niego las pruebas en pinturas rupestres de que
haya habido una idea de un ―laberinto‖ como camino al Más Allá... lejos estoy
de ello.757 Sólo sostengo que, aunque haya existido dicho concepto entre los
precursores de los tehuelches, no he hallado pruebas lingüísticas o mitológicas
de que el mismo haya sobrevivido en sus descendientes –o sus sucesores- en
el período histórico... ni he leído a ningún autor que me convenza de ello.
Todo lo dicho no impide que mi interpretación del significado de la palabra
<Tchoion> sea también erróneo, como puede serlo una buena parte de lo que
he escrito en este volumen. Pero a las pruebas lingüísticas se suman las
mitológicas, y dan fuerza a mi idea. Finalmente, el mismo Casamiquela (1988:
93 y 121) ha asocido el mito de las tčoion a aquél de los <keshki‘i>,
mencionado por su informante José Quilchamal. Según el autor, éste sostenía
que la voz <tachul> no era tehuelche meridional, y que ―en paisano tachul (sic)
se denomina keshkíi. Dijo que son enanos que tienen alas, ‗gente muy
peligrosa‘. ‗Agarraron una reina de esa gente, al lado de la laguna. El machi la
agarró con una torterita colorada. Había escondido los animales, y así
carneaban dejaba puro hueso a los animales. Son los que hacen los trawiles -
agregó-. En la Cordillera, desierto‘‖. Muy interesante. Pero veamos un cuadro.
Cuadro 17. Comparación entre las t‟ĉoion, las yekəlon, los k‟eški: y t‟ĉuwȓ
t‟ĉoion yekəlon k‟eški‟i t‟ču:ř
Tenían una Su patrona era Identificados por Equivale al Alto
patrona axĉəm, aunque ésta el informante Dios poya čaweλi.
a su vez obedece a con los En su variante
talwuλi, quien manda <táchul>(=t‘ču:ř, talwuλi de los
sobre todas ellas Alto Dios solar aónikenk es
(Bórmida y Siffredi, descendido) esposo de agsčen,
en Casamiquela, quien manda sobre
1988: 120) las yiékǝlon. Su
equivalente sətəu:š
o diablo mayor de
los Patagones,
dominaba a los
ĉeleule o diablos
menores (= youlel,
yaulal, ĉelil)
Su patrona fue --------------------------- Su reina fue -------------------------
capturada, con capturada por el
ayuda del uámenk machi (=uámenk
o brujo, por o brujo) con una
o:uk‘en (=xuek‘en, torterita o peso
t‘ču:ȓ o Elal) para el huso
transformado en
una bolita de
juguete o en una
ruedita o rodela o
hilador
Su patrona hizo Su patrona axĉəm ----------------------- En su variante
pareja con o:uk‘en era la esposa de -- talu:λi es el esposo
(=t‘ču:ȓ o Elal) talu:λi (= t‘ču:ř o de agsčen.
458
Elal)
Robaban carne a ---------------------------- Robaban carne --------------------------
los hombres a los hombres
------------------------- ----------------------------- Su variante Enano fabricante
septentrional, los de trawiles
taĉul eran
enanos alados
fabricantes de
trawiles; la
meridional,
taĉu:λ, era una
generación de
enanos anterior
a los hombres,
que fue
eliminada
Concuerdo así con Casamiquela en la identidad entre los keški‘i y las t‘ĉoion.
Agregaré que, como notan Bórmida y Siffredi (1969-1970: 210, nota 24) y
remarca Casamiquela (1988: 122), estos seres comparten con los pájaros el
rasgo de ser ladrones de carne. Para ser exactos, el mito referido por Feliciana
Velázquez menciona el hecho de que ciertos seres de hábitos nocturnos –tal
como las t‘ĉoion- robaban la carne de los hombres, y que en castigo Elal los
transformó en los pájaros. Nótese la intervención del héroe, alter ego de
t‘ču:ř/talwuλi, y o:uk‘en/wekne.758 En la versión más temprana de Siffredi (1968
b: 155) los chingolos eran gente antes, pero como se robaban y se comían la
carne de los ―Antiguos‖, Elal los convirtió en dichos pájaros.
La/el anónima/o informante del/la autor/a del Capítulo XV fue interrogada con
respecto a una entidad de nombre <kouánechel>:
El elusivo Gualicho
―Gualicho‖ es una palabra elusiva, cuyo origen se pierde en la oscuridad de los
tiempos, desde que las tres más importantes etnias aborígenes continentales
patagónicas –tehuelches meridionales y septentrionales, y mapuches -han
adoptado la palabra y el culto del dios al que nombra. El mismo se extendió
incluso al norte argentino y aún más allá, adentrándose en Uruguay, Paraguay,
Brasil y Chile.
El significado original de la palabra permanece discutido. La etimología popular
le atribuye origen en el Mpz, con el significado de ―alrededor de la gente‖,
probablemente de <wall>= el derredor de las cosas (De Augusta, 1991 a: 244),
<huall>= alrededor, en contorno, gente (De Moesbach, 1984: 106), con el
agregado del vocablo če= gente.
Claraz (1988: 153, voc. 490) tradujo <Gualichu> como ―pelado‖, sin más
explicaciones. Sin embargo, dicha traducción ha de deberse a la circunstancia
de que, en el vocablo anterior (N° 489), anotaba el topónimo <Schec Schec> o
<Schoc schoc>= nombre del paradero ‗del Gualicho‘, sobre el que en el texto
(p. 47) dice: ―Llaman a este paradero Schec-schec o Schoc-schoc, es decir,
‗pelado‘‖.762 Antes (p. 46) anota que ―suelo pelado‖ se dice <schecschec> en
pampa- es decir, en gënëna a iájitch.
Lehmann-Nitsche (1922: 30) creía que ―gualicho‖ sería una corrupción del Mpz
<huaychivu> o <huaychi>= el que todo trastorna. En De Augusta (1916:
hallamos <waichëfn>= trastornar (los objetos). Evidentemente Lehmann-
Nitsche le agrega el sufijo -fə, propio de los nomem agentis, para formar la
palabra ―trastornador‖, pero no profundizo en el tema por no concordar con el
estudioso alemán en la semejanza de las palabras.
461
agua. Dicen que el que se anima a seguir hasta el final, cuando sale recibe un
don‖ (Dr. Juan Kasiañuk, médico de familia del Hospital de Gastre, 9 de marzo
de 2009, en Williams D, 2009 b). Dicho cerro ostenta en su cima una verdadera
cresta pétrea, que ha de corresponder a la tribu petrificada en su marcha que
se halla representada en su homónimo mencionado por Harrington (ver fotos
en Figs. 16 y 17 en estas páginas y detalles en Williams D, 2009 b). Una pena
que por lo tardío de la hora en aquella visita -llegamos al cerrro al atardecer,
luego de haber trabajado por la mañana en el hospital- no pudimos visitar la
salamanca, que he visto en fotos en Internet en la visita de otro grupo.764
Fig. 17. Panorámica del cerro El Cocodrilo, Gastre, Chubut. Foto del autor. La persona que
saluda es mi amigo el Dr. Sergio Zambianchi, uno de mis compañeros en la caminata. Foto
publicada por primera vez en Tela de Rayón, 30 de mayo de 2009.
Fig. 18. El autor al pie del Cerro El Cocodrilo, al noreste de Gastre. Obsérvese la cresta
dentada en las alturas (Foto del Dr. Sergio Zambianchi, 9 de marzo de 2009).
Publicada por primera vez en Tela de Rayón, 30 de mayo de 2009.
463
En sus obras ulteriores (vg. 2002: 57; 2003: 115; Casamiquela y Aloia,
2007: 125, nota 11) da por definitivamente sentada la idea, y ya no intenta
demostrar que wašiltsüm significa ―giratorio‖, sino que, directamente, lo
afirma, muchas veces autocitándose, pero en ocasiones expresando la
idea como algo definido, sin siquiera citarse a sí mismo. Incluso, la palabra
es incluida en el Diccionario Gününa Küne (Gününa Küne Dictionary,
publicado on line) de Casamiquela y Viegas Barros (2015) como wac l-
c m= demonio (espíritu maligno).
Desde luego, no concuerdo con él más que en la idea de son todas figuras
derivadas del mismo Alto Dios -descubrimiento muy importante que no debe
dejar de reconocerse a Casamiquela- pues mis traducciones, que creo
bastante fundamentadas, de dichos nombres son, lo he dicho, eləngašən= hijo
del Sol; <watsilchum>= palabra inexistente, aglutinación artificial de la
terminación de una palabra y el comienzo de la otra; gualicho = hijo del sol;
<sesom> = luminosa, Diosa lunar- de se:ĉon, aglutinación de se:ĉo= fuente de
luz, astro, Alto Dios solar+ -on= sufijo femizante; <tachul>= luminoso, y
<Ajchum>= fuente de luz, Sol, Luna... con lo que la idea de un único significado
que implique la idea de ―giratorio‖ para todos estos nombres queda descartada,
y sólo la aclaración entre paréntesis de que <Ajchum> puede signficar ―pintado‖
conserva algún valor –aunque su significado principal es ―luminoso/a‖, ya he
explicado el tema.
En otra parte (1988: 191 y 192) ha asociado a <Sesom> -es decir, se:čo y
variantes- a la ―barquera infernal‖ que los mapuches llamaban tȓəmpilkalwe776
agregando que –según su teoría- el nombre significaría también ―giradora,
circunvolucionadora‖, etc. No niego la traducción del Mpz de
<trumpulo>/<chumpulo>/<trompülu>, que sería el participio de <trompölun>=
―encogerse, torcerse, culebrear. Tortuoso; describiendo curvas una corriente‖
(De Moesbach, 1984: 255)- <trompël>= chueco (De Augusta, 1991 b: 99). Pero
no me convence.
Pues en otra parte de la mencionada obra de Casamiquela (p. 86) leemos que
uno de nuestros ya conocidos nombres tehuelches septentrionales del Alto
Dios <Yéskalau</<iskálau> o ―‘capataz‘ o ‗dueðo del guanaco, avestruz, piche‘,
etcétera‖ era <anachk‘aunütün ájmai>, traducido por José María Cual al
araucano como <trapümkulliñpelu> = juntador de los animales. En este nombre
reconocemos la palabra cuλin= bestia, animal (De Moesbach, 1984: 60).
469
halekčǝm –su equivalente en GI- sería * Xalǝ-k‘-*čǝ(n), en pK, ―brillo del Sol‖.
En donde, olvidado el significado original en la lengua madre de todas las
lenguas ken, la última palabra *-čǝ(n), que componía el vocablo compuesto,
adoptó en GI el significado y la forma de la palabra –čǝm, el sufijo feminizante
en esta última lengua. Lo cual probablemente contribuyó en parte a la
feminización del Gualicho, originalmente solar y masculino. En cuyo caso sería
otro ejemplo de determinación del mito por la palabra.
Dejo para el final de este apartado el siguiente comentario -pues, insisto, no
creo que la idea de ―giro‖ sea el camino correcto para dar con la etimología de
la palabra ―gualicho‖. Sin embargo, a fuer de intentar no cerrarme a todas las
posibilidades, he de hacer notar algo. Se trata del término mapuche waλ= el
derredor de las cosas y relacionado con wáλkiawn/wáλpaiaun= girar, andar
alrededor de; waλemn=poner algo alrededor de; waλeluwun= buscar refugio,
evadirse con rodeos, no hablar del caso; waλke/waλkehi= adj. en todas partes,
en derredor; waλkentum= pasar alrededor de algo; waλkiawëln= llevar
alrededor de algo; waλkiawëln ηi= hablar con rodeos; waλme= para los lados,
alrededor; waλmekintun= mirar alrededor (girando la cabeza); waλmedaηum=
hablar con rodeos, circunstanciadamente; waλn= dar vueltas en torno de algo;
waλo:iawn= tener vueltas o una vuelta (el camino), andar en torno de algo;
waλn(s.)meu= en los alrededores; waλŋmalen= estar rodeado de; waλŋman=
rodear, cercar; waλŋmaien= tener en su derredor; waλȓupa= alrededor;
waλpa/waλoȓupa = en todas partes; waλtiawn= rodar, girar; waλtun= rodear;
wa٨elu= los alrededores (De Augusta, 1916: 173; 1991: 244). Por su parte, De
Moesbach (1984: 100 y 106) anota <huall>= alrededor, en contorno, y su
derivado <gaultata>/<hualtata>= que junta los contornos, el nombre de una
planta utilizada para cerrar heridas. Barbará (1999: 50) anota en su Manual de
la lengua Pampa la palabra <huall-huall>= alrededor.
Tomando por ejemplo el verbo ya anotado waλn= dar vueltas en torno de algo,
y agregando la palabra ĉe= gente, persona, individuo, etc. podemos formar
*walln-ĉe, supuestamente la persona que gira o que da vueltas, el girador, etc.,
y se pueden hacer otras combinaciones. Por ejemplo, poner dicho verbo en
participo, quedando waλel o semejante, lo que nos daría la combinación
waλelĉe= el girado, el rotado, el que da vueltas, vocablo tan parecido al nombre
del gualicho. Estos términos mapuches, creo, serían más útiles para apoyar la
teoría de Casamiquela que sus intentos a través del GI. Lo anoto para
mantener la honestidad del trabajo, y para que quien desee seguir este camino
lo haga, pero personalmente el mismo no me convence.
Agregaré que no soy el primero en señalar esta hipotética etimología, pues en
numerosas publicaciones y sitios en Internet se traduce ―Gualicho‖ del Mpz
como ―alrededor de la gente‖. No descarto, sin embargo, cambiar de idea en el
futuro, pero que ―gualicho‖ termine significando ―girador‖ o traducciones
semejantes en mapuche no nos autoriza a darle igual significado a los
teónimos tehuelches, que son los originales, a los cuales, por otra parte, creo
ya haber traducido correctamente.
El razonamiento de Casamiquela, a pesar de las falencias que he enumerado,
ha convencido -como en otros aspectos- a un gran lingüista de la talla de
Viegas Barros (Viegas Barros y Casamiquela, 2015), que ha publicado on-line
el Gününa Küne Dictionary –diccionario Gününa Küne- reconociendo co-autoría
del ya fallecido Casamiquela, fuente principal de sus vocablos en GI. El citado
diccionario forma parte del Intercontinental Dictionary Series (IDS), ver
472
bibliografía. Allí leemos que ―demon (evil spirit)‖ se decía wac l-c m en GI. Dada
la importancia del tema, a continuación analizaré en un apartado especial las
canciones de las que Casamiquela toma su –hipotética- palabra <watsilchum>.
―Ti-pi-ti sembrá,
De cuvá le shu,
Mamamé sorté
Buribu carché‖.
Lo oí por primera vez, en algún momento entre 1972 y 1976, de labios de una
amiga de la infancia, no quiero equivocarme, por lo que no la menciono, en el
vecindario en el cual me crié entre los 9 meses y los 17 años de vida, el Barrio
Parque Las Margaritas, Trelew, Chubut; o de otra en el barrio de la calle
Paraguay de Trelew en la que vivía una de mis primas.
Inicialmente, el día 6 de febrero de 2015, se me ocurrió que podía ser un texto
francés, deformado por la transmisión de boca en boca de niños no franco-
parlantes. Ese día pensé en reconstruirlo así:
Que con ayuda de la profesora María Silvia Delpy, la autora recompone como:
―Piti pi Saint….
Oú tu vas dejá?
Maman est sortie.
Volez vous cacher‖.
Allí explica (p. 94) que Millarrai le tradujo los dos últimos versos. Y traduce todo
como:
Sin embargo, en 1960, el mismo Casamiquela (p. 19, nota 17) decía que la
única palabra que le tradujera la Sra. Velázquez era <ianëmske>, que
significaba ―temor‖ o ―respeto‖, y que por su parte, él era quien interpretaba que
474
kawal a atk era ―sierra del caballo‖, y no, como escribe en 1983, que era la
informante la autora de tal traducción- aunque, de todas maneras, la misma es
coherente.
En 1988 (132-143) dedica largos párrafos a sus ideas sobre el significado de
esta canción, en donde se hace explícito y evidente que la traducción de los
versos en cuestión es efectivamente de su autoría y no de la informante
Millarrai.
Se entiende desde un principio, en cambio, que la primera línea es traducción
propia de Casamiquela, en un examen del texto en gabinete. Al explicar sus
deducciones (1983: 93) interpreta que, en ella –‗bǝ sería una variante ―producto
del canto o arcaica‖779 del sufijo negativo imperativo –ba. Agrega que ―la sílaba
qǝ, aislada, ha de ser el comienzo de qǝrrǝ‖ del siguiente verso - subrayados
en el original.
Se deduce que interpreta que <chaqaiaqëlbé>, <tʃǝqǝ‘iǝĭqǝl-‗be> y demás
variantes que translitera de las dos versiones en las distintas publicaciones se
recompondría como tsaka-, tsǝkǝ-, tsǝku-, tsuke- y demás variantes= prefijo
verbalizador del presente y futuro imperfecto del infinitivo (Casamiquela, 1983:
72-74), pero aplicables a la primera y tercera persona del sigular + yaǝyeyǝ=
ventear, soplar viento (p. 158 y 159)+ -ba/-aba= sufijo negativo. Pero hallado en
los adjetivos, no en principio en los verbos, ―indica la idea de falta o carencia de
[…] Se puede traducir perfectamente por el castellano sin‖ (p. 46 y 47,
subrayado en el original). Y deja ejemplos en su Gramática:
tSǝ‘kǝtskal= me iré, desde luego, de ‗yats‘ǝ, ‗yatS‘ǝ, ‗yakƚ‘ǝ= ir, irse, huir
(p. 140).
476
El investigador aclara que originalmente anotaba la ―ü‖ como una ―e‖ invertida,
que la doble ―s‖ es la ―s‖ rioplatense‖, que las dos ―q‖ iniciales están
sobrepuestas a sendas ―k‖, que la ―i‖ de wachil está anotada como ―i‖ corta, y
que por encima de la ―k‖ de atk hay una doble ―j‖.
En el trabajo de 1985 (p. 71) anotaba con otra fonética algunos de los versos, y
los traducía:
―Chüküüyei-qülbe watsiltsüm-ke
ventees no giradora
kürrü watsiltsüm-ke
infierno giradora
káwal a átek yanümskü
caballo su sierra propiciamiento
alakale ke kürrü ale
infernal
halkürrü atetsümkia
477
infierno giradora mi
chüküyei-qülbe a wasi… chau ka
ventees no gira(dora)‖
En otro trabajo nos deja la versión de la misma canción según Liboria Crespo
(Casamiquela, 1983: 93), bastante distinta de la de Millarrai:
Refiere luego (p. 94) que la informante ignoraba incluso que el canto era
destinado a parar el viento. Ella simplemente la llamaba Canción a elǝngașǝn.
Y la traducción que aporta pareciera producto del trabajo del propio
investigador- pues, como se dijo, la informante no comprendía el GI. La
traducción libre que deja del análisis anterior es:
―…infierno…
gualicho infernal mío
no ventees…
(fragmentos sin traducción)‖
wa – tsil -chum
(3ra s.) – girar - (fem.)
Agrega el autor:
Con otra fonética, anota estos versos en su trabajo de 1985 (p. 71):
-jatSi‘lekja
ye:skleke-
yiškalau
Por lo que habría que asumir que las dos primeras son variantes de la tercera.
Tal vez la segunda sea un cognado en Tsn o un préstamo al mismo del GI.
Vamos ahora al segundo verso de la Canción del Jaguar, sin traducción por
Casamiquela ni sus informantes:
haka‘keĭ ka‘keĭna
Que no resulta difícil si recordamos que todos los nombres de los grandes
felinos en los idiomas tehuelches significaron en su origen ―hijo‖ o ―hijo del Sol‖,
482
axwakǝk a xaina
(fuego- Func.-puma)
―haka‘keĭ ka‘keĭna‖
axwakǝk a gaina
(fuego- Func.-cachorro)
―Cachorro del fuego‖ es bastante sugestivo ya, pero téngase en cuenta que el
sol y el fuego se asocian semánticamente, y mitológicamente, y recordemos
que axwakǝk= fuego sería un vocablo cognado con apiuxǝk= sol, como se ha
visto en el primer capítulo. El intercambio entre los sonidos ―x‖, ―b‖ y ―p‖ ocurre
en especial por influencia del sonido de la vocal cerrada siguiente.
De donde podemos comparar la Canción del Jaguar en la versión de Liboria
Crespo con mi hipotética recomposición y posible traducción:
Quien dude de estas traducciones, puede leer más adelante en este tomo la
comparación entre los nombres de los grandes felinos y los sustantivos o
frases nominales que denominan a los grandes felinos en todas las lenguas
tehuelches. Y estudiar la Canción del Tigre (Casamiquela, 1956 b; 1958: 313),
en cuyos versos cuarto y quinto se lee:
―…kalwún a atsajóu
483
Pero en nota al pie (N° 74) aclara que, aunque ámaha es ―sol‖, también puede
ser ―día‖ y a veces ―luna‖, y que en lugar de traducirse <ámaha a kalwún>
como ―sol-tigre‖ podría en su lugar interpretar que significa ―tigre del sol‖, ―…ya
que la a genitiva intermedia783 suele elidirse cuando antecede o sigue a otra a‖.
Pero no necesitamos pensar en una elisión, pues, como dice Orden (2012: 73),
cuando en la frase nominal (FN) el funcional a está ausente, el orden típico se
mantiene como ―adjetivo-nombre‖ (Adj-N); cuando está presente, se invierte,
dando el orden nombre-funcional-adjetivo (N-Func.-Adj). Aunque existen
numerosas excepciones a esta regla- lo cual permite dudar de que sea
realmente una regla-784 posiblemente ámaha-kalwún sea efectivamente ―tigre
del sol‖, mientras que amaha a kalu:n sería ―sol del tigre‖, que tiene menos
coherencia. Siempre siguiendo la propuesta de Orden, si quiséramos expresar
―tigre del sol‖ usando el funcional a, debiéramos decir kalu:n a amaha y no
amaha a kalu:n.
Agrega Casamiquela en la nota mencionada: ―Y por fin también podría ser
kalwún na atsájou ka, lo que daría en castellano ‗en el tigre corazñn del tigre‖.
Hay un error, que también aparece en el original mecanografiado, en donde el
autor olvida anotar la segunda palabra <kalwún>, que dejaría la frase como
<kalwún na atsájou ka kalwún>, en donde <na> representaría el caso locativo
de situación, de destino y de tiempo (en tal lugar o época, a, hacia) –na, -hna o
–kna (ver el capítulo dedicado a la comparación gramatical en un futuro tomo).
No creo que sea ésta la recomposición y traducción adecuada de la frase.
Reitero aquí mi observación: amaha kalu:n pudo originalmente significar
―cachorro del Sol‖, que pudo haber sido el nombre antiguo del jaguar según lo
ya visto, y haberse lexicalizado en una única palabra, kalu:n.
Veamos de nuevo la parte de la Canción del Tigre que estamos estudiando, su
recomposición fonética y la traduccíon
―…kalwún a atsajóu
ka ámaha kalwún, ámaha kalwún…‖
kalwun a atSaxou,
ka amaha kalwun, amaha kalwun
Corazón de puma
del cachorro del Sol, cachorro del Sol.
Aclaro que existe una versión de esta Canción del Tigre en otro trabajo de
Casamiquela (1985: 71-72) en la cual la fonética es distinta pero perfectamente
coherente con la anterior, y aunque la fragmentación de los versos es algo
diferente, el orden de las palabras es el mismo. Sin embargo, como dato de
interés, agrega Casamiquela (p. 128, nota 265) que había recogido dos
versiones de la canción en cuestión, una que había grabado de labios de
484
―kuraché, kuraché
ainá che ka (treká)‖
tčuř, y por lo tanto a sus cognados en otros idiomas protoken. Pero sobre todo
esta última idea deberá por ahora quedar en el terreno de las elucubraciones.
Lo cierto es que, como en el caso del cacique Tipayante de 1620 en el lago
Nahuel Huapi, el nombre de Fituipan podría ser una traducción del original en
uno de los idiomas tehuelches septentrionales.
El texto le fue dado a Casamiquela (1988: 89) por José María Cual, y
confirmado por Manuela Velázquez, que añadía la primera palabra o
frase―Houlhoulga...!‖. El investigador traduce parcialmente la canción como:
―favoréceme cacica
Tus guanacos, tus avestruces, tus animales (mamíferos)‖
Por su parte, Atilio Namuncurá, citando a J. M. Cual (en Claraz, 2008: 280),
recompone la invocación de la siguiente manera, evidentemente tomando la
versión de Casamiquela de 1985 y su traducción y disponiéndola en versos,
aunque le quita el –ga final a la primera frase o palabra compuesta:
―¡Houlhoul gamakiátsum!
Müyek¨lassk¨koa,
P‘üchwa küma,
Gayü küma,
Ajmai küma…‖
<mópiakálashtsáka>
məpiyakalščákə
¿Rogarías?
Sea cual fuere la causa, tanto la Sra. Velázquez como José María Cual
distinguían a a gamákia de gamakiatsǝm, y a ambos de yiškalau. En cambio,
muchas evidencias apuntan a que gamákia y yiškalau son la misma entidad. El
texto de Casamiquela en esta parte, como en muchas a lo largo del libro, que
fue escrito y reescrito muchas veces, es difícil de comprender. Él mismo aclara
en el prólogo Dos palabras aclaratorias que el texto se compuso mediante ―…
la yuxtaposición continua de nuevos tópicos…‖ a lo largo de diez años, y que
―… tanto el núcleo original como los agregados fueron a su vez corregidos e
interpolados más de una vez al ritmo de las novedades…‖. Es que, en el texto,
el investigador nombra en primer lugar a gamakia y luego a gamakiatsǝm, e
inmediatamente a continuación dice que, según Manuela Velázquez, ―… el
segundo es lisa y llanamente el hijo de la primera… ―. Evidentemente, se
refiere al Canto que transcribe a continuación, en donde el orden se invierte.
José María cual opinaba, en cambio, aunque ―sin seguridad‖, que una y otro
eran esposos, pero que desde que el ente femenino ―mandaba más‖, se la
menciona primero.
El orden que daba Cual para la rogativa antes de salir de caza era:
De seguir este camino, resulta casi obvia la conclusión de que esta rogativa o
canto, que se hacía en ocasión de rogar éxito en la caza, no estaría dirigida en
primer lugar a gamakiačəm, como sostenía Cual (en Bórmida y Casamiquela,
1964 [1958-1959]: 190) sino que se mencionaría primero a
<yükálaskükoa>/<yekalakükoa>, o sea tal vez <yükálaskü-koa>/<yekalakü-
koa>. En donde yekalaskə/yekalakə sería otra variante de yiškalau=Alto Dios.
En cuyo caso el significado sería yiškalau-mío, mi yiškalau=Dios mío, mi Dios.
Si tal fuera el caso, el Canto al Alto Dios debiera recibir por otro nombre el de
Rogativa a yiškalau.
Hay huellas de palabras del gënëna a iájich en los dos primeros versos del
Ñamkü taiël o Canción del Aguilucho (Casamiquela, 1958: 358; 1964: 68), pues
al menos en principio no son traducibles desde el mapudzungun, ni
Casamiquela lo intenta:
―Gaiáiá em
Iakëlékëlé, kelé, ma, ŋa‖
Por ahora sólo observaré la posible presencia de las palabras del gënëna a
iájich gaia/kaia/gayə= pichón, cachorro, hijo, charo, ñandú, avestruz y del
vocablo iakəlékə, tal vez correspondiente al ya visto yekalaskə, y en especial a
yekalakə=Alto Dios. Más adelante, para refescar la memoria del lector el
terrible laberinto de esta obra, reiteraré está afirmación en otro contexto. É
PONER LO DE QUE SI NO LO INTENAMTOS NO HAREMOS NADA.
También la Canción del Pino (araucaria) o pewén taiël incluye una primera
palabra ―Kaiaiá, iá, iá, iá, iem‖ (Casamiquela, 1958: 310) que el autor no
traduce, y en 1964 (p. 152) sólo escribe como ―Kaiaiá (sin traducción
(onomatopeya)‖.
Con la esperanza de que alguna vez pueda aclarse todo esto, ofrezco mientras
tanto una solución intermedia. Que el posible mitónimo <yükálaskü>, es decir,
yəkálaskə, se encuentre verbalizado en la canción/invocación, dando
yayəkálaskkoa y məyəkálaskəkoa. Supuestamente, y respectivamente,
―yekálasqueando-yo‖, ―yekálasquea-me‖, en el sentido de ―invocando-yo;
rogando-yo‖, ―favoréceme, conédeme, otórgame‖, siendo la rogativa una
solicitud de éxito en la caza. De donde ambas posibles traducciones se
unificarían, y se certificarían las afirmaciones de que yiškalau es mencionado
en el texto (Cual) y de que a yiškalau se le hacían rogativas (Velázquez).
Desde luego, siempre teniendo en cuenta que de todas maneras el Alto Dios es
mencionado co un sinónimo, gamákia.
Ordenemos la canción/invocación en versos, recompongámoslos y
traduzcámoslos, de manera desde luego tentativa:
493
Aclaro que asumo que en los idiomas aborígenes, como en inglés y en otros
idiomas, no es necesario que los signos de admiración y de interrogación
vayan tanto al comienzo como al final de la frase. Pudo ser lo que consideraba
Casamiquela, pero he de aclarar que aún en castellano era frecuente que él
omitiera el signo inicial.
Volvamos a las dos variantes de la Canción al elǝngașǝn. Para refrescar la
memoria del lector, las transcribo nuevamente.
Según Liboria Crespo (Casamiquela, 1983: 93):
Para interpretar el fragmento <alé> del fin de los versos primero y segundo de
la primera estrofa en la versión de Crespo, Casamiquela supone que, también,
se trata de un apócope de alǝktsǝm, con el complemento de voces como
<halk>= <halúk>= la toba, y <qürrü>, <kerrú>, supuesta palabra que en una
larga disquisición termina por asociar con el nombre del infierno aónikenk,
<kérrunk> según Rufino Ibáñez, y con el <karrontken> del galés Hughes, el
nombre del ―paraíso‖ o ―corral de las Estrellas‖, también de los aónikenk. En su
clase del 16 de octubre de 2004 (Casamiquela, 2004 b) coincidía en traducir
<kerrú> en <hal kerrú> como ―el hábitat del Alto Dios (infierno o cielo, no puede
traducirse)‖, con la novedad de que consideraba al vocablo como perteneciente
tanto al idioma tehuelche meridional como al septentrional.
Asume que <cheuká> del final del tercer verso de la segunda estrofa de la
versión de la Sra. Crespo ―… parece carecer de sentido y puede tomarse como
complemento métrico‖. No lo creo así, como se verá.
Analicemos todo de nuevo, con otros ejemplos. Harrington (en Vignati, 1973:
85; Libro de tapas Blandas, en Casamiquela, 1988: 16) anota el primer verso
del gáyau o canción sagrada del elǝngasǝn, según su informante Trruúlmani.
La misma refería que había sido entonada por la madre de un niño
transformado en piedra por el propio elǝngasǝn para castigar al padre, que
había sido cruel con un guanaco, al cual le había cortado la lengua. El
gigantesco monstruo era dueño ―de los guanacos, piches y avestruces‖. Oído el
canto, se apiadó y desencantó al niño, devolviéndolo al padre, no sin antes
reconvenir severamente a este último.
Volveré una vez más sobre esta canción, pero dentro de largos párrafos, por lo
que apelo a la memoria del lector, o le solicito que vuelva atrás tantas veces
como sea necesario para comprender lo que sigue.
Lo cierto es que de esta canción, al parecer sin notarlo, Casamiquela parece
haber rescatado de labios de su informante Carmen Nahueltripay una versión
en Mpz (ver Casamiquela, 1956 b y 1958: 306), que se reconoce por haber
conservado el primer verso en GI, y se llama – no creo que por casualidad-
Luan tayǝl o Canción del Guanaco:
―Trahailé
Hainané, hainanem,786
Haié, haieiém,
Hallaƞëllai kolokolñntu mapú ƞa
Trekátupeiüm,
Kasǘ ané iëm
Haié, etc.‖
―..........................................
Onomatopeya del relincho
..........................................
Es hermoso
en la tierra de pintura colorada,
para andar al trote,
bonito cara tordilla‖
Y en varios pasajes del texto (cf. la misma p. 304) observa que estos
cancioneros –que denomina ―totémicos‖- no se encuentran entre los araucanos
transandinos.También escribe (Casamiquela, 1956 b; 1958; 304 y 305)
subrayados en el original manuscrito, ausentes en la versión édita):
―… quiero aclarar que las traducciones son las dadas por mis
informantes -fieles en general-, con leves correcciones y
modificaciones, de las cuales respondo. En el caso especial de
canciones con letras sin significado he considerado interesante
consignar las sensaciones y reflexiones que el canto de sus
diferentes pasajes producía en mi informante doña Cármen [SIC]
Nahueltripay. Para distinguirlas de las verdaderas traducciones
escribiré siempre estas acotaciones entre paréntesis y con signo
de interrogación‖.
Viegas Barros (2005: 155) ha obervado que en una variante estilística del
mapudzungun patagónico -se refiere al cisandino- existe un fono fricativo
laríngeo sordo [h]. Estudiando el trabajo de Pelinsky y Casamiquela (1966: 55),
agrega que lo halla en los tayül o canciones sagradas, y sólo en ellas, estando
ausente en la lengua cotidiana. Algunas de las palabras que los llevan son:
<trahailé>- el vocablo en cuestión- <hainané>, <hainá>, <kechehélmani>,
<hakekéi>, <hailé>, y por lo menos tres palabras que clasifica como
―patrimoniales mapudungun‖ que en las canciones llevan [h] inicial: <haié> y
<haieié>= goza y <hallaƞëllaí>= es linda. Palabra y frase esta últimas que no
hallo en los diccionarios de mapudzungun. Concuerda con Casamiquela en que
ha de tratarse de palabras del gënëna a iájich, y da también el ejemplo de una
497
palabra de dicha lengua, xaina= puma, que, como Casamiquela, compara con
el vocablo <haiɂná> del tayül del puma.
Podríamos agregar aquí el primer y el segundo versos, no traducidos del
mapudzungun, del Ñamkü taiël o Canción del Aguilucho (Casamiquela, 1958:
358; 1964: 68):
―Gaiáiá em
Iakëlékëlé, kelé, ma, ŋa‖
―Chaqayaqülbé a wašé...,
helbá wašé...
helbá wašé cheuká...‖
―Nanakapútal
Kaláuhna chukusuk
Akana tágue
Gultrr a tágue
Elumgassum a traayahle
¡Mursputau rsskaháunik!‖
Estoy muy avanzado en el análisis de este texto, y no coincido del todo con la
traducción obtenida por Harrington, pero no es éste el espacio para avanzar en
ello. Lo veremos en el capítulo especial dedicado a las canciones sagradas de
los gënëna a këne en un próximo tomo.
Sólo pido al lector que centre su atención en el quinto verso o línea, que dice:
Elumgassum a traayahle
(puteada al) Elëngassën
la Sra. Crespo. Sólo hay que notar que los términos del Desafío están
invertidos en la Canción.
Lo que permitiría reconstruir este elusivo verso:
de la manera ya vista:
třǝyahlǝ elǝngašǝn
elǝngašǝn de mierda
Recordemos que, en 1988, Casamiquela agrega un tercer verso entre los dos
de 1983:
¿Alguno de los lectores ha podido pensar a qué Alto Dios, equivalente desde
ya al Elëngassën, iba dirigido este canto?...
Veamos mi idea:
Que tal vez no sea otro vocablo que nuestro ya conocido tšišǝɣǝ= hediondo,
podrido, maloliente, catingudo, según Claraz y Lehmann-Nitsche. Palabra
especialmente parecida a la versión <-cheuká> de Liboria Crespo, pero
fácilmente asimilable a la forma <-t sëm qe> de la Sra. de Velázquez. Incluso
podemos suponer una fusión, que justificaría que ―qërrë watsilt sëm qe‖ y
―helbá wašé cheuká‖ fueran recompuestos como:
elǝngașǝ(n) tšišǝɣǝ
―helkerrú alešüm-kia‖
hatkǝ-tzual a tšišǝɣǝ
503
Pero no suena coherente, más allá de que ya he dicho que creo que hatkǝ-
tzual no incluiría a la palabra hatkǝ= bueno, resultado de la transculturación
con los europeos, sino a mi vocablo *ačkǝ= luz, Sol, o, en su defecto, atǝk=
sierra, campo, tierra, sugerida por las ya mencionadas variantes <Atgetzual>
=el Gran Espíritu de Hunziker (1864), <ataletzoal> de Claraz (1865) y
<Tukutsual> = Dios de Milanesio (1898). Es que puede insultarse al elǝngașǝn,
que comenzaba a caer y malignizarse, aunque fuera un alter ego del ―Hijo del
Sol‖. Mas no se debería poder hacer lo mismo con el Alto Dios, cuya figura no
llegó a decaer, pues quedó olvidada, sólo conservada en los vocabularios de
una lengua lamentablemente extinta.
Por lo tanto, la comparación no me decide a abandonar la idea de que en dicho
tercer verso de la segunda estrofa se incluye el mitónimo alektčǝm/halektčǝm.
Y lo recompondría así:
*ačkǝ-tzual, alǝkčǝm-kia
Hijo del Sol, gualicho mío
―Atek a gamakia ko
Chelachelessum
Chelachelassum kia
Atek a gamakia kürrü‖.
―cacique de la sierra
mi giradora
cacique de la sierra
paraíso‖
504
―…Chelachelessum
Chelachelassum kia…‖
… tulač alekčǝm,
tulač alekčǝm kia…
―Chamul a gama-kia gu
Atek a gama-kia‖
tSamǝl a gamakia-ɣǝ,
atǝk a gamakia
No he podido atribuirle un significado a -ɣǝ, el final del primer verso, salvo que
sea en efecto la palabra kia= mi, mío. Aunque la palabra gamakia= cacique,
Dios que precede a esta palabra en el verso en estudio ya incluyera dicho
pronombre uno pudiera pensar en una lexicalización de gamakia para significar
―señor, Dios, cacique‖ en general. Pero ni siquiera es necesario asumir tal
lexicalización, pues, como ya he propuesto, la palabra gamakia, lejos de portar
el sufijo kia= mi, mío como se ha creído, significaba, como otros sinónimos y
onomásticos de caciques, ―hijo del Sol‖, y provendría de amaha-gaia o amaha a
gaia. Ya dije también en el capítulo 1 que Harrington (1946: 258) traducía
<kaya>= nuevo, joven. Yo lo traduzco como ―pichón, cachorro, chara, cría,
hijo‖. Cf. gayǝ= ñandú, avestruz americano; gayau a kǝne= gualicho, lit. ―pichón
del Sol‖ (teoría propia que desarrollo más adelante). Veremos nuevamente este
tema y más ejemplos en un futuro capítulo especial dedicado a sinónimos que
significaban ―cacique, jefe, capitán‖ y ―brujo, chamán‖, y otros vocablos que
denominaban a personas de importancia, y a los onomásticos de caciques y
otros en las lenguas tehuelches y onas.
Tenemos un ejemplo de esta construcción en algunas frases de José María
Cual (en Casamiquela, 1983: 111 y 113):
Con lo cual queda demostrado que la frase nominal gamakia kia es correcta, y
que es probable que sea lo que la informante cantaba por fonética, sin
comprender las palabras, lo cual es la causa de la deformación de las mismas,
algo general en estas muestras de cantos sagrados. En este contexto, aunque
el significado de ―cacique‖ es correcto, no es aplicable a la traducción del canto,
que corresponde en cambio a la de ―Señor, Dios‖.
Reconstruyo la lírica como:
―Atek a gamakia ko
Chelachelessum
Chelachelassum kia
Atek a gamakia kürrü‖
Estudiemos la palabra final del segundo- o tercer, según las versiones más
modernas de Casamiquela- verso de la interpretación de la señora Velázquez,
<ia nëmskë>, y la única palabra que le tradujera la informante (Casamiquela,
1960: 19, nota 17), dándole el significado de ―temor‖ o ―respeto‖, y que el
investigador traduce en otro trabajo (1983: 93) como ―reverencia‖. Verdad es
que parece tener relación con la palabra yanemtskǝ=respeto, veneración,
respetar, reverenciar, avergonzarse (pp. 153 y158).
En efecto, según Lehmann- Nitsche (1915-1916, Ms.: 163, en Malvestitti y
Orden, 2014: 90), <unümshgájmal> significa ―Estoy con vergüenza‖, en donde
reconocemos el sufijo del gerundio -hmal, -hahmal (Casamiquela, 1983: 60 y
61), y el mismo verbo yanemtskǝ, que como casi todo verbo pierde al
conjugarse el prefijo ya-. Reconocemos también uno de los prefijos del
gerundio, ana-. De donde <unümshgájmal> ha de recomponerse como
ananemtskahmal= avergonzando, para ser ―avergonzándome‖ faltaría agregar
a continuación el pronombre personal koa/kwa= yo.
Pero <ia nëmskë> también se asemeja a uno de los topónimos sagrados de los
gënëna a këne, un sitio en donde también habitaba el elǝngašǝn según Claraz
(1988: 82; 2008: 102, subrayados míos):
―Supe por Antonio que a una jornada del Tschaptschoa, algo más
lejos del lugar donde recogen la pintura roja, se encuentra el
color verde y también la vivienda más hermosa del elemgassen.
El paradero se llama Yaulemtzca o Yalemscaoa‖
Incluso la traducción de la informante pudo tener que ver con la idea de que la
palabra implicaba la idea de algo venerable, respetable, sagrado, pero cuyo
significado profundo desconocía por transculturación. Y esta idea, para una
hablante poco idónea de gënëna a iájich, pudo ser la causa de la modificación
de una palabra desconocida por otra que le era familiar
Apoya la idea el hecho de que, según Claraz (1988: 130; 2008: 157), en el
cerro cercano a la cueva de Yaulumska ―verdadera‖, había un sitio de
propiciamiento o sacrificio al Alto Dios, donde ―… se alza un palo. Allí, los
indios cuelgan un corazón, o lo arrancan cuando hacen sus oraciones o
festejan el Camaricum‖. Lo propio ocurría en la ―otra‖ cueva de Yaulumska, la
del sitio llamado <Maayentsh>, en donde ―También en el cerro vecino había un
palo para colgar corazones‖ (Claraz, 1988: 133; 2008: 160). Se trata, desde
508
Posible recomposición:
Traducción hipotética:
Buen Dios,
Buen Dios, gualicho mío,
elǝngašǝn de mierda…
elǝngašǝn…
elǝngašǝn hediondo…
Aunque uno pudiera suponer que ɣeina kia= (mi) pichón, cría, cachorro, hijo,
criatura, chulengo pudiera referirse al niño petrificado, y el significado de la
frase ser ―Mierda, mi hijo‖, no es posible explicar la presencia del funcional a,
representado por el fragmento <ha>, pues la traducción quedaría como ―(mi)
hijo de mierda‖. En cambio, entra mejor en el contexto de la situación que el
ruego-puteada se dirija al elǝngasǝn, obviamente una criatura, cachorro,
pichón, etc.: el caído ―Hijo del Sol‖. Probablemente, el pronombre posesivo de
primera persona del singular sea en este caso el caso de pronombre
inalienable. Tal vez, incluso, sonaría mejor una recomposición de <geina kia>
como gamakia= Dios, señor, cacique, que es el alter ego del elǝngasǝn, el
Señor o Dueño de los Animales… recordemos que gamakia lo es también.
Lo que me crea dudas y me hace volver a la primera traducción es la Canción
del Guanaco en versión en mapudzungun de Carmen Nahueltripay que páginas
atrás he mencionado a continuación de la que acabamos de repasar, Canción
del Guanaco o Luan tayǝl. En ella, los primeros versos, no traducibles en
mapudzungun, recuerdan al único de la Canción del elǝngasǝn de Truúlmani;
Trahailé
Hainané, hainanem…‖
(C. Nahueltripay)
―Chagagailé
ha geina kia‖
(Truúlmani)
―Trahailé
ha inané hai-‖
primera forma para denominar al Alto Dios Solar/Lunar. El étimo sería *sət-ĉə
de *sət= brota, surge, mana, fluye+ *ĉə= luz, agua.
Por otro lado, no concuerdo con la idea de Casamiquela, ya enunciada, de que
<Séecho>/<Sesom> y variantes -incluso <Soychu> de Falkner. Sánchez
Labrador y otros misioneros jesuitas- fuera entendida por los tehuelches como
un ser maligno. Al menos, no únicamente como tal. Repasemos suscintamente
los testimonios con que contamos:
Vemos que la informante no sólo confirma sus dichos sobre la gran sacralidad
del Sol, sino que le atribuye ser Dios, y el que mira el tatuaje al recibir al
muerto. Ya hemos visto antes cómo adjudicaba al Sol el sexo masculino.
Casamiquela (1988: 99), en una interpretación más que inspiradora para el
autor de estas líneas,804 expresa:
En efecto, ella recibía a las almas de los difuntos en el sector este del cielo, o
en la línea del horizonte detrás del mar (Siffredi en Casamiquela, 1987 a: op.
cit.), sitio llamado <‗koo‘ch-tee –aiken> = lit. ―cielo-tierra-lugar, o sea lugar en
que el cielo se junta con la tierra según Siffredi (1969-79: 250 en Casamiquela,
1988: 113). Ya analizaremos mi versión de la traducción de este nombre.807
Para lo que no hallo evidencia mitológica ni lingüística es para el comentario de
Casamiquela: ―...claramente, pues, un dios del laberinto‖. En efecto, me atrevo
a ratificar la ausencia de pruebas mitológico-lingüísticas para la idea de un
laberinto como ―camino al más allá‖. Ello no quita, vuelvo a aclarar, que las
pinturas rupestres aporten una prueba sobre esta idea, pero creo que el tema
ha sido forzado a encajar en los mitos que han llegado hasta nosotros. Me
explayaré sobre el tema luego.
Como dato de interés, he de añadir que la tal <Karunon> de Casamiquela es
denominada <karut(e)n> por Martinič (1995: 327 y 328), igualmente citando a
Siffredi. Además, cuando el mismo Casamiquela (1988: 113) transcribe notas
de dicha autora, el nombre aparece como <karuten>. Sin embargo, la propia
Siffredi (1968 a: 123) entiende a una y otra entidades como seres distintos.
Siffredi (1969- 1970: 251, subrayado mío) describe a <Karut(e)n> como ―… un
ser masculino, invisible, concebido como un paisano poderoso (Yebes) o como
dios (Velázquez), subordinado a Elal. Su lugar de residencia es el cielo. Dueño
del trueno, el rayo y la lluvia, aparece como un ser temible y dañino‖. Según
Yebes, era capaz de fulminar con un rayo a quien quisiera. Agrega Siffredi que,
según Spegazzini, eran los espíritus <Kerenk(e)n> quienes producían el trueno,
el rayo y la lluvia.
Así, es difícil definir cuál es el verdadero nombre de la entidad que recibía a las
almas. Pero podemos recordar lo dicho: <Caroten>= tronar (Moreno, 1997:
412), <karrótn>= trueno (Lista, 1998, 2: 175) y <karút>= trueno (Molina, 1967:
143 y 153). Ello modificaría no sólo la concepción de la traducción de kaȓunon
como ―la vieja‖ como eufemismo para nombrar a la portera del Más Allá -sin
impedir que la Luna o que la versión femenina de se:čo cumplieran con tal
papel. Pues, en definitiva, tanto el nombre del trueno o de la luz que lo
acompaña, el relámpago, que indudablemente los tehuelches no distinguían del
trueno -y tenían razón, como hoy en día se sabe- como el del Más Allá
tehuelche derivarían en definitiva de nuestro ya conocido *kařwen= luz, sol +
*ken= surge, mana, brota, fluye, etc. (ver el Capítulo 1 de esta obra).
Vemos que Siffredi hace masculino a kařuten…. ignoro si fue Casamiquela o
sus informantes el/los autor/es de su feminización en kaȓunon. En todo caso, la
feminización del Alto Dios -una deidad ya algo caída, y en proceso de
malignización, como surge de la evidencia de que <Kairon-kenk> y variantes
era interpretado como ―el Diablo, Demonio o Maligno‖- decía, dicha
feminización se debería a complejos mecanismos analógicos, que incluyen
motivos tanto mitológicos como lingüísticos, en un ejemplo de determinación
múltiple y sucesiva del mito por la lengua y de la lengua por el mito.
Más adelante (p. 73, subrayados míos) queda claro que la Fig. N° 58 es de
creación del autor, y no de la Sra. Nahueltripay:
En otra obra (1997: 23) se refiere a ―los utralalves o monstruos que se ocultan
en las sierras‖.
Llegado este punto, acude en nuestra ayuda ese tan poco conocido sabio, Félix
Manquel (en Perea, 1989: 10 y 11), viudo de Agustina Quilchamal, que
menciona al <utranalwe>, al que representa como un hombre ―igual que un
cristiano‖ con un poncho muy corto, por lo demás desnudo, que ―… se hacía de
todo, de toda clase de animale, de toda clase bicho [SIC, en el bizarro pero
bello castellano de Manquel, cuya primera lengua era el mapudzungun ]. De la
frase anterior se deduce que ―se hacía‖ significaba que ―se disfrazaba‖, o, como
interpreta Perea con asentimiento de Manquel, ―se transformaba‖. Casamiquela
(en Perea, 1989: 95, nota 25) entiende que <utranalwe> es variante menos
conocida de <witran-alwe>=alma del muerto forastera, ―una suerte de alma en
pena‖ que adopta la forma de un anciano, con los huesos a la vista y
relumbrante de plata. En efecto, en De Augusta (1991 b: 167), <witran>,
<wütran>=forastero.
En definitiva, hay muchas otras palabras del mapudzungun que podrían
postularse como el primer componente del mitónimo, especialmente teniendo
en cuenta sus variantes. Sólo que no hallo sustento mitológico para la idea de
―torcido‖. Pero veamos más…
otro trabajo (2007: 56) llega a decir, directamente, que se trata de ―un toro en el
laberinto (piénsese en Creta y en el Minotauro)‖. Desde luego, el lector asistirá
en este trabajo a una sorprendente identidad entre las ideas míticas de los
hombres de todo el mundo -algo que no he descubierto yo, y hay infinidad de
trabajos sobre el tema- por lo que no puedo decir que no puede haber habido
una idea de un toro mítico entre los tehuelches antes de la llegada de los
españoles. Pero creo que, de seguir este camino, antes que el toro cretense,
los tehuelches pudieron haber conservado en la memoria ancestral la idea del
bisonte de las planicies norteamericanas. No me extenderé sobre este tema
porque no coincido en que el baile representara a un toro.
Creo firmemente que la idea de los autores clásicos de que la danza en
cuestión era la ―danza de los avestruces‖ debe ser rescatada. Las citas
siguientes son tomadas en general de los mismísmos escritos de Casamiquela:
En esta clase de danzas está incluida una que se llama puelprun (baile del
este) o choiqueprun (baile del avestruz). Practícanla especialmente las
agrupaciones del este‖.
Rodríguez (1911: 225 y 235, en Casamiquela, 1964; 136 y 137) diferencia
la ―Danza del choique‖ del lonco-meo. Asocia los movimientos a la
imitación de los del choique.
San Martín (1930: 202, en Erize, 1960: 225 y en Casamiquela, 1988: 157 y
158):811 ―El loncomeo consiste […] imitar la carrera del avestruz, sus
huídas y gambetas, los saltos del guanaco, las arremetidas del puma, etc‖.
Guevara (1929) y Harrington (1942), ambos en Casamiquela, 1988: 167 la
llaman también ―danza del avestruz‖.
Etcheverry (1943), también citado por el autor mencionado (1988: 152 y
153) describe con lujo de detalles la danza, bien que entre nativos de la
tribu de Calfucurá, evidentemente un hábito pampeano conservado , y
dice: ―Los conná visten tan sñlo chamall y representan, simbñlicamente,
una cuadrilla de avestruces / La danza a que se aprestan pudo llamarse
con más propiedad ‗el baile del avestruz‘, pues, tanto el busto y las piernas
desnudas de los danzarines como la índole de los pasos y de las figuras
que van a representar, acusan una manifiesta imitaciñn de aquel zancudo‖.
Entre los cantos que se escuchan, Etcheverry incluye las voces ―choiqué
iem, choiqué iem, choiqué… iem, choiqué… iem‖, en donde choiqué es el
nombre en Mpz del avestruz. Y luego: ―… los mocetones apuran su carrera
y agigantan sus zancadas hasta convertirse toda la cuadrilla en una
rodante circunferencia, mientras van moviendo la cabeza a un costado y a
otro, como lo hacía el avestruz para evitar los tiros de bola‖.
Hassler (1957: 141, en Casamiquela, 1988: 167)812 anota los tiempos del
baile como piezas que ―representaban el nacimiento, crecimiento y vida del
avestruz‖, y traduce del mapudzungun las mismas. En la primera pieza
entran cuatro partes: ―el avestruz patea el huevo‖, ―el avestruz rompiñ el
huevo‖, ―saliñ el avestruz del huevo‖, ―ahora hay un avestruz chiquito‖; en
la segunda, una parte ―está trotando el avestruz‖, en la tercera otra,
―empieza a jugar el avestruz porque está aprendiendo‖, en la cuarta, otra,
―es como liebre el avestruz, ya se esconde‖, y en la quinta dos, ―dejñ de
crecer el avestruz‖ y ―se va el avestruz‖.
―baile de avestruz‖, ―¿no ve que poene los cascabele, cola de avestruz a unos
paisano, no lo ha visto acá […] ―nada más que trotiar lo avestruce. No corren,
medio al trote van, así medio rengueando casi‖. Y hasta proporciona el canto
que entonaban ―…dos vieja y dos viejo…‖, traducido al castellano de forma
aproximada:
―Choiké puruaimün,
Rünkú-puruaimün,
Puelpuruaimün‖
―Bailad avestruces,
Bailad saltando,
Bailad danza del Este‖
danza. Con la única excepción –al menos la única que conozco- del ingeniero
galés Llwyd ap Iwan (en Roberts-Gavirati, 2008: 78), que tan temprano como
en 1894 atestigua:
El texto no deja lugar a dudas: para la época de Ap Iwan había cuatro danzas
diferentes, cada una llamada con el nombre de un animal, lo que hace suponer
al ingeniero galés algo casi obvio, que cada una podía ser una imitación del
paso del animal cuyo nombre llevaba la danza. Además, confirmaba que uno
de ellos, y -tal vez no casualmente- el primero en ser nombrado, era el
avestruz. Es debido a la diáfana claridad del texto que no concuerdo con lo
expresado en la nota al pie que deja Casamiquela (Nº 28 en Roberts y Gavirati,
op. cit.: 78), en la que expresa: ―… se comprueba por primera vez la
explicación -falsa- de asociar a los bailarines con animales, es decir,
representaciones de tales, y a cada danza con uno diferente‖. Y es que no
caben dudas de que los propios tehuelches de la tribu de Kilchamal informaron
a Ap Iwan del nombre de cada danza, correspondiente cada uno a un animal,
aunque fuera sólo una interpretación del galés que cada baile representaba el
andar del animal nombrado.
Casamiquela mismo (1988: 168-169) cita varios tiempos de la danza según
varios informantes, algunos de los cuales serían imitación de o dedicados a la
liebre, la lechucita de travesía, el zorro de travesía, el avestruz… ninguna
mención del toro por aquí.
En su obra conjunta con Aloia (Casamiquela y Aloia, 2007: 102-107) el
investigador cita varias fuentes que se refieren a la Danza del Avestruz, y
aunque menciona otras danzas animalísticas –que antes distinguía de las
grupales mixtas- y hesita sobre si ha de atribuirlas a cazadores, no menciona
ya su idea de la representación del toro en su Laberinto.
He de añadir que conozco y he tenido en mis manos un muy temprano
documento sobre el nguillatún y sus evoluciones, ilustradas con esquemas de
los movimientos, manuscrito de un colono galés. No he conseguido que su
poseedora me facilitara una copia o fotografía del interesante manuscrito, para
traducirlo y, tal vez, obtener más datos.
En la obra de 1985 (p. 65), Casamiquela cita su trabajo conjunto con Bórmida
(ver 1964 [1958-1959]:167), en donde se describe el traje ceremonial de los
gënëna a këne. Y luego deshecha explícitamente la idea tradicional de que los
trajes ceremoniales del apeshk representaran a avestruces, y añade que ha
demostrado que los bailarines eran ―espítitus corporeizados de antepasados‖,
―encarnaciones de espíritus del Más Allá‖, y que el baile representaría el paso
difícil al Más Allá, ―o a la inversa, por el que desde el Más Allá se regresa a la
tierra‖. En nota 251 (p. 64) vuelve a asociar dicho paso difícil al Laberinto, e
interpreta que los bailarines encarnaban a toros, ―cuya conexión con el
laberinto es tan conocida en Europa‖. En apoyo a su teoría cita el trabajo de
Aschero (1973),814 pero dicho estudio se limita a las representaciones rupestres
y en otras artes del laberinto, sin incluir los bailes rituales.
527
Se trata de una interpretación que queda a cargo del autor, pues más bien me
parece que los retrocesos y circunvoluciones representan al avestruz corriendo
y eludiendo al cazador. Además, ningún informante menciona, nunca, al
laberinto, ni en el baile ni en ningún otro aspecto de los mitos y rituales.
Ginóbilli de Tuminello (1990) cita en su obra ciertos pasajes de los Diarios del
padre Lino P. Carbajal y entre ellos algunos de la danza masculina. Las citas
que transcribe corresponden sólo a pasajes en los que los baialrines del
ngillatún de Chosmalal parecieran representar a toros. Ignoro si en los
manuscritos originales se menciona la ―Danza del avestruz‖, algo que me
extrañaría que no ocurriera, dada la época en que fue escrita la obra inédita del
misionero salesiano –fines del siglo XIX y comienzos del XX. Pero la autora
concluye (p. 41) que la descripción ―parece confirmar lo expresado por
Casamiquela, que compara el baile a [SIC] ‗laberinto que los iniciados debían
reocrrer caracterizados de toro‘‖.
En coherencia con esta obsesión por buscar pruebas míticas del laberinto, el
mismo investigador (1980: 228) ha escrito:
Dejo este capítulo con reflexiones a cargo del lector, si así lo desea. Siempre
alentándolo a continuar la lectura, pues todos los trabajos contenidos en este
tomo y en lo que espero publicar son complemetarios, y sus conclusiones se
apoyan las unas en las otras.
Sólo insistiré en que las religiones de los nativos patagónicos eran
profundamente solares, cuando menos en su prístino origen. Como, en mi
opinión, lo son todas, o cuando menos la mayoría de las religiones y las
eufemísticamente llamadas mitologías del mundo entero. Lo que expresa
nuestra calidad de seres visuales, además de parlantes-pensantes.
Hoy puedo explayarme, y hacer evidente que, desde que kəl-, primera parte de
kələ en GI es cognado con la primera parte de todos los demás, čal-/yal-/kxal-
/kal-/xal-/šel-/- čul-/al-/hal-/ho:l-, etc., y evidentemente la segunda parte, -u, lo
es con la segunda parte del resto de las palabras comparadas: -a/-ue/-ia/-un/-
uen//- pen/-uet, todos cognados entre sí y correspondientes al pK *-wə/*-hə/*-
wən/*-hən/*-kən/*-pən y *–wət/*-hət/*-kət/*-gət= brota, mana, surge, fluye.
Pero excavando más profundamente las capas geológicas de las palabras,
hallamos que también čal-/yal-/kxal-/kal-/Xal-/xal-/šel-/-čul-/al-/hal-/ho:l-, y la
protopalabra *houř y sus derivados podrían no ser monemas, sino, también
ellos, protosegmentos, en donde ča-/ya-/kxa-/ka-/xa-/še-/- ču-/a-/ha-/ho- serían
el monema original que significaba ―luz‖, entre los cuales reconocemos al
monema *še= luz en pK, ya estudiado en el primer capítulo de este libro, y
cognado con el Sch kře= luna. En *kə- reconocemos al monema que interviene
en la palabra protoken *kən/kəne= luz, cognado con otros vocablos de las
lenguas ken como kon= río en AA, xono= mar en Tsn, šion= cielo y křen= sol
en SCh, šewen= sol en AA y Tsn, e hidrónimo en AA, etc. etc. De donde surge
que debe darse el mismo valor a los sonidos ―k‖, ―š‖ y ―č‖ para estas palabras, y
que sería ficticio -como lo es generalmente- crear una protopalabra única para
todas ellas, mediante la utilización de sonidos que expliquen todos los
implicados.
Desde ya, tanto en *ken/*kene como en kon, xono, šion, křen, y šewen, la
segunda parte –en/-ene/-on/-ono/-huen, etc. correspondería al ya mencionado
sufijo pK *-we/*-he/*-wen/*-hen/*-ken/*-pen= brota, mana, fluye, surge, etc.
Finalmente, en la protopalabra *houȓ –y en sus derivados que significan ―punta,
brote, extremidad, cuerno, etc.‖ – se torna difícil decidir si se trata de un
monema o de un protsegmento.
algo anormal en el Sol: le vieron palidecer, casi extinguirse; era que un puma
(león de la pampa), gigantesco y alado, le acosaba por la inmensidad de los
cielos y había hecho presa en él. Con esto se reunieron los más hábiles
guerreros de la pampa y decidieron atacar al puma con sus flechas. Una de
éstas dio en el blanco, traspasando al puma, que cayó en la tierra con la
barriga atravesada y la flecha saliendo por el espinazo. El monstruo, en su
agonía, daba rugidos tan terribles, que ninguno era osado acercarse á
rematarlo. El Sol, entre tanto, había recobrado su apariencia risueña, regalaba
á sus hijos con su mejor luz, y á la hora de costumbre se ocultó. Salió la Luna,
y como viese al puma aún con vida, le fué tirando piedras para ultimarlo; tantas
en número, que se amontonaron formando sierra, la sierra del Tandil. La última
piedra cayó sobre la punta de la flecha, y en ella quedó clavada tal como se la
ve. Pero el puma, aunque enterrado, no está muerto. Al apuntar los primeros
rayos de la aurora se estremece de rabia, se mueve, como si quisiese atacar
de nuevo al Sol, y hace oscilar la piedra que corona la flecha, siguiendo la
dirección del astro‖ (versión de Ciro Bayo, 1913: 85-86).
Más allá de los recursos literarios -que ignoro si pertenecen a la leyenda
original- se rescata, además del ataque al Sol por un puma alado -personaje
que ya hemos analizado- el papel del Sol y de la Luna como dioses creadores
del mundo y de los hombres. Una versión con más despliegue de recursos
literarios puede leerse en Garrido de Rodríguez (1976: 25-29).
532
La historia de Elal
Como es usual en la mitología, la historia de Elal posee varias versiones, que
en general siguen los pasos del arquetípico mito del héroe. Supongo al lector
ya familiarizado con dicho mito, algunas de cuyas versiones son relativamente
fáciles de obtener. Por ejemplo, pueden leerse los trabajos de Echeverría
Baleta, explícitamente tomados en gran parte de la documentada por Llarás
Samitier (1950)819, y en menor grado evidentemente, de Lista y de Bórmida y
Siffredi (1969-1970), aunque con elementos nuevos, y algunos muy
interesantes. Por su parte, Payaguala (2014) ha reescrito de forma bellamente
literaria los mitos documentados por otros autores, entre ellos algunos de los
que menciona en su obra de 2006 en conjunto con Aguado.
Por ahora básteme decir que el héroe aónikenk era hijo de dos de los
habitantes de la Isla de la Creación:
Teo había sido raptada y violada por el gigante, lo que motivó que el Dios
Creador ko:ĉ, el cielo, predijera que, si ella quedaba embarazada, su hijo sería
más poderoso que él.
Enterado de la predicción, y de que la nube estaba efectivamente encinta,
nošt‘ex la asesinó, abriéndole el vientre con la intención de comerse al feto. Del
vientre herido de la Nube surgió una maravillosa fuente cristalina, llamada
xentře, que según los datos de Lista he identificado con la Laguna Quilchamal
(Williams D, 2007 b y 2008 b), y la sangre dio origen a los colores del
amanecer.
Volveré a analizar la ubicación de este sitio en un capítulo dedicado a la
toponimia, en especial a la teotoponimia tehuelche, pero sépase que Wolf
(1922-1923, en Hernández, 1992: 137, trad. mía del inglés) dice que <Helal>-
tal su versión del nombre del héroe tehuelche- había nacido, ―… no en
Métsharna-Aike, sino en Xéndrum, una región situada al sur del Lago Buenos
Aires, en un lugar en donde sale de la roca una gran cascada de agua
caliente‖. En nota N° 19 (en Hernández, 1992: 141) dice Wolf que, según su
informante, <Xéndrum> quedaba en el Lago Posadas, y la cascada de agua
caliente se forma, siempre según Wolf, ahora en nota N° 20, en el valle del Río
Baker, que conecta las regiones del Posadas y del Pueyrredón con el fiordo del
Pacífico del mismo nombre, Baker Sound. Lo cierto es que en el topónimo
reconozco a la fuente xentře de Lista. La duplicación del sitio de nacimiento de
Elal, tan al sur de la que le asigna Lista, es muy común en toponimia, y
especialmente en teotoponimia. Y se debe a que cada vez que una tribu o
parcialidad llega a un sitio nuevo, debía transformar el Caos en Cosmos, en el
sentido delineado por Mircea Eliade (2001: 10): ―Por ejemplo, las regiones
desiertas habitadas por monstruos, los territorios incultos, los mares
desconocidos donde ningún navegante osó aventurarse, etcétera, no
comparten con la ciudad de Babilonia o el nomo egipcio el privilegio de un
prototipo diferenciado. Corresponden a un modelo mítico, pero de otra
naturaleza: todas esas regiones salvajes, incultas, etcétera, están asimiladas al
Caos: participan todavía de la modalidad indiferenciada, informe, de antes de la
Creación. Por eso, cuando se toma posesión de un territorio así, es decir,
cuando se lo empieza a explotar, se realizan ritos que repiten simbólicamente
el acto de la Creaciñn, la zona inculta es primeramente ‗cosmizada‘, luego
habitada‖. Al ocupar ese territorio nuevo, y por lo tanto desconocido y
amenazante, se revive la Creación, y muchas veces se duplican los
teotopónimos, que se reubican en la nueva zona, como puntos de referencia de
dicha Creación, volviendo familiar al territorio. Casamiquela (en Hernández,
1992: 145, nota 5) refiere que Feliciana Velázquez o Saqtewu, de Piedra
Buena, mencionaba cierto sitio llamado ―Agua Jemtas‖, o por el estilo, en una
grabación de los años sesenta.
Continuando con el mitso, Elal fue salvado por <Ter-wer>, un tuco tuco, ratón o
cururo que vivía en una cueva excavada en el suelo de la gruta en que
habitaba nošt‘ex, y que era además la abuela del niño. Ella lo escondió en su
madriguera, y, con la ayuda de varios animales, lo puso sobre el lomo de un
cisne, que lo llevó a través del mar hacia la hasta entonces deshabitada
Patagonia, depositándolo en el cerro Chaltén.820
Desde dicho cerro descendió Elal, luchando contra <Shíe> la Nieve y
<Kókeshke> el Frío por medio del fuego, elemento que creó en ese momento.
Protegido por su abuela -que, evidentemente, también había cruzado a la
534
nacimiento del héroe (1964 [1909]: 65)823, para revisar su aplicación en este
mito en particular:
conocido, que se halla en muy numerosos sitios on line, cuyo autor original
permanece anónimo.
Capítulo I: La partida
―1. La aventura comienza con el héroe recibiendo un llamado a la acciñn,
como una amenaza a la paz de la comunidad; o simplemente cae en la
aventura, incluso por un error propio. La llamada es con frecuencia
anunciada al héroe por otro personaje que actúa como ‗heraldo‘. Dicho
heraldo, frecuentemente representado como oscuro o terrorífico y juzgado
como malo para el mundo, puede llamar al héroe a la aventura
simplemente por la crisis de su apariciñn‖
Elal nace cuando su padre nošt‘ex, un gigante maligno -que actúa como
heraldo- asesina a su madre Teo, le abre el vientre y se prepara para
devorarlo. Se trata del ―llamado a la aventura por la crisis de su apariciñn‖,
pero, además, no es casual que nošt‘ex el malvado sea el alter ego de
ko:ĉ, entidad benigna826 que anuncia que puede nacer un niño de la unión
del gigante con la nube, y predice que si ello ocurre el niño será más
poderoso que su padre. Por lo tanto, ko:ĉ cumple una función más explícita
de heraldo que la de su ego alternativo nošt‘ex
―4. El cruce del primer umbral: el héroe debe cruzar el umbral entre el
mundo que le es familiar y aquél que no lo es. Esto incluye frecuentemente
enfrentar a un ‗guardián del portal‖, una entidad que trabaja para mantener
todo dentro de los límites protectores del mundo pero que debe ser hallado
para entrar en la nueva zona de experiencia‖.
Bórmida (1965: 106) describe la sacralidad del límite entre lo de ―afuera‖ y
lo de ―adentro‖, llamándolo ―umbral‖ -las comillas son de Bórmida. Dicha
sacralidad no define solamente lo sagrado, sino también lo contaminado, y
por ende peligoroso (p. 108), y por ello los umbrales son tabuados.
538
Para completar la identificación del gigante gošɣə -tío del héroe, por ser
hermano de nošt‘ex, y, como todo hermano mítico, probable alter ego de
éste- con la Ballena go:š, recordemos que gošɣə devoraba cazadores y
niños (Lista, 1998, 2: 133; Llarás Samitier, 1950: 196), lo propio que go:š la
Ballena.
verdadero nombre es t‘ĉuwȓ, representa al Sol. Además, esta parte del mito
comparte mitemas -es decir, las unidades constitutivas del mito definidas
por Lévi-Strauss, ver la Introducción de la presente obra- con el mito del
hain ona, y sus equivalentes yámana y alakaluf, en el cual se invierten los
roles, y la dirección de la huída. Así, la Luna es perseguida por su marido
el Sol, y ella escapa al cielo, mientras que en el mito tehuelche Elal escapa
de t‘elux desde el cielo hacia la tierra, mientras ella lo sigue con su hijo en
brazos, pero no por el aire, sino metiéndose al mar. Los mitos fueguinos
representan el fin del matriarcado, haya o no realmente existido entre los
ancestros de los aborígenes de Tierra del Fuego; los tehuelches, el inicio –
o mantenimiento- del patriarcado. En definitiva, la misma historia mítica.
Dios, el dios de los paisanos, ―… ése tiene que ser Elal, que está ahí sí. El
dios de los paisanos le llaman‖.
También Schmid (1964: 50, subrayado mío) dejaba un testimonio
semejante: ―… entre los patagones existe la creencia en un Ser Supremo,
al que llaman Hela y está casado con la hija del sol‖.
Pero no todos los informantes dejaron igual impresión en sus oyentes no
iniciados. Tanto es así que Llarás Samitier (1950: 176 y 180, op, cit.)
desmiente la verosimilitud de lo escrito por Lista y cree que la suya es la
única versión correcta, llegando a tratar de mentirosos a los informantes de
su predecesor -que fueron el cacique Papón y la bruja Jatachuena, según
anota el propio Lista (1998, II: 132). Siempre confiado en que la única
versión correcta de los mitos tehuelches era la propia, dice (p. 174) que,
aunque ciertamente Elal era el creador de los Chónek –los aónikenk- no lo
era ciertamente del Universo, ni de las fieras. Es que el investigador no
conocía el concepto de variantes de los mitos. Ni el de la mutabilidad de
los mismos, que, como las lenguas, se modifican constantemente en la
oralidad, es decir, mientras están vivos, hasta que son fijados por escrito,
momento en el que mueren, cuando menos en la versión así fijada.
Aunque cueste comprender el real carácter divino -directamente solar- de
Elal, lo que nadie niega es su aspecto de héroe creador, o cuando menos
civilizador de la raza humana, que adopta ya antes de iniciar su segundo
gran viaje.
A lo dicho agrego lo que he ido deduciendo de las huellas que se hallan en
las variantes del mito. Como hemos visto, Elal se diviniza al punto de
reemplazar a ko:ĉ, su padre vencido, en su rol de Dios creador y
todopoderoso. Es entonces que realmente se vuelve t‘ĉuwȓ/se:ĉo.
―6. La bendiciñn final: el héroe está ahora listo para obtener lo que se ha
propuesto, un don o nueva conciencia que, una vez que regrese,
beneficiará a la sociedad que ha abandonado‖.
Este estadio se cumple en lo ya dicho en los dos anteriores. Al fin de su
cruce del mar y descenso del Chalten crea o cuando menos civiliza a los
tehuelches; al volver del sol, o del cielo, divinizado, usa sus dones con
ellos hasta el momento en que, ―cumplida su misión‖, regresa al este a
lomos de un cisne.
las flechas más agudas…‖. El episodio se halla trunco, sin que sepamos qué le
ocurrió al Sol, probablemente porque los tehuelches no deseaban recordar que
Elal –el Hijo del Sol- había matado a su padre, que no era otro que nošt‘ex, que
hemos visto que creo que corresponde al kȓənahōtex o Sol Mayor de los onas,
que fue reemplazado por su hijo kȓən.
En el mito de Elal, t‘elux desea que se quede con ella, pero el héroe la
abandona, cruzando el mar por el aire a lomos del cisne, o por el agua, o
transportado por su abuela. En una nueva escena de persecución, t‘elux lo
sigue, en algunas versiones con su hijo en brazos. Elal la desprecia y no la deja
alcanzarlo, estando la barrera o umbral representados por el mar. Así, t‘elux y
su hijo fracasan en atravesarlo, y se vuelven otáridos.
Una vez de regreso en la Patagonia, será teȓ-weȓ quien intentará seducirlo,
disfrazada de una mujer más joven con la cara oculta por los cabellos. En ese
momento, y en ese sentido, ella es identificable más bien con la propia t‘élux
que con la abuela del héroe que lo ayudara a obtener el éxito. No es casual,
entonces, que el nombre de ambas se relacione con aquél del téushen para la
Luna. Hasta es probable que en el mito se halle oculta la idea de que t‘elux era
quien se había disfrazado de la abuela, hecho tal vez olvidado en la evolución
de la narración.
En efecto, <Terroch>/<Terruch>/<Terroutz>= luna en Tsn es la propia teȓ-weȓ-
de allí que pueda ser abuela de Elal -quien resulta identificable con t‘ĉuwȓ el
Sol- y t‘élux, aunque es el Lucero, conserva huellas mitológicas de ser también
un ser lunar, además de la prueba lingüística proporcionada por su propio
nombre- prueba parcial, desde que, recordemos, la palabra original que dio
origen a ambos nombres y al de la Luna en Tsn era, creo, *čəl-houř= luz-
surge, brilla, mana, brota, fluye …
Elal era nieto de la Luna y se casó con ella, pero, una vez obtenido el poder
completo que le daba esta unión, la despreció. Este aspecto del mito se halla
representado por el rechazo tanto de t‘elux en el cielo como de teȓ-weȓ en la
tierra.
―3. Rescate desde afuera: el héroe puede necesitar ser rescatado por fuerzas
del mundo ordinario. Ello puede deberse a que él ha rehusado retornar o a que
el obstáculo a su regreso con el nuevo don es exitoso. El héroe pierde su ego‖
En algunas de las versiones recogidas por Bórmida y Siffredi (1969-1970: 207 y
210), el Sol intenta hacer caer a Elal en un menuco, pero fracasa, porque el
héroe ―le ganñ de poder‖. En otra (p. 213), la Luna está segura de que
amanecerá muerto, pero el héroe se salva. En una tercera versión (p. 217), los
padres de t‘elux creen que Elal morirá al tener relaciones con ella, pero su
abuela hace sortilegios para salvarlo.
En la versión de Echeverría Baleta (2002 b: 142), la Luna había hecho un pacto
con uno de los espíritus del Mal, para que elimine a aquellos que cortejaran a
t‘elux. Estaba segura de que Elal sería eliminado sin consumar su matrimonio.
Pero la guardiana del héroe, teȓ-weȓ, le avisa del riesgo y lo salva. Es decir, en
estas versiones el estadio está representado por el riesgo que corre el héroe no
sólo de no regresar, sino incluso de morir. Pero no hay ―rescate por fuerzas del
mundo ordinario‖- salvo que consideremos como tal a la ayuda de la abuela,
que como Elal venía de a tierra, del ―mundo ordinario‖. Pero… ambos son en
definitiva seres celestiales.
546
En cuanto a la pérdida del ego por parte de Elal, Lista (1998, 2: 134) recoge
una escena que ubica luego de la muerte del gigante <Goshg-e>- recordemos
que en los mitos el orden de las escenas puede ser ilógico, aleatorio:
―4. El cruce del umbral al regreso: el héroe retorna al mundo ordinario y debe
aceptarlo como real‖
No hallamos huellas de este conflicto en el mito de Elal, que nunca se negó a
regresar. Pero el cruce del umbral está representado por el cruce del mar al
regresar del viaje al cielo o al sol, o por su regreso a lomos del cisne en otras
versiones.
―5. Seðor de los dos mundos: a causa del poder adquirido o debido a la
experiencia obtenida, el héroe puede ahora percibir ambos mundos, el divino y
el humano‖
No explícito en el mito, pero puede deducirse de su divinificación definitiva al
final del segundo viaje. A partir de aquí, Elal continúa el primer viaje, en el cual
el segundo se prolonga con el nuevo poder que posee.
―6. Libertad para vivir: el héroe derrama sus dones sobre los humanos‖
Luego de su primer viaje, Elal es un héroe tesmóforo: combate a las fieras y a
los monstruos, crea a los hombres y les da el fuego y las armas, etc. Luego del
segundo, es el nuevo Dios, y como tal se comporta, y este estadio es la vía
final común de ambos viajes.
un pajarito que va sobre un ala del cisne- y vuelan hacia el horizonte oriental.
Es decir, sigue el camino de los muertos, mundo al que llega y allí espera a las
almas de los tehuelches, como Elal mismo, o bajo la forma y nombre de se:ĉo,
quien controla que el fallecido tenga el tatuaje para entrar en dicho mundo. En
cierto sentido emprende el segundo regreso, pero del primer viaje, cerrando el
ciclo, al regresar al oriente de donde provenía. Es necesario recordar que en el
segundo viaje, si bien va al cielo, Elal regresa cruzando el mar: es decir, vuelve
también del oriente. En la concepción del mundo de los tehuelches, el mar
estaba siempre hacia el este: su único mar era el Atlántico, pues no conocieron
el mar occidental, el Océano Pacífico, cuando menos en la vida ordinaria, salvo
probablemente a través de relatos de aborígenes transcordilleranos o
eventuales viajes de algunos tehuelches.
Me explicaré mejor. He dicho que Elal hace dos grandes viajes en su historia:
el primero se inicia al partir de la Isla de la Creación, al oriente, para venir a la
Patagonia en el occidente; el segundo comienza antes de regresar del primero,
cuando asciende al Sol para ganar a t‘elux y termina cuando regresa triunfante
y divinizado; luego de un tiempo de usar su nuevo poder en la Tierra vuelve a
cruzar el océano hacia el oriente, para llegar al llamado ―Paraíso Tehuelche‖,
en donde queda esperando a sus amigos por toda la eternidad.
Es decir que el segundo viaje es iniciado y completado totalmente dentro del
primer viaje, pero simbólicamente en ambos viajes los puntos de partida y de
llegada son los mismos, aunque en orden inverso: en última instancia, en su
primer viaje el héroe parte desde la Isla de la Creación, al oriente, hacia la
Patagonia al occidente, y al morir regresa al oriente, al Paraíso. En su segundo
viaje, parte hacia el cielo –se deduce que al oriente- y regresa por el mar, hacia
el mundo terrenal, al occidente.
Veamos un resumen comparativo de ambos viajes en un cuadro:
1. La madre del héroe es una virgen real: Elal es hijo de la nube Teo,
virgen, aunque en apariencia no real, en el análisis resulta ser hermana
del padre, un ser celestial.
2. El padre es un rey: su padre es el gigantesco nošt‘ex, en realidad,
como se verá, alter ego del Alto Dios, ko:č.
3. El padre es frecuentemente un pariente cercano de la madre: no se
cumple explícitamente en el mito de Elal, pero, como se verá, dijimos
que serían hermanos y ambos podrían ser hijos del cururo o ratón teȓ-
weȓ, un ser lunar.
4. Las circunstancias de su concepción son inusuales: Elal fue
concebido por violación.
5. Se dice que es hijo de un dios: dije ya que nost‘ex, padre de Elal, es
identificable con el Dios ko:č.
6. Al nacer, su padre o su abuelo materno trata de matarlo: nošt‘ex, su
padre, trata de matarlo.
7. Es salvado y alejado mágicamente: su abuela teȓ-weȓ lo salva,
escondiéndolo en su cueva y enviándolo a la Patagonia continental a
lomos de un cisne.
8. No hay detalles de su infancia: en el caso de Elal, se sabe que la
misma casi no existió, pues creció muy rápidamente, aprendiendo a usar
las armas y adquiriendo otras habilidades con su abuela.
9. Es criado por padres adoptivos en una comunidad distante: no hay
más que la abuela como madre adoptiva, aunque el Cisne y otros
animales colaboran.
10. Va hacia o regresa a su futuro reino: cruza el mar hacia la Patagonia
continental; pero nació en el Oriente y a él –al paraíso celestial,
<kerrontken>- regresa.
11. Al alcanzar la edad adulta, vence a un rey y/o a un gigante, dragón
o bestia salvaje: Elal vence a su padre nost‘ex/tkauȓ, y a sus alter egos
el gigante gosˠǝ, la Ballena, el Cañadón, y a otro gigante, šintalken, su
hijo el Sol-Niño. Su alter ego o:uken vence al monstruoso okǝpun. Varias
veces vence a los pumas, incluso lo hace su alter ego y mejor amigo
Wekne; y una vez al cóndor.
12. Se casa con una princesa (frecuentemente hija del predecesor): Elal
se casa con t‘elux, hija del Sol y de la Luna.
13. Se vuelve rey: es el líder de todos los tehuelches, y ocupa el lugar del
Sol como Alto Dios.
14. Por un tiempo reina sin eventualidades: correcto en el caso de Elal.
15. Dicta leyes: Elal enseña a los tehuelches cómo vivir, y deja mandatos
para cuando él ya no esté.
16. Con el tiempo pierde el favor de los dioses o de sus súbditos:
evidente en el mito de Elal sólo cuando su divinidad se debilita al ser
casi vencido por šintalken, y los tehuelches vitorean a éste.
550
Los rasgos definidos por Raglan coinciden mejor con aquellos de Elal si se
tiene en cuenta que muchos de los mismos requieren de un análisis antes de
aplicarlos al héroe tehuelche. Pero aún así, hay mitemas que no se cumplen en
el Ciclo de Elal.
551
Se ha escrito (Jobling, 2001: 250-251) que tanto Lord Raglan como Rank
describieron mitos de la región europea y peri-Mediterránea, lo que no sería
prueba de la universalidad del Mito del Héroe. El autor cita un trabajo de Víctor
Cook (1976)844 en el cual, cuando los criterios se aplican a mitos peri-
Mediterráneos, la coincidencia de rasgos es del 78%, mientras que la misma es
de sólo el 28% en mitos de otras áreas. Agrega el autor, quien entre los veinte
mitos del mundo que estudia incluye el Ciclo de Elal, que tanto Rank como
Campbell tienen influencia freudiana, lo que motiva que asuman que los
enemigos contra los que luchan sus héroes son, manifiestamente o no, sus
propios padres. Como sea, insistimos, tanto Rank como Campbell aciertan en
los rasgos del Héroe cuando se los aplica a Elal, y la lucha con su padre, y la
de su propio hijo contra él mismo, son centrales al mito.
Pero en el caso de los rasgos del Héroe de Raglan, es evidente que varios
dependen del ámbito europeo-mediterráneo del que se toman los ejemplos: la
pérdida del trono o ciudad y la cima de la colina sobre la que muere el héroe
son aplicables, por ejemplo, a la figura de Cristo, pero no a la de Elal –salvo en
la transitoria pérdida de la divinidad de Elal, que podría aplicarse al primer
caso; y el ya mencionado caso de Oouken que vence sobre una barranca a
Ocopan.
1. El héroe es masculino.
2. El héroe lucha por los intereses del grupo que narra la historia.
3. El ogro u ogros viven fuera del grupo.
4. El ogro comete un acto dañino contra el grupo y es considerado maligno
por su acto.
5. El ogro es semi-humano, v.g. se parece más a los humanos que otros
animales, pero tiene anomalías físicas que lo marcan como distinto de
los humanos normales: gigantismo, déficit o exceso de partes del
cuerpo, etc. (Jobling, Tabla 3).
6. El héroe se distingue entre los hombres por su coraje o por formidables
poderes que lo ayudan en la lucha, o, usualmente, por ambos (Jobling,
tabla 4).
7. El héroe es considerado moralmente bueno.
8. El héroe derrota al ogro mediante un combate físico, generalmente
matándolo.
Como vemos, todos rasgos aplicables a la historia de Elal, que dijimos es uno
de los veinte mitos estudiados. El autor hace hincapié en que se trata en
realidad de la historia del grupo en su lucha contra grupos foráneos, que en su
descripción resultan deshumanizados, no sólo en su aspecto físico, sino en sus
actos: son caníbales,845 ladrones de niños o mujeres, o, simplemente, intentan
actos contra el héroe, su familia o su grupo. Cita varios trabajos que ―…
sostienen que las historias de los héroes son esenciales para la formación y
mantenimiento de los grupos porque aumentan las percepciones positivas de
los mismos y la solidaridad de sus miembros‖ (p. 263, trad. mía). Ya veremos
más sobre este tema.
552
Todo muy cierto, pero no prueba la inexactitud de las ideas de Rank, Raglan y
Campbell. El héroe representa lo más deseable de la comunidad. Es un
ejemplo a seguir, aún en las leyes que dicta o en lo que enseña. Limitar su
papel al de un luchador contra los peligros exteriores es hacerlo demasiado
pequeño. En cambio, la lucha mostrada por Jobling sí simboliza la lucha contra
el dominio de otro/s, y de allí la frecuencia e imágenes paternas, de autoridad o
poder en el/los enemigos a los que vence, y que claramente vieron Freud,
Rank, Raglan y Campbell. Ya Lista (1998, 2: 137) había pensado algo
semejante:
En otro trabajo (2002 b: 68, trad. mía del inglés), la misma autora expresa:
Y en otro:
―A mediados de los años sesenta, el Ciclo de Elal constituía el
foco de su profunda espiritualidad, claramente aprehensible en
prácticas de la vida diaria cuyos actores establecían una
asociación explícita entre incidentes cotidianos e incidentes del
Ciclo, centrándolos en la figura de Elal […] En la jerga etnográfica
de los años sesenta –inconscientemente imbuida de prejuicios
evolutivos acerca de dioses y héroes- catalogábamos a Elal como
héroe cultural o bien mítico, cuando para los creyentes nativos era
una deidad incrustada en la experiencia en cuanto considerada
responsable del mundo y la sociabilidad entonces vigentes. Es
más, las llamadas ―historias de Elal‖ constituían para los Añnikenk
su ―historia sagrada‖. Sostenían que el recitado les transmitía
mensajes fundamentales para una aprehensión de la magnitud de
los poderes materiales y espirituales de la deidad. A ello debe
atribuirse el hecho de que los Aónikenk se resistieran desde
antaðo a revelar su historia sagrada‘ a los extraðos‖
(Siffredi, 2003: 16, subrayados míos).
Pero, como creo estar demostrando a lo largo de este libro, la religión de los
pueblos tehuelches y onas tiene un origen monoteísta, y la profusión de dioses
y entes divinos o diabólicos se debe a una atomización de un único ser, tema
del que ya he hablado largamente.
Finalmente, en una de sus últimas obras, Casamiquela (2004: 29) también
llegó a aceptar que Elal era Dios, llamándolo ―… elal, el dios tehuelche
meridional‖.
Si analizamos el texto de este último autor (1936: 66), vemos que elel era el
equivalente del ―Balichu‖, o demonio: era ―el príncipe de todos‖. Sánchez
Labrador lo describe también entre los tehuelches de aquella época –1772-
remito al lector a su relato. En otros trabajos, Casamiquela (Estudio Preliminar,
en Claraz, 1988: 34, nota 26; 2000: 154; 2002: 31) reitera su traducción de elel
como ―instituido‖.
En las conversaciones en AA entre Carmen Carminatti y A. M. de Yebes
(Suárez, en Fernández Garay y Hernández, 2006) la segunda le pregunta a la
primera cómo era el canto de ɁElajem. Las autoras (nota 105) suponen que se
refiere a una figura que participaba de la danza. Sin embargo, creo que es algo
menos simple que eso. La informante parece responderse a sí misma en la
siguiente frase: ―pa ta:n ?axcom ?eta:n ?enm š ekens#‖, frase que las autoras
traducen como: ―pues el del fantasma, el de esa, yo le dije‖. Reiteran la
traducción más adelante (pp. 281-285). Pero creo que la palabra ?axcom y
variantes es un nombre específico de un tipo generalmente femenino de
gualicho que no debiera traducirse. La frase correcta, creo, debiera ser:
―_Pues, el de axčəm, el de esa, le dije‖. Lo cual permitiría a su vez sinonimizar
a axčəm con el dicho ɁElajem. Que tal vez contituya una aonikenización –
permítaseme el neologismo- del Elelche de los mapuches cisandinos y de los
gënëna a këne –lo propio sugieren Fernández Garay y Hernández (2006: 353,
nota 182).
Anotados los antecedentes, vamos a mi teoría. Desde tiempo atrás me llamaba
la atención la semejanza del nombre de Elal –el hijo del gigante y de la nube-
con la palabra shelknam para ―hijo‖: <yilal>= mi hijo (Gallardo, 1910: 368;
Lothrop, 1910: 368), idealmente lal= hijo. Beauvoir (2005: 78) nos deja
<Lal>/<Yklal>= hijo –en realidad, ―hijo/mi hijo‖- para su vocabulario ona. Y he
llegado a la conclusión de que tal es su verdadero significado en protoken (pK)
–nombre que, en honor al Grupo Lingüístico Ken de Escalada (1949: 25-26;
1956: 26),852 le he dado a la hipotética lengua original de la que habrían surgido
los idiomas tehuelches y onas. Inluso en GI podría haber un cognado en los
vocablos jakłǝ= engendrar, jakłaiǝ= parir (Casamiquela,1983: 134 y 148)- cf.
Keλal,nombre del hijo de Elal.
La presencia del pronombre posesivo y‘/ya/yak= mi en estas lenguas es normal
al indicar las relaciones de parentesco. Gallardo explica que ―Como en el
idioma ona no pueden usarse las voces que al representar un ser no tengan
con él relación íntima, es imposible poder decir abstractamente: padre, madre,
hijos y hermanos. En consecuencia, el ona dirá: mi padre, su esposa, etc.,
etc.‖. Lo propio dice Lothrop (p. 84). Confirmando lo dicho, Beauvoir (2005: 78)
nos deja lal/yklal= hijo –en realidad, ―hijo/mi hijo‖- para su vocabulario ona.
Extiendo esta observación al AA, y aún, posiblemente, al GI, o cuando menos
al protoGI. Lo veremos mejor en un capítulo especial de otro tomo de este
libro, en relación con el concepto de parentesco y pertenencia.
Volviendo al tema que nos ocupa, estoy afirmando que el nombre del héroe
Elal significa exactamente ―(mi) hijo‖. Se comprenderá la importancia capital
para comprender la mitología tehuelche que reviste esta traducción. Se trata de
lo que veíamos en la Introducción, aquello que, a semejanza del diagnóstico
neurológico que aprendí en mi carrera médica, denomino diagnóstico
lingüístico, que, por coincidir con el diagnóstico caracterológico –características
del ente en estudio- me permite el tercer diagnóstico, que denomino
557
explica que en varias lenguas aborígenes de América del Norte las palabras
relacionadas con partes del cuerpo no existen sin el pronombre posesivo, y,
agrega el autor, ―Casualmente, éste es el caso entre los tehuelches‖. Extiendo
lo apuntado a los sustantivos que indican algún parentesco, y agrego que lo
mismo se observa en GI, idioma en que la única diferencia es que el
pronombre posesivo -indivisible de las palabras significando relación de
parentesco- va como sufijo, en lugar de ir como prefijo, como es en cambio el
caso en el AA y el SCh. Así, en AA, ―padre‖ es yanko, ―madre‖ es yanna/yama,
―hijo‖ es yikaləm, ―hija‖ es ykaləmon; literalmente, significando ―mi padre‖, ―mi
madre‖, ―mi hijo‖, ―mi hija‖. A ello se refiere también D‘Orbigny (1959: 104)
cuando anota con respecto a las lenguas pampeanas:
Más adelante (p.275) agrega con respecto al idioma de los puelches –es decir,
el GI:
―Se nota una anomalía en el nombre de las partes del cuerpo, que
comienzan todas por una ―y‖, como Yacaleré, mejillas; Yatitco,
ojos; Yaxyexké, oreja; pero creemos que se debe atribuir esa
particularidad a la contracción del pronombre posesivo, que
interviene en la composiciñn de esos nombres‖.
persona es j-, nos lleva a pensar que el prefijo (j)a- podria ser una
marca de posesivo inalienable, es decir, que indica la pertenencia
inherente al sujeto, de un miembro u órgano que no se concibe
aislado de un propietario. Siguiendo a Payne (1997:105), las
lenguas que distinguen la posesion inalienable de la alienable,
siempre incluyen terminos de parentesco y partes del cuerpo
entre los items inalienables: asi ‗mi cabeza‘ siempre estara
marcada como posesion en relacion al emisor y ‗mis hermanos y
hermanas‘ siempre se enuncian en referencia a un ego. Esta es
una posibilidad que debe contrastarse con mas ejemplos antes de
considerarse verificada‖.
Confirmando estas suposiciones, cito una versión del concepto de Elal entre
aónikenk de la segunda mitad del siglo XX:
En una nota al pie, De Augusta dice: ―Parece, su padre había cerrado las
celosías‖.
Se trata de un relato de aparente origen tehuelche –como hace evidente
Hernández (2001: 31)- aunque llegara hasta el vecino país de Chile.
Casamiquela (1983: 104) se la leyó en mapudzungun a José María cual, quien
la traducía al GI, creando –¿recreando?- una versión en dicha lengua.
565
Es decir, el Sol concibe su hijo con una mujer que hasta ese momento era
virgen y de cierta edad: se trata de la clásica dificultad o prohibición de la
concepción del héroe en el mito arquetípico, ya estudiada. El bebé se gestó en
un mes y creció rápidamente luego de nacer .También se describe la lucha de
voluntades entre el Sol y su hijo, de la que sale triunfador el segundo, aunque
en el mito tehuelche no se trate de mitigar el brillo del sol –como en el caso del
mito shelknam- sino de fomentarlo. El hijo del Sol viajó hasta la morada de su
padre, y ―abrió el sol‖, siendo recompensado por la gente a su regreso.
En realidad, la escena representa la iluminación del propio Elal, que, en la
versión meridional, al superar las pruebas que le oponen el Sol y la Luna, y
obtener a t‘elux, se completa y endiosa, brillando más que el Alto Dios que lo
precedió. Es decir, su propio padre, el Sol, en las versiones aónikenk padre de
t‘elux -aunque el análisis que venimos realizando demuestra que en dichas
versiones se oculta la propia filiación solar del héroe tehuelche y su posible
calidad de hermano de la diosa.
Pero también es una metáfora semejante a aquella leyenda ona en la cual
kenñš procedió a elevar el cielo para que la eterna penumbra que reinaba en el
mundo se transformara en días y nohes definidos;865 o aquella, también ona, en
la que kuanyipǝ, en lugar de hacer más brillante al sol, acorta la duración del
día para yacer a oscuras con su amante; o incluso aquella otra de una tribu
evidentemente pámpida -seguramente, protogënëna- que en el siglo XVI
conociera Hernandarias, en que el puma alado que atacaba al Sol, haciéndolo
palidecer, fue derribado a flechazos por los hombres. Historia ésta que
entronca con el asesinato del Hijo del Sol que, según Claraz, recordaban los
gënëna a këne del siglo XIX.
Desde luego, algunas de estas coincidencias son aplicables al Mito del Héroe
de todas las culturas.
Existe un cuento, en realidad una serie de cuentos araucanos también
recogidos por De Augusta y Fraunhäusl (1910: 86-88; 1934: 87-88) en el que el
personaje principal es un hombre llamado Pedro. Luego de una larga serie de
aventuras, ocurrió lo siguiente:
Vemos elementos comunes tanto con la historia del Hijo del Sol como con el
mito de Elal
En las historias del Hijo del Sol y de Pedro el elemento común más
importante es el oscurecimiento por circunstancias que afectan al sol: en
el primer caso, el astro había cerrado las celosías, por lo que hubo que
―abrirlo‖; en el segundo había sido puesto preso por Pedro, que luego lo
liberó.
La madre del Hijo del Sol era muy pobre, pero no hay relación explícita
entre esta circunstancia y la ulterior de que su hijo ganó dinero al abrir el
567
―Hay otra cueva en Peya, más o menos una jornada al sur del
Limay (al norte de Mackinchau), que no es la de Elemgassen. Los
indios cuentan sobre ella una larga historia. Los antiguos, dicen,
abandonaron en esta cueva a una vieja que no podía caminar
más. Vivía allí de las raíces que llaman ‗peya‘, y de ahí el nombre.
Un día encontró una raíz grande y profunda; no tenía suficientes
fuerzas para arrancarla. Entonces orinó sobre la tierra para
ablandarla, y ¡oh milagro! La raíz se había transformado en un
niño, un muchacho, que al día siguiente ya era grande y quiso
salir al campo. La vieja le dijo que se fijara en las huellas que
tienen determinada forma. Unas pertenecen a un pájaro de cuello
largo (avestruz) y las otras a un animal cuadrúpedo con cuello
largo (guanaco), que eran buenos para comer. Le fabricó también
flechas y un arco. El muchacho trajo el primer día un avestruz, el
segundo un guanaco, y cuidó de la vieja hasta su muerte. Dicen
que toda esta historia está pintada en la cueva. (También existió
una cueva en Lonkemai866 y otra cerca de Elemgassen, con
muchos dibujos. No muy lejos de Peya hay un paradero que se
llama Shaget ageltre)‖.
Por otro lado, es interesantísmo saber que, según los informantes de Claraz-
de estirpe y cultura gënëna a këne, dicha historia habría estado representada
en la cueva. La única asociación directa que conozco entre el mito de Elal y las
pinturas rupestres que fueran realizadas por los propios aónikenk o sus
ancestros es la historia de las huellas que dejó Elal al partir al cielo
definitivamente, posibles grabados o pinturas o pinturas en las rocas como la
descipta por Gradin en el puesto El Huevo, cerca del Lago Buenos Aires, ya
mencionada.
Vemos que Claraz ubicaba a la cueva en cuestión ―… más o menos a una
jornada al sur del Limay (al norte de Makintschau)867…‖. Pero, según
Casamiquela, en citas de Claraz que no se hallan volcadas a ninguna de las
dos ediciones del diario del viaje al Chubut, la ubicación era distinta, como se
verá. De todas maneras, el propio Casamiquela (1998: 132) observa que el
suizo ubicaba de manera imprecisa a Maquinchao, sitio que no visitó en
persona, y a ello atribuye el hecho de ubicara ―de manera igualmente imprecisa
a Peya‖. Esto según el propio Casamiquela, pues la ubicación que atribuye
Claraz al sitio –o más bien a un sitio próximo- se halla, como veremos, en
contradicción con la teoría del investigador argentino para ubicar a Peya.
Sería interesante identificar a esta cueva, y examinar sus pinturas rupestres, si
es que han sobrevivido al paso del tiempo, la naturaleza y los seres humanos.
Y, por otro lado, sería tal vez una importante clave para confirmar que, en su
arte rupestre, los tehuelches -o sus ancestros- narraron mitos y otras historias
con un argumento o guión. O, cuando menos, que los descendientes de los
autores reinterpretaban las pinturas. Es por falta de dicho argumento que los
arqueólogos especializados en arte rupestre se han dedicado a clasificarlas
según sus componentes, incluso enumerando la cantidad de los mismos que
se hallan en cada sitio: tanta cantidad de zoomorfos, fitomorfos, de grecas, de
antropomorfos, de huellas de pisadas, de negativos de manos, etc. Lo que han
hecho al describir así cada una de las pinturas es fragmentar la visión de un
cuadro que debe verse en su conjunto: nadie lo haría con una pintura, por
ejemplo, renacentista. Es decir, creo que muchas más pinturas rupestres de lo
que se ha creído han de verse como escenas –el llamado ―estilo de escenas‖-
bien que muchas veces representadas de un modo minimalista o simbólico.
Sería interesante intentar relacionar las escenas rupestres dejadas por los
tehuelches o por sus ancestros y la riquísima mitología que nos han legado. Ya
Menghin (1952: 13) lo intentó, cuando propuso que una de las pinturas
rupestres halladas en la cueva mayor de Estancia La Gruta, en Santa Cruz,
consistentes básicamente en un círculo que impresiona la figura central del
conjunto, rodeado de figuras clásicamente interpretadas como huellas de
avestruz. Pero desde que la línea medial es considerablemente más larga que
las dos externas, supone que más bien podría tratarse de flechas, que apuntan
al Sol, que sería el círculo mencionado. Y entonces recuerda la narración del
ciclo de Elal en donde éste, enfurecido con el Sol, que había querido engañarlo
al disfrazar a t‘elux de una de sus sirvientas –o al ocultarla y nesuciarla y hacer
pasar a sus dos sirvientas por sus hijas- dirige sus flechas contra el astro.868
Gradin (1986: 33) también esboza la idea, cuando, en autocita de un trabajo se
1985, recuerda haber deducido que Elal era indirectamente responsable de la
creación de las pinturas rupestres, ―… ya que al expulsar al Sol y a la Luna
hacia su posición en el cielo, éstos dejaron estampados en las rocas el
testimonio de sus rastros y de sus genitales‖;869 o cuando aventura la
569
Camino de los Ancestros‖ o ―el Río de los Antepasados‖ o simplemente ―el Río‖
por los nativos patagónicos (Williams D., 2012 c, y lo veremos en un capítulo
especial)-cf GI de Claraz (1988: 157, Voc. 780) <Aschcaltsch> ―via láctea (lit.
río)‖; los cruciformes o algunos de ellos podrían corresponder a la Cruz del Sur
o Rastro del Avestruz o, mejor aún, al Orión aónikenk, que era čel(h)elən la
Mariposa, constelación que he tenido la fortuna de redescubrir (Williams D.,
2008 f), que también podría ser representado por las llamadas clepsidras; los
rastros de avestruces o flechas y las boleadoras y bolas perdidas son en
general lo que parecen, pero a veces podrían representar a sus
correspondientes constelaciones, y otros ejemplos que espero estudiar en un
capítulo especial en un futuro tomo.
Pero dejo este tema a los especialistas, sugiriendo tan sólo que estudien con
cuidado los mitos, constelaciones y rutas terrestres tehuelches, que tal vez
proporcionen una clave para interpretar muchas de las pinturas o grabados
rupestres de la región pampeano-patagónica. Así podrían comenzar a
comprenderse, especialmente las escenas, como el conjunto que realmente
son, más allá de describir la forma aislada de cada uno de los componentes de
cada una de ellas. Es el momento de la ―era post-estilística‖ de Lorblanchet y
571
de Lorbanchet y Bahn, citados por Boschín (2017: 46), quien aplica con
maestría la idea.
Es precisamente en ello que ha estado trabajando desde hace años María
Teresa Boschín. Por ejemplo, escribe (Boschín, 2017: 58-59, subrayados
míos):
En este sentido, la propia Boschín destaca en páginas previas (p. 54) la ventaja
del estudio del arte rupestre en la Patagonia con respecto a otros sitios del
mundo, siendo que los informantes nativos serían descendientes de los autores
de dicho arte.
En cuanto al registro celestial, Boschín (2009: 152, 162, 163 y Fig, 147, 166,
205, 212, 214, 223. 224, 228, 239, 242), estudiando las subcuencas Pichileuvú,
Comallo y Maquinchao, reconoce en grabados de pinturas rupestres de los
sectores III y IV respectivamente al tálak o boleadora avestrucera celestial
como la constelación dada por dos estrellas de Centauro y la escena kune
ájhuai en cinco estrellas de la constelación del Escorpión o sea la constelación
conocida como El Toldo- aunque la interpreta como la vivienda de los
antepasados y no como el rito de pasaje que el kənə a ahwai era. Reproduce la
figura en cuestión. También identifica al chélelon como los dos triángulos
opuestos por el vértice –lo que otros llaman clepsidra- pero no la asocia
explícitamente con la mariposa y su constelación- y a la ―pisada de reido
celestial‖ o Yátsk a gaye, el ―rastro del Avestruz‖ para otros. En las láminas a
color 19 y 20 fotografía a Yatsk á gaye y a Tálak.
Como dato de color, doloroso para mí, he de agregar que hacia el año 1978,
teniendo tan sólo 12 años, tuve el privilegio de visitar un alero con grabados en
roca blanda- ¿toba?- de imágenes en lo que hoy podríamos llamar ―estilo de
pisadas‖. Se reconocían huellas de pumas y avestruces, dentro de lo que
consigo recordar. El sitio quedaba en un acantilado a la izquierda de la huella
que llevaba a lo que los galeses conocieron como Ceg y Ffos, o Boca de la
572
Fig. 20. Detalle del conjunto 4 de las pinturas rupestres de la Cueva Galpón. Esquema del
autor a partir de una foto en Internet. Si uno mira la figura en su conjunto, sin descomponerla
en sus elementos constitutivos, se ve que es probable que se trate de una escena, que bien
podría representar la historia de la Cueva de Peya, aunque desde luego estoy lejos de creer
que Peya fuera la Cueva Galpón. Foto original en Carden y Prates, 2015.
Con más razón, entonces, dichas rayas azules representarían nada menos que
a xentře la ―fuente maravillosa‖ de Lista, el ―Agua Linda‖ de Feliciana
Velázquez, la laguna Quilchamal para mí. Y es así que, según sostenía en el
trabajo en cuestión, la colina Tele de Musters podría representar a Teo, madre
de Elal, pues de ella manaba ―una hermosa vertiente‖ que fluía hacia el espejo
de agua que identifico con la actual Laguna Quilchamal.
Todo esto es una posible interpretación, pero no la única. Por ejemplo, la forma
arciforme también podría ser el hemitoldo o choza ceremonial; el antropomorfo
en su interior sería la persona que realiza el pasaje, por ejemplo una púber en
su menarca; y el antropomorfo de afuera un/a machi danzando, con un par de
plumeros o manojos de juncos en sus manos; el elemento rectilíneo a su
izquierda –a la derecha del observador- una lanza clavada en el suelo, o el
rewe; y el supuesto fitomorfo una representación del tocado del/la machi o de
su contacto con el Alto Dios, en este caso por ejemplo una fila de flechas que
apuntan a la cabeza del danzante, o una serie de antepasados que se
comunican con él/ella -véanse las ―clepsidras‖ o series de triángulos en una
obra de Casamiquela (1987 a: 55, dibujo 11) que interpreta como antromorfos
esquematizados representando series genealógicas; etc. O bien el arciforme
podría representar un rial o reparo en donde el personaje de adentro aguaitaba
a las presas de caza, cf. los reparos en forma de U descriptos por Claraz
(1988: 66) y por Luisa Pascual (en Priegue, 2007: 38), etc. En todo caso se
trata una vez más del tipo de dibujo rupestre que se ha clasificado como ―Estilo
de escenas‖.
Limay 2) nombre de un paradero que queda cerca de una cueva, sobre la cual
existe una bonita leyenda‖. No he hallado en el vocabulario en cuestión esta
segunda definición, que ha de corresponder a alguna de las notas inéditas de
Claraz, tal vez sus famosas papeletas. En cuanto a la primera, se halla en la
edición de 1988 (p. 158, voc. 890): ―Peya= raíz de una plantas [SIC] de la zona
del Limay‖. En llamada al pie, Casamiquela, autor del estudio preliminar y notas
del libro, dice: ―Voc Pehya: raíz comestible que crece cerca del Limay‖. Se
refiere a la explicación de Claraz. En su estudio botánico sobre los vegetales
que menciona Claraz, Casamiquela (en Claraz, 2008: 268) refiere no saber de
qué vegetal se trata. En la segunda edición de Claraz (2008: 267), aunque
lamentablemente no se publica el vocabulario, Casamiquela recuerda una vez
más que, efectivamente, según Claraz, <peya> es una ―raíz de una planta de la
zona del Limay‖.
Pero, llamativamente, el naturalista suizo coloca el vocablo a continuación de la
enumeración de los topónimos desde <Tschacach> o ―el Bajo‖ a <Yacnelc-
gelagetenn> o ―Pino Parado‖ – según Casamiquela (1998: 172; también en
Claraz, 2008: 39, nota 48) actual Renangueyeu o Colonia Renangueyu o
Puesto Hornos de la Estancia Maquinchao-870 pasando por <Maayetsch>,
<Schaget> y <Pitschua atotc> u ―Ojo de Guanaco‖, actual Ñe Luan de igual
significado en Mpz; <Pitshuátük>, ―ojo de guanaco‖, cerca de Magünchao
(Lehmann-Nitsche, en Orden y Malvestitti, 2014: 105); <Pichuwa Ayítk
Asúwen> o <Nge Luwan Neyeu> de Harrington (1968: 25). Lo cual permite
suponer que la enumeración de los topónimos le recordaría de inmediato a
Claraz el nombre de <Peya>: ello apoyaría la idea de que la cueva se hallaba
en las proximidades, y pudo ser una de las cuevas con pinturas rupestres del
sitio. Lo cual no quita que supiera que la planta homónima era abundante en la
región del Limay.871
Por lo demás, en el párrafo en el que en la edición de 1988 dice ―…La vieja le
dijo que se fijara en las huellas que tienen determinada forma‖, en la de 2008872
dice ―La vieja le dijo que se fijara en las huellas que tienen esta forma‖, y una
nota al pie del editor873 dice: ―El diario incluye dibujos y mapas, que no se han
conservado en la copia utilizada para esta ediciñn‖. Esto último es realmente
una pena, tal vez los mismos podrían arrojar alguna luz para identificar la
mentada cueva de Peya, y el estudio de los dibujos, en especial la copia de las
pinturas rupestres. Sería más que interesante, en especial porque puede ser lo
único que queda de las mismas.
Y me pregunto si esta cueva no será la misma, o una homóloga, de aquella que
mencionara Mascardi en su Carta Relación de 1670, sobre datos recogidos
entre los poyas en el último tercio del siglo XVII: la cueva de la Luna (Vignati,
1964: 498):
artefactos) y, años más tarde, en sus clases del 16-10-2004 y del 30-10-
2004 anotaba sin signos fonéticos, <mahiech a suwen>/<mahiech a
suwun> en ―pampa‖, y lo traducía al mapudzungun como <queupu
niyeu>/<queupu ngüieu>, correctamente, ―allí es o hay pedernal‖.
Moreno (en Moreno E.,1979: 127 y 192-193) lo escribió
<Maictk>/<Maicktr>, y Lehmann-Nitsche (en Malvestitti y Orden, 2014:
105, corchetes de las autoras) <Máayütrsh>= ―luku luan‖, que traduce
como ―rodilla de guanaco‖ y no como ―pecho de guanaco‖, agregando
en su mixtura de alemán y castellano ―ist tehuelche [es tehuelche]; ist
eine [es una] Sierra muy delgada‖. Correctamente, sin embargo,
rǝku/ruku= pecho en Mpz, y luan= guanaco. Lo cual apoya la idea de
que podría ser un calco mapuche del topónimo que Claraz traducía igual
del GI -aunque en ocasiones los calcos son sólo parciales y el sintagma
resulta mixto en dos idiomas. O bien en mapudzungun se le dio un
nombre distinto, y el original, en apariencia del AA según Claraz y
Lehmann-Nitsche, significaba ―sílice, pedernal‖, coincidiendo con el
vocablo documentado por Claraz, y por Bórmida y Casamiquela del
informante Cual. Y tal vez el paradero fuera rico en este material tan
usado para las armas y herramientas de piedra.
<shaget>, topónimo que Claraz, lo vimos, traduce como ―arcilla amarilla
con la cual se lavan las chinas cuando se baðan‖, y, en su vocabulario
(Claraz, 1988: 158, voc. 887), ―polvo amarillo que usan para lavarse o
bañarse‖. Obviamente ubicado en la senda aborigen, entre <Maayetsch>
o Rucu Luan al sur y p‘ečwa atəkt o Ñe Luan al norte. Lehmann-Nitsche
(recién citado) escribe <Shăgüt>, ―pintura rosada‖ como el topónimo
listado inmediatamente anterior a <Máayütrsh> -es decir, una vez más,
Rucu Luan- en su lista. Lo cual apoya la idea de que podría tratarse del
mismísmo šaγət a γəltře= arcilla colorada cerca del cual se hallaría la
cueva de <Peya>. El propio Lehmann-Nitsche (en Malvestitti y Orden,
2014: 59) recoge de labios de su informante R., es decir, Rosario
Cantero, el vocablo <shāgül>= ―tierra medio rosada amarillenta‖- en
donde la ―l‖ final ha de ser un error de pluma o de impresión por una ―t‖.
<Pitschua atete>, ―ojo del guanaco‖, que en su vacabulario, Claraz
escribe <Pitschua atotc> (p. 158, voc. 888). Es decir, p‘ečwa atǝtk= ojo
de guanaco. Actual ŋe luan= ojo de guanaco en Mpz, o ŋe luan ŋieu
(Harrington, 1968: 25)= allí hay ojo de guanaco… otro calco del original
gënëna. Sin embargo, el propio Harrington traduce <Pichwa Atitk
Asúwen> como ―Cerro desde el cual se ojean los guanacos‖, tal vez
interpretando que <Atitk> corresponde a atǝk= cerro, colina, montaña en
GI. Lo cual dejaría la traducción en ―allí es o hay cerro de guanacos‖.
<Mackintschau>, actual Maquinchao, maγən a čawə = sitio de invierno,
invernada, sin necesidad de más explicaciones.
Hay una tercera opción para ubicar a Peya, ya mencionada, que no es la que
más me convence. En efecto, en la mayor parte del texto de Claraz, el
topónimo <Gtschacal> corresponde, sin dudas, a Quichacle, como se
desprende del análisis de los párrafos en que se lo menciona. Pero volvamos a
una cita, que vuelvo a transcribir para facilitar la comprensión del lector,
referente a <shaget ageltre>:
580
ˠuičakeλ
ketȓǝkilǝ
Con esta idea, limitaríamos la zona en la que pudiera hallarse la cueva, pero
aún estaríamos muy al sur del Pichileufú. Existen en la zona recorida por el
antiguo sendero cuevas con pinturas rupestres. Pero no me convence la idea.
La alternativa es volver a la segunda idea: que la cueva en cuestión quedaría
en algún punto de la senda que corría entre Maquinchao y Quichacle, ruta
recorrida por Claraz en 1866 y por Moreno poco más de una década más tarde.
En sus escritos, este último (1979: 127-130 y 192-193) recuerda que entre
Maquinchao y Calgadept –actual Calcatapul-886 se hallaba un sitio llamado
<Maitck>/<Maicktr>, ―al pie de una serranía granítica, la más alta encontrada
hasta entonces‖. Allí hallaron numerosas cavernas y abrigos que mostraban
restos líticos, trozos de caña coligüe, postes de toldos, huesos de animales,
etc. Algunas de las cavernas y refugios habían sido habitadas, otras eran
tumbas. Halló numerosos esqueletos humanos en los enterratorios, icluso
cráneos pintados de rojo. En la más grande de las cuevas halló ―muros
volcánicos cubiertos de figuras quillangueras pintadas en rojo, blanco y
amarillo‖. En esas oquedades creían los nativos que habitaban ―espíritus
maléficos, gigantescos monstruos, cuya poderosa respiración causaba los
grandes vientos en la garganta basáltica. Otro caso del Elengassen‖.
Dejando luego ―el hermoso paradero de Maicktr (?)‖887 se internaron hacia el
sudoeste entre las montañas centrales, llegando a una sierra cuya altura
calculó en unos 1200 m s.n.m, y ―principiamos el descenso a la caverna‖, la
que en el texto anterior vimos que tenía pinturas semejantes a las vistas en
<Maicktr>. Su habitante sería también el elǝngašǝn según sus informantes.
Probablemente, eran las tres cuevas a que se refería Claraz (2008: 157), que
no pudo visitarlas, pero que las ubicaba unas 12 a 14 leguas al suroeste de las
que sí visitara.
Agrega Moreno: ―… allí se dividen las aguas, el arroyo que pasa por Maicktr (?)
corre el E. y otro, que es el que seguimos, se dirige al O‖. Se trata de los dos
arroyos, el oriental y el occidental, que forman el arroyo Quetrequile. El
siguiente paradero fue Calgadept -es decir, he dicho, Calcatapul. De la Vaulx
(2008 a: 70-77; b: 12-19) recorrió en 1896 el mismo camino, pero no visitó las
cuevas.
Carezco de información actual sobre las pinturas rupestres del sitio, pero sé
que hay allí cuevas que las tienen, siendo famosas aquellas ―al sur de Rucu
Luan‖ -es decir, al sur de Mayǝktȓ- mencionadas en varios sitios on line.
Dejo consignado aquí, una vez más, que probablemente no fue casual que
Moreno visitara las mismas cuevas que Claraz. Tenía contacto con el
naturalista suizo, a quien menciona dos veces en los escritos que publicara su
581
hijo Eduardo Moreno (1979: 58 y 106). En una de las citas refiere ciertos
informes que le diera Claraz, y en otra deja constancia de que ―mi amigo, el
reputado geólogo Jorge Claraz‖, había tenido como uno de sus guías al mismo
Hernández que luego fue su guía. Apoya la idea el hecho de que, en ocasiones
la transcripción de sus topónimos y mitónimos es muy semejante a la de
Claraz.
En su informe al ministro Benjamín Zorrilla (Moreno, 1979: 192-193), fechado el
5 de enero de 1880 en las tolderías de Foyel e Inacayal en <Teck‘a
Yaguagujano>- actual Teca- dice que había viajado a Maquinchao desde ―Yaly.
(?)‖- El signo de pregunta se halla en la obra impresa, pero del texto en páginas
anteriores y de una carta en otras posteriores (Moreno, 1979: 126-127 y 192)
vemos que se trata de <Yaulonuka-tage> o <Yatunsk-taje> -topónimo que
traduce (1979: 126) como ―donde se cortan las raíces‖. En realidad, a taˠe sería
―corto, petiso‖, y siendo la yaulumsca888 un vegetal bien diferenciado, se ha
interpretado, desde Claraz en adelante, que yaulumska a taˠe era una
yaulumsca corta o petisa. Lehmann-Nistsche (en Malvestitti y Orden, 2014:
105) anota sobre el topónimo <Yaulümska tágü> que era un ―paraje donde hay
yuyos con fruta como arroz que se ponen en el puchero‖.
En este último lugar, Moreno había dejado al ingeniero Francisco Bovio con el
encargo de tomar las coordenadas del sitio y de iniciar las excavaciones en las
cavernas. Partiendo desde Maquinchao, llegó ―por un camino distinto, a través
de una región pastosa, al paradero de Maicktr (?)‖. Allí se reunió con Bovio,
que a causa del mal clima no había podido establecer las coordenadas del
sitio, pero sí había comenzado a excavar, y juntos continuaron los trabajos en
el lugar, donde ―tuve la suerte de extraer una buena colección de restos
humanos y algunas armas y copiar las figuras pintadas en las rocas‖.
Nuevamente es de lamentar que, hasta donde sé, dichas copias no se hayan
conservado, o aún no han sido halladas o dadas a la luz.
Es decir que <Maicktr> era un paradero en <Yaulonuka-tage>, o sea,
yaulumska a taˠǝ. Dato confirmado por Claraz (2008: 160-161), quien afirma
que ―la otra‖ cueva de Yalaumsca -no ―la verdadera‖, a la que se llegaba desde
<Maayentsch>- el <Maicktr> de Moreno, se hallaba en ―un vallecito lateral o
garganta, unas cuadras arriba de la cueva que habíamos visitado ayer, ésta
ubicada en <Maayetsch>. Sitio que, según José María Cual (en Bórmida y
Casamiquela, 1958-1959: 175) es aquel actualmente llamado Lanchigue.
De manera que, con todo este análisis, vemos que los textos de Claraz siguen
siendo confusos y no podemos afirmar cuál de las dos ubicaciones es la que
verdaderamente correspondía a la cueva de Peya. Habría que revisar los
manuscritos originales, y, de ser posibles, los croquis con mapas y copias de
las pinturas.
Boschín (2009: 23, 65, 110 y 119) ha trabajado en toda la zona, visitando y
realizando inspecciones en todas las cuevas, denominando al conjunto Paraje
Arqueológico Yalaumsca, al que localiza a unos 50 km al sur de la localidad de
Maquinchao, en la subcuenca del arroyo homónimo. Menciona cinco cuevas a
las que llama La Virgen, La Pintada, Yalaumsca, Santo Rosario y Maquinchao.
Halló arte rupestre en los cinco sitios. La conclusión es que la cueva
Yalaumsca de Claraz y Moreno sería la que hoy se denomina Maquinchao, que
interpreto sería la Cueva Yalaumsca ―verdadera‖, por lo que, si ello fuera así,
opino que debiera reintegrársele su nombre. De donde, supongo, la hoy
llamada Yalaumsca sería la ―otra‖. En Boschín, Casamiquela y cols., 2001: 70
582
Línea de investigación N° 1:
Llegado este punto, me preguntaba: si la palabra no ha podido ser hallada
entre los vocablos tehuelches… ¿no pertenecerá al mapudzungun?...
Y leía en Erize (2007, 6: 136) la definición de <puüya>= ―s. Planta, chaual,
puya‖, y más abajo, <puya><punpuya>= ―axila/planta‖. No hallo la palabra
―chaual‖ en los diccionarios del idioma mapudzungun, pero sí sé que existió un
tubérculo comestible cuyo nombre en GI era čawala/tȓawala/dawala, una ―papa‖
comestible. Molina (1967: 129 y 179) la escribió dawalk, nombre del
mécharnwen para una ―papita colorada‖, ―...es el bulbo redondeado, de color
rojo, de una enredadera de flores amarillas, común en toda la Patagonia‖ (p.
129, nota 25). Se trata sin dudas de la ―dawala‖ apuntada entre los bulbos
comestibles por Casamiquela, de los datos aportados por su informante José
María Cual. La describe como ―pequeða, de flores amarillas, propia de lugares
arcillosos y que florece en invierno‖ (Casamiquela, 2000 a: 28). Explica que la
palabra pasó al Mpz bajo la forma <trawala> según ―informantes de Ingeniero
Jacobacci‖. La asocia a la palabra <kta:peli><a:pele>= papita colorada en el AA
de Molina (p. 155), que sería la que da el nombre al tan conocido topónimo
chubutense Apeleg (Casamiquela 2000: 27-30). Leemos la descipción dada por
la informante I.O. en entrevista del 10 de febrero de 1990 a Pérez de Micou,
1994: 230): ―La tragualita… papitas con cascarita oscura que al pelarla es
amarilla, planta enredadera que se da en los molles, donde hay piedra y
arena‖. Según datos de un informante propio, Rosalino Torres889 (entrevista
personal, estancia El Esfuerzo, costa meridional del Arroyo Perdido, Valle
General Racedo 13 de enero de 2008), ―La tȓawala es una papita colorada. De
una planta larga que se crece. Finita. Florcita amarilla. Crece en la vereda, en
los terrenos más duros. Porque ése así en los guadales no va a haber. El
macachín es diferente de la tȓawala. Son papitas blanquitas. Tiene raíces, y se
da más en los médanos‖.
583
parte, al espárrago‖. En una de sus papeletas (p. 201) dice que ―la raíz tiene
tres o cuatro pulgares, ligeramente amarillenta y aromática, por dos líneas de
diámetro‖.
Descripción bastante distinta a la que da del vegetal homónimo que halló en el
paradero <Sheelan> (Claraz, 2008: 82), en donde además había otros
vegetales: ―Pero el aire era balsámico por la presencia de una insignificante
planta de flor blanca, que tiene un perfume parecido al del Jacinto. LA planta se
llama yalemska o yalemtska. Los indios comen la raíz, que es blanca y más
grande que el macachín‖. Moreno (en Moreno E, 1979: 126) también dice que
en el mismo sitio ―… abunda una planta alimenticia que puede reemplazar al
espárrago, con un poco de buena voluntad de parte del consumidor…‖.
José M. Cual conocía un vegetal yaulëmsk, cuya raíz molida, hervida y
fermentada era usada para hacer una bebida alcoólica, el musai (Bórmida y
Casamiquela, 1958-1959: 166).
Según opiniones que ya veremos, hay que distinguir la Yaulumska a taˠǝ de la
yalumska a secas, o propiamente dicha, que correspondería a la raíz llamada
chalía, que fue identificada con la Tropaeolum patagonicum de Carlos
Spegazzini (en E. Autran, 1904, en Vignati, a su vez en González, 1965: 60; en
Pérez de Micou, 1994: 232; y en Casamiquela, 2000 a: 33, en donde se lee una
larga cita en francés)- que documenta sus nombres aborígenes como <javlusk>
y <challa>. Dato éste confirmado por Nawelkir Chiquichano y José María Kual
(informantes de Harrington, carta a Vignati, en González, op. cit.; y carta del 25
de septiembre de 1962, en Casamiquela, 2000 a: 34)- y por Molina (1967: 149)
que anota <chalía>, que traduce en AA como ―raíz comestible (Tropeolum?)‖.
Sin embargo, según Casamiquela (p. 35), Cual sostenía que el chalía era la
yaulǝmska a taˠǝ. En la misma página, escribe que el fitónimo -y fitotopónimo-
fue mapuchizado como ialǝmčiké/aulǝmčiké, que ―crece en los mallines‖ según
Piñoukás o Manuela Velázquez y que yaulǝmska a taˠǝ se convirtió, en Mpz,
en ketȓñ-ialǝmčiké/ ketȓoλǝmčiké -en donde ketȓñ= corto, petiso, mocho- que
―crece en lagunas secas‖ según la misma informante. Como nota Casamiquela,
se trata evidentemente de dos vegetales distintos. En un trabajo previo
(Casamiquela, Ms., s.f.; Casamiquela, 1970: 22), buscando posibles
etimologías para el topónimo Choele Choel, citaba a su informante Francisco
Yanquetrú, quien creía que Choele Choel era un vegetal semejante al ketró
ialəmčké.
Pérez de Micou (1994: 232) compara a la yalaumska o chalía con la
<yahtscha> de Claraz, que el mismo clasifica en el género Tropaeolum-
estrictamente, Tropaelum poliphyllum Cav., menos probablemente Tropaeloum
tuberosum, una planta que le da color rojizo al agua del hervor. En efecto, era
una planta trepadora, una evolvulácea de flores amarillas- en nota al pie dice
rojizas- y tubérculo comestible. ―Esta papa o raíz crece en gran cantidad, en el
peor terreno y hasta en la arena y la grava junto al río‖. Crudas eran amargas,
pero cocidas se asemejaban a las papas dulces y se acercaban al gusto de las
castañas (Claraz, 1988: 92, y nota 21 al pie).
Por su parte, Marisa Stanganelli (Aspectos botánicos, en Claraz, 2008: 201)
identifica a la yaulumska con la Oxalis laciopetala de Zuccarini, pero no la
diferencia de la yaulumska a tague, aunque cita a Claraz, que suponía que ésta
era una especie de Oxalis (Claraz, 1988: 129, nota 30). Ello más allá de que el
mismo Claraz (2008: 200-201) dice en sus papeletas que ―la macachina de
Entre Ríos es una especie de oxalis‖, a la que distingue del macachín
585
(p. 72) ―Los mallines del valle de Maquinchao son muy vastos. Ocurren a
lo largo de ambas márgenes de la corriente, interrumpidos por llanos de
grava, desde la parte sur de la sección de Epulaufquen y a través de las
de Neluan, Rukuluan y Quetrilinquichi, es decir, por una distancia de
unos 6o kilómetros a lo largo del Valle‖.
Agrega que se molía la raíz y se fermentaba la pasta para fabricar una especie
de chicha usada especialmente en las rogativas –como también le informara J.
M. Cual- y a continuación cita a E. Moreno (1942, cita que ya he transcripto de
otra edición: 1979: 126).
Ahora bien: vimos que había otra cueva de <Yalaumsca>, según Claraz (2008:
160-161), cuyo acceso era más difícil y a la cual se llegaba desde mayetȓ, en
donde, en cambio, estaba ―la verdadera cueva de Yalaumsca‖.
La menciona en su viaje de ida hacia el Chubut, antes de haberla visitado
(1988: 82; 2008: 102. Subrayados míos):
―Supe por Antonio que a una jornada del Tschaptschoa, algo más
lejos del lugar donde recogen la pintura roja, se encuentra el color
verde y también la vivienda más hermosa del elemgassen. El
paradero se llama Yaulemtzca o Yalemscaoa,892 nombre de las
flores de agradable aroma de las llanuras de Yamnago [voc. 707].
Los indios prometieron llevarme hasta la gruta con pinturas
rupestres en el viaje de regreso‖.
El ―lugar donde recogen la pintura roja‖ ha de ser šaʸət a ʸəltřə. El nombre del
paradero en el que Claraz y sus guías se hallaban acampados con miembros
de la tribu del cacique pampa -es decir, gënëna a këne- Antonio es
<Tschetschgoo> (Claraz, 1988: 80 y 83) o <Chechgoo> (2008: 100), ―de
chechgee, que es una planta espinosa‖. En el vocabulario (p. 150, voc. 303 a
305) define <Tscheptsche> como ―espina‖ y <Tscheptschoa>=‖nombre de un
paradero‖ y ―sierra puntiaguda (asemeja a una espina). Casamiquela (en
Claraz, 2008: 33) ubica a este paradero al sureste del cerro Chipchihuau, ―por
lo que los viajeros están atravesando las estibaciones orientales de la Sierra de
Pirrén Mahuida y comienzan a descender por el cañadón que cae intermedio
entre los de Catanlil y el arroyo Sacanana de los mapas‖. Interpreta en la
ocasión que el topónimo como chëtrgëh, que sus informantes aplicaban al
charcau o yuyo moro, pero se sorprende de que la planta en cuestión no tiene
espinas. De ser esto así, tal vez Claraz confundió el topónimo con la palabra
por él mismo recogida con el significado de ―espina‖.
En efecto, a pesar de la poca distancia entre este paradero <Tschetschgoo>
(Claraz, 1988: 80 y 83) o <Chechgoo> y el de <Tschaptschoa> o ―Espina‖, y
de la semejanza entre un nombre y el otro, no deben confundirse. Claraz
588
(1988; 74 y 80; 2008: 93 y 100) los distingue en el texto, pues dice que desde
<Yahaugep-tauen> o ―nieve yaciente‖ vieron el 3 de diciembre de 1865 el cerro
<Tschaptschoa>, que el día 7 dejaron <Tschaptschoa> y que ese mismo día
llegaron al otro paradero, <Chechgoo> (Claraz 2008: 93 y100
respectivamente), en donde se reunieron con la tribu pampa –gënëna a iájich-
de Antonio.
Volviendo a las cuevas que nos interesan, Claraz visitó en primer lugar la
cueva ―verdadera‖. Se hallaba en <Maayetsh>: excavando un poco, halló
huesos de guanaco y de avestruz, cuchillos y puntas de flecha de piedra.
Agrega:
―Hay allí muchos rastros de pintura roja y amarilla, y todas las paredes
están cubiertas con dibujos semiocultos por una capa de hollín. A la
izquierda de la entrada, se ven todavía algunos de los dibujos trazados
con color rojo. Esto es lo único que es reconocible. Es posible que esta
cueva sea la más grande, pero no es la más hermosa‖ (Claraz, 1988:
131; 2008: 158).
yelǝm-*ačkə
hijo-Sol
Y recordemos que este ente era el ―dueño de las pinturas rupestres‖, tan
abundantes, según Claraz y Moreno, en ambas cuevas de Yalaumska, la
―verdadera‖ y la otra.
590
Traducción hipotética:
reconozco, pero Ruca Luan pudo ser una traducción directa de un hipotético
original ahuwai a p‘əčwa, a su vez mala interpretación del original ahuwai a
*p‘əčə=Toldo de Dios-Sol. Luego Ruca Luan pudo malinterpretarse a su vez
como Rucu Luan=Pecho de Guanaco, tanto por la paronimia como por la
proximidad del sitio Ñe Luan, traducción actual en mapudzungun de lo que
Claraz llamó <Pitschua atotc>, es decir, el ya visto GI p‘ečwa a atekt=Ojo de
Guanaco. Lo cual me da pie para elucubrar que podríamos hallarnos ante otra
multiplicación de la ―Montaña de Dios‖, otra posible montaña sagrada… es
decir, *p‘əčə a atek=Dios-montaña o loma. Si alguien dijera que el topónimo
debería ser atek a *p‘əčə, para seguir el orden habitual nombre-modificador del
GI, le pregunto por qué entonces habría de aceptarse sin reservas la forma
p‘ečwa a atekt= guanaco-copulativo-ojo en lugar de atekt a p‘ečwa= ojo-
copulativo-guanaco.
Por último, para quien desee saberlo, el Ruca Luan rionegrino se ubica
pasando hacia el sur la huella que lleva a la Estancia El Tropezón, sobre la ruta
de tierra N° 72, que une las rutas 5 y 76: todas rutas rionegrinas.
También este apodo, Elal -representado por elel/čǝl- habría sufrido entre los
tehuelches septentrionales y los mapuches orientales un similar fenómeno de
caída, de acentuación de su aspecto maligno, en todo comparable a la que
experimentara su antecesor t‘ĉu:ȓ, taλu:li, čaweλi.895 Se trata de un caso
especial de condicionamiento del mito por la lengua. El tabú lingüístico, el
miedo a pronunciar el nombre prohibido, so pena de invocar al aludido, acentúa
la malignización de un ser originalmente dual benigno-maligno.
En los dioses primitivos, esta dualidad es un artificio de la mentalidad llamada
moderna, pues la Divinidad primitiva era más bien única, responsable de lo
malo y de lo bueno, de acuerdo, pero no doble -al menos, no en todos los
casos, y no en su origen. La diferencia entre ―dios‖ y ―diablo‖ es también
relativamente moderna, y hablamos de dualidad en los dioses primitivos sólo
para que nuestras mentalidades puedan comprender el concepto. El paso
intermedio más frecuente es el de un desdoblamiento del ente único en dos
hermanos -los gemelos míticos- que pelean por la supremacía en el trono
celestial, llevándose el perdedor los atributos malignos, y quedando el ganador
con los benignos, o cuando menos pasando el fracasado a ser un dios menor o
un Deus Otiosus. En otros casos el desdoblamiento puede realizarse
dividiéndose el Ser Supremo en esposo y esposa, como el caso de kȓen el Sol
y kȓe la Luna entre los onas: ella perdió la batalla y se malignizó.
Como ya observara Ibarra Graso (1997: 74, 80 y 81), en los mitos tehuelches
no hay gemelos míticos, al menos, no manifiestamente, pero sí hay huellas
míticas de ellos. Ello más allá de la observación de Llarás Samitier (1950: 181)
de que los hijos de la Oscuridad, Kelénken y Máip, eran los preferidos y habían
nacido al mismo tiempo, por lo que resultan ser gemelos. Y, como el propio
Ibarra Grasso oberva, en cita de Bórmida y Siffredi, Elal era hijo del sol y, en
evidente referencia a la cita de Hughes que hacen dichos autores, el mismo se
casa a su vez con la hija de la Luna -es decir, t‘elux, a quien en general se
hace hija del Sol y de la Luna. Lo que motiva un paréntesis entre signos de
admiración por parte de Ibarra Grasso: ―(¡su hermana!)‖. Y es así. Ya veremos
más pruebas en el capítulo 4 de este mismo volumen.
Menos frecuente es el caso del desdoblamiento en un padre y un hijo -caso
como el que estudiamos entre los aónikenk, que es especialmente complejo
pues el dios celestial ko:č en sí se volvió un Dios Ocioso, pero su alter ego
t‘kauȓ y equivalentes se malignizaron. A su vez su hijo t‘ču:ȓ sufrió un
desdoblamiento, en dos alter egos, uno de ellos minimizado y malignizado
como t‘ačul, taču:λ, taλu:λi, olvidándose al propio t‘ču:ȓ, y el otro
progresivamente perdiendo su categoría de dios creador para volverse un
héroe, Elal, bien que de evidente origen solar. Pero además sufrió varios otros
desdoblamientos, en algunos casos representados también por su hijo -nieto
de ko:č- que perdió la batalla con Elal, malignizándose en el Gualicho y
equivalentes.
Pero Elal no salió indemne: hay indicios de que ambos pudieron haber muerto,
y ser el Gualicho y equivalentes alternativamente alter egos de Elal y de su hijo,
difíciles de distinguir entre sí. El elel/youlel/čel septentrional y mapuche no tiene
características de héroe, aunque era una deidad benigna-maligna en el siglo
XVIII –ver Dobrizhoffer- que acentuó su aspecto maligno hacia el tardío siglo
XIX y temprano siglo XX. Ello más allá de la interpretación del cronista
europeo, que veía al Diablo en todo Alto Dios aborigen, como por ejemplo
ocurrió con Pigafetta al escuchar sobre Setebos.
594
Entre los últimos informantes del siglo XX, la trivialización de las narraciones
sobre el héroe tehuelche era evidente, mostrando que los mitos comenzaban a
devenir en cuentos -ello más allá de la barrera que pudiera haber significado el
tener los informantes que traducirlas al castellano o al mapudzungun. El
estudio de las versiones de la historia de Elal narrada a Bórmida y Siffredi
(1969-1970) por sus informantes demuestra cuán diferente es la misma de las
versiones recogidas por Lista y por Llarás Samitier, aún habida cuenta de que
hay un evidente floreo literario en el trabajo del primero. Paty (en Aguerre, 2000
Ms.: Cap. 5, p. 32) decía no recordar nada sobre la mitología tehuelche,
aunque sí ciertos cuentos que le contaba su abuela. A este tema se refiere
Hernández (2001: 12-16).
Los propios Bórmida y Siffredi opinan (p. 204), reifiriéndose a la versión de
Lista del Ciclo de Elal, que se halla ―completamente refaccionada‖, agregando:
―El-lal aparece aquí como autor del cosmos y de los tehuelches, aunque por su
intervención decisiva en episodios etiológicos tales como los referentes a la
introducción del fuego, armas, abrigo, ideas morales, y al alejamiento de
animales feroces, su figura se acercaría más a la del héroe civilizador. Un dato
alusivo a un período caótico en que Elal pierde su carácter divino para luego
recuperarlo no se halla confirmado por ninguna otra fuente‖. Los autores no
llegan a darse cuenta de que sus propias versiones, recogidas más de 80 años
más tarde, ya habían evolucionado, y se había olvidado el carácter celestial y
sagrado de Elal, carácter que, en cambio, Lista llegó a captar en su etapa final
de conversión hacia un simple héroe tesmóforo. Además, creen en la fijeza del
mito, algo que, lo vengo diciendo, sólo es cierto cuando se lo fija por escrito. El
mito oral evoluciona constantemente, lo propio que las historias ―verdaderas‖ o
―reales‖, la misma Historia en general.
En efecto, es evidente, según documentación que he presentado y cuyo
volumen aumentará a lo largo de esta obra, que originalmente Elal tuvo un
papel cosmogónico, era de hecho un dios solar, y creó al Cosmos y a los
hombres -como también, entre otros, afirma Hughes- y animales, pero en la
evolución del mito su papel se redujo al de un ser meramente tesmofórico, y, ya
avanzado el siglo XX, el carácter sagrado de la narración de su epopeya se
estaba conviritiendo en un cuento, cada vez más banalizado. Lo propio, como
se sabe, ocurrió con muchos de los cuentos infantiles europeos y de otros
continentes, originados en muchos casos en mitos religiosos olvidados.
Por otra parte, dije antes que era importante que el lector retuviera la idea de la
identificación del eλəngašən con Elal y/o con el elel. Pues bien, añadiré aquí
que, apoyando la identidad entre ambos, el primero es, entre los tehuelches
septetrionales, el ―padre de la raza‖ y el ―dueño de todos los animales‖897
(Harrington, 1935 en Casamiquela, 1988: 11). Exactamente igual que Elal -y
que su alter ego se:ĉo- para los aónikenk, que en muchas versiones consideran
al héroe el creador de los chónek y de los animales. Ya Casamiquela
mencionaba esta identidad en sus trabajos de 1967 y 1988 (Casamiquela,
1988: 75), interpretando que había una extensión bidireccional de atributos
entre Elal y el eλəngašən, que podrían interpretarse como ―la decadencia de
una figura originalmente celestial‖. Y es aquí, en frases como esta del etnólogo
-más allá de que no coincida con él en todo lo que sostuvo- en donde
personalmente me he inspirado para muchas de mis ideas. Un resumen de sus
ideas sobre las creencias religiosas de los nativos patagónicos puede leerse en
Boschín, Casamiquela y cols. (2001: 122-130).
596
¿Se necesitan más evidencias? Pues bien, para el informante Juan Velázquez,
elel era uno de los sinónimos de ko٨on, junto con ĉel, <gehlamal> y milodón
(Casamiquela, 1988: 12) –dice ―milodón‖, es decir, eλəngašən.
Todo esto, además, apoya la identificación de Elal con los ídolos artificiales
llamados kamalaške y con yaulal, la versión septentrional –de los gënëna a
këne- de los picos rocosos puntiagudos llamados youlel en AA, que eran las
habitaciones de los gualichos pequeños. Pues bien, dije ya que una variante de
dicha versión septentrional era, según Claraz, atǝk alel= Sierra Muñeca, como
vimos. ¿Y qué otra cosa que una muñeca -o muñeco- eran los kamalaške? ¿Y
qué otra cosa que el mismísimo Elal era este alel= muñeca?898
Por su parte, Harrington (Libro de Tapas Blandas: 79, en Casamiquela, 1988:
7) escribe:
Aclaro que elel φoro, mencionado por Trruúlmani, significa ―huesos del elel‖ en
Mpz, y, claro, se refiere a los huesos petrificados de gliptodontes –el
eλəngašən- que los nativos hallaban en los cañadones y en las barrancas, lo
que explica, creo, o sería al menos una de las causas de que le adjudicaran al
ente dicho hábitat. Realmente, las citas de Harrington son muy esclarecedoras.
Por un lado, confirman la identidad del eλəngašəm con el koλoŋ, lo que a su
vez me permite identificarlo con el kamalaške –y ya sabemos que el primero y
el tercero podrían significar lo mismo: elə:n-ka-*šen y hamel-*ačke= hijo del Sol,
en protoken.
Por otra parte, sorprende que ni Harrington ni investigadores ulteriores hayan
hecho la asociación, pues los testimonios recogidos nos dan varias de las
variantes de la palabra ―hijo‖: en el caso de eλəngašən, eλǝn -o sea, elu:n-
significa ―hijo, pichón, cachorro, cría‖; en los otros dos casos, directamente
yieklǝn y elel= hijo significan ―(mi) hijo‖. Y ya he dicho en el capítulo anterior
que creo que koλoŋ no es más que una mapuchización de la palabra del AA
kalǝm= hijo, una modificación de la palabra para adaptarla al significado que
los mapuches creyeron tenía la original en AA. Es decir, los mapuches, al
transculturarse con los tehuelches, tomaron el símbolo por lo simbolizado, y
adaptaron una palabra que significaba ―hijo‖ a una que podían reconocer, y que
en su idioma significaba ―máscara‖: el koλoŋ.
Aparentemente, como veremos, a su vez la versión maligna del eλəngašən se
debería parcialmente a su identificación con okopan, el monstruo jorobado y
ladrón de niños, también conocido como oktȓĉonek entre los aónikenk, como
creo haber demostrado antes (Williams D, 2007 b; 2008 b: 229; y 2010 g) al
estudiar el topónimo de la roca <Ockelshone> o Tower Rock, actual Piedra
Toba, en Puerto Deseado.
Por venir al caso, aprovecho este espacio para publicar una tercera versión
actualizada de mi estudio sobre este topónimo.
597
Ignoro si el mástil habría sido colocado allí por europeos, tal vez tuviera una
bandera para ayudar a guiar a los marinos. Pero si hubiera sido colocado por
nativos, podría elucubrarse que también los aónikenk tendrían la costumbre de
colocar el corazón de los caballos sacrificados en la punta de un palo alto, a su
vez levantado sobre un terreno elevado como lo es aquel en el que se asienta
la Roca Toba. Ello explicaría la presencia del cráneo de caballo que vio
Darwin… especialmente cuando éste estimaba que el terreno era poco apto
para establecer un campamento.
Ramón Lista (1998, 2: 372) menciona la formación en uno de sus vocabularios
tehuelches -es decir, aóniken áish. Escribe su nombre en dicho idioma como
<Ockelshone>, y explica que se trata del nombre de la Roca Tower.
Francisco P. Moreno la visitó también, llamándola Roca de la Torre -Tower
Rock o Britannia Rock (s.f.: 49; 1997: 171):
En varios sitios de Internet se afirma que fue Moreno quien dio al accidente
geográfico el nombre de Cerro Horqueta con que también se la conoce, pero
lamentablemente no se cita la fuente de tal afirmación. Es muy probable que
598
Continúa Moreno:
―Tower Rock o Britannia Rock mide diez metros de alto por tres de
diámetro y recuerda el enorme tronco petrificado de algún baobab
gigante de las selvas africanas, transportado por el fósforo del
cerebro a las áridas playas patagónicas. A un tercio de su altura
se divide en dos ramas, la una mayor que la otra, forma que le da
el mencionado aspecto. La roca que la constituye es el mismo
pórfido de los alrededores. La fisonomía que de lejos le
comunican los musgos y líquenes que han arraigado en las
grietas, hacen de este interesante monumento geológico uno de
los objetos más dignos de mención que pueden citarse en Puerto
Deseado. En sus inmediaciones parece que de tiempo en tiempo
acampa alguna tribu indígena, pues se notan huesos de animales
destruidos y comidos, sobre todo de guanacos y caballos‖.
Fig. 22. Tower Rock, Britannia Rock, Roca Horqueta, Roca Toba u Ockelshone. Foto del autor
desde el muelle del lado norte del río en Puerto Deseado, enero de 2020.
Sin dudas, es uno de los ubicuos monstruos gigantes petrificados que los
aborígenes patagónicos creían que eran ejemplares de Gualicho, como el
famoso <Ellengassen> de los gënëna a këne, cuya caparazón era de piedra.
Probablemente pueda identificarse con o:kpe u o:k‘ǝmpanǝ, ser jorobado o con
una bolsa en la espalda, con cuerpo o cáscara de piedra, ladrón de niños,
características que comparte con <Ellengassen> (Casamiquela, 1988: 82-85).
Y con el ―Hombre de la Bolsa‖ de nuestra propia niñez, que llevaba un saco a la
espalda, en el cual cargaba a los niños que robaba. Cuya historia también se
usaba para asustar a los niños para que hicieran caso, y para protegerlos,
evitando que hablaran con desconocidos.
La rama menor de la roca ha de haber sido la joroba, la mayor el cuerpo. El
cráneo hallado por Darwin –una vez más- y los huesos que vio Moreno pueden
haber sido restos de ofrendas, y no tal vez, como interpretara este último, de
campamentos. O de una ceremonia ritual del tipo de aquellas llamadas apešk
por los aónikenk, kenǝ a ahway por los gënëna a këne o wekun řuca por los
mapuches, mal conocida como ―casa bonita‖ –el rito tehuelche de pasaje o
iniciación, cuando ocurría un nacimiento, la ceremonia de perforación de los
lóbulos de las orejas – el ―bautismo‖ tehuelche900- un casamiento, cuando
había un enfermo, etc., ritual que incluía el sacrificio de un caballo seguido de
un banquete de su carne. Posiblemente, entonces, insisto, Darwin tenía razón,
y el sitio era muy pobre para vivir allí: no han de haber sido restos de un
campamento, sino de una de las mencionadas ceremonias. La afirmación -
lamentablemente, sin citas- de los sitios en Internet de que los tehuelches
llamaban ―Gualicho‖ a esta roca confirmaría la traducción que le doy al
topónimo.
600
En algunos sitios leemos además una leyenda con aspecto de ser moderna,
sobre dos amantes tehuelches que, perseguidos por un cacique, se abrazaron
y fueron alcanzados por un rayo, que los inmortalizó al petrificarlos en su
abrazo. No he hallado documentos que prueben que esta leyenda es de origen
aónikenk.
Once años han pasado desde la primera vez que comunicara mis conclusiones
sobre el nombre tehuelche de este lugar-escribo esto en 2018- y he hallado
que la Piedra Toba se halla representada en un arcaico mapa holandés de
Puerto Deseado, posiblemente la representación más antigua de la roca de que
disponemos. Fue aparentemente confeccionado por Jacques Le Maire, que
acompañaba al capitán holandés Willem Cornelisz Schouten. Visitaron Puerto
Deseado del 8 al 13 de enero de 1616. Más adelante hallarían que Tierra del
Fuego era una isla, al rodear el Cabo de Hornos y descubrir el estrecho que
hoy lleva el nombre de Le Maire. El diario del viaje fue publicado en francés y
holandés en 1618, en latín e inglés en 1619 y nuevamente en holandés en
1621. El mapa puede verse en el libro, es la lámina N° 22 entre las páginas 156
y 157 de la edición holandesa de 1621.
En la leyenda en holandés (p. 156,), la Piedra Toba está marcada bajo la letra
―N‖ en el orden alfabético que lo dieron a la descripción de los accidentes, y se
lee en holandés antiguo (Jacob Le Maire, 1621):
Fig. 22. Tower Rock, representada en el mapa de Le Maire, imagen en la que se hace evidente
lo elevado del sitio en donde se halla la Roca Toba, marcada con una ―N‖, a la izquierda y
arriba para el lector.
Fig. 23. Britannia Rock o Tower Rock, en grabado de S. Bull, en Fitz Roy, 1839, II, entre pp.
516 y 517.
lastimada,
horrible,
asquerosa‖.901
Ladrón de Ladrón de niños Devorador de Mató a la
niños y hombres nube Teo
mujeres. Los (Beauvoir) o al abrirle el
devoraba o de niños viente e
los usaba (Lothrop) intentó
como Le pidió a devorar a
cazadores. Kuanyip a sus Elal feto
dos hijos y no
los devolvió.
A orillas de Sobre una barranca peleó con kuanyip lo Cayó en un
un arroyo un o:uken emboscó río, subió a
paisano lo sobre la una colina
desafió a colina llamada y se
pelear, o un <siaxis> desgarró el
―individuo (Lothrop) o vientre al
descreído" lo <Chaskels> cruzar un
desafió (Gusinde).903 algarrobal,
desde la otra todos
orilla de un creados
arroyo902. por los
No puede flechazos
tocar el agua de Elal
ni cruzar
corrientes.
Los restos de o:uken lo hizo caer a la barranca kuanyip lo Desgarrado
su caparazón y su caparazón se hizo pedazos hizo caer a un su vientre,
se hallan en y murió. río, hiriéndolo, dejó los
las barrancas y lo mató intestinos
(de allí la sobre la colgando
identidad con colina, de las
el cortándolo en ramas y
gliptodonte). tres pedazos agonizante
que arrojó llegó a la
lejos. O lo orilla del
mató al unir mar, o a
las orillas del una
río, que aún barranca,
arrastra sus en donde
huesos.904 murió. Allí
queda su
cuerpo o su
abdomen
hechos
piedra.
Por otro lado, hay algunos puntos de contacto en las narraciones sobre
gigantes ladrones de niños que los llevaban al hombro o en la espalda,
604
vencidos por un héroe sobre una colina o barranca, con el relato del cóndor
vencido por Elal en la versión de Feliciana Velázquez (Bórmida y Siffredi, 1969-
1970: 208): el ave se llevaba a los niños sobre el hombro hacia la cordillera, y
en los cerros de la misma fue cazada por el héroe.
A su vez, también el anti-héroe tehuelche šintaukel, era un gigante, pero de
carne y hueso, que peleó, y fue vencido, por un héroe, Elal, junto a un lago
llamado <Sechlae> por los informantes de Llarás Samitier (1950: 192), que
sería el actual lago Cardiel. Veremos más datos sobre él en el capítulo 4. Pero
adelanto que no es del todo comparable a estos gigantes de piedra, pues su
corazón era humano.
Fig. 24. Cacique Junchar. Dibujo de José del Pozo, de la expedición de Malaspina,
1779. ―Pedimos al cacique se dejase retratar, y lo concedió sin repugnancia,
permitiendo que nuestro pintor don José del Pozo lo situase a propósito, obedeciendo a
cuanto este efecto se le prevenía…‖. Obsérvese la vincha en la cabeza del cacique.
Fig. 25. ―Nativo de la Patagonia‖ y ―Nativo de Tierra del Fuego‖. Dibujos de John
MacDouall en 1826, en la portada de la primera edición de su libro (MacDouall, 1833).
Léase en el texto su descripción de la vicha y la pluma de avestruz del primero.
Siffredi interpreta que el relato del mito de Elal recogido por Lista de labios de
Papón y Jatachuena es una conjugación de narraciones míticas con otras
históricas, y que šintalken representa al ―otro étnico‖, en este caso a los
―araucanos‖ que en las primeras décadas de ese mismo siglo -el XIX- habían
vencido a los tehuelches en Piedra Shótel, Barrancas Blancas y Languiñeo. 908
Como vimos, es una idea ya esbozada por Lista (1998, 2: 137) y más de un
siglo después, también por Jobling (2001: 263, op. cit.).
No hay, sin embargo, en el relato de Lista rasgos que sí podemos considerar
típicos de los araucanos: un poncho o un chiripá o una vincha tejidos -por lo
menos no se aclara que la ―vincha indiana‖ lo fuera. En lo cultural no aparece el
cultivo de la tierra ni la cría de ganado, rasgos todos que sí tenían ya por
entonces los manzaneros, interculturados con los mapuches. Sólo queda la
choza de ramas como posible –pero no del todo probable- elemento foráneo. El
resto de mi pensamiento al respecto, lo que ya he dicho y lo que diré a
continuación, apunta a una explicación mucho más profunda y aplicable a todo
mito del héroe: la lucha entre padre e hijo por la supremacía.
Es decir, una vez más, en mi opinión el relato mítico parece más bien estar
conservando rasgos arcaicos que incorporando otros más nuevos y producto
de la interculturalidad. No serían rasgos araucanos, sino pretehuelches
609
Algo intuía Casamiquela (1988: 98-99) sobre este tema, pues escribía:
612
Algo semejante, sin datos nuevos, escribe en otro trabajo, Reflexiones acerca
de la significación de los tehuelches septentrionales australes-occidentales
(Chüwach a künna) (en Finkelstein y Novella, 2005: 143). Interesantísima idea
del investigador, con la que coincido plenamente. Le faltó conocer el
documento de Gardiner, que como se vio llama <Tchur> al habitante del sol,
para cerrar la idea… pero ¡cuán cerca estuvo!
Y luego prosigue (p. 99), en otro de aquellos rasgos de genialidad que lo
caracterizaban:
Ya Müller (1988: 67-68) escribía en el siglo XIX sobre los mitos indoeuropeos,
con esa penetración tan sorprendente que poseía, especialmente teniendo en
cuenta la época en que vivía:
Recordemos también que comencé el capítulo con una cita de Borges, desde
luego referida a las religiones en general, pero que me refresca la admiración
que siempre despierta la penetración del gran escritor argentino, tanto que la
reitero aquí:
Versión I (1963):
―Después que Elal les llevó la Hija, el Sol y la Luna volaron para
arriba. El toldo de ellos se quedó hecho piedra allá en el Norte, en
un paraje que se llama Shehuen Parik. Arriba del toldo está
sentado el matrimonio: se han afirmado para volarse al cielo,
todas las huellas se ven. Elal los hizo volar: ‗Ustedes se van a ir
lejos, y yo también me voya a volar. Está en la vega el toldo del
Sol y la Luna hecho piedra.‖
Versión II (1965):
―Después Elal le dijo al Sol y a la Luna: ‗Por lo que me hicieron,
ustedes se van a volar para el cielo‘. Se volaron allá en el norte;
está allá el toldo de ellos hecho piedra. Dicen que se ven los
dedos; todo marcado está donde se afirmaron para volar, arriba
del toldo. Está todo hecho piedra allá en la vega; ahí se
amontonan los paisanos para mirar‖.
―El Sol dicen que bajó después de Hija, la vino siguiendo. Allá en
el Norte está la foto de él, donde se sentó: están las dos patas,
patas largas. Después como no la encontró volvió para arriba‖.
No dicen expresamente que ella ubicara allí el sitio. Sin embargo, en otro
trabajo, Siffredi (1968 a: 125) dice que, según la señora de Velázquez, el
episodio ―… acaece en la tierra en un lugar imprecisamente ubicado al norte de
Santa Cruz‖. Y en su seminario La conciencia mítica, Bórmida (1965: 156)
afirma que ―cerca de San Julián, en Patagonia, una roca que parece tener
618
Ciertamente, en Santa Cruz hay dos topónimos distintos, Shehuen áike y Pári
aike. Respectivamente, han sido traducidos por distintos autores como
―paradero del Sol‖ y ―juncal, paradero de los juncos o yuyos‖ (entre otros, ver a
Echeverría Baleta, 1998: 38 y 40, y Aguado y Payaguala, 2006: 57 y 76). No
me detendré en ellos, pues el primero ha sido objeto de estudio por mí en otra
oportunidad (Williams D, 2008 d y e), y, ciertamente, el segundo no es el sitio
que nos importa, sino la actual localidad de Perito Moreno, sobre el Lago
Argentino en Santa Cruz. En cambio, no tengo otro antecedente de un
topónimo Shehuen Párik, en cierto sentido mixto.
619
que recorrí varias veces esa zona de Nueva Lubecka, Samán, Apéle, río
Senguer‖. El informante creía era el sitio en donde se había realizado el
último combate entre nativos patagónicos y el ejército, el del cacique
Foyel y los suyos contra el teniente Insay o Enseis según las fuentes. Si
bien el combate tuvo lugar algo más al sur, en Genua, actual
Gobernador Costa, en 1884, es cierto que antes de ello, pero el mismo
año, había habido un gran parlamento aborigen en Súnica Parie, y de
allí que Nawelkir los confundiera. Salvo que se trate de un homónimo del
hoy Súnica, situación común en toponimia.
Tsūnk-kak Aik (Harrington, 1946: 242): ―topónimo inexistente hoy‖.
Harrington lo escribe con el mismo sonido inicial. A través de
conversaciones con Adolfo Nawelkir localiza el sitio como cercano a
Apelé –o sea, Appeleg/Apeleg, lo cual no es exacto. Sin embargo,
aunque según Harrington en la obra édita en cuestión, Nawelkir se
hallaba ―en la proximidad de Apele (al oeste de Nueva Lubecka)‖, según
el propio Harrington en carta a Vignati (17 de septiembre de 1942, en
Vignati, 1942: 28) el informante se hallaba ―entre la gente de Foyel‖ en el
momento del combate, es decir, en el propio Apeleg. Por su parte, J. M.
Cual informaba a Harrington según Liliana E. Pérez que: ―Los toldos de
los ‗pampas‘ (gününa küna) estaban cerca, ‗tres o cuatro cuadras´‖ del
sitio del combate, entre ellos al parecer los del cacique Chiquichano‖, y
que ―Los Pampas no querían pelear contra Insay y no pelearon‖.
Recordemos que, según refirieran a Fontana (1886: 91) ―mis
compañeros de viaje‖ tal vez los soldados argentinos que fueron con él
Chiquichano fue baqueano del ejército en dicha batalla e incluso informó
al teniente ―Enseis‖ -o Insay – sobre las aparentes intenciones de Foyel
de resistirse al ejército. Y Kololonko o Golwin –el hijo de Chiquichano-
fue nombrado por Cual entre quienes se hallaban a las órdenes de
Insay. Ello explicaría no sólo que no quisieran luchar contra el ejército,
sino que se mantuvieran alejados varios cientos de metros del sitio del
combate. También Quilchamal/Kéltchamn luchaba del lado del ejército,
con uniforme de soldado, pero sí participó del combate, salvando su vida
por muy poco (Agustina Quilchamal, en Escalada, 1949: 274),
Casamiquela (1987: 126; 2000: 179), citando a Harrington, asocia a
Tsūnk-kak Aik con Súnica Paria pero no llega a convencerse de que se
trate del mismo topónimo, aunque sí de que es un vocablo tehuelche
meridional. Tentativamente sugiere una recomposición y su
correspondiente traducción: šewunk kaak= mucha leña.
Sūǘn-k‘paria= hay junco (Lehmann-Nische, en Malvestitti y Orden, 2014:
106), agregando ―Ortsname im Süden [topónimo en el sur]‖, según su
informante Milalluan o Luan, entrevistado en la Primera Angostura a
mediados de la década de 1910. En este caso, de aceptar la traducción,
debiera primero asumirse una inversión del orden habitual, pues en GI el
afijo a suwen= allí es o hay, va, por regla general, sufijado a lo que se
halla en el sitio en cuestión. Es decir, debiera ser k‘pari a suwen… ello
más allá de que pari= raíz de junco es palabra del AA, no documentada
en GI.
Súnica Parie (Harrington, en Diccionario Geográfico de las
Gobernaciones Nacionales, 1941: 223): atribuye el vocablo al aónikenk,
y lo aplica a una laguna, zona circundante y un arroyo afluente del
622
Obsérvese además que podemos dividir en dos grupos a las variantes del
topónimo. Grosso modo:
Aceptado por todos, incluso por el gënëna a këne Cual, por Harrington y por
Casamiquela, que el topónimo pertenece al aóniken áish, creo que nadie debió
saber pronunciarlo mejor que los propios aónikenk. Ello apoya las formas
aportadas por las tres informantes pertenecientes a dicha etnia, cuya lengua
materna era el aóniken áish –ello más allá de que estaban ya algo
transculturadas, lo cual dificulta la interpretación de mucha de su información
lingüística. Es decir, la forma šewen/šeu:nk‘ debiera ser la correcta, y no
šunikǝ. Sería así más acorde la forma Suenca oída por Moreno en 1876, y no
la variante Sunica que oyó en 1896. La pronunciación de la ―n‖ seguida de una
―k‖ eyectiva ha de haber motivado que los oídos no habituados lo oyeran ―nǝk‖.
623
šewen ka pari aike, esto es, ―paradero de los juncos del Sol‖, teniendo
en cuenta lo dicho antes, que en los mitónimos- en este caso, un
mitotopónimo- no se cumple la regla de que el modificador sucede al
modificando. Aquí šewen precede a pari aike, con el nexo de la
preposición ka= de entre ambos términos. Sería lo que se le tradujo a
Roa, ―Juncal del Sol‖. Es la traducción que prefiero por el momento, y
además de la coincidencia lingüística, tiene el antecedente de la
traducción por los informantes nativos.
šewen kaw pari aike= Paradero de los Juncos del Toldo del Sol. El mito
dice que en el sitio se hallaba el toldo del Sol.
šewen kawx pari aike= Paradero de los Juncos o Juncal de los Pies del
Sol, siendo <kauj> = pie (Cox), <kao>, <kaoj>= pie, pata (Molina, 1967:
132), mientras que <shaukenue>= pies (Schmid), vocablo que Musters
anota <shakenke>, confirmados ambos por el vocablo <chahoquene> de
Ibar Sierra (1878: 625).y <jaujen> = rastro (Beauvoir, 1915: 186).
šaukenue k‘ *peš aike= paradero de los pies del Sol. Recordemos que la
Sra. Montenegro de Yebes decía sobre la visita del Sol a la tierra: Allá
en el Norte está la foto de él, donde se sentó: están las dos patas, patas
largas‖. En las restantes versiones son las manos, las asentaderas y tal
vez los genitales tanto del Sol como de la Luna los que quedaron
marcados –ver incluso Siffredi (1968 a: 125 et passim), que dice que
sería en el techo del toldo petrificado en donde se habrían apoyado
dejando las huellas de sus manos y genitales.
expulsión del Sol y de la Luna de la tierra, como la narraban los aónikenk -y, de
forma semejante, también los onas:
El nombre de t‟elux
¿Qué significa el nombre de t‘elux? Lo he asociado ya a uno de los nombres
téushen de la Luna: <Terroch> (Viedma), <Teruch> (Ameghino) y a la palabra
―tehuelche del sur‖ de Cox, <Teroutz> = luna. De donde surge la simple
deducción de que t‘elux era la Luna para los antiguos protochon y que en
tiempos históricos la habían olvidado como tal y era sólo recordada como el
Lucero. También he identificado a la abuela de Elal, teȓ-weȓ, con la Luna.
A su vez, la palabra para ―estrella‖ es un vocablo cognado con los anteriores en
los idiomas chon: en Tsn <téloe> (Ameghino); en SCh <tilrr> (Nordenskjöld),
<t‘ella> (Lehmann-Nitsche), <tell/tillr> (Beauvoir); en Mnk <tellu> (Lista),
<dalas> (L. Bridges).
Menor es la semejanza en AA: <terke> (Ameghino), <terka> (Milanesio),
<tergu> (Roncagli), <terrke> (Moreno), <cterke> (Schmid), <t‘ärkür> (Lehmann-
Nitsche) todos según Lehmann-Nitsche (1914: 254).
A estos vocablos agregamos <tehlus>= planeta, estrella en SCh según el
mismo Lucas Bridges (2005: 424); <tel>= estrella en Mnk según Coiazzi (1999:
112); y <térke>= estrella en AA según Escalada (1949: 180), quien anota al
lado de esta palabra que el nombre del Lucero era <téluj>, pero en Tsn- y no
en AA- según él.
Creo que todas estas palabras son términos secundarios compuestos de una
primera palabra primaria que en protochon ha de haber sido algo como *t‘eλ-,
o* t‘eȓ-, pues la ―λ‖ y la ―ȓ‖ son sonidos palatales muy cercanos entre sí y
fácilmente intercambiables- casi alófonos. A su vez, creo que esta palabra, con
una ―t‖ inicial seguida de una oclusión, era en su origen el sonido ―ĉ‖ o ―š‖, con
lo que la palabra primitiva pudo ser algo como *ĉel- o *šel-. Que en dichas
protolenguas parece haber significado ―luz‖ y ―agua‖. Es decir, el nombre del
antiguo dios solar protoken y protochon al que he hecho referencia antes y que
recompongo como *šəl o *čəl, pues existen palabras derivadas de estas que
suenan šal-, čal-, šol-, čol- y čul- no recuerdo en este momento alguna que
suene šul-.
O sea,, el t‘ĉu:ȓ y el čaweλi tehuelches, el ta٨wu٨i poya, el šo:ȓt ona, el tzual
protogënëna, el -čel de la tribu de Chulilakin en el mitónimo <Pepechel> y el
*šel proto-ona, cuyo nombre da origen a palabras que significan ―luz, sol, fuego,
blanco, agua‖ en los idiomas onas e interviene en la etimología del gentilicio de
los shelknam- los ―hijos del *šel (el Sol)‖, como creo haber demostrado en un
artículo en un suplemento literario (Williams D, 2008 l) y como se verá en el
capítulo dedicado a los gentilicios en este libro.
Desde que ya sabemos que la palabra *šə/*ĉə significó ―luz‖ –y ―agua‖- en pK,
resta suponer que en realidad *ĉəl y variantes ha de ser a su vez una palabra
secundaria, formada por un primer vocablo primario, que es dicho *še/*ĉə, y un
segundo término primario, que creo es *hlə= blanco, brillante, pero también
―brota, surge, mana, fluye‖, cognado con muchos otros vocablos en los idiomas
625
―Fuego‖
• AA: yaikə
• Tsn: <jach> (Viedma)- probablemente ka:č= brasa en el Tsn de
Ameghino; <seak/zeak> (Fitz Roy)
• SCh: xauke/xauken y variantes (Cf. xa:uk = mañana)
• GI: ahwakək
―Humo‖
Patagón costero del siglo XVI: <giaiche> (ambas ediciones del Ms.
Ambrosiano), <iaiche> (Códice 5650 y ed. francesa), <iacche> (Ed.
Ramusio)- probablemente yaike, menos posiblemente yaiče.929 La
palabra para ―fuego‖ en este idioma es <ghialeme>, <glialeme>,
<glialeme>, posiblemente un error de pluma por <ghialehue>, que
equivaldría al SCh yalwe= llama- véase el primer capítulo de esta obra- y
al pK *čal, čalǝ= luz, agua.
―Sol‖
• (GI): apiwhək.
Feliciana Velázquez: uek‘kon es el dios del cielo que hizo surgir la tierra
a partir del caos acuático, que cubría casi todo el espacio primordial,
salvo un pequeño sector en la región del río Senguer, en donde se
hallaba la primer pareja humana que a partir de ese momento se
multiplicó. Dueño de los hombres, decide sobre su vida y su muerte. Es
quien otorgó a Elal su poder.
Otra versión de la misma informante: Elal fue quien separó el agua dulce
de la salada y dejó al descubierto la tierra.
Sras. Yebes y de Sapa: Elal creó al mundo, a los animales y al hombre,
de quien es protector.
Ataliva Murga: Elal es el constructor de la tierra y el asignador de las
pautas de conducta del hombre.
Vemos cómo uek‘on y Elal parecen ser la misma entidad, duplicada en algunas
versiones, unificada en una sola, el propio Elal, en otras.
Otro cabo a seguir es el proporcionado por el propio Llarás Samitier (1950: 193,
nota 46), que expresa que wekne llevaba el mismo nombre que ―la Patagonia
antes que fuera hollada por el talón del hombre, esto es, anteriormente a que
llegara a habitarla el creador de los Tehuelche y su tesmñforo, Elal‖. En otro
trabajo, El nombre indígena de la Patagonia (Llarás Samitier, 1983: 21-22)
atribuye al padre Manuel J. Molina, en su libro Patagónica (1976) ser quien cita
el nombre de <Uekne> como el que los aborígenes patagónicos daban a su
tierra. Se trata del libro Patagónica: prehistoria, tradiciones y mitologías, de
Manuel J. Molina, Roma, LAS, 1976.
No he accedido a esta obra, pero cuento en mi archivo personal con un
manuscrito del padre Molina que creo es el original de dicha obra: Prehistoria
Patagónica (1974: 1). Allí leemos: ―Los aborígenes llamaban a su país
632
‗Wékne‘‖. No hay cita de fuente de la información. ¿Se tratará del mismo escrito
de Llarás Samitier de 1950? Por otra parte: ¿había olvidado éste que él mismo
había sido el primero en publicar la información?
Este supuesto topónimo, nada menos que el presunto nombre de la Patagonia
primordial en AA, me dejó perplejos por largo tiempo.940 Hoy creo que no es un
topónimo, sino simplemente un signo cardinal: el vocablo <Oneken> o
<Uneken>= oeste que nos deja Moreno (1997: 409), confirmado por Lehmann-
Nitsche (Ms., 1903, en Malvestitti, 2014 a: 391) como <ṓnok‘>. La Isla de la
Creación quedaba al este de la Patagonia, en el Oceáno Atlántico… parece
lógico que los narradores dijeran que al volar hacia la Patagonia continental, el
cisne que llevaba a Elal se dirigiera al oeste, es decir, a ǝneken/ǝnek, que
estudiaremos en un capítulo especialmente dedicado a los signos cardinales.
Por otro lado, según Spegazzini (1884: 222) el nombre en AA de la Patagonia
era <Aóniken héuten>, es decir, añnikenk k‘ xeutǝ= tierra de (los) aónikenk. Y
aónikenk tal vez sea, mal transilterada, el supuesto topónimo <Wékne> de
Llaraás Samitier.
Volviendo a <Huendaunke>/<Wendeunk>, otra posibilidad es que se componga
de las palabras <win>= éste, él (Musters, 1873: 337), <win>/<wino>= este,
estos (Schmid, 1910 a: 8 y 9)- ambos con pronunciación inglesa + <aunuc>=
sobre, arriba, en lo alto; <eucer> = más lejos, más alto, en el tope,
<c‘benic>/<cwenic>= alto (Schmid, 1910 a: 32 y 42; b: 34 y 35), <eok> = arriba
(Musters, 1873: 337). Es decir, wendauke sería wən-kwenik o wən-aunuk=
―Este-Alto, Este-Arriba, El de Arriba‖. Ya veremos como <Pemáukel>, el
nombre del Dios Creador entre los shelknam, se traduce también como ―Aquél
arriba‖, y como una de las posibilidades para traducir el nombre del delegado
de <kenós>, que es un alter ego de <Chénuke>, es ―el Hombre de Arriba‖- lo
que daría verosimilitud a esta teoría. Véase el capítulo dedicado a los
mitónimos onas. Pero tampoco me convence para este caso.
Debe además recordarse que en general, los personajes de los mitos son
antiguos dioses celestiales, es decir, en general solares o lunares. Es entonces
que se me vienen a la memoria los vocablos de Schmid (1910 a: 28) <wacenc
cēnicencon>=luna llena, en donde <cēnicencon> correspondería fonéticamente
a ke:nikenkon=luna, y <wacenc> es semejante al nombre de wekne. Pero no
correspondería a la palabra <wākenk>, que significa ―igual, como‖ según el
propio Schmid, sino a <wainc>=viejo (p.33), pues ―luna nueva‖ es según él
mismo <magoo kenikenkon>, siendo <mago>=nuevo, fresco. Y aquí subrayo lo
afirmado por el informante Ibáñez a Bórmida y a Casamiquela: que el dios
<Uek‘kon> vivía ―entre la luna‖, es decir, como interpreta Casamiquela, ―dentro
de la luna‖. Según Siffredi (1969-1970: 247), el mismo informante afirmaba que
era <Ushua> quien vivía dentro de la luna.
Otra palabra semejante es <wi-ecenc>=extranjero (sudamericano) (Schmid,
1910 a: 27), que Molina (19676: 160) anota como <weekenk>=forastero, que
creo a su vez relacionada con <huaieken>=afuera (Moreno, 1997: 397). No
continúo el análisis por creer que no hay base mitológica para esta traducción.
En el capítulo 1 de este libro he además trabajado en la comparación, en AA,
del nombre de <Xuekken>=Dios de Mendoza y uek‘kon=el dios del cielo de
Feliciana Velázquez con el del personaje <Oouk`ken> de un cuento y el de
wekne, el fiel amigo de Elal; con <Kubejeken>=Dios en el Tsn de Malaspina;
con *Keoken=sol en protochon; con <Jow‘kon>=Dios en SCh; y con la palabra
<hikeken=regidor, soberano en el AA de Schmid. Lo cual apunta a suponer que
633
o:uk‘en era el Sol-Dios, que descendió bajo la forma de wekne, el leal amigo de
Elal y su alter ego, y como <oñuk‘ken>, el personaje de la narración que venció
al cascarudo monstruo <ook‘ëmpanë> (informante Yebes, en relato a
Casamiquela, 1988: 82-83).
En conclusión, de todas estas hipótesis, la que adopto como tesis es que todos
estos nombres deben significar lo propio que *keoken de los protoaónikenk,
que *čeuke(n) de los protogënëna,941 y que xow-kon de los onas: ―Luz-brota‖.
Obviamente corresponde a un arcaico nombre protochon del Sol y del Dios
Solar. Y entonces, sus probables cognados o:uk‘en y wekne significan- o
significaron- lo propio, como hemos visto en el primer capítulo.
que wekne no sería otro que el propio Elal- aunque Siffredi (1968 b: 157)
interpreta la información literalmente y cree que son distintos, y que la
decadencia del primero habría llevado a una superposición de las
características de uno y otro,942
que <Sintalk‘n> es su hijo,
y que éste a su vez se identifica con el puma.
y nota 59). Lo que nos proporciona la información de que o:uken era además
un oráculo.
Y me recuerda a las ―bolitas de tierra‖ que mencionan Arms y Coan en 1834
(en Coan, 2007: 201), que refieren que eran usados ―de la misma manera‖ que
la imagen que poseía María, es decir, que el ―Cristo‖ de María. Y, por lo tanto,
es equiparable a los <Camalasque> descriptos por Viedma. Una vez más,
kamalačkə, es decir, el ―Hijo del sol‖, es identificable con Elal, en este caso por
medio de su alter ego o:uk‘en.
Recordemos también que Ana María de Yebes relató a Bórmida y Siffredi
(1969-1970: 235 y 236) la historia de la patrona de las t‘ĉoion, quienes, por no
tener hombres que cazaran, salían de noche y les robaban la comida a los
tehuelches. Hablaron con el wamenk o brujo, que hacía de intermediario entre
ellos y <Oñuk‘en> -como ocurría también con el gualicho. <Oñuk‘en> se
convirtió en una bolita –―juguete de chico‖, ―bolita para jugar‖– y cuando la
patrona lo levantó, o:uken se volvió hombre y se la llevó, terminando con el
problema, al convertirla a su vez en una bolita y guardarla en una bolsa, lo que
motivó el continuo llanto de la prisionera. Al mes la liberó y se hicieron
amantes. Como variante, leemos en el Capítulo XV (p. 312) que o:uk‘en estaba
convertido en rueda o hilador, y que luego de volverse hombre convirtió a su
vez a la reina o patrona en hilador y la echó en una bolsa, pero como lloraba
mucho la soltó y se casó con ella. Es el oráculo en cuestión, una piedra, bolita
o rueca sagrados… en cierto sentido, equivalente del kamalaške de los
téushen que conociera Viedma, o del Cristo de María. Y no es entonces casual
que se tratara del mismísimo o:uk‘en, el propio Alto Dios descendido.
Según la informante, la ruedita o hilador o rueca se llama <ténoken>, en donde
la segunda parte parecería en principio correponder al nombre o:uken. Sin
embargo, el nombre de la rodela para el huso en AA, <téenok> según
Ameghino y <tänuk> según Lehmann-Nitsche en Tsn nos aclara el tema. El
parecido del final de la palabra con el nombre del personaje ha de ser casual.
En cambio, el nombre de la rodela o tortera para el huso era <táatenoen> en
Tsn, tal como la recogiera Ameghino (todas las variantes en Lehmann-Nitsche,
1914; 256). Luisa Pascual, informante de Priegue (2007: 213) aunque era de
estirpe aónikenk, la llamaba <tat-tenuen>. En el Diccionario Geográfico (1942:
224) se anota el topónimo chubutense Tatinhue, hoy olvidado, pero de igual
significado, para un sitio al este de Gangan y cerca de El Chacay,
departamento Telsen.
Una variante del dios shelknam xǝuk‘ǝn es la documentada por Beauvoir, como
dijimos, <Jhow‘n>/<Jowén>, correspondiente a <kon> =Dios bueno de
Borgatello (a: 197, en Gusinde, 1982-1991, II: 462), <Joön> (Bridges L., 2005:
418). 943 Sin embargo, como veremos en el capítulo dedicado a la mitología y
religión onas, creo que, en una suerte de etimología popular aborigen, al
olvidarse el significado original del vocablo, fue asociado a la palabra kuan=
cazador, procurador, señor, dueño,944 con o sin el adjetivo kon= grande- que da
la variante kuan-kon= cazador grande, gran cazador. De manera que la palabra
xǝuk‘ǝn= Dios, señor, fue asociado al título honorífico otorgado a los cazadores
muy hábiles. Recuérdese que tanto Elal como su gran amigo y alter ego wekne,
eran precisamente grandes cazadores.
Se trata, desde luego, de mismo Señor –o Señora- de los Animales descripto
entre otros pueblos primitivos (ver Slotten, 1965, XXXIII (4): 293-302). Lo
hallamos representado, entre los aónikenk, en el héroe Elal y el dios/diosa
se:ĉo, originalmente el mismo ente; entre los gënëna a këne en el dios yiškalau
o amkənek, en el dios/diablo gamakia y su contraparte femenina gamakiaĉəm,
en el mítico ser yahmok –una piedra sagrada, ―la vieja‖ dueña de los guanacos
en Yamangoo, pero también, según Claraz (2008: 211) habitante de las aguas
surgentes, y por lo tanto comparabale a agsčəm/axčən y a yiškalau- y en el
monstruo eλengašən; y entre los shelknam, en el héroe/antihéroe kuanyipə.945
Nos detendremos un poco sobre la interesante figura del Señor de los
animales, resumiendo los puntos fundamentales que lo caracterizan, obtenidos
de la Enciclopedia Británica on line:
Entre los pueblos ken, cuando menos, este ser comparte atributos y se
confunde con el Dios Supremo, un ente luminoso- generalmente identificable
con el sol y/o con la Luna. Así, xuek‘en es Dios, y wekne es un alter ego del
héroe Elal, que a su vez es el Alto Dios caído t‘ĉu:ȓ, y es además identificable
con o:uk‘en, personaje de un cuento que no es otro que el mismo dios xuek‘en
descendido, y alter ego de se:ĉo, un dios creador de hombres y animales. Entre
los gënëna a këne, gamakia es a la vez un dios solar y el Señor de los
Animales, como lo es su contraparte femenina gamkiačǝm, y eλǝngašǝn es
―hijo del Sol‖ y Dueño de los Animales. Por su parte, lo dije ya, entre los
shelknam, el Dueño de los Guanacos era el héroe-anihéroe kuanyipǝ- que
comparte ciertos rasgos con kȓǝn, el triunfante Sol Menor. Todo lo cual será
demostrado en su momento. Por ahora bástenos saber que, según Gusinde
(2008, I: 185, nota 18), tanto Coiazzi como Borgatello decían que <Akelkwóin>
era la madre del hombre-sol. Se trata de la madre de kuanyipǝ. Aunque que
Gusinde considera un error a tal afirmación, es interesante el dato, pues lo que
ya sabemos sobre la mitología de los pueblos ken apunta a que ambos
misioneros tenían razón. Es decir, kuanyipǝ era un ser solar.
Volviendo al párrafo que originó esta digresión, traduzco el nombre del
xuek‘en/o:uk‘en de los aónikenk, y <Kubejeken> - en fonética, kuexeken – de
los téushen- y su equivalente xow‘kon/xown-kon de los onas como ―Fuente de
637
luz, sol‖. Pero entre éstos últimos, ya olvidado el significado original, fue
reinterpretado como kwan-kon= Cazador-grande. Otros apelativos del Alto Dios
como <Kon>, que aunque derivaría de *kənə, nombre pK del Sol, fue
posiblemente transformado por la etimología popular aborigen en kuan el
Cazador; o šion-kon, que significaría originalmente ―Cielo-Luz‖, fue convertido
en šion-kwan ―Cielo-cazador‖= ―El Cazador Celestial‖, luego devenido šion-kon.
Los gënëna a këne conservaban en la memoria el nombre del dios luminoso
yiškalau, aunque habían olvidado la etimología del mismo – ―Luz-brota‖, ya
vista, en definitiva, ―sol, estrella‖, cognada con šakalelú= estrella en GI. Es un
ser que comparte características con el caído dios elel de los puelches del siglo
XVIII, y que entre otros atributos era, como el dios gamakia o su contraparte
femenina gamakiaĉəm, el ―dueño de los animales‖.
Recordemos que, según lo vimos en el Capítulo 1, José María Cual
(entrevistado por Bórmida y Casamiquela, 1958-1959: 189-192) refería que
había tres entidades a las que se le rezaba antes de salir de caza:
Veamos un cuadro sobre los Dueños de los Animales para los pueblos ken:
creador yahmok950
Héroe/Antihéroe Elal951 kuanyipə eλəngašən
Conocido es el hecho de que, para los tehuelches y los onas, los animales
antes eran personas, y muchos de ellos se contaban entre sus antepasados...
en cierto sentido, eran animales totémicos.959
Elal levanta a gošɣe en el aire para Las flechas de Elal crean obstáculos al
que no pueda apoyarse en la tierra y paso de T‘kauȓ.
allí lo golpea y vence.
También son muy semejantes las historias de šintalken y t‘kauȓ, por lo que en
principio pudiera identificarse al uno con el otro, en una reiteración o calco de
mitemas.
Elal cae al suelo, pero se recupera y t‘kauȓ cae al suelo, pero se levanta
se levanta a pelear con <Sintalk‘n> enojado y persigue a Elal
Los pumas atacan e hieren a ambos, Las flechas (inventadas por Elal)
pero son ahuyentados por el fuego de crean obstáculos al paso de t‘kauȓ. Elal
los hombres (creado por Elal) da una patada en el suelo y crea la
selva o monte de espinas como
obstáculo para t‘kauȓ 961
Elal vence a <Sintalk‘n> y le abre el Elal vence a t‘kauȓ haciendo que se
pecho, devorando su corazón. abra el vientre con espinas, de las que
quedan colgando los intestinos
Elal es aclamado como héroe de los Elal vive en paz con sus amigos los
chonke. chonke, hasta el momento de su
divinización.
Aunque los puntos de concordancia de ambos relatos son varios, vemos que
no son tantos como en el caso de las dos batallas anteriores que librara Elal.
Es que, lo veremos más adelante, la identidad de šintalk‘n es otra, según creo.
Adelantaré que, en parte, las semejanzas en los mitemas se deben a que en el
fondo están narrando, ambos mitos, la eterna lucha entre un padre y su hijo.
Pero no se trata, considero, del mismo padre y el mismo hijo.
Hijo, y que éste es un apodo que se le dio al héroe, para mencionarlo con un
eufemismo, evitando por respeto decir su nombre real- como en el segundo
mandamiento bíblico.
Lo propio ocurría con <Temáukel>, el Dios Creador de los shelknam, que
según Gusinde (1982-1991, II: 465, 471; 2008; I: 34, 39-40), no podía ser
mencionado –al menos, no en cualquier momento- y, para referirse a él, lo
hacían con circunloquios o eufemismos, como ―Aquel‖, ―Aquel - allá‖ o ―Aquel-
allá-arriba‖.962 Sin embargo, creo haber demostrado en un artículo literario
cómo temáukel/pemáukel y variantes significan precisalmente ―Aquél Allá
Arriba‖ (ver Williams D, 2009 a, y el capítulo dedicado a los mitos onas en otro
tomo de esta obra). De donde deduzco que a su vez era un apodo o
eufemismo, para evitar pronunciar otros nombres, uno de los cuales podría ser
nuestro ya conocido xou-kon y variantes… pero, como he dicho antes (Williams
D, 2008 l), creo que el antiguo nombre del dios era el de una entidad solar: *šel,
que se conserva sólo en el gentilicio de los propios shelknam y en el nombre de
šo:ȓt, el espíritu maligno del háin-aunque es cognado con muchas palabras que
significan ―luz‖, ―agua‖ y fuentes de alguna de ellas.
Se trata de una de las variedades de tabú lingüístico más frecuentes: 963 la del
nombre de la divinidad- otras los son son los nombres del demonio,964 la
muerte o los nombres de los muertos- este último ampliamente documentado
entre los aónikenk- animales peligrosos o mágicos o asociados al demonio o la
mala suerte, las excretas, el sexo o los órganos genitales, etc.965
En el caso de t‘ĉu:ȓ/Elal, desde luego, con el tiempo el apodo –Elal- fue
reemplazando al nombre – t‘ĉu:ȓ - y éste cayó en desgracia, arrastrando
consigo a la entidad que representaba, hasta terminar, como he dicho, siendo
sólo un enano maligno que fabricaba bolas en los cañadones entre los gënëna
a këne, o un antepasado de los hombres destruido por la tierra al darse vuelta
entre los aónikenk. Pero en épocas históricas tenía aún mucha fuerza, y lo
documentan los misioneros con su čahue٨i entre los poyas, el Alto Dios
prototehuelche septentrional *tzual y sus compuestos – <Pepichel>,
<Atketzual>, <Depetzual>, <Atǝk a tzual> y variantes. Para la época de
Gardiner este Dios era aún <Tchur> entre los aónikenk, pero sólo como
segundo nombre del habitante del sol, <Kek-a-once>, que no, como se ha
visto, creo que no es otro que keoken el Sol, personificado en Keokenke= (el)
Solero.
En el caso de se:ĉo, conservó algún prestigio como creador, aunque hacia la
primera mitad del siglo XX ya comenzaba a perderlo, para ser no ya el sol, su
hijo o su habitante, sino la luna, con una función secundaria, limitada al control
de la entrada al corral de los muertos. Función importante, sin dudas, pero ya
no la de Alto Dios. Algo he adelantado sobre este tema en los artículos Elal, el
héroe tehuelche, y otros nombres del Gualicho y ¿Qué significa el Gentilicio de
los shelknam? (Williams D, 2008 k y l).
Además, el čawe٨i de los poyas era recordado por los aónikenk como taλuλi, el
esposo de agsĉən. Casamiquela (1988: 120) compara al enano <tachul> con
dicho taλuλi . Un ser maligno… mejor dicho, malignizado, o acentuada su fase
maligna hasta hacerse exclusiva, sin rasgos benignos en absoluto.
A su vez, vemos que, según el testimonio de Sánchez Labrador en 1772 (1936:
67), Elel era el ―Príncipe de los Diablos‖ entre los ―Serranos, Puelches,
Patagones o Thuelchus‖ – es decir, entre dos grupos de tehuelches
septentrionales, por un lado, y los tehuelches meridionales, por otro. Obsérvese
645
que tradujera el nombre del mismo como ―Cristo‖-el Hijo de Dios. Como se ve,
lo propio que kamalaške, el Hijo del Sol-Dios.
Pero la adoración de las máscaras tiene raíces muy profundas y,
probablemente, muy antiguas entre las etnias del grupo ken- y los de todos los
pueblos del mundo, en realidad. Es interesante leer lo que dice Chapman
(1986: 132 y 145) al describir el hain entre los onas:
primitivo del nombre de teo era ―nube/s‖. Sin embargo hemos visto que
también puede relacionarse con los términos para ―nieve‖ y ―lluvia‖. De donde,
como en el caso del apodo Elal, y probablemente en el del nombre de su padre
nošt‘ex, son los idiomas onas los que vienen en nuestra ayuda, conservando el
antiguo significado protochon de mitónimos tehuelches.
Esto en cuanto al análisis lingüístico. Vamos a algunos puntos mitológicos.
Según José Quilchamal, informante de Casamiquela, la madre de Elal era
guanaca, lo que ha hecho pensar a dicho autor que el padre había extraído a
Elal en estado fetal para orearlo y comerlo, como se hacía con los fetos de los
guanacos-hembra; y el estado de ―lamidad‖ de la madre le parece coherente
con el hecho de que el padre de Elal la mató y carneó (Casamiquela, 1987 a:
67, nota 22). No profundizaré en el tema, por creer que faltan sustentos
lingüísticos y míticos para ello.
Recordemos, por otro lado, que Casamiquela (1987 a: 79) afirma que ―el padre
de elal –héroe divino de los tehuelches meridionales e incluso considerado en
general como su generador- es hijo de una figura ctónica directamente
sindicada como el ―diablo‖. Es decir, se olvida el origen divino de nošt‘ex- un
ser celestial caído- para enfatizar sólo el lado maligno del Alto Dios original que
originalmente fuera, en el conocido fenómeno de ―ángel caído‖ que sufren
muchos dioses en la mitología de todos los tiempos y lugares para originar a
los demonios.
En cuanto al nombre del brujo t‘kauȓ, que vimos no era otro que el propio
nošt‘ex disfrazado, hallamos en Molina (1967: 93) que la palabra <taka:urr>
habría sido recogida por Moreno como significando ―brujo-adivino‖ en
méchanwen. No me consta la cita de Moreno.969 En cambio, creo que Molina
pudo deducir el significado del hecho de ser t`kauȓ un brujo- no creo que fuera
en cambio malinterpretación de una información de los nativos, pues de sus
escritos y vocabularios se deduce que conocía los trabajos de Llarás Samitier.
Ya analizaré, en un capítulo especial dedicado a los mitos marinos, la
semejanza del nombre del brujo con el nombre de su alter ego gošɣe, con la
palabra del AA go:s y variantes= ballena, y el topónimo septentrional k‘awarš y
variantes. A su vez, creo haber demostrado que, tanto en AA como en SCh-
como en los idiomas indoeuropeos- la palabra para ―ballena‖ proviene de
aquellas que, respectivamente, denominan al ―viento‖ y al ―aliento‖. Por otro
lado, existen evidencias, como veremos, de que t‘kauȓ –y por lo tanto nošt‘ex
era nada menos que... el mismísimo ko:č. Nada más atrevido que esta idea,
creo, dentro de las tantas que he expresado en este trabajo. Sin embargo,
tanto las evidencias lingüisticas como las que surgen del análisis del mito
apuntan a confirmar la idea. Ya lo verá el lector.
Uniendo todo con la idea de que el nombre de gošɣe se relaciona con el
nombre de ko:č el Cielo y Deus Otiosum... me atrevo a proponer que el nombre
de t‘kauȓ es cognado con el AA go:š = ballena, a su vez derivada de la palabra
―viento‖, por las razones ya expresadas.970 Estudiaremos mejor el tema al tratar
los mitos marinos entre los tehuelches en otro capítulo.
como sabemos. Sin embargo, según Llarás Samitier (1950: 179), ko:č fue el
creador de las fieras, ―de las cuales la única que enfrentñ repetidas veces a
Elal fue el puma‖. Su nombre ha sido identificado desde siempre con aquél del
cielo, que es, tal cual, ko:č y variantes, sin necesidad de citas.
Poco hay que decir con respecto a esto. Pero la duda es la base de toda
investigación. Quien no dude, apenas logrará avanzar en sus conocimientos,
tanto menos descubrirá cosas nuevas. Por lo tanto, he examinado los
vocabularios, abriendo los ojos a la posibilidad de que la traducción sea otra.
He hallado así las siguientes palabras semejantes al nombre en estudio:
<Kosh‘>/<cos‘oi> = grito, <kosh‘uennk>= gritón, <kosh‘osh>= gritar, <gō-osh>=
dulce (Schmid, 1910 a: 32), <ko‘osh>= dulce (Moreno, 1997: 404 y 407),
<kuorrsh>= canto (Schmid, 1910 en Molina, 1967: 94); <koersh>= amar, querer
(Molina, 1967: 154); <osh> = querer (amar) para Lista (1998, 2: 174);
<kohesh>= querer, <kohoshk>= amar, <kokà>= amo, <kohongh>= querido,
<kohonshkinya>= quería yo, <koshùs> = balar, <kuarrhs> = cantar, <kuornk>=
cantar (Beauvoir, 1915: 188), <koochpen> =primero, el que camina adelante
para Beauvoir en shelknam.
Hay más, sin dudas, pero la muestra basta para ver que en lingüística, el
aferrarse al intento de demostrar una idea preconcebida puede llevarnos por
caminos muy dispares. Uno podría tomar el camino de intentar demostrar que
ko:č significa ―el amado‖, o ―el dulce‖, ――el grito‖, ―el gritón‖, ―el cantor‖, ―el
canto‖, ―el primero‖, etc. Casi cualquier cosa puede ―demostrarse‖ en
lingüística, si el investigador lo desea, y si busca en los rincones más ignotos
de la lengua en estudio.
De todas maneras, veremos cómo algunas de estas palabras son cognadas
entre sí, por un mecanismo conocido como extensión semántica. Tal el caso de
ko:čpen= primero, una palabra asociada a las ideas de ―punta, extremo,
adelante‖, como el caso de la palabra <kosh>= cara y <kóchel>= frontal en SCh
(Beauvoir, 1915), <cochell>= vincha en AA (Moreno, 1997: 412) y el protoken
*houȓ= punta-origen de palabras en SCh y AA que significan ―diente, dedo,
nariz, brazo, pierna, punta de cuchillo, hueso, pluma, vidrio, botella‖, etc., que
se asocian a la idea de ―arriba‖ y de cielo, cf. ko:č= cielo en AA. Y hay muchos
términos cognados más, que ya estudiaremos.
Me quedo con la idea de que la traducción de como ―cielo‖ es la más correcta,
y suena lógico, pues hemos visto que, como en toda religión primitiva, los
elementos naturales eran asociados a dioses o entes míticos: el Sol y la Luna
eran dioses, con varios nombres cada uno; se:čo era una estrella o el propio
sol o la misma luna; t‘elux el lucero era la hija del Sol y de la Luna; su alter ego
kaȓo era Marte, etc. A pesar de muchos investigadores más modernos que
afirman lo contrario, Ernst Siecke (1892), y su continuador Eduard Stucken
(1907, en Astralmythen, o Mitos Astrales) tenían razón, creo: los mitos parecen
tener su origen en la astronomía, o cuando menos, así ocurre con una gran
parte de ellos.
Pero tengo razones para creer que existió un muy antiguo nombre del Sol en
protochon, que era la palabra ya mencionada: *houȓ, que dio origen con toda
probailidad al vocablo y mitónimo ko:č. Se conserva también en el segundo
vocablo primario del Dios patagón <Setebos>, o sea seteu:š- probablemente,
setǝ-houȓ en su origen- y en el vocablo primario de mitónimos compuestos del
Dios aónikenk ušua, uš-amkenk, ušuanko, también estudiados.
651
Tan interesante es todo esto… así como la ya estudiada relación que surge del
análisis lingüístico-mítico de la semejanza entre el nombre de ko:č y el de
ciertos gigantes malignos, como t‘kauȓ, gošɣə, y uno de los nombres de la
ballena, a saber, go:š y variantes. Algo que ya he mencionado, pero sobre lo
cual profundizaré en el próximo capítulo, y en otro especial dedicado a los
mitos marinos, que espero publicar en un próximo tomo.
Podemos pasar ahora a profundizar en ciertas sorprendentes conclusiones
sobre el mito de Elal y sus parientes. Será en el próximo capítulo.
652
¿Conclusiones inesperadas?
Desde luego, el título de este capítulo implica que las conclusiones a que las
he llegado no sólo podrían ser inesperadas para el lector, sino que lo han sido
para mí mismo. De algunas de ellas no me quedan dudas, de otras sí. Será
cuestión de que el tiempo, la reflexión y la opinión de lectores y estudiosos del
tema las pulan. Como sea, espero que el lector interesado disfrute tanto de
este capítulo como yo lo he hecho escribiéndolo.
―Estos indios son dignos del esfuerzo que realiza nuestra Sociedad con
su obra misionera. No poseen un entendimiento desarrollado en cuanto
a religión; Dios –el Supremo Hacedor de todo lo creado- es para ellos un
desconocido. Tampoco mantienen culto alguno ni se preocupan por la
existencia de un Ser Supremo. Los he observado atentamente, tratando
de descubrir algún rastro de ceremonia religiosa en sus actos, pero sin
llegar a identificar nada que pueda considerarse como tal‖.
Sin embargo, luego rescata el acto de inhumar a los muertos con sus bienes
personales.
Otro caso extremo del desconocimiento de la vida religiosa y cultural de este
maravilloso pueblo –entre otros que citamos en esta obra- puede verse en los
comentarios de Ibar Sierra (1878: 632; 1939 en Argentina Austral, 1984, 3: 188
y 192), que aseguraba que el idioma ―patagón‖ era:
¿Cómo podía Ibar Sierra llegar a saber en tan poco tiempo algo sobre una
religión difícil de captar, pues sus cultores la ocultaban a los extraños? El Dios
existía, era -inicialmente- tanto el ―principio bueno‖ como el ―otro malo‖, como
sagazmente observara D‘Orbigny, y no era inmune a los actos de los hombres:
podía y debía ser propiciado, pues, a semejanza del Dios del Antiguo
Testamento, de otra manera podía causar daño o, cuando menos, no otorgar el
beneficio solicitado. Era un dios vengativo, como Jehová - otro dios primitivo-
pero que, como éste, podía ser muy bueno si se lo complacía. De allí a que no
se le rindiera culto ni se lo propiciara, hay un trecho muy, pero muy largo: lo
que ocurre es que no se lo hacía frente a los no iniciados. Evidentemente,
también la impresión de una supuesta ausencia de tradición y leyendas cae por
su propio peso.
Aunque Casamiquela dice (2006: 60), refiriéndose específicamente a los
aónikenk ―... que no hay testimonios ni de culto ni de propiciamiento del
Maligno entre ellos‖, no todos los autores concuerdan. He ya citado a Musters y
a Hughes describiendo el ―rezo‖, o el propiciamiento de los tehuelches frente a
la roca Geylum. Y Coan (1880: 173, traducción mía del inglés; 2015: 127; 2007:
113) describe una ceremonia realizada por el cacique al que llama ―Capitán
Louis‖, a quien el traductor y autor de las notas, Arnoldo Canclini, no pudo
identificar, ni yo tampoco:
Algo semejante refería Archie Halliday, malvinense hijo del colono británico
William Halliday y de su esposa malvinense Mary McCall (según Mainwaring,
1983: 147, traducción mía del inglés, comillas entre comillas en cita de diarios
notas y cartas conservadas por Mabel Halliday, 1890 et seq):
―‖Cierta vez, un indio con quien los Halliday estaba cazando desmontó
repentinamente, cortó parte de las crines de su caballo, la enrolló en
forma de pequeña bola y la enterró cuidadosamente entre unos
arbustos: ‗Cuando Archie preguntñ qué estaba haciendo, el indio se alejñ
de a caballo y no volvió jamás a hablar con un Halliday‘‖
―No conocimos nada que pudiérmos llamar ‗culto‘, aunque nos dijeron
que en la primera aparición de la luna, a menudo se tocan la nariz, la
boca, ojos, etc., y, señalando a la luna, dicen algo que parece ser una
celebración de esa luminaria. También se dice que María tiene una
pequeña imagen que exhibe ocasionalmente y perforando su carne hace
fluir la sangre y que que algunos de ellos tienen bolitas de tierra que
usan de la misma manera; hay ceremonias similares con sus pipas, etc‖.
Dos comentarios:
En tal sentido, los únicos observadores directos que, con gran penetración,
alcanzaron esta conclusión fueron, hasta donde sabemos, el propio D‘Orbigny,
y, antes que él, Viedma (1782 en De Angelis, 1974, VIII B: 954). Este último
refiere, como vimos, que los ―Patagones‖, quienes hoy han sido catalogados
como pertenecientes a un grupo téushen, creían en:
La primera ―potencia‖ no era otro que ko:č, un verdadero Deus Otiosus para las
épocas históricas, al menos para los aónikenk- su cercanísimo parentesco
étnico-lingüístico con los téushen permite suponer que el dios Cielo lo era para
ambos; la segunda era el Gualicho, realmente una versión tehuelche del dios
Abraxas- benigno/maligno -de los gnósticos basildeanos alejandrinos, como,
creo, lo era en su origen el Dios juedocristiano.
Esta dificultad del llamado pensamiento ―moderno‖ para aceptar la unicidad del
dios del bien y del mal reside en parte, para quienes tenemos una educación
judeocristiana, en la diferenciación que nuestra cultura hace entre Dios y el
Demonio – aunque éste sea un ángel caído, proveniente de Dios, en mi
opinión, como veremos en otro trabajo en preparación, la palabra ―diablo‖ y sus
sinónimos indoeuropeos significan ―cachorro de Dios‖.981 Pero también influye
en la aceptación de la idea el hecho de atribuir a ko:č ser el dios bueno, y el
Gualicho y sus equivalentes el malo, cuando el mito aclara bien que, una vez
657
Por otra parte, se observa que, aunque según la mayoría de los mitos la
creación del mundo es patrimonio de ko:č, con una segunda fase a cargo de
se:čo, creador de los hombres y de los animales, la enseñanza del uso de las
armas a los hombres sería atributo de Elal, en la interpretación de Hernández
(2001: 42-43), y sabemos que Elal proporcionó el fuego a los hombres. Es
decir, habría sido Elal quien realmente los hizo hombres.
En otras versiones –incluso la más antigua que conozco, que es, insisto, la de
Lista (1998, 2: 131 y 134)- Elal es el directamente creador de la raza humana o,
cuando menos, es el creador de los tehuelches,986 o, directamente, su
progenitor en la versión de Hughes (1927: 68). Lista no duda, incluso, en
calificarlo como ―autor del cosmos‖ (p. 131). En cambio, el nombre de ko:č, el
supuesto creador del mundo en las versiones má conocidas, no es mencionado
por este autor. Evidentemente, como opina Llarás Samitier (1950: 176), puede
haber faltado profundidad en sus averiguaciones, pero no olvidemos que, por la
época de Lista, ko:č ya había perdido prestigio, el recuerdo de su papel como
padre de Elal y su asesinato por éste había sido reprimido, y estaba en camino
de ser olvidado.
Siffredi (1969-1970 en Casamiquela, 1988: 115) reseña la aparente
contradicción en la figura autora de la tierra y de los hombres, pues diferentes
informantes la identifican tanto con el alto dios como con el mítico héroe Elal,
hecho que interpreta como transferencia de atributos de aquél a éste, en el
contexto de lo que remarca Hernández (2001: 17): que los héroes siempre
tuvieron más prestigio que los altos dioses. Creo que, más que como
transferencia de atributos, debe entenderse como un reemplazo total o parcial,
pues en el caso del Dios creador ko:č, una vez terminada la creación se va al
horizonte, sobre el mar, para vivir allí sin cuidarse de su obra, excepto cuando
interviene para cambiar o predecir el destino de Elal, anunciando que será más
poderoso que su padre.
En este contexto, los tehuelches explican indirectamente la mencionada
transferencia, pues en realidad ko:č no predice sino que afirma lo que Elal va a
660
El asesinato de Kóoch
He dicho que cuando ko:č se aleja del mundo que ha creado, lo hace hacia el
este, al otro lado del mar, y desaparece de los relatos. Dije también que su
única intervención posterior es cuando decide el destino de Elal. Pero…¿qué
ocurrió realmente con ko:č?
Sencillamente, como he adelantado, creo que ha muerto, pues, como todos los
muertos tehuelches, ha cruzado el mar, hacia el este: ha vuelto a la región
original de la que, tanto él como los animales y los hombres provenían. Lo
propio ocurrió luego con Elal, al terminar sus tareas en la Tierra… ya veremos
que hasta es posible que, él también, haya muerto asesinado.
¿Y cómo puede haber muerto un ser que preexistía a la creación del cosmos,
que antes era eterno, o, más bien, que vivía fuera del tiempo y del espacio?
Existe un mito que forma parte del ciclo de Elal, que arroja una luz inesperada
sobre la historia del ―alejamiento‖ de ko:č. Se trata de la muerte de t‘kauȓ,
repetida – lo hemos demostrado- en la de su alter ego gošɣe.987 Analizaré sólo
algunas circunstancias de estos mitos:
ko:č se ha retirado hacia el este, más allá del mar, para permanecer
indiferente a su creación: sólo ha intervenido una vez más, para
modificar el futuro de Elal, mientras éste estaba aún en el vientre de su
madre.
este final del Dios creador, y la semejanza de su nombre con el de go:š
la ballena, y los de gošɣe y t‘kauȓ permiten asociarlo al padre de Elal. La
semejanza- ya mencionada en el capítulo 2 y unos párrafos atrás- con el
nombre de kawe y el topónimo kawarš y variantes y la historia del lobo
marino castigado también permiten redondear la idea. Veremos más
sobre el tema en el capítulo dedicado a los mitos marinos, en un próximo
tomo.
Todas estas ideas son rastros o pistas que apuntan a que estamos asistiendo,
una vez más, al parricidio original, al asesinato del protopadre sostenido por
Freud en su monumental Moisés y la religión monoteísta (1993), extendido a un
verdadero teocidio: el asesinato de Dios. Algo que los hombres niegan desde
siempre, en todas las culturas, pero que se hace prístino si reelaboramos la
historia uniendo las pistas. Cuando menos, así creo que ocurrió con la
mitología de los aónikenk.
Por su parte, Eliade no ha hallado mitos sobre la muerte de Dios, pero sí ve
que, en muchas culturas, Dios se transforma en un deus otiosus –como le
ocurrió a ko:č. Dice Eliade (1974: 175 y 176)
Y continúa con ejemplos de otros lugares del mundo. Párrafos más adelante
(p. 103), prosigue:
Nos importa aquí la frase que atribuye a los ―Hijos del Sol‖ la propagación de su
propio culto a la par que ―los principios esenciales de la civilización‖. Esa cita
de Eliade es usada también brevemente por Castellan (1966: 61), que la
parafrasea diciendo los ―Hijos del Sol‖ son ―los héroes tesmñforos que, a lo
largo de grandes periplos habrían expandido por la tierra, junto con su culto, los
principios esenciales de la civilizaciñn‖.
Más adelante (p. 69), Castellan mismo se refiere al papel del Sol como
mediador entre la Divinidad y los ―seres del mundo sensible‖. Es decir, como
representante del Alto Dios o Dios Supremo. Leyendo a Stobeo (II; 14), deduce
(p. 75):
―El Sol resulta para Stobeo una copia del Dios creador
supraceleste cuya acción imita. Así como ese Dios ha creado de
una vez por todas el Universo, el Sol crea los animales, produce
los vegetales y preside el soplo de los vientos‖.
Y otra:
―Elal es el que hizo todo. Fue el que nos hizo a nosotros y nos dijo
cómo teníamos que hacer nostros, los Indios. Los Indios, por
ejemplo, y parece que todos los demás seres, deben ser como un
dios. Así fue Elal; es una cosa más grande que todas las cosas.
Era un dios‖ (Rufino Ibáñez, Camusu aike, 1963, Bórmida y
Siffredi, 1969-1970: 224).
siendo ―reemplazado por una entidad nueva propia del ciclo tesmofñrico‖,
según lo expresa José Imbelloni- firmando como ―el Director‖, pues dirigía la
revista antropológica Runa- en nota al pie del trabajo de Llarás Samitier (1950:
177, nota 21). Una imagen que Eliade (1974: 35) denomina ―el mito del
enajenamiento del Dios creador y su progresiva transformación en un deus
otiosus‖.
Lo mismo le ocurrió a Ouranos en la mitología griega. Las analogías con los
mitos tehuelches son notables: por empezar, urano significa ―cielo‖, como ko:č,
y lo propio significa su nombre en latín, Caelus. Era esposo de Gea, la Tierra, a
quien cubría cada noche y procreó con ella a los titanes, entre ellos Cronos, el
Tiempo. Recuérdese que, en los mitos tehuelches, he identificado a t‘ču:ȓ/Elal
con šoȓ el Tiempo, no hijo sino esposo de teȓns la Oscuridad, identificable a su
vez con tem, la Tierra, madre de los Espíritus del Mal.
Cuando Cronos creció, instado por su madre, castró a Urano, y lo encerró en el
Tártaro, el mundo de las profundidades y la oscuridad. Entonces, Cronos supo
que tendría un hijo que a su vez lo vencería, por lo que, como intentara nošt‘ex
con Elal, comenzó a devorar a sus hijos. Lo hizo con los primeros cinco. Pero
su esposa Gea ocultó al sexto, que era Zeus. Éste creció y venció a Cronos, y
reinó en el Olimpo. Notable también es que Zeus significa ―dios‖, pero la
palabra provendría del vocablo *dyaeus- que en protoindoeuropeo significa
―brillo‖... lo propio que t‘ču:ȓ, el nombre original de Elal.
Las semejanzas con la historia de Elal siguen siendo notables, aunque hay
desplazamientos en los protagonismos:
Realmente, faltó muy poco para que los dos investigadores descubrieran la
verdadera identidad del padre de Elal-y de paso confirmamos que otro apodo
del mismo era okəmpanə/okopan, y recordemos que, según vimos, nošt‘ex y
gošɣə eran hermanos… lo que en mitología a veces significa que eran
complementarios, incluso suelen ser uno el alter ego del otro. Y parece ser lo
que aquí ocurría.
Casamiquela (1988: 124) escribe:
Con respecto al deus otiosus, aquél que para nosotros sería ko:č, dice:
Para los gënëna a këne, los aónikenk y los shelknam, los hombres eran
originalmente inmortales. Según los primeros, la mortalidad fue consecuencia
de haber matado los humanos al hijo del Sol; según los aónikenk, la causa fue
la violación por parte del lobo marino, que por entonces era aún un hombre, del
tabú de mantener relaciones sexuales, o de emborracharse; los shelknam
creían que el comienzo de la muerte ocurrió cuando el héroe-o antihéroe-
kuanyipə impidió a su hermano mayor, eukmenk o kuanyipə mayor, que se
669
―3º, el lugar de este deus otiosus más o menos olvidado ha sido ocupado
por diferentes divinidades, que tienen en común el estar más próximas al
hombre y le ayudan o le persiguen de una manera más directa y más
continuada‖.
Yo creo que, junto con los dioses alejados y sus nombres, se olvidan sus actos,
que desaparecen en la penumbra de los tiempos, o que, con mayor frecuencia,
son adjudicados al dios que los reemplaza, el dios triunfante- quien los recibe
como parte de sus atributos de nueva divinidad.
Sabemos, especialmente al estudiar los ritos onas, sobre la profusión de
máscaras, disfraces y demonios del hain, de la sociedad secreta que sostenían
los hombres adultos y los ritos a que eran sometidos los iniciandos, y es obvia
la presencia de maestros y sacerdotes en dichos ritos. El templo era la choza
671
del hain. Lo propio, en menor grado, se observa entre los tehuelches con su
kan ahuai o apečk. Pero la mitología asociada con Elal y la riqueza de los
cuentos populares tehuelches poco tienen para envidiarle a aquellas de las
estupendas leyendas y narraciones onas.
Así, hay un dios vencedor, que, como su precedesor, es responsable de todo lo
que ocurre en el mundo, sea bueno o malo. Pero al cabo de un tiempo,
comienza a ser temido, en especial en su fase maligna, por lo que comienza a
dársele apodos que terminan por diferenciarse en distintos dioses, algunos de
los cuales acentúan aún más la parte maligna del dios dual original, y caen,
mientras que otros acentúan la benigna y quedan en las alturas del ―Olimpo‖.
En palabras de Casamiquela, más que una duplicación, lo que ocurre es un
desdoblamiento, con la consecuente atomización de rasgos. Es decir, ya los
dioses y los demonios no son el mismo y único ser, ni siquiera los son los
dioses por su lado ni los demonios por el suyo. A partir de un dios único, han
nacido tanto el panteón como el pandemónium- en la acepción original de esta
palabra.
A veces ocurre que el Dios vencido o asesinado también se maligniza en la
memoria de los hombres, o al menos lo hacen algunos de sus duplicados o
alter egos, como ocurre con ko:č, alejado sin malignizarse, algo que si ocurrió
con gošˠe y nošt‘ex/t‘kauȓ.
En cuanto a la Divinidad Asesinada, Eliade dice lo siguiente sobre ella:
Entre los cambios que ocurren luego de la muerte de esta divinidad, están la
aparición de la sexualidad y la muerte, y el asesinato inspira el escenario de un
ritual iniciático. Este crimen no es vengado, ni la víctima les guarda rencor a los
asesinos.
Tal lo que ocurrió con gošɣə, alter ego de ko:č que devoraba a los hombres,
hasta que el propio Elal se hizo tragar por él y desde el estómago lo mató-
como mató a t‘kawȓ/nošt‘ex, también alter ego de ko:č. Ello apunta a que el
propio ko:č, además de ser un Deus Otiosus, es él mismo una Divinidad
Asesinada.
Aparte de este único rastro mitológico que he hallado del hipotético consumo
ritual de felinos entre los nativos pampeano-patagónicos, hay algunas pruebas
arqueológicas. Existen cuando menos un sitio arqueológico, datado en el
Holoceno tardío, específicamente entre 3400 y 1750 a. C., en donde los
cazadores-recolectores de la llanura pampeana habrían enterrado en forma
reiterada a lo largo de cientos de años los huesos de distintos animales, entre
ellos carnívoros, tanto cánidos como félidos, según hallazgos en el sitio Calera,
cuenca superior del arroyo Tapalqué, centro de las Sierras Bayas, sector
occidental del sistema de Tandilia, provincia de Buenos Aires. Dichos restos
han sido interpretados como ―basura ceremonial‖, es decir, huesos
cuidadosamente enterrados durante ciertos ritos (Politis y col., 2005: 87-90). Es
un yacimiento no lejano de un sitio sagrado -como demostraré más adelante- la
sierra de Curicó. Pero remarco que en dicho sitio había más huesos de otros
tipos de animales que de carnívoros. Y desde el sur de los EEUU hasta el
centro de la República Argentina hay evidencias de que los grandes felinos
eran animales sagrados entre los pueblos aborígenes- es decir, en casi toda la
zona de distribución de estos animales. En esta obra creo poder demostrar que
dicha veneración en una época llegaba hasta el sur de nuestro país.
673
Otro indicio lo aporta más de tres siglos y medio más tarde el misionero Coan,
que convivió con los tehuelches entre fines de 1833 y comienzos de 1834:
674
No está explícito que las vértebras tuvieran signos de haber sido usada la
carne con fines alimentarios, pero se infiere del contexto que eso suponía
Coan. Tal vez, en cambio, fueran restos de un banquete ritual en la época en
que ko:č aún no era un Deus Otiosus.
También los poyas, etnia presuntamente relacionada con los gënëna a këne,
consumían productos del mar:
las ballenas, por lo que no quedan evidencias de dichos cortes en las carcasas,
etc. La autora (p. 104) atribuye esta escasa evidencia del uso alimentario e
instrumental de los huesos de grandes cetáceos a tres factores: menor
disponibilidad del recurso en costas abiertas y expuestas a la constante erosión
marina, que rápidamente disgregaría los restos de una ballena varada, lo que
no ocurre con tanta frecuencia en Tierra del Fuego; menor acesibilidad a la
costa en un territorio continental desértico; y un uso diferencial de los huesos,
que en la Patagonia continental sólo se halla demostrado para la construcción
de chenques. Y, agrego yo, el tabú religioso documentado en épocas
históricas. En otro trabajo (Borella, 2004: 440) describe además la escasez de
restos de ballenas hallados en las costas continentales de la Patagonia,
atribuyéndolo también a la intensa dinámica erosiva de las mareas, que es
mucho menor en la Patagonia insular, en donde dichos restos son mucho más
abundantes. Dicha escasez, agrego yo, disminuye la posibilidad de hallar
restos con evidencia de consumo, y además la propia erosión de los huesos es
mucho mayor y se hallan peor conservados.
Para ilustrar la idea, véase en las Figs. 23-27 varias fotos de restos de
vértebras de ballenas sobre el curso de un arroyo temporario en el
recientemente hallado Picadero del Cabo Dos Bahías, que visité el 11 de enero
de 2021. Allí se ve una cantidad sorprendente de concheros, con
abundantísimas conchas marinas, restos líticos, huesos de lobos marinos y de
otros animales, y muy escasos restos de ballenas. Aclaro que he tomado las
fotos y he dejado los restos en su lugar.
676
Figs. 26-30. Restos óseos de ballena muy erosionados en Cabo Dos Bahías. Enero de 2020.
Fotos del autor
677
meridional del siglo XVI. El ulterior – y también hipotético- reemplazo del felino
por el equino ha de reconocer razones complejas, en parte relacionadas con la
disponibilidad del animal: los jaguares ya comenzaban a ser raros en la
Patagonia en épocas históricas, en contraposición con la abundancia de
equinos. Sin embargo, existían aún abundantes pumas. Pero, desde el punto
de vista mitológico, tal vez el reemplazo se explique porque comenzaba ya la
sustitución de Elal y sus alter egos por su hijo. O, simplemente, porque la
transculturación comenzaba a banalizar el rito, y ya no importaba tanto que el
animal devorado fuera sagrado, como que quien entregaba la ofrenda del
equino a sacrificar pudiera hacer alarde de su opulencia, al ofrecer alimento a
los restantes partícipes del ritual, fuera éste debido a un casamiento, la
menarca de una joven, la perforación de las orejas de un niño, etc. O bien se
usaba el sacrificio del animal, no ya con fines de reverencia, sino tan sólo
propiciatorios, o de agradecimiento… básicamente para evitar un mal o
agradecer un bien, o proteger al iniciando que realiza el pasaje.
Lo cierto es que, aunque Elal es identificable en ocasiones como el Gualicho,
con mucha frecuencia lo es también su hijo, o más bien sus hijos, los gualichos
pequeños- youlel, yaulal, iékelǝn, elǝngašǝn, y otros. Y, en épocas históricas,
los rituales propiciatorios habían comenzado ya a dirigirse al Gualicho. Tanto
es así que, entre los tehuelches meridionales, Elal comenzó a perder su
condición de Dios en épocas históricas. Sin embargo, Lista (op. cit.) lo recuerda
como deidad. También vimos que Schmid (1964: 50, subrayado mío) dice: ―…
entre los patagones existe la creencia en un Ser Supremo, al que llaman Hela y
está casado con la hija del sol‖. Además, los investigadores modernos llegaron
a rescatar, sin destacarlos, algunos testimonios, ya mencionados, que
repasaremos ahora:
En cuanto a los ritos que recuerdan el asesinato del Alto Dios, tenemos entre
los tehuelches la Fiesta del Elel de los pámpidos precursores de los tehuelches
septentrionales, el ken a ahwai de los gënëna a këne y el apəčk aónikenk-
nombre este último que en tiempos históricos también usaban los gënëna a
këne, a veces como apəčk a áhwai, en mixtura aóniken áish-gënëna a íajich.
Lo propio en cuanto al asesinato del Dios Supremo, probablemente, pueda
demostrarse en el caso del hain ona, en análisis que espero realizar en el
capítulo correspondiente.
679
El deus otiosus es sin dudas ko:č. Pero con una diferencia: creo haber
demostrado que él no se alejó simplemente, sino que fue asesinado por
t‘ču:ȓ/se:čo, alias Elal. En definitiva, lo mató un representante de los
hombres, devenido creador de los mismos. Con la particularidad de que
dicho representante era el propio hijo de la víctima, un ser divino por
naturaleza, que además lo reemplazó como Dios. Recuérdese que ―el lugar
de este deus otiosus más o menos olvidado ha sido ocupado por diferentes
divinidades, que tienen en común el estar más próximas al hombre y le
ayudan o le persiguen de una manera más directa y más continuada‖. Esta
última frase de Eliade parece una perfecta descripción de t‘ču:ȓ/se:čo/Elal,
y de su alter ego, el Gualicho. Pero es también una descripción de la
ubicua y proteiforme lucha entre Edipo y Layo.
Como ko:č fue reemplazado por Elal, los ritos iniciáticos que dejara el
primero fueron olvidados. Sumado a ello, el mito de Elal y el asesinato de
ko:č y su alter ego gošɣə -luego convertido en la ballena go:š- y la muerte
de t‘elux y de su hijo ke٨el, según Luisa Mercerat, informante de Bórmida y
Siffredi (1969-1970: 224) probablemente hicieron lo suyo en modificar los
rituales. Incluso los investigadores grabaron un ―Canto de Kéllal‖ al que no
he accedido, y que me interesaría sumamente conocer.
etnográficos. Por su parte, Viedma (en De Angelis, 1972, VIII B: 940) dice
sobre los nativos patagónicos con los que contactó- que eran téushen:
―La caza y la pesca son las mismas que en aquel destino, pero los
indios no aprovechan la pesca, porque ignoran el modo de tomarla, y
carecen de instrumentos para hacerla‖ (Viedma [1780-83] 1972: 940).
D‘Orbigny ([1839] 1944: 270) escribe que ni los puelches ni los patagones iban
nunca a la orilla del mar, ni consumían moluscos. .
Continúa Prates explicando que las únicas menciones de consumo de
moluscos marinos en la Patagonia continental provienen de la costa meridional,
en la actual provincia de Santa Cruz. Menciona a Johan de Areyçaga y
aTransilvano ([1520] 1837, en Embón 1949). Agrega que ―El primero de los
autores también menciona el consumo de carne de ballena‖.
Entonces: ¿por qué se llama a Elal ―hijo del Sol‖ y no ―hijo del cielo‖, como
debiera ocurrir si fuera éste, como creo, hijo de ko:č? Probablemente, y
simplemente, porque en tiempos muy pretéritos las palabras para ―sol‖ y
―cielo‖ –y para ―día‖ eran las mismas, como lo demuestran los términos
téushen šewen= sol y šewenon= luna, cognadas sin dudas con los
términos shelknam kȓən= sol, šion= cielo y kȓən= sol, todos derivados
probablemente del protochon *šə-hen= luz-brota. Lo propio, sin ir más
lejos, ocurre con las palabras latina solem= sol y caelum= cielo, aunque las
lingüísticas no cognitivas, por lo propios límites autoimpuestos, no lleguen
a aceptarlo, por falta de comprensión de la real dimensión de de la mente
humana creadora de las palabras. Por otro lado, como hemos visto, entre
los shelknam el Sol Mayor, <KränākhǺtaĭx>, término tal vez cognado con el
nombre de nošt‘ex, el alter ego de ko:č, fue desplazado en su función de
astro del día por su hijo kȓən, el Sol, mediante las artes de kwanyipə,
parcialmente identificable a su vez con Elal. Además de ser recordado, en
confusa identificación con su propio hijo, en los ritos de pasaje y en los
sacrificios rituales, Elal es probablemente recordado, en confusión similar,
con las figuras de ko٨oŋ y de aXčəm, y en la de los kamalaške. Siendo los
dos primeros máscaras o disfraces, o incluso, en el caso de ko٨oŋ, un
palo tallado, y el tercero una figura de madera tallada cuyo nombre
significa ―hijo del Sol‖, según creo haber demostrado. En palabras de
Eliade: ―...se le hace estar presente al Ser Sobrenatural en estas
ceremonias por medio de una imagen o de un objeto sagrado, que se
considera que representan su cuerpo o su voz‖.
Alguien podría argumentar que el ―hijo del Sol‖ asesinado pudiera ser, no
propiamente Elal, sino ke٨al su hijo, enviado al mar y convertido en el lobo
marino por haber iniciado las relaciones sexuales1008. En efecto, el mismo
cumple entre los aónikenk con el precepto de que su desaparición coincide
con el origen de la sexualidad y de la mortalidad de los hombres, atributo
684
Pero los rituales de pasaje de los aónikenk son muy semejantes a los de
los gënëna a këne, y entre los pampas primitivos del siglo XVIII el el
―homenajeado‖ era el Elel -lo cual apunta a que la Divinidad Asesinada era
el propio Elal, cuyo mito se revive en dichos rituales. Que en principio
parecería el elel o čel de los tehuelches septentrionales y los mapuches.
Salvo que este último fuera distinto que el Elel de los pampas del siglo
XVIII y que el héroe Elal de los aónikenk. ¿Quién? Pues, posiblemente, su
propio hijo ke٨al. Ya analizaremos esta posibilidad, pero he dicho que creo
que ke٨al se habría acostado con su madre t‘elux, y que,
psicológicamente, acostarse con la madre equivale a matar al padre, o
cuando menos castrarlo, como hizo Cronos con Urano, desde que se está
ocupando su lugar. Entonces, indirectamente, la conducta de ke٨al habría
aparentemente causado su propia muerte –simbolizada, como veremos, en
la de šintalkǝn y en su propia transferencia al mar, como el lobo marino-
pero, probablemente, también la de su padre, Elal.
es decir, ―mueren‖, cuando menos como los seres que son, para
convertirse en otros. Y, ciertamente, la malévola agsčen/axčǝm es un ser
lunar, regresando -¿desde la muerte?- para vengarse de los tehuelches.
Tal como su equivalente halpen para los onas.
―La primera muerte sobre la tierra fue un asesinato, y el ser divino que
tuvo que sufrir por primera vez ese destino, y que en casi todas partes
se identifica con la luna, regaló al hombre las plantas y la procreación‖.
por un lado, Elal había matado a los alter ego de ko:č, es decir, a nošt‘ex
-explícitamente, su padre- también a t‘kauȓ y a gosɣə, y aún a su
metempsicosis la ballena go:š, y a su duplicado el cañadón ka:č. Pero,
aparentemente, los aónikenk habían olvidado la identidad entre todos
ellos y el dios ko:č.
donde también iban los hombres muertos, y hacia donde fue también
Elal cuando terminó sus tareas en la tierra… es decir, cuando murió, o
más bien, cuando fue asesinado.
hain. Se trata de un tema para estudiar con más profundidad, pues, como
he ya adelantado, en los mitos de Tierra del Fuego hay además otros
reemplazos de dioses, como el de Pemáukel/Temáukel por čenuke, y el de
éste, hasta cierto punto, por kuanyipə. Lo veremos en un capítulo especial
en un próximo tomo.
―Son distintas las causas por las cuales la esposa de Elal quedó
en el agua; otra de ellas es que la mujer no podía nombrar a su
hijo por prescripción del héroe. El tabú del nombre (tan popular
entre los tehuelches) fue violado;1015 en el momento que lo
nombraron el niño se tiró al mar. Ahora está en el agua con su
madre, es la ‗vaca marina‖.
La autora cita luego otra variante del mito, ésta recogida por Harrington:
Podemos suponer que la leyenda del hijo de Elal conserva este antiguo tabú, el
de no pronunciar el nombre de una persona viva en su presencia, o bien que
691
Es lo mismo que había hecho antes el héroe al quitarle las plumas de la cabeza
al cóndor luego de derribarlo a flechazos, y los cuernos al toro y el cogote al
guanaco que había matado (Bórmida y Siffredi, p, 222; Fernández Garay y
Hernández, 2006: 394), y lo que hace con el monstruo šintalkǝn al devorar su
corazón. Al matarlos les quita e incorpora en sí o para sí una parte de sus
692
keme - ȓuȓ
kalǝm – čuȓ
keme - ȓuȓ
kalǝm – *houȓ
A pesar de que planteo esta hipótesis con dudas, es importante saber que
como antecedente existe el testimonio de Ana Montenegro de Yebes, quien le
era desconocido, no recordaba o evitaba por tabú el nombre de t‘elux, por lo
que la llamaba <kálem a keéguenken>= hija del Sol, o <leé karken>= mujer del
agua (en Bórmida y Siffredi, 1969-1970: 217). Evidentemente, apodos que
pudieron haber llegado a reemplazar el nombre de la diosa, que pudo así haber
sido definitivamente olvidado, como lo fue el nombre verdadero de su hijo
keλal.
Y estas ideas enlazan con un mito de los gënëna a këne, el de šōmyəntsəm,
nombre que, no casualmente, postularé que puede significar ―hembra del
agua‖...o ―sol hembra‖. Ya vimos que, para los gënëna a këne, šōmyəntsəm era
la sirena. No casualmente, he dicho, para los aónikenk t‘elux se convirtió en la
sirena (Bórmida y Siffredi, 1969-70, en Hernández, 2001: 69), la hija del Sol y
de la Luna, que en otras versiones es el leopardo marino.
Dividamos ambos mitos en mitemas:
Esta identidad entre šōmyəntsəm y t‘elux permite también recordar que, así
como la primera tenía una hermana, también t‘elux la tenía en la versión de
Hughes (1927: 68): su nombre era <Airaa>, se habría casado con un héroe
terrenal como Elal, y sería la antecesora de los onas.1019
Por otro lado, existen antecedentes de una forma de gualicho de nombre
<kemáar> (Capítulo XV: 322-323). Tenía aspecto humano, y solía interceptar
en su camino a alguien que anduviera solo, y le pedía algo. Si no se cumplía
con el pedido, uno se acostaba enfermo, y podía morir. Aparentemente, el
proceso podía detenerse si se cumplía con el pedido a tiempo: por ejemplo, si
le había pedido una yegua, había que sacrificarla, ―… pero no hay que comer la
yegua, hay que botarla nomás al agua, una laguna, que la coma el agua, ahí
nomás. No sacar ninguna cosa. Entonces sana el hombre. Ése es kemáar‖. A
diferencia de <ájchum>, sólo era visible para aquel a quien se le aparecía.
La- o el- informante agrega un relato, en el cual un paisano -los aónikenk se
llamaban así a sí mismos- que buscaba su tropilla perdida se encontró con un
hombre solitario sentado junto a un río, cerca de los toldos a los que pertenecía
la/el informante, que según refiere se hallaba paseando y vio la escena. El
hombre le preguntó qué buscaba, y luego de saberlo lo invitó a su casa, que,
decía, estaba cerca. El paisano se negó. Y, según la/el informante:
La semejanza del nombre de este gualicho, <kémaar> con el del lobo marino,
kemeřuř, sumada a la necesidad de que los sacrificios a él dirigidos fueran
arrojados ―al agua, una laguna‖, para ―… que la coma el agua…‖, son un
conjunto de ideas bastante sugestivas de que se trataba del propio hijo de Elal,
convertido en lobo marino. Y, como hemos ido deduciendo y continuaremos
concluyendo, el nombre del Gualicho significa ―Hijo del Sol‖… Elal mismo era
un héroe solar, devenido tal a partir del propio Dios-Sol. Lo propio entonces
ocurre con su hijo, malignizado luego de su asesinato, que regresa a vengarse
de los hombres, responsables directos o indirectos de su muerte.
Todos estos razonamientos y comparaciones son más profundos que la
conclusión, mucho más simple, que se extrae de sólo conocer –o sólo tener en
cuenta- el texto de la narración de Ana Montenegro de Yebes a Suárez. Por
695
Recibí su carta del primero de marzo. Tenía una carta del Dr. Wolfe [SIC, N. T.]
solicitándome que le escribiera a usted, pero creí que había partido hacia
China.
Mi comentario sobre el cráneo fue prácticamente sólo una sugestión al
representante del Associated Press de que buscara en la [Enciclopedia, N. T.]
Británica y algunas correcciones a unas absurdas afirmaciones en su
telegrama. Me desligo de toda responsabilidad sobre los reportes periodísticos
que se enviaron.
El Dr. Wolfe estudió en Berlín con Seler,1027 pero el principal tema fue la
Economía, En 1914 estaba en viaje a Canadá para estudiar las vías férreas.
Estaba interesado en un sitio junto a la Bahía de Hudson y desde allí escribió a
la Academia de Ciencias Políticas de Filadelfia solicitando que se le
consiguieran libros sobre las lenguas y las antiguas civilizaciones mejicanas.
Se me reenvió la carta y le envié los libros. A partir de ello comenzamos a
intercambiar correspondencia e hizo un pequeño trabajo lingüístico, primero
para mí, luego para el Departamento de Antropología del [Servicio de]
Prospección Geológica de Canadá, dirigido por Sapir. 1028 Era muy trabajador,
pero sin entrenamiento en el campo lingüístico. Su trabajo posterior fue mucho
mejor que el que hacía al principio. Al fin de la Guerra se había embarcado de
regreso a Alemania, y de allí se fue a la Argentina en donde estuvo viajando
durante dos años para el Museo de La Plata. De vez en cuando me escribía y a
juzgar por sus cartas me quedan pocas dudas de que es un trabajador de
campo confiable y exitoso.
No lo conozco en persona y la única persona que alguna vez me dijo algo
sobre él fue un espía británico que vino a mi oficina para averiguar por qué me
carteaba con él. Supongo que podría usted obtener mejor información sobre él
de parte de Lehmann-Nitsche.
Me alegra que me haya usted hecho hacer las fotografías.
Suyo sinceramente
Boas
Como fuere, habría sido en Canadá que Wolf habría tenido contacto con la
Sección Etnología del Departamento de Minas del Canadá. Se entiende que
afirmaba haber tenido un cargo en dicho departamento. Pero Imbelloni no pudo
697
Que resulta una de las pocas menciones contemporáneas a los hechos que he
hallado que mencionan los trabajos de Wolf sobre la lengua tehuelche. La
fecha de regreso de Wolff es confirmada como ―la última semana del mes de
febrero de 1923‖ y ―fines de febrero de 1923‖ por los trabajos respectivos de
Imbelloni (1923: 4) y Koppers (1923: 549).
He mencionado la repercusión internacional de las ―noticias‖ de Wolf. El primer
indicio documental que he hallado, incluso anterior al citado, es un extenso
artículo escrito por el propio ―Profesor J. G. Wolff, Universidad de La Plata‖- en
casi todas las demás publicaciones era ―Dr.‖ Y, según el epígrafe, pertenecía al
Museo Nacional de La Plata. El escrito fue publicado en el New York Times el 4
de septiembre de 1922 (p. 106, trad. mía del inglés), muy adelantado a las
noticias que luego llevarían al autor del texto a una efímera e inmerecida fama
internacional. No lo traduciré por completo, pero sí algunos párrafos
interesantes:
699
Otro diario del mismo país, el Battle Creek Enquirer de Battle Creek, Michigan,
primero de marzo de 1923, p. 16 dedica unas líneas más al tema, con algunas
citas del informe del ―Dr. Wolf‖, que entre otras cosas, agrega (trad. mía del
inglés):
También The Bee, de Danville, Virginia (p. 1) publicaba la noticia del supuesto
hallazgo el primero de marzo de ese año.
Por su parte, el diario El Sol de Madrid, 2 de marzo de 1923: 1, a partir de
noticias del diario argentino La Nación, anunciaba el descubrimiento del
cráneo, pero advertía sobre las dudas que generaba el mismo:
El 4 de marzo, otro editorial de The New York Times proclamaba los hallazgos
de Wolf como más notables que los de la Mesopotamia y de Luxor. La noticia
era repetida parcialmente en el Lenoir News-Topic, de Lenoir, North Carolina
(pág 2) el 6 de marzo de 1923. De interés para nosotros, el artículo añadía que
el Dr. Wolf había ido a la Patagonia a investigar las lenguas y la mitología de
los nativos -otro de los pocos escritos contemporáneos a los hechos que
informa sobre estas investigaciones. Escritos ambos en los que se ve que Wolf
no sólo era ―agregado‖ del Museo de La Plata, sino que decía haber
pertenecido al Departamento de Investigación Geológica de Canadá.
El 7 de marzo, el Deutsche La Plata Zeitung publicaba una entrevista en
alemán a Wolf (Imbelloni, 1923: 14 y nota 1).
Por su parte, el Western Mail, 26 de abril de 1923, p. 23, dedicaba el siguiente
artículo al tema:
Pág. 7.
―Poco después de la llegada de Riggs a Río Gallegos, un tal J. G.
Wolfe [SIC, N. T.]1038 se presentó a sí mismo y ofreció sus
servicios a la expedición. Sostenía haber sido curador del museo
en Río Gallegos y haber tenido una comisión en el Ejército
Argentino. Pero, más que sus credenciales, lo que despertó el
704
Vemos que aquí Wolff, que evidentemente había regresado de Buenos Aires -
en donde habría pasado ocho días, embarcándose hacia Santa Cruz el 5 de
marzo de 1923 (Imbelloni, 1923: 13; 1924: 6), cambió sus credenciales de
Encargado de la Sección Filología del Museo Nacional de La Plata por las de
ex–curador del Museo de Río Gallegos –que sepa yo aún no existía ningún
museo allí- y ex–comisionado del Ejército Nacional. Posiblemente, esta
―comisión‖ se refiere a su ya mencionado cargo en la Policía o a la
Gendarmería del Territorio de Santa Cruz.
Pero sigamos con la cita:
Pág. 8
―En El Paso de Santa Cruz, se le dijo a Riggs - que se volvía
crecientemente escéptico con respecto al supuesto cráneo- que
Mrs. Vendrino recientemente se había ‗vuelto loca‘ y había sido
llevada a Buenos Aires para ser tratada. Se había llevado como
trofeo su atesorado cráneo de 22 libras. Eventualmente, Riggs
pudo rastrear el ‗cráneo‘, y sus sospechas fueron confirmadas:
era sólo una piedra muy curiosa, con una notable forma
humanoide‖
―Desde el Paso, la partida de Riggs avanzñ ahora 175 millas al
noroeste del Lago Cardiel, en busca de la ‗ciudad encantada‘ de
Wolfe. Una vez allí, Riggs experimentó otra desilusión, pues la
‗ciudad‘ demostrñ no ser más que un lecho intrusivo de lava, o
dique, como se lo conoce en la jerga geolñgica. La ‗ciudad‘
llenaba una fisura en las arcillas que la rodeaban y había en
consecuencia sido denudada por la erosión. Los residentes
locales no veían nada inusual en ella, pues se encontraba cierto
número de estructuras similares en el área. Tal vez inocente,
quizá un eterno optimista, o posiblemente solo víctima de un
embuste, Riggs estaba ahora intrigado por el relato de Wolfe
sobre un ‗antiguo cementerio‘ de mamíferos fñsiles. Se
adelantaron a lo largo de una ruta sinuosa hasta el campo de un
coleccionista de fósiles amateur, un hombre que había trabajado
con el paleontólogo Carlos Ameghino unos 25 años antes. En su
segunda noche de viaje, los integrantes de la partida se dieron
cuenta de que habían viajado casi en círculo y se hallaban en ese
momento a seis millas del punto de partida. Se abandonó la
705
Lo cual nos permite sospechar que tal vez la presentación de Wolf a los
científicos pudo no ser tan espontánea como sostiene Riggs. Antes, Imbelloni
refiere que algunas instituciones científicas instaron al Gobernador del
Territorio de Santa Cruz a incautar el supuesto cráneo y enviarlo a buenos
Aires para ser estudiado, con las debidas garantías legales para el propietario.
Las afirmaciones de Wolf merecieron un ácido trabajo especial de quince
páginas, realizado aquel mismo año 1923 por el mencionado Imbelloni, Nota
sobre los supuestos descubrimientos del Doctor J. G. Wolff, en Patagonia
publicado en la Revista de la Universidad de Buenos Aires, Vol. 51, Buenos
Aires, Publicaciones de Antropología de la Universidad de Filosofía y Letras,
Talleres Gráficos Argentinos de L. J. Rosso y Cia. 1923. Antes de acceder
directamente a este trabajo, pude leer los comentarios publicados por la
famosa revista Nature, N° 113, 12 de enero de 1924, p. 22 (traducción mía del
inglés):
706
Wolf. Sólo traduzco la parte que nos interesa del artículo, al que se accede en
su integridad on line, incluso a imágenes del objeto en cuestión:
En un libro publicado por primera vez en 1952, Wilkins (2008: 107 y 108)
menciona a Wolf como integrante de la Sección Lingüística del Museo
de la Plata y realizando un viaje a Patagonia en 1922. Aunque no cita la
fuente, es evidente que cita casi textualmente los escritos de Wolf de O
Jornal de Parahyba (op. cit.) en donde en bizarra mezcla leemos que los
nativos llamaban Cidade Encantada, en portugués, al sitio, que ubica en
la estancia Douglas Esperanza, estancia Sofía o Santa Sofía en Güer
Aike.
Obsérvese además que Hughes usa exactamente la misma palabra que Wolf,
<Ke-u- K‘unk>= gente del tiempo antiguo, con grafía castiza y no galesa- que
se escribiría ce-w-c‘wnc- palabra que Wolf escribía <keukunk>. Aunque está
claro que Hughes pudo haber leído alguno de los reportes de Wolf, incluso en
alguno de los periódicos, sorprende que coloque esta referencia en el capítulo
dedicado a los aborígenes cuando ya tiene tantas coincidencias con los
manuscritos del alemán. Como he dicho, estoy convencido de que Hughes
pudo haber conocido a Wolf, o bien pudo haber accedido a sus notas. Aunque
no es imposible que no se conocieran ni contactaran, y que, por ejemplo,
Hughes hubiera accedido de alguna manera al artículo de O Jornal. Lo que me
hace dudar de esto último es, por ejemplo, que ambos autores escriben de la
misma manera el nombre del héroe tehuelche, Hélal para Wolf (en Hernández,
Ms. 1987: 38 y 62; y en Hernández, 1992) y Helal para Hughes y para el mismo
Wolf al traducir las frases tehuelches.
Por otro lado, aunque no reitera la idea en el trabajo de 1992, Hernández
escribe en 1987 (Ms.: 50 y 51) que el idioma en que se hallan narrados los
mitos recogidos por Wolf sería el téushen. El alemán aclara que su principal
informante fue el ―tehuelche del norte Kopatsch‖- el muy conocido Copacho-
que residía en Esperanza, Camushu aike, y que hablaba el ―dialecto del
Chubut‖ (Hernández, Ms. 1987: 50; y 1992: 140, trad.mía del inglés), aunque
llevaba años viviendo con ―los tehuelches del sur‖, hablando el ―dialecto de
714
Santa Cruz‖. Agrega que ―Sólo existen pequeñas diferencias entre ambos
dialectos‖. Es un tema de larga discusión, el de si el ―dialecto del norte‖ y el
―dialecto del sur‖, mencionados por tantos autores, entre ellos Musters, Llarás
Samitier y el propio Wolf, corresponden a reales dialectos del AA o si eran
idiomas distintos, uno de los cuales, el del norte, podría ser el téushen. Por
esta vez, la tarea de comparar el idioma de los escritos de Wolf con
vocabularios o textos téushen y del aóniek áish quedará en el tintero.
Desde que el ―dialecto‖ era el del Chubut, me pregunto una vez más: ¿será
posible que Hughes haya sido el verdadero recolector de la información, que
con tan irreprochable fonética se halla en el manuscrito de Wolf? Pero siempre
rechazo la idea, dada la fonética casi impecable de Wolf y semejante a la de
sus maestros en la lingüística.
Como nota de interés, repasemos las siguientes variantes del nombre del Sol
en AA, kenɣenkǝn, ya vistas en el capítulo 1:
˂Kä‘ängünkun˃ (Lehmann-Nitsche)
<K!änünknk‘on> (Wolf, en Hernández, Ms. 1987: 38),
Desde su época, en pleno siglo XIX, Max Müller (1988: 172-173 y 214) agrega
la cita de Wilhelm H. I. Bleek, que rescata mitos africanos sobre el chacal en un
libro que titula Reynard the Fox in South Africa (1864), a los que compara
precisamente al chacal protagonista con el zorro Reynard de los cuentos
europeos. Un verdadero Tramposo, aunque ni Bleek ni Müller utilizan esta
palabra.
De más está decir que en la religión judeo-cristiana el extremo del Tramposo es
el Diablo, el Ángel Caído. Que, por añadidura, en mi opinión era en su origen
uno de los hijos de Dios, como he dicho en una nota al pie, desde que algunos
de sus nombres significarían, precisamente, ―hijo de Dios‖. Si bien esto es
aplicable más bien a kuanyipə, el héroe-antihéroe de los onas de quien, según
Gusinde, los shelknam hablaban pestes, por ser entre otras cosas el
responsable directo de la pérdida de la inmortalidad, y de que los guanacos
fueran difíciles de cazar,1051 rescatamos el papel ―tramposo‖ de Elal de
oponerse a su padre ko:č, y a los designios del Sol y de la Luna, para quitarles
la supremacía y, en definitiva, ocupar su lugar. Además, si bien el responsable
directo de la desobediencia que motivó la pérdida de la inmortalidad fue, para
los aónikenk el lobo marino -que asumiría en este caso el papel del Tramposo-
el castigador y quien tuvo a su cargo la decisión de ejecutar dicho castigo fue el
propio Elal.
Continúa Eliade (p. 113):
Estos dos logros son también los de Elal, un verdadero tesmóforo: no hay
dudas de que él les dio el fuego a los hombres, sea creándolo en lo alto del
Chaltén para alejar a sus enemigos, los hermanos šíe y kokeške; u obligando al
716
Y uno de los ejemplos que da luego el autor es el del propio Elal, creador del
Cosmos –aclaro, en versiones más antiguas- y de los tehuelches y quien les
proporcionó el fuego. Como comentario agrego algo que Croatto no sabía al
escribir su libro, y es que, como creo haber demostrado, Elal es el hijo del Dios
Supremo, como su propio nombre lo indica, cumpliendo así con el precepto de
ser hijo o enviado de Aquél. Quien, no casualmente, ha ya devenido en Deus
Otiosus. Y la idea de ―contra-creador‖ es la misma que la del Tramposo de
Eliade.
Volviendo a la idea del reemplazo de ko:č por Elal, interesante es ver como
Casamiquela (1988: 125) intuyó algo de todo esto, pues anotaba, con
referencia a Elal:
Es decir, un Tramposo. Sin embargo, hay algo en lo cual Elal es diferente del
Tramposo típico, superando por ejemplo al ona kuanyipə, que llega sólo a la
categoría de héroe cultural, y no muy querido, por cierto. Elal, bajo el nombre
de t‘ču;ȓ/se:čo, llegó a reemplazar, siquiera por cierto período, al propio ko:č en
su función como Dios, y si bien nunca se olvidó a éste, vimos que se lo relegó a
la categoría de deus otiosus. No es imposible, sin embargo, que al profundizar
en el estudio de la mitología ona, resulte que kuanyipə también tenga un
pasado de Alto Dios, sucesor de su padre, a quien pudo haber matado.
Estudiaré el tema en un capítulo especial en otro tomo.
Por otro lado, según Eliade, es característico del Tramposo que:
No hay más que leer el episodio de Elal con go:š, la ballena que devoraba a
hombres y animales, a la que el héroe engaña convirtiéndose en tábano, para
ser tragado por ella y poder matarla; o la historia similar en que, con igual
estratagema, vence al cañadón caníbal; o su transformación en guanaquito y
en menuco para poder matar al Guanaco Macho1053- decía, no hay más que
leer dichos episodios del mito del héroe-dios tehuelche, para concordar con la
identidad entre él y el Tramposo. Agreguemos las versiones más modernas en
las que se casa con t‘elux sólo para ganar una apuesta, o por picardía, luego
de lo cual la abandona (Bórmida y Siffredi, 1969-1970: 209, 212-213, 217, 220
y 223); o en el equivalente septentrional -modernizado por transculturación-
cuando el Hijo del Sol ―abre‖ a su padre por dinero, combatiendo así la
oscuridad que se había abalanzado sobre la tierra. Releamos dichos episodios,
y reafirmaremos la idea. Por descontado que el enano taču:l, su caído alter
ego- o más bien alter ego del del dios t‘ču:r, versión original del héroe- es una
forma más extrema de Tramposo, responsable de grandes inundaciones y de
ataques con piedras.
Hay otra criatura que puede identificarse con el Coyote y con el Tramposo. Se
trata del Zorro, que, según Lista (1998, 2: 113), acompaña a Elal en sus
correrías. Ya Siffredi (1995: 185) lo calificaba como trickster, usando la palabra
inglesa que podemos traducir como ―tramposo‖. Como tal lo reconocían
Carmen Carminatti y Ana Montenegro de Yebes (Suárez en Fernández Garay y
Hernández, 2006: 112), diciendo, en traducción del aóniken áish:
Es el mismo animal que, entre otras travesuras, un día anunció el fin del mundo
y habría provocado la transformación de la gente en animales, vegetales y
accidentes geográficos (Bórmida y Siffredi, 1969-1970: 224 y 225), es decir, en
definitiva, provocado su muerte- pues no otra cosa es, en los mitos, el
significado de las transformaciones. Fue también el responsable de la
dispersión de los animales, luego de que Elal los reuniera en los corrales de
kápeȓ kaíken, equivalente en la versión recogida por dichos autores (p. 219) del
cerro ašpeš de Escalada.1054 En una variante más moderna del relato, los
informantes Ana Montenegro de Yebes y Ataliva Murga les narraron a Bórmida
y Siffredi (1969-70: 219 y 225) que Elal destinaba caballos y yeguas para el
sur, territorio aónikenk. Pero el Zorro los dispersó asustándolos con su canto en
la madrugada. Los equinos salieron de su corral en kápeȓ kaíken y corrieron
hacia el norte: ―Dicen que el rastro de los yeguarizos quedó arriba de unas
piedras en el norte‖, narraba Ataliva Murga. Y los guanacos, en cambio, se
vinieron hacia el sur, invirtiendo los planes de Elal.
Una versión levemente diferente de este cuento se lee en el anónimo Capítulo
XV, p. 290, y el sitio en donde se alojaban los animales, que eran equinos y
vacunos, se hallaba en algún lugar al norte de donde estaba la informante-
pues creo que era una mujer- en un sitio donde aún se verían ―la rastrillada‖
creada por los animales al escapar y unos ―planchones de piedra‖, que
supongó que formarían el corral, que se hallaba en ―un pozón‖. El zorro habría
derrumbado una de las piedras sobre los animales, espantándolos: ―… los
yeguarizos pal sur y los vacunos pal norte‖.
718
Y en la misma página leemos otra versión según la cual el zorro, que vivía en
los toldos, ―salió a rodear‖. Encerró a los caballos de la tribu en un corral,
mientras todos dormían, y, como en la versión de Ataliva Murga, al amanecer
comenzó a cantar, asustando a los caballos, que se fueron al norte, para no
volver más. El zorro escapó al campo, no volviendo nunca a los toldos, y los
hombres lo buscaron sin hallarlo. Desde entonces lo cazan: ―Jodéte, el cuero
va servir pa abrigar nomás, le dijeron‖.
Estas últimas versiones son obvias modificaciones de la original, desde que los
animales no son ya guanacos, sino ganado traído por los europeos. Se trata de
una historia equivalente a una relatada por los onas, que cuentan que el héroe-
antihéroe kuanyipə había reunido una gran cantidad de guanacos en una
granja llamada činuin, un poco al sur del Cabo Santa Inés. Un día, un guanaco
maltrató a un hijo de kuanyipə, mordiéndolo y escupiéndolo. Entonces kuanyipə
lo castigó golpeándolo con un tizón encendido. El guanaco escapó, y se
encontró con un zorro, que le hizo ver que era una necedad seguir siendo
manso, sólo para que los hombres pudieran con facilidad matarlo y comerlo. El
guanaco escapó, y lo mismo hicieron todos sus congéneres. Es decir, para los
onas, el Zorro era el Tramposo de kwanyipǝ, como en otras circunstancias lo
era el mismo kwanyipǝ.
Existe otra versión tehuelche con un tema semejante. Le fue narrada a Suárez
por la Sra. de Yebes (Narración N° 14, en Fernández Garay y Hernández,
2006: 117-118): el hijo de un hombre se había enfermado y le echó la culpa a
una guanaca. El padre no se vengó sobre el animal, pero cuando ella tuvo
guanaquitos, se perdieron, y el hombre, que estaba cazando, los mató, lo que
motivó la huida de todas las guanacas. Una variante de dicho mito de labios de
la misma informante es La Guanaca Bruja (Bórmida y Siffredi, 1969-70: 232),
que había embrujado y matado al hijo de un cazador, quien salió furioso a
cazar y cuando los guanacos machos se alejaron, mató a todos los
chulenguitos de todas las guanacas: así todos quedaron iguales, sin hijos. La
guanaca bruja desde entonces cantaba y lloraba. Es por eso que los guanacos
se alejaron de los hombres. Realmente, quien haya alguna vez intentado cazar
con un arma de pequeño calibre y totamente solo a un guanaco, especialmente
al macho alfa en las alturas de un cerro o peñasco, entenderá por qué fue
importante para los galeses aprender a cazar con el método del círculo, cerco o
aořke tehuelche.
Esta leyenda, común a tehuelches y onas, apoya la identidad entre los héroes
aónikenk y ona, pues en ambos casos es el Zorro el tramposo que permite la
huída de los animales que tenían en su corral. Otra coincidencia es el animal
protector de ambos héroes en su niñez, teřweř el cururo o el ratón en el caso
de Elal; según comunicación personal de Graciela Hernández a Viegas Barros
(2005: 136, nota 31), en una versión del mito de Kwanyip éste era hijo de una
guanaca, y fue el ratón el que devoró la placenta luego de su nacimiento. Y
recordemos que en algunas versiones del mito de Elal, éste también es hijo de
una guanaca. Y hay un relato ona sobre cierto gran cazador de guanacos,
Sakanusoyin, que los atrapaba a la carrera, con gran dolor, pues él mismo era
hijo de un hombre y de una guanaca. Cuando quedaba sólo una guanaca, su
propia madre, decidió matar a su padre y luego murió él mismo. A partir de
entonces a los hombres, que hasta entonces eran alimentados por
Sakanusoyin, se les hizo todo más difícil y debieron aprender a cazar y a usar
719
Y sin embargo, Elal comparte rasgos con el zorro que van más allá de la
característica que les es común de ser representantes del Tramposo. Veamos
el testimonio del informante Ataliva Murga:
"Un día el Zorro quiso subir al cielo y dice: ‗voy a ir arriba del
cielo', y no se quién lo habrá llevado, si no habrá sido la Cisne. La
cosa es que subió al cielo el Zorro. Arriba del cielo dicen que hay
personas, pero esos no comen como el Zorro que comía como
nosotros. Con el vapor nomás se llenan; hacen comida, pero con
el vapor nomás se llenan. No tienen eso para cagar son
embolsados. Y vieron que el Zorro comía; y bueno, después había
algunos curiosos que lo siguieron al Zorro cuando fue a hacer del
cuerpo. Entonces dicen: ‗¿pero como? Usted come y... bueno,
¿ya está?' ‗Bueno sí‘, dijo el Zorro. Entonces dicen que uno dijo:
‗puta, me gustaría! Yo me puedo hacer la misma operaciñn que
tiene usted?' ‗Bueno, como no', dijo el Zorro, y como es Zorro
dicen que ahí nomás quiso hacerle la operación, y claro, le cortó
medio trasero, y sonó el otro, murió" (narración de Ataliva Murga,
en Bórmida y Siffredi, 1969-1970: 225).
Vemos así que, como Elal, el Zorro también viajó al cielo, y el informante
supone que, como el héroe tehuelche, lo hizo llevado por ―la Cisne‖.
720
en casa de, por, por causa de‖ (De Augusta, 1991: 135). Y recordemos que uno
de los motivos de realizar una ceremonia con una choza ceremonial era
precisamente la enfermedad (cf. Muñiz, en Outes, 1917: 209, entre otros).
Por mi parte, agrego que el ngillatún de los cazadores a que se refiere Manquel
es ya una transculturación tehuelche-mapuche, pues el ngillatún o rogativa
transandina era distinto. Además, en Chile, el informante Pascual Painemilla le
deja a De Augusta (1934: 38-41, y ver Erize, 1960: 320-321, que lo cita) el
concepto de <peutukutrann>, que sería el modo de diagnosticar las
enfermedades en las entrañas de un animal, en este caso un cordero, o de
pasarle la enfermedad por medio del esputo del paciente. Ahora bien,
peutulen=estar con cuidado, recelo, fijarse para descubrir algo a tiempo;
peutuwe= el oráculo; pewtuwn= preguntar al oráculo, auspiciar en los intestinos
del chancho o de la oveja (después de haber escupido el enfermo en la boca
del animal) o preguntar su suerte de otras maneras (De Augusta, 1991 a: 172).
Sólo que, al transculturarse tehuelches septentrionales y mapuches cisandinos,
la ceremonia mapuche, que se realizaba originalmente en el hogar del enfermo,
se traslada a la Choza Ceremonial tehuelche, pasando en mapudzungun a
llamarse ktřan‘n meu.
El sintagma <nielay kullín> es interpretado por Casamiquela (en Perea, 1989:
100, nota 72) como la concurrencia de los vocablos nelay, nielay=no hay y
kulliñ=animales, ―hacienda para el caso‖. Es cierto que la voz nelai/malelai
significa ―no hay‖ (De Augusta, 1991 a: 179), pero este título no coincide con el
texto de los versos, que hablan por el contrario de la abundancia de animales.
En cambio, una rogativa de agradecimiento por los animales obtenidos es más
típica de iuna cultura de cazadores. Por otro lado, interpreta en la misma
página (nota 101) que en la voz <ktronin meu> interviene un -¿mal oído?, se
pregunta- k´tronín, que cree que podría relacionarse con el vocablo
kütrün=mojarse mucho, empaparse, ―en alusión a la mucha lluvia producida por
la rogativa‖. Es cierto que kətrun=mojarse mucho, destilar agua la ropa,
kətrulen= estar muy mojado, empapado de agua (De Augusta, 1991 a; 88; b:
245). Pero me suena a una explicación compleja, siendo en cambio mi idea
más aplicable a uno de los motivos de celebrar una Choza Ceremonial…
además de la coincidencia fonética del final <-nin> del vocablo <ktronin> con el
final <-n‘n> de los vocablos <kutrann> (De Augusta), <cuchran‘n> (Erize).
Más adelante (p. 57), Manquel le refiere a Perea su versión de la causa por la
cual quemaban los restos de comida: sostenía que existía ―una adivina‖ que
pedía que quemaran los huesos y los cueros durante los camarucos, que ni se
los dieran a los perros, que ella se alimentaba del humo de esos restos. Algo
de esto ha de haber, pero sin dudas interviene también el concepto del llamado
pensamiento primitivo sobre el yo extenso, tan documentado, y que he
explicado en un artículo ad hoc (Williams D., 2011 d).
Prosigue Manquel (p. 57-59) relatando la leyenda de la niña-adivina, relato que
he comparado antes con la historia de la princesa-hechicera Calhuen Chipay
que narrara Manuel Blanco (1992: 18-24). Allí leemos que al dar a su tribu las
instrucciones recibidas de Dios durante la desaparición –como en otros casos
de jóvenes guiados por Dios, los perrimontum de Pablo Paillalef (G. Álvarez,
1963: 639)- entre las mismas la niña incluye los siguientes versos (subrayados
míos):
―Kamarikumün,
722
―Rogad,1056
bien de este modo dirás,
y de este modo contarás todo.
Animales hay,
por lo tanto matad animales,
comed carne.
Hay huesos,
huesos, todo, haréis fuego.
Yo vivo con el humo,
permanezco vivo;
no como carne yo,
con el humo del fuego estoy vivo:
así dirías a tu padre,
así dirías a tu madre,
de este modo conversarás,
al llegar allá,
ya que te vas‖.
"Más arriba del cielo está la Gente del Sol que come como
comemos nosotros; pero nosotros comemos y cagamos; esos no:
son igual que lechuzones, que comen, comen y largan por la boca
mismo. Y así son ellos, comen, y cuando la comida se seca la
largan; el jugo queda para la sangre, después comen de nuevo
porque no tienen como nosotros: sólo tienen eso para mear y
tener familia, eso para cagar está cerrado". (Bórmida y Siffredi,
1969-1970: 236).
723
Creo que no quedan dudas de que las personas visitadas por el zorro eran la
―gente del sol‖. Probablemente incluso el propio Sol y la Luna. En tal sentido,
los tardíos testimonios de dos informantes muy transculturados de fines de los
años 1960 coinciden en parte con el del informante de Gardiner en los
tempranos años 1840, que denominaba [Keka-once] o [Tchur] o [Su-ani] al
espíritu benigno que residía en el sol (Gardiner, 1843: 72; 1854: 95 y otras
citas). Ya vimos en el capítulo 1 que se trata del dios solar keokenk, t‘ču:ř o
šewen.
Cuadro 33. Comparación entre el mito de Elal y uno de los cuentos del
zorro
Elal Zorro
Viaje al cielo A lomos del cisne Tal vez a lomos del
cisne
Víctimas El Sol y la Luna, La ―gente del sol‖, que
residentes del cielo vive ―arriba del cielo‖
Trampas Superó los obstáculos y ―Operó‖ a una de las
se casó con la hija del ―gentes del sol‖,
Sol y de la Luna matándole
Regreso del cielo A lomos del cisne Mediante una cuerda de
hierbas trenzadas
desde entonces conservaría poder sólo en el Más Allá, recibiendo a las almas
de los muertos. En el norte sería en el siglo XVIII el Elel de los pampas, el
―príncipe de los diablos‖, en realidad con toda probabilidad aún un Alto Dios
dual maligno-benigno, como su equivalente čaweλi entre los poyas y Setebos
entre los patagones. Incluso también este Elel descendería, para convertirse,
entre los tehuelches septerntrionales y los mapuches cisandinos, en el elel, un
ser dual maligno-benigno, precursor del Gualicho, como veremos- aunque elel
pudo ser más bien, o también, el hijo del Elel. Éste, a su vez, sería tanto en el
norte como en el sur –y mucho más allá de la Pampa y Patagonia- el único
desdoblamiento del t‘ču:ȓ de los aónikenk y sus equivalentes en las otras etnias
tehuelches que conservaría su prestigio y su poder, pero ahora temido,
maligno, sediento de ser propiciado, y pasible de ser alejado y ahuyentado para
evitar o combatir sus efectos maléficos. En cierto sentido, una versión maligna
de un poderoso Tramposo.
Finalmente, un alter ego más, se:čo. Un ser luminoso de nombre cognado con
la palabra setȓeu y variantes= estrella en AA, alter ego del t‘ču:ȓ de los aónikenk
y del setu:š - <Setebos>- de los patagones, y reconocido también como el ser
creador de los tehuelches. Que se convertiría en el portero del Más Allá, con
frecuencia un ser femenino identificado con la Luna, o, en su variante más
antigua, <Soychu>, el Señor de los Muertos de los llamados pampas primitivos.
Que resulta probablemente, y siguiendo el esquema de los aónikenk de
t‘ču:ř/se:čo como nombre original y Elal como apodo que lo reemplaza, el
nombre original del ente dual apodado Elel de los mencionados pampas
primitivos, que terminaría por acentuar su fase maligna bajo el nombre de elel .
en una de las versiones del mito, que sostiene que el hijo de Elal se transformó
en lobo marino porque se pronunció su nombre. Pero podemos suponer sin
riesgo a equivocarnos que su nombre verdadero ha de haber significado
también un ser luminoso, pues era hijo de t‘ču:ȓ el Sol y de t‘elux el Lucero -o
la Luna- y nieto de nošt‘ex, alter ego del Dios Creador ko:č, correspondiente
probablemente al Sol Mayor o Viejo de los onas, kȓənakətaïx.
A su vez, no debe olvidarse de que Borgatello (en Cooper, 1946: op. cit.)
documentaba que había un <Heller> padre, que era el Sol, y un <Heller> hijo.
Algo que, bueno es recordarlo, confirman Bórmida y Siffredi, a quienes la
informante Ana Montenegro de Yebes les dijo que ―El padre de Elal es Elal
Viejo, hombre malo […] Elal Viejo mató a la mujer para comerla, sacó a Elal
chico y lo tiró lejos para que se oreara un poco y después comérselo‖. Lo
propio hace la informante en la versión de Suárez (Fernández Garay y
Hernández, 2006: 293), llamado indistintamente ɁE:lal o ɁE:lal viejo al
progenitor del héroe-dios, al cual también llama ɁE:lal, creándose un texto
confuso que las investigadoras aclaran en nota 142 .
Ya he graficado estas ideas en un pequeño esquema en el capítulo 3 de este
tomo, pero refresco al lector lo dicho, pues reconozco lo difícil de la lectura de
estos textos:
Dios solar su alter ego talwλi= ser maligno de origen solar; y el poya
čaweλi= Alto Dios son cognados entre sí y con los vocablos anteriores.
Pero, aunque sin duda Elal, t‘elux y ke٨al eran seres luminosos, todo
apunta, como creo haber demostrado, a que los nombres de padre e hijo
son nombres cognados directamente con yilal= (mi) hijo y con klal= hijo
en SCh, respectivamente
En cuanto al ocultamiento del hecho de que fue con su propia madre con
quien el hijo de Elal inició sus relaciones sexuales, tenemos una cita de
Rank en El mito del nacimiento del héroe (capítulo 3, nota al pie 78.1)
que nos ilustra al respecto:
El triunfante Elal regresa del cielo, o del sol, rechazando a t‘elux, a quien
deja atrás.
A su vez se recuerda que el lobo marino era antes un hombre, que fue
transformado por Elal en animal por violar el tabú de las relaciones
sexuales. Con este acto los hombres comienzaron a morir: en otras
palabras, perdieron la inmortalidad.
Si el responsable de la violación del tabú fue keλal ¿por qué se castiga también
a t‘elux? Alguien podría responder que debido a que, con amor de madre,
deseaba proteger a keλal, algo perfectamente plausible. Pero, siguiendo la idea
de Rank con respecto al mito del héroe incestuoso, evidentemente, podemos
responder con una pregunta: ¿quedan dudas de que fue con t‘elux, su propia
madre, con quien keλal iniciara las relaciones sexuales? Por otro lado, ya dije
que, psicológicamente, tener relaciones sexuales con la madre simboliza matar
al padre… y eso es lo que ke٨al intentó hacer explícitamente, bajo el nombre y
la apariencia de šintalkǝn.
Pero la fugaz victoria del hijo de ke٨al, el incipiente y malogrado protohéroe de
los hombres –a quien, bajo la forma de šintalkǝn llegaron a aclamar cuando
Elal parecía derrotado- les costó cara a aquellos, que perdieron la inmortalidad,
por haber matado al hijo del Sol,1058 y por haberse hecho adultos, matando al
nuevo protopadre, al tiempo que dejaban la niñez, iniciando las relaciones
728
Como haya sido, lo cierto es que, aunque Elal murió, al menos como Alto Dios,
o sea como t‘ču:ȓ, alcanzó a matar a ke٨al, su hijo y asesino, tanto al
transformarlo en el lobo marino como al vencerlo y matarlo bajo la forma de
šintalkǝn. El héroe Elal, y no ya el Alto Dios t‘ču:ȓ, conservó su prestigio como
731
ser benigno, como héroe creador y civilizador. Pero, por haber muerto él
mismo, su memoria como Alto Dios se fue perdiendo paulatinamente.
Y, aunque ke٨al murió también, siendo él también, en sentido estricto, una
Divinidad Asesinada, no se cumple, aparentemente, el precepto de Eliade de
que los dioses asesinados no regresan para vengarse, como tampoco, lo dije,
se cumple en el caso de křé, la luna asesinada –o transformada de mujer en
astro nocturno- por los onas, que regresaba a vengarse devorando niños y
aterrorizando a los adultos. El alter ego de ke٨al/šintalken quedó en la tierra, en
su fase castigadora, vengativa, y se multiplicó en numerosos ―hijos‖. Se
convirtió en un ser maligno, nocturno, ladrón de mujeres y de niños, como
e٨əngašən; volvió bajo la forma de ieklən, kpyoulel, yaulal, čelǝl, čeleule,
gualicho, viviendo en sitios extraños, u oscuros, o profundos, o muy elevados o
prominentes o llamativos, o detrás del toldo, y siendo la causa de todos los
males. Pero también se hizo carne en el benigno kamalaške, que podría ser el
Alto Dios único, pero creo que es más bien su hijo, o mejor dicho, sus hijos, por
la multiplicidad que los caracteriza, uno para cada toldo o familia.
Dijimos que el alter ego de Elal, elel o čel, sufrió igual destino entre los gënëna
a këne y los mapuches cisandinos –aunque ya dije que es probable que el elel
de los mitos septentrionales y mapuches cisandinos no fuera el propio Elal
meridional, sino el equivalente septentrional de su hijo keλal. Todos los
nombres de estos gualichos, incluso el del propio gualicho, significan ―hijo‖ o
―hijo del Sol‖. Y, a juzgar por el análisis de Eliade, el inicio de las relaciones
sexuales y la riqueza de los ritos, disfraces y máscaras comienza luego del
asesinato de una Deidad Asesinada. Vimos que fue la muerte de keλal la que
dio origen a la sexualidad.
Sin embargo, es difícil distinguir si estas deidades malignas no corresponden
en realidad al propio Elal. Es decir que, a partir de cierto momento en la
evolución del mito, esta malograda Divinidad podría dejar de ser Elal, y pasar a
ser su hijo –lo propio opina Casamiquela sobre ciertas deidades solares
mapuches. Pero el desarrollo de la idea completa permanece embrionaria en
las narraciones. Lo más probable es que el mito de ke٨al se hallara aún
inmaduro al momento de la transculturación de los tehuelches, con la
consecuente definitiva fijación del mito. Lo que implica que dejó de evolucionar
como tal cuando aún se hallaba en desarrollo.
Es que, según he dicho, los mitos, como las palabras, evolucionan
constantemente mientras quienes los narran conservan su cultura. Se fijan al
escribirlos, pero especialmente cuando desaparece el último narrador que fue
criado inmerso en dicha cultura, quedando en la etapa en que se hallaban en el
momento de dicha desaparición. Desde luego, antes de morir -de fijarse- el
mito suele sufrir las consecuencias de la transculturación. Es entonces que
evoluciona de manera bizarra, adquiriendo elementos transculturales, e
inclusive se modifica por racionalizaciones y otros elementos que permiten
adaptarlo a dicha transculturación. Y hasta termina por perder su componente
sagrado, se banaliza o infantiliza, terminando con frecuencia por ser un cuento
para niños, o cuando menos dando la impresión de serlo. Ya he mencionado
los trabajos de Propp y de Eliade sobre el tema, pero hay muchos
investigadores que lo han analizado. Sólo para una mejor comprensión del
ldecto, adopto con Rodolfo Lenz (1896, en Hernández, 2001: 12) el nombre de
―cuento mítico‖ para referirme a aquellos mitos que, como estudiara Vladimir
Propp en los cuentos de hadas rusos, habían perdido su carácter sagrado para
732
aónikenk y yaulal gënëna, que en patagón son los čeleule -ejemplo de cambio
interlingüístico- y que reconocen un sinónimo en gënëna a iájich que es čelǝl-
cambio intralingüístico.
Aprovecho la oportunidad para insistir en la realidad de un frecuente cambio
intra e interligüístico en la familia ken y en otras lenguas, que es el intercambio
entre los fonemas [č] e [y]. He dado algunos ejemplos de las lenguas ken en la
introducción. Aquí sólo señalaré los que vienen al caso:
Pues se podría argumentar que los fonemas ―k‖ o ―h‖ iniciales son el resultado
de la fusión del sonido final del étimo protoken de la palabra del SCh y,
evidentemente, en protoAa yak= mi, mío- en AA es ya- con el vocablo lal=hijo,
en SCh y, obviamente también, en protoAA. Y así es. De manera que lo más
probable es que Elal en AA y elel en preGI del siglo XVIII deriven del pK
*yaklal=mi hijo, derivando en klal=(mi) hijo en SCh y en keλal y helal=
mitónimos del héroe solar y su hijo en AA. Sin embargo, el intercambio de [k]
en [h] sigue estando sobre el tapete. La otra posibilidad es que la palabra pK
para ―hijo‖ llevara en su origen una [h] absorbida por la [k] de yak= yo, mi, mío,
dando klal, y conservada en algunas variantes arcaicas del nombre de Elal, y
luego perdida.
Como fuera, sin dudas, en el čel del Mpz cisandino u oriental la modificación a
partir de la mencionada palabra yal ha de deberse a la parofonía de ambos
vocablos –el yal del Mz y el *čel protogënëna- y a la identidad lógica entre dos
seres celestes relacionados por parentesco. Efectivamente, corresponden,
respectivamente, a a ke٨al y a t‘ču:ȓ/Elal entre los aónikenk, que eran padre e
hijo.
Pero es que, insisto, en ocasiones, resulta difícil, o aún imposible, decidir
cuándo el Gualicho -en especial el Mayor- no es el propio Elal, retornando
como ente maligno. Probablemente, en las pocas ocasiones en que Elal se
735
Cuadro 35. Comparación entre los mitos de koλoŋ y de Elal con el del
puma alado
Mitos de koλoŋ y Elal Mito del puma alado
šintalkǝn hiere gravemente a Elal, y el primero es Un puma gigante y alado
fugazmente aclamado como su sucesor. ataca al Sol (Dios)
Los hombres matan al hijo del Sol (mito gënëna). Los hombres hieren al
koλoŋ mata a Dios y lo entierra. puma con una flecha y
Elal, héroe de los hombres y por tanto su éste cae a tierra y es
representante, cae herido, pero se recupera, vence enterrado por la Luna.
a šintalkǝn y devora su corazón (mito aónikenk),
keλal vuelve como El puma permanece vivo y
736
Aquí cabe recordar un episodio del mito de nuestro héroe al que ya hice una
breve referencia largas páginas atrás: durante su juventud, Elal se hallaba
siguiendo el borde de un torrente, cuando fue acometido por un puma enorme.
Se defendió con un certero flechazo que dio en el ijar del animal, y al rugido de
éste respondió otro desde la maleza. Elal se hallaba entre dos fieras, pero no
se inmutó; en cambio, siguió su camino y a poco andar encendió el fuego por
primera vez, con piedras y ramas. Se trata de un relato cronológicamente
anterior al de la pelea con šintalkǝn, pero que ya la prefigura: Elal es herido por
un puma, mientras que en la pelea en cuestión lo es por varios de dichos
felinos; el relato incluso menciona el fuego, que implícitamente termina con la
oscuridad - símbolo ésta de la debilidad de Elal- y aleja a los dos pumas, el
herido y el oculto en la maleza. Probablemente, estos pumas representan,
respectivamente, a šintalkǝn, que es herido y muerto por Elal, y al gigante
gošɣə-alter ego de ko:č/nost‘ex, padre de Elal y abuelo de šintalkǝn, que
observa la lucha desde detrás de un cerro. Es que todos ellos son seres
solares y, como el propio Elal, se identifican con los felinos.
Por otro lado, un alter ego, un hermano o un amigo de Elal –según mi
interpretación- era su amigo wekne,1067 que fue, él también- y tal vez no
casualmente, herido por un puma, al que sin embargo alcanzó a matar. Se trata
de un animal que, para facilitar la comprensión de la idea, podemos llamar
totémico, aunque dijimos que el término esté en entredicho, en especial desde
los trabajos de Lévi- Strauss (ver El totemismo en la actualidad, 2003).
Para aceptar que la comparación de todos estos mitos no es tan descabellada,
sepamos que los nombres de los grandes felinos, es decir, del tigre, el puma y
el león en los idiomas tehuelches significan ―hijo‖ o ―hijo del sol‖, como se verá.
Es decir, que el ―hijo del sol‖ muerto por los hombres ha de haber sido el
puma… casualmente, tal vez, el puma alado que documentaba Hernandarias.
Por otro lado, ya he mencionado la identidad entre los grandes felinos y el Sol,
y entre Elal y el puma. He dicho también que uno de los nombres en AA del
puma es čaur (Schmid, 1910)… es decir, tal vez, t‘ču:ȓ, el verdadero nombre de
Elal.1068
Volviendo al mito de Hernandarias, repasemos la posibilidad de que el mito del
puma alado atacando al sol represente a keλal atacando a Elal. Tal conclusión
es consecuencia de comparar el mito de los antiguos pampas conocidos por
Hernandarias con el de la transformación de keλal en el lobo marino y la pelea
de Elal con šintalkǝn. Vamos a los mitemas:
Cuadro 36. El puma y otros felinos comparados con keλal y con šintalkǝn
Los nombres tehuelches keλal era el hijo de Elal,
de los grandes felinos que a su vez era t‘ču:ȓ el
738
que su recuerdo debió ser reprimido, y los hombres lo olvidaron. Así, ko:č pasó
sólo a estar retirado, a ser un Deus Otiosus, y no una Divinidad Asesinada.
Pero la memoria de su muerte se conserva en los símbolos de su vida en el
exilio al otro lado del mar –es decir, más allá de la muerte- en la transformación
de su alter ego gošɣe en la ballena go:š, que vive en ese mismo mar, y en la
muerte de sus alter egos nost‘ex/t‘kauȓ-no casualmente este último muere
buscando el mar y se convierte- se transforma, muere- en una roca costera.
Aunque se mantuvo la idea de que Elal había matado a su propio padre, el
nombre de ko:č fue modificado en variantes como gosɣə, y t‘kauȓ; disfrazado
en las palabras para ―ballena‖ en AA y en Tsn,1069 go:š, y para ―cañadón‖ en
AA, kač. El mismo tipo de represión u ―olvido‖ habrá ocurrido con el ataque de
keλal a su padre, disfrazado bajo la agresión de parte de šintalkǝn, y oculto en
el mito del inicio de las relaciones sexuales por el lobo marino- no casualmente
el animal en el que keλal es transformado por Elal.
El héroe fracasado
Creo llegado el momento de explayarme en el estudio de la figura del hijo de
Elal. Por desconocer el nombre real de este ente mitológico -que ha de haber
sido, probablemente, un mitónimo asociado a su condición de ser celestial o
solar- lo llamaré por uno de sus apelativos más conocidos: keλal.
El mismo tenía cualidades para convertirse en un héroe. Según las
características universales resumidas por Rank (1914, cap. III), en su corta vida
alcanzó a cumplir dos de los requisitos para serlo:
―El héroe es hijo de padres muy distinguidos‖: keλal era hijo de t‘ču:ȓ/Elal,
hijo a su vez de ko:č y héroe divinizado, devenido en Dios él mismo; y de
t‘elux, la hija del Sol y de la Luna. Es decir, tenía plenos derechos a
suceder a su padre en su puesto de dios o semidiós. Como he dicho, uno
de sus apelativos es el de šintalkən, que traduzco como ―Sol niño‖.
hecho que pudo alertar a Elal... aunque, desde luego, tuvo lugar luego del
nacimiento de keλal. Y, lo dije, acostarse con la madre es, simbólicamente,
matar al padre, ser más poderoso que él, ocupar su lugar. Es la ―amenaza
al padre‖ de Rank.
Este análisis del mito del héroe aplicado al hijo de Elal, que sólo parcialmente
cumple los criterios para glorificarse, puede extenderse a los estadíos de
Campbell. Desde luego, los mismos sólo están esbozados, y sólo hallamos
algunos de ellos en la historia de keλal/šintalken, pues no hay un mito dedicado
exclusivamente a este ser, sino que su historia forma parte de la de Elal, el
héroe que, aunque tal vez haya sido asesinado, no fue vencido.
741
pero de haberlo hecho el don hubiera sido nada menos que reemplazar a
Elal como héroe- y, probablemente, como dios, es decir, divinizarse.
Tampoco llega ninguna de las representaciones del hijo de Elal a ser Señor
de los Dos Mundos, lo que, de haber vencido, hubiera logrado de un solo
golpe, y no en dos etapas –primero la terrestre, luego la celestial- como
hubo de hacer su padre. Pero quien lo vivió por muy corto tiempo fue
šintalkǝn.
Ahora bien: creo que no quedan dudas de que el hijo de Elal, cualquiera fuera
su nombre, violó un tabú, una prohibición, y por ello murió, y sufrió la
transformación en lobo marino. He aportado algunas pruebas de que dicho
tabú o prohibición era probablemente el incesto, y que la gravedad del delito ha
744
En tal sentido, las ―pruebas‖ que debió cumplir Elal1073 para poder acceder a
t‘‘elux, en última instancia, a tener relaciones sexuales con ella, que por ser hija
del Sol y de la Luna, y a la vez un ser lunar resulta ser su hermana, pues él es
un ser solar, equivalen en realidad a la resolución del enigma de la Esfinge por
Edipo. En efecto, responder a la pregunta y cumplir con las pruebas asignadas
permitieron, a Edipo y a Elal, respectivamente, acceder al comercio carnal con
sus propias parientes. Es decir, la respuesta hallada o la prueba cumplida son
un símbolo del mencionado acceso carnal incestuoso. Ya he mencionado que
Ibarra Grasso (1997: 80) deducía que Elal y su esposa eran hermanos, y las
pruebas mitológico-lingüísticas apuntan a ello. Al unirse carnalmente hermano
y hermana, se reúnen dos mitades… Elal adquiere así su máximo poder, su
plenitud, y rechaza luego a T‘elux. El miedo a que el héroe-dios lograra esto,
y/o el horror al incesto, explicarían la oposición del Sol y la Luna a que Elal se
casara con su hija.
En el caso del hijo de Elal, no hay una pregunta respondida, ni una tarea
cumplida, pero sí hay dos ―términos destinados a permanecer separados‖: una
prohibición y su violación, representada, en el caso del hijo de Elal, por el llanto
prohibido pero que tuvo lugar, y el tabú del nombre violado;1074 en el caso del
lobo marino, por la violación de la prohibición de las relaciones sexuales. Cada
una de ellas simboliza, en última instancia, la violación del tabú del incesto.
En cierto sentido, la victoria de Elal, un ser solar, tiene lugar en su lucha contra
t‘elux, un ser lunar, a quien derrota, directamente al repudiarla, e
indirectamente al vencer a šintalken, alter ego del hijo de ambos. Este triunfo
de Elal representa el del patriarcado sobre el matriarcado, de igual forma que el
de křen el Sol de los onas describe de forma más directa la misma lucha contra
la Luna kře. Pero traigo a colación un mito semejante ya mencionado en esta
obra, aquel recogido por Casamiquela de su informante Elina Peralta (Wilbert y
Simoneau, 1984: 19; Hernández, 1987 Ms.: 39 y 40) en el cual el sol y la luna
luchan por la supremacía en el cielo, ganando el primero, que la llena de
heridas en la cara. Lucha y victoria del patriarcado que los onas representan
con la revuelta de los hombres contra las mujeres y la huída de la Luna al cielo
con el rostro cubierto de cicatrices.
Y šintalken resulta el arquetipo del héroe fracasado, como lo estudiara Fromm
(1972: 148-172). Es una especie de anti-héroe tanto por la esencia de su
intento de vencer al héroe-dios su padre- es el Tramposo de Elal- como por la
745
Por un lado, Llarás Samitier (1950: 193) dice que teȓ-wəȓ, ante el acto
caníbal de Elal, que devoró el corazón del vencido šintalkǝn, ―le reprochñ
semejante proceder, haciéndole notar que los gigantes tenían el corazón
de piedra, y su vencido no‖. Ello me hace pensar que šintalkən, no era,
como el héroe creía, un gigante-monstruo... no era nošt‘ex ni gošɣə, sino
un ser con corazón de carne. Es decir, era humano.
Ello explicaría que šintalkǝn ―tenía un gran parecido físico con el divino
héroe‖ (Llarás Samitier, 1950: 192), algo muy lógico, si fuera su propio hijo.
Por otro lado, el hecho de que quisiera reemplazar al héroe, y que cuando
estuvo a punto de eliminar a Elal ―...los Chñnek que presenciaban la lucha,
convencidos de que su héroe sería derrotado, entusiasmados corearon el
nombre de Shintaukel, aclamándolo como el nuevo héroe de los hombres‖
(Llarás Samitier, 1950: 192), apoya la idea de que intentaba repetir la
historia de Elal, que había vencido y reemplazado a su padre. Es decir, se
estaba gestando una repetición del ciclo, que fue abortada cuando Elal se
recuperó y venció a su enemigo. Este momento es también reflejado por
Lista, que no dice nada sobre el hecho de que Elal estuviera perdiendo la
batalla, pero sí anota: ―El-lal ya no es un dios; su boca blasfema; en su
corazñn arden todas las pasiones de los hombres‖
―¡Šintalkən,!, ¡Šintalkən!- Este nombre resuena al borde del océano y al pie
de la montaða‖
Lista no explica por qué los tehuelches aclaman al adversario de su héroe,
pero la versión de Llarás Samitier nos permite comprender tanto este
hecho como el de que Elal hubiera perdido su carácter divino, haciéndose
un simple hombre... es que estaba siendo vencido por šintalkǝn, que era
quien, a su vez, dejaba de ser hombre para volverse un dios.
Aquí recuerdo una vez más el testimonio de Claraz (1988: 52), que
menciona entre los gënëna a këne el mito de un hijo del Sol, cuyo nombre
el naturalista no recogió, que habría sido asesinado por los hombres, que,
como castigo, perdieron la inmortalidad. En el caso del mito aónikenk, si la
traducción del nombre es correcta, el Sol-niño habría sido muerto, no por
749
Las ideas se tornan complejas aquí, pues la identidad, que Lista deja entrever,
entre šintalkən, y gosɣe puede explicarse de dos maneras: o bien originalmente
era tal, y fue modificada en la evolución del mito; o bien, se me ocurre, en este
caso los propios aónikenk aplicaban la regla de herencia del nombre y del alma
según la cual el niño recibía el nombre de su abuelo. Así lo documentan Siffredi
(1969-1970: 263) y Priegue (2007: 43) entre los aónikenk, como otros entre los
gënëna a këne -entre ellos, Harrington (1946: 252-253; y en Casamiquela,
1988: 107) y los mapuches, al menos, hasta donde sé, los cisandinos. Creo
que al recibir el nombre de un abuelo, o de un tío según agrega Casamiquela,
con él se recibe el alma de éste. Viedma (1972 VIII B: 958-959) documenta
entre los téushen la transmigración del alma del que muere al que nace.
Sobre este tema se ha explayado Lévy-Bruhl (1986: 270 y 284-286) en relación
con otras culturas primitivas. Dicho autor, de paso, explica que en la mayor
parte de las culturas primitivas no se castiga ni se contraría a los niños, pues
los creen reencarnaciones de antepasados... lo que permitiría comprender por
qué los tehuelches y otros aborígenes patagónicos no castigaban jamás a sus
hijos, por grave que fuera la falta cometida, hecho observado por varios
viajeros y cronistas. Por ejemplo, si la memoria no me falla, fue Musters quien
observó que unos niños aónikenk provocaban un incendio en el campamento,
sin que siquiera se los apostrofara verbalmente por ello. Pero otros autores
también mencionan la costumbre.
En tal caso, hasta cierto punto sería real la identidad de šintalkǝn con gošɣə,
pues se trata de la ―reencarnación‖ de un abuelo en su nieto, pero al mismo
tiempo el adversario de Elal sería alguien diferente, el propio hijo del héroe.
Esta dualidad o posibilidad de ser dos seres a un tiempo es típica de la
mentalidad denominada primitiva, según lo estudiara Lévy-Bruhl (op. cit: 133-
153). Es decir, creo que šintalkǝn era realmente el Sol–niño, hijo de Elal, pero
al propio tiempo pudo ser gošɣə, que no era otro que el propio ko:č el Cielo -en
última instancia padre de Elal.
En cuanto al lugar en que el mito coloca el escenario de la batalla entre Elal y
šintaukel, es el actual lago Cardiel llamado <Sechlae> por los informantes de
750
Llarás Samitier (1950: 192). Según el autor de las notas al pie, el Dr. José
Imbelloni, (nota 44), la palabra significaría ―agua salada‖ o ―amarga‖, 1081 y el
mito atribuía el gusto salobre de las aguas del lago al sudor de ambos
combatientes, que también habría originado los extensos guadales estériles
que lo rodean (p. 193). En efecto, el Cardiel, aparentemente de origen eólico,
se halla sobre un depósito salino, y sus aguas fuertemente ionizadas no son
potables. En sus proximidades hay pinturas rupestres. Echeverría Baleta (1998:
65) acepta esta etimología para el topónimo.
Debo aclarar que para mi la palabra debe recomponerse como set-hlə, que
significaría ―fuente de agua‖, pues en AA, le: es, en efecto, ―agua‖, pero seč- no
significa ―salado, amargo‖, que sería xəčen -aunque desde luego existe la
posibilidad de una lenición x→s, de donde el étimo del topónimo pudo ser
xečən-le: pero aún resta por explicar la pérdida del sufijo –en para obtener xeč-
le:- queda como posibilidad.
Finalmente, para cerrar la discusión sobre este tema, he de decir que el
análisis de la relación entre t‘kauȓr/gosɣe y šintalkən, o sea abuelo y nieto, por
un lado, y aquella de t‘elux con keλel, madre e hijo, por el otro permite suponer
que se trata, al menos en parte, de una reiteración del mismo tema. Veamos:
Esta permanente lucha de Elal con el puma representa sin dudas la lucha entre
parientes. Y, recordemos que wekne –amigo y alter ego de Elal- también pelea
y vence a un puma. Por su parte, el héroe pelea con šintalkən –cuyo nombre
he traducido como ―Sol-niño‖- y lo vence, pero antes ambos vencen a los
pumas que los atacan. Aunque, desde otro punto de vista, está explícito en el
texto de Llarás Samitier que el ataque de los pumas, que es contra ambos
contendientes, dan al héroe la oportunidad de recuperarse de las heridas que
le ha causado šintalkən. En este sentido, lo ayudan. Y existen versiones de la
historia de Elal en las cuales ambos colaboran en forma explícita, como la
narración de Nemesio Chongle a Casamiquela en 1975 (en Hernández, 2001;:
134) y la de Ana Montenegro de Yebes a Suárez (Fernández Garay y
Hernández, 1999: 84 y 2006: 53-55) que refiere su cooperación mutua para
cazar al guanaco
Recuerdo al lector lo que he dicho sobre la identificación del puma con el Sol, o
con su hijo, identificación que se extiende incluso a los nombres del animal,
góluen y variantes, o čauȓ... respectivamente comparables al nombre del Sol en
su brillo, gǝl, y al de t‘ču:ȓ, nombre del Alto Dios, que era el hijo del Sol, cuyo
nombre, creo, significa ―blanco brillante, prístino, luminoso‖.
Esta identificación de un gran felino con el Sol no es privativa de la cultura
tehuelche. La hallamos en otras culturas americanas, como las aquellas de
Centroamérica, y también en Egipto – en Leontópolis, especialmente, en donde
el león representaba al sol en su fuerza destructora, o en donde la leona es
representación de la energía solar y, como tal, imagen de la llamada Diosa
Destructora bajo las formas de Tefnut, Bastet o Sekhmet (Enríquez, 2008: 101);
o en la heráldica y en el hermetismo alquímico europeos, en que el león es
imagen del Sol (Castellan, 1966: 78 y 81).
Recordemos asimismo la semejanza del término Xaluel= tigre, anotada por
Ameghino en tehuelche meridional (según Lehmann-Nitsche, 1914: 262) y el
nombre del héroe, especialmente en su variante helal, así como su parecido
con el protochon ylal= hijo que le dio origen, y con su derivada yólel/yólil /youlel
/yaulal, variante de los iéklǝn, e identificable con Elal ¿Casualidad?
No lo creo. No me extraña que Freud (1993: 3290-3291) haya escrito:
<‗kalwun> <‗haĭna>/<‗hai?na>
/<am‘tatrrëk> (Casamiquela)
(Casamiquela)
Cognadas con kaləm/yǝkaləm= hijo /mi hijo en A.A. y Tsn. Son las
palabras del aóniken aish <jálue> (Ameghino), <kalvùn> (Milanesio),
<jálu(ë)> (Escalada); las del günuna a iájích <galuăn> (Hunziker),
<kaldenn> (Claraz), <‗kalwun> (Casamiquela). Agrego
<gol>/<goolgölen>/<göln>/<gnol>/<galln> para ―león‖ en A.A. Ya hemos
visto la importancia que traducir <gol> y variantes como ―hijo‖ tiene para mi
idea para traducir el nombre del Gualicho. Se trata de la palabra que
interviene en el nombre de la princesita-hechicera Calhuen Chipay (Blanco,
1992: 19), una bellísima hija de Chocorrimañ, otro hermano de Chocorí y
por ende de Cheuqueta. Los nombres de padre e hija dejaron perplejo a
Casamiquela (en Blanco, 1992: 4 y 7), que no acierta a asociarlos con la
tradicional onomástica mapuche. Es que no pertenecen a ella: se trata de
755
sa:txiričo
setkȓe
se:čo
tropillas de equinos. Todo lo cual apoya la idea de que eran lo que luego, en
épocas de Shayhueque se conocerían como manzaneros.
En otro escrito, Gardiner (1854: 93, traducción mía del inglés) ubica a los
<Tatchwell> así:
Y deduce Whittall:
y sus abundantes rebaños; y los nombres de los dos caciques, uno de ellos
<Cho-karro>, de los <Thit-titch> o <Shet-titch>, seguramente Chocorí, y el otro
<Tchucāto> o <Tchucats>, de los <Tachwell> en cuestión, apuntan al lago
Nahuel Huapi y alrededores como el hábitat descripto.
Pues bien, el territorio de los <Thit-titch> o <Shet-titch> y de los <Tatchwell>,
los alrededores del lago Nahuel Huapi, correspondía en los siglos XVII y XVIII a
los poyas, y en la segunda mitad del siglo XIX, como dije, a los manzaneros.
No es improbable, entonces, que se tratara de la misma etnia en todos los
casos, siendo los poyas presumiblemente ancestros, siquiera parciales, de los
manzaneros, y los <Thit-titch> o <Shet-titch> y los <Tatchwell> dos tribus de la
misma etnia.
En cuanto al gentilicio de los <Shet-titch>/<Thit-titch>, tal vez nos hallemos en
presencia del tan elusivo autónimo de los poyas, y los mismos fueran los
chechehet de Falkner y Cardiel. Recuerde el lector que los poyas pudieron
haberse autodenominado con una palabra de su idioma que no ha sido
documentada pero que se sabe que significaba ―tigres‖, pues dice Rosales
(1877: 257) que ―aunque por su valentía se llamen tigres, los españoles son
leones‖1104 -precisamente el significado en mapuche de la palabra nawel que
da nombre al lago Nahuel Huapi. Si alguien dudara, sépase que en el índice de
este capítulo, el XI de su libro (p. 251), Rosales -o su editor- tituló ―Pelean los
de Chiloé con los tigres de Naguelhuapí‖ a este episodio. Con lo cual el círculo
cerraría a la perfección. Hay más pruebas, que serán analizadas en el capítulo
correspondiente a los gentilicios, en un próximo tomo. Agregaré, sin poder
hacer más disquisiciones, que el galés nacionalizado argentino Henry Libanus
Jones (1853, en Dumrauf, 1991: 19; 2018: 67) dice que los ―Poyos‖ de los
misioneros eran llamados ―Oruz‖ por los ―ichuelches‖ –probable mala lectura
por ―tehuelches‖, pues también llama ―Ielhuet-cunis‖ a los <Tehuel-cunny> de
Falkner.
Por ahora baste con que el lector considere la idea de que las siguientes
palabras pudieran ser una sola, y significar ―hijo/s del Sol, pichon/es del Sol‖:
Desde luego, estas conclusiones implican disentir con Casamiquela (1965: 136;
2002: 13), quien interpreta, no sin lógica, que –et, -het pudiera corresponder a -
etȓ, sufijo localizador de procedencia geográfica, a traducirse con el sufijo
castellano ―-eño‖, ―-ero‖. Pero coincido en su observación de que muchas
veces el grupo fonémico [tȓ] fue representado, por razones obvias, con el
fonema [t]-en el caso de angloparlantes como Falkner.
Si alguien interpusiera la objeción de que, aparentemente, los mécharnwe-kenk
a la que pertenecería el vocablo <sa:tjiricho> eran un pueblo chon, le
responderemos que la lengua que les atribuye Molina sería mixta téushen-
gënëna, que muchos de los vocablos que les asigna dicho autor pertenecen al
gënëna a iájich, como él mismo lo dice de forma directa (Molina, 1967: 42), y
que me impresiona que, cuando menos parcialmente, es una creación del
propio autor, pues incluye muchos vocablos tomados de vocabularios
conocidos de las lenguas en juego, como antes que yo observaran
Casamiquela y Viegas Barros. Me resta decidir sobre quénes fueron los
chehuáchekenk, tema controversial, en principio pudieron ser los poyas o un
pueblo afín, pero Escalada tenía su prpia opinión. Espero haber aclarado mis
ideas sobre el tema para cuando escriba el capítulo sobre los gentilicios de los
pueblos ken en un próximo tomo.
Por otro lado, creo interesante rescatar otras posibles variantes del gentilicio de
los chechehet, conservados en el topónimo alternativo del lago Nahuel Huapi.
Moreno, 1876, I: 195 y 196) decía que los aborígenes, además de Nahuel
Huapi, llamaban ―Tequel Malal o Streteia Lafquen‖ al famoso lago cordillerano.
En otro trabajo (1879: 14) decía que el lago era:
Según Vúletin (1979: 241) el jesuita Francisco Enrich anotaba el nombre como
<Strectalauquen>. No he hallado en sus escritos la cita. ¿Será que Vúletin
confundió a Moreno con él, o habrá un escrito que desconozco? De todas
maneras este autor es una fuente secundaria.
Como sea, se trata de variantes del mismo topónimo, usado probablemente por
los propios nativos del lugar al interactuar con los misioneros, hablantes del
mapudzungun. Repasemos las variantes:
Aunque la segunda parte del topónimo es, casi sin dudas, el vocablo Mpz
lafken, lavken, lauken= laguna, no se hallan en los diccionarios del
mapudzungun palabras semejantes a la primera parte, <Streteia>, <Strectia->,
<Strecta->. No ignoro que Casamiquela (1998: 38) le atribuyó al topónimo
<Streteia Lafquen> de Moreno ser una mala transcripción del vocablo del Mpz
de De Augusta (1966: 293) ütrüftü=tendido por el suelo, echado (el animal),
tendidas las mieses, estar de costado (los libros) –en mi edición (1991 a: 277)
esta definición corresponde a ütrəfkəlen, y no existe la forma ütrüftü, siendo la
762
Aunque las nutrias fueron fuente de mitos entre los nativos patagónicos, no
creo que sea éste el caso.
―Vera me contó que en Choiké Mahuida los chilenos tienen algo similar
[a Yahmoc, la roca-gualicho, dueña de los guanacos en Yamnagoo, nota
mía]. Según dijo, allí hay una laguna y un tigre es el dueño de esos
campos. Posee grandes rodeos de caballos, yeguas y vacas. Si un indio
se pierde por las cercanías y le dirige una oración al tigre, éste se
presenta, y lo conduce a sus rodeos, donde halla ganado para comer y
caballos para montar‖.
solamente cuatro jornadas, o siete con los toldos, hasta Las Vacas, al sur de
Nahuel Huapi (Tucu Malal)‖. ―El Ganado‖ o ―Las Vacas‖ pudo ser
perfectamente el actual arroyo Chenqueniyen, que nace al sureste del lago -la
distancia entre Bariloche y la Estancia Chenqueniyen es sólo de unos 120 km.
Pues Painefil (1949,1109 en Casamiquela, 1998: 199) llama Chinquiniyen o
Chinquid Mahuida al sitio, traduciéndolo como ―meseta‖… de allí a cometer,
Claraz o el lector de sus notas, un error de pluma por ―Choique Mahuida‖ no
hay gran distancia.
De interés para nosotros es saber que, a comienzos de marzo de 1870,
Musters (1873: 224-228; 1997: 248-250) visitó el campamento de Foyel –de
estirpe manzanera-1110 a orillas de un arroyo que, precisamente, Rey
Balmaceda (1976: 124) identifica con el Chenqueniyen, en donde los nativos
tenían abundancia de ganado. Incluso conoció a un valdiviano llamado Ventura
Delgado, que cazaba ganado en la zona tomando como base el campamento
de Foyel. Y, luego de partir del sitio el 21 de marzo, pasaron la noche en un
valle llamado <Changui>, que puede ser la versión original del nombre
tehuelche, luego tal vez mapuchizado como čenke-ŋeieu= allí es o hay (un)
chenque. O, como cree Casamiquela (1998: 198), čǝnkǝd ŋeieu= allí es o hay
tortera o peso para el huso, que interpreta se debe precisamente a la forma de
la sierra o meseta de la zona. Rey Balmaceda (1976: 125) duda de la identidad
entre Changi y Chenqueniyeu, que Ernesto Sorrouille le había sugerido, por
dos causas:
Con lo que sus dos objeciones podrían no ser válidas. En cambio, creo
firmememente que el sitio al que se refería Vera era el actual arroyo
Chenqueniyen, que identifico a su vez con el lugar que los nativos llamaban El
Ganado o Las Vacas, y con aquel en el que se levantaban, en 1870, los toldos
de Foyel, o con el paradero <Changui> de Musters, muy cerca cuando menos
de dichos toldos.
Sin embargo, otra posibilidad es que Chenqueniyeu sea un topónimo mixto
tehuelche-mapuche -hay varios ejemplos de ellos en la toponimia patagónica.
En dicho topónimo entraría una palabra tehuelche que significa ―vaca‖ -cf. AA
tsoi= buey, vaca (Schmid, 1910 a: 23), č‘oj=vaca (Fernández Garay y
Hernández, 2006) y, según Lehmann- Nitsche (1914: 262), ―vaca‖ era <choji>
(Ameghino), <chói> (Lehmann- Nitsche), <choy> (Milanesio), <choij> (Ramón
Lista), <thossi choica> (Ibar Sierra), mientras que en Tsn <choji> = vaca
(Ameghino). Palabras probablemente cognadas con el GI ‗tȓ‘eɂje, ‗tȓ‗eja= vaca,
vacuno, toro (Casamiquela, 1983: 157 y 158). Es decir, en la composición del
767
comienzo del párrafo significan ―los hijos‖. El asesinado ―Hijo del Sol‖ renace
para castigar a los hombres por su muerte.
Una posibilidad menos plausible es la de que Elal sea el Gualicho, como lo
sugieren muchas evidencias míticas y lingüísticas –entre ellas la aparente
identidad del Elel de Sánchez Labrador con el Gualicho.
Analicemos algunos datos con la esperanza de aclarar nuestras ideas:
Elal es, como hijo de ko:č, el ―hijo del Cielo‖. Pero parece, él mismo,
haber evolucionado desde su posición como ―hijo del Sol‖. Su historia se
refleja en el mito shelknam del reemplazo de kȓenahôteh o Sol Mayor
por su hijo kȓen el Sol. El hecho de que el nombre de Elal sea cognado
con los nombres de los gualichos pequeños en los idiomas tehuelches:
čeleule, youlel, yaulal, alel, yatel, šotel- probablemente también con sus
equivalentes yeylum, ieklən, yikeləm, ko٨on, etc., todos con el
significado de ―hijo‖ … tal hecho, decía, apoya su candidatura a ser él
mismo el Gualicho. Pero también el nombre de su hijo ke٨el es cognado
con todos estos nombres, siendo la diferencia la presencia de la ―k‖, que
correspondería a la aféresis del vocablo yak= mi, mío en SCh y en AA-
cf. klal= (mi) hijo en SCh, en donde lal= hijo- equivalente a su cognado
ya= mi, mío en los mismos idiomas, conservado en ylal= (mi) hijo en
SCh, origen del nombre de Elal, en donde en lugar de una aféresis hay
una apócope del vocablo yak. Como se ha visto, el SCh ha conservado
en su lengua los sinónimos ylal y klal= (mi) hijo, que permiten explicarse
los nombres en AA Elal y su hijo ke٨el, respectivamente.
La palabra del Patagón del siglo XVI para ―sol‖ era <Calexchem> y
variantes, conservada en el mitónimo del Sol entre los aónikenk del siglo
XX, Xalešen. Ambas palabras pueden traducirse como ―Hijo del Sol‖-
aunque también como ―brillo del sol‖, ―fuente de luz, brota o mana la luz‖,
etc.- lo cual ya indicaría que el sol que conocemos no era el Sol original,
el Sol padre, o cuando menos explicaría parcialmente el mito del Hijo del
Sol como un ejemplo de génesis del mito por la palabra.
Para los aónikenk, el hombre que inició las relaciones sexuales fue
castigado por Elal, que lo convirtió en lobo marino, lo cual puede implicar
que, a su vez, el héroe lo mató, o que dicho hombre fue asesinado por
los hombres -como lo sugeriría el mito cognado del puma alado. Hasta
entonces, el sexo era privativo de los dioses. Con el inicio de las
relaciones sexuales entre los hombres, comienza la procreación entre
ellos, con lo que pierden la inmortalidad, pues, como escribe Hernández
(2001: 84), ―inmortalidad y procreaciñn son antagñnicas‖. Hay también
señales en los mitos de que el transgresor fue nada menos que ke٨al, el
769
Y, sin embargo…
Resumiendo: t‘ču:ȓ el Sol o Elal, el ―Hijo‖ (de ko:č el Cielo, pero, originalmente,
del Sol Mayor o nošt‘ex), pudo haber muerto como consecuencia de las heridas
de su pelea con šintalken el Sol-niño -probablemente, su propio hijo- o
asesinado más tarde por los hombres en un hecho mítico olvidado. Muerte
simbolizada en su viaje final hacia el este para esperar como Elal mismo a los
aónikenk fallecidos -regresando al oriente donde había nacido- y/o en su
función, bajo la forma de la versión femenina de se:čo, de Guardiana de las
puertas del Paraíso.
Recordemos también que su alter ego, su gran amigo wekne, apareció muerto
al día siguiente de la partida de Elal. Se trata de reiteración mítica de la muerte
del propio Elal. Así, Elal/se:čo puede entonces ser aquél ―hijo‖ o ―Hijo del Sol‖
que vuelve bajo las diversas formas del Gualicho, a vengar su muerte mediante
todos los hechos malos que ocurren en el mundo.
O bien ke٨al, el ―hijo de t‘ču:ȓ el Sol‖ o ―hijo de Elal (el Hijo)‖ pudo ser muerto
por su padre, muerte ratificada por la derrota y posterior ingesta de partes del
cuerpo de šintalkǝn el ―Sol-niño‖, y simbolizada también en su transformación
en lobo marino luego de iniciar el acto sexual. Ambos actos, la muerte del
primero y el castigo del segundo fueron realizados por el mismo Elal,
representante de los hombres.
La culpa por esta muerte, transferida del héroe-dios de los hombres a los
propios hombres,1112 se manifestaría en el regreso del
Gualicho/haləkčəm/e٨əngašən, el ―Hijo del Sol‖, o bajo las formas del
elel/alel/youlel/yaulal/čeleule/yeklən/yeilum el ―hijo‖ o ―los ―hijos‖ o ―diablos
pequeños‖. Esta idea es la que más me convence.
Con una salvedad: el hijo de la Luna vuelve a vengarse de los hombres aliados
de su padre, el vencedor héroe solar Elal. Pero también la propia Luna vuelve
bajo la forma de la terrorífica agsčǝn/axčǝm. Pues, desde que se hallaba aliado
a la Luna y fue vencido por el Sol, keλel/šintalken resulta un ser lunar él mismo,
aunque los gënëna a këne lo recordaran como ―el Hijo del Sol‖ y uno de sus
nombres signifique ―Sol-niño‖. Por ello, según los criterios de Jensen, es tan
fecunda su muerte: por representar –o, en el caso de keλel y t‘elux, ir
acompañada de- la muerte de la Luna. Tal como el caso, en los mitos onas, de
la mujer kře, que regresa bajo dos formas: la de la Luna, que se venga de los
hombres al devorar a los niños y provocar daños a los humanos, y la de la
temible halpen del hain.
Además, si he de ser sutil, he dicho que, según las versiones, son el cisne
(Lista, 1998: 135) o el carancho (Casamiquela, 1988) quienes transportaron a
Elal hacia el horizonte oriental. Y, en la versión que conocemos, el chimango es
quien trae a šintalkən, de regreso desde la Isla de la Creación, adonde había
ido con t‘kau:ȓ, cuando abandonó el mundo. Y recordemos que el cisne se
llama kokn, y que el nombre del carancho es kaȓo. Ya he asociado el nombre
771
del primero a keoken y variantes, uno de los nombres del Sol, identificable en
muchos aspectos con ko:č el cielo –no sólo en lo teológico, sino también en lo
lingüístico. En efecto, dije que uno de los nombres del Sol, šewuen, en AA y
Tsn, es cognado con šion, el del cielo en SCh, y, claro, con el del propio Sol =
kȓen y variantes en dicho idioma.
En cuanto a kaȓo=carancho, la semejanza con el nombre de t‘kau:ȓ, que creo
que es variante –disfraz, bajo la forma de un brujo- de aquél de ko:č no ha de
ser casualidad. Es decir, tanto el cisne como el carancho, cuyos nombres
recuerdan al del Alto Dios, llevaron a Elal al otro lado del mar: simbólicamente,
fueron vehículos de su muerte. Eso es, tal vez, la versión que le había llegado
a Josefa Bustos. Pues, recordemos, kařo es también uno de los nombres de
t‘elux, cuando en lugar de ser representada por Venus lo es por Marte. Un tema
para seguir estudiando, pero en este momento me falta inspiración y/o
información, más allá de que el hecho de que estas palabras nombran a seres
y objetos luminosos puede llevar a confusiones, pues puede tratarse de
coincidencias sólo de nombre y no de entidad. Especialmente teniendo en
cuenta que, por extensión semántica, y no me canso de repetrilo, las palabras
que nombran a la luz o al agua y sus fuentes por un lado, y aquellas que
nombran a ciertos animales y/o a sus crías, cachorros, hijos son cognadas
mediante el mecanismo de extensión semántica.
Sin embargo, como parte de este estudio, recuerde el lector, una vez más, que
según anotara Escalada (1949: 327), los <Táchul> o ―gente chiquita‖ que
habitaban el mundo antes, fueron aniquilados por la tierra, que se dio vuelta y
los tapó. Desde que he identificado a t‘ču:ȓ con Elal -y he dicho que creo que
aquél era su verdadero nombre y que éste era sólo un apelativo- podemos
tomar a dicha aniquilación como una huella más de la muerte del mismo. Y
entonces adquiere alguna importancia la causa de la muerte de estos enanos...
los mató la tierra al darse vuelta. Y es que tem, la tierra era la madre de gosɣe,
según Echeverría Baleta (2002 b: 146-147), mientras, que según Llarás
Samitier (1950: 198), lo era la Oscuridad Tons. Ya he identificado a la una con
la otra, y a gosɣe con ko:č. El hecho de que gosɣe fuera hijo de la tierra, no se
contradice con el de ser él mismo el Creador... ya sabemos que en los mitos no
puede aplicarse la cronología, ni la relación témporo-espacial lineal.1113
Y si vamos a intentar razonar cada deducción que obtengamos del mito,
debemos decir que tem era entonces la abuela de t‘ču:ȓ/ Elal, pues ya he
sugerido que éste era hijo de ko:č. En tal caso, al destruir a su nieto t‘ču:ȓ o
Elal, tem estaría vengando la muerte de su hijo gošɣə o ko:č. Continuando con
los razonamientos –que en los mitos deben manejarse con cuidado, pues
pueden no tener cabida- supongo que debe identificarse a tem con teȓ-wəȓ, la
abuela que lo salvó de ser muerto por su padre.
Ya hemos visto que teȓ-wəȓ no es otra que teȓoč, la luna –o la noche,
identificable a su vez con la tierra. De todas maneras, he de decir que la
relación entre tem, madre de gosɣe, y la tierra que tapó a los <Táchul> puede
ser sólo casual, producto de que el enterramiento, como el diluvio o inundación
–o como meterse en el mar- son símbolos míticos de la muerte, así como
atravesar una gran fuente de agua es símbolo de nacer o renacer.
Agregaré que, más allá del habitual tabú de nombrar a los dioses, frecuente en
todas las religiones -cf. el segundo mandamiento bíblico ―No tomarás en vano
el nombre de Dios‖- Elal debía ser un apelativo para no nombrar al Alto Dios
t‘ču:ȓ, al que se temía, no sólo por estar muerto, sino en gran parte por la culpa
772
inconsciente que producía su muerte, de la que los hombres habían sido co-
responsables. Ello aunque no haya sido directamente uno de ellos quien lo
mató. Y podría entonces ser el mimso t‘ču:ȓ quien regresa como el Gualicho,
con un renovado prestigio y enorme poder, explicables en parte porque no fue
reemplazado por su hijo, también muerto.
Elal, cuyo nombre significa ―Hijo‖, pero que he identificado con el dios
solar t‘čuř, se acuesta con la hija del Sol y de la Luna, que era t‘elux, el
Lucero, pero cuyo nombre es cognado con aquel de la Luna en téushen-
teȓoč. Luego la rechaza. Ella se transforma en el leopardo marino.
Su hijo ke٨el, cuyo nombre significa también ―Hijo‖, también parece
haberse acostado con su madre, la misma t‘elux. En castigo, Elal lo
transforma en el lobo marino.
Por su parte, el mismo Elal supera el intento de seducción de su abuela
teȓ-wəȓ, cuyo nombre es también la misma talabra que teȓoč= Luna en
téushen, y equiparable fonéticamente al de t‘elux. En castigo, la abuela
es transformada en el cururo -animal que ya era al comienzo de la
historia de Elal.
En todos los casos vemos al ―Hijo‖- Elal el ―hijo del Cielo‖ y ke٨al el
―Hijo del Sol‖ – acostarse con o rechazar a otro ser luminoso, identificable con
la Luna. Y surge la duda: el apoyo de teȓ-wəȓ a Elal en las etapas previas, ¿no
simbolizará su unión sexual con ella? ¿No será un caso semejante al de keΛal
y t‘elux, en el cual el horror al incesto motivó el olvido de dicho acto? ¿No son
al fin y al cabo t‘elux y teȓ-wəȓ un mismo ente luminoso, la Luna, o cuando
menos dos lunas de generaciones diferentes? ¿No son a su vez tanto Elal
como ke٨el soles, uno triunfante y el otro fracasado? ¿Al acostarse Elal con
t‘elux, no se acostará también con teȓ-wəȓ, su propia abuela, representante de
la Luna, que es la madre de su padre, y, a su vez, la de t‘elux? Y recordemos
que la abuela de Elal fue quien lo crió, es decir, quien asumió el rol materno
que la asesinada Teo no pudo cumplir.
Es decir, de haberse acostado con su abuela, Elal habría cometido el incesto
con quien, en la práctica, era su propia madre. Pero Elal supera su Complejo
de Edipo, la rechaza, y su triunfo se mantiene. En cambio, ke٨al no supera su
propio Edipo, se acuesta, real o simbólicamente, con su madre, pero el mismo
acto que simboliza un triunfo sobre su padre lo hace un fracasado, y, simbiótico
con su madre, la acompaña en la muerte/transformación.1114
Probablemente no sea tan complicado. Creo que lo que ocurre es que se trata
de familias de Soles y de Lunas. La hija de la Luna, t‘elux, es la Luna misma,
un ser lunar. La abuela del ser solar Elal/t‘ču:ȓ, es decir, teȓ-wəȓ, es también la
Luna, o lo fue, antes de ser olvidada como tal, y caída hasta convertirse en el
cururo, cuya asociación con la abuela en cuestión pudo deberse a una
semejanza casual de nombres, un caso de determinación del mito por la
palabra… o ser simplemente un mito de transformación, es decir, de muerte, en
este caso debida al castigo por una falta, como parecen mostrar las versiones
más modernas del mito. Si esto último es lo cierto, todo lo que ha quedado de
la alta alcurnia que alguna vez tuvo el animalito son la memoria de los aónikenk
de que era ancestro de Elal, y su antiguo nombre de ser luminoso.
775
Para ser más claro: ya he explicado en una nota al pie en el capítulo 2 que en
todos estos mitos los protagonistas son seres solares y lunares. He dicho que
t‘elux, un ser lunar- como su nombre y rasgos lo indican- era aparentemente en
realidad hermana de Elal, un ser solar. Lo propio parece haber sucedido en el
caso de nost‘ex, un ser celestial/solar, y de teo, un ser también celestial -una
nube- pero además con rasgos lunares. Y teȓ-wəȓ, un ser lunar como su
nombre lo indica, era probablemente tanto la abuela materna como paterna de
Elal… y por lo tanto también de t‘elux. Y era entonces la madre tanto de nost‘ex
como de teo. Lo cual a su vez apunta que el padre de éstos era un ser solar, un
Sol arcaico y olvidado por el mito, y el propio hermano de teȓ-wəȓ. Una
verdadera dinastía de Soles y Lunas, en donde los progenitores de cada
generación son un sol y una luna hermanos entre sí. No es casual que en otras
culturas en donde la religión era solar, como la egipcia y la inca, los reyes eran
Hijos del Sol y/o seres divinos-solares y se casaban con sus hermanas. Y
hermanos y esposos eran, en la mitología egipcia, Osiris e Isis, y, en la inca,
Inti el Dios-Sol y Mama Quilla la Diosa-Luna.
Una caída equiparable a la de teȓ-wəȓ ocurrió probablemente con
axčən/agsčǝm - un ser solar-lunar- y con su alter ego halpen de los onas. Y
con los seres celestiales o solares: nošt‘ex/t`kauȓ/gošɣə/ko:č y su hijo t‘ču:ȓ,
alias Elal, y el hijo de éste, ke٨el/šintalkǝn. Y también con los alter egos de
t‘ču:ȓ/Elal, llámese ta٨u٨i, o el čaue٨i de los poyas, el tzual de los gënëna a
këne, o *čel de la tribu de Chulilaquin: el llamado seteuš/šetu:š por los
Patagones, šo:ȓt por los onas y *šəl por los protoonas; el Elel de Sánchez
Labrador. Y con el maligno elel/čel de los tehuelches septentrionales y los
mapuches cisandinos- ya he dicho que cuesta distinguir si éste es Elal o keλel.
Por otro lado, hemos de recordar que los espíritus malignos maipǝ, kelenken y
agsčəm son hijos de tənš la Oscuridad y de šoȓ el Tiempo. Ya he identificado a
šoȓ con t‘ču:ȓ, según creo el nombre original de Elal, siendo éste un apelativo
que reemplazó al verdadero nombre, adquiriendo prestigio e identidad propias,
al tiempo que caían el poder y prestigio del original, t‘ču:ȓ. ¿Nos extrañará
entonces lo ya dicho, que tənš la Oscuridad pueda identificarse con teȓoč –o
teȓ-wəȓ- la Luna, a su vez identificable tanto con el cururo teȓ-wəȓ como con
t‘elux ?
Se trata siempre de uniones o intenciones de unión entre el Sol y la Luna, el
Día y la Noche, la Oscuridad y la Luz, la Tierra y el Cielo. Es, por otro lado, la
eterna lucha entre fuerzas opuestas pero complementarias: la luz y la
oscuridad, el bien y el mal- quedando generalmente como ―el bueno‖ quien
gana la contienda, el que escribe la historia; el que la pierde, en cambio, se
maligniza o decae e incluso es olvidado. De allí que ambas fuerzas busquen
unirse, pero al mismo tiempo combaten la una con la otra, no ya porque deseen
separarse, y quedar como antes de unirse, sino que la fuerza triunfante procura
quedarse con todo el poder obtenido de dicha unión.
Es lo que ocurre con Elal: al unirse con t‘elux alcanza el escalón más alto,
obtiene el máximo poder. Se trata de su triunfo, devenido de la unión de ambos
dioses. Pero, simultáneamente, Elal se separa de una t‘elux vaciada de su
poder. El triunfo de Elal/t‘ču:ȓ/šoȓ, el sol, el día, el tiempo, es la derrota de
t‘elux/teȓoč/teȓ-wəȓ/tənš, la luna, la noche, la oscuridad. Ella, la diosa de la
noche, por su parte, lejos de ser una inocente víctima, intenta triunfar, y, al
fracasar, busca otro camino, y se une a un ser que tiene los títulos necesarios
para suceder a Elal: el propio hijo de ambos.
776
Sol y a la Luna hacia el cielo ―en venganza por no haber cumplido con lo
prometido‖, es decir, luego de haberlo querido engañar entregándole a una
sierva disfrazada en lugar de a t‘elux (ver Bórmida, 1965: 156; Siffredi, 1968 a:
125; y Bórmida y Siffredi, 1969-1970: 207, N° 18) o de mentirle diciéndole que
sus sirvientas eran sus hijas, ocultando a la verdadera en un toldo (Fernández
Garay y Hernández, 2006: 297). Se trata de una escena además semejante a
aquella en la cual el héroe/antihéroe o Tramposo kwanyipǝ de los onas,
deseando yacer a oscuras con su amante -que en este caso haría el papel de
t‘elux- hizo que los días fueran más cortos y que las noches se prolongaran. Lo
cual a su vez resulta un mitema cognado con aquel según el cual křǝnkxaxtaix
el Sol Mayor o ―el viejo hombre sol‖ fue reemplazado por su hijo křǝn el Sol
Menor, o ―el joven hombre sol‖, de luz más débil, lo que acortó la duración del
día (Gusinde). En todos los casos, salvo el primero que era el que motivó estas
reflexiones, se trata del triunfo del Sol menor o joven sobre el mayor o viejo…
del hijo sobre el padre. En el caso de kře el Hombre-Sol, asciende al cielo
luego de salir triunfante, al menos en apariencia, en su liderazgo en la rebelión
de los hombres contra las mujeres. Sin embargo, un alter ego de šel, el Dios-
Sol, padre de los shelknam -como el gentilicio de estos nos recuerda (Williams
D, 2008, I) resulta ser šo:řt, el maligno esposo de la no menos maligna halpen,
la caída diosa lunar del hain. Si bien šo:řt podría representar al Sol Viejo
reemplazado -en sentido figurado, vencido y, probablemente, muerto- por el Sol
Joven, podría corresponder también, o solamente, al triunfante kře. Lo que
podría ocultar la muerte de éste por los hombres, de la misma forma que los
actos de su equivalente taλu:λi, esposo de la maléfica agsčen de los aónikenk-
equivalente, he dicho, a halpen de los onas- podrían corresponder a la
venganza de la Divinidad Asesinada. Es decir, la venganza de tču:ř, que no es
otro que el mismísimo Elal.
Hablando de t‘ču:ȓ… bajo su propio nombre, apenas modificado como čawe٨i,
persistió entre los poyas como Alto Dios responsable de todo lo bueno y de
todo lo malo, para ser olvidado con la desaparición de la etnia; pero vive aún
entre los herederos de los poyas, los gënëna a këne, bajo el nombre de taču:٨,
el enano de los cañadones, más molesto que maligno, casi un bufón. Entre los
aónikenk, luego de su brillo final como el dios solar <tchur> que alcanzó a
documentar Gardiner, pasa a denominar a taλuλi, el maligno esposo de la no
menos maligna agsčǝn; y a los t‘ačul, esos enanos que son la generación
anterior a los humanos, que fueron eliminados por la tierra al darse vuelta.
Y, bajo el apelativo de Elal, entre los aónikenk su memoria en las versiones
modernas del mito queda limitada a la de héroe cultural. Si bien constituye un
ser importante y creador de la humanidad y de los animales, no es ya el Dios
Creador del mundo, como lo había sido su padre y como llegó a serlo él mismo
según documentara Lista. Si incluso se hallaba en camino a ser un simple
personaje de cuentos entre los últimos transculturados informantes. Entre los
gënëna a këne, bajo el nombre de elel- si es que no se trata del equivalente
septentrional del meridional ke٨al- se potenció su lado maligno, olvidandose el
benigno. Pero entre los pampas primitivos, pre-gënëna a këne -desconozco el
gentilicio que, sin dudas, se daban a sí mismos-1116 evidentemente Elel aún
ocupaba su posición privilegiada, siendo el personaje central del rito del toldo
ceremonial. No queda del todo claro que sólo fuera maligno, pues el relato
eurocentrista y dogmático de Sánchez Labrador lo hace equivalente del Diablo,
como Pigafetta hizo con el <Setebos> patagón.
780
Para los gënëna a këne, según Claraz, los hombres se volvieron mortales
por haber matado al hijo del Sol
Para los aónikenk, la causa fue la violación por parte del lobo marino, que
por entonces era aún un hombre, del tabú de mantener relaciones
sexuales. Nosotros suponemos que el tabú quebrado fue el del incesto,
sacrilegio cometido por t‘elux y su hijo keλel.
Para los shelknam, todo se debió a que el héroe-tramposo kuanyipə
impidió que su hermano mayor, aukmenk o kuanyipə mayor, se levantara
luego de su sueño de rejuvenecimiento.
Como vemos, en los tres casos se viola un tabú, o se desobedece una orden
divina. Es decir, simbólicamente, se rompe la conexión con el cielo. Se trata de
un tema que ya he estudiado en un artículo en un suplemento literario (Williams
D, 2008 j) y repasaremos en el capítulo dedicado al clima y el cielo tehuelche y
ona, en un próximo tomo.
De alguna manera, en muchas culturas, cuando se rompe la conexión con el
cielo, se corta el paso o vado hacia y desde él (cf. ver Casamiquela, 1964:
224). Paso o vado que pudo estar simbolizado por el arco iris (Williams D,
2008 j,. Es en ese momento en que los hombres dejan de ser dioses o
semidioses inmortales y se vuelven hombres mortales. Por ejemplo, entre los
onas, la muerte del kuányipǝ mayor marca el fin de la época de los ho:win o
antepasados y el comienzo de la de los čon u hombres. Paradójicamente,
entonces, la aparición de la muerte marca el nacimiento del hombre; la pérdida
de la comunicación con el cielo representa el corte del cordón umbilical, la
adquisición de la libertad, y con ella se adquiere también la responsabilidad.
Hernández (2001: 80-85) dedica un interesante apartado al tema de la pérdida
de la inmortalidad según la interpretaban los aónikenk, los onas y los yámana.
En el caso de estos últimos, la muerte comienza cuando uno de los dos
hermanos míticos yoálox, el yoálox menor1117 se opuso a que la madre de
ambos siguiera con vida, por entender que ya había vivido demasiado. No hay
aquí intervención de la sexualidad, pero luego ambos yoálox comparten la
misma mujer, y el mayor, celoso de la preferencia de ella por su hermano
menor, le ocasiona a la mujer una hemorragia vaginal, luego de lo cual ella se
casa con su amado y tienen hijos. Hallamos el tema de la mortalidad en el
fallecimiento de la madre y de la sexualidad en la menarca y por ende, la
fertilidad y ulterior embarazo de la mujer del Yoálox menor. En el caso de los
onas, además de ocasionar la muerte de su hermano eukmenk, kuányip inició
la menstruación en las mujeres: es decir, inició la fertilidad en ellas. Lo propio
les ocurrió a Adán y Eva, nacidos por creación, que al comer el fruto prohibido
781
fueron, entre otras cosas, condenados a que ella pariera con dolor, es decir, a
tener hijos por parto. Como escribe Hernández (op. cit.): ―Sexo y procreaciñn
van a ser sustitutos defectuosos de la inmortalidad‖.
Se trata de una idea presente en muchísimos mitos, a lo largo de la historia, en
todo el mundo, y que fue expresada científicamente desde los trabajos
biológicos de August Weissman (The germ-plasm, a theory of heredity, Walter
Scott, Ltd., Londres, 1893), quien observó, en su teoría de la inmortalidad del
plasma germinal, que los seres unicelulares, que se reproducen en forma
asexuada, son inmortales, mientras que cuando aparece la sexualidad aparece
también la muerte. Freud tomó dicha teoría, aplicándola al psicoanálisis, y la
citó numerosas veces en su trabajo Más allá del principio del placer. Vemos
cómo una teoría científica, que conlleva pensamientos filosóficos, ya había sido
prefigurada en los mitos.
Lo cierto es que, para los aónikenk, un hombre inició las relaciones sexuales,
con lo que se perdió la inmortalidad. El pecador fue castigado con su
conversión en el lobo marino. Como he dicho, exactamente el castigo que
recibió keλel, hijo de Elal y t‘elux, supuestamente por haber llorado, o por
haberse pronunciado su nombre, etc. Pero esta transformación implica también
la muerte de ke٨el, al menos como ser humano, o como ser divino. Se trata,
entonces, de la misma muerte del Hijo del Sol que narraban los gënëna a këne
que habían cometido, y que había motivado para ellos la pérdida de la
inmortalidad. Muerte que para los onas era representada con la de aukmenk, el
hermano mayor de kuányip, que luego de su fallecimiento también sufre una
transformación: recordemos que se vuelve kmoynká el Lucero, otro ser
luminoso.
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http://www.hechohistorico.com.ar/trabajos/jornadas%20de%20bariloche%20-%202008/albornoz-
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783
4
http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/20972/Documento_completo.pdf?sequence=1
5
http://www.nature.com/nature/journal/v113/n2828/abs/113058a0.html
6
Aunque no figura como autor, el estilo, conceptos y fonética de los vocablos aborígenes pertenecen
muy probablemente a Rodolfo Casamiquela.
784
7
Escaneo del original disponible en http://www.saantropologia.com.ar//wp-
content/uploads/2015/01/Relaciones%207/15-%20Aschero.pdf
8
En http://www.geocities.ws/aukanawel/obras/cienciasecreta/am/am.html. Consultado por última vez
el 23 de mayo de 2019.
99
https://archive.org/stream/mobot31753002679717#page/n1/mode/2up
10
http://studylib.es/doc/7074285/-chile-.-vol.-12--1981.-gallego-como-se-sabe--con-posteri
11
http://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download?doi=10.1.1.4.5511&rep=rep1&type=pdf
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https://www.newspapers.com/newspage/203849525/
785
13
https://archive.org/stream/loscsaresdelap00bayo/loscsaresdelap00bayo_djvu.txt
14
Kelkein era el nombre tehuelche del actual Valle de los Mártires – Dyffryn y Merthyron, nombre que le
fue dado por los galeses, debido a la matanza de tres colonos allí en 1884 por miembros de la tribu de
Foyel (ver Williams D., 207 y 2011 para un panorama general):. Fontana lo tradujo en 1885 en
castellano. Kelkein o Kelkain podría pertenecer tanto al AA –especialmente- como al GI. Casamiquela
(1987: 129; 2000: 185, 186, 191 y 200) duda tanto sobre su origen como su traducción.
786
15
https://books.google.com.ar/books?id=BPANAQAAMAAJ&pg=PA561&lpg=PA561&dq=%22tower+rock
%22+%22port+desire%22&source=bl&ots=wGGOYYPLcw&sig=zAII_286fqQIPZIN-iUoeqp-
xlc&hl=en&sa=X&ved=0ahUKEwiI_Kvao7HTAhXMPpAKHRN6BHUQ6AEIMjAF#v=onepage&q=%22tower
%20rock%22%20%22port%20desire%22&f=false
16
https://www.jstor.org/stable/40976977?read-now=1&loggedin=true&seq=1#page_scan_tab_contents
17
http://www.ciafic.edu.ar/documentos/03_Conciencia_mitica_Archivos_I_2003_pp_21-233.pdf
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18
https://books.google.com.ar/books?id=0Kyns1ax1d0C&pg=PA66&lpg=PA66&dq=b%C3%B3rmida+siffr
edi&source=bl&ots=oiWkuj5dLH&sig=Nm6725o-MWVllaGGBINvd1PQaQ0&hl=es-
419&sa=X&ved=0ahUKEwi7u9Srt6HJAhVSl5AKHY7IBugQ6AEINzAE#v=onepage&q=laberinto&f=false
19
http://www.edunlu.unlu.edu.ar/sites/www.edunlu.unlu.edu.ar/files/site/AtekNa_Nro_6_Mar%C3%AD
a%20TeresaBoschin.pdf
20
https://archive.org/stream/captiveinpa tagon00bouruoft#page/148/mode/2up/search/oysters
788
21
http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/runa/article/view/1299/1252
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https://archive.org/details/revistadelmuseod04muse/page/348/mode/2up?q=yotel
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Enhttp://qwertp.com/Book_s/pdf_BooKs/Campbell,%20Joseph%20-
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http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22442015000100008
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http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/25220/Documento_completo.pdf?sequence=1&isA
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http://www.bibliotecadigital.umag.cl/bitstream/handle/123456789/1361/Castro_Anales_2000_vol28
_pp225-231.pdf?sequence=1&isAllowed=y
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http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/20570/16-
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30
Es que existe una segunda edición en donde se lee la fecha “1964”, a la que no he accedido, publicada
con una leve variación el el título: iento ca ino la go c ónicas de un dico en la atagonia /Viento
y camino largo 1964. Tierra sin tiempo ; Patagonia india, cuentos, leyendas y relatos / Huberto Cuevas
Acevedo Tandil, Buenos Aires : Cruz Editorial, 2016.
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https://www.researchgate.net/publication/259306780_Diario_de_Exploracion_al_interior_del_Chubut_
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VvoALw&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwi4rOCglLTcAhVFgJAKHd2RBoAQ6AEILTAB#v=onepage&q=tesm%C3
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https://pdfcookie.com/download/lecturas-araucanas-o2np0d6305v4
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https://issuu.com/bilbaopen/docs/104590792-felix-jose-de-augusta-lec Lectura parcial en
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q=peutukutrann
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Indian inhabitants; and some particulars relating to Falkland‘s Islands, by
Thomas Falkner, who resided near forty years in those parts. Printed by
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Máximo Ezequiel Farro Directora Dra. Irina Podgorny Facultad de
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https://books.google.com.ar/books?id=7vtSAAAAcAAJ&pg=PA46&lpg=PA46&dq=%22cachu+corat%22
&source=bl&ots=mY4_Jiyilp&sig=ImpQfeGgAVmBXPCW1XA2b9sAyBQ&hl=en&sa=X&ved=0ahUKEwj486
vGjbDNAhXCIJAKHcbvCjsQ6AEIHzAB#v=onepage&q=%22cachu%20corat%22&f=false. En la Biblioteca
Nacional de la República Argentina, en Buenos Aires, se conserva un ejemplar, que fuera donado a la
entonces naciente Biblioteca Pública de Buenos aires por el galés-argentino Henry Libanus Jones, luego
fundador del Fuerte Paz a orillas del Río Chubut (1854). Los restos del fuerte fueron aprovechados por
los pioneros galeses para fundar la actual ciudad de Rawson en 1865, y el sitio fue conocido por ellos
como Caer Antur- Fortaleza de la Aventura- y coloquial ente co o hen a ddiffinfa, o “el viejo
fo tín” (Willia s D, 2006 en Gavi ati-Williams, 2015).
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800
235. Febrés, 1765. Arte de la lengua general del Reyno de Chile, con
un diálogo chileno-hispano muy curioso, a que se añade la Doctrina
Christiana, esto es, rezo, catecismo, coplas, confesionario y pláticas, y
por fin, un vocabulario hispano-chileno, y un calepino chileno-hispano
más copioso, compuesto por el p. Andrés Febrés, misionero de la
Compañía de Jesús, año de 1764. Dedícalo a María, S. S. madre de la
luz, increada, abogada especial de las misiones. Con licencia en Lima,
calle de la Encarnación. Año de 1765.59
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https://books.google.com.ar/books?id=qrNEAQAAMAAJ&pg=RA1-PA43&lpg=RA1-
PA43&dq=mareupuantu&source=bl&ots=2rauusfyo4&sig=8GNrFj4a6CuLznxLttxHG00l6B8&hl=en&sa=X
&ved=0ahUKEwjQ2_71tKbYAhUFgpAKHR8dBxQ4ChDoAQgzMAM#v=onepage&q=mareupuantu&f=false
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250. Fletcher F., 1652. The world encompassed by Sir Francis Drake,
Offered now at last to Publique view, both for the honour of the Actor, but
especially for the stirring up of heroicke Spirits, to benefit their Countrey,
and esternize their Names by like noble attempts, collected out of the
notes of Master Francis Fletcher, Preacher in this employment, and
compared with divers others [sic] notes that went in the same voyage.
Nicholas Bourne, Londres, 1652.65
251. Fletcher F., 1854. The World Encompassed by Sir Francis Drake:
Being His Next Voyage to that to Nombre de Dios, collated with an
unpublished manuscript of Francis Fletcher, chaplain to the expedition.
Hakluyt Society, Londres, 1854.66
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comentados por Francisco Fonck. Edición centenaria adornada de
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file:///C:/Users/54280/Downloads/BaANH48660_Bolet%C3%ADn_de_la_Academia_Nacional_d
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En http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0012108.pdf y en
https://books.google.com.ar/books?id=kNtCAQAAMAAJ&pg=PA103&lpg=PA103&dq=De+brosse+Beagle
&source=bl&ots=RN4Qkq5QI1&sig=3nG8Q83WYgs-
eaerIEOahfFr6FA&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwja9Iiv8tvSAhVJFZAKHdu1DIIQ6AEIKzAC#v=onepage&q=br
osse&f=false
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Escaneado en https://archive.org/stream/worldencompass00drakrich#page/n5/mode/2up
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https://books.google.com.ar/books?redir_esc=y&id=GaNRJF6zQAAC&q=sacred#v=snippet&q=sacred&
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http://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download?doi=10.1.1.188.8137&rep=rep1&type=pdf
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http://www.persee.fr/docAsPDF/geo_0003-4010_1901_num_10_51_4965.pdf
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https://books.google.com.ar/books?id=e5FFC4j_gc8C&pg=PA256&lpg=PA256&dq=viernes+a+12+d%C
3%ADas+de+enero+tom%C3%A9+el+sol+en+48+grados+y+dos+tercios:+ten%C3%ADa+la+isla+de+los+P
atos+en+el+nornorueste+y+era+della+5+leguas&source=bl&ots=TATj5VLjd3&sig=7p48Z32zSn9KvJLrqVx
CsqCy6X4&hl=en&sa=X&ved=0ahUKEwi2xOizvIDQAhUIQ5AKHam9CGIQ6AEIHDAA#v=onepage&q=fern
%C3%A1ndez&f=false
75
Gardiner publicó en 1843 una variante de este memorando bajo el título An Earnest Appeal in Behalf
of the Indians of Patagonia. El mismo aparece citado parcialmente en Young (1884: 35-36) y completo
en Despard, 1852-
804
76
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http://www.soc.unicen.edu.ar/newsletter/nuestros_docentes/goni.htm
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https://books.google.com.ar/books?id=5QldAAAAcAAJ&pg=PA268&lpg=PA268&dq=An+Account+of+t
he+Loss+of+H.+M.+Sloop+Swift,+in+Port+Desire&source=bl&ots=pMyThgyC3B&sig=ACfU3U07aUX3LjsiZ
ngiQvsA0sQYbgGYZA&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwjArZ_uuvrnAhWkB9QKHWaZCNwQ6AEwAXoECAcQA
Q#v=onepage&q=An%20Account%20of%20the%20Loss%20of%20H.%20M.%20Sloop%20Swift%2C%20i
n%20Port%20Desire&f=false
805
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https://archive.org/stream/elviajeintelectu00grouuoft#page/280/mode/2up/search/tigre
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http://repositorio.filo.uba.ar/handle/filodigital/1274
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http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0012643.pdf.
82
https://issuu.com/libroseis/docs/gusinde3__martin_-_viaje_a_la_tierra_del_fuego__3_
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https://digi.evifa.de/viewer/image/1568386613587/318/LOG_0078/
806
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https://issuu.com/serindigena/docs/selknam_1_bibliotecavirtual
85
https://books.google.com.ar/books?id=yRvZM3mN-
U4C&pg=PA653&lpg=PA653&dq=%22an+Indian+of+the+Pampas+who+had+resided+at+the+settlement
+long+enough+to+acquire+some+knowledge+of+the+Spanish+language%22&source=bl&ots=xmR-
yPMutx&sig=yCk4d9L7z_18PPZUSenIUpz3Ow4&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwi7tcSi7NbSAhUFjJAKHcGmD
DsQ6AEIGDAA#v=onepage&q=anau&f=false
86
https://archive.org/stream/anaccountvoyage00cookgoog#page/n6/mode/2up/search/tyger
807
87
Ignoro si el trabajo fue publicado en dicha revista. Pero el libro de Hernández de 2001 resulta una
evolución, con modificaciones, de dicho trabajo.
88
https://www.cs.helsinki.fi/u/ahyvarin/teaching/niseminar4/Hesslow_Simulation.pdf
89
https://archive.org/stream/paranwithincide00hutcgoog#page/n9/mode/2up
808
90
Datación posible debido a que en él se marca la gobernación Militar de Comodoro Rivadavia, que
existió entre esos años.
809
91
La música dentro del caos, en alemán.
92
Zeitgeist -Espíritu de la Época en alemán.
93
Incluso https://www.youtube.com/watch?v=pC2jnGZlVtE
94
https://www.newspapers.com/newspage/73142889/
810
95
Traducido del alemán, Los “descubrimientos” del Dr. J. G. Wolff en Patagonia.
96
https://www.jstor.org/stable/40444371?seq=1#page_scan_tab_contents
97
https://archive.org/stream/makingofreligion00languoft#page/n27/mode/2up
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http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0008878.pdf
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https://books.google.com.ar/books?id=7VdhAAAAcAAJ&pg=PA11&lpg=PA11&dq=Oost+ende+welt-
Indische+Oost+ende+Welt-
Indische+Spieghel&source=bl&ots=ouuYnOvMby&sig=jFGf3zoDXYPcVcSkVsYBo6WkNzc&hl=es&sa=X&v
ed=0ahUKEwisyfmkwpXTAhUBIZAKHYYEBG8Q6AEIHDAA#v=onepage&q=desire&f=false
103
https://www.newspapers.com/newspage/73357705/
104
https://leucadegaceta.tumblr.com/tagged/Peter-M%C3%BChlh%C3%A4usler
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http://elies.rediris.es/elies21/ y otros sitios on line.
106
https://www.koluel.org/s/koluel/item/4466#?c=&m=&s=&cv=
107
Terra, SIC.
108
https://books.google.com.ar/books?id=QQYcAQAAIAAJ&pg=PA465&lpg=PA465&dq=%22+a+small+str
ip+of+coloured+guanacoe%22&source=bl&ots=AXVZ1bXNlO&sig=ACfU3U2ohQBXbzZqVv7tMktXy76TBq
sLUw&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwiE543rlMrmAhVhJLkGHQp-
BcAQ6AEwAHoECAQQAQ#v=onepage&q=maria&f=false. No he hallado la segunda parte,
afortunadamente publicada en 1833 en forma de libro.
109
https://books.google.com.ar/books?id=oSdhAAAAcAAJ&pg=PR1&lpg=PR1&dq=%22narrativE%22+%2
2john+macDouall%22&source=bl&ots=UZNj2Nb9GL&sig=ACfU3U2CYt-
PIPjXO2cmPXSkaaAixiix6Q&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwiCo87wkMrmAhWME7kGHY_JBSoQ6AEwDHoEC
AoQAQ#v=onepage&q=some%20wore%20a%20&f=false
813
110
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22442015000200010
111
https://mapio.net/pic/p-22943163/
814
112
En http://www.codigospostal.org/fotos/argentina/imagenes.php?Pilcaniyeu&id=3946, consultado el
28 de enero de 2014 y https://ar.search.yahoo.com/yhs/search?hspart=skylikes&hsimp=yhs-
newtab&p=%22la%20figura%22%20pilcaniyeu&type=comoima, consultado el 31 de diciembre de 2017.
113
http://libsysdigi.library.illinois.edu/oca/Books2008-
03/fieldmuseumofnat/fieldmuseumofnat49chic/fieldmuseumofnat49chic.pdf
114
http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/25444/Documento_completo.pdf?sequence=1&isAll
owed=y
115
http://www.turismocientifico.cl/admin/apps/filemanager/repository/%C3%A1reas%20del%20conoci
miento/Poblamiento,%20historia%20y%20cultura/Historia/Actas%20II%20Seminario%20Un%20Encuent
ro%20con%20Nuestra%20Historia.pdf
116
https://www.researchgate.net/publication/240841470_Documentos_ineditos_para_la_historia_de_
Magallanes_Memorandum_referido_a_los_patagones
815
117
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/db/BaANH50720_Memoria_del_Ministerio_de_
Guerra_y_Marina_-_Tomo_Segundo_%281882%29.pdf
118
http://investigadores.uncoma.edu.ar/Lab_Limnologia/publicaciones/Menu-
Marque%20&%20Balseiro.pdf
119
https://issuu.com/claudiaquinteros/docs/la_conquista_de_ais__n
816
120
https://books.google.com.ar/books?redir_esc=y&id=f7wZAAAAMAAJ&q=moreno#v=snippet&q=more
no&f=false
121
Disponible en http://archive.org/details/analesdelasocied121876soci
122
No se trata aparentemente de una de las dos primeras ediciones del libro que se habrían publicado
con poca diferencia de tiempo entre una y otra. La versión sin fecha, editada por la Sociedad de
Abogados Editores, de la que tengo la suerte de poseer un ejemplar, es más corta, con menos capítulos,
y tal vez fuera una primera versión. Incluso podría ser anterior a 1879- tal vez 1877 ó 1878. En varias
bibliotecas que publican sus catálogos on line se le atribuya la fecha de 1879. Wilson (2010: 194) la
fecha, con dudas, ent e 1915 1924. ignati (1962 222) la conside aba una edición “ elativa ente
ode na” c eía que e a el edito quien la había esu ido. La segunda la te ce a, ás la gas, con ás
capítulos, y más conocidas, fueron editadas por la Imprenta de la Nación. Están fechadas en 1879,
contienen la una el mismo texto que la otra, que es el que ha sido reeditado posteriormente en
reiteradas ocasiones y por distintas editoriales. Puede leerse on line en
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/62/Viaje_a_la_Patagonia_Austral_-
_Francisco_P._Moreno.pdf
817
123
https://archive.org/stream/analesdelasocied121876soci#page/n203/mode/2up/search/patagonia
124
https://books.google.com.ar/books?id=psEqAAAAYAAJ&pg=PA51&lpg=PA51&dq=ingeniero+bovio&s
ource=bl&ots=M8czGB48YQ&sig=evPrpNEl71IPZ9ldZoTFP51_Ej0&hl=en&sa=X&ved=0ahUKEwiGhfPo2q
TRAhXGDpAKHVvqAiQQ6AEIJDAC#v=onepage&q=marchando&f=false y en
https://es.scribd.com/document/190049798/Francisco-Moreno-1882-Recuerdos-de-Viaje-en-Patagonia
125
http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/93936/Documento_completo.pdf?sequence=1&isAll
owed=y
126
https://sib.gob.ar/archivos/Apuntes_Preliminares_Sobre_Una_Excursion_A_Los_Territorios_del_Neu
quen__Rio_Negro__Chubut_y_Santa_Cruz.pdf
127
https://archive.org/stream/geographicaljou35britgoog#page/n258/mode/2up/search/los+antiguos.
Para los interesados, la segunda parte de este trabajo salió en el número siguiente, el N° 4, octubre de
1899, en pp. 353-378, y se lee en
https://archive.org/stream/geographicaljou35britgoog#page/n372/mode/2up/search/explorations+in+.
818
128
https://archive.org/stream/shipwrecksdisast00lond/shipwrecksdisast00lond_djvu.txt
129
https://archive.org/details/anarrativefourv00morrgoog/page/n12/mode/2up
130
Esquema de las Ciencias de la Lengua,
https://ia802608.us.archive.org/34/items/grundrissderspr04mlgoog/grundrissderspr04mlgoog.pdf
131
https://archive.org/stream/escritoscientf00muuoft#page/86/mode/2up/search/gambetas
132
https://www.researchgate.net/publication/262141518_La_explotacion_de_recursos_marinos_en_la_
costa_de_Patagonia_continental_Analisis_de_casos_de_Punta_Entrada_y_Monte_Leon_Santa_Cruz_Pa
tagonia_Argentina
819
133
http://www.patagoniapnf.com/adjuntos/Obra/Articulos%20en%20Revistas%20cientificas/1999/La%2
0imagen%20de%20los%20indios%20de%20la%20Pampa%20y%20la%20Patagonioa%20en%20un%20ma
nuscrito%20casi%20desconocido.pdf
134
https://kipdf.com/la-evangelizacion-en-las-misiones-norpatagonicas-coloniales-convertir-o-
salvar_5ac65e451723dd2b4f466217.html
135
http://memoria.bn.br/DocReader/docreader.aspx?bib=169870&pesq=patagonia&pagfis=51
820
136
http://www.biodiversitylibrary.org/page/30952541#page/284/mode/1up
137
file:///C:/Users/54280/Downloads/BaANH50341%20Boletin%20del%20Instituto%20Geogr%C3%A1fico%
20Argentino%20(Tomo%20V%201884)%20(1).pdf
138
http://www.fhuc.unl.edu.ar/sal/
139
http://www.biblioteca.unlpam.edu.ar/rdata/tesis/h_ordvoc624.pdf
140
http://repositoriodigital.uns.edu.ar/bitstream/123456789/4470/1/Tesis%20UNS-
%20ORDEN%20ME%2815-12-2018%29.pdf
141
https://archive.org/details/physis1617soci/page/n3/mode/2up?q=gualichus&view=theater
821
142
https://www.carlospage.com.ar/wp-content/2008/06/Page-El-Apostol-Santo-Tomas-en-America.pdf
143
https://archive.org/stream/diccionariogeog00soldgoog/diccionariogeog00soldgoog_djvu.txt
144
https://publicaciones.fcnym.unlp.edu.ar/rmlp/article/view/1819/734. Poseo también la edición
original.
145
https://books.google.com.ar/books?redir_esc=y&hl=es&id=ZjcrhyQlFa0C&q=resitant#v=onepage&q=
resitant&f=false
146
https://archivo.argentina.indymedia.org/uploads/2008/09/fueguinos_en_el_museo_suarez_harrison
_pepe_1_.pdf
147
file:///C:/Users/Public/Documents/Disco%20local/Abor%C3%ADgenes/T'chwurr%20para%20publicar
/Etnobot%C3%A1nica%20Patag%C3%B3nica.pdf
822
148
http://cdsa.aacademica.org/000-010/300.pdf
149
http://www.ceapedi.com.ar/otroslogos/Revistas/0003/08.%20Perez.pdf
150
Versión digital en https://lenguasaustrales.files.wordpress.com/2008/03/peyro2005.pdf
151
En el capítulo 1, nota 43, me he referido al error de haberle agregado al título original del libro,
Esplorazioni e colonizzazioni della Patagonia centrale, Fab i di S., enecia, 1911, el adjetivo “ i e as”.
Error que data de la edición de 1971 por la Sociedad Italiana de Comodoro Rivadavia, y que como he
fundamentado no coincide con la realidad, pues no eran las primeras exploraciones. Pietrobelli fue
precedido por el colono John Murray Thomas, y luego por Lewis Jones, John Griffith y el naturalista
Thomas Durnford. Ello habida cuenta de que, desde luego, los aborígenes patagónicos conocían la zona
desde tiempos inmemoriales.
823
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vinidad+arriba%22&source=bl&ots=KXjG-Gt41I&sig=kNy8C_dCzc4YkiKuPEshR7g-
1d4&hl=en&sa=X&ved=0ahUKEwjq-
_SvjM7WAhXFGpAKHce_AsIQ6AEIKDAA#v=onepage&q=patagones&f=false
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RUBkEqPqqE&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjg0ci1m47TAhWFlZAKHRS4BTI4ChDoAQgbMAE#v=onepage&
q=port%20&f=false
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Revisi%C3%B3n_de_la_tesis_del_grupo_ling%C3%BC%C3%ADstico_andino_meridional_de_Joseph_H._
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Cito los números de página del archivo PDF enviado por el autor (com. pers, 28 de diciembre de
2013). También puede verse en
https://www.academia.edu/26509958/ENOO_Y_GUA%C3%8FCARO_DOS_ENTIDADES_LING%C3%9C%C
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También en
https://www.academia.edu/26746664/UN_CASO_DE_POSIBLE_DEGRAMATICALIZACI%C3%93N_EN_G%
C3%9CN%C3%9CNA_K%C3%9CNE_Y_LA_HIP%C3%93TESIS_DE_PARENTESCO_G%C3%9CN%C3%9CNA_K
%C3%9CNE-CHON.
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http://repositorio.filo.uba.ar/bitstream/handle/filodigital/3013/uba_ffyl_t_2015_903656_v1.pdf?seq
uence=1&isAllowed=y para el volumen 1, y para el volumen 2, ver
http://repositorio.filo.uba.ar/bitstream/handle/filodigital/3013/uba_ffyl_t_2015_903656_v2.pdf?seque
nce=2&isAllowed=y
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Una versión digital fue publicada en
https://www.academia.edu/29685515/_TEHUELCHE_TEUSHEN_O_UNA_TERCERA_LENGUA_CHON_CO
NTINENTAL_IMPLICANCIAS_DE_UNA_NUEVA_INTERPRETACI%C3%93N_FONOL%C3%93GICA_EN_EL_VO
CABULARIO_PATAG%C3%93N_DE_ANTONIO_PIGAFETTA_1520_
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En file:///C:/Users/Quichi/Downloads/2641-5807-1-SM.pdf
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https://digital.cic.gba.gob.ar/handle/11746/1252
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https://repositorio.anh.org.ar/handle/anh/92
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%20Academia%20Nacional%20de%20la%20Historia.pdf
197
file:///C:/Users/54280/Downloads/BaANH49771%20Investigaciones%20y%20ensayos%2003%20-
%20Academia%20Nacional%20de%20la%20Historia.pdf
198
http://www.jus.gob.ar/media/3107656/las_huelgas_patagonicas_web.pdf.
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199
http://www.infoukes.com/history/internment/booklet02/doc-055.html
200
Traducido al castellano: Pequeños escritos de Berthold Laufer. Parte 2: Publicaciones del período de
1911 a 1925. I, 1979. Publicado por Hartmut Walravens. Editorial Franz Steiner. Wiesbaden, Alemania.
https://books.google.com.ar/books?id=XlPqB4TpZuIC&pg=PA267&lpg=PA267&dq=wolf+patagonia+%22
tertiary+skull%22&source=bl&ots=l_N3ioFHl4&sig=OV6l5hXrVqcTpFkLlAHbLEgxBTE&hl=es&sa=X&ved=0
ahUKEwjPz7m19JTcAhWutlkKHcVhCkAQ6AEIRDAH#v=onepage&q=wolf%20patagonia%20%22tertiary%
20skull%22&f=false
201
Texto escaneado en https://archive.org/details/germplasmtheoryo1893weis
202
http://patagoniamonstruos.blogspot.com/2010/11/mas-sobre-los-misteriosos-tatchwell.html
203
http://patagoniamonsters.blogspot.com.ar/2010/10/tachwull-more-information.html. Consultado
por última vez el 13 de diciembre de 2019. Puede además leerse el Comentario sobre un Memorándum
inédito referido a los Patagones (Martinic, 2007), consultado el 14/12/2018 en
https://drive.google.com/file/d/0B2QQb935Fv7HZTgwNDQ1MzItYjJmYi00M2IzLTk0ODQtZjVjYjkyYzUxZ
mRm/view?hl=en
834
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y Senguer. David Williams. Tela de Rayón, diario Jornada, Trelew, 5 de
septiembre de 2008
664. Williams David 2008 e. ¿Qué significa Shehuen? David Williams.
Tela de Rayón, diario Jornada, Trelew,12 de septiembre de 2008.
665. Williams D., 2008 f. Sobre Chéljelon, el Orión Tehuelche. David
Williams, Tela de Rayón, diario Jornada, Trelew,19 de septiembre de
2008.
666. Williams D., 2008 g. Las Tres Marías entre los tehuelches y los
mapuches. David Williams.Tela de Rayón, diario Jornada, Trelew 26 de
septiembre de 2008.
667. Williams D., 2008 h. La constelación del guanaco. David Williams,
diario Jornada, Trelew, Tela de Rayón, 3 de octubre de 2008.
668. Williams d., 2008 i. Las nubes de Magallanes como sacos de
plumas. David Williams. Tela de Rayón, diario Jornada, Trelew, 10 de
octubre de 2008
669. Williams D., 2008 j. El arco iris entre los tehuelches. David
Williams, diario Jornada, Trelew,Tela de Rayón, 21 de noviembre de
2008.
670. Williams D., 2008 k. Elal, el héroe tehuelche, y otros nombres del
Gualicho. David Williams, diario Jornada, Trelew, Tela de Rayón, 21 de
noviembre de 2008.
671. Williams D., 2008 l. ¿Qué significa el gentilicio de los shelknam?
David Williams, diario Jornada, Trelew, Tela de Rayón, 28 de noviembre
de 2008.
672. Williams D., 2009 a. El Creador Pemáukel. David Williams, diario
Jornada, Trelew, Tela de Rayón, 30 de enero de 2009.
673. Williams D., 2009 b. En la casa del gualicho. David Williams,
diario Jornada, Trelew, Tela de Rayón, 30 de mayo de 2009
674. Williams D, 2009 c. La visión del otro desde el punto de vista de
los yámana, o Crónica histórica en la Patagonia y la ―otrización‖ de los
―otrizados‖. David Williams. Conferencia inédita en la V Ferifiesta del
Libro y la Lectura, Trelew, Chubut, 6 de septiembre de 2009.
675. Williams D, 2010 a. Evidencias de un posible significado común
de los gentilicios de los aborígenes patagónicos del llamado Complejo
Tehuelche. David Williams. XII Congreso de la SAL (Sociedad Argentina
de Lingüística), Mendoza, abril de 2010. Comunicación inédita, resumen
disponible en el Libro de Resúmenes del Congreso: 146.
676. Williams D 2010 b. Evidencias de varios patrones de extensión
semántica comunes a las lenguas del llamado Complejo Tehuelche y a
las indoeuropeas. David Williams. XII Congreso de la SAL (Sociedad
Argentina de Lingüística), Mendoza, abril de 2010. Comunicación
inédita, resumen disponible en el Libro de Resúmenes del Congreso:
146 y 147.
677. Williams D, 2010 c. El gentilicio de los gënëna a këne: evidencias
de un significado común con el de otras etnias del llamado Complejo
Tehuelche. David Williams. CD del VII Encuentro de Difusión de
Proyectos de Investigación del ILLPAT (Instituto de Investigaciones
Lingüísticas y Literarias de la Patagonia), Trelew, Chubut, 8 al 10 de
septiembre de 2010.
836
205
https://ifdcsanluis-
slu.infd.edu.ar/aula/archivos/repositorio/500/607/PROGRAMA_Y_RESUMENES.pdf
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692. Williams D., 2012 c. Los cielos patagónicos: una vista mágica de
los pueblos originarios. David Williams. Conferencia dada por invitación
de la Asociación Amigos de la Astronomía, en el marco de los festejos
del 126 aniversario de la ciudad de Trelew, con el auspicio de la
Secretaría de Producción y Turismo Municipal. Centro Astronómico Saint
Exupery, 19 de octubre de 2012. Video en los archivos de la Asociación
Amigos de la Astronomía, Trelew.
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la pampa. Revisión documental sobre los querandíes, con conclusiones
renovadas sobre su pertenencia étnica. David Williams. Ms., 2014, in litt.
Archivo personal del autor.
694. Williams, D., 2015 a. El Valle Prometido. David Williams.
Biblioteca del Sesquicentenario ―Tegai Roberts‖. Consejo Federal de
Inversiones y Secretaría de Cultura de la Provincia del Chubut. Rawson,
2015.
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Richard Jones Berwyn. Compilación, transcripción, traducción, prólogo,
estudio preliminar, notas y apéndice por David Williams. Biblioteca del
Sesquicentenario Tegai Roberts. Consejo Federal de Inversiones y
Secretaría de Cultura de la Provincia del Chubut, Rawson, 2015.
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tribu Enoo (Estrecho de Magallanes, 1599)? David Williams. AIBR,
Revista de antroplogía Ibroamericana, Asociación de Antropólogos
Iberoamericaanos en red. Enero-abril de 2015. Vol. 10. Número 1,
Madrid, 2015: 99-125).206
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de Gaiman, Chubut, el 29 de agosto de 2016. Inédita.
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en el XII Congreso de la SAL (Sociedad Argentina de Lingüística).
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699. Williams E, 1950. Comienzos y evolución de la Colonización
Galesa en la Colonia 16 de Octubre. Egrun Williams. Número especial
del diario Esquel en sus Bodas de Plata, julio de 1950: 69-85.
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https://www.academia.edu/44338102/La_lengua_de_origen_de_los_vocablos_rioplatense_patag%C
3%B3nicos_de_Andr%C3%A9_Thevet_era_realmente_el_charr%C3%BAa_o_el_querand%C3%AD
838
Agradecimientos
Bibliotecarias María Santina Adura (Tita), Elba Hughes y Amanda
Paz, tesorera Claudia Chapur, y empleada municipal Paola
González. Todas de la Biblioteca Popular Agustín Álvarez, Trelew.
Por su ayuda en la búsqueda documental y bibliográfica.
Dr. Raúl José Amiott, UNPSJB sede Trelew, por su revisión y
corrección de algunos de mis textos.
Sra. Eirionedd Baskerville (ý), Biblioteca Nacional de Gales,
Aberytwyth, Gales. Por sus aportes documentales y bibliográficos.
208
Disponible on line en https://books.google.com.ar/books?id=X8E-
oXSB4ZAC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q=abogados&f
=false y en https://www.peterlang.com/view/9783035300383/9783035300383.00001.xml
209
Wolffe: SIC.
210
http://query.nytimes.com/gst/abstract.html?res=9404EED71139EF3ABC4C51DFBF668389639EDE&le
gacy=true
211
Disponible on line en https://www.jstor.org/stable/1797562?seq=1#metadata_info_tab_contents
212
Varios pueden leerse on line en el sitio Welsh Newspapers Online, de la Biblioteca Nacional de
Aberystwyth.
213
https://archive.org/stream/lightinlandsofda00youn#page/36/mode/2up/search/tchur
214
http://biotech.bioetica.org/Doctrina/docta8.htm. Consultado por última vez el 5 de marzo de 2017.
215
https://pdfs.semanticscholar.org/d7c7/ae7a96d0c8a83301a53f3af42b07f1ebe3dd.pdf
839
Título/s……………………………………………………….……Página
Advertencia preliminar……………………………………………….………………. 4
Prólogo………………………………………………………………………………… 5
Introducción…………………………………………………………………...………13
¿Conclusiones inesperadas?................................................................652
Ascenso y pseudocaída de t‘čuwȓ/Elal…………………………………...652
El asesinato de Kóoch………………………...…………………………...660
Profundizando sobre el tema con Mircea Eliade………………………..668
El sacrificio del animal-padre/ancestro………………………………...…672
Conclusiones sobre el triunfo de Elal/t‘ču:ȓ………………………………687
Una fuente controversial sobre la mitología tehuelche: el manuscrito de
José G. Wolf…………………………………………………………………695
Elal y sus rasgos compartidos con el Tramposo………………………..714
Más sobre ―La gente del cielo‖…………………………………………….720
Volviendo sobre keλal, su muerte y transformación, y las de sus padres
Elal y t‘elux…………………………………………………………………..725
El héroe fracasado………………..………………………………………..739
Más con respecto a la probable identidad de šintalkən con el hijo de
Elal……………………………………………………………………………745
Addenda sobre la posible identidad de Elal, su padre y su hijo con el
puma y otros felinos…………………………………..……………………750
Anticipos sobre sa:txiričo y los chechehet……………………………….758
Volviendo a los grandes felinos……………………………………...……762
Choiqué Mahuida como cerro sagrado…………………………………..765
La muerte de Elal y el triunfo parcial de su hijo…………………...…….767
Los mitos como creaciones del inconsciente……………………..……..771
Análisis de un intento de incesto……………………………………….....773
Despedida (¿por ahora?)…………………………………………………..781
Bibliografía--……………………………………………………………………….782
Agradecimientos…………………………………..……………………………..838
8
He presentado una comunicación sobre la comunidad de patrones de expansión semántica que
hallo entre las lenguas ken y las indoeuropeas (Williams D., 2010 b).
9
No concuerdo con Müller en su idea de que las palabras y los conceptos se corresponden uno a
uno en las llamadas lenguas modernas.
10
Suá ez cita a ignati, en Sch id, 1964 198, co o quien “dudaba de ella”. No hallo la cita en
dicha obra de Schmid.
11
Mal que pese a Benveniste (1985), que descree de la existencia de los contrónimos.
12
Los Yahoo eran unos seres sucios y desagradables semejantes a los humanos y que buscaban
obsesivamente piedras preciosas en el fango. De tal manera Borges homenajeaba en su obra a la de
Swift.
13
Williams D., 2010 b. ya mencionada.
14
Para más detalles puede leerse a Denes-Pizzamiglio (1998).
15
Ello sin entrar en detalles con respecto a la ya vista teoría de los simuladores cerebrales, según la
cual el sólo pensar, leer o escuchar una palabra ya activaría ciertas áreas motoras.
16
Planeo un capítulo especial sobre este aspecto en un próximo tomo.
17
Por falta de espacio en 2014 se publicó sin dichas observaciones, pero pueden leerse en el CD de
aquel foro y en un artículo en un periódico, véase Williams D., 2016.
18
Idea que no me pertenece, véase por ejemplo Chiao y Mitchell (2003: 226-239).
19
Las protopalabras que empleo en esta obra pueden no cumplir con las reglas de los
neogramáticos, pero aclaro ahora, como explico en varias partes del texto, que considero que
dichas protopalabras son sólo herramientas de trabajo, útiles sólo como símbolo de lo que pudo ser
la original. Como consecuencia de la difusión léxica y de la influencia de otros factores -préstamos,
cambios fonéticos no difusionales, etc. –creo que no puede demostrarse con exactitud cómo era
una protopalabra en su origen. Sólo podemos aproximarnos a su forma fonética.
20
Como se verá a lo largo de esta obra, tengo mis reservas sobre la idea de que cualquier mente de
las llamadas primitivas pudiera ubicarse a sí mismo al sur de nada, desde luego antes de la
transculturación de los aónikenk, y del olvido del significado original de su autónimo. Por lo que no
acepto que la traducción original de aónikenk fue a “su eños, gente del su ”. Ello aunque,
seguramente influidos por las ideas de cronistas e investigadores, así lo asumieran los últimos semi-
hablantes del aóniken áish. Además, he hallado ciertas pruebas de que, como el gentilicio de los
shelknam y el de los gënëna a këne (ver Williams D., 2008 k y l; 2010 a y c), el de los aónikenk podría
significa “hijo/s del Sol”. Se ve á en un capítulo especial que el no b e aónikenk de iva ía de un
original haoniken, documentado entre los primeros recolectores del autónimo. En épocas más
cercanas a la nuestra, en un ejemplo de determinación de la palabra por la etimología popular –la
aborigen, debida a transculturación, y la de cronistas e investigadores, secundaria a ella o debida al
lógico desconocimiento de la lengua y mentalidad de los nativos- se confundió con un gentilicio
localizador, aónik’enk= sureño, realmente existente en la lengua aónikenk áish. Cf. la tan discutida
división de los tehuelches meridionales en aónik’enk y penk’enk, espectiva ente “su eños”
“no teños”. El hecho de que una etnia abo igen ha a aceptado localiza se ediante su autóni o en
algo que no fuera el centro del mundo y de la historia, en este caso, al sur de otra cosa o de otras
etnias, demuestra la transculturación que desde las últimas décadas del siglo XIX venían sufriendo
21
Fernández Garay (en Fernández Garay, Censabella y Malvestitti, 2013: 60) atribuye a Suárez haber
sido quien descubrió la familia Chon. El trabajo de Suárez citado en este caso es Clasificación interna
de la familia lingüística Chon, en Anales del Instituto de Lingüística de la Universidad de Cuyo, X,
1970: 29-59, reeditado luego (1988: 79-100). En la reedición de dicho trabajo vemos que Suárez
mismo (1988: 79) reconoce el mérito de Lehmann-Nitsche, como también lo hace Viegas Barros
(2015, 1: 12).
22
čale en GI y čalua en Tsn, a bos con el significado de “pescado” son vocablos de o igen
discutible, como veremos, pero adelanto que pudieran ser vocablos de la lengua protoken, o bien
préstamos del mapudzungun o idioma de los mapuches, en que čaʎua y variantes= pescado, como
he escrito en nota al pie del trabajo presentado en el XII Congreso de la SAL mencionado. En dicha
oportunidad el Dr. Viegas Barros me hizo notar que la palabra mapuche a su vez derivaría de una
quechua semejante y de igual significado. Sin embargo, el vocablo gǝtčal= pescado –lit. “b otado
del agua”, co o se de ost a á- en GI apoya la idea de que čale, de igual significado en la misma
lengua, era palabra propia y no un préstamo. Me explayaré sobre este punto más adelante.
23
GI gǝtčal= pescado .Ver la nota anterior.
847
24
Eje plo de inte ca bio int alingüístico de “č” en “t” viceve sa, f ecuente en todas las lenguas
ken, por acción del mecanismo de difusión léxica. Esto permitiría incluir en estos ejemplos incluso
t’elux= Venus y proto-diosa lunar en AA; teřoč= luna en Tsn; las palab as pa a “hielo” ta:l en Tsn,
t’e:lǝ/t’a:ř en AA, t’ǝl en Mnk (ver Lehmann-Nitsche, 1914: 252), y muchas más, pero no deseo
aumentar la confusión del lector. Lo dejo para otro momento.
25
Ya citaré las fuentes de estos vocablos y espero hacer un importante aporte a la demostración del
parentesco de estas lenguas a lo largo del presente libro, no sólo en cuanto a vocablos, sino, más
importante, en cuanto a gramática. Dedicaré un capítulo a la comparación gramatical de estas
lenguas en un próximo tomo.
26
A falta de conocimiento de un gentilicio autoaplicado común a los onas, los háush o mánekenkn y
otras posibles parcialidades ona como los tkoyuȓká, prefiero aplicar el nombre de protoona al
teórico protoidioma que les dio origen- aunque concuerdo con otros autores en que el gentilicio
“ona” es de o igen á ana.
27
Ya veremos cómo, tanto en las lenguas indoeuropeas como en las ken, y probablemente, en
muchas otras fa ilias lingüísticas del undo, las palab as que significan “gente”, “pueblo”,
“ho b e/s” esultan cognadas con ot as que significan “ ana , b ota , su gi , flui , gene a , c ia ,
c ece , hincha , engo da , etc.” “c iatu a, c ía, pichón, cacho o, hijo, p ole, etc.”. A su vez a bos
g upos econocen cognados en palab as que quie en deci “luz”, “agua”, etc., que ta bi n flu en,
manan, brotan, surgen, etc. Todo pasible de explicación por la mediación del mecanismo de
extensión semántica.
28
šo:ȓt= demonio del hain o ceremonia de iniciación de los onas. Creo poder demostrar que resulta
ser un dios solar caído, equivalente de los otros que he mencionado para otras etnias.
29
Como espero poder demostrar más adelante, Ɣehlahmal se compondría de los protovocablos
*kələ= luz + -ahmal= ge undio, siendo “(el) Alu b ante, (el) Lu inoso” el significado del itóni o.
Era otro de los nombre del Dios-Sol que estudiaremos en el Capítulo 1.
30
Ofrecidos en los marcos del XII Congreso de la SAL y del VII Encuentro del ILLPAT (Williams D 2010
a, b y c.),
31
Variaciones debidas a mecanismos de difusión léxica. Además, čonek/čoneka =gente en aóniken
áish; hənk= hombre en mánekenk, a su vez serían cognados más directamente con kǝnǝká=
soldado, lancero en gënëna a iájich -todas palabras que, como se verá, derivan del pK *kǝnǝ-nǝka=
sol-hijo, o sea, “hijo del Sol”, que te inó po significa “ho b e, va ón”. Espe o de ost a lo en un
capítulo especial dedicado a los gentilicios en un próximo tomo.
32
No ignoro que se ha acusado a Escalada de publicar bajo su nombre la obra que en realidad
pertenecía a otro autor, Martín María Martinetti, que se lo habría entregado al médico militar para
su edición (Maggiori, 2015: 517-526). Pero el libro édito es la única prueba tangible, y aunque la
historia sea cierta, no sabemos cuánto de lo publicado en la obra en cuestión sería de Martinetti y
cuánto sería una contribución del propio Escalada. Por lo demás, Félix Manquel , viudo de Agustina
Quilchamal sólo cita a Escalada como quien la entrevistaba, y una gran parte del trabajo en cuestión
se basa en los informes de ella (Perea, 1989: 5 et passim). No puedo más que citar a Escalada como
autor de la obra por él publicada. En otro de sus trabajos, Escalada (1958-1959: 41, nota 18) refería
que la mayoría de sus estudios y observaciones permanecían inéditos, aún cuando ya hacía una
decena de años que publicara su indispensable El Complejo Tehuelche. Sería interesante acceder a
tales manuscritos, si se han conservado.
33
No fue Escalada el primero en sostener dicha teoría: había sido precedido por el ya mencionado
Darapsky (1889: 369 en Viegas Barros, 2005: 138 y 2016: 5) quien a partir de la semejanza de los
pronombres personales, postulaba un origen común para el GI y el AA. Sólo que Escalada, muy
posiblemente sin conocer el antecedente de su precursor, avanzó algo más en sus investigaciones, y
su obra es mucho más conocida.
34
O, en este caso, un vocablo simple contenido en los gentilicios, que son todos compuestos.
35
Algo que bien aclara Viegas Barros (2015, 1: 12, nota 8) con respecto a las lenguas chon, en las
que el mecanismo del tabuado de las palabras pudo haber acelerado los reemplazos léxicos,
invalidando todos los cálculos léxico-estadísticos que se han hecho. Se verán ejemplos en este
trabajo en relación con los nombres de los entes divinos, y en el caso muy documentado de
palabras que eran también onomásticos de personas fallecidas, o se asemejaban a ellas Sólo
Vignati, que yo sepa, dudó del tabú en cuestión, observado en cambio por numerosos otros autores
que fueron observadores directos.
848
36
La protopalabra se conserva en los hidrónimos Sen Chulilao=nombre de una laguna, rescatado
por el galés Henry Libanus Jones (1853 y 1855 en Dumrauf, 1991: 19 y 47; y 1861: 206),
probablemente el Musters o el Colhué Huapi, y Senguer (Ver mi artículo, en dos partes, sobre los
hidrónimos Chalía, Shehuen y Senguer, en Williams D, 2008 d y e).
37
GI əyiken=laguna, en donde, retirado el sonido inicial [ə], evidente variante del ubicuo y
poligénico a-, ia- de muchas palabras de este idioma, nos resta –yiken, cognado muy probable de
los demás términos ejemplificados en la lista.
38
Estudiaremos este sufijo y sus derivados en las lenguas ken a lo largo de toda la obra. Pueden
verse adelantos sobre el tema en trabajos anteriores (Williams D. 2008 d, 2008 e y otros).
39
Lo p opio ocu e en castellano con palab as co o “fuente”, que no necesita acla ación si se
refiere a una fuente de agua, y raramente lo requiere si se refiere a una de luz, de energía, etc. Hay
otros ejemplos en lenguas indoeuropeas.
40
Ver el capítulo 1 de este tomo.
41
Cf. <queoquen>= salir sol, <coquen>= ponerse el sol (Viedma); <Kokena> = Sol, <Coguen>= noche
(Malaspina), <Coquen>= noche (Elizalde). Ver el capítulo 1 de este tomo.
42
Véase el capítulo 1 de este libro y otros trabajos míos (cf. Williams D, 2010 a y c).
43
Véase el capítulo dedicado a los gentilicios en un próximo tomo
44
A su vez esta palabra podría ser cognada con el término italiano brama= deseo ardentísimo de
una cosa, que, señalo, es muy semejante al nombre de la divinidad en sánscrito, que es Brahma, tal
vez cognado con flama, llama, etc. Existe una palabra sánscrita que es bhrama, una de cuyas
acepciones es “lla a gi ato ia”. Ent e las eti ologías de la palab a italiana bramare se postulan
algunas relacionadas con la idea de punzar, estimular, a su vez relacionadas con el concepto de
“a de ” (Dizziona io)
45
*nǝken= hijo, pichón,cría, cachorro en pK. Véase Williams D 2010 a y c, y el capítulo dedicado a
los gentilicios en un próximo tomo de este libro.
46
Según reconstrucción fonética de Viegas Barros a partir del vocablo Tsn documentado por
Ameghino <tsonke>= gente (correo electrónico al autor, 3 de mayo de 2014).
47
Cf. Suárez, 1973 č’ónk=hombre, cita que agradezco también a Viegas Barros (correo citado).
48
iegas Ba os lo anota con “g” inicial, signo fon tico que desc ibe en sus convenciones, ve .
49
<enk>= hombre según Tonelli (1926, Ap. La Tribu y la parentela, trad. mía), <hink>= hombre
según Bridges (2000 [1952]: 209), palabra que Lehmann-Nitsche escuchó hintk de sus labios, <enk>
“ho b e (Molina, 1976, en iegas Ba os, 2015, II 345, nota 176).
50
Gusinde, 1982 [1931]: 117, en Viegas Barros, 2005: 52, nota 51.
51
Ambos anotan <genaken>, que sonaría ɣenaken. Hunziker probablemente usaba la misma
convención fon tica que su co pañe o Sch id, en cu os vocabula ios la “g” co esponde a la “k”
de otros colectores. En cuanto a Moreno, probablemente conoció los vocablos de Hunziker a través
de Claraz, según varios indicios lo indican. No me explayaré sobre ello aquí, pero sépase que
Moreno intercambiaba correspondencia con Claraz (cf. Moreno E., 1979: 58), y en sus escritos
originales, escribía el gentilicio con el mismo símbolo inicial que los dos suizos. Es decir, <gennaken>
(Moreno, 1979: 83, 104, 105, 116, 120-124, 135 y 136), lo que en castellano hubiera hecho sonar [x]
a dicho símbolo, y no [ɣ] como en alemán. O sea que, de aceptar como original la grafía de Moreno,
el autónimo hubiera sonado xen:aken. Lo propio ocurrió con dos fuentes secundarias, Outes (1928:
título y texto), que lo anotó <genakenn>, y Ferrario (1952, en Casamiquela, 1956: 197) que lo
escribía <génnaken>.
52
Viegas Barros (correo citado) sugiere que kənəka= soldado según Claraz pudiera ser reconstruido
a partir del sufijo –ka=poseedor de tercera persona y kïnna= gente, dando kïnna-ka=su gente (uno
de cuyos significados secundarios posibles –-que sería el registrado por Claraz- es “su t opa”, “sus
soldados”). Aunque ag adezco la suge encia, no veo en qu contexto pudiera adjudicarse al
gen ico en GI pa a “soldado” el pe tenece a una te ce a pe sona, un hipot tico “ l” o “ella”, po
otro lado totalmente tácito.
53
Como observación, me tomo el atrevimiento de discordar con Suárez (1988 [1974]: 20) que opina
que en las lenguas tehuelches onas casi no ha afijación, “La composición, unión de dos o más
palabras, para formar nuevas palabras, es un tipo muy extendido de formación de palabra aunque
puede estar casi ausente, como en las lenguas chon”. C eo que la afijación y la composición son
bastante frecuentes en las lenguas chon, e incluso en el GI, aunque en el caso de la segunda es
ampliamente superada por la aglutinación y la fusión, mecanismos que por otro lado considero
849
precedidas por la composición. En otro t abajo publicado en el is o to o (p. 42) dice que “Todas
las lenguas examinadas pueden ser caracterizadas morfo-fonémicamente como aglutinantes”.
Fernández Garay (1997: 38) también califica a la lengua tehuelche- o AA- como aglutinante.
54
Cf. el gentilicio de los shelknam, de *šel-= Sol y –knam= hijo/s (Williams D, 2008 l y 2010 a).
55
šoλ= blanco. Es la misma palabra que, en otra obra, Beauvoir (1915: 73 y 116) escribe xol=blanco,
acla ando antes (p. 2) que la “x” debe p onuncia se “ks”, no “h” co o en otros autores. La
aplicación del fone a *λ+ al final de la palab a obedece a la fo a de No denskjiöld <soll>, pero
sépase que <shool>= blanco purísimo, <shilo>=menos blanco, según Gallardo. Términos
probablemente relacionados con otros como <sohol>= overo, <sol>= raíz blanca, <soor>= granizo, y
<otrr-sol>=blanco del ojo-en donde, evidentemente, <otrr>= ojo y <sol>= blanco (Beauvoir, 1915:
61, 62 y 146), y con <sool>= fuego (Segers, 1891 en Lehman-Nitsche, 1914: 251), etc.
56
Otra variante es <chálèt>/<chálete>=llama, ient as que “g ande fogata, lla a ada” es
<chalvétèton>/<chalvéteton> (Beauvoir, 1915: 24, 131 y 139). Probablemente, a recomponerse
como *yəl= luz+ *wǝ/*wǝt = brota, mana, surge, fluye, etc en pK; y <chalet>/<chalete>= llama +
<toho>= alto, grande, <tohown>= grande, lejos, <tojon>= gigante (Beauvoir, 1915: 65), a
recomponerse como *čalwətǝtoxon= luz- brota-grande. Además,
<cholwetelien>/<cholwétèli’n>=fuegos o llamaradas de, llama de fuego (p. 132), lleva el agregado
.
del vocablo *xelien/*elien=“b illante”, que estudia e os ás adelante
57
<gialeme</<ghialeme>/<glialeme> (Outes, 1928: 379), donde, teniendo en cuenta las formas del
Mnk del SCh, posible ente la “ ” es un e o de plu a po “u”, siendo segu a ente la palab a
<gialeue>/<ghialeue</<glialeue>- es decir, con pronunciación italiana, yialewe – en la fo a sin “h”,
la “l” ha de ser un lapsus plumae- o xialeue- en las variantes con h , o española, xialeue.
58
Ver el capítulo 1 de esta obra.
59
Téushen go:l-=ser blanco, en Viegas Barros (correo citado), que cita como fuentes de su
deducción las palabras <goolken> “blanco” (A eghino) <kengol> “el colo blanco” ( ied a).
Evidentemente la inclusión de la segunda mora de la vocal larga [:] es la variante anotada por
Ameghino con <-oo->. Agrego el Tsn <gulique> (D’O bign ). La obse vación pod ía extende se a un
sinónimo poco conocido del AA, <góluan> (Ameghino) y <golwin> (Musters)=blanco, tal vez
préstamo del Tsn, como opina Viegas Barros (correo cit.,), que también considera como tal al AA
go(:)l(e)=ser o estar limpio, blanquear, o, en mi opinión, vocablo arcaico del propio AA. Pero a
continuación lo anoto sin segunda mora en AA por no hallarla documentada con ella.
60
Cf. AA gol aškǝ=toldo del Sol, ver el capítulo 1 de este tomo.
61
Viegas Barros (correo cit.).
62
Viegas Barros (correo cit.) opina, evidentemente basado en la gramática de Casamiquela (1983:
126), que la palab a del gën na a iájich pa a “blanco” debe esc ibi se con el fone a *q+, es deci ,
qïlïx, y no con [k]. Aunque la forma qïlïx fuera la correcta, al menos en la variante de la lengua que
hablaba el principal informante de Casamiquela, considero que [q] y [k] son fácilmente
intercambiables, por la simple lógica de la proximidad de los sitios de pronunciación, ambas
oclusivas velares, aunque, respectivamente uvular y velar. Ya el propio Casamiquela (1983: 93)
escribía: ‘Blanco”’ sería a ‘kǝlǝ o ‘qǝlǝ’.” En donde se documenta la alternancia de ambos fonemas.
Algo que también acepta María Emilia Orden (2012: 31), quien dice sobre el fonema [q] en esta
lengua que “En la mayoria de los casos alterna con el fonema [k] lo cual hace que sea un elemento
débil dentro de la estructura de la lengua”.
63
Dentro de la lengua GI se da el contrónimo (a)čula= negro, que Viegas Barros (2005: 132) fonetiza
como acula, sin que, en mi opinión, sea demasiada la diferencia, pues como veremos [c] es un
fonema que en su convención simboliza una consonante oral africada no retrofleja con variantes
alveolares –como en en italiano pizza- y palatales- semejante a la ch española. Se trata de un
cognado del AA čo:l= negro (color del pelaje de los caballos), que Viegas Barros considera un
préstamo a partir del vocablo GI. Puede serlo, o constituir un arcaísmo, originado en el ya visto pK
*čǝl=luz, agua, blanco, claro, etc., lo que indicaría que el contrónimo surgió antes de la división del
GI de las lenguas chon.
64
Viegas Barros (2015: 11) hoy deja lugar para la duda de que el patagón sea una lengua chon, o
bien la supone (2016), mediante ciertas pruebas lingüísticas, una etapa temprana del aóniekn áish,
al cual llama tehuelche.
65
Sobre el significado del topónimo Choele Choel, ver Williams D, 2008 a.
66
Ver nota anterior.
850
67
Falkner, 1774: 87; Henry Libanus Jones, 1853 y 1855 en Dumrauf, 1991: 19 y 47; y 1861: 206;
Musters, 1872: mapa anexo; Moreno, 1997: 34-35.
68
Henry Libanus Jones, 1855, y 1858, respectivamente en Dumrauf, 1991: 64 y mapa anexo; y en
Jones HL, 1861: mapa anexo. En otros trabajos (Williams D., 2004, y 2010 h) he identificado a esta
laguna con los topónimos Senchueyla de Cano y Olmedilla, 1775 y Sanchada de Arrowsmith, 1814, y
postulado que se trata del actual lago Colhué Huapi, o, creo hoy, más bien del Musters, cuyo
nombre más conocido era Otron en AA.
69
Molina, 1967: 129; Echeverría Baleta, 2003: 166. Además, Molina (1967: 129 y 166) anota ko:l=
pantano, menuco bayo en su mécharnwen y ko:luel= pantano, menuco en Tsn. Escalada (1949: 181)
recoge kóiuen= menuco bayo en AA. Desde luego, de nada vale negar que el topónimo
santacruceño Koluel Kaiken es un semi-homónimo del topónimo chubutense Colhué Huapi, que no
es para nada una palabra del Mpz, aunque lo parezca, sino netamente tehuelche (Williams D, 2011
c).
70
Casamiquela 1988: 135 y 140. Vale aquí la misma anotación que para kǝle/qǝlǝ o kïlï/qïlï= blanco
y la mencionada observación de Orden (2012: 31, ver nota 50 al pie de esta Introducción), pues
aunque en su gramática Casamiquela (1983: 143) distingue qǝlǝlɅ= mar, transparente, claro de
ku’lulu= mariposa, es hasta donde sé la única obra en que lo hace. Sospecho que ello se debe a la
influencia de Dahl, que no ha de haber podido aceptar que la primera palabra fuera homófona con
la segunda. Además, el sonido inicial de estas palabras fue escrito con [q] por Casamiquela en sus
primeras obras y con *k+ en las poste io es. S pase ade ás que “ a ” en castellano es pa cial ente
cognada con “ a iposa”, palab a esta últi a en que mar- p oviene, co o el no b e “ a ” del
oc ano, de una p otopalab a indoeu opea que significaba “luz, agua”, que pudo se algo como *b’rǝ
o *bhrǝ. Mient as que casi todas las palab as de idio as indoeu opeos pa a “ a iposa” “polilla”
significaban o iginal ente “bicho de luz”, lo p opio ocu e con las palab as de las lenguas ken que
significan “ a iposa” (Willia s D, 2010 b, 2010 h parte 3, y el último capítulo de este libro, en un
próximo tomo).
71
<Alen>/<aln>/<alnk>/<allnk>: se trata de un vocablo –con sus variantes- cognado sin dudas con
<eluwn>= pichón, c ía, cacho o en AA. Los “ho b es”-los seres humanos- eran considerados
“c iatu as”, “hijos”… ¿de qui n? ues, del Sol. En los idio as indoeu opeos, la palab a “gente” es
cognada con “gene a ”, “gen”, “gineceo”, “ginecología”, “p ogenito ”, etc. o ot o lado, así co o
las palab as pa a “ho b e” en los idio as indoeu opeos tiene relación con otras que expresan
cuerpos o fenómenos luminosos, lo propio ocurre con <alen> y variantes= hombre en AA, cognado
sin dudas con alwen= luz de luna en dicho idioma (Molina, op. cit.). En última instancia, ello
depende de un mecanismo de extensión semántica común al pesamiento humano, que hace
análogos los conceptos de “luz, b illo”, “e anación, b ote” “c iatu a, hijo, pichón, ani al,
ho b e”. e e os ás sob e el te a en un lib o en p epa ación.
72
Lista (1998 [1887]), 2: 117) <korre> “blanco”.
73
Viegas Barros (2005: 131 y correo citado) cita a Suárez, 1973, que anota óré= blanco. Agrego el
ejemplo del AA ořenk= blanco, en donde –nk es el afijo adjetivador, y de donde el autor ha de haber
deducido la raíz.
74
Los shelknam (ver Gallardo, 1910: 275) y los tehuelche solían construir puntas de flecha de los
vidrios obtenidos de botellas. Mi padre Reni Mandell Williams tuvo en su colección personal una
punta de flecha perfecta, confeccionada en tal material, hallada en algún picadero chubutense, que
le fue robada hace muchos años.
75
El hecho de que se nomine al cielo y a Dios con la misma palabra es otra prueba colateral de que
los Altos Dioses de los pueblo ken eran seres luminosos, cuando menos originalmente. Como se
verá en el capítulo 1 especialmente, y en general en gran parte de esta obra, lo más probable es que
el Dios Supremo original de estos pueblos fuera en realidad el sol.
76
Beauvoir (1915: 193) lo recogió yorré= niño, evidente ente “( i) niño”, p ecedido del p efijo
personal ya= mi, mío. Ya veremos cómo se trata de una regla en éstas y en muchas lenguas de las
llamadas primitivas, la de la inalienabilidad del pronombre posesivo de la primera persona del
singular.
77
Reco de os que, en gene al, el sí bolo “g” en la ob a de Sch id epresenta el sonido que la
a o pa te de los auto es ha esc ito “k”, es deci , el fone a *k+.
851
78
Cf. las palabras Tsn koxa=gorro y kočal=cinta, es deci , “vincha”, SCh kočel y variantes, especie
de vincha frontal de piel a que tenían derecho los cazadores, es decir, los hombres adultos que
habían superado la prueba del hain.
79
Protopalabra deducida del GI aƚkač= río, de *aƚ-*kač, lit. “agua-valle”, es deci , “valle de agua”.
Cf. GI katS’atS= cañadón, mallín, vega, k’akaš=adentro, y AA kač= cañadón, kaš=dentro, adentro,
kašken= valle.
80
agačka=hijo, probablemente agač-kia= hijo (mío), (mi) hijo, como se verá en un capítulo especial
dedicado a los términos de parentesco.
81
Autolinguónimo: neologismo mío para significar los linguónimos aplicados por cada parcialidad a
la lengua que les es propia.
82
No adhiero a la teoría tehuelchista sobre el idioma querandí por varios motivos, los principales
pueden leerse en un trabajo mío (Williams D., 2012 b y 2020) y en uno de mis maniuscritos
(Williams D., 2014). Por ello no lo incluyo en la lista como tehuelche septentrional boreal de la
clasificación de Casamiquela.
83
Véase entre otros los trabajos de Viegas Barros (1999 y 2001) y uno propio (Williams D., 2015 c).
84
David Williams, 2009 c. La visión del otro desde el punto de vista de los yámana, o Crónica
histórica en la Patagonia y la “otrización” de los “otrizados”. V Ferifiesta del Libro y la Lectura,
Trelew, Chubut, 6 de septiembre de 2009. Inédita.
85
En tal caso, “gente”-cognado con “gen”, “gene a ”, “gene ación”, etc. se ía un t ino tal vez
más adecuado, pero ello aplicando ideas modernas.
86
Aunque po la poca en la cual la e ple en la confe encia “ot ización” no e a una palab a u
conocida, ya estaba en uso. Hoy en día el vocablo se ha incorporado al léxico habitual de quienes
tratan el tema.
87
“Yo los he llamado ‘yahgan’ a partir de un lugar cercano llamado ‘Yahga’” (T. B idges, 1998 109).
Se trata de Yagha Shaga, hoy llamado Canal de Murray. En su diccionario yámana-inglés, el
reverendo Thomas Bridges (1987: 659, traducción mía del inglés) dice que yāga es, en efecto, el
“nombre del Estrecho de Murray o mejor dicho las costas a cada lado y partes adyacentes hacia el
sur”. No enciona la t aducción de yāga en la entrada, aunque la anterior en la misma página
pudie a da nos una idea, pues “yāga, yāka (solo como afijo). Imitación de o semejante a (o aplicado
a los diferentes nombres de los pájaros que, o más bien los relatos tradicionales de éstos que eran
actuados en las varias escenas de dramatización como aquellas de la cena y murana (véase wöseni,-
y.-, wīlauilaiaka akainix.y.,) y otras”. Estoy respetando tanto la fonética de los vocablos en yamana
hasha apuntados por Bridges como el particular uso de la puntuación en su diccionario, incluso la
falta de cierre de un paréntesis. No he hallado las entradas a los ejemplos que menciona entre
paréntesis. Pero vemos que en ambos yāga es un sufijo, aunque él lo clasifica como afijo, lo que
implica que pudiera ir como prefijo, y explicar entonces el topónimo yahga o yahga shaga. A falta
de mayores conocimientos, dejo a otro lector, o a mí mismo en el futuro, la tarea de continuar esta
investigación.
88
En efecto, haša= voz, lengua, palabras emitidas, el habla. Respira(ndo). Llanto, emisión (Bridges,
1933: 268).
89
La cita de 1933 es traducción mía del inglés. La de 1998 es la traducción del Dr. Canclini,
levemente diferente, que no transcribo para no ser reiterativo.
90
Con su habitual agudeza, Rousseau (2008 55), dice “Aplicad estas ideas a los primeros hombres y
veréis la razón de su barbarie *…+ “Un extraño, una bestia, un monstruo eran para ellos la misma
cosa. Fuera de ellos y su familia, el universo entero no existía”. Inte p eta a la pe fección la idea de
que en el llamado pensamiento primitivo, los integrantes de la propia parcialidad son el centro del
undo, los elegidos, los únicos ho b es ve dade os, los “Hijos de Dios” o “Hijos del Sol”.
91
Para las pruebas documentales el lector deberá esperar que complete un libro sobre los
querandíes, en cuya escritura avancé mucho hace años y que espero retomar en breve.
92
Incluso el autónimo de los aónikenk čoneka debió reconocer una variante coneka, pues con
frecuencia fue escrito <tsoneca> o <tzoneca> en épocas prefonológicas. Musters (1873: 337; 1997:
365 y 366) probablemente quiso representar este sonido al escribir la palabra como <tsoneca> y
como <tchonik>.
93
En i opinión, la palab a significaba si ple ente “ ío, fuente de agua” (ve Willia s D., 2008 d).
852
94
Constelación que tiene la forma de una mariposa, como he demostrado antes (Williams D., 2008 f
y 2012 d). Aprovecho para agradecer a mi compañera, la Prof. Tania C. Pérez Aguilar su
reinterpretación sobre cómo unir los puntos de la constelación en cuestión)
95
Desde luego, se trata de una aproximación a como debió sonar este nombre, que los misioneros
rescataron como <Chawelli> y variantes.
96
Calco en Mpz de un topónimo original del GI, či:e a wəl-wəl=piedra que habla (Harrington, 1946:
240; J. M. Cual y Harrington, en Casamiquela: 1998: 153). Según Pérez (2013 a: 13; 2013 b: 140,
nota 19) Francisco P. Moreno habría llamado Chipi Wilwil al sitio, aunque en un trabajo anterior la
autora (2012: 70) atribuye al mismo Harrington la variante del topónimo, que hallo como <Chiye
Wilwil> <Chíyie WilWil> (respectivamente, Harrington, 1946: 240 y 1968: 8).
97
Según Viegas Barros (2005: xviii), tan posterior que la clasifica como uvular y no como velar.
98
Respeto en mi texto la fonética de Dahl, que corrigió vocablos y textos recogidos por Casamiquela
de acuerdo a como éste los pronunciaba. En esta convención, el signo ‘ significa apa ente ente que
la sílaba que sigue va acentuada.
99
En sí mismo documentado entre los aónikenk como <Tchur> en su fase agónica como Dios
Supremo por Gardiner (1851: 95). Restan huellas mitológico-lingüísticas de su caída hasta
malignizarse en un enano de cuentos casi cómicos, conservados en narraciones tanto de los généna
a këne como de los aónikenk, como se verá. Veremos que corresponde al Alto Dios čaweλi de los
poyas, cəl de los gënëna a këne y la tribu de Chulilaquin, y šel de los protoshelknam, y al ser maligno
taλuλi de los aónikenk y šo:řt de shelknam y mánekenk.
100
No utilizo aquí la convención de Viegas Barros (2005: XX), que usa el signo del apóstrofo en
negrita ‘, en mi opinión difícil de distingui en el texto i p eso del signo en sup a ‘ –el mismo sin
negrita- que representa como dije la eyección.
101
Moreno (1997: 402) nos deja <Mechenien>= contar un cuento o historia, <Mechenica>= historia
en AA. Pero Beauvoir (1998: 2 y 4) nos deja la palabra <Cheniensh> como sinónimo de sus términos
en AA, <Aikh>/<Aïnnensh>/<Hahi>= hablar, obvias variantes del conocido aiš-, y agrega que
M’cheniensh> es “Tú hablas” –deduzco que de <Ma> = tú + *čan= habla, lengua, igual que en SCh+ -
*hen= brotar surgir, fluir, emitir, etc.+ el sufijo –eš= verbalizante, aunque no regular en SCh, sí en
AA. Así, los términos de Moreno quedan m’čenenš= tú hablas, y m’čenika- tal vez –ka corresponda a
*ken, equivalente de *hen, es decir, m’čenəken= “tu histo ia, tu cuento, tu na ación”.
102
Al respecto puede consultarse los interesantísimos trabajos de Schacter (1999) y de Schacter y
col. (2003) sob e los “siete pecados” de la e o ia, que alte an los ecue dos las na aciones,
que bien pueden aplicarse al caso de las narraciones mitológicas, como sin dudas se aplican a la
históricas, testimoniales, narración de sueños y cuentos, etc.
103
Puede leérselo en otra publicación, el Boletín de Antropología Americana, julio 1981: 163-176.
104
Se verán ejemplos a lo largo del libro.
105
La falta de religión es algo que carece de sentido cuando se habla de seres humanos. Aún las
personas manifiestamente ateas, aunque sólo sea en lo más profundo de su inconsciente, tienen
creencias, supersticiones y otras concepciones que demuestran nuestra intrínseca religiosidad.
Incluso el cerrado fanatismo de algunos ateos podría considerarse religioso. Por otro lado, el
ateísmo en sí, dentro de los alcances que se le pueda dar al vocasblo, es casi únicamente concebible
en una mentalidad de las llamadas modernas, difícilmente en una de las llamadas primitivas.
Muchos autores antiguos han negado religión a los onas -¿nada menos que a ellos!, y aún hoy hay
quienes la niegan a los fueguinos de otras parcialidades.
106
Voliche: Gualicho.
107
Ya veremos cómo, con Casamiquela, creo que es palabra tehuelche: pero él la cree proveniente
del GI, y yo, del AA.
108
La ceguera etnocéntrica del cronista, su escaso contacto con los aónikenk, y el celoso manto de
silencio bajo el que estos escondían sus creencias religiosas le impidió reconocer en <Kerénk(e)n> a
una deidad, que estudiaremos en unas páginas.
109
La cita se refiere a un trabajo de Lehmann-Nitsche en La Prensa (Lehmann-Nitsche, 1938)
titulado Una desconocida expedición del año 1548 a la costa patagónica. Analizaremos sus ideas
con respecto al significado de la palabra Setebos más adelante.
110
Ya veremos el significado que atribuyo al nombre del Alto Dios shelknam xowen.
111
En el mismo sentido Azara (1998, II: 13) escribía sobre los charrúas: “No adoran a ninguna
divinidad ni tienen ninguna religión: se encuentran, por consecuencia, en un estado más atrasado
853
que el del primer hombre descripto por algunos sabios, puesto que a éste le dan una religión”. Lo
propio escribía sobre otras etnias.
112
Algo he adelantado sobre el tema de su gentilicio en una conferencia (Williams D, 2009 c: op.
cit.). Veremos más profundamente el tema en el capítulo dedicado a los gentilicios de los
aborígenes patagónicos, en un próximo tomo. Y más adelante en este mismo tomo.
113
Canclini (2007: 35 y 62, original en inglés, traducción mía), dice sobre los yámana: “Está más allá
de toda duda que no poseían ni culto organizado, ni un sistema de creencias sobre el alma, la
eternidad o el pecado. No sorprende que una gente sin divinidades no tuviera nada como un templo
o un lugar consagrado”. Es tan así para él, que, aunque describe la kina -ceremonia iniciática
yámana- en un compacto resumen que incluye la choza ceremonial, el uso de máscaras y pinturas y
danzas rituales, todo esto e a según l algo sólo destinado “a impresionar a los jóvenes”. Desc ibe
brevemente también leyendas yámana, que lo sorprenden –explícitamente- por su riqueza,
incluyendo la de Jánusha la Luna y la de los hermanos Yoalosh, sin llegar a darse cuenta de que son
dioses lunares y solares-como veremos más adelante. Algo semejante dice de los alacalufes:
“Tampoco se sabe que tuvieran ideas religiosas o instituciones, más allá del temor a los malos
espíritus, particularmente los nocturnos, como Ayayema, Kawtcho o Mwono”. Aunque esta ob a es
dedicada a tehuelches y onas, mostraré algunas evidencias de la existencia de ideas religiosas
firmes entre yámanas y alacalufes.
114
Comprendo perfectamente que esta clasificación está perimida hoy en día, pero de alguna forma
hay que referirse a pueblos que, ellos mismos, se distinguían perfectamente unos de otros. Distinto
es e plea las clasificaciones tnicas pa a ajusta las a c ite ios “ ode nos”, ent e ellos los lí ites
actuales entre las naciones, y otras circunstancias asociadas a intereses políticos, jurídicos y
económicos, de una parte y de otra.
115
Está cla o que los lla ados pensa iento “p i itivo” “ ode no” no son tan taxativa ente
distintos como se creía antes, y que son en cambio dos extremos ideales de una gradación difusa,
no evolutiva, de límites poco definidos, que es el pensamiento humano en general. Lévy-Bruhl
(1857-1939) causó un gran revuelo científico cuando se publicó, póstumamente, el contenido de
once libretas en donde expresaba el cambio, en tal sentido, de la opinión que había sostenido
durante su prolífica carrera científica. La obra, Les carnets de Lucien Lévy- Bhrul, préface de M.
Leenhardt, Biblioth. de Philos. Contemp., Presses Univeritaires de France, 1949, fue comentada en
un artículo de Imbelloni en la revista Runa (1950: 217-222). Puede leerse, entre otros estudios
sobre este cambio de Lévy-Bruhl, a Cazeneuve (1967). Bórmida (1965: 72-73) se refiere lúcidamente
a este tema, y justifica la elección del título de su seminario, uando la palabras “conciencia ítica”
en luga de “pensa iento o entalidad p i itiva”.
116
Aquí Bo ges coloca una nota al pie “Uno de los diálogos platónicos, el Crátilo, discute y parece
negar una conexión necesaria de las palabras y las cosas”. En un pá afo cent al pa a esta idea, en
efecto, lee os, en boca de He ógenes “… no puedo convencerme de que la adecuación del
nombre sea otra cosa que convención y consenso *…+ porque no hay por naturaleza ningún nombre
para ninguna cosa, sino por costumbre y hábito de los que acostumbran a denominar” (Crátilo, de
Platón, 2006: 86). Sin embargo, a lo largo del Crátilo, las ideas oscilan de una idea a la opuesta,
pues, ás adelante (p. 94), dice Sóc ates “¿Entonces también hay que nombrar del modo y con
aquello que es natural nombrar las cosas y que ellas sean nombradas, y no como nosotros
queramos, si es que va a haber un acuerdo con lo dicho anteriormente? Precisamente, así
lograríamos algo, es decir, podríamos nombrar, pero de otro modo no”. Y Hermógenes responde:
‘Me parece que sí’”.
117
Para los primitivos, el símbolo o imagen de algo –así como la sombra, las huellas o impromptas,
etc.-era exactamente uno con el objeto mismo. Aplicando la idea a las lenguas indoeuropeas, ya no
se discute que la palab a castellana “Dios”, co o se dijo, proviene del ya mencionado término PIE
*dyaeus, que significaba “lu inoso, b illante”, segu a ente aplicado a un p i itivo dios sola .
Desde a que deno ina al sol con palab as elacionadas con “b illo, luz, etc.” no es una novedad
en lingüística: sin ir más lejos, también los nombres del Sol y del Dios principal entre los incas y los
araucanos se relacionan con estos significados (Casamiquela y Aloia, 2007: 181-182), y lo mismo
ocurría en otros idiomas de los llamados primitivos en todo el mundo. Incluso nuestras palabras
“día” -e incluso “Dios” “divino”, ent e ot as- son cognadas con el sánscrito tvis= luz, brillo,
esplendor, belleza y deva= dios, deidad, celestial, divino. Puede verse mi trabajo en Tela de Rayón,
28 de noviembre de 2008.
854
118
Borgatello, Maggiorino. Nella Terra del Fuoco: Memorie di un missionario salesiano. Società
Editrice Internazionale, Turín, 1924. No he accedido a esta obra.
119
<Tchūr> lo transcribe Young (1883: 35), ver el párrafo siguiente.
120
La cita no se halla en la única edición antigua del libro con que cuento (Moreno, s.f.), hubiera
debido aparecer en pp. 95 ó 96. Se trata, según Vignati (1962: 221, nota 5), de una edición
lamentablemente muy mutilada en su texto -ni siquiera conserva el vocabulario tehuelche de la
edición o iginal. ignati la fecha según “El tipo de impresión, color de papel, etc.”, aunque sin
seguridad, entre 1915 y 1924. La edición de 1997 que poseo es la que reproduce las dos primeras
ediciones de 1879, y es la original y completa.
121
Traduzco directamente del galés, pero registro la cita de la obra en castellano para comodidad
del lector que pudiera no comprender el idioma celta.
122
Siffredi (1995; 174) interpreta que, en forma de metáfora, el repulsivo acto de la delación era
asociado por los tehuelches al pestilente olor del zorrino. Seguramente, algo de eso hay, pero creo
que la relación era más directa: recordemos que el zorrino delató ante un gigante a Elal que
proyectaba, con sus amigos, su fuga desde la Isla de la Creación. Elal lo castigó dándole su pestilente
olor (Llarás Samitier, 1950; 184-185). Debido al acto cobarde del animalito, para caracterizar a un
delato se lo lla aba “zo ino”.
123
Vignati, autor de la traducción al castellano y de las referencias del libro de Morris, escribe en
nota 37 (p. 168) que el atribuir la categoría de ciudad a un conjunto de toldos “… que él mismo
considera serían de unos 30…” pudo debe se “… a los ya borrosos recuerdos de Morris” –que
escribía años más tarde- o al “… deseo de engrandecer las cosas para darse más importancia…”. En
realidad, la palabra empleada por Morris es town= pueblo, poblado, y no city= ciudad, como puede
verse en una versión del texto en el inglés original (1851: 187, traducción mía), en donde pocos
pá afos antes se lee ade ás “El pueblo [town, N.T. ] del que hablo consistía en unas treinta chozas,
edificadas a baja altura e irregulares con palos y pieles de caballo, rodeadas de empalizadas a unos
treinta pies de distancia la una de la otra”. En ca bio, la ve sión de ignati en castellano de este
párrafo se halla muy amputada y modificada.
124
Vignati anota en nota 50 (p. 176): “Aunque muy verosímil, esta expresión de culto no tiene, según
entiendo, respaldo en otro viajero o cronista”. Esto fue publicado en 1956, año de la primera edición
castellana del libro de Morris. Ya veremos cómo en 1965 Vignati mismo publicaría los esritos de
González, citados a continuación en nuestro texto, y, habiendo hallado otros textos que
documentaban observaciones semejantes, cita a Morris (en González, 1965: 63, nota 20). Dice
textualmente: “Se trata de un verdadero culto que en el transcurso de los años se ha idio
desvaneciendo, aunque es posible que haya intervenido la incapacidad de los visitantes de captar las
manifestaciones rituales. Lo uno no excluye lo otro, y, llamado a pronunciarme, no dudaría en
decidirme atribuyendo como causal la incompetencia científica de los últimos”. Esta vez no se
equivocaba Vignati en sus apreciaciones: en 1956 el instinto le hizo aceptar el testimonio de Morris
en algo que más tarde, en 1965, confirmaría en otros documentos.
125
La luna era muy respetada por los tehuelches, y, aunque en general aparentemente era tenida
por un ente benigno, hay evidencias de temor hacia ella. Además, era muy temida por los
shelknam, emparentados genética y culturalmente con los tehuelches. Sus mitos explican este
temor, y permiten sospechar un origen semejante para el eventual miedo de los tehuelches para
con el astro nocturno.
126
SIC, “Sol” “luna”, el p i e o con a úscula la segunda sin ella, tal vez remarcando la mayor
importancia del primero para los nativos.
127
Esta ceremonia, semejante a la observada por Morris, ha de ser un rito destinado a hacer que la
luna, en fase de luna nueva en el caso de Morris, eclipsada en el de Muñiz, y posiblemente
interpretada en ambos casos como muerta o enferma, volviera a brillar.
128
Jefe Kondo según obse va ignati (en González, 1965 64, nota 21), en ot as pa tes D’U ville lo
llama Kongre (p. 151 y sigs.); Arms y Coan lo llaman Congo; Doubouzet, Konguer (263);
Roque au et, Kondo; Desg az, Cong e (p. 283) “… pero este último oficial superior informa que a
pour véritable nom célui de Wishel (283), ¿Quén es, entonces, el ‘Kongre’ y demás fonemas
similares? No es otra cosa que Korgg=patrón, jefe, que Spegazzini recogiera (Spegazzini,
Costumbres, 229, 231) o el corrge=cacique, de Lista (Lista, La Patagonia, 83). En otros términos: nos
han dado como nombre propio el de su categoría social o jerárquica”. Salvo la cita de A s Coan,
todas las citas y páginas ent e pa ntesis co esponden al lib o de D’U ville (1841). Sin embargo, me
855
su ge la duda al obse va que cada uno de los distintos auto es anoten el no b e con una “n” no
“ ” o “ ” co o en la palab a del AA k’ořɣe. Kongre o Huisel aparece en una acuarela de Goupil,
dibujante de la misma expedición, ataviado con coraza y sombrero de cuero (Casamiquela, 1991 a:
79, lám. XIX; 241) -seguramente, el mismo tipo de coraza de gran espesor, formada por varios
cueros unidos entre sí, que se exhibe en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata, y que
perteneció al famoso cacique Chocorí, padre del aún más famoso Shayhueque.
129
Camaricu= camaruco.
130
Comentario que implica que Musters aceptaba, entre los pampas -o gënëna a këne- y los
araucanos, la adoración del Sol.
131
Esta acla ación se di ige a acla a al lecto anglopa lante que la “g” debe p onuncia se co o en
go= ir, y no como en gesture= gesto. Se me ocurre que get= obtener hubiera sido un ejemplo más
feliz, co o eje plo de “g” delante de “e” que se p onuncia co o nuest a sílaba “gue” en “gue a”.
132
Martinic Berós (2009) creía ser el primero en publicar el documento en castellano, pero había
sido precedido en dos años por Canclini, y sus editores Zagier y Urruty, que lo publicaron en el
apéndice de su edición en castellano del libro de Coan (2007), pero que ya lo habían catalogado en
Derechos de autor en 2005. Por lo demás, Martinic Berós ignoraba quién era el autor del
documento, que en cambio sí había sido identificado por Canclini. Interesante es saber que, aunque
tanto Canclini como Martinic Berós creyeron que el escrito era inédito, sólo lo era en castellano:
según observa Austin Whitthal (2010), había sido publicado en 1843 en su idioma original bajo el
título Memorandum respecting the Patagonians (House of Commons Papers, Colonies, vol. 33, op.
cit.).
133
En ceremonias más antiguas y aún en los primeros años del siglo XX la víctima generalmente era
un equino.
134
La versión en la edición de 2015 en castellano no es exactamente la que aquí presento, que es
traducción mía.
135
Como veremos, se trata de Kóoch, el deus otiosum.
136
Se refiere a la momia de Cerro Gualicho, hallada por Moreno a orillas del Lago Argentino, que
hasta hace unos años se hallaba expuesta en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata, y que tuve
la suerte de ver en 1985.
137
La Nube asesinada era Teo, madre de Elal. Éste nació cuando su padre nošt’ex mató a Teo al
abrirle el vientre para matar al feto. La sangre vertida creó los colores del amanecer. Veremos más
detalles en el resto del libro, especialmente en el tercer capítulo.
138
Creo, en efecto, que la religión solar es en sus fundamentos una misma, mínimamente desde el
territorio que constituyó el vastísimo Imperio Inca -pues podría extenderse incluso desde México
hacia el sur- hasta Tierra del Fuego, incluyendo cuando menos a incas y allegados, mapuches y
allegados, tehuelches, onas, yámanas y alacalufes. Aunque las pruebas mitológicas y lingüísticas
apuntan a ello, no profundizaremos sobre el tema, bastándonos el estudio de tehuelches y onas,
con algunas menciones de mapuches, yámanas y alacalufes cuando venga al caso.
139
Esta cita se aleja de nuestro tema, y aunque la continúo para no dejar trunco el párrafo, hasta
aquí llego con ella.
140
Casamiquela (1991 b: 33) no pudo saber cuál era el tal sitio Pillán Mahuída en el entonces
Te ito io del Neuqu n. Se p egunta si dado que el no b e significa “Montaña del Alto Dios”, “o
quizá di ecta ente ‘volcán’, no se t ata á del Lanín. Ha de esta en lo cie to, pues existe desde 2016
un proyecto de la Legislatura dela Provincia del Neuquén de crear el Geoparque Mundial Pillán
Mahuíza -la “d” la “z” se inte ca bian en uchas palab as apuches, pues el sonido original era
lo que Raguileo representaba [ȝ], ver “Sobre los signos fonéticos y convenciones de este libro” en la
Introducción- en la zona de San Martín de los Andes Diario de Sesiones, Legislatura Provincia Del
Neuquén. XLV Período Legisltivo 28ª Sesión Ordinaria Reunión Nº 30, 5 de octubre De 2016, en
https://www.legislaturaneuquen.gob.ar/SVRFILES/hln/documentos/DiaSesio/XLV/DXLV_30.pdf. Se
atribue al Lanín ser el origen del nombre Pillán Mahuiza, otro caso de Montaña de Dios-
Casamiquela (en Casamiquela y Aloia, 2007: 198-202, mediante ciertos fundamentos, da la opción
de t aduci lo co o “Montaña Sag ada”. Aho a bien, en el t abajo se encionan con f ecuencia citas
de autroes que dicen que pillán era el nombre, entre otros fenómenos naturales, de los volcanoes,
como lo es el Lanín. También en la zona del Río Fértil en Chubut existe una comunidad mapuche y
hay una reserva y proyecto inmobiliario en Chile, ambas con el nombre Pillán Mahuida.
856
141
El ngillatún y el camaruco terminaron por confundirse en uno solo, originalmente eran diferentes
(ver Manquel en Perea, 1989: 45), el primero mapuche y el segundo tehuelche.
142
Como curiosidad, diré que, en sus primeros escritos, Casamiquela (1956 b; 1958: 301) aún no
conocía en profundidad las culturas de cazadores, y atribuía sólo a las culturas cultivadoras los ritos
relacionados con la pubertad femenina, por lo que se asombraba de hallarlos entre los tehuelches.
Por lo demás, creía firmemente en la posibilidad de culturas modelos o ideales, que en el texto
deno ina “estados culturales puros”, una idea de la etnología del siglo XIX p i e os años del XX,
hoy superada.
143
Cuya esposa, madre de Manuel Nahueltripay, era Püchüishin-Kiñekir según el extenso árbol
genealógico plegable diseñado por Casamiquela (2004, plegable anexo). La informante en esta
parte de la genealogía fue la propia Carmen Nahueltripay (íd. P. 50), cuyo hermano era Alejo
Nahueltripay.
144
Ver más adelante la discusión sobre el significado del nombre de Golwin, uno de los hijos del
cacique gënëna a këne Chiquichano. Se trataría de un nombre cognado con la primera parte de
aquél de la princesa-hechicera.
145
El autor tuvo la fortuna de pasar la Nochevieja de 2010 y recibir el año 2011 en La Habana, Cuba,
en donde a la medianoche de cada casa se arroja por la puerta de calle o por el balcón un balde de
agua, para alejar a la mala suerte del año entrante. En Uruguay y otros países se mantiene igual
costumbre.
146
No creo que en ninguna de las lenguas llamadas primitivas de ninguna época y de ningún lugar
del mundo hayan existido nombres sin significado, aunque sí que el mismo pudo olvidarse
147
No concue do con Casa iquela (1965 30, nota 15), quien afi a que, “… a la inversa de los que
sucede entre los Araucanos, la inmensa mayoría de los nombres tehuelches son intraducibles”. No
hay cultura, en mi opinión, en que los nombres no tengan o hayan tenido significado, aunque el
mismo se haya olvidado o el onomástico se haya modificado de tal manera que no se reconoce la o
las palabras que lo componen. Sí supongo que los significados de los onomásticos fueron olvidados,
en especial ent e los últi os tehuelches, lo que justifica la ase ción de I belloni (1949 25) “… muy
raramente el tehuelche conserva el significado de los nombres”. En un t abajo posterior,
Casamiquela (1969: 74-78) había moderado su opinión y ya buscaba las etimologías de varios
onomásticos tehuelches septentrionales y pampas.
148
Claraz, 1988: 149, voc. 174.
149
Publicado originalmente en Italia, como Esplorazioni e colonizzazioni della Patagonia centrale,
Fabri di S., Venecia, 1911. Un título más adecuado, sobrando el agregado en la segunda edición en
castellano del adjetivo “Primeras”-que data de la edición de 1971 en Comodoro Rivadacvia por la
Sociedad Italiana de esa ciudad. Pues Pietrobelli había sido ya precedido por los colonos galeses en
varias de dichas exploraciones, incluso las realizadas en la zona de los lagos Musters y Colhué Huapi.
Como lo reconocieran Francisco P. Moreno, (1997 [1876-1877]: 49) y Ramón Lista (1998 [1896], 1:
119), John Murray Thomas fue, en el invierno de 1877, el descubridor de los lagos en cuestión para
nuestra cultura occidental. Dicha exploración fue seguida por la realizada por Lewis Jones, John
Griffith y el naturalista Durnford, durante el verano de 1877-1878 (ver Lewis Jones, 1898: 90 y 1966:
110; Oldfield Thomas, 1898: 210; El Regional, julio 1974: 8). Martínez (1918: 147) también reconoce
los mértios de Thomas y Jones como exploradores de la zona. Además la región ya era recorrida por
colonos de orígenes varios bastante antes de las exploraciones de Pietrobelli: él mismo menciona
colonos y viajeros con los que se cruzaba constantemente en su viaje. En sentido estricto, Lista
atribuye a Durnford ser el descubridor del lago más occidental, “… y como su descubridor no le ha
dado nombre alguno, que yo sepa, creo que es justicia llamarle Lago Musters, en honor del intrépido
viajero inglés”; y reconoce a “Mr. Thomas, colono del Chubut” el descubrimiento del oriental, y
afirmando “… que lo ha bautizado con el nombre de Lago Dillon”. Por suerte, el nombre nativo,
Colhué Huapi, fue el que perduró, perdiéndose por otro lado el nombre nativo del Musters, que era
Otron. Sin entrar en detalles, como decía en un trabajo (Williams D, 2011 c, parte 1), “Para quien
quiera profundizar en la controversia sobre los nombres originales de ambos lagos y la posibilidad
de que el verdadero Colhué Huapi fuera el del oeste, vale decir, el actual Musters, puede leer a Rey
Balmaceda (1976: 153-157), y asistir al enojo de este autor contra Moreno por no conservar los
topónimos originales”. Y, en nota al pie, ag egaba “La cita de Lewis Jones no nos deja dudas de que
el Colhué Huapi ha conservado su nombre, y que el Otron es el que se llama ahora Musters. Pero
uno de los mapas de Lewis Jones sugiere que Colhue Huapi fueran ambos”. Con especto a i dea,
857
expresada en el trabajo en cuestión, de que el topónimo Colhue Huapi no sería originalmente Mpz -
idio a en el que suele t aduci se co o “isla de los colihues- sino que pertenecería a uno de los
idio as tehuelches, significando “su ge, b ota, flu e el pantano o a is a” está la afi ación de
Durnford (1878: 390, nota al pie) sobre dicho topónimo: “‘Col’ es el nombre usado por los indios del
sur para un lago, mientras que ‘Guape’ es empleado por los moluches y los indios del norte para
designar la misma cosa”.
150
Cabe a su vez acotar que, en la práctica, la Iglesia católica también es polteísta.
151
Claraz, 1988: 149, voc. 174.
152
Prácticamente todo el interesante libro de Lang defiende la idea de un monoteísmo original en,
si no todas, muchas de las culturas que estudia. Léase especialmente desde la página 160 a las
conclusiones finales en pp. 289-305. Lang reacciona contra las teorías animista, fetichista, del origen
de los dioses en fantasmas, y otras vigentes en su época. En páginas no exentas de ironía, se refiere
a la evolución de la idea de Dios desde este monoteísmo primordial a las varias formas de
politeís o , en uchos casos, a un enovado onoteís o, co o “la vieja teoría de la
degeneración”- que en realidad se aplica a toda la cultura humana.
153
Como lo sería Elal entre los aónikenk, aunque, como demostraremos, éste era en su origen nada
menos que el propio Dios Supremo t’ču:ȓ.
154
P. Teodoro Drathen, Los yámana (según la obra del P. Martín Gusinde). Apartado de la Revista
Universitaria, Santiago, Chile, 1940. No he accedido a esta obra.
155
Los términos aóniken áish (AA) y péeneken áish (PA) designan a dos variantes dialectales de un
mismo idioma que tanto Musters (1873: 193) como Ap Iwan (1895, en Gaviratti-Roberts, 2008: 145)
han señalado existían al norte y sur, respectivamente, del río Santa Cruz. Los nombres de ambos
idio as significan, espectiva ente, “lengua del no te” “lengua del su ”-aunque ya veremos una
posible etimología alternativa de ambos- y, dada la lógica semejanza entre ambos dialectos, sigo a
Lehmann-Nitsche (1914) en reunirlas como una única lengua. Parecen corresponder grosso modo a
las lenguas habladas po aquellas etnias que Casa iquela deno ina “Tehuelches Meridionales
Bo eales” (TMB) “Tehuelches Me idionales Aust ales” (TMA), espectiva ente. e o aunque a
veces las lla a en conjunto “Tehuelches e idionales”, se t ata de un no b e t cnica ente
incorrecto, pues creo que debe incluirse bajo el mismo nombre al téushen, idioma que se acerca
más –por lejos- al AA que al GI, idioma éste último clasificado como tehuelche septentrional, y el
TMB sería el propio téushen -tal vez, incluso, el Péeneken de ciertos autores. Un tema que aún
merece cierto estudio.
156
“Cuando una de estas vocales está marcada con un guión, el sonido es algo más prolongado”
(Sch id, 1910 a 20). En su segundo t atado dice en ingl s que “ē” suena “largo como en cane, fate;
sonidos fraceses, fée; sonidos españoles pero, feo” (Schmid, 1910 b: 3).
157
<Kenkik> = sol de Milanesio (1898 en Lehmann- Nitsche, 1914: 252; 1917: Cuadro Comparativo
de 64 voces de la Patagonia, entre pp. 6 y 7), que De la Grasserie (1906: 642) transcribió
erróneamente como <kerkik>.
158
<tenghencon>= luna. Probable e o de plu a o de i p esión de una “t” en luga de una “k”.
159
Es que “b illa ” “b ota ” e an significados po las is as palab as… incluso en las lenguas
indoeu opeas quedan ast os de dicha ho ología “b ota ” es cognado con “b illa ”- cf. inglés
bright= b illa ; “ ana ” con palab as que significan “luz, b illo, sol, luna”, co o “ añana”,
“se ana”, “ es” en castellano, moon= luna y month= es en ingl s, etc; “su gi ” con “Si io”,
“ci io”, “se eno”, “se enata”, “su ” en castellano; con sur= brillo, Surya= el sol y su deidad en
sánscrito; s’cirye= estrellado en tocario; seren= estrella en galés; sero= tarde en latín; sera=
atardecer en italiano; ser= alto, sol en hitita; sere= mes en inglés antiguo; seirios= esplendente,
ardiente y selene= la luna y su deidad en griego; etc. Profundizaremos el análisis de este tema en un
capítulo especial dedicado a las lenguas indoeuropeas.
160
Alguien podría argumentar que kenƔenkǝn pudiera recomponerse como <cbenic, cwenic> = alto
(Schmid, 1910 a: 32 y 42; b: 34 y 35)+ *kən= luz- “Luz en lo alto, “luz alta”. Y no desca to esta
posibilidad, aunque el análisis de otros nombres del sol en las lenguas ken me hace pensar que la
primera etimología es la correcta. Pero existen dificultades en decidir si hay una sola etimología
correcta o si ambas lo son, pues con frecuencia, tanto en lenguas *ken como en lenguas
indoeuropeas las palabras que nombran al sol y otros astros son cognadas con aquellas que
describen la altura, la lejanía, el gran tamaño, etc. He presentado una comunicación especial en el
XII Congreso de la SAL (Williams D, 2010 b) y me explayaré sobre el tema en otro capítulo. Pero
858
adelanto que “est ella” en castellano puede significa tanto “luz b illante”, co o “luz alta”, co o
“sol pequeño”- pues al concepto de “la go, alto, g ande” se oponen cont óni os cognados con el
significado de “co to, bajo, pequeño”- así como su cognado stella en italiano y estrela en portugués,
entre otros; star= est ella en ingl s es cognada con la palab a castellana “ast o”, se ían a bas una
variante por difusión léxica de la misma palabra compuesta que las anteriores, y con igual
significado.
161
-we= sufijo de los nomina instrumenti, es decir, el objeto con el que se realiza la acción descrita
por el verbo que antecede. Ya Casamiquela (1956 a: 198) sugirió que podría ser un sufijo común a
las tres principales lenguas patagónicas, aunque en las lenguas tehuelches se limita a lo dicho –al
menos hasta que hallemos ejemplos de lo contrario, que podría haberlos, como explicaré en un
capítulo introductorio a la toponimia tehuelche- mientras que en Mpz el significado se extiende al
“lugar en donde se realiza (la acción)”. Acepto por el momento esta idea, aunque se me ocurre que
este concepto podría haber evolucionado a partir de la palabra ya mencionada, *xenxen/*kenken=
brotar, manar, etc, como veremos al estudiar las palabras del AA setkřé= alba, aurora, y del GI
wetčal= anantial, t aducibles co o “b ota la luz” co o “b ota el agua”, espectiva ente, en
donde *set- y *wet- y sus duplicaciones *setset y *wetwet son, creo, respectivas variantes de una
palabra del GI que Claraz (1988: 152 y 156, voc. 417 a 419, 696 y 697, y 720) anotó como
˂khetkhet˃ y variantes= hierve, brota y del SCh que Beauvoi (1915 65) anota co o ˂tjehe˃ =
brotar, lagrimar. Sin dudas, palabras onomatopéyicas, equiparables en el origen de un sonido
natu al a nuest o “bo bota ”, o igen de “b ota ”; a “he vi ”, del latín fervere, o igen de “fe vo ”, -
en mi opinión- ta bi n de “fieb e”, ent e ot as palab as; a “bu buja”, en sáncrito budbuda, en
inglés buble; a “ba bota ”, en el sentido de “ usita , ta tajea ”, pe o cognada con el italiano
barbottare= bo bota … todas evidentes ono atope as del sonido del agua hi viendo o
burbujeando. Aclaro desde ahora que reflotaré una muy antigua teoría de los griegos, la del origen
onomatopéyico, si no de todas, cuando menos de una gran cantidad de las palabras, cuando menos
de las lenguas ken y las indoeuropeas. Teoría que ha caído en desgracia entre los lingüistas
ortodoxos, pero que comienza a ganar nuevos adeptos en la actualidad. Creo que, sin llegar a
exagerar, es justo darle su real valor.
162
A lo largo de este libro analizaremos varios ejemplos. Aquí rescato el téushen de Malaspina y
compañeros (en Outes, 1913: 489), idioma en el cual “ añana” es, según dife entes anusc itos,
˂Kenio˃, ˂Kemo˃ o ˂Jeni˃, ˂Keni˃, ˂Jeni˃, ˂Yenia˃. Es decir, probablemente, nuestro *ken/*kenə =
luz - , p obable ente, “sol”. Ot a palab a de inte s en AA, que vend á al caso ás adelante, es un
sinónimo pa a “espejo”, docu entado en 1865-1866 po Do oteo Mendoza (1965 49) ˂keyné˃=
espejo.
163
No puedo descartar, sin embargo, que se trate de la aglutinación de kenxen= fuente de luz- de
*ken/*kǝn= luz+ xenxen= brota, mana, fluye, etc, con elisión del segundo lexema -xen, y el agregado
del ya mencionado sustantivador -ken, pero se me ocurre un proceso poco económico, este de
elidir -xen para luego agregar el sufijo sustantivante -ken. Sin embargo, la lógica no siempre actúa
en procesos psicosocio-biológico-culturales como las lenguas. Lo cual es algo que debe siempre
tenerse en cuenta.
164
Por lo demás, leyendo los mapas de Ap Iwan, Casamiquela comete un error, debido a su
desconocimiento de la lengua galesa. Al analizar el topónimo Cengan neu Ffynon yr Allwedd- en
donde Cengan está escrito con grafía galesa, y debe pronunciarse Kengan- interpreta que neu
corresponde al Mpz ŋǝieu= donde hay o es. Se trata en realidad de la palabra galesa neu, que
significa la conjunción “o”. La t aducción de lo esc ito po Ap Iwan es “Kengan o ozo de la Llave”,
dándonos el ingeniero galés, respectivamente, los nombres tehuelche y galés del sitio, que he
tenido la fo tuna de visita en dos opo tunidades, g acias a la a abilidad de Rodolfo “Rol ” Agui e
y de Carlos Hildemann (Williams D., 2008 f: 65-66 y 2015 a: 134-136).
165
˂kenek˃= día en SCh. Aunque, como veremos, prefiero traducir a este último vocablo como
*ken= sol+ *eək= arriba, la primera parte, *ken, resulta cognada con la primera de kenƔenken, que
así resulta, como dije, *kən/*kənə= sol+ *xenxen= brota, mana, surge, fluye, crece, se hincha, etc.
166
xon= Dios en SCh. Lo estudiaremos más adelante.
167
Y según el mismo misionero, <Cēnicencon>=luna, mes (Schmid, 1910 a: 28), en donde la
dife encia con el no b e del sol es la “o”, que fe iniza a la palab a –kon es el sufijo feminizante en
AA.
859
168
Otra forma de recomponer ˂keyné˃= espejo sería aikenwe, xaikenwe, o kenwe= para mirar, ver
más adelante. Además, en el patagón costero del s. XVI <chonne> /<conne> = ver, mirar (Pigafetta,
1520 en Outes, 1928: 379). Dados sus cognados en otras lenguas ken, asumo como correcta la
pronuncación kon:e en la transliteración de Pigafetta.
169
Hasta es posible, como veremos, que kəne= gente provenga directamente de *kənə= luz, como
probablemente ocu e con čon en SCh y con čonek en AA, palabras que significan hombre,
ho b es, gente, que p ovend ían, c eo, del p otochon *šen/*křen= luz, agua, etc -en realidad,
“fuente de luz, de agua, etc.”, C o o ocu e con homo en latín, que proviene de la palabra humus=
tierra, cognada con humiditas= humedad y con las palabra fumus= humo, humor= humor, líquido, a
su vez relacionado con lux/lumen= luz, etc. entre tantas otras-ver el último capítulo de este libro,
dedicado a mi teoría sobre la lingüística indoeuropea. No afirmo que en la mente de los hombres
que crearon estas palabras se asimiliara a los hombres a la luz o al agua, sino a los conceptos de
“b ote, e anación”, “p oducto”, “c ía, cacho o, pichón”, en definitiva, “c iatu a” (de Dios), co o
demostraré a lo la go de este lib o. En últi a instancia, c eo que čon en SCh y kəne en GI, ambas
con el is o significado, “ho b e/s, gente”, son cognadas, eje plo de la alte nancia de “č” “k”
en estos idiomas.
170
*kenƔe= luz, sol en pK, es a su vez, posiblemente, una palabra compuesta de *kənə= luz, sol+
*hə*/kə/*γə = brota, surge, mana. Su variante *hən/*kən se halla en un antiguo nombre del sol de
las lenguas ken: keokən, que se verá más adelante.
171
Aunque creo que este tipo de sufijos, los nomina instrumentii de Casamiquela, serían a su vez
cognados con las palab as que significan “b ota, su ge, ana, flu e, etc.”. En i opinión, ediante
el ecanis o de la extenesión se ántica el concepto de “donde se hace una cosa”, “con lo que se
hace una cosa” se ía análogo al de “fuente de”, es deci , “o igen o causa de”.
172
Ta bi n la palab a castellana “sol” es cognada con el no b e de la luna en ot os idio as
indoeuropeos, cf. selene= luna en griego, y muchos otros ejemplos, algunos de los que veremos en
el último capítulo de este libro, y a los que me he referido en un trabajo anterior, comunicado pero
inédito (Williams D, 2010 a).
173
Me explayaré sobre el tema más adelante, pero sepamos que, a su vez, kene= cosa
(Casamiquela, 1983: 131) es la misma palabra que mi *kene= luz, agua, y que el GI kǝne=gente, así
co o al enos t es de los sinóni os shelkna pa a “cosa”, a sabe , čale, kaȓ y tah podrían ser
cognados con čal, kaȓ y teh/teo, que significan en últi a instancia “luz” o significados de ivados,
como teh= lluvia, nube, aire, gas, pedo, polvo, tierra, etc. Adelanto incluso que, como veremos,
estas palabras son cognadas con atǝk va iantes= ontaña, tie a en el sentido de “te ito io” en
GI. Ejemplos semejantes tenemos en las palabras latinas humus= tierra, cognada sin dudas con
humiditas= humedad, fumus= humo, homo= hombre, el italilano fiume = río y un larguísmo
etecétera que hemos estudiado en la Introducción de esta obra.
174
Eje plos de inte ca bio, po difusión l xica, de “w” en “b” “p”.
175
<peik>= día en el AA de Beauvoir podría asociarse al Mnk pajek= mar, siendo en tal caso un
ejemplo más de palabras cognadas –homófonas o parófonas- que nombran tanto a fuentes de luz
como a fuentes de agua. En cambio, Viegas Barros (2013, Ms.: 72) supone –con igual posibilidad de
tener razón- que el Mnk pajek= mar sería un préstamo del yámana pajaka= playa.
176
Para complicar el análisis de esta expansión semántica, como veremos, estos últimos términos
pueden se elacionados con palab as pa a “ ojo, colo ado”, co o <pai>=colorado (vocabulario de
Moreno, op. cit.), y kapenk y variantes=rojo, sin necesidad de citas.
177
En última instancia este vocablo *axwhə= luz, fuego del pGI derivaría de *hauǝ= luz, sol, fuego,
brillo en pK, como veremos al estudiar los gentilicios de los pueblos patagónicos, especialmente el
de los aónikenk, que en mi opinión incluye tal vocablo.
178
Creo haber sido el primero en describir este sufijo como sustantivador (Williams D, 2008 j y 2010
f). Difiero con la conclusión de Orden (2012 b: 52) de que el mismo sólo constituye una base
no inal pa a indica “partes leñosas de plantas, árboles y arbustos”. C eo que el hecho de que
aparezca sufijado a palabras relacionadas con dicho concepto se debe a que es un sustantivador
general. Por ejemplo, entra como sufijo en palabras como wǝtčalǝk=manantial, ahuakǝk=fuego,
apiuhǝk=sol /luna; ǝpǝk=leña, čamǝlǝk=llano, llanura, pampa, ahatřǝk=trueno, gočǝc,
ˠekčǝc=manto, kahnanǝk=allende, axwaik –variante menos conocida de áxwai=toldo, casa,
kahwuk=todo, totalidad, atek=tierra, montaña, etc., <ayayakelehoc>=pobre (Claraz, 1988: 155, voc.
636), augǝk=cueva, caverna, hoyo- tal vez cognada con el mencionado axwaik=toldo- y variantes de
860
cada palabra. Y hay muchos ejemplos más. Desde luego, existen muchos otros sustantivos que no
llevan este sufijo. Incluso pa ece el caso de lo que Casa iquela clasificaba co o “adjetivos”
prefijados con a- y terminados en –k, que Viegas Barros (1992: 10) también reconoce como
adjetivizadores (agentivos). Los mismos fueron presentados también por Oden (2012 b: 48 y 49), sin
tener en cuenta el prefijo a-. Pero ella asume que el el sufijo –k denota al agente o acto , “el que
hace x”, , aunque enciona el antecedente de Casa iquela de iegas Ba os, ás bien que
adjetivos, considera a dicho sufijo como nominalizador, que cambia la categoría de verbos a
nominales. Es que es en realidad un ejemplo del sufijo sustantivador o nominalizador que he
desc ipto. La falta de la “ǝ” de i –ǝk en realidad se debe a un mecanismo de condensación
fonética de la vocal final ǝ/u/ï de los verbos que se nominalizan con el sonido inicial del sufijo. Cf.
yamlewǝ= cantar, amlewǝk= cantor; yapƚawǝ= dormir, apƚewǝk= dormilón, etc. Veremos más en el
capítulo dedicado a la comparación gramatical, en un próximo tomo.
179
De la misma forma, aunque la etimología clásica ni siquiera haya relacionado estas palabras
ent e sí, c eo que nuest as palab as “leña” “lignito”, del latín lignum= leño, se asocian a otras
co o “Luna”- de un postulado latín *lucna y un comprobado losna- y al griego leukós= blanco,
claro, que es cognado con otras palabras inglesas como light= luz; alemán licht= luz, el castellano
“leucocito”, “leucoco ia”, etc. E infinidad de cognados que a estudia e os en el últi o capítulo de
esta obra
180
Moreno (1997: 411) nos deja <shehuen>, pero Lehmann-Nitsche (1914: 252) transcribe la
variante de quien sería el futuro perito como <shehen>, aunque al transcribir dos frases de Moreno,
<tehenejen-shehuen>= salida del sol y <jaskene-shehuen>= puesta del sol, las anota correctamente.
181
No se trata de un error de Lehmann-Nitsche: <chuina> es la palabra para los tres conceptos –
“sol”, “día”, “luna” en el o iginal en f anc s (D’O bign en De la G asse ie, 1906 615 sigs.).
182
Con respecto a <aáskren>, véase mi trabajo sobre teotoponimia tehuelche (Williams D, 2008 a) y
este is o lib o ás adelante. Adelanto que, aunque Muste s lo t adujo co o “est ellas”, c eo
que pod ía t aduci se co o “co al del Sol”. ues keȓen/křen significaba “sol, día, tie po” en SCh.
Puede haber ocurrido que, al señalar el cuelo estrellado y preguntar cómo se llamaba, los
tehuelches le fije an que e a el “Co al del Sol”.
183
Los nombres de los ríos Shehuen, Chalía y Senguer; ¿Qué significa Shehuen? Tela de Rayón, 05 y
12 de septiembre de 2008 respectivamente. Los topónimos Colhué Huapi y Koluel Kaike. El Regional,
Gaiman, septiembre (parte I) y octubre de 2011 (parte II).
184
Beauvoir anota también <kenek>= día. Ya he dicho que creo que se compone de dos vocablos
primarios del pK: *kən= luz+ *eïk= alta.
185
Conviene acotar aquí que Viegas Barros (2005: 135) cree que las formas k-ré-‘en=sol, k-ré-nn =
luna del SCh serían nominalizaciones del verbo ré=caminar (por el cielo). No comparto esta idea,
pues el SCh es un idioma muy semejante al AA, lo que demuestra su origen común, y la forma křen y
variantes nos sirve casi tan bien como si křen perteneciera realmente al segundo -cf. šewen= sol en
AA Tsn. C eo que la se ejanza con las palab as pa a “sol”, “luz”, “b illo” en ella son de asiadas
como para pensar en otra etimología, y las palabras shelknam mencionadas, <schehen> = luz,
<kshöjen> = relampaguear aportan solidez a la idea. Hay más, mucho más: lo veremos cuando
estudiemos el topónimo santacruceño Shehuen aike en la sección dedicada a topónimos, aunque
puede leerse en mi ya citado artículo sobre el tema. Lo que sí es cierto es que, probablemente, la
palabra ré= caminar -cf. Patagón del siglo XVI, rei= ir (Pigafetta)- sea cognada con palabras que
signifiquen “pie”, a su vez elacionada con ot as que no b an a las manos -todos del pK *čen=
mano, pie, a su vez derivado de *čen= brota, surge, mana, fluye la luz o el agua, manantial o fuente
de luz o agua, de *čǝ/*šǝ = luz, agua + *hǝn= brota, surge, mana, fluye, etc. -y otros miembros del
cuerpo, a su vez relacionados con palab as que significan “b ote, punta, ext e idad, ie b o”,
ta bi n “la go, lejos, a iba”. Lo ve e os en un capítulo especial dedicado a este aspecto del
mecanismo de extensión semántica.
186
<shen-mush>=lluvia en Mnk según L. Bridges. Sabemos que *šən= agua, luz en pK. Desconozco el
significado de <mush>, es decir, con pronunciación inglesa, məš, pero según el modelo de sus
cognados en ot as lenguas supongo que pudie a t aduci se co o “b ota , ana , su gi , etc”. En
realidad, es más probable que se trate de un error de pluma por <hush>, en cuyo caso sería un
vocablo que veremos con frecuencia en este trabajo: *xouȓ= agua, luz, brotar, manar, surgir, fuente
de, e incluso “punta, ext e idad, dedo”, significado que la palab a alcanza po un ecanis o de
extensión semántica que estudiaremos en su momento.
861
187
sənΛn/xlənΛn=lluvia: estas dos variantes de una misma palabra recogidas por Casamiquela, que
no represento entre signos <> por haber sido anotadas en fonética por Dahl (ver Casamiquela,
1983: 16), son una excelente prueba de que nos meequivoco al suponer que las lenguas ken existe
una alternancia ent e los sonidos “š”, “hl”, #xl”“kl”, “l” “kř”, co o se ve tanto en el SCh křé=luna,
el AA lée y variantes=agua, el GI kələ=blanco y el pGI *ƚə/*aƚə=luz, agua- cf. anakƚaxmal=luz y
Ɣehlaxmal=nombre del Alto Dios luminoso, aƚkač=río, -lit. “valle de agua”, p obable ente del pGI
*aƚə=luz, agua + *kač=valle, cañadón, de igual significado en AA y Tsn; todos derivados del pK
*xše/*křə = agua, luz. Desde luego, como šewen=sol en AA y Tsn y como el homónimo que nomina
al río santacruceño, y como otros vocablos que estamos estudiando, este vocablo del GI
sənΛn/xlənΛn derivan de los protovocablos del pK *šən y *hle, a bos con el significado de “agua,
luz” – “b ota, su ge, ana, flu e, hijo, cacho o, c ía, pichón, etc”, co o se ve á + el sufijo pK
*hən/*ken/*wenbrota, surge, mana, fluye, etc., a su vez cognado con el ya visto vocablo pK
*kən/*kənə= luz, agua. Pues mediante el mecanismo de extensión semántica las palabras para
“agua, luz” son cognadas con ot as que significan una de las ca acte ísticas del la luz el agua, es
deci , la de “ ana , b ota , flui , su gi , c ece , etc.”
188
<Keschenahnetenno>=está lloviendo, de Claraz, se compone de šən˄n=llove (Casa iquela,
1983: 143)- del pK *šən= agua + *xən= brota, surge, mana, fluye, etc.- acompañado del prefijo kə- y
del sufijo -tən, indicadores del gerundio en GI, como lo describiera Casamiquela (p. 59). Es decir,
kəšən˄ntən= lloviendo.
189
A su vez, <theu> en Patagón del s. XVI (Pigafetta) y teu en AA, ambos con el significado de
“nieve”, pa ecen pode se econstituidos co o *te-we, evidentemente evolutivo de *čə-
wə/*šəwə. En donde *šə/čə= agua, luz *wə=brota, mana, surge, etc. Otro ejemplo de cambio
fon tico “š”↔”t”, tan co ún, tanto int a co o inte lingüística ente, en las lenguas ken, ediante
el mecanismo de difusión léxica. Como ejemplo interesante tenemos también la palabra jáxau y
variantes=nieve en GI, evidentemente del pK *šǝxǝ, en donde *šǝ= luz, agua + *xǝ. Que a diferencia
de sus cognados en AA šèwe y variantes=nieve y šie=nombre mítico de la nieve (Llarás Samitier,
1950: 193 y 199), conservó mejor la forma primitiva de la palabra. Son todos vocablos cognados con
ot os se ejantes que significan “nieve” e “hielo” en estos idio as, con šenə y variantes=viento en
SCh, šən˄n=llove en GI- ver nota anterior- y con varios otros términos que denominan a elementos
relacionados con la luz, el agua, el aire y gases en general, y hasta el polvo y la tierra, como veremos
en otro capítulo. Lo propio sucede en los idiomas indoeuropeos, como se estudiará en la última
parte de este libro.
190
Sepa os desde a que las palab as “g asa, go do, g ande, volu inoso, co pulento, otundo” son
cognadas, tanto en lenguas ken como indoeu opeas, con ot as que significan “ edondo, cu vo,
to cido, sesgado, etc”. Cf. las encionadas palab as castellanas “ otundo”, “ otonda”, “ edondo”;
el Sct. Sct.: bhala= esplendor, lustre, término mántrico para dirigirse al Sol; pulina=río, aluvión,
isleta; palvala=piscina, estanque, fuente; palavalya=pantanoso, marismático. Toc.: plewe= barco.
Gr.: plein= navegar - pelagos/pielagos = mar; Apolos= dios solar; phalos= brillante, blanco/pene;
peliós=lívido. Lat. phalos= claro, espléndido; politus= limpio, refinado, elegante; pellucidum=
transparente. Cast.: pulido; pulcro; pálido; pelúcido, pileta, palustre, paludismo, pelágico. Ing, pale=
pálido; polite= amable; pool= pileta. Gal. plaen= claro, inteligible, comprensible; pwll= piscina,
estanque, fuente. Ta bi n cognados con el cast. “bola, bala, pelota”, el Ing. bowl= recipiente
redondo; ball= bola, pelota; bullet= bala. Y un largúsimo etcétera que nos llevaría largas páginas
desa olla aquí. Nótese el f euente inte ca bio “p” “b”. Ta bi n en las lenguas ken el AA
kořtǝnk= redondo, curšǝn= pelota, palabras compuestas en donde la primera protopalabra es *kǝř=
redondo, cognado con *houř= agua, luz, brota, surge, mana, fluye; el AA kauř= mucho; cognados
con el SCh kař= muy, mucho, anciano, viejo. En kořtǝnk= redondo se reconoce el sufijo adjetivador
–enk, en curšǝn= pelota el sufijo es –šen= b ota , su gi , ana , fuente de, pe o ta bi n “c ece ,
aumentar, engordar, criar, multiplicarse, etc. En SCh hallamos muchos otros cognados, como kečer=
curvo, línea curva, dar vuelta; kečken= contrariar –ambas palabras compuestas en donde los sufijos
son palabras relacionadas con las que estamos estudiando; y otro larguísmo etcétera a desarrollar
en un capítulo ad hoc.
191
Aunque no deseo desorientar al lector, amplío lo dicho: que, tanto en las lenguas ken como en
las indoeu opeas, las palab as que significan conceptos co o “b ota , ana , su gi , flui , etc.” son
cognados con vocablos que nombran al agua, la luz y conceptos relacionados - cf. en las primeras
*xen= brotar, manar, surgir, fluir, etc. en pK, cognado con *šen= laguna en protoAA y AA arcaico,
862
šen=balde, křen= sol, šion= cielo, šəxən = luz encendida, lámpara, vela, relampaguear en SCh, y un
la go etc te a; en las segundas “flui ”, cognado con fleuve en francés y fiume en italiano, ambos con
el significado de “ ío”; o, ás si ple aún, “ ana ”, cognado con “ anantial”, pe o ta bi n con
“ añana”, “se ana”, “ es”, moon en inglés y maan en holand s, que significan “luz, sol, luna”;
“b ota ”, cognado con el pIE *bxrə= luz, agua, de donde de ivan voces co o “b illo”, “b uñido”,
“b uno”, “pi a”, “pu o”, g . pyrós, inglés fire y alemán feuer= fuego; “b ote”, “bo bota ”, incluso
ot as co o “b ío”, “ ío”, “f ío” e incluso, aunque aún le cueste al lecto c ee lo, “ a ”, y todos los
cognados indoeuropeos de estas palabras y cientos de otros vocablos. Todo mediante dos
mecanismos principales, no conocidos ni reconocidos por la lingüística clásica: la extensión
semántica y la difusión léxica. Veremos más ejemplos a lo largo de este libro, que ya adelanto que
se dividirá en varios volúmenes, si logro terminarlo.
192
Antes creía, aunque por suerte no llegué a publicarlo, poder relacionar la palabra šewen y sus
variantes con el nombre del sol en su calor: en efecto, según una de las ediciones de los
vocabula ios de Beauvoi (2005 79), “calo ” se di ía xenesh en tehuelche y xenèn en shelknam.
Pronto me di cuenta de que, lamentablemente, por un error en la impresión, los renglones de las
correspondencias entre las palabras están desplazados hacia abajo, como lo demuestra el análisis
de las palabras y sus traducciones, y como corrobora el mismo autor al traducir más adelante
<pohosh>=calor, <poosh>=sudar (Beauvoir, 1915: 190; 2005: 100) y luego (págs. 106 y 111)
<xenesh>=hincharse, que en el vocabulario erróneamente transcripto corresponde a <pohosh> en
AA y a <pot’ken> en SCh, <pohotken> en una edición facsimilar (1915: 118). Al revisar otras
ediciones (1998 a y b) –éstas facsimilares- del vocabulario original de 1915, he confirmado el error,
que no aparece en las mismas. De todas maneras, xeneš=hincharse, ha de recomponerse como
xenšk, de *xən= brotar, surgir, manar, fluir, fuente de, lleno o pleno de + el sufijo verbalizador –šk.
En última instancia es cognado, mediante la extensión semántica, con šewen.
193
Interesante es conocer las palabras que nos dejara Schmid (1910 a: 25) para el oro, el bronce y el
latón=<oro>, <potharnic>, y la plata=<pēsho>. Obvia ente, “o o” pod ía se un hispanis o, pe o
también derivar de la palabra del protochon *xouř=brillo, que ya he mencionado y prometido que
profundizaremos en su estudio. Es cognada con palabras del SCh como xouř=lluvia, e incluso
oxoř=punta palab as elacionadas con el significado de “dedo”, “diente”, “na iz”, “cue no”, etc,
como se verá en otro capítulo. Pero <potharnic> se relaciona tal vez con <potar> y variantes=frío, y
<pēsho> con <poosh> y variantes=calor. Más allá de que, como veremos, existen palabras que
describen al sol en su brillo plateado, lo que explica que se relacionara al calor –y al propio sol- con
la plata, no me atrevo a elucubrar el motivo por el cual se relacionaba al oro y al latón con el frío,
salvo que se deba a la cualidad del metal sólido de ser frío al tacto-pero la plata también lo es. Por
su parte, Musters (1873: 338) llama <wínki> al oro en AA. Spegazzini (1884: 233) recoge aún la
palabra <pesos> para llamar a la plata entre los aónikenk, y me pregunto si no se trataría en
realidad del nombre castellano de la moneda argentina. Pero no conozco monedas de plata de ese
valor que hayan podido circular entre la época de Schmid, 1864, y la de Spegazzini, 1884. Y aunque
este último refiere que las monedas de plata preferidas como material para las artesanías de los
aónikenk e an “los patacones de Montevideo”, ta poco conozco monedas de tal material por valor
de un peso en Uruguay antes de los años 1880, salvo las escasas mil emitidas en 1843, conocidas
como Peso Fuerte o Peso del Sitio, y que quedaron en pocas manos sin distribuirse mayormente.
Pero si Spegazzini los menciona, pudo haberlos. Finalmente, otro nombre que recoge Spegazzini
para la plata es <plátn>, que podría, como el vocablo <oro> de Schmid, ser un préstamo del
español.
194
En cuanto a la variante de Schmid, <borshec>, ecu dese su “b” suele co esponder a lo que en
ealidad e a una “p”.
195
Esta palabra aparece en la pág. 623 de la primera edición de la obra de Ibar Sierra (1878),
mientras que en pág. 627 anota un vocablo confirmatorio: <poche lé>=calentar agua. Se debe tener
cuidado con la transcripción del vocabulario del malhadado Ibar Sierra –fallecido de fiebre
reumática a los ¡20 años! -pues las ediciones de Argentina Austral, de las que cuento con la
reedición de 1984, no son fieles al original y además de transcribir en forma diferente algunas
palabras, existen renglones desfasados, en los cuales la palabra tehuelche no corresponde a su
traducción en castellano según la anotó Ibar Sierra. Lo propio pasó con la obra de Beauvoir, como
mencioné en una reciente nota al pie. De allí que siempre sea preferible consultar un original o una
primera edición de cada obra. Pero además, para colmo de males, Federico Puga Borne,
863
transcriptor –o editor- de los apuntes del joven investigador chileno también cometió errores y creó
desfasajes -cf. Letra B, pág. 623, en donde dice barba=<hōrneque>, corresponde barba=<tcheka>;
en donde anota bala=<tcheka> debe decir bala=<sēte>; a “ba il” co esponde <barre> y no <sēte>;
a “blanco”, <hōrneque> y no <barre>.
196
Incluso explicaban el motivo por el cual las vacas y los toros no salieron inmediatamente de las
cuevas: los aborígenes tuvieron miedo de sus cuernos y les taparon la salida con piedras antes de
que emergieran. Al llegar los españoles, trajeron sus propios vacunos, que, en Europa, habrían
dejado salir de las cuevas. D’O bign (1999, II 315) cita la is a le enda, pe o p obable ente
toma el relato de Falkner, citado entre sus fuentes.
197
No ignoro que según el propio Casamiquela (2000: 128), <kaper> significa “a cilla blanca” en AA,
y que correspondería al maλó de los mapuches. Téngase en cuenta la semejanza con el nombre de
un paradero que los téushen de Viedma llamaban Capar, ubicado en las proximidades del actual
Lago Viedma
198
En tanto, los avestruces habrían surgido de una roca perpendicular ubicada en el lado oeste del
valle del Genua. C eo que se t ata de ied a Shótel, la actual oca conocida co o “La ied a”, “que
hoy está dentro del campo de Suñeda. Es una ‘sobresaliente’ de piedra sobre la base de una
pequeña serranía, que por supuesto está en lo que es el Valle del Genoa” (com. pers de Ernesto
Maggiori, 06 de noviembre de 2008). Ya veremos cómo šotel parece ser un teotopónimo que marca
el sitio en donde habitaba el Alto Dios tehuelche, no significa “flecha”, aunque se t ata de un
término cognado.
199
Insisto: tanto en las lenguas ken como en las indoeuropeas, todo aquello que puede brotar,
manar, fluir, surgir, crecer, criar, hincharse, gordo, etc. –como la luz, el agua, los brotes de los
árboles o de la piel, la grasa o aceite, los pichones, cachorros o hijos, etc. -suele nombrarse con
vocablos cognados con aquellos que significan las acciones mencionadas
200
El trabajo tiene unas cien notas o llamadas, que no se han conservado en el original, a la palabra
<oólnashco> corresponde la nota N° 96. Lamentablemente ignoro qué pudiera aclararnos.
201
En mis ediciones hallo, en efecto, waidəf= s. el otro lado de un cerro, de la Cordillera/adj. lo de
allá, ultramontano (De Augusta, 1991 a: 243); waidəf mapu túulu=ultramontano (1991 b: 391).
202
Siempre teniendo en cuenta lo ya mencionado, que *xen y variantes, *ken/*wen, etc.=brota,
mana, surge, etc., son a su vez cognadas con palabras que denominan a la luz y al agua.
203
En otra versión de la creación de los Tehuelches, proporcionada por el mismo Hughes (1927: 68;
1993: 64), los mismos son descendientes de “un héroe del mundo inferior, de nombre Helal” y de
una de las hijas del Sol y de la Luna, indudablemente t’elux el Lucero –los onas, en cambio,
descenderían de otra hija de la pareja, de nombre <Airaa>. Ya profundizaremos en estos temas,
pero adelanto que no son contradictorios- aunque las contradicciones, reales o aparentes, son muy
usuales en los mitos. En cuanto a sečo, el Dios Creador de seres humanos y animales, demostraré
que es el propio Elal, descendido a héroe entre los aónikenk y- en un descenso aún mayor- al
demonio o equivalente del Gualicho: el elel de los gënëna a këne y los mapuches cisandinos. Que,
como se verá, pudo corresponder a un descenso del propio Elal, o indirecto a través del descenso
de su hijo.
204
Dicho conocimiento de la crónica del inglés también muy evidente, por ejemplo, como dije, al
leer la numeración tehuelche de Hughes (1927: 56-57; 1993: 54-55), que transcribe casi
literalmente de la que documentara Musters (1873: 339; 1997: 370-371), o la palabra <shensk>=
sueño (1927: 55; 1993:55), que anota tal cual <shensk> = dormir, y semejante a <yshensk>= tengo
sueño de Musters (1873: 339; 1997: 369). No niego el evidente conocimiento de la lengua y la
mitología tehuelches que poseía Hughes, pues aporta muy verosímiles datos sólo por él
recuperados, pero interesa demostrar que se apoyaba en el trabajo de Musters, y que transcribió
varios de los vocablos por él recogidos. También es llamativa su aparente conocimiento del trabajo
de José Wolf -o viceversa, como veremos.
205
Continuando la idea adelantada en la nota anterior, agregaré que, como veremos,
Elal/se:čo/t’ču:ȓ era antiguamente identificado con el Sol, pero dicha identidad ya casi estaba
olvidada en los últimos siglos.
206
*pətšǝ=Sol en protoGI resulta cognado con el GI p’ečwa= guanaco, debido a mecanismos de
extensión se ántica, a t av s de la analogía a encionada ent e “sol, luz” “b ote, e anación,
flujo, etc.”, conceptos a su vez elacionados se ántica ente con los conceptos de “hijo, cachorro,
c ía, etc.”. Así, uchos ani ales ecibían el no b e o iginal ente ese vado a sus cacho os, co o
864
nuest as palab as “pichicho”, “bicho”, “pichón”, “pollo”, “pillo”, “pollino”, “bu o”, “pe o”,
“pu ete”, “púbe ”, etc., son cognadas con vocablos que significan “luz, t anspa encia, b illo”, según
mostrara en mi trabajo sobre el tema (Williams D., 2010 b) y como se verá en el último capítulo.
Apoyando la idea, lo propio parece ocurrir con el protoAA *pəš=Sol. Para ir habituando al lector a
esta forma de pensar -creo firmemente en la intervención del mecanismo de la extensión semántica
en la génesis de muchas palabras- adelanto que supongo que p’ečwa= guanaco en GI, es cognado
con los términos del pK *pət/*ɣətř/*wətř en primer lugar; y sus variantes *Ɣət/*xət/*kət/*sət, etc.
en segundo luga , todas con el significado de “b ota , ana , su gi , hincha , c ece , c ia , etc.”. Y
por lo tanto es cognada con los vocablos del GI <uot>/<uet>= rama, brote, tallo; <uetzesk>= el gajo
(Claraz, 1988: 153 y 157, voc. 484 y 747) y agač=hijo, entre tantas otras. Incluso es probable que la
palabra paštȓai=hombre del GI sea cognada con p’ečwa= guanaco. Me explayaré sobre el tema en el
capítulo sobre comparación gramatical entre las lenguas chon y el GI y a lo largo de todo el libro.
207
Estoy convencido de que no existe, en ninguna cultura, un nombre -onomástico, teónimo o
topónimo- que no tenga o haya tenido alguna vez su traducción. Por otra parte, los únicos nombres
gënëna que se atrevió a intentar traducir Casamiquela (1995: 126, nota 17) que yo sepa, fueron el
del cacique o caciquejo Cual, que asocia a la palabra kxual=cuello –tengo mis dudas- y los de los
caciques Pichicaya y el propio Pichalao, que asocia al vocablo p’əčwa=guanaco. Algo a lo que, a la
luz de lo dicho en la nota anterior, sobre que el nombre del guanaco en GI era cognado con el del
sol *pətčwa entre los proto-gënëna a këne, se acercó bastante, aunque sin sospechar la verdadera
traducción del onomástico. Antes que él, Lehmann-Nitsche (en Malvestitti y Orden, 2014: 105)
escribía sobre el topónimo <Pitshaláo> “…aparentemente nada que ver con guanaco; también
nombre de persona…”.
208
Cf. SCh xálwe= fuego, čalwet= llama y čálwe= lluvia, llover; Mnk de Beauvoir čálwe= lluvia-en un
error que aclara Viegas Barros (1990b) el misionero lo escribe kalwe- Tsn <Kxalwe>= espejo; GI
iakƚwe= espejo; AA čalía= hidrónimo. A su vez, *čalwe se compondría de *čal-= luz, agua + *we=
brota, mana, surge. Ver mi artículo sobre los nombres de los ríos Senguer, Shehuen y Chalía (op.
cit.) y el capítulo correspondiente más adelante en otro volumen.
209
Incluso el topónimo <Wutjéchal>, según Ha ington (1968 27), no b e de “un manantial de
aguas borbollantes-como cuando está hirviendo ela gua, en el decir de mis informantes-que algunos
pronuncian Wutkéchal, erróneamente, pues jéchal se refiere al sonido producido por el agua cuya
forma impersonal está indicada por la terminación al”. No coicido en esta últi a ap eciación de
Harrington: el topónimo era, sin dudas, wǝtxǝ-*čal= hierve-agua, en donde hallamos una variante
del ya conocido *wǝtȓ/wǝtȓe= brota, mana, surge, fluye, hierve, borbota, etc. – a su vez formado
por los protosegmentos *wǝt= brota, mana, surge, fluye y *šǝ o *čǝ= luz o agua, que se lexicalizó
con el significado del primer protosegmento, bajo la forma *wǝt*šǝ o *wǝt-*čǝ. En lo que no erraba
Harrington, posiblemente, era en el origen onomatopéyico de la palabra, inspirada en la imitación
de un sonido natural, en este caso el del agua al hervir, brotar, fluir, manar, surgir- como ejemplo se
me ocurre a vista de pájaro la palabra inglesa jet= chorro, cognada con el Fr. jetter= tirar, arrojar,
empujar. Coincidentemente, según Casamiquela (2000: 100), José María Cual traducía el topónimo
co o “ anantial que hie ve”. Más adelante, Casamiquela (p. 177-178 y 203-204) apoya
decididamente esta traducción, agregando que se trata del propio sitio conocido por Claraz como
<yiscalo getaget> o <Eschkenn yano khetkhet>… lo cual cie a el cí culo sin deja ucho luga a
dudas. Pues allí había un “ anantial hi viente”, actual ente conocido co o “pozo soplado ”.
Profundizaremos la idea más adelante.
210
Lewis Jones (1898: 208; 1966: 226) afirma que de ambos lados del cerro Pichalao surge un
anantial. Sin e ba go, el “ingenie o Ivan” –supongo que se trata del ingeniero galés Llwyd ap
Iwan-menciona en su informe al Ministerio de Marina (citado en el Boletín del Instituto Geográfico
A gentino, Buenos Ai es, 1897, X III 158) un solo anantial “ itsalado” *SIC+. La p opia g afía con
“ts” en luga de “ch” apunta a que se t ataba del encionado p ofesional gal s. De la is a fo a
el a o o Telsen apa ece co o “Yelsin”- SIC por el nombre del arroyo con grafía galesa, Telsin o
Telsyn.
211
Estudiaremos los números de los pueblos ken en un futuro capítulo de esta obra, que ya tengo
esbozado hace años.
212
Dicho protovocablo -*hlə sería el origen de palabras como el AA le:, lehe= agua; el pCh-*šə=
agua, luz; el pAA *čǝlǝ= río, lago; el GI kǝle= blanco, su contrónimo čula= negro y čal= río; el pGI -
*hlə= brote, emanación, cachorro, pichón, cría, hijo; el pK čǝl= luz, agua; etc., y de numerosas
865
palabras compuestas, como el AA elu:n= chara, pichón; yíeklǝn= hijo; kolue= lago, pantano; GI
kehlahmal= dios solar, y un larguísimo etcétera. Es un claro ejemplo de la alternancia de los
fone as “hl”, “lh”, “š”, “č”, “kl” ot os en las lenguas ken. Se da así la ci cunstancia de que una
palabra compuesta del AA como počelé= agua caliente es cognada en sus dos palabras con el
onomástico del GI Pichalao, compuesto de las palabras del pK -*pǝč= Sol (descripto en su calor) y el
mencionado -*hlə, aquí con el significado específico de “hijo, c ía, cacho o, pichón”. Todo debido
fundamentalmente a los mecanismos de extensión semántica y difusión léxica.
213
Para un pequeño estudio comparativo-histó ico de la alte nancia de los sonidos “k” “č”, o de la
palatalización de *k+ en *č+ v ase el apa tado especial sob e el te a en la Int oducción de esta ob a.
Agrego aquí su alternacia con otros sonidos como [ƚ], [kl], [l] y otros.
214
Por su parte, con gran sagacidad, Harrington (1946: 258) deducía que si el nombre original de
<Pītchalau> era <Puītchalau> entonces “Pītch-a-kaya Puītch-a-kaya, y en tal caso el significado es:
guanaco joven. Pītchwa quiere decir “guanaco” (por extensión ‘carne’ y el numeral que participa en
la palabra se refiere a los dos colores del guanaco “. Párrafos antes traducía <kaya>= nuevo, joven,
que o t aduzco co o “hijo”.
215
Recuérdese que en los vocablos tomados de la Gramática de Casamiquela (1983) se respetan los
signos fonéticos como los escribió Dahl, aunque no correspondan a la convención que he adoptado
en esta obra.
216
Ya p ofundiza e os en la idea de que el Gualicho e a “el hijo del Sol”. o lo tanto, ta bi n lo
son sus alter ego, en este caso gáyau, obvia ente, “el hijo” en pGI.
217
Sin embargo, Lehmann-Nitsche (1915-1916 en Malvestitti y Orden, 2014: 72; 1922: 40), recogió
la palabra <yagüjü>=jefe, <yagüjü>=cacique, con grafía castellana, y no alemana, como se deduce
del resto de los ejemplos del cuadro, lo que haría que la pronunciación fuera yaguxu. Corresponde
en principio a su propia palabra en otro trabajo, <yǎkü’hu>=cabeza (en Malvestitti y Orden, 2014:
73), co o l is o anota en nota al pie (N°168). “Cabeza” es <yagehe> según Claraz (1988: 155,
oc. 634), quien ag ega que se t aduce “en arauc., loncó=cabeza”. Cf. Casa iquela (1983 127)
a’guha, ya’guxǝ, ya’gǝxǝ, a’gǝhΛ=cabeza, Lo cual nos deja la duda sobre la palabra ia’gaiə=
guerrero que documenta Casamiquela.
En cuanto al vocablo <genagehe>=guerrero (Hunziker, 1864 en Outes, 1928: 277 y sigs.), aunque en
principio se interpretaría como kəne a agǝhǝ=cabeza de las gentes, tal vez pudo ser un error de
pluma o de imprenta –motivado tal vez por una idea preconcebida de que era la cabeza de las
gentes -por lo que originalmente pudo ser <genageye>, que recompondríamos como *kənə a
gayǝ=hijo del sol. En cuyo caso sería un vocablo de igual significado y etimología que
<keneca>=soldado (Claraz), probablemente de *kən-*nəkə=Sol-hijo- formado por los vocablos pK
*kənə= Sol+*nəkə= hijo, cognado con el gentilicio de los gennaken- o gënëna a këne- ver detalles en
mis trabajos previos (Williams D, 2010 a, b y c) y el capítulo de esta obra dedicado a los gentilicios.
De donde ap ende os que “gue e os, soldados” e a el significado in ediato del gentilicio de los
gënëna a këne, aunque, co o se ve á, aunque o iginal ente significó “hijos del Sol”. Es un te a
sin embargo para seguir investigando.
218
Dedicaré un apartado especial más adelante a la traducción de los nombres tehuelches. Pero
adelanto que muchos de ellos, en especial los de los caciques -tanto los gënëna a këne como los
aónikenk- significan lo is o “hijos del Sol o del Sol Naciente o Alba”, “hijos de la Luz”. Cf.
Iaukgóoch, hijo de Guetchanoche y primo hermano de Fóyel, al que José María Cual, según
Casamiquela (1965: 42) llamaba <Iahwakawúutr>, “voz netamente gününa iájëch, si se recuerda que
en ella iáhwak es ‘hierro’, iáhwai ‘casa’ y iawakëk ‘fuego”: iahwakawúutr sería ‘para fuego’ y podría
ser perfectamente aplicado al pedernal, etc.". ¡Cuán cerca estuvo Casamiquela de llegar a la
traducción! Pues erró al identificar el final -<wúutr> del nombre con el nomina instrumentis -wətř,
cuando en realidad se trata de su homónimo *wətř= mana, surge, brota, fluye, brote, rama, etc. -
ver el capítulo dedicado a la Comparación Gramatical y el resto de este libro. Aunque de todas
maneras creo que ambos sufijos son cognados. Casamiquela acertó, en cambio al suponer que la
primera parte era iaxwakək/axwakək=fuego… o, ag ego o, tal vez su cognado apiwhək=sol. Es
decir, probablemente, el nombre iaxwakəwətř conservaba la forma protoGI del nombre del astro
del día, *iaxwakək=luz, que dio en GI iawakək=fuego e iapiwhək=sol/luna, además de otros
vocablos como áxwai=toldo, derivado, como en todos los idiomas ken, como se verá, de aquel para
“fuego, fogón”; axwə=arriba, cielo; axwekna=arriba; abahai=alto, largo.
866
219
*kən(ə)= sol, vocablo a su vez probablemente compuesto por los vocablos simples
*kə+*xənə=sol-brota. Y*če=sol- “luz”, “agua” es cognada con el encionado *ke, en donde se
pone de anifiesto una vez ás un ecanis o de difusión l xica, que t ansfo ó una “č” en una
“k” o viceve sa. A su vez, *kən(ə)= luz, sol ta bi n significaba “agua”, co o se ha visto, es
cognado con el pK *čən= luz, agua, de *čə=luz, agua+ xən=brota, surge, mana, crece, etc. De donde
surge el AA arcaico šen=laguna, río- de *šə=agua, luz + el mencionado afijo *xən=brota, surge,
mana, etc. Afijo éste que, aunque generalmente va sufijado, puede actuar como prefijo- cf.
<Jentre>- es decir, xentȓe- la fuente milagrosa surgida del vientre herido de Teo, madre de Elal,
cuando fue asesinada po el pad e de ste con el fin de eti a el feto devo a lo… fuente que en
un escrito anterior (Williams D, 2008 a [2007 b]: 228) he identificado con la laguna Quilchamal del
su oeste chubutense, cu o no b e ho t aduzco co o “b ota, su ge, ana, flu e el agua”, es
deci , “ anantial, fuente”, del afijo *xen en cuestión + -tȓe= *čə= agua, luz.
220
Los únicos nombres gënëna que se atrevió a intentar traducir Casamiquela (1995: 126; 2004:
111; clase del 18 de septiembre de 2004 del curso Lengua y Cultura Tehuelches), que yo sepa,
fueron el del cacique o caciquejo Cual, que asocia a la palabra khual=cuello, y los de los caciques
Pichicaya y el propio Pichalao, que asocia al vocablo p’üchwa=guanaco.
221
Por otro lado, el onomástico Yaguapana también podría traducirse de una lengua proto-
tehuelche septentrional como iahuǝ-*wǝnǝ o iahuǝ-*pǝnǝ, “b ota el cielo” o “b otado del cielo” -
aunque la palab a pudo o iginal ente t aduci se co o “b ota el sol” o “b otado del sol”. Lo
veremos en un capítulo especial en un próximo tomo.
222
La extensión semántica de las palabras lleva a que tripantü signifique “el año”, ient as que We
tripantü significa “el tie po en que vuelve el sol del no te (año nuevo según el có puto natu al), la
p i ave a; el año nuevo (político)” (De Augusta, 1991 a 233). Siendo wé=adj. nuevo, reciente/adv.
Pref. Recientemente, recién (1991 a: 247; b: 256), eciente, la t aducción se ía “vuelve el sol nuevo,
enovado”. Ta bi n se aplica a la “luna nueva”, wé küyen (1991 a: 247).
223
El padre Zúñiga escribía en carta al Rey en 1682 su relato de su visita a pehuenches, poyas y
puelches, afi ando que “En todas estas tierras se habla la lengua de Chile, aunque los del Nahuel
Huapi hablan las dos lenguas, la de Chile y la de los pampas” (De Mendieta, 2005 158-159).
224
Recordemos que que el puma o león era třapial en Mpz.
225
El piche (Zaedyus pichiy) y el peludo (Chaetophractus villosus) pertenecen a dos géneros
distintos.
226
Goupil: uno de los dibujantes de la expedición de la expedición de Dumont D'Urville de 1838.
227
Lo is o ocu i ía en un idio a e pa entado, el SCh, en el que “el sol se está poniendo, el sol
desciende” se decía <kau uarrpen kren>, “la luna está saliendo, la luna sube” e a <kau ink jen
Kreen> (Gallardo, 1910: 381 y 382). Gallardo traduce <kau>=ahora, <uarrpen>=poniéndose,
<kren>=sol para la primera frase, y <kau>=ahora, <ink>= arriba, <jen>= llega, <kreeᵑ>=luna. Desde
que pa a Beauvoi “aho a” se dice <kan’ay><majh>/<mahat>/<naik>, y no <kau>, yo creo que la
palabra corresponde a <kau>/<kaw>=casa, hoga (Beauvoi , 1915 119), es deci , “toldo”; siendo
<uarrpen>/<uarpenken>=arrastrar/arrastrar malamente, <warkpen>=bajar (p. 67, 111, 113 y 115), y
<kreen> es, co ecta ente, “sol”, pe o no “luna”, que se decía křé. De donde la frase quedaría kaw
wařpen křen=“toldo (donde) baja el Sol”. Sin e ba go, debe tene se cuidado con la palab a pa a
“este, o iente, levante”, que es <uarpykren>, probablemente relacionada con
<uarpenjenkren>=levanta el sol, en donde reconocemos <uarpenjen>=levantar arrastrando
(Beauvoir, p. 67, 129 y 138), de <uarpen>=arrastrar malamente + <jen>/<jey>/<jía>=venir, llegar,
salir (p. 33 y 160), que entonces no derivaría de <warkpen>= bajar. En la frase de Gallardo, <ink jen>
corresponde evidentemente a <enkejen>/<enkeken>/<onjen>=subir, <enkévenen>=elevar,
<enkeka>=alto (adverbio), arriba, siendo <jen/jío>=llegar y <vuenen>=venir, salir (Beauvoir, p. 27,
70, 111, 139 y 155), y <kreᵑ> está esc ito con una “n” final pequeña, co o Galla do delet eaba el
nombre del astro nocturno, para diferenciarlo del nombre del sol, que escribe <kreen>. Ello nos deja
la frase como kaw enkexen křé=toldo (donde) sube la Luna. Es decir que <kau uarrpen kren>
significaba “toldo (donde) baja el sol” <kau ink jen Kreen> e a “toldo (donde) sube la luna”.
228
Se trata de mi traducción del original en galés. Aunque existe una edición en castellano, siempre
que puedo hacerlo, prefiero leer a cada autor en su idioma original y realizar mi propia traducción.
229
Los ot os sinóni os que nos dejan pa a “ añana” a fue on encionados, eco de os que e an
<Kenio>, <Kemo> o <Jeni>, <Keni>, <Jeni>, <Yenia>...todos derivados de mi teórico pK *kən/*kənə=
luz, sol – “agua”.
867
230
Nótese que el vocabulario de Viedma se halla reproducido en su diario (en De Angelis, 1972: 815-
818), y que es transcripto palabra por palabra en el Manual de la lengua pampa, de Federico
Barbará (1999: 87-91), que no cita cuál fue su fuente.
231
Adelantaré que <orrnk(e)> deriva del pK *houř= luz - “agua”, “punta, ext e idad, ie b o”- y
del sufijo adjetivador –enk del AA, es decir, *houřenk, y véanse las variantes de la palabra según
otros autores, tanto más parecidas a mi recontrucción ideal. Y <golu(e)>, <golwen> y variantes
provienen sin dudas de *Ɣəl/*Ɣələ=luz, sol+ el sufijo -*we/-*wen=brota, mana, surge, etc. (ver mis
artículos sobre los hidrónimos Senguer, Shehuen y Chalía, op. cit.). A su vez, *Ɣəl es cognado con
*həl/*hlǝ/*ƚə=agua, luz, brota, surge, mana en pK -de donde proceden *klə= luz, agua, brota, surge,
mana en protoGI y kələ=blanco en GI; *aƚ= agua, luz en pGI; *še= agua, luz en pK, *šen=laguna, río
en AA arcaico (Jones HL; Fontana, ambos op. cit), lehe/le: y variantes=agua en AA; kȓé= luna en SCh;
en definitva, creo, son todos derivados de los sonidos *xr/*hl/*gl/*kl, onomatopeyas del fuego al
arder, del aire al correr, del agua al fluir o brotar- Lo propio ocurre en las lenguas indoeuropeas,
co o se ve á.Sin i ás lejos “flui ” “b ota ” p ovienen de los g upos lexe áticos “fl” “b ”,
cognados entre sí y, también ellos, onomatopeyas. Y, como dije al presentar uno de mis trabajos en
el XII Congreso de la SAL (Williams D., 2010 b), no ignoro que la idea del origen onomatopéyico de
muchas de las palabras de las lenguas naturales es una idea muy antigua, de la época de los griegos,
que fue descartada por la Lingüística de los siglos XIX y XX. Pero creo que debe ser actualizada a la
luz de los hallazgos de la Lingüística Cognitiva. De hecho, progresivamente se va aceptando más su
importante papel.
232
Puede que, en efecto, <golken> significa a “blancu a”, de *gəl=blanco + -ken=sufijo
sustantivador. Pero se hace difícil en AA distinguir cuándo de utiliza el sufijo sustantivador –ken,
descripto por Ferrario (1955), y cuándo de trata de su cuasi homónimo *kən=lleno, grueso, brota,
mana, surge, etc., con frecuencia también un sufijo. A su vez cognado con la palabra del pK
*kənə)=luz, agua, y que tiene como variantes a *xən/*wən, etc . Recordemos además que los
colores son adjetivos, por lo que, aunque pueden sustantivarse, verbalizarse, etc., correctamente
escritos deben llevar el sufijo adjetivante -nk, que no ha de haber sido fácil de distinguir para oídos
no acostumbrados. Si repasamos la lista de variantes de cada color en Lehmann-Nitsche (1914: 273-
274), vemos que en muchos casos se escribieron correctamente, y Lista (1998, 1: 92) nos deja la
siguiente lista: negro=<pólnek>, blanco=<ornek>, colorado=<kaapenk>, verde=<acántenk>,
amarillo=<uaintenk>. No nos deja el sinóni o de “blanco b illante, plateado”, pe o deduci os que
lo hubiera escrito <golenk>- correspondiente a un hipotético *gǝlenk.
233
Se trata del mecanismo de difusión léxica, muy común en todas las lenguas del mundo, mediante
el cual un protolexema, que es difícil de precisar con exactitud, pero que pudo ser *xš= luz, fuego,
agua, claro, blanco, pasó al AA bajo la forma de diferentes grupos lexemáticos de sonido semejante,
pero no exacto: entre ellos, gl, como en las palabras recién estudiadas, golenk= blanco y cognados;
hř, como en el cuasi sinónimo hořenk y variantes; o como š, cf. šen= laguna, río (Jones HL, 1855;
Fontana, 1886) . En SCh quedó, entre otros, como hl, como en hol= blanco, halpen= diosa lunar;
hélien y variantes= luminoso, brillante, y cognados; o como kř, cf. křé= Luna y křen= Sol; o como š,
cf. šen= balde de agua, šion= cielo. En GI pasó como kl, como en kələ= blanco; como khl o Ɣhl, como
en ejemplos ya vistos, anakhlaxmal= luz, o Ɣehlaxmal= Alto Dios solar; o como ƚ, como en aƚkač=
río, etc., etc., etc. Viegas Barros (2013, inédito: 79; 2015, 1: 87) coincide en que el AA gole-
‘blanquea ’, golwen ‘(caballo) blanco’ y el Tsn gole- ‘blanco’son cognados con el AA ?ore= ser
blanco, aunque disiento con él en su atribución a los dos primeros el hecho de ser préstamos del
Tsn gole=blanco. Creo que los antecedentes presentados en este capítulo y en los que le siguen
bastan para descartar tal préstamo, y que todos ellos son verdaderos cognados, que han sido
afectados por diferentes olas del mecanismo de difusión léxica.
234
Sin e ba go, Ha ington esc ibía en uno de sus cuade nos “’Kolonko o Golwin’ (según Musters),
era hijo del cacique Chiquichano con una cautiva blanca. Era conocido como kololonko por sus
cabellos rubios o rojos, y no con el casi equivalente Aòni kenk que le aplica Musters: Golwin
(Blanco)” (Ha ington en ez L.E., 2013 a: 13, nota 21; b: 141, nota 18). En Mpz, en efecto, kolï
loŋko= cabeza colorada o roja. Sin conocer los cuadernos de Harrington, yo mismo había llegado a
una conclusión semejante en un trabajo comunicado en el Primer Foro Internacional sobre los
Galeses en la Patagonia (Williams D, 2002, parcialmente inédito), comparando al nombre de Golwin
con el apellido Colihuinca, a t aduci se co o “g ingo colo ado”. e o ello e a antes de p ofundiza
en el conocimiento de las lenguas tehuelches. Hoy creo, como queda dicho, que se trata de una
868
interpretación ad hoc de parte tanto de Musters como de los informantes de Harrington, que
habían mapuchizado el nombre tehuelche Golwin, como ocurriera en tantísimos otros casos. Creo
que mi interpretación también lo era. En apoyo de lo dicho señalaré que, como queda dicho en la
nota anterior, Viegas Barros anota golwen ‘(caballo) blanco’ en AA.
235
Sin embargo, no puedo descartar la posibilidad de que <goltenk> derive de la palabra del AA
pa a “bofes, pul ones”, que e a <golta>/<golte> (Ameghino), <gultak> (Lista), <goulta> (Moreno),
<guld> (Schmid)... pues justamente “ o ado ojizo” es el colo de los pul ones. En tal caso, la
t aducción lite al del t ino se ía “(colo ) pul onoso”. O tal vez, a la inve sa, los pul ones ha an
tomado el nombre de aquél del color solferino -lo cual parece más probable.
236
El voc. 191 es <Ketnaocaleschnau pane>= ya viene aclarando del día, en el que es evidente que
dentro de la composición de la palabra conjugada, el vocablo <Calauhna> está representado por el
fragmento <-caleschnau>.
237
No es infrecuente que algunos adverbios temporales se signifiquen con la misma palabra que un
sustantivo, co o “ añana” o “ta de” en castellano.
238
Ya veremos en el último capítulo que lo mismo parece ocurrir en los idiomas indoeuropeos.
Adelantamos que, por ejemplo, creemos que las palabras castellanas “calo ” “colo ” son
cognadas, no sólo entre sí, sino, mediante mecanismos de extensión semántica y difusión léxica,
con ot os vocablos, co o “cielo”, “cola”, “culo”, “calota”, “cuello”, “sol”, “sal”, “halo”, halógeno”,
un larguísimo etcétera.
239
Hale (1846 656) ecoge la palab a pa a “est ella” co o <tsukalēla> de un informante y <sxalēla>
de otro proveniente demás al sur, pero también anota <tçiaxalôxal>=sol de labios del primero.
240
Sólo como ejemplos, repasemos algunas palabras que incluyen dicha raíz: kələ=blanco,
kalauhna=mañana, kənəkƚa’xamal=luz, en GI; golwən y variantes=blanco, Xaléšen=Sol en AA;
Xalwe=espejo en Tsn; yalwe=llama, tehlus=planeta, estrella en SCh, todos vocablos en general ya
vistos, y que, como sabemos, no son los únicos que incluyen la raíz en cuestión. Agrego el nombre
de la diosa ona halpen/xalpen, lite al ente, “se lu inoso”, o “fuente de luz”; el AA alwen=luz de
luna según Molina (1967: 148) y cientos de palabras más en todos los idiomas. Ya me explayaré
sobre estos temas.
241
Ver dichas variantes en Lehman-Nitsche, 1914: 273; Mendoza, 1965: 49 la escribe <urren>. Ya las
analizaremos al estudiar la etimología de los colores en un capítulo en otro tomo.
242
Existe un vocablo docu entado po Mo eno (1997 411) pa a “te po al” =<shehuen-terronk>,
es deci , “sol alo”.
243
Supongo que cuando la señora Vargas mencionaba el ”camino de los muertos” se refería a la Vía
Láctea ella e a, en efecto, según D’O bign (1997,II 319), lla ada leuvú=río por los aucas o
araucanos -actuales mapuches- pero según Casamiquela (1993 c: 73) era un camino para ellos;
claro, el “camino de los muertos” para los puelches –gënëna a këne- y, según Lista (1998, 2: 148 y
410), el “sendero de los guanacos”, o un río= <kon’n>, para los aónikenk. De hecho, interpreto que
el ca ino nacía efectiva ente en el “toldo del sol” o Ɣəl ašk, cuya aparición marcaba además el
comienzo de la noche -aunque la Vía Láctea no nace exactamente al oeste del cielo.
244
Suárez (1988: 41), en cambio, consideró al patagón como el mismo idioma que el tehuelche -es
decir, el aóniken áish- y utilizó en su obra ejemplos del los vocablos recogidos por Pigafetta para
ilustrar casos en AA. Discrepo totalmente. Podría tratarse de una lengua precursora, pero
ciertamente no parece la misma lengua, como el latín no es el mismo idioma que las lenguas
romances que de él derivan. Tal vez se me ocurra incluir en un futuro tomo un capítulo o apartado
dedicado al patagón costero del s. XVI.
245
El péeneken y el aóniken áish pueden no haber sido más que dos dialectos -respectivamente, el
del norte y el del sur- de un solo idioma, con pocas diferencias entre uno y otro (cf. Musters, 1873:
73 “Se dividen en dos tribus, los septentrionales y los meridionales. Hablan el mismo idioma, pero se
distinguen por dieferencias de acento”. Luisa Pascual refería a Casamiquela (1988: 63) que su madre
-Luisa Jimata Sainol (Luisa Pascual en Priegue, 2007: 17)- señalaba diferecnias entre el tehuelche
del norte y el del sur. Pero es un tema en el que debo profundizar, pues es probable que en muchas
ocasiones el término peeneken se refiriera al téushen, y de allí que Lehmann-Nitsche clasificara
como una única lengua, dándole a la misma el nombre de péeneken-aóniken áish, a vocabularios
que hoy distinguimos unos de los otros: aóniken áish, téushen y patagón costero del siglo XVI,
mientras que sólo a los materiales de Ameghino clasificaba como téushen. Siguiendo el uso
establecido por investigadores posteriores, me limitaré a llamar aóniken áish y téushen a las dos
869
lenguas bien conocidas como tales, y, de acuerdo con Viegas Barros, patagón costero del S. XVI a la
lengua de origen de los vocabularios de Pigafetta y Fletcher. No concuerdo en cambio con Viegas
Barros (1992: 4 y 5; 1994: 1-10; 2013, Ms: 65; 2016: 4) en que los vocablos que documenta Thevet
(1575) supuestamente recogidos por una pretendida expedición española a la Patagonia, sean
reales, sino que, como he sostenido en una comunicación presentada en el XIII Congreso de la SAL
(Williams D, 2012 b; Williams D., 2020), en un libro inédito (Williams D, 2011, Ms.) y en un trabajo
on line (Williams D., 2020), se trataba de una mezcolanza de los vocablos de Pigafetta con otros de
la lengua tupi-guaraní, único idioma sudamericano que Thevet pudo documentar en forma directa,
y palabras sueltas de otros idiomas del mundo.
246
<Calexcheni>: con respecto a esta palabra, he de aclarar que no se trata de un error de lectura
de Vignati en su trabajo de 1940 (pág. 198), como supone Casamiquela (1988: 6), sino de una
variante del nombre tomada de esta edición de Da Mosto, que es precisamente la que cita en la
bibliografía el profesor Vignati (pág. 201): “Pigafetta (Antonio): Andrea Da Mosto, Il primo viaggio
intorno al globo di Antonio Pigafetta e le suo regulo sull’arte del navigare, en Raccolta di documenti
e studi pubblicati dalla R. Comissione Colombiana pel quarto centenario dalla scoperta dell’America,
parte V, III, 63 y siguiente (Pigafetta, Roma 1894)”.
247
En efecto, años más tarde Llarás Samitier escribiría un estudio titulado El grupo chono o wayteka
y los demás pueblos Fuegopatagonia (1967) con datos de origen dudoso y un vocabulario
supuestamente chono que resultó ser una invención del autor, en donde mezclaba vocablos
mapuches, kaweshkar y del gënëna a iájich, según demostrara Casamiquela (1973: 133).
248
Se trata de variantes de un mismo término, ubicuas en las leguas ken, y que no obedecen
estrictamente las reglas fonéticas de los neogramáticos, que creo deben ser usadas con mucho
cuidado, so pena de tergiversar, como clásicamente se ha hecho, la verdadera fonética y etimología
de las palabras en todas las lenguas del mundo, y de todas las épocas. Creo firmemente que las
palabras evolucionan y se transmiten de una lengua a otra mediante el mecanismo de difusión
léxica de William Wang (1969: 1-19), en mi opinión un mecanismo dominante, y no un fenómeno
aislado, a diferencia de lo que se ha creído hasta ahora. Pues se suponía, siguiendo la teoría de la
regularidad de los cambios fonológicos de los neogramáticos, que no existía o que era excepcional.
249
aluen=luz de luna, curiosamente semejante al mapudzungun ailiñ=claro, transparente (recogido
en De Augusta, 1991 b: 5).
250
Evidentemente, <Chalveteton>= de<chalet>/<chalete>= llama + <toho>=alto, grande, <tohown>=
grande, lejos, <tojon>= gigante (Beauvoir, 1915: 65). A recomponerse como *čalwətetoxon= luz-
brota-grande.
251
<Cholwetelien>/<cholwétèli’n>= llamarada, llama de fuego, incluye la palabra ya conocida,
čaletə= llama, + un sufijo <elien>/<èli’n> que, como demostraré más adelante, significa “b illo,
b illante”. De ane a que <cholwetelin> va iantes=lla a ada se t aduce lite al ente co o “lla a
b illante”. Adelanto que, desde luego, <elien>/<èli’n> es palabra cognada con todos los términos
que en estos idio as significan “luz, b illo, cla idad, agua, eflejo”, etc., incluso, po otivos que a
analizaremos, es cognada con la palabra *elu:n=pichón, cría, cachorro en AA. Y también, más
lejanamente, se relaciona con la misma palabra čal-/čol- que entra en la composición de los
vocablos čaletə y de <cholwetelien>/<cholwétèli’n>- cuyo remoto origen sería el pK *čəl=luz, agua.
252
hoowin=ancestros, antepasados, quienes vivieron en illo tempore.
253
Según lo mostrara Viegas Barros (1991: 78-83; 2005: 67, nota 71; 2013 Ms: 29-30), y según
confirma mi análisis personal, la grafía de Pigafetta es aleatoriamente italiana o española.
254
Aunque el origen del prefijo a-/ia- del GI es poligénico, como espero demostrar, en este caso
sería expresión de las los dos primeros sonidos del pK *čal/*yal y variantes, lo cual no los hace tan
prescindibles este caso en particular.
255
Debe recordarse que, según las reglas de pronunciación dejadas por el mismo Schmid (1910: 20,
traducción mía del inglés), “‘C’ tiene siempre, incluso antes de ‘e’ e ‘i’, el sonido de ‘k’ ”. En el caso
de <gashaiceno>, la palabra debe recomponerse como kašaikenwe o kešaikenwe, pues keš y
variantes= pasar, vadear, atravesar, como veremos más adelante y, aunque Moreno (1997: 408) nos
deja <kesh> = mirar,- ¿“ i a a t av s”?; <haikén> = mirar, ver (Beauvoir, 1915: 185); we=sufijo de
los nomina instrumentii, y wə=brota, surge, mana, fluye,etc.- es decir, kešaikenwe=con lo que se
mira a través, o de donde surge la mirada de través. Sin embargo, existe la posibilidad de que
originalmente <kesh>=mirar fuera cognado con el pK *kǝš/kǝř y variantes ya vistos=luz-y agua.
870
Como ocurre en las lenguas indoeuropeas –cf. Ing look=mirar, parecer; lake= lago; lagoon=laguna;
Ga l. loch= lago los vocablos del Cast. “Luz”, “Luci ”, “Lago”, “laguna”, etc.
256
yalwe/čálwe en SCh, <gialeue> y variantes en patagón: a traducirse ambos más bien como *čələ=
luz + *we= b ota, “ ana la luz, fuente de luz”, que co o “con lo que se ilu ina”, no po que el
fuego no sea algo “pa a ilu ina ”, sino po que en el contexto de las de ás aplicaciones del sufijo,
no ent a la idea “pa a, con lo que”, co o se analiza a en ot a nota al pie.
257
Recordemos que, según manifesté en la Introducción, y siguiendo a Viegas Barros (2005: xv), el
símbolo fonético [c] representa una consonante oral africada no retrofleja propia del GI, que alterna
el sonido entre el de la zz en el It. pizza y el de la ch española. Por ello ha sido representado como
tz, tS, ts o ch por diferentes autores.
258
En cuanto a las variantes que llevan una terminación diferente, <Ksorten> para Lothrop (1928:
258
107-108), <Ksort-kain>/<Sorth-kain> para Beauvoir (1915: 47 y 62) , ya veremos al comparar los
nombres de los dioses con los de las estaciones luminosas que se explican por el afijo pK *kən=
brota, fluye, mana, surge, brilla, luz, sol, agua… p obable ente, los hablantes no econocie on en el
nombre de la entidad una aglutinación que ya llevaba el afijo *wət, y le agregaron el mencionado
afijo *kən o bien se trata directamente de un afijo compuesto *wəten/*wətken=brota, surge, mana,
fluye, etc. Sin dudas, en caso de ser esta última la verdad, resulta un afijo cognado con las palabras
del SCh para <otn>=pescuezo (Beauvoi , 1915 55 56) “go do, obeso, g ueso”, que se dice
<hotten>/<hóten>/<utten>/<othem>/<kiyoten>/<kiyótero> (p. 31, 43, 55, 56, 68 y 132)- las palabras
pa a “b ote, punta, ie b o” co o el caso de “pescuezo” pa a “g asa, aceite, go do, g ueso” son
con f ecuencia cognadas con ot as que significan “c eci iento, c ía, c iatu a, hinchado, go do,
grueso, grasa, etc.”, tanto en las lenguas ken co o las indoeu opeas. Lo ve e os en un capítulo
especial.
259
Tener en cuenta el vocablo yahlawətř=cejas, en el GI del propio Casamiquela, luego del cual el
investigador anota un signo de pregunta, por no comprender la etimología de la palabra o por no
estar seguro de la grafía de la palabra. Parece ser nuestro ya conocido akƚuwətř=vista, en cuyo caso
pod ía no significa “pá pado”, sino “ojo”, habe sido el info ante quien, al se le señalado el
párpado, creyó que se le preguntaba po el ojo. Sin e ba go, “lana, pelo, plu a” es ‘ahał/‘axał
(Casamiquela, 1983: 141, 149 y 150). De donde yahlawətř pudo ser en realidad ‘ahalwətȓ, en donde
-wətȓ es el conocido sufijo p otoGI que significa “b ota, su ge, flu e, ana”. Es deci , “b ote de
pelo” se ía un buen no b e pa a las cejas.
260
Cohe ente ente, “plu a, pelo” es <ahasch> para Claraz (1988: 148 y 152, voc. 102 y 402) y
<ahal> según Hunziker (1864 en Outes, 1928: 276),
261
Cf. SCh kar=mucho, grande, entre otras muchas palabras realcionadas cognitivamente mediante
el mecanismo de la extensión semántica.
262
En el atagón de igafetta, “pestaña” e a <occhechel>, <ochechel>, <occhechl>, que uno podría
interpretar como compuesta por un primer componente que podría ser <other>, <oter>,
<ather>=ojo en igual vocabulario, cf. AA y Sch otř=ojo; y un segundo čel, cf. el ya conocido AA
čel=pelo, y SCh čeh=pelo de la barba, čexš, aščes=bigote (Beauvoir, 1915: 25 y 116). Pero las formas
AA y SCh - ésta <oijhschehs>= pestaña según Beauvoir (p. 149) -nos hacen pensar que la palabra
patagona era a:sč-čel.
263
AA kol=menuco (N. Chiquichano según Harrington, en Casamiquela, 2000 a: 182); Tsn ko:l=
pantano, menuco (Molina, 1967: 129); kolwel= pantano, menuco (mécharnwekenk de Molina,
1967: 129). Durnford (1883 [1877]: 86) anota en su mapa el nombre Colguape. Cita las formas
<Coolu-huape> de “algunos viejos mapas”- también citada por Moreno, como hemos visto- y
<Coluguape> de Musters. Y, muy importante, escribe quien resume su informe: “El Sr. Durnford
sostiene que el nombre indio Colguape significa un lago (guape) con la forma de una bolsa o saco,
pero no pudo hallar la aplicación del término”. Probablemente, información transmitida por sus
guías Lewis Jones y John Griffith, o cuando menos recogida simultáneamente. En efecto, Lewis
Jones (1898: 90, 192,197 y 198) llama <Colwapi> o <Kolwapi> (p. 205) al lago y dice que significa
“bolsa o ecipiente”. osible ente, ocu e lo que en el caso del AA a caico šen= laguna (HL Jones,
op. cit.) “ ío" (Fontana, op. cit.), čǝin= pozos (Mendoza, 1965: 49; Lista, 1998, 1: 184) -
probablemente cognados con el vocablo del SCH šen=balde, bolsa de agua. Todos hipotéticamente
a recomponerse del pCh *šǝ-hǝn o *šǝ-hǝn= agua/luz-brota, mana, surge, fluye, fuente (de), lleno o
hinchado o pletórico (de). Para detalles, ver algunos de mis trabajos previos sobre los días Chalía,
Senguer y Shehuen (Williams D, 2008 b y c), y, eventualmente, una actualización en un próximo
871
Nitsche, 1914), y otros. Que se componen de los términos protoken *xouř=luz, agua, relámpago,
lluvia, etc + *hən=brota, mana, surge, y con muchísimos términos más, que constituyen una larga
lista. En cuanto a oř/hoř, el nombre del Río Grande de Tiera del Fuego, *houř ha de haber
significado ta bi n “ ío” en pK, co o ocu e con el ío b itánico Avon, que toma su nombre de la
palabra galesa afon= río. Una vez más, los nombres de la luz y del agua son cognados, y también lo
son el color blanco, el cielo, el viento, el frío, el río, etc., por el ya descrito mecanismo de extensión
semántica.
270
Creo que las palabras iaxič en GI y a:iš va iantes en AA significan “lengua, idio a, habla” a
través de la mis a asociación con el concepto de “e isión de un sonido” cf. gətȓ= brotar, manar,
surgir, etc. en GI. Lo propio ocurre, creo, con la palabra del SCh čan= lengua, habla, idioma, que
sería cognado con el pK *čən= surge, mana, brota, fluye, emite, etc
271271
Existen ot os eje plos de vocablos en los que la “č” de una palab a co esponde a la “k” de
sus cognados, y aunque es más frecuente que el primer sonido pertenezca a lenguas chon, y el
segundo al GI, hallamos ejemplos de ambos sonidos en todas ellas:
čon= hombre (SCh) vs. kənə= gente (GI).
čoneka= gente, (los) hombres (AA) vs. kənəka= soldado (GI de Claraz) y ɣenaken= gentilicio de los
gënëna a kënë (GI de Hunziker y Moreno)
čulue= lluvia (SCh); čoele (čoel)= hid óni o del Río Neg o en AA, que e a čal a čəla en GI (Williams
D, 2008 a); čalia= hidrónimo (AA y, tal vez, Tsn, cf. río Chalía) vs. kolwe= menuco, pantano,
hidrónimo (AA, cf. Colhué Huapi); el cambio fonético podría extenderse a otros sonidos como
palabras como holi= agua (patagón costero del s. XVI), yalwe= llama, luz (SCh) y Xalue= espejo (Tsn).
čəlila/čəlilau= hidrónimos (AA y, tal vez, Tsn: cf. río Chulilau, laguna Sen Chulilau, lago Cholila) vs.
kələlə: mar (y transparente, claro, límpido; y mariposa, todo en GI). Obsérvese que por algún
motivo, Hale (1846 654, t aducción ía del ingl s) anota, con dudas, “çalīla= mar (¿o kalīla?)”.
kələ=blanco (GI), *kələ= luz, brillo, agua (pGI, teoría propia) vs. *čalə= brillo, luz, agua (pCh, teoría
propia);y el contrónimo čələ= negro en GI
*kən(ə)= luz, sol, agua (pGI, Williams D, 2010 a, b y c) y kon/kono= mar, ko:nə= rio en AA vs. *čən=
luz, sol, agua (pCh, Williams D, íd.), čein= pozo, manantial y šen= laguna, río (AA).
Y numerosos ejemplos más.
272
De todas maneras, bueno será tener en cuenta lo siguiente: en lingüística, ya de por sí compleja,
debe desconfiarse de las etimologías y traducciones que requieren de gran elaboración para ser
justificadas... incluso recomiendo al lector una revisión crítica de las mías. Desde luego, teniendo en
cuenta el marco desde la Lingüística Cognitiva en que fueron estudiadas, pues ya sabemos que en
muchos casos no cumplen con las reglas de la Lingüística Comparada.
273
En su obra de 1960 (p. 10), Casamiquela la llama <Chalpe>, posiblemente por haber leído
algunos de los documentos en que el nombre se escribe <xalpe(n)>, en donde la “x” ep esenta una
consonante o al f icativa vela so da, se ejante a la “j” española. o e o , ha de habe
inte p etado que debía sona co o *č+, consonate oral fricativa uvular sorda, como sonaba en
algunos escritos españoles antiguos. Lo propio ocurre en el caso de Canclini (2008: 32) y de otros
autores. Aunque en la bibliografía de Gusinde que por el momento he leído el mismo escribe el
mitónimo como Xálpen, con una “x” inicial a úscula con un underdot o punto bajo, en cierto
sitios en Internet se lo cita como escribiendo Chálpe. Creo que se trata de una reinterpretación de la
especial fonética usada por Gusinde, pues en la fonética americanista, *x+ suele representar una
consonante fricativa uvular sorda.
274
Ello pese a que en el vocabulario de Beauvoir (1915: 28, 29, 36, 119 y 123) hallamos <kalpen> =
cáscara, corteza, estuche (lo que encierra algo), <hahlspèn/háspén>= contener, adentro estar, y
<hahlspin>= nuez (cáscara, corteza de un fruto, tomando el continente por el contenido) –SIC-
vocablos que alguno podría asociar al hecho de ser halpen representada por una gran máscara en la
que entraba uno o más hombres.
275
Y no “lo inte no del huevo”, co o pod ía pensa se, dados los a vistos vocablos
<hahlspèn>/<háspén> y <hahlspin>. Por otro lado, no sería de extrañar que la misma palabra hel =
huevo significa a, en su o igen, “blanco, cla o, t anspa ente”, aunque desde a que no todos los
huevos lo son por fuera, aunque sí por dentro, pues tal es el color de la clara, sea cruda o cocida-y
ve os que en castellano el t ino “cla a” indica lo is o. Es que hel= huevo es un término
cognado con *Xal = brillo, blancura, luz, etc. Sin embargo, el mecanismo más importante para
generar la palabra xel= huevo ha de habe dependido ás bien de su facultad de se un “b ote, hijo,
873
pichón, cacho o”, co o lo es su evidente cognado el AA kaləm= hijo, y otros vocablos en las
lenguas ken, que de su color blanco, aunque no niego la posibilidad de una determinación múltiple,
mecanismo que ya he descripto. Lo propio puedo decir de la palabra tehuelche meridional šen =
huevo, evidente cognado del vocablo pK *šən= luz, agua, brote, flujo, emanación, surge, originado
en, etc.
276
<chàlet’>/<chálete>= llama de fuego, término secundario formado por los vocablos primarios del
protoken *čəl= luz + *wət= surge, brota, mana, hierve, etc., deducidos por mí a través de
numerosos vocablos en lenguas ken, como he dicho en mi artículo sobre el topónimo Choele Choel
(Williams D, Tela de Rayón, 18 y 25 de abril de 2008), y como hemos visto y veremos más adelante
en este libro.
277
Ya ve e os ás adelante có o las palab as castellanas “ a ” “ a iposa= bicho de luz”
derivan de un original PIE *b’hrə= luz, brillo, agua, que considero dio origen entre muchas otras a
las palabras galesa bore/bora= mañana; inglesa water= agua y fire= fuego, fair= claro, rubio, limpio,
hermoso, etc., griega pyros= fuego; latina purus= puro, -ejemplo claro de etimología común
falsamente descartada por la Ligüística Histórica y Comparada, pero demostrable por los
mecanismos de extensión semántica y difusión léxica, como veremos en el último capítulo de esta
obra.
278
<alln>= hombre fue rescatada por Moreno (1997: 398, 404, 406, 407 y 412) en forma directa
como <alen>, <aln>, <alnk>, pero también indirecta como vocablo relictual en palabras secundarias
o compuestas como <alln’taenk>= antropófago, <ailn’k’naink>= anciano, <alnku’aink>= viejo,
<allnk-huoroik>= armado, <alk’maip>= dibujar <allnk’maip>= figura- lit. “so b a de ho b e”-,
<allnk’kajesh>= hacer figuras, <allnk’kan>= gruta- evidentemente, en realidad, <allnk’kaw>= casa de
hombre. El análisis por separado de cada una de dichas palabras secundarias demuestra que alən=
hombre es la palabra que entra como primer componente de todas ellas, y la misma palabra o
cognados de ella fueron rescatados por numerosos autores en los idiomas AA, Tsn y SCh (Lehmann-
Nitsche, 1903, Ms.en Malvestitti, 2014: 393; Lehmann-Nitsche, 1914: 260). Una palabra muy
semejante dejada por Moreno en AA es <alln’-a> = cabeza (p. 400), siendo el único autor que la
documenta, y tal vez sea cognada con la palabra ahaleta= cabeza en SCh. Se trata de un vocablo
que describe un brote o apéndice del cuerpo, de allí que, probablemente, en su origen significara
“b ote”.
279
Creo que de Beauvoir toma Paul Rivet (1973: 103) la palabra, pues en su heterogéneo y bizarro
idio a “chon” , ste anota <hoolpen> = aire.
280
Gusinde equipara al <czórtu> de Borgatello con la deidad mailgna, que éste llama <Keyei>,
siendo <kon> el dios bueno. Ya analizaremos estos nombres en el capítulo dedicado a los onas.
281
Es una fuerte evidencia de que <Ush->, primera parte del mitónimo <Ush-aamkenk>, nada tiene
que ver con la palabra AA uš= nosotros, nuestro, como se ha interpretado. Profundizaremos sobre
el tema más adelante.
282
Hay una palabra en los vocabularios de Pigafetta (en Outes, 1928: 379) que es muy semejante a
<Calexchen> y variantes: se trata de <calischen>/<calischon> = tue to. La t aduzco co o “ i ada
blanca (b illante)”, de *kələ = blanco, brillante, plateado, luminoso en pK + <chonne>, <conne> =
mirar en diferentes versiones del vocabulario de Pigafetta de 1520 (Outes, 1928: 379)- cognado con
<janon> = mirar en el tö:wesh –téushen- de Molina (1967: 122). La presencia de las variantes
<chonne>, <conne> pe ite supone que se t ata de uno de los casos en que “ch” se p onuncia
como en italiano. De manera que la palabra se pronunciaría kaliskon, con lo que desaparecería la
semejanza con kalexčen. Desde luego, por un fenómeno de extensión semántica, <conne> en
Patagón o <janon>= mirar en Tsn es cognado con el término del AA <keyné>= espejo (Mendoza,
1965: 49); con palabras que denominan a fuentes de agua como <kono>/<jono> y variantes= mar,
<kj’on>= río (Lehmann-Nitsche, 1914: 255), <kóonè>= río (Moreno, 1997: 411), <kóona>= río
(Mendoza, 1965: 49) en AA, y <jonalua</<janaba>/<jonaba>= a en Tsn (Malaspina D’O ibgn
en Lehmann-Nitsche, 1914: 255)-probablemente de *xona= agua+ *we= surge, brota, mana, etc;
con el SCh xow’n y variantes= Dios, Espíritu Bueno y xo:n y variantes= chamán, curandero-ambos
significando “el lu inoso”; con el AA <Xuekken>=Dios (Mendoza, 1965 [1865-1866]: 49), llamado
<Uek’kon> por los informantes de Sifredi; con el protoken *kenə= luz- de donde surge el ya visto
nombre del sol en AA, kenƔenken, el gentilicio de los gününa a këne, y tantísimas otras palabras
que veremos en este libro.
874
283
Según Casamiquela (1988: 116), Llarás Samitier hallaba una relación entre <Ajchüm a kënë> y el
cielo, y añade: “Siffredi dice no haber encontrado nada al respecto; tampoco yo”. No he podido
hallar el texto de Llarás Samitier del cual se extrae la idea.
284
Insisto en que los sexos de los dioses son intercambiables, pues en definitiva. los dioses que son
esposos, amantes o parejas son en realidad dos polos de un único ser, un dios único.
285
Según Gusinde el momento en que más miedo les daba la luna era cuando estaba roja.
286
Cf., entre numerosos otros ejemplos, el vocablo recogido por Lucas Bridges (Lehmann Nitsche,
1914), <soola>= fuego; y cf. <chele>= cenizas en SCh. Y el vocablo mánekenk de Spegazzini,
<sôl>=fuego (en Viegas Barros y Malvestitti, 2019: 112 y 116)
287
Ya vimos que Llarás Samitier (1950: 187, nota 37) dice que a <AXshem> se la identificaba con “el
espí itu de la luz sola ”. Cohe ente con esta identidad es i t aducción, en que el segundo t ino
de la palabra aglutinada, -*xen= mana, brota, surge, etc., es cognado con la palabra del SCh, yon=
rayo de luz (Beauvoir, 1915: 75).
288
Ello más allá de que en los retratos publicados no figuraría Orkeke, nii tampoco Casimiro Biguá,
sino respectivamente el cacique Francisco o Haskao y el caciquillo Waisho, según documentos
contemporáneos a la foto a los que Casamiquela no había accedido: John Moelwyn Roberts (carta a
su padre, Robert Roberts, 23 de enero de 1868, en BMS 78629 –AX 15 GWL) y Hutchinson (1868:
72-74) los conocieron personalmente y dejan sus nombres, ninguno de los cuales corresponde a
Casimiro ni a Orkeke. Además una carta de 1867 mencionada en Levaggi (2000: 352) y otra (N°
1601) aparecida en The Standard and River Plate News del 17 de agosto de 1867 confirman dichos
nombres, por otro lado bien distintos históricamente de Francisco y Waisho (ver Williams D, 2007:
61-68 y 223-224; 2011: 84-93 y 230-232). Sin embargo, Deodat (1954, en Mondelo, 2012: 2) parece
haber precedido a Casamiquela en la identificación de Francisco o Haskao como Casimiro, a pesar
de que conocía el trabajo de Hutchinson.
289
Nótese que, una vez ás, un sinóni o pa a “niño, pichón, cacho o, hijo, etc” es cognado con
palab as que significan “luz, b illo” “b ote, a a, ie b o, etc.”.
290
Por otro lado, sepamos que un posible nombre alternativo o apodo de Orkeke es el de
<Wethican>, como denomina Thomas Jones (2000: 81) a un cacique identificable con él (ver
Coronato en Jones T, 2000: 81, nota 75), que pod ía eco pone se, si la “t”“ la “h” ep esenta an
dos sonidos distintos, como ocurre en el galés original del escrito, como wǝt-xuek’ken= vástago de
Dios, del pK *wǝt= brota, surge, mana, fluye, etc., y <Xuekken>= Dios según Mendoza (1965 [1865-
1866]: 49), llamado <Uek’kon> por los informantes de Sifredi-ver más adelante. O, si representaran
un solo sonido como en inglés, wetse-*kən= aurora o alba del sol, amanecer, de wetse= alba o
aurora en AA, ya visto; y *kən= sol, luz en pK, también visto. O, simplemente, *wətř-ken= brota el
sol. Más adelante veremos otros ejemplos de nombres de caciques o de palabras que significarían
“cacique, jefe”, incluso “gue e o” que pa ecen eti ológicamente provenir de vocablos que
significaban “hijo del Sol”- lo mismo que los gentilicios.
291
Aunque bien pudiera ser que kek a őñce fuera sólo un apelativo, keukenk= el Antepasado, no me
convence del todo. Más bien c eo que la palab a pa a “antepasado, ancest o” de iva de aquella
pa a “sol”, co o se ve á.
292
Coazy Harbour: SIC por Oazy Harbour, nombre de una estancia cerca de la Bahía San Gregorio,
paradero frecuente de los aónikenk y sitio de reunión con las tripulaciones de los barcos que
visitaban la zona,
293
En cambio, Viegas Barros (2013 Ms.: 72) cree que el Mnk o háush anje-n= luna, anje-nk = sol
serían un préstamo del yámana hashi hanuka =luna. Pero luego (p. 77) agrega que el YH hǝnjan
sería un re-préstamo desde el Mnk anjen < ‘luna’. C eo que los cognados que presento demuestran
que, en todo caso, la lengua original era el manekenk. Lo que puede y debe discutirse es si el
vocablo <kauk’n>/<janjen>,= noche en SCh y <hanken> en Mnk no se recompondrán como
*kaw/*kew/*kən= luz + *xen/*ken= lleno, hinchado, brota, mana, etc.-como estoy seguro de que
ocurre con <keoken>= sol y <goken>= llama en AA y <coquen>= sol en Tsn; o si el sufijo –k’n/-jen/-
ken corresponde al sufijo -<ken>,-<hen>,-<jen>,-<wen>, -<ven> -<son>, -<xon>, -<sow>, -<kom>,-
<kau>,-<kow> = sin, no del SCh (ver mi capítulo dedicado a la Comparación Gramatical entre el GI y
las lenguas chon). En el último caso, <kauk’n>/<janjen> y <hanken>, los nombres de la noche en los
idiomas onas, no sería un contrónimo de los nombres del sol en los idiomas tehuelches ni de los del
fuego en los mismos idiomas onas, sino que se compondrían de los vocablos <kaw>/<kan>/<ken>=
luz+ <ken>/<jen>= sin, no… en cu o caso “noche” se di ía “sin luz”. e o esta últi a posibilidad no
875
me convence. Creo más bien que la primera posibilidad es la cierta, y que dichos nombres de la
noche derivan de uno de los aplicados a la luna, como ocurre en otras lenguas de la familia ken. A
su vez el nombre del astro nocturno sería cognado -si no el mismo- con el del sol en pK.
294
Cabe aclarar que, según el galés, era el nombre que los tehuelches les daban a sus antepasados.
Echeverría Baleta (1998: 52) le da el nombre de <I Keu Ken>= mis Antepasados a la zona de Los
Antiguos, en Santa Cruz, sitio al que Hughes no menciona. No puedo descartar que el nombre en
castellano sea un calco de aquel tehuelche, aunque tengo la impresión de que ha ocurrido
exactamente lo contrario, siendo moderna la atribución del nombre tehuelche al sitio. Por ejemplo,
Moreno (1899: 268, trad. mía del inglés) menciona que el Río de los Antiguos ecibe su no b e “…
debido a los restos de nativos que se encuentran allí, y que corresponden a razas que ya no habitan
la Patagonia, como he determinado luego de examinar algunos de los restos”.
295
Creo que, como muestran otros indicios, en este caso pudo haber habido una evolución del
idioma AA entre los últimos hablantes. Ya me referiré al tema más adelante, pero adelanto que creo
que las fo as en que se inclu e una “o” co o nexo, conectivo, o p eposición con el significado de
“de” –que sepa, no documentada hasta el siglo XX- pod ía se un p sta o de la fo a “a”
semejante en GI, y adquirida a partir de la especial pronunciación de los finales de palabras -kǝ/-
k’n/-kən, que pudo favo ece la escisición en “k-o”, “kon”, “ka”, “kan”, etc. Sin embargo, en SCh
pudo habe una fo a “o” conectiva, te a que confi a -o no- en próximos análisis. Presentaré
una conclusión final, si llego a lograrla, en el capítulo dedicado a la Comparación Gramatical. En su
trabajo de recolección de corpus entre semi-hablantes del aóniken áish, Fernández Garay (1994) no
parecía haber documentado este conectivo o preposición en el agónico AA del avanzado siglo XX.
296
En sentido estricto, la terminación -nk, -enk es, o era, el sufijo que indica adjetivos, o que
adjetiva sustantivos y verbos. Ya me explayaré sobre el tema, pero basta ver la lista de adjetivos, o,
simplemente, los nombres de los colores en los vocabularios, para estar de acuerdo. Sin embargo,
este sufijo parece haberse perdido en el AA en proceso de muerte del avanzado siglo XX, pues no
aparece documentado por Fernández Garay (1994), en cuyos documentos el adjetivo carece de la
“k” final, o bien el sufijo –nk es reemplazado por el sufijo –o, en parte tal vez un préstamo del
funcional a del GI, como queda sugerido en el texto. Ej. k’ewk’o= antiguo, č’ain= grande, etc., en
lugar de los vocablos que en fuentes más antiguas se registran kewk’enk y č’aink, respectivamente.
Por otro lado, en todo el corpus de diálogos recogido por Fernández Garay llama la atención la
escasez de adjetivos, tal vez como expresión del empobrecimiento de una lengua en proceso de
muerte. Ello explica, posiblemente, que la investigadora no los defina en su sintaxis como una clase
especial.
297
Tal vez por prudencia, Müller no cita el ejemplo que ya he mencionado, <gshashc cēnicencon>,
que dije que Schmid traduce como waning moon= luna menguante, pero que según el sufijo –šk
pa ece indica , no se ía un adjetivo, sino un ve bo, tal vez a t aduci se co o “ enguando (está la)
luna”. Este sufijo –sk es dividido en lo componentes –s- “especificado del p edicado” E. . –k
“ odo eal” M.R. po Fe nández Ga a (1994). La investigado a define el odo eal co o aquel
usado en oraciones declarativas que describen hechos conocidos por el hablante (p. 48).
298
Cf. en las frases de Lista, hallamos čaenk auȓ= grande pluma (p. 145), šaiunk kenγenken= día de
calma (p. 179) – en ealidad, “tibio día”, de kšayu= tibio (Schmid, 1910 a: 32); en las de Musters (op.
cit.) šeunk čonek= muchos hombres. Esta última no es exactamente comparable a la frase de Lista
šeušk t’elgo= muchos mosquitos (p. 180), en donde el sufijo –šk, si no es un error de pluma por –nk,
ve baliza al adjetivo, t ansfo ando el significado, de ane a que debie a t aduci se “abundan (los)
osquitos”.
299
Obsérvese en <kanken>= suegro, <kánkèn’n>= suegra, que, a diferencia del caso de kře=luna y
křen=sol, el vocablo marcado es, como ocurre en la mayor parte de las palabras del AA, el
femenino.
300
Vocablos a su vez posiblemente cognados con <káukènèn>= yerno (Beauvoir, 1915: 36 y 40).
301
kayen= variante de kaw/kawe documentada por Beauvoir (1915: 40). Es muy probable que se
trate de una palabra cognada con hain= choza ceremonial de los onas, de donde es fácil deducir
que, simplemente, hain significaba “choza”- , o iginal ente, “fuego”, según toda p obabilidad.
302
Como veremos, y como sugiriera Escalada (1949: 62, nota 1), la palabra del AA para
“ca pa ento, pa ade o”, que e a aiken va iantes, pa ece de iva de aquella pa a “fuego” en igual
idioma, yaikǝ va iantes. Desde luego, no debe ext aña nos que se lla a a “fuego” a los
campamentos, pues también, originalmente, se llamaba así a los toldos -y, por extensión, a las
876
casas. He dicho que algo semejante ocurre en las lenguas indoeuropeas -cf. cast. “hogue a”
“hoga ”, etc.
303
Recordemos que, en general, los malos espíritus o demonios fueron antes Altos Dioses, de
manera que no ha de parecernos extraño que los nombres de Dios y del Demonio sean cognados.
Me explayaré sobre este tema más adelante, pero es importante adelantar que, aunque nos cueste
aceptarlo, en las lenguas indoeuropeas ocurre lo mismo, pues Domine= Dios, Señor en latín y
“de onio” en castellano equivalentes en ot os idio as son cognados, de ivados del g iego
δαίμων” –pronúnciese daímon- que originalmente significaba dios/diosa, deidad- ello aunque, por
un fenómeno de caída el demonio se haya malignizado. Ade ás, desde que el ca bio de “v” –o de
“b”- en “ ” es f ecuente en las lenguas indoeu opeas palab as co o Deva= dios en sánscrito, y
“divinidad”, “diva”, “dios”, etc. en castellano son cognadas con “diablo” en castellano, que se dice
diawl en galés, devil en inglés y Teufel en alemán, entre otros muchos vocablos de estas lenguas.
Aunque el parentesco es parcial, pues, como he dicho en nota 55 de este capítulo, creo que
“diablo”, devil, diaw, Teufell y sus equivalentes en otras lenguas indoeuropeas significan “hijo de
Dios”, po ás que suene co o una blasfe ia. Los tabúes eligiosos no deben i pedi nos azona .
304
keȓen= día, tiempo, cognado con kȓen= sol, šion= cielo, espejo y čown y variantes= agua, čowen=
lleno de agua (dos vocablos de Beauvoir, 1915: 110 y 111) en el mismo idioma SCh; con el AA šən=
fuente de agua, río, laguna, etc., ya visto, y con el nombre del río šewen, homónimo de una palabra
que significaba “sol” (ve Willia s D, 2008 d). Ya desa olla ás p ofunda ente el estudio de
estas palabras y de otros vocablos cognados con ellas. Pero sepamos que tanto en las lenguas ken
como en las indoeuropeas, y probablemente en todas las lenguas del mundo, son enormes las redes
que pueden tejerse siguiendo la asociación de términos cognados entre sí por compartir uno o más
rasgos semánticos -y no necesariamente los mismos en todas ellas, sino asociaciones en cadena,
según el “pa ecido de fa ilia” la Teo ía de los ototipos- ver la Introducción y el futuro último
capítulo de este libro. Ello demuestra que la extensión semántica interviene en la génesis de las
lenguas en una proporción mucho mayor de lo que generalmente se admite.
305
No debe sorprendernos que el pK permita que, a partir de diferentes palabras tomadas de sus
lenguas derivadas, puedan reconstruirse palabras semejantes, pero no iguales, de igual significado:
es el caso de *key/*xei, de *kař/xař, de *kəw/*xaw y de *kən/kənə, y muchas más que veremos en
este lib o, todas con el significado de “luz” en pK. Es que, en p i e luga , no debe tomarse al
protoken- ni a ninguna protolengua como el protoindoeuropeo por ejemplo- como una verídica
reconstrucción de una lengua antigua. Véase más en profundidad este tema en la Introducción del
presente volumen.
306
A su vez, en Mpz, “gaviota” es kaw-kaw, muy semejante a esta palabra recogida por Lista entre
los aónikenk. Pero en este caso podría tratarse de una onomatopeya del grito del ave.
307
Ello a pesar de que existe una fuerte prueba a favor de la idea de Casamiquela, aportada por él
mismo: que los otros dos grandes ríos patagónicos se llaman Colorado y Negro. En cambio, el
Chubut no es claro, cristalino o transparente, sino verdoso, gris o amarronado, por su alto
contenido de sedimentos y dependiendo de las lluvias que haya habido. Yo creo que, de pnerle el
nombre del color de sus aguas, debiera llamarse Río Verde. Casamiquela salvaba la objeción
explicando que el Chubut lleva aguas claras en sus nacientes. Pero discrepo, pues lo propio podría
aplicarse a los ríos Colorado y Negro. Por lo demás, el pájaro dormilón o atajacaminos llamado
čǝwǝt por los gënëna a këne y tril por los mapuches, aunque tenga según Casamiquela una pupila
transparente, lleva un nombre cognado con el de muchos otros pájaros en varias lenguas
patagónicas. La etimología de su no b e ha de busca se po el lado de se una “c ía, c iatu a,
pichón” no en el colo de sus ojos. Y su no b e no e i p esiona el ti o del topóni o Chubut
(ver Williams D, 2011 b). Aunque es un cognado perfecto, protosegmento a protosegmento, ambas
palabras tiene un origen común, debido al mecanismo de extensión semántica que asocia lo que
brota, surge, mana, fluye, crece, engorda, se hincha, se cría, nace, etc. a la luz y al agua. Mecanismo
al que vengo haciendo referencia, y seguiré haciéndolo, a lo largo de esta obra.
308
En un mito de los gënëna a këne recogido por Lehmann-Nitsche (1919: 183), el Sol y la Luna eran
hermanos de sexo masculino.
309
Uno podría pensar que se trata de la palabra del GI kəne=gente, entendiendo que en su
simbología prefonológica el viajero inglés simbolizaba el sonido [k] con el símbolo ch, como en
algunas palabras del Ing., cf. chaos= caos, aunque en dicha lengua otras se pronuncian como en
Cast., cf. cherry=cereza. Lo cierto es que todas las palabras aborígenes que nos deja Musters el
877
grupo consonántico ch simboliza el sonido [č], lo que avala al idea de que la palabra que recogió fue
realmente čen:a.
310
*šəmyen= hembra en protoGI, será estudiado al analizar los mitos marinos, específicamente el
de šəmyenčəm, la sirena.
311
Casamiquela relaciona esta forma <arrenke> con el mitónimo <Arraken>, uno de los nombres del
gualicho docu entado po D’O bign (1944 275; 1999, II 507). e o la elación lingüística ha de se
más lejana, pues en todo caso, creo que <Arraken> debe a pronunciarse con aᴚaken, siendo “ᴚ” el
signo fon tico de la lla ada “ ” gutu al o f ancesa, una f icativa uvula sono a, casi co o la “g”
antes de las vocales “a”, “o” “u” en nuest o idio a. Es deci , aᴚaken sería axčǝn, mitónimo sólo
lejanamente cognado con el de keřonkenk, aunque, ciertamente, referidos ambos a entes
parcialmente homólogos. Por su parte, María Emilia Orden (2012-2017: 34, nota 7) sugiere que
<arraken> pudiera ser un error de pluma por ana-künü, idea que toma pensando explícitamente en
uno de los nombres de Dios en GI, <anakünütün>, teónimo que ya estudiaremos.
312
Creo firmemente que Loki/Loke, antagonista de Odín - algunos lo consideran su hipóstasis- es un
dios solar caído, como el hecho de asociárselo con el fuego y su propio nombre que significaría
“ elá pago”- lo indicarían, pues sería en mi opinión cognado con palabras como el griego leukós=
blanco, y con el mitónimo Logios, uno de los nombres del Hermes griego, el heraldo de los dioses y
guía de los muertos al inframundo. Cf. Irl. Ant. loche= relámpago. El día a él dedicado era el sábado,
entre los nórdicos antiguos conocido como Laugardag, que ha sido t aducido co o “día de lavado”
(Guerber, s.f. [1995]: 239-252), o ás bien, “día del baño”, aunque laugar y su aparente étimo
lauga= bañar en noruego antiguo y moderno- “piscina//baña en island s- parece un vocablo
cognado con otros indoeuropeos que denominan a la luz- una vez más, vocablos que se asocian a
las ideas de “luz” “agua” i p esionan cognados. Esta idea apo a ía la teo ía de que Logios se
asocia a la idea de “luz adiación”, que la idea de que es el dios de la o ato ia, la decla ación la
elocuencia sería un ejemplo de condicionamiento del mito por la palabra, debido a la semejanza de
su nombre con el vocablo logos= palabra -que puede a su vez ser un vocablo cognado, desde que el
habla es una e isión o b ote, co o las palab as que significan “lengua, habla” en los idio as *ken
parecen confirmar. Además, el mito de Loki tiene ciertos puntos de contacto con el del dios celta
Lugh, una deidad claramente solar que era hijo de Kian, el Dios-Sol, y portaba una espada llameante
(Rolleston, 1995: 92-96 y 104), como veremos en el último capítulo de este libro -cf. Gal. llug
=destello, destellante; luchair= brillo.
313
Al deci “cuando enos” e efie o a que existen p otopalab as co puestas u co tas,
formadas por el apócope y fusión de dos protopalabras simples, y dejo lugar a que los
protosegmentos sean a su vez palabras compuestas por dos protovocablos antiguos.
314
Ello más allá de que considero que teřo y variantes= malo, es cognada con las palabras tař y
variantes= sucio- co o ocu e en ot os idio as, los conceptos de “ alo”, “sucio”, “feo”, etc. se
asocian-cf. SCh <yip/yipson>= sucio, feo, malo (Beauvoir, 1915: 75 y otras). A su vez, el vocablo tař
derivaría, por un mecanismo de asociación analógica, de palabras como el Tsn <taolequech>= polvo
de Viedma- probablemente <Taole>= polvo+ <kash>= dentro, en-, a su vez asociada a vocablos
como el AA tař/tela y demás variantes= hielo, teu= lluvia, teo= mitónimo de la Nube madre de Elal,
yeu y variantes= nieve; el Tsn tal= hielo; el SCh tal= hielo, tee= nube, tex= polvo, tem= tierra; el Mnk
te:= nieve; el GI atək= tierra, am’təƔəx= humo (Casamiquela), yáhau= nieve; el Patagón Costero del
s. XVI <theo>= lluvia, <theu>= nieve (Pigafetta), todos a su vez cognados con el pK *čal= agua, luz-
eco de os que en estos idio as los sonidos “č”, “ ” “t” son alte nantes. De donde tař= sucio en
AA no sólo de iva ía de su analogía con las palab as pa a “polvo” “tie a”, ent e ot as, sino que se
transforma en un contrónimo de *čal= agua, luz, y de sus derivados GI kələ= blanco, kələlə=
transparente; Tsn <ongolenk>= limpio, etc. Lo que le da cuando menos un origen en una doble
determinación: aunque una haya precedido a la otra, la segunda la refuerza. Desde luego, aunque
teřken y variantes = estrella en AA es cognado con estos vocablos, no corresponde asociarlo a
kařontken= corral de las estrellas, pues se recompone como *təř= luz- con otras variantes como
*čəl/*šəl/, etc- + *kən/*xən, etc. = brota, surge. En cambio, los vocablos *čəl y variantes= luz, agua,
son a su vez cognados con *kəř= luz, agua, como se verá a lo largo de todo este libro, mediante el
mecanismo ya mencionado de la difusión léxica. Como curiosidad, agregaré que tal vez la
documentación más antigua del vocablo kteřo/teřo en lenguas ken se halla en el Patagón Costero
del siglo XVI: <coroh>, <coroh>, decían los Patagones cuando en 1578 negociaban con los marineros
de Drake, queriendo significar que algo de lo que les ofrecían no les gustaba. Parece que
878
p onunciaban la palab a “con un carraspeo en la garganta” (Fletche , 1628 22, t aducción nuest a)-
tal vez se trataba del término k’teřo= alo, feo, o de una va iante del is o, en donde la “k” ha de
habe sonado “explosiva”- en t inos actuales, “e ectiva”.
315
Sin embargo, una nota de Gardiner (1842, en Coan, 2007: 252) podría sugerir que sí había un
castigo para quienes actuaban mal en vida: “Consideran que el alma no muere con el cuerpo, pero
creen que entonces van al sol o a la luna. Los que han vivido mal van a la luna”. Recordemos que,
especialmente para los onas, pero también para los tehuelches, la luna era un ser maligno, o
cuando menos temible. Pero debe recordarse que Gardiner era un misionero anglicano, y su idea
sobre la neta separación entre Dios y el Diablo, y su creencia en la existencia de un infierno puede
haber influido en su interpretación. Lo propio con un párrafo de Coan (2007: 112), que describe el
paraíso como lo concebían los aónikenk, y sus dichos sobre el destino de las almas de las malas
pe sonas, que c eían que descende ían “profundamente a una tierra hostil, llena de tinieblas,
páramos y espinas, donde habrá que luchar y sufrir mucho”, que el is o isione o c ee es
secundaria a las enseñanzas europeas. Su compañero Arms deja un testimonio semejante,
esc ibiendo que ient as los buenos i ían a un luga “… de mucha felicidad, donde habrá muchos
caballos”, ient as que pa a los alos hab á “…muchos tormentos y luchas, pero ni los unos ni los
otros necesitarán alimentos” (A s en Coan, 2007 230). Todas los de ás docu entos a que he
accedido apuntan a una identidad entre el Benigno y el Maligno. Además, debe recordarse que
se:čo, un dios solar benigno -identificable con *t’chuwř- es en ciertos mitos, no un dios solar, sino
una diosa luna , que ecibe a los ue tos en la ent ada al “co al de los ue tos”. Ello
independiente ente de su conducta en la vida… sie p e que tuvie an en el b azo su tatuaje. De
otra manera no se les pe itía el acceso, e iban al a … co o fue on de todas ane as t’elux y su
hijo ke٨el, que se comportaron mal, al atentar contra Elal, respectivamente esposo de una y padre
del otro- desobedeciéndolo, violando un tabú, como se verá.
316
Sobre la posible relación con la palabra <gesunken>= león, recogida entre los aónikenk por
Mendoza, véase una nota al pie en el capítulo 4 de este tomo.
317
Reco de os que, en gene al, en donde Sch id anotaba una “g” debe lee se una “k”. o ot o
lado, insistimos en que los vocabularios de Molina son muy útiles y aportan algunas palabras
interesantes, pero deben manejarse con cuidado pues se deduce de los mismos que, aunque cita
entrevistas con algunos informantes aborígenes, en su mayoría los ha compuesto reuniendo
vocablos de las listas de varios otros autores, como ya lo han hecho notar Casamiquela y Viegas
Barros (éste en su obra de 2005: 65, nota 66).
318
Lo p opio pa ece habe sucedido con ot a “vieja”, la fa osa yahmok/yahmauk de los gënëna a
këne, a la que ya nos referiremos, cuyo nombre creemos que pudiera ser una modificación, surgida
de una interpretación etimológica popular. Lo veremos más adelante, pero adelantaré que creo que
es una adaptación de una palabra distinta, aunque semejante, que denominaba al Sol.
319
Como veremos más adelante, *wət es un término muy antiguo del GI –incluso del pK, que
significa “b ota , ana , flui , he vi ” – y supongo que witkeȓu en GI y wiȓio en AA se asocian a la
idea de “pichón, cacho o, c ía, c iatu a”, que en los idio as ken en los indoeuropeos suelen
asocia se a su vez a los conceptos de “b ote, c eci iento”
320
Cabe acla a que Hughes anota “Airaa (¿Eira?)”. Nadie debe tomar lo escrito entre paréntesis
como una variante del nombre de la hija del Sol y la Luna. Es que Hughes (1927: 58; 1993: 56)
buscaba semejanzas entre los idiomas tehuelche y galés. Eira significa “nieve” en gal s.
321
Casamiquela (en Hernández, 1992: 145), la identifica con Juanita o Juana Peso Fuerte, hija de
Tónan o T’ona de Chingóksü , a su vez hija del fa oso Cacique Casimiro. Estaba casada con
Arturo Vargas. En tal caso la informante de Casamiquela, Rosa Vargas, tal vez fuera hija de ella (ver
Wolf en Hernández, 1992: 134).
322
Lla ás Sa itie (1950 189) esc ibe que “los tehuelches del no te”, que distingue de los aónikenk-
posible ente los peeneken “…dicen que el lucero se llamaba Auqa, y era la hija del Sol y la Luna,
que el héroe tehuelche pidió en matrimonio antes de alejarse de la Patagonia”. Nos deja así otro
nombre de Venus, que veremos en el capítulo dedicado a Elal.
323
Sepamos que, según Casamiquela (1987 a: 33, nota 14), su informante Lorenzo Yebes le aseguró
que quien no tenía el tatuaje se convertía en lobo marino- tal como el hijo de Elal, como veremos,
que se transformó en dicho animal al violar un tabú. Onelli (1998: 74) dice que a quien le faltaran
los pequeños tatuajes en el brazo izquierdo, “una especie de bautismo para poder entrar a los
campos extramundanos” no se lo sepultaba, sino que “en proximidad de un río se le tira al agua”, lo
879
que es coherente con volverse un animal acuático. Es decir, aquellos que no tenían el tatuaje –o
que, como el hijo de Elal y su madre t’elux, habían pecado contra Elal- quedaban en el agua, en una
especie de purgatorio, a medio camino entre el cielo y la tierra. Y digo “a edio ca ino”, pues el
mar era lo que mediaba entre el mundo de los vivos y el de los muertos, como se ha visto. En
cambio, aquellos cuyos cuerpos eran colocados en una tumba eran quienes tenían el/los tatuaje/s;
si carecían de ellos- es decir, si no llevaban la marca de los elegidos- se ahorraba un paso
a ojándolos al agua, adonde de todas ane as se ían a ojados po la “gua diana del po tal” al
llegar a las puertas del cielo. Lista (1998, II: 162) afirma que, además de hacerse en el brazo, podía
confeccionasre en manos y pecho, y consist´´ia en figuras simples: cículos, crices y rayas paralelas.
Una variante de este tatuaje es documentada por el ingeniero galés Llwyd ap Iwan ([1887] en Y
Drafod, 13 de septiembre de 1918: 2), quien conoció en el interior chubutense a un tal
<Niamoocoo>, que e a “…un campeón tirando las boleadoras. No se vanagloriaba en absoluto de su
habilidad, en cambio le daba al gualicho todo el crédito por su destreza, ya que ejercía una buena
influencia sobre su brazo mientras tiraba, por intermedio de tres piedrecillas que tenía bajo la piel de
su muñeca”. No conzco ot o auto que docu ente pied itas bajo la piel en luga del tatuaje. Por su
parte. Girgois (1901: 138), una vez más parafraseando a Lista (cit. en supra), que manifestaba no
estar seguro sobre el tema, atribuye al <Chaine> o tatuaje una función distinta, la de ser una
manifestación de duelo, función que según él también cumplirían las sajaciones.
324
Una palab a se ejante inte viene en el concepto “aldea o pueblito”, que Beauvoi (1915 111)
recoge en shelknam como <karen-kau>. Uno podría asociarlo al topónimo Kaȓukinká, pero creo que
en este caso se trata de la palabra kaw= toldo, precedida del vocablo <xaren>= exceder, exceso
(Beauvoir, 1915: 130), cognado con <kar>= mucho, muchos, grande (p. 36, 133 y 142). Es decir,
kaȓen-kau= muchísimos toldos= aldea, pueblito.
325
Me refiero a que la palabra ha sido bien documentada en téushen: <jeruan>, <jeruar>
(Malaspina), <iruan> (D’ O bign ); pe o que en el vocabula io de Musters (1873: 338),
supuestamente AA -o grupo B de Ferrario (1952)- figura <yerroen>= land or country- es deci , “tie a
o país”. Lo ás p obable es que va ios de los info antes de Muste s fue an t ushen, hablantes del
dialecto tehuelche del norte al cual el propio viajero inglés hace referencia, y que sería apenas
distinto del del sur, que ha de ser el aóniken áish. Pero Viegas Barros (2013, Ms.: 24) cree, con
bastante fundamento- sobre la base de los sitios en que se recogieran vocablos téushen en los
siglos XVIII y XIX- que el téushen era un idioma, no septentrional, sino costero. Algo a discutir en
otro momento. Recordemos, sin embargo, que resulta un error atribuir a los grupos humanos-
tanto menos a las lenguas- una fijación territorial a lo largo de los siglos; en ocasiones una
parcialidad, y más aún la lengua que hablaban, puede hallarse muy lejos del sitio en que moraron
sus ancestros pocas centurias antes, incluso en menos de un siglo (cf. Williams D 2012 a y 2015 c).
326
Como veremos más adelante, la tierra en donde se habitaba era para la mentalidad primitiva
parte de la persona, que se extendía mucho más allá del cuerpo físico. De esta manera, muchos
conceptos no podían ser expresados si no iban acompañados del posesivo que indicaba a quién
pertenecía el objeto –o persona- aludido. En este caso, yeřwen se compone de ya= mi+ eřwen, de
difícil traducción para nosotros, pero evidentemente cognado con *houř, vocablo pK que significaba
“luz, agua”. Y, desde luego, a dicho *houř se agrega el vocablo *wen= brota, mana, etc., para dar
*houřwen= surge la luz, claramente cognado con el ya visto *kařwen= Sol… vocablo que, co o
suele ocu i , se asocia a las ideas de “c eci iento, expansión, go du a, c iatu a, naci iento, etc.”,
de allí el hecho de ser todos vocablos cognados con el mencionado SCh kařyen= nacer. Así, aunque
yeřwen llegó a significa “( i) tie a”, ta bi n “ce o, colina”, en su o igen significaba,
p obable ente, “( i) o igen, ( i) cuna”.
327
Latin nationem (nominativo natio) "nacimiento, origen, cría, raza, clase, especie, tribu"
literalmente "aquello que ha nacido," de natus, participio pasado de nasci "nacer" (Lat. arcaico
gnasci; cognado con Lat. genus= clase; gal. geni= nacer, genedigol= nativo, geneth= nación; cast.
“gen”,”gene a ”, “gónada”, etc.).
328
A su vez, kȓen= sol, keȓen= día y čowen= agua en SCh, šen= laguna, río en AA arcaico, čəin= pozo,
manantial en AA, šewen= sol en Tsn “sol, ío” en AA, junto con *kən= luz, agua en pK, kon= mar en
AA y otros vocablos que leeremos en el texto son ejemplos adicionales del la difusión léxica que
lleva al eca bio de “k” en “kȓ”, “š” “č”. Ta bi n los sonidos “t” e “ ” son inte ca biables con los
mencionados.
880
329
No me extenderé sobre el tema a fin de no aumentar la confusión antes de familiarizar al lector
con lo amplio del papel de la extensión semántica en la génesis de las palabras-tanto en lenguas ken
como en la familia indoeuropea- pero sépase desde ya que creo que las palabras youn= animal,
guanaco y čon= hombre en SCh, čonek= hombre, gente, persona en AA y kənə= gente, persona en
GI son términos cognados, que derivarían de la extensión semántica de la palabra del pK *šən=
b ota , ana , etc que lleva i plícito el concepto de “nace ” -cf. AA šen= huevo. Y así las tres
palabras en cuestión significa ían o iginal ente “c iatu a”. Lo p opio ocu e, lo ve e os, con la
palabra del AA <nau>/<nauk>/<nauj> y variantes = guanaco, que es cognada con los términos
<énack>/<nak> y variantes= mujer, <na>/<naha>= huevo en el mismo idioma, <nuken>/<nuca> y
variantes = hombre, <nakon>/<nacuna> y variantes= mujer y <na>= huevo en Tsn; <nam>= criar,
hijos tener, parir en SCh; <‘nəkə>= huevo de martineta en GI, etc. Para detalles, citas y más
ejemplos, léase el capítulo dedicado a los gentilicios. También mi trabajo inédito, presentado en el
XII Congreso de la SAL (Williams D, 2010 a).
330
<shyünû>= viento en protoSCh, palabra que too del nombre del picaflor en SCh, <shyünûktam>=
hijo del viento (Beauvoi , 1915 61 147), lit. “viento-hija”, “po su odo de vola ”, según Beauvoi .
Tal vez el sonido de las alas de la avecilla recordara el sonido del viento y el soplido de la ballena. Lo
cierto es que el nombre <Shiunutkam>/<Shyünûtkam> parece estar formado por las palabras *šenə
= viento + kam = hija, <yakkam>/<yetkam> = mi hija (mi parto), hijas mías; <itam> = hijas mujeres
(Beauvoir, 1915: 134, 142 y 160)... de donde recompongo el nombre del colibrí como šenə-yetkam,
y le adjudico sexo femenino. Lo cual me hace pensar en alguna leyenda olvidada. Y postulo como
posibilidad que el nombre mítico-no el de uso común- del picaflor, que era Taiyin derive de tai=
chico según Beauvoir (1915: 48) + *šenə, es decir, taišenə= viento pequeño. Otro nombre que le da
Beauvoir (p. 40) al picaflor o pajarito trepador es <Kehet>- vocablo cognado con muchos término de
las lenguas ken pa a significa “pája o”, pe o ta bi n “pichón, c ía, cacho o” “b ote, f uto,
hongo”, etc., co o ve e os al estudia el topóni o Chubut co o a he publicado antes (Willia s
D, 2011 b, cuarta parte).
331
Viegas Barros (2005: 119) cree que la palabra ka(:)rk’en del AA derivaría del protoChon *(-aAre,
en elación con el significado de “busca , encont a ”, basándose en los antecedentes del SCh (-)m-
á:r= (t ansitivo) “busca co estibles”, (int ansitivo) “se hábil pa a busca co estibles”; del AA –
a:r= encontrar, -a(:)re= buscar; y supone que el nombre se debería a la actividad económica de las
mujeres, que no eran las cazadoras, sino las recolectoras. Sin embargo, él mismo asocia –creo que
correctamente- el vocablo del Mnk <nimmiu> (L. Bridges), <nimmin> (Chapman), <neme>, todas
va iantes de un t ino con el significado de “ uje ”, con los vocablos del Sch (-)namne? y del AA
na(:)mn(e)= parir. Ello demuestra que el vocablo del Mnk en cuestión define a la muje co o “la
que pa e”, “la pa ido a”… lo que, ade ás de las p uebas lingüísticas que he p esentado, afi a i
conclusión.
332
Si he de ser estricto, a pesar de la evidencia de la palabra kaȓ-na= mujer vieja, creo que
efectivamente se trata de una determinación de la palabra por una palabra más antigua. Teniendo
en cuenta el vocablo AA karuwen y variantes= viejo, anciano, asumo que en el SCh kaȓčȉn= hombre
viejo, anciano, la segunda parte de la palabra, -čȉn, corresponde a –wen en la versión del AA. Y
desde que *wen no significa “ho b e”, sino “b ote, e anación”, incluso “c iatu a”, ta poco -čȉn ha
de corresponder directamente al SCh čon= hombre, sino a su étimo *čən/*šən/*yən = brotar,
manar, surgir, crecer, criatura-cf SCh yown/yowen= guanaco, animal. Con respecto a esto,
obsérvese que –lo he dicho- también en AA y Tsn los vocablos nuka/nakuna y variantes, que
significan “ho b e”- “ uje ”, na= mujer en SCh, entre otros, son cognados con el término
nau/naux/nauk y variantes= guanaco. Lo que me lleva a preguntarme si no ocurrirá lo mismo con el
GI, en que “ho b e” es paštȓai y variantes-con “ ” f icativa- “guanaco” es p’eču:a y variantes. Tan
complejo como esto es el origen y evolución de las palabras y de las lenguas.
333
Cabe acotar que el SCh parece ser un reservorio de términos arcaicos, algunos que
permanecieron sin alteración desde la época protochon, y aún, probablemente, desde la más
antigua era protoken. Lo cual no necesariamente indica mayor antigüedad de esta lengua que otras
de la familia, pero sí cuando menos que podría ser más conservadora, lo que puede deberse en
parte al relativo aislamiento que durante cientos de años han de haber experimentado los
shelknam con respecto a otros pueblos ken, y tal vez a cierto hipotético respecto casi sagrado por
conservar la lengua antigua lo más pura posible, en especial por parte de los chamanes- hipótesis
que aún no estoy en condiciones de demostrar.
881
334
Sierra del Cayru: Furlong Cardiff (en Sánchez Labrador, 1936: 198, nota 36) la identifica con la
Sierra Chica, ce ca de Olava ía, c ee que Ca u es la palab a del Mpz pa a “ve de” o “ve do ”, que
toma del diccionario de De Augusta. Lehmann-Nitsche, Entraigas y otros autors, también creen que
es la Sierra Chica, aunque Casamiquela (1988: 139-140) la identifica con la actual laguna
Quillalauquen, o con la vecina Sierra de la China, cuyo nombre en Mpz era Lig-Mawida= Sierra
Blanca o Blanquecina.
335
Otro ejemplo de cerro sagradopodría ser el cerro Anecón, en la meseta rionegrina, que era
invocado en mapudzungun como fuche y kushé, o “anciano” “anciana”, no b es del Alto Dios
(Casamiquela y Aloia, 2007: 48) que creo ha de ser una traducción de un original. Ello me hace
dudar de la etimología que desde Perón en adelante se le ha dado al topónimo, supuestamente de
anun=sentar y có= agua, “asiento de aguas”. Que pudie a co esponde se en cambio un
vocablo del gënëna a iájich: tal vez el final –con corresponda al pK *kənə=Sol.
336
Harrington (1968: 20) cree que el topónimo bonaerense Casuhati sería el mismo que el
chubutense <Katsu Átek Asúwen> o <Kachu-a Átek Asúwen, nombre de un paraje a unas 8 ó 9
leguas al sur de Gastre. Que <katsu> es cierta piedra beige de peso específico alto parecida al
mármol, que usaban los nativos para fabricar boleadoras, que asocia al karwé de los mapuches,
cierta piedra caliza que Harrington, y luego Casamiquela (1988; 5, 18 y 19, y en muchos pasajes de
sus obras) identifican con la toba. Por otro lado, propone Casamiquela 2004: 132 que Casuhati fuera
<Kawash atek>, sierra de la(s) sirena(s). Tema que se trabajará en otro capítulo.
337
Lo p opio puede deci se de los “picones” que iva –Gerónimo de Bibar (G. Vivar, 1966) ubicaba
entre los ríos Maipo y Maule y que Casamiquela (en Casamiquela y Aloia, 2007: 22) cree que es el
gentilicio “picunches”=gente del no te, que asu e co o autoaplicado.
338
Y demostraré más adelante que, en efecto, aónikenk no significa “su eños”, “gente del su ”, ni
por el estilo, aunque sí es cierto que denominaban ahóni y variantes al punto cardinal que nosotros
llama os “su ”. Adelanta que dicha palab a se elaciona con conceptos co o “luz”, “sol”,
“o igen”, “naci iento”, etc., que en definitiva significa “Hijos del Sol”. Y, co o ve e os en el
capítulo final, ta bi n las palab as indoeu opeas pa a “su ”, “aust al”, “ e idional” se asocian a la
idea de “sol”, de “b illo” de “naci iento”, aunque po dife ente causa que en el caso de la lengua
AA.
339
Este trabajo, completo o en parte, ha sido publicado en la revista Karukinká, vol. 8, Buenos Aires,
1974: 2-10, pero no he accedido a la lectura de dicho artículo impreso. Tengo la suerte de contar
con el manuscrito original entre los documentos de mi biblioteca.
340
Ej. ařnek= afuera, ařnekà= externo; *eïk= alto (adjetivo) del pSCh y del pCh y aún pK, eïkeká= alto
(adverbio); womská= el nombre shelknam de la Patagonia continental, al otro lado del estrecho-lit.
woms= norte, ká= lugar (Beauvoir, 1915: 110, 111, 199). Sin embargo, según Tonelli (1926 a), ká es
sufijo que indica “habita ”- “habitación, sitio pa a vivi ” no sería una mala traducción. Lo propio
ocurre con el sufijo del GI, a šəwen= allí (es o hay) según Casamiquela (2000 a: 197), que ha de ser,
creo, el origen de la palabra de Falkner (1974: 129) <chu>= tierra o habitación, traducción aceptada
por Lehmann-Nitsche y por Escalada (ambos en Escalada, 1949: 237), y también documentada por
Claraz como <tschu/tschau= lugar de Claraz (1988: 51 y 157, voc. 754, citado también por
Casamiquela, 2000 a: 212). También la palabra del AA aiken y variantes= paradero, campamento es
cognado con el término de igual idioma aikén= vida, vivir, que tomo de Beauvoir (1915: 183).
341
Lehmann-Nitsche no anota bajo el apa tado co epondiente al vocablo “tie a” la fo a de
Musters <yerroen>= tierra o país –land or country- que en cambio anota bajo el apa tado “ce o”,
pe o colocando ent e pa ntesis la t aducción “tie a o egión”. Es que dicho significado pa a tal
significante sólo fue documentado por otros autores para el Tsn. En cambio la forma de Musters
<yorri>= colina no aparece en ninguno de ambos apartados. Entre tanto, sépase que, según
c ee os, en castellano ta bi n “tie a” “sie a, se anía, ce o” pod ían se cognados.
342
Hay una lejana semejanza entre el GI atǝk y variantes= tierra, sierra, cerro y el AA <gheut> y
variantes= tierra, cerro, sierra, pero no puedo afirmar que sean cognados.
343
Hale (1846: 654) recoge <atôk>= cielo.
344
Aunque no concuerde con las teorías etimológicas clásicas, estoy convencido de que por el
mismo mecanismo de extensión semántica, en castellano y otros idiomas de origen latino, las
palab as pa a “tie a” pa a “ce o” son cognadas, siendo la alte nancia ent e “c” “t” la dife encia
fonética más importante. Aunque no en catalán, en que las palabras respectivas son terra y turó.
Además, la palabra sánscrita sthala= colina ta bi n significa “tie a seca”, stahlii se traduce como
882
tierra, territorio- pero estos términos probablemente deriven en definitiva de la palabra del mismo
idioma sthA= parase, elevarse, levantarse, posicionarse, quedarse, permanecer, continuar,
persisitir, perdurar, localizarse, establecerse, estacionarse, ser, existir, estar presente, detenerse,
pararse firme, dudar, detenerse, parar, esperar, afirmar, sostener, confimar, hacer, construir,
determinar, fijar, resolver, salva , conse va , p ese va , antene , etc… t ino que es cognado
con cientos de palab as indoeu opeas, ent e ellas las castellanas “esta ”, “estaciona ”,
“establece se”, “estaca”, “estoque”, “asta”, “ástil”, “estado”, “estatuto”, “estúpido”, “estupo ”, etc,
etc., ya veremos algunas de ellas.
345
He dicho en la Introducción y en una nota de este capítulo que también en los idiomas
indoeuropeos, el nombre de la tierra -v,g. el latín humus- se asocia a conceptos que significan
“agua, líquido, etc.”, co o las palab as castellanas “hu edad” “hu o ”, , ent e uchos ot os,
p obable ente, a un antiguo t ino pIE pa a “luz, fuego” –v.g. “hu o”, “b u a”, en castellano
home= hogar en inglés.
346
La alte nancia de “ȓ” “č” en estas palab as queda de ost ada cla a ente
347
<Charre>= Lago Argentino. Llamado <Carre> en una cita del escrito de Lista (Lehmann-Nitsche,
1908: 36).
348
Puede leerse en fragmentos esta obra de Lista en
https://books.google.com.ar/books?redir_esc=y&hl=es&id=DyTVAAAAMAAJ&q=familia#v=snippet
&q=devoraron&f=false
349
Esta sierra El Cocodrilo no debe ser confundida con su homónima en la zona de Gastre, en donde
también existe una salamanca o hábitat del Gualicho, que he tenido el privilegio de visitar hace
unos años, aunque no entré en ella (Williams D, 2009).
350
<kéyen/kelien>= ala (Beauvoi , 1915 42 111) ha de se cognado, co o “b otes” o ie b os
que las alas son, con el protoSCh *xelien= luminoso, brillante, con el SCh <kéyen>= brotar, manar,
en el sentido de “b ote, e a, ie b o”, con el AA elu:n= chara, pichón y el protoGI *elǝn=cría,
cachorro, pichón, hijo- interviniente en el mitónimo e٨əngašən, que veremos que se traduce como
“c ía o cacho o del Sol”. Lo p opio ocu e con <vúhar>= brazo (p.70 y 117), evidentemente
cognado con oř= niño, cachorro; <ueyen>/<vueiyn>= brotar, <vueren>/<kuéhér’n>= hervir, <buey>=
flujo y reflujo, <vueyn>=olas de la mar, <kueren>= fluctuar de las aguas, <kaȓien>= nacer,
<vuarvian>= sangrar, <vuàr>/<vuarr>/<juar>= sangre, <woursh>/<woursheu>/<vuatmoten>= flotar,
<wuors>= en alto, <lau vuashien>=florido –en donde <lau>= a, es deci , “ a flo ido”- <kuár>= canal,
<kuarkoin>= chorro de agua, etc.-y todos se asocian a <wich>= claridad (p. 48, 67, 70, 72, 117, 133 y
154), y en última instancia a *houȓ y variantes= lluvia, trueno, relámpago, luz, etc. Si alguien lo
duda, v ase un sinóni o shelkna de “b azo, ho b o”, que es <hawrr> (Beauvoir, 1915: 29 y 135).
Se trata de términos cognados con muchos vocablos de las lenguas ken, entre ellos el AA hoȓ= dedo;
wetše= claridad que anuncia el alba, oȓenk= blanco, aȓok= nombre del mar primordial; el Tsn xaȓa=
agua; oȓ= río, hidrónimo del Río Grande en SCh; Ɣətȓ= hervir en GI, y muchos ejemplos más.
Relaciones analógicas que veremos tambien en otras palabras, y tal vez también en los idiomas
indoeuropeos. Dedicaré un capítulo especial al tema en un próximo tomo.
351
No dispongo de evidencias para suponer que Payne sea una palabra arcaica del AA que pudiera
ser cognada con el vocablo del GI pa:ne/pe:ne= antiguo, antiguamente (Casamiquela,1983: 103 y
123), aunque es tentadora la traducción de Lista de su <Carrhuer’n> co o “vetustez”. e o, dado
que no creo que tal fuera la traducción original de este último topónimo, continuaré asociando al
topónimo con el vocablo pa:n= humo del AA- que podría explicarse por las nubes que con
frecuencia cubren a estas montañas- si bien es cierto que el mismo es a su vez cognado con el
vocablo pK *wənə= claridad, brillo, luz, brota, surge, mana, que veremos con frecuencia en este
libro. Ya estudiamos, y repasaremos, los vocablos del AA <peniekeken-heisque>= claridad del día y
penkoken= este, levante, en donde podría reconocerse un vocablo *penə= brota, surge, fluye,
ana, b illa, ilu ina… t aducción u aceptable pa a el topóni o a ne, si ste hubie a sido ot a
“Montaña de Dios”. En todo caso, diga os que c eo que *penə pudo ser otro nombre arcaico del
Sol, “el que b ota, su ge o b illa o ilu ina”, pe o ca ezco de ás evidencias que este topóni o.
Pero, de ser cierta la suposición, explicaría el gentilicio de los pe:neken- habitualmente traducido
co o “no teños”- co o un posible autóni o que significa a “hijos del Sol”, de *penə+ *nəken=
hijo, joven, hombre. Seguiremos la discusión más adelante, y en el capítulo dedicado a los
gentilicios, pero sépase que existen palabras del SCh que podría ser cognadas con dicho *pəne. Se
trata de <uany>= alba, aurora, y de <uenvin>= alumbrar- del mencionado *wənə +
883
<vueyn>/<ueyen>= brotar, <vuenen>= venir (Beauvoir, 1915: 67 y 70). Es decir, se trataría de una
aglutinación de dos vocablos, originalmente *wənə- vueyən, dando wenvən= brota o surge o viene
la luz.
352
También hallamos el término en una frase recogida por Beauvoir (1915: 99) en SCh: <Ya ni iowen
yer echen>, que t aduce co o “Yo de los Antiguos hablar quiero”, en donde <iowen> es obviamente
yowen=ya owen= (mis) antiguos, (mis) antepasados, (mis) ancestros. Ya veremos cómo en todos
estos idiomas las palabras que denotaban parentesco, entre otras, no podían decirse sin el
pronombre posesivo que denotara de quén era pariente la persona a que se hacía referencia. Lo
curioso del caso resulta en que yowen= (mis) antiguos es homónimo de yowen>= guanaco, <youn>=
animal (Beauvoir, 1915: 75, 76 y 133). He dicho también que creo que los términos youn= guanaco,
animal y čon= hombre en SCh y čonek = hombre, persona, gente en AA son cognados. Me he
expla ado sob e el te a al analiza el concepto de “la ca ne co o pe tenencia” (Willia s D 2011
d).
353
Moreno (1997: 402) nos deja <Mechenien>= contar un cuento o historia, <Mechenica>= historia
en AA. Pero Beauvoir (1998: 2 y 4) nos deja la palabra <Cheniensh> como sinónimo de sus términos
en AA, <Aikh>/<Aïnnensh>/<Hahi>= hablar, obvias variantes del conocido aiš-, y agrega que
<M’cheniensh> es “Tú hablas” –deduzco que de <Ma> = tú + *čan= habla, lengua, igual que en SCh+
-*hen= brotar surgir, fluir, emitir, etc.+ el sufijo –eš= verbalizante, aunque no regular en SCh, sí en
AA. Así, los términos de Moreno quedan m’čenenš= tú hablas, y m’čenika- tal vez –ka corresponda a
*ken, equivalente de *hen, es decir, m’čenəken= “tu histo ia, tu cuento, tu na ación”.
354
En De Augusta (1991, 1: 11 y 40; 2: 34) hallamos apeu/epeu= cuento, apeutun/epeutun= contar
cuentos, consejas, pe o no he encont ado la acepción de “linaje”. En cohe encia con lo dicho sob e
mi traducción del aóniken xoiuen co o “histo ia, na ación” halla os, en ca bio, que epeu=
cuento (de un suceso verdadero), mientras que nətřam= cuento (de uno inventado).
355
Lo propio ocurre en los idiomas indoeuropeos, en que *mənə= luz día, mañana dio tanto moon
en inglés, maan en holandés y mond en alemán-y cognados en otras lenguas germánicas- como
“ añana” en castellano, settimana en italiano “se ana” en castellano= siete días- como, por otro
lado, mens= mente en latín y derivados en lenguas romances y préstamos a lenguas no romances.
Pero no concuerdo con la idea de algunos etimologistas y simbolistas, que deducen que la mente es
lunar, sólo por el hecho de que las palabras mind = mente y moon= luna en inglés son cognadas,
como lo son en otros idiomas-cf. alemán, respectivamente meinung y mond. En tal caso, bien podría
ser también solar, pues*mənə= día en pIE significó sin dudas “sol” en su o igen- de allí “ añana”,
“se ana”, etc. e o aunque las palab as pa a “luna” “ ente” son sin dudas cognadas, niguna es
étimo de la otra: ambas derivan de la mencionada *mənə= luz. Como veremos, también en las
lenguas ken los conceptos de “luz” se asocian a los de “inteligencia, ente, ce eb o, e o ia, etc.”
a los de “alto, altu a”-cf. “ onte”, “ ontaña”, “ onta ” vs. “ ente”, etc. los vocablos galeses
mynydd= montaña, ymennyd= cerebro, etc,
356
<kaw> o <kawe> son documentados por varios autores, pero, que yo sepa, Beauvoir (1915: 40 y
120) es el único que además documenta <kauyany>= choza, casa chica. Otro término semejante es
<kauwy>= barco, casa chica, cabaña (p. 40)
357
Recu dese que la “ ” suele se af icada en estos idiomas, por lo cual la diferencia entre kařyen y
kařhen se hace menor aún de lo que a primera vista parecería.
358
Ta bi n en castellano deci os que una uje “da a luz” cuando tiene un hijo, lla a os
“alu b a iento” al acto de expulsa la placenta. Ya veremos cómo estas ideas nos ayudarán a
co p ende po qu en todos estos idio as las palab as pa a “hijo, pichón, cacho o, c ía” son
cognadas analógica ente con aquellas pa a “luz” significados elacionados, aunque en la
determinación de estos conceptos interviene también la asociación analógica- es decir, la extensión
semántica- ent e lo que “ ana, su ge, flu e, b ota” lo que “c ece, se expande, se c ía, se hincha,
se llena, engo da, etc.”.
359
En relación con lo expuesto, algo semejante puede documentarse en GI, en el verbo iakxlaiə=
parir (Casamiquela, 1983: 148), en donde reconocemos la raíz iakhl-, que hallamos nuevamente en
los términos iakhlə= mirar; iakhluwu= ubicar, ver; iak’hluwətř =espejo, mirador (p. 135), término
que años antes había escrito iaksluwə (Casamiquela, 1956 a: 198). Como veremos, aunque iakhlə
ha a significado “ve ”, de iva de un ve bo se ejante que significaba “alu b a ”, cognado con el a
visto *khla/akhla = luz y, por ejemplo, con el adjetivo kələ= blanco, y con cientos de palabras de los
884
idiomas ken. De donde iakhlaiə= pa i e a ta bi n cognado, algo así co o “da a luz”, a su vez
cognado con vocablos del pK como *hlə/*šə/*čə= b ota , ana , su gi , etc., ta bi n “agua, luz”.
Lo mismo parece ocurrir en otros vocablos del SCh: Beauvoir (1915: 44, 52, 127, 134 y 143) recoge
<knam>= hijos tener (Varones); <nampen>/<knampen>= nacer, hijos estar, hijos tener, <namnen> =
engendrar, <yak-nam>= hijos íos. Y uno de los t inos pa a “ uje ” pa ece cognado <ná>=
mujer, <naam> = mujer madre (p. 143) y Tonelli (1926 d) agrega en su apartado La tribu y la
parentela el vocablo <namnen>= de mujer nacer. Igualmente en Tsn, lengua en la que Elizalde y
compañeros (en Outes, 1913: 488-489) anotaron <zunum</<sununa>= mujer, recogida <zunum>
por Malaspina (en Vignati, 1940: 192) probablemente ya-nam, de ya= mi + nam= mujer. He dicho
en un artículo (Williams D, 2008 k) y en páginas anteriores de este libro que en las lenguas llamadas
primitivas, los términos de parentesco, entre otros, no podían decirse sin expresar con ellos el
pronombre posesivo. Elizalde anota también <zunum nakon>= mujer fea, en lo que parece más bien
ser el registro de los dos sinónimos <zunum> y <nakon>= mujer. Y hay más, mucho más, como se
verá al estudiar los términos de parentesco y los gentilicios en las lenguas ken.
360
Sazbón (1976: 9) explica que el lenguaje muestra, en su evolución, alteraciones no sólo en el
nombre o palabra sino también en la idea. Asisitimos, creo, a un excelente ejemplo. Se modifica el
significado por etimología popular, y dicha modificación puede a su vez modificar la forma de la
palabra para adaptarla al nuevo significado- un ejemplo de determinación de la palabra por el
significado.
361
Esta palabra, <ganeque>, <gueneqe>= alto del Tsn muestra más semejanza con <Kunuká>=
espíritu de los gënëna a këne- que el AA kuenək= alto y el SCh kuoin= cerro, altura. Lo cual posibilita
que <Kunuká> se t aduzca co o “El Alto”… sin e ba go, co o se ve á, ta bi n puede t aduci se
co o “El Lu inoso”. obable ente la segunda es la etimología original, pero sepamos que con
frecuencia, tanto en lenguas ken como indoeuropeas, las palabras que significan los cuerpos
luminosos, en especial los celestes, son cognadas con aquellas que indican la altura o el largo, el
gran tamaño o la larga distancia.
362
Ya analizaremos una posible relación de esta palabra con el gentilicio <péeneken> (Moreno),
<paíngk(e)nk(e)n> (Spegazzini), <pä´änkün´k> (Lehmman-Nitsche), todos según Lehman-Nitsche
(1914: 238). Gentilicio que, así como aónikenk no significaba, cie ta ente, “su eño”- no en su
origen, cuando menos- posible ente no significa a o iginal ente “no teño”.
363
He dicho que <cwenic>>c’benic>= alto en AA según lo recogiera Schmid. Sin embargo, el
vocabulario de Musters (1873: 336) me desorienta cuando anota que una de las palabras para decir
“debajo” (below) era <penk>. Repasaremos la idea al estudiar los puntos cardinales entre los
tehuelches, pero creo poder afirmar que se trata de un error en la llave que abre el viajero inglés,
que inclu e con el significado de “abajo” a las palab as <penk> y <wumka>, mientras que para
“a iba” sólo deja la palab a <eok>. La llave, supongo, debió haber englobado a las palabras <penk>
y <eok>, con el significado de “a iba” queda sólo <wumka> significando “abajo”. La segunda
posibilidad es que se trate de un caso de autoantónimo o contrónimo – cuando la misma palabra
significa cosas opuestas, mecanismo semejante al de la Transformación en lo contrario del análisis
de los sueños de Freud. Algo que exploraremos en profundidad más adelante.
364
Co o se dijo, esulta difícil en las lenguas ken dife encia ent e los vocablos que significan “alto,
la go” “luz, sol”, debido a la extensión se ántica que ha otivado que los cue pos celestes sean
tanto lu inosos co o elevados. A ello se su a que todo lo que “su ge, ana, b ota, flu e, etc” sea
no b ado ediante palab as cognadas con ot as que significan “b ote, ie b o, ext e idad,
c eci iento, etc”, lo que a su vez otiva que sean cognadas con a bos g upos las palabras que
significan “la go, alto, lejos, g ande, hinchado, lleno, pletó ico, go do, g asa, etc.”. Se t ata de
ejemplos de extensión semántica y determinación mútiple.
365
En tal caso, los hablantes habrían ya olvidado que *kuenək nombraba ya al sol en su altura,
to ando el no b e co o una palab a sin ot o significado que el de “sol”, po ello le hab ían
agregado el adjetivo *eĭken= alto.
366
La ot a palab a pa a “ undo” que deja el explo ado es <uishukar>, que no he analizado, pero
que podría incluir la palabra uš = nuestro- aunque no veo realmente que entre en la forma de
pensar de los aónikenk antes de la transculturación con los europeos. Más bien me inclino a creer
que se trata de un vocablo cognado con wič= claridad en SCh, y con *houȓ= luz, sol, etc. en pK. O
bien corresponder a wetse= alba, aurora-lit. “b ota la luz”- + *kəȓ= luz. Mi objeción a la primera idea
se debe en parte al hecho de que el uso del pronombre personal para denominar a pertenencias
885
generales del pueblo aónikenk era ya= mi, y no uš= nuestro, que sí fue en cambio la traducción que
dieron los últimos transculturados informantes para otros nombres de Dios, como ušua, ušuanko y
uša:mkenk, que ya estudiaremos. No me sorprendería, en cambio, que el vocablo incluyera al
mitónimo ušua= Dios. Y adelantaré que sólo una mente occidental u occidentalizada pudo
t aduci lo co o “nuest o”, pues significa “b ota la luz”, “fuente de luz”, co o se ve á. Lo cie to es
que <uishukar> podría recomponerse como ušua ka aš(k)= recinto o predio de Dios.
367
Cognado tal vez con <kammaká>= quemado (Lista)- del vocablo proto-ona *kmahǝ y el sufijo –
ká, como veremos en unos párrafos Recordemos que,como se verá en detalle más adelante,
uchas palab as que significan “luz, fuego, que a ” son cognadas con ot as que significan “sol,
cielo, altu a, la go, punta, etc”. Ot o eje plo es mah-ká= nuevo en SCh, cognado con mako, de igual
significado, en AA, la explicación se ve á ás adelante, pe o los conceptos de “lu inoso” “nuevo”
se relacionan por extensión semántica tanto en las lenguas ken como en la indoeuropeas, y por
tanto se representan con frecuencia con palabras cognadas.
368
Ablativo de flujo: neologismo mío, para explicar que, aunque lo traduzco como un verbo o un
adjetivo, la palabra es en realidad un sufijo intraducible, si se desea hacerlo en forma literal.
369
He dicho que esulta difícil sepa a los vocablos que significan “luz, b illo, b ote, flujo,
e enación, etc” de aquellos que significan “alto, la go, lejos, g ande”. Aquí pudie a alega se que el
vocablo compuesto pudiera incluir a la palabra *eïken= alto. En tal caso *kət = surgimiento,
emanación, brote, etc se habría unido al mencionado *eïken pa a co pone “la fuente alta”…
obvia ente, “fuente de luz”, que pudo habe se l xicalizado si ple ente co o “luz”, co o ocu ió
con *kǝn, *šǝn, čǝn y tantos otros, que describen tanto a la luz o al agua como a su fuente.
370
Cf. la variante γen’aken y otras del gentilicio de los gënëna a këne.
371
xənk es i econst ucción fon tica de la palab a pa a “ho b e” en ánekenk a pa ti de las
formas <hink> de L. Bridges, <hintk> de T. Bridges (fide Lehmann-Nitsche) y <enk> de Tonelli,
cognada con la palabra documentada por Gusinde, <hánk’en>= persona, gente.
372
*-weten= variante que he deducido de las formas de la palab a del AA pa a “t ueno”, a sabe ,
karút/karrótn/carodn, en donde la primera palabra documenta la forma *–wet, ya conocida por
ot as palab as de todas las lenguas ken; las ot as dos, así co o el no b e del “gua dián del
pa aíso”, karuten, documentan a la forma *–weten, cognada sin dudas con las palabras del SCh
<ueyen>/<vueiyn>= brotar, <vueren>/<kúheren>= hervir (Beavoir, 1915: 67, 70, 117 y 134), entre
otras. Se trata de un caso semejante al de la palabra del SCh wopen = manar, brotar (Beauvoir,
1915: 72, 140 ), que, como veremos, tiene una variante en la protopalabra *-wop, que sería la que
interviene en la formación de uno de los nombres shelknam del arco iris: <chalp’>/<chalp>
(Beauvoir, 1915: 24 y 113), de *čal= luz, agua en pK, como demostraré sobradamente en esta
obra+ -*wepǝ= b ota, es deci , “b ota la luz o el agua, fuente de luz o de agua”, o, en su defecto,
“b otado, su gido de la luz, o del agua”. Sufijo incluido en va ios u antiguos topóni os
tehuelches, como Colpe, Sholpe, Colhué Huapi y el –en mi opinión-. compuesto Mpz-poya Nahuel
Huapi, tema sobre el que ya he escrito antes (Williams D, 2011c), y que se revisará en otro capítulo
de esta obra. Creo que incluso la palabra del GI yaɣǝp= agua contendría como sufijo la protopalabra
en cuestión.
373
Discuerdo con Casamiquela (1988: 91), en su suposición de que en este vocablo <ahmgatsch>-
que transcribe <amhgatch>- se encuent a un “participio en ach”, aunque concue do en que la
primera parte del vocablo se relaciona con <Amkūnek>= Dios en GI según Harrington (Cuaderno de
Tapas Blandas, I: 110). Palabra esta última que Casamiquela interpreta como aukənək= dominador,
en lo que podría tener algo de razón, y con el vocablo del AA <aamk’enk>= Alto Dios.
374
La palabra con la cual Milanesio traducía <kanuká> al italiano era animo, es deci , “al a”, no
p ecisa ente “espí itu”, co o se la ha t aducido al castellano en alguna bibliog afía.
375
kaime= to light, de Musters (1873: 339). En la versión castellana (1997: 370) es traducido sólo
co o “ilu ina ”, pero creo, por conocer otros vocabularios como el de Schmid, que ha de
t aduci se ás bien co o “encende ”- cf. Mnk a(a)jam= encender, en reconstrucción de Viegas
Barros y Malvestitti (2019: 112), a partir de la frase recogida por Spegazzini, <Mai_a_mi sôl>=
enciende el fuego, en donde ma= tú, te; ajami= encender; <sôl>= fuego. Véase el capítulo dedicado
a la toponimia, apartado Gaiman, en un próximo tomo.
376
“_Gomo’m shō = fuego, p onto”, en donde econoce os la p i e a palab a co o elacionada
con kaime= encender, prender + mášo= de aquí a un o ento (Mendoza). Es deci , “_Kaime,
mašo”.
886
377
o eje plo, la palab a que nos deja Sch id (1910 26) pa a “tenedo ” es <catenue>,
lite al ente, una vez ás, “con lo que se co e”.
378
He dicho antes que interpretar que los aónikenk pudieron haber llamado a sus dioses por
nombres que iban precedidos del pronombre posesivo uš= nuestro resulta una europeización, una
etimología popular creada por las mentes de los últimos hablantes o semihablantes del AA, o de los
investigadores que documentaron los vocablos. Si bien es cierto que las mentalidades llamadas
primitivas incorporaban con frecuencia objetos, partes del cuerpo y parientes o amigos mediante el
uso del pronombre ya= mi, mío, pensar que pudieran hacer lo mismo con el pronombre posesivo
plural de primera persona parece propio de una interpretación moderna. Lo mismo ocurre por
ejemplo en el caso de Siffredi (1969-1970: 257 y sigs.), que anota otro nombre del Alto dios
tehuelche, <ushua>, e inte p eta que significa “lit. ‘nuest o’”. Si bien es cie to que <ussuà>= nuestro
(Beauvoir, 1915: 192), <ushua>= nosotros, <ushua-en>= nuestro (Schmid, 1910 a: 30-31), <ushuá>=
nosotros, nuestro (Molina, 1967: 160), creo que la palabra original en el caso del vocablo ušwa
referente a un Alto Dios era *houř-wə= Luz- brota. Que resulta variante del ya estudiado *kəřwen-
la “n” final es sólo exp esión de la alte nancia ent e *wə y *wən, de igual significado- aquél que
habita kəřwenken, el Paraíso tehuelche. Otros ejemplos son <Ussȗanko>= nuestro Padre- en el
sentido de Dios (Beauvoir, 1915: 192 y 197), <Ushuek-kanon>= nuestro Dios en Tsn- aclaro que no
concuerdo con Molina, que interpreta que <kanon> significaba “anciano”, que se decía kaȓun- y
<Ush matenk>=nuestro creador en AA (Molina, 1967: 104, 160 y 176), todos vocablos que ya
estudiaremos.
379
Aunque no me explayaré sobre el tema en esta oportunidad –lo dejaré para mi Toponimia-
adelantaré que creo que en estas palabras se encuentra la etimología del topónimo chubutense
Gaiman, que, aunque puede que signifique “pied a de afila ”, en su o igen e a p obable ente un
término aplicado a los pedernales, o bien el nombre se referiría a un sitio en donde se encendían
fuegos, o desde donde se los veía, como en el caso del Yaiken kaimak de Musters. Hasta creo que
pudo ser un sitio sagrado, otro sitio de origen en donde vivía el Sol, como he dicho en una
conferencia (Williams D, 2016). Pero véase una interesante monografía sobre el topónimo en
Thomas D, 2011.
380
El sonido cent al “x” de esta p otopalab a explica la difusión l xica en “x”, “X” “k” en todos los
idiomas ken.
381
Se trata de una de los tantos testimonios de sacrificios de animales entre los aónikenk, algo en
cambio mas documentado tanto para los gënëna a këne como entre los mapuches de ambos lados
de la cordillera. Pero los tehuelches sacrificaban equinos, generalmente yeguas, tanto en ritos de
paso como nacimiento, perforación de las ovejas, nubilidad o funerlaes como en caso de que
alguien mencionara el nombre de un muerto, como con dolor aprendió Moyano, que al mencionar
al fallecido Yaikekan varias veces, debió pagar las yeguas sacrificadas en consecuencia (Clarisa
Moyano, 1948: 171; Beauvoir 1915: 198).
382
Las palanquetas eran dos balas de cañón, o hemi-balas, unidas por una palanca, usadas, como las
famosas balas encadenadas y las enramadas, para ser disparadas con los cañones para producir
daños en las arboladuras y/o en los mástiles de las naves. La traducción corresponde al inglés bar-
shot usado por Musters, y es más correcta que la que generalmente se ha usado en castellano de
“bala en a ada”. De todas ane as, el Meteo ito Kappe , al que he visto en pe sona en dos o t es
oportunidades, no tiene la forma de ninguna de ellas. Más bien es una masa compacta poliédrica
con superficie muy irregular, sin dudas producto de exposición a temperaturas extremas e impactos
varios, aunque presenta una especie de cresta irregular en una de sus caras. Precisamente, Escalada
(1949 339) inte p eta co o “una especie de cintura” a tal c esta halla la se ejanza con una “bala
en a ada”. L. Fletche (1899 168), geólogo b itáncio que ealizó el exa en físico quí ico de la
pieza, la describe como octaédrica, de 48 X 31 X 27 cm, de forma irregular, pero uno de los lados,
paralelo a la longitud máxima, es lo suficientemente plana como para permitir una base de
sustentación. La superficie, como tantos otros metoritos, presenta numerosas concavidades
grandes y pequeñas. Está compuesta en un 89,87 % de hierro, 9,33 % de níquel y el resto se reparte
en cobalto, cromio, fósforo, cobre y sulfuros.
383
C oquis titulado “Mapa esquemático desde el río Senguel hasta Teckel” (t aduccíon ía del
ingl s”, en la ve sión castallana se lo t aduce co o “Croquis del viaje”
384
Casa construida por los colonos galeses John y Guillermo Richards, que, procedentes de la
Colonia Chubut, se instalaron circa 1896 (Millar, 2006: 33), creyendo que la línea divisoria con la
887
Argentina terminaría siendo la de las altas cumbres, y que quedarían del lado argentino. Fundaron
un establecimiento ganadero bastante próspero, hasta que el aislamiento producido por el hecho
de quedar del lado chileno, a su vez consecuencia de la decisión de que el límite sería la divisoria de
aguas llevó a la decadencia. Ello agravado por el hecho de que las tierras fueron concedidas a la
Sociedad Industrial de Aysén, con la que tuvieron que llegar a un arreglo, y que de todas maneras
los contrató como peones ovejeros de lo que fuera su propia estancia. Charles A. Milward, antiguo
marino mercante británico, radicado como empresario en Punta Arenas, realizó un viaje de
conocimiento al Territorio del Áysen a fines de 1907, y fue alojado en la Casa Richards, y deja una
amena descripción del sitio. Hoy allí sólo quedan en pie algunos álamos centenarios, cuya foto se
publica en el t abajo del cual to o estos datos (Ma tinič Be ós, 2006 b).
385
Santiago Pozzi fue enviado por el Museo de Ciencias Naturales de La Plata entre 1888 y 1889 a la
provincia de Santa Cruz, junto con Clemente Onelli que fue el Jefe de una expedición en procura de
restos antropológicos y recolección de muestras de historia natural. Pozzi dejó un diario que
permaneció por muchas décadas como manuscrito y que recientemente fue publicado bajo el título
Diario del mio viaggio alla Patagonia Australe [1888-1889]. Santiago Pozzi, Editorial Universitaria
de La Plata (2014). Dejó uno de los graffitis más antiguos que aún hoy pueden verse sobre las
pinturas rupestres de Punta Walichu, en las costas del Lago Argentino, cerca de El Calafate. Allí se
lee “S. ozzi”, sin fecha, aunque sabe os que su expedición tuvo luga en 1888-1889. He tomado
una foto de dicho graffitti, y agradezco a Gonzalo Cristian Valencia su amabilidad e información
como guía el 9 de enero de 2020.
386
Zeballos (2002: 120) cita a Moreno, pero no es el autor de la cita, como se lee en algunos sitios
en Internet.
387
En el Diario de la expedición del coronel Enrique Godoy, en la entrada correspondiente al 28 de
novie b e de 1883 se lee “llegamos a la bajada de la travesía llamada Chocón (con acento), que
significa muerto de frío…”.
388
Aunque no he accedido al manuscrito, es evidente que parafrasea a Febrés.
389
La palabra con la cual Milanesio traducía <kanuká> al italiano era animo, es deci , “al a”, no
p ecisa ente “espí itu”, co o se la ha t aducido al castellano en alguna bibliografía.
390
Aunque tanto Harrington como Casamiquela citan los vocablos de De la Grasserie, cabe aclarar
que los is os son los que ecogie a D’O bign pa a el AA Milanesio pa a el GI. Nótense sin
embargo las diferencias de transcripción.
391
*axuək= luz, fuego, explica las palabras ‘aȗxə/’ahwu/’auxa= cielo, arriba (Casamiquela, 1983:
124 y 129) y ahuəkna= cielo- cf. ahuȇkna= cielo en Hunziker (1864 en Outes, 1928: 275 y sigs.), en
donde la preposición hna – que cumple función de tal, aunque a diferencia de lo que ocurre en
castellano, se pospone siempre- significa “en, a, de, po ” (Casa iquela, 1983 58). e o se e
ocurre que en el caso de los sustantivos del gënëna a iájich que llevan el sufijo –hna- que no sería,
en principio, en el de los adjetivos y los adverbios que también lo llevan - el mismo parece cumplir
una función sustantivante idéntica a la del sufijo –ken del AA, descripto por Ferrario (1955: 193-
194), y a la del sufijo shelknam –ka. No tengo noticias de que el sufijo del GI –hna y el del SCh –ka
hayan sido descriptos antes como sustantivadores. Profundizaremos en su estudio al estudiar el
capítulo dedicado a la Comparación Gramatical. Lo cierto es que ahuəkna= cielo significaría
lite al ente “ilu inado, lu inoso”, pe o co o adjetivo-sustantivo. Y de esta palabra, que indica un
concepto ubicado en lo alto, surgen otros vocablos, como abahai= alto, largo, que evidentemente
deriva del mencionado ‘aȗxə y variantes= cielo, arriba, o de la protopalabra de la cual este último
vocablo su ge. Ade ás, uest a la alte nacia ent e “u” “b” a que hacía os efe encia en esta
lengua.
392
No he podido hallar este vocablo en el texto – en ninguna de ambas ediciones, que no son
iguales- ni en el vocabulario de Claraz.
393
La palabra *čəl= luz, brillo, agua, etc, se halla documentada en todos los idiomas ken, incluso el
GI, en el que la hallamos en ambos componentes del topónimo *čal a čǝla= Choele Choel= Río
Negro (Williams D, 2008 c y el capítulo de toponimia en otro tomo de esta obra). Hallamos también
iamtȓakčalǝ= brillar, que tiene su sinónimo en el vocablo ianauhakǝnǝ (Casamiquela, 1983: 127), en
donde reconocemos *kǝnǝ como sinónimo pK de *čalǝ. Y hay más ejemplos.
394
Claraz mismo anota <uotctschal> o <uotctschal atschge> = “pequeño uotctschal”, el no b e de
un manantial- es decir, wətčal ačkə= manantial pequeño, en donde wətčal se forma de los vocablos
pK *wət= brota, mana, surge, fluye, fuente de y *čəl= luz, agua. Otras variantes de la palabra son
888
404
xow-k’on. Obsérvese la especial semejanza de este nombre del Alto Dios ona con una de las
va iantes que significan “fuego” en dicho idio a xauken (Lehmann-Nitsche, 1914: 251).
405
También veremos cómo, creo, es éste último el que explica ía el no b e apuche de la “casa
bonita”, wekun ɹuká, usual ente t aducido co o “casa del afue a”. Que constitu e en i opinión
un vocablo mixto tehuelche- apuche, que significa “Toldo de xuǝk’kǝn”. Opino co o Casa iquela
que la “casa bonita” es un p sta o cultu al de los tehuelches a los apuches, sob an los
documentos para demostrarlo.
406
Ver el capítulo dedicado a la mitología ona en otro tomo de esta obra.
407
Casamiquela (2004 b, clase del 18/09/2004) creía que Chiquichano era la mapuchización del
nombre gënëna original, que sería <šakchano>, idea tomada a partir del nombre <Jaquechan> que
le diera Musters.
408
Y posible ente sea cognado con palab as de las lenguas ken pa a “fuego”, co o el AA yaikǝ, el
Tsn <se-ak><ze-ak> (D’O bign ) o <jach> (Viedma), y el SCh xauke/xauken.
409
En su trabajo de 1988 (p. 97), Casamiquela descarta a <anaukünahmal> como entidad original de
la cultura tehuelche, la cree de origen araucano. No estoy tan seguro de concordar con dicha idea.
410
No concuerdo con Casamiquela (1988: 91), en su suposición de que en este vocablo
<ahmgatsch>- que transcribe <amhgatch>- se encuent a un “participio en ach”, aunque sí en que la
primera parte del vocablo se relaciona con <Amkūnek>= Dios en GI según Harrington (Cuaderno de
Tapas Blandas, I: 110). Palabra ésta que el etnólogo rionegrino interpreta como aukənək=
dominador, y con el vocablo del AA <aamk’enk>= Alto Dios.
411
Desde luego, cognitivamente, reconozco que es una palabra cognada con axuakǝk= fuego,
axwai= toldo, awxǝ= cielo; apiuxǝk= sol, luna; abahai= alto, largo; ǝpǝk= leña, arbusto; hwkǝ= lejos,
etc. El elemento común sería el brillo –en el caso del toldo, la palabra significó originalmente
“fuego, fogón”; en el del etal, ade ás, i po ta el colo incandescente al fundirse. Y los cuerpos
celestes se asocian a la idea de altura, lo que a su vez lleva a la idea de lejanía o extensión: cf. Ing.
fire= fuego; fair= claro-y bello, justo, etc.; far= lejos, etc. En cuanto a la leña y los arbustos, la
posibilidad práctica de ser elementos combustibles son el elemento que los une a las demás
palabras del grupo. Lo propio piesno de palab as indoeu opeas co o “leña” “lignito”, del latín
lignum= leño, que se asocia ían a ot as co o “Luna”- de un postulado latín *lucna y un
docuementado losna- y al griego leukós= blanco, claro, que es cognado con otras palabras inglesas
como light= luz; el castellano “leucocito”, “leucoco ia”, etc. E infinidad de cognados que a
estudiaremos en el último capítulo de esta obra.
412
*auhǝ: luz, fuego, sol. Protopalabra que interviene en el gentilicio de los aónikenk, que como
todos los gentilicios de los pueblos ken, significaba o iginal ente “hijos del Sol”- documentado
ahónikenk y variantes por los cronistas más antiguos, y sólo modernamente aónikenk, en un
ejemplo de etimología popular, aceptada incluso por los últimos informantes transculturados, en
que se asimiló a la palabra aoniken= sur (Williams D, 2010 a, y ver el capítulo correspondiente a los
gentilicios en otro tomo de esta obra).
413
En otra página (Malvestitti O den, 2014 76), bajo el título “Geist/espíritu”, anota el sinóni o
<gayaauacünü> = walichu. Es decir, gáyau a kenǝ, ente que estudiaremos en el Cap. 3 de este
tomo.
414
La palabra con la cual Milanesio traducía <kanuká> al italiano era animo, es deci , “al a”, no
p ecisa ente “espí itu”, co o se la ha t aducido al castellano en alguna bibliog afía.
415
De los vocabularios de De Augusta (1991 a: 66-68; b: 209 y 348) surge que ina=junto a, al lado
de, cerca de, a orillas de, seguir a, imitar. Mientras que moŋen= vida, moŋen/moŋlen= vivir,
moŋelen= estar vivo, moŋeln/moŋélnien = hacer vivir (De Augusta, 1991 b: 407 y 411), tenemos así
que ina monem se ía algo así co o “junto a o ce ca de la vida o del vivi , segui o i ita a la vida”,
tal vez “pa avital, de vida pa alela (¿a la de los vivos?)”, si se e pe ite el neologis o. No veo la
idea de “a uda ”, aunque “a udante” se ía inka (De Augusta, 1991 a: 44) y no ina.
416
En De Augusta (1991 a: 58), ήӘήëchén es “do inado de los ho b es; cualquier ser sobrenatural
(imaginario); Dios. Mientras que ήӘήën es “do ina , anda , dispone de algo, gobe na , cuida ”-
respeto los signos fonéticos del autor. De Moesbach (1984: 170) llama a este dios <Ngenechén> o
<Ngenemapún>=dueño o dominador de la gente, de la Tierra; y Erize (2007, 6: 113) <nguenechen> o
<ngenemapun>=El Creador. Antonio Gargaglione (en Casamiquela, 2001 b) recogió varios
testimonios en los cuales el teónimo <Ngnechen> o <Ngünechen> es traducido alternativamente
co o “Dios” co o “Do inado de la gente”, <Ngünemapun> co o “Do inado de la tie a”.
890
417
La tribu de Chulilaquin era sin dudas tehuelche septentrional, pero tengo razones para creer que
nunca se denominaron gënëna a këne a sí mismos. Como se verá en un próximo tomo, supongo que
se trataba de una etnia relacionada con los poyas de siglos anteriores, que según el padre Rosales
(1877: 257; también citado en Biedma, 2003: 18 y en Mendieta, 2005: 181) se autodenominaban
“Los tig es”. C eo que su gentilicio se ía pasible de t aduci se ás bien co o “Los Hijos, ichones o
Cacho os (del Sol o de Dios), te a que discuti e os en ot o capítulo. e o “po as” –Po-yus de
Falkner- podría ser realmente su autónimo, a ser recompuesto como *pǝč-uǝ= sol-hijo/s, es decir,
“hijos del Sol”, con el ag egado de una “s” pa a plu aliza en ingl s en castellano al gentilicio. Cf. la
etnia de los ichalao, “los hijos del día o del sol que va a chando” según Mo eno- es decir, *pǝč-
hlǝ= sol-hijo/s, tema ya visto; el AA pəš = calor y uetsé=alba, aurora; el SCh wič= claridad, y muchos
ot os t inos de las lenguas ken son cla os eje plos de inte ca bio de “p” en “w”. e e os ás
al estudiar los gentilicios de los pueblos ken.
418
En cambio, según la tesis doctoral de Orden (2012 b: 75), aunque en la frase nominal del GI, el
orden generalmente es adjetivo-sustantivo, cuando se usa el funcional a, el mismo se invierte,
quedando la frase nominal como sustantivo-funcional-adjetivo. Ej. aƚkač a čǝla= Río Negro; aƚkač a
kadǝ= río de los gringos (Río Negro); yagǝp a hatkǝ= agua buena, či:e a wǝlwǝl= piedra que suena o
sonora (Somuncurá o ȝuŋun kuȓá en Mpz) –para Claraz (1988: 153, Voc. 518)=<Tschiye
hurlusch=”(lit.)piedra sonora “; para Lehmann-Nitsche (en Orden y Malvestitti, 2014: 105) “Tshiau
uǘll uǘll = Dsungun-kúra= piedra que habla [por la quebrada que se forma entre dos cordones
montañosos en los cuales se encajona el viento]; etc.
419
Ya me he referido en una nota al pie anterior al tema de que no coincido con el aserto de Schmid
(1910: op. cit) con respecto al tehuelche meridional, de que, en dicho idioma, siempre “los adjetivos
son colocados después de los nombres que ellos califican”. En cambio, esto sí es cierto con respecto
al septentrional, salvo que se utilice el funcional a, que implica la inversión de los términos (ver
Orden, 2012 b: 75). Sin embargo, en ambos idiomas pareciera cumplirse la regla de que el adjetivo
precede al sustantivo en los nombres propios, generalmente aplicados a dioses y personajes de los
mitos.
420
En cuanto a dǝpǝcual, más adelante aclararemos la etimología de esta palabra. Que no significa,
cie ta ente, “Dios g ande”.
421
<Sebetos> es la forma en que transcribe Lehmann-Nitsche el mitónimo, que Thevet ni siquiera
traduce como nombre del Dios Supremo, sino como palabra integrante de una frase con otro
significado, supuestamente gritada por un patagón capturado por los marinos de una también
supuesta expedición española a la Patagonia en 1548 ó 1558 (Thevet, 1575: 906, trad. mía del
francés). Ni siquiera en las fechas es claro Thevet a lo largo de su texto-galimatías, cuyos datos, en
mi opinión, superan en desprolijidad a los habitualmente aportados por otros autores de su época.
La f ase en cuestión es es “Zebethos, Zebethos o Zadel, que significa ayuda, ayuda, mis amigos”.
Aquí es evidente que Thevet está re-escribiendo la narración de Pigafetta sobre la captura, en 1522
y por los marinos de Magallanes, del patagón al que se bautizó Pablo y que murió en alta mar
invocando la ayuda de Setebos. Para detalles, ver un trabajo mío aún inédito (Williams D, 2011 Ms.,
y 2012 b).
422
Schmidt: SIC, por Schmid.
423
El nombre de la noche en AA es ternš y variantes, y ya lo analizaremos en otra parte. Molina
(1967: 125) atribuye a Moreno haber documentado la palabra <teruch>= noche, en un idioma que
el mismo Molina reclasifica como mécharwen. No he hallado dicha palabra en el vocabulario de
Moreno, pero sí la palabra <ternsh>= noche. En cambio, <Terroch> Viedma (1781 en De Angelis,
1974, VIII B: 817) o <Teruch> (Ameghino) es la palabra del Tsn pa a “luna”… la misma que
<Teroutz>, en el tehuelche de Cox – o sea teruc en fonética-(todo fide Lehmann- Nitsche, op. cit). La
fuente de la palabra de Molina ha de ser este último, y la memoria ha de haber traicionado a
Molina al hacer la cita. Sin embargo, nótese la semejanza de estas formas del nombre téushen del
ast o noctu no con la palab a aóniken áish pa a “noche”.
424
La casualidad ha querido que, en el otro extremo del mundo, los antiguos escandinavos llamaran
Mani a la luna- tanto la diosa como el astro (Guerber, 1995: 19)-, término emparentado con el
mismo nombre en otros idiomas, como el inglés moon= luna y month= mes, el holandés maan=luna,
entre otros. Pero, como he dicho en otra nota al pie, y como veremos en el último capítulo, la
palabra que les dio origen nombraba también al sol, y a otras fuentes de luz o de agua, que surgen,
brotan, fluyen, manan, como lo testimonian muchos vocablos de las lengua indoeuropeas como
891
line en https://archive.org/stream/athomewithpatago00must/athomewithpatago00must_djvu.txt
pero por un evidente error de impresión la misma aparece recortada, sin la referencia al rito
tehuelche de salutación a la luna ni al uso inglés. En cambio, en la traducción española de 1964 (p.
109) como en la de 1997 (p. 80) se lee completa- y dice que lo que en Inglaterra se da vuelta es una
oneda. Co o la f ase es “turn money”, la t aducción lite al se ía “da vuelta dine o”, pe o el
contexto implica que efectivamente se trata de una moneda, que en inglés se dice coin – aunque la
palab a castellana “ oneda” es cognada con la ingles money= dinero.
430
La palabra třemen pudo derivar de un antiguo vocablo pK que recompongo como *tšəmən=
hembra- cf. AA <čame>/<sémóen>= hembra (Lista, 1998, 2: 172) <tsāmen>= yegua, hembra de
cualquier animal (Schmid, 1910 a: 23), ša:men=menstruación, regla (Suárez en Fernández Garay y
Hernández, 2006: 187 et passim), <shámen>= sangrando, cuando recién le llegaba, la primera vez
(Luisa Pascual, en Priegue, 2007: 40); protoGI *šəmyen-= hembra- probablemente conservado en el
mitónimo <Somyenchum>, el nombre de la sirena, como se verá en el capítulo sobre los mitos
marinos; GI -čəm= marca femenina. No es imposible que originalmente se llamara a la luna *tšəmən
apiehǝk= sol-hembra, y que con el paso del tiempo, siendo *tšəmən el marcador que la diferenciaba
de apiehǝk= sol, haya ocurrido la lexicalización de la palabra como třǝmǝn= luna, noche.
Además existe otra posibilidad. Pues tal vez třǝmǝn incluya los vocablos del pK *čǝ= luz, agua,
surge, mana, brota, fluye, etc. y *xamǝn= agua, luz, ya estudiado al trabajar con el antiguo nombre
pK del sol *xmahǝ. Es decir, *čǝ-xamǝn= fuente de luz pudo perfectamente dar origen a třǝmǝn=
luna- “noche”.
431
-wet es en este caso un sufijo, pero veremos ejemplos de que puede ser también prefijo, como
en el GI wetchal= manantial-lit. “b ota-agua” wotgesk= brote, rama, tallo; y el AA wetse= aurora-
lit. “b ota-luz”, etc.
432
“ ava pa a agua, calde a” es iahnanɣǝ’lǝnwǝtř, evidentemente, de jan’ɣǝlǝ= calentar y –wǝtř=
sufijo inst u ental, “donde o con lo que (se hace lo desc ipto po el ve bo aíz)”. Con un p efijo
iahna- o ianha- que hallamos prefijando otras palabras que llevan el sufijo intrumental –wǝtř. Cf
<yanhapetó>/<yanehapetó><yanha petoa> (Claraz, 1988: 91, 152 y 157, voc. 401 y 752),
<yasjaputswuts> (Harrington en Casamiquela, Estudio Preliminar, en Claraz, 1988: 17),
<ienja:ptuch> (Molina, 1967: 129 y 180). Se trata de algo así como ianhaptǝwǝtř probablemente
“donde o con lo que se pasa o vadea”. Casamiquela (1983: 148 y 151) consigna iakátwetř =paso,
vado, y también “puente”, lite al ente, “para pasar” evidentemente el mismo término, derivado
de su iakáte/iakhǝ = pasar” Claraz da además para <yanhapetó> la traducción de “centinela”, y nos
deja <yanhaicatschao> para “vichadero, atalaya, lugar alto de bella vista”. Además, reconozco,
como en <yanhapeto> y variantes la raíz <yanhake->, <yanhaike->, con el significado probable de
“vichar, vigilar, observar”, y el siguiente vocablo en su lista es <yankaikenn>, <yankaiketsch>=
explorar, vichar” (p. 153: voc. 479 b y 480). Y recordemos que, en los idiomas relacionados AA y
SCh, aike/haike, ent e ot os significados, tiene el de “ i a ”. Es deci que ianha-(h)aike-a-twǝtř=
vichadero, divisadero, atalaya, centinela conservaría el vocablo arcaico aike/haike= mirar, vichar,
observar, vigilar. Siendo tuwu, tuwutř = lugar donde o instrumento para hacer algo” de Casamiquela
(1983: 148; 1998: 161), una variante del mencionado –wetř de igual significado., que parece
conservar el mismo prefijo ianha-/iahna- que nos ocupa.
433
Con mucha probabilidad cognado con el AA elu:n= chara, pichón, y el protoGI *elǝn= cría,
cachorro, pichón, hijo. Recordemos que todos los brotes o crías son cognados por extensión
se ántica con vocablos que significan “luz, agua” ot os ele entos que pueden b ota , flui ,
manar o surgir, criarse, crecer, reproducirse, ser crías o cachorros o pichones, etc.
434
Cf. la palab a ˂xhénen˃/˂xenen˃= hinchar en SCh co espondiente a ˂Xenesh˃ en AA (Beauvoir,
1915: 73, 135 y 180); el mismo SCh kekèn= e upto, e upta (SIC po “e ucta ” en Beauvoi , 1915
40, 65 y 128); el AA <catgot> = hervir, hirviendo (Schmid, 1910 b: 54), que deduzco de la frase
<Catgot m’yeprr>= su carne está hirviendo- en donde reconocemos m’= ma= tu, su (de usted),
yepř= carne, por lo cual resta <catgot>= está hirviendo; el GI yanokhet khet = efervescencia,
hirviendo cnoetket khetenn/cnoetkhetkhenn = está hirviendo, (Claraz)- y otros que estudiaremos en
relación con el topónimo <Yiscalogatagett> de Claraz en el capítulo 2- y šakǝtkǝt= flor, iašǝkǝt’kǝtǝ=
florecer, iaspetpet= espuma, xǝmxǝm= sudor ; y el ya visto vocablo pk *kənkən/*xənxən/*xənkən
*xexen, etc.= lleno de, hinchado de, brota, mana, su ge (fuente de)”. Es i po tante destaca que
Orden (2015: 53) llama reduplicación a este mecanismo y halla en el GI otras palabras en que existe,
como sustantivos en especial aquellos aplicados a animales, lo cual condiría con su condición de
893
hallan documentados en los afijos del pK -ubicuos a lo largo de esta obra- *čǝn, šǝn, *hǝn*,
*xǝn,*kǝn, *ƚǝn y variantes iterativas y combinaciones de dos o más de ellas o con otros afijos, cf.
*ten, *tǝn, *pen, *pǝn, etc. Aclaro que tomo el vocablo *ƚǝn de las ya vista palabras del GI šǝn˄n,
ƚǝn˄n= lluvia; iašǝn˄nǝ, iaƚǝn˄nǝ= llover (Casamiquela, 1983: 142). Que podría implicar que
perteneciera sólo al pGI, de no mediar la comparación que hice en una nota al pie anterior entre los
vocablos del AA še y le:/lehe= agua, que parecería implicar, si no el mismo cambio fonétíco, sí un
p obable sonido “ƚ” inte edio en el p oceso, que sí se ía el is o.
443
Desde que Viegas Barros (2013, Ms.: 79), aplica las reglas de los neogramáticos, no acepta que
daw= se ancho, se g ueso sea una palab a o iginal del AA, pues “se esperaria que la forma Te
tuviera *t’ inicial”, da co o eje plos S àşču ‘se a plio’ su econst ucción del pCh *’ƚow ‘se
ancho’. At ibu e en ca bio al vocablo daw ser un préstamo de una palabra del Tsn no
documentada. Yo creo que cada excepción no puede ser explicado como una analogía con otra
palabra ni como un préstamo, pues ello requeriría un exceso de tales explicaciones para muchas
palabras que no cumplen con las mencionadas estrictas reglas. Estas variantes dejan así de ser
excepciones para dar sustento a la teoría de la ya mencionada difusión léxica.
444
He tomado estas palabras del propio Ibar Sierra (1878: 189), pues Ferrario la anota como seorke.
445
<scióvun>= mucho, muchos (Borgatello, 1921: 121), a pronunciarse con fonética italiana, sčióvun.
446
Vocablos evidentemente cognados con los mencionados
<towan>/<tojow>/<tohown>/<tojon>/<toho>= grande, gigante, lejos, en un ejemplo intralingüístico
de alternancia ent e “t” “č”, f ecuente en los idio as ken, tanto en casos int a co o
interlingüísticos.
447
Cf. “hoga ” palab a castellana cognada con “hogue a” con “fuego”, así co o p obable ente el
inglés home= hogar y cognados germánicos se relacionan con el castellano “hu o”, co o ve e os
más adelante. Y hay más ejemplos.
448
Casamiquela (1965: 65) anota una palabra que le habría dictado su informante shelknam
Santiago Rupatini: <ájuai>, que significa ía “nido” en shelkna -chan, “aunque tiene la acepción
figurada de ‘casa’, y que apenas si se diferencia de la correspondiente tehuelche septentrional:
áhuai”, sostiene. Lo cierto es que nadie más ha documentado tan tentadora semejanza, aunque
Beauvoir (1915: 143) anota haus-naik/nejh= nido, y el segundo sería también sinóni o de “ca a”
(p. 52).
449
Llamativamente, también el pasto y las tobilleras hechas con él o de junco se llamaban tai
(Lothrop, 1910: 215 y 216). No es imposible que el nombre fuera originalmente el de las casas
hechas de césped, juncos o hierbas.
450
xauketon = palo grande, de xauke = leña, palo + tohon = grande.
451
kto:olsə o to:lsə, de tohol = guanaquito + so = capa o cuero
452
kaȓo = leña. Esta palabra, lo veremos, es cognada con el nombre del planeta Marte, Kaȓo. Ambos
provienen de la palabra del prootchon –y tal vez del pK-*kaȓwe, que significa “lleno de luz, b ota la
luz” que esulta una p otopalab a que no b aba al Sol, a estudiada. Ade ás es cognada con
vocablos que significan “agua, ío”- cf. xaȓa= agua en SCh, oȓ= río, e hidrónimo del Río Grande de
Tierra del Fuego en SCh.
453
<Wushkaye>= vamos a ver, de uš= nosotros, nuestro, y kaye= vista.
454
<Gashaikeno> = sp glass, o sea “la gavista, anteojo”. Se co pond ía de las palab as kəš = a
través, haiken = mirar, ver y we= con lo que, nomina instrumentis. Partícula esta última que no debe
confundirse con su parónimo la variante *wə del afijo *wən/*/*-hən/*hə= brota, mana, surge,
fluye, crece, etc., aunque podrían ser cognadas mediante un mecanismo de extensión semántica.
455
Para el análisis de la relación entre el conocimiento, la sabiduría, y la luz, véase más adelante
otro capítulo en un próximo tomo.
456
kaikson: de kaik = vista, mirada y son = sin.
457
Ya el padre Alfred Métreaux, en America Indígena (en Ibarra Grasso, 1997: 63) había obervado
que el no be del Dios Sup e o de los alacalufes, Xolas, significa “est ella”. Ha de t ata se del
artículo Ensayos de Mitologia Comparada Sudamericana, en America Indigena. VIII (1): 9-30,
Mexico, 1948 . No he accedido a dicho rabajo.
458
El lector irá comprendiendo estas identificaciones a lo largo de este capítulo y del resto de esta
obra.
459
Como dato de interés, agregaré que, en la primera mitad del siglo XIX el Almirante Burney
(mencionado en King, 1839: 86), seguido por Lord Stanley de Alderley (1874: 53, nota 2), observaba
895
que Shakespeare ha de haber leído a Pigaffetta, y que habría sido por ello que dio el nombre de
Setebos al dios que adoraban sus personajes Caliban y Sycorax en La Tempestad (ver Shakespeare,
1899: 6 y 24). Según Lehmann-Nitsche (1938), el gran dramaturgo inglés habría obtenido la
información sobre Setebos en forma indirecta, a través de las Décadas del Nuevo Mundo, de
Richard Eden, traducción de las Décadas de Pedro Mártir de Anglería (1555: 252). Como sea, fue en
honor a este dios shakesperiano –y así, indirectamente, al dios patagón- que S/1999 U 1 o Uranus
XIX, el satélite irregular más alejado de Urano recibió el nombre de Setebos por parte de John J.
Kavelaars, su descubridor en 1999. También numerosas obras literarias, de teatro, cine y estudios
literarios han incluido la figura de Caliban y de su dios Setebos: entre ellos el poema de Robert
Browning, Caliban upon Setebos, or, Natural theology in the Island (1864). Paul Groussac (en
Guevara, 1908, V: 296, nota 1) hace referencia a la cita de Shakespeare y la coincidencia del nombre
del dios Setebos de La Tempestad con el de los Patagones. También Chamberlain (1911;: 464) y
Lehmann-Nitsche (1938) lo notaron.
460
Como ocurre con otros mitónimos tehuelches y onas, en que la grafía de los primeros cronistas
que los registraron se han incoporado al léxico castellano- como Elal, Téluj, Séecho o el Ellengassen-
en ocasiones, al referirme a Setebos no escribiré el nombre entre los signos <>, aunque sé que se
trata de transliteraciones de la época prefonética. En algunos de los demás casos, en especial
aquellos no tan conocidos, he preferido en cambio escribir los mitónimos con signos fonéticos.
461
No igno o que se ha at ibuido a la palab a “diablo” el ti o g iego diabolos= falso acusador,
testigo falso, tergiversador. Las pruebas lingüístico-mitológicas me hacen desconfiar de esta
etimología.
462
Lo p opio ocu e en los idio as indoeu opeos po eje plo, en español, “b ota ” es un vocablo
compuesto que incluye el antiguo vocablo PIE *bhrï= luz- de donde, entre muchísimos otros, surge
bore= día en gal s, “fa o” en castellano, fire= fuego en inglés fair=claro, rubio, bello, justo, etc. en
ingl s, etc, incluso “ a ”, “ a is a”, etc.; “ ana ”, “ anantial” son cognados con el IE *məne=
luz, agua, de donde el inglés moon= luna, el castellano “ añana”, “se ana= siete días”,
” enst uación”, “ es”, etc., co o se ha visto; “flui ” es cognado con t inos IE que significan “luz”
“agua”, cf. “flota ” (Cast.); flumen =río (Lat.); plu= flotar, nadar, bañarse, navegar, volar, soplar,
inunda , lava , su e gi , ebalsa , e ove , pu ifica , esfu a , desvanece , salta (Sct.), “pluvial” en
español, pleue en Fr. y piova en It., a bos con el significado de “lluvia”, etc. e e os ás eje plos
de cada grupo en el último capítulo de este libro, dedicado a los patrones de extensión semántica
comunes a las lenguas indoeuropeas y a las lenguas ken, y, probablemente, a todas las lenguas del
mundo de todas las épocas. Desde luego, insisto, aquí interviene la difusión léxica, y el mecanismo
de extensión semántica permite seguir las asociaciones entre conceptos que llevan a estas ideas, y
demostrar la laxitud de las reglas histórico-comparativas.
463
Llamativamente, <Korkorónke> es también el nombre que da Echeverría Baleta (2002 a: 54) al
personaje que representa al legendario tehuelche que erró el tiro de boleadoras al avestruz que,
trepando por el arco iris, ascendió al cielo. Las boleadoras perdidas quedaron para siembre en el
firmamento, como veremos al estudiar el capítulo dedicado al cielo como era visto por los
tehuelches. Pareciera que el nombre de Korkorónke pudo ser inspirado en aquel del informante de
Molina, pues Echeverría Baleta llama <Choiols> a la Cruz del Sur, vocablo escrito con exactamente la
misma grafía del vocablo del propio Molina (1967: 163), que adjudica el vocablo al méchanwe-kenk.
Echeverría Baleta es el único autor que deja un nombre para este personaje. Y traduce
<Korkoronke> co o “pasto blanco”. Yo c eo que p oviene de los vocablos pK *houȓ= agua, luz,
brota, ana, su ge, flu e, ta bi n “hijo ( acho, va ón)”-cf. SCh xo:ř y variantes ohȓ, okȓ, ohȓé=
macho, niño (varón) según Beauvoir (1915: 34, 54, 140 y 143) – y *kǝȓwenke= solero, habitante del
sol, a visto en el capítulo ante io . Es deci , “hijo (va ón) del habitante del Sol”, que e a el Sol
personificado según vimos. Posiblemente, entonces, nombre de abolengo entre los tehuelches.
Veremos más en el capítulo dedicado a los nombres de los caciques, los brujos y otras figuras de
autoridad o abolengo.
464
Cuidado con la cita de Siffredi (1969-1970: 249) en el libro de Hernández, 2001: 56, pues allí el
no b e es anotado e ónea ente co o “Kel-a once”, a su vez en cita de Gardiner – que vimos que
lo llamaba <Kek- a once>, con “k” en luga de “l”- lo que se presta a confusión, y dificulta la
traducción del nombre. Casamiquela (1988: 94) cita el mismo texto, pero con el nombre en su
fo a co ecta “Kek-a-once”- es decir, keokenk.
896
465
Además, según Hernández (2001: 56), <Tachwul> era un antepasado para los tehuelches- lo que
muestra la trama entrelazada de términos cognados y de determinación del mito por la palabra.
Pues keukenk va iantes significa “antepasado, ancest o”, pe o es cognado con <Kek-a- õnke>, el
nombre alternativo del <Tchur> de Gardiner. Véase el primer capítulo de esta obra, en donde he
mostrado que ambos son nombres del Sol y del Alto Dios Solar, que lo describen en su luz. En
cuanto a la asociación entre <Tchur> y el enano <Tachwul>, Hernández también la realiza, notando
que el p i e o e a el “habitante del sol”, , sin llega a p ofundiza en el te a, ecue da que la
“gente del sol” de los itos docu entados po Bó ida Siff edi e an se es que ca ecían de ano,
se alimentaban del vapor de lo que cocinaban. Harrington (Observaciones, 1935) dice que Mansilla
ya mencionaba esta leyenda. En realidad, lo que narra Mansilla es el encuentro con un nativo en
Aillacó, que efe ía va ias le endas, ent e ellas la “… de unos indios que dizque vivían en tierras muy
lejanas, que se alimentaban con sólo el vapor del puchero” (Mansilla, 1909 162). Nada dice sob e
que fue a la “gente del sol” o que no tuvie an ano. F lix Manquel (en e ea, 1989 57 58) na a la
histo ia de “una adivina de Dios” pa a explica po qu que aban los estos de la co ida ella se los
había pedido, pues vivía del humo de cuero huesos y otros restos, y refiere que se los hacía en los
camarucos también, probablemente se refiere a que quemaban el corazón del equino sacrificado.
Lo cierto es que lo más probable es que los restos de comida tocados por un nativo fueran una
extensión más del cuerpo propio, ver mi artículo La carne como pertenencia entre tehuelches y
onas.
466
En Casamiquela (1965: 32) la misma cita de Vignati (1939: 231), a su vez citando a Olivares, el
nombre <Chahuelli> aparece como <Chechuelli>. ¿Cuál es la versión verdadera del nombre anotado
por Olivares? Las dos son ciertas: Olivares (2003) anota la primera versión primero (p. 182) y luego
la segunda (p. 185).
467
Desde luego, no considero viable la sugerencia de Yayo de Mendieta (2005: 197, nota 159) de
que <Chawelli> se relacione con la palabra <Chaw>, que dice que era como llamaban los aborígenes
a los jesuitas: ésta corresponde al Mpz čao= padre. Sí es posible que el mitónimo Chachao – čačao-
aplicado al Alto Dios mapuche sea de origen cisandino, y que derive del nombre de t’ču:ȓ, así como
el mitónimo Chel- o sea, čel- de los mapuches cisandinos se origina en el *čǝl de los pueblos
tehuelches septentrionales y el nombre del maligno Gualicho, compartido por mapuches y
tehuelches, se origina según creo en las lenguas tehuelches. En apoyo de esta última idea, agrego
que ni De Augusta ni De Moesbach recogen el mitónimo Chachao para el mapuche transandino.
468
En la edición orginal del libro de Fletcher (1652) no se halla la referencia a <Settaboth>. Sí se lee
en una muy posterior, de 1854, que, como se vio en el Capítulo 1, cruza la antigua obra édita con un
manuscrito más extenso del testimonio de Fletcher, inédito hasta ese momento.
469
Estas palabras son tres en la edición de 1652 (p. 22): <zussas> = intercambio, trueque; <toytt>=
tirar, arrojar sobre el suelo; y <coroh, coroh> para expresar disgusto. Aparecen escritas de forma
levemente diferente en la edición de 1854: respectivamente, en p. 52, <zussus>, <toytt> y <córoh,
córoh>; en p. 68, nota 1 sólo leemos las dos últimas, escritas <toytt >y <corah>, ésta expresando
disgusto por el objeto ofrecido en trueque o por su precio. En cambio, se agrega en esta página un
cuarto vocablo, <chiloh>, que expresaba satisfacción con el objeto de trueque. Creo que la palabra
<coroh, coroh> o <corah>, pudiera ser un vocablo cognado con el AA k’teřo= malo, feo. Las otras
tres son difíciles de identificar, por falta de documentos suficientes sobre la lengua de los Patagones
Costeros del siglo XVI.
470
Más escéptico es Henry R. Wagner (1926: 468), que cree que no sólo la referencia a <Settaboth>
de Fletcher pudo ser tomada de alguna otra fuente, sino también el resto de su descripción de los
patagones. Outes (1905: 250), en cambio, consideraba que Fletcher sería una fuente primaria para
el nombre de Setebos, que confirmaría en 1578 el teónimo recogido por Pigafetta en 1520. Creo
que lo que hizo Fletcher fue, simplemente, cruzar su propia información con la de Pigafetta, pero su
propia descripción del rito patagón, ya vista en el primer capítulo, no aparece en otra fuente que yo
conozca.
471
Por lo demás, las dos famosas frases atribuidas a aborígenes rioplatenses -alternativamente
interpretadas como querandíes o charrúas- no por Thevet, sino por quienes modernamente han
estudiado su obra, son colocadas por Thevet en boca de nativos hallados luego de dejar las costas
ioplatenses, “estando en plena mar, cinco días más tarde, debido a los vientos, tormentas y
temporales, se vieron obligados a volver a un puerto” (Thevet, 1575 904, t ad. ía del f anc s).
Desde que no se conservan demasiados testimonios de la lengua querandí, los científicos se aferran
897
a estas dos frases, que resultan en mi opinión sólo frases tupi-guaraníes deformadas por Thevet
(Williams D, 2012 Ms.). La localización que atribuye Thevet a los nativos que supuestamente
profirieron las dos frases contribuye a apoyar mi idea, pues todo apunta a que los franceses ya no
estaban en el Río de la Plata, y Thevet lo dice explícitamente: habína navegado cinco días desde el
enorme estuario. Pero las frases en cuestión se han convertido en un símbolo de resistencia para
los defensores de sitios arqueológicos atribuidos a los querandíes. Tengo otro libro en preparación
sobre los querandíes (Williams D, 2014 Ms.).
472
Se refiere al trabajo Advertencia acerca del carácter de la obra de la señora Koessler Ilg. Revista
Patagónica, 50. Buenos Aires, 1991. No he accedido a este artículo.
473
Ver la narración Kalfulemu, el mapuche sin sombra, anotado por Bertha Koessler (1962: 198-202
y en Fernández, 1995: 80).) y que figura como como narrado por el cacique Abel Kurüuinka. Allí se
enciona (p. 200) a “… un espíritu malo, de seguro un chauulli…”. Fe nández ag ega en el L xico de
su ecopilación (p. 249) “Chauüelli: Nombre del demonio, el espíritu más viejo. También se dice
chauülli”. Aunque la na ación eal ente hubie a incluido este itóni o, se t ata ía obvia ente de
un préstamo cultural de los tehuelches a los mapuches.
474
<shechü>: Koessler-Ilg (1962: 157) enciona a los “pillu o shechü, espíritus del agua misma,
protectores encantados, de mucha fuerza, que pueden hacer bien, o un gran mal”. Antes (p. 108
en párrafos anteriroes de la p. 157 misma) dice que las ranas y sapos no deben ser matados, pues
pueden ser un <pulli> o <shechü>. Latcham (1924: 580) cita entre los mitos araucanos el de los
<sechu> o duendes, sin más detalles, y lo propio hacen De Augusta y Fraunhausl (1934: 129). No es
imposible que se trate de un préstamo cultural de los tehuelches, pues vimos que los <Tattchwell>
de los gënëna a këne y los <táchul> de los aónikenk eran enanos, y su figura -la de una deidad caída-
lo veremos, resulta identificable con el Alto/a Dios/a se:čo.
475
La palab a que se lee en la edición de 1878 pa a “blanco” es <barre>, pero las líneas están a su
vez co idas, pues sta equivale en ealidad al castellano “ba il”, que a su vez e ónea ente
aparece como equivalente a <sēte>, que es en ealidad “bala”- o iginal ente, “flecha”-, que
aparece en el renglón inmediato superior como equivalente a <tcheka>, que es el término que
significa “ba ba”, en el englón supe io , etc, etc. Final ente, la palab a “ba ba” apa ece co o
equivalente al tehuelche <hōrneque>, que es el t ino que ve dade a ente significa “blanco”,
<ornek>/<orrenk> y variantes de otros autores. Ya había observado algo semejante con una edición
moderna (2005) del vocabulario tehuelche de Beauvoir, con renglones corridos y consecuentes
significados absurdos de algunas palabras con respecto al original (1915). De allí la importancia de
primeras ediciones o de ediciones facsimilares de éstas.
476
<Catchvalt>: al estudiar este nombre recogido por Ap Iwan surge la duda de si estará
representado con grafía galesa- lengua en la que sus diarios están escritos- inglesa o castellana. La
p esencia de la “t” delante de la “ch” inclina la balanza a favo de la g afía inglesa- ello más allá de
que, aunque la “v” no existe en el alfabeto gal s, había sido adoptada po los galeses de la
atagonia pa a ee plaza a su “f”, que suena co o la “v” en castellano (ve Jones L., 1898 4
Williams D, 2015 b: 13-15). Ello ás allá de que, ade ás, aunque la “ch” se p onuncia casi igual en
inglés y en castellano, en galés suena como una consonante oral fricativa uvular sorda, que
rep esento con el g afe a X, casi una “j” española, pe o con la lengua algo ás ce ca a la úvula,
como en el galés bach= pequeño, chico o su homónimo alemán, el apellido el músico Bach. Ello
modificaría notablemente la pronunciación del nombre tehuelche en cuestión. Leyendo el texto de
Ap Iwan surge la observación de que a lo largo de los mismos utiliza indistintamente las grafías
galesa- la más frecuente- inglesa y castellana en los onomásticos y topónimos de lenguas
aborígenes que documenta: por ejemplo, en el caso del nombre del cacique Gálach, cuya
pronunciación conocemos por muchos otros documentos, usa la grafía inglesa: Galatch (p. 86); en
cambio, escribe el topónimo Genua tal como lo hacemos hoy en día en castellano, y también en
galés como Chenwa (p. 123); y aquél que en castellano conocemos como Pájelt Kaike y variantes lo
anota Pakhee en inglés (p. 158), Pachi/Pachie en galés, mixto inglés-galés en Pacheekaik – a
pronuniciarse paXi:kaik- o Paji en castellano (p. 92, 153 y 154) o mixto castellano-galés como en
Choice Ngilawe (p. 121, 124, 125, 126, etc.), es decir, Choique Nilahue- a pronunciarse čoike ŋilawe.
Y hay numerosos otros ejemplos de los mismos y distintos topónimos que merecen un estudio
aparte, incluso en otros escritos suyos que me hallo traduciendo del galés.
477
*kač= mano, dedo en protoken, como demostraré en un capítulo dedicado a las extremidades,
puntas, brotes, etc. y otro sobre los números de los aborígenes patagónicos
898
478
*wət= mana, brota, surge, vocablo cognado entre otros con el GI Ɣətř/Xətř y variantes= hierve,
surge, mana, brota, etc.; con el AA xoš= brazo, manga- <haas> para Mendoza (1965: 49)-, xoř=
dedo, punta, diente, otř= ojo, etc. y el SCh <oorr>= diente, muela, <vuharr>= brazo,
<hosch>/<osht>= rabo, cola, <joshl> = tallo de hierbas o flores (Beauvoir, 1915: 31, 34, 55, 151 y
156), entre muchísimos otros vocablos cognados, como se verá en la comparación gramatical.
479
En castellano aún en la actualidad medimos los años de una persona joven en primaveras y los
de una persona mayor en inviernos.
480
Viegas Barros (2013, Ms: 62, nota 129), en cambio, acepta la asociación de Casamiquela.
481
<dalas> es la forma en que, según Lehmann-Nitsche (1914: 254) escribía Lucas Bridges la
palabra. La palabra es tala según Viegas Barros (2013 Ms.: 120 y 126)
482
La palabra original en italiano era a la petre lazure (Outes, 1928: 379, nota 3), que literalmente se
t aduce “a la pied a azu ita”, i plicando que “a la pied a azu ita (la lla aban)” <seechey>. Por
alguna causa esta frase trajo problemas a los t aducto es, que t aduje on “ge a” o “jo a”, incluso
en una versión con que cuento (2003: 162). Quien más se acercó, casi acertando, fue el propio
Outes, que t aduce, aunque con ese vas, “lapizlázuli”. Y De Angelis, 1974 818 deja <secheli> = azul.
483
En la versión aónikenk de la causa de la pérdida de la inmortalidad, se menciona un castigo de
Elal ante la desobediencia del lobo marino –otro antepasado de los hombres- que violó la
prohibición de mantener relaciones sexuales. Dice Hernández (2001: 84): “Una vez que el sexo tuvo
lugar es lógico que Elal impusiera el castigo de la muerte; inmortalidad y procreación son
antagónicas”. Ya veremos cuánta más profundidad creo que tiene el pecado del lobo marino.
484
Medina, José Toribio [1852] 1952. Los Aborígenes de Chile. Fondo Histórico y Bibliográfico J. T.
Medina, Santiago. Lectura por fragmentos en
https://books.google.com.ar/books?redir_esc=y&hl=es&id=N4ICAAAAMAAJ&focus=searchwithinvo
lume&q=burla
485
Havestadt (en Latcha , 1924 378) confi a “mareupuantü: ranulae quas superstitiose colunt,
ranas que veneran supersticiosamente”, ient as que Feb s (1846 43 91) dice ““mareupuantü
un sapo de superstición que dicen que encanta”. No he hallado en ca bio en los dicciona ios que
maeupuantï signifique el gen ico “sapo” o “ ana”.
486
Se debe tener cuidado con los escritos y concepciones modernas sobre mareupuantï, que no
parecen estar basados en documentación escrita ni en tradición oral algunas, sino que son
neomitos, o interpretaciones modernas del antiguo mito.
487
Seguramente, se abrieron los vientres para pasar por muertos y atraer a las aves carroñeras.
488
Esta leyenda es semejante al mito egipcio de Osiris, un dios solar. Resumiendo su historia, fue
asesinado por su hermano hermano Seth – otro caso de gemelos míticos- quien cortó su cuerpo en
catorce pedazos y los arrojó al Nilo. La esposa de Osiris, Isis, los buscó y los halló uno por uno, salvo
el miembro viril, comido por peces- según algunas versiones, por el pez oxirrino. Desde entonces,
por ser sagrados, o malditos, según las versiones, los egipcios no comieron este tipo de peces- el
tabú del pescado como alimento es otro punto común con los mitos tehuelches. Como faltaba parte
tan importante del cadáver, Isis no pudo revivir a Osiris, por lo que lo embalsamó, y su espíritu se
convirtió en el dios de los muertos.
489
Fontana, Osvaldo, 1947: Tandil en la historia: antecedentes completos de Tandil histórico (1823-
1883) a la luz de los antiguos manuscritos del archivo municipal de la localidad y revista minuciosa
... del momento actual de la ciudad y su districto
490
Véase una versión de esta leyenda en un apéndice al final de este capítulo, según la publicara
Ciro Bayo (1913).
491
Mitemas: unidades constitutivas de los mitos según Lévy-Bruhl, ver el capítulo 3 del presente
tomo.
492
Lo propio ocurre en el latín culus= culo y colon= colon, cognados con collum= cuello, pero
también con caellum= cielo y con y otras palabras, como el Fr. calotte, étimo aparente de nuestra
palab a “calota”, según c eo pode ost a en el últi o capítulo. Incluso el Cast. Lat. “ca a”,
referente a la facies o parte anterior de la cabeza, sería un cognado, derivado del griego antiguo
κάρα o κάρη= cabeza, en donde habría mediado un mecanismo de difusión léxica que explicaría el
cambio de [l] en [r]. Y, cont a ia ente a la opinión de los eti ologistas clásicos, la palab a “cola” en
castellano ha de ser una regresión al origen, aunque su étimo cauda= cola en latín se haya
mantenido en otros idiomas, como en el italiano coda y en el portugués cauda. O, más
probablemente, como puede ser evidente en otras palabras de idiomas romances, el latín vulgar o
899
bajo podría haber conservado el vocablo más semejante a su étimo indoeuropeo que el latín clásico
o alto. Realmente, hubo en el bajo latín numerosos términos indoeuropeos que se conservaron
cuando ya se habían perdido en el alto latín. Como el bajo latín no se escribía, sólo las lenguas
o ances nos testi onian de su existencia ej. las palab as “pot o”, “pollo”, “pe o”, “bu o”,
“púbe ”, “pillo”- sus de ivados “pillete”, “pillast e”, “pichón”, el vocablo lunfa do “pu ete”, se
relacionan todas con el sánscrito putra= hijo y con una larga lista de palabras de idiomas
indoeuropeos, que provendrían del pIE *pǝλa= hijo, cachorro, o potro. Lo estudiaremos en el último
capítulo de esta obra. Eso ocurre en todas las lenguas: los diferentes niveles de idioma transcurren
por vías paralelas, en donde en realidad ninguna lengua es mejor ni más alta que la otra. Por
eje plo, el castellano de A gentina conse va en sus t inos ca pest es palab as co o “ ico da ”,
que significa “despe ta ”, cognado con el po tugu s “acordar= despe ta ”, que no se conservó en el
castellano “culto”, ás que en su cognado “ eco da , aco da se”= e e o a . Tal vez incluso el
vocablo “acue do” sea un cognado, pues eco da significa “ ecupe a la conciencia”, lo p opio
“ ico da ” ta bi n “aco da , conco da ”, que se ía “uni las conciencias o conoci ientos”,
“cue do” es “aquel que no está loco”, es deci , es quien se halla en estado de plena conciencia.
493
Das doppelte Geschlecht. Ethnologische Studien zur Bisexualität in Ritus und Mythos, o El doble
sexo. Estudios etnológicos sobre bisexualidad en ritos y mitos, por Hermann Baumann. D. Reimer
editor, Berlín, 1955.
494
Es interesante saber que Hughes escribía que de la unión entre <Airaa> y “otro héroe de la
región terrestre” se habían originado los onas. No puedo evitar pensar en <Há’is>/<Hais>, el padre
de kuanyipǝ, el héroe cultural entre los shelknam. Dicho nombre, tal vez haiš, es fonéticamente
muy semejante a <Airaa> – especialmente si se pronunciara aiřa: dicho nombre. El hecho de que en
la versión de Hughes la progenitora de los onas sea de sexo femenino no nos molesta a los fines del
mito, en que todo es posible, y ya mencionamos la bisexualidad, sexualidad alternante o
hermafroditismo de se:čo, un dios masculino y solar devenido femenino y lunar. Agregaré que, así
como Elal nace de una unión prohibida – una violación- kuanyipǝ nace de otra -un incesto, el de haiř
con su propia hija, akelkwoin.
495
Según Lehmann-Nitsche (1914: 232) los onas llamaban airre a los alakaluf. Tema que
estudiaremos en el capítulo especial dedicado a los gentilicios.
496
“A igo” se decía <yeno>, <yennow> va iantes, sin necesidad de citas. Desde luego, la “ ”
corresponde al pronombre posesivo ya = mi, mío y el resto ha de ser <wenowe> = juntos, lado a
lado (Schmid, 1910 b: 36), lo que pe iti ía una t aducción lite al co o “ i co pañe o, i lade o”.
497
<yorek> de Beauvoir, <orek> de Tonelli–en el caso de Beauvoir, el mismo escribe el término
precedido del prefijo posesivo ya= mi, lo que para la llamada alma primitiva sería más correcto,
como ya veremos.
498
P. 8. Cito los números de página del archivo PDF enviado por el autor (Viegas Barros, 2013, Ms.,
en com. pers, 28 de diciembre de 2013). No concuerdo en cuando menos una de las palabras
atribuídas por él –y antes por Cooper (1917: 18, nota 10) al qaweshkar- “<Arekechul> ‘flecha’, cf.
QC <a.rkje:l> ‘arrow’”. La palabra en inglés se debe a que cita a Skottsberg, en un American
Anthropologist de 1913. Lo cierto es que, creo yo, la palabra del AA en cuestión, que fue
documentada por Moreno (1997: 406) como <arekchul> y por Lista (1998, 1: 232) como
<Areckechuls>= flechas- con la “s” en castellano pa a incica plu alidad- no corresponde al
qaweshkar <a.rkje:l>= flecha, sino que es genuinamente aónikenk: se trata de (h)oȓ-k’-šotel= punta
de flecha en AA. Sin embargo, por lo demás se trata de un excelente trabajo comparativo, y
coincido con sus coclusiones: Moreno y Lista, evidentemente, tuvieron a nativos de Tierra del Fuego
entre sus informantes de aóniken áish.
499
Literalmente: “Near the Column Rock...” o “Cerca de la Roca de la Columna...” y no “Junto a la
Boca de la Columna...”, como, probablemente por error del traductor, se lee en la edición castellana
(Musters, 1997: 256). Otro error de la edición en castellano es, más adelante, anotar el topónimo
como <Caylum>, mientras que en el original sigue diciendo <Geylum> (1997: 284; 1873: 258).
500
Entre otros, fotos de Marapatagónica, en Imagenes y fotografias de paisajes y monumentos,
turismo en Pilcaniyeu. Fotos del Cerro La Figura (Rio Negro), Argentina en
http://www.codigospostal.org/fotos/argentina/imagenes.php?Pilcaniyeu&id=3946, consultado el
28 de enero de 2014 y https://ar.search.yahoo.com/yhs/search?hspart=skylikes&hsimp=yhs-
900
aquellos escritos por Musters, y con la misma grafía inglesa -sólo que Hughes agrega algunas
diéresis.
512
En una obra posterior, Martinic (2006: 171-172), aclara que quienes erigieron la cruz fueron los
náufragos de la Sancti Spiritus, una de las naves de la expedición de Loayza, que, según se supone,
se habría estrellado contra el Cabo de las Vírgenes
513
A pesar de éstas, sus propias afirmaciones, en párrafos precedentes, Musters (p. 189) decía: “No
tienen ídolos no objetos de adoración, ni- si la experiencia de un año puede habilitarlo a uno para
juzgar- observan festival religioso alguno, en el cual el buen o el mal Espíritu sean adorados. Las
menciones sobre el tema por otros viajeros pueden solamente ser explicados por relatos confusos
que han atribuido costumbres araucanas a los totalmente diferentes Patagones”.
514
Yaikekan= Beauvoi t aduce el no b e co o “casa del fuego”… no está al, pues yaike= fuego, y
kaw= toldo, casa- y kenə era el nombre del toldo ceremonial. Pero, como dije. tengo razones para
creer que muchos onomásticos tehuelches- septentionales y meridionales- significaban “Hijo del
Sol”, en especial los nombres de los caciques.
515
Casamiquela, 1967. Algunos datos con relación al panorama etnológico de la Patagonia. Etnia, 5,
Art. 28: 6-22.
516
Se trata de Cabrero Fernández, cuyas acotaciones son tan obvias, erróneas, o poco
documentadas que no merecen mayor atención.
517
Whithall llega a hallar semejanza entre las palabras čeleule del Patagón y čaweλi del poya/talwλi
del AA con el Mpz seču= nombre de un espíritu, mencionado por Latcham (1924: 580), pero no
concuerdo con él, como puede deducirse de todo lo que he escrito en esta obra. Veremos que los
čeleule son hijos de Setebos, equivalente patagón del Dios aónikenk t’čuř, a su vez alter ego de los
mencionados čaweλi y talwλi - y de sus descendientes empequeñecidos y malignizados, los tačul y
los taču:λ. Todos, eso sí, alter egos del/de la Dios/a aónikenk se:čo, cuya posible relación con el
duende mapuche seču requeririría más documentación para ser comprobada. Pero ciertamente los
čeleule- o youlel, yaulal, čelil, yotel. yéklon, etc.- aunque hijos de un alter ego del čaweλi-talwλi, no
son la misma entidad que éste.
518
La obra se encuentra en la Biblioteca Popular Agustín Álvarez, incorporada a la Colección Vignati
debido al tema que trata, aunque no perteneció originalmente a ella. Fue donada por Alberto
Sourrouille, aunque ignoro si el mismo es el autor de la nota manuscrita. Creo que se trata del
geólogo Ernesto Alberto Sorrouille, conocido siempre como Alberto Sorrouille, que fuera director
del Centro Nacional Patagónico (CenPat) en Puerto Madryn. Y no de Ernesto Sorrouille, abogado y
juez, y lingüista y antropólogo aficionado (Vezub y Sorrouille, 2018), que fuera poseedor y estudioso
de los manuscritos de Claraz y que también es citado por Rey Balmaceda (1976: 125). Ignoro si eran
parientes.
519
En realidad se trata en ambos casos de lejanísimos cognados parciales, en el segundo
co ponente de los vocablos, en donde aquellos que significan “hijo” del p i e caso son e otos
cognados de los que significan “luz, agua, e anación, flujo, b ote, hijo, cacho o, pichón” del
segundo, pero no es éste el capítulo para explicarlo.
520
La cita p oviene de los eco tes de papel que Casa iquela lla a “papeletas de Cla az”,
mayormente escritas en alemán y en francés, que aparecieron dentro de las libretas de viaje del
naturalista, y, como nota Casamiquela (en Claraz, 1988: 205), muchas de ellas fueron agregadas
mucho después de su viaje. Por ello, además de citar a Schmid, en ellas se cita a Musters, que
realizó su viaje recién entre 1869 y 1870.
521
Dicha escasa evidencia lingüística se basa en palabras de los vocabularios. Casamiquela nos deja
“iahluwu, ahlúwu =ano”, “iahluwusëta =calzoncillo, culote, para el ano (lit.)”, “iahluwu=
excrementos. En el Guenënaiajetch de Molina, <alo>” es “ano, culo”, <ia:shlu> o “<a:slu> es “bosta,
521
excremento”, mientras que <ia:luj> es “defecar” (Molina, 1967, 87, 91, 102 y 180). Claraz mismo
anota “yaschloa = culo (ya es como un artículo para partes del cuerpo)” (voc. 186), “meshloa =
trasero (voc. 187), “yaschloa= trasero, culo, o el perro haciendo sus evacuaciones” (voc. 377), y el
mencionado “yaulal= paradero antes de llegar a Yamnago. Significa ‘donde hubo diarrea’” (voc.
713), palab a sta últi a a la que en el texto adjudica o igen “tehuelche”, o sea, aónikenk, no
“pa pa”, es deci , gënëna a këne (Claraz, 1988: 71, 149, 152 y 156). Tal vez el informante asociara
yaulal a estas palabras, pero el resto de las evidencias lingüísticas no apoya su idea. En cuanto al
origen de la palabra yaulal en el AA, es discutible, desde que ya en Patagón costero del s. XVI
aparece bajo la forma de los čelelule o demonios pequeños. Pero aunque pudiera ser una palabra
902
pK- cf. AA Elal= héroe solar, youlel, yolil, yot’el- y, tal vez, šotl= gualicho pequeño, como veremos;
SCh yilal= (mi) hijo; pampa primitivo elel= Alto Dios, Gualicho; GI elel= gualicho, etc.- no es
imposible, tampoco, que llegara al GI a través de un préstamo del AA, sea como étimo de todos los
cognados que aparecen en dicha lengua, o bajo la forma específica yaulal- evidente variante o
cognado del mencionado AA youlel.
522
Theusm= SIC, po “t ushen”.
523
Claraz menciona varios cerros a los que llama Bonete en su libro. Henry L. Jones (1855, en
Dumrauf, 1991: 89, y en mapa anexo) describe un cerro muy alto al que llama así, ubicándolo en el
mapa hacia los 42º48’ su 66º50’ oeste, al no este de la actual p ovincia del Chubut. Sólo lo anoto
como ejemplo de un nombre que era común por la época.
524
Además, se ha documentado un nombre Tsn antiguo para los barcos, y por extensión para los
botes-los europeos, claro. Se trata de <carro> (Malaspina y compañeros, 1789, en Outes, 1913:
485), es decir kařo= árbol, arbusto, matorral, madera. A la distancia los mástiles eran lo que se veía
mejor, y la identificación con un árbol era algo natural. Y entre otras cosas, es clásico que a árboles
de forma o ubicación extraña se les adjudicara ser moradas del gualicho. Si bien no deja de
ocu í se e que pudie a t ata se del español “ca o= vehículo de caballos”, aplicado a un vehículo
de madera que se desplazaba por el agua, también es plausible la idea que aquí postulo. La
contraprueba está en la circunstancia de que en AA ocurre algo semejante, en donde yeni= bote
parece derivar de la palabra que designa al material de que se compone la embarcación, yenoi=
madera, arbusto (ver Schmid, 1910).
525
También W. Vallentin (1906: 130) llama Piedra Sottel al accidente.
526
Esta clasificación de las huestes al ando de aillacán co o “a aucanos” co e po cuenta de
Escalada, o de su informante, Agustina Quilchamal. El error ha motivado de parte de Vignati (1972:
97, nota 14) una aclaración: según Cox (1863: 161), Paillacán era pehuenche, y Escalada había leído
a Cox. Supone Vignati que el origen de la confusión radica en el uso de la lengua mapudzungun de
los pehuenches de Paillacán. Agreguemos que en otra parte, Cox (p. 155) menciona el relato que le
hicie a don Ignacio Agüe o, hacendado de aldivia, sob e có o “hace unos cuarenta años”-
recordemos que Cox escribía en 1863, lo cual coloca la acción en los primeros años de la década de
1820, como sostiene Escalada- había ayudado a los pehuenches a recuperar a sus mujeres, robadas
por los tehuelches, y de cómo triunfaron sobre ellos; Escalada dice que la victoria se debió a la
ayuda de varios chilenos con armas de fuego. Por Claraz sabemos que algunos pobladores chilenos
le habían comprado a Paillacán tierras al sur del río Limay, alrededor de un sitio llamado Tucuel, o
Teke Malal, Teki Malal, Tucu Malal o Eiken Malal, “donde el padre Mascardi había fundado su
misión del Lago Nahuel Huapi” (Cla az, 1988 40). Se t ata del actual Tequel Malal, zona de
Bariloche, cerca de la salida del Limay desde el Nahuel Huapi (Casamiquela, 2000 a: 115). <Eiken
Malal> es əyikən malal, del GI əyikən=laguna y el préstamo del Mpz malal=corral, rodeo… “Co al
del Lago”. Un probable nieto o sobrino de Paillacán, según la forma de los nativos patagónicos de
he encia del no b e, fue aillakan o “Ba tolo” ichalao, he ano de Rutúka nietos a bos a su
vez del cacique Pichalao (Harrington, 1946: 242 y 243), habría que leer cuidadosamente las
genealogías y otras fuentes históricas.
527
Sin embargo, Eberbach en 1900 y Plate, ambos de habla alemana, ya lo escribían Piedra Shotel y
no Sotel (ver Hardt, 1992: 35 y 207)
528
En efecto, existió un aborigen de nombre Iatel, que fue uno de los guías del ingeniero galés Ap
Iwan, quien incluso dejó un bosquejo de sí mismo sentado y de Iátel durmiendo dentro de la carpa
(Roberts y Gavirati, 2008: 144). Escalada (1949: 279) anota el nombre de un Yátel entre los hijos de
Iáukgooch/Iaukgootche, nieto de Guetchanoche. Segu a ente “los Yátel” e an l fa ilia, o sus
hijos -que según Escalada (op. cit.: 278, nota al pie) aún vivían en 1949 en los alrededores de
Cañadón León, en Santa Cruz. Lo cierto es que fines del siglo XIX y comienzos del XX los aborígenes
co enzaban p og esiva ente a deja de se “indocu entados”, los hijos ecibían co o apellido
el nombre del padre. Por ejemplo, el cacique aónikenk Kánkel figura en su libreta de enrolamiento,
que data de 1896, bajo el nombre de Kanquel Galache, y en su acta de casamiento como Canquel
Calache, lo que prueba definitivamente que era hijo del no menos famoso cacique Gálach (ver
Escalada, 1949: láminas X y XI al final del libro).
529
Probablemente, descendientes de Benito Zuñeda, antiguo poblador de la zona. En 1931 el
gobierno argentino le arrendó los lotes 190 y 196 de Colonia San Martín, y cinco mil hectáreas en
903
las leguas A y B del lote 16, fracción C, sección H (Boletín Oficial de la República Argentina, 1931,
primera sección)
530
Se trata de Hans Platte, conocido pionero alemán de la zona a fines del siglo XIX y comienzos del
XX, ver Hardt, 1972 en la bibliografía.
531
El GI yaulal sería un préstamo del AA youlel.
532
Entre los numerosos ejemplos, hay uno excelente en el topónimo norchubutense Chasicó, que
en Mpz significa agua salada, pero que resulta ser una modificación de un original en AA, čaɣe-kaik,
a su vez adaptación de un original en GI, el vocablo tsaïke/mčaike= manantial (ver el desarrollo del
la idea en Williams D, 2010 f).
533
Hay varias posibilidades si deseáramos seguir este camino. Por ejemplo, elelče podría ser la
reintepretación mapuche de un hipotético pK *yəlel-*še= hijo del sol, siendo <yaulal> la forma en
que Claraz documentó en GI la forma AA <Youlel> de Musters, correspondiente evidentemente a
los čeleulə de Pigafetta en Patagón Costero del siglo XVI. En cambio, en mapudzungun, elelche
podría corresponder a elche= inquilino (De Augusta, 1991 a: 38). A su vez, čelkənu podría ser,
simplemente, una reintepretación mapuche de un posible protoGI *čǝl a *kənə= gente o persona
del Sol. Y también čelkantu pdría ser un calco del tehuelche, que pudo ser en su origen traducido al
mapuche como yaʎ antï= hijo del Sol, y luego, cuando los mapuches cisandinos se hallaban ya en
vías de una nueva transculturación -esta vez con la cultura europea- y por etimología popular,
motivo de numerosas modificaciones en las lenguas, pudo evolucionar en čelkantu, “juga o actua
de čel o espantajo, en donde čelkantu sería, literalmente, “Espantajo-juga ” en apudzungun. ues
-kantu es un sufijo marcador de actividad lúdica, e indica una acción que es realizada para diversión
no “en se io”, t aducible co o “juga , actua de algo en b o a o chanza”, aunque ta bi n
533
significa “toca (un inst u ento)”, e incluso “canta ” (Smeets, 2008: 264-265). Es decir, se refiere
a aquella persona que hace el papel del espantajo o pelele, aunque desde luego su nombre haya
pasado a designar al gualicho o demonio que el espantajo representaba. Otra idea que se me ocurre
es que čelkantu se originara en el Mpz, čilka antï, de čilka= marca, señal, escrito –incluso “ca ta” o
“lib o”, antü= Sol. En tal caso, čilkantï= señalado o marcado por el Sol, señalado o escogido de
Dios, ya no sería un calco de los idiomas tehuelches, pero sí coherente con la etimología que hasta
ahora se había atribuido al nombre Elal/elel, que se traducía del apuche co o “el instituido, el
designado”. Interpretación con la cual disiento, como hemos visto, pero que pudo ser una
etimología popular mapuche, reinterpretando la traducción de la palabra tehuelche. Desde luego, la
idea de un “hijo del Sol” no es una idea tehuelche exclusiva ente, pe o en este caso pod ía ocu i
que la etimología de estos tres términos, y la mitología que se asocia a ellos, en especial la de los
dos primeros, apunte a un origen tehuelche de algunas de las palabras y las creencias mapuches,
incluso las transandinas. Insisto en que aquí muestro sólo una hipótesis, no estoy convencido de
estas últimas ideas. Pero sépase que las he sopesado.
534
<Ochecel>= ceja, es decir, otřčel- cf. SCh <oischesc> (Beauvoir), <otrrchij> (Gallardo)= ceja, de
otř= ojo –cf. <oter> de Pigafetta+čel= pelo, vello- palabra cognada mediante extensión semántica
con el pK čǝl= agua, luz, que debió habe tenido en algún o ento el significado de “b ota , ana ,
su gi , flui ”, lo que explica que la extensión se ántica lo lleva a luego a significa “vello, pelo”. Lo
propio ocurre, como se verá en un libro especial que estoy preparando, en los idiomas
indoeuropeos. Obsérvese que resulta difícil, pero no imposible, trabajar con la alternante grafía
española e italiana de Pigafetta. Aquí <Ochecel>= ceja debe probablemente pronunciarse očečel,
con el g afe a “ch” p onunciado en español la sílaba “ce” en italiano, co o su ge del análisis de
los cognados del SCh otř-čex= pestaña, ya visto, y <Achel> y <Etschel>= pelo. De donde <Ochecel>=
ceja en AA sería, literalmente, otř-čel= pelo del ojo, y por lo tanto otř-čex= pestaña en SCh
significaría lo propio, pues en este idioma čex= pelo, vello. Sin embargo, existe una palabra
semejante a <ochecel>= cejas, al menos en la grafía de Pigafetta, que es <sechecel>= párpado. Si
tomamos en cuenta la misma palabra <ochecel>, y si concordamos en que la misma se pronunciaba
očečel- queriendo evidentemente anotar otřčel- y si suponemos que Pigafetta era cuando menos
regular en su irregularidad, si se me permite la imagen, entonces <sechecel> ha de haberse
pronunciado sečečel, vocablo para el cual no hallo cognados en las lenguas ken. He entonces de
buscar alternativas, y la única que se me ocurre es que la palabra pudiera recomponerse como set-
oter, es decir, *set-otř= brote del ojo, de *set= brota, surge, mana, etc. en pK + oteř= ojo en el
Patagón del propio Pigafetta. La falta de una convención clara, la falta de preparación lingüística de
Pigafetta- algo normal en la época-y la gran antigüedad de los términos han hecho del vocabulario
904
documentado por el caballero italiano algo bizarro y que ha hecho dudar a algún autor de la
confiabilidad de su trabajo. No es así: su vocabulario patagón es un documento excelente, incluso
sorprendentemente confiable para lo que era general en su época.
535
Existe una palabra sinónima de <shama> y variantes= boca, que es konken y variantes. Cuidado
con el vocabulario de Ibar Sierra transcripto en 1939 (en Argentina Austral, 1984, 3: 189), en que
<Kōnken> = barril. Se trata de una alteración del orden de las correspondencias del original de 1878
(p. 623), en que <Kōnken> = boca. En diversas fuentes se documentan <konken> y variantes (AA),
<konkan> y variantes (SCh) y <cōncun> (Mnk de Bridges)= boca- tal vez cognado con el GI
<‘iaknë>/<’ia’kënë>= comer, <‘iaknëk>/<’iak’nuwutr>= comida (Casamiquela, 1983: 129). En
<konken> y variantes= boca, –ken pod ía se un sufijo de los idio as ken que significa “b ote,
e anación, ext e o, pa te del cue po”, cognado con <chene>= mano en el Patagón Costero del s.
XVI de Pigafetta, y con čen= mano en AA, Tsn y Sch; y kon- sería un cognado de šam y variantes=
boca, labio en AA, de šem y variantes= boca en Sch, y de šum y variantes= labios en Tsn. Lo que
de uest a una vez ás la alte nancia de “k” “č”/“š” en las lenguas ken. La palab a pa a “ entón”
en AA, šeken y variantes, y šeken= barba en el SCh de Beauvoir, creo, proviene seguramente de una
palabra pK cognada con el AA čex y variantes = lana (Lehmann-Nitsche, 1914: 257)- por otro lado la
misma palabra que el SCh čex= pelo, vello, y el patagón čel= pelo, ya vistas; + *-hen= lleno, de
donde el proto AA *čexhen= lleno de lana o pelo, lo que a su vez explica la segunda parte de la
palabra a:aš-čeg/aščix=ba ba, de uest a la alte nancia ent e los sonidos ep esentados po “x”
“l” en estas lenguas. De todas ane as, las palab as pa a “pelo”, “lana”, “plu as”, etc. son
cognadas con aquellas pa a “luz” “agua” tanto en idio as ken co o en los indoeu opeos, co o
veremos en el libro en preparación. De donde čex= pelo, lana en AA sería cognada con el pK y proto
AA *če= luz, agua, laguna, río, aunque originalmente con el agregado de un sufijo *-hǝ= mana,
brota, surge. Luego, olvidada la etimología de la palabra, se habría agregado, como en una segunda
capa geológica, el sufijo *–hen/*-ken, de igual significado que *-he, para formar la palabra šeken y
variantes= mentón, barba.
536
<Jhum>= labios, de D’O bign , a p onuncia se ĵum en francés, lo que lo acerca al <shum> de
Malaspina. Es decir, šum.
537
En donde ve os, una vez ás, la alte nancia ent e los sonidos “č” “t” en estos idio as,
aleatorios en cualquiera de ellos, y que por ende no cumplen estrictamente las reglas fonéticas que
sostenían los neogramáticos, reglas que la mayor parte de los lingüistas- los ortodoxos- continúan
suponiendo que se cumplen infaliblemente, salvo ciertas excepciones que explican por analogías
con otras palabras. Lo cual podría sonar esperanzador, pues la extensión semántica es una forma de
analogía… pe o en la lingüística o todoxa la analogía se li ita al plano fo al, olvidando el
semántico, o profundizando muy poco en el mismo.
538
<Coss>= pierna. Cf. SCh <kotch>= pierna (Nordenskjiöld); <kóche>= pantorrilla (Gallardo),
<k’öch>= muslo (Lehmann-Nitsche), todos en Lehmann-Nitsche, 1914: 246;
<kocher>/<kechar>/<kocher>/<kochar>/<koch’o>= pierna, <kochchorr>= hueso de la pierna,
<koche>= pantorrilla (Beauvoir, 1915: 44, 149). Como se ve, el patagón costero del siglo XVI era
más cercano al SCh del siglo XIX de lo que lo era el AA en esta última época.
539
<Chene>/<chone>= mano. Hay una palabra que dificulta decidir en qué tabla ha de colocarse la
palabra-si en aquella a pronunciarse en español o en su equivalente a pronunciarse en italiano. Se
trata de <canneghin>/<caimeghin>= palma de la mano, en donde la primera parte, <canne-
>/<caime-> podría corresponder a un hipotético *kanne/*kenne= mano, y la segunda al sufijo para
partes del cuerpo –ken= brote, miembro, parte del cuerpo, frecuente en los idiomas chon. El
análisis de los cognados de la columna de la derecha permite suponer que la palabra
<chene>/<chone> de la de la izquierda se pronuncia con la “ch” española, pe o la p i e a pa te de
<canneghin>/<caimeghin>= pal a de la ano de ost a ía una vez ás que la “č” o “š” la “k” son
inte ca biables en estos idio as, co o lo de uest an los t inos que he os visto pa a “boca,
labio”, cognados con konken y variantes= boca en los idiomas chon; o palabras como čon= hombre
en AA y SCh, cognados con čon = hombre en Mnk; y con kënë= gente en GI. O las palabras šewen=
sol en AA y Tsn y šion= cielo y křen= sol en SCh, cognadas con el PK *kənə= luz, el AA kon= río, el SCh
xohn= mar, el Tsn xonaba= mar, etc.
540
Aunque alguna vez pensé que la forma <chiane> de igafetta incluía un e o de plu a de “n” en
luga de “ ”, lo cual ace ca ía la palab a al AA <yorrn> y variantes= pierna, el antecedente de la
palabra <chan>= pierna en el vocabulario de Elizalde parece confirmar la forma de Pigafetta. Lo cual
905
relaciona a esta palabra con el vocablo del propio Pigafetta, <chene>/<chone>= mano, y permite
suponer que la palabra se aplicó tanto a los miembros superiores como a los inferiores, algo
coherente con las palabras AA y Tsn šen y SCh ĉen, todas con el significado de “ ano".
541
Es decir, sería *yorře, de ya= mi+ *houřə= mi extremidad, mi pierna. En cuanto a las formas AA,
<Iúrn>, <llórun>, <yŏrun>, <yeun>, <yorn> y variantes, posiblemente se trate de ya= mi + *houř=
punta, extremidad+ *-hen= brota, mana, surge, etc. Sin embargo, la cuarta forma, <yeun>, recogida
entre otros sinónimos por Moreno, podría sugerir que la forma <chiane> de Pigafetta es correcta.
Hasta es posible que ambas puedan reconstruirse como las demás, *youřn, de ya+*houř+*-hen= y
que la “ř” sona a apagada po la p esencia de la “n”.
542
Insisto la alte nancia de “č” “t” es u f ecuente en los idio as ken.
543
<Calipchemi>/<Calipechemi>. Estas dos variantes de las diferentes ediciones antiguas del
vocabulario de Pigafetta me hacen pensar en formas como kalum-*pəš-*hen= hijo- Sol (en su calor)-
manar. Pero la forma de Llarás Samitier, <Jáleshen>, si no fue tomada de la de Pigafetta, me deja
fuera de dudas, y adopto <Calexchem>/<Calexcheni> como las variantes correctas de las anotadas
por Pigafetta. Palabras a las que de todas maneras recompongo como *hale-*šen = luz del sol.
544
Molina (1967: 140) interpreta erróneamente que esta palabra ha de pronunciarse a:ikel,
demostrando una vez más la necesidad de comparar el vocabulario Patagón del s. XVI de Pigafetta
con vocabularios de otros idiomas chon-y aún GI- antes de decidir cómo se pronunciaban las
palabras. Por otro lado, sería interesante comparar cómo escribió Pigafetta palabras de otros
idiomas, como en su Vocabulario Brasileño-aparentemente, una lengua tupi- en que escribe
<Cacich>= rey- en cu o caso pa ece que la g afía “ch” ep esent a el sonido “k”, pe o que a su vez
pone en duda que la palabra “cacique” sea, co o se sostiene, de o igen cent oa e icano-
estrictamente, de la lengua de los pueblos taínos de las Antillas.
545
Sánchez Lab ado (1936 37) en el siglo X III D’O bign (1997, II 418) en el XIX desc iben los
clásicos sombreros cónicos de paja, semejantes a los de los chinos, usados por las mujeres
tehuelches, que pueden se la causa, c eo, de que se las lla a a “chinas”, los dibuja,
dejándonos su nombre: <joa>, obviamente, la misma palabra que en Tsn recoge Viedma (1781 en
De Angelis, 1974 VIII B: 815)) como <coja>, Malaspina como <koja> (en Outes, 1913: 490); y que en
AA Schmid (1910 a: 25) anota como <go>, Moreno (1997: 411) como <kó>, Ibar Sierra (1878: 625;
1984, 3: 189) como <koo>; Mendoza (1965: 49) como <koó>, y Lista (1998, 1: 184) como <kot>. En
GI el término es muy semejante: <caā> (Hunziker, 1864 en Outes, 1928: 276 y sigs.). Además, en
SCh el término <kojé>= arriba (Beauvoir, 1915: 113) es probablemente cognado con estas palabras,
así como lo es ko:č, el nombre del cielo y del Deus Otiosus en AA; y <coja>= cielo en Tsn (Ameghino),
y probablemente también la palabra del SCh <koujér>/<kojér>= cerebro (Tonelli, 1926 A). También
se asocia al SCh kočel y variantes: frontal, vincha, gorra, sombrero y el Tsn<cochal>=la cinta,
<coja>=el gorro y AA kočal= vincha del mismo campo del cuadro que estamos analizando.
546
<Haschl>= gorra, relacionado con el SCh <hashk>= arriba (Beauvoir, 1915: 113), aunque este
vocablo requiere una análisis especial que haré en un capítulo especial sobre mitología ona- y a su
vez con el AA ko:č= cielo y Deus Otiosus, y demás vocablos ya vistos, incluso el AA ašk= claridad.
Aquí sólo añadiré que en SCh <hashká> significa ía “habita ” (Beauvoi , 1915 113), que <hashká>
se ía “habitante” (Gusinde, 2008, I: 62) y que ambos autores traducen uno de los nombres de Dios,
šion hašká, co o “habitante del cielo”, cuando en ealidad ha de habe sido, o iginal ente, “luz del
cielo”, p obable ente lo p opio que hašk= arriba, que como muchas palabras que nombran a
ele entos celestes, te inan indicando ta bi n “a iba, en lo alto”.
547
Beauvoir (1915: 24) ya había documentado en SCh <cham>= mejillón, cuchara (que usaban
co o…) <chamno>= marisco, almejas Patela (especie de molusco).
548
<Catechin>= cintura, cinturón. En el AA de Schmid (1910 a: 25) hallamos <wāten>= faja, cinturón,
confirmado por Moreno (1997: 402) que anota <huaten>= cinturón; y en el Patagón – en realidad,
Tsn- de D’O bign <huanichen>= cintura, lo que podría llevar a pensar que la palabra de Pigafetta se
p onunciaba con la “ch” italiana- vale deci , “k”. e o el análisis de la colu na de la de echa sugie e
que la palabra recogida por Pigafetta pudo pronunciarse “catekin”, en donde –kin sería el sufijo –
ken que en los idio as chon indica ía “ ie b o o pa te del cue po”, o su ho óni o-y tal vez
cognado- el sufijo –ken sustantivante descripto por Ferrario (1955).
549
<Os>= olfatear, a pronunciarse seguramente oš, que equivale a <os> = nariz y a <or-> en
<oresche>= fosas nasales, ventana de la nariz, y demuestra que tempranamente en los idiomas ken
906
la “ ” e a f icativa, es deci , “ř”. obable ente fue a en ealidad el is o t ino oř= nariz que
hallamos en AA.
550
<Jach>= fuego en el vocabulario de Viedma, hoy clasificado como perteneciente al Tsn, es una
palabra que abre la posibilidad de que las formas de Pigafetta, <giaiche>/<iaiche> y variantes=
hu o se p onuncia an con la “ch” española no con la italiana, lo que se cont apone con las fo as
atestiguadas en otras lenguas ken en que no quedan dudas de que el sonido equivale a una “k”.
;
Apoyan las primera pronunciación las palabras iáč= brasas (AA); ka:č= brasas (Tsn) kař= brasas
(SCh)- la alte nancia de los sonidos “ř” “č” es f ecuente en las lenguas ken, ve e os que estas
palabras son cognadas, mediante mecanismos de extensión semántica, con otras, como el SCh kař=
mucho y el protoken *kač= mano, dedo, pie, el GI gaλ= mano, dedo, etc. Pero aquí se pone de
anifiesto ade ás, en fo a u aguda, el p oble a de la alte nancia de la “č” de la “k”. De
tomar una decisión, optaríamos por anotar <giaiche>/<iaiche> = humo de Pigafetta en la lista de
palabras con pronunciación italiana, es decir, yaike, co o a palab a “fuego” en AA, pe o bien pudo
anotarse en aquella de vocablos con pronunciación española, es decir, yaiče, debido al antecedente
de las tres palabras mencionadas. En definitiva, posiblemente nunca sabremos cómo se
p onunciaba la “ch” en el caso especial de esta palab a, pues ve os lo f ecuente que es la
alternancia de ambos sonidos en las lenguas ken en general, y en el caso de palabra relacionadas
semánticamente- y morfológicamente- con <giaiche>/<iaiche> en especial.
551
kake=leña en AA es sin dudas cognado –mediante extensión semántica- con iaike= fuego, como
lo demuestra el hecho de que, en SCh, xauke es tanto “leña” co o “fuego”. Lo p opio pa ece
ocurrir en GI con ahwakək=fuego y con əpək=leña, rama, monte, aunque para darnos cuenta
debemos analizar los sinónimos de ambos en las otras lenguas ken, y la palabra apiəhək= sol
cognada con el mencionado ahwakək=fuego -y <ahwa’kënë>=relámpago (Casamiquela, 1983)- en
donde se docu enta la alte nancia en este idio a de los sonidos “h” “p”… po ot o lado, a
he os visto la alte nancia de a bos con “b” en abahai= alto, largo y awhǝ= arriba. Dicha
alte nancia a su vez explica las dife encias en los fone as “h” “p” en ahwakək= fuego y əpək=
leña, a a, onte… las palab as esultan tanto ás se ejantes cuando a ahwakək se le retira el
ubicuo prefijo a-, que es frecuente pero irregular en estas palabras, existiendo ejemplos en los
cuales las palabras reconocen variantes con y sin dicho prefijo- cf. el propio apiəhək= sol, cognado
con <piuje>=luna (Zoilo Moreira, según Harrington), <piholo>/<pihoho>=luna (Milanesio en De la
Grasserie). Para quienes aún conserven dudas, vean esta perlita: <pio>=fuego (Milanesio en De la
Grasserie, 1906: 642). Es decir que ahwakək pudo haber tenido una variante *hwakək, que es aún
más parecida a əpək= leña, rama, monte. Desde luego, que en apiuhək lo que se t ansfo a en “p”
es la “h” de ahwakək, y que en cambio en əpək sea la p i e a ”k” no cont adice lo dicho, pues
también ambas letras son muy alternantes en estas lenguas
552
<Schiachen>/<schiaguen>= culo. Incluimos esta palabra en la lista dudosa, la de pronuciación de
la “ch” española la de la italiana, debido a que la p i e a pa te, schia-, indudablemente se
pronuncia como en español, pero la segunda parte. –chen/-guen, podría pronunciarse –ken, como
lo sugiere la segunda forma –guen, en caso de que fuera el sufijo *- ken= brotar, manar, fluir, etc o
su homónimo –ken= parte del cuerpo. También sugiere pronunciación italiana para esta segunda
parte la palabra anotada por Pigafetta <sachancos> (Ed. Amoretti)/<sacancos> (Ed. Da
Mosto)/<scancos> (Códice 5650) = testículos –que he preferido anotar en el cuadro de
pronunciación italiana, y que es tal vez cognada con <schiachen>/<schiaguen>. Alguna vez espero
hacer un estudio especial del idioma de los Patagones Costeros del siglo XVI anotado por Pigafetta.
553
En caso de que la terminación <–chet> correspondiera al sufijo protoken *-ket/*-het/*-wet=
b ota, ana, su ge, hab ía que anota esta palab a en la tabla de la p onunciación de la “ch”
italiana, y asumir su etimología como šeket= brota el agua, un nombre adecuado para el pene, y
coherente con la etimología que le damos a <schiaguen>/<schiachen>= culo.
554
ša= miembro viril, pero <isse>/<ishe>/<jsse>= partes de la mujer, vulva en Patagón de Pigafetta.
Desde que los vocablos que nombran a las partes del cuerpo y aquellos que nominan a los parientes
o amigos llevan ambos el pronombre posesivo ya= mi/mío- o el que corresponda según quién sea el
“dueño” del ie b o o pa iente- se torna difícil aquí decidir si el Patagón interrogado por el
italiano respondía con el nombre de la vulva o si si ple ente explicaba que la señalada e a “ i
uje ” o “ i he ana”. Y ello po que en AA še= mujer, esposa,- … ¡esposo!-; išen = (mi) hermana;
y šen= huevo; pero vemos que ša= miembro viril, pene en AA– de donde el nombre de la vulva en
907
Patagón del siglo XVI podría ser cognado con éste -y con kšá= excremento- todos en el sentido de
“b ote, e anación, etc.”
555
Nótese la semejanza entre <schialeschin>/<scialeschiz> = cuello, cogote y <salischin>= sobaco. El
sufijo <-chin><-chiz> podría corresponder al sufijo –ken que hallamos en palabras que nominan a
varias partes del cuerpo en los idiomas chon, y que podría a su vez derivar del término pK –*ken/-
*hen= brote, miembro. Ello permitiría colocar a estas palabras en la tabla de la pronunciación
italiana de la “ch”. e o la palab a del SCh de Beauvoi (1915 24) <chalsk>= cuello zanja
definitiva ente la cuestión la p i e a “ch” se p onuncia “ch” co o en español la segunda “k”
como en italiano. Viegas Barros (1991: 2) ha observado antes que yo en el Patagón de Pigafetta que
la terminación -<(s)chin>, -<chen> parece corresponder a partes del cuerpo, y cita un probable
equivalente en la forma (š)qn= zona, sufijo muy utilizado para nombrar partes del cuerpo en el SCh
de Najlis (1975)- pero creo ser el primero en observar la forma –ken equivalente en AA.
556
<Calischon>/<Calischen>= tuerto- cuidado porque Viedma, transcribiendo a Pigafetta, la traducía
co o “ho b e”- es muy semejante en su grafía a <Calexchem> y variantes= sol. Pero parece ser
que la primera se pronunciaría kaliskon, con lo que desaparecería la semejanza aparente con
kalexčem= sol.
557
Estas palabras reconocen muchos cognados mediante el mecanismo de extensión semántica,
cuya lista es larguísima. Los veremos a lo largo de toda la presente obra. Basten por ahora otros
cuatro ejemplos: <holi>= pulso (patagón de Pigafetta); hol= grasa (AA); kol= grasa, cebo, caldo (SCh),
y el ya visto kələlə= t anspa ente, a (GI), que significa ta bi n “ a iposa”. Algo sob e este te a
puede leerse en el apartado alternancia fonética en las lenguas ken en la Introducción de la
presente obra.
558
*kǝnǝ= luz en pK. Para pruebas que lo demuestran, véanse los capítulos dedicados a los nombres
del Dios-Sol y a los gentilicios, especialmente el apartado referido al gentilicio de los gënëna a këne
(GK)- y nuestros dos trabajos previos (Williams D, 2010 a y 2010 c). Cognado por extensión
semántica con el AA kon= río, <jonhó>= mar (Beauvoir), čon= hombre, čoneka = gente (los
hombres); el GI kəne= gente; el Tsn xonaba= mar; el Sch xon= mar, čon= hombre; el Mank čon/kon=
hombre, etc.
559
No coincido con Viegas Barros en citar la palabra <chen>= no, anotada por André Thevet (1575)
como supuestamente recogida por una expedición española de 1548, pues creo haber
fundamentado suficientemente en un trabajo presentado en el XIII Congreso de la Sociedad
Argentina de Lingüística (Williams D., 2012 b), en un libro inédito (Williams D., 2012 Ms) y en otro
trabajo (Williams D., que las palabras anotadas por Thevet, conocido mitómano, eran tomadas del
vocabulario de Pigafetta, y que probablemente la mencionada expedición jamás tuvo lugar. Ello
más allá de que el análisis de los textos de Thevet demuestran la construcción ilusoria y
contradictoria de los datos etnológicos, geográficos, antropológicos y cronológicos que menciona,
que deben ser analizados en su contexto antes de considerar aisladamente válidos sus datos
lingüísticos. Por otro parte, aclaro que Viegas Barros anota la palabra <chen> entre las que deben
pronunciarse como una africada prepalatal [c], porque no halló una correspondencia a la forma
<ehen> en ningún vocabulario chon. Yo he hallado <khem>=no en el Tsn de Ameghino, de lo cual
surge la posibilidad de que lo que haya querido anotar Pigafetta fuera *ĉən, y no *ehen.
560
<Perchin>= tobillo. Sólo puedo elucubrar que la parte final, <-chin>, correspondiera al sufijo –ken
ya visto como indicador de partes o miembros del cuerpo. Palabra que sólo estaría documentada en
el Manuscrito Ambrosiano, y que no aparece en las ediciones en español que he podido consultar
(Pigafetta, 1922 y 2003). En su lugar se lee <ti>= tobillo, acompañada en ambas ediciones de la
palabra <tire>= talón, que sí aparece como <tere>/<tire>/<there> en la recopilación de Outes (1928:
379), ient as que “ odilla” es <tepin>. Vocablos semejantes a aquellos atestiguados en otras
lenguas chon: en Tsn <té>= talón, <teques>= codo, <tapal>= tobillo, <tapar>= muñeca, <taroa>=
plantas de los pies según Viedma (1781, en De Angelis, 1974 VIII B: 817); en AA <tapper>= tobillo
(Mendoza, 1965: 49), <terr>= talón (Lista,1998, 2: 175), <k’tae>= talón (Moreno, 1997: 411); en SCh
<kteh>/<thehe> = talón (Beauvoir, 1915: 188 y 191)-y no agoto la lista. Esto me hace suponer que
tal vez <perchin> pudiera ser una mala transcripción de una palabra que recompongo
tentativamente como <terchin>, siendo la primera parte, ter-, equivalente a los vocablos
mencionados, y la segunda, -chin, tal vez el ya mencionado sufijo para partes del cuerpo, -ken,
asumiendo la pronunciación italiana. Pero desde que no sabemos qué convención usó Pigafetta en
este caso particular, también pudo pronunciarse como en español, en cuyo caso –chin sería
908
cuchillos, caja para sus escarbadientes, y morral para sus palillos para encender el fuego, y cuántas
cosas más”.
572
Recordemos que en muchas lenguas de las llamadas primitivas los términos de parentesco-
como los de las partes del cuerpo o secreciones, excreciones, etc., y otros- son inseparables del
pronombre personal. Profundizaremos este aspecto en otras partes de esta ya voluminosa obra.
573
Coñueque (en Czertock, 1999: 88-89) nos deja lo que parece ser la versión mapuche de este
Dueño de los Animales, llamándolo witranalwe. Lo representa como un jinete anciano, alto,
cubierto de plata tanto él como el caballo –chapeados, estribos, espuelas y otros herrajes- que era
“el que cuida los animales”. Refie e Coñueque que en una ocasión se le apa eció a unos gauchos
que uno de ellos lo quiso balear asumiendo que era el diablo, y que otro lo contuvo pues era quien
cuidaba de los animales. Lo cierto es que es en efecto se trata de un ente identificable con el
Gualicho. De Augusta (1991 a: 6) define wichanalwé o wichalalwé co o “el muerto, el ánima que ha
sido enganchada para hacer daño a las personas y de que disponen los brujos según la superstición
de los indígenas”. Alwe es “alma”, una de las definiciones de wichan es “mucho, alto, crecido,
ponerse de pie, levantarse, crecer alto, ser derecho o escarpado” (De Augusta, 1991 a 6 y 266).
Probablemente cognado con Fəta, Vuta, Fucha= g ande ¿Se á “Al a G ande, G an Espí itu”?
574
Curiosamente, en el texto (Claraz, 1988: 121 y 2008: 147) dice: “Para Sirio, la estrella más bella
del firmamento, no tiene nombre, en cambio sí para la insignificante Corona del Sur”, lo que no es
coherente con el vocabulario que luego nos deja.
575
Como ejemplo, vaya en AA el ya estudiado término čelhelon = mariposa, que corresponde al
nombre del Orión, que creo he mostrado que tiene precisamente forma de mariposa (ver Williams
D, Tela de Rayón, 19 de septiembre de 2008; mi conferencia inédita de 2012 (Williams D., 2012 c); y
el capítulo correspondiente al cielo de los aborígenes patagónicos en esta misma obra. Desde que
se refiere a una constelación, al principio me sentíamos tentado de traducir la segunda parte, -
helon, co o “b illante”, basado en el antecedente de la palab a del SCh <–jelien>/<-elien>=
luminoso, que hallamos en <ajpéljelien> = brillar, brillar luminosamente (Beauvoir, 1915: 117),
formada por la palabra <ajpel>/<aijpel> = luminoso y relacionada con <ajpen> = brillar, iluminar (p.
20 y 117) -términos cognados además con el nombre de la diosa ona halpen- de donde he deducido
que –jelien significa “lu inosa ente”; la encont a os ta bi n en el vocablo
<cholwetelien>/<cholwétèli’n>= llamarada, llama de fuego (Beauvoir, 1915: 24, 139), que incluye la
palabra čolwet, variante de čalet= llama+ el mencionado vocablo <elien>/<èli’n>. Pero luego
comprendí que –helon corresponde al término elwun y variantes= pichón, cría, cachorro. Es decir,
en principio traduje čelhelon co o “hijo de la luz”. Final ente co p endí que significa “bicho de
luz”, lo is o que la palab a del IE *bhrə-*poʎa= luz-bicho, “bicho de luz”, que, en i teo ía, da
origen a la mayor pa te de los t inos de las lenguas indoeu opeas que significan “ a iposa”,
inclu endo a esta palab a española. o ot o lado, en i opinión la palab a española “bicho” es, a
semejanza de lo que ocurre en las lenguas ken, cognada mediante mecanismos de extensión
se ántica de difusión lexical, con “pichón” en castellano pigeon= paloma en francés, con fili=
hijo en latín, sus de ivados en lenguas o ances, incluso la palab a española “hijo” ot as co o
“pollo”, “pillo”, “pollino”, “pue il”, “púbe ”, “pibe”, etc., incluso “bu o”, “pe o” “pot o”, el
vocablo sánscrito putra= hijo el lunfa do a gentino “pu ete”. Lo estudia e os ás
profundamente en el último capítulo de este libro, pero lo he dicho ya en una comunicación
(Williams D, 2010 b) y en un artículo publicado en El Regional. Resta agregar que de todas maneras
el vocablo del SCh xelien= brillante es cognado con el AA eluwn= pichón, debido a la extensión
se ántica que asocia los conceptos “b illa ” con “b ota ” “nace , hijo, cacho o”-algo que
confirmaremos a lo largo del libro.
576
He conocido una de estas fuentes, de las que bullen burbujas de gas, y agua fría, y los objetos
cercanos se hallan cubiertos de una capa de sales de color ferruginoso, en campo que actualmente
pertenece a Alfredo Villarreal, en el Valle General Racedo, a unos 80 km de El Escorial, cerca de otro
campo que se llamara El Esfuerzo, que perteneció a mis padres, Reni Mandell Williams, e Isabel
Griselda Martínez. Se denominan pozos sopladores- blowing wells, en inglés. La salida de gases o
aire se debe a las diferencias de presión o de nivel del agua dentro del pozo, e indica que el mismo
está comunicado con una cámara de aire subterránea. Es lógico que los nativos explicaran el
fenómeno como producido por el Gualicho, o sus equivalentes, como se verá, yiškalau o axčǝm.
577
Desde luego, la p. 77 de la edición de 1988.
578
En efecto, <yahnelc> era el nombre en GI de una palabra cuyas ramas se utilizaban como peine.
910
579
wətřxə= hervir en GI- lit. “b ota-agua, brota-luz” en pK. Compárese con el AA wetse= alba,
aurora, y setkře= estrella (Llarás Samitier)- a bas significa ían lite al ente “b ota-luz”.
580
En una tercera obra, más moderna, Casamiquela (2002: 57) supone –aclarando que con dudas-
que <-taget> ha de ser <-jütjüt>/<-gütgüt>, palabra por él reconstruida, que supone que pudiera ser
un término aplicado a plantas. Coincido, pero, por desconocer el mecanismo de la extensión
se ántica, el investigado niega la elación con el significado de “he vi , b ota ”.
581
Sufijo este último que, en yagaɣǝčǝm, Malvestitti y Orden (2014: 42) interpretan que
corresponde al sufijo feminizante –čĩm. Lo propio hace, antes, la misma Orden (2012 b: 62), citando
la is a palab a con el significado de “sapo”, <yagakechen> pa a D’O bign , <yacagetschem> para
Claraz, <yagǘgůchūm> para Harrington, que también, y antes que dichas autoras, considera que
lleva el sufijo marcador femenino en cuestión, aunque añade que “Por otra parte, el sufijo –chim se
anexa a bases lexicas relativas a animales y plantas, es decir a seres animados sexuados pero
presentados como epicenos”, ag ega el eje plo de la palab a pa a “chi ango”, que e a
<kiyautzem> (Claraz), <kěyáauchüm> (Harrington). Concuerdo, pero aclarando que nada tiene que
ver este sufijo con su homófono marcador del sexo femenino- al menos, no directamente, aunque,
espero demostrarlo en otra oportunidad, son lejanamente cognados. Pues se trata tal vez de una
variante del sufijo *čǝn, *šǝn, ubicuo en las lenguas ken que hemos estudiado en el capítulo 1, en
donde vimos varios ejemplos.
582
Treneta: tengo mis dudas con respecto a la idea de que sea una palabra relaionada con el
significado de “ ecado, silla de onta ”, supuesto p sta o del Mpz, co o le sugi ie an a Cla az sus
informantes aborígenes (1988: 153, Voc. 519 y 520; 2008: 211 y 212) y aceptara Casamiquela (1998:
161-152). Desde que se aplica a un arroyo temporario, más bien creo que ha de ser un vocablo
original del GI, posiblemente *čǝnǝt(ǝ)= fuente de agua, ío, a o o, del pK *čǝn-*hǝt(ǝ)= agua-
brota. Insisto en algo que ya he dicho en algún otro trabajo: al estudiar la etimología de un
hidrónimo, en especial si es muy antiguo, deben agotarse primero las posiblidades de significados
elacionados con los conceptos de “agua”, “ ío”- o “lago, laguna, ar, manantial, arroyo, fuente de
agua” según co esponda, antes de busca ot os ti os. Desde luego, ello no se aplica a los
modernos nombres ad hoc, en especial aquellos aplicados en homenaje a personas, hechos, fechas,
sitios, etc.
583
Claraz recoge también un vocablo semejante, referente al paradero Tamelén, que es
<yahnauketagtsahuetsch>., que t aduce co o “dar vueltas, remolinear”. Obsérvese la semejanza
con la palabra <Yahnaukehetschat schanetsch>. En su vocabulario pampa yahnauketagtsahuetsch =
“andar dando vueltas” (Claraz, 1988: 55, 150 y 154, vocablos N° 257, 258, 534, 546, 547 y 548).
Según Casamiquela < yahnauketagtsauetsch> sería equivalente a < yahnaugültaküchawütr>, que
se ía “cercado, donde o con lo que se encierra o rodea”, según su informante José María Cual
(Casamiquela, 1998: 159), es decir, un sustantivo y no un verbo, aunque la idea de Claraz habría
estado aproximada. El todo para Claraz sería “Tamülün a Yahnaukütagchawetr = rodeo o giradero
en el bajo o del bajo” o “rodeo o giradero echado, yaciente, descansando”, esto último algo que
suena absu do, po ello t ató de explica lo con su “quizás bajo hondo, efugio”. De todas fo as,
<Yahnaukehetschat schanetsch>= provocar vómito (con pajitas) puede estar mal escrito, debiendo
lee se una “u” en luga de una “n” en la pa te final, en cu o caso la palab a se ase eja ás aún a
<yahnauketagtsahuetsch>= dar vueltas, remolinear, pero no es de interés aquí continuar con el
análisis.
584
Mientras koi es “laguna” en AA, kon es “ ío” xono, “ a ” en igual idioma. No he podido hallar
ni deducir el significado de <Kooing>, nombre de un paradero con manantiales.
585
Carlos M. Moyano. Viajes de exploración a la Patagonia (1877-1890). Recopilación y notas de
María Clarisa Moyano. Imprenta Mercatali, Buenos Aires, 1931. Ver la bibliografía de este tomo.
586
Cita también a Lista que dice que el nombre del río deriva de aquel del paradero (ver Lista, 1998,
1: 118). Sin embargo, tengo motivos para creer que Shehuen era el nombre de todo el curso de
agua, pues, según creo haber demostrado en un largo artículo en dos partes (Williams D, 2008 d y
e), šewen significa ía “ ío, fuente de agua, b ota o su ge el agua”, así co o su ho óni o que
no b a al sol significa “fuente de luz”. Ya sabe os que, debido al e canis o de extensión
semántica, y porque comparten características organolépticas, como el brillo, la reverberación, la
capacidad de broitar o surgir o fluir, etc., el agua y el sol recibían en su origen el mismo nombre
tanto en los idiomas ken como en los indoeuropeos.
911
587
Latzina, Francisco. Diccionario geográfico argentino con ampliaciones enciclopédicas
rioplatenses, 3ra ed., Ed. Peuser, Buenos Aires, 1899.
588
Aún la palabra čagaha= pantano en GI pudiera contener este afijo, derivando de un hipotético
*čǝ-hehe= agua-surge, brota, mana, fluye.
589
Desde otro punto de vista, me sonaba atractiva la idea de que esta atribución a agsčəm de los
sonidos extraños del agua entre los tehuelches fuera la causa de que le dieran a Claraz (1988: 153,
voc. 516) la palabra <Aoschen> pa a el “ u ullo de la cascada”. e o no la c eo viable, pues debe
recordarse que también le dictaron <Auschaïc>/<Aautschaïg> = manantial, que, como veremos, es
wǝtčalək = surgente de agua, lo mismo entonces que <Aoschen>, que creo correspondería a
wǝtšen= brota el agua; <Auschltschatsch> = corre, se desliza el agua – probablemente de * wǝt=
brota o surge + *čal= agua + la palabra de Claraz <yaschcantsche>/<yalschcantsche> = correr
carreras, tal vez en relación con <Aschtsatsch> = corre (el viento) (Claraz, 1988: 152, voc. 433, 434,
435 y 436; p. 156, voc. 685). También asociado a este verbo, en el trabajo de Outes sobre el
vocabulario de Hunziker encontramos “elcanchaursh= carrera” (Hunziker, 1864 en Outes, 1928:
288). Se trata del término que Casamiquela escribe “iahlkantSáwətř= cancha para carreras de
caballos”, evidentemente del verbo “iaskántSə= correr (¿guanacos?)” (Casamiquela, 1983: 128 y
130) y del adverbio “wətř= donde o con lo que se hace algo”.
590
El Agua de Lourdes, agua de manantial, es famosa por ser sagrada entre los católicos y por sus
supuestas propiedades curativas. No sé lo que sea Marstingen.
591
taɣətřen = corto, bajo, petiso, según Casamiquela, palabra que no cita en el vocabulario que
acompaña a su gramática de 1983, en donde sí aparece el conocido ‘taɣə/a‘taɣə = corto, bajo (p.
130). En cambio, la menciona en su Toponimia Indígena del Chubut (2000: 93-94), en donde supone
que el topónimo Taquetrén de la provincia de Río Negro ha de ser “… un sinónimo-mejor dicho,
derivación- de tagë (que figura en toponimia en la planta iaulëmsk a tagë)”. Harrington remitía a
otro topónimo, <Táquetrren-a-súen, sitio al que ubica seis leguas al este de Colelache, en Chubut, y
que T uúl ani sostenía que significaba “luga del ce ito bajo”. Concluye Casamiquela que en el
topónimo Taguetren o Taquetrén ha de haberse perdido el sustantivo, y que completo pudo ser
<Átek a taquetrren > = Cerro Bajo. En p. 95 menciona el topónimo Taquetrrén, que corresponde a
otro sitio, una sierra, pero remite a su intepretación anterior. Aunque Harrington coincide en que
<tage>= bajo, no dice que -tȓǝn pudie a significa “ce o”… Casa iquela supone que “… ha de ser
desinencia propia de adjetivos…”. Hunziker (1864 en Outes, 1928: 279 y sigs.) anota <taga>=
piquillín, <tago>= gordo en GI. El primero es confirmado por Claraz como <taka>= piquillín. Lo
cierto, opino yo, es que es muy poco frecuente que un adjetivo aislado pase a ser un topónimo-
aunque, al menos en castellano, no es imposible, como el ejemplo de Azul, en la provincia de
Buenos Aires, lo demuestra. Además, la forma <Taquetrren-a-súen>= de Harrington permite
suponer que taɣetȓen y variantes es un sustantivo, sucedido por el conocido a su:ǝn= allí es o hay-
aunque en el topónimo <Yáhsnilk Taguetrren> (ver Harrington, Carpeta de Toponimia, sin tapas:
901 y Libro de Comercio, sin tapas: 35, en Casamiquela, 1998: 172-1713), de significado no
conocido tanto pudiera ser un adjetivo como un sustantivo.
592
ɣet= brote, sin discusión, pero la lógica de la extensión semántica permite suponer que pudo
expandi su significado a los de “pichón, c ía, hijo”. Su cognado gətř explica a su vez el vocablo del
GI agačka= hijo (mío), de a- prefijo ubicuo en el idioma+ ɣətř= brote+ kia/kua= mi, mío. Se trata de
un vocablo deducido, que me será muy útil a la hora de confirmar el término het= gente de Falkner
(1974: 129) en un idioma que se comprende era el propio de los Tehuelhet- y no Tehuelches, como
la mapuchización del vocablo ha llevado a suponer, ni por ende tampoco correspondiente a
čewilče= gente arisca o salvaje en Mpz. En esto tenía razón Falkner, como se verá. Adelanto que
creo que <Tehuel-het> era en el siglo XVIII el autónimo de los descendientes de los poyas del siglo
XVII, y que debe reconstruirse como čawǝʎi-het= hijos de čaweʎi, hijos del Sol, con el mismo
significado que los autónimos de los gënëna a këne, los aónikenk, los shelknam, los mánekenk y,
probablemente, los chulila a këne – muy relacionados con los poyas, si es que no son la misma
etnia. Me explicaré en detalle en el capítulo dedicado a los gentilicios.
593
iaǔse a gaye es lite al ente “c ía o pichón de ñandú”, pe o, evidente ente, po extensión
semántica, pasó a nominar a los avestruces en general, y aún a los adultos; en definitiva llegó a
usarse sólo la palabra gaye co o sinóni o pa a “ñandú”.
594
Palabras posiblemente relacionadas con la palabra del GI gáie= avestruz- ta bi n “hijo, c ía,
caho o, etc.”, co o he dicho, según segui de ost ando ás adelante.
912
595
Aunque en mapudzungun ale= claridad de la luna o de las estrellas (Erize, 1991: 125)
596
El sufijo –elin= brillo, luz, ya mencionado, será estudiado en profundidad más adelante
597
Para las reglas de la lingüística histórico-comparada más purista, probablemente sea difícil
aceptar que iešawau=verano, primavera y yiskalau=Alto Dios sean palabras cognadas. La
comparación, sin embargo, con sus equivalentes en otras lenguas de la familia ken hace
incontrovertible esta afirmación, que cumple tanto con la idea de la intervención de un mecanismo
de extensión semántica como con la de la actuación del mecanismo de difusón léxica.
598
En holpe=primavera y kela=Alta Diosa sólo es cognado el primer protovocablo simple de la
palabra holpe, es decir, hol-, con el vocablo completo kela.
599
El ca bio de “k” en “q” viceversa es muy plausible, y no concuerdo con Viegas Barros, que ya
hemos visto que considera con Dahl y Casamiquela (1983) que existe diferencia entre las palabras
kələlə= mariposa y qələlə= mar. Ya hemos visto como María Emilia Orden opina lo contrario, así
como yo mismo (ver al apartado Alternancia fonética en las lenguas ken en la Introducción de esta
obra). Considero que es indistinto pronunciar ambas con [k] o con [q] y que son verdaeros
cognados.
600
Recordemos que este prefijo fue estudiado en el capítulo anterior con uno de los nombres del
Alto Dios aónikenk, uš-amkenk/ušuanko, cognado con el nombre de la primavera en AA: yešomken-
palabra en la que distinguíamos el prefijo yeš- que corresponde al prefijo ušu, uš-del nombre del
Dios, a su vez ambos probablemente derivados del pK *houȓ= “luz, agua, b ota, flu e, su ge, ana,
fuente de”.
601
Cf. gaélico irlandés suil= ojo vs. galés sul= domingo (día del sol), lat. solem= sol; o inglés look=
mirar, mirada, apariencia, aspecto, que según Harper (2001), deriva del antiguo inglés locian= mirar,
ojear, ver, espiar, a su vez del germánico occidental *lokjan, cognado con el antiguo sajón loeken; el
antiguo alto alemán luogen; de igual significado; y el dialecto alemán lugen = tener cuidado, que
Harper reconoce ser en definitiva de origen desconocido, aunque lo asocia al bretón lagud= ojo- en
lo que ha de tener razón, pues en galés llygad= ojo. Yo creo que la raíz definitiva se asocia al
indoeuropeo, pues desde luego que todos han de ser vocablos cognados con el tocario lk-/lyk- =
mirar, ver y lyukemo= iluminado; el hitita lukk-/lukkái= alumbrar, brillar, el sánscrito locana=
iluminado, brillante, órgano de la vista, ojo; y el griego leukós= blanco, claro, que es cognado con
otras palabras inglesas como el look= mirar, ver; like/alike= semejante, parecido, que se ve
parecido; light= luz, lake= lago; Gal. lludu/lludw= cenizas, lleuad= luna, llaeth= leche; Al. licht= luz,
lücke= agujero; el escocés loch= lago; el castellano “leucocito”, “leucoco ia”, “leuco ea”, “lago”,
“laguna”, “lico ”, “líquido”, “licua ”, “leche”, etc, , p obable ente, los no b es de algunos dioses
indoeuropeos como el escandinavo Loki y el galo Lug, que creo son el mismo dios solar caído. Para
apoyar la idea tenemos las palabras sánscritas lokana= ojo, Aloka= mirando, viendo,
contemplando; vista, aspecto, visión; luz, lustre, esplendor, centelleo (Cologne). Profundizaré sobre
el estudio de este tema en el último capítulo de esta obra y en el libro en preparación.
602
En <Shakl>= Lucero y en <‘sëqël>/<‘sëkël>= alma, espíritu, sombra tenemos el vocablo pK
*šə= luz, agua + el GI kələ= blanco, brillante, del protoGI *kə-hlə= luz-brota- cf. <kën^khla’hamal> =
luz (lit. “ilu inante”), <Gehlamal>= Alto Dios caído. En donde *kə es cognado a su vez con el
mencionado pK *še. En <shakalelú> y variantes= estrella aparece en segundo término la palabra
këlëlú= t aspa ente, es deci , “b illante, lu inoso”, co puesta de los one as *kələ luz+ *hlə=
brillo, luz, blancura o viceversa, y se trata en última instancia de dos vocablos primarios cognados.
A su vez, *hlə resulta un cognado de *še, y, por lo tanto, de *kə. Lo cual subraya el frecuente
intercambio entre los sonidos “hl”, “š”, “k” – ta bi n “č” “y”- en estas lenguas.
603
Por un lapsus plumae, en mi trabajo de 2007 y 2008 el topónimo aparece erróneamente escrito
como зe:sleke:lakaiken.
604
Esto en aóniken áish.
605
<Haschl>= gorra, relacionado con el SCh <hashk>= arriba (Beauvoir, 1915: 113), aunque este
vocablo requiere una análisis especial que haré en un capítulo especial sobre mitología ona- y a su
vez con el AA ko:č= cielo y Deus Otiosus, y demás vocablos ya vistos, incluso el AA ašk= claridad.
Aquí sólo añadiré que en SCh <hashká> significa ía “habita ” (Beauvoi , 1915 113), que <hashká>
se ía “habitante” (Gusinde, 2008, I 62) que a bos auto es t aducen uno de los no b es de Dios,
šion hašká, co o “habitante del cielo”, cuando en ealidad ha de habe sido, o iginal ente, “luz del
cielo”, p obable ente lo p opio que hašk= arriba, que como muchas palabras que nombran a
ele entos celestes, te inan indicando ta bi n “a iba, en lo alto”.
913
606
En i opinión son palab as que se elacionan con el concepto de “cabeza, f ente, cue no, punta,
ext e idad, cielo, alto, etc.”, co o ve e os en un capítulo especial en un próximo tomo. Nada
tend ía entonces que ve la idea de “encaja ”, sí la del clavo de se un ele ento puntiagudo.
607
Recordemos que Claraz, seguido por Casamiquela (1988: 42) ha traducido el término <Eschkem>
co o “ a ita, olla, volcán”, sin dudas confundiendo el mitónimo con la palabra aškəm y
va iantes, que es en efecto “olla” en los idio as tehuelches, e influido po el hecho de que el ente
era ubicado con frecuencia en pozos sopladores, vertientes termales o cuando menos surgentes y
burbujeantes, a los que puede aplica se el concepto de “ollas”, co o en la fuente de Shehuen
visitada por Moreno o el mismo sitio visitado por Claraz, <Eschkem yanokhetkhet>. Ya lo hemos
discutido antes.
608
No me explayaré más por el momento, por creer errónea la idea, pero debo decir que en una
época me fascinó pensar que <Agschen> significa a “ho b e en asca ado”. Sin e ba go, da
detalles sobre dicha idea más adelante.
609
Los mánekenk diferenciaban al carbón de leña <kasse> del fósil, al cual llamaban <talát> (Lista,
op. cit.). Desde luego, debido a su aspecto diferente, no los consideraban la misma sustancia, y no
relacionaban al segundo con el primero, que es cognado con el vocablo del AA kař= arbusto o
matorral y el del Tsn kač= brasa.
610
klóketen: nombre por otro lado aparentemente mal aplicado al hain, pues el klóketen sería el
muchacho que se inicia, y no la ceremonia de iniciación. Chapman (1986: 231, nota 2) aclara
perfectamente el tema.
611
En realidad, třemen apiəxək es posible ente t aducible co o “he b a del sol” o “sol-he b a”,
pues en un idioma que creo afín, el AA, <tsāmen>= yegua, hembra de cualquier animal (Schmid,
1910 a: 23), <chame>/<sémóen>= hembra (Lista, 1998, 2: 172), palabras probablemente cognadas
con el sufijo feminizante -čəm: marca fe enina, “sufijo indicativo de género femenino” de
Ha ington, o “sufijo feminizante” de Leh ann-Nitsche y de Casamiquela. Ej. gamakiačəm= cacica,
Diosa, de gamakia= cacique, Dios (Casamiquela, 1988: 88); <bayatsüm>= abuela, según Lehmann-
Nitsche, (1922: 37), de baia= abuelo. Como espero demostrar, además, esta palabra se conservaba
en el nombre de la sirena šəmyəntsəm, pero no como podría creerse en el sufijo -tsəm sino en la
p i e a pa te, šəmyən, que significaba “he b a”-ya vernos en detalle las posibles traducciones de
la segunda parte, -tsəm.
612
Incluso tal vez se trataba de explicaciones de los propios informantes aborígenes en vías de
transculturación, pues existen muchos ejemplos de etimología popular aborigen.
613
Moreno, 1882 b. en esta obra Moreno no menciona un árbol, sólo un altar en donde se
depositaban “… fragmentos de ponchos y otros objetos…”, pa a p ese va se de la sed la fatiga en
la travesía del Bajo del Gualicho.
614
<cheleule>: recordar que ya los he identificado con <Yaulal>, >Yowlel/Youlel>, <Chélil>,
<Yotl/Yotel>, y, probablemente, šotel/šotl.
615
Esta identidad del ente con el diablo es eurocéntrica, y desde luego el Dios muerto por el
eλəngašəm y luego resucitado puede compararse con Jesús. Pero se verá en este libro cómo en el
mito aónikenk de la época de Lista, el propio Elal llegó a ser gravemente herido y a desfallecer en su
pelea con el monstruo, y luego se recuperó y lo mató. Más allá de que tanto Jesús como Elal son
héroes solares, y de que ambas historias cumplen los requisitos para ser clasificadas como Mitos del
Héroe, las dos son pasmosamente semejantes cuando se las analiza por mitemas, como se verá más
adelante.
616
Muchas veces halpen no tenía un exterior de piedra.
617
T es el p ono b e pe sonal 3 dependiente, es deci , “ l/ellos, ella/s, ello/s, lo/s, la/s”. O sea, es
el pronombre personal de tercera persona dependiente de otro monema (verbo. sustantivo,
adverbio, etc.), como ha sido descripto por Fernández Garay (1994: 43-44), que evita usar el
t ino “p ono b e pe sonal”, usando la palab a lexicalizada “pe sonal”.
618
Se debe tener cuidado en el análisis, pues las palabras son <aghshcemke> y <a:skenkens>,
probablemente agškenkǝnk; que se t aduci ían co o “agschene o, gente de agsčen”, lo que se ía
también muy aplicable al brujo, por su papel de mediador o intérprete de agsčen. Y no agščonke=
gente o persona (con) máscara o enmascarada. Ha sido difícil pàra el autor comprender la
diferencia.
619
<Góske>: ya veremos cómo se trata del gigante <Goshg-e>/<Gosye>- uno de los alter ego del
padre de Elal, <Noshthej> y de la ballena <Góos>. Era un ladrón de niños y devorador de cazadores
914
extraviados, al que mató Elal, luego de transformarse en tábano. Equivale al monstruo časkilčeš,,
también ladrón de niños y devorador de cadáveres que según los mitos onas fue muerto por el
héroe kwanyip. Del cadáver del monstruo surgieron dos moscas nacidas de los ojos.
620
“huecururá” (SIC): evidente error de pluma o de impresión, por “huecúrucá”, como más adelante
escribe más correctamente. Es decir, el wekun-ɹuka o “casa bonita”, la a encionada fiesta de
iniciación con inclusión de una choza ceremonial, llamada kǝnǝ a áxwai en GI y apečk en AA.
621
La colocación de estas dos palab as ent e co illas se debe a que tanto la “dualidad” co o la
“caída” del dios son formas de explicarlo desde un punto de vista actual, moderno, eurocéntrico, si
se quiere.
622
Lo p opio pa ece ocu i con palab as indoeu opeas co o “colo ”, cognada con “calo ”- y
“cielo”, “celeste”, “sol”, “Selene”, una se ie eno e de palab as que en última instancia aluden a
la luz, el fuego, el sol, la luna, e incluso el agua, los brotes, las extremidades, la altura, etc, como
ve e os en el últi o capítulo de esta ob a. O “pintu a”, “pincel”, etc., cognados con palab a que
aluden a elementos luminosos como pandarah= blanco-amarillento en sánscrito y otros que
equie en una la ga de ost ación; o acúife os co o “pantano” en castellano, pond= estanque en
inglés o pontós en griego y pons en latín- a bos significando “ a ”; o a efe entes a “puntas” o
b otes de todo tipo, co o “punta”, “pino”, “pene”, “puño”, “piña”, “pináculo”, “puente” ot as
palabras en castellano y cognados indoeuropeos. O el Gal. lliw= color, llun= pintura, dibujo,
cognados con nombres de elementos acuáticos como llyn= laguna, llynges= flota, armada, llong=
barco-o luminosos como lloer, lleuad= luna, llywyrch= brillo, llosgi= quemar, lludw= ceniza- y
lluwch= polvo, spray, nieve amontonada, etc. Y numerosos ejemplos más. Todo lo cual se analizará
en un capítulo especial.
623
*houȓ= protovocablo del pK que ya he mencionado antes, cognado con el SCh wič= claridad, con
el AA wetse= claridad que precede al alba, y con muchos otros vocablos de las lenguas ken.
624
Es interesante notar que algunos de los nombres del Dios Supremo en esta lengua, el gënëna a
iájich, se componen de la palabra atək. Claraz (1988: 149) anota en los vocablos 224 y 225 <Ateka
depet (ateca depel)>= Dios y <Ateca depet>= Sierra grande, loma grande y también Dios. En el
vocablo 223 había escrito <Atek>= “lo a g ande”, la tie a, el undo <Atek abahai hen>= Dios
grande de las lomas- he dicho que tal vez <abahai hen> sea el mismo <Kubejeken>= Dios en el Tsn
de Malaspina, como vimos en el capítulo 1-; y bajo el Nº 221 <Ataletzoal>= Dios, dueño del campo y
de las lomas (significa aest o)(nota 221)… p obable ente, en ealidad meister= señor, más que
“ aest o”. De la t aducción deduzco que se t ata de atək a *tzual= Dios de la Tierra o de las Lomas.
Pero sugiero también que etǝk podría corresponder en realidad al pK *wǝt *eïk= brota-alto… que es
una de las etimologías que le asigno a la palabra atək= loma, colina, montaña- otra, que creo más
probable. sería *wǝt= brota + -ek= sufijo sustantivador, es decir, *wǝt-ek= brote (de la tierra). No
entraré en detalles para no prolongar una discusión que podría llevarnos lejos.
625
Y espe o ost a la asociación con palab as co o “ enos”, “ íni o”, “ inuto”, “di inuto”,
“con inuto”, etc.
626
Aprovecho este espacio para hacer notar que es frecuente, tanto en el estudio de la toponimia
como en el de la mitología, hallar términos arcaicos, ya olvidados, conservados en los topónimos o
mitónimos y teónimos, o incluso en topónimos. Es el caso de los idiomas derivados del protochon –
y aún en los de mi hipotético protoken. Se trata de una fuente importante para intentar una
reconstrucción, siquiera parcial, de dichos idiomas antiguos, de los cuales no sólo pueden obtenerse
protovocablos sino también indicios de la protogramática, en especial afijos.
627
Una vez aceptado esto, sería fácil recomponer el mitónimo como agaĉ a kənə= hijo del Sol, de
agaĉ= hijo en GI + *kənə= luz, sol en pK y en protoGI. Ya veremos cómo otros nombres del Gualicho,
incluso este mismo, resultan tener el mismo significado. Pero aceptar esta hipótesis requeriría, en
las fo as de Falkne de D’O bign , p i e o acepta una etátesis; en segundo luga , la
comparación con el mitónimo halpen de los onas ya nos ha dado la etimología definitiva, y
agsəm/axčəm pa ece significa “b ota, b illa, ana, su ge, flu e la luz” o “fuente de luz”, “cla idad,
luz, sol”, co o se vio.
628
elal/t’ču:ř/šoȓ: por otra parte, veremos abundantes pruebas más adelante sobre la identidad
entre estos entes.
629
Por eso, no considero relevantes las discusiones sobre si axĉəm era varón o mujer, y lo mismo en
el caso de eλəngašən, que motivó disidencias entre Vignati y Casamiquela. Tampoco es importante
915
decidir si el gualicho era masculino, como sostenían Vignati y Harrington, y aún el propio José María
Cual, o femenino como creía Casamiquela (1988; 144-149), que dedica todo un capítulo al tema.
630
Ya vimos cómo *haȓ corresponde a *houȓ= luz en pK y a kaȓ= brasa, carbón en SCh, cognado
además con xaȓa= agua y kaȓo= madera en Tsn y con kaȓ= arbusto en AA- en efecto, los términos
pa a “ ade a” “ca bón” en estos idio as son cognados con ot os que significan “fuego” o “luz”
el combustible se asoció, por extensión semántica, a su producto la llama o luz, a su vez asociado
analógicamente al agua, al cielo- ko:č en AA y ko:ša en Tsn- al aire o viento- xo:š, xošen en AA, košen
en Tsn, etc.
631
Aunque el sufijo –ken ya había sido descripto por Ferrario no sé que –hna en GI y –ka en SCh
hayan sido descriptos antes como sustantivadores.
632
Ibar Sierra (1878: 623) documenta <aetenquen>= amarillo, en donde reconocemos el sufijo -
ken/-kenk que caracteriza a los adjetivos-sustantivos, en este caso los colores (ver el capítulo
correspondiente de esta obra), restándonos <aeten-> como indicador de la característica del color,
que podría ser el nombre del sol. En cuyo caso el nombre del color aetenque se ía “soleado”- como
nuest o “to nasolado” en castellano. e o la ilusión desapa ece ápida ente, cuando nota os que
se trata del <waitenk> y variantes= amarillo en versiones de otros cronistas. Esta palabra se
relacionaría, creo, con la palabra del pK *wǝt= brota, surge, fluye, mana, etc-afijo que puede ir
prefijado o sufijado.
633
Lo propio ocurre en los idiomas indoeuropeos, en donde, por ejemplo, se ha olvidado que *mǝnǝ
significaba “luz, agua”, aunque se conse vó, co o a he os dicho, en palab as que significan “ es”
en uchos de los idio as de la fa ilia; “luna” en idio as ge ánicos; “ añana” en lenguas latinas,
o en las palab as castellana po tuguesa “se ana” en la italiana setimana= semana- es decir,
“siete días, siete soles”, en palab as de o igen latino co o el castellano “ ana ”, “ anantial”,
incluso “ aniático”- equivalente este de “lunático”- “ anía”, “ aña”, “ añe o”, “ es”, “ ente”,
y un larguísimo etc.
634
hašká= arriba. Esta palabra probablemente en su origen denominara a un cuerpo luminoso,
co o el cielo, po extensión se ántica su significado llegó a se “a iba”, co o ocu ió con la
palabra del GI apiuxək= sol, que es cognado tanto con ahuakək= fuego como con au:hə= arriba,
ahu:ekna= cielo y abahai= alto- en donde además de la extensión semántica en el significado se
observa la difusión lexical en el significante. De allí que uno de los apelativos del Alto Dios
shelknam, šion hašká- lit. “cielo-a iba”- probablemente se refiriera en su origen al Sol, y su
significado fue a “cielo-luz”, es deci , “luz del cielo”.
La misma figura de Divinidad Asesinada puede aplicarse a la entidad constituida por ke٨el, el hijo
635
de elal y t’elux. El nombre de ke٨el es cognado con el vocablo shelknam klal= hijo- como el nombre
de su padre, elal, lo es con el vocablo shelknam yilal= (mi) hijo, y con el nombre patagón de los
čeleule, equivalente al yaulal/alel/elel de los gënëna a këne y al youlel de los aónikenk. Como
hemos visto, los gënëna a këne guardaban la memoria de haber atado al “hijo del Sol”, ent e los
serranos de estirpe tehuelche septentrional de Hernandarias –siglo XVI- se recordaba que los
hombres habían herido a flechazos y derribado a un puma alado que atacaba al Sol. Por otra parte
todos los nombres de los grandes felinos en los idio as ken significan “hijo” o “hijo del Sol”-
aunque he dicho que existe un mecanismo por el cual muchos nombres de animales son cognados
con aquellos que significan “hijo, c ía, pichón, cacho o”, ecanis o que he de ost ado ta bi n
en las lenguas indoeuropeas (Williams D, 2010 b).
636
Se podrá, desde un punto de vista racional, argüir que t’elux no puede ser la Luna, sino que era la
hija del astro nocturno. Otros dirán que ya era la Luna, por lo que no hubo ninguna transformación.
Y todos tendrán razón, pero así es el mito: no es racional, ni se respetan cronologías o series lógicas.
De la misma manera, elal no podría identificarse con t’čwuř, a su vez identificable con el Sol, pues el
astro del día era su suegro, el padre de t’elux Para complicar las cosas, piénsese en que además
para los onas el Sol kȓén era hijo del Sol Mayor kȓenahoteh, y para los tehuelches elal era hijo de su
equivalente noštèx, cu o no b e ha conse vado pa cial ente, sólo la “n” final del p i e t ino
kȓen= sol y el segundo de los términos secundarios del mitónimo protochon. Dicho segundo término
es -ahoteh en SCh, y el mitónimo tehuelche noštèx probablemente haya evolucionado a través de
un intermediario *kȓǝnošteh. A su vez, un alter ego de <Noshthej> era <Goshg-
e>/<Gosye>/<Goske>, identificable con ko:ĉ el Dios-Cielo, como se verá. Y las asociaciones siguen,
pero me explayaré sobre el tema, con citas bibliográficas, en otra parte.
916
637
Ello según las narraciones en castellano, aunque, siendo xono= mar, pətən ha de ser sin dudas
paten= zo o. Es deci , “zo o a ino”. obable ente nuest o lobo a ino.
638
Casamiquela y Aloia (2007: 218 y 224, nota 5) hacen referencia a un mito semejante entre los
mapuches, pero no he de profundizar en este tomo sobre el tema, que dejo para un capítulo
especial.
639
No hallo el vocablo akel en los diccionarios de mapudzungun. Creo que puede tratarse de un
préstamo de un idioma ken, tal vez un vocablo del GI no documentado. Véase que, según Beauvoir
(1915: 19, 48, 113, 142 y 145), <akél>/<akèl> = ocre, arcilla, tierra greda en SCh; y <hak>l<hakl>’=
teñir (Beauvoir, 1915: 28 y 156), lo que es lógico, pues dicha arcilla rojiza se utilizaría como tintura o
pintu a facial, o “ ásca a”. Menos se ejantes son los vocablos del AA a vistos al estudiar la
interpretación que antes le daba yo al nombre de axčǝm, que asociaba a numerosos vocablos del
AA que i plicaban la idea de t aduci lo co o “en asca ado, pintado”.
640
Mariano Felipe Paz Soldán (1821-1886), historiador y geógrafo peruano, entre otras obas autor
del Diccionario geográfico estadístico nacional argentino(Buenos Aires, 1885) y del Atlas geográfico
de la República Argentina (Buenos Aires, 1887, edición póstuma). En la página 369 del primero se
menciona someramente a los patagones, y nada dice sobre su religión. El segundo reitera las
mismas palabras. No parece ser una fuente de interés.
641
Viegas Barros (2013, Ms: 22, y nota 29 al pie; 2015, 2: 32) cita a Ramón Lista en Lenguas
Argentinas: los tehuelches de la Patagonia. Obras, ed. e introd. de J. Carman, 1998, II: 401-10.
Buenos Aires, Confluencia (original en Anales de la Soc. Científica Argentina, 42, Buenos Aires: 35-43
[1896]). El explorador afirmaba que “Kalm llama la madre a sus hijos sin distinción. El padre les
llama hamel”. lausiblemente, el investigador moderno interpreta a dichas diferencias como una
presunta diferencia sociolectal en tehuelche, siendo kalm el sociolecto femenino y ?amel el
masculino. Pero desde que nigún otro autor confirma el dato, y desde que en tehuelche actual los
dos lexemas tienen significado distinto -cita a Fernández Garay (2004), para quien kal(o)m= hijo y
?amel= cachorro, hijo en general- deduce que el dato de Lista podría ser erróneo. A los fines de la
presente discusión sobre el vocablo <Camalasque>, poco importa esta distinción, pues ambos
vocablos son evidentemente cognados.
642
<kalem>= pichón recién salido del cascarón (Beauvoir, 1915: 35); <kalem>= pichón (salido del
cascarón) (p. 149). Evidentemente, Beauvoir asociaba esta palabra a los términos <kalpen>=
corteza, cáscara, estuche (lo que encierra algo); <kalap>= concha (marisco) (p. 36). De allí que
alguien pudiera suponer el nombre de halpen se relacionara con la idea de contener algo, es decir, a
una máscara o disfraz hueco como lo era el usado por los onas para representar a la entidad. Por mi
parte, tengo motivos para creer que, como muchas otras palabras de significados semejantes,
kaləm deriva del pK *kal= luz + *hen= brotar, manar, surgir, etc. Y la asociación analógica que
motiva que las cáscaras, cortezas, estuches, etc. lleven el vocablo primitivo kal- derivan del hecho
de que todos los t inos que significan “cub i ” son cognados con ot os que significan “alto,
a iba” –cf. <ahal>/<aal> y variantes= pelo, <ahaletá> y variantes= cabeza, etc.- a su vez asociados a
ot os se ejantes fo al ente que significan “luz, sol”. Lo ve e os en un capítulo especial en ot o
tomo de esta obra.
643
Como postularé en el capítulo dedicado a los caciques y sus onomásticos, Shayhueque era según
considero la mapuchización del bien oído nombre del cacique manzanero <Cheoque> de Musters,
es decir, *čeuke= Sol en pK. Su padre era Chocorí= *čeuke-oř= pichón o hijo del Sol y su tío
Cheuqueta=*čeuke-*het=hijo del Sol. Pues bien, una sobrina de Shayhueque era, según
Casamiquela (en Claraz, 2008: 42), Kalmachüm, que es llamativamente semejante al nombre de los
*hamel-*ačkə. Más allá de que el sufijo -čəm suele posoponerse en los idiomas tehuelches
septentrionales a los onomásticos femeninos, bien podría Kalmachüm tener un sustrato en un
antiguo pK kaməl-ačkən=Hija del Sol. Lo cual acercaría a la parte inicial del nombre, kalm-, al
postulado sociolecto postulado para el AA, kalm= hija (Viegas Barros (2013, Ms: 22, y nota 29 al pie;
2015, 2: 32).
644
Desde luego, kǝlǝ= blanco resulta parcialmente cognado con keƚahmal= Dios y con
kǝlǝmǝlawǝtř= brujo, médico, chamán. Pues el nombre del Alto Dios, que entra en la composición
de aquel del b ujo, significa “lu inoso”, el no b e a caico de la luz e a *kƚǝ, étimo de la palabra
kǝlǝ= blanco. Pero, ciertamente, esta última palabra no es étimo directo del nombre del brujo.
645
Veremos párrafos más adelante que, según creo, se trataba del mascarón de proa, no de la nave
H.M.S. Tamar, sino de la corbeta Swift, cuyos pecio fue hallado en 1982 en la ría de Puerto Deseado.
917
646
En donde el culto de kamalaške entronca directamente con la ceremonia del apečk, en que era
de rigor el sacrificio de una yegua.
647
No he podido acceder al original de la publicación.
648
Según Gardiner (en Despard, 1852: 73), escribiendo el 18 de marzo de 1842, la cacica María
había ue to “…ap oxi ada ente un año antes”. Recupe a os así una fecha ap oxi ada del
fallecimiento de la legendaria jefa de los tehuelches.
649
Musters (1997: 217) describe la aplicación de sangrías, no sólo sobre los enfermos, sino también
sobre los sanos, “porque, como nuestros abuelos, se sangran en ciertas épocas del año, creyendo
que eso es provechoso. Casimiro decía que la mejor salud de los tehuelches en comparación con la
de los colonos o cristianos se debía a esa práctica”. Coincido parcialmente con el viajero inglés,
pues, o bien él interpretó las sajaciones rituales como sangrías de exclusivo fin terapéutico, salvo
que el hecho se debiera a que los aborígenes estaban siendo transculturados, o bien la sangría ritual
tehuelche era una especie de ofrenda o sacrificio, e incluso una vía de salida para el gualicho que
provocaba o que podía provocar la enfermedad. Sánchez Labrador (1936: 69) refiere la costumbre
entre los pampas, aunque la interpreta con sentido eurocéntrico, entendiendo que se trata de
evidencias de adoración del Diablo por parte de los pampas. Desde luejo, olvida los ritos cristianos
de autoflagelación, que ningún cristiano interpretaría como demoníacos.
650
Esta extensión del gentilicio <Tehuelhet> documentado por Falkner se volcó tempranamente de
ciertas tribus tehuelches septentrionales, a las que originalmente se les aplicó el etnónimo, a todas
las t ibus al su de los is os, luego se gene alizó co o “tehuelches” a todos los pueblos
relacionados directamente. El propio Falkner usa el gentilicio indistintamente para una parcialidad
evidentemente tehuelche septentrional, relacionada con los génëna a këne- que he llamado
tehuelhet s.s.-sensu stricto- y a aquellas etnias relacionadas que se ubicaban al sur de ellos- que
denomino tehuelhet s.l- sensu lato. Ello ha producido confusión en los lectores a lo largo de dos
siglos y medio. Lo veremos en un capítulo especial dedicado a los gentilicios de los pueblos ken.
651
Nótese que los <Camalasque> de ied a el “C isto” de Ma ía se ase ejan a los mimia abere,
ciertas piedras o figuras de madera con rostro humano o semejante al mismo que, en las islas Kiwai,
cerca de Nueva Guinea, eran celosamente guardados bajo un velo o una cortina de plantas, y sólo
los iniciados podían verlos, en medio de un riguroso ritual. Lévy-Bruhl (1986: 19) interpreta que
podrían ser encarnaciones de los antepasados.
652
El padre Felipe de la Laguna o Felipe Van der Meeren relata que, en ocasión de reprender a un
brujo poya, amenazándolo con el castigo de Dios, al que vería luego de la muerte, el mismo le
respondió: “… eso es decirme que tú me has de matar, o tu Dios. Yo moriré si entra en mi cuerpo el
Chahuelli, y si él no entrare, no he de morir…..” (en Yayo de Mendieta, 2005: 198 y 200). Más allá de
que Mendieta agrega entre corchetes su interpretación, o la de De la Laguna, de que el <Chahuelli>
e a “el alma de un jesuita”, lo cual es un obvio e o , es evidente que los atagones los o as
creían que para morir, el Alto Dios debía ingresar a su cuerpo. Algo semejante decía J. M. Cual, de
estirpe manzanera por vía materna (Bórmida y Casamiquela, 1958-1959 [1964]: 186). Esta creencia
se extiende probablemente al resto de los pueblos tehuelches, como se deduce de otros
testimonios.
653
En el museo se despliega un mapa de la Patagonia creado por el Instituto Nacional de
Antropología y Pensamiento Latinoamericano, mostrando sitios en que se han hallado y estudiado
pecios de antiguos naufragios en la Patagonia. Entre ellos se halla marcado el pecio de Punta
Cuevas, Puerto Madryn. He tenido la suerte de ser quien lo hallara un día de enero de 2002, con
una bajamar extraordinaria. No fue casual: salí específicamente a buscarlo basándome en lo leído
en escritos de los galeses y en un mapa del siglo XIX en el que se lo marcaba. Lo hallé en mi primer
intento. Afortunadamente tomé muestras de madera, pues costó volver a encontrarlo con mareas
normales. Las muestras fueron enviadas para su análisis, resultado ser madera de alguna especie de
pino norteamericano. Agradezco a Fernando Coronato su gesto de reconocer mi descubrimiento
(Coronato, 2005 [2003]: 13, nota 12).
654
La transculturación posterior parece haber permitido que se fabricaran muñecas como juguetes
para niños, según permiten deducir los testimonios de Outes y Bruch (1910: 123, fig. 120 en Vignati,
a su vez en Schmid, 1964: 101 y 102, nota 41) y Luisa Pascual (en Priegue, 2007: 27 y 69), o incluso
que se aceptaran tales objetos como regalos, como en el caso que refiere Onelli (1998: 69), cuando
regaló una muñeca de celuloide a la hija del cacique Quilchamal- ¿se trataría de la informante de
Escalada, Agustina Quilchamal, la hija mayor según su árbol genealógico? (Escalada, 1949: 296). En
918
las notas de Vignati a los escritos del misionero Schmid (1964: 102, nota 41) cita un ejemplo de
Outes B uch (1910 102, fig. 120, ve bibliog afía) que at ibu en a los “patagones” una
representación de una mujer de a caballo con todo el ajuar doméstico, cuya foto publican, y que
se ía un juguete pa a niños. En el texto decla an co o algo habitual “… poseen juguetes que
representan, casi siempre, caballos transportando la tienda y todo el ajuar doméstico”. Acla o que
inclu en en la pa cialidad “patagones” tanto a los patagones del siglo XVI como, ya en los siglos XIX
y XX, a los aónikenk- especialmente- y los gënëna a këne, según se ve por las fotos y dibujos y el
mapa territorial que les atribuyen. Sin embargo, el método de transporte del ajuar por las mujeres
de a caballo es netamente tehuelche meridional- aónikenk y téushen.
655
Piedras agujereadas de determinada manera que se usaban entre los araucanos para realizar
sortilegios con cabellos de los adversarios. Entre los tehuelches, numerosos autores recogieron la
costumbre de quemar cabellos y recortes de uñas, e incluso todo lo que quedaba detrás en un
campamento que se dejaba, para evitar sortilegios semejantes.
656
Thomas Pennant (Whitford, Flintshire, sur de Gales, 1726-1798) fue un naturalista, anticuario y
viajero galés, autor del resumen del libro de Thomas Falkner, publicado en 1774 bajo el título
Descripción de la Patagonia y de las partes contiguas de Sudamérica. Es lamentable que el original
de la obra de Falkner no haya llegado hasta nuestros días, pero en 1788 Pennant publicó una
segunda obra llamada Of the Patagonians- De los Patagones. En cierto sentido complementaria con
la amputada obra de Falkner, pues el propio autor refiere haber tomado datos no sólo del libro del
médico y misionero jesuita, sino también de entrevistas personales con él, y de escritos de otros
autores a los que cita en el texto, que puede leerse en inglés en el apéndice de La personalidad y la
obra de Tomás Falkner, de Guillermo Furlong Cardiff, Talleres S.A. Casa Jacobo Peuser, Ltda.,
Buenos Aires, 1920; y en castellano en Tomás Falkner y su ‘Acerca de los Patagones’ (1788), del
mismo autor, Librería del Plata, S.R.L., Buenos Aires, 1949.
657
Ente devenido en un se fe enino de edad, una “vieja” o “anciana” según los últi os
informantes aónikenk, y llamado <Sésom> por Feliciana Velázquez, pero otra vez <Seécho> por la
Sra. Yebes (Siffredi, 1969-1970: 250). Como observa Siffredi, para la época de la recolección de
estos datos, la década de 1960, no conservaba más que el atributo de ser receptora y examinadora
del tatuaje en el antebrazo de los muertos.
658
Para la relación entre šoȓ; el nombre tehuelche del año, del tiempo y del verano; los dioses
<Setebos> y t’ĉu:ȓ; y šo:ȓt y variantes del hain ona, véase el Capítulo 1, y más adelante. Pero nótese
como <Tons>, la Oscuridad, es madre de los tres demonios, cuyo padre es šoȓ. Desde que éste
resulta ser t’ču:ř el Sol, se deduce que tons la Oscuridad no es otra que t’elux, identificable con la
Luna. Incluso es usual que la palab a pa a “noche” sea la is a que aquella pa a “luna”- cf. idioma
Tsn, en el cual una de las palabras para decir noche es <manea> (Viedma), <maneé> (Ameghino),
ambos fide Lehmann-Nitsche (1914: 253), evidentemente cognada con el nombre <Amania> de la
luna según Malaspina... lo cual no quita que, en cambio, éste confundiera uno con otra, y al señalar
la luna, le dieran el nombre de la noche.
659
El autor de la deducción es Llarás Samitier, y no Ibarra Grasso (ver Hernández, 2001: 21). De
hecho, aunque no he accedido al texto de éste último, la cita de Llarás Samitier es textual.
660
La mayoría de las veces, Beauvoir traduce <mahai> va iantes co o “espí itu bueno”
exclusivamente, siendo <Ksortkain>- <Shoort> y variantes de otros autores- el “espí itu alo”.
661
Perplejo por la coincidencia de la palabra <men> para designar al alma, la sombra, el espíritu por
un lado, y la estatura por el otro, Beauvoir deduce (p.120) que <men> es “todo lo que no tiene
cuerpo material, lo mismo que alma”. Es que el misionero no podía pensar analógicamente, y darse
cuenta de que el alma, el espíritu, la sombra, por un lado, tienen relación con la estatura, pues el
alma o espíritu son asociados a la luz, y la altura se relaciona analógicamente con los elementos
luminosos del cielo, tanto en los idiomas ken como en los indoeuropeos- ver el capítulo especial de
esta obra dedicado a la relación entre la luz y las puntas o extremidades y el último capítulo de este
libro. A su vez, <men> en SCh se asocia a las palabras del Tsn ya mencionadas: <manea> (Viedma),
<maneé> (Ameghino)= noche; <Amania>= luna (Malaspina); y véanse las asociaciones que haré al
estudia la eti ología del gentilicio de los ánekenk, que t aduci co o “hijos o gente de la luz”,
como he adelantado en una comunicación inédita (Williams D, 2010 a).
662
<Alen>/<aln>/<alnk>/<allnk>: se trata de un vocablo –con sus variantes- cognado
probablemente con <eluwn>= pichón, c ía, cacho o en AA. Los “ho b es”-los seres humanos-
e an conside ados “c ías”, “c iatu as”, “hijos”, “cachoo os”. De igual fo a, en muchos idiomas
919
indoeu opeos, la palab a “gente” es cognada con “gen”, “gene a ”, “gene ación”, “gineceo”,
“ginecología”, “p ogenito ”, “gónada”, etc. co o ve e os en ot a opo tunidad. o ot o lado, así
co o las palab as pa a “ho b e” en los idio as indoeuropeos tiene relación con otras que
expresan cuerpos o fenómenos luminosos o acuáticos/líquidos–como se verá en otra oportunidad-
lo propio ocurre con <alen> y variantes= hombre en AA, cognado posiblemente con alwen= luz de
luna en dicho idioma (Molina, op. cit.). En última instancia, lo dije y lo reitero para ir afianzando el
concepto, ello depende de un mecanismo de extensión semántica común al pesamiento humano,
que hace análogos los conceptos de “luz, b illo”, “e anación, b ote” “c iatu a, hijo, pichón,
ani al, ho b e”. Lo p opio ocu e con las palab as kenǝ= gente en GI y čon= hombre, gente en AA
y Sch, que no sólo son cognadas entre sí, sino que lo son también con palabras pK que significan
“luz, agua, b ote, e anación”, que son *kǝn, *kǝnǝ y *čǝn, *šǝn, todas además cognadas entre sí.
Veremos más sobre el tema en un libro en preparación.
663
Opinión de la autora, que, lo adelanto, no comparto-cf. Patagón del s. XVI <Calexchen>= sol; AA
de Llarás Samitier <Jáleshen>= mitónimo del Sol; GI <Alekchum>= forma del Gualicho; todos
vocablos p obable ente cognados con la palab a “Gualicho” que apuntan al o igen p otoken del
vocablo. Incluso los he ya relacionado lingüística y mitológicamente con otra forma del Gualicho: el
<Agschen> de los AK; <Ájchum> de los GK; <Arraken>/*aške de los Tsn- del pK *aĉkə/*aĉkən=
claridad (del sol), ya estudiado.
664
Lo propio ocurre en los idiomas indoeuropeos, en los cuales palabras como spiritus= espíritu en
latín- y cognados en otros idiomas indoeuropeos- se asocian al concepto de “aliento, hálito”-cf. Lat.
spirare= respirar, pero en última instancia también con vocablos asociados a la idea de luz, cf. Gr.
pyros= fuego, y todos sus cognados indoeuropeos. Y véase el Gr. psyché, que significa tanto
“aliento” co o “al a, espíritu, etc. – “ a iposa”- y cognado con psykhein= soplar, enfriar.
665
Sin embargo, Ana Montenegro de Yebes informó a Bórmida y Siffredi (1969-1970: 214) que la
madre de Elal e a “hija de la Térrguerr”. Ta bi n lee os en el anóni o Capítulo X (p. 292) que la
abuela le explicaba a Elal que ella era su abuela “… porque es la hija mía mamá suya”. Lo cierto es
que, como veremos, las dos posibilidades - teȓ-wəř madre del padre o de la madre de Elal- pueden
ser ciertas a la vez. Para resumir, diré que teř-weř, un ser lunar como su nombre lo indica, pudo
perfectamente ser la abuela paterna y materna a la vez de Elal. Pues, como en toda genealogía
solar-lunar, el Sol y la Luna son hermanos. El Sol padre- o Sol Mayor de los onas, kȓənahəteh para
ellos- representado por nošt’ex entre los tehuelches, engendró a Elal con Teo, una nube, pero
evidentemente también un ser lunar, en realidad posiblemente la propia hermana de nošt’ex. A su
vez, Elal, héroe solar, se casó con t’elux la hija del Sol y la Luna, a su vez un ser lunar ella misma.
Probablemente, también Elal y t’elux eran hermanos- el Sol joven y la Luna joven. En otras versiones
modernas, teȓ-weȓ es la madrina de Elal.
666
Manuela Velázquez o Millarrai, de Pirrén Mahuída, Chubut (Casamiquela, 1988: 5) fue
informante de Casamiquela. Entiendo que no es la misma que Manuela Velázquez o Piñoukas de
La Jarilla, Sierra Rosada, Chubut, informante de Harrington fallecida en 1953(Casamiquela, 1988:
63), de Vignati y (1967: 84) y del propio Casamiquela (Vignati, 1967: 84, texto y carta de T.
Harrington a Vignati, 31/12/1953: 2 reversa). Así lo deja ver Casamiquela (1988: 219), que las
distingue en su índice, y lo entiende Orden (2012-2017: 85-86).
667
Casamiquela no era muy constante en sus signos fonéticos. Esta palabra, <qülü>= blanco es
escrita con más frecuencia como <kële> o <külü> por él mismo.
668
Cf. Sct. ullas= brillo, brillar, irradiar; usa=mañana, aurora; uSA, uSas= mañana, luz, salida del sol,
alba, luz de la mañana; uSapa= fuego, el sol, etc.
669
El nombre sánscrito del sol y de su dios, sUrya, parece relacionarse con la palabra de igual origen
svar= brillo, lustre, esplendor. Muy probablemente, creo, cognadas con las palabras castellanas
“Si io”, “ci io”, p ovenientes del g iego seirios= esplendente, ardiente, “se eno”; con las palab as
tocaria s’cirye= estrellado y galesa seren= estrella y desde luego –con cambio por difusión léxica de
“ ” en “l”-con el nombre griego de la luna, seléne. De allí, ta bi n, el t ino castellano “do i al
se eno”, que no significa ás que “do i bajo las est ellas, o bajo la luz de la luna”. Lo is o en
cuanto a “se enata”, que indica una úsica o canto entonado de noche, en ho as de la sera italiana
o le soir francés, es decir, al anochecer. Cf. además Ing. Ant. sere=mes; Lat. sero=tarde,
serusa=lento, tardo; Irl. sir=tarde, que es hir en galés; Hit., ser=alto, sol, sobre; sara=arriba, encima,
en el tope, hacia arriba; sarazzi-=superior; sarazziyahh-=colocar exactamente en el tope; sara
da=levantar, agarrar; ser tiya/ser dai-=ubicar en el tope; luvio šarri=grande. Incluso creo que hay
920
681
Otros ejemplos de convergencias parofónicas en palabras de igual o semejante significado en
familias lingüísticas muy distintas son <oigel>= águila- cf. Cast. “águila”, Ing. eagle; teλȓ= estrella, cf.
Cast.”est ella” It. stella; GI kələ= luz, cf. Lat. cælum= cielo; color= color, etc; Tsn suil= sol, Lat. solem;
Tsn y AA arcaico šewen= sol, Ing. sun= sol; *t’ĉu:ȓ= dios solar en AA y pK, y *dyaeuš= Dios (solar) en
pIE- cf. Gr.Théos/Zeus; Lat. Ius/Deus, Esc. Thor, etc. Probablemente, se trata en la mayoría de los
casos de grupos lexemáticos coincidentes, que surgieron, en cada familia lingüística por separado,
de la imitación de sonidos naturales, es decir, fueron en su origen onomatopeyas: el sonido del
agua o del aire al correr, del fuego al arder, etc. Ello explicaría las semejanzas entre palabras de
familias lingüísticas tan dispares.
682
La versión en castellano es levemente diferente de la mía.
683
Con respecto al tabú para con la carne de cerdo, existe una débil asociación mitológica en el
hecho de que el o:kpe -el monstruo de la narración que perdió la vida a manos de o’uken, a quien
identifico con Elal en otra parte de este tomo- e a “parecido al cerdo, pero de piedra y devorador de
niños” (Bó ida Siff edi, 1969-70: 233). Los propios Bórmida y Siffredi (p. 241) opinan igual,
asociando al tabú de la carne de cerdo al Ciclo de Elal, y específicamente a <O’ok(e)mpan>- es decir,
o:kpe- cuya figura era la de un cerdo, agregando que la señora de Yebes decía que “… hasta hace
muy poco no se comía carne de chancho, porque los chanchos eran familia mala que comían gente”.
Agregan que en el siglo XVIII el padre Matías Strobel decía que los pampas no comían carne de
puerco porque creían que antes habían sido gente mala.
684
Y, como también observa Casamiquela, Hernandarias, según Pedro Manrique de Mendoça,
arcediano de la catedral del obispado de Buenos Aires y Vicario General de la expedición de 1604-
1605, halló en la a gen no te de un ío al que lla ó Cla o (actual Río Neg o), “yndios grandes de
cuerpo pobres cubiertos con pellejos y sus casas de rramas de sauces y se sustentavan de frutas
silbestres y alguna caça por ser la tierra Esteril y falta de mantinimientos” (Levillie 1915, I 156,
subrayado mío).
685
igafetta (1971 29) ta bi n afi a sob e los patagones que “Se alimentan por lo común de
carne cruda…”.
686
Gorla, Carlos María. El descubrimiento de la ruta terrestre entre Buenos Aires y el Río Negro.
Anuario de Estudios Americanos. Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Escuela de
Estudios Hispanoamericanos. Tomo LII, N° 2. Madrid, 1995:45-74. En
http://www.acuedi.org/ddata/F9473.pdf
687
Supongo que han de haber sido tehuelches o pretehuelches debido a su aspecto físico y
vestimenta, y por una de las dos palabras que recogiera Sarmiento de Gamboa (1768: 246 y 264;
2005: 254 y 262) entre estos nativos, <nauxo>= vicuña- p obable ente, “guanaco”. Sin dudas, un
cognado del AA nau= guanaco, en especial con la variante que documentó Lehmann-Nitsche,
<nãuj> (Lehmann-Nitsche, 1914: 262). La otra palabra documentada por Sarmiento es <axijtote>=
hermanos, que no he podido asociar a ninguna palabra de las lenguas tehuelches ni onas.
688
Como curiosidad, si el animal sacrificado ritualmente –o cuando menos hallado muerto y luego
devorado- era originalmente una ballena, que luego pudo ser reemplazada por un felino, y
finalmente por un caballo, una posible causa podría ser una determinación del mito y del ritual
consiguiente po la lengua, pues la palab a “caballo” e a kawəl en AA, y <jagüel>/<gaauel> y demás
variantes en Tsn (Lehmann-Nitsche, 1914: 262). Palabras indudablemente derivadas de la española
“caballo”... pe o que casual ente se ase ejan a una de las palab as pa a “ballena” en t ushen, que
es <kauel> (Ameghino, en Lehmann-Nitsche, 1914: 263). Es decir, tal vez una motivación
inconsciente, aunque secundaria, de la elección del caballo como animal destinado al ritual del
sacrificio– un ejemplo de determinación del mito por la palabra- fuera dicha palabra, cuando menos
entre los téushen. Sin embargo, no es probable que esto haya ocurrido, pues para cuando llgaron
los caballos y su nombre en español, probablemente hacía ya tiempo que la ballena no era el animal
a ser devorado ritualmente, pues ko:č había dejado de ser la Divinidad Asesinada. Es decir, tal vez
una motivación inconsciente, aunque secundaria, de la elección del caballo como animal destinado
al ritual del sacrificio –un ejemplo de determinación del mito por la palabra- fuera dicha palabra,
cuando enos ent e los t ushen. Ot a obse vación que vo a deja “picando” la palab a shelknam
pa a “caballo” es <kmorriùch>/<komorrïè> (Beauvoir, 1915: 44 y 117)... muy semejante al nombre
del lobo marino en AA, <kemerur>, quien, como veremos, también es según los aónikenk un ser de
abolengo divino transformado en animal marino como castigo, y además, una divinidad él también,
922
pues era el hijo de elal y de t’elux. Por ahora, sólo hago notar las semejanzas, que no considero
pruebas de nada y que probablemente sean tan sólo casuales.
689
Desde luego, se trata de una analogía dependiente del tamaño: los escualos son arcaicos peces
cartilaginosos, que no soplan como los cetáceos, enormes mamíferos acuáticos.
690
Aunque esulta cognada con vocablos desc itivos de ele entos “go dos, hinchados, g uesos” o
las acciones que los producen, como, en castellano, “bola, bala, bulto”; en ingl s bowl= recipiente
redondeado, bulk= abultar, bulto, etc., incluso tal vez swell= hinchar, hincharse, como se verá en un
capítulo aún inédito, junto con otros ejemplos.
691
A su vez, el colibrí era nieto de <k’aûx> el búho (Gusinde). Un personaje importante, que según
el mito, distribuyó las tierras entre los distintos clanes de los onas.
692
Y postulo como posibilidad que <Taiyin>, el mitónimo del picaflor, derive de un étimo tai-šenȉ, de
tai= chico según Beauvoir (1915: 48) + šenȉ= viento, es decir, tai-šenȉ = viento pequeño Otro nombre
que le da Beauvoir (p. 40) al picaflor o pajarito trepador es kehet.
693
Más lejana pe o posible a t av s de las t ansfo aciones de las palab as que significan “blanco,
luz, etc.” es la elación con la palabra Tsn pa a “sal”, que es <koonk> (Ameghino en Lehmann –
Nitsche, 1910 256)... u se ejante al AA pa a “ ío”, que es <kon>= río –sin necesidad de citas-
<jono>= mar (Ameghino), <jono> = agua salada (Moreno, 1997: 398), o al Tsn <jonaba>= mar
(Malaspina)- probablemente xono-wə= lleno, hinchado, grueso de agua- o al SCh xo:n= mar. La
extensión semántica es sin dudas el mecanismo que permite asociar estos conceptos y las palabras
que las definen al concepto “ anantial, fuente de agua”, de allí a “b ota , ana , su gi , etc” de
allí a las fuentes de sal, tan frecuentemente lagunas.
694
El inte ca bio de los sonidos “w” con “p” “b” es u f ecuente en las lenguas ken.
695
Una va iante ás que anota Casa iquela pa a significa “est ella” es <tsë’gëgë>, posiblemente
del pK *ĉə= luz, agua+ el protoGI *gəgə= brotar, nacer, surgir- cf. GI <gəgə>= huevo (Hunziker, 1864
y Casamiquela, 1983); <gəgəna>/<gəgəma>/<gəgəmatzən>= pantano, tembladeral, menuco;
<gegemnan genaneten>= está refusilando (Claraz, 1988: 147, voc. 48), es decir, <gəgəmnan
gənanətən>, en donde γəγə= brota + -mnan, de ia’mǝnǝ/ia’mnǝ= estar -y permanecer, quedarse
(Casamiquela, 1983: 135-136)+ *kənə= luz, agua + -nətən= ge undio. Lit. “está b otando luz”.
696
La duplicación de la sílaba “lə” en kələlə se explicaría por ser el término original compuesto de
kələ= luz, blanco+ su cognado *łə= brota, surge, mana, fluye, que estudiaremos al analizar los
topónimos Chulila, Chulilao, Chulilau y Leleque -un adelanto de mis conclusiones puede leerse en
uno de mis trabajos (Williams D, 2010 h).
697
Entre otras semejanzas con Elal, también el héroe/antihéroe ona kwanyip e a el “dueño de los
guanacos”, que gua daba en un co al.
698
Aunque clásicamente se ha hecho derivar la palabra inglesa dawn= aurora de palabras
relacionadas con day= día, en este caso habría que analizar la posibilidad de que tanto dicha palabra
inglesa como el nombre de Dafne fueran términos cognados, y derivaran ambas de la palabra del
indoeu opeo pa a “au o a” -lo cual no quita que day y dawn sean a su vez cognados. De la misma
opinión es el lingüista Antonio Batalha Gouveia (1993: 49).
699
Aunque un sinóni o pa a “lobo a ino” e a yokkenkash/yotkenkash (Beauvoir, 1915: 75 y 138),
yokenkash (Gallardo, 1910: 73). En donde podríamos reconocer el pK *yaukən= (mi) miembro,
extremidad o brote- ver el capítulo dedicado a los números de los idiomas ken en un próximo tomo.
Ello recompondría el vocablo como *yauken-kaĉ= brote del agua, de *kaĉ/*haȓ/*xaȓ y demás
variantes= agua, luz en pK. Por ahora, sólo una idea.
700
Cuidado porque, por un error de impresión, en la edición en castellano, en p. 76 se lee el
topónimo como Arawats.
701
Sin embargo, los propios galeses usaban el topónimo mixto galés- castellano Pwynt Ninfas (cf. Y
Brut N° 7, junio de 1868, en Y Drafod N° 144, 23/11/1893, y ver Williams D, 2015 b: 86 y 142).
702
Uno podría jugar con la idea de que también el nombre del cañadón derivara de aquél del sonido
del viento al pasar entre sus paredes. Pero el análisis de términos relacionados, como las palabras
pa a “adent o”, paso o vado”, “ o te o”, “olla”, etc. de uest an que el o igen es la idea de
“dent o, adent o, inte io ” que une a todos estos t inos. Ya ve e os có o la palab a del GI
ahlkaĉ= río contiene a esta palabra, que resulta así ser muy antigua, presente ya en pK, y el vocablo
gënëna se recompondría como *ahl= agua+ *kaĉ= cañadón, valle… “valle de agua”. Aunque
también la palabra *kaĉ pod ía en últi a instancia de iva de palab as que significan “agua, luz”,
vistas varias veces en éste y en el anterior capítulos. Un análisis que por ahora no realizaré,
923
quedándome con la etimología más aparente, pero dejando espacio para una muy amplia duda.
Pero añadiré que en los idiomas indoeuropeos pudo ocurrir otro tanto. Pues aunque se cree que
“valle” cognados pudie an elaciona se con la aíz IE *wel-2= volver, enrollarse, que daría origen a
ot as palab as co o “volve ”, “volu en”, “voluta”, “voluble”, “valva”, “´valvula”, etc., c eo que
todas estas palabras se asocian en última instancia a palab as que o iginal ente significa on “luz”
“agua”, asociadas a ot as que significan “ ana , b ota , su gi , flui ”, de allí a “lleno, pleno, go do,
hinchado, pletó ico, volu inoso, abultado”, a “ edondo, ci cula , ovalado” co o inte edia ios,
hasta llega a “vuelta, voluta”, etc. Espe o e alcance el últi o capítulo del últi o to o de este
libro para desarrollar todas estas ideas. Si no, deberá quedar para un futuro libro ad hoc.
703
El razonamiento cierra perfectamente cuando se piensa en mi observación -ver lo anotado
antes- de que la cuñada de Elal y progenitora de los onas, de nombre <Airä-un> según Wolf, <Airaa>
según Hughes (ambos op.cit.), comparte semejanzas fonéticas con el nombre de haiš, el padre de
Kuanyip. Los shelknam reconocían, con este mito, su origen tehuelche, o cuando menos, el de su
héroe/antihéroe kuanyip(ə). A su vez, los tehuelches recordaban a nošt’ex –un gigante
perteneciente a un mundo anterior, según mis deducciones alter ego caído de ko:ĉ, el retirado
creador del mundo- como fueguino. Ya vimos que su nombre puede compararse al de aquél de
kȓənahoteh, un dios solar perteneciente a un ciclo envejecido entre los shelknam. En cierto sentido,
éste resulta otro ejemplo de Dios Ocioso, o tal vez hasta de Divinidad Asesinada -como lo es
gošxe/tkauȓ entre los aónikenk, e incluso tal vez el propio elal/t’ĉuwȓ, como veremos.
704
Me pregunto si, así como el Elel representa al Alto Dios- el Gualicho- los tales “pages”
caracterizarían a los gualichos pequeños. Apóya la idea la descripción de Pigafetta de Setebos,
cuando dice que dirigía los bailes de los ĉeleules o “de onios pequeños” cuando o ía alguien. Lo
cual además es un antiguo testimonio de que entre los integrantes de un pueblo ken, los patagones,
el baile ritual tenía lugar también en otro rito de pasaje, el de la muerte.
705
”El Bárbaro aquí muestra, que está en lugar del Diablo; manda á uno que se sage la pierna con
un cuchillo; á otros que se abra la vena del brazo, y á éste tener otras cosas crueles: los miserables
derraman abundante sangre, hechos Martyres del Demonio”. Con su ideología cristiana, Sánchez
Labrador no podía comprender que se trataba de un rito de curación, de purificación, semejante a
la que, más de cincuenta años más tarde, observaría Parker King durante la ceremonia en la que la
cacica Ma ía le ost a ía su “C isto”, un ve dade o kamalaške . El etnocentrismo impedía al
sacerdote suponer en los ayunos y autoflagelaciones de los cristianos exactamente el mismo
significado siniestro que, sin embargo, veía en los ritos aborígenes.
706
Musters (1997: 217) y otros autores describen el intenso amor y mimo con que se trataba a los
niños, que podían hacer la travesura más terrible sin jamás ser amonestados ni castigados. Lévy
Bruhl (1986: 289-290) ha observado que dicha conducta se extiende a casi todos los pueblos de
aquellos llamados primitivos del mundo, agregando: “No hay apenas misionero que no se haya
escandalizado por la indulgencia inagotable de que dan prueba los indígenas respecto a sus hijos”.
La explicación parece ir más allá del amor, según Lévy-Bruhl: el niño sería la reencaranción de un
antepasado –entre los tehuelches, generalmente, un abuelo o un tío, aquél del cual el infante había
heredado el nombre. Es decir, no se podía reprender o castigar al niño, para no ofender a su
espíritu, o cuando menos, al espíritu que velaba por él.
707
Ramírez Rossi ha sugerido que se asigne el nombre de J.-M-Franchomme al valle en donde se
ubica la cueva.
708
Ramírez Rozzi (op. cit.) observa que el felino representado en el sector VIII de la cueva ostenta
círculos negros con un punto central también oscuro y que los círculos no cubren todo el cuerpo
sino especialmente el lomo. Por lo que, aunque la piel con manchas de las pinturas podría
representar a otros felinos, se trata sin dudas de jaguares.
709
La imagen de uno de los felinos representados en esta cueva pueden verse en la tapa del libro.
710
He estudiado la etimología del zóonimo tupi-gua aní “ agua et ” en un capítulo de un lib o aún
inédito (Williams D, 2102 Ms).
711
Posibles: entendido, en este caso, como un “conjunto de medios, bienes o riqueza que tiene una
persona o de los que se dispone para hacer algo”.
712
La ceremonia de la perforación de la oreja es equivalente al bautismo entre los cristianos. Era el
momento en el cual se imponía el nombre definitivo al niño. Ha sido descripta por varios autores.
Incluso existe cuando menos un documento en idioma galés, de la pluma de William Brunt,
924
Ebenezer, que deja pormenores del rito, y de un casamiento tehuelche (Y Drafod N° 2411, 30 de
enero de 1948: 1).
713
Housse, Rafael Emilio, 1940. Una epopeya india. Editorial Zig-Zag, Santiago, Chile.
714
<kalü>, es decir, kələ= blanco en GI. Harrington creía que el nombre del kələhmal a wətȓ o
curandero se debía a que el mismo se pintaba de blanco durante su función como tal. En realidad, la
palabra incluye uno de los nombres del Alto Dios, <Gehlamal>, es decir, kələ-ahmal= iluminante,
luminoso. Creo que es exactamente lo contrario: el color blanco representa la luz del intermediario
o representante del Alto Dios, que resulta ser el curandero, que brilla con la luz del dios solar con el
que se comunica.
715
En algunas de sus obras, Casamiquela interpreta lonkomeu como lonko meu= cabeza-con, es
deci , “con la cabeza”, en efe encia según inte p eta al movimiento de la cabeza de los danzantes.
716
En cuanto a este punto sepamos que, en el excelente testimonio de Emiliana Jaramillo (en Ñanco
y cols., 2000: 62) sobre los camarucos que organizaba la machi Doña María Epul de Cañuqueo entre
los mapuches chubutenses del siglo XX, leemos sobre la pesada prohibición de reirse o manifestar
algún tipo de aleg ía, incluso cohabita ent e esposos o coquetea ent e jóvenes “Para eso hay otro
lugar, otro tiempo”. Excelente definición que nos ecue da que el ca a uco transcurría en illo
tempore. Ta bi n icente Ma tínez (p. 85) dice “En Cerro Negro hacían camarucos con gente de
todos lados. No permitían que nadie fuera a reírse”. Ent e los tehuelches septent ionales dicha
prohibición regía para el kən a axwai. Sin embargo, la transcultruación y decadencia de lo sagrado
llevó a que en 1952 Casamiquela (en Casamiquela y Aloia, 2007: 42) presenciara un nguillatún en
Co tade a (Río Neg o) los pa ticipantes hicie an algunas t avesu as. Ag ega el auto que “el
lonkomeo es cómico en esencia”.
717
También en la renovación de los votos de una machi ya consagrada, que ocurría cuando su rewe
se había roto o la madera que lo componía se había podrido o dañado y era necesario construir
otro.
718
La ceremonia era solemne, por no ser una puesta en escena, sino, en el concepto de los
aborígenes, un verdadero revivir de lo sucedido en illo tempore. De allí lo que afirma Claraz, que no
se podía reir durante la Fiesta del Helel, algo que confirma Harrington con este pasaje.
719
hain: existe la posibilidad de que esta palab a signifique ta bi n “pasaje”, desde que <hanken>
= atravesar en shelknam (Beauvoir, 1915: 114). También podría relacionarse con <háiyen>= matriz
en shelknam (Chapman, 1986: 126 y 127). Pero tengo motivos para suponer que tanto keni en AA,
como kan en kan áxwai en GI y hain en SCh significan “sol” -cf. kəna a áxwai= toldo del sol. Lo
propio parece significar apəšk en AA- cf. protoAA *pəš/pǝč= Sol (Dios)- ver el capítulo 1. Me
pregunto además si la ceremonia de la kina de los yámanas no será un préstamo cultural de los
onas, como la semejanza misma del nombre con el del hain de éstos pareciera sugerirlo.
720
Existía una suerte de iniciación femenina (Chapman, 1986: 136 y 137), con rasgos semejantes a la
de los tehuelches, pero no era motivo para un hain
721
Recúerdese que considero cognados los nombres de axĉəm/agsčən y xálpen. Y que tengo
motivos para creer que se trata de una misma entidad, de origen lunar.
722
klóketen= c eo que este t ino puede significa “baila ín”, pues “baila , baila pa a calenta se”
se decía <kloken>/<kloten>, aunque no desca to que se t aduzca co o “vagabundo, anda ín”, pues
“vaga , vagabundea , anda gi ando” e a <klokle</<klokle’>, en relación con <klol’>/<lol él>= dar
vuelta (Beauvoir, 1915: 43, 115 y 132), tal vez referido a que los muchachos que sufrían la iniciación
debían andar solos mucho tiempo en el bosque, antes de la ceremonia iniciática final.
723
Recordadas incluso por los últimos informantes aónikenk (Casamiquela, 1988: 64-65).
724
<haiyen> o matriz: esta palabra apoya mi idea de que el hain o choza ceremonial representaba
una vuelta al úte o, pa a enace a adulto. o ot o lado, según Beauvoi (1915 65 159) “úte o”
se dice <tkohoi>, que ha de ser un sinónimo. Hay otras palabras semejantes, como <hah’in>=
preparar (p. 20); <ain>= padre, <ainën>= alto, levantar, etc. También he dicho que hain podría
significa “Sol (Dios)”.
725
Las citas son de Eliade, Mircea. Traité d'historie des religions. Petite Bibliothèque Payot 312.
París; 1978 Historia de las creencias y de las ideas religiosas, vol. I. De la prehistoria a los misterios
de Eleusis. Ediciones Cristiandad, Madrid, 1975.
726
La fecha de nacimiento de la Sra. Cañuqeo me fue proporcionada por ella misma. La de
fallecimiento la tomo de la edición digital del diario El Chubut del 12 de octubre de 2013.
727
“…por eso vivo en la esperanza que Dios…” (SIC, en el o iginal, sub a ado ío).
925
728
Otros lo llaman Zenobio Jaramillo, siendo su nombre el mismo que el segundo nombre de su
nieto, lo que tal vez indique que éste era su nombre correcto, o que llevaba también
729
Gabino Crespo tenía, según Zeballos en La conquista de las quince mil leguas (2002: 137), una
hacienda aguas arriba de Choele Choel.
730
Este mito guarda muchos puntos de contacto con el de čəškilĉəš entre los onas, en el cual la
mujer raptada y que informa sobre las costumbres del monstruo es reemplazada por los dos hijos
del héroe-antihéroe kuanyipǝ. Ellos fueron pedidos a su padre por el monstruo, que era su cuñado,
pero luego los hizo sus prisioneros, y los obligó a ayudarlo en sus horribles actos de antropofagia.
731
obable ente, al habla de “grandes mamíferos”, Mo eno se efie e en especial a los pe ezosos
gigantes o milodones, y no a saurios como los gliptodontes, clásicamente identificados con el ente,
pero que nunca coexistieron con el ser humano, como sí fue el caso del primero. Sin embargo, en
un escrito anterior- ver más adelante- se refiere al gliptodonte como un animal al que el eλǝngašǝn
se asemejaba. La idea fue retomada y desarollada por Vignati (1973).
732
Al hablar de los araucanos, Moreno se refiere seguramente a aquellos que él conoció, los
mapuches cisandinos, ya interculturados con los gënëna a këne.
733
<Guáyauájai>: o sea, gáyau a áhuai= toldo del Gualicho.
734
<El-lüngassüm áhuai>: es decir, eλǝngašǝn a áhwai= toldo del eλǝngašǝn.
735
Aquí el investigador se acercaba a la verdad, pues ka en AA equivale a la preposición castellana
“de”. e e os ás en unos pá afos.
736
Esta idea de Lehmann-Nitsche es criticada por Casamiquela (1960: 16), quien interpreta que elel
era de género femenino, y descarta, sobre la base de dicha suposición, que el eλəngašən pudiera
ser su esposa. Más allá de que el elel era un ser masculino -ver testimonio de Sánchez Labrador- y
no femenino como cree Casamiquela, esta obsesión con los géneros de los entes del panteón
tehuelche caracterizó a los trabajos de Vignati y de Casamiquela, llevándolos a discordar con
respecto al sexo del Eləngašəm, con largos argumentos, que no conducen a conclusiones de
importancia, pues en los mitos, lo he dicho, como en los sueños, un ser puede en ocasiones ser de
un sexo y en otras del otro, sin intervención de la lógica.
737
Grypotherium: denominación de un género de perezosos gigantes, relacionados con los
milodontes (Neomylodon) y los megaterios (Megatherim), que como toda la megafauna americana
cuaternaria, se extinguió, debido en gran parte, se cree, a la caza por parte de los humanos.
738
<Aónikós>: seguramente se refiere a la lengua, aónikən áiš –aónik’o áiš/aónik’o aiʎn de los
últimos hablantes y semihablantes.
739
Puede leerse por ejemplo a Vignati (1973: 86-88), que, basado en trabajos de Harrington, intenta
refutar la idea de Casamiquela de que el eλəngašən era de sexo femenino, idea que, como vimos,
Lehmann-Nitsche fue el primero en exponer. Casamiquela (1988: 144-149) le responde a Vignati
dedicando al tema un capítulo entero, Sobre el sexo del gualicho, defendiendo la femineidad de
estos seres, aunque igualmente deja lugar al final para que el alto dios sea bisexual o incluso
asexuado.
740
Probablemente, de amaha a gaiə: de amaha=sol+ a=conectivo + gaiə=pichón, cachorro. Para
profundizar en el tema y las evidencias, véase el capítulo de esta obra dedicado a los caciques,
brujos y otras autoridades, en un próximo tomo. Probablemente, una vez lexicalizado el vocablo
con el significado de “cacique, ico, pode oso” -y olvidada o próxima a olvidarse la etimología
original- se lo ha debido marcar con el sufijo feminizante –čǝm para formar la palabra gamakiačǝm=
cacica, Diosa.
741
La inte p etación de que el de Inaca al e a un no b e apudzungun que significaba “segui ot a
p ole”, de ina=seguir, ka= otra y yel= prole, progenie, y constituye un ejemplo de etimología
popular, ya sea por parte del informante nativo -Andrés Inacayal, hijo del cacique- o del
investigador- Harrington (1936, en Vignati, 1942; 21) o el propio Vignati. Carece de base lingüística,
por comenzar porque no sigue el patrón de los onomásticos mapuches. En cambio, como espero
demostrar en el capítulo correspondiente, la mayoría de los onomásticos de caciques y muchos de
nativos sin ango de tales significaban “hijo del Sol”. En ot a cita, Ha ington t aducía Inaca al del
Mpz co o “el hijo menor, o algo así” según Casa iquela (2004 52), quien se inclina a c eer, como
o, que e a en ealidad un no b e tehuelche a aucanizado, aunque supone que “su abuelo”,
Wingkawal, llevaba un nombre derivado del mismo desconocido nombre tehuelche. No concuerdo
del todo con esta última idea, y además creo por otros testimonios que Wingkawal sería el padre y
926
de su honda y lo remató a flechazos. Cargó el cuerpo del monstruo en su canoa y regresó a tierra
firme, en donde fue ovacionado por su hazaña (Plath, 1983: 415-416).
751
oktȓĉonek. Ver Williams D., 2007 b, 2008 b y 2010 g.
752
Ver capítulo dedicado a la mitología ona en un próximo tomo de esta obra.
753
Harrington en Vignati, 1973: 87, nota 16.
754
En efecto, en el texto del desafío al Elëngassën (Vignati, 1973: 87; Casamiquela, 1988: 144 y 145)
ve os desde una o illa de un a o o “un paisano” eta al onst uo que está en la ot a. Acla e os
que el relato termina sin que lleguen a la lucha.
755
Una posibilidad que se me había ocurrido, y que en principio descarto, es que tĉoion no fuera
más que una feminización del nombre de t’ču:ř, en cuyo caso debiera reconocer un hipotético
étimo *t’ču:ř-on- siendo –on el sufijo marcador del sexo femenino en AA. La “ȓ” de sonido f icativo
sería la responsable de la transformación de la palabra en tĉoion, a través de una intermedia
t’čuyon, con la “ ” p onunciada co o en “ e ba” en la p ovincia de Co ientes. e o la idea no e
convence.
756
Palabras probablemente cognadas con el GI tȓeje, tȓeja= vaca, vacuno, toro (Casamiquela, 1983:
157 y 158).
757
Quien ha estudiado la asociación entre el laberinto y la muerte es María Teresa Boschín, en
varios trabajos, entre ellos Tierra de hechiceros. Arte indígena de Patagonia septentrional
Argentina, Ediciones Universidad de Salamanca, Servicio de Publicaciones de la Universidad de
Córdoba, 2009. La autora (p. 340) no reconoce como antecedente los trabajos de Casamiquela en
este aspecto por hallar numerosos errores metodológicos en ellos. En otro trabajo (2017: 77)
exp esa con especto al Labe into “Mantengo las consideraciones vertidas acerca de la relación
entre este diseño [el Laberinto, N. A.], la muerte y Elumgássūm (Boschín 2009)”.
758
No he podido traducir a mi satisfacción el nombre de los keški’i. Señalo, sí, cierta semejanza con
el nombre de ko:ĉ, el Dios Creador destronado, y, especialmente, con el de su alter ego gošɣe... los
relacionan los hechos de ser los primeros ladrones de carne y el segundo devorador de seres
humanos y animales. Lo que en cierta manera los relaciona también con el eləngašen, a <Okepan> y
al ya estudiado oktȓĉonek. Además, tomando en cuenta el antecedente de los mitos cognados con
el de los keški’i, es decir, aquellos de las yekəlon y el de las tĉoion, tal vez el nombre keški’i, también
p ovenga de palab as que significan “he b as” o “hijas”- cf. AA kaȓken= mujer, china, nena, niña;
SCh kaȓk’n= hembra, kaȓyen= nacer, criar (Beauvoir, 1915: 37, 39 y 145), háiyen= matriz (Chapman,
1986: 126 y 127), etc. Pero niguno de ambos caminos me conforman.
759
El wámenk paisano: es decir, el chamán aónikenk.
760
“Gatea ” es un vocablo del castellano patagónico que indica el acto de pasa se un ho b e
subrepticiamente al lecho de una mujer, fuera desde el mismo u otro toldo, lo que se realizaba en
edio de la noche “gateando” en cuat o patas. Rosa a gas de Cabrera, informante de Fernández
Garay (1997: 226) se divirtió mucho al narrar esta costumbre. El verbo en AA es axenen= gatear, o,
según Luisa Pascual, <nóórrenk> (Priegue, 2007: 212). También fue usado por Ana Montenegro de
Yebes, informante de Bórmida y Siffredi (1969-1970: 214 y 218), en oportunidad de relatar la
primera cópula en la histo ia del undo “El lobo gateó a la loba”, “Pero esa noche el lobo gateó a
la mujer…”. Co o Elal había p ohibido exp esa ente el sexo, se co p ende la necesidad de
“gatea ” sub epticia ente en la noche pa a tene lo. En castellano ás citadino di ía os “el pata de
lana”, el que ent a en puntas de pie sin zapatos o llevándolos en la ano, sólo con las edias en
los pies. En a aucano pa peano, según Mansilla (1870, II 43), “… el acto de penetrar en un toldo a
deshoras de la noche se llama cancanear, y cancán equivale a seducción”.
761
Como asociación poco probable, hallo una semejanza entre el nombre de <kouánechel>, y el
fragmento inicial del Canto a la Luna de los gënëna a këne, lo único que recordaba Liboria Crespo
(Casamiquela, 1988: 81; 2004 b: clase del 16/10/2004, ambos op. cit.): <koyonesw(e)>.
762
En otro párrafo, Claraz (1988: 153, voc. 517) escribe la variante “decdec”, que traduce como
“pampa, planicie, suelo limpio”. Casamiquela lo confirma en su Estudio Preliminar del Diario de
Claraz, bajo la forma <sëksëk >= pelado, desnudo, pero aclara que siendo un adjetivo no puede ir
aislado como topónimo (Casamiquela en Claraz, 1988: 10), y también bajo la forma <süksük >, que
fuera escrita “shruk shruk” por Harrington y “shrek shrek” por Burmeister (Casamiquela, 1998: 104
y 317, nota 114). En otra página, el propio Casamiquela, (1998: 148) reafirma lo dicho, aunque bajo
la forma <süksük > y explica que se trata del centro del gran Bajo del Gualicho. Se trata del término
guenënaiájetch <shakshak> li pio” de Molina (Molina, 1967: 118 y 183), cuyo antecedente escrito
928
más antiguo entre los que he hallado es el vocablo <Atga shac shac > = campo limpio – o sea, atǝk a
šǝkšǝk = tierra limpia- del vocabulario de 1864 de Hunziker, fide Outes (1928: 276).
763
Ver Ingaramo, R.A. Williams D., et al., 2010 a y b y 2017.
764
Visítese el sitio on line https://mapio.net/pic/p-22943163/. La salamanca del Cerro Cocdrilo.
Anónimo, en Mapio.net. Consultado por última vez el 12 de enero de 2022.
765
Casamiquela, 1974. En pos del Gualicho. Estudio de mitología tehuelche. Resumen para la
Dirección Provincial de Cultura, 1974 Ms.
766
“… este sí recogido”. Se refiere a que lo toma de la mencionada canción entonada por Millarrai.
767
“Cf. Cheleule “demonio pequeño” en el vocabulario célebre de Pigafetta, recogido entre los
tehuelches meriodionales en San Julián en 1520”. Tal la nota al pie del propio Casamiquela. Ya
vimos, y profundizaré sobre la idea, cuál es, para mí, la real importancia de esta relación, que no
llegó a interpretar el propio Casamiquela.
768
El meulén/meulín/meullén era para los araucanos un remolino de viento, pero lo personificaba
un espíritu travieso, o incluso maligno, del mismo nombre (De Moesbach, 1984: 156-157; Erize,
2005, 2: 138). Podemos entonces aceptar que el nombre del ĉélil, un demonio enano, se extendiera
al del fenómeno que los tehuelches creían que producía, que era un remolino de agua en la versión
de Harrington. ¿Cómo negar uno de mis caballitos de batalla, el mecanismo de la extensión
se ántica? e o no puedo, co o dije en la nota ante io , acepta que se asocie a la idea de “gi o”.
Ya sabemos que ĉélil significaba “hijo” -o sea, “hijo del Gualicho”, que i plica la idea de “gualicho
pequeño”.
769
He dicho ya que creo que el nombre del eləngašən se t aduci ía co o “hijo del Sol” o, enos
p obable ente, “hijo de axčǝm”, de todas ane as un se lu inoso luna -solar.
770
Se refiere a una publicación, no a un manuscrito. Corresponde en mi bibliografía a Casamiquela
(1956 a).
771
Por ahora el lector deberá conformarse con esta afirmación, pues el estudio de dichas canciones
exige la comparación entre distintas versiones de varias de ellas, que lleva largos párrafos, y que
merecen un capítulo especial, que tengo muy avanzado y que espero terminar y publicar en un
próximo tomo de esta obra.
772
Según refiere Paul Wirz (1928: 91, en Seeberger, 1972: 125-129), los nativos de Openko, Nueva
Guinea, creían que los remolinos en el agua eran producto del pataleo de un demonio que, por
haber maltratado y violado a una muchacha durante una ceremonia, había sido arrojado allí cabeza
abajo.
773
Menos probablemente, recuerde el lector, yelən-aĉke(n) -cf. el antecedente de mi recomposición
del kamalaške de los téushen de Viedma… o incluso yelən axĉem= pichón, cachorro, hijo de axĉəm-
pues, en definitiva, axĉəm es lo mismo que aĉke(n): una entidad solar o lunar.
774
Aunque en este último no figura como autor, el estilo, conceptos y fonética de los vocablos
pertenecen a Casamiquela.
775
Recordemos que <Sesom> es una de las formas del nombre de la deidad recogida por Moreno
(1997: 404) y que es, que yo sepa, el único autor anterior al siglo XX en documentarla. Autores del
siglo XX y XXI (v.g Siffredi, Casamiquela) sí la han anotado. Para Escalada (1949: 59) era <Séecho>,
forma no femenina, semejante a <Soychu> y variantes de los pampas del siglo XVIII, y que he
relacionado con el AA setȓeu y variantes= estrella. Ya he explicado las causas probables de la
dualidad masculino /femenino de ésta y otras deidades.
776
Según Feb s (1765 643) “thempúlcahue -dicen por burla a las viejas, y fingen que cuando uno
muere, viene una de ellas en figura de ballena a llevar el alma a la otra banda del mar, esto es, la
isla de la mocha” (SIC, sin a úscula).
777
halək=toba –término que, por otro lado, tendría un sinónimo en el mucho más conocido
<shrakaha> (Harrington en Vignati, 1973: 92, nota 17) o <sa’kaha> (Casamiquela, 1983: 156).
778
Por un evidente error de memoria, Casamiquela cita en una publicación (1988: 6) que esta
canción fue publicada en un trabajo de 1958. Se trata del libro Canciones totémicas araucanas y
gününa a küna (tehuelches septentrionales), Revista del Museo de la Plata, Facultad de Ciencias
Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, Nueva Serie, Antropología, tomo 4, N°
22, 1958. Ni en la versión édita ni en la copia fotográfica que poseo del manuscrito hallo la canción
en cuestión, que difiere poco de la versión édita. Dicho manuscrito lleva título semejante -
Canciones totémicas araucanas y gününa a küna (patagones septentrionales). Dactilografiado y
929
fechado en 1956 (Casamiquela, 1956 b), lleva la firma del propio Casamiquela. Se conserva,
malamente archivado y no clasificado, en la Colección Casamiquela de la Biblioteca Popular Agustín
Álvarez de Trelew, Chubut, en una carpeta de forro azul en sus dos tercios superiores y símil madera
en el tercio inferior, con un papel amarillo que lleva la indicación manuscrita A3 380, pegada sobre
un papel mayor, blanco, también manuscrito en donde se lee lo que parece ser ETNOHIS. II,
CARPETA I- el papel amarillo dificulta la lectura. Personalmente he fotografiado este documento en
mayo de 2017, intentando de alguna manera preservarlo.
779
¿Y por qué no producto de entonar fonéticamente el canto por alguien que no co¿
mprendía lo que cantaba?
780
Las palabras en cuestión, tšišǝɣǝ y ačeiukač podrían ser parcialmente cognadas, o más bien la
primera pudiera ser raíz de la segunda, si se aceptara que en pudo ocurrir una fusión a partir de una
palabra ačǝičɣǝukač. Lo que no es imposible, pero no me convence del todo.
781
De todas maneras la palabra del gënëna a iájich y la del shelknam chan son cognadas, en un
eje plo de ca bio fon tico de “š” en “k” o viceve sa.
782
En la versión impresa de 1958 hay un error de imprenta que motiva que el comienzo del quinto
verso se lea kaámaha kalwún. Alguien, probablemente el propio Casamiquela, pues de su colección
tomo el libro, ha corregido el error con un lápiz negro, colocando una barra separando la palabra
ka= de, de la palabra ámaha= sol. En cambio, en el original mecanografiado se lee, correctamente,
ka ámaha.
783
Deno inada “Funcional” po O den (2012 b).
784
Cf. los gentilicios teluhna a këne, gën na a këne, ot os, en donde a këne es “gente de” no “de
la gente”; la f ase no inal kełi a epatr, que la propia Orden (2012 b: 64), sin notarlo, traduce
co ecta ente co o “ca ino de pe dices”, pe o en la que el o den es Adj-Func-N, por lo que
debe ía t aduci se “pe dices del ca ino”, de sentido enos cohe ente. Y hay muchos casos más.
Según estas observaciones de Orden, se equivocaría Casamiquela al corregir a Lehmann-Nitsche
(1918: 50, fide Casamiquela, 1993 c: 79), quien, al escribir el nombre en gënëna a iájich de la Vía
Láctea la llama <gáiau upatrsh>= camino de los muertos. Casamiquela oberva que la forma correcta
sería como <gáyau a úpatrr>, que correctamente traduce como “ca ino de los ancest os”. C eo
que ambas formas son correctas, pero de concordar con Orden, la forma de Casamiquela debiera
t aduci se “ ue tos del ca ino”, lo que no es cohe ente con la concepción de la ía Láctea co o
un camino –o un río, como se verá en el capítulo dedicado a las constelaciones y el cielo, en un
próximo tomo. En otros escritos, de todas maneras, Lehmann Nitsche (1919 a: 50; Malvestitti y
O den, 2014 102) lo esc ibe “gaiyauápatrsh, camino de los muertos (Milchstrasse), ahí van los
muertos”; gaiya uápatrsch= Vía Láctea. La propia frase nominal <kalwún a atsajóu>= corazón de
tigre de la Canción del Tigre pierde coherencia si se la tradujera según el orden N-Func-Adj, pues
significaría “tig e del co azón”.
785
A pesar de lo mucho que debemos a Cual por el rescate del gënëna a iájich, evidentemente se
trataba de poco más que un semihablante, pues tenía deficiencias debido a la falta de práctica de la
lengua y al uso del mapudzungun y el castellano. Algunas de ellas fueron señaladas por Orden
(2012 b: 79-85) como fluctuaciones en un mismo hablante, alternancias sincrónicas -en
comparación con hablantes coetáneos- y diacrónicas, variaciones léxicas en el mismo hablante, en
hablantes coetáneos y diacrónicas, préstamos e hibridaciones, parafraseos o circunlocuciones.
786
Como nota Casamiquela (1956 b, nota N° 34 -corregida en lápiz como nota 37; 1958: 306, nota
37)- en GI la palabra ɣǝina significa “chulengo, la cría del guanaco” -Molina, 1967: 132 y 179) la
t aduce di ecta ente co o “c ía, pichón, cacho o”. Y, ag ego o, su p obable cognado haina= león
(patagónico), pu a ha de habe significado o iginal ente lo is o, “cacho o, c ía, pichón, hijo”,
como se analizará en el capítulo 4. En referencia a la palabra haina que no puede traducir del Mpz
en otra canción -la Canción del puma del sur- el autor hace justamente referencia a esta palabra del
GI (nota 39). También observa sobre la Canción del tig e, en la que se escucha la f ase “Mëléaia
kalwén”, que la S a. Nahuelt ipa le suge ía se t aduje a del Mpz co o “Estoy arrodillado”, aunque
kalu:n es “tig e” en GI. Ot a palab a, co o ve e os, que en su o igen significó “cacho o, c ía,
pichón, hijo”, cognada con el AA Tsn ykalǝm=hijo -abstractamente, kalǝm, sin el pronombre
posesivo de primera persona singular ya= mi, mío.
787
Debajo de la tachadu a se ent elee “goza (?)”, que corresponde al siguiente verso.
930
788
Recordemos que Carmen Nahueltripay era sobrina segunda del cacique manzanero Shayhueque.
De allí que algunas de las canciones que entonaba, bien que aparentemente sólo fonéticamente, sin
comprender lo que cantaba, eran caciones en gënëna a iájich.
789
Cf. Ing. fair=claro, rubio, blondo//bello, lindo, bonito//justo, etc. Creo que la misma palabra
castellana, “bello” de iva ía de vocablos que significan “lu inoso, b illante, cla o”. Lo ve e os en el
último capítulo de esta obra, en un próximo tomo.
790
A Trrúulmani se lo habría narrado su abuelo Trreutrril.
791
<třay’ahlǝ>= de mierda. Tal vez tenga relación con las palabras aƚuwu =ano, yaƚuwu=
excrementos. Puede ser que la palabra fuera compuesta, originalmente un sintagma, třǝyǝ a
aƚuwǝ= bosta de vaca. En tal caso, expresión semejante al inglés bull shit, lite al ente “ ie da de
to o”, pe o, ediante el ecanis o de extensión se ántica, aplicado ás bien a los significados de
“pat aña, enti a”, aunque ta bi n “ ie da, po que ía”. Acla o que, según Cla az (1988 149, oc.
165), <triamkhat>= carroña de vaca, bosta. Cf. voc. 166 <khat>= bosta, carroña y voc. 167 <tria>,
<triyie>, <treïge>= vaca.
792
El autor recuerda la increíble versión fonética, totalmente incomprensible, aparecida alguna vez
en You Tube, de una canción de los Bee Gees, entonada por una cantante de Europa del Este que no
entendía el idioma inglés. Se trata exactamente del mismo caso.
793
De todas maneras, ya hemos visto el el Capítulo 1 que hatkǝ= bueno resulta aquí una
determinación de la palabra por la mitología popular, pues originalmente correspondería al *pK
*hačkǝ= luminoso, brillante, Dios.
794
Probablemente relacionados con čamǝlǝk= llano, llanura (Hunziker, 1864 en Outes, 1928: 276 y
sigs.) y con yamǝl= plato según las hermanas Catalina y Rosa Chagallo y José María Cual
(Casamiquela, 1983: 150).
795
He opinado ya que Fletcher (s. XVI) explícitamente leía a Pigafetta, y que los trabajos de Köesler-
Ilg parecen plagiados de otros autores, con una buena dosis de inventiva propia.
796
Recuérdese la cita que el padre De la Laguna hace de la f ase de un b ujo po a “Yo moriré si
entra en mi cuerpo el Chahuelli, y si él no entrare, no he de morir…..” (en Yayo de Mendieta, 2005:
198 y 200).
797
No se me escapa que el dios <soychú>, “da vueltas alrededor del mundo”, pero nada tiene que
ver ello con el significado del nombre. El hecho de dar vueltas fuera del mundo se refiere al sol y no
al supuesto “seño del labe into”. Este pasaje, po ot o lado, pa ece confi ato io de la identidad
de se:čo/t’čwuř /Elal con el Sol. En cuanto al supuesto giro del Sol alrededor de la Tierra, en efecto,
Lista (1998, 2: 14) sostiene que los tehuelches creían que la tierra estaba inmóvil y que los astros
gi aban a su al ededo … co o en distintos o entos de la histo ia c e e on los integ antes de
todas las culturas humanas.
798
<Soychulde>, evidente error de pluma o de impresión por <Soychuhet>, o “gente de So chu”, u
“hombres que están con Dios, o con este Ser, fuera de este mundo”, co o docu enta Sánchez
Labrador (1936: 65) que los patagones llamaban a los muertos.
799
El p opio Caa año exp esa que to a sus datos sob e la eligión de los tehuelches de “… una
relación manuscrita que he leído”, que co o dije esulta se evidente ente Sánchez Lab ado , pues
es obvio que lo parafrasea.
800
Esta traducción es más ce cana a la de “gente de So chu” o “Gente de Dios (Sol)” y coherente
entonces con mi idea sobre el significado de –het, coincidente con la de Falkner. Casamiquela
(1987: 79, nota 28) asume como en 1965 (p. 136) que het=-ero, -ense –o sea, -eño- y traduce
<Soychu-het> co o “so chu-e os o enses”. Y asocia a soiken, el no b e en AA del achi, con este
itóni o. e e os algo sob e las palab as que significaban “cacique”, “b ujo” ot as auto idades
en un capítulo especial en un futuro tomo.
801
Como decía en una nota al pie del primer capítulo, leyendo a De Augusta (1991 a: 58) confirmo
que ήӘήëchén= dominador de los hombres; cualquier ser sobrenatural (imaginario); Dios; y que
ήӘήën= dominar, mandar, disponer de algo, gobernar, cuidar -respeto los signos fonéticos del
autor. De Moesbach (1984: 170) lo llama <Ngenechén> o <Ngenemapún>= dueño o dominador de
la gente, de la Tierra, y Erize (2007, 6: 113) <nguenechen> o <ngenemapun>= El Creador. No debe
lla a la atención la “n” final en -chen, pues aunque el té ino pa a “gente” es el tal conocido ché,
vemos que lo propio ocurre con el término mapu= tierra, que aparece como mapun luego de ŋəŋə.
Ha de tratarse de una particularidad de la gramática del mapudzungun, pero no profundizo sobre el
tema por mi desconocimiento de ella, y por no ser objeto del presente trabajo.
931
802
Más adelante, De Augusta define ko/we co o “el pozo donde suelen saca el agua pa a la casa”.
Evidentemente, de ko= agua y we=allí es o hay.
803
El sain o tatuaje, según Imbelloni (1949: 51, nota 64), quien llegó a verlo al examinar a algunos
de los últimos aónikenk culturalmente tales, se llevaba en el antebrazo izquierdo. Consistía en una
línea, dos o más líneas paralelas o en cruz, un quincunx- cuatro puntos formando un cuadrado con
un quinto en el centro de la figura, etc. Se practicaba embebiendo en tintura una vena o nervio de
guanaco enhebrado en una aguja que se pasaba bajo la piel. Lista (1998, 2: 162) lo llama chaine,
dice que lo llevaban casi todas las mujeres de alguna edad, que podía hacerse en el pecho, brazos o
manos. Se confeccionaba con una aguja de enjalme –Seseli tortuosum, una umbelífera ibérica,
posiblemente fuera un vegetal semejante- y el dibujo era poco variado: círculos, cruces y rayas
paralelas. Según Siffredi (1969-1970: 263) en las mujeres el tatuaje se realizaba con la primera
enst uación, du ante la ce e onia de iniciación fe enina, consitía en “dibujos lineales o de
puntos muy simples”, confi a el todo de confección de sain. Luisa Pascual (En Priegue, 2007:
52 y 53) refiere que sus hermanos tenían el tatuaje del lado interno de las muñecas, y que su madre
lo llevaba en las dos uñecas. “Era como un bautismo”. Que se hacía con una aguja con el hilo
e bebido en la pintu a celeste con que pintaban los toldos. “Unos lo hacen como puntitos y otros
como crucecitas”. Ade ás,”El que no tenía eso Dios no lo recibía *…+ Los finados que tenían las
muñecas tatuadas irían al cielo; los otros quedarían en la tierra nomás, adonde los sepultaban”.
Llwyd ap Iwan, en su obra inédita en castellano, titulada Valle del Chubut. Historia de la Colonia
Galesa, sus comienzos, desarrollo y futuro, y numerosas narraciones de campañas y viajes al
desierto de la Patagonia, dice en uno de sus diarios de viaje en la entrada correspondiente al 6 de
mayo de 1887 que un nativo capturado por las tropas con las que viajaba, de nombre Niamoocoo,
“Era un hombre joven de unos diecinueve años, y un campeón tirando las boleadoras. No se
vanagloriaba en absoluto de su habilidad, en cambio le daba al gualicho todo el crédito por su
destreza, ya que ejercía una buena influencia sobre su brazo mientras tiraba, por intermedio de tres
piedrecillas que tenía bajo la piel de su muñeca” (Y Drafod, 13 de septiembre de 1918: 2, traducción
mía del galés). De donde rescato una variante hasta ahora desconocida por los investigadores de la
forma de realizar el tatuaje, una ventaja adicional que los tehuelches creían tener por llevarlo en su
muñeca -y no sólo la idea de que por ello serían admitidos en el Paraíso- y, una vez más, la idea de
que el Gualicho podía ser benigno. Me pregunto, por otro lado, si dichas tres piedrecillas no
estarían en línea, representando a la constelación de las Tres Marías. Constelación que aunque
entre los aónikenk representa el cuerpo de la mariposa čelhelǝn (Williams D., 2010 h), entre los
gënëna a këne y los mapuches cisandinos era vista como boleadoras de tres cabezas o guanaqueras
(entre otros autores, ver Williams D., 2010 g).
804
Y véanse conceptos semejantes en otra obra (Casamiquela, 1985: 68).
805
Creo ya haber demostrado en páginas previas que la supuesta variante <watsilchüm> es una
falacia, aunque Casamiquela la tenía por el mitónimo original del Gualicho.
806
“La que mira el brazo”. Es obvio que se efie e a que ella e a la enca gada de controlar el acceso
al Más Allá. Como vimos hace pocos párrafos, si el fallecido no tenía el tatuaje, no era aceptado.
Este atributo relaciona a karuten directamente con se:čo. Lo p opio cuando se la desc ibe co o “la
que recibe en la puerta”.
807
Desde luego, este sitio mitológico no tiene nada que ver con el nombre del bioparque Temaikén,
en Escobar, provincia de Buenos Aires, un topónimo moderno con el que se ha querido expresar el
sintag a castellano “tie a de vida”, del AA te:m= tierra, sin necesidad de citas, y aikén= vida, vivir
según Beauvoir (1915: 183). Esta última palabra es cuasi homófona con el vocablo aiken=paradero,
campamento en el mismo idioma. Dedicaré un capítulo o un libro especial a la toponimia tehuelche.
808
Pascual Coña (2000: 401 y 415) y otros autores describen el entierro de los difuntos en canoas
monóxilas que sirven como ataúdes, a los que llama wampo, o sea, “canoa”. osible ente, en ella
viajaría el alma a la isla de Mocha.
809
Pues <malwe>=jarro de palo y <malwe llaŋka>= “cántaro profético que contiene chica y es
enterrado al pie de un árbol y desenterrado en el año siguiente, siempre con ocasión de los
nguillatunes. Dicen que anuncia buena cosecha según se encuentren en él o no granos de trigo,
cebada, pepitas de manzana u otras semillas”.
810
Guevara, 1908. Historia del Paraguay. Padre José Guevara, Anales de la Biblioteca Nacional,
Buenos Aires, 1908, V.
811
Una extensa transcripción de la cita de San Martín puede leerse en Erize, 1960: 225.
932
812
Hassler, W. Nguillatunes del Neuquén. Costumbres araucanas. Ed. Pehuén, Buenos Aires, 1957.
Ver la transcripción completa en Erize, 1960: 118-119.
813
Estafermo: muñeco o maniquí montado sobre un eje giratorio, usado en los torneos medievales,
que portaba un escudo en la mano izquierda y una correa con bolas o saquitos de arena en la
derecha. Al ser golpeado el escudo con una lanza por competidores a la carrera, giraba y golpeaba
con las bolas o los saquitos al jugador que no se apresuraba a pasar.
814
Aschero, Carlos A. Los motivos laberínticos en América. Relaciones de la Sociedad Argentina de
Antropología. Buenos Aires, 1973: 259-271.
815
“El traje ceremonial para el apëchk a ahwai (casa bonita, no traducido literalmente, el significado
de apëchk no se conoce) consitía en una diadema compuesta por dos palitos colocados en el
occipucio simétricamente, llevando un manojo de plumas de avestruz o gallo; los palitos estaban
sujetos por dos cordoncitos”. He t aducido a ap
816
Excepción hecha de Sánchez Labrador, que en unos párrafos veremos que describe dichos
plumas a manera de cuernos, no en el Elel, pero sí en sus acompañantes en la danza.
817
Véase mi trabajo presentado en el XIII Congreso de la SAL (Williams D, 2012 a), otra versión
publicada en la Revista de Antropología Iberoamericana AIBR, enero-abril de 2015, vol 10, N°1
(Williams D., 2015 C: 100-125) y el capítulo dedicado a los gentilicios de los aborígenes patagónicos
en un próximo volumen.
818
Aunque en mapudzungun ale= claridad de la luna o de las estrellas (Erize, 1991: 125),
probablemente cognado con el tan conocido vocablo de la misma lengua, ailiŋ= claro, transparente,
límpido, y otros vocablos relacionados.
819
Más allá de las historias, este dato se deduce de la grafía de los mitónimos en los escritos del
autor santacruceño. Su obra de divulgación de la mitología tehuelche, escrita de forma amena y
bastante fiel a los relatos originales, le da un grandísimo valor a los mismos.
820
El Chaltén, cuyo sonoro y bello nombre aborigen fue tan lamentablemente cambiado por el de
Fitz Roy por Moreno (s.f. [¿1879?]: 207; 1997: 434), quien, a modo de disculpa, dice que “el nombre
chalten que le dan los indios lo aplican también a otras montañas”. Lo propio dice en otra parte (s.f.
95; 1997: 254). En otro trabajo (Moreno, 1882b: 21), dice que el fueguino Chesco le dijo que a veces
el ce o a ojaba cenizas, ag agando “Esa montaña, como todas las que tienen el mismo origen [es
decir, volcánico], la llaman los indios chalten”. No he hallado ot o testi onio que apo e esta
afirmación, pero tampoco creo que justifique el cambio de nombre. Por el contrario, en el mismo
trabajo, en páginas anteriores, anota que a otro cerro volcánico que arrojaba humo los nativos lo
llamaban <Pana>, es decir, probablemente pa:n= humo, pero no čalten.
821
En nota 19, Wolf (en Hernández, 1992: 141) ubica a dicho distrito exactamente en el lago
Posadas, efectivamente al sur del Buenos Aires.
822
En el capítulo dedicado a la mitología ona, que irá en otro tomo, me explayaré en la comparación
de los mitos de ambos héroes. Son interesantes las semejanzas, que superan a aquellas debidas al
hecho de que ambos comparten características comunes con todos los héroes. Creo que se trata de
mitos cognados -neologismo mío tomado de la lingüística, tan próxima a la mitología, para
referirme a que ambos mitos, aunque se han diversificado, evidentemente tienen un origen común.
823
Traducción mía del inglés.
824
Siecke: se trata de Ernst Siecke (1846-1935), ideólogo y defensor más activo del origen
astronómico de los mitos, a partir de 1892, en que publicó Liebesgesschichte des Himmels
Untersuchungen zur indogermanischen Sagenkunde (Historia romántica de los cielos, Estudio sobre
las tradiciones indoeuropeas), Karl J. Trübner, Estrasburgo, 1892.
825
La identidad entre ko:ĉ el Cielo, el monstruo gosɣə, por un lado, y entre ambos y go:s la Ballena y
el Cañadón kač por el otro, son ejemplos de determinación del mito por la lengua, pues sin dudas
no sólo el tamaño gigantesco de todos estos seres los identifica, sino la semejanza de sus nombres,
todos en definitiva de la misma etimología. Son vocablos cognados por extensión semántica. El
“cañadón” se t aduce co o káč y variantes en los idiomas ken- cf. kač= cañadón, valle en AA y
ahlkač= río en GI, este último, en mi opinión, una palabra secundaria formada por el protogënëna
*ahl= agua- cognada con el vocablo protoken *kař/hař= luz, agua, mano, etc., como se verá en otro
tomo de esta obra+ *kač= valle, cañadón.
826
Se reitera lo que he dicho en otras partes de este libro: el dios original de los pueblos tehuelches
y onas, como el de otras naciones del mundo, era uno solo, responsable tanto de lo bueno como de
lo malo. Sólo en la evolución, motivada en parte por los tabúes de la pronunciación de los nombres
933
-caso especial de condicionamiento del mito por la lengua- se fueron separando, junto con sus
diversos nombres y apelativos, las versiones benignas de aquellas malignas.
827
Sería interesante elucubrar que esta Isla de la Creación pudieran ser las Islas Malvinas, pero no
me consta que los tehuelches conocieran de su existencia. No eran navegantes, las islas distan
varios cientos de kilómetros de las costas continentales de la Patagonia, y no se ven a simple vista ni
en el más claro de los días. LLarás Samitier (1964: 10-11), sin embargo, no duda de dicha identidad,
e incluso, como tantos otros autores, las identifica con las Islas de los Patos o de Sansón. En un
inédito trabajo especial sobre el tema (Williams D., 2011 e), creo que bien fundamentado, he
dudado de todas estas identificaciones.
828
Este guanaco, el “paisano guanaco” en la ve sión de Ana Monteneg o de Yebes, no debe se
confundido con el Guanaco macho, contra quien pelea luego Elal, en una versión solapada de su
pelea contra nošt’ex. Véase más adelante.
829
Este nombre mítico de la nieve, šie, es obviamente cognado con el ya conocido vocablo del pK
*šǝ/čǝ= agua, luz. En efecto, el vocablo pa a “nieve” en AA e a yieu o šieu -cf <hie> (Ibar Sierra,
1945, en Argentina Austral, 1984, 3: 1898), <yeu> (Lista, 1998, 2: 409), <ieuj> (Schmid, 1910 en
Molina, 1967: 125), <jieue> (Moreno, 1997: 409), <yesv> -o sea, iesu- (Beauvoir, 1915: 193), <gél>
(Musters, 1873: 338) –es decir, yél, con “ ” co o en el castellano “ e a”, un p obable e o de
oído o de pluma del viajero británico. Además, yieu o šieu en AA es un vocablo aparentemente
cognado con el GI yahau= nieve, y, probablemente, con ǝyei= viento en igual idioma.
El invierno era llamado <shreaike>/<séeiai> y variantes en tehuelche meridional según diferentes
autores (en Lehmann- Nitsche, 1914: 253), šejaj (Fernández Garay y Hernández, 2006). Lista (1998,
2: 148) traducía <sheiai>= invierno, época del frío, cuando en realidad es “época de la nieve”... igual
en shelknam, en que <joshek>/<koshek>/<joshik>= invierno (Beauvoir, 2005: 43 y 70), siendo en
dicho idioma <hosh>= nieve (Chapman, 1986: 280), <josh>, <jose>= nieve (respectivamente,
Lehmann- Nitsche y Beauvoir en Lehmann- Nitsche, 1914: 252).
Palabra muy relacionada –aparentemente cognada- con el nombre del Dios y del cielo ko:č y todos
sus cognados, y con la palabra xošǝn= aire frío, viento (Beauvoir, 1915: 186)- “f ío” según
Lehmann-Nitsche, 1914: 272, todas en AA. Como veremos, se trata de palabras que tienen el mismo
o igen, cognadas ent e sí en los idio as ken. Ya ve e os có o quie e deci “lleno, hinchado,
g ueso de ai e, b ota o flu e o ana o su ge el ai e”, significado que, po otivos que
estudiaremos, comparte con el nombre shelknam de la ballena, <hóchin> y variantes.
830
A su vez, kokeške, nombre mítico del Frío, se relaciona con el el AA xošǝn= aire frío, viento, y
ko:č= cielo,Dios; el Tsn koxen= viento, ko:sa= cielo, <hiacuchi>= f ío (D’O bign ), <agussen>,
<acuzin><azussen>=frío (Malaspina), xaȓa= agua; el SCh xoš= nieve, xošek= invierno, y muchos otros
en todas estas lenguas. En definitiva, todos vocablos derivados del pK *houȓ= luz, agua-
ocasionalmente con el sufijo *xen/*hen/*ken= brota, surge, mana, fluye. En el caso de xošek=
invierno en SCh, lleva como sufijo un caso locativo temporal cognado con el caso locativo espacial y
temporal aik/aiken del AA, que ya analizaremos en el capítulo dedicado a la comparación
gramatical, pero que resulta el que lleva el vocablo del AA šeiaik/šeiaiken= invierno. Podrían llevarlo
también los vocablos de la misma lengua ariskaikeny koroaiken, a bos significando “p i ave a”.
831
Recordemos que los mitos no siguen la lógica témporo-espacial de otros relatos. Elal ya había
inventado el fuego, con el cual co bate a los “gua dianes del po tal”. e o epite la acción de
obtener el fuego para los hombres al quitárselo a los animales. En la versión de Lista (1998, 2: 133),
la creación del fuego pasa casi inadvertida, ubicada entre el ataque del puma al que hiere y el
episodio del robo de las plumas del cóndor.
832
En cierto sentido, el padre de Elal no puede seguir siendo un dios, al no poder superar la prueba
que le impone su hijo. Fracasa en atravesar el monte, y pierde su carácter divino, para ser
reemplazado por el héroe. Que se lo recuerde como un monstruo sin nada de divino es la
consecuencia de dicha pérdida de su condición de Dios. Lo hemos visto en otros casos en este libro,
como en el de t’ĉuwȓ o el del Gualicho, versiones ambas malignizadas del propio Elal- quien por otro
lado, entre los gënëna a këne y en consecuencia entre los mapuches pampeanos y patagónicos,
resulta ser, efectivamente, el mismísimo Gualicho. Aunque, como hemos visto, su figura se
confunde con la de su propio hijo.
833
Cap. XV: 294.
834
Casamiquela, 1988: 24.
934
835
Leyendo el cuadro, vemos que los enemigos de los héroes de cada relato pelean con éstos sobre
una montaña, cerro, barranco u orilla de río. Tal vez esta escena se repite parcialmente en el relato
de la pelea de Elal con el cañadón, o el de su lucha con la montaña que se defendía arrojándole
trozos de pedernal (Bórmida, 2003: 166 y 215), algo que también el eλəngašən hacía cuando algún
hombre osaba acercarse a su guarida.
836
Casamiquela, 1988:51.
837
Versión de Ana Montenegro de Yebes, Camusu Aike, 1967, en Bórmida y Siffredi, 1969-1970:
215.
838
Versión de Ataliva Murga, Vega Piaget, 1967, en Bórmida y Siffredi, 1969-1970: 221.
839
Como veremos más adelante, en mi interpretación el hijo de Elal hiere -¿de muerte?- a su padre,
pero muere a su vez, con lo que fracasa en su intento de reemplazarlo como protopadre o Alto
Dios. Casualmente, o no, el muchacho era a su vez hijo de t’elux, el Lucero, cuyo nombre es
cognado –como vimos- con el de teȓoč, nombre téushen de la Luna según Viedma. A su vez, tanto
Elal como la Luna son identificables con se:čo/t’ču:ȓ, lo que sería difícil de comprender de no saber
que en realidad todos ellos, junto con el Sol, fueron originalmente el mismo Alto Dios, y en la
evolución del mito a lo largo de la historia asistimos a la lucha de cada una de las copias o
desdoblamientos de dicho Alto Dios por ganar la supremacía, con más o menos éxito según el caso.
Lo analizaremos más adelante. Pero sepamos desde ya que dichos desdoblamientos de un único
Dios pueden manifestarse bajo la forma de un cónyuge –caso del sol y la Luna-, un hijo –caso de
ko:č y Elal/t’ču:ȓ, o de Elal y su fracasado hijo, ke٨al, identificable con šintalken-, un hermano o
amigo –caso de uekne, o, entre los shelknam, de aukmenk o kuanyipə mayor. O, simplemente, un
alter ego del Dios -como en el ejemplo de Elal y t’ču:ȓ, y aún probablemente de Elal y el mismo
wekne, o de ko:č y sus alter ego, con sus múltiples nombres.
840
Aunque ya lo era anteriormente. He mencionado ya la ilógica cronología de los mitos- mejor
dicho, la acronología o dis-cronología, si se me permite el neologismo.
841
Con esto no quiero decir que antes su nombre no fuera t’ĉuwȓ. Pero, aún siéndolo, realmente
adquiere relevancia luego de su iluminación, después de obtener a t’elux, y ya sabemos que t’ĉuwȓ
significa “b illante, lu inoso”.
842
čel: uno de los nombres mapuches cisandinos del Gualicho, ya veremos cómo su nombre podría
asociarse al mapudzungun ya٨= hijo, hija respecto al padre; el vástago, relacionado con ya٨el= la
generación, la descendencia (De Augusta, 1991 a: 282). Como muchas otras palabras mapuches,
sorprendentemente parecidas a algunos vocablos tehuelches y onas, la semejanza de ya٨ y ya٨el
con el nombre de Elal y con la palabra del SCh ylal= (mi) hijo me superan por el momento. Puede
tratarse de una simple coincidencia, de un préstamo, o de un lejanísimo parentesco entre las
lenguas ken y el mapudzungun, pero no trabajaré sobre el tema en este libro. Por otro lado, en
realidad, al parecer los mapuches orientales conservaban la memoria del antiguo dios protogënëna
y protoken *čəl, el Sol, como he demostrado en el capítulo 1. Y, como se verá, čel, el elel
septentrional y de los mapuches orientales y el Gualicho son con frecuencia identificables, tanto
con Elal, como con keλel, el hijo que tuvo con t’elux.
843
En una novela etnológica y parcialmente autobiográfica, René Casamiquela (1997: 110-111)
efie e que el Lago A gentino es el “… sepulcro de Elal y su padre el Gigante”. En esta ve sión el
héroe tehuelche y su padre se habrían matado mutuamente, convirtiéndose, respectivamente, en
un gigantesco árbol y en una enorme roca que aún se verían sobre la costa. Ignoro si la versión fue
proporcionada por algún informante, o imaginada o deducida por el autor. Pero vemos que en todo
caso no sería un sepulcro en sí, sino un árbol, producto de una transformación, símbolo de la
muerte. En nota (3) al pie, el autor sugiere no olvidar que al Gualicho se lo asocia a determinados
árboles, y que <Elümgassën> es un tipo de Gualicho, Lo que lo hace pensar que éste sea uno con
Elal. Volveremos sobre este relato tan interesante en una nota del capítulo 4. La muerte de Elal, que
en los mitos queda implícita, según creo, como ocasionada por šintalken, alter ego de su propio
hijio, es aquí interpretada como causada por nošt’ex, su padre. Las versiones no son mutuamente,
excluyentes, pues ya veremos cómo en la mentalidad tehuelche, los abuelos reencarnaban en los
nietos.
844
La cita completa es Victor Cook, 1976. Lo d Raglan’s He o- A Cross-Cultural Critique. Florida
Anthropologist, 87: 147-154.
935
845
El canibalismo es tan horroroso para muchas culturas, que suele acusarse –con frecuencia
falsamente-de caníbales a otros grupos humanos contra los que se combate o para quienes se
desea justificar su dominación o extinción. Tal el caso de los europeos, que suponían caníbales a los
fueguinos, incluso algún novelista moderno los ha acusado de tal costumbre. Puede verse entre
ellos el libro de Enrique Campos Menéndez, Los pioneros (Emecé, Buenos Aires, 1994), una novela
apologética de su abuelo José Menéndez, que más allá de la idea preconcebida al respecto que
traían los colonos, narra una escena de supuesta antropofagia de parte de los nativos fueguinos de
la que su abuelo hab ía sido testigo. Tal vez pa a justifica ot os hechos que eal ente ocu ie on….
846
“Le paisana”. En castellano en el o iginal.
847
También Vignati (en Schmid, 1964: 107, nota 49) documenta el nombre de <Hélal> a través una
carta a él dirigida por Harrington, fechada el 27 de agosto de 1942. Refiere Vignati que Harrington
había documentado un mito de dicho <Hélal>, “que publicará oportunamente”. Igno a os si llegó a
hacerlo, pero sí lo hicieron Wilbert y Simoneau (1984: 74-75, trad. propia del inglés). Aunque los
co pilado es le die on al docu ento el título “Elal se casa con la hija del Sol”, allí lee os la ve sión
de Adolfo Nahuelquir Chiquichano del mito de Elal, desde su nacimiento hasta su partida definitiva
de la Tierra.
848
Cabe acla a que los “Indios del No te” los “Indios del Su ” no e an los gënëna a këne los
aónikenk, respectivamente, ni probablemente en la época de Llarás Samitier, los téushen y los
aónikenk: sino las dos ramas tribales de los aónikenk, que parecen haber hablado AA con leves
diferencias dialectales del idioma, y que corresponden probablemente a los peenekenk y los
aónikenk de algunos autores –división aceptada, entre otros, por Fernández Garay y Hernández
(2006: 7). No me explayaré por ahora en el estudio de estas divisiones, dejándolas para un capítulo
especial en un próximo tomo
849
En ese momento a través de fotocopias que compré por Internet y recibí por correo desde una
biblioteca peruana. Hoy tengo la suerte de contar en mi biblioteca con la edición original de la
revista Runa en que fue publicado.
850
Feb s (1765 485) ag ega “Ellan- ser malo, tener desgracia, avería, mal suceso”; Ellaelan- estar
medio malo, estar maluco, o poco más o menos”.
851
En relación con este término hallo en Falkner (1974: 159): <elun>= dar. Es decir, otorgar,
concede ... “el cong aciado, el del don” se ían buenas t aducciones, de habe seguido este ca ino.
Además encuentro allí otros términos semejantes a Elal: se trata de <Elu-lu>= el que da, <Elu-yelu>=
el que ha dado”. Y hay más términos relacionados, incluso en De Augusta (1991: 39), pero no
profundizaré en el tema, por considerar que el vocablo es de otro origen y que otro es su
significado. Pero es un buen ejemplo de los errores que se pueden cometer en lingüística -errores
de los que, me apresuro a aclarar, nadie está exento, tanto menos el autor de estas líneas.
852
En el artículo original sobre este tema, Elal, el héroe tehuelche, y otros nombres del Gualicho (op.
cit.), le he dado a la lengua originaria el nombre de protochal por razones que explicaba en artículos
anteriores. Mis avances en los estudios de estas lenguas me han convencido de que, tanto como el
vocablo *ĉal= luz, agua, la palabra *kən era común a todos los idiomas del grupo, aunque no con el
significado de “gente” que le daba Escalada, sino con el de “luz, sol”. o ello, en dos ponencias
una presentación (Williams D., 2010 a, b y c), le he dado al protoidioma el nombre de protoken (pK),
y a la familia lingüística el de Lenguas Ken. Véanse el capítulo dedicado a los nombres del Dios–Sol y
el referido a los gentilicios, éste en un próximo tomo.
853
Maggiorino Borgatello, 1924, op. cit. Recuérdese que no he accedido a esta obra.
854
Payne, Thomas (1997). Describing Morphosyntax. A Guide for Field Linguistics. Cambridge
University Press. Payne describe la posesión inalienable en pp. 41 y 104-107.
855
Un caso especial podría constituirlo la carne, palabra que en GI es p’eĉwa –que por extensión
designa al guanaco- en AA yepeȓ y en SCh ypeȓ. En mi opinión, la primera parte de la palabra en GI,
p’eĉ-, es cognada con la segunda parte en los otros dos idiomas: -peȓ. El nombre de la carne –como
ocurre con los alimentos en otras culturas primitivas del mundo, que también se consideran parte
integrante del individuo que las ingiere (Lévy-Bruhl, 1986: 128)- se asoció en los tres idiomas al
p ono b e posesivo “ i”. En el p i e idio a el is o es kia/kŏa, y se pospone, quedando
originalmente la palabra como *peȓkŏa= ca ne ( i ca ne), luego la “ȓ” se hab ía odificado a “ĉ”
po la influencia de la du a “k” que la seguía, pe di ndose sta- ás bien pode os deci que la “ȓ”
la “k” se integ a on en una “ĉ”. En los ot os dos idio as el p ono b e ya del AA y el
correspondiente yi/yak del SCh se aglutinaron, respectivamente, en las palabras yepeȓ y yípeȓ=
936
carne (mi carne). Me he extendido sobre el tema en un artículo publicado en el suplemento literario
Tela de Rayón Nº 253, de noviembre de 2011, La carne como propiedad entre los tehuelches y onas
(Williams D, 2011 d). Sin embargo, p’eĉwa= guanaco en GI podría también ser cognado con
wetȓa/wəta= león en Tsn- y <ouita> en el patagón de Pigafetta- y con wetse= alba, aurora en AA, y
recomponerse como *pət= brota, surge+ *šə= luz, agua. El vocablo resultante, *pətšə,
correspondiente a uno de los nombres del Alto Dios solar protoGI, ya estudiado en el capítulo 1, y
conservado en el onomástico Pichalao- los “hijos de los días o del sol que va a chando” según
Mo eno… es deci , pətšə-hlə= pichón del Sol- pudo habe extendido su significado al de “b ote” en
gene al, de allí al de “pichón, c ía, cacho o, hijo”, luego al de “ani al, guanaco”. A su vez, el pK
*pət es cognado con palab as co o el GI ‘bəš ‘bəš= húmedo (Casamiquela, 1983: 139), el AA poš=
calor y el pAA *pəš= Sol Dios- conservado en el topónimo santacruceño ašpeš, la Montaña de Dios
(ver Williams D., 2007 b y 2008 b); y reconoce variantes como *wet/*het/*bet, etc. (ver el capítulo
dedicado a la Comparación Gramatical entre las Lenguas Ken en otro tomo de este libro). Como sea,
aunque fuera sólo las palabras yepeȓ y yipeȓ en AA y SCh, respectivamente, pasibles de ser
recompuestas como ya-pəȓ= (mi) pichón, (mi) animal me bastarían para mantener vigente la teoría.
856
Afortunadamente, en dos trabajos previos (Williams D., 2008 k y 2011 d) hice esta aclaración.
Pues en un artículo anónimo en Léucáde Gaceta (2016) se critica mi supuesta interpretación
etncoentrista en un trabajo sobre los Enoo (Williams D, 2015 c), por otra parte dedicado a algo
mucho más general y no al estudio especial del tema, de que el posesivo arcaico denota
propiedad, y no inalienabilidad, indivisibilidad, como en realidad ocurre. El autor expresa con sus
propias palabras aquello que yo escribiera en 2008 y 2011: “… esa adaptación lingüística en que
consiste el mi indica, no la propiedad de alguien sobre su cabeza, sino el que ésta es parte
constitutiva del mí involucrado en tal locución”.
857
Sin llegar a profundizar en el asunto, ya en 1950 Gargaglione (1950: 43) expresaba: “… y en
cuanto a las deidades inferiores o principios del bien y del mal ‘Elel’ y ‘Chelele’ participan de más o
menos iguales atributos, la mayoría de las veces sin una mayor fijeza en su virtud esencial o más
activamente manifestativa”. Algo sospechaba de esta asociación el respetable etnólogo, poco
conocido a pesar de sus valiosas contribuciones antropológicas,
858
Palabra asociada, creo, a <oiwu>, <oiwü>, <oyu>, dada a dicho autor, con el mismo significado,
por los mismos informantes -aunque estas palab as va iantes va ias significan “avest uz”
(Lehmann- Nitsche, 1914: 264), pero son evidentemente cognadas con yoȓé= niño- lit. “ i niño”, en
donde -oȓé es una palab a cognada con ot as que significan “b ote, punta” “luz, agua”- también
en AA (Beauvoi , 1915 193). En fecto, “avest uz” se dice <óiue>, <hoiu>, <óyue> y demás variantes
en AA, palabras sin dudas relacionadas con la forma del GI <iaushe> (Casamiquela, 1983: 125), muy
semejante al mencionado <yorré>= niño en SCh. Además, la palabra del Mnk pa a “guanaco” es
muy semejante, a saber, <iaushen> (Segers), <yaushen> (Lista); algo menos lo es la del SCh,
<yówen> (Beauvoir), <yo>/<yon> (Nordenskjöld), <yōn> (Lehmann- Nitsche), <yōhn> (Gallardo),
todo según Lehmann- Nitsche (1914 262). En la is a lengua “guanaquea ” se dice <oyépenes>
(Beauvoir, 1915: 56)... término sin dudas cognado con el AA oipink y variantes= cacique. Lo que
indica que originalmente, los caciques protochones eran los mejores cazadores, los directores de la
caza o “capitanes de ca po”, co o ta bi n se los ha lla ado (Lista, 1998, 2 164). Vocablos
relacionados seguramente con el GI <gáayé>= avestruz grande (Claraz, 1988: 154, voc. 602),
<‘gaië>/<’ga?ië>= avestruz (Casamiquela, 1983: 125), y con <gáyau>= linaje, ancestro, y nombre de
las canciones de linaje y uno de los nombres del gualicho, como hemos visto. Todos vocablos
derivados del protoGI *gajə= pichón cría, cachorro, hijo- cf. GI gajə= avestruz; `qaja k’ənnə= hijo,
joven (Casamiquela, 1983: 139), es decir, qaja= hijo, joven+ kənə= persona; gájau, canción de linaje
y forma del Gualicho -gayau a kənə= el hijo del Sol; <genageje>= guerrero (Hunziker), es decir *kənə
a gaje= hijo del sol. Y también incluida en el onomástico del cacique Pichicaia... es decir, *pətčə-
gajə= Sol-hijo, o “Hijo del Sol”; en el de los caciques Chaga o= *čə-gajə= Sol –Hijo, o “Hijo del Sol”
también.
859
Lo propio puede aplicarse a los idiomas indoeuropeos, como se verá.
860
De hecho, Viegas Barros (2013, Ms.: 30, NOTA 38, negritas en el original; 2015: 40, nota 56) cree
que la palabra “tuelchú” <El El> podría ser préstamo del mapudungun Elel, “nombre de una
teofanía (sólo casualmente parecido a tehuelche ?e:lal)”. C eo que el análisis itológico que ealizo
aquí descarta la idea. <El El> es, sin dudas, la variante septentrional del Elal de los áonikenk, el
parecido no es casual, sino causal, y la palabra no es un préstamo del Mpz, aunque fue adoptado
937
por los representantes orientales de dicha etnia, en especial porque ya tenían palabras casi
homófonas de significado semejante. Que se tratara de préstamos de una a otra o que las lenguas
tehuelches y las mapuches estén lejanamente emparentadas es un tema que ´por ahora supera mis
conocimientos y posibilidades de razonamiento.
861
Pero no todo es tan simple. A fuer de ser honesto, hago notar que De Moesbach (1984: 171)
rescata un nombre alternativo del Alto Dios mapuche, ŋeŋečen, que es <Chao Elchefe> que traduce
co o “pad e c eado ”. Sabe os que čao= padre en Mpz, y que “c ea ” se dice eln (De Augusta,
1991 b: 90; Erize, 1989, 1: 106), mientras que, lo dije, elel= criatura. En cuanto a <-fe>, ha de ser el
sufijo –φǝ, que De Moesbach (op. cit. 107) define co o “sufijo sustantivador de cualquier clase de
vocablos, corresponde a dor o ero en castellano y supone en su sujeto destreza y costumbre”. No
comprendo qué pueda significar la parte restante del onomástico, <-che>, como no sea če= gente.
¿Podrá construirse el mitónimo como čao elnčefǝ= padre creador de la gente? Mi escaso
conocimiento del idioma Mpz me impide afirmarlo, pero parecería una construcción calcada de una
frase europea de origen cristiano. Era frecuente que los misioneros o sacerdotes cristianos, como lo
era el padre De Moesbach, calcaran frases cristianas en idiomas nativos, como es bien evidente en
la versión del Padrenuestro en aóniken áish que nos legaran Schmid y Hunziker.
862
La palabra elel= criatura pudo ser un préstamo de las lenguas ken, y haber cruzado en algún
momento la cordillera, pues el diccionario de De Augusta documenta el Mpz transandino. Me
faltaría profundizar en mis estudios de lingüística y religión mapuches para confirmar o refutar esta
idea. Lo propio ocurre con la palabra del GI <chale> (Hunziker, 1864 en Outes, 1928: 276 y sigs.),
<tschala> (Claraz, 1988: 149), <chel > (Milanesio, 1898 en De la Grasserie, 1906: 642), y su
equivalente téushen anotado po D’O bign (en Molina, 1967 132), que es <cha:lua> = pez. Se trata
de una palabra de muy probable origen pK, de *ĉal = agua, luz + *we= brota, surge, mana, etc.
Lla ativa ente, en apudzungun, “pez” e a <challuá> (Claraz, 1988: 149: 229), <challwa> (De
Augusta, 1991, 17 y 288). Si bien el vocablo mapuche aparenta ser un préstamo del quechua, en
que “pescado” se dice ĉa٨ua> “pesca ” es ĉalai, la etimología de los términos Tsn y GI no
necesitan del préstamo para justificar su existencia en dichas lenguas, tanto más cuanto existe un
sinónimo, la palabra <gëttSΛl> (Casamiquela, 1983: 149), en donde fácilmente reconocemos la
exacta correspondencia etimológica: *gət= brotar, manar, surgir; *ĉal= agua o sea, “b otado del
agua”. Queda la duda, entonces, con especto a la teo ía de Suá ez (1988 88) de Malvestiti (en
Hipperdinger, 2005: 50) que atribuyen a la palabra <tschala>= pez del GI el ser directamente un
préstamo del mapudzungun. La misma observación había realizado Lehmann-Nistche en su
Vocabulario puelche (Malvestitti y Orden, 2014: 111, nota CXVIII). Creo que el asunto debe
analizarse más profundamente, pues hay otras palabras que la autora interpreta como de origen
mapuche, como iwank= grasa –neta e indiscutiblemente de origen protoken, y cognada con
palab as de las lenguas ken que significan “go do, g ueso, g ande, hinchado, u , ucho, etc.”,
como he dicho antes (Williams D, 2008 d) y como espero demostrar en otro capítulo, aunque
“g asa” sea <iwiñ>/<yiwiñ> en apudzungun, sus cognados pa a “hincha se, hipe t ofia se,
hinchado, hipe t ofiado” sean <ivüm>/<ifüm>/<yifün>/<yifüpran>/<pifawn>/<pimun> en dicha
lengua. Lo cierto es que evidentemente pudiera pensarse en préstamos bidireccionales muy
antiguos y profundamente enraizados entre el mapudzungun y las lenguas ken, o directamente, tal
vez deba buscarse un muy antiguo origen común de ambas familias de lenguas, como creía
Casamiquela (1956 a).
863
Cf. <gáayé>= avestruz grande (Claraz, 1988: 154, voc. 602), <‘gaië>/<’ga?ië>= avestruz
(Casamiquela, 1983: 125).
864
Más adelante los autores (p. 220) recogen la versión de Ataliva Murga, según la cual, en efecto,
el pad e de Elal e a “… un tipo perro; el asesino ése la mató a la madre para comerla; se la comió a
la madre mientras estaba oreando a Elal, recién nacido, para comerlo también”. El is o
informante reitera sus dichos más adelante (p. 221).
865
Los maoríes tienen una leyenda parecida: en ella, los padres primordiales son el Cielo y la Tierra,
respectivamente varón y hembra, que, mientras estaban abrazados, hacían que el mundo
permaneciera en tinieblas. Pero cinco de sus seis hijos ejercieron contra ellos un acto de violencia,
lanzando al cielo a las alturas y dejando a la madre aferrada al suelo. Así se rompió la oscuridad y
surgió la luz (Seeberger, 1972: 79).
866
Lonkemai: probablemente, Lonquimay. Existen tres sitios, que sepa yo, con tal nombre, uno en la
provincia de La Pampa, departamento Catriel, al noreste casi en el límite con Buenos aires; el
938
fumus= humo y humus= tierra.y un larguísimo etcétera. Vimos algo en la Introducción y veremos
algo más en el último capítulo de esta obra, si llego a completarlo.
881
<autschayic>,<autschic>, <auschaïc>, <aautschaïg>= fuente de agua, ojo de agua, manantial
(Claraz, 1988: 156, voc. 685; 158, voc. 883), <aucháyik>= manantial (Harrington, 1968: 6), aŭ’tSaiek,
aŭhiaŭ’tSëhëk, auchayik, aucháïek y variantes= ojo de agua, manantial (Casamiquela, 1983: 143 y
2000: 168 y 169), <auchoik> (Burmeister, 1888 en Harrington, citado en Casamiquela, 2000 a: 168),
etc.; <aushakchëk>= cascada (Colin Cual en Casamiquela, 2000 a: 169); y <aoschen>= murmullo de
la cascada (Claraz, 1988: 153, voc. 516). Ha de ser además la antigua palabra <atschaugh>, atribuída
por Cano y Olmedilla (1775: mapa) a un gentilicio, y que Arrowsmith (1811-1814) anota en cambio
como un topónimo, <Atschaughs>. Una variante es el vocablo de Claraz (1988: 154, voc. 536)
<tschaïca>= manantial, que es <mcha:ikë>, <mcha:ike> en el guenënaiajetch de Molina (Molina,
1967: 120 y 182). Posiblemete, <autschayic> y todas estas variantes han de haber sido,
originalmente, hǝtčalǝk, wǝtchalǝk, en donde *hǝt, *wǝt= brotar, manar, bullir + *čal = agua + -ǝk=
sufijo sustantivador que ya he descripto en este libro. Probable variante de <wëkchël>= manantial
(Molina, 1967: 184). Palabra que en otra publicación (Williams D. 2008 c). he supuesto ser variante
de la palabra recogida por Claraz (1988: 157) en su vocablo Nº 745: <Uetcschal>= (lit.) está brotando
el agua: nombre de paradero, en donde, como muestra Casamiquela (Estudio Preliminar, en Claraz,
1988: 16), wëtr, wëtrjë = hervir, borbotar; por lo que, lógicamente, deducía que resta *čal= agua -
me he explayado por muchas páginas en trabajos previos sobre la demostración de que *čal
significaba “agua”, ta bi n “luz” (cf., ent e ot os, Willia s D, 2008 d e).
882
Nota ausente en la edición de 2008 (p. 159).
883
Nota de Casamiquela. En el voc 885 (Cla az, 1988 158) lee os, en efecto, que “tscahcatsch=
bajo…” (puntos suspensivos en el original).
884
Seguramente, la ausencia de paradero en un lugar tan privilegiado ha de asociarse a la sacralidad
del is o. “En la orilla occidental (o suroccidental) de la pequeña laguna se ve un montón de
madera seca. Los indios dice que debajo de él yace una piedra, que es piedra es una vieja (Yahmoc),
y que esa vieja es, sin duda, una diosa. Ella es la dueña de estos campos y de los animales que viven
en ellos” (Cla az, 1998 66.; 2008 83). Y continúa caracterizando a la diosa, nuestra ya conocida
Yahmok.
885
“Ba da” es un vocablo del castellano patagónico, que deno ina a la pendiente o cuesta de una
loma, sierra o meseta.
886
En otra senda cercana, un paradero siguiente a <Quirsquiley> según De la Vaulx (2008 [1901]: 71-
72), es decir, Quetrequile. También fue visitado por Moreno.
887
Signo de pregunta en el original, tal vez introducido por Eduardo Moreno, hijo del autor del
diario, que fue el recopilador, transcriptor y editor.
888
En citas arqueológicas modernas la palabra yaulumska- o yaulumška, como se verá- se escribe
yaulumsca, con “c”, tanto po se la fo a en que la esc ibió Cla az co o, p obable ente, po se
la “c” ás usual en castellano.
889
Nativo del campo de Vicente Calvo, en el Arroyo Perdido,.
890
Además, Ball (p. 203) no menciona que las colecciones botánicas recogidas por Claraz en
Sudamérica se conserven en Kew, sino que, en su mayor parte, habían sido enviadas a Suiza, y
“desafortunadmente se han perdido o fueron mal archivadas”. Casa iquela (2002 42), en ca bio,
mantenía la esperanza de que sus herbarios se conservaran en Suiza.
891
M.V.P.: su informante Manuela elázquez o iñoukaš. Ya he dicho en ot a nota que no debe se
confundida con la informante de Casamiquela, Manuela Velázquez o Millarrai.
892
<Yalemscaoa>: Casamiquela (en Claraz, 2008: 256) reinterpreta esta variante como Iaulümtska-
waw, y remite al lector al topónimo <Tscheptsche> (p. 254), en donde interpreta que el sufijo –wau
sería un “aparente locativo (forma del verbo ser)”, dándole el significado de “es (hay)”. La
inte p etación se ía, entiendo, “(allí) es (ha ) yauləmska”, “luga donde (ha ) yauləmska .
893
“… como las de los quillangos” ste es el antecedente ás antiguo que conozco de que alguien
pensara en la analogía entre las imágenes de las pinturas rupestres y aquellas de los quillangos, una
idea luego aprovechada, entre otros, por Moreno (1979: 127-130 y 192-193), que vistando el mismo
sitio habla de “figu as quillangue as”, y por Casamiquela. No me caben dudas de que Moreno
mantuvo contacto esquelar y/o personal con Claraz y que conocía su visita a la cueva de Yalaumsca
y resto del sitio, por lo que ha de haber tomado la idea del relato del suizo. Casamiquela, si bien que
yo sepa no conocía aún los escritos de Claraz, leía en cambio los de Moreno.
940
894
A lo largo de este libro he tenido que escoger la forma de diferenciar a los mapuches que
vivieron y viven en lo que es hoy Argentina de aquellos que lo hicieron y lo hacen en el actual
territorio de Chile. Comprendo que ello puede ofender a algunas personas, que piensan –no sin
razón- que la etnia mapuche es una sola. Lo cierto es que hay diferencias en las creencias y también
dialectales entre ambos lados de la cordillera. Es innegable que los mapuches del actual territorio
argentino recibieron un gran aporte, tanto cultural como genético, de los gënëna a këne: en lo
cultural y religioso ocurrió un verdadero sincretismo, y el kan áxwai o apečk, la “casa bonita”, se
mantiene en sus grandes rasgos en el ngillatún. Para distinguir un grupo del otro –aunque
reconociendo que todos son mapuches- se ha hecho preciso agregar una palabra marcadora. Es
cierto que he escogido términos que no dejan de ser relativos, pues cis- y trans- dependen de la
ubicación de quién habla. Pero creo que basta para comprenderme el hecho de saber que vivo en y
escribo desde la Argentina. Una opción es denominarlos mapuches orientales y occidentales
respectivamente, pero en tal caso el lector debe tener también la clave: que estoy tomando la
cordillera de los Andes como límite entre ambos, lo cual no implica, insisto, negar el origen común
de ambos grupos, ni negar que el límite es moderno y artificial.
895
Sin embargo, como se verá, no es imposible que, en el caso de elel/čǝl, haya ocurrido una
combinación de rasgos y mitos entre Elal/t’ču:ȓ y su hijo, entre los aónikenk conocido como keλel,
pero también aparentemente correspondiente -siquiera en parte- al elel/čǝl septentrional y
mapuche.
896
Glyptodon clavipes: una de las varias especies de gliptodonte que se ha postulado que existieron.
Una clasificación aún en revisión. Algunos creen que podrían ser ejemplares juveniles de otra
especia, G. reticulatus.
897
Más adelante profundizaré en el estudio del Señor de los Animales, una deidad común a muchos
pueblos de cazadores-recolectores del mundo.
898
Desde que, como dije, identifico a Elal con t’ĉuwȓ/se:ĉo de los aónikenk, y con šetu:š de los
atagones, tal vez cob e i po tancia uno de los sinóni os e idionales pa a “ uñeco”. Se t ata de
<sétehuen> (Lista, 1998, 2: 173) -el otro sinónimo, tapey’on, no parece tener nada que ver, o,
cuando menos, podría ser una palabra muy modificada ya para asociarla a aquellas en estudio. Si
<sétehuen> correspondiera a una extensión semántica a partir de uno de los nombres de los ídolos,
como los kamalaške, entonces tal vez podría corresponder a *šetə-huən, es decir, *šet/*šetǝ=
brota, surge, mana, fluye + *wən= luz, sol- ver el capítulo dedicado a los gentilicios de los pueblos
ken. Y entonces *šetə-wən= “b ota la luz” o “b ote de la luz, b otado de la luz” se ía un antiguo
nombre aónikenk del Alto Dios solar -cognado parcialmente con el vocablo ya conocido šewen, y
probablemente relegado primero a nombrar a los ídolos de madera ya conocidos, y finalmente a
cualquie uñeco. Incluso pudie a significa “b ote del Sol”… es deci , co o los kamalaške, sería
“Hijo del Sol”. Todas son elucub aciones, desde luego. No se e escapa ta poco la se ejanza con
el Ato Dios setǝu:š de los patagones costeros del siglo XVI.
899
Roca Porteña: nombre que el propio Moreno le dio a una roca semejante a la Roca de la Torre,
que halló aguas arriba del Río Deseado (Moreno, 1878: 45; 1997: 166). Hay una imagen de la misma
en la edición original del libro de Moreno (1879, se aclara que la p. 172 que se cita pertenece a la
del scan y no necesariamente a la del libro), a la cual he accedido sólo a través de una imagen en
Internet, en
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:MORENO(1879)_p172_ROCA_PORTE%C3%91A.jpg.
900
Puede verse un artículo, poco conocido por estar escrito en galés, sobre esta ceremonia
tehuelche de perforación de las orejas en Y Drafod N° 2411, 30 de enero de 1948, titulado Arferion
yr Indiaid (Pampa Central), (o goffr côf y Bonwr William Brunt, Ebenezer) –SIC, en castellano entre
paréntesis- es decir, Costumbres de los indios (Pampa Central), del cofre de los recuerdos del señor
William Brunt, Ebenezer. Allí también se describe una boda aborigen. Para tener una idea de la
época en que pudieron realizarse las observaciones que anotara, sepamos que William Brunt había
nacido en 1873 en Gales, y emigró al Chubut en 1884 con su padre Benjamin y el resto de la familia,
viviendo en la chacra Ar Goed. De adulto fue sastre y agricultor y poblo la zona de Ebenezer. Fue
integrante del primer Concejo Deliberante de Dolavon, desde la fecha que se considera la de la
fundación del pueblo valletano en 1919. Falleció el 26 de noviembre de 1958. Dice de él su nieto
Oscar Brunt: “Se interesó en aprender tempranamente el idioma de los nativos que visitaban
frecuentemente nuestra colonia y llegó a charlar fluidamente las palabras y oraciones cautivantes
de los Tehuelches que fueron tan amigos de los galeses” (Ent evista a Osca B unt, po Ma ía
941
Cristina Berruezo, año 2011, tomado de su muro de Facebook). Qué pena que nadie se haya
interesado, mientras aún vivía, en entrevistar a William Brunt...
Existen muchos documentos sobre la vida de nuestros nativos en escritos galeses, ocultos bajo un
manto del polvo de estantes y cajones y del desconocimiento del idioma.
901
Ver el capítulo dedicado a la mitología ona en un próximo tomo.
902
Harrington en Vignati, 1973: 87, nota 16.
903
No se me escapa la semejanza de estos supuestos topónimos con el nombre del propio gigante
časkilčeš.
904
Recordemos que el Sinulu de los relatos yámana también se rompió en pedazos.
905
Fueran quienes fueran, no hay dudas de que se identificaron con otros grupos semejantes en
cultura y afinidad étnica y de que se distinguieron de otros grupos. No me cansaré de decir que no
concuerdo con ciertas ideas que, aplicando ideas modernas, dejan de intentar clasificar a las
culturas primitivas.
906
Esto está muy documentado, y es otro argumento en contra de la tendencia a no clasificar a los
grupos aborígenes. Tendencia basada en ideas actuales antirracistas, muy justificadas por otro lado,
pero que no coinciden con la realidad histórica.
907
Su equivalente entre soldados pertenecientes a un ej cito supuesta ente “ ode no” se halla
en la conducta de la columna del comandante Lino Oris de Roa, que en 1884 patrullaba el territorio
chubutense. Habiendo los soldados asesinado a tres mujeres nativas, las decapitaron, y uno de ellos
desolló uno de los cuerpos y conservaba la piel como trofeo (carta de William Thomas Williams,
testigo presencial, en Birt, 2008: 135-150; y ver Williams D., 2011: 157). No hubo antropofagia, pero
sí obtención de partes de cuerpos humanos como trofeos.
908
T nganse en cuenta sin e ba go que los “a aucanos” del elato de Agustina Quilcha al a
Escalada, fuente de Siffredi en este tema, eran manzaneros, y no propiamente araucanos-aunque sí
tenían intercambio cultural y genético con éstos. Como sea, lo importante es cómo se identificaban
ellos. Siguiendo a Cox (1863: 109), Siffredi (2002 b: 71) interpreta que eran pehuenches, pero el
estudio de los árboles genealógicos de los descendientes de vencedores y vencidas- cf. cautivas
aónikenk y/o chehuachekenk- en la obra de Escalada (1949) no deja lugar a dudas de que se trataba
de manzaneros. Cruzando los datos de Escalada con los de la obra de Cox se confirma dicha
afirmación. En próximos capítulos en otro tomo espero demostrar que, además, los manzaneros
eran descendientes de los poyas, a su vez rama occidental de los tehuelches septentrionales- bien
que habiendo tenido intercambio cultural y genético, como dije, con araucanos, y, probablemente,
ta bi n con los fa osos “puelches” del Nahuel Huapi, ot as etnias. Como fuera, eran los
sucesores de los dichos poyas en el territorio clásico de éstos. Ello aunque considero que la
asociación entre territorio y etnicidad no es correcta más que en un momento puntual de la
historia, a veces por un período muy corto, y la ocupación de un territorio no necesariamente
demuestra etnicidad. Algo semejante he dicho antes (Williams D., 2012 a: 122). Escribiendo
décadas antes, también Lista (1998, 2: 141-142) t ata de “a aucanos” a los atacantes de los
aónikenk en “…los tiempos más modernos…”. En pocas ante io es, “poco antes de la llegada de los
hombres blancos al país”, desc ibe los ataques de “…guerreros procedentes del norte…”, que e an
“…feroces; que usaban coletos de pieles y se servían del arco y de la flecha…”. Se t ata
probable ente de tehuelches septent ionales, co o el uso de coletos de piel lo sugie e. Y “…a fines
del siglo pasado o principios del actual…”, es deci , fines del X II o co ienzos del XIX, “Las tribus del
norte combaten con las del sud…”.
909
Tal vez gualichos pequeños, los “diavolo piccolo” de Pigaffeta, es decir, los čeleule, si es que mi
afirmación de la identidad de Elal con Setebos y, aunque no siempre, con el Gualicho, es cierta (ver
Williams D, 2008 k, y varios párrafos del presente capítulo y del próximo de esta obra).
910
Ver Williams D, 2007b y 2008 b.
911
De esta manera se explica que el Alto Dios y los caciques lleven el mismo nombre: ambos eran
conside ados “hijos del Sol”. C eo tengo funda entos lingüísticos pa a ello, que lo p opio
significan muchos onomásticos de caciques, como Pichicaia, Chagallo y Pichalao, entre otros.
Continuaremos el análisis de este tema en el capítulo dedicado a caciques, brujos y otras
autoridades entre los pueblos ken, en un próximo tomo.
912
Según el anónimo Capítulo XV (s.f.: 318), los que reciben a los muertos luego de seguir un
ca ino at avesa un ío que tiene un paso, al ot o lado del que ha un “ca pe ío” son dos, un
ho b e una uje , “un matrimonio”. e o a pesa de los intentos del o la inte ogante con
942
preguntas ad hoc, la informante nunca mencionó que se prohibiera el paso a nadie, ni hizo
referencia al tatuaje. En cambio, aportó el nombre de La Muerte, que es <jaam>, y es tanto hombre
co o uje , “Son casaos. La muerte es el hombre, la mujer también es muerte”.
913
Como hemos visto, y como repasaremos en otro capítulo, <watsitsüm> es sólo una construcción
teórica y, creo, errónea, de Casamiquela. Es una forma no documentada que surge de la errónea
interpretación del texto de una canción sagrada de los gënëna a këne.
914
Es necesario aclarar que, de todas formas, en el pensamiento llamado primitivo –tan pasible de
ser motivado e influido por la extensión semántica, como, con otras palabras, lo explicaba en el
siglo XIX F. Max Múller en su libro Mitología Comparada- el Cielo y el Sol resultan ser conceptos
muy cercanos, probablemente en su origen inseparables, así como, en consecuencia, lo son sus
representaciones míticas. Sin explayarme demasiado sobre el tema, puedo decir que tal es el caso
de šion= cielo en SCh – <sioon> en Mnk según Beauvoir (1915: 173)- , cognado sin dudas con kȓən=
sol en igual idioma y con šewen= sol en AA y en Tsn. Lo propio sucede en mi opinión con las
palabras latinas cælum= cielo – aún se discute si se pronunciaba algo así como “kəlum” o como
“ĉəlum” - y con solem= sol, a su vez relacionada con solum= suelo, sal= sal, y con el griego selene=
Luna y el sánscrito selas= esplendor, salilà= co iente, ío, onda, agua, p opia ente “agua a ina”,
etc (ver el último capítulo del presente libro). Adelantaré que creo que la pronuciación del latín
cælum= cielo debió ser más cercana a “ĉəlum” que a “kelum”, pues así lo evidencian las palabras
cognadas por extensión semántica en el propio latín y lenguas romances y en otras lenguas
indoeuropeas. Lo propio con cualquie “c” p ecediendo a “e”, “i”, “ae”, “oe” Ello aunque la división
clásica del latín como lengua centum suponga que centum= cien en latín se pronunciaría “kentum”,
velar atribuida al indoeuropeo original que supuestamente se palatalizó en las lenguas satem, de
satem= cien en avéstico. Insisto, el sonido o iginal debió se “s”, “š” o “ĉ”. Cohe ente ente, las
palab as pa a “cielo” “cien” en las lenguas o ances no se p onuncian con sonidos ce canos a “k”
sino ce canos a “s” – ej. Cast., Fr., Port. e It. -o “č” – ej. It. Pero otros vocablos cognados por
extensión semántica con cælum como collum= cuello, culus= culo, cauda= cola sonaron sin dudas
co o “k”. Ta bi n la palab a nocere= daña de ivó en t inos castellanos co o “nocivo”
“noxa”. Ello aunque hekaton= cien en g iego lleve una “k”, lo is o que en c ltico, fone a que en
los idio as ge ánicos es una “h”– velar- en lugar de un sonido palatal. Es de suponer que el
griego, los idiomas germánicos y los célticos sufrieron su propia evolución, y no que originaron un
cambio en el latín, que, ciertamente, no desciende del griego, del germánico ni del céltico, sino que
las cuat o son lenguas “he anas”. o cie to, e at evo a deci que la extensión se ántica co o
la aplico en mi teoría implicaría que debieran revisarse concienzudamente todas las etimologías
clásicas y también las reglas fonológicas.
915
teo= mitónimo AA, de la Nube madre de Elal; presumiblemente cognada con el AA teu= lluvia; el
GI teh= pedo- cf. txuima= zorrino, <Tehema>= tierra para Cox (1863: 252); con el SCh teo= nube,
txehe= brotar, lagrimar, t’exin= niebla, oscuro.
916
Aunque en su versión Hughes no menciona a t’elux por su nombre, sí anota que <Helal >– es
decir, Elal- se casó con “la hija del Sol la Luna” que a bos fueron padres de los tehuelches, así
como, siempre según la versión proporcionada por los tehuelches a Hughes, <Airaa> la otra hija del
Sol y la Luna fue la madre de los onas. Recordemos que, en cambio, Wolf (en Hernández, 1992:
124) recogió la versión de que el Sol tenía dos esposas y que con una de ellas engendró a los
tehuelches y con la otra a los onas.
917
Sifredi 1968 a: 125 creía discordante que el episodio de la hija del Sol pudiera ocurrir en el cielo
según una informante y en la tierra según otra. Al especto dice Mi cea Eliade (2001 10) “Por
ejemplo, las regiones desiertas habitadas por monstruos, los territorios incultos, los mares
desconocidos donde ningún navegante osó aventurarse, etcétera, no comparten con la ciudad de
Babilonia o el nomo egipcio el privilegio de un prototipo diferenciado. Corresponden a un modelo
mítico, pero de otra naturaleza: todas esas regiones salvajes, incultas, etcétera, están asimiladas al
Caos: participan todavía de la modalidad indiferenciada, informe, de antes de la Creación. Por eso,
cuando se toma posesión de un territorio así, es decir, cuando se lo empieza a explotar, se realizan
ritos que repiten simbólicamente el acto de la Creación, la zona inculta es primeramente
‘cosmizada’, luego habitada”. En el caso del episodio de la Hija del Sol, aunque ocurrió en el Cielo,
topográficamente fue ubicado en la Tierra al ser poblada por los aónikenk. Lo propio ocurre con la
Isla de la Creación, que, aunque se ubicaba en pleno océano hacia el este, también estaba, según
943
Siffredi, en el valle del Senguer. Por lo demás, en los mitos, un mismo hecho puede ocurrir
simultánemante en dos lugares.
918
Los shelknam también creían que su héroe-antih oe kwan ipə dejaba sob e las ocas las huellas
de sus pasos al caminar y las de sus nalgas al sentarse (Gusinde, 2008, 1: 199).
919
Vezub (2006) ubica a Schiuniqueparia al sur de la actual provincia del Chubut, mientras que en
un trabajo con otro autor (Vezub y Mazzala, 2016: 87) la coloca al sudoeste de dicha provincia.
Pero, salvo que se trate de un sitio homónimo, cuya existencia no me consta, es un error, pues la
Laguna Súnica o Súñica actual se halla en el noroeste del Chubut, hacia el oeste de Trevelin.
920
Moreno (1898: 270; 2004:114) lo ubica al sudoeste del Valle 16 de Octubre y lo llama Cerro
Thomas, adjudicándole 1650 m. de altura.
921
Homenaje al colono John Murray Thomas, propulsor y uno de los dirigentes de la Expedición
Fontana (1885), más conocida como Expedición de los Rifleros del Chubut, grupo de cultura
occidental que fuera el primero en llegar al actual Valle 16 de Octubre, ya conocido desde luego por
los nativos. Fontana lo dejó marcado en el mapa que acompaña a su informe.
922
También Y Drafod, 22 de diciembre de 1916: 3, llama Zunica al sitio, y menciona que allí vivía un
tal Clarke. De igual manera lo escribe John Murray Thomas (en Hughes de Mulhall, 1999: 28).
923
yalwe= llama- y variante čalwet, conservado en palabras ya vistas como čalwet-tohon=
lla a ada, lit. “lla a g ande”-compuestas del pK *ĉal= luz + *-we/*-wet= brota, mana, surge, etc-
cognado con el pK *čalǝ= agua, luz, fuente de agua o de luz, río; el Tsn Xalue= espejo; el AA arcaico
kolue= menuco, pantano, laguna y čoele= río (Williams D, 2008 c y d; 2011 c); los vocablos del GI
kǝlǝ= blanco, claro y el pGI *khlǝ=luz, agua, *ahl= agua- cf. *ahlkač= río en GI, con a- como prefijo-
lit. valle-agua, *čal= río, etc. Ya lo hemos visto en el capítulo 1,
924
Como se verá en el capítulo dedicado al estudio de los colores, golwen y variantes en AA y gólken
y variantes en Tsn, a bos con el significado de “blanco”, se co ponen de los t inos *kəl(ə)= luz,
blancura, brillo + *wen/*hen= surge, mana, brota, fluye, etc.
925
kǝlǝlǝ= a iposa, es un vocablo cognado con sus ho óni os que significan “ a ”
“t anspa ente”, pe o su timo son las palabras, también cognadas entre sí, *hlǝ= luz, agua y *hlǝ=
brote, emanción, surgimiento, flujo, pichón, hijo, cría, cachorro, cría, criatura, bicho, etc. Es decir,
significa “Bicho de luz”, co o casi todas las palab as indoeu opeas que significan “ a iposa”. Lo he
mostrado en uno de mis trabajos de la SAL (Williams D., 2010 b; puede leerse una explicación
parcial en Williams D., 2010 h, tercera parte). La segunda protopalabra *hlǝ es la que interviene en
el onomástico del cacique Pichalao, de *pǝč= Sol y *hlǝ= cachorro, hijo, cría, pichón. Es decir, como
se ha dicho, los caciques tehuelches e an “Hijos del Sol”.
926
Por prudencia, aunque creo firmemente haber demostrado que la palabra *ĉal= luz, agua- y
variantes como *ĉəl- se encuentra en todos los idiomas en estudio, lo que motivó que incluso en
algunas publicaciones deno ina a “p otochal” a la lengua p ecu so a de todas los idio as
tehuelches y onas, aclaro que me quedan dudas – aunque cada vez menos- con respecto a que la
palabra *houȓ sea pasible de ser documentada en GI- aunque sí hay cognados de ella en dicha
lengua. Por ello por el momento la adscribo sólo al pCh, y no al pK.
927
Casa iquela (1983 136) deja ot o sinóni o pa a “est ella”, que es <tsë’gëgë>, en donde tsë- es
*ĉe= luz, pero –gəgə no se elaciona con significados co o “blanco, b illante, t anspa ente”, sino
con el vocablo gəgə= huevo en GI (Casamiquela, 1983: 139), a su vez relacionado con otros como
*həhə/*hëthët, etc.= brotar, manar, fluir, surgir- cf. SCh <tjehe>/<tjehé>== brotar, lagrimar, brotar
lágrimas en SCh (Beauvoir, 1915: 65 y 117), y GI <wëtr>, <wëtrjë> =hervir (Casamiquela en Estudio
Preliminar..., en Claraz, 1988: 16), <khet khet>= hervir (Claraz, 1988, en varias palabras compuestas)
y tantos otros términos cognados en varios de los idiomas ken. Es decir, <tsë’gëgë>= estrella se
co pone de dos palab as p i a ias que se t aducen co o “b ota la luz, ana la luz, etc.”. Desde
luego, la asociación ent e “ ana , b ota ” etc. explican, po expansión se ántica elacionada con el
concepto de “nace ”, la palab a gəgə= huevo en GI. Ver el párrafo dedicado al vocablo
<gegena>/<gegema>/<gegematzenn> = tembladeral; en araucano, menulcó= lugar pantanoso”
(Claraz, 1988: 130 y 156, voc. 684; 2008: 158)). En nota al pie de Casamiquela leemos en la edición
de 1988, p. 130, que es un “lugar pantanoso en donde el suelo es movedizo y se hunde al pisarlo”,
cita que anota como tomada del vocabulario, en donde no la he hallado tal cual.
928
Coo observa Siffredi (1968 a: 126) no queda claro, porque el auor no consignó sus fuentes de
info ación, qui nes son estos “Tehuelches del no te”. No nos pa ece que co espondan a los
944
tehuelches septentrionales de Casamiquela, sino tal vez a la parcalidad norte de los aónikenk,
llamados pe:neken por algunos autores. O, tal vez, los téushen.
929
La duda se produce ante la palabra téushen <jach> = fuego (Viedma), ya vista, que en realidad
correspondería a ka:č= brasas, por lo que probablemente la grafía usada por Pigafeta sea la
española en el caso de este vocablo.
930930
Sufijo –hna/-kna del GI. Creo ser el primero en describirlo como sustantivador. Agregaré que
sería cognado con su equivalente en AA –ken, descripto por Ferrario (1955), y con el sufijo del SCh –
ká, de igual valor, que también creo describir por primera vez, como se verá en el otro tomo, en el
capítulo de Comparación gramatical.
931
Sursum= la aclaración en latín es de Beauvoir.
932
Ver el capítulo de Comparación gramatical en otro tomo de esta obra- cf wieker= antes, hacia el
este, aukenkr= detrás, winaikr= por aquí, hemaikr= por allí; etc
933
Con frecuencia la muerte de Dios está disfrazada para disimular la responsabilidad que los
hombres tuvieron en ella. O bien es el propio Alto Dios quien es disfrazado por el mismo motivo.
Ello ocurrió con t’ĉu:ȓ, por ejemplo, que bajo la forma de los enanos <táchul> es muerto por la tierra
al darse vuelta. Ya veremos la importancia de que haya sido la mismísima Tierra quien mató a
dichos enanos: recordemos que ella es identificable con teo, la Nube madre de Elal. Es decir, en esta
versión, t’ĉu:ȓ/Elal fue muerto por su propia madre. Se trata de mensajes simbólicos- como los
oníricos-, rastros que conservan los mitos, del Asesinato de Dios. En cierto sentido, equivalente del
mecanismo psíquico que Freud llamó Retorno de lo Reprimido.
934
Alguna vez pensé que la palabra weneken= joven podría relacionarse con el AA <uenk> = barullo
(Beauvoir, 1915: 192), cognada con el SCh <huen> = reir, risa, sonrisa, alegre, sonriente, contento; y
<vuin>/<wuin>= contento, risa, reir (Beauvoir, 1915: 31, 70, 122, 152), de donde *wenkenk podría
se “ba ulle o” en AA... una buena definición de un joven. Ade ás, son palab as se ejantes al
término <wickeni coëto> = enviar un mensajero de Musters (1873: 339), y con <wēcenc> =
mensajero, <Yiwēecenshco> = Yo voy como mensajero (Schmid, 1910 a: 27 y 42), en donde
reconocemos las partes ya = yo, mi, mío; *wï:k’en = mensaje, y -shko = sufijo verbalizador
afirmativo. Lo que, a su vez, podría asociarse con la función del espíritu wendaunke – fide Llarás
Samitier- de llevar ante Elal las almas de los fallecidos. Pero no me convence ninguna de ambas
posibilidades.
935
e o pa a la poca en que Casa iquela (1983 138) ecogía sus vocabula ios, “he ano” se
decía <u’këtrrë> en GI- término posiblemente cognado con <ahgatsch>= el niño (Claraz, 1988: 152,
voc. 388), y había otros términos, como <ka’satrrën>/<ka’hlatrrën>= hermano mayor;
<tSaūnehna>/<shaūnehna>= hermano menor (Casamiquela, 1983: 138), el mismo que recogiera
Claraz (1988: 152, voc. 400) como <tzoh nené khia>= mi hermano (Claraz). El análisis de los términos
de parentesco se profundizará en un capítulo especial en donde se darán conclusiones más firmes.
936
La palab a “guaina” apa ece en el castellano suda e icano pe o sólo en Chile con el significado
de “ho b e joven, uchacho”, ient as que en el no este a gentino a agua se aplica a una
“ uje joven, uchacha”. e o en ninguno de a bos casos pa ece se de o igen tehuelche en el
caso del vocablo chileno es probablemente derivado del quechua wayna= joven; hombre que está
en la juventud, muchacho, adolescente, efebo- cf. Tesoro de catamaqueñismos-Nombres de lugar y
apellidos indios-con etimologías y eslabones aislados en lengua cacana, Samuel Alexander Lafone
Quevedo, Imprenta de Pablo Coni e hijos, Buenos Ai es, 1898 166, en donde lee os “Huayna o
Guayna= mozo, mancebo, epíteto de un inca Huayna Capac. Etim. Hua-ina. Hua=hijo, emanación,
ina= el verbo hacer. El engendrador. Epíteto solar”. No desca to la posibilidad de que el vocablo del
gënëna a iájich sea un préstamo del quechua, pero carezco de la información y el interés para
continuar investigando esta línea. En cambio, el vocablo argentino y paraguayo sería del guaraní
guaina= señorita, doncella, niña.
937
Incluso, creo que yenno= (mi) amigo puede hallar su etimología en el vocablo
<wenowe>/<ganio>= juntos, lado a lado (Schimd, 1910 b: 36), es decir, podría ser recompuesto
937
como yenowe/yenio = (mi) ladero= (mi) amigo. Es claro que no me pasa inadvertida la semejanza
de <wenowe>= juntos, lado a lado con el nombre del gran amigo y alter ego de Elal: wendáunke,
que correspondería a čenuke de los onas. Una vez más, la duda persiste.
938
aukmenk: la primera parte del nombre se asemeja llamativamente al nombre auqa recogido
entre los aónikenk por Llarás Samitier para el Lucero, lo que podría confirmar que aukmenk sería un
945
ser luminoso. Tal vez conformado por los protovocablos *hauke= luz, sol + *kaim= encender + -
enk=eño, ero. ¿Luz- encendida- ero?=alumbrante, iluminante?
939
Además, existen otros conflictos entre familiares en los mitos patagónicos, como el de Elal con
t’elux entre los aónikenk; o. entre los shelknam el de kȓən el Sol con kȓə la Luna, el mismo que
recordaban los yámana en donde hanuka la Luna peleaba con el Sol. Y otros conflictos míticos como
el de kuanyipə con čenuke- que se enfurece cuando kuanyipə deja morir a su hermano mayor y se
transforma en estrella, es decir, muere también; y conflictos velados como el de kȓenahteh en Sol
Mayor con kȓen su hijo el Sol Menor narrados por los shelknam, etc. Me explayaré luego sobre el
estudio de este conflicto entre familiares, que representan en última instancia luchas por la
supremacía en el Olimpo aborigen.
940
En el mencionado artículo de 1983, Llarás Samitier (p. 22) intenta relacionarlo con la palabra
<gueot> y variantes= tierra en AA, y con el nombre shelknam de la Patagonia continental
documentado por Beauvoir, <Womska>.
941
*čeuke(n): he postulado *čeuke/šeuke= Sol (Dios) a partir de los nombres de los caciques
Sayhueque/Cheoque, Chocorí, Cheuqueta, Chiquichano, Chiquilín, Chingoleo/Chicoleo, etc., varios
de ellos modificados por oídos mapuches, pero aún reconocibles como plenamente gënëna- entre
otras cosas por ser la construcción de los nombres ajena al uso mapuche. En general, estos
ono ásticos significaban “Sol” o “hijo del Sol”. La “n” final no está docu entada, pe o la supongo a
partir de los cognados de la palabra en AA y SCh, aunque no es estrictamente necesaria, pues *–ke
tiene el mismo valos que *–ken= surge, brota, fluye, mana, etc. Analizaremos mejor el tema en el
capítulo dedicado a los caciques, brujos y otras autoridades.
942
Ag ega Siff edi “Por otra parte, el mecanismo de sustitución del ser supremo por formas
religiosas más accesibles a la experiencia cotidiana, como es el caso del héroe mítico, es un hecho ya
muy comprobado”, cita a Eliade en su Tratado de la historia de las religiones. Ya hemos visto cómo
en trabajos posteriores terminaría por aceptar a Elal como Dios.
943
Lucas Bridges (2005: 418), creo que muy desorientado, contradice en su libro a quienes
escribieron que el Alto Dios era llamado <Joön>, palabra a la cual a lo largo de todo su libro le da
sólo el significado de “b ujo”. C eo habe a de ost ado que se t ata de un u antiguo Dios
protoken, de nombre conservado con variantes en las lenguas más conocidas de la familia.
Reiteramos dichos nombres, vistos en el primer capítulo de este libro:
xuek‘en= dios (AA)
*keoken = sol (AA y Tsn)
o:uken= héroe legendario asimilable a Elal, héroe solar (AA)
xowkon= dios (SCh), variante xo:n.
<kubejeken> = dios (Tsn)
*kabaxaiken= Dios (GI)
A pesar de la aparentemente íntima relación que mantuvo con los shelknam, el autor británico,
criado en Tierra del Fuego, no llegó a comprender que tenían una religión, ni menos aún que creían
en un Dios Supremo.
944
En GI, según el vocabulario de Claraz (1988) <yaginetsh>= correr, cazar, cazador (este mismo
nombre dan a dos estrellas que están cerca de la constelación del guanaco y que representan a dos
cazadores que cazan el guanaco”. Probablemente, retirando el preijo ia-, tan común en esta lengua,
y el sufijo <–tsh>, que creo verbalizador derivado del verbo <‘iatS’ë>= hacer –ver el capítulo
dedicado a la gramática comparada de estas lenguas- nos queda la raíz <–gine->. Si recordamos que
con f ecuencia la “k” e a ep esentada po Sch id co o “g”- o co o “c”- podemos recomponer el
término como –kine-, que podría tal vez ser cognado con kuan en SCh. Estudiaremos la figura del
Cazador Celestial en el capítulo dedicado al cielo de los aborígenes patagónicos, aunque algo he ya
adelantado en una conferencia inédita (Williams D, 2012 c).
945
kuanyipə: co o se ve á ás adelante, su no b e significa “Dueño o Seño de los Guanacos”, de
kuan= cazador, procurador, señor, dueño y yepeȓ= carne- aunque cognado con palabras de otras
lenguas ken que significan “ca ne”, pe o ta bi n “guanaco”, co o el vocablo del AA yepeȓ-
exactamente la misma palabra que en SCh- y el del GI p’ečua. Para detalles y la demostración de la
relación entre estas palabras, ver mi trabajo La carne como pertenecia entre tehuelches y onas
(Williams D, 2011 d), que actualizaré más adelante en esta obra.
946
En su libro, Payaguala (2014: 82), sin citas, mezcla ambas leyendas, la aónikenk y la ona.
946
947
Esta conducta de respeto y agradecimiento al animal cazado o cuando menos a su Dueño se
conservó en tiempos históricos entre los onas, cazadores de a pie para los cuales la obtención de
una presa era muy difícil, especialmente debido a que nunca llegaron a adoptar el uso del caballo.
Entre los tehuelches, en cambio, y en especial entre los gënëna a këne, este respeto, nacido del
temor de que falte la caza, está casi ausente. Por el contrario, se observa en épocas ecuestres una
total falta de respeto por el animal cazado, al cual con frecuencia cazaban para consumir sus
mejores partes, dejando el resto tirado en el campo. Sólo en sitios milenariamente sagrados como
el Yamangoo se mantuvo la conducta de agradecimiento y propiciatoria para con el la Señora de los
animales, la piedra yahmok, la “ ieja”. ofundiza e os sob e el te a ás adelante, en ot o to o,
pero el lector puede observar numerosos párrafos del libro de Claraz en donde el desperdicio de
carne realizado por sus guías nativos- de estirpe gënëna a këne- se halla bien documentado-
948
Siguiendo a Casamiquela, clasifico a los poyas como tehuelches septentrionales, muy afines a los
gënëna a këne. Creo que las pocas palabras y onomásticos conservados bastan como prueba de tal
origen. Pero llama la atención que el nombre de su Alto Dios čawue٨i sea casi el mismo que el de
su equivalente descendido entre los aónikenk- tehuelches meridionales- que era ta٨w٨i. Sin
embargo, aunque puede ser un préstamo cultural, también los gënëna a këne guardaban memoria
de tačul co o un enano aligno… en definitiva, el mismo Alto Dios descendido. Que, posiblemente
entonces, era de origen protoken.
949
Para profundizar sobre la etimología del mitónimo amkǝnek, ver el capítulo 1 de esta obra.
950
Ya he llamado la atención al lector, en una nota al pie del capítulo 1, sobre cierta semejanza
fonética entre Amakaken, la roca esférica de mármol de los aónikenk, y Yahmok, la roca-gualicho de
los gënëna a këne. A su vez en el texto principal de dicho capítulo comparaba a Amakaken con
amkənek.
951
Hasta donde sé, Casamiquela (1988: 125) fue el primero en haber notado que Elal tiene algunas
características que, más bien que permitir sindicarlo como héroe, lo catalogarían de anti-héroe,
equiparable a la figura del Tramposo que se opone a los planes de Dios. Veremos más en un
apartado especial en el capítulo 4.
952
Para Musters (1873: 339) <aoukem> = cazar (rodear o ir al campo), palabra que en principio
podría pensarse relacionada con el término de Schmid, <hauceshc>. Pero se trata posiblemente de
otro vocablo, el tan conocido cerco o círculo de casa, el aořke –lonkochif en MPZ según
Casamiquela (en Quintulaf y Reyes Sosa, 1992: 24, nota 41).
953
Como veremos más adelante, Viegas Barros opina lo mismo de la palabra del AA ?oyp’enK =
líder, jefe, cognada con el SCh el SCh hò?yipénn=buen cazador de guanacos-y, agrego yo, con el del
héroe-antihéro kuanyipǝ- y en nota más adelante escribe que ?óyn=cachorro, cría (Viegas Barros,
2005: 120 y 144). Cree, y coincido con él, que el término “ha sufrido un cambio de significado en
tehuelche de ‘líder de la caza’ a ‘líder (en general)’, lo que demuestra la importancia social que tenía
en estos pueblos el hecho de ser un buen cazador”.
954
Dicha piedra parece haber sido hallada en 2008 por Casamiquela, Atilio Namuncurá y otros
955
Gallardo se refiere específicamente al discurso que el ona dirigía al zorro cuando no le quedaba
ot o e edio que ata lo pa a ali enta se “Yo no te quiero mal, pero tengo que comerte porque el
hambre me apura. No te enojes conmigo”.
956
Ver las dos ediciones en castellano del libro de Claraz (1988 y 2008), incluso el apéndice de Atilio
Namuncurá en la segunda edición.
957
En la versión de Lista (1998, 2: 132) falta el ataque de los pumas. Pero en cambio anota que,
durante la lucha, “... las bestias feroces vuelven a sus correrías destructoras”. Es decir, como si la
transitoria debilidad de Elal liberara a dichas bestias feroces, probablemente, los grandes felinos,
únicos grandes carnívoros capaces de atacar al ser humano en nuestra Patagonia, que, aunque
habían sido vencidos por Elal, regresaban a sus fechorías.
958
Se puede o no estar de acuerdo con Freud en que las zoofobias son manifestaciones del miedo al
padre- personalmente no lo estoy, pero es un tema que me supera en cuanto a conocimientos
como para dar una opinión definida. Lo que sí es cierto es que, como entre otros muestra Lévy-
Bruhl, para la mente llamada primitiva, los hombres podían convertirse en animales y viceversa. En
los mitos se observa que un animal podía engendrar un hombre y viceversa, o del intercambio
sexual entre un animal y un humano surgir un hijo humano, animal o con características de ambos,
o con la capacidad de transformarse en uno u otro a voluntad.
947
959
No ignoro que, desde los trabajos de Lévi-Strauss (ver su obra El totemismo en la actualidad,
2003 [1962) y de otros investigadores, la idea de las religiones totemistas como patrón de religiones
primitivas ha caído en desgracia. Personalmente adhiero a la idea de que, en su origen, todas las
religiones fueron monoteístas, y sólo la evolución, inducida por fenómenos como el tabú lingüístico
y religioso – que motivan el reemplazo de mitónimos por eufemismos o apodos que adquieren a su
vez el valor de mitónimos-, por la inconsciente y eterna lucha entre padre e hijo en las
profundidades de la psique humana, y por otros fenómenos – entre ellos el conocimiento de los
dioses de otras culturas, subyugadas o aliadas, como parece haber ocurrido por ejemplo en Egipto o
entre los mayas y los aztecas- pudieron haber motivado la pluralidad de dioses. Algo que, de hecho,
estaba ocurriendo con los tehuelches y los onas históricos, hasta que sus culturas desaparecieron.
Este fenómeno debe ser analizado, por ejemplo, en la evolución de las ideas cristianas de los
católicos, en donde de un primitivo monoteísmo se pasa a un monoteísmo teórico, siendo la
eligión en la p áctica politeísta, con la t íada “el ad e, el hijo el Espí itu Santo”, explicadas
racionalmente como diferentes manifestaciones de Dios, que es único; o la profusión de vírgenes,
santos, beatos, etc., que son literalmente adorados por sacerdotes y fieles. En parte, desde luego,
dicho fenómeno fue facilitado por haber sido reemplazado el panteón politeísta romano por el
supuesto monoteísmo católico, pero en su génesis también intervienen fenómenos naturales en la
evolución de las religiones. Lo propio ocurre con la paradójica falta de cumplimiento del cuarto y
quinto anda ientos del Lib o del Éxodo (20 4) “No debes hacerte una imagen tallada ni una
forma parecida a cosa alguna que esté en los cielos arriba o que esté en la tierra debajo o que esté
en las aguas debajo de la tierra” y “No debes inclinarte ante ellas ni ser inducido a servirles, porque
yo soy Jehová tu Dios, soy un Dios que exige devoción exclusiva…”, y, más adelante (34: 17): “No
debes hacerte dioses-ídolos de metal fundido”. Semejantes mandamientos hallamos en el
Deuterenomio (5: 8-9), y leemos en Isaías (42:8): “Yo soy Jehová. Ése es mi nombre; y a ningún otro
daré yo mi propia gloria, ni mi alabanza a imágenes esculpidas”. En el Catecismo Romano se
intentaba explica la utilidad del culto a las i ágenes, se la sepa aba del lla ado “pecado de
idolat ía”, en una ve dade a adaptación de la teo ía a la p áctica. e o estos anda ientos no
figuran entre los diez del actual Catecismo de la Iglesia Católica- del que hubo versiones anteriores-
que se basan en la Tradición de la Iglesia según fue interpretada en el Concilio Vaticano II (1959-
1965). Me hago cargo de que alguien pudiera ofenderse por estas palabras, pero es que para el
estudio de las religiones, como en cualquier otro, hay que ver a las mismas desde afuera, haciendo
de ellas un objeto que pueda disecarse, respetuosa pero científicamente. Es algo más fácil de
realizar cuando se estudian religiones diferentes a la propia.
960
Recordemos que gošɣe era uno de los dos <Hol-gok> o Gigantes, hijos de tons, la Oscuridad. En
otras versiones, gošɣe era hijo de la Tierra, lo que apoya la identidad entre ésta y la Oscuridad o
Noche, tema ya visto. A su vez, el otro <Hol-gok> era nošt’ex, el padre de Elal. Es decir, gošɣe era tío
del héroe tehuelche. Pero veremos cómo resulta ser también un alter ego de su padre nošt’ex. Un
ejemplo de gemelos míticos, otrora dioses luminosos, luego caídos y malignizados, por ser los
perdedores en la lucha con Elal, el Hijo. Pero a su vez el padre de los <Hol-gok> era <Shorr> el
tiempo, es decir, t’ču:ȓ… que esulta a su vez el p opio Elal. Cosas del ito …
961
En este mitema alcanzan gran semejanza los mitos de Elal y del héroe ona kuanyipə:
corresponde a la lucha entre kuanyipə y el monstruo časkilĉeš, cuando al intentar el segundo cruzar
un río, el primero hace alejarse las orillas entre sí, con lo que el monstruo cae al agua. Otro mitema,
correspondiente a otras partes de los mitos de los dos héroes, es aquél ya visto, en el cual los
guanacos mantenidos por Elal/se:ĉo en el corral del cerro ašpeš escapan por culpa del zorro, como
en el mito de kuanyipə los guanacos del corral de činhuin escapan por causa del mismo animal.
Veremos más en el capítulo dedicado a la mitología ona, en un próximo tomo.
962
Idea no extraña a los cristianos, tal vez influida por el llamado segundo mandamiento “No
tomarás el nombre de Dios en vano” -hemos visto que en la Biblia los mandamientos tienen otra
posición en el orden de aparición y son más que los del Catecismo católico, éste es el séptimo en
Éxodo el sexto en Deute ono io. Así, a Dios se lo enciona, ent e ot as, con f ases co o “Aquel
que todo lo sabe y que todo lo ve”, “el Altísi o”, incluso algunas casi pe o ativas, co o “el
Barbudo”, etc.
963
Es interesante saber que el vocablo tabú proviene de las lenguas polinésicas, y denomina a las
palabras que no pueden ser pronunciadas, mientras que la palabra noa denomina a las palabras que
las reemplazan (Manuel Salvat y col., 1974: 79).
948
964
Desde luego, se comprende que no pueda nombrarse al Demonio, so riesgo de invocarlo. En
cuanto al tabú o p ohibición de “tomar en vano el nombre de Dios”, es p obable ente
consecuencia del respeto, pero también consecuencia del hecho de haber sido en su origen Dios
uno con el De onio, en todas las eligiones. Incluso la c istiana, en donde Dios “diablo” son
cognadas, aunque la segunda significa ía “hijo de Dios”, en i opinión, así co o Domine= el Señor,
Dios es cognada con el nombre del Demonio, y como veremos en el libro especial dedicado a la
Lingüística Cognitiva, y tal vez en el último capítulo de esta obra. Me limito a señalar que hechos
que ocurren en todas las religiones, sin ánimo, insisto, de ofender a la fe cristiana, que, como
cualquier otra, evoluciona por períodos mitológico-lingüísticos, y la historia de dicha evolución
queda en los nombres de dioses y demonios.
965
En nuestro país fue característico el tragicómico tabú lingüístico que impedía mencionar el
nombre de un conocido político, que fue a el esidente del país en los años ’90, cu o apellido se
pronunciaba modificado para evitar la mala suerte.
966
Interesante es rescatar el testimonio de Moreno de que la máscara de madera que vio se usaba
en los “huecuruca” – es decir, el wekun ȓuka, kan ahway o apešk- y de que habría sido la última que
se ha a utilizado en una de dichas fiestas. o lo enos, debió ag ega , “la útima vez” que se ha a
documentado.
967
Se pod ían segui buscando t inos posible ente cognados, pues “tie a” es tee en teushen
(Ameghino) y telgo en el de Viedma, mientras que el término del AA es tem y variantes (todo fide
Lehmann-Nitsche, 1914: 254). Recordemos a su vez que, lo vimos, la Tierra y la Noche u Oscuridad
son mutuamente indentificables en los mitos de varios lugares del mundo, hecho apoyado por ser
tem= tierra en AA y temtem= oscuridad en GI, y por el ya mencionado hecho de ser el gigante gošɣe
hijo de la Oscuridad en algunas versiones y de la Tierra en otras.
968
En cuanto a tȓemen= noche, anochecido, aunque guarda cierta semejanza con la palabra
temtem= oscu ecido, c eo que tiene ot o o igen, co o vi os, significa ía “he b a”, de ivando del
nombre de la luna, tȓemen apiühuk= sol–hembra.
969
Lo más semejante en su vocabulario que he hallado (Moreno, 1997: 400) es <jootko> = brujería,
en que la terminación <-tko> se parece al comienzo del nombre de t’kauȓ. Pero mi teoría de que <-
ko> es una variante del sufijo sustantivador -ken aleja la posibilidad, al quedar la palabra como
xo:tken = brujería. Además, Molina mismo (p. 165) nos deja <joiken> = brujo, <joikon> = bruja, con
lo que dichas palabras pasan a constituir variantes de šoieken = brujo, šoien – enewen = bruja
(Moreno, 1997: 400). Palabras a su vez relacionadas, aparentemente, con šoien /šoienk =
enfermedad, šoieršk= enfe a se (p. 405). De donde deduzco que la “t” de Mo eno es sólo un
lapsus cala i po “i”, quedando la palab a, p obable ente, co o xo:iko.
970
Por otro lado, existe una leyenda shelknam, documentada por Beauvoir (1915: 165) en que se
menciona a un tal kouȓe, nombre fonéticamente muy semejante al del brujo t’kauȓ. Era justamente
un xon o brujo, que luego de la vida humana pasó a ser un guanaco. Como sabemos, en la leyenda
tehuelche, el gigante gošɣe, alter ego de t`kauȓ, se convirtió, no en guanaco, pero sí en otro animal:
la ballena, y, en algunas versiones del mito de Elal, éste era hijo de una guanaca. Aunque el nombre
del brujo kouȓe de la historia shelknam es muy semejante a la palabra del SCh ko:ȓi= foca o lobo de
mar, lobo marino (Beauvoir, 1915: 45 y 138). No es imposible que en la memoria común a ambas
etnias se guardara la memoria de un brujo de nombre *t’kəuȓə o semejante, que luego de morir se
haya transformado en un animal.
971
Cla az (1988 155) lla ó “hu ón” al tuco-tuco, dejándonos su nombre tehuelche septentrional,
<tzeh’tzeh>. Aclara que “Hay dos especies, colorado y gris; ni ellos ni los araucanos tienen dos
palabras, a pesar de que saben diferenciar”. Hunziker (en Outes, 1928: 278) lo llama <seche> en
gënëna a iájich.
972
Se trata de palabras probablemente relacionadas con los nombres de otros insectos, bichos, y
cachorros o animales pequeños, como <tsērro>= piojo, <ctērar>= pony (Schmid, 1910 a: 23).
Analizaré en otra parte estas relaciones, que he estudiado en un trabajo presentado en el XII
Congreso de Lingüística de la SAL -Sociedad Argentina de Lingüística- en Mendoza en abril de 2010
(Williams D, 2010 b, inédito).
973
<apén>. Cu iosa ente, Beauvoi (1915 21), dice del cu u o o tucotuco que es un “ eptil bat acio
he bívo o” –SIC- y que los shelknam le daban el mismo nombre al conejo- obviamente, de origen
eu opeo, “po su se ejanza al cu u o en la vida en la ca ne”.
949
974
Siffredi (1968 b: 152) menciona el hecho de ser teř-weř la abuela materna de Elal, pero sin
proporcionar el nombre de la informante.
975
No entraré en la discusión que implica el saber que los americanos tenían una historia antes de
la llegada de los europeos.Lo sé muy bien, y creo que mi trabajo y respeto por los nativos
americanos no puede ser más fiel a esta idea. Pero las palabras deben usarse, y a veces, a despecho
de los emergentes tabúes lingüísticos, y falta de un vocablo que reemplace a aquél que se
cuestiona, se usan eufemismos que no definen el concepto con la exactitud del vocablo vetado. En
este caso me refiero a la historia escrita, algo que en la Patagonia no tuvo lugar, hasta donde sé,
hasta que Pigafetta escribió su interesantísimo libro.
976
Comparar con el sonido de la cascada o el murmullo de las fuentes burbujeantes, en especial los
llamados pozos sopladores, en donde ubicaban a equivalentes del Gualicho, como aXčəm e
yiškalau- ver el capítulo 2 de este libro.
977
Estas sangrías tenían intención curativa, y, como he dicho, eran también practicadas por los
gënëna a këne, según Claraz (1988: 156, voc. 736), que las denominaban <yanntéïtsche-agatsch>.
978
José C. Wolf es como los escriben Hernández y Casamiquela (1992), tomando evidentemente la
forma del manuscrito. En la mayoría de las fuentes, el nombre figura como José. G. Wolff, pero
también se lee José G. Wolfe y José O. Wolff. Imbelloni (1924: 6), en su artículo en italiano, lo llama
“Giuseppe A. Wolff”. Adopto la fo a “Wolf” del apellido, pues así fi a, en apa iencia, su
manuscrito sobre la lengua tehuelche.
979
Como comentario adicional, añadiré que creo que las procesiones que, entre los cristianos,
representan el Via Crucis, no son otra cosa que un sofisticado rito de reiteración ritual del asesinato
de Jesús, la Divinidad Asesinada. El hecho de que una afirmación general sobre los cultos religiosos
pueda afectar a nuestras creencias personales no implica que no podamos tomar la necesaria
distancia como para no aceptar el cumplimiento de dichos patrones universales.
980
Tanto la c eación de los ho b es co o la invención de las a as, que D’O bign at ibu e al “ser
superior” ent e sus “ atagones”- hoy también calsificados como téushen- son generalmente
atribuídas a Elal entre los aónikenk. Se trata de una prueba más de mi teoría de que el héroe
aónikenk- que corresponde en parte al maligno Elel de los gënëna a këne y los mapuches, forma del
Gualicho- era en su origen un Alto Dios.
981
Adelanto un resumen de mi teoría: en sánscrito deva= dios y bAla= niño, muchacho, muchacha,
infante, infantil, joven, naif. Existe incluso un nombre sánscrito femenino que es Devabala y se
t aduce co o “hija de los dioses”. C eo que “diablo” sus equivalentes en ot as lenguas
indoeuropeas –cf. It. diavolo, Ing. devil, Al. teufel, Isl. djöfullinn, Gr. diábolos, Gal. diawl, Irl. diabhal,
Rus. diabol, etc. son cognadas con este nombre. Reconstruyo el original como *dyaeus-*bə٨ə=
Dios-pichón- “pichón”, co o “pollo”, “pollino”, “pillo”, “pillete”, “pue il”, “púbe ”, “pu ete”, aún
“pe o”, etc., se ían palab as cognadas ent e sí, co o he sostenido en una p esentación (Williams
D, 2010 b) y como se verá en detalle en el último capítulo de este libro. De hecho, hay algunas
etimologías que derivan el nombre del Diablo de *deiwos= celestial. En la religión hindú, uno de los
nombres de Balarama, el hermano de Krishna, y, en el sur de la India, un avatar –o encarnación
terrenal- de Vishnú, es precisamente Bala-Deva (Dictionary of Ancient Deities, de Turner y Coulter,
2001 90), que usual ente se t aduce co o “fue za de Dios” o “fue za-place ”, “place de la
fue za”. Esta eti ología de “diablo” co o “hijo de Dios” es algo elativa ente fácil de acepta si se
analiza objetivamente la idea- ecu dese que habla os del “Ángel Caído”. e o que alguien
educado en las religiones judeocristianas acepte que el diablo es hijo de Dios y hermano de
Jesucristo es lo que ha impedido pensar o difundir esta idea. Como se sabe, Lucifer –cuyo nombre
gene al ente se ha t aducido co o “po tado de la luz”, pe o que c eo significa ta bi n “hijo de
Dios”- fue arrojado del cielo con la tercera parte de los ángeles por intentar convertirse en Dios
(Ezequiel, 28: 12-15).Ya veremos que exactamente lo mismo le ocurrió a ke٨el, el hijo de Elal y
t’elux.
982
Esto surgido de una lectura textual del mito, pues las deducciones que he realizado en capítulos
anteriores me han llevado, como recordará el lector, a sustentar la idea de que nošt’ex era un alter
ego del mismísimo k’oč.
983
Los Esir, Æsir o Ases son los p incipales dioses del panteón nó dico. La palab a “Diablo” es
ta bi n t aducido co o “adve sa io, ene igo”, o “calu niado ”, en teo ía de ivado del g iego
diabolos, con tal significado (Watchtower Bible, 1971: 446).
950
984
Recordemos que, según algunas versiones, kaȓo y t’elux resultan el mismo ser. Por otro lado, por
rastros lingüísticos y míticos, el carancho kaȓo podría identificarse con t’kauȓ, nombre alternativo
del padre de Elal, que resulta ser nada menos que con el propio ko:č. Además, lo he dicho, kaȓo
puede ser tal vez recompuesto como kaȓ-we= fuente de luz, brota la luz, de *kaȓ= luz en protoken+
*we= brota, mana, fluye, surge,
985
Tal vez la versión más antigua documentada del llamado Ciclo de Elal es la recogida por Ramón
Lista. Las inevitables comparaciones entre versiones motivaron que Vignati (......) tachara-creo que
injustamente- a la versión de Llaras Samitier de reelaboración de la de Lista. Es que Llarás Samitier
se hizo una triste mala fama con su trabajo sobre los canoeros fueguinos (1967). Ello no le quita
méritos a su trabajo sobre los mitos tehuelches, pues cualquiera que conozca las versiones tomadas
por otros autores, fundamentalmente aquellas de Lista y Bórmida-Siffredi, verá que nunca pudo
haber inventado lo que escribió, similar, pero no lo bastante como para parecer un plagio del
trabajo de Lista. Hay detalles que Llarás Samitier documenta por primera vez, luego confirmados
por otros investigadores, que salvan su honor en este caso.
986
Literalmente, en 1894 dice Lista sobre Elal: “Hizo a los Tehuelches o Tzónekas” [...] “Ha hecho al
hombre aborígene”.
987
Según Llarás Samitier (1950: 195-196), el nombre del gigante era gosɣe, con ɣ -gamma- y no con
la “ ” que en su luga lee Echeve ía Baleta (2002 b 41 168), que to a textual ente uchos
mitónimos de los escritos del primero, que es la fuente de gran parte de su trabajo (Wilbert y
Simoenau, 1984 X I 6). Yo la anoto con “ɣ” co o sí bolo fon tico.
988
“Habitante del cielo” o “El que está en el Cielo”: esta traducción de uno de los apodos del Ser
Supremo, šion ašká y variantes, se debe a una interpretación europeizante, judeocristiana. Pues,
como veremos, šion ašká derivaría de šion ačke, que co o se ve á significa ía “El Cielo iejo o
Anciano”, es deci , un apodo ás del “Sol Ma o ” que fue ee plazado en sus funciones co o Dios
activo por su hijo, el Sol (Menor). Aunque, en su origen más prístino, probablemente el sintagma
significa a “Luz del Cielo”.
989
Yebes (en Bórmida y Siffredi, 1969-70: 241, en Casamiquela, 1988: 119) decía sobre Elal que su
pad e e a “el diablo”. Está cla o se efe ía a que Elal e a hijo de nošt’ex. Y, desde luego, el nombre
del Sol era šewen–en Tsn y en AA arcaico– <Su-āni> lo escribe en 1842 el misionero Allen Gardiner
(en Coan, 2005: 252), o *šin, como se deduce del nombre de <Šintalkən,><Shintaulk’n> ... cuyo
nombre reconstruyo como šin-talken, en donde reconocemos a mi pCh *šən= luz, fuente de luz-cf.
el mencionado šewen, o sus cognados en SCh, šion= cielo y kȓən=sol. Y puede reconocerse también
el vocablo AA talken= niño- es decir, šintalken hab ía significado “Sol-niño”.
990
šoȓ el Tiempo: los tehuelches medían el tiempo en días o soles, meses o lunas, y años o veranos.
Hemos visto ya que el nombre del verano šoȓ, šoȓken y variantes es cognado directo con el nombre
de t’čuř, el a caico dios sola . En este caso, la t aducción co o “tie po” del no b e de šoȓ es una
alusión al “paso del tie po”, a t av s de los “años o ve anos”.
991
No debe esperarse lógica en los mitos, que son analógicos por definición. Pero sabemos que
tču:ȓ era Elal, y que la esposa de Elal era t’elux, el Luce o… sin e ba go, a la he identificado
también con la Luna y con la Noche u Oscuridad. Es decir que t’ču:ȓ /Elal y t’elux son los propios šoȓ
y teȓnš.
992
No obstante, Rea es una palabra cognada con el PIE *bhrǝ= luz, brillo, agua, como demostraré, y
es posible que sea un nombre cognado con el de la primera parte del nombre de Varuni, la esposa
de Varuna de los mitos indos. Mitónimos que, estoy convencido, pertenecioeron a seres solares, de
no b es, c eo, cognados con la palab a castellana “ve ano” sus gognados indoeuopeos. Lo
veremos con más amplitud en su momento.
993
Ya veremos en el capítulo dedicado a la mitología ona cómo, en muchos aspectos, Elal/se:čo es a
ko:č en mitología aónikenk lo que kenoš es a pemaukel/timaukel en la ona, y cómo, a su vez,
wendaunke/wendeunk es a Elal lo que č’enuke es a kenoš.
994
Se refiere a Datos de etnografía Pehuenche del Libertador José de San Martín, Notas del Museo
de La Plata, XVI, 13, La Plata, 1953). Citado en páginas anteriores (Vignati en Morris, 2004: 169, nota
38).
995
Mascardi (en Vignati, 1964: 500) señala entre los poyas del siglo XVII el consumo alimentario de
va ios ani ales, ent e ellos “leones”, es deci , pu as -Felix concolor. Lo propio hace Musters entre
los tehuelches del siglo XIX.
951
996
Danta: anta o tapir, aunque en este caso probablemente se aplique al guanaco, pues con cueros
de estos animales estaban vestidos los patagones y con ellos construían sus paravientos- Areyçaga
no desc ibe el uso de toldos. Ag ega el texto “Este nombre danta dánsele los chripstianos á
aquellos cueros, no porque sea que son de dantas: que a la verdad no lo son; sino unos animales que
tiene el cuero gruesso, como de danta o más” (Johan de A e çaga, op. cit. 40-42).
997
De paso, digamos que, en contra de una de las etimologías más aceptadas (ver Janda, Michael,
Die Musik nach dem Chaos -La música luego del Caos, 2010: 54–56), que asocia al nombre de
Kronos a la raíz PIE *(s)ker-= “co ta ”, a la palab a g iega kéiru= cortar, cf. Cast. escara, Ing. scar=
cicat iz, etc., idea inte p etada según el concepto de “cast ación”, de sepa ación del Cielo de la
Tierra. Yo creo que se trata de un antiguo nombre de una deidad solar, luminosa -cf. Gr. keraunós=
fulgor, relámpago. Asimismo, estimo que el nombre de Ouranos es cognado con dicha palabra
keraunós, y por lo pronto con el de su hijo Kronos. Ouranos significa “lu inoso”, no está ía, co o
se ha sostenido, asociado -cuando menos, no directamente- al protogriego *wersanos, del PIE
*wers= humedecer, gotear (lluvia). Lo veremos en un libro especial en preparación, pero sepamos
desde ho que su no b e es posible ente cognado con “ve ano”, “b uno”, “b uñido”, “ o eno”,
“ a ón”, etc. Ent e los indos, Varuna, un dios de nombre probablemente cognado con el de
Ouranos y con las mencionas palabras, reemplazó al antiguo dios Dyaus Pitar -el Júpiter romano.
998
Recordemos la cita ya transcripta de Lista (1998, 2: 163):
“No comen pescado, ni tampoco cerdo. Estos dos animales son considerados como inmundos,
manifestando para ellos una repugnancia invencible.
¿Cuál es la razón de tan extraña preocupación?
Nada he podido dilucidar, pero me inclino a creer que en lo primero obedecen a una superstición
relacionada con el mito de El-lal”.
999
No es que me haya dedicado en forma científica a investigar el tema -ni jamás pretendería
equiparar mis erráticas caminatas juveniles con las sistemáticas investigaciones de la Dra. Gómez
Otero. Ocurre que por aquella época –entre 1978 y 1989- frecuentaba anualmente con mi familia y
amigos la playa Bengoa, sobre la costa este del Golfo San José, con el fin de acampar y realizar
actividades como la pesca y la caza submarina. Existe en dicha playa un antiguo picadero en el cual
en aquella época aún podía observarse restos de fogones, concheros y piezas líticas y trozos de
cerámica. Llamaban la atención la profusión de muy antiguos y fragmentados montones de conchas
marinas, en sitios ya alejados de la costa. Hace ya más de quince años que visité el sitio por última
vez, y poco quedaba de la industria lítica y cerámica, y se estaban borrando las marcas de
losantiguos fogones. Concheros semjantes se hallan campo adentro en Punta Pardelas, sobre el
Golfo Nuevo, y en Cabo Dos Bahías, cerca de Camarones, al sur del Chubut. Las investigaciones de la
antropóloga confirman la idea de que los tehuelches no tuvieron siempre la misma aversión a los
alimentos marinos, al menos, no todos ellos. Por otro lado, tal vez esta nota al pie sirva para
informar a la ciencia sobre dichos sitio arqueológicos, si es que no se los conoce ya (escrito en
2007).
1000
Véase por ejemplo el trabajo de Beretta y col., 2013: 211-221.
1001
Muxilones a caís o po “ ejillones”.
1002
Diplaik: paradero tehuelche que tanto Rey Balmaceda (1976: 121 ) como Casamiquela (2000:
82-83) identifican con un sitio sobre el río Lepá, antes de su confluencia con el Gualjaina,
1003
Dice Muste s en las páginas encionadas “El hecho de que ningún tehuelche había tocado
antes de esto los peces que yo capturaba, e incluso expresaban un gran disgusto ante la idea, es
digno de nota, pues se ha afirmado que en la costa ellos pescan y comen pescado, lo que sólo pudo
ser dicho por personas ignorantes de sus reales hábitos de vida” (t aducción ía del o iginal en
inglés). Y cita al pie a Guinnard. Lo cierto es que este último no parece haber conocido a los
aónikenk, sino a tehuelches septentrionales en vías de araucanización.
1004
En Favier Dubois y Borella, 2005.
1005
Sanguinetti de Bórmida AC, 1999. Proyecto Norpatagonia. Arqueología de la costa
septentrional. Separata de Anales de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, Buenos
Aires. Citada en Prates, 2009,
1006
“Los resultados de los estudios iniciados en el año 2004 en la región pusieron de manifiesto la
existencia de, al menos, dos etapas diferenciadas respecto del uso del litoral rionegrino por parte de
los grupos cazadores-recolectores que lo habitaron (Favier Dubois et al. 2009). En la primera de
ellas, durante el Holoceno medio y comienzos del tardío (ca. 6000- 2000 años 14C AP), se evidencia
952
un uso intensivo de la fauna marina, particularmente de peces y lobos marinos, mientras que en la
segunda, entre ca. 1500 y 400 años 14C AP, se produce un notable cambio hacia una diversificación
en las especies consumidas, con un crecimiento en importancia de las terrestres, como el guanaco, el
ñandú y diversos vertebrados pequeños (Favier Dubois et al. 2009; Borella et al. 2011; Marani
2016)”. El auto asocia esta evolución en los hábitos ali enta ios a un ca bio de configu ación de
la costa, por descenso del nivel del mar y consecuente disminución de caletas y bahías en la costa.
Podría añadirse tal vez el tabú alimentario que venimos estudiando, pero vimos que, cuando menos
hasta el primer cuarto del siglo XVI, es decir, hasta unos dos milenios más tarde, los patagones
consumían pescado, ballenas y moluscos marinos, según el testimonio de Arecyaga. Desde luego,
por otro lado los patagones podrían no ser los antecesores de los aónikenk.
1007
El informante Roberto Macías distinguía la ceremonia de sanación de un enfermo con el
nombre k’oxenk, rito duante el cual el enfermo permanecía encerrado en el toldo mientras las
ancianas entonaban las mismas canciones que en los apešk, o apečK según lo escribe Fernández
Garay -pero con tono más lastimero (Fernández Garay, 1987: 147, nota 91).
1008
Según Lorenzo Yebes, aónikenk informante de Casamiquela (1987 a: 33, nota 14), el individuo
que no tenía el tatuaje en su brazo se convertía en lobo marino. Se refería, claro, a que el muerto
que no llevara dicho tatuaje no entraba en el paraíso, y era arrojado al mar.
1009
i os ta bi n que la palab a pa a “lobo a ino” es kemeȓuȓ. En unas páginas propondré
reconstruirlo –aunque con grandes dudas, he de confesarlo- de cierta manera que pudo significar
“Hijo del Sol”.
1010
El significado de “hijo” dado a los g andes felinos en los idio as tehuelches pod ían esponder a
una tendencia –común a los idiomas indoeuropeos y ken, como veremos- a deno ina “pichón,
cacho o, c ía” a los ani ales ás co unes, dife entes desde luego pa a cada fa ilia lingüística.
Pero el hecho de que los los pumas y los leones recibieran el no b e de “hijo del sol”, co o
veremos, demuestra que se los consideraba animales especiales. Estoy convencido de que
ep esentaban eal ente al “Hijo del Sol”, es deci , a Elal/elel y al olvidado t’ču:ȓ, su alter ego
original. Ya lo veremos con más detalle.
1011
Este título se traduce como La concepción del mundo en una cultura temprana. Fue reeditado
bajo el título Die getötete Gottheit. Weltbild einer frühen Kultur. Kohlhammer, Stuttgart 1966, es
decir La Deidad asesinada. Concepción del mundo en una cultura temprana. No he hallado
versiones en castellano ni en inglés de este libro, ni puedo leer en alemán más que con muchísimo
trabajo. Jensen es muy conocido por sus estudios sobre los mitos primitivos y por la introducción
del concepto de deidad-dema.
1012
Leopardo marino (Hydrurga leptonix): aunque en general habita la Antártida y aguas aledañas,
se lo ve en ocasiones llegar a tierras continentales patagónicas, incluso hasta tan al norte como el
Golfo San Jorge, e incluso la Península Valdés.
1013
No puede tratarse de la vaca marina de Steller (Hydrodamalis gigas, antes Rhytina gigas),
sirenio emparentado con el dugongo y el manatí, pero que, a diferencia de ellos –habitantes de
aguas cálidas- vivía en los mares del Ártico, y se extinguió en 1768. Ni de la vaquita marina o cochita
(Phocoena sinus), una de las especies de marsopas, de distribución muy restringida, casi limitada a
la Baja California mexicana. No creo que el nombre se refiera al manatí, que habita los mares
cálidos del Brasil, pero lejos de la Pampa y la Patagonia. Puede que se trate, en cambio, de alguna
reminiscencia de la llamada vaca marina chilota, un ser acuático mítico, que viviría en los canales de
Chiloé, con forma de una gran vaca obesa de bello pelaje, con patas muy similares a las de un lobo
marino, grandes cuernos retorcidos y ojos brillantes y luminosos, que enamoraba a los toros
terrestres, dejándolos imposibilitados de aparearse con las vacas comunes. Lo más probable, sin
embargo, es que se trate del elefante marino (Mirounga leonina).
1014
No creo que se trate del actual zorro marino (Alopias vulpinus), una especie de tiburón de
amplia distibución en el mundo. Seguramente es el lobo marino de un pelo (Otaria flavescenes) y/o
el de dos pelos (Arctophoca australis).
1015
En este caso, no se trata del tabú del nombre de un muerto -al menos, el hijo de Elal no había
muerto aún- sino del de un ser celestial: el hijo de Elal y t’elux. “No to a ás en vano el no b e de
Dios” es ot o de los tabúes del no b e.
1016
La versión en castellano (Bourne, 2007 80) es algo distinta, pues el t aducto dice “Aún en
conversaciones sobre otros…”, no co o en el o iginal, “Even in conversation concerning each
other”, que t aduzco co o se ve co o “Incluso en conversaciones de los unos con respecto a los
953
otros…”. El cambio de sentido es importante, porque ello implica que no es que no se podía
nombrar a otros si estaban ausentes -o no sólo cuando no lo estaban- sino que se evitaba
mencionar los nombres de las personas incluso cuando estaban participando de la conversación.
1017
Esta reminiscencia mitológica de un posible arcaico canibalismo ritual entre los tehuelches
apoya algunas ideas que he esbozado, mediante pruebas indirectas, de que en tiempos históricos
dicho canibalismo pudo aún haber ocurrido ocasionalmente, como ya vimos, (Williams D, 2007:
118-119 y 2011: 168-169). Consumir una parte de un enemigo, especialmente si había sido un bravo
luchador, y en especial el corazón, otorgaba a quien lo hacía un valor adicional, pues sumaba al
propio el del enemigo vencido. Willis (2001: 86) sostiene que el corazón de Valdivia fue repartido de
a trozos y consumido por sus enemigos, por considerarlo muy valiente.
1018
Cucaracha: ignoro cómo se dice en aóniken áish -ni si habría cucarachas en la antigua Patagonia,
pues aún hoy en día son raras en ella- pero me pregunto si no se tratará en realidad del tuco-tuco
teȓ-weȓ, la abuela de Elal.
1019
Cu iosa ente, Hughes explícita ente dice sob e “la hija del Sol y de la Luna”, esposa de Elal
anteceso a de los tehuelches, que “no se menciona su nombre”, pe o conoce el de su he ana
<Airaa>, esposa de otro héroe terrestre y antecesora de los onas. Recordemos también que Wolf
llama <Airä-un> a la progenitora de los onas, y la hace esposa del Sol, y dice que otra esposa del
astro era la progenitora de los tehuelches.
1020
Este relato se asemeja al del encuentro con el Gualicho que ocurre al visitar una salamanca, en
que si uno acaba de recorrerla por completo, debe entregar su alma o la de otra persona, o perderá
la vida (véase mi trabajo En la casa del Gualicho, Williams D, 2009). Al respecto puede leerse
también el testimonio de Domingo Coñuequir (en Czertock, 1999: 83-85).
1021
Ya he dicho en nota al pie en este capítulo que su nombre es escrito de varias maneras distintas.
Adopto aquí la forma usada en su manuscrito y en su propia firma en el Museo de Punta Arenas -
ver más adelante.
1022
No debe ser confundido con Enrique Wolff, expedicionario del Museo de La Plata que en
noviembre de 1894 fue enviado con otros dos científicos, Rodolfo Hauthal y Juan Valentín, a San
Juan para estudiar efectos y causas posibles del terremoto que allí hubo el 27 de octubre de ese año
(Farro, 2008: 180).
1023
Dicho ca po concent aba los al lla ados “p isione os de gue a”, en ealidad in ig antes
viajeros originarios de países con los que Canadá estaba en guerra. La historia del sitio puede leerse
en The forgotten story of a Canadian gulag, de Thomas Walkom, The Toronto Star, 7 Noviembre
1990.
1024
Wishram texts, de Edward Sapir. Recolectados por Jeremiah Curtin y editados por Edward
Sapir. Late E. G. Brill, Publishers and Printers, Leyden, 1909.
https://archive.org/stream/wishramtexts00sapirich#page/n9/mode/2up
1025
En Walravens, 1979, I: 267-268.
1026
Aunque se trata de una edición en idioma alemán, en ella se publican las cartas originales en
inglés.
1027
Probablemente Edward Seler (1849-1922): antropólogo y lingüista alemán, especializado en
lenguas amerindias, fundamentalmente mejicanas. Entre otros cargos, fue director del
Departamento Americano del Museo Etnológico de Berlín, presidente del Instituto Arqueológico
Internacional de Méjico y miembro honorario de la Sociedad Antropológica de Berlín.
1028
Edward Sapir (1884-1939): el muy conocido lingüista germano-estadounidense, especializado en
lenguas nativas norteamericanas. Discípulo de Franz Boas, fue además el principal entrevistador de
Ishi, el último sobreviviente de los Yana de California. En efecto, entre los años 1915 y 1925
estableció y dirigió la División de Antropología del Servicio Geológico de Canadá, en Ottawa.
1029
Se trata de un legajo dentro de las Actuaciones instruidas con motivo del movimiento
huelguístico de 1921, llevadas a cabo por la Policía y la Justicia Federal del Territorio de Santa Cruz,
que incluye también algunos sumarios de la Armada y el Ejército Nacional para el juzgamiento de
los dirigentes de la huelga. El Cuerpo II es el Legajo n° 258, iniciado el 23 de noviembre de 1921.
Entre sus fojas se investigan los hechos de Corrales Viejos (Estancia Punta Alta), la primera masacre
del ejército en tierra santacruceña, y se documentan las remisiones de los primeros detenidos a la
capital del Territorio (Villa Abrile, 2015: 6).
1030
Aunque tuve la suerte de visitar dicho interesante museo, que hoy lleva el nombre de
Maggiorino Borgatello, en diciembre de 2017 y de ser atendido, luego de una larga espera en los
954
pasillos, por su director, Sr. Salvatoe Cirillo D., no pude acceder en ese momento a los archivos para
buscar la nota de Wolf. Ello aunque examiné la lista de libros y manuscritos de la biblioteca en el
archivo digital.
1031
Bluhe no he hallado un sitio con tal no b e. Es un apellido, en cu o caso tal vez “de Bluhe ”
fue a la t aducción de un supuesto “von Bluhe ”, del que no conozco eje plos. Sí es fa oso el
apellido “von Bluche ”, en especial por ser el de Gebhard Leberecht von Blücher, príncipe y militar
prusiano que combatió en las guerras napoleónicas. Tal vez fuera éste el apellido, y la firma
manuscrita sea difícil de leer.
1032
Pared mamutesca: el adjetivo es un neologismo mío por el original “mammoth wall”.
1033
Se refiere de la expedición del Field Museum of Natural History, de Chicago, Illinois, EEUU, que,
bajo el mando del famoso arquéologo Elmer Samuel Riggs, realizó entre 1922 y 1924 una
exploración en busca de fósiles en la Patagonia. Ya veremos cómo Wolf se las arreglaría para
participar de la expedición. Desde que la llegada de Riggs a Rio Gallegos tuvo lugar en la víspera de
Año Nuevo de 1922, según su diario, su encuentro con Wolf tiene que haber tenido lugar en enero
de 1923 -pues, co o ve e os, se conocie on “a poco” de la llegada de Riggs a Río Gallegos- es
decir, unos cuatro meses luego de la publicación del artículo de Wolf en The New York Times
relatando sus supuestos hallazgos.
1034
Resulta difícil comprender las palabras en la página digitalizada del periódico on line.
1035
Salvador Santiago Lorenzo Debenedetti (Avellaneda, 1884; alta mar, 1930) fue
un arqueólogo y antropólogo, iniciador junto a su maestro Juan Bautista Ambrosetti de
la arqueología argentina. Se le debe mucha de la la obra de restauración del Pucará de Tilcara. Fue
el ideólogo del Día del Estudiante en la Argentina. Su desmentida sobre los supuestos hallazgos de
Wolf fue publicada en el mismo diario La Nación el 28 de febrero de 1923 (Imbelloni, 1923 a: 5).
1036
Ha de tratarse de una de las cartas –como la mencionada por Boas en su respuesta a Laufer, que
ha de datar de una fecha anterior a la de la carta del propio Boas, que es como vemos del 5 de
marzo de 1923- que estaba enviando a Boas, tal vez para comunicarle sobre sus investigaciones en
língüística tehuelche, y explícitamente pidiéndole recomendaciones para con Laufer.
1037
El Hesperopithecus haroldcooki u Hombre de Nebraska fue un error científico. Se suponía que
era un simio con ciertas conductas humanas como cazar con palos. Los famosos dientes resultaron
ser de una especie de pecarí llamado Prosthennops serus: pero esto no se sabría hasta ciertas
p opecciones ealizadas en los ve anos de 1925 1926. Hespe opithecus significa “si io
occidental”, la especie haroldcooki provenía del nombre del descubridor de los primeros dientes,
Harold Cook.
1038
Obsérvese que de la misma forma lo escribían Boas y Laufer.
1039
El Paso de Santa Cruz: aparentemente, el mencionado Paso Ibáñez. Este último probablemente
en homenaje a uno de los primeros colonos santacruceños, Gregorio Ibáñez. Hoy en día el nombre
es Comandante Piedrabuena, junto al río Santa Cruz y muy cerca de la isla Pavón en donde habitaba
el marino argentino.
1040
Por ejemplo el ya mencionado libro de Florentino Ameghino.
1041
Dr. Eric Boman (1867-1924): arqueólogo y antropólogo sueco que desarrolló sus actividades
especialmente en la Argentina. Entre otros cargos fue jefe de las Sección Arqueología del Museo de
Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires. Su obra más conocida es Antiquités de la
région andine de la Republique Argentine et du désert d'Atacama (1908).
1042
El a tículo, anóni o, alude a “el auto ”, que es el D . I belloni, pues su o es el t abajo que
resume y comenta.
1043
Long Jack. Su verdadero nombre era Jack van der Hayden, era también conocido como Juan
Venría –tal vez, pienso, Venrya, un anagrama parcial de su verdadero apellido. Pobló la zona del
Viedma c. 1903, trabajando de peón rural. En 1920 vivía en el puesto de la Estancia Viedma
Primera, en lo que hoy es Estancia La Quinta. Aparece mencionado en el libro Los vengadores de la
Patagonia Trágica -hoy editado bajo el título de la película, La Patagonia Rebelde- de Osvaldo Bayer
(1972, II: 318), como ocupante del puesto La Quinta. También en los libros de Andreas Madsen
Bocetos de la Patagonia vieja -hoy La Patagonia vieja (1952: 95, 119 y 139), Cazando pumas en la
Patagonia, (1956: 99) y Relatos nuevos de la Patagonia Vieja (2003: 43 et passim)- quien deja sus
dos no b es su apodo, ta bi n lo lla a “El e itaño”. Madsen lo desc ibe co o hu año e
inquieto, no soportaba pasar largo tiempo en el mismo lugar. Narra que ocupó la antigua casa de
Madsen en el lago Viedma, que fue testigo de la captura, herida y recuperación del famoso
955
bandolero patagónico Ascencio Brunel –y variantes del nombre- y que fue quien cuidó del puesto
de Madsen durante una de sus ausencias. Según ciertos documentos, Juan Venría habría viajado a
Buenos Aires a mediados ese año para internar a su esposa, enajenada mental. Se cree que luego
de regresar a la zona, se ahogó a fines de ese mismo año. La casa de este temprano poblador es
hoy en día la más antigua en pie de la zona del Lago Viedma y sede del Museo Long Jack en la
Estancia La Quinta, dentro del Parque Nacional Los Glaciares.
1044
El basalto y el diabasto son dos tipos de rocas ígneas o plutónicas. Es decir, formadas a partir de
la solidificación del magma.
1045
Juan el Largo: el mencionado Long Jack.
1046
Más allá de que Wolf ni era médico ni era americano, vemos que otro diario, éste francés, se
hacía eco de la historia. No he accedido al texto original, pero el telegrama transcripto por Rivet
parece literal.
1047
De estos supuestos hallazgos no he encontrado otra mención.
1048
He tenido la suerte de visitar en las mesetas del norte-centro de la provincia del Chubut un
monte con una cantera de pórfidos rosados, muchos de ellos con signos de trabajo humano. Había
allí riales desde los que se podía vigilar el valle al pie del cerro, por donde circulaba un arroyo
temporario. Había allí además va ios chenques. Ag adezco a Rodolfo “Rol ” Agui e su guía la
cabalgata de ocho horas que realizamos aquella vez por la antigua senda tehuelche-galesa Hirlam
Ff nig o “t avesía Infe nal, Fe oz”.
1049
Juan Adolfo Vázquez tiene al menos un estudio sobre el Ciclo de Elal, Nacimiento e infancia de
Elal. Mitoanálisis de un Texto Tehuelche Meridional. Publicado en Revista Iberoamericana, vol. 42,
nº 95, 1976: 210-216
1050
Estos muros bajos y arqueados han de ser los ya mencionados reales o riales. Los hay en otros
sitios en la Patagonia. Como vimos, Wolf los describe en O Jornal de Parahyba. Esta cita de Hughes
apoya la idea de que leyó algún escrito de Wolf, o algún artículo periodístico sobre sus supuestos
hallazgos.
1051
Según nota Hernández (2001: 25), Kwanyip “No fue un ‘salvador’ bondadoso, por el contrario,
fue un antepasado bastante cruel, al que los hombres responsabilizan de muchos males, entre ellos
el de haber perdido la inmortalidad”. Es decir, un verdadero Contra-Creador, trickster o Tramposo.
1052
Chingue: del Mpz čiŋe= zorrino.
1053
Por otro lado, el Guanaco Macho es un símbolo del padre de Elal. El héroe se convirtió a su vez
en guanaquito para engañarlo, y no sería entonces casual que algunas versiones del mito sostengan
que la madre de Elal era una guanaca.
1054
Ya he analizado antes –ver el capítulo 1- la semejanza entre -peȓ del primer topónimo y –peš del
segundo, probablemente correspondiente en ambos casos al nombre del olvidado Alto Dios *peš.
1055
Estos antecedentes, algunos tan antiguos como los cuentos recogidos por Lista, deben sumarse
al relato recogido por Fernández Garay (2003 b Los cuentos del zorro entre los tehuelches o
aonek’enk, en Thule. Revista italiana di studi americanisti, N° 14/15, Siena, 2003: 119-139), que por
tanto resulta no ser el único cuento del zorro recogido entre los tehuelches meridionales, como
suponen Fernández Garay y Hernández (2004: 143). Por otro lado, con respecto a la fábulas de
zorros que publica Llarás Samitier en su trabajo sobre los mitos tehuelches (1950), creo adecuado
aclarar que Payró (1982,1: 118-119), escribiendo en 1898, cita expresamente a Lista en dos fábulas
El zorro y el puma, y El zorro y la piedra. Cuento este último que cita Llarás Samitier como debida a
“a la pluma de Fernández Bremón”, siendo que en realidad fue documentado por Lista (op. cit. en el
texto principal), quien publicó ambas en 1894. Lo que ocurre es que, aunque el texto puede
p esta se a confusión, a ó acla a que “Una de ellas -la primera- la conozco pasada por la pluma
de Fernández Bremón y con un personaje sustituto del zorro; la otra, tan ingenua, no tiene, según
mis impresiones, una analogía entre los apólogos conocidos”. Es deci , Fe nández B e ón, esc ito
periodista español, quien, hasta donde sé, nunca recogió mitos ni cuentos tehuelches, habría
recogido en Europa, México o Cuba- lugares en donde vivió- o creado un cuento sobre un animal
co pa able al docu entado po Lista. e o el cuento del zo o la pied a no pe tenece a “su
pluma”. Es necesa io da le a cada auto su ito. Echeverría Baleta (1977: 41, en Wilbert y
Simoneau, 1984: 41) presenta una versión más literaria de este mismo cuento
1056
La traducción de <Kamarikumün> sería más correcta usando el vocablo “ca a uquea ” o sea
“hace ca a uco” del apudzungun de o igen cisandino al castellano. Es decir, en este caso, no
“Rogad”, sino “Ca a uquead”. Pues, como veremos en otro tomo, tal vez kamaruko y variantes no
956
sea un vocablo mapuche puro, sino un sintagma tehuelche-mapuche: una idea en cuyo estudio y
demostración eventual he de profundizar. Sólo adelanto que la parte final –ruko, podría ser en
realidad ruka= toldo, casa en mapudzungun. Recordemos que la parte central de los camrucos
cisandinos es lo que en GI era kənə a áhwai y en AA ašk pəš, ambos con el significado, que creo
habe de ost ado, de “Toldo del Sol”.
1057
šo:ȓt: creo que se trata del propio *šǝl= luz, sol, fuego- “agua”- en SCh, con la adenda de un
sufijo –*wǝt= brota, surge, mana, fluye, etc, dando šǝl-wǝt, šǝř-wǝt y luego šo:ȓt. Un se sola , “el
B illante”, empequeñecido y malignizado al caer de su altar.
Hijo del Sol: categoría que, como veremos, compartían Elal y su hijo ke٨al. Pues he dicho que el
1058
primero era hijo de ko:č, originalmente, probablemente, *houȓ, un ser sin dudas solar, luego
identificado con el cielo; el segundo era hijo del héroe tehuelche, éste un ser también solar, como
he demostrado, cuyo nombre original era se:čo/t’ču:ȓ= *šet-houȓ= brotado de la Luz –o del Sol- por
extensión se ántica “hijo, pichón, cacho o del Sol”; del p otoken *sət/*wət/*hət/*ɣət/*kət y
demás variantes= brota, mana, surge, fluye, hierve, etc. (ver el capítulo dedicado a la Comparación
Gramatical de las lenguas ken, en otro tomo de este libro). Palabra compuesta que dio origen,
probablemente, también al mitónimo patagón šǝtu š= <Setebos>. Tal vez alguien inte pond á la
objeción de que *set-houȓ pudo significa sólo “b ota la luz, fuente de luz”, lo is o que los
nombres de muchos cuerpos luminosos en estas lenguas- y, como veremos en el último capítulo, en
las lenguas indoeu opeas, cf. “est ella”, del IE *aster-i٨a= brota la luz. Pero, desde que, como
ta bi n he encionado, los conceptos de “b ote” e “hijo, pichón, cacho o” con f ecuencia se
agrupan bajo la misma categoría semántica, y son significados por palabras cognadas- hecho
demostrable tanto en las lenguas ken como en las de la familia indoeruropea- es difícil saber qué
fue p i e o. Lo ás p obable, sin e ba go, es que el concepto de “fuente de luz” fue a el o iginal.
Ello no le quita validez al segundo concepto, pues el mismo pudo sufrir una determinación doble, y
efo za , aunque no dete ina , desde luego, el ito del “hijo del Sol”, ubicuo en las eligiones de
todo el mundo y de todas las épocas.
1059
Codex Borgianus: manuscritos religiosos precolombinos mesoamericanos, conservados en la
colección del cardenal italiano Stefano Borgia del siglo XVIII y luego adquiridos por la Biblioteca
Vaticana.
1060
Recordemos que, como he dicho, Deus=Dios en latín, y sus cognados en idiomas latinos se
originan en una palabra teórica del del PIE, *dyaeus, que significaba “el Lu inoso”, se ía el o igen
de ot as palab as de la fa ilia lingüística, co o los vocablos españoles “día”, “divino”, el sánsc ito
Deva, el griego theos y Zeus, el latín Ius- cf. Ius Pater=Dios Padre=Júpiter- ot as… Es deci , el Dios
judeocristiano es también una divinidad solar/celestial.
1061
Curiosamente, antes, al fin de su primer viaje, símbolo de su renacimiento, así como Jesús
resucitó el tercer día, Elal esperó 3 días y 3 noches para bajar del Chaltén.
1062
Ver en unos párrafos la narración de Josefa Bustos.
1063
Castellan (1966: 93) homologa, y da pruebas que apoyan la idea, a la muerte de Jesús con el
viaje nocturno de Helios del oeste al este, y a su resurrección con el retorno de Helios por el este.
C isto esucitado “… del reino de la muerte torna al Este, sede del Paraíso y reino de la vida”.
Indudablemente, Jesús, como Elal, es una deidad solar.
1064
En una novela etnológica, René Casamiquela (1997: 110) relata la muerte de Elal. El deceso del
héroe tehuelche, según esta versión, habría tenido lugar como consecuencia de una pelea a cuchillo
con su pad e, el Gigante, a o illas del Lago A gentino, en Santa C uz, “… sepulcro de Elal y su padre
el Gigante”. A bos contendientes u e on, sufiendo una t ansformación. Elal se convirtió en un
enorme árbol y su padre en una roca gigantesca, ambos aún visibles en la costa lacustre. Anoto esta
interesante versión en nota al pie y no en el texto principal por desconocer si fue recogida por el
autor y/o su hermano Rodolfo en alguno de sus viajes por la Patagonia; si es fruto de la imaginación
de René; o si lo es de un razonamiento semejante al que vengo aplicando en este capítulo. De todas
formas, el relato coincide en líneas generales con el de la pelea de Elal con el gigante šintalken,
aunque el lago en que tuvo lugar la misma fue el Cardiel, en donde, explícitamente, sólo šintalken
murió, y Elal devoró su corazón. Pero hemos visto que se hallan huellas implícitas de que Elal
también murió como consecuencia más o menos tardía de este combate. Destaco el hecho de que
René Casamiquela es el primer autor que yo sepa que, antes que yo, menciona la muerte del héroe
tehuelche. Por otro lado, en algunas versiones del mito, nošt’ex, padre de Elal, muere a orillas del
957
mar y se convie te en pied a, o lo hace su abdo en… ot a coincidencia pa cial con la ve sión que
leemos en esta obra.
1065
Corresponde a Osvaldo Fontana, Historia de Tandil, Talleres Gráficos Vitullo, Tandil, 1947.
1066
Si una piedra llamativa por su forma, tamaño o ubicación solía ser interpretada como un
gualicho, o su hábitat, cuánto más no lo sería esta piedra quese movía.
1067
Enfatizo la idea de que los alter ego o desdoblamientos de un único Dios pueden manifestarse
bajo la forma de un cónyuge. Son los casos del sol y la Luna; de un hijo, casos de ko:č y Elal/t’ču:ȓ, o
de Elal y su fracasado hijo, keλal, identificable con šintalken; un hermano o amigo, caso de wekne,
o, entre los shelknam, de aukmenk o kuanyipə mayor; o, simplemente, un alter ego del Dios, como
en el caso de Elal y t’ču:ȓ, o de ko:č y sus alter ego con sus múltiples nombres. Por otro lado, como
veremos, el nombre de wekne es muy semejante al téushen <guaneque> (Viedma y Elizalde),
<jonque> (D’O bign ); al aóniken <genk’en> (Fernández Garay y Hernández, 2004: 134), al
protoshelknam *annik (ver el capítulo dedicado a las relaciones de parentesco), y al gününa a iájich
<ukena> (Cox), <akena> (Hunzike ), todos vocablos que significan “he ano”, concepto u
ce cano al de “a igo”. Y cognados, u p obable ente, con “a këne”, la segunda parte del
gentilicio de los gënëna a këne y el de los aónikenk- ver el capítulo dedicado a los gentilicios.
1068
En este caso no puedo descartar que čaur= puma provenga del vocablo šaur= tío, tía (Schmid,
1910 a: 21), como un eufemismo para llamar al felino. Pero no tengo pruebas al respecto, y la idea
no me convence. Sin embargo, está documentado que frecuentemente cuando menos los
apuches cisandinos evitaban no b a al “león” al “tig e” patagónicos -no otros que el puma y el
jaguar- y utilizaban apodos o eufemismos para referise a ellos, salvo al pronunciar los onomásticos
que incluían los nombres de dichos animales.
1069
Tal vez incluso el mito de transformación del fallecido Alto Dios celeste en un animal marino
haya sido p otochon, pues en SCh el vocablo pa a “lobo a ino” e a koori (Beauvoir, 1915: 45 y
138), muy semejante al fenómeno luminoso <koré>/<kore>= alba, aurora (p. 46, 111 y 114), sin
dudas cognado con el protochon *houȓ= luz, y desde luego con el AA ko:č y variantes y el Tsn
<koosa>, a bos con el significado de “cielo” (en Leh ann- Nitsche, 1914: 251). Sin embargo, si esto
es así, ello no bastó para que los onas adquirieran un tabú para con los alimentos procedentes del
mar, como sí, en cambio, ocurrió con los tehuelches.
1070
A su vez, tem, la tierra, era la madre de gosɣə y por ende abuela de Elal- y aquí se puede realizar
una serie de identificaciones entre la tierra, la oscuridad, la noche y la luna que permitirían asociar a
tem con teȓ-weȓ, no casualmente también la abuela de Elal. Es decir, la abuela del héroe, un ser
lunar, tanto lo ayuda como lo agrede. Una paradoja comprensible no sólo en los mitos, sino en
cualquier relación humana que implique amor-odio.
1071
Sin embargo, wekne, a quien por varios motivos creo un alter ego de Elal, si no su hermano o
amigo, comparte sin embargo algunos rasgos con šintalkən, lo que lo haría más bien hijo de Elal. A
él también intenta t’kauȓr convencerlo de reemplazar al héroe, y el rehusamiento o negativa a esta
llamada no es explícita, pero está implícita en la conducta posterior de wekne.
1072
Pero wekne, en caso de ser el hijo de Elal y no su alter ego, su hermano o su amigo, cumple
sobradamente con este estadío.
1073
Las “p uebas de Elal” co pa ten ta bi n algo de la si bología de los “t abajos de H cules”,
pero el análisis de estos últimos, por interesantes que resulten, excede los límites de este trabajo
1074
Aunque no es el caso, es conocido el tabú tehuelche del nombre de los muertos, que es
mencionado por muchos autores. Se trata de un tabú común a muchas culturas primitivas, como
anota Lévy-Bruhl (1986: 291). Harrington (1946: 252) lo limita, entre los gënëna a këne, a no
mencionar el nombre entre los parientes cercanos y por un año. A pesar de la profusión de pruebas
documentando la costumbre por numerosos autores, Vignati (1940: 172) no cree en su existencia,
aunque modera su actitud (en Schmid, 1964: 215, nota 64) luego de leer los trabajos de Harrington.
Entre otras citas, se pueden leer las de Schmid (1964: 184), Musters, (1964: 253-254), Lista (1988, “
45) Moyano (1948: 171), Pozzi (1936: 31), Suárez (1988: 124-125), y Siffredi (1969-1970: 263).
1075
Osérvese que uno de los nombres en aóniken áish de la lechuza era <kel’el> (Beauvoir,
1915 187), palab a que significa “hijo” en p otochon, pues es cognada con el vocablo del SCh <k’lal>
= hijo (Beauvoir, p. 43). Por otro lado, hemos visto que, según los informantes de Bórmida y Siffredi
(1969-1970: 224), el nombre del hijo de Elal era <Kéllal>. De manera que bien puede ser que, en un
antiguo mito protochon, keλal se haya transformado en una lechuza al morir. Sobre la semejanza
entre los nombres del carancho o chimango kaȓo y el nombre de t’kauȓ ya hemos estudiado algo.
958
Sin embargo, recuérdese que, tanto en los idiomas ken con los indoeuopeos, los animales suelen
recibir los nombres de los cachorros de la especie, y que dichas palabras suelens también significar
“b ote, e enanción, flujo, hijo, c ía, cacho o, etc”. ase el últi o capítulo de este lib o, en un
próximo tomo.
1076
¿Amigo? En ningún momento Lista o Larás Samitier mencionan que teř-weř fuera la abuela de
Elal, como se lee en versiones más modernas del mito.
1077
Francisco P. Moreno (1997: 124-125) dice: “… conozco casos en que el vértigo de la venganza ha
hecho que algunos indios beban la sangre y aún coman el corazón del blanco enemigo”. Mo eno se
limita a narrar el hecho y a racionalizarlo como venganza, una idea más asequible, para una mente
de las llamadas modernas, que la opción que planteo yo, que sé, gracias a los estudios de los
antropólogos, que la incorporación de partes del cuerpo del enemigo, tan importantes como la
sangre o el corazón, significa obtener poder sobre ellos o sobre otros, por ejemplo, adquirir el
coraje del muerto. Algo que horroriza tanto a las mentes llamadas modernas que es difícil de
aceptar para algunos historiadores.
1078
Lévy-B uhl (1986 209), en efe encia a c áneos, cabezas cabelle as “Hacerse con una
pertenencia así de un individuo equivalía a hacerse dueño de él y, a veces, por este solo hecho se
podía transformar a un enemigo, si no en protector, por lo menos en auxiliar o servidor”. Cita en
pág, 228 a Ramussen, que narraba cómo los esquimales devoraban el corazón de sus víctimas
humanas para quitarles el poder de vengarse de ellos. No necesito en este espacio extenderme más
en ejemplos de canibalismo ritual y sus causas.
1079
San Antonio: como he dicho en sendas notas al pie de mi obra Entretelones y tolderías (2007 y
2011), fue la batalla de San Antonio de Iraola el 13 de septiembre de 1855, habida en una estancia
al sur de la provincia de Buenos Aires, a 7 km del hoy pueblo de Benito Juárez, El combate terminó
en masacre de los 126 cristianos por parte de los aborígenes al mando de Yanquetruz. Tanto
Chacayal como Shayhueque y el lenguaraz Dionisio de la tribu de Paillacán habrían tomado parte
(Cox, 199: 241; Moreno, 1997: op. cit.). Se trata de aborígenes manzaneros, siendo Chacayal y
Shayhueque –ambos de la dinastía de los *čeoke, respectivamente, čeoke a čələ y čeoke- de origen
tehuelche, y Paillacán araucano transandino, padre de Foyel, cuya madre era una prisionera
chehuache kén o aónikenk de nombre Póken (Escalada, 1949: 265 y 277.
1080
El ca bio de “l” po “u” de “n” o “ ” po “l”, viceve sa, son f ecuentes explican las
diferencias entre la forma de Lista y la de Llárás Samitier.
1081
Como en la mayoría de los pasajes de sus libros, Echeverría Baleta (2002 b: 166) sigue a Llarás
Samitier –a quien cita en la bibliografía y como lo ha reconocido explícitamente (en Wilbert y
Simoneau, 1984: XVI y 6)- o, en este caso, al autor de la nota al pie. Escribe así el topónimo como
<Sechle>, que t aduce co o “salt water”.
1082
Ver el anónimo Capítulo XV (p. 280), donde se verá la informante no reconocer en gošɣge a la
ballena.
1083
xono paten= lite al ente, en AA, “zo o a ino”.
1084
En este caso particular el consumo de la médula ósea era ritual. Pero en general romper los
huesos para alimentarse del tuétano es ancestral en el ser humano, y abundan los restos de huesos
de guanacos con huellas de ruptura artificial y de horadación con punzones en el tejido esponjoso
diseminados en nuestra Patagonia.
1085
El puma o león americano moderno o Felis concolor debe distinguirse del tigre americano -
nombre que se le ha dado al yaguareté o jaguar o Panthera onça. Los mapuches llaman nawel al
primero y paŋi o třapial al segundo. En el Diccionario Geográfico (1942: 171) se distingue al paŋi=
puma de las estepas o puma argentino del třapial= puma de las selvas o puma chileno, pero se
considera a ambos variedades del Felix concolor. Es de notar que en realidad existió un león
americano, Panthera leo atrox, extinguido hace unos 12 000 años. Se trata del felino más grande
que, hasta donde se sabe, haya existido. Su hábitat se extendía desde Alaska a Chiapas en México -
es decir que no habría sido conocido en la Patagonia- y se cree que el hombre pudo ser en parte
responsable de su desaparición. En 2009 se demostró por ADN que no era una especie de jaguar o
puma sino que pertenecía a la familia de los leones, y se relacionaba con el llamado león de las
cavernas europeo y asiático, extinguido hace unos 12500 años.
1086
Las diferencias en las formas de Milanesio se deben a que la primera es transcripta por
Lehmann-Nitsche (1914: 262) y la segunda por De la Grasserie (1906: 639), ambas citando la obra
de 1898 del sacerdote.
959
1087
Escalada ag ega que la “ë” en <jálu(ë)> e a casi una “i”.
1088
Bórmida y Siffredi, 1969-1970: 243.
1089
Sra. de Sosa, en Casamiquela, 1998: 32.
1090
Lehmann-Nitsche, en Malvestitti, 2014: 392. Respetando la notación fonética de Lehmann-
Nitsche, aunque de convención distinta a la adoptada por mí, la escribo sin colocarla entre los
signos < >.
1091
Lo propio que en el caso anterior, Molina adoptaba otra convención fonética que respeto sin
usar los signos < >.
1092
<kaldenn>: al analizar las formas recogidas por otros autores se me ocurre que ha de tratarse de
un error de pluma por <kaluenn>/<kalvun>/<kallenn>.
1093
En Malvestitti y Orden, 2014: 65.
1094
La forma de Moreno es la transcripta en el libro de su hijo Eduardo (Moreno E, 1979: 84), que la
to a de los apuntes ca tas anusc itas de su pad e, po lo que la “ ” es con segu idad en
ealidad una “n”. Son uchos los e o es de t ansc ipción de los apuntes de Mo eno pad e en la
recopilación hecha por su hijo.
1095
Ídem
1096
Palabras a su vez posiblemente cognadas con <háiyen>= matriz en SCh según Chapman (1986:
126 y 127), de donde creo que podría derivar el nombre de la choza ceremonial de los onas, el hain.
1097
Cf GI iagaƚ= mano (dedos para Claraz), en donde retirando el ubicuo y poligénico prefiho ia-
resta –gaƚ; y ‘agahl/’ahahl= pelo, pluma, lana (Casamiquela, 1983). También SCh ahal=pelo,
ahaleta = cabeza- probablemente de ahal= pelo + *het= brota, surge, mana, etc.=brota el pelo; Mnk
al (Coiazzi), kōōl (Bridges L.)=cabeza; en GI; Tsn guil (Malaspina), guel (Viedma)= cabeza;. Cognados
todos, ediante el ecanis o de extensión se ántica que asocia a todos los “b otes”,
“e anaciones”, “c eci ientos”- incluso la luz, el agua, los cabellos, etc., con las “puntas,
extremidades”, etc, con el patagón holi= agua; el AA hol= grasa, kolwe=menuco o pantano; el SCh
kol= aceite, grasa, caldo; el Gi kǝlǝ= blanco. Y un larguísmo etecétera. Lo analizaremos más
adelante.
1098
He de insistir en que es frecuente que los animales reciban como genérico el nombre
originalmente aplicado a las crías en general o a las de su especie en particular. Ello se debe a la
in ediata analogía se ántica con el concepto de “c iatu a”. Lo p opio ocu e en las lenguas
indoeuropeas, como he manifestado en una de mis presentaciones en el XII Congreso de la SAL
(Williams D, 2010 b).
1099
<yohasch>/<yohaschi>= gato ont s en GI. En su posible significado de “hijo, pichón”, gua da
cierta semejanza con los vocablos del GI (y)agatř, (y)agač= hijo, y con otros, también de Claraz, con
el significado de “b ota , su gi , e ana , flui , c ece , etc., co o<yosga>= los senos de la mujer,
mamas (p. 150, voc. 251), <o’sga>= leche de animal o de mujer –y orina- (p. 151, voc. 151), y
también iaïseˠǝ, iaüsǝ= tetas, i’asɣi= vulva, vagina- en Claraz, 1988: 148, voc. 137 se produce un
error de impresión, anotando <yaschgi>= vaina en luga de “vagina”- ‘ausga= leche (Casamiquela,
1983: 141, 156 y 159). Términos tal vez también cognados con ošken= vagina en AA. Por otro lado,
no es imposible la asociación con las palabras recogidas en AA por Suárez (s.f., Cuaderno de
Taquigrafía Director Nº4, pág. 6), ó’č’enke= chico, ó’č’en= chica, en elación con la idea de “hijo”.
1100
Pero <iamtatrrë>= tirar, arrojar (Casamiquela, 1983: 156) y reconozco en <am’tatrrëk> el sufijo
sustantivador -ək que ya he descripto, por lo que amtatȓək se ía “el ti ado, el a ojado”, tal vez una
va iante de la idea de “b ota , ana ”, concepto que suele exp esa se con palab as cognadas con
aquellas que significan “pa i , tene hijos”. En apo o a la idea, <iamtrrak’tSalë>= brillar
(Casamiquela, 1983: 127), en donde reconocemos el segundo componente -<tSalë>, probablemente
relacionado con *čalǝ= luz, agua en pK, y el primero, <iamtrrak’-> podría entonces en efecto
significa “b ota, su ge, ana, flu e, etc”.
1101
Curiosamente, en su escrito de 1843 (en Despard, 1852: 22), Gardiner menciona a los
<Tachwell> pero no a los <Thit-titch> o <Shet-titch>.
1102
SIC. Nota de Whittall.
1103
Lo último que llego a saber del malhadado Isaac es que hacia marzo de 1842 fue enviado,
encadenado, a Valparaíso, por orden del gobernador de Puerto Hambre, bajo sospecha de intentar
hostilizar a los tehuelches (Gardiner, 1843, en Despard, 1852: 73). Lo cierto es que Puerto Bulnes
fue fundado recién en 1843, y su sucesora Punta Arenas, a donde luego se trasladó el gobierno de la
960
zona chilena del Estrecho de Magallanes, en 1848. No sé quién ni bajo que circunstancias fuera el
tal gobernador de Puerto Hambre.
1104
Cuidado porque en la obra de Lagos Carmona (1981: 332) la transcripción de esta frase reza:
“…aunque por su valentía se hacen tigres…” en luga de “... se llamen tigres…”. Ello puede p esta se
a no notar que los habitantes de las costas del Nahuel Huapi se llamaban tigres a sí mismos, como
también interpreta Vezub (2009: 21 y 82).
1105
Ya verá el lector, al estudiar los gentilicios en otro tomo, que el gentilicio Tehuel-het de los
msioneros jesuitas tiene una aplicación en sentido general, que llamaré Tehuel-het s.l. y otra
particular, que denominaré Tehuel-het s.s.
1106
El mécharnwen es, supuestamente, el idioma que correspondió a los mecharnwekenk, o “Gente
de la esina”-pues masticaban la del molle- en apariencia tehuelches meridionales precordilleranos
según Escalada. No está demostrado que hablaran una lengua diferente que la de los aónikenk,
aunque probablemente tuvieran su propio dialecto.
1107
Aunque este último caso es generalizable a todos los idiomas ken y también a los indoeuropeos:
ver unos párrafos más adelante.
1108
Ketroe: Casamiquela (En Claraz, 1985: 48; 1988: 24) lo asume como onomástico de cacique,
identificándolo, cohe ente ente, con K’t ewai, de quien dice Escalada (1949 265, 277 290--292)
que era hermano de Kajshtá, Pichicaia o Keyeya -padre del cacique Sacamata- y que fue cautivado c.
1820, con la madre de Foyel, por el cacique Paillacan. Jos Ma ía Kual identificaba a K’t ewai ent e
los caciques de origen chëwach a künna (Bórmida y Casamiquela 1964 [1958-1959]: 160). Por su
parte, Payaguala (2014: 106), descendiente del cacique Sacamata, hijo de Pichicaia, en un libro muy
literario, le atribuye al primero haber sido aónikenk, de donde K´trewai también lo sería. Veremos
más en un capítulo especial dedicado a los caciques tehuelches.
1109
La cita completa es Belisario Painefil. Hune mapu dungun. Imprenta Tarrini, San Carlos de
Bariloche, 1949. No he accedido a este texto.
1110
Fóyel era hijo de Paillacan, que precediera a Shayhueque en el mando de Las Manzanas, y de
una prisionera chehuache kén o aónikenk de nombre Póken (Escalada, 1949: 265 y 277)- en el texto
y en el cuadro genealógico aparece catalogada de una y otra manera, respectivamente.
1111
haləkčəm= *halə-k’-*šən y Gualicho= *halə-*čə proporcionan al investigador el mismo dilema
que axčən y aXčəm, es decir, como viéramos en una nota anterio , pueden t aduci se co o “hijo
del Sol” o “b ote o e anación del sol”, o co o “b illo del sol, b ota o ana el sol”.
1112
Los hombres asumen la culpa de la muerte del hijo del Sol, cuyo responsable es el propio Sol
bajo la forma del héroe solar. En religiones como la cristiana, en cambio, los hombres son
directamente responsables de la muerte de la Divinidad Asesinada, Jesucristo, también un héroe
solar. Pero Cristo muere asumiendo la culpa de los hombres. Esta asunción de la culpa impide que
vuelva como ente maligno, pues es recordado, no sólo sin temor, sino con amor por los hombres
que lo mataron.
1113
Según Llarás Samitier (1950: 190 en Casamiquela, 1988: 77) <Tons> la Oscuridad era amante de
la tierra, a la que envolvía en su manto, “cuando el Sol y la Luna se unían”, “experimentando deseos
amorosos”. Deja traslucir que <Ajshem> y otros dos malos espíritus eran los hijos de ambos.
Echeverría Baleta dice que lo eran de <Tons> con su consorte el Tiempo, que nosotros sabemos que
no era otro que <Sorro>, a quien ya he identificado con t’ču:ȓ.
1114
Recordemos que, aunque según Gusinde por lo general lo ocultaban, en ocasiones aceptaban la
circunstancia de que kwanyipə e a hijo de Ha’is de su hija Akelkwoin (cf. Gusinde, 2008, 1 201).
1115
Esta secuencia explica lo que sorprende a Siffredi (1968 b: 159, nota 16) que el tuco-tuco de
Llarás Samitier fuera la laucha entre las informantes más modernas de la década de 1960- mientras
que, ag ego o, pa a Lista (1998, 2 132), enos específico, e a “un roedor” -aunque lo llama
<Térguerr>, en uno de sus vocabula ios “tzóneka”, es deci , aóniken áish, t aduce <Térguere>
como el nombre de una de las dos especies de tuco-tuco (p. 410). Se trata de una imagen más
conocida para informantes transculturadas y/o una traducción especial en imágenes que los
investigadores -habitantes urbanos- pudieran comprender mejor. Al no estar por entonces
familiarizada con la evolutividad y variabilidad de los mitos aún vitales, y de la falacia de una única
versión verdadera de un mito, Siffredi parece asumir que la versión de Llarás Samitier de que teř-
weř era en cambio el tuco-tuco es des entida po la de sus “varios informantes” de que e a la
laucha. Como le ocurriera al propio Llarás Samitier con respecto a las versiones de Lista del mito de
Elal, para Siffredi la única versión correcta es la recogida por ella. Nosotros, lectores privilegiados de
961
todos ellos, podemos seguir las modificaciones del mito a lo largo del tiempo, y aprender y disfrutar
con las modificaciones a que se ve sometido.
1116 Sin embargo, existe el antecedente del vocablo <guayna>= hombre, indio. Se trata de un
término que, según Canals Frau (1953: 231), citando a Pedro Grenon en un trabajo al cual no he
accedido (en Documentos Históricos, Sección Indígena, Córdoba, 1924; 83) “Aparece documentado
entre un grupo de pampas del sector occidental de fines del siglo XVIII. La misma cita aparece como
“G enon, 1924 1116, en un t abajo de Casa iquela (1983 28), quien dice que e a el “… nombre
utilizado para designar a los indígenas ‘pampas’ del sur de Córdoba y San Luis hacia fines del siglo
XVIII por los españoles y criollos y aparentemente utilizado por los mismos indígenas…”. La discusión
sobre este vocablo, al que, erróneamente en mi opinión, varios autores atribuyen un origen
querandí me ha llevado un largo párrafo en un libro en preparación sobre los querandíes (Williams
D, 2014 Ms.), y no creo necesario transcribirla aquí. Sólo que, dada la semejanza con el vocablo
kǝne= gente en GI, se me ocurre que sea el mismo, lo cual apoyaría la idea de que cuando menos
los pampas primitivos de Córdoba y San Luis pudieran ser ancestros de los gënëna a këne o etnias
relacionadas con ellos. Veremos más en el capítulo dedicado a los gentilicios, en otro tomo de este
libro.
1117
No es éste el espacio para profundizar en el tema, pero ha de saberse que creo que los
hermanos yoálox eran seres luminosos. Para ello me apoyo en la semejanza del nombre de ambos
con palabras como <īūālux>= el nombre de una estrella brillante (Bridges T., 1933: 12) y <šöal-a>=
estar encendido, como un fuego. Estar consumiéndose como un fuego o una luz. Una luz, antorcha
o tea (p.158). Uno de ellos pudo en su origen ser femenino, por razones que veremos más adelante,
y hasta puede que, como otros gemelos míticos, fueran en su origen el Sol y la Luna. Esto da otra
perspectiva a dichos hermanos, pues casi puede llegar a afirmarse que eran dioses venidos a
menos. No concuerdo en absoluto, por lo demás, con algunos investigadores que sostienen que los
yámana no tenían dioses ni religión (cf. Canclini, 2007: 35).