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La Supremacia De Los Lobos

Shannon West - Victoria Sue


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Capitulo Uno

—Es una buena noche de juegos, alfa.


Quinn, el nuevo alfa de los Nueve territorios, asintió mientras miraba a los
prisioneros que estaban registrados para pelear esta noche. La muchedumbre
estaba inquieta, bufaban y abucheaban a los harapientos hombres circulando en
el ring. Los humanos que eligieron participar ese día, gritaban obscenidades al
público y sacudían los puños. Quinn resignado inspeccionó a los prisioneros
desde que estos fueron registrados. Le parecían un fracaso. El público se volvió
ansioso esperando a que los juegos comenzaran, aunque Quinn odiaba esos
juegos. Quería que fuera la primera cosa en terminar cuando él llamara al
consejo.
El antiguo alfa, un terco e intolerable lobo, con un corazón tan frío y helado
como los territorios del norte de dónde provenía, usaba estos juegos como una
forma de ejecutar a los humanos por sus crímenes. A pesar de que los humanos
habían escogido este castigo por sí mismos como una alternativa al
entrenamiento, Quinn seguía pensando que era bárbaro y salvaje. Los lobos
debían cuidar de los humanos en custodia, no hacer una masacre en el ring.
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Sean, el segundo al mando y un alfa de su consejo, miró a la resplandeciente
luna encima de ellos.
—La mayoría de ellos pertenecían a una pandilla en el territorio Sur, junto
con algunos rebeldes que atacaron un bloque del territorio para liberar a sus
amigos. Todos son asesinos, ladrones e incluso violadores. Se les ofreció el
entrenamiento, pero se negaron.
—Los humanos son como niños, Sean. Cruel lo sé, pero también son
insensatos y orgullosos. Nunca saben cuál es su posición. No hay nada como
tomar placer en su lugar. —Una bocina resonó en la arena anunciando el
comienzo de las peleas, salvando a Sean de contestar, y su atención fue devuelta
al ring.
La arena estaba ubicada en el Segundo territorio, sobre 2 acres de terreno
plano en las laderas del Río Potomac, una vez conocido como el Centro
Comercial Nacional de regreso cuando los humanos gobernaban el mundo. El
antiguo edificio del Capitolio se quemó hasta los cimientos en los primeros días
de la plaga, una vez asentado situado al este y al oeste del monumento a
Washington. El área en medio había sido cercada y fue usada como la arena
nacional.
Esos humanos de bajo rango, declararon una y otra vez que no querían ser
entrenados ni seguir las reglas de la manada o ceder a la dominación de los
alfas. Incluso ahora, Quinn estaba dispuesto a ofrecer clemencia y misericordia
si alguno de ellos la pidiesen. Desafortunadamente, esos hombres habían
prometido morir antes que doblegarse a los lobos. Aunque no le gustaba forzar
al entrenamiento a nadie, Quinn ya había cambiado la sentencia de algunos
hombres, ya que los hombres habían pedido un cambio, si ellos lo querían o no.
Sinceramente la mayoría de los humanos simplemente no sabían sus propios
intereses. Los humanos ya no tenían control sobre el mundo y despreciaron
tanto estos recursos. Esto generó un virus desconocido que causó una peste que
borró cerca del 75% de la población, pero Quinn pensó que era una selección
natural. El mundo había estado moribundo bajo el mando de los humanos, así
que, la naturaleza tomó la represalia de matarlos, una elegante solución. A
diferencia de los humanos, los lobos no podían contraer enfermedades, por lo
que quedaron inmunes.
La peste había sido vinculada con la peste septicémica, también conocida
como "La muerte negra", una pandemia que había eliminado a casi toda la
población de Europa en el siglo XIII, pero esta bacteria mutada era altamente
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resistente a los antibióticos y acabó con la humanidad igual que un tsunami,
destrozando casi todo a su paso. Nadie sabía cómo empezó la plaga. Habian
historias del medio oeste que hablablan de un grupo terrorista que hizo que la
bacteria se expandiera deliberadamente y ellos pronto murieron por estar
expuesta a esta. Había otras historias, cerca de Francia, contaban que hubo un
accidente en un laboratorio. Lo que fuera que pasara, la peste se desencadenó
rápidamente y fue mortal
La atención de Quinn fue captada por una figura en la línea negra. Uno de
los hombres en el ring estaba debajo de los otros prisioneros, un convicto
menor, no dispuesto a morir. Esos humanos fueron asignados a que limpiaran
el ring cuando los gladiadores hubieran hecho su trabajo. Quinn nunca entendió
el sistema penal de los humanos. Ladrones, violadores y asesinos en casas casi
de lujo, en celdas donde raramente compartían con otras personas y comida en
abundancia, actividades recreativas y un acceso libre a cuidados integrales de la
salud. Una forma de demostrar como hacían los castigos. Los criminales solían
vivir en mejores condiciones que la mayoría de los lobos. Es una de las primeras
cosas que Quinn cambió cuando tomó la oficina.
Ahora los prisioneros comían adecuadamente y vivían en bunkers de veinte
metros cuadrados de superficie y ellos trabajaban cada día en un área asignada
de trabajo manual.
Los guardias trataron de mantener a raya las peleas de los trabajadores, no
fue algo difícil para los lobos, con su fuerza sobrenatural, pero los ojos de Quinn
bajaron hacia un prisionero cerca de la parte de atrás del grupo, siendo
apuntado por el arma de un guardia, él pudo ver como el humano estaba tan
indiferente, Quinn nunca había visto algo así antes. Él mantuvo la cabeza en
alto, ignorando las órdenes de los guardias, los gritos y los insultos que
provenían de las gradas. De repente, giró, mostró sus dientes y caminó hacia el
guardia con la cabeza gacha.
Delgado y musculoso, el joven humano fue cojeando por la cadena alrededor
de sus tobillos que le impedía dar un paso completo. Sin embargo, apenas y
parecía contenido. Quinn miró como el guardia golpeaba al humano en el
hombro con la culata, y el hombre volteó para gruñirle con su magnífico rostro.
Sus ojos azules resplandecientes de furia y se lanzó al lobo armado, quien
respondió nuevamente golpeando con la culata el hombro del humano.
El humano cayó sobre sus rodillas, pero forcejeando, se puso de pie en 5
segundos, vociferando una cadena de palabras que hizo que el guardia bajara la
cabeza y se riera.
—¿Quién es ese? —Quinn preguntó inclinándose hacia delante—. El
hermoso, el terco de allá, se ve reacio a trabajar.
—¿Umm? —Sean respondió—. ¡Oh! ¿Ese de ahí? Se llama Cailan, creo. Es
del Cuarto territorio, capturado con los rebeldes que escaparon de la corte hace
un mes. Él estuvo trabajando muy bien hasta ahora. —Se encogió de
hombros—. No tengo idea de porque se está negando a trabajar, a menos que
conozca a alguno de los prisioneros y esté tratando de hacer algún tipo de
distracción.
—Hay algo en el que me hace pensar en... —Quinn dejó de hablar, frunció
el ceño al joven que eligió ese momento para mirar hacia las gradas y ver
directamente a Quinn. Sus ojos azules con una ardiente mirada y sus labios
llenos retorcidos en un gruñido. Él gritó algo, una obscenidad sin duda, pero la
multitud empezó a hacer más ruido haciendo que Quinn no escuchara lo que
decía. El sentimiento llegó alto y claro.
Quinn lo contemplaba fijamente, sabía que había visto ese rostro antes, lo
recordaba ahora. En un póster fuera de su oficina. La fotografía del póster era
tan pequeña y granulada, pero aun así, mostraba a un alto y musculoso hombre
con un largo cabello negro que caía un poco más abajo de sus hombros. Ahora,
el cabello del hombre estaba corto, pero Quinn lo reconoció, no como Cailan,
sino como Aarón Tabor uno de los humanos más buscados de los Nueve
territorios. Quinn estuvo asombrado y enfocó toda su atención en el hombre.
Así que Tabor les había dado un nombre falso a los lobos y mantuvo esta farsa
durante más de un mes. El hombre era un asesino, responsable de terrorismo
contra el gobierno. De hecho, Tabor estaba implicado en el reciente intento de
asesinato de Quinn. El humano era demasiado importante como para ser
castigado con un trabajo así. Sus crímenes eran de capital, y su castigo requeriría
alguna consideración especial. Debería de ser público, severo y por encima de
todo, humillante. No podía permitirse que se convirtiera en algún tipo de mártir
de causa rebelde. Su imagen de héroe tenía que ser contaminada para que los
rebeldes humanos no se reunieran alrededor de él.
—Tráeme a ese hombre. —Quinn dijo cabeceando en su dirección—. Ese
humano está escondiendo su identidad. Así que no queremos que sea un
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ejemplo a seguir. Él es Aarón Tabor, el que explotó mi auto, matando a mi
chófer hace dos meses. Necesitamos mostrarle nuestra hospitalidad especial.
Sean saltó de sus pies, sin cuestionar la orden de su alfa. Parecía sorprendido
al enterarse de la identidad de Tabor y demorando apenas unos segundos se
apresuró a salir de las gradas para darse prisa hasta el ring, antes de que
comenzaran los juegos. Quinn lo miró irse y sonrío para sí mismo. Aarón Tabor
necesitaría una consideración única y un tratamiento especial. Su intento de
matar a Quinn falló, pero tres lobos fueron asesinados, tres buenos y valientes
lobos, dos de sus guardias personales y su chófer Brannan, un leal gama que
dejó atrás a su pareja embarazada. Los lobos nunca tomaban venganza, pero la
justicia necesitaba ser severa. Quinn haría eso posible.
Quinn, al igual que la mayoría de los lobos, creía que los humanos estaban a
la par con los omegas, ambos física y psicológicamente débiles por lo tanto
necesitaban que los cuidaran para beneficio propio. Hacerles daño no probó
nada y fue contra el punto, pero esos humanos, quienes se llamaban a sí mismos
rebeldes, tenían una historia diferente. Ellos anormalmente agresivos y reacios
a entrenarse.
Ellos fueron los que desencadenaron el escape en los campos de
entrenamiento, escondidos en los bosques y en los salvajes e inhabilitados
lugares. Atacaron a los alfas de los Nueve territorios, asesinaron a lobos
indiscriminadamente y pidieron su propio territorio para que pudieran
gobernarse ellos mismos.
Demandaron esto primero, en teoría, menospreciaron lo que los humanos
querían, ya que eran incapaces de cuidarse por sí mismos, como en los tiempos
antes de la peste. Ellos eran mezquinos incluso ahora, destructivos con guerras
o terrorismo, sin mencionar su rechazo a seguir las leyes que protegían el medio
ambiente, terminaron por destruir todo. Ellos no serían capaces de tomar
decisiones por su cuenta. Los lobos estuvieron felices de aceptar a esos omegas
en sus mamadas, solo si obedecían sus reglas sin ninguna objeción. No
preguntaron más a los humanos que a sus propios lobos. Fue difícil de entender
por qué se resistieron tanto. Quizá fue porque no eran demasiado inteligentes.
La mayoría de los peores delincuentes ya habían sido tratados, un gran
número de rebeldes habían sido sistemáticamente redondeados y obligados a
entrar en centros de adiestramiento, pero aún quedaban algunas bajas.
Ocasionalmente un humano, como Aarón Tabor, quien era tan desafiante que 7
rechazó todas las ofertas para ser adiestrado y hecho útil. Estos humanos tenían
que ser tratados con dureza, con la esperanza de hacerlos idóneos, como los
buenos omegas, siguiendo a sus superiores y siendo cuidados por los lobos. Los
humanos en el ring probablemente necesitaban ser eliminados por la causa
genética, así los programas de criaderos humanos serían exitosos. El nuevo
programa fue un intento de los científicos lobos para reconstruir a la población
humana, pasando por un lento y doloroso proceso, cada interesado podría ser
transformado. Así, ellos podrían existir pacíficamente con los lobos y que su
población no siguiera en peligro de extinción.
Algo le dijo a Quinn que este humano, Aarón Tabor, nunca sería rehabilitado.
Él siempre lucharía ante la dominación de los lobos, lo haría todo más dulce
cuando este hubiera cedido. Si estaba de acuerdo con el entrenamiento, Quinn
podría encontrarle un buen maestro, alguien que cuidaría de él le tomaría la
mano y domesticaría a este cachorro, además de acariciarle detrás de las orejas.
Sería alguien tan fuerte como Quinn.
Sean fue a buscar al humano al lado del guardia y Quinn le miraba desde las
gradas. Cuando ambos giraron para mirarlo, el prisionero levantó la mirada y
le mostró el brillo desafiante en sus ojos, esos ojos azules brillaban con odio.
Algo se movió en Quinn, y sintió que su polla se endurecía. De pronto quiso
que esos ojos quemaran con pasión pura.
Quinn le sonrió, justo cuando Sean había notado la imprudencia del humano
y trató de empujar la cabeza del hombre hacia abajo. En lugar de caer sobre
sus rodillas, Aarón cayó sobre su espalda en la arena y luego barrió con los pies
tomando a Sean con una rapidez letal. Sean trató de levantarse, pero el humano
envolvió sus fuertes muslos alrededor del cuello de Sean asfixiándolo.
Rápidamente el guardia levantó su arma e intentó estrellarla con la cabeza del
humano, pero Tabor le gruñó algo que le hizo dudar. Quinn se puso de pie en
estado de alarma, pensó que si se acercaba más, Sean seria asesinado y él estaba
en una buena posición para hacer eso. La cara de Sean se estaba volviendo de
un alarmante color morado que incluso Quinn fue capaz de verlo desde las
gradas. Sus manos estaban raspando ineficazmente los musculosos muslos de
Tabor.
Quinn saltó sobre el asiento frente a él, corriendo hacia abajo a la arena. 8
Cerca de que un grupo de guardias rodeara a los dos hombres en el suelo y
Tabor estaba tenso con su lengua afilada.
—¿Qué les pasa, malditos maricones? Adelante, intenten algo. Denme una
excusa para matar a este imbécil. —Tabor miró a Sean, quien estaba a punto
de perder el conocimiento—. ¿O quizá está a punto de morir horrorizado? ¿Qué
piensan muchachos? ¿Cualquiera siente que tiene la suerte de tenerme?
¿Piensan que pueden cogerme antes de que rompa su cuello?
Quinn se acercó en una rápida carrera al grupo y no dejó de correr. Vio la
cabeza del humano girar hacía él y segundos antes de que pudiera arremeter,
notó la conmoción y el miedo en su rostro. Quinn cayó sobre ambos impidiendo
que el agarre de Sean se volviera más apretado, colocó al humano lejos de Sean
y rodaron unos buenos par de metros hasta que aterrizaron, siguió manteniendo
su fuerte agarre y cuando finalmente pararon, Quinn estaba temblando. Miró
rápidamente a Sean para asegurarse de que estaba bien, pero luego se enfocó
en el humano en sus brazos. Cogió al inconsciente humano en un abrazo salvaje,
porque no había nada más que pudiera hacer.
Desde el momento en que sus cuerpos se tocaron, Quinn supo sin ninguna
duda que el humano era su pareja. Sin importar cuan increíble ni cuan imposible
era, este humano lo era y desde ese momento Quinn era incapaz de estar lejos
de él.
En cuestión de segundos estaba rodeado por sus hombres, que sin saberlo
llegaron para sacar al joven de él, pero se encontraron con gruñidos
amenazadores. Quinn se puso sobre el cuerpo del humano, protegiéndolo,
incapaz de hablar al estar enseñando sus dientes. La gama de guardias
retrocedieron lentamente ante la agresión de su alfa, ya sea cayendo sobre sus
vientres instintivamente o retrocediendo, lloriqueando nerviosamente.
Cuando volvió en sí, Quinn se puso sobre sus pies, arrastrando al humano
con él con un brazo. Todavía dudaba sobre si podía hablar pero el retrocedió,
poniéndose entremedio de los guardias y de su pareja, pudo escuchar los
enojados murmullos de las gradas. Indiferentes a lo que pasaba, sólo viendo al
alfa supremo sacando al humano del ring. Eran demasiado temerosos a protestar
abiertamente contra Quinn, pero Quinn sabía que estaban intranquilos y
molestos, ellos querían ver a su pareja muerta por haber atacado a Sean, estarían
decepcionados. 9
Cuando estuvo lo suficientemente lejos de la amenaza de los guardias, se
inclinó y dejó a su pareja en el suelo. Encorvado sobre el humano Quinn pudo
notar que estaba gruñendo al tratar de despertar, así que nuevamente lo puso
a dormir dándole un buen golpe en la mandíbula. El humano era suyo y él se
ocuparía de ese hecho, pero eso no significaba que estuviera feliz al respecto,
tampoco significaba que no tendría la represión necesaria por haber asesinado.
Lanzando al inconsciente humano sobre su hombro, Quinn miró a los
guardias notando como estos estaban conmocionados. Quinn se maldijo y tomó
una profunda respiración, pero eso no ayudó. Sus encías dolían y tuvo que
apretar la mandíbula para impedir que sus caninos salieran. Él tragó. —Reclamo
a este humano. —Quinn alzó la voz, gruñó las palabras, tosco y ronco—. Lo
tomo como mi esclavo. Será castigado por sus crímenes. Será despojado de
todos sus derechos y decisiones y será un ejemplo para los otros criminales y
rebeldes que no reconozcan a sus superiores.
Sean, quien estaba recobrando el conocimiento fue ayudado por un guardia,
sostuvo su garganta lastimada y en sus ojos se reflejaba la confusion, pero Quinn
veía a unos pocos lobos viejos en las gradas cabeceando de acuerdo a sus
palabras. —Y como mi esclavo, el ahora disfrutará de la protección de mis
guardias. —Dando un paso hacia Sean, vio cuan pálido estaba—. Sí cualquier
lobo lastima un solo cabello de su cabeza, disfrutará ser un juguete para los
humanos en el ring. Asegúrense de que todos lo sepan, incluso si saben que los
lobos son mejor que cualquier humano en el ring, yo seré el que lo ponga en
su lugar. —Quinn cogió a Tabor, dio media vuelta y caminó hacia su habitación
sin detenerse a reconocer a ningún hombre o lobo que se apresuraba a salir de
su camino.
—¿Alfa? —Sean llamó después de su estupor, su voz tensa y forzada. Quinn
maldijo interiormente por su involuntaria reacción. El siguió, ignorando a Sean
y sosteniendo al humano más cerca de su pecho. Tratando de acomodar sus
pensamientos, él aún no confiaba en poder explicarle nada a Sean esta noche.
El altercado ya había sido visto por muchos lobos y Quinn no podía crear un
show donde todos presenciaran su debilidad, sino todos le desafiarían
constantemente.
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Tampoco ayudaba que debajo de toda la mugre y magulladuras Aarón oliera
tan delicioso, cada parte se Quinn quería llevarlo a algún lugar privado, lejos de
miradas indiscretas y manos curiosas.
Una idea cruzó por la mente Quinn y necesitaba tiempo para considerarla.
Por lo que sabía de los humanos, especialmente los rebeldes, eran generalmente
unos homofóbicos. Ellos consideraban la idea de estar con un hombre como
vergonzoso y humillante, pero ¿Cómo sería la vergüenza de que uno de sus
líderes fuera forzado a ser un esclavo sexual de un lobo?
Aarón era su pareja, había poco para que pudiera cambiar eso, pero él no lo
admitiría. No, el chico seria su concubina, su puta y su esclavo. Y él lo
mantendría no sólo bien y verdaderamente jodido, sino sumiso, era suyo como
para hacer lo que quisiera. Como su concubina, Tabor tendría que acompañarlo
a todas partes, desnudo y con su collar.
Debería sentarlo a los pies de Quinn y permitirle comer solo de su mano. Él
se volvería su perra y Quinn lo vería romperse y avergonzarse.
Aarón Tabor se convertiría en el símbolo del porqué los lobos se convirtieron
en sus enemigos, a quienes se rehusaron a seguir las leyes de la manda. Aarón
sería entrenado como un cachorro obediente y como un buen omega, mataría
dos pájaros de un tiro. Si Quinn tuviera que nalguear y azotarlo a diario, que
así fuera, pero Aarón tendría que aprender a obedecer, observando su cuerpo
tan hermoso, con esa boquita bonita y obstinada, todo en conjunto con su
testaruda mandíbula, Quinn disfrutaría cada segundo del riguroso
entrenamiento de su pareja. Si ser amado por un maestro era un destino peor
que la muerte para estos humanos, entonces ¿Qué mejor castigo para Aarón
Tabor? Y no solo un esclavo, para Quinn, para él, el lobo que había tratado de
matar al alfa supremo de los Nueve territorios. El haría un brillante ejemplar al
chico. Sólo pensando en lo que le haría a Aarón hizo que su polla se tensara
contra sus pantalones.
“Mierda” Todo dolía. Ni siquiera usaba esos músculos, Aarón no recordaba,
tenía una laguna en su memoria. Por un segundo contempló el lugar, tratando
de orientarse se puso de pie, él no sabía dónde estaba, probablemente los
guardias volverían en cualquier momento y no quería que le vieran débil. Debió
haberse golpeado la cabeza con más fuerza de lo que pensaba, porque él podía
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jurar que olía a pan recién horneado y mientras aliviaba sus adoloridos hombros,
soltó un gemido. "Dios, ¿Por qué estoy acostado aquí?" No estaba en el suelo,
este no era demasiado suave. Sin abrir los ojos el cautelosamente alzó su mano
para buscar un bulto en su cabeza, pero no sintió ninguno.
—Fue tu mentón, no tu cabeza —dijo una voz divertida.
Los ojos de Aarón se abrieron rápidamente y contempló anonadado lo que
veía. No, definitivamente no estaba en las celdas, pero él estaba acostado en una
cama, una cama real. Aarón nuevamente gimió y movió su trasero para estar
seguro que no estaba soñando.
—Cómodo ¿no es así? —La figura al lado de la puerta dijo sarcásticamente.
—Disfrútalo, porque no lo será por mucho.
La mirada de Aaron aterrizó directamente sobre el lobo casualmente
apoyándose en la puerta, con los brazos cruzados sobre un ancho pecho y su
corazón se desplomó. Era Quinn, el alfa supremo de los Nueve territorios y el
lobo más odiado por todos los humanos. Este era el lobo causante de que la
mayoría de los humanos estuvieran deteriorados, según los rebeldes.
En lo personal, Aarón pensaba que habían sembrado lo que habían cosechado,
pero él no lo podía decir en voz alta, no ahora, a ninguno de los rebeldes. Ahora,
se sentía manchado y sucio, pero él había estudiado a los lobos abiertamente,
sabiendo que les molestaba y lo que no les importaba. Él sabía que la mayoría
de los alfas esperaban que fuesen tratados como dioses y se suponía que no
debías mirar a un alfa a los ojos, bueno, excepto si querías morir. El miró el
corto cabello negro y los tempestuosos ojos grises que todavía lo estaban
evaluando. La camisa blanca, tensa porque apretaba sus fornidos brazos y su
musculoso pecho. Los ojos de Aarón cayeron involuntariamente a donde la
camisa había sido empujada en los pantalones ajustados, porque sin duda eran
caros. Joder, se veía bien y tan joven como se veía en las imágenes. Aarón se
sintió boquiabierto ante el impresionante paquete que el alfa no hacía ningún
intento de esconder en esos pantalones. Trató de tragar, pero su boca se sentía
seca y sintió que su propio cuerpo se apretaba en respuesta. “Mierda”
—¿Por qué estoy aquí?— Aarón demandó encontrando su voz y tratando de
levantarse. Las cejas de Quinn casi se juntaron con la línea de su cabello.
—Tendrás que pensar muy cuidadosamente cómo me hablas, muchacho.
Ahora, intenta nuevamente. 12
Aarón se estremeció al ser llamado “muchacho”. Él tenía veintisiete por el
amor de Dios. Aun así tenía que escapar de aquí. Tenía que hacerlo si quería
encontrar a Jamie.
—Alfa entonces. Señor. Lo que sea. Sugiero que debo volver a mi posición
de trabajo. —Trató de bajar de la cama, pero su pierna estaba atascada en algo.
Aarón rápidamente quitó las sábanas y su mandíbula cayó. Había grilletes en
cada tobillo y él estaba desnudo. Sintió como sus mejillas resplandecían de rojo,
rápidamente puso la sabana sobre él. —¿Qué mierda?
—Vamos a hacer las cosas bien. —Quinn se alejó de la puerta y Aaron le
miraba nervioso. La manera silenciosa y con gracia de caminar le pareció como
la de un tigre, se sentía como si estuviera en uno de esos zoológicos antes de
que tuvieran que soltar los animales o simplemente dejarlos abajo porque no
había nadie para cuidar de ellos. Era extraño que él pensara en un gato grande
y peligroso al mirar a este hombre lobo, pero eso era definitivamente lo que le
recordaba el alfa. Era puramente un depredador.
—Cailan. ¿No es así? —Quinn preguntó estando frente a la cama. —¿O
debería llamarte Aarón Tabor? —Las palabras de Quinn cayeron como bombas
en la silenciosa habitación.
—¿Q-qué? —Aarón preguntó estúpidamente. Su corazón latía tan fuerte que
incluso Quinn fue capaz de escucharlo.
—Aarón Tabor. Veintisiete años. Nacido en el Primer territorio, en la ciudad
de Nueva York. Padres muertos en la tercera ola de la peste. Hermano perdido,
probablemente muerto. Eres un conocido miembro de los rebeldes desde el año
pasado. Identificado gracias a la bomba de un coche que mató a dos miembros
de la manada Hudson River y tres humanos. La mente maestra del atentado
fallido contra la muerte de Quinn Madden, el Alfa supremo del Noveno
territorio. Sentenciado a muerte por su rebeldía o equivalencia.
—¿Equivalencia? ¿Qué mierda quieres decir?—Aarón sabía sobre los castigos
de muerte, pero nunca había oído hablar sobre la equivalencia, hasta ahora.
Quinn sonrió y su mano se disparó. Aarón rápidamente se encogió odiándose
a sí mismo por mostrarle debilidad al lobo, pero maldita sea, era difícil quedarse
quieto con Quinn acercándose. Los guardias podían ser viciosos, pero todos
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decían que Quinn era otra cosa. Él poseía un temperamento legendario, también
sabía que tomaba el lugar de gladiador en el ring y luchaba con los criminales
hasta la muerte, pero Quinn no lo golpeó como esperaba, en su lugar río
mientras alzaba la barbilla de Aarón.
—Llámame maestro y no cometas ningún error, humano. Tendrás una severa
equivalencia por el resto de tu vida. El castigo terminará con tu muerte solo si
me desobedeces o si me aburro de ti.
Aarón escondió el pánico. —¿Y qué tengo que hacer por... Umm... La
equivalencia? ¿O mejor debería preguntar que me harán? —La cama se hundió
mientras Quinn se sentó demasiado cerca, poniendo incómodo a Aaron, sobre
todo teniendo en cuenta que estaba desnudo debajo de la sábana.
—Tendrás que obedecerme. Tengo estándares de obediencia. Tendrás que
aprender que decir y cuando quiero que lo hagas. Más importante, tendras que
mantener tu boca cerrada. Tus débiles intentos de rebeldía conciernen a tu
manada, pero yo menosprecio asesinar innecesariamente. Uno de los lobos que
asesinaste en un intento de asesinarme en el Primer territorio estaba a punto
de ser padre de gemelos, ahora, esos cachorros nunca conocerán a su padre.
Aaron meneó la cabeza, incapaz de encontrar los ojos del alfa. Odiaba la
muerte, toda clase de muerte. Había visto lo suficiente en su vida para hacer
que él quisiera apreciar la vida muy profundamente. También odiaba la
violencia de la alianza rebelde, pero no tenía otra opción que trabajar con ellos.
Se había unido a los rebeldes hace dos años porque había oído hablar de
avistamientos de un joven entre ellos que se parecía a la descripción física de
su hermano. Se había infiltrado en sus números y desde entonces intentaba
reunir información. El problema era que los rebeldes eran tan desconfiados de
los nuevos seres humanos que se unían a ellos que eran extremadamente
minuciosos.
En los últimos meses, los lobos habían estado enviando a sus humanos de
compañía para espiar a los rebeldes. Por lo tanto, Aaron tardaba mucho en 14
ganar su confianza. El pequeño episodio anterior en el ring había sido un
ejemplo de lo que había estado haciendo para ponerlos de su lado. Sabía que
esa palabra se volvería a filtrar a los rebeldes y si pudiera escapar, seguramente
ayudaría a su causa. Su sentencia habría terminado pronto, maldita sea. Nunca
había contado con que Quinn estuviera en la audiencia y lo reconociera. ¿Qué
diablos iba a hacer con su hermano ahora?
Aaron había estado ausente cuando su padre había sucumbido a la Pestilencia.
Su madre había muerto meses antes, y pensaron que había salvado al resto de
la familia. Aaron era el único sostén de la familia que podía viajar para trabajar.
No había trabajo en Nueva York, y su padre todavía sufría con una lesión militar
antigua que significaba que al venir la Pestilencia, estaba casi sin empleo. Los
lobos sólo estaban interesados en los jóvenes y el ajuste en ese punto, mientras
que la pestilencia todavía estaba devastando el campo.
Había vuelto a casa después de tres días para encontrar el cadáver encogido
de su padre acostado en el sofá. El apartamento había sido saqueado y no había
rastro de su hermano menor. Un vecino le dijo que su hermano había sido
tomado por los rebeldes humanos que saquearon el apartamento.
Así que Aaron se unió a los rebeldes para encontrarlo y hasta ahora nunca
había estado directamente involucrado en matar a nadie. Lo peor que había
hecho era transportar suministros a varios campamentos, perfecto porque podía
viajar a las fortalezas rebeldes y buscar a Jamie. No tenía ni idea de cómo los
lobos habían conseguido su nombre para el intento de asesinato, y mucho
menos decidió que era el cerebro detrás de él.
Claro, había estado a lo largo de la carrera, pero no había participado de
ninguna manera. Ni siquiera salió del auto. Era otro esfuerzo para probar su
valor a los rebeldes, y parecía como si esa pequeña aventura hubiera tenido un
efecto espectacular.
Quinn caminó hacia la puerta. —Tendrás que prepararte para mi familia.
Vendrán dos humanos para bañarte, según Eric, uno de mis gamas. El te
preparará para todo lo que necesite. —Quinn bloqueó la puerta y olfateó, Aaron
se sonrojó—. Estás sucio y hueles mal. La próxima vez que te vea espero que
hayas mejorado.
—Si bueno, no hay muchas duchas abajo, en las chozas, alfa. —Aaron
murmuró—. Si quieres que esté limpio, entonces deberías arreglar eso, en vez
de insultarme por algo que no es mi culpa. 15

Quinn se movió tan rápido que Aaron apenas y vio el movimiento, quizá sea
por la legendaria rapidez de los lobos. Quinn agarró su cabello y tiró de su
cabeza hacia atrás por lo que se vio obligado a mirarlo. —No me faltes el
respeto muchacho. Si no me veré obligado a nalguear ese pequeño trasero tuyo
tanto que no podrás sentarte por una semana. ¿He sido claro?
Aarón sintió como el pánico le recorría. "Nalguearlo" se mordió la lengua
antes de que tuviera la oportunidad de decir que lo quería. Finalmente
entrecerró los ojos y tomando una profunda respiración le dio una sonrisa
burlona a Quinn. —Maldición. ¿Acaso no tengo una palabra de seguridad?
Quinn frunció el ceño y lo fulminó con la mirada. —¿Qué es una palabra de
seguridad?
—Una palabra de seguridad, ya sabes. Una palabra usada en el sistema BDSM.
Una palabra que detiene todo si esto llega a ser mucho. Cuando el dolor llega a
ser demasiado.
Quinn lo miró sorprendido y dio un paso para acercarse a él. —¡Tu no
necesitas nada! Nunca podría lastimarte. Tú me perteneces y cuido lo que es
mío y yo veo si las cosas necesitan parar no tú. —Giró sobre sus talones y antes
de abrir la puerta volteó. —Y no creas que no noté que no te habías dirigido
correctamente. Llámame maestro.
Aarón se mordió la lengua de nuevo. Si esto continuaba, su lengua iba a ser
la consistencia de una hamburguesa. Escupió las palabras. —Sí... Maestro.
—Buen chico. —Quinn dijo. —Bueno, trabajaré con tu actitud la próxima
vez que te vea.
Aarón se sentía hirviendo por la cólera mientras Quinn salía de la habitación.
¡Pero que molesto! Sonaba como si fuera a ser una especie de sirviente o esclavo
del idiota. Aunque podría ser peor. Era una maravilla que no hubiera ido
directamente a la arena, y mientras él hubiera perdido con gozo su vida por
Jamie, aún no lo había encontrado y se había asegurado de que estuviera bien,
así que tuvo que permanecer vivo durante tanto tiempo, como ahora.
Aarón levantó la cabeza mientras miraba la puerta. Él supuso que era uno de
los "humanos de casa" casi sonrió. Era un nombre ridículo para ellos. Supuso
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que lo entrenarían en cómo servir a ese bastardo de Quinn sus comidas o algo
así. Se preguntaba si tenía que vestir algún tipo de uniforme. Casi se ríe al
imaginarse vestido como un mayordomo, quedó fascinado cuando dos humanos
y un lobo gigante entraron a la habitación.
Capitulo Dos
—¿Quieres que haga qué? —Aarón sé estremeció con horror después de esa
mañana. Fue bañado y rasurado para esta noche, creía que ya habían terminado
con él. Entonces, después de unos minutos ellos regresaron y el lobo tuvo una
mirada que no le gustó demasiado. No tenía ni idea de porqué servir comida o
hacer la lavandería requeriría estar depilado, pero no le dio importancia. Bueno,
no mucha, pero esto.... Aarón miró con horror la enorme aguja que Eric traía y
se sintió enfermo.
—El alfa Quinn quiere que su propiedad esté marcada. —Eric dijo insistente
mientras avanzaba hacia Aaron, mientras que éste retrocedía hasta la pared.
“¿Marcado? Oh Dios.” Aarón habría entrado en pánico y habría huido
probablemente si tuviera alguna fuerza en su cuerpo para ordenar que se
moviera. Sintió como toda su sangre fluía a sus piernas y determinadamente se
plantó en sus pies.
—Será más fácil si te recuestas. —Eric chasqueó la lengua pensando que el
terror de Aarón era solo terquedad, pero Aarón odiaba las agujas junto a la
mínima cantidad de sangre. Siempre lo había hecho. Otro motivo por el cual
apestaba siendo terrorista, estaba cerca de reír histéricamente. Eric había traído 17
tres anillos a juego con la aguja, plata con piedras negras y púrpuras, que
aparentemente eran los llamados colores de casa de Quinn. Eric le había
explicado que todos los sirvientes que llevaran los colores de Quinn le
pertenecían. Eric le mostró el tatuaje que tenía en su cuello, una flama negra y
púrpura. Él era un guardia personal de Quinn, explicó que los lobos no podían
usar joyas perforadas, ya que los piercings simplemente se curarían cuando
cambiaran por lo que se tatuaron en su lugar. Cuando estuvo relajado, Eric le
sonrió.
—También tendrás un tatuaje especial, por lo que sé. Uno diseñado por el
alfa supremo. De hecho, lo está creando ahora.
—Oh Dios—Aaron dijo despacio, momentáneamente se sintió difícil respirar.
Él entró en pánico y se levantó de un salto para salir corriendo de la
habitación, pero fue atrapado en la puerta y arrastrado por la cama. Aarón
comenzó a temblar, no pudo evitarlo.
En su vida había saltado de un avión, salido de los vehículos en movimiento
y ayudado a buscar y enterrar a los seres humanos muertos durante lo peor de
la Pestilencia, pero le mostraban una aguja y lo tenían temblando. Era como
una fobia o algo así y en serio. No. Podía. Hacerlo.
Tragó ruidosamente. Maldita sea, se negó a mostrar debilidad delante del
lobo. Tenía que intentarlo.
—Entonces, quiero el de mi oído primero. —No era estúpido. Sabía que Eric
quería perforar sus pezones también, pero esperaba posponerlo todo el tiempo
posible.
Eric se quedó boquiabierto y luego se rió escandalosamente. —No son para
tus oídos, muchacho. —Aarón miró con asombro las tres piezas de joyería en
la mano de Eric. Ahora que miraba más de cerca, pudo ver que uno de ellos no
era un anillo en absoluto, sino que tenía la forma de una barra. Sus piernas
temblaron con horror. ¡Diablos no! Tenía una idea de lo que iba a pasar. Aarón
trató de alejarse mientras Bobbi, una de las humanas de casa limpió hábilmente
cada uno de sus pezones con un paño antiséptico. Pero cuando comenzó a
pellizcar y tirar de sus pezones, Aarón casi se derrumbó.
18
Había estado desnudo durante más de una hora y casi había renunciado a
sentirse avergonzado por su polla que estaba siendo manipulada, pero esto era
demasiado. No es que Bobbi llevara mucho más. Ella y las otras mujeres
estaban vestidas con camisetas y faldas cortas. Las lobas vestían casi igual,
demostrando que suponía que los lobos podían añadir narcisismo a su lista de
malos rasgos de carácter.
Se movió de esta manera y mientras estaba afeitado, la pobre polla de Aarón
había pasado por una prueba. Bobbi era linda, pero no le interesaba en absoluto.
De hecho Aarón apenas podía recordar la última vez que había encontrado a
una mujer dispuesta que se había interesado en un rapidín. Todos los embarazos
estaban rígidamente controlados ahora debido al programa de repoblación de
los lobos. Los condones ya no se producían, y no valía la pena meter a los lobos
con embarazos no sancionados.
En realidad, los lobos habían sido decentes para los humanos desde la
Pestilencia. Muchos de ellos se habían ofrecido voluntariamente para revisar
primero los edificios de las ciudades para sobrevivientes y luego quemar las
estructuras hasta sus cimientos para ayudar a contener la enfermedad.
Había tomado más de diez años para reconstruir, y todavía había áreas que
eran inhabitables. Los lobos también habían cuidado personalmente a un
número incalculable de seres humanos moribundos, llevándolos a los hospitales
cuando todavía estaban abiertos, y luego cuidaban de ellos en sus propias casas
cuando no estaban. A menudo, simplemente tomaban las manos de los
humanos moribundos cuando se hizo evidente que la esperanza había
desaparecido. Nada había ayudado mucho, pero los lobos lo habían intentado.
No había medicamentos que afectaran la enfermedad, a pesar de que los
científicos y los médicos habían trabajado frenéticamente para encontrar una
cura.
—Presta atención, humano. —El guardia dijo—. Debes calmarte.
Aarón se quedó boquiabierto cuando Eric lo empujó hacia adelante y le
disparó los anillos de pezón en sus pezones con una eficacia despiadada. El
dolor era exquisito y se hundió un poco mientras sentía a Bobbi frotándolos
con un trozo de algodón. Entonces cometió el error de mirar hacia abajo y ver
las gotas de sangre que estaba limpiando. Gimió cuando Eric se echó a reír y
pasó el dedo a uno de los anillos, haciendo que rebotara y se sacudiera, de modo
que el dolor le disparó por el pecho. 19
—Bastardo. —Él lloró y Eric frunció el ceño.
—Tienes que mostrar respeto de acuerdo a la jerarquía de la manada —dijo
con severidad. —Disculpate.
—Vete a la mierda. —Aarón gruñó y retrocedió hacia la pared de nuevo—.
No estoy en tu Manada.
Probablemente recibiría una paliza por este pequeño espectáculo de
insubordinación, pero lo habían empujado demasiado lejos. Podría darles un
poco de culto a los lobos, pero nunca los obedecería en su corazón.
Eric se adelantó airadamente y agarró la polla de Aarón en su mano. "No lo
perforarían allí, ¿verdad?" Así no. Aarón levantó la vista hacia el furioso rostro
de Eric y lamentó sus palabras. Sí, Eric lo iba a perforar y hacerle daño. Un
gruñido áspero proveniente de la puerta los sorprendió a ambos y levantaron
la vista para ver a Quinn aparecer en la entrada, mirándolo a él y a Eric con
furia. Eric inmediatamente bajó los ojos y se inclinó por la cintura.
—Alfa Quinn. N-no sabía que había llegado.
—Puedo verlo—Quinn entró viendo mordazmente la mano de Eric que
seguía firmemente agarrada a la polla de Aaron. Eric bajó la mirada y quitó su
mano como si esta quemara.
—Era por el piercing, señor.
—Envié a Bobbi para eso. ¿Hay alguna razón especial para que no esté aquí?
—No señor. Yo sólo...
—Fuera. —Quinn dijo toscamente. Aarón vio como Eric y el humano de casa
cogían sus cosas y se iban.
Quinn dio un paso hacia él y lo miró de cerca. Llevaba el traje de poder
completo usado por los lobos de más alto rango esta mañana y parecía delicioso.
Aarón se horrorizó al sentir su pene cada vez más lleno, y puso su mano sobre
él de manera protectora.
—¿Has estado causando problemas? —Quinn preguntó con lo que era una
inquietante voz tranquila.

20

—Umm... No realmente. Y… yo solo odio las agujas. —Aarón incluso odio


como su voz se escuchaba. Pudo oír el temor en su tono. Le dio a Quinn un
furioso ceño para compensarlo.
—Solo un niño le teme a las aguja —dijo Quinn, descartando la idea con la
mano. —Te oí maldecirlo cuando entré. Vas a ser castigado por eso, lo sabes.
—¿Sí? Bueno, puedo aceptar cualquier castigo que me lances.
Quinn alzó una ceja. —¿Será correcto? —Él sonrió. —Ya veremos. Ahora
vamos a hacerte la perforación en el pene. Tengo cosas que hacer. Acuéstese
sobre la mesa y no discutas. Ahora.
Lo intentó... realmente lo hizo. Pero cuando avanzó, vio la aguja que ahora
llenaba la mano de Quinn y el suelo se alzó para golpearle violentamente en la
frente.
Quinn miró hacia abajo, a la bella criatura estirada y atada en la mesa delante
de él y negó con la cabeza. Aaron aún estaba inconsciente y tendría un enorme
golpe en la frente cuando se despertara. Quinn no se había dado la vuelta a
tiempo para atraparlo y ahora, sin duda los otros lobos pensarán que lo había
golpeado. Así que tal vez no era del todo mal. Necesitaba convencer a todos
que esto era más sobre el castigo que el hecho de que él no podría manejar al
ser humano.
No necesitaban saber lo fascinado que estaba por él, cómo podía haber pasado
horas mirándolo. Le quitó el pelo de la frente, ancha y bronceada del hombre
en cuestión y no pudo evitar dejar caer un beso. Así que su chico estaba
aterrorizado por las agujas, esa información podría resultar útil más adelante.
Ya le había dado su piercing de guiche1, y ahora que sabía que Aaron lo odiaba,
podría haber más en su futuro, tal vez incluso una escalera de guiche, que sin
duda sería sorprendente en él y ofrecería un excelente castigo por futuros malos
comportamientos.
Necesitaba encontrar una forma de controlar su temperamento y abstinencia.
21
Aaron tenía una polla encantadora, bien formada y grande. No tan grande
como la de Quinn por supuesto, pero todavía no había nada de lo que
avergonzarse para un ser humano. Esta polla ahora le pertenecía a él y le
gustaría mostrarlo a sus asociados. Pero sólo mirar, no tocar, si valoraban sus
vidas. Se había sorprendido de la oleada de celos crudos que le había pulsado
cuando entró a ver a Eric sosteniendo la bonita polla de su bebé en la mano.
Había querido literalmente arrancar la garganta del lobo. Sólo pudo calmarse
con dificultad, pero tener que concentrarse en el piercing le había ayudado, a
pesar de que todavía se sentía inquieto y fuera de lo normal.
Había decidido hacer el tatuaje de inmediato. Su diseño no era demasiado
grande, sólo una pequeña flor púrpura y negra para adornar la pequeña espalda
de Aaron, justo debajo de su cintura, junto con la inscripción Propiedad del
Alfa. Sería coqueto y femenino y Aaron probablemente lo odiaría.

1
Todas las buenas razones para hacerlo lo más pronto posible, teniendo en
cuenta su actitud inteligente, y Quinn había arreglado para un artista del tatuaje
para trabajar en él a la mañana siguiente. Le daría a Aaron hasta entonces para
recuperarse un poco de los piercings. Mientras Aaron dormía sobre la mesa,
Quinn se puso de pie con un suspiro. Realmente podría haber estado sentado
allí viéndolo por un tiempo, pero tenía un horario completo por lo que no lo
haría. Llamó a Bobbi, una de sus humanas de casa y ella corrió hacia él
rápidamente, mostrando que ella y los otros no se habían alejado mucho.
Inclinándose profundamente hacia él desde la cintura, ella mostró la sumisión
apropiada.
—Bobbi, desde ahora en adelante, solo mujeres podrán tocar a Aaron, ¿está
claro?
—Sí, por supuesto, alfa.
—Bueno. Encuentra algunas mujeres que te ayuden, es bastante pesado y
llévalo a mi habitación por favor. Ponlo en los puños pegados a mi cama.
Puedes entrar y darle agua, pero no hay comida de ningún tipo. Comenzará
sus lecciones de comer de mi mano esta noche. Oh, y muéstrale cómo cuidar
sus piercings, aunque tendrás que cuidarlos tú por ahora mientras él está 22
esposado a la cama. No quiero infecciones. Será mejor que le des un enema
antes de que lo esposes, como cuestión de hecho. El guiche2 es bastante bajo
en su perineo. Si lo piensas, probablemente necesitarás de varias hembras
valientes para ayudarte a manejarlo con eso. Adelante y releva tus otros deberes
por un rato y reasigna a alguna de ellas para ayudarte. Tengo la sensación de
que a él no le gustará mucho su entrenamiento, y él va a ser un poco
intransigente hasta que lo haya completado. Tienes mi permiso para usar una
paleta en su culo para ayudarte a controlarlo, pero no dejes marcas
permanentes.
—Sí, alfa.
Suspiró y se puso de pie. —No hables con él ni le des ninguna interacción
social de ningún tipo. Eso vendrá sólo de mí durante los primeros meses. Lo
quiero aislado y fuera de balance, totalmente dependiente de mí para todo,
incluyendo su comida. ¿Entendido?
—Seguro, alfa.

2
Un guiche es un piercing en el perineo
—Bien, tengo reuniones que atender. Dejaré esto en tus manos.
Quinn se alejó, permitiéndose sólo un breve toque en el muslo desnudo de
Aaron mientras pasaba junto a él. Esta noche exploraría todo lo que este cuerpo
tenía que ofrecerle y Aaron se lo daría todo.
Mientras tanto, confiaría en su posesión más preciada con Bobbi, y esperaba
que su confianza en ella no estuviera fuera de lugar. Los seres humanos eran
conocidos por supuesto por ser inferiores, tanto mental como físicamente a las
manadas de lobos, pero tenían sus usos. Las hembras, por ejemplo, y
particularmente Bobbi, habían demostrado tener fuertes instintos maternos y
ella había hecho un excelente cuidado para los jóvenes, aliviando a las mujeres
lobo de la tarea. Así que ella debía ser una excelente opción para Aaron también.
Las mujeres de su casa también eran buenas sirvientas y cocineras, en su
mayor parte, y hacían de concubinas dulces y sumisas. Tenían poca fuerza física
y rara vez participaban en las rebeliones, por lo que presentaban poco peligro
a las manadas y podían colocarse en la casa del alfa supremo con impunidad.
Por supuesto que había causado una protesta inmediata entre los humanos.
El hecho de que los lobos habían separado automáticamente a los humanos
23
debido a su sexo parecía enfadar a algunas hembras y curiosamente a algunos
hombres también. Ahora que lo pensaba, estaba seguro de que le habían
contado a un hombre sumiso que había sido capturado por una de las familias
de sus betas.
Excelente cocinero por todas las cuentas.
Caminó rápidamente por el pasillo hasta su sala de conferencias donde se
celebrarían las reuniones. Sería un día largo, pero él se daría un regalo al final.
No pensó en ir a ver a su bebé hasta mucho más tarde en la noche. Lo quería
hambriento, humillado y frustrado cuando volviera a verlo. De hecho, era el
estado que él planeaba sostener a Aaron por algún tiempo largo por venir.
Cuando sus reuniones finalmente terminaron para el día, estaba llegando a
las siete de la tarde.
No había visto a Aaron desde aquella mañana, y estaba seguro de que no
había comido desde el día anterior por lo menos. Había ordenado una cena
tentadora para ellos y si Aaron le obedecía, se iría a la cama con el estómago
lleno. Si no, entonces se iría a la cama hambriento y no tendría otra oportunidad
de comer hasta la mañana.
Pero primero tenía algunas cosas que atender si quería tener sexo con su
chico esta noche y eso requeriría de mucho. Cuando entró en su habitación,
pudo oír los constantes quejidos desde su cama y se detuvo a escuchar. Su
cama estaba rodeada por pesadas cortinas, por lo que Aaron no tenía ni idea de
que estaba pasando allí, escuchando cada palabra.
—¡Déjame salir de aquí, maldita sea! ¿Puede alguien escucharme? ¡Me
muero de hambre! ¡Esto es inhumano!
Quinn dio un paso al final de la cortina y miró con satisfacción mientras
Aaron saltaba un poco. Sus muñecas y tobillos estaban firmemente sujetos a la
cama, según sus instrucciones.
—Pero yo no soy humano, Aaron. Y tú tampoco lo serás, por mucho tiempo.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¿Qué vas a hacer conmigo? —Él estaba
entrando en pánico por el tono de su voz así que Quinn lo miraba fijamente
con una sonrisa enigmática en sus labios, manteniéndolo asustado y
descentrado. En lugar de contestarle, Quinn caminó hacia un lado de la cama
y se sentó a su lado mirando sus piercings con un ojo crítico.
—¿Te duelen? —preguntó, sacudiendo uno de los anillos de los pezones. 24
—¡Ay! ¡Lo sabes bastante bien! —Se estremeció, recordando aparentemente
con quién estaba hablando, pero sin hacer ningún esfuerzo para decir que lo
sentía—. ¡Y alguien puso esa vara justo debajo de la parte inferior de mis
malditas pelotas! ¡Esa mierda duele como un hijo de puta!
—¿De verdad? —Quinn arqueó una ceja. —¿Quién haría una cosa así? Ah,
y eso es ocho, por cierto.
—¿Ocho? ¿Ocho qué?
—Harás que sean nueve, nueve veces que o bien no te diriges a mí
correctamente, utilizas una palabra como maldición en mi presencia y me miras
a los ojos sin permiso. Así que serán ocho golpes de látigo en tu trasero.
Aaron se ruborizó y se retorció en los grilletes. —De todas formas Bobbi ha
estado golpeando mi culo todo el día con una paleta, así que tomó su mejor
oportunidad.
—Serán diez y lo planeo hacer. La diferencia es que Bobbi es un ser humano
débil y le dije que no dejase una marca. No soy ni débil, ni humano. Por lo
tanto, diez de ellos entonces, y más si no te comportas… ¿Tienes algo que te
gustaría decirme antes de que tengamos tu castigo?
—¿Podría comer algo primero? Uh... ¿Maestro? Me voy a morir de hambre
antes de que puedas matarme.
—No, no mereces ninguna concesión especial por ser un chico malo todo el
día, y no tengo intención de matarte. Te dije que cuido bien de mi propiedad.
—Pero... ¡Señor! ¡Si supieras lo que ella y esas... esas mujeres me hicieron a
mí!
—Sé exactamente lo que hicieron. Yo les pedí que lo hicieran.
Los ojos de Aaron se abrieron de par en par. —¿Pero por qué? No lo
entiendo, y ni siquiera me hablaron de ello. Lo que hicieron estuvo mal. Uh,
Señor.
—¿Te han herido de alguna manera?
—Sólo mis sentimientos. 25
Incapaz de mantener la sonrisa en su rostro, Quinn sacudió la cabeza. —No
estás siendo castigado. Tu nueva perforación se encuentra en un área muy
vulnerable y debes mantenerla escrupulosamente limpia. Al darte el enema, te
asegurarás de que el área se mantenga limpia. Recibirás uno cada día hasta que
te comportes.
Quinn no había pensado que los ojos de Aaron pudieran ampliarse más.
Estaba equivocado. —¡Pero eso es sólo que... está mal, Señor! Es... es
francamente...
—¿Inhumano? Sí, ya cubrimos eso, creo. ¿Alguna otra queja?
—Si me dices el por qué, Señor... por qué está pasando esto. ¿Es esto parte
de esa cosa de Equivalencia?
—Parcialmente. También es parte de ser pareja.
Aaron parpadeó unas cuantas veces y sus grandes ojos azules parecían
completamente confundidos. Quinn se esforzó de sobremanera para no besarle.
—¿Pareja? ¿Señor?
—Eso es lo que dije, y deja de hacer una pausa antes de llamarme Señor. Ni
siquiera es la forma en la que debes dirigirte a mí. Dejé claro que me llamarías
Maestro. Y me doy cuenta, ya sabes. Noto todo lo que haces. Si lo haces de
nuevo, te daré diez golpes adicionales.
Aaron respiró hondo. —¿Soy tu pareja? —Quinn sonrió y pasó la parte de
atrás de sus dedos por la mejilla suave y recién afeitada de Aaron. Las mujeres
realmente habían hecho un excelente trabajo con su bebé. Probablemente se
convertiría en algo regular de Aaron, especialmente porque parecían
avergonzarlo tanto. Le haría bien y podría quitar algo de esta arrogancia
inapropiada.
—Sí, mi compañero. Tú, Aaron Tabor, eres mi destino. Lo supe ayer, cuando
te toqué. —Quinn suspiró. —Ridiculamente inapropiado, por supuesto, pero
ahí lo tienes. Como obviamente no te puedo ejecutar, haré lo siguiente. Vas a
convertirte en mi esclavo. Aprenderás a obedecerme y venir conmigo a todas
las funciones estatales según sea necesario. También servirás como una
advertencia a todos los rebeldes que hay. “El destino de este hombre podría ser
el tuyo”. Para convertirse en una perra de un lobo. Tiene una cierta justicia,
una circularidad creo, considerando cómo intentaste una vez matarme. Sí, voy 26
a hacer de esto el nuevo castigo para los líderes rebeldes que atraparemos a
partir de ahora. Un destino peor que la muerte para los humanos, ¿verdad?
Si la mandíbula de Aaron se hubiera apretado más fuerte, seguramente se
habría roto. —¡Tu no puedes hacer eso! ¡No puedes hacerme esto!
—Sí, parece que puedo, y lo haré. Ya he empezado como una cuestión de
hecho. Ahora presta atención porque esto, es lo que te está sucediendo esta
noche. Primero tendremos tu castigo y así lo sacaremos del camino. Ahora
tenemos veintiún con los adicionales que acabas de ganar... Después tengo
algunas sorpresas para ti y luego te daré de comer. Luego nos iremos a la cama
y te joderé hasta que grites por misericordia. Después de eso, la mordedura de
apareamiento que te convertirá oficialmente en mi pareja y luego dormirás
envuelto en mis brazos hasta la mañana cuando conseguirás tu nuevo tatuaje.
Por cierto, es un sello muy bonito. No soy nada si no coherente. ¿Alguna
pregunta?
Aaron tenía los ojos brillantes de furia, pero cuando abrió la boca Quinn le
dio una palmada en la boca y se la apretó con fuerza.
—No, pensándolo bien será mejor que no digas una palabra. Sólo te ganarás
más de un azote y tendrás una gran noche delante de ti. —Él alcanzó el cajón
de la mesa al lado de la cama y sacó una mordaza de pelota. Quitó la mano y
metió la mordaza en la boca de Aaron, a pesar de sus desesperadas luchas, pasó
los lazos por encima de sus orejas y se sentó para admirar su obra. —Ahora te
ves perfecto.
Rápidamente lo desató y lo atrapó en sus brazos mientras saltaba de la cama.
Quinn sonrió ante los ruidos salvajes que venían de detrás de la mordaza de la
pelota junto con un poco de baba, y supo que su bebé se lo agradecería más
tarde por ayudarlo a sofocarse. Lo arrastró hasta una gran butaca en la
habitación y lo colocó boca abajo sobre él. Se levantó y recibió una dura bofetada
en el culo por su problema. Esto sucedió varias veces más hasta la última vez
cuando Quinn lo golpeó directamente en su nuevo guiche. Eso finalmente lo
hizo llorar y disminuir. No trató de levantarse de nuevo, pero le dio a Quinn
una mirada asesina por encima del hombro que Quinn decidió dejar escapar.
Cruzando rápidamente hacia su cómoda, recuperó su flogger favorito y volvió
a colocarse detrás de Aaron y admirar la vista antes de que comenzara. Veintiún
azotes deberían marcarlo muy bien para la reunión de mañana cuando planeaba 27
presentarlo a su personal como su esclavo.
Aún no tendría el título de compañero, eso tendría que ganarlo y Quinn no
pensó que pasaría por mucho tiempo, si es que alguna vez pasara. Una vez que
Quinn había calentado su brazo, la flagelación fue rápidamente. Por supuesto,
tiró de sus puños no golpeándolo duro, consciente de lo delicados que podían
ser los humanos. El flogger estaba diseñado para dar más placer que dolor, y
Aaron era tan estoico como Quinn imaginó que sería. Sólo comenzó a
retorcerse mal en los últimos golpes. Cuando terminó, Quinn se sentó en la
silla y tiró de su bebé sobre su regazo. Lo abrazó y lo giro, luego le dio la espalda
y extendió una crema calmante sobre su delicioso culo, a pesar de que tenía que
luchar contra Aaron a cada paso y esquivar sus puños en más de una ocasión.
Sólo un par de golpes había dibujado un poco de sangre. Cuando Aaron tomó
toda la ternura que iba sin pelear, Quinn quitó su mordaza y le advirtió
severamente que se callara.
—No puedes soportar más golpes esta noche, así que cálmate. Ni una palabra
más, ¿me oyes? Ahora vuelve a la cama y acuéstate boca abajo. Tengo una
sorpresa más para ti antes de la cena.
Cautelosamente, Aaron se acercó cojeando a la cama, lanzando muchas
miradas malignas sobre su hombro hacia él, pero permaneciendo en silencio.
Se inclinó con cautela hacia la cama y se estiró boca abajo sobre ella.
Quinn sacó un largo y duro tapón anal de su cajón y lo llevó a la cama, junto
con el lubricante.
—Este es un tapón anal. Te va a estirar agradable y anchamente para mí
mientras estás comiendo, así podrás llevarme dentro de ti después.
Aaron miró por encima del hombro horrorizado, y comenzó a temblar
violentamente. —¡Por favor, no me hagas esto! Sé que dijiste que no hablara,
pero ¡Por favor! Haré lo que quieras, pero no hay necesidad de seguir
humillándome. Ya no voy a pelear contigo. ¡Por favor! —Su voz se rompió un
poco al final y Quinn dejó caer el tapón en la cama y atrajo el cuerpo de Aaron
en sus brazos.
—Escúchame. Esto no es un castigo. Eso se acabó por ahora. Pero soy muy
grande y no quiero herirte. Supongo que eres virgen cuando se trata de sexo
anal. Este tapón será incómodo al principio pero te estirará y te preparará para
mí. Mírame—dijo, apretando la barbilla de Aaron con un dedo. —¿Lo
28
entiendes?
El rostro de Aaron estaba en llamas, pero él asintió con la cabeza, sólo el más
mínimo movimiento de su cabeza.
—Bueno. Ahora inclínate hacia atrás y extiendete para mí. Voy a usar mucho
lubricante y seré lo más suave que pueda.
Aaron puso las manos temblorosas detrás de él para abrirse, y todo su cuerpo
se volvió rosa brillante. Quinn pudo ver que estaba cerca del final de su
resistencia por lo que fue gentil con él cuando él lubricó su pequeño agujero
rosado y sumergió un dedo dentro de él para abrirlo. Después de un tiempo de
estiramiento con el primero, añadió el segundo dedo y masajeó los músculos,
finalmente deslizó el tapón dentro de él, luchando sólo un poco para acomodarlo
correctamente. Pasó una ancha banda de cuero por las mejillas de su culo, la
rodeó con la cintura y luego la ató firmemente.
—Esto te ayudará a mantenerlo hasta que aprendas un poco de control
muscular —dijo Quinn, poniéndolo de pie. —Ahora ven conmigo y te daré de
comer. Debes estar muy hambriento ahora.
Aaron dio un paso y siseó ante la sacudida que le atravesó el cuerpo. No era
exactamente una sensación desagradable, casi como un choque de electricidad
que venía de dentro de él cuando el tapón se frotaba contra alguna parte de su
cuerpo que nunca se había dado cuenta antes. Quinn se volvió con una mirada
divertida en su rostro, como si supiera exactamente lo que estaba pasando.
Bastardo, Aaron se enfureció y dio otro paso, decidido a no darle a Quinn ningún
indicio de que el enorme tapón pudiera molestarle, de ningún modo.
La sensación de plenitud en esa zona era nueva y él lo odiaba, sintiéndose
como estaba lleno y a punto de dividirse por la mitad. ¿Cómo aguantar esto
durante tanto tiempo? ¿Y cómo diablos esperaba el bastardo que caminara?
Él movió su otra pierna con suspicacia y... oh. Él se detuvo. Joder, eso era...
Aaron no sabía lo que era, pero una lluvia de chispas acababa de disparar desde
su espina hasta sus pelotas. Quinn tiró de su mano con impaciencia y Aaron
tropezó directamente hacia los brazos de Quinn. Aaron parpadeó, incapaz de
moverse. Su cuerpo entero parecía zumbar.
Quinn lo miró, solo a unos centímetros de distancia. Su aliento era cálido y
dulce, olía un poco de café.
29
—Ven. Sólo tómalo despacio.
Quinn lo condujo fuera de la habitación a un salón más grande. Todavía era
funcional, y tenía una larga mesa con varias sillas diseminadas alrededor,
obviamente para reuniones. Había un pequeño rincón en la esquina con una
enorme silla pareciendo ser cómoda y un gran cojín cayó en el suelo. Aaron
hervía, el sentimiento placentero en su culo momentáneamente olvidado. Estaba
condenado si se iba a arrodillar a los pies de Quinn. Él moriría primero.
—Arrodíllate—Quinn ordenó y señaló el cojín. Aaron apretó los labios. De
ninguna manera. Él negó con la cabeza obstinadamente. Quinn hizo una pausa
cuando Aaron no obedeció al instante, y lo miró pensativo. —¿Quieres sentarte
en una silla?
Aaron asintió una vez, satisfecho pero atónito ante la capitulación instantánea
de Quinn. Tal vez, tal vez si mostraba un poco de subordinación, Quinn podría
empezar a tratarlo con un poco más de respeto.
Quinn sacó una de las sillas de madera de la mesa y sonrió.
—Siéntate. —Aaron estaba simplemente decidido a que no le gustaba la
sonrisa de arrogancia que Quinn le había dado, cuando Quinn simplemente lo
empujó hacia atrás en la silla. El culo de Aaron golpeó el asiento de madera
con una bofetada.
—¡Mierda! —Aaron gritó e intentó saltar para alejarse del dolor abrasador
en su culo.
Quinn se inclinó sobre él, sujetándolo sin esfuerzo a la silla, agarrando los
antebrazos de Aaron. Con furia parpadeó las lágrimas mientras Quinn sacudía
la cabeza. Levantó un pulgar y limpió suavemente la humedad vergonzosa bajo
los ojos de Aaron.
—Lo que tienes que entender mascota, es que siempre sé lo que es mejor
para ti, y cuanto más rápido aprendas esa lección más rápido dejarás de
lastimarte. —Quinn se enderezó tirando de Aaron con él, y Aaron lo intentó,
no quería lloriquear por el movimiento.
Bobbi entró en silencio y dejó una bandeja de comida caliente en la mesa baja
cerca de la silla.
—Gracias Bobbi—dijo Quinn, sin quitarle los ojos a Aaron por un segundo. 30
Quinn asintió con la cabeza al cojín del suelo. —Ahora, arrodíllate sobre el
cojín. —Aaron bajó los ojos y tropezó con el cojín. Quinn mantuvo la mano
apretada de su brazo mientras él bajaba con cautela.
Miró la bandeja de comida. Enormes platos de carne y queso, junto a grandes
trozos de pan con espesa mantequilla. Había un cuenco humeante de algo que
parecía estofado. Había estado tan hambriento antes, pero con el dolor en el
culo y lo palpitante que se sentía su cabeza todavía lo plagaba, el olor sólo le
hizo sentir ligeramente enfermo.
—El estofado es realmente bueno, la carne es sacrificada localmente—Quinn
comentó a modo de conversación y se sentó en la gran silla. Él pacientemente
arregló a Aaron para que estuviera apoyado contra sus musculosos muslos, el
peso de su culo de desvaneció, gracias a Dios.
Quinn hundió un trozo de pan en el estofado y lo llevó a los labios de Aaron.
Aaron cerró los ojos y se volvió un poco. El palpitar en su cabeza lo hacía
bastante nauseabundo ahora y él realmente no creía que pudiera soportar nada.
Quinn frunció el ceño.
—Esto es exactamente lo que quiero decir. Los seres humanos son
fundamentalmente incapaces de cuidar de sí mismos. No has comido en todo el
día, pero en lugar de llenar tu vientre, estás siendo terco. —Quinn suspiró.
—No importa, más para mí. —Quinn se acercó y agarró una enorme
rebanada de carne de vacuno, rasgando en ella con sus dientes.
Aaron cerró los ojos, un pequeño gemido resonando en la parte posterior de
su garganta. Dios, podría estar enfermo. Pero también se habría condenado si
comía de la mano de este gilipollas. De ninguna manera.
—¿Sabes? —dijo Quinn, masticando pensativamente—. Si sigues rechazando
la comida, entonces tendré que forzarte a alimentarte. Eso sería desagradable
para ambos. ¿No tendría más sentido que ahorraras tu obstinación para algo
más importante? Además, como estamos comiendo del mismo plato, puedes
estar seguro de que no estoy tratando de drogarte.
El aliento de Aaron se detuvo cuando un suave dedo le acarició la cara. El
bastardo tenía razón, él debía salvar sus fuerzas para batallas más grandes. Abrió
los ojos, tratando de concentrarse en la niebla de dolor en los ojos grises que lo
miraban con cautela. Quinn tragó saliva, inclinó la cabeza hacia un lado
31
observándolo y dejó escapar un lento aliento. —No es sólo terquedad ¿verdad?
No estás bien. Sigo olvidando lo frágiles que son los humanos.
Aaron se alejó bruscamente, ignorando el pico que le golpeaba en la cabeza.
—No soy frágil.
—Y qué tan sensibles son, —dijo Quinn.
Aaron se hundió, ¿por qué la vida tenía que ser una mierda, todo el tiempo?
Nunca recordaba una época en que no había luchado, ellos no habían tenido
que luchar por cada maldita cosa. Bastardos, todo fue tan fácil para ellos. La
fuerza superior, velocidad, incluso buena apariencia, simplemente no era justo.
Oh... Dos grandes manos se acercaron para cubrir la parte de atrás de la
cabeza de Aaron, dedos firmes pero suaves buscando a través de su nuca, casi
como si estuvieran buscando el dolor. El cálido cuerpo de Quinn se acercó,
pareciendo apoyarse en Aaron un poco más, alentando a éste al inclinarse un
poco.
—¿Es tu cabeza? —preguntó Quinn en voz baja. Aaron se acordó a tiempo
de dejar de asentir, pero Quinn no pareció necesitar una respuesta. Aaron se
inclinó un poco más hacia Quinn. Estaba tan caliente, y Aaron podía sentir sus
tensos músculos deshilachándose, la tensión lentamente fluyendo de su cuerpo.
Las grandes manos sujetaron la parte posterior de la cabeza de Aaron un poco
más firmemente, y Aaron sólo tuvo un segundo para preguntarse qué iba a
hacer, cuando Aaron se sacudió de su cálida niebla por la enorme lengua
húmeda que le lamió desde la parte superior de su nariz, todo el camino hasta
su frente. “Eww” Aaron se echó hacia atrás.
—¿Qué mierda? —Le gruñó a Quinn
—Lenguaje, muchacho. —Quinn juntó sus manos para que Aaron no pudiera
moverse y lo lamió otra vez. Aaron luchó, trató de alejarse. —Quédate
quieto.—La voz de Quinn se hizo más fuerte, más profunda.
La lengua húmeda junto con la voz parecía extrañamente erótico.
Quinn relajó las manos. —¿Cómo se siente? —Aaron parpadeó confundido.
—Yo... no lo sé.
Quinn sonrió. —Me refiero al dolor. —Aaron sacudió la cabeza lentamente, 32
completamente asombrado. El dolor había desaparecido. "¿Cómo era eso
posible?"
—Bien—dijo Quinn, satisfecho.
—¿C-cómo lo hiciste? ¿Qué hiciste? —Quinn levantó una de sus cejas
esculpidas y Aaron tartamudeó. —Maestro, me refería a Maestro. ¿Cómo lo
hizo?
—¿Nunca has visto a un lobo lamerse una pata herida? —Quinn interrumpió
y le ofreció un trozo de queso a Aaron. Aaron fue a tomarlo con sus manos,
murmurando su agradecimiento, pero Quinn lo retiró. —Las manos juntas
detrás de tu espalda. —Fue ordenado de una forma tan autoritaria que la polla
de Aaron palpitaba mientras hacía lo que le decían. Diablos, tenía hambre ahora
que el dolor se había detenido. Podría discutir sobre esto más tarde. Aaron tragó
nerviosamente, y luego el trozo de queso se sujetó a sus labios. Aaron los abrió
automáticamente, y los dedos le hicieron estallar el queso en la lengua. Aaron
cerró la boca pero en lugar de que la mano cayera Quinn trazó su dedo a lo
largo del contorno de los labios de Aaron.
—Respóndeme. ¿Alguna vez has visto a un lobo lamerse una pata herida? —
Quinn repitió. Aaron casi necesitaba pedir que repitiera la pregunta una tercera
vez, ya que estaba demasiado ocupado viendo las pupilas dilatarse en esos
profundos ojos grises. Pregunta, Quinn le había hecho una pregunta. Había visto
a muchos gatos heridos lamerse las patas, pero eso no era lo mismo. Los ojos
de Quinn se arrugaron de diversión, como si pudiera oír los pensamientos de
Aaron.
—Hay ciertas enzimas en la saliva de un lobo. Uno de los más útiles es el
alivio del dolor. Ya que eres mi pareja, pude quitarte el dolor cuando te lamí.
La mandíbula de Aaron cayó, sólo para ser llenada con un pedazo de pan
mojado en el estofado. El bocado salado golpeó sus papilas gustativas y de
repente fue voraz. Después de todo, no podía permitirse perder su fuerza. Podría
luchar contra esta batalla y lo combatiría más tarde. Por ahora, estaba
hambriento.Tenía la boca abierta para cada bocado que Quinn le ofrecía, su
cuerpo relajado y flexible contra esas piernas fuertes. Quinn buscó más pan y
sus vaqueros Se engancharon en el anillo del pezón de Aaron. Aaron se quedó
sin aliento ante un dolor repentino, y Quinn se volvió bruscamente, mirando a
Aaron, cuyas manos ahora le acariciaban el pecho con protección. 33
Los labios de Aaron se separaron, repentinamente tan secos. Quinn se
concentró en el pecho de Aaron, y miró hacia arriba, con la mirada fija en Aaron
para que no pudiera moverse. Esos ojos grises… era como si pudieran ver en su
alma, ver su dolor. Muy deliberadamente, Aaron sostuvo esa mirada, y
lentamente bajó la mano.
Capitulo tres
—¿Has terminado de comer? —Quinn tomó las dos manos de Aaron y lo
ayudó a ponerse de pie. Aaron apenas asintió, pero se sonrojó al oír la risa.
Quinn se estaba riendo de él mientras intentaba apartar las manos—.
Muchacho. —Aaron oyó el gruñido de una advertencia baja, y le hizo algo
gracioso a su tripa. Casi quería a Quinn. Por un segundo se habría quedado
fascinado y disfrutado cada segundo con él. Un ardiente resentimiento se
encendió en él. Casi había cedido, lo llamó Maestro, sólo porque le había quitado
un poco de su dolor. Era patético, y no iba a volver a suceder.
Aaron dio un paso atrás después de Quinn. Oh Dios. Se detuvo y apretó el
culo mientras más chispas parecían disparar hacia dentro. Quinn echó la cabeza
hacia atrás y rió.
—Tomará todo el día tomar el ritmo en el que te mueves. —Antes de que
Aaron se diera cuenta de lo que iba a hacer, Quinn se inclinó rodeó con un
brazo a Aaron y lo colocó sobre su hombro.
Aaron gritó, medio en estado de shock por la facilidad con que Quinn lo
llevaba como si no pesara nada, y la mitad en completa mortificación. —Bájame
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de una puta vez. —él dio patadas y luchó, su rodilla fue directamente a los
abdominales de Quinn. Quinn ni siquiera respiró hondo. Lo que hizo fue
levantar su mano, y abofetear el culo de Aaron, podría decir que había sido
escuchado por toda la manada.
—Te dije lo que pasaría si me hablabas así. —Dejó caer a Aaron sin
ceremonias en la cama, su piercing volvió a atrapar la ropa de Quinn, y él gritó
y se mordió el labio furiosamente decidido a no hacerlo. No mostraría ninguna
debilidad en frente de Quinn. Volvió a subir a la cama tan rápido como pudo,
con el corazón palpitando tan fuerte que estaba convencido de que estallaría.
Quinn hizo una pausa y frunció el ceño. Aaron siguió su mirada y dejó caer
su barbilla. Quinn miraba fijamente la sangre que salía de su pezón, donde lo
había pillado.
—Realmente tienes que cuidarte mejor, eres de mi propiedad —dijo Quinn
y empezó a desabrochar su propia camisa.
Aaron no podía subir más arriba en la cama y sabía que nunca superaría la
velocidad de los hombres lobo en cualquier intento de correr.
—¿O qué?
Aaron se quedó inmóvil. ¿Qué diablos iba a hacer? Se movió tan rápido que
no vio a Quinn siquiera moverse, Aaron fue arrastrado de vuelta a la cama, con
ambos brazos clavados encima de él en un férreo apretón.
La otra mano de Quinn clavó la parte superior de sus muslos en la cama, de
modo que quedó completamente indefenso. Las palabras se secaron en la
garganta de Aaron y, por primera vez el miedo, amargo y feo se arrastró por su
espina dorsal.
—Necesito mostrarte cómo cuidar mejor lo que me pertenece.
La respiración de Aaron le atravesó la garganta, los ojos de Quinn habían
cambiado de rojo a plateado, y Aaron no estaba seguro de cuánto lobo estaba
ahora en el hombre. Quinn inclinó la cabeza hacia Aaron lentamente, y Aaron
ni siquiera pudo tragar mientras el miedo envolvía su garganta esperando que
los colmillos de Quinn se hundieran. El dolor floreció en su pecho y Aaron
gimió. Otra pequeña punzada de dolor y luego un resplandor cálido lo
reemplazó. Aaron se estremeció cuando el calor de su pecho bajó. Abrió los ojos
con confusión y luego quedó boquiabierto de asombro. Quinn no había ido a
35
buscarle la garganta, tenía la cabeza inclinada y lamía el pezón dañado de Aaron.
Quinn lo miró con los labios rosados y brillantes, el triunfo brillando en sus
ojos. Lo dejó ir y le dio al pezón una última lamida.
—¿Cómo me llamo, muchacho?
La palabra Maestro estaba casi fuera antes de que Aaron se mordiera el labio
para evitarlo, y se puso rígido. ¿Qué diablos le pasaba? Su mente estaba girando.
Quinn se inclinó sobre él de nuevo mientras lenta y deliberadamente lamía
alrededor del pezón de Aaron y bajaba por sus abdominales.
—¿A quién le perteneces de ahora en adelante?
La lengua de Quinn se sumergió en el ombligo de Aaron y sus dedos se
curvaron. ¿Le había hecho una pregunta?
—¿Muchacho? —Aaron gritó en voz baja y levantó la cabeza. Aaron
parpadeó, intentando desesperadamente reunir sus pensamientos dispersos. Él...
no debería gustarle esto. ¿Cómo es que lo hizo?
Un beso pareció revolotear en su ingle. —¿Quién es tu Maestro, Aaron?—
Aaron no lo sabía, pero su cuerpo se retorcía bajo la lengua pecaminosa de
Quinn. Oyó la risa como si viniera de una distancia tan grande—. ¿Mencioné
que hay otros beneficios interesantes en la saliva de un hombre lobo?
Quinn lamió el interior de su ingle, pequeñas sacudidas de electricidad y
Aaron estaba flotando, como si todavía no estuviera sujeto en la cama.
—¿Me entiendes, Aaron? ¿Sabes por qué nunca, nunca, debes pelear
conmigo?
Aaron sacudió la cabeza tratando de aferrarse a su odio, su sentido de la
injusticia, pero cada lamida de esa lengua caliente hizo que su ira flotara como
burbujas.
—Porque el beso de un alfa es especial. El compañero de un alfa es
completamente sumiso y controlado, y con cada lamida que te doy, con cada
lamida, se vuelve más fuerte, más intenso. El compañero verdadero de un alfa
reacciona a las sustancias químicas que sólo puedo producir para ti.
—No. —Aaron sacudió la cabeza, confundido en señal de protesta. Sonaba
mal, como si estuviera atrapado, realmente atrapado. 36
—Sí —suspiró Quinn—. La naturaleza lo hizo así, para que estemos juntos,
para siempre. Ningún divorcio como el de los humanos existe. Siempre me
pertenecerás. Serás siempre mío.
Aaron luchó débilmente y Quinn rió, volteándolo y tirando de una almohada
para poner debajo de él para elevar su polla adolorida. —Yo cuido lo que es
mío, y tú Aaron... Eres mío.
Aaron gimoteó en protesta, su cuerpo tan pesado que no podía mover sus
miembros, sus pensamientos tan confundidos que no estaba seguro de querer
entenderlos
—Por favor, Quinn.
Aaron jadeó ante la fuerte nalgada en su culo. —¿Cómo tienes que llamarme,
muchacho? —Aaron cerró los labios con fuerza y sintió los dedos fuertes, casi
dolorosos en su culo palpitante, empujando sus mejillas a un lado y soltando el
gran tapón. Al instante, Aaron se sintió vacío, y sus músculos se crisparon y
palpitaron para ser llenados de nuevo.
—¿Mi nombre, muchacho? —Quinn mojó su cabeza, empujando en el
agujero de Aaron, bañándolo con su lengua y se perdió. Sin sentido, mientras
se retorcía de placer con la lengua caliente que rodeaba su ano, sumergiéndose
en el interior para provocar y torturar tan exquisitamente. Quinn levantó la
cabeza y le mordió el culo con fuerza.
Aaron gritó y su pene palpitó, esforzándose en la almohada.
—¿Mi nombre? —Quinn repitió, y los labios de Aaron se separaron, las
palabras desesperadas por liberarse. Quinn empujó su lengua en Aaron, y siguió
torturándolo.
Aaron podía recordar lo que se suponía que debía decir, él habría rogado
entonces a Quinn que nunca se detuviera. Su polla pulsó, la presión bombeando
a sus bolas, bañando su cuerpo entero en el calor tan feroz que una chispa y se
encendería.
Aaron oyó el chasquido del lubricante al abrirse, y un grueso e insistente
dedo empujó dentro de él, pero una vez dentro le extendió el lubricante sobre
él con sorprendente dulzura. Ya estaba estirado por el tapón y mientras su
cuerpo ardía y palpitaba, los besos y las picaduras continuaban. Capa tras capa
37
de dolor y placer hasta que su cuerpo cantó a la melodía que los besos de Quinn
estaban jugando. Tenso, retorciéndose, no había parte de él que no quisiera
desesperadamente lo que fuera que Quinn le diera.
Quinn estaba a su lado. El calor de sus respiraciones duras bañó el cuello de
Aaron. —¿Quién soy? —preguntó el Alfa una y otra vez—. ¿Quién soy yo? —
Aaron estaba en el dolor, con la desesperada necesidad de dar una sola
respuesta. Aaron estaba tronando hacia el mejor orgasmo de su vida y todos los
pensamientos de protesta y de luchar contra Quinn lo dejaron como si nunca
hubieran estado allí. Ni siquiera había tocado su pene, sólo la presión de la
almohada debajo de él, pero estaba listo para explotar. Su agujero palpitaba y
quemaba cuando Quinn empujaba ahora con un dedo malvado, dentro y fuera,
implacablemente.
Su aliento fue robado tan seguramente como su culo estaba en llamas. Una
sensación de enfriamiento lo barrió mientras Quinn lamía y chupaba y seguía
con su lengua alrededor de su agujero donde había sido estirado por el tapón.
Entonces el mismo calor lo tranquilizó como antes, mientras Quinn empujaba
sus dedos dentro de él.
Nunca se había sentido tan lleno en su vida, tan completo. Estrellas se
incendiaron detrás de sus párpados cuando algo fue tocado, una y otra vez,
hasta que el placer era tan intenso que no podía soportarlo más.
Todo se calmó en Aaron, como si hubiera alcanzado la cima de un acantilado
y estuviera en lo alto.
Otro empujón áspero, otro grito. —¿Quién soy? —Insistió Quinn, y entonces
el dolor y el placer se intensificaron en cada parte de su cuerpo. Él gritó por fin
su respuesta al mundo.
—¡Maestro! —exclamó y el eco siguió a Aaron mientras bajaba al olvido.

Fueron sólo unos segundos más tarde que las pestañas de Aaron revolotearon
contra sus pómulos mientras echaba la cabeza sobre la almohada y luchaba por
despertar. Se las arregló para abrir los ojos y ver a Quinn tumbado en la cama
a su lado, su rostro a sólo unos centímetros de distancia y observándolo de 38
cerca, posesivamente, como si estuviera dispuesto a actuar ante cualquier señal
de que estaba en peligro.
—Oh Dios. —Aaron murmuró. —¿Qué fue lo que acaba de suceder?
Quinn lo miró con interés. —Te estaba tocando cuando de repente te corriste
duro, me llamaste Maestro y te desmayaste.
Los ojos de Aaron se abrieron y su rostro se llenó de vergüenza. Miró a Quinn
con horror. —¡La mierda que dices! Eso no puede estar bien. Tú... ¡me hiciste
algo! Yo nunca habría... la semejante idea es... ¡oh no!
¿Podría una persona morir de vergüenza? Se pasó el brazo por los ojos y
suspiró. Había escuchado la expresión antes, pero nunca la había creído hasta
ahora. Miró de nuevo desafiante a Quinn. —¡Eso es sólo una maldita mentira!
—Estoy seguro de que lo querías, mascota, pero eres muy sensible. Tuviste
un orgasmo solo con mi boca y mis manos. Tu próxima vez será aún mejor,
cuando esté dentro de ti y estemos haciendo el amor. Dime cuando estés listo
para continuar.
—Puedes violarme si quieres, —dijo Aaron, sintiendo la vergüenza brotando
en su pecho—. Lo sé, pero no lo llames hacer el amor. ¡No soy un homosexual!
No me gustan los hombres de esa manera, y nunca, nunca de buena gana tendría
relaciones sexuales contigo. —Aaron todavía estaba tendido en su espalda,
mirando hacia Quinn, que miraba hacia atrás tranquilamente, mostrando poca
emoción.
—Uh... Huh. Tal vez no te gusten los hombres muchacho, pero ciertamente
te gustan los lobos. En cuanto a violarte, no tengo ninguna intención de hacer
tal cosa. Me lo pedirás mucho antes de que te toque otra vez.
Aaron resopló y entornó los ojos. —Mierda. Yo soportaré lo que me hagas,
pero eso es todo lo que será.
Quinn lo miró con serenidad. —¿De verdad? ¿Quieres otra demostración?
—¿De lo que hiciste antes? Adelante. Dices que las enzimas en tu saliva me
hacen sumiso. No pareces el tipo de hombre que estaría satisfecho con una
pequeña marioneta subordinada, pero si eso es lo que quieres, si eso es lo que
se necesita para hacerte sentir feliz, entonces sigue y hazlo.
Quinn sonrió, sacudiendo la cabeza. —No busco tu permiso para hacerlo, 39
como tú dices. Pero vas a complacerme muchacho, y cuando lo hagas, creo que
encontrarás placer tú mismo. Ahora sé un buen chico y dame tu mano.
Cautelosamente, Aaron hizo lo que le dijo. ¿Por qué luchar contra ello?
Quinn había demostrado una y otra vez lo mucho más fuerte que era. Haría lo
que Quinn decía, y guardaría sus emociones para sí mismo. Estos pequeños
estallidos de él sólo hacían que Quinn estuviera loco y lo estimulaba para
demostrar lo bien que podía dominar a Aaron. Esta era la vida de Aaron ahora,
y él podría tener que hacer ciertas cosas para sobrevivir hasta que encontrara
una manera de escapar. Los haría, pero no los disfrutaría. ¡Jamás!
Volvió a sí mismo con un suspiro cuando Quinn guió su mano hacia su
enorme y gruesa polla señalando arrogantemente hacia el techo. Aaron había
visto las pollas de otros hombres antes, pero siempre brevemente mientras
sacaban sus pollas para orinar o mientras se cambiaban de ropa. Nunca había
tenido una tan grande y gruesa cerca de él, ni había tenido en su mano la de
otro hombre jamás. Y tampoco había tenido el deseo de hacerlo.
La polla de Quinn era mucho más grande que la de Aaron, con una cabeza
ancha con forma de hongo y de un rojo oscuro. Trató de apartar su mano,
pero Quinn lo sujetó sin esfuerzo. Sus ojos se fijaron en los de Quinn, y él supo
que Quinn podía ver el momento en que se dio cuenta de lo vulnerable que
estaba acostado en la cama con este lobo grande. Quinn sonrió, pero al parecer,
tomando algo de compasión por él, colocó su propia mano sobre la de Aaron y
acarició su cuerpo congestionado junto con él.
—Explora, mascota. Después de todo, vas a estar muy familiarizado con mi
polla de ahora en adelante, así como voy a conocer cada pulgada de tu cuerpo
íntimamente. —Aaron asintió con la cabeza, su labio inferior atrapado entre
sus dientes mientras movía suavemente la piel del eje de Quinn arriba y abajo.
Una perla de pre-semen brilló en la hendidura de la cabeza de su polla y con
asombro, Aaron pasó un pulgar sobre ella, extendiéndola a través del pozo
caliente de Quinn.
Quinn gimió, cerrando los ojos. —Vamos —dijo insistente y su voz sonaba
áspera y ronca. Alzando la vista cuando la mano de Aaron vaciló de nuevo,
Quinn respiró hondo y volvió a intentarlo. —Continúa bebé. Hazme lo que
haces cuando te tocas. 40
"¿Bebé?" No era el bebé de nadie, pero supuso que era mejor que algunas de
las cosas que había oído llamar los lobos a los prisioneros humanos. La palabra,
junto con la reacción de Quinn a la mano de Aaron en él podría significar que
tenía un poquito de poder en esta situación después de todo. Le gustaría tener
algo de poder sobre este bastardo. Aaron acarició más fuerte, más rápido,
tratando de acabar con él para poder detenerse y quitar su mano. Miró a Quinn
a los ojos, tratando de medir cómo le estaba afectando, pero de alguna manera
se disparó un fuego cuando el lobo se volvió a mirarlo directo a sus ojos desde
tan sólo unos centímetros de distancia, y Aaron se sintió débil por todas partes.
Aquellos ojos eran hipnóticos, peligrosos.
Mientras tanto, su propio eje se hacía cada vez más rígido. ¿Por qué estaba
sucediendo esto?
Nunca se había sentido atraído por ningún otro hombre antes, pero había
algo sobre Quinn al que su cuerpo respondía. La polla de Quinn era tan grande
y dura como el terciopelo sobre el acero. Aaron trató de variar la duración de
sus golpes y la tensión de su mano, y sintió un latido de respuesta en sus propias
pelotas.
Mirar fijamente los ojos de este lobo mientras acariciaba la polla de Quinn
era casi demasiado íntimo para soportar. Cerró los ojos y sintió una suave y
penetrante lamida contra sus labios. Sus ojos se abrieron y se sorprendió al ver
lo cercanos que estaban aquellos ojos tempestuosos, mirando directamente a
los suyos.
Podía sentir el cálido aliento de Quinn en sus labios. Casi sin pensar, Aaron
se inclinó para besar los labios llenos. Él sabía, al igual que lo hizo esos labios,
que esa lengua era letal para pero no pudo evitarlo.
No quería ayudarse a sí mismo. Quería volver a sentir esos labios sobre los
suyos. Lo necesitaba como si necesitara su siguiente aliento.
Cuando Aaron lo besó, la boca de Quinn se abrió y su lengua se deslizó en la
boca de Aaron posesivamente. Inmediatamente, Aaron se sintió inundado de
una poderosa sensación. Se sentía sumiso, pero no de mala manera. Se sentía
protegido, cuidado. Quería que este hombre magnífico, este lobo lo llevara para
consumirlo. De pronto no pudo acercarse lo suficiente y gimoteó por más.
Quinn respondió moviéndose encima de él. Sintió la enorme polla de Quinn
presionando contra él cuando el lobo lo cubrió con su cuerpo.
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He tocado esa polla, la he sostenido en mi mano. Va a poner eso dentro de
mí. Dijeron las palabras en su cabeza y se sorprendió de que no tenía miedo.
El beso... el beso lo hacía relajarse y sentir... sacudió la cabeza, tratando de
concentrarse en algo más que esos sentimientos que estaban a punto de tomarlo
por completo, pero no pudo.
Respirando duro, temblando por los sentimientos de sumisión Aaron miró al
hombre que decía que ahora era su dueño. Vio el calor y el triunfo en esos ojos
grises y se estremeció. ¿Cómo podía perderse tan completamente? Podía sentir
su rostro resplandeciente de vergüenza, pero Quinn alzó le barbilla con un dedo
y lo miró a los ojos.
—A veces nuestros cuerpos saben mejor que nuestras mentes. Tú me quieres
Aaron, y quieres esto o tu reacción no sería tan fuerte. Pídeme que te joda,
nene. Pídeme que te haga mio por completo.
Aaron sacudió la cabeza de un lado a otro frenéticamente, pero luego fue
incapaz de detenerse para entrar en otro de esos besos. Él los anhelaba, tenía
que tener más de ellos.
—Tu polla está dura, mascota. —Quinn dijo suavemente, frotándose contra
ella. La sensación del enorme y duro eje de Quinn contra el suyo era tan
delicioso. —Tu cuerpo me dice que quieres esto. ¿Debo ocuparme de esto
mientras tu mente lo analiza?
Aaron lanzó un grito suave mientras la mano de Quinn se envolvía alrededor
de su polla demasiado sensible. Sus dedos se deslizaron hacia abajo y
continuaron bajando más allá de sus bolas y en su ano. Los dedos se deslizaron
dentro de él y frotaron el punto dulce que no sabía que existía antes de una
hora atrás. La intensidad era casi demasiado y volvió a gritar, presionó su boca
contra la de Quinn, abriéndose hacia él.
Dios, ¿podría ser cierto? ¿Podría él querer que le hiciera el amor? Se contuvo
tan fuerte contra Quinn, con su polla dura haciendo rayas húmedas en su
vientre, la presión en los aros en sus pezones era casi agradable. Levantó la
mano y tocó la parte de atrás de la cabeza de Quinn, sorprendido por la suavidad
del pelo negro y grueso que sentía bajo sus dedos.
—Pregúntame, cariño. Pídeme que te ame.
—Yo... yo... ¿Podrías... podrías ayudarme?
42
—¿Te ayude a hacer qué, amor? —La voz de Quinn era baja y burlona en
su oído, haciéndole temblar por todas partes.
—P-podrías... —Aaron suspiró profundamente y levantó la vista para ver si
Quinn se estaba riendo de él.
Si hubiera sido así, podría haber muerto realmente, pero Quinn lo miraba
con total ternura. —¿Podrías hacerme el amor? Yo... quiero que lo hagas.
—Será un placer, cariño —dijo Quinn en voz baja, las manos firmes lo
movieron a acostarse sobre su estómago.
Él jadeó cuando sintió las cubiertas frotándose contra su erección y se retorció
más fuerte, ansioso por la fricción contra su piel. Una mano firme cayó sobre
la mejilla de su culo. La picadura en su culo sólo aumentó la confusión de dolor
y placer, hasta que no sabía cuál era más.
—No, eso es mío. Me haré cargo de ello. Ahora relájate y déjame hacerte el
amor. —La mano en su trasero comenzó a amasar y a masajear los tensos
músculos de su espalda. Olió una especie de aceite dulce, un olor floral
almizclado, y sintió las gotas en su espalda y sus nalgas, masajeadas en su piel.
Los dedos se movieron dentro de él otra vez, casi familiarizados por ahora y
moviéndose aún más profundamente que antes. Encontraron ese dulce lugar
dentro de él y lo frotó hasta que Aaron sintió que no podía recuperar el aliento.
Arqueó la espalda y emitió un sonido que no creía haber hecho antes. Gimiendo,
movió sus caderas y luego gritó mientras otro dedo encontraba su camino
dentro de él.
—Demasiado —susurró, pero Quinn lo ignoró y siguió acariciándolo y
masajándolo hasta que finalmente se sintió relajado de nuevo.
—Manos y rodillas —dijo Quinn, y lo ayudó poniendo una mano debajo de
él y levantándolo, empujando almohadas debajo. Se sentía avergonzado de su
posición, con el culo expuesto y en el aire y con las piernas abiertas. Pero antes
de que pudiera moverse, sintió una insistencia en su entrada, mientras la cabeza
grande y abocinada de la polla de Quinn empujaba incesantemente hacia él.
La presión era demasiada, parecía que estaba siendo destrozado.
—¡Duele! —Gritó. —Eres demasiado grande. No puedo...
—Sí, cariño, si puedes. Relájate. Déjame entrar—Quinn continuó
empujando suavemente hasta que los músculos de Aaron finalmente se 43
relajaron, siguió adelante, adentrandose profundamente. Un pequeño sollozo
escapó de la garganta de Aaron, pero Quinn se inclinó sobre él y encontró su
boca de nuevo, bañándola con besos y Aaron finalmente comenzó a hundirse
una vez más en las poderosas sensaciones. Más besos fueron presionados a lo
largo de su cuello, así como lamidas de esa lengua mágica, mientras que las
manos de Quinn acariciaron sus costados y se movieron debajo para encontrar
su erección. Él envolvió su mano alrededor de ella.
—Oh —dijo Aaron, mientras el placer resurgía en su interior. Trató de
moverse dentro de la empuñadura, lo que hizo que la enorme polla se moviera
también y sollozó de nuevo. Quinn siguió besando y acariciándolo y
susurrándole lo hermoso que era hasta que finalmente comenzó a sentirse
mejor. Gimió cuando Quinn estableció un lento patrón de movimiento dentro
de él, empujándolo y luego retirándose una y otra vez hasta que nada más
existiera en el universo, nada más que este placer/dolor. Él quería que terminara
y quería que nunca terminara. Dios, le encantaba, y en ese momento sintió que
realmente podría estar perdido. Este lobo podía fácilmente convertirse en todo
para él, podía perderse y ser una especie de juguete, un esclavo de este tipo de
placer.
Pero era un esclavo. Quinn le había dicho que lo era, y no había nada que
pudiera hacer al respecto. A pesar de que el pensamiento reverberaba en su
mente, sintió que los dientes afilados cortaban suavemente la suave piel de su
cuello. Fue una conmoción tan grande que gritó, arqueando la espalda y
tratando de escapar, incluso cuando el dolor registrado estaba siendo sustituido
por una sacudida indescriptible de placer. Una hoguera ardía a través de él,
quedándose en su espina dorsal con agonía. Pensó que literalmente podía sentir
el veneno caliente de los colmillos corriendo por sus venas.
Quiso sujetarse el cuello, pero lo sujetó con demasiada firmeza para no hacer
nada más que temblar. El dolor le llegó a la ingle, y la quemazón se centró allí,
poniéndole fuego. La mano de su polla se movió más rápido y sintió que una
oleada de climax lo invadía.
—¡Quinn! ¡Maestro! —Gritó, y sintió la propia explosión caliente y húmeda
de Quinn en su interior. Quinn se tensó contra él, llenándolo completamente.
Justo cuando pensó que no podía soportarlo un segundo más, la lengua de
Quinn comenzó a limpiarle la mordida en la parte posterior de su cuello. El
placer revolvió de inmediato sus venas como lava fundida de nuevo, y se hundió
en ella, consumido por el fuego y deseando que nunca acabara. 44
Capítulo cuatro
Quinn hizo el amor con su chico tres veces más durante la noche, sorprendido
por el hecho de que las lamidas del vínculo de apareamiento iban en ambos
sentidos. Mientras acallaban a Aaron y lo hacían más complaciente, inflamaron
a Quinn al mismo tiempo, haciéndole sentirse más excitado y posesivo con
respecto a Aaron Tabor que antes. El vínculo ya era fuerte, demasiado fuerte
para su tranquilidad. No había esperado esto. Nunca había pensado que se
sentiría tan posesivo después de sólo una noche con el ser humano. Contempló
a la belleza de su cama. Por lo que respecta a Quinn, tenía razón, era donde
Aaron pertenecía durante la mayor parte de su día.
Aaron ya no era estrictamente humano. Ahora que se había apareado con
un lobo, un lobo alfa, se convertiría en una especie de criatura híbrida medio
humano y semi-omega lobo. Habría pocas señales hacia fuera. Él nunca sería
capaz de cambiar, por supuesto y como todos los omegas serían débil y sumiso,
pero sería más fuerte físicamente, viviría más tiempo e incluso llegaría a ser
más hermoso. Sería un cambio gradual, con el tiempo. Ser parte lobo ayudaría
a Aaron con su disciplina también o al menos en teoría. Quinn tenía la
sensación de que Aaron siempre lucharía con su obediencia. Había una fuerte 45
racha de terquedad en su pareja. Algunos podrían decir obstinación.
De alguna manera tenía que encontrar una forma de moderar sus crecientes
sentimientos por este pequeño compañero suyo y recordar lo que realmente
era. Aaron era un rebelde, responsable de la muerte de muchos lobos, incluido
su chófer y tenía que pagar por esos crímenes. Tenía que ser tratado como un
esclavo, no como un compañero y el consejo tenía que ver que esto era así. Los
miembros del consejo jamás desafiarían a Quinn su control sobre los Nueve
Territorios era demasiado fuerte, pero podrían cuestionar la relación en privado,
y eso no sería suficiente. No debía haber chismes negativos sobre Aaron o sobre
su relación. Tenía que dejar claro al consejo que Aaron estaba siendo castigado
y hecho para servir de ejemplo a los otros rebeldes. En privado, por supuesto
podía relajar un poco la disciplina. No tenía ningún deseo de ser duro con su
bebé. El único problema estaba en el mismo Aaron. No quería romper su
espíritu, pero tenía que aprender su lugar en la jerarquía de la manada y en la
vida de Quinn a partir de ahora.
Lo miró unos minutos más, intentando decidir si despertarlo o no.
Finalmente, las pesadas y oscuras pestañas se abrieron dejando salir una grieta
de azul. Aaron gimió, poniéndose una mano en la cabeza.
—¿Que pasó? ¿Estamos... estamos casados?
—Maestro. —Corrigió Quinn, sentándose en la cama a su lado. —Llámame
Maestro, y sí muchacho, estamos bien y verdaderamente apareados.
—Oh, Dios, estoy tan dolorido —dijo Aaron suavemente, su rostro
lentamente empapado de rosa. —Yo... no puedo creer lo que te dejé hacerme
anoche. —Sus palabras enojaron a Quinn, pero cuando lo miró con esos grandes
ojos azules, llenos de lágrimas Quinn sintió que su corazón se derretía.
—¿Estás avergonzado de estar con otro varón? No hiciste nada malo. Esos
son sólo sentimientos humanos tontos que no tienen sentido. No debería haber
vergüenza al hacer lo que hicimos juntos. Debes de alabar a tu Dios y agradecer
por como te hizo. ¿Qué vergüenza hay en eso?
—No tenía que haberme gustado tanto. —Quinn inclinó la cabeza.
—¿Quién lo dice?
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—Bueno, mucha gente.
—Entonces están equivocados —dijo Quinn, su voz sonó con confianza.
Aaron se encogió de hombros, pero algunas de las lágrimas disminuyeron y
su piel no era tan rosada como antes. Quinn pasó una mano posesiva por la
cadera y suspiró. —Me gustaría mantenerte en la cama todo el día, pero
tenemos cosas que hacer. Tienes que hacerte el tatuaje y luego me acompañarás
a la reunión del consejo. Es importante, tu primera introducción como mi
concubina. Después de mi... anuncio anoche, estarán ansiosos por saber de mí
exactamente lo que está pasando. Y querrán verte.
Aaron se sentó, su labio inferior empujando un poco, al igual que un puchero.
Quinn se preguntó si él era incluso consciente de esa pequeña expresión. Llamó
a algo tan profundo en su interior y no pudo resistirse a inclinarse para
morderle el labio.
—¡Ay! —Aaron gritó, poniendo una mano en su labio. —¿Por qué fue eso?
Quinn sólo sonrió y se levantó de la cama. Caminó hacia el baño, hablando
por encima de su hombro.
—Una de las mujeres estará aquí pronto para traer nuestro desayuno.
Cuando regrese, espero que estés de rodillas junto a mi silla y esperándome.
—Pero necesito... Maldita sea, necesito usar el baño.
Quinn se detuvo en la puerta y miró hacia la cama, donde la erección matinal
de Aaron estaba tendienda sobre las cubiertas. —Ya lo veo. Ve al baño
rápidamente.
Aaron lentamente balanceó sus piernas y luego vaciló, todavía obviamente
tímido por caminar desnudo, a pesar de lo que habían hecho juntos la mayor
parte de la noche.
—Tienes cinco segundos para mover ese lindo culo, muchacho. No me hagas
esperar.
Aaron saltó de la cama y corrió hacia él, tratando de cubrirse con las manos.
Corrió apresuradamente junto a Quinn y trató de cerrar la puerta, pero Quinn
la abrió y caminó junto a él hasta el baño. Aaron lo miró y frunció el ceño.
—¿Puedo tener privacidad, señor?
—No —respondió Quinn y se acercó, lo volvió hacia la cómoda y tomó el 47
pene de Aaron en su mano.
Aaron volvió a hacer ese pequeño sonido de aliento y trató de soltarle la
mano, pero Quinn simplemente golpeó el culo de Aaron de nuevo y se aferró.
—Para. Te tocaré dónde y cuándo quiera, y necesitas acostumbrarte. Ahora
orina. No tengo todo el día para esto.
—¡No puedo hacer pis cuando me estás sujetando!
—Última oportunidad.
Con un arrebato, Aaron dejó de retorcerse y Quinn pudo ver que estaba
haciendo un verdadero esfuerzo, pero su pene no estaba cooperando. Se
mantuvo duro y rígido cuanto más lo tocaba Quinn, señalando hacia afuera.
Finalmente, se relajó lo suficiente como para terminar, aunque seguía en tensión
y Quinn besó el lado de su cara y le dio una palmadita en el culo.
—Buen chico. Ahora ve y espérame.
Aaron salió del baño, lanzando miradas oscuras por encima del hombro.
Quinn suspiró. Esto iba a ser más de una lucha de lo que pensaba.
Tal insolencia necesitaba ser tratada, pero él era reacio a seguir castigando a
Aaron. Tenía que encontrar un equilibrio y pronto, antes de que otros lo
notaran, o de lo contrario sus sentimientos hacia Aaron podrían verse como
un signo de debilidad. Quinn se duchó y se afeitó, luego volvió al dormitorio y
encontró a Aaron arrodillado junto a su silla. Su postura era terrible y su mala
actitud brillaba. Incluso alzó la vista y frunció el ceño a Quinn, como si lo
reprendiera por haberlo hecho esperar demasiado tiempo, pero al menos estaba
allí. El resto lo podrían trabajar. Algunos de los humanos de la casa habían
venido a traer el desayuno que habían puesto sobre la mesa. Cada plato tenía
una tapa para mantenerlo caliente y cuando Quinn las quitó, los deliciosos olores
flotaron hacia él y se dio cuenta de lo hambriento que estaba.
Cortó un trozo grande de carne para Aaron y se lo ofreció.
—¿Filete para el desayuno?
—Por supuesto. ¿Hay algún problema?
Aaron se encogió de hombros y abrió la boca, tomando el mordisco y
masticándolo pensativamente. Quinn cavó en su comida, cuidando de alimentar
a su compañero por sí mismo, alimentándolo con cada bocado a mano. Las
48
cosas salieron bien hasta que Quinn tomó un gran sorbo de café y luego ofreció
a Aaron un vaso de leche.
—¿Puedo tomarme un poco de café, señor?
—Claro que no. La cafeína es mala para ti. Bebe la leche.
—¿Malo para mí? Pero bebiste un poco de café.
—No es tu lugar para comentar lo que como o bebo. Pero es mi lugar para
alimentarte adecuadamente. Ahora bebe la maldita leche. —Levantó la copa a
los labios de Aaron y este bebió un sorbo, pero luego hizo una mueca
—Odio la leche.
—Es buena para ti. Aprenderás a que te guste.
—Apuesto a que no. —Aaron murmuró malhumorado, sólo lo suficiente alto
para que Quinn oyera. Quinn suspiró, tratando de esconder su diversión.
—¿Estás pidiendo una paliza esta mañana, muchacho? Porque realmente no
tengo tiempo para esto.
—No señor.
—¿Y cuándo te dije que podrías llamarme señor? Dije que me llamaras
Maestro, así que hazlo.
Aaron cruzó los brazos sobre su pecho y sacó los labios. Parecía adorable,
pero Quinn quería ser firme y no ceder porque fuera tan lindo. Tenía que lidiar
con este problema y ahora mismo si debía mantener la disciplina apropiada.
Agarró la muñeca de Aaron y lo empujó hacia adelante, boca abajo sobre su
regazo.
El cuerpo entero de Aaron estaba enrojecido. Quinn podía ver que se sentía
humillado, incómodo y avergonzado, podía estar seguro, pero también vio la
emoción. Su pene esaba duro y de repente goteaba entre los muslos de Quinn.
—Ahora muchacho, tu culo está en el aire, y tu pene está goteando en el
suelo. Estás a punto de obtener tu culo azotado como un niño malo. ¿Te
arrepientes de esa pequeña demostración de mal genio?
Aaron mantuvo la cabeza decididamente hacia abajo, pero se levantó y se
puso rígido cuando sintió la mano de Quinn golpear su culo y deslizarse en la
grieta entre sus mejillas. Quinn se preguntó si alguien lo había sostenido en su
regazo como ahora. Aaraon se resistió con fuerza para levantarse, gritando y
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maldiciendo, pero Quinn lo sujetó sin esfuerzo. Encontrando su agujero, Quinn
lo rodeó con sus dedos, provocando primero un silbido y luego un gemido
gutural de Aaron. Surgió de algún lugar profundo dentro de él y Quinn pensó
que Aaron no podría haberlo detenido si lo hubiera intentado. Se movió
salvajemente en el aire entre las piernas de Quinn.
—Tienes un hermoso trasero, Aaron. Redondo y firme. Pero me temo que
no podrás sentarte cómodamente cuando termine contigo. No descansarás
contra tus talones cuando estás de rodillas. A menos que me digas cuánto lo
sientes ahora y me convenzas.
Una pequeña bofetada cayó sobre su culo y Aaron se estremeció todo fuera
de proporción. Seguramente no había dolido en absoluto. Se retorció para
ponerse más cómodo.
—¡Está bien, lo siento! ¿Estás satisfecho? Lo siento, ¿de acuerdo?
—No, no está bien, como dices. No creo una palabra de eso. Y no creo que
estés tan infeliz aquí en mi regazo como estás fingiendo parecer. Tu pene esta
lo suficientemente duro como para clavar clavos, y gotea entre mis muslos. ¿Por
qué crees que es eso?
Aaron pateó detrás de él con fuerza e hizo un valeroso intento de castrar a
Quinn, quien simplemente tomó sus manos entre las suyas y las forzó a su
espalda.
—¿Algo que quieras decir, mascota?
—¡Te mataré por esto! ¡Déjame ir, idiota!
—Sigue con esa mala actitud. No creo que me guste. Creo que necesitas
probar de nuevo y mostrarme un poco de respeto. —Aaron apretó los labios
con terquedad y Quinn se encogió de hombros—. Hazlo a tu manera. —Una
bofetada aterrizó en su trasero y otra. Aaron gritó con dolor e indignación.
—Todavía hay tiempo para disculparse. Pregúntame dulcemente como un
buen chico y te dejaré ir.
Aaron respiró hondo y luego otro vez. Resopló un ronco sonido y Quinn rio.
—¿Todavía demasiado terco? Eres un niño tan malo.
Tres golpes más duros aterrizaron en el culo de Aaron. Quinn estaba
empezando a disfrutar de esto y al parecer también lo estaba Aaron. Su polla
seguía rozando el muslo de Quinn.
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—¡Maldita sea, Quinn! ¡Eso duele!
—Entonces, ¿estás listo para decir que lo sientes ahora? ¿Lo dirás? Dime
que serás un buen chico y harás lo que te diga.
—Que te jodan.
Quinn le dio la vuelta de repente para que se sentara con su culo dolorido
en su regazo. —No tengo ningún deseo de hacerte daño, así que no voy a
continuar, pero esta terquedad sólo te traerá más azotes. Ahora soy tu Maestro
y no permitiré estas faltas de respeto. ¿Lo entiendes?
Aaron apretó los labios, negándose a reconocerlo. Quinn puso una mano en
la barbilla del chico y levantó la cara. —No puedes ganar esta pelea. Ahora
discúlpate, y podemos pasar de esto.
El hombre esperó mientras Aaron tomaba varias respiraciones largas,
tratando de calmarse. Finalmente, olfateó largo y fuerte y murmuró algo entre
dientes. Sí, él estaba prácticamente pidiendo más de esta paliza, pero no sería
una buena idea dejar que Aaron lo manipulara. En su lugar Quinn pasó una
palma sobre su cara y le agarró la mandíbula.
—¿Debería llamar a una de las mujeres para que venga y te alimente?
—¡No! —Aaron parecía alarmado y se ruborizó. Saltando sobre sus pies, se
sonrojó nuevamente y miró al suelo—. Me detendré. Maestro.
—Veré que lo hagas. —Tomó otro sorbo de café y se puso de pie. —Ve al
baño y enviaré a uno de tus sirvientes para que te dé tu enema y te bañe.
Pueden llevarte por tu tatuaje.
—¿Es realmente necesario? —Aaron lo miró suplicante, incluso extendiendo
una mano para detenerlo—. Odio esos enemas, pero puedo hacerlo yo mismo
si insistes. También puedo bañarme, y... y sobre este tatuaje... Realmente odio
las agujas. Yo... podría desmayarme. Por favor, señor. Quiero decir, Maestro.
—No te desmayarás, porque no lo permitiré.
—¿No lo permitirás? Mira, hablo en serio. Tengo esto sobre agujas y sangre.
Lo he tenido desde que era un niño. Por favor, Maestro. —Se volvio con los
ojos dulces hacia él y Quinn casi se rindió. Tenía que apretar los puños y
morderse la lengua para no estar de acuerdo con él. Si esto continuaba, estaba
en peligro de malcriar a este humano, y simplemente no podía hacer eso. Las
apuestas eran demasiado altas si percibían que era demasiado fácil para su 51
esclavo, entonces podrían presionar para que pusiera a Aaron a un lado. Y esa
idea era insoportable.
—Tendrás el tatuaje. El baño y el enema. Ahora, comportarte. Te
encontraré aquí dentro de tres o cuatro horas para prepararte para la reunión
del consejo. —Se acercó a su armario y se vistió rápidamente, un traje más
formal de tres piezas hoy ya que se reunía con el consejo luego. Cuando estaba
terminando, la puerta se abrió y Bobbi y otra de las hembras de la casa, cuyo
nombre se le escapaba, estaban en la puerta, con la cabeza inclinada
respetuosamente—. Oh Dios. Llegaron a tiempo. Asegúrate de que esté bañado
y arreglado adecuadamente por favor. Hoy es un día muy importante para él.
Límpialo, afeítalo y recortarle las uñas y el pelo. No demasiado corto su cabello.
Me gustan sus rizos, pero parece un poco desgreñado. Entonces puedes llevarlo
abajo para conseguir su tatuaje. Volveré a la hora del almuerzo, pero dale de
comer si llego tarde. Asegúrate de darle un vaso grande de leche. —Se volvió
para sonreír a Aaron y lo cogió frunciendo el ceño furiosamente. —¿Ahora que?
—No soy un perro mascota para ser manejado de esta manera, maldita sea.
Los humanos de la casa se quedaron boquiabiertos ante la flagrante falta de
respeto, pero Quinn se estaba acostumbrando a ella por desgracia. Todavía
mirándolo, Quinn dirigió sus comentarios directamente a Bobbi.
—Dile al tatuador que lo vuelva a perforar. Otro piercing guiche a causa de
su insolente boca. —Se acercó a Aaron y se inclinó para susurrarle al oído—.
Puedo seguir haciendo esto, muchacho. Un piercing o un tatuaje por cada vez
que seas desobediente. ¿Puedes hacer eso?
—No, Maestro —dijo en voz baja. Aaron se negó a mirarlo, pero se mordió
el labio. Estaba temblando.
Asomándose sobre él por un momento para enfatizar su dominio, Quinn lo
agarro bajo la barbilla mirándole severamente y se fue a sus reuniones. Se
preguntó si debería haber hecho esa amenaza. Si no tenía cuidado, el hermoso
cuerpo de Aaron estaría cubierto de tinta y plata.
La mañana de Quinn fue sin incidentes y la mayoría de las veces se ocupó
del papeleo. Los rebeldes en el Tercer Territorio estaban causando problemas
como de costumbre con sus incursiones constantes en las instalaciones
gubernamentales. El líder de ese grupo era un joven fanático que había
52
demostrado ser esquivo hasta ahora. Quinn hizo algunas recomendaciones al
alfa del Tercer Territorio e hizo una nota mental para considerar la conveniencia
de enviar a un grupo de trabajo para encontrar los campamentos rebeldes y
eliminar la amenaza de una vez por todas. Lo único que lo paraba era el
conocimiento de que las mujeres y los niños humanos estaban viviendo entre
los rebeldes. No tenía ningún deseo de herir a los inocentes, pero no tendría
más remedio que ser más agresivo si este líder rebelde continuaba
presionándolo. El humano estaba ganando rápidamente una reputación como
una especie de héroe. Si Quinn pudiera capturarlo vivo, haría un ejemplo de él,
tal como lo estaba haciendo con Aaron. El Alfa del Tercer Territorio era muy
fuerte.
Quizás haría del rebelde un buen sumiso.
Eso le recordó a Aaron y el pensamiento de él hizo a Quinn darse prisa para
llegar a su habitación privada. Estaba ansioso por ver su tatuaje y su nueva
perforación. Demonios, ¿por qué no admitirlo? Estaba ansioso por ver a Aaron.
Ya se estaba poniendo difícil dejarlo atrás.
Una vez que Aaron fuera domesticado, podría llevarlo con él la mayoría de
las mañanas, algo que esperaba con impaciencia. Echando un vistazo a su reloj,
vio que le quedaba poco tiempo para preparar a Aaron para la reunión del
consejo. Abrió la puerta y entró.
Aaron estaba dormido, acostado de lado en la cama, con las sábanas sobre
sus caderas. Quinn se acercó a la cama y se paró sobre él apartando estas. Su
tatuaje era precioso, pequeño, pero de buen gusto, tal como lo deseaba. Era
una rosa, en colores negro y púrpura, con las palabras Propiedad del Alfa escrita
en una letra preciosa debajo de ella. Parecía nuevo y brillaba con los aceites
que los artistas utilizaban después en la carne dolorida. Quinn puso una mano
en su cadera y lo rodó suavemente para contemplar su polla blanda, ahora
decorada con dos piercings de guiche, de plata con piedras moradas en los
extremos de los montantes. Encantador.
Aaron se movió cuando él lo movió a un lado y ahora Quinn miró hacia abajo
para ver a su bebé mirándolo fijamente, el resentimiento escrito en su rostro.
Decidido a ignorarlo por ahora sonrió a Aaron. —¿Tomando una siesta? Bien,
tendrás que lucir lo mejor posible para el consejo. Ahora ponte de pie y déjame
prepararte. Tenemos que irnos pronto. 53
—¿Qué quiere decir con “prepararme”... um, maestro? ¿Que tengo que
hacer?
—No tienes que hacer nada más que obedecerme. Hacer exactamente lo que
te digo que hagas y no me des tu habitual mal comportamiento. Tendría que
castigarte delante de todos ellos y tendría que ser severo. ¿Puedes al menos
pretender ser sumiso conmigo? Es importante. ¿Lo entiendes?
Aaron asintió soñoliento, y se levantó estremeciéndose un poco cuando se
puso de pie. Quinn lo notó de inmediato. —¿Aún sigues dolorido? Por
desgracia, tengo que conectarte3 de nuevo para la reunión del consejo. No, no
discutas conmigo. Necesito darles un pequeño espectáculo, por lo que es
importante que cooperes. Ahora inclínate sobre la cama y déjame ver.
Con sólo unos pocos suspiros, Aaron hizo lo que le dijo y Quinn usó una
cantidad generosa de lubricante para prepararlo. Sacó un tapón de su bolsillo y
lo insertó cuidadosamente. Este era un tapón especial que él había hecho esa
mañana con su joyero personal.

3
Es una expresión un poco rara pero se refiere a que tiene que ponerle de nuevo el plug(tapón anal), es la manera en que lo escribe la
escritora.
No demasiado grande como para ser incómodo y atado al final de él tenía
nueve cadenas de plata de longitudes diversas, cada una con las joyas negras o
púrpuras atadas a lo largo de su longitud. Colgaban como una cola de joyas
del bonito culo de Aaron, llegando justo por encima de la parte de atrás de sus
rodillas. Otros conjuntos de cadenas de piedras preciosas se envolverían entre
sus piernas y alrededor de su cintura para sostener todo de forma segura.
Cuando tuvo el tapón unido, tiró de Aaron a sus pies.
Aaron miró detrás de él y vio la cola colgando de su trasero. —¡Oh, no,
carajo! ¡No llevaré esta mierda! —Puso su mano atrás para rasgarla, pero Quinn
tomó su mano y la mantuvo inmóvil.
—Un culo rojo iría perfectamente con tu conjunto, muchacho. —Quinn lo
miró a los ojos durante un largo rato, observándolo pensar. Quería ser
desafiante, pero algo lo retenía. Quinn pensó que eran los efectos de la
mordedura de apareamiento que seguía trabajando lentamente en él. Casi podía
ver el momento en que sus ojos cambiaron sutilmente. Para ayudarlo, Quinn
levantó su muñeca a su boca y le dio una larga, y lenta lamida.

54

—Tengo que hacer un show para el consejo. Eso es todo esto, están
acostumbrados a tales exhibiciones en otros esclavos, así que no es nada que no
hayan visto antes. Eres hermoso y no tienes nada de qué avergonzarte.
Aaron apretó sus labios tan bien como su trasero. No quería ser azotado, ni
tampoco era estúpido
—Es decoración. —Pero Quinn lo estaba volviendo loco con esa lengua.
Finalmente, cerró los ojos y cedió.
—De acuerdo... Maestro.
Quinn sonrió y colocó su mano detrás de su oreja. —¿Qué dijiste? No te he
oído bien.
Eso es porque la vejez va de la mano con la sordera. —No, Maestro —dijo
Aaron más brevemente, aunque sabía que Quinn sólo estaba jugando con él.
—Ahora. —Quinn señaló con la mano a la esquina de la habitación—. Quiero
verte caminar. —Aaron se quedó boquiabierto.
—¿C-caminar?
—Si muchacho. Caminar. Creo que debería pedirle a Bobbi que te lave las
orejas también. —Quinn suspiró impaciente—. No quiero que te mezcles en la
reunión del consejo. Debes ser respetuoso, no mirar a nadie a los ojos en
absoluto. Eso es importante. —Quinn hizo una pausa—. Pero no quiero que
camines por allí como si tuvieras noventa años. —Aaron lo miró, fascinado
cuando Quinn se mordió el labio un poco—. Debes ser elegante. Quiero estar
orgullosa de ti.
Aaron le miró extrañamente, estaba nervioso. Quinn necesitaba la aprobación
de los miembros del consejo para mantenerlo fuera de la prisión y aquí con él,
y la cooperación de Aaron recorrería un largo camino. Aaron asintió y archivó
la información. Podía ser útil más adelante. Aaron respiró hondo, cuadró los
hombros pero mantuvo la cabeza un poco hundida, ignoró el ardor en su culo
y caminó cuidadosamente hasta el final de la habitación. En el último segundo
cuando iba a levantar la cabeza triunfalmente y desafiar a Quinn, se detuvo en
la pared tomó su cola en su mano y le dio un pequeño giro antes de dar la 55
vuelta.
—Excelente —dijo Quinn, riéndose de admiración—. Vas a volverlos locos
de deseo por ti. Pero tú eres todo mío.
Así que dos podrían jugar en este juego. Ellos querían un espectáculo, él les
daría uno.
—Vuelve conmigo. —Aaron se acercó a él, exageradamente balanceando sus
caderas y se detuvo de nuevo delante de Quinn. Apretó las manos detrás de su
espalda, tratando de ignorar la pequeña chispa de sus pezones perforados
cuando sus músculos del pecho se tensaron.
—Bien bien. Creo que... —Quinn se dio la vuelta y levantó una caja de
terciopelo de la mesa—. No creía que estuvieras listo para esto, pero... —Hizo
una pausa, los ojos grises vagaban por Aaron y este se quedó perfectamente
quieto. Esto era un juego de niños, y él podría hacer frente a cualquier cosa
que Quinn trajo. Tal vez tendría que comer la comida de la mano de Quinn,
pero pronto Aaron tendría a Quinn comiendo de la suya.
—¿Maestro? —Replicó Aaron con suavidad.
—Levanta la cabeza. —Aaron cumplió inmediatamente, y miró fijamente
como Quinn sujetó una gargantilla alrededor de su cuello. Era del mismo color
de plata que todos sus piercings, incrustados con las joyas negras y púrpuras.
Bueno, podría hacer frente a eso.
—Gracias, Maestro. —La ceja de Quinn se levantó y Aaron pudo haber
maldecido. Demasiado.
—Bueno, como estás tan agradecido, entonces no te importará la adición—
dijo Quinn secamente, y le ofreció lo que había en la caja de terciopelo. Una
cadena de plata larga con una correa curvada en un extremo y un clip en el
otro. Fue a unir la cadena en la gargantilla de Aaron, y Aaron dio un paso
involuntario hacia atrás horrorizado. Era una ventaja. Un collar y un plomo.
Joder, no.
Quinn sonrió y lo jaló con fuerza hacia atrás para pararse frente a él.
—Perfecto—Se distanció ignorando las miradas furiosas que estaba
recibiendo. —Caminarás un paso detrás de mí en todo momento. Cuando
lleguemos a la cámara del consejo, te arrodillarás a mis pies. No hables con
nadie y mantén los ojos bajos y la barbilla levantada.
56
—¿Qué pasa si uno de ellos me habla?—Aaron interrumpió un poco
nervioso, todavía dolido por la incómoda sensación de que lo conducían como
a un perro.
—No se atreverían. —Quinn se volvió. —¿Bobbi? —Los humanos de la casa
aparecieron inmediatamente, y Aaron se enfureció. Claramente habían oído toda
la embarazosa conversación. Quinn lo sabría, pero no le importaría. Era como
si los humanos de la casa fueran invisibles para él y para todos los otros lobos.
Quinn le dio instrucciones para que le dieran un baño para después de la
reunión, y le trajeran una bandeja con fruta y su café habitual. —La reunión
no durará más de una hora. Cuando hayas hecho todo eso, podrás irte por esta
noche. —Quinn no esperó ningún reconocimiento y dio un paso adelante
abruptamente. Aaron, que no estaba preparado, tropezó con el tirón de su
cuello. —Concéntrate. —Silbó Quinn. —O te amarraré el plomo a tus anillos
de pezón.
Aaron se concentró. Él hizo una mueca de dolor mental ante la amenaza de
sus pezones doloridos, pero mantuvo su rostro sereno y siguió a Quinn. La
cámara del consejo parecía estar pegada al alojamiento, gracias a Dios, porque
no quería salir así.
Quinn hizo una pausa en una enorme puerta de madera y dos lobos que
parecían ser algún tipo de centinelas, se inclinaron y abrieron la puerta. Quinn
barrió la estancia con su mirada. Aaron teniendo mucho cuidado de mantenerse
a distancia con él. Notó las largas y admiradas miradas que obtenia al pasar y
se acercó un poco más a Quinn.
La habitación era grande, con ventanas de piso a techo en el extremo. Una
enorme mesa estaba en medio, con enormes y poderosos lobos mirando desde
las ocho sillas ornamentadas situadas alrededor. Otros lobos estaban de pie
detrás de sus sillas o apoyados contra las paredes. En total, debía de haber
veinte lobos en la habitación, todos con trajes que probablemente costaran más
de lo que solía ganar en un año. Aaron nunca había estado alrededor de tantos
alfas en un momento antes. La novena silla estaba a la cabecera de la mesa, y
ésta era la dirección hacia la que Quinn caminaba con confianza, llevando a
Aaron detrás de él.
No se atrevió a mirar a los lobos murmurando saludos respetuosos a Quinn,
pero miró a Quinn un poco confundido cuando se paró junto a la silla al frente
de la mesa. Quinn sólo asintió. Maravilloso, ni siquiera consiguió un maldito
cojín. Aaron se dejó caer y el lobo se sentó. Los seres humanos de la casa 57
estaban dando vueltas por la habitación sirviendo café, y la boca de Aaron le
rogaba por el rico aroma. Sólo estaba tratando de decidir cómo arrodillarse
rígidamente sin matar las rodillas durante toda la reunión, cuando una gran
mano le acarició la cara.
—Muy bonito.
Aaron casi fue derribado cuando Quinn se puso de pie de un salto, tirando
de él a sus pies, el gruñido amenazante resonó en toda la habitación. —¿Cómo
te atreves a poner tus manos en mi propiedad?
El tipo que se parecía un poco a una comadreja palideció un poco y
tartamudeó. —No hay falta de respeto, Alfa. Pensé que el rebelde era
simplemente un esclavo.
—Mi esclavo personal, si eso es asunto tuyo. Aaron ahora es un miembro de
mi familia y será tratado por las mismas reglas que cualquiera de mis sirvientes.
Aaron quedó boquiabierto de asombro, pero sólo recordó mantener la cabeza
baja. Podía sentir la tensión y la ira de Quinn, y sabía por sus palabras
amortiguadas que sus colmillos habían descendido.
Sin pensarlo, se apoyó en su costado y sintió el débil aliento que expulsaba
los pulmones de Quinn. Estaba casi satisfecho cuando el brazo de Quinn se
envolvió alrededor de su cintura y lo acercó más.
Quinn miró alrededor de la mesa a los alfas de todos los territorios. —Ustedes
sin duda han oído hablar de lo que pasó en la arena. Reconozco a este humano
como un criminal conocido. Un rebelde, que fue el cerebro del intento de mí
asesinato el mes pasado. Lo elegí para un castigo especial, ser mi concubina y
mi esclavo. Teniendo en cuenta la homofobia ignorante de los rebeldes humanos,
pensé que este podría ser un castigo apropiado, equivalente a un destino peor
que la muerte misma. —Él se rió y Aaron, aunque mantuvo la cabeza baja y los
ojos cerrados en mortificación, podía escuchar la respuesta de risas de los alfas
reunidos. Tenía ganas de hundirse en el suelo. —Así veis cómo vuestro alfa se
vengará de sus enemigos. He decidido mantener a este cerca de mí siempre, y
no se equivoquen, él me pertenece y comparte mi cama. No debe ser tocado
por nadie más que por mí. Tal vez con el tiempo, podría ser rehabilitado, pero
permanecerá conmigo como mi propiedad. Creo que este puede ser un castigo
que apliquemos más en el futuro. Especialmente para aquellos rebeldes cuyos
seguidores tratarían de convertirlos en héroes.
58
Aaron mantuvo los ojos bien cerrados, pero oyó el ruido de los demás
mientras murmuraban su aprobación. ¿Era posible morir de vergüenza? De pie,
desnudo delante de estos lobos con un tapón decorativo en el culo y un collar
alrededor del cuello, se inclinó a creer que podría ser. Entonces Quinn lo volvió
hacia él y dejó caer un tierno beso en sus labios, brevemente dejando su aliento.
Después, le susurró en voz baja al oído.
—Te ves magnífico y todo el mundo aquí te quiere.
En los siguientes segundos, Quinn lo empujó de nuevo a su lado, le dio unas
palmaditas en la cabeza y la reunión finalmente comenzó. Aaron trató de
concentrarse en la reunión. Su vientre retumbó un poco y no tuvo ninguna
queja cuando Quinn cogió una rebanada de carne o jamón de uno de los platos
que se pasaba, la rasgó a la mitad con los dientes y ofreció un bocado a Aaron.
Aaron se relajó ahora que la atención estaba fuera de él, mantuvo la cabeza baja
y ni siquiera objetó a la leche que se le dio a beber.
Se concentró, con la esperanza de recoger cualquier información útil para
cuando escapara. Echó un vistazo alrededor bajo las pestañas bajadas tratando
de comprometer algunas de las caras a la memoria. Había un lobo que
definitivamente no le gustaba. Cada vez que uno de los humanos de la casa
pasaba, él se reía y le daba palmadas en el culo desnudo, y Aaron empezaba a
sentir lástima por ella. Era el más ruidoso alrededor de la mesa, un matón, y
podía sentir que Quinn estaba cada vez más molesto.
—Quiero saber cuándo vamos a solucionar lo de los rebeldes en mi territorio.
El líder de los rebeldes es un molesto pinchazo que necesita ser puesto en su
sitio. Está incitando a más seres humanos a diario.
El lobo eructó y se pasó la mano por la boca, el café goteaba volando por
todas partes.
Uno de los otros lobos que había permanecido en silencio hasta ese momento
levantó la vista. —Eso es porque lo que estás haciendo con los humanos está
mal.
El silencio cayó sobre la reunión de nuevo, y Quinn miró fijamente al nuevo
orador. Era uno de los segundos de Mikkail, y era inusual para él hablar en las
59
reuniones del consejo. —Explica, Devan.
El matón fue a interrumpir, pero Quinn levantó una mano imperiosa.
—Usted recibirá su turno, Mikkail. Quiero escuchar lo que Devan tiene que
decir primero.
Devan se echó hacia atrás y empezó a contar con los dedos. —Violación,
trabajo infantil, pobreza forzada, humillación innecesaria.
—¿Quién diablos va a creer lo que acabas de decir...? —Aaron observó
fascinado al ver que Mikkail se ponía en pie de un salto.
Quinn golpeó su mano sobre la mesa. —Silencio Mikkail, o te haré retirar.
Mikkail se calmó, pero Aaron sabía que si las miradas pudieran matar, Quinn
estaría muerto en el suelo.
—Esas son acusaciones serias, Devan—dijo Quinn lentamente. —Espero que
puedas respaldarlos—Devan asintió—. Un ejemplo de muchos. Hay un humano
local que es un talentoso Enólogo. El viñedo ha estado en su familia durante
siglos. —Devan miró a Mikkail con desprecio. —¿Tus directivas alfa, eran que
todos los bienes debían ser pagados? —Quinn asintió.
—Mikkail ha tomado a la hija del enólogo como uno de sus seres humanos
de la casa. No es que haya nada malo en eso, per se4. —Devan levantó la mano
hacia los murmullos alrededor de la mesa. —Pero la amenaza para el padre es
que mientras el vino sea ofrecido gratis a la mesa de Mikkail, la niña no será
convertida en esclava.
Hubo jadeos alrededor de la mesa. —Esa es una maldita mentira. —Mikkail
balbuceó y se levantó otra vez. Devan se puso en pie de un salto.
—No miento, y felizmente desafío a cualquiera en la arena por llamerme
mentiroso. —Aaron no se sorprendió ni un poco cuando Mikkail se calló. Devan
claramente estaba en mucho mejor forma y era mucho más joven.
Quinn se levantó y miró a uno de los otros lobos.
—Andreas, toma tantas gammas como necesites para el Tercer Territorio.
Quiero que se investiguen estas afirmaciones, y espero un informe en tres
días—Miró a Mikkail. —Te quedarás aquí hasta que la investigación se
complete. —Miró a Devan—. Sé que has estado esperando pacientemente para
ordenar tu propio territorio. Si las acusaciones son correctas, serás nombrado
como el nuevo alfa del Territorio Tres—Quinn ignoró las protestas de Mikkail.
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—Si las acusaciones son falsas, sin embargo, conseguirás tu tiempo en la
arena, excepto que estarás luchando conmigo.
Devan asintió rápidamente y los lobos se levantaron para marcharse. Aaron
suponía que Quinn se marchaba para regresar a sus habitaciones y se puso de
pie rápidamente, mordiéndose el labio cuando la sangre volvió a su extremidad
inferior. Quinn se despidió del último lobo y se volvió para irse. Aaron dio un
paso después de él y sus piernas cedieron, pero nunca golpeó el suelo. Quinn,
con velocidad de lobo, lo atrapó y lo levantó en sus brazos sin esfuerzo. Aaron
abrió la boca para protestar, pero la cerró en shock cuando Quinn se inclinó y
acarició su cuello.
—Odié que ese otro lobo te tocara. Ningún otro perfume de lobo debería
estar en ti sino es el mío. ¿Me oyes? —preguntó Quinn.
Aaron asintió, tratando de no sentirse impresionado por la posesividad. —Si
señor. Pero no me digas a mí... dígales a ellos.

4
Expresión latína que significa “por sí mismo” o “en sí mismo”
Quinn gruñó y luego giró y regresó a sus habitaciones, todavía llevándolo.
Aaron dejó de protestar.
Podía ver el vapor saliendo de la bañera cuando Quinn entró al baño. Aaron
esperaba que Quinn lo dejara en paz, pero hizo girar a Aaron sin esfuerzo para
mirarlo, pecho contra pecho. —Lo hiciste bien esta noche. Me hiciste sentir
orgulloso—. Quinn relajó los brazos un poco, y Aaron jadeó cuando sus pezones
se tensaron por el delicioso roce del pecho de Quinn. Podía sentir que su propia
polla se endurecía al rozar la del lobo.
Quinn estabilizó a Aaron hasta que estuvo seguro de que podía ponerse de
pie y luego desabrochó la cadena y el cuello. —Date la vuelta —dijo en voz
baja. Y Aaron soltó un suspiro cuando sintió a Quinn quitar el tapón, y su culo
se apretó involuntariamente. Quinn rápidamente se desnudó y luego sostuvo a
Aaron mientras él se metió en el agua y se sentó. —Ven aca. —Aaron se
tambaleó ligeramente cuando los ojos oscuros se estrecharon, las pupilas se
dilataron. Entró en el enorme baño y dejó que Quinn lo girara y lo sentara. Su
espalda estaba ajustada contra el pecho del lobo.
Quinn cogió un paño y echó un poco de jabón sobre él.
61
—Relájate. Esto no es tan horrible —dijo, la diversión goteando a través de
sus palabras. Aaron se puso rígido, tratando de no presionarse contra la
erección que podía sentir en su espalda. Pero en el primer golpe de tela sobre
su pecho, todos sus músculos se volvieron algodón.
Aaron estaba avergonzado por el gemido que no pudo contener en su
garganta, cuando el paño fue reemplazado por los dedos que se burlan de sus
anillos del pezón, él oyó la risa. —¿Te gusta esto, muchacho? —Las palabras
infladas resonaron contra su cuello. Aaron asintió, sus brazos flotando sin
fuerzas en el agua.
Aaron tomo otra respiración cuando Quinn movió sus manos más abajo, y la
polla de Aaron saltó, casi violentamente para encontrarse con ellas. Quinn
añadió más jabón a sus dedos y los dejó caer sobre la ingle de Aaron. Su cuerpo
entero zumbaba por la atención, la piel cobrando vida, venas llenando y
pulsando a un ritmo. Su pene, engrosado de sangre y lujuria se tensó hacia los
dedos de Quinn.
—Oh. —Aaron se retorció, su polla pidiendo por más presión. Una gran
mano la estrechó firme y arrogantemente, y Aaron se derritió.
—¿A quién le pertenece esto, mascota? —Quinn exigió, su voz áspera, y
ronca con pasión.
Aaron jadeó cuando la polla de Quinn encontró su hendidura, tan dura, tan
perfecta. Aaron gimio y lloriqueó en la parte posterior de su garganta, sus
brazos ya no eran flexibles pero agarraron los musculosos muslos de Quinn.
Podía sentir la presión masiva de Quinn contra él insistentemente, y se retorció,
desesperado por aguantar.
—Pronto. —Quinn apoyó la cabeza de Aaron en su hombro, y este giró para
besarlo, en silencio, exigente.
Era el turno de Quinn de gemir mientras unia los labios calientes contra los
labios de Aaron, castigándolos mordiendo. Quinn no preguntó y no sedujo. Él
tomó y demandó posesivo. Cada golpe de esa lengua, cada mordida áspera de
esos dientes, cada beso que siguió robó la mente y el alma de Aaron. Su cuerpo
ya no era suyo. Le pertenecía al lobo. Quinn agarró frenéticamente el jabón,
se enjabonó la mano y la llevó hacia abajo entre las nalgas de Aaron,
levantándolo. Dedos firmes llevaron la polla de Quinn a la entrada de Aaron, y
con un grito áspero lo levantó con un brazo y rompió su culo con su polla al
mismo tiempo, empujándolo a casa. Aaron gritó por el dolor repentino, 62
luchando contra el brazo que lo atrapaba y Quinn retrocedió un poco. —
Relájate. —Siseó. Besos llovieron sobre el cuello de Aaron, y él giró su cara
impotente, incapaz de detener la necesidad de sentir los labios de Quinn por su
cuenta. No protestó, no pudo protestar y lentamente relajó cada parte de él,
sometiéndose completamente.
Quinn hizo una pausa. Aaron sabía que Quinn reconocía el momento de la
rendición. Aaron tragó saliva. Estaba preparado para pedirle a Quinn que no
se detuviera, pero se quedó quieto, con los labios suaves burlándose de su piel
maltratada y jugando con su boca. Se habían ido las mordeduras insistentes y
los labios dominadores, y la mente de Aaron giró sobre los besos suaves que
bañaban su rostro. La mente de Aaron rodó con el repentino cambio, y luego
Quinn se movió. Aaron se arqueó de placer, levantando su cuerpo de la polla
de Quinn hasta que la golpeó de nuevo. Lleno, apretado, tan perfecto que
felizmente podría quedarse así para siempre. Quinn levantó a Aaron y lo hizo
caer de nuevo. Aaron gritó, su mano alcanzando su propia polla, tan dura, con
dolor de atención.
—No, eso es mío. —El pellizco en su trasero fue súbito, vergonzoso, pero
aun cuando sintió que sus mejillas se calentaban, el dolor floreció en placer y él
quería más. La presión giró en su vientre y sus dedos se burlaban de su espina
dorsal. Necesitaba desesperadamente... algo... algo más.
—Quinn. —Aaron apretó la boca, codicioso por la bofetada en sus bolas que
sabía que venía por su desobediencia. —Otra vez. El dolor dio un vuelco a
través de él en el fuerte golpe, pero no oyó las palabras murmuradas. Se tensó
de nuevo, el placer tronando a través de él como una fuerza vengadora,
arrancando gritos de su garganta, y lágrimas de su alma. Quinn agarró su polla
una vez más mientras Aaron empujó en sus manos.
Oh, muy bien. Casi estoy. Sólo un poco más, un poco más fuerte. Aaron
empujó hacia atrás al mismo tiempo que Quinn pulsaba, y con un rugido Quinn
gritó mientras el calor llenaba el culo de Aaron. El placer, el dolor y la
dominación total se unieron en dos exigentes palabras que resonaron en sus
oídos.
—Córrete ahora.
Aaron parecía explotar, su orgasmo fue tan feroz y tan abrumador que gritó 63
al cielo y se hundió en el firme cuerpo que lo sostenía, agotado. Su mente se
esforzó por procesar lo que había sucedido, y cuando sintió los brazos firmes
envolverlo pensó en sus planes para escapar, en cómo su cuerpo traidor había
respondido sin siquiera un toque a su polla, y cómo estaba en tantos problemas.
Tenía que encontrar a su hermano y sabía que la única manera de hacerlo sería
escapar de Quinn. Escapar del lobo sería casi imposible, pero el verdadero
problema podría ser porque no se quería ir. ¿Cómo era eso posible? ¿Qué
decía eso de qué clase de hombre era?
—¿Puedes ponerte de pie?
Aaron asintió. No creía que pudiera hablar. Se sintió vacío y lloró la pérdida
de la polla gastada de Quinn que salía de él cuando le ayudó a mantenerse de
pie. Él permaneció humilde mientras Quinn los limpiaba y lo seguía
silenciosamente hacia su dormitorio.
—¿Tienes hambre, sed?
Aaron meneó la cabeza. —Baño, por favor. —Quinn asintió y luego se quedó
apoyado contra la puerta, mientras que Aaron en silencio orinó y luego se cepilló
los dientes.
—Vete a la cama. —Aaron se marchó cuando Quinn se dirigió al retrete, y
luego se detuvo. ¿Dónde se suponía que iba a dormir? Miró la pequeña cama
de la plataforma debajo de la de Quinn. Estaba seguro de que estaba destinada
a él, y suspiró frustrado. Fuertes brazos le rodearon—. ¿Qué pasa?
Aaron tragó saliva. —¿Dónde se supone que debo dormir?
Quinn alzó una ceja arrogante. —Esa es tu cama, por supuesto. —Señaló la
plataforma y rio brevemente—. Sólo dormirás conmigo cuando me estés
atendiendo o si te lo pido.
Aaron pestañeó ante las duras palabras. "¿Lo atendiera?" Un dolor más duro
que el causado por un látigo cortó a través de él. Era tan increíblemente
estúpido, y parpadeó furioso preguntándose por qué debería preocuparse tanto.
Quinn, el todopoderoso, Madden acababa de demostrar en una frase por qué
tenía que salir de allí lo más rápido que pudiera.
Se acostó en la plataforma, se encogió sobre la manta y se alejó de la cama.
Por un segundo, Quinn lo había engañado pensando que le importaba un poco
Aaron. No tenía ni idea de por qué estaba alterado, probablemente toda esa
mierda enzimática que todavía estaba en su sistema. Se pasó la mano por la
64
cara con rabia. Debía ser eso. Aaron no había llorado desde que murió su
madre. Ese día, cuando su padre le había explicado a él y a su hermano que su
madre había empezado a sentirse enferma a eso de las nueve, y había muerto a
las tres de la tarde. No, Aaron no había llorado por mucho tiempo, y no iba a
perder sus lágrimas ahora sobre alguien que no era más que un matón y un
culo presumido.
Cerró los ojos y se obligó a dormir. Sólo deseaba que funcionara.

Quinn se quedó quieto, saboreando la sangre de su lengua que había mordido


de frustración. Aaron iba a volverlo loco. Había tenido la intención de dormir
con él, sosteniéndolo en sus brazos lo más cerca posible, pero se le ocurrió que
estaba siendo demasiado blando con Aaron. Se había presentado perfectamente
antes, y esa rendición se había dirigido a la cabeza de Quinn, haciéndole querer
seducirlo, no tratarlo como el rebelde y asesino que era.
Las manos de Quinn se apretaron en puños. Genial, ahora él había sangrado
en sus palmas donde sus garras habían empujado a través de la piel. No es que
un poco de sangre en las sábanas le hiciera daño a su reputación. Los seres
humanos de la casa pensarían que Quinn había sido duro con Aaron y se
correría la voz. Era importante para todo el mundo pensar que él estaba
castigando a Aaron, no encontrándolo casi imposible de resistir.
Sabía que Aaron no estaba dormido, aunque estaba agotado. Había estado
moviéndose y dando vueltas desde que se había acostado, y Quinn tampoco
dormía. Esto era ridículo.
Debería exigirle a Aaron que se acostara en su cama, simplemente para
impedir que hiciera tanto ruido y lo mantuviera despierto. Quinn se quedó
quieto. Había oído un ruido desde la plataforma, casi un sollozo. "Dios, Aaron
no estaba enfermo, ¿verdad? Por supuesto que no", pensó Quinn. Estaban
acoplados, así que no era probable que se enfermara ahora. A menos que...
"¿Aaron ya se estaba enfermando antes de que se aparearan?" Quinn se mordió
el labio. No era como si fuera un experto en humanos y sus fragilidades. Estaba
basando su conocimiento en lo que había recogido en los últimos años desde la
Pestilencia. 65
Quinn se levantó en la cama mientras su estómago rodaba. "¿Qué pasaría si
Aaron hubiera capturado la Pestilencia?" Habían habido dos brotes en los
últimos siete años, ambos rápidamente contenidos, pero era un miedo siempre
presente. Quinn parpadeó cuando los recuerdos se precipitaron a través de él.
Había habido tantos cuerpos que había sido imposible hacer otra cosa que
rodarlos juntos en fosas masivas y enterrarlos. La mayoría de los humanos
habían muerto en grupos familiares completos. La única vez que había llegado
a él era justo en el principio. Había habido un incendio, y Quinn se había estado
ofreciendo voluntariamente con un grupo de seres humanos para apagarlo, para
tratar de detener el incendio de toda la calle. Habían estado revisando las casas
todavía llenas de humo, pero que aún no estaban encendidas, cuando Quinn
había visto algo que nunca había querido volver a ver. Había encontrado a una
mujer joven tendida en la cama, claramente muerta de la pestilencia durante
unos días, las vetas rojas marcando su piel y dejando claro de qué había muerto.
Lo más difícil había sido lo que había encontrado debajo de la cama. Dos
niños pequeños, que no podían tener más de tres o cuatro años, abrazándose
unos a otros y un bebé. Todos ellos muertos.
Su piel azulada y grisácea mostrando que habían muerto de inhalación de
humo. Tuvieron una muerte solitaria y aterradora, arrastrándose bajo la cama
cuando el humano que debería haberlos protegido había sucumbido a la
enfermedad. Entonces Quinn había cambiado. Había sido un menor de edad,
alfa, entonces de una pequeña manada. A partir de ese día había jurado que
nunca más dejaría que los niños, humanos o lobo, murieran por algo que un
adulto podría haber evitado. Había tardado casi veinte años en convertirse en
el Alfa Supremo y no lo abandonaría hasta que muriera. Los humanos habían
traído esto, pero uno de sus objetivos más importantes era asegurarse de que
nunca tuvieran la oportunidad de hacerlo de nuevo.
Oyó un gemido casi silencioso de la plataforma y, con el sigilo de los lobos,
se alejó de la cama y se acercó a Aaron. Su mirada se entrecerró en su rostro,
y donde la mano acababa de rozarse contra sus ojos. Quinn contuvo la
respiración, completamente innecesario porque Aaron no lo oía. "¿Estaba
enfermo?"
—¿Aaron?—Quinn esperó la respuesta, obteniendo ninguna. Le alarmó
cuando Aaron solo se estremeció. —Aaron. —Quinn exigió.
El brazo bajó de su rostro y los preocupados ojos azules lo miraron con enojo. 66
—¿No se me permite dormir? ¿No te he servido lo suficiente hoy?
Quinn apretó la boca. Le daría una azotaina por eso mañana, si estaba lo
suficientemente bien. —Deja de ser tan difícil. Estás haciendo tanto ruido que
no puedo dormir. —Quinn instantáneamente se arrepintió de las duras palabras
cuando vio el rostro de Aaron ruborizado y rápidamente cerró los ojos de nuevo.
Quinn extendió una mano para sentir la frente de Aaron y este tiró bruscamente
de su cabeza.
—Sólo quiero asegurarme de que no estás enfermo.
Una mirada de perplejidad entró en los ojos de Aaron, y tragó saliva. —Estoy
bien.
Quinn asintió. Esto era ridículo. Quería que Aaron se acostara con él. Era
el alfa más poderoso de todos los Nueve Territorios y no podía obligarse a hacer
una simple pregunta. Luego sonrió. Era el alfa más poderoso de todos los
Nueve Territorios, no necesitaba preguntar nada. Sin darle a Aaron la
oportunidad de objetar, se inclinó y lo arrancó de la plataforma. Oyó el
sorprendido chillido ahogado cuando Quinn sujetó suavemente los labios a su
chico.
Besó y lamió el rostro de Aaron, hasta que estuvo satisfecho de que no tenía
fiebre. Quinn se metió en la cama, aturdido por no haber recibido quejas de
Aaron, pero sin darle la oportunidad de expresar nada de todos modos.
Quinn soltó una respiración satisfecha, abrazó el cuerpo rígido de Aaron y
dejó besos más pequeños dondequiera que pudiera llegar. Poco a poco su chico
se relajó y para cuando decidió que su cuerpo se estaba volviendo muy
interesado en el de Aaron una vez más, oyó un suave ronquido de su compañero.
Quinn sonrió. Tal vez tendría que despertarlo temprano. Todavía sonriendo ante
la perspectiva, cerró los ojos y se quedó dormido.

67
Capítulo Cinco
Fue en la mañana más tarde, cuando Aaron se estiró y abrió los ojos por el
ruido de la puerta de la habitación. Miró por encima de las sábanas mientras
Bobbi entraba con una bandeja e inhalaba el aroma de pan y bistec. Ya se estaba
acostumbrando a eso y no parecía tan extraño, sobre todo porque estaba muerto
de hambre. Se esforzó por no estar decepcionado de que la cama estuviera
vacía. Bobbi dejó la bandeja y regresó a la puerta cerrándola.
—Buenos días —dijo Bobbi, sonriendo. Aaron se quedó boquiabierto ante el
tono agradable que usó, y se encogió de hombros. —He estado manteniendo
mi cobertura. —Ella se sentó en la cama. —Esta es la primera oportunidad que
he tenido de hablar contigo a solas y tengo un mensaje. —Ella echó un vistazo
a la puerta.
La mente de Aaron se tambaleaba. —¿Un mensaje?
Bobbi asintió, bajando aún más la voz. —De Alan.
—¿Alan?—preguntó Aaron débilmente.
Bobbi frunció el ceño. —¿Seguramente no has olvidado quién es Alan?
68
Aaron se aclaró la garganta. Alan era su antiguo líder rebelde, y siempre
había sospechado que él lo había traicionado a los lobos. Era un tipo muy
intenso, no le daba mucho a la charla.
Le gustaba hacer explotar mucho las cosas, y no parecía importarle quien
fuera atrapado en el fuego cruzado. No tenía ni idea de por qué Alan lo había
elegido como chivo expiatorio para el intento de asesinato, pero si se enteraba
con seguridad de que había sido él, tendría mucho placer en ahogarle la mierda.
—Alan y los demás saben que estás aquí—Bobbi explicó con entusiasmo.
—Y piensan que es una oportunidad fantástica. Me refiero al Alfa Supremo.
Nadie se acerca así a él. Incluso nosotros, los humanos de la casa buscamos
armas cada vez que entramos en el recinto.
La cabeza de Aaron giraba. —¿Qué es una oportunidad fantástica? ¿De qué
estás hablando? —Ambos oyeron la puerta exterior cerrarse, y Bobbi se levantó
nerviosa. —Estaremos en contacto cuando tengamos algo planeado.
La mano de Aaron se disparó y agarró el brazo de Bobbi.
—¿Qué plan? Dime.
Bobbi frunció el ceño e intentó coger la mano de Aaron. —Para matar al
Alfa Quinn, por supuesto.
Aaron se quedó boquiabierto y la dejó ir. "Para matar al Alpha Quinn.
¿Querían matar a Quinn?"
Aún cuando su mente estaba tambaleándose con el pensamiento, los humanos
de la casa llegaron corriendo, listos para prepararlo para su día. En su presencia,
Bobbi estaba de nuevo actuando como los demás, fría e impersonal. Le
arrancaron las sábanas y lo llevaron al baño donde preparaban su baño y el
enema que odiaba con cada fibra de su ser. Después de varios días de
tratamiento, casi se estaba acostumbrando al proceso, aunque no disminuyó su
aversión.
Miró nerviosamente a Bobbi mientras ella y otra mujer lo atraían hacia la
inmensa bañera y lo empujaban hacia abajo en el cálido y vaporoso agua. "¿Lo
había imaginado o Bobbi le había pedido que matara a Quinn?" Seguramente
no había entendido bien lo que decía. "¿Matar a Quinn? ¿Cómo demonios
Bobbi y Alan pensaron que iba a hacer eso? ¿Qué fue lo que dijo Bobbi?
¿Estarían en contacto cuando tuvieran algo planeado?" Era fácil para ellos
decirlo ya que era Aaron quien tendría que llevar a cabo el "complot" de las 69
mentes maestras. ¿Y si fuera capturado? Quinn ya pensaba que Aaron había
intentado matarlo una vez antes. Y lo había hecho esclavo y obligado a toda
clase de humillaciones por eso. ¿Qué demonios le haría a Aaron si pensaba que
estaba tratando de matarlo de nuevo? No, no podía hacerlo. No lo haría, sin
importar qué tipo de plan sugirieran.
Terminaron de bañarlo y empezaron a correr el agua para su enema.
Considerando cuán a menudo a Quinn le gustaba usar y abusar de su culo,
supuso que los enemas eran incluso por una buena cosa.
Todo eso de lamer, por ejemplo. Si no hubiera sabido que estaba limpio, no
podría haberlo soportado. Aaron no pudo evitar el fuerte escalofrío que lo
atravesó al pensar en todo lo que le gustaba que le lamiera el culo y Bobbi lo
miró con recelo. Deseaba que se le permitiera manejar todo esto de arreglarse
por él mismo, por el amor de Dios. Tenía que acercarse a Quinn de nuevo y
esta vez, no se detendría hasta que cediera o calentara su culo con una buena
ronda de azotes.
Casi se rio con la idea. Era increíble lo rápido que se había acostumbrado a
estos conceptos, cuando lo pensó. Incluso un par de días antes se habría
horrorizado ante la idea de que las mujeres lo bañaran y le dieran enemas y de
Quinn azotándolo, por no mencionar, jodiendo su culo de una manera muy
regular como cada vez que estaba con Quinn por más de diez minutos seguidos.
No era de extrañar que se hubiera acostumbrado a él tan rápidamente, cuando
la mayor parte de su tiempo con él lo pasó con la lengua de Quinn, sus dedos
o esa polla gigante en su culo.
Sabía que podía escapar, con suficiente tiempo. Estaba seguro de ello, y
estaría constantemente a la espera de cualquier oportunidad. Eventualmente,
Quinn estaba obligado a aliviarle. Pero ¿matar a Quinn? Es cierto que la mayor
parte del tiempo que pasó con Quinn quería golpearlo, envolver sus manos
alrededor de su garganta y estrangularlo, pero luego el resto del tiempo como
anoche en el baño, estaba horrorizado por lo mucho que le gustaban las
atenciones del lobo. Especialmente el beso y la cosa de lamer. Eso era realmente
algo que a él le estaba gustando demasiado para su propia paz mental. No es
como si fuera gay. Nunca se había sentido atraído por un hombre antes, y
todavía no lo estaba.
70
Bueno, no exactamente. Se sintió atraído por Quinn y también podría
admitirlo. Quinn era simplemente tan grande como la vida, tan exigente y tan
dominante. Aaron nunca había pensado que sería el tipo de hombre que
respondería al tipo de dominación de Quinn, pero aparentemente lo era y el
pensamiento lo horrorizaba un poco. Está bien, más que un poco.
Unos días antes, cuando había sido desfilado en esa reunión con los otros
alfas, debería haberse sentido mortificado. Y lo estaba... pero había algo en el
orgullo de Quinn, en la forma en que Aaron parecía que lo atraía en algún nivel
primordial. Algo que hizo a su pene ponerse duro, y de repente se dio cuenta
de que quería hacer que Quinn se sintiera orgulloso. Aaron ansiaba su
aprobación, y había tenido una erección todo el tiempo que habían estado en la
cámara del consejo. ¿Quinn lo notó?
Por supuesto que sí. El bastardo notó todo lo que hizo. El pensamiento le
pareció una revelación. Nadie había estado tan concentrado en sus palabras, en
cada uno de sus movimientos en toda su vida. Nadie. Tenía que admitir que
era casi... emocionante.
También era frustrante, molesto y se estaba volviendo loco, pero parecía
mantenerlo en un estado casi constante de excitación. Incluso lo estaba
haciendo ahora. Vio las miradas de reojo que las mujeres le estaban dando
mientras lo arreglaban y aplicaban una loción de olor dulce en todo su cuerpo.
Debían haber pensado que su polla endurecida era por sus manos, pero no era
eso. Desde que Quinn le había dado la mordida que él llamó la mordedura de
apareamiento, en realidad ni siquiera notó a las mujeres. Su mente estaba
demasiado llena de Quinn para que cualquier otra cosa se entrometiese.
Finalmente, fue purificado a su satisfacción y fue llevado de regreso a su
habitación. Bobbi avanzó sobre él hacía su cuello y lo observó fijamente
alrededor de este. Lo hicieron acostarse para que pudieran comprobar sus
piercings y su tatuaje, para luego extender crema antibiótica sobre ellos.
Finalmente, terminaron y recogieron sus cosas para marcharse. Bobbi fue la
última en salir, y se detuvo para mirar hacia atrás. —Hablaremos más tarde.
—Le susurró y se escabulló por la puerta mientras Aaron oía las pisadas de
Quinn en el pasillo. Negó y frunció el ceño, pero ella se alejó cuando Quinn
apareció en la puerta. Aparentemente había estado luchando en el ring con
alguien y los músculos de sus brazos y pecho brillaban de sudor. Aaron podía
71
olerlo desde el otro lado de la habitación, un olor almizclado y penetrante que
era todo masculino y todo Quinn.
Antes de que pudiera detenerse, Aaron inhaló profundamente, cerrando los
ojos, y cuando los abrió, Quinn lo miraba a sólo unos pasos de distancia, sus
ojos brillaban con lujuria. Quinn avanzó sobre él como una especie de
depredador acechando a su presa.
—¿Qué? —dijo Aaron, retrocediendo como si estuviera nervioso. Pero ya
era demasiado tarde para eso.
Quinn había olido a Aaron por el pasillo hasta sus habitaciones. El perfume
de Aaron estaba mezclado con los olores de loción y sales de baño, olor dulce y
fresco sólo para él. "Es hora de ensuciarlo"
Quinn ya había estado pensando en él, decidiendo que cuando terminara su
entrenamiento, regresaría a su dormitorio y le haría el amor durante una hora
o algo así y no dejaría que Aaron terminara. Pondría un anillo de polla en su
bebé y luego lo lamería todo para volverlo loco de excitación y llevarlo al borde
una y otra vez, pero no lo dejaría venirse.
Luego, cuando le pidiera que lo liberara, se acercaría a pintar el estómago de
Aaron, su pecho y su ingle con su semilla, y después frotaría todo sobre su piel.
Se bañaría y se vestiría y luego engancharía la correa de Aaron sobre él y lo
haría seguirlo a su oficina por el pasillo, desnudo y con el perfume de Quinn
por todos lados para que todos lo notaran. El pene de Aaron estaría duro y
gotearía, con su piel pegajosa y cubierta con el semen de Quinn. Le haría
acostarse de espaldas sobre el escritorio a su lado, con las piernas abiertas para
poder jugar con él cada vez que surgiera la oportunidad y lo mantendría
enloquecido de deseo. Entonces, si Aaron era un muchacho muy bueno, Quinn
podría dejarlo venirse cuando volviesen en sus habitaciones, si le rogaba
bastante.
Sin decir una palabra, Quinn lo acechó alrededor de la cama con Aaron
cediendo ante él, con los ojos abiertos y dando vueltas por la habitación,
buscando una manera de escapar. Cuando Aaron finalmente entró en pánico y
se lanzó a correr, el lobo de Quinn se abalanzó y lo arrojó al suelo, tirando a
Aaron sobre él para no aplastarlo. Quinn enterró la nariz en los rizos de Aaron
y respiró hondo. Se levantó entonces con Aaron en sus brazos y se dirigió a la
cama, donde procedió a hacer exactamente lo que había estado pensando en
72
hacerle toda la mañana.
Horas más tarde, Quinn se estiró y se sentó en su silla, admirando la vista.
Aaron estaba acostado sobre su espalda, con las manos esposadas sobre la
cabeza y los puños unidos a un gancho de acero en el enorme escritorio de
Quinn. Sus rodillas se mantuvieron abiertas con una barra separadora y sus
pies estaban colgando del extremo del escritorio. Su polla deliciosa y grandes
bolas estaban al alcance de la mano de Quinn. Pasó un dedo por el costado de
la pobre y maltratada polla de Aaron, roja, enojada e hinchada por haber sido
burlada sin compasión durante las últimas tres horas. Estaba goteando semen,
pero no podía realmente correrse debido a su anillo en su polla. No era por
falta de intento.
Aaron tenía los ojos bien cerrados. Estaba completamente despierto, pero
haciendo pucheros y negándose a hablar con Quinn. Su voz era un poco ronca
de todos modos, por mendigar con tanta fuerza. Quinn lo había tenido al borde
desde el desayuno. Quinn se había venido tres veces desde entonces, cada vez
tirando del dulce culo de Aaron y bombeando su semen por todo el cuerpo del
chico.
—¿Aaron? —Llamó suavemente. —¿Estás dormido, mascota?
Sin respuesta. Si no hubiera sido por la rápida subida y bajada de su pecho
y la amplia evidencia de que la sangre fluía a su verga, Quinn podría haber
estado preocupado.
—¿Chico? Espero que me contestes cuando te hablo. Eres bastante grosero
conmigo, anoche cuando nos fuimos a la cama olvidaste llamarme Maestro. No
creo que vuelvas a cometer ese error, ¿verdad? —Aaron en realidad no había
sido tan grosero, pero era una excusa tan buena como cualquier otra.
—No, Maestro—Fue la suave respuesta, aunque los ojos permanecieron
firmemente cerrados.
—Buen chico. —Quinn sacó la barra separadora y desenganchó los puños,
luego bajó el cuerpo delgado y sin resistencia de Aaron a su regazo, colocándo
sus piernas para que montara a Quinn. —Abre los ojos y mírame.
Los ojos se abrieron, incluso los labios se hincharon aún más. Quinn se
estaba convirtiendo en adicto a esos malditos labios. Miró hacia arriba y se
encontró mirando directamente al azul tormentoso. Se rio y mordió la punta
de la nariz de Aaron. —No hagas pucheros. Tienes que aprender a aceptar 73
tus castigos y luego a darme las gracias por ellos. Así que agradece.
—Gracias por torturarme toda la mañana, Maestro.
Quinn echó la cabeza hacia atrás y rio. —Hmm, no es exactamente lo que
tenía en mente, pero de todos modos... fue un placer. Dime, dulce, ¿prefieres
este castigo a una nalgada? ¿O prefieres que te ponga sobre mi rodilla la
próxima vez?
Enojados ojos brillaron hacia él, y Quinn disfrutó viéndolo luchar para
responder. Le mataría decir que le gustaba estar sobre la rodilla de Quinn.
—Respóndeme. El silencio es insolencia, y tendré que seguir castigándote.
—¡No! —Sus mejillas se ruborizaron y rápidamente se corrigió. —Quiero
decir, no Maestro. No haga eso.
—Entonces dime lo que te gusta.
—Me... me gusta cuando tú... —El resto de la frase disminuyó en un
murmullo ininteligible.
—¿Que fue eso? Sabes que odio cuando no hablas.
—Me gusta más cuando tú... ya sabes. —Aaron levantó la mirada hacia él,
con el rostro tan rojo como su pobre polla, sus ojos le rogaban que lo ayudara.
—Déjame entenderlo. ¿Estás diciendo que te gusta ser azotado? ¿Un gran y
malo rebelde como tú? —Levantó la barbilla de Aaron para que lo mirara
directamente, disfrutando su feroz rubor. —Respóndeme.
—Sí. Si esas son mis únicas opciones —respondió Aaron con tono sombrío,
tan bajo que Quinn tuvo que esforzarse para oír.
—¿Sí, qué? Se más específico—Se cuestionó, muy seriamente si estaba
siendo desagradable al respecto.
—Sí... amo... me gusta... cuando me azotas... —dijo él, juntando las palabras,
su rostro llameando una notable sombra de rojo y sus ojos destellando fuego.
Quinn echó la cabeza hacia atrás y rio. —Oh, Aaron, eres tan delicioso.
Volvamos a las habitaciones. Te dejaré ducharte y te alimentaré. Luego te
doblaré sobre mi rodilla y te daré exactamente lo que quieres antes de que te
deje venirte. Después de todo, soy un buen Maestro. Quiero que mi chico esté
satisfecho.
Aaron emitió un sonido de resoplido y Quinn rio en voz alta. Un golpe 74
repentino en la puerta, sin embargo, hizo que él gritara. —Entre —dijo y giró
su silla para ver quién estaba allí.
En cuanto a Aaron, apretó los ojos con fuerza, perdiendo así la mirada
incrédula
La cara de Sean se oscureció cuando vio el adorno de Quinn.
—¿Sí, Sean?—dijo, pasando las manos por el culo de Aaron—. ¿Qué puedo
hacer por ti?
—Uh... —dijo, con el rostro rosado. Extraño, Quinn nunca se había dado
cuenta de lo prudente que era Sean antes de esto.
—Señor—dijo, arrastrando su mirada hacia la cara de Quinn. —Tenemos
un problema en el Octavo Territorio que requiere su atención. Una serie de
tornados de una mala tormenta ha causado grandes daños. Necesitan
urgentemente ayuda.
—Está bien, Sean, estaré allí. Dile a Bobbi que venga aquí por un momento,
¿Quieres? —Sean asintió y prácticamente huyó de la habitación. Quinn se sentó
en silencio acariciando el culo de Aaron, junto con sus hombros y brazos,
masajeando la rigidez de ellos. Un golpe llegó a la puerta en sólo unos minutos.
—Entra —dijo Quinn y Bobbi entró, manteniendo sus ojos en el suelo—.
Señor, Sean dijo que necesitaba mi presencia.
—Oh, sí, Bobbi. Lleva a Aaron a mis habitaciones, por favor. Y dale su
almuerzo también. Tengo un asunto al que tengo que atender.
—Sí, señor, por supuesto. —Ella se quedó esperando mientras Quinn besaba
la boca de Aaron. Él le ayudó a bajar con una bofetada de despedida a su culo
desnudo. —Ve con Bobbi y estaré allí pronto.
—Sí, Maestro —dijo Aaron y siguió a Bobbi fuera de la oficina y por el pasillo
a las habitaciones de Quinn. Afortunadamente, no era una gran distancia para
viajar en su condición actual.
Estaba mortificado de que alguien lo viera en aquel estado, y mucho menos
Bobbi, que había estado tan críptica con él a primera hora de la mañana. En
un segundo, la puerta de la habitación de Quinn se cerró detrás de ellos, ella 75
puso un brazo alrededor de su cintura e intentó ayudarlo a ir la cama.
—Pobrecito —dijo ella, solícita—. No sé cómo lo soportas.
Aaron en realidad se sentía un poco triste por sí mismo, pero su tono
condescendiente inmediatamente se puso sobre él. Alejándose de ella, se
enderezó en toda su altura y la fulminó con la mirada.
—Estoy bien. —Caminó hacia el baño, con la intención de tomar una ducha
y ver si ella se atrevía a hacer un movimiento hacia él. Ella no lo hizo,
simplemente lo miró con tristeza, sacudiendo la cabeza. Cerró la puerta del
cuarto de baño detrás de él con demasiada fuerza.
Desabrochando su collar, lo dejó en el mostrador mientras corría el agua en
la ducha tan caliente como él pensó que podía soportarlo y luego sacó su tapón.
Estubo de pie bajo la lluvia artificial, que caía pesada durante unos minutos,
dejó que la vergüenza pasara de largo junto con el agua caliente.
La peor parte de su calvario esa mañana fue que no le había disgustado lo
que Quinn le había hecho. De ningún modo. Para su horror, había amado la
mayor parte de ello.
Le había molestado sí, pero sabía que Quinn lo dejaría correrse más tarde ese
día y cuando lo hiciera, sería épico. Este era un juego que Quinn había jugado
con él antes y siempre lo hizo valer la pena cuando finalmente permitió que
tuviera su orgasmo. Fue su propia reacción a las acciones de Quinn lo que lo
mortificó.
Desde el momento en que Quinn se abalanzó sobre él esa mañana, había
disfrutado algo del mejor sexo de su vida. Y tenía que admitirlo, disfrutaba y
esa era la palabra correcta. Claro, Quinn lo había molestado hasta el punto de
que casi se había desmayado, pero Dios, cómo había amado las cosas que le
había hecho. Quinn le había dicho de inmediato que no se le permitiría venirse
y el anillo del pene lo había ayudado a obedecer la orden. Demonios, había
querido obedecer, ¿y qué diablos era eso?
Lo único que podía imaginar era que realmente se estaba convirtiendo en
esta criatura híbrida omega cuando Quinn le había hablado de él. Quería creer
eso, de hecho, porque si no estaba cambiando físicamente debido a la
mordedura, entonces eso significaba que simplemente amaba el dominio de
Quinn, ¿qué decía eso sobre él? ¿Significaba que realmente tenía una naturaleza
sumisa y le gustaban las cosas que Quinn le había hecho? ¿En qué tipo de 76
hombre lo convirtió?
El agua comenzó a correr fría mientras se quedaba allí, reflexionando sobre
esa pregunta, y se obligó a romperla, jabonar su cuerpo y enjuagarse antes de
que el agua se volviera helada. Aunque, la forma en que todavía se sentía cuando
pensaba en sí mismo firmemente atado y estirado en la parte superior del
escritorio de Quinn para su placer lo había puesto terriblemente duro, así que
tal vez necesitaba agua fría. Apagó la ducha y salió, secándose y preparándose
con lubricante. Quinn dijo que regresaría a casa a la hora del almuerzo para
hacerle el amor, y quería estar preparado. Terminó y se envolvió su toalla de
baño alrededor de sus caderas. Sabía que Bobbi seguía allí, y que estaría
condenado si lo veía desnudo cuando tenía algún control sobre eso.
Efectivamente, Bobbi estaba sentada en la mesa con su almuerzo cuando salió
y ella se levantó rápidamente e hizo un gesto hacia una silla.
—Ven y come, pobrecito. Sé lo terrible que esta prueba debe haber sido. Te
ha estado torturando, ¿no? Ese bastardo.
Se sintió extrañamente irritado, sólo había estado expresando simpatía
después de todo, se dirigió a la mesa y se sentó en la silla de Quinn, sacudiendo
la inmediata e intensa sensación de hacer algo mal. Se sentía como un niño
pequeño con la mano en el tarro de galletas. Si Quinn entrara y lo viera... Fue
Quinn quien lo hizo sentir así, como si fuera un niño malo en esto, que
necesitaba ser castigado. Cogió un vaso de agua y lo tomó, sintiéndose seco y
vacío después de mendigar a Quinn durante tanto tiempo esa mañana. Le
suplicaba que lo dejara venirse. Su rostro ardía con el recuerdo.
Lo que Quinn no sabía no lo lastimaría, después de todo. Y seguramente no
estaba tan intimidado por el hombre que quería obedecerlo, incluso cuando no
estaba cerca para verlo. ¿Fue él? Eso significaría que era... ¿Qué? ¿Algún tipo
de fanático sumiso que haría cualquier cosa para evitar un 'castigo'? ¿O incitar
uno? Una repentina imagen de sí mismo, tal como debió haberlo visto, sentado
en el regazo de Quinn, diciéndole que le gustaba ser azotado casi le hacía
ahogarse en el agua, y bajó rápidamente el vaso.
Con ansiedad, Bobbi se sentó a su lado y se inclinó hacia delante.
—¿Estás listo para hablar ahora de recuperar tu virilidad? ¿Sobre vengarte
de Quinn? 77

Aaron la miró bruscamente, deseando apartarla de la mesa. ¿Recuperar


su¿virilidad? ¿Quién diablos creyó esta perra que era? Ella misma era una
esclava, sentada a la mesa de su amo y obedeciéndo sus órdenes. ¿Quién diablos
era ella para hablarle así?
—Vete a la mierda, Bobbi. Lo que hago para sobrevivir a este cautiverio es
mi negocio y no te incumbe. Voy a escapar, al final. Te lo prometo, y todo
esto será sólo un mal recuerdo mientras sigues atrapada bajo el dominio de los
lobos. ¿Quieres venganza? Tómala, pero déjame fuera de tus estúpidos planes.
Ella se acercó para tomar su mano y él se apartó, mirándola. No sabía
exactamente por qué estaba tan enfadado con ella. Tal vez fue la conversación
de matar a Quinn. La misma idea lo horrorizó.
Quería volver a su vieja vida, pero no era un asesino. Y la idea de Quinn, de
toda esa fuerza , vitalidad y poder que yacía inmóvil, frío y muerto... un
escalofrío se estremeció a través de su cuerpo y empujó el plato de comida lejos,
sintiéndose enfermo en su estómago.
—Pero Alan me dijo que estarías a bordo para esto. Dijo que cooperarías.
—Alan también puede irse a la mierda. ¿Y cómo demonios sabes tanto de
Alan? Es un líder rebelde y has sido una sirviente aquí durante años.
—Lo he sido—dijo, encogiéndose de hombros. —Pero fue mi idea estar aquí.
Soy la hermana de Alan, y he estado aquí espiando a Quinn desde que tenía
dieciséis años. No es fácil ganar la confianza de ese bastardo, pero lo he
conseguido —dijo, con una nota orgullosa en su voz. —Después del primer
año, dejaron de mirarme tan de cerca. Ahora voy y vengo como me plazca, casi,
cuando no estoy de servicio. Alan confía en mí y sabe que soy la mejor en lo
que hago.
Aaron meneó la cabeza. —Alan —dijo, sus labios se curvaron en desprecio.
—Tu precioso hermano es el que me metió en este lío para empezar. Sabía
que sólo seguía ese intento de asesinato para actuar como vigilante. Le dije que
no estaría directamente involucrado en ningún tipo de asesinato. Dios mío, ¿no
ha habido suficientes muertes para satisfaceros? Pero de alguna manera el
rumor llegó a los lobos de que yo era el que realizó el tiroteo. ¿Ahora cómo
sucedió eso, que piensas?
Bobbie sacudió la cabeza, sus grandes ojos azules demasiado inocentes para
78
ser creídos. —Alan nunca te traicionaría, si eso es lo que quieres decir.
—¡Mierda! Intenté durante meses convencerlo de que me dejara participar
en las incursiones, pero siguió diciendo que no estaba listo. Dijo que no estaba
preparado para ser un rebelde y me dijo que regresara a casa. Luego, de
repente, me pidió que le ayudara en el intento de asesinato, fuera del claro cielo
azul. Ahora sé que sólo fui para tomar la culpa. Estaba preparado, Bobbi, y sé
quién lo hizo. Simplemente no entiendo por qué.
—¡Seguro que no lo crees! Mira, Aaron, la verdad es que... bueno,
probablemente estoy hablando fuera de turno aquí, pero tienes que saberlo.
Alan ha logrado localizar a tu hermano. Podemos sacarte de aquí y llevarte a él,
si cooperas con nosotros.
Aaron inclinó la cabeza hacia un lado, sin saber si la había oído bien.
—¿Mi hermano? ¿Alan encontró a Jamie? —Él se puso de pie de un salto y
se inclinó sobre ella, tomando un agarre áspero en sus brazos—. ¿Qué sabes de
Jamie? Dime, Bobbi, o juro por Dios...
Bobbi se salio de su agarre y se burló de él. —¿Harás qué? ¿Pégame?
Adelante. Lástima que no hayas usado algo de esa agresividad en tu nuevo
Maestro.
—Cierra la boca sobre Quinn, o la cerraré por ti. Si sabes algo de mi
hermano, ten la decencia de decírmelo.
—Tu hermano ha sabido donde estabas todo el tiempo —dijo, escupiendo
las palabras en él como un gato. Luego, en uno de sus cambios de humor
mercurial, de repente se inclinó y puso su mano sobre la suya. —Pobre Aaron.
Jamie nunca quiso verte antes, así que no me culpes a mí o a Alan por esto. No
es culpa nuestra.
Aaron se apartó de su contacto como si lo hubieran quemado.
—¿No quería verme? ¿Por qué estás mintiendo? ¿De qué diablos estás
hablando?
—Tu hermano, que quiere ser llamado Jay ahora, por cierto, es el líder de las
Fuerzas Rebeldes en el Tercer Territorio. —Ella se rio brevemente—. Todos
saben eso. Excepto tú, por supuesto. Dios, Aaron, eres tan ingenuo. Cuando
le dijimos que tratabas de encontrarlo, le dijo a Alan y a los demás que no 79
quería verte. Dijo que no eras un rebelde, que no te dijeran dónde estaba y que
nos deshicieramos de ti lo más rápido que pudiéramos. ¡Pero no irías! No
importaba lo que pasara, no parecías tomar una pista. Finalmente, Alan tuvo la
idea de que te lleváramos en ese último intento con Quinn. La idea era conseguir
que te arrestaran y encerraran en una de las instalaciones de castigo mínimo.
Detalles del trabajo. Cuando saliste después de unos cuantos años de trabajo
duro, Alan y Jay supusieron que ya habrías tenido suficiente de ser un rebelde
y regresarías a casa a donde pertenecías. Funcionó al principio, pero no
teníamos ni idea de que las cámaras de vigilancia capturaron tu imagen. Fueron
los lobos los que te identificaron como el supuesto cerebro detrás del golpe,
porque en su mundo, el lobo superior es el que se sienta atrás y deja que los
demás hagan el trabajo sucio. Y entonces Quinn te reconoció del poster. Mala
suerte para todas las partes.
Aaron se hundió en la silla, sintiéndose entumecido. —No creo todo esto.
¿Por qué Jamie no querría verme? No entiendo.
—Tendrás que preguntarle sobre todo eso, pero te digo la verdad. Quería
que volvieras a casa a donde pertenecías. Tengo que decir que cuando se enteró
de lo que Quinn te estaba haciendo, estaba bastante furioso. Entonces cuando
te vio en la televisión en la reunión del consejo...
—¿Espera… qué? ¿Me vio? ¿En televisión?
Bobbi se encogió de hombros. —Por supuesto. Todos lo hicimos. Todo el
mundo sabe que las reuniones del consejo son televisadas. ¿Dónde has estado?
Todos vieron que Quinn te llevaba a esa habitación con una correa y un collar
alrededor del cuello. Desnudo con esas cadenas colgando de tu culo. Te vimos
arrodillado al lado de la silla de Quinn como su pequeña perra. Alimentándote.
Oh sí, Jay estaba horrorizado.
—Oh Dios. —Aaron gimió, ocultando su cara en sus manos.
—Bueno, en serio. —Continuó Bobbi—. Jay está en una posición muy
importante, y tener a su propio hermano humillado de esa manera bueno, lo
sacudió, por no mencionar la vergüenza. Él creó este plan, ya sabes. Decidió
que la única manera de ahorrarle el ridículo completo es que tú tomes su
venganza matando a Quinn. Quería verte y hablarte sobre eso, pero Quinn está
80
contigo casi cada minuto. Me ha enviado a hablar contigo.
Aaron alzó la cabeza y prácticamente le gruñó. —Si me estás diciendo la
verdad, lo que dudo, entonces dile que se vaya al infierno. No quiero venganza.
No mataré a Quinn o a nadie más. ¡No soy un maldito asesino!
—¿Sólo una puta? —Se burló Bobbi, alzando una ceja.
Aaron la miró fijamente. "¿Cómo podía haber pensado que era bonita?" Se
inclinó hacia ella hasta que casi le tocó la frente. Si alguien los hubiera visto en
ese momento, podrían haber pensado que era un gesto romántico y que estaba
a punto de besarla. Nada podía estar más lejos de la verdad, por lo que se
refiere a Aaron. —Escúchame, perra. Me dices una palabra más sobre esto...
una palabra más... y le cuento a Quinn todo lo que me has dicho.
Bobbi se puso pálida mientras sus cejas se elevaban casi hasta la línea del
cabello. —No lo harías.
Le puso una mano en la nuca para evitar que se retirara. —No me pongas
a prueba, Bobbi. Te estoy advirtiendo. Si incluso mi hermano se ha vuelto
contra mí, no tengo nada que perder. Si voy a caer, llevaré a algunos de ustedes
conmigo.
La puerta se abrió detrás de ellos y Quinn entró en la habitación. Se detuvo
en la puerta al ver a los dos sentados a la mesa, con la cabeza tan cerca que
casi se tocaban, e increíblemente, sonrió. Lo que podría haber sido algo bueno,
excepto que Aaron pudo ver el destello de sus dientes caninos.

—Bueno, ¿no es acogedor?


Quinn se sorprendió por la sacudida de celos puros que lo atravesó cuando
vio a Aaron con Bobbi. Aaron se había acercado a ella como si le estuviera
contando sus secretos. Su frente había estado casi tocando la suya, lo que hizo
que sus labios se separaran sólo unos centímetros, y su mano estaba en la nuca
de su cuello como la de un amante. ¿Había estado a punto de besarla? La idea
casi le hizo perder el control. Por una fracción de segundo, el lobo de Quinn
saltó a la vanguardia, y fue todo lo que pudo hacer para evitar que la separara.
81
Se acercó a la mesa lo más lentamente posible para evitar abalanzarse sobre ella
y agarró el respaldo de la silla de la que Aaron acababa de saltar: la silla de
Quinn. Quinn podía sentir sus garras hundirse profundamente en la madera.
Aaron estaba de pie junto a Bobbi, sosteniéndose a su brazo protectoramente
mientras trataba de correr.
—Quédate quieta, Bobbi—Le susurró con dureza—. No corras o su lobo te
perseguirá. Dale la oportunidad de calmarse. —Aaron se volvió hacia Quinn y
le tendió una mano—. Señor... Maestro. No es lo que piensas. Dame una
oportunidad para explicar. Por favor.
Quinn se obligó a tomar un largo y tembloroso aliento. —Estoy esperando.
—Finalmente pudo decir con los dientes apretados. —Esto debe ser bueno.
—Está bien, mira, uh... Estaba a punto de comer mi almuerzo
—Mientras estaba sentado en mi silla.
—Uh, sí, sí, yo estaba haciendo eso. Sé que probablemente querrás castigarme
por ello, así que por qué no dejamos que Bobbi regrese a su trabajo y tú
puedes...—Un salvaje gruñido saludó esta idea, y Aaron y Bobbi dieron un
rápido paso atrás.
—Bueno. Puedo ver que necesitas más explicación. Bueno, estaba a punto de
comer mi almuerzo...
—Ya dijiste eso.
—Sí, quiero decir sí, señor. Así que Bobbi dijo que no debería sentarme en
su silla, pero pensé: a quién le importa lo que piense. ¿Verdad Bobbi?
La cabeza de Bobbi rebotó arriba y abajo como una marioneta. Sus ojos
estaban vidriosos y aterrorizados, como deberían estarlo.
—Mira, todavía estaba un poco enojado por lo de esta mañana. Y yo dije…
La voz profunda de Quinn resonó amenazadoramente por la habitación.
—A quién le importa lo que piensa.
Aaron tragó saliva y asintió. —Oh, sí. Lo siento. Lo siento mucho. Por
supuesto me importa qué piensas. Estaba siendo un idiota. —Él bajó la mirada
y pareció darse cuenta de que todavía tenía la toalla envuelta alrededor de su
cintura. Su rostro palideció y se la arrancó de la cintura e intentó esconderla
detrás de él como un niño, con los ojos aún más anchos mientras miraba a
Quinn. —Lo que viste cuando entraste fue Bobbi diciéndome que estaría en 82
problemas, eso es todo.
—Eso es todo, ¿eh? ¿No ibas a besarla? ¿O terminar de besarla? —Quinn
respiró hondo y se obligó a calmarse. Se dirigió lentamente hacia Bobbi, que
se encogía e intentaba esconderse detrás de Aaron. Quinn la apartó de su chico,
dejando sólo unas pocas marcas rojas en la piel de su brazo desnudo. Se felicitó
por su moderación.
Cuando habló con ella, su voz era baja y casi tranquila. —No vuelvas a
acercarte a su rostro de esa manera. ¿Lo entiendes?
—Sí, señor. Sí, Alfa Quinn, lo entiendo. No volverá a suceder nunca—Estaba
casi desmayada por el miedo y apenas la había tocado. Estos humanos eran
todos tan asustadizos.
—Déjanos —dijo él y la soltó abruptamente. Quinn se dio cuenta de que
estaba corriendo de la habitación, pero toda su atención estaba en Aaron.
Alcanzó a su espalda con la velocidad de hombre lobo y agarró la mano que
sostenía la toalla, acercando el cuerpo de Aaron al suyo, donde pertenecía. Su
lobo se tranquilizó un poco y se calmó una vez que sintió la piel de su
compañero contra la suya.
Incapaz de detenerse, le lamió a Aaron desde su barbilla hasta la frente y
sintió la inmediata caída de su cuerpo en sus brazos. Aaron gimió y dejó caer
su cabeza sobre el hombro de Quinn.
—Lo siento, Maestro.
No estaba del todo listo para soltarlo, tomó la toalla en sus manos y se la
ofreció a Aaron para que la viera. —Puesto que te gusta tanto esto, puedes
dormir esta noche en el suelo. —Aaron gimoteó, pero se mordió el labio y
asintió, todavía tratando de acurrucarse en el hueco entre el hombro de Quinn
y su garganta. La proximidad de su compañero hacía que Quinn se sintiera débil
en las rodillas, así que lo empujó suavemente y luego lo llevó de vuelta a la
mesa. Podía ver en el plato lleno que no había comido un bocado.
—En el piso y te alimentaré.
Aaron se dejó caer de rodillas, con la espalda bien derecha y las manos a la
espalda. Tenía la barbilla levantada y los ojos bajos, como Quinn le había
enseñado. Al igual que esa postura bonita lo ayudaría cuando recibiera los azotes
que se había ganado, y no por placer, tampoco, como había planeado
originalmente.
83
Quinn se calmó lentamente mientras se concentraba en alimentar a Aaron.
Él le hizo beber dos vasos de leche, pero aparte de eso, la comida fue sin
incidentes. Cuando pensó que Aaron tenía suficiente, se apartó de su silla y le
dio unas palmaditas en el regazo. Aaron se subió a él con presteza, tratando de
ser bueno ahora que sabía lo molesto que Quinn estaba.
Quinn se permitió un momento para envolver un rizo alrededor de su dedo
y acercar a Aaron para oler su cabello antes de hablar.
—¿Tienes algo que quieras decirme? ¿Acerca de Bobbi?
Aaron se retiró lo suficiente para mirarlo, y Quinn vio la sinceridad brillando
de sus ojos. —Te juro, Quinn. Nunca he tenido ningún interés en Bobbi, ni en
ninguna de las mujeres. No desde que me mordiste. Como una cuestión de
hecho…
—¿Si, que es eso?
—Yo iba a decírtelo antes de que todo esto sucediera. Yo-yo realmente no
me importa mucho Bobbi. Ella puede ser un poco "toquetona", a veces.
—¿Qué significa esto, “toquetona”?
—No quiero meterla en problemas ni nada, pero a veces cuando me baña...
bueno, parece que me quiere lavar, ya sabes, allí abajo mucho.
Quinn se dio cuenta de que estaba gruñendo. —¿Ahí abajo?
—Sí señor. No creo que ella quiera ser grosera, pero pensé que no te gustaría
mucho si te lo dijera. Verdaderamente, eso es lo que le estaba hablando cuando
entró. Estaba enojado y le dije que se retirara. Ella también me estaba mirando,
así que es por eso que me quedé la toalla puesta. Me preguntaba si tenías el
camino libre para reasignarla. Las otras mujeres también. A todas les gusta
manejarme demasiado.
Los gruñidos se hacían más fuertes y Aaron lanzó una mirada asustada hacia
él. —No les hagas daño. Probablemente ni siquiera se dieron cuenta de lo que
estaban haciendo. —Aaron apoyó su cabeza en el hombro de Quinn otra vez.
—Puedo prepararme por las mañanas, Maestro. Si usted lo permite. Lo hice
esta mañana, de hecho. Incluso me preparé para ti.
La idea de que Aaron se preparara lubricando su trasero envió un rayo de
puro deseo a través de él. Quinn sabía que estaba siendo burlado y manipulado,
pero descubrió que le gustaba un poco. No es que Aaron se saliera con la suya. 84
No totalmente al menos. Quinn solo se encargaría de preparar a su compañero
por las mañanas, lo que significaba que Aaron tendría que levantarse al mismo
tiempo que él. No más dormir hasta tarde. Pero Aaron era lindo tratando de
envolverlo alrededor de su dedo meñique.
No podía permitirle ver que casi lo había conseguido.
—No lo permitiré. Pero yo mismo te prepararé y mantendré alejadas a las
mujeres, ya que no parecen mantener las manos fuera de mi propiedad. Y
podrías haber ganado otro guiche por tus esfuerzos para manipularme, por
cierto. Tendré que pensar en ello.
Aaron se estremeció y gimió, abriendo la boca y volviendo a cerrarla unas
cuantas veces como un pez, ya que parecía considerar discutir y luego pensar
mejor. Quinn lo aguardó y luego le revolvió el pelo. Aaron estaba aprendiendo
a elegir sus palabras antes de hablar, al menos un poco, y Quinn suspiró,
golpeando el culo de Aaron y empujándolo a sus pies.
—Quería hacerte el amor durante mi descanso, pero hemos perdido
demasiado tiempo. Necesito volver.
—¿Estás seguro, Maestro? ¿Realmente tienes tanta prisa?
Quinn miró a Aaron sorprendido. Su compañero nunca había intentado
iniciar sexo con él antes. ¿Estaba tratando de distraerlo, o realmente quería
hacer el amor con Quinn? Aquellas exuberantes pestañas estaban a medio
camino de los ojos de Aaron mientras miraba su mano, que lentamente frotaba
un pequeño círculo en la entrepierna de Quinn. La postura lo hizo parecer
obediente y dulce, mientras que él sabía que era cualquier cosa menos eso, pero
era una distracción efectiva. Quinn lo miró, tratando de convencerse de
levantarse. Había planeado una tarde muy ocupada y no podía sentar un
precedente. Entonces Aaron tomó las cosas en sus propias manos. Se inclinó
hacia Quinn, su erección hermosa y rosada dura y caliente contra los
abdominales del lobo. El calor se filtró a través de la camisa de Quinn, quemando
su piel con cada toque y dejando un rastro de humedad detrás.
—Por favor, señor. —Aaron murmuró, sus labios contra la garganta de
Quinn. —Te necesito.
Estaba eso de ‘señor’ de nuevo. Era deliberadamente provocativo, pero Quinn
estaba de humor para ser un poco indulgente. Especialmente cuando Aaron
estaba frotando esa dulce polla contra él. 85

Quinn levantó la mano y metió un mechón de pelo detrás de la oreja de


Aaron. Se tomó un momento para deshacer sus pantalones y empujarlos un
poco hacia abajo para liberar su propia erección, que había alcanzado
proporciones impresionantes en este momento. Luego agarró a Aaron por las
caderas y lo alzó para dar un paseo en su polla.
—Bueno, entonces—Suspiró en el oído de Aaron. —Creo que un buen
maestro siempre debe cuidar de las necesidades de su chico, ¿no es así?—
Empujó hacia arriba y hacia adelante, su polla deslizándose sin esfuerzo en el
pasaje ya lubricado y listo. Empujó de nuevo, disfrutando del sonido de los
dulces jadeos de Aaron y de la suave, caliente y aterciopelada carne que lo
envolvía.
Aaron se encontró con sus empujes con una pasión tan salvaje como la suya,
montándolo mientras se movía hacia arriba y abajo sensualmente en el regazo
de Quinn. Quinn alcanzó entre ellos y envolvió su mano alrededor de la polla
de Aaron, rebotando entre sus cuerpos, y en sólo unos segundos, Aaron estaba
gritando y sacudiéndose hacia su liberación.
Quinn podía sentir su propio orgasmo y golpeó sus caderas cada vez más
fuerte contra Aaron hasta que el calor rugió por su espina dorsal y lo encendió,
consumiéndolo en un resplandor de cuerpo entero. Su corazón se sacudió en
su pecho y aplastó a Aaron, golpeando sus caderas. Si pudiera mantenerlo tan
cerca para siempre y no dejar que el mundo exterior se entrometiera.
Finalmente, cuando las últimas réplicas habían terminado y Quinn estaba
totalmente gastado, Aaron se desplomó contra su pecho y lo besó tiernamente,
sus labios, sus ojos, su garganta. No quería dejarlo, pero sus deberes lo llamaban
y ya había pasado más tiempo con su amante de lo que había querido hacer.
Aaron estaba casi durmiendo en su regazo, todavía unidos, sus ojos cerrados
y su respiración lenta. Quinn lo besó una última vez y luego lo apartó de su
regazo para que poder limpiarlo. Aaron se balanceó sobre sus pies y Quinn lo
atrapó en otro abrazo.
—Despierta, cariño. Necesito volver al trabajo.
Aaron murmuró algo y luego se alejó caminando lentamente hacia la cama.
Debería haberlo hecho dormir en el suelo con esa maldita toalla, suponía, pero
iba a pasar de esa amenaza después de todo. Parecía demasiado cansado y
agotado. Fue al cuarto de baño y se limpió rápidamente y luego volvió con un 86
paño caliente para limpiar a Aaron, mirando a la cama para verlo acurrucado a
su lado, ya dormido y respirando profundamente. Lo rodó de espaldas y lo
limpió tiernamente, sin siquiera despertarlo. Estaba un poco asombrado de lo
mucho que quería acostarse y acurrucarse a su alrededor.
De hecho, Quinn estaba un poco sorprendido por la rapidez con que este
vínculo de apareamiento se había vuelto tan importante para él. Necesitaba ser
cuidadoso. Estaba en peligro real de que este ser humano se convirtiera en la
cosa más preciada de su vida. Se acercó a la cama y se inclinó para besar la
frente de Aaron, odiando dejarlo. Se enderezó de nuevo, el olor de su compañero
persistente en su nariz, se dio cuenta de que ya era demasiado tarde para
preocuparse por el peligro. Estaba bien atrapado en su propia trampa.
Capitulo Seis
Aaron dormía profundamente, envuelto en un sueño con Quinn cuando un
fuerte ruido estridente lo hizo despertar. Se sentó en la confusión, su corazón
golpeando en su pecho. Le tomó a su cerebro un segundo o dos para darse
cuenta de que el sonido era una alarma, y que estaba por encima de su cabeza.
Miró hacia la pared y vio el timbre al lado de cama. Junto con el ruido, las luces
estaban parpadeando, y Aaron balanceó sus pies sobre el lado de la cama
alarmado. Casi antes de que sus pies golpearan el suelo, la puerta se abrió de
golpe y Quinn se apresuró a empujarlo a sus pies. Sacó la manta de la cama y
la envolvió alrededor de los hombros de Aaron.
—De prisa, muchacho, tenemos que salir de aquí y está lloviendo afuera.
Envuelve esto a tu alrededor y ven rápidamente. Hay una amenaza de bomba
de los rebeldes y tenemos que evacuar, mientras los guardias buscan el
explosivo.
—¿Explosivo? ¿Bomba? —Aaron repitió, su mente todavía aturdida por el
sueño. Se puso la manta sobre los hombros mientras Quinn lo rodeaba con un
brazo y lo condujo desde la habitación y por el pasillo. Nunca había estado
fuera de este piso, hasta donde el sabía, porque había sido traído aquí 87
inconsciente y ni siquiera conocía el diseño del lugar. Ni siquiera sabía
exactamente dónde estaba. Mientras lo bajaban por las escaleras, vio que
estaban en el tercer piso de un enorme edificio de techos altos y bajaba por una
escalera ornamentada. Se curvaba hacia una entrada abierta donde los lobos y
los humanos igualmente se precipitaron hacia las altas puertas dobles. Este era
el Palacio del Alfa que había visto una sola vez antes, cuando estaba en una
misión de entrenamiento antes del intento de asesinato a Quinn. Luego, había
viajado junto a la estructura de mármol y piedra en un coche, contemplando
con admiración el magnífico edificio de cinco pisos, nunca soñando que viviría
en él un día.
El edificio estaba abierto al público en los pisos inferiores y ahí es donde la
búsqueda por los guardias parecía estar concentrada en su mayoría. El edificio
estaba en una parcela de cinco acres de terreno en medio de la ciudad, una vez
conocida como Washington DC, cuando los seres humanos gobernaron el
mundo unos treinta años antes. Aaron pensó que había oído que se refirian al
lugar como la Casa Blanca, pero no podía recordar. De todos modos, la vieja
estructura humana había sido contaminada y quemada durante la Pestilencia y
este enorme edificio fue colocado en su lugar.
Los bosques habían sido replantados a su alrededor, porque los lobos amaban
los árboles, y el bosque se acercaba a unos cien metros del edificio, rodeándolo
por tres lados. El frente del edificio, donde iban ahora, consistía en un césped
verde y una calzada semicircular.
El césped fue donde Aaron fue depositado cuando Quinn lo dejó para regresar
al edificio.
—Cuídalo. —Le gritó Quinn a una de las mujeres humanas que hasta esa
mañana había sido responsable de su preparación. Ella lo miró y se le acercó,
pero no lo tocó. Bien, obviamente, ya le habían ordenado que no le pusiera las
manos encima. Aaron acercó la manta alrededor de su cuerpo mientras el
viento azotaba la calzada, enfriándole hasta los huesos. Casi todos los lobos
estaban dentro del edificio, por esta vez, buscando los explosivos, dejando sólo
unos cuantos guardias afuera. Se dio cuenta de que la mujer a su lado movía
los ojos a la izquierda, hacia el final de la calzada donde un coche pequeño
estaba estacionado ilegalmente. Antes de que Aaron pudiera seguir su mirada
para ver lo que estaba viendo, fue arrojado al suelo por una explosión violenta,
no desde el interior del edificio, sino desde el coche que acababa de explotar
cerca y ahora estaba envuelto en llamas. 88
Mientras luchaba por ponerse de pie nuevamente, las manos ásperas se
apoderaron de él y de repente se dio cuenta de que varios hombres lo
empujaban a sus pies y lo tiraban y empujaba hacia las sombras de los árboles
junto al edificio. Alguien tomó su manta y la tiró por encima de su cabeza.
Alguien lo levantó y lo arrojó sobre su hombro, atrapando sus brazos dentro de
la manta. Aaron era un hombre grande, alto para un ser humano y sin peso
ligero, así que quienquiera que lo llevara debía ser bastante grande.
Sólo corrieron a crota distancia, mientras luchaba y daba patadas para
liberarse. Aterrizó en el suelo duro y húmedo con un golpe sordo, y la manta
se deslizó por la cabeza. Abrió la boca para gritar, y una gran mano palmeó
sobre ella. Levantó la vista para ver a Jamie, su hermano menor, mirándolo y
casi se desmayó.
Cuando Aaron había visto por última vez a Jamie, había sido un adolescente,
y cuando lo imaginaba en su mente, todavía tenía la imagen de él cuando lo vio
por última vez.
El Jamie que estaba ante él ahora no era nada como en su memoria. Era tan
alto como Aaron y aún más musculoso. Tenía el cabello mojado y pegado al
cráneo y la cara dulce y juvenil que Aaron recordaba había desaparecido. Su
cara seguía siendo hermosa, pero dura y amarga ahora, con líneas de ceño
fruncido a ambos lados de su boca. Miró a Aaron como si estuviera enfadado
con él y sintió los primeros movimientos de inquietud.
—¡Jamie! ¿Qué estás haciendo aquí? Te busqué en todas partes después de
que papá murió y no pude encontrarte. Era como si hubieras desaparecido de
la faz de la tierra. Los vecinos dijeron que los rebeldes te llevaron.
Hizo una mueca como si probara algo malo. —¿Me llevaron? Nadie me llevó
a ninguna parte. Estoy donde quiero estar y deberías haberte ido lo bastante
bien solo.
—¿Solo? Jamie, ¿cómo no podría buscarte? ¡Tú eres mi hermano!
—Esa clase de pensamiento sarcástico es lo que derrotó a los humanos para
comenzar y dejar que estos bastardos lobo asuman el control. Si queremos que
nuestro mundo vuelva, tenemos que ser como los lobos, fuertes e insensibles y
no estorbados por ninguna estúpida emoción. Sabía que serías así, y por eso
89
traté de enviarte lejos. Tengo un trabajo importante que hacer por los rebeldes,
y no puedo ser molestado por tus sentimientos. No tengo tiempo para ellos.
Aaron lo miró, negando con la cabeza. "¿Qué le había pasado al dulce chico
que solía a ayudar con su tarea y jugar videojuegos hasta tarde en la noche?"
Puso una mano en la de Jamie, pero la apartó bruscamente. —Detente, Aaron.
Sólo tengo un minuto para hablar contigo antes de que ese gran bastardo venga
a buscarte. ¡Tienes que matarlo, Aaron! Es la única forma.
Aaron retrocedió, sacudiendo la cabeza. —¿Quinn? No. No soy un asesino
y no haré esto. Se lo dije a Bobbi.
—Lo sé—Interrumpió Jamie frunciendo el ceño. —Nos contó lo que dijiste.
Pero tienes que hacerlo, Aaron. ¿No puedes ver lo que te ha hecho? —Miró al
cuerpo desnudo de Aaron y miró hacia atrás con asco. —Te viola, ¿verdad? ¿O
no es violación? ¿Te gusta? Diablos, ¿eres aún un hombre? No me digas que
te gusta lo que te hace, o te mataré yo mismo.
El dolor y el choque recorrieron a Aaron como una espada afilada y retrocedió
de su hermano, no queriendo mirarlo. ¿Cómo podía decirle tales cosas?
¿Realmente ya no conocía a Jamie? Afortunadamente el temperamento rápido
de Aaron se convirtió en odio y salió adelante a su defensa de modo que se
encontró gruñendo a Jamie con su mejor impresión de Quinn.
—¿Tú y quién más, gilipollas? —Apretando los puños, se puso de pie, listo
para pelear.
Podía ser sumiso alrededor de Quinn, debido a la mordedura de
apareamiento, pero él era el único, maldita sea. Toda la agresividad reprimida
que había estado sintiendo subió a la superficie, y balanceó su puño,
conectándose con la mandíbula de Jamie y arrojándolo al suelo. Se paró sobre
él, haciéndole un gesto para que se levantara.
—Vamos, tipo duro. Te mostraré si soy hombre o no.
Jamie le sonrió desde el suelo y se frotó la mandíbula.
—Ahí tienes. Ese es el hermano que recuerdo. —Saltó de nuevo a sus pies
y palmeó a Aaron en el hombro—. Lo siento, hombre, pero tenía que estar
seguro de que no había llegado a ti. 90
Aaron meneó la cabeza. —Maldita sea, no lo entiendes, Jamie. Me mordió,
dijo que era una mordedura de apareamiento y ahora estoy cambiando. ¡Puedo
sentirlo! Me estoy convirtiendo en una especie de lobo. Un miembro de su
manada. Un omega, dice Quinn. No soy igual, Jamie. No hay manera de salir
de esto para mí. Quinn es mi pareja. ¿No lo ves? No puedo herirlo. No quiero
hacerle daño.
Jamie lo miró con creciente horror mientras gritos desesperados procedentes
de la dirección del Palacio del Alfa se hacían cada vez más fuertes. Tres hombres
irrumpieron en el claro donde Jamie y Aaron se quedaron mirando el uno al
otro. Uno de ellos agarró el brazo de Jamie y comenzó a alejarlo.
—Tenemos que salir de aquí. Quinn ha perdido a Aaron y lo está siguiendo.
Está viniendo rápido. ¡Vamos, tenemos que irnos!
Jamie les permitió alejarlo, pero le dio a Aaron una mirada triste y
desconsolada por encima del hombro.
—Si cambias de opinión y quieres dejarlo, hazme saber a través de Bobbi o
cualquiera de las mujeres con las que trabaja. Encontraré una manera de venir
por ti. —Los otros le tiraron frenéticamente y se volvió para ir con ellos.
Aaron podía oír a alguien que se estrellaba a través del matorral detrás de él,
acercándose rápidamente y con fuerza. Para darle a Jamie y a los demás la
oportunidad de escapar, se lanzó al camino de quienquiera o de lo que fuese
hacia él. Sin previo aviso, el enorme lobo de Quinn irrumpió en el claro,
golpeando a Aaron con el cuerpo, golpeándolo de espaldas contra el suelo y
luego saltando encima. Aaron miró hacia arriba a su rostro gruñendo,
aterrorizado y tratando de recuperar el aliento. Era un animal peligroso, salvaje
y fuera de control. Aaron cerró los ojos y esperó a sentir los dientes salvajes
rasgarse en su garganta.
—¡Quinn! —Las palabras de Aaron se registraron en algún lugar de Quinn
cuando su lobo se paró sobre el humano enroscado hacia arriba
protectoramente en el suelo, sus colmillos descansando sobre la piel alrededor
del cuello humano. —¿Quinn? ¿No me reconoces?
El pecho de Quinn palpitaba, los pulmones buscaban oxígeno, la sangre se
precipitaba por todas las arterias, todos los sentidos le gritaban que protegiera. 91
Detener. Compañero.
Quinn sacó sus dientes de la garganta de su ser humano y giró su enorme
cabeza de un lado a otro, buscando otros depredadores, cualquier persona o
cualquier cosa que pudiera dañar a su compañero. Él jadeó, satisfecho, y volvió
su atención a la figura en el suelo. Quinn apartó las manos de donde estaban
encogidas sobre la cabeza del humano, hundió la nariz en el espacio entre el
cuello y el hombro, lamió suavemente la suave piel. Su humano giró la cabeza
con cautela, y Quinn lo lamió otra vez. Su compañero estaba sudoroso, salado,
delicioso. Quería follarlo.
Quinn oyó el suave suspiro y miró a los ojos hipnotizantes. Quinn necesitaba
ver su increíble color azul. Necesitaba ser humano. Retrocedió dos pasos y
dobló la cabeza cuando la ráfaga del cambio lo atravesó. Algunos lobos odiaban
el cambio físico, pero en alfas, el poder era sólo otra emoción.
La piel retrocedía y los huesos se fundían, remodelados. En un abrir y cerrar
de ojos fue humano y estaba horrorizado. Casi... Quinn gruñó y tomo a Aaron.
Joder, había estado a unos segundos de lastimar a Aaron. No, Quinn tembló
y lo abrazó con fuerza, había estado a segundos de matarlo, y presionó a Aaron
más cerca, respirándolo. Dos respiraciones más hasta que se sintió más firme.
Sintió una mano tentativa en el lado de su cara.
—¿Maestro?
Quinn se relajó ligeramente y sintió que Aaron tomaba una respiración
temblorosa. Probablemente lo estaba aplastando.
—Aaron. —Quinn tragó saliva. No le gustó el débil temblor de su voz. Se
aclaró la garganta. —¿Que pasó? ¿Por qué estás aquí en el bosque?
Sintió a Aaron hundirse contra él. —Fueron los rebeldes. —Quinn alzó la
cabeza bruscamente. —¿Tú los viste?
Sólo su oído de hombre lobo captó la minúscula vacilación antes de que
Aaron respondiera. —No—Aaron sacudió la cabeza. —Me pusieron un saco
sobre la cabeza.
Quinn entrecerró los ojos, un sabor amargo que llenaba sus encías. Aaron
le estaba mintiendo. "¿Por qué?" Quinn se volvió al oír a su guardia privada
correr hacia ellos, mientras salían de entre los árboles, la mitad de ellos volvió 92
a sus formas humanas. Quinn se puso de pie, sosteniéndo la muñeca de Aaron.
Parecía que no podía dejar de tocarlo.
—¿Alfa?—Sean fue el primero en llegar hasta él. Miró a Aaron con
curiosidad. —No había ninguna bomba en el interior, sólo un dispositivo falso
bruto en la sección de la ducha fuera de la barraca. Claramente una distracción
para sacar a todo el mundo afuera.
—¿Y la segunda explosión? —preguntó Quinn.
Sean volvió a mirar a Aaron.
—Hizo algún daño a los jardines, pero nada demasiado serio. Nadie resultó
herido. Creemos que fue otra distracción.
Quinn comenzó a caminar y Sean cayó en el paso con él. Mantuvo un apretón
en Aaron, ya que no tenía intención de dejarlo ir, y Aaron se quedó en silencio
afortunadamente, ya que Quinn no quería entrar en nada delante de Sean.
—Saquen a los rastreadores, y quiero que cada humano de la casa se alinee.
—No hay excepciones—Los rastreadores serían capaces de olfatear que
humano había plantado el dispositivo. No podría haber llegado allí sin que uno
de los seres humanos de la casa lo ayudara, porque ningún otro hombre tenía
acceso al complejo. Los lobos que residían en el Palacio todos tenían permisos
de seguridad superior y habían pasado numerosos controles de antecedentes.
Su lealtad era indudable. Quinn asintió a los lobos que se movían alrededor
mientras llegaban a los escalones de piedra, pero no dudaron ni se detuvieron.
Necesitaba conseguir a Aaron dentro y descubrir exactamente lo que su pequeño
compañero estaba ocultando.
Soltó Aaron tan pronto como entraron en su cuarto de baño, y se volvió
buscando grifo para comenzar la ducha. Al mismo tiempo, vio la mancha roja
opaca en su mano y olía a la sangre de Aaron. Los olores de los demás, junto
con el humo que aún se aclaraba fuera de la casa, habían enmascarado su olor.
Quinn movió la cabeza. Aaron estaba de pie con una expresión divertida en su
rostro, su mano apretada a su lado.
El corazón de Quinn saltó. —¿Qué es, qué has hecho?
—Yo... —Aaron miró a su costado mientras alejaba su mano y su rostro se
escurrió de todo color. Se balanceó y cerró los ojos. 93

Mierda. Rápidamente Quinn hizo que Aaron se sentara en el suelo, con la


cabeza entre las rodillas. Había sabido por el olor que no era una gran cantidad
de sangre, pero cualquier cantidad era suficiente para alarmarlo. Al igual que
cualquier cantidad era aparentemente suficiente para marear al humano. Quinn
sacudió la cabeza y apretó el puente de su nariz exasperado. ¿Cómo demonios
su compañero había sido capaz de matar a alguien cuando claramente odiaba
la sangre tanto como las agujas? ¿Qué hizo? ¿Cubrirse los ojos mientras
disparaba contra los lobos? Aaron murmuró algo y Quinn apretó su agarre en
la parte posterior de la cabeza de Aaron.
Aaron se enderezó y parpadeó acusándolo. —¡Ay! ¿Estás intentando romper
mi cuello? Maldita sea, afloja un poco, ¿quieres?
Quinn gruñó, incapaz de contenerlo. Había estado preocupado por Aaron
por un momento, viendo su palidez y su equilibrio inestable. Pero aquí estaba
la pequeña mierda que salía de nuevo. Iba a retorcer su cuello ensangrentado.
Aaron hizo una mueca de dolor y trató de ponerse de pie, Quinn levantó su
camisa. Algo, probablemente una roca, había sacado algunas capas de piel de
Aaron cuando cayó. "Cuando lo empujaste." Quinn movió su peso
incómodamente.
—Es sólo un rasguño. No hay necesidad de actuar como si hubiera sido
herido de muerte—Puso a Aaron en la ducha, con más fuerza de lo que había
pensado. Se sentía responsable de sus heridas y la culpa lo hacía actuar como
el culo. —Entra y límpiate. Voy a traer una crema antibiótica. —No es que lo
necesitase. Los cambios de omega en su cuerpo significarían que el rasguño
desaparecería en unas pocas horas, pero no iba a decirle nada a Aaron que lo
volviera loco, o al menos no ahora.
Quinn volvió a la oficina y llamó a la planta baja. Una de sus gammas contestó
e informó que todos los humanos de la casa estaban siendo alineados en ese
momento, y en cuanto terminaran, enviaría a uno con la crema.
—Y un poco de comida. —Añadió Quinn. Cambiar siempre le hacía sentir
hambriento. Se levantó y oyó la ducha corriendo. Puede que no fuese una mala
idea tomar una ducha rápida.
94
Quinn caminó hacia el cuarto de baño en silencio, con la intención de unirse
a Aaron. Iba a examinar cuidadosamente cada centímetro del cuerpo de su
compañero. De hecho, podía curar el lado de Aaron de manera bastante
agradable, y Aaron le diría cualquier cosa que quisiera saber después de eso.
No iba a necesitar la crema. Quinn levantó la vista cuando entró en el baño y
se detuvo bruscamente.
Aaron estaba de pie en la ducha, la cabeza inclinada, una mano extendida con
una palma apoyada contra los azulejos. Sus hombros estaban tan hundidos,
que estaba casi doblado. La derrota estiró su piel sobre cada músculo, y sus ojos
estaban firmemente cerrados. Su cuerpo se estremeció un poco como si tuviera
frío, a pesar de que Quinn podía decir por el vapor que subía, que el agua
estaba caliente.
¿Dónde estaba su pequeño espíritu de fuego? Algo lo estaba consumiendo,
y Quinn se preguntó si tenía que ver con la mentira que le había contado antes.
¿Había visto a los rebeldes y los había reconocido? Quinn tenía la intención de
averiguarlo.
Lo observó en silencio por un momento, consciente de que Aaron pensaba
que estaba solo. No le gustaba que pareciera tan miserable, y se preguntó si le
habría hecho eso. Dios sabe, había sido duro con él, pero Aaron generalmente
se defendía. Si Quinn era honesto, amaba a su chico siendo un mocoso. Sí, lo
amaba cuando era sumiso, realmente amaba eso... pero su rendición era siempre
más dulce debido a su obstinación siempre presente.
No tenía ningún deseo de romper su espíritu, nunca quiso eso. Aunque eso
era exactamente lo que le había dicho que haría. Nunca tuvo la intención de
hacerlo. Había sido duro, pero ¿había sido demasiado duro? No tenía intención
de serlo. Los seres humanos eran tan delicados y tan frágiles. A pesar de lo que
Aaron pensaba que era un tratamiento duro, realmente había tratado de ser
ligero con él. Nunca había hecho más que azotarle con una mano desnuda,
después de una flagelación inicial. A pesar de lo bonita que parecía su piel
marcada, Aaron no parecía obtener ningún placer sexual de ella, por lo que
nunca más lo había probado.
Él tenía un recuerdo súbito de sí mismo como un niño, mucho antes del golpe
de Pestilence. Había estado jugando con un amigo suyo, un niño humano
llamado Toby, que vivía a unas pocas calles. El chico no debía estar jugando 95
con Quinn, sus padres no lo habrían aprobado, pero habían logrado una
improbable amistad cuando caminaba a casa por la tarde después de la escuela.
Ellos fueron a diferentes escuelas, por supuesto. Quinn fue a la pequeña escuela
dirigida por las damas de la iglesia para los niños lobo. Sólo fue hasta octavo
grado, y luego a los lobos se les dio un oficio para aprender. Quinn tenía un
año más de la escuela, y Toby le dijo que ya estaba en octavo. A veces Toby lo
seguía a casa para echar un partido de fútbol. Quinn no veía mucho punto en
el ejercicio, pero Toby parecía disfrutarlo, por lo que Quinn siempre lo
complacía y le pidió a su padre que le comprara un balón de fútbol para que
Toby no tuviera que llevar uno en su mochila.
En una ocasión, Quinn había cogido la pelota en el aire y antes de que volviera
a bajar, había lanzado la pelota a Toby. O al menos pensó que la había lanzado.
La pelota golpeó a Toby en el pecho y le quitó el aliento. Se quedó tendido en
el césped, jadeando, y Quinn se había asustado. Corrió a por su padre que
recogió al niño y lo llevó dentro. Hizo que Toby se acostara en el sofá y fue a
buscarle un vaso de agua antes de pedirle que se subiera la camisa para que
pudiera ver cualquier posible moretón.
Los tres silbaron en una respiración aguda cuando lo hizo. El moretón en
sus costillas era bastante feo, espectacularmente feo, y después de que su padre
llevó a Toby a casa, Quinn nunca había vuelto a ver al niño. El padre de Quinn
le dijo más tarde que no había nada roto, pero los padres de Toby habían
amenazado con presentar cargos. Cuando tanto el padre de Quinn como él
mismo les habían rogado que no lo hicieran, ordenaron a Toby que nunca más
volviera a hablar con Quinn. Después de eso, el padre de Quinn le había
explicado cuidadosamente que los humanos eran demasiado frágiles para jugar.
Era demasiado fácil para un niño lobo herir a un niño humano y tenía que darle
la palabra a su padre de que nunca más jugaría con los humanos.
Ahora poseía uno en, cuerpo y alma, y no sabía cómo manejarlo. Había
empezado duro y controlando, pero una vez que lo había mordido, no podía
mantener la actitud apropiada, y a Aaron no le gustaba el dolor de ninguna
forma. Siempre que estaba cerca de él o cuando lo tenía en sus brazos, Quinn
se derretia. Recientemente, había estado tratando de aflojar un poco para que
Aaron no le tuviera miedo, pero ahora esta última accion había sucedido, y
Aaron estaba de pie en la ducha como si hubiera perdido a su mejor amigo.
Quería que Aaron confiara en él para cuidarlo, y sí, quería su afecto. Quinn
96
sabía que el chico le había mentido en el bosque. En lugar de dejarlo pasar
decidió que era el momento de averiguar por qué.
Quinn dio otro paso adelante, pero oyó el teléfono sonando en su oficina, y
rechinó los dientes con frustración. Quería entrar en la ducha con Aaron, pero
la llamada podría ser importante. Con un suave suspiro, se volvió y se dirigió
hacia atrás.
—¿Sí? —Quinn casi ladró cuando contestó el teléfono.
—Alfa, lo siento—Quinn levantó las cejas cuando reconoció la voz de Sean—
Hemos encontrado al humano que puso la bomba, y realmente necesitamos que
vengas aquí, señor.
Quinn gruñó su disgusto. —Ponlo en una celda. Lo interrogaré cuando haya
terminado aquí.
Hubo un latido de silencio. —Alfa, ese es el problema. No es un él... Es
Bobbi—La quijada de Quinn se abrió. No había mucho que lograra silenciarlo,
pero las palabras de Sean lo habían hecho.
—Envía a un hombre humano aquí para ayudar a Aaron, y traerle algo de
comida. Quiero dos gammas custodiando el apartamento. De hecho, quiero a
una dentro. Bajo ninguna circunstancia Aaron puede salir, y quiero que la
gamma lo vea en todo momento.
Quinn cerró el teléfono con tanta fuerza que la cosa se quebró. “¿Bobbi? ¿Su
tímida y pequeña humana de la casa? Había estado con él durante años." Sus
labios se adelgazaron, apretó los puños y sintió que sus encías dolían mientras
sus dientes amenazaban con estallar. ¿Y si Aaron la hubiera estado besando
antes? ¿Si estuvieran teniendo un romance? ¿Qué pasaría si hacer el amor con
Quinn y toda esta sumisión gradual era un acto, y él nunca planeó realmente
rendirse a Quinn en absoluto?
Si lo había tomado por tonto, no había un suelo lo suficientemente duro o
frío como para que Aaron pasara todas las noches en el resto de su vida. Y si
Aaron lo hubiera engañado, él... bueno, no estaba realmente seguro de lo que
haría, porque no podía pensar más allá de la idea de que Aaron estuviera con
otra persona. Alguien como Bobbi, que era rubia y hermosa y codiciada por
muchos de los lobos como una esclava. Siempre la había protegido de eso,
porque le había rogado, diciendo que sólo quería trabajar en una casa. En su 97
casa, para ser más precisos, y ahora ella lo había traicionado. La pregunta era.
¿Aaron le había traicionado también? La idea era como un cuchillo para su
corazón.
Alguien llamó a la puerta y Quinn la abrió. Dos gammas estaban allí, con un
humano de la casa detrás de ellas. Había un surtido de pan, queso y fruta en
una bandeja que llevaba el humano, junto con una botella de vino y dos vasos
que Quinn había pedido mucho antes, y que había olvidado.
Él se estaba ablandando.
Con un gruñido asqueado, cogió uno de los vasos y lo lanzó con fuerza hacia
la chimenea, y se rompió en lo que parecía un centenar de piezas. La botella y
el otro vaso los cogió y llevó con él mientras salía de la habitación.
Quinn bajó las escaleras, empujó la botella y el vaso en las manos de un
gamma sobresaltado y se dirigió al exterior. Sabía que la casa: los humanos
estarían alineados esperando por él. Avanzando con determinación por las
escaleras, se volvió y, efectivamente, una desordenada línea de humanos parados,
unos silenciosos y otros llorando.
Sean estaba en la parte delantera del grupo con la espalda vuelta hacia él.
Cuando Quinn apareció, todos guardaron silencio. Sean se dio la vuelta
mientras una gamma sostenía el brazo de Bobbi con fuerza.
Otro lobo se quedó en silencio a un lado.
Quinn asintió a Kristoph. —¿Estas seguro? —Pero mientras hablaba, Quinn
sabía que era una pregunta estúpida. Kristoph fue uno de los mejores
rastreadores que había visto. Nunca se equivocó en un olor.
—Sí, Alpha.
Quinn miró a Bobbi con nada más que decepción. —¿Y actuó sola?
Kristoph se encogió de hombros. —En cuanto a eso, Alfa, no puedo decirlo.
Todo lo que puedo confirmar es que ella era el único humano presente que
tocó el paquete. El débil olor de la orina humana está presente tanto en ella
como en los fragmentos de las bombas. 98
Quinn apretó las manos. Aquellos humanos de la casa que pasaron mucho
tiempo con los lobos aprendieron sus flaquezas. Sabían que los lobos
encontraban el olor de la orina humana ofensiva, y ella habría hecho eso en un
intento de disfrazar su propio olor, estúpidamente pensando que los lobos,
ofendidos por el olor de la orina, lo examinarían con menos diligencia.
Aaron no tenía ni idea de lo significativo que había sido para Quinn sostenerle
la polla mientras orinaba. Aaron pensaba que Quinn estaba mostrando su
dominio sobre él, y lo mucho que podía avergonzarlo. No sabía lo que le había
costado a Quinn hacerlo. Para había sido el último gesto íntimo, tratando de
mostrarle a Aaron la seriedad con que tomaba sus deberes para cuidar de su
ser humano. Lo preparaba, lo limpiaba, lo alimentaba a mano, y muchos de los
gestos que había hecho habían sido para demostrarle a Aaron que era apreciado,
pero una y otra vez Aaron había elegido voluntariamente malinterpretar su
cuidado por él. Y ahora, si descubriera que Aaron lo había engañado, Quinn
cortaría su propia mano antes de volver a hacer estas cosas por Aaron de
nuevo.
Quinn se levantó derecho y miró la línea. Algunos humanos seguían
temblando de ansiedad.
¿Por qué le tenían tanto miedo? Nunca había lastimado a ninguno de ellos
ni había sido duro hasta ahora. Tal vez su reputación lo precedió. Lo único que
exigía de ellos era lealtad y obediencia. Era el camino de los lobos, y una buena
manera de vivir. No había razón para que los humanos no pudieran aprender
a vivir de esa manera. Quinn frunció el ceño al ver a tres niños agarrando a dos
de las mujeres. No había querido que los chicos estuvieran allí, pero suponía
que si las madres estaban presentes... además, era bueno para ellos aprender
temprano que los lobos deben ser obedecidos en todas las cosas si los cuidan y
los mantienen a salvo.
Miró a Sean. —Lleva a la prisionera a las celdas. Despidan a todos los demás
a su trabajo. —Miró la línea, todavía en silencio, y levantó su voz—.
Actualmente todos los seres humanos de la casa son alimentados y alojados de
forma gratuita. También son pagados con salarios, permitiendo a aquellos que
así lo desean enviar el dinero a sus familias. Todos los salarios se detendrán
durante una semana. Si esto ocurre de nuevo, me dirigiré a todas las manadas
para que los humanos de las casas no reciban ningún salario en absoluto. 99
Quinn notó los jadeos con cierta satisfacción. También vio una de las madres
en la línea pálida sustancialmente.
Apartando a Sean, le susurró al oído. —¿Quién es la mujer con los dos hijos?
¿Y por qué traía a los niños con ella?
Sean no hizo ni un parpadeo ante la pregunta.
—Su compañero murió de la Pestilencia en el último brote. Tiene padres
ancianos en casa, uno de los cuales está acostado. Su salario le sirve para envíar
a comprar comida, creo. Al parecer, la mujer es mayor y hace cosas de costura.
Esta tiene a los niños porque ella no puede permitirse enviarlos a la escuela.
Quinn asintió. No se podía ver que tratara a ninguno de ellos de manera
diferente, ni podía revolver una orden directa, pero encontró esta información
preocupante. —¿Está acabado el nuevo ala de la residencia?
—Sí, Alfa —dijo Sean.
—Bueno. Mueve a esos padres allí. Haz arreglos para que la hembra más
vieja siga cosiendo. Ella puede hacer eso a cambio de hospedaje gratuito.
Quinn miró a los niños humanos. Había notado que más y más niños
humanos corrían salvajemente alrededor del campamento últimamente. Sabía
que el sistema escolar estatal original había colapsado cuando el sistema
financiero lo hizo. Ningún lobo había pensado nunca en educar a los humanos,
ya que estaban demasiado ocupados en que los humanos educados enseñaran a
los lobos, y el sistema estaba totalmente sesgado ahora. A algunos seres
humanos influyentes se les había permitido crear pequeñas escuelas, pero sólo
para aquellos capaces de pagar. Personalmente, Quinn pensó que el tratamiento
dado a los humanos desde que comenzó la Pestilencia no era mejor de muchas
maneras que lo que los humanos habían distribuido una vez a los lobos.
Oh, los humanos estaban siendo cuidados adecuadamente, pero si los niños
no estaban siendo educados, ¿cómo iba a cambiar su situación? Tal vez es por
eso por lo que deberían estar luchando, aparte de simplemente cuidar de ellos
a perpetuidad. Se les debe enseñar a cuidarse a sí mismos.
Alguien debería resolverlo. Quinn dio un paso hacia las celdas y se detuvo de
repente. ¿Alguien? Él era Alfa Supremo de todos los Nueve Territorios, así que
¿quién más estaba allí para hacerlo sino él? Aaron había sido una distracción
seria de sus deberes. Desde que había llegado, Quinn pareció olvidarlos con 100
creciente regularidad. Si quería que los niños humanos asistieran a la escuela
con los niños lobo, simplemente podía pedir que lo hicieran así. Era hora de
dejar de ser tan tonto con Aaron.
Sus sentimientos hacia Aaron eran un signo de debilidad que simplemente
no podía permitirlo más.
A partir de ahora, Aaron tendría que tomar su lugar como concubina de
Quinn y nada más. No sería gobernado por ningún sentimiento ridículo que
tuviera por el humano. Había puesto fin a eso. Deseaba poder enviar a Aaron a
su casa privada fuera de la ciudad, pero el vínculo de pareja impediría eso. Sin
embargo, podía tratar de no verlo tan a menudo, manteniéndolo cerca, pero no
necesariamente en sus habitaciones privadas.
Aaron le presentó un desafío, pero seguramente no era algo que no pueda
resolver. El chico se había vuelto demasiado querido para él, eso es todo. Tan
querido que era lo primero que pensaba en la mañana y todo lo que soñaba en
la noche. Pero superaría esos sentimientos por el humano si fuera lo último que
hiciera. Los arrancaría de su corazón, los quemaría en cenizas y luego los sacaría
de sus manos. Así, nunca más podrían atormentarlo.
Con expresión sombria, y su mente arreglada, Quinn continuó hasta las celdas
del sótano para interrogar a su prisionera. Quinn podía oír la voz asustada de
Bobbi mientras descendía los escalones hacia las celdas. El área que estaban
usando había sido construida como refugio de bombas y había sobrevivido al
fuego que había arrasado el edificio original. Había otras áreas aquí abajo que
en su mayoría no habían sido tocadas por lo lobos, ya que no les gustaba estar
bajo tierra. Lo encontraron demasiado claustrofóbico.
Sean y dos de las gammas la tenían sentada en una de las mesas en la entrada
de la celda. Ella tuvo suerte. Si hubiera sido un hombre humano de la casa, ya
habría sido encadenado a una pared dentro de la celda. Aquí no había otros
prisioneros. La caza había hecho que el encarcelamiento a largo plazo fuera
innecesaria para todos menos para las mujeres, y por lo general sólo eran
esclavas amorosas o enviadas a trabajar en una las granjas.
Tan pronto como apareció, Bobbi guardó silencio. Ella levantó su barbilla, su
cara mojada de lágrimas y lo fulminó con la mirada. Si sus acciones no lo
hubieran asqueado tanto, habría admirado su espíritu.
—Así que dime, Bobbi. —Quinn comenzó muy coloquial. —¿Cuánto tiempo
has tomado la comida de mi mesa y el dinero de mi bolsillo, sólo para sostener 101
a un grupo de cobardes asesinos? Eres un miembro de los llamados rebeldes,
¿verdad?
Bobbi se levantó, su rostro se retorció de furia. —No son cobardes. Son
hombres y mujeres valientes que intentan deshacerse de los grilletes de la
esclavitud.
Quinn casi se echó a reír. Sonaba como el by-line en un cartel electoral. Su
temperamento podría ser útil sin embargo. Todas sus indignadas burlas podían
darle la información que necesitaba. Sólo necesitaba preguntarlo de la manera
correcta.
—¿Mujer? ¿Cómo pueden las hembras esperar ser útiles para los rebeldes?
Son demasiado débiles para ser de cualquier uso, a menos que sea cocinar o
joder.
—¡Ahgg! —Bobbi se lanzó hacia él, pero se movió tan rápido que corrió
hacia la pared detrás de ella.
—¿Ves? Eres incluso más lenta que los hombres. —Agregó, burlonamente.
Bobbi giró alrededor, con el pecho levantado, una mirada asesina en su rostro.
—Somos diez veces mejores que los hombres, porque podemos hacer el
trabajo de ambos.
—Eres inútil. Lo sabes, y lo saben. Confiaron tanto en ti, que te dieron una
bomba ficticia. —Quinn lanzó su voz con desprecio. —Una verdadera habría
sido plantada por hombres que sabían lo que estaban haciendo
Bobbi estaba casi vibrando de rabia en este punto.
—Lobos—Ella escupió. —Piensas que eres tan inteligente, tan superior.
Especialmente el Sr. Alto y Alfa Supremo. Si supieras cómo se ríen todos de ti.
Eso era, estaba llegando a algún lado con ella.
—No creo que sea superior a los humanos. Sé que lo soy. —Quinn dijo con
confianza.
—¿En serio? Los ojos de Bobbi eran salvajes, y un desagradable rubor se
ensombreció en su garganta. —Si eres tan perfecto, ¿cómo es que no sabes que
tu esclavo y yo estamos teniendo una aventura salvaje a tus espaldas? ¡Casi nos
sorprendiste besándonos! Está planeando derribar a los lobos asesinándote, ¡y 102
eres demasiado estúpido para darte cuenta!
Bobbi debió de saber por el pálido rostro de Quinn que había marcado un
golpe, y con confianza dio un paso más cerca.
—Eres tan inteligente que no sabías que el propio hermano de Aaron era el
líder rebelde del Tercer Territorio, ¿verdad? El que está golpeando a todos en
sus traseros—Ella rio encantada, perdiendo completamente la velocidad a la
que Quinn se movió hasta que él la tuvo por la garganta. —Me ha dicho lo
mucho que me prefiere. Dice que me ama. ¿Te ha dicho eso alguna vez?
—¡Mientes!
Las uñas de Bobbi arañaron las manos de Quinn. Terror reemplazando la
alegría anterior en sus rasgos. —Alfa—Quinn apenas oyó a Sean a su espalda.
Estaba demasiado fijo en el color púrpura de su cara y los sonidos ahogados
casi se ahogaron en la saliva que venía de la boca de Bobbi. —Alfa. —Sean
urgió más fuerte, poniendo su mano en el brazo de Quinn. Vio los ojos de Bobbi
enrollarse
Y la dejó caer en disgusto, tanto por ella como por sí mismo por lo que casi
había hecho. Sean se inclinó hacia Bobbi y la levantó.
—Ella todavía respira.
Quinn asintió y se volvió a ciegas. —Llévala a la clínica y déjame. —Se las
arregló para mantenerse erguido hasta que los pasos se desvanecieron y luego
sus piernas se negaron a sostenerlo por más tiempo.
Se hundió en el suelo, con la espalda pegada a la fría pared. Había sabido
que Aaron era un asesino, por supuesto, pero en la presunción ciega de Quinn
y la confianza abrumadora en su propia superioridad, había estado convencido
de que él, el Alfa Supremo, no sólo lo había reformado, sino que había hecho
que se enamorara de él. Quinn había estado tan seguro de que su cuidado por
Aaron lo había cambiado. Incluso se engañó creyendo que había visto las
diferencias en Aaron desde los primeros días. Realmente había creído hasta hace
unos momentos que podía hacer que Aaron fuera suyo, cuidarlo, entrenarlo y
aún así permanecer sin ser afectado por sus sentimientos por él. Que no podía
quedar atrapado en su propia trampa.
El vínculo de apareamiento significaba que Quinn sólo querría Aaron para el
resto de su vida. Lo sabía. Pero lo que no se había dado cuenta era que el
chico se convertiría en una droga, una necesidad primordial sexual que enredaba
sus vidas completamente. Demonios, nunca había querido enamorarse 103
realmente de Aaron, y no se había dado cuenta de lo mucho que lo amaba hasta
que escuchó a Bobbi diciéndole cómo Aaron lo había traicionado. Quinn había
estado tan confiado en su propio control. Pensó que el apareamiento con Aaron
podría hacerle un poco más posesivo, celoso incluso, pero nada a lo que no
pudiera hacer frente. Sólo unos minutos antes de venir aquí, había pensado en
trasladar a Aaron a otra habitación, pero aún así mantenerlo disponible para el
sexo todos los días.
Sólo se había engañado a sí mismo. ¿Cómo podría estar separado de él cuando
le dolió tanto enterarse de su traición? Oh, estaba seguro de que Aaron negaría
la historia de Bobbi si se enfrentara a ella. Pero el hecho era que le había mentido
acerca de conocer a los hombres en el bosque. ¿Qué otras mentiras había
dicho? Se suponía que el vínculo entre los compañeros era demasiado fuerte
como para permitirle contarle a Quinn cualquier tipo de mentira, lo que
significaba que, después de todo, no habría habido un vínculo real entre ellos,
debió de estar todo del lado de Quinn. ¿Era porque era un humano?
Tal vez los humanos no sentían el vínculo tan fuerte. Dioses, había sido tan
tonto.
La tortura desgarradora había roto sus entrañas cuando Bobbi le dijo
alegremente sobre la traición de Aaron, y temía que fuera más de lo que podía
soportar, comiéndolo desde el interior y escupiéndole como algo que se
encuentra en el fondo del zapato de un humano. Por primera vez, Quinn sintió
la duda. Dudó que pudiera ser el líder que sus lobos necesitaban. Dudaba que
pudiera confiar en los cientos de decisiones que tenía que tomar constantemente
y que afectaban a tantas vidas. ¿Podría incluso funcionar como un líder
mientras Aaron fuera un factor tan importante en su vida?
No creía que pudiera vivir día a día saboreando la traición, sabiendo que la
única persona que significaba más para él que cualquier otro ser vivo lo quería
muerto. Quinn se puso de pie. Aaron lo quería muerto. Quinn gruñó largo y
bajo. Sabía ahora que su arrogancia lo había llevado a creer que podía cambiar
a Aaron y hacer que le perteneciera, pero ahora tenía una decisión difícil de
tomar, una que probablemente lo destruiría con el tiempo. Pero todavía tenía
que ser hecho. No podía vivir así.

104
Capítulo Siete
Aaron apagó el agua a regañadientes, ya que había comenzado a correr fría.
Se secó rápidamente.
Para ser honesto, había estado esperando que Quinn se uniera a él, y estaba
un poco alarmado porque no lo hubiera hecho. No iba a admitir que había
estado un poco decepcionado también.
Había pasado la mayor parte de su tiempo en la ducha pensando en lo que
su hermano quería que hiciera. ¿Matar a Quinn? Aaron sacudió la cabeza con
incredulidad ante la idea estúpidamente imposible. Su mamá había estado
aterrorizada por las arañas, y había sido él quien había dejado de aplastarlas.
Simplemente las dejó correr en su mano y ponerlas en algún lugar seguro afuera.
No podía matar a una maldita araña, ni pensar a alguien a quien amara... mierda.
Aaron permaneció completamente quieto mientras esas palabras se repetían
en su cabeza. Amado ¿Quería a Quinn? Mierda. Doble mierda. Aaron se
pasó las manos por el pelo. Estaba en muchos problemas. ¿Cómo diablos había
sucedido eso? Quinn era un bastardo completo, lo usó como esclavo sexual por
el amor de Dios. La mayoría de las veces ni siquiera le gustaba el tipo. Bien,
105
bien, él tenía esa cosa que le hacía con sus dedos en los pezones que era bastante
frecuente. Y oh Dios... su lengua, cuando lo tragó. Eso fue... eso fue
simplemente increíblemente bueno. Luego estaba cada vez que Aaron había sido
herido, o pensaba que había sido herido, cómo lo había arrastrado, se había
preocupado por él... como si le importara. Pero cuando se puso celoso, eso era
molesto. Bueno, la mayoría del tiempo. Tenía toda esta mierda de machismo
posesivo como que Aaron era realmente importante para él.
Aaron meneó la cabeza. Estaba en muchos problemas.
—Aaron, ¿Señor?
¿Señor? ¿Quién diablos lo llamaba señor? Aaron no reconoció la voz, y
¿dónde demonios estaba Quinn?
Aaron cogió la toalla y la apretó alrededor de su cintura. Se alegró de que
alguien lo hubiera llamado, para poder ponerse algo. Había pensado que Quinn
estaba allí afuera y no estaba a punto de molestarlo aún más al aparecer
cubierto.
Aaron abrió la puerta y se detuvo en estado de shock. Un tipo enorme, bueno
tenía que ser un lobo, estaba de pie con la espalda contra la puerta del
dormitorio. Aaron miró con incredulidad. El tipo parecía un modelo de la
revista Guns and Bullets. Llevaba tantas armas encima de los pantalones de
camuflaje y un chaleco de cuero, Aaron se preguntó brevemente por qué se
había molestado con la ropa, porque no podría ver ninguna piel con su AK-47
estratégicamente colocado, o lo que sea. Aaron había oído hablar de eso en un
viejo programa de televisión, pero por lo que a él respectaba, era sólo una gran
pistola de mierda.
—¿Señor?
Aaron volvió la cabeza hacia la segunda sorpresa de la noche. Un viejo, un
humano de la casa por lo que suponía, sostenía una bandeja de comida. Nunca
había visto al tipo antes, no es que estuviera sorprendido. Quinn lo mantuvo
bastante aislado. Aaron dijo lo primero que le vino a la cabeza.
—¿Por qué me llama señor?
El chico se ruborizó y bajó la cabeza. —Lo siento. ¿C−cómo te gustaría que
te llamara? 106
Bien, ahora Aaron se sintió malo.
Se obligó a sonreír. —Aaron está bien.
El viejo le devolvió la sonrisa y Aaron tomó la bandeja. Los brazos del hombre
temblaban, y Aaron no quería darle un ataque al corazón ni nada. Se volvió y
dejó la bandeja sobre el escritorio. El tipo se ruborizó de nuevo y se dirigió a
la puerta, y el lobo dio un paso hacia un lado para poder abrir la puerta y salir
corriendo.
—¿Dónde está Quinn? —preguntó Aaron, mirando fijamente a Rambo.
El lobo bajó la vista y Aaron se retorció. No era pequeño. Era sólo que este
lobo era del mismo tamaño que una casa. Aaron miró los troncos de árboles
que tenía por brazos cruzando su pecho. Tal vez varias casas.
—El Alfa Quinn está interrogando a un prisionero. Usted debe comer y luego
dormir.
Aaron resopló. Cristo, era como si todos los lobos fueran consanguíneos para
ser unos imbéciles mandones. En realidad tenía un poco de hambre y miró la
bandeja. Alguien había sacado esas mini tartas con el tocino que le gustaba.
Aaron cogió la bandeja, imaginando que iba a comer en la cama. No había
manera de que se sentara aquí con Rambo mirándolo. Suspiró al ver el habitual
vaso de leche y se volvió hacia el dormitorio. El paso detrás de él era como un
pequeño terremoto. Aaron podía sentir el suelo vibrar cuando el tipo cambió
su peso. Se metió en el dormitorio, un poco alarmado, y los pasos gigantescos
lo siguieron. Se sentó nervioso en la cama. El lobo tomó su misma postura
junto a la puerta del dormitorio. Aaron se lamió los labios.
—Um. ¿Qué estás haciendo?
El lobo arqueó la ceja.
—Lo que me han dicho. Usted. —Hizo una pausa. —Debe estar comiendo.
Luego durmiendo. —Añadió.
La mandíbula de Aaron cayó. —¿Y dónde vas a estar? M-mientras estoy
comiendo... y durmiendo. —El lobo no respondió. Se limitó a cruzar los brazos
y miró... como una casa. Aaron suspiró pero seguramente Quinn no demoraría
demasiado. ¿Interrogar a un prisionero? Aaron no envidiaba al prisionero,
aunque si hubiera sido una bomba de verdad, quienquiera se mereceria un poco
de interrogatorio. Había un montón de niños corriendo por el lugar, después
107
de todo.
Aaron comió los pequeños pasteles, que eran realmente deliciosos. Tenía dos
rebanadas de pan y casi se zambullía en la miel cuando la olía. No había tenido
miel desde que era un niño, ya que su madre solía comerciar con ella. Dejó de
comer al pensar, y el pan de repente se volvió demasiado pastoso. Se puso en
pie y lo mojó con la leche. Necesitaba hacer pis así que caminó hacia el baño.
Lo mismo hizo Rambo.
—Estás bromeando. —La voz de Aaron era pesada con sarcasmo, ¡pero el
infierno! No había manera.
El lobo levantó una ceja, pero no retrocedió. Aaron decidió intentar de nuevo,
pero su paso fue repetido por uno inmediato del lobo. Dio un paso atrás hacia
la cama casualmente y el lobo se relajó.
Aaron se lanzó hacia adelante. Él rodó a través de la cama y llegó a la puerta
sólo segundos antes que el lobo. El lobo, dándose cuenta de que había sido
engañado, gruñó y rodeó la mesa a una velocidad increíble.
Aaron casi logró cerrar la puerta, pero el lobo la bloqueó con el pie. Aaron
empujó, pero con un empujón todopoderoso la puerta voló atrás, tomando a
Aaron con él. Extendió la mano a ciegas para salvarse y enganchó la cortina de
ducha. Con un ruido fuerte aterrizó con su culo en la ducha, con la cortina, el
poste y algunos pedazos de la pared aterrizando encima de él.
Antes de que pudiera empezar a gritar sobre el dolor en su culo, las paredes
temblaron con un rugido aterrador cuando un increíblemente enojado lobo alfa
corrió al baño.
Aaron se cubrió el rostro con las manos y suspiró. Realmente necesitaba
dejar de hacer el hábito de orinar a Quinn.
Quinn agarró dos puños de la camisa del guardia y lo sacudió con fuerza.
—¿Qué le hiciste? —El pobre Rambo seguramente no podía hablar con su
cabeza moviéndose de un lado a otro, así que Aaron se quitó la cortina de la
cara y le gritó a Quinn. —¡Quinn, detente! ¡No lo hizo él, lo hice yo!
Quinn dejó caer al otro lobo y rodeó a Aaron. Su pecho se llenó de ira
mientras se acercaba a la bañera y sacaba a Aaron, la cortina de ducha, la varilla
y todo. Bateó la vara a un lado, pero la cortina estaba enredada alrededor de 108
las piernas de Aaron y no importaba lo duro que tratara de patearla lejos, se
aferraba a él como una goma barata.
El lobo que lo vigilaba se apresuró a arrancar la cortina ofensiva de sus
piernas, luego retrocedió rápidamente y salió de la habitación. Aaron seguía
siendo mantenido a distancia de Quinn, que parecía que estaba tratando de
decidir si besarlo o meterle la cabeza en el retrete. Con la esperanza de sacudirlo
hacia lo primero, Aaron lanzó un suave gemido y se llevó una mano a la cabeza.
—Ay. Creo que un trozo de esa hoja de yeso me golpeó con fuerza. Me
siento un poco mareado.
Quinn le dirigió una mirada de incredulidad, pero giró sobre sus talones para
llevarlo al dormitorio. Lo echó en la cama para que Aaron se relajara y creyera
que no estaba en serios problemas. Lo peor era que ni siquiera sabía por qué.
Estaba bastante seguro de que no era porque había arrancado la varilla de la
ducha, aunque había hecho un lío bastante grande. Se sacudió el cerebro, pero
sinceramente no podía pensar por qué Quinn estaría tan enfadado con él de lo
contrario. Estaba jodidamente mirándolo y mirándolo como si estuviera
pensando seriamente en golpearle el culo.
—Quinn... Quiero decir, Maestro. ¿Qué es? ¿Qué hice? Sé que me jodí por
tratar de alejarme del guardia, pero...
—¿Cuánto tiempo llevas en una relación amorosa con Bobbi? —Las palabras
eran difíciles de entender porque se mezclaban con el gruñido bajo que provenía
de la garganta de Quinn, pero Aaron lo logró, y cuando las ordenó en su cabeza,
su boca cayó abierta.
—¡Oh, demonios no, no me hagas eso! Nunca toqué a esa perra, y si ella
dijo que sí, ¡entonces es una maldita mentirosa!
Quinn sólo lo miró, su rostro una máscara de desconfianza.
—¡Te vi con ella! Creí tus mentiras esta mañana, pero no volverás a
engañarme. Estabas a punto de besarla. —Aaron comenzó a protestar de nuevo,
pero antes de que pudiera decir una palabra, Quinn lo empujó en sus brazos y
lo lamió de su barbilla a la frente. Inmediatamente, el familiar sentimiento de
debilidad se apoderó de Aaron y se disolvió en el abrazo de Quinn.
—Dime—Gruñó, mirando a los ojos de Aaron. —¿Estás enamorado de
Bobbi?
—N-nooo—Aaron trató de sacudir su cabeza también, pero sus músculos no 109
estaban cooperando. Su cabeza sólo se inclinó hacia el lado cuando Quinn le
lamió la garganta. Los efectos de su saliva eran cada vez más fuertes con cada
aplicación, y eran como una droga que corrió instantáneamente a través de su
sistema.
—Dime la verdad. ¿Has estado tramando con esa hembra para lastimarme?
¿Hablaste con ella sobre matarme? —Los ojos de Quinn se habían vuelto una
sombra aterradora de rojo. Sacudió a Aaron, no tan duro como había sacudido
al lobo, pero la cabeza de Aaron todavía se abría dolorosamente hacia atrás.
Gimió y Quinn lo arrojó de vuelta a la cama. —¡Dime, maldito seas! ¿Tú y
Bobbi habéis hablado de matarme?
—¡Sí! —Gritó Aaron, incapaz de evitar que la palabra se derramara de sus
labios. Bobbi le había hablado de matar a Quinn, y todo esa maldita lamida le
estaba obligando a decir la verdad. —¡Pero no es lo que piensas!
Quinn se dio la vuelta. Aaron no pudo echarle una mirada clara a su rostro,
pero su cuerpo estaba tenso y rígido, y lo oyó murmurar.
—Así que es verdad—Quinn empezó a pasearse al pie de la cama.
Aaron luchó para sentarse y le tendió una mano.
—Quinn. Maestro. Escúchame. Ella me pidió que te matara, sí, pero le dije
que no. Le dije que no lo haría. Yo no podía. Está mintiendo si dice lo
contrario. No puedes pensar que te envenenaría deliberadamente.
—Veneno, ¿eh? Un arma cobarde y deshonrosa. —Quinn se volvió hacia él,
sus ojos oscuros de furia y sus incisivos brillantes mientras le gruñía. Quinn
parecía estar a sólo unos segundos de cambiar completamente a su lobo. Su
voz era baja y áspera. —Me has hecho un tonto. Te he tratado más como a
mi amante que como al prisionero que realmente eres. —Dio una carcajada de
risa. —Parece que la broma está en mí, ¿no? Te di la mordedura de
apareamiento y te traje a mi cama, a mi vida... pero fui yo quien se pilló. Me
has hecho envolver todo el tiempo en tu dedo meñique. Los dos habréis tenido
una buena risa.
¿Envuelto alrededor de su dedo? ¿Cómo diablos se dio cuenta de eso? Todos
los azotes y tratos ásperos recorrieron la cabeza de Aaron, y él se quedó
boquiabierto, incrédulo. Si eso era Quinn que estaba envuelto alrededor de su
dedo, él habría odiado ver cómo Quinn lo trataba si realmente quiso castigarlo.
Fue entonces cuando Aaron cometió un error casi fatal. Se rio en la cara de 110
Quinn.
Quinn se movió tan rápido que apenas se registró en el cerebro de Aaron.
Un minuto se paseaba por el pie de la cama y el siguiente estaba sujetando a
Aaron por la garganta. —Dime con quién te encontraste en el bosque cuando
tú y tus amigos pusieron la bomba en marcha. ¿Era algún otro amante? ¿Por
eso me estás mintiendo, pequeña puta? Dime o te juro que lo haré... —Los
dedos de Quinn apretaron la garganta de Aaron hasta que su visión se atenuó
y grandes manchas negras aparecieron frente a sus ojos. Estaba a punto de
desmayarse cuando Quinn se alejó y le permitió respirar. Arrastró el aire en su
garganta ardiente y tiró ineficazmente de la mano de Quinn mientras este se
inclinaba sobre su rostro. —¡Dime!
Se le ocurrió a Aaron que Quinn podría estar a punto de matarlo. Recogió
los últimos restos de su coraje y miró a Quinn directamente a los ojos.
—¡Vete a la mierda! Adelante, mátame si quieres. ¿Que te detiene?
La mirada salvaje que apareció en el rostro de Quinn fue lo último que Aaron
creyó ver. Pero increíblemente, Quinn lo dejó caer en la cama y se volvió,
rugiendo su frustración.
—¡No puedo matarte, maldito seas! ¡Y tú lo sabes! —Se dejó caer para
sentarse en el extremo de la cama y poner sus manos sobre su cara—. No puedo
hacerte daño, Aaron. No quiero hacerte daño. Eso debería darte otra buena risa.
Aaron estaba tumbado sobre su espalda, tratando de respirar profundamente.
De hecho, se sorprendió de estar vivo. Quinn estaba equivocado al respecto. No
sabía nada de eso. De hecho, no podía entender por qué Quinn no le había
arrancado la garganta ya, dada la cantidad de furia que estaba dirigiendo hacia
él. Obviamente no lo creía cuando Aaron le había dicho la verdad sobre Bobbi.
Quinn creyó que habían planeado matarlo. ¿Y qué quería decir con no poder
matarlo, no queriendo hacerle daño? ¿Quería decir que no podía matar a su
propio compañero? Aaron había oído rumores locos sobre lobos antes, pero
nunca los había creído realmente, o no lo había hecho hasta ahora de todos
modos. Se frotó la garganta y miró a Quinn, que caminaba de nuevo como un
animal enjaulado. Tal vez había cosas peores que la muerte. Cosas como tener
a la persona que amas insultándote.
Sí, amaba a Quinn. Podía admitirlo también ahora, no importa lo estúpido
que lo hiciese, y sin duda al respecto, se sintió como un idiota. ¿Qué tipo de
hombre se enamoraba de un lobo? Era sólo pedir angustia, porque eran 111
demasiado diferentes de los humanos, demasiado insensibles. Realmente había
creído por un tiempo que a su manera, Quinn había venido a cuidar de él
también. Si era la mordedura o simplemente Quinn, no estaba seguro, pero la
idea de que el lobo lo odiara ahora lo estaba destrozando.
De repente, Quinn se detuvo y caminó hacia la ventana. Permaneció allí
durante largo rato, mirando fijamente mientras parecía que luchaba por
controlar su respiración. Finalmente, después de varios minutos, se volvió hacia
Aaron, aunque no se acercó más.
—Este ha sido un terrible error desde el principio hasta el final. Pensé que
podría...—Él sacudió su cabeza y miró lejos de la cama por un momento. —No
importa lo que yo pensaba. Fue... fue...
—Un error terrible—Aaron respondio suavemente.
Quinn lo miró y asintió. Sus ojos eran sombríos. —Te envío a la prisión en
el sótano. Ya he escrito las órdenes antes de llegar aquí. Mis hombres estarán
listos para llevarte pronto—Caminó rígido hacia la puerta del dormitorio y todo
lo que Aaron podía hacer era mirarlo fijamente. Se detuvo con la mano en el
pomo de la puerta y habló sin volverse para mirarlo.
—Quiero que alguien se lleve tu ropa. Las necesitarás a donde vas. —Abrió
la puerta y pasó a través de ella decididamente, obviamente aliviado por haber
dispuesto de una tarea desagradable, y ahora podía pasar a la siguiente. Aaron
lo odiaba en ese momento.
Aaron pasó las piernas por el costado de la cama y se miró a sí mismo y a
sus piercings, las "joyas" con que Quinn lo había decorado. No estaba seguro
de cómo sacar las malditas cosas, pero él quería que se fueran. No quería
recordatorios de Quinn y esperaba fervientemente no volver nunca a ver al frío
bastardo. ¿Qué le pasó a todas las mentiras que le había alimentado con ser su
pareja?
La puerta se abrió para admitir al mismo humano de antes. Llegó
rápidamente a la cama, llevando un poco de ropa cuidadosamente doblada en
sus brazos. Aaron se levantó y con ansiedad buscó los pantalones. Empezó a
tirar de ellos y luego vaciló, mirándose a sí mismo.
—¿Puedes quitar estos piercings?
El viejo asintió y se dejó caer de rodillas para quitar los guiches. Miró hacia
arriba a Aaron y luego por la habitación.
112
—Entiendo que te están trasladando a las celdas del sótano, señor.
—Es Aaron. Y sí, por lo que me han contado que no era mucho esa será mi
nueva casa.
—¿Por toda la vida, señor?
Aaron lo miró con brusquedad, con la idea registrándose en él. Dio una
pequeña risita asustada.
—Sí, yo supongo que sí. ¿Quién sabe? Él no compartió mucho conmigo. —
Se rio de nuevo, un sonido corto y amargo. —Oye, tal vez tenga suerte y será
una vida corta, ¿eh? De todas formas, puedo intentar hacerlo lo mejor que
pueda.
El viejo criado sacudió la cabeza.
—Oh, no, señor. Has sido mordido por el Alfa. Vivirás tanto como él ahora,
y viven mucho tiempo. Dos o trescientos años—Alzó la vista y Aaron pudo
haber jurado que los ojos del hombre le centelleaban. —Eso es mucho, mucho
tiempo para estar en una de las prisiones de Quinn. Por supuesto que no tendrás
necesidad de todas estas piedras preciosas tuyas.
—¿Precioso qué? No tengo ninguna... oh, ¿te refieres a esta joyería? Tómalas.
Ya no las necesito, eso es seguro. Puedes tenerlo todo, por lo que a mí respecta.
Sacudió la cabeza. —No, se perdería demasiado. Sólo tomaré una de estas
barras de plata, y tal vez una de estas amatistas —dijo, tocando una de las joyas
colgadas de un anillo de plata que perforaba el pezón de Aaron.
—Cógelas tu mismo. Como dije, no tengo más utilidad para ellas. —Aaron
dijo, aunque cuando el anciano las quitó, él tuvo un pequeño dolor en su pecho,
pensando en cómo Quinn los amaba tanto. Jugaba con esos anillos todas las
noches antes de hacer el amor. Una súbita oleada de ira lo atravesó. ¿Qué
diablos, se estaba poniendo sentimental? Quinn lo estaba enviando a la cárcel y
no a cualquier prisión, sino a la del palacio que era de máxima seguridad.
Tendría suerte de volver a ver la luz del día. Y pensar que había creído que
Quinn venía a cuidarlo. Las últimas veces que habían hecho el amor, la conexión
entre ellos parecía tan vibrante y emocionante. Pensaba que quizá Quinn
también se enamoraría de él un poco, aunque ahora la idea era ridícula.
La puerta se abrió y dos enormes guardias se detuvieron en la puerta,
mirándole con impaciencia. Se puso de pie y se puso los pantalones, luego tomó
113
su camisa mientras avanzaban y lo tomaron bajo custodia, arrastrando los
brazos detrás de él y esposándolo. No los combatió de ninguna manera, porque
en realidad no tenía mucho sentido. Quinn obviamente se había lavado las
manos de él, y eso debería hacerlo feliz, ¿no? Finalmente estaba libre del
bastardo de la intimidación, y eso, al menos, era un alivio bienvenido. Entonces,
¿por qué demonios se sentía como si hubiera perdido algo mucho más precioso
que cualquier plata o piedras preciosas?
No importaba. Tenía que cuidar de sí mismo ahora, sin un lobo grande e
interferente que lo hiciera por él. Tenía que endurecer su corazón, como Quinn
había hecho y olvidar las tiernas palabras que una vez habían pasado entre él y
el lobo. Ya habían terminado y acabado, y tenían sabor a ceniza en la boca.

Quinn se despertó en un sudor febril, con el corazón latiendo demasiado


rápido. Había tenido un sueño en el que Aaron estaba sufriendo en su celda y
le gritaba.
Se levantó rápidamente de la cama y se dirigió a su ordenador para poder
ver instantáneamente a Aaron en su celda a cualquier hora de la noche o del
día. Aaron había estado en su celda en el sótano durante cuatro días y ya
parecía una eternidad.
La cámara en blanco y negro granulada mostraba a Aaron acostado sobre su
espalda, con la muñeca vendada sobre su frente. De alguna manera, en su
segundo día en la celda, había logrado sacar uno de los resortes de su cama. Lo
había enderezado y los guardias lo habían encontrado tratando de cavar en la
vena de su muñeca con el alambre dentado. Quinn se había horrorizado y le
quitaron la cama de inmediato. Aaron estaba durmiendo ahora en un catre de
lona, o al menos parecía estar dormido, pero inquieto, gimiendo un poco y
haciendo que Quinn anhelara abrazarlo y calmarlo.
Los guardias le dieron informes diarios, por supuesto, y había instalado esta
cámara después del incidente de primavera. Había pensado que verlo aliviaría
un poco su dolor, pero sólo servía para atormentarlo más. Aaron no había
comido, y si esto continuaba, tendría que obligarlo a comer. No permitiría que
Aaron muriera de hambre. Era el vínculo de apareamiento, por supuesto. Un
nuevo compañero era particularmente susceptible a sus efectos, y necesitaba 114
estar con su lobo tanto como fuera posible para aliviar los síntomas. Quinn ya
lo había dejado ir demasiado tiempo y tendría que ir a ver a Aaron por la
mañana. No podía soportar la idea de que estaba sufriendo, pero lo había estado
retrasando tanto tiempo como podía, temiendo que no tuviera la fuerza para
controlarse a sí mismo en torno a su compañero. Podría muy bien arrojarlo a
su celda y arrebatarlo antes de que pudiera detenerse, y eso sentaría un terrible
precedente.
Si pudiera calmarse y manejar este terrible deseo, tenía que estar con Aaron,
entonces podría ser capaz de visitarlo sólo unas pocas veces por semana y
mantener su interacción a un mínimo. Sólo tenía que encontrar ese nivel, tanto
por él como por Aaron, porque era el único camino que podía ver para el futuro.
Quinn se quedó mirando la comida en vivo, sin sentir ganas de volver a su
cama, fría y vacía ahora que su compañero se había ido. Por supuesto, se había
hecho esto a sí mismo. Podría haber tenido a Aaron todavía durmiendo junto
a él, si no fuera por sus malditos celos y su aparente incapacidad para
controlarse a sí mismo alrededor del ser humano.
Sí, Aaron lo había engañado, pero tal vez el amor no había llegado tan rápido
para Aaron como lo había hecho para Quinn. Todavía había mucho sobre los
seres humanos que no entendían. Debería haberle dado más tiempo para
adaptarse a ser su amante, a ser su compañero. Quinn se sentó en el lado de
la cama y se pasó la mano por el pelo. Tenía que haber alguna forma de salir
de esto, alguna solución que aún no había descubierto. Ya había hablado con
los médicos de la manada, que no habían ofrecido mucha esperanza. Eran
humanos, pero estaban familiarizados con la mordedura del lobo. Todos le
habían dicho que no conocían la cura. Y que si él y su pareja debían estar
separados por cualquier período de tiempo, ambos sufrirían graves problemas
de salud, incluso la muerte eventual.
—Tú, Alpha Quinn, ya que eres el más fuerte de los dos probablemente
duraría un poco más, pero la muerte de tu compañero podría afectarle
profundamente—Le dijo uno de los dos idiotas. No mierda, Quinn lo había
pensado, cuando ni siquiera puedo estar parado para estar lejos de él durante
cuatro noches seguidas. Se puso en pie de un salto y comenzó a caminar, un
hábito nervioso que normalmente le ayudaba a calmarse y pensar, pero esta vez
no le estaba ayudando en lo más mínimo.
115
Bobbi se había marchado aquella mañana para volver a entrenarse, aunque
había protestado mucho y había prometido que prefería morir. Se había
recuperado completamente y él había ignorado sus quejas, enviándola en su
camino. Los seres humanos rara vez sabían lo que era en su mejor interés y él
no la ejecutaría, no importa lo que ella había hecho. Desde el episodio en el
sótano cuando básicamente se burló de él con el conocimiento de que ella y su
compañero habían jodido y habían planeado matarlo, había tenido mucho
tiempo para pensar. Él lamentó seriamente su violencia hacia ella. Todavía la
recordaba claramente como la joven adolescente dulce que había venido a
trabajar para él, tan ansiosa por complacer y tan feliz, le había dicho, porque
había vencido a todos los demás solicitantes para el trabajo. Había tenido
grandes esperanzas para Bobbi, aunque ahora todos estaban hechos pedazos.
Y en cuanto a Aaron, estaba tan destrozado que hasta los otros miembros del
consejo lo habían notado. Nadie dijo nada, por supuesto, pero había visto sus
miradas de reojo y oído los susurros. Todos estaban especulando sobre lo que
iba a suceder, y si sí o no se daba por vencido y traía Aaron de vuelta a sus
habitaciones.
Aunque no podía. No sabía la forma en que Aaron se sentía realmente por
él. Sería mejor mantenerlo en las celdas de abajo, y bajar cuando lo necesitara.
No era posible que ninguno de ellos viviera, pero en ese momento no podía ver
otra opción. Había estado esperando que un poco de distancia ayudase, pero
sólo había empeorado las cosas.
Un movimiento repentino en la pantalla hizo que Quinn se sentara y se
inclinara más cerca. Aaron había puesto las piernas sobre el lado de la cama y
estaba mirando a la cámara como si supiera que Quinn estaba allí. Él sonrió a
la lente y se levantó, bajando los pantalones por las caderas para exponer su
polla. Se recostó en la estrecha cama y empezó lentamente, perezosamente, a
acariciarse deliberadamente, desobedeciendo una de las primeras órdenes de
Quinn, la de no permitirse jugar con él, y nunca apartó los ojos de la cámara
mientras hacía eso.
Quinn empujó su propia mano hacia abajo dentro de su cinturón y agarró la
base de su polla para comenzar con tirones lentos y tortuosos de su eje. ¿Cómo
podía saber Aaron que Quinn lo estaba mirando? ¿Y si hubieran sido los
guardias? Los celos se dispararon a través de la idea de alguien más observando
lo que le pertenecía. Quinn extendió la mano e hizo clic en el sonido de la 116
transmisión en vivo y escuchó la respiración de Aaron cada vez más difícil.
Gimió y golpeó la cabeza contra la almohada y Quinn casi disparó su carga
observándolo. Sólo con oír esa voz y esos gemidos, estaba a punto de explotar.
Aaron llevó su mano a su boca y escupió en la palma antes de bajarla de
nuevo y masturbarse aún más fuerte y rápido que antes. Los suspiros y gemidos
eróticos y las maldiciones guturales cayeron de sus labios y la respiración de
Quinn se hizo cada vez más rápida también. Su orgasmo estaba burlandose
alrededor de su espina dorsal y con cada mirada a la pantalla, se acercaba cada
vez más.
—Quinn—Aaron gimió suavemente y Quinn se puso rígido. Era evidente
que Aaron sabía que estaba siendo vigilado y supuso que no era un largo trecho
para él haber descubierto quién estaba viendo.
Aún así, el sonido de su nombre en esos labios hizo a Quinn salvaje de deseo.
Aaron alzó la cabeza y miró directamente a la cámara y se vino tan ferozmente
que gritó áspero.
—¡Quinn! —Repitió de nuevo en la pequeña celda. Un gruñido de respuesta
salió de la garganta de Quinn mientras él empujaba en su mano una última vez
y salpicaba su semen por toda su mano y su estómago. Se dejó caer de nuevo
en su silla, todavía observando mientras Aaron parpadeaba esos hermosos ojos
unas cuantas veces y luego deliberadamente sonrió a la cámara. Aaron se limpió
la mano en los pantalones y se pasó otra mano por el cabello antes de volver a
bajar la cabeza y cerrar los ojos.
A pesar de su liberación, Quinn todavía tenía un enorme bulto y miró
furiosamente la figura en la cama. Sus brazos le dolían por sostenerlo. Quería
desnudarlo y empujar esas piernas hacia atrás y meterse en ese suave y
aterciopelado agujero rosado. Maldito sea, quería comerlo vivo, y sabía que
Aaron había hecho esto deliberadamente, para mostrarle lo que estaba
desperdiciando. Así que Aaron pensó que volvería a dormir y dejaría a Quinn
deseándolo así, ¿verdad? Quinn se levantó con enojo y se dirigió a la puerta
con la intención de llegar hasta el sótano. Le mostraría a Aaron una o dos
cosas. Si pensaba que iba a sacar lo mejor de Quinn, entonces estaba tristemente
equivocado.
La puerta de la celda de Aaron se abrió de golpe y Quinn quedó enmarcada 117
en la puerta. Aaron lo había estado esperando después del pequeño espectáculo
que le había dedicado, así que no se sorprendió demasiado al oír sus pesados
pasos por el pasillo fuera del bloque de celdas. Cada una de las celdas en el
sótano era un espacio cerrado, sólo diez por diez pies. Dentro había una cama,
junto con un fregadero y un baño, y eso era todo. Las celdas eran espacios
limpios, pero estériles, y diseñadas para la utilidad, no para el confort. Quinn
parecía ocupar el poco espacio que quedaba dentro de la celda cuando Aaron
le dio un largo vistazo
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Slumming5?
—Ya sabes por qué estoy aquí, maldita sea. Esa exhibición desagradable que
acabas de poner para mí.
—¿Para ti? No estoy seguro a qué te refieres. Me estaba relajando aquí en
mi cama.

5
Se hace referencia a que pasa el rato con una persona con clase social diferente, o en este caso con alguien de
una especie diferente. No pude encontrar una palabra adecuada o algún sinónimo, por lo que dejé la palabra
original. NT
—Vi lo que estabas haciendo. —Señaló a la cámara en la esquina. —Y sabías
que yo estaba mirando.
En realidad la cámara hacia un ligero zumbido cada vez que se encendía, por
lo que Aaron había sabido. No había estado cien por ciento seguro hasta ahora
que en realidad estaba siendo observado por Quinn, pero había tenido una idea
bastante buena y había estado en esa suposición. Odiaba admitir, incluso para
sí mismo, que había esperado que sus acciones llevaran a Quinn a verlo. Desde
el primer día, su sufrimiento había sido intenso sin su compañero. Los guardias
dejaron claro que pensaban que no estaba comiendo porque estaba tratando de
ser difícil. De hecho, fue porque incluso el olor de la comida lo enfermó.
—¿Qué te importa lo que hago aquí en mi sórdida y pequeña mazmorra?
¿Cómo te estoy molestando?
—Alguien podría haber estado observando.
—¿A las dos de la mañana? No lo creo. Además, ¿por qué te molesta? Pensé
que habíamos terminado. Habría pensado que tú querías que me fuera, así que
aquí estoy. Fuera de tu vista y fuera de tu mente.
Quinn se acercó a la diminuta celda y se apoyó contra la pared. 118
—¿Qué te dio esa impresión? ¿Que quería que te fueras?
Aaron puso los ojos en blanco. —Bueno, todo, desde ser sacado de la
habitación de arriba por tus matones y arrojado en esta celda fue una pista
bastante buena.
—Cuando acabe contigo, lo sabrás, chico.
—Prefería que lo hicieras —dijo Aaron suavemente
Quinn le lanzó una mirada de enojo. —Somos compañeros. Por mucho que
odie esa idea, no hay mucho que pueda hacer al respecto.
—¡Podrías no haberme mordido en el primer maldito lugar!
Quinn literalmente palideció, retrocediendo un paso y una extraña mirada
pasó por sus rasgos, una mezcla de dolor, dolor y culpa que se había ido casi
tan pronto como apareció. Sin embargo, pareció recuperarse con tanta rapidez,
dando un paso furioso que Aaron se preguntó si sólo lo habría imaginado.
¿Quinn, el poderoso y Supremo Alfa de todos los Nueve Territorios se sintió
culpable? ¿Sobre él? No, no era posible.
Antes de que Quinn pudiera decir otra palabra, alguien lo llamó desde el
pasillo. Ambos habían estado tan atentos el uno al otro que no habían oído a
nadie más venir. —¿Alfa Quinn? ¿Qué haces aquí abajo, Señor? ¿Puedo
ayudarle con algo? —Sean entró en la habitación y lanzó una rápida y nerviosa
mirada a Aaron. —¿El prisionero estaba causando algun problema?
Quinn sacudió la cabeza, parecía distraído y sorprendido por la aparición
repentina de Sean. —No. Nada está mal. Acabo de bajar a... para revisar las
cosas.
—Ya veo—dijo lentamente Sean, mirando a Aaron de vuelta a Quinn. —¿Y
todo fue de su satisfacción? ¿Puedo contribuir?
—No—dijo Quinn, dándose la vuelta rápidamente y alejándose de la celda.
—Todo está en orden. —El corazón de Aaron se hundió cuando cerraron la
puerta tras ellos y desaparecieron de la vista. Incluso aunque las palabras entre
ellos habían estado enojadas, incluso ese breve contacto había aliviado un poco
el dolor en su estómago. Se dirigió a la puerta y presionó la oreja para ver si
todavía podía oír la voz de Quinn. Los dos lobos debían de estar en el otro
extremo del corredor, porque sólo podía distinguir unas palabras. Y lo que oía
119
le helaba hasta los huesos. Era la voz de Quinn la que escuchaba.
—El tiempo para renunciar... la ejecución... la única manera...
Aaron retrocedió horrorizado. ¿Ejecución? ¿Estaría Quinn hablando de él?
Era lo que Aaron había dicho que quería, porque todo esto había terminado.
Incluso había intentado matarse primeramente con el alambre de la cama hace
unos días. Excepto que no había sido un intento serio, lo hizo más para llamar
la atención de Quinn que cualquier otra cosa. La visión de su propia sangre lo
hizo casi desmayarse antes de que realmente comenzara, y estaba a punto de
terminar cuando los guardias abrieron para tomar el material lejos de él.
Pero, ¿habría dicho Quinn que sería mejor ejecutarlo? ¿Que había llegado el
momento de renunciar a él?
Eso fue chocante e inesperado y dolió mucho más de lo que hubiera pensado
que podría. Aaron se hundió de nuevo en su catre en un aturdimiento y cerró
los ojos contra el dolor. ¿Cómo querría Quinn verlo muerto? No podía, ¿no?
Sabía que Quinn estaba furioso y quería castigarlo, por muy injusto que fuera,
pero en el fondo de su alma había creído que Quinn todavía tenía algunos
sentimientos por él. Acababa de llamarlo su compañero, ¿cómo podía decir eso
y todavía querer que lo mataran?
Aaron trató de respirar, pero no pudo mantener la cabeza erguida ni aspirar
aire alguno. El dolor de las pocas palabras que había escuchado finalmente lo
habían derribado, derrumbándolo y aplastando su alma. Se pasó las manos por
la cara y cayó de bruces ante el dolor.
Todavía estaba sentado allí, demasiado devastado para moverse cuando la
puerta de su celda volvió a abrirse de nuevo.
Pero esta vez, no era Quinn parado en la puerta, sino Sean. Sus ojos
recorrieron a Aaron con desprecio, pero entró más en la pequeña celda y se
paró junto a su catre.
—¿Qué diablos quieres, Sean? —dijo Aaron, sin siquiera molestarse en
mirarlo. —Estoy cansado. Déjame en paz.
—¿Estás demasiado cansado como para salir de esta celda y volver a casa?
No debería pensar que estarías tan cansado, ¿verdad, humano? Estoy aquí para 120
sacarte, para llevarte a tu hermano.
Capitulo Ocho
Aaron se quedó boquiabierto ante Sean. El lobo lo miró arrogantemente
antes de caminar hacia la esquina y girar la cámara hacia el techo, luego
apagándola y retirando el chip de memoria.
—¿Por qué Quinn quiere que vaya con mi hermano? —No tenía ningún
sentido en absoluto, especialmente si pensaba en ejecutarlo.
Sean echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír. —Oh, Quinn no quiere que
vayas con tu hermano. Yo sí.
Aaron miró la dura expresión de su cara. Que divertido, siempre había
pensado que Sean era el más razonable de los dos lobos. Cada vez que Quinn
perdía la paciencia, Sean parecía convencerlo de que no lo hiciera. Pero este
Sean era diferente, cambiado. Lanzó una furiosa mirada, y Aaron no estaba
completamente seguro de que el desprecio no estuviera dirigido sólo a él.
—¿Por qué quieres que vaya a los rebeldes, entonces? —preguntó Aaron,
vacilante.
—¡Porque lo has destruido! —Sean giró alrededor. —¿Alfa Supremo de los
Nueve Territorios? Él no es supremo de nada desde que viniste aquí, excepto 121
la estupidez, y todo es culpa tuya. ¿Crees que alguna vez te dejará ir? Es como
un trueno cuando se trata de ti. Es patético, llorando, incapaz de tomar una
decisión. Es ridículo, y sólo hay dos cosas que detendrán esto. Ambas implican
tu desaparición.
Aaron se recostó contra la cama. "¿Así que esta fue su elección? ¿Tenía que
desaparecer o moriría?" Se frotó una mano cansada sobre su cara. No quería
morir, había visto suficiente muerte en su vida, pero la idea de que Quinn lo
quisiera muerto era suficiente para que él deseara no haber estado vivo.
Sean volvió a mirarlo. —Tengo que hacer esto por el bien de Quinn. Me lo
agradecerá un día, y si él te importa algo, cooperarás.
Aaron asintió en signo de derrota. Dejaria que lo llevaran con los rebeldes, y
luego se escaparía a una de las ciudades más grandes. Se convertiría en anónimo,
obtendría algún tipo de trabajo. Entonces Quinn podría volver a ser Alfa, y
olvidar todo sobre el humano patético al que una vez llamó compañero.
Sean lo miró, su rostro calculando súbitamente. —No te has estado sintiendo
bien, ¿Lo has hecho?
Aaron sintió que su temperamento se elevaba. —Bueno, por supuesto que
no. He estado atrapado aquí por cuatro días siendo alimentado escasamente.
La comida es repugnante. Y cada comida era desagradable, sin sabor. Ni siquiera
podía soportar el olor de las cosas.
—No es la comida lo que te hace mal. La comida está bien, sigues
alimentándote de las mismas comidas, preparadas de la misma manera. Quinn
se aseguró de eso. No, es la mordedura de apareamiento lo que está causando
esto—Sean parecía satisfecho.
Aaron sacudió la cabeza con incredulidad. —Eso es imposible. Me mordió
hace tiempo y he estado comiendo como un caballo desde entonces. Hasta que
quedé atrapado aquí. —Realmente, nadie iba a tener que ejecutarlo, estaría
muerto de hambre si no le traían algo comestible pronto.
—La mordedura de apareamiento afecta a los lobos muy fuertemente. No
tengo ni idea del efecto en los seres humanos, pero es aparentemente aún más
intenso de lo que pensé que sería. Por eso te sientes mal, claro, porque tú y
Quinn no están juntos.
Aaron se mordió el labio. —Entonces, ¿cómo va a ayudarme llevarme aún
122
más lejos, y cómo es que Quinn no lo siente también? —Sean acababa de
decirlo, afectaba tanto a lobos como a los humanos
Sean vaciló, parecía considerarlo. —Bueno, la enfermedad no molestaría a
Quinn porque... porque es el lobo dominante en este apareamiento. Sólo el
compañero menos dominante sufre, por lo que no afectará al alfa en absoluto.
Aaron se hundió sin poder hacer nada. Eso se figueraba. Sin embargo, todavía
era confuso. —Pero si no afecta a Quinn, ¿por qué te quejas de que estoy
interfiriendo con su habilidad para ser Alfa Supremo?
Sean se ruborizó ligeramente.
—Estás distrayéndole, eso es todo. Él es demasiado amable en lo que a ti
concierne, y no te gustaría verlo sufrir. —Frunció el ceño. —¿Quieres salir de
aquí, o no?
Aaron presionó más. —¿Amable? —Ni una palabra que hubiera usado para
describir a Quinn podría servir. —De todos modos, pensé que quería
ejecutarme. Y si estoy enfermo porque no estoy lo suficientemente cerca de él
ahora, ¿cómo me va a ayudar estar aún más lejos?
Sean se dirigió a la puerta con enojo. —Porque el enlace se romperá con la
mayor distancia entre ustedes, por supuesto. Mira, haz lo que quieras tu muerte
es sólo una preocupación menos por lo que a mí respecta. Sólo estoy tratando
de ayudar a mi Alfa. Si te quedas y lo obligas a que te ejecute, podría pesar en
su conciencia. Como he dicho, tiene sentimientos tiernos cuando se trata de ti.
—No es que no me haya dado cuenta —dijo Aaron con tono sarcástico. Lo
cual no era estrictamente cierto. Aaron definitivamente sintió que Quinn se
estaba suavizando hacia él antes de que todo esto sucediera con Bobbi. Había
habido una diferencia en la forma en que miraba a Aaron, en su tacto. Su
relación no era todo sobre el castigo más, no enteramente. De hecho, había
pensado que Quinn venía a cuidarlo, tal vez incluso lo amara un poco. Había
habido momentos de ternura entre ellos cuando Aaron pensó que Quinn estaba
a punto de decírselo.
Sean se volvió para irse, pero Aaron lo llamó. —¡Espera! —No confiaba ni
un poco en Sean, pero por el momento parecía que no tenía otra opción. Al
menos al dejarlo tenía una oportunidad de sobrevivir y tal vez si Sean estaba
diciendo la verdad y el enlace estaba roto, él sería capaz de seguir con su vida
y olvidar que había conocido a Quinn. 123
Sean hizo una pausa y lo miró expectante. Aaron lamió sus labios secos.
—Estoy de acuerdo. Iré.
Sean asintió. —Voy a hacer arreglos. —La puerta de la celda se cerró tras
él.
Aaron suspiró e intentó acostarse y acurrucarse de lado. Su mirada se posó
en la cámara que Sean había apagado. La última conexión que tenía con Quinn
había desaparecido. Lo hacía sentirse increíblemente solo. No se había dado
cuenta de cuánto había sido consolado por la idea de que Quinn lo observara.
Aaron se frotó el vientre distraídamente, el dolor volvía, pero no necesitaba
eso para recordarle lo que había perdido. La sensación hueca en su pecho no le
permitiría olvidarlo.
Unas manos ásperas arrastraron a Aaron fuera de su cama una escasa hora
más tarde. Debía de haber dormido un poco, y el sonido de la apertura de la
puerta no lo había despertado, lo cual era extraño. Casi no había podido dormir
en los últimos días, pero ahora se sentía tan agotado como si pudiera dormir
para siempre.
—Levántate, maldita sea. —Aaron procesó la voz irritada, pero había sonado
como si hubiera venido de un largo camino lejos, y no del tipo que estaba
tratando de conseguir a Aaron en sus pies. Aaron quería decir que era
perfectamente capaz de levantarse, muchas gracias, pero esta mierda en la que
parecía estar era difícil de sacudirse. Parecía estar teniendo tantos problemas
para formar las palabras como lo estaba teniendo para que sus piernas lo
sostuvieran correctamente.
—Por el amor de Dios. —El lobo que lo sostenía no era nadie que él hubiera
visto antes, no uno de sus guardias regulares. Oyó el durísimo comentario
mientras se deslizaba al suelo, y luego la voz aguda de Sean.
—Un paso atrás. Yo lo cogeré.
Aaron gruñó cuando fue levantado y lanzado sobre el hombro de Sean. Si
124
hubiera tenido algún alimento en su estómago en ese momento, lo habría
perdido. El mareo lo invadió, y se lamió los labios, tratando de protestar.
—¿Qué le pasa? —La otra voz sonaba nerviosa.
Sean gruñó. —Nada que a poca distancia de aquí no se cure.
Aaron sintió que Sean se movía rápidamente por las celdas y subía los
escalones. Cogió el olor del aire fresco y luego de la gasolina cuando fue
arrojado a un duro y oscuro espacio. Apenas se dio cuenta de que estaba siendo
tirado sin ceremonias en el maletero de un vehículo.
—Esto será sólo para una corta distancia y te sacaremos. Es la única manera
de sacarte de los terrenos del palacio—El maletero se cerró de golpe y todo se
oscureció.
Aaron rezaba a Dios de que no fuera a ser un viaje largo, porque los humos
del gas no ayudaban a su náusea y al dolor en su vientre que había tomado un
feroz camino en su cabeza. Él gimió y se acurrucó un poco más. Realmente,
incluso si no lograba escapar, Quinn no tendría que preocuparse por ejecutarlo,
porque de todos modos estaría muerto pronto.
Por algún milagro se las arregló para quedarse dormido, y algún tiempo
después no tenía ni idea de cuánto tiempo el coche finalmente dejó de moverse.
Había sido de noche o temprano por la mañana, de todos modos, cuando montó
el espectáculo para Quinn. Aaron entrecerró los ojos cuando el maletero se
abrió. El sol ya estaba bastante alto en el cielo, de modo que sólo unas pocas
horas habían pasado a lo sumo. Él gimió ante el dolor en su cabeza y cerró los
ojos.
¿Cómo estaba empeorando tan rápido?
—Mierda, sáquenlo de ahí. —Gritó una voz cercana, y Aaron se quedó
aliviado al oír la voz de su hermano. Cuando las manos del hombre lo
levantaron y él trató de ponerse de pie, sintió que otros lo alcanzaban antes de
caer al suelo.
—Joder, Aaron. ¿Qué demonios te han hecho estos bastardos asesinos?
Jamie, definitivamente era Jamie. Aaron apenas podía lamerse los labios y
gruñir. —Agua.
Aaron se inclinó contra su hermano, y cuando sintió que un glorioso líquido
frío le pasaba por los labios, empujó la cabeza hacia adelante, tratando de que 125
el agua fluyera más rápido.
—Hey hermano, tómalo con calma. Te pondrás enfermo.
Aaron quería llorar. Sabía que era en parte porque se sentía tan terrible,
pero no había oído que Jamie lo llamara "hermano" en un tiempo terriblemente
largo. Tomando el agua más lentamente, escuchó a Jamie preguntar.
—Aaron, ¿puedes aguantarte? —Sacudió la cabeza sin poder hacerlo, apenas
podía sentir sus piernas, y él sabía que no iban a mantenerlo en cualquier
momento pronto. Jamie suspiró frustrado. —¿Qué mierda te dieron? ¿Cuánto
tiempo hace que no has comido?
Aaron abrió los ojos un poco, el dolor en su cabeza disminuyendo con el agua
que le habían dado.
—Ellos no me dieron ningún tipo de drogas, si eso es lo que quieres decir, y
me ofrecieron comida... yo simplemente no podía comer—Añadió
miserablemente.
—Entonces, ¿qué te pasa, Aaron? Joder, cuando levantaron el maletero casi
no te reconocí, y te vi hace sólo unos días. Estabas bien entonces.
Aaron sacudió la cabeza, sintiéndose confundido otra vez. —Es esta cosa de
la mordedura de apareamiento. Me pone enfermo estar separado de Quinn, o
eso es lo que me dijeron. No estoy completamente seguro, pero es lo que
intentaba decirte cuando dije que no podía dejarlo. Somos compañeros, pero
ya no importa. Quinn se enteró de la trama para matarlo, de Bobbi, de todo, y
me culpó. Pasé los últimos cuatro días en las celdas del sótano del Palacio Alfa.
Aaron abrió los ojos cuando Jamie no respondió. Su hermano estaba
horrorizado, por no hablar de cabreado. —¿Cómo pudo hacerte esto?—Jamie
sacudió la cabeza. —No me malinterpretes, odio a los hombres lobo con cada
respiración en mi cuerpo, pero nadie tiene tanta lealtad y fidelidad como ellos.
¿Y compañeros? El enlace de compañeros es legendario. Si realmente eres su
compañero, no sé cómo podría soportar hacerte daño así.
Aaron sacudió la cabeza confundido. —No, Quinn no me lastimó, o al menos
no de la forma en que te refieres—Jamie parecía preocupado y Aaron se
apresuró a tranquilizarlo. —La distancia rompe nuestro vínculo, según lo que
dice Sean. Así que al parecer voy a mejorar ahora que estamos mucho más
lejos el uno del otro. Ese es el plan de todos modos, pero maldita sea, me
gustaría que se diera prisa y patear esto lejos. 126
Jamie abrió la boca para decir algo, pero la cerró bruscamente. Asintió a los
dos tipos que estaban de pie cerca de él.
—Tenemos que sacarlo de aquí. Todavía tenemos una hora para conducir—
Se agacharon para ayudar a Aaron. —Mira Aaron, voy a ser honesto, no te
quería en el campamento cuando viniste, porque eres demasiado blando para
esta vida, pero una vez que descubrí que estabas con él... Bueno, no había... Yo
te iba a dejar atrás. —Suspiró. —Hemos estado en contacto con el segundo de
Quinn en el mando a través de otra humana de la casa, pero voy a entrar en
eso cuando estes descansado. También voy a pedirle al médico del campo que
te mire. Todavía no estoy convencido de que no te hayan dado algo sin que lo
sepas.
Aaron asintió y dejó que los dos tipos con Jamie lo ayudaran a levantarse. No
creía que pudiera tener ningún problema para dormir ahora que no iba a estar
acostado en un maletero, y cuanto más lejos de Quinn estuviera, mejor dijo
Sean que se sentiría. Por primera vez se sintió un poco optimista mientras lo
instalaban cómodamente en el asiento trasero del SUV que conducía Jamie.
Se frotó el pecho un poco ante el dolor de haber sido un compañero constante
durante los últimos días, y luego se dio cuenta de lo que estaba haciendo y
apretó la mano con tristeza e inutilidad. El dolor en su pecho no era causado
por la mordedura de apareamiento, y no pensaba que fuera a desaparecer con
la distancia.
La distancia de Quinn podía curar el dolor en su vientre y su cabeza, pero
no había mucho de lo que podía hacer por su corazón.
Algún tiempo después Aaron fue despertado por un dolor insoportable en su
vientre. Mierda. ¿Que demonios? Aaron jadeó, agarrándose el estómago. Esto
se suponía que iba a mejorar y no empeorar. Oyó una puerta abrirse y el sonido
de una bandeja dejada sobre algún sitio. ¿Había dormido? Lo último que
recordaba era montar en el vehículo de Jamie que lo alejaba cada vez más de
Quinn. Podía oler la comida preparada, que parecía empeorar las cosas.
—Llévatelo. —Jadeó, y sintió sudor brotar en su frente.
—¿Aaron? —Oyó una voz femenina que no reconocía, así que ni siquiera
se molestó en abrir los ojos. Gimió en voz alta mientras otro dolor le daba
puñaladas en las entrañas. Oyó cómo se alejaban las pisadas, pero no le importó.
127
Se envolvió miserablemente, estaba tan frío, sus dientes empezaron a castañear.
—¿Aaron? —Era Jamie. Aaron trató débilmente de tirar la manta hacia él.
Ahora estaba ardiendo. Deseaba que su maldito cuerpo se decidiera.
Sintió que Jamie le ponía una mano en la frente, y habría sonreído si no
estubiera demasiado ocupado apretando los dientes. Mamá habría hecho eso, y
parpadeó mientras las lágrimas ridículas amenazaban por salir. Gimió de nuevo.
¿Qué le pasaba?
—Aaron. —Exclamó Jamie—. He traído al Dr. Brandon para verte. Sólo te
va a echar un vistazo, ¿de acuerdo?
Aaron sintió que las manos le daban la vuelta sobre su espalda, sosteniendo
su cabeza y agarrando su muñeca, luego empujando su vientre hasta que Aaron
agarró la mano que lo probaba y abrió sus ojos en unos azules fríos. —Déjame
tocarte un poco.
—Todo duele, por todas partes —dijo, desesperado.
Otra oleada de agonía lo golpeó, y se volvió a un lado. Si esto era el fin y él
estaba por morir, sólo quería acabar con eso.
Alguien, asumió el médico, le dijo que iba a cuidar de él. Un pequeño pinchazo
en su brazo y en unos segundos, Aaron se relajó un poco. Sin embargo, su
mente parecía estar llena de lodo, y no podía concentrarse en nada. La voz de
Jamie se desvanecía.
—Quinn—Aaron gimió, tratando desesperadamente de concentrarse. Tenía
que decirle a Quinn que no había intentado matarlo. No podía soportar la idea
de que Quinn lo odiara más. Tal vez podría escribirle una carta... algo así como
una confesion que seguramente creería, ¿verdad? Quería pedir papel, pero
estaba tan cansado. Cerró los ojos y descansó un poco.

—¿Qué es? ¿Qué demonios le pasa? —Jamie se quedó mirando el rostro


preocupado del médico.
Aaron estaba inconsciente de nuevo, y estaba desgarrando a Jamie el verlo 128
así. Todos estos años, había perdido a su hermano mayor. Le había dicho a
Aaron que no lo quería en el campo porque era demasiado blando, pero eso no
era exactamente cierto. Era un tipo bueno, fuerte y trabajador, amable y
generoso, y toda la vida de Jamie había admirado a Aaron y quería hacerlo sentir
orgulloso. La vida en los campamentos había cambiado a Jamie, sin embargo, y
odiaba la idea de Aaron viendo esta nueva versión del Jamie que solía conocer.
Para ser un buen líder, había tenido que tomar algunas decisiones difíciles y no
era el mismo chico inocente que Aaron conocía de antes. No lamentaba
exactamente esas decisiones, pero lamentaba la necesidad de ellas, y no quería
que Aaron se enterara del hombre en el que había tenido que convertirse.
Cuando escuchó por primera vez que Aaron había sido arrestado, había
estado furioso y fue a Alan para averiguar qué demonios había sucedido. Alan,
el jefe del grupo rebelde de Aaron había sido obligado a confesar lo que había
hecho, y que puso a Jamie furioso al principio. Luego, después de que él se
calmó, pensó que podría ser bueno para Aaron servir unos meses en el trabajo
duro y luego volver a casa.
Parecía bastante insensible ahora, pero había pensado que estaba haciendo lo
que era mejor. Al igual que Alan, no tenía idea en ese momento de que los
lobos habían estudiado las imágenes de vigilancia de la escena y de alguna
manera decidieron que Aaron estaba detrás del intento de asesinato. Sin
embargo, si Aaron se quedaba con los rebeldes, se habría convertido en un
proscrito como el resto de ellos, y no pensaba que pudiera vivir así por mucho
tiempo.
Entonces vio al Alfa Supremo llevando a su hermano con una correa en la
televisión y estaba horrorizado. Sabía que tenía que rescatarlo. No había tenido
idea de que cuando lo había visto, ya era demasiado tarde. La mordedura de
apareamiento ya se había producido.
—Dígame—Agarró el brazo del doctor justo cuando estaba tapando la aguja
que acababa de sacar del brazo de Aaron. Aaron seguía moviéndose con
inquietud, el "Quinn" en los labios de su hermano, dejando claro dónde estaba
su cabeza y donde seguía mezclada su lealtad.
El doctor suspiró.
—Está ardiendo de nuevo. —Vaciló y miró a Jamie—La buena noticia es que
129
no es la Pestilencia—Se mordió el labio. —Me gustaría tomar algunos análisis
de sangre para descartar algunas otras cosas.
—No, es ese puto lobo, lo sé. —Jamie cerró la mano en la mesa y todo el
contenido de la bolsa del médico saltó alarmantemente.
El médico alzó la vista hacia Jamie. —¿Lobo? ¿Ha estado con lobos?
Jamie asintió. —Sí, es una pareja o alguna mierda, él...
—¿Pareja? —El médico puso su mano en el brazo de Jamie. —¿Me estás
diciendo que está emparejado?
Jamie asintió. —Sí, eso es lo que dijo. —Miró al doctor. —¿Lo envenenó?
El doctor suspiró. —No de la manera que quieres decir, no. —Se sentó en
la silla junto a la cama. —¿Nunca has tenido ninguna experiencia con el vínculo
de apareamiento?
Jamie se burló. —Por supuesto que no—Él se calmó, no le gustó la mirada
preocupada que el doctor le estaba dando. —Dime.
El doctor suspiró. —El lazo de apareamiento del lobo es diferente a cualquier
cosa humana, aunque he oído hablar de lobos que se aparearon con seres
humanos antes, y es más común de lo que usted podría pensar. Un lobo sumiso,
y supongo que un humano sumiso, desprende un olor indetectable para
cualquier persona o animal excepto para su verdadero compañero. Cuando se
encuentran, el vínculo de apareamiento se forma muy rápidamente. —El médico
se sonrojo un poco, y abrió el cuello de la camisa de Aaron. Las huellas de los
dientes eran claramente visibles en su ruborizada piel. —Esta mordedura se da
al final de la relación sexual, ya sea con un macho o una hembra, sella el vínculo
y altera la química sanguínea del compañero sumiso. Si están separados el uno
del otro por cualquier período de tiempo, puede causar todos los síntomas que
usted ve aquí y puede llevar a la muerte a ambos si no vuelven a estar unidos.
El compañero sumiso suele morir más rápido. —El doctor se levantó y recogió
su bolsa.
Jamie miró asombrado a Aaron. Un rubor rosado teñía la piel, y parecía estar
profundamente dormido. —¿Pero debe haber algo que puedas darle? Me dijo
que el vínculo se rompía si se alejaba lo suficiente de su compañero.
El doctor miró a Jamie. —Quien le dijo eso estaba mintiendo. No estoy 130
completamente seguro, pero creo que una mayor distancia haría las cosas peor,
mucho peor.
—Debe haber algo que puedas hacer —dijo Jamie.
—Esto da un giro totalmente diferente a las cosas. Sólo espero que su
compañero no sea un alfa. Cuanto más poderoso es el lobo dominante, más
fuerte es el vínculo. ¿Sabes quién es?
Jamie asintió tristemente. —Quinn, Alfa Supremo de los Nueve Territorios.
El médico palideció. —Dios mío. Entonces tienes una decisión difícil Jamie.
Si tu hermano no tiene contacto íntimo con su pareja, y pronto, no espero que
esté vivo mucho más tiempo.
—¿Alfa? ¡Alfa! —Quinn levantó la vista de los planos para construir la nueva
planta de energía solar en el Territorio Tres que había estado discutiendo con
Sean. Habían estado en ello por un rato, y Quinn estaba sintiendo un dolor de
cabeza comenzando. No había estado en las celdas ni había revisado la
alimentación de la cámara en todo el día, y ahora sufría por eso.
Lo había estado descartando por pura obstinación, pero no podía esperar
más, o haría enfermar a su compañero. Iba a hacer el amor con su compañero
esta noche, esperar ya era peligroso y hacia que ambos sufrieran demasiado.
Uno de sus gammas, un lobo llamado Finn entró corriendo, y Quinn palideció.
Finn estaba de guardia en las celdas. —¿Qué sucede? —Gritó Quinn, pero se
volvió y comenzó a correr a las celdas sin esperar a que el gamma respondiera.
Sabía que se trataba de Aaron, y sabía que la noticia era mala por la expresión
de puro terror en la cara de Finn. Corrió por el pasillo, por la puerta y por los
escalones de piedra. La nueva entrada a las bodegas estaba escondida al lado
del edificio. Quinn había sentido que era demasiado arriesgado para los
prisioneros tener un acceso interno a la casa principal, y los fuegos originales
habían destruido la mayoría de los pasajes a la bodega de todos modos. Quinn
casi voló hacia el sótano, y encontró cuatro lobos, todos mirando al piso con
expresiones moderadas. Mientras seguía su mirada al suelo, Quinn tropezó y
agarró su pecho ante el tremendo dolor que lo atravesó.
—¡Alfa, espera! —Sean había corrido tras él y corrió por los escalones unos
segundos más tarde, vacilando en la puerta detrás de él.
Quinn no lo escuchó. No podía respirar. Sus ojos cargados de horror 131
estaban fijos en la sábana blanca que se había esparcido para cubrir
completamente el cuerpo que yacía debajo. Quinn vio moverse los labios de las
gammas, pero no podía oír nada de lo que decían. El fuerte rugido de sus oídos
ahogaba todo lo demás. Antes de que pudiera moverse, antes de que pudiera
hablar, antes de que pudiera incluso tomar el oxígeno hacia los pulmones que
gritaban por él, Sean dio un paso, se inclinó y sacó la sábana del cuerpo.
No era Aaron.
Quinn se avergonzó por el alivio que inundó su cuerpo e hizo girar su cabeza.
Sus rodillas estaban casi demasiado débiles como para sostenerlo, y se apoyó
contra la pared, con las manos en las sienes palpitantes. Uno de los guardias
estaba muerto. Uno de los guardias de Aaron, y la persona responsable de esto
estaría muerto antes del anochecer si Quinn pudiera ponerle las manos encima.
Miró alrededor de la zona por Aaron, aunque ya sabía que no estaba en ninguna
parte cerca, sólo quedaba un ligero olor en la celda.
Oyó que Sean rápidamente daba órdenes para que se formaran grupos de
búsqueda. Estaba gritando que Aaron había matado al guardia y había escapado.
Así que Aaron finalmente había mostrado sus verdaderos colores.
No habría vuelta atrás en esto. El consejo había estado indignado antes
cuando se había negado a permitir que ejecutaran a Aaron. Serían aún más
exigentes ahora. Enfermo de corazón, miró hacia abajo al cuerpo en el suelo.
—¿Cómo murió este guardia?
Sean parecía triste. —Parece como si su garganta estuviera cortada. Los
otros guardias dijeron que lo encontraron así. Habría sido rápido, sin embargo,
alfa. El prisionero, su antigua concubina, debió de distraerlo cuando trajo su
cena. —Señaló la bandeja y los platos rotos y esparcidos por el suelo de la celda
de Aaron.
Todos los cabellos de los brazos de Quinn se levantaron, pero logró mantener
la voz tranquila. Algo no estaba bien en este panorama. Tragó saliva con
dificultad. —¿Y no hay señales de que alguien más esté involucrado en esto?
¿No entró nadie?
Uno de los gammas dio un paso adelante. —No, Alpha. Encontré a Carter
desaparecido cuando fui a ayudarlo por su comida. Lo busqué, por supuesto, y
lo encontré así. No hubo entrada forzada ni ninguna forma de que alguien
pudiera haber entrado desde fuera.
132
"A menos que tuviera una llave." Las palabras repentinamente fueron tan
fuertes en su cabeza que pensó que todos debían haberlas oído, pero todos
seguían de pie en silencio, esperando que él les diera una orden.
Quinn pasó una mano por su cara, tratando de entender lo que estaba justo
delante de él, si sólo pudiera hacer la conexión. Sólo los lobos tenían las llaves
de las celdas y sólo los más confiables. Esto era una especie de traición contra
él y su compañero que aún no entendía completamente. No estaba seguro de
quién tenía la culpa, pero no era Aaron. De repente, estaba tan seguro de eso
como cualquier cosa en su vida. Pero alguien había intentado hacer que
pareciera que Aaron había asesinado al guardia y escapado. Descubriría quién
lo hizo, y cuando lo hiciera, los enviaría directamente al infierno. Recordó la
reacción de Aaron a los arañazos de su costado, a la sangre. La vista lo tenía
casi desmayado, y todas las otras veces, cuando la visión o el pensamiento de
una aguja le había hecho enfermar y marear. ¿Podría haber sido tan buen actor?
Quinn no lo creía. Se había preguntado lo mismo cuando se enteró de la
traición con Bobbi, pero luego Aaron dijo que el plan era usar veneno, así que
lo había sacado de su mente otra vez.
Quinn se había centrado ciegamente en sus propios sentimientos de dolor y
traición, por no mencionar sus celos abrumadores, y no había puesto en duda
nada más.
Sin embargo, cortar la garganta de alguien era una opcion totalmente
diferente a la del veneno. Ese era un asunto sangriento y violento y no había
manera de que Aaron lo hubiera hecho. Por un lado, el guardia era mucho más
grande y más fuerte que cualquier humano, especialmente uno en un estado
debilitado. Y Carter estaba bien entrenado o no habría sido guardia de palacio.
Estaba dentro de las posibilidades que un humano determinado pudiera haberlo
engañado, pero era improbable en el mejor de los casos. Con la aversión de
Aaron a la vista de la sangre, Quinn no pensó que era posible que él hubiera
utilizado un arma como un cuchillo, y ¿dónde habría conseguido uno en primer
lugar? La ira de Quinn y su temperamento violento le habían llevado a desterrar
a Aaron a esas celdas, y había jugado en las manos de quienquiera que estuviera
detrás de todo esto. Había convertido a Aaron en vulnerable, y se odiaba por
ello.
Quinn dio las órdenes necesarias y luego se volvió rápidamente y volvió a
subir. Tenía que pensar, y tenía que pensar rápido. Había un traidor en el 133
Palacio, y esta vez tenía que ser un lobo muy bien colocado, porque eran los
únicos con acceso a armas y llaves. Alguien había acusado a Aaron por este
asesinato, y necesitaba averiguar quién y por qué rápidamente, mientras que
todavía pudiera ser posible encontrar a Aaron. No podía soportar pensar en
dónde estaría su compañero o en qué condición podría estar.
Quinn pasó la noche y tarde del día lanzando una búsqueda minuciosa de
Aaron.
Bajo la dirección de Sean como su segundo, sus alfas estaban organizando
partidas de búsqueda y haciéndolo su más alta prioridad para encontrar a Aaron.
Los que estaban en los territorios físicamente demasiado lejanos, estaban
enviando gammas a los territorios que estaban más cerca para ayudar con la
búsqueda. Finalmente se derrumbó en su cama alrededor de las cinco de la
mañana. Había estado postergando los pensamientos directos de Aaron desde
que desapareció, porque no podía funcionar si cedía al dolor que sentía, pero
no podía aguantar más. ¿Cómo sobreviviría sin su hermoso ser humano? Los
lobos podían sobrevivir a la muerte de sus compañeros, y algunos lo hicieron,
pero a un gran precio.
Usualmente se hundían en profundidades tan deprimentes que el suicidio era
un fin común y aceptado.
Quinn se dejo llevar por la desesperación. Incluso si eso era un gran error,
si era capaz de sobrevivir a la pérdida de su compañero, Aaron no sobreviviría.
Si estaba detenido en algún lugar, sufriría durante días antes de que cada órgano
se cerrara a su vez y la muerte finalmente lo reclamaría. Quinn cerró sus ojos
irritados. Ni siquiera tendría días, porque ya habían pasado mucho tiempo
separados esta semana. Había derribado las defensas de Aaron. Quinn era un
alfa poderoso, y cuanto mayor era el dominio de un lobo, más rápido su
compañero sucumbía. Intentó tragarse el bulto que se aferraba a su garganta.
Aaron no era un lobo, y no tenía ni idea de si su estado novato de omega lo
ayudaría. Como un humano ordinario, ni siquiera podría durar veinticuatro
horas.
Cuando todo esto pasó por su mente, pensó en la última vez que había visto
a Aaron. Había sido cruel, demasiado cruel, porque lo había deseado tanto.
Incluso había criticado a Sean con disgusto y le dijo que Bobbi no estaba
respondiendo bien al entrenamiento, y habló sobre la ejecución, lo cual era
completamente ridículo, por supuesto. Quinn no era un asesino, y seguiría 134
intentándolo hasta que Bobbi fuera rehabilitada, como había planeado hacer con
Aaron. Ponerlo en una celda de la prisión era una solución a corto plazo, y lo
había sabido desde el principio, sin importar lo que dijera en ese momento. Eso
habían sido sus celos y dolor al hablar. Ya había estado explorando y trazando
maneras de traer a Aaron de regreso a su cama donde él pertenecía. Si Sean
no hubiera estado en el pasillo la noche que fue a verlo, Quinn lo habría llevado
allí.
Tirando y girando trató de reunir sus revueltos pensamientos. ¿Podría el
lobo responsable de esta traición haberlo vendido o cambiado de nuevo a los
rebeldes? Los buscadores no habían encontrado nada, y se le estaban acabando
las ideas y el tiempo. Tal vez si se pusiera en contacto con los rebeldes de
alguna manera y se ofreciera a comerciar con Bobbi a través de Aaron si los
rebeldes lo tuvieran... Un golpe repentino le hizo encender una luz e ir a la
puerta. Finn estaba de pie en el pasillo sosteniendo a un varón humano
firmemente por su brazo. El hombre en cuestión parecía apenas contenido,
como había visto a Aaron por primera vez. Parecía como si quisiera desgarrar
su brazo del tacto de Finn, pero se mantenía en su temperamento con gran
esfuerzo.
—Lamento molestarle, señor. Pero este humano apareció a las puertas,
alegando tener conocimiento de su concubina. Su segundo, Sean, estaba
ocupado, así que pensé que era mejor traerlo hasta usted de inmediato. Espero
no haberte molestado.
Quinn miró a un hombre alto y musculoso, con pantalones de camuflaje y
una camiseta gris. Contempló cuidadosamente el pelo oscuro y los brillantes
ojos azules, el ser humano se parecía a Aaron. Un recuerdo volvió a él tras
estudiar el expediente de Aaron, y sabía que miraba a su hermano.
—Jamie.
El humano lo fulminó con la mirada. —Mi nombre es Jay... pero mi hermano
me llama por ese nombre, sí. —Él levantó su barbilla desafiante y miró
directamente a los ojos de Quinn. Tan grosero e irrespetuoso, este ser humano
estaba definitivamente relacionado con su Aaron. Dio un paso hacia él y sus
ojos se abrieron. Olía a Aaron también. Tenía el olor dulce de Aaron sobre él.
El corazón de Quinn saltó en su pecho.
—No tiene armas en él, Alfa—dijo Finn. —Nunca lo habría traído aquí, pero
era tan insistente. Dijo que era cuestión de vida o muerte.
135
Los labios del hombre se retorcían, como solía hacer Aaron cuando estaba a
punto de decir algo sarcástico.
—Por supuesto, que no tengo un arma, idiota. Señalar un arma contra tí
desde tres pies de distancia no me hará nada bueno cuando sé que puede
moverse más rápido que tirar del gatillo. Debería saber, sin embargo, que si
no regreso ileso a las nueve, mi pueblo tiene instrucciones de disparar los
explosivos en la nueva planta solar. Sólo para que lo sepas. —Si la situación de
Aaron no hubiera sido tan terrible, Quinn habría sonreído ante esta extravagante
pizca de arrogancia. Por así decirlo, agarró el brazo del hombre, quizá con
demasiada fuerza, ya que el humano se estremeció y se alejó.
—¡Hey, tómalo con calma!
—¿Tienes a Aaron? Tienes que decirme.
Jamie lo miró con irritación, apartando el brazo de su agarre. Seguía
hablando como si fuera un guión preparado.
—La extensión se está abriendo esta mañana, y habrá muchos lobos
presentes. Bastante embarazoso para un alfa supremo, así que es mejor si
cooperas. —Jamie hizo una pausa. —También debes saber que espero que
vengas conmigo, con los ojos vendados y solo. Si te niegas, mi pueblo tiene
órdenes de...
—Explotar la planta solar, sí, sí, te he oído. Esto es acerca de Aaron, ¿no?
¿No? Por favor, dime que todavía está vivo.
El humano pareció sorprendido, pero asintió. —Está vivo, pero apenas.
Tenemos que ir ahora y tan rápido como podamos o él no estará vivo mucho
más tiempo. El médico dijo que necesitaba tener, um... —Jamie se sonrojó
violentamente. —Dijo que necesitaba tener un contacto íntimo contigo o
moriría.
Las palabras parecieron avergonzarlo tanto que apenas podía sacarlas, pero
eran como un bálsamo calmante para Quinn. ¡Aaron todavía estaba vivo! Era
lo único que importaba.
—Iré contigo.
—¡No, Alfa Quinn! —dijo Finn, poniéndose entre su alfa y el humano. 136
—Perdone, señor, pero podría ser una trampa. Incluso si te llevan a tu
concubina, nunca te dejarían salir allí con vida.
Jamie levantó la barbilla de nuevo. —Tienes mi palabra de honor. Te
dejaremos ir después de que hayas salvado la vida de mi hermano. Si me das
tu propia palabra de que no le harás daño de ninguna manera, incluso te
permitiré llevarlo contigo.
—Oh, ¿es eso cierto? —dijo Quinn. Le gustaría ver a alguien más entre él
y su pareja, pero lo mejor sería no discutir con el humano. No podía permitirse
perder el tiempo.
—Iré contigo, pero llevaré a mis guardias personales conmigo. —Él levantó
una mano para detener la protesta inmediata de Jamie. —Me temo que Finn
aquí se instalaria en el camino frente a su vehículo de lo contrario. Les doy mi
palabra de Alfa Supremo de que respetarán la tregua entre nosotros. Incluso
puede vendarnos los ojos si lo desea, pero no vamos a estar aquí discutiendo
más. Llévame ante mi compañero.
Jamie miró detrás de él hacia el interior del camión que Quinn le proporcionó
para transportarlo y a los que llamaba sus guardias personales. En realidad, se
había asombrado de lo cooperativo que estaba Quinn. El camión era un viejo
transporte de tropas del ejército que había sido completamente reconstruido y
remodelado, pero seguía rebotando a Quinn y a los demás en la parte trasera y
no podían sentirse demasiado cómodo. Sin embargo, no se había quejado en
absoluto. Todos los once grandes lobos, incluyendo a Quinn, todavía tenían sus
vendas firmemente amarradas, aunque algunos de ellos no parecían demasiado
felices. Quinn tenía una mirada en sus ojos que todavía no entendía. Habían
estado tan desolados y tan feroz que Jamie se había alegrado de cubrirlos.
Volvió a mirar la carretera y deseó un poco más de velocidad del vehículo.
Habían estado en el camino durante más de dos horas y se estaban acercando
al campamento. Jamie había localizado su campamento en las montañas de
Shenandoah, a lo largo del camino que solían llamar el Skyline Drive. Desde la
Pestilencia, el camino no había sido mantenido y grandes secciones de el estaban
cubiertos de vegetación y casi destruidos por inundaciones, pero él y los otros
rebeldes lo mantuvieron prácticamente pasables. El viejo Parque Nacional
Shenandoah proporcionó miles de hectáreas de bosques casi prístinos para que
137
los rebeldes se escondieran, pero todavía estaba lo suficientemente cerca de
Washington como para atacar y acosar a los lobos. Desde la Pestilencia, el
parque y los pueblos que lo rodeaban se habían vuelto desiertos y salvajes. El
camión comenzó una carretera de montaña y el motor, aunque reconstruido y
reelaborado todavía tenia treinta años o quizás más viejo. Gimoteó y resolló
como una vieja querellante, y Jamie se inclinó nerviosamente, deseando que la
vieja cosa siguiera adelante.
El camión dio marcha atrás con fuerza y luego aumentó la velocidad, ya que
pareció golpear su zancada. Jamie soltó un suspiro de alivio y tamborileó sus
dedos en el reposabrazos, ansioso por llevar a Quinn con Aaron. Si alguien le
hubiera dicho incluso hace unas semanas que estaría ansioso de que su propio
hermano hiciera el amor con otro hombre, se habría reído en su rostro. Y no
sólo un hombre, ¡sino un lobo! Jamie no era tan homofóbico como la mayoría
de los líderes rebeldes, pero estaba anticuado, y todavía lo consideraba una
forma de debilidad permitir a su hermano someterse a este alfa dominante. Sin
embargo, Aaron era la carne y sangre de Jamie, la última familia que tenía, y
haría todo lo que pudiera para salvarlo, incluso esto.
Un golpe en el vidrio detrás de él lo sobresaltó de sus pensamientos y se
volvió para ver a Quinn cerca de la pequeña ventana deslizante. Deslizó el panel
hacia atrás y vio que su venda todavía estaba en su lugar.
—¿Cuánto más lejos? —Quinn preguntó, gritando para ser escuchado por
el ruido de la camioneta.
—Sólo unas pocas millas más —respondió Jamie y Quinn asintió—. Bueno.
Ya estoy sintiendo la conexión. Espero que él lo haga.
Con la venda aún alrededor de los ojos de Quinn inclinó levemente su cabeza
a un lado, Jamie miró fijamente el perfil y decidió que podía ver donde algunos
podrían considerar al alfa realmente guapo. Una sensación de poder parecia
escurrirse de él también, e incluso Jamie tuvo que admitir que era intimidante.
Y parecía que realmente le importaba su hermano, lo que lo hacía aún más
atractivo a los ojos de Jamie.
—Yo también —dijo Jamie en tono sombrío. —Sólo espero que siga vivo.
Se volvió para mirar fijamente al camino por delante, pero oyó la pequeña
ingesta de aliento detrás de él. En otra media hora estaban tirando por un viejo
camino de acceso de incendios que los rebeldes aclararon para sí mismos en el 138
campamento. Abriendo la parte de atrás, se mantuvo a un lado mientras los
lobos se quitaban las vendas y saltaban del camión, mirando alrededor
sospechosamente.
—Sígueme —dijo Jamie y se dirigió a la pequeña choza que había tomado
por su cuenta. Originalmente para el uso de los guardabosques del parque, era
apenas habitable cuando la encontraron, y todavía ofrecia comodidad escasa.
Aún así era mejor que las tiendas. Se dio cuenta de que Quinn estaba cerca de
él, junto con algunos de sus guardias personales cuando entró, y sus ojos se
dirigieron a la cama donde una de las mujeres vigilaba a Aaron.
Estaba acostado sobre su espalda, su rostro pálido como la muerte con
pequeñas manchas de sangre en los labios. Quinn pasó por delante de Jamie
hasta la cama y tomó a Aaron en sus brazos, sosteniéndolo cerca de su pecho.
—Déjame a solas con él. —Le ordenó a Jamie, y él asintió, apurando a todos
los demás hacia la puerta. Al oír la voz de Quinn, Aaron empezó a golpear la
almohada y, antes de salir de la habitación, Jamie hizo una silenciosa oración
para que Quinn llegara a tiempo.
Capitulo Nueve

Quinn estaba cerca, Aaron podía sentirlo y luchó por abrir los ojos. Estaba
acostado desnudo en la cama, sintiéndose tan débil que no creía que pudiera
volver a abrir los ojos. Sin embargo, luchó por abrirlos, para ver a Quinn.
—Eso es—Le dijo una voz calmante. —Abre esos hermosos ojos, cariño.
Necesito verlos—Sonaba como Quinn, pero Quinn estaba enfadado con él, así
que tenía que ser otro sueño. Suspiró frustrado y trató de volverse de lado.
—Dije, que abrieras esos ojos, cariño, o tendré que tomarte sobre mi rodilla
y azotar ese dulce culo.
¡Eso no sonaba como un sueño sobre Quinn! Aaron se esforzó más para
conseguir que sus ojos cooperaran, mientras que alguien estaba tirando una tela
áspera, mojando sobre su cara y garganta. Si esto era un nuevo tratamiento
que el médico estaba tratando, Aaron estaba totalmente a bordo con él, era
maravilloso.
Aaron gimió e inclinó la cabeza, ofreciendo su cuello para más. Alguien rio
entre dientes cerca de su oreja y palmeó su polla para jugar con ella. Ese no
podía ser el médico. Pero sí, la mano grande y cálida de alguien estaba
definitivamente envuelta alrededor de su polla, y le estaban susurrando cosas 139
en el oído. Cosas sucias, cosas embarazosas que alguien le estaba diciendo a
Aaron lo que le haría cuando finalmente abriera los ojos, y cómo le pertenecía,
cada centímetro de él, y cómo nunca pertenecería a otra persona.
Entonces la áspera y húmeda tira de tela fue arrastrada a través de sus pelotas
y su polla, finalmente abrió los ojos de una vez. Parpadeó hacia Quinn, que
estaba arrodillado a su lado en la cama.
Lo que Aaron había pensado que era un paño era su lengua, y se estaba
moviendo hacia abajo a través de la polla de Aaron y la piel de su pliegue. Sí,
y cuando llegó allí, sólo podría tomar la parte superior de la cabeza de Aaron.
Gritó y trató de alejarlo. No era lo suficientemente fuerte como para manejar
esto, pero Quinn tomó sus palmas en una de sus grandes manos y las besó
suavemente, luego las colocó arriba mientras usaba su mano libre para empujar
a Aaron sobre su estómago. Aaron sabía lo que venía y no estaba seguro de que
su corazón pudiera soportarlo. ¿No sabía el loco lobo que había estado
enfermo? Él gimió y se retorció, pero no le sirvió de nada mientras la lengua
arrasaba su pliegue y aterrizaba en su ano. Gritó entonces y retorció el culo
para escapar, pero eso sólo parecía empeorar las cosas.
La lengua penetró profundamente en él y gimió lamentablemente otra vez,
pero el lobo arrogante no le prestó atención. Procedió a dar a Aaron el beso
negro más completo que había recibido y que casi lo llevó al borde de la locura.
Cuando pensó que no podía soportarlo más, y su voz estaba cruda y ronca de
mendigar, se volvió hacia atrás y Quinn lo miró, sonriendo.
—Puedes callarte. Pensarán que te estoy matando, y tengo planes de lamer
cada centímetro de ti antes de que termine. Así que recuéstate y tómalo como
un hombre para que nadie entre para salvarte.
Aaron gritó en serio cuando Quinn comenzó, pero no importa cuánto le
suplicaba y pateaba, el tormento delicioso seguía y seguía, y nadie llegó para
rescatarlo. Una fuerza cálida estaba volviendo a su cuerpo con cada toque de
la lengua de Quinn, y Aaron sabía que no dejaría de lamer hasta que hubiese
hecho exactamente lo que había dicho que haría. También sabía que habría
estado muy decepcionado si no lo hubiera hecho.
Lo que parecieron horas más tarde, cuando Aaron tenía muy poca voz, y él
estaba debil por el placer, se deslizó en el cuerpo de Quinn. Estaba envuelto
en los brazos del lobo, su polla acurrucada contra la de Quinn, y alzó la vista
hacia el rostro de él. —¿Ya no estás enojado conmigo? 140

—Seguro que lo estoy. ¿Quién dijo que no?


Aaron podía sentir el rubor comenzar en sus dedos del pie y venir todo el
camino hasta su cuerpo. —Bueno, dijiste... quiero decir, las cosas que hiciste...
yo asumí.
—Nunca asumas nada... es un mal hábito.
—Pero... Pero ¿sigues enojado?
—Por supuesto.
—¿Pero por qué? Pensé...
—¿Pensaste qué?
—Pensé que me habías perdonado.
—¿Por intentar morir? De ningún modo. Estoy furioso por eso, y planeo
recordartelo toda la noche.
Aaron sonrió y se acurrucó más cerca de su alfa, volviéndose en sus brazos
para enterrar su nariz en el hueco de su cuello. —Bueno, adelante —dijo con
un suspiro. —No intentaré pelear contigo.
—Y si lo hicieras, tendrías otro azote como el último que te di. —Aaron se
estremeció, se retorció y sintió una sensación en su culo. —Deja eso o tendré
que follarte, y no creo que estés lo suficientemente bien para eso.
—Mmm, no me importa. Sólo quiero que estés dentro de mí.
Quinn lo besó tiernamente y metió un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Yo también quiero eso. Pero no si significa lastimarte.
—Por favor, querido Maestro —dijo Aaron, tragando con fuerza—. No me
importa si me mata. Por favor, hazme el amor.
Quinn le sonrió tiernamente y pasó la mano por el cuerpo de Aaron, pero
sus ojos estaban tristes.
Aaron siguió su mirada y vio su propio cuerpo frágil, delgado y pálido y con
aspecto de desgaste. Miró hacia atrás rápidamente, sabiendo todos los cambios
en sí mismo en la mirada brillante de Quinn. Había perdido peso e incluso 141
masa muscular en los días desde que había estado enfermo, y sabía que su
cuerpo había sufrido los malos efectos. Quinn atrajo a Aaron hacia él.
—Es sólo que he llegado demasiado cerca de perderte.
—Pero no me perdiste. Estoy aquí y me pondré mejor. Sé que me veo mal,
pero ya me siento mucho mejor.
Quinn gimió y dejó otro beso en los labios de Aaron. —Todavía eres
escandalosamente hermoso, así que quita ese pensamiento de tu cabeza. No te
voy a hacer el amor ahora, cariño, no importa lo tentador que seas porque me
temo que ya hemos forzado los límites de la hospitalidad de tu hermano, por
no mencionar su sensibilidad. No me atrevo a pedirle lubricante, y no te haré
daño.
Aaron sonrió. —Muy bien, puedo ver tu punto. ¿Es así como llegaste aquí?
¿Jamie te trajo?
Quinn asintió. —Estaba muy preocupado por ti, casi tan frenético como yo.
Llegó al Palacio y pidió veme, y luego me obligó a venir aquí con una venda.
Hay una semejanza familiar definida entre ustedes, y no sólo en la mirada. Es
un tipo muy testarudo.
Aaron inclinó la cabeza contra el hombro de Quinn, con cuidado de esconder
su sonrisa. Esta nueva ternura de Quinn era completamente desconocida, y no
estaba seguro de cuánto pudiera molestarle. Le iba a gustar descubrirlo.
—Ya que te sientes mejor, mascota, necesito hacerte algunas preguntas. El
hombre que te tenía en el bosque, del que me mentiste, era tu hermano, ¿no?
Aaron asintió. —Me pidió que hiciera cosas que yo no podía hacer. No
puedo decirte lo que eran, porque él es mi hermano y lo incriminaría. Sé que
no entiendes, pero...
—Shhh. No te alteres. Entiendo. No es que me guste mucho. —Le dirigió
a Aaron una sonrisa triste. —Sólo no hagas el hábito de tener secretos de mí,
amor. Parece que tengo un problema con los celos cuando se trata de ti.
—No mierda—dijo Aaron, en su mayor parte en voz baja, pero por supuesto,
Quinn lo escuchó y lo sorprendió riéndose.
—No mierda, de hecho. ¿Supongo que cuando entré y te vi a tí y a Bobbi
ella todavía estaba tratando de persuadirte a ir junto con lo que su hermano
quería?
—Sí. Te mintió acerca de cualquier relación o lo que ella te dijo que 142
teníamos. Nunca te he traicionado, Quinn. Lo juro. —Se alzó sobre un codo
y miró a Quinn, ansioso por convencerlo de que decía la verdad.
—Calla. Te creo —dijo suavemente—. Nunca debería haber dudado de ti
y tienes mis disculpas. Espero que lo aceptes.
Aaron sonrió nerviosamente. —Tal vez morí después de todo y esto
realmente es un sueño loco. ¿Te disculpaste conmigo?
Si pudiera parecer arrogante mientras estaba acostado, Quinn se las arregló.
—Yo soy el Alfa Supremo. Si cometo un error, o si estoy equivocado, entonces
lo admito. Por suerte, no sucede demasiado a menudo.
—Ahí está mi Quinn —dijo Aaron, sonriendo contra sus labios—. Mi
maestro.
Quinn lo besó profundamente, pero luego lo empujó suavemente. —Antes
de que nos dejemos llevar, todavía tengo que hacerte una pregunta.
—Dispara.
—Supongo que eso significa que puedo seguir adelante. Esta jerga humana
es muy distraida. —Quinn mordió su labio inferior un poco demasiado duro y
Aaron lo miró con los ojos muy abiertos. —Y te estoy dando un margen debido
a tu comportamiento. No ha escapado a mi atención que te has estado tomando
muchas libertades.
—Lo siento, Maestro —dijo Aaron, bajando los ojos e intentando parecer
adecuadamente castigado
—Hmm. Esa zurra podría estar en orden después de todo.
—Cualquier cosa que sientas que necesito, Maestro. ¿Podemos hacerlo
ahora?
Quinn lo rodó sobre su espalda y lo miró fijamente, tratando de intimidarlo,
sin duda, pero Aaron había visto al lobo detrás de la cortina y reconocido su
papel en este juego. Pensó que nunca volvería a temer a su Maestro dominante,
aunque ambos todavía tenían mucho que aprender.
—Dime cómo escapaste de las celdas del sótano, Aaron. Sobre el guardia.
—¿El guardia? No estoy seguro de lo que estás hablando. No me escapé
exactamente, me temo. Yo estaba medio dormido cuando Sean vino a por mí 143
en la celda.
El efecto del nombre de Sean en Quinn fue inmediato y salvaje. Aaron se
estremeció ante la mirada que vio en los ojos de Quinn, aunque se dio cuenta
de que la ira no estaba dirigida a él. La voz del alfa se hizo baja y amenazadora.
—¿Sean? ¿Sean−mi segundo−estaba allí?
—Sí—dijo Aaron con dulzura. —Pero creo que estaba tratando de ayudarte.
Dijo que yo era una distracción demasiado grande para ti y que me había
convertido en un problema. Quería deshacerse de mí para que volvieras a ser
normal otra vez. Bueno, esa es la esencia de lo que dijo de todos modos.
No había manera de que Aaron fuese a decir las palabras exactas que dijo
Sean. No quería ser la causa de la muerte de nadie, ni siquiera de Sean. "Alfa
Supremo. Él no es supremo de nada desde que viniste aquí, excepto la estupidez,
y todo es culpa tuya... Es como un perro golpeado cuando se trata de ti."
—Creo que Sean no es tan leal como puedes haber pensado que era. Tienes
que tener cuidado con él —dijo Aaron suavemente.
Quinn le dirigió una mirada incrédula.
—¿Tener cuidado con él? ¡Voy a destrozarlo! —Saltó de la cama y comenzó
a caminar airadamente hacia la puerta. Pero antes de que pudiera alcanzarla,
la puerta se abrió de par en par, y Jamie entró dentro, con sus ojos destellando
fuego. Finn estaba justo detrás de él y se lanzó delante de Jamie, dándole un
empujón brusco hacia atrás.
Quinn se enfrentó a ellos, gloriosamente desnudos.
—¿Cuál es el significado de esto? —Rugió, y Jamie se agachó alrededor de
Finn para enfrentarle, furia escrita en cada línea de su cuerpo.
—¡Nos traicionaste! Nunca debí confiar en un maldito lobo, ¡lo sabía mejor
que nadie!
—Cálmate, humano y habla conmigo. ¿Cómo crees que te he traicionado?
¡Finn, suéltalo y deja que hable!
—¡No pretendas que no lo sabes! Un grupo de tu manada se dirige hacia
el camino de montaña. ¡Vienen a por nosotros!
Quinn le devolvió la mirada. —¿Y crees que contacté con ellos de alguna 144
manera? ¿Cómo exactamente? ¿Señales de humo? Tomaste todos nuestros
teléfonos, y dudo que haya algún tipo de torre telefónica aquí arriba de todos
modos. No he entrado en contacto con nadie, pero estaré allí para saludarlos
cuando lleguen.
—¿Por qué debería creer lo que digas? —Gritó Jamie. Aaron cogió una
manta para cubrirse y se apresuró a quedarse detrás de Quinn.
—Detente, Jamie. Puedo asegurarte que Quinn no ha contactado con nadie
desde que ha estado aquí conmigo. Él te está diciendo la verdad. Es demasiado
arrogante para mentir sobre eso.
Quinn le dirigió a Aaron una mirada sorprendida y agraviada, y Aaron se
encogió de hombros. —Bueno, es verdad.
Quinn le dirigió una mirada oscura y volvió a enfrentarse a Jamie.
—No tengo ni idea de cómo nos siguieron, aunque sospecho que alguien
rastreó el transporte. Todos los vehículos están equipados con GPS, pero no
tenía idea de que alguien se atreveria a contradecir mis órdenes de no
seguirme—Miró sombríamente a Finn.
—Ven conmigo, y recoge a los demás. Vamos a encontrarlos al final de la
carretera de acceso al fuego y poner fin a esto.
—En cuanto a ti—dijo, volviéndose hacia Jamie. —Consiga a su gente y
salga. Nadie pasará por mi lado para seguirte, pero este campo está
comprometido, y en eso no puedo ayudarle. Estoy seguro de que encontrarás
otro en muy poco tiempo.
—Estoy seguro de que lo haremos —dijo Jamie, pareciendo casi tan feroz
como Quinn. Extendió los brazos y Aaron entró en ellos.
—Estarás a salvo —susurró Aaron a su oído.
—¿Estás seguro de que no vendrás conmigo? Tal vez los médicos puedan
encontrar un camino.
—El ser humano es mío y no va a ninguna parte. —Quinn se insertó,
intensificándose al lado de Aaron para alejarlo.
Aaron sonrió ante la mirada de Jamie y dio unas palmaditas en el pecho de
Quinn. —Está bien, Jamie. Estoy donde quiero estar. Tiene razón, no voy a ir
a ninguna parte.
145
Con un guiño a su hermano y una mirada más de advertencia a Quinn, Jamie
se volvió y salió corriendo de la cabaña. —Necesito vestirme y llegar a la entrada.
Estarán aquí pronto.
—Quédate aquí hasta que yo venga por ti.
—No, por favor, Quinn. Déjame ir contigo. Prometo que me pondré en la
parte de atrás de tus guardias, y no interferiré. No me dejes aquí para
preguntarme qué está pasando. Por favor.
—Entonces busca ropa y ven. Ya casi es de noche. Si me sucede algo...
—A mí también me sucederá. Creo que ya hemos establecido que no puedo
vivir sin ti. ¿Crees que es Sean?
Quinn asintió. —Nadie más habría tenido la valentía de hacerlo. Vamos,
pequeño guerrero que se desmaya al ver sangre y proteger mi flanco. Finn te
dará un arma.
Estaban mal en número. Ese fue el primer pensamiento que pasó por la
mente de Quinn mientras se encontraba justo al final de la carretera de acceso
al fuego, con Aaron escondido detrás de él. Había por lo menos treinta lobos
contra los doce, contando a Aaron, que agarraba el mango de una pequeña
hacha, del tipo usada para cortar leña y la única arma que podían encontrarle
a corto plazo. Quinn sabía que sus guardias personales eran mucho más feroces
que tres de estos lobos frente a ellos cualquier día de la semana. Examinó al
grupo frente a él y reconoció a más de unos pocos, aunque algunos de ellos
parecían un poco mareados cuando vieron bien la cara de Quinn. Se preguntó
qué mentiras Sean les había dicho para que vinieran contra él de esta manera.
Muchos de ellos ya parecían estar lamentando esa mala elección. Sean estaba a
la vanguardia de sus lobos, frente a Quinn, una mirada de burla en su rostro.
—Por lo que es cierto. Encontraste a tu pequeño humano, ¿no? ¿Todavía
te dejas guiar por tu pene?
Quinn se volvió hacia Aaron y lo empujó suavemente hacia un lado.
—Quédate ahí, así no estarás salpicado por su sangre—dijo, su voz
probablemente difícil de entender a través de todos los dientes adicionales que
llenaban su boca. Los ojos de Aaron se ampliaron, pero asintió y se movió al 146
lado de la carretera.
Desde el nuevo punto de vista de Aaron debería de estar a la vez, fuera de
la línea de fuego directa y lo suficientemente cerca como para que Quinn
pudiera llegar hasta él si tuviera que hacerlo.
La luna brillaba a través de las nubes y las sombras que generaba en el
camino eran largas y profundas. Sean parecía delgado y macizo y totalmente
loco en la débil luz de la luna. Él era una fuerza a tener en cuenta con seguridad,
pero Quinn no tenía ninguna duda del resultado. Los lobos detrás de Sean
parecían reconocerlo también. Se movieron nerviosamente y algunos de ellos
rompieron filas y se disolvieron en el bosque junto a los camiones.
Sean miró detrás de él, observando la deserción y sonrió.
—¿Quieres pelear conmigo, Quinn? Entonces pelea conmigo por el derecho
a dirigir a estos lobos. ¿A menos que el humano te haya debilitado? ¿A menos
que tengas miedo de perder?
Quinn hizo un ruido de disgusto en su garganta mientras daba vueltas a su
oponente. Los sonidos de la batalla a su alrededor cuando sus hombres atacaron
se desvanecieron, mientras él se lanzó hacia delante para agarrar a Sean por la
garganta. Antes de que pudiera agarrarlo, algo le dio un puñetazo en las
costillas, para luego golpearlo con una rodilla fuera del camino. Fue sólo
momentáneo, sin embargo, y estaba de vuelta en sus pies, golpeando a Sean con
la rabia y el odio, que había almacenado.
Sean no era tan voluminoso como Quinn, pero era fuerte y decidido. Un
cuchillo que Quinn no había visto antes, brillaba a la luz de la luna y paró su
empuje con su brazo, la hoja cortando profundamente en su carne. Cayó de
rodillas otra vez y se preparó para la carga de Sean sobre él. Con un grito
salvaje de rabia, llegó a Quinn y Quinn cayó sobre su espalda y se encontró con
su contrincante dando patadas y atrapándolo en el estómago, haciéndole
retroceder. Volvió a ponerse en pie y volvió a acercarse a Sean, pero este saltó
hacia donde estaba Aaron y le rodeó la garganta con un brazo, sosteniendo su
hoja contra él. —¡Un movimiento más y le cortaré la garganta! —Gritó,
retrocediendo lentamente.
De todos modos, Quinn dio un paso hacia él. —¡No te muevas, Aaron! 147
Quinn había visto el hacha en la mano de Aaron, la que estaba a su lado, y
temía lo que sucedería después. Los ojos de Aaron eran tan oscuros como la
muerte y en un movimiento rápido, antes de que Quinn pudiera gritarle que
no se arriesgara, levantó el hacha y bajó la hoja con una precisión impresionante
en la ingle de Sean. Los gritos de Sean eran horribles pero benditamente cortos.
Quinn saltó hacia él, arrojando el cuchillo lejos de Aaron y hundiendo los dientes
en la garganta de Sean.
El tiempo parecía disminuir cuando Quinn lo mató, el sabor de su sangre
caliente y cobriza en su boca. Se tambaleó hacia atrás desde el cuerpo y miró
a su alrededor, en caso de que hubiera alguna nueva amenaza para defenderse.
Pero el puñado de lobos de Sean fueron retirándose, corriendo por sus vidas de
regreso a sus camiones, como si una pequeña distancia los salvara de este motín.
La mayoría de sus guardias estaban intactos, con sólo una o dos lesiones que
requerirían suturas. El suelo estaba lleno de los cuerpos de los lobos de Sean,
y su sangre brillaba bajo las estrellas.
Quinn extendió una mano a Aaron, que se acercó a él de inmediato y envolvió
sus brazos alrededor de su cintura. Quinn se estremeció al sentir que la herida
de su costado empezaba a palpitar con lentitud. Ese había sido el golpe inicial
que sentía entonces, un ataque del cuchillo de Sean.
Aaron temblaba. —Lamento haberlo golpeado con el hacha. Pero tenía
miedo de que te hiciera daño. Vi lo que hizo con ese cuchillo.
—¡Eras tú el que tenía un cuchillo en la garganta! ¡Me alegra que le hicieras
daño! Eres muy valiente, pero nunca vuelvas a hacer algo así Te dije que no
te movieras.
—Lo siento, Maestro.
—Lo dices a menudo, pero no creo que te crea. —Lo estrechó entre sus
brazos y le besó los labios. Quinn lo apartó del cadáver ensangrentado detrás
de él en el suelo.
—Ven conmigo, mi pequeño guerrero. Y te daré la oportunidad de
compensármelo.

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Epilogo

Cuatro semanas después


—¿Alfa?
Quinn apenas levantó la cabeza para mirar a Devan. La reunión del consejo
había durado al menos una hora, y su compañero lo había distraído durante
cincuenta y nueve minutos. Por fin había terminado, y él estaba ansioso por
volver a su habitación, pero Devan se había quedado atrás y se dirigía a él.
—Alfa, disculpe, señor.
Suspiró, era totalmente su propia culpa, todo lo que Aaron tenía que hacer
era mirarlo con esos ojos azules de bebé, apoyarse contra su rodilla y
suavemente se quejaba de que el piso era incómodo, y Aaron había pasado el
resto de la reunión descansando en la ventana acolchada, sentado y
silenciosamente leyendo un libro. Quinn, por supuesto, le había tirado una
almohada e insistido en que Aaron tomara la posición apropiada de sumisión
y obediencia a sus pies. O mejor aún, la próxima vez que tuvieran una reunión,
Aaron estaría en su lugar adecuado, el regazo de Quinn.
Quinn suspiró de nuevo. No parecía que Aaron conociera su posición 149
apropiada en ninguna parte. La primera noche que habían vuelto, Aaron se
había ido a acostar en su futón, a pesar de que sólo había estado cerca de él
una vez en todo el tiempo que había estado con Quinn, y luego sólo durante
media hora más o menos.
Quinn tomó su brazo y lo condujo hacia la cama, porque necesitaba
asegurarse de que Aaron estaba completamente recuperado de su calvario,
como debía hacer un maestro apropiado con cualquier esclavo. Aaron había
pasado toda la noche firmemente envuelto en los brazos de Quinn, y al día
siguiente, mientras estaba en su oficina, el futón había desaparecido
misteriosamente. Aaron nunca lo había mencionado, y tampoco Quinn.
Entonces había descubierto al hombre humano de la casa en el que creía
poder confiar que se había llevado algunas de las joyas de Aaron. Quinn preparó
a Aaron a la mañana siguiente tan a fondo que, era en realidad, eran más de las
dos de la tarde antes de que lograra llegar a su reunión de las once.
De alguna manera nunca había llegado a asignar una nueva humana de la
casa para hacerse cargo de la tarea. Sin embargo, había asignado a Aaron un
guardaespaldas para estar presente en todo momento siempre que Quinn no
estuviera con él. Quinn todavía quería encogerse de vergüenza cuando había
llamado erróneamente al gamma Rambo, como lo hizo Aaron.
Quinn se dio cuenta de que en realidad no había respondido a su nuevo Alfa
del Territorio Tres. —¿Sí, Devan? ¿Tienes una pregunta?
Devan miró incómodamente a Aaron. —¿Si pudiéramos hablar en privado,
Alfa?
Quinn se frotó los ojos y miró hacia abajo donde Aaron estaba fingiendo no
escuchar su conversación. —No, puedes hablar libremente delante de mi
compañero.
Devan asintió. —Estamos renovando los problemas con el líder rebelde en
mi territorio, Jamie—Quinn asintió y miró a los hermosos ojos azules que lo
miraban con tanta confianza. Sabía que Aaron estaba prestando mucha
atención a cada palabra. Tenía que detener a los rebeldes, pero Quinn sabía
que lastimar a Jamie haría daño a Aaron, y no podía permitir que eso sucediera.
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—Tengo un humano de la casa que fue muy maltratado por mi
predecesor—Devan continuó. —Su hermano ha jurado su lealtad a nosotros
como agradecimiento por poner fin a todo esto. Se ha infiltrado con éxito en
los rebeldes y nos ha informado de un ataque terrorista masivo en la nueva
planta solar pasado mañana. —Devan hizo una pausa y miró de nuevo a
Aaron—. Con su permiso, Alfa, puedo tener un equipo de interceptores listo
para interceptarlos. Anticipo la captura completa de los rebeldes sin víctimas
Quinn nunca apartó los ojos de Aaron. —Sin víctimas.
—Sí, señor—Devan asintió y se levantó, tomando su permiso educadamente.
Aaron se acercó a él tan pronto como Devan se había ido.
—No creo que Jamie realmente quiera ser un rebelde. Pienso que mucha de
su cólera era debida al viejo alfa. El que estaba antes de ti. —Hizo una pausa.
—Estará a salvo, ¿no? Si no hubiera venido por ti cuando lo hizo...
Quinn se levantó, acercándose a Aaron. Sabía lo que le debía a Jamie, y la
idea de que algo le pasara al ser humano que ahora se acurrucaba contra él
hacía que su sangre se enfriara.
Quinn se volvió y regresó a sus habitaciones, llevando a Aaron con él. Aaron
tenía razón, incluso si se estaba poniendo un poco demasiado optimista para
ser un esclavo. —Eso va a ser cinco con mi mano, ya sabes.
Aaron hizo una mueca. —¿Por qué?
Quinn inclinó la cabeza y rozó un beso en la cabeza de Aaron.
—Por pensar que dejaría que tu hermano sufriera algún daño. Y otros cinco,
por no dirigirte a mí como Maestro.
Los ojos azules de Aaron se oscurecieron, y sonrió antes de correr lentamente
su lengua alrededor de sus labios. Quinn casi gimió al sentir que su polla se
alargaba en respuesta. Algún día, realmente iba a tener que explicarle a Aaron
la manera correcta de mostrar sumisión a su amo. La mano de Aaron bajó sin
darse cuenta de lo duro que se estaba poniendo Quinn. De acuerdo, Quinn
pensó mientras abría la puerta de su dormitorio, probablemente no iba a
suceder hoy.
De alguna manera, tampoco pensó que ocurriría mañana.

Fin 151
152

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