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Quinn se movió tan rápido que Aaron apenas y vio el movimiento, quizá sea
por la legendaria rapidez de los lobos. Quinn agarró su cabello y tiró de su
cabeza hacia atrás por lo que se vio obligado a mirarlo. —No me faltes el
respeto muchacho. Si no me veré obligado a nalguear ese pequeño trasero tuyo
tanto que no podrás sentarte por una semana. ¿He sido claro?
Aarón sintió como el pánico le recorría. "Nalguearlo" se mordió la lengua
antes de que tuviera la oportunidad de decir que lo quería. Finalmente
entrecerró los ojos y tomando una profunda respiración le dio una sonrisa
burlona a Quinn. —Maldición. ¿Acaso no tengo una palabra de seguridad?
Quinn frunció el ceño y lo fulminó con la mirada. —¿Qué es una palabra de
seguridad?
—Una palabra de seguridad, ya sabes. Una palabra usada en el sistema BDSM.
Una palabra que detiene todo si esto llega a ser mucho. Cuando el dolor llega a
ser demasiado.
Quinn lo miró sorprendido y dio un paso para acercarse a él. —¡Tu no
necesitas nada! Nunca podría lastimarte. Tú me perteneces y cuido lo que es
mío y yo veo si las cosas necesitan parar no tú. —Giró sobre sus talones y antes
de abrir la puerta volteó. —Y no creas que no noté que no te habías dirigido
correctamente. Llámame maestro.
Aarón se mordió la lengua de nuevo. Si esto continuaba, su lengua iba a ser
la consistencia de una hamburguesa. Escupió las palabras. —Sí... Maestro.
—Buen chico. —Quinn dijo. —Bueno, trabajaré con tu actitud la próxima
vez que te vea.
Aarón se sentía hirviendo por la cólera mientras Quinn salía de la habitación.
¡Pero que molesto! Sonaba como si fuera a ser una especie de sirviente o esclavo
del idiota. Aunque podría ser peor. Era una maravilla que no hubiera ido
directamente a la arena, y mientras él hubiera perdido con gozo su vida por
Jamie, aún no lo había encontrado y se había asegurado de que estuviera bien,
así que tuvo que permanecer vivo durante tanto tiempo, como ahora.
Aarón levantó la cabeza mientras miraba la puerta. Él supuso que era uno de
los "humanos de casa" casi sonrió. Era un nombre ridículo para ellos. Supuso
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que lo entrenarían en cómo servir a ese bastardo de Quinn sus comidas o algo
así. Se preguntaba si tenía que vestir algún tipo de uniforme. Casi se ríe al
imaginarse vestido como un mayordomo, quedó fascinado cuando dos humanos
y un lobo gigante entraron a la habitación.
Capitulo Dos
—¿Quieres que haga qué? —Aarón sé estremeció con horror después de esa
mañana. Fue bañado y rasurado para esta noche, creía que ya habían terminado
con él. Entonces, después de unos minutos ellos regresaron y el lobo tuvo una
mirada que no le gustó demasiado. No tenía ni idea de porqué servir comida o
hacer la lavandería requeriría estar depilado, pero no le dio importancia. Bueno,
no mucha, pero esto.... Aarón miró con horror la enorme aguja que Eric traía y
se sintió enfermo.
—El alfa Quinn quiere que su propiedad esté marcada. —Eric dijo insistente
mientras avanzaba hacia Aaron, mientras que éste retrocedía hasta la pared.
“¿Marcado? Oh Dios.” Aarón habría entrado en pánico y habría huido
probablemente si tuviera alguna fuerza en su cuerpo para ordenar que se
moviera. Sintió como toda su sangre fluía a sus piernas y determinadamente se
plantó en sus pies.
—Será más fácil si te recuestas. —Eric chasqueó la lengua pensando que el
terror de Aarón era solo terquedad, pero Aarón odiaba las agujas junto a la
mínima cantidad de sangre. Siempre lo había hecho. Otro motivo por el cual
apestaba siendo terrorista, estaba cerca de reír histéricamente. Eric había traído 17
tres anillos a juego con la aguja, plata con piedras negras y púrpuras, que
aparentemente eran los llamados colores de casa de Quinn. Eric le había
explicado que todos los sirvientes que llevaran los colores de Quinn le
pertenecían. Eric le mostró el tatuaje que tenía en su cuello, una flama negra y
púrpura. Él era un guardia personal de Quinn, explicó que los lobos no podían
usar joyas perforadas, ya que los piercings simplemente se curarían cuando
cambiaran por lo que se tatuaron en su lugar. Cuando estuvo relajado, Eric le
sonrió.
—También tendrás un tatuaje especial, por lo que sé. Uno diseñado por el
alfa supremo. De hecho, lo está creando ahora.
—Oh Dios—Aaron dijo despacio, momentáneamente se sintió difícil respirar.
Él entró en pánico y se levantó de un salto para salir corriendo de la
habitación, pero fue atrapado en la puerta y arrastrado por la cama. Aarón
comenzó a temblar, no pudo evitarlo.
En su vida había saltado de un avión, salido de los vehículos en movimiento
y ayudado a buscar y enterrar a los seres humanos muertos durante lo peor de
la Pestilencia, pero le mostraban una aguja y lo tenían temblando. Era como
una fobia o algo así y en serio. No. Podía. Hacerlo.
Tragó ruidosamente. Maldita sea, se negó a mostrar debilidad delante del
lobo. Tenía que intentarlo.
—Entonces, quiero el de mi oído primero. —No era estúpido. Sabía que Eric
quería perforar sus pezones también, pero esperaba posponerlo todo el tiempo
posible.
Eric se quedó boquiabierto y luego se rió escandalosamente. —No son para
tus oídos, muchacho. —Aarón miró con asombro las tres piezas de joyería en
la mano de Eric. Ahora que miraba más de cerca, pudo ver que uno de ellos no
era un anillo en absoluto, sino que tenía la forma de una barra. Sus piernas
temblaron con horror. ¡Diablos no! Tenía una idea de lo que iba a pasar. Aarón
trató de alejarse mientras Bobbi, una de las humanas de casa limpió hábilmente
cada uno de sus pezones con un paño antiséptico. Pero cuando comenzó a
pellizcar y tirar de sus pezones, Aarón casi se derrumbó.
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Había estado desnudo durante más de una hora y casi había renunciado a
sentirse avergonzado por su polla que estaba siendo manipulada, pero esto era
demasiado. No es que Bobbi llevara mucho más. Ella y las otras mujeres
estaban vestidas con camisetas y faldas cortas. Las lobas vestían casi igual,
demostrando que suponía que los lobos podían añadir narcisismo a su lista de
malos rasgos de carácter.
Se movió de esta manera y mientras estaba afeitado, la pobre polla de Aarón
había pasado por una prueba. Bobbi era linda, pero no le interesaba en absoluto.
De hecho Aarón apenas podía recordar la última vez que había encontrado a
una mujer dispuesta que se había interesado en un rapidín. Todos los embarazos
estaban rígidamente controlados ahora debido al programa de repoblación de
los lobos. Los condones ya no se producían, y no valía la pena meter a los lobos
con embarazos no sancionados.
En realidad, los lobos habían sido decentes para los humanos desde la
Pestilencia. Muchos de ellos se habían ofrecido voluntariamente para revisar
primero los edificios de las ciudades para sobrevivientes y luego quemar las
estructuras hasta sus cimientos para ayudar a contener la enfermedad.
Había tomado más de diez años para reconstruir, y todavía había áreas que
eran inhabitables. Los lobos también habían cuidado personalmente a un
número incalculable de seres humanos moribundos, llevándolos a los hospitales
cuando todavía estaban abiertos, y luego cuidaban de ellos en sus propias casas
cuando no estaban. A menudo, simplemente tomaban las manos de los
humanos moribundos cuando se hizo evidente que la esperanza había
desaparecido. Nada había ayudado mucho, pero los lobos lo habían intentado.
No había medicamentos que afectaran la enfermedad, a pesar de que los
científicos y los médicos habían trabajado frenéticamente para encontrar una
cura.
—Presta atención, humano. —El guardia dijo—. Debes calmarte.
Aarón se quedó boquiabierto cuando Eric lo empujó hacia adelante y le
disparó los anillos de pezón en sus pezones con una eficacia despiadada. El
dolor era exquisito y se hundió un poco mientras sentía a Bobbi frotándolos
con un trozo de algodón. Entonces cometió el error de mirar hacia abajo y ver
las gotas de sangre que estaba limpiando. Gimió cuando Eric se echó a reír y
pasó el dedo a uno de los anillos, haciendo que rebotara y se sacudiera, de modo
que el dolor le disparó por el pecho. 19
—Bastardo. —Él lloró y Eric frunció el ceño.
—Tienes que mostrar respeto de acuerdo a la jerarquía de la manada —dijo
con severidad. —Disculpate.
—Vete a la mierda. —Aarón gruñó y retrocedió hacia la pared de nuevo—.
No estoy en tu Manada.
Probablemente recibiría una paliza por este pequeño espectáculo de
insubordinación, pero lo habían empujado demasiado lejos. Podría darles un
poco de culto a los lobos, pero nunca los obedecería en su corazón.
Eric se adelantó airadamente y agarró la polla de Aarón en su mano. "No lo
perforarían allí, ¿verdad?" Así no. Aarón levantó la vista hacia el furioso rostro
de Eric y lamentó sus palabras. Sí, Eric lo iba a perforar y hacerle daño. Un
gruñido áspero proveniente de la puerta los sorprendió a ambos y levantaron
la vista para ver a Quinn aparecer en la entrada, mirándolo a él y a Eric con
furia. Eric inmediatamente bajó los ojos y se inclinó por la cintura.
—Alfa Quinn. N-no sabía que había llegado.
—Puedo verlo—Quinn entró viendo mordazmente la mano de Eric que
seguía firmemente agarrada a la polla de Aaron. Eric bajó la mirada y quitó su
mano como si esta quemara.
—Era por el piercing, señor.
—Envié a Bobbi para eso. ¿Hay alguna razón especial para que no esté aquí?
—No señor. Yo sólo...
—Fuera. —Quinn dijo toscamente. Aarón vio como Eric y el humano de casa
cogían sus cosas y se iban.
Quinn dio un paso hacia él y lo miró de cerca. Llevaba el traje de poder
completo usado por los lobos de más alto rango esta mañana y parecía delicioso.
Aarón se horrorizó al sentir su pene cada vez más lleno, y puso su mano sobre
él de manera protectora.
—¿Has estado causando problemas? —Quinn preguntó con lo que era una
inquietante voz tranquila.
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Todas las buenas razones para hacerlo lo más pronto posible, teniendo en
cuenta su actitud inteligente, y Quinn había arreglado para un artista del tatuaje
para trabajar en él a la mañana siguiente. Le daría a Aaron hasta entonces para
recuperarse un poco de los piercings. Mientras Aaron dormía sobre la mesa,
Quinn se puso de pie con un suspiro. Realmente podría haber estado sentado
allí viéndolo por un tiempo, pero tenía un horario completo por lo que no lo
haría. Llamó a Bobbi, una de sus humanas de casa y ella corrió hacia él
rápidamente, mostrando que ella y los otros no se habían alejado mucho.
Inclinándose profundamente hacia él desde la cintura, ella mostró la sumisión
apropiada.
—Bobbi, desde ahora en adelante, solo mujeres podrán tocar a Aaron, ¿está
claro?
—Sí, por supuesto, alfa.
—Bueno. Encuentra algunas mujeres que te ayuden, es bastante pesado y
llévalo a mi habitación por favor. Ponlo en los puños pegados a mi cama.
Puedes entrar y darle agua, pero no hay comida de ningún tipo. Comenzará
sus lecciones de comer de mi mano esta noche. Oh, y muéstrale cómo cuidar
sus piercings, aunque tendrás que cuidarlos tú por ahora mientras él está 22
esposado a la cama. No quiero infecciones. Será mejor que le des un enema
antes de que lo esposes, como cuestión de hecho. El guiche2 es bastante bajo
en su perineo. Si lo piensas, probablemente necesitarás de varias hembras
valientes para ayudarte a manejarlo con eso. Adelante y releva tus otros deberes
por un rato y reasigna a alguna de ellas para ayudarte. Tengo la sensación de
que a él no le gustará mucho su entrenamiento, y él va a ser un poco
intransigente hasta que lo haya completado. Tienes mi permiso para usar una
paleta en su culo para ayudarte a controlarlo, pero no dejes marcas
permanentes.
—Sí, alfa.
Suspiró y se puso de pie. —No hables con él ni le des ninguna interacción
social de ningún tipo. Eso vendrá sólo de mí durante los primeros meses. Lo
quiero aislado y fuera de balance, totalmente dependiente de mí para todo,
incluyendo su comida. ¿Entendido?
—Seguro, alfa.
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Un guiche es un piercing en el perineo
—Bien, tengo reuniones que atender. Dejaré esto en tus manos.
Quinn se alejó, permitiéndose sólo un breve toque en el muslo desnudo de
Aaron mientras pasaba junto a él. Esta noche exploraría todo lo que este cuerpo
tenía que ofrecerle y Aaron se lo daría todo.
Mientras tanto, confiaría en su posesión más preciada con Bobbi, y esperaba
que su confianza en ella no estuviera fuera de lugar. Los seres humanos eran
conocidos por supuesto por ser inferiores, tanto mental como físicamente a las
manadas de lobos, pero tenían sus usos. Las hembras, por ejemplo, y
particularmente Bobbi, habían demostrado tener fuertes instintos maternos y
ella había hecho un excelente cuidado para los jóvenes, aliviando a las mujeres
lobo de la tarea. Así que ella debía ser una excelente opción para Aaron también.
Las mujeres de su casa también eran buenas sirvientas y cocineras, en su
mayor parte, y hacían de concubinas dulces y sumisas. Tenían poca fuerza física
y rara vez participaban en las rebeliones, por lo que presentaban poco peligro
a las manadas y podían colocarse en la casa del alfa supremo con impunidad.
Por supuesto que había causado una protesta inmediata entre los humanos.
El hecho de que los lobos habían separado automáticamente a los humanos
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debido a su sexo parecía enfadar a algunas hembras y curiosamente a algunos
hombres también. Ahora que lo pensaba, estaba seguro de que le habían
contado a un hombre sumiso que había sido capturado por una de las familias
de sus betas.
Excelente cocinero por todas las cuentas.
Caminó rápidamente por el pasillo hasta su sala de conferencias donde se
celebrarían las reuniones. Sería un día largo, pero él se daría un regalo al final.
No pensó en ir a ver a su bebé hasta mucho más tarde en la noche. Lo quería
hambriento, humillado y frustrado cuando volviera a verlo. De hecho, era el
estado que él planeaba sostener a Aaron por algún tiempo largo por venir.
Cuando sus reuniones finalmente terminaron para el día, estaba llegando a
las siete de la tarde.
No había visto a Aaron desde aquella mañana, y estaba seguro de que no
había comido desde el día anterior por lo menos. Había ordenado una cena
tentadora para ellos y si Aaron le obedecía, se iría a la cama con el estómago
lleno. Si no, entonces se iría a la cama hambriento y no tendría otra oportunidad
de comer hasta la mañana.
Pero primero tenía algunas cosas que atender si quería tener sexo con su
chico esta noche y eso requeriría de mucho. Cuando entró en su habitación,
pudo oír los constantes quejidos desde su cama y se detuvo a escuchar. Su
cama estaba rodeada por pesadas cortinas, por lo que Aaron no tenía ni idea de
que estaba pasando allí, escuchando cada palabra.
—¡Déjame salir de aquí, maldita sea! ¿Puede alguien escucharme? ¡Me
muero de hambre! ¡Esto es inhumano!
Quinn dio un paso al final de la cortina y miró con satisfacción mientras
Aaron saltaba un poco. Sus muñecas y tobillos estaban firmemente sujetos a la
cama, según sus instrucciones.
—Pero yo no soy humano, Aaron. Y tú tampoco lo serás, por mucho tiempo.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¿Qué vas a hacer conmigo? —Él estaba
entrando en pánico por el tono de su voz así que Quinn lo miraba fijamente
con una sonrisa enigmática en sus labios, manteniéndolo asustado y
descentrado. En lugar de contestarle, Quinn caminó hacia un lado de la cama
y se sentó a su lado mirando sus piercings con un ojo crítico.
—¿Te duelen? —preguntó, sacudiendo uno de los anillos de los pezones. 24
—¡Ay! ¡Lo sabes bastante bien! —Se estremeció, recordando aparentemente
con quién estaba hablando, pero sin hacer ningún esfuerzo para decir que lo
sentía—. ¡Y alguien puso esa vara justo debajo de la parte inferior de mis
malditas pelotas! ¡Esa mierda duele como un hijo de puta!
—¿De verdad? —Quinn arqueó una ceja. —¿Quién haría una cosa así? Ah,
y eso es ocho, por cierto.
—¿Ocho? ¿Ocho qué?
—Harás que sean nueve, nueve veces que o bien no te diriges a mí
correctamente, utilizas una palabra como maldición en mi presencia y me miras
a los ojos sin permiso. Así que serán ocho golpes de látigo en tu trasero.
Aaron se ruborizó y se retorció en los grilletes. —De todas formas Bobbi ha
estado golpeando mi culo todo el día con una paleta, así que tomó su mejor
oportunidad.
—Serán diez y lo planeo hacer. La diferencia es que Bobbi es un ser humano
débil y le dije que no dejase una marca. No soy ni débil, ni humano. Por lo
tanto, diez de ellos entonces, y más si no te comportas… ¿Tienes algo que te
gustaría decirme antes de que tengamos tu castigo?
—¿Podría comer algo primero? Uh... ¿Maestro? Me voy a morir de hambre
antes de que puedas matarme.
—No, no mereces ninguna concesión especial por ser un chico malo todo el
día, y no tengo intención de matarte. Te dije que cuido bien de mi propiedad.
—Pero... ¡Señor! ¡Si supieras lo que ella y esas... esas mujeres me hicieron a
mí!
—Sé exactamente lo que hicieron. Yo les pedí que lo hicieran.
Los ojos de Aaron se abrieron de par en par. —¿Pero por qué? No lo
entiendo, y ni siquiera me hablaron de ello. Lo que hicieron estuvo mal. Uh,
Señor.
—¿Te han herido de alguna manera?
—Sólo mis sentimientos. 25
Incapaz de mantener la sonrisa en su rostro, Quinn sacudió la cabeza. —No
estás siendo castigado. Tu nueva perforación se encuentra en un área muy
vulnerable y debes mantenerla escrupulosamente limpia. Al darte el enema, te
asegurarás de que el área se mantenga limpia. Recibirás uno cada día hasta que
te comportes.
Quinn no había pensado que los ojos de Aaron pudieran ampliarse más.
Estaba equivocado. —¡Pero eso es sólo que... está mal, Señor! Es... es
francamente...
—¿Inhumano? Sí, ya cubrimos eso, creo. ¿Alguna otra queja?
—Si me dices el por qué, Señor... por qué está pasando esto. ¿Es esto parte
de esa cosa de Equivalencia?
—Parcialmente. También es parte de ser pareja.
Aaron parpadeó unas cuantas veces y sus grandes ojos azules parecían
completamente confundidos. Quinn se esforzó de sobremanera para no besarle.
—¿Pareja? ¿Señor?
—Eso es lo que dije, y deja de hacer una pausa antes de llamarme Señor. Ni
siquiera es la forma en la que debes dirigirte a mí. Dejé claro que me llamarías
Maestro. Y me doy cuenta, ya sabes. Noto todo lo que haces. Si lo haces de
nuevo, te daré diez golpes adicionales.
Aaron respiró hondo. —¿Soy tu pareja? —Quinn sonrió y pasó la parte de
atrás de sus dedos por la mejilla suave y recién afeitada de Aaron. Las mujeres
realmente habían hecho un excelente trabajo con su bebé. Probablemente se
convertiría en algo regular de Aaron, especialmente porque parecían
avergonzarlo tanto. Le haría bien y podría quitar algo de esta arrogancia
inapropiada.
—Sí, mi compañero. Tú, Aaron Tabor, eres mi destino. Lo supe ayer, cuando
te toqué. —Quinn suspiró. —Ridiculamente inapropiado, por supuesto, pero
ahí lo tienes. Como obviamente no te puedo ejecutar, haré lo siguiente. Vas a
convertirte en mi esclavo. Aprenderás a obedecerme y venir conmigo a todas
las funciones estatales según sea necesario. También servirás como una
advertencia a todos los rebeldes que hay. “El destino de este hombre podría ser
el tuyo”. Para convertirse en una perra de un lobo. Tiene una cierta justicia,
una circularidad creo, considerando cómo intentaste una vez matarme. Sí, voy 26
a hacer de esto el nuevo castigo para los líderes rebeldes que atraparemos a
partir de ahora. Un destino peor que la muerte para los humanos, ¿verdad?
Si la mandíbula de Aaron se hubiera apretado más fuerte, seguramente se
habría roto. —¡Tu no puedes hacer eso! ¡No puedes hacerme esto!
—Sí, parece que puedo, y lo haré. Ya he empezado como una cuestión de
hecho. Ahora presta atención porque esto, es lo que te está sucediendo esta
noche. Primero tendremos tu castigo y así lo sacaremos del camino. Ahora
tenemos veintiún con los adicionales que acabas de ganar... Después tengo
algunas sorpresas para ti y luego te daré de comer. Luego nos iremos a la cama
y te joderé hasta que grites por misericordia. Después de eso, la mordedura de
apareamiento que te convertirá oficialmente en mi pareja y luego dormirás
envuelto en mis brazos hasta la mañana cuando conseguirás tu nuevo tatuaje.
Por cierto, es un sello muy bonito. No soy nada si no coherente. ¿Alguna
pregunta?
Aaron tenía los ojos brillantes de furia, pero cuando abrió la boca Quinn le
dio una palmada en la boca y se la apretó con fuerza.
—No, pensándolo bien será mejor que no digas una palabra. Sólo te ganarás
más de un azote y tendrás una gran noche delante de ti. —Él alcanzó el cajón
de la mesa al lado de la cama y sacó una mordaza de pelota. Quitó la mano y
metió la mordaza en la boca de Aaron, a pesar de sus desesperadas luchas, pasó
los lazos por encima de sus orejas y se sentó para admirar su obra. —Ahora te
ves perfecto.
Rápidamente lo desató y lo atrapó en sus brazos mientras saltaba de la cama.
Quinn sonrió ante los ruidos salvajes que venían de detrás de la mordaza de la
pelota junto con un poco de baba, y supo que su bebé se lo agradecería más
tarde por ayudarlo a sofocarse. Lo arrastró hasta una gran butaca en la
habitación y lo colocó boca abajo sobre él. Se levantó y recibió una dura bofetada
en el culo por su problema. Esto sucedió varias veces más hasta la última vez
cuando Quinn lo golpeó directamente en su nuevo guiche. Eso finalmente lo
hizo llorar y disminuir. No trató de levantarse de nuevo, pero le dio a Quinn
una mirada asesina por encima del hombro que Quinn decidió dejar escapar.
Cruzando rápidamente hacia su cómoda, recuperó su flogger favorito y volvió
a colocarse detrás de Aaron y admirar la vista antes de que comenzara. Veintiún
azotes deberían marcarlo muy bien para la reunión de mañana cuando planeaba 27
presentarlo a su personal como su esclavo.
Aún no tendría el título de compañero, eso tendría que ganarlo y Quinn no
pensó que pasaría por mucho tiempo, si es que alguna vez pasara. Una vez que
Quinn había calentado su brazo, la flagelación fue rápidamente. Por supuesto,
tiró de sus puños no golpeándolo duro, consciente de lo delicados que podían
ser los humanos. El flogger estaba diseñado para dar más placer que dolor, y
Aaron era tan estoico como Quinn imaginó que sería. Sólo comenzó a
retorcerse mal en los últimos golpes. Cuando terminó, Quinn se sentó en la
silla y tiró de su bebé sobre su regazo. Lo abrazó y lo giro, luego le dio la espalda
y extendió una crema calmante sobre su delicioso culo, a pesar de que tenía que
luchar contra Aaron a cada paso y esquivar sus puños en más de una ocasión.
Sólo un par de golpes había dibujado un poco de sangre. Cuando Aaron tomó
toda la ternura que iba sin pelear, Quinn quitó su mordaza y le advirtió
severamente que se callara.
—No puedes soportar más golpes esta noche, así que cálmate. Ni una palabra
más, ¿me oyes? Ahora vuelve a la cama y acuéstate boca abajo. Tengo una
sorpresa más para ti antes de la cena.
Cautelosamente, Aaron se acercó cojeando a la cama, lanzando muchas
miradas malignas sobre su hombro hacia él, pero permaneciendo en silencio.
Se inclinó con cautela hacia la cama y se estiró boca abajo sobre ella.
Quinn sacó un largo y duro tapón anal de su cajón y lo llevó a la cama, junto
con el lubricante.
—Este es un tapón anal. Te va a estirar agradable y anchamente para mí
mientras estás comiendo, así podrás llevarme dentro de ti después.
Aaron miró por encima del hombro horrorizado, y comenzó a temblar
violentamente. —¡Por favor, no me hagas esto! Sé que dijiste que no hablara,
pero ¡Por favor! Haré lo que quieras, pero no hay necesidad de seguir
humillándome. Ya no voy a pelear contigo. ¡Por favor! —Su voz se rompió un
poco al final y Quinn dejó caer el tapón en la cama y atrajo el cuerpo de Aaron
en sus brazos.
—Escúchame. Esto no es un castigo. Eso se acabó por ahora. Pero soy muy
grande y no quiero herirte. Supongo que eres virgen cuando se trata de sexo
anal. Este tapón será incómodo al principio pero te estirará y te preparará para
mí. Mírame—dijo, apretando la barbilla de Aaron con un dedo. —¿Lo
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entiendes?
El rostro de Aaron estaba en llamas, pero él asintió con la cabeza, sólo el más
mínimo movimiento de su cabeza.
—Bueno. Ahora inclínate hacia atrás y extiendete para mí. Voy a usar mucho
lubricante y seré lo más suave que pueda.
Aaron puso las manos temblorosas detrás de él para abrirse, y todo su cuerpo
se volvió rosa brillante. Quinn pudo ver que estaba cerca del final de su
resistencia por lo que fue gentil con él cuando él lubricó su pequeño agujero
rosado y sumergió un dedo dentro de él para abrirlo. Después de un tiempo de
estiramiento con el primero, añadió el segundo dedo y masajeó los músculos,
finalmente deslizó el tapón dentro de él, luchando sólo un poco para acomodarlo
correctamente. Pasó una ancha banda de cuero por las mejillas de su culo, la
rodeó con la cintura y luego la ató firmemente.
—Esto te ayudará a mantenerlo hasta que aprendas un poco de control
muscular —dijo Quinn, poniéndolo de pie. —Ahora ven conmigo y te daré de
comer. Debes estar muy hambriento ahora.
Aaron dio un paso y siseó ante la sacudida que le atravesó el cuerpo. No era
exactamente una sensación desagradable, casi como un choque de electricidad
que venía de dentro de él cuando el tapón se frotaba contra alguna parte de su
cuerpo que nunca se había dado cuenta antes. Quinn se volvió con una mirada
divertida en su rostro, como si supiera exactamente lo que estaba pasando.
Bastardo, Aaron se enfureció y dio otro paso, decidido a no darle a Quinn ningún
indicio de que el enorme tapón pudiera molestarle, de ningún modo.
La sensación de plenitud en esa zona era nueva y él lo odiaba, sintiéndose
como estaba lleno y a punto de dividirse por la mitad. ¿Cómo aguantar esto
durante tanto tiempo? ¿Y cómo diablos esperaba el bastardo que caminara?
Él movió su otra pierna con suspicacia y... oh. Él se detuvo. Joder, eso era...
Aaron no sabía lo que era, pero una lluvia de chispas acababa de disparar desde
su espina hasta sus pelotas. Quinn tiró de su mano con impaciencia y Aaron
tropezó directamente hacia los brazos de Quinn. Aaron parpadeó, incapaz de
moverse. Su cuerpo entero parecía zumbar.
Quinn lo miró, solo a unos centímetros de distancia. Su aliento era cálido y
dulce, olía un poco de café.
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—Ven. Sólo tómalo despacio.
Quinn lo condujo fuera de la habitación a un salón más grande. Todavía era
funcional, y tenía una larga mesa con varias sillas diseminadas alrededor,
obviamente para reuniones. Había un pequeño rincón en la esquina con una
enorme silla pareciendo ser cómoda y un gran cojín cayó en el suelo. Aaron
hervía, el sentimiento placentero en su culo momentáneamente olvidado. Estaba
condenado si se iba a arrodillar a los pies de Quinn. Él moriría primero.
—Arrodíllate—Quinn ordenó y señaló el cojín. Aaron apretó los labios. De
ninguna manera. Él negó con la cabeza obstinadamente. Quinn hizo una pausa
cuando Aaron no obedeció al instante, y lo miró pensativo. —¿Quieres sentarte
en una silla?
Aaron asintió una vez, satisfecho pero atónito ante la capitulación instantánea
de Quinn. Tal vez, tal vez si mostraba un poco de subordinación, Quinn podría
empezar a tratarlo con un poco más de respeto.
Quinn sacó una de las sillas de madera de la mesa y sonrió.
—Siéntate. —Aaron estaba simplemente decidido a que no le gustaba la
sonrisa de arrogancia que Quinn le había dado, cuando Quinn simplemente lo
empujó hacia atrás en la silla. El culo de Aaron golpeó el asiento de madera
con una bofetada.
—¡Mierda! —Aaron gritó e intentó saltar para alejarse del dolor abrasador
en su culo.
Quinn se inclinó sobre él, sujetándolo sin esfuerzo a la silla, agarrando los
antebrazos de Aaron. Con furia parpadeó las lágrimas mientras Quinn sacudía
la cabeza. Levantó un pulgar y limpió suavemente la humedad vergonzosa bajo
los ojos de Aaron.
—Lo que tienes que entender mascota, es que siempre sé lo que es mejor
para ti, y cuanto más rápido aprendas esa lección más rápido dejarás de
lastimarte. —Quinn se enderezó tirando de Aaron con él, y Aaron lo intentó,
no quería lloriquear por el movimiento.
Bobbi entró en silencio y dejó una bandeja de comida caliente en la mesa baja
cerca de la silla.
—Gracias Bobbi—dijo Quinn, sin quitarle los ojos a Aaron por un segundo. 30
Quinn asintió con la cabeza al cojín del suelo. —Ahora, arrodíllate sobre el
cojín. —Aaron bajó los ojos y tropezó con el cojín. Quinn mantuvo la mano
apretada de su brazo mientras él bajaba con cautela.
Miró la bandeja de comida. Enormes platos de carne y queso, junto a grandes
trozos de pan con espesa mantequilla. Había un cuenco humeante de algo que
parecía estofado. Había estado tan hambriento antes, pero con el dolor en el
culo y lo palpitante que se sentía su cabeza todavía lo plagaba, el olor sólo le
hizo sentir ligeramente enfermo.
—El estofado es realmente bueno, la carne es sacrificada localmente—Quinn
comentó a modo de conversación y se sentó en la gran silla. Él pacientemente
arregló a Aaron para que estuviera apoyado contra sus musculosos muslos, el
peso de su culo de desvaneció, gracias a Dios.
Quinn hundió un trozo de pan en el estofado y lo llevó a los labios de Aaron.
Aaron cerró los ojos y se volvió un poco. El palpitar en su cabeza lo hacía
bastante nauseabundo ahora y él realmente no creía que pudiera soportar nada.
Quinn frunció el ceño.
—Esto es exactamente lo que quiero decir. Los seres humanos son
fundamentalmente incapaces de cuidar de sí mismos. No has comido en todo el
día, pero en lugar de llenar tu vientre, estás siendo terco. —Quinn suspiró.
—No importa, más para mí. —Quinn se acercó y agarró una enorme
rebanada de carne de vacuno, rasgando en ella con sus dientes.
Aaron cerró los ojos, un pequeño gemido resonando en la parte posterior de
su garganta. Dios, podría estar enfermo. Pero también se habría condenado si
comía de la mano de este gilipollas. De ninguna manera.
—¿Sabes? —dijo Quinn, masticando pensativamente—. Si sigues rechazando
la comida, entonces tendré que forzarte a alimentarte. Eso sería desagradable
para ambos. ¿No tendría más sentido que ahorraras tu obstinación para algo
más importante? Además, como estamos comiendo del mismo plato, puedes
estar seguro de que no estoy tratando de drogarte.
El aliento de Aaron se detuvo cuando un suave dedo le acarició la cara. El
bastardo tenía razón, él debía salvar sus fuerzas para batallas más grandes. Abrió
los ojos, tratando de concentrarse en la niebla de dolor en los ojos grises que lo
miraban con cautela. Quinn tragó saliva, inclinó la cabeza hacia un lado
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observándolo y dejó escapar un lento aliento. —No es sólo terquedad ¿verdad?
No estás bien. Sigo olvidando lo frágiles que son los humanos.
Aaron se alejó bruscamente, ignorando el pico que le golpeaba en la cabeza.
—No soy frágil.
—Y qué tan sensibles son, —dijo Quinn.
Aaron se hundió, ¿por qué la vida tenía que ser una mierda, todo el tiempo?
Nunca recordaba una época en que no había luchado, ellos no habían tenido
que luchar por cada maldita cosa. Bastardos, todo fue tan fácil para ellos. La
fuerza superior, velocidad, incluso buena apariencia, simplemente no era justo.
Oh... Dos grandes manos se acercaron para cubrir la parte de atrás de la
cabeza de Aaron, dedos firmes pero suaves buscando a través de su nuca, casi
como si estuvieran buscando el dolor. El cálido cuerpo de Quinn se acercó,
pareciendo apoyarse en Aaron un poco más, alentando a éste al inclinarse un
poco.
—¿Es tu cabeza? —preguntó Quinn en voz baja. Aaron se acordó a tiempo
de dejar de asentir, pero Quinn no pareció necesitar una respuesta. Aaron se
inclinó un poco más hacia Quinn. Estaba tan caliente, y Aaron podía sentir sus
tensos músculos deshilachándose, la tensión lentamente fluyendo de su cuerpo.
Las grandes manos sujetaron la parte posterior de la cabeza de Aaron un poco
más firmemente, y Aaron sólo tuvo un segundo para preguntarse qué iba a
hacer, cuando Aaron se sacudió de su cálida niebla por la enorme lengua
húmeda que le lamió desde la parte superior de su nariz, todo el camino hasta
su frente. “Eww” Aaron se echó hacia atrás.
—¿Qué mierda? —Le gruñó a Quinn
—Lenguaje, muchacho. —Quinn juntó sus manos para que Aaron no pudiera
moverse y lo lamió otra vez. Aaron luchó, trató de alejarse. —Quédate
quieto.—La voz de Quinn se hizo más fuerte, más profunda.
La lengua húmeda junto con la voz parecía extrañamente erótico.
Quinn relajó las manos. —¿Cómo se siente? —Aaron parpadeó confundido.
—Yo... no lo sé.
Quinn sonrió. —Me refiero al dolor. —Aaron sacudió la cabeza lentamente, 32
completamente asombrado. El dolor había desaparecido. "¿Cómo era eso
posible?"
—Bien—dijo Quinn, satisfecho.
—¿C-cómo lo hiciste? ¿Qué hiciste? —Quinn levantó una de sus cejas
esculpidas y Aaron tartamudeó. —Maestro, me refería a Maestro. ¿Cómo lo
hizo?
—¿Nunca has visto a un lobo lamerse una pata herida? —Quinn interrumpió
y le ofreció un trozo de queso a Aaron. Aaron fue a tomarlo con sus manos,
murmurando su agradecimiento, pero Quinn lo retiró. —Las manos juntas
detrás de tu espalda. —Fue ordenado de una forma tan autoritaria que la polla
de Aaron palpitaba mientras hacía lo que le decían. Diablos, tenía hambre ahora
que el dolor se había detenido. Podría discutir sobre esto más tarde. Aaron tragó
nerviosamente, y luego el trozo de queso se sujetó a sus labios. Aaron los abrió
automáticamente, y los dedos le hicieron estallar el queso en la lengua. Aaron
cerró la boca pero en lugar de que la mano cayera Quinn trazó su dedo a lo
largo del contorno de los labios de Aaron.
—Respóndeme. ¿Alguna vez has visto a un lobo lamerse una pata herida? —
Quinn repitió. Aaron casi necesitaba pedir que repitiera la pregunta una tercera
vez, ya que estaba demasiado ocupado viendo las pupilas dilatarse en esos
profundos ojos grises. Pregunta, Quinn le había hecho una pregunta. Había visto
a muchos gatos heridos lamerse las patas, pero eso no era lo mismo. Los ojos
de Quinn se arrugaron de diversión, como si pudiera oír los pensamientos de
Aaron.
—Hay ciertas enzimas en la saliva de un lobo. Uno de los más útiles es el
alivio del dolor. Ya que eres mi pareja, pude quitarte el dolor cuando te lamí.
La mandíbula de Aaron cayó, sólo para ser llenada con un pedazo de pan
mojado en el estofado. El bocado salado golpeó sus papilas gustativas y de
repente fue voraz. Después de todo, no podía permitirse perder su fuerza. Podría
luchar contra esta batalla y lo combatiría más tarde. Por ahora, estaba
hambriento.Tenía la boca abierta para cada bocado que Quinn le ofrecía, su
cuerpo relajado y flexible contra esas piernas fuertes. Quinn buscó más pan y
sus vaqueros Se engancharon en el anillo del pezón de Aaron. Aaron se quedó
sin aliento ante un dolor repentino, y Quinn se volvió bruscamente, mirando a
Aaron, cuyas manos ahora le acariciaban el pecho con protección. 33
Los labios de Aaron se separaron, repentinamente tan secos. Quinn se
concentró en el pecho de Aaron, y miró hacia arriba, con la mirada fija en Aaron
para que no pudiera moverse. Esos ojos grises… era como si pudieran ver en su
alma, ver su dolor. Muy deliberadamente, Aaron sostuvo esa mirada, y
lentamente bajó la mano.
Capitulo tres
—¿Has terminado de comer? —Quinn tomó las dos manos de Aaron y lo
ayudó a ponerse de pie. Aaron apenas asintió, pero se sonrojó al oír la risa.
Quinn se estaba riendo de él mientras intentaba apartar las manos—.
Muchacho. —Aaron oyó el gruñido de una advertencia baja, y le hizo algo
gracioso a su tripa. Casi quería a Quinn. Por un segundo se habría quedado
fascinado y disfrutado cada segundo con él. Un ardiente resentimiento se
encendió en él. Casi había cedido, lo llamó Maestro, sólo porque le había quitado
un poco de su dolor. Era patético, y no iba a volver a suceder.
Aaron dio un paso atrás después de Quinn. Oh Dios. Se detuvo y apretó el
culo mientras más chispas parecían disparar hacia dentro. Quinn echó la cabeza
hacia atrás y rió.
—Tomará todo el día tomar el ritmo en el que te mueves. —Antes de que
Aaron se diera cuenta de lo que iba a hacer, Quinn se inclinó rodeó con un
brazo a Aaron y lo colocó sobre su hombro.
Aaron gritó, medio en estado de shock por la facilidad con que Quinn lo
llevaba como si no pesara nada, y la mitad en completa mortificación. —Bájame
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de una puta vez. —él dio patadas y luchó, su rodilla fue directamente a los
abdominales de Quinn. Quinn ni siquiera respiró hondo. Lo que hizo fue
levantar su mano, y abofetear el culo de Aaron, podría decir que había sido
escuchado por toda la manada.
—Te dije lo que pasaría si me hablabas así. —Dejó caer a Aaron sin
ceremonias en la cama, su piercing volvió a atrapar la ropa de Quinn, y él gritó
y se mordió el labio furiosamente decidido a no hacerlo. No mostraría ninguna
debilidad en frente de Quinn. Volvió a subir a la cama tan rápido como pudo,
con el corazón palpitando tan fuerte que estaba convencido de que estallaría.
Quinn hizo una pausa y frunció el ceño. Aaron siguió su mirada y dejó caer
su barbilla. Quinn miraba fijamente la sangre que salía de su pezón, donde lo
había pillado.
—Realmente tienes que cuidarte mejor, eres de mi propiedad —dijo Quinn
y empezó a desabrochar su propia camisa.
Aaron no podía subir más arriba en la cama y sabía que nunca superaría la
velocidad de los hombres lobo en cualquier intento de correr.
—¿O qué?
Aaron se quedó inmóvil. ¿Qué diablos iba a hacer? Se movió tan rápido que
no vio a Quinn siquiera moverse, Aaron fue arrastrado de vuelta a la cama, con
ambos brazos clavados encima de él en un férreo apretón.
La otra mano de Quinn clavó la parte superior de sus muslos en la cama, de
modo que quedó completamente indefenso. Las palabras se secaron en la
garganta de Aaron y, por primera vez el miedo, amargo y feo se arrastró por su
espina dorsal.
—Necesito mostrarte cómo cuidar mejor lo que me pertenece.
La respiración de Aaron le atravesó la garganta, los ojos de Quinn habían
cambiado de rojo a plateado, y Aaron no estaba seguro de cuánto lobo estaba
ahora en el hombre. Quinn inclinó la cabeza hacia Aaron lentamente, y Aaron
ni siquiera pudo tragar mientras el miedo envolvía su garganta esperando que
los colmillos de Quinn se hundieran. El dolor floreció en su pecho y Aaron
gimió. Otra pequeña punzada de dolor y luego un resplandor cálido lo
reemplazó. Aaron se estremeció cuando el calor de su pecho bajó. Abrió los ojos
con confusión y luego quedó boquiabierto de asombro. Quinn no había ido a
35
buscarle la garganta, tenía la cabeza inclinada y lamía el pezón dañado de Aaron.
Quinn lo miró con los labios rosados y brillantes, el triunfo brillando en sus
ojos. Lo dejó ir y le dio al pezón una última lamida.
—¿Cómo me llamo, muchacho?
La palabra Maestro estaba casi fuera antes de que Aaron se mordiera el labio
para evitarlo, y se puso rígido. ¿Qué diablos le pasaba? Su mente estaba girando.
Quinn se inclinó sobre él de nuevo mientras lenta y deliberadamente lamía
alrededor del pezón de Aaron y bajaba por sus abdominales.
—¿A quién le perteneces de ahora en adelante?
La lengua de Quinn se sumergió en el ombligo de Aaron y sus dedos se
curvaron. ¿Le había hecho una pregunta?
—¿Muchacho? —Aaron gritó en voz baja y levantó la cabeza. Aaron
parpadeó, intentando desesperadamente reunir sus pensamientos dispersos. Él...
no debería gustarle esto. ¿Cómo es que lo hizo?
Un beso pareció revolotear en su ingle. —¿Quién es tu Maestro, Aaron?—
Aaron no lo sabía, pero su cuerpo se retorcía bajo la lengua pecaminosa de
Quinn. Oyó la risa como si viniera de una distancia tan grande—. ¿Mencioné
que hay otros beneficios interesantes en la saliva de un hombre lobo?
Quinn lamió el interior de su ingle, pequeñas sacudidas de electricidad y
Aaron estaba flotando, como si todavía no estuviera sujeto en la cama.
—¿Me entiendes, Aaron? ¿Sabes por qué nunca, nunca, debes pelear
conmigo?
Aaron sacudió la cabeza tratando de aferrarse a su odio, su sentido de la
injusticia, pero cada lamida de esa lengua caliente hizo que su ira flotara como
burbujas.
—Porque el beso de un alfa es especial. El compañero de un alfa es
completamente sumiso y controlado, y con cada lamida que te doy, con cada
lamida, se vuelve más fuerte, más intenso. El compañero verdadero de un alfa
reacciona a las sustancias químicas que sólo puedo producir para ti.
—No. —Aaron sacudió la cabeza, confundido en señal de protesta. Sonaba
mal, como si estuviera atrapado, realmente atrapado. 36
—Sí —suspiró Quinn—. La naturaleza lo hizo así, para que estemos juntos,
para siempre. Ningún divorcio como el de los humanos existe. Siempre me
pertenecerás. Serás siempre mío.
Aaron luchó débilmente y Quinn rió, volteándolo y tirando de una almohada
para poner debajo de él para elevar su polla adolorida. —Yo cuido lo que es
mío, y tú Aaron... Eres mío.
Aaron gimoteó en protesta, su cuerpo tan pesado que no podía mover sus
miembros, sus pensamientos tan confundidos que no estaba seguro de querer
entenderlos
—Por favor, Quinn.
Aaron jadeó ante la fuerte nalgada en su culo. —¿Cómo tienes que llamarme,
muchacho? —Aaron cerró los labios con fuerza y sintió los dedos fuertes, casi
dolorosos en su culo palpitante, empujando sus mejillas a un lado y soltando el
gran tapón. Al instante, Aaron se sintió vacío, y sus músculos se crisparon y
palpitaron para ser llenados de nuevo.
—¿Mi nombre, muchacho? —Quinn mojó su cabeza, empujando en el
agujero de Aaron, bañándolo con su lengua y se perdió. Sin sentido, mientras
se retorcía de placer con la lengua caliente que rodeaba su ano, sumergiéndose
en el interior para provocar y torturar tan exquisitamente. Quinn levantó la
cabeza y le mordió el culo con fuerza.
Aaron gritó y su pene palpitó, esforzándose en la almohada.
—¿Mi nombre? —Quinn repitió, y los labios de Aaron se separaron, las
palabras desesperadas por liberarse. Quinn empujó su lengua en Aaron, y siguió
torturándolo.
Aaron podía recordar lo que se suponía que debía decir, él habría rogado
entonces a Quinn que nunca se detuviera. Su polla pulsó, la presión bombeando
a sus bolas, bañando su cuerpo entero en el calor tan feroz que una chispa y se
encendería.
Aaron oyó el chasquido del lubricante al abrirse, y un grueso e insistente
dedo empujó dentro de él, pero una vez dentro le extendió el lubricante sobre
él con sorprendente dulzura. Ya estaba estirado por el tapón y mientras su
cuerpo ardía y palpitaba, los besos y las picaduras continuaban. Capa tras capa
37
de dolor y placer hasta que su cuerpo cantó a la melodía que los besos de Quinn
estaban jugando. Tenso, retorciéndose, no había parte de él que no quisiera
desesperadamente lo que fuera que Quinn le diera.
Quinn estaba a su lado. El calor de sus respiraciones duras bañó el cuello de
Aaron. —¿Quién soy? —preguntó el Alfa una y otra vez—. ¿Quién soy yo? —
Aaron estaba en el dolor, con la desesperada necesidad de dar una sola
respuesta. Aaron estaba tronando hacia el mejor orgasmo de su vida y todos los
pensamientos de protesta y de luchar contra Quinn lo dejaron como si nunca
hubieran estado allí. Ni siquiera había tocado su pene, sólo la presión de la
almohada debajo de él, pero estaba listo para explotar. Su agujero palpitaba y
quemaba cuando Quinn empujaba ahora con un dedo malvado, dentro y fuera,
implacablemente.
Su aliento fue robado tan seguramente como su culo estaba en llamas. Una
sensación de enfriamiento lo barrió mientras Quinn lamía y chupaba y seguía
con su lengua alrededor de su agujero donde había sido estirado por el tapón.
Entonces el mismo calor lo tranquilizó como antes, mientras Quinn empujaba
sus dedos dentro de él.
Nunca se había sentido tan lleno en su vida, tan completo. Estrellas se
incendiaron detrás de sus párpados cuando algo fue tocado, una y otra vez,
hasta que el placer era tan intenso que no podía soportarlo más.
Todo se calmó en Aaron, como si hubiera alcanzado la cima de un acantilado
y estuviera en lo alto.
Otro empujón áspero, otro grito. —¿Quién soy? —Insistió Quinn, y entonces
el dolor y el placer se intensificaron en cada parte de su cuerpo. Él gritó por fin
su respuesta al mundo.
—¡Maestro! —exclamó y el eco siguió a Aaron mientras bajaba al olvido.
Fueron sólo unos segundos más tarde que las pestañas de Aaron revolotearon
contra sus pómulos mientras echaba la cabeza sobre la almohada y luchaba por
despertar. Se las arregló para abrir los ojos y ver a Quinn tumbado en la cama
a su lado, su rostro a sólo unos centímetros de distancia y observándolo de 38
cerca, posesivamente, como si estuviera dispuesto a actuar ante cualquier señal
de que estaba en peligro.
—Oh Dios. —Aaron murmuró. —¿Qué fue lo que acaba de suceder?
Quinn lo miró con interés. —Te estaba tocando cuando de repente te corriste
duro, me llamaste Maestro y te desmayaste.
Los ojos de Aaron se abrieron y su rostro se llenó de vergüenza. Miró a Quinn
con horror. —¡La mierda que dices! Eso no puede estar bien. Tú... ¡me hiciste
algo! Yo nunca habría... la semejante idea es... ¡oh no!
¿Podría una persona morir de vergüenza? Se pasó el brazo por los ojos y
suspiró. Había escuchado la expresión antes, pero nunca la había creído hasta
ahora. Miró de nuevo desafiante a Quinn. —¡Eso es sólo una maldita mentira!
—Estoy seguro de que lo querías, mascota, pero eres muy sensible. Tuviste
un orgasmo solo con mi boca y mis manos. Tu próxima vez será aún mejor,
cuando esté dentro de ti y estemos haciendo el amor. Dime cuando estés listo
para continuar.
—Puedes violarme si quieres, —dijo Aaron, sintiendo la vergüenza brotando
en su pecho—. Lo sé, pero no lo llames hacer el amor. ¡No soy un homosexual!
No me gustan los hombres de esa manera, y nunca, nunca de buena gana tendría
relaciones sexuales contigo. —Aaron todavía estaba tendido en su espalda,
mirando hacia Quinn, que miraba hacia atrás tranquilamente, mostrando poca
emoción.
—Uh... Huh. Tal vez no te gusten los hombres muchacho, pero ciertamente
te gustan los lobos. En cuanto a violarte, no tengo ninguna intención de hacer
tal cosa. Me lo pedirás mucho antes de que te toque otra vez.
Aaron resopló y entornó los ojos. —Mierda. Yo soportaré lo que me hagas,
pero eso es todo lo que será.
Quinn lo miró con serenidad. —¿De verdad? ¿Quieres otra demostración?
—¿De lo que hiciste antes? Adelante. Dices que las enzimas en tu saliva me
hacen sumiso. No pareces el tipo de hombre que estaría satisfecho con una
pequeña marioneta subordinada, pero si eso es lo que quieres, si eso es lo que
se necesita para hacerte sentir feliz, entonces sigue y hazlo.
Quinn sonrió, sacudiendo la cabeza. —No busco tu permiso para hacerlo, 39
como tú dices. Pero vas a complacerme muchacho, y cuando lo hagas, creo que
encontrarás placer tú mismo. Ahora sé un buen chico y dame tu mano.
Cautelosamente, Aaron hizo lo que le dijo. ¿Por qué luchar contra ello?
Quinn había demostrado una y otra vez lo mucho más fuerte que era. Haría lo
que Quinn decía, y guardaría sus emociones para sí mismo. Estos pequeños
estallidos de él sólo hacían que Quinn estuviera loco y lo estimulaba para
demostrar lo bien que podía dominar a Aaron. Esta era la vida de Aaron ahora,
y él podría tener que hacer ciertas cosas para sobrevivir hasta que encontrara
una manera de escapar. Los haría, pero no los disfrutaría. ¡Jamás!
Volvió a sí mismo con un suspiro cuando Quinn guió su mano hacia su
enorme y gruesa polla señalando arrogantemente hacia el techo. Aaron había
visto las pollas de otros hombres antes, pero siempre brevemente mientras
sacaban sus pollas para orinar o mientras se cambiaban de ropa. Nunca había
tenido una tan grande y gruesa cerca de él, ni había tenido en su mano la de
otro hombre jamás. Y tampoco había tenido el deseo de hacerlo.
La polla de Quinn era mucho más grande que la de Aaron, con una cabeza
ancha con forma de hongo y de un rojo oscuro. Trató de apartar su mano,
pero Quinn lo sujetó sin esfuerzo. Sus ojos se fijaron en los de Quinn, y él supo
que Quinn podía ver el momento en que se dio cuenta de lo vulnerable que
estaba acostado en la cama con este lobo grande. Quinn sonrió, pero al parecer,
tomando algo de compasión por él, colocó su propia mano sobre la de Aaron y
acarició su cuerpo congestionado junto con él.
—Explora, mascota. Después de todo, vas a estar muy familiarizado con mi
polla de ahora en adelante, así como voy a conocer cada pulgada de tu cuerpo
íntimamente. —Aaron asintió con la cabeza, su labio inferior atrapado entre
sus dientes mientras movía suavemente la piel del eje de Quinn arriba y abajo.
Una perla de pre-semen brilló en la hendidura de la cabeza de su polla y con
asombro, Aaron pasó un pulgar sobre ella, extendiéndola a través del pozo
caliente de Quinn.
Quinn gimió, cerrando los ojos. —Vamos —dijo insistente y su voz sonaba
áspera y ronca. Alzando la vista cuando la mano de Aaron vaciló de nuevo,
Quinn respiró hondo y volvió a intentarlo. —Continúa bebé. Hazme lo que
haces cuando te tocas. 40
"¿Bebé?" No era el bebé de nadie, pero supuso que era mejor que algunas de
las cosas que había oído llamar los lobos a los prisioneros humanos. La palabra,
junto con la reacción de Quinn a la mano de Aaron en él podría significar que
tenía un poquito de poder en esta situación después de todo. Le gustaría tener
algo de poder sobre este bastardo. Aaron acarició más fuerte, más rápido,
tratando de acabar con él para poder detenerse y quitar su mano. Miró a Quinn
a los ojos, tratando de medir cómo le estaba afectando, pero de alguna manera
se disparó un fuego cuando el lobo se volvió a mirarlo directo a sus ojos desde
tan sólo unos centímetros de distancia, y Aaron se sintió débil por todas partes.
Aquellos ojos eran hipnóticos, peligrosos.
Mientras tanto, su propio eje se hacía cada vez más rígido. ¿Por qué estaba
sucediendo esto?
Nunca se había sentido atraído por ningún otro hombre antes, pero había
algo sobre Quinn al que su cuerpo respondía. La polla de Quinn era tan grande
y dura como el terciopelo sobre el acero. Aaron trató de variar la duración de
sus golpes y la tensión de su mano, y sintió un latido de respuesta en sus propias
pelotas.
Mirar fijamente los ojos de este lobo mientras acariciaba la polla de Quinn
era casi demasiado íntimo para soportar. Cerró los ojos y sintió una suave y
penetrante lamida contra sus labios. Sus ojos se abrieron y se sorprendió al ver
lo cercanos que estaban aquellos ojos tempestuosos, mirando directamente a
los suyos.
Podía sentir el cálido aliento de Quinn en sus labios. Casi sin pensar, Aaron
se inclinó para besar los labios llenos. Él sabía, al igual que lo hizo esos labios,
que esa lengua era letal para pero no pudo evitarlo.
No quería ayudarse a sí mismo. Quería volver a sentir esos labios sobre los
suyos. Lo necesitaba como si necesitara su siguiente aliento.
Cuando Aaron lo besó, la boca de Quinn se abrió y su lengua se deslizó en la
boca de Aaron posesivamente. Inmediatamente, Aaron se sintió inundado de
una poderosa sensación. Se sentía sumiso, pero no de mala manera. Se sentía
protegido, cuidado. Quería que este hombre magnífico, este lobo lo llevara para
consumirlo. De pronto no pudo acercarse lo suficiente y gimoteó por más.
Quinn respondió moviéndose encima de él. Sintió la enorme polla de Quinn
presionando contra él cuando el lobo lo cubrió con su cuerpo.
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He tocado esa polla, la he sostenido en mi mano. Va a poner eso dentro de
mí. Dijeron las palabras en su cabeza y se sorprendió de que no tenía miedo.
El beso... el beso lo hacía relajarse y sentir... sacudió la cabeza, tratando de
concentrarse en algo más que esos sentimientos que estaban a punto de tomarlo
por completo, pero no pudo.
Respirando duro, temblando por los sentimientos de sumisión Aaron miró al
hombre que decía que ahora era su dueño. Vio el calor y el triunfo en esos ojos
grises y se estremeció. ¿Cómo podía perderse tan completamente? Podía sentir
su rostro resplandeciente de vergüenza, pero Quinn alzó le barbilla con un dedo
y lo miró a los ojos.
—A veces nuestros cuerpos saben mejor que nuestras mentes. Tú me quieres
Aaron, y quieres esto o tu reacción no sería tan fuerte. Pídeme que te joda,
nene. Pídeme que te haga mio por completo.
Aaron sacudió la cabeza de un lado a otro frenéticamente, pero luego fue
incapaz de detenerse para entrar en otro de esos besos. Él los anhelaba, tenía
que tener más de ellos.
—Tu polla está dura, mascota. —Quinn dijo suavemente, frotándose contra
ella. La sensación del enorme y duro eje de Quinn contra el suyo era tan
delicioso. —Tu cuerpo me dice que quieres esto. ¿Debo ocuparme de esto
mientras tu mente lo analiza?
Aaron lanzó un grito suave mientras la mano de Quinn se envolvía alrededor
de su polla demasiado sensible. Sus dedos se deslizaron hacia abajo y
continuaron bajando más allá de sus bolas y en su ano. Los dedos se deslizaron
dentro de él y frotaron el punto dulce que no sabía que existía antes de una
hora atrás. La intensidad era casi demasiado y volvió a gritar, presionó su boca
contra la de Quinn, abriéndose hacia él.
Dios, ¿podría ser cierto? ¿Podría él querer que le hiciera el amor? Se contuvo
tan fuerte contra Quinn, con su polla dura haciendo rayas húmedas en su
vientre, la presión en los aros en sus pezones era casi agradable. Levantó la
mano y tocó la parte de atrás de la cabeza de Quinn, sorprendido por la suavidad
del pelo negro y grueso que sentía bajo sus dedos.
—Pregúntame, cariño. Pídeme que te ame.
—Yo... yo... ¿Podrías... podrías ayudarme?
42
—¿Te ayude a hacer qué, amor? —La voz de Quinn era baja y burlona en
su oído, haciéndole temblar por todas partes.
—P-podrías... —Aaron suspiró profundamente y levantó la vista para ver si
Quinn se estaba riendo de él.
Si hubiera sido así, podría haber muerto realmente, pero Quinn lo miraba
con total ternura. —¿Podrías hacerme el amor? Yo... quiero que lo hagas.
—Será un placer, cariño —dijo Quinn en voz baja, las manos firmes lo
movieron a acostarse sobre su estómago.
Él jadeó cuando sintió las cubiertas frotándose contra su erección y se retorció
más fuerte, ansioso por la fricción contra su piel. Una mano firme cayó sobre
la mejilla de su culo. La picadura en su culo sólo aumentó la confusión de dolor
y placer, hasta que no sabía cuál era más.
—No, eso es mío. Me haré cargo de ello. Ahora relájate y déjame hacerte el
amor. —La mano en su trasero comenzó a amasar y a masajear los tensos
músculos de su espalda. Olió una especie de aceite dulce, un olor floral
almizclado, y sintió las gotas en su espalda y sus nalgas, masajeadas en su piel.
Los dedos se movieron dentro de él otra vez, casi familiarizados por ahora y
moviéndose aún más profundamente que antes. Encontraron ese dulce lugar
dentro de él y lo frotó hasta que Aaron sintió que no podía recuperar el aliento.
Arqueó la espalda y emitió un sonido que no creía haber hecho antes. Gimiendo,
movió sus caderas y luego gritó mientras otro dedo encontraba su camino
dentro de él.
—Demasiado —susurró, pero Quinn lo ignoró y siguió acariciándolo y
masajándolo hasta que finalmente se sintió relajado de nuevo.
—Manos y rodillas —dijo Quinn, y lo ayudó poniendo una mano debajo de
él y levantándolo, empujando almohadas debajo. Se sentía avergonzado de su
posición, con el culo expuesto y en el aire y con las piernas abiertas. Pero antes
de que pudiera moverse, sintió una insistencia en su entrada, mientras la cabeza
grande y abocinada de la polla de Quinn empujaba incesantemente hacia él.
La presión era demasiada, parecía que estaba siendo destrozado.
—¡Duele! —Gritó. —Eres demasiado grande. No puedo...
—Sí, cariño, si puedes. Relájate. Déjame entrar—Quinn continuó
empujando suavemente hasta que los músculos de Aaron finalmente se 43
relajaron, siguió adelante, adentrandose profundamente. Un pequeño sollozo
escapó de la garganta de Aaron, pero Quinn se inclinó sobre él y encontró su
boca de nuevo, bañándola con besos y Aaron finalmente comenzó a hundirse
una vez más en las poderosas sensaciones. Más besos fueron presionados a lo
largo de su cuello, así como lamidas de esa lengua mágica, mientras que las
manos de Quinn acariciaron sus costados y se movieron debajo para encontrar
su erección. Él envolvió su mano alrededor de ella.
—Oh —dijo Aaron, mientras el placer resurgía en su interior. Trató de
moverse dentro de la empuñadura, lo que hizo que la enorme polla se moviera
también y sollozó de nuevo. Quinn siguió besando y acariciándolo y
susurrándole lo hermoso que era hasta que finalmente comenzó a sentirse
mejor. Gimió cuando Quinn estableció un lento patrón de movimiento dentro
de él, empujándolo y luego retirándose una y otra vez hasta que nada más
existiera en el universo, nada más que este placer/dolor. Él quería que terminara
y quería que nunca terminara. Dios, le encantaba, y en ese momento sintió que
realmente podría estar perdido. Este lobo podía fácilmente convertirse en todo
para él, podía perderse y ser una especie de juguete, un esclavo de este tipo de
placer.
Pero era un esclavo. Quinn le había dicho que lo era, y no había nada que
pudiera hacer al respecto. A pesar de que el pensamiento reverberaba en su
mente, sintió que los dientes afilados cortaban suavemente la suave piel de su
cuello. Fue una conmoción tan grande que gritó, arqueando la espalda y
tratando de escapar, incluso cuando el dolor registrado estaba siendo sustituido
por una sacudida indescriptible de placer. Una hoguera ardía a través de él,
quedándose en su espina dorsal con agonía. Pensó que literalmente podía sentir
el veneno caliente de los colmillos corriendo por sus venas.
Quiso sujetarse el cuello, pero lo sujetó con demasiada firmeza para no hacer
nada más que temblar. El dolor le llegó a la ingle, y la quemazón se centró allí,
poniéndole fuego. La mano de su polla se movió más rápido y sintió que una
oleada de climax lo invadía.
—¡Quinn! ¡Maestro! —Gritó, y sintió la propia explosión caliente y húmeda
de Quinn en su interior. Quinn se tensó contra él, llenándolo completamente.
Justo cuando pensó que no podía soportarlo un segundo más, la lengua de
Quinn comenzó a limpiarle la mordida en la parte posterior de su cuello. El
placer revolvió de inmediato sus venas como lava fundida de nuevo, y se hundió
en ella, consumido por el fuego y deseando que nunca acabara. 44
Capítulo cuatro
Quinn hizo el amor con su chico tres veces más durante la noche, sorprendido
por el hecho de que las lamidas del vínculo de apareamiento iban en ambos
sentidos. Mientras acallaban a Aaron y lo hacían más complaciente, inflamaron
a Quinn al mismo tiempo, haciéndole sentirse más excitado y posesivo con
respecto a Aaron Tabor que antes. El vínculo ya era fuerte, demasiado fuerte
para su tranquilidad. No había esperado esto. Nunca había pensado que se
sentiría tan posesivo después de sólo una noche con el ser humano. Contempló
a la belleza de su cama. Por lo que respecta a Quinn, tenía razón, era donde
Aaron pertenecía durante la mayor parte de su día.
Aaron ya no era estrictamente humano. Ahora que se había apareado con
un lobo, un lobo alfa, se convertiría en una especie de criatura híbrida medio
humano y semi-omega lobo. Habría pocas señales hacia fuera. Él nunca sería
capaz de cambiar, por supuesto y como todos los omegas serían débil y sumiso,
pero sería más fuerte físicamente, viviría más tiempo e incluso llegaría a ser
más hermoso. Sería un cambio gradual, con el tiempo. Ser parte lobo ayudaría
a Aaron con su disciplina también o al menos en teoría. Quinn tenía la
sensación de que Aaron siempre lucharía con su obediencia. Había una fuerte 45
racha de terquedad en su pareja. Algunos podrían decir obstinación.
De alguna manera tenía que encontrar una forma de moderar sus crecientes
sentimientos por este pequeño compañero suyo y recordar lo que realmente
era. Aaron era un rebelde, responsable de la muerte de muchos lobos, incluido
su chófer y tenía que pagar por esos crímenes. Tenía que ser tratado como un
esclavo, no como un compañero y el consejo tenía que ver que esto era así. Los
miembros del consejo jamás desafiarían a Quinn su control sobre los Nueve
Territorios era demasiado fuerte, pero podrían cuestionar la relación en privado,
y eso no sería suficiente. No debía haber chismes negativos sobre Aaron o sobre
su relación. Tenía que dejar claro al consejo que Aaron estaba siendo castigado
y hecho para servir de ejemplo a los otros rebeldes. En privado, por supuesto
podía relajar un poco la disciplina. No tenía ningún deseo de ser duro con su
bebé. El único problema estaba en el mismo Aaron. No quería romper su
espíritu, pero tenía que aprender su lugar en la jerarquía de la manada y en la
vida de Quinn a partir de ahora.
Lo miró unos minutos más, intentando decidir si despertarlo o no.
Finalmente, las pesadas y oscuras pestañas se abrieron dejando salir una grieta
de azul. Aaron gimió, poniéndose una mano en la cabeza.
—¿Que pasó? ¿Estamos... estamos casados?
—Maestro. —Corrigió Quinn, sentándose en la cama a su lado. —Llámame
Maestro, y sí muchacho, estamos bien y verdaderamente apareados.
—Oh, Dios, estoy tan dolorido —dijo Aaron suavemente, su rostro
lentamente empapado de rosa. —Yo... no puedo creer lo que te dejé hacerme
anoche. —Sus palabras enojaron a Quinn, pero cuando lo miró con esos grandes
ojos azules, llenos de lágrimas Quinn sintió que su corazón se derretía.
—¿Estás avergonzado de estar con otro varón? No hiciste nada malo. Esos
son sólo sentimientos humanos tontos que no tienen sentido. No debería haber
vergüenza al hacer lo que hicimos juntos. Debes de alabar a tu Dios y agradecer
por como te hizo. ¿Qué vergüenza hay en eso?
—No tenía que haberme gustado tanto. —Quinn inclinó la cabeza.
—¿Quién lo dice?
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—Bueno, mucha gente.
—Entonces están equivocados —dijo Quinn, su voz sonó con confianza.
Aaron se encogió de hombros, pero algunas de las lágrimas disminuyeron y
su piel no era tan rosada como antes. Quinn pasó una mano posesiva por la
cadera y suspiró. —Me gustaría mantenerte en la cama todo el día, pero
tenemos cosas que hacer. Tienes que hacerte el tatuaje y luego me acompañarás
a la reunión del consejo. Es importante, tu primera introducción como mi
concubina. Después de mi... anuncio anoche, estarán ansiosos por saber de mí
exactamente lo que está pasando. Y querrán verte.
Aaron se sentó, su labio inferior empujando un poco, al igual que un puchero.
Quinn se preguntó si él era incluso consciente de esa pequeña expresión. Llamó
a algo tan profundo en su interior y no pudo resistirse a inclinarse para
morderle el labio.
—¡Ay! —Aaron gritó, poniendo una mano en su labio. —¿Por qué fue eso?
Quinn sólo sonrió y se levantó de la cama. Caminó hacia el baño, hablando
por encima de su hombro.
—Una de las mujeres estará aquí pronto para traer nuestro desayuno.
Cuando regrese, espero que estés de rodillas junto a mi silla y esperándome.
—Pero necesito... Maldita sea, necesito usar el baño.
Quinn se detuvo en la puerta y miró hacia la cama, donde la erección matinal
de Aaron estaba tendienda sobre las cubiertas. —Ya lo veo. Ve al baño
rápidamente.
Aaron lentamente balanceó sus piernas y luego vaciló, todavía obviamente
tímido por caminar desnudo, a pesar de lo que habían hecho juntos la mayor
parte de la noche.
—Tienes cinco segundos para mover ese lindo culo, muchacho. No me hagas
esperar.
Aaron saltó de la cama y corrió hacia él, tratando de cubrirse con las manos.
Corrió apresuradamente junto a Quinn y trató de cerrar la puerta, pero Quinn
la abrió y caminó junto a él hasta el baño. Aaron lo miró y frunció el ceño.
—¿Puedo tener privacidad, señor?
—No —respondió Quinn y se acercó, lo volvió hacia la cómoda y tomó el 47
pene de Aaron en su mano.
Aaron volvió a hacer ese pequeño sonido de aliento y trató de soltarle la
mano, pero Quinn simplemente golpeó el culo de Aaron de nuevo y se aferró.
—Para. Te tocaré dónde y cuándo quiera, y necesitas acostumbrarte. Ahora
orina. No tengo todo el día para esto.
—¡No puedo hacer pis cuando me estás sujetando!
—Última oportunidad.
Con un arrebato, Aaron dejó de retorcerse y Quinn pudo ver que estaba
haciendo un verdadero esfuerzo, pero su pene no estaba cooperando. Se
mantuvo duro y rígido cuanto más lo tocaba Quinn, señalando hacia afuera.
Finalmente, se relajó lo suficiente como para terminar, aunque seguía en tensión
y Quinn besó el lado de su cara y le dio una palmadita en el culo.
—Buen chico. Ahora ve y espérame.
Aaron salió del baño, lanzando miradas oscuras por encima del hombro.
Quinn suspiró. Esto iba a ser más de una lucha de lo que pensaba.
Tal insolencia necesitaba ser tratada, pero él era reacio a seguir castigando a
Aaron. Tenía que encontrar un equilibrio y pronto, antes de que otros lo
notaran, o de lo contrario sus sentimientos hacia Aaron podrían verse como
un signo de debilidad. Quinn se duchó y se afeitó, luego volvió al dormitorio y
encontró a Aaron arrodillado junto a su silla. Su postura era terrible y su mala
actitud brillaba. Incluso alzó la vista y frunció el ceño a Quinn, como si lo
reprendiera por haberlo hecho esperar demasiado tiempo, pero al menos estaba
allí. El resto lo podrían trabajar. Algunos de los humanos de la casa habían
venido a traer el desayuno que habían puesto sobre la mesa. Cada plato tenía
una tapa para mantenerlo caliente y cuando Quinn las quitó, los deliciosos olores
flotaron hacia él y se dio cuenta de lo hambriento que estaba.
Cortó un trozo grande de carne para Aaron y se lo ofreció.
—¿Filete para el desayuno?
—Por supuesto. ¿Hay algún problema?
Aaron se encogió de hombros y abrió la boca, tomando el mordisco y
masticándolo pensativamente. Quinn cavó en su comida, cuidando de alimentar
a su compañero por sí mismo, alimentándolo con cada bocado a mano. Las
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cosas salieron bien hasta que Quinn tomó un gran sorbo de café y luego ofreció
a Aaron un vaso de leche.
—¿Puedo tomarme un poco de café, señor?
—Claro que no. La cafeína es mala para ti. Bebe la leche.
—¿Malo para mí? Pero bebiste un poco de café.
—No es tu lugar para comentar lo que como o bebo. Pero es mi lugar para
alimentarte adecuadamente. Ahora bebe la maldita leche. —Levantó la copa a
los labios de Aaron y este bebió un sorbo, pero luego hizo una mueca
—Odio la leche.
—Es buena para ti. Aprenderás a que te guste.
—Apuesto a que no. —Aaron murmuró malhumorado, sólo lo suficiente alto
para que Quinn oyera. Quinn suspiró, tratando de esconder su diversión.
—¿Estás pidiendo una paliza esta mañana, muchacho? Porque realmente no
tengo tiempo para esto.
—No señor.
—¿Y cuándo te dije que podrías llamarme señor? Dije que me llamaras
Maestro, así que hazlo.
Aaron cruzó los brazos sobre su pecho y sacó los labios. Parecía adorable,
pero Quinn quería ser firme y no ceder porque fuera tan lindo. Tenía que lidiar
con este problema y ahora mismo si debía mantener la disciplina apropiada.
Agarró la muñeca de Aaron y lo empujó hacia adelante, boca abajo sobre su
regazo.
El cuerpo entero de Aaron estaba enrojecido. Quinn podía ver que se sentía
humillado, incómodo y avergonzado, podía estar seguro, pero también vio la
emoción. Su pene esaba duro y de repente goteaba entre los muslos de Quinn.
—Ahora muchacho, tu culo está en el aire, y tu pene está goteando en el
suelo. Estás a punto de obtener tu culo azotado como un niño malo. ¿Te
arrepientes de esa pequeña demostración de mal genio?
Aaron mantuvo la cabeza decididamente hacia abajo, pero se levantó y se
puso rígido cuando sintió la mano de Quinn golpear su culo y deslizarse en la
grieta entre sus mejillas. Quinn se preguntó si alguien lo había sostenido en su
regazo como ahora. Aaraon se resistió con fuerza para levantarse, gritando y
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maldiciendo, pero Quinn lo sujetó sin esfuerzo. Encontrando su agujero, Quinn
lo rodeó con sus dedos, provocando primero un silbido y luego un gemido
gutural de Aaron. Surgió de algún lugar profundo dentro de él y Quinn pensó
que Aaron no podría haberlo detenido si lo hubiera intentado. Se movió
salvajemente en el aire entre las piernas de Quinn.
—Tienes un hermoso trasero, Aaron. Redondo y firme. Pero me temo que
no podrás sentarte cómodamente cuando termine contigo. No descansarás
contra tus talones cuando estás de rodillas. A menos que me digas cuánto lo
sientes ahora y me convenzas.
Una pequeña bofetada cayó sobre su culo y Aaron se estremeció todo fuera
de proporción. Seguramente no había dolido en absoluto. Se retorció para
ponerse más cómodo.
—¡Está bien, lo siento! ¿Estás satisfecho? Lo siento, ¿de acuerdo?
—No, no está bien, como dices. No creo una palabra de eso. Y no creo que
estés tan infeliz aquí en mi regazo como estás fingiendo parecer. Tu pene esta
lo suficientemente duro como para clavar clavos, y gotea entre mis muslos. ¿Por
qué crees que es eso?
Aaron pateó detrás de él con fuerza e hizo un valeroso intento de castrar a
Quinn, quien simplemente tomó sus manos entre las suyas y las forzó a su
espalda.
—¿Algo que quieras decir, mascota?
—¡Te mataré por esto! ¡Déjame ir, idiota!
—Sigue con esa mala actitud. No creo que me guste. Creo que necesitas
probar de nuevo y mostrarme un poco de respeto. —Aaron apretó los labios
con terquedad y Quinn se encogió de hombros—. Hazlo a tu manera. —Una
bofetada aterrizó en su trasero y otra. Aaron gritó con dolor e indignación.
—Todavía hay tiempo para disculparse. Pregúntame dulcemente como un
buen chico y te dejaré ir.
Aaron respiró hondo y luego otro vez. Resopló un ronco sonido y Quinn rio.
—¿Todavía demasiado terco? Eres un niño tan malo.
Tres golpes más duros aterrizaron en el culo de Aaron. Quinn estaba
empezando a disfrutar de esto y al parecer también lo estaba Aaron. Su polla
seguía rozando el muslo de Quinn.
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—¡Maldita sea, Quinn! ¡Eso duele!
—Entonces, ¿estás listo para decir que lo sientes ahora? ¿Lo dirás? Dime
que serás un buen chico y harás lo que te diga.
—Que te jodan.
Quinn le dio la vuelta de repente para que se sentara con su culo dolorido
en su regazo. —No tengo ningún deseo de hacerte daño, así que no voy a
continuar, pero esta terquedad sólo te traerá más azotes. Ahora soy tu Maestro
y no permitiré estas faltas de respeto. ¿Lo entiendes?
Aaron apretó los labios, negándose a reconocerlo. Quinn puso una mano en
la barbilla del chico y levantó la cara. —No puedes ganar esta pelea. Ahora
discúlpate, y podemos pasar de esto.
El hombre esperó mientras Aaron tomaba varias respiraciones largas,
tratando de calmarse. Finalmente, olfateó largo y fuerte y murmuró algo entre
dientes. Sí, él estaba prácticamente pidiendo más de esta paliza, pero no sería
una buena idea dejar que Aaron lo manipulara. En su lugar Quinn pasó una
palma sobre su cara y le agarró la mandíbula.
—¿Debería llamar a una de las mujeres para que venga y te alimente?
—¡No! —Aaron parecía alarmado y se ruborizó. Saltando sobre sus pies, se
sonrojó nuevamente y miró al suelo—. Me detendré. Maestro.
—Veré que lo hagas. —Tomó otro sorbo de café y se puso de pie. —Ve al
baño y enviaré a uno de tus sirvientes para que te dé tu enema y te bañe.
Pueden llevarte por tu tatuaje.
—¿Es realmente necesario? —Aaron lo miró suplicante, incluso extendiendo
una mano para detenerlo—. Odio esos enemas, pero puedo hacerlo yo mismo
si insistes. También puedo bañarme, y... y sobre este tatuaje... Realmente odio
las agujas. Yo... podría desmayarme. Por favor, señor. Quiero decir, Maestro.
—No te desmayarás, porque no lo permitiré.
—¿No lo permitirás? Mira, hablo en serio. Tengo esto sobre agujas y sangre.
Lo he tenido desde que era un niño. Por favor, Maestro. —Se volvio con los
ojos dulces hacia él y Quinn casi se rindió. Tenía que apretar los puños y
morderse la lengua para no estar de acuerdo con él. Si esto continuaba, estaba
en peligro de malcriar a este humano, y simplemente no podía hacer eso. Las
apuestas eran demasiado altas si percibían que era demasiado fácil para su 51
esclavo, entonces podrían presionar para que pusiera a Aaron a un lado. Y esa
idea era insoportable.
—Tendrás el tatuaje. El baño y el enema. Ahora, comportarte. Te
encontraré aquí dentro de tres o cuatro horas para prepararte para la reunión
del consejo. —Se acercó a su armario y se vistió rápidamente, un traje más
formal de tres piezas hoy ya que se reunía con el consejo luego. Cuando estaba
terminando, la puerta se abrió y Bobbi y otra de las hembras de la casa, cuyo
nombre se le escapaba, estaban en la puerta, con la cabeza inclinada
respetuosamente—. Oh Dios. Llegaron a tiempo. Asegúrate de que esté bañado
y arreglado adecuadamente por favor. Hoy es un día muy importante para él.
Límpialo, afeítalo y recortarle las uñas y el pelo. No demasiado corto su cabello.
Me gustan sus rizos, pero parece un poco desgreñado. Entonces puedes llevarlo
abajo para conseguir su tatuaje. Volveré a la hora del almuerzo, pero dale de
comer si llego tarde. Asegúrate de darle un vaso grande de leche. —Se volvió
para sonreír a Aaron y lo cogió frunciendo el ceño furiosamente. —¿Ahora que?
—No soy un perro mascota para ser manejado de esta manera, maldita sea.
Los humanos de la casa se quedaron boquiabiertos ante la flagrante falta de
respeto, pero Quinn se estaba acostumbrando a ella por desgracia. Todavía
mirándolo, Quinn dirigió sus comentarios directamente a Bobbi.
—Dile al tatuador que lo vuelva a perforar. Otro piercing guiche a causa de
su insolente boca. —Se acercó a Aaron y se inclinó para susurrarle al oído—.
Puedo seguir haciendo esto, muchacho. Un piercing o un tatuaje por cada vez
que seas desobediente. ¿Puedes hacer eso?
—No, Maestro —dijo en voz baja. Aaron se negó a mirarlo, pero se mordió
el labio. Estaba temblando.
Asomándose sobre él por un momento para enfatizar su dominio, Quinn lo
agarro bajo la barbilla mirándole severamente y se fue a sus reuniones. Se
preguntó si debería haber hecho esa amenaza. Si no tenía cuidado, el hermoso
cuerpo de Aaron estaría cubierto de tinta y plata.
La mañana de Quinn fue sin incidentes y la mayoría de las veces se ocupó
del papeleo. Los rebeldes en el Tercer Territorio estaban causando problemas
como de costumbre con sus incursiones constantes en las instalaciones
gubernamentales. El líder de ese grupo era un joven fanático que había
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demostrado ser esquivo hasta ahora. Quinn hizo algunas recomendaciones al
alfa del Tercer Territorio e hizo una nota mental para considerar la conveniencia
de enviar a un grupo de trabajo para encontrar los campamentos rebeldes y
eliminar la amenaza de una vez por todas. Lo único que lo paraba era el
conocimiento de que las mujeres y los niños humanos estaban viviendo entre
los rebeldes. No tenía ningún deseo de herir a los inocentes, pero no tendría
más remedio que ser más agresivo si este líder rebelde continuaba
presionándolo. El humano estaba ganando rápidamente una reputación como
una especie de héroe. Si Quinn pudiera capturarlo vivo, haría un ejemplo de él,
tal como lo estaba haciendo con Aaron. El Alfa del Tercer Territorio era muy
fuerte.
Quizás haría del rebelde un buen sumiso.
Eso le recordó a Aaron y el pensamiento de él hizo a Quinn darse prisa para
llegar a su habitación privada. Estaba ansioso por ver su tatuaje y su nueva
perforación. Demonios, ¿por qué no admitirlo? Estaba ansioso por ver a Aaron.
Ya se estaba poniendo difícil dejarlo atrás.
Una vez que Aaron fuera domesticado, podría llevarlo con él la mayoría de
las mañanas, algo que esperaba con impaciencia. Echando un vistazo a su reloj,
vio que le quedaba poco tiempo para preparar a Aaron para la reunión del
consejo. Abrió la puerta y entró.
Aaron estaba dormido, acostado de lado en la cama, con las sábanas sobre
sus caderas. Quinn se acercó a la cama y se paró sobre él apartando estas. Su
tatuaje era precioso, pequeño, pero de buen gusto, tal como lo deseaba. Era
una rosa, en colores negro y púrpura, con las palabras Propiedad del Alfa escrita
en una letra preciosa debajo de ella. Parecía nuevo y brillaba con los aceites
que los artistas utilizaban después en la carne dolorida. Quinn puso una mano
en su cadera y lo rodó suavemente para contemplar su polla blanda, ahora
decorada con dos piercings de guiche, de plata con piedras moradas en los
extremos de los montantes. Encantador.
Aaron se movió cuando él lo movió a un lado y ahora Quinn miró hacia abajo
para ver a su bebé mirándolo fijamente, el resentimiento escrito en su rostro.
Decidido a ignorarlo por ahora sonrió a Aaron. —¿Tomando una siesta? Bien,
tendrás que lucir lo mejor posible para el consejo. Ahora ponte de pie y déjame
prepararte. Tenemos que irnos pronto. 53
—¿Qué quiere decir con “prepararme”... um, maestro? ¿Que tengo que
hacer?
—No tienes que hacer nada más que obedecerme. Hacer exactamente lo que
te digo que hagas y no me des tu habitual mal comportamiento. Tendría que
castigarte delante de todos ellos y tendría que ser severo. ¿Puedes al menos
pretender ser sumiso conmigo? Es importante. ¿Lo entiendes?
Aaron asintió soñoliento, y se levantó estremeciéndose un poco cuando se
puso de pie. Quinn lo notó de inmediato. —¿Aún sigues dolorido? Por
desgracia, tengo que conectarte3 de nuevo para la reunión del consejo. No, no
discutas conmigo. Necesito darles un pequeño espectáculo, por lo que es
importante que cooperes. Ahora inclínate sobre la cama y déjame ver.
Con sólo unos pocos suspiros, Aaron hizo lo que le dijo y Quinn usó una
cantidad generosa de lubricante para prepararlo. Sacó un tapón de su bolsillo y
lo insertó cuidadosamente. Este era un tapón especial que él había hecho esa
mañana con su joyero personal.
3
Es una expresión un poco rara pero se refiere a que tiene que ponerle de nuevo el plug(tapón anal), es la manera en que lo escribe la
escritora.
No demasiado grande como para ser incómodo y atado al final de él tenía
nueve cadenas de plata de longitudes diversas, cada una con las joyas negras o
púrpuras atadas a lo largo de su longitud. Colgaban como una cola de joyas
del bonito culo de Aaron, llegando justo por encima de la parte de atrás de sus
rodillas. Otros conjuntos de cadenas de piedras preciosas se envolverían entre
sus piernas y alrededor de su cintura para sostener todo de forma segura.
Cuando tuvo el tapón unido, tiró de Aaron a sus pies.
Aaron miró detrás de él y vio la cola colgando de su trasero. —¡Oh, no,
carajo! ¡No llevaré esta mierda! —Puso su mano atrás para rasgarla, pero Quinn
tomó su mano y la mantuvo inmóvil.
—Un culo rojo iría perfectamente con tu conjunto, muchacho. —Quinn lo
miró a los ojos durante un largo rato, observándolo pensar. Quería ser
desafiante, pero algo lo retenía. Quinn pensó que eran los efectos de la
mordedura de apareamiento que seguía trabajando lentamente en él. Casi podía
ver el momento en que sus ojos cambiaron sutilmente. Para ayudarlo, Quinn
levantó su muñeca a su boca y le dio una larga, y lenta lamida.
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—Tengo que hacer un show para el consejo. Eso es todo esto, están
acostumbrados a tales exhibiciones en otros esclavos, así que no es nada que no
hayan visto antes. Eres hermoso y no tienes nada de qué avergonzarte.
Aaron apretó sus labios tan bien como su trasero. No quería ser azotado, ni
tampoco era estúpido
—Es decoración. —Pero Quinn lo estaba volviendo loco con esa lengua.
Finalmente, cerró los ojos y cedió.
—De acuerdo... Maestro.
Quinn sonrió y colocó su mano detrás de su oreja. —¿Qué dijiste? No te he
oído bien.
Eso es porque la vejez va de la mano con la sordera. —No, Maestro —dijo
Aaron más brevemente, aunque sabía que Quinn sólo estaba jugando con él.
—Ahora. —Quinn señaló con la mano a la esquina de la habitación—. Quiero
verte caminar. —Aaron se quedó boquiabierto.
—¿C-caminar?
—Si muchacho. Caminar. Creo que debería pedirle a Bobbi que te lave las
orejas también. —Quinn suspiró impaciente—. No quiero que te mezcles en la
reunión del consejo. Debes ser respetuoso, no mirar a nadie a los ojos en
absoluto. Eso es importante. —Quinn hizo una pausa—. Pero no quiero que
camines por allí como si tuvieras noventa años. —Aaron lo miró, fascinado
cuando Quinn se mordió el labio un poco—. Debes ser elegante. Quiero estar
orgullosa de ti.
Aaron le miró extrañamente, estaba nervioso. Quinn necesitaba la aprobación
de los miembros del consejo para mantenerlo fuera de la prisión y aquí con él,
y la cooperación de Aaron recorrería un largo camino. Aaron asintió y archivó
la información. Podía ser útil más adelante. Aaron respiró hondo, cuadró los
hombros pero mantuvo la cabeza un poco hundida, ignoró el ardor en su culo
y caminó cuidadosamente hasta el final de la habitación. En el último segundo
cuando iba a levantar la cabeza triunfalmente y desafiar a Quinn, se detuvo en
la pared tomó su cola en su mano y le dio un pequeño giro antes de dar la 55
vuelta.
—Excelente —dijo Quinn, riéndose de admiración—. Vas a volverlos locos
de deseo por ti. Pero tú eres todo mío.
Así que dos podrían jugar en este juego. Ellos querían un espectáculo, él les
daría uno.
—Vuelve conmigo. —Aaron se acercó a él, exageradamente balanceando sus
caderas y se detuvo de nuevo delante de Quinn. Apretó las manos detrás de su
espalda, tratando de ignorar la pequeña chispa de sus pezones perforados
cuando sus músculos del pecho se tensaron.
—Bien bien. Creo que... —Quinn se dio la vuelta y levantó una caja de
terciopelo de la mesa—. No creía que estuvieras listo para esto, pero... —Hizo
una pausa, los ojos grises vagaban por Aaron y este se quedó perfectamente
quieto. Esto era un juego de niños, y él podría hacer frente a cualquier cosa
que Quinn trajo. Tal vez tendría que comer la comida de la mano de Quinn,
pero pronto Aaron tendría a Quinn comiendo de la suya.
—¿Maestro? —Replicó Aaron con suavidad.
—Levanta la cabeza. —Aaron cumplió inmediatamente, y miró fijamente
como Quinn sujetó una gargantilla alrededor de su cuello. Era del mismo color
de plata que todos sus piercings, incrustados con las joyas negras y púrpuras.
Bueno, podría hacer frente a eso.
—Gracias, Maestro. —La ceja de Quinn se levantó y Aaron pudo haber
maldecido. Demasiado.
—Bueno, como estás tan agradecido, entonces no te importará la adición—
dijo Quinn secamente, y le ofreció lo que había en la caja de terciopelo. Una
cadena de plata larga con una correa curvada en un extremo y un clip en el
otro. Fue a unir la cadena en la gargantilla de Aaron, y Aaron dio un paso
involuntario hacia atrás horrorizado. Era una ventaja. Un collar y un plomo.
Joder, no.
Quinn sonrió y lo jaló con fuerza hacia atrás para pararse frente a él.
—Perfecto—Se distanció ignorando las miradas furiosas que estaba
recibiendo. —Caminarás un paso detrás de mí en todo momento. Cuando
lleguemos a la cámara del consejo, te arrodillarás a mis pies. No hables con
nadie y mantén los ojos bajos y la barbilla levantada.
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—¿Qué pasa si uno de ellos me habla?—Aaron interrumpió un poco
nervioso, todavía dolido por la incómoda sensación de que lo conducían como
a un perro.
—No se atreverían. —Quinn se volvió. —¿Bobbi? —Los humanos de la casa
aparecieron inmediatamente, y Aaron se enfureció. Claramente habían oído toda
la embarazosa conversación. Quinn lo sabría, pero no le importaría. Era como
si los humanos de la casa fueran invisibles para él y para todos los otros lobos.
Quinn le dio instrucciones para que le dieran un baño para después de la
reunión, y le trajeran una bandeja con fruta y su café habitual. —La reunión
no durará más de una hora. Cuando hayas hecho todo eso, podrás irte por esta
noche. —Quinn no esperó ningún reconocimiento y dio un paso adelante
abruptamente. Aaron, que no estaba preparado, tropezó con el tirón de su
cuello. —Concéntrate. —Silbó Quinn. —O te amarraré el plomo a tus anillos
de pezón.
Aaron se concentró. Él hizo una mueca de dolor mental ante la amenaza de
sus pezones doloridos, pero mantuvo su rostro sereno y siguió a Quinn. La
cámara del consejo parecía estar pegada al alojamiento, gracias a Dios, porque
no quería salir así.
Quinn hizo una pausa en una enorme puerta de madera y dos lobos que
parecían ser algún tipo de centinelas, se inclinaron y abrieron la puerta. Quinn
barrió la estancia con su mirada. Aaron teniendo mucho cuidado de mantenerse
a distancia con él. Notó las largas y admiradas miradas que obtenia al pasar y
se acercó un poco más a Quinn.
La habitación era grande, con ventanas de piso a techo en el extremo. Una
enorme mesa estaba en medio, con enormes y poderosos lobos mirando desde
las ocho sillas ornamentadas situadas alrededor. Otros lobos estaban de pie
detrás de sus sillas o apoyados contra las paredes. En total, debía de haber
veinte lobos en la habitación, todos con trajes que probablemente costaran más
de lo que solía ganar en un año. Aaron nunca había estado alrededor de tantos
alfas en un momento antes. La novena silla estaba a la cabecera de la mesa, y
ésta era la dirección hacia la que Quinn caminaba con confianza, llevando a
Aaron detrás de él.
No se atrevió a mirar a los lobos murmurando saludos respetuosos a Quinn,
pero miró a Quinn un poco confundido cuando se paró junto a la silla al frente
de la mesa. Quinn sólo asintió. Maravilloso, ni siquiera consiguió un maldito
cojín. Aaron se dejó caer y el lobo se sentó. Los seres humanos de la casa 57
estaban dando vueltas por la habitación sirviendo café, y la boca de Aaron le
rogaba por el rico aroma. Sólo estaba tratando de decidir cómo arrodillarse
rígidamente sin matar las rodillas durante toda la reunión, cuando una gran
mano le acarició la cara.
—Muy bonito.
Aaron casi fue derribado cuando Quinn se puso de pie de un salto, tirando
de él a sus pies, el gruñido amenazante resonó en toda la habitación. —¿Cómo
te atreves a poner tus manos en mi propiedad?
El tipo que se parecía un poco a una comadreja palideció un poco y
tartamudeó. —No hay falta de respeto, Alfa. Pensé que el rebelde era
simplemente un esclavo.
—Mi esclavo personal, si eso es asunto tuyo. Aaron ahora es un miembro de
mi familia y será tratado por las mismas reglas que cualquiera de mis sirvientes.
Aaron quedó boquiabierto de asombro, pero sólo recordó mantener la cabeza
baja. Podía sentir la tensión y la ira de Quinn, y sabía por sus palabras
amortiguadas que sus colmillos habían descendido.
Sin pensarlo, se apoyó en su costado y sintió el débil aliento que expulsaba
los pulmones de Quinn. Estaba casi satisfecho cuando el brazo de Quinn se
envolvió alrededor de su cintura y lo acercó más.
Quinn miró alrededor de la mesa a los alfas de todos los territorios. —Ustedes
sin duda han oído hablar de lo que pasó en la arena. Reconozco a este humano
como un criminal conocido. Un rebelde, que fue el cerebro del intento de mí
asesinato el mes pasado. Lo elegí para un castigo especial, ser mi concubina y
mi esclavo. Teniendo en cuenta la homofobia ignorante de los rebeldes humanos,
pensé que este podría ser un castigo apropiado, equivalente a un destino peor
que la muerte misma. —Él se rió y Aaron, aunque mantuvo la cabeza baja y los
ojos cerrados en mortificación, podía escuchar la respuesta de risas de los alfas
reunidos. Tenía ganas de hundirse en el suelo. —Así veis cómo vuestro alfa se
vengará de sus enemigos. He decidido mantener a este cerca de mí siempre, y
no se equivoquen, él me pertenece y comparte mi cama. No debe ser tocado
por nadie más que por mí. Tal vez con el tiempo, podría ser rehabilitado, pero
permanecerá conmigo como mi propiedad. Creo que este puede ser un castigo
que apliquemos más en el futuro. Especialmente para aquellos rebeldes cuyos
seguidores tratarían de convertirlos en héroes.
58
Aaron mantuvo los ojos bien cerrados, pero oyó el ruido de los demás
mientras murmuraban su aprobación. ¿Era posible morir de vergüenza? De pie,
desnudo delante de estos lobos con un tapón decorativo en el culo y un collar
alrededor del cuello, se inclinó a creer que podría ser. Entonces Quinn lo volvió
hacia él y dejó caer un tierno beso en sus labios, brevemente dejando su aliento.
Después, le susurró en voz baja al oído.
—Te ves magnífico y todo el mundo aquí te quiere.
En los siguientes segundos, Quinn lo empujó de nuevo a su lado, le dio unas
palmaditas en la cabeza y la reunión finalmente comenzó. Aaron trató de
concentrarse en la reunión. Su vientre retumbó un poco y no tuvo ninguna
queja cuando Quinn cogió una rebanada de carne o jamón de uno de los platos
que se pasaba, la rasgó a la mitad con los dientes y ofreció un bocado a Aaron.
Aaron se relajó ahora que la atención estaba fuera de él, mantuvo la cabeza baja
y ni siquiera objetó a la leche que se le dio a beber.
Se concentró, con la esperanza de recoger cualquier información útil para
cuando escapara. Echó un vistazo alrededor bajo las pestañas bajadas tratando
de comprometer algunas de las caras a la memoria. Había un lobo que
definitivamente no le gustaba. Cada vez que uno de los humanos de la casa
pasaba, él se reía y le daba palmadas en el culo desnudo, y Aaron empezaba a
sentir lástima por ella. Era el más ruidoso alrededor de la mesa, un matón, y
podía sentir que Quinn estaba cada vez más molesto.
—Quiero saber cuándo vamos a solucionar lo de los rebeldes en mi territorio.
El líder de los rebeldes es un molesto pinchazo que necesita ser puesto en su
sitio. Está incitando a más seres humanos a diario.
El lobo eructó y se pasó la mano por la boca, el café goteaba volando por
todas partes.
Uno de los otros lobos que había permanecido en silencio hasta ese momento
levantó la vista. —Eso es porque lo que estás haciendo con los humanos está
mal.
El silencio cayó sobre la reunión de nuevo, y Quinn miró fijamente al nuevo
orador. Era uno de los segundos de Mikkail, y era inusual para él hablar en las
59
reuniones del consejo. —Explica, Devan.
El matón fue a interrumpir, pero Quinn levantó una mano imperiosa.
—Usted recibirá su turno, Mikkail. Quiero escuchar lo que Devan tiene que
decir primero.
Devan se echó hacia atrás y empezó a contar con los dedos. —Violación,
trabajo infantil, pobreza forzada, humillación innecesaria.
—¿Quién diablos va a creer lo que acabas de decir...? —Aaron observó
fascinado al ver que Mikkail se ponía en pie de un salto.
Quinn golpeó su mano sobre la mesa. —Silencio Mikkail, o te haré retirar.
Mikkail se calmó, pero Aaron sabía que si las miradas pudieran matar, Quinn
estaría muerto en el suelo.
—Esas son acusaciones serias, Devan—dijo Quinn lentamente. —Espero que
puedas respaldarlos—Devan asintió—. Un ejemplo de muchos. Hay un humano
local que es un talentoso Enólogo. El viñedo ha estado en su familia durante
siglos. —Devan miró a Mikkail con desprecio. —¿Tus directivas alfa, eran que
todos los bienes debían ser pagados? —Quinn asintió.
—Mikkail ha tomado a la hija del enólogo como uno de sus seres humanos
de la casa. No es que haya nada malo en eso, per se4. —Devan levantó la mano
hacia los murmullos alrededor de la mesa. —Pero la amenaza para el padre es
que mientras el vino sea ofrecido gratis a la mesa de Mikkail, la niña no será
convertida en esclava.
Hubo jadeos alrededor de la mesa. —Esa es una maldita mentira. —Mikkail
balbuceó y se levantó otra vez. Devan se puso en pie de un salto.
—No miento, y felizmente desafío a cualquiera en la arena por llamerme
mentiroso. —Aaron no se sorprendió ni un poco cuando Mikkail se calló. Devan
claramente estaba en mucho mejor forma y era mucho más joven.
Quinn se levantó y miró a uno de los otros lobos.
—Andreas, toma tantas gammas como necesites para el Tercer Territorio.
Quiero que se investiguen estas afirmaciones, y espero un informe en tres
días—Miró a Mikkail. —Te quedarás aquí hasta que la investigación se
complete. —Miró a Devan—. Sé que has estado esperando pacientemente para
ordenar tu propio territorio. Si las acusaciones son correctas, serás nombrado
como el nuevo alfa del Territorio Tres—Quinn ignoró las protestas de Mikkail.
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—Si las acusaciones son falsas, sin embargo, conseguirás tu tiempo en la
arena, excepto que estarás luchando conmigo.
Devan asintió rápidamente y los lobos se levantaron para marcharse. Aaron
suponía que Quinn se marchaba para regresar a sus habitaciones y se puso de
pie rápidamente, mordiéndose el labio cuando la sangre volvió a su extremidad
inferior. Quinn se despidió del último lobo y se volvió para irse. Aaron dio un
paso después de él y sus piernas cedieron, pero nunca golpeó el suelo. Quinn,
con velocidad de lobo, lo atrapó y lo levantó en sus brazos sin esfuerzo. Aaron
abrió la boca para protestar, pero la cerró en shock cuando Quinn se inclinó y
acarició su cuello.
—Odié que ese otro lobo te tocara. Ningún otro perfume de lobo debería
estar en ti sino es el mío. ¿Me oyes? —preguntó Quinn.
Aaron asintió, tratando de no sentirse impresionado por la posesividad. —Si
señor. Pero no me digas a mí... dígales a ellos.
4
Expresión latína que significa “por sí mismo” o “en sí mismo”
Quinn gruñó y luego giró y regresó a sus habitaciones, todavía llevándolo.
Aaron dejó de protestar.
Podía ver el vapor saliendo de la bañera cuando Quinn entró al baño. Aaron
esperaba que Quinn lo dejara en paz, pero hizo girar a Aaron sin esfuerzo para
mirarlo, pecho contra pecho. —Lo hiciste bien esta noche. Me hiciste sentir
orgulloso—. Quinn relajó los brazos un poco, y Aaron jadeó cuando sus pezones
se tensaron por el delicioso roce del pecho de Quinn. Podía sentir que su propia
polla se endurecía al rozar la del lobo.
Quinn estabilizó a Aaron hasta que estuvo seguro de que podía ponerse de
pie y luego desabrochó la cadena y el cuello. —Date la vuelta —dijo en voz
baja. Y Aaron soltó un suspiro cuando sintió a Quinn quitar el tapón, y su culo
se apretó involuntariamente. Quinn rápidamente se desnudó y luego sostuvo a
Aaron mientras él se metió en el agua y se sentó. —Ven aca. —Aaron se
tambaleó ligeramente cuando los ojos oscuros se estrecharon, las pupilas se
dilataron. Entró en el enorme baño y dejó que Quinn lo girara y lo sentara. Su
espalda estaba ajustada contra el pecho del lobo.
Quinn cogió un paño y echó un poco de jabón sobre él.
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—Relájate. Esto no es tan horrible —dijo, la diversión goteando a través de
sus palabras. Aaron se puso rígido, tratando de no presionarse contra la
erección que podía sentir en su espalda. Pero en el primer golpe de tela sobre
su pecho, todos sus músculos se volvieron algodón.
Aaron estaba avergonzado por el gemido que no pudo contener en su
garganta, cuando el paño fue reemplazado por los dedos que se burlan de sus
anillos del pezón, él oyó la risa. —¿Te gusta esto, muchacho? —Las palabras
infladas resonaron contra su cuello. Aaron asintió, sus brazos flotando sin
fuerzas en el agua.
Aaron tomo otra respiración cuando Quinn movió sus manos más abajo, y la
polla de Aaron saltó, casi violentamente para encontrarse con ellas. Quinn
añadió más jabón a sus dedos y los dejó caer sobre la ingle de Aaron. Su cuerpo
entero zumbaba por la atención, la piel cobrando vida, venas llenando y
pulsando a un ritmo. Su pene, engrosado de sangre y lujuria se tensó hacia los
dedos de Quinn.
—Oh. —Aaron se retorció, su polla pidiendo por más presión. Una gran
mano la estrechó firme y arrogantemente, y Aaron se derritió.
—¿A quién le pertenece esto, mascota? —Quinn exigió, su voz áspera, y
ronca con pasión.
Aaron jadeó cuando la polla de Quinn encontró su hendidura, tan dura, tan
perfecta. Aaron gimio y lloriqueó en la parte posterior de su garganta, sus
brazos ya no eran flexibles pero agarraron los musculosos muslos de Quinn.
Podía sentir la presión masiva de Quinn contra él insistentemente, y se retorció,
desesperado por aguantar.
—Pronto. —Quinn apoyó la cabeza de Aaron en su hombro, y este giró para
besarlo, en silencio, exigente.
Era el turno de Quinn de gemir mientras unia los labios calientes contra los
labios de Aaron, castigándolos mordiendo. Quinn no preguntó y no sedujo. Él
tomó y demandó posesivo. Cada golpe de esa lengua, cada mordida áspera de
esos dientes, cada beso que siguió robó la mente y el alma de Aaron. Su cuerpo
ya no era suyo. Le pertenecía al lobo. Quinn agarró frenéticamente el jabón,
se enjabonó la mano y la llevó hacia abajo entre las nalgas de Aaron,
levantándolo. Dedos firmes llevaron la polla de Quinn a la entrada de Aaron, y
con un grito áspero lo levantó con un brazo y rompió su culo con su polla al
mismo tiempo, empujándolo a casa. Aaron gritó por el dolor repentino, 62
luchando contra el brazo que lo atrapaba y Quinn retrocedió un poco. —
Relájate. —Siseó. Besos llovieron sobre el cuello de Aaron, y él giró su cara
impotente, incapaz de detener la necesidad de sentir los labios de Quinn por su
cuenta. No protestó, no pudo protestar y lentamente relajó cada parte de él,
sometiéndose completamente.
Quinn hizo una pausa. Aaron sabía que Quinn reconocía el momento de la
rendición. Aaron tragó saliva. Estaba preparado para pedirle a Quinn que no
se detuviera, pero se quedó quieto, con los labios suaves burlándose de su piel
maltratada y jugando con su boca. Se habían ido las mordeduras insistentes y
los labios dominadores, y la mente de Aaron giró sobre los besos suaves que
bañaban su rostro. La mente de Aaron rodó con el repentino cambio, y luego
Quinn se movió. Aaron se arqueó de placer, levantando su cuerpo de la polla
de Quinn hasta que la golpeó de nuevo. Lleno, apretado, tan perfecto que
felizmente podría quedarse así para siempre. Quinn levantó a Aaron y lo hizo
caer de nuevo. Aaron gritó, su mano alcanzando su propia polla, tan dura, con
dolor de atención.
—No, eso es mío. —El pellizco en su trasero fue súbito, vergonzoso, pero
aun cuando sintió que sus mejillas se calentaban, el dolor floreció en placer y él
quería más. La presión giró en su vientre y sus dedos se burlaban de su espina
dorsal. Necesitaba desesperadamente... algo... algo más.
—Quinn. —Aaron apretó la boca, codicioso por la bofetada en sus bolas que
sabía que venía por su desobediencia. —Otra vez. El dolor dio un vuelco a
través de él en el fuerte golpe, pero no oyó las palabras murmuradas. Se tensó
de nuevo, el placer tronando a través de él como una fuerza vengadora,
arrancando gritos de su garganta, y lágrimas de su alma. Quinn agarró su polla
una vez más mientras Aaron empujó en sus manos.
Oh, muy bien. Casi estoy. Sólo un poco más, un poco más fuerte. Aaron
empujó hacia atrás al mismo tiempo que Quinn pulsaba, y con un rugido Quinn
gritó mientras el calor llenaba el culo de Aaron. El placer, el dolor y la
dominación total se unieron en dos exigentes palabras que resonaron en sus
oídos.
—Córrete ahora.
Aaron parecía explotar, su orgasmo fue tan feroz y tan abrumador que gritó 63
al cielo y se hundió en el firme cuerpo que lo sostenía, agotado. Su mente se
esforzó por procesar lo que había sucedido, y cuando sintió los brazos firmes
envolverlo pensó en sus planes para escapar, en cómo su cuerpo traidor había
respondido sin siquiera un toque a su polla, y cómo estaba en tantos problemas.
Tenía que encontrar a su hermano y sabía que la única manera de hacerlo sería
escapar de Quinn. Escapar del lobo sería casi imposible, pero el verdadero
problema podría ser porque no se quería ir. ¿Cómo era eso posible? ¿Qué
decía eso de qué clase de hombre era?
—¿Puedes ponerte de pie?
Aaron asintió. No creía que pudiera hablar. Se sintió vacío y lloró la pérdida
de la polla gastada de Quinn que salía de él cuando le ayudó a mantenerse de
pie. Él permaneció humilde mientras Quinn los limpiaba y lo seguía
silenciosamente hacia su dormitorio.
—¿Tienes hambre, sed?
Aaron meneó la cabeza. —Baño, por favor. —Quinn asintió y luego se quedó
apoyado contra la puerta, mientras que Aaron en silencio orinó y luego se cepilló
los dientes.
—Vete a la cama. —Aaron se marchó cuando Quinn se dirigió al retrete, y
luego se detuvo. ¿Dónde se suponía que iba a dormir? Miró la pequeña cama
de la plataforma debajo de la de Quinn. Estaba seguro de que estaba destinada
a él, y suspiró frustrado. Fuertes brazos le rodearon—. ¿Qué pasa?
Aaron tragó saliva. —¿Dónde se supone que debo dormir?
Quinn alzó una ceja arrogante. —Esa es tu cama, por supuesto. —Señaló la
plataforma y rio brevemente—. Sólo dormirás conmigo cuando me estés
atendiendo o si te lo pido.
Aaron pestañeó ante las duras palabras. "¿Lo atendiera?" Un dolor más duro
que el causado por un látigo cortó a través de él. Era tan increíblemente
estúpido, y parpadeó furioso preguntándose por qué debería preocuparse tanto.
Quinn, el todopoderoso, Madden acababa de demostrar en una frase por qué
tenía que salir de allí lo más rápido que pudiera.
Se acostó en la plataforma, se encogió sobre la manta y se alejó de la cama.
Por un segundo, Quinn lo había engañado pensando que le importaba un poco
Aaron. No tenía ni idea de por qué estaba alterado, probablemente toda esa
mierda enzimática que todavía estaba en su sistema. Se pasó la mano por la
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cara con rabia. Debía ser eso. Aaron no había llorado desde que murió su
madre. Ese día, cuando su padre le había explicado a él y a su hermano que su
madre había empezado a sentirse enferma a eso de las nueve, y había muerto a
las tres de la tarde. No, Aaron no había llorado por mucho tiempo, y no iba a
perder sus lágrimas ahora sobre alguien que no era más que un matón y un
culo presumido.
Cerró los ojos y se obligó a dormir. Sólo deseaba que funcionara.
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Capítulo Cinco
Fue en la mañana más tarde, cuando Aaron se estiró y abrió los ojos por el
ruido de la puerta de la habitación. Miró por encima de las sábanas mientras
Bobbi entraba con una bandeja e inhalaba el aroma de pan y bistec. Ya se estaba
acostumbrando a eso y no parecía tan extraño, sobre todo porque estaba muerto
de hambre. Se esforzó por no estar decepcionado de que la cama estuviera
vacía. Bobbi dejó la bandeja y regresó a la puerta cerrándola.
—Buenos días —dijo Bobbi, sonriendo. Aaron se quedó boquiabierto ante el
tono agradable que usó, y se encogió de hombros. —He estado manteniendo
mi cobertura. —Ella se sentó en la cama. —Esta es la primera oportunidad que
he tenido de hablar contigo a solas y tengo un mensaje. —Ella echó un vistazo
a la puerta.
La mente de Aaron se tambaleaba. —¿Un mensaje?
Bobbi asintió, bajando aún más la voz. —De Alan.
—¿Alan?—preguntó Aaron débilmente.
Bobbi frunció el ceño. —¿Seguramente no has olvidado quién es Alan?
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Aaron se aclaró la garganta. Alan era su antiguo líder rebelde, y siempre
había sospechado que él lo había traicionado a los lobos. Era un tipo muy
intenso, no le daba mucho a la charla.
Le gustaba hacer explotar mucho las cosas, y no parecía importarle quien
fuera atrapado en el fuego cruzado. No tenía ni idea de por qué Alan lo había
elegido como chivo expiatorio para el intento de asesinato, pero si se enteraba
con seguridad de que había sido él, tendría mucho placer en ahogarle la mierda.
—Alan y los demás saben que estás aquí—Bobbi explicó con entusiasmo.
—Y piensan que es una oportunidad fantástica. Me refiero al Alfa Supremo.
Nadie se acerca así a él. Incluso nosotros, los humanos de la casa buscamos
armas cada vez que entramos en el recinto.
La cabeza de Aaron giraba. —¿Qué es una oportunidad fantástica? ¿De qué
estás hablando? —Ambos oyeron la puerta exterior cerrarse, y Bobbi se levantó
nerviosa. —Estaremos en contacto cuando tengamos algo planeado.
La mano de Aaron se disparó y agarró el brazo de Bobbi.
—¿Qué plan? Dime.
Bobbi frunció el ceño e intentó coger la mano de Aaron. —Para matar al
Alfa Quinn, por supuesto.
Aaron se quedó boquiabierto y la dejó ir. "Para matar al Alpha Quinn.
¿Querían matar a Quinn?"
Aún cuando su mente estaba tambaleándose con el pensamiento, los humanos
de la casa llegaron corriendo, listos para prepararlo para su día. En su presencia,
Bobbi estaba de nuevo actuando como los demás, fría e impersonal. Le
arrancaron las sábanas y lo llevaron al baño donde preparaban su baño y el
enema que odiaba con cada fibra de su ser. Después de varios días de
tratamiento, casi se estaba acostumbrando al proceso, aunque no disminuyó su
aversión.
Miró nerviosamente a Bobbi mientras ella y otra mujer lo atraían hacia la
inmensa bañera y lo empujaban hacia abajo en el cálido y vaporoso agua. "¿Lo
había imaginado o Bobbi le había pedido que matara a Quinn?" Seguramente
no había entendido bien lo que decía. "¿Matar a Quinn? ¿Cómo demonios
Bobbi y Alan pensaron que iba a hacer eso? ¿Qué fue lo que dijo Bobbi?
¿Estarían en contacto cuando tuvieran algo planeado?" Era fácil para ellos
decirlo ya que era Aaron quien tendría que llevar a cabo el "complot" de las 69
mentes maestras. ¿Y si fuera capturado? Quinn ya pensaba que Aaron había
intentado matarlo una vez antes. Y lo había hecho esclavo y obligado a toda
clase de humillaciones por eso. ¿Qué demonios le haría a Aaron si pensaba que
estaba tratando de matarlo de nuevo? No, no podía hacerlo. No lo haría, sin
importar qué tipo de plan sugirieran.
Terminaron de bañarlo y empezaron a correr el agua para su enema.
Considerando cuán a menudo a Quinn le gustaba usar y abusar de su culo,
supuso que los enemas eran incluso por una buena cosa.
Todo eso de lamer, por ejemplo. Si no hubiera sabido que estaba limpio, no
podría haberlo soportado. Aaron no pudo evitar el fuerte escalofrío que lo
atravesó al pensar en todo lo que le gustaba que le lamiera el culo y Bobbi lo
miró con recelo. Deseaba que se le permitiera manejar todo esto de arreglarse
por él mismo, por el amor de Dios. Tenía que acercarse a Quinn de nuevo y
esta vez, no se detendría hasta que cediera o calentara su culo con una buena
ronda de azotes.
Casi se rio con la idea. Era increíble lo rápido que se había acostumbrado a
estos conceptos, cuando lo pensó. Incluso un par de días antes se habría
horrorizado ante la idea de que las mujeres lo bañaran y le dieran enemas y de
Quinn azotándolo, por no mencionar, jodiendo su culo de una manera muy
regular como cada vez que estaba con Quinn por más de diez minutos seguidos.
No era de extrañar que se hubiera acostumbrado a él tan rápidamente, cuando
la mayor parte de su tiempo con él lo pasó con la lengua de Quinn, sus dedos
o esa polla gigante en su culo.
Sabía que podía escapar, con suficiente tiempo. Estaba seguro de ello, y
estaría constantemente a la espera de cualquier oportunidad. Eventualmente,
Quinn estaba obligado a aliviarle. Pero ¿matar a Quinn? Es cierto que la mayor
parte del tiempo que pasó con Quinn quería golpearlo, envolver sus manos
alrededor de su garganta y estrangularlo, pero luego el resto del tiempo como
anoche en el baño, estaba horrorizado por lo mucho que le gustaban las
atenciones del lobo. Especialmente el beso y la cosa de lamer. Eso era realmente
algo que a él le estaba gustando demasiado para su propia paz mental. No es
como si fuera gay. Nunca se había sentido atraído por un hombre antes, y
todavía no lo estaba.
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Bueno, no exactamente. Se sintió atraído por Quinn y también podría
admitirlo. Quinn era simplemente tan grande como la vida, tan exigente y tan
dominante. Aaron nunca había pensado que sería el tipo de hombre que
respondería al tipo de dominación de Quinn, pero aparentemente lo era y el
pensamiento lo horrorizaba un poco. Está bien, más que un poco.
Unos días antes, cuando había sido desfilado en esa reunión con los otros
alfas, debería haberse sentido mortificado. Y lo estaba... pero había algo en el
orgullo de Quinn, en la forma en que Aaron parecía que lo atraía en algún nivel
primordial. Algo que hizo a su pene ponerse duro, y de repente se dio cuenta
de que quería hacer que Quinn se sintiera orgulloso. Aaron ansiaba su
aprobación, y había tenido una erección todo el tiempo que habían estado en la
cámara del consejo. ¿Quinn lo notó?
Por supuesto que sí. El bastardo notó todo lo que hizo. El pensamiento le
pareció una revelación. Nadie había estado tan concentrado en sus palabras, en
cada uno de sus movimientos en toda su vida. Nadie. Tenía que admitir que
era casi... emocionante.
También era frustrante, molesto y se estaba volviendo loco, pero parecía
mantenerlo en un estado casi constante de excitación. Incluso lo estaba
haciendo ahora. Vio las miradas de reojo que las mujeres le estaban dando
mientras lo arreglaban y aplicaban una loción de olor dulce en todo su cuerpo.
Debían haber pensado que su polla endurecida era por sus manos, pero no era
eso. Desde que Quinn le había dado la mordida que él llamó la mordedura de
apareamiento, en realidad ni siquiera notó a las mujeres. Su mente estaba
demasiado llena de Quinn para que cualquier otra cosa se entrometiese.
Finalmente, fue purificado a su satisfacción y fue llevado de regreso a su
habitación. Bobbi avanzó sobre él hacía su cuello y lo observó fijamente
alrededor de este. Lo hicieron acostarse para que pudieran comprobar sus
piercings y su tatuaje, para luego extender crema antibiótica sobre ellos.
Finalmente, terminaron y recogieron sus cosas para marcharse. Bobbi fue la
última en salir, y se detuvo para mirar hacia atrás. —Hablaremos más tarde.
—Le susurró y se escabulló por la puerta mientras Aaron oía las pisadas de
Quinn en el pasillo. Negó y frunció el ceño, pero ella se alejó cuando Quinn
apareció en la puerta. Aparentemente había estado luchando en el ring con
alguien y los músculos de sus brazos y pecho brillaban de sudor. Aaron podía
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olerlo desde el otro lado de la habitación, un olor almizclado y penetrante que
era todo masculino y todo Quinn.
Antes de que pudiera detenerse, Aaron inhaló profundamente, cerrando los
ojos, y cuando los abrió, Quinn lo miraba a sólo unos pasos de distancia, sus
ojos brillaban con lujuria. Quinn avanzó sobre él como una especie de
depredador acechando a su presa.
—¿Qué? —dijo Aaron, retrocediendo como si estuviera nervioso. Pero ya
era demasiado tarde para eso.
Quinn había olido a Aaron por el pasillo hasta sus habitaciones. El perfume
de Aaron estaba mezclado con los olores de loción y sales de baño, olor dulce y
fresco sólo para él. "Es hora de ensuciarlo"
Quinn ya había estado pensando en él, decidiendo que cuando terminara su
entrenamiento, regresaría a su dormitorio y le haría el amor durante una hora
o algo así y no dejaría que Aaron terminara. Pondría un anillo de polla en su
bebé y luego lo lamería todo para volverlo loco de excitación y llevarlo al borde
una y otra vez, pero no lo dejaría venirse.
Luego, cuando le pidiera que lo liberara, se acercaría a pintar el estómago de
Aaron, su pecho y su ingle con su semilla, y después frotaría todo sobre su piel.
Se bañaría y se vestiría y luego engancharía la correa de Aaron sobre él y lo
haría seguirlo a su oficina por el pasillo, desnudo y con el perfume de Quinn
por todos lados para que todos lo notaran. El pene de Aaron estaría duro y
gotearía, con su piel pegajosa y cubierta con el semen de Quinn. Le haría
acostarse de espaldas sobre el escritorio a su lado, con las piernas abiertas para
poder jugar con él cada vez que surgiera la oportunidad y lo mantendría
enloquecido de deseo. Entonces, si Aaron era un muchacho muy bueno, Quinn
podría dejarlo venirse cuando volviesen en sus habitaciones, si le rogaba
bastante.
Sin decir una palabra, Quinn lo acechó alrededor de la cama con Aaron
cediendo ante él, con los ojos abiertos y dando vueltas por la habitación,
buscando una manera de escapar. Cuando Aaron finalmente entró en pánico y
se lanzó a correr, el lobo de Quinn se abalanzó y lo arrojó al suelo, tirando a
Aaron sobre él para no aplastarlo. Quinn enterró la nariz en los rizos de Aaron
y respiró hondo. Se levantó entonces con Aaron en sus brazos y se dirigió a la
cama, donde procedió a hacer exactamente lo que había estado pensando en
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hacerle toda la mañana.
Horas más tarde, Quinn se estiró y se sentó en su silla, admirando la vista.
Aaron estaba acostado sobre su espalda, con las manos esposadas sobre la
cabeza y los puños unidos a un gancho de acero en el enorme escritorio de
Quinn. Sus rodillas se mantuvieron abiertas con una barra separadora y sus
pies estaban colgando del extremo del escritorio. Su polla deliciosa y grandes
bolas estaban al alcance de la mano de Quinn. Pasó un dedo por el costado de
la pobre y maltratada polla de Aaron, roja, enojada e hinchada por haber sido
burlada sin compasión durante las últimas tres horas. Estaba goteando semen,
pero no podía realmente correrse debido a su anillo en su polla. No era por
falta de intento.
Aaron tenía los ojos bien cerrados. Estaba completamente despierto, pero
haciendo pucheros y negándose a hablar con Quinn. Su voz era un poco ronca
de todos modos, por mendigar con tanta fuerza. Quinn lo había tenido al borde
desde el desayuno. Quinn se había venido tres veces desde entonces, cada vez
tirando del dulce culo de Aaron y bombeando su semen por todo el cuerpo del
chico.
—¿Aaron? —Llamó suavemente. —¿Estás dormido, mascota?
Sin respuesta. Si no hubiera sido por la rápida subida y bajada de su pecho
y la amplia evidencia de que la sangre fluía a su verga, Quinn podría haber
estado preocupado.
—¿Chico? Espero que me contestes cuando te hablo. Eres bastante grosero
conmigo, anoche cuando nos fuimos a la cama olvidaste llamarme Maestro. No
creo que vuelvas a cometer ese error, ¿verdad? —Aaron en realidad no había
sido tan grosero, pero era una excusa tan buena como cualquier otra.
—No, Maestro—Fue la suave respuesta, aunque los ojos permanecieron
firmemente cerrados.
—Buen chico. —Quinn sacó la barra separadora y desenganchó los puños,
luego bajó el cuerpo delgado y sin resistencia de Aaron a su regazo, colocándo
sus piernas para que montara a Quinn. —Abre los ojos y mírame.
Los ojos se abrieron, incluso los labios se hincharon aún más. Quinn se
estaba convirtiendo en adicto a esos malditos labios. Miró hacia arriba y se
encontró mirando directamente al azul tormentoso. Se rio y mordió la punta
de la nariz de Aaron. —No hagas pucheros. Tienes que aprender a aceptar 73
tus castigos y luego a darme las gracias por ellos. Así que agradece.
—Gracias por torturarme toda la mañana, Maestro.
Quinn echó la cabeza hacia atrás y rio. —Hmm, no es exactamente lo que
tenía en mente, pero de todos modos... fue un placer. Dime, dulce, ¿prefieres
este castigo a una nalgada? ¿O prefieres que te ponga sobre mi rodilla la
próxima vez?
Enojados ojos brillaron hacia él, y Quinn disfrutó viéndolo luchar para
responder. Le mataría decir que le gustaba estar sobre la rodilla de Quinn.
—Respóndeme. El silencio es insolencia, y tendré que seguir castigándote.
—¡No! —Sus mejillas se ruborizaron y rápidamente se corrigió. —Quiero
decir, no Maestro. No haga eso.
—Entonces dime lo que te gusta.
—Me... me gusta cuando tú... —El resto de la frase disminuyó en un
murmullo ininteligible.
—¿Que fue eso? Sabes que odio cuando no hablas.
—Me gusta más cuando tú... ya sabes. —Aaron levantó la mirada hacia él,
con el rostro tan rojo como su pobre polla, sus ojos le rogaban que lo ayudara.
—Déjame entenderlo. ¿Estás diciendo que te gusta ser azotado? ¿Un gran y
malo rebelde como tú? —Levantó la barbilla de Aaron para que lo mirara
directamente, disfrutando su feroz rubor. —Respóndeme.
—Sí. Si esas son mis únicas opciones —respondió Aaron con tono sombrío,
tan bajo que Quinn tuvo que esforzarse para oír.
—¿Sí, qué? Se más específico—Se cuestionó, muy seriamente si estaba
siendo desagradable al respecto.
—Sí... amo... me gusta... cuando me azotas... —dijo él, juntando las palabras,
su rostro llameando una notable sombra de rojo y sus ojos destellando fuego.
Quinn echó la cabeza hacia atrás y rio. —Oh, Aaron, eres tan delicioso.
Volvamos a las habitaciones. Te dejaré ducharte y te alimentaré. Luego te
doblaré sobre mi rodilla y te daré exactamente lo que quieres antes de que te
deje venirte. Después de todo, soy un buen Maestro. Quiero que mi chico esté
satisfecho.
Aaron emitió un sonido de resoplido y Quinn rio en voz alta. Un golpe 74
repentino en la puerta, sin embargo, hizo que él gritara. —Entre —dijo y giró
su silla para ver quién estaba allí.
En cuanto a Aaron, apretó los ojos con fuerza, perdiendo así la mirada
incrédula
La cara de Sean se oscureció cuando vio el adorno de Quinn.
—¿Sí, Sean?—dijo, pasando las manos por el culo de Aaron—. ¿Qué puedo
hacer por ti?
—Uh... —dijo, con el rostro rosado. Extraño, Quinn nunca se había dado
cuenta de lo prudente que era Sean antes de esto.
—Señor—dijo, arrastrando su mirada hacia la cara de Quinn. —Tenemos
un problema en el Octavo Territorio que requiere su atención. Una serie de
tornados de una mala tormenta ha causado grandes daños. Necesitan
urgentemente ayuda.
—Está bien, Sean, estaré allí. Dile a Bobbi que venga aquí por un momento,
¿Quieres? —Sean asintió y prácticamente huyó de la habitación. Quinn se sentó
en silencio acariciando el culo de Aaron, junto con sus hombros y brazos,
masajeando la rigidez de ellos. Un golpe llegó a la puerta en sólo unos minutos.
—Entra —dijo Quinn y Bobbi entró, manteniendo sus ojos en el suelo—.
Señor, Sean dijo que necesitaba mi presencia.
—Oh, sí, Bobbi. Lleva a Aaron a mis habitaciones, por favor. Y dale su
almuerzo también. Tengo un asunto al que tengo que atender.
—Sí, señor, por supuesto. —Ella se quedó esperando mientras Quinn besaba
la boca de Aaron. Él le ayudó a bajar con una bofetada de despedida a su culo
desnudo. —Ve con Bobbi y estaré allí pronto.
—Sí, Maestro —dijo Aaron y siguió a Bobbi fuera de la oficina y por el pasillo
a las habitaciones de Quinn. Afortunadamente, no era una gran distancia para
viajar en su condición actual.
Estaba mortificado de que alguien lo viera en aquel estado, y mucho menos
Bobbi, que había estado tan críptica con él a primera hora de la mañana. En
un segundo, la puerta de la habitación de Quinn se cerró detrás de ellos, ella 75
puso un brazo alrededor de su cintura e intentó ayudarlo a ir la cama.
—Pobrecito —dijo ella, solícita—. No sé cómo lo soportas.
Aaron en realidad se sentía un poco triste por sí mismo, pero su tono
condescendiente inmediatamente se puso sobre él. Alejándose de ella, se
enderezó en toda su altura y la fulminó con la mirada.
—Estoy bien. —Caminó hacia el baño, con la intención de tomar una ducha
y ver si ella se atrevía a hacer un movimiento hacia él. Ella no lo hizo,
simplemente lo miró con tristeza, sacudiendo la cabeza. Cerró la puerta del
cuarto de baño detrás de él con demasiada fuerza.
Desabrochando su collar, lo dejó en el mostrador mientras corría el agua en
la ducha tan caliente como él pensó que podía soportarlo y luego sacó su tapón.
Estubo de pie bajo la lluvia artificial, que caía pesada durante unos minutos,
dejó que la vergüenza pasara de largo junto con el agua caliente.
La peor parte de su calvario esa mañana fue que no le había disgustado lo
que Quinn le había hecho. De ningún modo. Para su horror, había amado la
mayor parte de ello.
Le había molestado sí, pero sabía que Quinn lo dejaría correrse más tarde ese
día y cuando lo hiciera, sería épico. Este era un juego que Quinn había jugado
con él antes y siempre lo hizo valer la pena cuando finalmente permitió que
tuviera su orgasmo. Fue su propia reacción a las acciones de Quinn lo que lo
mortificó.
Desde el momento en que Quinn se abalanzó sobre él esa mañana, había
disfrutado algo del mejor sexo de su vida. Y tenía que admitirlo, disfrutaba y
esa era la palabra correcta. Claro, Quinn lo había molestado hasta el punto de
que casi se había desmayado, pero Dios, cómo había amado las cosas que le
había hecho. Quinn le había dicho de inmediato que no se le permitiría venirse
y el anillo del pene lo había ayudado a obedecer la orden. Demonios, había
querido obedecer, ¿y qué diablos era eso?
Lo único que podía imaginar era que realmente se estaba convirtiendo en
esta criatura híbrida omega cuando Quinn le había hablado de él. Quería creer
eso, de hecho, porque si no estaba cambiando físicamente debido a la
mordedura, entonces eso significaba que simplemente amaba el dominio de
Quinn, ¿qué decía eso sobre él? ¿Significaba que realmente tenía una naturaleza
sumisa y le gustaban las cosas que Quinn le había hecho? ¿En qué tipo de 76
hombre lo convirtió?
El agua comenzó a correr fría mientras se quedaba allí, reflexionando sobre
esa pregunta, y se obligó a romperla, jabonar su cuerpo y enjuagarse antes de
que el agua se volviera helada. Aunque, la forma en que todavía se sentía cuando
pensaba en sí mismo firmemente atado y estirado en la parte superior del
escritorio de Quinn para su placer lo había puesto terriblemente duro, así que
tal vez necesitaba agua fría. Apagó la ducha y salió, secándose y preparándose
con lubricante. Quinn dijo que regresaría a casa a la hora del almuerzo para
hacerle el amor, y quería estar preparado. Terminó y se envolvió su toalla de
baño alrededor de sus caderas. Sabía que Bobbi seguía allí, y que estaría
condenado si lo veía desnudo cuando tenía algún control sobre eso.
Efectivamente, Bobbi estaba sentada en la mesa con su almuerzo cuando salió
y ella se levantó rápidamente e hizo un gesto hacia una silla.
—Ven y come, pobrecito. Sé lo terrible que esta prueba debe haber sido. Te
ha estado torturando, ¿no? Ese bastardo.
Se sintió extrañamente irritado, sólo había estado expresando simpatía
después de todo, se dirigió a la mesa y se sentó en la silla de Quinn, sacudiendo
la inmediata e intensa sensación de hacer algo mal. Se sentía como un niño
pequeño con la mano en el tarro de galletas. Si Quinn entrara y lo viera... Fue
Quinn quien lo hizo sentir así, como si fuera un niño malo en esto, que
necesitaba ser castigado. Cogió un vaso de agua y lo tomó, sintiéndose seco y
vacío después de mendigar a Quinn durante tanto tiempo esa mañana. Le
suplicaba que lo dejara venirse. Su rostro ardía con el recuerdo.
Lo que Quinn no sabía no lo lastimaría, después de todo. Y seguramente no
estaba tan intimidado por el hombre que quería obedecerlo, incluso cuando no
estaba cerca para verlo. ¿Fue él? Eso significaría que era... ¿Qué? ¿Algún tipo
de fanático sumiso que haría cualquier cosa para evitar un 'castigo'? ¿O incitar
uno? Una repentina imagen de sí mismo, tal como debió haberlo visto, sentado
en el regazo de Quinn, diciéndole que le gustaba ser azotado casi le hacía
ahogarse en el agua, y bajó rápidamente el vaso.
Con ansiedad, Bobbi se sentó a su lado y se inclinó hacia delante.
—¿Estás listo para hablar ahora de recuperar tu virilidad? ¿Sobre vengarte
de Quinn? 77
104
Capítulo Siete
Aaron apagó el agua a regañadientes, ya que había comenzado a correr fría.
Se secó rápidamente.
Para ser honesto, había estado esperando que Quinn se uniera a él, y estaba
un poco alarmado porque no lo hubiera hecho. No iba a admitir que había
estado un poco decepcionado también.
Había pasado la mayor parte de su tiempo en la ducha pensando en lo que
su hermano quería que hiciera. ¿Matar a Quinn? Aaron sacudió la cabeza con
incredulidad ante la idea estúpidamente imposible. Su mamá había estado
aterrorizada por las arañas, y había sido él quien había dejado de aplastarlas.
Simplemente las dejó correr en su mano y ponerlas en algún lugar seguro afuera.
No podía matar a una maldita araña, ni pensar a alguien a quien amara... mierda.
Aaron permaneció completamente quieto mientras esas palabras se repetían
en su cabeza. Amado ¿Quería a Quinn? Mierda. Doble mierda. Aaron se
pasó las manos por el pelo. Estaba en muchos problemas. ¿Cómo diablos había
sucedido eso? Quinn era un bastardo completo, lo usó como esclavo sexual por
el amor de Dios. La mayoría de las veces ni siquiera le gustaba el tipo. Bien,
105
bien, él tenía esa cosa que le hacía con sus dedos en los pezones que era bastante
frecuente. Y oh Dios... su lengua, cuando lo tragó. Eso fue... eso fue
simplemente increíblemente bueno. Luego estaba cada vez que Aaron había sido
herido, o pensaba que había sido herido, cómo lo había arrastrado, se había
preocupado por él... como si le importara. Pero cuando se puso celoso, eso era
molesto. Bueno, la mayoría del tiempo. Tenía toda esta mierda de machismo
posesivo como que Aaron era realmente importante para él.
Aaron meneó la cabeza. Estaba en muchos problemas.
—Aaron, ¿Señor?
¿Señor? ¿Quién diablos lo llamaba señor? Aaron no reconoció la voz, y
¿dónde demonios estaba Quinn?
Aaron cogió la toalla y la apretó alrededor de su cintura. Se alegró de que
alguien lo hubiera llamado, para poder ponerse algo. Había pensado que Quinn
estaba allí afuera y no estaba a punto de molestarlo aún más al aparecer
cubierto.
Aaron abrió la puerta y se detuvo en estado de shock. Un tipo enorme, bueno
tenía que ser un lobo, estaba de pie con la espalda contra la puerta del
dormitorio. Aaron miró con incredulidad. El tipo parecía un modelo de la
revista Guns and Bullets. Llevaba tantas armas encima de los pantalones de
camuflaje y un chaleco de cuero, Aaron se preguntó brevemente por qué se
había molestado con la ropa, porque no podría ver ninguna piel con su AK-47
estratégicamente colocado, o lo que sea. Aaron había oído hablar de eso en un
viejo programa de televisión, pero por lo que a él respectaba, era sólo una gran
pistola de mierda.
—¿Señor?
Aaron volvió la cabeza hacia la segunda sorpresa de la noche. Un viejo, un
humano de la casa por lo que suponía, sostenía una bandeja de comida. Nunca
había visto al tipo antes, no es que estuviera sorprendido. Quinn lo mantuvo
bastante aislado. Aaron dijo lo primero que le vino a la cabeza.
—¿Por qué me llama señor?
El chico se ruborizó y bajó la cabeza. —Lo siento. ¿C−cómo te gustaría que
te llamara? 106
Bien, ahora Aaron se sintió malo.
Se obligó a sonreír. —Aaron está bien.
El viejo le devolvió la sonrisa y Aaron tomó la bandeja. Los brazos del hombre
temblaban, y Aaron no quería darle un ataque al corazón ni nada. Se volvió y
dejó la bandeja sobre el escritorio. El tipo se ruborizó de nuevo y se dirigió a
la puerta, y el lobo dio un paso hacia un lado para poder abrir la puerta y salir
corriendo.
—¿Dónde está Quinn? —preguntó Aaron, mirando fijamente a Rambo.
El lobo bajó la vista y Aaron se retorció. No era pequeño. Era sólo que este
lobo era del mismo tamaño que una casa. Aaron miró los troncos de árboles
que tenía por brazos cruzando su pecho. Tal vez varias casas.
—El Alfa Quinn está interrogando a un prisionero. Usted debe comer y luego
dormir.
Aaron resopló. Cristo, era como si todos los lobos fueran consanguíneos para
ser unos imbéciles mandones. En realidad tenía un poco de hambre y miró la
bandeja. Alguien había sacado esas mini tartas con el tocino que le gustaba.
Aaron cogió la bandeja, imaginando que iba a comer en la cama. No había
manera de que se sentara aquí con Rambo mirándolo. Suspiró al ver el habitual
vaso de leche y se volvió hacia el dormitorio. El paso detrás de él era como un
pequeño terremoto. Aaron podía sentir el suelo vibrar cuando el tipo cambió
su peso. Se metió en el dormitorio, un poco alarmado, y los pasos gigantescos
lo siguieron. Se sentó nervioso en la cama. El lobo tomó su misma postura
junto a la puerta del dormitorio. Aaron se lamió los labios.
—Um. ¿Qué estás haciendo?
El lobo arqueó la ceja.
—Lo que me han dicho. Usted. —Hizo una pausa. —Debe estar comiendo.
Luego durmiendo. —Añadió.
La mandíbula de Aaron cayó. —¿Y dónde vas a estar? M-mientras estoy
comiendo... y durmiendo. —El lobo no respondió. Se limitó a cruzar los brazos
y miró... como una casa. Aaron suspiró pero seguramente Quinn no demoraría
demasiado. ¿Interrogar a un prisionero? Aaron no envidiaba al prisionero,
aunque si hubiera sido una bomba de verdad, quienquiera se mereceria un poco
de interrogatorio. Había un montón de niños corriendo por el lugar, después
107
de todo.
Aaron comió los pequeños pasteles, que eran realmente deliciosos. Tenía dos
rebanadas de pan y casi se zambullía en la miel cuando la olía. No había tenido
miel desde que era un niño, ya que su madre solía comerciar con ella. Dejó de
comer al pensar, y el pan de repente se volvió demasiado pastoso. Se puso en
pie y lo mojó con la leche. Necesitaba hacer pis así que caminó hacia el baño.
Lo mismo hizo Rambo.
—Estás bromeando. —La voz de Aaron era pesada con sarcasmo, ¡pero el
infierno! No había manera.
El lobo levantó una ceja, pero no retrocedió. Aaron decidió intentar de nuevo,
pero su paso fue repetido por uno inmediato del lobo. Dio un paso atrás hacia
la cama casualmente y el lobo se relajó.
Aaron se lanzó hacia adelante. Él rodó a través de la cama y llegó a la puerta
sólo segundos antes que el lobo. El lobo, dándose cuenta de que había sido
engañado, gruñó y rodeó la mesa a una velocidad increíble.
Aaron casi logró cerrar la puerta, pero el lobo la bloqueó con el pie. Aaron
empujó, pero con un empujón todopoderoso la puerta voló atrás, tomando a
Aaron con él. Extendió la mano a ciegas para salvarse y enganchó la cortina de
ducha. Con un ruido fuerte aterrizó con su culo en la ducha, con la cortina, el
poste y algunos pedazos de la pared aterrizando encima de él.
Antes de que pudiera empezar a gritar sobre el dolor en su culo, las paredes
temblaron con un rugido aterrador cuando un increíblemente enojado lobo alfa
corrió al baño.
Aaron se cubrió el rostro con las manos y suspiró. Realmente necesitaba
dejar de hacer el hábito de orinar a Quinn.
Quinn agarró dos puños de la camisa del guardia y lo sacudió con fuerza.
—¿Qué le hiciste? —El pobre Rambo seguramente no podía hablar con su
cabeza moviéndose de un lado a otro, así que Aaron se quitó la cortina de la
cara y le gritó a Quinn. —¡Quinn, detente! ¡No lo hizo él, lo hice yo!
Quinn dejó caer al otro lobo y rodeó a Aaron. Su pecho se llenó de ira
mientras se acercaba a la bañera y sacaba a Aaron, la cortina de ducha, la varilla
y todo. Bateó la vara a un lado, pero la cortina estaba enredada alrededor de 108
las piernas de Aaron y no importaba lo duro que tratara de patearla lejos, se
aferraba a él como una goma barata.
El lobo que lo vigilaba se apresuró a arrancar la cortina ofensiva de sus
piernas, luego retrocedió rápidamente y salió de la habitación. Aaron seguía
siendo mantenido a distancia de Quinn, que parecía que estaba tratando de
decidir si besarlo o meterle la cabeza en el retrete. Con la esperanza de sacudirlo
hacia lo primero, Aaron lanzó un suave gemido y se llevó una mano a la cabeza.
—Ay. Creo que un trozo de esa hoja de yeso me golpeó con fuerza. Me
siento un poco mareado.
Quinn le dirigió una mirada de incredulidad, pero giró sobre sus talones para
llevarlo al dormitorio. Lo echó en la cama para que Aaron se relajara y creyera
que no estaba en serios problemas. Lo peor era que ni siquiera sabía por qué.
Estaba bastante seguro de que no era porque había arrancado la varilla de la
ducha, aunque había hecho un lío bastante grande. Se sacudió el cerebro, pero
sinceramente no podía pensar por qué Quinn estaría tan enfadado con él de lo
contrario. Estaba jodidamente mirándolo y mirándolo como si estuviera
pensando seriamente en golpearle el culo.
—Quinn... Quiero decir, Maestro. ¿Qué es? ¿Qué hice? Sé que me jodí por
tratar de alejarme del guardia, pero...
—¿Cuánto tiempo llevas en una relación amorosa con Bobbi? —Las palabras
eran difíciles de entender porque se mezclaban con el gruñido bajo que provenía
de la garganta de Quinn, pero Aaron lo logró, y cuando las ordenó en su cabeza,
su boca cayó abierta.
—¡Oh, demonios no, no me hagas eso! Nunca toqué a esa perra, y si ella
dijo que sí, ¡entonces es una maldita mentirosa!
Quinn sólo lo miró, su rostro una máscara de desconfianza.
—¡Te vi con ella! Creí tus mentiras esta mañana, pero no volverás a
engañarme. Estabas a punto de besarla. —Aaron comenzó a protestar de nuevo,
pero antes de que pudiera decir una palabra, Quinn lo empujó en sus brazos y
lo lamió de su barbilla a la frente. Inmediatamente, el familiar sentimiento de
debilidad se apoderó de Aaron y se disolvió en el abrazo de Quinn.
—Dime—Gruñó, mirando a los ojos de Aaron. —¿Estás enamorado de
Bobbi?
—N-nooo—Aaron trató de sacudir su cabeza también, pero sus músculos no 109
estaban cooperando. Su cabeza sólo se inclinó hacia el lado cuando Quinn le
lamió la garganta. Los efectos de su saliva eran cada vez más fuertes con cada
aplicación, y eran como una droga que corrió instantáneamente a través de su
sistema.
—Dime la verdad. ¿Has estado tramando con esa hembra para lastimarme?
¿Hablaste con ella sobre matarme? —Los ojos de Quinn se habían vuelto una
sombra aterradora de rojo. Sacudió a Aaron, no tan duro como había sacudido
al lobo, pero la cabeza de Aaron todavía se abría dolorosamente hacia atrás.
Gimió y Quinn lo arrojó de vuelta a la cama. —¡Dime, maldito seas! ¿Tú y
Bobbi habéis hablado de matarme?
—¡Sí! —Gritó Aaron, incapaz de evitar que la palabra se derramara de sus
labios. Bobbi le había hablado de matar a Quinn, y todo esa maldita lamida le
estaba obligando a decir la verdad. —¡Pero no es lo que piensas!
Quinn se dio la vuelta. Aaron no pudo echarle una mirada clara a su rostro,
pero su cuerpo estaba tenso y rígido, y lo oyó murmurar.
—Así que es verdad—Quinn empezó a pasearse al pie de la cama.
Aaron luchó para sentarse y le tendió una mano.
—Quinn. Maestro. Escúchame. Ella me pidió que te matara, sí, pero le dije
que no. Le dije que no lo haría. Yo no podía. Está mintiendo si dice lo
contrario. No puedes pensar que te envenenaría deliberadamente.
—Veneno, ¿eh? Un arma cobarde y deshonrosa. —Quinn se volvió hacia él,
sus ojos oscuros de furia y sus incisivos brillantes mientras le gruñía. Quinn
parecía estar a sólo unos segundos de cambiar completamente a su lobo. Su
voz era baja y áspera. —Me has hecho un tonto. Te he tratado más como a
mi amante que como al prisionero que realmente eres. —Dio una carcajada de
risa. —Parece que la broma está en mí, ¿no? Te di la mordedura de
apareamiento y te traje a mi cama, a mi vida... pero fui yo quien se pilló. Me
has hecho envolver todo el tiempo en tu dedo meñique. Los dos habréis tenido
una buena risa.
¿Envuelto alrededor de su dedo? ¿Cómo diablos se dio cuenta de eso? Todos
los azotes y tratos ásperos recorrieron la cabeza de Aaron, y él se quedó
boquiabierto, incrédulo. Si eso era Quinn que estaba envuelto alrededor de su
dedo, él habría odiado ver cómo Quinn lo trataba si realmente quiso castigarlo.
Fue entonces cuando Aaron cometió un error casi fatal. Se rio en la cara de 110
Quinn.
Quinn se movió tan rápido que apenas se registró en el cerebro de Aaron.
Un minuto se paseaba por el pie de la cama y el siguiente estaba sujetando a
Aaron por la garganta. —Dime con quién te encontraste en el bosque cuando
tú y tus amigos pusieron la bomba en marcha. ¿Era algún otro amante? ¿Por
eso me estás mintiendo, pequeña puta? Dime o te juro que lo haré... —Los
dedos de Quinn apretaron la garganta de Aaron hasta que su visión se atenuó
y grandes manchas negras aparecieron frente a sus ojos. Estaba a punto de
desmayarse cuando Quinn se alejó y le permitió respirar. Arrastró el aire en su
garganta ardiente y tiró ineficazmente de la mano de Quinn mientras este se
inclinaba sobre su rostro. —¡Dime!
Se le ocurrió a Aaron que Quinn podría estar a punto de matarlo. Recogió
los últimos restos de su coraje y miró a Quinn directamente a los ojos.
—¡Vete a la mierda! Adelante, mátame si quieres. ¿Que te detiene?
La mirada salvaje que apareció en el rostro de Quinn fue lo último que Aaron
creyó ver. Pero increíblemente, Quinn lo dejó caer en la cama y se volvió,
rugiendo su frustración.
—¡No puedo matarte, maldito seas! ¡Y tú lo sabes! —Se dejó caer para
sentarse en el extremo de la cama y poner sus manos sobre su cara—. No puedo
hacerte daño, Aaron. No quiero hacerte daño. Eso debería darte otra buena risa.
Aaron estaba tumbado sobre su espalda, tratando de respirar profundamente.
De hecho, se sorprendió de estar vivo. Quinn estaba equivocado al respecto. No
sabía nada de eso. De hecho, no podía entender por qué Quinn no le había
arrancado la garganta ya, dada la cantidad de furia que estaba dirigiendo hacia
él. Obviamente no lo creía cuando Aaron le había dicho la verdad sobre Bobbi.
Quinn creyó que habían planeado matarlo. ¿Y qué quería decir con no poder
matarlo, no queriendo hacerle daño? ¿Quería decir que no podía matar a su
propio compañero? Aaron había oído rumores locos sobre lobos antes, pero
nunca los había creído realmente, o no lo había hecho hasta ahora de todos
modos. Se frotó la garganta y miró a Quinn, que caminaba de nuevo como un
animal enjaulado. Tal vez había cosas peores que la muerte. Cosas como tener
a la persona que amas insultándote.
Sí, amaba a Quinn. Podía admitirlo también ahora, no importa lo estúpido
que lo hiciese, y sin duda al respecto, se sintió como un idiota. ¿Qué tipo de
hombre se enamoraba de un lobo? Era sólo pedir angustia, porque eran 111
demasiado diferentes de los humanos, demasiado insensibles. Realmente había
creído por un tiempo que a su manera, Quinn había venido a cuidar de él
también. Si era la mordedura o simplemente Quinn, no estaba seguro, pero la
idea de que el lobo lo odiara ahora lo estaba destrozando.
De repente, Quinn se detuvo y caminó hacia la ventana. Permaneció allí
durante largo rato, mirando fijamente mientras parecía que luchaba por
controlar su respiración. Finalmente, después de varios minutos, se volvió hacia
Aaron, aunque no se acercó más.
—Este ha sido un terrible error desde el principio hasta el final. Pensé que
podría...—Él sacudió su cabeza y miró lejos de la cama por un momento. —No
importa lo que yo pensaba. Fue... fue...
—Un error terrible—Aaron respondio suavemente.
Quinn lo miró y asintió. Sus ojos eran sombríos. —Te envío a la prisión en
el sótano. Ya he escrito las órdenes antes de llegar aquí. Mis hombres estarán
listos para llevarte pronto—Caminó rígido hacia la puerta del dormitorio y todo
lo que Aaron podía hacer era mirarlo fijamente. Se detuvo con la mano en el
pomo de la puerta y habló sin volverse para mirarlo.
—Quiero que alguien se lleve tu ropa. Las necesitarás a donde vas. —Abrió
la puerta y pasó a través de ella decididamente, obviamente aliviado por haber
dispuesto de una tarea desagradable, y ahora podía pasar a la siguiente. Aaron
lo odiaba en ese momento.
Aaron pasó las piernas por el costado de la cama y se miró a sí mismo y a
sus piercings, las "joyas" con que Quinn lo había decorado. No estaba seguro
de cómo sacar las malditas cosas, pero él quería que se fueran. No quería
recordatorios de Quinn y esperaba fervientemente no volver nunca a ver al frío
bastardo. ¿Qué le pasó a todas las mentiras que le había alimentado con ser su
pareja?
La puerta se abrió para admitir al mismo humano de antes. Llegó
rápidamente a la cama, llevando un poco de ropa cuidadosamente doblada en
sus brazos. Aaron se levantó y con ansiedad buscó los pantalones. Empezó a
tirar de ellos y luego vaciló, mirándose a sí mismo.
—¿Puedes quitar estos piercings?
El viejo asintió y se dejó caer de rodillas para quitar los guiches. Miró hacia
arriba a Aaron y luego por la habitación.
112
—Entiendo que te están trasladando a las celdas del sótano, señor.
—Es Aaron. Y sí, por lo que me han contado que no era mucho esa será mi
nueva casa.
—¿Por toda la vida, señor?
Aaron lo miró con brusquedad, con la idea registrándose en él. Dio una
pequeña risita asustada.
—Sí, yo supongo que sí. ¿Quién sabe? Él no compartió mucho conmigo. —
Se rio de nuevo, un sonido corto y amargo. —Oye, tal vez tenga suerte y será
una vida corta, ¿eh? De todas formas, puedo intentar hacerlo lo mejor que
pueda.
El viejo criado sacudió la cabeza.
—Oh, no, señor. Has sido mordido por el Alfa. Vivirás tanto como él ahora,
y viven mucho tiempo. Dos o trescientos años—Alzó la vista y Aaron pudo
haber jurado que los ojos del hombre le centelleaban. —Eso es mucho, mucho
tiempo para estar en una de las prisiones de Quinn. Por supuesto que no tendrás
necesidad de todas estas piedras preciosas tuyas.
—¿Precioso qué? No tengo ninguna... oh, ¿te refieres a esta joyería? Tómalas.
Ya no las necesito, eso es seguro. Puedes tenerlo todo, por lo que a mí respecta.
Sacudió la cabeza. —No, se perdería demasiado. Sólo tomaré una de estas
barras de plata, y tal vez una de estas amatistas —dijo, tocando una de las joyas
colgadas de un anillo de plata que perforaba el pezón de Aaron.
—Cógelas tu mismo. Como dije, no tengo más utilidad para ellas. —Aaron
dijo, aunque cuando el anciano las quitó, él tuvo un pequeño dolor en su pecho,
pensando en cómo Quinn los amaba tanto. Jugaba con esos anillos todas las
noches antes de hacer el amor. Una súbita oleada de ira lo atravesó. ¿Qué
diablos, se estaba poniendo sentimental? Quinn lo estaba enviando a la cárcel y
no a cualquier prisión, sino a la del palacio que era de máxima seguridad.
Tendría suerte de volver a ver la luz del día. Y pensar que había creído que
Quinn venía a cuidarlo. Las últimas veces que habían hecho el amor, la conexión
entre ellos parecía tan vibrante y emocionante. Pensaba que quizá Quinn
también se enamoraría de él un poco, aunque ahora la idea era ridícula.
La puerta se abrió y dos enormes guardias se detuvieron en la puerta,
mirándole con impaciencia. Se puso de pie y se puso los pantalones, luego tomó
113
su camisa mientras avanzaban y lo tomaron bajo custodia, arrastrando los
brazos detrás de él y esposándolo. No los combatió de ninguna manera, porque
en realidad no tenía mucho sentido. Quinn obviamente se había lavado las
manos de él, y eso debería hacerlo feliz, ¿no? Finalmente estaba libre del
bastardo de la intimidación, y eso, al menos, era un alivio bienvenido. Entonces,
¿por qué demonios se sentía como si hubiera perdido algo mucho más precioso
que cualquier plata o piedras preciosas?
No importaba. Tenía que cuidar de sí mismo ahora, sin un lobo grande e
interferente que lo hiciera por él. Tenía que endurecer su corazón, como Quinn
había hecho y olvidar las tiernas palabras que una vez habían pasado entre él y
el lobo. Ya habían terminado y acabado, y tenían sabor a ceniza en la boca.
5
Se hace referencia a que pasa el rato con una persona con clase social diferente, o en este caso con alguien de
una especie diferente. No pude encontrar una palabra adecuada o algún sinónimo, por lo que dejé la palabra
original. NT
—Vi lo que estabas haciendo. —Señaló a la cámara en la esquina. —Y sabías
que yo estaba mirando.
En realidad la cámara hacia un ligero zumbido cada vez que se encendía, por
lo que Aaron había sabido. No había estado cien por ciento seguro hasta ahora
que en realidad estaba siendo observado por Quinn, pero había tenido una idea
bastante buena y había estado en esa suposición. Odiaba admitir, incluso para
sí mismo, que había esperado que sus acciones llevaran a Quinn a verlo. Desde
el primer día, su sufrimiento había sido intenso sin su compañero. Los guardias
dejaron claro que pensaban que no estaba comiendo porque estaba tratando de
ser difícil. De hecho, fue porque incluso el olor de la comida lo enfermó.
—¿Qué te importa lo que hago aquí en mi sórdida y pequeña mazmorra?
¿Cómo te estoy molestando?
—Alguien podría haber estado observando.
—¿A las dos de la mañana? No lo creo. Además, ¿por qué te molesta? Pensé
que habíamos terminado. Habría pensado que tú querías que me fuera, así que
aquí estoy. Fuera de tu vista y fuera de tu mente.
Quinn se acercó a la diminuta celda y se apoyó contra la pared. 118
—¿Qué te dio esa impresión? ¿Que quería que te fueras?
Aaron puso los ojos en blanco. —Bueno, todo, desde ser sacado de la
habitación de arriba por tus matones y arrojado en esta celda fue una pista
bastante buena.
—Cuando acabe contigo, lo sabrás, chico.
—Prefería que lo hicieras —dijo Aaron suavemente
Quinn le lanzó una mirada de enojo. —Somos compañeros. Por mucho que
odie esa idea, no hay mucho que pueda hacer al respecto.
—¡Podrías no haberme mordido en el primer maldito lugar!
Quinn literalmente palideció, retrocediendo un paso y una extraña mirada
pasó por sus rasgos, una mezcla de dolor, dolor y culpa que se había ido casi
tan pronto como apareció. Sin embargo, pareció recuperarse con tanta rapidez,
dando un paso furioso que Aaron se preguntó si sólo lo habría imaginado.
¿Quinn, el poderoso y Supremo Alfa de todos los Nueve Territorios se sintió
culpable? ¿Sobre él? No, no era posible.
Antes de que Quinn pudiera decir otra palabra, alguien lo llamó desde el
pasillo. Ambos habían estado tan atentos el uno al otro que no habían oído a
nadie más venir. —¿Alfa Quinn? ¿Qué haces aquí abajo, Señor? ¿Puedo
ayudarle con algo? —Sean entró en la habitación y lanzó una rápida y nerviosa
mirada a Aaron. —¿El prisionero estaba causando algun problema?
Quinn sacudió la cabeza, parecía distraído y sorprendido por la aparición
repentina de Sean. —No. Nada está mal. Acabo de bajar a... para revisar las
cosas.
—Ya veo—dijo lentamente Sean, mirando a Aaron de vuelta a Quinn. —¿Y
todo fue de su satisfacción? ¿Puedo contribuir?
—No—dijo Quinn, dándose la vuelta rápidamente y alejándose de la celda.
—Todo está en orden. —El corazón de Aaron se hundió cuando cerraron la
puerta tras ellos y desaparecieron de la vista. Incluso aunque las palabras entre
ellos habían estado enojadas, incluso ese breve contacto había aliviado un poco
el dolor en su estómago. Se dirigió a la puerta y presionó la oreja para ver si
todavía podía oír la voz de Quinn. Los dos lobos debían de estar en el otro
extremo del corredor, porque sólo podía distinguir unas palabras. Y lo que oía
119
le helaba hasta los huesos. Era la voz de Quinn la que escuchaba.
—El tiempo para renunciar... la ejecución... la única manera...
Aaron retrocedió horrorizado. ¿Ejecución? ¿Estaría Quinn hablando de él?
Era lo que Aaron había dicho que quería, porque todo esto había terminado.
Incluso había intentado matarse primeramente con el alambre de la cama hace
unos días. Excepto que no había sido un intento serio, lo hizo más para llamar
la atención de Quinn que cualquier otra cosa. La visión de su propia sangre lo
hizo casi desmayarse antes de que realmente comenzara, y estaba a punto de
terminar cuando los guardias abrieron para tomar el material lejos de él.
Pero, ¿habría dicho Quinn que sería mejor ejecutarlo? ¿Que había llegado el
momento de renunciar a él?
Eso fue chocante e inesperado y dolió mucho más de lo que hubiera pensado
que podría. Aaron se hundió de nuevo en su catre en un aturdimiento y cerró
los ojos contra el dolor. ¿Cómo querría Quinn verlo muerto? No podía, ¿no?
Sabía que Quinn estaba furioso y quería castigarlo, por muy injusto que fuera,
pero en el fondo de su alma había creído que Quinn todavía tenía algunos
sentimientos por él. Acababa de llamarlo su compañero, ¿cómo podía decir eso
y todavía querer que lo mataran?
Aaron trató de respirar, pero no pudo mantener la cabeza erguida ni aspirar
aire alguno. El dolor de las pocas palabras que había escuchado finalmente lo
habían derribado, derrumbándolo y aplastando su alma. Se pasó las manos por
la cara y cayó de bruces ante el dolor.
Todavía estaba sentado allí, demasiado devastado para moverse cuando la
puerta de su celda volvió a abrirse de nuevo.
Pero esta vez, no era Quinn parado en la puerta, sino Sean. Sus ojos
recorrieron a Aaron con desprecio, pero entró más en la pequeña celda y se
paró junto a su catre.
—¿Qué diablos quieres, Sean? —dijo Aaron, sin siquiera molestarse en
mirarlo. —Estoy cansado. Déjame en paz.
—¿Estás demasiado cansado como para salir de esta celda y volver a casa?
No debería pensar que estarías tan cansado, ¿verdad, humano? Estoy aquí para 120
sacarte, para llevarte a tu hermano.
Capitulo Ocho
Aaron se quedó boquiabierto ante Sean. El lobo lo miró arrogantemente
antes de caminar hacia la esquina y girar la cámara hacia el techo, luego
apagándola y retirando el chip de memoria.
—¿Por qué Quinn quiere que vaya con mi hermano? —No tenía ningún
sentido en absoluto, especialmente si pensaba en ejecutarlo.
Sean echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír. —Oh, Quinn no quiere que
vayas con tu hermano. Yo sí.
Aaron miró la dura expresión de su cara. Que divertido, siempre había
pensado que Sean era el más razonable de los dos lobos. Cada vez que Quinn
perdía la paciencia, Sean parecía convencerlo de que no lo hiciera. Pero este
Sean era diferente, cambiado. Lanzó una furiosa mirada, y Aaron no estaba
completamente seguro de que el desprecio no estuviera dirigido sólo a él.
—¿Por qué quieres que vaya a los rebeldes, entonces? —preguntó Aaron,
vacilante.
—¡Porque lo has destruido! —Sean giró alrededor. —¿Alfa Supremo de los
Nueve Territorios? Él no es supremo de nada desde que viniste aquí, excepto 121
la estupidez, y todo es culpa tuya. ¿Crees que alguna vez te dejará ir? Es como
un trueno cuando se trata de ti. Es patético, llorando, incapaz de tomar una
decisión. Es ridículo, y sólo hay dos cosas que detendrán esto. Ambas implican
tu desaparición.
Aaron se recostó contra la cama. "¿Así que esta fue su elección? ¿Tenía que
desaparecer o moriría?" Se frotó una mano cansada sobre su cara. No quería
morir, había visto suficiente muerte en su vida, pero la idea de que Quinn lo
quisiera muerto era suficiente para que él deseara no haber estado vivo.
Sean volvió a mirarlo. —Tengo que hacer esto por el bien de Quinn. Me lo
agradecerá un día, y si él te importa algo, cooperarás.
Aaron asintió en signo de derrota. Dejaria que lo llevaran con los rebeldes, y
luego se escaparía a una de las ciudades más grandes. Se convertiría en anónimo,
obtendría algún tipo de trabajo. Entonces Quinn podría volver a ser Alfa, y
olvidar todo sobre el humano patético al que una vez llamó compañero.
Sean lo miró, su rostro calculando súbitamente. —No te has estado sintiendo
bien, ¿Lo has hecho?
Aaron sintió que su temperamento se elevaba. —Bueno, por supuesto que
no. He estado atrapado aquí por cuatro días siendo alimentado escasamente.
La comida es repugnante. Y cada comida era desagradable, sin sabor. Ni siquiera
podía soportar el olor de las cosas.
—No es la comida lo que te hace mal. La comida está bien, sigues
alimentándote de las mismas comidas, preparadas de la misma manera. Quinn
se aseguró de eso. No, es la mordedura de apareamiento lo que está causando
esto—Sean parecía satisfecho.
Aaron sacudió la cabeza con incredulidad. —Eso es imposible. Me mordió
hace tiempo y he estado comiendo como un caballo desde entonces. Hasta que
quedé atrapado aquí. —Realmente, nadie iba a tener que ejecutarlo, estaría
muerto de hambre si no le traían algo comestible pronto.
—La mordedura de apareamiento afecta a los lobos muy fuertemente. No
tengo ni idea del efecto en los seres humanos, pero es aparentemente aún más
intenso de lo que pensé que sería. Por eso te sientes mal, claro, porque tú y
Quinn no están juntos.
Aaron se mordió el labio. —Entonces, ¿cómo va a ayudarme llevarme aún
122
más lejos, y cómo es que Quinn no lo siente también? —Sean acababa de
decirlo, afectaba tanto a lobos como a los humanos
Sean vaciló, parecía considerarlo. —Bueno, la enfermedad no molestaría a
Quinn porque... porque es el lobo dominante en este apareamiento. Sólo el
compañero menos dominante sufre, por lo que no afectará al alfa en absoluto.
Aaron se hundió sin poder hacer nada. Eso se figueraba. Sin embargo, todavía
era confuso. —Pero si no afecta a Quinn, ¿por qué te quejas de que estoy
interfiriendo con su habilidad para ser Alfa Supremo?
Sean se ruborizó ligeramente.
—Estás distrayéndole, eso es todo. Él es demasiado amable en lo que a ti
concierne, y no te gustaría verlo sufrir. —Frunció el ceño. —¿Quieres salir de
aquí, o no?
Aaron presionó más. —¿Amable? —Ni una palabra que hubiera usado para
describir a Quinn podría servir. —De todos modos, pensé que quería
ejecutarme. Y si estoy enfermo porque no estoy lo suficientemente cerca de él
ahora, ¿cómo me va a ayudar estar aún más lejos?
Sean se dirigió a la puerta con enojo. —Porque el enlace se romperá con la
mayor distancia entre ustedes, por supuesto. Mira, haz lo que quieras tu muerte
es sólo una preocupación menos por lo que a mí respecta. Sólo estoy tratando
de ayudar a mi Alfa. Si te quedas y lo obligas a que te ejecute, podría pesar en
su conciencia. Como he dicho, tiene sentimientos tiernos cuando se trata de ti.
—No es que no me haya dado cuenta —dijo Aaron con tono sarcástico. Lo
cual no era estrictamente cierto. Aaron definitivamente sintió que Quinn se
estaba suavizando hacia él antes de que todo esto sucediera con Bobbi. Había
habido una diferencia en la forma en que miraba a Aaron, en su tacto. Su
relación no era todo sobre el castigo más, no enteramente. De hecho, había
pensado que Quinn venía a cuidarlo, tal vez incluso lo amara un poco. Había
habido momentos de ternura entre ellos cuando Aaron pensó que Quinn estaba
a punto de decírselo.
Sean se volvió para irse, pero Aaron lo llamó. —¡Espera! —No confiaba ni
un poco en Sean, pero por el momento parecía que no tenía otra opción. Al
menos al dejarlo tenía una oportunidad de sobrevivir y tal vez si Sean estaba
diciendo la verdad y el enlace estaba roto, él sería capaz de seguir con su vida
y olvidar que había conocido a Quinn. 123
Sean hizo una pausa y lo miró expectante. Aaron lamió sus labios secos.
—Estoy de acuerdo. Iré.
Sean asintió. —Voy a hacer arreglos. —La puerta de la celda se cerró tras
él.
Aaron suspiró e intentó acostarse y acurrucarse de lado. Su mirada se posó
en la cámara que Sean había apagado. La última conexión que tenía con Quinn
había desaparecido. Lo hacía sentirse increíblemente solo. No se había dado
cuenta de cuánto había sido consolado por la idea de que Quinn lo observara.
Aaron se frotó el vientre distraídamente, el dolor volvía, pero no necesitaba
eso para recordarle lo que había perdido. La sensación hueca en su pecho no le
permitiría olvidarlo.
Unas manos ásperas arrastraron a Aaron fuera de su cama una escasa hora
más tarde. Debía de haber dormido un poco, y el sonido de la apertura de la
puerta no lo había despertado, lo cual era extraño. Casi no había podido dormir
en los últimos días, pero ahora se sentía tan agotado como si pudiera dormir
para siempre.
—Levántate, maldita sea. —Aaron procesó la voz irritada, pero había sonado
como si hubiera venido de un largo camino lejos, y no del tipo que estaba
tratando de conseguir a Aaron en sus pies. Aaron quería decir que era
perfectamente capaz de levantarse, muchas gracias, pero esta mierda en la que
parecía estar era difícil de sacudirse. Parecía estar teniendo tantos problemas
para formar las palabras como lo estaba teniendo para que sus piernas lo
sostuvieran correctamente.
—Por el amor de Dios. —El lobo que lo sostenía no era nadie que él hubiera
visto antes, no uno de sus guardias regulares. Oyó el durísimo comentario
mientras se deslizaba al suelo, y luego la voz aguda de Sean.
—Un paso atrás. Yo lo cogeré.
Aaron gruñó cuando fue levantado y lanzado sobre el hombro de Sean. Si
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hubiera tenido algún alimento en su estómago en ese momento, lo habría
perdido. El mareo lo invadió, y se lamió los labios, tratando de protestar.
—¿Qué le pasa? —La otra voz sonaba nerviosa.
Sean gruñó. —Nada que a poca distancia de aquí no se cure.
Aaron sintió que Sean se movía rápidamente por las celdas y subía los
escalones. Cogió el olor del aire fresco y luego de la gasolina cuando fue
arrojado a un duro y oscuro espacio. Apenas se dio cuenta de que estaba siendo
tirado sin ceremonias en el maletero de un vehículo.
—Esto será sólo para una corta distancia y te sacaremos. Es la única manera
de sacarte de los terrenos del palacio—El maletero se cerró de golpe y todo se
oscureció.
Aaron rezaba a Dios de que no fuera a ser un viaje largo, porque los humos
del gas no ayudaban a su náusea y al dolor en su vientre que había tomado un
feroz camino en su cabeza. Él gimió y se acurrucó un poco más. Realmente,
incluso si no lograba escapar, Quinn no tendría que preocuparse por ejecutarlo,
porque de todos modos estaría muerto pronto.
Por algún milagro se las arregló para quedarse dormido, y algún tiempo
después no tenía ni idea de cuánto tiempo el coche finalmente dejó de moverse.
Había sido de noche o temprano por la mañana, de todos modos, cuando montó
el espectáculo para Quinn. Aaron entrecerró los ojos cuando el maletero se
abrió. El sol ya estaba bastante alto en el cielo, de modo que sólo unas pocas
horas habían pasado a lo sumo. Él gimió ante el dolor en su cabeza y cerró los
ojos.
¿Cómo estaba empeorando tan rápido?
—Mierda, sáquenlo de ahí. —Gritó una voz cercana, y Aaron se quedó
aliviado al oír la voz de su hermano. Cuando las manos del hombre lo
levantaron y él trató de ponerse de pie, sintió que otros lo alcanzaban antes de
caer al suelo.
—Joder, Aaron. ¿Qué demonios te han hecho estos bastardos asesinos?
Jamie, definitivamente era Jamie. Aaron apenas podía lamerse los labios y
gruñir. —Agua.
Aaron se inclinó contra su hermano, y cuando sintió que un glorioso líquido
frío le pasaba por los labios, empujó la cabeza hacia adelante, tratando de que 125
el agua fluyera más rápido.
—Hey hermano, tómalo con calma. Te pondrás enfermo.
Aaron quería llorar. Sabía que era en parte porque se sentía tan terrible,
pero no había oído que Jamie lo llamara "hermano" en un tiempo terriblemente
largo. Tomando el agua más lentamente, escuchó a Jamie preguntar.
—Aaron, ¿puedes aguantarte? —Sacudió la cabeza sin poder hacerlo, apenas
podía sentir sus piernas, y él sabía que no iban a mantenerlo en cualquier
momento pronto. Jamie suspiró frustrado. —¿Qué mierda te dieron? ¿Cuánto
tiempo hace que no has comido?
Aaron abrió los ojos un poco, el dolor en su cabeza disminuyendo con el agua
que le habían dado.
—Ellos no me dieron ningún tipo de drogas, si eso es lo que quieres decir, y
me ofrecieron comida... yo simplemente no podía comer—Añadió
miserablemente.
—Entonces, ¿qué te pasa, Aaron? Joder, cuando levantaron el maletero casi
no te reconocí, y te vi hace sólo unos días. Estabas bien entonces.
Aaron sacudió la cabeza, sintiéndose confundido otra vez. —Es esta cosa de
la mordedura de apareamiento. Me pone enfermo estar separado de Quinn, o
eso es lo que me dijeron. No estoy completamente seguro, pero es lo que
intentaba decirte cuando dije que no podía dejarlo. Somos compañeros, pero
ya no importa. Quinn se enteró de la trama para matarlo, de Bobbi, de todo, y
me culpó. Pasé los últimos cuatro días en las celdas del sótano del Palacio Alfa.
Aaron abrió los ojos cuando Jamie no respondió. Su hermano estaba
horrorizado, por no hablar de cabreado. —¿Cómo pudo hacerte esto?—Jamie
sacudió la cabeza. —No me malinterpretes, odio a los hombres lobo con cada
respiración en mi cuerpo, pero nadie tiene tanta lealtad y fidelidad como ellos.
¿Y compañeros? El enlace de compañeros es legendario. Si realmente eres su
compañero, no sé cómo podría soportar hacerte daño así.
Aaron sacudió la cabeza confundido. —No, Quinn no me lastimó, o al menos
no de la forma en que te refieres—Jamie parecía preocupado y Aaron se
apresuró a tranquilizarlo. —La distancia rompe nuestro vínculo, según lo que
dice Sean. Así que al parecer voy a mejorar ahora que estamos mucho más
lejos el uno del otro. Ese es el plan de todos modos, pero maldita sea, me
gustaría que se diera prisa y patear esto lejos. 126
Jamie abrió la boca para decir algo, pero la cerró bruscamente. Asintió a los
dos tipos que estaban de pie cerca de él.
—Tenemos que sacarlo de aquí. Todavía tenemos una hora para conducir—
Se agacharon para ayudar a Aaron. —Mira Aaron, voy a ser honesto, no te
quería en el campamento cuando viniste, porque eres demasiado blando para
esta vida, pero una vez que descubrí que estabas con él... Bueno, no había... Yo
te iba a dejar atrás. —Suspiró. —Hemos estado en contacto con el segundo de
Quinn en el mando a través de otra humana de la casa, pero voy a entrar en
eso cuando estes descansado. También voy a pedirle al médico del campo que
te mire. Todavía no estoy convencido de que no te hayan dado algo sin que lo
sepas.
Aaron asintió y dejó que los dos tipos con Jamie lo ayudaran a levantarse. No
creía que pudiera tener ningún problema para dormir ahora que no iba a estar
acostado en un maletero, y cuanto más lejos de Quinn estuviera, mejor dijo
Sean que se sentiría. Por primera vez se sintió un poco optimista mientras lo
instalaban cómodamente en el asiento trasero del SUV que conducía Jamie.
Se frotó el pecho un poco ante el dolor de haber sido un compañero constante
durante los últimos días, y luego se dio cuenta de lo que estaba haciendo y
apretó la mano con tristeza e inutilidad. El dolor en su pecho no era causado
por la mordedura de apareamiento, y no pensaba que fuera a desaparecer con
la distancia.
La distancia de Quinn podía curar el dolor en su vientre y su cabeza, pero
no había mucho de lo que podía hacer por su corazón.
Algún tiempo después Aaron fue despertado por un dolor insoportable en su
vientre. Mierda. ¿Que demonios? Aaron jadeó, agarrándose el estómago. Esto
se suponía que iba a mejorar y no empeorar. Oyó una puerta abrirse y el sonido
de una bandeja dejada sobre algún sitio. ¿Había dormido? Lo último que
recordaba era montar en el vehículo de Jamie que lo alejaba cada vez más de
Quinn. Podía oler la comida preparada, que parecía empeorar las cosas.
—Llévatelo. —Jadeó, y sintió sudor brotar en su frente.
—¿Aaron? —Oyó una voz femenina que no reconocía, así que ni siquiera
se molestó en abrir los ojos. Gimió en voz alta mientras otro dolor le daba
puñaladas en las entrañas. Oyó cómo se alejaban las pisadas, pero no le importó.
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Se envolvió miserablemente, estaba tan frío, sus dientes empezaron a castañear.
—¿Aaron? —Era Jamie. Aaron trató débilmente de tirar la manta hacia él.
Ahora estaba ardiendo. Deseaba que su maldito cuerpo se decidiera.
Sintió que Jamie le ponía una mano en la frente, y habría sonreído si no
estubiera demasiado ocupado apretando los dientes. Mamá habría hecho eso, y
parpadeó mientras las lágrimas ridículas amenazaban por salir. Gimió de nuevo.
¿Qué le pasaba?
—Aaron. —Exclamó Jamie—. He traído al Dr. Brandon para verte. Sólo te
va a echar un vistazo, ¿de acuerdo?
Aaron sintió que las manos le daban la vuelta sobre su espalda, sosteniendo
su cabeza y agarrando su muñeca, luego empujando su vientre hasta que Aaron
agarró la mano que lo probaba y abrió sus ojos en unos azules fríos. —Déjame
tocarte un poco.
—Todo duele, por todas partes —dijo, desesperado.
Otra oleada de agonía lo golpeó, y se volvió a un lado. Si esto era el fin y él
estaba por morir, sólo quería acabar con eso.
Alguien, asumió el médico, le dijo que iba a cuidar de él. Un pequeño pinchazo
en su brazo y en unos segundos, Aaron se relajó un poco. Sin embargo, su
mente parecía estar llena de lodo, y no podía concentrarse en nada. La voz de
Jamie se desvanecía.
—Quinn—Aaron gimió, tratando desesperadamente de concentrarse. Tenía
que decirle a Quinn que no había intentado matarlo. No podía soportar la idea
de que Quinn lo odiara más. Tal vez podría escribirle una carta... algo así como
una confesion que seguramente creería, ¿verdad? Quería pedir papel, pero
estaba tan cansado. Cerró los ojos y descansó un poco.
Quinn estaba cerca, Aaron podía sentirlo y luchó por abrir los ojos. Estaba
acostado desnudo en la cama, sintiéndose tan débil que no creía que pudiera
volver a abrir los ojos. Sin embargo, luchó por abrirlos, para ver a Quinn.
—Eso es—Le dijo una voz calmante. —Abre esos hermosos ojos, cariño.
Necesito verlos—Sonaba como Quinn, pero Quinn estaba enfadado con él, así
que tenía que ser otro sueño. Suspiró frustrado y trató de volverse de lado.
—Dije, que abrieras esos ojos, cariño, o tendré que tomarte sobre mi rodilla
y azotar ese dulce culo.
¡Eso no sonaba como un sueño sobre Quinn! Aaron se esforzó más para
conseguir que sus ojos cooperaran, mientras que alguien estaba tirando una tela
áspera, mojando sobre su cara y garganta. Si esto era un nuevo tratamiento
que el médico estaba tratando, Aaron estaba totalmente a bordo con él, era
maravilloso.
Aaron gimió e inclinó la cabeza, ofreciendo su cuello para más. Alguien rio
entre dientes cerca de su oreja y palmeó su polla para jugar con ella. Ese no
podía ser el médico. Pero sí, la mano grande y cálida de alguien estaba
definitivamente envuelta alrededor de su polla, y le estaban susurrando cosas 139
en el oído. Cosas sucias, cosas embarazosas que alguien le estaba diciendo a
Aaron lo que le haría cuando finalmente abriera los ojos, y cómo le pertenecía,
cada centímetro de él, y cómo nunca pertenecería a otra persona.
Entonces la áspera y húmeda tira de tela fue arrastrada a través de sus pelotas
y su polla, finalmente abrió los ojos de una vez. Parpadeó hacia Quinn, que
estaba arrodillado a su lado en la cama.
Lo que Aaron había pensado que era un paño era su lengua, y se estaba
moviendo hacia abajo a través de la polla de Aaron y la piel de su pliegue. Sí,
y cuando llegó allí, sólo podría tomar la parte superior de la cabeza de Aaron.
Gritó y trató de alejarlo. No era lo suficientemente fuerte como para manejar
esto, pero Quinn tomó sus palmas en una de sus grandes manos y las besó
suavemente, luego las colocó arriba mientras usaba su mano libre para empujar
a Aaron sobre su estómago. Aaron sabía lo que venía y no estaba seguro de que
su corazón pudiera soportarlo. ¿No sabía el loco lobo que había estado
enfermo? Él gimió y se retorció, pero no le sirvió de nada mientras la lengua
arrasaba su pliegue y aterrizaba en su ano. Gritó entonces y retorció el culo
para escapar, pero eso sólo parecía empeorar las cosas.
La lengua penetró profundamente en él y gimió lamentablemente otra vez,
pero el lobo arrogante no le prestó atención. Procedió a dar a Aaron el beso
negro más completo que había recibido y que casi lo llevó al borde de la locura.
Cuando pensó que no podía soportarlo más, y su voz estaba cruda y ronca de
mendigar, se volvió hacia atrás y Quinn lo miró, sonriendo.
—Puedes callarte. Pensarán que te estoy matando, y tengo planes de lamer
cada centímetro de ti antes de que termine. Así que recuéstate y tómalo como
un hombre para que nadie entre para salvarte.
Aaron gritó en serio cuando Quinn comenzó, pero no importa cuánto le
suplicaba y pateaba, el tormento delicioso seguía y seguía, y nadie llegó para
rescatarlo. Una fuerza cálida estaba volviendo a su cuerpo con cada toque de
la lengua de Quinn, y Aaron sabía que no dejaría de lamer hasta que hubiese
hecho exactamente lo que había dicho que haría. También sabía que habría
estado muy decepcionado si no lo hubiera hecho.
Lo que parecieron horas más tarde, cuando Aaron tenía muy poca voz, y él
estaba debil por el placer, se deslizó en el cuerpo de Quinn. Estaba envuelto
en los brazos del lobo, su polla acurrucada contra la de Quinn, y alzó la vista
hacia el rostro de él. —¿Ya no estás enojado conmigo? 140
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Epilogo
Fin 151
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