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La Batalla Por Tu Mente . - Nahum Rosario
La Batalla Por Tu Mente . - Nahum Rosario
La BATALLA
Por Tu
MENTE
Un manual de milicia espiritual para ganar la batalla en la mente del
creyente
Publicaciones Maranatha
Chicago, Il. 60639
Créditos
Citas Bíblicas tomadas de la Santa Biblia Reina Valera, Revisión 1960.
La Batalla por tu Mente
Derechos Reservados 1993
ISBN 0-9634761-2-2
Nahum Rosario
4301 W.Diversey
Chicago, IL 60639
Publicado por
Publicaciones Maranatha
4301 W. Diversey
Chicago, IL 60639
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro puede ser
reproducida, sin la autorización escrita del autor.
Dedicatoria
Como Dios sabía que tú no podías hacerlo en tu propia fuerza, te ha dado las armas espirituales con las
cuales vas a subir a esos lugares altos en tu mente y los vas a derribar. ¿Cuáles son esas armas de nuestra milicia
de las cuales habla Pablo? Con la Sangre de Jesús preparamos nuestra mente para no sentirnos inferiores para
pelear, sino justos y dignos para hacerle guerra espiritual al diablo. El saber que somos justos por la sangre nos
da autoridad para poder echar fuera a Satanás, porque él no nos puede inutilizar usando culpa y condenación.
Por medio de la Espada de la Palabra, cortas de tu mente todo lo que se opone al conocimiento de Dios. La
Palabra de Dios tiene el poder para penetrar muy adentro hasta hacer diferencia entre el alma y el espíritu. Ella
sabe cómo cortar de tu alma (mente) todo aquello que impide que ésta sea un medio para manifestar la vida de
Jesús en tu espíritu. Por medio de la Palabra, le recuerdas al diablo quien tú eres en Cristo y la autoridad que
tienes sobre él.
El Nombre de Jesús nos fue dado para entrar en combate espiritual y afirmarle al diablo la victoria que
Jesús tuvo sobre él al hacer un espectáculo público de él en la cruz. A la sola mención de ese nombre, toda
rodilla tiene que doblarse en tres mundos (Fil. 2:10). En el nombre de Jesús, llama la fortaleza por su nombre y
ordénale que sea desarraigada de ti para siempre. No tengas temor en gritarle porque a veces el diablo se hace el
sordo o el desatendido. No te importe hacer el ridículo; lo importante es que tú ganes la batalla en tu mente.
Después de que hayas hecho esto, es el momento para alabar y bendecir a Dios. La Alabanza, es un arma
muy efectiva porque quita la mirada de ti y tu situación y la concentra en el Señor Jesucristo. La Alabanza
siempre hace huir al diablo, porque él no soporta cuando se le da a Cristo la gloria que él siempre ha deseado.
Recuerda que todo esto es por fe y lo vas a hacer independientemente de tus sentimientos. Protégete con el
Escudo de la Fe mientras lo haces. Por fe declara la victoria y nunca más te expongas a la influencia del diablo
para que él levante nuevas fortalezas en tu mente. Ahora es el mejor momento para edificar la fortificación de
Dios en tu mente por medio de la Palabra y el Espíritu Santo.
1. Orgullo
2. Rebelión
3. Incredulidad
4. Temor
5. Preocupación
6. Resentimientos
7. Complejos
8. Religiosidad
9. Tradición
“Perseguí a mis enemigos, y los alcancé, y no volví hasta acabarlos. Los herí de modo que no se levantasen;
cayeron debajo de mis pies. Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; has humillado a mis enemigos debajo de
mí.” Salmo 18:37-39
Capítulo 5: El Poder del Pensamiento
Una de las cosas menos entendidas por los hombres es el lugar que
ocupa la mente en la formación y conducta del ser humano. La mente,
ejerce más control en nosotros que el que queremos admitir. Esto es más
difícil de aceptar por los que son cristianos porque ha habido una
tendencia en los círculos cristianos a concentrarnos solamente en el
espíritu del hombre sin estudiar la parte mental del mismo. Los escritores
cristianos tienen un poco de temor de entrar en esta área por miedo a ser
confundidos con los exponentes de religiones mentales o del pensamiento
positivo.
Aunque nos moleste, es una realidad que muchos escritores seculares
entienden mejor el funcionamiento de la mente humana que muchos
escritores cristianos. En mi lectura de algunos escritores seculares me he
dado cuenta que la mayor parte de los principios que estos escritores
seculares auspician, son una imitación pobre de los principios de la
Palabra de Dios. Es por esta razón, que este escritor no tiene miedo en
explorar esta dimensión del ser humano desde el punto de vista de la
Biblia.
El problema fundamental con escritores del pensamiento positivo, es su
tendencia a ignorar la verdad fundamental de la necesidad del nuevo
nacimiento para que el hombre pueda tener un cambio permanente en las
tres áreas de su ser: espíritu, alma y cuerpo. Es muy peligroso pensar que
podemos reformar la mente por medio de ciertas disciplinas humanistas
sin antes habernos arrepentido del pecado que es el primer causante de la
condición de la mente del hombre, como estudiamos en el capítulo
segundo.
Creado con una Mente sin Límites
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo
creó; varón y hembra los creó” Génesis 1:27
Es muy interesante pensar en el primer hombre que Dios creó. El
hombre que vemos hoy caminando la tierra no es ni remotamente
semejante a la criatura que Dios hizo. El registro sagrado dice que Dios lo
hizo a su imagen. Es la imagen de Dios en el hombre lo que lo dotaba a él
de una autoridad superior y de una inteligencia ilimitada. Cuando Dios
sopló su vida en la nariz del hombre, compartió con él su divinidad, su
gloria, su poder, su carácter y su sabiduría e inteligencia. Con esto no
estamos haciendo al hombre igual a Dios, sino semejante a Dios en su
naturaleza.
Fue esto lo que llenó de envidia al diablo, al ver una nueva criatura
diferente a los ángeles con la cual Dios podía tener comunión porque era
de su mismo género. El segundo capítulo de Génesis, nos da a entender
claramente la autoridad y la sabiduría que tenía Adán. Dios puso todas las
cosas bajo sus pies para que él las supervisara a nombre de Dios. Como
parte de esto, Adán tenía la responsabilidad y la tarea de ponerle nombre a
todos los animales y bestias del campo. “Y puso Adán nombre a toda
bestia y ave de los cielos y a todo ganando del campo...” Gen. 2:20.
¿Puedes imaginarte la magnitud de la mente de este primer hombre para
poder nombrar a todos los animales que Dios había creado? Esto nos da a
entender que la mente de Adán estaba funcionando con toda la capacidad
que Dios la había dotado.
Dicen los científicos que el hombre más inteligente que ha existido no
ha logrado usar ni el 15% de su mente. ¿Por qué esto es así? La caída
espiritual del hombre ha impedido que el hombre opere a la capacidad
mental que él era capaz de operar. Se supone que los cristianos que han
nacido de nuevo, empiecen a desarrollar su mente porque otra vez la
imagen de Dios está a la disposición del ser humano. Es una lastima que
Satanás ha usado el miedo al poder mental para que los cristianos no lo
desarrollen al máximo. Hay una dimensión de la mente de Cristo en el
creyente donde no hay limitaciones y todo es posible, porque nos hemos
conectado a la Mente Suprema del Universo, la mente de Jehová el
Shaddai (todopoderoso).
La Mente Sometida a tu Espíritu
Este libro, está dirigido a personas que han nacido del espíritu y son lo
que la Biblia llama nuevas criaturas en Cristo Jesús. Para que podamos
explotar el poder residente en nuestra mente, tenemos que aprender a
siempre mantener la mente en completa sumisión a nuestro espíritu. No
podemos permitir que la mente se eleve por encima del espíritu nuevo que
Dios ha puesto en nosotros. El hacerlo así, nos constituiría en cristianos
mentales, en vez de cristianos espirituales. En el capítulo anterior
básicamente tratamos con eso, al aprender a traer todo pensamiento
cautivo a la obediencia a Cristo.
Una mente sometida al espíritu renovado del hombre, empezará a
recibir el influjo de esa vida poderosa de resurrección que mora en el
hombre salvo. Con esto no estamos rebajando la mente, sino poniéndola en
el lugar que Dios intentó que estuviera. Los creyentes no somos dirigidos
por la mente renovada, sino por el testimonio del Espíritu Santo a nuestra
mente. Hay muchas cosas del Espíritu que la mente no va a entender de
primera intención, hasta que ella sea enseñada por el mismo espíritu del
hombre.
Fue la imagen de Dios lo que le dio tan poderosa mente a Adán. La
imagen de Dios no esta en la mente de la persona salva, sino en el espíritu.
Pero en la mediada que sometamos la mente al control y dirección de
nuestro espíritu, la imagen de Dios que está en el espíritu afectará
positivamente tanto nuestra mente como nuestro cuerpo.
¿Cómo la Mente Afecta el Cuerpo?
La mente ejerce un control mayor en nuestro cuerpo que el que
queremos creer. Cuando escuchamos la frase "enfermedades
sicosomáticas" la tendencia es a hacer burla de la posibilidad de que la
forma de pensar de una persona afecte su cuerpo. La realidad es que
personas se enferman a sí mismas al pensar que están enfermas, o al creer
que tienen que morir jóvenes como otras personas en su familia.
No podemos negar que nuestro estado emocional nos causa
enfermedad. En la misma forma el estado mental puede hacer lo mismo.
Con esto que he dicho, no estoy negando que el origen de toda dolencia y
enfermedad es diabólica. Es posible que si Satanás no logre enfermarnos
por causa del pecado de nuestra parte; él trate de usar nuestras emociones
y mente para poder infligir enfermedad en nuestro cuerpo físico.
En sí, el hombre es un ser integral, aunque lo dividimos en tres partes
para propósitos de estudio. Lo que sucede en el espíritu del hombre afecta
su mente y su cuerpo. Lo que piensas en tu mente puede afectar tu espíritu
y tu cuerpo. El estado del cuerpo puede en cierta medida limitar el
funcionamiento de tu mente y la expresión de tu espíritu. Tiene razón la
Biblia cuando nos aconseja a amar a Dios con las tres partes y a santificar
las tres partes. Pablo dijo: "Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tes. 5:23)
Los Pensamientos son Imágenes
Los pensamientos, no son meramente ideas y conceptos; son imágenes
pictóricas que definen un artículo, animal o persona. Todos pensamos en
imágenes porque para que la mente pueda entender y memorizar algo,
necesita un retrato de ello. Siempre que a ti te mencionan una cosa,
inmediatamente tienes una fotografía mental de lo que esa cosa representa.
Es tanto así, que cuando alguien nos introduce a una cosa desconocida,
siempre necesitamos que sea comparada con otra, de la cual tenemos una
imagen mental clara y definida.
Otra palabra para pensar es imaginar. Esto significa hacer imágenes con
la mente. Cuando alguien nos dice la palabra "carro" no pensamos en una
maquina que vuela, sino en una que corre velozmente por las autopistas de
nuestras ciudades. Si oímos la palabra "perro", no pensamos en las letras P,
E, doble R y O; pensamos en un animal de cuatro patas que tiene ciertas
características y emite un sonido o ladrido que es diferente a otros
animales. Nunca pensamos en un gato y menos en un caballo.
Toda palabra que existe conlleva una imagen mental de algo que posee
sus rasgos y características propias. Aun palabras que definen actitudes y
virtudes, cuando las oímos siempre nos traen una imagen a la mente. No es
lo mismo oír la palabra "amor" que la palabra "odio". Inmediatamente, las
relacionamos con un suceso o actividad que describe lo que la palabra
significa.
Por lo tanto las palabras que se almacenan en tu mente se convierten en
el plano de tu vida, porque son imágenes vivas de algo que tú has
experimentado o has observado. Son estas imágenes las que determinan la
imagen interior que la persona tendrá de sí misma y del mundo que la
rodea.
Un ejemplo de esto, lo experimenté en esta noche, después de haber
salido de una gloriosa reunión cristiana donde se estaba manifestando el
poder de Dios. Mientras visitaba una ciudad en un país centroamericano,
fui invitado por el pastor de nuestro ministerio para ir a cenar. A la entrada
del restaurante había tres muchachos rogándonos que les trajéramos lo que
nos sobrara después de comer. Por cierto, cuando salimos del restaurante
ahí estaban los chicos esperando lo que nos pidieron. Después que le
dimos un poco de comida, pensé cuán dañada estaba la imagen interior de
esos niños, y que difícil sería tratar de cambiarla en el futuro. Su imagen
de la vida es estar esperando que alguien haga algo por ellos; no es una de
superación personal con la mira de hacer algo en la vida para alcanzar
metas y visiones.
Si entendemos esto, nos daremos cuenta que la batalla en nuestra
mente, además de ser una batalla de ideas y conceptos, es una batalla de
cuadros que han sido estampados en nuestra mente desde que éramos
bebés. Antes que podamos cambiar, necesitamos borrar esas imágenes
viejas y negativas, para poder pintar un cuadro nuevo con ideas positivas.
Tú Eres lo que Piensas
Lo que pensamos determina a la larga lo que somos. La Biblia no se
equivoca al decirnos: "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es
él" (Pro. 23:7). Como hemos dicho que los pensamientos son imágenes, el
hombre termina modelando su vida, carácter y conducta por la imagen que
tiene en su mente y en su corazón. Entendamos que si una imagen reside
en la mente por mucho tiempo, terminará siendo parte de lo que somos en
el corazón.
¡Qué responsabilidad grande tenemos los que somos padres en relación
a la formación del carácter y la personalidad de nuestros hijos! Por
experiencia sabemos que gran parte de la imagen que tenemos de nosotros
mismos es el resultado de experiencias en la niñez y de las palabras que
nos fueron dichas por nuestros padres y primeros maestros. Si alguien nos
dijo que nunca llegaríamos a ser algo en la vida; esas palabras pintaron en
nuestra mente y corazón, una imagen de inferioridad, incapacidad y
fracaso. ¡Cuánto tuvimos que batallar mi esposa y yo para sacarle de la
mente a uno de mis hijos unas palabras de su primera maestra!: "Tú eres
bruto y nunca podrás aprender cómo lo hizo tu hermana mayor."
Por experiencia personal, sé lo importante que es lo que estamos
tratando. Antes de yo poder ser sano de mis dificultades con el habla, tuve
que cambiar toda la imagen interior que era parte de quien yo era. No
olvides que aun hay personas que se encargan de recordarte lo que tú eras,
y si tú no eres fuerte, terminas actuando en la forma que esa gente dice. Al
fin de cuentas tú no eres lo que otro dice que tú eres; tú eres lo que Dios
piensa que eres. Si eres salvo tienes una nueva imagen y esa debe ser la
imagen que determina lo que tú piensas de ti.
Si Dios dice que soy justo, entonces justo soy. Si Dios dice que soy su
hijo, entonces lo soy. Si Dios dice que estoy sano, entonces lo estoy no
importa como me sienta. Si Dios dice que puedo prosperar, entonces sí
puedo prosperar. Permíteme darte mi versión de 2 Cor. 5:17; "Si alguno
está en Cristo, nueva criatura es; las imágenes viejas pasaron; todas son
hechas nuevas".
Memoria e Imaginación
Voy a citarte unas palabras textuales de mi libro “La Escalera del
Éxito”, las cuales te ayudarán a entender la diferencia entre la
imaginación y la memoria. "Alguien ha dicho que hay dos grupos de
pensadores en el mundo; los que solo piensan en sus memorias; y los que
piensan usando su imaginación. Los primeros son los que viven atascados
en el pasado, en lo que fue, o en lo que pudo ser; los segundos, están
constantemente activando su imaginación pensando y planeando para el
futuro.
Amigo lector, voy a hacerte una pregunta que al tú contestarla te va a
localizar en la vida. ¿Dónde estás viviendo: en tu memoria o en tu
imaginación? Si estás viviendo en tu memoria, estás viviendo en el
pasado; pero si estás viviendo en tu imaginación, te estás proyectando
hacia un futuro repleto de esperanza.
No quiero que pienses que es siempre erróneo traer cosas a la
memoria. La memoria, debe servir para pensar y meditar en los éxitos y
victorias del pasado y cómo fue que lo lograste. Debe ser un medio de
inspiración. En este sentido, la memoria puede convertirse en una gran
ayuda para nuestra imaginación". (pags. 29-30)
Si tú has nacido de nuevo, Dios quiere que aprendas a dejar atrás todas
las memorias que tienen que ver con un pasado negativo, pecaminoso y de
rebelión a la voluntad de Dios. La tragedia de tantos cristianos buenos y
sinceros es que persisten en vivir en las memorias de lo que fue y no debió
ser, y de lo que pudo ser y no fue. Mientras nos aferremos tenazmente a
los pensamientos del pasado que son las memorias, nunca podremos
extendernos a lo que está por delante.
La Biblia nos inspira a olvidar las memorias que nos atan al pasado. El
hermano Pablo, quien tuvo que bregar mucho con esta área de su vida nos
dice: "Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una
cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a
lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento
de Dios en Cristo Jesús" (Fil. 3:12-13). Podemos concluir por medio de
esta escritura que las memorias, nos estancan en el pasado y nos impiden
movernos con Dios; pero la imaginación nos impulsa hacia el futuro, de
forma que podamos llegar a disfrutar todo lo que Dios tiene para nosotros,
el supremo llamamiento.
Dios Trabaja con tus Pensamientos
Hay un versículo muy poderoso el cual un día se hizo realidad a mi
vida. Efesios 3:20 dice: "Y a Aquel (Dios) que es poderoso para hacer
todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos, según el poder que actúa en nosotros". La palabra
"entendemos" se puede traducir libremente por imaginamos o
visualizamos. Como hemos dicho antes, la mente del hombre tiene un gran
poder para imaginar o visualizar cosas. De acuerdo a este verso, el
resultado de nuestras oraciones no depende solamente de pedir algo a
Dios, sino también de tener una imagen o visión clara de lo que pedimos.
Dios trabaja con nuestros pensamientos. La razón por la cual muchas
veces no recibimos lo que pedimos es que no tenemos una definición clara
y concisa de lo que deseamos. No pidamos sanidad con una imagen de
enfermedad. No pidamos prosperidad con una imagen de miseria. Sería
conveniente que antes que le pidas algo a Dios, fueras a la Biblia y por
medio de ella cambiará tu imagen interior y recibas claramente la visión
de lo que quieres que Dios haga por ti.
Espero que hayas entendido lo importante que son tus pensamientos, y
cómo ellos son responsables del estado actual de tu vida. Hay un gran
poder almacenado en esa cabeza que cargamos, el cual hará la diferencia
entre el éxito o el fracaso en tu vida, tanto en lo natural como en lo
espiritual.
En la misma forma que las profundidades del mar están
repletas de tesoros que nadie ha explorado, la mente del
hombre tiene potencial y posibilidades que no han sido
descubiertos y usados para su bienestar y el de la humanidad.
Capítulo 6: Pensando los Pensamientos de Dios
Son los pensamientos de Dios los que nos capacitan para vivir con una
nueva mentalidad. Es triste decirlo pero hay una gran cantidad de nuevas
criaturas viviendo con una vieja mentalidad. Como dijimos en algunos
capítulos anteriores, nuestra mente ha sido programada por tantas ideas y
conceptos, que necesariamente no están inspirados en los pensamientos de
Dios para nosotros. La primera pregunta que debemos hacernos los
creyentes cada vez que nos encontremos en una situación, debe ser la
siguiente: ¿Qué dice Dios sobre esta situación? La realidad es que la
mayor parte de las personas, le piden la opinión a todo el mundo sobre un
asunto antes de venir a Dios. Si fuéramos a Él en primer lugar, nos
evitaríamos muchos problemas.
La Biblia es la única fuente confiable, donde podemos hallar todos los
pensamientos de Dios sobre cualquier asunto, problema o situación. Como
ya dijimos, lo que Dios piensa sobre cualquier situación, es siempre
superior a lo que la mente más inteligente pueda pensar. Es tanto así que
cuando Dios compara sus pensamientos con los de los hombres Él dice:
"Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más
altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos" (Isa. 55:9). ¿Qué distancia hay de la tierra a los cielos? Esa
es la misma distancia que hay entre nuestros pensamientos y los
pensamientos de Dios. ¿Te das cuenta ahora entonces por qué la necesidad
de cambiar nuestra mentalidad?
Si queremos recibir las cosas del cielo y vivir a la altura del cielo,
tenemos que salir de los pensamientos de la tierra y esperar recibir del
cielo los pensamientos de Dios. Pero en un sentido no tienes que ir al
cielo, porque ya el cielo bajó a la tierra. Tanto la palabra escrita como la
palabra viviente descendieron del cielo para que pudiéramos tener una
nueva mentalidad. Si has recibido en tu corazón la Palabra Viviente
(Jesucristo) y te sigues llenando cada día de la Palabra Escrita (La Biblia),
sucederá un cambio en la forma de tú ver las cosas. Es posible que el
cambio sea tan radical que ni aun tus amistades más cercanas te
reconozcan.
¿Qué Impide Cambiar Tu Mentalidad?
Sólo quiero cubrir un área que impide que muchos creyentes adquieran
la nueva mentalidad que los capacitará para vivir como hijos del Rey.
Jesús tuvo que bregar con este obstáculo en su ministerio. Me estoy
refiriendo a la tradición. La tradición se convierte en un monstruo tan
fuerte que toma el lugar de la Palabra de Dios, y mucha gente termina
creyendo que, o es Palabra de Dios, o es igual a la Palabra de Dios. La
tradición está basada en doctrinas y mandamientos de hombres.
Dondequiera que impera la tradición, hay esclavitud, atraso e ignorancia.
La tradición no es otra cosa que los pensamientos de los hombres acerca
de Dios, los cuales se solidifican en la mente como concreto.
En mi experiencia como pastor, me he dado cuenta de que antes de
poder cambiarle la mentalidad a la gente que viene a mi iglesia; debo
ocupar mucho tiempo rompiendo ese concreto viejo de todas las
tradiciones culturales y religiosas que traen del mundo. Es interesante
cómo las personas se aferran ardientemente a esas tradiciones, aun
sabiendo que no les funcionan. (¡Con qué pasión algunos defienden su
derecho a estar enfermos y a vivir en pobreza!) Es increíble, pero es cierto,
que los predicadores de la Palabra tengamos que gastar tanto tiempo
derribando argumentos que se exaltan por encima del conocimiento de
Dios.
A eso se debe que muchas veces cuando voy a una iglesia que esta
hundida en tradición (sí, hundida), me toma tres o cuatro días de pura
enseñanza para empezar a derribar todos los conceptos equivocados que
tienen acerca de Dios. Es interesante que cuando empiezan a captar lo que
les estoy enseñando, ya es el tiempo de despedirme de ellos. En algunos
casos ha sido "debut y despedida" porque después que me fui, decidieron
que sus tradiciones eran de más valor que la Palabra de Dios. El mundo no
ha cambiado. Jesús les dijo a los religiosos de su tiempo: "Bien invalidáis
el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición" (Mar. 7:9).
¿Estás dispuesto a cambiar tu mentalidad? Te prohíbo en el Nombre de
Jesús (con mucho amor) que pongas este libro a un lado sin terminar de
leer este último capítulo. Lo mejor, está por leerlo.
1- Una Mentalidad de Justicia
¡Cuántas personas viven una vida con una mentalidad de culpa y
condenación! Es básico para un creyente resolver el problema de la culpa.
Una persona que se siente culpable y bajo condenación, no puede ser feliz
en su vida cristiana y nunca podrá recibir todo lo que Dios tiene para ella.
La culpa es resultado de una conciencia de pecado. Donde hay conciencia
de pecado, lo que hay es debilidad e inseguridad. Además de esto, la culpa
le quita al creyente la autoridad sobre el diablo y le impide creer a Dios.
Una persona bajo culpa se siente indigna para combatir al diablo y para
pedirle cualquier cosa a Dios.
La Palabra, puede hacernos libres de esa mentalidad de condenación si
la creemos al pie de la letra. La Biblia dice que si tú eres salvo, entonces
ya no eres un pecador. Contrario a lo que la tradición religiosa ha dicho,
Dios dice que ahora somos justos. Esto lo afirma el Apóstol Pablo
infinidad de veces en sus epístolas. Veamos algunos ejemplos:
"Justificados, pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo" (Rom. 5:1); “Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de
Dios en Cristo" (2 Cor. 5:21).
Lo que tenemos que hacer, es aprender a tratar con la acusación que
Satanás nos trae por lo que éramos en el pasado. A Satanás le interesa que
tú tengas una mentalidad de culpa porque así le haces a él más fácil el
trabajo de acusación. Una mente libre de culpa sabe cómo parársele al
frente al diablo y gritarle: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los
que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu". Y, "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios
es el que justifica" (Rom. 8:1,32). Podemos decir que esto es operar en la
mente de Cristo, porque en su mente no había sentido de culpa ni de
condenación.
Tú puedes romper con esa mentalidad negativa de condenación, porque
lo que le daba poder a la culpa y condenación en ti, ya fue quebrantado por
Cristo Jesús en la cruz. El Hijo de Dios, llevó toda tu culpa y condenación
y te dio autoridad para ser libre. Ya tú no vives bajo la ley del pecado y la
muerte "porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de
la ley del pecado y de la muerte" (Rom. 8:2). Deja que tu mente registre lo
que eso significa y vivirás con una nueva mentalidad de justicia.
2- Una Mentalidad de Poder
Lo opuesto a una mentalidad de poder es una mentalidad de
impotencia; la cual es resultado de la culpa y la condenación. La culpa
siempre produce debilidad espiritual porque hace que la persona se sienta
inferior en su relación con Dios y en su actitud hacia el diablo. Tú sabes
por experiencia que cuando hay condenación en tu vida, como que sientes
un escape de energía y poder, tanto en tu mente como en tu cuerpo. A
Satanás le conviene mantenerte en esa forma para que tú no puedas hacerle
frente y destruir sus obras.
Si tu actitud a la mayoría de los desafíos en la vida es un "no puedo", es
muy probable que tú no hayas descubierto que "todo lo puedo en Cristo
que me fortalece". La Biblia dice que Dios trabaja en ti de acuerdo al
poder que actúa en ti. Ese poder es el mismo poder que levantó a Cristo de
los muertos. Imagínate por un momento qué poder está a la disposición del
que cree. Esto no es meramente gimnasia mental, ni afirmación positiva;
es una realidad establecida claramente en la Palabra de Dios.
Tu posición espiritual, es una de honor, poder y gloria, sentado con
Cristo en lugares celestiales. Es eso lo que te da poder y autoridad sobre
toda potestad de las tinieblas. Lo que tú y yo necesitamos es revelación de
esta realidad, la cual encontramos en el primer capítulo de Efesios. Dios
desea que tu sepas "cuál es la supereminente grandeza de su poder para
con nosotros los que creemos, según la operación de su fuerza, la cual
operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en
los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y
señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino
también en el venidero" (Efe. 1:19-21). Ésta, debe ser la mentalidad de
todo hijo de Dios, que ha sido redimido del poder del diablo por medio de
la sangre de Jesucristo.
3- Una Mentalidad de Victoria
¿Quién dijo que no siempre puedo tener victoria? ¿Quién dijo que no
puedo ser una persona de éxito? ¿El hecho de ser cristiano, indica que
tengo que vivir a la cola de los pecadores? ¿Es el sufrimiento del cristiano
sinónimo de fracaso? La respuesta a todas estas preguntas es un rotundo
NO. La mente tradicional contestaría estas preguntas en otra forma. Si hay
algo que la Biblia nos asegura, es que toda la victoria de Cristo nos es
contada a nosotros como nuestra.
Una mentalidad de fracaso es demoníaca, porque te quita la iniciativa y
no te deja soñar.
Si una persona no sabe que su éxito y su victoria están asegurados,
podemos decir que se siente fracasada antes de empezar. Yo prefiero
empezar con la mentalidad que siempre voy a ganar en la vida, aunque en
algunas situaciones no obtenga todo lo que deseo. Algunos me han
acusado de ser un triunfalista, pero yo les digo que estoy en buena
compañía: los héroes del Antiguo Testamento, Jesucristo, Pablo, y todos
los grandes hombres de la historia que le han creído a Dios.
La Biblia está repleta de promesas de victoria desde Génesis hasta
Apocalipsis. Ha sido la tradición religiosa la que se ha encargado de
enseñar lo contrario. Es una pena que las tradiciones y mandamientos de
los hombres han invalidado la Palabra de Dios en esta área. ¡Gloria a Dios!
que Él está levantando una nueva generación de creyentes en todo el
mundo que están rompiendo esos viejos patrones mentales, y se están
atreviendo a acudir a Dios con fe y denuedo para reclamar las promesas de
éxito y victoria. Esta será la generación que le aplastará la cabeza a la
serpiente antigua.
He aquí algunas de esas promesas que te ayudarán a cambiar una
mentalidad de fracaso en una de victoria y éxito.